Crisis de La Subjetividad o Subjetividad de La Crisis

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¿Crisis de la subjetividad o subjetividad de la crisis? Wilder Pérez Instituto de Filosofía Introducción Consideramos pertinente comenzar esta reflexión con unas palabras acerca de su título, de lo que este parece expresar, o proponer. Topamos de entrada con la ambigüedad o ambivalencia de la palabra “crisis”, la cual evoca por un lado el peligro o amenaza de la pérdida o la modificación más o menos inminente de las condiciones que conforman una situación dada, y por otro, las oportunidades o alternativas posibles que ofrece tal situación de cambio. Ambas aristas resultan insoslayables. Por otra parte, la forma interrogativa del título encierra ya una disyunción que parece invitar a una toma de partido ante dos posiciones mutuamente excluyentes. Podría sospecharse entonces de la inconveniencia de un título que se coloca desde el comienzo frente a una antinomia, pero nos adelantaremos a precisar que su elección obedece a un intento de problematizar, de provocar tal vez, en lugar de dicotomizar la cuestión hacia la cual apunta. En este sentido, nuestra propuesta se desarrollará a través de una interpelación de su título. En dicha pregunta aparece la palabra crisis vinculada a una noción cuyo significado estamos muy lejos de dar por sentado, debido a que su polisemia hace dudar de la posibilidad de un entendimiento preliminar que pueda servirnos de punto de partida. Y porque es dicho concepto, el de subjetividad, en lo que ha tenido de vinculante para la psicología, el que será empleado como tema central de nuestra reflexión. ¿Crisis de la subjetividad o subjetividad de la crisis? Aún permanece en pie, necesariamente, la cuestión de la disyunción. ¿Podemos hablar realmente de antinomias al referirnos, por una parte, a la situación de puesta entre paréntesis, de problematización en torno a un concepto de importancia fundamental en nuestro caso para las disciplinas psicológicas, y a la percepción o vivencia de crisis, en términos generales, de nuestra época actual, por otra? ¿O será posible, como sugerimos, advertir relaciones recíprocas que cuestionen tal disyunción? Desde ahora también, denegamos el recurso tradicional a determinar la

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Crisis de la subjetividad o subjetividad de la crisis?

Wilder Prez

Instituto de Filosofa

Introduccin

Consideramos pertinente comenzar esta reflexin con unas palabras acerca de su ttulo, de lo que este parece expresar, o proponer.

Topamos de entrada con la ambigedad o ambivalencia de la palabra crisis, la cual evoca por un lado el peligro o amenaza de la prdida o la modificacin ms o menos inminente de las condiciones que conforman una situacin dada, y por otro, las oportunidades o alternativas posibles que ofrece tal situacin de cambio. Ambas aristas resultan insoslayables.

Por otra parte, la forma interrogativa del ttulo encierra ya una disyuncin que parece invitar a una toma de partido ante dos posiciones mutuamente excluyentes. Podra sospecharse entonces de la inconveniencia de un ttulo que se coloca desde el comienzo frente a una antinomia, pero nos adelantaremos a precisar que su eleccin obedece a un intento de problematizar, de provocar tal vez, en lugar de dicotomizar la cuestin hacia la cual apunta. En este sentido, nuestra propuesta se desarrollar a travs de una interpelacin de su ttulo.

En dicha pregunta aparece la palabra crisis vinculada a una nocin cuyo significado estamos muy lejos de dar por sentado, debido a que su polisemia hace dudar de la posibilidad de un entendimiento preliminar que pueda servirnos de punto de partida. Y porque es dicho concepto, el de subjetividad, en lo que ha tenido de vinculante para la psicologa, el que ser empleado como tema central de nuestra reflexin.

Crisis de la subjetividad o subjetividad de la crisis? An permanece en pie, necesariamente, la cuestin de la disyuncin. Podemos hablar realmente de antinomias al referirnos, por una parte, a la situacin de puesta entre parntesis, de problematizacin en torno a un concepto de importancia fundamental en nuestro caso para las disciplinas psicolgicas, y a la percepcin o vivencia de crisis, en trminos generales, de nuestra poca actual, por otra? O ser posible, como sugerimos, advertir relaciones recprocas que cuestionen tal disyuncin?

