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P l a n o  d h l

AMBITO DE TRABAJO 

d e l D r  . WlNNICOTT

EN EL

87CHESTERSQUARE

L o n d r e s

1. Terrado

2. Despacho3. Libros4. Sala de espera5. Pared blanca + ventana ciega6. Techo en declive7. Sótano patio8. Librerías9. Librerías

10. Juguetes11 •Escaleras hacia el terrado, etc.

12. Consultorio13. Cortinas14. Libros15. Librerías16. Escritorio17. Libros

Dibujo ile 

E. Brillan

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PSICOANALISIS

DE UNA NIÑ APEQUEÑ A

(The Piggle)

 por D. W. Winnicott

GEDISA

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Título de l original fr anc és:The Piggle.  An Account of the

Psycho-Analytic Treatment ofa Little Girl© Clare Winnicott, 1977

Traducción: Horacio Vázquez Rial

C ub ierta: Rolando - Mem elsdorff

1.* edición en Barcelona, abril de 1980

© by GEDISA, S. A.

Muntaner, 460, entlo. 1*Tel. 211 05 16Barcelona / España

ISBN: 84-7432-088-7Depósito Legal: B. 7074-1980

La reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modificada, escrita a máquina o con sistema multigraf,mimeógrafo, impreso, etc., no autorizada por los editores, violalos derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamentesolicitada.

Impreso en Gráficas DiamanteZamora, 83 - Barcelona-18Impreso en EspañaPrinted itt Spairt

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INDICE

p r e f a c i o   — Clare Winnicott y R.D. Shepherd . . 9n o t a   pr e l im in a r   — IshakRamzy.............................  13i n t r o d u c c i ó n   — D. W. W in nicott...........................   21LA P A C IE N T E .................................................................................................. 25

PRIM ER A C O N S U L T A ............................................................................. 2 9SEGUNDA C O N S U L T A ............................................................................. 4 3

TERCERA C O N S U L T A ............................................................................. 5 7

CUARTA C O N SU L TA ......................................................................................... 7 1

QUINTA CO N SU L T A ......................................................................................... 8 1

SEXTA C O N S U L T A ......................................................................................... 9 1

SÉ PTIMA C O N S U L T A ........................................................................................ 1 0 5

OCTAVA CO N SU LT A .............................................................................................H l

 NOVENA C O NSULTA............................................................................................. 1 2 1

DÉ CIMA CO N SU L TA .............................................................................................1 5 3

UNDÉ CIMA C O N S U L T A ....................................................................................1 4 5

DUODÉ CIMA CO N SU LTA ....................................................................................1 5 9

DECIMOTERCERA CONSU LTA...........................................................................1 7 3

DECIMOCUARTA C O N S U L T A ...........................................................................1 8 5

DECIMOQUINTA C O N S U L T A ...........................................................................19 1

DECIMOSEXTA C O N S U L T A ...........................................................................201e píl o g o   — Por los padres dela paciente . . . 205

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 ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR 

«The Piggle» es el conjunto de las notas toma-das por el Dr. Winnicott en el curso de un trata-miento psicoanalítico. En consecuencia, aparecen 

en sus páginas innumerables reiteraciones, frases inconclusas y comentarios abreviados, que cons-

 piran contra una deseable pulcritud en el estilo. He optado por respetar hasta en sus menores de-talles el original inglés, convencidos de que la 

espontaneidad, la evidencia del libro en acto, cons-tituía uno de los aspectos más valiosos de esta 

crónica. No se impute, pues, lo que pueda parecer  desaliño, a una supuesta desidia del traductor.

H. v. R.

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PREFACIO

Presentamos en este libro la transcripción literal de las notas tomadas por un psicoanalista en el curso del tratamiento de una niña. Se ofrece al lector la rara oportunidad de ser admitido en la intimidad del con-sultorio y estudiar a la paciente y el terapeuta en fun-ciones. Lo cual resultará de especial valor para quienes se relacionen profesionalmente con niños, así como también para quienes se preocupen por ellos y por su desarrollo.

The Piggle revestirá un particular interés para aque-llos que se encuentren familiarizados con los escritos del fallecido Dr. Winnicott. En sus comentarios y notas ocasionales para el lector, describe el tratamiento a medida que éste avanza, y nos revela su concepción teórica de lo que está sucediendo. A la vez, aquello 

que dice, y la forma en que lo dice, ilustran vivida-mente sus contribuciones a la teoría psicoanalítica y a la técnica del tratamiento de niños. Pero éste no es un pesado libro de texto. Es el registro vivo de los actos de dos personas que trabajan y juegan juntas con decidida intensidad y placer. Desde el punto de vista de Winnicott, «no es posible para un niño de esta edad desentrañar el significado de un juego, a menos que 

lo juegue y  lo disfrute». La ansiedad se domina y pasa a formar parte del conjunto de la experiencia por me-dio del placer (Decimotercera consulta).

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Los lectores sentirán la satisfacción del propio Win nicott en su juego con la niña. Toma conciencia de la transferencia y la acepta, pero hace mucho más: le da vida, representando los diversos roles que se le asignan. La dramatización de su mundo interior permite a la niña experimentar y jugar con las fantasías que más la molestan. La posibilidad se le proporciona en peque-ñas dosis, y en un marco que ha devenido lo bastante  seguro merced a la habilidad del terapeuta. La tensión creativa en la transferencia se mantiene, y el nivel de ansiedad e incertidumbre es conservado en los límites 

de la capacidad de la pequeña, de modo que el juego  puede continuar.

El Dr. Winnicott adaptaba su técnica a las necesida-des de cada caso en particular. Si hacía falta y era  posible un psicoanálisis extenso, procedía a realizarlo. Si no, variaba el método, pasando de las sesiones regu-lares a las sesiones «a pedido», o a consultas terapéuti-cas aisladas o prolongadas. En el caso que nos ocupa, 

se empleó el sistema de entrevista «a pedido».En el manuscrito de este libro, el Dr. Winnicott 

había indicado por escrito, para recordarlo en el mo-mento oportuno, la necesidad de hacer un comentario sobre su forma de trabajar con los padres de la pa-ciente. Lamentablemente, no llegó a redactarlo por  extenso, pero sus notas cifradas permiten entrever sus sentimientos acerca de su relación profesional con 

ellos. Rezan así: «Material disperso respecto de los  padres  —no terapia familiar   —no asistencia por sepa-rado  —psicoanálisis  partagé (disperso). Ninguna de-fraudación de su parte, y no interfirieron.»

Hay también una nota en que se sugiere que tanto la participación de los padres como lo espaciado de las entrevistas, tuvieron como efecto el diluir la pose sividad, dejando libre el camino para que la relación de la paciente con sus progenitores se desarrollara como parte del proceso terapéutico en total. Los lec-tores apreciarán que, en el caso que nos ocupa, los

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 pudres eran profesionales, y conocían el terreno psico terapéutico. Su colaboración fue decisiva para los re stiltados de la tarea.

La terapia duró dos años y medio, con encuentros  poco frecuentes. En los intervalos, la paciente solía en-viar mensajes y dibujos, adjuntos a las cartas que des-

 pachaban sus padres, para decir al Dr. Winnicott cómo se sentía. Era vital para la labor terapéutica que las visitas se concertaran a solicitud de la niña, y tal téc-nica cobraba la mayor importancia en el mantenimien-to de la relación. La intensidad de la transferencia no cedió, y se resolvió finalmente de un modo conmo-vedor y convincente para satisfacción de ambos.

Clare WinnicottR. D. Shepherd

Comité de Publicaciones Winnicott

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 NOTA PRELIMINAR 

Presentar este libro del difunto Dr. Donald W. Win-nkott constituye un privilegio y un honor. É l habíaredactado este detallado y fascinante documento clínico, conservándolo aparte durante varios años, sindecidirse a facilitarlo a otros lectores que no fuesenMis. Clare Winnicott y los padres de la pequeña quehabía tenido a su cuidado. Llegué a conocer el manus-crito, merced a una oportunidad que sólo un hombreromo Winnicott podía brindarme, un año antes de sumuerte, ocurrida en 1971. Las notas correspondientesa las largas discusiones que sostuvimos durante elverano de 1969 y nuestra subsiguiente correspondencia, que tenía por finalidad ayudarle en la preparacióndel libro para su publicación, han sido las líneas maestras a las que me atuve para editarlo en su nombre. Ensu mayor parte, lo que pudo haber hecho, y pensó hacer, de haber contado con el tiempo necesario pararevisar algunos pasajes y ampliar varias notas breves,ha permanecido irrealizado, para no modificar el formato ni el estilo que, en su origen, Winnicott pretendíadar a su contribución. Como quiera que fuese, es pro

 bable que, tal como está, quede como ejemplo elocuente de una rara perspicacia clínica, e invalorable ilustración de la teoría y la técnica de uno de los máscreativos y destacados maestros del tratamiento psico-analítico, en su trabajo con un niño.

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Tal vez se deban mencionar algunos datos relativosa Winnicott, especialmente para aquellos lectores queno hayan tenido acceso a ninguna reseña biográficasuya. Hijo de padres auténticamente británicos y criadoen la abundancia, Winnicott se graduó en medicina poco después de los veinte años. Comenzó a ejercercomo pediatra en el Hospital de Niños de PaddingtonGreen, en Londres, y allípermaneció durante cerca decuarenta años, en el curso de los cuales estimaba habervisto, aproximadamente, 60.000 pacientes, entre madresy niños. A poco de haber iniciado su práctica pediátrica,

entró en contacto con Ernest Jones, quien le envió aanálisis con James Strachey. Por esos años, Winnicottescribió: «Estaba entonces en mis comienzos comoespecialista en pediatría, y es fácil imaginar cuán excitante me resultaba encontrarme ante infinidad decasos clínicos y obtener, por parte de padres sin cultura, miembros de las clases sociales que acuden a loshospitales, la confirmación de que todos podían nece

sitar de las teorías psicoanalíticas que estaban comenzando a adquirir un significado para mía través de la propia experiencia. En aquella época no había ningúnotro analista que fuese también pediatra, de modo quedurante dos o tres décadas fui un fenómeno aislado.»1

La fama y el reconocimiento mundial le llegaronen los últimos quince años de su vida. No había creadoescuela, ni lideraba un grupo de seguidores que difundieran sus enseñanzas. Logró ser reconocido gracias ala forma, modesta pero directa, y el estilo, sencillo pero inimitable, en que comunicaba sus descubrimientos. Oralmente o por escrito, daba vividos ejemplos,tomados de su actividad real —pruebas irrefutables desus conclusiones—, a los círculos científicos y a los

 periódicos especializados en psiquiatría y psicoanálisis,1

1. "A Pe rson al View of the Kleinian C on tribu tion" . En: The  

M aturational Processes and the Fac ilitating Env ironme nt.  NL-wYork, International Universities Press; Londres, Hogarth Press,1965, p. 172.

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v, muy a menudo, a los círculos, mucho más amplios,de padres, trabajadores sociales, maestros y personas

interesadas en general en la educación, la salud mental y el cuidado de niños. Winnicott hizo historia enla ciencia de la naturaleza humana por el descubrimiento del significado de aquello que la gente sabía, pero cuya importancia para el desarrollo y la realización personal no se comprendía. Según una lista de suslibros y artículos publicados, en la cual no constan laslechas, sus títulos llegan a 190.2El detalle de los temasmás importantes de obra tan voluminosa, ocuparía porsí solo un tomo; pero es posible acceder a lo esencialde las aportaciones de Winnicott mediante la lecturade la introducción que Masud Khan redactó para lanueva edición de sus artículos completos, Through Paediatrics to Psycho-Analysis ( Por la pediatría, al  psicoanálisis ) .3

Tras haber sido uno de mis maestros más estimados, Donald Winnicott fue, durante casi veinte años,

mi amigo y consultor. Como tenía la costumbre de pasar por Londres toda vez que iba a Europa para asistir al Congreso Internacional de Psicoanálisis, escribía Winnicott en junio de 1969, preguntándole si disponía de tiempo para recibirme y conversar conmigo antes de que nos encontrásemos demasiado ocupados porlas actividades previas al Congreso, camino de Roma.Me respondió inmediatamente, proponiendo una cita

tan pronto como hubiese llegado a Londres. Pero enel siguiente correo, el mismo día, recibí otra carta, enla que se leía:

«Tengo algunas noticias para usted. ¡Aunque nolo sepa, el 22 de julio, entre las dos y media y lascuatro menos cuarto de la tarde, me va a supervisar en presencia de los visitantes del pre-Congreso!

»Ello es debido a mi enfermedad, que determinó

2. Véase la bibliog rafía prep ara da po r el ed ito r en The Matura- tional Processes and the Facilitating Environment,   cit.

3. Lo ndres, H og arth Press, 1975.

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que algunos de mis alumnos tuviesen que ir a otra parte en busca de supervisión; no he dado con ninguno que tuviese un caso adecuado para trabajar enese momento. De modo que pedí autorización para sersupervisado en voz pasiva y le estoy pidiendo que lohaga.

«Ofreceré una hora de análisis de niños, que proba blemente usted encuentre bastante horrorosa comotal, pero que llevará a la discusión. Aguardo la experiencia con entusiasmo. Cuando nos encontremos, le

informaré cualquier otra cosa que quiera saber, encaso de ser necesario. Tengo la esperanza de que selimite a hacer eso.»

Apenas llegué a Londres, una noche, tras una suntuosa cena que Clare había preparado para nosotros,Winnicott me habló de la representación que nos atañía, prevista para el 22 de julio como parte del Programa Científico del pre-Congreso ofrecido por la So

ciedad Psicoanalítica Británica. Cuando inquirísi habíaalgunas notas que pudiese leer para ponerme al corriente de las particularidades del caso, me dijo contono despreocupado que no hacía falta que perdierael tiempo en preparación alguna ni que ocupase mimente con otros detalles que aquellos que él iba aexponer, en los cuales debía basar mis observacionescomo supervisor y mi actividad como moderador en

la discusión abierta que tendría lugar en la reunión.Sólo después de un amable cambio de impresionesme entregó una copia mecanografiada de las notasrelativas al caso, del cual aún no había decidido quéaspecto presentar.

Al regresar al hotel, movido por mi preocupación por la posibilidad de que el público se sintiera decepcionado al no ver a Winnicott supervisando, como se

había anunciado —viéndolo en cambio supervisado, y por un colega menos conocido—, me apresuré a revisarlas páginas del manuscrito para conocer su contenidoy ver cómo podría llevarse la discusión. Como si hu-

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 biese hallado un tesoro, mi emoción y mi deleite antelo que leí disiparon toda preocupación y me hicieroncontemplar la representación con anticipada alegría.

Ese manuscrito es el que se entrega al lector en estelibro.Los asientos del amplio anfiteatro estaban ocupa

dos en su totalidad, y quienes llegaron tarde tuvieronque conformarse con permanecer de pie. Según lalista de asistentes registrados, entre el público se contaban psicoanalistas de los cuatro rincones del mundo;tan sólo unos pocos eran ingleses, puesto que el Programa Científico del pre-Congreso estaba concebido

 primordialmente en función de los visitantes de ultramar. Tras explicar por qué no iba a presentar unasupervisión propia y en cambio iba a ser supervisado

 por mí, a su propio pedido, Winnicott, procedió, consu voz suave y su tono modesto, a exponer el caso yrelatar el trabajo que había hecho en el curso de la

 primera sesión con la paciente. Una de las cuestionesque se discutieron en el subsiguiente coloquio fue la

de si el tipo de tratamiento que Winnicott describíacon el nombre de «psicoanálisis a pedido», con sus sesiones poco frecuentes e irregulares, era análisis o

 psicoterapia. É l respondió llamando la atención sobrelo que había hecho con la transferencia y el inconsciente, y no sobre los acuerdos formales de la situaciónanalítica, ni sobre la frecuencia y regularidad de lassesiones. En el curso de la discusión, un espectadorimpaciente comentó, en un audible susurro: «Si hay

alguna duda de que se trata de un análisis, ¿cómo esque se sigue considerando el caso del Pequeño Hans 4como un clásico de la literatura psicoanalítica?» En su

 propia introducción a este volumen, Winnicott se ocupade las ventajas del método «a pedido».

Lo cierto es que Winnicott ya había definido su

4. Fre ud , S. (1909), “Analysis of a Ph obia in a Five-Year-OldBoy”. Standard É di tion,  10:3-149. Londres, Hogarth Press, 1955.

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concepción del psicoanálisis en 1958,5 al decir: «Hesido invitado a hablar del tratamiento psicoanalítico 

y, en compensación, un colega ha sido invitado a ha blar de la psicoterapia individual. Confío en que ambos partamos del mismo problema: ¿Cómo distinguir unacosa de otra? Personalmente, no me veo en condicionesde precisar la diferencia. Para mí la cuestión es: ¿Hatenido el terapeuta preparación analítica, o no?

«Tal vez nos resulte más provechoso contrastarnuestros dos temas con el de la psiquiatría infantil,

que contrastarlos entre sí. En mi ejercicio profesionalhe tratado miles de niños de ese grupo de edad [la-tencia] mediante técnicas de la psiquiatría infantil. Herealizado (en mi condición de analista) psicoterapiaindividual en algunos cientos de casos. También hesometido a cierto número de niños de ese grupo deedad a psicoanálisis; más de doce y menos de veinte.Los límites son tan imprecisos que me resulta imposible ser exacto.»

Unos años más tarde (1962),6 volvió sobre el tema;dijo: «Me divierto haciendo análisis y siempre piensocon ilusión en el fin de cada caso. El análisis por elanálisis mismo no tiene sentido para mí. Hago análisis

 porque el paciente lo necesita y le hace bien. Si el paciente no necesita análisis, hago otra cosa. En cuantoal análisis, uno se pregunta cuál es el límite máximo de lo que es posible permitirse hacer. Por el contrario,

en mi práctica clínica la consigna es: ¿Qué es lo menos que se puede hacer?»

Concluye el mismo artículo con la siguiente declaración: «En mi opinión, nuestros objetivos en la aplicación de la técnica estándar no se ven afectados sillegamos a interpretar mecanismos mentales que corresponden a desórdenes de tipo psicótico y a niveles

5. "Child Analysis in the Laien cy P erio d”. En: The Maturational Processes and the Facilitating Environment,  cit., p. 115.

6. "The Aims of Psycho-Analytical T rea tm en t”. En: The Matura-tional Processes and the Facilitating Environment,   cit., pp. 166-170.

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 primitivos en los estadios emocionales del individuo.Si nuestro propósito sigue siendo el verbalizar la con-

ciencia naciente en términos de transferencia, estamoshaciendo análisis; si no, somos analistas en el ejerciciode cualquier otra técnica que estimemos adecuada parala ocasión. ¿Y por qué no?»

Ishak Ramzy, M. A., Ph. D.Topeka, Kanscts, octubre, 1974

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INTRODUCCIÓ N

Este libro, que se presenta bajo mi nombre, estáescrito en parte por los padres de la niña apodada•The Piggle».1 Está compuesto por resúmenes de car-tas referidas a Gabrielle, redactadas conjuntamente

 por ambos, y por mis notas clínicas, en un intento de brindar una descripción detallada de las entrevistas psicoanalíticas. He agregado comentarios, pero no lossuficientes —así lo espero— para impedir al lectorhacerse una idea personal del material y su evolución.

Surge la cuestión de si es o no correcto publicarlos detalles íntimos de un análisis, pero el hecho deque en este caso la paciente tuviese dos años y cuatromeses de edad al comenzar el tratamiento hace másfácil la decisión. También, asumiendo parte de la res-

 ponsabilidad, sus padres han considerado que el tomarconocimiento de la publicación de esta descripción no

dañará a Gabrielle cuando sea mayor.12 No aseveraría que el tratamiento haya terminado.Siempre me resulta difícil considerar completo un tra-tamiento cuando el paciente es tan joven que el pro-ceso de desarrollo en sípuede tomarse por un comienzo

1. En Inglaterra, el apodo "Piggle" es un término cariñosoempleado frecuentemente en el trato con niños pequeños.

2. En fecha posterior, la mad re ofreció unos pocos com enta-rios a la transcripción, no destinados a la publicación. Algunosde ellos se incluyeron finalmente en el libro.

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de éxito analítico. En este caso es dable apreciar queal principio la enfermedad de la niña domina la escena,de modo que es fácil atribuir la mejoría clínica al

trabajo realizado en análisis. Con el tiempo, sin em- bargo, la niña comienza a liberarse de las pautas de larígida organización defensiva que constituye la enfer-medad, y entonces se hace muy difícil distinguir entremejoría clínica y desarrollo emocional, entre el trabajorealizado en tratamiento* y el proceso de maduraciónque entonces encuentra trabas.

Los padres entraron en contacto conmigo en enerode 1964, cuando Gabrielle tenía dos años y cuatro me-ses. Vi a Gabrielle catorce veces, «a pedido», comenzan-do a sus dos años y cinco meses. Tenía cinco años enocasión de la decimocuarta sesión.

En este análisis, debido al hecho de que la niña vivíaa considerable distancia de Londres, el tratamiento fuehecho «a pedido», y ello afectó a la finalización delmismo. No hay razón alguna por la cual el método«a pedido» no debe ser continuado e incluir, tal vez de

tanto en tanto, fases de tratamiento intensivo. El lejanofuturo no se puede predecir —y tampoco es necesa-rio—. Se verá, no obstante, en esta relación, que elanalista es más propenso a la tolerancia en lo referentea la sintomatología de la niña, que los padres, quienestienden, una vez iniciado el tratamiento, a ver en laaparición de síntomas, invariablemente, un indicadorde que la pequeña debe regresar a la consulta. Una vezque un niño se pone en tratamiento, se pierde de vista

la rica sintomatología de todos aquellos a los que secuida en sus propios satisfactorios hogares. Es posibleque en realidad el tratamiento perjudique algo tanvalioso como la capacidad del medio doméstico paratolerar y hacerse cargo de los estados clínicos del niñoque revelan tensión e interrupciones temporarias enel desarrollo emocional, o que perjudique inclusive el propio desarrollo.

A este respecto, el método «a pedido» tiene venta-22

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 jas sobre el de sesión diaria cinco veces por semana.Por otra parte, no se debe creer que un compromisosea de gran valor; o bien el niño debe analizarse sobrela base de una sesión diaria, o bien debe ser visto a

 pedido. Los tratamientos de una-vez-a-la-semana, quese han convertido casi en un compromiso aceptado, sonde dudosa utilidad, puesto que decaen entre una y otrasesión e impiden que se realice un trabajo verdaderamente profundo.

El lector puede llegar a la conclusión de que el

estado clínico de esta niña es correctamente descritoen las cartas que los padres escribieron entre horasde tratamiento. Es posible ver en ellas, que fueronredactadas sin el menor propósito de publicación, sencillamente para informar al analista, que la enfermedad de Gabrielle adquirió rasgos más precisos y unaorganización más clara como dolencia tipo después del

 primer par de sesiones. Luego, poco a poco, las carac

terísticas fueron haciéndose en cierta medida más difusas, dando paso a una serie de estadios de maduración que debían volver a manifestarse a pesar de habersido satisfactoriamente superados en la infancia deGabrielle; por ejemplo, antes del embarazo de la madre. Es, sin embargo, a partir de la descripción deltrabajo psicoanalítico que el lector puede observar loesencialmente saludable de la personalidad de estaniña, cualidad que siempre resultó evidente para elanalista, aun cuando clínicamente y en el hogar la pequeña estuviese realmente enferma. Ello dio un im pulso al tratamiento, claramente visible desde los comienzos e indudablemente reforzado por la confianzade los padres y de la paciente en el analista. Los detalles del trabajo demuestran que, desde el principio,Gabrielle iba a trabajar, y que cada vez que acudía altratamiento llevaba un problema que estaba en con

diciones de exponer. En todas las ocasiones el analistatuvo la impresión de ser informado por la niña de un

 problema específico, si bien hubo muchas áreas de

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 juego indeterminado o conducta o conversación en lascuales parecía faltar orientación. Esas fases de juego

indeterminado constituían a todas luces un rasgo im- portante para extraer del caos un sentido, el de ladirección del desarrollo, y la niña alcanzaba, a travésde ellas, a experimentar una sensación de auténticanecesidad, la necesidad que la había impelido a pedirotra sesión. He dejado intacto adrede el material im- preciso en su forma original, tal como lo recogí en elmomento de tomar las notas.

D. W. Winnicott, F. R. C. P.

 22 de noviembre, 1965

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LA PACIENTE

EXTRACTO DE LA PRIMERA CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE

Enero, 4, 1964

«¿Dispone usted de tiempo para ver a

nuestra hija Gabrielle, que tiene dos añosy cuatro meses? Tiene problemas, que lamantienen despierta por las noches, y aveces parecen afectar el conjunto de suvida y su relación con nosotros, aunqueno siempre.

»He aquíunos pocos detalles.»Es difícil describirla como un bebé;

 parece en muchos aspectos una personaadulta, y da la impresión de poseer gran-des recursos interiores. Hay poco que in-formar acerca de la alimentación; apa-rentemente, se realiza sin dificultades ycon naturalidad; así fue el destete. Fue amamantada hasta los nueve meses.1 Te-nía un gran sentido del equilibrio: raravez se cayó, al aprender a caminar, yrara vez lloró al caerse. Desde los prime-

1. La curs iva m e perten ece . D. W. W.

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ros tiempos, evidenció sentimientos muyapasionados hacia su padre, y fue en cier-

to sentido despótica con su madre.»Tuvo una hermanita (actualmente de

siete meses) a los veintiún meses; yo con-sideraba que era demasiado pronto. Y tan-to esto como (se me ocurre que también)nuestra ansiedad al respecto2 parece ha- ber dado lugar a un gran cambio en ella.

»Se aburre y se deprime con facilidad,cosa que antes no sucedía ostensiblemen-

te, y ha cobrado de pronto gran concien-cia de sus relaciones y especialmente desu identidad. La fuerte angustia y losabiertos celos de su hermana no duraronmucho, si bien la angustia fue muy in-tensa. Ahora ambas se encuentran recí-

 procamente muy divertidas. Hacia su ma-dre, cuya existencia había dado la impre-sión de ignorar, Gabrielle muestra una

mucho mayor calidez, aunque a veces,también, manifieste más resentimiento.Adquirió muy evidentes reservas respectode su padre.

»No intentaré darle más detalles sobreel particular, sino referirle las fantasíasque la llevan a llamarnos a gritos hasta

 bien entrada la noche.»Tiene una mamá y un papá negros. La

mamá negra se le presenta por la nochey dice: ‘¿Dónde están mis yams?'  (‘Yam'=comida. Se señala las tetillas, las llama‘yams’ y las estira, buscando agrandarlas.)A veces la mamá negra la pone en el váter.La mamá negra, que vive en su vientre, ycon la cual se puede hablar por teléfono,se enferma con frecuencia, y es difícil quemejore.

La enfermedad  descripta  

clínicam ente

2. No supe hasta m ucho más tarde que la propia m adre había pasado p o r la experiencia de te n er un h erm ano a esa m ism a edad.D. W. W.

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»E1 segundo producto de la fantasía, deaparición posterior, es el ‘babacar’.  Cada

noche grita: ‘Habladme del  babacar,  decidme todo acerca del  babacar’. La mamáy el papá negros suelen estar juntos en el

 babacar-,  o algún hombre solo. Muy detanto en tanto se manifiesta una ‘Piggle’negra (llamamos ‘Piggle’ a Gabrielle).

«Hubo una época, ya pasada, en que searañaba el rostro gravemente todas lasnoches.

«Muchas veces se la ve enérgica y es

 pontánea y llena de vida, pero en estaocasión decidimos pedir su ayuda paraque no se fije ni se endurezca como única

 posibilidad de hacer frente a su angustia.»

EXTRACTO DE CARTA DE LA MADRE

«Las cosas no han mejorado en ningúnsentido desde que le escribí. Ahora esrara la vez en que Piggle se concentra enel juego; es difícil inclusive que acepteser ella misma: es el ‘baba’  o, más frecuentemente, la mamá. ‘La Piggah  se fue,fue al  babacar.  La Piggah  es negra. Lasdos Piggahs  se encuentran mal. ¡Mamá,quéjate del  babacarV

«Le dije que había escrito al Dr. Win-

nicott ‘que entiende de  babacar es  y ma-más negras’; desde entonces ha cesado suruego nocturno: ‘Habladme del  babacar’. Dos veces me pidió, de modo imprevisto:‘Mamá, llévame donde el Dr. Winnicott.’»

Un estado  clínico  

degenerativo

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PRIMERA CONSULTA

(Febrero, 3 , 1964)

Los padres trajeron a la niña y empe-zamos por pasar un rato juntos en el

consultorio. Gabrielle se veía preocupada,y me parecía evidente que había venidodispuesta a ponerse a trabajar tan prontocomo traspusiera la puerta.

Llevé a los tres a la sala de espera yluego intenté hacer regresar a Piggle ami despacho. No estaba completamentedecidida a recorrer ese trayecto, y al atra-vesar el corredor dijo a su madre:

«¡Soy demasiado tímida!»Por esta razón, hice pasar a la madre

con ella, con la recomendación de que notratase de ayudar en absoluto; volvió asentarse en el diván con la niña a sulado. Yo ya había hecho amistad con elosito de felpa que estaba sentado en elsuelo junto el escritorio. Ahora me encon-

traba en la parte trasera de la habitación,entreteniéndome en el suelo con los ju-guetes. Dije a Piggle (a quien en realidadno alcanzaba a ver): «Trae el osito aquí,quiero mostrarle los juguetes». Trajo el

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oso de inmediato y me ayudó a mostrarlelos juguetes. Luego comenzó a jugar ella,dedicándose fundamentalmente a apartar

trozos de trenes del desorden general.Repetía: «Encontré un... (lo que fuese)».Al cabo de cinco minutos, la madre saliódiscretamente a la sala de espera. Dejamos la puerta abierta; era importante

 para la niña, que observaba los preparativos. Entonces comenzó algo que fue dicho una y otra vez: «Aquíhay otro uno...y aquí hay otro  uno.» La frase aludía las

más veces a camiones y locomotoras, perono parecía muy preocupada por el ob- peto a que se refiriera. Por consiguiente,lo tomé como mensaje y dije: «Otro bebé.El Bebé Sush.» 1Fue ostensible que habíasido la observación correcta, puesto queen ese momento empezó a hablarme dela época en que había llegado el BebéSush, tal como ella la recordaba. Dijo losiguiente: «Yo era un bebé. Estaba enuna cuna. Estaba dormida. Sólo tenía el

 biberón.» En ese instante hubo algo acerca del lamer, como esperaba, y pregunté:«¿Dijiste que estabas lamiendo?» «No, noestaba lamiendo», respondió. (En realidad, según supe más tarde, nunca habíatenido biberón, pero se lo había visto al

 bebé.) Insistí: «Y entonces hubo otro  bebé», instándola a proseguir con la his

toria del nacimiento.Cogió un objeto redondo con una porción central saliente que en un tiempohabía correspondido al eje de un carrua

 je, e inquirió: «¿De dónde viene esto?»Contesté en referencia a la realidad: «¿Yde dónde vino el bebé?» Replicó: «Lacuna.» Llegados a ese punto, tomó un

1. Así es cómo Gabrielle llam a a su herm anitameses.

Estableciendocomunicación

Susan, de ocho

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 pequeño muñeco que figuraba un hombrey trató de colocarlo en el asiento del con-ductor de un coche de juguete. No cabía porque era demasiado grande; intentó ha-cerlo pasar por la ventanilla y por otrosmuchos lugares.

«No entrará; se traba.» Cogió a conti-nuación un palillo, lo introdujo en laventana y comentó: «El palillo entra.»Dije algo acerca del hombre poniendo algodentro de la mujer para hacer un bebé.Me hizo saber: «Tengo un gato. La pró-

xima vez traeré el gatito, otro día.»En ese punto quiso ver a su madre y

abrió la puerta. Mencionó algo referidoa hablar con el osito. Había cierta ansie-dad a la que tenía que hacer frente. Hicela tentativa de verbalizarla: «Estás asus-tada; ¿tienes sueños que te asusten?» Res-

 pondió: «Sueño con el babacar.» Esa erala palabra que ya su madre me había he-

cho saber, relacionada con el bebé, elBebé Sush.

Para entonces, Gabrielle había quitadola cinta al cordero de juguete y la habíacolocado en torno de su propio cuello.Parece ser que pregunté qué comía el ba-

 bacar. Su respuesta: «No sé. Tengo un...azul... oh, no, eso era un globo.» (Habíallevado consigo un globo desinflado y, en

efecto, el juego había comenzado por unainfructuosa manipulación de ese elemen-to al que ahora se refería.)

Levantó una bombilla eléctrica sobrecuya superficie opaca había sido dibu-

 jado el rostro de un hombre. «Dibujahombrecito», dijo. Volvía dibujar un ros-tro de hombre sobre la bombilla. Reco-gió unas pequeñas cestas plásticas para

fresas; preguntó: «¿Puedo poner estodentro?» Comenzó a guardar todo en ca- jas muy pausadamente. Había un sinfín

Ansiedad...  

c a m b i o  

d e t e m a

C o n t a c t o c o n  

s u m a d r e ...  

alivio

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de pequeños objetos y aproximadamenteocho cajas, de una a otra clase. Le hice elsiguiente comentario: «Estás haciendo be-

 bés como si cocinases, mezclándolo todo.»

Sus observaciones fueron del tipo de:«Debo poner orden. No debo dejar el lu-gar desordenado.»

Finalmente, absolutamente todo, hastalas menores minucias, fue empacado enlas seis cajas. Me preguntaba cómo hacerlo que tenía que hacer y, con bastante poca discreción, aludí a la mamá negra:«¿Alguna vez te enfadaste con la mamá

negra?» Yo vinculaba la idea de una mamánegra con su rivalidad con su madre,debida a que ambas amaban al mismohombre, papá. Era muy claro que se ha-llaba profundamente unida a su padre,y me sentí bastante seguro al hacer lainterpretación. En algún nivel debía seracertada.

Cuando hubo puesto todo a un lado,  Negacióndijo: «Me gustaría ir a buscar a papá y ¿Le ia confusión mamá.» Al dirigirse a la sala de espe-ra, agregó: «He puesto orden.»

Mientras ocurría todo esto, Gabrielle mehabía ayudado a poner todos los juguetes bajo el estante, incluido su propio osito,y ambos volvimos a atar la cinta en tomodel cuello del cordero.

Entonces me entrevisté con la madre,en tanto el padre cuidaba de la niña en

la sala de espera.

ENTREVISTA CON LA MADRE

La madre aseveró que la salud de laniña se había resentido en los últimostiempos. No era traviesa y se portabaamablemente con el bebé. Resultaba difí-

cil expresar el problema en palabras.32

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Pero no era ella misma.  En realidad, senegaba a ser ella misma, y decía: «Soy

la mamá. Soy el bebé.» No quería que sedirigiesen a ella como tal. Parloteaba envoz alta como si se tratara de otra persona. Cuando hablaba en serio, ahuecabala voz. De bebé, Piggle era extraordinariamente independiente y segura de suinfluencia. Al nacer Susan, la madre tomóconciencia de inmediato de que Pigglenecesitaba mucha más atención. Habíauna canción2 asociada con la época anterior al nacimiento de la hermanita; los padres la habían cantado hacía poco y ellahabía llorado amargamente, diciendo:«Basta. No cantéis esa canción.» (Estando conmigo, había tarareado una melodía y se había mostrado satisfecha aloírme comentar: «Los barcos que vienennavegando.» Supe que la canción se lahabía enseñado su padre.)

La que rechazaba era una canción alemana con letra inglesa que, con toda evidencia, se hallaba estrechamente relacionada con la íntima relación de la madrecon su bebé. El idioma natal de la madreera el alemán; el padre es inglés.

Volviendo sobre la mamá negra y el ba- bacar, hay detalles que no comprendíconclaridad. Las pesadillas de la niña podíanreferirse a un babacar, y también a untren.

Esta niña no había sido preparada paracontrolar los esfínteres, pero al llegar elnuevo bebé aprendió sola en una semana.Era uno de esos niños que no hablaban

Descripción   poste rior  

de la enfer-

medad

2. Nota de los padres: "Convertimos una vieja tonad a en unacanción de cuna, con el estribillo «...y la mamá y el papá estarán

aquí...» (po r ejem plo, mien tras la niña duerm e). Du rante muchotiempo, cuando alguien tarareaba la tonada, sus ojos se llenabande lágrimas. Ahora cambiamos la letra (la canción original es dedespedida); a veces le gusta, a veces dice «¡Basta!»."

