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cÉxàt tÇàx Ät vÜâé ECDC Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora Interviene: Coro “Francisco Salinas” Dirige: D. Victoriano García Pilo Domingo 21 de marzo (Domingo de Pasión) A las 18:00 horas en la S.I.B. Catedral Nueva Salamanca 2010

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cÉxàt tÇàx Ät vÜâé ECDCJosé Amador Martín Sánchez

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Real Cofradía Penitencial de Cristo Yacente de la

Misericordia y de la Agonía Redentora

Interviene: Coro “Francisco Salinas”Dirige: D. Victoriano García Pilo

Domingo 21 de marzo (Domingo de Pasión)A las 18:00 horas en la S.I.B. Catedral Nueva

Salamanca 2010

JOSÉ AMADOR MARTÍN SÁNCHEZElgoibar (Guipuzcoa) 1951De ascendencia castellana, vine a Castilla a los 7 años, viví en Zamora hasta los17 y a partir de entonces vivo en Salamanca. Aquí he cursado estudios de Quími-cas dedicando mi actividad profesional a la enseñanza y al mundo de la imagen. Premios de poesía y publicaciones:Premio Guadiana. Ciudad Real, Premio Pit de Roure. Palma de Mallorca, Premiode Lodosa. Navarra, Premio La Bufanda. Madrid, Premio Trascacho. ValdepeñasAccesit. Botón Charro. Salamanca, Accesit. El Almendro. La Fregeneda. SalamancaFundador de BASE 6 con Aníbal Núñez, M. Carmen de Celis. Jaime Siles, PedroMª HernándezDirector y Creador de la Revista de Poesía: Zurguén. Salamanca.Publicación de Poemario CIUDAD XX, con José Diego y José Luis Matilla.Publicaciones en Álamo, Artesa, Zurguén, Base 6, Callejón del Gato, Diario deLeón, Mantxa, Rio Arga…Realización de vídeo:Salamanca, Ciudad Interior. Las Batuecas, literatura y mito de un nuevo mundoen Castilla, Casa Baja, momentos. S. Juan Bautista, 800 años, Día de las LetrasSalmantinasJosé Ledesma Criado, poeta.Creador y realizador del programa de Radio Popular “Rincón de Encuentros”.

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Hacer el poemario “En el Jardín secreto de mi alma” me ha revelado el mundointerior del dolor y de la esperanza ante la muerte de Jesucristo. No es un poemariodel relato de los acontecimientos sino la reflexión sobre los mismos. He buscadointeriorizar los hechos y hacer una oración, una súplica, ante el Crucificado. Mis palabras pueden, sin embargo, no estar a la altura del sentimiento interior quelas inspira. Todo es mucho mas grande que el hecho de escribir pero aquí estoy ydoy las gracias por tener esta oportunidad que probablemente se tiene una vez enla vida.Los Paisajes de la Pasión se me revelan como un Jardín Interior al hacerlos partede mi alma, en ellos discurre el tiempo hasta acercarlos a la ciudad del siglo XXI, por la que deambulan los crucificados de cada día. Jesucristo nos acerca a la vida y a la naturaleza porque en El está la fuente de lavida frente a la muerte, y la luz ante las sombras. Muerte-vida, sombra-luz sonpara el hombre los ejes de la existencia.Es Jesús quien vigila las jardines invisibles del alma, quien constantemente hollanuestros caminos y por eso escribir resulta de un compromiso adoptado frente ami mismo y a mi propia visión y percepción de las cosas, basado en todo aquelloque creo.“En el Jardín secreto de mi alma” es una ofrenda y un canto de esperanza para elhombre del siglo XXI que busca en la Cruz la respuesta a su dolor.

