Days 05
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Transcript of Days 05
Agradecimentos
Agradecemos su desinteresada colaboración a
todas las traductoras, correctoras, moderadora,
recopiladora y diseñadora que han participado y
colaborado para que este proyecto pudiera salir
adelante hasta poder llegar a todos aquellos
lectores que van a poder leerlo después de la
espera. Muchisimas gracias a todas aquellas
personas que han hecho possible que esto sea
possible.
Staff de traductoras
aLeBeNa
dham-love
eli25
fallen0angel
flochi
Kuami
masi
pimienta
rihano
Strella
Virtxu (M)
Staff de correctoras
Angeles Rangel
Esmeralda38
Loo!*
Marina012
Virtxu (R)
Recopilación
Virtxu
Diseño Anelisse
Índice Sinopsis pag 8
Capítulo 1 pag 9
Capítulo 2 pag 20
Capítulo 3 pag 29
Capítulo 4 pag 37
Capítulo 5 pag 47
Capítulo 6 pag 59
Capítulo 7 pag 70
Capítulo 8 pag 84
Capítulo 9 pag 94
Capítulo 10 pag 101
Capítulo 11 pag 116
Capítulo 12 pag 130
Capítulo 13 pag 138
Capítulo 14 pag 155
Capítulo 15 pag 164
Capítulo 16 pag 171
Capítulo 17 pag 177
Capítulo 18 pag 192
Capítulo 19 pag 206
Capítulo 20 pag 218
Capítulo 21 pag 230
Capítulo 22 pag 238
Capítulo 23 pag 247
Capítulo 24 pag 259
Capítulo 25 pag 268
Capítulo 26 pag 279
Capítulo 27 pag 288
Capítulo 28 pag 299
Capítulo 29 pag 310
Capítulo 30 pag 321
Capítulo 31 pag 330
Sobre la Autora pag 337
Sinopsis
o hay refugio en la noche...
Temida por su propia especie debido a su dominio del fuego, la
Nightwalker Mira, es convocada por el Aquelarre para ocupar su lugar
entre los Ancianos. Pero con ese honor viene una gran responsabilidad—un
compromiso para aniquilar a los Naturi desatados. Por ahora las nauseabundas
criaturas caminan por la Tierra—y ni vampiros ni humanos sobrevivirán a su
horrible ataque.
Una marea de sangre se está extendiendo sin cesar por todo el continente
europeo, cuando Mira es enviada a Budapest para la prueba más devastadora
de sus asombrosos poderes—y cae en una trampa bien preparada. Con oscuros
secretos creciendo cada hora en la oscuridad, ella deberá enfrentar la terrible
verdad sobre su pasado y proteger su frágil salud mental frente a imprevistos
de una traición—una traición de su aliado, su enemigo, su amante... el cazador
de vampiros, Danaus.
N
Capitulo 1 Traducido por Virtxu
Corregido por Angeles Rangel
l dolor estalló en mi rostro, iluminando la negra noche. Mi cuerpo se
estrelló contra una superficie dura antes de deslizarme cojeando sobre mis
rodillas, enviando una nueva oleada de dolor a través de mi cuerpo. El
mundo a mi alrededor era una falta de definición de formas desorganizadas y
sombras, marcado por las salpicaduras rojas cuando algo me golpeó la
mandíbula, volviendo mi cabeza alrededor. Caí de espaldas con un acartonado
ruido sordo.
Quería invocar mis poderes y envolver al bastardo en fuego, pero los ataques
iban demasiado rápido. Mi concentración se hizo añicos. En el breve período de
calma, traté de evaluar los daños para ver si había alguna posibilidad de
devolver el golpe. Mi rodilla izquierda estaba destrozada y la pierna derecha
estaba rota. Mis órganos internos estaban nadando en mi propia sangre,
amoratados, perforados y dañados. Mi mandíbula estaba fracturada y sentí que
mis ojos estaban casi cerrados por la hinchazón. Traté de palpar mi costado,
revelando que al menos tres costillas estaban rotas.
—¡Perra estúpida! —Gruñó una profunda voz desconocida. Por un momento
casi estuve convencida de que había caído en manos de Rowe. Sólo ese Naturi
podría odiarme tanto como para golpearme sin sentido.
—¿Una Nightwalker? —Preguntó él con incredulidad justo antes de que su pie
aterrizara en mi estómago. Mis brazos estaban cruzados sobre él, por lo que mi
muñeca izquierda se llevó la peor parte del golpe, fracturándose. Grité mientras
mi mente luchaba por aferrarse a la voz. No la reconocí. Pero entonces, no
estaba segura de dónde estaba o cómo había llegado hasta allí.
—¿Una Nightwalker? ¡Si hubiera sabido cómo estaban yendo las cosas, nunca
te hubiera dejado fuera de mi vista en primer lugar! —Sus pasos se alejaron
mientras paseaba por la zona.
—¿Quién demonios eres? —Escupí, enviando un chorro de sangre sobre mi
partido labio inferior.
E
La criatura suspiró profundamente, y me estremecí mientras caminaba hacia
mí. Una gran mano se hundió en mi pelo, girándolo alrededor de su puño antes
de que finalmente me sacudiera para que mirara hacia arriba. Entrecerrando los
ojos y parpadeando, centré poco a poco la mirada en un rostro tenuemente
iluminado que había estado segura de que nunca volvería a ver: mi padre.
Un grito se ahogó en mi garganta mientras trataba de sacudirme hacia atrás,
enviando dolor a través de mi cuero cabelludo cuando la criatura se negó a
liberar mi pelo. Su sonrisa creció por encima de su delgado rostro viejo,
mostrando una burla de amor y risa que había visto en el verdadero rostro de
mi padre.
Apretando la mandíbula, cerré los ojos y me tragué una cadena de maldiciones.
Tenía que pensar con claridad.
Este no era mi padre. Era obviamente un Cambiaformas, y podía leer mi mente
y mis recuerdos. La única criatura que podría hacer una cosa tan horrible era un
bori.
¡Gaizka! ¡Oh Dios! Nosotros no le habíamos encerrado cuando estuvimos en
Factors Walk. El bori había llegado a mí.
Pero aún cuando la idea se me ocurrió, sabía que estaba equivocada. LaVina me
agarró, me utilizó para guardar bajo llave al bori antes de que pudiera llevarse a
Danaus para siempre. LaVina me había arrebatado lejos de Factors Walk y me
había llevado a esta aislada localidad para golpearme hasta la inconsciencia. O
más bien, esta criatura había fingido ser la vieja bruja LaVina para poder
acercarse a mí y a Danaus.
Un gruñido retumbó en el fondo de mi garganta, advirtiéndole a retroceder, a
pesar de que yo ya había demostrado ser una débil amenaza. LaVina nos había
engañado a todos. Nunca debería haber creído que era una simple bruja.
Conocía a todas las brujas poderosas desde Charleston a Nueva Orleans. Esta
criatura había entrado a hurtadillas, y se lo habíamos permitido porque
estábamos desesperados por enjaular al bori Gaizka. Ahora era el momento de
que pagara el precio de no ser más precavida.
—No eres real —gemí, apretando el puño contra el oleaje de dolor que me
invadió cuando traté de moverme.
La criatura apretó con más fuerza su agarre en mi pelo justo antes de enviar el
dorso de la mano libre hacia mi pómulo. Un nuevo dolor floreció en mi cara,
haciendo que los dientes vibraran en sus huecos, mientras un hilo de sangre
comenzaba a deslizarse por mi mejilla.
—¿Se siente esto real? —Se burló. Él le dio a mi cabeza una sacudida fuerte
cuando me quedé en silencio—. ¡Mírame!
Mis ojos se abrieron de golpe y miré fijamente a los ojos oscuros del monstruo
que me sostenía. Mi cuerpo estaba roto y con un dolor punzante. Sin ayuda, no
tendría la oportunidad de derrotar a esta criatura. No tenía la fortaleza para
reunir mis fuerzas y envolver a este bastardo en fuego, también muchos de los
huesos que se estaban curando todavía estaban rotos por lo que no podía
moverme con eficacia, por no hablar de luchar. Si me iba a morir, lo haría con
los ojos muy abiertos y mirando a los ojos sin alma de mi oponente.
—Tú no eres mi padre. Eres un Cambiaformas. Un bori. —Pude probar mi
propia sangre en la boca mientras hablaba.
—Ahhh, mi dulce niña, no estás ni siquiera cerca —dijo finalmente liberándome
de su dominio sobre mi pelo para que inesperadamente cayera en el suelo—. Es
mi culpa, sin embargo. Nunca debería haber esperado tanto tiempo para
manifestarme ante ti. —La criatura se alejó de mí, agitando las manos en el aire.
Mientras hablaba, puse los brazos por debajo de mi cuerpo y me empujé un
poco para poder mirar a mi alrededor. Mis músculos se tensaron cuando
descubrí que estaba en la biblioteca de mi propia casa.
Sin embargo, parecía como si un tornado hubiera pasado por ella. Los estantes
estaban rotos y los libros estaban caídos en grandes montones alrededor de la
habitación. Mi gran escritorio estaba volcado, mientras que los papeles
salpicados de sangre estaban esparcidos. Algo dentro de mí se estremeció
cuando vi que mi extensa colección de relojes de arena había sido destruida. La
poca luz que entraba por la ventana brillaba y bailaba en los cristales rotos y en
los montones de arena. ¿Había finalmente acabado mi tiempo?
—Permíteme comenzar por el principio. —Él giró sobre un talón hacia mí de
nuevo, llevando mi mirada de vuelta al monstruo que todavía tenía la
apariencia de mi querido padre—. Pero vas tener que pensar por mí.
El dolor gritó a través de mi cuerpo, causando que los brazos me temblaran
tanto que finalmente renuncié a luchar y me recosté en el suelo, tratando de
ignorar los fragmentos de vidrio y madera debajo de mí.
—¿Quién eres tú?
—Soy tu padre —dijo simplemente, abriendo los brazos a ambos lados de él,
con sus manos abiertas como si me diera la bienvenida en su delgado abrazo.
—¡Imposible! ¡Mi padre está muerto! Murió hace siglos. Él era un ser humano.
No eres más que una patética imitación.
La criatura estuvo delante de mí en un instante, agarrando mi pelo de nuevo,
para que no pudiera apartar la mirada.
—¿Estás realmente tan segura de eso? —Preguntó él, riendo. Ante mis ojos, su
rostro cambió de manera que la cara suave, arrugada apareció más joven y más
nítida. Su cabello castaño oscuro se volvió de un brillante color rojo que
sobresalía en todas direcciones de su cabeza. Pero fueron sus brillantes ojos
color lavanda los que me sostuvieron ahí. Era como mirar una versión
masculina de mí misma, y era terrible.
—Esto no es real tampoco —gimoteé. Mi mente era incapaz de comprender
exactamente lo que estaba mirando.
—En realidad, tienes razón —admitió con un ligero encogimiento de
hombros—. Pero dudo que tu pequeña mente pudiera comprender plenamente
mi visión real, así que vamos tener que conformarnos con la versión ligera de la
verdad.
—No entiendo.
—Vamos, Mira. Piensa un poco para mí. —Dando a mi cabeza una pequeña
sacudida, continuó—. Sabes los viejos cuentos. Zeus desciende a la tierra desde
el Monte Olimpo, en diversas formas y engaña a su querida esposa, generando
un número incalculable de niños, dejando que la tierra se llenara de todo tipo
de pequeños semidioses y ninfas.
Una risa baja y áspera se me escapó antes de que pudiera detenerla. —¿Eres un
dios?
Con un gruñido, el monstruo golpeó la parte de atrás de mi cabeza en el estante
detrás de mí, haciendo que mi visión se oscureciera. Parpadeé un par de veces,
tratando de recuperar la vista. La criatura se inclinó tan cerca que pude sentir
su aliento caliente bailando a través de mi mejilla. —La mitad están muertos y
fueron olvidados por este mundo, pero yo todavía estoy aquí y permaneceré.
Él se alejó, y pareció tener el control de su temperamento, una vez más. —Ese
viejo no era el único que intentaba mantener su inmortalidad. Todos teníamos
incursiones breves en torno a este pequeño agujero de barro oscuro, algunos
con más éxito que otros. Siglos atrás, me presenté ante tu madre bajo el disfraz
del hombre con el que estaba.
Cuando me las arreglé para conseguir aclarar mi visión de nuevo, vi que estaba
una vez más mirando a la cara del hombre a quien yo había llamado siempre
padre. Apreté los dientes y traté de alejarme del monstruo, pero él se mantuvo
firme. Mi padre había sido un hombre bueno, amable, y su memoria no merecía
ser manchada de tal manera.
—Así que estás diciendo que sedujiste a mi madre mientras fingías ser mi padre
—espeté, deseando poder poner algo de distancia entre nosotros. Sin embargo,
me quedé tan quieta como me fue posible, con la esperanza de darle a mi
cuerpo algo de tiempo para sanar. Quería reunir mis fuerzas, y tan pronto como
pudiera, me gustaría envolver a ese bastardo en fuego como una vela romana.
La criatura chasqueó la lengua y me sacudió la cabeza. —Pero, pequeña, nunca
fue realmente tu padre. Yo lo soy —me corrigió él—. Pero estoy agradecido por
cómo él te vigilaba cuando eras más joven y aún no habías aprendido a
defenderte. Tu madre resultó ser completamente inútil.
—¡Mi madre me amaba! —Grité, sacudiéndome hacia delante.
La criatura soltó un bufido mientras me soltaba el pelo. Cambió de nuevo a la
figura pelirroja que había aparecido momentos antes. —Tu madre estaba
aterrorizada de ti. El cabello rojo, los ojos de color violeta, en un mundo que
estaba lleno de cabellos castaño, niños de ojos marrones. Lo que es peor, tenía
miedo de haber traído otro monstruo al mundo. Es por eso que ella se suicidó.
Poniendo las manos en el suelo por un segundo, me empujé hacia arriba y me
abalancé sobre el desconocido, con el objetivo de arrancarle los ojos con mis
uñas. La ira se había apoderado de mi sentido común. La criatura sólo se rió
mientras capturaba fácilmente mis muñecas y me enviaba de golpe al suelo.
Pasando la lengua por los dientes superiores, él me sonrió, tomando especial
júbilo al revelar su próximo pedacito de información. —Sí, cuando no tenías
más que ocho años, descubrió que estaba encinta de nuevo. Temerosa de traer
otro demonio a la tierra, caminó hacia el mar, causando su muerte y la del niño.
—¡No! —Traté de levantarme del suelo mientras lágrimas frescas brotaban de
mis ojos. Sabía que no debía creerle, pero lo hice. Mi madre había desaparecido
simplemente una mañana temprano cuando yo era joven y nunca volvió. Mi
padre lloró por ella, pero seguimos adelante lo mejor que pudimos. Algo en mí
siempre se había sentido responsable de su desaparición, y siempre había
sabido que ella estaba muerta. Nunca acabé de entender por qué nos había
dejado.
En respuesta a mis lágrimas, la criatura se echó a reír mientras soltó mis
muñecas. Levanté mis manos y me limpié los ojos, barriendo la sangre y la
suciedad que embadurnaba y encostrecía mi cara.
—¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de mí? —Estaba cansada de jugar juegos
mentales con este monstruo. Necesitaba sanar. Necesitaba encontrar a Danaus y
saber que estaba a salvo. Tenía que poner mi mundo en orden.
—¿No lo has adivinado ya? —Me preguntó, saltando sobre sus pies con una
ligereza espeluznante—. Soy tu verdadero padre. El responsable de tu
maravilloso conjunto de genes, tus dones especiales, y de tu despampanante
apariencia.
—Lo que sea —me quejé, causando que su expresión entusiasta se desinflase un
poco—. Pero, ¿quién eres? ¿Otro bori? Encerramos a Gaizka. Podemos hacerlo
contigo.
Ante esto, él sonrió. Se deslizó sobre sus rodillas y se arrastró por el suelo hacia
mí, con una sonrisa cada vez mayor en su rostro. —En África, he sido llamado
Ogo y Anansi. En Egipto, era conocido como Keku. Entre los noruegos, era
conocido como Loki. Los nativos americanos se refieren a mí como Coyote y
Cuervo.
—Oh Dios —dije en voz baja, tratando de apartarme de la criatura que estaba a
centímetros de mí. Su cuerpo parecía crecer de manera que su masa enorme se
cernía sobre mí, bloqueando el resto de la habitación.
Una sonrisa oscura se levantó de su pecho y se deslizó más hacia mí, enviando
un escalofrío por mi espalda. —No hay necesidad de ser tan formal —se
burló—. Tú, mi querida niña dulce, puedes llamarme Nick.
—¿Q…‖Qué‖quieres‖ de‖mí?‖—Mi cerebro no pudo conseguir ir más allá de la
repentina jamba de pensamientos que casi me paralizaron. No quería creerlo,
pero me quedé con la idea de que en realidad estaba diciendo la verdad o de
que me había encontrado con otro bori al cual Danaus y yo no habíamos estado
buscando. De cualquier manera, estaba en serios problemas.
En ese momento, Nick frunció el ceño ante mí mientras me ponía de nuevo
sobre mis pies con una graciosa facilidad en la medida que los poderes
sobrenaturales me permitían en lugar de utilizar cualquier finura humana.
Colocando las manos en las caderas, él se paseó lejos de mí agitando la cabeza.
—Sabía que debía haber mantenido una vigilancia más estrecha sobre ti, pero
después de tu presentación inicial de poderes, pensé que estarías a salvo por tu
propia cuenta por un tiempo. Además, tenía otros niños que verificar.
—¿Hay otros?
—Los hay. —Hizo una pausa, dando un suave suspiro—. Cualquier cosa que
no sea tan talentosa como tú es rápidamente reducido como pasto muerto.
—Bastardo. —Gruñí mientras me empujé en una posición sentada. Estaba
aturdida por el dolor y mi visión nadaba delante de mis ojos centrándose en él.
—¿Qué tiene que hacer un padre? No puedo tener pedazos inútiles de mis
genes corriendo sin rumbo por ahí —replicó metiéndose las manos en los
bolsillos de su pantalón negro—. ¡Pero vuelvo a ti a los pocos años, y cuando
miro hacia atrás, eres un maldito Nightwalker! ¡Te ensuciaste, diluyendo todos
tus maravillosos poderes y potencial con la suciedad de los bori!
No podía entender de lo que estaba hablando. —Soy más fuerte ahora de lo que
alguna vez fui como ser humano.
—¿Más fuerte? —Espetó—. No puedes salir a la luz del día, dependes de la
sangre de los seres humanos. ¿Cómo es que eres más fuerte?
—Soy más rápida y más fuerte que cualquier humano. Tengo la habilidad de
leer sus mentes y de controlar sus pensamientos.
—¿Y quién puede decir que no tendrías ahora todas esas habilidades si no
hubieras cambiado? No te diste el tiempo suficiente para desarrollarte. Ahora
estás cargando con todas esas tontas limitaciones.
—¿Qué diablos te importa lo que elegí hacer con mi vida? —Saqué las piernas
de debajo de mí mientras me preparaba para ponerme en pie. Mis piernas
estaban mayormente curadas y sentí que eran capaces de soportarme. No me
gustaba la desventaja de estar atrapada en el suelo mientras esta criatura
paseaba por la habitación como un adicto fumando rápidamente un cigarrillo
tras otro en busca de quitar su próxima dosis de mi piel.
—Porque tengo planes para ti, hija mía —admitió con una sonrisa maligna—.
He tenido que modificarlos un poco, pero mis planes son que tú permanezcas.
—No me importa un bledo acerca de tus planes —le contesté con los dientes
apretados—. Sólo quiero que te vayas.
—Todavía no. Y créeme, que te preocuparas por mis planes antes de que yo
termine, ya que estás en el centro de todo.
Traté de levantarme usando un par de estanterías intactas detrás de mí. —¿Qué
planes?
—Ahhh. . . no hay razón para renunciar a mi mejor secreto todavía. —Él se rió,
moviendo un dedo hacia mí—. Además, hay algo de lo que tienes que
preocuparte primero.
—¡No tengo voy a hacer ninguna mierda para ti! —Luché por ponerme de pie
cuando un dolor atravesó los huesos de mis piernas como un rayo en busca de
una barra con base, me tragué un grito.
—Esto es para nosotros dos. —Extendiendo una mano hacia mí, sentí una
oleada de energía llenar mi ser. En un instante me tiró a mis pies, mis brazos se
ajustaron a mis lados, dejándome en el aire como si fuera una marioneta en una
cuerda. Jabari había mostrado la misma capacidad de controlarme físicamente
en contra de mi voluntad. Danaus podría obligarme a usar mis poderes en
contra de mi voluntad. El bori me podía controlar completamente. Y sin una
gran sorpresa, Nick podía.
—He tenido suficiente de esta tontería —dijo con un silbido áspero—. ¡Ninguna
hija mía va a ser controlada por otras criaturas! Bueno, tú no serás controlada
por nadie más que yo.
—¡No puedo evitarlo!
—¡Mentira! ¡Nunca los has combatido adecuadamente! —Con un gesto de su
mano, golpeó mi espalda contra una estantería rota antes de tirar de mí hacia él
de nuevo—. No habrá más de esto. No sólo lucharas contra ellos y evitaras que
te controlen, sino que aprenderás a aprovechar sus propios poderes para tu
beneficio.
Una fea risa amarga se me escapó mientras él se alejaba y mi cabeza cayó hacia
atrás. —Esa es la mayor tontería que alguna vez he oído. —Me reí, dejando que
la cabeza cayera hacia delante de nuevo. Mi cabello cayó libre alrededor de mi
cara, parcialmente oscureciendo mi visión de Nick—. ¿Luchar contra Jabari?
Tiene siglos de antigüedad. Él podría aplastarme con sólo un pensamiento sin
siquiera tratara de desafiarle. Tiene algún tipo de poder sobre mí que no
entiendo y con el que no puedo luchar.
La criatura se abalanzó sobre mí en un instante y envolvió su gran mano
alrededor de mi garganta. Sentí su poder liberándome medio segundo antes de
que me arrojara a través de la habitación y al lado de mi escritorio volcado. Un
gemido resonó en la habitación mientras tanto mi cuerpo como el escritorio
derrapaban en el piso de madera para finalmente chocar contra la pared
opuesta.
Lentamente me levanté poniéndome de rodillas para pudiera mirar hacia él. —
¿No crees que yo quiera ser libre de Jabari? —Exigí—. Me gustaría más que
nada empujar sus malditos poderes en su garganta y dejar que se ahogara con
ellos, pero no puedo. No puedo luchar contra él. Diablos, ni siquiera puedo
sentir su poder hasta que es demasiado tarde.
—Entonces te voy a dar el regalo que habrías tenido ya si no hubieras unido tu
vida con la de estos malditos Nightwalkers. —Hizo un gesto con la mano hacia
mí y me encontré muerta de la vergüenza, tensando todos los músculos de mi
cuerpo mientras esperaba que otra ola de dolor se estrellara a través de mi
cuerpo. Pero nunca sucedió. Sólo estaba la risa de Nick cuando se burló de mi
sorpresa y miedo.
Y entonces ocurrió, como si un pesado velo se estuviera levantando del mundo.
Podía sentir... poder.
Diferentes tipos de energía que fluían alrededor de mí. Podía sentir la tierra y el
pulso constante de su latir. Podía sentir el zumbido del poder en mi propio
cuerpo. Podía sentir la energía saliendo de Nick, inundando las ondas de lo que
parecía llenar el aire, causando que me asfixiara mientras luchaba por quitarme
su peso de encima. No se parecía a nada de lo que había visto o sentido antes.
Una vez, hace muchos meses, había sentido los poderes de la tierra, y siendo
una Nightwalker, estaba siempre en contacto con la magia de la sangre. Sin
embargo, la energía que salía de Nick no parecía ajustarse a ninguna de estas
categorías.
Era una enorme bola de poder y algo más...
—¿Qué tal una prueba de manejo, padre mío? —Me burlé, poniéndome en pie.
Reduciendo los ojos ante su cara presumida, aproveché todo el poder que
giraba a mi alrededor, sin importarme si se trataba de sangre, tierra, o lo que
saliera de Nick, y dejé que este me llenara rápidamente. Llamé a mi poder y
lancé una ronda de bolas de fuego contra él con la velocidad suficiente como
para estar segura de que no sería capaz de esquivarlos. Y no lo hizo. El fuego le
alcanzó en el centro del pecho y le recorrió el cuerpo, cubriéndolo como si fuera
una segunda piel. Su risa rebotó por la habitación mientras daba un paso hacia
mí, todavía cubierto en llamas.
Me encontré dando un paso hacia atrás, golpeando la mesa detrás de mí, y me
armé de valor para la siguiente ronda de golpes mientras mi mente
frenéticamente buscaba otra forma de atacar. No tenía armas, sólo el poder con
el que había nacido. Correr no era una opción. Nick ya había demostrado que
era más rápido que yo. Así que esperé a que mi castigo me golpeara.
Pero nunca llegó. Se rió de mí y apagó las llamas. —Esa es mi chica —dijo, y me
dio unas palmaditas en la magullada mejilla—. Ahora sólo tienes que utilizar
ese poder que puedes sentir en contra de aquellos que están tratando de
controlarte. Pruébame que puedes aprovechar tus propios poderes por ti
misma. Controla a Jabari. Controla a Danaus.
Algo en mi pecho se revolvió al oír el nombre del cazador en los delgados
labios de Nick. Quería mantener a Danaus tan lejos de esta criatura como me
fuera posible, pero había visto algo en sus ojos negros que me decía que ni
siquiera era una posibilidad remota.
—¿Y si me niego? —Levanté mi barbilla mientras apretaba los dientes.
—Entonces, serías tan inútil para mí como lo eres, y tendríamos que empezar de
cero —dijo con una sonrisa.
Apretó su mano en mi estómago y se inclinó más cerca. —Todavía puedo
deshacer lo que te hice.
—¿Qué? —Exigí, torciendo mi estómago en un nudo apretado.
—Hacerte humana de nuevo. —Mi mente se detuvo en el mismo pensamiento.
Humana. Una vez más. Yo nunca podría ser humana de nuevo. No quería serlo
nunca más. Era una Nightwalker. Había sido una Nightwalker por más de 600
años. Era todo lo que conocía.
Nick envió un pulso de energía a través de mi sistema y sentí un tirón en el
centro de mi pecho como si algo hubiera apretado el puño alrededor de mi
alma. Al mismo tiempo, mi corazón dio un vuelco en mi pecho y di una
jadeante respiración irregular, sintiendo como si hubiera estado conteniéndola
durante los últimos seis siglos. Podía sentir la sangre corriendo por mis venas y
el calor pulsando a través de mi cuerpo otra vez. ¡Oh, no! Estaba volviendo a la
vida otra vez.
—¡No! —Grité, cogiendo su mano con las mías—. ¡No! ¡No puedes hacer esto!
¡No me lo quites!
—Entonces ponme atención, hija mía —dijo bruscamente—. Demuéstrame que
puedes blandir los poderes del cazador y el Anciano, y te dejaré como eres. De
lo contrario, te haré humana de nuevo y tú me engendrarás un niño para que te
reemplace.
—¿Un niño? —Dejé de luchar cuando el horrible pensamiento gritó a través de
mi cerebro—. Pero dijiste que eras mi padre. Sería un monstruo.
—No sería el primer monstruo con el que he honrado a este mundo. —Nick me
soltó, y me deslicé por el lado de la mesa cuando mis piernas flaquearon.
Sentada en el suelo, miré al frente, ciega al mundo que me rodeaba.
—Escúchame, Mira —dijo lentamente, desvié la mirada hacia su rostro
sonriente. Con un gesto de su mano, uno de los relojes de arena con baño de
plata que se había roto en pedazos se reconstruyó en el aire, dejando que la
arena negra se situara perfectamente en la cámara de vidrio superior. Nick puso
el reloj de arena entre mis piernas, girándolo por lo que la arena caía en la
cámara vacía—. Siempre has sentido como el tiempo se acababa para ti, y ahora
ya sabes por qué. Estoy aquí y estoy esperando por ti. Haz lo que te pido y serás
recompensada. Fállame y te haré humana, para que me puedas engendrar a un
niño que ocupe tu lugar. Voy a estar vigilándote, así que recuerda, el tiempo se
está acabando.
Capitulo 2 Traducido por Virtxu
Corregido por Angeles Rangel
alerio me encontró sentada en medio de mi biblioteca destruida, con los
ojos fijos en el reloj de arena mientras trataba de detener la caída de la
arena. Mis pensamientos eran una ruina destrozada y me quedé
flotando en medio del mar negro, aferrándome a lo único que había estado
segura de que era imposible: Nick podría convertirme en humana de nuevo.
Después de siglos de ser una Nightwalker, de noches interminables de sangre y
violencia, era el único lugar donde sentía que pertenecía. Era odiada y temida
por la mayor parte de los de mi clase, tenía aliados que preferían verme
estacada, pero ser una Nightwalker era todo lo que conocía. Estaba en casa, y
no podía volver atrás ahora.
Pero mis latidos del corazón y la sangre corriendo por mis venas, aunque sólo
fuera por un momento. Mis pulmones habían quemado hasta que obtuvieron
ese primer golpe de viento, llenándose por completo por primera vez en
demasiados años.
Peor aún, mi alma había sido plenamente anclada en mi cuerpo como si se
hubiera establecido de nuevo en el agujero que ahora era el hogar del monstruo
que ansiaba la sangre con la que se alimentaba con tanta frecuencia. Por un
parpadeo en el tiempo había sido humana de nuevo, y todo lo que sentí fue
terror.
—¿Mira? —susurró Valerio, triturando el vidrio bajo las suelas de sus zapatos
de vestir mientras entraba en la habitación. Había aparecido por arte de magia,
cruzando la gran distancia entre Venecia y Savannah.
Y por primera vez en mi existencia, había sentido el oleaje de poder antes de
que él apareciera y sabía exactamente quién era. Nick realmente había
despertado algo dentro de mí.
Arrodillado junto a mí, poco a poco puso una mano sobre mi hombro, haciendo
que me estremeciera. —Mira, ¿estás bien? —Estaba herida mentalmente y
físicamente, y necesitaba tiempo para sanar y pensar, pero no lo tenía. Sino que
V
el tiempo se me escapaba, y la presencia inesperada de Valerio en mi dominio
indicaba que había un problema nuevo que necesitaba mi atención.
—Tráeme a Danaus —ordené en voz baja.
—¿Es el que te hizo esto? —La mano de Valerio se apretó en mí a pesar de que
no hubo ningún cambio en el tono de su voz.
—No. Tráelo ante mí.
—¿Dónde está?
Mis ojos se cerraron y me puse en contacto con mis sentidos, dejando que mis
poderes barrieran toda la ciudad de Savannah y sus suburbios en una gran ola.
Para mi sorpresa, encontré a Danaus exactamente donde lo había dejado, en
Factors Walk. ¿Habían pasado sólo un par de minutos cuando se había sentido
como años?
¡Mira! Fue la respuesta instantánea de Danaus cuando sintió mi toque.
Valerio va a ir a por ti, dije simplemente y luego me alejé rápidamente, creando
barreras mentales mientras me iba. No quería al cazador en mi cabeza, no
quería que él supiera sobre el monstruo que parecía estar vinculado a mis
primeros comienzos, a mis débiles y patéticas raíces humanas.
—Está en Factors Walk —dije, empujando una imagen mental de la ubicación
en la mente de Valerio. El Nightwalker se apartó ante la inesperada invasión,
liberando su dominio sobre mi hombro, pero no me importó—. Tráeme a
Danaus ahora.
Sin decir palabra, mi viejo amigo y compañero se levantó y desapareció de mi
vista. Tuve tiempo suficiente para levantarme y recoger el reloj de arena de
plata que descansaba entre mis piernas dobladas antes de que Danaus y Valerio
volvieran a aparecer. Con un gruñido, tiré el reloj por la habitación, donde se
rompió en cientos de piezas, liberando un chorro de arena, negro como una
nube de humo mortal.
El cazador echó un vistazo a la habitación antes de agarrar un puñado de la
camisa blanca de Valerio y golpearlo contra la pared más cercana.
—¿Qué diablos has hecho? —Gruñó. Los poderes de Danaus burbujearon con
su ira, llenando la pequeña habitación, con una bruma cálida de ira. Esta vez,
me sentí como si pudiera alcanzar y tocar sus poderes. Y si yo realmente quería,
podría darles sólo el más mínimo empujón y Danaus herviría la sangre de
Valerio. Este nuevo poder llevaba consigo una tentación inquietante, como fruta
madura a la espera de ser arrancada.