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ha sta que, de improviso, se ponen a hab larsin dificultad. Solía jugar todo el tiempo,

 pero desde el cambio comenzó a echarseen su cuna y succionarse el pulgar sin jugar. Su equil ib iro había sido siem preexcelente, pero desde el cambio habíaempezado a caerse y llorar y hacersedaño. Era despótica. Su madre no erasino alguien que estaba allí para cum-

 p lir sus órd enes. Desde los seis mesesadoró al padre; a esa edad dijo: «¡Papá!»Pero pronto olvidó la palabra, o perdió

la capacidad de usarla. Desde el cambio,dio la impresión de ver a su madre comouna persona distinta y le tomó afecto, ala vez que se hacía más reservada respecto de su padre.

Unos días más tarde, en una conversa-ción telefónica con la madre, supe quedespués de la consulta, la Piggle se había

 perm it id o, por prim era vez desde el na-

cimiento de la hermana, ser un bebé envez de protestar constantemente. De he-cho, se había acomodado en el cochecitocuna y había tomado innumerables bibe-rones. No obstante, no toleraba que nadiela llamase «Piggle». Era el bebé o la ma-dre. Las «Piggles» eran malas y negras.«Soy el bebé.» La madre creía percibirque Gabrielle no estaba demasiado angus-tiada. Había encontrado una forma desimbolizar sus experiencias, según elladecía. No parecía capaz de ver los aspec-tos positivos de la aptitud de la niña paraPor otra parte, tenía razón al no sentirresolver cosas med iante procesos internos,se satisfecha con esa situación.

Piggle se echaba en la cama y llorabasin saber por qué. Cuando se iban, dijo:«El  b ab acar» ,  como si hubiese olvidado

algo. Luego agregó: «El Dr. Winnicott nosabe de babacares... del babacar.» Comen

Confianza en el analista

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tó también que el osito quería volver aLondres y jugar con el Dr. Winnicott, pero ella no. Dicho sea de paso, había

estado a punto de dejar el osito entre losdemás juguetes, pero a último momentolo recordó y se lo llevó a su casa. Escomo si se lamentase constantemente deno haber sido capaz de hablar al Dr. Win-nicott acerca del babacar. Los padres sevieron obligados a revivir la agonía detensión que ella había atravesado en rela-ción con la mamá negra y el  b a b a c a r   has-

ta que «algo se quebró». La madre no co-nocía el origen exacto del babacar, peroestaba ligado al negro, mamá negra, yonegro, gente negra. En medio de situacio-nes felices, Gabrielle se mostraba de im-

 pro viso preocupada y decía: «El baba- 

car»,  con lo cual lo echaba todo a perder.Esto es coherente con la idea de que, aquí,el negro significa que ha entrado el odio

(o la desilusión).Hay otro detalle, el de que a veces la

madre debe caer y hacerse daño, paraque entonces Piggle la alivie. Ello muestraaún más a las claras, si fuese necesario,que el odio y el amor a la madre aparecensimultáneamente, y que Piggle es capazde valerse de su madre agresivamente.También ha de ser capaz de concluir que

caer es quedar embarazada. Así, se incluyela agresión del padre.

COMENTARIOS

Siento que la entrevista y el informe dela m adre justificaron el que hubiese tom a-do el término «tímido» como palabra cla-

ve. La paciente estaba en el proceso deelaboración de una nueva relación con lamadre, en la cual cupiese el odio debido a

Desilusión

Ambivalencia

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su amor al padre. Su amor al padre, deseis meses, no fue asimilado en el conjun-to de su personalidad y yace a un lado de

la relación con la madre, quien, por esaépoca, aún era un objeto subjetivo.3

El cambio vinculado con el nacimientode la nueva niña trajo consigo ansiedad yuna falta de libertad en el juego, así comotambién pesadillas. No obstante lo cualacarreó cierta aceptación de la madrecomo persona distinta y, por consiguiente,el establecimiento de sí misma con una

identidad y con un fuerte lazo con su padre. Es de presum ir que la «mamá ne-gra» sea un vestigio de su noción subjeti-va preconcebida de la madre.

Al volver sobre los detalles de la con-sulta, se me ocurre que lo más importan-te tuvo lugar al principio. Esto es, cuandoPiggle respondió a mi interpretación acer-ca de «otro bebé» afirmando su posición

de bebé en la cuna y prosiguiendo con pregunta s a propósito del problem a delorigen de los bebés. Ello evidencia unamadurez no siempre tan claramente de-mostrable a los dos años y cinco meses.

Los que siguen son algunos de los pun-tos importantes, a destacar, de esta con-sulta:

1. «Soy tímida» es la prueb a de un

ego fuerte y organizado, y de la institu-ción del analista como «persona papá».

2. Las dificultades comen zaron con lallegada de un nuevo bebé, lo cual forzó

un desarrollo prematuro del ego de laPiggle.

3. Resp ecto del térm ino "ob jeto subjetivo", véase W innicott

(1971), Plaving and Reality,  Londres, Tavistock Publications, p. 80.[Hay edición castellana: Realidad y juego,  Gedisa, Barcelona, 1979.]Véase también The Maturational Processes and the Facilitating  Environment,   Nueva York, International Universities Press; Londres, Hogarth Press, 1965, pp. 180-181.

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 No estaba preparada para la sim ple am-

 bivalencia .3. Ind icación de elem entos de locura:

 babacar, sistem a re   negro, etc., pesadillas.4. Facilidad de com unicación.5. Solución tem po raria po r regresión

al bebé en la cuna.

CARTA DE LOS PADRES,

ESCRITA POR EL PADRE

«Fue muy amable por su parte el reci- birnos; y fue de gran ayuda su llam ada precisam ente cuando nos estábam os pre-guntando cuál sería la mejor forma de co-municarnos con usted.

»Como usted ya sabe, el día siguiente a

aquél en que le vio, la niña lo pasó enel cochecito, succionando un biberón. Yono percibí que eso la satisficiera, y pron-to renunció a su propósito. Ahora es, al-

ternativamente, la Gran Mamá (una muyindulgente) y el bebé, pero nunca ellamisma; no nos permite siquiera llamarla p o r su nom bre. ‘La Piggah’  (dice) ‘s’a ido.

Es negra. Las dos Piggahs  son negras.’»La hora de acostarse sigue siendo muy

difícil; suele despertar a las nueve o diez,‘por el babacar’. Durante el día, en dosocasiones, tras haber pasado un rato agra-

dable, ha dicho: ‘Llora M am á’ — ‘¿Po rqu é?’ — ‘Po r el babaca r’. Los baba ca resaparecen por lo general vinculados conla mamá negra; pero en los últimos días, por vez prim era, una m am á buena entró

en escena. La vocecita más bien ansiosay gazmoña, que no parece suya, no de-muestra gran cosa. La emplea principal-mente para hablar de su baba —su muñe-

ca, no su hermana. Con Susan, su herma-na (‘el Ba b a S u sh ’)  t iene una buena reía

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ción: da la impresión de ser auténticamen-te compasiva con ella, a pesar de ocasio-

nales maltratos, y hacen ruidos desagra-dables en compañía, para gran regocijo de

ambas. Repitió en varias oportunidades,como con pesar, que el Dr. Winnicottno sabe nada del babacar, y dijo: ‘No

me llevan a Londres’. También hubo algoacerca de haberle proporcionado infor-

mación falsa, diciéndole que había viaja-do en coche [viajó en tren; aunque pue-do haberme equivocado al no preguntar-

le]. Luego el tema no se volvió a tocar du-rante varios días, hasta cuando no pudorecordar una canción y me pidió que lellevara a ver al Dr. Winnicott: al día si-guiente me pidió que no lo hiciera. Luegose entretuvo en reunir carretadas de ju-guetes para traer a Londres, para ‘jugary conversar’. En los últimos días tuve que

ser la Piggah,  y ella la Mamá: ‘Te llevaré

al Dr. W. Di que no.’ — ‘¿Por qué?’ —

‘Porque necesito que digas que no.’»Los últimos dos o tres días me pidió

con mucha insistencia que la llevase alDr. W.; la primera vez fue cuando co-menté que se la veía triste y ella aseguró

que había estado triste toda la mañana:‘Llévame al Dr. W.’ Le dije que esc ribi-ría para hacerle saber al Dr. W. que esta-

 ba triste. Tras una pesadilla, anoche (re-

ferida al babacar, la mamá negra que que-ría sus ya m s   y ponía a Piggle negra y conel cuello rígido) dijo: ‘El  b a b a c a r   estáite.’  Inqu irí qué significaba ‘ite ’ y me res-

 pondió que se lo explicaría al Dr. W. Hayuna nueva fantasía que ella repite con m u-chas variantes, acerca de que todo el mun-do va a chapotear, chapotear en el barro,o en ‘brrroooo’.

»Sigue mostrándose con frecuencia apá-tica y triste, pero ha estado jugando más

 Negativa

transferencia

resistencia

Ambivalencia 

en transferen-

cia

Reflejo del 

desorden de los 

 ju guete s

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y ha recobrado cierto interés por las co-

sas, cosa que encontramos alentadora.

«No ha dejado de actuar con mucha re-serva en relación con su padre, compa-rando su conducta con la de antes denacer Susan; parece ser que sólo puede

manifestar ternura cuando es un bebé.Cada vez que le sucede algo inquietante,o nuevo, o hace algún descubrimiento,afirm a que eso le ha ocu rrido an tes, ‘cuan-

do era un bebito en mi cuna’. Acertamos

a oírle por la noche, llamando a su bebéy hablándole con gran ternura.

»Creo que tenía usted razón al decir quehabíam os sido dem asiado ‘inte ligen tes’ al percibir su angustia. Nos sentim os muy

comprometidos y culpables por no haberevitado tener otro bebé tan pronto y, dealgún modo, su desesperado ruego noc-turno —‘Habladme del bab ac ar’— nos

 pone en el apuro de decir algo signif ica-tivo.«Nunca le hemos hablado a usted de

cuando era bebé; daba la impresión deser notablemente sosegada y segura desí, de tener autoridad dentro de su mun-do. Tratamos por todos los medios, se me

ocurre que con éxito, de evitarle inciden-tes que hicieran su mundo demasiadocomplicado. Cuando nació Susan, Gabrie

lle se vio de algún modo arrojada fuerade su molde y separada de sus fuentes

de nutrición. Nos resultó muy dolorosoverla tan disminuida y reducida, y ellaha de haberlo percibido. Hubo tam bién un período de tensión en tre nosotros dos

[los padres].«Si bien, como usted dice, no se las

arregla del todo mal, no parece haber

hallado realmente el camino de regresoa sí misma. Pensamos que le gustaría veralgunas fotos clásicas, que tal vez le den

Recuerdo de 

madre 

 pream biv ale nte  

y reproche 

a la madre real 

 presente

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una idea más precisa que cualquier des-cripción de nuestras impresiones.»

CARTA DE LA MADRE

«Me gustaría hacerle llegar unas pocasnotas más, antes de que vea a Piggle.

«Aparentemente, se las apaña bastante bien y ha llegado a com prender cosas muyrazonablemente y con considerable triste-

za. Oído en la cama: ‘No llores, bebito ,el Baba Sush está aquí, el Baba Sush estáaqu í.’ Dice qué lindo es ten er un a h erm a-na y todo eso; pero intuyo que lo estáconsiguiendo a un costo muy alto paraella.

»Pasa gran parte de su tiempo ordenan-do y limpiando y lavando... especialmentelavándolo todo bajo el sol. Por otra parte,

no juega mucho y suele estarse sin hacernada y un tanto triste. Consume bastan-te tiempo en poner cómodo a su baba[una muñeca, una figura altamente ideali-zada].

»Hace ‘trav esura s’ con m ucha m ás fre-cuencia; por ejemplo, da puntapiés y chi-llidos al ir a la cama, etc. Cuando se en-fada, es habitual que ceda al fantasma y

se apresure a decir: ‘Soy un bebé, soy un bebé’; tiene grandes dif icultades para irsea dormir por la noche, asegura, ‘debido al

 babacar’.

»E1 babacar ‘lleva negrura desde míhasta ti, y entonces me asusto de ti’. ‘Es-toy asustada de la Piggah   negra ’ y ‘Soym ala’ han surgido m uy a menud o en losúltimos tiempos. (No tenemos por cos-tumbre decirle que es una niña mala nininguna otra cosa de ese tipo.) Tiene mie-do de la mamá negra y de la Piggah   ne-gra; afirma: ‘Porque me ponen negra’.

Desarrollo  

del ego 

en la 

capacidad 

ser traviesa

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»Ayer me dijo que la mamá negra mehabía arañado el rostro, me había arran-cado los yams,  ensuciado y asesinado con‘b r r r r ’. Comenté que debía de esta r sus-

 pirando por tener nuevamente una m adremuy limpia. Me aseguró que tenía unacuando era un bebito.

«Parecía muy satisfecha de que ustedle fuese a recibir. A veces, cuando se vecon problemas, habla de llamar al Dr.Winnicott. Sigue jugando: ‘Tú eres Piggle,yo soy la mamá, te llevaré al Dr. Winni-cott, ¡di que no!' — ‘¿Por qu é?’ — ‘Parahablarle del  b ab acan d le’  (en vez de  ba- bacar,  con una sonrisita furtiva, como si

disfrazase  b ab a ca r).

»(De paso sea dicho, a veces es difícilentenderla; no puede pronuncia la ‘R’.Dice ‘Yom ano’ por ‘Rom ano ’.)

«Constituye un gran alivio para noso-tros el que usted la vea. Creo que el saber

que usted se ocupa del problema ha te-nido por efecto el que nuestra conductase hiciese, por así decirlo, más natural,menos forzadamente tolerante con ella,lo cual parece haber sido bueno.

«Habla de ir a verle, de contarle algoacerca del babacar. Ahora el babacar, a

 juzgar por las apariencia s, traslada negru-ra de una persona a otra.»

EXTRACTO DE CARTA DEL PADRE

«Un religioso amigo mío, muy pater-nal, vino a tomar el té hace unas semanasy Piggle se mostró muy tímida. Ayer, ha-

 blando de él, dijo: ‘Fui muy tím ida’; yagregó que él era ‘un ho m bre m uy pa pá’(las palabras que había usado para des

Referencia a 

la madre  

 pream biv alente  

subjetiva

Disminución 

de la ansiedad 

de los padres

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cribirle previamente), y eso podía hacerque la gente se sintiera tímida. Se quedócallada y al cabo de un largo rato dijo:

Dr. W innicott’, pa ra volver a sum irse enel silencio. Eso fue todo.»4

4 - M ás t ar de se c onfirm óooy tím ida . que la clave de la primera sesión era

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SEGUNDA CONSULTA

(Marzo 11 , 1964)

Piggle (dos años, cinco meses) llegó ala puerta con su padre (madre en casacon Susan) y tomó posesión de inme-diato. Quería pasar al consultorio, peroeso hubo de ser pospuesto, de modo que

entró con su padre a la sala de espera.Allí, el padre y ella trabaron conversación.Es probable que él le leyera algo de unlibro. Cuando estuve en situación de aten-derla, entró con absoluta displicencia y sedirigió sin vacilar al lugar en que se halla-

 ban los juguetes, detrás de la puerta , en lamitad posterior de la habitación. Cogió un pequeño tren y lo nom bró. Luego apartóla única cosa nueva que había, una copaanatómica para baño de ojos, de color

azul.«¿Qué es esto?» Entonces se interesó

 po r el tren: «Vine en tren. ¿Qué es esto?»Volvió a decir: «Vine en tren». En re ali-dad, su modo de hablar resultaba claro

 para sus padres, que entendían su lengua- je, pero a mí me sonaba un tanto extraño.Luego cogió la bombilla eléctrica amari-

lla con la que habíamos jugado la vez an-terior y en la cual había dibujado un ros

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tro. Pidió: «Haz que esté m areado» , ytuve que agregar una boca. A continua-ción tomó un cubo lleno de juguetes y

lo vació. Alzó una pieza redonda con elcentro perforado, venido de Dios sabe

dónde.«¿Qué es esto? Yo no tengo uno así.»

Cogió un pequeño camión y preguntó:«¿Qué es esto? ¿Sabes algo sobre el babacar?» Le pedí dos veces que me dijese quéera, pero fue incapaz de responder. «¿Fueel cochecito de la Piggle? ¿Es el cochecito

del bebé?» Entonces interpreté. Asumí elriesgo. «Es el interior de la madre, dedonde salió el bebé.» Se mostró aliviada ydijo: «Sí, el interior negro.»

Como si se debiera a lo que acababa deafirmar, cogió el cubo y lo llenó hasta lostopes de juguetes. Traté de averiguar qué

 buscaba m anifestar in terpre tando el he-cho de diversas maneras. (Siempre hacía

algún gesto indicador de lo que opinabasobre mis palabras, bueno o malo.) La in-terpretación que pareció surtir mayorefecto fue aquella según la cual se tra-taba de un estómago de Winnicott, node un interior negro. Mencioné algo rela-tivo a ser capaz de ver qué entró y recor-dé que en la sesión anterior yo había ha-

 blado en térm in os de hacer un bebé me-diante el trámite de llenar el cubo, másallá de toda codicia. Puesto que había de-masiadas cosas en el cubo, siempre caeríaalguna. Se trataba de un efecto planeadodeliberadam ente. Inte rpre té qu e ese era elsignificado de estar mareado, como ellame había ihdicado al hacerme dibujar la

gran boca en la parte superior de la bom-

 billa . Comenzaba a ver qué ocurría:

Yo:  W innicott es el bebé de Piggle; esmuy goloso porque quiere a Piggle, su

Clave de la 

sesión

Fecundación

oral

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madre, mucho, y ha comido tanto que

está mareado.Piggle:  El bebé de la Piggle ha comido

demasiado. [Entonces dijo algo acercade venir en el nuevo tren a Londres.]

Yo:  La cosa nueva que quieres tiene quever con el bebé Winnicott y la mamáPiggle, con el amor de Winnicott porPiggle [m ad re ], el com erse a Piggle yel estar mareado.

Piggle:  Sí, así es.

Podía decirse que el trabajo corres- pondiente a la sesión estaba hecho.

Ahora había que jugar con la cara. Se pasó la lengua por los labios: la im ité,de modo de comunicarnos respecto delhambre y el gusto y los ruidos hechoscon la boca, respecto de la sensualidadoral en general. Fue satisfactorio.

Dije que tal vez estuviese oscuro dentro.

¿Estaba oscuro el interior de su estó-mago?

Yo:  ¿Da miedo lo oscuro?Piggle:  Sí.Yo:  ¿Sueñas con ser negra por dentro?Piggle:  Piggle asustada.

Hubo entonces un momento en que Pig-

gle se sentó en el suelo y se puso muyseria. Finalmente, dije: «Te gusta ver aWinnicott». «Sí», respondió.

Pasamos un largo rato mirándonos.Luego volvió a poner más juguetes en elcubo, así que el mareo fue actuado nueva-mente. Me dio la bombilla eléctrica.

Comunicación 

no verbal e 

interpretación

Consolidación 

de la 

transferencia

Piggle:  Ponle más ojos y más cejas.

Ya estaban indicadas con mucha clari-dad y las destaqué aún más. Entonces co

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gió otra caja y la abrió. Dentro, encontróanimales. Inmediatamente revisó el con-tenido y extrajo los dos animales más

grandes y suaves, un cordero y un faunode lana. Los situó de forma que pudiesenalimentarse de la caja, y agregó algunos

 juguetes a los pequeños anim ales que ha- bía en ésta: «Están comiendo». Cubrió amedias la caja de alimentos con la tapa.Entonces tuvo lugar una suerte de fenó-meno transicional, en el cual, entre ellay yo, estaban los grandes animales delana comiendo, comiendo una comida Winnicott es

 

compuesta en su mayor parte por anima el bebéles. Interpreté, por consiguiente, como si goloso,

estuviese ante su relato de un sueño: caníbal«Aquí estoy yo, el bebé Winnicott, salien-do del interior de Piggle, naciendo dePiggle, muy goloso, muy hambriento, muyencariñado con Piggle, comiéndome los

 pies y las m anos de Piggle.»También arriesgué la palabra «pecho»entre los dem ás objetosparte. (Debí ha be rdicho «yams».) Piggle estaba de pie, conaire muy grave y una mano en el bolsillo.Se dirigió sin vacilar al otro extremo dela habitación, que asociaba con los adul-tos. Echó una larga mirada a las jardine-ras de ventana con flores de azafrán. Estu-

vo a punto de acercarse a la silla que aso-ciaba con madre, pero optó por la sillaazul que asociaba con el padre. Allí sesentó y dijo que era como papá. Volvía hablarle de Winnicott como bebé dePiggle.

Yo:  ¿E res la m am á o e’l papá?Piggle:  Soy el papá y la mamá también.

Miramos comer a los animales y des- pués se puso a ju gar con la puerta . T ratóde cerrarla, pero no era fácil (en ese

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tiempo, el pestillo necesitaba compostu-ra). Entonces fue hacia su padre, en lasala de espera. Creo haberle oído decir:«Soy la mamá». Tuvo lugar una largaconversación entre ella y su padre, y es-

 peré un buen ra to sin hacer nada. Llegadocierto punto, entró con el padre, llevandocieto punto, entró con el padre, llevando

 puesto su som brerito tejido; hizo algo queindicase que consideraba que ya era horade irse. Era evidente que la ansiedad es-taba operando. Luego regresó con su pa-dre a la sala de espera. Entró con suabrigo y dijo: «Vamos a irnos pronto» .

Volvió a la sala de espera. Releí misnotas. Al cabo de cinco minutos, Pigglese atrevió a entrar en la habitación y meencontró todavía sentado entre los jugue-tes, cerca del cubo lleno y «mareado, enel piso, todo el tiempo». Tenía aspecto deestar muy preocupada. «Puedo coger un

 juguete», dijo. Tuve la segurid ad de saberdónde me encontraba con la suficiente cla-

ridad para asumir un riesgo.

Yo:  W innicott es un bebé m uy goloso;

quiere todos los juguetes.

Siguió pidiendo sólo un juguete, perorepetí lo que era regla del juego decir.Finalmente, llevó un juguete a su padrea la sala de espera. Me pareció oírle de-

cir: «El beb é qu iere todos los juguetes».Pasado un rato devolvió el juguete y semostró muy satisfecha de que yo fuese

goloso.

Piggle:  Ahora el bebé Winnicott tiene to-dos los juguetes. Iré donde Papá.

Yo:  Temes al goloso bebé Winnicott, el bebé que nació de Piggle y que ama

a Piggle y que quiere comérsela.

 Necesidad del 

 padre para 

comunicarse 

conmigo

Dudas acerca 

de la capacidad 

de su padre 

 p ara to le rar  

sus ideas

Piggle no es 

golosa; 

Winnicott es 

infinitamente 

gotoso

Piggle en el 

rol de la 

madre

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Fue hacia su padre e intentó cerrar la puerta al sali r. Oí al padre en la sala, es-forzándose por entretenerla, porque (porsupuesto) no sabía en qué punto del jue-

go se encontraba.Hice pasar al padre a la habitación, y

Piggle entró con él. Se sentó en la sillaazul. Ella sabía qué había que hacer. Sesubió a sus rod illas y dijo: «Soy tímida» .

Pasado cierto siempo, mostró al padreel bebé Winnicott, ese monstruo que ha-

 bía dado a luz, y que era lo que la hacía

sentir tímida: «Y esa es la comida quecomen los animales». A la vez que hacíaacrobacias sobre las rodillas de su pa-dre, le contó todos los detalles. Entoncesinició un capítulo del juego nuevo y muy

 prem edita do: «Yo tam bién soy un bebé»,anunció, mientras hacía pasar su cabeza por en tre las pie rnas del padre.

Yo:  Quiero ser el único bebé. Quiero to-dos los juguetes.

Piggle:  Tienes todos los juguetes.Yo:  Sí, pero quiero ser el único bebé; no

quiero que haya ningún bebé más. [Vol-vió a treparse a las piernas de su padrey volvió a nacer.]

Piggle:  Yo también soy el bebé.Yo:  Yo quiero ser el único   bebé [y, en

un tono de voz diferente], ¿tendré que

enfadarme?Piggle:  Sí.

 Nacida del 

cuerpo de papá 

como si fuera  

el de la madre

Hice mucho ruido, golpeé los juguetes, pata leé y dije: «Quiero ser el único be- bé». Eso le agradó mucho, a pesar de quese la veía un tanto asustada, y comunicó

a su padre que eran los corderos de papáy mamá los que se estaban alimentandoen el comedero. Luego siguió con el jue-go: «Yo tam bién qu iero ser el bebé».

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Todo ese rato lo pasó succionándose

el pulgar. Cada vez que era el bebé, nacía por entre las piernas de su padre hacia el

suelo. Llamaba a su acto «nacer». Final-

mente, dijo: «Pon el bebé en el cubo dela basura». Traté de averiguar quién era

quién. Descubrí que yo era Gabrielle, yella se iba convirtiendo en los nuevos be-

 bés, uno tras o tro , o el nuevo bebé redu- plicado. En cierto m om ento , dijo: «Ten-go un bebé llamado Gallgalligalli» (cf.Gabrielle). (En realidad, una de sus mu-ñecas se llama así.) Siguió naciendo desdelas piernas de su padre hacia el piso, yfue el nuevo bebé y yo tuve que ponermede mal humor, pasando a ser el bebé Winnicott que salía del interior y nacía dePiggle... y tuve que ponerme de muy malhumor queriendo ser el único bebé.

«No vas a ser el único bebé», protestóella. Y entonces nació otro bebé, y luegootro , y luego dijo: «Soy un león», e hizo

ruidos de león. Hube de asus tarm e po rque

el león quería comerme. Aparentemente,el león era un retorno de mi gula de bebé W in nicott que lo quería to do y que-ría ser el único bebé.

Gabrielle respondía positiva o negativa-mente, según yo diese en el clavo o no,diciendo, por ejemplo: «Sí, eso». Enton-ces hubo un león bebé.

Piggle:  Sí, eso [fuertes ruidos de león].

«Acabo de nacer. Y no estaba negroadentro.» En ese punto, sentí que habíasido recompensado por la interpretaciónhecha en la sesión anterior en el sentidode que el interior negro tenía que ver conel odio al nuevo bebé que estaba en el in-terior del vientre de la madre. Ella había

desarrollado una técnica para ser el bebé

Intercambio  

de los papeles  

del bebé 

y Gabrielle

Primer alivio 

de la fobia  

al negro

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y, a la vez, permitirme representar su pro- pio papel.1

Hubo un nuevo avance. Estaba nacien-do de un modo diferente, desde la par-

te superior de la cabeza de su padre.2Era divertido. Lo lamenté por el padre yle pregunté si lo podía soportar. «Sí, perome gustaría quitarme el abrigo», replicó.Hacía demasiado calor. De todos modos,

 podíam os term inar allí, porque Piggle te-nía lo que había venido a buscar.

«¿Dónde está la ropa?», y se puso elsombrero y el abrigo y se fue a casa sin

dificultad y con aire de gran satisfacción.

COMENTARIOS

Los siguientes temas aparecieron enesta sesión:

1. El ten er bebés en térm inos de sen-tirse mareada.

2. El em barazo como resu ltado de laavidez oral, el comer compulsivo (funciónde separación).

3. In ter ior negro, odio al inte rio r y sucontenido.

4. Reso lución en la tran sfe ren cia al

convertirse Winnicott en la Gábrielle per-dida, para que ella pudiese ser el nuevo

 bebé, reduplicado.

Identificación tran sitoria con ambos pa-dres.

5. Via W innicott = Gabrielle = avi-dez = bebé tiene sus propios derechos.

6. El in te rio r se hace no negro.

1.  Se r concebido, po r ejemplo, como

1. La madre comentó: “De qué modo sorprendenteuso de la transferencia del filo de navaja que separa lación de la interpretación.”

2.Ser concebido, p. ej., nacer como una idea en 1deseado. D. W. W.

surge el participa-

a mente;

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en la mente. La mente localizada en lacabeza como si se tratase del cerebro.

CARTA DE LA MADRE

«Cuando Piggle regresó de Londres, nomencionó su visita, pero jugó con muchoentusiasmo el resto del día. Nosotros per-cibimos que se había sentido mucho más

libre desde la última visita que le hizo austed; en ocasiones, vuelve a jugar solay habla en la que parece su propia voz.

»A1 irse a la cama, el día de su visitaa usted, dijo: ‘El Dr. bebé estaba de muy

mal humor, el Dr. bebé daba puntapiés. No lo arro jé al Sihni. .. (corrig iéndose) al plum ero (en inglés duster ,   por dustbin,  

cubo de basura); no puse la tapa’.»En medio de la noche gritó: su ‘peque

ñ ito ’ se ha bía lastim ado , dijo; ten ía queir al doctor. Dije que se veía un poco rojo, por el pañal o porque lo había frota do.Respondió que lo había frotado, que ibad d d como un tren, eso era lo que laasustaba por la noche. Eso la ennegrecía.

Luego habló de la mamá negra. Olvidécómo comenzó, pero siguió con la mamánegra que decía: ‘¿Dónde están mis

y a m s?’ — ‘Los y a m s   están en el servicio,el agua se los lleva.’ — ‘La mamá negrame permite jugar con sus juguetes, mehizo natillas con uvas pa sa s’ (realm enteyo había puesto uvas pasas en las natillas,

cosa que le gustó mutho). Se la veía muyconfundida, y dijo: ‘Estoy enfadada conmi pa pá’. ‘¿P or qué? ’ ‘Po rque le qu iero

demasiado.’»

[Me desconcierta esa recurrente «bon-dad» de la «mamá negra». No parece vin-cularse con el ver como una misma per-

sona como bu ena y m ala mam á. ¿Se trata

Redescubri-

miento de la 

 propia id enti-

dad, con re-

greso al juego

Excitación  

erótica y 

fanta sías  

edípicas  

subyacentes

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acaso de alguna confusión entre sus pro- pias partes buenas y m alas? El te m a delaplacamiento de la mamá mala vuelve a

surgir.]»A la noche siguiente, en la cama, ha-

 bló la rgo rato, excitada, pero no oí quédijo.

»Por la mañana me dijo: ‘Fui a Londresa ver al Dr. Winnicott. Había mucho rui-do. El Dr. W. muy ocupado. Era un bebé.

Yo también era un bebé. No hablé de lamamá negra. Era un bebé, muy enfadado.La mamá negra es muy importante parael Dr. W innicott.’ En tonces in trod ujo unimperdible en el grifo. ‘Lo reparo conun alfi ler .’ Algo ace rca del agua en con-

diciones de volver a correr. A mí: ‘¿En-tra ste y dijiste que no estaba bien? ’ Yo:‘Ha de hab er sido en tu sueño.’ ‘Sí, en-traste y dijiste que no estaba bien, quehab ía suciedad de ntro .’ Luego algo sobre

la mamá negra que no logré oír bien.

«Ultimamente se me ha dicho con fre-cuencia que la mamá negra viene y me(a la madre) ennegrece. A la hora de acos-tarse tengo que ‘telefon ear’ a la m am á ne-gra y al Bebé Sush negro. La conversaciónse limita al ‘Aló’.

»Esto me recuerda: uno o dos días an-

tes de que ella fuese a verle (habiéndosequejado de pesadillas acerca de la mamá

negra), le pregunté: ‘¿Dormiste bien? ¿Vi-no la mam á n egra? ’ — ‘La mam á negra noviene, la mamá negra está dentro mío.’»

Referencia a 

la masturba-

ción clitórica

Probable

referencia

al

funcionamiento

mental

OTRA CARTA DE LA MADRE

«A mediados de abril nos marchamos por unas tres semanas.

»Piggle ha estado muy perseguida porla ‘mamá negra’. Ha estado teniendo pe

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sadillas y no se va a dormir hasta muyentrada la noche.

»‘No le he hablado al Dr. Winnicott de

la mamá negra porque está muy ocupado.Dr. Winnicott muy ocupado, era un bebé.Me dio miedo hablar al Dr. W. de lamamá negra. Estaba muy enfadado, era

un bebé. Yo era un bebé también. Me hu- biese dado vergüenza hab lar al Dr. W. de

la mamá negra.’»Su principal queja respecto de la

mamá negra es que ennegrece a Piggle,

y entonces Piggle ennegrece a todo elmundo, incluido el papá.

«Anoche despertó ‘asustada de la mamá

negra’ y pidió a su padre ‘dar a la mam á

negra uvas pas as ’ (a Piggle le gu stan es- pecia lmente las uvas pasas).

«También despertó asustada del BebéSush negro, que la ennegrece. (El día an-terior había revolcado a Susan, ganando

en consecuencia cierta antipatía generali-zada.) El S u s h B a b a   negro viene con bas-

tante frecuencia y hay que telefonearleantes de que ella se vaya a dormir. (ElBaba Sush es una referencia a Susan.)

«Es considerablemente menos habitualque Piggle sea la mamá o el bebé. Esmucho más desobediente en el sentidode negarse a ir a la cama, etc., pero en ge-

neral con tristeza. Hay algo más: ‘Bebé bablan’ — a parece en todas las cartas queescribe y dibujos que hace; debe ser pues-to en los sobres. No tengo idea de lo quesignifica. Creo haberle dicho que el bebéde Piggle se llama ‘GabyGaby’, que me parece que es ‘Gabrielle ’, nom bre queno puede pronunciar. [Bebé Gobla   (nohablan) .   Arriesgaría que es otra versión

de Gabrielle, como GalyGaly o GalliGalli... no sé en qué difieren las dos ver-

siones.]»

Mayor  

tendencia a 

ser ella 

misma

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 NUEVA CARTA D E LA MADRE

«Piggle pidió verle, aparentemente con bastante urgeficia. Cuando le dije queno habría tiempo antes de m archa r a Fran-cia, aseveró con gran violencia que lohabía.

«Esta mañana despertó con verdaderafuria destructiva, rompiendo todo lo quehabía a la vista, y luego se retiró a sucochecuna diciendo que quería ver alDr. Winnicott. Entonces se metió dentrode mi bata (que llevaba puesta) y me dijoalgo acerca de un sueño en que la mamánegra se la había comido. Salió y me hizo

 pregunta s sobre el nacer. Le conté , comosolía hacerlo antes, cómo salió, fue en-vuelta en un paño y entregada a mí. ‘Y túme de jaste caer .’ — ‘No.’ — ‘Sí. El pañ ose había ensuciado.’

»Ha estado un poco triste últimamen-

te. Se me ocurre que debe suponer unagran tensión para ella estar con nosotrostanto tiempo; hay pocos niños por aquí.Estoy buscando un parvulario para quela tengan una o dos mañanas por semana.En la mayoría de ellos sólo aceptan ni-ños que vayan cada día, pero opino quesería excesivo.»

CARTA DEL PADRE

«Quisiéramos hacerle llegar algunas no-tas sobre Piggle. Ha pasado los últimosdías en un estado de gran tensión y an-siedad, diciendo cosas como: ‘Estoy muy

 preocupada. Quiero ver al Dr. W innicott.’Cuando le preguntamos por qué, respon-

de siempre que es a causa del ‘babacar’,la ‘m am á n eg ra ’ o los 'yams  de la mamánegra’. También está asustada por el Baba

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Sush neg ro (= Susan ): ‘La enn eg recí’. Lomismo dice acerca de la mamá negra. Si-gue repitiendo con frecuencia, antes de ira la cama: ‘La mamá negra pregunta dón-

de están sus y a m s y una mañana, des- pués de esto , pidió beber de los pechos desu madre.

»Casi todas las mañanas quiere meter-se dentro de la bata de su madre, o serenvuelta en form a de ‘arro llado’ en unaalfombra. Parece estar sufriendo enorme-mente por lo que una vez llamó ‘sensaciónde pecado’. Se inquieta muchísimo cuan-

do rompe o ensucia algo; a veces se ponea dar vueltas, m urm urand o para sus aden-tros: ‘No im porta, no im po rta’, con unavocecita suave, artificial... también, cuan-do golpea a Susan, a quien es marcada-mente sensible, a pesar de ocasionales des-lices. Puso reparos a las ropas que le com-

 pram os porque ‘hay dem asiado blanco:quiero un jersey negro’. Dijo que podía

usar ropas negras, puesto que era negray mala.

«Tomamos notas sobre ella ayer, si bien no fue un día típico. E staba peo r quede costumbre y pasó todo el día con no-sotros. Por lo general, nuestra criada, aquien ella llama ‘W attie’, un a m u jer deedad, pasa las mañanas en casa. Estámuy ligada a ‘W attie’.