Desde ahora tambin, denegamos el recurso tradicional a determinar la crisis del concepto el de subjetividad en este caso como mero reflejo o imagen, an con los niveles de mediatizacin que se deseen, de una realidad epocal en crisis. Sin embargo, un intento de procurar respuestas, o mejor, de delimitar nuestra posicin al respecto, solo podemos emprenderlo a travs de la historizacin de dicha categora; mediante una historia de algunas condiciones que han hecho posible la diversidad de proyectos y perspectivas psicolgicas que se han propuesto como ciencia de la subjetividad.

Por ello pierde sentido preguntarnos de inicio: qu es la subjetividad, o que es la subjetividad para la psicologa?, y ms an intentar definir este o llegado el caso, cualquier otro concepto - fuera de las circunstancias en que ha sido empleado, de los valores de uso que le ha sido otorgado en diversos contextos. De modo que consideramos necesario delinear una trayectoria que nos permita contextualizar, y con ello quizs deshacer, nuestra interrogante inicial.Surgimiento de la psicologa como ciencia de la subjetividad

Heidegger (1996) seal a la poca marcada por el momento cartesiano como la poca de la representacin, de la imagen del mundo. Con Descartes, o mediante su obra, habra emergido un modo de pensar que colocara a la subjetividad, al ego cogito, como lo que subyace y fundamenta, como condicin de posibilidad de que lo existente devenga objeto, representacin en, por y para el sujeto, con todo lo de clculo e inventario que este gesto habra supuesto, en tanto matriz de la ciencia moderna. A ello volveremos ms adelante.

Particularmente para la psicologa, la fsica mecanicista del siglo XVIII signific la puesta en relieve de la falta de correspondencia entre el contenido de nuestra percepcin y aquello que realmente existe. Esta inadecuacin marcar el surgimiento de la psicologa como ciencia de la subjetividad y si aadimos tal calificativo es para distinguir a este conjunto de perspectivas de otras que, como sabemos, no toman a la subjetividad como objeto de estudio.

Esta psicologa nacer bajo el signo de lo que anacrnicamente podemos llamar complejo de inferioridad, como un intento de excusar el engao de nuestros sentidos a la razn cognoscente, de justificar la necesidad de tal engao (Canguilhen, G., 1956). Y ello se lleva a cabo mediante dos recorridos fundamentales, no los nicos, pero s los que nos interesa resaltar aqu.

Un primer camino, que intenta acogerse a la concepcin y modo de hacer propio de las pujantes ciencias naturales de la poca an cuando habra de aguardar un siglo para rendir sus frutos -, se desarroll como ciencia de la subjetividad, slo que entendida como sentido externo (los cinco sentidos), como psicofsica. Busc en la naturaleza o estructura del cuerpo humano la razn de la inadecuacin, del carcter ilusorio de nuestra experiencia en su funcin cognoscitiva. De ah los estudios encaminados a determinar constantes cuantitativas de la sensacin, y las relaciones entre tales constantes, que recibirn su forma acabada con los grandes fisiologistas del siglo XIX, y que Wundt transformar en una psicologa experimental, en una analtica de los hechos de la conciencia.

Otro recorrido, menos homogneo, fue doblemente bautizado por Wolf como Psicologa Racional y Psicologa Emprica, y se desplegara, mediante estas dos perspectivas cada vez menos aisladas, como ciencia de la conciencia de s. Una primera va intentara justificar, apelando injustamente a las Meditaciones cartesianas y apelando al sensualismo y la introspeccin, las tesis tradicionales de un sustancialismo espiritualista, proponindose como propedutica de la metafsica. La otra perspectiva se desarrollara a partir de la induccin de fenmenos de conciencia, de reflexiones sobre el sentido comn, segn una tradicin que desde Locke y sobre todo desde Reid entronca con el utilitarismo ingls del XIX (Canguilhen, G., 1956). Ambas vas poseen un prisma de virtualidad, de psicologa de lo virtual, al tematizar facultades humanas inscritas en posibilidades abstractas.

