CRISTOLOGIA Resumen

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 Algunas ideas del libro: “JESÚS, Aproximación histórica” de José Antonio Pagola Jesús y la realidad de su tiempo (Cap. 1) Al parecer, Jesús conoció a lo largo de su vida el crecimiento de una desigualdad que favorecía a la minoría privilegiada de Séforis y Tiberíades, y provocaba inseguridad, pobreza y desintegración de bastantes familias campesinas. Creció el endeudamiento y la pérdida de tierras de los más débiles. Los tribunales de las ciudades pocas veces apoyaban a los campesinos. Aumentó el número de indigentes, jornaleros y prostitutas. Cada vez eran más los pobres y hambrientos que no podían disfrutar de la tierra regalada por Dios a su pueblo La actividad de Jesús en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del “reino de Dios” represent aban una fuerte crítica a aquel estado de cosas. Su firme defensa de los indigentes y hambrientos, su acogida preferente a los últimos de aquella sociedad o su condena de la vida suntuosa de los ricos de las ciudades era un desafío público a aquel programa socio-político que impulsaba Antipas, favoreciendo los intereses de los más poderosos y hundiendo en la indigencia a los más débiles. Sus llamadas a ser compasivos con los que sufren y a perdonar las deudas y tantos otros dichos permiten captar todavía hoy cómo vivía Jesús el sufrimiento de aquel pueblo y con qué pasión buscaba un mundo nuevo, más  justo y fraterno, donde Dios p udiera reinar como Padre de todos. Jesús y la familia (Cap. 2) En contra de lo que solemos imaginar, Jesús no vivió en el seno de una pequeña célula familiar junto a sus padres, sino integrado en una familia más extensa. Los evangelios nos informan de que Jesús tiene cuatro hermanos que se llaman Santiago, José, Judas y Simón, y también algunas hermanas a las que dejan sin nombrar, por la poca importancia que se le daba a la mujer. Abandonar la familia era muy grave. Significaba perder la vinculación con el grupo protector y con el pueblo. El individuo debía buscar otra “familia” o grupo. Por eso, dejar la familia de origen era una decisión extraña y arriesgada. Sin embargo llegó un día en que Jesús lo hizo. La ruptura con su familia marcó su vida de profeta itinerante. Había dos aspectos, al menos, en estas familias que Jesús criticaría un día. En primer lugar, la autoridad patriarcal, que lo dominaba todo; la autoridad del padre era absoluta; Jesús hablará más tarde de unas relaciones más fraternas donde el dominio sobre los demás ha de ser sustituido por el mutuo servicio. Otro aspecto, derivado de este primero, es la situación de la mujer. Que era apreciada sobre todo por su fecundidad y su trabajo en el hogar. Por lo

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Algunas ideas del libro de Jose A. Pagola, Aproximación histórica a Jessús

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Algunas ideas del libro: JESS, Aproximacin histricade Jos Antonio Pagola

Jess y la realidad de su tiempo (Cap. 1)Al parecer, Jess conoci a lo largo de su vida el crecimiento de una desigualdad que favoreca a la minora privilegiada de Sforis y Tiberades, y provocaba inseguridad, pobreza y desintegracin de bastantes familias campesinas. Creci el endeudamiento y la prdida de tierras de los ms dbiles. Los tribunales de las ciudades pocas veces apoyaban a los campesinos. Aument el nmero de indigentes, jornaleros y prostitutas. Cada vez eran ms los pobres y hambrientos que no podan disfrutar de la tierra regalada por Dios a su puebloLa actividad de Jess en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del reino de Dios representaban una fuerte crtica a aquel estado de cosas. Su firme defensa de los indigentes y hambrientos, su acogida preferente a los ltimos de aquella sociedad o su condena de la vida suntuosa de los ricos de las ciudades era un desafo pblico a aquel programa socio-poltico que impulsaba Antipas, favoreciendo los intereses de los ms poderosos y hundiendo en la indigencia a los ms dbiles.Sus llamadas a ser compasivos con los que sufren y a perdonar las deudas y tantos otros dichos permiten captar todava hoy cmo viva Jess el sufrimiento de aquel pueblo y con qu pasin buscaba un mundo nuevo, ms justo y fraterno, donde Dios pudiera reinar como Padre de todos.