»Por la mañana nos entregó su queridoTeddy, el osito, al que había hecho un agu-

 jero en una p a ta y del que había extraídotodo el relleno; y estaba muy angustiada

 por ello. Pasó to do el día pidiendo deses- peradam ente cosas que po r lo general nole negamos, como si tuviese que librar unagran batalla para obtenerlas de nosotros.Dijo a su madre que quería casarse. Cuan-

do se le sugirió que sería una buena ideaesperar para ello, dijo con más insisten

Ansiedaddepresiva

El negro 

vinculado  

con el 

sentimiento  

de culpa

Este juego 

aparece en 

una sesión 

 posterior 

Fuga de la 

inmadurez 

a la idea de 

adultez

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cia: ‘No, no, soy una muchacha grandeahora’ ,  y dio a entender que era demasia-do mayor para juguetes.

»La ida a la cama dio lugar a una granescena.. . como ocurre bastante a menudoactualmente. Dice que teme que la mamá

negra venga tras ella. A las diez tenía todala ropa de cama en el suelo. Saltó de lacama e insistió en acercar su silla a la puerta. Afirm ó que era suya, y que sólonecesitaba un cojín: ‘Un cojín negro: asíme po dré sen tar en él.’ — ‘¿Porqu e eresne gra?’ — ‘Sí. Po rque rom pí en pedazosa la m am á negra. Estoy preo cup ada .’

 — ‘No tienes por qué estarlo .’ — ‘Quiero preocuparm e. Tengo el trasero in flamado,¿puedo ponerme un poco de crema blan-ca ?’ Un ruego, un nuevo prólogo y un

 pedido de protección, ha de ser repetid ouna y otra vez.»

 N ota agregada:   «‘Aparto los juguetes

de W innicott, po r si los rom po .’ Piggledijo esto al ir a verle la última vez, en eltaxi. Olvidé decírselo entonces.»

Culpa 

relacionada 

con la 

destrucción 

compulsiva

Magia 

empleada para  

defenderse de 

ideas 

aterradoras

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TERCERA CONSULTA

(Marzo 10, 1964)

Piggle (dos años y seis meses) parecíamenos tensa que antes, y ese estado semantuvo constante. Daba la impresiónde estar un escalón por encima de las

inquietudes reales de las cuales hablaba.En verdad, yo recién comprendía hastaqué punto había estado hasta entoncesen  ellas, como un niño psicótico. Fui ala sala de espera y la encontré con su‘bebé’, una muñequita con pañal y un im-

 perdib le . Le daba vergüenza e n tra r conmi-go al consultorio, de modo que lo hicesolo. Luego la fui a buscar y me mostró

un saco en el cual había puesto arena yun a piedra. Lo hab ía recogido p or la calle. No deseaba en tra r, así que dije: «Papátambién viene» (que era lo que ella que-ría). Trajo el saco con la arena y la piedra,y dejó el bebé. El padre se sentó en susilla, en la mitad de la habitación desti-nada a los adultos, y la mitad del tiempoél y nosotros estuvimos separados por lacortina. Se dirigió sin vacilar a los jugue-tes e hizo exactamente lo mismo que lavez anterior.

Símbolo de 

desesperación 

 po r quedar  

embarazada  

como una 

mujer adulta

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Piggle:  ¿Para qué es esto?Yo:  Es lo que preguntaste la última vez

y te respondí: ¿De dónde vino el bebé?

Pregu nté po r la pied ra y la arena : ¿Dedónde vino esto?

Piggle:  Del mar.

Cogió otros objetos y el cubo y, osten-siblemente, lo recordó todo. Repasó todos

los detalles:

Piggle:  ¿Qué es esto? Un tren. Una loco-motora. Vagones. Camiones.

Llamó a uno «leoncito». Luego cogió elniño pequeño.

Piggle:  ¿Tienes otro pequeño?

Encontró un hombrecito y su esposa.

Piggle:  Me gusta éste [el niño].

Tuve que ayudarla a sentarlo. Luegootra locomotora.

Piggle:  Vine en un tren a Londres a ver a

Wiñnicott. Quiero saber por qué lamamá negra y el babacar.

Yo:  Trataremos de averiguarlo.

Lo dejé así. Siguió escogiendo juguetes;el Indio Rojo (que es de plástico azul).

Piggle:  No tengo de esos coches.

Estaba sacando todos los juguetes, dis- poniéndolo s uno jun to a otro:

Piggle:  Me pregunto qué es esto. ¿Tienes

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alguna embarcación? No encuentro lu-gar para sentarlo [una figura de plásti-co sentada],Winnicott no debe ser un bebé; serun Winnicott. Sí me asustó. No ser un bebé o tra vez.

Era evidente que estaba jugando conla idea de repetir el juego de la vez an-terior.

Piggle:  ¿Puedo sacar todo lo que hay enel cubo?

Yo:  Sí. Ése era el bebé que se mareabacuando Winnicott era un bebé.

Entonces habló del vagón para guardarcosas. Luego otro tren. Cogió dos cochesiguales entre sí y los comparó y los puso

 junto s.

Yo:  No son como Piggle y el bebé, por-

que Piggle es más grande que el bebé.Puso varios juguetes uno junto a otro,

 prosiguiendo:

Piggle:  ¿Qué es esto? Una locom otora.Vine en taxi. ¿Fuiste en taxi? Dos taxis.A ver a Winnicott. A trabajar con Win-nicott.

Luego trató de inducirme a reventar elglobo del cual yo suponía me había deja-do en su primera visita. No tuve muchoéxito. Restregó el balón, me mostró sucierre y dijo: «Sube y vuelve a bajar». Meinstó una vez más a reventar el balón.Afirmó que tenía una lapicera, posible-mente una referencia (la única) al hechode que yo escribiese con un lápiz al tomar

notas. En ese momento descubrió los ani

Afirmación  

de que 

trabajamos. 

El juego es, 

en esta etapa, 

comunicación,  no placer 

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malitos en una caja, lo cual la llevó aqu erer un perro e ir a buscarlo. No estabaa la vista, pero recordaba los dos anima-les suaves de la última vez. Los puso uno

 jun to a otro, y los em pujó para que que-dasen tendidos en el suelo (llamaba pe-rros a ambos, a pesar de que uno era un

fauno).

Piggle:  Un perro estaba enfadado.

Ambos perros fueron al encuentro deltren, y ella los aplastó despiadadamente

contra el piso.

Piggle:  ¿Tienes otro perro?Yo:  No.

Fue a mostrarle a papá tres vagones.Tuvo una conversación con él en la cualdijo algo acerca de toda clase de colores,y luego dejó caer los juguetes y dijo: «El

tren cae». Estaba mostrando que era pre-meditado e indicando defecación. Enton-ces se acercó a mí y trató de poner alhombrecito y la mujer dentro del vagón.

Piggle:  Demasiado grande para entrar.Un día debo hallar un hombre pequeño.

Yo:  ¿Un bebé varón en vez de un papá?

Se aproximó al papá y comenzó a uti-lizarlo, y yo corrí la cortina que lo es-condía para que tomara parte en la situa-ción de juego. Se trepó a su padre y él(consciente de que iba a ser un períodoagotador) se quitó el abrigo. Ella se su-

 bió a su cabeza m ientras él la sostenía (re-gresaba el juego de la vez anterior).

Piggle:  Soy un bebé. Quiero ser bryyyyyh.

Ansiedad 

relacionada 

con la 

violencia, o 

conducta 

compulsiva

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Esto, comprendí, significaba excremen-tos. (El padre explicó que Susan jugabaa estar suspendida sobre su cabeza y Pig-gle estaba muy intrigada y se había en-

tretenido m uchas veces en im itar al bebé.Era como si negase el hecho de ser ver-daderamente demasiado pesada para ese juego.)

Piggle:  Soy Piggle.

Poco a poco, comenzó a ser parida haciael suelo por entre las piernas de su papá.

Piggle  [a mí]: No puedes ser un bebé porque eso me asusta mucho.

De algún modo se las ingeniaba paramantener un control de la situación quele permitiera  ju g a r en ella m ás que e s ta r  en ella.  La vez anterior estaba en ella.Por último, dije: «¿Seré una Piggle enfa-dada?» «Enfádate ahora», replicó. Así lohice, y desordené los juguetes. Ella seacercó y los recogió todos.

Del proceso  

 prim ario  

al secundario

Piggle:  ¿Por qué estás enfadado?Yo:  Quería ser el único bebé, de modo

que me sentí mareada. Mamá tuvo un bebé bryyyyyh.

Piggle:  Mamá no tuvo bryyyyyh, sólo pequeñitopequeñito.

Entonces habló del bebé de Piggle:«Llamo a mi bebé Gaddygaddygaddy» (cf.Gabrielle, Babybaby, Galligalligalli).

El padre observó que probablementeesto tuviese que ver con Gabrielle. Se re-fería al bebé muñeca de la sala de espera.

 Nos ayudó a salir dic iendo: «Girliegirliegirlie» (niñitaniñitaniñita), dando un

significado adicional a la palabra, y em

Preferencia 

 por la idea  

genital del 

embarazo  

sobre la 

 pregenital

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 pezó a elaborar la id ea de irse a casa (an-

siedad).

Yo:  Esas cosas te hacen s en tir miedo porque yo era un bebé enfadado.

Piggle:  ¡Enfádate mucho! [Y lo hice. Ha- blé de un bebé bryyyyyh.]

Piggle:  No, un Bebé Sush.Yo:  Yo [Yo = Piggle = bebé ] quería que

 papá me diese un bebé.Piggle  [a su padre]: ¿Le darás un bebé

a Winnicott?

Hablé sobre Piggle enfadada, cerrandolos ojos, sin ver a la mamá que se había

 puesto negra porque ella (la niña) estabaenfadada con ella porque papá le habíadado un bebé a mamá.

Piggle:  En la cama por la noche me asus-té mucho.

Yo:  ¿Un sueño?Piggle:  Sí, un sueño; una mamá negra y

un babacar detrás mío.

Llegados a este punto cogió una ruedacon un eje puntiagudo —procedía de unode los trenes— y se introdujo el eje en la

 boca.

Piggle:  ¿Qué es esto? [Podía decirse queestaba escogiendo la única cosa peligro-sa de entre los juguetes y relacionándo-la con su boca.]

Yo:  ¿Si la mamá negra y el babacar teatrapasen te comerían?

 No dejaba de poner orden, y estaba an-

siosa porque no lograba colocar la tapa deuna de las cajas. Estaba demasiado llena.

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Yo:  Cuando tuviste el sueño, ¿qué esta- ban haciendo m am á y papá?

Piggle:  Estab an abajo con R enata, co-miendo brócolis [Renata era la nuevamuchacha a u p a i r  .] A Renata le gustan

los brócolis y cenar.

Piggle  continuaba apartándolo todo or-

denadamente.

Yo:  ¿Descubrimos algo sobre la mamá ne-gra y el babacar?

Piggle:  No. Quiero volver a mi bebé [mu-ñeca]; ¿esperará un momento?

Jugaba con la puerta.

Piggle:  Sé un Winnicott. Papá cuidará de

ti. ¿Sí, papá? Si cierro la puerta, Win-nicott tendrá miedo.

Yo:  Tendré miedo de la mamá negra y

del babacar.

Entonces cerró la puerta tanto como lefue posible y salió a buscar al bebé. Cuan-do regresó, dije que tenía miedo de lamamá negra y del babacar, pero papáme había cuidado. Al volver, jugamos mu-cho con ese bebé (muñeca), y las palabras«abierto» y «cerrado», referidas al pañal

de la muñeca y su enorme imperdible. El padre ayudó. Ella pasó un la rgo ra to po-

niendo el pañal.

Piggle:  ¿Quieres un bebé Winnicott? Po-drás tener el mío después.

Papá siguió supervisando la técnica delcambio de pañales y ayudando.

Piggle:  No lo cierres [el imperdible].

Luego sostuvo una conversación secre

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ta con su padre acerca de darle tarta y paste l al bebé. Dijo: «Es un bebé muy

 bryyyyyh» (lo cual sig nif icaba que se ha- bía ensuciado y se lo estaba cambiando).Se me acercó y me mostró su pulgar ne-gro, que obviamente se había apretadocon algo. Sacó dos paraguas de juguete desu bolsillo y me puso uno en el pelo. Alzóa su bebé y le puso los dos paraguas enel pelo. Intentó sentar al bebé en la sillita,

 pero se puso celosa de él y optó por sen-

tarse ella. En tonces quiso m o stra r al bebélo graciosa que se la veía en el espejo.

Yo:  El bebé es Winnicott.

Piggle:  No, Gaddygaddygaddy.

Es taba ya d ispuesta a irse, dejando todoen orden. Le alcanzó el abrigo al padre para que se lo pusie ra, y recogió la arena

y la piedra que estaban en el saco.

Yo:  Muy bien, ¿pero hemos entendido lode la mamá negra y el  b a b a c a r ?

Miró todos los juguetes cuidadosamen-te dispuestos y dijo: «El babacar está enorden». Y tuve la impresión de que estabadiciendo que el babacar tenía que ver

con el bryyyyyh y el pequeñopequeño per-teneciente a la mamá negra que es negra

 porque ha sido odiada desde que papá ledio un bebé.

Me quedé sentado en el suelo y ella tras- puso la puerta de la casa, bastan te feliz,en compañía de su padre.

COMENTARIOS

Los siguientes temas fueron los más

destacados de la sesión:

El olvido 

como defensa 

contra la 

confusión y 

la ansiedad

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1. Recuperación del juego de la vez an-terior, pero d e m o r a   asociada con ansie-dad.

2. Nueva capacidad para  ju g a r a   (arre-

glándoselas así), más que es tar en  la fan-tasía temible — (a) alivio y alcance másamplio, (b) pérdida de experiencia directa.

3. El salir al encu en tro de la ans iedad por medio del peligroso eje aguzado, ensu boca, sugería una fantasía de la expe-riencia de la avidez oral de la madre porel pene del padre.

4. Ahora su bebé (la muñeca) le daba

cierto lugar como niña con identificaciónmaterna = self.

5. Resolución parcial sob re la base dela vinculación del negro con el odio rela-cionado con el tema de papá dando un

 bebé a mamá, pero un tanto in te lectualizada.

6. Lo oscuro fue ap arta do , p. ej., olvi-dado.

7. Im po rtanc ia de mi no comprens ión  

de aquello cuyas claves aún no habíasido capaz de proporcionarme. Sólo ellaconocía las respuestas, y cuando pudo al-canzar el significado de los temores, tam-

 bién me perm itió entender.

CARTA DE LA MADRE

«Quisiera hacerle llegar unas pocas no-tas relativas a la Piggle,  si bien creo quemi esposo ya le adelantó algunas cosas

 por teléfono.«Volvió de la sesión de un humor horri-

 ble; y los días que siguieron estu vie ronllenos de escenas, especialmente a la horade ir a la cama. Ahora parece haber re-cobrado la serenidad.

«Durante unos días quiso ser el bebé

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3. — PSICOANALISIS

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de Susan —una situación muy frustrante, por cuanto Susan no responde; al pre-guntársele por qué: ‘Trato de que me

guste   el Sushbaba’.«Durante uno o dos días después de la

sesión estuvo muy agresiva con otrosniños. Tenía un títere, y me decía sobre

él: ‘Hazlo avergonzar, así puedo escon-derlo’.

»En la mañana siguiente a la sesión, medijo: ‘Tengo miedo de la mamá negra.Tengo que volver al Dr. Winnicott, el nue-

vo Dr. W inn ico tt’. Siem pre h ab la de lassesiones en ese tono formal, menos la úl-tima vez, en que, antes de ir a verle, estu-vo can turre an do : ‘W innicott, W inn icott’con considerable afecto.

«Dijo varias veces que debe ir al Dr.Winnicott por la mamá negra. ‘¿Cómo?¿No le has ha blado al Dr. W. de ella ?’ ‘No,le hablé del babac ar .’ ‘¿Es de allí que vie-

nen los niños?’«Se quejó po rqu e ten ía el ‘pe qu eñ o’ irri-

tado . ‘¿Te fro tas te o fue el pañ al? ’ ‘Fro té.Es negro. Dame crema  b lanca   para quemejore. Entonces podré volver a frotarlo.’

«Observaba cómo la oscuridad ocultabalas montañas. ‘Cuando está oscuro, ten-dré miedo. El Dr. W. no sabe que tengomiedo de la osc urid ad .’ — ‘¿P or qué? ¿Nole ha s h ablado de eso ?’ — ‘Aparté todolo oscuro.’

«En los días que siguieron a la sesiónfui una mamá realmente muy negra. No

creía nada de lo que yo dijera. Rompióvarias cosas, especialmente el azucarerodel que constantemente se servía ‘gran-des azúcares’, a pesar de estar prohibido.

Parece sentirse muy mal ante cualquiertipo de destrozo que cometa si no se lo

 puede rep ara r in m ediatam ente, aunquesea insignificante. Desde que mi madre

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está con nosotros, es ella quien tiende aser la mamá negra, de modo que pjggiey yo seguimos bien. Entonces yo Soy Pig.gle y ella es la mamá. Ahora no es tan

solícita y cuidadosa. Dos conversacionesayer: ‘Piggah,  ¿me qu iere s?’ — Yq  : *s í .>

 — Ella: ‘¿Recuerdas cuando rom pí ]afuente?’ — Ella: ‘¿Me quieres?’ — Yo:'Sí. ¿Y tú ?’ — ‘No, yo no te quiero. Eresnegra, y luego me querrás hacer negra.’»

CARTA DE LA MADRE,

P.SCRITA DURANTE LAS VACACIONES EN EL EXTRANJERO

«Queremos escribirle nuevamente por-que nos encontramos muy preocupados por Piggle y nos gusta ría que consid erasela posibilidad de un análisis co m ple to __ si

 bien no sabemos cómo nos las arreglaría -mos en ese caso.

»Lo que más nos inquieta es el estre-chamiento de su experiencia; parece es-tar completamente atrapada en sn propio

mundo, como inaccesible a la experienciaexterior. Los únicos pensamientos que laocupan, aparte su constante deseo de co-sas y su aspecto personal, son sus recuer-dos (por lo general rumores, historias defamilia) de cuando era bebé y n0 podíahablar.

»Su discurso se desarrolla con cada vezmayor constancia en una vocecita falsa,y cada vez se comporta de modo másafectado e inauténtico. Se aleja a grandesdistancias para llamar la atención sobresí, creando a menudo escenas dramáticas.

«Sigue teniendo mucho miedo por la no-che; habla menos sobre el tema antes deir a la cama, no obstante lo cual se des

Deterioro.Rigidez de 

defensas  

organizadas

Enfermedad 

ahora 

organizada. 

Yo auténtico 

escondido

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 p ierta varia s veces duran te la noche, enocasiones gritando.

»Llora, según dice, porque lo oscuro

quiere hacerla negra. (En cierta oportuni-dad entró en mi habitación a ver si yo

estaba negra.) Por la noche parece recor-dar todas las ofensas que pudo haber

inferido durante el día. (Actualmente tien-de a cometer actos de agresión, comoarrojarme una piedra a la cabeza, o cojerla mano de Susan con un cajón.) ‘¿Se las-

timó la mano de Susan ?’ ‘¿E stá rota tucabeza?’ ‘Dame una a guja p ara re m en da rmi m anta .’ ‘¿Quieres rem en da r mi cabe-

za?’ ‘No puedo rem en da rte a ti, eres de-masiado dura.’

»Otra vez, por la noche, dijo: ‘¿Recuer-das cu ando el do ctor me pinchó? ’ (inyec-

ción). ‘Debo ir al doctor, estoy enferma.Aquí...’ señalando su ‘pe qu eñ ito’.»

CARTA DE LA MADRE,

TRAS EL REGRESO AL HOGAR 

«Me gustaría contarle algo más sobrePiggle.

»De algún modo que no logro definir,siento que está mejor; ha pasado por un

 perío do de aburrim ien to , apatía y des-contento y a veces resultó gratuitamentedestructiva, rompiendo cosas, o quebrán-dolas, o ensuciándolas. Ahora da la im-

 presió n de estar viviendo su vida, y es me-nos amanerada y afectada.»Yo no había comprendido antes hasta

qué punto la obsesiona la culpa y la res- ponsabilid ad por su destructivid ad. Men-ciona con enorme angustia destrozos dehace semanas en los que apenas reparé en

el momento. Le di una palmada cuandointentó persistentemente alzarme las fal

Expulsión de 

la propia  

maldad

Ansiedad

depresiva

Fan tasías

masturbatorias

La instalación  

de la familia 

ha

 proporc io nado  

el hospital

mental en 

el cual ella 

 pued e llegar a 

su enfermedad

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tías en una tienda, y luego olvidé el inci-dente. Dos semanas más tarde dijo:'Mamá, no volveré a alzarte las faldas’.

0: llevando a Susan, su hermanita, en brazos, la golpeé contra la puerta y gritó .I’iggle: ‘Fue culpa tu ya.’ Yo: ‘Sí, fue culpamía.’ Piggle, muy inte resada: ‘¿Soñaráscon esto ah ora ?’ E staba tan preoc up adacomo cuando, por las noches, teme quela mamá negra y el babacar la hagannegra.

»La conversación sobre cosas muertaslia cobrado gran importancia últimamen-te Anoche quiso hablarm e con gran urcencia sobre la mamá negra. Comenzó enla habitual voz monótona: ‘La mamá ne-cea dice: ¿Dónde están mis y a m s ,  dóndeestán mis y a m s ? ’  Luego: ‘La mamá negratiene una playa y un colum pio.’ (Yo lahabía llevado a la playa por primera vez,

v adora los columpios.) Comenté que paiecía no gustarle que la mamá negra tu-viese cosas tan buenas. Ella: ‘No, quieroecharlas a perder. Quiero echar a perdertus cosas.’ En tonces dijo que yo teníagrandes y a m s   y que ella los quería. Traslo cual se mostró confundida y dijo queyo quería sus y a m s   y se me veía muyi onfundida. Observé que ella tenía peque-

ños ya ms ,  y que cuando fuese grande, lostendría grandes. ‘Sí, cuando pueda coi inar.’ (Yo le había dicho al e n tra r quedebía darme prisa porque estaba prepa-rando la cena para papá y para mí.) Yo:‘Ya has empezado a aprender a cocinar;hiciste natillas.’ Ella: ‘Sí, sólo puedo co-cina r cosas m uer tas.’ Luego agregó: ‘Lavida es difíc il’ (frase m ía); ‘Me hace daño’

(añadido suyo).»Le menciona a usted cada tanto, más

 bien despreocupadam ente; por ejem plo ,de pronto dice que quiere ir a jugar con

Depresiónmelancólica

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los juguetes del Dr. W. y hablarle de lamamá negra; o, al dibujar un poblado,una casa es la del Dr. W.»

CARTA DE LA MADRE

«Ésta es para confirmar que Piggle iráa verle con su padre.

»Desde hace dos días me pide succionarmis y a m s   (pechos) cuando se hubo idoa la cama, por la noche. Lo pidió contanta insistencia que se lo permití. Yo:‘¿Por qué?’ ‘Quiero chuparlos como un pirulí.’ Más tarde me pidió algo que pu-diese chup ar y m asticar y luego d ejar ca eren su vientre. Para entonces nuevamentetenía miedo de la mamá negra y que-ría ir donde el Dr. Winnicott. Cuando ledije qué día iba a ir, respondió: ‘Y alotro día, y al otro.’ Cuando salí, oí unllanto que partía el corazón: ‘Quiero mi

 bebé, mi bebé, mi Galligallibebé’ (Galligallibebé es el nombre de su muñeca, entorno de la cual solía girar la mayor partede sus actividades, si bien últimamentecon menos asiduidad, y es también laforma en que ella pronuncia su propionombre, Gabrielle, que aún no puede pro-

nunciar correctamente.)»

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CUARTA CONSULTA

( M ayo 26, 19 64 )

Como supe más tarde, por teléfono, Ga brielle (ahora de dos años y ocho meses)hizo el viaje en tren hecha un ovillo so-

 bre las rodil la s de su padre, succionándo-

le el pulgar.

Se dirigió rectamente al revoltijo de ju-guetes, a la vez que decía: «Hace ca loraquí. Vinimos en tren. ¿Ha visto...»

Cogió los barquitos y los puso sobre laalfombra. Fue a buscar uno de los gran-des perros suaves. Unía locomotoras convagones. Entonces, espontáneamente, di- jo: «Vine por lo del babacar».

Llegados a este punto, la ayudé a aco- plar las parte s de algunos trenes. Dispusolos juguetes de una manera no lo bas-tante precisa como para permitirme en-tender. Dijo: «La ventana (de la habita-ción) no está abierta.» Cuando la abrí,observó: «Abrimos la ventana aquí.»

Retomamos el trabajo que habíamos co-

menzado.

 Necesidad 

consciente 

de ayuda; 

 pro blem a  

específico

Piggle:  ¡No es éste un lindo coche! Megusta mucho venir aquí. Vine en tren.

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¿Me está esperando papá? Dos habita-ciones, una para papá y una para mí.El tren temblaba y temblaba y tem-

 blaba.

Cogió una pequeña valla de madera yla quebró y metió la astilla a la fuerzadentro del salón comedor por la ventana.Fue una operación muy pausada. Dijealgo acerca de papá tratando de hacer

 bebés (valiéndose del vagón como mamá).Arrancó dos trozos de madera.

Piggle:  ¡No hace calor en la habitación!En vacaciones hacía calor. Nos tosta-mos. El bebé estaba tostado, bebé Susan tostado, mi hermana. Sube escale-ras gateando. Orina en el orinal ahora.

Yo:  ¡Está creciendo! ¿No?

Dijo algo acerca de «crecer»; conducía

el coche. Dijo: «Ser un bebé. Qu itar todoslos coches.» Jugaba cierto juego con loscoches, nombrando sus colores.

Piggle:  ¡Dos coches, Sr. Winnicott! ¡Eresel Sr. Winnicott!

Había algo que quería desechar.

Piggle:  ¿Oíste el ruiseñor? Es una lástimaque te hayas mudado tan lejos. [Estotenía que ver con el hecho de que re-cién estaba comenzando a entender queyo no era un vecino cercano.] ¿Recuer-das...?

Yo:  Hace mucho me querías.Piggle:  Me gusta que revientes el globo.

[Allí estaba el viejo globo arruinado,con el cual pasó bastante tiempo ju-gando con no mucha constancia; en oca-

Recurso a la 

objetividad

Coquetería: 

transferencia 

del padre

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siones la ayudé.] Hay una iglesia conuna punta (aguja) encima.

Colocó la iglesia con un coche a cadaludo. Entonces comenzó a interesarse porun objeto del cual, de hecho, no podía•uber nada. Era un objeto plano, circu-lar, una pieza separada de lo que habíasido un trompo.

Piggle:  ¿De dónde viene esto? [Había en-trado en la primera sesión.]

Yo:  No sé.

Sonreía, y ello tenía algo que ver conuna cuna mecedora con juguetes prepara-dos para ilustrar.

Piggle:  ¡No hace calor en la habitación!Piggle tiene un jersey de algodón concremallera. [Para ilustrar esto tiró dela cremallera y se golpeó el codo con-

tra la puerta. Hubo un leve ruido. Con-sideró el lastimarse bastante divertido.]

Piggle cogió barquitos de diversos co-lores, y dijo que el blanco era rosa. Tratóde pararlos boca abajo, lo cual era impo-sible (juego indeterminado). Dijo algo enese mom ento: «¿Por qué me quieres?»Y agregó: «Porque me hablas del baba

car.» Conversé con ella sobre el tema porque había pronuncia do mal la palabra,y era evidente que no había entendido bien. Quería que ella me ayudase a acla-rar las cosas en mi propia mente.

Piggle:  Hay la mamá negra.

Traté de descubrir algo respecto de si

la mamá negra estaba enfadada o no. Es-taba haciendo un coche idayvenir. Aquí

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reintroduje una cosa, una cuestión quetenía que ver con el enfado de la mamánegra con Gabrielle, debido a que Ga

 brie lle estaba enfadada con m am á porhaber tenido un nuevo bebé. Y entoncesmamá pareció ser negra. Todo esto fuemás bien vago. Jugaba por su cuenta,

a s igna ndo d ive rsos coc he s , a m í o a sí 

misma.

Piggle:  Mis zapatos son demasiado peque-ños; me los quitaré.

La ayudé un poco. Había algo relacio-nado con el crecimiento de los pies.

Piggle:  Estoy creciendo dentro de unamuchacha grande [y prosiguió:] pi pi pi [e tc ., hablando para sí m ism a]. Hayuna hermosa dama esperando por el co-che, una bonita dama para venir porlos niños. La mamá negra es traviesa.

Buscó una locomotora y la puso en elinterior de algo, y se presentó la idea deun grande y un  baba.

Piggle:  ¿Empacaremos y guardaremostodo [ansiedad]? Esto se cae.

Arrojó un nenúfar a la papelera. (Esenenúfar, hecho por alguien en papel, era

un resto de la sesión anterior.) Desordenótodos los juguetes. No había ansiedad ma-nifiesta; cogió sus zapatos y recorrió el

 pasil lo hacia donde se encontraba su pa-dre, en la sala de espera. Durante algunos

minutos les oí conversar.

Piggle:  Quiero irme; por favor, vámonos.

Y así. Yo estaba tomando nota del con

Primer signo 

del tema del 

yo-no-yo

Manifestación  

de ansiedad  

 pro bable m ente  

debida a 

temores 

edípicos

Rechazo 

tardío de la evidencia 

de mi contacto  

con otros  

niños

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.iderable desarrollo de una personalidadcoherente en evidencia y de, por primeravez, algo que podía llamarse equilibrio.Diría que era feliz. Entró para despedir-se. El papá trataba de persuadirla parai|ue se quedase: «No, aún no puedes irte»,decía.

Piggle:  Quiero irme.

Hice sentar a papá en la silla de la otra parte de la habitación, y ella se instaló

sobre sus rodillas. Ahora el juego volvíaa girar en torno del bebé que nacía de papá, entre sus piernas. Se repit ió una yotra vez. Conllevaba una gran tensión fí-sica para el padre, pero él siguió, incons-ciente de sí, haciendo exactamente lo quese le había dicho. Señalé a la niña que eraimportante que tuviese padre cuando ledaba miedo permanecer sola con Win

nicott y jug ar con W innicott a cosas comoesa, valiéndose de un varón como madre para ser parida. Los zapato s del padrecobran gran relevancia en todo el asunto,debido a un conflicto referido al quitár-selos o no; pronto estuvieron en el suelo,ella pegada a su padre. Yo decía: «No sénada de babacars».

Piggle tenía una actitud muy decidida

hacia su padre, arrodillándose y succio-nándole el pulgar (yo no sabía entoncesque había estado succionándole el pulgardurante el viaje, acurrucada sobre sus ro-dillas en el tren). Dije que estaba asustadaa causa del juego en el cual yo me habíaconvertido en la Piggle enfadada. Peroesta vez, el padre se había quitado el abri-go y estaba tratando de arreglárselas enmangas de camisa.

Yo:  Winnicott es Piggle enfadada y Pig

Equilibrio 

notable para  

su edad  

(Carta de los 

 padres, enero 

4, 1964)

Recuperación 

de la reacción 

ante la 

negativa 

(fracaso del 

valor del ego)

Padre  

utilizado 

como madre  

en la 

transferencia, dejándome en 

libertad para  

otras 

funciones

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gle era el bebé que nacía usando a papá en lugar de mamá. Ella me tem ía

 porque sabía cuán enfadada debía es-tar, y el nuevo bebé chupaba el pulgarde papá [el pecho de mamá].

Me miró de un modo singular y yo pre'gunté: «¿Me he puesto negra?» Lo pensóun largo rato y respondió: «No», y negócon la cabeza.

Yo:  Soy la mamá negra.Piggle:  No [jugando con la corbata de

su papá].

Hubo muchos saltos y succiones del pulgar del padre, y yo hice una in terp re-tación casi definitiva que tenía que vercon el querer a papá todo para ella sola,

así mamá se volvía negra, lo cual revelabaira. Parece se r que dije: «Ella quiere

echar a Gabrielle al cubo de la basura»(observación arriesgada). Dio la impresiónde sentirse agradada por ello, y siguió

 jugando con la corbata de papá, haciendocorrer el nudo. Mencionó algo relacionadocon la ausencia de la mamá negra, y quetenía algo que ver con la noche oscura.Ya había quitado el otro zapato al padrey, de habérselo permitido, lo hubiese des-nudado por completo. Junto a esto, estabala idea de hacer que mamá se pusiese ne-gra. Dije algo acerca de volver a nacer,esta vez de papá. Para entonces, papáse estaba atando los zapatos y Gabriellese estaba subiendo a su espalda.

Piggle:  ¿Puedo volver a ponerme encimatuyo?

Seguía diciendo: «Haciendo que mamáse ponga negra». Entonces Gabrielle dijo

Se tranquiliza 

al recordarse  

que su madre 

era en realidad 

un hombre

Ahora el padre 

es el padre 

real

Desarrollo  

de tema 

alternativo  

con padre 

como padre y analista como 

madre celosa

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ion bas tante claridad: «Mamá quiere serla niñita de papá».

Tenía muchísimas energías, y hubiese proseguido con el juego, pero papá ya

tenía suficiente, y comenzó a negarse. Ha-cía mucho calor. También quedaba pocotiempo. La había parcelado.

Yo:  La mamá negra es ahora Winnicott,y va a despedir a Piggle. Va a echar aPiggle a la papelera, como el nenúfar.

La sesión finalizó, y se mostró muyamistosa. Me quedé donde me encontra- ba, siendo la enfadada mamá negra que  

que ría ser la niña de pap á y estaba celosa 

de Gabrielle.  A la vez, yo era Gabriellecelosa del nuevo bebé con madre. Corrióhacia la puerta, salió y saludó. Sus últi-mas palabras fueron: «Madre quiere serla niñita de papá». Y ésa pasó a ser la

 princip al interpreta ció n de la sesión.

Por teléfono, esa noche, supe que habíavenido acurrucada y succionando el pul-gar de papá. Tras la sesión se convirtió

en una niña más adulta. Estuvo de buentalante y muy feliz. Por otra parte, fueobservando todo en el camino a casa, vien-

do gatos y otros animales, comiendo sucomida y sin crear problemas. Se había puesto fr ancam ente positiva en re lacióncon su padre y había perdido la conductaregresiva. Esa noche jugó constructiva-mente, de un modo en que no lo hacíadesde tiempo atrás. Les visitó su tío y, al

 princip io , actu ó con timidez, pero luegose la vio muy gentil y amistosa. Por úl-timo, al irse a la cama, dijo como si nadaocu rriese : «No sé qu ién es el tío Tom yquién es papá.»

Pensé que era posible ver en ello sucreciente capacidad para aceptar la ad

VSegundo tema  

establecido

Clave para la 

sesión

Empecé a  

verme indeciso 

en cuanto a 

llamarla  

Piggle o 

Gabrielle  

en esta etapa, 

debido al tema 

del yo-no-yo 

que se había 

introducido

Alivio 

resultante del 

trabajo hecho 

en sesión

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hesión de la gente a las figuras básicas padrem adre, y que la observación hacíareferencia al modo en que se valía de míy de su padre, según su deseo, cambiandonuestros roles de acuerdo con los requi-sitos del juego. En otras palabras, lo queimportaba era la comunicación —la ex- perie ncia de ser entendid o— . En el fondode todo esto hay un sentimiento de segu-ridad en cuanto a su padre y su madrereales.

Podía décirse que se había desarrollado

una zona más amplia para la experienciade juego, que implicaba identificacióncruzada, etc. En la actuación compulsiva,había habido una serie de acciones deconversión en  madre, padre, bebé, etc.,así que el juego por placer estaba fuerade la cuestión. Ahora había llegado al pla-cer en el juego. Tal liberación de fantasíallevaba a una mayor l ibertad en la comu-

nicación y en la exploración de lo malo,lo negro, lo destructivo, y otras ideas.

COMENTARIOS

Los siguientes son los temas más im- p ortan tes de en tre los surgid os en estasesión:

1. En el viaje en tren , acu rru ca da so- b re las rodillas de su padre, succionán-dole el pulgar (yo no lo sabía).

2. D ram atización del ac to sexual mas-culino sádico.

3. Idea de crecimiento natura l, m adu-ración.

4. Sentido de la distanc ia en tre nos-otros en los intervalos entre sesiones (fin

de la negación).5. Ide a en evolución de m am á enfa

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dada con Gabrielle por ser la niñita de papá.. . superpuesta a la idea de la cólerade Gabrielle ante los nuevos bebés naci-dos de papá.

6. E rotism o u retr al, excitación clitórica y masturbación evidente como bases

funcionales de algunas de las formacionesfantásticas, y como parte de la búsquedade información.

