Cudelio Córdova, fotógrafo de Cayaltí

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Cudelio Córdova Sánchez -Fotógrafo de Cayaltí- Rimactampu / Ediciones Urgentes Lima - Perú 2012 Nivardo Vasni Córdova Salinas

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Libro sobre el fotógrafo peruano Cudelio Córdova Sánchez

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Cudelio Córdova Sánchez -Fotógrafo de Cayaltí-

Rimactampu / Ediciones UrgentesLima - Perú

2012

Nivardo Vasni Córdova Salinas

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“Cudelio Córdova Sánchez: fotógrafo de Cayaltí”.

© Nivardo Vasni Córdova Salinas

Edición de prueba por encargo de:

Archivo Fotográfico Cudelio Córdova y Rimactampu / Ediciones Urgentes

Colaboración de José Córdova Barandiarán

Versión digital en www.issuu.com

N° de Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú (www.bnp.gob.pe) en trámite.

Lima, Abril de 2012

© Derechos Reservados

Se puede divulgar este libro con fines culturales, siempre y cuando se cite al autor de las fotos, Cudelio Córdova Sánchez y al autor del estudio. Queda prohibida la reproducción e impresión, sin autorización expresa del autor.

Nota de los autores: todas las imagenes e ilustraciones de este libro fueron trabajadas utilizando el software libre GIMP 2.6El diseño gráfico y la diagramación se realizó con el programa In Desing CS5

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El año de 1918 y cuando apenas frisa-ba los 8 años de edad, Segundo Cudelio Córdova Sánchez arribó a la hacienda azu-carera de Cayaltí (provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque), en el nor-te del Perú, acompañando en ese periplo a sus padres Trinidad Córdova Bardales -natural de Moyobamba- y Teófila Sán-chez Araujo -natural de Celendín- y tam-bién con sus hermanos Arístedes, Castula y Dimas.

Hoy Sorochuco sigue siendo un distri-to en busca de su desarrollo económico, a pesar de que actualmente, en pleno año 2012, su nombre aparece mencionado con insistencia en las noticias sobre los con-flictos sociales que está generando la ins-talación del proyecto minero Conga, pues Sorochuco está en el área de influencia. La promesa de oro y progreso parece no con-vencer a los lugareños, dedicados tradicio-nalmente a la agricultura y la ganadería.

A fines de la primera década del siglo XX, cuando Segundo Cudelio y su familia arribaron “caminando” a Cayaltí, entonces

Segundo Cudelio Córdova SánChez(SoroChuCo, CajamarCa 1910 - Chimbote, ánCaSh 1989)

una extensa y próspera hacienda produc-tora de azúcar de caña, organizada según el modelo latifundista y bajo la adminis-

Trinidad Córdova Bardales, padre de Cudelio Córdova Sán-chez, acompañado de su nieto Yevín Córdova Tapia (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova).

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tración de la familia Aspíllaga.Según datos históricos proporcionados

por el economista Silvio Rendón, “para el año 1890 la inmigración china estaba ce-rrada y Cayaltí recurrió al reclutamiento de trabajadores de la sierra norte median-te el ´enganche´. Las condiciones de tra-bajo eran mejores recurriendo a métodos más sutiles y paternalistas, pero con dis-posición a aplicar violentamente la fuerza cuando fuese necesario”. Para entonces el panorama socio-económico del Perú eran muy distinto: había una marcada diferen-ciación de las clases sociales y algunos grupos dominantes (“oligarquías”), en contubernio con los gobernantes de tur-no, ejercían el dominio total de la produc-ción, la industria y el comercio. Tampoco se habían dado las condiciones ni la regu-lación de la jornada laboral de las ocho ho-ras ni las mujeres tenían derecho al voto. La estructura del sistema favorecía la ex-plotación y el abuso sobre las clases más débiles.

