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Revista de Ciencias Sociales (Ve) ISSN: 1315-9518 [email protected] Universidad del Zulia Venezuela Moreno, Gendrik Ensayo crítico sobre la noción de lazo social en la obra la condición postmoderna de Jean-François Lyotard Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XIII, núm. 2, mayo-agosto, 2007, pp. 321-345 Universidad del Zulia Maracaibo, Venezuela Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28011677010 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista de Ciencias Sociales (Ve)

ISSN: 1315-9518

[email protected]

Universidad del Zulia

Venezuela

Moreno, Gendrik

Ensayo crítico sobre la noción de lazo social en la obra la condición postmoderna de Jean-François

Lyotard

Revista de Ciencias Sociales (Ve), vol. XIII, núm. 2, mayo-agosto, 2007, pp. 321-345

Universidad del Zulia

Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28011677010

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Revista de Ciencias Sociales (RCS)Vol. XIII, No. 2, Mayo - Agosto 2007, pp. 321 - 345

FACES - LUZ � ISSN 1315-9518

Ensayo crítico sobre la noción de lazo socialen la obra la condición postmodernade Jean-François Lyotard

Moreno, Gendrik*

ResumenEl artículo presenta una breve reflexión en torno a la noción de lazo social en la obra La condición post-

moderna del Jean-François Lyotard. La obra tiene carácter de informe y versa sobra la condición del saber en lassociedades más avanzadas de occidente. La reflexión se ocupa del el análisis de dos capítulos que contiene laobra, a saber: “La naturaleza del lazo social: la alternativa moderna (Cap. IV) y “La naturaleza del lazo social: laperspectiva postmoderna” (Cap V). Se procura extraer la noción de lazo social que nos presenta Lyotard inda-gando sobre sus especificaciones. Como conclusión tentativa se sostiene que el lazo social bajo la alternativamoderna estuvo confinado en dos de los grandes “relatos” del discurso sociológico del siglo XX como lo es elfuncionalismo y el marxismo asumiendo tal lazo como un problema de equilibrio orden y consenso para el pri-mero, y como escisión y conflicto para el segundo respectivamente; por otra lado bajo la condición postmodernael lazo aparentemente se diluye en todo este entramado teórico con la salvedad de que son los “juegos del len-guaje” en un sentido agonístico desde donde pueden reconstruirlo y otorgarle sentido.

Palabras clave: Lazo social: alternativa moderna, la perspectiva postmoderna, Lenguaje, Jean-François Lyo-tard.

Critical Essay on the Notion of the Socialtie in the work The Postmodern Conditionby Jean-François Lyotard

AbstractThe article presents a brief reflection on the notion of the social tie in the work The Postmodern

Condition of Jean-François Lyotard. The work is written like a report and deals with the condition of knowing inmore advanced western societies. This reflection deals with the analysis of two chapters from the work: “Thenature of the social tie: the modern alternative” (Chap. IV) and “The nature of the social tie: the postmodernperspective” (Chap. V). This paper attempts to extract the notion of the social tie that Lyotard presents,investigating its specifications. As a tentative conclusion, it states that the social tie, according to the modern

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* Sociólogo. Candidato a Magíster en Filosofía. División de Postgrado de la Facultad de Humanidades yEducación de la Universidad del Zulia. E-mail: [email protected]

Recibido: 06 – 03 – 15 � Aceptado: 07 – 03 – 14

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alternative, was confined to two of the great “stories” of sociological discourse in the XX century, functionalismand Marxism assuming the tie to be a problem of balance, order and consensus for the first and division andconflict for the second, respectively; on the other hand, according to the postmodern condition, the social tie isapparently diluted in all this theoretical framework with the exception that it is through “language games,” in anagonistic sense, that meaning or sense can be reconstructed and bestowed.

Key words: Nature of the social tie: the modern alternative, nature of the social tie: the postmodernperspective, social tie, language, Jean-François Lyotard.

Introducción

La condición postmoderna de Lyotard(1997) fue escrita para el Consejo de Univer-sidades de Québec y presentada como un in-forme en torno al estado del saber y del cono-cimiento en las sociedades más desarrolladas.En esta obra Jean François Lyotard, conocidoexponente de la llamada “Filosofía de la Pra-xis” (1) y viejo militante del movimiento So-cialism ou Barbarie (Socialismo o Barbarie)(2), hace un buen examen sobre cuál es el des-tino del pensamiento ilustrado en el umbralcrítico de la informatización de las socieda-des, además examina el estado del arte y la ra-zón de ser del ámbito sociocultural una vezproducidas las transformaciones que, aproxi-madamente desde el siglo XIX, han afectadolas “reglas” de la ciencia, la literatura, la ar-quitectura y las artes. No obstante en éste libroel problema de fondo que el autor intentaabordar, parece ser un breve análisis sobre lacondición postmoderna que caracteriza a lassociedades contemporáneas, y la crisis de le-gitimidad que se produce en las democraciasdel llamado capitalismo tardío. Este trabajo hasuscitado un importante debate desde su pre-sentación cuyos máximos exponentes seríanel propio autor, Frederic Jameson y JürgenHabermas fundamentalmente.

El acercamiento a Lyotard está motiva-do por la aseveración de que el clima sociocul-tural que vivimos esta signado por la llamadatendencia Postmoderna, impositoras de pro-

clamas de finitud: fin del sujeto, fin de los gra-des esquemas teóricos- filosóficos sustenta-dos en la justicia y el cambio; fin del logos, delo universal, de las totalidades y de la centrali-dad, y lo más importante para este trabajo elfin de todo el lazo social, viniéndose abajo, los“grandes relatos” que propiciaban ideas decambio en sentido de progreso, de desarrollo yperfeccionamiento, tanto del hombre, de laciencia, como de la sociedad.

Esta atmósfera social, este clima mentalque se presupone postmoderno, ha suscitado, aescala global, un profundo debate teórico paraintentar capturar su esencia, pero en aras decomprender y poder generar una explicación aesta condición postmoderna que nos refiereLyotard, hemos decido acercarnos a su obra demanera que ello permita forjar una vía para elconocimiento y la interpretación mediante eluso de algunas claves teórico-sociológicas y fi-losóficas en torno al problema de la sociedadbajo el signo de la condición postmoderna.

El perfil o viso que se le puede asignar aun problema filosófico puede perderse de vis-ta por la extensividad, complejidad, profundi-dad y amplitud con que la filosofía aborda laexistencia humana. Las posibilidades de abor-daje son tan amplias que pueden perfilarse es-tudios desde la ética, la política, la sociología,la epistemología y la metafísica, entre otros.Para este trabajo se pretende escoger el perfilsociológico (pudiéndonos mover hacia otrasáreas). Es decir, desde una obra como la deLyotard como referente básico de partida, po-

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dríamos aproximarnos a una comprensión delo “lo social” para reconstruir una noción oidea de sociedad y del lazo social que vinculasa sus individuos, presuponiendo que la post-modernidad desde esta perspectiva, está refe-rida a una noción descriptiva, sintomática dela sociedad (industrial, postindustrial o glo-bal) afectada por el devenir último de la mo-dernidad y caracterizada por una consiguientesensación de ruptura y fragmentación de larealidad en los individuos.

Al parecer, esta fragmentación de larealidad en los individuos, que caracteriza a lasociedad postmoderna, es ante todo un recha-zo a la celebración del logos occidental mo-derno del consenso racional y de la orienta-ción universal hacia ciertos fines; aspectosque han tenido un efecto totalizador de las vi-siones de la realidad, y que por cierto estuvie-ron presentes en los orígenes de los movi-mientos totalitarios del siglo pasado. En estesentido permítanme una digresión:

Aparte de Lyotard, pensadores comoJacques Derrida, sostienen que las oposicio-nes binarias, han sido característica funda-mental de la violencia metafísica que caracte-riza el quehacer filosófico por varios siglos enoccidente (3). De acuerdo a Derrida, la filoso-fía occidental siempre ha operado en base aestas oposiciones. La actividad filosófica seha presentado como un juego de oposicionesbinarias donde un elemento es privilegiadopor encima del otro, siendo el segundo ele-mento blanco de una violencia filosófica, entanto es suprimido frente a la primacía del pri-mero. Traigo a colación muy sucintamenteeste comentario sobre Derrida, puesto que sipor analogía tomamos en cuenta el escenariosocial, en el marco de una guerra, o inclusiveen la tranquilidad que nos da el querer cotidia-no, vemos que la lógica de la binariedad noopera solamente en el plano filosófico.

El siglo XX y este nuevo siglo, han sidoescenarios para el despliegue de este tipo deinversiones violentas en diferentes contextossociales. Históricamente el proletariado hasido suprimido ahora le toca a la clase burgue-sa. De igual forma, por ejemplo las victimasdel holocausto, se reivindican, masacrandopalestinos y construyendo muros entre susciudades, entro muchos otros ejemplos.

Por otro lado, la fragmentación y ato-mismo social que celebra la Postmodernidad,presupone un aparente cambio progresivo delas condiciones que cimentaron la actitud mo-derna. Se resumiría diciendo que esto repre-senta el paso de la unidad a la fragmentación,de la homogeneidad a la heterogeneidad, de laidentidad unificada a la dispersión de las iden-tidades y de la “disolución” del lazo social einclusive a su negación.

En torno a esto, las lecturas y la progre-siva estructuración del trabajo estarán basadasen los dos capítulos de la obra referida de Lyo-tard: “La naturaleza del lazo social: La alter-nativa moderna” (Cap. IV) y “La naturalezadel lazo social: la perspectiva postmoderna”(Cap. V).

1. La naturaleza del lazo social:La alternativa moderna

En este capítulo de la obra, Lyotardaborda la configuración del núcleo central enel pensamiento sociológico que caracterizó yconsolidó el quehacer de esta disciplina, en-trado el siglo XX. El objetivo por el cual em-pieza a desarrollar este capítulo de esta mane-ra parece bastante claro, y gira en torno a darun diagnostico sobre la “… cuestión del saberen las sociedades mas desarrolladas” (Lyo-tard, 1997: 4).

