Cuba, El Socialismo y La Libertad - Del Anarquista Daniel Barret

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    Cuba, el socialismo y la libertad: Una visin desde el anarquismo de Daniel Barret

    CUBA, EL SC!AL!S" # LA L!BE$%AD: U&A'!S!(& DESDE EL A&A$)U!S"

    Daniel Barret

    INTRODUCCIN

    "Libertad ilimitada de propaganda, de opinin, de prensa, de reunin pblica o privada...Libertad absolutapara organizar asociaciones, aunque sean con manifiestos fines inmorales...La libertad puede y debedefenderse nicamente mediante la libertad: proponer su restriccin con el pretexto de que se la defiendees una peligrosa ilusin. Como la moral no tiene otra fuente, ni otro obeto, ni otro estimulante que lalibertad, todas las restricciones a !sta, con el propsito de defender a aqu!lla, no an eco m#s queperudicar a una y a otra."

    $iail %a&unin

    "'ueremos libertad, y creemos que es incompatible con la existencia de cualquier poder, cualesquieraque sean su origen y su forma, impuestos o elegidos, mon#rquicos o republicanos, inspirados en eldereco divino o en los derecos del pueblo."

    (iotr )ropot&in

    "* los anarquistas les compete la especial misin de ser custodios celosos de la libertad, contra losaspirantes al poder y contra la posible tiran+a de las mayor+as."

    rrico $alatesta

    Los pueblos no rompen relaciones y los gobiernos pueden acerlo todas las veces que lodeseen- siempre y cuando sea en nombre propio, sin m#s invocaciones que sus ocasionales ymezquinos intereses, no mediando argumentos y "representaciones" que pretendan cubrir unradio m#s amplio que el de sus dominantes capricos y en cada circunstancia que ello noinvolucre, directa o indirectamente, peruicio alguno para la gente comn y corriente: e aqu+una m#xima probable, a partir de la cual evaluar desde un punto de vista anarquista lasescaramuzas verbales de los meses de abril y mayo de // entre las canciller+as de 0ruguay yCuba y la consiguiente ruptura de relaciones diplom#ticas entre ambos pa+ses o cualquier otrasituacin de id!ntico o aproximado tenor.

    $#xima que, sin embargo, quiz#s debamos desecar parcial o totalmente en el momentomismo de formularla, en tanto cualquier escarceo terico 1por ingenuo que sea1 nos informar#inmediatamente que es imposible separar o poner a buen resguardo a la gente indefensa de lasacciones en las que sus gobiernos pretenden preservar, en el plano de las relacionesinternacionales como en cualquier otro, sus insignificantes y arrogantes dignidades- algo de locual toda guerra convencional constituye un eemplo magn+fico y extremista.

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    (ero, no interesa demasiado en este momento abundar en el asunto2y 1a efectos de aorrarnosla exposicin detenida de reflexiones varias sobre el punto1 bien podemos nosotros aoraplegarnos a pies untillas a buena parte de las posiciones sostenidas por la izquierda uruguayaen torno al tema. (or lo pronto, nos resulta enteramente condenable y digna del mayor de losdesprecios esa conducta propia de los an!lidos que consiste en barrer la tierra con el peco ytransformarse en el oscuro y genuflexo brazo eecutor de los antoos destemplados, lasarbitrariedades sin cuento y los desplantes inmisericordes del m#s poderoso de los stados

    contempor#neos. stamos dispuestos, por lo tanto, a sostener en forma convencida yconvincente que el gobierno uruguayo fue estimulado por los stados 0nidos 1vaya uno a sabercmo y exactamente a cambio de qu!1para adoptar la conducta diplom#tica que finalmenteadopt: proponer, en la Comisin de 3erecos 4umanos de las 5aciones 0nidas, la realizacinde una visita inspectiva del organismo a efectos de registrar la situacin por la que atraviesa talproblem#tica en la Cuba actual.

    stamos dispuestos, tambi!n, a sostener que la posicin uruguaya no est# animada por ningngenuino sentimiento principista, que no existe coerencia diplom#tica que la sostenga 1la actitudrespecto a los acontecimientos recientes en 6enezuela y (alestina alcanzan y sobran parademostrarlo1 y que, ni este gobierno ni los anteriores, pueden constituirse en paladines yeemplos de un reclamo pol+tico y vital que no les pertenece. *dem#s, por extensin, agregacin

    y transitividad, compartimos o auspiciamos o defendemos la idea de que la 7rganizacin de las5aciones 0nidas posee una escasa autenticidad !tica 1o de cualquier otra especie1 paraintervenir y pontificar en los momentos y los lugares en que se lo propone, siendo como a sido,es y seguramente tambi!n ser# la pila bautismal y la coartada de un orden mundialesencialmente inusto. 5ada de esto, entonces, constituir# para nosotros un motivo demasiadoincitante como para dear asentadas aqu+ algunas diferencias tericas de fondo o tan siquieralos matices a trav!s de los cuales podr+amos marcar un perfil singular y distintivo. 5o obstante-abida cuenta de la cerrada y cerril defensa del gobierno cubano que suele aflorar sin tasa nimedida en circunstancias como la actual, teniendo presentes las gruesas simplificaciones y lastonalidades panfletarias que est#n impl+citas en dica actitud, considerando que la misma nocontribuye a una propuesta completa y en profundidad- lo que aqu+ queremos situar comocentro del debate con la izquierda uruguaya y latinoamericana es otra problem#tica, que ya

    mismo puede presentarse simplificadamente bao la forma de las siguientes preguntas:

    28 n primer lugar 9el stado y el gobierno cubanos, as+ como sus correspondientes titulares,s+ son realmente respetuosos de los "derecos umanos" tal y cmo !stos sonabitualmente concebidos en tanto rasgo "universal" de la "civilizacin" y el "progreso" y encuanto regla rara y dif+cilmente cuestionada de reconocimiento de la integridad de laspersonas y de la inviolabilidad de sus prerrogativas y facultades-;

    1Represe que no estamos diciendo que el asunto sea irrelevante, mnimo o banal ni osamos suponer que el mismono habr de tener ninguna consecuencia mediata o inmediata, profunda o superficial, sobre la que valga la pena

    pensar y actuar; como podra ser, por ejemplo, un para nada descartable sino incluso probable crescendo agresivo dela diplomacia norteamericana, sea ste directo y de protagonismo exclusivo o a travs del sistema estatalinteramericano !or lo tanto, debe entenderse que cuando decimos que el asunto no interesa demasiado "en este

    momento", simplemente estamos haciendo referencia a este escrito, que #como quedar inmediatamente claro#pretendemos centrar en torno a ejes diferentes y que, a nuestro modo de ver, trascienden el acontecimiento puntual yse constituyen en un nodo de derivaciones desde el cual pensar ahora mismo las prcticas revolucionarias en $mrica%atina !or este motivo, esperamos que las reflexiones que aqu se recogern trasciendan el plano de las

    preocupaciones y los movimientos polticos locales y permitan un intercambio que se ubique bastante ms all deellos %as referencias a temas y sucesos especficamente uruguayos, por ende, debern ser entendidos como un meroapoyo a la elaboraci&n que sigue' (eguramente puede concebirse que estos interrogantes son meramente ret&ricos y los favores recibidos

    posteriormente por )ruguay de parte de *stados )nidos constituirn, entonces, una respuesta terminante a losmismos+ *n el contexto de una elaboraci&n ideol&gica especfica y propia, difcilmente conservaramos la expresi&n"derechos humanos"; excesivamente marcada como est por su primitiva formulaci&n liberal o obstante,

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    8 n segundo t!rmino y suponiendo que la respuesta fuera negativa 9ay alguna razn depeso, alguna excusa o alguna ustificacin que lleven a dear en suspenso las exigencias enla materia o reducirlas a una mera confidencia entre +ntimos y conurados-

    ;8 3e inmediato 1m#s incluyente, influyente y definitorio an1 9merece seguir siendovisualizado o percibido en el camino cubano, tal como lo fuera m#s fuertemente en tiempos

    idos, el modelo de la construccin latinoamericana del socialismo y encontrarse as+ con lacoartada inmeorable de toda eventual violacin-

    oranzas- elude los problemas de fondo y, por

    ltimo- bloquea toda posibilidad de entendimiento parapet#ndose detr#s de los muros de laconfianza ciega y de la fe. $#s an: el bagae argumental que aqu+ pretendemos cuestionarparece sostenerse slo sobre la base de una cierta nostalgia de la integridad perdida,

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    alguna en una pol+tica que se despliega de tales y cuales formas en lo que respecta a todos losmundos y galaxias conocidos 10ruguay incluido1 y se llama prodigiosamente a silencio cuandose trata de aplicar al gobierno cubano los mismos criterios que se le aplicar+an a cualquier otrogobierno. 'uerremos ablar de ello, entonces, por cuanto seguimos sintiendo 1tontamente,quiz#s1 que la coerencia es un componente fundamental de la accin pol+tica- un componenteque la erarquiza, la enaltece y la configura como uno m#s entre los campos de preocupacin yde modelado esencialmente !tico. (ara nosotros, no ay ni puede aber admisin y muco

    menos pregn de duplicidades o ambig@edades de discurso, sino la aplicacin a raatabla deprincipios que no admiten negociaciones ni mediatizaciones ni postergaciones oportunistas.A8Bodo ello deber+a formar parte de un estilo, de un modo de acer las cosas y asta de unasensibilidad social y pol+tica que no pueden pasarse por alto ni minimizarse a la ora debosquear proyectos revolucionarios, de mirarse cara a cara con un futuro deseado e intuido detonalidades libertarias y de resolver si lo ipotecamos o seguimos, consistentemente, apostandoy ug#ndonos por !l.