Según lo recordaba en sus largas con-versaciones familiares, Cudelio Córdo-va empezó a trabajar en las plantaciones de caña de azúcar cuando apenas tenía 9 años de edad, alrededor del año 1919. Cu-delio era entonces, de acuerdo a lo que él mismo nos relató, un analfabeto que tenía la decisión de aprender y superarse en la vida. Era, en otras palabras, un inconfor-me, un luchador.

Cuando Cudelio ingresó a laborar, ma-chete en mano, en los extensos campos de caña cayaltileños, el mayordomo encarga-do de supervisar a los obreros era Miguel Uceda 1, “logrando hacer un cuarto de ta-rea por 0,32 centavos [de sol]”. Posterior-mente, Cudelio Córdova “conoció a Carlos Aguilar, de apelativo Pacheco, quien le enseñó a cortar caña”. “El señor Culque le enseñó a llenar los carros de línea [ferro-viaria] con caña [de azúcar]”, anota el pe-riodista Segundo Villanueva.

Para un niño a punto de cumplir los 10 años de edad -en el Perú, un menor de esa

El cultivo de la caña de azúcar en Perú fue introducido por los conquistadores españoles en el siglo XVI. El desarrollo de la in-dustria azucarera se basó en una fuerza laboral sometida a durísimas condiciones, donde primaba el abuso y el autoritarismo de los llamados “barones del azúcar”. Se trajó esclavos del África y luego trabajadores de China, Japón y la sierra norte del Perú.

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Teófila Sánchez Araujo junto con sus hijos Dimas, Cástula y Cudelio durante un paseo campestre. Ella nació en Celendín y vino con su esposo Trinidad Córdova Bardales desde Sorochuco hasta Cayaltí. (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova)

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edad normalmente cursa el quinto año de primaria- debe haber sido muy difícil y penoso afrontar las rudas faenas de más de doce horas en el campo. Pero lo hizo.

El pequeño Cudelio no se amilanó ni se dejó engullir por el sistema imperante sino que luchó con toda su energía. Dotado de un buen coeficiente intelectual, poderoso ingenio y férrea voluntad, aprendió a leer y a escribir por su cuenta, posiblemente con la ayuda de algunos de sus colegas de trabajo. Ese fue su inicial aprendizaje y, tal cual lo hizo otro famoso autodidac-to peruano como José Carlos Mariátegui-, Cudelio Córdova Sánchez fue autodidacto durante toda su vida.

Después de aprender las primeras le-tras y motivado por las necesidades inme-diatas de su entorno, Cudelio se mostró interesado en aprender los rudimentos de la enfermería y los primeros auxilios. La labor de los cortadores de caña tenía sus riesgos, es seguro que no fueron pocos los accidentes por cortes accidentales con el machete, caídas o choques en los “carros de línea” u otros percances graves de los obreros en el trapiche, lo cual fue otra mo-

tivación para el aprendizaje y “ayuda al prójimo”.

En 1923, Cudelio Córdova “entró a tra-bajar como ayudante de farmacia del Hos-

Casa-hacienda de Cayaltí, administrada antiguamente por la familia Aspíllaga. Esta construcción de estilo arquitectónico repu-blicano data del siglo XIX y desde aquí se manejó la oriducción de caña de azúcar.

Inmigrante chino, trabajador en una de las haciendas de la costa peruana. Eran llamados “culíes” y laboraron en condi-ciones de semi esclavitud, pero lograron vencer la adversidad.

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pital Cayaltí, donde aprendió a preparar fórmulas anti gripales. Luego entró a tra-bajar como auxiliar en todos los servicios hospitalarios, hasta ser jubilado en 1972” 2. En otras palabras, Cudelio ejerció el ofi-cio de paramédico, es decir técnico en en-fermería.

“En cincuenta años de trabajo ininte-rrumpido que presté en favor de la empre-sa Cayaltí, desde la época que fue hacienda de los ex patrones, los señores Aspíllaga, hasta que se convirtió en cooperativa, he prestado servicios como paramédico, ayu-dante en los servicios del farmacéutico, bacteriólogo, odontólogo, neumotorista, auxiliar anestesista, técnico radiólogo y he atendido casos de emergencia de cirugía menor” 3.