PROGRAMA

Coro: POPULE MEUS. TOMÁS LUIS DE VICTORIAI

Ante Ti, SeñorCoro: IN MONTE OLIVETTI. I. PRIETO

IIMe he asomado a tu noche

IIILa tarde al jardín trajo la ausencia

Coro: OH JESU CHRISTE. G. VAN BERCHEMIV

Día del dolorV

La mirada de JesúsCoro: TENEBRAE . TOMÁS LUIS DE VICTORIA

VIEstalla la tormenta, los tenebrosos truenos

VIITaller del dolor, taller de soledad

Coro: STABAT MATER DOLOROSA. E. KODALYVIII

Qué hermoso eres, JesúsIX

Desde la CruzX

En la oscuridad eres la Luz suprema

Coro: OH DIOS, ¿POR QUÉ NOS HAS ABANDONADO?XI

Esta tardeXII

Hoy, ante Ti, Señor, me acercoXIII

¡Como tuvo que ser aquella tarde!Coro: OH SEÑOR, VENGO HACIA TI

XIVCuando las almas descansan sobre el sereno y tibio atardecer,

XVSeñor, que vea.

Coro: UBI CARITAS ET AMOR. DURUFLÉXVI

Ante el Cristo Yacente de la MisericordiaCoro: CANTATA. J. S. BACH

XVIIFINAL

Ante el Cristo de la Agonía RedentoraCoro: PUEBLO MIO, ¿QUÉ TE HE HECHO?

Coro: POPULE MEUS. TOMÁS LUIS DE VICTORIAI

ANTE TI, SEÑOR

Como sueño edificado al borde de la orilla que se perderá azul,ante Ti, Señor, estoy, como la arena sobre la que llega el mar,frágil destino enredado en un mundo de memoria hecha olvido.Las calles de la ciudad no son más que un camino de crucesde dolor, de desprecio, de muerte, de soledad, de iniquidad,calles en las que veo tu rostro, Señor, en cada encrucijada,

laberintos de súplicas de los desheredados de una tierra que olvidatan pronto como aprende el dolor de tu rostro y tu misericordia.

Fugaz como el sueño, la vida se deshace en un instante, y la noche es auroraque desvanece las sombras tan pronto como asciende el alba,y la muerte es la vida cuando Tú retornas con la Luz del día. Suplicante me siento recogiendo las horas que retuvo el dolor,

frente a los senderos que serpentean los jardines secretos de mi almaante ti, Señor, la vida, fuego y ceniza del postrer destino, es esperanza.

Cuantas veces cuando estuve a tu lado ignoraba la Cruz en la que estás clavado,cuantas olvido que la Cruz es el camino que me lleva a ti.

Hoy aquí en el silencio, bajo la cruz vertical llena de transparente cristal en laque expiras, ante ti, me arrodillo a la oscilante luz de las candelas.

Insoportable me parece mi destino, cuando horror tras horror corre sobre mi co-razón, bajo el fuego del sufrir que ardiente me atormenta.

Como el tronco en llamas y la quejosa noche, mi corazón se ofrece al dolor,fuego infinito en el que entregados destino y vida arden impotentes.

Muerto, de todas las muertes, muero de nuevo cuando contigo muero, en las cruces de sílices y arenas, en la muerte pétrea en la montaña,

en la muerte lenta de los árboles y en la muerte sangrienta de los hombres. Aquí, junto a ti, cierro los ojos y respiro profundamentey cuando quedo en las tinieblas de la tarde oigo el viento,

e hilar a la muerte con sus helados dedos, miro el vacío y oigo la voz de un des-precio amargo, viento de odio que todo lo destroza con violencia.

Donde quiera que el amor se encuentre, donde sus olas, no golpeen mi cuerpo,estará mi alma cuál ave ligera, deshojando el llanto de la piel marchita y caerán

como en el otoño las hojas resecas,se ajará la piel, todo será espanto, aunque exista calma no habrá mañana.Las puertas abiertas, cerrarán el paso y el paisaje verde, será transparente,

todo tan extraño, en solo un instante... cuando llegue la muerte

Coro: IN MONTE OLIVETTI. I. PRIETOII

Me he asomado a tu noche, he girado en tu nochehe sentido el lamento. Me he refugiado en Tiy he encontrado un jardín repleto de sueños.

