CRONICA DE VIAJE DE JAVI SECO POR EL PERU EN BICI

5/10/2018 CRONICA DE VIAJE DE JAVI SECO POR EL PERU EN BICI - slidepdf.com

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Bilbao, 6 de octubre de 2011.

Hola Aníbal, buenas tardes.

Aquí estoy de nuevo, tal y como te prometí (o casi, porque el viaje ha acabadohace ya casi dos meses y te dije que intentaría escribirte en el transcurso delas vacaciones). En cualquier caso, te cuento un poco (o quizás más que un

poco) cómo han transcurrido estas cuatro semanas en tu país.

Comenzamos pedaleando, tal y como estaba planeado, por la PanamericanaSur, a escasos 20km de la capital. Un taxi nos sacó de Lima hasta el segundopeaje, es impensable pedalear por la ciudad, más bien un suicidio. Dos díasrecorrimos la Panamericana, digamos que un mero trámite que había quecubrir para acercarnos a la montaña. El tráfico intenso, la luz, la costa bastantedegradada, no permiten el disfrute.

La garúa nos acompañó hasta tomar el desvío hacia San Vicente de Cañete,donde las sensaciones comenzaron a mejorar,recuperamos la luz del sol, comenzábamos aatisbar el paisaje de montaña que tantoapreciamos, e incluso San Vicente, a pesar delritmo loco de los numerosos “motocarros”, senos hizo amable. Pero también era el principiode 5 etapas de alta montaña que pondríannuestro corazón a prueba. Dos días más nosllevó llegar hasta Yauyos, un pequeño pueblo

en el fondo de una quebrada que se resiste a ser “conquistado”, obligándonosa trepar 10km (casi trocha en algunos tramos) que nos avisaban de lo que se

nos venía encima. Dos días después, acampábamos a unos 4200m, habiendodejado atrás Tingo Yauricocha. Las etapas venían marcadas por la resistenciade nuestras piernas y pulmones, acampábamos cuando estábamos al límite.Es increíblemente duro hacer esfuerzos a esas altitudes, y no sólo hablo de dar pedales, el simple hecho de montar o desmontar la “carpa”, ya nos hacía jadear.

Por la mañana, el termómetro marcaba 6 grados bajo cero, aunque el solenseguida comenzó a intentar dulcificar 10km de ascensión, hasta AbraChauchas en la que tuvimos que parar a recuperar el aliento 8 ó 10 veces. Nocontábamos con este paso a unos 4800m, en nuestro mapa sólo aparecía el

Abra Negro Bueno. Pero, como creo que ya te escribí, los grandes esfuerzostienen grandes recompensas y al disfrute de los días anteriores, hay que



sumarle el de pedalear entre estos dos pasos de montaña, por una “pampita”,como nos dijo un pastor. El lugar es impresionante, paisaje de montaña conalgunas lagunas, de mayor o menor tamaño, los gansos andinos, el cara-cara,los camiones cargados procedentes de las minas cercanas,… La rampa deNegro Bueno no es menos impresionante.

Desde allí, descenso hasta Huancayo. Lo queen principio iba a ser un paseo, se convirtió en

una tortura debido a las obras en la carretera(habrá que pensar en que los próximoscicloturistas que hagan esta ruta disfrutarán deasfalto reciente). Huancayo es una locura ycircular en bicicleta por sus calles, poco menosque un suicidio. Más de un conductor nos hizorecuperar del fondo de la memoria insultos que creíamos olvidados. Lo mejor,la “Cusqueña” tostada helada que nos tomamos en la cafetería del “HotelOlímpico”. ¡Qué gran cerveza la Cusqueña! Lástima que por estas latitudes nopodamos disfrutar de ella.

Tomamos dirección norte, dejando atrás Tingopaccha, una pequeña aldea enla que finalizamos la etapa, agotados, y que nos ofreció su plaza para montar la“carpa” y la hospitalidad de sus gentes, en forma de “papas sancochadas” ycafé. A cambio, ejercimos como guardería de los críos del lugar, atraídos por las bicicletas, la carpa, las luces, los dos “marcianos” aparecidos en la plaza desu pueblo, vestidos de corto. A pesar del frío, un ambiente cálido.

Tocaba ahora llegar a Tarma, “la ciudad de las flores” (¡qué calor hace ahíabajo!). El descenso es vertiginoso, de nuevo discusión con un conductor que

nos adelantó a escasos 20 cm y que nos miraba

extrañado, sorprendido por nuestro enfado, sinentender el peligro que supone pasar tan cerca deuna bicicleta. Saliendo de Tarma, de nuevo sustos,enfados, gritos a los conductores,… Es ésta la granasignatura pendiente del Perú con respecto alciclista, se nos ignora por completo y lo peor de todo,es que no hay ninguna conciencia de ello. La simple

reforma del reglamento de conducir (un policía de tráfico nos comentó queestaba en marcha) no va a ser suficiente y cambiar una actitud, un hábito deconducción adquirido durante años, no va a ser fácil.

Pero la ascensión desde Tarma, aparte de bonita, nos deparará una agradablesorpresa, la familia de Elba, que nos acogió en su casa, en Cochas Alto,



negándose a que pasemos frío en nuestra carpa, en la trasera de la casa.Compartimos con ellas cena, charla y desayuno. A la mañana siguiente,culminamos la suave ascensión que nos llevará a Junín. Una tarde en esteagradable y frío lugar nos dejó, un día más tarde, en el Lago deChinchaycocha. Es un placer pedalear junto a sus aguas y una pena que no

pudiéramos conseguir una guía de aves en Lima. De todas maneras, tampocohay por qué ponerle nombre a todo lo que se mueve, basta con disfrutar viéndolo. Cuando abandonamos la compañía del agua, desde Pari tomamosun “atajo” que nos lleva a Huayllay. El camino es duro, estábamos a más de4000m y se notaba, pero la panorámica del “bosque de piedras” es magnífica.

