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TEMA 1 ESCRITURA Y TRADICION Doctrina católica sobre la S. Escritura y sobre la Tradición (Trento y Vaticano II). La Tradición (apostólica, del depósito de la fe) y las tradiciones. La interpretación de la Escritura en la Iglesia (DV 12). Escritura y Tradición en su función como fuentes del conocimiento teológico . ESQUEMA

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TEMA 1

TEMA 1PRIVATE

ESCRITURA Y TRADICION

Doctrina catlica sobre la S. Escritura y sobre la Tradicin (Trento y Vaticano II). La Tradicin (apostlica, del depsito de la fe) y las tradiciones. La interpretacin de la Escritura en la Iglesia (DV 12). Escritura y Tradicin en su funcin como fuentes del conocimiento teolgico.

ESQUEMA

A. CONCILIO DE TRENTO

Introduccin

1. Modalidades en Trento3

2. Evangelio: fuente de tradicin apostlica3

B. DOCTRINA DEL CV II SOBRE LA TRASMISION DE LA REVELACION

Introduccin

1. Los apstoles y sus sucesores mensajeros del Evangelio6

1.1. Objeto y Origen de la transmisin de la Revelacin6

1.2. El mandato de Cristo a los apstoles de anunciar el Evangelio6

1.3. Modalidad de la predicacin apostlica7

2. La sagrada Tradicin8

2.1. Necesidad de la Tradicin 8

2.2. Contenido y naturaleza propia de la Tradicin9

2.3. El progreso de la Tradicin9

2.4. Los textos de la Tradicin10

2.5. Valor dogmtico de la Tradicin10

3. Relacin entre Tradicin y Escritura

3.1. Comn origen y finalidad11

3.2. Diversas expresiones de la misma Palabra de Dios12

4. Igual veneracin de parte de la Iglesia13

C. TRADICION Y TRADICIONES

I PARTE POSITIVA

Introduccin13

1. La Tradicin en Israel, en Jesucristo y en la Iglesia naciente14

2. San Pablo y la Tradicin14

3. El kerygma apostlico16

3.1. El kerygma en San Pablo17

3.2. El kerygma en San Lucas18

3.3. Conclusin19

4. El depsito de la Tradicin20

4.1. La palabra "depsito", paratheke20

4.2. El depsito de la fe en San Pablo y los apstoles21

5. La Tradicin en los padres antenicenos22

5.1. Nocin y origen de Tradicin22

5.2. Relacin Escritura y Tradicin22

6. Tradicin en los padres de los ss IV y V dC23

7. Tradicin y tradiciones en Trento24

II PARTE ESPECULATIVA

1. Anlisis y sntesis de la idea de Tradicin26

1.1. El concepto de Tradicin bautismal y jurdico27

1.2. La Tradicin como desarrollo histrico28

1.3. El sujeto de la Tradicin30

1.3.1. Espritu Santo, sujeto trascendente de la Tradicin30

1.4. Conclusin Escritura, Tradicin y Magisterio31

D. LA INTERPRETACION DE LA SAGRADA ESCRITURA EN LA IGLESIA DV12

Introduccin32

ABREVIATURAS

DTF = Diccionario de teologa fundamental

DCVIITR = Doctrina del concilio Vaticano II sobre la trasmisin de la Revelacin

Tyt = Tradition and traditions

TSM = Scrittura Tradizione Magistero

A. CONCILIO DE TRENTO

Introduccin

Con el concilio de Trento la Iglesia toma posicin frente a los ataques de la reforma. Es una larga historia la de este concilio, que se ha desarrollado a lo largo de 18 aos (Dic 1545 a Dic de 1563). En lo que toca al problema de la trasmisin de la revelacin, viene tratada y definida en el decreto del 18 de Abril de 1546, cuyo tenor es el siguiente:

El sacrosanto concilio ecumnico y general de Trento legitimamente reunido en el Espritu Santo...se propone definitivamente, removiendo los errores, conservar la integridad del Evangelio, que es custodiado en la Iglesia. Este mismo Evangelio prometido precedentemente por medio de los profetas en las Sagradas Escrituras, Cristo lo anunci por primera vez con su propia voz; luego mand que por medio de los apstoles "viniera anunciado a toda creatura" (Mc 16,15) como fuente de verdad salvfica y norma de moral; observando que la msma verdad y norma est contenida en los libros escritos y en las tradiciones no escritas, que de la voz de Cristo msmo, de los apstoles bajo la inspiracin del Espritu Santo, han llegado hasta nosotros como si fuesen trasmitidas de mano en mano, siguiendo los ejemplos de los padres el concilio acepta y venera con igual piedad y respeta todos los libros sea del Antiguo Testamento que del Nuevo Testamento, porque el autor de ambos es el nico Dios, as como de las msmas tradiciones, sea tocantes a la fe que a la moral, porque, ya sea pronunciadas por Cristo sea del Espritu Santo, son conservadas ininterrumpidamente en la Iglesia catlica. 1. Modalidades de Trento

Hay tres elementos que parecen destacar del texto del decreto:

La idea de continuidad entre Escritura e Iglesia, tanto en el orden histrico como en el teolgico, y todo partiendo desde los profetas, encuentra en Cristo su centro msmo. Por Evangelio, los padres conciliares, intentan entender el evento de Cristo que no se identifica slo con los textos escritos. Entonces, el concilio logra conectar a nueva cuenta lo que Lutero haba desunido, Escritura y Tradicin pero sin identificar como fuente de la revelacin a ninguna de las dos, sino solo en el Evangelio, el evento Cristo.

La mediacin de la persona Cristo, que nos ha venido a traer la revelacin cristiana, contenida en dos instancias la Escritura y las tradiciones que son reconocidas por igual, rechazando el trmino de sola Scriptura. Se le da un carcter dinmico a la tradicin, " que nos ha llegado de mano en mano" y se asegura el papel del magisterio como garante de la correcta interpretacin de la entera Tradicin.

La normatividad por la reconquistada unicidad entre Escritura y Tradicin y en fuerza de su mutua relacin con la Revelacin, que le permite a esta ltima de reproponerse como norma vinculante y de discernimiento para la fe autntica, con base en la doble mediacin histrica mencionada.

2. Evangelio : fuente de Tradicin apostlica

Lo que en el Concilio de Trento est en juego es la pureza del Evangelio y su plenitud, buscando remover los errores, para mantener su autenticidad dentro de la Iglesia. La descripcin que del msmo hace es el siguiente: fue primeramente prometido por los profetas en el AT. Nuestro Seor Jesucristo, el Hijo de Dios, formalmente lo proclam por primera vez de su propia boca; y el mismo Jess di a los apstoles el mandato de predicarlo a toda creatura.(Mt 28,19.20). As el Evangelio se convierte en la Carta de las relaciones de Alianza renovadas para todos los tiempos en Cristo.Tambin se declara en dicho Concilio, lo que es muy cercano a la actual lnea de pensamiento de la Iglesia al respecto, cuando se declara que las tradiciones lo mismo que la Escritura ocupan un lugar secundario en relacin con el Evangelio, porque el msmo es la fuente de todo el Cristianismo, que viene de los apstoles, como un torrente trasmitido tanto por la Escritura como por las tradiciones, encontrndose en el Evangelio como fuente, la dualidad de valores noticos y dinmicos respecto a la eficacia salvfica.

Cristo es la fuente del Evangelio, y el msmo es la fuente de todo conocimiento y de virtud. La Tradicin no es exclusivamente intelectual sino fuente de nuestra vida de fe. Es evidente tambin la influencia, no explcita, en el Concilio de Trento, del inicio de la Carta a los Romanos (Rom 1,1-6.15-17), donde San Pablo habla del Evangelio anunciado por los profetas en la Escritura, cuyo contenido es Jesucristo, fuente y objeto de la fe, principio de justificacin y vida divina. Trento sin embargo, lo presenta tan solo, como anuncio de salvacin bajo sus aspectos de verdad y de ley, tradas hasta nuestros das por medio de tradiciones escritas y no escritas.

Aqu, los telogos del siglo XVI fallaron al hacer la distincin de Tradicin y tradiciones, diremos que las segundas son solo determinaciones normativas, no contenidas formalmente en el canon de la Escritura; pueden ser originadas con Jess, los apstoles o la Iglesia, y su inters principal es lo relativo a la alabanza y a la disciplina.

En cambio la Tradicin presenta tres aspectos de significado:

1. La trasmisin del entero Evangelio, Escritura, Sacramentos, Palabras pronunciadas no escritas, Confesiones de fe, Actos de alabanza, Costumbres y Prescripciones-todo esto en conexin con la realidad que ellas conllevan o producen. Esto se refiere ms bien al acto de trasmisin.

2. Tradicin es tambin la interpretacin o significado dado a las realidades trasmitidas dentro del grupo de la comunidad eclesial.

3. Tradicin como interpretacin o lectura de la Escritura en base a testimonios fijos o "monumentos" (instituciones, costumbres, arte, liturgia).

Tradicin es pues, el "sentido Catlico", que la Iglesia posee como un sujeto vivo y sopra-individual de la serie de testimonios de los cules expresa su interpretacin de lo que Ella trasmite y vive.

Debemos sin embargo reconocer la absoluta dignidad y valor de la Escritura por que es querida por Cristo el Seor, para producir una especial gracia en los lectores pero a su vez por: su carcter pblico, su permanente solidez y certeza, su facilidad de verificacin y referencia indisputable. Si la Tradicin le permiti a la Iglesia conservar el depsito en su totalidad, la Escritura ayud a conservarlo en su pureza.

As, concluyendo Escritura y Tradicin aparecen no opuestas sino implicndose mutuamente y contribuyendo a sostenerse. La Escritura nos habla de que la interpretacin de la revelacin ha sido exacta; la Tradicin accesible en sus "monumentos", garantiza la autenticidad de nuestra lectura de la Escritura. Por tanto, entre ambas es preciso un dilogo continuo. Ambas tienen el mismo Autor soberano, el Espritu Santo y ambas existen en y para el pueblo de Dios.

B. DOCTRINA DEL CV II SOBRE LA TRASMISION DE LA REVELACION

Introduccin

Se estudiar el captulo segundo de la Dei Verbum en lo tocante a sus artculos primero, segundo y tercero, correspondientes al punto nmero nueve, que es lo que ms atae a nuestro tema de la trasmisin de la Revelacin, siguiendo el libro del R.P. Umberto Betti O.F.M. El texto en cuestin es el siguiente:

DV 9. As pues la sagrada Tradicin y la sagrada Escritura estn estrechamente trabadas y comunicadas entre s. Y as ambas, por manar del mismo manantial divino, confluyen en cierto modo en uno y tienden al mismo fin. Efectivamente la sagrada Escritura es habla de Dios en cuanto que, por inspiracin del Espritu divino, se consigna por escrito; y la sagrada Tradicin trasmite integramente a los sucesores de los apstoles la Palabra de Dios que fue a stos confiada por Cristo Seor y por el Espritu Santo, a fin de que, por la iluminacin del Espritu de verdad, fielmente la guarden, expongan y difundan por su predicacin; de dnde resulta que la Iglesia no toma de la sola sagrada Escritura su certeza acerca de todas las cosas reveladas. Por lo cual ambas han de ser recibidas y veneradas con igual sentimiento de piedad y con la misma reverencia. 1. Los Apstoles y sus sucesores mensajeros del Evangelio.