Si se trata del saber en la sociedad con-temporánea, el autor nos pasea por la ‘represe-

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ntación metódica que organizó el saber, o porlo menos cierto tipo de saber, que es el sabersociológico, en las sociedades industrialesavanzadas a comienzos de siglo pasado. Yesto es explicado en la obra, tanto desde la “al-ternativa moderna” como desde la “perspecti-va postmoderna”.

Más que una explicación de un estudiosujeto a la tradición del quehacer sociológico,sobre el estado, desarrollo y funcionamientode procesos sociales determinados, Lyotard,nos explica muy sucintamente pero con granagudeza, la representación metódica sobre laforma como se organizó el saber en y sobre lassociedades contemporáneos más desarrolla-das: expresa y coincido con él en la simplifica-ción extrema, que

“…durante los últimos cincuenta años

por lo menos, esta representación se ha

dividido en principio en dos modelos: la

sociedad forma un todo funcional, la so-

ciedad esta dividida en dos. Se puede

ilustrar el primer modelo con el nombre

de Talcott Parsons (4) (al menos el de la

segunda postguerra) y de su escuela; el

otro con la corriente marxista (todas las

escuelas que la componen por diferentes

que sean entre sí, admiten el principio de

la lucha de clases, y de la dialéctica como

dualidad que produce la unidad social”.

(Lyotard, 1997: 13) (5).

Examinar los núcleos centrales y el de-sarrollo de estas dos vertientes no son los ob-jetivos básicos ni del autor en cuestión, ni elmío. Sin embargo, se sostiene que estas dosvertientes epistemológicas y teóricas son y se-guirán siendo pilares fundamentales y puntosde referencias centrales del lenguaje de la teo-ría sociológica contemporánea. Por otro lado,este corte metodológico determina dos gran-

des tipos de discurso sobre las sociedades quese manifiestan en la etapa de la modernidad,que le corresponde a la sociología del sigloXIX en su nacimiento, y a la del siglo XX ensu desarrollo y consolidación.

Destacan, como ya se ha sugerido, doscorrientes dentro del Funcionalismo; una, ensu denominada primera fase organicista asu-me, en gruesas líneas, que la sociedad formaun todo orgánico, a falta del cual deja de sersociedad (y la sociología ya no tiene objeto).Esta tendencia teórica dominaba el espíritu in-telectual de los fundadores de la escuela fran-cesa (6). Tomando otro giro teórico, surge elFuncionalismo-estructuralista de Parsons,cuando a mediados de los años cincuenta delsiglo pasado, asimila la sociedad a un sistemaautorregulado, que acepta como dado el siste-ma social y tiene en el “equilibrio” (el orden,la estabilidad) su ideal.

Hasta este incipiente punto, se ha des-crito sólo el andamiaje teórico con el cual seorganizó y sistematizó el conocimiento en tor-no a la pretensión de análisis, comprensión, einterpretación, sobre la dinamica de la socie-dad moderna en el siglo XX, cuestión que dealguna manera orienta la discusión y la preo-cupación de Lyotard en torno al saber en la so-ciedad moderna.

Se puede afirmar que el bosquejo teóri-co expuesto refleja la preocupación básica deLyotard, de que el conocimiento y el saber sonexpresiones manifiestas de un tipo de socie-dad que se reduce a un sector de “decididores”(7). Ellos intentan adecuar los vínculos de so-ciabilidad a discursos teóricos prefabricados,y organizan el conocimiento y el saber de talmanera que da la sensación de una pretensiónde universalización en las explicaciones entorno a cómo es y como debe funcionar la so-ciedad. Esto reduce y monopoliza las formas

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de acceder e interpretar los comportamientose interacciones sociales.

Bajo esta perspectiva, Lyotard noapunta taxativamente sobre algún sector o ins-titución de la sociedad en específico. Se pre-supone que debiera ser a los intelectuales ycientíficos sociales que elaboraron y promul-garon el complejo teórico del funcionalismo yque de alguna manera, a través de esos sabe-res, monopolizaron teóricamente las formasde acceso e interpretación del mundo y la rea-lidad circundante.

Cuestiono que, abordándose la situa-ción del saber y del conocimiento mediante unarepresentación metódica que comprende dosmodelos teóricos, el filósofo francés emprendamuy cuidadosamente la crítica más fuerte con-tra la vertiente funcionalista parsoniana. Escomo si desde los postulados ontológicos quela comprenden (la sociedad como sistema) au-tomáticamente, las relaciones sociales y los“lazos” sociales –léase vínculos sociales- se es-tablecieran y se configuraran sólo por mandatode una cosmovisión en torno a la organizacióne interacciones sociales (8). Aquí Lyotard alu-de a la noción de sistema, tanto en Parsons,como en algunos “teóricos alemanes” que, nisiquiera se toma la delicadeza de nombrar.Considera además que en la tesis del sociólogonorteamericano el principio de sistema todavíaes, digámoslo así, optimista corresponde a laestabilización de las economías de crecimientoy de las sociedades de la abundancia bajo laégida de un welfare state [estado de bienestar]moderado (Lyotard, 1997).

Lo que es criticable de este aspecto, noes lo que piense Parsons en cuanto a cómo debeser el funcionamiento de la sociedad. De él seha expuesto y con críticas bastante duras, quees políticamente conservador y que su tesis delsistema social es una postura perversamente

ideológica e ideologizante en la incesantebúsqueda de defender el status quo del tipo desociedad en la que vivió, pensó y trabajó aca-démicamente (9), sino mas bien, la idea de quees posible, desde algunos centros de poder,como por ejemplo la academia (10), que sepuedan programar las actitudes, las necesida-des y comportamiento del sistema social, comosi esta fuese una maquina manipulable racio-nalmente y los postulados teóricos de la cien-cia, como el “manual de programación”.

No se duda que exista relación entre elinflujo de la producción intelectual de deter-minada época y la dinámica social en la cualesa producción tiene lugar; sobre todo si sepiensa, por ejemplo, en los avances técnicos-científicos en la producción industrial, en elprogresivo mejoramiento de las técnicas par-lamentarias de la actividad política de deter-minado país, e inclusive en la educación don-de el debilitamiento de ciertas corrientes deenseñanza como el conductismo ha dado pasoa una interesante visión psicológica y filosófi-ca como lo es el constructivismo (11); la críti-ca más bien aduce a la manera unívoca en queLyotard supone, que algunos pensadores e in-telectuales tengan tanto poder como para em-prender, (en relación estrecha entre política yacademia), tal “empresa de programación”.

En este sentido, nótese lo que expresacuando se refiere al clima intelectual científi-co-social alemán:

“En los teóricos alemanes de hoy, la

Systemtheorie es tecnocrática [la cur-

siva es mía], es decir, cínica por no de-

cir desesperada: la armonía de las nece-

sidades y las esperanzas de individuos

o grupos con las funciones que asegura

el sistema sólo es un componente ad-

junto de su funcionamiento; la verda-

dera fiabilidad del sistema, eso para lo

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que el mismo se programa como una má-

quina inteligente, es la optimización de la

relación global de sus input con sus

output (12), es decir su performativi-

dad” (Lyotard, 1997: 13).

Con esto, y sin caer en un “simplismode una sociología de la teoría social” –diceLyotard-, se establece un paralelismo entreesa visión marcadamente tecnocrática (13)de la sociedad y el esfuerzo ascético que elloexige, esgrimiendo que esta relación apare-ce bajo el nombre de “liberalismo avanza-do” en las sociedades industriales más desa-rrolladas, en un esfuerzo por aumentar massu competitividad a través de una optimiza-ción de la racionalidad, en el contexto del re-lanzamiento de la guerra económica mun-dial a partir de la década del 60 del siglo pa-sado.

Esta idea no deja de ser bastante clara, in-cluso estoy parcialmente de acuerdo con ella,puesto que efectivamente ciertos sectores de lasociedad como, por ejemplo, la tecnocracia, seapública o privada, hace apología del cálculo y dela racionalidad sociopolítica y económica enfunción del progresivo aumento de la produc-ción, la eficiencia y la competitividad del siste-ma económico. Esta situación responde a sucosmovisión, a su idea del funcionamiento de lasociedad y de la economía, en este sentido, no sele puede pedir a un grupo de tecnócratas que nopiensen y no actúen en función del acumula-miento y la reinversión orgánica del capital; laideología economicista orienta el sentido de susacciones hacia los fines de la eficiencia y la pro-ductividad, por lo que priorizan el interés econó-mico en los procesos de dirección, por encimade cualquier otra lógica.

Sin embargo, hemos de coincidir conuna idea de Lyotard la cual se sintetiza en “laparadoja de una sociedad tecnocrática”:

“Esta lógica del más eficaz, -comenta el

autor- es sin duda inconsistente a muchas

consideraciones, especialmente a la de

contradicción en el campo socio-econó-

mico: quiere a la vez menos trabajo (para

abaratar los costes de producción), y mas

trabajo (para aliviar la carga social de la

población inactiva). Pero la incredulidad

es tal que no se espera de esas inconsis-

tencias una salida salvadora como hacía

Marx” (Lyotard, 1997: 4).

Por otro lado, parafraseando a Marx,los tecnócratas tampoco aparecen aquí pinta-dos de color de rosa ni mucho menos (Cf.Marx, 1965: pág. I, XV). Al darse un entrecru-zamiento entre la racionalidad económica dela producción tecno-científica y la racionali-dad política, todos los instrumentos promete-dores e infalibles de un dominio racional so-bre la naturaleza y la sociedad tales como latécnica, la ciencia y la planificación, orienta-dos por una racionalidad medio a fines y en-trampados por el mito capitalista del creci-miento y desarrollo ininterrumpido, han ter-minado por desplegar ante nosotros conse-cuencias devastadoras.

Así, hemos observado como el mal usode la energía nuclear, el desarrollo de tecnolo-gía armamentista, la investigación genética yla acumulación de información, se han con-vertido en eventos que en gran proporción hansido y siguen siendo disfuncionales (14).

