Cuentos de fantasmas m r james

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«EnelpoloopuestoalgeniodeLordDunsany,ydotadodeunafuerzacasidiabólicapara invocarsuavementeelhorror,partiendodelcentromismodelaprosaicavidadiaria,sesitúaeleruditoMontagueRhodesJames,prebostedel Eton College, arqueólogo de renombre, y reconocida autoridad enmanuscritosmedievalesehistoriadelascatedrales.(…)

ElartedeM.R.Jamesnoesenabsolutocasual,yenelprefaciodeunadesus colecciones formula tres reglas muy acertadas de la composiciónmacabra.Elrelatodefantasmas,segúnél,debetenerunmarcofamiliaralaépocamoderna,afindeacercarselomásposiblealámbitodelaexperienciadel lector. Sus fenómenos espectrales, además, deben sermalévolosmásquebeneficiosos, ya que la emoción que hay que suscitar ante todo es elmiedo. Por último, debe evitarse escrupulosamente la jerga técnica del“ocultismo”opseudociencia,conobjetodequelaverosimilitudcasualnoseveaahogadaporunapedanteríanadaconvincente.

ElDr.James,practicandoloquepredica,abordasustemasdeunamaneraligera y frecuentemente coloquial. Crea una ilusión de acontecimientoscotidianos e introduce sus fenómenos anormales cauta y gradualmente,realzándolosacadapasocondetallessencillosyprosaicos,ysazonándolosa veces con una pizca o dos de erudición arqueológica. Consciente de laestrecharelaciónentrelaespectralidadactualyelacervotradicional,aportaremotosantecedenteshistóricosparasusincidentes,loquelepermiteutilizarcontodapropiedadsusconocimientosexhaustivosdelpasadoysudominioconvincentedellenguajeyelcoloridoarcaicos.»

H.P.LOVECRAFT

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M.R.James

CuentosdefantasmasElojosinpárpado-10

ePubr1.0orhi06.12.14

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Títulosoriginales:TheTreasureofAbbotThomas.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniTheDiaryofMr.Poynter.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniTheAsh-Tree.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniAWamingtotheCurious.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniTheMezzotint.TraduccióndeJoséLuisLópezMuñozTwoDoctors.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniTheTractateMiddoth.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniNumber13.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniTheHauntedDolls’House.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniCastingtheRunes.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniMartin’sClose.TraduccióndeAnaPoljacLostHearts.TraduccióndeMirtaMeyeryCarlosGardiniAnEveningEntertainment.TraduccióndeAnaPoljacANeighboursLandmark.TraduccióndeAnaPoljacM.R.James,1904Traducción:MirtaMeyer&CarlosGardini&AnaPoljac&JoséLuisLópezMuñoz

Editordigital:orhiePubbaser1.2

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INTRODUCCIÓN

SE ha dicho con razón que el cuento de fantasmas, si no el más excelso, esseguramente el más exigente género literario, y posiblemente el único en el queapenascabeuntérminomedioentreeléxitoyelfracaso.Osalebienoesunchasco.Todo depende del uso que se haga de sus bazas fundamentales: la concisiónestilística y la habilidad para crear la atmósfera adecuada. Algunos autoresintroducenademásunhumorismosocarrónque,ala,parqueahuyentalasposiblesrenuenciasdellector,preparaelcaminoalaapariciónfantasmal,puntocrucialdelanarraciónendondeésta se juega sucredibilidady,por tanto, suacierto.Tal es elcasodelDr.M.R.James,escritoringlésquerepresentasindudaelculmendeesteapaciblegénerosinpretensiones,detantaraigambreenlaliteraturaanglosajonadelsiglopasado.

LafiguradeMontagueRhodesJames(1862-1936)seapartaporcompletodeloquepareceríalógicoesperarenuntípicocultivadordelgéneroterrorífico.Lejosdelmundo alucinado y tortuoso que caracterizó a Poe o Le Fanu, sus más ilustresantecesores, James fue en realidad un típico erudito Victoriano que se divertíaescribiendo, medio en broma, apasionantes ghost stories. Educado en el elitistacolegiodeEton(delquemástardeseríadirector)yenlaUniversidaddeCambridge(donde llegó a ser decano del King’s College), se interesó sucesivamente por laarqueología (excavó en Chipre y dirigió el Eitzwilliam Museum), la paleografía(catalogó innumerables manuscritos antiguos y medievales, y editó en facsímil yprologóelRomanceofAlexanderconservadoenlaBibliotecaBodleianadeOxford),la filología, el arte eclesiástico (descubrió unmural del siglo XV en la capilla deEtonyrestauró losvitralesde lacapilladelKing’sCollege), lasantigüedades(fuemiembro de la Society of Antiquaries), los estudios históricos y bibliográficos, eincluso la traducción (vertió al inglés los cuentos de Andersen y los EvangeliosApócrifos),elensayoyladisertaciónacadémica.

Reducidoelalcancedesuvastaymeritoriaobraeruditaaunoscuantoscírculosminoritarios, el nombre de M. R. James ha logrado la celebridad públicacuriosamente gracias a sus cuentos de fantasmas, recogidos en cinco volúmenes:GhostStoriesofanAntiquary(1904),MoreGhostStories(1911),AThinGhostandOthers (1919), A Warning to the Curious (1925) y The Collected Ghost Stories(1931) que agrupa los anteriores y añade otros nuevos hasta completar la cifradefinitiva de treinta y uno, de los cuales se han seleccionado dieciséis para lapresenteantología.

Sin apartarse del todo de las convenciones que rigen el relato fantasmalVictoriano,matizadasporélmismoenelprólogoalaantologíadediversosautorestitulada Ghosts andMarvels (1924), James creó un tipo completamente nuevo defantasma. Su desdén por los procedimientos góticos tradicionales es evidente: en

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lugar de patéticos y lívidos espectros, sus fantasmas son extravagantes (y a vecesridículas)abominacionesinfernales,entantoquealaplúmbeaseriedaddelanovelanegra con sus torpes explicaciones racionalistas contrapone un sano humor queanima todo el relato y una lacónica ambigüedad expositiva que, arrojando unasombradeincertidumbresobrelosacontecimientosnarrados,dejaunresquicioalaaclaraciónnatural,aunqueensuopinión«esteresquiciodebeser tanestrechoqueapenasseapracticable».

Nosiendosufuertelacreacióndeunaatmósferaenvolventeyopresiva,alestilodeMachen,su técnicasebasamásbienenlaacertadadosificacióndeefectosqueconfiguraun suspense in crescendo en el que cada indicio del peligro latente queamenazaalprotagonistaesanticipadoallector,manteniéndoseasílatensiónhastaelfinal.

Otro«toque»característicosuyoeslaintroduccióndeciertogradoderealismo,loqueélllamael«marcofamiliar».Lamayoríadesuspersonajesactúan,hablanysemuevenenunámbitocercanoa lasexperienciascotidianasdelpotencial lector,aunqueenun sutil juegodistanciador; los fenómenosespectralesacaecidos suelentener un antecedente históricomás omenos remoto que permite a su autor hacergalade sus vastos y doctos conocimientos.En efecto, sus personajes favoritos sontrasuntosdelpropioJames,plácidos,recatados,ecuánimesylibresdetodasospechaen relación con lo ominoso: arqueólogos (Aviso a los curiosos), anticuarios (EldiariodeMr.Poynter),expertosenpaleografía(Elmaleficiodelasrunas),latinistas(El tesoro del abad Thomas), estudiosos de la Biblia (El tratado Middoth),historiadores(Elnúmero13),bibliotecarios,etc.Ysusescenariosnaturalesreflejanel ambiente erudito en él habitual: bibliotecas, archivos, capillas, camposantos,olvidadasposadasrurales,etc.,haciéndonoscompartirsugustoporloslibrosviejos,losmanuscritosdeotras épocas, losdiariospersonales, los registrosparroquiales,lascitasbíblicasolatinas,lasmansionesconhistoria,losantepasadosenigmáticosysiniestros,etc.

A falta de una mayor profundidad psicológica, sus cuentos seducen por suminuciosariquezadocumental(dedudosaverosimilitud,perodeperdurableimpacto,recurso popularizado más tarde por Lovecraft al inventarse el celebérrimoNecronomicon)y sus sabrosos comentarios sobre las prácticas y costumbres de lasociedadinglesadelostresúltimossiglos,enmediodeloscualessurgeunmaleficioprocedente del pasado que inadvertidamente despierta de su sueño secular parahechizardeterminadolugar(Elnúmero13),generarunpeligroocultoligadoaalgúntalismán(Elgrabado)oconjurarlosespíritusdelosdifuntos(Lacasademuñecas).

Relatados en tercera persona por un narrador impersonal que utilizaprofusamente ciertas figuras retóricas como la alusión o la atenuación, estosinimitablesyoriginalescuentosposeen,sinduda,unencantoespecialque,comohaseñaladoLouisVax,«noderivatantodelaíndoleangustiosadeltematratadocuantodelartedelcuentista».Artequeaúnaa laperfecciónelhumoryelhorrorenuna

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estructuraengañosamentesimpleyconcisaperodeunarotundaeficaciaencuantoasu objetivo principal: sembrar la inquietud y despertar el miedo del escéptico yreaciolectormoderno.

J.A.MolinaFoix

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Cuentosdefantasmas

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RATAS

—Ysi ahora tuviesesqueatravesar losdormitorios,verías las sábanas,rasgadasymohosas,ondulandounayotravezcomosifueranmares.

—Pero…¿acausadequé?—dijo.—Bueno,acausadelasratasquehaydebajo.

PERO¿sedebíaesemovimientoalasratas?Lopreguntoporqueenotraocasiónnofueasí.Nopuedoestablecerlafechademihistoria,peroyoerajovencuandolaescuché, y quien me la contó era un anciano. No lo puedo culpar por la escasaarmoníadesurelato;porelcontrario,yoasumotodalaresponsabilidad.

Sucedió en Suffolk, cerca de la costa. En ese lugar el camino presenta unrepentinodecliveyluego,tambiénrepentinamente,seeleva;siunosedirigehaciaelnorte,sobreesacuestayalaizquierdadelcamino,seyergueunacasa.Esunedificioalto, estrecho en proporción, de ladrillo rojo; lo construyeron, tal vez, hacia 1770.Coronaelfrenteuntímpanotriangular,conunaventanacircularenelcentro.Enlaparte trasera se encuentran los establos y las dependencias del servicio; detrás deellos,eljardín.Descarnadosabetosescocesescrecencercadelacasaylacircundanextensoscamposdeaulagas.Alolejos,desdelasventanasfrontalesmásaltas,puededistinguirseelmar.Frentea lapuertacuelgauncartel;ocolgaba,puesaunqueestacasafueenotrotiempounafamosaposada,creoquehadejadoyadeserlo.

Fue a esta posada a donde llegó, un hermoso día de primavera,mi amigoMr.Thomson.EraentoncesunjovenqueveníadelaUniversidaddeCambridge,deseosodepasar algunosdías enunalojamientoaceptable, a solas,y con tiempopara leer.Porcierto,encontróloquebuscaba,pueselposaderoysumujerteníanlasuficienteexperienciaensuoficiocomoparahacersentircómodoaunhuéspedy,además,nohabía ningún otro visitante en el lugar. Le asignaron una amplia habitación en elprimerpiso,desdelaquepodíaverseelcaminoyelpaisaje;estaba,lamentablemente,orientada hacia el este, pero, en fin, nada es perfecto. La casa, por lo demás, eracálidaydebuenaconstrucción.

Miamigopasóallídías tranquilosyapacibles: trabajabatodalamañana;por latarde solía pasear por los alrededores, al anochecer conversaba un poco con loscampesinosolagentedelaposada,frenteaunestimulantevasodeaguardienteconagua; luego leía y escribía un poco antes de retirarse a dormir; le habría gustadocontinuarestarutinadurantetodoelmesqueteníaasudisposición,tantoprogresabasutrabajoytanhermosoeraabrileseaño,elcualtengomotivosparasospecharquefueaquelqueOrlandoWhistlecraftregistraensusanotacionesmeteorológicascomoel«AñodelasDelicias».

Unodesuspaseoslocondujoporelcaminodelnorteque,elevándose,atraviesaunaampliaextensióndesierta,convertidaenbrezal.Graciasa lanitidezde la tardepudo vislumbrar, a varios cientos de yardas a la izquierda del camino, un objeto

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blanco, e inmediatamente creyó necesario averiguar de qué se trataba. Al cabo depocosminutos,sehallófrenteaunbloquedepiedra—algoasícomolabasedeunpilar—conun agujero cuadrado en su cara superior.Era similar al quehoypuedeapreciarse enThetfordHeath.Loobservó condetenimientoy contempló el paisajeunosinstantes:unaodostorresdeiglesia,lostechosrojosdealgunascasitascuyasventanas relumbraban al sol, y la superficie del mar, también sembrada deocasionalesdestellos;despuésprosiguiósucamino.

Lamultiplicidaddetemasinconexosquesolíantratarseenlascharlasvespertinaslepermitióesatardepreguntarenelbardelaposadaelporquédeesapiedrablancaenelbrezal.

—Es muy antigua esa piedra —dijo el posadero, Mr. Betts—. Ninguno denosotroshabíanacidocuandolacolocaron.

—Escierto—afirmóotro.—Está en un lugar bastante alto —observó Mr. Thomson—. Tal vez en otro

tiemposirviódesustentoaunabaliza.—Oh,sí—asintióMr.Betts—.Escuchédecirquepodíaversedesdelosbarcos;

bueno,fueraloquefuese,lociertoesquesehizopedazoshacemuchotiempo.—Mejor—dijountercero—.Traíamalasuerte,esodecíanlosviejos;malasuerte

paralapesca,quierodecir.—¿Yporqué?—preguntóThomson.—Bueno,yonunca supeporqué—fue la respuesta—pero ellos, esos tiposde

antes, teníanalgunas ideas raras,quierodecirextravagantes;nomeasombraríaqueellosmismoslahubiesendestruido.

AMr.Thomsonlefueimposibleobtenerinformaciónmásprecisaalrespecto;elgrupo —que nunca se había distinguido por su locuacidad— adoptó una actitudtaciturnaycuandoalguienseatrevióahablarfueparareferirseacuestioneslocalesyalascosechas.EsealguienfueMr.Betts.

Mr.Thomsonno tenía tantasconsideracionesasusaludcomopararesignarseauna caminata diaria. Así, las tres de la tarde de un hermoso día lo sorprendieronescribiendo activamente en su habitación. Entonces, desperezándose, se levantó ysalióalpasillo.Había, frenteal suyo,otrocuarto; luego,el rellanode laescalerayotrasdoshabitaciones;unamirabahacia laparte trasera, laotrahaciael sur.Enelextremosurdelpasillohabíaunaventana,yaella sedirigiómientraspensabaquerealmente era una pena estar encerrado una tarde tan hermosa. Sin embargo, sutrabajo era lo principal en esemomento; así que decidió robarle riomás de cincominutosyluegoretomarlo;pensóenemplearesoscincominutos—acasolosBettsnotuvierannadaqueobjetar—enrecorrerlasotrashabitacionesdelpasillo,enlasque,por lo demás, nuncahabía estado.Nadie, al parecer, las ocupaba en esemomento;probablemente, por ser día demercado, todos habían ido a la ciudad, con la únicaexcepción, talvez,de lacriadaqueatendíaelbar.Unaabsolutaquietud reinabaentoda la casa, sobre la que se abatía pesadamente el calor del sol; las moscas

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zumbabancontra losvidriosde losventanales.Mr.Thomson iniciósuexploración.Nadadeespecialhabíaenelcuartoqueenfrentabaal suyo,salvounviejograbadoque representabaBurySt.Edmunds; los dos restantes, que estaban a su lado en elpasillo,eran limpiosyalegres; loúnicoque losdistinguíadesupropiocuarto,queteníadosventanas,eraposeersólouna.Quedabaporverlahabitacióndelsudoeste,frentea laúltimaa laquehabíaentrado.Estabacerrada,peroThomsonsentíaunacuriosidad tan irresistible que, seguro de que no sorprendería ningún secretoprohibidoenunsitiodetanfácilacceso,fueabuscarlasllavesdesupropiocuarto,ycomoéstasnolesirvieron,recogióluegolasdelosotrostres.Conunadeellaspudoabrirlapuerta.

Lahabitaciónteníadosventanas—unahaciaelsur,otrahaciaeloeste—y,porlotanto, el persistente sol provocaba un calor sofocante.No había alfombras, sólo elpiso desnudo; tampoco cuadros, ni lavabo; veíase, en el rincón más alejado, unacama. Era una cama de hierro, con colchón y almohadas, cubierta por una colchaazul, hecha jirones. Era la habitación más anodina que pueda imaginarse; sinembargo,habíaallíalgoqueobligóaThomsonacerrarlapuertaconsumarapidezycuidado,yaapoyarse,trémulo,contralaventanadelpasillo.

Alguienyacíabajolacolchayademásseagitaba.Nocabíadudadequesetratabadealguien,nodealgo,puessobrelaalmohadasedestacabalaformainconfundibledeunacabeza.Sinembargo,lacolchalatapabaporcompleto,ysólounmuertoyacecon la cabeza cubierta; pero ese alguien no estaba muerto, no realmente muerto,porque jadeaba y se estremecía. SiThomsonhubiese contemplado tal escena en elcrepúsculo,oalainciertaluzdeunavela,nadalehabríacostadoconvencersedequesetratabadeunafantasía.Enesatarderesplandecienteelloeraimposible.¿Quédebíahacer?Primero,cerrar lapuertacon llave,costara loquecostase.Seaproximóconcautelayseinclinóparaescuchar.Contuvoelaliento;acasooyeraelsonidodeunapesadarespiración,alaquepodíaatribuirleunaexplicaciónprosaica.Elsilencioeratotal.Cuando,conmanovacilante,introdujolallaveenlacerraduraylahizogirar,éstarechinóyenelactoescucháronsepasostambaleantesypenosos,queavanzabanhacialapuerta.Thomsonhuyócomounconejohaciasuhabitación,dondeseencerrócon llave;sabíaqueeraenvano—¿dequépodíanservirpuertasycerrojosante loquesospechaba?—,peroeratodocuantoseleocurrióenesemomentoy,dehecho,nada sucedió. Sólo lo asaltaron el terror de la espera y las atroces dudas sobre ladecisiónaadoptar.Suprimerimpulsofue,porsupuesto,abandonarloantesposibleunacasaquealbergabahuéspedtannefasto.Peroprecisamenteeldíaanteriorhabíaaseguradoquesequedaríaporlomenosunasemanamásy,encasodecambiarsusplanes, de ningúnmodo podría evitar que sospecharan su participación en asuntosqueporciertonoleconcernían.Además,obienlosBettsconocíanlaexistenciadelextrañohuésped(ysinembargonoabandonabanlacasa),obienlaignoraban(locualtambiénevidenciabaquenohabíanadaque temer),obiensabíansólo losuficientecomo para cerrar la habitación, pero demasiado poco como para alarmarse; en

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cualquieradeesoscasos,parecíaobvioquenoexistíanadadignodetemor;supropiaexperiencia, por lo demás, no había sido tan terrible. Quedarse, en todo caso,implicabamenosesfuerzo.

En fin, permaneció allí la semana prevista. Nada advirtió al pasar junto a esapuerta; deteníase con frecuencia, a una hora tranquila del día o de la noche, en elpasillo,paraescuchar,peropormásatenciónqueprestaranopercibíasonidoalguno.Habría sido lógico, tal vez, queThomson intentara averiguar historias relacionadascon laposada,no interrogandoaBetts sinoalpárrocooa lagentemásviejade laaldea; pero no lo hizo: era presa de esa reserva que suele dominar a la gente quepadecióexperienciasextrañasycreeenellas.Sinembargo,alacercarseelfindesuestancia,lanecesidaddeunaexplicaciónsetornómásperentoria.Durantesuspaseossolitariossededicóaforjarunplanquelepermitiera,delmodomásdiscretoposible,indagar una vezmás ese cuarto a la luz del día. Concibió, finalmente, este ardid:debíamarcharseporlatarde,eneltrendelascuatro;cuandoelcabrioléloaguardaracon el equipaje, haría una última incursión al piso alto para examinar su propiodormitorioyverificarsinoolvidabanada;luego,conesamismallave,previamenteaceitada—¡comosiesovalieradealgo!—abriríaunavezmás,sóloporuninstante,lapuertadelaotrahabitación,ylavolveríaacerrar.

Así lo hizo. Pagó la cuenta. Toleró una charla breve y convencional mientrastrasladabansuequipajealcabriolé.

—Unhermosolugar,porcierto…estuvemuycómodo,graciasaustedyaMrs.Betts…esperovolverenotraoportunidad.

—Encantados de que esté satisfecho, señor. Hicimos todo lo posible…encantadosderecibirsuselogios…Eltiempo,enrealidad,nosayudómucho.

Yluego:—Iréarribaaversiolvidéunlibrooalgunaotracosa;no,nosemoleste,vuelvo

enunminuto.Y tan silenciosamente como pudo, se deslizó hasta la puerta y la abrió. ¡La

rupturadeunailusión!Casiestallóencarcajadas.Apoyado,casipodríadecirsequesentado,sobreelbordedelacama,había…¡puesnadamásqueunespantapájaros!Unespantapájarosquehabíansacadodel jardín,porsupuesto,yarrinconadoenesahabitación en desuso… Sí, pero de pronto toda la comicidad de su hallazgo sedesvaneció. ¿Acaso los espantapájaros tienen pies calzados que, en su desnudez,muestranloshuesos?¿Acasosuscabezascuelgansobreloshombros?¿Acasotienengrillos de hierro y trozos de cadenas alrededor del cuello? ¿Acaso puedenincorporarse y avanzar, aunque sea con tanta rigidez, a través de una habitación,meneando la cabeza, con los brazos caídos junto al cuerpo? ¿Y pueden, acaso,temblar?

Diounportazo,seprecipitóhacialasescaleras,lasbajódeunsaltoy,finalmente,perdióel sentido.Aldespertar,ThomsonvioaMr.Betts,quese inclinabasobreélconunabotelladeaguardienteyledirigíaunamiradadereconvención.

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—Nodeberíahaberlohecho,señor,deverasqueno.Noeséseelmododetrataragentequehizoporustedtodoloquepudo.

Thomsonescuchóotrasfrasessimilares,perojamáspudorecordarquérespondió.AMr.Betts,ytalvezaúnmásaMrs.Betts,leresultabadifícilaceptarsusdisculpas,pormásqueélalegabaquenadadiríaquepudieseperjudicarelbuennombredelacasa.Debieronsinembargoaceptarlas.ComoThomsonyanopodíaalcanzareltren,sehicieronlosarreglosnecesariosparaqueesanochedurmieraenlaciudad.Antesdequesefuera,losBettslecontaronlopocoquesabían.

—Dicenqueera,hacemuchotiempo,eldueñodeestapropiedadyqueprotegíaalosbandolerosqueacechabanen elbrezal.Al fin recibió sumerecido: lo colgaronconcadenas,segúndicen;levantaronelcadalsoallídondeestálapiedrablanca.Lospescadores se lo llevaron porque, según creo, lo veían desde elmar y les impedíatener buena pesca, o por lo menos eso pensaban. A nosotros nos lo contaron losanteriores propietarios. «Mantengan cerrado ese cuarto», nos dijeron, «pero nosaquenlacama;entoncesnotendránningúnproblema».Ynuncalotuvimos;niunavezsaliódelahabitación,aunqueahoranoséquépasará.Detodosmodos,ustedeselprimeroque lohavistodesdequeestamosaquí;yomismono lomirénunca,niquierohacerlo.Comohicimoslashabitacionesdelossirvientes juntoalestablo,notuvimosningúnproblemaconellos.Loúnicoqueespero,señor,esquemantengalabocacerrada.¿Ustedsabeloperjudicialesquepodríanserciertashabladurías…?—ysiguieronotrosruegosdelmismotenor.

Mr.Thomsonmantuvosupromesadurantemuchosaños.Yoconocíestahistoriagraciasaunincidentepeculiar:cuandoMr.Thomsonvinoavisitaramipadre,semeencomendóqueleindicarasuhabitación,peroél,enlugardepermitirqueleabrieralapuerta,semeadelantóylaabrióporsímismo;luegopermanecióvariosminutosenelumbralyescudriñóconinsistencia,alaluzdelavela,elinteriordelcuarto.Alfinpareciórecobrarseysedisculpó:

—Losiento.Séqueesabsurdo,perojamáspuedoevitarhacerlo,porunmotivomuyparticular.

Díasmástarde,conocíesemotivotanparticular,yustedesacabandeconocerlo.

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LAFUENTEDELOSLAMENTOS

ENelaño19..,undistinguidocolegiocontabaensuCuerpodeExploradorescondos miembros, cuyos nombres eran Arthur Wilcox y Stanley Judkinsrespectivamente.Teníanlamismaedad,sealojabanenelmismopabellón,estabanenlamismadivisióny,comoesnatural,eranmiembrosdelamismapatrulla.Erantanparecidos,quecausabanansiedadeinquietud,yhastairritaciónenlosprofesoresqueentraban en contacto con ellos. ¡Pero cuántas diferencias entre el hombre, o elmuchacho,quellevabandentro!

AArthurWilcoxsedirigíaelJefePrincipal,mirándoleconunasonrisacuandoelmuchacho entraba por el portal: «Vaya,Wilcox, ¡habrá déficit en nuestros fondospara premios, si se queda por aquí mucho tiempo! Tenga, tome este ejemplarbellamente encuadernado de Vida y obras del Obispo Ken, junto con mi sinceraenhorabuenaparaustedyparasusexcelentespadres».TambiénaWilcoxsereferíaeldirector cuando atravesaba los campos de deportes y, deteniéndose un momento,observabaalvicedirector:«¡Esechico tieneunaspectonotable!»«Síque lo tiene»,respondíaelvicedirector.«Denotaqueesungeniooquepadecedehidrocefalia».

Como explorador, Wilcox ganaba todas las fajas y distinciones por las quecompitiese. La Faja al mejor cocinero, al mejor realizador de mapas, al mejorsalvavidas,alamejorcolecciónderecortesdeperiódico,alquenodieraportazosalsalirdelsalóndeestudio,ymuchasotras.DelaFajadesalvavidastalveztengayoalgoquedecircuandocomienceahablardeStanleyJudkins.

No se sorprenderán ustedes al oír queMr.Hope Jones había añadido un versoespecial a cada una de sus canciones, para encomiar a Arthur Wilcox, o que elInstructordeprimercursodejócaerunaslágrimasalentregarlelaMedallaalaBuenaConducta,ensubonitoestuchecolorclarete:lamedallaquelehabíasidoconcedidaporelvotounánimede laTerceraClase.¿Unánimehedicho?Hedichomal.Hubounavozdisonante,ladeJudkinselpequeño,queadujoqueteníaexcelentesrazonesparaactuarcomolohabíahecho.Alparecer,compartíalahabitaciónconsuhermanomayor.TampocosesorprenderánustedesdequealcabodelosañosArthurWilcoxfueseelprimeralumno,yhastaaquelmomentoelúnico,quesehabíaconvertidoenCapitándeInternosyExternosdelColegio,nidequeelesfuerzodecumplirconlosdeberesdeamboscargos,unidoaltrabajohabitualdeloscursos,fuesetanarduoqueelmédicodelafamilialehubieseprescrito,comounanecesidadabsoluta,unreposototaldeseismeses,seguidodeunviajealrededordelmundo.

Sería una labor agradable la de seguir los pasos por los que llegó a ocupar lasituaciónbrillantequeahoradetenta;pero,demomento,bastadeArthurWilcox.Eltiempo apremia y debemos atender otro asunto bien distinto: la carrera de StanleyJudkins,elmayordelosJudkins.

ComoArthurWilcox,StanleyJudkinsatraíalaatencióndelasautoridades,pero

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muydeotraforma.AélsedirigíaelInstructordeprimercursosinsonrisadeningunaclase,aldecir;«¿Otravez,Judkins?Apocoqueinsistaenesaconducta,muchacho,tendrábuenosmotivosparalamentarelhaberentradoenestaacademia.¡Ahorahagaesto y lo otro, y dése por satisfecho de que no le caiga eso y lo de más allá!».TambiénenJudkinsreparabaelDirectoralpasaratravésdeloscamposdedeporte,cuandounapelotadecriquetseestrellabaconfuerzaconsiderablecontrasutobillo,yunavozcercanalegritaba:«¡Gracias,tronco!».ElDirector,mientrassedeteníaparamasajearse el tobillo comentó: «¡Creo que esemuchacho tendría que guardarse lapelotadecriquetenelbolsillo!».«Claroquesí»,dijoelvicedirector,«sicaebajomimano,yoprocuraréqueseguardealgomásqueeso».

Comoexplorador, Stanley Judkins noobtuvoninguna faja, comono fuesen lasque robaba a los miembros de otras patrullas. En el certamen culinario, fuesorprendidointentandometercohetesenelhornodeloscompetidoresvecinos.Eneldecosturatuvoéxitoalcoser,muyfirmementeyjuntos,adoschicos,conunefectodesastrosocuando intentaron levantarse.Para laFajadePulcritud fuedescalificadoporque,enlaescueladeverano,enlaquehacíamuchocalor,noselepudodisuadirdeestarsentadocon losdedosmetidosen la tinta:eraparagozardel fresco,segúndijo. Por un trozo de papel que recogía, debía de haber tirado por lo menos seiscáscaras de plátano u otras tantas peladuras de naranja. Las ancianas, al verleacercarse,lesuplicabanconlágrimasenlosojosquenolesllevaraloscubosdeaguaalotro ladode la calle.Aunque sabíanmuybien cuál sería el inevitable resultado.Pero en la competencia de salvamento era donde la conducta de Stanley Judkinsresultabamásdignadevituperio,yteníalosefectosdemayoralcance.Comoustedessaben, consistía en arrojar a un alumno de primero, escogido, de talla adecuada,completamentevestidoyatadodepiesymanos,enlapartemásprofundadelaPresadelCuco, y controlar el tiempoque el explorador al que le correspondiesehacerlodemoraba en rescatarle. En cada una de las oportunidades en que fue admitido acompetición,StanleyJudkins,enelmomentocrítico, sehabíavistoatacadoporuncalambre tremendo, que le había obligado a rodar por tierra, gritando como unmarrano. Naturalmente, eso había motivado que la atención de los presentes seapartara del chico que estaba en el agua y, de no haber mediado la presencia deArthurWilcox, la listadebajashabríasidomuyextensa.En talestadodecosas,elInstructordeprimeroconsiderónecesarioadoptarunaactitudfirmeydecidirquenose siguiera celebrando la competencia. En vano fue queMr. Beasley Robinson ledemostrara que en cinco ediciones del certamen sólo habían muerto cuatromuchachos.ElInstructordijoqueélseríaelúltimoeninterferir,decualquiermodoquefuese,enlalabordelosexploradores;peroquetresdeaquellosalumnoshabíansido miembros destacados de su coro, y que tanto él mismo como el Dr. Leyconsiderabanquelasmolestiasocasionadasporesaspérdidassuperabanlasventajasdeloscertámenes.Además,lacorrespondenciaconlospadresdeesoschicossehabíavuelto pesada, y hasta desagradable; ya no quedaban satisfechos con el formulario

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impresoqueteníaporcostumbreenviarles,ymásdeunodeelloshabíapasadoporEtonylehabíaquitadobuenapartedesuvaliosotiempoconquejas.Demodoquelacompeticióndesalvamentoyaeracosadelpasado.

Enresumen,StanleyJudkinsnoeramotivodeorgulloparalosexploradores,yenmásdeunaocasiónsehablódecomunicarlequesusserviciosyanoeranrequeridos.Esa posibilidad fue enérgicamente apoyada por Mr. Lambart; pero al finprevalecieronlasopinionesmenosdurasysedecidióbrindarleotraoportunidad.

Oseaquealcomienzodelasvacacionesdeveranode19..,leencontramosenelcampamentodeexploradoresdelbonitodistritodeV(oX),enelcondadodeD(oY).

Era una espléndidamañana, y Stanley Judkins y uno o dos de sus amigos—porque todavía tenía amigos— estaban tomando el sol en la cima de una duna.Stanley estaba boca abajo, con el mentón apoyado en las manos, mirando a ladistancia.

—Mepreguntoquélugaresése—dijo.—¿Cuál?—preguntóunodesuscompañeros.—Esaespeciedebosquecilloenmediodeeseprado,allíabajo.—¡Oh,ése!¡Yyoquésé!—¿Porquéquieressaberlo?—preguntóelotro.—No lo sé: me gusta el aspecto que tiene. ¿Cómo se llama? ¿Nadie tiene un

mapa?—preguntóStanley—.¡Ydecísquesoisexploradores!—Aquí tienes un mapa —respondió Wilfred Pipsqueak, joven de muchos

recursos—,yaquíestámarcadoesepunto,perodentrodelcírculorojo.Nopodemosirallí.

—¿Quéimportaelcírculorojo?—dijoStanley—.Peroellugarnotienenombreentuestúpidomapa.

—Ah,lepuedespreguntarcómosellamaaeseviejositantoteinteresasaberlo.«Eseviejo»eraunancianopastorquehabíasubidoaladuna,yestabadepiea

espaldasdeellos.—Buenos días, jovencitos—dijo el pastor—.Tienen ustedes buen tiempopara

susquehaceres,¿verdad?—Sí,gracias—respondióAlgernondeMontmorency,consucortesíacongénita

—.¿Podríadecirnoscómosellamaesebosquecilloyquéhaydentro?—Claroquepuedo—dijoelpastor—.EslaFuentedelosLamentos,asísellama.

Peroustedesnotienenquepreocuparseporesesitio.—¿Hayunmanantialdentro?—preguntóAlgernon—.¿Quiénacudeallí?Elpastorseechóareír.—Dioslebendiga—dijo—,niunhombreniunaovejahanacudidoalaFuente

delosLamentos,nilohanhechoentodoslosañosdemivida.—Pueshoyseromperáesamarca—afirmóStanleyJudkins—,porqueyovoyair

allí,abuscaraguaparaelté.

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—¡PorelamordeDios,joven!—exclamóelpastorconmiedoenlavoz—.¡Nohabledeesemodo!¿Peroesquesusinstructoresnoleshandichoquenovayanporallí?Puestendríanquehaberlohecho.

—Síquelohanhecho—dijoWilfredPipsqueak.—¡Cállate,borrico!—exclamóStanleyJudkins—.¿Quépasaallí?¿Noesbuena

elagua?Sifueraporeso,conhervirlayaestaríabien.—Nocreoquehayanadamaloenelagua—respondióelpastor—.Todoloque

séesquemiviejoperronoatravesaríaeseprado,ymuchomenosyoocualquierotroquetengaalgodesesoenlacabeza.

—Más que tontos de sí—comentó Stanley Judkins, con rudeza e incorreccióngramaticalalavez—.¿Quiénhatenidoalgúnproblemaporhaberpasadoporallí?—añadió.

—Tresmujeresyunhombre—replicóelpastorgravemente—.Escúchenme;yoconozcoestoslugaresyustedesno,ylesdigoesto;enestosúltimosdiezañosnohahabido ni una sola oveja que pastara en ese prado, ni se ha sembrado nada en él,aunque la tierraesbuena.Desdeaquípuedenvercómoestá todoporallí,conesoszarzales, matas y basuras de toda clase.Usted tiene unos prismáticos, joven—sedirigíaaWilfredPipsqueak—,oseaquelospuedever.

—Sí—dijoWilfred—,peroveoquehaysendasmarcadas.Alguienvaporallídecuandoencuando.

—¡Sendas!—exclamóelpastor—.¡Yalocreo!Cuatrosendas:tresmujeresyunhombre.

—¿Quéquieredecirconesode tresmujeresyunhombre?—preguntóStanley,mientrassevolvíaporprimeravezymirabadefrentealpastor(porquelehabíadadolaespaldahastaesemomento:eraunchicomaleducado).

—¿Quéquierodecir?Puesloquedigo:tresmujeresyunhombre.—¿Quiénesson?—preguntóAlgernon—.¿Aquévanallí?—Quizáhayaalguienquelespuedadecirquieneseran—dijoelpastor—,pero

esosdesaparecieronantesdequeyohubiesenacido.Yporqué ibanallíes todavíamásdeloqueunhijodehombrepuedadecir:loúnicoqueheoídoesquetodosellosenvidaeranmalaspersonas.

—¡Por san Jorge, qué cosamás rara!—murmuraronAlgernon yWilfred; peroStanleysemostrabadesdeñosoydesagradado.

—¡Perobueno!¿Yaadecirmequesonfiambres?¡Quétontería!Ustedeshandeserunostontos,sisecreeneso,Megustaríasaberquiénleshavisto.

—¡Yoleshevisto,jovencito!—respondióelpastor—,leshevistodecerca,desdeesaduna:ymiviejoperro,sipudiesehablar,lediríaqueéltambiénlesvioesamismavez.Erasobre lascuatrodela tarde,enundíacomoéste.Yolesvi,acadaunodeellos: avanzaban entre los arbustos y se detenían, andaban despacio por las sendashaciaelcentrodelosárboles,dondeestáelmanantial.

—¿Cómoeran?¡Cuéntenos!—pidieronAlgernonyWilfredconmuchointerés.

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—Harapos y huesos, jovencitos; los cuatro, harapos colgantes y huesosblancuzcos.Me daba la impresión de que los oía castañetear mientras se movían.Andabanmuydespacio,mirandodeunladoaotro.

—¿Cómoeransuscaras?¿Laspudover?—Noteníanmuchacaraquedigamos—dijoelpastor—,peromeparecióverque

teníandientes.—¡Dios!—exclamóWilfred—.¿Quéhicieroncuandollegaronhastalosárboles?—Nopuedodecirleeso,joven—respondióelviejo—.Noibaaquedarmeenese

lugar;además teníaquebuscaramiperro,quehabíadesaparecido.Nuncaantessehabíaapartadodemí,peroesavezdesaparecióy,cuandoporfinloencontré,nomeconocía y estuvo a punto de saltarme al cuello. Pero le estuve hablando y, al rato,reconociómivozyseacercóarastras,comounniñoquepideperdón.Noquisieravolveraverleotravezasí,niaélnianingúnotroperro.

Elperro,quesehabíaacercadoyhaciafiestasatodos,miróasuamoyexpresóunacuerdototalconsuspalabras.

Losmuchachosreflexionaronporunosmomentossobreloquehabíanoídoy,alcabo,Wilfreddijo:

—¿PorquésellamalaFuentedelosLamentos?—Si fueran allí una tarde de invierno, después de la puesta de sol, no

preguntaríanporqué—fuetodoloquedijoelpastor.—Vaya,nomecreoniunapalabradeeso—declaróStanleyJudkins—ypiensoir

hastaallíenlaprimeraocasiónquetenga;¡malditaseasinolohago!—¿Oseaquenomeharácaso?—preguntóelpastor—.¿Niamíniasusjefes,

queyalehanadvertidoquenovaya?Vamos,joven,ustednotienecabeza,meparece.¿Paraquéibaacontarleyounmontóndementiras?Nodaríanimediochelínporelquesemetieraeneseprado;peronomegustaríaverdesapareceraunjovencitoenlaflordelaedad.

—Mefiguroquedaríamásdemediochelín—dijoStanley—.Semeocurrequeustedtieneunadestileríadewhisky,oalgoasí,eneselugar,ynoquierequelagenteseacerqueporallí.Tonterías,esohay.Venga,muchachos,noslargamos.

Semarcharon.Losotrosdosdijeron«Buenastardes»y«Gracias»alpastor,peroStanley nada dijo. El viejo se encogió de hombros y permaneció donde estaba,mirándolesalejarseconairebastantetriste.

De camino hacia el campamento discutieron el asunto, y Stanley tuvo quesoportarque,tanlisayllanamentecomoeraposible,ledijeranqueseríaunperfectotontosifuesealaFuentedelosLamentos.

Esa noche, entre otras cosas, Mr. Beasley Robinson preguntó si en todos losmapasestabamarcadoelcírculorojo.

—Tenganbuencuidado—advirtió—denometersedentrodeesecírculo.Variasvoces,entreellas lamalhumoradadeStanleyJudkins,preguntaron«¿Por

quéno,señor?»

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—Porqueno—respondióMr.BeasleyRobinson—,ysiesonolesbasta,losiento—se volvió, habló en voz baja con Mr. Lambart, y después continuó—. Puedodecirles sólo esto: nos han pedido que mantuviéramos fuera de ese prado a losexploradores. Esmuy gentil de parte de esta gente permitirnos acampar aquí, y lomenosquepodemoshaceresestarlesagradecidos.Sinduda,ustedesconcuerdanconeso.

Todosdijeron«¡Sí,señor!»,exceptoStanleyJudkins,aquienseleoyómurmurar:«¡Estarlesagradecidos,uncuerno!»

Aprimerahoradelamañanadeldíasiguienteseoíaestediálogo:—Wilcox,¿estánpresentestodoslosdesutienda?—No,señor,¡Judkinsnoestá!—¡Ese muchacho es el incordio más infernal que se haya inventado! ¿Dónde

puedeestar?—Notengoidea,señor.—¿Losabealguien?—Señor,mepreguntosinohabráidoalaFuentedelosLamentos.—¿Quiénhahablado?¿Pipsqueak?¿QuéeslaFuentedelosLamentos?—Es ese lugar que hay en el campo, señor…, bueno, está en un bosquecillo,

señor,enunpradosincultivar.—¿Quieredecirdentrodelcírculorojo?¡Cielosanto!¿Porquécreequeha ido

allí?—Vaya,porqueteníamuchointerésensaberdetallessobreellugar,yestuvimos

hablando con un pastor, que nos dijo muchas cosas y nos advirtió que no nosacercáramos,peroJudkinsnoquisocreerleydijoquepensabair.

—¡Perfectoborrico!—exclamóMr.HopeJones—.¿Sehallevadoalgoconsigo?—Sí,creoqueuntrozodecuerdayunacantimplora.Ledijimosqueerauntonto

siibaallí.—¡Pedazo de burro! ¡Cómo diablos se atreve a coger pertrechos así, sin más!

Vamos,ustedestres,tenemosqueirabuscarle.¿Porquénadieescapazdecumplirnisiquieraunaordensencilla?¿Quélescontóelhombredelquemehanhablado?No,esperen,melodiránenelcamino.

Allámarcharon,AlgernonyWilfredhablandoa todavelocidad,y losotrosdosescuchando con una preocupación creciente. Por fin llegaron a la duna cercana alcampo, la que les había señalado el pastor la víspera. Dominaba el lugar porcompleto;dentrodelbosquecillodeabetosescoceses,mustiosyretorcidos,erabienvisiblelafuente,ytambiénloeranlascuatrosendasquediscurríanentrelaszarzasylosmatojos.

Hacíaundíaespléndido,demuchocalor.Elmarparecíaunasuperficiedemetal.No soplaba ni una brisa. Todos estaban exhaustos cuando llegaron a la cima y setumbaronsobrelahierbacaliente.

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—Todavíanoseleveporningunaparte—dijoMr.HopeJones—,perovamosadescansaraquíunmomento.Ustedesestánfatigados,yyotambién.Echenunabuenamirada—continuóalcabodeuninstante—,mehaparecidoverquesemovíanesosarbustos.

—Sí —dijo Wilcox—, a mí también. Allí…, no, no puede ser él. Pero hayalguien;estálevantandolacabeza,¿verdad?

—Mehaparecido,peronoestoyseguro.Silencioduranteunosminutos.Después:—Éseesél,estoyseguro—dijoWilcox—,estátrepandoporlacerca,allá,allado

opuesto.¿Noloven?Llevaalgoquebrilla.Eslacantimploraquehasdichotú.—Sí,esél,yvarectohacialosárboles—observóWilfred.Enesemomento,Algernon,queobservabacontodaatención,soltóungrito.—¿Qué es eso, en la senda? Va a gatas…Oh, es la mujer. ¡Ah, nome dejen

mirarla!¡Nodejenquepaseeso!—ysevolvió,agarrópuñadosdehierbaytratódeocultarlacabezaenella.

—¡Basta!—gritóMr.HopeJones:perofueinútil—.Oiga—dijo—,deboiralláabajo. Usted, Wilfred, quédese aquí a cuidar de este chico. Wilcox, usted vayacorriendohastaelcampamentoytraigaayuda.

Losdossemarcharona lacarrera.WilfredquedósoloconAlgernon,yprocurócalmarle,peroélmismonosesentíamuchomejorquesucompañero.Deratoenratomiraba hacia el pie de la colina y hacia el prado.Observó queMr.Hope Jones seacercabaal lugarapaso rápido,ydespués, sorprendido,vioquesedetenía,echabaunamiradaasualrededory,¡continuabaenángulo!¿Cuálpodíaserelmotivo?Miróhacia el prado, y vio allí una figura terrible, algo cubierta de harapos negros, conmanchasblancasquesobresalían:lacabeza,apoyadaenunlargopescuezodelgado,mediooculta enunaespeciedecofia informeynegruzca.Aquel ente agitabaunosbrazosflacosendirecciónalhombrequeibaalrescate,comosiquisieseespantarle:yentrelasdosfiguraselaireseveíatemblaryvolverselíquido,algoquenuncaantesWilfredhabíaobservado.Mientrasmiraba todoeso, elmuchachocomenzóa sentirunasuertedemareoyciertaconfusiónenlacabeza,quelehicieronpensarcuálnoseríaelefectosobrequiensehallasemáscercadelcampodeinfluencia.Seapresuróacambiardepuntodemira,paraadvertirqueStanleyJudkinsavanzabarápidamentehaciaelbosquecillo,yenelmáspuroestilodeunexplorador,mirandodóndeponíalospies,paranopisarlosespinosniquedarenredadoenellos.

Aunquenoveíanada, era evidenteque sospechabaalgún tipodeemboscada,ytratabademarcharsinhacerruido.Wilfredviotodoeso,ymásaún.Deprontoseledetuvoelcorazón,alcolumbraraalguienqueaguardabaentrelosárboles,ydespuésaotrafigura—unamásdeaquellasrepugnantementenegras—queconmovimientoslentosseacercabaporlasendaopuesta,mirandodeunladoaotro,talcomolohabíadescritoelpastor.Lopeordetodofuequevioaunacuarta—sindudaunhombre,eneste caso—, saliendo de entre los arbustos, pocas yardas detrás del desdichado

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Stanley,yque,conmuchoesfuerzo,seacercabaarastrasalsendero.Porloscuatroladoslamiserablevíctimateníacortadoelcamino.

Wilfredestabaalcabodesusfuerzas.SeprecipitóhaciaAlgernonylezamarreó.—¡Levántate! —dijo—. ¡Grita! ¡Grita todo lo que puedas! ¡Oh, si tuviese un

silbato!Algernonserecuperó.—Aquítienesuno—ledijo—.EseldeWilcox,debedehabérselecaído.Así que uno pitaba, el otro gritaba. En el aire sereno se expandía el sonido.

Stanley escuchaba; se detuvo; se volvió y entonces se oyó un grito más agudo yaterradorquecualquieradelosquepudiesenemitirlosmuchachosquesehallabanenlacolina.Erademasiadotarde.

La figura agazapada a espaldas de Stanley se arrojó sobre él y le cogió por lacintura.Laotra,horrible, laqueestabadetenidamoviendolosbrazos, losagitóunavezmás, pero con júbilo. La que se deslizaba entre los árboles se precipitó haciaadelante,ytambiénellaestirólosbrazoscomosiquisiesecogeralgoqueveíaensucamino; y la otra, más alejada, se dio prisa en acercase, moviendo la cabeza conregocijo.Losmuchachosobservarontodoaquelloenuninstantedesilencioterrible,yapenaspodíanrespirarmientrascontemplabanlaluchaespantosaentreelhombreysupresa.Stanleyledabaconsucantimplora,únicaarmaquetenía.Elalarotadeunsombreronegrocayódelacabezadeaquelser,ydejóalavistauncráneoblancoconmanchasquepodíansermechonesdepelo.Paraentoncesunade lasmujereshabíallegadohastaellos,y tirabade lacuerdaenroscadaalrededordelcuellodeStanley.Entrelosdosleredujeronenunmomento:cesaronlosgritosangustiosos,ylostresentraronenelcírculodelbosquecillodeabetos.

Sin embargo, hubo una esperanza fugaz de rescate. Mr. Hope Jones, que seacercabaabuenpaso,sedetuvodepronto,sevolvió,alparecerrestregósusojos,ydespuéscomenzóacorrerhaciaelprado.Ymásaún: losmuchachosmiraronasusespaldas y no sólo vieron una tropa de figuras que llegaban a la cima de la dunacontiguadesdeelcampamento,sinotambiénalpastorquesubíaalacarreraladunaenqueellosmismossehallaban.Agitaronlosbrazos,gritaron,corrieronunasyardashaciaelviejoyvolvieronasusitio.Elpastoracelerósuspasos.

Unavezmásloschicosmiraronhaciaelprado.Noseveíanada.¿Ohabíaalgoentrelosárboles?

¿Porquéesabrumaentreelfollaje?Mr.HopeJoneshabíatrepadoalacercaysezambullíaentrelosmatorrales.

El pastor se detuvo junto a los muchachos, jadeante. Corrieron hacia él y secolgarondesusbrazos.

—¡Lehancogido!¡Entrelosárboles!—fuetodoloquepudierondeciryrepetir.—¿Qué? ¡Nome digan que ha ido allí después de todo lo que le he explicado

ayer!¡Pobrecillo!¡Pobrecillo!—yhubiesequeridodeciralgomás,perootrasvocesleinterrumpieron.Lapatrulladerescatedelcampamentohabíallegado.Unaspocas

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palabrasprecipitadasytodosecharonacorrercolinaabajo.ApenashabíanentradoenelcampocuandosetoparonconMr.HopeJones.Traía

sobre el hombro el cadáver deStanley Judkins.Le había descolgado de una rama,donde lehallarabalanceándoseenel aire.Enel cuerponoquedabaniunagotadesangre.

Al día siguiente, Mr. Hope Jones se puso en marcha con un hacha, y con laintenciónexpresadecortarcadaárboldelbosquecilloyquemarcadamatadelprado.Volvióconunaextrañaheridaenlapiernayelmangodelhachaquebrado.Nohabíapodido encender ni una sola chispa, y en ningún tronco había logrado hacer nisiquieraunamarca.

He oído decir que ahora habitan la Fuente de los Lamentos tres mujeres, unhombreyunmuchacho.

LaimpresiónquesufrieronAlgernondeMontmorencyyWilfredPipsqueakfueprofunda.Ambossemarcharondeinmediatodelcampamento;sinduda,aquelsucesoarrojó una sombra —aunque pasajera— en quienes se quedaron allí. Uno de losprimerosenrecuperarelánimofueJudkinselpequeño.

Ésta,caballeros,eslahistoriadelacarreradeStanleyJudkins,yladeunapartedelacarreradeArthurWilcox.Hastaahora,creo,nohabíasidocontada.Tieneunamoralejay,asíloespero,esamoralejaesobvia:sinolatiene,nosémuybiencómopodríayoremediarlo.

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ELTESORODELABADTHOMAS

I

VERUMusqueinpraesentemdiemmultagarriuntinterseCanonicideabsconditoquodam istius Abbatis Thomae thesauro, quem saepe, quanquam adhuc incassum,quaesiveruntSteinfeldenses.IpsumenimThomamadhucfloridainaetateexistentemingentem auri massam circa monasterium defodisse perhibent; de quo multotiesinterrogatus ubi esset, cum risu respondere solitus erat: «Job, Johannest, etZacharias vel vobis vel posteris indicabunt»; idemque aliquando adiicere seinventurisminimeinvisurum.InteraliahuiusAbbatisopera,hocmemoriapraecipuedignum iudicoquod fenestrammagnam inorientalipartealaeaustralis inecclesiasua imaginibus optime in vitro depictis impleverit: id quod et ipsius effigies etinsignia ibidem posita demonstrant. Domum quoque Abbatialem fere totamrestauravit: puteo in atrio ipsius effosso et lapidibus marmoreis pulchre caelatisexornato.Decessitautem,mortealiquantulumsubitáneaperculsus,aetatissuaeannoLXXII,incarnationisveroDominicaeMDXXIX.

—Supongoquetendréquetraducirlo—sedijoelanticuarioencuantoconcluyólatranscripcióndelosrenglonesprecedentesquehabíatomadodeeselibropeculiaryexcesivamentedifuso,elSerturnSteinfeldenseNorbertinum[1].Bueno,da lomismoquelohagaahoraodespués.

Y,enconsecuencia,lasiguienteversiónquedóredactadaenpocotiempo.

«Hastaelpresentedía,seharumoreadomuchoentreloscanónigosacercadelaexistenciadeunciertotesoroocultodelsusodichoabadThomas,quelosdeSteinfeldhanbuscadoconfrecuencia,aunquehastaahoraenvano.SedicequeThomas,aúnenla plenitud de su vida, ocultó una inmensa cantidad de oro en algún sitio delmonasterio.Cuandolepreguntaban—loquesucedíaamenudo—dóndesehallaba,respondía riéndose: “Job, Juan y Zacarías os lo dirán, a vosotros o a vuestrossucesores”.Aveces añadíaquenoguardaría rencor algunoal que lohallara.Entreotras obras emprendidas por este abad, mencionaré especialmente las imágenes,admirablementepintadasenvidrio,quepueblanelgranventanaldelextremoorientaldelanavesurdelaiglesia,que,amododetestimonio,ostentasuefigieysusarmas.Ademásrestaurócasiíntegramentelamoradadelabad,encuyopatiocavóunpozoqueadornóconhermososrelievesenmármol.Muriódemuertealgorepentinaalossetentaydosañosdeedad,enelAñodelSeñorde1529.»

Losiguientequedebíahacerelanticuarioera localizar losvitralesde la iglesiaabacial deSteinfeld. Pocodespués de laRevolución, una gran cantidad de vitralespasóde lasdisueltas abadíasdeAlemaniayBélgica anuestropaís, yhoyadornanvariasdenuestras iglesiasparroquiales,catedralesycapillasprivadas.LaabadíadeSteinfeldfueunodelosmáspródigosdeestosinvoluntariosproveedoresdenuestro

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patrimonio artístico (cito el preámbulo, un tanto pomposo, del libro escrito por elanticuario) y lamayorpartede losvitrales de esa institución son identificables sindificultad,yapor lasmúltiples inscripcionesquemencionansuprocedencia,yaporlostemas,querepresentabanciclosonarracionesbiendefinidos.

Elpasajeconelqueiniciémirelatohabíaofrecidootrapistaalanticuario.Enunacapillaprivada—no importadónde—habíavisto tresenormes imágenes;cadaunaocupabalaluzíntegradeunventanal,ylastreseransindudaobradeunsoloartista.Eseartista,segúnlodelatabaelestilo,habíasidounalemándelsigloXVI,peronadiehabía podido brindar datosmás precisos. Las imágenes representaban—¿acaso ellector se asombrará de ello?— a JOB PATRIARCHA, JOHANNES EVANGELISTA,ZACHARIAS PROPHETA, y cada uno aferraba un libro o pergamino que exhibía unasentencia de sus respectivos escritos. El anticuario había advertido este detalle, ytambién, no sin asombro, que diferían de todos los textos de laVulgata que habíapodido examinar. El pergamino en manos de Job rezaba: Auro est locus in quoabsconditur (en lugardeconflatur)[2]; el librodeJuandecía:Habent investimentissuisscripturamquamnemonovit[3](enlugardeinvestimentoscriptum,tomandolaspalabras reemplazadas de otro versículo); y Zacarías: Super lapidem unum septemoculisunt[4](elúnicoquepresentabauntextosinalteración).

Un amargodesconcierto había acuciado a nuestro investigador al ver a los trespersonajes reunidos en un mismo ventanal. No los unía ningún lazo de ordenhistórico,simbólicoodoctrinal,ysospechóqueacasoformaranpartedeunaextensaseriedeprofetasyapóstolesquecubriera,porejemplo,lasventanassuperioresdeunaiglesiadedimensionesnotables.PeroelpasajedelSertum,alrevelarquelosnombresdelospersonajesrepresentadosenelvitralhoyexpuestoenlacapilladeLordD…habíansidoconstantementemencionadosporelabadThomasvonEschenhausendeSteinfeld,yquedichoabadhabíaerigido,acasohacia1520,unvitralpintadoen lanave sur de la iglesia abacial, alteraba la situación. Pensar que las tres imágenesformaran parte de la ofrenda del abadThomas no era una conjetura audaz, y paraconfirmarlaorefutarlabastabaconexaminarescrupulosamenteelvitral.Y,comoMr.Somertonerahombresinocupaciones,iniciósindemorasuperegrinajealacapilla.Su conjetura tuvoplena confirmación.No sólo la técnicay el estilodel vitral eranperfectamente adecuados al lugar y la época requeridos, sinoquehalló también enotroventanaldelamismacapilla,otrovitral,quehabíanadquiridojuntoconlastresimágenesyquelucíalasarmasdelabadThomasvonEschenhausen.

Aintervalos,durantesusindagaciones,Mr.Somertonnohabíadejadodeevocarlosrumoressobreeltesoroocultoy,amedidaquelasviosatisfechas,juzgócadavezmásobvioquesialgúnsentidoteníanlasenigmáticasrespuestasdelabad,habíaquedescubrirloenelventanalqueélhabíainstaladoenlaiglesiaabacial.Erainnegable,porlodemás,quecabíainterpretarelprimerodelossingularestextosinscritosenelvitralcomoreferenciaauntesorooculto.

Consiguió, pues, con sumo cuidado, todo indicio o señal cuya eventual

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colaboraciónpudieradesentrañarelmisterioque,asujuicio,elabadhabíapropuestoalaposteridady,deregresoasucasasolariegaenBerkshire,consumióbuenapartedelaceitenocturnoantesuscopiasybosquejos.Undía,dosotressemanasmástarde,Mr. Somerton le anunció a su mayordomo que debía preparar tanto sus propiasmaletascomolasdesuamo,puespartíandeviajeaunsitioadonde,porahora,nolosseguiremos.

II

Mr.Gregory,párrocodeParsbury,había resuelto,esadiáfanamañanadeotoño,caminarhasta elportónantesdeldesayunopara recibir la correspondenciaygozardelairefresco.Pudosatisfacerambospropósitos.Aúnnohabíarespondidosinodiezu once de las variadas preguntas formuladas por la límpida curiosidad de susvástagos, que le acompañaban, cuando apareció el cartero; el bulto de esamañanaincluíaunacartaconestampillayselloextranjeros(queenelactofueronobjetodeávidadisputaentrelosjóvenesGregory),remitidaconunacaligrafíacuyaculturaeraobjetable,aunquenoasísucarácteringlés.

Cuandoelpárrocolaabrióybuscólafirma,advirtióquelaenviabaelservidordeconfianzadesuinestimableamigoyprotectorMr.Somerton.Decíalosiguiente:

MuyRespetableSeñor:ComosufromuchaansiedáporelAmo,leescribopararogarlesiUd.,Señor,no

decearíatenerlabondádevenirseporaquí.ElAmotuvounagrancomosiónyestáencama.Nuncalovienestehestadoperodespuésdetodonoeshasombrarseysóloustedpuededarle unamano.ElAmodiceque sie demencionarlo el caminomáscortoesirseaKoblinzaydeaiesunpocomás.Esperohabersidoclaro,peroestoymuyconfundidoyconmuchaansiedá,ymesientomuydébilporlasnoches.Simepermite laaudasia, señor, seráunplacerverunaonrada carabritánicaentre tantasextranjeras.

Losaluda,contodadiferenciaWilliamBrown

P.D.—Esunpueblo,nounaciudá.SellamaStinfeld.

Figúrese el lector los detalles del asombro, la confusión y los precipitados

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preparativos en que carta semejante había de sumergir a un apacible párroco deBerkshire,enelañodegraciade1859.Sólodiréqueesemismodíatomóuntrenalaciudad,quelogróreservaruncamaroteenelbarcoaAmberesyunasientoeneltrena Coblenza; tampoco presentó mayor dificultad el traslado desde ese lugar aSteinfeld.

Padezco,comonarrador,lagravedesventajadenohabervisitadojamásSteinfeldy de que ninguno de los protagonistas del episodio (de quienes derivo toda miinformación) me haya brindado sino una idea vaga e imprecisa de su aspecto.Deduzcoqueesunsitiopequeño,conunaenormeiglesiadespojadadesusantiguosornamentos; larodeaunavariedaddeedificiosaltos,másbienenruinas,casi todosdelsigloXVII;pueslaabadía,aligualquecasitodaslasdelcontinenteeuropeo,fuereconstruida por sus moradores de esa época. No creí que valiera la pena gastardineroenvisitarellugar,puesaunquequizámerezcaunjuiciomásatentoqueeldeMr.SomertonyeldeMr.Gregory,porciertohaymuypoco,siesquehayalgo,cuyointerésseadeprimeramagnitud…salvo,acaso,unacosa,queyopreferiríanover.

La posada donde se alojaron el caballero y su sirviente es, o era, la única«posible»enlaaldea.HaciaellalocondujoelcocherocontratadoporMr.Gregory,que al llegar halló a Mr. Brown esperando en la puerta. Mr. Brown, que en suBerkshire natal era un modelo de esa raza patilluda e impasible, que responde alnombredeservidordeconfianza,vestía,eneseexilioatroz,untrajeclarodetweed,ydelatabaansiedad,furor,cualquiercosasalvodominiodelasituación.Sualivioalverla«onradacarabritánica»delpárrocofuedesmesurado,perocarecíadeléxicoparaexpresarlo.Sólopudodecir:

—Bueno,estoymuycontento,seloaseguro,señor,deverlo.Ytambién,señor,loestaráelamo.

—¿CómoestásuamoBrown?—preguntóávidamenteMr.Gregory.—Creoquemejor,señor,gracias;perolopasómuymal.Esperoque,enfin,ahora

puedadormirunpoco…—¿Qué fue lo que ocurrió? No pude deducirlo de su carta. ¿Hubo algún

accidente?—Bueno, señor, no sé si debo… El amo insistió en que él mismo quería

contárselo.Peronoserompióniungüeso…creoquedeberíamosestaragradecidosporeso…

—¿Quédiceelmédico?—preguntóMr.Gregory.YaestabanantelapuertadelcuartodeMr.Somertonyhablabanenvozbaja.Mr.

Gregory,queibadelante,buscabaelpicaporte,razónporlacualrozólospanelesconlos dedos.Unhorrible alarido, que provino del interior del cuarto, se anticipó a larespuestadeBrown.

—¿Quiénes,enelnombredeDios?—oyeron—.¿EsBrown?—Si señor… soy yo, con Mr. Gregory —se apresuró a decir Brown, y le

respondióunestentóreogruñidodealivio.

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Entraronenlahabitación,cuyapenumbracontrastabaconlatardedesol,yMr.Gregory observó con súbita lástima, las contracciones y lágrimas de temor quedeformabanelrostrodesuamigo,quienincorporándosebajoeldosel,lesaludóconmanotrémula.

—Mejor ahora que le veo, querido Gregory —fue la respuesta a la primerapreguntadelpárroco,y,porlovisto,erasincera.

Trasundiálogodecincominutos.Mr.Somerton—talfuelaulteriordeclaraciónde Brown— ya era otro hombre. Pudo ingerir una cena más respetable y estuvodispuestoatolerar,enunlapsodeveinticuatrohoras,elviajeaCoblenza.

—Pero hay algo—dijo con un nuevo asomo de inquietud que perturbó aMr.Gregory—quedebo suplicarlequehagapormí,queridoGregory.No—prosiguió,depositandosumanosobre ladeGregorypara impedir toda interrupción—,nomepregunte qué es, o por qué quiero que lo haga. Aún no puedo explicarlo; meperjudicaría,anularíatodoelbienquemehahechoalvenir.Sólolediréquenocorreningúnriesgo,yqueBrown,mañana,puedeyhaderevelarlequées.Sólosetratadereintegrar… de guardar… algo. No; aún no puedo mencionarlo. ¿No le molestallamaraBrown?

—Bien,Somerton—dijoMr.Gregorymientrassedirigíaalapuerta—.Nopediréningunaexplicaciónhastaqueustedlocreaconveniente.Ysiestapequeñadiligenciaestanfácilcomodice,nohabráproblemasenquesea,tratándosedeusted,loprimeroquehagaporlamañana.

—Ah,estabaseguro,miqueridoGregory;sabíaquepodíaconfiarenusted.Jamáspodré expresarle mi gratitud. Mire, aquí está Brown, quiero hablar una palabracontigo.

—¿Convienequemevaya?—preguntóMr.Gregory.—Noporfavor,enabsoluto,Brown,loprimeroqueharásmañanaporlamañana

(séqueno le importamadrugarGregory)es llevaralpárrocoa…allí,yasabes—Brown,inquietoysolemne,asintióconungesto—,yentrelosdosdevolveránesoasulugar.Notienesporquéalarmarte;duranteeldíanohayningúnpeligro.Sabesaquéme refiero. Está en el escalón, ya sabes, donde…donde lo pusimos—Browntragósalivacondificultade,incapazdehablar,seinclinóunayotravez—,síesoestodo.Sóloesto,miqueridoGregory.SipuedeevitarinterrogaraBrownalrespecto,leestaréaúnmásagradecido.Mañanaporlanoche,alosumo,sitodovabien,creoquepodrécontárselotodo,delprincipioalfin.Ahoraledeseobuenasnoches.Brownsequedaconmigo,duermeaquí;yyo,ensulugar,cerraríalapuertaconllave.Sí,noolvidehacerlo.Lagentedeaquíloprefiere,y…yesmejor.Buenasnoches,buenasnoches.