Dios dispone la trasmisin de toda la Revelacin, para que se realizase as su diseo de salvacin universal. Tal disposicin divina est conectada al mandato dado por Cristo a los Apstoles de anunciar a todos el Evangelio. Los Apstoles cumplieron aquel mandato, ya mediante la predicacin no escrita, ya mediante la predicacin escrita; que tambin se llaman respectivamente, Tradicin y Escritura. Los Apstoles confiaron una y otra a sus propios sucesores, para que el Evangelio por ellos anunciado permaneciese vivo e inalterado en la Iglesia. La Tradicin y la Escritura son para la Iglesia el reflejo de Dios y su gua segura en el pregrinaje terreno.

1.1. Objeto y origen de la trasmisin de la Revelacin.

La Revelacin entendida como el complejo de acontecimientos y de enseanzas ordenados a la salvacin, exige que su trasmisin reproduzca su naturaleza, indispensable para asegurarle su integridad. Tambin ella debe constar de hechos y doctrinas en conjunto.

Al origen de la Transmisin de la Revelacin hay una explcita disposicin de Dios, que la confirma como don de salvacin, ofrecido a todos los hombres de todos los tiempos. La Revelacin no es una parte de la economa de la salvacin, o una adicin a la voluntad salvfica de Dios, sino es su manifestacin y actuacin concreta, concide con ella, ya sea en su finalidad que en su duracin. Por tanto su trasmisin es simplemente necesaria.

1.2. El mandato de Cristo a los Apstoles de anunciar el Evangelio

La disposicin divina de que la Revelacin fuese trasmitida a todas las generaciones en toda su integridad es realizada por Dios mismo hecho hombre. En realidad es Cristo Verbo Encarnado quien resume en s toda la Revelacin. Porque es la Encarnacin o sea la Revelacin que salva. Cristo es en s mismo el principio proporcionado para su trasmisin y por el msmo motivo, l es la causa eficiente. Dando a los Apstoles el encargo de predicar el Evangelio, establece como objeto de su predicacin el evento de la Encarnacin y las verdades y realidades que a l se refieren.

Por Evangelio entenderemos aqu la entera Revelacin y no tan slo los libros sagrados que llevan ente nombre. El Evangelio prometido por medio de los profetas, el Evangelio cumplido y promulgado por Cristo, no slo sus doctrinas sino su mismo ser y obrar. En otras palabras el Evangelio es Cristo mismo presente en el mundo para salvarlo.

El objeto de la predicacin apostlica es precisamente el Evangelio y por lo tanto cumple fielmente con trasmitir la Revelacin completa.

1.3. Modalidad de la predicacin apostlica.

Los apstoles han seguido el mandato de Cristo de predicar el Evangelio a travs de dos modos como son: la predicacin escrita y la predicacin no escrita. Esta ltima es presupuesta por la escrita y tiene la capacidad de trasmitir todo el Evangelio, es ms, es la misma manera que Dios empleo cuando estuvo Encarnado entre nosotros a travs de un contacto directo de persona a persona, y ya no a distancia como en el caso de los hagigrafos del AT. Los apstoles recogieron los mltiples testimonios experimentados en la relacin y convivencia con Cristo, de su viva voz, de sus ejemplos, y de su estar con l. Esto lo trasmiten en modo anlogo, con la predicacin oral, con los ejemplos y con las instituciones. Y van mucho ms all, pues no slo repiten lo que Jess les haba enseado, sino que, iluminados por las sugerencias del Espritu Santo lo explican y lo desarrollan, todo conforme a las intenciones de Cristo. as, la predicacin apostlica es tributaria de una doble enseanza divina: el recibido de Cristo durante su vida terrena y en el perodo entre la resurreccin y la ascensin. Y aquella que les dio el Espritu Santo, que les introduce en la penetracin y representacin de todo el misterio cristiano.

Existe una acentuacin nueva respecto a lo definido en Trento y en el Vaticano I, en cuanto al objeto trasmitido y al modo de trasmitirlo. Antes se hablaba de tradiciones no escritas recibidas de los mismos labios de Jess o trasmitida por los apstoles bajo dictado riguroso del Espritu Santo. En este caso la predicacin apostlica es eminentemente oral, porque est constituida solo de las palabras de Cristo o palabras dictadas por el Espritu Santo. En cambio, en el Vaticano II, se habla de predicacin apostlica no slo hecha de palabras, sino de realidades, tanto en su contenido como en su transmisin. As se le llama predicacin no escrita, que es diversa de la oral.

Pero el Evangelio predicado por los apstoles nos lo trasmitieron tambin en forma escrita, para que se volviese columna y fundamento de nuestra fe. La predicacin escrita es por su misma naturaleza verbal y fruto de la predicacin no escrita, pues los libros sagrados no han tenido la intencin de crear algo nuevo, sino de conservar fielmente lo que los apstoles haban trasmitido personalmente a travs de la fe en la vida de las comunidades fundadas por ellos.

Existe por lo tanto una ventaja de la predicacin escrita sobre la no escrita, pues la primera esta estrechamente conectada con la Revelacin a travs del carisma de la inspiracin, y permanece Palabra de Dios independientemente de la persona que la escribe. Empero la predicacin escrita no se identifica con la Revelacin, es slo su representacin en forma de documento escrito.

Entonces, los autores sagrados no se identifican con los apstoles, aunque hay de entre ellos, pero tambin de fuera de su grupo, que sin embargo han recibido una influencia directa de parte de los apstoles, todos inspirados por el Espritu Santo han escrito, lo que Dios ha revelado en orden a la salvacin. Por tanto inspirado, quiere decir inmune al error en materia de salvacin y por consiguientes no enjuiciables por jueces humanos. No son ni ocasionales ni transitorios , sino son realmente queridos por Dios y estn destinados a durar para siempre. Adems, aunque no nacieron de inspiracin comunitaria, si son nacidos en ambiente eclesial, son escritos en la Iglesia y para la Iglesia. Son, entonces, elementos esenciales de la msma.

2. La Sagrada Tradicin La Constitucin procede ahora a tratar lo relativo a las componentes de la Tradicin: la necesidad, el contenido, y la naturaleza propia, el hecho y los factores de su progreso, los textos cualificados, el valor dogmtico en el testimonio e interpretacin de la Escritura.

2.1. Necesidad de la Tradicin

Ahora se subraya la necesidad de continuar con la predicacin apostlica no escrita con el fin de conservar intacto y vivo el Evangelio en la Iglesia. Esta predicacin viva era ya llamada, desde el prrafo # 5, con su nombre correcto, "Tradicin", como ser llamada de aqu en adelante y es definida como la continuacin de la predicacin originaria divino-apostlica, portadora de todo aquello que toca a la fe y a las costumbres.

La necesidad de la Tradicin la fundan sobre dos hechos: sobre las limitaciones de la Escritura para trasmitir la predicacin apostlica en toda su intensidad nativa, y adems sobre el comportamiento e instrucciones de los apstoles msmos.

La Escritura es el documento preminente en la predicacin apostlica, debido a su divina inspiracin y goza de una funcin privilegiada e insustituible en la trasmisin de la Revelacin. Pero por otra parte, es limitada, por las msmas palabra humanas de que se han servido los hagigrafos, apstoles y evangelistas para poner por escrito la Revelacin. Y por ello no puede sustituir la predicacin viva de la cul proviene, por lo cul los apstoles tambin han trasmitido la predicacin viva a la Iglesia. Todo lo que hicieron y ensearon no escrito, todo lo que continuaron a hacer y ensear no obstante la existencia de los libros sagrados.

As, los apstoles trasmitieron todo aquello que a su vez haban recibido de varias maneras: por los labios, las obras, la experiencia y costumbre de estar con Cristo y por sugerencia del Espritu Santo. Luego, nos trasmiten mucho ms que los solos libros sagrados. Empero el "plus" de ms que ensea la Tradicin no escrita, no es de ningn modo ajeno a lo que est escrito. La palabra viva, tiene una extensin mayor, al menos explicativa, que la palabra escrita; y una extensin an mayor tienen las realidades respecto de sus testimonios verbales, sean escritos que orales, por la msma incapacidad congnita que presentan para reproducirlas.

2.2. Contenido y naturaleza propia de la Tradicin Por su propia modalidad deriva la necesidad de su continuacin, as como de su contenido y peculiariedad de trasmisin. Pues no slo est constituida de palabras, sino de toda la realidad cristiana que contribuye al aumento de la santidad del pueblo de Dios: enseanzas doctrinales, organizacin comunitaria, ritos, celebraciones cultuales y sacramentos. Esto no se realiza en miras a una accin proselitsta, sino, por una necesidad de perfeccionamiento interior de la Iglesia msma, as como por el aumento de la eficacia misionera y tambin por los msmos aportes humanos de los nuevos creyentes. As, la Tradicin hace de la Iglesia una comunidad que cree, constituyndola ontolgicamente y habilitndola al cumplimiento de su misin. No se trata, por tanto de un "plus" numrico, lo que aumenta la Tradicin sobre la Escritura sino de un "plus" de complementariedad, pues viene colocada sobre el plano de la experiencia y entonces no slo se conoce sino que se pose. En cambio, el testimonio de la Escritura tiene la exigencia de traducirse en la vida de la Iglesia, lo que se logra a travs de la Tradicin, no para sustituirla sino para vivificarla.

2.3. El Progreso en la Tradicin

La Tradicin debido a su objeto y naturaleza permanece en un continuo desarrollo, es una realidad viva de la Iglesia, que trasmite la predicacin apostlica viva. Sin embargo, es un desarrollo muy "sui generis", pues permanece siempre ligada a la Revelacin inmutable, aunque no totalmente desentraada.

Antes de hablar del progreso de la Tradicin es preciso hacer algunas distinciones: hay Tradicin y tradiciones, la primera tiene que ver estrechamente con la Revelacin mientras las segundas son ms bien de origen eclesistico, aunque tambin tengan base apostlica. La primera no puede sufrir ninguna alteracin que destruya su substancia o al menos la desgaste, ni por adicin ni por sustraccin, de aquello que nos han trasmitido los Apstoles.