De palabras que traspasan la cúpula,de los amaneceres despidiendo las sombras,

que transforman la noche en esfera dorada de nubes.Y tu Palabra se hace claro sol de la aurora,misterioso canto de esperanza encendido,

porque es dulce como tu mirar bajo el hermoso cielo.Y la tierra que de amor se abre, hace florecer

junto a los ojos húmedos, de aquel huerto de olivos,un renacido campo que es albergue de la primavera.

III

La tarde al jardín trajo la ausencia, tarde sombría,y aprendió a ser, con especial anhelo, una esperanza nueva.Entreabierta la mirada, el rojo de la rosa, la sangre roja,

el jardín entreabierto y un cerrado crepúsculo sobre la tierra.Rojo es el jardín que se derramada en súplicas,también es rojo el cuerpo, sobre las azucenas,

en el silencio de los viejos guerreros, desolados en las ausencias oscuras,

solas y lejanas como mi corazón ahora.Negra es la noche, como la muerte que es alud

de rocas que arrastra la lluvia.En tu mirada es dulce el silencio,

expectante en las esferas de los cielos.Nada se mueve, mientras todo termina

en elevado amor,mientras el sonido de la tarde muestra la palabra justa.

Una trompeta toca a silencio y un himno de alabanza marcha hacia Ti

y queda flotando una respiración temblorosa que nos devuelve al amor y a la pena

Coro: OH JESU CHRISTE. G. VAN BERCHEMIV

DÍA DEL DOLORAlumbran los fúnebres candiles

el tétrico santuario con claridad sombría; el silencio resuena en la agonía,

los últimos sufrimientos del Hijo del Señor.Doliente como el grito del hombre que se abisma, triste como las luces que alumbran una tumba, terrible como el viento que del norte zumba, llega por fin la hora postrera del dolor.

Las naves majestuosas del templo, se oscurecen y se rasga en pedazos el velo de la tarde, mientras en las tinieblas, el eco solitarioresponde al hombre que dice una oración.

V

LA MIRADA DE JESÚSQue perfecto ademán hay en tus ojos,en esa mirada de resplandor divino,que no se cansan de mirar mis ojos.

Siento en mi corazón en ansias, los enojosal verte en el madero cual mísero despojo,en ese dolor que viene a redimirnos.Qué dulce la mirada, qué desatino

llevarte hasta la muerte, siendo inocente;qué dulce la palabra, qué dulce el gesto.Pobre Jesús ¿Qué muerte es esta?sangra tu corazón, sangra tu cuerpo,

por el feroz martirio que martiriza al hombre,al Hombre Dios, por voluntad divina,hombre doliente, sangre redentora,

que a la muerte mata y de morir nos libra.

Coro: TENEBRAE . TOMÁS LUIS DE VICTORIAVI

Estalla la tormenta, los tenebrosos truenos.Todos los desafortunados de la tierra vantras las sombras dolientes de la muerte

y las puertas se abren otra vez a la esperanza. Desde todo el orbe penetra su fulgor mientras mudo te llevan y lentamente a través de la conmovida multitud.

No tengo consuelo para Ti, no, ningunoporque hoy la tierra, no te reconoce, como Reyestando así afligido. No ha notado tu cetro

y todo el orbe está vacío de tu poderosa majestad.Los truenos retumban sobre la derrumbada casay los momentos son tan largos como años¡Oh días dolorosos! Para el recuerdo

de Aquel que anduvo sobre las aguas en Tiberiades.Las ramas de los altos robles irrumpen en el cielo,

alguna ráfaga de viento y luego el silencio, y luego las lágrimas para el helado Dios

que reclina su cabeza sobre el regazo de María.Lejos, el bramido animal, el viento del norte, el sol negro

y ni frutos ni fuegos, ni animales pastando,y los huertos como un alud de barro y la memoria¿Quién ante tu imagen puede soñar sin sueños,ahora que ya la muerte ausenta la memoria ?