Jess y la familia (Cap. 2)En contra de lo que solemos imaginar, Jess no vivi en el seno de una pequea clula familiar junto a sus padres, sino integrado en una familia ms extensa. Los evangelios nos informan de que Jess tiene cuatro hermanos que se llaman Santiago, Jos, Judas y Simn, y tambin algunas hermanas a las que dejan sin nombrar, por la poca importancia que se le daba a la mujer.Abandonar la familia era muy grave. Significaba perder la vinculacin con el grupo protector y con el pueblo. El individuo deba buscar otra familia o grupo. Por eso, dejar la familia de origen era una decisin extraa y arriesgada. Sin embargo lleg un da en que Jess lo hizo. La ruptura con su familia marc su vida de profeta itinerante.Haba dos aspectos, al menos, en estas familias que Jess criticara un da. En primer lugar, la autoridad patriarcal, que lo dominaba todo; la autoridad del padre era absoluta; Jess hablar ms tarde de unas relaciones ms fraternas donde el dominio sobre los dems ha de ser sustituido por el mutuo servicio.Otro aspecto, derivado de este primero, es la situacin de la mujer. Que era apreciada sobre todo por su fecundidad y su trabajo en el hogar. Por lo dems, apenas tomaba parte en la vida social de la aldea, la mujer siempre perteneca a alguien. Jess defender a las mujeres de la discriminacin, las acoger entre sus discpulos y adoptar una postura rotunda frente al repudio decidido por los varones.Asimismo Jess adoptar ante los nios una actitud poco habitual en este tipo de sociedad. No era normal que un varn honorable manifestara hacia los nios esa atencin y acogida que las fuentes cristianas destacan en Jess, en contraste con otras reacciones ms frecuentes.Respecto al celibato de Jess, podemos decir que si no convive con una mujer no es porque desprecie el sexo o minusvalore la familia. Es porque no se casa con nada ni con nadie que pueda distraerlo de su misin al servicio del reino.Solo renunci a lo que poda impedir a su amor la universalidad y entrega incondicional a los privados de amor y dignidad. Jess no hubiera entendido otro celibato. Solo el que brota de la pasin por Dios y por sus hijos e hijas ms pobres.

Jess y Juan el bautista (Cap. 3)El bautismo de Juan y, sobre todo, su significado eran absolutamente nuevos y originales. Juan es el primero en atribuirse la autoridad de bautizar a otros. Ser sumergidos por el Bautista en las aguas vivas del Jordn significa acoger su llamada e incorporarse a la renovacin de Israel. La pretensin de Juan es inaudita: Dios ofrece su perdn al pueblo, pero lejos de aquel templo corrompido de Jerusaln! All se est formando el nuevo pueblo de la Alianza. Los bautizados vuelven a sus casas para vivir de manera nueva, como miembros de un pueblo renovado, preparado para acoger la llegada ya inminente de Dios.Al parecer, Jess no tiene todava un proyecto propio bien definido. Sin embargo, su decisin de hacerse bautizar por Juan deja entrever algo de su bsqueda. Si acepta el bautismo de Juan, esto significa que comparte su visin sobre la situacin desesperada de Israel: el pueblo necesita una conversin radical para acoger el perdn de Dios.En Jess se va despertando una conviccin: Dios va a actuar en esta situacin desesperada de un modo insospechado. Jess comenzaba a verlo todo desde la misericordia de Dios. Lo que empieza ahora para este pueblo que no ha podido llevar a cabo su conversin no es el juicio de Dios, sino el gran don de su salvacin. En esta situacin desesperada el pueblo va a conocer la increble compasin de Dios, no su ira destructora.El pueblo se ha de convertir, pero la conversin no va a consistir en prepararse para un juicio, como pensaba Juan, sino en entrar en el reino de Dios y acoger su perdn salvador. Dios no fuerza a nadie; solo invita.Jess abandona el desierto que ha sido escenario de la preparacin y se desplaza a la tierra habitada por Israel a proclamar y escenificar la salvacin que se ofrece ya a todos con la llegada de Dios. Jess abandona tambin el talante y la estrategia proftica de Juan. La vida austera del desierto es sustituida por un estilo de vida festivo. Todos han de sentir la cercana salvadora de Dios, incluso los ms olvidados y despreciados: los recaudadores, las prostitutas, los endemoniados, los samaritanos. Jess abandona tambin el lenguaje duro del desierto. El pueblo debe escuchar ahora una Buena Noticia. Su palabra se hace poesa. Invita a la gente a mirar la vida de manera nueva. Comienza a contar parbolas que el Bautista jams hubiera imaginado. Con Jess todo empieza a ser diferente. El temor al juicio deja paso al gozo de acoger a Dios, amigo de la vida.

Jess profeta (Cap. 4)Segn las fuentes, evita las grandes ciudades se detiene en las aldeas del entorno o en las afueras de la ciudad, donde se encuentran los ms excluidos Al parecer, esta manera de actuar no es algo casual. Responde a una estrategia bien pensada. El pueblo no tiene ya que salir al desierto a prepararse para el juicio inminente de Dios. Es Jess mismo el que recorre las aldeas invitando a todos a entrar en el reino de Dios que est ya irrumpiendo en sus vidas. Las comidas abiertas a todos los vecinos son smbolo de un pueblo invitado a compartir la gran mesa de Dios, el Padre de todos.La implantacin del reino de Dios tiene que comenzar all donde el pueblo est ms humillado. Jess lo tiene muy claro. El reino de Dios solo puede ser anunciado desde el contacto directo y estrecho con las gentes ms necesitadas de respiro y liberacin. La semilla del reino solo puede encontrar buena tierra entre los pobres de Galilea.La vida itinerante de Jess en medio de ellos es smbolo vivo de su libertad y de su fe en el reino de Dios. Ha abandonado la seguridad del sistema para entrar confiadamente en el reino de Dios. Por otra parte, su vida itinerante al servicio de los pobres deja claro que el reino de Dios no tiene un centro de poder desde el que haya de ser controlado. El reino de Dios se va gestando all donde ocurren cosas buenas para los pobres.