—Él no hizo nada —murmuré, sacudiendo la cabeza como para despejarme de
esos pensamientos oscuros. El poder se arremolinaba a mi alrededor como
fantasmas, cada uno con sus propias demandas y deseos—. Él me encontró así.
Danaus lanzó a Valerio con un pequeño empujón y se acercó a mí. De rodillas,
puso una mano debajo de mi barbilla y me obligó a levantar la cabeza. Sabía lo
que veía. Yo estaba cortada, maltratada, hinchada y magullada hasta el punto
de ser apenas reconocible. Mi ropa estaba destrozada y estaba cubierta en mi
propia sangre seca. Desde el momento en que Nick me había mantenido sola en
mi casa, él se había tomado su tiempo para dejarme completamente sin sentido,
para que no tuviera la oportunidad de defenderme.
Sin tener ninguna esperanza.
—¿Se ha ido Gaizka? —Le pregunté, incapaz de detener el temblor que se coló
en mi voz a la mención del bori que había tratado de llevarse a Danaus lejos.
—Se ha ido. —Me tomó la cara con ambas manos y me miró a los ojos—. Lo
viste. La puerta se abrió y Gaizka fue metido hacia el interior. Enjaulado. Se ha
ido para siempre.
Mis ojos se cerraron mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla.
—Para siempre —repetí, la amargura socavó la palabra antes de que pudiera
viajar mucho más lejos de mis labios. Siempre me pareció un concepto muy
bonito.
Aurora y los Naturi se supone que estaban encerrados lejos del mundo para
siempre, pero escaparon.
¿Por qué no podían liberarse también la horda de boris que estaban esperando
en su propio redil?
—¿Quién es Gaizka? —preguntó Valerio.
Volví la cabeza hacia el Nightwalker, con la cara descansando en las manos de
Danaus. Su calor me envolvía en un reconfortante abrazo, y yo no estaba
dispuesta a dejarlo por ahora y sumergirme de nuevo en el brutal mundo frío
que me esperaba. —Un bori que escapó. Lo encerramos de nuevo.
Abrí los ojos para encontrar a Valerio de pie con una expresión en blanco. Tenía
una mano extendida, con la punta de los dedos presionando la jamba de la
puerta, como si estuviera manteniendo el equilibrio mientras la sala giraba
peligrosamente a su alrededor. Podía adivinar que estaba tomando toda su
fuerza y una considerable fuerza de voluntad el no mostrar el terror que sabía
que estaba gritando en su mente.
El bori, junto con los Naturi, eran nuestros mayores enemigos. Sin embargo,
cuando los Naturi se contentaban simplemente con destruirnos, los bori estaban
determinados una vez más a controlarnos. Eran, después de todo, los creadores
de todos los Nightwalkers. Siglos atrás, los Nightwalkers y los licántropos
encerraron a los bori y Naturi, pero recientemente nuestros prisioneros habían
conseguido escapar de sus celdas.
—¿Se ha ido? —preguntó Valerio con una voz sin aliento—. ¿Estás segura de
que se ha ido?
Tirando de mi rostro fuera del alcance de Danaus, apoyé la cabeza contra la
mesa detrás de mí y cerré los ojos. —Se ha ido.
—¿Es... Gaizka... quien te hizo esto? —preguntó Valerio.
—Sí —dije rápidamente antes de que Danaus pudiera hablar. Era mentira, pero
era algo que sabía que Valerio fácilmente creería. Todavía no tenía idea de lo
que le iba a decir a Danaus cuando llegara el momento, pero por ahora ninguno
de los dos necesitaba saber quién había estado en la biblioteca conmigo. Estaba
tratando de llegar a un acuerdo con él por mí misma. No necesitaba pensar en
las repercusiones de que la gente lo supiera.
—Pero se ha ido ahora —dije con un gruñido mientras trataba de ponerme en
pie. Para mi sorpresa, Danaus pasó sus brazos por debajo de mí y me recogió,
acunándome contra su gran pecho.
—Tienes que descansar —dijo con firmeza, comenzando a salir de la habitación.
—Ella necesita alimentarse —respondió Valerio con una voz fría mientras se
ponía delante del cazador, deteniéndolo de llevarme a cualquier lugar suave y
cómodo que tuviera en mente. La cama sonaba muy bien. La alimentación
requería más energía de la que yo estaba dispuesta a gastar hasta la noche
siguiente.
—Pero no me voy a poner bien, porque necesito saber por qué has aparecido de
repente en mi dominio —dije con aspereza, fijando en Valerio una mirada
oscura—. Esto no es una visita de placer, ¿no?
—Siempre es un placer verte, Mira. —Valerio sonrió, mientras parte de la
tensión disminuyó de sus fuertes hombros. La destrucción de la biblioteca, mi
apariencia, y la mención del bori había sacudido temporalmente al Nightwalker
de la calma imperturbable que poseía habitualmente. Pero ahora parecía que
volvía a su intocable equilibrio y encanto habituales.
Con mi cabeza contra el pecho de Danaus, escuchaba el suave ritmo de sus
latidos del corazón, dejando que el sonido relajante retrocediera el dolor.
Valerio y yo teníamos algún tipo de negocio que discutir, y tenía la oscura
sensación que sabía de lo que se trataba. —Danaus, bájame o ponme en la sala.
No hay descanso para los malvados en esta ciudad.
Una parte de mí casi esperaba que el cazador simplemente dejara caer mi culo
exactamente dónde estaba, pero debía haberme visto muy, muy mal porque me
llevó a la sala principal y suavemente me sentó en el sofá mientras él cogía una
silla cercana a mi izquierda. Valerio nos siguió en silencio a la habitación, lo
cual fue impresionante teniendo en cuenta lo chirriantes que eran los pisos de
madera, pero claro los Ancianos tenían todo tipo de habilidades especiales con
las que los más jóvenes sólo podíamos soñar.
Valerio se acercó a la chimenea de mármol y se dio vuelta, con las manos en sus
caderas mientras miraba a sus pies, con el ceño fruncido jugando con las
comisuras de sus labios. El Nightwalker estaba pesando sus palabras. Si él
estaba tratando de ser cauteloso, sabía que no presagiaba nada bueno para mí.
—Deja esto —espeté—. No estás aquí por Knox. —Sin embargo, tal como yo
pronunciaba las palabras, sentí una extraña opresión en el pecho al pensar en
esto. ¿Y si él estaba allí para hacerse cargo del Nightwalker que había hecho
siglos atrás? No sólo había llegado a contar con Knox para ayudarme a
mantener la paz en mi dominio, sino que también lo veía como un buen amigo.
No quería que Valerio le arrebatara de mi lado.
—No, no se trata de Knox —admitió Valerio con un movimiento de cabeza,
enviando un suave mechón de pelo a la frente. El Nightwalker lanzó un
profundo suspiro y se quedó mirando a Danaus, que le frunció el ceño, se veía
notablemente incómodo. La última vez que se había encontrado con Valerio, no
había sido en las mejores circunstancias. Tanto los Naturi y el Aquelarre
estaban tratando de decidir cómo matarnos, y Valerio estaba luchando para
elegir un bando.
—Creo que sería mejor si hablamos de esto en privado —admitió Valerio
finalmente, arrancando sus ojos del cazador y posando en mí su oscura mirada.
—Si se trata del Aquelarre, él puede quedarse —me quejé mientras me
deslizaba en una posición sentada. Coloqué suavemente mis pies en el suelo,
tanteando para ver si mi rodilla y pierna estaban curadas por completo. La
fuerza estaba regresando a mi maltratado cuerpo y sentía que muchos de mis
achaques y dolores podían ser lavados con una ducha de agua caliente—.
Danaus ha conocido al Aquelarre. Ha pasado por el infierno conmigo. Puede
quedarse a escuchar esto.
Ante esto, Valerio finalmente frunció el ceño ante mí. —¿Estás diciendo que por
fin has tomado una mascota?
—¡No! —Dijo Danaus, al instante se puso en pie tambaleándose.
—No —secundé en una suave, pero firme voz.
—Entonces, ¿qué, Mira? ¿Estás diciendo que es tu igual? ¿Tú, un miembro del
Aquelarre, es igual a un cazador de vampiros? —preguntó Valerio, torciendo el
cuchillo que había hundido en mi pecho cuando comenzó esta conversación.
No sabía cuál era la mejor manera de explicarlo. Danaus había caminado a
través de los fuegos del infierno conmigo, sobrevivido a los ataques de ambos
Naturi y bori. Si esta criatura iba a seguir vigilando mi espalda, no podía
ocultarle secretos.
—Es complicado, Valerio. Vamos a dejar las cosas así. —Valerio me dio una
mirada escéptica que implicaba demasiado. Déjalo. No es lo que piensas, le dije de
nuevo, en el pensamiento, lo cual me valió una sonrisa leve. El Nightwalker
positivamente se deleitaba de ser un completo dolor en el cuello.
Haciendo un gesto a Danaus para que regresara a su asiento, pasé una mano a
través de mi pelo, empujándolo fuera de mi cara. —¿Podemos ir al grano? —Le
dije a Valerio—. ¿Qué es lo que quiere el Aquelarre? —Aunque Valerio no lo
había mencionado, sabía que el Aquelarre era una de las pocas cosas que haría
que el Nightwalker dejara la espléndida comodidad del Viejo Mundo para
venir a mi dominio.
—Ellos te quieren a ti —afirmó, empujando las manos en los bolsillos mientras
inclinaba un hombro contra la repisa de la chimenea.
—¿Para qué? —preguntó Danaus.
—Se van a reunir, ¿no? —Pregunté, tratando de no parecer que me quejaba,
pero no lo logré muy bien.
—Sí, y tu presencia ha sido "solicitada" —dijo Valerio con una pequeña mueca
divertida.
Solicitada, mi culo. El Aquelarre quería reconocerme y admitirme oficialmente
como miembro. Yo me había saltado algunas de las formalidades, cuando me
uní al Aquelarre durante el verano debido a un desesperado momento de
necesidad, en el que teníamos alguna oportunidad de detener a los Naturi.
Jabari, uno de los Ancianos del Aquelarre, había estado allí para comprobar mi
petición, pero nunca había recibido la aprobación oficial de los otros dos
miembros del Aquelarre. Nunca había dado a los otros Nightwalkers la
oportunidad de retarme. Maldición, Nuestro Señor podría simplemente dejar
mi ascenso abierto a la sede al arrancarme la cabeza.
Me tragué una media docena de comentarios sarcásticos, mientras me frotaba
las sienes con una sola mano. Necesitaba descansar y hablar con Danaus. Por
desgracia, no tendría la oportunidad de hacerlo bien hasta que me deshiciera de
Valerio.
—¿Soy el único motivo por el cual el Aquelarre se reúne?
—No lo creo —dijo el Nightwalker con un pequeño suspiro—. Los Guardianes
de los dominios en toda Europa se han quejado acerca de la reciente infestación
de Naturi. Existe la posibilidad de que el Aquelarre pudiera tomar alguna
acción, pero es poco probable que suceda a menos que estés allí.
—Creo que no es mucho pedir que el guardián tome el cuidado de sus propios
dominios, como se supone que deben hacerlo. —Encorvada en el sofá, dejé caer
la cabeza en la mano izquierda mientras descansaba el codo en el brazo del
sofá—. No es como si fuera el trabajo del Aquelarre ser la policía del mundo de
los Naturi.
—Puede ser, ahora que están sueltos de nuevo —señaló Valerio con gravedad.
—Por lo menos hasta que Aurora se haya recuperado —agregó Danaus.
Lo cual era dudoso. Yo había herido de muerte a Aurora, pero no creía que la
reina de los Naturi estuviera muerta hasta que viera su frío cadáver
pudriéndose delante de mí. Además, todavía estaban Cynnia y Rowe. La nación
Naturi tenía demasiados aspirantes a líderes a la espera que fácilmente podrían
asumir la causa una vez que Aurora fuera asesinada. Por desgracia, con nuestra
afición por las luchas internas y la traición, los Nightwalkers estaban lejos de
ser tan organizados. En este momento necesitábamos un Aquelarre unido para
asumir la amenaza de los Naturi, y la guerra en curso entre Jabari y Macaire nos
mantenía siempre resistiendo por la fuerza. Para empeorar las cosas, mi
presencia en el Aquelarre no ayudaría a reparar la fisura abierta que atravesaba
al cuerpo gobernante de los Nightwalkers.
—¿Cuáles fueron sus órdenes? —Exigí, empujando mis preocupaciones con
respecto a los Naturi a un lado. Tendría que lidiar con el Aquelarre primero y
sobrevivir a esa prueba antes de que dirigiera mi atención a los Naturi.
—Buscarte.
—Buen perro. —Mi sonrisa irónica logró borrar cualquier persistente sonrisa de
su rostro.
—Vigila tus pasos, Mira —me advirtió Valerio—. Mis órdenes fueron que te
llevará a Venecia inmediatamente. Podría agarrarte ahora y llevarte. En tu
condición actual, no veo cómo ibas a durar demasiado tiempo.
Danaus se puso de pie y se paró directamente entre Valerio y yo. El cazador
deslizó su mano hasta el cuchillo atado a su lado, mientras que su propia
energía se elevó de su cuerpo contra mí.
—Está bien, Danaus —le dije, poniéndole una mano sobre su brazo. Le di un
apretón suave, tratando de tranquilizarlo. Fue conmovedor que estuviera
dispuesto a matar a mi amigo por protegerme—. Si Valerio hubiera planeado
hacer eso, él no habría perdido el tiempo diciéndomelo.
Danaus se quedó frente a mí, mirando hacia abajo a Valerio por varios
segundos más antes de que el cazador, finalmente diera marcha atrás,
volviendo a su asiento junto a mí.
—Diles que voy a tomar un avión justo antes del amanecer de hoy y que
mañana por la noche estaré en Venecia, a tiempo para una reunión del
Aquelarre —dije, levantando la cabeza de mi mano para mirar al Nightwalker
directamente.
—No es lo que ellos quieren —advirtió.
—Pero es lo que quiero yo, y como miembro del Aquelarre tienen que obedecer
a mis deseos. Si Jabari me quiere allí esta noche, tendrá que venir a buscarme el
mismo.
—No le dejaría pasar. —Gruñó Danaus, desplazándose en su asiento como si
esperara ver al Anciano apareciendo de repente ante él.
—Si quieres, dile a los miembros del Aquelarre que estoy arreglando algunos
de mis propios asuntos con los Naturi —le dije a Valerio con una onda ausente
de mi mano.
—¿No querrás decir bori?
—No, no lo hago —le dije bruscamente—. Y después de transmitir el mensaje,
podías desear reconsiderar estar presente cuando llegue. Voy a llevar a Danaus.
—¿En serio? —Dijo Valerio, ladeando la cabeza hacia un lado mientras daba un
paso más cerca de mí.
—Como mi consorte.
—Oh... ¿De verdad? —preguntó con una sonrisa profunda—. Eso no se ha
hecho en...
—Siglos, lo sé.
—Y nunca con uno de su especie.
—Es verdad.
Una amplia sonrisa se propagó en el hermoso rostro de Valerio mientras él
negaba con la cabeza hacia mí. —No me perdería este encuentro por nada del
mundo. Nos vemos en Venecia. —Con eso, desapareció en un pequeño
aumento de energía, dejándome con Danaus y el lío que estaba a punto de
hacer.
Capitulo 3 Traducido por Rihano
Corregido por Angeles Rangel
staba sola con Danaus. Después de días de correr y luchar ambos contra
los Naturi y el bori, había empezado a preguntarme si alguna vez
tendríamos un momento de tranquilidad juntos. Las cosas habían
cambiado entre nosotros, pero no pude empezar a describir cómo y por qué.
Tenía temor de ponerlo en palabras por miedo a destruir el poco terreno
positivo que habíamos conseguido. Sentía el estómago retorcido en nudos y los
músculos apretados en mi pecho. Había habido otros hombres en mi larga
existencia, pero ninguna de esas veces se sintió ni la mitad de frágil como lo que
actualmente enfrentaba. Para empeorar las cosas, había una buena probabilidad
de que yo estuviera a punto de destruir lo que se había avanzado con mi nuevo
régimen, pero en verdad estaba dispuesta a correr el riesgo si eso significaba
que él iba a venir conmigo a Venecia. No estaba preparada para enfrentar al
Aquelarre sola, y si Nick se salía con la suya, iba a necesitar mantener al
cazador a mi lado por el momento.
—¿Tienes previsto alimentarte esta noche?—preguntó Danaus, trayendo mi
mirada de nuevo hacia su rostro.
Negué con la cabeza. —Sólo necesito descansar un poco antes de hacer algunas
llamadas telefónicas.
Para mi sorpresa, el cazador se levantó y me cogió en sus brazos de nuevo. Sin
palabras me llevó por las escaleras hasta el dormitorio con la pintura amarilla y
un edredón muy rayado. Las cubiertas de la cama estaban retorcidas en
desorden como si alguien hubiera dormido en la cama el día anterior. Un nudo
se formó en mi garganta.
Lily había dormido en la habitación. Su dulce aroma era tan espeso en el aire
que podría haber cerrado los ojos y creer que estaba parada justo a mi lado.
Pero no lo estaba. Esa chica joven y dulce yacía muerta en Factors Walk, su
cuerpo roto desde el momento en que había sido lanzado contra la pared de
E
piedra por el único Nightwalker en quien ella pareció confiar por encima de
todos los demás: Tristan.
El bori había tomado el control del Nightwalker, obligándolo a hacer cosas que
nunca se le ocurrirían.
—Danaus. —Solté su nombre mientras agarraba su hombro con mi mano
derecha—. ¿Por qué? Oh Dios, ¿por qué ahora?
—Verás al Aquelarre. Tienes que lidiar con esto ahora o se acercará
sigilosamente a tí en un momento en que no puedas permitirte el lujo de ser
débil —dijo. Su voz se había vuelto áspera y ronca mientras hablaba.
—Me gustaba ella. —Mi voz salía amortiguada mientras hundí mi cara en su
pecho—. Realmente me gustaba. Ella era inteligente y valiente y rápida. Habría
estado a salvo en Themis.
—Sí, me gustaba también —susurró Danaus en mi cabello—. Habría estado
segura en Themis. Ella habría sido feliz en Themis con James y los demás.
De repente sacudí la cabeza y me alejé de Danaus para poder mirarlo a los ojos.
—No fue culpa de Tristan —declaré rápidamente, con las lágrimas finalmente
rompiendo las barreras para escurrirse por mi cara—. No fue culpa suya. No
tenía otra opción. Fue Gaizka. Tristan nunca habría hecho nada para hacerle
daño.‖No‖puedes…
—Ya lo sé. —Danaus alisó algunos de los cabellos de mi cara. Secó las lágrimas
de mis mejillas, pero solo fueron reemplazadas por otras nuevas—. No es culpa
de Tristan. Nadie lo está culpando.
—¿Él…‖ él‖ sigue‖ vivo? —Nick me había sacado de Factors Walk tan pronto
como Gaizka estuvo encerrado lejos con seguridad. No había tenido
oportunidad de comprobar a Danaus o a Tristan.
—Honestamente no lo sé. Valerio me agarró antes de que pudiera llegar a él.
Un sentido más profundo de pánico se apretó en mi pecho y envió un temblor a
través de mis extremidades. No podía soportar perder tanto a Lily como a
Tristan en una sola noche. Ambos habían sido niños sustitutos para mí, un vano
intento de reemplazar al niño robado que me arrebataron cuando era humana.
Necesitaba a Tristan para estar segura.
Cerrando los ojos, me extendí a lo largo del camino mental común que Tristan y
yo habíamos usado en raras ocasiones. Me había quejado una vez acerca de su
necesidad de estar en contacto con mis pensamientos. Ahora yo daría cualquier
cosa por ese débil toque familiar.
Tristan.
Mira. La respuesta sonó apagada, pero por el momento, el Nightwalker todavía
estaba vivo.
Por desgracia, el contacto era disperso y se sentía como si fuera a romperse en
cualquier momento. Tristan estaba muriendo.
Tristan, ¿dónde estás?
Yo no quería hacerlo. Te lo juro, Mira, nunca quise hacerle daño. Una tristeza
abrumadora llenaba todas y cada una de las palabras que cruzaron mi cerebro.
Él había perdido un hijo, también, durante sus años humanos, y ahora no podía
contemplar el hecho de que Lily había muerto en sus manos.
No fue tu culpa. Tú sabes eso. Danaus y yo lo sabemos. Lily lo sabía. Ella nunca te
culpó. Por favor, Tristan, ¿dime dónde estás?
Yo nunca quise hacerle daño. Traté de luchar, pero no fui lo suficientemente fuerte.
Lo sé. Nadie te echa la culpa. Por favor, ¿dime dónde estás? Necesitas ayuda. Te estás
muriendo, Tristan. Puedo sentirlo.
Ya lo sé. Esas dos palabras me llegaron en un susurro pálido. Él quería morir.
Dio la bienvenida a la muerte antes que enfrentarse a una existencia sin fin, con
el conocimiento de que había matado a una chica dulce de trece años.
¡Maldita sea, Tristan! No estás autorizado a darte por vencido. Te necesito.
Él no me contestó, y el pánico se hizo cargo. Estaba agotada, y adolorida, pero
no estaba dispuesta a dejarlo ir sin una pelea. Había perdido a demasiadas
personas en los últimos años, y ahora mismo no podía enfrentar la pérdida de
otra persona que había crecido para cuidar. Tomando un agarre más fuerte de
la energía girando sobre mí, recorrí la ciudad de Savannah hasta que localicé a
Tristan en Factors Walk. No se había movido de donde lo dejamos.
Encubriéndole de la vista de cualquier otro que pudiera pasear por el callejón,
dirigí mi atención para localizar a alguien que me pudiera ayudar.
¡Knox! Casi grité cuando mi mente notó la presencia del Nightwalker, no lejos
de la costa.
¿Mira? ¡No grites así! Estoy conduciendo. Podrías haberme sorprendido sacándome de
la carretera, bromeó en su acostumbrada forma alegre. Dudaba que pudiera
haberlo sorprendido aún queriéndolo. En este momento yo era una fuerza
masiva de energía.
Tristan se está muriendo. Debes ayudarle.
¿Dónde?
Factors Walk. Entra y sal rápidamente. Deja el cuerpo de la niña para los policías,
dirigí, con algo muriendo dentro de mí ante tanto descuido de dejar a Lily con
gente a la que no les importaba un comino ella. Yo la quería aquí en mis brazos
donde me pudiera pasar las próximas horas llorando sobre su cuerpo inerte. En
su lugar tendría que dejársela a los humanos. Ellos eran los únicos que podían
hacerse cargo de ella ahora.
¿Qué pasó?
Más tarde. Llévalo a mi casa de la ciudad. Danaus y yo estaremos allí en breve para
ayudar. Salva a Tristan no importa lo que diga. Fuérzalo a comer si es necesario. Debe
vivir todavía. No lo puedo perder, también.
Lo salvaré.
Mi cuerpo quedó inerte ante esas dos firmes palabras. Sabía que Knox haría
todo lo que estuviera a su alcance para salvar la vida de Tristan, simplemente
porque yo quería que fuera así. Sabía que las heridas de Tristan eran profundas
y grandes, haciendo poco probable su supervivencia, pero Knox trataría por mí.
Trataría por Tristan.
Me dejé caer en los brazos de Danaus, la energía que había reunido para dirigir
a Knox y ocultar a Tristan se escapaba fuera de mí. Knox se haría cargo de todo
por mí. Él haría lo que fuera necesario para salvar a Tristan para mí. Apoyando
mi cabeza en el hombro de Danaus, finalmente dejé caer las lágrimas por la
muerte de Lily, el dolor que había causado a Danaus cuando fui obligada a
atacarlo, y por mi propio destino oscuro, que aún flotaba en el aire.
Tristan estará a salvo, dijo Danaus, usando nuestro propio y personal enlace. No
tenía duda de que el cazador había estado escuchando la conversación mientras
se quedó en mi cerebro. No me importaba. Necesitaba esa conexión. Sentir sólo
por un breve momento, como si yo no estuviera sola en el mundo.
No lo puedo perder, también.
No lo harás.
Cada músculo de mi cuerpo parecía protestar mientras Danaus me ayudó a
ponerme de nuevo en pie. Se mantuvo pegado a mis talones mientras
caminábamos hacia las escaleras. Eché una ojeada sobre los restos destruidos de
mi biblioteca, y fui incapaz de suprimir por completo el temblor que arruinaba
mi cuerpo mientras le daba la espalda y me dirigía a la puerta de atrás.
—También tendrás que hablar de eso en otro momento —advirtió Danaus,
haciendo que mis hombros se hundieran bajo el nuevo peso. Todavía no tenía la
menor idea de lo que iba a decirle, pero ahora la verdad no me pareció la mejor
opción.
El cazador me ayudó a instalarme en el asiento del copiloto de mi pequeño
BMW Z4 plateado, mientras le entregaba las llaves con sólo la más mínima
vacilación. El coche era manual, y yo no estaba en condiciones para cambiar de
velocidad. Además, todavía tenía una ronda de llamadas telefónicas por hacer.
Danaus rápidamente nos llevó de los tranquilos suburbios de Savannah al
distrito histórico en un tiempo récord, mientras contacté a mi asistente humano,
Charlotte. Ella haría los arreglos necesarios para tener mi jet privado lleno de
combustible y listo para volar en unas pocas horas, aunque no parecía contenta
de ser molestada a una hora tan tardía. Fue sólo cuando miré el reloj en el
tablero que me di cuenta que era casi la medianoche. Me encogí de hombros.
Tenía más de siete horas para conseguir instalar a Tristan antes de que
necesitara abordar el avión.
Cerré el teléfono y lancé un profundo suspiro de alivio cuando llegamos a mi
casa de la ciudad. Había localizado a mi guardaespaldas Gabriel. Tanto él como
Matsui estaban sanos y salvos por completo. Se suponía que iban acompañar a
Lily y a Tristan a Themis en Londres, pero cuando Tristan apareció en Factors
Walk con Lily, había temido lo peor. Gaizka había demostrado en más de una
ocasión que no tenía reparos en tomar una vida. Pero esta vez parece que la
criatura se conformó con una rápida llamada telefónica, diciéndole a Gabriel
que había cambiado de opinión sobre el viaje a Londres. Ni Gabriel ni Matsui
eran conscientes de que Lily había sido asesinada y que Tristan se cernía al
borde de la muerte. Y por ahora, no tuve el corazón para decirles. Le dije a
Gabriel solamente que me contactaría con él de nuevo cuando regresara de
Italia, pero le aseguré que el peligro había pasado. No creo que me creyera, pero
me permitió poner fin a la conversación sin un aluvión de nuevas preguntas
incómodas y dolorosas.
El dolor de Tristan me asaltó cuando nos detuvimos frente a la casa de la
ciudad. Su dolor físico y angustia emocional llenó el aire como si fuera un olor
nocivo del que no podía escapar. Me empujé fuera del coche antes de que
Danaus me pudiera ayudar y cojeé hacia las escaleras de entrada
entretejiéndome entre la multitud de seres humanos quienes estaban
arrastrando los pies como zombis en mis escaleras y a través de mi puerta
abierta.
—¿Mira?
—No recordaran nada —le aseguré a Danaus rápidamente mientras forzaba mi
camino en la casa. Knox estaba usando todos sus poderes para convocar a
cualquier persona en el área con un pulso para Tristan. Para mi sorpresa,
también encontré a Amanda de rodillas al lado de Tristan, quien estaba sentado
en el suelo del salón, su sangre se filtraba en la alfombra debajo de él en una
piscina cada vez mayor. Las manos de Amanda estaban presionando contra su
pecho, tratando de mantener la sangre que se estaba escapando de las masivas
heridas. Ella había estado manteniendo su distancia de todo el mundo desde
que fue secuestrada brevemente por los Naturi hace un par de meses. Tuve la
oscura sospecha que parcialmente culpó a Tristan por su captura, pero al
parecer había vuelto en razón.
—Está luchando con nosotros —dijo Amanda cuando nos vio a Danaus y a
mí—. Se niega a alimentarse. No quiere vivir.
—Yo lo hago. —Me arrodillé entre las piernas dobladas de Tristan, tomé sus
dos manos en las mías mientras empujaba mi presencia en su mente. Lo dejé sin
ningún lugar para correr. Él no tenía las fuerzas, o la voluntad para pelear
conmigo. A mi indicación, volvió la cabeza hacia el primer brazo ofrecido y
mordió, bebiendo en profundidad.
Amanda y Knox eliminaron su presencia de la mente de Tristan y volvieron su
atención a la recolección de humanos. Necesitaríamos una fuente constante de
sangre fresca por un tiempo mientras esperábamos que las heridas sanaran lo
suficiente como para mantener la sangre. Detrás de mí, pude sentir el malestar
de Danaus sobre la alimentación, y sin embargo se quedó a mi lado, con una
mano apoyada en mi hombro.
Tristan se quedó en silencio durante casi una hora mientras se alimentaba de
una persona tras otra. Yo controlaba su mente, obligándolo a un solo acto. No
se trataba de la misma manera en que Jabari, Danaus, o incluso Gaizka me
controlaban. Simplemente entré en su mente y amplifiqué sus instintos básicos
para alimentarse. En su estado debilitado, no pudo luchar contra esto
correctamente. Ni siquiera cuestionarlo.
Sin embargo, mientras sus heridas cerraban y aumentaba su fuerza, podía
sentirlo comenzar a agitarse. Al principio era sólo una sombra de dolor y
horror, pero pronto creció en una gran neblina de ira. Apreté los dientes y me
preparé para que él finalmente me empujara fuera de su mente, pero nunca
llegó.
¿Por qué? La pegunta se desvió hacia mí como un secreto susurrado, pero
llevaba una gran cantidad de ira. ¿Por qué me salvaste?
Porque soy egoísta, admití con sinceridad. Te necesito.
No me necesitas. Tienes a Danaus. Tienes a Knox y a Gabriel. Tienes muchos otros.
Y te necesito de tan mala forma como los necesito a ellos. Tú eres mi familia, mi
hermano. No puedo soportar perderte.
Yo la maté, Mira.
¡Gaizka la mató! ¡No tú!
Siguió como si no me hubiera oído. Aún puedo olerla. Todavía puedo sentir la
suavidad de su piel y el ardor de mi mano cada vez que eso me hacía pegarle. Puedo oler
su miedo y oír su voz resonando en mi cerebro, suplic{ndome…
Me liberé de la mente de Tristan en ese momento. Sus recuerdos estaban
demasiado frescos y se estaban convirtiendo rápidamente en los míos. Quería
liberarme completamente de él y esconder la muerte violenta de Lily, pero me
obligué a apretar mis manos en las suyas incluso mientras lágrimas corrían por
nuestras mejillas. Lily siempre nos perseguiría.
Pasó otra hora antes de que la hemorragia de Tristan se hubiera detenido por
completo y lo consideré lo suficientemente fuerte como para sobrevivir el día.
Danaus ayudó al último de los humanos a salir por la puerta y a bajar las
escaleras. Todos ellos retendrían en la memoria el asistir a una fiesta de
Navidad llena de música a alto volumen y alcohol fluyendo libremente. Todos
ellos despertarían al día siguiente, un poco cansados y con dolores de cabeza,
pero brillando con un buen recuerdo.
Amanda y Knox metieron a Tristan en el coche de Knox. Él llevaría a Tristan a
mi casa, donde pasaría las horas del día recuperándose. Knox también planeaba
llamar a Gabriel para añadir una capa adicional de seguridad, a pesar de que no
era necesario. Gaizka se había ido. No había ninguna amenaza para la
seguridad de Tristan más allá de su propia mente fracturada.
Danaus puso una mano sobre mi hombro y la apretó. Todavía arrodillada en el
suelo delante del lugar donde Tristan se había sentado. La sangre estaba por
todas partes. Estaba empapada la alfombra, manchas en la mesa de café, y
tiñendo el sofá. Una parte de mi cerebro me recordó que todo necesitaba ser
limpiado, pero no pude conseguir moverme.
—Necesitamos irnos —dijo Danaus.
—Yo…‖yo‖no‖lo‖sé.
—Tenemos que ir. El Aquelarre está esperando. Knox puede manejar las cosas
aquí.
—Tristan…
—Él va a estar bien. Le salvaste la vida esta noche.
Negué con la cabeza mientras tomaba la mano de Danaus y me levantaba.
Tristan viviría a causa de mis acciones de esta noche, pero no me sentía como
que lo hubiera salvado.