    CAPTULO I

    DERECHOS HUMANOS Y SOCIALISMO: COMILLAS YREALIDADES

    principal de articulaci&n deba asumir la forma de la guerrilla y manifestarse fundamentalmente a travs delderrocamiento armado de aquellos gobiernos que se conceban como representativos de los intereses imperialistas enla regi&n2%a discusi&n en torno al principismo poltico es obviamente ms compleja de lo que aqu tendremos oportunidad dedesarrollar o obstante, en lneas generales, toda ve- que la elaboraci&n y la adopci&n de perfiles poltico#prcticosquede marcada por la alternativa excluyente entre principismo y oportunismo entendemos que no pueden quedardemasiadas dudas pendientes 9, contrariamente a lo que habitualmente se supone, ello es as no s&lo por ra-onesticas #aunque stas alcan-aran y sobraran# sino tambin por la constataci&n te&ricamente relevante de que eloportunismo poltico, en los trminos propios a la construcci&n del socialismo y no a los de la captura del poder, noes ms que un recurso de corto vuelo que tarde o temprano habr de pagarse a precios exorbitantes

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    *ora bien, 9cu#l es, entonces y finalmente, la situacin de los "derecos umanos" en la Cubade oy- un tema que para nosotros slo puede vincularse 1dig#moslo prontamente para evitarmalentendidos, coneturas y medias tintas1 con el nombre y la imagen, el nervio y la sangre dela m#s completa libertad istricamente posible l discurso pronunciado por idel Castro en elacto del ltimo 2D de mayoE 1respuesta directa y obvia a la situacin diplom#tica planteadaentre Cuba y 0ruguay1 nos ofrece las primeras pistas, los primeros esbozos, respecto a las

    percepciones y orientaciones sobre el tema de la clase dirigente cubana- y nada de ello pareceapuntar a una prevalencia o tan siquiera a un reconocimiento espec+fico en el sentido queacabamos de definir y erarquizar. La operacin intelectual primera que nos propone idelCastro consiste en la deslegitimacin de sus detractores: los pa+ses latinoamericanos quevotaron a favor de la visita inspectiva en la reunin de la Comisin de 3erecos 4umanos de la750. Lo que b#sicamente sostiene idel Castro es que, en un continente arrasado por siglosde expoliacin 1con ni>os ambrientos o exponi!ndose al riesgo de una muerte prematura, conlegiones de desempleados y sub1empleados, con pol+ticos corruptos y entreguistas, con mediosde comunicacin en manos oligoplicas, etc., etc., etc.1, dif+cilmente puedan darse lascondiciones para la realizacin medianamente plena de la "libertad", la "democracia" y los"derecos umanos": una afirmacin contundente y a la que podr+amos endosarle aora mismonuestras propias convicciones y nuestros m#s encendidos entusiasmos. %astante m#s

    discutible y oscura resulta ser su afirmacin de que "una persona que es analfabeta", "que viveen estado de pobreza o de pobreza extrema, o carece de empleo, o radica en barriosmarginales" 1esas "enormes masas de ciudadanos en luca desesperada por la vida"1dif+cilmente est! "en condiciones de comprender los problemas compleos del mundo y de lasociedad" en que vive o de "eercer la democracia" o "decidir cu#l es el m#s onesto o el m#sdemaggico e ipcrita de los candidatos". *ora s+- idel Castro perdi el rumbo, el ritmo y lapisada y extendi las limitaciones org#nicas de los modelos sociales, pol+ticos y econmicoslatinoamericanosFa la capacidad de discernimiento de la gente. rente a estas premisas y estosrazonamientos: 9cmo concluir el silogismo si no es a trav!s de alguna otra fuente dediscernimiento o de algn otro tipo de protagonismo eternomo que 1as+ sea por simpledescuido1 acabe sustituyendo a la gente misma 9qui!n, con qu! "dereco", con qu!legitimidad, con qu! respaldos, con qu! fuerza o con qu! lgica privada, misteriosa, infalible y

    excluyente discierne sobre la capacidad de discernimiento aena * esta altura, como vemos, laexposicin ya comienza a deslizarse por esa pendiente anfractuosa, laber+ntica y zigzagueantedonde las cr+ticas m#s ustas corren el riesgo ominoso de transformarse en propaganda.G

    4Reproducido por :R$$ en su edici&n del ' de mayo de '33' $ll se detalla, como es habitual, que el discursofue pronunciado por "el 0omandante en

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    Hnmediatamente, nos aguarda, como no pod+a ser de otra manera por los antecedentesdiscursivos inmediatamente vistos, una t+pica operacin del poder: los valores deseables 1los"derecos umanos", en este caso1 resultan ser un espacio de interseccin entre los obetivossociales prioritarios y los logros reales de un r!gimen pol+tico dado. *s+, idel Castro se detuvolargamente en la enumeracin de los indicadores a trav!s de los cuales se expresar+a elrespeto de la clase dirigente cubana por los "derecos umanos", exponiendo un conunto derealizaciones dif+cilmente discutibles: tasa de analfabetismo, tasa de escolarizacin 1desglosada

    en preescolar, primaria y secundaria1, cantidad de abitantes por personal docente, mortalidadinfantil, expectativa de vida, proporcin de camas ospitalarias, tasa de partos con atencinm!dica, cantidad de m!dicos y enfermeros cada 2//./// abitantes, tasas comparativas derendimiento escolar en matem#ticas y lenguae, etc, etc. Ie trat, en una palabra, de unadetallada puntualizacin 1con las comparaciones correspondientes a nivel latinoamericano1 deaquellas cifras que estar+an en meores condiciones para expresar los avances cubanos enmateria de educacin y de salud- dos persistentes y compartibles preocupaciones de suconduccin pol+tica. 5o obstante, lo que el procedimiento sustrae #bilmente es, por un lado, larealizacin de las comparaciones desventaosas y, por el otro, el eco mismo de que no setrata de establecer ran&ings y coteos a trav!s de cifras que rara vez tienen un significadosimple, despoado, directo y un+voco.2/

    n efecto, los "derecos umanos" no constituyen una materia que pueda iluminarse medianteel uso de una calculadora- y los propios avances cubanos en los campos de la educacin y lasalud pueden relativizarse severamente si se considera que ambos niveles de actuacin ansido tambi!n continuamente instrumentados como mecanismos de vigilancia y control estatal,como canales de disciplinamiento y normalizacin profundamente autoritarios. (or lo pronto, esnecesario reconocer enf#ticamente que muco de lo que oy ya est# planteado yexperimentado, en otros lugares y en clave de ruptura, en las #reas de la educacin y de laspol+ticas sanitarias, apuntando al protagonismo y a la autonom+a de los "usuarios" de esosservicios e impugnando el monopolio decisional de sus cuadros er#rquicos, est# muy porencima de las pretensiones y de los logros cubanos en dicas materias.22= ello es as+ porque lalibertad raigal de los actores de un eco educativo o de un eco sanitario no constituyenmotivo de desvelo alguno para la conduccin pol+tica cubana sino que dico lugar a sido

    ocupado, sin competencia ni alternativa posible, por una planificacin central que no deamargen reconocible para las iniciativas y, sobre todo, para el protagonismo de base. n otraspalabras, lo que idel Castro y la clase dirigente cubana no pueden llegar a aquilatar es que los"derecos umanos" slo se sostienen si se los concibe no como una accin de gobierno sinoprecisamente como una vasta operacin resistente, en el m#ximo grado de energ+a yradicalidad, contra los gobiernos.2

    13!or ejemplo, @)ruguay sera ms respetuoso de los "derechos humanos" que 0uba si consiguiera demostrar que elacceso a la vivienda propia presenta tasas comparativamente ms altas que las del pas caribeoA *n los hechos, losuruguayos debieron soportar estas estupideces argumentales durante la .ltima campaa electoral, en 1??? y con elBanco Cipotecario como estrella publicitaria !eor a.nD debieron poner a prueba su capacidad de resistencia a laidiote- frente a las recurrentes monsergas de

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    Luego de aber trazado, entonces, un eventual enfoque "alternativo" 2;sobre la tem#tica de los"derecos umanos", el discurso de idel Castro ingresa de lleno en el territorio de loscuestionamientos principales. (or muy extenso que sea el pasae conviene reproducirtextualmente el mismo:

    "* los que tontamente ablan y repiten las consignas imperialistas de que no existe democracia

    ni respeto a los derecos umanos en Cuba, les respondo: nadie puede cuestionar que, a pesarde ser muy peque>o, nuestro pa+s es oy el m#s independiente del planeta, el m#s usto ysolidario.2

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    acabadas sino ni siquiera de las libertades civiles b#sicas o, si se prefiere, de los "derecosumanos".

    $enos puede ser todav+a un campo de realizacin de la libertad si, adem#s, "los mediosmasivos de comunicacin son de car#cter pblico", puesto que en ese marco de articulacionesello slo quiere decir que los mismos se inscriben, precisamente, en el territorio de fusionesentre el stado y el (artido y, por lo tanto, se conforman no como un espacio social abierto sino

    como propiedad privada de la clase en el poder.2A

    Iituacin con agravantes, tambi!n, toda vezque se considere que el compleo stado1(artido es la nica instancia legitimada, en esaespec+fica configuracin de poder, para acer usos y abusos, para extender proibiciones ypermisos, en todo cuanto tenga que ver incluso con las libertades m#s elementales. xpresarse1a trav!s de un fanzine, una radio o una pared- por medio de una novela, una cancin, unamesa redonda o una simple catarsis calleera1, asociarse 1con quien sea y por la razn quemeor le venga en gana a cada cual1 desplazarse 1de una provincia a otra, de un pa+s a otro o aJaua y Cuca>a si alguien se encapricara en realizar tal viae1 o acer con el cuerpo propio lascontorsiones, muecas y gestos que cada persona tenga a bien imaginar en la circunstancia quemeor le plazca son tan slo algunas de las propiedades y capacidades sociales y astabiolgicas b#sicas que, en Cuba, an sido subsumidas en ese omnipotente aguero negro deatribuciones y privilegios en el que slo los altos funcionarios del stado y los principales

    dirigentes del (artido Comunista 1y ni siquiera todos ellos, llegado el caso1 est#n relativamentea salvo de los an#lisis, los ex#menes, las inspecciones, las radiograf+as y las censuras delpoder.2E

    0na vez ubicado el punto decisivo de la cuestin en torno a los "derecos umanos" vale lapena dear el discurso del 2D de mayo de lado, extender un poco m#s nuestras consideracionesy realizar aora una observacin de cercan+as sobre algunos de los mecanismos queabitualmente entran en uego en estos casos y abren espacios de malabarismos retricos enlos que idel Castro a demostrado ser un maestro impar. 3e tal modo, podremos constatarque la propia Constitucin cubana ofrece generosamente un conunto de libertades que nadatienen que envidiar a las que son abituales en las constituciones liberales o en las mltiplesdeclaraciones istricas conocidas sobre los "derecos umanos". *s+, por eemplo, la libertad

    de palabra y de prensa resulta garantizada por el art+culo ?;, donde se afirma que "lascondiciones materiales para su eercicio est#n dadas por el eco de que la prensa, la radio, latelevisin, el cine y otros medios de difusin masiva son de propiedad estatal o social y nopueden ser obeto, en ningn caso de propiedad privada"- algo que 1segn se sostiene all+mismo1 "asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabaador y del inter!s de lasociedad".2FIin embargo, todo el cap+tulo constitucional en el que quedan establecidas laslibertades elementales2Gse desmorona estrepitosamente al llegar a su art+culo A, el cual nos