Tales empresas se producen a despecho de las conocidas objeciones de Kant a una ciencia de la subjetividad que pretendiera erigirse a imagen de la matemtica, de la fsica o an de la qumica, y de sus crticas contra la validez de la introspeccin como del mtodo inductivo aplicado a fenmenos de conciencia, contra la concepcin, en fin, de un yo sustancial.

A pesar de lo cual, y bajo el amparo del paradigma del momento, el siglo XIX asistira a la institucionalizacin de una disciplina psicolgica presentada entonces como conocimiento positivo, segn un proyecto que pretendi circunscribir la verdad del hombre a su ser natural, en tanto ser viviente, y echando mano a una metodologa importada que prescriba la determinacin de vnculos cuantitativos, la construccin de hiptesis explicativas, la verificacin experimental. Marcada por este sesgo o prejuicio naturalista, por el riguroso estilo de objetividad de las ciencias naturales, esta psicologa no vacil en incorporar de aquellas sucesivos, a veces yuxtapuestos, esquemas de anlisis (fsico-qumicos, organicistas, o evolucionistas).

Pero la curiosa paradoja que advertimos en la historia posterior de esta ciencia es la consistente en el lento abandono del proyecto de establecerse como ciencia positivista acerca del hombre como ser natural, impulsada precisamente por el imperativo de rigurosidad objetivista que informaba tal propsito (Foucault, M., 1994).

La primera invitacin a dicho abandono, el primer gran trastocamiento de este proyecto y de su mtodo, tuvo lugar, en las postrimeras del mismo siglo XIX, como resultado de una incisin posteriormente acuada como hermenutica de la sospecha -, de una transformacin en el rgimen de lo simblico, que resemantiz a la conciencia como punto de arribo, como objeto y producto mediatizado y no como principio fundante. Esta metamorfosis implic la redistribucin de sus manifestaciones en una dimensin estratificada y dispuesta en profundidad, as como la apelacin a la interpretacin como herramienta capaz de develar lo que aquella ocultaba (Foucault, M., 1970).

Para la psicologa de lo subjetivo tal sacudida fue preludiada por la reflexin en torno a la conducta real del individuo emprendida por P.Janet, por la comprensin historicista de Dilthey, pero fue el psicoanlisis de Freud quien retom la disputa ininterrumpida acerca de las relaciones entre lo fsico y lo psquico, a travs de una redefinicin de la psicopatologa, que le coloc como juez y parte de dicho debate.El problema de la significacin

A pesar de los conocidos elementos conservadores, de los prejuicios naturalistas y metafsicos de que da muestras la obra del creador del psicoanlisis, podemos advertir en la misma un conjunto de transformaciones, o de posibilidades de transformacin, que no deben pasarse por alto.

En primer lugar, se produce en la obra de Freud una sustitucin del anlisis causal por una hermenutica de la gnesis de las significaciones. Tanto la conducta normalmente ordenada como la patolgica poseen sentido, el de una accin proyectada o rechazada. La conciencia y lo inconsciente aparecen como dos modalidades de significacin y no como mundos yuxtapuestos, por lo que la terapia se planteara modificar lo inconsciente mediante la interpretacin de sueos y sntomas.

En segundo lugar, ocurre en su obra un desplazamiento de la concepcin evolucionista, al insertar al ser humano en una historicidad propia que supone una dialctica entre pasado y presente, el conflicto entre lo actual y lo inactual, lo real y lo imaginario. Las significaciones inmanentes a la conducta, pese a su conformacin a partir de acontecimientos pretritos nodales, poseen sentido actual, a travs de la reproduccin simblica que erige al conjunto de los mecanismos de defensa organizados por el yo como lugar de disputa; por lo que el anlisis teraputico procurara redescubrir los contenidos inactuales de la conducta presente y reactualizarlos recurriendo a la transferencia y la abreaccin.