Así se despidieron, y siMr. Gregory despertó un par de veces enmitad de lanocheeimaginóquealguienraspabalaparteinferiordesupuerta,eralomenosquepodíasucederleaunhombretranquilosúbitamentetrasladadoaunacamaextrañaeinmersoenunextrañomisterio.Porciertoquehastael finde susdíascreyóhaber

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escuchadotalesruidosdosotresvecesentrelamedianocheyelalba.Se levantó con el sol y no tardó en salir en compañía de Brown. Aunque el

serviciorequeridoporMr.Somertonfueracurioso,noresultódifícilnialarmante,ymediahoradespuésdehaber salidode laposadahabían terminadoconél.Aúnnodirédequésetrataba.

Mástarde,esamismamañana,Mr.Somerton,casirecobradoporcompleto,pudopartirdeSteinfeld;al anochecerdeesedía—no recuerdosienCoblenzaoenunaescala intermediadelviaje—ofreció laprometidaexplicación.FueenpresenciadeBrown,aunqueéstejamásreveló,yyonomeatreveríaahacerconjeturas,hastaquépuntologrócomprenderenquéconsistíaelproblema.

III

HeaquíelrelatodeMr.Somerton.«—Ambossaben,enprincipio,queemprendíesteviajeconelobjetodesatisfacer

unainquietudsuscitadaporunviejovitraldelacapillaprivadadeLordD…Bien,elpuntodepartidadetodofueunpasajedeunviejolibroalquelesruego

prestenatención.Y,alllegaraestepunto,Mr.Somertonlesmostróeltextoqueellectoryaconoce.—En mi segunda visita a la capilla —prosiguió—, mi propósito consistía en

tomar nota de cuanta cifra, letra, corte con diamante y aunmarcas aparentementeaccidentalespudieradescubrirsobreelvidrio.Elprimerpuntoalquemedediquéfuealdelasinscripciones.Nomecabíadudadequelaprimeradeellas,ladeJob(«Hayun lugar donde se oculta el oro»), con sus deliberada alteración, debía referirse altesoroescondido;asíquemedemoréconciertaconfianzaenlasiguiente, ladesanJuan:«Lucenensuvestimentaunaescrituraqueningúnvarónconoce».Ustedessepreguntarán,naturalmente,sihabíaalgunainscripciónenlosmantosdelasimágenes.No descubrí ninguna; cada uno de los tres mantos terminaba en un amplio bordenegro, que formaba en el ventanal un trazo conspicuo y más bien desagradable.Confesarémiconfusión,ydenohabermediadounafelizcasualidadcreoquehabríaabandonado la búsqueda en el mismo punto en que lo hicieron los canónigos deSteinfeld.Perosucedióquehabíagrancantidaddepolvosobrelasuperficiedelvitral,yLordD…,queentróporcasualidad,viomismanosennegrecidasyamablementeinsistió en que trajeran un plumero para limpiarlo. Supongo que el plumero debíateneralgunaprominenciaáspera,pues,alpasarsobreelbordedeunodelosmantos,

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advertíqueabríaunlargosurco,queenelactorevelóunamanchaamarilla.Lepedíal sirvienteque suspendieraun segundosu tareay subí a la escaleraparahacerunexamen.Allíestaba,sinlugaradudas,lamanchaamarilla,yloquehabíasaltadoeraun grueso pigmento negro, aplicado evidentemente con una brocha después deprocesadoelvitral,que,portanto,podríarasparsesincausarningúnperjuicio.Raspé,pues,yseguroquenolocreerán—no,cometounainjusticia,yalohabránadivinado—:hallé,bajoelpigmentonegro,dosotresletrasmayúsculasnítidamentedibujadascon tintura sobre un fondo más claro. Por supuesto, apenas pude contener misatisfacción.

»Le comuniqué a Lord D… que había descubierto una inscripción que creíainteresante,yleroguéquemepermitieralimpiarlaporcompleto.Noopusoobjeciónalguna,medijoquehiciera loqueconsideraraconveniente,y luego,comoteníauncompromiso,que,tengoquedeclararlo,sirvióparamialivio,debiódejarmeasolas.Mepusea trabajarenelactoy la tareanomedeparódificultades.Elpigmento,yadisuelto por el curso del tiempo, saltó casi al primer roce, y creo que nome llevósiguieraunapardehoraslimpiarlostresbordesnegros.Cadaimagenexhibía,comoanunciabalainscripción,“unaescrituraqueningúnvarónconocía”.

»Estedescubrimiento,porsupuesto,meconfirmóquenoseguíaunapistafalsa.Ahorabien,¿cuáleralainscripción?Mientraslimpiabaelvidriomeesforcépornoleernada,reservándomeeseplacerparacuandolotuvieratodoalavista.Ycuandolotuve, querido Gregory, te aseguro que casi rompo a llorar, abrumado por ladecepción.Loqueteníaantemíeraunconjuntodeletrastandesordenadascomosilashubiesemezcladodentrodeunsombrero.

Heloaquí:

Job.DREVICIOPEDMOOMSMVIVLISLCAVIBASBATAOVT

S.Juan.RDIIEAMRLESIPVSPODSEEIRSETTAAESGIAVNNR

Zacarías.FTEEAILNQDPVAIVMTLEEATTOHIOONVMCAAT.H.Q.E.

»Peseamiprimerdesconcierto,miconfusiónnoperduró.Casienelactoadvertíquemeenfrentabaconunasuertedeclaveocriptograma;yreflexionéque,dadasutempranafecha,debíaserdeunaespeciebastantesimple.Demodoquetranscribílasletrasconlamásminuciosaatención.Surgió,entretanto,otroindicioqueconfirmómicreenciaenuntextocifrado.DespuésdecopiarlasletrasdelmantodeJoblasconté,para asegurarme de que no faltaba ninguna. Eran treinta y ocho; y al concluir larevisión percibí una raspadura, ejecutada con una punta filosa en el extremo delmanto.ErasimplementeelnúmeroXXXVIIIencifras romanas.Paraabreviar,diréquehabíauna indicación similar, por así llamarla, en cadaunade lasotras claves;quedabaclaro,amijuicio,queelartesanohabíarecibidoórdenesestrictasdelabad

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Thomasencuantoalainscripción,ysehabíaesmeradoenverterlacorrectamente.»Bueno,imaginarán,despuésdetalhallazgo,conquédetenimientorecorrítodala

superficiedelvidrioenbuscadeotraclave.Nodesdeñé,porsupuestolainscripcióndeZacarías (“Sobreunapiedrahaysieteojos”),perono tardeenconcluirqueéstadebíareferirseaalgunamarcaenunapiedraquesólopodríadescubririnsitu,dondese ocultara el tesoro. Hice, en pocas palabras, cuantas anotaciones, copias ybosquejosmefueposible,yluegoregreséaParsburyparaintentareldesciframientocon tranquilidad. ¡Oh, los tormentos que padecí! Al principiome creímuy sagaz,porquejuzguéquelahallaríaenunode,losviejostratadossobreescriturasecreta.LaSteganogaphia de Joachim Trithemius, que fue contemporáneo del abad Thomas,parecíaparticularmenteprometedora;mehiceconella,pues,yconlaCryptographyadeSelenius,elDeAugmentisScientiarumdeBacon,yotrasobras.Denadavalieron.Intenté aplicar el principio de la “letra más frecuente”, primero con base latina yluegoalemana.Tampocosirvió,ynoestoysegurodesieraonoaplicable.Regresé,porfin,alvitral,yreleímisanotaciones,esperando,casicontratodaesperanza,queelmismoabadmehubiesesuministradolaclavenecesaria.Nadapudeinferirdelcolorodeldiseñodelosropajes.Nohabíafondosdepaisajeconobjetossecundarios;nadahabía en los palios. El único recurso posible parecía residir en la actitud de lasimágenes “Job”, leí: “el pergamino en la mano izquierda, el índice de la manoderechatendidohaciaarribaJuan:aferrasulibroconlamanoizquierda;bendiceconlamanoderecha,condosdedos.Zacarías:pergaminoenlamanoizquierda;tiendelamanoderechahaciaarriba,comoJob,peroapuntacontresdedos”.Enotraspalabras,reflexioné, Job extiendeun dedo, Juan dos, Zacarías, tres. ¿No habrá implícito uncódigonumérico?MiqueridoGregory—dijoMr.Somerton,apoyandolamanoenlarodilladesuamigo—,ésaeralaclave.Alprincipionoadvertíenquéconsistía,peroal cabo de un par de instantes la desentrañé. Después de la primera letra de lainscripción,unoomiteuna letra,despuésde la siguienteomitedos, ydespués tres.Ahora mira el resultado que obtuve. Puse en versalitas las letras que configuranpalabras:

DREVICIOPEDMOOMSMVIVLISLCAVIBASBATAOVT

RDIIEAMRLESIPVSPODSEEIRSETTAAESGIAVNNR

FTEEAILNQDPVAIVMTLEEATTOHIOONVMCAAT.H.Q.E.

»¿Love?Decemmilliaaurirepositasuntinputeoinat…(Haydiezmilpiezasdeoroenunpozoen…),y sigueunapalabra incompletaquecomienza conat.Hasta

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aquíperfecto.Apliquéelmismosistemaalasletrasrestantes;peronodioresultado,eimaginé que acaso los puntos que siguen a las tres últimas letras indicaban algúncambioenelprocedimiento.Luegopensé:“¿NohabíaningunaalusiónaunpozoenlahistoriadelabadThoms,enelSertum?”Sí,lahabía;élhabíacavadounputeusinatrio (unpozoenelatrio).Allíestaba,porsupuesto,mipalabra:atrio.Elpróximopaso consistió en transcribir las otras letras de la inscripción, omitiendo las yautilizadas.Obtuveloquevesenestatarjeta:

RVIIOPDOOSMVVISCAVBSTBTAOTDOIEAMLSIVSPDEERSETAEGIANRFEEALQDVAIMLEATTHOOVMCA.H.Q.E.

»Ahorabien,yonosabíacuáleseranlastresprimerasletrasrequeridas,esdecirrioparacompletarlapalabraatrio;y,comoverás,éstasestánentrelasprimerascincoletras requeridas, es decir, rio, para completar la palabra; perono tardé en advertirque cada letra alternada debía emplearse al continuar la lectura de la inscripción.Puede resolverlo usted mismo; el resultado, si reinicia cada ronda con lo que lequeda,eséste:

riodomusabbatialisdeSteinfeldame,Thoma,quipossuicustodemsuperea.Gareàquilatouche.

Oseaqueelsecretoera:

Haydiezmil piezas de oro en unpozodel atrio de la casa del abaddeSteinfeld, cuyo constructor soy yo, Thomas, que ha puesto un guardián enellas.Gareaquilatouche!

»Diréqueestasúltimaspalabraseranunlemaadoptadoporelabad.LodescubríjuntoasusarmasenotrovitraldelacapilladeLordD…,yelreligiososelasingenióparaincluirloensucriptograma,aunquenoconcuerdagramaticalmente.

»Y bien, querido Gregory, ¿a qué tentación no hubiera cedido cualquier serhumanoenmilugar?¿Quiénpodríahaberevitadopartir,talycomoyolohice,haciaSteinfeld y rastrear el secreto, literalmente, hasta su fuente?Creoquenadie.Yo almenosnopuede,yasí,nonecesitoaclarárselo,mehalléenSteinfeldapenasme lopermitieron los recursos de la civilización, y me instalé en la posada que ustedconoce.Lediréquenoestuvedeltodolibredepresentimientos:temíaladecepciónobienelpeligro.Siemprequedabalaposibilidaddequeelpozodelabadhubierasidoíntegramentedestruido,oquealguien, ignorantede loscriptogramas,peroayudadoporlasuerte,hubiesetropezadoconeltesoroantesqueyo.Yademás,—aquísuvoz

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tembló en formanotoria—,nome avergonzará confesar que el significadode esaspalabrasrelativasalguardiándeltesoromeimpedíanestardeltodotranquilo.Pero,sime disculpa, no volveré a comentar ese particular hasta… hasta el momentonecesario.

»En cuanto tuvimos una oportunidad, Brown y yo exploramos el lugar. Yo,naturalmente, había manifestado interés en las ruinas de la abadía, y no pudimosevitar una visita a la iglesia, pese ami ansiedad por acudir a otra parte.De todosmodos, sí me interesaba observar los ventanales donde había estado el vitral,especialmenteeldelextremoorientaldelanavesur.Measombróhallar,enlaslucesdelastracerías,algunosfragmentosysignosheráldicos:allíestabaelescudodelabadThomas,yunapequeñaimagenconunpergamino,cuyainscripciónOculoshabent,etnonvidebunt(“Tienenojosynoverán”)era,amijuicio,unaalusióndelabadasuscanónigos.

»Peroporsupuesto,elobjetivoprincipalconsistíaenhallarlacasadelabad.Porlo que sé, en la construcción de unmonasterio no hay reglas establecidas para laresidenciadelabad;nopuedepredecirse,comodelacapilla,queestarásobreelalaorientaldelclaustro,o,comodeldormitorio,quesecomunicaráconuncrucerodeltemplo. Juzgué que si formulaba excesivas preguntas podía despertar el latenterecuerdodeltesoro,demodoqueintentédescubrirlapormispropiosmedios.Nofueunabúsquedadifíciloprolongada.Eseatriotriangularalsudestedeltemplo,cercadopor ruinas desiertas y afeado por la maleza, que vio esta mañana, era el lugar encuestión. Y con no poca satisfacción comprobé que estaba abandonado, que nodistaba mucho de la posada y que no era observable desde edificios vecinoshabitados;sólohabíaparquesyhuertosenlosdeclivesalestedelaiglesia.Ylediréqueaquellashermosaspiedrasdestacabanconunperfectoresplandorenelbrumosocrepúsculoquetuvimoselmartes.

»¿Yencuantoalpozo?Esustedtestigodequenopodíahaberdudasalrespecto.Es en verdad algo notable. El brocal creo que es demármol italiano, y el tallado,segúnpensé,tambiénhadeseritaliano.Habíarelieves,nosésirecuerda,deEleazaryRebeca,ydeJacobabriendoelpozoparaRaquel,ydeotrostemassimilares;pero,supongoqueparadistraertodasospecha,elabadseabstuvoescrupulosamentedesusinscripcionescínicasyalusivas.

»Examiné en detalle toda la construcción: cuadrada, con una entrada lateralcubiertaporunaarcada,conunapoleaparalacuerda,evidentementeaúnenbuenascondiciones,pueslahabíanutilizadohastahacíasesentaaños,oquizámenos,sibiennoenformareciente.Quedabaporaveriguarlaprofundidadyelmododeinternarse.Laprofundidad,calculo,eradeunossesentaasetentapies;yencuantoalotropunto,deverasparecíaqueelabadhubieradeseadoconduciralosbuscadoresalaspuertasmismas de su arca, pues, según usted mismo ha visto, había enormes bloques depiedrahincadosenlamamposteríaqueformabanunaescaleraregularquedescendíaporelinteriordelpozo.

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»Parecía demasiado bueno para ser verdad. Sospeché una trampa: acaso lospeldañosdepiedracedieranapenaslosagobiaraunpeso;peroprobéunabuenapartede ellos con mi propio cuerpo y con mi bastón, y todos parecían, y estaban,perfectamentefirmes.Decidí,porsupuesto,queBrownyyointentaríamosexplorarloesamismanoche.

»Estaba bien equipado.Conociendo la clase de lugar que iba a explorar, habíatraído suficiente cantidad de cuerda y de correas para rodearmi cuerpo, de barraspara aferrarse, así como de linternas y bujías y palancas, todo ello oculto en unmaletín,paranodespertarsospechas.Verifiquélalongituddemicuerda,asícomoelbuenestadodelapoleaparaelbalde,yluegonosfuimosacenar.

»Mantuve un breve y cauto diálogo con el posadero y le sugerí que no seasombrara si a eso de las nueve de la nocheme veía salir conmi sirviente, puesdeseaba—(¡Diosmeperdone!)—hacerunbocetodelaabadíaalaluzdelaluna.Noformuléningunapreguntaacercadelpozo,ynoesprobablequeahora lasformule.Creo saber tanto al respecto como el quemás enSteinfeld.Almenos—y todo sucuerposufrióunbruscotemblor—nomeinteresasabernadamás.

»Llegamos ahora al desenlace, y aunque aborrezco recordarlo, estoy seguro,Gregory,dequeserámuchomejorparamíevocarlo talcomosucedió.Brownyyopartimosconnuestromaletínaesodelasnueve,sinllamarlaatención,puesnoslascompusimosparadeslizamos,porlapartetraseradelaposada,hastauncallejónquenoscondujoalconfínde laaldea.Encincominutos llegamosalpozoyduranteunratonossentamosenelbrocalparaasegurarnosdequenadienosseguíaoespiaba.Sólooímosunoscaballosquepastabanhaciaeleste,enlaladera.Actuábamossinserobservados, y la pletórica luna llena nos brindaba luz suficiente como para queaseguráramosbienlacuerdaenlapolea.Luegoceñílacorreadecueroalrededordemicuerpo,bajolasaxilas.Sujetamoselextremodelacuerda,contodafirmeza,enunanillodelapiedralabrada.Browntomólalinternaencendidaymesiguió;yoteníaunabarra.Yasíiniciamosunlentodescenso,tanteandocadaescalónantesdepisarlo,yexaminandolosmurosenbuscadealgunapiedraqueestuviesemarcada.

»Envozbajacontélosescalonesamedidaquedescendíamos,yyahabíacontadotreintayochoantesdeadvertirunairregularidadenlasuperficiedelmuro.Tampocoaquíhabíamarcaalguna,ypensé,enmidesconcierto,sielcriptogramadelabadnosería sinounaelaboradaburla.A loscuarentaynuevepeldañoscesaba laescalera.Conhondaconsternaciónvolvísobremispasos,ycuandolleguéalescalónnúmerotreinta y ocho—Brown, con la linterna, estaba uno o dos escalonesmás arriba—examinélapequeñairregularidadconsumodetenimiento:peronohabíanivestigiosdeunaseñal.

»Advertí entonces que la textura de la superficie parecía más tersa que la delresto,oalmenosdiferente.Acasofueradecementoynodepiedra.Leasestéunbuengolpeconmibarradehierro.Hubounsonidoresueltamentehueco,aunquequizáesose debiera a que estábamos en el interior del pozo. Pero hubo más. Un trozo de

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cementocayóamispies,yvimarcasen lapiedraquecubría.Habíadescubierto lapista propuesta por el abad, querido Gregory; aún ahora pienso en ello con ciertavanidad.Pocosgolpesmásysaquétodoelcemento;vientoncesunalosadepiedradeunosdospiescuadrados,sobrelaquehabíangrabadounacruz.Nuevadecepción,que sólo duro un instante. Fuiste tú, Brown, quien me infundió nuevo ánimomedianteunaobservacióncasual.Dijiste,simalnorecuerdo:

»—¡Quécruztanrara!;pareceunmontóndeojos.»Te arrebaté la linterna y vi, con inexpresable placer, que la cruz estaba

compuestadesieteojos,cuatroen líneavertical, tresen líneahorizontal.Laúltimainscripción del ventanal quedaba explicada del modo previsto por mí. Ésta era lapiedra con siete ojos. Hasta ahora todos los datos suministrados por el abad eranexactos,yalpensarenello,seduplicaronmisansiedadesconrespectoalguardián.Peronoibaaretrocederenesemomento.

»Sin darme tiempo a reflexionar, limpié con la barra el cemento que cubría elbordede la lápida,que luegogolpeéenelcostadoderecho.Semovióenelacto,yadvertíquenoerasinounalosadelgadayliviana,queyomismopodíalevantaryqueservía de entrada a una cavidad.La levanté, pues, sin romperla, y la dejé sobre elescalón,puesacasofueraimportanteparanosotrosvolveraponerlaensusitio.Luegoaguardé variosminutos en el escalón inmediato superior.No sé por qué, creo quepara ver si no surgía alto espantoso. Nada ocurrió. Encendí una bujía y con todacautelalametíenlacavidad,conlaintencióndecomprobarlapestilenciadelaireyverquéhabíadentro.Habíaciertapestilenciaqueporpocoextingue la llama,peroéstanotardóenarderconregularidad.Lacavidadseextendíahaciaadentroyhacialos costados de la abertura, y pude ver ciertos objetos redondos que quizá fueransacos.¿Aquéesperar?Miréalinteriordelacavidad.Nadahabíajuntoalaabertura.Metíelbrazoytanteéconlentitudaladerecha…

»Dameunacopadecoñac,Brown.Continúoenseguida,Gregory…»Bueno,tanteéaladerecha,ymisdedospalparonalgoáspero,queparecía…sí,

másomenoscomocuero;estabahúmedo,yevidentementeerapartedealgopesadoyconsistente. De momento no había nada alarmante. Creció mi audacia e introdujeambasmanostantocomopude,loarrastréhaciamíysedesplazó.Erapesado,perolomovíacon inesperadafacilidad.Mientras loatraíahacia laabertura,golpeé labujíacon el codo izquierdo y la apagué. Tenía el objeto casi frente a mí y comencé asacarlo.EntoncesBrownprofirióunalaridobrutalyseprecipitóescalerasarribaconla linterna. Ya le contará él mismo por qué lo hizo. Enmedio demi asombro, lebusquéconlamirada,ylevidetenerseuninstantealláarribayluegoretrocederunospasos. Luego oí que decía en voz baja: “Está bien, señor”, y seguí arrastrando elenormesaco,enesapenumbratotal.Éstevacilóuninstanteenelbordedelacavidad,luegosedeslizóhaciamipechoymerodeóelcuelloconsusbrazos.

»QueridoGregory,ledigolapuraverdad.Creoqueahoraconozcoelextremodelhorroryrepugnanciaqueunhombrepuedetolerarsinperderlarazón.Apenaspuedo

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presentarlelaexperienciaensustérminosmáselementales.Percibíunpenetranteoloramoho,yunheladorostroapretadocontraelmío,rozándoloconlentitud,yvarios(no sé cuántos)brazosopiernaso tentáculoso algoque se aferrabanami cuerpo.Aullé,segúnBrown,comounabestiaferoz,ycaíhaciaatrásdesdeelescalónenqueestaba, mientras la criatura, supongo, resbalaba hacia ese mismo escalón.Providencialmentelacorreaquemerodeabasemantuvofirme.Brownnoperdiólacabeza,ycontóconfuerzasuficienteparaelevarmeysacarmedeallíconprontitud.Noséexactamentecómoselasarregló,ynocreoqueélpuedaexplicarlo.Creoqueselasingenióparaocultarnuestrasherramientaseneledificiodesiertomáspróximoycondificultadmellevóalaposada.MiestadonomepermitíadarexplicacionesyBrownnosabealemán;peroalamañanasiguientelecontéalagentedellugarciertahistoriadequemehabíacaídoenlasruinasdelaabadíaoalgoasí,ysupongoquelacreyeron.Y ahora, antes de proseguir,megustaría que conociera cuáles fueron lasexperienciasdeBrownduranteesospocosminutos.Cuéntalealpárroco,Brown, loquemereferiste.»

—Bueno,señor—dijoBrown,envozbajaynerviosa—,todopasóasí.Resultaqueel amoestabamuyocupado frenteaeseagujero,yyo le sostenía la linternaymiraba,cuandoentoncesoíalgoquecaíaalaguadesdearriba,mediolaimpresión.Entoncesmiro,yveounacabezaquenosestáobservando.Supongoquedijealgo,yentoncesalcélaluzycorríescalerasarriba,ymiluzlediojustoenlacara.¡Sialgunavezviunrostromaligno,señor, fueése!Unviejo,con lacaramuyarrugada,ymeparecióquesereía.Ysubílosescalonescasitanrápidocomoselocuento,ycuandosalínohabíanadieafueranitampoconingúnrastro.Tiempoparairsenotuvo,menostratándosedeunviejo, ymeasegurébiendequeno sehubiera escondido junto alpozooalgoporelestilo.Despuésescuchéqueelamodabaungritohorribleylevicolgandodelasoga,yentonces,comodiceelamo,nosécómohiceparalevantarlo.

—¿Looye,Gregory?—dijoMr.Somerton—.Ahorabien, ¿se leocurre algunaexplicacióndelincidente?

—Todo el asunto es tan siniestro y anormal que debo confesar que medesconciertapor completo;pero loque semeocurre esquequizá…bueno,que lapersonaquehabíatendidolatrampaacasohubieseacudidoapresenciareléxitodesuplan.

—Exactamente, Gregory, exactamente. No seme ocurre otra cosa… probable,diría, si talpalabra tuviesecabidaenalgúnsitiodemi relato.Creoquedebehabersidoelabad…Enfin,notengomuchomásquecontarle.Paséunanocheatroz,conBrown sentado cerca de mí. No mejoré al día siguiente; no podía levantarme; nodisponíademédicos;deconseguiralguno,dudoquehubierapodidohaceralgo.Ledije a Brown que le escribiera a usted, y soporté otra noche terrible. Y además,Gregory (deestoestoyseguro,ycreoquemeafectóaúnmásque loanterior,puesdurómástiempo),alguienoalgopermanecióvigilantejuntoamipuertadurantetodala noche.Casi creo que eran dos.No lo digo sólo por los débiles ruidos que cada

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tantooíaenlapenumbra,sinoporeseolor…eseespantosooloramoho.YomehabíadeshechodetodoloquellevabapuestoenesaprimeranocheyselohabíaentregadoaBrown,quien,segúncreo,lohabíaquemadoenlaestufadesucuarto;yelolor,sinembargo,persistíacontantaintensidadcomoenelpozo;y,loqueesmás,procedíadedetrás de la puerta. Pero apenas despuntó el alba se disipó, y también cesaron losruidos,locualmeconvenciódequeesossereserancriaturasdelastinieblas,quenopodían tolerar la luz del día; y llegué al convencimiento de que si alguien podíadevolver la lápidaasusitio,perderíansupoderhastaqueotrolaretiraradenuevo.Paraconseguirlo,teníaqueesperarquevinierausted.Nopodía,porsupuesto,enviaraBrownahacerloporsísolo,ymenospodíapedirleanadiedellugarquecumplieralatarea.Enfin,ésaestodamihistoria;sinolacreenadapuedohacer.Peromedalaimpresióndequesí.

—Enverdad—dijoMr.Gregory—,noveootraalternativa.¡Debocreerla!Vielpozoylalápidaconmispropiosojos,ycreohabervistolossacosoalgunaotracosaen la cavidad. Y, para ser franco con usted, Somerton, creo que anoche tambiénvigilaronmipuerta.

—Meatrevo a creer que sí,Gregory; pero, gracias al cielo, todo ha concluido.¿Tiene, de paso, algo más que contarme con respecto a su visita a ese espantosolugar?

—Muypoco—fuelarespuesta—.Brownyyoreintegramoslapiedraasusitiosindificultad, y él la aseguró con loshierrosy cuñasqueusted lemandóadquirir.Luegocubrimoslasuperficieconlodo,demaneraquetuvieraelmismoaspectoqueelrestodelmuro.Advertíundetalleenelrelievedelbrocal,quesupongoqueaustedseleescapó.Setratabadeunaformahorribleygrotesca(másparecidaaunsapoquea otra cosa), a cuyo lado había una inscripción con estas palabras: Depositumcustudi[5].

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ELDIARIODEMR.POYNTER

SIN duda, no hay mejor lugar de reunión para coleccionistas, libreros ybibliotecariosqueelsalóndeventasdeunafamosafirmalondinensequeseocupadelasubastadelibros,ynosóloeneltranscursodeunremate,sino—ynotoriamente—cuando se efectúa una exposición previa a la venta. En uno de tales salones seiniciaron los asombrosos hechos que me refirió, hace pocos meses, la personaprincipalmenteafectadaporellos,asaber,Mr.JamesDenton,MasterofArts,Fellowof the Society of Antiquaries, etcétera, quien vivió algún tiempo enTrinityHall y,últimamente,enRendcombManor,condadodeWarwick.

Un día de primavera, no hacemuchos años, hallábase en Londres por asuntosrelacionadosprincipalmenteconelmobiliariodelacasaqueacababadeconstruirenRendcomb. Quizás el lector sufra una decepción al enterarse de que RendcombManor era de edificación reciente, pero, lamentablemente, nada puedo hacer pararemediarlo.Hubosindudaunaantiguamansiónconesenombre,peronosedestacópor ser hermosa o interesante. Y aun en tal caso, ni una ni otra cualidad habríansobrevividoalcatastróficoincendioqueladevastódosañosantesdelafechademirelato.Diréconsatisfacciónquecuantodevaliosohabíaenellafuerescatado,yqueademás estaba totalmente asegurada. Mr. Dentón, por lo tanto, pudo afrontar conrelativa facilidad los gastos que suponía la construcción de un edificio nuevo ymuchomásaptotantoparaélcomoparasutía,queconstituíatodosuménage.

Como estaba en Londres, con tiempo disponible, y nomuy lejos del salón deventasalquevagamentealudí,Mr.Dentondecidiódedicarunahoraalaposibilidadde encontrar, entre los manuscritos de la famosa colección Thomas, entonces enexposición, algo referente a la historia o topografía de la región del condado deWarwickdondeestabasucasa.

Enconsecuencia,sedirigióallí,adquirióuncatálogoysubióalsalóndeventas,donde los libros—segúneshabitual—estabanexpuestosenvitrinasosobre largasmesas. Junto a los anaqueles, o sentadas alrededor de las mesas, pudo observar avarias personas, algunas de ellas conocidas. Saludó a varias, y luego se dedicó aexaminarsucatálogoyaanotarloslibrosquepudieraninteresarle.Habíaprogresadobastanteatravésdeunosdoscientosdeltotaldequinientoslotes(devezencuandoseincorporabapararetirarunvolumendelanaquelyhojearlosuperficialmente)cuandoalguien le puso lamano sobre el hombro. Se volvió para comprobar que quien leinterrumpíaeraunodeesoshombresinteligentes,conbarbapuntiagudaycamisadefranela,quecontantaprodigalidadprodujo,creoyo,elúltimocuartodelsigloXIX.

No tengo la intención de reproducir íntegramente la conversación quemantuvieron.Bástemeconsignarqueversósobretodoacercadeconocidoscomunes,porejemploelsobrinodelamigodeMr.Denton,casadohadapocoyestablecidoenChelseaolacuñadadelamigodeMr.Denton,quehabíaestadogravementeenferma

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yahoraestabamejor,ydeunapiezadeporcelanaqueelamigodeMr.Dentonhabíaadquiridomeses atrás a un preciomuy inferior a su valor. Acertadamente inferiráustedquetalconversaciónseredujoaunmonólogo.Llegóelmomento,sinembargo,enqueelamigorazonóqueMr.Dentondebíaestarallíporalgúnmotivo,yentoncespreguntó:

—¿Buscaalgoenparticular?Nocreoquehayamuchoenestelote.—Bueno,penséquepodríahaberalgunascoleccionesdelcondadodeWarwick,

peroenelcatálogonoveonadabajoelnombreWarwick.—No, aparentemente no—dijo su amigo—.De todosmodos, creo haber visto

algo así como un diario deWarwickshire. ¿Cómo se llamaba? ¿Drayton? ¿Potter?¿Painter?… Empezaba con P o con D, estoy seguro —y hojeó rápidamente elcatálogo—. Sí, aquí está. Poynter. Lote 486. A lo mejor le interesa. Creo que loslibros están allá, sobre la mesa. Alguien los estuvo mirando. Bueno, debo irme.Adiós… vendrá a vernos ¿verdad? ¿Por qué no viene esta tarde? Tenemos unconcierto a eso de las cuatro.Bueno, entonces será la próximavez que venga a laciudad.

Sefue.Mr.Dentonmirósurelojy,congrandesconcierto,comprobóqueapenaslequedabanunosminutospararecobrarsuequipajeeiratomareltren.Esosminutosbastaronpara revelarlequehabíacuatroenormesvolúmenesdeldiario,queéste sereferíaalosañospróximosa1710,yqueenélparecíahaberanotacionesdediversasespecies.Valíalapena,alparecer,dejarunaseñaldeveinticincolibrasporél,locualpudohacer,puessuagentehabitualentróenelsalóncuandoélibaaretirarse.

Esanochesereunióconsutíaensualojamientoprovisional,unapequeñacasaaescasoscientosdeyardasdeRendcombManor.A lamañana siguiente, reanudaronunadiscusiónquesehabíaprolongadodurantesemanas,respectoalequipamientodelanuevacasa.Mr.Dentonleexpusoasuparientaelresultadodesuvisitaalaciudad:enumerólorelativoaalfombras,sillas,armariosyporcelanasdeldormitorio.

—Sí,querido—dijosutía—,peronomedicesnadadelatelaparalascortinas.¿Fuistea…?

Mr.Dentongolpeóelsueloconelpie(¿quéotracosa,enverdad,podíagolpear?).—¡Ah,caramba,caramba…!Deesomeolvidé.Deveras lo lamento. Ibahacia

allícuandopaséporRobins’s.Sutíaalzóambasmanos.—¡Robins’s! Eso significa que recibiremos otra partida de libros viejos y

horriblesaunprecioultrajante.James,creoqueyaquemetomotodasestasmolestiasporti,deberíasintentaracordartedelpardecosasqueteencomendéespecialmente.Noeslomismoquesitelaspidieraparamí.Nosésicreesqueamímecausamuchoplacer,peroteaseguroqueésenoeselcaso,deningúnmodo.Noteimaginascuántasreflexiones y problemas y preocupacionesme trae, y tú no tienesmás que ir a lastiendasyencargarlascosas.

Mr.Dentonintercalóungemidodecontricción.

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—Oh,tía…—Sí,muybien,querido,nodeseohablarconrudeza,perodebessaberquetodo

esto es muy molesto: particularmente porque lo demora todo quién sabe hastacuándo. Estamos a miércoles. Mañana vienen los Simpson, y no puedes dejar deatenderlos.Elsábadotenemosinvitadosparajugaraltenis.Sí,porciertodijistequetú mismo los invitarías pero, por supuesto, tuve yo que redactar las tarjetas, y esridículo, James, que pongas esa cara.De vez en cuando debemos ser corteses connuestrosvecinos:notegustaríaquecomentaranquesomosunosperfectossalvajes.¿Quéibadiciendo?Bueno,elcasoesqueaestoiba:porlomenoshastaeljuevesdela semanaquevienenopodrás ir a la ciudad, y hasta quenohayamosdecidido lazaraza[6]esimposibleresolvercualquierotracosa.

Mr.Dentonseaventuróasugerirque,comoyaestabanencargadoslapinturayelempapelado,semejanteobservacióneraenexcesosevera,perosutía,porelmomentono estaba dispuesta a admitirlo. No hubiera encontrado aceptable, por otra parte,ningunaotrapropuestaqueélleanticipara.Noobstante,coneltranscursodeldía,suactitud se tornómenos rígida: examinóunpocoadisgusto lasmuestrasy listasdeprecios que había traído su sobrino, e incluso aprobó con entusiasmo ciertaselecciones.

Encuantoaél,estaba,comoesnatural,algoaturdidopornohabercumplidoconsudeber,peromásaúnporlaperspectivadeuntennisparty,que,sibienhubiesesidounadesgraciainevitableenagosto,nohabríacreídoquefueradetemerenmayo.Noobstante,elviernesporlamañana,tuvolanoticiadequeeradueño,mediantelasumade12librasy10chelines,deldiariomanuscritodePoynter,cuyoscuatrovolúmenesloalegrarontodavíamásconsullegadaaldíasiguiente.

ComoelsábadoporlamañanasevioobligadoallevaraMr.yaMrs.Simpsonadarunpaseoenautomóvil,yporlatardearecibirasushuéspedesyvecinos,nopudoabrir el paquete hasta el sábado por la noche cuando sus invitados se retiraron adormir.Sóloentoncescomprobóelhecho,quehastaelmomentoapenassospechara,de que realmente había adquirido el diario de Mr. William Poynter, Squire deAcrington(distanteunascuatromillasdesupropiaparroquia),elmismoPoynterqueduranteuntiempofuemiembrodelcírculodeanticuariosdeOxford,cuyocentroeraThomas Hearne y con el cual en última instancia el propio Hearne parece haberreñido,episodionadaextraordinarioenlacarreradeestehombreexcelente.TalcomoocurreconlascoleccionesdelpropioHearne,eldiariodePoynterconteníamúltiplesnotas sobre libros impresos, descripciones de monedas y otras antigüedades quehabían llamadosuatención,borradoresdecartas sobreestosasuntos, ademásde lacrónicadesucesoscotidianos.LadescripciónofrecidaporelcatálogodeventasnohabíabastadoparadarleaMr.Dentonunaideaexactadelinterésqueparecíatenerellibro, y se quedó leyendo el primero de los cuatro volúmenes hasta horas hartocensurables.

Eldomingopor lamañana,al regresarde la iglesia,su tíaentróenelestudioy

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olvidóloqueveníaadecirlealverloscuatrovolúmenesin-quarto,concubiertasdecueromarrón,queyacíansobrelamesa.

—¿Quéeseso?—dijoconsuspicacia—.¿Sonnuevos,no?¡Oh!,¿yporesto tehasolvidadodemiscortinas?Habrásevisto¡Quédespropósito!¿Cuántopagasteporellos,megustaríasaber?¿Másdediez libras?James,es realmenteescandaloso.Enfin,sicuentascondineroparaderrocharenesascosas,nopuedehaberrazónalgunaparaquenotesuscribas(ygenerosamentesuscrito)amiLigacontralaVivisección.En serio, James,me enfadaré de veras si no… ¿Quién dices que los escribió? ¿ElviejoMr.Poynter,deAcrington?Bueno,porsupuestoqueesinteresantereunirviejosdocumentosdeestavecindad.¡Perodiezlibras!

Recogióunodelosvolúmenes—noelquehabíaleídosusobrino—yloabrióalazar,dejándolocaerenelactoencuantounciempiésemergiódeentre laspáginas.Mr.Dentónlorecogióconunasofocadainterjección.

—¡Pobrelibro!CreoquenoeresmuyamableconMr.Poynter.—¿Deveras, querido?Queélmeperdone,pero sabesquenopuedo soportar a

esashorriblescriaturas.Déjameversilecauséalgúndaño.—No,creoquetodoestábien;peromiraloquehaydondelohasabierto…—¡Oh,caramba!,¡quéinteresante!Despréndelo,James,ydéjameverlo.Tratábase de un trozode tela casi idéntico en tamaño a la página, sujeto a ella

medianteunanticuadoalfiler. James loseparóyse loalcanzóasu tía,volviendoapincharelalfilerenlapágina.

Ahora bien, no sé exactamente de qué tela se trataba, pero tenía impreso undibujocuyotrazadofascinóaMissDenton.Éstasemanifestóembelesada,loapoyócontra la pared, persuadió a James a hacer lo mismo para poder contemplarlo delejos,luegoloinspeccionóyculminósuexamenconenfáticoselogiosalbuengustodelancianoMr.Poynter,quehabíatenidolafelizideadepreservaresamuestraensudiario.

—El diseño es encantador y admirable —exclamó ella—. Mira, James, quédeliciosasondasentretejenestaslíneas.Lahacenaunaacordarsedelcabello,¿no?Yesoslazosaintervalos.Daneltonoexactodecolorqueserequiere.Mepregunto…

—Ibaadecir—interrumpióJamescondeferencia—:mepreguntosinoscostarámuchohacerlocopiarparanuestrascortinas.

—¿Copiar?¿Ycómolovasahacercopiar,James?—Bueno,ignorolosdetalles,perosupongoquesetratadeundiseñoimpreso,y

quesepodríasacarunmoldeenmaderaometal.—¡Oh!,peroesrealmenteunaideamagnífica,James.Casimeinclinoaalégrame

de tu… de que te olvidaras de la zaraza el miércoles. Prometo olvidarlo todo yperdonartesihacescopiarestediseñoadorable.Nadietendránadasemejante,ynoloolvides,James,nopermitiremosquesevendaaotraspersonas.Ahoradebo irme,ymeolvidéporcompletodeloqueteveníaadecir;noimporta,yameacordaré.

Una vez que su tía se retiró, James Denton dedicó unos pocos minutos a un

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examenmásescrupulosodeldiseño.LeasombrabaelimpactoqueéstehabíacausadoenMissDenton.Aélnoleparecíatanbonitoopeculiar.Sindudaeraapropiadoparauncortinaje:caíaenbandasverticalesque,alparecer,debíanconvergeren lapartesuperior.MissDenton no se equivocaba al compararlas con ondas—casi parecíanrizos— de cabello. En fin, lo más importante era descubrir, mediante guíascomerciales,quéempresapodíadedicarsealareproduccióndeunviejodiseñodeesetipo.Nomedemoraréenlospormenoresdelcaso:Mr.Dentonconfeccionóunalistadefirmasprobablesyfijóundíaparavisitarlasconsumuestra.

Susdosprimerasvisitasfueron infructuosas:peroa la tercerava lavencida.LafirmadeBermondsey,queeraterceraensulista,sededicabaaesetipodetrabajos.Laspruebasquefueroncapacesdepresentarjustificabanqueselesencomendaraeltrabajo.«NuestroMr.Cattell»loaceptóconunfervorosointeréspersonal.

—Créame,señor,esrealmenteconmovedoralacantidaddetejidosmedievalesdeeste tipo, de veras encantador, que pasa inadvertido en muchas de nuestras casassolariegasyquecorre,estoyseguro,elpeligrodeserdesechadocomobasura.¿CómodiceShakespeare…?,insignificantesbagatelas.Ah,comoyodigo,élsiempretienelapalabra exacta. Shakespeare, quiero decir, aunque bien sé que no todos compartenconmigoesaopinión.Elotrodíatuveunaespeciedealtercadoconuncaballero,unhombrecontítulotambién,ycreoquemedijohaberescritoalgosobreelparticular,ypor casualidad yo cité algo relativo aHércules y la tela pintada.Caramba, no veaustedquéalboroto.Peroencuantoaésta,queustedtanamablementenosconfía,esun trabajo que haremos con auténtico entusiasmo, intentando dedicarle nuestrasmejores habilidades. Lo que un hombre hizo, según le observaba hace sólo unassemanas a otro estimado cliente, otro hombre lo puede hacer, y en tres o cuatrosemanas, si todo marcha bien, esperamos ofrecerle la prueba concluyente de ello,señor.Anoteladirección,porfavor,Mr.Higgins.

Tal fue el curso general de las observaciones de Mr. Cattell en su primeraentrevista conMr.Denton.Cercadeunmesmás tarde,notificadodequeyahabíamuestrasa sudisposición,éstevolvióaverloy tuvo,alparecer, razonesparaestarsatisfechoconlafidelidaddereproduccióndeldiseño.Enlapartesuperiorhabíasidoterminadodeacuerdoconlaindicaciónqueantesmencioné,demodoquelasbandasverticalesseunían.Aúnhabíaquehaceralgoparaimitarelcolordeloriginal.NolesimportunaréconlassugerenciasdeordentécnicoquehizoMr.Cattell,quienademásdeslizó ciertas observaciones vagamente adversas acerca de que el diseño podríateneraceptacióngeneral.

—¿Dice usted que no desea que este modelo se le suministre a nadie, salvoamigos personales de usted que exhiban su propia autorización, señor?Pues así sehará.Comprendo sudeseode exclusividad: leda cierto sabor al hallazgo, ¿no?Loqueesdetodos,sedice,noesdenadie.

—¿Cree usted que sería popular si fuera fácil de conseguir? —preguntó Mr.Denton.

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—Loveodifícil, señor—dijoCattell, aferrándose reflexivamente la barbilla—.Loveomuydifícil.Nocreoquetuvieraaceptación:elhombrequepreparólamatriznoloaceptómuybien,¿noescierto,Mr.Higgins?

—¿Leparecióunatareadifícil?—Nofueesoloquedijo,señor;peroelhechoesqueeltemperamentoartístico(y

nuestros hombres son artistas, y nomenosque cualquiera de los que elmundo asídenomina), ese temperamento, como le decía, suele tener rechazos y preferenciasdifícilmente explicables, y éste fue un ejemplo. Las dos o tres veces que fui ainspeccionarlamarchadesutrabajopudeentenderloquemedecía,puesleconozcolos hábitos, pero no percibí entonces ni ahora verdadero disgusto por lo que yollamaríaalgoexquisito.Parecía—dijoMr.Cattell,fijandolosojosenMr.Denton—queelhombreolieraalgocasimalignoenesediseño.

—¿Enserio?¿Esodijo?Yo,pormiparte,noveoenélnadasiniestro.—Tampocoyo,señor.Dehechoesofueloqueledije.«Vamos,Gatwick»,ledije,

«¿quétepasa?¿Aquésedebetuprejuicio…puesnolopuedollamardeotromodo?»Pero no, nome dio ninguna explicación.Y debí contentarme, como ahora, con unencogimientodehombrosyuncuibono.Detodosmodos,aquílatiene.

Yasívolvieronalaspectotécnicodelasunto.Labúsquedadeloscoloresparaelfondo,elbordeyloslazoseraporciertolacuestiónmásardua,yrequiriómúltiplesymutuosenvíosdeldiseñooriginalydelasnuevasmuestras.Durantepartedeagostoyseptiembre, los Denton estuvieron ausentes de RendcombManor. Sólo en octubrecontaronconcantidadsuficientede telacomoparaconfeccionar lascortinasde lostresocuatrodormitoriosenqueibanacolgarlas.

En la festividaddeSimóny Judas, tíay sobrino regresarondeunabrevevisitapara hallarlo todo concluido, y quedaron muy satisfechos del efecto general. Lasnuevascortinas,enparticular,eranadmirablementeadecuadasalambiente.CuandoMr.Denton, al vestirse para la cena, tomóposesiónde su cuarto, en el que la telacolgabaenprofusión,sefelicitóunayotravezdelasuertequelehabíainducidoaolvidarsedelencargodesutíayquehabíapuestoensusmanosestemediotaneficazdeenmendarsuerror.Eldiseñoera,segúnélmismocomentódurantelacena,muysosegado, sin sermonótono.YMissDenton—cuyo cuarto, dicho sea de paso, nogozabadetalescortinajes—estuvomuydispuestaadarlelarazón.

Alamañanasiguiente,duranteeldesayuno,élredujounpoco—muylevemente—suselogios.

—Sólo una cosa lamento—declaró—: que hayamos permitido que unieran lasbandasverticalesenlapartesuperior.Creoquehubierasidomejordejarlasasí.

—¿Cómo?—dijointerrogativamentesutía.—Sí.Anoche,mientras leíaen lacama,nopudedejardemirarlas.Esdecir,no

podíaevitarecharlesunaojeadadevezencuando.Teníalasensacióndequealguienmemirabadesdedetrásdelascortinas,dondedebíaestarelborde,ycreoqueesosedebíaalaunióndelasbandasenlapartedearriba.Apartedeeso,loúnicoqueme

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molestófueelviento.—¡Vaya!Creíquehabíasidounanochetotalmentetranquila.—Alomejorsólofueenesaaladelacasa,perobastabaparaagitarmiscortinasy

hacerlascrujirmásdeloqueyohubieradeseado.EsanocherecibieronlavisitadeunamigosolterodeJamesDenton,quesealojó

enuncuartoenelmismopisoquesuanfitrión,aunquealfinaldeunlargopasilloencuyamitad había una puerta forrada de bayeta roja, puesta allí para interceptar lascorrientesyamortiguarelruido.

Los tres se habían retirado.MissDentonmucho antes que amboshombres, loscualessedespidieronalasonce.JamesDenton,queaúnnoteníasueño,sesentóenunsillónysepusoaleer.Dormitóyluegodespertó,yrecordóquesuspanielmarrón,que solía dormir en su cuarto, no había subido con él. Luego pensó que se habíaequivocado,puesaldejarcaerelbrazoauncostadodelsillón,apocaspulgadasdelsuelo,creyórozarunasuperficievelluda;estiróentonceselbrazoenesadirecciónylepareciópalparalgoredondo.Perolasensaciónqueleinspiró,ymásaúnelhechodequeasucaricianorespondieramovimientoalguno,sinounaenfáticaquietud,loincitóamirarporencimadelbrazodelsillón.Loquehabíatocadoseirguiófrenteaél.Manteníalaposturadealguienquehubiereestadoreptandodurantemuchotiemposobre el vientre, y tenía, por lo que él luego recordó, aspecto humano. Pero en elrostro que ahora se alzaba a escasas pulgadas del suyo no podía discernirse rasgoalguno,sólopelos.Era tanamorfo,espantosoyamenazadorqueMr.Dentonsevioobligadoasaltardesusillónyaprecipitarsefueradelcuarto,profiriendoaterradosgemidos;ynocabedudadequelomásapropiadoeraescapar.Mientrasempujabalapuertadebayetaquedividíaelpasilloy—olvidandoqueseabríahaciasulado—lagolpeabacontodassusfuerzas,sintió,quealgolerozabalaespaldacadavezconmásfuerza, como si la mano (o lo que fuera, acaso algo peor que una mano) sematerializaraamedidaqueseconcentrabalafuriadelperseguidor.Entoncesrecordóeltrucodelapuerta,laabrió,lacerróasusespaldas,llegóalcuartodesuamigo,yesoestodoloquenecesitamossaber.

Es curioso que, durante todo el tiempo que había pasado desde que compró eldiario de Poynter, James Denton no hubiera buscado ninguna explicación a lapresenciadelatelahalladaentresuspáginas.Habíaleídoelmanuscritosindescubrirningunaalusión,yhabíallegadoalaconclusióndequenohabíanadaquedecir.Pero,al abandonarRendcombManor (sin saber si erapara siempre), comonaturalmenteinsistióenhacerdespuésdeexperimentarloshorroresqueheintentadodescribir,sellevóeldiarioconsigo.Ensualojamientofrentealmarexaminóconmayorcuidadoelsitiodedondehabíasacadolatela.Loquerecordabahabersospechadoresultósercierto.Habíadosotrespáginaspegadas,peroestabanescritas,comopodíaapreciarsemirándolasaltrasluz.Nofuedifícildespegarlasalvapor,pueslapastahabíaperdidobuenapartedesufuerza;conteníanobservacionesacercadeldiseño.

Laanotaciónerade1707.

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«El anciano Mr. Casbury, de Acrington, hablóme hoy del joven Sir EverardCharlett,aquienrecordabacomoestudiantedelaUniversidad,yaquiencreíadelamisma familia que el Dr. Arthur Charlett, actualmente uno de sus rectores. El talCharletterauncaballerojovenybienparecido,aunqueirremediablementeateoyungran vividor, como entonces llamaban a los grandes bebedores, y por lo que sé,siguen haciéndolo hoy. Sus extravagancias no pasaron inadvertidas, y le valierondiversas amonestaciones; y de haberse conocido la historia completa de suslibertinajes, sin duda lo habrían expulsado de la Universidad, a menos que sehubiesenmanipuladointeresesensufavor,talcomosospechabaMr.Casbury.Eraunjovendegranbellezaysolíausarsupropiocabello,elcualeramuyabundante,porlocualyacausadesuvidadisoluta,seganóelapelativodeAbsalón,conelquesolíavanagloriarsedehaberabreviadolosdíasdelviejoDavid,refiriéndoseasupadre,SirJobCharlett,unancianoydignocaballero.

»DíjomeMr.CasburyquenorecuerdaelañoenquemurióSirEverardCharlett,peroquefueen1692o1693.Muriósúbitamenteenoctubre.[Seomitenvariaslíneasquedescribensushábitosdesagradablesylosdelitosqueseleimputan.]Habiéndolovistotananimosolanocheanterior,Mr.Casburyseenteróconasombrodesumuerte.Lo hallaron en el foso de la ciudad, y según decían, le habían arrancado el cuerocabelludo.CasitodaslascampanasdeOxfordtañeronporél,pueseraunnoble,yfuesepultadoalanochesiguienteenelalaestedeSanPedro.Perodosañosmástarde,como su sucesor decidiera trasladarlo a supropiedad rural, se dijo que el ataúd, alromperseporaccidente,revelóestarrepletodePelo:locualsuenaafábula,aunquecreoqueconstanprecedentes,comoenlaHistoriadeStaffordshiredelDr.Plot.

»Al ser desocupados sus aposentos, Mr. Casbury se quedó con parte de suscortinajes, loscuales,segúnsedecía,habíadiseñadoexpresamenteesteCharlettenhomenajeasuCabello,dándolealHombrequelospreparóunrizoquelesirviesedemodelo,yelfragmentoqueadjuntoaquífuepartedelosmismos,cedidoamíporMr.Casbury.Segúndijoélcreíaqueexistíaalgunasutilezaeneldibujo,pero jamás lahabíadescubiertoporsímismonideseabameditarsobreello.»

El dinero que costaron las cortinas bien pudo arrojarse al fuego, tal como lofueronéstas.ElcomentariodeMr.CattellcuandooyóestahistoriaadoptólaformadeunacitadeShakespeare.Usted,creo,laadivinarásindificultad.Comenzabaconlaspalabras:«Haymáscosas…»

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ELFRESNO

QUIENhayaviajadoporelestedeInglaterrarecordarásusinnúmerasypequeñascasas solariegas, reducidos, húmedos edificios de estilo italiano, rodeados porparquesdeuncentenardeacres.Enmísiemprehanejercidounaintensaseducción:grisáceasempalizadasderoble,árbolesdignificadosporeltiempo,lagunascoronadasdejuncos,elboscosohorizonte.Mecomplace,además,elpórticoconcolumnas,talvezadheridoaunacasadeladrillorojo,estiloreinaAna,revestidoconestucoparaque participara del gusto «griego» de fines del siglo XVIII; en su interior, unvestíbulocontechomuyaltoquedispone,porlogeneral,desugaleríaysupequeñoórgano.Tambiénme agrada la biblioteca, dondepodemoshallar de todo: desdeunsalteriodelsigloXIIIhastaunadelasprimitivasedicionesin-quartodeShakespeare.Megustan,por supuesto, loscuadros;yquizá loquemásmedeleita, ante todo,esimaginarcómosevivíaenesacasaenlaépocaenquefueconstruidayenlosdoradostiemposdelaprosperidaddesuspropietarios,yaunahora,cuando,sibieneldinerono es tan abundante, los gustos sonmás variados y la vida ofrece idéntico interés.Ojalátuvieraunadeesascasas,ysuficientedineroparamantenerlayenellarecibirmodestamenteamisamigos.

Pero basta de digresiones. Quiero referir los insólitos acontecimientos quetuvieronlugarenunacasadeesasqueheintentadodescribir:CastringhamHall,enSuffolk.Creoqueeledificiohasidosometidoadiversasreformasdesdelaépocademi anécdota, pero aún conserva, esencialmente, los rasgos a que aludí: pórticoitaliano,unacasablancaycuadrada,másantiguapordentroqueporfuera,unparqueconfranjasboscosasyunalaguna.Laúnicacaracterísticaqueconferíasingularidadalacasahadesaparecido.Alcontemplarladesdeelparque,unoveíaa laderechaunfresno, alto y vetusto, que crecía a pocos pasos del muro y cuyas ramas casiabrazabaneledificio.SupongoquesealzabaallídesdequeCastringhamdejódeserunafortalezaparaconvertirse—unavezrellenadoelfoso—enunamoradaisabelina.Lociertoesqueyahabíaalcanzadosuplenitudhacia1690.

Ese año, el distrito fue escenario de una serie de procesos por brujería. Pasarámuchotiempo,creoyo,antesdeque logremosestimarcon justicia lasolidez(siesquelatenían)delasrazonessubyacenteseneluniversaltemoralasbrujasenépocaspretéritas.¿Imaginabanlosacusadosqueposeíaninsólitospoderesdealgunaespecie?¿Disponían al menos, ya que no del poder, de la voluntad de perjudicar a sussemejantes?Lasabundantesconfesionesdequedisponemos,¿fueronarrancadasporlamera crueldad de los inquisidores? Ami juicio, tales preguntas aún carecen derespuestaapropiada,yelpresenterelatoalimentamisdudas.Nopuedo,enprincipio,descartarlocomomerainvención.Ellectorjuzgueporsímismo.

Castringham contribuyó con una víctima a los autos de fe. Se llamaba Mrs.Mothersole y difería de las habituales brujas de aldea tanto por su posición

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económica cuanto por su influencia social. Distinguidos granjeros de la parroquiahicieron cuanto pudieron para salvarla. No sólo ofrecieron testimonios favorables,sinoquedemostraronhondaconsternaciónanteelveredictodeljurado.

Parece ser que lo que condenó a esta mujer fue la declaración del entoncespropietariodeCastringhamHall,SirMatthewFell.Éstealegóqueentresdiferentesocasiones la había sorprendido, desde su ventana, durante el plenilunio, mientrasrecogíaramitas«delfresnoquehayjuntoamicasa».Habíatrepadoalasramas,encamisón,ycortabapequeñosvástagosconuncuchillodehojasingularmentecurvamientrasparecíahablarconsigomisma.Encadaunade lasocasiones,SirMatthewhabíaprocuradocapturaralamujer,peroéstasiemprehabíasidoalertadaporalgúnruidoinvoluntario,yalllegaraljardínélnohabíavistosinounaliebrequecruzabaelparqueendirecciónalaaldea.

Laterceranochesehabíaesforzadoporseguirlaconlamayorprisaposible,ysehabíadirigidoalacasadeMrs.Mothersole;perodebióaguardarunbuencuartodehoragolpeandolapuerta,hastaquealfinellaacudió,somnolientaydemalhumor,comosiacabaradelevantarsedelacama,yélnohallómaneradeexplicarsuvisita.

Hubootrostestimoniosmenossorprendenteseinusuales,queproporcionaronloslugareños, pero fue éste ante todo el que decidió la culpabilidad y la condena amuerte deMrs.Mothersole. Fue colgada una semana después del juicio, con otroscincooseisdesdichados,enBurySt.Edmunds.

SirMatthewFell,poraquelentoncesdelegadojudicial,presenciólaejecución.Enunaingrataylluviosamañanademarzo,lacarretaascendiólaásperacolinadehierbadonde,en lasafuerasdeNorthgate, sealzabaelpatíbulo.Sibien lasotrasvíctimasparecíanabrumadasoapáticas,Mrs.Mothersoleafrontólamuerte,nomenosquelavida, con un temperamento peculiar. Su «ponzoñosa rabia» —según consigna uncronista de la época— «influyó a tal punto en los espectadores (incluso en elverdugo)quetodoscuantoslavieronafirmaronqueeralaencarnaciónvivientedeundemonioferoz.Noobstante,noopusoresistenciaalosoficialesdelaley;selimitóamiraraquienesecharonmanosobreellaconunodiotanpenetranteydesdeñosoque(segúnunodeellosluegomeaseguró)sóloderecordarlolecarcomíaelcorazónaúnseismesesmástarde».

Sinembargo,noconstaque lavíctimahayapronunciadosinoestaspalabras,alparecerinsignificantes:«Habráhuéspedesenlamansión»,queunayotravezrepitióenvozbaja.

LapresenciadeánimodelamujernodejódeimpresionaraSirMatthew.Hablóalrespectoconelvicariodelaparroquiaconquienemprendióelviajederegresounavez cumplida la sentencia. SirMatthew no había ofrecido su testimonio de buenagana,pueslamaníapersecutoriacontralasbrujasnoleafectabaespecialmente,pero,tantoentoncescomomástarde,sostuvoquenopodíahacerotradeclaraciónyquenohabíaposibilidadesdequesehubieraequivocadoalpresenciarloshechos.Aborrecíasemejante expediente, pues era hombre amigo de andar en buenas relaciones con

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quieneslerodeaban,perosehabíavistoobligadoacumplirconundeber,ylohabíahecho. Tales eran, al parecer, sus sentimientos, que el vicario elogió, como habríahechocualquierhombresensato.

Pocas semanas más tarde, en el plenilunio de mayo, el vicario y el caballerovolvieronaencontrarseenelparque,ycaminaronjuntoshastalamansión.LadyFellacompañaba a sumadre, quepadecíaunagrave enfermedad,ySirMatthewestabasoloenlacasa;elvicario,Mr.Crome,noseopusoacenarenCastringham.

Esanoche,lacompañíadeSirMatthewnoeraespecialmentegrata.Elcursodeldiálogoabarcóantetodoasuntosfamiliaresyparroquiales,yquisoeldestinoqueSirMatthewdispusieralaredaccióndeunmemorándumenquedeclarabasusdeseosypropósitosencuantoasuspropiedades,quemástarderesultóserdeextremautilidad.

CuandoMr.Cromedecidióemprenderelregreso,aesodelasnueveymedia,SirMatthewyéldieronunpaseoprevioporelsenderodegravaquediscurrepordetrásdelacasa.SólounincidentesorprendióaMr.Crome:estabananteelfresnoqueyahemencionadoanteriormente,cuandoSirMatthewsedetuvoycomentó:

—¿Quéesesoquesubeybajaporlacortezadelfresno?¿Seráunaardilla?Aestahorasuelenestarensusnidos.

El vicario vio a la movediza criatura, pero la luz de la luna no le permitiódiscernirsucolor.Noobstante,elnítidoperfil,quesólopercibióuninstante,quedóimpresoensumemoria,yhabría jurado, segúndijo,aunqueparecierauna tontería,que,ardillaono,lacriaturateníamásdecuatropatas.

Lamomentáneavisión,sinembargo,nolosentretuvomuchotiempo,yambossedespidieron.Acasosevolvieranaver,peronofuesinohastamuchosañosdespués.

Al día siguiente SirMatthew Fell no salió de sus habitaciones a las seis de lamañana, según su costumbre, ni a las siete, ni aun a las ocho. Por lo tanto, laservidumbresedirigióalosaposentosdelcaballero.Inútildemorarseenlaminuciosarelacióndesusansiedadesysusperentoriosgolpessobrelapuerta.Alfinlaabrieron,y hallaron a su amo muerto y ennegrecido, como habrá previsto el lector. Nadieadvirtióenelmomentoseñalesdeviolencia,perolaventanaestabaabierta.

Unodelossirvientesfueabuscaralpárroco,quienasuvez leencomendóqueavisaraalfuncionariodejusticia.Mr.Cromeseapresuróallegaralamansión,yunavezallílocondujeronalcuartoenelquesehallabaelcadáver.Noshalegado,entresus papeles, ciertas notas que revelan la autenticidad del respeto y la congojasuscitados por el destino de Sir Matthew; consta también este pasaje, que he detranscribir por la luz que arroja sobré los hechos, así como sobre las creenciascomunesenlaépoca:

«Nohabíaelmenorvestigiodequelaentradaalacámarahubiesesidoforzada:maselventanalestabaabierto,locualrespondíaalhábitoquemipobreamigosolíaobservarenestaestación.Cadanochesolía tomarcervezadeunrecipientedeplatacuya capacidad era de una pinta, pero esa noche no lo había bebido.Examinó esabebida el médico de Bury, un tal Mr. Hodgkins, quien no obstante no descubrió,

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según luegodeclaróbajo juramentoanteel investigador judicial,queenélhubiesemateria ponzoñosa alguna. Pues era natural que, hallándose el cadáver negro ehinchado,comentaran losvecinosquefueseobradelveneno.Elcuerpoyacíaen lacama en tal extremo desorden y tan contorsionado como para fundamentar laconjeturadequeminobleprotectoryamigohubieseexpiradoentreagudosdoloresyagonías.Yloquecareciódetodaexplicación,ydelata,amijuicio,algúnhórridoyarterodesignioporpartedequienesperpetraronestebárbaroasesinato,fueesto:lasmujeres a quienes se había confiado la preparación y layado del cadáver, ambaspersonascontristadasydignamente reputadasen sudolorosaprofesiónacudieronamícongranpenayconsternacióntantodecuerpocuantodelespíritu,declarando,loque fue confirmado en el primer examen, que apenas habían tocado el pecho delcadávercon lasmanosdesnudas,habíanpadecidounagudoescozorydolor en laspalmas, que al poco tiempo, al igual que sus antebrazos, se hincharon con taldesmesura,sinquemenguaraeldolor,quedurantemuchassemanas,segúnluegosecomprobó, debieron deponer el ejercicio de su profesión, sin que hubiese, noobstante,marcaalgunasobrelapiel.

»Ante tal declaración, mandé llamar al médico, que aún estaba en la casa, ehicimosunescrupulosoexamenmedianteelauxiliodeunapequeñalentedecristalde aumento para comprobar en qué condiciones hallábase la piel en esta parte delcuerpo:peronadadescubrimosconelinstrumentoquetuvieraimportancia,salvounpardepinchazosoperforaciones,yentoncesllegamosalaconclusióndequeeranlossitios por donde pudo ser introducido el veneno, recordando el anillo del PapaBorgia,asícomootrosfamososespecímenesdelhorribleartedelosenvenenadoresitalianosdelaépocareciente.

»Esoestodoencuantoalosindiciospresentadosporelcadáver.Encuantoaloque yo pueda añadir, se trata únicamente de un experimento personal mío que laposteridad juzgarásiencierravaloralguno.Había,en lamesa juntoa lacama,unaBiblia de reducido tamaño, a la cualmi amigo—tanpuntual enmateria demenorurgencia cuanto en ésta, de extremagravedad—acudía cadanochey cadamañanaparaleerunfragmento.Yaltomarla—nosintributarunalágrimaaquiendelestudiodeestepobrereflejopasabaahoraalacontemplacióndesumagníficooriginal—vinoami pensamiento, como suele suceder en esos instantes de impotencia enquenosaferramosacualquierdestelloquenosprometalaluz,laideadeintentaresaprácticasupersticiosa,antiguaypormuchosejercida,queconsisteenescogeralazarpasajesdelasSagradasEscrituras,delacualtenemosunbuenejemplo,ymuycomentado,enelcasodesudifuntaySagradaMajestadelSantoMártir,nuestroReyCarlosymiLordFalkland.Fuerzaesadmitirquemiintentomeprestópocaayuda:hagoconstar,sin embargo, los resultados, para que pueda inquirirse la causa y origen de estoshechosatroces,puesacasoseñalenlaverdaderacausadeldañoaunainteligenciamáslúcidaquelamía.