Nuestro siguiente destino, dejada atrás la zona minera de Cerro de Pasco, fueHuánuco. Los kilómetros se hacían ahora con facilidad, la temperaturaaumentaba claramente a medida que descendíamos. Huánuco nos resultó unaciudad amable a pesar de la locura de sus calles y decidimos tomar unamerecida jornada de descanso. Tuvimos, además, un problema técnico con el“aro”, como le decísallí a nuestra llanta,el de la rueda traserade Marta se rajó yhubo que cambiarlo.Afortunadamente,tropezamos con eltaller de Jesús, un joven mecánico que volvió a dejar la bicicleta en condiciones(con un piñón del “34” que le vendrá al pelo para subir las rampas que aún nosquedan por delante).

Te voy a hacer aquí un paréntesis “lingüístico” a cuenta de lo del “aro” y es quehemos tenido que hacer un reciclaje del idioma para poder entendernos.

Vuestra “pista”, es una de nuestras “carreteras”; y una

“carretera” peruana no pasaría de “pista” vasca;coincidimos, al menos, en la “trocha”, aunque no seaésta una palabra que se emplee mucho por aquí. Y sipasamos a hablar de bicicletas, vuestra “llanta” esnuestra “cubierta” y vuestro “aro”, nuestra “llanta”. Unavez aprendidas las diferencias, ningún problema, pero

puedes imaginar nuestro despiste inicial.

Nos habíamos quedado en Huánuco, de donde salimos camino a La Unión. Enel intervalo, un poco de todo: tuvimos las únicas y escasas dos horas de lluviade este mes; en Pampas, en las fiestas de Santa Ana, bailamos con mayor o

menor acierto ritmos peruanos invitados por las/os lugareñas/os; coincidimoscon el primer cicloturista, un alto, delgado y simpático alemán que circulaba en



sentido contrario al nuestro. Y en La Unión conocimos a dos jóvenescicloturistas suizos con quienes compartimos unainolvidable jornada de ciclismo desde Abra Yanashallahasta Cátac, más de 50km de disfrute ininterrumpido,especialmente los 25 primeros, rodando siempre entre

los 4500 y los 4800m, por una de vuestras carreterasen bastante buen estado y con unas vistas inigualables.Creo que ha sido una de las más bellas etapas quehemos hecho nunca sobre dos ruedas.

La opción de recorrer el Callejón de Conchucos había quedado ya descartada.Por un lado, andábamos justos de tiempo y por otro,nos habían informado que en esa zona el camino era“carretera” hasta Sihuás y que Abra Olímpica loestaban asfaltando. Con pena, decidimos que eramás conveniente recorrer el Callejón de Huaylas.

Y así vamos llegando al final del viaje en bicicleta,puesto que aprovechamos el paso por Huaraz parahacer un trekking de 4 días por la QuebradaLlanganuco, refugio Vaquería, Punta Unión,Laguna Jatuncocha,… para acabar enCashapampa. Fue un broche de oro a la estancia entu país, sería imperdonable abandonarlo sin recorrer

sus montañas desde más cerca.

Y diríamos que aquí acaba nuestro recorrido por Perú, pues desde Huaraztomamos un autobús hasta Lima. Como ves, casi todo bueno. Entre lo malo,además del riesgo que entraña compartir camino con los conductores, no hayque olvidar a los perros, los hay por decenas, te salen al paso cuando menos loesperas con el consiguiente riesgo de hacerte caer. Después, todos ellos hansido del tipo “ladrador pero poco mordedor”, con sólo detener la marcha yafrenan el “ataque”; si te bajas de la bici, su reacción es meter el rabo entre laspiernas; si haces el gesto de coger una piedra,inician la retirada y si la lanzas de verdad,desaparecen de tu vista. Pero, a pesar de ello,en determinados tramos de la ruta han llegado a

ser un incordio.

Y volviendo al asunto de los conductores, te diréque es un motivo para desaconsejar elcicloturismo por Perú. No te exagero nada si tecuento que hemos pasado verdadero miedo en algunas carreteras, con cochese incluso camiones que adelantan ignorando totalmente que nos tienen anosotros de frente (muchas veces hemos tenido que retirarnos al arcén, si lohay, o a la cuneta). Hay mucho trabajo que hacer en este sentido.



Pero volvemos satisfechos de nuestro contacto con Sudamérica. El idiomacomún permite acercarse a la gente que, dicho de paso, siempre se hamostrado cercana y dispuesta a la charla. Sabemos de determinados lugaresque conviene evitar (el norte de Trujillo o la entrada a Chimbote), pero no creoque haya ningún país que escape de tener zonas poco recomendables. Encualquier caso, si ese crecimiento económico de Perú (el más alto, junto conChile) del que hablan tanto los informativos se consigue que llegue a todos lossectores de la población, es fácil que parte de los problemas sociales y deseguridad (en los que también insisten tanto esos mismos informativos) sevayan también resolviendo.

Es lo que os deseamos desde Euskal Herria, donde también estamosempeñados en dejar atrás viejos problemas, si es que desde España nos lopermiten.

Un abrazo.

Marta y Javi.

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