CUÁN HERMOSOS SON SUS PIES

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¿CUÁN HERMOSOS SON SUS PIES? Introducción. La enseñanza de hoy es sobre el evangelismo, el mayor el encargo que Jesús nos ha dado a su Iglesia amada, haciéndole claridad de que esta enseñanza no es para teólogos, ni para expertos sino para usted que camina en Cristo, que mueve sus pies para llevar las buenas nuevas a todos cuanto pueda y para aquellos cuyos pies no son aun tan hermosos. PASAJE CENTRAL: Romanos 10:14-16: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?” Padre nuestro y Señor nuestro: te damos gracias infinitas por habernos predestinado, por habernos escogido, por habernos salvado, por habernos glorificado, por habernos sentado contigo en las regiones celestiales, por habernos sellado con el Espíritu Santo, por habernos proveído con tu santa y verdadera Palabra, por habernos dado a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo Amado, porque Tu Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de ser hijos de Dios, por habernos hecho hijos de la promesa, hijos de luz e hijos amados. Oh, Señor, te alabamos y te exaltamos. Te pedimos perdón por haber callado tanto tiempo tu verdad, por haber disfrutado tanto tiempo de la comodidad sin hablar con denuedo de ti, sin predicar tu Palabra, sin llevar las buenas nuevas a los perdidos. Perdóname Señor por haberme avergonzado de tu evangelio en tantas ocasiones. Declaramos hoy, Señor, que tenemos un espíritu diferente porque tu nos has dado no un espíritu de temor sino de poder de amor y de dominio propio. Declaramos Padre del Cielo que queremos ir, que iremos dónde nos envíes, que no nos avergonzamos del evangelio porque el

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¿CUÁN HERMOSOS SON SUS PIES?

Introducción.

La enseñanza de hoy es sobre el evangelismo, el mayor el encargo que Jesús nos ha dado a su Iglesia amada, haciéndole claridad de que esta enseñanza no es para teólogos, ni para expertos sino para usted que camina en Cristo, que mueve sus pies para llevar las buenas nuevas a todos cuanto pueda y para aquellos cuyos pies no son aun tan hermosos.

PASAJE CENTRAL: Romanos 10:14-16: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?”

Padre nuestro y Señor nuestro: te damos gracias infinitas por habernos predestinado, por habernos escogido, por habernos salvado, por habernos glorificado, por habernos sentado contigo en las regiones celestiales, por habernos sellado con el Espíritu Santo, por habernos proveído con tu santa y verdadera Palabra, por habernos dado a nuestros corazones el Espíritu de tu Hijo Amado, porque Tu Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de ser hijos de Dios, por habernos hecho hijos de la promesa, hijos de luz e hijos amados. Oh, Señor, te alabamos y te exaltamos. Te pedimos perdón por haber callado tanto tiempo tu verdad, por haber disfrutado tanto tiempo de la comodidad sin hablar con denuedo de ti, sin predicar tu Palabra, sin llevar las buenas nuevas a los perdidos. Perdóname Señor por haberme avergonzado de tu evangelio en tantas ocasiones. Declaramos hoy, Señor, que tenemos un espíritu diferente porque tu nos has dado no un espíritu de temor sino de poder de amor y de dominio propio. Declaramos Padre del Cielo que queremos ir, que iremos dónde nos envíes, que no nos avergonzamos del evangelio porque el Evangelio es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree, que disponemos nuestra vida para servirte y para proclamar Tu Santa Palabra en el nombre de Jesús de Nazareth.

1- ¿POR QUÉ EVANGELIZAR?

¡Porque usted ha sido enviado!

Hemos aprendido que cuando Dios repite algo en Su Palabra Santa es porque quiere hacernos entender que eso es realmente importante para El. Pues bien, nuestro Dios nos dio el mandato de la gran comisión, nos mandó a ir y a hacer discípulos, en los cuatro evangelios y en el Libro de los Hechos.

Fue su primer mandato (Marcos 1:17) y su último mandato (Hechos 1:8).

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Mateo 28:18-20: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Marcos 1:17: “Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.”

Marcos 16:15-18: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”.

Lucas 24:46-49: “y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.

Juan 20:21-22: “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

Hechos 1:8: “…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

En el pasaje de 1 Corintios 9:16-27 Dios va más allá y deja muy en claro que esa es una obligación además de la que uno no se debe gloriar sino que es un mandato con una consecuencia tremenda para el que no lo cumpla: “Sin embargo, cuando predico el evangelio, no tengo de qué enorgullecerme, ya que estoy bajo la obligación de hacerlo. ¡Ay de mí si no predico el evangelio! En efecto, si lo hiciera por mi propia voluntad, tendría recompensa; pero si lo hago por obligación, no hago más que cumplir la tarea que se me ha encomendado. ¿Cuál es, entonces, mi recompensa? Pues que al predicar el evangelio pueda presentarlo gratuitamente, sin hacer valer mi derecho. Aunque soy libre respecto a todos, de todos me he hecho esclavo para ganar a tantos como sea posible. Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a éstos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles. Todo esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus

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frutos. ¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan. Todos los deportistas se entrenan con mucha disciplina. Ellos lo hacen para obtener un premio que se echa a perder; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre. Así que yo no corro como quien no tiene meta; no lucho como quien da golpes al aire. Más bien, golpeo mi cuerpo y lo domino, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado”.

