Crítica a La Ortografía

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    ada palabra tiene una histo-ria, como las personas. Co-nocer su origen, descubrir

    su significado a través del tiempo noshace amar las palabras. El cuidadode una lengua es responsabilidad dequienes la usan, pues aquélla es másque su modo de expresión o un me-dio para comunicarse, es la pruebade estar en el mundo: su esencia. Lalengua es el tesoro de los pueblos.

     Al preservarla, contribuimos a la fe-licidad de la especie humana. «Laspalabras son símbolos para recuer-dos compartidos», afirma Jorge LuisBorges. La lengua está en constantetransformación; las reglas que rigenun idioma también se modifican parafacilitar a los usuarios su aplicación.

    La Real Academia Española ()se encarga de emitir las reglas paraescribir el idioma español. Sin em-bargo, en lugar de arrojar luz, la a veces crea oscuridad y confusióncon sus normas. Y las academias dellenguaje locales obedecen en lugar deproponer, de criticar lo que está mal.También, los manuales de estilo de

    Crítica a la Ortografía de la lengua española , de la Real Academia Española 

    C L

    las distintas casas editoriales tomanal pie de la letra muchas de las dis-posiciones de la , con lo que seestanca la investigación.

     Algunas normas que la , en laOrtografía de la lengua española  —vi-gente hasta nuestros días—, proponepara su uso son contradictorias, cau-san polémica o no tienen aplicaciónpráctica en América Latina. Parahacer la crítica a algunas reglas de la

    , tomo como referencia la ediciónde libros, los textos de algunos escri-tores y la lengua mexicana.

    En las universidades se educa conespíritu acrítico, conformista, y seacepta de manera dócil el principiode autoridad, con lo que se imponenel canon y la tradición menos pro-positiva. Al utilizar el lenguaje en eltrabajo cotidiano, muchas veces esmejor aplicar el sentido común y lalógica, ejercicio que siempre producedescubrimientos novedosos y propi-cia la reflexión sobre la escritura, unacto en apariencia mecánico.

    Entre los manuales de estilo másconocidos —el Libro de estilo  de   El

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    País , el Libro de estilo del  ABC , el Ma-nual de estilo del Fondo de CulturaEconómica   y el  Manual de estilo  de  Proceso—, sólo éste se aparta de al-

    gunos lineamientos de la por con-siderar que esta institución norma demanera deficiente algunos aspectos dellenguaje; en la revista Proceso discrepande la Ortografía   y del Esbozo de unanueva gramática de la lengua española  y hacen sus reglas de acuerdo con suexperiencia de más de treinta y cuatroaños en el ramo editorial. Ante la ca-

    rencia de un libro confiable o unifica-dor, la respuesta se halla en la práctica,madre de todo conocimiento.

    La , en lugar de confrontar,debe oír propuestas; en vez de desca-lificar a sus críticos, debe reconocerlas limitaciones de quienes integranesa institución y organizar encuen-

    tros que tomen en cuenta a las per-sonas que libran la batalla cotidianacon el lenguaje y que trabajan en me-dios y editoriales, que se conviertenen difusores de reglas, pues muchaspersonas, entre ellos estudiantes yescritores, toman como referencia loque leen para escribir.

     A continuación, señalaré algunos

    errores de la Ortografía  que nos rige.

     A

    La establece que con los pronom-bres demostrativos aquél, aquélla,aquéllos, aquéllas «será lícito prescin-

    dir de la tilde cuando no exista riesgode anfibología», pero es recomenda-ble ponerles acento gráfico siemprepara evitar confusiones o dudas:

     El amor y el matrimonio son dosmercancías. Éste se lleva a cabo me-diante contrato notarial. Aquél, me-diante acciones mercantiles.

    También, se deben tildar los pro-nombres demostrativos ése, ésa, ésos,ésas, aunque la diga que no:

    Para no ser esclavo y mártir del tiem-po, hay que estar siempre ebrio. Nadamás: ésa es toda la cuestión. [...] Devino, de poesía o de virtud, de lo quequieras. Pero embriágate sin cesar(Charles Baudelaire).

    En el mismo caso se encuentranlos pronombres demostrativos éste,

    ésta, éstos, éstas:

    El cristianismo envenenó a Eros; ésteno murió, pero degeneró, pasando aser vicio (Friedrich Nietzsche).

