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DANZA DE LOS MATACHINES Los danzantes Matachines se colocan siempre en dos filas paralelas; los de la derecha portando en la mano una sonaja de guaje azul y los de la izquierda con sonaja roja. El director del grupo, llamado Monarca o Monaba, se coloca a la cabeza entre las dos filas de danzantes o a los lados del Monaha para imitar sus pasos. Las danzas consisten en una serie no muy variada de pasos cortos y breves, estampando todo el pie en el suelo, sin levantarlo mucho, al tiempo que describen figuras coreográficas muy diversas que son combinadas de manera pre- establecida para cada son y ejecutadas al tiempo que los propios danzantes van sacudiendo su sonaja al ritmo de la danza. También ejecutan la llamada danza de la trenza con una coreografía algo diferente. Los danzantes se dividen también en dos grupos, formando dos círculos que caminan en sentido contrario en torno a un poste del que penden listones de colores. Cada danzante toma el extremo de un listón y al entrecruzarse con los danzantes del grupo opuesto, se va tejiendo una trenza alrededor del poste. Al quedar entrelazados completamente los listones, se inicia un movimiento en sentido contrario para destrenzarlos. Los danzantes de los Matachines se integran a la liturgia de las grandes festividades religiosas del año, fuera de la cuaresma. Durante el sacrificio eucarístico, los Matachines danzan desde el inicio del sanctus hasta después de consumada la consagración de las especies. Simultáneo al son de los Matachines se escucha el canto de Maestros y Cantoras, el redoble del tambor y el timbre de las campanillas que anuncian la elevación de las sagradas formas, creando esta concurrencia sonora un ambiente de turbulencia ensordecedora,

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DANZA DE LOS MATACHINES

Los danzantes Matachines se colocan siempre en dos filas paralelas; los de la derecha portando en la mano una sonaja de guaje azul y los de la izquierda con sonaja roja. El director del grupo, llamado Monarca o Monaba, se coloca a la cabeza entre las dos filas de danzantes o a los lados del Monaha para imitar sus pasos.

Las danzas consisten en una serie no muy variada de pasos cortos y breves, estampando todo el pie en el suelo, sin levantarlo mucho, al tiempo que describen figuras coreográficas muy diversas que son combinadas de manera pre-establecida para cada son y ejecutadas al tiempo que los propios danzantes van sacudiendo su sonaja al ritmo de la danza.

También ejecutan la llamada danza de la trenza con una coreografía algo diferente. Los danzantes se dividen también en dos grupos, formando dos círculos que caminan en sentido contrario en torno a un poste del que penden listones de colores. Cada danzante toma el extremo de un listón y al entrecruzarse con los danzantes del grupo opuesto, se va tejiendo una trenza alrededor del poste. Al quedar entrelazados completamente los listones, se inicia un movimiento en sentido contrario para destrenzarlos.

Los danzantes de los Matachines se integran a la liturgia de las grandes festividades religiosas del año, fuera de la cuaresma. Durante el sacrificio eucarístico, los Matachines danzan desde el inicio del sanctus hasta después de consumada la consagración de las especies. Simultáneo al son de los Matachines se escucha el canto de Maestros y Cantoras, el redoble del tambor y el timbre de las campanillas que anuncian la elevación de las sagradas formas, creando esta concurrencia sonora un ambiente de turbulencia ensordecedora, no ausente de un misticismo arrobador, en el que se palpa un acto supremo de adoración.

En ocasiones como la descrita, los Matachines danzan por espacio de diez a quince minutos. Al terminar la misa, permanecen dentro del templo, ejecutando sones que duran de treinta a cuarenta minutos cada uno, con intervalos cortos de descanso entre uno y otro. Después continúan sus danzas en el atrio, mientras se realizan la de los Coyotes junto a la puerta de entrada de la nave izquierda de la iglesia y al tiempo que las diversas ramadas albergan a Venados y Pascola en plena

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actividad. En fiestas de segunda clase los Matachines pueden negarse a danzar.

Además de tomar parte en las misas y en las procesiones no cuaresmales con que se celebran las fiestas del calendario litúrgico, los Matachines participan también en los cabos de año, en las exequias, en la ceremonia anual de cambios de gobernantes y en cualquier otra actividad de índole religiosa, como por ejemplo, en la bendición de una nueva capilla.