    12 (&lo quien intente entreverar las barajas hasta extremos indecibles querr ver en esta frase una defensa de losregmenes de tenencia oligop&lica sobre los medios de comunicaci&n, predominantes en el resto de $mrica %atina;antes bien, de lo que se trata es de cuestionar puntualmente cada una de esas formas como imposibilidades, comolmites y como escollos a una libertad de expresi&n y de prensa genuina y autntica que todava no acabamos dedescubrir en ning.n lugar14*l fusilamiento de $rnaldo Hchoa #hroe de las campaas africanas# y la reciente degradaci&n p.blica de su exinistro de Relaciones, Roberto Robaina, resultan ser, entre tantos otros, ejemplos rotundos de esta afirmaci&n oson los .nicos, claro est, sino que una larga saga de dirigentes "comunistas" les hace ilustre compaa; entre loscuales habr que mencionar a $nbal *scalante, ems est decir queidnticos sealamientos pueden hacerse #en calidad y cantidad mayores todava# cuando se trata de destacadosmilitantes de la primera hora revolucionaria entre aquellos que nunca pertenecieron al !artido 0omunista local#conocido en 0uba, en ese entonces, bajo la denominaci&n de !artido (ocialista !opular# como Cuber atos, !edro%uis Boitel, >avid (alvador, *figenio $mejeiras y un interminable etctera150onstituci&n de la Rep.blica de 0uba, proclamada el '/ de febrero de 1?42 y posteriormente modificada por la$samblea acional del !oder !opular en el OG !erodo Hrdinario de (esiones de la GGG %egislatura celebrada los das13, 11 y 1' de julio de 1??'1?Gdem, ibdem; 0aptulo LGG sobre >erechos, >eberes y :arantas 6undamentales; arts /8 al 22

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    brinda la informacin contextualizadora y determinante de que "ninguna de las libertadesreconocidas a los ciudadanos puede ser eercida contra lo establecido en la Constitucin y lasleyes, ni contra la existencia y fines del stado socialista, ni contra la decisin del pueblocubano de construir el socialismo y el comunismo". sto, por supuesto, debe ser le+doconuntamente con el art+culo ?, que reza as+: "l (artido Comunista de Cuba, martiano ymarxista1leninista, vanguardia organizada de la nacin cubana, es la fuerza dirigente superiorde la sociedad y del stado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes acia los altos fines

    de la construccin del socialismo y el avance acia la sociedad comunista". *ora, finalmente,nos percatamos que las libertades graciosamente concedidas slo pueden ser usadas en esaestreca frana de sociabilidades y queaceres sobre los cuales el (artido Comunista no ayaimpartido todav+a las directivas correspondientes ni se sienta particularmente molesto por elcontenido de aquellas opiniones o iniciativas que no an tenido lugar en su propio seno.

    Consid!rense, adicionalmente, disposiciones como las contenidas en el art+culo ;G donde sedice que el stado "fundamenta su pol+tica educacional y cultural en los avances de la ciencia yla t!cnica, el ideario marxista y martiano, la tradicin pedaggica progresista cubana y launiversal" o que "es libre la creacin art+stica siempre que su contenido no sea contrario a laKevolucin"/y tendremos ante nosotros una trama ur+dica de efectos perversos, que rubrica yconsagra una cierta forma de eercicio del poder en la que todo aquello que acontece por fuera

    del (artido nico y gobernante es inmediatamente sospecoso, escasamente merecedor deconfianza y susceptible de condena y punicin. l pueblo y su revolucin an sido,conceptualmente y en los ecos, incorporados, cooptados y asfixiados en el stado, el stadose a fusionado con el (artido y el (artido est# sueto a un liderazgo unipersonal vitalicio,inmarcesible, capaz de identificarse con la sabidur+a misma y que interpreta a voluntad y sinobeciones todo cuanto pueda decirse de "revolucionario", leg+timo y provecoso sobre lapol+tica y la econom+a, el trabao y el ocio, la familia y la educacin, la ciencia y el arte, eldeporte y la sexualidad: e aqu+, frente a nuestra incapacidad de entendimiento, una aut!nticateocracia laica que persiste en arrogarse la construccin del "socialismo" y monopolizar susdefiniciones y sentidos.

    sta trama articulada y cerrada de concepciones fuertemente estatistas y autoritarias an sido,

    istricamente, el sustento terico1ideolgico de la represin a todos aquellos que intentenoponerse de palabra o de eco a las directivas gubernamentales. Los anarquistas cubanos,como corriente claramente definida de pensamiento y accin, bien lo saben 1al igual que tantosotros1, no an sido aenos a esos extremos y, pr#cticamente desde los comienzos mismos delproceso de cambios, an sido perseguidos, encarcelados e incluso "austiciados" por aberplanteado orientaciones poco gratas a una conduccin pol+tica que r#pidamente sedesembaraz de algunos de los m#s caros sue>os revolucionarios de la inicial gesta anti1batistiana. 3e ello ay abundantes y confiables testimonios- algunos de los cuales puedenconsiderarse todav+a relativamente prximos, aun cuando luego se extrav+en en la larga nocede los tiempos. *s+, por eemplo, pese a las enormes dificultades de comunicacin y a unarecurrente nebulosa informativa se izo posible saber que a principios de los a>os F/, en mediode algunos conatos de organizacin de sindicatos independientes, fue reprimido el llamado

    rupo Mapata, bao la pueril acusacin de "sabotae industrial". l saldo de las accionespunitivas del stado no pudo ser m#s lamentable y, de acuerdo a ciertas fuentes, ubo quecomputar la muerte por torturas, en el centro de detencin de 6illa $arista, de Caridad (arn oel asesinato de Kamn Boledo Lugo y *rmando 4ern#ndez o la condena a ;/ a>os de prisinde los ermanos Carlos, 3avid y Jorge Cardo, de Jess 6arda, de Hsrael Lpez Boledo y deBimoteo Boledo Lugo. 0n trabaoso fluo de noticias apenas si pod+a dar cuenta, en 2GFG, quetodav+a sobreviv+a, probablemente en el Combinado del ste, prximo a La 4abana, el militantelibertario Nngel 3onato $art+nez.2

    '3Gdem, ibdemD literales aN y chN del artculo +?, en el 0aptulo L, correspondiente a *ducaci&n y 0ultura/2

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    * pesar de estas cosas, una y otra vez reafirmadas y confirmadas, la marmrea e imperturbableelocuencia de idel Castro seguir# repitiendo, como lo iciera en el acto del ltimo 2D de mayoque "Cuba ocupa ya lugares cimeros en el mundo muy dif+ciles de superar en un crecientenmero de esferas fundamentales para garantizar la vida y los m#s esenciales derecospol+ticos, civiles, sociales y umanos, a fin de asegurar el bienestar y el porvenir de nuestropueblo". 5o obstante, m#s all# de las permanentes pr!dicas, las incesantes locuacidades y lasinvencibles vocaciones propagand+sticas, el eco incontrastable es que la nica respuesta que

    podemos dar a la primera pregunta que delimita nuestro asunto es que la clase dirigentecubana 1como cualquier clase dirigente, por otra parte, aunque con derroteros istricos yparticularidades intransferibles de una a otra1 no respeta los "derecos umanos" de su gente nimuestra mayor disposicin a confiar en su libre albedr+o, en su voluntad individual yOo colectiva,en su autonom+a y en su capacidad de decidir en cada momento y como parte de un proyectoistrico instituyente sobre sus vidas, sus preferencias y sus muertes.

    (ero, entonces, si de acuerdo a ciertas pautas convenidas t#citamente y m#s o menoscomunes no podemos encontrar all+ el respeto y la consideracin que abitualmente exige laizquierda para los "derecos umanos", 9cu#l es la razn por la que aquello que es inaceptableo insuficiente en cualquier otra parte del mundo puede ser aceptable y suficiente en Cuba9Cu#l es la concepcin subyacente y no siempre expl+cita que permite sostener indignaciones

    emipl!icas e incoerencias varias n principio, parece claro que la peripecia cubana sigueexponiendo a su modo 1y no sin algn tipo de razn1 el enfrentamiento m+tico entre 3avid yoliat- entre la entereza y el corae de los d!biles y la arrogancia y la prepotencia de losabsolutamente fuertes. $#s an: una vez estallara en mil pedazos el bloque sovi!tico y seextraviara la proyeccin istrica de un campo "socialista" pol+tica y econmicamente integrado,la imagen que Cuba comenz a irradiar, como complemento del embargo norteamericano, fuesimilar a la de la eroica y solitaria resistencia de 5umancia frente al imperio romano. sainnegable situacin de desvalimiento unida a la decisin de continuar su propio camino deconstruccin del "socialismo" dotaron a la experiencia cubana 1ya en los a>os G/ del sigloPP1 de atractivos redoblados, de admiraciones y solidaridades abroqueladas y poco dispuestasa una aproximacin cr+tica con respecto a algunos derroteros que, si bien no eran enteramentenuevos, encontraban aora una ustificacin adicional. ntonces, dadas ciertas manifestaciones

    1tanto de corrientes pol+ticas opositoras o resistentes y m#s o menos organizadas como decubanos comunes y silvestres sin otras necesidades que los simples gestos de "indisciplina"1, larepresin subsiguiente, inmediata o m#s largamente pensada, sigui ubic#ndose en un cuadrocompuesto por tres tipos de explicaciones alternativas o complementarias. n primer lugar, larepresin se ustificar+a porque 1an asign#ndoles escasa gravitacin y trat#ndolos como unmero producto ficcional de la propaganda enemiga1 los obetivos de la misma no son m#s que"enfermos sociales" sin capacidad para integrarse armnicamente con las formas establecidasde eercicio del poder o minor+as necesitadas de un intenso proceso de "re1educacin". Iesostiene, tambi!n, que la represin estar+a ustificada por cuanto se aplica slo contraelementos decididamente "contrarrevolucionarios", "gusanos", "servidores del imperialismo" yotros facinerosos de id!ntica cala>a. (or ltimo, la represin se ustificar+a tambi!n 1y e aqu+ laformulacin pol+ticamente m#s sofisticada1 como una pr#ctica provisoria y preventiva del stado

    '1%a informaci&n, hasta donde se nos hi-o posible rastrearlo, fue inicialmente recogida como artculo en el n.mero1?8 de la revista inglesa B%$0P 6%$:, correspondiente a noviembre#diciembre de 1?5? >icho artculo fue

    posteriormente traducido y reproducido en la publicaci&n vene-olana 0HRR*H $, I 1', pg 18, de febrero de1??3 *n )ruguay, informaci&n coincidente con sta puede hallarse en el I + de la Revista $%=*R, correspondientea la edici&n primavera#verano de 1??+ %a informaci&n primaria probablemente proceda de la revista :)Q:$R$%GB*R=$RG$, &rgano de prensa del ovimiento %ibertario 0ubano en el *xilio y ms recientemente se la puedeencontrar, tratada dentro de un contexto ms amplio, en el artculo "*l movimiento anarquista en 0ubaD historia yactualidad"''0omo se sabe, la localidad celtibrica de umancia fue asediada por los romanos entre los aos 18+ y 1+/ a0,ofreciendo una resistencia de contornos holgadamente picos y siendo vencida por hambre en esta .ltima fecha, en laque finalmente consiguieron entrar en ella las tropas de *scipi&n *miliano