»Hice,portanto, tresintentosabriendoel libroyseñalandoconmidedociertas

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palabras:locualdioenelprimercasoestaspalabras,deLucas13:7,Córtalo;enelsegundo, Isaías 13: 20,Nuncamás será habitada; y en el tercero, Job 39: 30,Susvástagossorberánlasangre.»

Podemos prescindir de ulteriores citas de los documentos de Mr. Crome. SirMatthew Fell fue oportunamente inhumado, y su sermón fúnebre, queMr. Cromepronunció el siguiente domingo, fue impreso con el título: «La Vía Oculta; o, elPeligroqueamenazaaInglaterraylasMaléficasManiobrasdelAnticristo»,enelqueelvicarioexponesupuntodevista,compartidoconcasi toda lavecindad,esdecir,que Sir Matthew había sido víctima del recrudecimiento de las maquinacionespapistas.

Suhijo,elsegundoSirMatthew,heredóeltítuloylaspropiedades.Asículminaelprimeractode la tragediadeCastringham.Cabemencionar,aunqueelhechonoesasombroso,queelnuevobaronetnoocupóelaposentodondehabíamuertosupadre.Enrigor,mientrasélviviónoloocupónadie,salvoalgúnvisitanteocasional.Murióen1735,ynosédeningúnhechodignodemenciónquehayaafectadoaeseperíodo,salvolatenazmortalidadpadecidaporelganadoylosanimalesengeneral,queconeltiemporevelóunalevetendenciaaagudizarse.

Quienes se interesen en los detalles del caso hallarán un registro estadístico enuna carta de 1772, dirigida alGentleman’sMagazine, que extrae los hechos de ladocumentacióndelmismobaronet.Estepuso finalproblemamedianteun sencilloexpediente:durantelanocheencerróatodaslasbestiasenestablosynodejóovejasen el parque, pues había advertido que nada les ocurría a los animales quepernoctabanenunlugarcerrado.Desdeentonces,elmalnoafectósinoalasavesyanimales silvestres.Peronadieha registrado los síntomasconexactitud,y como lavigilancianocturnaresultóabsolutamenteinfructuosa,nomedemoraréenloquelosgranjerosdeSuffolkdenominaronla«pestedeCastringham».

Como decía, el segundo Sir Matthew falleció en 1735, y oportunamente lesucediósuhijo,SirRichard.Fueélquiendecidióinstalarelgranreclinatorioparasufamilia en el ala norte de la iglesia parroquial. Sus pretenciosas exigenciasdemandaronciertoscambiosenesesectornoconsagradodeledificio,queafectaronadiversas tumbas. Contábase entre ellas la de Mrs. Mothersole, cuya situación seconocíaconexactitudgraciasaunaindicaciónqueMr.Cromehabíaconsignadoenlosplanosdelaiglesiayelcamposanto.

Laexhumacióndelafamosabruja,aúnrecordadaporunospocos,suscitóciertointerés en la aldea. Y el asombro, e incluso la inquietud, cundieron cuando sedescubrióqueenelataúd,queestabaintacto,nohabíavestigioalguno:nicadávernihuesosnipolvo.Setrataba,porcierto,deunfenómenocurioso,puesenlaépocaenquelasepultaronnoexistíanlosladronesdecadáveresydifícilmenteseconcibaotromotivoracionalpararobarlosquenoseaeldedestinarlosalasaladedisección.

Dicho incidente revivióporun tiempo todas lashistorias sobre losprocesosdebrujeríaylasfechoríasdelasbrujasquehabíandormidounsueñodecuarentaaños,y

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SirRichardordenóqueel ataúd fuera incinerado,medidaque secumpliócon todorigoraunquemuchoslajuzgarondesatinada.

Lo cierto es que Sir Richard era un molesto innovador. Anteriormente,CastringhamHallhabía sidouna sobriamansiónde ladrillo rojo;peroSirRichard,conocedor de Italia y contaminado por las modas italianas, decidió (pues era másacaudaladoque sus predecesores) dejar unpalacio italianodondehabía encontradounacasa inglesa.Lapiedrayelestucoenmascararonel ladrillo;apáticosmármolesromanospoblaronlaentradaylosjardines;unareproduccióndeltemplodelaSibiladeTívoliseirguióenlamargenopuestadelalaguna;Castringhamasumióunaspectoenteramentenuevoy,confesémoslo,menosacogedor.Perofueobjetodeadmiraciónymodeloqueimitaron,enañosposteriores,muchospropietariosdelavecindad.

Unamañanade1754,SirRicharddespertótraspadecerunapésimanoche.Habíasopladoviento,yauncuandolachimeneahabíaardidoconpersistencia,hacíatantofrío que debió reavivar el fuego.Además, se había producido en la ventana ciertogolpeteoquenohubiesepermitidodormirenpazahombrealguno.Esedía,porotraparte, se esperaba la visita de diversos y eminentes huéspedes que desearíanemprenderunapartidadecaza,yelmalqueaúnafectabaasusalvajinaúltimamentehabíasidotandevastadorqueSirRichardtemíaporsureputación.Peroloquemáslemolestaba era su noche insomne. Por cierto que no volvería a dormir en esahabitación.

Meditó al respecto durante el desayuno, y luego emprendió un examensistemáticodecadaunodelosaposentosparadecidircuáleraelmásconvenienteasuspropósitos.Tardómuchoendecidirse.Uno teníaunaventanaorientadaal este,otro una ventana orientada al norte; los servidores siempre pasarían por aquellapuerta, y no le gustaba la cama de ese lado. No; quería un cuarto que diera alponiente,demodoqueelsolnolodespertaratemprano,yalquenoperturbaranlostrajinesdelacasa.Elamadellavesnoteníanadaqueofrecerle.

—Pero Sir Richard, sabéis que sólo hay un cuarto de la casa que reúna esascondiciones.

—¿Ycuáles?—EldeSirMatthew…laCámaraOccidental.—Pues bien.Que trasladenmis cosas, pues allí he de dormir esta noche. ¿Por

dóndees?Poraquí,seguro.Yseprecipitóhaciaallí.—Oh,SirRichard,peronadiehadormidoallíencuarentaaños.Jamásseoreóel

cuartodesdequemurióSirMatthew.Ymientrashablaba,seapresuróaseguirlo.—Vamos,Mrs.Chiddock,abralapuerta.Almenosquieroverlahabitación.Entraronenellay,enefecto,laatmósferaeradensaeirrespirable.SirRichardse

acercóalventanalycongranimpaciencia,segúnerasucostumbre,abriólosviejospostigos.Puesaesteextremodelacasaapenaslohabíanalteradolasinnovaciones,

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yaqueestabamuyapartadoyademásloocultabaelenormefresno.—Muy bien, Mrs. Chiddock, encárguese de que se renueve el aire y de que

traiganmismuebles.QueelobispodeKilmoreduermaenmiantiguocuarto.—Por favor, Sir Richard —interrumpió otra voz—, ¿podéis concederme una

breveentrevista?SirRichard,alvolverse,vioaunhombrevestidodenegroquelosaludabadesde

elvanodelapuerta.—Ossuplicoqueperdonéismiintromisión,SirRichard.Acasoniosacordéisde

mí.MinombreesWilliamCromeymiabuelofuevicariodelaparroquiaentiemposdevuestroabuelo.

—Puesbienseñor—dijoSirRichard—,elapellidoCromesiempreesbienvenidoen Castringham. Me alegra renovar una amistad que perduró a través de dosgeneraciones.¿Enquépuedoserviros?Puesvuestrahoradellegar,asícomovuestroaspecto,sinomeequivoco,revelanciertaurgencia.

—No os equivocáis, señor. Vengo de Norwich y me dirijo apresuradamente aBurySt.Edmunds;hiceunaltoenelcaminoaquíparaentregarosciertospapelesquehallé al revisar los escritos que dejó mi abuelo a su muerte. Creo que podéisdescubrir,entreellos,cosasdeinterésparavuestrafamilia.

—Osloagradezco,Mr.Cromeysimeacompañáisabeberunvasodevinoeneldespacho, podemos darle un primer vistazo a esos papeles.Usted,Mrs.Chiddock,encárguesedelcuartocomolehedicho…Sí,enefecto,aquímuriómiabuelo…Sí,acasoeseárbolhagaqueel lugarseaunpocohúmedo…No;basta,noquieromásobjeciones,porfavor.Cumplalasórdenesqueleimpartí.Seguidme,señor.

Fueronaldespacho.Ladocumentaciónquehabía traídoel jovenMr.Crome—recientemente incorporado al Clare Hall de la Universidad de Cambridge, deboaclarar, razónpor laque llevabauna respetable edicióndePolieno— incluía, entreotras cosas, las notas redactadas por el vicario en ocasión de la muerte de SirMatthew Fell. Por vez primera se enfrentó Sir Richard con las enigmáticas SortesBiblicaequeyaconoceellector.Ledivirtieronbastante.

—Bueno,—comentó—,laBibliademiabuelodioalmenosunconsejoprudente:Córtalo.Si se refiereal fresno,puedeestar tranquiloporque leharécaso. Jamásvipeornidodecatarrosycalenturas.

Eldespachoconteníaloslibrosdelafamilia,quenoerandemasiados,puesaúnestabapendienteelenvíodeunacolecciónqueSirRichardhabíaobtenidoenItalia,asícomolaedificacióndeuncuartoadecuadodondecolocarlos.

Sir Richard levantó los ojos de los papeles y miró a los estantes donde sealineabanloslibros.

—Quiénsabe—dijo—sielviejoprofetaaúnestaráallí.Mepareceverlo.Atravesó la habitación y tomó una vieja Biblia que ostentaba en su guarda la

siguiente inscripción: «AMatthewFell, de su amantemadrina,AnneAldous, 2 deseptiembrede1659».

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—No estaría mal intentarlo una vez más, Mr. Crome. Apuesto a que en lasCrónicasconseguimosunpardenombres.Aver…¿quéesesto?«Porlamañanamebuscarás y yo no estaré». ¡Bien, bien! Supongo que vuestro abuelo habría halladoaquí un hermosopresagio, ¿no? ¡Basta de profetas!Son todo cuentos.Ahora bien,Mr.Crome,osestoyinfinitamenteagradecidopor losdocumentos.Temoqueestéisimpacienteporretiraros.Porfavor…servíosotracopa.

SirRichardsedespidiódeljovenconsincerosofrecimientosdehospitalidad,pueslosmodalesdeCromelehabíancausadounaimpresiónfavorable.

Porlatardellegaronloshuéspedes:elobispodeKilmore,LadyMaryHervey,SirWilliamKentfield, etcétera. Té a las cinco, vino, naipes, la cena, y luego todos seretiranasuscuartos.

Alamañanasiguiente,SirRichardrehusósalirdecazaconlosdemásyconversócon el obispo deKilmore. Este prelado, contrariando el hábito demuchos obisposirlandesesdesuépoca,habíavisitadosusedey,dehecho,habíaresididountiempoconsiderable en ella. Esa mañana, mientras ambos paseaban por la terraza ycomentaban los cambios y mejoras de la mansión, el obispo dijo, señalando laventanadelaCámaraOccidental:

—NingunodemisfeligresesdeIrlandaocuparíaesecuarto,SirRichard.—¿Debidoaqué,eminencia?Enrealidad,eselmío.—Bueno, loscampesinosde Irlandasostienenque traemuymalasuertedormir

cerca de un fresno, y usted tiene un hermoso ejemplar a un par de yardas de laventana. Quizá—prosiguió el obispo con una sonrisa— ya os haya ofrecido unapequeñademostración,puesnoseosve,permitidmequeoslodiga,tandescansadocomovuestrosamigosquisieran.

—Esverdad,eminencia,queporesauotrarazón,nopudedormirentrelasdoceylas cuatro. Peromañana haré derribar ese árbol, para que nuncamás se hable delasunto.

—Aplaudovuestradecisión.Nopuedesersaludablerespirarelairequepasa,porasídecirlo,atravésdetodoesefollaje.

—Dicebienvuestraseñoría.Aunqueanochenoabrí laventana.Fueel ruido loque me impidió dormir. Las ramas que golpeaban contra el cristal, con todaseguridad.

—Meparecedifícil,SirRichard.Lopodéisvermuybiendesdeaquí.Ningunadelasramasmáspróximaspuederozarelventanalamenosquehayatormenta,yanochenotuvimosninguna,queyosepa.Estánaunpiededistanciadeloscristales.

—Escierto,eminencia.Entoncesnomeexplicoquéeraesegolpeteo…yelpolvodelantepechoestabacubiertodemarcasysurcos.

Al fin convinieron en que las ratas debían haber trepado por la hiedra; fue elobispoquienlosugirió,congransobresaltodeSirRichard.

Transcurrió el día plácidamente y llegó la noche, y todos se retiraron a sushabitaciones,deseándoleaSirRichardunanochemásfavorable.

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Henosaquíenelcuartodelpropietario,mientrasélyaceaoscurasensulecho.Elcuarto está sobre la cocina, y la noche afuera es cálida y serena, demodo que laventanaestáabierta.

Una luz incierta se proyecta sobre la cama, donde hay una extraña agitación;parececomosiSirRichardmovieralacabezadeunladoaotro,conceleridadperocasisinhacerruido.Yhastapodemoscreer, tanengañosaes lasemipenumbra,quetienevariascabezas,pardasyredondas,queselevantanydesciendenyhastalecaensobreelpecho.Atrozilusión.¿Noesmásqueeso?Veamos:algocaedelacamaconunsonidoblando,comosifueraungatito,yenunsegundosaltaporlaventana;otro,cuatroentotal,yluegorenacelacalma.

Porlamañanamebuscarás,yyonoestaré.

¡SirRichard,aligualqueSirMatthew,muertoyennegrecidosobrelacama!Unlívidoymudogrupodehuéspedesydeservidoressecongregóbajolaventana

apenas se difundió la noticia. Envenenadores italianos emisarios del Papa, lapestilencia del aire: estas y otras razones esgrimieron, y el obispo de Kilmorecontemplabaelárbol,enlahorquilladecuyasramasmásbajasseacurrucabaungato,que observaba el hueco que los años habían roído en el tronco.Miraba con sumointerésalgoquehabíadentrodelárbol.

Súbitamenteseincorporóyhurgóenelagujero.Entoncescedióelbordeyelgatoresbaló;elestrépitodelacaídaatrajolaatencióndetodos.

Casi todosnosotros sabemosqueungatopuedegritar;peropocosdenosotros,espero,hemosescuchadounalaridotanespantosocomoelquesurgiódeltroncodelinmensofresno.Hubodosotreschillidos—lostestigosnorecuerdanconexactitud—yluegounruidoleveysofocado,comodeluchaoagitación.PeroLadyMaryHerveyse desmayó en el acto, y el ama de llaves se cubrió los oídos y huyó hastadesplomarseenlaterraza.

Quedaron el obispo de Kilmore y Sir William Kentfield. Pero, si bien no setrataba sino del aullido de un gato, estaban intimidados, y sólo después de tragarsalivacondificultadunaodosveces,SirWilliampudodecir:

—Hay en este árbol algo más de lo que vemos, eminencia. Lo averiguaré deinmediato.

No hubo oposición. Trajeron una escalera y uno de los jardineros subió paraobservarlacavidad;sólopudopercibirvagasseñalesdequealgosemovía.Buscaronunfarolparaintroducirlomedianteunacuerda.

—Debemos llegar hasta el fondo. Por mi vida, eminencia, que aquí yace elsecretodeesasmuertesterribles.

El jardinero volvió a subir con el farol y con suma cautela lo introdujo en lacavidad.Encuantoseinclinótodosvieronelreflejodelaluzamarillentaensurostro,ytambiénlascontorsionesdeincréduloterroryrepulsiónquelodeformaronantesde

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queelhombreprofirieraunatrozalaridoysecayeradelaescalera(acuyopie,porsuerte,doshombresloatajaron),mientraselfarolseprecipitabaalinteriordelfresno.

El jardinero se desvaneció, y pasó un tiempo antes de que pudiera pronunciarpalabra.

Perolesaguardabaotroespectáculo.Elfaroldebíahabersequebradoenelfondo,donde acaso había hojas secas y otros elementos combustibles, pues no tardó enbrotar una espesa humareda a la que siguieron las llamas, que de inmediato sepropagaronportodoelfresno.

Lospresentes formaronun círculo a cierta distancia, ySirWilliamy el obispoenviaronhombresenbuscadearmasyherramientas,puesnocabíadudadeque lacriaturaqueutilizabaelárbolcomomadrigueraseveríaobligadaasalir.

Así fue. Primero, en la horquilla, vieron surgir un cuerpo redondo, cubierto dellamasdeltamañodeunacabezahumana,queseirguióyluegocayóhaciaatrás.Estoserepitiócincooseisveces.Luego,unaesferasimilarsaltóalaireycayósobre lahierba,dondequedórígidaalinstante.Elobisposeacercótantocomosuaudaciaselopermitió:loquevioeranlosrestosdeunaarañaenorme,venosaychamuscada.Amedida que avanzaba el fuego, surgieron más cuerpos tan espantosos como éste,todoselloscubiertosporunvellogrisáceo.

El fresnoardiódurante todoeldía,yhastaquecayódestrozadopermanecieronlos hombres frente a él; de vez en cuando, debíandarmuerte a losmonstruos quevomitaba. Cuando no apareció ninguno más, se acercaron con prudencia yexaminaronlasraícesdelárbol.

«Descubrieron—narraelobispodeKilmore—debajodeélunacavidadcircularenlatierra,dondeyacíandosotrescadáveresdeesascriaturas,sindudasofocadaspor el humo; y, lo que más me llamó la atención, había en un costado de estamadriguera,del ladode lapared,unesqueletodeserhumano, loshuesoscubiertosporlapielreseca,convestigiosdecabellonegro,quesegúnquienesloexaminaron,erasindudaelcadáverdeunamujermuerta,porlovisto,hacíaunoscincuentaaños.»

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AVISOALOSCURIOSOS

TRASLADARÉ al lector, sime lopermite, aun lugarde la costaoriental llamadoSeaburgh.Hoy no estámuy distinto de como era, según recuerdo, enmi infancia.Hacia el sur, ciénagas interrumpidas por malecones, que evocan los primeroscapítulosdeGrandesilusionesdeCharlesDickens;haciaelnorte,unaplanicieconhirsutos brezales; brezales, abetos, y ante todo, tierra adentro, aulagas. Una largacostadeplayayunacalle:detrás,unavastaiglesiadepiedra,conunaanchaysólidatorreoccidentalyelrepiquedeseiscampanas.Conquénitidezevocosutañidoenuntórridodomingodeagosto,mientrasascendíamosconlentitudelblancoypolvorientocamino que nos conducía hacia ellas, pues la iglesia se yergue en la cima de unabreveyescarpadacuesta.Enesosdíasdecalorlascampanasemitíanunsonidoseco,que se dulcificaba cuando se suavizaba la atmósfera. A poca distancia, corría elferrocarrilhaciasupequeñaestaciónterminal.Antesdellegaralaestación,habíaunmolinodeviento,blancoyalegre,yotrocercadelaplayadeguijarrosenelextremosur de la ciudad, y aun otros hacia el norte, en terrenomás alto.Había chalets deladrillo rojo con techos de pizarra…pero ¿por qué he de importunar al lector consemejantesdetallestriviales?SucedequeéstossecongreganenlapuntadelaplumaapenascomienzoaescribiracercadeSeaburgh.Quisieraestarsegurodehaberdejadoquesedeslizaranenelpapellosmásimportantes.Aunque,detodosmodos,aúnnoheconcluidoconmisdescripciones.

Alejémonosdelmarydelaciudad,pasemosdelargolaestación,ytomemoslarutadeladerecha.Esunarutaarenosa,paralelaalferrocarril,ysilaseguimos,trepaaun terrenomásalto.Anuestra izquierda(sivamoshaciaelnorte)haybrezales,anuestraderecha(elladoquedaalmar)hayunahileradeviejosabetos,azotadosporelviento,espesosenlacopa,conesainclinaciónquecaracterizaalosviejosárbolescosteros; basta verlos en el horizonte, desde el tren, para advertir en el acto laproximidad, si uno la ignora, de una costa ventosa. Pues bien, en la cima de mipequeñacolina,unafiladeestosabetosgirabruscamentehaciaelmar,pueshayunrisco que sigue esa dirección; y el risco culmina en un macizo promontorio queseñorealosásperospastizales,coronadoporunapequeñadiademadeabetos.Yaquípodemossentarnos,enuncálidodíadeprimavera,ygozardelespectáculodelmarazul,delosblancosmolinos,delosrojoschalets,delaverdehierbaresplandeciente,delatorredelaiglesia,ydeladistanteatalayacostera,alsur.

Según he dicho, tuve un primer contacto con Seaburgh cuando niño; pero unlapso de múltiples años separa ese temprano conocimiento del más reciente. Aúnperdura,noobstante,ellugarquesupoganarenmiafecto,ycualquierhistoriadeallíquepuedarecogermeinteresa.Éstaesunadeellas:laconocíenunsitiomuyalejadodeSeaburgh,yenformatotalmenteaccidental,atravésdeunhombreaquientuvelaposibilidaddefavorecer, lobastante,asu juicio,comoparahacermea talpuntosu

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confidente.

—Conozco más o menos toda esa comarca—dijo—. Solía ir a Seaburgh conmuchafrecuenciaparajugaralgolfenprimavera.GeneralmenteparabaenelBear,conunamigo;sellamabaHenryLong,alomejorustedloconoció.

—Algo—repuse.—Solíamostomarunasalayallílopasábamosmuybien.Desdequeélmurióya

nomeinteresóirmás.Ynosésideberíainteresarme,despuésdeloquenospasóennuestraúltimavisita.

Fue en abril de 19…; estábamos allí, y por alguna razón éramos los únicoshuéspedesdehotel.Lossalonescomunesestaban,pues,desiertos,asíquemuchonosasombró que, después de la cena, se abriera la puerta de nuestra sala y un jovenintrodujera lacabeza.Examinamosal joven.Eraun sujetoanémicoconaspectodeconejo—cabelloclaroyojosclaros—peronodesagradable.Demodoquecuandodijo: «Disculpen. ¿Ésta es una sala privada?», no respondimos con un gruñidoafirmativo,sinoqueLong(oyo,notieneimportancia)lecontestó:

—Adelante,porfavor.—¿Deveras?—dijoél,yparecíaaliviado.Por supuesto, era obvio que necesitaba compañía; y como era una persona

razonable—ynoesaespeciedeindividuocapazdeprodigarleaunotodasucrónicafamiliar—loinvitamosasentirsecomosiestuvieseensucasa.

—Apuestoaquelasotrassalasleparecenalgolóbregas—sugerí.Así era; aunque realmente éramos tan gentiles, etcétera. Concluidos tales

comentarios, simuló leer un libro. Long hacía un solitario, yo escribía. En pocosminutos advertí que nuestro visitante estaba sumamente alterado, o nervioso, ylograbacomunicármelo,demodoquedejédeescribireintentéentablarconversaciónconél.

Después de ciertas observaciones que ya no recuerdo, se puso más bienconfidencial.

—Ustedeslojuzgaránmuyraropormiparte—comenzó—,perolociertoesquetuveunaconmoción.

En fin, recomendé una bebida estimulante, y la pedimos. La irrupción delcamarero causóuna interrupción (y juzguéquenuestro huésped se sobresaltaba enexcesoalabrirselapuerta),peroelhombrenotardóenvolverasusconfesiones.Noconocíaanadieallí,yporcasualidadsabíaquiéneséramos(resultóqueteníamosunamigocomúnen laciudad),ysinonosmolestaba,necesitabadeverasunconsejo.«Enabsoluto»,o«Enmodoalguno»,respondimosalunísono,mientrasLongdejabaaunladolosnaipes.Yprestamosatenciónalrelatodesusdificultades.

—Todocomenzó—dijo—hacemásdeunasemana,cuandoibaenbicicletahaciaFroston,asólocincooseismillasdeaquí,paraverlaiglesia;meinteresamucholaarquitectura,yesetemplotieneunodeesoshermosospórticosconnichosyescudos.

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Toméunafotografía,yentoncesunviejoquelimpiabaelcamposantoseacercóymepreguntósiteníainterésenverlaiglesia.Ledijequesíyélsacóunallaveymedejóentrar.Nohabíamuchascosasensuinterior,peroledijequeeramuybonitayquelamanteníamuy limpia, «aunque», agregué, «el pórtico es lomejor».En ese precisoinstantehabíamossalidoalpórtico,yélmedijo:

»—Ah,sí,esmuylindo;¿ysabeusted,señor,quésignificaeseescudo?»Eraunescudocontrescoronas,ysibiennosoymuyversadoenheráldica,pude

responderafirmativamenteyseñalarleque,amicriterio,eranlasarmasdelantiguoreinodeAngliaOriental.

»—Correcto,señor—medijo—.¿Ysabeustedquésignificanesastrescoronas?»Dijenotenerdudasdequedebíaseralgoconocido,peroquenopodíarecordar

haberlooídocontar.»—Puesbien—medijo—,yaqueustedesunentendido,porestavezlediréalgo

quenosabe.Son las trescoronassagradasqueseenterraroncercade lacostaparaimpedirquedesembarcaran losgermanos…Ah,veoqueustednomecree.Pero lediré, si no fuera porque una de esas coronas todavía está allí, los germanos noshubiesen invadido una y otra vez, con sus barcos, y habrían matado a hombres,mujeresyniñosmientrasdormían.Vea,señor,loqueledigoescierto;sinomecreeamí,pregúntelealpárroco.Ahíviene:pregúnteleaél,ledigo.

»Vi que el párroco, un anciano de aspecto agradable, venía por un sendero; yantesdequepudierapersuadiraestehombre,yaunpocoalterado,dequesílecreía,elpárroconosabordóconestaspalabras:

»—¿Quépasa,John?Buenosdías,señor.¿Estuvoustedmirandonuestrapequeñaiglesia?

»Este principio de conversación indujo al anciano a calmarse, y entonces elpárrocovolvióapreguntarlequépasaba.

»—Oh —dijo él—, no era nada. Sólo le contaba a este caballero que debíapreguntarleaustedsobrelascoronassagradas.

»—Ah, sí, con toda seguridad—dijo el párroco—, es un asuntomuy curioso,¿verdad?Aunqueignorosialcaballeroleinteresannuestrasviejashistorias.

»—Oh, se interesará en seguida—dijo el viejo—, creerá cuanto usted le diga,señor.Caramba,siustedconocióenpersonaaWilliamAger,alpadreyalhijo.

»Los interrumpí para declarar cuántome gustaría conocer aquellas historias, ypocodespuésacompañabapor las callesdelpuebloalpárroco,que teníaquedecirunaodospalabrasaalgunosdesusfeligreses,yluegoalacasaparroquial,dondemecondujo a su estudio. Él había advertido, en ese trayecto, que yo era capaz deinteresarme seriamente por un relato folclórico, que no era un simple curioso. Semostró, pues,muy locuaz, yme sorprendió bastante que la leyendaqueme refiriópermanezcainéditatodavía.Larelatódeestemodo:

»—Enestacomarca,siempresehacreídoenlastrescoronassagradas.Losviejosdicenquefueronenterradasensitiospróximosa lacosta,paraalejara losdaneses,

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losfrancosolosgermanos.Dicenqueexhumaronunahacemuchotiempo,queotradesapareció ante los avances del mar y que aún queda una que prosigue su laborguardándonos de los invasores. Pues bien, si usted ha leído las habituales guías ehistoriasdeestecondado,quizárecuerdequeen1687unacoronaque,segúndecían,habíapertenecidoaRedwald,ReydeAngliaOriental,fueexhumadaenRendleshamy,¡veausted!,sedisolvióantesdequelapudiesendescribirodibujarconexactitud.Bueno,Rendleshamnoestáenlacosta,peroestácercayesdefácilacceso.Yocreoqueésaeslacoronaaquealudelagentecuandodicequedesenterraronuna.Nohacefaltaqueledigaquehaciaelsurhabíaunpalaciosajónquehoyyacebajolasaguas,¿no?Bueno, ahí estaba la segunda corona, estoy seguro.Amucha distancia de lasotrasdos,dicen,estálatercera.

»—¿Ydicendóndeestá?—lepregunté,naturalmente.»—Sí,peronolocuentananadie—respondió,ysutonodevozmedisuadióde

formularlelapreguntaobvia.Encambio,aguardéuninstanteyagregué:»—¿A qué se refería el viejo cuando dijo que usted conocía aWilliam Ager,

comosiesotuvieraalgoqueverconlascoronas?»—Contodaseguridad—repuso—ésaesotracuriosahistoria.LostalesAger(es

un viejo nombre en la zona, aunque jamás descubrí que fueran nobles oterratenientes)dicen,odecían,queesaramadesufamiliaeralaencargadadevigilarlaúltimacorona.ElprimeroqueconocífueuntalNathanielAger(yonacíymecriécercadeaquí)que,tengoentendido,acampóenaquellugardurantetodalaguerrade1870.William, suhijo, séquehizo lomismodurante laGuerradeSudáfrica.YeljovenWilliam,hijodeéste,muertohacepoco,sealojóenelchaletmáspróximoallugar,y sindudaacelerósu fin (era tísico)de tantomontarguardiaa la intemperiedurantelanoche.Eraelúltimodeesarama.Leresultabamuytristepensarqueeraelúltimo,peronadapodíahacer,pueslosúnicosparientesconquecontabaestabanenlascolonias.Mepidióquelesescribieraimplorándolesqueregresaranacausadeunasuntodesumaimportanciaparalafamilia,peronohuborespuesta.Demodoquelaúltimacoronasagrada,siesqueestáallí,careceactualmentedeguardián.

»Eso fue lo que contó el párroco, e imaginarán cuánto interés me despertó.Cuando lo dejé, no pensaba sino en cómo encontrar el sitio donde se suponíaenterradalacorona.Ojalálohubieradejadoasí.

»Pero todo parecía obra del destino, pues cuando pasé ante el muro delcementeriome llamó laatenciónuna lápidamuynueva,yenellaestaba inscritoelnombredeWilliamAger.Porsupuesto,mebajédelabicicletaylaleí.Rezaba:“Deesta parroquia, muerto en Seaburgh, 19…, a los 28 años”. Ahí estaba, como ven.Mediante ciertas preguntas sagaces donde correspondiera, no tardaría en hallar almenos el chalet más cercano al lugar. Sólo que no sabía dónde correspondíacomenzar con mis preguntas. Nuevamente intervino el destino: me condujo a latiendadeantigüedadesqueestabaenmicamino,dondeadquiríalgunoslibrosviejosy, verán ustedes, uno de ellos era unLibro de oraciones de 1740 y pico, con una

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encuadernaciónbastantebonita…iréabuscarlo,estáenmicuarto.»Nos dejó algo sorprendidos, pero apenas habíamos intercambiado un par de

observaciones ya estuvo de vuelta, jadeante, y nos alcanzó el libro, abierto en laguarda,que,enunaletratosca,lucíaestainscripción:

NathanielAgeresminombreeInglaterraminación,SeaburghesmimoradayJesúsmiSalvación,

CuandoestémuertoenlatumbayesténmishuesospodridosQueelSeñordemíseacuerdeymesalvedelolvido.

Estepoemaestabafechadoen1754,yhabíamásfirmasdelosAger,Nathaniel,Frederick,William,yasíhastaWilliam,19…

—Yaven—dijo—.Cualquierahabríabendecidosusuerte.Tambiényo,aunqueno ahora. Por supuesto que le pregunté al comerciante por William Ager, y porsupuesto que él casualmente recordó que éste había vivido en un chalet de NorthField, donde habíamuerto. Así seme allanaba el camino. Sabía cuál debía ser elchalet:sólohayunoenel lugar,de tamañoadecuado.Debía,acontinuación, trabarconocimiento con la gente de la zona, hacia donde partí de inmediato. Un perrofacilitó las cosas:me acosó con tal furia que debieron perseguirlo a golpes; luego,naturalmente,mepidierondisculpasyasíempezamosaconversar.MebastótraeracolaciónelnombredeAgerysimularque loconocía,oquecreíasaberalgodeél,paraquelamujercomentaraquétristeeraquehubiesemuertotanjoven,yqueestabaseguradequetodosedebíaalasnochesquepasabaalaintemperieconesefrío.

»—¿Salíaapasearjuntoalmarporlasnoches?—pregunté.»—Oh,no—dijoella—,ibahastaaquelpromontorioconárboles.»Yhaciaallímeencaminé.»Algoentiendodecómocavarenesostúmulos;cavéenbuennúmerodeellosen

las tierras bajas. Pero eso lo hacía a plena luz, con permiso del propietario y conayudadeotrohombre.Debíaplanearloescrupulosamenteantesdehincarlapala:nopodía abrir una zanja a través del promontorio, y con esos viejos abetos sabía quehabríaraícesqueentorpeceríanmilabor.Elterreno,noobstante,erasuelto,arenosoyblando, y había unamadriguera de conejo o algo así que podía convertirse en unaespeciede túnel.Lodifícil sería saliryentraralhotelahoras insólitas.Encuandodecidícómoexcavar, informéa lagentequehabía recibidouna invitaciónparaesanoche,ylapaséallí.Hicemitúnel:nolesaburriréconlosdetallesrelativosacómolo apuntalé y cómo lo rellené al terminar, pero lo importante es que obtuve lacorona.»

Naturalmente,ambosmanifestamosnuestroasombroe interés.Yo,porejemplo,no ignorabaelhallazgode lacoronaenRendleshamysiemprehabía lamentadosudestino.Nadiehavistojamásunacoronaanglosajona,almenos,nadielahabíavistohastaentonces.Peronuestrohombrenosmiróconojospesarosos.

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—Sí—dijo—,ylopeoresquenosécómodevolverla.—¿Devolverla?—exclamamos—.Pero,queridoseñor,hahechoustedunodelos

descubrimientos más notables de los que se tenga memoria en esta región. Porsupuestoquedebería ira laCámaradelTesorode laTorredeLondres.¿Cuáles ladificultad? Si piensa usted en el propietario, en el hallazgo del tesoro, y toda esacuestión, por cierto que hemos de ayudarlo. En un caso como éste, nadie se va ademorarenminuciastécnicas.

Seguramente le dijimosmás cosas pero él, por toda respuesta, ocultó el rostroentrelasmanosymurmuró:

—Nosécómodevolverla.—Esperoqueustedmedisculpe—dijoal finLong—porparecer impertinente,

¿peroestáustedtotalmentesegurodetenerla?Tambiéneramideseoformularesapregunta,pueslahistoria,siunoreflexionaba,

parecía en realidad el sueño de un demente. Pero yo nome había atrevido a decirnada que pudiera herir los sentimientos del joven. Él, sin embargo, la recibió conabsoluta calma, verdaderamente, con la calma de la desesperación, valdría decir.Incorporándose,dijo:

—Oh,sí,sindudaalguna:latengoenmicuarto,encerradaenmimaleta.Puedenveniraverlasiquieren:nomeofreceréatraerlaaquí.

No íbamos a desperdiciar la oportunidad.Lo acompañamos; su cuarto estaba apocadistancia.Elcamarerorecogíaloszapatosenelpasillo;almenosesopensamos:despuésnoestuvimostanseguros.Nuestrointerlocutor—sellamabaPaxton—estabamuchomáscrispadoquealllegar;seprecipitóhaciasucuarto,noshizoseñasdequelosiguiéramos,encendiólaluzycerrólapuertaconsumocuidado.Abriólamaletayextrajounbultoenvueltoenpañueloslimpios,lodepositósobrelacamaylopusoaldescubierto.Ahorapuedodecirquehevistounaauténticacoronaanglosajona.Eradeplata—talcomodecíanqueera ladeRendlesham—,con incrustacionesdegemas,piedras talladas de suma antigüedad y camafeos, y era una obra de sencilla, casirústica,artesanía.Era,enrealidad,comolasquesevenenmonedasymanuscritos.NohallérazónalgunaparajuzgarlaposterioralsigloIX.Yotenía,porcierto,ungraninterés,yanhelabahacerlagirarenmismanos,peroPaxtonmecontuvo.

—Nolatoque—medijo—.Yoloharé.Y con un suspiro francamente estremecedor, la alzó y la hizo girar para que

apreciáramostodossusdetalles.—¿Suficiente?—dijo al fin, y ambos asentimos. La envolvió, la guardó en su

maleta,ynosmiróconrostroaturdido.—Vuelva a nuestra habitación —propuso Long—, y cuéntenos cuál es su

problema.Nosloagradecióydijo:—¿Porquénosalenprimeroparaver…sinohaymorosenlacosta?Sualusiónnoeramuyclara,puesnuestroproceder,despuésdetodo,noteníapor

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quédespertarsospechas,yelhotel,segúnhedicho,estabaprácticamentevacío.Noobstante, ya presentíamos… no sabíamos qué, y de todos modos los nervios soncontagiosos.Salimos,pues,asomándonosalabrirlapuerta,eimaginamos(descubríqueambosloimaginábamos)queunasombra,oalgomásqueunasombra—aunquenohacíaruidoalguno—,seapartóaunladoencuantoirrumpimosenelpasillo.

—Adelante—lesusurramosaPaxton(pueselsusurroparecíaeltonoadecuado)yregresamos,unoacadaladodeél,anuestrahabitación.Yohabíaresuelto,alllegar,manifestarmiembelesoporesapiezaúnicaqueacabábamosdecontemplar,peroalveraPaxtonadvertíqueseríaunafaltadetacto,yledejéhablaraél.

—¿Quéesloquehayquehacer?—comenzó.Longcreyóoportuno(segúnmeloexplicómástarde)hacerseeltontoysugirió:—¿Porquénolocalizaralpropietariodellugar,einformar…?—¡Oh, no, no! —interrumpió Paxton con impaciencia—. Les ruego que me

dispensen: han sido sumamente gentiles, pero parecen no advertir que hay quedevolverla,yqueyonomeatrevoavolverallíporlanoche,ydedíaesimposible.Quizánosedancuenta:puesbien,lociertoesquejamásheestadosolodesdequelatoqué.

Yoestabaapuntode intercalaralgúncomentarioestúpido,peroLongmeclavólosojosymecontuve.

—Creodarmecuenta—dijoLong—,pero…¿noleserviríadealivioaclararnosunpocolasituación?

Paxton,entonces,loexpusotodo:miróporencimadelhombroynoshizoseñasdequenosacercáramos,ycomenzóahablarenvozmuybaja; loescuchamos,porsupuesto, con suma atención, y más tarde comparamos nuestras observaciones.Consignénuestraversión,asíqueestoysegurodereproducircuantonoscontó,casipalabraporpalabra.Éstefuesurelato:

—Comenzócuandoestabahaciendomisplanes,ymedemorabaunayotravez.Siempre había alguien, un hombre, de pie junto a un abeto. Esto, durante el día.Jamásseponíafrenteamí.Siempreloveíaconelrabillodelojo,alaizquierdaoaladerecha,peroélnuncaestabacuandolemirabadefrente.Solíaecharsedurantelargoratoyhacerminuciosasobservaciones,yasegurarmedequenohabíanadie,peroencuanto me incorporaba para empezar la excavación, ahí estaba otra vez. Además,comenzó a hacerme sugerencias dondequiera que dejara el Libro de oraciones, amenosquelopusierabajollave,quefuealfinloquehice,alvolveramicuartoloencontrabasiempresobrelamesa,abiertoenlaguardadondeestánlosnombres,conunademisnavajasencimaparamantenerloabierto.Estoysegurodequenopuedeabrirmimaleta,sinoalgomáshubieraocurrido.Yaven,esdébilypequeño,peronomeatrevoaenfrentarmeaél.Puesbien,cuandocomencéeltúnel,porsupuestotodoempeoró, y de no haber sido tan obstinado lo hubiera dejado todo y habríaemprendido la fuga.Era como si alguienme arañara constantemente la espalda: alprincipiocreíqueeralatierraquemecaíaencima,peroamedidaquemeacercabaa

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la…corona, era inconfundible.Y en cuanto la descubrí y la apresé con los dedos,hubo una suerte de alarido a mis espaldas… ¡oh, es imposible describir sudesolación! Además era aterrador. Arruinó todo el placer de mi hallazgo… loexterminóradicalmente.Denoserel imperdonable idiotaquesoy, lahabríadejadoallíymehabríamarchado.Peronolohice.Loquesiguiófueatroz.Aúnmefaltabanvarias horas para poder volver al hotel decorosamente. Primero rellené el túnel ycubrímishuellas,ytodoeltiempoestabaallí,tratandodeconfundirme.Unasvecessedejaveryotrasno,segúncomoprefiera:siempreestápresente,peroejerceciertopodersobrenuestravisión.Enfin,nodejéellugarsinounpocoantesdelalba,ytuvequeiralcrucedeSeaburghytomareltrenderegreso.Yaunqueyacasieradedía,nosésimejorabalascosas.Siemprehabíaarbustosomatorralesocercas(algúntipodeescondrijo,quierodecir)ynoestuvetranquilounsolomomento.Luego,cuandomecrucé con gente que salía a trabajar, todos me miraban extrañados: acaso lossorprendíaveraalguientantemprano;peronomeparecióquefuerasóloeso,nimelopareceahora:nomemirabanexactamenteamí.Lomismosucedióconelmozodela estación. Y el jefe de tren mantuvo la portezuela abierta cuando subí, como siviniera alguien detrás demí.Oh, les aseguro que no son fantasías—dijo con unaespeciederisasofocada,yprosiguió—:Yaunsi ladevuelvo,nomeperdonará:deesoestoyseguro.¡Ypensarquehacequincedíaseratanfeliz!

Sedesplomósobreunasilla,ycreoqueempezóallorar.Nosabíamosquédecir,perodealgúnmodosentimosquedebíamossalvarle,de

manera —parecía en verdad lo único que podía hacerse— que nos ofrecimos aayudarloadevolverlacorona.Debodecirque,despuésdeloquehabíamosoído,nospareció lo mejor que podía hacerse. Si tan espantosas consecuencias se habíanabatido sobre este pobre hombre, quizá fuera cierto que la corona poseía algúnextraño poder para salvaguardar la costa. Al menos eso creía yo, y pienso quetambién Long. En todo caso, Paxton aceptó nuestra oferta. ¿Cuándo lo haríamos?Erancercadelasdiezymedia.¿Podíamosintentarsalirdelhotelahorastardías,esamisma noche, sin desconcertar a los empleados? Miramos por la ventana:resplandecíalalunallena,lalunadePascua.Longseencargódeabordaralcamareroypredisponerlo a nuestro favor, diciéndole que no nos demoraríamos en exceso, yque si nos resultaba grato el paseo y nos demorábamos, ya trataríamos de que suespera no redundara en una pérdida de tiempo para él. Bueno, éramos clientesregulares, jamás causábamos problemas, y la servidumbre consideraba espléndidasnuestras propinas, demodo que el camarero fue predispuesto a nuestro favor: nosdejó salir y aguardó nuestra llegada, según supimosmás tarde. Paxton llevaba unenormeabrigoenelbrazo,ydebajodeélocultabalacoronaenvuelta.

Detalforma,emprendimosnuestraextrañamisiónsindetenernosaconsiderarsuextrema peculiaridad. Referí lo anterior con brevedad, para representar de algúnmodolapremuraconqueadoptamosunplanylopusimosenpráctica.

—Elcaminomáscortoessubiendolacolinayatravesandoelcementerio—dijo

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Paxton, cuando nos detuvimos un instante ante el hotel para echar un vistazo. Nohabíanadie;niunalma; fuerade temporada,Seaburghesunazonapacífica,dondetodosseretirantemprano.

—Nopodemosbordearelmalecónvecinoalchalet,acausadelperro—declaróPaxtoncuandoseñaléqueyoconocíauncaminomáscorto,alolargodelaplayaycampoatravés.Suargumentoerairrefutable.Fuimosporlacarreterahastalaiglesia,ydoblamospor lapuertadelcementerio.Confiesoquepenséquequizásalgunodelos que allí yacían estuviera al tanto de nuestra empresa: pero si era así, tambiénsabríaqueunodelossuyos,porasídecirlo,nosmanteníavigilados,demodoquenonos perturbaron. Pero sentíamos que nos estaban acechando, como jamás lo habíasentido. Especialmente cuando atravesamos el cementerio y nos adentramos en unestrecho sendero entre altos setos, donde nos apresuramos tanto como Christian atravésdeaquelValle[7];asísalimosacampoabierto.Luegoseguimos,amparadosporunossetos—aunqueyohubierapreferidoestaraldescubierto,dondepudieraversialguien nos seguía—, traspasamos un par de portones, doblamos a la izquierda, yescalamoselriscoqueculminabaenesetúmulo.

Alacercarnos,HenryLongpresentía,y tambiényo,quenosaguardaban loquesólopuedocalificardepresenciasintangibles,asícomounamuchomásconcretaquenos acompañaba. Imposible describir la alteración padecida entretanto por Paxton:jadeabacomounafieraacosada,yningunodenosotrosseatrevíaamirarlealrostro.Nisiquierahabíamospensadocómoselasarreglaríaencuantollegáramosalsitioencuestión, parecía tan seguro que no debía ser difícil. Y no lo fue. Jamás vi nadaparecido al ímpetu conque se lanzó a ese túmulo, donde cavóhasta que enpocosminutos su cuerpo se perdió de vista. Nos quedamos con el abrigo y el fardo depañuelos, sin dejar de mirar —con mucho temor, he de confesarlo— a nuestroalrededor.Nadahabíaalavista;anuestrasespaldas,unahileradeabetoscerrabaelhorizonte;mediamillaaladerecha,másárbolesylatorredelaiglesia;alaizquierda,chaletsyunmolinodeviento;unmarencalmaalfrente;entreélynosotros,débilesladridos de un perro en un chalet próximo a unmalecón resplandeciente. La lunallenatrazabaenelmaresesurcoquetodosconocemos;seoía,encimadenosotroseleternosusurrodelosabetosescoceses,yalolejoseldelmar.Subyacíaasemejantecalma, no obstante, la cruda y aguda conciencia de una contenida hostilidad muycercadenosotros, comounperro sujetoconunacorreaqueencualquiermomentopudieraquedarenlibertad.

Paxtonsaliódelafosayextendióunamano.—Dénmela—susurró—sinlaenvoltura.Quitamoslospañuelosyéltomólacorona.Unrayodelunalahiriómientrasélla

aferraba. Jamás tocamosese trozodemetal,ydesdeentonceshecreídoque fue lomejor.Paxtonnotardóensalirdelafosayenrellenarlaconmanossangrantes.Aunasí,noaceptónuestraayuda.Lomásdifícileradejarelsitiocomoestabaantes.Detodos modos (ignoro cómo) lo hizo muy bien. Al fin quedó satisfecho, y todos

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regresamos.EstábamosaunasdoscientasyardasdelacolinacuandoLongsúbitamenteledijo:—Caramba,olvidóustedsuabrigo.Noesconveniente.¿Love?Y por cierto que lo veía: el largo abrigo oscuro tendido donde había estado el

túnel.Paxton, sinembargo,no sedetuvo: se limitóa sacudir lacabezayaalzarelabrigoqueteníaenelbrazo.Ycuandoloalcanzamosdijo,sinénfasisalguno,comosiyanadaleimportara:

—Ésenoeramiabrigo.Yenrealidad,cuandovolvimosamirar,yanoseveíaeseobjetooscuro.Enfin,salimosalacarreterayregresamosrápidamente.Llegamosbastanteantes

delasdoce,tratandodeponerbuenacaraycomentando,Longyyo,lohermosaqueestabalanocheparapasear.Elcamareronosesperaba,yconestasyotrasedificantesobservaciones entramos en el hotel. Observó la playa antes de cerrar la puertaprincipal,ypreguntó:

—Supongoquenoseencontraronconmuchagente,¿verdad,señor?—No,niunalma,enrealidad—respondí,yrecuerdolamiradaqueentoncesme

dirigióPaxton.—Porquemeparecióquealguienlosseguíaporlacarretera—dijoelcamarero—.

Detodosmodos,ibanustedesjuntosynocreoquetuviesemalasintenciones.Nosupequédecir;Longselimitóadespedirseytodosnosfuimosarriba,nosin

prometerantesqueapagaríamostodaslaslucesynosacostaríamosenseguida.Devueltaalahabitación,hicimosloposibleporanimaraPaxton.—La corona ya ha sido devuelta—dijimos—; es muy probable que lo mejor

hubierasidoqueustednolatocara—antelocualasintióenfáticamente—,peronosehahechodañoalguno,yjamásrevelaremosestoanadiequepuedacometerlalocuradeacercársele.Además,¿nosesienteustedmástranquilo?Nomeimportaconfesar—declaré—quea la idamesentímuy inclinadoacompartir supuntodevistaconrespectoa…aesodeserseguidos;peroalvolver,yanoeralomismo,¿verdad?

No,noeralomismo.—No tienen ustedes por qué inquietarse —dijo—, pero a mí no me han

perdonado.Aúndebopagarporesedetestablesacrilegio.Yaséloquemedirán.LaIglesiapuedeayudarme.Sí,peroeselcuerpoelquedebepadecer.Esciertoqueenestemomentonosientoqueélmeestéesperandoallíafuera.Pero…

Seinterrumpió.Sevolvióanosotrosparadarnoslasgracias,ylodespedimosencuanto fue posible. Naturalmente, lo invitamos a que utilizara nuestra sala al díasiguiente, y dijimos que estaríamos encantados de salir con él. ¿O quizá jugaba algolf? Sí, pero no pensaba que mañana le importara demasiado. Bueno, lerecomendamosqueselevantaratardeyquesequedaraennuestrahabitacióndurantelamañana,mientras nosotros jugábamos, y luegopodríamos salir a pasear.Mostrócalmaysumisión;estabadispuestoahacerloquecreyéramosmásconveniente,pero,para sus adentros, estaba seguro de que no había forma de eludir omitigar lo que

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sobrevendría.Me preguntará usted por qué no insistimos en acompañarlo hasta sucasaodejarloasalvoacargodealgúnamigoocosaporelestilo.Elhechoesquenoteníaanadie.Disponíadeunpisoenlaciudad,peroúltimamentesehabíadecididoatrasladarse a Suecia, y había desmantelado su alojamiento y embarcado todas suspertenencias,yqueríadejarpasardosotressemanasantesdepartir.Detodosmodos,nadamejor podíamos hacer que irnos a dormir—o a no dormir demasiado, comoocurrióenmicaso—yvercómonossentíamosalamañanasiguiente.

Nos sentíamosmuy diferentes, Long y yo, en esa hermosamañana de abril; ytambiénPaxtonteníadiferenteaspectocuandolevimoseneldesayuno.

—Alfinhepasadounanochemásomenosdecente—fueloquedijo.Peroibaaproceder tal como habíamos convenido: se quedaría en el hotel toda la mañana ysaldría con nosotros más tarde. Fuimos al campo de golf; conocimos a otroscaballeros, con quienes jugamos durante la mañana, y almorzamos allí más bientemprano,paranodemorarnos.Peseatodo,lasacechanzasdelamuerteloatraparon.

Nosésihubierapodidoevitarse.Creoquedeunmodouotrolohabríaalcanzado,hiciéramosloquehiciésemos.Entodocaso,estoesloquesucedió.

Fuimos directamente a nuestra habitación. Paxton estaba allí, leyendoplácidamente.

—¿Listoparasalir?—preguntóLong—.Digamosenmediahora.—Deacuerdo—respondió.Dije que primero nos cambiaríamos, quizá nos daríamos un baño, y que

pasaríamosabuscarloenmediahora.Mebañéyluegometendíenlacama,dondedormí unos diez minutos. Dejamos nuestros cuartos simultáneamente, y nosdirigimos a nuestra sala privada. Paxton no estaba allí… sólo su libro. Tampocoestabaensucuarto,nienlassalasdeabajo.Lollamamosagritos.Salióunacamareraynosdijo:

—Caramba,penséqueustedesyahabíansalido,comoelotrocaballero.Oyóqueustedeslellamabandesdeaquelcamino,ysalióapresuradamente,peroyomiréporelventanalynolesviaustedes.Sinembargo,bajóhacialaplayaporaquellado.

Yhaciaaquelladonosprecipitamossindecirpalabra:eraladirecciónopuestaalaseguidaennuestraexpediciónnocturna.Aúnnoeranlascuatro,yhabíaclaridad,aunque no tanta como antes, de modo que no había razón alguna, digamos, parapreocuparse:congenteasualrededor,ningúnhombrepodíasufrirmuchodaño.

Peroalgoennuestraexpresióndebióimpresionaralacamarera,puesdescendióporlosescalones,señalóydijo:

—Esoes,sefueporallí.Corrimos hasta llegar a la orilla cubierta de guijarros, y allí nos detuvimos.

Estábamosanteunaencrucijada:obien íbamosporarribapasadas lascasas,obienporlaplaya,cuyaarena,dadoquehabíabajadolamarea,estababastantedespejada.Porsupuesto,tambiénpodíamosseguirporlafranjadeguijarrosquelasseparabayobservarambaspartes,sóloqueerahartomásfatigosa.Elegimoslaarena,queerael

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sitiomássolitario,ydondealguienpodíasufriralgúndañosinquelovierandesdeelsendero.

LongdijoquevioaPaxtonaciertadistancia,mientrascorríayagitabaelbastón,como si deseara hacerle señas a alguien que le precedía. No puedo asegurarlo: lanieblasenosechabaencimarápidamente,desdeelsur.Habíaalguien,esloúnicoquepuedodecir.Yen laarenaseveíanhuellasdeunoszapatos; lasprecedíanotras—puesaveces loszapatos laspisoteabanysemezclabanconellas—deunoque ibadescalzo. Por supuesto, sólo cuenta usted con mi palabra: Long ha muerto, notuvimostiempodehacerningúnbocetootomarmoldes,ylasiguientemarealoborrótodo. Lo único que pudimos hacer fue examinar las huellas apresuradamente, sindetenernos.Peroallí estaban,unayotravez,ynonosquedóningunadudadequeeranhuellasdepiesdescalzosy,porcierto,bastantedescarnados.

LaideadequePaxtoncorrieradetrásdealgosemejante,confundiéndoloconlosamigosquebuscaba,nos resultabaatroz.Puedeustedadivinarenquépensábamos:esacriaturaqueélperseguíaquizásevolvierabruscamenteyquiénsabequérostroleofrecería,alprincipioapenasentrevistoenlaniebla,queentretantoseespesabacadavezmás.Mientras corría, preguntándome cómo podía ser que aquel desdichado sehubiera dejado engañar confundiendo a esa cosa con nosotros, recordé lo que noshabíadicho:«Ejerceciertopodersobrenuestravisión».Yentoncesmepreguntécuálsería el fin, pues ya no abrigaba esperanzas de poder evitarlo y… bueno, no esimprescindible enumerar todos los pensamientos horribles y espantosos que measediaronmientrascorríamosatravésdelaneblina.Erasiniestro,porlodemás,queel solaún resplandecieraenel cieloyquenopudiésemosvernada.Sólo sabíamosque habíamos pasado las casas y habíamos desembocado en la extensión que lasseparade lavieja atalayadepiedra.Unavezqueunopasa la torre, sabeusted, noencuentrasinoguijarros…niunacasa,niunserhumano,sóloesafranjadetierra,odepiedras,mejordicho,conelríoaladerechayelmaralaizquierda.

Perojustoantes,aunladodelatorre,ustedrecordaráquehayunaviejafortaleza,pegadaalmar.Creoquehoynoquedansinounosbloquesdehormigón,pueselmardevoróelresto,peroenaquelentonces,aunqueel lugaryaeraunaruina,estabaenmejores condiciones. Pues bien, cuando llegamos allí, nos encaramamos a la cimaconsuma rapidez,para recobrar el alientoycontemplar laplayadeguijarros, si lanieblanosdejabaveralgo.Perodebíamosdescansarunmomento:habíamoscorridono menos de una milla. Nada veíamos, sin embargo, y ya nos disponíamos aproseguirunacarrerasinesperanzascuandooímosloquedenominaréunacarcajada;y si usted puede comprender a quéme refiero cuando digo una carcajada hueca yexámine,entenderáquéesloqueoímos,peronocreoquepueda.Veníadeabajo,yseperdíaenlaniebla.Fuesuficiente.Nosinclinamossobreelmuro,Paxtonestabaenelfondo.

Nonecesitodecirqueestabamuerto.Sushuellasrevelabanquehabíacorridoalcostadodelafortaleza,habíadobladobruscamenteenunadesusesquinasy,sinduda

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alguna, debía haberse precipitado en los brazos abiertos de alguien que allí loaguardaba. Tenía la boca llena de piedras y arena, y los dientes y las mandíbulasdestrozados.Sólounavezlemiréelrostro.

Enesemismomomento,mientrasdescendíamosdelafortalezaparairabuscarelcadáver,oímosungrito,yvimosqueunhombrebajabadelaatalaya.Eraelvigilantedestacado en ese lugar y sus viejos y penetrantes ojos habían logrado discernir através de la niebla que algo no andaba bien. Había visto la caída de Paxton, ysegundos después, nuestro ascenso, lo cual fue una suerte, pues de otro mododifícilmente habríamos podido evitar que las sospechas recayeran sobre nosotros.¿Habíavisto,lepreguntamos,quealguienatacaraanuestroamigo?Noestabaseguro.

Loenviamosenbuscadeayuda,yaguardamosjuntoalcadáverhastaqueregresóconunacamilla.Entoncesexaminamoscómohabíallegadohastaallí,observandolaestrecha franja de arena al pie del muro. El resto era canto rodado, y eraabsolutamenteimposiblededucirhaciadóndehabíahuidoelotro.

¿Quédeclararíamosen la investigación?Sentíamosqueeraundeberno revelarinmediatamenteelsecretodelacoronaparaquelopublicaranlosperiódicos.Noséloqueustedhubieradicho,peroelacuerdoalque llegamosnosotros fueel siguiente:decirquehabíamosconocidoaPaxtoneldíaanterior,yqueélnoshabíaconfesadotemer queun talWilliamAger pusiera enpeligro su vida.También, quehabíamosvistootrashuellas,ademásdeladePaxton,mientrasloseguíamosporlaplaya.Porsupuesto,enesemomentoelaguahabríaborradotodoslosrastros.

Nadieconocía,afortunadamente,aningúnWilliamAgerquevivieraeneldistrito.Eltestimoniodelhombredelatorrenosexoneródetodasospecha.Elúnicoveredictoal que se pudo llegar fue el asesinato premeditado, obra de «persona o personasdesconocidas».

AtalpuntocarecíaPaxtonderelacionesquetodaslasinvestigacionesposterioresculminaronenuncallejónsinsalida.Yo,pormiparte, jamásvolvíaSeaburgh,oasuscercanías,apartirdeentonces.

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ELGRABADO

CREOquehacealgúntiempotuveelplacerdecontarlelahistoriadeunaaventurasucedidaaunamigomío llamadoDennistoundurantesus investigacionesenbuscadeobjetosartísticosparaelmuseodeCambridge.

MiamigonohablómuchodesusexperienciasalregresaraInglaterra;perofueimposiblequenollegaranaconocerlasunbuennúmerodesusamigos,entrelosquese contaba cierto caballero que por entonces dirigía el museo de arte de otrauniversidad.EralógicoquelahistoriacausaraconsiderableimpresiónenlamentedeunhombrecuyavocaciónsehallabaenunalíneatanparecidaaladeDennistoun,yqueseesforzaraporobtenercualquierexplicacióndelenigmaquehicieraimprobabletener que enfrentarse alguna vez en persona con un caso urgente tan perturbador.Hasta cierto punto le consolaba pensar que no se esperaba de él la adquisición demanuscritos antiguos, puesto que esa tarea correspondía a la Shelburnian Library,cuyos expertos podía, si así lo deseaban, escudriñar los más oscuros rincones delContinente con esa finalidad. Él se alegraba de ver por el momento limitado suinterés a la ya insuperable colección de dibujos y grabados tipográficos inglesespropiedadde sumuseo.Sin embargo, como acabóviéndose a la larga, tambiénundepartamento tancaseroy familiarcomoésepuede tener sus rinconesoscuros,yaunodeellostuvoinesperadamenteaccesoMr.Williams.

Todos los que se hayan interesado, aun de manera muy limitada, por laadquisición de representaciones topográficas saben de la existencia de uncomerciante londinense cuya ayuda resulta indispensable para sus investigaciones.Mr.J.W.Britnellpublicaconmuchafrecuenciaadmirablescatálogosconunamplioy siempre renovado fondo de grabados, planos y antiguos apuntes de mansiones,iglesiasypueblosdeInglaterrayGales.Esoscatálogosconstituían,porsupuesto,elabecé de su disciplina paraMr.Williams; pero como su museo albergaba ya unaenorme cantidad de representaciones topográficas, era un comprador máscaracterizadopor la regularidadde sus comprasquepor sunúmero;y contaba conMr.Britnellmáspararellenarlosvacíosenelcuerpogeneraldesucolección,queporlaesperanzadequelesuministrarapiezasfueradelocomún.

Ahorabien,enfebrerodelañopasadoaparecióenelmuseo,sobreelescritoriodelMr.Williams, un catálogo del establecimiento delMr.Britnell acompañado deuna comunicación mecanografiada del mismo propietario. Esta última decía losiguiente:

Muyseñormío:Nos permitimos llamar su atención sobre el n.º 978 del catálogo adjunto, que

tendremoselplacerdeenviarleaprueba.

Sinceramentesuyo,

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J.W.Britnell.

Localizareln.º978enelcatálogoadjuntofueparaMr.Williams(comosehizonotarparasusadentros)cuestióndeunmomento,yenellugarindicadoencontrólasiguienteanotación:

«978. —Desconocido. Interesante grabado a la manera oscura: vista de unamansión,principiosdelsigloXVIII.37por25centímetros;marconegro.2librasy2chelines».

Noeranadaespecialmentellamativoyelprecioparecíaalto.Sinembargo,comoMr. Britnell, que conocía su negocio y a su cliente, parecía valorarlomucho,Mr.Williamsescribióunapostalpidiendoqueleenviaranelartículoaprueba,juntoconotros grabados y apuntes que figuraban en el mismo catálogo. Y, sin grandesexpectaciones,pasóaocuparsedelastareasordinariasdelajornada.

Lospaquetes, de cualquier claseque sean, siempre lleganundíadespuésde loesperado,yeldelMr.Britnellnoresultó,comocreoquedicelafrase,unaexcepciónalaregla.Elenvíollegóalmuseoenelcorreodelatardedelsábado,despuésdequeMr.Williams hubiera dado por terminada su jornada de trabajo, demanera que elconserjelollevóasushabitacionesenlauniversidad,conelfindequenotuvieraqueesperar hasta el lunes para examinarlo y estuviera en condiciones de devolver deinmediato cualquier parte de su contenido que no quisiera conservar, y allí se loencontrónuestrohombrealpresentarseconunamigoparatomarelté.

Elúnicoobjetoquemeinteresadeesterelatoeraelgrabadoalamaneraoscura,másbiengrande,enmarcadaennegro,cuyabrevedescripciónenelcatálogodeMr.Britnellyahecitado.Seránecesariodaralgunosdetallesmás,aunquenocabeesperarqueesasindicacionesreproduzcananteustedesaquellaobraconlaclaridadconqueyo la tengo presente ante mis ojos. Un duplicado casi exacto puede verse en laactualidadenunbuennúmerode salonesdeposadas antiguas,o en lospasillosdetranquilas mansiones rurales. Era un grabado a la manera oscura más bieninsignificante,yunamaneraoscura(porquetambiénselos llamaasí) insignificantees, quizá, la peor forma conocida de grabado.Aquélla presentaba una vista frontalcompleta de una mansión no muy grande del siglo pasado, con tres hileras deventanascorrientesdeguillotinayobradealmohadilladorústico,unantepechoconbolaso jarrones en las esquinasyunpequeñopórtico en el centro.Aambos ladoshabíaárboles,ydelanteunaconsiderableextensióndecésped.Lainscripción«A.W.F. sculpsit» estaba grabada en el estrecho margen; no había nada más escrito. Lapieza, en su conjunto, daba la impresión de ser una obra de aficionado. Qué seproponíaMr.Britnellponiendounpreciode2librasy2chelinesasemejantegrabadoeraalgoquesobrepasabalacapacidadimaginativadeMr.Williams,quediolavueltaa la manera oscura con una considerable dosis de desprecio; en la parte posteriorhabíaunaetiqueta,alaquesehabíaarrancadolamitaddelaizquierda.Todoloquequedabaerael finaldedos líneasdeescritura:en laprimeraaparecían las letras…

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ngleyHall;yenlasegunda,…ssex.Quizámerecieselapenaidentificarelsitiorepresentado,algoqueWilliamspodía

lograrsindificultadconlaayudadeundiccionariogeográfico;despuésdevolveríaelgrabado a Mr. Britnell, con algunas observaciones negativas sobre la valoraciónhechaporsuproveedor.

Williamsencendiólasvelas,porquehabíaoscurecidoya,hizoté,seloofrecióalamigoconelquehabíaestadojugandoalgolf(porquecreoquelasautoridadesdelauniversidadsobrelaqueescribopracticanesedeportecomodistracción)yamboslotomaronacompañándoloconunaconversaciónquelaspersonasquejueganalgolfseimaginaránsin lamenordificultadperocon laqueunescritor responsableno tieneporquéabrumaralaspersonasajenasaesedeporte.

Laconclusiónalaquellegaronfuequedeterminadosgolpespodríanhabersidomejores, y que en determinadosmomentos cruciales ninguno de los dos jugadoreshabíadispuestodeesemínimodesuertequecualquier serhumano tienederechoaesperar. Fue después cuando el amigo —llamémoslo profesor Binks—, cogió elgrabadoenmarcadoydijo:

—¿Quésitioeséste,Williams?—Eso es precisamente lo que voy a tratar de averiguar —respondió su

interlocutor,dirigiéndosealaestanteríaenbuscadeldiccionariogeográfico—.Miradetrás. Se trata de una casa cuyonombre termina enngley, enSussex o enEssex.Faltalamitad,comopuedesver.¿Túnoloconocerás,porcasualidad?