De todas formas y para resumir, tantopara Lyotard como para mí, la cuestión aquíno es anclar todo el peso argumentativo en laconceptualización ni en las funciones de latecnocracia, ni en la de los grupos sociales quela representan, sino mas bien exponer el esta-do del saber, que fundamentalmente se orga-nizó y desplegó todo su vigor a través de y

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aparejado con el desarrollo del quehacer So-ciológico moderno en el siglo pasado, funda-mentalmente en la figura de la corriente fun-cionalistas, mediante un rodeo un tanto socio-logizante, que lo acorta, pero que lo sitúa.

Dentro del llamado corte metodológi-co, citado en pasajes anteriores, también seencuentra, estructurándola, la denominadaTeoría Critica, cuyo máximo representante ygestor intelectual es Marx y tambien estuvoinfluenciado posteriormente por el Psicoaná-lisis Freudiano. En Lyotard es comprensibleque se visualice un aire de simpatía en torno atodo lo que constituye teórica y ontológica-mente la teoría crítica proyectada por el mar-xismo desde hace ya siglo y medio.

Es comprensible, puesto que los funda-mentos de la Filosofía de la Praxis con la cualél comulgaba, precisamente tiene su núcleocentral ahí, en donde teoría y praxis (tal cualpensaba Marx) tendrían que conjugarse sim-biótica y armónicamente para dar respuesta alos problemas filosóficos, sociales y del pen-samiento en general que generan los plantea-mientos burgueses de la sociedad industrial.

A diferencia del planteamiento centralde que la sociedad es una totalidad unida, elmarxismo presenta la sociedad escindida, enuna dualidad irreconciliable de clases sociales(Pzeworski, 1989) (15); a partir de aquí, lateoría crítica se apoya en este dualismo y des-confía de síntesis y reconciliaciones (Lyotard,1997) (16): Tal situación es el principio de lu-cha de clases en la teoría de la sociedad deMarx (17), que -siguiendo Lyotard (1979)-tendría que escapar al realismo de la autorre-gulación sistemática y al círculo perfectamen-te cerrado de los hechos y las interpretaciones.

La razón fundamental de esta situación,es que el finado autor considera, que la teoríacrítica como otra forma del saber de la socie-dad, (y al parecer con mejor consistencia y ar-

gumentación sobre lo social), debe alejarse dela ‘amenaza de ser sumergida en la “programa-ción del todo social”. Tal es la pretensión de lostecnócratas e intelectuales de influencia fun-cionalista, que identifican tal constructo teóri-co como un elemento disfuncional que inte-rrumpa la optimización del sistema.

Se sospecha que la argumentación defondo, es que tal mapa cognitivo representauna pretensión de verdad unitaria e intoleran-te, operacionalizada por la práctica “totalizan-te” de los “gerentes del sistema”. Evidente-mente, no es secreto para nadie, que es otromodelo diferente de sociedad el que contieney al cual guía el marxismo. Sin embargo, aun-que con cierta tautología, la argumentación deLyotard apunta a que, como es toda una repre-sentación teórica diferente al funcionalismo,es también otra idea la que sienta las bases ylegitima la función del saber que se puede pro-ducir y además adquirir en la sociedad.

Más allá de la validez de esta sentencia,se evidencia que no hay otra argumentaciónque sostenga esto, y que engarce hilada ycoherentemente con la pretensión de una teo-ría crítica que se regenere y pueda surgir de lascenizas a las cuales ha confinado como desti-no, la homogeneización y la hegemonizacióndel saber en los países de contexto liberal. In-clusive tal teoría crítica, considerándola comocapacidad crítica del ser humano, pareciera enéste caso entrampada, encerrada dentro delsistema teórico conceptual del Marxismo,atribuyéndose para sí la representación legíti-ma y natural de tal capacidad.

Lo más cercano a una argumentaciónsostenida, y que no deja de ser tan solo unadescripción contextual, es lo referido al balan-ce que evidencia el destino que le ha corres-pondido a la corriente marxista de conoci-miento de la realidad, básicamente fungiendocomo teoría de la praxis política:

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“Aquí no se podrían seguir sus peripecias

[las de las propuestas marxistas], que

ocupan la historia social, político e ideo-

lógica de más de un siglo…pues el desti-

no que le ha correspondido es conocido:

en los países de gestión liberal, la trans-

formación de esas luchas y sus órganos

[se han convertido] en reguladores del

sistema; en los países comunistas, el re-

torno bajo el nombre del marxismo, del

modelo totalizador y de sus efectos tota-

litarios con los que las luchas en cuestión

quedan sencillamente privadas del dere-

cho a la existencia. Y en todas partes con

diferentes nombres, la critica de la eco-

nomía política…y la crítica de la socie-

dad alienada que era su correlato se utili-

zan como elemento de programación del

sistema” (Lyotard, 1997: 14).

A partir de esta cita, es posible com-prender que la teoría crítica es mas bien un es-píritu crítico, que no tengo dudas de que exis-ta y de que contenga una propiedad de inteligi-bilidad del ser humano, pero que de algunamanera la tradición marxista posterior a Marxasumió para sí como gestor de ello y como pa-nacea que posibilita los criterios mínimos deinterpretación y praxis, desde donde se puedeinterpelar la constancia de un estilo social ypolítico donde la a-criticidad es la base delfuncionamiento que garantiza la permanenciadel status quo y la continuidad del adecena-miento intelectual y una suerte de conformis-mo impenitente. De esta forma el sujeto cog-noscente, como convencionalmente se sueledecir, para tener capacidad crítica debe dejar-se envolver por este entramado teórico-episte-mológico, el cual activa el espíritu y la capaci-dad crítica frente a las manifestaciones de larealidad circundante.

Un buen ejemplo de esto, se encuentraen la afirmación de Lyotard donde exponeque el modelo crítico no ha desaparecido porcompleto y “…se ha mantenido y refinado decara a ese proceso, en minorías como la es-cuela de Frankfurt o como el grupo Socialismou Barbarie” (Lyotard, 1997: 14). Sin em-bargo, esgrime con cierto acento nostálgico,que la base social del principio de la divisiónsocietal, es decir, la lucha de clases, se difu-minó, hasta el punto de extraviarse toda acti-tud radical que la caracterizaba y que le otor-gaba sentido. Ello hizo que este constructoteórico se encontrara al vilo de una desestabi-lización peligrosa a nivel de teoría, quedandoreducida a una utopía, a una esperanza, casi auna des-esperación; inclusive, reduciéndosesolamente al clamor del honor en “nombredel hombre”, de la creatividad, de la razón,de una categoría social que quedo práctica-mente minusválida y con funciones virtual-mente improbables de sujeto crítico, como lacategoría de “tercer mundo” o “juventud es-tudiantil” (Lyotard, 1997).

A manera de resumen, este capítulo dela obra de Lyotard quiere llamar la atención so-bre dónde está situada la problemática situa-ción del saber en las sociedades industrialesavanzadas, “…pues no se puede saber lo que essaber, es decir, qué problema encara su desa-rrollo y su difusión, si no se sabe nada en la so-ciedad donde aparece”. A partir de aquí puedoconjeturar los siguiente: a) Que no se puede de-cidir imaginar a la sociedad como una maquinainteligente de grandes proporciones, en dondeel papel fundamental del saber es ser un ele-mento indispensable del funcionamiento de lasociedad y b) de forma inversa, no puede con-tarse con una función realmente crítica del sa-ber y del conocimiento y proponerse a orientarsu desarrollo y transmisión más que si se tienedecidido que la sociedad no forma un todo inte-

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grado y que sigue sujeta a un principio de con-testación de sus individuos.

De igual forma se desprenden otrasconjeturas en torno al lazo social desde las dosperspectivas de las lecturas que Lyotard pre-senta en torno al marxismo y al Funcionalis-mo: Más allá del inmenso cambio que llevadel pensamiento de Comte, pasando por Par-sons hasta llegar a Niklas Luhmann, se infiereuna misma idea de lo social: que el conjuntode la sociedad es una totalidad unida, es deciruna unicidad.

La idea de lazo social desde la primeraperspectiva encuentra explicación en la ideade sociedad como sistema y como subsistemaen donde las instituciones políticas (el Esta-do), la economía y la familia se encuentran enun dinamismo armónico que aboga por su es-tabilidad y equilibrio; pues todo lo que amena-ce el sistema hay que expulsarlo, sacarlo,puesto que potencialmente es disfuncional(18).

En este sentido, las vinculaciones so-ciales se encuentran fundidas en las relacionesde intercambio y cooperación. Lyotard argu-menta inclusive sobre la idea funcionalista,que cuando surgen las perturbaciones al siste-ma, (como el cambio de algunas reglas y nor-mas y la producción de innovaciones) dichode otro modo, cuando emergen sus disfuncio-nes como las huelgas, la crisis, los paros o encasos extremos, las revoluciones políticas,que pueden hacer creer en alternativas facti-bles y levantar esperanzas en algunos sectoresde la sociedad, todo eso no se trata más que de“reajustes internos” y los resultados puedenser solamente la mejora de la ‘vida’ del siste-ma (Cf. Lyotard, 1997: 13).

Desde la otra perspectiva, la del mar-xismo, se argumenta preguntando, ¿Qué que-ría decir Marx cuando en su tesis VI sobreFeuerbach cuando sentenció: “la esencia hu-

mana no es algo abstracto inherente a cada in-dividuo. Es su realidad, el conjunto de las rela-ciones sociales” (Marx y Engels, 1968: 24).