SIXTINA TAPIA: ESPOSA Y COMPAÑERAEn la década del 40 Cudelio Córdova

contrajo matrimonio con la dama cayal-tileña Sixtina Esperanza Tapia Gonzales con quien tuvo cuatro hijos: Merari -falle-cido en 1986-, Libni, Tito Yevín y Nivardo Vasni Córdova Tapia. Todos ellos lograron

Macedonio Tapia Arévalo y Sofía Gonzales Vás-

quez, ejemplar pareja de esposos. Su primogénita,

Sixtina Esperanza, se casó con Cudelio Córdova. (Archivo Fotográfico

Cudelio Córdova).

Sixtina Esperanza Tapia Gonzales se casó con Cudelio Córdova y fue una esposa ejemplar, que además de su labor como madre también trabajó en a repostería para ayudar en la economía familiar. Archivo Fotográfico Cudelio Córdova.

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graduarse en la universidad, obtener sus respectivos títulos académicos y ejercer su profesión. Es más, fueron los primeros cayaltileños en profesionalizarse. Merari se graduó como profesor en la Universi-dad Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta” (además de la docencia ejerció el oficio de periodista en el puerto de Pisco); Libni se graduó como odontólogo en San Marcos, Yevín como médico pediatra y Nivardo Vasni como ingeniero químico, ambos en la Universidad Nacional de Trujillo.

La historia de los ancestros de Sixtina Tapia Gonzales, y la de ella misma, podría dar campo para otro libro biográfico. Ella fue la hija mayor de doña Sofía Gonzales Vásquez y de don Macedonio Tapia Aréva-lo, mecánico jefe de la fábrica de Cayaltí, quienes tuvieron diez hijos: Sixtina Espe-ranza, Alina, Segundo Macedonio, Francis-co, María Númida, Claudia y Evadio (mu-rieron de niños), Acacio Marcelo, Ernesto y Pedro Cláver.

Macedonio Tapia, mi bisabuelo por lí-

nea paterna, es otro de esos personajes fascinantes de la historia de Cayaltí. Él fue hijo de un comerciante de origen chino afincado en Chiclayo y apellidado Wong (testimonio familiar)4, quien falleció sú-bitamente en uno de sus viajes a la China -posiblemente a consecuencia de una pe-ritonitis- dejando a su mujer en estado de gestación. Ella, sin saber del aciago final de su compañero, dio a luz a un varón a quién bautizó con el nombre de Macedo-nio, poniéndole su apellido: Tapia. Ella no llegó a saber de la muerte del padre de su hijo y quizás vivió agobiada por la duda y la sospecha de haber sido abandonada.

Con insistencia he podido escuchar ver-siones de que los hermanos del comer-ciante Wong, cuyas tiendas estaban en la calle Lapoint (también llamada Teatro, porque allí queda el antiguo Teatro Dos de Mayo) en Chiclayo, atendían cordial-mente al pequeño Macedonio durante las ocasiones en que fue con su madre a hacer compras a esa ciudad, acaso sabedores de

Macedonio Tapia y Sofía Gonzales, acompañados por dos ciudadanos chinos en Cayaltí. Archivo Fotográfico Cudelio Córdova.

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que él era heredero natural de aquellos bienes. Pero ella, por una especie de orgu-llo femenino, siempre rechazó cualquier posibilidad de reclamar una herencia o beneficio económico para su hijo. Mace-donio, también autodidacto, empezó a trabajar en la hacienda como cortador de caña y terminó siendo el mecánico en jefe de la fábrica de azúcar de Cayaltí. “Era tan minucioso y eficiente en su trabajo, que la fábrica jamás paralizó cuando él estuvo en su puesto. Cuando murió, víctima de un cáncer, los hacendados tuvieron que con-tratar a cinco ingenieros mecánicos para reemplazarlo”5. Con toda seguridad, Ma-cedonio Tapia Arévalo, padre de Sixtina Tapia Gonzales y a la vez suegro de Cude-lio Córdova Sánchez, fue una motivación y ejemplo digno de imitar, pues ya hemos mencionado que “Don Cude” fue también