—ImaginoquetelohaenviadoesetalBritnell,¿noesasí?—dijoBinks—.¿Esparaelmuseo?

—Imaginoquelocompraríasicostaracincochelines—dijoWilliams—;peroporalgunamisteriosarazónpidedosguineas.Nosemealcanzaelmotivo.Esungrabadomuymalo,ynisiquierahayfigurasparadarleunpocodevida.

—Nocreoquevalgadosguineas—respondióBinks—;peronomeparece tanmalocomodices.Laluzdelalunaestábastanteconseguida;yyohubieradichoquehayfiguras,oporlomenosunafigura,justoenlaesquina,enprimerplano.

—Déjamever—intervinoWilliams—.Sí,esciertoquelaluzestáconseguidademanerabastanteinteligente.¿Yesafiguradelaquehablas?¡Ah,sí!Sólolacabeza,muyenprimerplano.

Y efectivamente allí estaba—pocomásqueunamanchanegra en el bordedelgrabado— la cabeza de un hombre o una mujer, tapada casi por completo, deespaldasalespectadorymirandohacialacasa.

—Detodasformas—dijo—,aunquetienemásméritodeloquepensaba,nomepuedo gastar dos guineas del dinero del museo por un grabado de una casadesconocida.

ElprofesorBinksteníaqueatenderasusocupacionesysemarchóenseguida;ycasihasta lahorade la cenaWilliams se consagróalvano intentode identificar lapropiedad representada en el grabado. «Si hubieran dejado la vocal delante deng,

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habría sido mucho más fácil», pensó; «pero tal como está el nombre puede sercualquier cosa desde Guestingley a Langley, y hay muchos más nombres queterminanasídeloqueyocreía;ademásesteestúpidodiccionarionotieneuníndicedeterminaciones».

EnlaresidenciauniversitariadeMr.Williamslacenaeraalassiete.Nohayporqué detenerse en ella; tanto más cuanto que nuestro hombre se encontró con trescolegasquehabíanestadojugandoalgolfporlatarde,ydeunladoaotrodelamesasecruzaronanimadamentefrasesquenonosconciernen:simplesfrasesrelacionadasconelgolf,meapresuroaexplicar.

Imaginoque,despuésdecenar,Williamspasóunahoraoalgomásenlallamadasala común. Más avanzada la velada varios de los comensales se retiraron a lashabitacionesdelprotagonistadenuestrorelato,yestoycasisegurodequesejugóalwhistysefumó.DuranteunapausaenesasoperacionesWilliamscogiódelamesalamanera oscura sin mirarla, y se la pasó a una persona algo interesada en arte,explicándolededóndeprocedíaylosrestantesdetallesqueyaconocemos.

Elcaballeroaludidolacogiódistraídamente,lacontemplóyluegodijocontonodeciertointerés:

—Es un excelente trabajo, Williams; tiene todo el ambiente del períodoromántico.Laluz,enmiopinión,estáadmirablementeutilizadaylafigura,aunqueesmásbiendemasiadogrotesca,tienemuchafuerza.

—¿Verdadquesí?—respondióWilliams,queestabaenaquelmomentoocupadosirviendowhisky con sodaa algunosde lospresentes,yno le eraposible cruzar lahabitaciónparaverdenuevoelgrabado.

Paraentoncessehabíahechoyamuytardeylosvisitantesseestabanmarchando.Despuésdequedarsesolo,Williamstuvoaúnqueescribirunacartaodosyterminaralgunastareasinconclusas.Finalmente,algodespuésdelamedianoche,estuvoyaencondicionesdeacostarse,yapagólalámparadespuésdeencenderlapalmatoriadeldormitorio. El cuadro estaba boca arriba, sobre la mesa donde lo había dejado elúltimovisitantequelocontemplara,yatrajosuatenciónmientrasapagabalalámpara.Lo que vio hizo que casi dejara caer la vela, y ahora confiesa que si se hubieraquedadoaoscurasenaquelmomento lehabríadadounataque.Pero,comoesonosucedió,tuvolasuficientepresenciadeánimoparadejarlapalmatoriasobrelamesay examinar con calma el grabado. Era indudable; absolutamente imposible, desdeluego, pero totalmente cierto. Enmitad del césped delante de la casa desconocidahabíaunafigura,quenosehallabaallíalascincodelatarde,arrastrándoseacuatropatasendirecciónalacasaycubiertaconunaextrañavestiduranegraconunacruzblancaenlaespalda.

Ignoro cuál es la línea ideal de actuación enuna situaciónde esta índole.SólopuedocontarlesloquehizoelseñorWilliams.Cogióelgrabadoporunaesquinaylollevó,pasilloadelanteaunsegundogrupodehabitacionesquetambiénocupaba.Unavezallí loencerróbajo llaveenuncajón,cerró laspuertasde losdosconjuntosde

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habitaciones y se acostó; pero antes redactó y firmó una descripción delextraordinariocambioquesehabíaproducidoenelgrabadodesdeque llegaraasupoder.

Williams tardó en quedarse dormido; pero resultaba consolador pensar que laconstatacióndelextrañocomportamientodelgrabadonodependíaúnicamentedesutestimonio. Evidentemente la persona que lo había contemplado la noche anteriorhabíavistolomismoprácticamente,porquedelocontrarioWilliamsquizátuvieralatentación de creer que algo terrible les estaba sucediendo a sus ojos o a sumente.Comoesaposibilidadquedaba afortunadamente excluida, habíados cuestionesquetendríaqueresolverporlamañana.Enprimerlugareranecesarioexaminarelcuadrocon gran cuidado y llamar a un testigo con ese fin, y también hacer un decididoesfuerzoparaaveriguarlaidentidaddelacasarepresentada.Porconsiguiente,pediríaasuvecinoNisbetquedesayunaraconélyacontinuaciónemplearía lamañanaenrepasareldiccionariogeográfico.

Nisbetnoteníaningúncompromisoysepresentóaesodelasnueveymedia.Suanfitrión no había terminado aún de vestirse, siento decirlo, a aquella hora tanavanzada.DuranteeldesayunoWilliamsnodijonadaacercadelgrabadoalamaneraoscura, excepto que deseaba conocer la opinión de Nisbet sobre una posibleadquisición para elmuseo. Pero todas las personas que estén familiarizadas con lavida universitaria pueden imaginarse por sí mismas los muchos agradables temassobre losque laconversacióndedosmiembrosdel claustrodeCanterburyCollegepuedeextenderseduranteundesayunodominical.Prácticamenteningúntemadejódetocarse, desde el golf hasta el tenis. Sin embargo resulta necesario explicar queWilliamsestabafrancamentepreocupado;porque,comoeslógico,todosuinteréssecentraba en el extrañísimo grabado que reposaba, boca abajo, en un cajón de lahabitaciónfrontera.

Finalmenteambosprofesoresencendieronsupipamatutina,yllegóelmomentoqueWilliamshabíaestadoesperando.Embargadoporunaconsiderableemoción—que casi podría calificarse de trémula— cruzó el pasillo, abrió el cajón, sacó elgrabado —siempre vuelto al revés—, volvió a toda velocidad y se lo entregó aNisbet.

—Ahora—dijo—,quieroquemedigas exactamente lo queves en ese cuadro.Descríbelo,sinoteimporta,contododetalle.Despuéstediréporqué.

—De acuerdo—dijoNisbet—; tengo delante una vista de una casa de campo,supongoqueinglesa,alaluzdelaluna.

—¿Alaluzdelaluna?¿Estássegurodeeso?—Completamente. Parece tratarse de luna menguante, si quieres que sea más

preciso,yhaynubesenelcielo.—Deacuerdo.Sigue.Juraría—añadióWilliamsenunaparte—quenohabíaluna

laprimeravezquelomiré.—Bueno,nohaymuchomásquedecir—continuóNisbet—.Lacasatieneuna…,

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dos…,treshilerasdeventanas,concincoencadauna,exceptolaprimera,dondehayunpórticoenlugardelacentraly…

—Pero,¿quémedicesdelasfiguras?—leinterrumpióWilliams,muyinteresado.—Nohayninguna—dijoNisbet—;pero…—¡Cómo!¿Ningunafiguraenelcéspeddelantedelacasa?—Nadaenabsoluto.—¿Estásdispuestoajurarlo?—Claroquesí.Perohayalgomás.—¿Qué?—Unadelasventanasdelpisobajo,alaizquierdadelapuerta,estáabierta.—¿Abierta? ¡Cielo santo! Debe de haber entrado —dijo Williams, con gran

emoción; y se apresuró a situarse detrás del sofá donde se sentaba Nisbet paraapoderarsedelgrabadoycomprobarsusafirmacionespersonalmente.

Eraexactamentecomosucolegahabíadicho.Nohabíaningunafiguraysíunaventanaabierta.Williams,despuésdeunmomentodesorpresaqueledejósinhabla,sedirigióasumesadedespachoyescribióduranteunosminutos.Luegopresentódospapeles a Nisbet, le pidió primero que firmara uno —su propia descripción delcuadro, que ustedes acaban de oír— y luego que leyera el otro: la declaración deWilliamsescritalanocheprecedente.

—¿Quépuedequererdecirtodoesto?—preguntóNisbet.—Ésaesprecisamentelacuestión—respondióWilliams—.Detodasformashay

unacosaquedebohacer…,másbientres,ahoraquelopienso.Tengoqueaveriguarqué es exactamente lo que vioGarwood (su visitante de la noche anterior); luegofotografiarelgrabadoantesdeque sigaadelante;yademás tengoquedescubrirdequésitiosetrata.

—Yomismome encargo de la fotografía—dijoNisbet—, y voy a hacerlo enseguida.Pero,adecirverdad, tiene todoelaspectodequeestamosasistiendoa lasdiferentesetapasdeunatragedia.Lapreguntaes,¿hasucedidoyaoestátodavíaporproducirse?Hasdeaveriguardequécasasetrata.Sí—dijo,contemplandodenuevoelgrabado—;creoqueestásenlocierto:haentradoya.Ysinoestoyequivocado,enalgunadelashabitacionessuperioresdebedeestarpasandoalgomuypocoagradable.

—Yaséloquevoyahacer—dijoWilliams—.LlevaréelgrabadoalviejoGreen(elmiembrodemásedaddelclaustrodeprofesores,tesorerodurantemuchosaños).Esmuyprobable que conozca la casa.Tenemos propiedades enEssex ySussex, ydebedehabersepateadomuyafondolosdoscondadosensuépoca.

—Esmuy posible que lo sepa—dijoNisbet—; pero antes déjame que haga lafotografía. Aunque, ahora que lo pienso, me parece que Green no está hoy en laUniversidad.Anochenocenóconnosotrosycreohaberleoídodecirquesemarchabafuera.

—Escierto—dijoWilliams—;séquehaidoaBrighton.Bueno,mientrashaceslafotografía, iréaveraGarwoodparaconseguirsudeclaración,ytúnopierdasde

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vista el grabadomientras estoy fuera.Empiezo a pensar que dos guineas no es unprecioexorbitante.

Regresóal cabodemuypoco tiempoy trajoconsigoaMr.Garwood.Según ladeclaracióndeesteúltimo,lafigura,cuandoéllavio,sehabíaseparadodelbordedelcuadro,perosinavanzarmuchosobreelcésped.Recordabaunamarcablancaenlaparte posterior de su vestimenta, pero no estaba seguro de que fuera una cruz. Acontinuaciónseredactóundocumentoenesesentido,queGarwoodfirmó;despuésNisbetprocedióafotografiarelgrabado.

—¿Qué te propones hacer ahora? —preguntó—; ¿vas a pasarte todo el díavigilándolo?

—No; creo que no—respondióWilliams—. Tengo el convencimiento de queestamosdestinadosapresenciarlotodo.Piensaquedesdequeyolovianochehastaestamañanahahabidotiempoparaquesucedieranmuchísimascosas,perolacriaturanohahechomásqueentrarenlacasa.Podríaperfectamentehaberacabadotodo,yquelafigurahubieraregresadoasulugardeorigen;peroelhechodequelaventanaestéabierta,debedequererdecir,enmiopinión,queaúnsigueahí.Demaneraquenome preocupa dejar demirarlo. Además, tengo la idea de que no va a cambiarmucho,omásbiennada,duranteeldía.Podemossaliradarunpaseoaprimerahoradelatardeyregresarparaeltéocuandoempieceaoscurecer.Voyadejarelgrabadoencimade lamesaycerraré lapuertacon llave.Podráentrarmicriado,peronadiemás.

Los tres estuvieron de acuerdo en que aquél era un buen plan; y, además, sipasaban la tarde juntos era menos probable que hablaran del asunto con otraspersonas; porque cualquier rumor sobre lo que estaba sucediendo con el grabadoserviríaparaqueselesecharaencimatodalaSociedadFantasmológica.

Demaneraquepodemosdarlesalostresunrespirohastalascinco.Aesahora,pocomásomenos,Williamsysusdoscolegasempezaronasubirla

escalera de Williams. Al principio les molestó un tanto ver que la puerta de sushabitaciones no estaba cerrada, pero en seguida recordaron que los domingos loscriadossepresentabanparapedir instruccionesalrededordeunahoraantesque losdíasdeentresemana.Sinembargolesaguardabaunasorpresa.Loprimeroquevieronfueelgrabadoapoyadocontraunmontóndelibrosencimade lamesa, talcomolohabían dejado, y lo siguiente fue al criado de Williams, sentado frente a él,contemplándolo con horror no disimulado. ¿Cómo era posible una cosa así? Mr.Filcher (no me he inventado el apellido[8]) era un servidor muy prestigioso quesolventaba las dudas sobre criterios de etiqueta tanto en su residencia universitariacomoenotraspróximas,ynadamáscontrarioasuhabitualmaneradecomportarsequeversesorprendidoocupandoelasientodesuseñor,odarlaimpresióndefijarsedemanera especial en susmuebles o en sus cuadros.De hecho, élmismo pareciódarse cuenta, porque se sobresaltó violentamente cuando los vio entrar en lahabitación,ysepusoenpiehaciendoungranesfuerzo.Luegodijo:

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—Le ruego queme perdone,Mr.Williams, por haberme tomado la libertad desentarme.

—No tengo nada que perdonarle. Robert —protestó el interpelado—.Precisamenteteníaintencióndepreguntarleenalgúnmomentosuopiniónsobreesegrabado.

—Veráusted, señor,noesqueyome imaginequemiopinión tiene tantovalorcomo la suya,peronoesel tipodecuadroqueyocolgaríadondemihijapequeñapudieraverlo.

—Noloharíausted,¿verdad,Robert?¿Yporquéno?—Noloharía,noseñor.Ynoloharíaporquerecuerdoqueunavezlapobreniña

viounaBibliaconilustracionesquenoerannilamitaddeimpresionantesydespuéstuvimos que quedarnos levantados para hacerle compañía durante tres o cuatronoches,aunqueleparezcaaustedmentira;ysillegaraavereseesqueleto,oloqueseaquehayahí,llevándosealpobrebebé,ledaríaunataque.Yasabenustedesloquepasa con los niños; lo nerviosos que se ponen con cualquier pequeñez y todo eso.Peroloqueyodigoesquenomepareceuncuadroparadejarloporahí,noseñor;nopara dejarlo por lo menos donde alguien esté expuesto a darse un susto si se loencuentra.¿Vaaquererelseñoralgunaotracosamásestanoche?Muchasgracias.

Yconesaspalabrasaquelhombreexcelentesedispusoacontinuarsurondaporlos otros apartamentos de la residencia, y pueden estar ustedes seguros de que loscaballerosquedejódetrásnotardaronmuchotiempoenreunirseentornoalgrabado.Allíseguíalacasa,bajolalunamenguanteylasnubesarrastradasporelviento.Laventanaabiertaestabacerrada,yunavezmáshabíaunafigurasobreelcésped,peroestaveznosearrastrabacautelosamentesobremanosyrodillas.Ahoraibaerguidayavanzabadeprisa,conlargaszancadas,hacialapartedelanteradelcuadro.Lalunaquedabaatrás,yelropajenegrolecaíapordelantedelacara,demaneraqueeramuypoco lo que podía verse, aunque lo bastante como para que los espectadoresagradecieransinceramentequenosedistinguieramásqueunafrentesemejanteaunablancacúpulayunoscuantoscabellosdispersos.Llevaba lacabeza inclinada,y losbrazosapretabanunobjetoquepodíadistinguirsecondificultadyreconocersecomounniño,aunqueeraimposibledecirsivivoomuerto.Sólolaspiernasdelaapariciónseveíanconclaridad,yeranhorriblementeflacas.

Desde las cinco hasta las siete los tres compañeros vigilaron el grabado porturnos, pero no sufrió ningún cambio. Finalmente estuvieron de acuerdo en quepodían marcharse durante un rato, regresar después de la cena y esperar losacontecimientos.

Cuandovolvieronareunirse,cosaquehicieronloantesposible,elgrabadoseguíaallíperolafigurahabíadesaparecido,ylacasapermanecíaencalmabajolosrayosde la luna. No cabía hacer otra cosa que dedicar la velada a la consulta dediccionariosgeográficosyguías.FinalmentelasuertesonrióaWilliams,yquizáselomerecía. A las once ymedia de la noche leyó las siguientes líneas de laGuía de

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Essex,cuyoautoresMurray:«Veinticinco kilómetros, Anningley. La iglesia fue un edificio interesante de

épocanormanda,pero sufrióunaamplia reconstrucciónal estiloclásicoenel siglopasado.Contiene las tumbas de la familia Francis, cuyamansión,AnningleyHall,una sólida casa del período de la reina Ana, con un parque de unas cuarentahectáreas,sealzainmediatamentedetrásdelcementeriodelaiglesia.Lafamiliasehaextinguido, dado que el último heredero desapareció misteriosamente siendo aúnniño,enelaño1802.Supadre,elseñorArthurFrancis,eraconocidoenlazonacomoartistaaficionadodemuchotalentoyautordegrabadosalamaneraoscura.Despuésdeladesaparicióndesuhijovivióenlamansiónfamiliarencompletoaislamiento,yseleencontrómuertoensuestudioenel terceraniversariodelacatástrofe,cuandoacababadeterminarunamaneraoscurarepresentandolacasa,delaqueactualmenteesmuydifícilencontrarejemplaresimpresos».

La referencia parecía exacta y, efectivamente, el señor Green, al regresar,identificóinmediatamentelacasacomoAnningleyHall.

—¿Existealgunaexplicacióndelafigura?—fuelapreguntaquelógicamentelehizoWilliams.

—No tengo ninguna seguridad, como puede usted comprender. Lo que solíacontarseallí, laprimeravezquevisitélazona,antesdevenirainstalarmeaquí,eraúnicamenteesto:queelviejoFrancisestabamuyencontradeloscazadoresfurtivos,ysiemprequeteníalaoportunidadexpulsabadesuspropiedadesalossospechosos,hastaquepocoapocoselibródetodosmenosuno.Losterratenientespodíanhacerentoncesmuchascosasqueahoranoseatreveríanniapensar.Bien,pueselindividuoque quedaba era lo que suele encontrarse conmucha frecuencia en esa región delpaís…, el último vástago de una familia muy antigua. Creo que sus antepasadosfueron los señores de lamansión en otros tiempos.Recuerdo que enmi parroquiasucedióexactamentelomismo.

—Vaya,comoelindividuodeTeresadeUrbervilles—apuntoWilliams.—Supongoque sí, aunqueno esun libroquevayade acuerdo conmisgustos.

PeroAquelsujetoestabaencondicionesdemostrarunahileradetumbasenlaiglesiaquepertenecíanasusantepasados,y todoeso lehabíaagriadoun tantoelcarácter;pero Francis, según cuentan, nunca lograba atraparle (siempre se mantenía en ellímite de lo ilegal), hasta que una noche los guardas lo encontraron en un bosque,justoenellímitedelapropiedad.Todavíapodríaenseñarleselsitio;estájuntoaunastierrasquepertenecíanauntíomío.Comoyaseimaginanustedes,hubounapelea,yelindividuodelqueestoyhablando,Gawdy(asíeracomosellamaba,efectivamente,Gawdy; estaba seguro de que me acordaría, Gawdy), tuvo la mala suerte ¡pobredesgraciado!dematardeun tiroaunguardabosques.Bueno,esoes loqueFrancisquería;esoyunjuradodeacusación(yasabenustedescómofuncionabanentonces),yalpobreGawdy locolgaronenmenosquecantaungallo; amímeenseñaronelsitiodondeestáenterrado,enelladonortedelaiglesia;yasabencómosehacenlas

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cosasenesapartedelmundo:alosqueahorcanosequitanlavidalosentierraneneselado.YloquesecreíaporentonceseraquealgúnamigodeGawdy(noalguiendesufamilia,porquenolequedabaningúnpariente,¡pobrediablo!,éleraelúltimodesulinaje:spesultimagentis,porasídecirlo)debióplanearapoderarsedelchicodeFrancisyacabartambiénconsulinaje.Noestoyseguro,claro;esunacosabastantefueradelocorrienteparaqueseleocurraauncazadorfurtivodeEssex,pero,simelopreguntanustedes,lesdiréqueahoraparecequeelviejoGawdyselasapañóparahacerpersonalmenteeltrabajo.¡Brrr!¡Nomegustanadapensarenello!¡Unpocodewhisky,Williams!

WilliamscomunicóloshechosaDennistounquien,asuvez,lostransmitióaungrupoheterogéneo,unodecuyoscomponenteserayo,yotroelcatedráticosaduceodeofiología.Sientotenerquedecirqueesteúltimo,alpreguntarlesuopiniónsobrelahistoria, dijo únicamente: «¡Bah! Esos tipos de Bridgeford son capaces de contarcualquiercosa»,comentarioquerecibiólaacogidaquesemerecía.

Sólo me queda añadir que el grabado se encuentra actualmente en el museoAshleiano;quehasidotratadoconelpropósitodedescubrirlaposibleutilizacióndetinta simpática, sin ningún resultado positivo; que Mr. Britnell no sabía nada deaquellahistoria,aunqueestabasegurodequeelcuadrosesalíadelocorriente;yque,a pesar de que ha sido vigilado con gran atención, no se sabe que haya vuelto aexperimentarningúncambio.

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DOSMÉDICOS

ES muy común, por lo menos para mí, encontrar papeles guardados en librosviejos,aunquemuchomásdifícilesllegaradescubriralgunoqueposeaciertointerés.Sinembargo,estopuedesuceder,porlocualnuncaconvienedestruirlossinecharlesunvistazo.Antes de la guerra yo solía comprar, de vez en cuando, viejas carpetascomercialesque,dadoqueteníanpapeldebuenacalidadymuchashojasenblanco,mebrindabanlaposibilidaddeusarlasparamispropiasanotaciones.Adquiríunadeellasporunaexiguasumaen1911.Estabaaseguradaconfirmezaysusbordesteníanunacombaacausadelapresiónejercidaduranteañosporunexcesodepapeles.Lastrescuartaspartesdesucontenidohabíanperdidotodasuimportanciaparacualquierserviviente;noasíelresto.Nohaydudadequeestosúltimospapelespertenecíanaunabogado,puesselosagrupaconeltítulodeElcasomásextrañoqueconocí;estánfirmadosconinicialesytienenunadireccióndeGray’sInn.Sonsólopruebasparauncaso, y se reducen a las declaraciones de posibles testigos. Parece que el presuntoacusadooconvictonuncaapareció.Elexpedientenoestácompleto,pero,talcomoloencontré,proporcionaunenigmaenelquelosobrenaturaldesempeñaunpapelmuyimportante.Intenteellectorextraersuspropiasconclusiones.

Transcribolahistoriayelescenariosegúnpudeordenarlos.La acción transcurre en Islington, durante el mes de junio de 1718; una zona

rural,porlotanto,yunaépocaapacible.EldoctorAbellcaminabaunatardeporsujardín, esperando que le trajeran el caballo para hacer las visitas diarias a suspacientes.Seleacercósuservidordeconfianza,LukeJennett,quehacíaveinteañosquetrabajabaparaél.

«Ledijequequeríahablarle,yquenecesitaríaalrededordeuncuartodehoraparaexplicarle lo que deseaba. Estuvo de acuerdo y me invitó a ir a su escritorio, uncuarto que daba al sendero donde nos encontrábamos en esemomento; él tambiénentró y se sentó. Le dije que, aun contra mi voluntad, yo tenía que buscar otroempleo. Me preguntó por qué había tomado esa decisión, considerando el largotiempoquelohabíaservido.Ledijequemeharíaungranfavorsinomeobligabaacontestarle,porque(parecequeestafórmulayaerahabitualaunen1718)yoeraunindividuoalqueno legustaban losproblemas.Por loquepuedo recordar,medijoque él pensaba lomismo, pero le gustaría saber por qué yo había resuelto dejarlodespuésdetantosaños,yagregó:“Sabesquenotemencionaréenmitestamentosimeabandonasahora”.Lerespondíqueesoentrabaenmiscálculos.

»—Entonces—medijo—debesteneralgunaquejaque,sipudiera,demuybuengradotrataríadesatisfacer.

»Le conté, porque no supe cómo evitarlo, lo que ya consta en mi primeradeclaración,relativoalaropadecamadelconsultorio,yagreguéqueunacasadondepasabancosasdeesetiponoeraunlugarapropiadoparamí.Nomecontestónada,

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sólomedirigióunamiradaamenazadora;despuésmellamótontoymedijoquemepagaría loquemedebíaa lamañanasiguiente.Luego,comoya lehabían traídoelcaballo, se fue.Por lo tanto,paséesanocheencasademicuñado,cercadeBattleBridge,yregresémuytempranoalconsultoriodemiexpatrón,quienmereprochóelnohaberdormidoensucasayretuvounacoronadelsueldoquemedebía.

»Después de esto, trabajé en otros lugares, sin quedarme mucho tiempo enninguno,ynolovolvíaverhastaqueentréalserviciodeldoctorQuinn,enDoddsHall,Islington.»

Hay una parte muy oscura en este testimonio; por supuesto, la referencia a ladeclaraciónanteriorylahistoriadelaropadecama.Dichadeclaraciónnoapareceenlos papeles que poseo. Temo que la hayan sacado para examinarla, a causa de susingular rareza, y no la hayan devuelto a su lugar. Podremos deducirmás tarde elcontenido de esa historia, pero hasta el presente no tenemos en nuestras manosningúntestimonio.

Declara el siguiente testigo, Jonathan Pratt, párroco de Islington. OfrecepormenoressobreelcarácterylareputacióndelDr.AbellydelDr.Quinn,quevivíanyejercíanensujurisdicciónparroquial.

«No se espera que un médico asista regularmente a los oficios matutinos ovespertinos,oalasreunionesdelosmiércoles,peromeatreveríaadecirqueambos,en lamedida de sus posibilidades, cumplían con sus obligaciones comomiembrosfieles de la Iglesia de Inglaterra. Pero al mismo tiempo (ya que usted solicita mipropia opinión) debo decir, con lenguaje erudito,distinguo. El Dr. A. fue paramícausadeconstantesperplejidades;elDr.Q.,porelcontrario,siempremeparecióunfeligrés sencillo y honesto; no se preocupaba en exceso por cuestiones teológicas,sinoqueencuadrabasuprácticadentrodeloslímitesdesupropioentendimiento.ElprimeroseinteresabaeninterrogantesaloscualeslaProvidencia—amijuicio—noconsiente respuestaalguna, enestavida: solíapreguntarme,porejemplo,qué lugarocupan ahora, en el orden de la creación, esos seres que, según creen algunos, nipermanecieronensuspuestosalcaerlosángelesrebeldes,niseunieronaellosenelprofundoabismodesudesobediencia.

»Como era de esperar, mi primera respuesta fue a su vez una pregunta. ¿Quépruebasteníaélparacreerenlaexistenciade talesseres,puestoquelasEscrituras,que él conocía muy bien, no las proporcionaban? Parecía (ya que comencé, lescontaré todo) que se apoyaba en pasajes tales como el del sátiro que, según noscuentaJerónimo,conversóconAntonio;perotambiéncreíaqueciertosepisodiosdelasEscrituraspodíancitarseparasustentarsustesis.“Además”,medijo,“ustedsabeque todos los que pasan los días y las noches fuera de sus casas comparten esacreencia, y yo podría añadir que si sus ocupaciones lo obligaran a atravesar loscampossolitariostanamenudocomoamí,missugerenciasnoloasombraríantanto”.“Ustedparticipa,pues”,ledije,“delaopinióndeJohnMilton,ycreeque

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Múltiplesyetéreascriaturasdeambulanporlatierra,Invisibles,enlanocturnapazoenlavigilia

[9]”

»—No sé—dijo—por quéMilton se arriesgaría a llamarlas invisibles;aunqueseguramenteestabaciegocuandoescribióeso.Peroen lodemás, sí, creoque tienerazón.“Bueno”, ledije,“yo tambiéndebotransitar (aunqueno tanamenudocomousted)poresoslugares,yahorastardías;peronorecuerdohabervistounsátiroenlos campos de Islington en todos los años que viví aquí. Si usted ha sido másafortunadoqueyo,sindudaalaRoyalSocietyleagradarásaberlo”.

»RecuerdoestastonteríasporqueelDr.A.seenojómuchísimoalescucharme;seretiródandounportazo,murmurandoalgoasícomoqueestospárrocos tansecosyeducadossólotienenojosparaunLibrodeoracionesounvasodevino.

»Peronofueéstalaúltimavezquenuestraconversacióntomóuncarizpeculiar.Sucedió una tarde; cuando llegó a mi casa parecía alegre y de buen ánimo, perodespués, mientras fumaba junto al fuego, se sumió en hondas reflexiones. Paradistraerlo,lepregunté,conunasonrisa,sihabíatenidoalgúnencuentrorecienteconsusextrañosamigos.Mipregunta,porcierto,lodistrajodesusmeditaciones,puesmemiróconsobresaltoytemor,diciéndome:“¿Estuvoustedallí?Yonolevi.¿Quiénlellevó?”,y luego,entonomenosansioso:“¿Quéquisodecirconesodeencuentros?Creo que debo haberme dormido”. Le contesté que yo había pensado en faunos ycentauros errantes por los campos oscuros, no en el Sabbath de las brujas, y que,segúnparecía,élhabíainterpretadoerróneamentemispalabras.

»—Bueno—medijo—,yopuedodeclararmeinocentedeambascosas,perocreoqueesustedmuchomásescépticodeloqueporsuinvestiduralecorresponde.Silepreocupanloscampososcuros,lomejorseríaquehablaseconmiamadellaves,quevivióenellosensuniñez.“Claro”,lecontesté,“yconlaviejadelhospicio,yconloschicos del asilo. Si yo fuera usted, le pediría a su colega Quinn una píldora paracurarme el cerebro”. “¡Maldito sea eseQuinn!”,medijo; “nomehable de él: estemesme robó cuatro demismejores pacientes; debe ser por culpa del idiota de susirviente, Jennet, el que antes estaba a mi servicio; nunca deja la lengua quieta,mereceríaqueselaclavaranenlapicota”.Ésafuelaúnicavezquedemostróalgúnrencor hacia el Dr. Quinn o hacia Jennet y, tal como me correspondía, intentépersuadirlo de que estaba equivocado. Era innegable, sin embargo, que ciertasfamilias respetables de la parroquia le habían dado la espalda, por razones que noestabandispuestasaexplicar.Medijo,enúltimainstancia,quetanmalnoleibaenIslington,aunquesiqueríapodíavivircómodamenteenotrositio,yqueademásnoleguardaba ningún rencor al Dr. Quinn. Ahora creo recordar qué fue lo que dijedespués, que lo indujo a sumergirse en otros pensamientos.Mencioné,me parece,algunosjuegosmalabaresquemihermanohabíavistoenlacortedelRajádeMysore,en las IndiasOrientales.“Seríamuyconveniente,porcierto”,medijoelDr.Abell,“que un hombre, mediante ciertos convenios, dispusiese del poder de comunicar

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movimiento y energía a los objetos inanimados”. “¿Como si un hacha se pudieravolverporsímismacontraquienlaempuñaoalgoasí?”.“Bueno,nosésialgoasí,perosiunopudierahacervenirdeterminadovolumendesdeelanaquel,o inclusiveordenarlequeseabrieraenlapáginaindicada…”

»Estaba sentado junto al hogar—era una tardemuy fría—y tendió lasmanoshacia el fuego; en ese momento los utensilios para la chimenea, o al menos elatizador,cayeronhaciaélcongranestrépito,ynopudeescucharelrestodelafrase.Peroledijequeyonopodíaconcebirfácilmenteunconvenio,comoéllollamaba,detal tipo que no incluyera entre sus condiciones un pago más grave que el quecualquiercristianoseatreveríaaofrecer;élestuvodeacuerdo.

»—Pero —agregó— no me cabe duda de que esos arreglos pueden ser muytentadores,muypersuasivos.Usted,sinembargo,nolosaceptaría,¿noescierto?No,supongoqueno.

»EsoestodoloquesérespectoalasopinionesdelDr.Abellyalossentimientosquemediabanentreésteysucolega.ElDr.Quinn,comoyahedicho,eraunapersonasencillayhonesta,unhombrealqueyohabríaacudido—yporsupuestoquelohicevarias veces— para que me aconsejara en cuestiones que me preocupaban. Sinembargo,erapresa,cadavezconmayorfrecuencia,depenosasfantasías.Hubounaépoca en que estuvo tan acosado por sus sueños que no podía ocultarlos, y se losreferíaalagentemáscercana,especialmenteamí.Undía,enqueyohabíacenadoensucasa,semostrópocodispuestoadejarmepartiralahorahabitual.“Siustedseva”,me dijo, “lo único que me quedaría por hacer es irme a la cama a soñar con lacrisálida”. “¡Podría ser peor!”, le dije. “No lo creo”, replicó, meneando la cabezacomosiquisieraalejarpensamientosperturbadores.“Sóloquisedecir”,repuse,“queunacrisálidaesunserinofensivo”.“Éstano”,medijo,“ynoquieropensarenella”.

»Sinembargo,contaldenoperdermicompañíaaccedióaexplicarme(puesyolopresioné) que se trataba de una pesadilla que había padecido varias vecesrecientemente, e incluso más de una vez por noche. En su transcurso, le parecíadespertarsebajounaopresivanecesidaddedejarlacamaysalir.Entoncessevestíaydescendíahastalapuertadeljardín.Juntoalapuertahabíaunapala,latomabaysedirigía al jardín; allí, en un claro entre los arbustos, bañado por la luz de la luna(siemprehabíalunallenaensusueño),sentíaseobligadoacavar.Alpocotiempo,lapaladescubríaunobjetodecolorapagado,alparecerunpañodelinoodelana,queél debía limpiar con las manos. Era siempre lo mismo: aunque del tamaño de unhombre, tenía la forma de una crisálida de polilla, cuyos pliegues encubrían unaincipienteaberturaenunodelosextremos.

»Élnopodíadescribirconcuántoplacerhabríadejadotodotalcomoestabaparacorreralacasa,peronohabíadeescapartanfácilmente.Gimiendo,puessabíamuybienloqueencontraría,separabalosbordesdeesatelao—segúnparecíaaveces—deesamembrana,paradescubrirunacabezaenvueltaenunsuavetegumentoque,aldesgarrarseconlosmovimientosdelacriatura,lemostrabasupropiorostro,conlas

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huellas de la muerte. Tanto lo perturbó relatarlo que me vi obligado, por simplecompasión, a permanecer con él lamayor parte de la noche para hablar de temasintrascendentes.Medijoquealdespertardeestapesadillasiempredebíaesforzarsepararecobrarelaliento.»

Sigue,enestepunto,otroextractodelaextensadeclaracióndeLukeJennett.«Nuncaconté chismes sobremipatrón, elDr.Abell, aningunode losvecinos.

Recuerdoque,mientrasservíaenotracasa,habléconlosdemássirvientesdelasuntodelaropadecama,peroestoysegurodequenuncalesdijequeéloyoéramoslaspersonasimplicadas;además,mecreyerontanpocoquemesentíofendidoyresolvínohablarmásdelasunto.Cuandovolvía IslingtonyencontréalDr.Abell todavíaallí,aunquemehabíandichoqueyasehabíamarchado,decidícomportarmecontodadiscreción;aúnletemía,yademásyonoteníaningúninterésendesprestigiarlo.Mipatrón,elDr.Quinn,eraunhombrejusto,honestoynadachismoso.EstoysegurodequenuncalevantóundedoodijounapalabraparainduciraalguienaquedejaraalDr. Abell y se hiciera atender por él; por supuesto que no. Sólo se decidía aatenderlos cuando estaba convencidodeque, si él no lohacía,mandarían abuscarotromédicoalaciudadenlugardellamarnuevamentealDr.Abell.

»Creoque sepuedeprobarqueelDr.Abellvinomásdeunavezacasademipatrón.TeníamosunanuevacamareradeHertfordshire,yellamepreguntóquiénerael caballero que buscaba al señor (o sea al Dr. Quinn) cuando él no estaba y queparecía tan decepcionado al no encontrarlo. Me dijo que, quienquiera que fuese,conocía muy bien la casa, puesto que entraba primero a la biblioteca, luego alconsultorio y por último a la habitación del doctor. Le pregunté cómo era, y ladescripciónquemedioseparecíabastantea ladelDr.Abell;peroademásmedijoquehabíavistoaesehombreenlaiglesiayalguienlehabíadichoqueeramédico.

»Exactamente después de esto, el señor empezó a pasar mal las noches, y sequejaba antemí y ante otros, especialmente de lo incómodas que le resultaban sualmohadaysuropadecama.Decíaqueibaacomprarotrasmásapropiadasyqueiríaélmismo.Conformealodicho,trajoacasaunpaqueteque,segúnafirmó,conteníaloqueélnecesitaba,peronuncasupimosdónde lascompró;comoúnicamarca traíanbordadosunacoronanobiliariayunpájaro.Lossirvientesdecíanqueeranmuyfinas,decalidadpococomún,yelseñorlasdefiniócomolasmáscómodasquehabíausadonunca;desdeentoncesdurmióplácidayprofundamente.También lasalmohadasdeplumaerandelamejorclase,yélpodíahundirsucabezaenellascomoenunanube;yomismoselodijevariasvecesaliradespertarlo:sucaraquedabacasiescondidaporlasalmohadas.

»No había vuelto a ver al Dr. Abell desde mi regreso a Islington; un día loencontréen lacalleymepreguntósinoestababuscandounanuevacolocación; lecontestéqueya teníaunamuyconvenienteymedijoqueyoeraunindividuomuydifícil y que sin duda pronto estaría otra vez sin empleo; lo cual, por otra parte,resultósermuycierto.»

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Prosigue,desdedondequedóinterrumpido,elrelatodeJonathanPratt.«Eldía16medespertaronalamanecer,alrededordelascinco,paraanunciarmela

muerteo la agoníadelDr.Quinn.Al llegar a sucasa afronté la irrefutableverdad.Todoslossirvientes,salvoelquemehabíarecibido,estabanensudormitorio,juntoalacama,peroningunoseatrevíaatocarlo.Yacíaenellecho,bocaarriba,sinhuellasde violencia; tenía en verdad el aspecto de un cadáver dispuesto para su funeral.Incluso,simalnorecuerdo,teníalasmanoscruzadassobreelpecho.Elúnicodetallediscordante era que su rostro estaba totalmente oculto: los dos extremos de laalmohada lo cubrían por completo. Los aparté en el acto, no sin reconvenir a laservidumbre,yespecialmentealmayordomo,pornohaberasistidoa supatrón.Él,sin embargo, se limitó a mirarme y a menear la cabeza; sin duda tenía tan pocasesperanzascomoyodeencontraralgomásqueuncadáver.

»Paracualquieraconunmínimodeexperiencia,eraobvioqueelDr.Quinnnosóloestabamuerto,sinotambiénquehabíamuertoporasfixia.Nopodíaconcebirseuna muerte accidental al caerse la almohada sobre su rostro. ¿Por qué no habíalevantadolasmanosparaapartarla,alsentirsesofocado?Lasábana,además,tendidaprolijamentesobresucuerpo(ahoraloadvertía),norevelabaelmenordesorden.Losiguientefueconseguirunmédico.Habíapensadoenelloalsalirdemicasa,yhabíaenviadounmensajeroalDr.Abell;meinformaronquenosehallabaensudomicilioy llamamos entonces al médico más cercano, el cual, sin embargo, nada pudodecirnos—almenoshastaunexamendetenidodelcuerpo—queyanosupiéramos.

»Encuantoalaposibilidaddequealguienhubieseentradoalahabitación(locualeraelpróximopuntoquedebíatenerseencuenta),eraevidentequeloscerrojosdelapuerta habían sido arrancados de sus montantes, y éstos de la madera, mediantefuertesempellones;yhabíaunacantidadsuficientedetestigos,incluidoelcerrajero,queaseguraronqueestohabía tenidolugarpocoantesdemi llegada.Lahabitaciónestabaenelpisosuperior,ylaventananoeradefácilaccesonimostrabahuellasdelpasodenadie,yafueranrastrosenelantepechooenelmusgo.»

La declaración del médico forma parte, por supuesto, del expediente, pero—puestoquesóloofrecedatossobreelestadodelosórganosmásimportantesysobrela coagulación de la sangre en diversas partes del cuerpo— no vale la penareproducirlo.Elveredictofue«Muertoporvoluntaddivina».

Junto a los otros papeles descubrí uno que al principio supuse que se habíaincluido entre ellos por error. Luego de un examenmás detenido, creo adivinar elmotivodesupresencia.

SereferíaalsaqueodeunmausoleodeMiddlesex,queselevantabaenunparque(hoydestruido),propiedaddeunafamilianoblecuyonombreomitiré.Nocometióelultrajeunvulgarladróndecadáveres,sinoalguienresueltoaemprenderotraclasedehurtos. El informe es espantoso y estremecedor; no he de reproducirlo. UncomerciantedelnortedeLondressufrióunseverocastigoalseracusadoderecibirobjetosrobadosqueteníanciertaconexiónconelhecho.

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ELTRATADOMIDDOTH

Afinesdeunatardedeotoño,unhombreanciano,derostrodelgadoycanosasypobladaspatillas,empujólapuertagiratoriaqueconducealvestíbulodeunafamosabiblioteca y, dirigiéndose a uno de los empleados, declaró que se creía autorizadopara utilizar la biblioteca y preguntó si podía retirar un libro. Sí, siempre queestuvieraenlanóminadelosquegozandetalprivilegio.Élextrajosutarjeta—Mr.JohnEldred—y,unavezconsultadoelregistro,recibióunarespuestafavorable.

—Ahora,otracosa—dijoél—.Hacemuchoquenovengoytemoperdermeeneste edificio; además, pronto será la hora de cerrar y me hace daño andarapresurándome para subir y bajar escaleras. Aquí tengo el título del libro quenecesito:¿hayalguienqueestélibreparairabuscármelo?

Después de un instante de reflexión el portero le hizo señas a un joven quepasaba.

—Mr. Garrett —le dijo—, ¿dispone usted de un minuto para atender a estecaballero?

—Consumoplacer—respondióMr.Garrett,yrecibiólafichaconeltítuloquelealcanzaban—. Creo que podré encontrarlo; casualmente está en la sección queinspeccionéhacepoco,peroconsultaréelcatálogoporsiacaso.Supongoqueustednecesitaestaediciónenparticular,¿noesasí,señor?

—Sí,porfavor;ésa,ynootra—dijoMr.Eldred—.Seloagradezcomuchísimo.—Deningúnmodo,señor,—respondióMr.Garrett,yseapresuróa irenbusca

dellibro.—Yameparecía—sedijoasímismo,cuandosudedo,recorriendolaspáginas

delcatálogo,sedetuvoantedeterminadotítulo—.Talmud:TratadoMiddoth,conelcomentario de Nachmanides, Amsterdam, 1707, 11.334. Sección Hebreo, porsupuesto.Noesunatareamuydifícil.

Mr. Eldred, arrellanado en un sillón del vestíbulo, aguardó con ansiedad elregresodesumensajero,ynoocultósudecepciónalverqueMr.Garrettbajabalasescalerasconlasmanosvacías.

—Lamentodesilusionarlo,señor—dijoeljoven—,peroellibronoestá.—¡Oh,caramba!—exclamóMr.Eldred—.¿Deveras?¿Estáustedsegurodeno

equivocarse?—Yalocreo,señor;peroesposible,siesperaustedunminuto,quelepresenteal

caballero que lo retiró. No debe tardar en irse de la biblioteca, creo haberlo vistosacareselibrodelaestantería.

—¡Perocaramba!Noloreconocería,supongo.¿Eraunprofesorounestudiante?—Nosé: estoy segurodequenoeraunprofesor.Lohabría reconocido;peroa

estahoranohaymuybuenailuminaciónenesesectordelabiblioteca,ynolepudeverelrostro.Yodiríaqueeraunancianocaballerodebajaestatura,quizáunclérigo,cubiertoconunacapa.Siustedaguarda,notardaréenaveriguarsiélnecesitaellibro

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conmuchaurgencia.—No,no—dijoMr.Eldred—.Yono…nopuedoesperarahora,seloagradezco,

pero debo irme. Intentaré pasar de nuevo mañana, si puedo, y quizá usted hayaaveriguadoquiénera.

—Seguro,señor.Tendréellibroparaustedsi…PeroMr.Eldredya sehabíamarchado, amayorvelocidadde laqueunopodía

juzgarsaludableparaél.Garrettdisponíadeunmomentolibreypensó:«Volveréaesesectorparaversi

puedoencontraralviejo.Escasiseguroquepuedapostergarlaconsultadellibroporunospocosdías.Nocreoqueelotrolonecesitepormuchotiempo».Demodoquesedirigió a la sección Hebreo. Pero cuando llegó allí no había nadie, y el volumenmarcado 11.3.34 ocupaba su sitio en el anaquel. Para la autoestima deGarrett eraultrajantenohaber satisfechoaunusuario sinquemediara razónalguna; lehabríagustado,denoatentarasícontralasnormasdelabiblioteca,bajarellibroalvestíbuloen ese mismo momento, para que estuviera disponible en cuanto apareciera Mr.Eldred.Alamañanasiguiente,detodasmaneras,éstelebuscaríaaél,demodoquelerogó al portero que le avisara llegado el momento. De hecho, se hallaba en elvestíbulo cuando vino Mr. Eldred, poco después de que abrieran la biblioteca, ycuandoeneledificionohabíacasinadie,salvoelpersonal.

—Lo siento mucho —le dijo—, no suelo cometer errores tan estúpidos confrecuencia,peroestabasegurodequeelancianoquevisacabaprecisamenteeselibroy lomanteníaen lamanosinabrirlo, comosuelehacer lagente, sabeusted, señor,queseproponeretirarunlibroynomeramenteconsultarlo.Noobstante,iréarribadeinmediatoyselotraeré.

Hubounapausa.Mr.Eldredseacercóalaentrada,leyótodoslosavisos,consultósu reloj, se sentó y miró las escaleras, hizo cuanto suele hacer un hombre muyimpaciente,hastaquetranscurrieronunosveinteminutos.Porfinsedirigióalporteroypreguntó si el sector de la biblioteca adondehabía idoMr.Garrett quedabamuylejos.

—Bueno, precisamente eso me llamaba la atención, señor: él suele ser muyrápido;esprobablequelohayamandadollamarelbibliotecario,perocreoqueenesecaso le habría dicho que usted estaba esperándole. Vamos a ver qué pasa; mecomunicaréconél.

Yesofue,enefecto,loquehizo.Amedidaquerecibíalarespuestasurostrosetransformó,yformulóunpardepreguntassuplementariasquelefueroncontestadasconbrevedad.Luegovolvióasumostradoryhablóenvozmásbaja.

—Lamentoinformarle,señor,quealgúninconvenienteparecehaberleocurridoaMr.Garrett.No estabamuybien, parece, y el bibliotecario lomandó a casa en uncoche,porlaotrasalida.Algoasícomounataque,parece.

—¿Deveras?¿Quiereusteddecirquealguienlohirió?—No,señor,ningunaviolencia,sino,meparece,quehasidounataque,comose

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dice,deenfermedad.Mr.Garrettnoesunapersonadeconstituciónmuyfuerte.Peroen cuanto a su libro, señor, quizás usted pueda encontrarlo por su propia cuenta.Lamentoquehayatenidoinconvenientesdosvecesseguidas…

—Eh… bueno, pero siento muchísimo que Mr. Garrett haya enfermado tanrepentinamentemientrasmehacíaunfavor.Creoquedebodejarellibroeiraverloaél.Supongoqueustedpodrádarmeladirección…¡Ah!,yotrapregunta.¿Vioustedsiun anciano, quizás un clérigo, con… este…una capa negra, semarchó ayer de labibliotecadespuésdemí?Esposiblequea lomejorfueraun…esdecir,queacasoestéparando…omejordicho,quizáyoloconozca.

—Concapanegra,no,señor.Sólodoscaballerossefuerondespuésqueseretiróusted, señor, y los dos eran jóvenes.Uno eraMr. Carter, que se llevó un libro demúsica, y otro un profesor, que se llevó un par de novelas. Eso fue todo, señor;despuéssalímuysatisfechoatomarelté.Gracias,señor,muyagradecido.

Mr. Eldred, aún preso de ansiedad, partió de inmediato al domicilio de Mr.Garrett,peroeljoventodavíanoestabaencondicionesderecibirvisitas.Sehallabamejor,perolacaserajuzgabaquesindudahabíarecibidounaintensaconmoción,ypensaba,segúnlasprescripcionesdelmédico,quesólopodríaverloaldíasiguiente.Mr.Eldredregresóasuhotelalcaerlatarde,ytemoquepasóunamalanoche.

AldíasiguientepudoveraMr.Garrett.Éste,cuandosehallababien,eraunjovenalegreydeagradableaspecto.Ahoraestabapálidoytrémulo,acurrucadoenunsillónjunto al fuego, y demostraba cierta propensión a vigilar la puerta. Sin embargo, sibienhabíavisitantesaquienesnoestabadispuestoarecibir,Mr.Eldrednosecontabaentreellos.

—Soyyo,en realidad,quien ledebeaustedunadisculpa,yyadesesperabadepoderofrecérsela,puesignorabasudomicilio.Mealegromuchodequehayavenido.Deveraslamentocausartantosproblemas,pero,sabeusted,nopodríahaberprevistoesto…esteataquequetuve.

—Porsupuestoqueno;perovea,yoalgoentiendodemedicina.Discúlpemelaspreguntas: doy por supuesto que ya habrá recibido muy buenos consejos. ¿Acasotuvounacaída?

—No. Caí al suelo… pero no desde un lugar alto. En realidad padecí unaconmoción.

—Oseaquealgolosorprendió.¿Fuealgoquecreyóver?—Creoquenosetratadecreerlo.Sí,fuealgoquevi.¿Recuerdacuándofueala

bibliotecaporprimeravez?—Sí,porsupuesto.Bueno,permítamesuplicarlequenointentedescribirlo…no

creoqueseabuenoparasusaludrecordarlo.—Peroocurrequeparamíseríaunaliviocontárseloaalguiencomousted:quizá

puedadarmeunaexplicación.Sucediócuandomedirigíaalaseccióndondeestásulibro…

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—Porcierto,Mr.Garrett,selosuplico;además,mirelojmedicequemequedamuy poco tiempo para hacer el equipaje y tomar el tren. No, ni una palabramás,quizá lo agitemás de lo que usted imagina.Hay otra cosa que quería decirle.Mesiento indirectamente responsable por este malestar y quisiera costear los gastosque…

Perotalofertafuerechazadaenelacto.Mr.Eldred,sininsistir,semarchócasideinmediato,peronosinqueMr.GarrettlehubieseurgidoatomarnotadelnúmerodeficherodelTratadoMiddoth,que,segúndijo,Mr.Eldredpodíaobtenercómodamenteporsucuenta.PeroMr.Eldrednoreaparecióenlabiblioteca.

WilliamGarrett recibió ese día otra visita, un joven de su edad y colega de labiblioteca, un tal George Earle, Earle era uno de los que había hallado a Garrettcuando éste yacía sin sentido en el suelo de la «sección» o cubículo (que daba alcorredor central de una vasta galería) donde estaban los libros hebreos, y Earle,naturalmente, estaba muy inquieto por el estado de su amigo. Apenas cerraron labibliotecaacudióasualojamiento.

—Bueno—dijo,despuésdehablardeotrostemas—,noséquéesloquetehizomal,peromedalaimpresióndequehayalgoraroenlaatmósferadelabiblioteca.Antesdeencontrarte,veníaporlagaleríaconDavis,ylepreguntésinosentíaunoloramoho, que no podía ser saludable. Si uno convivemucho tiempo con semejanteolor, y te aseguro que era realmente insoportable, debemeterse en el organismo yperjudicarlodealgúnmodo,¿noteparece?

Garrettmeneólacabeza.—Estoydeacuerdoenloquedicesdelolor…peronosepercibesiempre,aunque

loheadvertidoen losdosúltimosdías…unaespeciedeolorapolvo,penetranteypoco natural. Pero no… no fue eso lo que me afectó. Fue algo que vi. Y quierocontártelo. Fui a la sección Hebrea para buscar un libro que me había pedido unhombrequeesperabaabajo.Eldíaanterior,conesemismolibro,habíacometidounerror. Lo había ido a buscar para la misma persona, y estuve seguro de ver a unancianosacerdote,envueltoenunacapa,quelosacaba.Ledijealhombrequehabíanretiradoel libro,yél se fuepara regresaraldíasiguiente.Entoncesvolví,porsielclérigoestabadispuestoadejármelo:nohabíaningúnclérigo,yellibrosehallabaenelestante.Bueno,ayer,comotedecía,fuidenuevo.Estavez,bueno…eranlasdiezde lamañana, como recordarás, y ese lugar estabamás iluminado que nunca; allíestaba el clérigo otra vez, de espaldas amí,mirando los libros del estante que yonecesitaba.Habíadejadoelsombrerosobrelamesa,yeracalvo.Esperéuninstante,mirándolo con cierta atención. Te digo que tenía una calvamuy desagradable.Meparecía seca, terrosa, y las hebras de cabello que le quedaban eran similares a unatelaraña.Bueno,hiceunpocoderuidoapropósito,tosíymovílospies.Sevolvióyme mostró el rostro, que yo jamás había visto. Te aseguro que no me equivoco.Aunque,porunauotrarazón,nopudeapreciarlaparteinferiordelacara,vilapartesuperior,yeraabsolutamenteseca,conlosojosmuyhundidos,ysobreéstos,desde

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las cejas hasta los pómulos, había espesas telarañas. Como suele decirse, fuedemasiadoparamí,yyanorecuerdonadamás.

LasexplicacionesqueEarlediodetalfenómenonosondemayorinterés;entodocaso,nolograronconvenceraGarrettdequeélnohabíavistoloquehabíavisto.

AntesdequeWilliamGarrett regresara a su trabajo, el bibliotecario insistió enquesetomaraunasemanadereposoyquecambiaradeambiente.Alospocosdías,por lo tanto, Garrett estaba en la estación, con su maleta, y buscaba uncompartimiento para fumadores en el cual viajar hasta Burnstow-on-Sea, dondejamáshabíaestado.Descubrióunoqueleparecióelindicado.Peroalacercarsevio,frentealapuerta,unafiguratansemejantealadesuingratorecuerdoque,vencidopor la náusea y casi sin saber qué hacía, abrió la puerta del compartimiento máspróximoyseprecipitóenélcomosilamuerteestuvierapisándolelostalones.Eltrense puso en marcha; debía haberlo dominado una extrema debilidad, pues lo quepercibió a continuación fue el aromadeun frascoque le aplicaban en la nariz. Sumédicoeraunaencantadoraanciana,quien, juntoconsuhija,eraelúnicopasajeroquehabíaenelvagón.

Ano serpor tal circunstancia, difícilmentehubiese entabladoconversación consuscompañerasdeviaje.Pero,dadalasituación,losagradecimientos,laspreguntasylos comentarios generales fueron inevitables; y Garrett, antes de que el viajeculminara,nosólocontabaconunmédico,sinoconalguienqueloalojara,puesMrs.Simpson alquilaba habitaciones en Burnstow cuyas características, al parecer, lashacíanhartoconvenientes.Enesaépocadelañonohabíanadieenellugar,demodoqueGarrettcompartióconfrecuencialacompañíademadreehija,quejuzgabamásqueaceptable.Trabóconellasunarelacióntanfavorablequealaterceranochedesuestancialoinvitaronapasarlaveladaensusalónprivado.

LacharlarevelóqueGarretttrabajabaenunabiblioteca.—Ah, las bibliotecas son lugares muy acogedores —comentó Mrs. Simpson,

dejandosulaborconunsuspiro—,perolociertoesqueamíloslibrosmehanjugadounamalapasadao,almenos,unodeellos.

—Bueno,loslibrossonmimediodevida,Mrs.Simpson,ylamentaríapronunciarunapalabraencontradeellos:sientoenterarmedequelehayancausadoalgúndaño.

—QuizáMr.Garrettpuedaayudarnosaresolvernuestroenigma,madre—adujoMissSimpson.

—No quiero comprometer aMr.Garrett en una búsqueda que acaso lleve unavida,querida,niincomodarloconnuestrosproblemaspersonales.

—Perosiustedcreequeexisteunamínimaprobabilidaddequelesseaútil,Mrs.Simpson,leencarezcoquemedigacuáleseseenigma.Sisetratadeaclararalgoconrespecto a un libro, como usted comprenderá mi situación es inmejorable para elcaso.

—Sí,comprendo,perolopeoresqueignoramoselnombredellibro.

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—¿Ynosabendequésetrata?—No,tampoco.—Sóloquecreemosquenoestáescritoeninglés,madre…locualnoesunapista

muyvaliosa.—Bien,Mr.Garrett—dijoMrs.Simpsonqueaúnnohabíaretomadosulabory

contemplabapensativamenteelfuego—.Lecontarélahistoria.¿Lepuedopedir,porfavor,quenoselareveleanadie?Gracias.Esésta.Yoteníaunancianotío,untalDr.Rant. Es posible que usted haya oído hablar de él. No porque fuera un hombreeminente,sinoporelcuriosomodoenquedispusoquelosepultaran.

—Creohabervistoelnombreenalgunaguíaturística.—Puede ser —dijo Miss Simpson—. ¡Qué hombre más espantoso! Dejó

instrucciones según las cuales debían ponerlo, sentado ante unamesa con su ropahabitual, en un recinto de ladrillos que había construido bajo tierra en un prediovecinoasucasa.Lagentedelazona,porsupuesto,afirmahaberlovistoporallí,consuviejacapanegra.

—Bueno,querida—prosiguióMrs.Simpson—,nosémuchoalrespecto,peroelhecho es que murió hace más de veinte años. Era clérigo, aunque por cierto noimaginocómollegóaserlo.Peronoejerciódurantelosúltimosañosdesuvida, loquemeparecebien;vivíaensupropiafinca,unahermosapropiedadnomuylejosdeaquí.No tenía esposani familia; sólouna sobrina,o seayo,yun sobrino,peronoteníaparticularpredilecciónporningunodelosdos…y,dichoseadepaso,pornadieengeneral.En todocaso,miprimo legustabamásqueyo,puesJohnse leparecíamuchomásporsutemperamentoy(temoquedebodeclararlo)porsusmezquindades.Habríasidodiferentesiyohubiesesidosoltera;peroeracasada,loquenoeradesuagrado.Muy bien: ahí estaba él con su finca y una buena suma de dinero, segúnsupimos, a su completa disposición, y se suponía que nosotros (mi primoy yo) loheredaríamos,asumuerte,porpartesiguales.Uninvierno,hacemásdeveinteaños,segúndecía, enfermó,ymemandaron llamarpara cuidarlo.Entonces aúnvivíamimarido,peroelviejonoqueríasabernadadeél.Alllegaralacasa,viquemiprimosealejabadeellaenuncabrioléy,porloquenoté,demuybuenánimo.Entréehiceloquepudepormitío,peronotardéenadvertirqueésaseríasuúltimaenfermedad;también él lo sabía. El día anterior a sumuerteme hizo sentar junto a él todo eltiempo,yviquehabíaalgo,yprobablementealgodesagradable,queteníaintenciónderevelarmeyquepostergabatantocomosusfuerzasselopermitían,temoqueconelexpresopropósitodemantenermeintrigada.Aunquealfinmeloconfesó:

»—Mary—me dijo—,Mary, hice testamento a favor de John: él es dueño detodo,Mary.

»Bueno,porsupuestoquefueunaamargasorpresa,puesnosotros(mimaridoyyo)noéramosgenteadinerada,ysiélhubiesepodidovivirmásholgadamente,creoquesuexistenciasehabríaprolongado.Peropocoonadaledijeamitío,salvoqueteníaelderechodeactuarsegúnsuvoluntad:enparteporquenosemeocurríanada

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que decirle, y en parte porque estaba segura de que aún había más; lo había, enefecto.

»—Pero,Mary—medijo—,Johnnomegustamucho,yredactéotrotestamentoa tu favor. Tú puedes ser dueña de todo. Sólo que debes hallar el testamento,¿entiendes?Ynotengoningunaintenciónderevelartedóndeestá.

»Luegocomenzóareírse,yyoaguardé,puesunavezmásestuveseguradequeélnohabíaconcluido.

»—Asímegusta—dijodespuésdeunrato—,espera,ytedirétantocomoaJohn.Pero déjame recordarte que no podrás acudir a la ley con lo que te diga, pues nodispondrásdeningunapruebasalvo tupropiapalabraycreoqueJohneselmenosadecuado para oficiar de testigo, llegado el caso. Estupendo, pues, eso quedaaclarado.Ahorabien,semeocurriónoredactaresetestamentodeunmodoordinario,demaneraqueloescribíenunlibro,Mary,enunlibro.Yhayvariosmilesdelibrosenestacasa.Perocálmate,notetomeslamolestiaderevisarlos,puesnoesunodeellos. Está muy bien guardado en otro lugar: un lugar donde John puede ir ydescubrirlo cualquier día, con sólo enterarse, y tú no. Es un buen testamento: estáfirmado y testificado como corresponde, aunque no creo que a los testigos losdescubrasmuypronto.

»Aún guardé silencio; si hubiese esbozado elmínimomovimiento, habría sidoparaaferraraeseviejomiserableysacudirlo.Élsereíaparasusadentros,yalfinaldijo:

»—Bueno,bueno,veoquelohastomadoconcalma,ycomoquieroquelosdosempecéis en igualdad de condiciones, y John tiene cierta ventaja, pues puede ir adondeestáellibro,tediréunpardecosasqueaélnoledije.Eltestamentoestáeninglés,pero,sialgunavezllegasaverlo,notedaráscuentadeello.Ésaesuna,ylaotraesquecuandoyomuerahallarásunsobredirigidoatisobremiescritorio,yensuinterioralgoquepodríaayudarteenlabúsqueda,sitienessuficienteingenio.

»Muriópocashorasmástarde,ysibienapeléaJohnEldredporesemotivo…»—¿JohnEldred?Discúlpeme,Mrs.Simpson…creoconocerauntalJohnEldred.

¿Quéaspectotiene?—Harádiezañosque loviporúltimavez.Hoyseríaunhombredelgado, algo

másquemaduro,yamenosqueselashayaafeitado,tendríalasmejillascubiertasporpobladas…

—…patillas.Sí,éseeselhombre.—¿Dóndeloconocióusted,Mr.Garrett?—Nocreopoder recordarlo—mintióGarrett—,enalgún lugarpúblico talvez.

Peroustednohabíaconcluidolahistoria.—Enrealidadnotengomuchoqueañadir,salvoqueJohnEldred,porsupuesto,

jamás prestó atención a mis cartas y ha gozado de la finca a partir de entonces,mientrasquemihijayyohemosdebidodedicarnosalhospedajeenesta región,elcual,debodecir,noresultótaningratocomoyotemía.

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—Peroencuantoalsobre…—¡Ah,escierto!Bueno,éseesnuestroenigma.AlcánzaleaMr.Garrettelpapel

quehayenmiescritorio.Tratábase de una pequeña tarjeta, que sólo tenía cinco cifras, sin ninguna

separación:11334.Mr.Garrettreflexionó,ysusojosse iluminaron.Súbitamentehizounamuecay

preguntó:—¿Supone que Mr. Eldred dispone de alguna pista que no tenga usted, con

respectoaltítulodellibro?—Avecescreoquesí,yporlosiguiente:mitíodebiódehacertestamentomuy

pocoantesdemorir,creoqueesofueloqueélmismodijo,ysedeshizodellibrocasideinmediato.Perotodossuslibrosestabanescrupulosamentecatalogados;Johntieneel catálogo, y puso especial cuidado en que ningún libro, de la especie que fuera,fuesevendido,conelobjetodequenosalieradelacasa.Yoséqueélsuelefrecuentarlibrerosybibliotecas,asíqueimaginoquehadehaberdescubiertoquélibrosfaltandelabibliotecademitío,delosqueestánregistradosenelcatálogo,ydebeandarensubusca.

—Entiendo,entiendo—dijoMr.Garrettysesumióensusreflexiones.

Aldíasiguienterecibióunacartaque,segúnleexplicócongranaflicciónaMrs.Simpson,hacíaimprescindiblequeinterrumpierasupermanenciaenBurnstow.

Aunquedeplorabadejarlas(ynomenosdeplorabanellassupartida)presentíaelcomienzodeunacrisisdesumaimportanciaparaMrs.(y,¿debemosaclararlo?,paraMiss)Simpson.

Duranteelviajeen trenGarrett se sentía intranquiloyexcitado.SeesforzóporrecordarsilasignaturadellibroquehabíasolicitadoMr.EldredteníaalgunarelaciónconlascifrasconsignadasenlatarjetadeMrs.Simpson.Pero,consternado,advirtióque la conmoción sufrida la semana anterior lo había afectado a tal punto que nopodía recordar nada en cuanto al título o naturaleza del volumen, o aun del sectordondelohabíabuscado.Y,sinembargo,losotrossectoresdelabibliotecaperdurabanensumemoriacontodanitidez.