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    Cuba, el socialismo y la libertad: Una visin desde el anarquismo de Daniel Barret

    sobre la cual no es sostenible ningn pronunciamiento externo y de pretensin superior queviolente el principio absolutamente innegociable de la "autodeterminacin de los pueblos": as+,la represin se conocer# y ser# nominada como represin en cualquier lugar del planeta,mientras que en Cuba tendr# el privilegio de transformarse en el leg+timo eercicio de lasoberan+a.;

    Iin embargo, cada uno de estos supuestos dif+cilmente se sostendr+a por s+ mismo de no ser

    por la recurrente invocacin a las agresiones norteamericanas- ubicuas, omnipresentes, causaprimera y realidad ltima, segn las explicaciones oficiales, de todas las desgracias. Iinembargo, sostener aqu+ 1como lo aremos1 que dica explicacin es, en su cansadoramonoton+a, absolutamente insuficiente, no quiere decir que los stados 0nidos no ayanofrecido en el correr del tiempo sobradas razones para el mantenimiento de tal discurso. Losstados 0nidos vuelven, perseverantemente, a enrostrarle a *m!rica y al mundo su inacabablebater+a de crueldades y de guarangadas, tal como lo icieran recientemente al acusar a Cubade la fabricacin de armas biolgicas, a modo de antesala de eventuales represaliasdirectamente militares en el marco de su campa>a universal de luca contra el "terrorismo". Lapropia persistencia del embargo econmico norteamericano 1abonado y engordado en losltimos tiempos por las leyes 4elms1%urton y Borriccelli1 no puede explicarse m#s que como elefecto combinado de una sa>a de proyecciones absolutistas en lo que ace al "nuevo orden

    mundial" y de la necesidad de congraciarse con el "radicalismo" pol+tico de los exiliadoscubanos- los que, ace ya bastante tiempo, reportan importantes r!ditos electorales y a los queeorge %us unior debe agradecer nada menos que su acceso a la presidencia de los stados0nidos que, como es notorio, se resolvi precisamente en la lorida.

    l cuadro de interminable y torpe intolerancia diplom#tica que an dibuado los stados 0nidos1con sus correspondientes e indigeribles materializaciones1 a permitido que la conduccinpol+tica cubana pudiera presentarse frente a su pueblo y al orbe todo como la direccin militarde un pa+s en guerra. *s+, Cuba resulta ser una sociedad en estado de alerta, inflamada por elpatriotismo y fuertemente movilizada toda vez que resuenan los clarines de la agresin externa.3e tal modo, la diversidad, la disidencia y la disonancia que la din#mica innegablemente internade la sociedad cubana produce 1a partir de sus propias y espec+ficas relaciones de poder1 son

    decodificadas y resignificadas en el contexto de beligerancias previamente trazado, alineadasinvoluntariamente unto a las fuerzas del enemigo y combatidas como si realmente se tratara deuna divisin regular del (ent#gono. Cuba est#, entonces, en guerra y si, adem#s, esa guerra eslibrada por 3avid contra oliat o por 5umancia contra el imperio romano nunca abr#n defaltar simpat+as que inmediatamente est!n dispuestas a ustificar el conunto y la parte en arasde la unidad nacional que aga posible la resistencia y la victoria. La guerra es, por ende, laexcusa mayor y el trasfondo de unificacin y uniformizacin societal necesarias que todo lo

    ustifica- incluso si se percibe y se acepta que la misma a tenido fases perfectamentediferenciadas. La guerra actual no es aquella que comenzara con el asalto al cuartel $oncadani exactamente la misma que pudo visualizarse cruentamente en %a+a de Cocinos o la queostentara su virtual aureola atmica cuando la crisis de los misiles en 2GA, ni es id!ntica a laque se libr en los tiempos en que se cre+a posible "crear dos, tres, mucos 6ietnams", ni es

    tampoco la que llev a miles de soldados cubanos a los campos de batalla africanos. Iinembargo, sea como sea, para la conduccin pol+tica cubana es absolutamente vital trazar unarco de continuidades y acoger bao el manto de una misma epopeya todo lo acontecido desde

    '+!ero el propio argumento que apela a la "autodeterminaci&n de los pueblos" tambin es usado por la i-quierda demodo que se dificulte el rastreo de las lneas de coherencia !or ejemploD se invoca con preste-a #y con justicia# si setrata de palestinos o saharauis; se omiti& cautelosamente en su momento cuando fue reivindicado por lituanos ocroatas; se presta a marchas, contramarchas y circunvoluciones varias toda ve- que la apelaci&n es pronunciada enlengua vasca *n definitiva, dara la impresi&n que el beneficio de la autodeterminaci&n se concede toda ve- que elgobierno o la autoridad representativa eventual en cuesti&n resulten especialmente afectos en cuanto a susorientaciones en materia de poltica internacional; actitud que, por supuesto, resulta ser un patrimonio compartido

    por la derecha, aunque previa inversi&n de las referencias/*

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    el asalto al cuartel $oncada asta nuestros d+as: la guerra es contra el imperio, "patria omuerte" y "venceremos".eros alemanes, que no ab+a que confundir el socialismo con la nacionalizacin de lascloacas, y aora nosotros debemos comenzar sosteniendo que tampoco deber+a confundirsecon la tasa de escolaridad o la cantidad de camas ospitalarias por abitante: el socialismo, sies que todav+a abr# de seguir pareci!ndose a la utop+a y constituyendo un obeto de deseos yde sue>os no puede ser intuido de otra forma que como una nueva relacin de convivencia-igualitaria y solidaria, naturalmente, pero en la que, tambi!n y sobre todo, se interrumpen, seesfuman o se descuartizan expresamente todas las formas de explotacin y dominacin y que,por ello y para ello, es capaz de brindar el marco org#nico en el que realizar cabalmente laconfirmacin o la bsqueda cotidianas de la m#s intensa y extensa libertad istricamenteposible y concebible. 3ecir que el socialismo debe verificarse, por sobre todas las cosas, comouna relacin de convivencia in!dita implica desembarazarlo ya mismo de su ipot!ticadependencia del desarrollo de las fuerzas productivas y tambi!n de esa concepcin que suponeque los sacrificios del presente 1abitualmente los aenos y muy raramente los propios1 est#n

    ustificados si los mismos son el reclamo de una vanguardia pol+tica que, por s+ y ante s+, diceencarnar el sentido de la istoria. l socialismo es, entonces, tambi!n una construccincolectiva conciente, capaz de instituir un tiempo istrico diferente a partir de los compromisos ylas convicciones autnomas de las multitudes, de las organizaciones variables y cambiantes enque !stas se articulan y de los individuos que las componen, les dan vida y las alientan.

    *dem#s, en tanto construccin colectiva conciente, esas relaciones libertarias que est#n en labase de cualquier socialismo realmente concebible no pueden ser un corolario remoto sino unapremisa en tiempo presente, una condicin que no puede subordinarse a las supuestasexigencias de un per+odo al que convencional y tramposamente se le a llamado de "transicin"

    pero que, en los ecos y en la experiencia, se a consumado siempre como el espacioistrico de conformacin de nuevos esquemas de dominacin que an tendido a adquirir un'5o obstante, hay que reconocer que la concepci&n de base y las prcticas a que da lugar se metamorfosean

    perseverantemente en diferentes cuadros hist&ricos y, as como el anti#imperialismo sucedi& al anti#fascismo de losaos +3 y /3, hoy parecera que el anti#neoliberalismo o la anti#globali-aci&n ocuparan su lugar (in embargo, msall de superficiales parecidos y significaciones variables pero aproximadamente similares, la crisis te&rica de laconcepci&n hist&rica profunda parece ser irrecuperable Cay que aclarar, adems, que nuestra crtica no pretendemenospreciar la necesidad de prcticas anti#fascistas, anti#imperialistas, anti#neoliberales o anti#globali-aci&n sinoque s&lo apunta a sealar que los frentes o las alian-as que se constituyan en torno a ellas no resuelven los problemasde fondo de la construcci&n socialista; los que s&lo pueden asociarse a prcticas radicales anti#estatales y anti#capitalistas

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    car#cter m#s vitalicio que pasaero. l socialismo no es, por lo tanto, el promisorio resultado alargo plazo de gobiernos de intencionalidad y proclamas socialistas que, excusados en laadministracin supuestamente temporaria de las reglas de uego que ar+an posible esa nuevaconvivencialidad libertaria, acaban realmente construyendo los orizontes concretos, la agenda,las etapas y los ritmos segn su propia lgica, su propio albedr+o y su propia din#mica interna- yaciendo, en definitiva, que sus confesos y declarados obetivos iniciales se vuelvanperpetuamente imposibles en ese marco. ntonces- si, a nuestro modo de ver, el socialismo no

    puede ser intuido ni dise>ado de otra manera que como la construccin colectiva conciente 1enel aqu+ y el aora y no en tiempos o lugares impredecibles e inubicables1 de relaciones deconvivencia libertarias, igualitarias y solidarias en las que se evaporan y desaparecen todas lasformas de explotacin y dominacin 1las propias del "ancien r!gime" y tambi!n las que sepostulen como "transitoriamente" sustitutivas1- Cuba 9es socialista 3e acuerdo a nuestrasdefiniciones, la respuesta autom#tica y reflea seguramente podr+a adoptar sin mayoresvacilaciones alguna de las formas variables de la negacin- no obstante lo cual creemos que esespecialmente oportuno analizar el asunto un poco m#s detenidamente y reparar en losdistintos elementos que componen el campo de fundamentaciones. l tema de la concienciasocialista, en particular, reclama con fuerza nuestra atencin inmediata. llo es as+ por cuanto aese nivel qued situado desde un principio el rasgo distintivo primordial del "socialismo a lacubana" y porque, adem#s, todav+a oy contina sorprendiendo el caudal de adesin

    movilizativa 1aparente, al menos1G

    que la clase dirigente abr# de computar entre sus logros oentre sus refractarias permanencias. n l+neas generales, puede decirse que la intensidad y ladensidad que adquiri la exaltacin de la conciencia socialista en los primeros tramos de larevolucin cubana est# m#s o menos asociada a la obra de rnesto "Ce" uevara y que bienpodr+an puntuarse sus diferentes l+neas evolutivas en torno a temas como el de la formacin delombre nuevo, el predominio de los est+mulos morales sobre los materiales y la independenciarelativa de los criterios de distribucin e intercambio con respecto al desarrollo de las fuerzasproductivas.;/5o obstante, esa preocupacin por el fortalecimiento de una conciencia socialistaentre el pueblo cubano qued r#pidamente oscurecida y mediatizada por el cariz pol+tico que elproceso fue adquiriendo paulatina pero persistentemente. (or lo pronto, no parece ser la mismauna conciencia socialista que se desarrolla en forma autnoma entre la gente y susorganizaciones diversas, plurales e independientes de toda inerencia estatal que aquella que