CARTA DE LA MADRE

«Piggle ha pedido verle en varias oca-siones, y ayer en su juego llevó carreta-das de juguetes a Londres. Propuso que-darse con su abuela (llamada Lalala),

que vive cerca de Londres. Tardó alre-dedor de tres horas en irse a dormir. Du-rante unos días no me permitió besarla, po r si la ponía negra; pero ha esta do mu-

cho más afectuosa conmigo y me ha be-

sado espontáneamente, cosa que nuncaantes había hecho. La otra noche, me dijoque era una linda mamá y luego procedióa arañarme. Aseveró que estaba rascando

lo negro, y luego intentó quitarlo de laalmohada soplando.

»Cada noche hay la misma ceremonia:‘Te hablaré del babacar... La mamá negradice: “¿Dónde están m is yam s?”’ (pechos).

Una vez pregunté con impaciencia ‘Bueno,

¿ d ó n d e   es tá n?’ ‘En el servicio, con aguje-ros.’ Está m uy preocu pada p or los yams. Ayer dijo de improviso: ‘Lástima, misy a m s   no tienen leche’. Cuando le doy las

 buenas noches suele abotonarm e el ca rd igah para que mis y a m s  no se ‘ensucien ymueran’. Ha estado muy preocupada por‘lo m ue rto ’ últimam ente. E n una ocasiónle comenté: ‘Pronto tus y a m s   crecerán’.

Ella: ‘Y los tuyos m orir án ’.

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«Después de estar con usted dijo, muyresuelta, que nunca más iría a Londres.Cuando le pregunté por qué, respondió

que el Dr. Winnicott no quería que yome trepara sobre papá. De paso sea dicha,eso de trepar sobre el papá es algo quenunca hizo en casa siendo bebé; es lo quesu hermana, Sush Baba, hacía, y parecíadivertir enormemente a Piggle.

»Me dijo en otra oportunidad: ‘Intentévarias veces trepar sobre el papá. El Dr.W innicott dijo: “No".’ Aseguró que el

Dr. W. sabía sobre el babacar.«La noche que siguió a su visita a usteddijo que no podía precisar la diferenciaentre Tom —su muy querido tío, a quiensólo ha visto tres veces— y el papá. Mástarde afirmó: ‘Papá, Tom y el Dr. Win-nico tt son todos hombrespapá: ¡no es di-vertido !’ De pro nto , comentó a su padre :‘Dr. W. tiene juguetes divertidos’. Y otravez: ‘No puedo decir la diferencia entre

mis juguetes y los juguetes de Sush Baba.Juguetes muy divertidos.’

«Ultimamente ha fantaseado —lo repi-tió durante dos noches— que si el papáestá en la cocina, las botellas están rotas

 —la botella del Jarabe Rose Hip (in m en-samente popular) y el biberón de SushBaba—, debe de haber cristales por todas partes y Piggle andar por encim a.

«En general, por lo que a su talanterespecta, ha estado muy deprimida en oca-siones, y también desenfrenadamente des-tructiva y sucia. Ello se alterna con pe-ríodos razonablemente buenos, por enci-ma de su edad y situación, y dosis con-siderables de limpieza y orden —lo cualllama la atención en nuestra muy descui-dada familia.»

Función 

masculina 

comparada  

con 

agresión, miedo a la 

identificación  

femenina, que 

supone el 

ser rota

Depresión 

como 

evidencia de 

unidad del yo 

hacia el 

reconocimiento  

del propio  

impulso  

agresivo.

Dentro de la 

depresión, la fan tasía  

es caos oculto, que se 

convierte 

en pulcritud  

en fases 

de conducta

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QUINTA CONSULTA

( J unio 9 , 1964 )

Gabrielle tenía entonces dos años ynueve meses, y Susan un año.

Era un día caluroso y habíamos abiertola ventana. Ello dio paso al mundo ex-terior en varios momentos. Mis notas sonrelativamente oscuras debido al calor ya mi somnolencia.

Ella estaba ocupada en juguetes, el pa-dre estaba en la sala de espera.

Piggle:  Todo se cae. Tuve una así. Teníaun montón de lindos juguetes [mostran-do una barrera]. No hiciste vacaciones.

Yo:  Sí, las hice.

Piggle:  Tengo una linda hermanita. Saleen su cesta para dormir. Tantos trenes.¿Por qué? [Estaba armando un tren ynecesitaba ayuda; era verdaderamentedifícil.] Soy cada vez más, más grande.Voy a cumplir tres años. ¿Cuántos tie-

nes tú?Yo:  Tengo sesenta y ocho.

Repitió «sesenta y ocho» cinco veces.

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Piggle:  Me gustaría que estuvieses cercade nosotros [dando a entender que ladistancia entre mi casa y la suya erademasiado grande]. ¿Tendré tres añosy un bebé al que le guste jugar... un

 buen bebé que no está enfermo? [Aquíhubo un recuerdo de la enfermedad re-

 presentada por el cubo, desbordado porlos juguetes. Estaba examinando una fi-gura.] Sí me gusta jugar con los jugue-tes. El bebé tira mis juguetes a la ba-

sura.

Probablemente 

referido 

también  

a la gran 

diferencia 

de edad

Iba haciendo diversas tentativas de po-ner orden en los juguetes (interrumpién-dose para atender el paso de un carrocon su caballo por el camino). Puso lasiglesias en fila (interrumpida por los so-

nidos «u, u» de los pajarillos).

Inconvenientes  

debidos a la 

ventana 

abierta  

(fallo del 

sostén del ego)

Piggle:  Ruidos horribles.

Estaba pensando.

Yo:  Esas cosas te molestan mientras tra- bajas.

Piggle:  Mis zapatos son demasiado abriga-dos.

Deshizo la doble atadura del lazo. Lohizo sola, lo cual constituía una verda-dera hazaña.

Piggle:  Mis zapatos... diez zapatos. Hayarena.

Yo:  ¿En Francia?Piggle:  No.

Pasó un avión, y por ello volvió a in-ter ru m pir su juego. Dijo: «He estado enun avión.»

Había dispuesto cuatro casas y dos ca

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sas y puesto las dos iglesias a un lado.La ansiedad comenzó a manifestarse enla forma de: «¿Está papá preparado paramarcharse? Papá está cansado.» (Esta era

una referencia a la sesión anterior.) «Estádescansando en la sala de espera», res- pondí.

Hubo ruidos de dientes y pregunté quéestaba mordiendo.

Piggle:  ¿T.e gusta el pan con mantequilla?Yo:  Es como tomar una comida.Piggle:  «Gansita, gansita, ganso» [recitan-

do].* Aquí hay un juguete divertido

[nuevam ente los restos de un viejo som- brero de chim enea], ¿Lo a rro ja ré al sue-

lo o no?

Lo ar ro jó delan te suyo: «Oigo agua quegolpea, golpea, golpea» (quiere decir «go-tea»; se oye el ruido de un grifo quegotea en la parte alta de la casa, y que

nos llega por las tuberías). Cogió el cubo:«No hay más juguetes aquí dentro. ¿Lo

llenaré hasta que esté otra vez lleno?»Hice una observación relativa a la sen-

sación de hambre si se lo llenaba, y alhecho de no divertirse comiendo, sinoatracándose, para mantener el hambrelejos. Puso las casas en fila y preguntó:¿Quién vive aquí? Un hombrecito, unamujer también.. . La Sra. Winnicott.»

En ese punto se puso un zapato y selo ató: «Voy a volver con mi mam á», y

dijo la dirección. Respondí: «De modoque vas a volver donde papá y mamá.»Regresó al juego como si la ansiedad hu-

 biese desapare cid o, en re lació n con la ideade la Sra. Winnicott (introducida en el es-

La enfermedad  

...resultado de una avidez 

compulsiva

Conducta compulsiva 

control 

de la función 

de separación

* En inglés “Goosey, goosey, gander",  de la letra de una cancióninfantil . (Ñ . T.)

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quema de las cosas por primera vez). Asíque vació el cubo y puso los trozos sobran-tes en la papelera. Le dio trabajo el neu-mático de un coche. Intentó ponerle unarueda al vehículo: «¡Dr. Winnicott, ayiVdeme!» Entre ambos colocamos las rue-das. Se preguntó entonces cómo arreglarunos barcos.

Yo:  ¿Cómo arreglarlos cuando papá ymamá están juntos?

Piggle:  Demasiado grande. El bebé es de-

masiado grande ahora.

Esto fue interrumpido por alguien quese encontraba fuera, al otro lado de laventana abierta, y más tarde por el ruidode un avión. Piggle se mostraba ansiosay se distraía con los ruidos del exterior, pero la ventana ab ierta era un elem entoreal, si bien inusual, y hacía difícil ex-

cluir el exterior. Hacía mucho calor.Todo ello era vago y estaba articulado

de manera poco clara. Lo d ejé así.  Enton-ces Piggle pareció abocarse al tema deldía. Jugueteó con su cabello perfectamen-te estirado y dijo: «Mi cabello es rizado».1Me valí de ello para una interpretación.

Yo:  Quieres tener un bebé tú misma.

Piggle:  Pero tengo un bebé girlie-girlie.  Yo:  No, no Sush Baba.

Piggle:  Un bebé para tener en mi cama.Yo:  ¿En tus rizos?Piggle:  Sí.

Simbolismo  

del pelo 

rizado, un bebé

Se volvió al juego y cogió dos barcos; puso uno sobre el zapato que tenía pues-to. Quería ir a lo de su papá pa ra mosti ar-

le los dos botes.

1. N ota de la m adre : Es Susa n quien tiene el cabello m uyrizado, tanto que todo el mundo hace alharaca al respecto.

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Piggle:  ¿A quién quiere papá? El  babacar  y mamá.

Fue y le mostró a su papá los dos bo-tes, y cerró la puerta.

Piggle:  Volveré en medio minuto. Ayúda-me a cerrar la puerta. [Era realmentedifícil y necesitaba ajuste.]

Dejó abierta la cerradura. Estaba «co-miendo» los dos botes. Dije: «Comiendo para hacer bebés.» Apartó to dos los ju -

guetes y fue a buscar a su padre. Dijoentonces: «Y luego nos iremos.» Los ju-guetes estaban ordenados y apartados.Interpreté: «Tienes miedo de que quie-ran que hagas bebés comiéndote los bar-cos.»

Piggle:  ¿Le diré «hola» a papá? [Fue yvolvió.] No regresaré otra vez.

Yo oía a su padre engatusándola paraque volviera, y a ella andando de un lado para otro. Papá entró y se acomodó en lasilla y sostuvo conmigo una breve conver-sación, porque la necesitaba. Luego ambosregresaron a su casa.

Apunté al cabo de esta hora que si bienlas notas eran confusas e incompletas (de- bido en parte al calo r y a mi somnolen-

cia), lo que quedaba claro era su inten-ción de tener un bebé propio, hecho concomida. Ese era el trabajo que había ve-nido a hacer.

COMENTARIOS

1. Calor, y su consecuencia.2. La observ ación sob re el rizo y mi

interpretación. Parecía ser el punto clave

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de la sesión. Su propio embarazo en fan-

tasía pregenital.3. H ace r niños con com ida... ansieda-

des asociadas con ello.4. Progreso (en cuanto a la m adura-

ción) desde los pechos de mamá al pene,de papá.

5. Sra. W innico tt en el esqu em a de las

cosas.

CARTA DE LA MADRE

«Desde la última visita que le hizo, lavieja cantilena nocturna sobre la mamánegra ha cesado virtualmente y no parecetemer el ir a dormir.

»En una ocasión volvió a referirse a lamamá negra, en los siguientes términos:‘Llévame al Dr. Winnicott, él me ayuda-rá.’ Tra tando de desalen tarla en ese mo-

mento, le respondí: ‘Pero si él ya te haayu dado .’ ‘Sí, pero devolví a la mam á ne-gra a su lugar.’ Me limité a de cir ‘H m m m ’.Hubo entonces algo más sobre volcar una

 papele ra, y un sueño acerca de los senti-mientos. Usted debe saber a qué se refiere

todo esto.»Por dos veces pidió con mucha insis-

tencia succionar mis pechos, y dio la im- presión de d isfru tar muy especia lm entede la oportunidad. Siempre mezcla los

 posesivos ‘m i’ y ‘tu ’ cuando habla de ellos.»Tras una discusión acerca de sus malos

tratos a su hermanita, besó a su padre yherm ana, y dijo al pad re: ‘No me beses,me pones negra. ¿Qué es negro?’

»Mi marido no sabía con certeza cuál

era la opinión de usted sobre Piggle, ycomo ella estaba presente en el curso desu charla al final de la hora, no pudo ex- presarse con libertad.

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«Cuando le dijo que la encontraba ‘nor-m al’ en su tra to con usted, pero tam bién planteó el tem a de un análisis con unanalista, no me quedó claro si pensabaque el análisis era necesario, y que no podía poner las cosas en movim iento enun nivel lo bastante profundo en el nú-mero de entrevistas que estaba en condi-ciones de ofrecer a la niña, y en conse-cuencia sugería este doctor, o si no creíanecesario hacer nada más, a menos queestuviésemos excesivamente ansiosos.2

«Tengo una especie de prejuicio en fa-

vor de dejar que las cosas sigan su propiocamino, y no interferir a menos que re-sulte imprescindible.

«Sigue teniendo aún esas súbitas (apa-rentemente) depresiones, en que se acu-rruca y se succiona el pulgar, o se sientay grita su galimatías, y no es capaz de ha-cer otra cosa. En otros aspectos se la vemuy mejorada, y más vital, pero no puedo

asegurar que no sea posible que retornea las profundidades en que daba la im- presió n de perderse cuando nació su hermanita. A juzgar por las apariencias, fueun golpe inesperado y atroz, y creció muy

 pronto y, de alguna m anera, en falso. Me pregunto si podrá, sin ayuda ulterio r, ha-llar lo que dejó atrás. Tal vez lo esté ha-ciendo ahora, pero no me veo en condi-ciones de juzgar si es así. Tal vez no lologre nunca, suceda lo que suceda.»

2. Un ana lista que se superv isaba conmigo me hab ía hablad ode una niña de tres años, precisamente en esa época, y pensé enderivar a Gabrielle a su consulta. Ello me afectó, me hizo sentirculpable y me encontré confundido al hablar del asunto al padre. No o bstante , en mi m edita da opin ió n, el que las sesiones fu es en

"a pedido” no alteraba el que la niña estuviese siendo analizada.D. W. W.

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CARTA A LA MADRE

«Gracias por su carta. Le respondo por-

que sé que dije cosas un tanto confusasa su esposo. Lo cierto es que tengo re-mordimientos de conciencia, debí asegu-rarle que no era yo quien les impedía unanálisis por extenso para Piggle. Si fuesetan sencillo para ustedes vivir en Londrescomo hacerlo donde lo hacen, creo proba- ble que lo desearan, en el caso de que es-tuviese disponible una persona adecuada.

Pero estoy convencido de que no sería tanfácil para ustedes venir a vivir a Londres,y muchos viajes representarían una com- plicación. Es m ucho m ejor pensar en té r-minos de recuperación natural, con al-guna entrevista ocasional conmigo paraayudar a la evolución de los aconteci-mientos.

»Piggle es una niña muy interesante,

como ustedes saben. Tal vez prefiriesenque no lo fuera tanto, pero lo es, y confíoen que no tarde asentarse y convertirseen un ser absolutamente corriente. Se meocurre que buen número de niños tienensimilares pensamientos y preocupaciones,aunque por lo general no tan correcta-mente verbalizados, lo cual en el caso dePiggle tiene mucho que ver con el hecho

de que ustedes sean bastante singular-mente conscientes de los problemas de lainfancia y tolerantes con sus cosas.

«Siento una gran admiración por la for-ma en que el padre de Piggle ha soportadoel estar sentado y ser utilzado por la pe-queña, cuando gran parte de lo sucedidoha de haber sido un misterio para él.»

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DE UNA LLAMADA TEL EFÓ NICA  

DE LA MADRE

«Piggle estuvo mejor durante un tiem- po, pero luego volvió a caer en la depre-sión y la apatía, sin dormir por las no-ches y preocupada por la idea de la muer-

te. Tuvo un sueño: ‘Ninguna semilla crece,o sólo un poco, por las cosas malas quellevan dentro.’»

COMENTARIO POSTERIOR  

DE LA MADRE

«¿Se vincula también este tema de lamuerte con la parte de su persona quehay que ‘devolver a su lugar’, es decir,matar? ¿La parte rapaz, envidiosa, porejemplo?

»Me interesa sab er cu án tas veces devuel-ve al Dr. Winnicot a su lugar dejándolo enuna habitación y saliendo a otra, la sala

de espera, y cerrando la puerta.»3

3. El po de r olv idar tiene sus requisito s. D. W. W.

Ansiedadesdepresivas

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SEXTA CONSULTA

( Ju l io   7, 1964 )

La paciente tenía entonces dos años y

diez meses. La saludé cuando llegó alumbral, diciéndole «Hola, Gabrielle». Esa

vez supe que debía llamarla Gabrielle, noPiggle. Se dirigió hacia los juguetes in-mediatamente.

Yo:  Gabrielle ha vuelto a verme.

Gabrielle:   Sí.

Puso uno junto al otro los dos grandesanim ales suaves y dijo: «E stán jun to s y se

quieren.» También reunió dos vagones deun tren.

Yo:  Y están haciendo bebés.Gabrielle:  No, están haciendo amigos.

Seguía reuniendo trozos de trenes y yo

observé: «Puede que estés reuniendo lasdiferentes veces en que me viste.» «Sí»,

replicó.Es evidente que hay muchas interpre-

taciones posibles del hecho de reunir par-

tes de trenes, y se las puede emplear se-

Concepto de 

afinidad de 

ego

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gún el modo que se percibe más adecuadoal mom ento, o para tran sm itir los propios

sentimientos. Recordé a Gabrielle mi in-

terpretación de la sesión anterior, relativaal nexo entre el cabello rizado y el tener

un bebé propio.

Gabrielle:   Cosas en las que pienso.

Hizo entonces una distinción (en cual-quier caso, bastante clara entre) el decir  y el m o s t r a r    (lo cual me llevó a pensar

en la canción de My Fair Lady, «Show 

Me!»  — «¡Muéstrame!») .

Yo:  Quieres decir que mostrarme algo es

mejor que decírmelo.

Gabrielle cogió una pequeña botella ehizo un ruido parecido al del agua: «Ha-cen un gran círculo cuando tú chapoteas

mucho». Ceceaba, y a veces resultaba di-fícil comprender qué decía: «Tengo un pequeño estanque para chapotear afuera(referencia al jardín) y dos invernaderos.Hay nuestra gran casa, y luego mi casa

 pequeña.»

Yo:  La pequeña es tu propia persona.Gabrielle:  La tuya. [Lo dijo tres veces, y

luego: ] G abrielle. W innico tt.

Unió dos vagones.

Yo:  Gabrielle y Winnicott son amigos, pero Gabrielle sigue siendo Gabrielle yWinnicott sigue siendo Winnicott.

Gabrielle:  No encontramos nuestro gato, pero yo vi uno dando un paseo. Vi uno

corriendo a lrededo r de todo. ¿Qué arras -traba esto?

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La ayudé, y dijo: «Winnicott me cogede la mano.»

Había en ello una suerte de estableci-miento de identidades. Comenté algo acer-

ca de Gabrielle y sus diversas relacionescon Winnicott, papá, mamá, Sush Baba. Gabrielle hizo un ruido de Gabrielle ydijo: «El Bebé Sush hace un ruido wa»; 

 produjo un sonido más, cubrié ndose la boca con la mano.

Lo pasaba bien con ese entretenimientocon variaciones, tapando y destapando la boca. Acababa de so ltar una vento sidadcuando dije: «Quizás ese sea un ruido de

Gabrielle.» Entonces habló de un modocaracterístico, fácilmente identificable, yyo aseguré: «Eso tiene que ver con papá».En otras oportunidades había hablado deese modo especial al sentirse fuertemente

identificada con su padre.

Se las estaba  

viendo con 

el límite entre 

fusión y 

separación

Gabrielle:  No hables así [pero hablemosde papá]. El Bebé Sush es demasiado pequeño para hablar. ¿Q ué es esta cosarara?

Me mostró una palanca atada con unacuerda. Quería que la pusiera a la loco-motora para poder arrastrar la por todala habitación. Estaba encantada con ello.Comenté algo acerca de ser un bebé Ga-

 brie lle que ella estaba recordando, y res- pondió : «No, es una hermanita»; luego, de

 pronto: «M ira este herm oso cuadro» (elretrato de una niña muy seria, de seis osiete años, que yo tenía en la habitación).«Es una niña mayor que yo. Mayor que yocomo yo soy mayor que el Bebé Sush. Ella[Susan] ya anda sin cogerse a nada.»(Hizo una exhibición, andando, corriendo,andando, y cayendo luego.) «Y puede le-vantarse» (otra exhibición).

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Yo:  De modo que ya no necesita de sumamá todo el tiempo.

Gabrielle:  Pronto se pondrá más grande

y andará sin papá ni mamá, y Gabrielle podrá andar sin W innicott o sin nadie .Alguien dirá: «¿Qué haces?» Este es milugar. Quiero ir a tu lugar. Sal del paso.

Apoyo 

consciente 

en la 

administración del proceso  

demaduración

Estaba ilustrando un juego del Rey delCastillo,1 con Gabrielle estableciendo su propia identidad y esperando recib ir undesafío. Cogió dos vagones y los frotó

rueda contra rueda.

Yo:  ¿Están haciendo bebés?Gabrielle:  Sí. A veces me tiendo de espal-

das con las piernas levantadas cuandohay sol. No haciendo bebés. Tengo unvestido para el sol y bragas blancas.

Hizo una demostración tendiéndose enel piso con las piernas lazadas buscando

el sol.

Gabrielle:  Tengo zapatos nuevos. [No losque llevaba puestos.]

Estaba desatando uno de los zapatos yquitándose los calcetines. Era una activi-dad del tipo «dentrofuera, dentrofuera».Quería que yo mirara su calcetín, en elmomento de pasar su grande y gruesotalón por el agujero.

Masturbación 

con la 

fa ntas ía de 

una forma  

deintercambio

entre

 personas

Yo:  Me estás mostrando grandes pechos.Gabrielle:  Como pies.

Desató el otro zapato, y mostró la plan-

tilla del otro lado. Se entretuvo con ello,

1. W innico tt, D. W. (1966), "Psyc ho-som atic Illness in its Positiveand Negative Aspects", In te m at . J. Psycho-Anal.,  47:510-516.

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haciendo ver que uno de sus pies se habíaido, en un juego que acababa de inven-

tar.

Gabrielle:  Está todo sobre el pie malo[esto era una broma].

Había cambiado entre sí sus calcetines,y así fue hacia los juguetes del cubo. Dije:«Gabrielle se come el mundo y así comedemasiado» (pero para entonces el cubono estaba sobrecargado). Gabrielle repli-

có: «No está mareada».

Se había quitado un zapato y jugaba aquedarse sin el calcetín. Había algo com- ple jo que hacer con calcetines y zapato s,e insistió de un modo muy hábil, pero no

tuvo éxito.

Yo:  ¡No es difícil!Gabrielle:  Sí que lo es.Yo:  Gabrielle no puede hacerlo todo sin

mamá y no puede ser una mamá com-

 ple ta .

Así se acercó a un gra n tren y dijo: «Es- pero que no hayamos venido dem asia dotemprano». Luego habló de las razones po r las cuales ella y su padre había n lle-gado temprano. En realidad habían dadovueltas por las tiendas para no adelan-tarse a la hora convenida.

Percibí que era necesario que la ayu-dara con una correa que presentaba es-

 pecia les dif icultades, y acced í; ta m bié ncon la otra.

Gabrielle:  Oigo un gran golpe [real].Yo:  ¿Hay alguien enfadado?Gabrielle:  No. El Bebé Sush golpea.

Reconoci-miento 

de inmadurez 

y relativa  

dependencia

Las

identidades 

se clarifican

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Luego susurró que iría a ver a su papá,

y abrió la puerta de par en par y volvióa cerrarla. En un minuto estuvo de re-

greso, por sus medios, sin necesidad de papá. Estuvo apartando los ju guetes.

Gabrielle:  Los juguetes están desordena-dos. ¿Qué dirás?

Yo:  ¿Quién?Gabrielle:   El Dr. Winnicott.

Puso a un lado los grandes animales(perros) suaves. El proceso de puesta enorden se hacía muy detallado, con selec-ción de los diversos tipos de juguetes.

Gabrielle:  Oh, la tapa se sale; no importa;mamá está en casa.

Entonces Gabrielle los apartó todo pul-cram en te y dijo: «¡Tienes un lindo lugar

 para juguetes!» (En realidad, el embrollo

de mis juguetes tenía un lugar en el sue-lo, debajo de la librería. Encontró uno odos juguetes raros, de los que había pres-cindido, y los separó del resto. «Yo tengolos míos fuera, en la papelera.»

Iba a salir, y no había juguetes por allí.Pasó un rato afuera, con su padre, en lasala de espera, diciéndole qué había he-cho; él le hablaba de ello. Luego hizo

entrar a su padre. Le dijo: «Quiero queentres», pero él vacilaba. «Entra con elDr. Winnicott», le dijo el padre.

Gabrielle:  ¡No! ¡No! ¡No!Yo:  Ven, porque falta poco para la hora

de irse. Entra.

Entró y se comportó de un modo muyamistoso.

Me preguntó si iba a tomarme vacacio

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nes y qué haría. Le respondí que iría alcampo y me divertiría. Ese fue el final dela sesión, y al p a rti r inquirió: «¿Cuándovolveré?» «En octubre», repliqué.

Un detalle importante en esta sesión esel momento del establecimiento de la iden-tidad, el juego del Rey del Castillo, si-guiente a los experimentos relativos a laseparatidad procedente de la fusión.

COMENTARIOS

1. Mi conciencia de que debía dirigir-me a ella llamándola Gabrielle.

2. Desa rrollo gradu al del tema de laidentidad.

3. Una versión de la dec laración de Reydel Castillo.

4. Jueg o con  p a rte s de o b je to s  que pre-fieren la idea de pechos (juegos «dentrofuera»).

5. Avidez que se convierte en apetito.6. Confusión den tro del orden. Anun-

cio del tema de la confusión por venir.

CARTA DE LA MADRE

«Ha vuelto a dormir bien por la noche.Su único comentario sobre la sesión fue:‘Quería decirle al Dr. Winnicott que mi

no m bre e ra G abrielle, pero él ya lo sabía.’Lo dijo con satisfacción.»2

2. Este detalle m uestra la imp ortancia de hab er captado su p rim er m ensaje , en el um bral, ente ndie ndo que debía decir G ab rielley no Piggle. o un nombre que pudiese tener que ver con uno u otrode sus muchos papeles. D. W. W.4

4. — PSICOANALISIS  97

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CARTA DE AMBOS PADRES, ESCRITA  POR LA MADRE34

«No sé por qué me resultó difícil escri- birle; ta l vez me haya sentido un tantoconfundida con Gabrielle y sin haber to-mado toda la distancia necesaria de ella, pero espero que esto se resuelv a por símismo.

«Gabrielle parece encontrarse muchomejor; con esto quiero decir que es capazde investir el mundo exterior con signi-

ficados propios, y de aprovechar una di-versión toda vez que se le presenta laoportunidad.

«No es tan tímida, pero le es difícil en-trar en contacto con otros niños, si bienanhela profundamente hacerlo y sufre an-

te los desaires. Le duelen enormementelas desilusiones, porque pone muchas es- peranzas en esas re laciones.

«Hace notables progresos en lo que res- pecta a su herm ana, a pesar de alg unosataques pasajeros —por ejemplo, batir

 palm as en el medio de la calle, anuncia n-do que está cansada de tener una hermanita—. Con excepción de tales ocasiones,la trata como una persona, con una com-

 prensió n compasiv a que im presiona gran-

demente.

«Aún persiste parcialmente lo que a míme parecía una fantasía un tanto falsa:no sé en qué medida es arrastrada a ella

 por sí m ism a, y en qué m edida se tra tade una defensa efectiva contra unos pa-dres bastante fisgones.4

«Recién en estos últimos días ha vueltoa resu ltarle imposible ir a d orm ir, ha vuel-to a visitarla la mamá negra y ha estado

3. Con versación telefónica no rese ña da aquí.4. ¿Po día esto relacio na rse con mi ign oran cia respec to del fenó-

meno del negro? D. W. W.

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hablando más de ir donde el Dr. Winnicott. Parece muy preocupada por un ries-go de envenenamiento; y comió una baya,

insistiendo en que era venenosa y narrán-donos cuán enferma iba a ponerse. Tam- bién in sis tió en que su ‘b r r r ’ está ata scadoen su interior, pese a que no parece sufrirconstipación física. Pero nada de esto fuemanifiesto en el resto del verano. Signi-ficó mucho para ella el tener el númerode teléfono de usted.

»A juzgar por las apariencias, usted esmuy importante para ella y puso cosas en

movimiento nuevamente cuando daban laimpresión de haber entrado en un círculovicioso extenuante. También recuerda mása la niña sólida que era antes del naci-miento de Susan, y parece haberse resta-

 blecid o cierta continuid ad.»

CARTA MIA A LOS PADRES

«Recibí la postal de Gabrielle. Creo quea ustedes les gustaría que volviese a verla,y reservaré tiempo para ella. Sin embar-go, tal vez consideren buena idea dejarcorrer los acontecimientos unas semanas,en cuyo caso confío en que me lo hagansaber.

»Por lo que he visto de Gabrielle, y porla carta que me enviaron, creo que ya nodebemos pensar en ella en términos de

enfermedad. Hay en ella muchos más ele-mentos sanos. Quizá quieran informarmequé esperan que yo haga.»

(Debo recordar aquí la influencia so- b re mí del hecho de no disponer de tiem - po para in ic ia r el tra tam iento de un nuevocaso; pero también percibía que estos pa-dres, por alguna razón especial, no se fia-

 ban del proceso de desarrollo que, en esta

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niña, podía explicarse en prescindenciadel tratamiento.)

CARTA DE LOS PADRES

«Gracias por su carta y la oferta de unaentrevista, que nos agradaría concertar.

«También creemos que ya no es posi- ble considerar a Gabrielle como una niñamuy enferma; son muchísimas las áreas

de su persona que han vuelto a la vida.Y sin embargo hay pozos de angustia yansiedad muy marcados, que a veces pa-recen llevarla a aislarse absolutamente detodo sentimiento... y, en consecuencia, avivir una vida muy articulada, pero bidi

mensional.»La última vez que le escribí, acababan

de presentarse dificultades al ir a dor-

mir, después de haber pasado la mayor parte del verano consid erablem ente bien;y ahora pasa regularmente entre tres ycuatro horas despierta, una vez en lacama.

«Ahora tiene una ‘Linda mamá negra’,que le corta las uñas (quizás usted recuer-de que solía arañarse la cara durante la

noche cuando estaba angustiada, y lo ha

hecho recientemente). La mamá negra, noobstante, vino a cortarle el pulgar con untrinchante. Pero dijo que le contaría alDr. Winnicott que la mamá negra se ha-

 bía ido.

«En la actualidad está profundamenteinteresada en la muerte de sus padres; pero habla de ello de un modo muy des-

apasion ado y vago. A su mam á: ‘Me gus-taría que estuvieses m uerta .’ ‘Sí. Tambiénlo lam en tarías .’ ‘Sí. Gu ardaría tu foto enmi cartera.’

«Lanza indirectas acerca de las cosas

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más desagradables en la relación entre sus padres, y se sin tió profundam ente con-movida y trastornada cuando vio algo másde lo habitual del cuerpo de su madrecuando ésta se cambiaba para tomar un

 baño. Si bien ésta s parecen ser preocupa-ciones bastante comunes, se angustia ysubsiguientemente elude sentir, y se in-quieta por ello durante la noche, lo cualnos indica que aún puede ser necesaria

una pequeña ayuda.»La llevamos a un parvulario donde,

como le hemos dicho, no le resulta fácil

establecer contactos, a pesar de que démuestras de desearlo: ‘Mamá, coge un li-

 bro. Me aburriré , y no sabré qué, y noconoceré a nadie, y no querré que nadie

me mire.’»

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SEPTIMA CONSULTA

(O ctu br e 10, 196 4)

Gabrielle (que tiene ahora tres años yun mes) vino con su padre y se dirigió

in vacilar a los juguetes, rozándome al pasar el codo con su cabeza , por cuantoyo me encontraba sentado en el suelo. Co-

ció un juguete suave y grande.

( ¡abrielle:   ¿Empezaré con las casas enfila? ¿Has oído la campanilla cuandollamé? La hice sonar tres veces. Sr. Win

nicott,1¿qué es esto?Yo:  Es un camión.Gabrielle:  Ah [y comenzó a combinarlo

con algo]. Todos los problemas se hanido, así que no me queda nada que de-

cirle.Yo:  Estoy viendo a Gabrielle sin proble-

mas; sólo Gabrielle.Gabrielle:  Tenía una mamá negra que me

traía problemas, pero ahora se ha ido. No me gustaba la mamá y yo no le gus-taba a ella. Me decía tonterías.

1. Aauí se inicia una indicación recu rren te de la existencia deun Winnicott no terapeuta.

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Había dispuesto una larga hilera decasas según una curva en forma de «S»

 poco pronunciada, con una ig lesia en cada

extremo. Luego cogió la bombilla eléctricacon la ca ra pin tad a y dijo: «Olvidaba

esto». Hubo aquí algo acerca del estar en-fadado ante el nacimiento del bebé. Co-mentó: «Una niña pequeña entra a la

iglesia con la niña grande.» En este punto,cierto juego, no registrado con precisión.Tenía que ver con poner algo para los perros y las vacas... y algo alteraba la paz

en las casas de cada extremo de la curvaen «S».

Gabrielle:  Ahora haremos un ferrocarril

Cogió dos piedras que había traído enuna ocasión anterior en una bolsa de pa- pel, y había una aún m ayor en el saco.

Esto tenía relación con la mamá negra.

Entonces vinculó la piedra grande con ¡asdos más pequeñas.

Gabrielle:  Sr. Winnicott, ¿por qué no tie-

nes más trenes?

Buscó algo más y los encontró, aunque, por supuesto, sabía que estaban allí:«¿Cómo llegaron a ti, Sr. Winnicott?»

Había coches y un camino y otra pie-dra; los quitó de en medio y comentó:«Este tren arrastra los dos trenes; aho-ra... más botes, trenes» (montones de rui-dos, hablando para sí de un modo ininteli-gible).

Pasado un rato se enfrentó con la cues-tión, mirándome y sonriendo con la in-

tención de obtener una respuesta. Es de p resum ir que todo ello tuviese vin cula-ción con la os cu rida d d e lo que seg uía de- b ida a su in tro v e rsió n   y a su modo de

Aquí tenía una 

experiencia 

 personal de 

la realidad 

interior y, me p erm itía  

conocer los 

detalles de 

contenido sólo 

vagamente

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 jugar, in in te ligib le para mí. En algún punto, colocó un tren sobre un barco, lo cualera absurdo en cierto sentido, puesto que

el tren era mucho más grande que el bar-co de juguete.

Gabrielle:  ¿Te gustan mis juguetes? Soncomo los juguetes franceses, ¿no? He-mos estado en Francia. Yo no queríaque nadie estuviese en Francia con-

migo.

Jugaba con el muy pequeño tren de ma-dera, y cogió trozos de madera y los dis- puso radia lm ente , num erándolo s: uno,dos, tres. Apretaba un bastón contra la al-fombra, tratando de hacerlo quedar eri'iiido, sin éxito. La ayudé un poco y seguíel tren. Casi me arroja el tractor aco- plado a un vagón porque no lo quería .Ordenó muy lentamente los juguetes. Ha-

 bía una hilera de casas en «S» en el cen-tro, con una iglesia en cada extremo, ysobre su lado estaba ella misma y nu-merosos objetos que la rep resen taba n. AIotro lado, el mío, de la línea en «S», es-taba el tractor que me había arrojado,y también yo y otros objetos. No habíaninguna representación de mi persona.Se trataba de un mensaje absolutamentemeditado, en el cual se mostraba que ha-

 bía logrado esa separació n de mí como parte del establecim iento de su yo. Tam- bién constitu ía una defensa contra la rein -vasión. Había algo que cruzaba la línea.Tenía que ver con unos coches que ve-nían de su lado hacia el mío, y mencionóalgo relativo a «nadie sabe cómo...»