Esto que escribió Marx podría ser in-terpretado de varias formas. Entre ellas unapodría ser la de una suerte de absolutizaciónde la presencia de lo social sobre el individuo.No estoy totalmente de acuerdo con esta pos-tura y no pienso que sea lo que obligatoria-mente tenga que decantarse de esa afirmación.Otra interpretación sería la de que no es posi-ble hablar del hombre sin entender las relacio-nes en las cuales éste se encuentra inserto, yesta me parece la postura más admisible y unade las grandes herencia del pensamiento so-ciológico de Marx. Sostengo que, después dela huella del pensamiento de Marx, es prácti-camente imposible que se pueda afirmar converdadero rigor lo contrario, es decir, la no-marca de la influencia social sobre el indivi-duo. Éste último argumento se puede escindiren dos momentos: 1) en tanto incorporaciónde lo social en el individuo, es decir, en la for-mación de su personalidad, en tanto que cultu-ra aprendida y lugar social construido; y 2) Encuanto ocurren algunas condiciones objetivasimpuestas al individuo y que son eficaces apesar de su voluntad o deseo.

Dentro de esta perspectiva, y apuntan-do una suerte de crítica contra Lyotard en susideas del capitulo VI, sostengo, que el sujetose disuelve, es decir, puesto que la sociologíase ha olvidado de los hombres, de los indivi-duos, y ha creído que la obtención de un cono-cimiento general sobre el funcionamiento ydinámica de las sociedades es suficiente paraexplicar las relaciones sociales y la vida de losseres humanos en sociedad. En la búsqueda degeneralizaciones totalizantes y con pretensio-nes universales, la sociología contemporáneay en particular aquella que recibió mayor in-fluencia marxista o parsoniana, diluyó casi

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por completo al hombre en sus estudios y aná-lisis globales.

Consideramos que en tan omnicom-prensivos estudios falta el hombre concretoque forma esas sociedades. Aquí resulta inte-resante, y a manera de síntesis, que en el casode estas “corrientes globalistas” se genere unasimilitud en el razonamiento tanto del marxis-mo-estructuralista, como del estructural fun-cionalismo. Este hecho permite un tratamien-to más claro del problema pues, a pesar de lasmuchas otras diferencias que puedan encon-trarse sobre estas teorizaciones, sobre esteasunto, las dos corrientes teóricas tratan y en-tienden al sujeto-social de una manera bastan-te similar (Cf. Briceño-León y Wagner, 1989:341-411).

2. La Naturaleza Del Lazo Social:La visión Postmoderna

El tratamiento al otro capítulo que seanaliza del libro de Lyotard será dividido endos partes, puesto que, a nuestro juicio, con-serva en muy poco grado la logicidad y la ila-ción pertinente para hacer inteligible cual-quier texto (19), aunque posea una redacciónclara y precisa. La primera parte aducirá alcontexto sobre el clima social de la segundamitad del siglo XX y la segunda parte se refie-re a la relación entre los juegos del lenguaje yel lazo social.

2.1. A manera de con-textoEn el capítulo VI encuentro que la posi-

ción de Lyotard en niega la descripción del“corte metodológico” hecha por el autor en elcapítulo anterior. La niega puesto que la “po-sición dual” (funcionalismo/ corriente mar-xista) que planteaban las formas de organiza-

ción y exposición del saber sobre la sociedadmoderna de mediados del siglo XX, no corres-ponden ya a los modos mas vivos del saberpostmoderno. Se plantea, según Lyotard(1997: 16), que la alternativa no puede ser laelaborada bajo la alternativa moderna expues-ta anteriormente, porque lo que ésta hace esreproducir un dualismo en el conocimiento,generando un pensamiento por oposiciones,ajeno al clima mental denominado postmo-dernidad.

Ahora bien, esta situación no se produceespontáneamente y tiene su asidero en unatransformación de la imagen de la sociedad,donde las formas de generación de conoci-miento e interpretación de la realidad ya nopueden capturar con pretensión de totalidad yexactitud tal dinamica de cambio. En Lyotardse notan dos aspectos por los cuales esto llega asuceder: primero, por lo que él denomina comoun nuevo “re-despliegue económico en la faseactual del capitalismo” acompañado por el de-sarrollo constante y la mutación de las técnicasy tecnologías, y segundo lugar, esto marcha pa-ralelamente con un “…cambio en la función delos Estados”. A partir de aquí, la sociedad pro-yecta una imagen de sí que por fuerza obliga a,por lo menos, revisar seriamente los intentospresentados como alternativas.

Se plantea en el capítulo una asevera-ción bastante confusa en cuanto a los sectoresque deben almacenar el conocimiento y la in-formación. Con excesiva brevedad dice quelas funciones de regulación y por tanto de re-producción del conocimiento se les quitaran alos administradores y serán confiadas a autó-matas. A este último respecto, daré una brevedefinición del término autómata. El dicciona-rio de la Real Academia Española (20), tienevarias definiciones del mismo. Sin embargo,

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la que parece más adecuada según el sentidoque le quiere asignar Lyotard sería la de un“instrumento o aparato que encierra dentro desí el mecanismo que le imprime determinadosmovimientos”; prácticamente como una suer-te de máquina que imita la figura y los movi-mientos de un ser animado.

De igual forma, la etimología del tér-mino apunta hacia lo mismo: “es algo que semueve por sí mismo” (Corominas, 1998: 73).De esta forma, los autómatas son aquellos in-dividuos que, sin ningún tipo de concienciacrítica, ni con posibilidades útiles de refle-xión, echan mano de los avances tecno-cientí-ficos de las tecnologías de información y semueven en función de almacenar la mayorcantidad de información y conocimientos po-sibles. Aquí encajaría de manera casi perfectala tercera acepción para la definición de autó-mata que ofrece la Real Academia Española,cuando dice que “autómata es una personaestúpida y excesivamente débil que se deja di-rigir por otra” (DRAE, 1998: 233).

Sin ánimos de generar un juicio sobreesta definición, por ahora sólo me interesa re-saltar que la cuestión se convierte y se conver-tirá mas aún en cómo poder disponer de las in-formaciones que los autómatas deberán tenermemorizadas con objeto de que se tomen lasdecisiones adecuadas. Esta condición de “al-macenadores” no es atribuida específicamen-te a los burócratas de la administración públi-ca, si no que es expandible a otros sectores dela dinamica social, y la disposición de las in-formaciones y conocimientos que se disponenes y será cada vez más competencia de exper-tos.(Lyotard, 1997: 16).

Aquí juegan un rol fundamental los lla-mados “decididores”, que en una relación adi-tiva de ‘más información y conocimiento esigual a más poder´, pasan a ser la clase diri-gente de “estos tiempos postmodernos” en es-

píritu Lyotardiano. Se evidencia pues, un des-plazamiento de la clase política tradicionalpor sectores de la sociedad que emergen conbastante fuerza y que cuentan con la posibili-dad de tomar y fijar su rumbo sociopolítico.Vuelvo y repito, según Lyotard, es un grupode “decididores” el que tendrá el poder y laposibilidad de amalgamar de nuevo las identi-dades sociopolíticas resquebrajadas por el ad-venimiento de la postmodernidad.

Este sector de decididores es muy con-fuso de visualizar en la argumentación del au-tor. Sin embargo, él comenta que esa situaciónde desplazamiento que sufre la clase políticatradicional esta caracterizada por una “tomadel poder” (21) mediante una base formadapor sectores no estatales propiamente dicho,sino “nuevos” sectores sociales como jefes deempresas -nacionales y multinacionales-, al-tos funcionarios y dirigentes de grandes orga-nismos profesionales, entre otros.

Lo que se desplaza no solo es, una cla-se política por otra. Considero que no es sola-mente así como se plantea la cuestión. Lo im-portante es que la clase política tradicional selleva consigo su capacidad organizativa ycon ella, de igual forma, sus polos de atrac-ción más importantes. Los tradicionales po-los de atracción constituidos fundamental-mente por el Estado-nación, los partidos, lasprofesiones, las instituciones y las tradicio-nes históricas, definitivamente pierden supersuasión de ofrecer utopías y proyectoscompartidos de vida.

Lo que se pierde son los códigos de or-ganización social que, diluidos en una retóricay en un discurso, han perdido poder de convic-ción y no logran compatibilizar esperanzas yexpectativas. En estos momentos, por lo tanto,ya ni siquiera es el Estado, que ha dejado deser omnipotente, la estructura tutelar que mo-dela de cierta manera a través de las institucio-

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nes la vida social. Este contexto, que Lyotardnos revela signado de des-esperanza, des-ape-go, apatía, es el preámbulo para exponer susideas en cuanto al lazo social. Desde este pun-to de vista, el lazo social que caracterizó a lavida moderna pierde sus características fun-damentales de voluntad colectiva y coopera-ción en torno a propósitos y objetivos que másallá de todo pragmatismo parecían útiles y vi-tales en el mantenimiento de todo el vínculosocial. Ya tal situación no parece ser rempla-zada por nada, al menos a la escala que le espropia, y lo que se evidencia es un profundoindividualismo, que, aunque estén rodeados yen contacto permanentemente con otros indi-viduos, no hay conexión de ínter-subjetivida-des que en situación de empatía otorguen sen-tido a sus prácticas.

Permítannos una breve digresión, peroque desde el punto de vista temporal y concep-tual nos parece conveniente. Es un lugar co-mún, tanto para los llamados pensadores post-modernos como para los comentaristas a fa-vor o en contra de esta tendencia, acentuarfuertemente la actitud individualista comosigno de la llamada época postmoderna.

Si bien, podríamos verificar la actualtendencia, sobre todo en los países del nortedel mundo, de individuos y actores socialesdisgregados, atomizados, privilegiando inclu-sive la esfera privada de la vida cotidiana y so-ciopolítica frente al ámbito público, en reali-dad el individualismo como concepción filo-sófica y sociológica del mundo no es tan nove-dosa, como habitualmente le atribuyen a lassociedades (occidentales) los amigos postmo-dernos. Recordemos que el individualismo, esuna de las proféticas tendencias de los llama-dos philosophes y de algunos otros pensado-res inspirados en la Revolución Francesa y engeneral del clima sociocultural augurado parauna época inmediatamente posterior a la caida

del Ancien Regime: La Modernidad (Zeitlin,1979:13 y ss).