    florece como acompa>amiento y en el contexto de una centralizacin pol+tica progresiva. Ii laprimera es capaz de manifestarse a trav!s de productos mltiples y disonantes de las directivasdel poder, la segunda se encuentra acotada y casi obligada a acerlo como abnegacin,empe>o y asta solidaridad pero tambi!n trasvisti!ndose r#pidamente en disciplina, enobediencia y en lealtad. Los contenidos de la conciencia son suministrados por el poder centraly la utop+a del ombre nuevo agota sus buenos augurios en uno m#s de los tantos modelossacrificiales de comportamiento conocidos o por conocer. = tal cosa no es 1como puede tendera creerse1 una desviacin post1guevariana sino que el propio uevara, en sus an#lisiseconmicos, tend+a a concebir la primac+a de la conciencia como una consecuencia de laplanificacin centralizada.;2 Qnase a este tipo de consideraciones la r#pida secuencia de'?Ren >umont #agr&nomo francs que colabor& tcnicamente en varias oportunidades con las transformaciones quetuvieron lugar en el campo cubano durante los aos 23# sostiene sin vacilaci&n alguna que la concurrencia desde los

    lugares de trabajo a las grandes concentraciones p.blicas era obligatoria en aquellos aos y nada permite suponer quehaya dejado de serlo en tiempos ms pr&ximos al presente Lid, del autor, 0uba @es socialistaA, pg ?3; *ditorial=iempo uevo, 0aracas, 1?41; libro que constituye una de las referencias bsicas para este apartado+3:uevara sostena, por ejemplo, que la conciencia se sobrepona a las condiciones de producci&n y que, por smisma, bastaba para volver inaplicables las categoras propias del capitalismo #ley del valor, mercanca, clculoecon&mico contable, etc# incluso en los primeros tramos de la construcci&n socialista )na derivaci&n radical dedichas concepciones se encuentra en el aserto de que, en esas condiciones, es incluso posible ir forjando experienciascomunistas aisladas Lid, por ejemplo, su polmica al respecto con 0harles Bettelheim en "%a planificaci&nsocialista, su significado", recogido en la selecci&n de escritos guevarianos 0ondiciones para el desarrollo econ&micolatinoamericano; *l (iglo Glustrado, ontevideo, 1?22+1(eg.n :uevara, "la planificaci&n centrali-ada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categora definitoria yel punto en que la conciencia del hombre alcan-a, por fin, a sinteti-ar y dirigir la economa hacia su meta, la plena

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    formacin de una estructura pol+tica en r!gimen de exclusividad y prontamente nosencontraremos con ese indeseable dibuo en el que la conciencia ya no es la s+ntesis voluntaria,imperfecta, provisoria y revisable de infinitos puntos de elaboracin, debate y aun conflicto sinoel refleo, punto por punto, de las decisiones y directivas del partido nico.

    Ii la primera forma que adopta la conciencia es capaz de renovarse a s+ misma en el propiofluo de su problem#tica y de su istoricidad radical, su expresin segunda y bastarda slo

    puede entumecerse y fosilizarse en el correr del tiempo. (arece cierto, sin embargo, que ladireccin cubana a conseguido mantener 1acia dentro tanto como acia fuera1 unapresentacin de multitudes movilizadas en gesto de respaldo a su conduccin pol+tica. 5oobstante ello, es notorio tambi!n que nada de eso parece espont#neo y que slo expresa laprofunda insercin por capilaridad de los organismos estatales y su capacidad 1sin duda, decar#cter coactivo1 para organizar las grandes concentraciones pblicas a que la direccincubana nos tiene acostumbrados. n ellas podr# apreciarse todav+a la lgica de un pa+s enguerra y susceptible an de ustas crispaciones frente al "enemigo principal" y de susconcomitantes manifestaciones de sentimiento nacional. (ero estos episodios espor#dicos nopueden ocultar un eco bastante m#s permanente: la conciencia social a continuado unproceso de escisiones que no comenz precisamente ayer y persevera en la produccin deexpresiones de recazo, de duda o de apat+a. La conciencia social real, la que bull+a en el

    marco del proceso revolucionario cubano en sus or+genes, fue plural desde un primer momentoy como tal se manifest a lo largo de los a>os A/ en los planos pol+tico, econmico, sindical,cultural y asta militar. sa diversidad, sofocada y aogada tramo por tramo, severamentereprimida y conducida acia el silencio, la c#rcel o el exilio, concluy por opacarse y disolversedetr#s de los acordes monocrom#ticos del (artido Comunista y del incuestionable liderazgopersonal de idel Castro- un proceso ciertamente dram#tico y en el que la revolucin cubanaacab ipotecando por un buen tiempo las latencias de un recorrido alternativo efectivamentesocialista y libertario que alguna vez incub en el seno de las generaciones directamente anti1batistianas. (ero, a pesar de la meticulosa extirpacin de todo vestigio opositor o simplementedisonante, lo que la pol+tica de la conduccin cubana acab generando fue el extendidodescreimiento de las generaciones post1revolucionarias que, cada vez m#s aleadas de la inicialexaltacin de #nimo, slo pudieron conocer esa paz social autoritaria y anodina propia de un

    stado policial y, para colmo, sin que !ste fuera capaz de resolver sus obetivos expresos dealcanzar un desarrollo econmico auto1sustentable. l tiempo istrico, entonces, muy a pesarde los controles estatales, termin produciendo una sociedad fragmentada en la cual 1segnalgunas de las evidencias disponibles1 se a elaborado una conciencia que, en sus vertientesdefinidamente opositoras, oscila entre la bronca y el miedo pero que tambi!n, en espacios m#samplios, seguramente se mueve entre la indiferencia y la espera.

    l proceso de segregacin de la conciencia social se despliega m#s all# de las im#genes deuniformidad que la direccin pol+tica cubana persiste en querer brindar, cuenta con referentessub1culturales bastante obvios y tambi!n 1como marca mayor de eterodoxias y ere+astericas1 con ra+ces clasistas que slo una inigualable terquedad se niega a reconocer. ;

    squem#ticamente, puede decirse que las clases sociales se constituyen a partir de agregados

    institucionales y afinidades estructurales entre ciertos papeles prefiados y articulados en unadeterminada relacin de dominacin y se distinguen, entre otras cosas, por una concreta ynormalmente asim!trica distribucin de posibilidades y privilegios. n lo que a nosotros nosinteresa directamente en este momento, las relaciones de dominacin b#sicas que aora se

    liberaci&n del ser humano en el marco de la sociedad comunista"; Hp cit; pg 1+' Lid, tambin )*(=R$G>)(=RG$ R*LG(=$ *0HG0$ I 8, pg 12; %a Cabana, febrero de 1?2/+'(&lo podremos aqu dar por conocidos o por tcitos los referentes sub#culturales de una conciencia social diversa ala propuesta y difundida desde el poder central *l tiempo y el espacio disponibles, mientras tanto, no nos permitirnabordar de lleno y en profundidad tampoco el problema de la formaci&n de nuevas clases sociales; ra-&n por la cuals&lo nos contentaremos con brindar ciertos elementos impresionistas susceptibles de ilustrar algunas de sus lneasconstitutivas

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    ace preciso destacar son aquellas que se entablan alrededor del eercicio del poder pol+tico- unpoder pol+tico que r#pidamente inicia su fase de concentracin y, progresivamente, tambi!n susuperposicin y su identificacin plena con esa trama de organicidad partidaria que primero seconocer# como 7rganizaciones Kevolucionarias Hntegradas, luego como (artido 0nificado de laKevolucin Iocialista y, finalmente, como (artido Comunista. se nivel es el que, desde uncomienzo, se imbrica y se confunde con los ocupantes y transentes de los impenetrableslaberintos de la organizacin estatal y, muy particularmente, de sus instancias de planificacin

    econmica y de sus fuerzas armadas. s en ese nivel de fusiones entre el stado y el (artidonico donde comienzan a producirse absurdas proibiciones "moralizantes" o"purificadoras" 1como la interdiccin de escucar azz, la de vestir pantalones ce>idos y la deusar el pelo largo, por eemplo1 y a disfrutarse de posibilidades dif+cil o nulamente disponiblespara el pueblo llano- entre las cuales abr# que destacar el acceso amplio a las informacionesinternacionales y a taretas de racionamiento m#s generosas que las comunes o la rid+culaprerrogativa de usar barba, que en ciertos momentos slo estuvo reservada a los veteranoscombatientes de la Iierra $aestra pero en modo alguno a venes que quiz#s desnudar+an as+sus apresuradas pretensiones de ostentar un s+mbolo de status "revolucionario".;; $#sdirectamente cuantificables fueron las diferencias establecidas entre las remuneraciones dequienes ocuparon inmediatamente cargos de gobierno y, por eemplo, las de los "comandantesrebeldes"- para no mencionar aquellas bastante m#s pronunciadas que exist+an respecto a los

    obreros de las industrias nacionalizadas o a los campesinos ocupados en los establecimientosrurales del stado.;umont; op cit, pg 8+ Lale la pena hacer notar las drsticas inconsecuencias existentes en elra-onamiento de :uevara y preguntarse c&mo es posible que el proletariado ejer-a una dictadura en trminoscolectivos y lo haga sobre sus propios elementos considerados luego en tanto individuos (i la clase #la proletariacomo cualquier otra# s&lo puede "existir" a partir de las conexiones de sentido entre sus referentes individuales@c&mo considerar victoriosa a una clase sobre la que se ejerce la dictadura subsecuenteA @o ser, acaso, que lostitulares de esa misma dictadura de la que se habla no son ellos mismos proletarios, ya sea porque nunca lo fueron osencillamente porque han dejado de serlo en el momento en que se constituyen en su nueva funci&ninstitucionali-ada de dominaci&nA

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    tanto tal, consideraremos necesario extendernos m+nimamente sobre este punto en particular yaora nos conformaremos con el simple eco de afirmar que la din#mica de clases de lasociedad cubana a estado istricamente asociada en forma rigurosa con la estructura

    er#rquica del stado- que ello a sedimentado y estratificado internamente una clasedominante y privilegiada cuyos vectores fundamentales de constitucin se desplazan en sentidoascendente en la trama tecno1burocr#tica de los organismos de planificacin econmica y delas fuerzas armadas. Complementariamente, dica clase se redondea a s+ misma a

    consecuencia de las carreras partidarias propiamente tales- un componente de necesariadistincin por cuanto, aun cuando tambi!n abilita prolongadas permanencias en su seno paralos militantes m#s encumbrados, est# muco m#s librado al uego de los "talentos" y las"virtudes" y a los cambios de rumbo caracter+sticos del escenario pol+tico. n t!rminosgenerales, la conclusin que se impone es conocida por los anarquistas desde los leanostiempos de la 2S. Hnternacional: el eercicio del poder no es una mera formalidad ni un simplerefleo de la estructura econmica sino un nodo de derivaciones "strictu sensu" y !l mismoformador de clases sociales- encargadas, aora a trav!s del stado y del (artido, de garantizarla estabilidad y el orden er#rquico de la sociedad y tambi!n de las funciones de apropiacin ydistribucin de los excedentes "socialistas".