Los lugares asignados tradicionalmente para la ejecución de las danzas de Matachines son, en el interior del templo: detrás de las Cantoras, en la nave central, que es el mismo sitio asignado a los Chapayeca durante la cuaresma; fuera del templo: en el atrio, en las ramadas y en las rutas procesionales.

MUSICA Y CONJUNTO INSTRUMENTAL

La música para estas danzas es producida por un grupo de dos violines y dos guitarras, aunque en ocasiones no es posible mantener el mismo equilibrio. Los violines llevan la melodía a dos voces, mientras las guitarras ejecutan un acompañamiento consistente en la alternancia constante de bajo y acorde. Los danzantes acentúan el ritmo con sonajas y el zapateado.

La estructura formal de los sones de Matachines es siempre la misma: una sola frase de carácter marcadamente europeo dividida en dos miembros a-b, que se repite indefinidamente una y otra vez. La frase musical se inicia con la Tónica. El segundo violín sigue la melodía del primero en intervalos de tercera o sexta, pero se cierra la frase al unísono. No hay cambios de dinamismo, lo que aumenta la monotonía del son, atenuada un poco por su aire. El compás es binario con ritmo tético.

REPERTORIO

Como en el caso de las demás danzas, el repertorio de los Matachines se encuentra a la fecha completo. Incluye una cantidad inmensa de sones

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dedicados a la Virgen María y a los santos, como por ejemplo: La Guadalupana, San Francisco, Santa Teresa.

INDUMENTARIA

Los matachines no usan ropas especiales para su danza, sino sólo complementos simbólicos como lo son la corona, la sonaja y la palma.

Visten a la usanza del campesino y vaquero sonorense y calzan las típicas sandalias yaqui. En la cabeza, asentada sobre un turbante de paliacate, portan una vistosa corona cónica con cuatro hileras verticales de círculos de cartón con figuras geométricas de colores inscritas en ellos, desde la base hasta la cúspide del cono. De ésta penden abundantes cintas de papel de colores. En la mano derecha llevan la sonaja roja o azul y en la izquierda de la palma, que es un manojo de plumas de colores en forma de hoja de palma.

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Los niños Malinches llevan vestido blanco de faldón largo, con la blusa bordada y sujeta al dorso por pañoletas de colores o listones rojos que les cruzan el pecho y espalda. Sobre el pecho caen además muchos collares de cuentas de colores. Les ciñen el talle otros listones de colores brillantes. Bajo el vestido usan sus ropas ordinarias de niño. También portan corona, sonaja y palma.

ORGANIZACIÓN INTERNA DEL GRUPO

El grupo de danzantes Matachines forma parte de la organización eclesial. Constituyen una especie de hermandad u orden seglar conocido como “los soldados de la Virgen”, bajo la especial protección de nuestra Señora de Loreto. El número de miembros es indefinido.

No están sujetos a la obediencia de los Maestros de la iglesia si no que se rigen por el Monaha que dirige la coreografía e instruye a los Malinches.

A él corresponde decidir cuándo y dónde ha da danzar el grupo. Le siguen en jerarquía los danzantes colocados a la cabeza de cada fila, conocidos como segundos Monahas. Tras ellos está el resto de los danzantes y finalmente los niños Malinches.

El conjunto musical carece de jerarquía interna, así como de carácter sacro. El número de sus integrantes puede variar, pero lo más usual es el grupo de cuatro instrumentistas: dos violines y dos guitarras.

ORIGEN Y SIMBOLISMO

Tanto la música como la coreografía, el conjunto instrumental y el simbolismo involucrado en las danzas de los Matachines acusan un origen netamente europeo.

Los Matachines representan la victoria de los cristianos en sus luchas contra los moros. Los danzantes de la fila izquierda portan los guajes rojos como símbolos del mal, distintivo de los moros, mientras los de la derecha les oponen los azules, símbolo del bien que representan los cristianos. El Monaha personifica al poder real al servicio del culto religioso y guiando a sus súbditos, quienes llevan simbólicas coronas de gloria, obtenidas en sus luchas contra el mal. Las palmas multicolores

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reciben y saludan festivamente al Mesías, como otrora sucediera a su entrada en Jerusalén, días antes de la pasión. Los Malinches llevan el vestido blanco, emblema de la pureza de espíritu de los infantes bautizados. Finalmente el colorido del que hacen gala le imprime a la danza el carácter alegre y triunfalista que debe animarla.