    La Ortografía de la lengua española  señala que sólo «cuando quien escribeperciba riesgo de ambigüedad, llevará

    acento ortográfico en su uso adverbialsólo», pero se debe hacer la diferenciacon la tilde cuando sólo equivale asolamente. Si la libera esta regla,debería hacer lo mismo con todas lasdemás normas. Con esta medida, la sólo provoca ambigüedad, desor-den, confusión, duda.

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    La conciencia es amargura.La inteligencia es decepción.Sólo en las afueras de la vida se puede plantar una pequeña ilusión(Vicente Huidobro).

    Respecto de los acentos, en la úl-tima palabra de la siguiente cuartetadel «Poema de los dones», de JorgeLuis Borges, se puede ver la maneraen que afecta el hecho de que la no trabaje de manera clara, sencilla,uniforme:

    Enciclopedias, atlas, el Orientey el Occidente, siglos, dinastías,símbolos, cosmos y cosmogoníasbrindan los muros, pero inútilmente.

     A pesar de que la reglamentaque las palabras terminadas en mente  conservan el acento (gráfico o prosó-dico) en la sílaba de origen, Borges si-gue la regla de las palabras compues-tas que establece que en la última deestas palabras recae el acento. De ma-nera que inútil pierde el acento y setransfiere a mente .

    La explicación de Jorge Luis Bor-ges es clara:

    En inglés y francés las palabras sonmás bien breves, mientras que todaslas palabras españolas son largas. Porlo tanto, cada una de ellas es visible,tiene un sé qué de plasticidad, en fin,está presente. Hermosa o fea, se plan-ta en su lugar. Una palabra españolase presenta como un objeto, no muyflexible, no muy bello, pero firme-mente ubicado. Los adverbios cons-

    tituyen, sin embargo, una desventaja.En inglés el acento cae sobre la par-te significativa del adverbio: dark ly,gaily, sadly, lightly ... el acento caesobre la parte que importa. Mientras

    que nosotros decimos: alegremente ,tristemente , clara mente ... lo que se es-cucha es mente . Eso da la impresiónde corresponder a una especie de me-canismo.

    Hay que recordar que en nuestralengua no existen palabras de dobleacentuación, excepto cuando están

    unidas con guion. Así, histórico-económico-político se escribe en unasola palabra: historicoeconomicopo-lítico, con el acento gráfico en la últi-ma palabra. Si la incluyera en estanorma las palabras compuestas termi-nadas en mente   —en cómodamente ,son dos palabras: cómoda   y mente , yse oyen dos acentos— simplificaría laaplicación de la regla y quienes escri-ben lo harían con más corrección.

     Algunos escritores y pocos gra-máticos (hasta donde tengo conoci-miento, sólo Gonzalo Martín Vival-di) aconsejan evitar el empleo de losadverbios terminados en mente , perocomo cada día se generaliza más su

    uso, se vuelve una necesidad simpli-ficar la norma. El hecho de que seanmás los escritores quienes cuiden lalengua y la usen con respeto y pro-pongan formas novedosas, menos vi-ciadas, con color, música no es nuevo.Desde tiempos inmemoriales, el escri-tor, de manera natural, tomó el papelde guardián del lenguaje y superó a

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    los gramáticos y a las academias, queno hacen sino convalidar, con muchoretraso, las propuestas que aparecenen los trabajos de creación literaria.

    Por otra parte, la no eliminala regla del acento de la o  entre ci-fras. Dice: «La conjunción disyun-tiva o no lleva normalmente tilde.Solo cuando aparece escrita entre doscifras llevará acento gráfico, para evi-tar que se confunda con el cero. Así,3 ó 4 no podrá tomarse por el nú-mero 304». La no considera los

    siguientes factores:1) Es imposible que se confunda la

    o con el 0 , por el tamaño y la forma. 2) Entre ambos números y la letra

    se pone un espacio en cada uno deellos (3 o 4), cosa inadmisible si sequiere escribir 304.

     3) En el supuesto de que se em-

    plee O  mayúscula, tampoco hay po-sibilidad de confusión, pues la figurade la O   y la del 0   cambia, como sepuede comprobar viendo cada signo:3 O 4 y 304; además, llevaría un es-pacio entre cada elemento.

    La redacción de la primera líneade la , citada arriba, se presta aanfibología («La conjunción disyun-

    tiva o no lleva normalmente tilde»),pues, ¿qué entienden los académi-cos por normalmente? Las reglas seredactan de manera imperativa: «Laconjunción disyuntiva o no lleva til-de», debería escribirse; no más.