El Reino que Jess anuncia (Cap. 4)Jess no habla, como sus contemporneos, de la futura manifestacin de Dios; no dice que el reino de Dios est ms o menos cercano. Ha llegado ya. Esta aqu. l lo experimenta. Por eso, y a pesar de todas las apariencias en contra, Jess invita a creer en esta buena noticia.Hay que aprender a captar su presencia y su seoro de otra manera, porque el reino de Dios ya est entre vosotros. Trata ms bien de convencer a todos de que la llegada de Dios para imponer su justicia no es una intervencin terrible y espectacular, sino una fuerza liberadora, humilde pero eficaz, que est ah, en medio de la vida, al alcance de todos los que la acojan con fe.Aquella manera de hablar de Dios provocaba entusiasmo en los sectores ms sencillos e ignorantes de Galilea. Era lo que necesitaban or: Dios se preocupa de ellos. El reino de Dios que Jess proclama responde a lo que ms desean: vivir con dignidad.No se pone nunca de parte del pueblo judo y en contra de los pueblos paganos: el reino de Dios no va a consistir en una victoria de Israel que destruya para siempre a los gentiles. No se pone tampoco de parte de los justos y en contra de los pecadores: el reino de Dios no va a consistir en una victoria de los santos para hacer pagar a los malos sus pecados. Se pone a favor de los que sufren y en contra del mal, pues el reino de Dios consiste en liberar a todos de aquello que les impide vivir de manera digna y dichosa.Su reinado no es para imponerse a nadie por la fuerza, sino para introducir en la vida su misericordia y llenar la creacin entera de su compasin.De dnde brota en Jess esta manera de entender el reino de Dios? No es esto, ciertamente, lo que se enseaba los sbados en la sinagoga, ni lo que se respiraba en la liturgia del templo. Al parecer, Jess comunica su propia experiencia de Dios, no lo que se vena repitiendo en todas partes de manera convencional.No es que Dios sea injusto o que reaccione con indiferencia ante el mal. Lo que sucede es que no quiere ver sufrir a nadie. Por eso su bondad no tiene lmites, ni siquiera con los malos. Este es el Dios que est llegando.Hay que entrar en el reino de Dios, dejarse transformar por su dinmica y empezar a construir la vida tal como la quiere Dios. Lo importante, segn l, es que todos reconozcan a Dios y entren en la dinmica de su reinado.Entrar en el reino de Dios quiere decir construir la vida no como quiere Tiberio, las familias herodianas o los ricos terratenientes de Galilea, sino como quiere Dios. Por eso, entrar en su reino es salir del imperio que tratan de imponer los jefes de las naciones y los poderosos del dinero.El reino de Dios no es una intervencin puntual, sino una accin continuada del Padre que pide una acogida responsable, pero que no se detendr, a pesar de todas las resistencias, hasta alcanzar su plena realizacin. Est germinando ya un mundo nuevo, pero solo en el futuro alcanzar su plena realizacin.

Las parbolas de Jess (Cap. 5 )Para qu cuenta Jess sus parbolas? Ciertamente, aunque es un maestro en componer bellos relatos, no lo hace para recrear los odos y el corazn de aquellos campesinos. Tampoco pretende ilustrar su doctrina para que estas gentes sencillas puedan captar elevadas enseanzas que, de lo contrario, nunca lograran comprender. En realidad, sus parbolas no tienen una finalidad propiamente didctica. Lo que Jess busca no es transmitir nuevas ideas, sino poner a las gentes en sintona con experiencias que estos campesinos o pescadores conocen en su propia vida y que les pueden ayudar a abrirse al reino de Dios. trata de acercar el reino de Dios a cada aldea, cada familia, cada persona. Con las parbolas de Jess sucede algo que no se produce en las minuciosas explicaciones de los maestros de la ley. Jess hace presente a Dios irrumpiendo en la vida de sus oyentes.