Capitulo 4 Traducido por Eli25
Corregido por esmeralda38
mbarcamos en mi jet antes de lo que yo había querido. Pero el avión
estaba completamente abastecido y los pilotos estaban listos. Mi única
razón para esperar era que aún faltaban tres horas hasta el ama necer y
estaría atrapada en un avión con Danaus. Él iba a comenzar a demandar
respuestas a una larga lista de preguntas que yo esperaba evadir solo lo justo a
un largo rato. Pero eso simplemente no iba a ser.
Después de que la puerta del jet se hubiera cerrado y estuviera apropiadamente
asegurada, Danaus tomó mi mano y me guió de vuelta al pequeño dormitorio
de la parte de atrás del jet. Me dejó sentada en el borde de la cama mientras él
caminaba en el diminuto cuarto de baño. Cerré mis ojos, escuchando el agua
correr y el apagado rugido de los motores cuando aumentaron. Mis
pensamientos fueron a la deriva sin rumbo, primero a al bori Gaizka y a nuestra
estrecha huída, y luego a Nick y a sus propias demandas oscuras. No importa a
donde fuera, siempre había alguien oscuro esperándome para estropearlo.
Primero fue Danaus, luego Rowe, y Jabari, y Aurora, y Gaizka. Por supuesto,
siempre estaba Macaire. Él me había querido muerta incluso antes de que
renaciera como un Nightwalker. El problema era que yo no estaba haciendo un
buen trabajo de limpieza en mi lista de gente que me quería muerta. Si iba a
vivir mucho tiempo, necesitaba hacer algo con mi lista de enemigos.
Mis ojos se abrieron de repente y me levanté cuando sentí que la cama
cambiaba a mi lado. No había oído a Danaus acercarse sobre los motores del jet.
Él alargó una mano para tocar mi mejilla, pero me alejé de él. Estaba tensa y
cautelosa del cazador ya que sabía que él iba a venir para sonsacar la verdad.
Pacientemente, Danaus levantó una toallita mojada en su mano izquierda.
—Estás hecha un caos.
—Oh. — Tomé una profunda respiración, le permití girar mi cara hacia él para
que pudiera comenzar a limpiar la capa de barro y sangre seca. En mi
E
debilidad, lágrimas frescas manaron, pero las alejé. ¿Cuánto tiempo había
pasado desde que alguien se había preocupado por mí en semejante modo
gentil? Ninguna respuesta fácil vino a mi mente. Los años solo se extendían en
mi mente como un abismo negro sin fin.
—Fue una suerte que estuviera oscuro cuando llegamos. Los pilotos podrían
haber llamado a una ambulancia más que permitirte subir al avión —dijo
Danaus cuando ladeó mi cabeza ligeramente hacia un lado para que pudiera
limpiar a lo largo de mi mandíbula derecha.
Una esquina de mi boca se levantó en una media sonrisa. —Estoy segura que he
estado peor.
Danaus tiró su mano a su cadera y soltó un pesado suspiro que fue apenas oído
sobre el motor del jet cuando rodamos por la pista. —No por mucho en todo
caso. Entre los bori, los Naturi, y el Aquelarre, no creo que conozca a nadie que
haya sido golpeada como tú y que haya sobrevivido.
—¿Quieres decir aparte de ti?
Danaus sacudió su cabeza. —Tú siempre has sufrido lo peor de lo que hemos
repartido. Y después de todo, has sobrevivido.
—Pero... —Provoqué cuando la palabra pareció colgar inquietantemente en el
aire.
—Pero cuando desapareciste de Factors Walk, pensé que estabas muerta.
Nunca he visto semejante terror en tus ojos. — Danaus deslizó sus dedos en mi
pelo y agarró la parte de atrás de mi cabeza. Me empujó más cerca para que sus
labios rozaran mi oído—. Dime lo que ocurrió. Dime la verdad para que pueda
protegerte. No quiero ver nunca esa mirada otra vez.
—Quizás no puedas protegerme —dije, alejándome de él.
Danaus dio un bajo gruñido cuando se puso de pie y tiró la toallita sucia a la
entrada del cuarto de baño. Él entonces se giró y me levantó de la cama. Él paró
lo suficiente para quitarme las botas de cuero antes de levantar la manta sobre
mí. Mientras en la casa de la ciudad, me cambié algo de ropa limpia y
empaqueté una pequeña mochila mientras Danaus agarraba su mochila.
Estábamos al menos preparados para unos pocos días de viaje.
—Te protegeré —proclamó él, sentándose en el borde de la cama otra vez—.
Pero mi trabajo sería mucho más fácil si supiera a lo que me estoy enfrentando.
Miré la manta, levantada por un pequeño montículo de almohadas. Estaba
exhausta y hambrienta, pero sabía que no conseguiríamos descansar hasta que
hablara de lo que había ocurrido en mi casa. Brevemente debatí una sucesión de
mentiras que serían inmensamente más fáciles de tragar que la verdad que
descansaba en la punta de mi lengua.
Pero incluso cuando dejara una mentira, me encontraría recordando una
solitaria iglesia en Venecia donde Danaus me divulgó su oscuro secreto: su
madre había vendido su alma a un bori antes de que él naciera. Él había
arriesgado el horror y la censura con esa admisión. Él confiaba en mí cuando
aún tenía una pequeña razón para no confiar en mí. Era bueno pasar el tiempo
haciendo lo mismo.
—Mi padre real me hizo una visita —dije, desesperadamente buscando un
lugar lógico para comenzar esta fea conversación.
—¿Jabari?
Sacudí mi cabeza, negándome a levantar mis ojos de la manta. Jabari podría
haber sido uno de los Nightwalkers que me hicieron, pero él no era mi padre.
—No. Estoy hablando de la criatura que me dio este conjunto de genes
particulares cuando nací como una humana. —Humana. Incluso esa palabra
parecía ser una extensión, pero no me gustaban mis otras elecciones.
—No lo comprendo. ¿Qué le ocurrió a LaVina?
—No había ninguna bruja llamada LaVina. Siempre ha sido mi padre
disfrazado para observarme. Él aparentemente estaba esperando su
oportunidad para acercarse a mí, para finalmente hacer conocer su presencia.
Gaizka le dio la oportunidad.
Danaus levantó una mano y gentilmente apartó mi pelo de mi cara, levantando
mi mirada para encontrar la suya. —Mira, tienes más de seiscientos años. Esa...
cosa... posiblemente no puede ser tu padre. No sé de nada que pueda vivir
tanto tiempo y actualmente reproducirse con una humana. A menos, por
supuesto, que tu madre no fuera...
—No, mi madre es una mujer humana normal. — Paré y sacudí mi cabeza—.
No me creerás. Yo difícilmente lo creo por mí misma. Si él no hubiera... nunca lo
hubiera creído. —Un bulto se formó en mi garganta alrededor de las palabras
que aún necesitaban ser dichas.
—Ryan es un brujo, y dudo que tenga más de trescientos años. Posiblemente no
haya un brujo más viejo por ahí —dijo Danaus, más para sí mismo que para
mí—. Ningún Naturi o bori. Los Nightwalker no se reproducen, ¿cierto?
—Danaus, nunca he conocido a una criatura así. —Le alcancé a través de la
cama y tomé una de sus manos en las mías. Cerré mis ojos y empujé las
palabras hacia fuera—. Él se llama a sí mismo Nick. Pero dijo que en otras
culturas era conocido por muchos nombres como Raven, y Anansu, y Keku, y
Loki.
Danaus se sacudió fuera de la cama, soltando mi contacto cuando finalmente
dije los nombres que él instantáneamente reconoció. Los nombres eran todos
diferentes, pero todo eran nombres de los dioses del caos en las diferentes
religiones. Los dioses embaucadores de la antigüedad. Yo era una hija del caos.
—Mira, esto tienes que ser una broma. Es imposible. ¿Un dios? ¿Un dios muerto
de otra religión?
—¿Y si no lo soy? Esa criatura me golpeó en una pulgada de mi vida y lo hizo
sin romper a sudar. Se me apareció antes viéndose como el hombre que me crió
como una niña. Me amenazó con hacerme humana.
Danaus detuvo su paseo bruscamente y se giró para enfrentarme. — ¿Hacerte
humana?
—No levantó mis esperanzas —dije bruscamente—. Pero sí. Nick dijo que si no
hacía lo que demandaba entonces me haría humana otra vez para que pudiera
darle un hijo que tomara mi lugar en sus planes maestros.
—¿Humana? —Danaus lentamente se sentó en el borde de la cama—.
Semejante cosa es imposible.
—Con un toque, él causó que mi corazón latiera y la sangre fluyera en mis
venas. Durante solo un segundo pude sentir mi alma devuelta en mi pecho.
Solo duró un par de segundos pero me hizo humana otra vez.
—Vale, solo suponiendo por un loco minuto que tu padre es un dios, ¿qué
quiere?
—Quiere que aprenda a controlarte de la misma manera que me controlas a mí.
Quiere que aprenda a controlar a Jabari también —admití, avergonzada cuando
esperé a que él explotara en una sugerencia.
—Este Nick tiene que darse cuenta que Jabari te matará al segundo que él sienta
la más ligera indicación de que le estás controlando —dijo tranquilamente
Danaus—. Jabari no se arriesgaría.
—Eso te deja a ti.
Una media sonrisa pellizcó su maravillosa boca. —¿Qué estás diciendo? El giro
es justo para jugar. No puedo decir que no te enfrentaré en cada paso del
camino, pero solo sería justo considerar cuantas veces he utilizado tus poderes.
—Gracias. Es solo hasta que encontremos una manera para acabar con Nick,
aunque no puedo comenzar a adivinar en cómo vamos hacer esto. — El alivio
ondeó a través de mí cuando Danaus pareció estar tomándose esta información
mucho mejor de lo que inicialmente había esperado. Por supuesto, sabía que él
realmente no creía nada de esto. No tenía duda de que él creería que alguna
otra criatura estaba jugando a engañarme, intentando que me concentrara en su
deseo. Por un momento no importaba que Danaus me creyera. Le había dicho la
verdad, y tuvo el sentimiento de que él estaría cara a cara muy pronto.
—¿Por qué Nick? — Inquirió Danaus.
—¿Qué quieres decir?
—¿Por qué se llama a sí mismo con un nombre tan común como Nick?
Un nudo giró en mi estómago. —No te preocupes por eso, Danaus. No es
importante.
Supe al momento que el nombre había encajado en su cerebro. Era un viejo
coloquialismo que Nick estuviera jugando fuera de la mitología Cristiana, pero
Danaus era lo bastante inteligente para saberlo. El cazador se levantó de la
cama y cruzó al otro lado del avión, poniendo tanto espac io entre nosotros
como fuera posible.
—¡Viejo Nick! ¿Lo es, verdad? ¡Se llama Viejo Nick! — Me espetó Danaus.
—Sí, lo es —dije tranquilamente.
—Tu padre es el diablo. Él es Satán. El Viejo Nick.
—Otro dios del caos, sí. Esta vez él solo está jugando fuera de la mitología
Cristiana. Mira, no importa como se llame a sí mismo, el punto es...
—¡Si él es el diablo, eso te hacer el Anticristo!
—¡Maldita sea, Danaus! Escúchame. ¡No soy ningún jodido Anticristo! ¡Me
conoces! No soy malvada, a pesar de quienes reclamen ser mis padres. —
Quería gritar. Tenía que conseguir convencerle de que todos los Nightwalkers
no eran malvados, y ahora resultaba que yo era la adorada hija del dios del
caos. No era exactamente un anillo de aprobación para mí y el resto de mi
clase—. Por favor, te necesito. No me abandones ahora.
Danaus lentamente caminó de vuelta hacia mí y se sentó en el borde de la cama.
Él levantó una mano y acunó la parte de atrás de mi cabeza, empujándome
hacia delante para que mi frente estuviera presionada contra la suya. —Confío
en ti, — susurró él en una voz sacudida.
Comprendí lo que semejante cosa le costó. Este era un hombre que había sido
devoto en su completa existencia para luchar el mal en un intento de reclamar
su alma. Ahora él estaba potencialmente poniéndose de parte de una criatura
que había sido desovada por el mal más grande de todos después de todo. Se
estaba poniendo de parte de mí basándose en las decisiones que yo había
hecho, las vidas que había salvado mientras estábamos juntos. Me había ga nado
su confianza, y no había más honor en este mundo.
Situando una mano temblorosa contra su mejilla, dejé mi pulgar recorriendo a
lo largo de su mandíbula. Gracias. Una chispa de puro placer surgió a través de
mí cuando mi mirada se asentó en sus labios separados. Quería inclinarme y
saborearle, beberle por primera vez después de todos los encuentros demasiado
breves. Pude sentir la misma ignición duradera en el cazador cuando el sonido
de su latido aumentó en su lugar. La punta de mi lengua salió desafiante de mi
boca, humedeciendo mis labios. Su olor giró alrededor de mí, arrastrando los
recuerdos de un mar distante bañado por la luz del sol. Danaus estaba
demasiado cerca. Otro par de pulgadas y podría sentirle, saborearle.
Con una respiración sacudida, Danaus se alejó de mí primero. Se puso de pie y
paseó en la diminuta habitación un par de veces, metiendo una mano a través
de su espesa melena de pelo negro mientras yo me volvía a situar contra las
almohadas. La fuerza de voluntad del cazador y el auto control continuaban
intactos en la justa medida por el hecho de que a él le aterraba la verdadera
naturaleza de la criatura que se llamaba mi padre. Él volvió a su punto al borde
de la cama cuando su respiración y corazón se calmaron otra vez, mientras yo
me situaba contra las almohadas y cerraba mis ojos, sintiendo más que una
pequeña frustración.
—Aún tenemos un problema, —anunció Danaus. Mis ojos se abrieron de golpe
y mi cuerpo se tensó. Pensaba que finalmente habíamos resuelto todo—. El
Aquelarre. ¿Qué estás planeando con el Aquelarre?
Me tensé ante el nombramiento del Aquelarre, mi mirada le alejó de él para
bailar alrededor del pequeño avión, nada para lo que no tuviera que enfrentar
su mirada punzante. —No sé de qué estás hablando.
Danaus puso su mano bajo mi barbilla y me forzó a levantar la cabeza para que
tuviera que mirarle. —¿Consorte?
Alejando mi barbilla de su toque, liberé mi agarre de la manta y me puse en
posición sentada. Me estremecí cuando el dolor me apuñaló a través del cuerpo
desde los órganos demasiado amoratados y los huesos fracturados. Yo casi
estaba completamente curada de mi encuentro con Nick, pero no hubo tiempo
para alimentarse. Mi foco había estado completamente en salvar la vida de
Tristan.
—Cuando tomé la vacante del asiento del Aquelarre mientras estábamos en
Creta, me salté algunas de las más importantes formalidades. Es el momento de
preocuparse de esas cosas. — Recorrí mis dedos sobre la manta, suavizándola,
todo por no tener que mirarle.
—¿Qué formalidades?
—Cualquier Nightwalker tiene el derecho a retar mi reclamo al asiento abierto.
—¿Eso incluye a los miembros del aquelarre?
—Sí.
—¿Y a tu Señor?
—Sí, —murmuré, mi cabeza cayó un poco más baja.
—¿Jabari te ayudará?
Mis manos se quedaron tranquilas en la manta y el mundo se alejó de mí
cuando pensé en el Aquelarre y en sus miembros. Jabari había sido uno de los
tres creadores y mi mentor. Él también podía controlarme de la misma manera
que Danaus. Eso extendía su poder en el aquelarre de un simple asiento a dos,
dándole un margen sobre su rival Macaire.
—Si Macaire fuera lo suficientemente estúpido para retarme directamente, sí,
creo que lo haría. Si Nuestro Señor toma el asunto con mi presencia, no lo creo.
Jabari sabe elegir sus luchas, y yo no valgo suficiente para conseguir que le
maten.
—¿Y qué pasa con el asunto del consorte? — Su voz se endureció y me encontré
avergonzada. No esperaba que él siguiera honestamente con eso, pero yo había
retrocedido a una esquina. No quería ir a Venecia sola. Seguro, era un miembro
del Aquelarre. También era la ilustre Fire Starter. Pero quería a alguien a mis
espaldas. Quería a alguien entre esta horda en quién sabía que podía confiar.
Valerio solo me ayudaría tanto como fuera lo mejor para su interés. Lo mismo
con Jabari. No tenía a otros que fueran a Venecia que pudiera llamar camarada.
—Te necesito conmigo, —dije, intentando sonar fuerte y confiada—. Te necesito
allí conmigo, a alguien en quien pueda confiar para vigilar mi espalda. No
mentiré diciendo que no es un riesgo para ti. Si soy asesinada por Nuestro
Señor, entonces tú serás el siguiente, y no será una muerte rápida. Pero si
sobrevivo a los retos, entonces te veré allí conmigo cuando los asuntos de los
Naturi lleguen.
—¿Cómo tu consorte? —La voz de Danaus había sido sorprendentemente
suave, como una caricia gentil.
Solté un gruñido y enterré mis manos en mi cara. Deseé que él no hubiera
estado allí para esa parte. —No es como suena, —murmuré—. Te necesito allí,
en el Vestíbulo Principal, a mi lado. Pero al hacer eso, necesitas un título, un
lugar en mi mundo, y solo hay tres grados cuando llegas a asociarte con los
Mayores. Eres una mascota...
—Lo cual no es nada más que un juego.
—Sí. O eres una compañía, lo cual solo eres un sirviente glorioso.
—O eres un consorte, —acabó Danaus.
Paré, lamiendo mis labios cuando lancé mis manos de vuelta a mi regazo. —Es
lo más cerca que puedo llegar a ponerte para igualarte conmigo. Eso significa
que eres mi... mi...
—¿Amante? —Facilitó él, y yo me encogí.
—Típicamente, pero obviamente no es el caso, —admití—. Eso quiere decir que
estás bajo mi protección, estás muy bien considerado por mí, y nadie se arriesga
a mi ira si eres perjudicado en algún momento. De cualquier manera, no tienes
poder en el Aquelarre o en mi mundo. Es solo como un pequeño extra de
protección que puedo ofrecerte. Ningún mortal ha estado sujeto a esa posición,
y honestamente no espero que dure mucho, pero es lo mejor que puedo hacer.
—¿Puedo decir algo en esta cuestión? —preguntó.
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza, disgustada conmigo misma. Yo estaba
haciendo todos esos planes, pero no me había molestado en lo más importante:
preguntarle si estaba de acuerdo en ir. El cazador había hecho su parte. Él había
enfrentado no solo a los Naturi conmigo, sino a los bori también. Nec esitaba
que se quedara cerca si tenía que escapar del agarre de Nick otra vez, pero él no
me necesitaba más. Él había jurado que no iba a volver a Themis. Su vida era
suya ahora. Él podía ir a donde quisiera y hacer lo que quisiera.
—¿Estarías de acuerdo en ir conmigo al Aquelarre? Sería peligroso, y haría todo
en mi poder para protegerte. Yo... sólo te quiero allí conmigo. — Sentí como si
estuviera oscilando en un diminuto limbo, esperando a que se rompiera bajo el
peso de mis esperanzas y miedos. Después de todo lo que había ocurrido, no
estaba lista para dejarle ir.
Levantando su mano, Danaus recorrió la parte de atrás de los rizados dedos
gentilmente a través de mi mejilla en una caricia tan suave que casi trajo
lágrimas a mis ojos otra vez. —Si no lo hago, echaré de menos las últimas
noticias respecto a los Naturi. Quizás incluso una oportunidad de cazar a los
bastardos. Además, ir significa que conseguiré la oportunidad de acercarme a
Jabari y al resto del Aquelarre por estar a tu lado. Estoy de acuerdo en tomar el
riesgo por ese tipo de oportunidad.
Una risa sorprendida se me escapó antes de girar mi cabeza y presionar un
rápido beso en sus nudillos antes de que él pudiera apartarlos. —Creo que estás
pasando demasiado tiempo a mi lado. Estás desarrollando un serio sentido del
humor retorcido.
Danaus se inclinó hacia delante y presionó un ligero, y persistente beso en mi
frente, causando que mis párpados se cerraran. —Estoy de acuerdo en tomar
ese riesgo, también.
Capitulo 5 Traducido por aLebEna y Virtxu
Corregido por esmeralda38
enecia era un paraíso y un infierno para todos los Nightwalkers. Era la
sede del Aquelarre, el cuerpo gobernante de los Nightwalkers. Había
sido el hogar de los Ancianos por siglos, y seguiría siendo por siglos. Era
una pieza del Viejo Mundo, en decadencia poco a poco, pero sin dejar a un lado
sus encantos, se perdieron los modales y se empolvaron los escudos y espadas
por el ritmo del mundo moderno.
La Isla de San Clemente se alzaba en torno a nosotros mientras bajábamos del
barco y andábamos en el pedregoso muelle. Tenía las manos en mis caderas,
mirado los arboles al pasar. Los Nightwalkers tenían rodeada la isla,
observándome, esperando ansiosamente mi llegada. Había pasado más de un
siglo desde que un nuevo Anciano tomaba asiento en el Aquelarre. Elizabeth
había elevado su poder de la nada, destruyendo a Adam que ocuparía el
asiento vacío. El golpe había sido un golpe duro para todos, y los otros
Ancianos se negaron a desafiar su ascenso al poder. No había estado en la
ciudad en ese momento, pero Jabari me llenó con sus especulaciones.
Ahora, la Fire Stater estaba aquí para tomar su lugar como Anciano en el
Aquelarre. Yo sería la primera en mucho tiempo que en realidad no es una
Anciano. Yo aún tenía que llegar a esa marca crítica de mil años y los distintos
poderes que vienen con esa edad. Habría algunos dispuestos a desafiar a
ocupar el asiento, pero tuvieron que preguntarse si estaban dispuestos a asumir
a Jabari también. A pesar de que estábamos en desacuerdo, no era un secreto
que me pertenecía de alguna manera extraña a la criatura de la noche del
Antiguo Egipto.
Frunciendo el ceño, mi mano derecha soltó el mango de la espada corta que
llevaba en mi cintura. Al segundo, la hoja colgaba en la espalda, mientras que
una variedad de cuchillos fueron atados a mi cuerpo en varios puntos. No
usaba mi regalo único a menos que estuviera acorralada en una esquina. Por
V
ahora, me contenta con confiar en las habilidades de combate que he
perfeccionado durante muchos siglos. Los cuales necesitaba para batir con una
espada en mi mano. Era más que la prisa de poder que venía de tomar la vida
de una criatura con el filo de un cuchillo. Era la afirmación de mis poderes más
allá de mi horrible regalo, que me permitió quemar a cualquier criatura de la
noche en cenizas en cuestión de segundos. Necesitaban temerme ya todas mis
habilidades.
—¿Estás lista? —preguntó Danaus, cuando llegó a estar a mi lado. El cazador
llevaba un paño largo de cuero negro, que chasqueó con el creciente viento del
duro invierno. También estaba preparado para la batalla. Si las cosas iban mal
para mí, necesitaba por lo menos tener una oportunidad de luchar para salir de
la isla.
Miré a mi compañero, dándole una brillante sonrisa maligna. —Fuertemente
armados y en busca del amor.
—En todos los lugares equivocados, —agregó Danaus, con una de sus raras
sonrisas.
Caminamos por el sinuoso camino a través de la zona boscosa al enorme
edificio que albergaba el Aquelarre. Era un edificio alto, de piedra oscura con
unas pocas ventanas. Una estructura imponente, con sus puertas de bandas de
hierro forjado y la cara dura. En el recinto exterior y sus alrededores no fueron
iluminados por cualquier tipo de iluminación, para ayudar a protegerse frente a
cualquier curioso de los clientes podrían haber vagado por el camino del hotel
cercano. Danaus y yo llegamos a la casa del Aquelarre sin ser molestados.
Todos los Nightwalkers estaban en la calidez de la sala, esperando nuestra
llegada.
Me detuve con mi mano en la manija de la puerta de la estructura y dejé que
mis poderes se ensanchan a nuestro alrededor. Después de un rato simplemente
dejé de tratar de contar. Más de un centenar de Nightwalkers esperaban dentro
por nosotros. Danaus no tendría una oportunidad si yo moría. Estaba
empezando a tener dudas acerca de llevarlo dentro. Me había sentido que
necesitaba a alguien a mi espalda. Él era el único capaz de liberarme de Jabari,
si el Nightwalker intentaba controlarme. Él era el único que podría llegar a mi
lado sin resultar herido. Él era el único que daba confianza.
—Yo no me voy, —anunció Danaus llegando a mi lado.
—¿Y perderte este baño de sangre? —Me obligué a sonreírle a pesar del roer de
mis preocupaciones—. No contaba con ello.
Moví el pesado mango de metal, y la puerta se abrió. El frío viento se apresuró
por delante de nosotros, haciendo que las velas bailaran en sus delgadas
perchas. Levanté mis manos y la luz de las velas se calmó y se hizo más
brillante, superando de nuevo la poca luz para revelar que estábamos solos en
el vestíbulo. Danaus me siguió, tirando de la puerta se cerró detrás de él.
Después de un par de pasos, las puertas eran la única restricción de nuestro
camino a la sala del trono de la cofradía, se abrieron sin ruido. Danaus sacó su
hoja de su espalda, dispuesto a pelear con cualquiera que se acercara a nosotros,
pero no vino nadie. Sin embargo nos estaban esperando. La sala estaba
iluminada, y en contraste, el suelo tenía un charco de reluciente mármol negro.
Jabari, Macaire, y Elizabeth estaban sentados en sus respectivos asientos en el
estrado que estaba en el extremo de la habitación. Para mi sorpresa, La silla de
Nuestro Señor permanecía vacía. Había estado esperando que apareciera ahora
en lugar de dejarlo pasar, a menos que él en realidad no esperara que
ascendiera oficialmente a la posición de los Ancianos. Ese oscuro pensamiento
alentó mis pasos un poco cuando llegué a las puertas.
Mi mirada bailó por la habitación para encontrar las paredes antes llenas de
cientos de Nightwalkers. Tantas caras que no conocía. Ninguno de ellos parecía
particularmente amable. No vi a Valerio, pero sabía que estaba allí. Por
desgracia, mis ojos enfocaron la luz sobre Stefan y profundicé mi ceño fruncido.
El antiguo Nightwalker me miraba con un odio fresco, que quemaba. Había
estado esperando cumplir oficialmente los mil años antes de que finalmente
ascendiera al puesto vacante en el Aquelarre. Me imaginé que esto lo golpeó
por semanas mínimo.
No lo hagas, le dije mentalmente, empujando las palabras exclusivamente al
cerebro de Stefan. El Nightwalker había sobrevivido a dos ataques a Machu
Picchu. Había luchado contra los Naturi a mi lado, e incluso me ayudó con
Danaus cuando el cazador estaba poseído temporalmente por el bori.
Es mi derecho de desafío, gruñó Stefan.
Es cierto, pero te necesito vivo, y Jabari no me permitirá perder.
Podía sentir su rabia instantánea, pero el Nightwalkers no dijo nada. Había
planeado un reto para mí por el puesto en el Aquelarre, y sospechaba que en
realidad tendría una buena oportunidad de derrotarme si actuaba con la
suficiente rapidez. Sin embargo, ambos sabíamos que Jabari disfrutaba de su
ventaja en el Aquelarre, y que no estaba dispuesto a renunciar a ella si podía
evitarlo. Por ahora, Stefan estaba dispuesto a hacerse a un lado, pero sabía que
me iba a atacar a la primera oportunidad que saliera en la Sala Principal.
Con cada paso que me adentraba en la habitación, era golpeada por un oleaje
de una gran cantidad de energía que latía fuera de la muchedumbre de
Nightwalkers que llenaban la sala. El aire era de color rojo, y me sentía como si
estuviera moviéndome a través de una gruesa pared de niebla pesada. La
sensación era a la vez energizarte e irritante. Su energía estaba en desacuerdo
con la mía, como si sólo estuviera un poco fuera del centro. No podía tomarla,
ni podía usarla. Habría sido como tratar de meter una clavija cuadrada en un
agujero redondo. Los bits que se sentían en armonía con mí poder fluían de
Danaus a mi lado y Jabari delante de mí. Por desgracia, no estaba dispuesta a
tratar de utilizar su poder en este momento exacto. Si estuviera a punto de ser
atacada, no parecía un momento seguro para salir en una extremidad y probar
algo nuevo.
En el centro de la habitación, me detuve y miré a todos los miembros del
Aquelarre, pero no pude contener la sonrisa de mis labios. Jabari empezó a
sonreír casi radiante ante las perspectivas de poner un muñeco en el asiento
libre. Al mismo tiempo, Macaire parecía estar lívido, con el rostro arrugado con
ira. Sabía que sería sólo cuestión de tiempo antes de que Jabari me usara para
hacerme cargo de su cabeza y corazón. Sólo Elizabeth parecía impasible ante el
proceso. No me había apoyado mucho desde que me hice cargo de su
compañera Gwen, el verano pasado. Aunque eso es algo muy común cuando se
trata con el Aquelarre y sus consortes. Es aconsejable no apegarse demasiado a
nadie.
—Soy‖Mira,‖ hija‖ de…‖muchos‖—anuncié, retorciendo las palabras en mi boca
antes de liberarlas. A diferencia de todos los Nightwalkers, yo en tenía tres
creadores: Sadira, Jabari, y Tabor. Por extraño que parezca, sólo sigue Jabari—.
Soy la Fire Stater y he venido a reclamar el puesto vacante en el aquelarre ¿Hay
alguien aquí que me rete?
Un pesado silencio llenó el aire mientras esperaba que alguien diera un paso
adelante. Sabía lo que estaban pensando. ¿Iba a mantener mi juramento de no
usar fuego, mientras estuviera en la isla de San Clemente? Era una vieja
promesa que había sido obligada a hacer poco después de volver a nacer,
porque me estaba quemando a través de los Ancianos. Durante mi última visita,
había roto esa promesa en un intento por salvar mi vida y la de Danaus. Lo
había hecho cuando perdí los estribos ante la presencia de un Naturi en la Sala
Principal.
—Te desafío, —anunció una voz profunda y con un marcado acento ruso. Me
estremecí antes de que pudiera detenerme. No tenía necesidad de dar la vuelta
para ver quien había dicho eso. Conocía la voz, conocía el acento. El
Nightwalker que reivindicaba toda Rusia como su dominio. No esperaba ver a
Yuri allí. Se había distanciado de la cofradía durante los largos siglos y nunca
antes había expresado ningún interés en participar en la política de nuestro
pueblo.
Girando lentamente para que pudiera ver al Nightwalkers por encima de mi
hombro izquierdo, arqueé una ceja hacia él. —¿Crees que no estoy preocupada
por lo que es mejor para nuestro pueblo? ¿Crees que no voy a tratar de proteger
a nuestra especie de los Naturi?
—Es difícil creer que estás preocupada por los mejores intereses de nuestra
gente cuando tienes un cazador a tu lado como un animal doméstico —espetó
Yuri.
—Consorte —le corregí, lo que envió suspiros y unos murmullos de
conversación en torno a nosotros. Miré a mi alrededor para ver que incluso
Jabari había dejado de sonreír. Consorte significaba que Danaus no estaba
conmigo como ellos habían pensado. El cazador era el único capaz de bloquear
el control de Jabari sobre mí. Estaba atrapado entre ellos, un juguete tanto para
niños que se peleaban.
—¿Consorte? ¿Un ser humano y un cazador Nightwalker como consorte? —
exigió Yuri, como si su mente no pudiera comprender totalmente lo que estaba
diciendo.
—Sí, es mi compañero y lo protegeré contra cualquiera que dé un paso en
contra de él, — le contesté con calma—. ¿Te opones a mí porque no sería la
mejor para nuestro pueblo, o por la gente que con la que ando?
—Las dos cosas. Eso nos conduciría a la guerra con los Naturi. ¿Dejarías a tu
"consorte" para cazarnos?
—La guerra con los Naturi es inevitable. — Me di la vuelta por completo de su
rostro, mis manos sobre mis caderas—. Aurora esta libre. Rowe está libre. La
horda de los Naturi está libre. Si queremos sobrevivir, nos enfrentamos a la
guerra con ellos. Ellos no están interesados en la convivencia. No mientras
Aurora los gobierna.
—¿Y el cazador?
Me encogí de hombros. —Protege a la humanidad y nuestro secreto. ¿No es ese
nuestro mejor interés?
—¡Él no tiene entrada en nuestro pueblo, no después de matar a tantos de
nosotros!