Filosóficamente se puede plantear elindividualismo a partir de una noción de indi-viduo como ente singular determinado ‘omn-ímodamente’, de aquí se desaprenden dosconcepciones del mismo, una según la cual elindividuo en cuestión es una suerte de «átomosocial», y otra según la cual es una realidadsingular no intercambiable con ninguna de lamisma especie. En este sentido, interesa so-bremanera la primera concepción que tienepredominantemente un cariz negativo: segúnesto el individuo se constituye por oposición adiversas realidades: La Sociedad, el Estado, einclusive los demás individuos. Esta concep-ción ha sido muy común en la época modernay ha dado origen a muy diversas formas de in-dividualismo. La idea de contrato social y deliberalismo económico, por ejemplo, son sig-nificativas de esta formas.

Para ‘finalizar’ esta aclaratoria, valdríala pena comentar que el filósofo social Alexisde Tocqueville (1969), en su monumentalobra La Democracia en América, entre mu-chos tópicos importantes que trata de maneraingeniosa, nos hace ver y reflexionar que el in-dividualismo no es un fenómeno postmoder-no (Obviamente, Tocqueville es anterior a lallamada postmodernidad) sino más bien es unsíntoma social moderno y propio de las socie-dades democráticas. Este pensador fue el pri-mero en emplear e introducir este término alidioma ingles a través de la traducción de sugran obra, término, que por demás, fue “ma-noseado” por políticos e intelectuales socia-listas de tendencias comunitaristas y anar-quistas en posteriores generaciones.

Si bien esta es una característica de lassociedades democráticas modernas, vale ad-vertir, que el reprochaba y deploraba este fe-nómeno, (actitud verdaderamente moderna).

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La definición que ofrece Tocqueville del indi-vidualismo se localiza justamente en el capí-tulo “Del individualismo en los países demo-cráticos”. Tocqueville nos ofrece una defini-ción del individualismo recurriendo para elloen una visión de contraste o comparación conla definición del egoísmo.

Leámoslo en sus propias palabras: “elindividualismo es una expresión reciente, queuna idea nueva ha hecho nacer. Nuestros pa-dres no conocían más que el egoísmo. Elegoísmo es un amor apasionado y exageradode uno mismo, que conduce al hombre a no re-ferirse a nada más que a sí mismo, y a preferir-se a todo. El individualismo es un sentimientoreflexivo y apacible, que dispone a cada ciu-dadano a aislarse de la masa de sus semejan-tes, y a situarse al margen, con su familia y susamigos; de manera que, tras haberse creadoasí una pequeña sociedad para su uso, abando-na con gusto la gran sociedad a sí misma”(Tocqueville, 1969: 259) [Cursivas nuestra].

2.2. Lenguaje y el lazo socialEn el texto de Lyotard se puede leer en-

tre líneas esta sentencia: Ya nada es lo que fue,o parafraseando al viejo Marx: Todo lo queera sólido se desvaneció en el aire. La socie-dad y los sujetos, “signados” bajo la condiciónpostmoderna, se tornan una masa amorfa sinposibilidad alguna de crear y compartir lími-tes de encuentros sociales en donde la cone-xión de ínter-subjetividad ancle en ellos la no-ción de racionalidades diferentes pero vincu-ladas o interconectadas.

Cada quien queda “confiado” a la dili-gencia, a las posibilidades de cada uno. Nossugiere Lyotard (1997) Nadie cuenta con na-die, es la atmósfera vivida. Es una situaciónpredominante en donde cada quien se ve remi-tido a sí mismo, y cada quien sabe que ese símismo es muy poco, pero por lo menos hay

conciencia de sociedad y una idea de vincula-ción con el otro a través de la conciencia de ladesvinculación social.

Según Lyotard, esto es producto de loque él denomina como la descomposición delos grandes relatos, descomposición que vienea generar la disolución del lazo social y la mu-tación de las colectividades sociales al estadode una masa amorfa compuesta de átomos in-dividuales (individuos). Pero, parece haberuna salida alentadora en el propio Lyotard,aunque sin embargo, a primera vista parecieracoincidir con esa “era del vació”, que nos co-menta Lipovetsky (1983) y que mucho antespresagiaba Nietzsche, apareciéndosenos conanimo nihilista.

Someramente, se puede decir que Li-povetsky en su obra La era del vacio… haceuna descripción de las sociedades industriali-zadas avanzadas, específicamente los EstadosUnidos de Norteamérica, como una especie dealtar del individualismo, el consumo masivo,la diversión, el anti-prohibicionismo, etc. Conlos efectos socio-económicos de las primerasrecesiones económicas en los países centrales,el autor escribe sobre cómo su sociedad (Nor-teamérica) acudió a una era de hedonismo in-dividual normalizado, como él dice, un mun-do de lo “bio”, de lo “Light”, y la negación dela moral en todas su formas. El sentido indivi-dual se impone como criterio hedonista de lasupervivencia y de la negación de, por ejem-plo, la mística o el sacrificio. Vale decir, queesta nueva sociedad es llamada por él “post-moralista” (22).

Cuando se plantea que las posicionesson parecidas, es porque en el fondo la posturade Lyotard y de Lipovestky no es idéntica. Latautología permite mostrar que, si bien es cier-to que se difumina la sociedad bajo la condi-ción postmoderna en Lyotard, en razón de queel lazo social aparentemente desaparece, la

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idea de la atomización de los individuos confi-nados a sí mismos no es mas que una visiónobnubilada por la representación paradisíacade una sociedad orgánica perdida (Cf. Lyo-tard, 1997).

Si bien es cierto que el sí mismo es unareducción de las posibilidades vinculativasdel individuo y que además es poco para el ha-cer, el individuo no se encuentra nunca aisla-do, ni siquiera los enfermos de lepra que se en-cuentran confinados en lugares apartados, porejemplo.

Los individuos en tanto que “animalessociales” (23) se encuentran atrapados en unacompleja red de relaciones que, sin distingode clase, de genero o de posición social, estánsiempre situados en una especie de nudos queconforman circuitos de comunicación, por losque transitan mensajes de diversa naturaleza:“nunca está, ni siquiera el más desfavorecido,desprovisto de poder sobre esos mensajes quele atraviesan al situarlo, sea en la posición dedestinador, o de destinatario, o de referente”(Lyotard, 1997: 16) (24).

Este punto es importante, puesto quebajo este “contexto comunicacional”, Lyotardhace uso de la teoría de los juegos del lenguajedel filósofo Ludwig Wittgenstein. La obra delfilósofo alemán es bastante compleja y no espretensión de este escrito discutirla filosófica-mente.

Sin embargo, desde la publicación delTractatus Lógico- Philosophicus, publicadopor Wittgenstein en 1921, con introduccióndel Filósofo ingles B. Russell, pasando porLos cuadernos azul y marrón (1958), hasta lapublicación de Investigaciones filosóficas(1953) comprendido como una obra filosóficade carácter orgánico, pudiéndose decir que lafuerza argumentativa de su filosofía, se basa:primero, en la insistencia en la diversidad delsignificar; segundo, idea del sistema de reglas

como “técnica” adquirida; tercero, diferenciaentre juegos de lenguaje y por último como fi-nalidad, subrayar el rol de la significatividaden las relaciones interhumanas.

No es propósito de este trabajo elaborarcomparaciones y análisis entre la teoríaWittgensteiniana de los juegos del lenguaje,con el uso que hace de esto Lyotard. Sin em-bargo, Lyotard expone explícitamente que esel método a utilizar en su texto. Como lo escri-be el capítulo III de su obra, dos principiossubyacen para el uso de esta corriente de la fi-losofía del lenguaje contemporánea: el primerprincipio que expone es que “hablar es com-batir”, en el sentido de jugar, y que los actosdel lenguaje se derivan de una agonística ge-neral. El origen de este principio se encuentraen la ontología de Heráclito y en la Retórica delos sofistas sin hablar de los primeros trágicos.Aristóteles le dedica una gran parte de su re-flexión sobre la dialéctica en “Tópicos” y“Refutaciones Sofísticas”, recogidas con elnombre de El Organon, las cuales componenla obra sobre los tratados de lógica aristotéli-ca, a saber: “Categorías”, “De la interpreta-ción”, “Analíticos primeros” y “Analíticosposteriores” (Cf. Aristóteles, 1992; Lyotard,1997: 57).

Y el segundo principio que subyacepara el uso de esta corriente, es que el lazo so-cial esta hecho de jugadas del lenguaje y queaunque no toda relación social sea de este or-den, como muy bien lo admite, los juegos dellenguaje son el mínimo de relación exigido ynecesario para que exista sociedad. Encuentroen esta segunda aseveración una tesis convin-cente para basar mi argumentación, y ademáses el punto de partida según mi criterio, paraque la reconstrucción del lazo social sea posi-ble. Ello permite pensar que Lyotard no es tanpesimista, ni nihilista.

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Parte sustancial de la sociedad se formaallí donde el lenguaje se hace presente y des-pliega todo su potencial para que las interac-ciones sociales sean inteligibles entre los indi-viduos. “¡Hablando se entiende la gente!”, esuna aseveración que con frecuencia escucha-mos a nuestro alrededor; es el habla expresadaa través del lenguaje la materia prima de todarelacion social y constituye a mi juicio la for-ma mas acabada de interacción; por eso encada época y en cada grupo social se desarro-lla un modo discursivo propio, en atención a lanaturaleza de la organización social, sus con-tradicciones y conflictos.

Es como nos comenta Bourdieu (1975)en el Oficio del Sociólogo: en la sociedad “elhabla de uno es igual al habla de muchos”, por-que las mismas condiciones de existencia re-producen sistemas de disposiciones semejan-tes, a través de la organización social de lasprácticas y de las obras del grupo. No obstante,los comportamientos correspondientes al gru-po son expresados y manifestados de las for-mas mas diversas por los miembros, pero con-servando la representación social o grupal. Porlo tanto el habla y el lenguaje se manifiestan,entonces, en la conciencia colectiva, que estaasociada a la existencia de un sistema de dispo-siciones durables y transferibles que integra to-das las experiencias pasadas y que funciona entodo momento como una suerte de matriz depreocupaciones, apreciaciones y acciones.

