crepúsculo

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IX Certamen Nacional de Poesía “Fermín Limorte” CREPÚSCULO Partiré ahora a otro lugar porque ella se propuso seguir su instinto lunar y yo, como un iluso, durante meses y días soñé que volvería, dejaría sus premoniciones a un lado, me amaría como me había amado, que sería sólo una tontuna el confiar el amor a la luna, que yo sería siempre su destino, el cuerpo al que volver, la piel para amar, que me sería fiel y no sería sino un desatino implorar a la diosa de la luna como si fuera divina. 1

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IX Certamen Nacional de Poesía “Fermín Limorte”

CREPÚSCULO

Partiré ahora a otro lugar

porque ella se propuso

seguir su instinto lunar

y yo, como un iluso,

durante meses y días

soñé que volvería,

dejaría sus premoniciones a un lado,

me amaría como me había amado,

que sería sólo una tontuna

el confiar el amor a la luna,

que yo sería siempre su destino,

el cuerpo al que volver, la piel

para amar, que me sería fiel

y no sería sino un desatino

implorar a la diosa de la luna

como si fuera divina.

Y siento el peso de mi error,

el dolor de mi cálculo fallido,

mi engreimiento, mi fervor

el aliento del caído.

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Partiré ahora, para siempre tal vez,

porque no cejaré en volver a amar

con armas nuevas la vieja tez

de mi amor del mar,

porque no quiero vivir sin la pelea,

sin ese gran sentimiento,

pues es así como se crea y recrea

el dulce placer del crecimiento

de dos seres adultos, amantes

que se deben querer como antes

pues en cada esquina de sus vidas,

en los días fríos, en las despedidas

se invocan, se besan bajo la luna

que no es ahora distancia alguna

pues su influjo y vaticinio

son casi mágicos, como dominio

del más allá sobre los destinos,

como misterio de los designios.

Huele a amor esta luna

que ya no mengua y es calma

que nos aproxima y aúna,

que aúlla y exclama.

Quiero conseguir la victoria

y no desfallecer ni dejarme vencer

porque sería triste esta historia

si la luna pudiera ejercer

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tan malvado poder

y no nos convocara

ni nos provocara

para perseguir el paraíso en la tierra

y afrontar lo que de vida queda,

que no es la luna la que cierra

el paso de nuestro amor,

que no es nuestro temor

el que ha de conducir nuestro corazón

sino una más fuerte razón,

el poder del amor

y la fantasía, la fe en el cielo

como forma de alto vuelo

que anude nuestras manos

y no sea nuestro amor vano.

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