Por tanto, aunque se trata de un progreso, es un progreso en la identidad originaria. Vgr en el embrin de un ser viviente, ya existe la plenitud del ser, empero, a ella se llega slo despus de un proceso de maduracin que deviene elemento constitutivo de la misma realidad que madura.

Se trata de un crecimiento de la Tradicin sin cambiar su sustancia, es como una clarificacin de la potencialidad inmensa que tienen las Palabras que Dios nos trasmite por la Tradicin, comportando un enriquecimiento doctrinal no slo de la Tradicin sino de la misma Revelacin, pues la Revelacin puede ser entendida tambin como un proceso de continua explicacin y de adaptacin renovada. Cada reaccin en la vida de uno de los miembros de la Iglesia en torno a ella se vuelve un factor activo de progreso. El ejemplo ms acabado o perfecto de un creyente de la Iglesia lo tenemos en la Virgen Mara, que reflexiona todas las palabras concernientes a su Hijo divino, indagando el significado en su corazn, para luego dar con ellas testimonio, tanto como objetos de su pensamiento, como tambin, como reglas de su vida.

2.4. Los textos de la Tradicin

Toda actividad, expresin e institucin de la Iglesia lleva el sello de la Tradicin, empero, ninguna manifestacin o testimonio particular de una poca puede identificarse con la misma, porque, como hemos dicho sta permanece abierta a un continuo progreso. Sin embargo, la Iglesia catlica califica especialmente algunos testimonios, sea por la autoridad de las personas que lo dan, o, por la forma comunitaria que asumen, vgr los Santos Padres y la praxis y vida religiosa de la entera comunidad eclesial en su celebracin litrgica. Por SSPP (Santos Padres) se entiende slo a aquellos personajes, obispos o no, que renen las siguientes dos condiciones: la proximidad a la poca apostlica y la reconocida validez de su obra como doctrina para toda la Iglesia, reconocindoseles, tambin una santidad de vida.

El valor de los textos de la Tradicin de los SSPP deriva de su convergencia, al haber dado una expresin repensada a la predicacin apostlica, en forma de un desarrollo ordenado a partir de su ncleo primigenio, lo cul habla de la fe comn de los mismos y con la Iglesia al momento en el que se han expresado, y se les llama Padres porque son, en el crecimiento de la Iglesia, lo mismo que los Apstoles fueron para su nacimiento.

2.5. Valor dogmtico de la Tradicin

El valor dogmtico de la Tradicin, como transmisora de la Revelacin, potencialmente es inherente a toda manifestacin suya y se vuelve efectiva cuando propone una verdad como divinamente revelada, vgr el canon de los libros sagrados.

Slo de la Tradicin apostlica la Iglesia ha podido conocer el canon, si bien en la misma Escritura existen ya muchas citaciones de un libro biblico por otros libros tenindolos como divinamente inspirados, sobre todo en la predicacin del msmo Cristo y los Apstoles, que recurren continuamente a los libros del AT. Pero, los criterios para reconocer si un libro es divinamente inspirado o no, solo vienen de la Tradicin, y as proclamar el canon como dogma de fe. La Iglesia no construye el canon, solo lo recibe y lo acepta y lo proclama. No nace de una impotencia de la misma por garantizar la pureza de la Revelacin, sino que se han impuesto por s mismos, porque reunidos en su conjunto dan una interpretacin global de toda la Revelacin. Y un solo libro del canon da testimonio de la Revelacin porque as lo atestigua la Tradicin.

Pero el valor dogmtico de la Tradicin no se agota en atestiguar acerca de los libros sagrados, sino que, constituye como su ambiente nativo, o medio ambiente, fuera del cul no se entenderan, la Tradicin es la que hace vivo al libro sagrado, pues hace que sean inteligibles, como Palabra de Dios y por lo mismo, operantes de su voluntad en medio del mundo, es como la asimilacin que debe sufrir el alimento antes de que pase al organismo de la persona.

As, el Concilio limita el valor dogmtico de la Tradicin a los dos casos estudiados: el testimonio y la interpretacin de la Escritura.

3. Relacin entre Tradicin y Escritura3.1. Comn origen y finalidad El elemento primario de unin entre y Tradicin y Escritura es el mismo origen divino, pues Dios las ha constituido en transmisoras de la Revelacin. Por tanto se trata de un nexo intrnseco y ontolgico, en fuerza del cul no puede haber ninguna separacin recproca, aunque no por ello deja de haber una distincin real, en este caso la "inspiracin", que es nicamente para la Escritura, y por esto dice el texto de la constitucin "en cierto modo.." forman una sola cosa.

Esta no separacin y real distincin no afecta, sin embargo, al idntico objetivo final que es la transmisin de la Revelacin, aunque ciertamente, lo alcanzan con diferentes modalidades.

3.2. Diversas expresiones de la misma palabra de DiosContinuando con el tema comenzado de la diversidad e igualdad entre Tradicin y Escritura, dice ahora, comenzando por la Escritura que sta es Palabra de Dios porque, por su contenido y por su enunciacin verbal y porque est divinamente inspirada, es locutio Dei, mientras que de la Tradicin solo dice que la "trasmite..." y tal diferencia la pone en un estado de inferioridad respecto a la Escritura. Sin embargo, la Tradicin ser superior a la Escritura por su propiedad de trasmitir "integralmente" la palabra de Dios, no slo en cuanto a doctrina, sino en el conjunto de realidades ordenadas a la salvacin.

Cuanto ha sido dicho hasta aqu se puede resumir diciendo que Escritura y Tradicin son "diversas expresiones de la misma Palabra de Dios", afirmacin que ha sido la ms debatida de todo el concilio, pero que da la clave para entender la relacin de ambas al trasmitir la Revelacin.

Por una parte la Tradicin como no es inspirada no se agota en ningn documento escrito, sino que tiende a anexarse todas las situaciones e instituciones en las cules se concretiza histricamente la Iglesia y a identificarse, en cierto modo con ella. Pero como, a la vez, es expresin de la Palabra de Dios, permanece inalterada y a esto confluyen dos hechos importantes como son, las predicaciones de los obspos y el continuo cotejo de la Escritura.

Ahora el oficio y deber de los sucesores de los apstoles es el de exponer, difundir y custodiar la Tradicin, y para ello tienen la iluminacin del Espritu Santo como carsma propio.

As, la Escritura contiene la Revelacin solo en forma de noticia, la Tradicin en cambio la reproduce integralmente pues en conjunto con la noticia verbal trasmite tambin la realidad objeto de dicha notificacin. Como ya se dijo no es un excedente cuantitativo sino que se trata de una ms intensa expresin del msmo depsito revelado, recibiendo la apropiada dimensin de la realidad divina a la cul se refieren.

En conclusion, dice el autor, la Escritura como Evangelio escrito, no est jams ausente de su manifestacin en la Tradicin. La Tradicin como Evangelio actuado es el testimonio insustituible del Evangelio escrito. Y basndose en esta conclusin la Iglesia hace la afirmacin de que su certeza no le viene de la sola Escritura sino de todo aquello que le ha sido revelado. Por tanto, la Escritura y la Tradicin son sus criterios determinantes en conjunto.

Y en cuanto a la coincidencia de contenido, tericamente puede entenderse en dos modos: o mediante una estrecha concordancia, por la cul, nada sera trasmitido de la Tradicin si no estuviese ya escrito en la Escritura. O bien, por una simple no oposicin, esto es no necesariamente todo el testimonio de la Tradicin encuentra comprobacin en el de la Escritura. En el primer caso, toda la Revelacin al menos en su raz, estara includa een la Escritura. En el segundo, ciertas verdades reveladas seran trasmitidas nicamente de la Tradicin. Esto fue propuesto por la comisin preparatoria y fue sostenida por no pocos padres conciliares. Se entiende con ello una mayor amplitud de la Tradicin respecto de la Escritura, sin mencionar ninguna separacin entre ellas.

Empero, al mencionar que la Iglesia no obtiene su certeza de la sola Escritura, pone a sta en primer plano en el orden a la certeza.

4. Igual veneracin de parte de la Iglesia Esto es consecuencia lgica de cuanto se ha afirmado antes, una y otra hacen falta para la certeza de la Revelacin y por tanto son obligatorias para la fe.

C. TRADICION Y TRADICIONES

Introduccin La parte fuerte de este nuevo apartado lo constituye la exposicion del libro Tradition and traditions del R.P. Y. Congar , apoyado con algunas aportaciones del R.P. J. Wicks en sus apuntes Scrittura, Tradizione e Magistero.

1. La Tradicin en Israel, en Jess y en la Iglesia naciente

Ya existe una tradicin en Israel que es presentada en tres formas:

+. Original tradicin oral. vgr. trad. oral de la Torah desde Moiss hasta los hombres de la grande sinagoga. Se puede decir que es una tradicin viva en la comunidad pueblo escogido de Dios, aunque tambin existe el carisma de inspiracin en personas individuales.

+. Precisacin del depsito de la fe. gracias a los carismas suscitados por Dios en su pueblo para volver ms y ms explcito el contenido de la revelacin regresando a sus fuentes originales.

+.Interpretacin. Haba varias escuelas de interpretacin judacas, caracterizadas por el principio de trasmisin. Vgr. los comentarios midrshicos, Dios ha dado todas las respuestas a Moiss y se hace claridad a los puntos obscuros de la Torah en base a estas respuestas. Surge el Talmud o "apredizaje con el corazn".

La Iglesia en su nacimiento tambin da mucha importancia a la tradicin en conexin con la tradicin del pueblo judo, con los tres aspectos constitutivos siguientes:

+.Una tradicin oral precedi a la redaccin de los Evangelios, como la tradicin oral ha precedido la redaccin de muchos captulos del AT. Vgr. la formgeschichte ayuda a comprender este proceso redaccional, pero con sus lmites.

+.Progreso en el entendimiento a la vez que los apstoles predicaban la revelacin.

+.Reflexines espirituales acumuladas sobre los textos bblicos conforme pasa el tiempo, inspiradas por el E.S.

Jess no condena el principio de tradicin de los maestros judos, sino los graves abusos que llevan a cabo al oscurecer con las tradiciones humanas, el mandamiento divino sobre todo el del Amor a Dios y al Prjimo. (Mt 15,1-9; Mc 7,1-13). Jess invita a la verdadera Tradicin, esto es a trasmitir verdaderamente la Revelacin de Dios no reglamentos humanos."Id pues, y haced discipulos entre todas las naciones...ensendoles a observar lo que yo les he mandado."(Mt 28,19ss).