VII

Taller del dolor, taller de soledadSilencio. La medida exacta de un cuerpo destrozado por el dolor.Taller de soledad. Jesús y él en el momento justo del sufrimiento.Conforman los instantes la inspiración de Dios en lo divino,en lo humano un corazón entusiasmado por el amor del justo.

El aire huele a distancias del miedo por la pena,por la noche que vuela donde nacen los gritos,

por la noche vigilante de sueños que acompañan los pasos,y el horrible silencio flota en el aire como espiral de humo.¿Cómo tuvo que ser aquel momento que nos refleja el alma

por voluntad divina?, ¿cómo tuvo que ser aquel instante en que se paró el reloj

y con las lágrimas se encendió el fulgor de inspiración humana?Jesús, nuestro Señor, que vive su agonía,

en el instante mismo en que la vida y la muerte son desatino.El aire mismo despliega sus alas sobre los árboles del bosque, busca un espacio curvo de sangre de redención y muerte,

las palabras también despliegan sus silencios y la noche callaa orillas del mar, donde llega una barca cubierta de ternura.

Y la puerta se abre a un espacio vacío y oigo el ruido de las aguas y el peso del misterio cae sobre la estancia.

El tronco del árbol se alarga y se alza como una bestiasobre el jardín cerrado y se endurece en la noche y se hace forma de dolor delcarpintero y termina siendo una sombra que nunca fue, que llega a estar donde

nunca estuvo.

Coro: STABAT MATER DOLOROSA. E. KODALYVIII

Qué hermoso eres, Jesús, cuando mi alma vive en Ti su destino,tu muerte da luz a la suprema oscuridad de todas las noches,y de Ti oigo a la orilla de mis días, tu mensaje de amor eterno.Puedo pensar en Ti y abrir los postigos, encontrar el campo

que Tú recorriste una y otra vez hasta beber la copa de tu muerte.Cuán ardiente es tu presencia. Los días de paz y tranquila almase fueron. Las melodías son dulces entre las silenciosas flores.Quiero ser la voz que susurre tu nombre en la medianoche,

ser tu discípulo y construir un templo en una región de mi mentey adornarlo con las flores de los jardines secretos de tu amor.

Porque estás cerca de todo, nunca estás lejos, y eres silencio, porque eres espigay mar, eres secreto, eres pan y eres verbo.

Sálvame o el día me encontrará con la mañana y su olvido.Una nube pasa delante en la sencilla adoración de un día y es doblemente sa-

grado el sonido de la tarde, sagrado y único.

IXDESDE LA CRUZ

En llamas crece el amor. En soledades se eclipsan los claros soles, donde mirarsolía su triste madre de mirar dulcísimo,

Rey infinito, de gracia hermosa, bajo las manos de María,postrado cuerpo de color sangriento, y tenebrosa tarde.

El claro sol de la alta esfera hoy muestra su duelo y se cubrede tinieblas por la pena tan triste, dolorosa y fiera.

Y toda la tierra siente el dolor y el desconsuelo amargo,cuando el rostro del Redentor mira a su madre, vuelto.

Y el monte, el prado y la ribera quedan en espantosa nieblay la mar estalla en furiosas olas y se mueve en una gran tormenta,

y los montes temblando gimen y un feroz viento se llevatodo lo que encuentra al paso. Su eco silente se lleva el tiempo.

Y en la tarde que es una tarde de soledad hecha tristeza,Real su majestad en vasta sombra, los suspiros van tristes al contemplar su ros-

tro ante el que muchos se ocultaron cuando Jesús, desde la Cruz, uno por uno, miraba a todos.

Las últimas palabras las pronunció con fuerza y permaneció en silencio y todosobservaban, mientras el Hijo volvía a su Padre y volaba desde sus labios a las

cóncavas rocas,un pálido fulgor, el último rayo de luz, el más espléndido.