La evangelización es una de las razones principales por la cual Cristo no ha regresado aun. Dios ha dejado muy claro que Su bendito deseo es que todos se salven y que nadie se pierda. Recordemos esa bella Palabra que le dijo a sus discípulos en Mateo 24:14: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. De modo que esa es nuestra misión y es urgente. Debemos llevar rápidamente el Evangelio de la Salvación a todos cuanto conozcamos en nuestra familia, nuestro vecindario, nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestra nación.

Debemos de convertir el evangelismo en un estilo de vida, aprovechando muchas de las ocasiones ordinarias como el mismo nombre de algunas personas, el viaje en un avión o en un simple ascensor, la ida a un velorio, la muerte de un cercano, la conversación sobre algún accidente, la noticia sobre la enfermedad de algún conocido, la posible erupción de un volcán, el tsunami en el pacífico y muchas más para introducir el tema del Evangelio.

Dios lo ha puesto a usted en esa familia, en esa ciudad en ese barrio y le ha dado esos amigos que usted tiene para alumbrar con su Adorable Luz a todos a través de usted.Tenga siempre presente que la población mundial crece geométricamente, mientras los cristianos parece que crecemos aritméticamente, luego piense en involucrarse en un ministerio de evangelismo multiplicativo como evangelismo explosivo, por ejemplo.

Para terminar debo decir que evangelizar es una cuestión eminentemente de Amor. Si usted, mi amado hermano, está andando en Amor, el Amor de Dios lo va a constreñir a compartir el Evangelio pues usted querrá dar de gracia a otros lo que usted ha recibido de gracia. Usted querrá que todos tengan lo que usted ya tiene y que es muy superior a lo que está en el mundo, Cristo Jesús. Porque usted ya ha probado el gozo de la salvación, ha visto lo que puede hacer Cristo en la vida de cualquier persona, ha sido testigo de grandes prodigios y milagros en su vida usted querrá que aquellos a los que usted ama que son todos esos que Dios llama el Prójimo.

2- ¿QUIÉN Y CÓMO EVANGELIZAR?

El evangelismo no es una tarea primordialmente del pastor sino una misión de todo creyente, de todo nacido de nuevo.

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Pero muchos cristianos hoy tienen varias razones para no testificar. Dicen que no saben cómo, dicen que no tienen el don, que dan testimonio por medio de sus vidas, que es el oficio del Pastor, que les da miedo de ser rechazado o fallar, que no tienen tiempo….

Muchos no lo hacen porque tienen un pecado no confesado por allá escondido que está causando estragos.

Déjenme detenerme un poco en la idea generalizada que el adversario ha difundido de que evangelizar es una tarea del Pastor o de éste y los líderes de la iglesia o de los teólogos. Esa es la estrategia hasta ahora más exitosa del adversario. Pero La Verdad sobre esto (y todo lo demás) está en la Biblia. ¿Cómo sucedió en la iglesia primitiva? Después de la muerte de Esteban, dice la Biblia, hubo una época de gran persecución contra la iglesia en Jerusalén y la consecuencia fue hermosa: todos fueron esparcidos para proclamar el evangelio por donde quieran que iban. ¡Todos menos los apóstoles! Leamos Hechos 8:1-13: “Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban. Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel. Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías. Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría. Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria. Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: ¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios! Lo seguían porque por mucho tiempo los había tenido deslumbrados con sus artes mágicas. Pero cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. Simón mismo creyó y, después de bautizarse, seguía a Felipe por todas partes, asombrado de los grandes milagros y señales que veía”.

¿Quiénes predicaban la Palabra? ¡Los que fueron esparcidos! No dice los pastores, pues los mejores de ellos, los Apóstoles, se quedaron en Jerusalén. Y esta estrategia de dispersión y prédica de la Palabra fue poderosamente exitosa durante los siguientes 300 años hasta el año 313 en el cual se publicó por Constantino el edicto de tolerancia por medio del cual se terminaba la persecución contra el pueblo cristiano.

Los pastores en cambio sí tienen la obligación de capacitar sus laicos. Leamos Efesios 4:11-12: “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.”

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Jesús mismo evangelizó y nos enseñó cómo hacerlo. En este pasaje vemos que Jesús utilizó las 5 leyes de persuación: A- atención, B- interés, C- deseo, D- decisión, E- acción.

Leamos de nuevo el bello relato de la Samaritana en Juan 4:4-42, mientras analizamos cómo Jesús aplicó esos principios y evangelizó:

En el capítulo cuarto el Evangelio nos cuenta que Jesús mismo evangelizó y nos enseñó cómo hacerlo, qué principios debemos seguir cuando lo hacemos, qué pasos debemos seguir. En este pasaje vemos que Jesús utilizó un extraordinario método por medio del cual, estando en el lugar adecuado, en el tiempo adecuado, primero llamó la atención de la persona a quien quiso testimoniar acerca del Reino de Dios, después captó su interés, le hizo desear saber más acerca del tema, la confrontó con su pecado, la instó a que tomara una decisión y la llevó a la acción.