A la larga fue evidente que sentía quealgo había sucedido, puesto que comenzóa cantar, y cuando hice una observaciónrelativa a tener cosas dentro, completó

Pregunta: 

 p rotesta por  

las vacaciones

Referencia a 

la introversión

Acto de 

agresión 

destinado a 

liberar sus impulsos, 

transmitién-

domelos

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la frase acotando que se mantenía «es-condidas» (destaqué en las notas que esa

había sido la palabra exacta). Hablaba

 para sí: «Un niño hay que ponerlo conuna niña para que vaya con la niña; Ri-cha rd mi amigo; y Sarah» (y algunos o trosnombres femeninos). Había ya dos líneasformadas por casas y otros juguetes, quese encontraban en uno de los extremos.Una de las niñas se llamaba C lare.2 Creoque tenía que ver con las vacaciones deverano. Me hablaba de un lugar en el

cual vivía Clare.

Gabrielle:   Allí es donde voy a veces. No,no voy.

Me dio a entender que alguien tenía

 paperas all í en ese m om ento, lo cual leimpedía ir.

Gabrielle:   Así que no puedo ir más aun El tema de laque quiera. No los puedo ver y ellos no cuarentename pueden venir a ver. No sé qué hacer. equivale aAsí  que fui a la escuela a jugar. Me ¡a barrera

gustó. Todo anduvo mal por allí por defensiva

las paperas. No pueden salir ni bañarse. entre yoQuieren pero las pape ras no los dejan. v no-yoA mamá le preocupa que pesque unresfriado de ella. Así que mamá dijo

«no», luego preguntó, yo estaba terri- blem ente .. . No sé qué hacer.

Yo:  No entiendo [había interpretado entérminos de establecimiento de identi-dades].

Gabrielle:  ¿Dónde está ese lindo bote?¿Dónde puse los botes? [Buscamos,

 pero no pudim os encontrarlos.] ¿E sta-rán en el cubo? No, no pueden estar 

2. ¡Mera casualidad   que Clare sea el nombre de la Sra. Win-nicott!

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allí. Mira mi mano sucia. [Tenía los botes en la mano.] Pero, ¿dónde estánlos otros? Me pregunto dónde se habránido. Aquí hay otro. Yo antes sabía dón-de estaban los botes. Antes estaba acos-tumbrada a ti, pero ahora no lo estoy.Soy adulta. Andan y hablan.

Aquí hubo algo referido a un pavo real.

(1abrielle:  Pero ellos no entienden. Es  baa. 

Los pavos reales sacuden la cabeza comodiciendo que no. Nunca dicen «Oh, ca-

riño».

Gabrielle cantó una canción para ilus-trar el uso de «Oh, cariño». Luego dis- puso una serie com pleta de botes con la popa apuntada hacia afuera en relacióncon ella: «¿Quién va en todos esos bo-tes?» Cantaba una canción que tenía quever con los botes. Volvió a acomodarlos,

y también trozos de madera: «Ambos hi-cimos botes. Ahora pondremos orden., Por qué tienes tan tos b otes p ara mí? Esdivertido.»

Siguió con el juego en que había mu-chos botes ante ella, con la popa haciaafuera. Había una hilera similar de cochesun poco más allá, y muchas otras cosasen su lado de la línea que la separaba del

tractor y de mí. Todo en su lado fue cui-dadosamente dispuesto, de modo que losobjetos no se tocaran entre sí. Cantaba,algo referente a tener coches de diversoscolores.

Gabrielle:   ¿Para qué es esta cuerda? Pon-

gámosla aquí.

Yo debía cortarla así que estuviese ten-sa, y ella arrastró la locomotora por todala habitación.

Pavo real  =

D.W.W.

Defensa: 

objetos 

internos dispares 

entre vida 

y muerte, 

controlados

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Gabrielle:   ¿Dónde han ido a parar las ti- jeras? [porque yo usaba un cuchil lo ].

Yo:  He dejado mis tijeras arriba [siem-

 pre llevo tijeras en el bols illo].

Volvió a los juguetes.

Yo:  Estás lista para volver a irte [porqueveía que estaba poniendo orden],

Gabrielle:   ¿Dónde han ido a parar las ca-sas... [y así de seguido].

Me entregó un tren y comenzó a arro- jarm e cosas porque, después de todo, meencontraba al otro lado de la frontera dela barrera. «Allí estás», repitió varias ve-ces, «allí». Introdujo en el juego la ideade mi persona en una caja. También medio algo a guardar, algo que le gustaba.

Gabrielle:   Cuando vuelva encontraré que

tienes todo ordenado.

Parecía estar libre de algo, así que toméuna nota: «al fin libre». Tenía algo quever con el  b ab acar.  Dijo: «Espera un mi-nuto. Aclararé todo. Allí estamos.» Contólos trenes. «¿Qué es mejor para los tre-nes?» Y los dispuso pulcra y ordenada-mente: «Los juguete s en orden.» Luego

se ocupó de las piedras: «Ahora apartara mamá. Ahora, ¿dónde va esto, Sr. Winnicott?» Y a continuación: «Ordenar 

 bien.» Jugueteó un poco con la copa deO p tre x   pa ra bañ o de ojos. Luego: «¿Quién

 puso la cosa oscura en los juguetes?» Pa-recía estar a punto de finalizar; fue a buscar el lío de la cuerda y lo m etió enel cubo. Había una caja llena de trozosde objetos: «Aquí estamos. Ahora, ¿dóndevan estas cosas? Ahora está un poco orde-nado.» Había una caja olvidada. Lo ex

D.W.W. allí

Ansiedad 

guiada por  

el estableci-miento y 

aceptación  

del ego

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 presó así: «Ahora. Lim piemos la alfom bra

ahora. ¡De qué lindo material es! ¿Quiénte la dio? La alfombra dura [palo tren-

zado, debajo del «lindo» cubrealfombraoriental] no es tan linda. Es sólo paracuidar el piso. Espantosamente lindo ma-terial el de esta alfombra. Y éste también[acercándose a la silla], y éste.» Se acercó

al diván y examinó el material en que es-taba hecho, y el de los cojines. Siguió másallá y com entó: «y esta silla es espan tosa-mente linda»; y luego fue a buscar a su

 papá para que la llevase a casa.

Observación 

de objetos 

externos, 

objetividad

COMENTARIOS

1. Ella m ism a po r sí m isma, no a causa

de las dificultades.2. Clara decla rac ión so bre el yo y el

noyo.3. Exp eriencia de intercom unicación.4. Cuaren tena. Muro defensivo en tre

yo y noyo.5. Control de los ob jeto s exte rno s en la

limpieza.6. O bjetividad de los ob jetos reex ter-

nos.

La transferencia positiva se realizaba

en parte en relación con un Sr. Winnicott

real (es decir, no terapéutico) y su habi-tación (esposa).

Es dable esperar que el fenómeno delnegro también afecte aspectos de objetosdel mundo real exterior a ella, y separadode ella.

El negro persecutorio corresponde a losresiduos de fusiones regresivas, en la de-fensa organizada.

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CARTA DE LOS PADRES

«A Gabrielle le gustaría volver a verle,creo que con bastante urgencia, si bien

vacila en pedirlo. Me sugirió enviarle unregalo. También quería enviar un regaloa una mujer que trabajó para nosotros,a la que quería mucho, y que se marchó.3

»E1 tema de la mamá negra ha vuelto asurgir, aunque de manera distinta: ‘Nohe escrito a la mamá negra... Me dio un

hermoso florero con algo dentro que cre-ce’. (‘W attie ’, nue stra criada, un a m ujer de

edad, querida por todos nosotros, le habíaregalado un bulbo en un jarro.) ‘Tengomiedo de la mamá negra. No le he pagado.Me regaló una he rm osa copa de m ad era .’El pagar a la mamá negra ha sido men-cionado repetidamente.

»Hace bastante poco ha comenzado a te-ner nuevamente dificultades para ir a dor-mir. Necesita tener todas sus muñecasositos y libros, sobre la cama, hasta el

 punto de que queda poco espacio paraella. Durante el día, ha tendido últimamen-

te a portarse mal, como si nuestra auto-ridad, y aun nosotros mismos, no contá-

semos para nada. Tal vez hayamos sidoun tanto negligentes en lo que a mostrar-nos firmes y hacemos valer respecta, ytratamos de remediarlo. Pero, en las oca-siones en que Gabrielle se encuentra bien,es verdaderamente muy buena.»4

3. La gratitud implica aceptación de la sep ara tidad , del prin -cipio de realidad, un fruto de la desilusión. D. W. W.

4. D ificultad en el m ane jo del niño enferm o que se está recu -

 perando; la pregunta : ¿cuán do ser fir m e y ac tu ar sobre la base dela normalidad del niño? Esto es, cuando se está recuperando de unsuperego patológico y t iende a ser un niño espontáneo en un mediofamiliar. D. W. W.

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OCTAVA CONSULTA

(Diciembre 1, 1964)

Gabrielle (ahora, de tres años y tres me-ses) entró y dijo: «Primero jugaré conestos juguetes, después con este lindo juguetito.» Había traído un enorme soldadode plástico... «Lindo. Hagámoslos entrara todos en el lindo pueblo.»

Hice mención de la existencia de ciertasuciedad. Cogió el tra c to r y dijo: «Es lin-do. Susah también tiene un perro.» En-contró un trozo de cuerda y comentó queel tractor podía sujetarse al trenecito.«Fuimos en el tren», y lo colocó detrásde nosotros (resultaba gracioso y habíaotras indicaciones de la probable existen-cia de elementos anales en el material).

«Muchos trenes tienes, Sr. Winnicott.»Quiso que le ayudara a sujetar la cuerda.

Gabrielle:   Es bonito. Podía haber venido por la tarde, ¿no? Hubiese estado bien.Visitarte [iba agregando trenes, detrásde los otros]. No los arrastres, tren.

Yo:  ¿Dónde vive el tren de Winnicott?¿Aquí o dentro de Gabrielle?

Gabrielle:   Allí dentro [señaló un punto],¿Qué va en este tren? ¿Y en éste? [En

Tema de la 

negación de 

la suciedad

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contró un gancho perteneciente a un va-gón.] Cuando pongo un tren... ¡Ay! ¡Ay!¡Ay! Casi aprieto al soldado y le hagollorar. Viene de mi casa. ¡Oh!, hay unlindo tren aquí detrás. ¿Dónde está laestación, Sr. Winnicott? [Coloqué dos barreras.] Sí, esa es la estació n [iba re-uniendo vagones]. Esa es la estación delferrocarril. Me ayudó el Sr. Winnicott.¿Qué es esto?

Yo:  Para el equipaje y otras cosas.

Gabrielle:  Aquí hay otro viejo tren conuna gran locomotora. Tengo lindos za- patos nuevos. Esto es un furgón paraequipajes. Mejor seguir con esto [e ibadisponiendo los furgones y el equipaje].Susan es una gran molestia. Rompeca-

 bezas. Se acerca y lo desordena. Cuandoes una Susan más grande será capaz dehacer lo que yo hago; sigue viniendo y

distrayéndome. Me gustaría un nuevo bebé que no se acercara y se llevara lascosas.

Hice un comentario referente a su po-nerse negra.

Gabrielle:  No, la hace llorar. Entoncesgrito muy fuerte, me enfado mucho

y grito más fuerte, y ella vuelve a llo-rar, y luego mamá y papá están enfada-dos. Ella es como Kiko, que es un ososalvaje en Francia. Una vez los dos seasustaron de un oso como Kiko. Habíauna mamá Kiko cariñosa y bebé estabafuera de la jaula y ella estaba en la jau-la. Ella era enorme como un bebé den-tro de una mamá. El bebé Kiko no es-taba en la jaula. Los monos sí y losleones y osos.

Yo:  ¿Y qué más?

Gabrielle:  Ni vacas ni jirafas. Serpientes

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sí. Perros sí, me parece, no. Gatos tam- bién. Tenemos un gato negro . Viene averme cada noche. Voy al piso. Allí estáel gato negro. Lo acaricio. A veces estáen mi casa. Mamá le da algo de comer.¿Para qué es esto? [Se trataba de untrozo de una casa, maltrecho.] ¿Por quées así? Fue hecho con una madera tor-cida.

Yo:  Hecho por un hombre torcido [pen-sando en la canción infantil y haciendoretroceder la idea].

En ese momento se estaba comiendo elhombre de plástico. Dije que se lo estabacomiendo porque quería com erme a mí.

Yo:  Si me comieras me llevarías dentrotuyo, y entonces no te importaría irte.

Gabrielle:  ¿Dónde se sienta? Puede entraren la casita. No en la que está torcida,en ésta [una iglesia] o ésta. Es especial-

mente linda.

Se sentó sobre el cordero. Seguía mi-rando al soldado, que estaba junto al tren.

Gabrielle:   Este es un perro tonto [el cor-dero]. ¿Quién le ató una cinta en elcuello? Es bonita. Yo también puedoatarla, pero el bebé no. Susan no puede.A veces ato un vestidito alrededor de

mi bebé para que se vea lindo. Y des- pués salgo de com pras con él. Oh,¿quién hizo esto? [el otro juguete sua-ve, el fauno]. No se quedan de pie. Sí,se quedan. Lindos perros.

Los estaba poniendo en equilibrio, y noladrábamos y decíamos «woffwoff». Hicemención de ella y el Bebé Sush.

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Gabrielle:   ¿Sabes que Susan estaba enfa-dada? [hizo ruidos de enfado], realmen-te está enfadada y gritó. Cuando estoy

un poco enfadada grito un poco. Grito por la noche, con los dedos en la boca.Tengo que gritar con la boca abierta.¿De dónde es esto? Quizás una ruedecita de un cochecito. Ese cubo debíaestar aquí. Estas casas son lindas. Estoyhaciendo una casita para el perro. To-das las casas son para los perros. Se

 pelean en la casa. O tro perro entra.

Aquí hay otra casa [se tratabá de unacasa aislada].

Hablé de la necesidad que ella y Susantenían de habitaciones separadas o casasseparadas, debido a sus peleas.

Gabrielle:   Cuando sea grande, me harévieja antes de que Mamá sea vieja, an-

tes de que ella sea vieja. ¿Para qué esesto? [Cogió una vez más la copa parael baño de ojos y la examinó.] Si mamáfuera vieja, yo también sería vieja. Ha-cerlo dentro de una casita. Dime: todoslos perros vienen [es decir, cada unotiene una casa] así no se pelean. Siem-

 pre pelean, ladran, ru ido horrib le.. .creo que Papá quiere que me vaya.

Yo:  ¿Pero has conseguido deshacerte detus temores?

Gabrielle:   Me asusta la Susan negra; asíque juego con tus juguetes. Odio a Su-san. Sí, la odio mucho sólo cuando mequita los juguetes [implicado: aquí, encasa del Dr. W. puede usar los juguetesy Susan está excluida] .  Es una casa tan bonita. Cuando Susan está bien vestida,ella también es bonita. Entonces le gus-taría esta casa y, ¿sabes qué hace?Cuando me quiere viene y se inclina y

Contenido 

de ansiedad: 

 pro bablem ente , 

odio a la 

hermana

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dice aaa y me besa. Cuando Mamá está por ir a la ciu dad, es muy amable , cuan-

do Susan me quiere.

l o: Odias y amas a Susan, las dos cosasa la vez.

Gabrielle:  Cuando jugamos con lodo, lasdos estamos negras. Las dos nos baña-mos, las dos nos cambiamos de ropa.Entonces Mamá cree a veces que tienelodo y Susan también. Quiero a Susan.Papá quiere a Mamá. Mamá quiere me-

 jo r a Susan. Papá me quiere m ejor.¿Saldré a decirle a Papá que no quieroirme todavía? No puedo abrir la puerta.¡Oh!, lo hice.

Ambivalencia

Lodo es heces, 

es decir, amor  

fusionado

Fue hacia donde estaba Papá (40 minu-tos de comenzada la sesión). Regresó:«Sr. Winnicott, ¿cuál es la hora?» Se lodije. «Cinco minutos más. ¡Un portazo!»(lo hizo). «¿Cómo va esto? Tengo puestoun montón de ropa» (enumeración deta-llada). «Tengo muy mucho calor. Como...»(lo repitió varias veces). «Susan se quitael vestido cuando quiere quitárselo [co-gió la cuerda]. Podíamos poner esto sobreel tren. Cuando nos gusta jugar, jugampsal corro. Fíjate» (me fijo). «Podríamoscortar esto. ¡Córtalo! [lo hago], Gracias,Sr. Winnicott.»

Jugaba con el tren y la cuerda: «Esto

es mejor, es demasiado pequeña. Tengoqufe inclinarme un poco.» Me habló deltren real en que había llegado. Debía serarrastrado por una cuerda muy, muy

fuerte.

Gabrielle:  Por favor juega... [Había uncarretón para varios soldados]. Susana veces da vuelta las cosas. No me en-

fado por eso [aparta bruscamente el

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tren]. ¡Oh!... ¿quisieras que pusiera lascosas en orden? [Indirecta evidente.]

Yo:  Déjalo por mi cuenta.

Gabrielle salió con su padre, d e já n d o m e  

con la suciedad y el desorden.  Compáreseesta actitud con el orden escrupuloso y lanegación de la confusión anteriores. Ga-

 brielle m ostraba una cada vez m ayor con-fianza en mi capacidad para tolerar eldesorden, la suciedad, las cosas interiores,incontinencia y locura.

COMENTARIOS

1. La pa lab ra clave era «lindo», pre-sagio de suciedad . Suc iedad = fusión de ex-

 pulsión agresiv a con dació n de am or = de- pendencia de cómo éste es recib ido.

2. Comienzo de un enfrentars e con la

 pérdida por incorporación y su consecuen-cia: ansiedad y apoyo en relación a losobjetos interiores. Defensa: decoracióndel exterior de la persona (cinta en elcuello).

3. Su elta de algunos ob jetos interio res por disparidad (defensa... véanse sesionesanteriores).

4. Ambivalencia y lodo.

5. P rim era vez que me deja el desorden.

CARTA DEL PADRE

«En el camino a casa, Gabrielle fue lamayor parte del tiempo un ‘baba peque-ño’; el pulgar metido en la boca, y sólo

qu ería decir ‘bba’ (se succiona el pu lgarcon mucha frecuencia en la actualidad:comenzó a hacerlo al nacer Susan).

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»A1 llegar a casa, quiso ver a Susan , yestuvo al borde de las lágrimas al encon-trarle dormida. Luego insistió en armarun rompecabezas antes de prepararse para comer; parecía muy im portante paraella armarlo.

«Esta mañana se despertó temblando,ya que había soñado con la Susan negra.I a Susan negra ‘quería cansarme, ten er-me despierta con su llanto’.»

CARTA DE LOS PADRES

«Una última nota antes de que vea aGabrielle.

«Hace pocos días dijo, y lo ha repetidouna o dos veces, ‘He pagado a la mamánegra’.

»[Nota de la m ad re:] El ‘pag ar a la

mam á ne gra ’ siemp re me ha preocupad o.Me pregunto en qué medida no se trata

de aplacar, empleando valiosas energías,empleando parte de sí misma para man-tener quieta a la mamá negra, y así noser puesta negra a cambio. Y me preguntosi las cosas de este tipo pueden desembo-car en defensas rígidas contra la confu-sión entre lo bueno y lo malo, o en autén-tica confusión.

»Se convive con la mamá negra. Sinembargo, ello no resulta en ir a dormirmás temprano. Ahora tiene problemas conla Susan negra. Viene a mi lado por lanoche porque a mí me quiere pero ellaes negra.

«En realidad Susan es muy tierna conGabrielle, pero muy enérgica cuando quie-re algo. Es capaz de ser cruel.»

«He pagado» 

significa: 

«He dejado  

lodo, heces, confusión, lo 

cual fue 

aceptado

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CARTA DE LA MADRE

«Gabrielle ha preguntado por usted va-rias veces. Ha estado notablemente bien,

 pero hace bastan te poco ha comenzado amostrarse nuevamente inquieta por las,noches, y no parece ser enteramente ellamisma durante el día.

»Ha seguido pidiendo que la llamáse-mos Susan (el nombre de su hermana) yno por su propio nombre, y no deja desuccionarse el pulgar y estar más bienapática y desinteresada de las cosas. Vol-

vió a llamarme en medio de la última no-che. ‘¿Qué te o cu rre? ’ ‘Yo mism a, debierahacerme morir yo misma, pero no quiero,

 porque soy tan linda.’

«También habló de que quería que yomuriera y de dormir con su padre ‘y en-tonces pienso, “pero quiero precisamente

esta   mamá'” .«Ella quiere llevarle a Susan ‘porque

el Dr. Winnicott es muy buen mejoradorde bebés’.

«Cuando hace cosas como pintar, sedesanima muy pronto, y entonces lo chafa

todo. Ama la limpieza y el hacer las cosas bien.»

CARTA A LOS PADRES 

DEL DR. WINICOTT

«Lamento no poder ofrecer a Gabrielleuna entrevista inmediata. Me es muy di-fícil decir una cosa así. Quizá les resulte posib le explicarle que mi in tenció n es verla aunque no esté en condiciones de ha-cerlo de inmediato. No dejar de llamarme por te lé fono o escribirm e si percib en queme he olvidado. Den a Gabrielle mis ca-riños.»

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(  ARTA DE LOS PADRES

Gabrielle ha estado pidiendo verle de

un modo tan urgente, y parece estar tandeprimida últimamente, que pensamos en

hacérselo saber.»La otra noche quería que mirásemos

los horarios de trenes nocturnos a Lon-dres para ir a verle ‘porque no puedo es-

 perar m ás’.«Cada vez se resiste más a ir a dormir.

Una de las razones que dio para ello fue

la de que no quería crecer, así como tam- poco ser adulto y tener bebés (se tra ta deun cambio de actitud... antes solía desear bebés). Sin embargo, desde hace un tiem-

 po, no quiere do rm ir porque ‘qu iero sen-tirme viva’.

«Se succiona el pulgar constantemente,y por lo general se la ve triste y tensa. Se

despierta muy temprano por la mañana,

y también por la noche, inquieta por la‘mamá negra’.

«Tuvimos que prometer a Gabrielle quele escribiríamos; y también entendemos

que se debe hacer algo por ayudarla. In-cluimos una pintura que Gabrielle desea

se le envíe con urgencia, hecha esta ma-

ñana.»

CARTA DE LOS PADRES

«Nos ha hecho sentir muy aliviados elque pudiese hallar tiempo para Gabrielle.

Las cosas parecieron cambiar muchísimo para ella cuando le dijim os que iría averle. ‘Entonces puedo sacar todas mis preocupaciones... , pero no alcanzará el

tiem po .’ No se succionó el pulgar en todala mañana.«Nos gustaría hablarle de algo que nos

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inquieta especialmente en relación con

Gabrielle, pero no sabemos bien cómoexpresarlo. Parece tener dificultades consu identidad. Se desconoce, negando lla-namente haber mordido a Susan en elculo; o es  Susan, negándose a ser llamada por su pro pio nom bre, haciendo charcosen el suelo y gimoteando.

«También hay una parte de su personade apariencia tan asombrosamente madu-

ra que resulta posible que sea nuestra res- puesta lo que le hace más difícil reun irlos diferentes aspectos.

«Tiene mucha tos y un fuerte resfriado.Espero que esté bien cuando la llevemos.»

 NOTA D E LA MADRE

«No me queda del todo claro por quétenía tantas dificultades con su identidady debía ser la mamá o Susan, no Piggle.Cuando su   nariz gotea, habla del resfria-do de Susan.  Y recordé cómo, aún enton-ces, cuando respondía a su propio nom-

 bre, contaba a la gente cómo estaba S u-

sa n   cuando se le preguntaba cómo se en-contraba ella.  Me pregunto si esto tendráque ver con el dejarle a usted temprano,y ‘puse mis malas inquietudes en el Dr. W.y cogí buenas inquietudes’... o algo así.»

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 NOVENA CONSULTA

(Enero 29 , 1965)

Gabrielle (ahora de tres años y cuatromeses) entró sin vacilar a la habitación yse dirigió a los juguetes, dejando ir a su padre a la sa la de espera .

( ¡a br i d l e :   Le he visto varias veces antes[mientras coge uno de los animales sua-ves del revoltijo general de pequeños

 ju guete s. Haciéndose con unos tr enes: ]Esto es algo que encaja en el furgón;

a veces Susan se irrita por las mañanas.Llamé a los adultos: «¡Susan está irri-tada!» Ella dice: «Mi hermana mayorestá levantada.» Despierta a mamá y a papá por la noch e; un pequeño mons-

truo. ¡Mamá! ¡Papá! ¡Tiene que tomarun biberón de noche! [Casi dándome aSusan por ella misma.]

Todo este tiempo jugó con los juguetes.«Este no tiene nada que encaje» (mostrán-

dome un furgón sin gancho). «Este es lin-do...» Coge algo de entre la confusiónreina nte. Digo: «Baño de ojos» (era lacopa azul de Optrex para baño de ojosque siempre le había interesado). Sacó

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objetos del cubo. Tenía un resfriado es-

 pantoso y quería un kleenex,  que le traje.Pero en su conversación todo ello se mez-claba con palabras acerca de los camio-

nes. Secán dose la nariz, com entó: «Susantiene un resfriado muy fuerte».

Yo:  Supongo que yo   estaré estornudandomañana.

Gabrielle:  Estarás estornudando mañana.Lo sé, Sr. Winnicott, lo preparas aquí.

Le señalé que estaba tratando de enten-der algo en base a un montón de partes,y ello significaba entender algo de Susan,Winnicott, mamá, y papá. Había cosas se- paradas dentro de ella, pero no era capazde reunirlas en una sola. Ahora cantabamientras arrastraba el tren y se aferraba

a la cuerda que se había enredado en

torno de una de las locomotoras de ma-dera. Dijo algo acerca de un bulto, y lo-gró que la ayudase.

Desarrollo 

de conceptos 

acerca  

de objetos 

completos

Gabrielle:  Un troc ito de cu erda . Ponlo.

[Hablaba para sí misma.] Hemos deci-dido que Susan es realmente un peque-

ño monstruo. La llamamos Sra. Hicka bout. Sim ón y el Rey 1 Kickabout Alre-

dedor y Alrededor del Carbón Encen-dido; una niñita asando castañas. Esta

niñita tarda mucho [aparentemente uncomentario del Padre acerca de Susan].

Sobre la mamá negra. Viene cada noche. No puede hacer nada. Es m uy difícil.Se mete en mi cama. No se la puedetocar. «No, ésta es mi cama. Voy a

1. La can ción infa ntil: "El viejo Don Simón el ReyY el joven Don Simón el CaballeroY la vieja Señora HickaboutDieron de puntapiés al Señor Kickabout  

En to m o de nuestra hoguera."

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tenerla. Debo dormir en ella.» Papá y

mamá están en la cama en otra habita-ción. «No, ésta es m i  cama. ¡No! ¡No!¡No! Esta es m i  cama.» Esa es la mamá

negra. Alguien hace sonar la orquesta.Dos tunantes [otra vez, aparentemente,

el comentario de alguien sobre los dos

niños]. Papá va a decir que soy vite.Yo:  ¿Qué significa vile?

Gabrielle:   La gente traviesa. Yo soy tra-viesa a veces. [Aquí algo sobre viajar en

tren al venir a Londres.] Nos metimos bajo tierra . ¡Mira! [Ha echado mano

del animal suave de juguete.] Susan es-taba triste porque Gabrielle se iba a

Londres. Oh [voz cantarína], ¿cuándo

volverá de Londres mi hermana mayor? Necesita mi ayuda para u sa r el orin al.Esta mañana abrí el servicio; entró enmí; quería que sacara algo para hacercaca. Tengo una gran preocupación cadanoche. Es la mamá negra. Quiero mi

cama. Ella no tiene. No hay impermea-

 ble, así que tengo que m ojarm e. No cui-da de sus niñitas.

Yo:  Estás hablando de tu mamá y de

cómo no sabe cuidar de ti.

Gabrielle:  No sabe mamá. Es la mamá

con una cara negra muy horrible.Yo:  ¿La odias?Gabrielle:  No sé qué me sucede. Lo mejor

estoy siendo obligada a salir de la cama

 por la m am á negra y tengo una camatan linda. «No, Piggle, no tienes unalinda cama» [aquí estaba «en» una ex-

 perie ncia]. «No, Piggle no tienes unalinda cama.» Está enfadada con mamá.

«¡Tienes una cama tan horrible paraesta horrible niña!» La mamá negra mequiere. Cree que estoy muerta. Horri- ble [necesariam ente oscurecido]. Es

toro (?) a verme. No sabe nada de niños

Separación 

de la madre 

 buena de la 

madre mala

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y bebés. La mamá negra no sabe de bebés.

Yo:  Tu mamá no sabía de bebés cuando

te tuvo a ti, pero tú le enseñaste a seruna buena madre para Susan.

Gabrielle:  Susan se pone terriblem entetriste si salgo de compras, y es felizcuando vuelvo. ¡Oh, mamá, mamá, ma-

má! [dijo esto con mucho sentimiento]. No quiero una linda herm ana mayorque me besará cuando ella está tristey para marcharse. Tienes juguetes de-

trás de ti. Es difícil sacarlos de allí.Aquí hay unas casas. Susan me despertó por la noche una vez.

Yo:  ¡Oh, qué fastidio!

Gabrielle reunía una locomotora con va-

rios furgones, pero con dificultad porqueno encajaban. Hubo un largo lapso deactividad indefinida, y yo mismo he de

haber dormitado en el entretanto sin nada preciso en curso (m is notas son defi-

cientes aquí, lo cual revela mi propia di-ficultad). Murmuró cosas relativas a lostrenes , a las ruedas, y luego dijo : «Tengofrío. Tengo unos guantes.» Mi retirada de-

 bía de haber sido to m ada en cuenta . Esto

mismo estaba relacionado con el materialindefinido a causa de la retirada de Ga-

 brie lle. En cierto sentido, «tomé» su pro-yección, o «capté» su talante. En estoapunté claramente que me había dormido,

 pero no tengo la m enor duda de que mehubiese despertado de haber sucedidoalgo. Este vago período finalizó cuando

ella me solicitó que le dibujase un tigresobre la bombilla eléctrica amarilla.

Experiencia 

de contacto  

entre ella 

y la mamá 

 buena 

(antes de la 

llegada de la 

hermanita)  

ahora perdida. 

Experiencia  

de pérdida, recuerdo  

de buena 

experiencia

Gabrielle:   Es encantador. Lo he visto an-tes. Se lo mostraré a papá. Durante mu-

cho tiempo, mamá no quiso un bebé y

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luego quiso un niño pero tuvo una niña.2Vamos a tener un niño cuando seamosadultos. Yo y Susan. Tendremos queencontrar un hombre papá para casar-

nos. Aquí hay unas botas. ¿Oíste lo quedi je, Dr. W inn icott? Conseguí unos prei ¡osos furgones para equipaje.

Arriesgué una interpretación en estelimito en relación con su posición de valón frente a Susan en el triángulo edí

 p¡( o. Ella pro sig uió : «Es mi cama, así queno puedo ir en tren a ver al Sr. Winnicott. No, tú no quie re s ir a ver al Sr. Winni•<itt. Él sabe rea lm en te so bre los malossueños. No, no sabe. Sabe. No sabe» (seli atab a de una conversación en tre e lla yiiIra parte de ella). «No quiere que yo medesembarace de ella.»

Hablé de la mamá negra como de unsueño, tratando de aclarar en lo posible a(¡abrielle que la mamá negra pertenecía alueño y que en el despertar radicaban las

ideas contrastantes de la mamá negra ylas personas reales. Había llegado el mo-mento de poder hablar de sueños en lugarde una realidad interior, ilusorio interior«real».

(¡abrielle:  Estuve m intiendo sobre miarma. Traté de dispararle. Se apartó atiempo. ¿Sabes qué me hace la gente?Yo dormía. No podía hablar. Era sóloun sueño.

Yo:  Sí, era un sueño con la mamá negradentro.

Pregunté si quería que la mamá malafuese una persona real o un sueño.

2. N ota de la ma dre: Sa bía que a mí no imp ortab a que fuesevarón o niña, y que yo q uería un varón y n o un a niña cu andonació Susan.

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Gabrielle:  ¿Sabes que en la TV hay genteque dispara? [aquí «disparó» varias veves, hundiendo el dedo en el agujerodel vientre del fauno]. Me preguntaba por qué hacía un ruido tan agradable.Alguien puso paja dentro. Está lloran-do. No está preparado para hacer be-

 bés. ¿Recibis te la ta rje ta que te envié? No me im porta. ¿Sabes qué tengo? Ten-go unos dóminos para... [nombró a un pequeño de su vecindario . E staba jugan-do con barcos]. Alguien disparando yasí no se puede levantar [cogió un fur-gón verde]. Es un hermoso color [hizoun sonido musical], Susan a veces mehace cosquillas.

Gabrielle dijo entonces algo así como«Gaggaagur». Esto tenía que ver con laconversación entre ella y Susan. «¿Quées esto?» (Era parte de la barrera.) «Sr.Winnicott, no puedo quedarme aquí mu-cho rato más; ¿podrás verme otro día?»

Hubiese sido fácil concluir que estabainsatisfecha conmigo por haberme queda-do dormido, pero en realidad es más pro-

 bable que el episodio (in clu id o mi sueño)estuviese relacionado con la gran ansie-dad de Gabrielle, que hacía imposible lacomunicación clara. Ciertamente, la ansie-

da d tenía qu e ver con el sue ño de la 

m a m á n e g ra .  Pregunté entonces por lossueños y me respond ió: «Soñé que ellaestaba muerta. No estaba allí.» En ese

 punto hizo algo de lo que estoy convencidoque tenía gran significado, fuese lo quefuese aquello que simbolizaba. Dedujeesto del hecho de que la cualidad de lasesión se vio alterada sustancialmente.Como si todo se hubiese detenido paraque sucediese eso. Cogió la copa azul del

 baño de ojos y la puso dentro y fuera

Ansiedad en 

relación con 

el tema, aún 

 poco clara

Esto es lo 

significativo 

en la 

experiencia 

de conducta 

de la niña

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ilc su boca, haciendo ruidos de succión,v se puede d ec ir que experimentó algomuy cercano a un orgasmo generalizado.

( .abridle:   La quería mucho. Baah. Estoes lindo. ¿Quién mató a mamá? Teddytenía un arma y está rota. La mamá ne-gra es mi mamá mala. Me gustaba la 

ma má n e g r a   [aquí un sueño comuni-cado en forma de juego. Siguió hablan-do acerca del precioso furgón:] Siga-mos jugando.

Fue cuando dije que era hora de irse.I;.n ot ras pa lab ras , la ansiedad había sidoaperada de alguna manera durante la

liara —un nuevo estadio en el procesohacia la ambivalencia.

Esa noche los padres me telefonearon para pedirm e inform ació n sobre lo que podía querer hacer, y yo les dije que la

hora había sido difícil de comprender, pero que to do había llevado al punto enque mamá era muerta. En ese esquema iamamá negra es la mamá buena que haestado perdida. El incidente con la copa para el baño de ojos y la experiencia orgásmica parecían delimitar un lugar enque Gabrielle descubría a la madre buena perdid a jun to con su capacid ad orgásm i

i a, evidentem ente perd ida con la m adre buena.

 N   o t a

He aquí un recuerdo de una madrereal, devorada orgiásticamente y tambiénmuerta en la ambivalencia, que reemplaza

la más primitiva división entre madre buena y m adre negra rela cionadas entresí a causa de la división entre lo subje

en el marco  

an alítico

Ahora lo negro 

 pasa a ser la 

negación de 

la madre  

luminosa  

o blanca o 

idealizada de 

la etapa  

 pream biv a-

lente la de 

la madre  

como objeto  

subjetivo

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tivo y aquello que es objetivamente per-cibido.

Unos días más tarde los padres llama-ron para informar de un cambio muy

grande en la niña. Se había convertido en«una persona más rica y una pequeña'llena de entusiasmo». Ahora jugaba consu hermanita y se sentía menos perse-guida. Ello daba por resultado que la her-mana menor la agrediese menos. Se habíavuelto más afectuosa con su madre y es-taba en mejor disposición de jugar conella. Dijo espontáneamente: «Dejé mis

 preocupacio nes en casa del Dr. W in nicotty cogí buenas» (sacando partido de lanueva separación de identidades).

Esa mejora duró tres semanas. Luegocomenzó a preocuparse nuevamente porla mamá negra. En esas tres semanas los

 progresos habían sido tan notables quelos padres se sentían alentados. La niñahabía enfermado físicamente, a pesar delo cual seguía viéndosela mucho más vital

que antes, y jugaba con su hermana. Ha- bía esta do pre gunta ndo: «¿Cuándo es elcumpleaños de Winnicott? Quiero enviar-le un regalo, pero no debe ir en vue lto »En una ocasión dijo a su madre: «Teconviertes en una mamá negra cuando teenfadas.» En el estrato más profundo,sin embargo, la mamá negra es la madreoriginal buena o mamá subjetiva.