Y en silencio, la sombra, como la noche, inundó los montes, y los mares y todaslas alturas y todos los espacios. Cataratas,

y torrentes, lejanos y cercanos se cobijaron en las enormes sombras y muchosocultaron sus rostros de la luz.

Y la mujer le mira con amor materno, con lágrimas continuasmaltratado, llagado y de sangre y de sudor cubierto, y gimeoh alma, Hijo Poderoso, la dura encina, el antiguo roble,derriban por el suelo, temiendo el furor del alto cielo.

Corren deprisa las lágrimas ardientes, con dolor y pena,lánguidos los ojos, dueños de tanto mal y tanto desatino,

Maestro mío el corazón con llanto fiero oprimo, en este actoquedó todo el orbe liberado al acabar, oh Dios, este tormento.

XOh Dios, en la oscuridad eres la Luz suprema. La tarde escucha.El velo fue rasgado. En las orillas de las sombras existe la luz

y los precipicios enseñan una mañana en ciernes a la medianoche.Oh, dulzura del dolor, déjame saciar toda mi sed por esa pena

que siento, junto al ardiente sacrificio que recorrió tu cuerpo, Templo de dulcedolor en el que vana es la angustia humana.

Es hermoso traer a la memoria el rostro que tan bien se recuerdaen el que amo, sobre todas las cosas, llameando, tu ser divino

que ha tomado cautivo mi corazón y toda mi ansia, que es eterna.¡ Maestro del amor! Mientras estoy ante ti no se consume el fuegoni los ríos dejan de correr por el llano próximo, ni se consumeesa luz brillante, refugio del espíritu para el corazón enamorado.

Y mi alma contempla ante Ti al Rey sagrado, en las divinas sienes penetrado,por una corona de espinos que la cabeza te están atormentando, cordero mansí-

simo, de bondad divina, escarnecido.

Coro: OH DIOS, ¿POR QUÉ NOS HAS ABANDONADO?

XIEsta tarde, Señor, el desnudo zarzal no muestra flores,

ni arde continuamente en la montaña antigua.Frente a los ojos de mi mente no flotan los sueños,

toda mi alma se envuelve en la tristeza…Ante Ti puedo mirar mis manos, en su oquedad me veo como miseria sólo.

Cuando el misterio de las sombras pasa después del llanto de la muerte, es necesario volver a morir

para vivir el canto glorioso de la tierra.Un extraño murmullo alarga los estremecimientos,

mantiene susurros eternos a lo largo de orillas desoladas y tengo que quemar una vez más los restos del pecado

volver humildemente, ante Ti, en el amargo dulzor de tu agoníaa clavar un espino más sobre tu frente.

Oh, Tú que has sentido en el rostro el viento del invierno.Tú, cuyo único libro ha sido la luz en la suprema oscuridad,Oh, Tú que has sido hermano de amor y dolor en un solo gesto,

hoy mis ojos van de un lado a otro y no pueden ver.mi corazón arde en un deseo de un alma grande,

mientras estoy aquí, solo, preguntando al cielo, por qué el hombre no puede contemplar sus días, sin que

se altere el pulso,mientras la rosa se queda en el rosal para que la bese el viento

y se alimenten las abejas,y la ciruela madura sigue viviendo su ropaje oscuro

y el lago tranquilo tiene superficie de cristal.

Las brillantes lágrimas caen goteando sobre la tierra. Solemnes con expresiónsingular, casi como un rito.

En alguna región de mi mente, donde los pensamientostiene forma de doloroso santuario, de ventanas abiertas a la noche,

caen las estrellas, sin nombre, sobre la enrejadas trenzas del pensamiento, ador-nadas con campanas y un murmullo de viento entre los pinos. Caen sobre el jar-

dín secreto de mi alma.Mientras Tú, Señor, me llevas hacia los valles abiertos donde los árboles dan,

de nuevo frutos, donde mi corazón encuentre la paz.