El nombre de Malinche dado a los aprendices recuerda a la indígena de ese nombre, quien con su actuación a favor de la conquista y su asimilación voluntaria a la nueva fe y cultura, le merecieron el reconocimiento español, al grado de ponerla como modelo de la disposición sumisa, abierta y confiada con que el indígena debía presentarse ante el colonizador en aras de la evangelización.

A pesar de todo y aunque, como afirma G. Montell, la danza de los Matachines corresponda a su forma actual al tipo europeo de danza de cuadrilla y lleva nombre mediterráneo, existen evidencias de danzas mexicanas prehispánicas, que ofrecen similitudes con ésta, así como algunos elementos autóctonos que se observan aún en ella. El propio Montell admite la posibilidad de que el nombre (mattacino) haya sido importado de Europa y aplicado a una danza ya existente. Bien pudiera ser ésta como las que describe Francisco Javier Clavijero.

Eran bellísimas sus danzas. Desde niños se ejercitaban en ellas bajo la dirección de los Sacerdotes. Eran de diversas suertes y con diferentes nombres que expresaban o la calidad de la danza o las circunstancias de la fiesta en que se usaban. En unas danzaban en círculo y en otras en filas; unas eran de solo hombres y en otras danzaban también mujeres. Vestíanse para la danza los nobles de los más ricos vestidos; adornábanse de brazaletes, zarcillos, pendientes de oro, pluma y pedrería, y llevaban en una mano un pequeño escudo cubierto de las más vistosas plumas, o un mosqueador de la misma materia, y en la otra un ayacaxtli, que era un calabacillo con muchos agujeros y cantidad de pedrezuelas dentro, que agitaban acompañando su ruido, que no era desagradable, al son de los instrumentos...

Las danzas menores, que se hacían en los palacios para recreación de los señores, o en los templos por devoción particular, en sus casas o en ocasión de algunas bodas u otro regocijo doméstico, se componían de pocos danzantes, formados por lo común en dos líneas rectas y paralelas que a ratos danzaban con las caras vueltas hacia una extremidad de su línea, a ratos mirando cada uno al correspondiente de la otra línea, o entreverándose los de una línea con los de la otra y

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permutando de lugar; a ratos desprendiéndose uno de una línea y otro de la otra, danzaban solos en el espacio interpuesto entre ambas líneas, cesando entre tanto los demás.

Las danzas mayores, que se tenían en las plazas grandes y en el atrio del Templo Mayor, se diferenciaban de las menores en el orden y forma, y en el número de los danzantes.

La danza de los Matachines, considerada generalmente como hispana por música, el conjunto instrumental y el simbolismo involucrado actualmente en ella, presenta sin embargo, elementos prehispánicos, como lo son la palma, la corona y la sonaja. La coreografía puede tener también sus antecedentes en las danzas aztecas descritas arriba y coincidir a la vez con algunas danzas Europeas.

Parece lógico pensar en la conjugación de elementos mexicanos e importados del viejo mundo, y en la transignificación del simbolismo aborigen en cristiano. De cualquier manera, en el caso particular de los yaqui, debe tratarse de una danza adquirida tras la llegada de los españoles al noroeste de México, pues no se han encontrado fuentes que acusen antecedentes de este tipo de danza en estas regiones.

LOS MATACHINES ENTRE OTRAS ETNIAS MEXICANAS

Los matachines y sus danzas constituyen una de las manifestaciones folklóricas más frecuentes en diferentes puntos del territorio mexicano. En el noroeste y costa del pacífico encontramos Matachines entre los Tarahumaras, mayos, Coras; más al sur y con el nombre de Matlachines, en Aguascalientes, Zacatecas y algunos Estados del centro del país.

Las danzas de los Matachines entre los Mayos, siendo las más similares a la de los yaqui, presentan sin embargo, algunas diferencias. Por ejemplo, la música suele ser de aire más lento y se inicia con frecuencia en anacrusa. La indumentaria mayo se ve enriquecida con una falda corta de franjas tricolores sobre el pantalón. La corona va ornada de flores. Las variantes se incrementan en proporción directa a la distancia geográfica que separa a los yaqui de los otros grupos étnicos que poseen esta danza.

