Críticas al Empirismo

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Críticas al Empirismo Davidson considera que la apelación a intermediarios epistemológicos entre el sujeto y el mundo tiene consecuencias nefastas en epistemología, impidiendo que el mundo externo constituya el verdadero contenido de mis pensamientos e invitando continuamente al escepticismo. Si no se rechazan posiciones como la empirista que aceptan la existencia de intermediarios mentales a los que el sujeto accede de forma inmediata y que median su relación con el mundo, el conocimiento de este último estará definitivamente perdido. Escepticismo no se basa ni en los supuestos de los datos de los sentidos ni del reduccionismo, sino en la idea mucho más general de que el conocimiento empírico (experiencia) requiere un intermediario epistemológico entre el mundo tal como lo concebimos y nuestra concepción de él. 1 El concepto de experiencia no arroja luz alguna sobre el concepto de verdad. El empirista considera que, situando la verdad en la experiencia, ésta se hace más próxima, quizá más humana, pero lo único que se hace con dicha estrategia es desvirtuarla. La experiencia causa creencias, pero en modo alguno las puede justificar o servir de contenido a las mismas. Desde luego que los sentidos juegan un papel fundamental en la adquisición de nuestra visión del mundo, pero esto no significa que ese papel haya de ser necesariamente epistemológico, mucho menos que tenga el poder de generar algún conjunto de objetos internos en la mente del sujeto que constituyan el verdadero contenido de sus creencias, aquello sobre lo que éstas son verdaderas o falsas. 2 1 Davidson, D., Meaning, Truth and Evidence. En Barret, R. & Gibson, R. (edit.), Perspectives on Quine, Oxford: Basil Blackwell, 1990, pp. 74. 2 Hessen, Juan, Teoría del Conocimiento, Editorial Losada, 2006, pp.30.

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Críticas al Empirismo

Davidson considera que la apelación a intermediarios epistemológicos entre el sujeto y el mundo tiene consecuencias nefastas en epistemología, impidiendo que el mundo externo constituya el verdadero contenido de mis pensamientos e invitando continuamente al escepticismo. Si no se rechazan posiciones como la empirista que aceptan la existencia de intermediarios mentales a los que el sujeto accede de forma inmediata y que median su relación con el mundo, el conocimiento de este último estará definitivamente perdido.

Escepticismo no se basa ni en los supuestos de los datos de los sentidos ni del reduccionismo, sino en la idea mucho más general de que el conocimiento empírico (experiencia) requiere un intermediario epistemológico entre el mundo tal como lo concebimos y nuestra concepción de él.1

El concepto de experiencia no arroja luz alguna sobre el concepto de verdad. El empirista considera que, situando la verdad en la experiencia, ésta se hace más próxima, quizá más humana, pero lo único que se hace con dicha estrategia es desvirtuarla.

La experiencia causa creencias, pero en modo alguno las puede justificar o servir de contenido a las mismas. Desde luego que los sentidos juegan un papel fundamental en la adquisición de nuestra visión del mundo, pero esto no significa que ese papel haya de ser necesariamente epistemológico, mucho menos que tenga el poder de generar algún conjunto de objetos internos en la mente del sujeto que constituyan el verdadero contenido de sus creencias, aquello sobre lo que éstas son verdaderas o falsas.2

Mario Bunge considera, en relación al empirismo como fundamento de la ciencia, que la opinión de que todo lo cognoscible es nuestra propia experiencia y que el único objetivo científico es la suma total de la experiencia humana, no justifica la existencia de la mayoría de las ciencias, cuyos objetivos son otros, y especialmente no justifica aquellas ciencias que trabajan con objetos empíricamente inaccesibles, como los átomos de nuestro cerebro. Son relativamente pocos hechos experienciales con los que efectivamente se encuentra el hombre, en relación a la diversidad de hechos que intenta explicar la ciencia.

La experiencia no es el único ni el principal objeto de la investigación; no es la única correspondencia de las teorías científicas, porque no suministra todo su contenido o significado; solamente si es científica, puede ser un medio de contraste imprescindible entre las teorías para explicarla, como objeto de las ciencias del hombre, se necesita algún conocimiento del mundo natural, el cual, generalmente no observado, ni tocado, se

1 Davidson, D., Meaning, Truth and Evidence. En Barret, R. & Gibson, R. (edit.), Perspectives on Quine, Oxford: Basil Blackwell, 1990, pp. 74.2 Hessen, Juan, Teoría del Conocimiento, Editorial Losada, 2006, pp.30.

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reproduce gradualmente mediante teorías que van más allá de lo que puede ser objeto de experiencia.3

Y agrega que es errónea la opinión de que los datos sensibles son anteriores a las ideas, y que todos los conceptos teóricos, hipótesis y teorías, se destilan de alguna manera de la observación, por las siguientes razones: los datos de los sentidos van frecuentemente precedidos por las expectativas nacidas de las creencias más o menos vagas; los datos sensibles son irrelevantes para la ciencia: la observación y experimentación científicos no recogen datos sensibles, sino datos objetivos y controlables formulados en un lenguaje impersonal; ningún dato se busca o utiliza fuera de un cuerpo de conocimiento: no hay datos puros sobre los cuales pueda fundarse una ciencia nueva y aislada del conocimiento anterior.

Las teorías se inventan o se crean, no se destilan o inducen a partir de datos sensibles, precisamente porque rebasan esos datos; sólo la teoría puede convertir ciertos datos en evidencias de objetos inobservables; los datos de los sentidos no pueden ser fundamentación de la ciencia, porque no existe alguna que sea absoluta o incorregible.4

El problema del escepticismo es una de las tareas pendientes de una filosofía que rechaza la experiencia como base del conocimiento y mantiene que sólo una creencia puede justificar a otra creencia.5

Pero este problema no ha de ser un obstáculo para el reconocimiento de que el empirismo es, como mínimo, una doctrina errónea, no sólo acerca de cómo está estructurado nuestro conocimiento y nuestro lenguaje, sino también del papel que nuestros sentidos juegan en la adquisición de conocimiento de dicho mundo externo. Su rechazo es simplemente condición de posibilidad para un estudio efectivo de cómo nuestro pensamiento conecta con aquello que siempre fue su objeto: el mundo externo.

Conclusión:

La significación del empirismo para la historia del problema del conocimiento consiste en haber hecho de la experiencia la única fuente de él. Ahora bien, esto no puede hacerse, como conceden los mismos cabezas del empirismo, Locke y Hume, al reconocer un saber independiente de toda experiencia junto al saber fundado en ésta. Con ello queda abandonado en principio el empirismo, pues lo decisivo no es la cuestión del origen psicológico del conocimiento, sino la de su valor lógico. Además la superación de la 3 Bunge, Mario, La investigación científica, 2da ed. Editorial Ariel, Barcelona, 1980, pp. 45 y 46.4 Ibid, pp. 755 y 756.5

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experiencia, el conocimiento de lo suprasensible, es una cosa imposible. Se comprende así, la actitud escéptica de los empiristas frente a todas las especulaciones metafísicas.

Bibliografía:

Davidson, D., Meaning, Truth and Evidence. En Barret, R. & Gibson, R. (edit.), Perspectives on Quine, Oxford: Basil Blackwell, 1990.

Hessen, Juan, Teoría del Conocimiento, Editorial Losada, 2006. Bunge, Mario, La investigación científica, 2da ed. Editorial Ariel, Barcelona, 1980.