autodidacto.Hay una serie de fotografías de don Ma-

cedonio y doña Sofía, con todos sus hijos, tomadas por Cudelio Córdova y que dan cuenta de la unidad familiar. Aun en medio de la modestia económica, ellos supieron vivir con alegría y dignidad. Hay fotos de los Tapia Gonzales en pleno durante sus paseos campestres, reuniones y otras ins-tantáneas familiares en blanco y negro.

Para mayor precisión, transcribimos un fragmento del artículo titulado “Escarban-do el pasado, del profesor Ernesto Tapia Gonzales, hijo de Macedonio [Wong] Tapia Arévalo y Sofía Gonzales.

“Yo sé muy bien que todas las familias tienen sus propias historias con sus res-pectivos personajes, los mismos que le dan su singular peculiaridad en cada caso;

Macedonio Tapia Arévalo, llegó a ser mecánico jefe de la fábrica de Cayaltí. Con su eposa Sofía Gonzales tuvieron diez hijos: Sixtina Esperanza, Alina, Segundo Macedonio, Francisco, María Númida, Claudia y Evadio (murieron de niños), Acacio Marce-lo, Ernesto y Pedro Cláver. Actualmente están vivos Acacio, Francisco, Ernesto y Pedro. (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova).

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tratándose de la mía, permítanme decir-les que la mía es muy pero muy especial, distinción que le supieron dar mis pro-genitores. Con relación a lo dicho es muy importante saber quiénes fueron mis pro-genitores. Ellos fueron el maestro Mace-donio Tapia Arévalo y doña Sofía Gonzáles Vásquez, y, a manera de información para los familiares de la segunda (nietos), ter-cera (bisnietos) y cuarta (tataranietos).

Empezaré diciendo que Macedonio fue hijo de un chino comerciante apellidado Wong que viajaba frecuentemente a la China y en uno de esos viajes no regresó, dejando a la abuela Juana Tapia Arévalo embarazada. La abuela Juana alumbró en el pueblo de Reque, cerca de Chiclayo, ac-tualmente distrito. La abuela, por decisión propia, le puso a su hijo sus dos apellidos, Tapia Arévalo. Cinco años después, fallece, quedando Macedonio huérfano de padre y madre.

Macedonio, desde la edad de cinco

años, empieza a degustar los sinsabores de la vida, es recogido y llevado a la ha-cienda Cayaltí, por unos parientes lejanos de su mamá. Estos parientes le consiguen un trabajo para que pueda sustentarse y así va creciendo en tareas serviles, hasta que lo encontramos trabajando en forma asalariada en el deshierbo de la caña, y es aquí donde aprovechando los pequeños descansos, que permitían estas faenas, pa-gaba a sus compañeros de trabajo, mayo-res que él, para que le enseñasen a leer y a escribir. Cuando lo consigue, Macedonio se dio cuenta que había adquirido la llave que le abriría la puerta de su futuro, y se encaminó a buscar trabajo como obrero en los talleres. Los talleres eran lugares donde se encargaban de arreglar todas las fallas mecánicas que se presentaban en la fábrica, y como esas fallas eran frecuentes y originadas por diferentes motivos. Mace-donio, para quedar bien con su trabajo, se matricula por correspondencia en cursos

Familia Córdova Tapia en un excelente retrato fotográfico familiar. De izquierda a derecha Libni, Tito Herbert (“Yevín”), Sixtina, Cudelio, Nivardo Vasni y Merari. De manera autodidacta, don Cudelio logró dominar la técnica de la fotografía y esa actividad la desarrolló paralelamente a su trabajo como paramédico en el Hospital Cayaltí . (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova).