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También se observan danzas de Matachines ejecutadas por mestizos de muchas partes de México, especialmente en aquellos lugares donde tuvieron asiento los misioneros jesuitas de la época colonial. En este caso se trata de danzas clasificables dentro del folklore mexicano y no dentro de las danzas religiosas indígenas.

Las danzas de Matachines en México, así como otras equiparables, requieren de un estudio especial bastante amplio, que excede a la presente obra.

Bibliografía: Leticia T. Varela R. “LA MÚSICA EN LA VIDA DE LOS YAQUIS”. Gobierno del Estado de Sonora, Secretaría de Fomento Educativo y Cultura. 1986.

Elaboro: RAUL OJEDA TORRES

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Danza de matachines

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Origen:

En cuanto a la estructura danzaría, mucho se ha dicho sobre su procedencia europeos, la cuales indiscutible, lo mismo que otras danzas mexicanas catalogadas en el mismo género. La palabra matachín nació en Italia a mediados del siglo XVI. El mattacinoo, como la raíz italiana indica, era el comportamiento de un bufón enmascarado, algo loco, excedido en sus actos y lenguaje. Los matachines “son niñerías y juguetes que los extranjeros traen para sacar dinero de la gente vulgar y popular”. Para 1611, año del primer diccionario de la lengua llamado Tesoro de la lengua castellana, ya se define a los matachines como danza de remiscencia guerrera, en donde Miguel Covarrubias los describe como “personajes que danzaban armados y por este estrago de matarse unos a otros, los podemos llamar matachines”. Para 1734, el mismo diccionario nos proporciona la siguiente definición: “hombres disfrazados ridículamente con carátula y vestido ajustado al cuerpo desde la cabeza a los pies y alternando las piezas de que se conoce como un cuerpo amarillo y otro colorado. Forman una danza entre cuatro, seis u ocho, que llaman de matachines, y al son de un tañido alegre, hacen diferentes muecas y dan golpes con espadas de palo y vejigas de vaca llenas de aire”.

Matachines yoremes:

Un número elevado de danzas con el nombre matachines prevalecen en México. Mestiza o indias, con variantes en su nombre que va desde natachiinim entre los yoremes, matachines entre los pueblos con filiación náhuatl y matachines entre otros en donde el solo hecho de observar sus evoluciones coreográficas, vestuario y accesorios, las delatan en muchos momentos, semejantes a las existentes en la vieja España u otras naciones europeas. En los asentamientos indígenas del norte de Sinaloa, al instituir los misioneros jesuitas las distintas fiestas religiosas y estructurarla diversidad de formas de culto a las imágenes católicas, debieron también “reinventar” su danza de matachines, propia al medio y apta para ser dedicada al “verdadero Dios” y así, entre otros propósitos, destituir el arraigo que los naturales tenían por sus danzas vernáculas; Los matachines se deben a la iglesia de su pueblo y por ningún motivo, por poderoso que sea, la danza abandona una festividad calendárica. Tiene la danza dos festividades obligatorias, Navidad y Año Nuevo, y actividad está ofrendada al Niño Jesús y la Virgen María.

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Desarrollo de la danza:

De nueva cuenta vamos a ubicar la figura básica de los matachines que se colocan ante el altar para sí entender de manera mas clara cómo los danzantes realizan sus pisadas y los movimientos coreográficos que efectúan con ellas; éstos se componen, grosso modo, de giros, pisadas fuertes realizadas con toda la planta del pie, caminados rítmicos y caravanas. Por las formas de los pasos y las combinaciones que realizan, pueden catalogarse se ejecución entre las danzas de regular complicación. Los sones se ven comandados íntegramente por el monarca mayor. Él es quien diseña el secuencial de pisadas que habrán de intervenir y por su cuenta decidirá el momento para las evoluciones coreográficas que se denotan sencillas. Cuando se cuenta con un monarca segundo, éste realiza las pisadas del mayor, con la diferencia de que la inicia con el pie contrario y respecto a las filas: la del lado izquierdo se subordina al monarco principal y la derecha al de segundo grado, dando resultado un seguimiento cruzado. Aunque existen preparaciones claves que indican los cambios de pasos y movimientos, no deja de ser una tarea complicada tanto para el monarc9o segundo como para el resto de los matachines; él sigue acertadamente cada uno de los secuenciales que el monarca mayor impone. Las mudanzas o evoluciones coreográficas, muy limitadas como lo mencioné, consisten, en número mayoritario, en recorridos que las filas realizan a paso natural rumbo a la cruz que se encuentra en la parte alta de la figura básica. Mientras que las filas inician su caminado hacia fuera, en sentido contrario, lo monarcas los hacen por dentro de ellas. Al arribar los matachines a la cruz, uno a uno baja sus palmas e inclinan levemente su cuerpo en un acto rápido de opleitesí al sagrado elemento y retornan a su puerto de partida para estructurar otra serie de pasos fuertes. Otro de los movimientos más repetidos es el acercarse de frente al compañero que se tienen del lado contrario. Levantando sus palmas, nuevamente a paso caminado, se colocan hombro con hombro y sin detener la marcha giran mutuamente tratando de no perder esa colocación, bajando la palma al realizar y subiéndola al retomar a sus lugares.