(para comentarios de algunas parbolas pags. 122-154)

La fuerza curadora de Jess (Cap. 6)Jess contagia salud y vida lo importante no es el procedimiento que pueda emplear en algn caso, sino l mismo: la fuerza curadora que irradia su persona. La terapia que Jess pone en marcha es su propia persona: su amor apasionado a la vida, su acogida entraable a cada enfermo o enferma, su fuerza para regenerar a la persona desde sus races, su capacidad de contagiar su fe en la bondad de Dios. La curacin del organismo queda englobada dentro de una sanacin ms integral de la persona.Jess reconstruye al enfermo desde su raz: suscita su confianza en Dios, lo arranca del aislamiento y la desesperanza, lo libera del pecado, lo devuelve al seno del pueblo de Dios y le abre un futuro de vida ms digno y saludable. La fe pertenece, pues, al proceso mismo de la curacin. Jess no cura para despertar la fe, sino que pide fe para que sea posible la curacin. Al creer, cruza una barrera y se abandona al poder salvador de Dios. Jess no pide fe en su poder misterioso o en sus conocimientos ocultos, sino en la bondad de Dios, que se acerca a salvar del mal, despertando incluso posibilidades desconocidas que no estn de ordinario a disposicin del ser humano. Y lo hace no recurriendo a la hipnosis o la magia, sino ayudando a los enfermos a acoger a Dios en el interior de su experiencia dolorosa. Jess trabaja el corazn del enfermo para que confe en Dios, liberndose de esos sentimientos oscuros de culpabilidad y de abandono por parte de Dios, que crea la enfermedad.Las fuentes no presentan a Jess caminando por Galilea en busca de pecadores para convertirlos de sus pecados, sino acercndose a enfermos y endemoniados para liberarlos de su sufrimiento. Su actividad no est propiamente orientada a reformar la religin juda, sino a aliviar el sufrimiento de quienes encuentra agobiados por el mal y excluidos de una vida sana. Es ms determinante en su actuacin eliminar el sufrimiento que denunciar los diversos pecados de las gentes. No es que no le preocupe el pecado, sino que, para Jess, el pecado ms grave y que mayor resistencia ofrece al reino de Dios consiste precisamente en causar sufrimiento o tolerarlo con indiferencia.Jess no pens nunca en los milagros como una forma fcil de suprimir el sufrimiento en el mundo, sino solo como un signo para indicar la direccin en la que sus seguidores han de actuar para acoger el reino de Dios. Todava no es una realidad acabada ni mucho menos. Hay que continuar poniendo signos de la misericordia de Dios en el mundo. Esa ser precisamente la misin que confiar a sus seguidores.

Jess al lado de los excluidos (Cap. 7)La vida insegura de itinerante acercaba mucho a Jess al mundo de indigentes. Viva prcticamente como uno de ellos: sin techo y sin trabajo estable. No se acerca a ellos de manera fantica o resentida, ni rechazando a los ricos. Solo quiere ser signo claro de que Dios no abandona a los ltimos. Identificado con ellos y sufriendo de cerca sus mismas necesidades, Jess va tomando conciencia de que, para estos hombres y mujeres, el reino de Dios solo puede resultar una buena noticia. Manifiesta de este modo, que esa riqueza que crece gracias a la opresin sistemtica sobre los dbiles no es signo de la bendicin de Dios. Es una injusticia intolerable que Dios har desaparecer un da. La llegada de su reinado significar un vuelco total de la situacin Esto es lo que Jess quiere dejar bien grabado en su corazn: los que no interesan a nadie, le interesan a Dios; los que sobran en los imperios construidos por los hombres, tienen un lugar privilegiado en su corazn; los que no tienen patrn alguno que los defienda, tienen a Dios como Padre. La gran revolucin religiosa llevada a cabo por Jess es haber abierto otra va de acceso a Dios distinta de lo sagrado: la ayuda al hermano necesitado. La religin no tiene el monopolio de la salvacin; el camino ms acertado es la ayuda al necesitado. Por l caminan muchos hombres y mujeres que no han conocido a Jess.Los indigentes, que constituyen el estrato ms bajo de Galilea, no solo carecen de todo; estn adems condenados a vivir en la vergenza: sin honor ni dignidad alguna. El deshonor y la indignidad de estas gentes se agravaba todava ms por el sistema de pureza vigente, que acentuaba las discriminaciones entre los diversos sectores de la sociedad juda. El sistema de pureza ritual buscaba garantizar la identidad juda frente a la cultura pagana, pero tuvo otro resultado tal vez inesperado: el endurecimiento de las diferencias y discriminaciones dentro del mismo pueblo.Sin embargo Jess frente a lo proclamado en el cdigo de santidad: Sed santos porque yo, el Seor, vuestro Dios, soy santo, introduce otra exigencia que transforma de manera radical el modo de entender y vivir la imitacin de Dios: Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. Jess introduce as una verdadera revolucin. El cdigo de santidad generaba una sociedad discriminatoria y excluyente. El cdigo de compasin propuesto por l genera una sociedad compasiva, acogedora e incluyente, incluso hacia esos sectores sin honor y respetabilidad. La experiencia que Jess tiene de Dios no conduce a la separacin y exclusin, sino a la acogida, al abrazo y la hospitalidad. En el reino de Dios, a nadie se ha de humillar, excluir o separar de la comunidad. Los impuros y los privados de honor tienen la dignidad sagrada de hijos deDios.Sin embargo, a pesar de que Jess estaba a lado de los indigentes e impuros, no fue esta acogida la que provoc ms escndalo y hostilidad, sino su amistad con los pecadores. Ms an Jess comparta con ellos la mesa, sentarse a la mesa con alguien siempre es una prueba de respeto, confianza y amistad. No se come con cualquiera; cada uno come con los suyos. Compartir la misma mesa quiere decir que se pertenece al mismo grupo, y que, por tanto, se marcan las diferencias con otros. Con las reglas de la mesa, cada grupo excluye a los extraos, consolida su propia identidad y manifiesta su visin del verdadero Israel. Jess sorprende a todos al sentarse a comer con cualquiera. Su mesa est abierta a todos: nadie se ha de sentir excluido. La misericordia sustituye a la santidad. No hay que reunirse en torno a mesas separadas. El reino de Dios es una mesa abierta donde pueden sentarse a comer hasta los pecadores.Lo sorprendente es que Jess acoge a los pecadores sin exigirles previamente el arrepentimiento, tal como era entendido tradicionalmente Acta como profeta de la misericordia de Dios. Es amigo de los pecadores antes de verlos convertidos. Dios es as. No espera a que sus hijos e hijas cambien. Es l quien comienza ofreciendo su perdn. Nadie ha realizado en esta tierra un signo ms cargado de esperanza, un signo ms gratuito y ms absoluto del perdn de Dios. Jess sita a todos, pecadores y justos, ante el abismo insondable del perdn de Dios. Ya no hay justos con derechos frente a pecadores sin derechos. Desde la compasin de Dios, Jess plantea todo de manera diferente: a todos se les ofrece el reino de Dios; solo quedan excluidos quienes no se acogen a su misericordia.