    También, establece que «solo cuan-do aparece escrita entre dos cifras lleva-

    rá acento gráfico». ¿Y qué pasa cuandose necesita escribir tres o más cifras, porejemplo, 3 o 4 o 5? Según lo enunciala , ésta se escribiría 3 ó 4 o 5, pues

    limita su uso a dos cifras; la tercera, elcinco, no tendría cabida o la o tendríaque escribirse sin tilde por la disposi-ción que dicta que sólo entre dos cifras.El error se subsanaría al escribir que lao se acentúa entre números, de manerageneral, pues se abarca cualquier can-tidad de cifras. Pero el error originalse evitaría con la supresión de la regla,

    pues casi nadie la practica.Durante cientos de años, se tildó

    (y se sigue tildando) el monosílaboguion sin ninguna causa. La seequivoca al dictaminar que «es ad-misible el acento gráfico, impuestopor las reglas de ortografía anterioresa estas, si quien escribe percibe níti-

    damente el hiato y, en consecuencia,considera bisílabas palabras como:fié, huí, riáis, guión, Sión, etc.».

    Sin embargo, en la vigesimopri-mera edición del Diccionario de lalengua española , publicado por la en 2000, aparece guión, no guion. Lacausa por la que no debió llevar acen-to nunca, en ninguna época, la pala-

    bra guion y las otras voces menciona-das por la es que los monosílabosno llevan tilde, con excepción deaquéllos que puedan confundirse conotros homófonos, en cuyo caso a unode ellos se le coloca un acento diacrí-tico, que no es el caso de  guion,  fie ,hui , riais , Sion. Esta disposición de la

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    da pie a que cualquiera escribasegún oiga las palabras y le ponga latilde a su antojo. ¿Por qué, entonces,no es congruente la con todas las

    reglas y las libera de una vez para quecada usuario de la lengua haga las su-yas? Esto evitaría muchos dolores decabeza y habría más pluralidad y tra-bajo creativo. Casi 500 millones dereglas en el pequeño mundo, segúncada hablante o escribiente: cada unopor su lado, por la vía libre.

    M

    Las palabras corona (monarquía),reino, estado (entidad federal, gobier-no nacional, soberanía, representación jurídica de un país, estamentos socialesde una nación), iglesia (institución),

    constitución (ley fundamental de unestado), república, nación, ejército,gobierno, revolución, partido, congre-so, asamblea, liga, sindicato, federa-ción, confederación, universidad, ad-ministración, judicatura, que muchosescriben con mayúscula, no necesitaneste tratamiento, pues no hay posibili-dad de anfibología, como argumenta

    la , para escribirlas con altas. Si asífuera, casi todas las palabras del idio-ma castellano necesitarían diferen-ciarse con mayúscula. Los amigos delmayusculismo sí escriben con inicialmayúscula cada uno de estos términos.

     Al contrario, en la Ortografía   (p.58), al referirse a El Llano en llamas ,

    de Juan Rulfo, llano aparece con mi-núsculas y debería escribirse con Linicial mayúscula, pues correspon-de al nombre propio Llano Grande,

    ubicado en Jalisco.El mayusculismo de la notiene límites. En la Ortografía  regla-mentan los siguientes usos: «a) Vancon mayúsculas los nombres cuan-do significan entidad o colectivi-dad como organismo determinado.Ejemplos: la Universidad, el Estado,el Reino, la Marina, el Gobierno, la

     Administración, la Judicatura». Aquídebería decir que estos conceptosvan con inicial mayúscula, porque,como está, ordena escribir las pala-bras completas con altas. También esoscura la redacción de «como orga-nismo determinado». «b)  Los nom-bres de las disciplinas científicas en

    cuanto tales. Ejemplos: Biología,Filosofía, Psicología». Pero, ¿hay dis-ciplinas científicas en cuanto no ta-les? Por supuesto que ni en cuantotales o no tales deben ponerse coninicial mayúscula las disciplinas cien-tíficas, pero tampoco las materias,ciencias, artes. «c) Atributos divinoso apelativos referidos a Dios, Jesu-

    cristo o la Virgen María. Ejemplos:Todopoderoso, Cristo, Mesías, In-maculada, Purísima». ¿Y Kukulkán,Tláloc, Huitzilopochtli, Tezcatlipo-ca, Quetzalcóatl, Buda, Mahoma ytantos otros dioses del mundo? «d)Suelen escribirse con mayúscula losnombres de determinadas entidades