    *ora bien: alguien ubiera podido suponer que, durante el lapso en que Cuba se mantuvo

    dentro del #rea de influencia sovi!tica y recibi por ello suculentos subsidios, uboimpedimentos de esa procedencia que postergaron la inmediata puesta en pr#ctica de lasvirtualidades libertarias embrionariamente resguardadas. Ii as+ ubiera sido, podr+a suponersetambi!n que la implosin del bloque sovi!tico abr+a permitido a Cuba despoarse de mucosde sus lastres burocr#ticos y emprender un camino de transformaciones m#s abierto a laparticipacin popular y m#s vinculado a la toma de decisiones reales 1en los aspectos m#sgravitantes y no en aquellos de porte casi dom!stico1 por parte de las organizaciones b#sicasde los trabaadores. Iin embargo, no fue eso lo que ocurri sino que la inflexin adoptada con laaprobacin de la reforma constitucional de 2GG s+ supuso la legitimacin plena de un procesode reconversin capitalista llamado a estimular el incremento de la inversin extranera. 6eamoslo que nos dice un testigo de primera l+nea:

    "La amplia reforma constitucional de 2GG se adelant a la necesidad de cambios estructuralesimpuesta por la crisis y por la bsqueda de reinsercin de la econom+a de Cuba en el mundoactual. 3espu!s se establecieron instrumentos como los austes del aparato del stado- ladescentralizacin del comercio exterior- mayores atribuciones a las empresas- legalizacin deluso del dlar por la ciudadan+a, del trabao por cuenta propia y de mercados de oferta privadacon precios no regulados- masiva cooperativizacin de granas agr+colas estatales- nuevosmecanismos como los aranceles a importaciones de empresas mixtas y nacionales-implantacin de un sistema tributario Rque excluye a los salarios8- ley de inversiones extraneras-transformacin de la banca- el plan de reformas llamado %ases enerales del(erfeccionamiento mpresarial, entre otros."e tal modo, la idea oficial,tal como es constitucionalmente presentada, consiste en el delirio literario de suponer que es el *stado quien "podr

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    l sentido de las reformas, por lo tanto, no respondi a un cambio profundo de percepciones yperspectivas sino a la necesidad imperiosa de otorgar un respiro a las exaustas arcas delstado 1las exaustas arcas de la clase dominante, por lo tanto1- ya sea directamente 1porventa de activos, por tributos, por aranceles, etc.1 o bien indirectamente 1a trav!s de lareanimacin de un mercado interno que aora podr+a disponer de las abundantes remesasfamiliares de divisas procedentes de las numerosas colonias cubanas en el exterior y muy

    especialmente en los stados 0nidos.a burgues+a autctonaos ?/ se explica a partir de causas externas y aenas al procesomismo o si, por el contrario, se ace necesario, y an imprescindible, apelar a un cierto campo"interno" de fuerzas ampliamente condicionantes que, de todos modos 1es decir, incluso

    aislando los efectos atribu+bles a factores de otra procedencia1 ubiera conducido de una formao de otra a estados m#s o menos asimilables con el actual. 4emos dado a entender que estetipo de consideraciones es absolutamente fundamental porque all+ se constituye un conunto dederivaciones pol+ticas de la m#xima importancia en torno a los procesos de cambio en *m!ricaLatina y, muy particularmente, porque esto ser# lo que nos permita ubicar tericamente elproblema de la llamada "transicin" al socialismo.

    n otras palabras, lo que aora intentaremos situar cr+ticamente son dos aspectos que anacompa>ado y pautado el proceso revolucionario cubano desde sus inicios mismos- dosaspectos que son previos a cualquier insinuacin de agresin imperialista, que son anteriores almomento en que la conduccin pol+tica cubana se reclina en el regazo sovi!tico, que antecedena todas las dificultades que ubo que atender y a todas las rectificaciones que fue preciso

    adoptar- dos aspectos que quiz#s asomaran por primera vez sus narices en ocasin del asaltoal Cuartel $oncada, que probablemente merecieran un fortalecimiento cualitativo durante elrefugio mexicano, que seguramente icieron su traves+a mar+tima en el K*5$* y que, con

    crear" la inversi&n extranjera/'*l propio artne- Ceredia, op cit, da cuenta que las remesas de divisas, como fuente de ingresos externos, s&loson superadas en volumen por las exportaciones de a-.car y por el turismo 0abe acotar que, siendo las remesas dedivisas de difcil control y cuantificaci&n, es bastante probable que las mismas se encuentren subvaloradas en laapreciaci&n anterior/+!or "raqutica pequea burguesa aut&ctona" queremos significar a aquella que reside efectivamente en el pas perono as a la que titulari-a los capitales cubanos radicados en iami, que nada parecen tener de raquticos y sobre cuyainfluencia actual en la marcha de la economa de la isla no nos es posible avan-ar demasiadas conjeturas

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    toda certeza, se consolidaron como garant+a de eficacia y m+stica de victoria en la misma Iierra$aestra: el componente militar y el componente caudillista. Las conclusiones pueden seranticipadas desde este preciso instante: no ay "transicin" posible al socialismo y a la libertadsi la misma no se conduce decididamente desde un primer momento de acuerdo a unapreceptiva que sea ya propiamente libertaria y socialista- no ay "transicin" medianamenteconfiable que trascienda el nivel de las patra>as y las declaraciones de buena voluntad si separte por acentuar indolentemente aquellos rasgos que son definitivamente indeseables en el

    cuadro de la utop+a- no ay camino o "transicin" a la libertad si no es 1parafraseandodemoradamente al %a&unin del Catecismo1 en alas de esa misma libertad que est# en el centrode nuestros anelos y nuestros proyectos. (ero aora corresponde que veamos estas cosas enconcreto y m#s de cerca.

    n el origen m#s remoto del proceso de centralizacin pol+tica y burocratizacin encontraremos,entonces y sin duda posible, a los referentes militaristas del propio recorrido revolucionario.3esde los tiempos de la Iierra $aestra en adelante 1como guerrilla primero, como !rcitoKebelde despu!s y como fuerzas armadas altamente institucionalizadas finalmente1 la pol+ticarevolucionaria cubana se a conducido predominantemente segn una impronta fuertementemilitarizada, en la cual la apelacin a los "comandantes" encuentra su definitivo punto de sazn.n efecto, las indudables prerrogativas de que disponen los institutos armados cubanos y sus

    reiteradas responsabilidades protagnicas no son casuales ni se plantearon como unanecesidad espec+fica de la construccin socialista sino que tienen su ra+z en esa centralidad deque las a dotado el propio proceso de gestacin revolucionaria. 4ay en el mismo unasimbolog+a y una m+stica que, conciente o inconcientemente en un principio y luego a trav!s delas sucesivas redefiniciones de la guerra, an producido una preeminencia que, a la postre ygracias a la propia lgica interna de las concepciones y perfiles del queacer militar1amateur o profesionalizado1 vuelven extraordinariamente dificultosa, si es que no imposible,una reversin radical.

    3e tal modo, en Cuba se dieron y se mantuvieron dos secuencias de acontecimientosperfectamente identificables y conceptualizables: por un lado, la tendencia a considerar comopropias de los institutos armados actividades que les son completamente aenas y, por el otro

    1mediante una cadena de asociaciones istricas1, la propensin a conferirle legitimidad adicas intervenciones a partir de la m+stica, los sacrificios y los ero+smos del per+odoguerrillero.

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    determinan lo que conviene en nombre de un finalismo que an capturado y gestionan.ntonces surge la necesidad de actos eemplares que empiezan por la unin en uno mismoentre lo que se dice y lo que se ace- a continuacin, los actos eemplares para con los dem#sse administran entre premios y castigos. = los castigos pueden llevar al austiciamiento de losque Tno cumplan con su deberT."

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    elaboracin colectiva abr+an sido delegados a diferentes instancias descentralizadas dedecisin y de poder. "idel Castro decidir# la orientacin del porvenir", segn espetconfidencialmente y sin demasiados rubores d!cadas atr#s un funcionario de rango medio perode encumbrada posicin intelectual.ador de interiores, asta un grado en que resulta dif+cil encontrar situacionesparecidas en cualquier otro proceso de construccin "socialista" que se nos ponga por delante.n este punto del an#lisis, la revolucin cubana y su "socialismo" slo pueden ser entendidos ycalificados como tot!micos.

    n efecto, ese emblema protector, ese ascendiente genealgico, ese progenitor m+tico que esidel Castro para el pueblo cubano, es tambi!n el espacio biogr#fico en el que se renen y seentrecruzan aspiraciones y deseos virtualmente arcaicos, identidades y proyectosconfirmatorios, referencias istricas y or+genes colectivos. s en ese espacio caudillista donderesiden la conciencia del pasado y del futuro- donde adquieren su sentido la revolucin, laguerra contra el imperio y la construccin del socialismo- donde se resumen con destellospropios la verdad y la usticia. Bambi!n es el espacio en que se resuelve la administracin de los

    asuntos terrenales y el manantial del que surgen las ocurrencias de la ora- las que pueden irdesde la cr+a de cocodrilos asta la fiacin de metas record para una zafra azucarera pasandopor la construccin de autopistas, la adopcin extempor#nea de algn fertilizante o la ubicaciny el trazado capricosos de cultivos varios.amiento al 3irectorio Kevolucionario y a las ramas urbanas del $ovimiento A de Julio-recortando su luminosidad cegadora sobre el fondo invisible, oscuro y annimo de la multitud- y

    asegurando mediante esta purga istoriogr#fica, por lo tanto, las condiciones de fortalecimientode su propio liderazgo caudillista en detrimento de las potencialidades pol+ticas colectivas que,en los a>os augurales, estuvieron permanentemente en ciernes.?/idel Castro, entonces, comopersonalidad avasallante pero tambi!n como punto de cruce en el que es absolutamenteimprescindible reconocer un aparato, un dispositivo de intereses conugados y capaces deservirse de su figura y, adem#s, profundas ra+ces culturales del propio pueblo cubano que no apodido todav+a ir m#s all# de su canonizacin cotidiana ni labrar los caminos que le permitandespoarse de su tutela ni transitar por ellos sin otro manto ni otro amparo que el de suintransferible autonom+a.