Jess y las mujeres (Cap. 8)Antes que nada para aproximamos a la actuacin de Jess ante las mujeres, hemos de tener en cuenta tres factores: todas las fuentes que poseemos sobre Jess estn escritas por varones, que, como es natural, reflejan la experiencia y actitud masculinas, no lo que sintieron y vivieron las mujeres en torno a l; estos escritores emplean un lenguaje genrico y sexista que oculta la presencia de las mujeres: los nios que abraza Jess son nios y nias, los discpulos que le siguen son discpulos y discpulas; en tercer lugar, a lo largo de veinte siglos, los comentaristas y exegetas de los evangelios han impuesto una lectura tradicional masculina.En primer lugar, el pueblo judo impuso siempre una visin negativa de la mujer como fuente siempre peligrosa de tentacin y de pecado. La actitud ms sabia era acercarse a ella con mucha cautela y mantenerla siempre sometida. otra idea incontestable en aquella sociedad patriarcal dominada y controlada por los varones: es que la mujer es propiedad del varn. En sntesis, las mujeres en realidad no tenan sitio en la vida social.Sin embargo, Jess. desde su experiencia del reino de Dios comienza a actuar con libertad total. No mira a la mujer como fuente de tentacin ni de posible contaminacin. Se acerca a ellas sin recelo y las trata abiertamente, sin dejarse condicionar por prejuicio alguno. La grandeza y dignidad de la mujer, lo mismo que la del varn, arranca de su capacidad para escuchar el mensaje del reino de Dios y entrar en l. Nadie puede en nombre de Dios defender o justificar la prepotencia de los varones, ni el sometimiento de las mujeres a su poder patriarcal Jess lo subvierte todo al promover unas relaciones fundadas en que todas las personas, mujeres y varones, son creadas y amadas por Dios: l las acoge en su reino como hijos e hijas de igual dignidad.Asimismo, las mujeres siguieron a Jess desde Galilea hasta Jerusaln, y no le abandonaron ni en el momento de su ejecucin. Escuchaban su mensaje, aprendan de l y le seguan de cerca, lo mismo que los discpulos varones. El hecho es incontestable. Las mujeres formaron parte del grupo que segua a Jess desde el principio. Probablemente algunas lo hicieron acompaando a sus esposos. Otras eran mujeres solas, sin compaa de ningn varn. Nunca se dice que Jess las llamara individualmente, como, al parecer, lo hizo con algunos de los Doce, no con todos. Probablemente se acercaron ellas mismas, atradas por su persona, pero nunca se hubieran atrevido a seguir con l si Jess no las hubiera invitado a quedarse. Jess, en ningn momento las excluye o aparta en razn de su sexo o por motivos de impureza. Son hermanas que pertenecen a la nueva familia que va creando Jess, y son tenidas en cuenta lo mismo que los hermanos. Nunca se llama a estas mujeres discpulas, por la sencilla razn de que no exista en arameo una palabra para nombrarlas as. Por eso tampoco los evangelios griegos hablan de discpulas. El fenmeno de unas mujeres integradas en el grupo de discpulos de Jess era tan nuevo que todava no exista un lenguaje adecuado para expresarlo. No se les llama discpulas, pero Jess las ve y las trata como tales.