Envuelto

significa

oscurecido

 por mecanismos

 

de defensa, 

al igual 

que su juego 

cuando se 

envuelve

COMENTARIOS

(Un fuer te res f r iado. )

1. Dificultad con los ob jetos intern osu objetos de su experiencia diaria entérminos de realidad psíquica interior.

2. Mam á negra : rival en las camas,idea de ser «malvada».

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\  Mamá neg ra como versión dividiil.i de madre; una que no comprende a

lus bebés, o una que los comprende tan

Inrn que su ausencia o su pérdida lo ponelodo negro.

4. Elem ento positivo en la m am á nei i .i.  Tristeza en «mamá, mamá, mamá» =

memoria.5. Zonas de calma en la en trev ista:

mutua.6. Mamá negra, aho ra en térm inos de

sueño: ensueño.

7. M emoria volcada a la experienciaoral erótica con cualidad orgásmica.

8. M uerte de la a m a d a   mamá negra(muerte violenta). Hay cólera contra lamamá perdida: con incorporación coléri-

ca alternativa.

9. El regalo p ar a el Dr. W innico tt —sinenvolver—, significa abierto, claro, evi-

dente (bebé).

CARTA DE LOS PADRES,

ESCRITA POR LA MADRE

«Gabrielle quería que le escribiera para

 pedirle que la viese. No me dio, comoera costumbre, ninguna razón para ello,

 pero parece considerarlo urgente. Hizo su pedido la noche de mi cum pleaños; dabala impresión de sentirse muy dolida porque no fuese su aniversario, si bien hizolo posible por que todo resultase bien;

se me acercó varias veces para pegarmecon fingida seriedad y no pudo dormir

‘por mi cumpleaños’.

»La veíamos muy bien desde su última

entrevista con usted; daba la impresiónde hallarse muchísimo más fuerte y de-finida que antes.

5. — PSICOANALISIS

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«La única cosa negativa que creo poder

informar es su succión del pulgar, y laforma en que llama la atención sobre símisma en compañía de adultos gritandogalimatías y mostrándose en general ex-citada; con otros niños es tímida.

»Con su hermanita es paciente v com- prensiva en una m edida que a veces mehace avergonzar.

«Siento que no tengo nada importante

que comunicarle esta vez; su propia vidaes muy privada, y vivida en su interior.

«(Mientras ésta se escribía, Gabrielle hadecidido enviarle dos dibujos, que inclui-mos. En el sobre había puesto: ‘amor alSr. W inn ico tt’.)

CARTA DE LA MADRE

«Gabrielle no se encuentra en absolutoen el mismo punto en que se hallaba.Parece mucho más entera, si bien a vecesda la impresión de estar dominada poruna grave determinación.

«Tenía mucha urgencia por verle. ‘¿Có-mo se hace para llevarle bebés al Dr. Win-nicott? Q uiero llevar a Su san.’ Nos pre-guntamos en qué medida Susan ha pasado

a formar parte de Gabrielle. Está siemprehablando de ella, sobre todo acerca de sudescaro y su desobediencia, aun cuandola gente le pregunta por ella misma.

«Si estuviese en plan de preocuparmeexcesivamente por ella, repararía en sufrecuente y melancólica succión del pul-gar, y sus estallidos de caprichosa destruc -tividad. A diferencia de su hermana, nun-

ca se muestra destructiva de modo for-tuito; es cuidadosa hasta lo meticulosocon sus cosas, arreglándolas y limpiándo-las con frecuencia. La destructividad pare

La succión 

del pulgar  se vincula 

con la 

experiencia 

orgásmica  

con el objeto

Poseída po r  

la agresión 

dividida, no integrada

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. dom inarla de oslen-

'¿¡?£?¿S £ ' « - * *“ * " • ser,a’

mente mucho mas a

»<>lía.»

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DECIMA CONSULTA

( Marzo 23, 1965 )

Gabrielle (ahora de tres años y seis me•i's) llegó acompañada por su padre, y

la hice esperar un poco. Dijo varias vei es: «Vuelve a tu s muñecas». Se pusoa trabajar como de costumbre, ambos senlados en el suelo, parloteando constanlemente. Hubo algo especial: «El libro

de Susan en el tren. Mi libro favorito. Natalie Susan, un bonito nombre . Es ita-liano. Yo soy Deborah Gabrielle.»

Le divertía articu lar esos nom bres.1 Es-taba en medio de los juguetes; cogió unoy dijo: «¿Qué demonios es esto? Cosas detodas clases que yo no tengo...» Se pusoa reunir vagones: «Tantos juguetes. Dios,qué cantidad de juguetes» (yo no había

agregado ningún juguete desde la prime-ra visita, excepto la copa de Optrex, comoya indiqué).

Hablaba para sí misma y muy satisfe-cha. Prosiguió: «¿Qué demonios...?» Sehabía hecho con otro tren y estaba reu-niendo los vagones.

1. Cf. la activid ad oral orgástica en torn o del ob jeto en la sesiónanterior.

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Hice un comentario referido a que nos

estaba reuniendo, a ella misma y a mí.

Gabrielle:  En el tren... zumo de manza-na... lo pasamos muy bien en el tren to-dos juntos. Había un largo, largo tren.

Este es largo [hizo un movimiento conel brazo para indicar la longitud].

Yo:  La gran distancia tiene que ver conel tiempo entre esta visita y la anterior,

y Gabrielle se está tomando un largotierripo para descubrir si yo estoy vivo.

Esto pareció darle pie.

Gabrielle:   ¿Cuándo será tu cumpleaños?Quiero hacerte algunos regalos.

En el planteo me descubría a mí mismosumado a la idea de unir la vida con la

muerte.

Yo:  ¿Y el día de mi muerte?Gabrielle:   Veremos qué podem os hacer

 por ti. Mamá escribió una ca rta a Fran-cia; lleva tres horas, casi un día, llegarallí.

Yo:  Si yo estuviera muerto, tardaría bas-

tante más.Gabrielle:  No la podrías abrir porque es-

tarías muerto. Es terrible.

Entonces agregó algo acerca de sercomo un disparo, un trozo de cuerda.Se deja caer la cosa y el polvo se levantade golpe; es muy peligroso; sólo viven silos muerde una serpiente. Seguía de algún

modo con el tema de la muerte (no regis-trado fielmente).

Gabrielle:  Es terrible. Las serpientes sonhorribles. Pero sólo si se les hace daño.

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Entonces muerden. Una vez mamá fueal zoo y un papagayo que había allí

dijo: «Hola, cariño» [lo contó imitando bastante bien al papagayo].

Yo:  Quieres decir que había otras cosasen el zoo, como serpientes.

(•iibrielle:  Dije a mi papá: «¿Son veneno-sas?» Estaba a punto de poner la mano, pero papá me apartó de un em pujón(aquí, algo sobre una niñita]. Se podíadecir que era feliz por su rostro.

Ya:  ¿Eres una niñita feliz?

Gabrielle dijo algo referido a Susan.

( ¡abr idle:   Quiero de stru ir si co nstruyoalgo. Pero ella no quiere hacer lo mis-mo. Tenía biberones con pezón de goma.Empecé a alimentarla, pero se alejabay no me permitía hacerlo. Es un  baba  

 pequeño lindo.

Yo:  A veces la golpeas.( ¡abr idle:   No, a veces estoy en paz con

ella.Yo:  Esa es una de las razones por las

que te gusta venir aquí; alejarte de ella.( ¡ a br id le :   Sí. No puedo quedarme mucho,

 porq ue pronto tendré que tom ar mi al-muerzo; ¿así que podré venir otro día?

En esto mostraba la habitual ansiedad

 por vivir una vida separada de la de Su-san, y tenerme para ella sola, lo cual leresulta muy importante. Prosiguió: «Sien-to que hayamos llegado un poco tempra-no, porque no podía quedarme más encasa, porque estaba deseando ir dondeSr. Winnicott. Susan quería con toda sualma y donde Sr. Winnicott. Dice: ‘¡No! No! ¡No!’; en vez de decir ‘sí’, dice ‘no’y se despierta por las noches. Despierta a

todos los bebés. Es horrible. A mí no me

Enfrenta-

miento  

con el 

concepto de 

objeto de 

venganza 

relacionado 

con el 

sadismo oral y la

ambivalencia

Ansiedad 

relacionada 

con la alegría 

representada  

 por y mis  

 ju guetes, libertad  

de Susan

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despierta. Yo ni siquiera oigo. Apenas sila oigo. ¿Dice? ‘Mamma mammma nar

ciosso papppa papppa narciosso mammamammma mapalfiler hueso pollo.’»

Gabrielle colocaba las casas, como las palabras, en una fila, con una to rre enun extremo. Creí que era un tren. Comen-tó: «A los perros no se les permite comerhuesos pequeños porque tienen una es- pecie de asti llas en su inte rio r.» Pasaba la Hacia la

mano por debajo de las ruedas del tren masturbación1de un modo en que se tenía impresiónde que estaba haciendo la demostraciónde algo que se hacía a sí misma. Dijo:«Duele mucho. ¿Tienes perro?»

Yo:  No.Gabrielle:  La abu elita tiene; se llama

Bunny.

H a dispuesto los juguetes de modo que  

queden dispersos y ninguno en la misma  línea qu e cua lqu iera de los o tro s?   Se lohice no tar; respond ió: «Sí», y algo más:«Golpea de nuevo.» Me tocó la rodilla, pero se apartó de un salto, dic iendo:«Debo salir a ver a papá. Volveré. Quierotraer mi muñeca.» Era una muñeca enor-me llamada Francés. La iba a buscar paraque le estrechara la mano. Me acariciabael zapato. La ansiedad se había manifesta-

do junto con los contactos afectuosos. Laseparación de cada objeto de los demásera una defensa en ese respecto. El con-tacto conmigo era central, y varias clasesde culpas parecían vincularse con ello

 —culpa porque Susan no estuviese allí,culpa también debida a la destrucción

Separación de objetos entre  

sí, con su  

opuesto:  

choques contra

2. Véase la ca rta de la m adre q ue sigue inm ediatam ente a laSegunda Consulta.

3. Cf. jug ue tes disp are s en su lado de la línea, al esta ble cer su propia id entidad; véase Sép ti m a Consulta.

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,1,1  objeto que había sido hallado—, de.... do que tras la separación de los ob-laos entre sí podía suponerse un estadoInterior caótico hecho de partes de obje-

to» destrozados.

i,abridle:   Una noche tuve un mal sueño.Pue sobre... Cerré los ojos. Vi un her-moso caballo. Se llamaba Stallion. Temaoro en las orejas y en la crin. Es tanhermoso. Oro, lindo oro brillante [puso

la mano entre las piernas]. El hermo-so caballo venía y pisoteaba el trigo[explicó que el trigo era una especie de

cerea l]. . ,Y<>:  Estás describiendo una imagen de

 papá sobre m am áhaciendo nuevos be-

 bés, algo que tiene que ver con el

amor.Gabrielle:  Sí. ,Yo:  Tal vez donde m am á tiene pelo l alu-

diendo a la crin].

Entonces dijo algo acerca de ir a lahabitación de papá y mama para impedirmíe el caballo pisoteara el trigo, colocán-

dose en tre ellos. Agregó: «A veces se me perm ite detenerm e para cenar» brindán-

dome así un marco de realidad para elsueño en el cual evitaba el comercio se-

xual; también un marco del cual Susanestaba excluida, Susan como complica-ción que no podía autorizar por entero.

Gabrielle:   Nos gusta incorporarnos en lacama pero por la m añana estamos can-sados por ello [recogiendo una pequeñafigura] Este hom bre no puede sentar-

se. Papá [cf. Stallion] es hermoso.

Gabrielle ya había dispuesto los jugue-tes de un modo diferente, con todos los

Relato de 

un sueño

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árboles y figuras de pie y una sensacióngeneral de vida en el arreglo.

Gabrielle:   Papá es hermoso. Hay un cua-dro en una de las paredes de casa dedos personas que pasean y otra queestá allí parada.

Comparé esto con el sueño donde algo pisotea a algo.

Yo:  Vienes a hab larme del sem ental El (stal l ion)  que pisotea el trigo.

Gabrielle reacomodó los juguetes demodo de formar una larga hilera curva decasas y otra larga fila que parecía condu-cir directamente a la curva. Dijo algoacerca de Susan, que lo destruiría todo,valiéndose así de su hermana para proyec-tar sus propias ideas destructivas no de-seadas.

Gabrielle:  Susan ab re los bolsos de lasseñoras y saca de ellos los polvos y loshuele y molesta a mamá cuando seestá vistiendo. Es terrible.

Yo:  Eso hace que tengas ganas de pe-garle.

Gabrielle:   Mamá tiene una herm osa es-

tatua.

Entonces puso en pie al perro (cordero), pero tam bién cogió el otro gran anim alsuave (fauno) y comenzó a estrujarlos yvaciar el serrín de sus vientres, continuan-do así las actividades destructivas de lasesión anterior. Metió el dedo muy pausa-damente, quitando el relleno, que cayó al

 piso. Su ansiedad se m anifestó en su pues-ta en contacto con el padre, a quien salióa pedirle que no dijese «basta».

trabajo de 

la sesión

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Yo:  Hoy has venido sin ser llamada.

Parecía satisfecha, como si algo se hu- biese arregla do, y regresó a los ju guete s,acomodándolos, poniendo en pie los ani-

males y todo sobre la alfombra. Surgióalgo entonces respecto de un secreto, ym i s   manos pasaron a encontrarse entresus piernas.

(»abriel le:  Querido Sr. Porter. Estaba le-yendo Ev erybo dy’s   y me llevaron hastaCrewe. Lo tendré en el tren. Me lleva-ré al Sr. Crewe.

Estaba reordenando los juguetes y re- petía: «Leyendo Everybody’s  me llevaronhasta Crewe».4

(¡abrielle:   No me esperes. Vete a Alabama con un banjo sobre mi rodilla. Her-mosa música.

Puede reconocer las diferentes tonadas.Cantaba con aire alegre y despreocupado,introduciendo sus propias variaciones.

Gabrielle:  ¿Querrías pasarme algunas co-sas? Él está haciendo su brrrrrh [queriendo decir heces].

y quitó todo el serrín, todo lo que pudo,del vientre del fauno.

Gabrielle:  ¡Míralo!Yo:  Ha hecho mucho brrrrrh sobre la al-

fombra y en el cesto.

4. "Oh, Sr. Po rter, ¿qué ha ré? E staba leyendo Everybody's  y mellevaron ha sta Crew e” (un a canción pub licitaria de ante s de laPrimera Guerra Mundial).

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Gabrielle:  Lo siento. ¿Te molesta?Yo:  No.

Gabrielle:  Huele.Yo:  Estás sacand o a la luz sus secretos.

Aún lg queda algo de brrrrrh.Gabrielle   [al cabo de un rato]: ¿Es hora

de irse? Piggle hace un olor horrible.Yo:  Hacer olor es confiar secretos [colo-

có un poco de brrrrrh sobre el tractor yen los vagones y por todas partes]. Unacosa dorada [uniendo esto con la ima-

gen],

Gabrielle cogió todos los juguetes y losreunió, aglutinándolos.

Yo:  Ahora todos e stán en con tacto con, todos y nada está solo.

Esto señala 

el final del 

trayecto desde la fantasía 

intestinal 

hasta la idea 

de los adultos 

y su capacidad 

de dar  

nacimiento 

a bebés reales; 

es decir, acep-tación de lo 

que está 

dentro, entre  

el comer y la 

defecación

Dijo algo acerca del perro (fauno) va-cío:

Contraste con 

la disparidad

Gabrielle:   Sé bueno con él. Dale su lechey su comida.

Yo:  Deberás irte pronto.Gabrielle:  Deberé irme aho ra [y apre tó

el serrín en el vagón]. Me llevaré untren. Ahora tendremos que irnos. Te de-

 jarem os con todo el desorden.

También dejó su enorme muñeca Fran-cés, pero regresó a buscarla y me encon-tró aún (adrede) sentado en el suelo enmedio del considerable revoltijo que había

 producid o. No se llevó realm ente ningúntren.

COMENTARIOS

1. Fácil res tab lecim ien to de la relaciónexpresamente comunicado en el juego.

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2. Mi cum pleaño s. Inte rpre tació n: díailr la muerte.

3. Sep aratidad (jug uetes dispares), yi hoques y golpes en el contacto .

4. Culpa po r los impulso s destru ctivo shacia el objeto bueno.5. Lo mism o en términos de hom bre

v m ujer en la exp eriencia sexual.6. Iden tificación con el hom bre, sa-

dismo hacia el vientre y los pechos (con-tinente).

7. Olores y confusión sec retos; oro y belleza.

8. M aterias inte riore s liberad as de lasdobles obligaciones; es decir, de repre-sentar (engañosamente) su realidad psí-quica interior, ahora comunicable en for-ma de sueño.

CARTA DE LA MADRE

«Gabrielle quisiera volver a verle; me

 pre guntó hace un tiem po si usted podríarecibirla y traté en lo posible de dar lar-

gas al asunto.»De algún modo parece estar bien en

sí misma; ha comenzado a asistir a un parv ula rio duran te dos horas y mediacada día, y le encanta. Juega  ju n to a,  másque con,  niños y eso la satisface. No obs-tante, tiene muchas ansiedades, y perci-

 bim os que frecuente m ente encuentra di-ficultad en emplearse a sí misma por en-tero, que hay una parte de su persona cla-

vada y congelada.»Le describiré el día en que con más ur-

gencia pidió verle, por si acaso arroja al-guna luz sobre el problema.

»La noche anterior, pidió succionar mis pechos. Lo había reclam ado varia s vecesantes y yo lo había ido aplazando; pero

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esta vez le permití hacerlo. Succionó con

graji alegría, en todas las formas y postu-ras, con ocasionales ansiedades de mor-derme.

»En la noche siguiente tuvo un muy malsueño, que la llevó a abandonar la habita-

ción, y la hallamos sollozando bajo unamanta a la mañana. Me preguntó si las

 b ru jas tenían pechos. Dijo que era ta ntraviesa que crecería dentro de un grupode bandidos y que Susan sería el jefe.

»Por la tarde me preguntó si yo tenía

un gran wee  (cosita). Afirmó que ella creíaque sí. Le respondí que era una mujercomo ella iba a ser. ‘Supongo que usascam isas y blu sa s’ (con aire de dud a). Le

 pregunté de donde im agin aba ella queha bía sacado mi g ran wee. ‘El p ap á.’ ‘¿Y

el pa pá? ’ ‘De sus alum no s.’ ... ‘¿P od ríaver al Dr. W innic ott?’ ... Más tarde : ‘¿Es

Doctor    Winnicott? ¿Hace sentir mejor ala ge nte?’ ... ‘¿No te hace se n tir m ejo r

a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No mehace sentir mejor.’

«Cuando salimos de viaje, hace poco,durmió en una habitación próxima a lanuestra, con una puerta intermedia. Leresultó muy excitante, y trajo buen núme-

ro de dificultades.»

CARTA DE LA MADRE

«Gracias por la cita para Gabrielle. Ha partido hacia Londre s para verle varia s

veces últimamente, y sólo a duras penasse la pudo convencer de que no era posi-

 ble ir cuando se le ocurriese.»Exteriormente, parece e star bien en va-

rios sentidos, pero se encuentra a menudodeprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo

tris te .’ Cuando la presionam os, dijo que

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no

causa de la neg ra' P et°

¡::,S»So b l e n e - t - ünuas r  

- " » *   f “ S a S n e a acerca de l o s

ii iones ylu-bés’.»

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esta vez le permití hacerlo. Succionó con 

gran alegría, en todas las formas y posturas, con ocasionales ansiedades de mor

derme.»En la noche siguiente tuvo un muy mal 

sueño, que la llevó a abandonar la habitación, y la hallamos sollozando bajo una 

manta a la mañana. Me preguntó si las 

brujas tenían pechos. Dijo que era tan 

traviesa que crecería dentro de un grupo 

de bandidos y que Susan sería el jefe,»Por la tarde me preguntó si yo tenía 

un gran w e e  (cosita). Afirmó que ella creía 

que sí. Le respondí que era una mujer 

como ella iba a ser. ‘Supongo que usas 

camisas y blusas’ (con aire de duda). Le 

pregunté de donde imaginaba ella que 

había sacado mi gran w e e .   ‘El papá.’ ‘¿Y 

el papá?’ ‘De sus alumnos.’ ... ‘¿Podría 

ver al Dr. Winnicott?’ ... Más tarde: ‘¿Es 

 D o c to r   Winnicott? ¿Hace sentir mejor a 

la gente?’ ... ‘¿No te hace sentir mejor a ti?’ ... ‘No, sólo me escucha. No me 

hace sentir mejor.’»Cuando salimos de viaje, hace poco, 

durmió en una habitación próxima a la 

nuestra, con una puerta intermedia. Le 

resultó muy excitante, y trajo buen número de dificultades.»

C A R T A D E L A M A D R E  

«Gracias por la cita para Gabrieile. Ha 

partido hacia Londres para verle varias 

veces últimamente, y sólo a duras penas 

se la pudo convencer de que no era posible ir cuando se le ocurriese.

»Exteriormente, parece estar bien en va

rios sentidos, pero se encuentra a menudo 

deprimida. ‘No, no estoy cansada; sólo 

triste.’ Cuando la presionamos, dijo que

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ora a causa de la mamá negra, pero no

pudimos ^ te”®r “oha^continuas conver-«Desde hace poco hay los

saciones y especulaciones acerca

‘bebés’.»

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UNDECIMA CONSULTA

(J u n io 16, 19 65 )

Gabrielle (ahora de tres años y nuevemeses) es traída por su padre. Entra, en 

un estado que podría calificarse de gozo 

tímido. Inmediatamente fue hacia los juguetes del modo acostumbrado; habló en 

una voz gangosa, comenzando con: «La 

otra noche desperté y tuve un sueño sobre un tren. Llamaba a Susan próxima 

puerta. Susan parece entender. Ha pasado 

su cumpleaños y ahora tiene dos años.» 

Siguió jugando con los trenes y dijo: «Ahora necesitamos una locomotora porque los trenes no marchan sin locomotora. Susan entiende mejor» (dando a entender «mejor que D.W.W.»).

C om parar con  

t im ide z  

inicial

G ab riel le:   No puede hablar.Y o :   ¿Sería mejor que yo no hablara?G ab rie l l e :   Si escuchas, será mejor [esta

ba en el proceso de reunir las partes del tren].

Y o :   ¿Hablaré o escucharé?G ab rie l l e :   ¡Escucha! A veces Susan y yo 

estamos quietas como ratones. Esta locomotora no cabrá dentro de esto... [Uno de los ganchos no entrará en el

 E n tra d a

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agujero.] Lo estoy haciendo demasiado largo. Vimos unos trenes que no te

nían estas cosas detrás.

La mano de Gabrielíe acarició la locomotora, que ha colocado en el final del tren que estaba armando. Hacía un montón de ruidos al respirar, debido quizás 

a las adenoides y la necesidad de inspirar 

por la boca.Quería que la ayudara con su gancho, y 

me las arreglé para agrandar el agujero 

con mis tijeras de bolsillo. Mientras le 

daba la espalda, dijo: «Dr. Winnicott, tienes puesta una chaqueta azul y el cabello azul.» Eché una mirada y vi que estaba contemplando el mundo a través de 

la copa de Optrex, que tan altamente significativa había resultado en su anterior 

visita (en realidad, había dos). Volvió a 

sus juegos con el tren, apartando los tro

zos qué no se podían sujetar por sus defectos. Susurraba: «locomotora»; «mira lo 

que hay dentro»; «sí, ¡es divertido!»... había puesto la otra copa de Optrex sobre 

uno de los furgones. Para entonces tenía 

cuatro trenes organizados; se cubrió nuevamente los ojos con las copas y cantó: «Dos pequeños cubos contra la pared./  Dos pequeños cubos colgados de una pa

red.» Tenía muy poca conciencia de sí, y terminó la canción en un graznido: «Diez 

gatitos fueron...»Reunió trozos de tren de modo de for

mar uno completo, susurrando y hablando 

para sí, juntando palabras y, a veces, canciones infantiles.

G a b r i e l í e :   Sally dio la vuelta al tubo de 

la chimenea un sábado por la tarde. 

Mira ahora este largo tren.Y o :   ¿Qué me estás diciendo acerca de

 Im p lic a c ió n 

de la  

t rans f e renc ia  

d e s u s  

s e n t i m i e n t o s  

hacia la copa  

de Opt rex  

a to d a m i  

 p ersona . 

 Id e n tific a c ió n 

con e l 

anal is ta.

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ese largo tren? [pensando en mi papel de mero escucha].

G a b r i e l í e :  Es largo [lo dijo varias veces] 

como una serpiente.Y o :   ¿Es como la gran cosa de papá? 

G a b r i e l í e :   No, una serpiente. Las serpientes son venenosas si muerden. Si no succionas la sangre, el hombre muere. Pudieron morderme. Sí, si me muevo. Si no m é1muevo, no me morderán. Entonces, debo tener cuidado [pausa]. Es un 

tren muy' largo [buscando más vago

nes]. Locomotora echa humo-humo humolocomotora-locomotora-locomoto  

ra [gestos] echa humo.

Gabrielíe ataca «Sally puso la tetera», alterando la última línea de la letra con 

algo alusivo a su situación: «Susan la ha 

quitado».

G a b r i e l í e :   Susan no puede decir: «Fuimos»; así que dice: «Pap fuim». Es 

idiota.Y o :   Erais dos antes, y ahora sois cuatro. G a b r i e l í e :   No; tres y tres cuartos. Yo soy 

muy grande. No soy del todo cuatro. Y o :   ¿Quieres ser cuatro?G a b r i e l í e :   Sí. jAhá!

Cogió el objeto circular roto y jugó con 

él, cantando.

G a b r i e l í e :  Pastelillos, pastelillos, panadero. Hágame una torta cuanto antes.

Y o :   ¿Por qué tanta prisa?G a b r i e l í e :  Es que tiene que estar lista 

antes de la noche, cuando todo el mundo esté en la cama. Amásela, golpéela 

y hágala. Póngala en el horno para 

Susan y para mí [lo repitió, reempla

c e a q u í u n 

anuncio de la 

fellatio  y el 

s a d i s m o o r a l 

( v é a s e a b a j o ) 

e n f o r m a d e 

 p ro yecció n

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zando siempre «mamá», que figura en 

v la letra original, por «Susan»].Y o :   ¿Tal vez los pastelillos sean los pe

chos de mamá?G á b r i e l le :   Sí [dicho con poca convicción...

 

quizás debiera haber empleado el término «yams»]. ¿Saldrá bien? [estaba 

tratando de asegurar algo a la cola del tren]. No entrará.

Entonces Gábrielle empezó a contar 

desde uno, olvidando algún número, has

ta llegar a «once». Hubo un clímax en el 

ocho, que tenía que ver con la longitud 

del tren: «¿Qué será si agrego otro? ¿Nueve? No, será cuatro» (parecía una teoría). Luego se dirigió a un punto situado detrás 

mío para coger el animal suave (fauno) cuyos interiores había vaciado casi por 

completo en la entrevista anterior. Lo 

llevó hasta el otro lado del montón de 

 juguetes y sistemáticamente extrajo una buena cantidad de relleno, ensuciando 

considerablemente. Lo verbalizó en alguna 

medida, hablando de recoger relleno de 

los interiores del perrito y hacer un lío en 

el suelo.

G á b r i e l le :   Esto va a ser algo más. Voy 

a abrir el edredón. Él ha de hacer algo 

más. Huele maravillosamente. Un maravilloso olor a perfume. ¿Por qué el interior huele tan bien? Bien, ya ves, esto 

es de una parva [juntando serrín en 

una de las copas de baño de ojos]. Hoy es el cumpleaños del niño de la 

casa de junto a la nuestra.

Habló de un niño llamado Bemard, de 

otro llamado Gregory, y así de seguido. Para entonces había un gran revoltijo de 

serrín (o heno seco, o lo que fuese).

C o m o si 

l levara  

la cuenta 

d e l n ú m e r o  

de ses iones  

habidas

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G á b r i e l le :   Ahora sí que hay un buen lío. ¿Puedes verme [con una copa en el ojo]?

Algo golpeó contra el suelo.

G á b r i e l le :   Caí al suelo e hice temblar la 

habitación. Para despertar a los trenes 

para que volvieran a ponerse en marcha. Fuimos en un tren. Londres está 

tan lejos...Y o :   Lo que me estás diciendo con el tren 

es que sus trozos componen a Piggte, 

tres y tres cuartos; y es también la larga cosa de papá.

Ya era un tren muy largo (había unido vagones y furgones). Manipulándolo, lo hizo retroceder un trecho y dijo: «Nuestro tren fue hacia atrás» (es decir, los 

trenes en que ella y su padre vinieron. Había puesto el tren en una amplia curva).

 

«Esta locomotora necesita cuerda.»Lo arreglamos de modo que pudiese 

arrastrar el tren. Habló de bloquearlo hizo 

bromas sobre la palabra s n a p p e r   (de 

s n a p  = romper, quebrar, hacer saltar), debido tal vez a que yo había empleado ti

 jeras para extraer un trozo de la maraña 

de cuerdas. Gábrielle dijo: «Un gran wee; 

cortado de un tijeretazo; no» (aquí, zona 

oscura). Esto tenía que ver con un sueño 

de trenes. Le pedí que me dijera más al 

respecto.

G á b r i e l l e :   Arrastrar un gran tren; oh, se 

suelta, hace lá prueba y choca contra 

algo, oh, cariño. Ahora comienza todo 

otra vez.

Reunió todos los trozos del tren lenta

mente y, así, lo desordenó de un golpe,

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apartándolo de su lugar y acercándolo 

a mí. En el sueño todo vuelve a comenzar.

G a b ri e lle ;   Un día una bruja, una bruja del mar, una bruja mujer, no un brujo 

[en inglés, juego de palabras]; bebé- 

confusión-horrible. No puedo encontrar 

el pequeño agujero por el que tiene que 

pasar. Las mujeres tienen dos agujeros, 

uno para w e e   y el otro para los bebés 

[puso un tren sobre un carro de caballos, como si se burlase]. El wee-wee de

 

papá en el agujero de una muchacha; ¡Mira cómo sale! [refiriéndose a la chi

menea del tren].

Entonces Gabrielle me habló de niños 

que ponían-piedras en las vías del ferrocarril. Un hombre se golpeó horriblemente. Los niños eran traviesos. Les gustaba

 

hacer eso. ¿Estaban enfadados con el w e e -  

w e e   de papá?

G a b ri e ll e :  Sí. Fue los hombres que trataban de trabajar en las vías, no el conductor de la máquina.

Manipulaba el volante del tractor, diciendo: «Voy a sentarme en el asiento del 

tractor» (y lo hizo, aunque el asiento' del 

tractor no midiese más de diez centímetros): «Conduzco» (el tractor estaba deba

 jo suyo, cerca de su «agujero de muchacha». Dirigió el tractor rectamente hacia

 

D.W.W. «No me puedo levantar. Levantaré esto.» Hizo una suerte de juego muy

 

veloz, poniendo primero el tractor a la 

altura de mi pene y subiéndolo luego rá

pidamente hasta los pechos (yo sabía que 

la reciente visión de los pechos de su madre había suscitado en ella una gran reac-

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ción). Jugaba con las palabras permanentemente.

G ab rie l le : T ip p le , top p le , p i t t e r p a t te r    (li- 

■ teralmente: bebida, volcar, golpeteo), gotas de lluvia, oigo el trueno, oigo el trueno. P i t t e r p a t te r   (golpeteo) gotas de 

lluvia. Aquí Hay un hombre con gafas 

[yo tenía las gafas puestas, como el hombrecito de juguete]. Va a guiar el tractor. Parece divertido.

Di jé que- se estaba riendo de mí al con

siderarme un hombre con w ee -w ee   en lugar de pechos. Volvió la figura de hombre 

y presionó con el dedo el lugar en que 

debía hallarse el pene, con el hombre completamente en su poder, diciendo: «Dibu

 ja sobre la bombilla».1 Dibujé el rostro 

de un hombre, como en la ocasión anterior... dijo algo que incluía «un gran w e e -  

w ee ,  como un pecho».

Control de un 

hombre; defensa contra 

la ansiedad 

re-división 

sádica 

de la función  

sexual 

masculina

G ab rie l le:   ¿Qué es esto? ¿Qué es esto?Y o :   Estás enfadada con el w ee -w ee   del 

hombre; no debería tenerlo.G ab rie l le :   El hombre es un gran ladrón;  E n v id ia

es horrible. de

Le dije que estaba hablando del hombre 

que usaba su wee de un modo horrible 

para hacer bebés (recordando el vaciado 

del perrito).Entonces inició con gran lentitud un 

nuevo juego, disponiendo una larga hilera 

de casas y otra en ángulo, de modo de 

formar un patio (era la hora, pero aún no 

estaba preparada para marcharse).Y o :   ¿Qué es lo que he estado escuchan

do hoy?

1. Véase Décima consulta.

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G a b r i e l t e :  Uno de los vecinos dice: «Dime y te diré».

Lo repitió varias veces porque le diver

tía. Ignoró mi anuncio de que debía marcharse, porque no había finalizado. Buscó lentamente los animales pequeños, y, cuando los hubo encontrado, los colocó en el centro del patio.

Hice entonces mi interpretación de con junto, y pareció ser lo que ella esperaba. T ra b a jo to ta l

de la ses ión

Y o :   El hombre es un ladrón. Roba los pechos a la madre. Luego usa los pechos robados como una cosa larga (como el tren), un w e e - w e e ,   que pone dentro del agujero para bebés de la muchacha, y siembra allí bebés [animales en el juego], No 'lfe hace sentir tan mal el haber robado.2

Ahora sí estaba dispuesta a marcharse, y fue a buscar a papá,

G a b r i e l t e :   Mejor nos vamos, porque nuestro tren debe de estar esperándonos para partir, y es mejor que nos demos prisa.

Y no se dejó desanimar cuando su pa

dre intentó explicar que no corría prisa porque de todos modos habrían de esperar. Piggle se veía muy feliz al partir con su padre y no necesitó saludarme con la mano con más intensidad que de costumbre.

2. Véase el trabajo de Melanie Klein sobre reparación y poten-cia viril.

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C O M E N T A R I O S  

1. D.W.W. escucha. Incluye control de 

D.W.W.2. Control de la función sexual masculina diferenciada = temor al pene, que

 

incluye:3. Envidia de pene francamente ex

puesta.4. Interpretación del hombre y su fun

ción sexual masculina que incluye la fantasía sexual: es decir, fin de la función

 

diferenciada.

5. Inclusión de la reparación del hombre respecto de la culpa por su agresión 

(véanse sesiones anteriores y su propia 

posición depresiva).

C A R T A D E LA M A D R E  

«Gabrielle ha pedido volver a verle. Se 

ha sumido de repente en la tristeza y el aburrimiento, tras un período notable

mente bueno.»Una de las cosas que estimo un tanto 

preocupante es la fiereza con que se golpea a sí misma, cuando le hago algún comentario, por ejemplo, acerca de hacer

 

ruido y despertar a su hermana. Es extraordinariamente «buena» hasta que 

inesperadamente se pone traviesa a cualquier costo. Su hermana es muy difícil de 

resistir, con su llanto lleno de cólera y 

alicaído reproche; Gabrielle se queda 

quieta, con las manos en los oídos, cuando se mantiene firme, y a menudo cede.

 

Sigue sumamente bien, y comparte cualquier botín, como chocolate o bizcochos, con bastante espontaneidad.

»Otra cosa que quiero referirle; sus 

ideas acerca de ser una niña. Me pre

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guntó dónde estaba el agujero por el cual entraban los bebés, y luego si yo tam

bién deseaba ser un chico; desea enormemente ser varón, pero no ha elaborado el porqué. En la escuela, dice, no le gustan ‘los chicos’. No sé hasta qué punto es esto relevante; perdimos la llave del cuarto de baño, de modo que cuando su padre se baña, Gabrielle y Susan entran y alborotan un poco.»

C A R T A M I A A L O S P A D R E S  

 J u l io 12, 1965

«Debo pedirles que digan a Gabrielle que no la puedo ver en estos momentos. Todo tendrá que esperar hasta setiembre.3

»E1 rumbo que siguen las cosas no me lleva a desesperar en absoluto. Los niños 

deben trabajar sobre sus problemas en casa, y no me extrañaría que Gabrielle fuese capaz de dar por sí sola con la salida de la fase presente. Naturalmente, ella piensa en venir a verme porque así  lo ha hecho en muchas otras ocasiones, e indudablemente volveré a recibirla, pero no ahora.»