Habíaotrodetalle (yal recordarlodiounfuriosogolpeenelpiso):alprincipiohabía vacilado—y luego se había olvidado—, en preguntarle a Mrs. Simpson elnombredellugardondevivíaEldred.Eso,almenos,podríapreguntárseloporcarta.

Por lomenos, las cifras del papel le brindaban una pista. Si se referían a unasignatura de la biblioteca, sólo cabía una cantidad restringida de interpretaciones:1.13.34,11.33.4ó11.3.34.Lebastaríanunosminutosparacomprobarlo,ysifaltabaalgunodeesosvolúmenes,contabacontodoslosmediosparalocalizarlo.Emprendiólatareaenelacto,aunquetuvoquededicaralgunosminutosaexplicarlealacaserade su alojamiento y a sus colegas por qué había regresado tan pronto. El 1.13.34estabaensulugarynoconteníaningúntextoextraño.AlaproximarsealSector11,

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enlamismagalería,recibióelimpactodesuingratorecuerdo.Perodebíaproseguir.Despuésdeinspeccionarel11.33.4(quefueelprimeroquehalló,yqueeraunlibrototalmentenuevo),recorrióconlosojos los in-quartode lasignatura11.3.Hallóelhueco que temía: faltaba el 34. Se aseguró de que el volumen no había sido malcolocado,yluegosedirigióalvestíbulo.

—¿Salióel11.3.34?¿Recuerdaelnúmero?—¿Recordar el número? ¿Por quién me toma, Mr. Garrett? Vea, ahí tiene las

tarjetas;revíselasustedmismo,yaquetieneeldíalibre.—Bueno,¿entoncesvolvióaveniruntalMr.Eldred?Esecaballeroqueestuvoel

díaenqueenfermé.¡Vamos!Deberíarecordarlo.—¿Quésepiensa?Porsupuestoque lo recuerdo:no,noanduvoporaquídesde

que usted salió con permiso.Aunque… veamos. Roberts se acordará. Roberts, ¿teacuerdasdelapellidoEldred?

—Claro —dijo Roberts—. Ese que mandó un chelín como adelanto por elfranqueodesuencargo,yojalátodoshicieranasí.

—¿Es decir, que le han enviado libros a Mr. Eldred? ¡Vamos, hablen! ¿Leenviaronalguno?

—Bueno,mire,Mr.Garrett:siuncaballeroenvíasutarjetacomocorrespondeyelsecretariodicequeestelibropuedesaliryenlanotaunoyatieneladirecciónparael encargo y le mandan una suma de dinero suficiente para cubrir los gastos deferrocarril, ¿qué hubiera hecho usted, Mr. Garrett, si puedo atreverme apreguntárselo? ¿Se hubiese usted tomado o no la molestia demandarlo o hubiesetiradoelpapeldebajodelmostradory…?

—Actuó usted con toda corrección, Hodgson, por supuesto… con todacorrección. Sólo quiero pedirle que por favor me facilite la tarjeta que envióMr.Eldred,paraaveriguarsudomicilio.

—Naturalmente,Mr.Garrett;mientrasnomeimportunenparainformarmequenoconozcomideber,estoydispuestoafacilitarloquesea,mientrasestédentrodemisposibilidades.Latarjetaestáallí,enelarchivo.J.Eldred,11.3.34.Títulodelaobra:T-a-l-m…bueno,ahílatiene,hagaloquequieraconella…noesunanovela,estoycasiseguro.Yaquíestá lanotadeMr.Eldreddondepideel libroencuestión,que,porloqueveo,élconsideraindispensable.

—Gracias,gracias.¿Peroladirección?Nohayningunaenlanota.—Ah,cierto;aver…espere,Mr.Garrett,latengo.Bueno,esanotavinodentrode

la caja, que estaba preparada con mucho cuidado para evitar inconvenientes, listapara ser devuelta con el libro en su interior; y si algún error cometí en todo esteasuntoeselhechodequemeolvidéderegistrarladirecciónenmilibreta,éstaqueveusted. Seguro que tuve buenas razones para no registrarla, pero, en fin, ahora notengotiempo,yseguroqueustedtampoco,paraaveriguarcuálesfueron.Y…no,Mr.Garrett,nolasconservoenmimemoria,sinoparaquévoyahaceranotacionesenmilibreta… usted ve, es una libreta ordinaria, nada más, donde asiento todos los

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nombresydireccionescuandomeparececonveniente.—Esunamedidaadmirable,sinduda…pero…bueno,muchasgracias.¿Cuándo

salióelencargo?—Alasdiezymedia,estamañana.—Oh,bien;yahoraesapenaslauna.Garrett fuearriba,sumidoensuscavilaciones.¿Cómoconseguiresedomicilio?

UntelegramaaMrs.Simpson:peropodíaperderuntrensiaguardabalarespuesta.Sí,habíaotraposibilidad.EllahabíadichoqueEldredvivíaenlafincadesutío.Entalcaso, él podía hallar el lugar asentado en el libro de donaciones, que, como ahoraconocíaeltítulodelaobra,notardaríaenverificar.Notardó,enefecto,enacudiralregistroy,comosabíaqueelviejohabíamuertohacíamásdeveinteaños,lediounampliomargenyretrocedióhasta1870.Habíaunasolaanotaciónposible:«1875,14deagosto,Talmud:TractatusMiddothcumcomm.R.Nachmanidae,Amstelod,1707;donadoporJ.Rant,doctorenteología,deBretfieldManor».

Una guía de localidades indicaba que Bretfield se hallaba a tresmillas de unapequeñaestacióndelalíneaprincipal.AhoracorrespondíapreguntarlealporterosielnombreinscritoenelencargoeraalgoasícomoBretfield.

—No,nadaparecido.Ahoraqueusted lomenciona,Mr.Garrett,eraalgocomoBradfieldoBrudfielt,peronadaparecidoaesenombrequediceusted.

Hastaallí,perfecto.Ahora,unhorario.Podíatomaruntrenenveinteminutos,yelviajellevaríamásdedoshoras.Eralaúnicaoportunidad,peronopodíaperderla.Yalcanzóeltren.

Si en su último viaje se había sentido nervioso, en este nuevo que realizaba,prácticamentesepusofrenético.¿QuépodríadecirleaEldredencasodeencontrarlo?¿Que habían descubierto que el libro era una rareza y que debía devolverlo? Unafalsedad evidente. ¿O que suponían que contenía importantes notas manuscritas?Eldred, por supuesto, lemostraría el libro, del cual ya habría arrancado la página.Acaso hallara rastros de la mutilación (un borde de la guarda desgarrada,probablemente) pero, en tal caso, ¿quién podría objetar lo que por cierto alegaríaEldred, que también él había advertido y deplorado el destrozo? Parecía unapersecuciónsinesperanzas.Laúnicaoportunidaderaésta:ellibrohabíasalidodelabibliotecaa las10.30,era,por tanto, improbableque lohubiesendespachadoenelprimertren,alas11.20;sicontabaconesagarantía,quizátuvieralasuertedellegaral mismo tiempo que el encargo y tramar alguna historia que indujera a Eldred aentregárselo.

Alcaerlatarde,descendióenelandéndelaestaciónque,comolamayoríadelasestacionesrurales,observabaunsilenciopoconatural.Aguardóaquesealejaraelparde pasajeros que descendió con él y luego le preguntó al jefe de estación si Mr.Eldredvivíaenlasinmediaciones.

—Sí,muycercadeaquí,meparece.Creoquevaapasarporaquípararecogerunenvío—ylepreguntóalmozodecordel—:¿Hoyyapasóunavezporeseasunto,no

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esverdad,Bob?—Sí, señor, así es. Y parecía pensar que yo tenía la culpa de que no hubiese

llegadoalasdos.Detodosmodos,aquílotengo—yelhombreexhibióunpaquetecuadrado,alqueGarrettechóunarápidamiradaqueleaseguróqueconteníacuantoaélleinteresabaeneseinstante.

—¿Bretfield, señor?Sí…aunas tresmillas.Siuno tomael atajoque atraviesaestostrespredios,eltrayectosereduceenmediamilla.Mire:ahívieneelcochecitodeMr.Eldred.

Aparecióunvehículo condoshombres;Garrett, al cruzar la parte traserade laestación, reconocióenelactoaunodeellos.ElhechodequecondujeraEldreddealgún modo lo favorecía, pues lo más probable era que no abriera el paquete enpresenciadesusirviente.Porotraparte,notardaríaenllegarasucasa,yamenosqueGarrett llegara unosminutos antes, todo concluiría. Debía apresurarse; su atajo loguióporunodelosladosdeuntriángulo,mientrasqueelcochecitodebíarecorrerlosotros dos, y además había que contar con una leve demora en la estación;Garrettrecorría el tercer predio cuando oyó el cercano rechinar de las ruedas. Habíaavanzadocuantoleeraposible,perolavelocidaddelcochecitoloindujoadesesperardesupropósito:aeseritmo,sindudallegaríanalacasadiezminutosantesqueél,ydiezminutoseranmásquesuficientesparaqueMr.Eldredcumplierasupropósito.

En esepreciso instante la suerte sufrióunvuelco.En la quietuddel anochecer,cadasonidosedestacabaconnitidez.Jamássonidoalgunoprovocótantoaliviocomoel que percibió Garrett: el cochecito se había detenido. Hubo un intercambio depalabras;luegoelvehículoprosiguiósumarcha.Garrett,presadeextremaansiedad,pudo verlo atravesar el portillo (cerca del cual él estaba oculto) conducido por elsirvienteysinEldredensuinterior;dedujoqueEldredloseguíaapie.Acechódesdeatrásdelelevadosetoquehabíajuntoalportilloqueconducíaalcaminoyviopasaresa enjuta silueta, que se apresuraba con el paquete debajo del brazo, mientrashurgabaenlosbolsillos.Alcruzarelportillo,algoselecayósobrelahierba,peroconun sonido tan levequeEldredno lo advirtió.Garrett aguardóun instante, cruzó elportillo, saltó al camino y lo recogió: una caja de fósforos. Eldred avanzaba y,entretanto, sus brazos hacían apresuradosmovimientos difíciles de interpretar a lasombra de los árboles que custodiaban el camino. Pero Garrett, al seguirlo concautela,hallólasclavesdeesosmovimientos:untrozodecuerdaylaenvolturadelpaquetecolgabandelseto,peroEldredhabíaqueridoarrojarlosporencima.

AhoraEldredcaminabacon lentitud,yeraevidentequehabíaabiertoel libroyqueestabahojeándolo.Sedetuvo,obviamentemolestoporlafaltadeluz.Garrettsedeslizó por una abertura y se mantuvo al acecho. Eldred, que escrutabaapresuradamentelosalrededores,tomóasientoenuntroncocaídojuntoalcaminoyacercóel libroa losojos.Súbitamente lodepositó,aúnabierto, sobre las rodillasyhurgó en todos sus bolsillos: la búsqueda, por cierto, fue en vano, lo cual loenardeció. «Ahora los fósforos te vendrían bien», pensó Garrett. Eldred se había

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apoderadodeunahojaylaarrancabacuidadosamente,cuandosucedierondoscosas.Primero,algonegropareciócaersobrelahojablancaycubrirla,yluego,cuandoelasombrado Eldred se volvió paramirar a sus espaldas, una pequeña forma oscuraparecióirrumpirenlapenumbra,condosbrazosquetendieronunmantodetinieblassobreelrostrodeEldred,cubriéndolelacabezayelcuello.Aunqueésteagitabalaspiernasylosbrazosconfrenesí,noseoyósonidoalguno.Luegoseinterrumpiótodomovimiento.Eldredestabasolo.Habíacaídodetrásdeltronco.Ellibroyacíasobreelcamino.Garrett,disipadassufuriaysuspicaciaalpresenciarunaluchatanespantosa,salióypidióayudaagritos,ytambiénlohizo,parasuenormealivio,unlabriegoquesurgiódeunprediovecino.AmbosseinclinaronsobreEldredyloexaminaron,perodenadavalía,puesestabaindudablementemuerto.

—¡Pobrehombre!—ledijoGarrettallabriego—.¿Quécreeustedquelepasó?—Yo no estaba ni a doscientas yardas—dijo el hombre—, cuando vi queMr.

Eldredseponíaaleersulibro,ymeparecequetuvoalgúnataque…seleennegreciólacara.

—Exacto —dijo Garrett—. ¿No vio a nadie cerca de él? ¿No habrá sidohomicidio?

—Noesposible…nadiepudohuirsinqueustedoyoloviéramos.—Eso es lo que pensé. Bueno, pidamos ayuda. Llamemos al médico y a la

policía;yserámejorquelesdéaellosestelibro.Era obvio que el caso exigía una investigación, y también queGarrett debería

permanecerenBretfieldparaprestardeclaración.Lapericiamédicademostróque,sibien se había halladounpocodepolvonegro en el rostro y la bocadel occiso, lacausadesumuertenoeralaasfixia,sinounataqueasudébilcorazón.Surgióellibrofatídico, un respetable in-quarto impreso totalmente en hebreo, y cuyo aspectodifícilmenteapasionaríanisiquieraalosmásentusiastas.

—Dice usted, Mr. Garrett, que el occiso, en el momento previo a su ataque,parecíaquererarrancarunahojadeestelibro.

—Sí;creoqueunadelasguardas.—Una de ellas está parcialmente desgarrada. Está escrita en hebreo. ¿Quiere

inspeccionarla,porfavor?—Tambiénhaytresnombreseninglés,señor,yunafecha.Perolamentodeclarar

quenoséleerloscaracteres.—Gracias.Losnombresparecenfirmas.Son:JohnRant,WalterGibsonyJames

Frost,ylafechaes20dejuliode1875.¿Conocealguienestosnombres?El párroco, que se hallaba presente, declaró que el tío del occiso, a quien éste

habíaheredado,sellamabaRant.Cuandolealcanzaronellibro,meneólacabezaconasombro.—Peroestonoseparecealhebreoqueyoaprendí.—¿Estáustedsegurodequeeshebreo?—¿Qué? Sí… supongo… No, querido señor, tiene usted razón… es decir, su

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sugerenciaesmuyacertada.Porsupuesto…noeshebreo,deningúnmodo.Esinglés,ysetratadeuntestamento.

Llevó pocos minutos comprobar que se trataba, para mayor precisión, deltestamento del Dr. John Rant, que cedía la totalidad de sus bienes, cuyo últimoposeedor había sido John Eldred, a Mrs. Mary Simpson. Semejante documentojustificaba,porcierto,laconmociónsufridaporMr.Eldred.Encuantoalamutilaciónparcial de esa hoja, el fiscal señaló que no tenía mayor sentido demorarse enespeculacionescuyaexactitudjamáspodríacomprobarse.

El Tratado Middoth, naturalmente, pasó a manos del fiscal para ulterioresinvestigaciones,yMr.Garrett leexplicó,enformaprivada, lahistoriay loshechossegúnsuspropiosconocimientoseinferencias.

Regresó a su trabajo al día siguiente, y mientras se dirigía a la estación pasófrente al sitio donde había muerto Mr. Eldred. No hubiera podido irse sincontemplarlounavezmás,aunquealrecordarloquehabíavistonopudoevitar,aunenesamañanadiáfana,unbruscoestremecimiento.Caminó,nosinrecelos,detrásdeltroncocaído.Vioalgooscuroqueporuninstantelosobresaltó,perocomprobóqueapenassemovía.Mirómásdecercayadvirtióquesetratabadeunaespesaysombríamasadetelarañas;y,encuantolarozócautelosamenteconsubastón,variasenormesarañassurgieronyseperdieronenlahierba.

No requiere mayor imaginación conjeturar los pasos seguidos por WilliamGarrett,desdesuempleoenunagranbibliotecahastasuactualsituacióncomofuturopropietariodeBretfieldManor,hoypropiedaddesusuegra,Mrs.MarySimpson.

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ELNÚMERO13

VIBORGocupa,entrelasciudadesdeJutlandia,unlugardemerecidaimportancia.Es sededeunobispado,poseeunahermosacatedral (aunque restauradacasi en sutotalidad),unencantadorparque,unlagodegranbellezaymuchascigüeñas.EnsuscercaníashállanseHald,consideradounodeloslugaresmásatractivosdeDinamarca,yFinderup,dondeMarskStigasesinóalreyErikGlipping,eldíadeSantaCeciliadelaño1286.CuandoenelsigloXVIIabrieronsutumba,lacalaveradeErikostentaba,segúndicen,lashuellasdecincuentayseismazazos.Peronoesmiintenciónredactarunaguíaturística.

En Viborg hay excelentes hoteles; el Preisler y el Fénix se cuentan entre losmejores.Peromiprimo,elprotagonistadeesterelato,sedirigió,laprimeravezquevisitó Viborg, al León de Oro. Jamás volvió a alojarse en ese lugar, y acaso lassiguientespáginasexpliquenporqué.

ElLeóndeOroesunodelospocosedificiosdelaciudadquesubsistieronalgranincendiode1726,queprácticamentedevastólacatedral,laSognekirke,laRaadhuusyotrasconstruccionesdiversas,tanantiguascomointeresantes.Trátasedeunedificiodeladrillorojo;esdecir,elfrenteesdeladrillo,conaltosgabletesalmenadosyunainscripciónsobrelapuertaprincipal,peroelpatioenelqueentranlosvehículosesdemaderayestucodematicesblancosynegros.

El sol declinaba cuando mi primo llegó al León de Oro, y sus últimos rayosdestacabannítidamentecadadetalledelaimponentefachada.Leencantóelaspectoanticuadodellugar,yseprometióunaestanciatansatisfactoriacomoentretenidaenesaposadaqueposeíatodaslascaracterísticasdeunlugartípicodelaviejaJutlandia.

Noeranlosnegocios—no,almenos,enelsentidovulgarqueseadscribeaesapalabra— los que habían llevado a Mr. Anderson a Viborg. Realizaba ciertasinvestigaciones sobre la historia de la Iglesia enDinamarca, y habíase enterado deque el Rigsarkiv[10] de Viborg conservaba algunos documentos (milagrosamentesalvadosdelincendio)relativosalosúltimosdíasdelcatolicismoromanoenesepaís.Proponíase,porlotanto,dedicaruntiempoconsiderable—talvezdosotressemanas—alexamenycopiadedichosdocumentos,yesperabadisponer,enelLeóndeOro,de una amplia habitación que le sirviera tanto de dormitorio comode estudio.Mr.Andersonexpresósusdeseosalposaderoyéste,trasmeditarunosinstantes,sugirióquelamejorformadesatisfaceralcaballerosería,talvez,queélmismovisitaraloscuartosdemayoramplitudyescogieraelmásconveniente.Mr.Andersonaprobólaidea.

El piso superior fue descartado en el acto; tantas escaleras impondrían unesfuerzo excesivo tras afrontar un día de trabajo; en el segundo piso, no habíahabitacióndelasdimensionesrequeridas,peroenelprimerohabíadosotrescuartosqueseadecuabanadmirablemente,almenosencuantoatamaño,alasexigenciasdel

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huésped.Elposaderorecomendóconfervorelnúmero17,peroMr.Andersonrecalcóque

susventanasdabanúnicamentealmurociegodelacasavecina,porlocualdebíasermuy oscuro durante la tarde. Prefería, por su parte, el número 12 y el número 14;ambosdabana lacalleyconjugaban,por lo tanto, lasventajasdeuna iluminaciónadecuada con las de una vista agradable, ventajas que compensaban con creces elestrépitoadicional.

Eligió,porfin,elcuartonúmero12.Éstetenía,aligualqueloscuartosvecinos,tresventanas—todasenlamismapared—ysusdimensioneseranpocousuales:eltecho era muy alto y su longitud llamaba la atención. Carecía, por supuesto, dechimenea,perohabíaensu lugarunaantiguaestufadehierroforjado,sobre laquepodía observarse un bajorrelieve que representaba aAbraham sacrificando a Isaac,con la inscripción1BogMose,Cap.22 (esdecir,Génesis22).Nohabíanadamásdignodemención;elúnicocuadrointeresanteeraunviejograbadoencoloresdelaciudad,dealrededorde1820.

Acercábaselahoradelacena;perocuandoAnderson,yamásanimadograciasasubañohabitual,descendiólasescaleras,faltabanaúnunosminutosparaquesonaralacampanilla.Losdedicóaobservarlanóminadehuéspedesdelaposada.Segúnescostumbre en Dinamarca, los nombres estaban expuestos en una amplia pizarra,divididaencasilleroscuyasumaeraanálogaalacantidaddehabitaciones,cadaunocon el número correspondiente y el nombre de su ocupante. Nada halló digno deexcesivointerés.Habíanseregistradounabogado(oSagförer),unalemányalgunosviajantes de Copenhague. El único detalle capaz de suscitar cierto asombro era laausenciadelnúmero13enla listadehabitaciones,peroestoyalohabíaobservadoAndersonenelrestodeloshotelesquehabíavisitadoenDinamarca.Sinembargo,nopudoevitarpreguntarsesilasupersticiosaoposiciónquesueleprovocarestenúmerotendríataldifusiónyvigenciacomoparaconvertirseenobstáculodequeunviajeroseinstalaraenlahabitaciónqueloexhibiera;decidió,porconsiguiente,preguntarlealposaderosiélosuscolegasenverdadsehabíantopadoconmuchoshuéspedesquerehusaranocuparelcuartonúmero13.

Nadainteresantepodíacontarme(yoregistroloshechostalcomomelosrefirió)sobre lo ocurrido durante la cena; y el resto de la velada, que consagró a ordenarropas,librosypapeles,tambiéncareciódetodatrascendencia.Alrededordelasonce,decidióirseaacostar,pero,aligualqueamuchasotraspersonasenlaactualidad,leeracasiimposibledormirsinhaberleídounaspáginas;entoncesrecordóqueellibroqueveníaleyendoeneltren,elúnico,enesemomento,quepodíasatisfacerlo,estabaenelbolsillodesuabrigo,colgadoalaentradadelcomedor.

Sólounmomentolellevóbajaryrecobrarloy,comoloscorredoresnoestabanaoscuras,pocolecostóhallarelcaminoderegresoasucuarto.Almenosasílocreyó;pero cuando llegó allí e hizo girar el picaporte, la puerta se negó a abrirse y pudoescuchar,enel interiorde lahabitación,pasosquesedirigíanhacia laentrada.Por

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supuesto, se había confundido de cuarto. ¿Estaba el suyo a la derecha o a laizquierda? Miró el número: era el 13. El suyo, por lo tanto, debía hallarse a laizquierday,enefecto,allíestaba.Yaenlacama,leyócomodecostumbreunpardepáginas,apagólaluzysedispusoadormir;sóloentoncesseleocurrióque,aunqueen la pizarra del hotel no había ningún cuarto con el número 13, sí lo había,indudablemente,eneledificio.Deplorónohaberloocupadoélmismo.Quizápodríahaberlehechounfavoralpropietarioocupándoloydándoleaéstelaoportunidaddecontarqueundistinguidocaballeroingléshabíavividoenéldurantetressemanascongran complacencia.Aunque acaso lo utilizaran comohabitación de servicio o algoporelestilo.Yademásnoera,contodaseguridad,tanamplioniagradablecomosupropiocuarto.Observóentonces,conojosalosqueelsueñoestabaapuntodecerrar,suhabitación,sumidaenlaluzcrepuscularquedifundíaelfaroldelacalle.Curiosoefecto, sinduda, pensó; las habitaciones suelenparecermás amplias cuantomenosiluminadas están, pero ésta, por el contrario, parecíahaberdecrecido en longitudyaumentado proporcionalmente en altura. En fin, era más importante dormir quemalgastareltiempoenreflexionesinconsistentes;porlotanto,sedurmió.

Al día siguiente de su llegada,Anderson se dirigió alRigsarkiv deViborg. Lorecibieron,comoesprevisibleenDinamarca,conlamayoramabilidad,ypusieronasudisposicióncuantonecesitaba.Lefacilitarondocumentoscuyacantidade interéssuperaba sus expectativas.Había, además de los documentos oficiales, una carpetaconbuenacantidaddecartasreferentesalobispoJörgenFriis,últimoobispocatólicodestacadoenesasede,quepermitíanvislumbrarmuchosdetallesdivertidosy,porasídecirlo,«íntimos»,delavidaprivadayelcarácterdediversospersonajesdelaépoca.Abundabanlasalusionesaciertacasadelaciudad,propiedaddelobispo,aunqueésteno laocupaba;su inquilinoconstituía,alparecer,unescándaloyunobstáculoparalos partidarios de la Reforma. Era un oprobio para la ciudad —escribían susadversarios—acausadesusprácticastansecretascomoexecrables,yhabíavendidosu alma al diablo. ¿Quémejor prueba de la tremenda corrupción e impiedad de laIglesiadeBabiloniaquelaprotecciónqueelpropioobispobrindabaaesavíbora,aese Troldmand[11] que se nutría de sangre? El obispo afrontaba con valor talesacusaciones:confirmabasurepudioacuantosevincularaadichasprácticassecretasysolicitabaasusadversariosqueelevaranesoscargosaltribunalcompetente—porsupuesto, el tribunal eclesiástico— a fin de que éste lo investigara de maneraexhaustiva.NadiehabíamásansiosoqueéldecastigaraMag.NicolásFrancken,siseprobabaqueenverdaderaculpabledelosdelitosqueseleimputaban.

Andersonapenas tuvo tiempo, antesdeque cerraran el archivo, para echarunaojeada fugaz a la carta siguiente, escrita por el jefe de los protestantes, RasmusNielsen,perolebastóparadarseunaideageneraldesucontenido:loscristianosyanosesujetabana lasdecisionesde losobisposdeRoma;el tribunaleclesiásticonoera,porlotanto,nipodíaserlo,elmáscompetenteparadictaminarsobreunacausadetalgravedadeimportancia.

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Mr.Andersonabandonóelarchivoacompañadoporelancianoque lodirigía,ymientrascaminaban,laconversacióngiró,naturalmente,alrededordelosdocumentospreviamentemencionados.

HerrScavenius,elarchiverodeViborg,sibienestabamuyinformadorespectodelos documentos que tenía a su cargo, no era especialista en los que abarcaban elperíododelaReforma.Demostró,poresarazón,graninterésenloscomentariosdeAnderson.Examinaríaconmucho interés,declaró, el artículoqueMr.Anderson sedisponíaaescribirbasándoseentaldocumentación.

—En cuanto a esa casa del obispo Friis—agregó—, para mí resulta un granenigmasaberdóndepudohaberestado.Heestudiadominuciosamente la topografíade laantiguaViborg,pero,pordesgracia,enelviejo inventariodepropiedadesdelobispo, confeccionado en1560, y que conservamos casi en su totalidad ennuestroarchivo,faltajustolapartecorrespondientealosbienesqueposeíaenlaciudad.Noimporta.Talvezalgúndíapuedaencontrarla.

Trasuncortopaseo—norecuerdoexactamentepordónde—,AndersonregresóalLeóndeOro,dondeloaguardabansucena,susolitarioysucama.Yaenelcorredor,recordóquehabíaolvidadocomentarlealposaderolaomisióndelcuartonúmero13,pero decidió verificar si realmente existía una habitación con ese número antes dehacercualquieralusiónalrespecto.

Notardóenhallarunarespuesta.Allíestabalapuertaconsunúmeropintadocontoda claridad, y era evidente que alguien ocupaba el cuarto, pues al acercarsemáspudooírrumordepasosydevoces—otalvezfueunasolavoz—ensuinterior.Encuantosedetuvounosinstantesparacorroborarelnúmero,elruidodepasoscesóconbrusquedad, al parecermuycercade la puerta, yAnderson, no sin asombro, creyóescuchar una respiración jadeante, propia de una persona presa de una fuerteexcitación.Dirigióseasucuartoyunavezmássesorprendiódeencontrarlomuchomáspequeñodeloquelehabíaparecidocuandoloeligió.Perolalevedecepciónqueestolehacíasentirerafácildesubsanar:deasídesearlo,podíamudarseaotroenelacto.Entretantonecesitóalgo—creoqueunpañuelo—quehabíaensumaleta,queunsirvientehabíacolocadosobreuntaburete,contralapared,enelotroextremodelcuarto. Pero le aguardaba una sorpresa: lamaleta había desaparecido. Sin duda, lahabía guardado algún sirviente en exceso solícito, después de haber puesto sucontenidoenelarmario.Allí,sinembargo,nohabíanada.Comenzabaapreocuparse.Casideinmediatodesechócualquiersospechaderobo,puesraravezsucedetalcosaenDinamarca;peroera indudablequealguienhabíacometidounestúpidoerror(locualyanoestanraro)ydecidióincreparseriamentealastuepige.Detodosmodos,sunecesidadnoeratanurgentecomoparaimpedirleesperarhastalamañana,asíqueresolviónomolestara laservidumbre.Fuehasta laventana—lade laderecha—yobservólacalledesierta.Seenfrentóconlaparedciegadeunaltoedificio;nohabíatranseúntes,lanocheeraoscura;nada,enfin,seofrecíaasuatención.

Como la luz estaba situada a sus espaldas, pudo observar su propia sombra,

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reflejada en la pared del edificio de enfrente. También veíase, a la izquierda, lasombradelocupantedelcuartonúmero11,unhombredebarba,quesepaseabaenmangasdecamisayalquesorprendiócepillándoseelcabello,yluegoponiéndoseuncamisón. A la derecha se distinguía la silueta del ocupante del cuarto número 13.Ésta, tal vez, fuera más interesante. Estaba, como Mr. Anderson, acodado en elalféizardelaventana,ycontemplabalacalle.Parecíaunhombrealtoydelgado…¿oeraquizáunamujer?Detodosmodos,lapersonadesconocidasecubríalacabezaconalgosemejanteaunveloantesdeirsealacama,yAndersondedujoquedebíatenerenelcuartounalámparaconpantallaroja,yqueoscilabamucho,pueselreflejodeunaluzbermejadanzabaenlapareddeenfrente.Asomóseparaversipodíadescubriralgo,perosólopudoobservarsobreelalféizarlosplieguesdeunatelaclara,talvezblanca.

Al escuchar el eco de unos pasos que se acercaban por la calle, el número 13parecióadvertirqueestabaexpuestoamiradasindiscretas,puescongranprontitudyrapidez se retiró de la ventana y su luz roja se desvaneció. Anderson, que habíaestadofumandouncigarrillo,dejólacolillasobreelalféizarysefueadormir.

Alamañanasiguientelodespertólastuepige,queletraíaaguacalienteydemásutensiliosparaelaseopersonal.Andersonseincorporó,yluegodemeditarmuybiensuspalabras,dijoeneldanésmáscorrectoquepudoarticular:

—Nodebiótocarmimaleta.¿Dóndeestá?Como suele suceder, la doncella se echó a reír y salió del cuarto sin aclararle

nada.Anderson,bastanteirritado,sesentóenlacama,yadispuestoavolverallamarla;

súbitamentesecontuvoalfijarlamiradaenelextremoopuestodelahabitación.Allíestabasumaleta,sobreeltaburete,enellugarexactoenquehabíavistoqueladejabaelsirviente,alentraralcuartoporprimeravez.Fue,porcierto,unrudogolpeparaunhombre que siempre se ufanaba de su agudo poder de observación. No intentóexplicarseporquénolahabíavistolanocheanterior;afindecuentas,eraobvioqueahoraestabaallí.

Perolaluzdeldíanosólolepermitióverlamaleta,sinopercibirlasverdaderasproporciones del cuarto con sus tres ventanas, y comprobar que, después de todo,había hecho una elección acertada.Mientras terminaba de vestirse, se dirigió a laventana del medio para ver cómo estaba el tiempo. Y aquí se llevó una segundasorpresa.Sudistracción, lanocheanterior, sindudahabía llegadoalcolmo.Habríapodido jurar que había fumado un cigarrillo asomado a la última ventana de laderecha,antesdeirseadormir,peroahoradescubríalacolillasobreelalféizardelaventanadelmedio.

Saliódesuhabitaciónparairadesayunar.Estabaretrasado,peroelnúmero13loestabaaúnmás:sucalzado—unpardebotasdehombre—todavíaestabajuntoalapuerta.Porlotanto,elnúmero13eraunhombre,nounamujer.Eneseinstantemiróel número de la puerta: era el 14. Sin duda había pasado junto al número 13 sin

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advertirlo.Treserroresestúpidosensolodocehoraserandemasiadosparaunespíritumetódico y amante de la precisión, de modo que volvió sobre sus pasos paraasegurarse.Elcuartovecinoalnúmero14eraelnúmero12,elsuyo.Noexistíaenabsolutouncuartonúmero13.

Tras consagrar unos minutos al detallado examen de cuanto había comido ybebidoenlasúltimasveinticuatrohoras,Andersonoptóporolvidarsedelasunto.Siempezaban a fallarle la vista o el cerebro, ya tendría muchas oportunidades paracomprobarlo,sinoeraobvioqueestabasiendoobjetodeuncuriosoexperimento.Decualquiermodo,conveníaestaralertaanteeldesarrollodelosacontecimientos.

Durante el día,Anderson prosiguió el examen de la correspondencia episcopalque ya he mencionado. Para su decepción, descubrió que estaba incompleta. Sólopudohallarunacartamás relacionadaconelasuntodeMag.NicolásFrancken.LaredactabaelobispoJörgenFriis,quienladirigíaaRasmusNielsen.Decíaasí:

»Peseaquedeningúnmodopodemosaceptarvuestrasdeclaracionesacercadenuestrotribunal,yaqueestaremosdispuestosacombatiros,sifueranecesario,hastaelúltimodelosextremosenesavuestraopinión,noobstanteello,dadoquenuestrolealybienamadoMag.NicolásFrancken,aquienhabéisosadoacusarconcargostanfalsoscuantomaliciosos,noshasidorepentinamentearrebatado,esevidenteque,porestavez,elcasoquedacerrado.Masencuantoavuestrasdeclaraciones,enlasqueaseveráisqueelApóstolyEvangelistaSanJuan,ensudivinoApocalipsis,aludealaSacraIglesiaRomanaconelsímbolodelaMujerEscarlata,sabedque…»,etcétera.

Apesardesusinvestigaciones,Andersonnopudoencontrarningunarespuestaaesacartanidatoalgunosobrelaformaenquefue«arrebatado»elcasusbelli.Sólopudo suponer que Francken había padecido una muerte súbita; y, como sólomediaban dos días entre la carta de Nielsen —redactada, evidentemente, cuandoFranckenaúnvivía—yladelobispo,cabíasospecharquetalmuertehabíasidoporcompletoinesperada.

Porlatarde,AndersonhizounabrevevisitaaHald,ytomóeltéenBaekkelund;aunquesehallabaalgonervioso,noadvirtióelmenorindiciodealteraciónenlavistaoenelcerebro,quesusexperienciasanterioreslehabíanhechotemer.

Durantelacena,seencontrósentadofrentealposadero.—¿Porquérazón—inquirió,despuésdecambiaralgunasfrasessinimportancia

—noexiste,enlamayoríadeloshotelesdeestepaís,uncuartonúmero13?Porloqueveo,lomismosucedeaquí.

Alposaderopareciódivertirlelapregunta.—Escuriosoqueustedlohayanotado.Adecirverdad,yomismomelopregunté

más de una vez. Un hombre instruido, me dije, no debe compartir talessupersticiones. Yome eduqué aquí, en la escuela secundaria de Viborg, y nuestroviejomaestrosiempreseoponíaaesascreencias.Hacemuchosañosquemurió;eraunhombremaravilloso,tanhábilconlasmanoscomoconlacabeza.Recuerdoamiscompañeros,undíaenquenevaba…

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Ysesumióenevocaciones.—Entonces,¿creeustedquenohayningunarazónválidaparaomitirelnúmero

13?—insistióAnderson.—Porsupuesto.Bueno,fíjeseusted,amímeinicióeneloficiomipobrepadre.

Primero tuvo un hotel en Aarhuus, y luego, cuando nacimos nosotros, se trasladóaquí,aViborg,suciudadnatal,ydirigióelFénixhastasumuerte.Esofueen1876.Entoncesyohicemisprimerasarmascomohotelero,enSilkeborg,ysólohacedosañosquecompréestacasa.

Abundó luego en detalles sobre las condiciones del establecimiento en elmomentodetomarloasucargo.

—Ycuandoustedvinoaquí,¿habíauncuartonúmero13?—No,precisamente ibaadecírselo.Ustedsabe,enunsitiocomoéste, tenemos

que trabajar sobre todo con viajantes de comercio. Y no se le ocurra a ustedinstalarlosenunahabitaciónconelnúmero13.Antespreferiríandormirenlacalle.Amímeimportauncominoelnúmerodelashabitaciones,yamenudoselohedicho,pero ellos se aferran a la idea de que les traemala suerte. Son capaces de contarcientosdehistoriassobreviajantesquehandormidoenunahabitaciónnúmero13yque nunca han vuelto a ser losmismos, o que han perdido losmejores clientes, oque…bueno,cosasasí…—concluyóelposadero,trasbuscarenvanounafrasemásgráfica.

—Entonces, ¿paraquéusaustedel cuartonúmero13?—preguntóAnderson,ysintió al decirlo una desmesurada ansiedad, que excedía a la importancia de supregunta.

—¿Elcuartonúmero13?¿Peronoacabodedecirlequenohayningúncuartoconesenúmeroenestaposada?Penséqueyasehabíadadocuenta;además,silohubiera,estaríaexactamentealladodelsuyo.

—Sí,claro;loquepasaesque…Enrealidad,anochecreíverunapuertaconelnúmero 13 en ese pasillo, y estoy casi seguro de no haberme equivocado, puestambiénlahabíavistoanteanoche.

Naturalmente,HerrKristensen,talcomoAndersonloesperaba,seechóareír,yrepitió una y mil veces que en esta posada no había ni jamás había habido, unahabitaciónnúmero13.

Anderson sintió cierto alivio ante la seguridad que le ofrecía esta respuesta,aunquesusdudasaúnpersistían.Entoncesdecidióque laúnicamanerade resolverdefinitivamente el problema era invitar al posadero, esa noche, a su habitación.Algunasfotografíasdeciudadesinglesasquehabíatraídoconsigoyunbuencigarroleproporcionaronlaexcusaapropiada.

HerrKristensen,halagadoporlainvitación,laaceptóconentusiasmo.Acordaronreunirseaesodelasdiez,peroMr.Andersonseretiróenesemomento,porquedebíaescribirunascartas.Aunqueleavergonzaraadmitirlo,erainnegablequelaexistencia—olainexistencia—deesedichosocuartonúmero13comenzabaainquietarlo,atal

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punto que, para volver a su habitación, lo hizo dando un rodeo, para no tener quepasarjuntoalapuerta—oellugarquecorrespondíaalapuerta—delnúmero13.Alentrar inspeccionó rápidamente su habitación, pero nada advirtió capaz de suscitarequívocos,salvoesasensación,imprecisayperentoria,dequeeramáspequeñaquedecostumbre.Yanodebíapreocuparseporsumaleta:élmismolahabíavaciadoypuesto bajo la cama. No sin esfuerzo logró olvidarse del número 13 y se puso aescribir.

Susvecinosnoleperturbaron.Sóloseescuchaba,devezencuando,elgemidodeunapuertayelestrépitodeunpardebotasarrojadasalpasillo,obienelcanturreodealgúnviajantequelorecorría.Afuera,decuandoencuando,algúncarroatravesabalacallemalempedrada,obienresonabanlospasosvelocesdealgúntranseúnte.

Anderson concluyó sus cartas, pidió unwhisky con soda y se dirigió hacia laventanaparaobservarlapareddeenfrenteylassombrasreflejadassobreella.

Simalno recordaba,ocupabaelcuartonúmero14unabogado,personaseriayformal, que apenas hablaba durante las comidas, pues por lo general se limitaba aexaminarunapiladepapelesquecolocabajuntoasuplato.Pero,alparecer,teníaelhábitodedarlibrecursoasusinstintoscuandoseencontrabaasolas.Nocabía,sino,otraexplicaciónparaladanzaqueejecutabaenesemomento.Pueslasombradelapareddemostraba,contodaclaridad,queestababailando.Unayotravezsudelgadasiluetaseacercabaalaventana,agitabalosbrazosyelevaba,conasombrosaagilidad,unade susmacilentaspiernas.Debíaestardescalzo,y sindudaelpisoeradegransolidez, pues ningún ruido revelaba sus movimientos. El Sagförer Herr AndersJensen,bailandoalasdiezdelanocheenuncuartodehotel,parecíatemaadecuadopara una pintura histórica de gran estilo; y Anderson, al igual que Emily en LosmisteriosdeUdolfo[12],comenzóa«ordenarsusideasenlossiguientesversos»:

Amihotelalregresar,Aesodelahoradiez,PercibeenmíunmalestarElcamareroestavez.Indiferente,lapuertaCierro,ytiroelcalzado,DesoyendolasreyertasQueenmisvecinosalertasMiferozdanzadespierta.Puescomolaleyconozco,DesuscomentarioshoscosMeríocondesenfado.

Sielposaderonohubiesellamadoalapuerta,sindudaellectortendríaahoraantesus ojos un poema harto más extenso. A juzgar por la expresión de asombro que

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revelóalentrarenlahabitación,HerrKristensenhallábasesorprendido—aligualqueAndersonenanterioresocasiones—poralgo inusualenelaspectodelcuarto.Peroobviótodocomentario.DemostróvivointerésenlasfotografíasdeAnderson,yéstasle sirvieron de excusa para múltiples digresiones autobiográficas. Habría sidoimprobable,talvez,quelaconversaciónseencauzarahaciaelcuartonúmero13sielabogado,súbitamente,nosehubiesepuestoacantar,ydeunmodotalquenopodíadejardudasanadiedequeestabaabsolutamenteborrachoocompletamenteloco.Suvoz,agudayestridente,parecíacascada,comosinolahubieseempleadoenmuchotiempo.Elevábaseaincreíblesalturas,paraluegoterminarenunroncoydesgarradogemido,comoeldelvientoinvernalenelcañóndeunachimenea,oeldeunórganoalquelefaltaraelaire.Antesonidotanaterrador,Andersonnodudódeque,dehaberestadosolo,sehabríaprecipitadoenbuscaderefugioycompañíaalcuartodealgúnviajantevecino.

Elposadero,boquiabierto,sedesplomósobrelasilla.—Noentiendonada—dijoalfin,secándoseelsudordelafrente—.Esaterrador.

Yalohabíaescuchadoantes,perocreíaquesetratabadeungato.—¿Estaráloco?—preguntóAnderson.—Seguramente. ¡Pero qué pena! Es tan buen cliente, y le va tan bien con los

negocios,segúndicen.Ypensarquetienemujerehijosquemantener…En ese momento alguien golpeó la puerta con impaciencia e irrumpió sin

aguardarrespuesta.Eraelabogado,enbatayconelcabelloendesorden;yparecíaenfurecido.

—Perdón,señor—comenzó—,peroleagradeceríaquedejarade…Seinterrumpió,estupefacto,puesnocabíadudadequeningunodelospresentes

eraresponsabledelalboroto.Luegodeunabrevepausa,elsalvajealaridoserepitióconredobladaestridencia.

—Pero,ennombredelCielo,¿quésignificaesto?—exclamóelabogado—.¿Dedóndeviene?¿Quées?¿Omeestoyvolviendoloco?

—Sin duda viene de su cuarto, Herr Jensen. ¿No habrá un gato o algún otroanimalatrapadoenlachimenea?

Nobienlohubodicho,Andersoncomprendióloabsurdodesuexplicación;perotodo era preferible a guardar un silencio que taladraría ese gemido atroz, o acontemplarellívidorostrodelposadero,queseaferraba,temblando,alosbrazosdelsillón.

—Imposible—repuso el abogado—. Imposible. No tengo chimenea. Si vine aestecuartoesporqueestabasegurodequeelruidosalíadeaquí.Provenía,sinduda,delcuartovecinoalmío.

—¿Nohabíaningunapuertaentresuhabitaciónylamía?—inquirióávidamenteAnderson.

—No,señor—respondióHerrJensenconsequedad—.Porlomenos,nolahabíaestamañana.

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—¡Ah!—dijoAnderson—.¿Yestanoche?—Noestoyseguro—vacilóelabogado.De pronto, la voz que cantaba o gemía en el cuarto vecino se apagó hasta

transformarse enuna risa sofocada, casiungruñido,quehizo estremecer a los treshombres.Luego,reinóunabsolutosilencio.

—Ybien,¿qué tieneustedquedecir,HerrKristensen?—lo increpóelabogado—.¿Quésignificatodoesto?

—¡PorDios!—respondióKristensen—. ¿Qué quiere que le diga?Yo tampocoentiendonada.¡Ojalánotengaquevolveraescucharunsonidoasíentodamivida!

—Lomismodigo—respondióHerrJensen,ymurmuróluegociertaspalabrasenlasqueAndersoncreyóreconocer—aunquenopodíaasegurarlo—laúltimafrasedelSalterio,«OmnisspirituslaudetDominum».

—Perodebemoshaceralgo—adujoAnderson—.¿Porquénovamos los tresarevisarelcuartodeallado?

—¡Pero si es el deHerr Jensen!—gimió el posadero—. ¿De qué servirá, si élacabadevenirdeallí?

—Yanoestoy tanseguro—dijoJensen—.Creoqueestecaballero tiene razón;tenemosqueiraver.

Lasúnicasarmasdefensivasdequedisponíaneranunbastónyunparaguas;conellas, la expedición se aventuró en el pasillo, no sin cierto temor. Imperaba en elcorredorunsilenciototal,aunquepordebajodelapuertavecinafiltrábaseunhilodeluz.Andersonyelabogadoseacercaronaella.Jensen,trashacergirarelpicaporte,laacometióconviolencia.Fueenvano:lapuertanocedió.

—Herr Kristensen —dijo Jensen—. Será mejor que llame a varios de susempleados,losmásfornidosquetenga.Debemosaclararestocuantoantes.

Elposaderoasintióysealejópresuroso,muysatisfechodeabandonarelcampodeoperaciones.JensenyAndersonpermanecieronenelcorredor,mirandolapuerta.

—Nohayduda,eselnúmero13—dijoelsegundo.—Sí,ahíestálapuertademicuarto,alláladelsuyo—repusoJensen.—Mi habitación tiene tres ventanas durante el día —comentó Anderson,

ahogandocondificultadunarisitanerviosa.—¡PorDios,tambiénlamía!—contestóelabogado,volviéndosehaciaAnderson.

Alhacerlo,quedódeespaldasalapuerta.Ésta,enesemomento,seentreabrió,ydeella surgió un brazo cuyamano intentó clavársele en el hombro; harapos raídos yamarillentoslocubrían,ylapiel,lopocoquedeellaseveía,estabaerizadadelargospelosgrises.

AndersonapenastuvotiempodeapartaraJensenaunlado,mientrasproferíaungritoqueaunabalarepulsiónyelterror.Lapuertavolvióacerrarseyescucharonunarisaahogadaenelinteriordelcuarto.

Jensen nada había visto, pero cuando Anderson, apresuradamente, le refirió loocurrido,mostrógranagitaciónysugirióqueabandonaranlaempresaenelactopara

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encerrarseenunodelosdoscuartos.Peroenesemomentoirrumpieroneldueñodelaposadaydosrobustossirvientes,

los tres muy serios y consternados. Jensen los recibió con un torrente deexplicaciones,lascuales,porcierto,noresultaronestimulantes.

Los hombres depusieron las barras que habían traído y anunciaron, lisa yllanamente,quenoestabandispuestosaarriesgarelpellejoeneseantrodiabólico.Elposaderoestabacadavezmásnerviosoeindeciso:noignorabaque,denoafrontarelpeligro, se arruinaría la posada, pero tampoco estaba excesivamente resuelto aafrontarloporsímismo.

Porsuerte,Andersonhallóunmedioparareanimaraesatropadesmoralizada.—¿Dónde está el tan mentado coraje danés? El enemigo no es un alemán y,

aunquelofuera,somoscincocontrauno.TalexhortacióninstigóaambossirvientesyaJensen,quejuntosembistieronla

puerta.—¡Unmomento!—loscontuvoAnderson—.Nopierdanlacabeza.Usted,Herr

Kristensen,quédeseaquíconlalámpara,yqueunodeustedesrompalapuerta,peronoentrencuandoceda.

Loshombresasintieron,yelmás jovenavanzóhacia lapuerta;alzó labarradehierroyasestóunrotundogolpealpanelsuperior.Elresultadofuemuydistintodelque esperaban.No escucharon el seco crujido de lamadera, sino un ruido sordoyopaco,comoelqueproduceelgolpecontraunmurosólido.Elhombredejócaerlaherramientaconungritodedolor,ycomenzóafrotarseelcodo.Todossevolvieronhaciaél;Anderson,luegomirónuevamentehacialapuerta.Éstahabíadesaparecido;allí sólo había la pared del pasillo, cuyo revoque revelaba el ostensible destrozoinfligidoporlabarra.Elnúmero13habíadejadodeexistir.

Todos,poruninstante,permanecieroninmóvilesantelapareddesnuda.Desdeelpatio trasero llegó el canto de un gallo, y cuando Anderson volvió la cabezavislumbró,enel fondodelextensopasillo,a travésdelventanal, lasprimeras lucesdelalba.

—Tal vez—insinuó el posadero— los señores preferirán otro cuarto para estanoche…¿unocondoscamas,quizá?

Ni JensenniAnderson rehusaron.Despuésde la reciente experiencia, preferíanpermanecerjuntos;porlamismarazóndecidieronque,cuandocadaunodeellossedirigieraasucuartopararecogerloquenecesitabaparaelrestodelanoche,elotroloacompañaríaconunavela.Amboscomprobaronquelosdoscuartos—elnúmero12yelnúmero14—teníandenuevotresventanas.

Alamañanasiguiente,losexpedicionariossereunieronenelcuartonúmero12.Elposadero,comoesnatural,nodeseabala intervencióndeextraños,perotambiénteníasumointerésenqueelmisterioseaclaraseloantesposible.Porlotanto,habíaconvencido a los dos sirvientes de que desempeñaran la función de carpinteros.

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Movieron los muebles y, tras arrancar varios tablones, dejaron al descubierto lasuperficiedelpisomáscercanoalnúmero14.

El lector, por supuesto, supondrá que descubrieron un esqueleto (digamos, porejemplo,eldeMag.NicolasFrancken).Nofueasí.Sóloencontraron,entrelasvigasque sostenían el piso, una pequeña caja de cobre, que contenía un pergaminocuidadosamente plegado, donde había escritas unas veinte líneas. Tanto AndersoncomoJensen—quienserevelócomoundiscretopaleógrafo—seentusiasmaronconestedescubrimiento,queprometíafacilitarlaclavedetanextraordinariosfenómenos.

Tengoenmipoderunejemplardeunaobradeastrologíaquenoheleídojamás.LucecomoportadaunaxilografíadeHansSebaldBeham,querepresentaungrupode sabios reunidos en torno de una mesa. Tal vez este detalle permita que losespecialistas lo reconozcan.Ahora no lo tengo al alcance de lamano, y no puedorecordarsutítulo;perosusguardasestáncubiertasporunaescrituraque—peseaquehace diez años que tengo el volumen— aún no he podido descifrar; no he podidoestablecer en qué sentido debería leerse, ymuchomenos a qué lengua pertenecentalescaracteres.AndersonyJensen,trassometeraprolongadoexameneldocumentohalladoenlacajadecobre,nollegaronamejoresconclusiones.

Despuésdedosdíasdeanálisisminucioso,Jensen,queeraelmásaudaz,arriesgólahipótesisdequeestuvieraescritoenlatínoendanésantiguo.

Andersonrenuncióacualquierotraconjeturayselimitóadonar—demuybuengrado, por cierto— la caja y el pergamino al museo de la Sociedad Histórica deViborg.

Escuché este relato de sus propios labios, unos meses después, en un bosquepróximoaUpsala,despuésdeunavisitaalabiblioteca,dondenoshabíamos,omejordicho,dondemehabíaburladodelcontratoporelcualDanielSalthenius(mástardeprofesordehebreoenKönisberg)vendíasualmaaldiablo.Anderson,enverdad,noparecíamuydivertido.

—¡Qué muchacho más estúpido!—exclamó, refiriéndose a Salthenius, que alcometer tal imprudencia aún era estudiante—. No se debe invocar a quien no seconoce.

Y cuando yo sugerí las interpretaciones habituales, se limitó a encogerse dehombrosconungruñido.Esamismatardemecontóelepisodioqueacabodereferir,perorehusósacarconclusionesysenegóaopinarsobrelasqueyointentéextraerpormicuenta.

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LACASADEMUÑECAS

—SUPONGOqueustedrecibirábaratijascomoéstaconbastantefrecuencia—dijoMr.Dillet,señalandoconsubastónunobjetoquemásadelantedescribiré.

Cuando lo dijo, mintió y sabía que mentía. Era bastante improbable que Mr.Chittenden,peseasureconocidahabilidadparadescubrirlostesorosmásrecónditosenmediadocenadecondados,pudieraencontrarenlospróximosveinteañosdesuvida,nisiquieraentodasuvida,unsoloespécimendesemejantecalidad.Setratabadelaartimañadeuncoleccionista,yMr.Chittendenloadvirtiódeinmediato.

—¡Baratijascomoésta,Mr.Dillet!¡Perosiesunapiezademuseo!—Bueno,supongoquehaymuseosqueaceptaríancualquiercosa.—Viuna,notanbuenacomoésta,hacealgunosaños—dijopensativamenteMr.

Chittenden—.Peronoesprobablequesepongaenventa;ymedijeronqueexistenalgunasmuydelicadas,construidassobreelagua.No,Mr.Dillet,soyabsolutamentesincerocuandoleaseguroquesiustedmedieraplenospoderesparaconseguirlealgofueradelocomúnydelamejorcalidadposible,yustedsabequeyotengosuficientesoportunidadesparahacerlo,ademásdeunareputaciónquemantener,bueno,sinduda,inmediatamente le mostraría esto, diciéndole: «Es exactamente lo que ustedbuscaba».

—¡Vayadiscurso!—dijoMr.Dillet,golpeandoelpisoconelbastón,amaneradeirónico aplauso—. ¿Y cuánto piensa estafarle por esto al inocente clientenorteamericano?

—¡Oh,nopiensopedirledemasiadoaesecliente,seanorteamericanoono.Vea,el asunto es éste,Mr.Dillet; si yo supiera sólounpocomás sobre la antigüedadyprocedencia…

—Osólounpocomenos—interrumpióMr.Dillet.—Veoquealseñorlegustanlasbromas.Perocomoledecía,sisupierasóloun

pocomássobreestapieza(aunquecualquierapuededarsecuentadequesindudaesgenuinay, por otra parte, desdeque la recibí, nohe permitido amis empleados nisiquieraquelatoquen),indudablementeagregaríaotroceroalprecioestablecido.

—Ycuáles:¿veinticinco?—Sí,siemprequelomultipliqueportres.Setentaycincoesloquepido.—Ycincuentaloqueyoleofrezco—dijoMr.Dillet.Porsupuesto,sellegóaunacuerdo,queconsistióenunasumaequidistanteentre

lasdosanteriores;noimportaexactamentecuál,creoquesesentaguineas.Lociertoes que a lamedia hora el objeto estaba cuidadosamente envuelto, y que una horadespuésMr.Dilletyaselohabíallevadoasucoche.Mr.Chittenden,conelchequeenlamano,leacompañóhastalapuerta,ledespidióconamablessonrisasyregresó,sonrienteaún,alsalóndondesuesposaservíaelté.Sedetuvoenlapuerta…

—Lavendí—dijo.

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—¡Gracias aDios!—dijoMrs. Chittenden, dejando la tetera—. ¿AMr.Dillet,no?

—Sí,aMr.Dillet.—Bueno,prefieroquehayasidoaélynoaotro.—¡Oh!,nosé,querida.Noesmalapersona,despuésdetodo.—Tal vez no, pero no creo que empeore demasiado por llevarse una pequeña

sorpresa.—Bueno,siasí locrees, supongoqueestáenvísperasde recibiruna.De todos

modosnosotrosnolaseguiremospadeciendo,yesoyaesalgo.YMr.yMrs.Chittendensedispusieronatomarelté.Ocupémonos ahora de Mr. Dillet y de su reciente adquisición. Ya habrán

imaginado —gracias al título de este relato— de qué se trataba. Por mi parte,intentarédescribirlalomejorquepueda.

Apenas entraba en el coche, demodo queMr. Dillet tuvo que sentarse con elconductor;además,debieronatravesarlascallesconsumalentitud,pues,aunquesehabíatomadolaprecauciónderellenarconalgodóntodaslashabitacionesdelacasade muñecas, era conveniente evitar las sacudidas para que no sufrieran daños loscentenares de objetos minúsculos que las ocupaban; pese a las precaucionesadoptadas,Mr.Dilletnoveíaelmomentodedejarlaenlugarseguro.Llegó,porfin,asucasa,yCollins,elmayordomo,acudióarecibirlo.

—Venga,Collins, y ayúdeme, pero conmucho cuidado.Nohayque inclinarla.Está llena de objetos pequeños y debemos tratar de moverlos lo menos posible.Veamos,¿dóndelapondremos?—ydespuésdepensarlounmomento—:Porahoralomejoresllevarlaamihabitación.Sobreelescritorio;sí,serálomejor.

Latrasladaron—entremúltiplesindicacionesycuidados—alvastodormitoriodeMr.Dillet,quedabaalacalle.Trasdesenvolverla,quitaronporcompletolafachadayMr.Dilletconsagróunaodoshorasasacarelalgodónyponerenordenelcontenidodelashabitaciones.

Cuando concluyó su aplicada y agradable tarea, fue evidente que habría sidodifícildescubrirunejemplarmásperfectoyseductordecasademuñecasconstruidasegúnprincipiosgóticosdeStrawberryHill[13]queesequeahoradescansabasobreelamplio escritorio de Mr. Dillet, iluminado por el sol de la tarde que penetrabaoblicuamenteportresaltosventanales.

Tenía seis pies de largo, que incluían la capilla u oratorio y el establo, que selevantaban,respectivamente,aizquierdayderechadelcuerpoprincipal.Ésteestabaconstruido,segúndije,enestilogótico:esdecir,lasventanasteníanarcosapuntadosy las coronaban lo que denominan bóvedas de ojiva, con ornamentos y pináculoscomo los que se ven en los doseles de las tumbas erigidas dentro de las iglesias.Absurdas torrecillas,cubiertasporcúpulasartesonadas,custodiabanlosángulos.Lacapillateníapináculosycontrafuertes,unacampanaenlatorreyvitrales.Alquitarlafachadadelacasaquedabanaldescubiertocuatroampliashabitaciones—dormitorio,

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comedor, sala de estar y cocina— provistas con el mobiliario más completo yapropiado.

Elestablodeladerechateníadospisos,consucorrespondientecomplementodecaballos,carruajesypalafreneros,ylocoronabaunacúpulagóticaconsucampanaysureloj.

Ladescripcióndelosobjetosquepoblabanlamansión—sartenes,sillasdoradas,cuadros,alfombras,candelabros,camas,ropablanca,vajilla,cristalesycuberteríadeplata— llevaría, naturalmente, páginas enteras, pero dejaré que la imaginación dellectorseocupedeellos.Sólodiréquelabaseoplanaquesustentabalacasa—quedejaba espacio suficiente para un tramo de escalones que conducían a la puertaprincipal y a una terraza parcialmente cercada por una baranda— poseía varioscajones de escasa profundidad, donde se apilaban con esmero juegos de cortinasbordadas, mudas de ropa para los pequeños habitantes y, en una palabra, todo lonecesario para realizar una infinita gama de variaciones tan deliciosas comoabsorbentes.

—Es la quintaesencia de Horace Walpole; sin duda tuvo algo que ver en suconfección—murmuróMr.Dilletmientrassearrodillabafrentealacasaconéxtasisreverente—.¡Essimplementemaravilloso!Éstees,sinduda,midíadesuerte.Porlamañana, consigo vender por quinientas libras esa vitrina que nuncame importó, ydespués me apropio de esta belleza por una décima parte, a lo sumo, de lo quecostaría en el centro de Londres. ¡Vaya, vaya! Casi temo que ocurra algo quecontrarrestetantabuenasuerte.Detodosmodos,echemosunvistazoalosocupantes.

Y se dedicó, en efecto, a ponerlos en fila delante de él. Nuevamente se mepresenta una buena oportunidad —que muchos sin duda aprovecharían— pararealizaruninventariodelasdiversasindumentarias;yosoyincapazdehacerlo.

AlineadosfrenteaMr.Dilletquedaronuncaballeroyunadama,conatuendosderaso azul y brocado respectivamente, dos niños (varón y hembra), la cocinera, laniñera, un lacayoy los sirvientesde las caballerizas (dospostillones,un cocheroydospalafreneros).

¿Alguienmás?Sí,posiblemente.Una de las camas del dormitorio tenía las cortinas completamente cerradas; a

través de ellas Mr. Dillet tanteó con el dedo. Lo retiró en el acto, pues tuvo lasensacióndehaberpalpadoalgoquesemovíao,talvezmásexactamente,queposeíaciertaelasticidadprovistadeunextrañohálitovital.Descorrióentonceslascortinas,quesedeslizaronsuavementesobresusvarillas,ysacódelacamaaunancianodecabellos blancos, vestido con un largo camisón de lino y un gorro de dormir, paraponerlojuntoalosdemás.Conélcompletólafila.

Seacercabalahoradelacena,demodoqueMr.Dilletcolocóapresuradamentealadamayalosniñosenlasaladeestar,alcaballeroenelcomedor,alossirvientesenlacocinaylosestablosyalancianoensucama.Luegoseretiróasuvestidor;nadasabremosdeélhastaesodelasoncedelanoche.

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Teníalaexcéntricacostumbrededormirrodeadoporalgunosdelostesorosdesucolección.Elampliocuarto,dondeyalohemosvisto,erasudormitorio—elbaño,elarmarioytodoslosadminículosdetocadorestabanenunespaciosocuartocontiguo—,perosucamadedosel, tambiénunavaliosapiezadecolección, sealzabaen laamplia habitación donde solía escribir, leer e incluso recibir visitas. Esa noche seacostóenella,plenamentesatisfecho.

Nohabíaningún reloj depéndulo en las cercanías, ni en las escaleras, ni en elestablo,nisiquieraenlalejanatorredelaiglesia,ysinembargoesindudablequeMr.Dilletfuearrancadodesuplacenterosueñoporelsonidodeunacampanaquedabalauna.

Recibió tal sorpresa que le obligó a permanecer, estupefacto y jadeante, unosminutosenlacama,yluegoasentarse.

No se le ocurrió preguntarse, hasta que llegó la mañana, por qué la casa demuñecas—peseaquenohabíaningunaluzenlahabitación—sedestacabasobreelescritorioconnítidaclaridad.Laevidencialesuperó.Creyóhallarsefrenteaunagranmansióndepiedrablanca,iluminadadeplenoporlalunaestival;talvezlosepararadeellauncuartodemilla,peropodíadistinguircadadetalleconlaprecisióndeunafotografía;larodeabanárbolesqueseerguíanentrelacapillaylacasa.Creyópercibirelfrescoaromadelasnochesdeseptiembre.Escuchó,desdelosestablos,estrépitodepisadasyentrechocardearneses.Comprobó,conunúltimosobresalto,quesobrelacasanoseextendíaeltechodoradodesupropiodormitorio,sinoelprofundoazuldeuncielonocturno.

Había luces, y más de una, en las ventanas; de inmediato advirtió que no sehallabaanteunacasadecuatrohabitacionescuyafachadapodíasacarse,sinojuntoauna mansión con múltiples cuartos y escaleras, ante una auténtica casa, aunqueparecía verla por el extremo opuesto de un telescopio. «Quieresmostrarme algo»,murmuró, y se dispuso a observar con atención las ventanas iluminadas.Deberíanhaber estado cerradas, o con las cortinas corridas, pensó, por lo menos así suelesucederensituacionesnormales;peroenesecasoparticular,nadaleimpedíaverloqueocurríadentrodelashabitaciones.

Había dos cuartos iluminados; uno en la planta baja, a la derecha de la puertaprincipal; el otro en el primer piso, hacia la izquierda. Una luz diáfana surgía delprimero, el otro permanecía casi en penumbra.El del piso bajo era el comedor: lamesa estabapuesta, pero la cenaparecía haber concluido, sólo quedaban el vinoyalgunas copas. Sólo estaban allí el hombre de raso azul y la mujer con traje debrocado; hablaban animadamente, sentadosmuy juntos frente a lamesa, acodadossobreella;acadamomentoseinterrumpían,alparecer,paraescuchar.Unavezélselevantó, llegó hasta la ventana y, después de abrirla, se asomó con actitud atenta.Sobreelaparador,juntoauncandelabrodeplata,habíaunapalmatoriaencendida.Elhombre se alejó de la ventana y, al parecer, también del comedor; la mujerpermaneció allí, con la palmatoria en la mano, sin dejar de escuchar. Tenía la

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expresióndequien luchacon todassus fuerzasparaocultarelpánicoqueamenazainvadirla.Acuñábase tal expresión en un rostromaligno cuyos inexpresivos rasgossólo revelaban astucia. El hombre regresó y le dio un objeto pequeño: luego derecibirlo,ella salióapresuradamentede lahabitación.Tambiénéldesapareció,perosóloporunosminutos.Seabriólapuertaprincipal;élsalióysedetuvoenloaltodela escalinata,mientras observaba a uno y otro lado; luego alzó lamirada hacia lahabitación del primer piso, todavía iluminada, y elevó el puño con un gesto deamenaza.