2. San Pablo y la Tradicin.

Por acciones que equivalan a la transmisin, recepcin y subsiguiente conservacin, San Pablo deliberadamente formul la ley por la cul las comunidades cristianas fueron organizadas bajo su ministerio apostlico. De tal forma que nosotros podemos considerar a San Pablo como el "telogo de la Tradicin". Vemos como sus Epstolas fueron escritas antes que el primero de los evangelios, y como tienen siempre el vocabulario propio de la tradicin judaca. Debemos recordar que San Pablo haba sido educado a los pies de Gamaliel, en los principios farisacos de la trasmisin, recepcin impecable y sin errores, de las tradiciones de los Padres"(Gal 1,14). Pero a la vez que preservaba la estructura formal del ideal de la tradicin judaca, l le aporta nueva vida, hacindola un vehculo del Evangelio, que inclua la actividad del Espritu Santo y haca de Jesucristo su contenido y el principio de su origen de autoridad.

San Pablo hace, de los actos de trasmisin (paradidnai), y recepcin (paralambnein), as como de conservacin (katjein) y posesin (kratein), la ley del rgimen de fe por el cul las comunidades pueden ser construdas. El contenido de esta "tradicin" se considera compuesto de dos grupos de objetos: por una parte hay un sustancial mensaje de fe, que debe ser recibido como Palabra de Dios (1Tes 2,13; 1Cor 15,1-11; Gal 1,11-12; Col 2,6-8) y que est bsicamente centrado en la muerte y resurreccin de Cristo y es presentado al centro de la historia de salvacin, cuyo significado, sin embargo, slo puede ser conocido por revelacin del Espritu Santo (2Cor 3,12-18; 1Cor 12,3).

Junto a este mensaje central, San Pablo trasmite a las comunidades, reglas concernientes a su disciplina interna o comportamiento cristiano (parainesis, 1Tes 4,1.15; 2Tes 2,15; 3,6; 1Cor 7,12.40; 11,2.23-25). Dentro de estas instrucciones trasmitidas haba aquellas provenientes de Cristo mismo, (1Tes 4,1.15). Haba tambin, reglas aprobadas por los "santos", es decir por los componentes de la Iglesia de Judea, fruto del trabajo de los doce y especialmente de San Pedro, (1Cor 11,5ss; 14,34) y tambin las reglas que San Pablo mismo haba determinado "en el nombre del Seor Jess"(1Tes 4,1-2; 2Tes 3,6-12). Empero no se puede separar indiscriminadamente la Tradicin de la fe pascual de la Tradicin de las reglas apostlicas de conducta, pues ambas construyen a la comunidad y edifican las relaciones de los fieles con Dios en Cristo. San Pablo ensea a la comunidad "su camino en Cristo" (1Cor 4,17). En esta Tradicin se trata de recibir a Cristo para vivir en l, en el sentido activo de la expresin (Col 2,6); para San Pablo esta verdadera relacin espiritual no est slo determinada por "su Evangelio"; ya en su nivel de fe bsica, esencial, esta determinada por una creencia que l ha recibido y que l trasmite. Pero, a su vez est influida por el modelo de comportamiento de los apstoles y la primera comunidad de Judea.

Si bien San Pablo es un apstol en el sentido cabal del trmino, pero a la vez, un apstol muy especial, por su vocacin a travs de una revelacin privada de Cristo glorificado, lejos de formar su grupo aparte de la comunidad de los "doce", est totalmente consagrado a la unidad con la Iglesia de Jerusaln y con sus hombres de autoridad, en particular con "Cefas" y as lo trasmite en sus escritos.

De acuerdo al genio del AT, en el cul basa la modalidad de tradicin que nos trasmite, sta est salpicada de directivas de comportamiento, en conjunto con las formulaciones de fe. Sin embargo, no las considera de igual peso, sino que pone en primer lugar los eventos y doctrinas de Cristo, los objetivos del kerygma tienen un carcter absoluto e inmutable (1Cor 3,10; Gal 1,6ss), que no poseen las otras directrices, aunque tambin estn inspiradas por el Espritu Santo y hasta se podran ver, en un cierto sentido, como modificables, de acuerdo a la situacin y necesidades de la Iglesia.

Para San Pablo la existencia de la transmisin est conectada con la apreciacin que la domina, esto es, el hecho de que el Seor, por s mismo, efecta todo en su Iglesia. Esta apreciacin paulina es, en cierto modo, explicable por la especial llamada que recibiese de parte de Cristo resucitado. (Gal 1,11-12). Para nosotros, en tiempos modernos, es fcil comprender el hecho de que Cristo fund su Iglesia e instituy los Sacramentos, pero para los antiguos, includos los medievales, Cristo es el autor de los Sacramentos, y de todo lo que constituye la Iglesia. Los primeros cristianos no estaban en posibilidad de comprender que estas realidades, haban tenido su origen histrico (en la globalidad del Evento Jesucristo y no en frases suyas aisladas o gestos especficos). A ellos les interesaba ms bien la autoridad de Cristo permanentemente presente y operante.

As, la Tradicin en San Pablo, aparece como un proceso de conexin en el tiempo que es de orden histrico, pero a la vez versando sobre una realidad supra-temporal, siempre presente en el aqu y ahora.

3. El Kerygma apostlico.

En un breve anlisis del kerygma apostlico, descubrimos que el NT es la fijacin estable de las componentes de la Tradicin oral, predicacin, exhortaciones, enseanzas, e interpretacin del AT.

En cuanto al contenido de la predicacin kerygmtica, investigando la primera fijacin escrita en los escritos de S. Pablo y S. Lucas. Vgr. 1Cor 15,1-5, cuyo principal contenido es narrativo. Cristo que ha muerto, fue sepultado y ha resucitado y se ha aparecido a grupos e individuos que dan testimonio de este acontecimiento. A la vez que su narracin es enriquecida con la frmula, "segn las Escrituras..", que lo conecta con el resto de las Escrituras. Y as mismo expresa la intencin de su Muerte y Resurrecin al decir "por nuestros pecados" y forma la base de la llamada a la conversin por la adhesin a Jess rex y a la nueva vida de reconciliacin con Dios. Esto es su muerte tiene un significado salvfico.

3.1. El Kerygma en San Pablo.

El Evangelio para S. Pablo, con la voz euangelion, que rara vez es usada en los evangelios mismos, y en el entero NT, fuera de Mc 1,1 "Buena nueva", con un significado nuevo de accin salvfica inaugurada por Dios a favor de los hombres. S. Mateo usa ms bien el verbo euangelizesthai en el uso de predicacin. Se presume que para el ao 65 d.C., en que S. Marcos escribe su Evangelio ya existira todo el "corpus paulinum".

S Pablo usa el sustantivo euangelion al menos 56 veces en sus cartas y 4 veces en las pastorales. En cambio el verbo euangelizesthai aparece solo 21 veces. En general el sustantivo euangelion lo usa para designar su actividad evangelizadora, (Gal 2,7;Fil 4,3.15,1;1Cor 9,14.18;2Cor 2,12;8,18); y en el mismo sentido usaba el verbo euangelizesthai; pero en la mayora de las pericopas euangelion sirve para designar el contenido de su mensaje apostlico.

Evangelio para San Pablo significa el modo personal de entender el significado del acontecimiento de Cristo, como persona, vida, pasin, muerte, resurreccin y seora de Jess de Nazaret, para la historia y la existencia humana. Por eso expresar "Cristo no me ha mandado a bautizar sino a predicar el Evangelio",(1Cor 1,17;Rom 2,16;16,25;1Tes 1,5,etc).

Las caractersticas de este Evangelio predicado por Pablo son: su naturaleza revelatoria o apocalptica. La justicia de Dios revelada en el Evangelio (Rom 1,17), la buena nueva que hace conocer la realidad de la nueva era, del eschaton (Ef 3,3-6).

Su carcter dinmico, pues no tiene vergenza del evangelio, que es una "energa operante de Dios" (dynamis theou) para llevar la salvacin a quin cree, judo o griego" (Rom 1,16).

Su relacin kerygmtica. No slo expresada por los verbos proclamatorios usados, sino por la conexin que hace del Evangelio con una realidad anterior (1Cor 15,1-7) ); carcter kerygmtico conectado tambin con su aspecto dinmico de contenido salvfico. As mismo su actividad kerygmtica debe ser conectada a una actividad oficial emergente, en la comunidad cristiana, con aquellos mensajeros oficiales del Evangelio, que lo deben escuchar primero en su corazn, para luego anunciarlo. (Rom 10,8-17; Ef 4,11).

Su carcter de rol normativo, porque el Evangelio controla en un modo crtico la conducta cristiana, a los msmos jefes de la Iglesia, la enseanza eclesistica y hasta las Escrituras escritas.(Gal 1,6-9; 1Tes 2,8; Ef 1,3; 2Cor 11,4; 2Tes 1,8). Tambin aparece aqu con carcter de apertura y liberacin, de frente a los judaizantes y falsos hermanos (Gal 2,5).

Otra caracterstica del evangelio paulino es su aspecto de promesa, pues "l (Dios), lo haba preanunciado, por medio de sus profetas en los escritos sagrados.."(Rom 1,2). El Evangelio, es entonces, una realizacin concreta de las promesas de Dios del pasado.

Empero, los trminos euangelion ,euangelizesthai son de gran importancia para S. Pablo, el nombre euangelion, estaba ya en uso en la literatura e inscripciones griegas mucho antes de S. Pablo, vgr. en la Odisea de Homero, significaba, "recompensa dada a un mensajero de buenas noticias". Tambin se le halla en su significacin de "buena noticia" o simplemente de "noticia". Tambin se le comenz a dar una connotacin religiosa, cuando se habalaba de sacrificio ofrecido "por buenas noticias". Sin embargo en el uso ms contemporneo a S. Pablo ms bien significaba, "buenas noticias" en el culto del emperador. Vgr, el 23 de Septiembre era el cumpleaos del divino Augusto (el emperador) y era por tanto inicio de "buenas noticias". Tambin los estudiosos ultimamente consideran que S.Pablo tambin obtuvo de fuentes del AT dichos trminos, vgr Sal 68,12; 96,2; Is 52,7; como traduccin del sustantivo hebraco besrah "buenas noticias" (anunciadas por un mensajero).

Por ltimo aunque el trmino euangelion no es jamz usado por S. Pablo en el sentido de composicin literaria, si se puede presuponer una influencia sobre S. Marcos en su narracin evanglica, y ms tarde se oficializar su uso, al no encontrar un sentido religioso en nuntius bonus del latino, sino prefirindose evangelium como greco latinizado.

3.2. El Kerygma en San Lucas.

Los componentes principales del kerygma formulado por S. Lucas son los cinco siguientes:

+. Hay un contraste fuerte entre la maldad de aquellos que han matado a Cristo clavndolo a la Cruz y la bondad triunfante de Dios, que ha resucitado y exaltado a su siervo. (Violencia contra intervencin salvfica). Dios ha vencido a la iniquidad humana.