XIIHoy, ante Ti, Señor, me acerco, y traes a mi memoria

a los crucificados de la humanidad. Pasan sus rostros, que son tu rostro, por mi corazón.

y me siento llamado a encontrarme con sus relatos de cruz que lo son de hambre, de guerra, de injusticia.

En mi memoria están las imágenes de las víctimas, los cuerpos mutilados por las bombas,

La voz de los sin voz, los pasos de tantos emigrantes que dejan su tierra con dolor,

el eco apagado de los condenados a muerte Ante Ti Señor, pido que tu muerte no sea infructuosa y riegue las semillas de

amor y de esperanza que Tú sembraste. Tú sigues habitando en tanta gente crucificada.Nuestros ojos miran y no ven y la indiferenciaque cierra nuestra comprensión a su dolor.

En los ojos queda la tierra envuelta en su silencio, tan llena de soledad.

Quedan los días, de terrible ausencia, con lagos y con nieves,y selvas hechizadas, donde moran las sombras del espanto;

quedan las tumbas al pie de los cipreses, solos, en la tristeza de lejanas estrellas.

Quedan las glorias como antorchas que apagan ráfagas seculares,y las puertas quejándose en el viento.Quedan la angustia y el tiempo

como drama en el hombre: engendrador de vida,engendrador de muerte. El tiempo que levanta y desgastacolumnas y murmura en las olas milenarias del mar.Queda la luz bañando las montañas, los parques de losniños y los blancos altares. Pero también la noche con

ciudades dolientes, la noche cotidiana, la que no es noche aún,sino descanso breve que tiembla en las luciérnagas o pasa por

las almas con golpes de agonía.La noche que desciende de nuevo hacia la luz, despertando lasflores en valles taciturnos, refrescando el regazo del agua enlas montañas, lanzando los caballos hacia azules riberas,mientras la eternidad, entre luces de oro, avanza silenciosa

por la memoria del justo.

XIII¡Como tuvo que ser aquella tarde!.¿Cómo aquella tarde de sentir penosoante tanta amargura por la crueldadde ver al dulce Jesús en su agonía?.De verte así, Señor, se agota el río

y por mis venas siento una penosa calmaque en la tarde, Jesús, es un mortal frío

pues ya, sin Ti la vida es triste y es amarga.¿Quién clavó tus manos quién te llevó a la Cruz?

¿ quién usó una crueldad tan desmedida?¿Como no hubo piedad para Ti, que te entregastecon cristalino pecho edificado de amor y bien.?

Qué dicha tan triste, qué mísera fortunaal verte así, en tus brazos lastimado,

en tu dulce rostro maltratado, bañado en sangreofendido, en tu cuerpo escarnecido y ultrajado.

La llama verde es pasto de las llamas,viene a apagar la luz radiante de la Alturacuando el día amanece para el Sol,

Luz de Luz en el mundo, que a eternidad alumbraSe oculta en las tinieblas. El sacrificio,es llanto suplicante del laurel del martirio

El mundo elige, incrédulo, el poder que le allanay la aurora despliega las esplendentes alas.

Coro: OH SEÑOR, VENGO HACIA TIXIV

Cuando las almas descansan sobre el sereno y tibio atardecer, cuando la noche cae sobre el asfalto del ocaso,

cuando el frío se rinde inminente en el cálido aliento, cuando mis párpados cansados apagan la luz... Te siento.Y allí te veo en silencio, olvidando recelos guardados, apartando los límites y fronteras que rompen el deseode penetrar, absorto, en el sublime fondo del amor,que es forma de luz que pone claridad a mi sueño.