Jess un maestro diferente (Cap. 9)La gente lo percibe enseguida no solo como profeta de Dios, curador de la vida o defensor de los ltimos, sino como un maestro de vida que ensea a vivir de manera diferente bajo el signo del reino de Dios. Jess tiene un estilo de ensear muy suyo. Sabe tocar el corazn y la mente de las gentes. Ms que refranes populares, Jess pronuncia sentencias propias nacidas de su manera de entender la vida desde el reino de Dios.Qu es lo que ensea? Que lo desvivo es el amor. Jess no confunde el amor a Dios y el amor al prjimo, como si fueran una misma cosa. El amor a Dios no puede quedar reducido a amar al prjimo, ni el amor al prjimo significa que sea ya, en s mismo, amor a Dios. Ms bien es que el amor a Dios hace imposible vivir encerrado en uno mismo, indiferente al sufrimiento de los dems. Es precisamente en el amor al prjimo donde se descubre la verdad del amor a Dios. A Dios le dejamos reinar en nuestra vida cuando sabemos escuchar con disponibilidad total su llamada escondida en cualquier ser humano necesitadoPor otra parte, ensea algo mas del amor al prjimo, el amar a los enemigos. En tiempos de Jess, nadie dudaba de la fuerza violenta de Dios para imponer su justicia vengando a su pueblo de sus opresores. Solo se discuta cundo intervendra, cmo lo hara, qu ocurrira al llegar con su poder castigador. Jess comienza a hablar un lenguaje nuevo y sorprendente. Dios no es violento, sino compasivo; ama incluso a sus enemigos; no busca la destruccin de nadie. Jess habla de orar por los enemigos, probablemente como un modo concreto de ir despertando en el corazn el amor a quien cuesta amar. Pero al hablar de amor no est pensando en sentimientos de afecto, simpata o cario hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo enemigo, y difcilmente puede despertar en nosotros tales sentimientos. Amar al enemigo es, ms bien, pensar en su bien, hacer lo que es bueno para l, lo que puede contribuir a que viva mejor y de manera ms digna.Lo suyo no es destruir, sino curar, restaurar, bendecir, perdonar. As va irrumpiendo el reino de Dios en el mundo. Desde su experiencia de un Dios no violento, Jess propone una prctica de resistencia no violenta a la injusticia. Lo que hay que hacer es vivir unidos a ese Dios cuyo corazn no es violento, sino compasivo. Tal vez Jess no est pensando tanto en la reaccin del adversario cuanto en que cada uno venza en s mismo la reaccin de signo violento y responda a la agresin no en la misma lnea que el agresor, sino exactamente en sentido opuesto. Esta sera, para Jess, la actuacin ms digna de quien entra en el reino de Dios.El reino de Dios exige organizar el mundo no en direccin a la violencia, sino hacia el amor y la compasin. Seguramente Jess no pensaba en una trasformacin mgica de aquella sociedad injusta y cruel que tan bien conoca. Pero tal vez quiere poner en marcha unas minoras radicales y rebeldes que, desvindose de la tendencia ms comn, puedan liberar a las gentes de la violencia cotidiana que se apodera fcilmente de todos. Jess piensa en hombres y mujeres que entren en la dinmica del reino de Dios con un corazn no violento, para enfrentarse a las injusticias de manera responsable y valiente, desenmascarando la falta de humanidad que se encierra en toda sociedad que se construye sobre la violencia y vive indiferente al sufrimiento de las vctimas. Estos son los autnticos testigos del reino de Dios en medio de un mundo injusto y violento. No sern muchos. Solo unas minoras capaces de actuar como hijos e hijas del Dios de la compasin y de la paz. No parece que Jess est pensando en grandes instituciones. Sus seguidores sern semilla de mostaza o pequeo trozo de levadura. Pero su vida, casi siempre crucificada, ser una luz capaz de anunciar el mundo nuevo de Dios de manera ms clara y creble.