Ya iba siendo hora de mirar por esa segunda ventana.Mr. Dillet entrevió unacama condosel, una enfermera o sirvienta recostada en su sillón—profundamentedormida,sinduda—yunancianoacostadoenlacama;ésteestabadespierto,ytantosusgestosconvulsivoscomoelgolpeteodesusdedosdenunciabansuansiedad.Seabrió una puerta y el reflejo de una luz hirió el techo; inmediatamente entró lamuerte. Puso la palmatoria sobre unamesa, y acercándose al fuego, despertó a laenfermera.Traíaunabotelladevinodeformasdelicadasyantiguas,yadestapada.Laenfermeralatomóyvertióunpocodelcontenidoenunpequeñorecipientedeplata,le agregó especias y azúcar de unos tarros que había sobre la mesa, y lo puso acalentar.Elanciano,mientrastanto,llamócondébilesseñasalamujer;éstaseacercóconunasonrisa,leaferrólamuñecacomoparatomarleelpulsoyesbozóunamuecadeconsternación.Éllamiróconavidez,yluego,señalandolapuerta,ledijoalgo.Lamujerasintióehizolomismoqueanteshabíahechoelhombre:abriólaspersianasyescuchó, con ademán tal vez exagerado; a continuación, dirigiéndose al anciano,meneólacabeza,yéstepareciósuspirar.

Del recipiente, mientras tanto, brotaba vapor; la enfermera lo vertió en unapequeñatazadeplatacondosasasylollevóalacama.Elancianoquisorechazarlo,perolamujerylaenfermera,inclinándosesobreél,intentaronobligarloabeber.Alfinparecióceder,puesambasmujeres,ayudándoloaerguirse,acercaronelbrebajeasuslabios.Sorbiólamayorparte,ylovolvieronaacostar.Lamujerledeseóbuenasnochesyabandonóelcuarto,llevándoselataza,labotellayelrecipientedeplata.Laenfermeravolvióasusillónyseprodujounintervalodeprofundosilencio.

Elanciano,depronto, se incorporóyacasoprofirióungrito,pues laenfermerasaltó de inmediato del sillón y avanzó hacia la cama. El aspecto del anciano eralamentableyatroz:lacaraenrojecida,contintesvioláceos,losojosfulgurantes,conuna mirada fija y ausente, ambas manos agarrotadas sobre el corazón, los labioscubiertosdeespuma.

Laenfermeralodejósolounmomento;corrióhacialapuerta,laabriódeparenpary,alparecer,pidióayudaagritos;deinmediatoregresójuntoaély,febrilmenteintentó calmarlo, recostarlo, en fin, hacer algo. Pero cuando lamujer, sumarido yvarios sirvientes irrumpieron en la habitación, con rostros aterrados, el anciano sedesprendió de lasmanos de la enfermera y se desplomó sobre la cama; su rostro,antesconvulsoporestertoresdeirayagonía,sedistendióyreposóencalma.

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Minutosmás tarde, las luces de desplazaronhacia la izquierdade la casa, paramostrarun carruaje conhachones encendidosque sedetenía frente a lapuerta.Unhombreconpelucablanca,vestidodenegro,descendióde él conagilidad,y subiórápidamente los escalones, llevando un pequeño cofre de cuero. Lo recibieron elhombreysuesposa;ellaestrujabaunpañueloentrelasmanos,élparecíaesforzarseporconservarlaserenidad.Acompañaronalreciénllegadohastaelcomedor,dondeéste, dejando el cofre con papeles sobre una mesa, escuchó, con la contrariedadpintada en el rostro, cuanto tenían que decirle. Asintió varias veces mientrasescuchaba, agitó ligeramente las manos, rechazando al parecer la invitación aquedarseacenarydormiresanochey,enpocosminutos,descendióconlentitudlasescaleras para introducirse en el carruaje y alejarse por donde había venido. Elhombrevestidodeazulloobservabadesdeloaltodelasescaleras;suanchoypálidorostrosedilatógradualmenteenunarepulsivasonrisa.Laoscuridadcubriólaescenaaldesaparecerlas,lucesdelcarruaje.

PeroMr.Dilletsiguióacostadoensucama;suponía—ynoestabaequivocado—que algomás habría de suceder. Al poco tiempo se iluminó la fachada de la casaaunquedediferenteforma.Habíalucesenotrasventanas:unaproveníadeloaltodelacasaylaotradelahileradevitralesqueadornabanlacapilla.NoesfácilexplicarcómohizoMr.Dillet paramirar a través de estas últimas, pero lo cierto es que lohizo.Elinteriordelacapillaestabatanminuciosamenteamuebladocomoelrestodelacasa,condiminutosalmohadonesrojossobrelosbancos,unsitialparaelcoroenestilogótico,sugaleríaoesteysuórganoconpináculostalladosytubosdeoro.Enelcentro del piso, embaldosado en blanco y negro, se erguía una tarima; altoscandelabrosardíansobresusángulos.Sobre la tarimahabíaunféretrocubiertoconunpañodeterciopelonegro.

Deprontolosplieguesdelpañomortuorioparecieronmoverse,unodesusbordesseelevóycomenzóadeslizarsehaciaatrás;porfinelpañocayóydejóaldescubiertoelféretronegro,consusasasdeplataysuinscripción.Unodelosaltoscandelabrosse inclinó y terminó por caerse. Mejor apartarnos e imitar a Mr. Dillet, quienrápidamentesevolvióparamirarporlaventanailuminadadelprimerpiso,dondeseencontrabanunniñoyunaniñaensuscunas;cercadeellassealzabaunacamacondoselparalaniñera.Éstanoestabaenesemomento,perosílospadres,vestidosdeluto, aunque su proceder no revelaba síntoma alguno de desdicha. Se reían, por elcontrario,yhablabananimadamente,yaentresíoconalgunodelosniños,yvolvíana reír cuando éstos contestaban. El padre salió de puntillas llevándose una túnicablancaquecolgabadeunpercherocercanoalapuerta.Cerrólapuertaasusespaldas.

A los pocos minutos ésta se abrió con lentitud, para dar paso a una cabezaembozada.Unafiguraencorvadaysiniestrasedirigióhacia lascunas;deprontosedetuvo, alzó losbrazosy surgió,por supuesto, elpadre,que reía a carcajadas.Losniñostemblabanaterrorizados;elchicosehabíatapadoporcompletoconlassábanasylaniñahabíasaltadodelacamapararefugiarseenbrazosdesumadre.Alinstante

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los padres procuraron consolarlos; los alzaron y acariciaron, levantaron la túnicablancaparamostrarlesquenoencerrabapeligroalguno,yotrascosasporelestilo;porúltimo,acostaronalosniñosyseretirarondelcuarto,despidiéndosecongestosamables y tranquilizadores. En ese momento entró la niñera y la luz no tardó enapagarse.

Impermutable,Mr.Dilletsiguióobservando.Unaluzdistintadelasanteriores—noeraladeunalámparaniladeunavela—,

unaluzpálidaeimprecisa,comenzóafiltrarseporelmarcodelapuerta,enelfondodelahabitación.AMr.Dilletnoleagradabarecordarloquevioentrarenelcuarto;creequepodríadescribirlocomoalgosemejanteaunarana,perodel tamañodeunhombreyconescasoscabellosblancossobre lacabeza,quepermaneció juntoa lascunas, aunque sólo por unosminutos.Alcanzaron a escucharse, casi en el acto—débiles, como si llegarandemuy lejos, y sin embargo, infinitamente aterradores—unaseriedegritos.

Huboseñalesdegranagitaciónenelinteriordelacasa:lucesqueseencendíanyapagaban, puertas que se abrían y cerraban con violencia, siluetas que desfilabanapresuradamentedetrásdelasventanas.Elrelojdelatorredelestablodiolauna,ynuevamentereinólaoscuridad.

Sólounavezmásvolvióadisiparse,paramostrarlafachadadelacasa.Alpiedelas escalinatas, veíanse dos filas formadas por figuras de negro que sosteníanantorchasencendidas.Acontinuación,másfiguras, tambiéndenegro,descendieronconunpequeñoféretro,ydespuésconotro.Ambasfilasavanzaronensilenciohacialaizquierda,escoltandolosféretrosconsusantorchas.

Las horas de la noche siguieron transcurriendo aunque, le pareció aMr.Dillet,jamáshabíansidotanlargas.Cambiólentamentedeposiciónhastavolveraacostarse,peronopudoconciliarelsueño.Enlasprimerashorasdelamañanamandóllamaralmédico.

Elmédicodiagnosticóunaperturbaciónnerviosayrecomendócomopaliativoelaire del mar. Así, el obediente Mr. Dillet emprendió un sereno viaje a la costaoriental.

Unade lasprimeraspersonasqueencontrófrentealmar fueMr.Chittenden;alparecer,tambiénasuesposalehabíanrecomendadouncambiodeaire.

Mr.Chittenden,alverlo,leobservóconreceloy,porcierto,nosinrazones.—Bueno,nomeasombraverlounpocoalterado,Mr.Dillet.¿Cómo?Estábien,

sí,sindudaseríamásexactodecirterriblementealterado,másaúnsitengoencuentaloquemiesposayyo llegamosa sentir.Pero,a suentender,¿quédebíahaceryo?Unadelasdoscosas:obientiraralabasuraunapiezadecoleccióntanperfecta,obiendecirlesamisdientes:«Bueno,señor,voyavenderlelapuestaenescenadeunantiguodramapalaciego,convidapropiayreal,cuyafunciónempiezaregularmentealaunadelamañana».Entalcaso,¿quémehabríacontestadousted?Sabemuybienlo que hubiese ocurrido: dos jueces de paz en la trastienda, los pobresMr. yMrs.

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Chittenden enmarcha hacia el Asilo del Condado y todos los vecinos en la callecomentando:«¡Ah!,yadecíayoqueesoteníaqueterminarasí.¡También,conloquebebía ese hombre!», y yo a unpaso, o digamos a dos, de ser elmás sobriode losmortales, como bien sabe usted.Apreciará que era una situación realmente difícil.¿Qué?¿Melaquieredevolver?¿Ypiensaustedquevoyaaceptarla?No,tengootrasolución. Le devolveré su dinero, salvo las diez libras que me costó, y despuésarrégleselascomopueda.

Mástarde,enloquedespectivamentesellamala«saladefumadores»delhotel,prosiguióestediálogo,conlamásabsolutareserva.

—¿Quésabeusteddeella,enrealidad?¿Dedóndevino?—Francamente,Mr.Dillet,no losé.Porsupuesto,salióde labuhardilladeuna

casadecampo,perodecuál,queloadivineotro.Loúnicoquepuedeagregaresesto;creoquenohadeestarmuylejosdeaquí.Notengolamenorideadeaquédistanciaoenquédirección,sólomebasoensuposiciones.Elhombrealqueselacomprénoeraunodemisproveedoreshabitualesyjamásvolvíaverlo,perocreoqueéstaerasuzona de trabajó y eso es todo lo que puedo decirle. Pero hay algo que le quieropreguntar, algo que casi literalmente me enferma. Me pregunto si ese hombre(supongoquetambiénustedloviollegarensucarruaje)seráelmédico.¿Austedquéleparece?Miesposacreequesí,peroyoestoyconvencidodequeeraunabogado,porquetraíapapeles,yuno,ésequesacódelcofre,estabalacrado.

—Estoydeacuerdo—dijoMr.Dillet—.Pensándolobien,creoquedebíasereltestamentodelanciano,yapreparadoparaquelofirmaran.

—¡Es justamente lo que pensaba! —dijo Mr. Chittenden—. Y sin duda esetestamentonomencionabaparanadaa lapareja,¿noescierto? ¡Bueno,bueno!Herecibido unamuy buena lección, eso sí.Nunca compraré otra casa demuñecas, nisiquieradesperdiciarédineroencuadros.Encuantoaesodeandarenvenenandoalabuelo…bueno,yomeconozco,nuncametentódemasiado.Viveydejavivir:ésehasidoellemadetodamivida,ytodavíaloencuentromuyapropiado.

Satisfecho con estos elevados sentimientos, Mr. Chittenden se retiró a sushabitaciones. Al día siguiente,Mr. Dillet se dirigió a una institución local, dondeesperabahallaralgunaclavedelenigmaqueloabsorbía.Ansiosamenteexaminóunamplioarchivode laspublicacionesde laSociedaddeCanterburyyYorksobre losRegistrosParroquialesdeldistrito.Ningunodelosgrabadosquecolgabanjuntoalasescalerasoen lospasillos separecíaennadaa la casaquehabíaprotagonizado supesadilla. Desconsolado, se encontró al fin en una habitación secundaria,contemplandounapolvorientareproduccióndeunaiglesiaencerradaenunacajadecristal, también polvorienta.Reproducción de la iglesia de San Esteban, Coxham.GentilezadeJ.Merewether,deIlbridgeHouse,1877ObradesuantepasadoJamesMerewether,muerto en 1786.Algo en el estilo le recordó con nitidez su noche dehorror. Se dirigió hacia un mapa que ya había observado y averiguó que IlbridgeHousesehallabaeneldistritodeCoxham.Coxhameraunadelasparroquiascuyo

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nombrehabíaretenidoalecharunamiradaalarchivoderegistrosimpresos,ynoletomómuchotiempodescubrir,entreéstos,elactadeinhumacióndeRogerMilford,de 76 años, fechada el 11 de septiembre de 1757, y las de Roger y ElizabethMerewether, de9y 7 años, del 19delmismomes.Valía la pena seguir esta pista,aunquefueratanfrágil,yporlatardeseencaminóaCoxham.Enelextremoestedelanavenortedelaiglesia,sealzabalacapilladelosMilford,yenelmuronortesehallaban las lápidas conmemorativas de los miembros de esa familia; a Roger, elmayor, le atribuían todas las cualidades que adornan «al Padre, alMagistrado y alHombre»; la lápida recordatoria había sido erigida por su devota hija Elizabeth,«quiennosobreviviómuchoalamuertedesupadre,tanpreocupadoporsufelicidad,ya ladesusdosgentilesniños».Estaúltimafraseeraobviamenteunañadidoa lainscripciónoriginal.

UnalápidaposteriorrecordabaaJamesMerewether,esposodeElizabeth,«quienenlosalboresdesuvidahabíapracticado,nosinéxito,aquellasartesque,dehaberpreservadoensuejercicio,lehubiesenprocurado,segúnlaopinióndelosjuecesmáscompetentes, el título de Vitruvio británico; pero quien, abrumado por la decisióndivinaqueleprivódesuamanteesposaydesuencantadoradescendencia,pasósujuventudyvejezenunsitioretiradoaunquedigno.Suagradecidosobrinoyherederoconsientequesupiadosaaflicciónsemanifiesteenestabrevesíntesisdetanexcelsasvirtudes».

Máslacónicamenteserecordabaalosniños,ambosmuertosenlanochedel12seseptiembre.

Mr. Dillet tuvo la seguridad de que en Ilbridge House había descubierto elescenariodesudrama.Talvezenalgunaantiguacarpetadebocetos,acasoenalgúnviejograbado,puedahallarmásapropiadasevidencias.PerolaIlbridgeHouseactualnoeslaqueélbuscaba;esunaconstrucciónisabelinadeladécadadeloscuarenta,ladrillorojo,ángulosyornamentosdepiedra.Auncuartodemilla,enunadepresióndel parque, cercadas por viejos árboles estrangulados por la hiedra y cuyas ramassemejanlacornamentadeunciervo,sofocadasporlamaleza,seyerguenlasruinasdeunaterraza.Aúnperduranocasionalesbalaustresdepiedray,cubiertasdehierbasy ortigas, se elevan varias piedras en las que subsisten las huellas de toscosbajorrelieves.Allísehabríalevantado—segúnalguienleinformóaMr.Dillet—unacasamuchomásantigua.

MientrasMr.Dilletsealejabadellugar,elrelojdelamansióndejóoírlascuatro;Mr.Dillet se detuvo, tapándose los oídos.No era la primera vez que escuchaba eltañidodeesacampana.

AlaesperadeunaofertadesdelaotraorilladelAtlántico,lacasademuñecasaúnpermanece, cuidadosamente envuelta, en un desván, sobre las caballerizas de Mr.Dillet,enelmismolugardondeCollinslacolocóeldíaenqueMr.Dilletpartióenbuscadelairedelmar

[14].

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ELMALEFICIODELASRUNAS

15deabrilde190…ESTIMADOseñor:ElConsejodelaAsociación…mesolicitaqueledevuelvaaustedelborradorde

unacomunicaciónsobreLaverdaddelaalquimia,queustedhatenidolabondaddeofrecernos para que sea leída en nuestra próxima reunión, y que le informeque alConsejoleesimposibleincluirlaenelprograma.

Salúdaloatentamente…,secretario.

18deabril.Estimadoseñor:Lamentoinformarlequemiscompromisosmeimpidenconcederleunaentrevista

sobrelacomunicaciónpropuestaporusted.Nuestrasnormasnonospermiten,porlodemás, que usted examine el asunto con unaComisión de nuestroConsejo, segúnustedsugiere.Permítameasegurarlequeeltextoqueustednosenviófuesometidoaunaminuciosaconsideración,yquesólofuerechazadotrasconfiarloaljuiciodeunaautoridad sumamente competente. Creo innecesario añadir que ninguna cuestiónpersonalpuedehaberejercidolamásmínimainfluenciaenladecisióndelConsejo.

Lesuplicoquecreaenmipalabra(utsupra).

20deabril.El secretario de la Asociación… ruega que con todo respeto se informe aMr.

Karswell que le es en absoluto imposible comunicarle el nombre de la persona opersonas a quienes fue sometido el borrador de la comunicación del citado Mr.Karswell; élmismodeclara, por lo demás, su imposibilidadde responder a nuevascartassobreelparticular.

—¿Y quién es ese Mr. Karswell? —preguntó la esposa del secretario. Habíaentrado en su oficina y (demodo acaso injustificable) había recogido la última deesastrescartas,quelamecanógrafaacababadetraer.

—Mira,queridamía,enesteprecisoinstanteMr.Karswellesunindividuomuyencolerizado.Perono sémuchomás sobre él, salvoque es hombrededinero, quevive en Lufford Abbey, Warwickshire, y que es alquimista, al parecer, y quierecontarnos todo lo que sabe del asunto; creo que eso es todo…excepto que nomegustaríaencontrármelohastaquepasenunasdossemanas.Ahora,siestásdispuestaairtedeaquí,yotambiénloestoy.

—¿Y qué hiciste para enfurecerlo de ese modo? —preguntó la esposa delsecretario.

—Lohabitual,querida,lohabitual:mandóelborradordeunacomunicaciónque

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queríaleerenlapróximareunión,yselopasamosaEdwardDunning,casilaúnicapersona en Inglaterra que sabe algo sobre el tema, quien decidió que el texto eraabsolutamente inadmisible, demodoque lo rechazamos.Desde entonces,Karswellmebombardeaconcartas.Loúltimoquepidiófueelnombredelapersonaaquienledimosaleersusdisparates;yavistecuálfuemirespuesta.Peronolocomentes,porfavor.

—Porsupuestoqueno.¿Acasoalgunavezhicealgosemejante?Espero,detodosmodos,queélnoseenteredequefueelpobreMr.Dunning.

—¿ElpobreMr.Dunning?Noséporquélollamasasí;siexisteunhombrefeliz,éseesDunning.Esaficionadoaunmontóndecosas,esdueñodeunacómodacasaytienetodosutiempoasudisposición.

—Sólo quise decir que lamentaría que ese individuo supiera que fue él yempezaraamolestarlo.

—¡Oh!¡Ah,sí!Enesecaso,creoquesíseríaelpobreMr.Dunning.

El secretario y su esposa habían sido invitados a almorzar en casa de unosamigos. Como éstos vivían en Warwickshire, la esposa del secretario ya habíadecididointerrogarlosdiscretamentesobreMr.Karswell.Peroseahorró lamolestiadesacareltema,puesnohabíatranscurridomuchotiempocuandoladueñadelacasalecomentóasumarido:

—EstamañanavialabaddeLufford.Elmaridosilbó.—¿Deveras?¿Yquédiablosletraealaciudad?—Quiénsabe;lovisalirporlapuertadelMuseoBritánicocuandoyopasabapor

allí.Resultó muy natural que la mujer del secretario preguntara si hablaban de un

auténticoabad.—No, de ningúnmodo: sólo se trata de un vecino de nuestra región, que hace

unosañoscomprólaabadíadeLufford.EnrealidadsellamaKarswell.—¿Esamigodeustedes?—preguntóelsecretario,guiñándoleelojoasuesposa.

Lapreguntaprovocóunatorrencialdeclamación.Enrealidad,pocopodíadecirsedeMr.Karswell.Nadiesabíaaquésededicaba:sussirvienteserangentehorripilante;élsehabíainventadounanuevareligiónypracticabaquiénsabequéritosatroces;erahombrefácildeofender,y jamásperdonabaanadie:surostroeraespantoso(así loproclamólaseñora,aunquesumaridofuemásmesurado);jamásrealizabaunabuenaacción,ycualquierinfluenciaqueejercieraeramaléfica.

—Hazle justicia al pobre hombre, querida —interrumpió el marido—. No teolvidesdelafiestaquelesofrecióaloschicosdelaescuela.

—¡Comoparaolvidarla!Mealegrodequelohayasmencionado,porqueloretratadecuerpoentero.Escuchaesto,Florence.ElprimerinviernoqueestuvoenLufford,estevecinoencantadorleescribióalclérigodesuparroquia(noeseldelanuestra,

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peroloconocemosmuybien)yseofrecióparadarlesalosniñosdelaescuelaunasesión de linterna mágica. Dijo que disponía de ciertas novedades que podíaninteresarles.Elpárrocosesorprendióbastante,porqueeltalMr.Karswellnosehabíamostradomuyafectuosoconlosniños…siempresequejabaporqueentrabanensupropiedadsinautorizaciónoalgoporelestilo;pero,porsupuesto,aceptó;fijaronunatarde,ynuestroamigoasistióenpersona,paracerciorarsedequetodoandababien.

Segúnnoscomentómástarde,sialgoagradecíaeraquesushijosnohubiesenido:enrealidad,festejabanalgoennuestrapropiacasa,conotroschicos.PorqueeseMr.Karswell, evidentemente, tenía toda la intención de aterrorizar a esos pobresaldeanitos hasta enloquecerlos, y creo que lo habría conseguido si se lo hubiesentolerado. Comenzó por escenas relativamente mesuradas. Caperucita Roja, porejemplo, y aun entonces, dijo Mr. Farrer, el lobo era tan pavoroso que hubo quellevarse a varios de los niñosmás pequeños; y agregó queMr.Karswell inició surelatoemitiendounruidosemejantealaullidodeunloboalolejos,yqueél jamáshabíaoídonada tanhorrible.Mr.Farrerdijoque todas lasplacasqueexhibióeranmuyhábiles;eranminuciosamenterealistas,yélnoteníaniideadedóndelashabíaconseguido o de cómo las había preparado. Bueno, el espectáculo continuó, y lashistorias fueron cada vez más horripilantes. Los niños, paralizados, estabantotalmentemudos.Alfinal lesmostróunaseriequerepresentabaaunpequeñoquepaseabaporsupropioparque(porLufford,quierodecir)alcaer la tarde.Todoslosniñosreconocieronellugar.Yalpobrechicoloacechaba,yalfinloperseguíayloatrapaba,paradestrozarloomatarlodealgúnmodo,unahorrendacriaturavestidadeblanco,queprimeroseescurríaentrelosárbolesygradualmenteaparecíaconmayornitidez.Mr.Farrerdeclaróqueleprodujounadelaspeorespesadillasdequetuvieramemoria,ymásvalenopensarenelefectoquehayatenidosobreloschicos.Esto,por supuesto, era demasiado. Increpó duramente aMr. Karswell, y le dijo que nopodíacontinuar.Ésteselimitóadecirle:

«—¿Oh,creeustedqueeshoradequeterminemosnuestrapequeñafunciónylosmandemosalacama?¡Muybien!

»Entonces,perdónenmeporladescripción,proyectóotraimagen,dondebullíaunamasijo de serpientes, ciempiés y repugnantes criaturas aladas, y de algún modoprovocó el efecto de que salían de la pantalla para abatirse sobre la audiencia,mientrasseoíaunsecosusurroquepocoapocoenloquecíaalosniños,quienes,porsupuesto, salieron corriendo precipitadamente. Algunos se lastimaron al huir delrecinto,ynocreoqueningunopegaraunojoentodalanoche.Despuésseplanteóunproblemamuygraveenlaaldea.Lasmadres,evidentemente,leechabanbuenapartedelaculpaalpobreMr.Farrery,sihubiesenpodidoatravesarlosportones,creoquelospadreshabríandestrozadotodaslasventanasdelaabadía.Puesbien,éseesMr.Karswell: ése es el abad de Lufford, queridamía, y puedes imaginarte cuánto nosinteresasuamistad.»

—Sí,creoquesialguientienetodaslascaracterísticasdeundelincuentenato,ése

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esKarswell—declaróelanfitrión—.Nomegustaríaquenadieseenredaraconsuspésimoslibracos.

—¿Éseeselhombre,oloconfundoconotro?—preguntóelsecretario,quehacíavariosminutosfruncíaelceñocomosiintentararecordaralgo—.¿ÉseeselhombrequepublicóunaHistoriadelabrujeríahacecosadediezaños?

—Ésees.¿Recuerdaslasreseñasdellibro?—Sinduda.Másaún,conocíalautordelamásincisivadetodas.Ytútambiénlo

conociste:¿teacuerdasdeJohnHarrington?Fuecompañerodeestudiosnuestro.—Sí,porsupuesto.Perocreoquenosupenadadeélapartirdeentonces,hasta

queleílanoticiaacercadelainvestigaciónrelacionadaconsucaso.—¿Investigación?—exclamóunadelasdamas—.¿Quélepasó?—Bueno,loquelepasófuequesecayódeunárbolyserompiólanuca.Peroel

problemaconsistíaenaveriguarquélohabíainducidoasubirahí.Diréquealgorarohabía en ese asunto. Resulta que el hombre (que no era individuo aficionado alatletismoytampocoparecíaunexcéntrico)vuelveunanocheacasaporuncaminoenelcampo(sinvagabundos,ymuyfrecuentadoporlagentedellugar),ysúbitamenteechaacorrercomoloco,pierdeelsombreroyelbastón,yalfintrepaaunárbol(yaunárboldifícildetrepar)quehabíaenlahilerajuntoalseto;cedeunaramaseca,élsecaeyserompeelcuello,yalamañanasiguientelodescubrenexhibiendoensurostro la expresión más aterrada que sea posible imaginar. Era obvio que habíasufrido una persecución. La gente habló de perros salvajes, de fieras escapadas dealgúnzoológico;peroesasconclusionesfueroninconducentes.Esopasóen1889,ycreoquesuhermanoHenry(aéltambiénlorecuerdodeCambridge,aunquetúquizáno) intentó, desde entonces, hallar una pista para explicar lo sucedido. Él, porsupuesto, insiste enquehubopremeditación,perono sé.Esdifícil darse cuentadecómoocurrió.

ElcursodelaconversaciónloscondujounavezmásalaHistoriadelabrujería.—¿Lahojeastealgunavez?—preguntóelanfitrión.—Sí—respondióelsecretario—.Hastalaleí.—¿Eratanmalacomodecían?—Oh,encuantoa formayestilo,eradetestable.Merecía lospalosquerecibió.

Pero, además de eso, era un libromaligno.El individuo creía en cada palabra quedecía,ynomeextrañaríaquehubierapuestoenprácticacasitodassusfórmulas.

—Bueno,yoloúnicoquerecuerdoeslareseñadeHarrington,ytediréque,dehaber sido el autor, habría aplacado para siempremis ambiciones literarias. Jamáshabríavueltoaasomarlacabeza.

—Estaveznoprodujoeseefecto.¡Ah!,peroyasonlastresymedia;tengoqueirme.

Caminodecasa,laesposadelsecretariocomentó:—EsperoqueesehombreespantosonoseenteredequeMr.Dunningtuvoalgo

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queverconelrechazodesucomunicación.—Nocreoquehayaoportunidaddequeseentere—dijoelsecretario—.Dunning

no va a mencionar el caso, pues estos asuntos son confidenciales, y ninguno denosotrostampoco,porlamismarazón.Karswellnopuedeconocersunombre,puesDunningnopublicóaúnnadasobreeltema.ElúnicomodoenqueKarswellpodríadescubrirlo es preguntando a los empleados del Museo Británico quiénes suelenconsultarhabitualmentemanuscritosalquímicos:nopuedoiradecirleacadaunodeellos que nomencione aDunning, ¿verdad? En seguida empezarían a comentarlo.EsperemosqueaKarswellnoseleocurraesemedio.

PeroMr.Karswellnocarecíadeastucia.Hastaaquí,bastecomoprólogo.Unanochecer,esamismasemana,Mr.Edward

Dunning regresaba del Museo Británico —donde se había consagrado a unainvestigación—alacómodaresidenciasuburbanadondevivíasolo,atendidopordosexcelentes mujeres que hacía tiempo que trabajaban para él. Para describirlo, esinnecesario añadir ningún dato a los que ya conocemos. Sigámoslo en su pacíficoregresoalhogar.

Eltrenlodejabaaunaodosmillasdesudomicilio,alqueluegoloacercabauntranvíaeléctrico,cuyaterminaldistabaunastrescientasyardasdelapuertadesucasa.Alsubiraltranvíayaestabacansadodeleer,ylaexiguailuminación,porlodemás,nolepermitíaexaminarsinolosanunciosquehabíafrenteaél,enlasventanillas.Eranatural que los anuncios de esa línea de tranvías fueran objeto de su frecuentecontemplacióny,quizáconlaúnicasalvedaddelenfáticoyconvincentediálogoenquedoscaballerosproclamabanlasbondadesdelassalesdefruta,ningunodeellosinspirabaa la imaginaciónparaejercitarse.Meequivoco:enel rincónmásdistantedel vehículo había uno que no le pareció familiar. Tenía letras azules sobre fondoamarillo, y cuanto pudo leer en él fue un nombre—JohnHarrington—y algo asícomounafecha.Pocointeréspodríatenerparaélaveriguaralgomás,pesealocual,cuandoel tranvíaquedóvacío, su curiosidad lo incitó a correrse enel asientoparaleerlo mejor. Hasta cierto punto se sintió recompensado por su molestia, pues elanunciodiferíadeloshabituales.

Decía así: «En memoria de John Harrington, F. S. A.[15], de The Laurels,Ashbrooke.Fallecidoel18deseptiembrede1889.Seleconcedierontresmeses».

Elvehículosedetuvo.Mr.Dunning,aúnabsortoenlasletrasazulessobrefondoamarillo,sóloseincorporóanteelavisodelcobrador.

—Discúlpeme—dijo—.Estabamirandoesteanuncio;esmuyraro,¿verdad?Elcobradorloleyóconlentitud.—Mire usted. Palabra que no lo había visto. ¿Qué curioso, no? Alguno que

andabaconganasdebromear.Sacóuntrapoyloaplicó,nosinsaliva,alcristalyluegoalaparteexteriordela

ventanilla.—No—dijoalvolver—.Nosepuede.Parecequeestuvierametidoenelcristal,

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comosiformarapartedeél,quierodecir.¿Noleparece,señor?Mr.Dunningloexaminó,lofrotóconelguante,yasintió.—¿Quiénseencargadeestosanunciosyotorgaelpermisoparacolocarlos?Le

agradeceréqueloaverigüe.Mientrastantotomarénotadeloquedice.Seoyóungritodelconductor:—Apúrate,George,tenemosqueirnos.—Está bien, está bien. Aquí tenemos algomuy curioso. ¿Por qué no vienes a

mirarestecristal?—¿Qué tiene el cristal?—dijo el conductor, acercándose—.Aver, ¿yquién es

eseHarrington?¿Dequésetrata?—Haceunmomentopreguntéquiéneselencargadodecolocarestosanunciosen

lostranvías,ydecíaquecorresponderíaaveriguaralgoacercadeéste.—Bueno,señor,esolohacenenlaoficinadelaCompañía,esoes,ycreoquees

nuestro Mr. Timms el que se encarga. Le podemos avisar esta noche, al dejar elservicio,yalomejormañana,siustedhaceestemismotrayecto,lepuedodeciralgo.

Esofueloqueocurrióesanoche.Mr.DunningsetomólamolestiadeaveriguardóndeestabaAshbrooke,ydescubrióqueenWarwickshire.

Al día siguiente volvió a ir a la ciudad. El tranvía (era el mismo) se hallabademasiado repleto por la mañana como para hablar con el cobrador: advirtió, noobstante, que el extraño anuncio ya no estaba.El fin del día añadió al asunto otrotoque demisterio.Mr. Dunning, ya porque perdiera el tranvía, ya porque hubiesepreferidocaminar,llegómuytardeacasa,ytrabajabaensuestudiocuandounadelasdoncellas lo interrumpiópara anunciarlequedosempleadosde la líneade tranvíasteníansumointerésenhablarconél.Esolehizorecordarelanuncio,delcual,segúndijo,casisehabíaolvidado.Loshizoentrar—eranelcobradoryelconductor—yencuantotodoscontaronconalgoparabeber,DunningpreguntóquéleshabíadichoMr.Timmsconrespectoalanuncio.

—Bueno, señor, por esomismo nos tomamos el atrevimiento demolestarlo—dijo el cobrador—.Mr.Timms le dijode todo aquí al amigoWilliam: según él nohabía ningún anuncio de ese tipo, nadie lo había ordenado, pagado, y menoscolocado,ninada,ydijoquenosotrosletomábamoselpeloylehacíamosperdereltiempo. Bueno, le digo yo, si usted piensa eso, Mr. Timms, venga a verlo ustedmismo,ledigo.Claroquesinoestá,ledigo,ustedpuededecirdemíloquequiera.Bueno,medice,vamosaverlo.Ahoravea,señor,eseanuncioestabaallíbienclarito,yconelnombreHarringtontanclarocomolomásclaroqueunopuedeveralgunavez,letrasazulessobrefondoamarillo,y,comodijeyoensumomento,yustedmeescuchó,parecíametidoenelcristal,porqueustedseacordarádequeloquiseborrarconeltrapo.

—Porciertoquesí,lorecuerdoperfectamente.¿Ybien?—Usted dirá y bien, señor, pero amíme parece quemal, porque cuandoMr.

Timms llegó al tranvía con una luz… no, le dijo aWilliam que sostuviera la luz

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afuera.Bueno,nosdice,¿ydóndeestáelfamosoanunciodelquetantohablan?Aquí,Mr.Timms,ledigoyo,señalándoleconlamano.

Elcobradorhizounapausa.—Ybien—dijoMr.Dunning—,supongoquenoestaba.¿Serompió?—¡Romperse!No,quéva…nohabía,créame,nohabíanirastrodelasletras,de

esasletrasazules,enelcristal…enfin,quéquierequeyolediga.Nuncaviunacosaasí.YolepreguntoaquíaWilliamsi…pero,alfinyalcabo,¿dequésirverevolverelasunto?

—¿YquédijoMr.Timms?—Loqueyolehabíadadomotivoparaquedijera:dijodenosotrostodoloque

quiso,ylaverdadesquenopuedoculparlo.Peropensamos,Williamyyo,quecomoustedhabíatomadonotade…bueno…deesasletras…

—Porciertoquelohice,yaúnconservolanota.¿DeseanustedesqueyomismoveaaMr.Timmsparamostrársela?¿Paraesohanvenido?

—¿Quétedije?—dijoWilliam—.Hayquetratarconuncaballero,siesqueunopescaalguno,esoes loqueyodigo.¿Viste,George,queteníarazóncuandotedijequeviniéramos?

—Muybien,William,muybien;nohace faltaquehablescomosimehubierasarrastradohastaaquí.Tehicecaso,¿no?Nosotrosnodeberíamosrobarleeltiempodeestemodo, señor,perosiustedpudiera tenerun rato librepara ira laoficinade laCompañíaporlamañanaydecirleaMr.Timmsloqueustedvio,leestaríamosmuyagradecidos.Ustedverá,noesporqueaunolollamen…bueno,unacosaolaotra,pero, digo yo, si en la oficina se les mete en la cabeza que vimos cosas que noexistían,enfin,unacosallevaalaotra,yencualquiermomento…bueno,ustedyameentiende.

No sin ulteriores elucidaciones de la propuesta, George, llevado por William,abandonólahabitación.

La incredulidad de Mr. Timms (que conocía de vista a Mr. Dunning) fueplenamentemodificada al día siguiente por el testimonio que éste ofreció; ningúnestigmaquemacularalosnombresdeWillliamyGeorgefueasentadoenloslibrosdelaCompañía;perotampocoselogróningunaexplicación.

El interés de Mr. Dunning acerca del asunto subsistió a causa de un singularincidente; al siguiente atardecer, se dirigía al tren desde su club cuando vio a unhombreconunpuñadodefolletosdepropaganda,semejantesalosquelosagentesdeciertas empresasmuy activas distribuyen entre los peatones. La calle escogida poresterepartidornoeramuypropiciaparasusactividades:nohabíanadiey,dehecho,Mr.Dunningnolevioentregarunsolofolletohastaqueélmismopasóporellugaryrecibióunoenlamano;lamanoqueselodiorozólasuya,provocándoleunaespeciede sensación desagradable, pues su ardor y aspereza le parecieron poco naturales.Observóalhombrealpasar,peroobtuvounaimpresióntanconfusaquepormuchoque luego intentórecordarla fueenvano.Caminóconrapidez,yentretanto leechó

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unaojeadaalpapel.Eraunpapelazul,enelqueloatrajo,impresoenmayúsculasdegrantamaño,elnombredeHarrington.Asombrado,sedetuvoybuscósusgafas.Enelactoalguienpasócorriendoylearrebatóelpapelqueyanopudoserrecuperado.Mr.Dunning retrocedió a toda prisa unos pasos, pero no pudo ver ni al que se lohabíadadonialqueseloquitó.

Aldíasiguiente,nadadistraíadesuscavilacionesaMr.Dunningcuandollegóala Sala de Manuscritos Escogidos del Museo Británico y llenó las tarjetas paraconsultarHarley3586yalgunosotrosvolúmenes.Selostrajeronenunosminutos,ycuandodepositabaelquenecesitabaenprimertérminosobreelpupitre,leparecióoírquedetrásdeél susurraban supropionombre.Sevolvióbruscamente,y alhacerlotiró al suelo la carpeta donde guardaba papeles sueltos.No vio a ningún conocido(salvoelencargadodelasala,quelosaludóconungesto)yprocedióarecogerlospapeles.Creíaqueyateníatodosensupoderysedisponíaainiciarsutarea,cuandouncorpulentocaballero, sentadoante lamesaqueestabadetrásdeMr.Dunning,yquesedisponíaamarcharsedespuésdehaber recogidosuspertenencias, le tocóelhombro,diciéndole:

—Permítame.Creoqueestoessuyo—ylealcanzóunospapelesquefaltaban.—Esmío,gracias—dijoMr.Dunning.El hombre no tardó en dejar la sala. Al culminar su tarea de esa tarde, Mr.

Dunning entabló conversación con el encargado y aprovechó la oportunidad parapreguntarlequiéneraesecorpulentocaballero.

—¡Ah!,esunhombrellamadoKarswell—fuelarespuesta—;haceunasemanamepreguntó quiénes eran lasmáximas autoridades en alquimia y, por supuesto, ledijequeustederalaúnicaenelpaís.Verésiundíaselopresento:estoysegurodequeaéllecomplaceráconocerlo.

—¡Ennombredelcielo,nilosueñe!—exclamóMr.Dunning—.Tengoparticularinteréseneludirlo.

—¡Oh,muybien!—dijoelempleado—.Nosueleveniramenudo;nocreoqueustedseencuentreconél.

Esedía,mientrasregresabaacasa,Mr.Dunningmásdeunavezseconfesóasímismo que no aguardaba su velada solitaria con su habitual jovialidad. Le parecíaque una presencia borrosa e imperceptible se había interpuesto entre él y sussemejantes…que se había adueñadode él, por así decirlo.Anhelaba sentarsemuycercade sus compañerosdeviaje, pero la suerte decidióque tanto el tren comoeltranvía estuvieran notoriamente desiertos. El cobrador George estaba pensativo, yparecíaabsortoencálculos relativosa la cantidaddepasajeros.Al llegara sucasahallóalDr.Watson,sumédico,enelumbral.

—Dunning,lamentohaberalteradoelordendesucasa.Susdossirvientasestánhorsdecombat.Dehecho,tuvequemandarlasalhospital.

—¡Diosmío!¿Peroquépasó?—Unaintoxicaciónconptomaína,alparecer.Ustednolasufrió,porloqueveo,

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de otro modo no andaría paseando por ahí. Creo que las dos se repondránperfectamente.

—¡Quéextraño!¿Tieneideadecómosucedió?—Bueno,medijeronquelecompraronaunvendedorambulanteunosmariscos

que comieron en su cena. Es curioso, anduve averiguando, pero ningún vendedorllamóaotrascasasdelbarrio.Nopudeavisarleausted;todavíanovolveránacasa.Vengayceneconmigoestanoche,detodosmodos,yharemoslosarreglosnecesariosparaqueustednotengaproblemas.Alasocho.Tómeloconcalma.

Así pudo obviar una velada solitaria, aunque por cierto a costa de algunosinconvenientes. Mr. Dunning pasó un rato agradable con el médico (que erarelativamentenuevoenlazona)yregresóasusolitariohogaraesodelas11.30.Lanochequepasónoesunaquerecuerdeprecisamenteconsatisfacción.

Yasehabíaacostadoyestabaaoscuras.Pensabasialamañanasiguientelamujerencargadadelalimpiezallegaríalobastantetempranocomoparaproveerlodeaguacaliente; enese instanteescuchóel ruido inconfundibleque lapuertade suestudioemitía al abrirse. No oyó pasos en el corredor, pero ese ruido nada bueno podíaaugurar, puesto que él sabía que esa noche, después de guardar sus papeles en elescritorio, había cerrado la puerta. Fue la vergüenza, más que el valor, lo que loindujoasalirenbataeinclinarsesobrelabarandillaparaprestaratención.Novioluznioyóningúnotroruido;sólosintióunaráfagadeairecálido,oauntórrido,enlaspantorrillas. Retrocedió y decidió encerrarse en su cuarto. Le aguardaban, sinembargo, más inconvenientes. O bien una ahorrativa compañía suburbana habíadecididoque la luz no era necesaria a horas tardías y había cortado la corriente, obien el interruptor no funcionaba; el caso es que no había luz eléctrica. Como esnatural, decidió encender un fósforo, y además consultar su reloj: almenos queríasaber cuántas horas de incomodidad debía soportar.Hurgó debajo de la almohada,dondesolíaguardarlos:enrigor,nollegóatanto.Loquetocófue,deacuerdoconsutestimonio,unaboca,condientesycubiertadepeloy,segúnsudeclaración,noeralabocadeunserhumano.Nocreoquevalgalapenadetallarsusreacciones;lociertoesqueantesdequepudiesesiquieraadvertirloyaestabaenotrocuarto,conelcerrojoechadoa lapuertayeloídoatento.Asípasóel restodeesanoche lamentable,a laesperadequeunsonidoajenoloimportunara:peronadaocurrió.

Sólo después de muchas precauciones y estremecimientos logró aventurarse aregresarasuhabitaciónporlamañana.Afortunadamente, lapuertaestabaabiertaylas persianas levantadas (las sirvientas habían dejado la casa antes de la hora debajarlas);enunapalabra,nohabíarastrosdenadie.Tambiénelrelojestabaensusitiohabitual; todo estaba en su lugar; sólo la puerta del armario estaba abierta, comosiempre.Unallamadaenlapuertadeservicioanuncióaunamujerparalalimpiezaquehabíanpedidolanocheanterior,cuyaentradaenlacasaanimóaMr.Dunningaproseguir sus indagaciones en otros sectores del domicilio. Estas incursionesresultaronigualmenteinfructuosas.

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El comienzo del día era poco propicio.No se atrevió a ir alMuseo: pese a laafirmacióndelempleado,KarswellpodíaapareceryDunningnosesentíaconánimopara enfrentarse a un extraño que acaso le fuera hostil. Su casa le resultabaaborrecible y odiaba tener que recurrir al médico. Un rato lo dedicó a visitar elhospital,dondeloanimóunpocouninformefavorablesobresuamadellavesysudoncella.Alahoradelalmuerzosedirigióalclub,dondeexperimentóciertaalegríaalencontrarseconelsecretariodelaAsociación.Dunning,mientrasalmorzaban, leconfesóasuamigosuspreocupaciones,perosinrevelarlelasquemásloabrumaban.

—¡Mipobreamigo!—comentóelsecretario—.¡Quéinconveniente!Escúchame:nosotrosestamostotalmentesolosencasa.Venconnosotros.¡Sí!Nopongasexcusas:mandatuscosasestatarde.

Dunning apenas pudo poner objeciones: lo dominaba, en efecto, una profundaansiedad,queseagudizóconeltranscursodelashoras,conrespectoaloquepudieraaguardarloesanoche.Casifeliz,seapresuróairasucasaahacerlasmaletas.

Susamigos, cuandopudieronprestarle atención, seasombraronante suaspectoenfermizo,ehicierontodoloposibleporanimarlo.Nofracasarondeltodo,peromástarde, cuando los hombres se retiraron a fumar, Dunning fue presa de suconsternaciónunavezmás.

—Gayton—dijo súbitamente—, creoque ese alquimista sabe que fui yoquienrechazósucomunicación.

Gaytonsilbó.—¿Quétehacepensareso?—preguntó.DunninglerefiriólaconversaciónconelencargadodelMuseoyGaytonnopudo

sinoinferirquelaconjeturaparecíacorrecta.—No es que me importe mucho —prosiguió Dunning—, sólo que si me

encuentroconélpuedeplantearsealgúnproblema.Supongoquetienemalcarácter.La conversación volvió a decaer; Gayton, cada vez más impresionado por la

desolada expresión de Dunning, optó al fin —aunque no sin esfuerzos— porpreguntarlesinrodeossinoloacosabaalgunapreocupaciónseria.

—Memoría por contárselo a alguien—exclamóDunning con alivio—. ¿SabesalgodeunhombrellamadoJohnHarrington?

Gayton,hartoasombrado,se limitóapreguntarleporqué.EntoncesDunning lereveló todas sus experiencias: en el tranvía, en la calle, en su propia casa, laperturbación que aún ahora agobiaba su espíritu; culminó con su pregunta inicial.Gaytonnosupoquéresponderle.AcasolomejorfueracontarlelahistoriadequélesucedióaHarrington,sóloqueDunningestabamuyalterado,lahistoriaeramásbiensiniestrayélnopodíaevitarpreguntarsesilapersonadeKarswellnoentrañabaunaconexiónentreamboscasos.Eraunaconcesióndifícilparauncientífico,peropodíamitigarlamediante la expresión«sugestiónhipnótica».Por findecidió ser cauto ensus respuestas por esa noche; lo consideraría con su mujer. Declaró que habíaconocidoaHarringtonenCambridge,quecreíaquehabíamuertorepentinamenteen

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1889,yañadióciertosdetallessobreelhombreysuobrapublicada.Luegodiscutióelasunto,enefecto,conMrs.Gaytonyésta,talcomoéllohabíaprevisto,suscribióenelactolaconclusiónqueaéllohabíaasediado.FueellaquienlerecordóaHenry,elhermano sobreviviente de JohnHarrington, y quien sugirió que podrían localizarlomediantesusanfitrionesdeldíaanterior.

—A lo mejor está loco de remate —objetó Gayton—. Los Bennett, que loconocieron,nosloconfirmarán.

Mrs.GaytonnocedióysecomprometióaveralosBennetteldíasiguiente.

Es innecesario detallar las circunstancias que condujeron a HenryHarringtonyaDunningaentablarrelaciones.

Pasemos ahora a un diálogo que tuvo lugar entre ambos. Dunning le habíareferido aHarrington el extrañomodo en que se había cruzado con el nombre deldifuntoyademáshabíareveladoalgunasdesusulterioresexperiencias.Luegohabíapreguntado si Harrington, a su vez, estaba dispuesto a enumerar algunas de lascircunstancias a la muerte de su hermano. Es posible imaginar la sorpresa deHarrington;perosurespuestanosehizoesperar.

—John—explicó—sinlugaradudas,devezencuando,sehallabaenunestadodeánimomuyextrañoenlasvariassemanasqueprecedieronalacatástrofe,aunqueno inmediatamente antes de ella. Había varios problemas, el principal es que élpensabaqueloseguían.Sindudaeraunhombreimpresionable,perojamáshabíasidovíctimadetalesfantasías.Nopuedoquitarmedelacabezaquehuboalevosíadepormedio,y loqueustedmecuentadesucasomerecuerdamuchoeldemihermano.¿Creequeexistealgunaconexión?

—Vagamentesemeocurreuna.Medijeronquesuhermanoreseñóunlibroconmucha severidadpoco antesdemorir, yúltimamentemecrucé con el autorde eselibro,encircunstanciasqueaélnoleresultarángratas.

—NomedigaqueelhombresellamabaKarswell.—¿Porquéno?Éseeselnombre,exactamente.HenriHarringtonsereclinóensuasiento.—Esto, ami juicio, es definitivo.Me voy a explicar. Por algo que dijo, estoy

seguro de que mi hermano John comenzaba a creer (aun en contra de su propiavoluntad)queKarswellestabaen la raízdesuproblema.Quiero referirleunhechoquemeparecesignificativo.Mihermanoeramelómanoysolíaasistiraconciertosenlaciudad.Tresmesesantesdesumuerte,volviódeunodeellosymedioelprogramaparaqueloviera.Eraunprogramaanalítico:élsiemprelosguardaba.

»—Éstecasi lopierdo—mecomentó—.Supongoquesemedebehabercaído.Detodosmodos,mientraslobuscabadebajodemiasientoyenmisbolsillos,alguienqueestabacercademímeofrecióésteymedijoque“podíadármelo,puesélnolosguardaba”.Despuésseretiró.Noséquiénera…unhombrecorpulento,bienafeitado.

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Lamentaríahaberloperdido;podíacomprarotro,porsupuesto,peroéstenomecostónada.

»Enotraocasiónmedijoque,tantodurantesuregresoalhotelcomodurantelanoche,sehabíasentidomuymal.Ahoraasocioamboshechos,al recordarlos.Pocodespués, mientras él revisaba esos programas, poniéndolos en orden paraencuadernarlos, descubrió en éste (que yo, pormi parte, apenas habíamirado) unatiradepapelconunainscripciónmuycuriosa(realizadaconsumaprolijidad)enrojoynegro,queparecíaescritaencaracteresrúnicos.

»Caramba—dijo—.Esto ha de pertenecerle ami vecino corpulento. Creo quedeberíadevolvérselo;parecelacopiadealgoque,porlovisto,leinteresaba.¿Cómopodréhallarsudirección?

»Conversamos al respecto y llegamos a la conclusión de que no valía la penaponerunanuncio;lomejorquepodíahacermihermanoerabuscaralhombreenelpróximoconcierto,queseríapronto.Elpapelyacíasobreellibroyambosestábamosjuntoalfuego;eraunatardecerdeverano,frescoyventoso.Supongoqueelvientoabriólapuerta,aunqueyonoloadvertí:elcasoesqueunaráfaga(unaráfagacálida)soplósúbitamente,arrastróelpapelyloarrojóalfuego.Eraunpapelfinoyliviano,queardióenpocossegundos.

»—Bueno—dijeyo—,ahoranopodrásdevolverlo.»Élnorespondióalprincipio,aunqueluegodijodemalhumor:»—Medoycuenta,peronoveoporquédebesinsistirenello.»Observéquesólolohabíadichounavez.»—Sólocuatroveces,querrásdecir—fuesurespuesta.»Recuerdo todo esto con mucha claridad, aunque ignoro el motivo; y ahora

vayamosalgrano.NosésiustedvioellibrodeKarswellquereseñómiinfortunadohermano. No es probable que usted lo haya hecho, pero yo sí, tanto antes comodespuésde sumuerte.Laprimeravez, ambosnosburlamosdeél.Carecíade todoestilo,había incorreccionesen losverbosycuantohacequecualquieruniversitariopongaelgritoenelcielo.Elhombrenohabíadigeridonada;mezclabamitosclásicoscon historias de la Leyenda áurea y con informes sobre costumbres salvajescontemporáneas; todomuy interesante, sinduda, siuno sabemanejarlo,peroélnosabía.ParecíaponerlaLeyendaáureaylaRamadoradaenelmismonivel,ycreerenambas:endefinitiva,unaexhibiciónlamentable.Bueno,despuésdeladesgracia,volvíahojearellibro.Noeramejorqueantes,peroestavezmedejóotraimpresión.Yo sospechaba, según le conté, queKarswell le guardaba rencor ami hermano, einclusivequeenciertomodoeraresponsableporloocurrido;yestelibro,ahora,meparecíaunaobrasiniestra.Antetodomellamólaatenciónuncapítuloenquehablabade “arrojarle las runas” a la gente, ya con el propósito deganar su afecto, yaparadeshacerse de ella…quizás especialmente con el segundo: hablaba del asunto concierta autoridad que delataba, segúnme pareció, un conocimiento real.No perderétiempo en detalles, pero el hecho es que estoy seguro, de acuerdo con mi

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información,dequeelhombredel concierto eraKarswell: sospecho (lo afirmo, enrealidad)queelpapelsí tenía importancia;creoquesimihermanohubiesepodidodevolverlo,hoypodríaestarvivo.Quiero,porlotanto,preguntarlesitieneustedalgoqueañadiracuantoleconté.»

Amodode respuesta,Dunning relatóelepisodiode laSaladeManuscritosdelMuseoBritánico.

—Entonceséllepasóalgunospapeles.¿Ustedlosexaminó?¿No?Pues,siustedlopermite,debemoshacerlodeinmediato,yminuciosamente.

Fueron a la casa, aún desierta, pues las sirvientas todavía no habían vuelto atrabajar.LacarpetadeDunningacumulabapolvosobreelescritorio.Ensu interiorestabanlosfajosdepapelrayadoqueélempleabaparasusnotas;ydeunodeellos,encuantolotomó,sedeslizóunatiradepapelfinoylivianoquecirculóporelcuartoconinquietanteceleridad.Laventanaestabaabierta,peroHarringtonlacerrójustoatiempoparainterceptarelpapel,queaferróenelacto.

—Podría ser idéntico al que recibiómi hermano—dijo—. Cuidado, Dunning;aquíhayunenigmayustedquizácorrapeligro.

Siguió una larga deliberación. El papel fue examinado escrupulosamente. Loscaracteres,talcomohabíadichoHarrington,parecíanrunas,peroningunodelosdospodía descifrarlas, y ambos temían transcribirlas por miedo, según confesaron, aperpetuarelmaleficioqueacasoentrañaran.Anticiparé,pues,quehasidoimposiblediscernirelcontenidodeesecuriosomensaje.TantoDunningcomoHarringtonestánfirmemente convencidos de que su efecto consistía en procurarle al portador unacompañíahartoindeseable.Estuvierondeacuerdoenquehabíaquedevolverloasufuenteoriginariay,porotraparte,enqueloúnicoseguroerahacerlopersonalmente;debían,pues,apelaralingenio,yaqueKarswellconocíaaDunningdevista.Podía,entodocaso,alterarsuaspectoafeitándoselabarba.¿PeroKarswellnoanticiparíaelgolpe?Harringtonpensabaquepodíanpreverlafecha.Sabíalafechadelconciertoenque su hermano había sido «estigmatizado»: 18 de junio. Había muerto un 18 deseptiembre. Dunning le recordó que la inscripción de la ventanilla del tranvíamencionabaunlapsodetresmeses.

—Quizá—añadió,riéndosedealegría—,miemplazamientotambiénseadetresmeses.Creoquepuedodeducirlopormidiario.Sí,lodelMuseofueel23deabril;lafecha, entonces, será el 23 de julio. Ahora bien, le confieso que cuanto puedacontarmeconrespectoalprogresodelasperturbacionesquesufriósuhermanoesdeextremaimportanciaparamí,sinolemolestahablardeello.

—Por supuesto. Bueno, lo que más lo consternaba era la sensación de estarvigiladosiemprequesehallabasolo.Alfindecidídormirensucuarto,locuallehizobien. De todos modos, hablaba mucho en sueños. ¿Acerca de qué? ¿Le pareceprudentecomentarlo,sinesperaraquetodosehayaresuelto?Nolocreo,perolediréesto:enesassemanasrecibiódosenvíosporcorreo,ambosconsellodeLondres,ycon la dirección escrita en caligrafía comercial.Uno era un grabado enmadera de

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Bewick,torpementearrancadodelapágina:mostrabaunsenderoalaluzdelalunayunhombrequecaminaba seguidoporunacriaturadiabólicayatroz.Debajo,habíaunos versos delViejomarinero de Coleridge (supongo que el grabado servía parailustrarlos)sobrealguienque,luegodemiraratrás

prosigue,Ynovuelvelacabeza,PuessabequeunespantosodemonioLosiguepasoapaso[16].

El otro era un calendario, como los que suelen enviar los comerciantes. Mihermanonoleprestóatenciónalguna,peroyoloreviséluegodesumuerteydescubríque,despuésdel18deseptiembre,habíanarrancadotodaslasfechas.Acasoaustedlesorprendasaberqueélsaliósolo lanocheenqueresultómuerto,peroelcasoesque durante los últimos diez días de su vida esa sensación de que lo perseguían ovigilabansehabíadisipado.

Así concluyeron sus deliberaciones. Harrington, que conocía a un vecino deKarswell,creíaqueleseríaposiblevigilarsusmovimientos.CorrespondíaaDunningestar listo para interceptar a Karswell en cualquier momento y mantener el papelseguroyenlugaraccesible.

Sedespidieron.LassemanassiguientesfueronsindudaunadifícilpruebaparalosnerviosdeDunning: labarrera imperceptiblequeparecíaerigirsealrededordeéleldíaenquerecibióesainscripcióncrecióhastaconvertirseenunahoscapenumbraquelo apartaba de cuantos medios podían estar a su alcance para escapar. No tenía anadiecercaparasugerírselos,yparecíadesprovistodetodainiciativa.Aguardó,coninexpresable ansiedad,mientras transcurríanmayo, junio y principios de julio, unaorden de Harrington. Pero en todo ese lapso Karswell permaneció recluido enLufford.

Porfin,menosdeunasemanaantesdelafechaqueéljuzgabacomotérminodesusactividadesterrenales,llegóuntelegrama:«PartedeestaciónVictoria,tren,haciaDover,juevesnoche.Nofalte.Voyestanoche.Harrington».

Esa noche llegó Harrington según lo anunciado e hicieron sus planes. El trenpartía de la estación Victoria a las nueve; su última parada antes de Dover eraCroydon-West.HarringtonlocalizaríaaKarswellenlaestaciónVictoria,ybuscaríaaDunning en Croydon, llamándolo, en caso necesario, por un nombre previamenteacordado.Dunning, disfrazado en lamedida de lo posible, no llevaría etiquetas niinicialesensusmaletas,yatodacostadebíaconservarconsigoelpapel.

NointentarédescribirlaansiedadpadecidaporDunningmientrasesperabaenelandén de Croydon. Durante los últimos días, su sentido del peligro se habíaagudizadoalnotarquelanubequelocercabaeramenosdensa;peroelalivioeraunsíntomaominoso,ysiKarswelllograbaeludirlo,nolequedabaningunaesperanza,y

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habíamuchasposibilidadesdequeKarswellloeludiera.Inclusiveelrumordelviajepodía ser un ardid. Los veinte minutos en que, mientras recorría el andén conimpaciencia, asediaba a cada empleado para interrogarlo sobre la llegada del tren,fueronlosmásamargosdesuvida.Eltren,noobstante,llegó,yHarringtonestabaenlaventanilla.Era importante,sinembargo,queaparentarannoconocerse.Dunning,porlotanto,seinstalóenelotroextremodelvagón,ysólogradualmentesedirigióalcompartimiento que ocupabanHarrington yKarswell.Lo satisfizo, dentro de todo,queeltrenestuvieravacío.

Karswellestabaalerta,peronodemostróreconocerlo.Dunningocupóelasientodiagonalmenteenfrentealsuyoeintentó,envanoalprincipio,yluegoconcrecientedominiodesusfacultades,calcularsusprobabilidadesderealizarelcambiodeseado.Frente a Karswell, y junto a Dunning, había en el asiento una pila de abrigos deKarswell. De nada servía deslizar el papel entre ellos: no estaría seguro, o no sesentiría seguro, si de algúnmodo nomediaban su oferta y la aceptación del otro.Habíaunavalijaabierta,llenadepapeles.¿Podríaocultarla(demaneraqueKarswelldejaraelvagónsinella)yluegohallarlaydevolverla?Concibióqueésteeraunplanpracticable. Le habría gustado consultarlo con Harrington, pero era imposible.Transcurrieronlosminutos.MásdeunavezKarswellseincorporóysalióalcorredor.Lasegundavez,Dunningestuvoapuntodehacercaerlavalijadelasiento,peroenlos ojos de Harrington leyó una advertencia que lo contuvo. Karswell observabadesdeelcorredor,acasoparacomprobarsiamboshombressereconocían.Regresó,pero con evidente inquietud y, cuando se incorporó por tercera vez, despuntó laesperanza,puesalgoresbalódesuasientoycayóalsuelosinhacerruido.Karswellsalióunavezmásysealejódelaventanilladelcorredor.Dunningrecogióloquesehabía caído y comprobó que tenía la salvación en sus manos, en forma de untalonario con bonos de viaje de la agencia Cook. Tales talonarios tienen uncompartimientoenlacubierta;eldeéstenotardóenalbergarelpapelqueyaconoceellector.Paraquelaoperaciónfueramássegura,Harringtonpermanecióenlapuertadel compartimiento, jugueteandocon lapersiana.Lohicieron,y lohicieron justoatiempo,pueseltrenyaentrabaenDover.

En unmomentoKarswell volvió al compartimiento. Dunning, que jamás supocómologródominareltemblordesuvoz,lealcanzóeltalonario.

—Disculpe,señor—ledijo—.Creoqueessuyo.Karswell observó fugazmente el billete que había adentro y al fin ofreció la

esperadarespuesta,mientrasloguardabaensubolsillodelantero:—Sí,esmío,señor;seloagradezcomucho.Aunenlopocosmomentosquequedaban—momentosdetensainquietud,pues

ambos ignoraban en qué podía desembocar un prematuro hallazgo del papel— losdosnotaronqueunacálidaoscuridadparecíainvadirelvagón;queKarswellpadecíaunaextremacrispación;quetomabalapiladeabrigosquehabíafrenteaélylavolvíaa arrojar como si le repugnara; y que se sentabamuy erguidoy los observaba con

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ansiedad. Con inexpresable angustia, ambos se apresuraron a recoger suspertenencias,puescreyeronqueKarswellestabaapuntodehablarcuandollegabanaDover.Eranaturalqueenelcortotrayectoquemediabaentrelaciudadyelmuelleambossalieranalpasillo.

Descendieronenelmuelle,pero tanvacío ibael trenquesevieronobligadosademorarse en el andén hasta queKarswell pasó frente a ellos, acompañado por elmozo, en dirección al barco, y sólo entonces pudieron, libres de todo riesgo,estrecharselamanoyfelicitarse.Dunningestabaapuntodedesvanecerse.Harringtonlo hizo apoyar contra el muro, mientras él avanzaba unos pasos hasta avistar lapasarelaque conducía a la nave, pordonde ahora ascendíaKarswell.A la entrada,alguien le revisó el billete yKarswell, luego, cargado con sus abrigos, entró en elbarco.Súbitamenteelempleadolollamó:

—Discúlpeme,señor,¿elotrocaballeromostrósubillete?—¿Quédiabloesesodelotrocaballero?—vociferóKarswelldesdelacubierta.Elhombreseirguióparaobservarlo.—¿Quédiablo?Porciertoquenolosé—leoyóHarringtondecirseasímismo,y

luegoenvozalta—:Unerrormío,señor;mehabréconfundidoconsuequipaje.Leruegoquemedisculpe.

Luegolecomentóasusubordinado:—No sé si tendría un perro o qué; pero, cosa curiosa, hubiera jurado que no

estabasolo.Bueno,sealoquefuere,tendránqueverloabordo.Yaparte.Lasemanaquevienetendremosalospasajerosquesalendevacaciones.

Aloscincominutos,sóloseveíanlaslucesdelbarcoaladistanciaylalargafiladefarolesqueiluminabanDover;soplabalabrisayhabíaluna.

Durante largo rato, ambos permanecieron sentados en su habitación del LordWarden. Pese aque sumayor ansiedad sehabíadisipado, lesquedabaunaduda, yéstanoeramenor.¿Sejustificabaquehubiesenenviadounhombrealamuerte,comocreíanhaberlohecho?¿Nodebían,almenos,haberleavisado?

—No—dijo Harrington—. Si él es el asesino que yo creo que es, no hemoshecho sino lo que es justo. Aunque, si le parece mejor… ¿pero cómo y dóndeavisarle?

—Se dirigía a Abbeville —dijo Dunning—, por lo que pude observar. Si letelegrafiara a los hoteles que figuran en la Guía Joanne, «Examine su talonario.Dunning»,mesentiríamejor.Hoyes21:aúntieneundía.Perometemoqueyasehainternadoenlapenumbra.

Dejaron los telegramas en la oficina del hotel. Nadie sabe si éstos llegaron adestinoo,en talcaso,si fueroncomprendidos.Sólosesabequeenelatardecerdeldía 23, un viajero inglés, mientras contemplaba la fachada de la iglesia de St.Wulfram, enAbbeville, que estaba en reparaciones, fuemuerto en el acto por unapiedraqueledioenlacabezayquecayódelandamioquerodeabalatorrenoroeste,aunque,segúnsecomprobó,enesemomentonohabíaningúnobreroenelandamio.