Vestimenta:

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Los matachines asisten a sus festividades donde deberán bailar con su ropa de uso ordinario. No les identifica un pantalón o una camisa de confección especial que los señales como danzantes, y acorde a lo investigado, tampoco en otros tiempos lo tuvieron.

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RESEÑA HISTORICA

Significado y origen de los matachines en el Noroeste de México.

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La danza de matachines tiene un lugar privilegiado entre las manifestaciones dancísticas indígenas en el noroeste de México. Dada su amplitud temática, señalaremos únicamente algunos rasgos generales, y en particular su origen. De igual modo mencionaremos, algunos puntos referentes a su simbolismo indígena en la región del noroeste.

Esta danza sobresale por haber sido utilizada como arma de evangelización durante la conquista en toda la américa hispana. Se le encuentra enraizada entre las creencias de diversos grupos indígenas, y no indígenas, del noroeste de México, del altiplano mesoaméricano, América Central y prácticamente toda América del Sur con la excepción quizá de Brasil y Argentina.

Aunque la danza de matachines tiene su origen en muchos elementos de la danza de tipo moresco europeo, ésta encuentra fundamento en las danzas practicadas antes de la conquista española bajo la misma lógica coreográfica, en las diversas regiones del actual territorio mexicano Estas danzas de grupo, son llamadas danzas de cuadrillas y se realizan con dos conjuntos de danzantes. En las crónicas del siglo XVI las danzas de cuadrillas son descritas como danzas autóctonas entre los aztecas . Lo anterior nos hace pensar que estas coreografías prehispánicas, fueron adaptadas a las danzas de cuadrillas ibéricas, entre las que se cuenta la de los matachines. En el noroeste esta danza se registra entre los indígenas mayos, yaquis y tarahumaras. En la antigua región opata existió una danza ejecutada por niñas realizada a la forma de matachines, a pesar de ello, la danza ya no se práctica como una danza indígena. Sin embargo en este territorio permanecen melodías interpretadas por una banda de alientos para una danza similar. Asimismo la tradición de la danza de matachines continuó desarrollándose dentro de las tradiciones hispánicas de Nuevo México en los Estados Unidos .

En el caso de los cahitas la danza es interpretada con la ayuda de dos guitarras y de un violín. Para la celebración de la danza de matachines, los tarahumaras pueden utilizar 6 violines, o más, como se presenta en la comunidad de Norogachi en la alta tarahumara. Las frases melódicas de la música de las piezas de matachines son cortas y de carácter extremadamente ligero. La música y la danza provenientes de Europa, fueron introducida por los misioneros con un fin eminentemente evangélico. En la estructura de la música y de las melodías podemos

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percibir un orden perfecto de dos temas. Para el oído temperado a la música europea, estas melodías son perfectamente asimilables Entre los yaquis esta música posee un aire majestuoso casi militar. Los instrumentos de cuerpo como las maracas y los cascabeles, imponen ritmo al ambiente religioso.

Etimología de matachines

"Arbeau, en el tratado de orchésographie (1578)-, cuenta haber visto en su juventud 'la danse de maurisques' realizada por un solo joven, con la cara típicamente maquillada en negro y unas sonajas atadas en las piernas. El autor describía la moresca en ritmo binario "

Los orígenes de la danza de matachines remontan al renacimiento tardío, en el momento cuando el fin de la ocupación árabe en la península ibérica había dejado huella en el teatro, la música y las danzas que poseían rudimentos eminentemente morescos provenientes de Marruecos.