+. La exaltacin de Cristo a la derecha de Dios, es una accin divina salvfica, para que desde ah Cristo prosiga su rol de poder sobre el mundo en la historia salvfica. Dios vence as definitivamente la muerte, como condicin de destruccin y derrota humana.

+. La salud proviene ms bien de la exaltacin de Jess resucitado, porque la Resurreccin es el acontecimiento central en la vida de Jess, cuando es dotado del Espritu Santo para bien de los que crean en El. En este kerygma, Dios es el que da la salvacin por la muerte y exaltacin de Cristo, establecido en honor y potencia como el salvador.

+. Se encuentra una cristologa de ttulos muy particular en las prcoapas kerygmticas de Hch, como Jess el Siervo de Dios (pais 3,13), Santo y Justo (hagios kai dikaios 3,14), estos primeros ttulos expresan la fidelidad de Jess al compromiso encomendado; una vez exaltado Jess se vuelve el Mesas (christos 2,36), Iniciador o Pionero de la vida (arquegon tes zoes 3,15; 5,31); Salvador (soter 5,31) y Seor (kyrios 2,36). Por tanto a su soberana corresponde un espritu de obediencia. Jess exaltado se vuelve jefe de la humanidad renovada y restaurada, es decir de aquellos que en unin con l reciben el perdn de los pecados y nueva vida en el Espritu.

+. La trasmisin kerygmtica manifiesta un aspecto eclesial y colegial desde el inicio. Se es testigo porque se ha participado de la experiencia ocular y auditiva del acontecimiento de Jess y de Su Resurreccin, y se anuncia con fuerza y valenta la salvacin que ofrece (parresia 5,32) y para ello son equipados con el Espritu Santo para servirlo en el ministerio de la predicacin (1Tes 1,5) y del testimonio colegial de la reconciliacin obrada por Cristo.

3.3. Conclusin.

Con esto que se ha estudiado sobre el kerygma apostlico en San Lucas y San Pablo y su conexin con la Tradicin, se percibe que la actividad de proclamacin apostlica, mantena todo su peso sobre los aspectos, de enseanza, de exhortacin al nimo , y de hermenutica o interpretacin. Pero el kerygma mismo permanece como factor vital y animante de la vida de fe cristiana conectada con su fuente originaria.

4. El Depsito de la Tradicin

4.1. La Palabra "depsito", paratheke

La encontramos tres veces en el NT, siempre en las cartas de S. Pablo (1Tim 6,20; 2Tim 1,12.14), en general con el significado de "doctrina", o "bien precioso" que se ha de predicar y ha sido confiado a la Iglesia y cuya trasmisin se debe asegurar meticulosamente (Magisterio y Tradicin).

Sin embargo, para los hagigrafos del AT y para los escritores antiguos ya representaba algo, como vemos en: Ex 22,7 parakatatheke, significando el "bien de los otros". Este era un depsito que se practicaba tambin en pblico, segn expresin de Flavio Josefo, "Aquel que ha recibido un depsito, lo custodie con cuidado, como una cosa sagrada y divina y que ningn hombre o mujer haya de atreverse, aunque fuese por ganarse una suma inmensa, de privar al propietario de su depsito pensando que ninguno lo acusar.."(ant.jud. III, 4, 38).

En el NT, el depsito y su cuidado es ilustrado perfectamente por la parbola de Jess del "Amo y los siervos". (Lc 12,48) Haciendo ver con ello que no slo, no se debe perder nada de lo que se ha confiado sino antes, se debe hacerle ganar ms.

De todo ello se concluye un carcter sagrado del depsito, pues sus bienes no pertenecen al depositario sino al depositante, y ya desde el AT imponen honor y fidelidad en su cuidado.

Entonces, el depsito divino es la verdad revelada que debe ser trasmitida como ya veamos que se nos hablaba, en las cartas pastorales de S.Pablo, las cules muestran una incipiente jerarqua entre los fieles, cuyo cometido es precisamente la divulgacin y conservacin de dicho depsito, esto es los presbteros en comunin con sus Obspos, encargados de presidir, administrar y gobernar la Iglesia de Dios.(1Tim 3,5; Hch 20,28). Tambin se entreve el progreso de dicho depsito, pues acta a travs de los creyentes, aunque siempre brotando de la misma Tradicin inalterable.

4.2. El depsito de la fe en San pablo y los apstoles Hacia el fin de la era apostlica y an en vida de San Pablo, aparece una nueva idea de la nocin general de paradosis, pues los apstoles vieron pronto el riesgo de las falsas doctrinas y de las divisiones que ocasionaban en las comunidades. Jess mismo les haba advertido respecto a este peligro y San Pablo pone a sus fieles en guardia contra ellos (Rom 16,17-18; Ef 4; Hch 20,29-31). Sobre todo, mientras l mismo estuvo en sus periodos de cautiverio, dnde senta an la responsabilidad sobre todas las comunidades que haba fundado. O como menciona San Judas en su Carta, exhortando a los fieles "a luchar por la fe que de una vez por todas les fue entregada a los santos".

Empero, a los apstoles les queda claro que no poseen el mensaje que se les ha encomendado predicar, sino que lo han recibido como un depsito (en el sentido que tena entre los hebreos dicho trmino, 1Tim 6,20; 2Tim 1,14). Son slo servidores de ciertas verdades y de una cierta comprehensin del plan de salvacin de Dios, del cul Cristo es el centro. En resumidas cuentas, de la Palabra de Dios, de la Verdad, de la didascalia en sintona con las creencias religiosas ortodoxas. Y as la trasmisin asume necesariamente la idea de depsito desde el perodo de los apstoles hasta nuestros das. Ya desde entonces se tena la idea de que dicho depsito no debera sufrir ningua modificacin de fondo, pues el tiempo en que tales modificaciones podran haber sido hechas ya se haba cerrado, como quedaba claro para el AT con la cita de Dt 4,2 y 12,32, as ahora para el NT la teologa catlica considera que la Revelacin ha sido cerrada desde la muerte del ltimo de los apstoles.

Se considera que la Revelacin en general y en especial la Neotestamentaria en sntesis, hace recaer su peso sobre la realidad de la Alianza que Dios quiere establecer con el hombre y que dicha Alianza es perfecta en Cristo. Luego el Seor encarga a los apstoles de ser testigos de todos los eventos, verdades y realidades que forman la base de esta relacin de Dios con el hombre y del hombre con Dios en Cristo y de mantenerlos inalterables, sin cambios sustanciales a travs de los tiempos.

Esto no significa que el Espritu Santo cese de actuar y explicar, en el curso de la historia, el significado del innagotable tesoro del depsito de la fe. Como menciona San Pablo "Sigue el modelo de las palabras que de viva voz has escuchado de m.... Conserva el depsito mediante el Espritu Santo que habita en nosotros..."(2Tim 1,13), dnde el significado del trmino empleado Ypotiposis, que es modelo, esbozo, o presentacin sumaria, quiere decir, no reproducir tal cul el modelo presentado sino, servirse de l como una base sugerida, que debe ser completada por un tratado detallado. El depsito de la fe es confiada a la Iglesia que vive histricamente la historia de la salvacin. Y esto permite una especie de actividad de "midrash" o "actualizacin", siempre en el sentido de traerlo haca su mejor comprehensin, lo msmo que a preservarlo con la ayuda del Espritu Santo, esto es, a vivir de l.

5. La Tradicin entre los Padres ante-nicenos.

5.1. La nocin y origen de la Tradicin

El verbo trasmitir entre ellos, tiene una significacin activa, en cambio el sustantivo paradosis, representa el contenido de la tradicin; la palabra tradicin sin embargo, es poco usada por ellos e involucra tres elementos: el depsito trasmitido, una autoridad de enseanza viva y una trasmisin por sucesin.

El origen de la tradicin para los PP ante-nicenos se remonta a los apstoles que han recibido de Jesucristo, o sea de Dios, el mensaje divino para su propagacin.

"Paradidnai o tradere" es el verbo que expresa el modo por el cul la manifestacin divina, de sus misterios y plan salvfico, alcanza al hombre. Puede ser trasmitida oralmente o por escrito (doctrinas y preceptos), todo como un cuerpo de verdades y principios de vida ambos normativos y eficaces para la salvacin.

Los PP ante-nicenos hablan de "regla de fe" o "regla de verdad" para designar la doctrina enseada por la Iglesia de acuerdo con aquello que ha recibido de los apstoles. Vgr. S.Ireneo en Adversus Haereses habla de "regla de nuestra salvacin", S. Hiplito habla de "la regulacin de verdad". Tertuliano, compara "regla" con "enseanza", Orgenes habla de "enseanzas de la Iglesia" y "reglas de la Iglesia".

Por lo tanto, de lo anterior se desprende que la autntica regla y la autntica interpretacin de las Escrituras slo se dar en la Iglesia, interpretacin limitada por la sucesin y continuidad apostlica de sus pastores (magisterio vivo de la Iglesia).

Pero, cul es el contenido de la fe de la Iglesia para estos PP?. En primer lugar, la fe bautismal recibida, o sea el credo, y las Escrituras. Hay por una parte una traditio y redditio symboli en los ritos litrgicos, o sea una trasmisin y vuelta a los smbolos apostlicos originales que, por otra parte, son considerados como un resumen de la fe apostlica testimoniada por las Escrituras. Vgr. s.IV d.C. Traditio Evangeliorum et Psalmorum.

5.2. Relacin Escritura Tradicin

En realidad el contenido de la paradosis de la Iglesia, es en este perodo, el mismo de la revelacin: El plan de salvacin de Dios y su misterio, la verdadera relacin religiosa de Alianza, la plenitud de la cul se halla en Jesucristo, quien nos lleva a una verdadera "gnsis" de las Escrituras o a desentraar su sentido verdadero y total.

Sin embargo, Escritura y Tradicin se diferencan en cuanto a que la segunda constituye el significado de la primera. Vgr. S.Ireneo habla de "exposicin de la Escritura"; por tanto la tradicin es el medio para llegar al fin de la gnsis.

Empero existe Tradicin escrita y oral, la primera para que "se convierta en base y pilar de nuestra fe" (S.Ireneo AH, III,1,1), delante de grupos que desafan la ortodoxia de la Tradicin, ante los cules es preciso contar con un documento fidedigno, que proceda de los mismos apstoles. vgr. en la confrontacin de los grupos gnsticos. Pero tambin existe la Tradicin apostlica no escrita, que representa la mayor parte de dicha Tradicin.

En cuanto al sujeto de la Tradicin los PP ante-nicenos consideran que es la misma Iglesia Ecclesia entendida como: plebs adunata sacerdoti et pastori suo grex adhaerens (Epist., 66), interpelada por la autoridad apostlica.