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SusdocumentosloidentificaroncomoMr.Karswell.Sólo cabe añadir un detalle. Al subastarse los bienes de Karswell, Harrington

adquirióunvolumencon reproduccionesdeBewick.Lapáginaconelgrabadodelviajeroyeldemonio,talcomoloesperaba,estabamutilada.Algúntiempodespués,HarringtontratóderepetiraDunningalgunasdelaspalabrasquesuhermanodecíaensueños:peroDunningnotardóeninterrumpirlo.

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ELCERCADODEMARTIN

HACE algunos años, estaba alojado yo en casa del rector de una parroquia deloeste,enlaqueposeepropiedadesunasociedadalaquepertenezco.Micometidoerael de inspeccionar una parte de esas tierras, y en la primeramañana demi visita,inmediatamentedespuésdeldesayuno,nosfueanunciadoqueelcarpinterodellugaryencargadogeneral,JohnHill,estabadispuestoaacompañarnos.Elrectorpreguntóqué parte de la parroquia visitaríamos en esa ocasión. Apareció el mapa de lacomarca y, una vez señalado nuestro itinerario, puso él su dedo sobre un puntoconcreto.

—No olvides preguntar a John Hill —dijo el rector— acerca de este cercadocuandolleguenallí.Megustaríasaberquélesdice.

—¿Quédebedecirnos?—inquirí.—Notengolamenoridea—dijoelrector—;enfin,noesqueseaexactamente

así,peroesollenaránuestrotiempohastalahoradelacomida.Yenesemomentolerequirieronsusocupaciones.

Nos pusimos en marcha; John Hill no es un hombre que vaya a guardarsecualquier tipo de información que posea, y es posible saber a través de élmuchascosasinteresantessobrelagentedelazonaysumododehablar.Unapalabrapococorriente, o alguna de la que piense que ha de resultar poco corriente para suinterlocutor,ladeletreará,porlocomún,diciendoa-d-o-b-e,adobe,ycosasparecidas.Sin embargo, no es de interés para mi objetivo registrar la conversación previa anuestrallegadaalcercadodeMartin.Esetrozodetierrallamalaatención,porqueesunadelasparcelasmáspequeñasquealguienpuedallegaraver:unaspocasyardascuadradas,rodeadasportodosladosdesetovivo,ysinpuertaniaccesoalguno.Selotomaríaporelpequeñojardíndeunacasadecampo,abandonadohacetiempo,peronoestácercadelpueblo,ynotienetrazasdehabersidocultivado.Encambio,noestálejosdelacarreterayformapartedeloqueallísellamabrezal,enotraspalabras,unlugaraltodondepastaelganado,recortadoporpradosmásamplios.

—¿Por qué ha sido vallada así esta pequeña parcela?—pregunté, y John Hill(cuya respuesta no puedo transcribir con la exactitud con que querría hacerlo)contestóconsoltura:

—EsoéloquellamamoelcercaodeMartin,señor;hayalgoraroenestepedazode tierra, señor; le dicen el cercao de Martin, señor, M-a-r-t-i-n, Martin. Ustéperdone,pero,¿ledijoelrectorquemepreguntaraeso,señor?

—Sí,asíes.—Ah, ya decía yo, señor. Le estuve contando el caso la semana pasada y se

mostrómuy interesao.A loqueparece,allíestáenterrao un asesino, señor, que sellamaba Martin. El viejo Samuel Saunders, que de joven vivió aquí, en lo quellamamo el Pueblo Sur, señor, contaba una historia muy larga de este asunto, del

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asesinatotremendodeunachicajoven,señor.Lecortaronelpescuezoylatiraronalaguaaquí.

—¿Fueahorcadoporeso?—Sí,señor,fuecolgaoaquímismo,enlacarretera,porloquemehancontao,el

díadelosSantosInocentes,hacecientosdeaños,porsentenciadelhombrealquelediceneljuezsanguinario:terriblementecruelysanguinario,mehandicho.

—¿SellamabaJeffreys?¿Nolorecuerda?—Pudiese ser que fuera… Jeffreys… J-e-f… Jeffreys.Me parece que era, y lo

quemehacontaomuchasvecesMr.SaunderseraacercadecómoesejovenMartin,GeorgeMartin,fueatormentaoporelespiritodelachica,antesdequesesupierasucruelacción.

—¿Cómofueeso,losabeusted?—No, señor, no sé exactamente cómo fue, pero por lo que he oído fue bien

atormentao y también con justicia. El viejo Saunders contaba una historia de unaparadordeaquí,delaPosadaNueva.Porloqueéldecía,elespíritodelachicasaliódeeseaparador,peronorecuerdocómopasó.

ÉstefueelconjuntodedatosbrindadosporJohnHill.Continuamoslainspeccióny,ensumomento,referílooídoalrector.Pudomostrarme,enloslibrosdecuentasdelaparroquia,queen1684sehabíapagadounahorcaysehabíaabiertounatumbaalaño siguiente, ambasdestinadas aGeorgeMartin, pero fue incapazde señalarmeaalguiendelaparroquia—yaSaundershabíamuerto—queestuvieseencondicionesdearrojarluzsobrelahistoria.

Naturalmente,amiregresoalmundodelasbibliotecasllevéacabounabúsquedaen los lugares más evidentes. Parecía que no había informes sobre el juicio. Sinembargo,unperiódicodelaépoca,yunoomásboletinesdenoticiasteníanalgunabrevenota,porlasquesupeque,acausadeunprejuiciolocalcontraelacusado(eradescritocomoun jovencaballerodebuenacondición), lacausahabía sidovistaenLondres y no en Exeter; que Jeffreys había sido el juez del caso y a muerte lasentencia, y que había habido ciertos «pasajes singulares» en las declaracionestestificales. Ninguna otra cosa surgió hasta septiembre de este año. Entonces, unamigoquemesabíainteresadoenJeffreysmeenvióunapáginasacadadelcatálogodeunalibreríadeviejo,dondeseleíalasiguienteentrada:Jeffreys,Juez:Interesantemanuscritoantiguodejuicioporasesinato,yvariosotrostítulos,deloque,paramideleite,inferíquepormuypocoschelinesllegaríaamipoderloqueparecíaserunatranscripción taquigráfica literal del juicio de Martin. Telegrafié pidiendo elmanuscritoymeloenviaron.Eraunvolumenprecariamenteencuadernado,provistodeunaportadaescritaamanoconcaligrafíadelsigloXVIII,lamismaquesehabíautilizadoparaagregarestaaclaración.«Mipadre,quetomaraestasnotasenlacorte,medijoque los amigosdel acusado sehabían interesadoante el juez Jeffreysparaquenosepublicara informealguno;sehabíapropuesto,pues,publicarloélmismo,cuando llegaran tiempos mejores, y lo mostró al reverendo Mr. Glanvil, quien le

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alentó en su propósito con ahínco, pero la muerte sorprendió a ambos antes quelograranllevarloatérmino.»

Añadidas, aparecen las iniciales W. G., y se me advertía que la transcripciónoriginalpudohabersidohechaporT.Gurney,quienfiguracitadoconesasfuncionesenmásdeunjuiciooficialdelaépoca.

Eso fue todo loquepude leer pormímismo.Al cabodepoco tiempo supedealguiencapazdedescifrarlataquigrafíadelsigloXVIIIy,nohacemucho,unacopiamecanografiadadetodoelmanuscritollegóamí.LospasajesqueaquídaréaconocercontribuyenacompletarelesquemamuyimperfectoquesubsisteenlosrecuerdosdeJohnHill y, supongo, deunaodospersonasmásqueviven en el escenariode losacontecimientos.

Elinformecomienzaconunaespeciedeprefacio,cuyoobjetivogeneraleseldedarcuentadequelaversiónnoeslaquefueratomadaenlacorte,auncuandosetratadeuncopiafidedigna,comparadaconlasnotasdeloquesedijo;peroseafirmaqueel escribiente ha incluido algunas «circunstancias notables» que se habían dado aconocerduranteeljuicio,yhaelaboradoestaversiónfieldelconjuntoalaesperadeunmomento favorableparapublicarla;noobstante,no lahabíapuestoenescrituracorrienteparaevitarquepudiesecaerenmanosdepersonasnoautorizadas,yqueél,osufamilia,seviesenprivadosdelbeneficiodeesetrabajo.

Acontinuacióncomienzaelinforme:

Llegóajuicioeljueves19denoviembreestecasodeNuestroSoberanoySeñor,elRey,contraGeorgeMartinEsquire,de(metomolalicenciadeomitirlosnombresdeciertos lugares),alTribunalSuperiordeJurisdicciónCriminalyTraslados,enelOld Bailey[17], y el prisionero, que se hallaba en Newgate[18], fue llevado albanquillo.

OficialdelaCorona.GeorgeMartin,levantadvuestramano—cosaqueélhizo.

De inmediato fue leída la acusación, donde se establecía que el prisionero«sintemordeDiosantelosojos,sinoquémovidoyseducidoporeldemonio,haciaeldía15demayodeltrigésimosextoañodeNuestroSoberanoSeñor,elReyCarlosII,porlafuerzayconarmas,enlaparroquiaantesmencionada,enlapersonadeAnnClark,y contra ella, soltera, natural de esemismo lugar, en la paz deDios y de nuestrocitadoSoberanoSeñorRey,queentoncesyallíreinaban,confeloníaydeliberación,yporlamaliciaantesaludida,cometióunataque,conciertocuchillovaluadoenunpenique,conelquecortóallíyentonceselcuellodelasusodichaAnnClark,delacual herida la susodichaAnnClark allí y entoncesmurió, y arrojó el cuerpo de lasusodichaAnnClarkenciertapozasituadaenlamismaparroquia(ymáscosasqueno se relacionan con nuestro interés), contra la paz deNuestro Soberano Señor elRey,sucoronaysudignidad.»

Entonces,elprisionerosolicitóunacopiadelaacusación.

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Presidente delTribunal (SirGeorge Jeffreys). ¿Quédecís?Sindudavos sabéisqueesonosepermitenunca.Además,aquí tenemos lamásclaraacusaciónqueyohayaoídojamás;notenéismásquedefenderos.

Acusado.Señoría,estimoquehayelementosdejuicioquesurgendelaacusación,y humildemente rogaría a la Corte que me asignara asistencia legal paraconsiderarlos.Además,Señoría,creoqueasísehizoenotrocaso:fueautorizadoelusodeunacopiadelaacusación.

P.delT.¿Quécasofueése?Acusado.Enverdad,Señoría,heestadoenprisióndesdequelleguédelCastillo

deExeter,ynomehasidopermitidacomunicaciónconnadie,nianadieseautorizóparaquemebrindaraasistencia.

P.delT.Pero,pregunto:¿cuálhasidoelcasoquehabéisinvocado?Acusado.Miseñor,nopuedodecirasuSeñoríaconexactitudelnombredelcaso,

peotengoenmentequelohahabidoyconhumildadquiero…P.delT.Estoestáfueradelugar.Deciddequécasosetratayosdiremossienél

hayalgoútilparavos.QueDiososperdone,perohabréisdetenertodoloquelaleyosconcede;noobstante,estoestáencontradelalegalidadydebemoscontinuarconelprocedimientodelacorte.

Fiscalgeneral(SirRobertSawyer).Señoría,rogamosennombredelReyqueselepidaquehagadeclaracionesdeculpabilidadoinocencia.

Oficialdelacorona.¿Soisculpableoinocentedelasesinatodelquehabéissidoacusado?

Acusado.Señoría,humildementepongolosiguienteaconsideracióndelacorte:siahoramedeclaroinocenteoculpable,¿tendrédespuésunaoportunidadderecusarlaacusación?

P.delT.Sí, sí, esovienedespuésdelveredicto,os está reservadoy también loestáqueseosbrindeasistencialegal,siescuestióndederecho,peroloquetenéisquehacerahoraesdeclararosinocenteoculpable.

Despuésdealgúnbreveintercambiodepalabrasconlacorte(cosaextrañaenelcasodeunaacusacióntanclara),elreosedeclaróinocente.

Oficialdelacorona.Acusaciónestablecida.¿Cómoseréisjuzgado?Acusado.PorDiosypormipueblo.Oficialdelacorona.Diososconcedaunveredictojusto.P. del T. Vaya, ¿cómo es esto? Aquí ha habido mucho alboroto acerca de si

debíaisonoserjuzgadoenExeterporvuestropueblo,osertraídoaquí,aLondres,yahorapedísserjuzgadoporvuestropueblo.¿HemosdeenviarosderegresoaExeter?

Acusado.Señoría,creíaqueésaeralafórmula.P.delT.Yloes,hombre.Hehabladoasísóloporhacerunabroma.Bien,quese

tomejuramentoalosmiembrosdeltribunal.

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Se tomó el juramento. Omito los nombres. No hubo oposición por parte delacusadoporque,comoéldijo,noconocíaaningunadelaspersonasconvocadas.Acontinuaciónelreopidióqueseleconcedieraelusodepluma,tintaypapel,aloqueelpresidentedeltribunalreplicó:«Bien,bien,ennombredeDios,queselefacilitetodoeso.»DeinmediatoseentregóaljuradoelalegatohabitualyelcasofueabiertoporelconsejeroadjuntodelRey,Mr.Dolben.

Trasesto,hablóelfiscalgeneral.

—ConlaveniadeVuestraSeñoríay lade losseñoresdel jurado,estoyacargodelcasodelReycontraelreoquecompareceenelbanquillo.Habéisoídoqueestáacusadodeasesinatocometidoen lapersonadeuna joven.Decrímenescomoéstequizápodéispensarquenosonpococomunesy,porcierto,sientodecirlo,enestostiempos,casinoexistehechotanbárbarooantinaturaldelquenotengamosejemploscotidianos.Perodeboconfesarque,enesteasesinatoqueseimputaalacusado,hayrasgosparticularesquelocaracterizancomoloqueesperoquepocasveces,sialgunolohasido,sehayaperpetradoentierrasinglesas.Pues,comohemosdedemostrarlo,lapersonaasesinadaeraunapobremuchachacampesina(entantoqueelprisioneroes persona de posición acomodada) y, además de ello, era una joven a quien laProvidencianohabíaotorgadoelusoplenodesuintelecto,sinoquesetratabadeunserdeesosalosqueporlocomúnsellamainocentesosimples;portanto,unalmaalaquesesupondríaqueuncaballerodelacalidaddelacusadomásbientendríaqueignoraro,dehaberadvertido suexistencia, sermovidoacompadecer sucondicióndesgraciada,antesquealzarlamanocontraelladelaformatanhorrendaybárbaraenqueosdemostraremosquelohizo.

»Ahora,comenzaremosporelprincipio,yosharemosconocerelasuntoporsuorden:haciaNavidaddel añopasado,o sea elde1683, cuandoeste caballero,Mr.Martin,acababadellegardesdelaUniversidaddeCambridgederegresoasupueblonatal,algunosdesusvecinos—afindebrindarlemuestrasdelagentilezadequeerancapaces (dado que su familia es una de las que gozan de buena posición en lacomarca)—,lellevaronaquíyallíparaquepresenciasesuscelebracionesnavideñas,de modo que estuvo él cabalgando de un lado a otro, de una casa a otra, y enocasiones,cuandoelpuntodedestinoestabaalejado,oporalgunaotrarazón(comoladelainseguridaddeloscaminos),seveíaobligadoapasarlanocheenunaposada.Asífueque,undíaodosdespuésdeNavidad,habíallegadoélalaaldeaenqueesajoven vivía con sus padres, y se había alojado en el albergue del lugar, llamadoPosadaNuevaquees,segúnmeheinformado,unacasadebuenareputación.Habíanorganizado allí un baile entre las gentes de la aldea, yAnnClark fue llevada a lafiestaporsuhermanamayor,alparecerparaqueseentretuvieramirando;perodadoque,comohedicho,eradeentendimientodébily,ademásdeello,pocoagraciadadeaspecto,noresultabafácilquetomaseparteactivaenelbaile;demodoquenohabía

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másqueestarsedepieenunrincón.Elprisioneroquecompareceenelbanquillo,alverla,hemosdesuponerqueporvíadebroma,lepidióquebailaraconél.Yapesardeloquesuhermanayotraspersonaspudierandecirleparaadvertirleydisuadiralajoven…

P. del T. Por favor, señor fiscal, no hemos venido aquí a escuchar cuentos defiestasnavideñasquesecelebranenlastabernas.Noquerríainterrumpiros,perosindudatendréisparaexponerasuntosdemáspesoqueéste.Casimeatrevoaasegurarqueacontinuaciónnosdiréishastaeltítulodelapiezaquebailaronallí.

Fiscal. Señoría, no tenemos intención de distraer a la corte con lo que no espertinente, pero consideramos que corresponde dar a conocer cómo comenzó estarelacióninadecuada;encuantoalapiezaencuestión,creo,porcierto,queatravésdenuestraspruebasseveráqueaunesotieneunaincidenciaenesteasunto.

P.delT.Proseguid,proseguid,ennombredeDios,perodispensadnosdetodoloquenoseapertinente.

Fiscal.Sinduda,Señoría,meatendréalcaso.Pero,caballeros,trashaberosdado,comomeloparece,noticiasuficienteacercadeeseprimercontactoentrelavíctimayelprisionero,abreviaréel relatodiciendoquedesdeesemomentoenadelantehubofrecuentesencuentrosentreambos,porquellenabadeilusiónalajovenelhechodehaber entrado en relación (así se lo figuraba) conunpretendiente tan envidiabley,dadoqueélteníalacostumbredepasaralmenosunavezalasemanaporlacalleenque ella vivía, la joven estaba siempre aguardándole; y parece ser que habíanestablecidounaseñal:élsilbabalamelodíaquehabíanbailadoenlataberna;segúnme han informado, se trata de una piezamuy popular en esa región, que tiene unestribillo:«Señora,¿querríaispasear,querríaisconversarconmigo?».

P.delT.Oh,sí, larecuerdo,eraconocidaenmipueblo,enShropshire.¿Verdadqueesalgoasí? (aquísuseñoríasilbóunapartedel tema,cosamuypocopropiayque se podía considerar contraria a la dignidad de la corte, Y así, al parecer, loadvirtió élmismo, porque dijo):—Pero esto está fuera de lugar, y creo que es laprimeravezquehemos tenidopiezasdebaile enesta corte.Lamayorpartede losbailesalosquehemosdadoocasiónsehancelebradoenTyburn[19].(Mirandoalreo,que parecíamuy alterado.) Decíais que la pieza era importante para vuestro caso,señorfiscaly,pormivida,quecreoqueMr.Martinconcuerdaenesoconvos.¿Quéossucedehombre?¡Miráiscomoelactorqueveunfantasma!

Acusado.Señoría,mesorprendeoírlosdatostriviales,lastonteríasqueseaportancontramí.

P.delT.Bien,bien,alseñorfiscalcompetedemostrarsisononotriviales.Perodebodecirosque,siélnoaducenadapeorqueloexpuesto,notenéismuchomotivodeasombro.¿Noseráquehayalgomásenelfondo?Peroproseguid,señorfiscal.

Fiscal. Señoría, caballeros del jurado, todo lo que hemos sometido a vuestraconsideración hasta ahora podréismuy razonablemente verlo como cosa que tieneaparienciadetrivialidad.Y,sindudaalguna,sielasuntonohubieseidomásalládela

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burla hecha por un joven caballero de buena familia a una pobrecita simple, todohabríaestadobien.Peroprosigamos.Podremosafirmarquedespuésdetresocuatrosemanas, el acusado estableció relación con una joven señorita de ese pueblo, unadamaque, en todo sentido, correspondía a su posición, y parecía haber surgido unentendimiento tal, que las apariencias prometían a este hombre una vida feliz yhonesta.Sinembargo,alcabodenomuchotiemposesuponequeesajovenseñorita,sabedoradelabromaquesecomentabaenlacomarcaacercadelprisioneroydeAnnClark, consideró que no sólo había comportamiento impropio por parte delpretendiente,sinodesmedroparaellamismaenqueéltolerasequesunombrefueramotivodehablillasentrelosparroquianosdelastabernas;yasí,sindilaciones,conelconsentimiento de sus padres, la distinguida joven hizo saber al reo que elcompromiso entre amboshabía llegado a unpunto final.Osdemostraremosque altenerconocimientodeestanoticia,elacusadosellenódehondairacontraAnnClark,porconsiderarqueeraellalacausadesudesventura(aunquebienseveíaquenadiesino él mismo debía responder por ello), y que hizo uso de muchas expresionesultrajantesyprofirióamenazascontralainocenteyque,mástarde,enunencuentroconlamuchacha,abusódeellaytambiénlepropinóalgunoslatigazos,peroella,quenoeramásqueunapobrecitaniña,nopudoserapartadadesuapegohaciaél,sinoque iba a su encuentro a menudo, dando testimonio, con gestos y palabrasentrecortadas,delafectoqueletenía,hastaelpuntodeconvertirse—comoéllodijo—enunverdaderoazotedesuvida.Contodo,comolasactividadesqueporentoncesdesarrollabaleobligaranafrecuentarlascercaníasdelacasaenquelavíctimavivía,noleeraposible(ydebuengradocreeríamosquelohubierahechoencasocontrario)evitarelcruzarseconelladecuandoencuando.Tambiéndemostraremosqueésteerael estado de las cosas hasta el 15 demayo del presente año. En ese día,mientrassegún era su costumbre atravesaba a caballo la aldea y veía a la muchacha, elacusado, en lugardepasarde largoa su lado, como lohabíahechoen losúltimostiempos, se detuvo, le dijo algunas palabras, ante las cuales ella parecióextraordinariamentecomplacida,ysemarchó.Trasaqueldía,nosepudohallaraAnnClark en sitio alguno, a pesar de la búsqueda estricta que de ella se hizo. En lasiguienteocasiónenqueel acusadopasóporel lugar, los familiaresde la joven lepreguntaron si sabía algo del paradero de ella, cosa a la que respondió con unanegativaabsoluta.Lafamilialeexpresósutemordeque,perdidossuspocossentidospor las atenciones que él le había dispensado, pudiera la joven haber incurrido enalgúnactotemerariocontrasupropiavida,recordándolecuántasyfrecuentesveceselloslehabíansuplicadoquedesistieradeponersusojosenlamuchacha,temerososdelasdesdichasquedeesopudieranderivarse,aunquetambiéndeaquellosehabíareídoél.Apesardeesecomportamientofrívolo,fuevisibleenelreo,poresosdías,uncambioenelaspectoyactitud,ysedijodeélqueparecíaunhombrepreocupado.Y he aquí que hemos llegado al pasaje que no osaríamos recomendar a vuestraatención, pero que se nos revela como algo fundado en la verdad, y apoyado por

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testimonios dignos de crédito. A nuestro juicio, caballeros, brinda esto un buenejemplodelavenganzaqueDiostomadelasesino,ydecomoÉlpidecuentasporlasangredelinocente.

(Aquíhizounapausaelseñorfiscal,yrevolviósuspapeles:yfuetalcosadignadeatención,paramíyparaotrosmuchos,porquenoerahombrequeseconfundieraconfacilidad.)

P.delT.Puesbien,señorfiscal,¿cuálesvuestrocaso?Fiscal. Señoría, es bien extraño y, en verdad, de todos los casos en que he

intervenido, no puedo traer a mi mente uno similar a éste. Pero para ser breves,caballeros,ospresentaremoseltestimoniodequeAnnClarkfuevistadespuésdeese15demayoydeque,enelmomentoenqueasífuevista,noeraposiblequesetrataradeunserviviente.

(Aquí hubo comentarios y risas del público y la corte pidió silencio;cuandoporfinéstesehizo):

P.delT. Bien, señor fiscal, podríais guardaros este cuento hasta dentro de unasemana; para entonces será Navidad y os resultaría posible aterrar a vuestrascocinerasconel(aestaspalabraselpúblicovolvióareír,ytambiénlohizoelreo,alparecer).PorDios,hombre,¡quéparloteoeselqueestáissoltando:fantasmas,bailesdeNavidady amigosde taberna, y aquí está en juego la vidadeunapersona! (Alreo):—Ya vos, señor, debo haceros saber que no haymuchomotivo para que osmostréistanufano.Nooshantraídoaquíparaesoy,siconozcoalseñorfiscal,tieneélmás cosas en su legajo de las que hayamostrado hasta ahora. Proseguid, señorfiscal. Tal vez no tendría que haber hablado con tanta rudeza, aunque debéisreconocerquevuestraexposiciónesuntantoperegrina.

Fiscal.Nadielosabemejorqueyo,Señoría;peroledaréfincambiandodefrente.Osdemostraré,caballeros,queelcuerpodeAnnClarkfuehalladoenelmesdejunio,en una poza, y que ella había sido degollada; que un cuchillo perteneciente alprisionero fuehalladoenesamismapoza;queélhizoesfuerzospara recuperardelaguadichocuchillo;quelainvestigacióndeljuezpesquisidordiolugaraunveredictocontraelacusadoquecompareceenelbanquilloyque,portanto,éltendríaquehabersidosometidoajuicioenExeter,peroque,presentadaunasúplicaasufavor,envistade que no se podía hallar un jurado imparcial para él en su propio pueblo, se leconcedióestasingularmerceddeunjuicioaquí,enLondres.Yahoracontinuaremos,haciendocompareceranuestrotestigo.

Se probó así la existencia de la relación entre el reo y Ann Clark, y

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tambiénladelainvestigacióndeljuezpesquisidor.Pasoporaltoestapartedeljuicio,yaquenopresentanadadeespecialinterés.

ElsiguientetestigofueSaraArscott.Fiscal.¿Cuálesvuestraocupación?S.SirvoenlaPosadaNuevade…Fiscal.¿Conocéisalprisioneroqueestáenelbanquillo?S.Sí;amenudoibaanuestracasadespuésdelaprimeravezqueestuvoallípara

lasNavidadesdelañopasado.Fiscal.¿ConocíaisaAnnClark?S.Sí,muybien.Fiscal.Servíosdecirnosquéaspectoteníaella.S.Eraunamuchachamuybajaygruesa:noséquéotracosaospodríadecir.Fiscal.¿Erabienparecida?S.No, no lo era en lomásmínimo: era poco agraciada, ¡pobrecilla!Tenía una

carotagorda,unagranpapadacolgante,yuncolortanfeocomoeldeunescuerzo.P.delT.¿Quéeseso,señora?¿Aquédecísqueseparecía?S.Señoría, ospidodisculpas; ciertavezoí al señoritoMartindiciendoque ella

teníalacaradeunescuerzo;yasíera.P.delT.¿Esesoloquehabéisdicho?¿Podéistraducirmeeso,señorfiscal?Fiscal.Señoría,infieroqueesapalabraeslaqueseusaenlaszonasruralespara

referirsealosbatracios.P.delT.¡Oh,unsapo!Bien,adelante.Fiscal. ¿Podéis relatar al tribunal lo que entre vos y el acusado que está en el

banquillosucedióenelpasadomesdemayo?S. Fue así, señor.Serían sobre la nuevede la nochedespués de aquella enque

Ann ya no volvió a casa, y me ocupaba de mis labores en la posada; el únicoparroquianoeraThomasSnell,yhacíauntiempohorrible.ElseñoritoMartinentró,pidió una copa y yo, por hacer una broma, le dije: «Señorito, ¿venís en busca devuestranovia?»;élsearrojócontramí,queyadeseabanohaberdichoesaspalabras.Mequedémuyasombrada,porqueestábamosacostumbradosabromearconélacercadeella.

P.delT.¿Quiénesella?S.AnnClark,Señoría.Aúnnohabíamossabido lasnuevasdelcompromisodel

señoritoconuna jovenseñoritadeotropueblo,porqueen talcasoyohabría tenidomejoresmodales.Demodoquenoledijemás,perocomoestabaunpocoenfadada,mepuseacantar,paramímismapordecirasí,lacanciónqueellosbailaroncuandoseconocieron,porquepenséqueesoibaapicarle.Eralamismaquesilbabaélcuantovenía calle abajo; la he oídomuchas veces: «Señora, ¿querríais pasear, querríaisconversarconmigo?»Yentoncescaíenlacuentadequeteníaqueirabuscaralgoalacocina.Asíquefuiporesoquenecesitaba,ytodoeltiemposeguícantando,yaun

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pocomásaltoyconalgúndescaro.Ycuandoestabaallí,mepareciódeprontoqueoíaaalguienrespondiendodesdefuerade lacasa,peronoestabasegura,porqueelruidodelvientoeramuyfuerte.Asíquedejodecantar,yentonceslooigocontodaclaridad:«Sí,señor,pasearé,conversaréconvos»,yreconocíenesavozladeAnnClark.

Fiscal.¿Cómosabéisqueeralavozdeesajoven?S.Nopodíaequivocarme.Ann teníaunavozhorrible,unaespeciedegraznido,

sobre todo cuando trataba de cantar. Y nadie en el pueblo era capaz de imitarla,aunquemuchoshabíanprocuradohacerlo.Asíquealoírla,mealegré,porquetodosestábamosdeseososdesaberquélehabíapasado,porque,aunqueellaeraunatonta,teníamuybuenadisposiciónyuntratodulce;ydijeparamí,«¡quéniñaésta!¿Oseaqueestásdevuelta,pues?»ycorríalatabernayledijealseñoritoMartin,alpasar,«señorito,yaestádevueltavuestranovia,¿lahagoentrar?»ysinmásfuiaabrirlapuerta;peroelseñoritoMartinmecogiódelbrazo,ymeparecióqueestabafueradejuicio, o pocomenos. «¡Detentemujer, en el nombre deDios!»,me dice, y no sécuántascosasmás,queeraunpurotemblor.Yomeenfadéyledije:«¡Qué!¿Noosalegráisdequeesapobrecillahayaaparecido?»,yllaméaTilomasSnellyledije:«Sielseñoritonomesuelta,abrelapuertatúyhazlapasar».DemodoqueThomasSnellfueyabriólapuerta,conloqueelvientosemetióadentroyapagólasdosvelasquedaban toda la luz que teníamos.El señoritoMartin dejó de sujetarme, creo que secayóal suelo,peroestábamosenteramenteaoscuras,ypasaronunoodosminutosantesqueyoencendieseunaluzotravez;mientrasbuscabalascerillas,noestoymuysegura,perooípasosquesonabansobreelsuelo,ydeloqueestoyseguraesdequeoíquelapuertadelaparadorgrandedelatabernaseabríaysecerraba.Entonces,alencenderotravez lavela,vial señoritoMartinsentadoenunbanco, todopálidoysudoroso,comosisehubiesedesmayado,conlosbrazoscaídosaloscostados;yoibaaacudirensuayuda,perojustoentoncesmepasóbajolosojosalgoqueparecíauntrozodevestidocogidoenlapuertadelaparador,ymevolvióalacabezaesodequehabía oído cómo se cerraba esa puerta.Así que pensé que tal vez alguien hubieseentradoalapagarse la luzysehubieseescondidoenelaparador.Demodoquemeacerqué y eché unamirada; allí había un trozo de capa de lana negra y, justo pordebajo,otropedazodetelamarróndeunvestido:losdosenlapartedeabajo,comosilapersonaquellevabaesaropaestuvieseacurrucadadentro.

Fiscal.¿Quépensasteisqueeraaquello?S.Lotoméporunvestidodemujer.Fiscal. ¿Podéis sugerir aquiénpertenecía? ¿Conocíais a alguienque llevaraun

vestidocomoése?S. Era una tela ordinaria, por lo que pude ver.He visto amuchasmujeres que

llevanesetipoderopaennuestraparroquia.Fiscal.¿SeparecíaalvestidodeAnnClark?S.Ellasolíallevarunvestidocomoése;peroyonopodríadecirbajojuramento

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queeraelvestidodeAnn.Fiscal.¿Hicisteisalgunaotraobservaciónalrespecto?S.Mefijéenqueparecíaestarmuymojado:peroesquehacíamuymaloafuera.P.delT.¿Lotocasteis,señora?S.No,Señoría,medabarepelústocarlo.P.delT.¿Ah,sí?¿Porqué?¿Soistanaprensivaqueosdesagradatocarunvestido

mojado?S.Porcierto,Señoría,quenopuedodecirosconexactitudporqué;sóloquehabía

algorepugnanteyamenazadorenesatela.P.delT.Bien,proseguid.S.EntoncesvolvíallamaraThomasSnell,ylepedíqueseacercaraycogieseala

personaquefueseasalircuandoyoabrieralapuertadelaparador,yledigo:«porquehay unamujer escondida dentro, y quiero saber qué busca».Y en eso, el señoritoMartinsoltóunsollozooungrito,ysaliócorriendodelataberna,hacialaoscuridad,yyosentíquelapuertadelarmarioseabríadesdedentro,mientrasyolasujetabaporfuera, y Thomas Snell me echó una mano, pero aunque procuramos mantenerlacerradacontodasnuestrasfuerzas,seabrióconviolenciahacianosotrosynoscaímosalsuelo.

P.delT.Y,decid,¿quésaliódeallí?¿Unratón?S.No,Señoría,eramásgrandequeunratón,peronopudeverquéera;sedeslizó

muyrápidamenteporelsueloysalióporlapuerta.P.delT.Veamos,veamos,¿quéaspectotenía?¿Setratabadeunapersona?S.Señoría,nopuedodecirloqueera,perocorríamuycercadelsueloyteníaun

coloroscuro.Losdosestábamosasustados,ThomasSnellyyo,peronosdimostodalaprisaquepudimosparacorrerhastalapuerta,quehabíaquedadodeparenpar.Ymiramoshaciaafuera,peroestabaoscuroynopudimosvernada.

P.delT.¿Nohabíahuellassobreelsuelo?¿Quéclasedesuelotenéisallí?S.Son losascubiertasdearena,Señoría,yhabíaun rastrodepisadashúmedas,

peronopudimosaclararnos,niThomasSnellniyo;comoyaoshedicho,hacíaunanochehorrible.

P.delT.Bien,pormiparte—aunqueesbienextrañoloquelatestigocuenta—,noveoquépodéishacerconestetestimonio.

Fiscal. Señoría, hemos citado a la testigo para ilustraros acerca delcomportamiento sospechoso del prisionero tras la desaparición de la víctima; ypedimosaljuradoquetomeestoenconsideración,comoasítambiénlodelavozqueseoyófueradelataberna.

Después el prisionero hizo algunas preguntas nomuy importantes, y secitóalsiguientetestigo,ThomasSnell,queprestódeclaracionesenelmismosentidoqueMrs.Arscottyagrególosiguiente:

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Fiscal.¿PasóalgoentrevosyelacusadoduranteeltiempoenqueMrs.Arscottsehallabafueradelataberna?

Th.Yoteníaunashojasenmibolsillo.Fiscal.¿Hojasdequé?Th.Hojasdetabaco,señor,ymesentíaconganasdefumarunapipa.Demodo

quebusquéunapipasobrelarepisadelachimenea,ycomoahíestabanlashojas,yenvistadequeporundescuidomehabíadejadomicuchilloencasa,yademásnomequedanmuchosdientesparamorderlas,comosuSeñoríaocualquierotrobienpuedenobservarconsuspropiosojos…

P. del T. ¿Pero qué dice este hombre? ¡Al grano, amigo! ¿Creéis que estamossentadosaquíparaobservarvuestrosdientes?

Th.No,Señoría,niyo loquieronivosdebéishacerlo. ¡Diosno lopermita!SéqueSusSeñoríastienenmejoresocupacionesymejoresdientes,nolopondríayoenduda.

P. del T. ¡SantoDios, qué hombre éste! Sí, yo tengo mejores dientes, y así locomprobaréissinoosatenéisalcaso.

Th.Pidoperdónhumildemente,Señoría,peroasíestabalacosa.Ysinsegundas,metoméelatrevimientodepediralseñoritoMartinquemeprestarasucuchilloparacortarmitabaco.Éllobuscóprimeroenunbolsilloydespuésenotro,ynolopodíaencontrar.Yyodigo:«¿Qué?¿Habéisperdidovuestrocuchillo,señorito?»Élseponedepieybuscaotravez,ysesienta,yquégemidosoltóentonces.«¡Diosmío!»,dice,«si lo habré dejado allí». Y le digo: «Pero señorito, parece que no está allí. Si lehubieseispuestoprecio»,ledigo,«podríaishaberloreclamado».Peroestabasentadoahí,secogiólacabezaconlasmanosyparecíaquenoescuchabaloqueyoledecía.YentoncesfuequeMrs.Arscottvolviódelacocina.

Preguntado sobre si había oído una voz cantando fuera de la casa,respondió«no»,perolapuertaquedabaalacocinaestabacerradayelvientosoplabaconmuchafuerza;noobstante,afirmaquenadiepodíaconfundir lavozdeAnnClark.

Entonces,fuellamadoadeclararunniño,WilliamReddaway,deunostreceañosdeedad; tras laspreguntashabituales,hechasporelPresidentedelTribunal,quedóclaroqueconocíaelalcancedeunjuramento.Demodoqueloprestó.Sudeclaraciónsereferíaalosucedidomásomenosunasemanadespués.

Fiscal. Bien, pequeño, no tengas ningún temor: nada te ocurrirá, si dices laverdad.

P.delT.Sí,sidiceslaverdad.Perorecuerda,niño,queestásenpresenciadelgranDiosdeloscielosydelatierra,queposeelasllavesdelinfierno,ydenosotros,quesomos representantesdel reyy tenemos las llavesdeNewgate;y recuerda tambiénqueestáenjuegolavidadeunhombre;yquesidicesunamentira,yporesacausaél

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tieneunmalfin,nohasdesernadamásquesuasesino.Demodoquedilaverdad.Fiscal.Dial jurado loque sabes,explícalo.¿Dóndeestabas lanochedel23de

mayopasado?P.delT. ¡Vaya! ¿Qué sabeunniño comoéste de fechas? ¿Sabesdequedía se

trata,muchacho?W.Sí,Señoría,eraeldíaantesdenuestrafiesta,yyoibaagastarmeseispeniques

enella,yesedíacaeunmesantesdelDíadelaMitaddelVerano.Miembrodeljurado.Señoría,nopodemosoírloquedice.P.delT.Dicequerecuerdaeldíaporqueeslavísperadelafiestadelpuebloyque

teníamediochelínparagastarse.Subidloaesamesa.Bien,niño,¿ydóndeestabastúesedía?

W.Guardandolasvacasenelbrezal,Señoría.

Pero,dadoqueelniñoseexpresabaenunlenguajerústico,suSeñoríanoera capaz de comprenderle por completo, de modo que preguntó si habíaalguienquepudieseservircomointérprete,yseledijoquesehallabapresenteenlasalaelpastordelaparroquia,aquiensetomójuramento,yasícontinuóladeclaracióndeltestigo.Elmuchachodijo:

—Yoestabaenelbrezalsobrelasseis,sentadodetrásdeunasmatasderetama,cerca de una poza; y llegó el acusado con muchas precauciones, mirando a sualrededor,conalgoasícomounapértigalargaenlamano,yseestuvoquietounbuenrato, como si quisiera escuchar algo, y después empezó a remover el agua con lapértiga.Comoyoestabamuycercadelagua—acincoyardasomenos—,oícomosilapértigadieracontraalgoquehizoelruidodeunacosaqueserevuelveenelfango,yelacusadodejócaerelpaloyélmismosearrojóalsuelo,yrodódeunmodomuyraro, tapándose las orejas con las manos, y después de un rato se enderezó y semarchóarastras.

Preguntado sobre si había mantenido alguna comunicación con el acusado,respondió.

—Sí;undíaodosantes,elprisionero,quehabíaoídodecirqueyoibaalbrezalamenudo,mepreguntósihabíavistouncuchilloporallíymedijoquemedaríaseispeniques si lo encontraba. Y le dije que no había visto nada de eso, pero quepreguntaría.Entoncesmedijoquemedaríaseispeniquesparaquenodijeranada,yasílohizo.

P.delT.¿Yfueronesosseispeniqueslosqueteníasparagastarteenlafiestadelpueblo?

W.Asíes,Señoría,sinodisponéisotracosa.Preguntadosobresihabíaobservadoalgoparticularconrespectoalapoza,dijo:—No,comonofuesequehabíaempezadoa tenermuymalolory lasvacasno

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queríanbeberallídesdevariosdíasantes.PreguntadosobresialgunavezhabíavistojuntosalreoyaAnnClark,comenzó

allorarconfuerza,ypasóunlargoratoantesquepudieranhacerlehablarenformainteligible. Por fin, el pastor de la parroquia, Mr. Matthews, logró calmarle y,formulada otra vez la pregunta, dijo que había visto aAnnClark esperando en elbrezal a que el acusado pasara a cierta distancia, varias veces desde las últimasNavidades.

Fiscal.¿Lahasvistodecerca,puedesasegurarqueeraella?W.Sí,estoyseguro.N.delT.¿Porquéestástanseguro,hijo?W. Porque estaba allí brincando y batiendo los brazos como un ganso (al que

denominó con un vocablo típico de los campesinos, pero el pastor explicó que setratabadeunganso).Y,además,ellateníaunafiguraquenopodíaconfundirseconladeningunaotrapersona.

Fiscal.¿Cuándolavisteporúltimavez?

EltestigocomenzóallorardenuevoyseabrazóaMr.Matthews,quienlerogó que no se asustara. Por último, el niño continuó con su relato: un díaantesdelafiestadelpueblo(queeralamismatardedelaquehabíahabladoalprincipio),cuandoelreosemarchó,enmomentosenquecaía lanocheyélestabamuyansiosodevolveracasa,pero temerosodemoverse—no fueracosaqueelacusado leviese—sequedóduranteunosminutosdetrásde lasmatas,mirando la poza; vioque algonegro se alzabadel agua, salía por elbordedelapozamásalejadodelsitioenqueestabaél,ysubíaporlaorilla.Cuando la figura llegó arriba, donde podía verla dibujada contra el cielo,advirtió que se detenía, batía los brazos de arriba abajo, y después corría atoda velocidad en lamisma dirección que había tomado el prisionero.A lasevera y estricta pregunta sobre quién pensaba que podía ser esa figura,respondióbajojuramentoqueteníaquetratarsedeAnnClark.

Acontinuaciónfuellamadoaprestardeclaraciónelamodelniño,quiendijoqueelchicohabíaregresadomuytardeaquellanoche,quehabíarecibidounbuenregañoporello,yquelohabíavistomuyalterado,peronopudoexplicarelmotivo.

Fiscal.Señoría,hemospresentadonuestraspruebasennombredelRey.

De inmediato su Señoría, el Presidente del Tribunal, instó al reo a defenderse,cosaque él hizo, aunquenomuyprolongadamentey conunasmaneras vacilantes,diciendoqueesperabaqueeljuradonolecondenaraamuerteporlasdeclaracionesdeungrupodecampesinosyniñosqueerancapacesdecreercualquiercuentotonto;que ese juicio le había producido muchos contratiempos; aquí le interrumpió el

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Presidente del Tribunal, diciéndole que había gozado de un favor muy especialcuando no se había celebrado el juicio en Exeter, a lo que el prisionero asintió ycorrigió sus palabras, explicando que, desde que fuera llevado a Londres, no sehabíantomadoprecaucionesparaqueélnosevieseinterrumpidooperturbado.AntelocualelPresidentedelTribunalordenóquesecitaraalalguacilyleinterrogóacercade la salvaguarda del prisionero, pero sin hallar nada de particular, excepto que elalguacil declaróqueunguardia lehabía comunicadoquehabíanvistounapersonajuntoalapuerta,osubiendolasescalerashacíaallí,sibiennohabíaposibilidaddequeesapersonaseintrodujeseenlacárcel.Yalposteriorinterrogatorioacercadelaclase de persona de que podía tratarse, el alguacil respondió que no se hallaba encondicionesdehablarsinoporloquelehabíancontado,algoquenoestabapermitidohacer.Alpreguntaralreosisereferíaaeso,contestóqueno,quenadasabíaéldeesehecho, pero que era muy duro que a un hombre no se le permitiera estar en pazcuandosehallabaenjuegosuvida.Sinembargo,seobservóconcuántaprisahabíadadounarespuestanegativa.Demodoqueel reoyanodijomásynoaportóotrostestimonios.AcontinuaciónelFiscalgeneralhablóaljurado.[Deloqueéldijohaytranscripcióncompletay,sielespaciolopermite,extractarélospasajesenquealudea la alegada aparición de la víctima: cita algunas autoridades de tiempos antiguos,comoDecurapromortuisgerenda,desanAgustín(unlibrodereferenciaacercadefenómenos sobrenaturales, favorito de los autores de otras épocas), y también citaalgunos casos que pueden ser consultados en las obras de Glanvil, aunque esténmejortratadosenlasdeLang.Sinembargo,nonosdiceacercadeesoscasosmuchomásdeloquesepuedahallaryaimpreso.]

El Presidente del Tribunal resumió entonces las pruebas para el jurado. Sudiscurso, una vez más, no contiene nada que me parezca digno de cita; pero,naturalmente,semostróimpresionadoporelcaráctersingulardelasdeclaraciones,yaseguróquenuncahabíaoídocosastalesentodossusañosdeexperiencia;peroqueenlaleynohabíanadaquedejaradeladoesaclasedecosas,yquelosmiembrosdeljuradodebíanconsiderarsicreíanonoenaquellostestimonios.

Trasunabrevedeliberación,eljuradodeclaróculpablealprisionero.Deinmediato,sepreguntóaéstesi teníaalgoquedecirquepudiesedemorarla

sentencia,yadujoquesunombreestabamalescritoenlaacusación,yaqueloestabaconi,cuandodebíaserlocony.Perolaalegaciónfuedesechadaporimprocedente,yelFiscal,además,afirmóquepodíaaportarpruebasparademostrarqueelreomismo,algunasveces,habíaescritosuapellidotalcomofigurabaenlaacusación.Comoelprisioneronotuviesenadamásqueaducir,seleleyólasentenciademuerte:unavezencadenado, se le colgaría de una horca cerca del sitio en que fuera cometido elcrimen,ylaejecucióntendríalugareldía28dediciembrepróximo,esdecir,elDíadeInocentes.

A todoesto,envisibleestadodedesesperación,elprisionerocambiódeactitud

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para suplicara suSeñoríaque sepermitieraa sus familiaresverleduranteelbrevetiempodevidaquelerestaba.

P. del T. Accedo de todo corazón, siempre que sea en presencia delguardia. También Ann Clark está autorizada a visitaros, en lo que a mírespecta.

Ante esas palabras, el prisionero estalló y dijo a su Señoría que no usara talespalabrasconél,ysuSeñoría,muyairado,lerespondióquenoabrigabaconsideraciónparalasmanosdecualquierhombrequefueseuncobardeysangrientoasesinosinlosredañosnecesariosparahacersecargodelasconsecuenciasdesusactos.«YesperoenDios»,dijo,«queellaestéconvosnocheydía,hastaquelleguevuestrofin».Elprisionerofuellevadofueradelasalay,mientraspudeverle,ibacomodesvanecido.Lacortesedisolvió.

No puedo por menos de observar que el prisionero; en todo el transcurso deljuicioparecíaestarmásincómododeloqueescorrienteaunencasosdepenacapital;que,porejemplo,mirabaconatenciónhaciaelpúblicoyamenudosevolvíaenunmovimiento brusco; como si alguien le hubiese hablado al oído.También eramuynotableenestejuicioelsilencioqueguardabanlosasistentes,yademás(aunqueellopudiera ser tan sólo un hecho natural, dada la época del año), también lo eran lapenumbra y oscuridad que había en la sala, a la que hubieron de llevar luces nomuchodespuésdelasdosdelatarde,apesardequenohabíanieblaenlaciudad.

No carecía de interés lo que oí tiempo más tarde de labios de unos jóvenesmúsicosquehabíanhechounapresentaciónenlaaldeadelaquehablo:unaacogidamuy fría fue la que se dispensó a la canciónmencionada en este relato, «Señora,¿queréispasear?»Enunaconversaciónque sostuvierona lamañana siguienteconalgunas personas del lugar se vino a advertir que esa canción eramirada con unarepugnancia invencible; no era así, según creían, en la zonanortedel pueblo, peroellos consideraban que traía mala suerte. Sin embargo, nadie tenía ni siquiera lasombradeunaideadeporquésepensabaaquello.

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CORAZONESPERDIDOS

FUE, según creo, en septiembre de 1811 cuando una silla de posta llegó a laspuertas de AswarbyHall, en el corazón de Lincolnshire. En cuanto el carruaje sedetuvodescendió suúnicopasajero, unniño, quemanifestóuna intensa curiosidaddurante los breves instantes que transcurrieron entre el sonar de la campanilla y elabrirse de la puerta principal. Erguíase ante él una casa de ladrillo rojo, alta ycuadrada,construidaenlaépocadelareinaAna,alaquehabíanañadidounpórticodepilaresdepiedra,enelmáspuroestiloclásicode1790.Teníamuchasventanas,altasyestrechas,conpequeñospanelesdecristalygruesosmarcosdemaderablanca.Coronaba el frente un tímpano con una ventana circular, y galerías con curiososventanales, sostenidas por columnatas, comunicaban las alas del edificio con elcuerpo principal. Dichas alas estaban destinadas a los establos y dependencias deservicio, y cada una de ellas culminaba en una cúpula ornamental con una veletadorada.

Laluzdelatardecerheríalafachadayconvertíacadaventanaenunahoguera.Unvastoparqueextendíasefrentea la residenciacubiertoderoblesyorladodeabetosquesedestacabancontraelcielo.Alolejos,losárbolescasiocultabanelcapiteldeuna iglesia,enCuyaveletadorada reverberaba la luzdel sol,ycuyo relojdaba lasseis,mientraselvientodifundíaeldulce tañidode lascampanas.Elniño,mientrasesperaba que le abrieran la puerta, gozaba de la sensación placentera—aunque nodesprovista de cierta melancolía, típica de una tarde otoñal— que transmitía elconjunto.

La silla de posta lo había traído desde Warwickshire, donde, hacía unos seismeses, había quedado huérfano, para que se estableciera enAswarby, gracias a lagenerosainvitacióndesuancianoprimo,Mr.Abney.Nadieesperabaestainvitación,puestoquecuantosconocíanaMr.Abneyloconsiderabanalgoasícomounausteroeremita,encuyametódicavidalallegadadeunniñointroduciríaunelementonuevoyalparecerincongruente.Nadie,enrealidad,sabíamuchosobrelasocupacionesoelcarácter de Mr. Abney. Alguien había escuchado un comentario del profesor degriego de Cambridge, según el cual nadie poseía mayor información sobre lascreencias religiosas de los últimos paganos que el propietario de Aswarby. Subiblioteca,porcierto,congregabacuantovolumenexistenteenaquellahubierasobrelosMisterios, lospoemasórficos,elcultodeMitray losneoplatónicos.Enelhall,embaldosadoenmármol,selevantabaunadelicadaesculturadeMitramatandoauntoro, importada del Levante a elevado precio. Mr. Abney había enviado unadescripción de la misma al Gentleman’s Magazine, y había escrito una serie deinteresantesartículossobrelassupersticionesdelosromanosdelBajoImperioparaelCriticalMuseum. Juzgabáselo, en fin, un hombre consagrado a sus libros, y mássorprendíaasusvecinoselquehubierasabidoalgosobresuprimohuérfano,Stephen

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Elliott,quesuofertadealojarloenAswarbyHall.Pero,almargendeloqueesperabansusvecinos,lociertoesqueMr.Abney—el

alto,delgado,austeroMr.Abney—parecíadispuestoaofrecerasujovenprimounaamable recepción.Encuanto se abrió lapuertaprincipal, el anfitrión se apresuró aabandonarsuestudio,frotándoselasmanoscondeleite.

—¿Cómo estás,muchacho? ¿Cómo estás? ¿Qué edad tienes?—dijo—. Esperoqueelviajenotehayacansadotantocomoparahacerteperderelapetito.

—No,graciasseñor—respondióeljovenElliott—.Estoymuybien.—¡Eresunbuenmuchacho!—dijoMr.Abney—.¿Ycuántosañostienes?Parecíaunpocoraro,enverdad,querepitieradosveceslamismapreguntaenlos

primerosdosminutosdelencuentro.—Prontocumplirélosdoceaños,señor—dijoStephen.—¿Ycuándoes tucumpleaños,querido?Eloncedeseptiembre,¿verdad?Muy

bien,muybien.¿Dentrodecasiunaño,entonces?Megusta,bueno,megustaasentaresosdatosenmilibro.¿Seguroquedoceaños?¿Seguro?

—Sí,señor,completamenteseguro.—¡Bueno,bueno!LléveloalahabitacióndeMrs.Bunch,Parkes,yquetomesu

té,sucena,loquesea…—Sí,señor—asintióelgraveMr.Parkes,ycondujoaStephenaunsectormás

subalternodelacasa.Mrs. Bunch era la persona más cálida y humana que Stephen había conocido

hastaentoncesenAswarby.Lohizosentircomoensucasa;alcuartodehorayaerangrandes amigos, y continuaron siéndolo siempre.Mrs. Bunch había nacido en lasinmediaciones,unoscincuentaycincoañosantesde la llegadadeStephen,yhacíaunosveinteañosquevivíaenesacasa.Porlotanto,sialguienpodíaestaraltantodecuanto sucedíaen la residenciaoeneldistrito, esealguieneraella,quedeningúnmodosenegabaatransmitirsuinformación.

Había, por cierto, cantidad de cosas sobre Aswarby Hall y sus parques queStephen,decarácteraventureroeinquisitivo,deseabaqueleexplicaran.

—¿Quiénconstruyóeltemploqueestáalfinaldelaavenidadelaureles?¿Quiénera el anciano cuyo retrato cuelga sobre la escalera, sentado ante una mesa yapoyandolamanoenunacalavera?

Tales preguntas, y otras similares, hallaban minuciosa aclaración gracias a laprodigiosa capacidad de Mrs. Bunch. Las había, no obstante, que encontrabanrespuestasmenossatisfactorias.

Unatardedenoviembre,Stephenestabasentadojuntoalfuegoenlahabitacióndelamadellavesyreflexionabasobrecuantolerodeaba.

—¿Mr.Abneyesunhombrebueno?¿Iráalparaíso?—preguntódepronto,conesapeculiarconfianzaque losniñosdepositanensusmayoresparaquesolucionenciertosproblemascuyoarbitrio,sesupone,incumbeaotrostribunales.

—¿Siesbueno?¡QueDioslobendiga!—exclamóMrs.Bunch—.¡Elseñoresla

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mejor persona que conozco! ¿Nunca le hablé del pequeño que recogió en la calle,comoquiendice,hacesieteaños?¿Nidelaniña,dosañosdespuésdequeyoentraraasuservicio?

—No,cuénteme,porfavor,Mrs.Bunch,yahoramismo.—Bueno—repusoMrs.Bunch—,delapequeñanomeacuerdomucho.Séqueel

señorlatrajoconsigoalvolverdeunodesuspaseosyleordenóaMrs.Ellis,queporaquelentonceseraelamadellaves,quelediesetodoloquenecesitara.Lapobrecitano tenía a nadie en el mundo (así me lo dijo ella misma) y vivió aquí unas tressemanas.Luego,alomejorporqueteníaenlasvenasalgodesangregitana,ovayauno a saber por qué, desapareció una mañana antes de que nos despertáramos, ydesde entonces nadie encontró el menor rastro de ella. El señor se preocupómuchísimoehizodragar todaslas lagunas,peroparamíquesefueconlosgitanosporquelanochequedesaparecióoímoscancionescercadelacasa,durantecasiunahora,yParkesafirmaquelosescuchógritar todaesa tardeenelbosque.Pobrecita;eraunaniñamuy rara, tancalladayarisca;peroyome llevabamuybienconella.Parecíatandócil…essorprendente.

—¿Yquépasóconelmuchacho?—preguntóStephen.—¡Ah,pobrecito!—contestóMrs.Bunch—.Eraextranjero.Jevanny,sellamaba.

Llegóundíade invierno, tocandounorganillo.Elseñor lo llamóy lehizomuchaspreguntas:quededóndevenía,quecuál era su edad,quecómohabíaviajado,quedóndeestabansusparientes;todoconlamayordelasternuras.Peropasólomismoqueconlaniña.Songenteunpocohuraña,estosextranjeros,creoyo…Desaparecióunamañana,igualquelapequeña.Porquésefueyquésehizodeélfueloquenospreguntamosdurantemásdeunaño.Además,nisiquierasellevósuorganillo.Allíestá,sobreeseestante.

StephendedicóelrestodelatardeainterrogaraMrs.Bunchsobreotrascosasyatratardearrancaralgúnsonidoalorganillo.

Esanochetuvounsueñomuycurioso.Alfinaldelcorredordelpisoalto,dondeseencontrabasudormitorio,habíaunviejocuartodebañoendesuso.Selomanteníacerrado,perolapartesuperiordelapuertateníaunpaneldecristaly,puestoquelascortinasdemuselinaquesolíantaparloyahabíandesaparecido,sepodíadistinguir,almiraratravésdelcristal,unabañeradeplomofijadaalapareddeladerecha,conlacabecerahaciaesaventana.

Lanocheaquealudo,StephenElliottcreyóencontrarseanteelpaneldecristal.Lalunailuminabaelcuartodebañoyélpudoverunaimagenenlabañera.

VioalgocuyadescripciónmerecuerdaloqueyomismotuveocasióndeobservarenlasfamosascriptasdelaiglesiadeSaintMichan,enDublín,queposeenlaatrozcaracterística de preservar los cadáveres de la descomposición durante siglos.Unafigura increíblemente delgada y patética, de un color entre terroso y plomizo,envueltaenalgosimilaraunamortaja,encuyolívidorostroloslabiossecurvabanenunasonrisadébilyespantosa;convulsivamente,apretabalasmanossobreelcorazón.

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Desus labios,mientrasStephen lamiraba, parecióbrotarungemidodistanteycasi inaudible, y sus brazos comenzaron a agitarse. El terror hizo retroceder aStephen,quedespertóparacomprobarque,enefecto,estabadepiesobreelheladopisodemaderadelpasillo,bajolaluzdelaluna.Conunaaudaciapococomúnenunniñodesuedad,seacercóalapuertadelbañoparaverificarsilafiguradesusueñorealmenteestabaallí.Nadavio,yregresóluegoasucama.

Su relato, a lamañana siguiente, impresionó tanto aMrs. Bunch que volvió acolocardeinmediatolacortinademuselinasobrelapuertadelbaño.Mr.Abney,porsuparte,demostróvivointeréscuandoStephenleconfiósusexperienciasduranteeldesayuno,ehizoanotacionesenloqueélllamaba«sulibro».

Se acercaba el equinoccio de primavera y Mr. Abney, que no cesaba derecordárseloasuprimo,añadíaque losantiguossiemprehabían juzgadoesaépocamuycríticapara los jóvenes; lerecomendaba,por lo tanto,quesecuidaramuchoycerraralaventanadesudormitorioporlasnoches;Censorinus,decía,proporcionabavaliosos datos sobre ese tema. En esos días, tuvieron lugar dos incidentes quepreocuparonaStephen.

Elprimeroocurriódespuésdeunanochehartoinquietayopresiva,aunqueélnopudorecordar,aldíasiguiente,ningúnsueñoenparticular.

EsatardeMrs.BuncharreglabalacamisadedormirdeStephen.—¡PorDios, señoritoStephen!—estalló deprontomásbien irritada—. ¿Cómo

puededestrozar así su camisa? ¿Nove el trabajoque tieneque tomarse estapobresirvienta,cosiendoyremendandoporsuculpa?

Laprenda,enefecto,presentabadesgarronesyroturasalparecerinjustificables,que sin duda requerirían, para ser reparados, una aguja muy hábil. Sólo seencontrabanen el lado izquierdodelpecho; se tratabade estríasparalelas, deunasseispulgadasde longitud,yalgunashabíanperforado la tela.Stephen ignorabaporcompleto su origen; estaba seguro, dijo, de que no se encontraban allí la nocheanterior.

—Pero, Mrs. Bunch —agregó—, son exactamente iguales a los arañazos quetienelapuertademidormitorio,enlapartedeafuera.¡Yestoysegurodequenuncatuvenadaqueverconellos!

Mrs.Bunchlemirósorprendida;luegotomóunavela,abandonólahabitaciónysubiólasescaleras.Regresóalospocosminutos.

—Bueno,señoritoStephen—dijo—.Nopuedoexplicarmequiénpudohaceresasmarcasyarañazos.Estándemasiadoaltasparaunperrooungato,ymuchomásparauna rata; parecenhechaspor lasuñasdeun chino, como solía contarnosmi tío, eltraficantedeté,cuandoéramosniñas.Siyofuerausted,miqueridoseñoritoStephen,nolediríanadaalamo;melimitaríaaecharlallavealapuertaalirmealacama.

—Siemprelohago,Mrs.Bunch,encuantorezomisoraciones.—¡Asímegusta,muchacho!Rezatusoracionesynadiepodráhacertedaño.NadamásdijoMrs.Bunchy,hasta lahoradeacostarse,sededicóaarreglar la

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camisa destrozada, tarea que sólo interrumpía para sumirse en hondas reflexiones.Estosucediólanochedeunviernes,enmarzode1812.

La tarde siguiente, la habitual pareja formada por Stephen y Mrs. Bunch seamplió con la súbita presencia deMr. Parkes, elmayordomo, que normalmente semanteníaaparteensuspropiosdominios.NovioaStephen;demostrabadesconciertoyfuemáslocuazquedecostumbre.

—¡Elamodeberíasubirsesupropiovinosiquieretomarloporlanoche!—fueloprimeroquedijo—.Nopiensohacerlomásquealaluzdeldía,Mrs.Bunch.Noséqué sucede;quizá sean rataso elvientoque se filtra en labodega,peroyano soyjovenynopuedosoportarlocomoantes.

—Bueno,Mr. Parkes, usted sabe que esmuy sorprendente que haya ratas aquínadamenos,enAswarby.

—No lo niego, Mrs. Bunch; y para serle franco, varias veces escuché a loshombresdelastillerocontarhistoriassobreunarataquepodíahablar.Nuncalascreíantes,peroestanoche,simehubieserebajadoaapoyarlaorejasobrelapuertadelaceldamásdistante,estoysegurodequehabríaoídoloquedecían.

—¡Oh, Mr. Parkes, qué son esas fantasías! ¡Nada menos que ratas… yconversandoennuestrabodega!

—Estábien,Mrs.Bunch,noquierodiscutirconusted;pero igual lediréquesiusted sedecidea irhasta laceldamásdistanteyaapoyar laoreja sobre lapuerta,comprobaráquetengorazón.

—¡Peroqué tonterías,Mr.Parkes! ¡Ypara colmo lasdicedelantedeunchico!¿NovequevaaasustartantoalseñoritoStephenquelevaaenloquecer?

—¡Qué! ¿El señorito Stephen?—exclamó Parkers, que de pronto reparó en lapresenciadelniño—.ElseñoritoStephensabemuybiencuándobromeoconusted,Mrs.Bunch.

Enefecto,elseñoritoStephenlosabíademasiadobiencomoparacreerqueMr.Parkeshubiesetenidointencionesdegastarunabroma.Sesentíainteresado,nomuyplacenteramente, en el asunto; pero en vano interrogó al mayordomo para que ledetallarasusexperienciasenlabodega.

Así llegamosal24demarzode1812.FueundíadeextrañasexperienciasparaStephen:undíaventosoyturbulento,quecolmabalacasaylosparquesconunavagaimpresióndedesasosiego.Mientras,desdeelseto,contemplabaelparque,leparecióqueuninfatigablecortejodeseresinvisiblessedeslizabajuntoaél,arrastradosporelviento hacia un paraje desconocido, debatiéndose en vanopor aferrarse a algo queimpidierasuvueloylosreintegraraalmundodelosvivos,delquehabíanformadoparte.Despuésdelalmuerzo,Mr.Abneyledijo:

—Stephen, hijo mío, ¿podrás arreglártelas para venir esta noche a mi estudio,alrededor de las once? Hasta entonces estaré ocupado, y quisiera mostrarte algorelacionado con tu futuro, algo que es muy importante que conozcas. No debes

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mencionarlenadaaMrs.Bunchnianingunapersonadelacasa;yserámejorqueteretiresatucuartoalahoradecostumbre.

Unanuevaemociónseagregabaa lavidadeStephen:estar levantadohasta lasonce, oportunidad que él de ningúnmodo dejaría escapar. Esa noche, al subir lasescaleras,miróporlapuertadelabibliotecayviounbrasero—que,segúnrecordaba,siempreestabaenunrincóndelahabitación—colocadojuntoalfuego;habíasobrelamesauncopóndeplata,llenodevinoycercadeélunashojasescritas.Mr.Abneyarrojabaenelbraseroinciensoqueextraíadeunacajadeplata,redonda,ynopareciónotarlapresenciadeStephen.

Elvientosehabíacalmado;eraunaapaciblenochedeplenilunio.Alrededordelasdiez,Stephenmirabaporlaventanaabiertadesudormitorio.Pesealaserenidadde la noche, los enigmáticos pobladores de esos bosques distantes, bañados por laluna, aún no se habían sosegado. De vez en cuando extraños chillidos, como decriaturaserrantesydesesperadas,perforabanlaatmósferacircundante.Talvezfueranlosgritosdelechuzasoavesacuáticas,aunquenoguardabansemejanzaconningúnsonido.¿Acasoseacercaban?Prontoresonaronenlaorillamáspróximaalalaguna,y pocos minutos después parecían conmover los arbustos. Luego cesaron; pero,cuandoStephenibaacerrarlaventanayproseguirlalecturadeRobinsonCrusoe,viode pronto, en el sendero de grava que se extendía entre la casa y los parques, dosfiguras: al parecer, un muchacho y una niña. Permanecían juntos, con los ojoselevadoshacialasventanas.Algoenelaspectodelaniñalerecordóirresistiblementesusueñodelafiguraenelbaño.Elmuchacholeinspirabaunprofundoterror.