Ahora bien, la cuestión del lazo socialpuede definirse, en Lyotard, como un juegodel lenguaje, puesto que el sujeto no posee unacondición estática y esta en constante comuni-cación –a través del lenguaje- con los otros.En este juego los individuos están en constan-te variación de posiciones, como ya se descri-bió en la nota 28 de éste escrito: la posición deinterrogante, que sitúa inmediatamente a

aquel que la plantea, aquel a quien se dirige, yal referente que interroga; esta cuestión ya es,pues, el lazo social (Lyotard, 1997: 17).

Sin embargo, Lyotard nos alerta que esseguro que los mensajes en toda relación co-municacional, no sólo funcionan en tanto quecomunican información. Reducirlos a esa fun-ción, es adoptar una perspectiva que privilegiaindebidamente el punto de vista del sistema ysu sólo interés. Pues es la máquina cibernéticala que funciona con información, pero porejemplo los objetivos que se le han propuesto alprogramarla proceden de enunciados prescrip-tivos y valorativos que la máquina no corregiráen el curso de su funcionamiento, por ejemplo,la maximalización de sus actuaciones. Pero,¿cómo garantizar que la maximalización de susactuaciones constituya siempre el mejor objeti-vo para el sistema social? (Lyotard, 1997).

Lo que se quiere resaltar es que los men-sajes están dotados de formas y de efectos muydiferentes, según sea la posición del o de los su-jetos en el espacio social que se ocupe, cuestiónque dilucida tal posición dentro del aspecto ago-nística de la relación comunicativa. Para “finali-zar” dejemos que el propio Lyotard nos expli-que con sus propias palabras esta idea, y cito deforma extensa porque me parece necesario:

“Los átomos están situados en cruces de

relaciones pragmáticas, pero también

son desplazados por los mensajes que los

atraviesan, en un movimiento perpetuo.

Cada «compañero» de lenguaje sufre en-

tonces «jugadas» que le atribuyen un

«desplazamiento», una alteración, sean

del tipo que sean, y eso no solamente en

calidad de destinatario y de referente,

también como destinador. Esas «juga-

das» no pueden dejar de suscitar «con-

tra-jugadas»; pues todo el mundo sabe

por experiencia que estas últimas no son

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«buenas» si sólo son reactivas. Porque

entonces no son más que efectos progra-

mados en la estrategia del adversario,

perfeccionan a éste y, por tanto, van a ras-

tras de una modificación de la relación de

las fuerzas respectivas. De ahí la impor-

tancia que tiene el intensificar el despla-

zamiento, e incluso el desorientarlo, de

modo que se pueda hacer una «jugada»

(un nuevo enunciado) que sea inespera-

da” (Lyotard, 1997: 16).

3. Reflexiones finales

Las conclusiones sobre este trabajo re-flejan una crítica, más que sobre el contenido,disertación o postura teórico-filosófica, sobrela forma en que el autor presenta al lector su tra-bajo. Debo decir que me pareció difícil soste-ner una argumentación mejor, puesto que lassecuencias narrativas carecen, aunque no porcompleto, de coherencia e ilación para conca-tenar lógicamente las ideas. No pretendo decircon esto que el texto es ininteligible por com-pleto, al contrario una de las paradojas que unocapta inmediatamente al leerlo es precisamenteuna impecable redacción de la mayoría de suspárrafos por un lado, y por otro, lo que uno es-pera al leer un texto filosófico: “claridad” en laexposición escrita de las ideas.

Para el primer capítulo analizado, pre-senta lo que denomina un “corte metodológi-co” sobre el ‘saber’ en las sociedades desarro-lladas mas avanzadas contextualizado sobrelas sociedades europeas occidentales aproxi-madamente en la segunda mitad del siglo pa-sado. En este capítulo, Lyotard realiza un ejer-cicio bastante simple de una sociología de lateoría social al confinar la cuestión del saber ados de los grandes “relatos” en términos Lyo-

tardianos, a saber: el funcionalismo y el mar-xismo.

No es criticable que haya tomado estavía para enmarcar la cuestión del saber en uncontexto socio histórico determinado, sobretodo si se piensa, en una cuestión de recursosteóricos para ordenar ciertas ideas sobre algo,lo que si se critica es ¿Por qué ese rodeo socio-logizante?, la cuestión no deriva para nada enun menosprecio por la sociología y su activi-dad como ciencia social, pero ¿acaso la cues-tión del saber no es algo mucho mas amplio,como para confinarlo sólo a esta disciplina?,¿acaso significa que para saber hay que ser unindividuo versado sobre temas sociológicos?Considero que no, el saber pareciera ser unacondición muchísimo más amplia y que reba-sa el ámbito de validez de cualquier disciplinacientífica desarrolladas al calor de la moderni-dad, o ¿acaso un zapatero, herrero o artistaplástico no ‘sabe’ su oficio y las cosas que hayque realizar para constituirse como tal?

De todas formas la intención de Lyo-tard apunta a alertar sobre la crisis de los gran-des relatos y su capacidad de legitimacióncomo discursos en la vida intelectual, acadé-mica y social en general. Tambien lo que trataes de contextualizar acerca del marco socialen donde se produce y se reproduce el saber:Pues, según Lyotard, no se puede saber lo quees el saber, es decir, qué problemas encaranhoy su desarrollo y su difusión, si no se sabenada de la sociedad donde aparece. Y, hoymás que nunca, saber algo de esta última, es enprincipio elegir la manera de interrogar, quees también la manera de la que ella puede pro-porcionar respuestas. No se puede decidir queel papel fundamental del saber es ser un ele-mento indispensable del funcionamiento de lasociedad y obrar en consecuencia adecuada-mente… (Lyotard, 1997).

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De manera que, hablando sobre el lazosocial podríamos esgrimir que se presenta so-bre esto, una postura que parte desde las cons-trucciones teóricas a la verificación empíricasobre la realidad, cuestión típica de la activi-dad sociológica. Sintetizando se podría afir-mar que la alternativa parece clara, homoge-neidad o dualidad intrínsecas de lo social, fun-cionalismo o criticismo del saber, pero la de-cisión parece difícil de tomar, o arbitraria, sies que habría que hacerlo.

Uno está tentado a escapar a esa alterna-

tiva distinguiendo dos tipos de saber,

uno positivista que encuentra fácilmen-

te su explicación en las técnicas relati-

vas a los hombres y a los materiales y

que se dispone a convertirse en una fuer-

za productiva indispensable al sistema,

otro crítico o reflexivo o hermenéutico

que, al interrogarse directamente o indi-

rectamente sobre los valores o los obje-

tivos, obstaculiza toda «recuperación»

(Lyotard, 1997: 14).

Se puede decir sobre esto algo que semencionó en líneas anteriores. Tal cual comopresenta Lyotard la cuestión, no es nada no-vedoso, esto es el discurso sociológico, condiversas variaciones en espació y tiempo,que por más de un siglo de forma coherentese ha venido sosteniendo y ha relegitimadotanto la teoría sociológica como la actividadde la disciplina. Ampliando un poco más, lacuestión gira en torno al problema del indivi-duo en sociedad pero abordado desde postu-ras “particularistas” o desde posturas “globa-listas” y en este sentido observar al individuoen su relación con otros, desde posturas teóri-cas o discursos sobre lo social prefabricados.Evidentemente el resultado son dos formatosde sociedad distintos y de vinculaciones en-

tre sus individuos de maneras distintas, asícomo por ejemplo, la idea sobre “la verdad delas cosas” pudiera resultar distinta desde lapostura de un racionalista como desde la pos-tura de un empirista.

Lo cierto es que el lazo social no quedasolamente planteado desde esta perspectiva,sino que da un giro y se convierte en una cues-tión lingüística, según puedo leer en los capí-tulos analizados del texto de Lyotard. Aunquepudo haberse profundizado más en esta cues-tión, que se encuentra planteada en toda laobra del autor francés, pero particularmenteacentuada en el capítulo V abordado desde “laperspectiva postmoderna”, quedo por lo me-nos claro hasta ahora que el lazo social desdela posición Lyotardiana, es una cuestión me-ramente lingüística y comunicacional, puestoque llamada postmodernidad se refiere nosólo a un aspecto de discusión filosófica queya entraña una discusión importante, sinotambién a una idea o noción de la sociedadcontemporánea, concretamente las sociedadpostindustrial, afectada por el devenir del finde la modernidad y caracterizada por una sen-sación o síntoma de fragmentación y rupturade la realidad y en los vínculos sociales de losindividuos (Cf. Castro, 1999).

Aquí la función narrativa de los gran-des relatos sus functores, el gran héroe, losgrandes peligros, los grandes periplos y elgran propósito, se dispersan en nubes de ele-mentos lingüísticos narrativos, etc., cada unode ellos vehiculando consigo valencias prag-máticas sui generis.

Desde este punto de vista, nos parece,que el hombre es nada, es un ser diverso y enconstante cambio, es el escultor de su propiodestino, parafraseando a Sartre y su lectura fi-losófica del existencialismo (Sartre,1943/1946) (25). Según Lyotard es cuestiónde performatividad, es decir, de posibilidades

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individuales de cada quien, a través de compe-tencias lingüísticas especificas y compartidas,para forjarse y construirse su lugar social. Deesta descomposición de los grandes Relatos, alos cuales apunta Lyotard, se sigue eso que al-gunos analizan como la disolución del lazo so-cial y el paso de las colectividades sociales alestado de una masa compuesta de átomos in-dividuales lanzados a un absurdo movimientobrowniano (Baudrillard, 1978; Lyotard,1997). De allí, pues que, como nos sugiereLyotard los individuos quedan confiado a ladiligencia de cada uno. Cada uno se ve remiti-do a sí mismo. Y cada uno sabe que ese ‘símismo’ es poco.