As podemos ver que en la actividad de estos primeros PP se tiende a unir los tres trminos que la controversia protestante del s. XVI desunir como son: Escritura, Tradicin e Iglesia. La Tradicin entendida como la interpretacin de la Escritura, que es a su vez la interpretacin de la Iglesia, garantizada por su sucesin apostlica en el ministerio jerrquico.

Pero ya la Iglesia del siglo segundo diferencia entre Tradicin y Escritura al establecer un canon escriturstico (O. Cullmann, La Tradition. Problme exgetique, historique et thologique), bien definido, usando como regla de discernimiento su apostolicidad o no apostolicidad. Esto no quiere decir que la Iglesia se erija como norma de la Escritura, sino que depende a su vez de Ella. Para ello se vala de la autoridad de las figuras apostlicas que la precedieron y el total consenso de los PP, esto es la Escritura ser norma de nuestra fe siempre y cuando vaya conectada a la Iglesia y a su Tradicin.

Aunque se reconoca a la Escritura como regla suprema, nunca fue considerada suficiente, sino que es necesario leer la Escritura dentro de la Tradicin de la Iglesia. Esta, no viene considerada como algo esttico y obsoleto, sino mantenida vivo gracias al Espritu que habita ininterrumpidamente a la Iglesia, como pueblo de Dios con sus Obspos y Presbteros al frente, en la sucesin apostlica.

6. Tradicin en los PP de los ss IV y V d.C. En el siglo Cuarto, considerado el clsico del perodo patrstico, es el perodo en que se completa la tradicin doctrinal, se evangeliza a muchos otros pueblos diversos, tiempo en que se dan tambin los primeros concilios ecumnicos, que definen los dogmas sobre la Trinidad y sobre Cristo y los Padres de este perodo realizan una ingente obra de inculturacin del mensaje salvfico, en el mundo greco-latino, vgr. S.Basilio, S.Gregorio Nazianceno, S.Gregorio Niceno, etc.

En continuidad con los PP ante-nicenos, se ve la Tradicin como el medio para permanecer en conexin con su fuente de origen de Iglesia. "Tradicin es la verdad que llega a nosotros heredada de los apstoles por su sucesin". (S. Gregorio de Nisa, Contra Eunomium). No hay separacin entre Escritura y Tradicin, sino que estn continuamente asociadas, "es como una doble proteccin, pues se cuenta no slo con la autoridad de la ley divina sino tambin con la Tradicin de la Iglesia Catlica".(Vicente de Lerins, Commonitorium).

En la Escritura se encuentra toda la verdad necesaria para la salvacin veritas secundum pietatem, la Tradicin esta totalmente referida a la Escritura, ilustra su sentido, lo proteje y lo envuelve, en un condicionamiento recproco.

La expresin "Padres de la Iglesia", fue acuada especialmente para aquellos Obspos que por su participacin en los concilios ecumnicos determinaron las reglas de fe y vida de la Iglesia, avalando sus enseanzas con testimonios de santidad de vida y doctrina eminente vgr. En el credo niceno participaron 318 Padres que dieron su asentimiento de fe. Aqu tambin se encuentran las bases para el argumento de la prueba de Tradicin.

Se es consciente en este perodo que existen tradiciones no escritas (S. Basilio, S. Epifanio, S. Juan Crisstomo, S. Agustn, S. Vicente de Lerins y tiempo ms tarde S. Juan Damasceno). Por lo tanto, la Escritura se ve como algo que debe ser completado por la Tradicin. Desafortunadamente una expresin de S. Basilio (t mn...t d) no fue traducida con mucha fortuna por S Pedro Canisio, que ocasion la expresin partim litteris, partim sine litteris, quasi jure quodam non scripto servanda. o "parte escrita y parte no escrita, como ley que no se escribe", que di inicio a la teora de las dos fuentes de doctrina diversas contrario a la idea de los Padres, de dos modos de trasmisin diversos pero de la msma fuente o depsito apostlico.

Se entiende tambin la Tradicin como el depsito de fe explicitado por el magisterium, e incluso explicado con nuevo vocabulario, y no tan slo ya, a la trasmisin apostlica. Y forma parte de la prueba de Tradicin. Pues, es el mismo Espritu el que ha hablado por los profetas e inspirado a los autores sagrados de la Escritura y que contina a animar a la Iglesia para guiar a sus maestros, concilios y pastores del pueblo de Dios.(Hch 1,14; 2,1-4). Aqu en este perodo nace tambin el consensum Patrum, que servir bastante para probar la ortodoxia de la doctrina sobre todo a partir de Trento.

La idea de "Tradicin", que indicaba originalmente un depsito tiende a convertirse en este perodo en comunicacin y desarrollo con el tiempo en base a contribuciones humanas, que, empero, nada objetivo aaden a la revelacin.

7. Tradicin y tradiciones en Trento

Es una conviccin de la Iglesia reunida en Trento que el Espritu Santo permanece con Ella y la anima con su "inspiracin", en los trabajos y ms decisivos actos de su vida. Sin embargo, los padres conciliares han fallado al hacer la distincin entre tradiciones y Tradicin, estableciendo ms bien, la autoridad de las primeras, garantizada por la segunda cuyo principio es el Espritu Santo, que acta ya desde el tiempo de los profetas y ha continuado en la Iglesia con los apstoles, pero sin hablar de su duracin e historia, sino sobre todo, de su autoridad. Y se cuestionan quin tiene mayor autoridad, Escritura o Tradicin?. Y se responden, existe una sola autoridad bajo dos formas: aquella de los apstoles y aquella del E.S. autor de ambas.

El Concilio de Trento en el texto del decreto sobre los libros sagrados y la recepcin de las tradiciones (DS 1501), no habla de otra cosa sino, de la aplicacin de la asistencia del Espritu Santo a la conservacin y autoridad de las tradicines apostlicas.

El Card. Cervini resume, al final de la congregacin del 18 de Febrero de 1546, los tres principios de nuestra fe: la revelacin de Dios en el A.T.; la revelacin de Jesucristo, parte escrita y parte inscrita en los corazones de los creyentes (tradicines); el Espritu Santo, que gua a los hombres hacia la verdad, cuya influencia se extiende igualmente haca lo escrito, como haca lo grabado en los corazones. As, la concepcin teolgica que se posee es aquella sacramental o mistrica de los Padres y de la teologa medieval, que ve a la Iglesia como un todo, contra la idea individualstica y asociacionstica de los reformadores.

II PARTE ESPECULATIVA

1. Anlisis y sntesis de la idea de Tradicin

Aunque la Tradicin en su sentido dogmtico resulta demasiado densa para poderla acuar en una definicin, empero, se podra intentar la siguiente de G. Proulx en Tradition et Protestantisme, de 1924, como "algo que se permite entrever de las siguientes realidades conexas: las prcticas apostlicas y enseanzas no contenidas en la Escritura; las fuentes no escritas de la entera vida cristiana; la regla de fe; la trasmisin de la verdad revelada; la enseanza del Magisterio de la Iglesia, etc." Y si bien forma parte de la llamada teologa fundamental, ha sido por la necesidad apolgetica de los ltimos tiempos, pues desde siempre conserva su dimensin mistrica, que la hace objeto de la teologa dogmtica.

Como la Revelacin de Dios nos considera como hombres y no como cosas pasivas, esta elevacin, toma en cuenta nuestra racionalidad, as es que dicha revelacin es una comunicacin de conocimientos, aunque no solo de conocimientos, sino comunicacin de vida, de amistad y de energa, en una palabra la divina posesin de Dios por sus creaturas. Revelacin es el desentraamiento del Misterio de Dios por l mismo, en la historia, a travs de signos creados pero garantizados por l, como, acontecimientos, realidades, acciones, palabras, que son conocidas por nosotros, al menos en lo que toca al AT, solo a travs de palabras orales y escritas. Pero no contento con esto, ha querido venir por l msmo, para ser escuchado y visto en persona (Jn 14,9). Ahora ms que nnca Dios habla a travs de Palabras humanas y vive la historia humana porque se vuelve hombre, esto es el misterio de la Encarnacin o la mxima relacin del hombre religioso con Dios, no por iniciativa humana sino porque Dios ha dado el primer paso. Esta relacin de Alianza, encuentra su expresin ms perfecta en Jesucristo, en quien Dios se hace hombre, para que el hombre se haga Dios.

Sin embargo, dicha revelacin o doctrina salutaris, Dios quiere que sea llevada a todos los hombres a partir de su fuente en un pequeo grupo de testigos para los que, nicamente, ha existido una revelacin directa; y para que todos sean beneficiados de dicha revelacin, deben recibir su mensaje y entrar en la fe, para formar un pueblo espiritual, es decir la Iglesia, y no todos al unsono, sino a travs de una larga sucesin de generaciones y centurias.

Por lo tanto el plan de Dios es de misin y tradicin para la comunin, que son determinadas en su contenido autntico e idntico, conservado a pesar del reflujo de personas diversas por las que pasan. La Misin a la Iglesia de parte de quien tiene la responsabilidad de ver que este compromiso sea cumplido, y la Tradicin significar la trasmisin de un mismo contenido. As el cristianismo por la misin y Tradicin que recibe tiene carcter de herencia.

Pero a la vez, el cristianismo tiene carcter de comunin, por la misma trasmisin de un mismo mensaje entre muchas generaciones, Jesucristo que es conocido y trasmitido por nosotros en el siglo XX, pero a travs de la mediacin apostlica y de todos las familias cristianas que han vivido en la Iglesia en nuestro pas y en el mundo, desde ellos.

1.1. El concepto de Tradicin bautismal y el jurdico

Podemos afirmar que la fe se trasmite fundamentalmente por el Bautismo, que es a la vez conocimiento, del principio de vida y salvacin, catequesis y sacramento, y "misterio", en su doble significado de conocimiento y accin divina de salvacin a travs de signos sagrados entendidos por fe. S. Basilio, S. Gregorio de Nisa, ven esta trasmisin de fe bautismal como un elemento esencial, en el esquema total de Tradicin.

Existe tambin la concepcion jurdica de traditio, que en trminos legales romanos significaba el tomar posesin de algo, vgr. para tomar posesin de una casa se tena la traditio clavium o "entrega de las llaves". En la ceremonia de ordenacin medieval segn el derecho germnico, se efectuaba el rito de la traditio instrumentorum, o "entrega de los instrumentos sacerdotales propios de su ministerio".

Empero, existe una gran diferencia entre la "tradicin bautismal" y la "tradicin jurdica", pues en la primera no se trata de recibir algo material, sino de compartir la fe que es un don espiritual, en dnde, el que entrega el don no lo pierde al trasmitirlo, y se crea una comunin.