Finalmente y muy vinculado a lo anterior, el psicoanlisis relega el recurso a la naturaleza por la exigencia de un anlisis del medio cultural, al concebir el contenido presente como instancia social normativa (Foucault, M., 1994).En resumen, el camino abierto por la obra freudiana deline la posibilidad de rebasar las oposiciones entre lo subjetivo y lo objetivo, entre individuo y sociedad, al otorgar por contenido a las significaciones de la conducta las confrontaciones entre la historia experiencial del individuo, de sus formas de satisfaccin, de bsqueda y evitacin, y la historia de las estructuras sociales en la se halla inserta, las cuales regulan, orientan e informan su conducta. En adelante la significacin poseer un estatuto de objetividad para la psicologa, desde entonces reubicada en el nivel propio de las conductas en las que se expresan. El hombre no tendra que ser considerado ya como un sector determinado del mundo natural.

Sin embargo, esta posibilidad no ser actualizada de manera consecuente por las perspectivas psicolgicas que toman la subjetividad como objeto, por no aceptar en toda su dimensin el reto de su renovacin como proyecto y de su especificidad metodolgica. Durante el siglo XX observamos la incongruencia de propuestas que asumen un nuevo proyecto mas ancladas en antiguos principios de mtodo, junto a renovaciones metodolgicas que se empean tras viejas temticas, lastradas por conceptos obsoletos. O, si no queremos simplificar tal panorama, podemos afirmar que en el interior de las perspectivas ms sobresalientes, es posible advertir tendencias a actualizar conceptual, axiolgica y metodolgicamente la disciplina, unidas a rezagos y adscripciones a un viejo modo predominante de concebir y hacer ciencia.

Estas incongruencias han hallado su contexto en las nuevas inserciones o reinserciones de la psicologa en el campo de otras prcticas (pedaggicas, psiquitricas, organizacionales, o ms recientemente informacionales, mediticas), en la complejizacin de la trama de tales relaciones recprocas, en las cuales la psicologa ha ocupado su posicin como fundamentacin cientfica y racional.

La cuestin decisiva, siguiendo a Foucault (1994), es que tales relaciones se han configurado en y desde el punto en que tales prcticas encuentran su contradiccin: los trastornos del desarrollo, los fenmenos de inadaptacin social, las anomalas y limitaciones de la cognicin, las perturbaciones afectivas etc; de modo tal que las reflexiones sobre estos problemas han debido generarse en torno a lo anormal, lo patolgico, lo conflictivo, para derivar hacia una ordenacin, hacia una normalizacin o recodificacin de tales contradicciones.

En esta tarea de objetivacin normalizadora la psicologa se ha encaminado hacia una descripcin y justificacin de tales contradicciones, sin alcanzar una superacin dialctica de las mismas, un mayor nivel de integracin.En tanto la psicologa se empeaba en la representacin de las contradicciones surgidas de la objetivacin de sus vnculos y prcticas, se iban delimitando tendencias encaminadas hacia una elucidacin de lo que se denomin como inconsciente cultural, hacia un pensar de lo que haba permanecido como impensado, en el lmite de la representacin, por constituir nada menos que las condiciones de posibilidad de tal representar, lo Otro que nos resulta a la vez tan propio por configurar y disponer precisamente los fundamentos de nuestras experiencias de saber, las bases de nuestras prcticas cognoscitivas.El declive de la representacin y las demandas construccionistas

Con un nfasis particular tras la dcada de los 60 cuando el estructuralismo haba colocado sobre la palestra la cuestin del sujeto - , hemos asistido a una crtica que se ha mostrado diversamente radical de aquello que en un inicio sealamos como el fundamento epistmico de nuestra poca moderna.

Nos referimos al enjuiciamiento de la representacin, del lenguaje como representante, es decir, de su capacidad para presentarse en lugar de un referente, una cosa cuya existencia le precedera, y que l se encargara de denotar. Ya desde inicios del pasado siglo hemos topado con una impugnacin creciente del modo en que se ha producido y distribuido nuestro campo de saber, una crtica que niega la existencia de objetos o sujetos que precedan a las prcticas histricas que sistemticamente los constituyen.

Ello ira implicando para la psicologa un profundo cuestionamiento de sus prcticas, de su funcin social como ciencia de la subjetividad, como saber sobre el hombre.