: í 

C A R T A D E L A M A D R E  

 J u l io 13, 1965

«Yo me limité a transmitirle el pedido de Gabrielle, sin darle mi propia opinión acerca de si necesita verle. Encuentro casi imposible hacerlo, dado lo muy implicada que me siento.

3. El verano de 1965 fue una época excepcionalmente agotadorae incluyó un período de enfermedad.

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»Gabrielle ha estado deprimida y llorosa, pero estoy convencida de que es capaz 

de superar ésta y otras cosas, en términos de corto plazo. Si habrá a largo plazo los 

suficientes elementos en ella de los que 

pueda hacer un uso creativo, es lo que 

realmente importa; y no me considero en 

situación de asegurarlo. A veces me parece, un tanto falsa, no completamente ella 

misma, como si no se pusiera por entero 

en la que hace y dice. Pero qui2ás este 

no sea el momento indicado para hablar 

de preocupaciones de tal alcance.«El mensaje de Gabrielle es absoluta

mente fiel a sus instrucciones.»

 N O T A D E G A B R I E L L E (D ic ta d a )

«Querido Sr. Winnicott, Querido Sr. Wínnícott, Querido Sr. Winnicott, espe

ro que sigas bien (no puedo escribir).»

C A R T A D E L A M A D R E   

( D o s m e s e s m á s ta r d e )

«Gabrielle parece hallarse bastante bien 

adaptada actualmente, aunque no sé sobre 

qué bases. Se ha convertido en una niña 

muy organizada y controlada, con muchas consideraciones prudentes realizadas an

tes de comprometerse en cualquier curso de acción.

»Le gusta su parvulario —concurre dos 

horas y media por día— y anhela un amigo, pero encuentra muy difícil hacer amigos y por lo general juega sola, si bien 

creativamente. Da la impresión de haberse volcado a la compañía de su her

mana, y se ha acercado mucho a ella.

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»Ha adoptado un enfoque mucho más 

benevolente respecto de su madre.

»Como siempre, me asombra su penetra

ción psicológica de la gente (incluyéndome a mí) y de las situaciones, y su capacidad para formular las precisiones del

 

caso.

»Cuando se menciona su nombre, su 

rostro se endurece y cambia de tema. 

Esta fue su respuesta también ahora, 

cuando le dije que había llamado usted 

para preguntar por ella (si bien no suelo 

mencionar nuestras conversaciones telefónicas). Al poco rato me dijo que pensaba

 

que Wattie —nuestra vieja y muy querida 

criada— se había marchado porque ella 

había dejado de gustarle. Tambiéri dijo 

que los' niños de la escuela no la querían.»Pasó un período muy tormentoso a 

fines de julio y comienzos de agosto; se la 

veía muy deprimida y pasaba en vela la 

mitad de la noche. Al principio no podía 

creer que fuese imposible ir a verle. Tuvo 

un sueño recurrente en el cual su padre 

y su madre eran cortados en pequeños 

trozos, hirviendo en algún recipiente; toda 

vez que cerraba los ojos, la imagen retornaba, de modo que trataba de permanecer despierta.

»La siguiente conversación, que se repitió durante un tiempo, la registré el 7 de

 

agosto: ‘El sueño ha vuelto, el de los 

trozos cortados.' ‘¿No puedes hacer un 

esfuerzo para reunidos, para repararlos?’ £No, no puedo. Son demasiado pequeños,

 

astillas; y me hago daño con el agua hir- viente. Son tan pequeños como esas cositas que hacen daño en la boca. Debo ir

 

donde Sr. Winnicott.  D r .  Winnicott. ¿En

ferma a la gente sana? No creo que quiera a nadie como me quiere a mí. Tiene

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un montón de cosas delicadas. No podría 

llevar a Susan, las rompería.’»A1 día siguiente dijo algo acerca de 

habérselas ingeniado para reunir los trozos; pero siempre había alguien que separaba. No conozco el destino último de su 

fantasía; parece haber remitido.»Unos días más tarde anunció: ‘Temo 

no haber sido una niña tan linda como 

soy ahora. Soy una hermosa niña aseada; limpio las cosas.’ Había estado poniendo orden eñ las cosas con gran dedicación 

(lo cual en cierto sentido es una bendición 

en una familia tan desaseada). Percibo que 

estoy en la imagen sólo en el nivel más 

superficial.»

C A R T A D E L A M A D R E  

( T r e s se m a n a s m á s t a r d e )

«Gabrielle ha pedido varias veces verle. No tengo idea de con qué grado de urgencia.

»Previamente, me había pedido que le 

dijese que estaba enfadada con usted y no 

le solicitase entrevista. Cuando le sugerí  que se lo hiciese saber por sí misma o 

dictase una carta, respondió que era demasiado tímida.

»Ha venido mostrándose muy destructi

va últimamente; busca con urgencia cosas ‘traviesas’ que hacer, y lo anuncia con 

orgullo. Esto toma la forma, por lo general, de rotura o corte de cosas, o de revoltijos. Es algo nuevo en el conjunto. Está  

mucho menos ansiosa respecto de las cosas; quiero decir, mucho menos en apariencia. También pasa mucho tiempo succionándose el pulgar y revolviéndose el 

cabello, de modo que ha de hallarse en 

dificultades.»

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DUQDEGIMA CONSULTA

{Octubre 8 , 1965)

Yo estaba en la puerta cuando el padre y la niña (ahora de cuatro años y un mes)  llegaron en un taxi. El padre se dirigió a la sala de espera, y yo dije: «Hola, Ga- brielle». Me clavó los ojos y luego pasó a la habitación en que los juguetes se hallaban amontonados bajo el estante, como 

de costumbre. Llevaba un bolso de piel más bien pesado al hombro, pendiente de una correa. Habiéndome observado a satisfacción, se sentó en el suelo y dijo: «Vamos a mirar los juguetes». Entonces cogió el cordero.

G a b r i e l l e :   Tenemos uno así en casa. Lamento haber llegado tan tarde, pero el tren se detenía y se detenía y se detenía y luego la parte de atrás se incendió, pero afortunadamente nadie se lastimó [¡lenguaje muy adulto!]. Y entonces el tren se detuvo durante un largo rato. Se supone que los trenes van rápido y no se detienen, pero el tren se detuvo.

Según iba diciendo, unía las partes de

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un tren; luego jugó y habló para sí en 

un susurro... hizo una especie de montón 

de trenes cortos entre los que se contaban 

un caballo con carreta y un tractor. Le 

confundía un tanto que algunos vagones 

no tuviesen eslabones de enlace, y yo lo 

oía reflejado en su susurro... «No puedo 

 juntar...» De todos modos, los unía o los 

dejaba.Esta vez yo estaba sentado en la silla, 

no en el suelo (por primera vez), tomando 

notas como de costumbre. Fue asombroso 

el modo en que, como solía, se confió de 

inmediato a mí y a la situación. Era como 

una ilustración de «la capacidad de estar 

solo en presencia de alguien», sentada en 

el suelo, jugando, mascullando, y obviamente consciente de mí.

Advertí que por azar me había tocado 

la pierna con el cuerpo al agacharse para 

coger los nuevos juguetes. No fue en absoluto exagerado, y no se retiró cuando 

ocurrió. Es así con su padre. A veces se 

sentaba casi sobre mí pie hablando para 

sí en voz bien audible y haciendo ruidos 

de trenes. Pasado un cuarto de hora, dijo: 

«¡Fiuuu!» Eso significaba que hacía bastante calor. Accidentalmente, puso la cabeza contra mi rodilla, con considerable

 

naturalidad, sin exagerar. Yo seguía callado. El bolso aún pendía de su hombro.

 

Tenía una mano sobre su bolso al apoyarse.

Dispuso cuatro grandes casas en un cuadrado y colocó otra en el medio. Comprendí que eso representaba algo importante 

y tenía que ver con su capacidad de ser 

un recipiente; lo asocié con el hecho de 

que ahora llevase un bolso. Fue en uno de 

esos momentos que se deshizo del bolso 

y se quitó el c a r d i g a n ,  sin dejar en ningún caso de frotarse contra mi rodilla

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mientras yo permanecía sentado. Dijo que 

hada calor, lo cual era cierto. Estaba jugando con los restos del s i n g i n g - t o p .  Hubo 

un primer signo de ligera ansiedad, si bien la ansiedad no se manifestó real

mente en el curso de toda la hora. Se evidenció en sus miradas a mis notas. Esos 

restos de s i n g i n g ~ t o p   es uno de varios 

entre el revoltijo de juguetes que habían 

Jugado un papel importante en el pasado. Sacó las cosas de otra cesta, cada trozo 

por separado, hablando para sí, moviendo 

los labios, pero sin pronunciar nada audible, salvo algunas palabras como «jugue

tes». Luego se volvió y sonrió, y percibí  

que estaba ocurriendo algo especial. De 

hecho, había dado con la pequeña bombilla eléctrica que había desempeñado un 

rol trascendental en sesiones anteriores.

G á b r i e l l e :   Ponle una falda.

Rodeé la bombilla con un trozo de papel, y se convirtió en una señora, y ella 

la colocó en la librería, frente a nosotros.

Y o :   ¿Es mamá?G á b r i e l l e :   No.

Es característico en esta niña que las 

palabras «sí» y «no» tengan su significado exacto en las sesiones.

Y o :   ¿Es aquello que Gábrielle quiere llegar a ser?

G á b r i e l l e :   Sí.

El contacto conmigo •se hizo un poco 

más estrecho, y percibí cierta ansiedad en 

lo que ocuría. Vi que frotaba un cochecito con e l  dedo. Comprendí que se refe

6 . — PSICOANALISIS

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ría a la masturbación, y permanecí en silencio.

G a b r i e l í e :   Este coche es un coche tonto. 

Va por aquí y por allí cuando no se lo 

espera.

Y le dio vueltas y vueltas en sus manos. Entonces cogió una pequeña figura que 

empleó como hembra.

G a b r i e l í e :   Esta señora está siempre acos

tada. Se acuesta una y otra y otra vez. Y o :   ¿Es mamá?

G a b r i e l í e :   Sí.

Intenté obtener mayor información, sin 

éxito. Siguió jugando y luego dijo: «¿Ahora que tenemos aquí?» Hablaba para sí: «Por favor puedo tener este... y este... y 

este?» Y entonces dijo a algunos animales: «Poneros de pie.» Trajo la palabra 

«negro» a colación, con referencia a uno 

de los animales. «Negro es nada. ¿Qué es?»Yo estaba muy interesado en el uso por 

Gabrielíe de la idea de «negro», y aquí surgía una nueva versión del tema.

Y o :   ¿Es negro lo que no ves?G a b r i e l í e :  No puedo verte porque eres 

negro.

Y o :   ¿Quieres decir que cuando no estoy 

soy negro y no puedes verme? ¿Y entonces pides venir y verme y me miras 

bien y yo soy claro o cualquier otra cosa 

distinta del negro?G a b r i e l í e :  Cuando me voy y te miro te 

pones negro, ¿no, Dr. Winnicott?Yo; Así que pasado un tiempo tienes que 

verme para ponerme blanco de nuevo.

Pareció ocuparse de la idea y siguió ju

 A q u í el n egro 

e s e n p a r t e 

u n a d e f e n sa ; 

no se t ra ta de 

n o v e r m e 

c u á n d o e s to y 

a u se n t e e n v e z  

d e r e c o rd a rm e 

en m i a u se n c ia

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gando con gran lentitud. Trataba de mantener en pie una pequeña figura sobre un

 

furgón, una tarea imposible, y al hacerlo golpeó su cabeza contra mi rodilla. No lo

gré comprender en toda su amplitud lo 

que sucedía.

Y o :   Si pasa mucho tiempo, empiezas a 

preocuparte por esa cosa negra que me 

pone negro, y no sabes qué es la cosa 

negra.

Aquí, yo me refería a la mamá negra y 

a los objetos negros de sus estados ansiosos.

G a b r i e l í e :   Sí [en un tono bastante convincente].

Y o :   Así cuando vienes me echas una buena mirada y me vuelves a poner blanco.

 

G a b r i e l í e :   Sí.

Ahora pasó al asunto de su bolso, que 

se encontraba en el suelo, junto a ella.

G a b r i e l í e :   Tengo una llave en mi bolso. Aquí está. Espero que esté [y eso era 

exactamente lo que sentía]. Abre tu 

puerta. La cierro para ti si quieres salir. Tú no tienes una llave aquí, ¿no?

Le llevó un largo rato abrir el broche del bolso, murmurando: «No puedo; pue

do». Siguió, exagerando los movimientos 

necesarios. Cuando finalizó su lucha con 

el bolso, soltó un suspiro indicando que 

le había dado mucho trabajo (trabajo 

contra el conflicto).Volvió a los juguetes, contemplando una 

cestita. Yo seguía sin decir nada, salvo lo 

que informé. Cogió el perro (cordero) y 

le apretó el vientre. Ello me recordó lo

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que había hecho las dos o tres veces an- l  tenores, y que había culminado en el 

gran desorden de la última sesión. Había 

hurgado con el dedo en el vientre del otro animal y vaciado su contenido en el 

suelo. Ella, por supuesto, recordó lo mismo y dijo: «Sr. Winnicott, ¿dónde está

 

ese perro?» Señalé un gran paquete que, de hecho, contenía al perro vacío, y ella

 

agregó: «¡Oh!»Volvió a juguetear con el coche, pasán

doselo por la boca y la nariz. Cogió un lá

piz que resultó ser rojo, golpeó con é l su propio vientre y luego lo empleó para 

colorear la falda de la mujer-lámpara, a 

la cual puso un sombrero (la copa de Op- 

trex). Golpeaba una y otra vez la cabeza 

de bombilla con el lápiz, tratando tal vez 

de colorearía, y luego le quitó la falda, 

tras haber dicho que la representaba a 

ella como mujer adulta, y comenzó a 

rascar la parte de abajo con el lápiz. Al cabo, volvió a colocar la falda. Ahora era

 

de color rojo. Entonces puso una pequeña 

figura contra una gran casa.

Y o :   ¿Qué es eso?G a b r i e l í e :  Está entrando a toda velocidad

 

a la iglesia [entonces dijo lo que había 

tenido in mente todo el tiempoj. ¿Qué 

sucedió con el perro que está en la bol

sa? ¿Dentro de qué se encuentra?Y o :   Echa una mirada si quieres. G a b r i e l í e :  Muy bien.

Investigó con suma cautela, tomándose 

muchísimo tiempo, y ni siquiera al final deshizo el envoltorio. Por último lo arrugó y lo devolvió a su lugar bajo el estante diciendo: «Su nariz ha desaparecido; 

a perdido su nariz; un perro en un saco.»

 A n tic ip o d é

l a p u b e r t a d  ■

164

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Y o:   La última vez le quitaste todo lo 

que tenía dentro y lo desparramaste por 

el piso.G ab riel íe:   Sí.

Empecé a jugar con interpretaciones: «Es un pecho si soy una mamá, o un 

W ee- w ee   si soy papá.» Dijo con tono definitivo: «No, es una cosa w ee -w ee   (el «no» 

significaba no un pecho).

Y o :   Querías sacar un bebé de la con

fusión.G ab r i e l í e :  Sí.Y o :   Pero no sabes muy bien cómo. G ab r ie l íe :  No.

Ahora jugaba con un tren, y.comenzó a 

mostrar cierta ansiedad, aunque no de 

modo muy llamativo.

G ab riel íe:   Ahora vamos rápido en el tren. 

Dejamos a Susan en casa, Susan debe de estar muy enfadada porque nos fui

mos tan lejos.yo: Entonces empezó a asustarte un poco 

la idea de tener a papá todo para ti sola  

en el tren, especialmente al pensar en 

lo que querías hacerle, porque tú quieres hacerle a papá lo mismo que me 

muestras al quitar el relleno al perro. El quererme te lleva a querer comerme el w ee -w ee   [esto había aparecido antes en

 

el temor a la mordedura de la serpiente, véase más arriba].

Dijo a uno de los vagones que manipulaba: «¡No te prendas a mi falda!» Y comenzó a ponerse el c a r d i g a n ,  operación 

que le llevó un tiempo considerable.

Y o :   Realmente te asustó un poco pensar 

en comerte el interior del w ee -w ee .

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G a b r i e l l e :  Sí. ¡Caray! [con lo cual quería 

decir: «No hace calor, y qué cansada 

estoy»].Y o :   ¿Quieres ayuda?G a b r i e l l e :  No.

Entonces hice varias interpretaciones.

Y o :   Te asustó un poco pensar en Winni- cott negro, que estaba allí, pero era invisible, o realmente no estaba allí y tú te

 

encontrabas enfadada con él porque no 

estaba allí.Te asustaba también la idea del hocico 

que faltaba al perro porque debía de 

estar mordiendo mi w e e - w e e .  Estabas 

enfadada conmigo por no estar siempre a tu disposición.Te asusta pensar que si me quieres

 

arrancas el relleno de mi w e e - w e e . 

G a b r i e l l e :   Sí.Y o :   Si es el pecho de la madre, sacas lo

 

que lleva dentro para engordar y crecer, pero cuando se trata de un w e e - w e e ,  lo 

que verdaderamente deseas es tener 

dentro algo con que hacer bebés. G a b r i e l l e :   ¡Oh, sí!Y o :   La llave en tu bolso es como tener 

un lugar en que almacenar todo lo que 

sacas de mí, un wee-wee que es tuyo, 

para guardarlo, algo que podría convertirse en un bebé.

Durante todo ese tiempo la operación 

del c a r d i g a n   siguió su curso. Habían pasado tres cuartos de hora, y dijo algo 

acerca de que ahora todo había terminado. Tenía el c a r d i g a n   puesto. Estaba cansada. Se puso de pie, sin quitar la mano 

del bolso. Lo abrió y sacó la llave y hurgó 

con ella en la cerradura.

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Y o :   Si fueras un hombre, meterías tu 

w ee -w ee   en el agujero que la falda cubre.

G ab rie l te:   ¿Sabes que voy a beber un 

poco de zumo de manzanas en el tren? 

Papá dijo que debíamos acordarnos de 

reservar un poco para Susan.Y o :   Te asusta un poco tenerme realmen

te todo para ti sola. Cuando me tienes 

a mí o a papá a solas tienes el w ee -w ee  

entrando y haciendo bebés, y así no tienes que ir hasta él y quitar lo que lleva 

dentro, así no lo sientes tan horrible, 

pero entonces sientes que Susan se pondrá celosa porque es muy bueno.

Gabrielle volvió a los juguetes. En todo 

ese tiempo no manifestó ansiedad, salvo 

aquella que el observador podía postular 

sobre la base de la conducta y los datos 

verbales. Jugó con dos, luego tres, luego 

cuatro objetos.Interpreté que me estaba demostrando

 

que podía juntar dos personas, y podía 

meterse entre papá y mamá para unirlos 

o separarlos, y así ser tres. Pero incluir a 

Susan excedía sus posibilidades... un cuarto no cabía. Eso parecía correcto.

G ab rie l le:   Sr. Winnicott, voy al servicio. Volveré en un minuto.

Y salió, dejando su bolso en el suelo, 

 junto a los juguetes, con absoluta confianza. Cerró cuidadosamente la puerta

 

(que, en sus visitas anteriores, era difícil de cerrar; había sido reparada, y dio

 

muestras de haber advertido el cambio). 

Regresó a los tres minutos, volvió a cerrar 

la puerta con la mayor solicitud, y se puso 

a jugar nuevamente.

 A n sied a d  

 R eg res ió n  

de fens iva  

hacia tas 

ideas

16 / 

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G a b r i e l l e   [revolviendo dentro del bolso]: Puse; ¿dónde lo puse? [varias veces].

 

Era de esperar que la llave estuviese 

aquí, pero no está. Oh, aquí está [entre 

los juguetes].

Entonces cogió la llave y la probó en 

mi puerta (el pestillo cubre el agujero 

de la cerradura, y no se puede mover a 

causa de la pintura reseca. Intenté ayudarla, pero- fracasé).

Y o :   Podrías probar desde el otro lado 

[afuera].G a b r i e l l e :  Pero me quedaré encerrada 

afuera [esbozo de broma]. Y quería 

estar dentro. Entonces, cuando traté de 

ir lo abriría desde fuera... [lo cual implica: esta idea no funciona]. No sería 

capaz de entrar para permitirme salir. 

Sólo podría salir si me encierro dentro. Y pronto...

Y o :   Pronto será la hora de irse... G a b r i e l l e :   Sí. Si cierro lo de fuera, te en

cierro dentro.Y o :  Y me tienes como la llave en el bolso.

 

[Apenas si necesitaba decirse.] Ya es hora.

Estaba casi preparada para marcharse, 

de modo que recogió su bolso, con la 

llave bien segura en su interior, en el compartimiento adecuado. Pero dejó caer una

 

tarjeta postal del bolso. Le hablé de ello 

y me la mostró: «Unos conejitos cruzando 

un río; a veces lo hacemos cuando salimos a pasear.» Salió y cerró la puerta con

 

su llave mágica, diciendo «adiós, adiós», 

cosa que repitió desde el otro lado de la puerta ya cerrada, tras haberse reunido 

con su padre, y cuando salió con él.

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C O M E N T A R I O S  

Yo en la silla, por primera vez.

1. El tema del recipiente con objeto 

internalizado = D. W. W. sujeto y preservado.

2. Ella misma como niña con faldas.3. Actividad onanística critorial feme

nina.4. Idea de la mujer siempre acostada 

(preparatoria para el tema de la menstruación).

5. El negro como negación de ausencia (mirada como negativa al no ver), cubriendo el recuerdo del objeto ausente.

6.0 El cierre de su bolso. Llave en la 

puerta. Rojo en las faldas (menstruación). Idea del erotismo genital femenino-vulvar, vaginal.

7. Atención re-ataque sádico sobre el vientre del fauno (o perro).

8. Bebés surgidos de los hombres. In

madurez para ser tolerada.9. Tema de la cuarta persona; no hay 

lugar para su hermana (Susan).

C A R T A D E L A M A D R E  

«He querido agradecerle el envío de la 

copia mecanografiada de su última sesión 

con Gabrielle. Es muy generoso de su par

te, y anhelaba hacerle saber cuánto nos satisfizo leerla.

»Creo que mi esposo le dijo por teléfono que se encontraba mucho más serena 

desde su última entrevista con usted: menos succión del pulgar, muy pocos arranques de destructividad y una actitud mucho más tolerante para con sus propias 

manías.

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»$e me ocurrió los otros días que siempre le escribimos acerca de lo que va mal

 

en Gabrielle, no de lo que va bien y se 

encuentra en su lugar; pero es lo que en 

cada caso parece más urgente.»Me gustaría que supiera —aunque us

ted ya debe de saberlo— cuánto me ha 

ayudado el escribirle; de algún modo, el dar forma a mis perplejidades y temores,

 

con la conciencia de que van a ser recibidos con gran comprensión; y la sensa

ción de hallarme relacionada con usted. Estoy segura de que todo ello me fue de 

utilidad para enfrentar nuestras ansiedades para con Gabrielle y reencontrar nuestra relación correcta con ella. Mis ansiedades eran muy intensas por la época de 

su nacimiento... No sé si le he dicho que 

tengo un hermano, del cual estoy seriamente distanciada, que nació cuando yo 

tenía casi exactamente la misma edad de 

Gabrielle al nacer Susan.»

C A R T A D E LA M A D R E  

«Su carta llegó cuando me disponía a 

escribirle. Gabrielle da la impresión de 

encontrarse muy bien últimamente; algo 

de esa desolada succión del pulgar; juega 

con entusiasmo, y da con sus propios 

 juegos.»Hace dos o tres días se quejó de malos 

sueños: ‘Dr. Winnicott no ayuda’, Y luego: ‘¿Cómo hicieron los hombres para 

volver a instalar la antena de televisión 

cuando se vino abajo?’»AI día siguiente, durante el almuerzo: 

‘Cuanto más voy donde el Dr, Winnicott, peores sueños tengo’. Yo, con cierta so

lemnidad; ‘Quizá quieran decirte algo y tú no quieras escucharlos’. ‘No quiero.’

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A Susan: ‘Enviaremos un cuchillo al Dr. Winnicott para que corte sus sueños’. A 

mí: ‘¿Por qué  D o c to r  Winnicott? (Esto lo 

había preguntado varias veces.) ‘Porque 

e s   un doctor.’ Entonces jugueteó con la 

palabra ‘docdoc’, con la cual designa Susan el chocolate.

«Tras el almuerzo dictó la carta que ad junto. Más tarde dijo: ‘El Dr. Winnicott encontrará divertido recibir esa carta’. Yo: ‘¿Quiere ser divertida, o muy seria?’ ‘Un poco de cada cosa.’»

C A R T A D E G A B R I E L L E    (Dictada)

«Te enviaremos un cuchillo para que 

cortes tus sueños, y mandaremos nuestros 

dedos para coger las cosas, y te enviaremos unas bolas de nieve para arrojar 

cuando viene la nieve, y te enviaremos 

unos lápices para que dibujes un hombre. Te enviaremos un traje para que te pon

gas al ir al colegio.»Con los mejores deseos para tus flores 

y tus árboles y tu pez en tu pecera.

Cariño de(Firmado) G a b r i e l le . »

(A decir verdad, yo no tengo jardín, pero 

se ve una pequeña galería con flores desde 

la ventana posterior del consultorio.)

C A R T A D E LA M A D R E  

«Desde mi última carta —hace sólo tres 

o cuatro días—, Gabrielle ha estado muy 

triste, echada en el suelo succionándose 

el pulgar, lloriqueando a la menor provocación, e incapaz de dormir por las no*

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ches. Ha pedido verle con urgencik. Me 

ha preguntado varias veces por la carta 

que le escribió, diciendo que ha olvidado lo que ha puesto en ella.

»A1 día siguiente de haberla enviado, estaba tendida en el suelo, con el pulgar 

en la boca. ‘¿Cansada?’ ‘No, triste.’ '?’ ‘Por el Dr. Winnicott, por el wee del Dr. Winnicott. Quiero ver al Dr. Winnicott mañana. Esta vez quiero decirle realmen

te lo que sucede.’ ‘Eres afortunada si lo 

sabes; mucha gente lo ignora.’ ‘No lo sé, 

pero a él siempre puedo decírselo.*»VoIcó ‘accidentalmente’ un cesto de 

manzanas sobre Susan desde lo alto de las 

escaleras y rompió su teléfono. Después 

es muy dura consigo misma, quiere que 

Susan la abofetee y se golpea con gran 

intensidad. La violencia de sus autorrecri- 

minaciones me asusta un poco, si bien no 

aparecen sino de tarde en tarde.»P. S. Releyendo, percibo que he dado 

una imagen demasiado oscura. Lo que he 

descrito es tan sólo lo aparecido muy recientemente, y de modo más bien inesperado, aun cuando siento que se encuentra 

en general bien desde su última entrevista 

con usted.»

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DECIMOTERCERA CONSULTA

( N o v i e m b r e 2 3, 1 96 5)

Hubo una entrada muy especial, caracterizada por la timidez; Gabrielle tenía 

ahora cuatro años y tres meses. Cuando 

penetró en la habitación cerró la puerta 

y se dirigió sin vacilar hacia los juguetes. 

Yo me encontraba nuevamente sentado 

en una silla, y tomaba notas sobre el escritorio.

G a b r i e l l e :  Salid [y retiró tjdos los juguetes, esparciéndolos por el suelo y cogiendo para sí una buena cantidad]. La 

iglesia va aquí, ¿no, Sr. Winnicott? 

[Había disposiciones especiales de las 

casas.] Las casas pequeñas en una fila y las casas grandes en otra.

Hablamos de esos conjuntos como de 

hileras de niños y de adultos.

G a b r i e l l e :  Sí, éstos son los adultos, y éstos 

son los niños [y así de seguido].

Luego repartió los niños entre los adultos.

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G a b r i e l l e :   Sabes, cuando Susan estaba esperando su cena, cayó del cochecito y

 

se partió el labio. Tomaba su cena. El 

labio estaba partido. Se curó. ¿No es 

divertido? Curado.Y o :   ¿Tú te has curado?G a b r i e t t e :  No. Tengo un corte que me ras

co desde hace mucho.

Estaba indicando que era lo opuesto a 

Susan, al mantener sus heridas abiertas. 

Veía que estaba hablando de mí en di

versos roles.

Y o :   Susan no ha venido a verme.

(Yo sabía que muchas veces había pensado en traer a Susan, pero era muy importante para ella no hacerlo y tenerme

 

entero para ella sola.) Siguió jugando y 

dijo: «Ahora mira; esto se desprende del 

tren; puedo arreglarlo yo sola.» Y lo hizo.

Y o :  Sabes arreglar las cosas, de modo que 

ya no me necesitas para eso. Así que 

soy el Sr. Winnicott.G a b r i e l l e :   Unos hombres hacían repara

ciones en el tren. Sabes, no había asiento y tuvimos que quedarnos de pie y

 

anduvimos y anduvimos y encontramos 

un lugar y nos sentamos donde había una maleta; alguien había olvidado su 

maleta allí.

Estaba acomodando dos furgones; a veces los colocaba cabeza con cabeza, a veces cola con cola. Entonces dijo: «Todos

 

los Caballos del Rey no pudieron poner...»

Y o :   No pudieron arreglar a Humpty 

Dumpty.

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G a b r i e l l e :   No, porque era un huevo.Y o :   Sientes que no tienes arreglo.1G a b r i e l l e :   Cada noche Susan quiere un 

huevo, tanto le gustan; a mí no me gus

tan mucho. A Susan le gustan tanto los huevos que no come otra cosa. ¿No es divertido?

Aquí tenía dificultades respecto de reparaciones reales.

G a b r i e l l e :  No tengo dónde asegurar esto.No hay ganchos. ¿Encontraremos al

guno?

Había una especial disposición de los  juguetes, con varias casas, trenes y camiones en líneas paralelas, ordenados pero no con cuidado obsesivo. «El Dr. Winni- cott tiene un montón de juguetes para que yo juegue con ellos», comentó Ga- bríelle; continuó manipulando los trenes, separándolos de la confusión reinante.

G a b r i e l l e : El gancho se ha zafado de aquí;¿no es tonto-tonto? Lo estoy arreglando [y lo hizo, con mucha habilidad].Realmente puede volver a ponerlo.

Y o :   Gabrielle también repara.G a b r i e l l e :  Papá sabe reparar cosas; somos 

inteligentes. Mamá no es nada inteligente. En la escuela, yo misma hice un tractor, e hice uno para Susan también.Al hacerlo me llené de cola de pegar.Era un lindo tractor. Uno para Susan, pero lo olvidé en la escuela. Empezaron las vacaciones y no pude recuperarlo.Sabes, Sr. Winnicott, el tren iba despacio, pero no se detuvo en todo el ca

1. Creo que estaba equivocado; debería haber esperado el proceso posterior.

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mino a Londres [nieve caída hoy]. Luego fue rápido nuevamente.

De pronto, Gabrielle advirtió que, sobre el estante de encima de su cabeza, había un gran tazón.

G a b r i e l l e :   Me gusta ese tazón con un dibujo chino.

Y desarrolló todos los detalles del juego 

de los niños. Debíamos hacerlo girar una y otra vez. Dijo: «Uno de los niños ha caído». Se daba cuenta de todo y le agradaba.

G a b r i e l le   [cantando]: Hace mucho que no te veo, a s i que siento vergüenza al entrar a verte, y no te veré mañana ni mañana ni mañana.

Y o :   ¿Te entristece eso?G a b r i e l l e :  Sí. Me gustaría verte todos los 

días, pero no puedo porque debo ir a la escuela. Se supone que voy a la escuela.

Y o :   Antes venías aquí para que te reparase, y ahora vienes porque te gusta.Cuando viniste a que te reparase, viniste, fueses o no a la escuela. Pero ahora te gusta, de modo que no puedes venir 

con tanta frecuencia. Es triste.G a b r i e l l e :   Cuando vengo a verte soy tu 

visitante. Tú eres mi visitante cuando vienes a Oxford. ¿No es raro? Tal vez quieras venir después de Navidad.

Y o :   ¿Hay algo que reparar hoy?G a b r i e l l e :   No, no rompo nada más. Ahora 

rompo cosas en pedazos. Este tornillo cabe.

Y o :   Sí, lo has arreglado por ti misma, y puedes repararte a ti misma.2

2. Podía haber dicho: "Tienes un Winnicott reparador dentrotuyo que siempre llevas contigo, etc...."

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G a b r i e l l e :  Hoy Susan entró en la casilla 

del perro. Es un nuevo juguete.

Pisaba el elefante, y el elefante chirriaba.Entonces me pidió que la ayudara a 

reparar el tren con el que tenía dificul

tades.

G a b r i e l l e :  Tú eres doctor, un verdadero 

doctor, es por eso que te llaman Dr. 

Winnicott.Y o :   ¿Te gusta ser reparada o te gusta 

venir por mero placer?G a b r i e l l e :   Por placer, porque entonces 

puedo jugar más [lo dijo en un tono 

categórico]. Oigo a alguien que silba 

fuera.

No oí nada y pregunté: «¿O fui yo al 

escribir?»

G a b r i e l l e :

  No, alguien silba [verdad]. No 

alcanzan los ganchos. Cuando vinimos 

era un poco temprano, así que dimos 

una vuelta, porque debo comprar algo 

para Susan y mamá. Quiero a Susan y 

a mamá.Y o :   Aquí estamos Gabrielle y yo. ¿Se en

fada Susan cuando vienes a verme? 

G a b r i e l l e :   Conoces a Susan... le gusta verme bailar. ¿Cuántos años tiene? Dos. En 

el próximo cumpleaños, yo tendré cinco 

y Gabrielle tendrá tres.

Para entonces tenía casi todos los juguetes ordenados en líneas paralelas, y 

un grupo de tres casas colocadas forman

do ángulo.

G a b r i e l l e :

  Dr. Winnicott, voy al servido.

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Cuida los juguetes. No dejes entrar a 

papá.

Cerró cuidadosamente la puerta al salir, y estuvo fuera tres minutos.

G ab r ie l l e :   Aquí, Dr. Winnicott, voy a quedarme un poco más que de costumbre. Puedo jugar más si tengo más tiempo. No necesito precipitarme.

Y o :   A veces te asustas de algo, y entonces quieres irte de improviso. 

G a br ie l l e :  Porque se hace tarde. No puedo desabrochar esto [lo hice por ella]. 

¿Crees que se podrá poner esto allí arriba? [es decir, sobre el estante con el retrato de la niña de siete años]. Esto 

también podría ir allí. No lo bajes, ¿quieres?... déjalo allí.

Y o :   Hasta la próxima vez que vengas. Percibes que esto te da cierta esperanza 

de volver a verme.G a br ie l l e :   Todo el tiempo.

Entonces miró el retrato, colocado en 

su marco oval, y dijo: «Mira, es un 

huevo.»

Y o :   Si no tuviera un lugar en que estar, sería como Humpty Dumpty y se haría 

pedazos; pero aquí tienes un lugar en 

que puedes estar.

Entonces me dio una conferencia sobre 

huevos.

G a b r ie l l e :   Si se rompe un huevo sin hervirlo, cuando está blando, se derrama 

y ensucia todo, pero si uno ló hierve bien y lo abre, se desmenuza.

Y o :   Pongo un huevo alrededor de Gabrielle, y ella se siente bien.

C apac i dad   

d e s e r   

i ndu l ge n t e  

cons igo  

m ism a , 

 p e ro e s to  

tam bié n 

susc i ta  

ans i e dad  

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Cogió todas las casas azules y las dispuso en un círculo, con la roja en el medio, diciendo: «Voy a hacer una fila de

 

casas como esta.» Y puso las casas, una 

junto a la otra, bien cerca, en una hilera cerrada.

G a b r i e l l e :   Si veo algo más, lo pondré en 

la fila.

Reunía figuritas de personas, árboles y 

animales: «Muchas cosas» (hablando sin 

cesar). Las puso en pie sobre la alfombra lo más lejos posible. Yo no alcanzaba 

a oír lo que decía, puesto que hablaba 

para sí, feliz, cómoda, satisfecha, creativa 

e imaginativa. Me daba la espalda y murmuró algo así como: «Lo dejo como está. Sr. Winnicott, ¿puedo llevarme esto, y 

esto, y esto? Lo devolveré. Cogeré dos. 

Dejaré tres o cuatro para ti. Tengo tres.» 

(En realidad, finalmente no tuvo necesidad de llevarse nada, y, aparentemente, 

olvidó todo el asunto.)

G a b r i e l l e :   ¿A quién le corresponde limpiar el lavabo?