Los que siguen a Jess (Cap. 10)Jess provoc un verdadero impacto en las gentes sencillas de Galilea. Primero es sorpresa y curiosidad. Enseguida, esperanza y entusiasmo. El grupo de los que lo siguen se forma por iniciativa exclusiva de Jess. Su llamada es decisiva. Jess no se detiene a dar explicaciones. No les dice para qu los llama ni les presenta programa alguno. No les seduce proponindoles metas atractivas o ideales sublimes. Lo irn aprendiendo todo junto a l. Ahora los llama a seguirle. Eso es todo.Lo que se respira junto a Jess es inusitado, algo verdaderamente nico. Su presencia lo llena todo. l es el centro. Lo decisivo es su persona, su vida entera, el misterio del profeta que vive curando, acogiendo, perdonando, liberando del mal, amando apasionadamente a las personas por encima de toda ley, y sugiriendo a todos que el Dios que est ya irrumpiendo en sus vidas De l van aprendiendo otra manera de entender y de vivir la vida.No imagina a sus seguidores viviendo segn el sistema jerrquico del templo: un sumo sacerdote, sacerdotes de diferentes linajes y un conjunto de levitas. El tipo de relacin que quiere promover entre ellos se parece todava menos al modelo jerrquico vigente en las estructuras polticas del Imperio. Entre sus seguidores quedan invertidos los valores normales de aquella sociedad. La grandeza no se mide por el grado de autoridad que uno pueda ejercer, sino por el servicio que ofrezca a los dems. Jess ni pudo ni quiso poner en marcha una institucin fuerte y bien organizada, sino un movimiento curador que fuera trasformando el mundo en una actitud de servicio y amor.Para Jess, aquel pequeo grupo est llamado a ser smbolo del reino de Dios y de su poder transformador. Los seguidores de Jess tuvieron que aprender a vivir en la inseguridad. Jess les infunde su confianza en Dios: No os preocupis. Esta llamada insistente proviene de Jess El grupo ha de vivir con paz y confianza. Cmo no va a cuidar de ellos ese Padre que cuida de los pjaros del cielo y de las flores del campo. Haba otro rasgo que Jess quera cuidar en su grupo: la alegra. En esta alegra de sus seguidores podrn descubrir todos que Dios es una buena noticia para los perdidos.

La oracin de Jess (Cap. 11)Para Jess, Dios no es una teora. Es una experiencia que lo transforma y le hace vivir buscando una vida ms digna, amable y dichosa para todos. Los dirigentes religiosos de aquel pueblo asocian a Dios con su sistema religioso, y no tanto con la felicidad y la vida de la gente. Jess sorprende no porque expone doctrinas nuevas sobre Dios, sino porque lo implica en la vida de manera diferente. No critica la idea de Dios que se transmite en Israel, pero se rebela contra los efectos deshumanizadores que produce esa religin tal como est organizada. Las fuentes cristianas coinciden en afirmar que la actividad proftica de Jess comenz a partir de una intensa y poderosa experiencia de Dios. Jess vive a lo largo de su vida situaciones de oscuridad, conflicto y lucha interior, pero se mantiene siempre fiel a su Padre querido.Al momento de rezar, Jess no se contenta con rezar en los tiempos prescritos para todo judo piadoso, sino que busca personalmente el encuentro ntimo y silencioso con su Padre. Esta experiencia, repetida y siempre nueva, no es una obligacin aadida a su trabajo diario. Es el encuentro que anhela su corazn de Hijo, la fuente de la que necesita beber para alimentar su ser. Esta oracin de Jess no consiste en pronunciar verbalmente los rezos prescritos. Es una oracin sin palabras, de carcter ms bien contemplativo, donde lo esencial es el encuentro ntimo con Dios. Es lo que busca Jess en esa atmsfera de silencio y soledadLa oracin de Jess posee rasgos inconfundibles. Es una oracin sencilla, en lo secreto, sin grandes gestos ni palabras solemnes, sin quedarse en apariencia, sin utilizarla para alimentar el narcisismo o el autoengao.

Los enemigos de Jess (Cap. 12)Hubo, pues, enfrentamiento entre Jess y los sectores fariseos, pero no tan violento y fantico como lo presentan los evangelios. La verdadera amenaza contra l proviene de otros sectores: de la aristocracia sacerdotal y laica de Jerusaln, y de la autoridad romana. Lo que stos oan de Jess no poda sino despertar recelo y desconfianza en los dirigentes de Jerusaln. Saban que provena del crculo del Bautista, ahora, desaparecido el Bautista, la actuacin carismtica de Jess colocndose en su misma lnea proftica, al margen del sistema sacrificial del templo, no poda menos que irritarlos.La actuacin de Jess es un desafo al templo como fuente exclusiva de salvacin para el pueblo. Posiblemente Jess atropella a un grupo de vendedores y compradores, vuelca algunas mesas y puestos de venta de palomas, y trata de interrumpir la actividad durante algunos momentos. No puede hacer mucho ms. Para bloquear el funcionamiento del templo se hubiera necesitado un buen nmero de personas. Pero ese gesto fue pequeo y limitado, estaba cargado de una fuerza proftica y un significado de consecuencias imprevisibles.