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    cuando se consideran conceptos ab-solutos. Ejemplos: la Libertad, la Ley,la Paz, la Justicia». ¿«Suelen», realesacadémicos?, ¿hay conceptos absolu-

    tos?, ¿qué pasó con la relatividad? «e)En los títulos, cargos y nombres dedignidad, como Rey, Papa, Duque,Presidente, Ministro, etc.». Qué fal-ta de elegancia, de conocimiento conel etc. ése. ¿Indica, acaso, que la listallega hasta el conserje del ministro, el jardinero del rey, el chofer del presi-dente, el recogebolas del duque? Por

    otra parte, ¿hay nombres indignos?Lo que se ve a simple vista es el ra-cismo, el clasismo, la reverencia y elarribismo en el empleo de mayúsculainicial en todos los casos.

    En el  Manual de estilo de Proce-so justifican la mayúscula inicial enpapa, con el argumento de que lo

    hacen para no confundirlo con eltubérculo, pero no es un razona-miento válido, pues el artículo esel que determina al sujeto. Y nuncahabrá un vicario de Cristo femeni-no como para que exista el riesgode confundirlo con el alimento máscompleto de la Tierra.

    Pero si la legisla en exceso

    sobre el uso de las mayúsculas, enalgunos textos, como el que siguede Octavio Paz, se nota de maneraexagerada el mayusculismo:

    Pero no bastan las fiestas que ofre-cen a todo el país la Iglesia y la Re-pública. La vida de cada ciudad yde cada pueblo está regida por un

    santo, al que se festeja con devo-ción y regularidad. Los barrios y losgremios tienen también sus fiestasanuales, sus ceremonias y sus fe-rias. Y, en fin, cada uno de nosotros

    —ateos, católicos o indiferentes—poseemos nuestro Santo, al quecada año honramos. Son incalcula-bles las fiestas que celebramos y losrecursos y tiempo que gastamos enfestejar. Recuerdo que hace añospregunté al Presidente municipalde un poblado vecino a Mitla: “¿Acuánto ascienden los ingresos delMunicipio por contribuciones?”. “A

    unos tres mil pesos anuales. Somosmuy pobres. Por eso el señor Go-bernador y la Federación nos ayu-dan cada año a completar nues-tros gastos”. “Y en qué utilizanesos tres mil pesos?”. Pues casitodo en fiestas, señor. Chico comolo ve, el pueblo tiene dos SantosPatrones» (El laberinto de la sole-dad , p. 42-43).

     A

    Respecto de las abreviaturas, se lee enla Ortografía :

    Es imposible sujetar a número y a re-glas fijas y constantes las abreviaturas,

    habiendo, como debe haber, justa li-bertad para convenir en cuanto seannecesarias y oportunas, en libros decierta índole, como diccionarios, ca-tálogos, bibliografías, colecciones epi-gráficas, etc., donde resultaría molesto,perjudicial y enfadoso repetir con todassus letras y hasta la saciedad algunas pa-labras de clasificación o especializacióncomún a muchos artículos del libro.

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    Con esta libertad, una vez más sesiembra de piedras el camino de laescritura, pues muchos inventan lasabreviaturas al gusto (k  por que  o qué ,

    y su variante xk , por porque  o por qué ,son algunas de las más usadas en laactualidad; de manera que se puedenleer mensajes como a k  h + - nos fon,para preguntar ¿a qué horas, más omenos, nos hablamos por teléfono?).Como no se puede hacer nada al res-pecto, pues la , una vez más, sedeclara incapaz de crear las abrevia-

    turas necesarias, se recomienda usarsiempre las mismas en un texto paraevitar confusiones. Será incorrecto enun mismo escrito usar, por ejemplo, p., pp., pág., págs., pg. o pgs., de ma-nera indistinta, para indicar páginao páginas, pues la abreviatura reco-mendada es p., aunque la acepta

    todas las versiones anteriores menosla primera propuesta. La razón de serde las abreviaturas es la economía.No es lo mismo teclear dos veces paraescribir p. que seis para págs .

    Por otra parte, la confunde losacrónimos con las siglas y no mencio-na los siglónimos. Cuando estableceel uso de letras mayúsculas en siglas

    y acrónimos, pone como ejemplos, , , , que son si-glas, no acrónimos (la regla es: versa-litas para siglas, y altas y bajas o bajaspara acrónimos). La también seequivoca cuando pone los siguientesejemplos como siglas y acrónimos:inri, láser, radar, que son siglónimos,

    pues sólo así se justifica su escrituracon minúsculas. En la página 105 dela Ortografía , no se ofrece la traduc-ción correcta de (International

    Standard Book Number); dan ésta:Registro Internacional de LibrosEditados por Número InternacionalNormalizado del Libro.