—¿Y cuántos de nosotros has matado tú? —Esa pregunta lo detuvo, el puño en
alto cayó de nuevo a su lado mientras su cara se contraía con un renovado
impulso de ira. Yuri era como cualquier Anciano. Se había hecho de un nombre
por sí mismo al matar a incontables Nightwalkers. No era diferente a Jabari,
Macaire, o incluso a mí.
—No vas a ser un Anciano —dijo con firmeza, dando un paso adelante para
separase de la multitud.
—Entonces tienes que venir y enfrentarme —dije, abriendo mis dos brazos,
dándole la bienvenida. Mi sonrisa nunca vaciló al mirar brevemente a Danaus.
Su cara era inexpresiva, pero podía sentir su poder sobre todos los demás,
luchando contra mí. Continuaba explorando la zona, utilizando como un
sistema de alerta contra cualquiera que pudiera tratar de acercarse
sigilosamente. Ve al lado de mi asiento y vigila tu espalda, le ordené.
Tú vigila tu espalda, también. El cazador casualmente se acercó a la sede abierta
en la tarima y se subió por los tres pequeños escalones. Era lo único que podía
hacer para suprimir una amplia sonrisa cuando lo vi pasar un brazo en la parte
posterior del asiento y cruzar su pie izquierdo por delante de su derecho en una
postura relajada. Parecía completamente seguro de que sería sólo cuestión de
minutos antes de que me sentara en ese asiento.
Señalando con mi corta espada mi asiento, le hice un gesto a Yuri, invitándolo a
acercarse. El Anciano se acercó, desprendiéndose de su grueso abrigo de piel
que era largo hasta el suelo para enseñar un pálido pecho desnudo. Era delgado
y huesudo, como un esqueleto animado envuelto en gasa médica. Su cabello
castaño salvaje, saliendo en todas direcciones como si se pasara las noches
corriendo entre los lobos que controlaba. De su cintura sacó un cuchillo largo.
Torciendo su muñeca, la hoja capto la luz de las velas, guiñándome.
El Nightwalker dio un paso adelante y desapareció. Cada músculo de mi
cuerpo se apretó mientras se defendía del oleaje de pánico que se desató en mi
pecho. Los Ancianos fácilmente podían teletrasnportarse de un lugar a otro en
un instante. Yo no podía hacer eso. Todavía no. Sin embargo, pude sentir el
oleaje de energía sólo medio segundo antes de que volviera a aparecer. Hubo
un hormigueo de energía contra mi espalda. Giré sobre mi pie derecho, y aparté
mi cuello al tiempo en que atacaba. El metal chocó contra el metal, enviando un
breve resplandor de chispas. Yuri parecía genuinamente sorprendido cuando le
aparte de mí. Había estado esperando llegarme por sorpresa y al final solo sería
un golpe.
—Vas a tener que probar un poco más difícil —me burlé. En un destello de
acero, envié una ráfaga de golpes en su dirección, manteniéndole caminando
hacia atrás. Ni un solo golpe había sido un golpe mortal. Yo simplemente estaba
demostrando que era mejor de lo que él creía. Lo mataría en un momento, y lo
haría sin usar mis poderes. La horda reunida de Nightwalkers necesitaba saber
que era igual de peligrosa cuando no estaba usando mis poderes.
Sin embargo, no importaba lo rápido que me movía o atacaba con mi espada,
Yuri siempre era más rápido. Como un Anciano, siempre lo sería. Con la
espalda de cerca de la tarima, el Nightwalker bloqueó un golpe dirigido a su
pecho, detuvo fácilmente la hoja antes de que pudiera penetrar la carne. Él
sonrió antes de que me empujara lejos. Volé más de un metro en todo el pulido
mármol negro, las suelas de mis zapatos chirriaron mientras luchaba para
detenerme.
—Has mejorado desde la última vez que te vi, —admitió Yuri mientras cerraba
la distancia entre nosotros.
—He tenido seis siglos de práctica. — Yuri había aparecido muchos años antes
que el aquelarre, cuando la palabra de éxito surgía con un Nightwalker que
podía controlar el fuego que apenas había nacido. Yo había sido todo un
espectáculo de monstruos para que todos vieran fuerza y resistencia. Más fuerte
que la mayoría, pero al final me rompí como todos.
Yuri se abalanzó sobre mí con una velocidad increíble, moviéndose contra mi
cabeza. Apenas levanté la espada a tiempo para detenerlo. Las vibraciones de
las hojas casi me hicieron soltar las manos, ya que picaban por el impacto. Mis
músculos quemaban cuando luchaba por mantenerlos fuertes. Estaba
empezando a cuestionar mis palabras anteriores. El Anciano era más fuerte y
más rápido que yo. Tenía más poder que yo. Mis posibilidades sólo descendían.
Una vez más el Nightwalker se desvaneció ante mis ojos. Inmediatamente,
envié mis poderes fuera de mi cuerpo, aprovechando la energía que me
rodeaba. Sentí a Yuri justo antes de que volviera a aparecer detrás de mí. Dando
vueltas, me agaché a una posición en cuclillas y estrellé el filo de mi espada en
la parte posterior de sus piernas. El impacto fue suficiente para enviarle sobre
su espalda. Arrodillada junto a él, dirigí mi espada hacia abajo al pecho antes de
que pudiera rodar lejos, pasando muy cerca de su corazón. Al mismo tiempo, él
levantó su espada, pasándola a través de mi hombro.
Nuestro juego de gritos de dolor resonó a través del aire mientras el olor de la
sangre llenaba la sala. Sacando mi espada de su pecho, presioné la punta contra
su garganta.
—¿Intenta cortarme el paso y juro que me seguirás? —Exigí con los dientes
apretados.
—No has ganado todavía —dijo, girando la hoja que estaba todavía en mi
hombro. Un gemido se me escapó, pero mantuve mi propia espada constante
en mi mano.
—Es más —dije con firmeza—. Esta es tu última oportunidad de caminar lejos.
Para mi sorpresa, Yuri desapareció. Me estrellé contra el suelo, mi mano libre
desplazándose a la hemorragia mientras intentaba pararla. Un muro de llamas
se disparó a mi alrededor empujándome sobre mis rodillas otra vez. El dolor
pulsaba bajo mi brazo y en mi pecho. Las llamas habían sido una reacción
refleja que me salvaron de ser apuñalada por la espalda.
Yuri volvió a aparecer a mi lado. Cogió un puñado de mi pelo, pero antes de
que pudiera apretar su agarre, le empujé contra el suelo, usando su sangre para
deslizarme fuera de su alcance y a través de las llamas. Poniéndome en pie, le
tiré un cuchillo antes de que él diera un paso atrás en el círculo de fuego. La
hoja se incrustó profundamente en el estómago de la criatura, que se dobló por
el dolor. Sin remordimientos, sin vacilación, levanté mi espada y le corté la
cabeza.
El cuerpo sin cabeza se derrumbó a mis pies, mientras que la cabeza rodaba a
varios metros de distancia. Con un chasquido de dedos, el muro de llamas se
desvaneció mientras el cuerpo de Yuri se convirtió en pasto de las llamas.
Caminando, pateé la cabeza hacia el estrado para que estuviera ante mi silla
como un trofeo.
—¿Quién sigue? —Grité, extinguiendo las llamas de manera que sólo mi voz
resonó en el pesado silencio. Nadie se movió. Nadie habló. Aún herida, era una
amenaza que no estaban dispuestos a asumir. No era un Anciano, pero me
gustaría aprovechar mi asiento en el Aquelarre para ser un Anciano con
independencia que es lo que realmente quería.
Este arreglo no va a durar, susurró Stefan en mi cabeza.
Sonreí cuando me di vuelta para enfrentar a los tres Ancianos sentados delante
de mí. Tienes razón. Esto no va a durar. Sólo dame tiempo y te entregaré un puesto
vacante, le prometí. No había estado siempre de acuerdo con Stefan y su
perspectiva hacia las otras razas. Sin embargo, era fuerte y él me ayudaría
contra los Naturi. Lo necesitaba vivo y sentado en el Aquelarre junto a mí, si
quería que mi pueblo sobreviviera a las largas noches que se acercaban
—Parece que no hay otros dispuestos a contrariarte, Mira —dijo Jabari, radiante
como un padre orgulloso—. Una vez más reconozco tu reclamo al asiento libre
en el Aquelarre.
Mi mirada se dirigió a Elizabeth y Macaire, esperando. Todos los miembros del
Aquelarre tenían que reconocer mi reclamo en el asiento libre o me podrían un
reto. Después de mi pelea con Yuri, era más débil de lo que había sido la
primera vez que entré en la Sala Principal, esto me hacía presa fácil para
Macaire y tal vez incluso para Elizabeth. Ambos me guardaban rencor por
razones particulares. Mis músculos se tensaron, aumentando el dolor en mi
hombro, incluso mientras luchaba para sanar definitivamente. Mi mano estaba
apretada alrededor de mi espada, enviando un dolor punzante a través de mi
brazo, pero estaba preparada.
—Reconozco tu reclamo al asiento libre en el Aquelarre —declaró Elizabeth con
clara y resonante voz que llenó la enorme sala. Ella levantó la barbilla un poco y
hasta me honró con una pequeña sonrisa, como si me invitara a cuestionar sus
motivos.
Mi mirada se volvió hacia Macaire, cuyo rostro se había vuelto rojo durante los
últimos minutos mientras su ira se acumulaba. Estaba dispuesta a apostar que
el Nightwalker había incitado a Yuri a desafiarme, confiando en que el
poderoso Anciano se ocupara rápidamente de mi. Pero una vez más Macaire
me había subestimado a mí y a mi determinación por vivir.
—Reconozco tu reclamo al asiento libre en el Aquelarre —anunció en un
gruñido oscuro, con las manos apretando los brazos de su silla.
Bajé la cabeza ligeramente hacia él, con mi sonrisa cada vez más amplia. Era
oficial ahora. Yo era un Anciano del Aquelarre que gobernaba toda la nación
Nightwalker, y tenía a mi lado un cazador en parte bori. Mi gente nunca me
podría perdonar si se enteraran de la verdad, pero estaba haciendo lo que creía
que era lo mejor.
—Como primer acto como Anciano, hay un viejo asunto que me gustaría
aclarar —anuncié. Mirando alrededor de la habitación, con mis ojos posándose
por último en una esbelto Nightwalker rubio con ojos de color azul hielo. Di
una tenue sonrisa mientras caminaba hacia él. Lucas dio un paso atrás,
chocando con un Nightwalker de pie justo detrás de él.
—Mira,‖ yo…‖—empezó, pero no le permití ir más lejos. Agarrando la parte
frontal de su camisa, le lancé al centro de la habitación ante el Aquelarre. El
joven Nightwalker se puso en pie y trató de acercarse más a su maestro
Macaire. Sin embargo, le lancé a través del cuarto, interceptando sus
movimientos.
—¿Qué quejas tienes en contra de mi compañero? —Exigió Macaire mientras él
se ponía en pie.
—Muchas —dije en voz baja—. ¿No es así, Lucas?
—Por favor, Mira —declaró él, tratando de dar un paso lejos de mí, pero yo ya
había empezado a rodearle, manteniéndole atrapado en el centro de la sala.
Esperé a que dijera que él se limitaba a cumplir las órdenes de su amo, pero el
Nightwalker se detuvo antes de que pudiera incriminar a Macaire. El Anciano
podría ir muy lejos para protegerlo, y ninguno de nosotros creía que me fuera a
desafiar directamente.
—El verano pasado estuvo en Savannah tratando de incitar a una rebelión con
Bishop entre mi pueblo. Te quedaste en mi dominio sin presentarte ante mí. Me
atacaste y atacaste a mi invitado. —Paré tranquilizándome—. ¿Tienes alguna
excusa para ofrecer?
—Por favor, Mira, yo no tenía otra opción —declaró Lucas mientras una
lágrima caía por su pálida mejilla.
—¿En serio? ¿Por qué es eso?
—Yo no puedo... —dijo, sus palabras parecieron desvanecerse. Si ofrecía una
excusa para salvarse de mí, no escaparía de la ira de Macaire.
—Eso es lo que pensaba. —Convirtiendo mi mano derecha en un puño, le
golpeé en el pecho para poder coger su corazón. Envolví los dedos alrededor
del frío órgano sin vida antes de rasgarlo hacia fuera. El Nightwalker dio un
pequeño tirón antes de caer delante de mí. Sin gritar. Sin luchar. Pero claro,
nunca tuvo la oportunidad.
Ondeé con la mano vacía sobre el cuerpo de Lucas, prendiéndole fuego. Tiré el
corazón sobre el cuerpo quemándose y me volví para enfrentar al Aquelarre
con una amplia sonrisa en mi cara. Todos los achaques y dolores que sentí antes
me habían dejado como estaba ahora llena de una descarga de adrenalina
producida por matar a Yuri y a Lucas. Mis colmillos se empujaron contra mi
labio inferior y una parte de mí anheló otra batalla, pero ahora no era el
momento. Macaire había regresado a su asiento, con los ojos fijos en las llamas
parpadeantes detrás de mí.
—Mis deudas son liquidadas —dije, y entonces me acerqué a mi asiento en el
Aquelarre. La sangre goteaba de mis dedos hacia el suelo cuando hice una
pausa antes de los tres pasos cortos que me llevarían al asiento libre. Danaus se
había enderezado de su postura relajada y estaba como un soldado detrás de mi
silla en posición de descanso, siempre dispuesto a protegerme. Me puse delante
de la silla de oro, con cada músculo y pensamiento gritando que no debía tomar
este lugar en el Aquelarre. Era un camino que nunca había planeado tomar. No
se suponía que debiera involucrarme en la política de mi pueblo. Me había
jurado que iba a vivir el resto de mi existencia en el pacífico anonimato de mi
amada Savannah. Pero a mi gente se le acababa el tiempo, y no tenía más
remedio que dar un paso adelante si íbamos a derrotar a los Naturi.
Levantando la barbilla, caminé los últimos tres pasos y me senté estirada en la
silla de oro, mirando a la reunión masiva de los Nightwalkers delante de mí.
Nadie parecía particularmente satisfecho con mi llegada como nuevo Anciano.
De hecho, la mayoría parecía horrorizada o molesta por mi presencia. Pero no
importaba. Haría lo que fuera necesario para derrotar a Aurora y a los Naturi
que amenazaban nuestra forma de vida.
Por desgracia, en primer lugar tendría que hacerme cargo de Macaire. Matar a
Lucas, su compañero, había sido esencialmente una declaración abierta de
guerra, que sólo complacía a Jabari. Él había estado buscando una manera para
finalmente deshacerse de su principal rival en el Aquelarre. El Anciano egipcio
era lo suficientemente sabio como para temer a Nuestro Señor, pero no tenía
reparos en ser la fuerza impulsora en el Aquelarre. Sin embargo, para lograrlo,
Jabari tenía que deshacerse finalmente de Macaire, el Nightwalker que se le
había opuesto durante más siglos de lo que le podía contar.
Era lógico que yo continuara siendo la cuña divisoria entre ellos, ya que parecía
ser el único que no había jugado un papel en mi nuevo renacer. Macaire no me
podía controlar, y Jabari nunca había estado dispuesto a compartirme con el
Anciano.
Con el tiempo Macaire sería reducido paulatinamente. Él había sido advertido
con la muerte de Lucas. Él no podía renunciar. Era un signo de debilidad, y
otros Nightwalkers tratarían de aprovechar esa debilidad a la primera
oportunidad. No, si Macaire deseaba sobrevivir, tendría que matarme antes de
que Jabari y yo le matáramos.
Capitulo 6 Traducido por Virtxu
Corregido por esmeralda38
os Naturi estaban atacando.
El grito se elevó desde todos los guardianes de dominios que habían
dado un paso ante el Aquelarre esa noche. Decenas dieron a conocer,
asustados y enojados que su territorio era ahora el coto de caza para
innumerables Naturi durante tanto las horas del día como de la noche.
Pude ver la amarga acusación en sus ojos. Nuestro mundo había sido invadido
por Naturi porque yo no había podido detenerlos en Machu Picchu. No
importaba que Macaire hubiera tratado de forjar una alianza con los Naturi o
que hubiéramos sido superados en número en la montaña peruana. No
importaba que el Aquelarre hubiera actuado con demasiada lentitud para
contrarrestar la amenaza que planteaba Rowe. No importaba el tiempo que
Jabari había perdido tratando de matarme cuando debería haber estado
ayudándome. Lo único que conocían era que había sido enviada para detener a
los Naturi y que ahora estos estaban en libertad.
Me senté en silencio, soportando su expresión sucia y desdeñosa mientras se
quejaban acerca de las redadas de día en los nidos y las partidas de caza a la luz
de la luna. Los Cambiaformas se habían vuelto contra nosotros, controlados por
el clan Naturi de los animales. No esperaba que las brujas y brujos
permanecieran siendo amigos mucho más tiempo, teniendo en cuenta que Ryan
y Danaus ya no se hablaban, por mi culpa. El jefe de Themis no sólo era un
brujo poderoso por derecho propio, sino que también ejercía una gran
influencia dentro de la comunidad de usuarios de magia. Nuestro mundo se
caía a pedazos y teníamos que empezar a tomar algunas medidas para
preservar y proteger lo que pudiéramos.
—¿Qué has hecho para proteger a aquellos dentro de tu dominio? —Espeté
después de escuchar lo que tenía que decir el décimo suplicante. Mi limitada
paciencia había llegado finalmente a su fin.
L
—Estamos siendo sacrificados durante las horas del día —se quejó el
Nightwalker, dándome una fea mirada. Era lo único que podía hacer para no
prenderle fuego en ese segundo, pero eché mi impulso hacia abajo.
—Cualquier Nightwalker que no sabe cómo proteger su guarida y mantenerla
en secreto merece ser estacado y arrastrado hacia el sol —gruñí,
tambaleándome hacia adelante para estar sentada en el borde de mi asiento—.
Hemos crecido demasiado descuidados y complacientes durante estos años.
Hemos sido la especie dominante durante siglos. ¡Los Naturi no deberían tener
una ventaja sobre nosotros!
El Nightwalker dio un valiente paso hacia adelante mientras apretaba los puños
a los costados. —¿Qué pasa con los licántropos? Nos están cazando también.
—¿Has hablado con el alfa de la manada?
—No, todavía no —respondió, con su voz perdiendo parte de su fuerza
anterior.
—Habla con el alfa. Establecer limitaciones en cuanto a dónde pueden los
licántropos desplazarse durante las horas nocturnas.
—Ellos‖no‖estar{n‖de‖acuerdo…
—Lo estarán si quieren seguir viviendo y estar libres de los Naturi —
argumenté, interrumpiéndolo—. ¡Y empieza a cazar a los Naturi, maldita sea!
—¿Qué pasa con los humanos?
Me deslicé de nuevo desde el borde de mi asiento y apoyé la cabeza en mi mano
mientras ponía el codo en el brazo de la silla.
—¿Qué pasa con los humanos? —Repetí. Mi cabeza empezaba a palpitar. Esto
era aburrido, y estaba segura de que no estábamos haciendo ningún progreso
real. Durante los primeros años de mi existencia, cuando estaba viviendo con
Jabari, pasé muchas horas flotando en el borde del Aquelarre, ya que significaba
que estaba cerca de mi mentor. No recuerdo ese tiempo como algo
especialmente tedioso, ya que todo estaba bien en este momento.
—Ellos están siendo sacrificados a un ritmo alarmante. La policía no va a
comprar esta basura del asesino en serie con la que les he estado alimentando
durante mucho más tiempo. Es sólo cuestión de tiempo antes de que la verdad
salga. No vamos a ser capaces de proteger el secreto durante mucho más
tiempo si los Naturi continúan con su alboroto sin control.
—¡Entonces, contrólalos! —gruñó Jabari—. El Aquelarre no puede estar en
todas partes al mismo tiempo luchando contra los Naturi. Estos son tus
dominios. Vigílalos como se supone que deberías hacer o dimite y deja que
alguien más se ocupe de lo que tú no puedes.
—Pero el Aquelarre puede estar en unos pocos lugares, vigilando el asunto y
tomando una muestra de los Naturi que están allí —interrumpió Macaire sin
problemas, sacudiendo la cabeza en su dirección.
Tomando una respiración lenta, me obligué a esbozar una brillante sonrisa
mientras le miraba, tratando de no mostrarle mis colmillos. —Eso es verdad —
acordé con dulzura—. ¿Tienes algún lugar especial en mente?
—En realidad, lo tengo. Budapest.
—¿Budapest? ¿Hemos oído hablar a su guardián esta noche? No recuerdo que
hubiera uno —dije, manteniendo mi actitud cortés, mientras luchaba contra el
impulso de rechinar los dientes. El Anciano tenía algo bajo la manga y estaba
simplemente esperando a que yo cayera en su trampa.
—He contactado por separado con Nightwalkers que viven dentro de los
límites de la ciudad de Budapest —dijo Macaire, sonriendo hacia mí—.
También he estado viendo un número creciente de informes de esa ciudad con
respecto a muertes humanas en circunstancias misteriosas. Alguien tiene que
actuar con rapidez para acabar con las habladurías que están comenzando a
crear los medios de comunicación humanos.
Encorvada en la silla, miré ciegamente a la multitud de Nightwalkers que se
desplegaban frente a mí, vigilando todos mis movimientos. No había visitado
en Budapest en años. Ni siquiera estaba segura de quién era su guardián ahora.
Sin embargo, no hacía falta ser un genio para adivinar que lo más probable es
que el guardián fuera leal a Macaire.
—Budapest es un bastión fundamental de nuestro pueblo en el este —intervino
Elizabeth.
—Ha sido durante mucho tiempo un refugio para nuestra especie, pero
nuestros números se han reducido —dijo tristemente Macaire—. Tenemos que
proteger lo que es nuestro.
—¿Serás tú entonces el que vaya a comprobarlo? —Me incliné hacia delante en
la silla, para poder verle claramente alrededor de Jabari.
Macaire me miró, con una sonrisa maliciosa en el cada vez más viejo y suave
rostro. —Pensé que tú serías la más adecuada para esta tarea. Has demostrado
ser muy hábil para librar a una zona de Naturi. Pensé que podrías ser capaz de
ayudar a los Nightwalkers de Budapest. Puedes limpiar la región y hacer que
sea segura para nuestra especie, mientras establecemos a los humanos allí
también.
¿Debo preocuparme? Le pregunté a Jabari secretamente.
Siempre debes preocuparte cuando se trata de Macaire.
Debería haberle matado a él en lugar de a Lucas.
Sí, eso podría haber sido la opción más sabia, estuvo de acuerdo Jabari con una
estruendosa risa rodando por mi cerebro.
Pero claro, entonces ya no me necesitarías más.
Es cierto, admitió él.
Esto era suficiente para que una persona gritara. Incluso el aliado que tenía en
el Aquelarre quería verme muerta al final. Sólo el cazador a mi espalda parecía
preocuparse acerca de si vivía o moría. Por lo menos él quería que viviera otra
noche por razones distintas a cómo podría utilizarme para su beneficio.
—¿Quién es el guardián de Budapest? —Le pregunté, sentada en mi silla de
nuevo. Estaba haciendo tiempo. No quería ir a luchar contra los Naturi de
nuevo. Lo más importante, no quería entrar en un dominio que estaba
gobernado por un Nightwalker leal a Macaire. Sin embargo, si pudiera robarle
ese pequeño apoyo al Anciano, eso lo debilitaría. Él tendría menos aliados en
los que confiar. Lo cual lo llevaría un paso más cerca de ser eliminado del
Aquelarre.
—Se desconoce —admitió Macaire—. Desde la muerte de Geoffrey hace más de
dos siglos, nadie dio formalmente un paso adelante para reclamar el territorio.
No me lo creía. Había concentraciones extremadamente pesadas de
Nightwalkers en París, Budapest, Viena, Praga y Berlín. Sabía que los
guardianes de todos los dominios querían Budapest y Viena. Por supuesto, era
bien sabido que Valerio tenía su hogar en Viena, y cualquier persona que
causara problemas en esa ciudad tendría que responder ante él. Él podía no
tener el título de guardián, pero la ciudad le pertenecía. Sólo podía adivinar que
Budapest era manejado de la misma manera por un Nightwalker con el cual no
estaba familiarizada.
El ir a Budapest era peligroso, por decir lo menos, pero sólo tendría que
enfrentarme a los Naturi y un Nightwalker al cual no le gustaba. No parecía ser
una situación tan mala. Si tenía suerte, Rowe aparecería por Budapest,
dándome la oportunidad de sacarle el único ojo que le quedaba. Viajar a
Budapest también me daría la oportunidad de robarle algo a Macaire. Los
beneficios potenciales superaban los riesgos, por lo que podía ver.
—Voy a viajar a Budapest y vigilar por encima la situación. Voy a echar a los
Naturi de la región —dije con una inclinación de cabeza—. Sin embargo, parece
un desperdicio enviar sólo a un Anciano, cuando hay cuatro. ¿No sería un
ejemplo más efectivo si todos vamos a dominios separados y los limpiamos de
Naturi? —Yo ondeé la mano derecha hacia la horda de Nightwalkers que me
miraban muy de cerca—. Nuestro pueblo se ha presentado para pedir nuestra
ayuda. ¿No sería mejor que nosotros cuatro diéramos el mejor uso a nuestros
recursos?
—Todos‖ tenemos‖ dominios‖ por‖ los‖que‖ velar…‖—comenzó Elizabeth, pero la
corté con rapidez.
—Sí, y yo he tenido el cuidado de dejar mi dominio en las manos capaces de
alguien en el que confío para que lo vigile mientras estoy fuera. Seguramente,
tú hayas hecho lo mismo. Me imagino que puedes pasar algunas noches fuera
de tu dominio y del Aquelarre para apoyar a tu gente.
Me senté en mi silla, luchando contra una sonrisa. No había demasiados
Nightwalkers que acogieran con agrado la visita de un Anciano, y mucho
menos si se instalaba de forma temporal dentro de su dominio, incluso si eso
significaba deshacerse de los Naturi. No son muchos los que me darían las
gracias por esta sugerencia. Sin embargo, no estaba dispuesta a ser la única en
el Aquelarre en ensuciarse las manos. Había sido enviada a Creta y a Perú para
detener a Rowe. Estaba siendo enviada a Budapest para luchar contra los
Naturi con algún guardián desconocido. No sería la chica de las misiones del
Aquelarre. Ellos lucharían también si querían tener éxito contra los Naturi.
En pago por esta sugerencia, Jabari me gruñó. —Creo que esta es una excelente
idea. Con la muerte de Yuri, voy a viajar a Rusia y verificar sob re la situación en
Moscú y San Petersburgo —anunció.
Esto me impresionó y preocupó. Jabari era de Egipto. Él se quedaba allí en su
tiempo libre, incluso después de muchos siglos. Odiaba el frío, pero estaba
dispuesto a viajar a Rusia en pleno invierno.
Tenía algo más en la manga más allá de la necesidad de destruir Naturi en el
dominio de Yuri. Rápidamente empujé a un lado la preocupación. Yo no tenía
planes de viajar a Rusia, ninguna intención de viajar tan lejos de mi propia y
amada Savannah. Dejando al Anciano reclamar la región, ampliaba su alcance a
más de lo que Alejandro Magno hubiera podido incluso llamar suyo.
—A raíz de esta línea de pensamiento —comenzó Macaire, enderezándose en la
silla mientras hablaba—, voy a ir a España. Después de la muerte de su creador
Sadira, se ha creado un vacío de poder. No hay nadie allí para mantener el
orden. Voy a restaurar la calma en la región.
¿Debo advertirle sobre el clan de viento cerca de Barcelona? Preguntó Danaus.
Una sonrisa apareció en las esquinas de mi boca, obligándome a morder el
interior de mi mejilla para no dejar que la sonrisa se formara. No, que lo averigüe
por su cuenta.
Empujándome hasta el borde de mi asiento, miró a donde Elizabeth estaba. Su
diminuta figura parecía estar envuelta en la silla. Se sentó con la espalda
erguida, con las delicadas manos dobladas en el regazo. Luché por imaginarla
en una pelea con los Naturi, pero entonces Sadira podría haber pasado por la
abuela de alguien, no un asesino despiadado. Cuando se trataba de
Nightwalkers, estos engañaban frecuentemente.
—Si se me permite hacer una sugerencia —dije cortésmente, levantando la
mano—. Es posible que desees considerar la posibilidad de viajar a Londres y a
las regiones circundantes.
—¿Londres? —Repitió ella, arqueando una ceja—. ¿Por qué ahí? No hay
guardián en Londres, no hay ninguno en todo Reino Unido.
—Es cierto, pero tiene una alta densidad de población de seres humanos y
todavía hay una serie de Nightwalkers allí, a pesar de que la ciudad no tiene
guardián. ¿No sería prudente que nosotros hiciéramos una reclamación de la
ciudad antes de que esta se llene de Naturi? —respondí—. Podríamos, por fin
establecer una posición de poder en la región, y no está demasiado lejos de tu
propio y amado París, ¿correcto?
¿Qué estás haciendo?
La cuestión casi se hizo eco a través de mi cerebro, tanto Jabari como Danaus
habían hecho la pregunta en casi el mismo segundo exacto.
Estoy tratando de ver dónde se encuentran sus lealtades, le dije a Jabari. No creo que
ella esté con Macaire y sé que ella no te apoya. Dándole un nuevo dominio podía darme
una visión de donde pone el pie ella.
Luego pasé a mi camino secreto con Danaus. Estoy colgando un poco de carne
fresca frente a Ryan. Quiero ver si intenta acceder al Aquelarre a través de Elizabeth, si
cree que ha perdido su entrada a través de mí.
Mis razones para enviar allí a Elizabeth eran multifacéticas, pero ninguno de los
dos tenía que saber todo. Si Elizabeth no estaba de parte de Jabari o Macaire,
podría inclinarse hacia mí, al fin, si le daba una forma de ampliar fácilmente su
propio dominio. Londres y sus alrededores no serían un lugar fácil de controlar,
pero era otra ciudad de alto perfil como París.
—Voy a ir a Londres —anunció, asintiendo con la cabeza hacia mí. Me miró con
recelo por sólo un momento antes de volver a mirar hacia delante otra vez,
desestimándome.
—¡Está decidido, entonces! —anunció Jabari, poniéndose en pie. Levantó las
manos sobre su cabeza, haciendo que su túnica se oscilara sobre él—. Esta
reunión del Aquelarre ha terminado. Nos reuniremos de nuevo cuando los
cuatro miembros hayan regresado aquí a Venecia tras la realización de sus
tareas.
Los Nightwalkers salieron por la puerta principal de la Sala Principal, mientras
que Elizabeth y Macaire se deslizaron por una puerta lateral que conducía a las
cámaras subterráneas. El aire era pesado y silencioso, pero podía sentir la charla
telepática mientras ellos discutían este movimiento sin precedentes de los
Ancianos para librar a la región de los Naturi. Los Ancianos rara vez hacían
algo más allá de sus tontas diversiones aquí en Venecia. Actuar, blandiendo en
realidad las armas contra un enemigo, no se había hecho en siglos. Pero
entonces, no habíamos tenido un enemigo sobre nosotros en muchos siglos.
Para mi sorpresa, Jabari se quedó atrás, junto con Valerio y Stefan. El Anciano
volvió a su asiento, mientras que los otros dos se adelantaron. Valerio se volvió
hacia mí, sonriendo de oreja a oreja, mientras que Stefan inclinó rígidamente la
cabeza.
—Budapest, ¿eh? —Dijo Valerio, inspeccionar sus uñas—. Suena divertido. Iré
contigo si quieres.
—¿Tú posicionándote contra los Naturi? Me esfuerzo por ver eso —dije, sin
poder evitar la conmoción de mi voz. Valerio prefería siempre un segundo
plano, ver cómo otros corrían riesgos. Él sabía cuando dar un paso adelante y
tomar el beneficio para sí mismo cuando surgía la oportunidad. En todo caso,
Valerio era un amante, nunca un luchador.
—Budapest está a más que una corta distancia de Viena. Preferiría que esta
infección‖de…‖Naturi‖no se extendiera a mi propia dulce ciudad —respondió él,
y estuve feliz de dejar el asunto. Esa era una explicación que podía entender.
Finalmente daba un paso adelante para proteger lo que consideraba suyo. Por
supuesto, estaba dispuesta a apostar que había más, ya que él nunca ofrecía su
mano si podía evitarlo.
—Deseo ayudar también —declaró Stefan bruscamente—. He tenido mis
propios problemas con la ciudad de Budapest. Hay un asunto personal que me
gustaría vigilar si me permites ir con vosotros.