El silencio y soledad de Jess en su muerte (Cap. 13)Jess se abandona totalmente a la voluntad de su Padre en el momento en que sta se le presenta como algo absurdo e incomprensible. La soledad de Jess es total. Su sufrimiento y sus gritos no encuentran eco en nadie: Dios no le responde; sus discpulos duermen. El silencio de Jess durante sus ltimas horas es sobrecogedor. Sin embargo, al final, Jess muere lanzando un fuerte grito. Este grito inarticulado es el recuerdo ms seguro de la tradicin. Estas palabras pronunciadas en arameo, lengua materna de Jess, y gritadas en medio de la soledad y el abandono total son de una sinceridad abrumadora. De no haberlas pronunciado Jess, se hubiera atrevido alguien en la comunidad cristiana a ponerlas en sus labios? Jess muere en una soledad total.Jess muere en la noche ms oscura. No entra en la muerte iluminado por una revelacin sublime. Muere con un porqu en sus labios. Todo queda ahora en manos del Padre.

La resurreccin de Jess (Cap. 14)Para los primeros cristianos, por encima de cualquier otra representacin o esquema mental, la resurreccin de Jess es una actuacin de Dios que, con su fuerza creadora, lo rescata de la muerte para introducirlo en la plenitud de su propia vida.

Los discpulos haban quedado muy marcados por Jess. La crucifixin no haba podido borrar de un golpe lo que haban vivido junto a l. En Jess haban experimentado a Dios irrumpiendo en el mundo de manera nueva y definitiva. Es por eso que en algn momento caen en la cuenta de que Dios les est revelando al crucificado lleno de vida. No lo haban podido captar as con anterioridad. Es ahora cuando le estn viendo realmente, en toda su gloria de resucitado. Sin esta experiencia, tal vez lo hubieran venerado durante algn tiempo. Luego su recuerdo se habra ido borrando.Es por eso que puede afirmar que Jess se deja ver. Este trmino est tomado de la Biblia griega, donde se emplea para hablar de las apariciones de Dios a Abrahn, Jacob y otros. En realidad, en esas escenas no es que Dios se aparezca en forma visible, sino que sale de su misterio insondable para establecer una comunicacin real con los humanos: Abrahn o Jacob experimentan su presencia. Por eso, este lenguaje por s solo no nos dice nada de cmo perciben los discpulos la presencia del resucitado. Lo que se sugiere es que, ms que mostrar su figura visible, el resucitado acta en sus discpulos creando unas condiciones en las que estos pueden percibir su presencia.Este encuentro con Jess resucitado es un regalo. Los discpulos no hacen nada para provocarlo. Los relatos insisten en que es Jess el que toma la iniciativa. Se trata, segn los relatos, de una experiencia pacificadora que los reconcilia con Jess. Los discpulos saben que lo han abandonado. Aquella pena que hay en su corazn no es slo tristeza por la muerte de Jess; es la tristeza del culpable. Sin embargo, los relatos no registran ningn recuerdo de reproche o condena. El encuentro con Jess es una experiencia de perdn. Se pone repetidamente en sus labios un saludo significativo: La paz con vosotrosEntre los cristianos de la segunda y tercera generacin se recordaba que haba sido el encuentro con Jess vivo despus de su muerte lo que haba desencadenado el anuncio contagioso de la Buena Noticia de Jess.Pero sin duda, lo mas importante de la resurreccin es que con su accin resucitadora, Dios ha confirmado la vida y el mensaje de Jess, su proyecto del reino de Dios y su actuacin entera. Lo que Jess anunciaba en Galilea sobre la ternura y misericordia del Padre es verdad: Dios es como lo sugiere Jess en sus parbolas. Esto es lo ms grandioso del amor de Dios: que tiene poder para aniquilar el mal sin destruir a los malos. Hace justicia a Jess sin destruir a quienes lo crucifican.Finalmente, lo que esta lectura de la resurreccin nos permite constatar es que Jess es inocente; el pecado no ha entrado en su corazn. En la cruz no est sufriendo ningn castigo de Dios. Est padeciendo el rechazo de quienes se oponen a su reino. No es vctima del Padre, sino de Caifs y Pilato. Jess carga con el sufrimiento que le infligen injustamente los hombres, y el Padre carga con el sufrimiento que padece su Hijo querido. A Dios no le agrada ver a Jess sufriendo. Lo nico que salva en el Calvario es el amor insondable de Dios, encarnado en el sufrimiento y la muerte de su Hijo. No hay ninguna otra fuerza salvadora fuera del amor. El sufrimiento sigue siendo malo, pero, precisamente por eso, se convierte en la experiencia humana ms slida y real para vivir y expresar el amor. Por eso los primeros cristianos vieron en Jess crucificado la expresin ms realista y extrema del amor incondicional de Dios a la humanidad, el signo misterioso e insondable de su perdn, compasin y ternura redentora. Solo el amor increble de Dios puede explicar lo ocurrido en la cruz. Solo a la sombra luminosa de la cruz pudo surgir la trascendental y milagrosa afirmacin cristiana: Dios es amor.