Un breve resumen del contexto general lo encontramos en los comentarios de la Biblia Diario Vivir: “Después que el reino del norte, con su capital Samaria, cayó en mano de los asirios, deportaron muchos judíos a Asiria y trajeron extranjeros para que se estableciesen allí y ayudaran a mantener la paz (2 Reyes 17:24). Del matrimonio entre aquellos extranjeros y los judíos que quedaron surgió una raza mixta, impura en la opinión de los judíos que vivían en Judá, el reino del sur. Los judíos puros odiaban esa raza mixta, que eran los samaritanos, porque sentían que traicionaron a su gente y a su nación. Los samaritanos establecieron un lugar alterno de adoración en el monte Gerizim paralelo al templo de Jerusalén, destruido ciento cincuenta años atrás. Los judíos hacían todo lo posible por no viajar a través de Samaria. Pero Jesús no tenía motivos para vivir con dichas restricciones culturales. La ruta a través de Samaria era más corta y esa fue la que tomó. El pozo de Jacob estaba situado dentro de la propiedad que había pertenecido a Jacob (Génesis 33:18-19). No era un pozo de manantial, sino que el agua se acumulaba en el fondo cuando caía la lluvia y el rocío. Los pozos mayormente estaban localizados en las afueras de la ciudad, junto a los caminos principales”.

Leamos de nuevo el bello relato de la Samaritana en Juan 4:4-42, pidiéndole a Dios mismo que nos revele su método.

“Y le era necesario pasar por Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde,

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pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

Jesús le dijo: ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: no tengo marido. Jesús le dijo: bien has dicho: no tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.

En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.

Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.

Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”.

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El pasaje comienza con la frase “Y le era necesario pasar por Samaria.” Este inicio me conmueve mucho porque veo el propósito de Dios en nuestras propias vidas. No es casualidad que estemos en el lugar que estamos sino que estamos precisamente donde estamos porque nos es necesario estar aquí. Nos es necesario a nosotros, en primer lugar, para poder cumplir ese mandato de la Gran Comisión porque es aquí y ahora donde la mies es mucha, pudiendo usted y yo desempeñarnos en las hermosas funciones del obrero de Cristo. Es como si permanentemente nos dijera Dios “a ustedes les era necesario tener ese jefe, les era necesario desempeñarse en ese sitio de trabajo, les era necesario vivir en esa ciudad, les era necesario haber viajado en ese bus o en ese avión al lado de esa persona, les era necesario tener ese círculo familiar tan amplio, les era necesario estudiar en esa universidad, tener esos compañeros de curso, etc.”

Mire alrededor suyo. Su entorno. Después de leer ese sencillo versículo sabe que hay un propósito para estar donde está, vivir donde vive, conocer a quienes conoce, encontrarse a quienes se encuentra.

Después, sigue el relato describiendo a Jesús ya en tierras de Samaria en una ciudad llamada Sicar, “junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta”. En cuanto a Sicar aun no se puede establecer si se trataba de la ciudad de Siquem o de Askar, pero sí sabemos que estaba en medio de los montes Gerizim (de la bendición) y Ebal (de la maldición). La heredad que Jacob dio a José está mencionada en Génesis 33:19, siendo allí precisamente que este último fue enterrado (Josué 24:32). Es decir que Jesús estaba en una zona aparentemente despreciable, desconocida, pero de realmente de un valor extraordinario para el reino, igual, guardadas proporciones, al lugar donde nos encontramos usted y yo. Era medio día, con un calor bastante fuerte sin duda, con unas condiciones ambientales duras para cualquier ser humano, por lo que Dios aprovecha para manifestar la condición humana de un Jesús que también se cansaba, pero que no dudaba en reposar un poco, en tener momentos de quietud y de descanso, tal y como Él quiere que nosotros tengamos. Me gusta imaginarme a Jesús recobrando fuerzas, mientras espera la oportunidad de un encuentro, de una “cita divina” en la cual pueda manifestar su Gloria y practicar su pasión que era enseñar. Me gusta imaginarme a un Jesús que decide, ante el cansancio físico, sentarse un poco a descansar y tomar aire para proseguir porque la escena me confirma que El es ciento por ciento hombre y que vivió lo que yo vivo.