    Iea como sea, entre su militarismo refractario y su caudillismo omnipresente la "transicin"cubana no a podido ser otra cosa que un movimiento circular que regresa perpetuamente al

    punto de su mitolog+a fundacional y de su institucionalizacin posterior- tal como a ocurrido/5 %a frase fue pronunciada por Cermes Cerrera, director en ese entonces, 1?2?, del Gnstituto de *conoma de la)niversidad de %a Cabana, en conversaci&n con Ren >umont; recogida en op cit, pg 45/?Ren >umont, op cit, proporciona una cantidad abrumadora de ejemplos sobre las m.ltiples "inspiraciones" de6idel 0astro y del modo en que stas son puestas inmediatamente en prctica; puntos stos sobre los que no valedemasiado la pena insistir830arlos 6ranqui desli-a la hip&tesis de que ya 0amilo 0ienfuegos se haba mostrado temeroso, en el propio ao de1?8?, respecto a los recortes historiogrficos que 6idel 0astro operaba sobre el proceso previo, de modo de dibujarntidamente su figura sobre un fondo de opacidades y de sombras Lid, op cit, esp pgs 132 a 13? 0f, tambin,

    para una &ptica diferente, de arcos Sinocur #historiador argentino y no cubano, en definitiva#; %as clases olvidadasen la revoluci&n cubana; *ditorial 0rtica, Barcelona, 1?4?

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    1aproximadamente y con las singularidades que correspondan1 con todas las "transiciones" deid!ntico signo y de su misma inspiracin. Cuba no es socialista y no a podido serlo porque supropia estrategia de construccin acogi desde un primer momento rasgos y elementos der#pida cristalizacin que contradicen tanto en t!rminos lgicos como en los rigurosamentepr#cticos cualquier avance de signo libertario, igualitarista y solidario. *dem#s, esos rasgos,esos elementos, no fueron una importacin forzada, que slo quepa explicar y ustificar a partirde la gravitacin irreversible de factores exgenos, sino que los mismos estuvieron presentes

    como insinuacin y como virtualidad en los mismos tramos iniciales del proceso revolucionario,son parte naturalmente constitutiva del mismo y le confieren un car#cter del que no a podido yno parece querer desprenderse. Cuba es, entonces, una sociedad en la que 1repit#moslo yamismo sin vacilaciones ni ustificacin posible1 no se respetan los "derecos umanos"- unasociedad, adem#s, que a recompuesto una trama clasista singular, en la que asoman lossegundos y terceros fulgores de revival capitalista y en la que un stado paternalista, policial,autoritario y, por a>adidura, fuertemente militarista, uega un papel egemnico excluyente y deimposible modificacin en su propio marco de nociones y de sentidos- una sociedad, por ltimo,que a encontrado una inslita y duradera, pero igualmente fr#gil, amalgama en un cultotot!mico que ya comienza a mostrar no los primeros sino los s!ptimos u octavos signos de suarbitrariedad y su desgaste. rente a este panorama, y estando como estamos absolutamenteconvencidos de que cuanto ocurra en Cuba de aqu+ en m#s no podr# dear de repercutir de un

    modo o de otro, favorable o desfavorablemente, en la agitacin que otra vez atraviesa la*m!rica Latina, es de la mayor importancia reflexionar nuevamente 1pero aora sin pasar porlos vieos lugares comunes1 a propsito de una pol+tica que d! cuenta acabadamente y sinescondites de esa situacin. * ello querremos dedicar, tanto en lo que tiene que ver con lasposiciones susceptibles de adopcin compartida con sectores ampliados de la izquierda comoen cuanto a aqu!llas de nuestras propias y familiares tiendas libertarias, el ltimo tramo de estetrabao.

    CAPTULO III

    EL ANARQUISMO Y CUBA: LA RECTIFICACIN NECESARIA

    3ec+amos al principio que el punto de vista desde el cual elaborar orientaciones pol+ticasrespecto a Cuba era en cierto modo dual y pretend+a contemplar tanto aquellas posicionessostenibles desde una visin de izquierda relativamente amplia como las propias de unaubicacin espec+ficamente anarquista- de las que aora a llegado, finalmente, el momento deocuparse. (ara los anarquistas, adem#s, Cuba a sido, desde los a>os A/, algo m#s que unguiarro en nuestros zapatos- en 0ruguay, muy especialmente, pero tambi!n a lo largo y a lo

    anco del movimiento libertario internacional. La idea general que oy puede sostenerse esque, durante la d!cada del A/, la ausencia de nexos y acuerdos internacionales slidos queenglobaran al movimiento anarquista 1incluyendo, naturalmente, a las expresiones cubanas delmismo1 oper efectos devastadores en cuanto a la claridad, la profundidad y la pertinencia delas posiciones luego adoptadas sobre la marca. 5o exist+a todav+a la Hnternacional deederaciones *narquistas RH*8 1que reci!n se formar+a en la localidad italiana de Carrara, en2GAF1, en *m!rica la Comisin Continental de Kelaciones *narquistas RCCK*8 no constitu+a unared excesivamente densa y regular de articulaciones, la *sociacin Hnternacional deBrabaadores R*HB8 ten+a francamente disminu+do su funcionamiento y la trama m#s vigorosa dev+nculos multilaterales estaba constitu+da por el exilio espa>ol, efectivamente disperso por el

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    mundo pero con su propia carga de focalizaciones nacionales y problemas como paraconstituirse en un nodo que pudiera eercer cierto influo gravitacional y coerentizador amplio.l movimiento anarquista, adem#s, se encontraba, a escala internacional, en un prolongadoper+odo de refluo, repliegue y expectativa, aproximadamente vigente desde la derrotarevolucionaria espa>ola. La propia guerrilla de la Iierra $aestra no fue anticipada ni aquilatadaen sus alcances y una Conferencia *narquista *mericana reunida en $ontevideo, en abril de2G?E, limita sus consideraciones sobre el caso a saludar y manifestar su apoyo a las fuerzas

    enfrentadas a la dictadura de ulgencio %atista.?2

    (or a>adidura, desde 2G?G en adelante, lasmuy escasas informaciones disponibles resultaron confusas y contradictorias, se libraron enforma personal e +ntima pero por fuera de los planos org#nicos de confianza y de loscompromisos colectivos que ubieran sido imprescindibles, se distraeron y perdieron entreconsideraciones de oportunidad que no se dirig+an al centro de la cuestin y redueron todaelaboracin ulterior a coneturas voluntaristas, a credibilidades virtualmente dispuestas a priori y,en ltima instancia, tambi!n a actos de fe. *s+ las cosas, no resulta extra>o que la revolucincubana victoriosa aya producido un fuerte desconcierto adicional y una irreparable dispersin ydesencuentro de posturas- tanto a nivel del conunto del movimiento como tambi!n en mucasde sus expresiones locales.

    n l+neas muy generales, y como no pod+a ser de otra manera, el movimiento anarquista

    internacional observ con simpat+a el proceso revolucionario cubano, aun cuando no puedadecirse que sus expectativas inmediatas fueran extraordinariamente entusiastas respecto alrumbo y al radicalismo que finalmente le imprimieran al asunto los guerrilleros que en enero de2G?G ingresaban en La 4abana, derrocaban al dictador %atista y promov+an la instalacin de ungobierno provisorio de amplio espectro.? Iin embargo, la pronta definicin socialista y elcar#cter en!rgico que adopt el proceso revolucionario respecto a los stados 0nidosaceleraron la necesidad de posturas bastante m#s precisas por parte del movimiento libertariointernacional- las que abr+an de adoptarse en un contexto terico, ideolgico, pol+tico,organizativo y asta de informaciones disponibles que 1tal como ya se a dado a entender1 noera precisamente ni el m#s f!rtil ni el m#s favorable. Los resultados fueron catastrficos y susecos llegan pr#cticamente asta nuestros d+as. *lgunos agrupamientos se pronuncian en elsentido de un "apoyo cr+tico" a las orientaciones reconocibles del proceso cubano 1las de su

    gobierno, por lo tanto, aun cuando nunca aya sido planteado en esos t!rminos1 y otros seencargar#n de marcar las distancias correspondientes, lo cual, simult#neamente, equival+a adar la espalda o respaldar a los anarquistas isle>os que en esos iniciales momentos ya eranobeto de persecucin: entre los primeros, destacan prestigiosas publicaciones como 0$*5HBN

    81%a lac&nica moci&n aprobada #">eclaraci&n ante los sucesos de 0uba"# dice textualmenteD "0uba se ha levantadoen armas contra la dictadura %os pueblos de $mrica y el mundo contemplan con dolor y admiraci&n la conductaheroica de un pueblo que sabe decir TnoU a los tiranos *studiantes y obreros enfrentan las fuer-as militares y

    policiales de Batista, sacrificando sus vidas en gestos suicidas que .nicamente puede inspirar el amor a la libertad"%os sucesos a los que se alude estn constituidos por el cruento asalto al !alacio !residencial batistiano #acaecido el1+ de mar-o inmediatamente anterior# y es interesante reparar en que la moci&n habla de "estudiantes y obreros"enfrentados a las fuer-as militares y policiales, pero no se hace referencia alguna a la guerrilla *s de hacer constar,adems, que en la mencionada conferencia se hallaban presentes dos delegados de la $sociaci&n %ibertaria 0ubana

    %a referencia est contenida en el folleto 1V 0onferencia $narquista $mericana !ronunciamientos, acuerdos,recomendaciones, declaraciones; editado en ontevideo durante el mismo ao de 1?84 por la 0omunidad del (ur8'Lid, por ejemplo, de Cugo 0ores, emorias de la resistencia, pg 2'; *diciones de la Banda Hriental,ontevideo, '33' $ll se narra c&mo el equipo redactor del peri&dico %)0C$ %GB*R=$RG$ #&rgano de prensa dela 6ederaci&n $narquista )ruguaya# concurri& a un acto p.blico, en abril de 1?8?, cuyo orador era 6idel 0astro, porentonces de visita en ontevideo 0ores enfati-a que se concurri& "con escepticismo de libertarios" y que l,

    personalmente, se convenci& en ese momento y no antes "de la originalidad y el valor de la revoluci&n que estaba encurso en 0uba" s adelante #pg 2?#, 0ores relata que recin ms de dos aos y medio despus, en diciembre de1?21 #ocasi&n en la que 6idel 0astro se define como marxista#leninista#, su apoyo a la revoluci&n y al gobierno quecon ella se haba instalado agotaban su permanencia en el campo de las ideas anarquistas %as posiciones de la6ederaci&n $narquista )ruguaya, mientras tanto, distaban todava de ser tan homognea y colectivamente clarascomo la suya; tanto en un sentido como en el otro