    La falla cuando reglamentael punto. Dice: «El punto se utilizatambién después de las abreviatu-ras». La redacción correcta debe ser:«El punto se usa después de algunas

    abreviaturas», pues las abreviaturasde las unidades de medida de cual-quier tipo no llevan punto, según elSistema Internacional de Unidades;tampoco se pone punto después delas abreviaturas de elementos quími-cos y de prefijos; ni al final de siglas,acrónimos y siglónimos, apócopes,

    síncopas, aféresis, que son formasabreviadas del lenguaje.

    G, ,

    El gentilicio de Jerusalén lo reduce la al arcaísmo hierosolimitano (p.

    124); no reconocen el usual jeroso-limitano.

     A los nacidos en la ciudad de Mé-xico, Distrito Federal, no los llamadefeños o defenses la . Una vezmás, yerra al llamarlos chilangos, quees la forma con la cual se nombra aquien nació en otro lado, pero reside

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    en la capital de México. En la Or-tografía (p. 126) escriben, también,como si fuera una sola ciudad, «Mé-xico ..», en lugar de México, ..

    En una nota de El Universal  (Mé-xico, 16 ago., 2009) se reporta que

    existen millones de mexiqueños, perola mayoría ignora que lo es. Si ustedreside en la ciudad de México —con-signa la noticia— entonces lo másprobable es que sea un mexiqueño,es decir, un «natural» de la capital dela República Mexicana, según el cri-

    terio de la Asociación de Academiasde la Lengua Española.

    Según el Diccionario panhispánicode dudas  (2005), al definir el concep-to de mexicano

    no debe confundirse este gentiliciocon mexiquense, que es como sedenomina a la persona oriunda delestado de México (…) ni con mexi-queño, que es el gentilicio de los na-turales de la capital del país (p. 435).

    Los miembros de la no leen nilos libros que editan sus pares. Esto seconfirma con la definición que vieneen el Diccionario de la lengua española  (2001), donde dice que mexiqueño es

    «natural de México», es decir, es sinó-nimo de mexicano. Éste, como otrosconceptos del Diccionario de la len- gua española , son ficciones, términosdesconocidos en el mundo real, puesningún mexicano utiliza mexiqueño;nadie conoce la existencia del gentili-cio. El término parece que surgió por

    generación espontánea, pues en

    el Índice de mexicanismos , editado porla Academia Mexicana de la Lengua() en 1997, mexiqueño no apa-

    rece entre los 69 mil 566 mexicanis-mos consignados. Es decir que entreese año y 2001, cuando se publicó elDiccionario de la lengua española  conla colaboración de la , nació lapalabra mexiqueño,

    concluye el artículo de El Univer-sal .

    Se afirma en la nota precedenteque la Academia Mexicana es de lalengua, pero en la cuarta de forros dela Ortografía  aparece sólo como Aca-demia Mexicana y, junto con la ,es la excepción (la Academia Argenti-na de Letras y la Academia Nacionalde Letras uruguaya, por lo menos re-fieren a qué se dedican).

    El carácter retrógrado de la aparece hasta en el nombre, tambiénsus faltas de sintaxis se marcan desdeel logotipo y su afición por el polisín-deton: «limpia fija y da esplendor».Estos errores aparecen en la portaday se repiten en las portadillas del libroanalizado. A la vuelta de la segundade éstas, en la hoja legal donde apa-rece el usan rayas en lugar deguiones cortos para separar los nú-meros del registro.

    La redacción de la p. es cacofó-nica: «Relación de las Academias quehan intervenido en la preparación deesta Ortografía , ordenadas según sufecha de fundación»; aparte del uso

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    de la voz pasiva perifrástica, que espropia del español de España, al citara la Academia Nacional de Letras, deUruguay, añaden, de manera inde-

    bida, el artículo el  al nombre propiodel país; esta anomalía la repiten conotros nombres de países.