Al llegar la mujer de Samaria, Jesús llama su atención. El relato dice que “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: dame de beber.” Jesús llamó la atención de la señora de manera simple, usando las circunstancias normales del momento, pero haciendo algo anormal para un judío que era hablarle a una mujer samaritana. Recordemos que para los judíos la raza samaria era una raza despreciable. La Biblia también dice que sus amigos, los discípulos, habían ido a la ciudad a comprar algo de comer para mostrar el contundente contraste entre un Jesús muy interesado en evangelizar y sus ovejitas más cercanas interesadas primero en dar de comer a su

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cuerpo. Entonces, la mujer samaritana le respondió muy extrañada con la actitud diferente de ese hombre, puesto que judíos y samaritanos no se hablaban y mucho menos un hombre judío a una mujer samaritana: “¿cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” La respuesta misma conlleva una alta dosis de atención. Jesús había logrado su cometido inicial que era la de establecer una conexión de entrada, captando la atención de su contertulio, pero de una manera franca y real. Jesús no captó su atención con mentiras ni con trampas ni con manifestaciones exuberantes o estrambóticas sino aprovechando una sencilla situación ordinaria de la vida real.

Enseguida, la Escritura nos muestra cómo Jesús pasó de tener la atención de ella a causarle gran interés en lo que hablaban. Dice la Biblia que Jesús respondió introduciendo el tema de Dios y la vida eterna, usando expresiones que también tenían especial significado para la ocasión: “si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”. La mujer, interesada ya en sumo grado, intrigada, digo yo, y completamente metida en la conversación, pero también algo retadora, le respondió diciendo: “Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” Esa fue una respuesta que debemos esperar frecuentemente pues implica tratar de menospreciar el nombre de Jesús y ponerlo siempre por debajo de su real dimensión. Esta frase es similar a la que tantas veces hemos oído cuando dicen que Jesús fue un buen hombre, alguien muy sabio, si acaso un buen profeta pero nada más. Mucha gente tiene la idea también de que Jesús no es mayor que el profeta Jacob, el cual precisamente profetizó que algún día llegaría Siloh o el Mesías, o, peor aun, que Jesús no es mayor a ningún profeta. No se turbe por eso nunca. Tenga en cuenta que quien así dice no conoce al verdadero Jesús. Mejor aproveche su atención para seguir una conversación con el fin de presentárselo en su verdadera dimensión. Jesús, quien estaba guiando la conversación, al saber que tenía ya completamente su interés comprometido dio el paso siguiente el cual era precisamente despertarle el deseo de tener lo que El ofrecía y manifestaba. Entonces, Jesús, explicando un poco más los conceptos, pero usando palabras y situaciones apropiadas para el momento y el contexto le dijo: “cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Jesús sabía que ella entendería que le estaba hablando ya en palabras mayores de algo sobrenatural, de la vida eterna. Ella, por supuesto, en ese punto de la charla no podía más que desear esa oferta del agua especial y desconocida del Señor y por eso le respondió que le diera de “esa” agua, para que no tuviera más sed, ni le tocara ir a ese lugar a sacarla. Es claro que ella no era una mujer de buena reputación, estaba aburrida de tener que ir al mediodía a ese pozo porque esa era la hora en que no había gente. Ella empieza también a entender que a más de cosas naturales Jesús estaba tocando temas espirituales y se siente atraída por el tema. Jesús ha logrado tocar su corazón y sabe que ese es un momento crucial de la charla por lo que tiene que aprovechar el momento para llevarla a una decisión y confrontarla con su pecado. Entonces Él habla

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a su corazón ya en ese momento cautivado: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”. De esa manera Jesús la confronta con su pecado, lo mismo que debemos hacer cuando evangelizamos porque debemos hablar del pecado, de lo que significa y de cómo Dios dice que por cuanto todos pecamos, todos estamos destituidos de Su Gloria. La mujer reaccionó confesando algo de su vida íntima a ese hombre hasta ahora desconocido, pues le dijo que no tenía marido en ese momento. Entonces Jesús le confirma que está en pecado y la confronta con ese pecado abiertamente: “bien has dicho: no tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”. La Samaritana seguramente cargada en su interior hace un esguince para tratar de evitar el tema y le responde desviando la conversación. Sin embargo, de la respuesta de ella podemos inferir que el impacto fue logrado y que ella fue consciente de que Jesús le estaba hablando de su pecado. “Señor, me parece que tú eres profeta”, le dijo a Jesús, tal vez con el ánimo de hacerle una especie de elogio para que no siguiera con el tema de su intimidad espiritual, pero también como empezando a conocer que Aquel frente a ella es alguien sobrenaturalmente importante, aunque sólo le diera el título de profeta. Esa misma objeción la hemos de encontrar evangelizando. Como dije unas líneas atrás, alguna gente dirá que no cree en Jesús o que El no es Dios sino tan sólo un profeta, afirmación absurda por cuanto no puede ser profeta aquel que dice ser Dios cuando realmente no lo es. Si alguien dice que es el único camino, la única verdad y la única vida y que nadie va al Padre sino a través de Él, sin que todo ello sea cierto, entonces ¡estaremos delante de un loco cualquiera y no de un profeta!