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Trinidad Córdova Bardales (izquierda), padre de Cudelio Córdova, acompañado de un grupo de familiares y amigos junto a una locomotora de Cayaltí. (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova)

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de mecánica, los mismos que le van faci-litando su trabajo y ganando poco a poco el respeto de sus compañeros y del mis-mo hacendado (patrón), quien lo nombra maestro jefe de los talleres y de la fábrica.

Es así como yo lo recuerdo a mi padre Macedonio, y lo hago con mucho cariño y orgullo. Con cariño porque nos dio todo su afecto y su vida como ejemplo, y con orgu-llo porque cuando falleció, contrataron a cinco ingenieros para reemplazarlo”.6

Macedonio Tapia llegó a ser suegro de Cudelio Córdova, y cuando aquel contrajo un cáncer a la garganta éste fue su “enfer-mero de cabecera”. De temple recio, Ma-cedonio atribuía su dolor de garganta a un imaginario “atragantamiento con una espina de pescado” (anécdota narrada por Acacio Tapia), pero la verdad era que el cáncer avanzaba silenciosamente en su organismo, hasta fallecer el 10 de junio de 1952. Meses antes, el 13 de febrero de ese mismo año, había muerto su hija Alina. Su viuda, doña Sofía Gonzales, dio muestras

de buena salud y lucidez hasta fallecer el 6 de abril de 1987 en la ciudad de Chicla-yo. Su yerno, Cudelio Córdova, muere el 8 de febrero en Chiclayo y su hija Sixtina se extinguió el 25 de septiembre de 1993. Cudelio y Sixtina están sepultados en la ciudad de Chimbote, donde vivieron sus últimos años de senectud en la casa de su hijo Tito Yevín Córdova Tapia.

Lo narrado líneas arriba es solamente parte del itinerario vital de Cudelio Cór-dova Sánchez y el de su entorno familiar más cercano. Sin duda, la amplitud y com-plejidad de la existencia humana, en este y en todos los casos habidos y por haber, la vida sobrepasa largamente cualquier intento de reflejarla o esquematizarla en un texto, ya sea literario o académico. Siempre quedarán vacíos en una biogra-fía, superados solamente por el deseo de resaltar los valores intrínsecos y el legado de una persona. Considero que son miles de biografías ocultas o desconocidas que están todavía durmiendo lo que se llama

Doña Sofía Gonza-les y su hija Sixtina Esperanza. Nótese el bisque de pinos al fondo. (Archivo Fotográfico Cude-lio Córdova)

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“el sueño de los justos” y de ahí la impor-tancia de los estudios genealógicos: darle un matiz local e individual a la historia co-lectiva.

Macedonio Tapia llegó a ser suegro de Cudelio Córdova, y cuando aquel contrajo un cáncer a la garganta éste fue su “enfer-mero de cabecera”. De temple recio, Mace-donio atribuía su dolor de garganta a un imaginario “atragantamiento con una es-pina de pescado” (anécdota narrada por Acacio Tapia), pero la verdad era que el cáncer avanzaba silenciosamente en su organismo, hasta fallecer el 10 de junio de 1952. Meses antes, el 13 de febrero de ese mismo año, había muerto su hija Alina. Su viuda, doña Sofía Gonzales, dio muestras de buena salud y lucidez hasta fallecer el 6 de abril de 1987 en la ciudad de Chicla-yo. Su yerno, Cudelio Córdova, muere el 8 de febrero en Chiclayo y su hija Sixtina se extinguió el 25 de septiembre de 1993.

Cudelio y Sixtina están sepultados en la ciudad de Chimbote, donde vivieron sus últimos años de senectud en la casa de su hijo Tito Yevín Córdova Tapia.