Mucho tiempo se tuvo esta Tradicin como la trasmisin del credo bautismal, credo con el corazn, en la profesin de fe de la liturgia bautismal, que es el principio de nuestra salvacin, como verdadera creencia y verdadera alabanza. As la redditio symboli, fue en el perodo carolingio, una etapa importante en el nacimiento espiritual a travs de los sacramentos de inciacin, Bautsmo seguido de la Confirmacin y de la Eucarista.

La fe hace a la Iglesia, que es comunin, o, el cristianismo es comunin. Podemos afirmar que la fe existe en comunidad que cada vez se perfecciona ms y ms hasta la Iglesia universal como principio de total comunin.

1.2. La Tradicin como desarrollo histrico

Con la Tradicin se trata a su vez de hacer presente la verdad salvfica en el corazn de los hombres, a la manera de Mara Santsima, que segn expresin del Card Newman, "no fue razonando primero y creyendo despus, como Zacaras, sino primero creyendo sin entender, para despus con amor y reverencia, razonar lo credo. Por tanto, Ella no solo representa para nosotros la fe de los iletrados, sino la de los doctores de la Iglesia, que tienen que investigar, pensar y definir, lo mismo que profesar el Evangelio; para distinguir la lnea entre la verdad y la hereja, para anticipar el remedio de las aberraciones y errores, para combatir sin miedo con serenidad y seguridad, con sus propias armas, para triunfar sobre los sofistas e innovadores".

Ella no se conform con escuchar la Palabra sino que la puso en prctica, construyendo sobre la fundacin de su propio Hijo, Jesucristo, para crecer hasta la medida del mismo Jesucristo. Por tanto se rechaza cualquier posicin pasiva.

El hombre no slo es afectado por la historia, sino que l mismo es historia. El tiempo de la Iglesia es la historia, que tiene su dimensin divina y humana a la vez, pues la Iglesia en la historia esta constituida por hombres, que tienen como compaero dialogante al mismo Dios, o dimensin divina de la historia, desde todas sus situaciones, polticas, sociales, econmicas, geogrficas, biolgicas, fsicas, etc.

Jesucristo establece la Alianza ltima y definitiva con la humanidad y despus de Pentecosts y la muerte del ltimo de los apstoles no hay ya nuevos agregados a la historia de salvacin, aunque cada creyente que se adhiere firmemente a la Verdad de la Nueva Alianza, como verdad salvfica propia, vive su historia de salvacin personal, bajo la gua del Espritu Santo, sin agregar nada nuevo a la historia de salvacin objetiva en Cristo.

En la Escolstica, Sto Toms de Aquino muestra la relacin de los Sacramentos con la ontologa de la historia de salvacin, pues dice que los primeros tienen una triple referencia con los actos redentores de Cristo, pues los tienen como causa, cuyo poder es activo en ellos, para la vida eterna y cumplimento de la Alianza; como fin hacia el que tienden y guan, y como responsables de lo que ellos efectan en nuestras vidas al presente.

Por el Espritu Santo nico y eterno, por la comunin de los santos, algunos autores se han atrevido a decir que ya tenemos desde ahora acceso a la vida eterna, pero esto no es an muy preciso, sino, lo que ms bien significa es que la presencia actuante del Espritu Santo en la Iglesia, hace que las celebraciones humanas, csmicas, limitadas al espacio y al tiempo vayan mucho ms all de estos lmites. Cuando Dios acta como agente de la historia no solo como Providencia divina, sino, en su totalidad de misterio, l trasmite actos que van mucho ms all del momento temporal en que ocurren y sobrepasan todo el momento terrestre. Estn insertados en otra esfera de existencia, estn en el orden escatolgico, que tiene por principio al Espritu Santo, el que obra la unin de estas dos realidades y de los hombres entre s.

La Tradicin se desarrolla, pues, en el tiempo de la Iglesia, que tambin se puede decir, el tiempo del Espritu Santo.

Se puede hablar de una continua presencia del pasado en el presente, en aquellos acontecimientos que le hablan al hombre religioso de su relacin con Dios en cada instante del tiempo que le toca vivir. "La fe fue de una vez por todas entregada a los santos" (Jd 3). La Tradicin no envejece porque en el proceso de envejecimiento hay implcito un cambio y la Tradicin mantiene su continua identidad de la verdad poseda por la Iglesia.

Hay adems en la Tradicin una relacin del presente con la realidad escatolgica o consumacin final. El comienzo tiene el valor de una semilla de los primeros frutos, trayendo consigo implcita, la promesa de plenitud. El Espritu Santo ayuda al hombre a aferrar ms plenamente el significado de la revelacin y a vivir de ella. As la Tradicin es desarrollada tambin como trasmisin, siempre portando un fruto nuevo, de aquello que ha recibido desde el Bautismo.

Hablando en este punto de la relacin, Escritura, Tradicin y Magisterio, dice el autor, que la Escritura como testigo privilegiado del plan de Dios, se explica a s misma en la Tradicin y el Magisterio, pues hay ms en esta explicacin eclesial, que en la misma Escritura vista como un depsito filolgico e histrico. Pero, el Magisterio y la Iglesia tienen que volver a su fuente principal normativa que es el mismo depsito que trasmite, pues hay ms en la fuente de su vida que lo que ellos pueden tomar o explicar.(Mt 13,52)

Nosotros podemos estar en comunicacin con los apstoles a travs y con la Iglesia que es el lugar privilegiado de permanencia del Espritu Santo, y llegar hasta el Plan del Padre en la conciencia humana de Jesucristo. Podemos decir que nada se ha perdido de lo que es la totalidad de lo revelado y podemos hacer un resumen de lo mismo, en la teologa positiva, a travs de la sumarizacin de los documentos que han llegado hasta nosotros. Pero no solo eso, sino reconocer la actividad divina presente actualmente en la Iglesia, no para revelar nuevas verdades sino para ayudar en la comprehensin y penetracin de las mismas, para ayudar al Magisterio como el sujeto de autoridad de la Tradicin activa.

Pero an tenemos que, el Magisterio es un poder de hacer distinciones, porque ha recibido una misin de enseanza autntica de parte de Cristo. No es en s mismo una fuente de revelacin y no tiene autonoma respecto al depsito del cul es agente. El carisma que posee es un criterio negativo una asistencia para no errar.

1.3. El sujeto de la Tradicin

Aqu entenderemos por Tradicin en su sentido objetivo y total como el contenido que ha sido entregado y trasmitido para que podamos vivir de acuerdo a la Alianza, que se puede resumir en el Evangelio. A un primer nivel, los sujetos de la Tradicin son los profetas, Jesucristo y los apstoles. Al nivel de la trasmision por la Ecclesia, y a ambos niveles por el Espritu Santo como el ltimo sujeto responsable de la Tradicin.

1.3.1.Espritu Santo, Sujeto Trascendente de la Tradicin. Y Su Presencia activa en la IglesiaCuerpo de Cristo.

El nico que efecta la unidad entre los diversos sujetos humanos de la Tradicin es el Espritu Santo interiormente, y la misin exteriormente. San Ireneo habla de una Tradicin del Espritu Santo por los apstoles (Prueba de la predicacin apostlica , 41). Desde la poca apostlica se tiene la conviccin de una accin de "inspiracin" sobre todos los cristianos y hombres de Iglesia de parte del Espritu Santo y no slo esto sino, que habita permanentemente en la Iglesia y trabaja a favor suyo, sobre todo en las decisiones ms importantes de su vida (Trento). Y mas recientemente se habla de una asimilacin gradual de las enseanzas de Jesucristo desde Pentecosts hasta nuestros das a travs del Espritu Santo que nos gua en la unidad de la comunin en la Tradicin. Esto lo realiza, tanto en forma colectiva como individual en cada conciencia.

As, Cristo nnca deja de ensear a su Iglesia a travs del Don de su Espritu. Por tanto, el Espritu Santo no slo es Sujeto de la Tradicin sino su Agente trascendente, convalidando la autoridad y legitimidad de la Iglesia en sus decisiones.

1.4. Conclusin Escritura, Tradicin y Magisterio

Escritura y Tradicin son dos modos en que la herencia apotlica es comunicada al hombre, dos modos en que le llega su presencia salvfica y santificante de parte de Dios, a travs de sus agentes humanos.

Empero, la Escritura conserva una soberana sobre la Tradicin y el Magisterio como "testigo" inalterable y en este sentido la Iglesia y la Tradicin le estn sometidas. Sin dejar de ser, por ello, solo un componente del trabajo redentivo de Dios.

Estas tres realidades son pues, interdependientes entre s. As, la Escritura slo descorre su significacin y divina revelacin a la luz de la Tradicin y en la Iglesia. La Escritura y la Tradicin actan como reglas internas objetivas de la Iglesia, confiadas a la msma como depsito para ser fielmente conservado. Y son a la vez, Escritura y Tradicin, las herramientas por las que Cristo contina edificando a su Iglesia. La Iglesia es en la Tradicin como el sujeto humano, o el medio de aquella vida cuyo principio trascendente es el Espritu Santo. La Escritura, est tambin ntimamente relacionada con la Tradicin, pues solo es interpretada dentro de sta, pero, a la vez constituye su criterio negativo. Todo ello por la causalidad del Espritu Santo que es comn a los tres y que obliga necesariamente a que se les tome en conjunto sin separarles, pues se volveran inconsistentes.

La Tradicin es como la atmsfera de la Biblia, su medio ambiente propio, su luz original; es la misma Biblia pero no slo en su letra sino en su Espritu, que la ha dictado e inspirado y sin el cul no se le puede interpretar correctamente pues no cesa de inspirar a los lectores para su correcto entendimiento. Espritu Santo que por otra parte, slo se encuentra en el Cuerpo de su Iglesia, donde la Palabra se hizo carne y habita desde entonces en hombres de carne en Espritu y vida. As la Tradicin catlica, lejos de disminuir la nica y original importancia de la Escritura, la preserva en su real valor y pleno significado.

D. LA INTERPRETACION DE LA S.ESCRITURA EN LA IGLESIA DV 12Introduccin

La Iglesia catlica con una serie de documentos que van de la Providentissimus Deus de 1933 a la Dei Verbum del concilio Vaticano II, ha estimulado el estudio de la Sagrada Escritura. Estos documentos contienen indicaciones hermenuticas como reglas para llegar al verdadero sensus auctoris, que es tambin el que intenta el Espritu Santo que inspira la Biblia, van admitiendo progresivamente ciertos medios tcnicos, como el estudio de los gneros literarios, ciertos aspectos metodolgicos de la formgeschichte y la prctica de la filologa, conscientes de que se trata de un libro sagrado que hay que interpretar dentro del contexto de la Tradicin con la gua del magisterio.

A continuacin propongo a la consideracin el estudio de la DV 12 a la luz de la exgesis integral de la Iglesia.