Su misin de develar, de objetivar por medio de metodologas cada vez ms rigurosas y precisas una supuesta naturaleza, realidad o esencia humana, misin que confera a la elite de sus profesionales la posicin de categorizadores y evaluadores imparciales de dicha realidad humana la vieja Razn prescriptiva y controladora, demiurga del mundo de los objetos -, se ve enfrentada de modo cada vez ms explcito.

Es este uno de los retos fundamentales que recogen, a partir de la dcada de los 80, las propuestas construccionistas, que se han presentado como alternativa epistemolgica de ciencia social, y que, a travs de nuevos mtodos e instrumentos como las diversas analticas discursivas, conversacionales, intentan dar cuenta de los modos convencionales en que se producen y reproducen las significaciones en los espacios de interaccin social, de las maneras en que las personas, segn normatividades que actualizan o modifican, confieren, producen y se apropian del sentido de s mismas, de los dems, del medio en que viven (cf. Potter, J., 1996).

Estas propuestas conducen hacia un desplazamiento de la reflexin en torno a facultades de la mente que supona al lenguaje como traductor, en su carcter nominativo, por la elaboracin de una especie de ontologa social (Gergen, K.J., 1994), sustentada fundamentalmente en una concepcin del lenguaje en su carcter performativo, como forma de accin y participacin social, en el anlisis de prcticas lingsticas que ya no actuaran como meras representaciones, sino como constituyentes activas, como conformadoras de la realidad social e institucionalmente constreidas, desplegadas en redes de relaciones de poder.

Sin pretender presentarla como una propuesta homognea, podemos hallar en este conjunto de perspectivas una disposicin transdisciplinar a la apertura metodolgica y conceptual, una tendencia a asumir de modo consciente la responsabilidad de operar transformaciones sobre prcticas de sujecin que han objetivado de modo incesante al hombre, arrogndose el derecho a decidir, a dictaminar acerca de su verdad, siendo esta vieja nocin, la tan arraigada concepcin de la verdad como adecuacin a un referente, a una realidad a la que se confiere trascendencia, una de las bases de los actuales cuestionamientos a la ciencia disciplinaria. En lugar de ello, hallamos la asuncin de la historicidad y contingencia de tales prcticas de objetivacin de lo subjetivo, as como de la propia subjetividad que toman como objeto, y por tanto, del compromiso social y poltico inherente a la disputa por la apropiacin simblica a que conlleva el ejercicio de las mismas (Ibez, T., 1996; Fernndez, A. M., 2001).

No pretendemos adscribirnos a estas propuestas tomndolas como alternativa nica a una crisis largamente prologada, slo nos limitamos a afirmar que problematizar la subjetividad es hoy en da una tarea que va escapando al dominio incontestable de la psicologa - que sin embargo puede hacer mucho por renovarse y superar sus contradicciones en tal empresa -, del mismo modo que la posicin de la psicologa y de sus profesionales es algo que rebasa ya la competencia meramente cientfica.Referencias bibliogrficas

Canguilhen, G. (1956) Qu es la psicologa? En Cahiers pour l'Analyse, 2, marzo de 1966.Fernndez, A.M. et al. (2001): Instituciones estalladas, EUDEBA, Buenos Aires.Foucault, M. (1970) Theatrum philosophicum. Anagrama, Barcelona, 1995.Foucault, M. La psicologa de 1850 a 1950. En: Dits et crits. Pars. Gallimard, 1994.Gergen, K. J. (1994): Realidades y relaciones. Aproximacin a la construccin social, Paids, Barcelona, 1996.Heidegger, M. La poca de la imagen del mundo. En Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1996.Ibez, T. (1996): "Construccionismo y psicologa", en Gordo, A.J. y J.L. Linaza(comp.): Psicologas, discursos y poder, Visor Dis, Madrid.Potter, J. (1996): "Discourse Analysis and Constructionst Approaches: Theoretical Background", en Richardson, J.(ed.): Handbook of qualitative research methods for psychology and the social sciences, Leicester, BPS Books.