Lo narrado líneas arriba es solamente parte del itinerario vital de Cudelio Cór-dova Sánchez y el de su entorno familiar más cercano. Sin duda, la amplitud y com-plejidad de la existencia humana, en este y en todos los casos habidos y por haber, la vida sobrepasa largamente cualquier intento de reflejarla o esquematizarla en un texto, ya sea literario o académico. Siempre quedarán vacíos en una biogra-fía, superados solamente por el deseo de resaltar los valores intrínsecos y el legado de una persona. Considero que son miles de biografías ocultas o desconocidas que están todavía durmiendo lo que se llama “el sueño de los justos” y de ahí la impor-tancia de los estudios genealógicos: darle un matiz local e individual a la historia co-

Sixtina Córdova junto con uno de sus hijos, Nivardo Vasni, y sus sobré José, Alberto Sánchez Tapia, durante un paseo familiar en Cayaltí. (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova)

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lectiva.LA FOTOGRAFÍA:UNA LUZ EN LA OSCURIDADPor testimonios familiares sabemos

que Cudelio Córdova Sánchez, además de su trabajo formal como paramédico en el Hospital Cayaltí (labor que desempeñó durante poco más de cincuenta años) se desempeñó como el fotógrafo del pueblo. Desde las tradicionales fotos en formatos carné o pasaporte, pasando por fotos de compromisos sociales, reuniones fami-liares, aspectos laborales de la hacienda, hasta las fotos de su propio entorno fami-liar, en estudio y al aire libre.

La fotografía, que nace con el daguerro-tipo alrededor de 1850 y se perfeccionó en su técnica en 1870, entrado el siglo XX ya era una actividad que generaba entu-siasmo y adeptos, por su versatilidad para captar el instante, en formatos de retrato, paisaje, documento o naturaleza muerta. El auge del cine contribuyó a solventar el prestigio de “el arte de la luz”. Para la dé-cada de 1930, en que Cudelio debe haber iniciado su auto aprendizaje de las técni-cas de fotografía y revelado, este medio había sido popularizado en el Perú.

Recuérdese que el etnólogo alemán Hans Heinrich Brünning vivió varias dé-cadas en Lambayeque y buena parte de su legado consiste en fotografías en blanco y negro de los personajes y costumbres de los herederos de la cultura Muchik, así como de zonas arqueológicas y paisajes urbano-rurales de las zonas que visitaba. Este legado se encuentra en el Museo de Hamburgo.

Otros fotógrafos de Chiclayo que gozan de prestigio y han sido estudiados en el ámbito académico es de los Dégola, padre e hijo, quienes retrataron a Chiclayo y a los chiclayanos de principios del siglo XX.

Acaso sin tener como finalidad el estu-dio antropológico o la consagración ar-

tística, Cudelio Córdova Sánchez también ha aportado a la fotografía peruana desde un ángulo más modesto pero no menos trascendente. Con el trabajo fotográfico, esmerado y pulcro, Cudelio Córdova en-contró una medio honrado para sostener la economía familiar.

Sobre cómo aprendió la fotografía, lo más seguro es que adquirió manuales de divulgación. En mi infancia (testimonio personal), cuando frecuentaba su habi-tación-oficina en la casa de Cayaltí, pude apreciar que dentro de su biblioteca per-sonal tenía una serie de libros dedicados a diferentes aspectos como el retrato, el paisaje, trucos fotográficos, iluminación, el revelado, entre otros. Asimismo, apa-sionado del dibujo al carboncillo y la pin-tura al óleo, Cudelio Córdova tenía una co-lección de libros sobre pintores clásicos y los museos más importantes del mundo. Todo este bagaje le permitió afrontar con soltura el encuadre, la composición y la iluminación, aspectos básicos de la foto-grafía. Lamentablemente es muy poco de lo que se ha conservado de su biblioteca personal, por diferentes razones .

En cuanto a los equipos de fotografía (cámara fotográfica, lentes, filtros, amplia-dora, herramientas de laboratorio, etc.) solo se ha conservado algunas “cámaras de fuelle” (colección familiar), pero aque-llo es solo una parte de lo que Cudelio Cór-dova debió tener en su estudio personal.

Lo que sí se ha conservado en buenas condiciones, aunque disperso en las ca-sas de los familiares del llamado “Sabio de Cayaltí”, son alrededor de mil negativos y copias, que al momento de este estudio están en proceso de catalogación y de uni-ficación, para darles el sitial que merece y difundirlos a las nuevas generaciones de cayaltileños y de peruanos, y además de ponerlos en consideración de los especia-listas para un estudio minucioso.