—Por mí está bien. —No iba a presionar Stefan para obtener más información,
porque sabía que no iba a conseguirla. No me fiaba del Nightwalker, pero
estaba dispuesta a apostar que iba a darme un poco de espacio desde que le
había prometido un puesto en el aquelarre. Él me iba a dar un poco de tiempo
para cumplir con mi promesa antes de que él tratara de tomar mi propio
asiento—. A menos que quieras llegar por separado, mi avión saldrá poco
después del ocaso de Budapest.
Ambos Nightwalkers me dieron una breve inclinación antes de desaparecer de
la Sala Principal. Me volví en mi asiento para encontrar que Jabari me miraba
con una mirada pensativa en su rostro.
—¿Es que te estaba matando verme aquí sentada cuando he estado cerca de
morir hace apenas unos meses? —bromeé, sonriéndole.
—Es un giro inesperado de los acontecimientos, pero no uno que encuentre
desagradable.
—Por ahora, quieres decir.
—Es verdad —admitió. Jabari estaba contento de que estuviera en el Aquelarre,
siempre y cuando él se beneficiara. De momento no iba a darle una razón para
que me matara. Él ya había comenzado a buscar formas para reemplazarme.
Por suerte, tenía un as en la manga del que él no sabía nada. Por desgracia,
tenía que encontrar una manera de escapar de su control, sin que él lo supiera.
Claro, Nick me exigía que aprendiera a utilizar los poderes de mis guardianes,
pero no era algo que estuviera segura que pudiera hacer en secreto. Si Jabari
descubría que había encontrado una manera de escapar de su control, él me
mataría en un instante.
Yo era muy peligrosa sin alguien sosteniendo mi correa.
—¿Hay algo que debo saber acerca de Budapest antes de poner los pies en su
suelo? —Pregunté, dirigiendo nuestra conversación hacia el asunto más
importante del momento.
—No confíes en Macaire.
—Ya había deducido eso. ¿Quién es el guardián?
—No lo sé. Se sabe que Macaire frecuenta la región, así que le volví la espalda.
Te beneficiarás de tener Valerio a mano.
Suspiré y me pasé una mano por el pelo. —Desafortunadamente, Stefan es un
cajón de sastre.
—Él quiere tu asiento —dijo Danaus, hablando por primera vez desde que
había puesto un pie en la Sala Principal.
Su profunda voz pareció hacer eco a través del silencio y vibró a través de mi
pecho.
—Él quiere un asiento en el Aquelarre. Yo estaría feliz de entregarle el de otra
persona —dije, sin necesidad de hacer comentarios en voz alta sobre el de quién
exactamente estaría dispuesta a entregar.
—No te puedo ofrecer ninguna ayuda con Budapest —continuó Jabari,
haciendo caso omiso de mi comentario—. Estate en guardia. Siempre ha sido un
lugar para criaturas poderosas. Ambos licántropos y brujos lo llaman hogar, así
como algunos Nightwalkers.
—Voy a tener cuidado.
—No te fíes de Stefan. Él se ha puesto del lado de Macaire en ocasiones —me
advirtió Jabari una última vez antes de desaparecer de mi vista.
Danaus se puso de pie al lado de mi silla. Miré al cazador y le sonreí, con un
poco de la tensión, finalmente quitándomela de los hombros. Todavía tenía un
largo camino delante de mí, pero por ahora, lo peor había sido dejado de lado.
Sobreviví a mi primera reunión en el Aquelarre y había sido obligada a matar a
dos criaturas. Tenía la oscura sensación que esto marcaría una noche tranquila
para mí. Mi reinado en el Aquelarre sería breve, pero este estaría lleno de
limpieza de la sangre de mi pueblo y de de los Naturi también.
—¿Cómo crees que pasó?
Danaus negó con la cabeza hacia mí, luchando contra una sonrisa. —No
esperaba que declararas la guerra en tu primera noche. Fue un movimiento
audaz.
—Macaire tiene que saber cuál es mi posición. Yo no voy a tomar ninguna
mierda de él, y él no va a ser capaz de ponerme lejos de Jabari, como esperaba
el verano pasado.
—¿Y Budapest?
—Él sabe quién es el guardián de Budapest. No tengo ninguna duda de que él
le está dando instrucciones en estos momentos. Puede que los Naturi estén
causando‖ el‖ caos‖ en‖ la‖ ciudad,‖ pero‖ también‖ va‖ a‖ ser‖ una‖ trampa.‖ No…‖ no‖
puedo‖pedirte…
—Voy —declaró antes de que pudiera balbucear mis deseos.
Le sonreí, apenas suprimiendo la necesidad de darle un beso. Danaus había
estado allí cuando fui atacada por los Naturi en Londres, Creta, y
Ollantaytambo. Él estaba allí cuando hicimos el ataque a Machu Picchu. Él
estaba allí cuando yo luchaba por reconstruir el desmoronado orden de mi
propia y amada Savannah. Él había estado allí a través de todo conmigo. En
este momento no podía imaginar luchar contra los Naturi sin él. Por supuesto,
también existía la posibilidad de que pudiera matar a algunos pocos
Nightwalkers, por lo que esto le haría más feliz.
Una parte de mí deseaba poder decirle que no tenía que ir, o que era demasiado
peligroso para él que me acompañara. Me hubiera gustado decirle que no lo
necesitaba, teniendo en cuenta que tendría a Valerio y Stefan a mi lado, pero no
podía pronunciar las palabras.
—Gracias —murmuré, odiando el rubor que pude sentir subiendo hasta mis
mejillas.
Colocando las manos en los brazos de la silla, Danaus se inclinó y me dio un
ligero beso en la frente. —Soy tu consorte. No vas a ninguna parte sin mí —me
susurró, con los labios rozando mi sien. Sonreí, apoyando mi cabeza contra su
mandíbula. Al parecer, cuando le nombré mi consorte, no era la única que
apostaba por la demanda. Y por una vez, no me importaba.
Capitulo 7 Traducido por rihano y pimienta
Corregido por Virtxu
udapest brilló sobre nosotros, relumbrando como una corona de oro
alrededor de un río brillante de cristal. El noticiero puso de manifiesto que
una manta fresca de nieve había caído sobre la ciudad durante el día,
dejándola brillante bajo las estrellas. La última vez que visité Budapest, los tres
sectores de Buda, Óbuda y Pest aún no se habían unido en una sola ciudad. Ella
había estado en el proceso de reconstrucción de otra batalla que dejó sin
embargo a muchos de sus impresionantes edificios con cicatrices y hechos
polvo. Pero aún así, esta joya de la Europa Central brilló y prosperó.
Después de salir de nuestro hotel a los pies del Monte Gellért, cogimos un taxi
que estaba llevándonos ahora a través del Puente Erzsébet hacia la torre Pest. El
puente se levantó a nuestro alrededor, blanco y delgado como el brazo de una
mujer llegando a través del Danubio. Más arriba del río pude ver el Puente de
Cadena Széchenyi sólido en todas sus piedras y la gloria de brillo dorado.
Había belleza en cada esquina de esta ciudad, con su exquisita arquitectura y
sus impresionantes estatuas y monumentos. Una parte de mí deseaba que no
estuviéramos aquí por negocios pero en realidad tenía algo de tiempo para
pasear por las encantadoras calles y, posiblemente, visitar el Edificio del
Parlamento o cualquiera de los castillos que salpicaban el paisaje. Por desgracia,
la exquisita Basílica de San Esteban estaba fuera de cuestión, la magia se
sujetaba en los lugares sagrados de culto, como iglesias, templos, sinagogas y
mantenía a los Nightwalkers fuera.
—Pareces más tranquila que de costumbre. —Finalmente Danaus atrajo mi
mirada de regreso al coche. El cazador se sentaba junto a mí, su largo abrigo
negro envuelto alrededor de él contra el mordiente frío externo. La temperatura
había bajado a cerca de cero esa noche, y el viento soplaba de vez en cuando,
haciendo remolinos de nieve sobre nosotros.
—Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve aquí. —Y aún así,
los recuerdos no eran tan grandes. Yo había estado correteando con Valerio en
B
el momento y provocando más que mí parte considerable de malicia. No
siempre fui la niña buena que era ahora, y Valerio no fue de ayuda en ese
frente. El Nightwalker tenía un perverso sentido del humor y una definición
peligrosa de la diversión.
—Dudo que eso sea lo que está preocupando a tu mente.
Una sonrisa pellizcó las esquinas de mi boca mientras miraba a mi compañero.
—Me conoces muy bien a veces —le dije, y luego sacudí la cabeza—. No puedo
empezar a adivinar lo que Macaire tiene reservado para nosotros. Él no nos
hubiera enviado a Budapest a menos que tuviera planeado algo especial que
finalmente me sacara del Aquelarre y permanentemente de su cabeza. Y si
puede deshacerse de ti en el proceso, tanto mejor para él.
—No puede ser demasiado complicado. —Danaus encogió sus hombros,
rozando con los míos—. O bien el guardián en Budapest es muy antiguo y
fuerte, por lo que es poco probable que seas capaz de derrotarlo. O hay un
elevado número de Naturi aquí, por lo que es imposible para nosotros ganar
contra las probabilidades.
Mi ceño se profundizó. Eran los mismos dos escenarios que había previsto
también, y no me hizo sentir mejor. —Un solo guardián Antiguo no tiene
ninguna oportunidad contra los dos. Y tampoco lo hacen los Naturi. Les hemos
aniquilado antes. Podemos hacerlo de nuevo.
No podemos. No podemos combinar nuestros poderes como lo habíamos hecho antes,
respondió Danaus, cambiando a nuestro enlace privado en el caso de que
nuestro conductor realmente pudiera hablar inglés. Habíamos perdido nuestra
mayor arma. A través de la combinación de nuestros poderes, podíamos
destruir a nuestros enemigos con un pensamiento. Sin embargo, la perdida de
esa capacidad era el hecho de que esto enviaría la energía del alma
directamente al guardián del alma de Danaus, un bori llamado Gaizka.
Acabábamos de encerrarlo de nuevo a un gran costo. Yo no tenía prisa por tener
otro encuentro con el bori.
—Macaire no sabe eso —le contesté—. Estoy segura de que todavía piensa que
puede acabar con los Naturi con un pensamiento. No me puedo imaginar la
ventaja que él cree que finalmente tiene sobre nosotros.
—Vamos a averiguarlo. —Ojala sintiera esa misma confianza que emanaba
Danaus, pero además yo tenía más experiencia en tratar con los Ancianos que
él. Eran conspiradores cuidadosos y manipuladores malvados. Actuabann con
propósito y precaución así ellos podían estar seguros de saber que el resultado
sería a su favor. Era raro que pudieras sorprender a un Anciano, y aún más raro
que pudieras escapar de sus planes.
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Budapest? —Pregunté, feliz de
cambiar de tema.
—Cuando los turcos llamaron a este lugar hogar—respondió él, poniendo su
última visita en algún momento de finales del siglo XV hasta principios del
siglo XVI.
Deslicé mis dedos a través de su mano abierta a mi lado. —Ha cambiado mucho
desde entonces.
—Y sin embargo, algunas cosas no. —Él miró las manos entrelazadas. Sus
dedos permanecieron flojos, sin apretar verdaderamente mi mano, pero al
mismo tiempo no liberó su mano de mi tacto—. Mira,‖yo…‖yo‖no‖estoy‖ seguro
de que pueda hacer esto.
—¿Hacer qué?
Danaus levantó nuestras manos. —¿Esto? Somos tan diferentes. Tenemos un
pasado del que no podemos escapar. Pasado que finalmente se interpondrá en
el camino. No veo cómo vamos a hacer este trabajo.
—No estoy preocupada por hacer algo de trabajo. Se trata de disfrutar de la
compañía mutua, mientras la tenemos —le dije, luchando por aferrarme a la
sonrisa frágil que estaba posada en mis labios. Mis músculos en el pecho se
apretaban con nerviosismo, podía sentirlo que ya se alejaba de mí antes de que
hubiéramos tomado ninguna medida real para avanzar, y a pesar de lo que dije,
yo quería hacer este trabajo.
—¿Qué pasa si no hay nada entre nosotros, aparte de lujuria? —Bajó la voz
como si fuera algún tema oscuro, no apto para oídos humanos.
Bajé la voz también y me deslicé más cerca de Danaus, así que mi hombro tocó
el suyo. —¿Es eso tan malo? Por lo menos es el comienzo de algo, algo en lo que
podría basarse. —Lo alcancé con mi mano libre y deslicé los dedos a lo largo de
su mandíbula, amaba el hecho de que no se apartara cuando lo tocaba. Podía
sentir la energía hecha un ovillo dentro de él. Estaba rígido y ansioso, pero no
se apartó. El impulso de besarlo brotó dentro de mí una vez más, la necesidad
de gustarle. En su lugar, dejé caer mi mano de nuevo en mi regazo y puse mi
cabeza en su hombro.
—El camino que tenemos por delante es oscuro —advirtió, pero al mismo
tiempo sus dedos se apretaron en torno a los míos.
—Pero ya no estamos solos.
Le di a la mano Danaus un apretón final, me incorporé y me desplacé hasta el
borde de mi asiento para poder inclinarme hacia el asiento delantero para
hablar con el conductor. Si bien mi húngaro estaba más que un poco oxidado,
me las arreglé para dirigirlo para que nos dejara cerca de una esquina vacía en
City Park. Podía sentir a Valerio y Stefan al acecho en la región. Estábamos
cerca de nuestro lugar de reunión, y prefería caminar el resto de la distancia, sin
la atenta mirada de cualquier ser humano cerca. Le entregué más de seis mil
florines húngaros mientras llevaba el coche a una parada. Esto cubría más que
la cuota por el viaje en taxi y dejaba una propina lo bastante agradable para que
no hiciera ninguna pregunta acerca de nosotros siendo dejados en una parte
solitaria de un parque cerca de la medianoche.
Danaus se deslizó fuera del coche, liberando mi mano, y yo seguí detrás de él,
metiendo mis manos en los bolsillos de mi largo abrigo en un esfuerzo por
defenderme del intenso frío. Con un movimiento de mi cabeza, comenzamos a
caminar en la dirección en la cual sentí a Valerio. La presencia de Stefan era un
poco oscura, como si estuviera revoloteando rápidamente de un lugar a otro, así
que no podía mantener una idea clara de dónde estaba, y sin embargo no estaba
escondiéndose totalmente de mí.
Después de una docena de metros a lo largo de un sinuoso camino, Valerio
salió de las sombras, bloqueando la luz de una farola cercana. Llevaba un
abrigo pesado que se extendía hasta sus tobillos, mientras una gruesa bufanda
estaba envuelta alrededor de su cuello. El frío era poco más que una molestia
para la mayoría de los Nightwalkers, pero él se vestía de manera que se
mezclaba fácilmente con los humanos. Además, le gustaba mantenerse al día
con la última moda.
—¿Has encontrado a alguien con quien merezca la pena hablar? —Le pregunté
mientras nos uníamos a él.
—Ella está más adelante. Por lo que he podido percibir durante las últimas
horas, tiende a mantener a la corte aquí casi todas las noches.
—¿Guardián? —Preguntó Danaus.
—Dudoso. Es vieja, por lo que entiendo, y a la larga suele conseguir lo que
quiere, pero nadie ha utilizado ningún término con ella que ni siquiera tenga un
vago parecido con el término «guardián». Parece que ella es sólo una antigua
Nightwalker —dijo Valerio con un encogimiento de hombros.
Fruncí el ceño, no me gustaba lo que estaba escuchando. Los antiguos
Nightwalkers eran extremadamente territoriales y odiaban jugar limpio con
otros. Desafortunadamente, tanto como odiaba admitirlo, yo también era una
antigua Nightwalker, y por mucho tiempo lo usé para conseguir lo que quería.
Con frecuencia esto provocaba feos enfrentamientos, mientras uno era obligado
a finalmente darse por vencido frente al otro, normalmente a través de
derramamiento de sangre y, posiblemente, una muerte inesperada.
—¿Cómo se llama?
—Odelia —dijo Stefan, deslizándose de las sombras a mi derecha. Me sentí
aliviada al ver que Danaus ni se inmutó. Yo no había detectado a Stefan hasta
un segundo antes de que oficialmente apareciera, y dudaba de que Danaus lo
hubiera sentido después de todo. Stefan sólo estaba tratando de demostrarme
que era superior a mí cuando se trataba de poderes y experiencia. Yo, en
cambio, no estaba de humor para jugar. Habíamos tenido grandes problemas, y
lo más pronto que Danaus y yo saliéramos de Budapest, sería lo mejor que
todos los involucrados. Necesitábamos volver a Savannah.
Me quedé mirando hacia el suelo cubierto de nieve mientras sacudía mi cerebro
buscando el recuerdo de alguien con ese nombre. Yo había conocido
demasiados Nightwalkers en mi larga vida, y muy pocos de mis recuerdos eran
buenos.
—¿La conoces? —Preguntó Danaus.
—Podría habérmela encontrado una o dos veces —admití con un movimiento
de mi cabeza mientras miraba a Valerio y Stefan—. Pero realmente no la
recuerdo. El nombre me suena vagamente familiar. ¿La conoces? —Le pregunté
a Stefan.
—Está cerca de tu edad. De cabello largo y oscuro, ojos oscuros —dijo, como si
estuviera recitando una lista de compras—. Es arrogante, terca, y de mal humor.
Solté un bufido y empecé a caminar de nuevo. —Me acabas de describir a la
mayoría de los Nightwalkers.
Danaus se puso a caminar a mi lado, mientras que Valerio y Stefan nos seguían
pegados a los talones. Sólo los pasos de Danaus crujían en la nieve. Los
Nightwalkers habíamos vivido demasiados años de movernos como una brisa
de verano en un campo infinito para hacer ruido ahora. No había duda de hacia
dónde nos dirigíamos. Había una gran concentración de Nightwalkers más
adelante, y no se tardó mucho en sentir su energía flotando en el aire.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Danaus mientras doblábamos una esquina y
comenzamos a caminar por el sendero circular de un gran edificio neo-barroco.
Afuera, una gran estatua arrojó una sombra enorme, como si estuviera
vigilando el lugar. Varias grandes cúpulas se levantaban en la noche, mientras
que la fachada de piedra gris se caracterizaba por altas columnas y enormes
ventanales que reflejaban la luz que brillaba en la nieve.
—Son los Baños Széchenyi —le contesté.
—¿Un baño turco? —dijo Danaus, obviamente sorprendido. Entendí por qué.
La mayoría de las veces cuando nos reuníamos con un poderoso Nightwalker,
ellos preferían mantener a la corte en un oscuro club nocturno, lleno de
humanos donde la comida y el sexo eran fáciles de encontrar.
—No es un verdadero baño turco, aunque todavía hay algunos en la ciudad —
dijo Valerio—. Este no fue descubierto y reconstruido hasta principios del siglo
XX.
—¿Y cuándo fue la última vez que estuviste aquí? —Le pregunté, arqueando
una ceja mientras lo miraba por encima del hombro.
—Hace más de tres siglos, como recordarás —dijo él, mostrándome una sonrisa
socarrona que trajo un rubor a mis mejillas. Pero desde luego la mayor parte de
nuestros recuerdos mancharían mis mejillas de rojo—. En cuanto a la forma en
que sabía de Széchenyi, tuve tiempo para leer mientras estaba esperando tu
llegada. —Para mi sorpresa, el Nightwalker sacó una pequeña guía de viaje de
su bolsillo y me la mostró brevemente, antes de regresarla a su bolsillo.
—Siempre preparado para cualquier eventualidad —me burlé y volví mi
atención hacia el pequeño grupo de Nightwalkers que estaban junto a las
puertas delanteras. El comité de bienvenida no se veía como si estuvieran listos
para dejarnos pasar a su club privado, compañeros o no.
A medida que nos acercábamos a las puertas de entrada, los tres Nightwalkers
se abrieron en abanico, bloqueando nuestra entrada. Su conversación en voz
baja se detuvo y adoptaron una variedad de miradas aburrida s y poco
atractivas. Era lo único que podía hacer para no reírme. El mayor de ellos no
tenía más de tres siglos de antigüedad. Al infierno, sus edades combinadas no
podrían igualar la edad de Stefan, o probablemente incluso la de Valerio. No
tenían ninguna posibilidad de ser capaz de detenernos en su mejor noche.
Completé el rápido análisis de todo el exterior de la casa de baños y la entrada
también. Eran los únicos guardianes del lugar.
¿No hay Nightwalkers viejos dentro de la ciudad más allá de Odelia? Le pregunté a
Stefan. Estos tres apenas podrían detener a un humano resuelto aún queriendo. ¿Por
qué poner algo tan joven de guardia a menos que no hubiera nadie que fueras realmente
a custodiar excepto humanos?
No muchos, por lo que he sido capaz de reunir, respondió él. Podía sentir su
disgusto por la comunicación privada, pero al menos entendió que este no era
el tipo de conversación que uno tenía con los ayudantes.
Parece extraño para una ciudad tan antigua. Desde mi experiencia, las ciudades
antiguas atraen Nightwalkers viejos. Ellos tenían viejos lugares ocultos, viejas
tradiciones y lenguas antiguas que fueron capaces de mantener.
Odelia puede haber limpiado la casa a fin de consolidar su poder dentro de la
ciudad.
Era una posibilidad y no totalmente desconocida. Eliminar cualquier
Nightwalker relativamente cercano a su edad, eliminaba la competencia
potencial en la región para su dominio. Pero en verdad, era extraño que una
ciudad tan vieja estuviera en manos de alguien relativamente joven. Budapest
debería haber estado en manos de un Anciano, por lo menos. Estaba
empezando a preguntarme si sería potencialmente la casa de Macarie. Que yo
supiera, el Anciano, prefirió quedarse en Roma, nunca viajaba muy lejos de la
sede del Aquelarre en Venecia.
―¿Qué‖ negocio‖ tienes‖ aquí?‖ ―preguntó‖ el‖ mayor‖ de‖ los‖ Nightwalkers‖ en‖
húngaro cuando nos paramos ante ellos, finalmente.
―Estamos‖ aquí‖ para‖ disfrutar‖ de‖ un‖ baño‖ a‖ medianoche‖ ―le‖ contesté‖ con‖
facilidad en italiano. Mi húngaro todavía era demasiado áspero, y
tradicionalmente, el italiano anunciaba a cualquier Nightwalker que era del
Aquelarre. Por desgracia, este pronunciamiento no fue tan rápido como yo
esperaba. Los tres Nightwalkers se miraron los unos a los otros confundidos,
claramente incapaces de comprender lo que acababa de decirles. De hecho, me
quedé atónita, sin palabras, cuando Valerio tuvo que repetir lo que había dicho
en húngaro.
Esto está mal, dije dirigiendo mis pensamientos a Valerio y Stefan. Ellos tienen
más de un siglo de antigüedad. ¿No fueron todos presentados ya al Aquelarre? Por lo
menos, el más antiguo se debía someter a los Ancianos. ¿Esa tradición se paró aquí en
Europa?
No, contestó Valerio, su tono mostraba cierta preocupación. Todos los
Nightwalkers se presentaron al Aquelarre. Todos los Nightwalkers aprendieron primero
italiano escribiendo de por vida en ese idioma elegante.
―Él‖no‖puede‖entrar‖―dijo‖el‖m{s‖antiguo‖de‖los‖tres,‖fijando‖a‖Danaus‖con‖una‖
oscura‖mirada―.‖Sólo‖a‖los‖usuarios‖se‖les‖permite‖la‖magia‖en‖su‖interior.
―¿Qué‖ puede‖ él‖ hacer‖ para‖ demostrar‖ que‖ es‖ un‖ usuario‖ de‖ la‖ magia?‖
―preguntó‖ Valerio‖ antes‖ de‖ que‖ pudiera discutir. Ya estaba cansada de este
trío, pero yo no era más que otro deteriorado Nightwalker utilizado durante
mucho tiempo para conseguir su camino.
―Se‖debe‖emitir‖un‖poderoso‖hechizo‖de‖algún‖tipo‖en‖uno‖de‖nosotros‖―dijo‖
uno de los Nightwalkers con una sonrisa suspicaz.
―Muy‖bien‖―espeté‖en‖húngaro―.‖Danaus,‖mata‖a‖uno‖―señalé‖al‖que‖había‖
hablado. Él simplemente sonrió a Danaus y a mí. Por un momento casi lo
compadecí, porque no podía sentir la energía que rodeaba a todo el cazador,
pero mi compasión por él se disipó antes de que se terminara de formar.
No puedo hacerlo, Mira, murmuró Danaus en mi mente, aturdiéndome. Miré
hacia él, luchando por no dejar a mi boca caer abierta. ¿Esa estupidez de un
criatura que parecía masticar ruidosamente un bocado, cada vez que yo evitaba
que matara a un Nightwalker?
¿De que estás hablando? Hierve su sangre. Gaizka no se beneficiará de esa parte de la
magia, argumenté.
No es eso. Nunca he matado a un Nightwalker que no me atacara primero.
Deberás hacerlo. Si no, tendremos que dejarte atrás, y luego ellos tres te atacarán.
Cuando el cazador continuó frunciéndome el ceño, finalmente cedí. Muy bien,
hierve su sangre hasta que pida misericordia. No tienes que matarlo.
Satisfecho con ese acuerdo, lo cual me impactó más de lo que pensaba que lo
haría, Danaus levantó la mano hacia el Nightwalker que había indicado. A mi
alrededor, pude sentir su capacidad hinchando el ore, calentándome como el
sol de verano a última hora a través de las nubes. La sonrisa se borró de los
labios del joven Nightwalker y se miró las manos. Su piel ondulaba, como si
algo se arrastrara por debajo de la superficie. Con un gemido, se quitó la
chaqueta mientras corría a la nieve. Sus largas uñas desgarraban la carne
desnuda de sus brazos, revelando sangre que apareció y silbó como hirviendo
debajo de su piel. Lanzó un grito espeluznante mientras caía de rodillas y
hundía los brazos en la profundidad de la nieve, tratando de enfriar el calor que
constantemente crecía dentro de su cuerpo, pero no era suficiente.
Cerré mis ojos y extendí mi mano hacia el flujo de energía que fluía entre
Danaus y el Nightwalker. Recogí mis facultades, y se fusionaron con la
corriente, dando un poco de impulso al hechizo, sin controlar directamente a
Danaus. El Nightwalker gritó, su cuerpo de retorcía y retorcía en ángulos
extraños antes de que finalmente se dejó caer de nuevo en la nieve, silencioso y
muerto.
Habíamos derretido por completo sus órganos, destruyendo su corazón.
No era mi intención hacerlo, me susurró Danaus. Perdí el control. Podía sentir su
horror rodando en él. Él sólo había matado con su mente a Nightwalkers en
defensa propia. Esto había sido un asesinato.
No fue tu culpa, le murmuré, pero entonces la conexión se cortó rápidamente.
Ahora no era el momento para explicar que yo estaba tratando de manipular a
Danaus para estar de acuerdo con las órdenes de Nick.
―¿Qué‖hizo?‖―exigió‖ el‖m{s‖ joven‖ de‖ los‖dos,‖dando‖ un‖paso‖atr{s,‖ lejos‖ del‖
cazador.
―Ha‖ hervido‖ su‖ sangre‖ ―murmuré,‖ todavía‖ mirando‖ al‖ cuerpo‖ muerto,‖
pensando sobre la facilidad con la que había sido capaz de ampliar la capacidad
de Danaus. Había sido demasiado fácil, ya que Nick había adaptado mi propia
sensibilidad a las energías que me rodeaban.
Volviendo la atención a los dos Nightwalkers restantes, los cuales estaban
mirando a su compañero muerto, hice una onda con mi mano y el joven se vio
envuelto en llamas al instante.
Se las arregló para correr unos metros, corriendo hacia la nieve que puso sobre
sí mismo, pero el fuego lo consumió a través de su cuerpo más rápidamente de
lo que podía tropezar.
―Puedes‖ vivir‖ para‖ decirle‖a‖ tu‖ señora‖que‖ la‖Fire‖Starter, dos antiguos y un
cazador,‖ est{n‖ llamando‖ a‖ su‖ puerta‖ y‖ vamos‖ a‖ entrar‖ ―gruñí‖ en‖ bruto‖
húngaro. Mi traducción fue lo suficientemente acertada porque él cogió la
manija de la puerta y tiró de la vieja puerta, abriéndola y lanzándose al interior
con falta de definición en sus movimientos.
―Eres‖ un‖ Anciano‖ del‖ Aquelarre‖ ―me‖ recordó‖ Valerio‖ innecesariamente‖ al‖
llegar‖a‖ la‖puerta‖y‖ la‖mantuvo‖abierta‖para‖mí―.‖Realmente‖debes‖presentarte‖
como tal.
Al‖ entrar,‖ le‖ lancé‖ una‖mirada‖ sucia.‖―Normalmente,‖ sí,‖ pero estas patéticas
criaturas no han sido antes del Aquelarre. Ellos no saben lo que significa ser un
Anciano. Fire Starter se explica a sí mismo.
Valerio‖me‖dedicó‖una‖sonrisa‖irónica.‖―Es‖verdad.
Mi trío de compañeros se desplegaron por detrás de mi a medida que acechaba
el interior de los baños Széchenyi.
Las paredes estaban pintadas de un amarillo pálido, acentuado con columnas
blancas y molduras ornamentales. El sonido de risas y salpicaduras de agua se
hizo eco por los pasillos cavernosos, obligándome a mirar varias veces a la
cantidad de personas a las que nos enfrentábamos. Más adelante, la
concentración de poder era impresionante. Tenía que haber más de una docena
de Nightwalkers, junto con una dispersión de licántropos y otros usuarios de la
magia.
Al cruzar a través de un arco final, llegamos a una gran sala que contenía una
piscina enorme. El vapor se levantó del agua, llenando el aire de una espesa
niebla, lo que ayudaba a difundir la luz de la lámpara que brillaba tenue desde
arriba y en lugares remotos de toda la estancia. Nightwalkers, licántropos,
brujas y brujos, descansaban en el agua y a lo largo de los bancos. Fuimos los
únicos que todavía llevaban ropa. En el otro extremo de la habitación, el
Nightwalker al que había perdonado estaba arrodillado al lado de una mujer
Nightwalker que descansaba en un diván muy acolchado. Su piel pálida y
húmeda brillaba a la luz de la lámpara delgada.
―Supongo‖que‖es‖Odelia‖―murmuré,‖empujé‖mis‖manos‖en‖mis‖bolsillos.
―Astuta‖ observación‖ ―comentó‖ Stefan‖ detr{s de mí, haciéndome desear
chamuscarlo un poco. Desafortunadamente, estaba dispuesta a apostar que
todavía necesitaría su ayuda antes de que finalmente pudiera escapar de esta
ciudad.
Con el ceño fruncido, me abrí camino a través del cuarto, tejiendo mi cam ino
entre los cuerpos desnudos. Unos pocos nos miraron, deteniendo sus
conversaciones, pero la mayoría parecían contentos ignorando nuestra
presencia dentro de su refugio durante la noche. Cuando estábamos de pie ante
Odelia el Nightwalker lánguidamente rodó sobre su espalda y apoyó la cabeza
en su mano, mientras descansaba el codo en la parte posterior de la parte
elevada del diván. El Nightwalker de la puerta principal dio marcha atrás,
alejándose en silencio de nuestro grupo. El miedo todavía llenaba sus ojos,
haciéndolo un poco más cuidadoso con nosotros. Lo prefería así.
―Tú‖debes‖ser‖la‖Fire‖Starter‖―anunció‖Odelia‖con‖un‖fuerte‖acento‖inglés.
―Y‖ tú‖ eres‖ Odelia‖―le‖ contesté,‖ metiendo‖ los‖ puños‖ en‖ los‖ bolsillos‖ de‖ mi‖
abrigo. Estaba luchando contra la tentación de desnudarme. El calor en el baño
era sofocante, pero me decía a mi misma que no estaría allí mucho tiempo.
Podría sufrir un poco.
―¿Has‖oído‖hablar‖de‖mi?‖―preguntó‖ella‖arqueando‖una‖ceja.
―No‖ hasta‖ hace‖ cinco‖ minutos‖ ―admití,‖ aplastando‖ sus‖ esperanzas de un
plumazo―.‖¿Escuchaste‖sobre‖mí?
―¿Quién‖no‖ lo‖ha‖hecho?‖―dijo‖ con‖un‖ resoplido‖delicado―.‖La‖Nightwalker‖
que puede provocar incendios con un pensamiento también un ser humano que
pude hacer hervir la sangre de cualquier criatura que vea. Se convierte en una
combinación de pesadilla.