La respuesta a ello daba la impresión 

de ser compleja. Tenía que ver con la 

competencia con su hermana en lo tocante a sus privilegios. No tomé por seguro que hubiese verdadera competencia 

en ese terreno específico en su casa, mirándolo desde el jiunto de vista de los 

padres. Hizo ruidos de animales con algunos animales en la mano.

G a b r i e l l e :   Me gusta limpiar el lavabo. Tú 

te quedas aquí [se dirigía a los animales]; no tú, vaca, tú, perro; tú, vaca, no 

te muevas para nada; si lo hacéis... se

réis convertidos en brujas.

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Y o :   ¿Me estás contando un sueño? G a b r i e l l e :   Sí. No me gusta. Es horrible. 

Ser convertido en una persona peque* 

ñita con pies chiquitines. Me volví un 

gigante por la mañana. En otros tiempos no había tiendas.

Y o :   ¿Sí? [alentándola a proseguir]. G a b r i e l l e :   Bueno, no construían tiendas 

y vendían espliego cantando por allí: «¿Quién compra mi espliego?».'., [cantando]. Un penique puedo gastar. Si Susan no deja a nadie subir las esca

leras, tendrán que pagar seis peniques; 

¿no es mucho?... Yo sólo les hago pagar 

un penique, poco, ¿no?

Intentaba precisar qué quería dar a entender; temar que ver con la importancia 

de Susan. Entonces miró por la ventana.

G a b r i e l l e :  Alguien tiene una galería con 

flores; es agradable; no puedo subir allí. Me pregunto cómo riegan las flores. Abren la ventana con una barra de 

hierro y echan el agua desde la chimenea. Mojan todas las flores, y todo 

queda mojado. Con una cuchara desde 

la chimenea dejan caer el agua, y luego 

lo vuelven a hacer. [Al cabo de un 

rato]: ¿Ese cobertizo es tuyo? ¡Oh! No 

puedes llegar hasta él, ¿no? ¿Son de 

plástico esas flores?Y o :   No, son reales,G a b r i e l l e :  Me gusta el plástico. Son de 

plástico [dicho en broma].Y o :   ¿Te gustan más los niños y los ani

males de verdad o los de plástico? [Es

cogió los de verdad.]G a b r i e l l e :   ¿Qué es esa cosa de madera? 

[Había descubierto una regla cilindrica 

de madera, dejada allí por otro niño, y

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que se hallaba entre los libros.] ¿Puedo 

sacarla?Y o :   Si quieres...G a b r i e l l e :   ¿Para qué sirve?

Y o :   Es una regla.

Gabrielle usó la regla a modo de rodillo, como si hubiese sido precisamente lo que 

estaba buscando. Primero la empleó para 

aplanar pasta. Luego para otra función, la de cocinar; se lo hice notar. Todo ello 

derivó en un juego que terminó por abarcar toda la habitación.

G a b r i e l l e :   Cuando la mujer viene a reparar cosas, la cocinera pretende irse a 

dormir. Tienes que decirle que despierte y cocine algo más.

Trataba de expresar lo que ocurría con 

los demás roles de Winnicott, cuando Win- 

nicott asumía uno de ellos. El Dr. Winnicott que repara se ha marchado de vacaciones, de modo que allí está el Sr. Winnicott, que cocina. Cuando ella necesita 

reparación, el Dr. Winnicott regresa. Luego se dirigió hacia la estufa de gas,

G a b r i e l l e :   ¿Cómo se enciende el gas?

Me acerqué y le mostré cómo.

Y o :   Ahora, el Winnicott que repara y el 

que cocina se han ido, y queda otro 

Winnicott, el Winnicot que enseña. Y 

luego está el Winnicott que juega.

(En mi fuero interno, en-el planteo, no 

quedaban dudas de que el más valioso de 

los roles era el relacionado con el juego, especialmente en los momentos en que

 

ella se hallaba, como he dicho, «sola en

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mi presencia».) Ella recordaba otro rol, vinculado con el uso del cesto de los papeles, que podría definirse como él de 

un Winhicott que la ayuda a desprenderse 

de aquello con lo que ha terminado (Win- 

nicott Cubo de Basuras).En el curso de esos minutos, Gabrielle 

perfeccionó la organización de un juego 

en el cual hacía rodar la regla hacia adelante y hacia atrás, y se acercaba cada 

vez más, hasta que en un movimiento de 

la regla fue a dar contra mis rodillas. Me 

estaba señalando un quinto sentido en que yo era importante para ella, alguien 

contra quien se golpeaba al moverse y 

que, así, podía serle de utilidad en su 

esfuerzo por distinguir lo que no era ella, de su propia persona. En cierto punto en 

que la regla me golpeó la rodilla, me volví  hacia atrás y entré en el juego con placer 

para darle la satisfacción que necesitaba. 

(Para un niño de esa edad es imposible 

desentrañar el significado de un juego, a 

menos que lo  ju e g u e   y lo d i s f r u t e . Por 

principio, el analista siempre permite que 

se establezca el goce del juego antes de 

emplear su contenido para interpretación.) Aparentemente, Gabrielle había 

completado su lista de modos en que me 

había utilizado. Hubo un período al final en que percibió que se estaba quedando 

un poco más de lo habitual s im p l e jn e n te  

 p o r q u e le g u s ta b a e s ta r c o n m ig o c u a n d o  

n o s e s e n t ía a s u s ta d a , y cuando se veía 

capaz de obtener placer y expresar en forma positiva su relación conmigo como 

persona. A último momento agregó uno 

más a la lista de roles y dijo: «Te dejaré 

acomodar las cosas.» Y así se marchó, 

poniendo gran cuidado en cerrar completamente la puerta. Recogió a su padre en

 

la sala de espera. En esa ocasión, abrí la

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dones con la parte de sí misma que llaipa 

la «niña toro».

»En contacto con extraños especialmente hombres, es tímida, muy afectada, y responde con una especie de falsa femineidad penosa. Los extraños se sienten mucho mejor con su hermana Susan, que 

tiene el pelo rizado, es extrovertida y descarada, que ante las largas miradas inquisitivas de Gabrielle.

»Gabrielle está muy próxima a Susan, 

la trata con gran circunspección, la halaga, media a menudo entre ella y nosotros. Nos conmueve la frecuencia con

 

que quiere hacerse lugar desviando la 

atención de Susan o urdiendo alguna artimaña, más que por ataque directo, a 

pesar de que a veces se ve triste e inútilmente consumida por los celos, y Susan

 

nada puede hacer que sea adecuado. Los 

otros días, en medio de una violenta pelea, 

inesperadamente, besó a Susan y dijo: 

«Pero te quiero». Es muy diferente de 

Susan, que, alternativamente, levanta los 

ojos fervorosamente hacia su hermana, o 

desea terminar inexorablemente con su 

superioridad.»

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DECIMOCUARTA CONSULTA

( M a r z o 2 2, 1 9 66 )

Gabrielle (ahora de cuatro años y seis 

meses) fue traída por su padre. Era evidente que le complacía enormemente encontrarse una vez más ante la puerta de 

entrada. Permanecí en mi lugar y, poco a poco, avanzó cautelosamente detrás de su 

padre y entró a la casa escondida. Se dirigió sin vacilar a la habitación y dijo: «Me quitaré el abrigo.» Lo dejó caer al suelo e inmediatamente fue en busca de 

los juguetes. Hablaba sin cesar mientras 

los acomodaba: «’ste; ’ste; ’quí; oh, esto 

se ha enredado.» Comprendí que tenía la 

nariz muy congestionada. No tardó en empezar a toser, pero, de todos modos, su estado general, físicamente, era bueno.

Ga b r i e l l e :   Aquí. Aquí. ¡Muy bien!

Estaba completamente concentrada en 

el suelo, dándome la espalda, y tomaba 

contacto con otras visitas. Sus palabras 

describieron su actividad. En cierto momento preguntó: «¿Es éste el modo de hacerlo o no?» Exhibía un superego con el

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cual se identificaba sin dificultad. Respondí: «Sí, eso creo, pero puedes hacerlo 

como te plazca.»

Gabrielle siguió hablando acerca de cómo encontraba los juguetes. Como si 

los hubiese dejado en un paquete, aquí  encontró dos en uno y dos en otro paquete. Trataba de establecer una conexión 

entre los vagones de los trenés de diferente tipo. Entonces me dio algo para ajustar, como tantas veces había hecho en el pasado. Mientras yo lo hacía, se dirigió a 

un nuevo juguete de sobre la librería, la 

imagen de un niño pequeño que arrastraba un trineo en el cual iba una niña.

G a b r i e l l e :   ¿Es de las Navidades? Es bonito. ¿Funciona?

Y o :   Sólo funciona si imaginas que funciona.

Volvió por lo que yo había arreglado.

G a b r i e l l e :   Gracias. Voy a sacar todos los 

 juguetes.

Los puso todos en un gran montón en 

el suelo, renovando el contacto con sus 

viejos amigos.

G a b r i e l l e :  Mira, esta cesta tiene manchas 

de fresas, y ésta también.

De modo que allí estaban las dos cestas 

de fresas. Con una sonora exclamación, 

cogió la cesta y la vació de todos los demás juguetes.

G a b r i e l l e :  Debe de estar allí, ¿no?

Apartó el asno y el carro correspondiente, colocándolos sobre la librería.

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Y o :   ¿Cómo diablos fue a parar eso entre 

los demás juguetes?G ab r ie l l e :   Una vez lo cogimos de allí  

arriba.

Para entonces, ya estaba en contacto 

con mi pierna. Cogió el cordero y preguntó: «¿Qué le sucedió al perro?» Le tendí  el envoltorio que contenía los restos del perro.

G ab rie l le:  ¿Por qué está allí dentro? [Miró 

adentro.] Aún no lo has hecho reparar. ¡Eres malo! Verdaderamente, debías haberlo reparado.

Cogió la cosa misteriosa y preguntó: «¿Qué es esto?» Nunca habíamos sabido 

qué era; probablemente fuese parte de un 

s in g in g to p .

G ab rie l le:   ¿Qué es esto? No es bueno.

Le dije que era un camión-tanque. Ella 

se refería a que no tenía ganchos. Estaba 

llegando al final de la renovación de su 

contacto y pidió: «¿No tienes una caracola? Quiero oír el sonido.» Ya estaba sentada sobre mi pie, y yo hablé de ir a sentarse con su padre a la playa. Es como si sintiera una ligazón con lo que la playa 

significase para ella y no podía creer que 

el sonido del mar no llegase hasta allí.Cogió un tren con muchas ruedas y las 

numeró, atribuyéndoles colores. Lo acarició amorosamente y lo besó y se lo pasó 

por los iriuslos y luego por la cabeza, desde detrás hacia adelante. Todo eso se convirtió en un juego, y el juguete se deslizó 

por sobre su rostro y cayó al suelo con 

un ruido que tuvo su clímax. Intentó unirlo a un vagón, sin éxito. Tomó las figuras

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del viejo y el niño y las sentó, diciendo: 

«Tú, siéntate allí. Tú, siéntate allí.» Luego, aún en la recuperación de viejos detalles, 

dijo: «¿Puedes dibujar [sobre la bombilla]? Haz un zigzag de arriba a abajo. En 

realidad es una bombilla.» La dejé caer.

G a b r i e l l e :  Debería dar luz.

Prácticamente había finalizado con los 

 juguetes cuando me preguntó: «¿Vas a 

la iglesia?» Yo no sabía qué responderle.

Y o :   Sí, a veces. ¿Y tú?G a b r i e l l e :   Me gustaría ir, pero a mamá

y a papá no les gusta. No sé por qué. Y o :   ¿Por qué va la gente a la iglesia? 

G a b r i e l l e :   No sé.Y o :   ¿Tiene algo que ver con Dios? 

G a b r i e l l e :   No.

En ese momento tenía una casa y se la 

llevaba a la boca. Trajo algo de la sesión 

anterior: «¿Dónde está eso que rueda?» 

Se refería a la regla cilindrica olvidada 

por algún otro paciente. Di con ella e instituyó un juego que terminó por ser la 

mayor parte de su comunicación. Tenía 

raíces en el pasado, de modo que pudimos 

emplear abreviaturas de toda suerte. Nos 

ponemos de rodilla, muy cerca el uno del 

otro y enfrentados, en la habitación delantera. Hace rodar la regla hacia mí y eso  

me mata. Muero y se esconde. Luego revivo y no logro encontrarla.

Gradualmente, lo fui convirtiendo en 

una especie de interpretación. Para cuando lo hubimos hecho varias veces, y en 

ocasiones había sido yo quien la matara, estaba muy claro que tenía que ver con la 

tristeza. Por ejemplo, si ella me mataba, al recobrarme no podía recordarla. Ello

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se representaba mediante su escondite, pero a la larga yo la hallaba y decía: «Oh, ahora recuerdo lo que había olvidado.» Si bien este juego resultaba muy placentero, la ansiedad y la inquietud estaban presentes, de modo latente. Aquél que se escondiera debía dejar una pierna u otra parte 

de sí a la vista, para que la agonía de no  

ser capaz de recordar a la persona perdida no fuese prolongada o definitiva. Ello 

se vinculaba, entre otras cosas,, con lo  

que ocurría cuando no me veía durante 

un lapso muy prolongado. Poco a poco, el juego fue variando, especializándose en

 

su aspecto de escondite. Por ejemplo, yo 

debía ir de puntillas hasta el otro lado 

del escritorio, donde se hallaba ella, para 

que ambos nos encontrásemos allí. A la 

larga, quedó bastante claro que su juego 

se derivaba de su idea del nacimiento. En 

una u otra ocasión puse de manifiesto 

que una de las razones por las cuales se 

sentía feliz la constituía el tenerme a solas. Respecto de este detalle, cuando salió 

por la puerta delantera, la oí preguntar a 

su padre: «¿Dónde está Susan?»Finalmente, debí repetir una aparición 

súbita desde debajo de las cortinas que 

parecía ser una especie de parto. Entonces, tuve que convertirme en una casa, y 

ella entró cautelosamente en la casa y se 

fue haciendo cada vez más grande, hasta que la casa ya no pudo contenerla y es

talló, expulsándola. Cuando el juego avanzó, le dije: «Te odio», en el momento de 

expulsarla.Encontró muy emocionante ese juego. 

De pronto sintió un dolor entre las piernas y en seguida salió a echarse agua. El clímax lo constituyó la puesta en contacto  

con la necesidad de la madre de expulsar al bebé cuando es demasiado grande. Con

T r a b a j o s o b r e 

l a s d i f eren tes  

reacciones  

ante la  

separación  

 y la  

t e r m i n a c i ó n

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ello se asocia la tristeza por ser mayor, en tamaño y en edad, y el hallar cada vez 

más difícil jugar a encontrarse dentro 

de la madre y nacer.La sesión finalizó con un período en el cual cogió las dos cortinas del centro de 

la habitación y corrió hacia adelante y 

hacia atrás sin soltarlas.

G a b r i e l l e :  ¡Soy el viento! ¡Mira!

No había mucha hostilidad en el juego, 

y me referí a la respiración, lo esencial para estar vivo, y de lo cual no se podía 

disfrutar antes de nacer.En ese punto tuvo ganas de marcharse.

C O M E N T A R IO S 

1. En armonía con el superego.

2. Evidencia de capacidad potencial 

para el goce genital.3. Exploración de las reacciones ante 

las separaciones prolongadas y la preparación para terminar.

4. El tema del nacimiento.

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DECIMOQUINTA CONSULTA

(A g o s to   3, 1966)

Gabrielle (ahora de casi cinco añas) llegó con su padre; lucía muy bien y muy madura. Estaba impaciente y llena de sentido de la anticipación. Hablamos un poco de las vacaciones que acababa de pasar y de mi casa, que, evidentemente, 

estaba en manos de los fontaneros. Se dirigió sin vacilar a los juguetes (mientras el padre entraba a la sala de espera), y antes de que yo me hubiese acomodado  en la silla baja de junto a la mesita sobre la cual tenía papel para tomar notas, dijo: «Lindo perrito», cogiendo el trozo de viejo s in g in g to p .  «Ahora tengo cuatro años... en agosto» (aludiendo al hecho de estar 

a punto de cumplir cinco años). Sucedieron muchas cosas que no pude apuntar, y me valí de una especie de taquigrafía para los detalles de la confusión de juguetes.

G ab rie l le:   Barcos. Mi exhibición de bragas. ¿Dónde está el rodillo?

Le señalé la regla cilindrica que había empleado para su juego especial en la sesión anterior.

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G a b r i e l l e :  Es bonito. Jugaremos al juego...

Me dirigí a la parte principal de la habitación y tomamos posiciones. Fingí no

 

estar seguro de cuál era el juego y ella 

me mostró cómo hacía avanzar y retroceder el rodillo. Golpeó mis rodillas con él, y me mató y caí muerto y siguió un período de escondite y búsqueda. Cuando

 

apunté esto, observó: «Siempre escribes.» 

Y le expliqué que tomaba notas para poder recordar lo sucedido en detalle.

Y o :   Lo recuerdo todo sin notas, pero no 

puedo retener los detalles, y me gusta 

recordarlo todo para poder pensar en 

ello.

Jugamos, haciendo avanzar y retroceder 

el rodillo, con consiguiente escondite y 

búsqueda, a partir del momento en que ella me daba muerte. Luego, yo la mataba 

y me escondía, para que ella me hallase. 

Le dije que me estaba haciendo saber que 

me olvidaba y que yo la olvidaba a ella 

cuando nos separábamos por las vacaciones, pero que en realidad sabíamos que

 

era posible encontrarse.

No tardó en finalizar lo que tenía que 

decirme en su lenguaje de escondite-y-bús- 

queda, y regresó a los juguetes. Hizo algo 

bastante deliberadamente seductor. Cogió la pequeña bombilla eléctrica con el

 

dibujo de una cara y se la llevó a la boca, 

mirándome de un modo significativo; luego se alzó las faldas hasta la altura de las

 

bragas. Era una especie de invitación de 

m u s i c - h a l l.  Junto a ello, aseguró que conocía una forma perversa de recitar El buen

 

Rey Wenceslao, que su madre sabía:

S e p a r a c i ó ns in

d e s e s p e r a c i ó n

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G ab r ie l l e :   El buen Rey Wenceslao miraba la fiesta de San Esteban. 

Una bola de nieve le golpeó el hocicoy se lo quebró; 

Mucho brillaba la luna esa noche, aunque el dolor fuera cruel. 

Entonces vino el doctor, montado enuna muía...

En el curso de este episodio, pleno de cierta excitación difusa, yo había dibujado el perro, cooperando con ella. Comenzó como una copia del rostro de la bombilla.

G ab r ie l l e :   Te mostraré lo que sé dibujar. Me cuesta hacer orejas; tiene el pelo largo, hermoso pelo... mira, me he ido al otro papel, y a la mesa. Es un poco garabato...

Dije que aparentemente, dibujaba para mostrarme un sueño, y el sueño se había derramado en la vigilia. Todo parecía indicar que eso era lo que ella quería, porque me contó un sueño y sonó como si tal vez fuera lo que había venido a decirme.

G ab r ie l l e :   Soñé contigo. Llamaba a la puerta de tu casa. Vi al Dr. Winnicott en la pisciha en su jardín. Así que me zambullí. Papá me veía en la piscina, 

abrazando y besando al Dr. Winnicott, así que él también se zambullía. Luego lo hacía mamá, luego Susan y [aquí, enumeró a los restantes miembros de la familia, incluyendo a los cuatro abuelos]. Había peces y todo. Era agua seca húmeda. Salimos todos y anduvimos por el jardín. Papá se tendía en la playa. Fue un buen sueño.

 R esu m e n d e l 

t r a b a j o d e l  

análisis

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7 ------PSICOANALISIS

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Percibí que ya había puesto todo en la 

transferencia y, a su modo, había reorganizado el conjunto de su vida en términos

 

de experiencia de una relación positiva 

con la figura subjetiva del analista, y el 

interior del mismo.

Y o :   La piscina está aquí, en esta habitación, donde ha ocurrido todo, y donde,

 

imaginariamente, todo puede ocurrir.

Dijo algo acerca de sus manos, húmedas por haber estado nadando.

G a b r i e l l e :   Voy a dibujar lo que pueda sobre la lámpara.

Estaba bastante feliz y serena, y sacó 

todos los juguetes pequeños y las partes de juguetes. Cantaba el tema de «Jun

tos».

G a b r i e l l e :   ¡Qué revoltijo sobre tu piso!

Tuve que reparar un gancho. Hablaba 

mucho mientras ponía en juego todos los 

 juguetes. Luego cogió la figura del padre 

(de unos siete centímetros, muy realista, 

hecha sobre la base de un limpiapipas), 

y comenzó a maltratarla.

G a b r i e l le :  Le tuerzo las piernas [etc.].Y o :   ¡Ay! ¡Ay! [como interpretación de

 

aceptación del rol que se me había asignado].

G a b r i e l l e :   Lo tuerzo más... sí... ahora, el 

brazo.

Y o :   ¡Ay!G a b r i e l le :   ¡Ahora el cuello!Y o :   ¡Ay!G a b r i e l l e :   Ahora ya no queda nada... está

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todo torcido. Voy a torcerte un poco 

más. Grita más.Y o :   ¡Ay! ¡Ay! ¡Ayyyyyy!

Le agradaba mucho.

G ab r ie l le :   Ahora ya no queda nada. Está 

todo torcido y con la pierna salida y se 

le ha salido la cabeza, así que no puedes gritar. Te arrojo lejos. Nadie te 

quiere.Y o :   Así Susan jamás podrá tenerme. G ab r ie l le :   Todo el mundo te odia.

Entonces cogió una figura de niño, similar a la anterior, y repitió la operación.

G ab r ie l le :   Estoy torciendo las piernas del chico [etc.].

En medio de todo ello, dije: «De modo 

que el Winnicott que has inventado era 

todo tuyo y ahora has terminado con él y 

ya nadie podrá tenerlo.»Me pedía que gritara más pero argüí  

que ya no me quedaban gritos.

Y o :   Se ha ido todo.G ab riel le:   Nadie volverá a verte. ¿Eres 

doctor?Y o :   Sí, soy doctor y puedo ser el doctor 

de Susan, pero el Winnicott que tú inventaste ha terminado para siempre. 

G ab r ie l le :   Yo te hice.

Se entretenía con el tren (imitando sus 

ruidos).

G ab r ie l le :   Quiero quitar esto.Y o :   No sale.

Odio por od io 

(véase ses ión anter ior )

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En realidad, ella sabía que el tractor estaba unido al carro de heno y no se los 

podía separar.

G a b r i e l l e :   Oh, cariño, no sale.

Aseguró entonces que todo se veía azul;' había cogido las dos copas de Optrex y 

miraba el mundo a través de ellas. Preguntó cómo hacer para asegurarlas delante de sus ojos. Le daban la sensación de 

estar nadando o debajo del agua. Atornilló los ojos de cada uno a los del otro. 

Yo podía sostener las copas de baño de ojos con mis músculos orbiculares, y, tras 

alguna práctica, ella logró hacer lo mismo 

con una.

G a b r i e l l e :  Me gustaría llevármelas a casa.

Siguió hablando de fragmentos de cerámica hallados junto a una carretera en 

Francia, y me dio una visión infantil de 

la arqueología, el descubrimiento de lo 

que había pertenecido a la vida mucho 

tiempo atrás. Exploró la caja de tizas y 

encontró o redescubrió el Seccotine (un 

adhesivo). Eso era lo que quería, y comenzó su último juego (pero tenía otras 

cosas que decir... ¿recibiría una carta 

suya? Y así...).

Tomó una hoja de papel y puso Seccotine en el centro y luego alrededor, formando un marco cuadrado. Quería saber 

cuántos pacientes más visitaría.

Y o :   Eres la última antes de mis vacaciones.

G a b r i e l l e :   Tendré cinco años, dentro de 

muy poco.

Indicó que deseaba verme para ese tra

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tamiento... Winnicott finalizado mientras 

todavía tuviera cuatro años.

Y o :   A mí también me gustaría terminar 

contigo, para poder ser los otros Win- nicotts y no verme obligado a ser este 

Winnicott especial de tratamiento inventado por ti.

Alcanzaba a ver que lo que estaba haciendo con el Seccotine era una especie

 

de lápida o túmulo del Winnicott que había sido destruido y muerto. A sus instan

cias, cogí un trozo de papel y dibujé una 

Gabrielle en él. Luego retorcí sus brazos 

y piernas y cabeza, y le pregunté si dolía. Rió y dijo: «¡No, hace cosquillas!»

Decoró bastante el entorno del Seccotine, hasta con rojo. Era algo para llevarse a casa. Sería lindo para Susan.

G a b r i e l l e :   Debo poner un poco más de 

azul.

Lo dobló y el Seccotine se terminó, y 

tuve que ayudarla a hacer un agujero para 

poder asegurarle una cuerda. Era una 

cometa.

G a b r i e l l e :   Debo ir a preguntarle a papá 

por las hermosas tejas con el alegre 

niño encima.

Dejándome al cuidado de la cometa, fue 

a buscar dos antiguas tejas (niño alegre) que su padre había traído y que estaban

 

envueltas en papel como si se tratase de 

un regalo, presumiblemente para su madre. Las desenvolví y las admiré.

Siguió explicando al padre.

G a b r i e l l e :   Está terminado. Nadie quiere

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ver a Winnicott. Completamente terminado. Lo destrocé. Hice esto como regalo para Susan. Huele mal, es horrible... he usado todo el Seccotine. Ten

drás que comprar más, no más vendremos.

Agregué algo referente a quitar el tapón 

para indicar el significado fecal de la destrucción de las figuras masculinas y la

 

tablilla mortuoria. Eso le agradó.

G a b r i e l l e :   Tengo las manos todas sucias. 

Juego con esa horrible y maloliente cosa 

de pegar. Cómo se llama... ah, sí, Seccotine, horrible nombre, horrible olor. Nosotros usamos Yoohoo, no huele, sabes...

Veía que había acabado conmigo en todos los planos y en todos los sentidos, 

y lo dije. Dijo: «Sí, terminar contigo.»

Y o :  Así que si vengo a visitarte a tu casa, 

si veo a Susan, habrá un Winnicott diferente... no el que tú inventaste, que 

era enteramente tuyo y con el cual acabas de terminar.

G a b r i e l l e :   Ahora se ha terminado el pegamento... ¿qué haremos? Todo el Win

nicott todo en pedazos, ¿qué hemos de hacer cuando todo se ha ido? Me alegra 

no ver a Winnicott si huele mal y es 

así de pegajoso. Nadie lo quiere. Si vienes a casa, diré: «Viene el hombre pegajoso.» Escaparemos.Eso finalizó.

G a b r i e l l e :  Me gusta pintar cuando voy... 

Este es un buen papel. ¿Es hora de que me marche?

Y o :   Sí, casi.

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G a b r i e l l e :  Debo lavarme... volveré a verte.¡Píntalo de rojo [la cometa]!

La sostuve por la cuerda mientras se 

lavaba. Volvió por ella y salió con su padre, arrastrando y tratando de remon

tar su pesada, húmeda, pegajosa cometa.

C O M E N T A R IO S 

1. Eclosión de la madurez adecuada a 

la edad.

2. Se enfrenta con la separación y sabe 

que la reunión es posible.3. Ejercicio de la seducción femenina.4. Resumen del análisis, habiendo reor

ganizado su vida dentro de una transferencia positiva.

5. Así, el odio se puede sentir y ejercer 

desde que no destruye la buena experiencia interanalítica.

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DECIMOSEXTA CONSULTA

( O c t u b r e 2 8, 1 9 66 )

Gabrielle tenía ahora cinco años y dos 

meses. Esta sesión no fue como las visitas 

previas. De hecho, se asemejó más a la 

visita de un amigo a otro. Tras aguardar  

con su padre por espacio de cinco minu

tos, porque habían llegado temprano, el padre pasó a la sala de espera; pronto  

advirtió los diversos cambios habidos en 

la habitación, y comenzó a hacer lo que, obviamente, deseaba hacer.

La hora que pasamos juntos se dividió 

en tres partes, siendo la primera la más 

importante. Preguntó por el rodillo. Esto 

es, la regla cilindrica. Tuvimos 25 minutos de viejo juego, que se llevó a cabo en  

medio de una gran excitación, pero con una intensidad acorde con el modo de 

 jugar de los cinco años. Hizo rodar el rodillo hacia mí, y cuando golpeó mis rodillas, caí muerto. Cuando estuve muerto, se escondió. Pero ahora conocíamos todos 

los caminos hacia los rincones demasiado 

bien. En el curso del juego, tomó sus posiciones una tras otra: yo debía revivir, empezar a recordar que había alguien a

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quien tenía olvidado, y, poco a poco, buscarla. Al cabo, la hallaría. A veces era ella 

quien moría del mismo modo; entonces 

me buscaba. Siguió hasta estar satisfecha, 

hasta haber tenido lo suficiente. Y pasamos a la fase dos.

Mientras me sentaba en la pequeña silla 

para tomar notas, como en los viejos 

tiempos, se sentó en el suelo dándome la 

espalda... «sola en mi presencia». Hablaba 

a los animales y a los juguetes, y sólo ocasionalmente me aclaraba que esperaba 

que yo escuchara. Al comenzar, cogió el 

cordero y dijo: «¿Dónde está el perro?» Encontré el paquete con los restos del 

perro, y me habló del agujero y lo exploró  

con el dedo. Aseguró que el perro no estaba lo bastante vacío como para no poder 

tenerse en pie, y lo colocó junto al cordero. Luego inició el proceso de sacar los 

 juguetes y vaciar el cubo. Pasó un rato 

tratando de armar un tren, hablando de 

modo inteligible, pero para sí misma. En 

una oportunidad dijo: «¡Mira qué tren 

largo he hecho!» Pero no era largo porque 

no hacía más que recordar cómo era en 

las sesiones anteriores, no jugaba con el propósito de comunicarse.

Y o :   Estás recordando para ti misma loque los juguetes significaban cuandoeras una pequeña Piggle en vez de una

gran Gabrielle.G a b r i e l l e :   Vamos a volver a jugar.

Y volvió a apartar unos pocos juguetes 

de los que había sacado y los ordenó bajo  

el estante de la librería. Hacía esto a la 

vez que tocaba una cesta y otros juguetes 

amorosamente y decía cosas como: «Aquí  estás.» En esto, su cabeza tocó mi rodilla. 

No fue algo premeditado, ni retrocedió

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ante ello. Sólo sucedió. Apartó el perro en su envoltorio y dijo adiós. Y puso el cordero cerca del paquete. Entonces dijo: 

«¡Ahora!» ...significaba que íbamos a entrar en algo diferente.

Nos levantamos, y en un principio pareció que fuésemos a seguir jugando con el rodillo (escondite y búsqueda). Lo que hizo, sin embargo, fue encontrar un libro de dibujos infantiles. Lo observó atentamente y pareció divertida con los pequeños trozos de historia que yo podía con

tarle. Entonces miramos otro libro, que tenía numerosas ilustraciones, pero era demasiado complicado, de modo que cambiamos una vez más y escogimos un volumen de figuras con un cuento. Seguí  la historia con ella mientras ella volvía las páginas. Al final, eligió mirar un libro de animales. Cuando le era posible, decía el nombre del animal, y se sentía feliz y c o n t e n t a .

  Le di la oportunidad de hablarme de cosas; la palabra «negro» apareció en uno de los relatos y le recordé la mamá negra.

Y o :   Te da vergüenza contarme algunas de las cosas que piensas.

Asintió, pero con poco entusiasmo.

Y o :   Yo sé cuándo estás verdaderamente avergonzada, y es cuando quieres decirme que me quieres.

Su gesto de asentimiento fue muy definido.

Ya era hora de marcharse, y estaba bastante dispuesta a ir a buscar a su padre. Era evidente que había disfrutado de la 

visita, y no dio muestra alguna de hallarse molesta, como si hubiese intentado

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algo sin lograrlo. Sonó enteramente natural al decir adiós, y dejó la impresión de

 

una niña verdaderamente fresca y psiquiátricamente normal, de cinco años.

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A algunos lectores pueden interesarle unas pocas 

observaciones sobre la experiencia de los padres en  

este caso, y tal vez deseen poseer datos acerca de la 

niña en la actualidad.Ha sido de gran valor para los padres el que se les  

permitiera participar en un proceso de crecimiento y 

reparación. Ello ha evitado lo que es frecuente observar: el que los padres se sientan abandonados a la  

intemperie, y así alimentan sentimientos de rivalidad 

y competencia con el terapeuta; o tal vez envidia del 

terapeuta o del niño, o de ambos alternativamente. Con 

la finalidad de evitar tan dolorosas impresiones y para 

no caer en la insidiosa obstructividad que de ellas 

suele derivar, los padres deben apartarse, saliendo del 

campo de fuerzas de una relación viva con el niño, limitándose a entregarlo a una autoridad más experimen

tada y sabia.

Si bien el peligro de una intromisión no profesional  debe de asomar en la mente de algunos lectores, ello 

parece haberse evitado mediante el tacto, «sensibili

dad» y larga experiencia del terapeuta, la cual aparece  

avalada por un conocimiento tan grande que se puede

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prescindir de recordarlo permanentemente, para em

plearlo de una forma libre y espontánea, con una segu

ridad de contacto digna de la mayor confianza.

Quizás también se permita a los padres decir una 

palabra en las ulteriores discusiones sobre los pro y ' 

los contra de un tratamiento «a pedidor.

Entonces sentimos que no podíamos acceder a un 

tratamiento fundado en otras bases. Por otra parte, el consenso de percepciones, que se fue haciendo cada

 

vez mayor, en lo. relativo a la necesidad de una nueva 

sesión es notable, y también nos asombró la lectura  

del guión, al comprender cómo la paciente recogía los hilos de la entrevista anterior, como si no hubiese 

transcurrido tiempo entre una y otra, o como si ahora 

estuviese dispuesta a dar el paso siguiente.

Sea como fuere, el hecho de que, en este marco, el 

tratamiento no pudiera llevarse a cabo en el momento 

en que se lo solicitaba (como entre la undécima y la  

duodécima sesiones), podía tener violentas repercu

siones, y, como puede parecer en este caso, poner al 

paciente al borde mismo del desastre interior.

Los lectores querrán saber también cómo se encuentra la paciente en la actualidad, cuáles son los resulta

dos a largo plazo de tal tipo de tratamiento.

Gabrielle no es tímida, es una muchacha espon

tánea, muy integrada a un grupo de compañeros de 

escuela de su misma edad. Parece haber recobrado el 

equilibrio que había perdido antes de comenzar el tra

tamiento. Alrededor de los ocho años tuvo algunas dificultades de aprendizaje (se aburría en la escuela y no  

le fue fácil aprender a leer), pero ahora es muy com

petente en su tarea, y siempre se las arregla para hallar

la interesante. Se muestra más doméstica que varonil 

en sus inclinaciones. De momento, aspira a ser profe

sora de biología. El cultivo de plantas de interior cons

tituye su principal afición. Es su seguridad en lo que 

respecta a los valores, su independencia interior de 

 ju ic io , y también q u i z á s   un modo de ponerse en con

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tacto con la gente en muchas longitudes de onda, lo  

que lleva a preguntarse si no seguirá funcionando el estímulo de alguna experiencia satisfactoria en el sen

tido de ser entendida en un nivel profundo.No hubo casi ningún comentario posterior acerca  

de las sesiones... muy de tanto en tanto, tal vez, alguna  

risita sofocada debida a un recuerdo, o un detalle en  

el juego. La triste noticia de la muerte del Dr. Winni-  

cott nos llegó por medio de un visitante casual, y su 

reacción inmediata quedó velada por la circunstancia  

social. El Dr. Winnicott la había preparado para la 

eventualidad de su muerte de modo muy sensible, y  

ella había mencionado en una o dos ocasiones el asunto  

como algo dispuesto en el lugar correspondiente.El Dr. Winnicott solía tomar notas durante las  

sesiones, y Gabrielle cree que estaba escribiendo su  

autobiografía y que de alguna manera le estaba reservando un pequeño rincón en la misma: «Él acostumbraba escribir y yo acostumbraba jugar.»

Cuando se discutió con ella la publicación de este  

material (que aún no había visto), primero vaciló, pero  luego pensó que podría ser de utilidad para otros 

—como en realidad se espera que sea—. Dio su consentimiento.

1975

8. — PSICOANALISIS

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Colección

PSICOTECA MAYOR

g i l i -o 'd o n n e l l   E l ju e g o

MANNONI, M.

 L a p r im e r a e n t r e v i s ta c o n e l p s ic o a n a l is ta  

MINUCHIN, S.F a m i li a s y t e r a p i a f a m i li a r   

WINNICOTT, D. W.

 R e a l id a d y ju e g o

SMALL, L.

P s i c o t e r a p i a s b r e v e s