El simbolismo histórico de la danza, sufre transformaciones desde las primeras representaciones. La palabra matachines contiene varios significados, acciones y personajes que ilustran estos cambios. Matachín nos evoca matassin, matachino, matamoros, etc. Estas palabras poseen todo un abanico de referencias. De entrada mátâ es una palabra árabe que significa hacer menos, debilitar, estar muerto, matar, destruir; por consiguiente podemos pensar que matachín está asociado a matamoros "el que mata a los moros". La palabra inglesa match, nos indica igualmente una competencia o un juego entre dos equipos, lo cual nos envía a un encuentro, o un combate entre los moros y los cristianos.

Matachín se asocia de igual modo a matassin, que era una antigua danza cómica interpretada por un bufón público que imitaba a su vez a viejas danzas guerreras del siglo XVI y XVII. Le Roux señalaba, "el ballet de matassins es una especie de danza que existe en Francia en algunas ciudades en donde permanecen las tropas encuarteladas: son los soldados que dan este espectáculo al público. Ellos bailan con la espada desenvainada dando vueltas de dirección con su espada" .

Por otra parte la palabra matassin en italiano se aproxima a la palabra mataccino, es decir, el payaso o el loquito. Según Varela, algunos historiadores señalan que en la danza de mataccinos había seis hombres

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por grupos de tres, más un solista representado por un muchacho vestido como niña y que era conocido con el nombre de "Mayde Maryan", es decir, la Virgen María. El autor explica que este personaje era substituido a menudo por un caballo pequeño con caderas de papel o de cartón . Lo anterior explica por una parte como en el territorio mexicano este pequeño personaje, aparentemente aislado, en la coreografía de la danza es representado por la malinche convertida al pensamiento europeo para servir de interprete a los conquistadores. La substitución de la Virgen por un caballo, pone en evidencia una serie de ritos que se desarrollaban en Francia en el sur de la región de la Loira durante las fiestas de pascua, -tradición ya desaparecida con la "ortodoxia cristiana"-. Cabe agregar que las pinturas de la Virgen María estaban ya bien presentes durante el siglo XVI en el arte occidental. Por esta razón su imagen comenzaba a difundirse en diversas expresiones, entre las cuales la danza no era la excepción.

El simbolismo europeo de la danza de matachines

La danza de matachines poseen significados básicos que refieren múltiples variantes de un personaje. Por un lado, la danza aparece como la representación de los combates durante las cruzadas que pretendían recuperar tierra santa de la ocupación árabe. En aquel tiempo en España se expulsaba a los moros del territorio Andaluz, quedando éste bajo el poderío de los reyes católicos. Las representaciones de las danzas morescas se expanden en Europa central y occidental, incluyendo los territorios actuales de Inglaterra, Bélgica y Francia durante los siglos XV y XVI. Paralelamente los ancestros de los matachines (mataccinos en Italia y matassins en Francia), se mofaban de los combates, representando así los motivos guerreros de la danza moresca. De esta forma, el simbolismo de matachines se bifurca en dos ejes: a) la representación de un combate en la danza teatro, y b) la burla que un bufón hace de la religión, inspirado en las guerras contra los árabes, y demostrando por consecuencia la victoria del pensamiento cristiano.

Matachines en el Noroeste de México

En el noroeste, la danza de matachines llega con los jesuitas a principios del siglo XVII, y sigue diversas transformaciones. Entre los grupos