Pero siempre hay posibilidades, comohicimos ver en el desarrollo del análisis sobreesta cuestión. Las pasibilidades nunca quedantotalmente cerradas para la “reconstrucción”del lazo social, no hay determinismo por com-pleto puesto que es a través del habla, de la co-municación por donde podemos establecer yrestituir las vinculaciones sociales, aunqueconsidero que esto tampoco es una novedad.Esto lo hay sostenido desde hace algún tiempola filosofía del lenguaje, de algún modo la deWittgenstein, la sociología del lenguaje y lateoría de la comunicación. Sin embargo, estaparece ser la salida para la “re-elaboración”del lazo social que extraemos del análisis deltexto de Lyotard.

Lo que se precisa para comprender deesta manera las relaciones sociales, a cual-quier escala que se las tome, no es únicamenteuna teoría de la comunicación, sino una teoríade los juegos, que incluya a la agonística ensus presupuestos. Y ya se adivina que, en esecontexto, la novedad requerida no es la simple«innovación». Se encontrará en algunos so-ciólogos de época contemporánea con quésostener este acercamiento (Cf. Goffman,1971; Gouldner, 1979).

De allí pues que, se concluya que lo quepretende Lyotard a este respecto es una suerte“atomización” de lo social en redes flexiblesde juegos de lenguaje, pero concluyo final-mente interrogando, ¿no es esto lo que propo-ne Jürgen Habermas con su tesis de la accióncomunicativa? (26), acaso ¿no hay en Lyotardintentos de reelavorar el lazo social de los es-tragos del ejercicio de la razón instrumental,como lo propone Habermas, a través de unasuerte de “abrazo comunicacional”? Haber-mas podrá seguir intentando, en lo que le restade vida, rescatar el proyecto de la modernidado intentar reivindicarlo y Lyotard que, aunqueya muerto, seguirá siendo considerado el “pa-dre” de las tendencias postmoderna y a travésde sus obras muchos más negaran esta posturao se adheriran a ella, pero lo interesante, qui-zás para otra reflexión posterior es: ¿coincid-irán en esto los dos filósofos?

Por lo pronto, se pudiera adelantar, quea pesar de que los dos pensadores hacen usodel tema del lenguaje como mediación per-ceptual y material de comunicación intersub-jetiva, para “rescatar” por lo menos en idea ellazo social y volverlo a prefigurar como ele-mento esencial de la relaciones societales, laposición de Habermas se diferencia, puestoque propone una suerte de diálogo trascen-dental. La acción comunicativa que nos pro-pone el pensador alemán, es una teoría en lacual se puede dialogar racionalmente sobre laética, sobre los valores, conforme a ciertascondiciones transcendentales… desde esepunto de vista la propuesta habermasiana esde clara ascendencia kantiana.

Pero resulta, y a guisa de crítica, que essumamente difícil la posibilidad de diálogotrascendental. En todas partes el diálogo es undiálogo situado, es decir, sometido a conside-raciones concretas, históricas. Esta últimaproposición esta más cercana a la posición de

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Lyotard. De todas formas de lo que se trata esde seguir reflexionando, filosófica y socioló-gicamente sobre estos asuntos y como nos de-cía el profesor Luis Vivanco de la Universidaddel Zulia a nosotros sus alumnos: “en filosofíaningún tema está acabado por completo,siempre hay asuntos filosóficos que estánpendientes”.

Notas

1. El movimiento filosófico de filosofía dela praxis proviene del marxismo y propo-ne una reflexión científica y filosóficaque deviene en una praxis crítico-social.Aquí se entiende el concepto de “praxis”como una vía de transformación sistemá-tica de la realidad en el sentido de que sinpraxis es imposible el conocimiento de larealidad y su transformación.

2. Socialismo o Barbarie fue un grupo de laizquierda radical francesa que surgió en elllamado periodo de la postguerra en 1948,sin embargo, el movimiento germina mu-cho antes, en la cuarta internacionaltrotskista. Este movimiento tenía comopropósito fundamental la crítica, por unlado, a la URSS, y la idea ortodoxa de par-tido leninista haciendo énfasis en la im-portancia de los consejos de los trabaja-dores y defensor de la autonomía y la au-togestión, y por otro lado, una fuerte críti-ca contra las burocracias que gobernabanel capitalismo moderno. Poco antes delmovimiento del mayo francés de 1968, en1965 el grupo se disolvió.

3. El esfuerzo más importante de Derrida,expresado en sus textos, gira en torno endemostrar las tendencias logocéntricasbajo las cuales ha operado desde la anti-güedad griega la metafísica occidental.En este sentido, Derrida se propone dejar

al descubierto el modo violento en que elpensamiento metafísico se ha desplega-do. Los autores sobre los cuales Derridamás ha concentrado sus estrategias de-constructivas son Platón, J.J. Rousseau,C. Levi-Strauss y F. De Saussare. Para unexamen detallado sobre este asunto, Cf.De la gramatología (Trad. O. del Barco yC. Ceretti) Buenos Aires, Siglo Veintiunol97l; “La différance”, en VV. AA., Teoríade conjunto (Trad. S.Oliva, N.Comadirey D. Oller) Barcelona, Seix Barral, l97l.

4. Parsons fue el sociólogo norteamericanocon más influencia en el pensamiento so-ciológico, no sólo en su país, sino en la ac-tividad sociológica en general y su in-fluencia sucesiva. Fue un pensador del si-glo XX y sus obras tuvieron como preocu-pación central el sistema social y los sub-sistemas que lo componían en sintoníacon el mantenimiento, el funcionamientoy el equilibrio orgánico de la sociedad. Amanera de ilustración, se puede conside-rar a este pensador, en términos estricta-mente sociológicos, como el Kart Marxde América.

5. Para un examen mucho más profundo so-bre esto, en particular se puede consultarPARSONS, Talcott (1976) El sistema so-cial. Y desde un punto de vista epistémicoestructura-sistémico Cf. Ensayos de teo-ría sociológica (1967) y sobre la biblio-grafía marxista recomiendo consultar alpropio Marx en algunos de sus textos“más sociológicos”: El 18 brumario, en-tre otros, puesto que nombrar aquí algu-nas obras importantes de otros autores so-bre el pensamiento Marxista nos llevaría,sin exagerar, mucho más que el espacioque corresponde “convencionalmente” auna nota; y para un ensayo sobre la visióndel conflicto y posibles puntos de encuen-tro entre estas dos corrientes de la teoría

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sociológica véase: GOULDNER, AlvinLa crisis de la sociología occidental.(1979: 407 y ss).

6. Léase Augusto Comte, Emilio Durkheimy el filósofo Británico Herbert Spencer,influenciados fuertemente por las tenden-cias organicistas y evolucionistas, reali-zan extrapolaciones y analogías teóricas ala naciente Sociología, pero justificado,por el nacimiento de ésta, a mediados delsiglo XIX y en búsqueda de un estatus de“Cientificidad” y rigor epistemológico.De igual forma, vale decir, que mucho an-tes que Parsons, ya Emilio Durkhein en1893 estudiaba, analizaba y teorizaba a lasociedad como un todo orgánico en dondelas relaciones sociales estaban signadaspor elemento de solidaridad social queconformaban la esencia de todo vínculointerhumano. Tal como este veía el pro-blema, la organicidad social, pasaba poraltos grados de solidaridad constituidopor una conciencia colectiva mediadamoralmente. En este sentido consúltese laobra cumbre de este brillante pensador:De la División Social del Trabajo (1967).Con respecto a las consideraciones epis-temológicas de la Sociología, al respectose puede consultar la obra de BOUR-DIEU, Pierre y otros El oficio del sociólo-go (1975). Valga decir que, a pesar de lasdiferencias que pueden marcar los con-textos sociohistóricos particulares que letoco vivir a cada uno de estos dos grandessociólogos, convergen en una idea centraly que a su vez es uno de los hilo conducto-res de la pretensión de cientificidad de ladisciplina y que a su vez históricamenteha sido uno de los núcleos problemáticosde la Sociología: Autonomía epistémica yconsolidación institucional de la Sociolo-gía. Hoy por hoy, particularmente, sos-

tengo que sus esfuerzos no han sido envano, y que estos pensadores, entre variosotros se encuentran en el panteón comograndes inspiradores del quehacer socio-lógico.

7. “los decididores, intentan adecuar esasnubes de sociabilidad a matrices deinput/output según una lógica que implicala conmensurabilidad de los elementos yla determinabilidad del todo…Sed opera-tivos, es decir, conmensurable, o desapa-reced” (Cf. LYOTARD, 1997: 4). [Cursi-va nuestra].

8. Cosmovisión en términos genéricos aludea una forma de ver y contemplar el mun-do. Una cosmovisión puede estar organi-zada en torno a varios elementos juntoscomo la ética, la estética, la política, lasformas jurídicas, la sociedad, la econo-mía, la ciencia y la religión básicamente.

9. Para un examen de esto sugiero particu-larmente el libro de Laurin Frenette titula-da: Las teorías funcionalistas de las cla-ses sociales (1989) y una crítica en el mis-mo sentido, que de manera subrepticiarealiza Charles Wright Mills, a la “GranTeoría” de T. Parsons, en un libro con elsugerente título La imaginación socioló-gica. (1975: 44 y ss).

10. En este sentido consúltese: http://www.analitica.com/Bitblio/ibsen_marti-nez/sin_intelectuales.asp Descargado yconsultado el 20/01/2006.

11. Piénsese en este sentido en la idea de re-voluciones científicas y en la idea de crisisde la ciencia normal (Paradigmas) ex-puesto por Thomas Kuhn en La estructu-ra de las revoluciones científicas (1982).

12. Los conceptos de imput/output, provie-nen de la Cibernética y están referidos auna analogía del sistema político comosistema cibernético.

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13. El término “tecnocracia” proviene de laacepción que John Kenneth Galbraith(1974) ha dado al término “tecno-estruc-tura” en su obra: El nuevo estado indus-trial. y es mucho más duro que el sentidoevocado cuando se nombra la “Burocra-cia”, aquel se encuentra de alguna maneraen el ámbito sociopolítico, además deleconómico y procede inicialmente de unacrítica realizada por la oposición obrera(Kollontai) al poder bolchevique y des-pués por la oposición Trotskista al régi-men estalinista. Cf. Por ejemplo a LE-FORT, Cl. (1971).