Lo que sigue es el intento de la mujer, ya confrontada con su pecado, de desviar la conversación bien lejos del tema espiritual para colocarla en el escenario de lo religioso, de los rituales y las tradiciones, tal y como hacen muchas personas pertenecientes a religiones tradicionales cuando alguien les presenta a Jesús y le reta a aceptarlo en el corazón y someterse sinceramente a su Reino. “Nuestros padres adoraron en este monte, dijo la mujer, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”. Esa es una respuesta parecida a “no me hable de Jesús que yo ya tengo una religión y no voy a cambiarme de religión”. Entonces Jesús le dijo: mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”. Jesús sabe que está en el momento álgido, culminante de la conversación y entonces sigue manifestando su esplendor, dando enseñanzas tremendas a la Samaritana. “Vosotros, le dice Jesús, adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. Que manera tan amorosa de darle a entender que lo importante no es la religión si no tener una relación espiritual, personal, de conocimiento y de adoración con Dios. La mujer empezaba a entender en su interior, pues su espíritu estaba recibiendo testimonio del mismo Dios, que Ese hombre frente a ella era más que un buen Profeta, mayor que el profeta Jacob, y por eso respondió a Jesús que ella sabía que el Mesías, llamado el Cristo, habría de venir y que cuando El viniera nos iba declarar todas las cosas. Ella toca el punto crucial, entiende en su interior, es tocada y movida a hablar de lo realmente importante, de

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Cristo, el Salvador. En ese punto Jesús sabe que sólo le resta mostrarle su Gloria, manifestarle todo su esplendor, dejar que ella sepa por su propia voz que está frente al Rey de Israel, al mismo Mesías, pues de esa manera hará que ella tome una decisión frente a Él. Una decisión que sólo puede ser de reconocerle o ignorarle. Por eso El le dice: “Yo soy, el que habla contigo”, declarándole, abiertamente, que El es el Mesías en persona, el Cristo esperado. Ese debió ser un momento espectacular para ella y leerlo en el evangelio de Juan en esta época es para cualquiera esplendoroso.

Estando en ese punto llegaron sus discípulos y lo primero que hicieron fue sorprenderse de que su Maestro hablara con una mujer samaritana. No se interesaron en la charla ni preguntaron qué estaba pasando, sino que sólo vinieron a interrumpir el momento estelar. Esto sucede mucho cuando evangelizamos y estamos en el momento crucial de la decisión. En ese momento, muchas veces, suelen pasar cosas muy inesperadas y a Cristo le pasó también con sus discípulos que llegaron justo en ese momento crucial y evitaron de esa manera una rendición total de la mujer samaritana al Señor en ese preciso momento. Pero eso no fue grave y no lo es tampoco cuando nos pasa a nosotros porque Dios siempre tiene un propósito en la vida de la persona a la que evangelizamos o del testigo y, por otro lado, la Palabra de Dios nunca vuelve vacía. Retomemos entonces el relato para entenderlo. Dice la Escritura que “entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” Notemos que ella ya sabía que había tenido un encuentro personal con el Cristo pero por alguna razón le dio pena o no quiso afirmarlo abiertamente. Podíamos haber creído cuando ella salió corriendo que ella no aceptaría a Jesús en su corazón, pero ya iba ella tocada por Dios y por su testimonio sabemos que Jesús la impactó de una manera sobrenatural y que nada nos indica que no lo aceptó sino, por el contrario, de la misma manera de plantear la pregunta a sus paisanos podemos deducir que lo hizo, pues ella los instaba a darse una respuesta ellos mismos y, a su vez, tomar una decisión al respecto. Lo que quiero decir es que del contexto podemos concluir que ya en su corazón había creído e inmediatamente fue a dar testimonio. ¡Cuán bueno sería que todos los creyentes se portaran igual y empezaran a dar testimonio inmediatamente después de haber nacido de nuevo!

“Entonces, continúa el relato, salieron de la ciudad, y vinieron a él.” Ese testimonio llano y simple de la mujer samaritana, pronunciado seguramente con mucho entusiasmo, hizo que inmediatamente llegaran muchos a los pies de Jesús. Entre tanto, los discípulos persistían en ocuparse más del cuerpo, de lo material y le rogaban a Jesús que comiera. El les dijo que tenía una comida desconocida por ellos, por lo que los discípulos se preguntaban si alguien le habría traído comida. Entonces Jesús les declara algo también muy impactante pues les muestra anticipadamente la gran comisión que les daría más tarde. “Mi comida es, les enseñó, que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a

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segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.

La cosecha está lista. No hay que esperar nada más. Hay mucha gente lista para oír el Evangelio y sólo esperan que usted o yo lleguemos a predicarlo, sabiendo que a los segadores se les paga un buen salario, es decir reciben una magnífica recompensa.

Concluye la Escritura que “muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: me dijo todo lo que he hecho. Entonces, vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”. Ese es el poder de testificar: ¡usted hace que muchos crean en Él por sus palabras! Pero, finalmente lo que hace la gente es creer más debido al encuentro personal con el Salvador que debido a su testimonio. Lo que pasa es que muchas veces ellos no podrán tener ese encuentro con Jesús sin que usted haya hablado de Su Evangelio de Salvación porque, como dice la Escritura: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? …Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”.