Quiero rozar la altura de los cielos, someter mi conciencia,a Ti, desenredar mis frágiles deseos

y enredarme en la zarza inacabable de tu amor. Navegar en Ti y derramarme en tu claridad, centro y Universo de todo...Quiero ser un alma extensa, sin noción del tiempo, que me dé esperanza y fuerza de ánimo sereno,para seguir tu huella sobre el azul de la memoria,

sobre el cielo más limpio de la aurora.Para dejar atrás la luz desfallecida en los dulces

espacios de lo eterno, para dejar las sombras sumergidas,rendidas a la alegría en los amplios caminos de esperanza,en la suave caricia de la brisa de este amanecer contigo.Anoche en el silencio sentí tu aliento suave y cálido;

llegó hasta el fondo de mi alma, el resplandor de tu imageny era como un rumor tu paso sin distancias, sobre los liriosdormidos en la luz, hasta entonces desvanecida, de mi alma.

Después…busqué en el infinito otra vez tu presencia.Otra vez la claridad envuelta en llamaradas, que de tu serescalan las torres imposibles de mi anhelo, y fuistela transparencia callada de la aurora, mi mayor dicha.

Ahora, las almas descansan sobre el sereno y tibio atardecer, y la noche cae sobre el asfalto del ocaso, y tu claridades un aliento cálido, sobre el frío que se rinde inminente

sobre mis párpados, sorprendidos, con la hondura de tu luz...En la noche de claridad, dulce y perfecta, … te siento.

XV

¿Qué quieres que te haga?El ciego le respondió:Señor que veaMc. 10, 46-52

Señor, que vea.

Qué hermoso es el mundo, Señor; qué silenciosa dicha es la luz;navega por los prados, los ríos, las riberas, los montes y los valles.Con la luz, veo las hojas del otoño y el perdón de tus manos,el sol, que en el verano acaricia las cosechas del páramo;

las tardes, que se van camino de la noche con su lento crepúsculo y la bóveda celeste que a la luz de la luna ya no es noche eterna.Veo tu rostro, Señor, centro de bondad de la sagrada súplica,y puedo seguirte por el camino al salir de mi aldea, y amarte

y regresar de nuevo a Ti, y darte gracias por el bien, que me hiciste regresar al jardín de los infinitos sueños que siempre amanecen,al llegar la mañana, con los primeros soles de la esperada aurora.Hoy, que siento sobre mis hombros la angustia, la soledadese silencio en torno a mi, la vacía oquedad de mis manos,

cuando los ojos ya no son manantial de ternura, ojos que amanpor encima del dolor de cada día en la mirada del sufrimiento.Hago memoria, Jesús, dulce regalo mío, gloria de mi alma,

y pienso que, sin Ti será la muerte el fin de mi memoria, pues Tu mueres,Señor, porque yo viva y Tú me diste la vista para ver el tormento, el amor de tu

gesto y, en tus brazos abiertos, el perdón.

Coro: UBI CARITAS ET AMOR. DURUFLÉXVI

CRISTO YACENTE DE LA MISERICORDIAUn desfile de sombras se desliza en la noche, las campanas doblancon sonidos de muerte. En silencio se escucha una vencida súplica, cuando yace tu cuerpo lacerado y pálido en la Ciudad doliente. Y qué sola queda la Cruz de los tormentos, y qué dolor se sientecuando tu cuerpo yace bajo la mirada amarga de todo el orbe.

Qué dolor me posee cuando miro tu rostro y tu cuerpo yacente.Cuando doblan las campanas, doblan para entristecer la noche;

doblan con el silencio roto por el viento y el pesado paso del cortejo.Doblan con la tristeza de Jesucristo muerto. En el aire, el silencio,en la bóveda celeste brillan las infinitas estrellas de la noche;

en el corazón la memoria de tu misericordia y de tu gesto ardiente.Las campanas redoblan, mi corazón te siente para llorar tu muerte. Frente a Ti cierro los ojos, quedo en las tinieblas de la noche. La soledad me alcanza y puedo ver el vacío y oír la voz de un desprecio amargoque te llevó a la muerte, como odio que todo lo destroza con violencia.

Hila la muerte con sus helados dedos, el final que antes o después a todos llega;aunque tu mueres, Señor, porque yo viva mas allá de la muerte.