14. Aquí recomiendo ver la película “Lossueños” del fallecido productor japonésAkira Kurosawa. El cineasta Nipón buscadevelar las consecuencias que podríandesprenderse si continuamos alienados eneste camino “enloquecido” que segui-mos. La obra comprende ocho relatos ba-sados en los propios sueños Akira Kuro-sawa: La relación del hombre con su en-torno, la infancia, el arte, la espirituali-dad, la muerte y la ecología son algunosde los temas abordados por Kurosawa, altiempo que refleja las mutaciones socio-culturales que ha sufrido Japón a lo largodel siglo XX.

15. En este sentido, tal como señalaPzeworski, hasta no hace mucho se podríadecir que la fuerza argumentativa delmarxismo se centraba en: 1) la conductaindividual considerada como representa-ción y realización de unas posiciones declase; 2) los sujetos-actores que moviliza-ban la historia eran las clases, las colecti-vidades en lucha, 3) La relación centralque estructura la sociedad capitalista sus-tentada en las relaciones asimétricas eirreconciliables entre los intereses de losobreros y los capitalistas; 4) la sociedad

capitalista dominada económicamentepor el capital.

16. Tan sólo una revisión a una buena parte dela bibliografía que comprende el manan-tial marxista comenzando por la obra delpropio Marx, pasando por Lenin, Trotski,Lukács, Gramsci, Bujarin, Luxemburgo,entre muchos otros bastará para compren-der que este modelo de sociedad y estaepistéme, monopolizaron buena parte delas pretensiones de explicación de la so-ciedad (incluso a veces forzadamente).De todas formas los resultados hoy en díaal parecer son otros: 1) Las fuerzas pro-ductivas perdieron su halo de inocencia;2) La abolición de la propiedad privada delos medios de producción no deviene ne-cesariamente en una sociedad auto-ges-tionaria y 3) La utopía perdió su punto decontacto con la realidad. Para un examendetallado de esto véase el trabajo de HA-BERMAS, Jürgen. (1991) “El futuro delsocialismo occidental”.

17. A despecho, o quizás no, de muchos Mar-xistas en el siglo XX y lo que va de estenuevo siglo, la ‘Lucha’ no esta confinadaestrictamente a la confrontación econó-mica, sociopolítica e inclusive violenta delas Clases y fracciones de Clases antagó-nicas. Entendemos que a demás del vo-luntarismo político que esta posición sig-nifica, también implica una posición epis-témica y/o paradigmática, o en todo casouna visión del mundo, en torno al cualcreemos en su legitimidad como argu-mento; pero por otro lado, los conflictosde la vida social también se entronizan enotras formas de la actividad interhumana:tan sólo piénsese por ejemplo, en las dis-tintas religiones y sus sucesivos, constan-tes y complejos conflictos, los problemasraciales y los problemas inter-etnicos engeneral. A la luz del marxismo, resultaría

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claro que los individuos que “participan”en estas relaciones conflictivas, tiene unaconciencia e intereses de clases, según suposición en la estructura social y respectoa los medios para la producción del traba-jo, pero un acercamiento detallado y másatento sobre estos problemas, nos indica-ría que dentro de las causas que figurancomo generadoras de tales sucesos, seevidenciarían otras dimensiones y otrosmatices que alimentan sistémica y siste-máticamente en el conflicto. Por ejemplo,¿Se podría COMPRENDER y EXPLI-CAR el problema de las invasiones de te-rrenos y propiedades en la Venezuela ac-tual solo con el referente Marxista? o cla-sificar a los amigos Buhoneros o Trabaja-dores por cuenta propia como Lum-penproletarios? En todo caso, a lo quenos referimos, y como muy bien lo de-mostró el Sociólogo Alemán Max Weber,en varios de sus trabajos, pero especial-mente en sus dos obras más importantesLa ética protestante y el espíritu del capi-talismo (1994) y Economía y Sociedad(1977), es que la vida social y los conflic-tos que dentro de ésta se generan no estándeterminados estrictamente por la dimen-sión económica, y que cuestiones como elpoder, la racionalidad social en una épocay contexto determinado, los valores privi-legiados socialmente, determinan igual-mente tales relaciones conflictivas y tam-bién vislumbran los derroteros epistémi-cos de abordaje.

18. Un comentario sobre esto: para el positi-vismo y el marxismo clásico con su deter-minismo legal y para los funcionalistas,con sus mecanismos estructurales de orde-namiento y equilibrio social, sigue vigenteel orden inmutable. Para el primero y eltercero, lo que no entre en ese orden esanomia, desviación, anormal, peligroso,

por tanto hay que apartarlo, corregirlo,expulsarlo o readaptarlo al orden existen-te.

19. El concepto de Logicidad, Ilación asícomo también el de Coherencia y Armoníaque son aspectos de importancia a ser teni-dos en cuanta en la redacción de cualquiertrabajo escrito, se pueden encontrar per-fectamente explicados en: BARRERA,Marcos. Sugerencia para redactores, co-municadores e investigadores. (2003: 53).Por otro lado, y de suma importancia, tam-bién es importante acotar, sin ánimos dejustificación alguna, el empeño de los lla-mados pensadores postmodernos en em-plear términos y conceptos de muy ‘obsc-ura’ significación y comprensión y no serde alguna manera gentiles con los lectoresen la aclaración de sus ideas.

20. Real Academia Española. Diccionariode la lengua española (1992: 233) En losucesivo se citará como DRAE, seguidodel año y la página que corresponda.

21. A propósito de esto, recientemente hasido publicado un libro bastante intere-sante del Abogado y Cientísta PolíticoJohn Holloway titulado Cambiar al mun-do sin tomar el poder (2002). Desde elMarxismo, el autor exhorta, sobre algo notan novedoso que ha generado un amplioconsenso a partir de Marx: el Capitalismono es el mejor ni al más humano ni huma-nitario modo de producción y de organi-zación socioeconómica ni social. Sin em-bargo lo que se nos hace interesante, sonlas tesis sobre la noción de anti-poder queexpone en su libro. En términos generalesHolloway pareciera acercarse a las posi-ciones anarquistas del aniquilamiento delestado propuestas en el Siglo XIX por elfilósofo Ruso Mijaíl Bakunin, sin embar-go, a pesar ver al Estado como una pro-ducción material y simbólica del capita-

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lismo burgués, el anarcocolectivismo,como salida sociopolítica propuesta poraquél, no le parece la mejor solución. Latesis general del libro inicia con la refle-xión de que es urgente cambiar el mundo,que el mundo capitalista es un mundo in-tolerable, es un mundo que nos destruye,que destruye la humanidad, entonces hayque cambiar el mundo, pero el cambio nose hace a través del Estado, no se puedecambiar utilizando la formula de tomar elEstado. A partir de aquí surge la preguntade cómo cambiar el mundo sin tomar elpoder, y esto es necesariamente una pre-gunta, porque no existe una respuesta.

22. Si bien, esto es el clima social que vivegran parte de Europa occidental y los esta-dos unidos de Norteamérica, esto no sig-nifica que sea unas atmósferas extensivasa toda la sociedad y menos en regiones so-cioculturales y sociodemográfica tan he-terogéneas a lo interno de cada una deellas. Piénsese por ejemplo, en Norteamé-rica, en donde la pluriculturalidad étnicadesde su ‘inicio’ como república es el as-pecto esencial de su conformación y diná-mica sociocultural.

23. “Según esto es, pues, evidente, que la ciu-dad-estado es una cosa natural y que elhombre es por naturaleza un animal polí-tico o social; [....] Y la razón por la que elhombre es un animal político «zôon poli-tikón» en mayor grado que cualquier abe-ja o cualquier animal gregario es eviden-te. La naturaleza, en efecto, según deci-mos, no hace nada sin un fin determinado;y el hombre es el único entre los animalesque posee el don del lenguaje. La defini-ción de Aristóteles, es en realidad, la deque el hombre es por naturaleza un miem-bro de la ciudad. Para el estagirita, el serhumano es un animal social por naturale-za. Lo que diferencia al hombre del resto

de animales es la palabra, (el logos segúnla acepción griega clásica) pero no enten-dida como facultad intelectual (los latinostradujeron como “racional”) sino precisa-mente como capacidad que nos posibilitallevar una vida en común, confluir y coe-xistir con otros semejantes en la polis.Para un detallado examen de esta posi-ción, véase su obra: Política, 1253a [Cur-siva nuestra].

24. En la enunciación de un enunciado siem-pre hay tres posiciones, digámoslo así, elde “destinador” (el que lo enuncia), el“destinatario” (el que recibe el enuncia-do) y el “referente” que es aquello de loque el enunciado trata. Véase el capítuloIII del texto, p. 11.

25. Para un mejor examen de esto, véase.:SARTRE, Jean-Paul: El ser y la nada. En-sayo de ontología fenomenológica.([1943]1972) De igual forma tambienpuede consultarse la conferencia realiza-da y publicada por Sartre en 1946: El exis-tencialismo es un Humanismo. Disponi-ble en http://psikolibro.webcindario.com/entralibro.htm

26. No es propósito explicito de este trabajola comparación entre Habermas y Lyo-tard con respecto a la Noción de Lazo oVinculo Social, sin embargo, es prudentedejar claro que la propuesta Habermasia-na se basa en un acuerdo o consenso co-municacional universal, (de clara inspira-ción kantiana) en donde, sobre la base delmejor argumento, fundamentalmente enel escenario sociopolítico se llegue a unacuerdo societal, que solo adquiere legiti-midad a partir de las razones mediadas in-tersubjetivamente que se esgrimen a tra-vés de juegos del lenguaje prefigurados y‘conocidos’ por todos. Sin embargo, ob-viamente esto es mucho más complejocomo para discutirlo en una nota. Se

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exhorta, sobre todo a compañeros estu-diantes de Sociología y Filosofía a no de-jar pasar por alto, la lectura de este impor-tante y complejo autor, sobre todo los dostomos de Teoría de la Acción Comunica-tiva (2000) y por supuesto los otros textosde su prolija obra.

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