DV 12. Ahora bien, como en la Sagrada Escritura habl Dios por medio de hombres a la manera humana, el intrprete de la Sagrada Escritura, si quiere ver con claridad que quiso Dios comunicarnos, debe inquirir atentamente qu quisieron realmente significar y que le plugo a Dios manifestar por las palabras de ellos.

Para averiguar la mente de los hagigrafos hay que tener en cuenta entre otras cosas, los "gneros literarios". Efectivamente de modo distinto se propone y expresa la verdad en textos de diversos gneros: histricos, o profticos, o poticos, o en otros gneros literarios. Es menester por tanto que el intrprete inquiera el sentido que el hagigrafo, en determinadas circunstancias, dada la condicin de su tiempo y de su cultura, quiso expresar y expres con ayuda de los gneros literarios a la sazn en uso. Y as para entender rectamente lo que el autor sagrado afirma por escrito, hay que atender debidamente tanto a los modos nativos corrientes de sentir, decir y narrar que regan en tiempos del hagigrafo como a los que en aquella poca se solan emplear en el trato mutuo de los hombres.

La Sagrada Escritura debe leerse e interpretarse con el mismo Espritu con que fue escrita, para averiguar el sentido de los textos sagrados debe atenderse con no menos diligencia al contexto y unidad de toda la Sagrada Escritura, habida cuenta de la Tradicin viva de toda la Iglesia y de la analoga de la fe. A los exgetas empero, toca aplicar estas normas en su trabajo para entender y exponer ms a fondo el sentido de la Sagrada Escritura, a fin de que, como con estudio previo, madure el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que atae a la manera de interpretar la Escritura est sometido, en ltima instancia, al juicio de la Iglesia, que cumple el mandato y ministerio divino de custodiar e interpretar la Palabra de Dios.

A la interpretacin, comentario o explicacin del texto bblico se le conoce como exgesis, que consta de varias dimensiones:

Como queda en claro en la lectura de DV 12, Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano y por tanto la labor del exgeta ser la de desentraar lo que quiso decirnos Dios y lo que quisieron decirnos los autores humanos a travs de dichas palabras. Por tanto, aunque la exgesis avance a travs de una dimensin cientfica su finalidad ltima ser la teolgica, esto es, conocer lo que Dios quizo comunicarnos; la exgesis implica entonces, la fe en la inspiracin divina de la Escritura, (DV 11). As mismo, es importante tener en cuenta respecto al mtodo exegtico lo que SS Juan Pablo II mencionaba en 1989, "Es verdad que, en ms de una ocasin, ciertos mtodos de interpretacin dieron la impresin de constituir un peligro para la fe, ya que eran utilizados por intrpretes no creyentes con la intencin de someter las afirmaciones de la Escritura a una crtica destructora. En estos casos es necesario establecer una distincin entre el mismo mtodo, que si corresponde a las exigencias autnticas del espritu humano contribuir al enriquecimiento de los conocimientos y, por otra parte, los presupuestos discutibles -de tipo racionalsta, idealista o materialista -, que pueden pesar en la interpretacin e invalidarla. El exgeta, iluminado por la fe, no puede adoptar, evidentemente, esos presupuestos, pero no podr menos de sacar provecho del mtodo".

La exgesis, entonces, avanza "estableciendo el texto", luego hay que traducirlo y una vez logrado esto viene el momento difcil de establecer la intencin del hagigrafo y aqu entran en juego varios mtodos, no slo los 'gneros literarios", sino tambin, las maneras nativas de sentir, de hablar o de contar del contexto del hagigrafo. Aqu se trata no slo del anlisis del vocabulario, o de un pasaje particular, sino de confrontarlos con la cultura de su tiempo, con otros textos bblicos y extrabblicos, descubrindose as ciertas estructuras literarias; aqu es til el llamado anlisis estructural o semitica, que nos aporta una gramtica (y lgica) del relato. Hasta aqu ha sido la crtica literaria, que a su vez debe ser iluminada por la crtica histrica, o sea determinar la historicidad de los hechos contados en los textos, sin dejar de referirse a la realidad por excelencia que es la salvacin obrada por Dios en la historia humana en Jesucristo. Tambin aqu es sumamente valiosa la arqueologa.

Pero aqu no termina la labor del exgeta, pues an le queda por desarrollar la dimensin teolgica de lo que quizo afirmar el autor sagrado. Vgr. no se puede leer la S. Escritura, como si se leyese una obra de Homero o de Virgilio, sino que la Escritura debe leerse a la luz del mismo Espritu que la hizo redactar. Y aqu el exgeta debe ponerse a la escucha del Espritu, esto es, dejarse escudriar tambin por la Palabra de Dios, con espritu humilde y disponibilidad, pero sobre todo con una verdadera fidelidad a la Palabra (Jesucristo) pidiendo la luz divina para que el esfuerzo exegtico humano no quede infructuoso.

Si es preciso escuchar al Espritu Santo, no es menos importante, ver el contenido y unidad de la Escritura en su totalidad. Y esto, porque es uno y mismo Espritu, el que la hizo redactar, aunque los autores humanos sean numerosos. Este Espritu, pretende trasmitirnos la verdad sobre la salvacin obrada por Dios en Jesucristo, el nico mediador.

Y al ver el contenido y unidad de la Escritura, ver tambin, la Tradicin viva de la Iglesia y la analoga de la fe. Porque la Biblia no es patrimonio exclusivo de los exgetas, stos no son ms que servidores del pueblo de Dios, al que ella se dirige de generacin en generacin y por tanto esto exige la comunin eclesial de los exgetas con la Iglesia de nuestros das, as como con la Iglesia de siempre viva en su Tradicin y con el magisterio regulador y custodio. Esto habla de una comunin con los Padres de la Iglesia, con los exgetas de tiempos pasados, con el sentido de la fe del pueblo de Dios, al que debe escuchar continuamente. Lo mismo con la Liturgia, lex orandi, lex credendi, con los esfuerzos actuales ecumnicos y finalmente en ese contenido y unidad de la Escritura con la llamada analoga de la fe, con lo que los pp conciliares han querido expresar esa armonia que guardan entre s todas las afirmaciones de la fe catlica (Rom 12,6), y esto significa que se da una coherencia entre las enseanzas de la Escritura y las de la Iglesia. Como mencionaba Len XIII, la Escritura como la norma normans de la fe y el "alma de la teologa".

BIBLIOGRAFIA

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3. WICKS J., S.J., Scrittura, Tradizione, Magistero. Parte I schemi e bibliografia; parte II documenti. Sussidi per lo studio, 4a. Ed, Ed. Pont. Univ. Greegoriana, Roma, 1991.

4. GILBERT M. "Hermenutica y Exgesis integral", en LATOURELLE-FISICHELLA, Diccionario de teologa fundamental, Ed. Paulinas, Espaa, 1992, pp. 459-467; 537.

SUGERENCIA

Es muy interesante leer el artculo Tradicin de H.J. Pottmeyer en el Diccionario de Teologa Fundamental. Es bueno y da unas cuantas ideas fundamentales. Hace un pequeo resumen histrico de la tradicin.

. Cfr REyC, pp. 118-119.

. Cfr REyC, pp. 119-120.

. Cfr Tyt, p. 271.

. Cfr Tyt, pp. 272-278.

. Cfr Tyt, p. 280-281.

. Cfr Tyt, p.283.

. Cfr Tyt, pp. 287-293.

. Cfr Tyt, pp. 293-295.

. Cfr DCVIITR, p. 239-240.

. Cfr DCVIITR, p. 240-241.

. Cfr DCVIITR, pp. 242-246.

. Cfr DCVIITR, p. 251.

. Cfr DCVIITR, pp. 250,251.

. Cfr DCVIITR, pp. 251-252.

. Cfr DCVIITR, pp. 252-253.

. Cfr DCVIITR, pp. 254-255.

. Cfr DCVIITR, p. 255.

. Cfr DCVIITR, pp. 256-257.

. Cfr DCVIITR, pp. 260-261.

. Cfr DCVIITR, p. 261.

. Cfr DCVIITR, p. 264.

. Cfr DCVIITR, pp. 264-265.

. Cfr DCVIITR, pp. 266-267.

. Cfr DCVIITR, p. 267.

. Cfr DCVIITR, p. 269.

. Cfr DCVIITR, pp. 270-271.

. Cfr DCVIITR, p. 271.

. Cfr DCVIITR, p. 272.

. Cfr DCVIITR, pp. 272-273.

. Cfr DCVIITR, p. 274.

. Cfr Tyt, pp. 1-4.

. Cfr Tyt pp. 4-8.

.Cfr Tyt, pp. 8-10.

. Cfr Tyt, pp. 10-11.

. Cfr Tyt, p. 12.

. Cfr Tyt, pp. 12-13.

. Cfr TSM, pp. 5-12.

. Cfr TSM, pp. 16-22.

. Cfr TSM, p. 23.

. Cfr TSM, pp. 8-9.

. Cfr TSM, pp. 23-32.

. Cfr Tyt, pp. 19-22.

. Cfr Tyt, pp. 24-26.

. Cfr Tyt, pp. 26-28.

. Cfr Tyt, pp. 28-30.

. Cfr Tyt, pp. 30-35.

. Cfr Tyt, pp. 35-38.

. Cfr Tyt, pp. 38-42.

. Cfr Tyt, pp. 42-46.

. Cfr Tyt, p. 48, n. 1.

. Cfr Tyt, pp. 46-48; se trata del esquema preliminar del decreto sobre la trasmisin de la revelacin en Trento, que a la postre no prevaleci, prefirindose mejor et en vez de partim...partim... para indicar los dos modos de trasmisin de la nica fuente, el Evangelio custodiado por la Iglesia, DCVIITR, p. 11, n. 4.

. Cfr Tyt, pp. 48-50.

. Cfr Tyt, pp. 169.

. Cfr Tyt, pp. 171-172.

. Cfr Tyt, p. 237.

. Cfr Tyt, pp. 237-242.

. Cfr Tyt, pp. 244-245.

. Cfr Tyt, p. 249.

. Cfr Tyt, p. 252.

. Cfr Tyt, p. 254.

. Cfr Tyt, p. 257.

. Cfr Tyt, p. 259.

. Cfr Tyt, p. 261.

. Cfr Tyt, p. 264.

. Cfr Tyt, pp. 264-266.

. Cfr Tyt, pp. 267-269.

. Cfr Tyt, p. 270.

. Cfr Tyt, p. 308.

. Cfr Tyt, pp. 338-343.

. Cfr. Tyt, p. 344.

. Cfr Tyt, p. 347.

. Cfr Tyt pp. 422-424.

. Cfr DTF, v. hermenutica, p. 537.

. Cfr DTF, pp. 459-460.

. Cfr DTF, pp. 460-463.

. Cfr DTF, pp. 463-464.

. Cfr DTF, pp. 464-465.

. CFr DTF, pp. 466-467.