Después de permanecer dos días en Samaria y haber producido allí un verdadero remezón espiritual se fue a Galilea porque Jesús mismo dio testimonio de que “no hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa”. Esa referencia seguramente fue hecha acerca de que en Jerusalén y Judea o la patria de los judíos o Nazaret, no se había dado la honra que Jesús merecía, aunque otros piensan que se refiere a que Jesús fue a Galilea porque allí no recibiría una honra tal que lo llevara a un choque inmediato con los fariseos, creando así una crisis prematura.

De todas manera destaquemos que ese contraste es realmente sorprendente. Por una lado, muchos y muchos creyeron en Jesús en tierras donde no solamente habitaba una raza despreciada por los judíos, sino donde se profesaba una religión abominable para ellos; por otro lado, en su propia tierra Jesús fue recibido con alborozo, como lo vemos adelante, pero no fue tratado con la honra que merecía hasta el punto de deshonrarlo. Las enseñanzas de este contraste son también sorprendentes: primero, no hay que temer ni evitar dar testimonio en tierras de religiones extrañas o que profesen diferentes creencias, ni a personas que nos parezcan inalcanzables, porque si Dios pudo tocar tantos corazones en tierras samarias en esa época, ¡lo seguirá haciendo hoy!; segundo, si Jesús lo hizo a costa de su propia honra, ¡debemos también nosotros, a costa de la nuestra, testificar en nuestro pueblo, en nuestras familias, en nuestros hogares!

¡Tremendo pasaje este mis hermanos!

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Pero ser testigos requiere que usted primero sea salvo. Si aun no lo es, sepa que no está oyendo todo esto por mera casualidad. Dios quiere que usted se rinda a Él completamente y eso no necesita solemnidades. Basta con una oración de corazón, con sinceridad. Desde su asiento repita las siguientes palabras, pero dígaselas a Dios mismo: Señor Jesús, hoy vengo a ti cargado y agobiado para abrirte mi corazón. Te recibo, Jesús, como mi Señor y Salvador y te pido que gobiernes desde ahora mi vida. Confieso con mi boca que Tú eres Señor y creo en mi corazón que Dios te levantó de entre los muertos. Recibo el regalo precioso de la vida eterna que me ofreces y me arrepiento de todo corazón de todo lo que he dicho, hecho, pensado y omitido que te ha desagradado. Gracias, Jesús, por tu perdón y tu infinito amor. Amén.

También requiere que usted sea limpio. Revísese diariamente, pida perdón diariamente, arrepiéntase diariamente. Recuerde que usted se está multiplicando y que sus hijos herederán lo que usted tenga en su corazón y en su vida.

Ser testigo requiere estar lleno del Espíritu Santo. Efesios 5:18 nos aconseja: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu…”Ser testigo requiere compromiso de su parte, esfuerzo de su parte, el cual será mínimo pues Dios hará Su tarea. En Marcos, después del pasaje que citamos sobre la Gran Comisión, podemos leer “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (subrayado fuera de texto). Pues bien, la palabra “ayudándoles” es traducida del griego συνεργέω (synergeō) que significa “trabajar junto con, ser colega”. Esa palabra está íntimamente relacionada con “sinergia” que significa: “n. f. 1. BIOL Acción conjunta de varios órganos en la realización de una función. 2. Incremento de la acción de diversas sustancias debido a que actúan conjuntamente. 3. Coordinación de actividades económicas cuyo rendimiento es superior que si se realizaran por separado: el progreso requiere grandes mercados, sinergias y economías de escala”.

Con eso queda claro que lo que pasa en en la evangelización exactamente es que nosotros colocamos nuestra pequeña fuerza y casi insignificante aporte, y Dios trabaja uniéndo a ese pequeño esfuerzo Su infinito Poder y Fuerza.

Por último, remarco que ser testigo requiere ser un adorador, tener pasión por pasar tiempo en oración.

3- ALGUNOS CONSEJOS PARA EVANGELIZAR

El testificar debe convertirse en un estilo de vida.

Algunos consejos para cuando vaya a compartir la palabra o evangelizar:Ore mucho por la persona a la cual le va a testificar, recordando que “la salvación es de Jehová” (Jonás 2:9).

Establezca vínculos de amistad con esas personas. Averigüe sus necesidades, sepa en qué punto está la persona espiritualmente.

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Si va a ir a la casa de alguien asegúrese de que esa persona sepa a qué va usted.

Ore antes de ir para que Dios actúe a través suyo.

Preocúpese por su apariencia. Si es mujer, use ropa apropiada. Use goma de mascar o caramelos para el aliento, pero no vaya masticando chicle a la cita.

Durante la visita observe, haga preguntas, escuche con atención, mire siempre el candidato cuando está hablando, haga elogios sinceros.

No cargue una gran Biblia, sino mejor una pequeña de bolsillo.

No se afane, no se apure, tómese su tiempo.

Si el momento no es propicio, busque una mejor oportunidad después y si es posible pídale a la persona una fecha en la cual pueda visitarla. No force nada.