―Ah,‖y‖se‖pone‖peor‖―le‖dije‖con‖una‖ sonrisa‖floreciendo‖ finalmente‖a‖través‖
de‖mi‖cara―.‖Ahora‖soy‖un‖Anciano‖del‖Aquelarre.
―Oh‖―murmuró,‖ sent{ndose‖un‖poco‖mas‖recta.‖Por‖lo‖menos‖ella‖tenía‖edad‖
suficiente para saber lo que significaba ser un miembro del Aquelarre. Era un
suposición que no sólo demandaba respeto, esto gritaba incluso mientras te
mataba―.‖No‖me‖di‖cuenta‖que‖el‖asiento‖de‖Tabor‖había‖sido‖reivindicado.
―La‖ noticia‖ todavía‖ sigue‖ propag{ndose‖ a‖ lo‖ largo de los distintos terrenos,
aunque me sorprende que todavía tenga que llegar hasta Budapest. No estamos
tan lejos de Venecia.
―Pido‖ disculpas‖ por‖ la‖ poco‖ amable‖ bienvenida‖ ―dijo‖ ella‖ poniéndose‖ en‖
pie―.‖No‖ tenía‖ni‖ idea‖de‖que‖ un‖miembro‖de‖ Aquelarre‖ nos honraba con su
presencia. ¿Puedo ofrecerle un asiento? ¿O tal vez un refresco? Me gusta
mantener una comida caliente a mano para cualquiera que tenga sed en los
baños.
―Me‖temo‖que‖esto‖no‖es‖una‖visita‖social.‖Estoy‖buscando‖al‖encargado‖de‖este‖
dominio‖―anuncié.‖Odelia‖con‖ la‖cara‖arrugada‖regresó‖a‖ su‖orilla‖ en‖el‖div{n.‖
Dobló sus lagos dedos juntos y colocó sus manos sobre las rodillas. Un mechón
de su pelo largo y castaño le caía sobre los hombros que cubrían parcialmente
su‖pecho‖izquierdo―.‖Budapest no tiene guardián.
―¿Cómo‖ puede‖ una‖ región‖ tan‖ grande,‖ llena‖ de‖ Nightwalkers,‖ no‖ tener‖ un‖
guardi{n?‖―le‖espeté‖cada‖vez‖m{s‖ irritada‖cuanto‖m{s‖ tiempo‖permanecía‖ en‖
esta‖sangrienta‖cuidad―.‖Hay‖criaturas‖m{s‖poderosas‖en‖esta‖ciudad‖que‖en‖la‖
mayoría de las grandes ciudades de toda Europa. Por mi suposición, tienes más
de seis siglos, y sé que he detectado a otros alrededor de la cuidad mayores que
tú. Alguien tiene que haber reclamado la región.
―El‖último‖ poseedor‖ de‖Budapest‖ era‖ un‖Nightwalker‖ llamado Harold, pero
dejó la cuidad de forma inesperada hace más de un siglo. Nadie ha oído hablar
de‖ él‖ y‖ nadie‖ se‖ ha‖ ofrecido‖ para‖ tomar‖ la‖ ciudad‖ ―explicó‖ con‖ un‖ ligero‖
encogimiento de hombros. Odelia se dejó caer hacia atrás de forma que volvía a
descansar en‖ el‖ div{n―.‖ En‖ verdad,‖ no‖ hemos‖ tenido‖ la‖ necesidad‖ de‖ un‖
guardián. La ciudad sigue siendo tranquila, y como puedes ver, las diferentes
razas se llevan muy bien.
―¿Y‖los‖Naturi?
Los‖ojos‖de‖Odelia‖cayeron‖al‖ suelo‖y‖ella‖ se‖mordió‖el‖labio‖inferior.‖―Ellos se
mudaron a la cuidad hace casi un mes y no hemos tenido éxito en deshacernos
de ellos. Hemos aprendido a cazar en grupos, y los licántropos se mantienen
alejados de ciertas partes de la cuidad donde se ha sabido que se reúnen.
―¿Quién‖ se‖ hace‖ cargo‖ de los‖ Naturi?‖ ―preguntó‖ Valerio,‖ desliz{ndose‖
gentilmente hacia el húngaro. Odelia volvió la mirada al Nightwalker
suavemente y sonrió tímidamente hacia él. Pensé que iba a enfermar.
―Su‖ nombre‖ es‖ Bugatti‖ ―ronroneó‖ ella―.‖ Él‖ es‖ el‖ m{s‖ antiguo‖ de‖ los‖
Nightwalker de Budapest, y ha tomado una especie de papel de hermano en la
ciudad, velando por los Nightwalker más jóvenes.
―He‖oído‖hablar‖de‖él‖―intervino‖Stefan―.‖Aún‖no‖es‖un‖antiguo.
Para mi sorpresa, Odelia miró a Stefan, para en apenas un abrir y cerrar de ojos,
suavizar‖ su‖ expresión‖una‖ vez‖m{s‖antes‖ de‖ sonreír‖ a‖Valerio―.‖Él‖ es‖ el‖m{s‖
antiguo de todos nosotros.
―Lo‖que‖os‖hace‖un‖grupo‖muy‖joven‖de‖Nightwalkers‖―observé.
―¿Cómo‖es‖que‖una‖ciudad‖tan‖antigua‖no‖ha‖atraído‖a‖m{s‖Nightwalkers‖de‖
gran alcance?
―Realmente‖ no‖ puedo‖ decir‖ ―dijo‖ ella,‖ una‖ vez‖ m{s,‖ encogiéndose‖ de‖
hombros‖mientras‖arrastraba‖su‖mirada‖hacia‖mí―.‖Lo‖hemos‖ logrado‖bastante‖
bien sin ellos.
―¿Est{‖ Veyron‖ en‖ contacto‖ con‖ el‖ Aquelarre?‖―le‖ pregunté―.‖Macaire‖ nos‖
informó que Budapest estaba teniendo problemas con los Naturi.
―Veyron‖ es‖ el‖ que‖ desea‖ hablar.‖ Él‖ tiene‖ un‖ lugar‖ en‖ Buda‖ en‖ el‖ barrio‖ del‖
Distrito del Castillo donde ve a los visitantes. Estoy segura de que estaría más
que feliz de verte. De hecho, puedo ir ahora mismo y decirle que te reciba.
―Odelia‖giró‖en‖torno‖a‖ sus‖pies‖para‖colocarlos‖en‖el‖suelo‖otra‖vez,‖pero‖una‖
ola de mi mano la sentó en el diván de color rojo oscuro.
―No‖ te‖ preocupes‖ ―dije‖ tratando‖ de‖ evitar‖ fruncir‖ el‖ ceño―.‖ Lo‖ vamos‖ a‖
encontrar. Queremos pasear por la cuidad y estudiar el asunto de los Naturi de
primera‖mano‖antes‖de‖reunirme‖con‖Veyron.‖Gracias‖por‖ tu‖ayuda.‖―Me‖giré‖
lejos de Odelia y di un paso hacia la puerta cuando mis ojos se posaron en el
enorme baño, una vez más. La risa se levantaba del agua y la gente salpicaba, se
besaba y participaba con otras formas de entretenimiento. Algo me llamó la
atención y me hizo girar de nuevo hacia nuestro anfitrión.
―¿Quién‖es‖el‖alfa‖de‖la‖manada‖de‖Budapest?‖―pregunté.
―Su‖ nombre‖ es‖ Ferko‖ ―respondió‖ ella‖ lentamente, mirándome con ojos
cautelosos. Ella sabía que no debía mentir y decir que no había alfa para el
grupo‖ local.‖Una‖manada‖de‖lic{ntropos‖no‖existía‖ sin‖un‖alfa.‖Era‖imposible―.‖
Él no está aquí. No suele visitar los baños hasta una semana después de la luna
llena, y es por lo general sólo durante una hora o dos.
―No‖es‖un‖tipo‖social,‖¿verdad?
―No‖realmente‖―ella‖estuvo‖de‖acuerdo,‖haciendo‖caso‖omiso‖de‖mi‖sarcasmo.
―Gracias‖por‖la‖información‖―le‖dije,‖salud{ndola‖cuando‖me‖volví.
―¿Vas‖a‖deshacerte‖de‖ellos? ¿De los Naturi?
―Eso‖es‖ lo‖que‖hago.‖―Matar‖Naturi‖parecía‖ ser‖la‖única‖cosa‖que‖hacía‖bien.
Capitulo 8 Traducido por eli25
Corregido por Virtxu
aré cuando empecé a salir de la gran cámara. Valerio estaba mirando a la
enorme piscina dónde los Nightwalkers y los licántropos salpicaban y
reían juntos completamente ignorando nuestra presencia. Una amplia
sonrisa malvada se extendió a través de la cara de mi acompañante, y luché el
estremecimiento que subió por mi columna. Él estaba pensando en a lgo
malvado, y una parte de mí aumentó por la excitación de la posibilidad. Valerio
siempre sabía las mejores diversiones.
—Solo un tonto preguntaría que está pasando a través de ese diabólico cerebro
tuyo —dije cuando llegué a su lado, con Danaus justo detrás de mi hombro.
—Tantas maravillosas tradiciones se han perdido aquí —dijo Valerio. Él metió
sus manos más profundamente en los bolsillos de su abrigo y se balanceó en sus
talones.
—Eres un Antiguo del Aquelarre —añadió Stefan cuando estuvo de pie al otro
lado de Valerio—. Ellos deberían estar intimidados ante ti. Deberían estar
temblando ante el poder del Aquelarre.
—Ni siquiera saben lo que es el aquelarre. —Situé mis manos en los bolsillos de
mi abrigo y miré a la masa reunida. Yo era un miembro del Aquelarre. Es más,
era la Fire Starter. Era la única que había tomado todo el riesgo cuando vine a
salvar a nuestra gente de los Naturi. Ellos deberían tenerme miedo.
—No se les debería permitir continuar —declaró Stefan.
—Entonces sugiero un poco de diversión como una manera de celebrar el
ascenso de Mira en el Aquelarre. Algún entretenimiento —anunció Valerio,
aplaudiendo sus manos juntas.
Una lenta sonrisa se deslizó a través de mis labios. —¿Tienes algo en mente?
P
—Si tu consorte fuera lo bastante amable para mantener un ojo en la puerta
contra cualquier corredor, podríamos jugar un poco con los Nightwalkers —
replicó Valerio.
—¿Corredores? —Inquirió Danaus.
—Vampiros que intentan irse antes de que la fiesta acabe —explicó Valerio.
—Siéntete libre de matarles si alguno de ellos se cruza en tu camino —gruñó
Stefan—. Es tu especialidad, ¿correcto?
—Puedo manejarlo —mordió el final, mirándole.
Situé una mano en su brazo, lanzando su mirada de vuelta a mi cara. —Permite
a los licántropos y a los otros usuarios de la magia salir de aquí sin daños.
Nuestros... juegos no les incluyen a menos que ellos golpeen primero.
—¿Y si ellos me golpean cuando salen?
—Oh, siéntete libre de hervir sus cerebros de sus cráneos —dije con una risa. Le
di un apretón final, ampliando mi sonrisa para intentar asegurarle que todo
saldría bien, pero me estaba estremeciendo un poco. Había pasado mucho
tiempo desde que había tomado parte en los juegos de los Nightwalkers, y
nunca como un miembro del Aquelarre. Mi rol había sido siempre o presa o
depredador. Es más, Valerio estaba involucrado, lo cual significaba que esto iba
a ser extremadamente sangriento. Durante un siglo no se había ensuciado las
manos, el Nightwalker tenía un retorcido sentido del humor que se estrechaba
más de una milla.
Observé a Danaus caminando fuera del cuarto de baño, sus hombros rectos y
tiesos. Su cabeza nunca se giró hacia los Nightwalkers que le miraban cuando
salió de la sala. Él estaba sobre todos ellos. Estaba sobre este tipo de violencia
también. Cuando él mataba, era en el nombre de la justicia y protección.
Demasiado a menudo cuando los Nightwalkers morían, era en el nombre de la
diversión. Ni una primera vez, me pregunté su nuestra manera de vida podría
ser nuestra caída, ni la de los Naturi. Decíamos que quitábamos al débil y
seleccionábamos al rebaño, pero la verdad era que solo estábamos
disminuyendo a nuestro ejército que desesperadamente necesitábamos contra
lo que estaba por venir. Pero era demasiado tarde para las dudas ahora.
—El Anciano ha cambiado de opinión —anunció Valerio en voz alta haciendo
eco a través del enorme vestíbulo cuando se giró hacia Odelia. Él se quitó su
pesado abrigo y desenrolló su bufanda de su cuello—. No hemos tenido una
oportunidad de celebrar apropiadamente el ascenso de Mira en el Aquelarre, y
ella ha declarado que algunos juegos fueran organizados.
—Por supuesto —dijo Odelia, saliendo graciosamente de su diván. Una sonrisa
severa se levantó en las esquinas de su boca—. Estamos felices de encontrar
alguna manera para divertir al gran Anciano.
—Podrías limpiar la cámara de todos esos que no son de nuestra especie —
señaló Stefan fríamente, con una ausente onda de su mano antes de quitarse su
abrigo.
—Pero siempre hemos incluido a los licántropos y a los tejedores de magia en
nuestras actividades —discutió Odelia.
Stefan se detuvo y frunció el ceño a la Nightwalker desnuda. —¿Cuánto tiempo
ha pasado desde que estuviste ante el Aquelarre?
—Varios siglos. Era bastante joven —admitió ella, juntando sus manos ante su
plano estómago.
—Obviamente —dijo Stefan con un pesado suspiro. Alzó su larga nariz romana
hacia ella y la lanzó una mirada heladora. Fue suficiente para hacerme casi reír
en voz alta—. Los cambiadores y semejantes se han quejado en el pasado ya que
nuestros juegos eran demasiado rudos, así que Mira generosamente les permite
la oportunidad de salir. Sugiero que ellos tomen la ventaja de eso.
Odelia era lo bastante inteligente como para no hacer ninguna pregunta
adicional cuando caminó hacia la piscina y educadamente anunció que esta
noche la reunión se había convertido en un asunto privado debido a la
presencia de un Anciano del Aquelarre que deseaba ser entretenido.
Exactamente no salí sonando como un invitado bien recibido, pero si más de un
tolerante incordio. Me sonreí a mí misma. Odelia no tenía ni idea de lo que
estaba delante de ella.
Para mi deleite, Valerio empujó el diván con un alto chirrido que sonó a través
de las baldosas para que fuera hora de enfrentar el área abierta más grande
fuera de la piscina como un trono. Él extendió su abrigo sobre el diván y Stefan
hizo lo mismo directamente detrás de él. Sonreí cuando tiré mi abrigo en el
diván justo antes de estirarme sobre él. Ahora podía estar segura de que no
estaba tocando ningún área en el que Odelia hubiera tocado, como si ella fuera
una criatura por debajo de mí. Y en verdad, lo era, ahora que era un Anciano
del Aquelarre. Todos ellos lo eran.
Una vez estuve sentada en el diván, Valerio y Stefan se pusieron uno a cada
lado de mí, enrollando sus mangas sobre sus codos. La energía saltó y vibró de
ellos en su excitación sobre lo que estaba por llegar. Fácilmente podía
comprender su entusiasmo. Los Naturi estaban llamando a nuestra puerta,
demandando dominancia en nuestro mundo. Valerio era consciente de un bori
haciendo una breve visita. Parecía que todas nuestras pesadillas estaban
viniendo a la vida. Ellos necesitaban un poco de tiempo para desahogarse.
—Contando a Odelia, hay catorce Nightwalkers en el vestíbulo junto con tres
cambiadores que han decidido quedarse —dijo Stefan.
—Escoge un número, Mira —dijo Valerio, su tono aumentando más mareado
cuando el momento se aproximaba.
Arqueé una ceja hacia él cuando miré a sus ojos brillantes. —¿A que juego
estamos jugando?
—Pensaba que les daríamos una lección en italiano —replicó él. Era un viejo y
popular juego en el Aquelarre entre los huidos. Los nuevos Nightwalkers eran
traídos ante el aquelarre y golpeados para una papilla sangrienta hasta que
ellos o aprendían a suplicar en italiano o morían primero.
—Nueve.
Stefan asintió, mirando sobre la masa reunida saliendo de la piscina y
observándonos con recelo. —Nueve parece un número justo.
Matar a los licántropos inmediatamente, junto con algún Nightwalker que pudiera estar
atados a ellos. Dejar a Odelia viva si es posible. Ella podría ser de utilidad después, dije
suavemente en sus cerebros para que nadie más supiera mis planes.
—¿Podemos comenzar? —Preguntó Valerio, pareciendo masticar el trozo del
conjunto libre en la horda de los Nightwalkers.
Ondeé mi mano hacia la reunión y sonreí. —A tu placer.
La violencia fue rápida e intensa. No hubo corredores o escapistas. Stefan y
Valerio parecían estar en todas partes. Aunque no podía oírlo, no tenía duda de
que ellos estaban susurrándose mutuamente telepáticamente, dirigiéndose
mutuamente cuando uno o dos intentaron hacer un roto en la puerta.
Con una sonrisa, finalmente envié una pared de llamas a cada una de las
puertas que rodeaban la enorme piscina. Antes de que las reglas fueran incluso
establecidas, Valerio y Stefan señalaron a los licántropos y brutalmente los
despedazaron en un baño de sangre y miembros rotos. Ellos habían avisado que
esto era una fiesta solo para Nightwalkers. Odelia jadeó y tomó un par de pasos
hacia atrás, sus manos temblorosas cubrían su boca. Normalmente,
inmediatamente me hubiera dirigido a Valerio o Stefan para eliminarla como
un cambiador potencial simpatizante que podía causarme problemas después,
pero lo dejé pasar. Tenía el sentimiento de que ella probaría su utilidad
después, considerando que era una de los Nightwalkers más viejos en
Budapest.
Después de haberse encargado de los licántropos, Valerio y Stefan giraron su
atención a los jóvenes Nightwalkers. El truco estaba en hacerles intentar hablar
en italiano. Eso no había sido la tarea más fácil desde que muchos hablaban
húngaro o alemán, mientras aparecía un pequeño chapurreo como que alguien
sabía inglés. Lo primero los tres perdieron sus lenguas y fueron dejadas
enroscadas en el suelo, goteando sangre cuando la herida intentaba cerra rse.
Cuando Stefan les preguntó una segunda vez, el trío naturalmente no podía
hablar, así que él y Valerio les despedazaron en un salpicón de sangre que
ahora bañaba las pálidas paredes amarillas.
Un pequeño grupo hizo una carrera a la piscina, potencialmente esperando que
ni Valerio ni Stefan estuvieran de acuerdo en empaparse completamente en su
caza de Nightwalkers. Para proteger a mis compañeros y mantener a todos
juntos, situé una segunda pared de fuego alrededor del baño termal,
bloqueando esa potencial ruta de escape. Un desafortunado hombre no paró a
tiempo y fue envuelto en las llamas. Él se sacudió alrededor de la sala,
ondeando sus brazos y girando sobre el suelo. Pude haberle ayudado, pero
había algo en la manera de sus gritos que rebotaba en las altas paredes y en el
techo abovedado. Cerré mis ojos y dejé a mis pensamientos ir a la deriva de
vuelta a las noches que había vivido con Jabari. Pensé en los muchos
entretenimientos en los que había tomado parte para el Aquelarre en el Salón
Principal. Muchos habían muerto allí, y sus gritos habían sonado muy
similares. Por solo un breve momento fue como si estuviera en casa.
¿Mira? inquirió Valerio silenciosamente.
Lo siento, perdida en un pensamiento feliz.
Tanto como estés disfrutando.
Tú, también.
Él paró con su rodilla hundida en la parte de atrás del cuello de un Nightwalker
mientras el brazo izquierdo de la pobre víctima estaba comenzando a
extenderse detrás de su espalda. Siempre había sido más divertido cuando estabas a
mi lado.
Me reí y sacudí mi cabeza cuando él reanudó la tortura de su presa hasta que el
cráneo del Nightwalker finalmente se partió en el duro suelo. Valerio estaba
caminando tentativamente. Él estaba empapado en sangre y me sonreía como
un loco con un cuchillo de carnicero, pero había algo apropiado y
calurosamente familiar en esa sonrisa. Sabía que la violencia era una parte de su
alma porque era una parte de la mía también. Al mismo tiempo, conocía el
suave toque de sus dedos cuando rozaban sobre mi carne desnuda. Solo
necesitaba recordar esas noches que habían acabado y Danaus estaba ahora a
mi lado.
Estaba contenta con el rol de espectador de esta noche. Ya habrá tiempo para mí
para golpear mientras estemos en Budapest, repliqué. Al mismo tiempo, me forcé a
agarrar los lados de los cojines del diván para mantenerme en el lugar. Una
parte de mí estaba deseando bañarse en la sangre con ellos, pero era un
Anciano ahora y no se suponía que tenía que ensuciarme tanto como solía
hacer. Por supuesto, tenía una oscura sospecha de que no iba a cambiar ese
aspecto de mi personalidad sólo para complacer al Aquelarre. Yo era del tipo
práctico.
Aunque solo fue una cuestión de minutos, probablemente pareció como una
vida para los Nightwalkers que estaban arrinconados en una pequeña esquina
de la sala de baño. Odelia estaba entre ellos, partes de su pálido cuerpo
manchadas con la sangre de sus camaradas cuando ellos empujaron y saltaron
unos contra otros para escapar de Valerio y Stefan. Seis ya había sido matados,
además de los licántropos. Podía ver a Valerio y a Stefan mentalmente
evaluando‖a‖los‖tres‖restantes.‖Cuando‖les‖había‖dado‖el‖número‖“nueve”,‖había‖
elegido cuantos morirían esa noche.
Mi mirada bailó sobre la masa apiñada. Un par se las habían arreglado para
gritar‖ “clemenza”‖ después de alguna instigación de Valerio y Odelia,
ganándoles exactamente eso, un momento de misericordia. Otro nos sorprendió
a‖ todos‖ cuando‖ dijo‖“perdona‖ la‖mia‖ ignoranza.”‖Stefan‖había‖estado‖un‖ poco‖
más que perturbado por el desarrollo porque creo que el antiguo le había
señalado para despedazarle, pero él había hablado más italiano que el resto del
grupo por lo que fue permitido salir actualmente de la casa de baños con su
vida intacta. Yo incluso le hice una seña directamente a Danaus de que ese iba
a salir vivo de los Baños Széchenyi.
Fue solo después de haber estado mirando a la multitud durante un momento
que una petulante cara finalmente destacó para mí. Él estaba apoyado contra la
pared con una larga toalla alrededor de su cuerpo como una toga. Su pelo rojo
estaba mojado y recto al final sobre su cabeza oval, mientras los ojos lavanda
con pendientes me observaban. Era Nick; lo supe sin duda. No necesitaba
escanear el aire para que su firma surgiera con poder. Sabía, mirándole con su
pelo rojo y ojos lavanda, que esa era la criatura que supuestamente era mi
padre. Solo podía adivinar que él me había sentido usando mis poderes y
decidió hacer una aparición para asegurarse de que estaba honrando sus
deseos.
Levantándome del diván, caminé a través del cuarto de baño, mis talones
hacían ruido inquietamente en el creciente silencio. Valerio y Stefan habían
parado en medio del desmembramiento de un Nightwalker y retrocedieron
cuando me acerqué a la multitud. Haciendo caso omiso caminé entre la
multitud y agarré a Nick por los brazos. Golpeándole contra la pared,
sonriendo cuando su cabeza golpeó la pared de baldosas secas con bastante
fuerza para romperla y abollarla.
—No tienes asuntos aquí. Yo lo manejaré —gruñí en voz baja.
—No es suficiente y lo sabes —se burló, refiriéndose a mi pequeña sacudida de
poder con el de Danaus. Los músculos en mi pecho se tensaron y un nudo se
formó en mi estómago.
—Dudo de que alguna vez lo sea.
—Vas a tener que intentarlo más duro que eso mi...
Corté sus palabras para lanzarle a través de la espesa pared de llamas que
rodeaban la piscina. Hubo un alto salpicón y un ruido sordo que fue apagado
por el agua cuando él golpeó la parte inferior de la piscina. Apreté mis dientes y
comencé a caminar de vuelta al diván cuando oí un golpe de carne contra el
hormigón. Me giré para encontrar a Nick saliendo de la piscina, caminando a
través de las llamas como si no estuvieran allí.
Me quedé de pie allí como el resto de ellos, congelada por la sorpresa. Todos
naturalmente asumieron que él era un Nightwalker y que solo había tenido
éxito en cruzar las llamas dos veces y seguir cantando. Nick tomó la ventaja de
mi sorpresa. Corrió hacia mí, cerrando la distancia entre nosotros en un
destello. Él me empujó contra la pared con suficiente fuerza como para que casi
fuera a través de la primera capa de la pared hacia el ladrillo exterior. Gruñí y
mi visión se nubló.
Aún aturdida, le miré con una sonrisa. Al mismo tiempo, empujé mi puño en su
pecho y tiré su corazón libre. Él tomó un par de pasos tambaleándose hacia
atrás y sacudió su cabeza hacia mí. Supe que no le mataría. Si él realmente era
un dios, no pensaba que hubiera manera de matarle. De todas formas, él era
suficiente para obligarme a esta pequeña cosa para que muchas preguntas no
fueran hechas sobre su extraña presencia.
—Estaré observando —prometió justo antes de ser sepultado en las llamas no
hechas por mí. Su cuerpo entero y el corazón en mi mano se arrugaron hasta las
cenizas en cuestión de segundos, alejando su existencia, pero no su recuerdo
asustadizo. Él me estaba observando, esperándome para ejecutar mis tareas
como una buena marioneta.
—Nos vamos —dije bruscamente, girándome hacia el diván. Agarré mi abrigo
del diván y me lo puse, mientras Valerio y Stefan se unían a mí. Un toque en mi
mejilla de Valerio me paralizó, mis nervios se calmaron hacia algún semblante
de paz y control. Nick me había puesto nerviosa, pero Valerio había tenido
éxito en darme un poco de mi paz otra vez.
—¿Disfrutaste esta noche de la diversión? —Preguntó él.
—Sí, tú y Stefan estuvisteis sensacionales.
Valerio inclinó su cabeza hacia mí y entonces se inclinó y presionó un beso en la
vena de mi yugular, dejando detrás una mancha de sangre. Stefan siguió la
tradición, pero fue en una localización menos intima. Él gentilmente tomó mi
mano derecha y presionó un beso en mi vulnerable muñeca donde mi pulso
había estado. Las marcas sangrientas eran signos de aprobación por mi parte de
su representación de los juegos de esta noche. Si no hubiera aprobado su
trabajo, no les habría permitido tocarme.
Cuando caminamos pasando a los restantes Nightwalkers, lancé una rápida
mirada hacia Odelia. —Mira que este caos sea apropiadamente limpiado antes
del amanecer. —Entonces continuamos saliendo hacia la fría noche de Budapest
donde Danaus nos estaba esperando pacientemente.
—Suenas como si hubieras tenido un buen momento —dijo mientras limpió la
sangre de uno de sus largos cuchillos. Dos cuerpos de licántropos estaban a sus
pies, con cortes masivos profundos desde sus estómagos a sus gargantas. En un
par de rápidos movimientos el cazador había destrozado a ambos atacantes.
—Parece que tuviste un poco de diversión —dijo Valerio apreciativamente
cuando golpeó a uno de los muertos con la punta de su zapato.
—Intentaron volver dentro después de salir. Sin invitación. Sin entrada.
Danaus se encogió de hombros y pude ver una sonrisa jugando con la esquina
de su boca.
—¿Así que vas a decirnos quien era el hombre misterioso? —Inquirió Valerio,
pinchándome con una mirada directa. Mis acompañantes habían esperado
bastante hasta que salimos del baño principal. A parte de eso podrían haber
hecho muchas preguntas delante de Odelia y los otros. Metí una mano
temblorosa a través de mi pelo, apartándolo de mi cara mientras luchaba para
salir con una excusa viable. No conocía a nadie en Budapest, no había estado en
la ciudad durante años. No debería haber sido capaz de hacer semejante
comentario, pero Nick estaban manejándolo, causando problemas en mi vida.
—No es nadie importante —refunfuñé, manteniendo mi mirada hacia delante.
—Pensaba que no conocías a nadie en Budapest —continuó Stefan, caminando
directamente delante de mí para que estuviera forzada a mirarle.
—No lo hago. Al menos, a nadie de consecuencia —dije bruscamente,
rápidamente pasando a su lado.
—¿A que se refirió él? —Pinchó Valerio.
—No es asunto tuyo. No tiene nada que ver con el tema que nos ha traído a
Budapest. Es algo personal.
—¿Va a interferir con nuestra investigación? —Demandó Stefan.
—No.
Me sentía segura de que pudiera concluir esta investigación en Budapest sin
preocuparme por Nick, pero también estaba segura que él iba a interferir con el
resto de mi vida. Había conseguido mi primera prueba de poder real cuando
golpeé las habilidades de Danaus. Nick y yo estábamos seguros que no sería
capaz de resistirme para usarle otra vez, particularmente si mi vida estaba en
juego. Por ahora, estaba a su merced, pero encontraría un camino para escapar
de esas ataduras incluso mientras encontraba una manera de escapar de Jabari y
Danaus.
Capitulo 9 Traducido por aLeBeNa
Corregido por Virtxu
alerio y Stefan estaban bajo las farolas frente a mí, con sus manos en sus
bolsillos mientras el frío viento se extendía por el parque. Danaus era
una sombra tras mis hombros, mirándome mientras tejía cuidosamente
las mentiras para quienes me escucharan. Necesitaba encontrar una forma de
escapar de mi enigmático Nick antes de que matara a alguien.
Desafortunadamente, no era mi problema más urgente ahora mismo.
—Si estamos aquí para eliminar a los Naturi, no entiendo porque no solo los
cazamos y destruimos —dijo Valerio, ajustando los dos lados de su chaqueta
más fuerte a su cuerpo. Su cabello castaño ondeaba con el viento y sus ojos se
llenaban de lágrimas por el frío.
—Tenemos más que hacer que solo lidiar con los Naturi —dijo Stefan,
manteniéndose erguido y alto, como si no estuviera afectado por el frío que
aumentaba, lo que de verdad dudaba. Valerio empezaba a parecer congelado, y
sé que el Nightwalker era más viejo que Stefan. Ser viejo no quiere decir que
seas completamente inmune a la fuerza de la naturaleza, no importa la forma en
que aparezca.
—Así que lo deduje —murmuré—. Macaire no me hubiera enviado a menos
que pensara en otra cosa. Los Naturi son una preocupación, pero no suena
como si ellos fueran la razón de que no haya Ancianos en la ciudad. Eso es de lo
que me ocuparé. ¿A dónde se han ido todos los Nightwalkers?
—A lo mejor deberías preguntárselo a tu consorte —sugirió Stefan, mirando a
Danaus.
—No he estado aquí en muchos siglos —respondió bruscamente Danaus,
dando un paso más cerca a Stefan—. No he cazado Nightwalkers dentro de los
límites de la ciudad. —El Nightwalker también dio un paso adelante,
atrapándome entre ellos.
V
Puse una mano en el pecho de Stefan y la con la otra empujé el hombro de
Danaus, manteniéndolos separados antes de que me aplastaran entre ellos.
—¡Suficiente! —dije, levantando mi voz—. Themis y Danaus no son los
responsables de la masacre de los Ancianos y lo sabes, Stefan. Matar a los
Ancianos no es tan fácil. Y sospecho que Macaire tampoco ha estado limpiando
el territorio para su propio uso, o de alguna forma Veyron ha encontrado una
forma efectiva de matarlos para así asumir el control.
—¿Y por qué nos importa? —intervino Valerio, haciendo que volviera mi
mirada a él, mientras Danaus y Stefan se separaban. Volví mi mano a mi
costado y enderecé mi postura—. Los Nightwalkers mueren todo el tiempo,
muchos asesinados por nuestra propia especie, sin mencionar a los Naturi. ¿Por
que los Ancianos de Budapest deben ser diferentes?
Metí mi mano al bolsillo y sacudí la cabeza mientras miraba al suelo. La nieve
estaba compacta bajo nuestros pies así que estaba cerca de ser una alfombra
blanca de hielo. También me molestaba que a ninguno de los Nightwalkers les
preocupara o supieran algo del Aquelarre. Pero entonces, era una pequeña
preocupación en estos momentos. —Porque cuando esta guerra crezca con los
Naturi, vamos a necesitar a cada Anciano y cada mano que pueda ayudarnos a
detenerlos. No podemos enfrentarnos a perder territorio. Además, si Veyron ha
encontrado una forma de matar a los Ancianos, ¿no te gustaría saber cuál es?