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indígenas, la danza sufre variaciones del simbolismo que podríamos llamar de base: los principios guerreros y los elementos cómicos. Estas partes se presentan todavía en el ritual, pero no pertenecen a la misma danza. A menudo los significados cómicos son tomados a partir de referentes coreográficos de otras danzas que se encuentran en relación de oposición, y de complementariedad simbólica con el discurso coreográfico de la danza de matachines . Entre los yaquis, por ejemplo, la relación de combate se percibe en los diferentes colores de las maracas utilizadas por los grupos de matachines que bailan al final de la semana santa. Tal como Varela lo ha observado , los dos grupos de danzantes de matachines se caracterizan por el hecho de que cada grupo lleva una sonaja de color diferente: unos el color rojo y otros el color azul. El color rojo representa el mal de los grupos de moros, y el color azul, simboliza al buen cristiano. Sin embargo, esta diferencia, ya no se aprecia entre los tarahumaras. No por ello dejan de existir signos que marcan algunas persistencias, como es el caso de la malinche. Anteriormente habíamos señalado que el simbolismo europeo de la danza de matachines había sufrido algunas transformaciones. Aveces se encontraba una virgen que permanecía en el centro de dos grupos de danzantes, o bien, que el matassin o mataccino bailaba eventualmente disfrazado de mujer. Entre los cahitas, la danza se desarrolla con un niño que se disfraza de niña. Cabe señalar que la (o él), malinche no se viste igual que los otros danzantes. Ella viste, entre los cahitas, lo que en la sierra tarahumara sería la vestimenta ortodoxa de los matachines: capa y falda, collares y sobre todo la corona colocada sobre la cabeza encima de paliacates y decorada con pequeños espejos y rubíes. Estas diferencias nos proporcionan ciertas vías de interpretación. La malinche como lo habíamos señalado previamente, es por un lado la metáfora de la conversión, con la cual los indígenas cuestionan su propia evangelización. Sin embargo, entre los mayo, la malinche es también la representación del niño Jesús. En la ceremonia de Navidad, justo a la media noche en el pueblo mayo de San Miguel Zapotitlan, la malinche es levantada sobre los hombros como señal del nacimiento del niño Jesús .

Por su parte en la mitología indígena se encuentran también elementos de interpretación de las distintas danzas. Según el mito del nacimiento de las danzas, entre los yaquis Dios crea la danza de coyotes, de pascola y de venado, mientras que la virgen es la que crea la danza de matachines. Por esto los danzantes de matachines continúan bailando para demostrar su agradecimiento. Mientras que la danza de

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matachines es para alabar a la virgen, el pascola con su danza hace las veces de payaso ritual, quien además es la transfiguración del hijo del diablo. Por lo tanto, el pascola se opone simbólicamente a la danza de matachines. El personaje del pascola -considerado literalmente el viejo de la fiesta- es una danza que reintegró las partes cómicas que en Europa eran representadas antiguamente por los pequeños locos mataccinos o los matassins. En efecto, este actor con máscara negra ya no es el loco de los moros. Dicho personaje sufre distintas transformaciones que, por alguna razón, le hacen estar más próximo al pascola, en donde encuentra su continuidad simbólica en la ritualidad contemporánea.

Al interior de otros grupos indígenas tanto del noroeste como del centro del territorio mexicano, existen otros personajes que representan al payaso ritual. En el caso de los mayos estos son representados por los fariseos chapacobam para los mayos, y chapayecas entre los yaquis, los cuales hacen la parodia de la crucifixión de Jesús durante la Semana Santa.

Lo que hemos expuesto hasta ahora, nos permite pensar que el personaje de matachín -en el noroeste de México-, desarrolló implícitamente la parte simbólica de la batalla, pero, como figura de recogimiento, y no de exaltación cómica que sería la otra parte simbólica que encontró permutación en otra danza. Los movimientos entrecruzados de un lado a otro del templo no expresan sentimientos de extroversión sino de oración. Esta danza constituye sin duda una de las formas de resistencia de algunos grupos indígenas. Con estas coreografías, la gente se reconoce dentro de su cultura, invocando alabanzas hacia sus sujetos de fe.

Bibliografía

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1. Clavijero Francisco Javier, Historia Antigua de México, libro VII /45, Porrúa, México, 1974.

2. Hispanic Traditions Simthdsonians/Folkways Records Nationally, Washington. D.C. 1992.

3. Le Roux j. Ph., Dictionnaire comique de l'art, en Le Robert tome VI, segunda edición, Montréal, Canada, 1988.

4. Olmos Aguilera Miguel, El sabio de la Fiesta. Música y mitología en la región Cahita Tarahumara, INAH-CONACULTA, Mexico 1998.

5. Pieza para la danza de Matachines. Fuente: Música grabada en Pótam Sonora, interpretada por Isamel Castillo Rendón en abril de 1995.

6. The New Grove, Dictionary of Music and Musicians volume twelve, MacMillan Publishers Limited, London 1980.

7. Varela Leticia, "Danza de matachines Indígenas y Mestizos", en X Simposio de Historia de Sonora I.I.H. Hermosillo Sonora, Universidad de Sonora, 1986.

Elaboro: RAUL OJEDA TORRES

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