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CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Dato proporcionado por el periodista Segundo Villa-nueva en la década del 70 en una nota publicada en el dia-rio La Industria de Chiclayo (sin fecha, aproximadamente en 1974) titulada “Recuerdan labor de un ex-trabajador de Cayaltí”.

(2) Op. cit.

(3) Idem. De manera particular Cudelio se dedicó a la foto-grafía, como una forma de generar ingresos para sostener a su familia, mientras que Sixtina Tapia Gonzales, su esposa, se dedicaba a la administración de la casa sino y también a labores de repostería y dulcería.

(4) Los rasgos físicos de los miembros de la familia Tapia Gonzáles hablan por sí mismos de su origen genético. El testimonio de su ascendencia china ha sido transmitido oralmente, pero también ha sido escrito por el profesor Ernesto Tapia Gonzales, en un documento titulado “Escar-bando el pasado”, que ha sido repartido de mano en mano entre los descendientes de este clan.

(5) Testimonio oral del ingeniero Nivardo Vasni Córdova Tapia, mi padre.

(6) “Escarbando el pasado”. Ernesto Tapia Gonzales, Impre-sión y difusión familiar, Chiclayo, 2010.

BIBLIOGRAFÍA E ICONOGRAFÍA

BRÜNNING, Heinrich, “Monografía de Lambayeque”.

BASADRE, Jorge. “Historia de la República”.

RENDÓN, Silvio. “1950: La masacre de Cayaltí” (http://grancomboclub.com/2010/10/1950-la-masacre-de-cayal-ti.html).

GILBERT, Denis. “La oligarquía peruana: historia de tres fa-milias”; Lima, Editorial Horizonte,1982.

GONZÁLES, Michael. “Cayaltí: the formation of a rural pro-letariat on a peruvian sugar plantation. 1875-1933”. Tesis doctoral, Universidad de California, Berkeley, 1978.

PLAZA, Orlando. “Historia del Sindicato de Cayaltí”. Tesis de Bachillerato, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1971.

ROCCA, Luis. “Zaña, la otra historia”. Lima .

ROCCA, Luis. “Herencia de esclavos”. Lima, 2010.

TAPIA GONZALES, Ernesto. “Escarbando el pasado”, docu-mento familiar, Chiclayo, 2010.

CÓRDOVA Cudelio. Archivo Fotográfico Cudelio Córdova. Colección familiar.

Paseo familiar campestre en los alrededores de Cayaltí, posiblemente en las faldas del Cerro León o el Cerro Corbacho, típido destino dominical para los obreros de Cayaltí y sus familias. Nótese a la izquierda a Sixtina Tapia y a la derecha a la señora Teó-fila Sánchez Araujo, esposa y madre de Cudelio Córdova respectivamente. (Archivo Fotográfico Cudelio Córdova)

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Segundo Cudelio Córdova Sánchez (Sorochuco, 1910 - Chimbo-te, 1989), fue un autodidacto peruano que durante cincuenta años de trabajo ininterrumpido en favor de la empresa Cayaltí, desde la épo-ca que fue hacienda de la familia Aspíllaga hasta que se convirtió en cooperativa, prestó servicios como paramédico, ayudante en los ser-vicios de farmacéutico, bacteriólogo, odontólogo, neumotorista, auxi-liar anestesista, técnico radiólogo y auxiliar en casos de cirugía menor. Sin embargo fue también fotógrafo, legando para la posteridad más de mil negativos y copias que retratan también la historia de Cayaltí y que están a la espera del estudio minucioso por parte de los especialistas en cultura de la imagen. Este libro, dedicado a su memoria, aborda tanto el itinerario personal como el legado humano y cultural de Cudelio Córdova, quien además llegó a ser “anciano” de los Testigos de Jeho-vá y además ha sido calificado con justicia como El sabio de Cayaltí.