    El índice de la Ortografía  está enel lugar equivocado; debe aparecerantes de la «Relación» que hace la en la p. o al final del libro, que esla costumbre de editar latinoameri-cana; dice en el capítulo (p. 9-30):

    «Uso de varias letras en particular»;¿qué, en general no se usan? Además,a cada elemento enumerado del índicesigue una línea punteada que es difícilseguir hasta el final y es poco práctica.Hay formas más útiles y amables paraindicar el número de página de un ín-dice; el que utiliza la es el peor.

    En el prólogo (p. ) se lee: «LaReal Orden  era la de 25 de abril deese mismo año, firmada por la reinadoña Isabel [...]». Además del pleo-nasmo mismo, las aristócratas ma-yúsculas están puestas por los realesacadémicos en Real Orden, pero nopara nombrar a su reina. Puede ver-se la discriminación de sexo toda vez

    que la establece en la p. 39 de suOrtografía  que rey  debe escribirse conmayúscula, pero no cuando se hablade reina , por ejemplo.

     Al final de Ortografía  aparece uníndice analítico sin indicar las pági-nas que corresponden a cada mate-ria. Este inaudito índice pierde, así,

    su sentido. Jamás se había visto algosemejante en ningún libro. ¿A quiénsirve un índice sin folio?

    Los errores que aparecen en la

    Ortografía de la lengua española   nosinducen a imaginar un mundo don-de es casi imposible escribir sin faltas. Además de las erratas (hay que recal-car que la mayoría de las señaladas eneste pequeño trabajo no son erratassino errores, lo que hace más gravey urgente su necesidad de repararlos)—ese fantasma que recorre todos los

    libros—, la falta de sentido común yla abundancia de lugares comunes,como un flagelo, invaden hasta loscastos libros editados por el máximoórgano transnacional regulador denuestra lengua.

    Sin embargo, los miembros dela , en lugar de estar atentos a losusos y costumbres de los hablantes del

    idioma, de los trabajadores del lengua- je, descalifican a sus críticos:

    Son muchos los arbitristas [sic ] de laOrtografía [sic ] que acuden a esta Ins-titución [sic ] o salen a la palestra, conmejor institución [sic ] que acierto,pidiendo u ofreciendo radicales solu-ciones a los problemas ortográficos ocebándose con fáciles diatribas en elsistema establecido. Entre esas perso-nas bienintencionadas ni siquiera hanfaltado académicos que hayan [sic ]presentado propuestas simplificadorasen los congresos de la Asociación de

     Academias [sic ] (Ortografía , p. ).

    Entre sus objetivos («nuestro viejolema fundacional, “limpia, fija y da

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    esplendor”, ha de leerse ahora, máscabalmente, como “unifica, limpiay fija”»), la tiene obsesión porla limpiar y fijar. Necesitará buenos

    productos desinfectantes la institu-ción, que debe despreocuparse defijar, pues ésta es una tarea imposi-ble; también, debe abandonar el afánunificador, pues, de conseguirlo, li-mitaría la capacidad creativa de losusuarios del idioma español y redu-ciría nuestra lengua.

    Los tres conceptos enunciados porla en su lema son ideas descabe-lladas, despropósitos desde cualquierlado que se les vea. Los esfuerzos delos académicos deben estar orientadosa tareas más concretas; una de ellas,necesaria, es la elaboración de un dic-cionario digno, confiable, apegado ala realidad de toda la comunidad quehabla el español y sus dialectos, quetodos los días embellece la lengua,que ve en ella fines estéticos y de co-munión con el espíritu.

    Fondo de Cultura Económica, Manual de estilo del FCE , , México,2008

    Libro de estilo de El País , Santillana,España, 2002

    L, Carlos, Redacción en movi-miento, 2ª ed., Editorial Praxis, México,2006

     Manual de estilo de Proceso, ,

    México, 1998Real Academia Española, Ortografía

    de la lengua española , Espasa-Calpe,Madrid, 1999

    ____, Diccionario de la lengua espa-ñola , 21ª ed., Espasa, Madrid, 1992

    V, Ana María, Libro de esti-lo del  ABC , /Ariel, Barcelona, 2001(Lingüística)

    C L

    Estudió derecho y ciencias políticas y so-ciales en la Universidad de San Carlos deGuatemala e historia en la UniversidadNacional Autónoma de México (),donde se graduó de licenciado en len-gua y literaturas hispánicas y en estudioslatinoamericanos y obtuvo el grado demaestro en letras iberoamericanas. Ade-más, es maestro de educación primariaurbana. En la actualidad, imparte clasesen la y en la Universidad Autóno-ma de la Ciudad de México.

     [email protected]