No use palabras religiosas. Hable en un lenguaje normal.

No dé la impresión de ser sabelotodo o sumamente entendido o docto en el evangelio. Sea humilde.No de referencias bíblicas, número de capítulos o versículos cuando hable de la Palabra de Dios.

Cuando dé su testimonio no haga énfasis en su vida pasada antes de recibir el regalo de la vida eterna sino, mejor, en los maravillosos beneficios de haberla recibido.

Pida permiso para hacer preguntas.

Preste mucha atención a lo que le diga la persona a la que está evangelizando.

No se alarme por las confesiones que oiga y guarde las confidencias.

No discuta. No pierda tiempo defendiendo al Señor, pues El no necesita de ello y antes mejor El le defiende a usted porque El es su Abogado. Eso sí, esté siempre preparado para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que le demande razón de la esperanza que hay en usted.

Lea mucho la Palabra de Dios, apréndala, memorícela.

Cite y declare la Palabra de Dios porque es ella la que tiene poder y no su oratoria o sus dones, pero no cite los números de versículos ni libros.

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Estudie la Palabra de Dios, descubra su sentido, el mensaje que ella tiene para usted y para aquellos que le oyen a usted. Lea libros, consulte diccionarios, referencias, comentarios bíblicos, etc

Evite las objeciones, pospóngalas hasta antes de irse o quede comprometido en volver después con alguna respuesta. Siempre esté preparado para dar.

Evite la crítica a otras congregaciones, pastores, iglesias o denominaciones.

Esté preparado para que en el momento de la decisión haya interrupción, pues el adversario no estará contento.

Si es rechazado o el candidato no quiere aceptar a Jesús, no lo obligue. Insista prudentemente pero no hostigue.

No piense que tiene que asegurar una decisión favorable del candidato.

Si alguien rechaza o no quiere aceptar a Jesús no se desanime. Usted no ha predicado la Palabra de Dios en vano y la Palabra nunca vuelve vacía. Dios con seguridad tiene un propósito con su testimonio.

Que su salida de la casa de alguien o la despedida al final, así este no haya aceptado a Cristo, sea muy agradable.

No se ría y menos se burle de alguien a la salida de la casa del evangelizado.

Pastoree el recién nacido. El ahora es su hijo espiritual y su oveja. Discipúlelo.

Ore mucho por el nacido de nuevo para que Dios forme a Cristo en el.

Recuerden que muchas personas hacen confesión de fe, pero no nacen de nuevo y otros no sabemos si aun naciendo de nuevo perseverarán hasta el final. Por eso el Señor nos dice que vayamos y hagamos discípulos enseñándoles que guarden todas las cosas que El nos ha mandado.

No hay otra interpretación para el pasaje de Mateo 7:19-27 que dice: “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa

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sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.

Bueno, pero esto hará parte de otra enseñanza sobre cómo ser un verdadero cristiano.

4- ¿QUÉ MÉTODO USO PARA EVANGELIZAR?

Todos sabemos ya por qué evangelizar, pero muchos, como he dicho antes, se excusan en que no saben cómo.

Pues para quitar esa excusa vamos a aprender hoy un método fácil, simple, flexible y poderoso para evangelizar. Es el método de Evangelismo Explosivo.Anexo una especie de bosquejo para que sobre el podamos edificarnos acerca de cómo testificar eficazmente. Obviamente que aquí no lo aprenderemos tan completo como se estudia en el Ministerio, pero lo que aprenderemos, les aseguro mis amados que ¡será suficientísimo!

Pues bien pasemos de una vez a dibujar el bosquejo de ese método eficaz de Evangelismo Explosivo.

• INTRODUCCIÓN: Gane su confianza, hable de cosas normales, haga elogios sinceros. Toque el tema religioso. Dele un breve testimonio de su Iglesia o uno personal suyo sin mencionar a Jesús aun.

• PREGUNTAS DE DIAGNÓSTICO: a) Hágale, apenas pueda esta pregunta: Si Ud. muriera hoy, ¿está seguro que iría al cielo? Dígale que la Biblia fue escrita para tener esa seguridad. “Estas cosas os he escrito… para que sepáis que teneis vida eterna” (1 Juan 5:13). Dígale que va a compartirle cómo recibió ese regalo maravilloso de la vida eterna y cómo el también puede hacerlo, pero antes pídale permiso para otra pregunta. Dígale: ¿me permite hacerle otra pregunta? b) Entonces hágale la segunda pregunta de diagnóstico: Supongamos que Ud. muriera hoy, y se presentara ante Dios y Él le preguntara: ¿por qué tengo que dejarte entrar mi cielo, ¿qué le diría? Si no obtiene una respuesta, cambie la pregunta. Pregúntele por ejemplo que le han enseñado en la Iglesia a la que va sobre los requisitos para ir al cielo, o si un hijo menor le preguntara que debe hacer para ir al cielo qué le respondería, cuéntele que usted pensaba que debía hacer cosas buenas para ganar el cielo. Si de verdad no sabe la respuesta acepte que no la sabe y siga. Generalmente la respuesta a esta pregunta es “por obras”.