Después de todo, Vienna está a solo un saltito de Budapest.
—¿Entonces qué quieres hacer? —exigió Stefan.
Lo miré, frunciendo el ceño y tirando de una esquina de mis labios. Todavía
tenía que entender porque él decidió entrar en esta pequeña misión, y tenía la
sospecha de que no me gustaría enterarme cuando lo termine de entender. Por
ahora parecía dispuesto a seguir jugando, pero necesitaba ser cuidadosa sobre
en que dirección lo envío. Si Veyron estaba matando Ancianos, no quería que se
acercara demasiado y arriesgarme a perderlo cuando todavía necesitaba sus
habilidades. Además, si Veyron estaba matando Ancianos, no quería que Stefan
se acercara y aprendiera el secreto de cómo hacerlo antes de que yo muriera.
—Ve lo que puedes encontrar con respecto a Ferko. Quiero saber sobre la
manada de Budapest. Quiero saber su tamaño, su edad, y su indicador de
fuerza. También quiero saber por cuánto tiempo ha estado esa alianza con los
Nightwalkers de la zona. —Había una buena posibilidad de que si aceptaba a
Veyron, también iba a aceptar a Ferko y su gente.
—¿Y a mí dónde me quieres? —preguntó Valerio.
—Tranquilamente, ve lo que puedes encontrar de Veyron. Averigua donde está
su corte y si tiene familia. Solo ve sin llamar mucho la atención. —Era un gran
riesgo el enviar a Valerio tras Veyron, pero de los cuatro, él tenía la mejor forma
de recopilar información sin llamar mucho la atención. Valerio había logrado
ocultar por siglos su verdadera edad a todos los Nightwalkers de su alrededor,
y yo era una de las pocas que sabía que era un antiguo. Además, tenía un don
para entrar y salir de un lugar desapercibido por otro Nightwalker a su
alrededor.
—¿Y tú que vas a hacer? —exigió Stefan.
—Pensé que Danaus y yo podíamos entrar y disfrutar de los baños termales. —
Sacudí el pulgar hacia el gran edificio que se alzaba detrás de nosotros—.
¡Vamos a cazar Naturi, idiota!
—¿Naturi? Mira no puedes...
Levanté mi mano para detener a Valerio a mitad de la frase. —Es como dijiste,
que estamos aquí para hacernos cargo del problema de los Naturi. Danaus y yo
vamos a hacer una exploración esta noche. Intentaremos encontrar donde se
están ocultando y cuántos hay en la región. Nuestro objetivo no es eliminarlos
de un solo golpe.
—¿Por que no? —preguntó Danaus tras de mí.
—Porque si lo hacemos, entonces no tendremos ninguna razón para quedarnos
y espiar a Veyron y su pequeño clan de novatos —dije con una sonrisa.
Además, no creo que sea tan fácil deshacernos de los Naturi, dándoles la mejor
arma que teníamos Danaus y yo a nuestra disposición. Tendríamos que pasar a
la vieja forma de deshacernos de los Naturi, de la forma sangrienta.
Sin necesitar mayores órdenes de mi, Stefan desapareció inmediatamente de
nuestra vista. Cerré mis ojos y busqué en la región. No podía sentirlo cerca,
pero eso no significaba que el Nightwalker no siguiera allí.
—No confías en él —anunció Valerio.
Parpadeé un ojo y miré a mi compañero, con un ceño apareciendo en mi boca
—Ni un poco. No puedo empezar a adivinar porque decidió unirse a nosotros.
A ti, medio te entiendo, pero tampoco confío en ti.
—Eso es porque eres una chica inteligente —dijo Valerio. Se inclinó hacia
delante y besó mi sien rápidamente—. Niños, tener cuidado y divertiros. Nos
volveremos a ver en tu pintoresca habitación de hotel mañana por la noche.
—Lo esperare —dije antes de que Valerio desapareciera.
—No me gusta —dijo Danaus cuando finalmente estuvimos solos.
Moví mi brazo de nuevo hacia él y lo arrojé a la acera. —Nunca esperé que lo
hiciera. Él no es del tipo que se toman las cosas demasiado serias. Le gusta jugar
con su comida cuando tiene la oportunidad.
—Me sorprende que no lo haya estacado ya.
—A mi también —agregué en voz baja. A Valerio le gusta vivir de forma
peligrosa, jugando con los seres humanos y los licántropos cuando surge la
oportunidad. Solo el Aquelarre pudo hacerlo seguir en línea, y eso solo fue
porque él no quería que ellos controlaran su vida.
Caminamos más por el frío, el hielo y la nieve que crujían bajo nuestros pies. El
lejano zumbido de los coches por las calles se podía oír, pero incluso ese sonido
se apagaba cuando la mayoría de las personas entraban a su casa para ocultarse
del frío de la noche. Deteniéndonos en la esquina de la calle, me acurruqué
cerca del cazador, intentando usar su cuerpo como protección del viento.
—¿Qué se supone que fue ese pequeño espectáculo de fuerza y baños de esta
noche? —exigió Danaus—. Además de la innecesaria violencia y el sentido de
arriesgar tu vida.
—Tengo que enseñarles a respetar al Aquelarre. Además del verdadero poder
de aliarse con el Aquelarre y no con ese pequeño amor que Odelia y Veyron
han creado.
—Osea que les enseñas a temerte, y el miedo no te asegura aliados en esta
guerra.
—Pero el miedo mantendrá alejada la daga de mi espalda. El miedo los puede
mantener de buena forma como mis aliados, y lejos de intentar matarme. Es de
los que son como Stefan que no me temen los que me preocupan.
—¿Cómo puede no temerte Stefan con el poder de la Fire Stater?
—Porque él sabe que soy débil en este momento, tan débil como cuando era
humana.
—¿Cómo puedes decir eso? Eres más fuerte ahora de lo que eras antes. Eres un
Anciano del Aquelarre.
—Ahora tengo a un consorte y eso me hace vulnerable. Tú eres mi debilidad, y
aquellos con poder lo saben.
—Mira...
—Eres mil veces digno de tomar ese riesgo. No dudes que vales la pena-
Me aparté de Danaus y aclaré mi garganta. Necesitábamos hablar de otras cosas
además del impacto que él causó en mi vida. Tenemos mayores preocupaciones
—¿Puedes buscar Naturi? ¿Puedes sentir cuantos hay en la ciudad? —Le
pregunte, mirándolo.
—Veré lo que puedo encontrar para ti. —Cerró sus ojos, pude sentirlo sacando
el poder de su cuerpo.
Se alzó a través de toda la ciudad, deslizándose a través del rio, sobre las colinas
de Buda y bajo las llanuras. Al mismo tiempo, me deslicé en la mente del
cazador, viendo el mundo a través de sus ojos. Podía sentir ligeras balas de
energía que eran diferente de la energía que sentía de los Nightwalkers. Eran
ligeramente similares de las que podía sentir en los licántropos, sólo que más
fuertes. Pensaba que esas balas de poder eran solo más licántropos, pero estaba
equivocada. Estaba sintiendo a los Naturi, gracias a mi nuevo don de Nick.
Las bolas de ellos estaban dispersas por toda la ciudad y en los bosques que
rodeaban los límites de la ciudad. Una gran concentración no estaba lejos de
nosotros. Su poder era más denso en el aire, nublando todo a su alrededor.
—¿Hay una isla en el Danubio cerca de aquí? —preguntó Danaus, su voz
apenas un susurro.
Saqué mi poder de su mente, me concentré en lo que podía recordar de la
ciudad. —Sí, ahora hay tres islas en el Danubio cerca de Budapest ¿Allí es
donde están? —Estaba impresionada por la habilidad de Danaus. Podía ver
vagamente el sentido de su dirección, pero no podía sentir la distancia real.
—La mayoría de ellos.
—¿Cómo sabes que están en una isla?
—Hay una gran mancha blanca a su alrededor, donde no hay signos de
humanidad. Los únicos puntos que corresponden a algo así puede ser un rio
que atraviesa la ciudad. —El cazador se frotó los ojos y el puente de la nariz con
el pulgar y el índice antes de mirarme—. ¿Que viste?
Una tímida sonrisa adorno mi boca mientras lo miraba. No había intentado
encubrir mi presencia en su mente. La verdad, no lo había pensado. Mi mente
estaba concentrada en tratar de sentir a los Naturi. Podía hacerlo, para mi
sorpresa, pero sin poder ver como Danaus podía.
—Pequeñas bolitas de energía en la tierra. Los pude sentir como antes pero
pensé que eran más licántropos —admití, y rápidamente me arrepentí de mis
palabras. No estaba acostumbrada a ocultarle cosas a Danaus. Estaba
acostumbrada a que él supiera todo lo que yo sabía.
—¿Cómo es que los sentiste?
Dejé caer mi cabeza y apreté los dientes, maldiciendo mi estupidez y descuido
—Las cosas han cambiado desde que estuve en Savannah. —Forcé a que saliera
cada palabra como si estuvieran atoradas en mi garganta—. Nick me dio la
habilidad de detectar todo tipo de energía, pero todavía intento lidiar con esto.
Estoy lejos de ser hábil cuando se trata de sentir a los Naturi.
Para mi sorpresa total, Danaus pasó su fría mano sobre mi mejilla para después
poder ponerla tras mi cuello. Me acercó y presionó un beso en la base de mi
cabeza. —¿Él estaba en el baño verdad?
—¿Cómo lo sabes?
—Sentí tu rabia y miedo.
—Tengo miedo de que te mate —susurré
—Nunca lo permitirías.
Alejando las lágrimas, giré mi cabeza y presioné un beso en la palma de su
mano. —Gracias por confiar en mí. —Fue todo lo que pude decir. Él me estaba
dando su confianza, y como ya había mostrado una vez en la noche, no la
merecía.
Capitulo 10 Traducido por Strella y Virtxu
Corregido por Lorena
ras una pequeña discusión, Danaus y yo decidimos que perseguiríamos a
un pequeño grupo de Naturis que se reunían a las afueras de la ciudad
alrededor de lo que resultó ser Szobor Park. Sospechaba que si alguien
sabía que yo estaba en la ciudad, ellos esperarían que me dirigiera a una de las
islas del Río Danubio, pero no estaba dispuesta a caer en esa trampa todavía. Ya
era demasiado malo que yo hubiera caminado de buen grado a cual fuera la
trampa que Macaire había preparado para mí. Por ahora evitaba cualquier
contacto con los Naturi en la isla. No estaba segura de como alcanzaríamos la
isla todavía, temía viajar en un ferry que nos pusiera en las garras del Clan del
agua otra vez. Mi último encuentro con el Clan del agua en Savannah casi le
cuesta la vida a Danaus.
Desafortunadamente, ni Danaus ni yo estábamos familiarizados con Budapest.
El cazador tenía una vaga idea de donde estaba el grupo de Naturi, pero
ninguno de nosotros podríamos dar direcciones o alguna directriz al taxista.
Como resultado, me vi obligada a echar mano de la mente de Danaus mientras
él exploraba la región en busca de Naturi. Al mismo tiempo estaba en la mente
del taxista dirigiéndolo como mejor podía hacia nuestro destino final.
Mis poderes se tensaron mientras luchaba para separar las dos mentes, dejando
al conductor lo suficientemente consciente para que él, con eficacia, pudiera
manejar el coche sin depender completamente de nosotros. Yo estaba
temblando en el momento en que llegamos a Szobor Park, la tensión convirtió el
paseo en los treinta minutos más largos de mi vida.
Yo había usado este truco con otros Nightwalkers, tocando varias mentes a la
vez sin ningún problema. Pero claro, todo era más fácil cuando se trataba de
Nightwalkers. La mente de un humano era demasiado fácil de consumir por
completo. Mientras tanto, tenía que mantener mi propia guardia contra Danaus
para que él no tratara de ver algunos de mis secretos más oscuros, sobre todo
T
cuando estábamos tan íntimamente ligados. No esperaba que el cazador fuera a
vagar alrededor de mi mente mientras buscábamos a los Naturi, pero tampoco
era de las que dejaban la puerta abierta de par en par.
En Szorbor Park, mis manos temblaban y mi cabeza palpitaba por la tensión.
Solté tanto la mente de Danaus como la mente del taxista, feliz de finalmente
estar libre de ellos. Me eché hacia atrás en el asiento mientras Danaus pagaba la
tarifa. Cerré los ojos y respiré lentamente. El dolor comenzó a menguar y me di
cuenta de la energía que fluía de manera constante desde Danaus. Cepillando y
pulsando contra mí, un calor reconfortante que se filtraba dentro de mi frío
cuerpo. El cazador estaba continuamente explorando el área en busca de Naturi
para asegurarse no ser atacados incluso antes de bajar del coche.
—¿Vienen? —Me incorporé en una posición sentada mientras abría la puerta.
—Todavía no. Siento como si se adentraran más en el parque —contestó
mientras se deslizaba hacia afuera.
Lo seguí, desabrochando el abrigo mientras salía. Mis armas estaban escondidas
debajo de los pesados pliegues de mi chaqueta de cuero y necesitaba un fácil
acceso a ellas.
—¿Dónde estamos? —Podía haber dado las instrucciones, que sacaba del
cerebro de Danaus, al taxista, pero eso no significaba que tuviera la más mínima
idea de donde habíamos terminado. Fruncí el ceño mientras miraba alrededor
de la vacía extensión. Estábamos en una solitaria carretera fuera de la ciudad
propiamente dicha. No íbamos a encontrar fácilmente un taxi que nos
devolviera al hotel, suponiendo que no tuviéramos ningún problema con los
Naturi. Cogí mi teléfono y escribí el número de la empresa del taxi que estaba
escrito en la puerta lateral del coche. Si no podíamos conseguir otro taxi estaría
forzada a hacerle el puente a un coche. Desafortunadamente, estaba tratando de
no levantar demasiado revuelo en la ciudad todavía. Quería conocer primero a
Veyron, y luego sería feliz de causar tantos problemas como quisiera.
Una pared de ladrillos rojos se levantaba delante de nosotros con tres aberturas.
Había dos grandes ventanales que albergaban un par de enormes estatuas de
piedra. Me acerqué a uno de ellos entrecerrando los ojos en la oscuridad hasta
que finalmente distinguí la visión cubista del rostro de Karl Marx. Moví mi
cabeza hacia un lado, di un paso hacia atrás y sonreí.
—Es el Parque de las Estatuas —dije hablando sobre todo para mí misma.
Danaus estaba a mi lado mirando las estatuas de Karl Marx y Friedrich Engels.
—No lo conozco.
—Es también llamado Memento Park por algunos. —Metí mis manos en mis
bolsillos y nos acercamos a otra estatua. No reconocí el rostro, pero coincidía
con algunos temas comunistas que había visto en fotos—. He leído acerca de
este lugar. Hace una década, los líderes de esta ciudad reunieron todas las
estatuas comunistas de toda la ciudad y las colocaron juntas en un solo parque.
Preservando la historia. Pero conservándola cuidadosamente acorralada en un
solo lugar lo que no incomodaran en el presente.
—Por lo tanto supongo que debemos ser cuidadosos y no dañarlas —dijo
Danaus.
Sonreí al cazador por encima de hombro. —Sería preferible. No espero que la
ciudad sea capaz de reemplazar tan fácilmente cualquier cosa que partamos
esta noche y odiaría ser el responsable de la destrucción de esta interesante
parte de la historia.
Di un par de pasos hacia atrás, posándome en la punta de mis pies un segundo
antes de atravesar el aire en un salto. Casi lancé un suspiro de alivio por la
facilidad con la que aterricé en la parte superior de la pared de ladrillos rojos a
pesar de la capa de nieve y hielo. En cuclillas miré fijamente la amplia franja de
terreno llano que brillaba delante de mí. Al parecer, el parque estaba cerrado
durante el invierno, porque nadie se había molestado en pasar la pala de nieve
por los senderos. Sin embargo todavía podía distinguir la silueta de seis
grandes círculos en la tierra alrededor de un c írculo aun más grande. No había
árboles en el parque para esconderse, pero fácilmente tenía que haber más de
tres docenas de estatuas. Y en algún lugar de allí había cinco Naturis
escondidos. Podía sentir el pulso de su energía, pero parecía casi borroso, como
si sus poderes se hubieran ocultado por la energía de la tierra.
Yo, por otro lado, permanecí junto a la pared. Con mi cuerpo encorvado
perfilado por la luz de la luna. Dejando saber a los Naturi que íbamos tras ellos.
Con un poco de suerte mi aparición y la caza activa de Naturi finalmente harían
salir a Aurora o tal vez incluso a Rowe. Estaba dispuesta a arrancarle la cabeza
a cualquiera de ellos.
—Vamos —dije, y di un paso lejos de la pared. Aterricé con facilidad,
flexionando las rodillas bajo el impacto. Mi talón izquierdo resbaló un poco
cuando llegué a la nieve, pero mantuve el equilibrio. Mientras tanto, Danaus se
tomó su tiempo para abrir la cerradura de la puerta principal. Un chillido
resonó en el helado páramo cuando la abrió. Me estremecí al escucharlo,
mirándolo sobre mi hombro. Yo no estaba tratando de ser exactamente furtiva,
pero al mismo tiempo, tampoco intentaba despertar a los muertos.
—¿Dónde están? —pregunté finalmente cuando el cazador estuvo finalmente
de pie junto a mí.
—Hacia la parte posterior del parque, se mantienen inmóviles.
—Mezclados con las estatuas supongo. —Busqué dentro de mi abrigo. Y saqué
una cuchilla que estaba atada a mi cintura. Desenfundé un segundo cuchillo
que colgaba en mi cadera—. Tú ve por la derecha, y yo iré por la izquierda. Nos
encontremos en la parte posterior del parque.
—¿Hacemos esto más interesante? — preguntó Danaus sacando también su
cuchilla.
Arqueé una ceja y bajé las armas.
—¿La lucha contra los Naturi no es interesante?
—El que consiga matar a más, gana.
—El primero en usar sus poderes de forma automática pierde —agregué con
una sonrisa. Danaus asintió con una esquina de su boca curvándose—. ¿Y cuál
es el premio?
Danaus hizo una pausa. Su recién aparecida sonrisa desapareció.
—¿Qué quieres?
Mi sonrisa sólo aumentó. Pero yo sabía que no iba a pedir nada interesante. Él
nunca estaría de acuerdo y nuestra diversión desaparecería. Sin embargo,
todavía tenía que pedir algo para hacerle sudar un poco así se convertiría en
una competencia real.
—Un favor.
—¿Quieres un favor? —repitió.
—Sí, quiero el derecho a pedirte un favor de ti. —Danaus se me quedó mirando,
sopesando el peligro de un favor. En ese momento, sabía que estaba
considerando las probabilidades de que yo realmente lo golpeara en una carrera
por matar a los cinco Naturi. El sólo necesitaba tres para superarme. Esto iba a
estar parejo, sin importar lo que estuviera en juego.
—Me gustaría ganar el mismo premio —dijo finalmente sorprendiéndome.
—De acuerdo. —Asentí lentamente. Yo no había considerado las
probabilidades de que él en realidad quisiera lo mismo, Por supuesto, ¿cuál era
el peligro? El bastardo podría controlarme si realmente quisiera, y no es como si
me fuera a pedir que no me alimentara. Eso era demasiado peligroso para los
que me rodean y también simplemente imposible, si yo realmente necesitaba
alimentarme.
Con las bases establecidas. Danaus se dirigió hacia la derecha convirtiéndose
rápidamente en poco más que una descomunal sombra en la oscuridad. El
crujido de pasos resonaba en el silencio de la noche, anunciando su llegada.
Mientras tanto, yo caminé sin hacer ruido a través de la oscuridad, con las
armas desenfundadas. Grandes sombras se levantaban a mí alrededor emitidas
por la luz de la luna reflejada en los cristales de varias estatuas y por pequeños
pedazos de ladrillos que componían la sección de afuera del parque.
Me detuve al pasar el primer círculo a mi izquierda desplegando mis sentidos
para tratar de dar con los Naturi. Su energía bailaba en el aire pero se sentía
borrosa y desenfocada. Confiada en que no había dejado ningún Naturi a mi
espalda y que todos estaban delante de mí, caminé en torno a una pared de
ladrillos pequeños entrando en el segundo círculo de conexión.
—¿Por qué has venido aquí, chupasangre? —gritó una voz desde la oscuridad.
Parecía como si hubiera llegado desde el borde más lejano del parque. Era un
blanco fácil para mi arma pero sabía que otros cuatro Naturi se interponían
entre mi y el portavoz.
Ellos no estaban dispuestos a entregarse tan fácilmente.
—A buscarte. —El aire frío y silencioso llevaba mis palabras a través de la
distancia—. Y tengo la esperanza de encontrar a Rowe.
—Ese traidor no está aquí.
—Si lo buscas para mí y lo traes puede ser que piense en dejarte vivir —me
burlé mientras me alejaba de la pared. Apreté mis manos en la cuchilla y me
alejé del segundo círculo que me permitía poner más distancia entre las estatuas
y yo.
El acercamiento me dejó expuesta y vulnerable, pero yo no era del tipo que se
ocultaba y esperaba que la presa viniera hacia mí.
—No queremos tener nada que ver con el traidor. —La voz rió, el sonido rebotó
en todo el parque—. Además, te superamos en número. Deberías estar
suplicando misericordia.
—Nunca más —murmuré en voz baja. Ya había pedido clemencia en Machu
Picchu cuando fui torturada como una novata. Había suplicado para que me
mataran y liberarme del dolor abrumador. Nunca volvería a pedirle nada más a
un Naturi.
Mi única advertencia fue el sonido metálico de una cuerda tensa que había sido
liberada. Giré alrededor, cayendo sobre mi rodilla izquierda, pero había
reaccionado con demasiada lentitud. El veneno del dardo mandado por el
Naturi se incrustó en mi omoplato izquierdo. Grité por el dolor en el brazo,
provocando que mi mano se abriera. Mi cuchillo cayó en la nieve con un golpe
sordo. Me tragué un grito, apretando mis dientes. Mi brazo izquierdo era inútil
mientras esperaba que el veneno finalmente hiciera el resto de su curso por mi
cuerpo.
Levantando el brazo derecho, bloqueé un golpe dirigido a arrancarme la
cabeza. Un breve destello de chispas por el impacto contra mi corta espada
iluminó la noche. Mi oponente, que parecía ser un adolescente con su fresco
rostro cubierto con rociadas pecas y sus cabellos marrones descuidados por el
viento. Pero las apariencias podían ser engañosas. Esta criatura era
probablemente mayor que yo, con una amplia experiencia en batallas.
Mientras levantaba la espada sobre su cabeza para otro ataque, apunté mi
propia espada hacia su estomago con la esperanza de destriparlo. Él fue rápido.
Cambió de posición bloqueando fácilmente mi ataque. Necesitaba acabar con él
rápidamente. Estaba atrapada sobre mis rodillas y cuatro de ellos corrían por el
parque.
El Naturi observó por encima de mi hombro una fracción de segundo antes de
volverse para atacarme otra vez.
—Mierda —susurré. Cayendo sobre mi hombro izquierdo, me alejé de mi
oponente y del Naturi que estaba detrás de mí. Al alejarme cogí el cuchillo que
se me había caído de la mano izquierda. Mientras recuperaba la capacidad de
utilizar esa mano seguía estando débil. Y no sería capaz de bloquear nada con
ella, y mi objetivo sería miserable si intentase tirar algo.
Por desgracia, al rodar sobre mis pies el dardo en mi hombro empezó a
enterrarse más profundo, enviando una nueva oleada de dolor a mi cuerpo. Me
balanceé sobre mis pies antes de que el dolor finalmente decayera un poco.
Parpadeé una vez más, con mi mirada centrándose en los tres Naturi que tenía
delante. Al mismo tiempo, un par de disparos rompieron la noche, haciendo
que mis labios se fruncieran.
Ese es uno, dijo Danaus tocando mi mente. El cazador había tomado la iniciativa
al hacer él el primer asesinato. Sin embargo, con tres Naturi delante de mí y un
cuarto al acecho en algún lugar de la oscuridad, mi preocupación principal no
era la de ganar la apuesta, sino la de sobrevivir. Por supuesto, no estaba
dispuesta a admitir ante el cazador que yo estaba en problemas.
El Naturi que me había atacado anteriormente se trasladó de nuevo, mientras
que uno de sus compañeros sacaba también su espada. En un plateado destello
brillando frente a la luz de la luna, bloqueé los dos golpes causando que los dos
Naturi dieran un paso hacia atrás. Apretando los dientes, se me escapó un
gruñido suave cuando tiré el cuchillo tan fuerte como pude hacia el Naturi que
aún no me había atacado. Sin embargo, mi mano izquierda todavía carecía de
velocidad y precisión. El Naturi desvió fácilmente el cuchillo, enviándolo hacia
la noche.
Un par de disparos sonaron mientras Danaus perseguía a los otros Naturi que
habían aparecido a mi espalda como yo había esperado. Lo que dejó a tres de
pie delante de mí.
Eso eran dos, me informó Danaus amablemente.
Me tragué una respuesta sarcástica, maldiciéndome a mi misma por no
tomarme el tiempo para empacar mi Browning. Todavía no me gustaba llevar
armas de fuego y lo evitaba siempre que fuera posible.
—Dos de vuestros compañeros han sido asesinados. Esta es vuestra última
oportunidad de escapar antes de perder vuestras vidas también —dije.
—Una oportunidad para matar a la Fire Starter. Vale la pena el riesgo, —dijo
uno de los Naturi, con lo que fruncí mis labios. Aún no había usado mi don y
aun así me habían reconocido. No estaba lista para ser considerada el enemigo
número uno entre los Naturi.
—Además, os superamos en número. No tienes una oportunidad —dijo otro
Naturi.
—No por mucho tiempo —gruñí. Agarrando otro cuchillo de mi pierna con la
mano izquierda, di la vuelta hacia el oponente a mi izquierda. Él bloqueó la
espada que iba a su pecho, pero no fue lo suficientemente rápido como para
detener el cuchillo que enterré en el abdomen inferior. Por desgracia, mi
espalda estaba descubierta. El dolor gritó a través de mi cuerpo cuando otro
Naturi me apuñaló por la espalda. Gemí mientras sacaba el cuchillo del
estómago del Naturi. Dándome la vuelta, apuñalé al otro Naturi en el muslo,
pero el movimiento hizo que la espada se enterrara más profundamente en mi
espalda.
El Naturi sacó la espada de mi espalda, con lo que un chorro de sangre manó de
mi cuerpo. Balanceando salvajemente mi espada corta, el Naturi dio un paso
cauteloso hacia atrás, dándome más espacio antes de que, una vez más, atacara
a matar. Danaus venía hacia mí, pero tuve la sensación de que no iba a llegar a
tiempo. La sangre fluía de mí y estaba a cada segundo más débil.
Desesperada y atrapada, tenía que matarlos lo más rápidamente posible, pero
habíamos acordado no utilizar nuestros poderes. Por desgracia, tenía que
empezar a usar el poder de Danaus, si quería escapar de la ira de Nick.
Paso a paso hacia atrás, respiré profundo y empujé hacia abajo el dolor que
amenazaba con desbordarme. Extendí la mano en el aire con mi mente, tirando
de la energía que se irradiaba desde Danaus hacia mí. A él no le iba a gustar
esto de todos modos.
Con la energía hecha un ovillo en mis manos, la arrojé a los tres Naturi parados
delante de mí. Tuve que esperar sólo un segundo antes de que se tambalearan
hacia atrás, gritando y arañando su piel. Al mismo tiempo, Danaus gritó, su
inesperado gruñido de dolor hizo eco en todo el parque abierto.
¡Mira! Gritó él, pero yo lo ignoré. Enfoqué la energía en mis enemigos,
quemándolos de adentro hacia afuera. La energía no me llenaba de la misma
manera como cuando Danaus me estaba controlando. Podía sentir cómo sa lía
del cazador e iba directamente hacia el Naturi delante de mí. Danaus gimió,
pero no fue un sonido de dolor, sino de liberación. Algo más aparte de la ira y
frustración vino de él, podía sentir un sentimiento subyacente de alegría y
placer. Era como si el uso de esta facultad le proporcionara una creciente
sensación de alivio. Independientemente de lo que sentía, sabía que Danaus me
iba a estrangular cuando por fin soltara el control sobre él.
El trío de Naturis dejaron caer sus armas y cayeron al suelo, retorciéndose de
dolor. Su piel estaba oscura y, finalmente, agrietada, permitiendo que la sangre
hirviendo saliera. Los gritos se redujeron finalmente, ahogando un gorgoteo de
gritos de dolor antes de que fueran silenciados para siempre.
Con un movimiento de mi mano, relajé mi agarre de Danaus, cortando la
energía que fluía hacia los cuerpos de los Naturi. La pesada respiración del
cazador era el único sonido que llegó a través del parque, además del sonido
del viento. Poco a poco, me volví hacia Danaus cuando el sonido de aplausos
llevó mi atención de vuelta hacia los tres Naturi. Una figura alta salió de la
oscuridad, un par de alas negras se extendían desde su espalda como si fuera en
parte murciélago. Rowe.
El Naturi tuerto me había seguido durante meses, con su memoria
persiguiéndome, no importaba donde fuera o lo que hiciera. Él había ayudado a
Nerian a torturarme cuando fui capturada por primera vez por los Naturi hace
más de cinco siglos. Trató de secuestrarme cuando estaba en Londres con
Danaus hace sólo unos meses. Luchamos en Creta una vez más cuando se
rompió el sello que limitaba a los Naturi en su mundo. El que fuera consorte de
la reina de los Naturi, concentró toda su energía en la liberación de su pueblo.
Ahora era un desterrado, un paria, porque él había mezclado magia de la tierra
con magia de la sangre, un acto prohibido por los Naturi.
—Rowe —gruñí, apretando mi mano en mi espada mientras pasaba por encima
de los cuerpos muertos de los Naturi para cerrar la distancia entre nosotros—.
Te esperaba antes.
—¿Curada de nuestra última reunión? —Preguntó él, sacando una espada de su
cintura mientras doblaba sus alas contra su cuerpo. Me tragué un gruñido que
se levantó en mi pecho. La última vez que me encontré con el Naturi, había
empujado un cuchillo profundamente en mi espalda mientras yo apuñalaba a
su esposa-reina en el pecho en Machu Picchu. Apenas había logrado sobrevivir,
pero al menos Aurora también había sobrevivido apenas al encuentro.
—¿Qué es lo que quieres en Budapest? —Exigí que cuando por fin tuve el
control de mi temperamento—. ¿Ha venido Aurora a posarse aquí, y tú te estás
aferrado a la orla de su vestido, con la esperanza de un indulto?
—No quiero nada de Budapest. Mis pocos seguidores contactaron conmigo al
segundo en que descubrieron que estabas al acecho en la región. Estoy más que
feliz de atraparte y ofrecerte a Aurora. No tengo ninguna duda de que ella
estaría encantada de tenerte de nuevo después de los daños que causaste en
Perú —dijo con una mueca fea.
—¿Comprando tu camino de regreso a su buena gracia? —Mi risa sonaba
forzada y desigual mientras luchaba por concentrarme en el dolor en mi
espalda—. Ella no te va a perdonar. Has manejado la magia de sangre,
cubriendo de cicatrices tu cuerpo, perdiendo tu brillo dorado. Tú no eres uno de
ellos ahora. ¡Nunca lo serás!
—Nunca me dejará volver, pero te prometo que no vas a sobrevivir a mis
intentos de volver a mi pueblo. —Él se abalanzó hacia mí, con la espada
apuntando a mi pecho.
Di un paso hacia atrás, golpeando su espada lejos con mi espada corta. El dolor
en mi espalda se retorcía cuando me movía, amenazándome con inundarme. Mi
cuerpo estaba sanando, pero demasiado lentamente para mi gusto, sobre todo
mientras me enfrentaba a Rowe. Por desgracia, dudaba de que Danaus
estuviera dispuesto a ayudarme después de todo lo que acababa de pasar. Sin
embargo, al mismo tiempo, no podía reunir la culpa que debía tener. El cazador
me había controlado en el pasado para salvar los cuellos de ambos. ¿En qué
sentido era lo que yo había hecho diferente?
A medida que mi equilibrio se volvió más firme, competía con Rowe golpe por
golpe con la espada, en busca de una oportunidad para finalmente arrancarle su
cabeza o su corazón. El Naturi era demasiado peligroso para permanecer vivo.
Él me quería secuestrar una vez más, y yo no volvería a caer en manos del
Naturi.