La niña permaneció quieta, casi sonriente, con los brazos cruzados sobre elpecho; el muchacho—delgado, cabellos negros, las ropas desgarradas— alzó lasmanosconungestoamenazador,comosi lodominaraunansiavorazeimplacable.Lalunailuminósusmanos,casitransparentes,yStephenadvirtióquelasuñas,quelaluzatravesaba,eranespantosamentelargas.Alelevarlosbrazos,pusoaldescubiertoun espectáculo terrorífico; mostró una negra y profunda herida que le partía elcostado izquierdo del pecho; y Stephen percibió—en su cerebro más que en susoídos— uno de esos ávidos y desolados alaridos que durante el atardecer habíanresonadoenlosbosquesdeAswarby.Laterribleparejasedeslizódeinmediato,sobrela grava, suave y silenciosamente,mientras él la observaba. Presa de un indecibleterror,decidiótomarlavelaydescenderhastaelestudiodeMr.Abney,puesyacasieralahoraacordadaparaelencuentro.Elestudioobibliotecacomunicabaconelhalldeentrada,yStephen,urgidoporeltemor,notardóenllegar.Peroentrarnofuetanfácilcomosuponía.Lapuertanoestabacerrada;deelloestabaseguro,pueslallaveseencontrabaenlapartedeafuera,comodecostumbre;perosusinsistentesgolpesnoobtuvieronrespuesta.Mr.Abneyestabaocupado:seescuchabasuvoz.Pero,¿porqué intentaba gritar?, ¿y por qué el grito se estrangulaba en su garganta? ¿Acasotambiénélhabíavistoalosmisteriososniños?PrevalecióalfinunprofundosilencioylapuertacedióantelosfrenéticosyaterradosgolpesdeStephen.

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SobreelescritoriodeMr.AbneysehallaronciertospapelesgraciasaloscualesStephenElliottpudoaclarar—cuandotuvoedadsuficienteparaentenderlos—todoloocurrido.Transcribolospárrafosmásimportantes:

«Los antiguos (acerca de cuya sabiduría en estos asuntos tengo suficienteexperiencia comopara confiar plenamente en sus afirmaciones) creían con firmezaque, mediante la realización de ciertas operaciones —de naturaleza harto bestial,desdeelpuntodevistadenosotros,loshombresmodernos—,sepuedealcanzarunaextraordinaria expansión de las facultades del espíritu. Por ejemplo: mediante laabsorcióndelaspersonalidadesdeciertonúmerodesemejantes,unindividuopuedeobtener un ascendiente total sobre aquellas categorías de seres espirituales quedominanlasfuerzasprimordialesdeluniverso.

»Regístrase que Simón elMago era capaz de volar, de volverse invisible o deasumir la formaqueescogiera,graciasa lamediacióndelalmadeunmuchachoalcual—paraapelara la injuriosaexpresiónadoptadaporel autorde lasClementineRecognitions— él había “asesinado”. Además, los escritos de Hermes Trismegistoexplicanconminuciosodetalleque losmismos felices resultadospuedenobtenersemediante la absorciónde los corazonesdepor lomenos tres sereshumanos, todosellosmenoresdeveintiúnaños.Dediquélamayorpartedelosúltimosveinteañosacomprobar la veracidad de esta fórmula; elegí como corpora vilia de misexperimentos a personas que pudiesen desaparecer sin que su ausencia llamara laatención.DielprimerpasoeliminandoaunatalPhoebeStanley,unaniñadeorigengitano,el24demarzode1792.Elsiguiente,suprimiendoaunmuchachovagabundo,un italiano llamadoGiovanni Paoli, la noche del 23 demarzo de 1805. La última“víctima”—pararecurriraunvocabloquerepugnaenaltogradoamissentimientos—serámiprimo,StephenElliott,hoy,24demarzode1812.

»Lamejorformadeconseguirunaabsorciónadecuadaesextraerelcorazóndelsujetoaúnconvida, reducirloacenizasymezclardichascenizasconcercadeunapinta de vino rojo, preferiblemente oporto. Será conveniente ocultar muy bien losrestosdeporlomenoslosdosprimerossujetos:uncuartodebañoendesusoounabodega se prestan perfectamente para tal propósito.Acaso se experimenten ciertasmolestias,suscitadasporlapartepsíquicadedichossujetos,alaqueelhablapopulardignificaconelnombredefantasmas.Peroelhombredetemperamentofilosófico(elúnico adecuado para llevar a cabo el experimento) dará escasa importancia a losdébiles esfuerzos que esas criaturas hagan por vengarse. Contemplo con vivasatisfacciónlaexistencialibreyprolongadaqueelexperimento,deteneréxito,hadeconferirme;nosólomecolocarámásalládelaasí llamadajusticiadeloshombres,sinoqueeliminarácasiporcompletohastalaperspectivadelamuertemisma.»

EncontraronaMr.Abneyensusilla,conlacabezahaciaatrásyunaexpresióndefuria,miedoeintolerabledolorpintadaenelrostro.Unprofundotajolelacerabaelpecho,dejandoelcorazónaldescubierto.Nohabíasangreensusmanos,yel largo

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cuchilloqueyacíasobrelamesaestabaperfectamentelimpio.Acasoungatomontés,enfurecido, había causado las heridas. La ventana del estudio estaba abierta y, enopinión del funcionario judicial, Mr. Abney habría hallado la muerte por obra dealgún animal salvaje. Pero el examen de los papeles que acabo de citar condujo aStephenaunaconclusiónhartodiversa.

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CUENTONOCTURNO

EN los libros antiguos, nada esmás comúnque la descripciónde las reunionesinvernales,juntoalfuegodelhogar,enlasquelaancianaabuelanarraauncorrodeniños, suspendidoensus labios,cuento trascuentode fantasmasyhadas,y llenaasus oyentes de un terror placentero. Pero nunca se nos hace saber qué relatos sonesos. Por cierto que oímos hablar de espectros envueltos en sábanas, con ojosprominentes,y—más intriganteaún—de«CabezascalvasyHuesosSangrientos»,(unaexpresiónqueelDiccionarioOxfordtestimoniaporprimeravezen1550),peroelcontextodeestasimágenesestremecedorasescapaanuestroconocimiento.

Aquíhay,pues,unproblemaquedesdehacetiempoatrásmeobsesiona;peronoveomediosdedarleunasoluciónfinal.Lasabuelasancianashandesaparecidoy,enInglaterra, los recopiladores de folclore comenzaron su tarea demasiado tarde paraconservar lamayoríade los relatosdeaquellasviejecitas.Sinembargo,ese tipodecosas no muere con facilidad, y la imaginación, trabajando sobre datos dispersos,puede reproducir el cuadro de una charla nocturna, tal como el deConversacionesnocturnas, deMrs.Marcet, oDiálogos sobre química de Joyce, y La filosofía deandar por casa hace una ciencia seria de algún otro escritor, obra destinada adesaparecer,yaquepretendíaqueelErrorylaSupersticiónfuesensustitutodelaluzdelaUtilidadydelaVerdad.Ylostérminosenquesepinteesecuadropodríanseréstos:

Charles:Papá,creoqueahoracomprendolaspropiedadesdelapalanca,despuésdetugentilexplicacióndelsábado;perodesdeentoncesestoymuyperplejopensandoenelpéndulo,ymehepreguntadoporqué,cuando loparas,el relojnomarchayamás.

Padre: (¡Revoltoso, tú has estado tocando el reloj del salón! ¡Ahoraverás!No,estotienequeseruncomentariofueradelugar,quealguienhacoladoeneltexto.)Bien,hijomío,aunquenoaprueboporcompletotuideadehacer,sinmisupervisión,experimentos que quizá perjudiquen la integridad de un instrumento científicovalioso,tratarédeexplicartelomejorquepuedalosprincipiosdelpéndulo.Tráemeuntrozodecordelfuertedelcajóndemiescritorio,ydilealacocineraqueseatanamabledefacilitarteunadeesaspesasqueusaenlacocina.

Yhastaaquíhemosllegado.¡Quédistintaserálaescenaenunhogarenelquenohayanpenetradotodavíalos

rayosdelaCiencia!Eldueñodelacasa,uncaballero,fatigadoporunalargajornadadecazadecodornices,repletodecomidaybebida,roncaaunladodelachimenea.Su ancianamadre está sentada frente a él, haciendo punto, y los niños (Charles yFanny, no Harry y Lucy, quienes jamás lo hubiesen soportado) se apoyan en lasrodillasdesuabuela.

Abuela:Ahora,niños, tenéisqueportarosmuybienyestaroscallados,paraque

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nodespiertevuestropadre,queyasabéisquépasacuandoesoocurre.Charles:Sí,losé:sepondránegrocomoundemonioynosmandaráalacama.Abuela:(dejalalabordepuntoyhablaconseveridad):¿Quéeseso?¿Noteda

vergüenza, Charles? Ésa no es forma de hablar. Iba a contaros un cuento, pero sidicesesascosas,noloharé.(Gritoscontenidos:«¡Oh,abuela!») ¡Acallar,acallar!¡Ahorasíquehabéisdespertadoavuestropadre!

ElCaballero(lalenguapastosa):Oye,madre,sinopuedesmantenercalladosaloscríos…

Abuela:¡Sí,John,sí!Esterrible.Acabodedecirlesquesivuelvenaalborotar,seiránadormir.

ElCaballerovuelveadormirse.Abuela: Bien, niños, ¿qué os había dicho yo?Tenéis que ser buenos y estaros

tranquilos.Yosdiréquévamosahacer:mañanairéisacogergrosellas,ysitraéisacasaunabuenacesta,osprepararémermelada.

Charles:¡Sí,abuela,haznosmermelada!Yosédóndeestánlasmejoresgrosellas:hoylashevisto.

Abuela:¿Dóndelashasvisto,Charles?Charles:EnesesenderoquesubehastadetrásdelacabañadeCollins.Abuela(dejacaerlalabor):¡Charles!Seacomosea,noteatrevasacogerniuna

solagrosellaenesecamino.¿Nosabes…?Pero,¿cómoibasasaber?Miraenloqueestoypensando.Enfin,recuerdaloquetehedicho.

CharlesyFanny:Pero ¿porqué, abuela? ¿Porquénopodemoscogergrosellasallí?

Abuela: ¡Basta! ¡Basta!Estábien, os lo contaré, peronodebéis interrumpirme.Vamos a ver. Cuando yo era muy pequeña, ese sendero tenía mala fama, aunqueahoralagentenopareceacordarse.Undía—vaya,porDios,silorecuerdocomosifuesehoy—ledijeamipobrecitamadre, a lahorade lacena—eraunanochedeverano—, ledijequehabía salido apasear, yquehabía regresadobajandopor esecamino, y le pregunté por qué había tantas matas de grosellas y de zarzas en unrincóndeesesendero.¡Ah!¡Cómosepuso!Mezamarreóymediounabofetada,ymedice:«Niñatonta,niñatonta,¿noteheprohibidoveintevecesquepusierasunpieenesesendero?Yallátevas,apasearteporlanoche».Siguióasíunrato,yalfinalyo estaba demasiado asustada, demodo que no dije ni una palabra. Pero hice quecomprendieraqueésahabíasidolaprimeravezqueleoíadecireso,yquenoeramásquelaverdad.Entonces,porsupuesto,sintiómuchohabersidotanbruscaconmigo,ypara remediarlo me contó toda la historia después de la cena. Desde entonces hevuelto a oírla amenudo, de labios de los viejos del pueblo, y tengomis razones,además,parapensarquehayalgodeciertoenella.

»Bien, en el extremomás alejado de ese sendero—dejadme pensar, ¿está a laderechao a la izquierda según se sube?A la izquierda—,veréis algunospequeñosarbustos y un suelo pedregoso, algo así comounavieja tapia derruida alrededor, y

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tambiénveréisqueporallícrecenunasmatasdezarzamorasygrosellas,oalmenoscrecían antes, porquehace añosquenovoypor allí.Eso significaque en ese sitiohubounacabaña,desdeluego,yenesacabaña,muchoantesdequenacierayo,vivíaunhombre llamadoDavis.Heoídodecirquenoeravecinodeestaparroquia,yesverdadquenadiedeesenombrehavividoporaquídesdequeyorecuerdoel lugar.Pero,seacomosea,aquelMr.Davisvivíamuyapartado,yraravezibaalataberna;tampoco trabajabaparaningunode losgranjeros, porque, al parecer, teníabastantedineropropioparasusustento.Sinembargo,bajabaalpueblolosdíasdemercado,yrecogíalascartasqueparaélhubieraenlaestafeta,dondelasdejabaelcorreo.Yundíaregresódelmercadollevandoconsigoaunjoven;élyesejovenvivieronjuntosdurante un tiempo largo; iban y venían juntos, y nadie sabía si el joven hacía laslaboresde la casaparaMr.Davis, o, siMr.Davis era sumaestrodealgo.Mehandichoquesetratabadeunjovenpálido,feo,queteníaunaspectoinsignificante.Puesbien, ¿qué pasaba con esos dos hombres?Desde luego que no puedo deciros ni lamitad de las tonterías que la gente se había metido en la cabeza al respecto, ynosotrossabemos,¿verdad?,quenohayquehablarmal,cuandonoestamossegurosdequetodoesoseacierto,niaunenelcasodequeesaspersonashayanmuerto,osehayanmarchado.Pero,comoyahedicho,estosdossiempreandabanjuntos,mañanay tarde, arriba, por los prados, y abajo, por el bosque: en especial hacíanregularmente, una vez al mes, un paseo hasta el lugar en el que habéis visto esaantiguafiguraesculpidaenlaladeradelacolina;ytambiénsesupoqueenverano,cuandohacían esas salidas, acampaban allí toda la noche, en esemismo sitio o enalgúnotrocercano.Recuerdoqueunavezmipadre—esdecirvuestrobisabuelo—medijoquehabíahabladosobreaquelloconMr.Davis(porquevivíaentierrasdelbisabuelo), y le había preguntado por qué le gustaba tanto ir a ese lugar, pero larespuesta fue sólo:“Oh,esunsitiomagnífico, señor,y siempremehanatraído lasantigüedades,ycuandoél(sereferíaasucompañero)yyoestamosjuntosallí,parececomosivolvieranlostiemposidos”.Ymipadrerespondió:“Vaya”,ledijo,“puedeque eso le gustea usted, pero amí nome gustaría nada encontrarme en un lugarcomo ése a medianoche”. Y Mr. Davis sonrió, y el joven, que había estadoescuchando,dijo:“Nosotrosnoqueremoscompañíaenesasocasiones”,ymipadrecontabaquenopudopormenosdepensarqueMr.Davislehabíahechounaseñal;eljoven,comosiquisieracorregirsuspalabras,seapresuróaañadir:“QuierodecirqueMr.Davisyyosomosbastantecompañíaelunoparaelotro,¿noesverdad,señor?Yallíestamos,enelairesuavedelanochedeverano,ysedivisatodalacampiñadealrededor,bajolaluna,ysevetodomuydistintodecomoesalaluzdeldía.Además,todosesostúmulosenlaladera…”»

EntoncesMr.Davisinterrumpióalmuchacho,comosiestuvieseenfadado,ydijo:«Sí, son emplazamientos antiguos, ¿verdad, señor? ¿Para qué cree usted queservirían?»Ymipadrerespondió(vaya,pobredemí,pareceridículoestarcontandotodo esto, pero en esa época se había disparadomi fantasía, y aunque quizá ahora

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resulteaburridoparavosotros,nolopuedoevitar:hedecontároslotodo),enfin,queledijo:«Ah,Mr.Davis,heoídodecirquesontumbasy,comohetenidoocasióndecavarenalguna,séquesiemprehahabidohuesosycacharrostiradosporallí.Perodequiénes eran esas tumbas, eso no lo sé; la gente dice que los antiguos romanosestuvieronenestastierrasenotrostiempos,peroignorosienterrabandeesaformaasusmuertos»:Mr.Davissacudiólacabeza,pensativo,yrespondió:«Vaya,amímeparecen muy anteriores a los antiguos romanos, y se vestían de otra manera; almenos,segúnlaspinturas,losromanosllevabanarmaduras,pero,porloqueustedhadicho, nunca ha encontrado una armadura, ¿verdad, señor?» Mi padre, bastantesorprendido, respondió: «No creo haber mencionado ninguna armadura, pero esverdad,norecuerdohaberlasencontradojamás.Peroustedhablacomosilashubiesevisto,Mr.Davis».Entonces se echaron a reír los dos,Mr.Davis y el joven, yMr.Davisdijo:«¿Verlas,señor?Seríamuydifícil,despuésdetodosestosaños.No,nohevistoarmaduras,peromegustaríamuchísimosabermáscosasacercadeesasgentes,delostiemposremotos,deloqueadoraban,ydetodoeso».Mipadredijo:«¿Loqueadoraban?Vaya,meatreveríaaasegurarqueadorabanalancianodelacolina».«¡Ah,seguro!», respondió Mr. Davis, «no tengo ninguna duda al respecto». Mi padrecontinuó hablando y les dijo lo que había oído y leído sobre los paganos y sussacrificios,algoquetúaprenderás,Charles,cuandovayasalcolegioyempiecestuslatines. Ellos parecían, ambos, muy interesados; pero mi padre contaba que loprimeroque le vino a la cabeza fue que lamayor parte de lo que les decía no eranovedadparaesoshombres.ResultóseraquéllalaúnicavezquehablótanlargoratoconMr. Davis, y en especial se le quedó grabado la frase del joven: nosotros noqueremoscompañía,porqueenesostiempossehablabamuchoenlasaldeascercanasde que…, en fin,mi padre había deducido que la gente de por aquí evitaba a unavieja,alaqueconsiderabanbruja.

Charles:¿Quéquieredeciresodeevitaraunaviejaalaqueconsiderabanbruja,abuela?¿Existenahoralasbrujas?

Abuela:¡No,no,cariño!Vaya,¿porquémehabrédesviadotantodeltema?No,no,esoesotracosa.Loqueibaadeciresquelagentedelasaldeasvecinascreíaquesecelebrabanciertasreunionesnocturnasenesacolina,dondeestáesculpidoelviejo,yquelosqueasistíanaellasnohacíannadabueno.Peronomeinterrumpáisahora,queyaes tarde.Puesbien,creoquefueduranteunos tresañosqueMr.Davisysujovencompañerovivieronjuntos;después,unbuendía,ocurrióalgohorrible.Nosésiestábienqueoslocuente(Exclamacionesde«¡Sí,abuela,cuéntanos,cuéntanos!»,etcétera).Pero tenéisqueprometermequenoosvais aasustaryquenogritaréis aestashorasdelanoche.(«¡No,novamosagritar,no!»).Unamañana,muytemprano,hacia la segunda mitad del año, me parece que fue en septiembre, uno de losleñadores tuvo que ir a trabajar al refugio del bosque, justo cuando empezaba aamanecer;yenellugarenquecrecíanunosroblesgrandesyaislados,enunaespeciedeclaro,enmediodelbosque,vioaciertadistancia,entrelaniebla,algoblancoque

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parecíaserunhombre;pensóenseguironoadelante,perosedecidióacontinuarelcamino, y al acercarse comprobóqueera un hombre, ymás aún, que era el jovenacompañante de Mr. Davis: vestido estaba con una especie de túnica blanca, ycolgadoporelcuellodeuna ramadelmayorde los robles,muerto,ybienmuerto;bajo sus pies, en tierra, había un hacha en medio de un charco de sangre. ¡Quéespectáculoterribleparaelquellegaseaeselugartanapartado!Aquelpobrehombreestuvoapuntodeperder larazón:dejócaer lascosasquellevabaconsigo,ycorriósinpararhasta lavicaría,dondedespertóa todosy lescontó loquehabíavisto.ElancianoMr.White,queeravicarioporentonces,leenvióenbuscadedosotresdeloshombresmásdestacados, elherreroy losguardianesde la iglesia,yotrosmás,mientrassevestía,ytodosjuntossubieronhastaaquelhorrendolugarconuncaballo,pararecogerelcadáveryllevarloalacabaña.Cuandollegaronallí,lascosasestabantal como el leñador había dicho, pero para todos fue una sorpresa terrible ver lavestimentadelcadáver,yenespecialparaMr.White,quepensóqueloquellevabaaquel joven era una especie de remedode las sobrepellices de la iglesia, sólo que,según dijo ami padre, parecía de otra época.Y cuando se acercaron para bajar elcuerpo del roble, vieron que tenía alrededor del cuello una cadena de metal y,colgado,unadornosimilaraunarueda;eraunapiezamuyantigua,dijeron.

Entanto,habíanenviadoaunmuchachoacasadeMr.Davis,paraversiélestabaallí;porque,desde luego,nodejabande teneralgunasospecha.Mr.Whitedijoquedebíanmandarallamaralalguacildelaparroquiavecina,yenviarrecadoaotrojuez(élmismoerajuez, también),demodoquetodoscorríandeaquíparaallá.Peromipadre, como solía ocurrir, estaba fuerade casa esanoche: de lo contrariohubiesenacudidoaél,antesquealosdemás.Oseaqueacomodaronelcadáversobreellomodelcaballo,ysedecíaque tuvieronquehacer todaclasedeesfuerzospara impedirquelabestiahuyera,desdeelmomentomismoenquesehallaronalavistadelárbol,porqueparecíahaberenloquecidodeterror.Sinembargo,lograronvendarlelosojosyconduciralcaballoatravésdelbosqueyhastalacalledelpueblo;allí,juntoalgranárbol donde se amarran los caballos, encontraron a un grupo de mujeres, y en elmedio,blancocomoelpapel,estabaelmuchachoalquehabíanenviadoacasadeMr.Davis;niunapalabrapudieronsacarle,nibuenanimala.Esdecirquecomprendieronquetodavíafaltabalopeor,ysubieronporelsenderoendirecciónalacabañadeMr.Davis. Cuando llegaron a las cercanías, el caballo pareció enloquecer otra vez depánico,queríaretroceder,relinchabaydabacoces;elhombrequeloconducíaestuvoapuntodeperderlavidayelcadávercayódellomodelanimal.EntoncesMr.Whitelesencomendóqueselollevarandeallítanprontocomofueseposible,yentrevariostransportaron el cuerpo a la sala de la cabaña, porque la puerta estaba abierta. Alinstantevieronloquehabíaaterradotantoalpobrechico,ycomprendieronporquéelanimalsehabíaencabritado,puesyasesabequeloscaballosnosoportanelolordelasangredeunmuerto.

Habíaunalargamesaenlasala,delongitudmayorquelatalladeunhombre,y

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sobreellayacíaelcuerpodeMr.Davis.Susojosestabanvendadosconuntrozodetelade lino, tenía lasmanosatadasa laespalda,y lospies tambiénestabansujetoscon otra tira de tela. Pero lo horrible era que el pecho descubierto mostraba elesternón partido de arriba abajo de un hachazo. ¡Oh, era espantoso aquello!Todosestuvieron a punto de desmayarse, de ponersemalos, y se vieron obligados a ir atomarelairefresco. InclusoMr.White,queera loquesepodría llamarunhombreduro,estabaabatidoytuvoquefortalecersediciendounaoracióneneljardín.

Porfin,acomodaronelotrocadáverenelsalón, lomejorquelesfueposible,yrevisaron la casa para ver si podían descubrir de qué manera se había producidosemejante desgracia. En los armarios hallaron una cantidad de hierbas y frascosllenosdelicoresy,cuandopersonasentendidasenlamaterialosestudiaron,sesupoque algunos de esos licores eran pócimas para dormir a la gente. Pocas dudas lesquedabanacercadequeeljovenperversohabíapuestoalgunodeesoslíquidosenlabebidadeMr.Davis,yqueluegolehabíaatacadoconlosresultadosvistosyque,trastodoeso,eldolorporsuacciónabominablehabíahechopresaenélylehabíallevadoaeliminarse.

»Nosésipodríaiscomprendertodoslosasuntoslegalesquedebensolucionareljuezpesquisidorylosmagistrados;perohubomuchomovimientodegenteporunoodos días, y después los vecinos de la parroquia se reunieron y acordaron que nopodíanconsentirqueesosdosfuesenenterradosenelcementeriodelaiglesia,juntoapersonascristianas;porquehededecirosqueenloscajonesyenlosarmariosdelacabaña se encontraron papeles queMr.White y otras personas letradas leyeron; ytodosellos firmaronundocumento,quedecíaqueaquelloshombreseranculpablesdehaberincurridoasabiendasenunespantosopecadodeidolatría;ytemíanqueenlas cercanías hubiese quienes no estuvieran libres de semejante perversión, y lesinstabanaarrepentirse,afindequenocayesesobreellostambiénesemismodestinohorrendoquehabíatocadoaestoshombres.Despuésquemaronaquellospapeles.DemodoqueMr.White coincidió con sus feligreses y una noche, a hora tardía, docehombresescogidosfueronconélaaquellacasamaldita,llevaronconsigodosataúdesbastos, hechos para la ocasión, y dos trozos de tela negra; abajo, en el cruce decamino, donde se gira para ir a Bascombe y Wilcombe, había otros hombresaguardando con antorchas, junto a una fosa que habían cavado; llegada de loscontornos,unamuchedumbresehabíacongregadoallí.

Los hombres que entraron en la cabaña lo hicieron sin quitarse el sombrero;cuatro de ellos cogieron los dos cadáveres, los depositaron en los ataúdes y loscubrieron con las telas negras; nadie dijo ni una sola palabra, sino quemarcharoncamino abajo y arrojaron la carga en la fosa, que cubrieron con piedras y tierra.EntoncesMr.White habló a la gente que se había reunido. Mi padre estuvo allí,porque había regresado al conocer las noticias; dijo que jamás olvidaría el climaextraño de ese espectáculo, iluminado por la luz de las antorchas y con esos dosbultos negros amontonados en el fondo del hoyo, sin un sonido humano, comono

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fueraelgemidodealgúnniñooel sollozodemiedodealgunamujer.CuandoMr.Whitedejódehablar,todossealejaron;quedabanatrásaquellasdoscosasnegras.

Cuentanquetodavíahoyloscaballosnogustandeesesitio,yheoídoquehubounaespeciedenieblaounaluzsuspendidasobreellugardurantemuchotiempo,perono sé si es cierto.Loque sí sé esque, al día siguiente, losnegocios llevaronamipadreacruzarporelnacimientodelsendero,yviotresocuatropequeñosgruposdegentedetenidaendistintospuntosdelcamino,alparecerpreocupadostodosporalgo;cabalgó hacia ellos y preguntó qué ocurría. Algunos se le acercaron para decirle:«¡Oh,señor,eslasangre!¡Vealasangre!»,ynoparabanderepetirlo.Demodoquebajódelcaballoyselomostraron:encuatrolugares,meparecequeera,viograndesmanchasen lasenda,peroapenaspudoadvertirqueallíhubiesesangre,porque lasmanchasestabancubiertascasiporcompletodemoscasnegras,quenovolabannisemovíanentierra.EsasangreeralaquehabíacaídodelcuerpodeMr.Davismientrasle conducían sendero abajo. Mi padre no soportaba la idea de no hacer más quecerciorarse de la presencia de las repugnantes manchas, y le dijo a uno de loshombresque estaban allí: «Deprisa, cogeuna cesta o una carretilla llenade tierralimpiadelpatiodelaiglesiaytráelaparaecharlaencima;teesperaréaquíhastaqueregreses».Elhombrevolvióprontamente,yleacompañabaelsacristán,conunapalay la tierraenunacarretilla; ladejaron juntoa laprimeramanchay seaprestaronatirar tierra por encima; tan pronto como lo hicieron, ¿qué creéis que sucedió?: lasmoscas posadas sobre la sangre se elevaron por el aire como una especie de nubesólidayvolaronporelsenderohastalacabaña,yelsacristán(quetambiéneraunodelossecretariosdelaparroquia)sequedóestupefacto,mirólasmoscasycomentóamipadre: «Señor de lasmoscas», y ya no hablómás.Otro tanto ocurrió en los otrossitios,entodosycadauno.

Charles:¿Peroquéquisodecir,abuela?Abuela:Mira,cariño,acuérdatedepreguntárseloaMr.Lucas,cuandovayasatu

clasedemañana.Ahoranopuedoexplicártelo:yahaceratoquetendríaisqueestarenlacama.Deinmediatomipadredecidióquenadieibaavivirenaquellacabaña,niusarlascosasqueenellahabía;demodoque,aunqueeraunadesuspropiedadesmásbonitas,hizosaberenelpuebloquelaibaaecharabajo,yquequienquisiesepodíallevarunateaparaquemarla;yesofueloquesehizo.Prepararonunmontóndeleñaen la sala y abrieron la paja del techo, para que cogiera bien el fuego; después laencendieron.Comonohabíaladrillos,apartedelachimeneayelhorno,eninstanteselfuegoacabócontodo.Meparecerecordarhabervistolachimenea,cuandoyoeraniña,peroterminóporcaeratierra.

»Loquemequedaporcontareslapartefinal.Porsupuestoquedurantemuchotiempo lagente afirmabaque sepodíaver aMr.Davisy al jovenmerodeandoporaquelloslugares,unosoloporelbosque,ylosdospordondehabíaestadolacabaña,opaseando juntospor el sendero, sobre todoen laprimaverayenelotoño.Yonodigo nada de eso, aunque si estuviésemos seguros de que existen los fantasmas,

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tendríamosquepensarquepersonascomoesosdoshombresnopuedendescansarenpaz.Lo que sí puedodecir es que una tarde delmes demarzo, poco antes de quevuestroabueloyyonoscasáramos,habíamossalido juntosparadarun largopaseopor los bosques; cogimos flores y charlamos, como suelen hacerlo los jóvenesdurantesunoviazgo;ytanembobadosíbamoselunoenelotro,quenoadvertimospordóndeandábamos.Deprontoyosoltéungrito,yvuestroabuelomepreguntóquéocurría. Lo ocurrido era que había sentido una punzada aguda en el dorso de mimano;lalevanté,viunacosanegraenella,lediconlaotramanoylamaté.Cuandose la hice ver, él, que era hombremuy observador de esas cosas,me dijo: “Vaya,nunca antes había visto una mosca como ésta”. Aunque a mí no me pareciódemasiadofueradelocorriente,notuvedudasdequeélllevabarazón.

»Después reparamos en el lugar y, mira por dónde, estábamos en el mismosendero, justo frenteal sitioenquesehabíaalzado lacabaña;como lleguéasabermástarde,allíexactamenteloshombreshabíanapoyadolosataúdesporuninstante,mientraslossacabanporlaverjadeljardín.Estadbiensegurosdequenosalejamosatodaprisa;almenos,yporqueme llevéunsusto tremendoaldarmecuentadequeestabaeneselugar,obliguéavuestroabueloaqueseapresurara,aunquedeserporél,sehabríaquedadorondando,porcuriosidad,siyoselohubieseconsentido.Nuncasabrésienesesitiohabíaalgomásdeloqueseveía:quizáenpartemeafectaraelveneno de la picadura de esa mosca horrible, y es que me encontraba muy rara,porque,¡ay,cómosemehabíanhinchadoelbrazoylamano!¡Tendríaisquehaberlovisto!¡Medamiedodeciroscómosemehabíanpuesto!¡Yquédolor!Nadadeloquemi madre me aplicó tuvo ningún efecto y, hasta que nuestra vieja criada logrópersuadirladequellamasealancianocuranderodeBascombeparaquemevinieseaver, no tuve ningún alivio. Pero ese hombre parecía saberlo todo al respecto, yaseguró que no era yo la primera que hubiese sido atacada. “Cuando el sol estérecuperando sus fuerzas”, dijo, “cuando se halle en la cúspide de ellas, cuandocomienceaperderlaenergía,ycuandoestéensupuntomásdébil,elquemarcheporesesenderoharámejorencuidardesímismo”.Peronoquisoexplicarnosquéeraloquehabíaatadoamibrazo,niquépalabrashabíadichosobreél.Pocodespuésestuvecurada,perodesdeentonceshesabidomuchasvecesdepersonasquepadecíantantocomoyohabíasufrido.Enestosúltimosañosyanoocurresinomuydecuandoencuando;puedequeesascosasvayandesapareciendoconelcursodelosaños.

»Porestarazón,Charles,tehedichoquenoquieroquecojasgrosellas,niquelascomassisondeesesendero;asíqueyalosabéis:mefiguroquenoquerréispasarpornadadeeso. ¡Vamos!A lacamaahoramismo.¿Qué tienesFanny?¿Una luzen tucuarto?¡Perocómoseteocurresemejantecosa!Adesvestirsedeinmediatoyarezar.Sivuestropadrenomenecesitacuandodespierte,puedequesubaadartelasbuenasnoches.Ytú,Charles,tenpresentequesioigocualquiercosaquehagasparaasustaratuhermanapequeñamientrassubísavuestroscuartos,selodiréatupadresinmás,yyasabesloqueteocurriólavezpasada.

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Lapuertasecierra;laabuela,trasescucharconatenciónduranteunminutoodos,retomasulabordepunto.Elcaballerocontinúaadormilado.

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LÍMITESDEPROPIEDAD

LOS que pasan la mayor parte de su tiempo leyendo o escribiendo están, porsupuesto,ensituacióndetomarnotaespecialdelasacumulacionesdelibroscuandose encuentran con ellas. No pasarán junto a un estante, una tienda, o incluso elanaquel de un dormitorio, sin leer algún título y, si se hallan en una bibliotecadesconocida,ningúnhuéspeddebeinquietarseporentretenerles.Elordenarlostomosquenoloestán,oacomodarcomocorrespondelosque,alquitarelpolvo,lacriadahadejadoenunasituacióncaótica,lesatraecomosisetrataradehacerunaobramenorde caridad. Feliz en estosmenesteres, y al abrir ocasionalmente algún ejemplar inoctavo del siglo XVIII, para ver «de qué se trata», y para concluir cincominutosdespuésquesemerecíaelolvidodequeestabagozando,habíallegadoyoalamitaddeunatardelluviosadeagostoenBettonCourt…

—Ha comenzado usted de forma profundamente victoriana —dije—, ¿va acontinuarasí?

—Recuerde,porfavor—respondiómiamigo,mirándomeporencimadelasgafas—,quesoyunVictorianopornacimientoyeducación,yquenoespocorazonableesperarqueelárbolVictorianodéfrutostales.Además,recuerdequeseescribeahorauna inmensa cantidad de comentarios inteligentes y reflexivos acerca de la épocavictoriana. Pues bien —prosiguió, dejando sus papeles sobre las rodillas—, esteartículo, «Los años locos», del suplemento literario del The Times del otro día…¿interesante?Por supuestoque es interesante; pero ¡oh!, pormi cuerpoymi alma,alcáncemelo,porfavor,estásobrelamesa,juntoausted.

—Pensé que iba a leerme algo escrito por usted—dije sin moverme—, pero,desdeluego…

—Sí,losé—respondió—.Bien,entoncesharéesoprimero.Perodespuésquieroexplicarledequéestoyhablando.Sinembargo…—cogiólascuartillasysecalólasgafas.

… en Betton Court, donde hace varias generaciones habían sido reunidas lasbibliotecasdedos fincas,yningúndescendientedeningunade lasdoscasashabíaemprendidonuncalatareadeseleccionarloslibrosodedeshacersedelosejemplaresrepetidos.Nomedispongoahablardelasrarezasquepuedahaberdescubierto,delosShakespeareinquartoencuadernadosdentrodevolúmenesdeopúsculospolíticos,nide cualquier cosa de esa clase, sino de una experiencia que se me presentó en eltranscurso demi búsqueda…Una experiencia que no puedo explicar ni hacer quecuadreenelesquemademividahabitual.

Era,comohedicho,unatardelluviosadeagosto,soplabaunvientofuerteyhacíanopococalor.Porlaventanaseveíanlosgrandesárboles,agitadosporlasráfagasychorreando agua. Entre ellos surgían trozos de campo verde y amarillento (porqueBettonCourt se alza sobre la ladera de una colina), y a lo lejosmontes azulados,

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envueltosenlalluvia.Arriba,enlascimas,semovíansindescansoniesperanzalasnubesbajasquepasabandenorteaoeste.Habíasuspendidomitrabajo—siesqueasíse le puede llamar—durante algunosminutosparadetenerme junto a la ventanaymiraraquellascosas,yeltechodelinvernadero,aladerecha,porelqueresbalabaelagua, y la torrede la iglesia, que se alzabadetrás.Todo favorecíamipropósitodecontinuarlatareasinpausa;nohabíamirasdequeescamparaenlashorassiguientes.Por tanto, me volví hacia los anaqueles, cogí un conjunto de ocho o nuevevolúmenes,clasificadoscomo«Opúsculos»,y los llevéa lamesaparaexaminarlosconatención.

Ensumayorparteproveníandel reinadodeAna.HabíaunabuenacantidaddecosascomoElúltimotratadodepaz,Laúltimaguerra,Laconductadelosaliados,ytambiénhabíaCartasaunasambleísta.SermonesdichosenlaiglesiadeSt.Michael,Queenhithe, Estudios sobre las últimas instrucciones del Muy Reverendo SeñorObispodeWinchester (omásprobablementeWinton)a su clero; temas todosmuyvivos por entonces y, sin duda, aún depositarios de tan antiguo aroma, que yamesentíatentadodeinstalarmeenunsillónjuntoalaventana,yentregaraesoslibrosmás tiempodel quehabía previsto.Además, estabaunpoco fatigado aquel día.Elrelojde la iglesiadio lascuatro,yerandeverdadlascuatro,porqueen1889noseeconomizabalaluzdiurna.

De modo que me instalé. En primer lugar eché una mirada a algunos de lospanfletossobre lasguerras,paracomplacermeen tratarde localizaraSwift,porsuestilo, entre la informidad del resto. Pero los panfletos de guerra necesitabanmásconocimiento de la geografía de los Países Bajos que el que yo tenía. Volví a laiglesiayleívariaspáginasdeloqueeldeándeCanterburydecíaalaSociedadparalapromoción del Conocimiento Cristiano con motivo de la reunión realizada en suaniversariode1711.Cuandolleguéauna«CartadeunPrebendadoruralalObispodeC…r», ya me invadía cierta languidez, de modo que por unos instantes miré sinsorpresalassiguientesfrases:

«Esteabuso(porquemeconsiderojustificadoalllamarlodeestaforma)esunodelosqueestoyseguroqueSuEminencia(deserleconocidos)seesforzaríaplenamenteporevitar.Perotambiénestoypersuadidodequenosabéisdesuexistencia(parausarlaspalabrasdelacanciónrústica)másque

“ElqueandaporelbosquedeBettonsabeporquécaminaesooporquéllora.”»

Entoncesfuecuandomeerguíenmiasientoyseguí las líneasconeldedoparaasegurarme de que las estaba leyendo bien. No cabía error. Ninguna otra cosa sepodíaobtenerdel restodelescrito.Elsiguientepárrafodecididamentecambiabadetema:«Peroyahedichobastanteacercadeeste“Tópiko”»eranlaspalabrasiniciales.También era así de discreto el anonimato del Prebendado, que ni siquiera había

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puestosusiniciales,yquehabíahechoimprimirsucartaenLondres.Elenigmaeradetalíndolequeapenasinteresaríaanadie;paramí,quemehabía

sumergido en una buena cantidad de trabajos sobre folclore, resultaba excitante deverdad.Eracuestiónderesolverlo,oseadeaveriguarlahistoriaquehubiesedetrásde ello; y, por fin,me sentí contentode algo: en lugardehaberme topadocon esepárrafoenalgunabibliotecauniversitarialejana,mehabíacruzadoconélenBetton,enlaescenamismadeloshechos.

El reloj de la iglesiadio las cinco,y le siguió el tañidoúnicodeungong.Esoseñalaba,comoyosabía, lahoradel té.Me levantédelcómodosillónyobedecí laconvocatoria.

Mi huésped y yo estábamos solos en Betton Court. Llegó pronto, empapado,después de haber hecho los recados propios de un terrateniente, y con algunasnoticias locales que hubieron de ser comentadas antes de que yo tuviera laoportunidaddepreguntarsienlaparroquiaexistíaunlugarconcretoqueseconociesetodavíacomoBosquedeBetton.

—ElBosquedeBetton—respondió—estabaamenosdeunamilla,justosobrelacimade la colina, ymi padre taló los últimos árboles del lugar cuando se vio queplantar trigo salía más a cuenta que mantener limpio un robledal. ¿Por qué estáinteresadoenelBosquedeBetton?

—Porqueenunpanfletoantiguoqueahoramismoestabaleyendo—lerespondí—, hay dos versos de una canción popular que lo menciona, y suenan como sihubieraalgunahistoriadetrásdeellos.Alguiendicequealguiensabedeciertotemanomásque

«ElqueandaporelbosquedeBettonsabeporquécaminaesooporquéllora.»

—Diosmío—dijoPhilipson—,mepreguntosihabrásidoporesoque…DebopreguntárseloalviejoMitchell—murmuróalgomásparasímismoytomóunsorbodeté,pensativo.

—¿Sihabrásidoporesoque…?—dije.—Sí,estabapordecir sihabrásidoporesopor loquemipadreordenó talarel

bosque.Acabodedecirlequelohizoparaobtenermástierrasdelabranza,peronoséenverdadsifueasí.Nocreoquejamáshayanaradoesaparcela;enestemomentoeslugardepastura.Sinembargo,hayunancianoque talvez recuerdealgodeeso,elviejoMitchell—miró su reloj—. ¡Bendita sea si no iré allí a preguntárselo!No lellevaréaustedconmigo—prosiguió—,porqueélnoesdelosquecuentencosasrarassihayalgúnextrañopresente.

—Bien,sólolepidoquerecuerdetodoslosdetallesqueéllerefiera.Pormiparte,saldrésiaclara,ydelocontrarioseguiréconloslibros.

Aclaró,almenoslosuficientecomoparahacermepensarquemerecíalapenair

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andandohastalacolinamáscercanayecharunamiradaalcampo.Lascaracterísticasdelacomarcanomeeranconocidas;setratabademiprimeravisitaaPhilipson,yeraelprimerdíadeésta.Demodoquebajéaljardín,anduveentrelosarbustosmojadoscon una actitudmuy contemplativa, y nome resistí al impulso confuso—aunque,¿eradeverastanconfuso?—quemecompelíaaseguirporlaizquierdacadavezquehabíaunabifurcaciónenelsendero.Elresultadofuequedespuésdediezminutosomás de marchar por la penumbra de hileras goteantes de bojes, de laureles y dealigustres,me hallé ante un arco de piedra de estilo gótico, abierto en elmuro depiedra que circundaba toda la propiedad. La puerta estaba asegurada con unacerradura de golpe, que tuve la precaución de dejar abierta al salir al camino.Atravesé ese caminoyme interné enuna sendaque subía bordeadapor unavalla;seguíporesasendaapasotranquiloporespaciodemediamilla,yproseguílamarchaporelcampoalquelasendaibaadar.AsílleguéaunbuenpuntodeobservaciónquepermitíaapreciarelemplazamientodeBettonCourt,laaldeaysuentorno:measoméporunaaberturadelavallaparamirarhaciaeloesteyhaciaabajo.

Creo que todos debemos conocer los paisajes—¿son de Birket Foster, o algoanteriores?—que,comograbados,decoran losvolúmenesdepoesíaque reposabansobre lasmesas de nuestros padres y abuelos, aquellos volúmenes «encuadernadosartísticamenteencuerorepujado»:creoqueestafraseeslacorrecta.Medeclarounadmiradordeellos,enespecialdelosquemuestranalpaseantequeseasomaporunaaberturadeunavallayobserva,alpiedeunaladera,laagujadelaiglesiadelaaldea,arrebujada entre árboles venerables, y una llanura feraz, dividida por líneas decercadosylimitadaporcolinaslejanas,detrásdelascualessehunde(oestásaliendo)elastrodeldíaentrelasnubesdelhorizonte, iluminadasporsusrayosponientes(onacientes).Lasexpresionesqueaquíapuntosonlasqueparecenadecuadasparalasobrasque tengo enmente; y, dehaberocasión,meapeteceríadescribir elValle, laArboleda,laCabaña,yelTorrente.Lociertoesquemeparecenbonitosesospaisajes,y era uno de ellos el que en ese momento estaba observando. Podía haber salidodirectamentede las«Joyasde laCanciónSagrada, seleccionadasporunaDama»yhaber sido un regalo de cumpleaños para Eleanor Philipson en 1852, de su íntimaamigaMillicentGraves.

Deprontomevolví como simehubiesen clavadoun aguijón.Resonaba enmioído derecho, y me horadaba la cabeza, una nota increíblemente aguda, como elchillidodeunmurciélago,sóloquediezvecesmáspotente:esetipodefenómenoquenos hace preguntarnos si no andará mal algo en nuestro cerebro. Contuve larespiración,me tapé la oreja yme estremecí.Algo en la circulación: dentro de unminutoodos,medije, regresaréa lacasa,peroantes tengoquedejarbiengrabadoeste cuadro en mi cabeza. Sin embargo, cuando me volví hacia el paisaje, habíadesaparecidosuencanto.Elsol,ocultoya tras lacolina,novolcabasu luzsobreelcampo; al oír las siete en el reloj de la torre de la iglesia, no pensé en las horasnocturnasdeblandodescanso,enelaromadelasfloresydelosbosquesenelairede

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la noche, ni en que alguien, a una o dosmillas de distancia, podría estar diciendo«¡Qué claro suena esta noche el tañido de la campana de Betton, después de lalluvia!» En cambio, me asaltaron imágenes de rayos con partículas de polvo ensuspensión,dearañasquesedeslizaban,debúhossalvajesrefugiadosenlatorre,detumbasolvidadas con suhorrible contenido, delTiempo fugazyde todo loque sehabíallevadodemivida.Justamenteentonces,enmioídoizquierdo—ytancercanocomo si hubiesen puesto los labios a una pulgada de mi cabeza—, aquel chillidoaterradorvolvióavibrar.

Yanohabíaequivocaciónposible.Veníadefuera.«Nohaypalabras,essóloungrito»fue la ideaqueatravesómimente.Eramáshorriblequetodoloquehubieseoídoantesohayaoídodespués,peronoadvertíningunaemociónenél,ydudoqueadvirtiesealgúnmatizdeinteligencia.Todosuefectoconsistíaenllevarsecualquiervestigio, cualquier posibilidadde disfrute, y convertir ése en un lugar dondeno sepodíapermanecerniunsoloinstantemás.Desdeluego,nohabíanadavisible:peroestabaconvencidodeque,siaguardaba,volveríaaocurrirmeesacosaconsulatidoerrátil,interminable,ynopodíatolerarlaideadeunatercerarepetición.Mediprisapara volver a la senda y bajar la colina. Pero cuando llegué al arco del muromedetuve.¿Encontraríaelcaminoatravésdeesossenderoshúmedos,queahoraestabanmásmojadosymásoscurosqueantes?No,meconfeséamímismoqueteníamiedo:tan tensos estabanmis nervios por aquel grito de la colina que de verasme sentíincapazdeafrontarnisiquieralasorpresadeunpájarosaliendodeentrelosarbustos,niladeunconejo.Caminéporlacarreteraquebordeabaelmuro,ynololamentéalllegar a la puerta y a la casa del jardinero, al ver a Philipson que subía hacia allí,desdeelpoblado.

—¿Dóndehaestado?—mepreguntó.—Anduveporlasendaquesubealacolina,frentealarcodepiedradelmuro.—¡Oh!¿Sí?EntonceshabrállegadohastamuycercadedondeestabaelBosque

deBetton,almenossisiguiólasendahastaarribayhaciaelcampo.Y aunque el lector no lo crea, sólo en ese momento sumé dos más dos. ¿Le

comuniquéaPhilipsondeinmediatoloquemehabíaocurrido?Nolohice.Nohabíatenido otras experiencias del tipo de las llamadas sobrenaturales o paranormales oparafísicas pero, aun cuando sabíamuybien que debería hablar de ello al cabodepocotiempo,nomesentíaansiosoporhacerlo;ycreohaberleídoqueasíocurreenlamayoríadeloscasos.Oseaquenodijemásque:

—¿Havistoalhombrequequeríaver?—¿ElviejoMitchell?Sí,levi,ylehesacadounahistoria.Selacontarédespués

delacena.Esbastanteextraña.Cuando estuvimos bien instalados, después de cenar, comenzó a relatar,

fielmente, según dijo, el diálogo que se había producido. Mitchell, que casi teníaochentaaños,estabasentadoensusillón.Lahijacasadaconlaquevivíaibayvenía,ocupadapreparandoelté.

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Traslossaludoshabituales,lepidió:—Mitchell,quieroquemedigaalgosobreelBosque.—¿Québosque,señorReginald?—ElBosquedeBetton.¿Lorecuerda?Mitchellalzólentamentesumanoyleapuntóconuníndiceacusador.—Fue su padre el que destruyó elBosque deBetton, señorReginald, y eso es

todoloquepuedodecirle.—Sí,Mitchell,yasabíaeso.Notieneporquémirarmecomosifueseculpamía.—¿Culpasuya?No,digoquelohizosupadre,antesdequeustednaciese.—Sí,ysiesverdadloquesedice,meatreveríaaafirmarquefuesupadrequien

leaconsejóquelohiciese,yquierosaberporqué.Mitchellparecíauntantodivertido.—Vaya—dijo—,mipadreeraguardabosquesdesupadre,yantes lo fuedesu

abuelo,ysiélnosabíasuoficio,notendríaquehaberloejercido.Ysiélaconsejóqueasísehiciese,supongoquebienpudohabertenidosusmotivos,¿onopudotenerlos?

—Sindudapudotenersusmotivos,yquieroqueustedmedigacuáleseran.—Veráusted,señorReginald,¿quélehacepensarqueyopuedasabercuáleseran

susmotivoshacenosécuántosañosatrás?—Ah,sí,seguroquehapasadomuchotiempoyyapodríahaberseolvidado,silo

supoalgunavez.SupongoqueloúnicoquemequedaesirapreguntaralviejoEllisquérecuerdaéldelasunto.

Esotuvoelefectoqueyoesperaba.—¡El viejo Ellis!—gruñó—.Es la primera vez en la vida que le oigo decir a

alguienqueelviejoEllisseaútilparaalgo.Hubiesecreídoqueustederamuchomáslisto que eso, señorReginald. Lo que piense usted que el viejo Ellis sea capaz dedecirle sobreelBosquedeBettonmejorqueyo,niqué títulos tieneélparaque lopongan por delante de mí, es algo que me gustaría saber. Su padre no eraguardabosquesdeestoslugares;eraellabriego…,esoesloqueera,ycualquierasabeloqueélsabía;cualquierapuededecirlelomismoqueél,esodigoyo.

—Claroquesí,Mitchell,perosiustedlosabetodosobreelBosquedeBettonynoquieredecírmelo,vaya,tengoquehacerlolomejorposible,yprocuraraveriguarlodealgunaotrapersona;yelviejoEllishavividoenestelugarcasitantocomousted.

—¡No, señor, le llevo dieciocho meses de ventaja! ¿Quién dice que no voy adecirlenadasobreelBosque?Nodigoqueno;sóloqueesuntipodehistoriarara,yme parece que no sería bueno que se divulgara por toda la parroquia. Tú, Lizzie,quédateunratoenlacocina.YoyelseñorReginaldqueremoshablardospalabrasenprivado. Pero hay algo que me gustaría saber, señor Reginald: ¿por qué se le haocurridopreguntarmeesohoy?

—¡Oh,vaya!Puesporquemehanhabladodeundichoantiguo,sobrealgoqueandaporelBosquedeBetton.Ymepreguntabasiesotendrárelaciónconquehayasidotalado:esoestodo.

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—Síque tienequever, señorReginald, seacomoseaqueustedhayasabidodeeso, y creo que yo puedo decirle lo motivos mejor que cualquier otro de estaparroquia;ynihablardelviejoEllis.Mire,lacosafueasí:elcaminomáscortohastalagranjadeAlienpasabaporelBosquey,cuandoéramospequeños,mipobremadreacostumbraba a ir varias veces a la semana a la granja, para pedir un cuartillo deleche,porqueMr.Alien,que llevaba lagranjaen tiemposdesupadre,eraunbuenhombre,yacualquieraquetuvieseniñosenlafamilialedabatodoloquepodíacadasemana.Peroyaséqueesoaustednoleinteresaahora.Amipobremadrenuncalegustó lo de atravesar elBosque, porque se contabanmuchas cosas en el pueblo, yhabíadichos,comoesedelqueustedmehahabladoahoramismo.Peroamenudo,cuando se le hacía tarde por el trabajo, tenía que coger el caminomás corto, quecruzabaelBosque,ytansegurocomoquelohacía,queregresabaacasaenunestadoraro.Recuerdoqueellaymipadrehablabandeltema,yqueéldecía:«Venga,Emma,esonopuedehacerteningúndaño»,yellarespondía:«¡Oh,perotúnotefigurasloqueesaquello,George!Ay,sememeteenlacabeza»,decía,«ymellevounsustodemuerte,ymeencuentrocomosinosupiesedóndeestoy.Mira,George»,ledice,«noesigualcuandovasallíalatardecer.Túsiemprevasdedía,¿verdad?»Yélledice:«Claroquesí,voydedía,¿ometomasportonto?»Yasíseguían.Ypasóeltiempo.Yocreoqueesoladestrozóporque,sabeusted,nosepodíairporlechehastalatarde,yellanonosmandabaalosniños,demiedoaquenoslleváramosunsusto.Tampocoqueríahablarnosdelasunto.«No»,dice«yaesbastantemaloparamí.Noquieroquenadiemáspaseporesto,niquelooigamencionarsiquiera».Perounavezrecuerdoquedijo:«Puesprimeroescomosialgoserozaraentre lasmatas,yseacercamuyrápido,desdeadelanteodesdeatrás,segúnlahora,yentoncesseoyeesegritoqueparecequetepasadeunoídoalotro,ycuandomástardevuelva,másprobableesquelo oiga dos veces; pero gracias sean dadas, porque todavía nunca lo he oído tresveces». Y entonces yo le pregunto, le digo: «Oye, es como si alguien fueracaminandodeaquíparaallá,¿verdad?»,yelladice:«Sí,asíes,ysea loquesea loque ella quiere, nome entero».Yyo le digo: «¿Es unamujer,madre?»Y ellamedice:«Sí,heoídoqueesunamujer».

»Enunapalabra,queporfinmipadrelehablóasupadreyledijoqueelBosqueeraunbosquehechizado.“Nuncahahabidocazaallí,niunnidotampoco”,dicemipadre,“oseaquenoledaningunautilidadausted”.Ydespuésdemuchocomentarelasunto,supadrevinoahablarconmimadresobreesto,ycomprendióqueellanoeraunadeesasmujerestontasqueseponennerviosaspornada,ysehizolaideadequealgo habría allí; después preguntó en la comarca, y me figuro que algo averiguó,porque lo escribió en un papel, que seguramente lo tendrá usted en Betton Court,señor Reginald. Después dio la orden y el Bosque fue talado. Todo el trabajo lohicieronenundía,segúnrecuerdo,ynoquedabanadieporallídespuésdelastres.

—¿No encontraron alguna explicación del caso,Mitchell? ¿Ni huesos, ni nadaporelestilo?

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—Nada,señorReginald,sólolamarcadeunavallaydeunaacequiaenelmedio,másomenospordondeahoracaeelsetovivo;ycontodoeltrabajoquehicieron,sihubiesehabidoalguienenterradoporallí,lehubiesenencontrado.Peronosédequéha valido, después de todo.A la gente del pueblo no parece que le guste el lugarahoramásqueantes.

—EsoesloquepudesacarleaMitchell—dijoPhilipson—,ycomosueleocurrirconcasitodaslasexplicaciones,nosdejaenelmismolugarenqueestábamos.Tengoqueversipuedoencontrareseescrito.

—¿Porquésupadrenolecontónadasobreesteasunto?—Murió antes de que yo fuese al colegio, ya sabe usted, yme figuro que no

queríaasustarnoscontalhistoria,siendocomoéramostanpequeños.RecuerdoqueminiñeramezamarreabaymedioalgúncacheteporvenirporesasendadelBosqueunatardedeinvierno,enquevolvíamosconbastanteretraso:perodedíanadienosimpedíaquefuésemosalBosque,siqueríamos…Aunquenuncanosapetecíair.

—¡Ya!—dije,yagregué—:¿Creequepodráencontrarelpapelqueescribiósupadre?

—Sí—respondió—,puedo.Esperoquenohabráquebuscarmásalládelarmarioque está a su espalda.Hay un paquete o dos de cosas apartadas especialmente, lamayoría de las cuales he revisado varias veces, y sé que hay un sobre que diceBosquedeBetton, pero comono existía ya elBosquedeBetton, nunca pensé quemerecieralapenaabrirloynuncalohice.Peroloharemosahora.

—Antesdequelohaga—ledije(todavíamesentíapocopropensoahablar,perocreíaqueeraelmomentooportunoparareferírselo)—,serámejorqueleconfíequecreoqueMitchellteníarazónaldudarquelataladelBosquehayapuestolascosasensusitio—ylerelatéloqueustedyahaoído:niquedecirtienequePhilipsonestabainteresado.

—¿Todavía está allí? —comentó—. Es asombroso. Mire, ¿por qué no vieneconmigoahorahastaallí,paraverquépasa?

—No haré semejante cosa —respondí—, y si usted conociera esa sensaciónestaríamuydispuestoacaminardiezmillasendireccióncontraria.Nihablardeeso.Abrasusobreyveamosquésacóenlimpiosupadre.

Asílohizoymeleyólastresocuatrocuartillasdeanotacionesqueenelsobrehabía.Alcomienzo,unepígrafetomadodeGlenfinlasdeScott,mepareciómuybienelegido:

«Pordondeanda,dicen,elfantasmaqueestremececonsusgritos».

AcontinuaciónestabanlasnotasdesucharlaconlamadredeMitchell,delaquesóloextraigolosiguiente:«Lepreguntésileparecíahabervisto,algunavez,algoqueexplicaralossonidosquehabíaoído.Lamujermerespondióquenomásdeunavez,durante la más negra de las noches en que hubo de atravesar el Bosque; en tal

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ocasión,seobligóamirarhaciaatrás,yaquedelosarbustossurgíaunruidoderocesy pensó que veía a alguien, cubierto de andrajos, con los brazos tendidos haciaadelante,acercándoseatodaprisa,yalverloseechóacorreralolargodelavalla,ylaropaselehizohilasalpasarporencimadeella.»

Despuéshabía idoaveraotrasdospersonasa lasqueencontrómuyremisasahablar. Entre otras cosas, parecían pensar que aquello proyectaba cierto descréditosobrelaparroquia.Sinembargo,logróconvenceraunadeesaspersonas,Mrs.EmmaFrost,paraquerelataraloquesumadrelehabíacontado.«Sedicequeeraunadamanoble,casadadosveces,ysuprimermaridoeraconocidocomoBrown,oquizáfueseBryan(“Sí,habíaunosBryanenBettonCourtantesdequellegaraaposesióndemifamilia”, apuntó Philipson), y ella movió los mojones que limitaban el campo: lomenosgravequehizofueapoderarsedeunabuenapartedelosmejorespastaderosdelaparroquiadeBetton,queporderechopertenecíanadosniñosquenoteníanquienvelaraporellos,ydicenqueconlosañosesaseñorafuedemalenpeor,hizopapelesfalsos para ganarmiles de libras en Londres, y se probó ante la justicia que eranfalsos,ytendríaquehabersidojuzgada,ycondenadaamuertequizá,sóloquehuyóenesemomento.Peronadiepuedeevitarlamaldiciónquecaesobrequienquitadesusitiolosmojonesquemarcanunapropiedad,oseaquenosfiguramosquenopuedemarcharsedeBetton,siantesalguiennoloscogeylosponeotravezensusitio».

Al finaldelescritohabíaunanotaal respecto.«Sientomuchonohaberhalladoningunanoticia acercade los antiguospropietariosde los campos limítrofes conelBosque.Nodudoendecirquesipudieradescubrirasusherederos,haríatodoloqueestuvieseenmimanoparaindemnizarlesporelperjuicioqueselescausaraenañosyalejanos;porqueesinnegablequeelBosqueseencuentraextrañamenteperturbadotalcomocuentanlaspersonasdellugar.Enmiactualignoranciatantodelasuperficiede las tierras apropiadas de modo avieso, como de los propietarios legales, estoyreducidoamantenernotaapartedelosbeneficiosderivadosdeesapartedelafinca,ymiprácticahasidoladeentregarlasumaquerepresentaríaelrendimientoanualdeunoscincoacresalbeneficiocomúndelaparroquiayafinescaritativos;yesperoquelosquesehagancargodespuésdemícontinúenconestapráctica».

Hastaaquí lasnotasdeMr.Philipsonpadre.Para losque,comoyomismo,sonlectoresdeJuiciosOficialeshabrábastadoparaaclararlasituación.Recordaránqueentre losaños1678y1684,LadyIvy,antesTheodosiaBryan, fuealternativamenteDemandante y Demandada en una serie de juicios, en los que trataba de hacerreconocerelcarácterlegaldesusdenunciascontraeldeányelcapítulodeSt.Paul,motivadasporlaposesióndeunaparcelamuyvaliosadeShadwell;queenelúltimodeesos juicios,presididoporel juezJeffreys,seprobóenformafehacientequelaspruebas en que ella basaba su pretensión eran falsas y habían sido producto demaniobras ordenadas por ella; que, después de que se la hubiese acusadopúblicamentedeperjurioyfalsedad,estamujerdesaparecióporcompleto,ytanporcompleto,porcierto,queningúnexpertohasidocapazdedecirmejamásquéfuede

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ella.¿Nosugiereesterelatoquetodavíaselaoyeenlaescenadeunadesushazañas

másantiguasydemayoréxito?

**

—Esto —dijo mi amigo, mientras doblaba sus papeles— es una relaciónfidedignademiúnicaexperienciaextraordinaria.Yahora…

Peroyoteníatantaspreguntasquehacerle,comoporejemplosisuamigohabíalogrado descubrir al verdadero propietario de las tierras, si había hecho algo conrespectoalavalla,silossonidosseguíanoyéndosetodavíahoy,cuáleseraneltítuloyfechaexactosdelopúsculo,etcétera,quelahoradeiraacostarnosllegóypasó,sinqueéltuvieseocasióndevolveralaspáginasdelsuplementoliterariodeTheTimes.

[GraciasalasinvestigacionesdeSirJohnFox,ensulibroEljuiciodeLadyIvie(Oxford, 1929), ahora tenemos la certeza de quemi heroínamurió en su cama en1695,trashabersidoabsuelta—sabeelcieloporqué—delaacusacióndefalsedad,delaquesindudaeraculpable.]

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MONTAGUERHODESJAMES(Goodnestone,1deagostode1862 -Eton,12dejunio de 1936), anticuario, medievalista y escritor británico de cuentos de terror,especializadoenlaficciónfantasmal.

Se educó en el elitista “Eton College”, pasando posteriormente a Cambridge, al“King’sCollege”,siendoconeltiempodirectoryvice-directordeambos.

Fuemedievalista de prestigio contrastado, lingüista y estudioso bíblico. Tradujo elApocryphalNewTestament(NuevoTestamentoApócrifo)en1924.Siguesiendounodelosmaestrosdelrelatocortodefantasmas.

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Notas

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[1]UnahistoriadelaabadíapremonstratensedeSteinfeld,enEiffel,convidasdelosabades, publicada en Colonia en 1712 por ChristianAlbert Erhard, radicado en eldistrito.ElepítetoNorbertinumaludeaSanNorberto,fundadordelaorden.(N.delA.)<<

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[2]Hayunlugardondeseocultaeloro.(N.delA.)<<

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[3]Lucenensuvestimentaunaescrituraqueningúnvarónconoce.(N.delA.)<<

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[4]Sobreunapiedrahaysieteojos.(N.delA.)<<

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[5]Custodialoquesetehaencomendado.(N.delA.)<<

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[6]Telaestampadadealgodónmuyfina,procedentedeAsia(N.delT.)<<

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[7]ChristianeselprotagonistadePilgrim’sProgress, lanarraciónalegóricadeJohnBunyan(1628-1688).LafrasealudealpasajeenqueChristianatraviesaelatribuladoValledelasSombrasdelaMuerte.(N.delT.)<<

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[8]«Filcher»significaliteralmente«ratero».(N.delT.)<<

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[9]Millionsof spiritualcreatureswalk theearth /Unseen,bothwhenwewakeandwhenwesleep.<<

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[10]Archivomunicipal.(N.delT.)<<

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[11]Monsturo,demonio.(N.delT.)<<

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[12] Alusión a The Mysteries of Udolpho (1794), novela «gótica» de Mrs. AnnRadcliffe,encuyoLibro1,cap.VII,sehallaeltextoentrecomillado,alquesigueunextensopoema(TheFirstHourofMorning)queexpresaelestadoanímicodeunodelospersonajes;talrecursoabundaenlanovela,yJamesloparodiaenlosversosquesiguenacontinuación.(N.delT.)<<

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[13] En Strawberry Hill, HoraceWalpole, el autor de The Castle of Otranto, hizoconstruir,amediadosdelsigloXVIII,unafamosamansióngótica.(N.delT.)<<

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[14]Talvezsedirá,ynosinrazón,queestecuentonoessinounavariacióndeotroqueescribíanteriormenteyquetituléTheMezzotint.Sóloesperoquelavariaciónseatanjustificablecomoparaconsentirlarepeticióndeltema.(N.delA.)<<

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[15] F. S. A.: Fellow of the Society of Antiquaries, «Miembro de la Sociedad deAnticuarios».(N.delT.)<<

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[16]walkson, /And turnsnomorebishead, /Becauseheknowsa frightful fiend /Dothclosebehindhimtread.<<

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[17]TribunaldelocriminalenLondres.(N.delT.)<<

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[18]Prisiónlondinenseenlaqueaguardabanjuiciolosencausados.<<

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[19]NombredellugarenquesellevaronacabolosahorcamientoshastamediadosdelsigloXVIII.(N.delT.)<<

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