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    576* de la ederacin *narquista Htaliana, $753 LH%KB*HK de la ederacin *narquistarancesa o la italo1norteamericana *305*B* 3H KK*B*KH- entre los segundos, abr# quealistar a la ederacin *narquista $exicana, a la ederacin Libertaria *rgentina, a laistricamente gravitante C5B espa>ola y a un conunto de individualidades de amplioreconocimiento.?; $ientras tanto, la ederacin *narquista 0ruguaya representar# un casoespecial+simo, puesto que, al calor de los debates propiciados en torno a las eventualesderivaciones latinoamericanas del proceso revolucionario cubano, comienza a desilacarse y

    acabar# dividi!ndose pr#cticamente en mitades- una de las cuales 1la que continuara actuandobao el nombre de . *. 0.1 se plegar# a las concepciones del "apoyo cr+tico", en tanto la otra 1la*lianza Libertaria 0ruguaya1 mantendr# respecto a la situacin isle>a una postura cr+tica asecas.?os A/ eerci un influoinnegable y provoc una gama variable de adesiones, por lo menos t#citas, que fueron desdecierta fascinacin de ascendiente casi acobino??asta la mediatizacin de aquellos que, pese asus reservadas cr+ticas en profundidad, se guardaron de manifestarlas expresa yen!rgicamente, so pena de verse lastimosamente confundidos entre el s!quito cortesano de la

    diplomacia estadounidense. 3e todos modos, fuera cual fuere el matiz finalmente adoptado, laindeseable consecuencia consisti en que el movimiento libertario internacional, como cuerpoglobalmente considerado, am#s consigui aproximar posiciones tan siquiera medianamentecomunes respecto a Cuba, se acomod resignadamente a un cierto vac+o, al menos parcial, deiniciativas propias y perfectamente distinguibles en torno a los procesos de cambiorevolucionario en curso durante ese per+odo y gener 1o, al menos, admiti1 una atmsfera desospeca y de desconfianza respecto al movimiento libertario isle>o. 3e tal modo, se acepttambi!n que sobre el mismo recayera el inmerecido mote condenatorio de la contra1revolucin yse priv as+ de un enfoque espec+fico y familiar que pudiera articularse con los acontecimientosdel proceso que ten+an lugar dentro de la propia Cuba. (ara colmo, los contrastes se icierontan fuertes y virulentos, tan en blanco y negro, tan a favor y en contra de unos o de otros, que lacensura interna al movimiento libertario se extendi con facilidad a terrenos originalmente

    diversos. =a no se trat slo de ese gratuito y desnorteado intercambio de ep+tetos falacessegn el cual unos se ab+an vuelto partidarios de la "tiran+a castrista" y sus adversarios"cmplices del imperialismo"?Asino que, en el voltae y la temperatura que fue adquiriendo una

    8+%a lista que corresponde a cada una de las posiciones #lista que aqu s&lo reproducimos parcialmente# se encuentramencionada en el artculo de 0arlos *stefana "%iquidaci&n del socialismo libertario en 0ubaD @fin de una utopaA",reproducido en la revista de exiliados 0)B$ )*(=R$ )na diferencia adicional de nuestra propia enumeraci&nconsiste en que *stefana ubica a la 6ederaci&n $narquista )ruguaya entre los partidarios del "apoyo crtico" pero#vale la aclaraci&n y el mati- que inmediatamente haremos# ello se acentuar de tal modo, formal y ntidamente,luego y no antes de su escisi&n8/ %a divisi&n de la 6 $ ) sigue mereciendo, todava hoy, diferencias interpretativas irreconciliables entre losexponentes de una y otra fracci&n !or un lado, la tendencia que continu& actuando como 6 $ ) ha sostenido a lolargo del tiempo que las ra-ones de la divisi&n deben situarse en torno a las concepciones organi-ativas, a la

    adopci&n o no de un perfil ms rotundamente clasista y al alcance de las prcticas de acci&n directa !or otra parte,quienes luego se agruparon en la $ % ) le asignan relevancia y centralidad mucho mayores al vector cubano de ladiscusi&n interna >e cualquier manera, parece claro que la revoluci&n cubana oper& bien como focali-aci&n expresao en tanto inevitable tel&n de fondo de la polmica y que determinadas definiciones no hubieran adquirido el carcterrupturista que finalmente tuvieron de no haber sido por la percepci&n de que aqulla condicionaba decisivamente losrumbos que habra de seguir el proceso de cambios en %atinoamrica88*n este caso particular y aplicado a la situaci&n cubana, entendemos por jacobino a aquel perfil poltico capa- deidentificarse con la "profundi-aci&n" de los recorridos revolucionarios, no en el sentido de sus logros socialistasreales sino en el de sus rupturas institucionales y efectos de poder, incluso, o sobre todo, prescindiendo de los nivelesde conciencia colectiva que pudieran resultar imprescindibles en tales circunstancias82*s proverbial, en tal sentido, la acusaci&n de estar al servicio de la 0G$ que, en 1?25, el entonces creativo y

    pintoresco pero tambin sobredimensionado >aniel 0ohn#Bendit hiciera recaer sobre los anarquistas cubanos2/

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    pol!mica librada en esos t!rminos, el movimiento anarquista ipotec buena parte de sus lazosinternos de solidaridad y comprensin y extravi los caminos de bsqueda de su propiarenovacin y de la actualizacin con los nuevos tiempos que le tocaba vivir- gen!ricamente, a lolargo y a lo anco del mundo y, muy especialmente, en *m!rica Latina.

    4oy, sin embargo, el tiempo transcurrido y los ecos capitales que el mismo fue decantandonos permiten una re1evaluacin considerablemente m#s austada, tanto de los caminos

    seguidos por la revolucin cubana y de sus proyecciones acia el resto del continente como delpapel que en los a>os augrales 1y, con menor peso y particularmente a trav!s del exilio,tambi!n en los posteriores1 le cupo ugar al movimiento libertario isle>o. Iobre el primer aspectocreemos aber dico ya lo suficiente 1al menos si se lo piensa desde el punto de vista de loestrictamente necesario para nuestras presentes reflexiones1 y parece llegado el momento derealizar una observacin m#s detenida sobre la tragedia istrica espec+fica del anarquismocubano y, quiz#s, dear planteadas para el futuro algunas suposiciones sobre el papel quetodav+a tendr+a la oportunidad de ugar en el escenario actual.

    Lo primero que abr# que acer es descartar las dos livian+simas acusaciones queabitualmente an pendido sobre el movimiento libertario isle>o: la de su ipot!tica"prescindencia" respecto a las lucas anti1dictatoriales y la de sus supuestas actividades

    "contrarrevolucionarias". *ntes de abordar directamente los ecos, y observando ambas cosasdesde un #ngulo estrictamente doctrinario, abr# que decir que ambas acusaciones son lisa yllanamente inconcebibles desde el momento en que el pensamiento anarquista no puedemenos que ser rotunda y radicalmente anti1dictatorial y en la medida que representa unatrayectoria singular en el seno de cualquier proceso revolucionario. sa especificidad delanarquismo en tanto concepcin y en cuanto pr#ctica perfectamente bien delimitadas vuelveabsurdos los "cargos" formulados pues ni los libertarios tienen por qu! sentirse obligados aacompa>ar estrategias y proyectos que no suscriben del mismo modo que nadie m#s que ellosabr# de comprometerse profunda y completamente con su propio programa de actuacin.Iuponer lo contrario es admitir que, en el contexto de un proceso de cambios, una cierta !litede vanguardia cuente con la prerrogativa absoluta de determinar cu#les abr#n de ser loscaminos puntuales a seguir y los ritmos en que ellos abr#n de ser transitados y, por ende, se

    adudique tambi!n el dereco de distribuir como meor le parezca las indulgencias y losanatemas que m#s se austen a las situaciones de obediencia o de indisciplina,respectivamente. sto lleva a reconocer que, en un proceso revolucionario cualquiera, todas lastendencias que !ste aya de albergar se ci>en a su propia constelacin de conceptos, deseos yasta intuiciones y slo podr# exig+rseles en aras de su coerencia que respeten los mismos o,a lo sumo, los que correspondan a las organizaciones populares de base de composicinamplia e irrestricta- siempre y cuando las mismas cuenten, adem#s, con un marco quegarantice la participacin plena en sus decisiones de todos y cada uno de sus miembros. Ii as+no fuera, aora mismo abr+a que considerar como "prescindentes" a todos los anarquistas quea lo largo y a lo anco del mundo se consideran auto1excluidos de un ampl+simo universo deproyectos de cambio- ya sea porque los mismos son percibidos como incorregiblementereformistas, o bien porque delatan los inconfundibles tufos del oscurantismo, ya porque est#n

    impregnados de una aureola insoportablemente autoritaria. =, por supuesto, nosotros mismostambi!n podr+amos calificar de "prescindentes" a todos aquellos que no comulguen connuestros propios proyectos. Iin embargo, la !tica revolucionaria, slo deber+a ser evaluadadentro del marco de nociones y convicciones de cada cual y nunca desde el punto de vista de

    exiliados o mediando demostraci&n alguna de tan grueso juicio de valor, s&lo cabe interpretarlo como un ejemploen filas libertarias de ese equvoco ra-onamiento por el cual "los enemigos de mis enemigos son mis amigos" y, porlo tanto, todo aquel que se oponga o contradiga a los amigos recientemente adquiridos habr de ser, sin duda posible,un enemigo o un cretino .til a su servicio (i tales silogismos son, gramaticalmente hablando, un trabalenguasindigerible, mucho peor habr de resultar su incorporaci&n a un cuerpo ideol&gico medianamente coherente ysustentable; el que perder de tal modo su autonoma conceptual y comen-ar a navegar al garete por los mares de laajenidad

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    los cumplimientos y las lealtades con esos lugares sacrosantos que se pretenden expresivos dealguna unidad artificial que no existe m#s que en sus enfermizas arbitrariedades.

    La acusacin de "contrarrevolucionario" recibida por el anarquismo cubano, mientras tanto, nomerece meor suerte que la anterior y se extrav+a f#cilmente en el oc!ano de las ambig@edadesy las polisemias. n efecto, la misma slo tiene algn sentido a partir de una cierta concepcinde la revolucin sobre la que se reclama una suerte de dereco de propiedad o paternidad y

    sobre la cual se eerce algn tipo de egemon+a en cuanto a sus orientaciones y a susderroteros. s reci!n luego de esta aceptacin que los titulares de tales privilegios gozar#ntambi!n de la prerrogat