En tu muerte, Señor, está mi muerte; en tu muerte renace nuestra vidaCon el oscuro ropaje del dolor voy hacia Ti porque eres inicio y fin y este camino hacia el sol o la noche lleva a la muerte. Cuando llegue

posiblemente no tendré tiempo de contemplar la tarde ni las lejanas flores de losvalles, ni otra primavera que renace. Las palabras, entonces, serán la memoria

de los días, el bagaje con el que me presentaré ante TiVendrá la noche, llegará mi muerte y mi vida nada sería sin tu muerte

Y de repente, el penoso vacío; de repente, el juego indecible, donde la pura escasez incomprensiblemente se transforma; salta

a ese vacío inmenso. anuda y tuerce los intranquilos caminos de la tierra,Sólo nosotros vemos la muerte: el hombre tiene tras de sí, su muerte;

ante sí, a Dios; y cuando va, camina por lo eterno, lo mismo que las fuentes.Te llevan en la noche por las extrañas callejas de la ciudad del dolor.La horas se yerguen ahora aisladas, como columnas que ya nada sustentan.Se hacen noche infinita, noche oscura que se desliza por las calles ocultasde la ciudad sin límites, bajo hachones de cera que, pálidas, alumbrancon la luz del silencio que invade cada rincón del alma, hecho súplicapor el amor del Justo, muerto por la injusticia del hombre y su osadía.Qué dolor me posee cuando miro tu rostro y tu cuerpo yacente.

Coro: CANTATA. J. S. BACHXVII

FINALANTE EL SANTÍSIMO CRISTO DE LA AGONÍA REDENTORA

He reunido palabras. Con ellashe intentado expresar en mi humilde lenguaje la grandeza de Dios.

Esta es mi ofrenda.Sabe el Señor que sólo me mueve el deseo

de celebrar su gloria. Celebrar el recuerdo de quien es árbol,

fruto, sombra y amigo,una amistad como el río, el lago,

y un mar sin riberas…Acaso

habrá quien desestime este lenguaje pero mi lengua es esta, la aprendida

en brazos de mi madre.No serán las palabras más perfectas,

pues a su grandeza, conviene algo muy hermoso,no es más que un gesto

frente al inmenso y generoso abrazo de la Cruzal entregarse.Pero así soy,

estoy hecho a vivir en las ruinas de mi ciudad,cada gota de lluvia es una gota de silenciocada palabra una llamada dentro del corazón,

es verdad que quisiera que el viento fuera alguienque golpea a mi puerta, porque así es la fe y el deseo

de mi corazón cuando amanece,cuando en silencio, siento su presencia.No merezco el dolor de la muerte injusta,

de la tarde hecha noche,la muerte aunque sólo sea un paréntesis

entre la noche y el día.Hoy estoy aquí

con mi palabra envuelta en la tinieblay un dolor inmenso que me conmueve el alma.¿Dónde nacen las palabras, dónde mueren?Hay un fuego intuido donde ansías devorarte,

una tormenta que rompe el paisaje,cuando, llegada la hora, una angustia de siglosacaba en una noche de fríos y temblores,en la que termina doliendo la existencia.La morada es la luz del sol cuando se pone,

la voz de las aguas, la campana que palpita y los sonidos que la noche almacena,

para luego el silencio, la sombra interminableo acaso el asombro;

una puerta que se abre a un espacio vacío, en el que peces alados encuentran los espejos.

Poderoso y eterno,eres el agua profunda al invocarte,

el rayo de sol que alcanza el sitio más oscuro del bosque

semejante a la constelación,que hace hervir el inmenso mar,escudo y fortaleza de la verdad,

hacedor de la vida,Mesías con las manos heridas de clavos,

y tu pecho del que fluye la sangre eternamente.Cada día mi palabra es una súplicay a Ti dirijo mis oraciones siempre.

Alabado seas Tú que derramaste tu sangre,como fuego que calienta sin arder,

por la redención de todos los hombres.

Coro: PUEBLO MIO, ¿QUÉ TE HE HECHO?