• TESTIMONIO PERSONAL: Puede darlo en la introducción o antes de hacer la segunda pregunta de Diagnóstico. En su testimonio mencione de manera general cómo era antes de recibir el regalo de la vida eterna (menos de 1 minuto); cómo recibió el regalo de la vida eterna (menos de 1 minuto, sea muy general y sin mencionar a Jesús aun). Qué ventajas obtuvo al recibir el regalo de la vida eterna (menos de 1 minuto) Evite palabras de evangélico tales como Jehová, testimonio,

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redención, convertirse, aleluya, amén, barón de Dios, etc. A lo largo de la conversación, evite dar soluciones u obligar a la persona a tomar decisiones

• EL EVANGELIO: Sea afirmativo diciendo que al oír la contestación de las preguntas anteriores usted sabe que es portador de las más extraordinarias noticias que jamás el haya escuchado: ¡la vida eterna es un regalo!

a) Gracia: *El cielo es un regalo y nadie puede ganarlo ni merecerlo (Rom 6:23, Efe 2:8-9). Enfatizar que la salvación es por fe y no por obras. * No

somos dignos, ni merecemos el cielo (Pro 14:12, Tito 3:5)

b) Hombre: *Es pecador y no puede salvarse a sí mismo (Rom 3:23; Efe 2: 8-9). Qué entiende por pecado y dele la definición de lo que es pecado para Dios: todo lo que le desagrada a Él.

c) Dios: * Es misericordioso, es amor y no quiere castigarnos (1 Jn 4:8b; Jn 3:16 ). * Pero, también es justo y tiene que castigar el pecado (Exo 34:7b). Ahora bien, “Dios resolvió ese aparente dilema en la persona de Jesús”.

d) Jesucristo: La solución. Pregúntele quién es Jesús para él. Aclárele que Jesús es el eterno Dios-hombre (Juan 1:1). * ¿Quién es? El Dios infinito (Jn 1:1,14). * ¿Qué hizo? - Pagó por nuestros pecados (Isa 53:6) – Resucitó y ascendió al Cielo a comprarnos un lugar que hoy nos ofrece gratuitamente.

¿Cómo recibimos ese regalo?

e) Fe: * Lo que no es: Ni intelectual porque hasta los demonios creen y tiemblan (Santiago 2:19), ni temporal, que es lo que hacemos a menudo cuando necesitamos que Dios nos arregle algo. * La Fe salvadora es la verdadera fe. Es confiar únicamente en Jesucristo para salvación, confesar que Jesús es el Señor y creer en el corazón que Dios le levantó de entre los muertos y dejarlo entrar en su vida, y arrepentirse (Hechos 16:31, Juan 3:36).

¿Todo esto tiene sentido para usted?

f) La decisión: “Ahora la pregunta no la hago yo sino Dios mismo: ¿Desea recibir el regalo de la vida eterna ahora?”

Cuando le responda que Sí, usted le dirá: “Si esto tiene sentido para usted y quiere recibir el regalo de la vida eterna le aclaro lo qué ello implica: 1. Arrepentirse de todo lo que ha hecho que le desagrada a Dios. (Hch 3:19). 2. Transferir toda su confianza a Cristo para su salvación y para todo en su vida

(Ro 10:8-10). 3. Recibir a Jesús resucitado y vivo, como su único y suficiente Dios. 4. Recibirle en su corazón como Señor, Salvador y Redentor (Juan 1:12).

Como usted ha dicho que eso es lo que quiere, hagámoslo con una simple oración”.• ORACIÓN: Si tiene tiempo haga 3 oraciones: a- Por él para que crea y se arrepienta, 2- Con él para salvación y 3- por él para seguridad. Si no tiene mucho

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tiempo o dependiendo el caso sólo haga la oración para salvación. En la oración para salvación que el candidato debe repetir en voz audible, se debe iniciar dirigiéndose a nuestro AMADO JESÚS. Use esta guía: “Amado Jesús, hoy te recibo en mi corazón como Señor y Salvador, confieso con mi boca que tu eres Señor y creo en mi corazón que Dios te levantó de entre los muertos. Recibo el regalo de la vida eterna que me ofreces. Me arrepiento de todo corazón de todas mis faltas y pecados, y te doy gracias por tu perdón y tu infinito amor, en el nombre de Jesús, amén.

Seguridad de salvación: Juan 6:47, Tito 1:2, Hebreos 13:5, Romanos 8:16-17.

• EXPLICACIÓN DE LO QUE HA HECHO Y PASOS SIGUIENTES: Para crecimiento espiritual motivar a orar, estudiar la Biblia, adorar, congregarse y testificar.

Por último, anímelo a ser un discípulo efectivo y si es el caso usted mismo díctele el discipulado. Pastoree esa oveja y nunca la descuide. Ore mucho por ella para que Dios forme a Cristo en él.

¡Siempre viva para experimentar, junto a todos los ángeles del cielo, este gozo por un pecador que e arrepiente!