Rowe me sonrió a pesar de que lo estaba empujando hacia atrás un paso por
cada paso que yo daba hacia adelante. La sonrisa maligna fue suficiente para
detenerme en seco. No podía tomarme el tiempo para tratar de explorar la
región en busca de más Naturi, ya que la distracción me dejaría vulnerable a sus
ataques. Dejé de caminar hacia adelante, lanzando los ojos de izquierda a
derecha, pero no vi a nadie aparte de mi oponente.
—¿Dónde está Cynnia? —Exigió, sorprendiéndome. No había visto a la
princesa Naturi desde que salimos de Perú, y en verdad, no esperaba volver a
verla jamás. Tendía a matar primero y preguntar después cuando me
encontraba con Naturis, independientemente de su lealtad a Cynnia o a Aurora.
—No la he visto.
—No trates de protegerla. Tiene que ser asesinada por su traición a la corona —
dijo Rowe, con una sonrisa escapándose de su rostro.
—Incluso si la corona trató de matarla. ¿Ella no tiene derecho a protegerse de su
propia hermana?
—No, si su hermana es la reina. Aurora dicto sentencia sobre ella. Ella tiene que
enfrentarse a su destino, y tú tienes que dejar de protegerla.
No me gustaba esto. ¿El Naturi realmente creía que estaba protegiendo a la
princesa delincuente porque había permanecido con ella antes de Machu
Picchu? La pequeña pícara me había utilizado para que la protegiera. Después
de la batalla en Machu Picchu, se llevó a los que estaban dispuestos a seguirla y
desapareció en la madrugada siguiente. No había vuelto a oír hablar de ella, y
rezaba para nunca hacerlo.
—No sé dónde está. Yo no la protejo. Ella va por su cuenta ahora. Además, Nyx
parecía totalmente capaz de proteger a su hermana pequeña. Tal vez deberías ir
en busca de ellas en lugar de acosarme. Entregárselas a tu ex-esposa.
—Voy a encontrarlas —dijo Rowe, con la punta de su espada vacilante mientras
su ira aumentaba
—Muy bien. Sólo mantenme fuera de esto. No quiero ser parte de vuestra
guerra —le respondí, con mis manos apretándose en mi propia espada.
—Ya eres parte de nuestra guerra. Aurora te quiere a ti y a sus hermanas
muertas. Voy a ofrecérselo.
El sonido de los pasos crujiendo sobre la nieve me hizo sacar mi cuchillo
restante de mi costado y apretarlo en el puño. Sin embargo, una parte de mí se
relajó tan rápido como me di cuenta de la cadencia de los pasos. Danaus se
acercaba. El cazador podía no estar contento conmigo, pero no me apuñalaría
por la espalda mientras me enfrentaba a Rowe. Él por lo menos esperaría a estar
de pie frente a mí.
—¡Fuera de aquí, Naturi! —gruñó Danaus—. Estás superado en número y
podría matarte con un pensamiento. Fuera de Budapest. Ya te cazaremos otra
noche. —Rowe ladeó la cabeza hacia un lado, con sus ojos revoloteando entre
Danaus y yo antes de que su sonrisa burlona volviera. En el mismo segundo,
sacó sus alas y atrapó el viento que barría sobre la tierra. Se elevó,
desapareciendo en la negra y espesa noche. Me quedé mirando al cielo durante
varios segundos, a la espera de ver si el cielo se ponía pesado con las nubes, lo
cual indicaría que el Naturi estaba convocando una tormenta eléctrica. Pero
quedó claro, brillante con luz de las estrellas.
Mientras bajaba mi cabeza, Danaus más o menos me agarró del brazo y me
golpeó contra una pared de ladrillos cercana.
El dolor estalló en mi espalda mientras mi herida golpeaba la pared un segundo
antes de que la parte de atrás de mi cabeza chocara contra el ladrillo rojo.
—Qué‖demonios…‖—Empecé, pero me tragué las palabras cuando miré su cara,
retorcida de rabia. Me puse rígida y alcé mi barbilla mientras me preparaba
para esta pelea. El cazador se había contentado con dejar que Rowe se fuera
porque estaba decidido a tomar una libra de carne de mí.
—¿Qué coño crees que estás haciendo? —exigió Danaus, impresionándome. Tal
lenguaje soez estaba definitivamente fuera del carácter del cazador, pero yo lo
había dejado más que un poco molesto por haberle controlado antes.
Empuñé el cuchillo que llevaba de vuelta en su vaina a mi lado, pero conservé
la espada corta en la mano.
No creía que fuera a necesitarla, pero no me sentía muy cómoda estando
desarmada en torno a Danaus.
—Matar Naturis —dije con aspereza—. El acuerdo era que no podíamos utilizar
nuestros propios poderes. Nada se dijo acerca del uso de los poderes de otros.
—Me usaste —gritó, haciendo que me apretase más contra la pared.
Un dolor hueco irradiaba de mi espalda, pero no era nada comparado con el
dolor que de pronto comenzó a llenar el vacío en mi pecho. La culpa y el horror
habían comenzado finalmente. Yo había odiado cada vez que Jabari y Danaus
me controlaban, quitándome mi derecho a elegir. Odiaba ser poco más que una
marioneta para su disfrute. Y ahora yo le había hecho lo mismo a Danaus. Podía
poner cualquier escusa que quisiera dar, pero no podía obviar el hecho de que
había hecho la única cosa que odiaba más que nada en este mundo. Lo había
utilizado para salvar mi propia piel. Y, por desgracia, sabía que lo haría de
nuevo con el fin de escapar de Nick.
—Ahora ya sabes lo que es ser tratado como una marioneta en una cuerda —
dije en voz baja—. Ahora sabes lo que es que te quiten todas las opciones.
—¿Es eso de lo que se trata? ¿Lo conseguiste incluso? —Dijo Danaus, parte de la
rabia salía en su tono.
—No…‖—empecé, pero me detuve bruscamente, tragándome las palabras que
revoloteaban por mi mente. Quería pedir disculpas, pero nunca había recibido
palabras de disculpa por parte de Danaus o Jabari. Tampoco habían tenido
lugar las dudas sobre lo que me estaban haciendo a mí. Ellos tenían sus razones,
y cada vez, siempre parecían buenas razones.
—No tuviste otra opción —dijo Danaus, profundizando el ceño en mis labios.
Tenía opciones. Podría haber usado mi propio poder para destruir a los Naturi.
Podría haber gritado en busca de ayuda, permitiéndole a Danaus tomar la
decisión de usar sus poderes para salvarme. Podría haber dicho que no a Nick y
enfrentarme a mi destino. Podría haber dejado que los Naturi me mataran.
Tenía opciones. Solo hice lo más egoísta.
—Estaba atrapada. No podía ganarles. Debería haberte pedido ayuda. Tomé la
decisión equivocada y lo siento —dije, dejando que mis ojos se cerraran. Tomé
una respiración profunda y sacudí la cabeza como para aclararla—. Pero tengo
que aprender a controlar tus poderes. Si no lo hago, Nick me cogerá. Él me va a
hacer humana otra vez.
Danaus extendió la mano y rozó un cabello suelto desde donde se había posado
en mi mejilla. —Ser humana otra vez no sería tan malo.
Me aparté de su tacto y fruncí el ceño. —No voy a volver a ser humana. No por
complaceros a ti o a Nick. Soy una Nightwalker y así es como pienso quedarme,
así que no te hagas ilusiones.
—No quiero que cambies —dijo Danaus.
—Estaría loca si no supiera que tú prefieres que sea humana.
—Cualquier cosa que no fuera un Nightwalker podría ser más fácil de aceptar
—admitió. Pero en el siguiente segundo me sorprendió por completo cuando él
se inclinó y apretó sus labios contra los míos.
Fue un beso breve, un suave roce de labios que me calentó hasta los dedos del
pie. Cuando él se retiró, yo todavía estaba sin habla.
—Por supuesto, estoy aprendiendo que hay algunas ventajas en que seas
Nightwalker —continuó.
—¿Por ejemplo?
—Eres más resistente que otras mujeres que he conocido. Sin duda has durado
más tiempo.
Un resoplido se me escapó cuando no pude detener la sonrisa divert ida que se
formó. —No tenía ni idea de que tenías un don para la adulación.
Empujándome de la pared, me alejé del cazador con la cabeza agachada
mientras me dirigía a la entrada del parque.
—Me debes un favor —murmuré en voz baja.
—¿Qué?
—La apuesta. He ganado. Maté a tres Naturi con tus poderes, no con los míos.
He ganado. Me debes un favor —dije, sin molestarme en mirarlo.
—Si crees que voy a cumplir con esa apuesta, estás loca. ¡Me has usado! —Me
espetó.
—Lo siento por eso.
Danaus se quedó en silencio mientras caminaba a mi lado de nuevo hacia las
puertas principales que prohibían la entrada al parque durante las horas
nocturnas. Miré por encima de mi hombro derecho para encontrarlo
mirándome con las esquinas de su boca en un ceño fruncido. Tenía los hombros
caídos y las manos colgaban vacías a los lados. Los dos parecíamos más que un
poco golpeados a pesar de que resultó ser una pelea relativamente fácil. Nunca
debió haber llegado a estar tan fuera de control, pero fue lo mejor. Si no
encontraba una manera de controlar adecuadamente los poderes de Danaus,
Nick me haría humana de nuevo. Era un riesgo que no estaba dispuesta a
correr.
La voz de Danaus era un oscuro rumor que se extendió por alrededor de mí.
—Prométeme que nunca vas a hacer eso otra vez.
Sacando mi teléfono de mi bolsillo, lo miré mientras salía por las grandes
puertas de hierro forjado. —Haré la promesa el día que tú me la hagas a mí.
Un gesto desfiguró los labios del cazador y puso las cejas juntas sobre el puente
de su recta nariz romana. Sus ojos azules brillaban en la hermosa luz de la luna
mientras la ira, una vez más, llenaba su cuerpo. Él sabía que no obtendría una
promesa de mí porque él no podía hacer la misma promesa a cambio. Con los
Naturi rodeándonos y el aquelarre tratando de matarnos a cada paso, él no
podía renunciar al control de su arma más poderosa. Estaba atrapado en mi
mundo ahora, y no quería renunciar a su control sobre mí hasta que uno de
nosotros estuviera finalmente muerto.
Capitulo 11 Traducido por Fallen0angel, Virtxu y Dham-Love
Corregido por Lorena
l ocaso vino demasiado pronto la noche siguiente. Después de volver al
hotel desde Szorbor Park, Danaus partió hacia la ciudad mientras yo
volvía a la habitación del hotel que compartíamos en Gellért Hill. Podría
haber tomado un aperitivo, pero no estaba de humor para cazar. Estaba en el
dominio de un guardián desconocido y Rowe estaba merodeando.
Mientras tanto, tenía conmigo dos Nightwalkers de fiabilidad cuestionable.
Valerio se preocupaba primero y principalmente solo por él mismo, mientras
que Stefan prefería verme muerta para él que pudiera tener mi asiento en el
Aquelarre.
La situación estaba lejos de la ideal desde mi perspectiva. Necesitaba llegar a
casa antes de que esta situación se volviese aún más fuera de control. Por
desgracia, volver a Savannah no resolvería mi dilema con Nick. No podía
incluso empezar a adivinar cómo iba a lidiar con semejante criatura.
Con un suspiro, me lancé a la ducha y luego me puse una muda de ropa limpia.
Había preparado lo suficiente como para pasar una semana, pero estaba
esperando que este viaje al extranjero no se me extendiese tan largo. Mi propio
dominio estaba herido y dolorido, necesitando mi estricta atención antes de que
la ruptura entre los Cambiaformas y los Nightwalkers creciese aún más.
Al salir del dormitorio, a la sala principal de la suite del hotel, me encontré
frente a Valerio en lugar de Danaus. Un gesto tiró de mis labios mientras
miraba alrededor de la habitación, como si el cazador se estuviese escondiendo
en algún rincón remoto, pero no hubo modo de encontrarlo.
—No está aquí —confirmó Valerio.
—¿Dónde está? —Exigí, odiando la petulancia en mi tono.
E
—No lo sé. Se fue de la habitación del hotel tan rápido como yo llegué y no dijo
dónde iba. —Valerio se sentó en una de las confortables sillas que rodeaban una
mesa de madera café oscura. Mis pies descalzos se hundieron en la gruesa
alfombra mientras cruzaba la habitación y me dejé caer en una de las sillas
frente a él—. ¿Problemas en el paraíso? ¿Peleas de enamorados?
Dirigí al Nightwalker una mirada oscura y luego devolví mi atención a la mesa
de café frente a mí. Había un par de libros ilustrados en la superficie que
mostraban turistas en todas las bonitas vistas dentro de Budapest. Una parte
secreta de mí, deseaba que esto demostrara ser una tarea más fácil de la que
Jabari nos había hecho creer, y que Danaus y yo pudiéramos pasar algún
tiempo vagando por estas calles viejas juntos.
Sin embargo, entre Nick y Rowe, tal esperanza fue aplastada rápidamente.
—Mira…
—Déjalo ir, Valerio. No es asunto de tus negocios.
—Desafortunadamente, es mi negocio —respondió, dibujando mi mirada hasta
su rostro—. Si estás distraída en pensamientos románticos, podría significar mi
vida. Es mi trabajo proteger el Anciano del Aquelarre, después de todo.
Incliné mi cabeza hacia un lado mientras le miraba con sorpresa.
—¿Me protegerías? —Sonrió.
—Por supuesto. Tú eres uno de los pocos Nightwalkers aún vivos que me
atrevería a referir como amigo.
—Valerio, estoy bastante segura de que soy la única Nightwalker en la
existencia que llamarías amiga, pero eso todavía no quiere decir que arriesgues
tu cuello por mí.
Su sonrisa se hizo más amplia y un brillo maligno llenó sus ojos. —Nunca dije
nada sobre arriesgar mi cuello. Solo dije que es mi trabajo protegerte. Tenemos
que ser razonables sobre estas cosas. Ciertamente no querrías que muriese por
ti.
Una risa suave se me escapó cuando negué con la cabeza a mi viejo amigo.
Valerio no cambiaría nunca. Cuidaba de él mismo por encima de todo, y
siempre buscaba la situación que mejor sirviese para darle ventaja. Me
sorprendió que hubiese tomado hace unos meses mi lado cuando yo estaba en
las salidas con el Aquelarre, pero luego el movimiento resultó ser a su ventaja
cuando yo finalmente reclamé el puesto vacante. Empezaba a creer que era más
inteligente y más peligroso de lo que nunca creí.
—Así que, te has vuelto involucrada con los humanos y ahora no encuentras la
manera de dar la vuelta como podrías haber esperado —observó Valerio.
Abrí mi boca para discutir con él, pero mantuvo abierta una mano, poniendo fin
a las palabras en la punta de mi lengua. —Por favor, no malgastes nuestro
tiempo negándolo. Le hiciste tu consorte. Habéis estado trabajando juntos por
meses ahora. Si no os matasteis, era inevitable.
Dejándome caer hacia atrás contra el respaldo de la silla, crucé los brazos sobre
mi pecho y pasé mi pierna izquierda por encima de mi rodilla derecha. —Nada
es inevitable.
Valerio sacudió su cabeza hacia mí.
—Pero las cosas no están funcionando, ¿o sí?
—No —dije suavemente. Técnicamente nos besamos y lo dimos por hecho en el
parque, pero aún podía sentir la ira hirviendo dentro de él.
—Me sorprendería si no lo hiciesen.
—No somos tan diferentes.
—Sí, Mira, lo sois. —Valerio me brindó una paciente aunque condescendiente
sonrisa—. Tú eres una Nightwalker poderosa y él un humano. Tú eres una
Anciana en el Aquelarre, y él un cazador de Nightwalkers. Hay un vasto cañón
separándote a ti y a Danaus, y no creo que encuentres algún día una manera
para sortear esa brecha.
—Encontraremos un modo —dije tercamente, pero ya no podía encontrar su
mirada. Mi mirada se dejó caer a la mesa brillante, tratando de ignorar la
verdad que sonaba demasiado evidente en su voz.
—Deja que solo sea un interludio divertido. No impliques tu corazón en este
asunto.
—Como si fuese tan estúpida e imprudente —me burlé, pero era una mentira y
Valerio lo sabía.
—Te tomó décadas recuperarte de Sean, y escuché sobre Michael —murmuró,
inclinándose hacia delante en su asiento. Se inclinó sobre la mesa y puso su
mano sobre mi rodilla—. Los hombres en tu vida no duran mucho tiempo, y tú
eres el que queda en pie con un corazón roto. El amor es una cosa hermosa,
pero tú eres un Anciano ya. No puedes permitirte tal debilidad.
Él estaba en lo cierto. Yo había amado a Sean con todo mi ser, pero su muerte
me había finalmente expulsado fuera de Europa y hacia el Nuevo Mundo. Y la
pérdida de mi dulce Michael debido a los Naturi me había hecho huraña e
imprudente. Los hombres en mi vida vivían una vida corta y morían de forma
dolorosa. Pero algo en mi mente gritaba que Danaus era diferente. Él era más
viejo y más sabio que sus predecesores. Tenía sus propios dones y podría
sobrevivir y prosperar donde los otros no. Al menos, esa era la mentira que me
estaba diciendo a mí misma.
—El amor no es una debilidad —repliqué, sacando la rodilla fuera de su
alcance.
—Te deja vulnerable. Ellos podrían utilizar tu apego a Danaus en tu contra —
advirtió Valerio.
—¿Y exponerse a la ira del cazador? Lo dudo. Algunos pueden intentarlo en un
primer momento, pero no van a sobrevivir a su ira por haber sido utilizado de
esa manera.
Valerio se sentó en su silla y me miró con un nuevo interés. —Hablas con
mucha confianza.
—Danaus no tolerará que se le utilice. —Lo sabía de primera mano. Tenía
suerte de que el cazador se encontrara todavía en la ciudad. Podría haber
cogido el primer avión de Budapest, al segundo en que salió el sol y nunca
mirar hacia atrás. Yo estaba rezando para que algún hilo de compasión que
sentía por mí lo sostuviera a Budapest—. Él no ha vivido todo el tiempo que
lleva en nuestro mundo sin tener algunas habilidades propias. Durará más
tiempo que los demás.
—Será interesante de ver —dijo Valerio, rascándose la barbilla.
Un golpe en la puerta llamó la atención del Nightwalker. Levantándome de la
silla, me dirigí a la puerta mientras exploraba el pasillo con mis poderes. Un ser
humano desconocido estaba al otro lado de la puerta. Estaba sola en el pasillo.
Sin embargo, había dos Nightwalkers abajo, en lo que parecía el lobby del hotel.
Mientras tanto, podía sentir a Danaus venir por el pasillo hacia el baño. Una
parte de mí se relajó cuando un suave suspiro de alivio se deslizó más allá de
mis labios entreabiertos. Él estaba regresando a la habitac ión.
Al abrir la puerta, fui recibida con la visión de una joven mujer diminuta con
largo cabello rubio y brillantes ojos azules. Era delgada y pálida, llevaba una
delgada y tenue blusa y una falda que fluía suavemente hasta rozarla los
tobillos. Una gargantilla de gruesas perlas estaba envuelta alrededor de su
delgado cuello, con un anillo plateado en el frente. Una frágil sonrisa se levantó
de las comisuras de su rosada boca, pero había preocupación en su mirada. Ella
tenía miedo.
—¿Eres Mira? —preguntó con voz musical.
—Lo soy —admití, sólo cuando Danaus estuvo de pie justo detrás de ella. Su
mano estaba posada cerca del cuchillo que siempre tenía a su lado. El cazador
se quedó mirando a la parte superior de la cabeza de la mujer, con un ceño
fruncido estropeando su hermoso rostro.
—Yo soy Sofia y he sido enviada por Veyron para invitarte a su casa esta noche
—dijo. Su voz suave, sin aliento bailaba a nuestro alrededor como una brisa de
verano. No parecía tener ninguna amenaza o causa de preocupación. Fruncí el
ceño. No me fiaba de ella. Parecía muy indefensa y frágil, pero la apariencia
podía ser fácilmente engañosa. Y sin embargo, no podía sentir nada fuera de lo
normal a su alrededor.
—Entra —le dije, me moví para que ella entrara al cuarto de hotel, dando un
paso fuera del camino.
La joven mantuvo la cabeza baja al entrar en la poco iluminada habitación. Se
detuvo abruptamente cuando vio a Valerio donde había estado sentado hace
unos momentos. Sus manos se retorcieron frente a su delgado cuerpo como si
no pudiera relajarse lo suficiente como para permitir que colgaran a su lado.
—Ese es Valerio —le presenté, señalando hacia el Nightwalker—. Y el elegante
caballero detrás de ti es mi consorte Danaus.
Sofia se deslizó más lejos en la habitación, dándose la vuelta para que
enfrentarse a nosotros tres. —Es un placer conocerlos —dijo, lanzando su
mirada por la habitación. Sabía que ella estaba buscando a Stefan. Odelia habría
informado a Veyron de mi presencia junto a la presencia de mis compañeros.
Como si él supiera que le necesitaba, Stefan apareció en la habitación, de pie
justo detrás de Sofia. Fue lo único que pude hacer para sofocar la sonrisa que
estaba tratando de levantarse en mis labios. Danaus dio a conocer la presencia
de Stefan cuando sus ojos pasaron de Sofia al Nightwalker detrás de ella.
—¡Oh Dios! —Exclamó con su voz suave cuando se volvió para encontrarlo allí.
Saltó lejos de él y se cubrió la boca con ambas manos.
—Y esto sería Stefan —dije, terminando las presentaciones con un poco más de
alegría de la que debería haber sentido al asustar a un ser humano. Danaus me
miró, pero se encogió de hombros. Era sólo un poco de diversión inofensiva, y
cualquier informe que ella llevara de vuelta a Veyron haría que el Nightwalker
se detuviera en su trato con nosotros.
Independientemente de lo que Danaus pensara, era un método de nuestra
locura.
—Estoy asumiendo que Odelia le dijo a Veyron de nuestra presencia en
Budapest —empecé a decir, llamando la atención de Sofia de nuevo a mí.
La joven dejó caer las manos de nuevo a la cintura, donde continuó retorciendo
los dedos juntos, y se volvió hacia mí. —Sí, Odelia pasó por allí en la noche y le
dijo a Veyron que habías venido a vigilar nuestro problema con los Naturi.
—¿Sabes acerca de los Naturi? —la interrumpió Danaus cuando ella iba a
continuar.
—Sí, por supuesto —dijo en voz baja, dando al cazador una débil sonrisa antes
de girar su atención hacia mí—. Veyron te da la bienvenida a su casa y a
Budapest correctamente. ¿Podrías ir a su casa esta noche?
—Estaríamos muy felices de reunirnos con Veyron esta noche —le dije,
resistiendo el impulso a fruncir el ceño a Danaus—. Tenemos varias cuestiones
que nos gustaría discutir con él. —El cazador al parecer no se había dado cuenta
de que Sofia era la mascota de Veyron, y esto no auguraba nada bueno para el
resto de la noche. Estaba empezando a preguntarme sobre la conveniencia de
llevarlo con nosotros, pero si le decía que no podía ir, sabía que iba a causar
problemas aún mayores. Lo había tenido en el corazón del Aq uelarre, por el
amor de dios. Una reunión nocturna con un poderoso Nightwalker no debería
ser un problema para nosotros, pero sabía que lo sería.
—¡Excelente! Veyron estará muy contento de que vayáis a ir —dijo, pareció
relajarse un poco, por primera vez. Buscó dentro de la manga izquierda de su
camisa, sacó un pedazo de papel doblado y me lo ofreció. Di un paso hacia
atrás, mientras Stefan se adelantaba y lo cogía. Todo se hizo sin problemas,
como un baile que hubiera sido practicado durante los largos años de nuestra
asociación, pero la verdad es que nunca había hecho algo así antes. Sin
embargo, era propio de los Ancianos el no recibir nada directamente de un
subordinado si otros Nightwalkers estaban actuando como nuestros asistentes.
Stefan conocía la tradición, y estaba orgullosa del hecho de que yo no hubiera
llegado realmente a ir a por el papel. La tradición era una mezcla de protección
y elitismo. Al tocar el papel que ella me ofrecía, me estaba poniendo en riesgo
de cualquier hechizo que pudiera haber contenido. Además, un Anciano nunca
se rebajaba—tanto él como ella misma—a aceptar algo de cualquier criatura
humilde si lo podía evitar.
—Es…‖es‖ la‖dirección‖e‖indicaciones‖de‖la‖casa‖Veyron‖—balbuceó ella, con los
ojos como dardos de Stefan hacia mí.
Mira, dijo Danaus en un gruñido de advertencia.
Ella no está en peligro, repliqué en mi tono más conciliador. Su debilidad por los
humanos iba a ser nuestra ruina al final; Lo sabía.
—Odelia dijo que eres un Anciano en el Aquelarre de los Nightwalker —dijo
Sofia en una voz baja, pero sonó más como una pregunta.
—Sí, soy una Anciana.
—¿Y la Fire Starter?
—Sí —silbé, sonriendo bastante pero no lo suficiente para exponer mis
colmillos. Cualquier seguridad que ella sintiera al vivir bajo la protección del
nombre de Veyron se escabulliría cuando se diera cuenta que estaba en una
habitación rodeada de poderosos Nightwalkers y un humano al que llamaba mi
consorte. Si yo había venido a la ciudad con el deseo explicito de enojar y
destruir a Veyron, entonces mi primer obstáculo estaría en Sofia, y los dos
Nightwalkers que se estaban haciendo viniendo hacia la suite nunca serían
capaces de salvarla. Si Veyron la apreciaba tanto, nunca la debió haber enviado.
Pero entonces, ella no estaba en peligro. No me importaba elevar el ritmo
cardiaco de un humano de vez en cuando, pero si estaba enojada con un
Nightwalker específico, usualmente sacaba mi temperamento con ese
Nightwalker, no con sus subordinados.
—Si no hay nada más, ya puedes regresar con Veyron y decirle que
apareceremos en su casa más tarde en la noche. —Extendí mi mano hacia
Stefan, quien puso el pedazo de papel en mi mano.
—Sí, por supuesto —dijo Sofia rápidamente con una sacudida de su cabeza
antes de que se escurriera hacia la puerta. Todos permanecieron callados
mientras Danaus abrió la puerta y la cerró de nuevo asegurándola.
Miré al pedazo de papel, tomando nota de la elegancia y limpieza de la
escritura. Era obvio que una mujer había escrito la dirección y algunas
indicaciones breves al lugar que quedaba en el Distrito del Castillo. Con el ceño
fruncido, se lo entregué a Valerio, quien también examinó la dirección.
—¿Es esta la dirección en verdad o es una trampa? —pregunté, metiendo las
manos en los bolsillos de mi pantalón negro. No había estado de humor para
mis pantalones de cuero típicos y un top, sino que me conformé con un par de
pantalones de algodón y un jersey de color verde menta. Estaba lejos de ser
intimidante, pero como probó Sofia, podía ser intimidante incluso sin mi cuero
y cuchillos.
—Es la dirección de su casa, pero creo que también es una trampa —dijo
Valerio. Doblando el papel, me lo entregó de nuevo y lo guardé en mi bolsillo.
—¿Encontraste algo interesante anoche? —preguntó Stefan.
—Él no es el guardián —dijo Valerio con un suspiro pesado—. Nadie usa ese
término. Sin embargo, es uno de los Nightwalkers más viejos en la región, si no
el más viejo. Su nombre es conectado frecuentemente con el de Odelia cuando
tiene que ver con quien hace los edictos en la ciudad.
—¿Hay alguna indicación que Veyron y Odelia hayan estado peleando por el
control?—pregunté.
—Nada. No ha habido indicación que estén en nada sino en total armonía todo
el tiempo.
Sacudí mi cabeza y caminé unos cuantos metros lejos de donde Valerio estaba
sentado en su silla y luego retrocedí. La única cosa con la que podía salir era
que Veyron y Odelia eran en realidad amantes y estaban compartiendo el
domino, pero la situación estaba destinada a fallar en algún punto. Los
Nightwalkers típicamente no jugaban bien con otros Nightwalker,
particularmente cuando las emociones y el poder compartido estaban
involucrados. Sentimientos heridos y egos lastimados no se remendaban tan
fácilmente.
—¿Amantes?
— Posiblemente —dijo Valerio encogiendo sus anchos hombros—. Siempre y
cuando ambos tengan permitido tener otros amantes también. ¿En serio crees
que comparten el dominio?
—Tienen que estarlo —intercedió Stefan antes de que yo pudiera hablar.
—Es extraño, pero se ha hecho antes.
—Si estamos aquí para sacarlos a los dos —dijo Danaus en una voz baja y
oscura, llevando todas las miradas a donde estaba recostado en contra del
marco de la puerta que llevaba a la suite—, esto en última instancia dejaría un
vacio en el poder ya que no hay Nightwalker viejos en el área. Eso es peligroso.
—Valerio esta a tan sólo un pase rápido en Viena —dije, meneando mi mano
izquierda hacia el Nightwalker sentado—. Él puede fácilmente venir y
mantener la paz si es necesario.
Valerio se puso de pie y dio un paso por la mesa de café hacia mí.
—Ahora, Mira, no hay necesidad de postularme por más territorio del que
necesito. Técnicamente ni siquiera soy el guardián de Viena. No puedo ir
extendiendo mi territorio para incluir también a Budapest. Además, como un
Anciano del Aquelarre, ¿No deberías tener un dominio en Europa como los
otros miembros?
—Mantengo mi ojo en Savannah. Eso es suficiente —dije.
—Y tener un dominio en dos continentes puede volar más que unas cuantas
plumas en el Aquelarre, estoy seguro —dijo Stefan, ganándose una mirada de
mí parte, sobre mi hombro. Pero a pesar de mis miradas oscuras, el
Nightwalker tenía razón. Jabari tenía una buena parte de África, Macaire tenía
Roma, y Elizabeth andaba cerca a Francia. Y aunque yo era siempre la primera
en negarlo, estaba encargada de todos los del Nuevo Mundo. Siempre había
tenido el enfoque que no había nada más que un embajador para el Aquelarre
dado que mi dominio era exclusivamente en Savannah, pero sabía que los
Nightwalker de la región se inclinaban a mi voluntad porque yo era la Fire
Starter. Reclamar Budapest así como el Nuevo Mundo sólo enfadaría a varios
miembros del Aquelarre.
—Bien, todos se pueden relajar. No voy a reclamar Budapest —dije, tratando de
mantener mi voz sin caer en un gruñido frustrado—. Tengo a Savannah y es
más que suficiente para mí. Deberíamos irnos. Danaus y yo tomaremos un taxi
a la casa de Veyron y los contactaré cuando lleguemos así pueden pasarse.
—Sería mejor si te seguimos por el aire —sugirió Valerio—. Nunca se sabe. Él
puede decidir iniciar un ataque cuando estuvieras camino a su casa si vamos
separados.
—Estaremos bien —dije, luego miré a Stefan—. ¿Encontraste algo interesante
con Ferko?
—Sólo donde estarán cazando mañana en la noche —replicó Stefan con una fría
sonrisa.
—¿Mañana en la noche?
—Luna llena —dijo Danaus, dejándome maldiciendo mi ausencia mental.
Había olvidado completamente lo de la luna llena. La manada se reuniría
mañana en la noche, ya que todos estarían obligados a cambiar. La urgencia de
cazar sería estremecedora, y necesitarían la fuerza del alfa para mantener al
grupo bajo control.
—Supongo que averiguaré esta noche en lo de Veyron lo que te ha arrastrado a
esta ciudad —dije, arqueándole una ceja a Stefan. El Nightwalker no había
venido sólo porque tuviera el deseo real de protegerme. A él no le importaba
nada de lo que Macaire había planeado para mí. Su principal preocupación era
una silla en el Aquelarre. Sin embargo, quería apostar que algo importante
había pasado en su vida influido por las criaturas de Budapest y se había
encargado de ocuparse de un asunto personal. Sabía que él tendría que
decírmelo pronto, o iba a interferir con mi propia investigación. Ya estaba al
borde con Rowe en la ciudad, y no ayudaba que estuviera enfrentada con
alguno del equipo gobernante. Necesitaba saber que Stefan no iba a huir y
ocuparse de su propia agenda.
Stefan me dio un bufido mientras una de las comisuras de su boca se torcía en
una sonrisa a regañadientes. Me había subestimado.
—Imagino que lo harás.
—Bien. Nos vamos de aquí. Estad en guardia mientras estén en la ciudad. Rowe
está en la ciudad y no está feliz —anuncié mientras agarré mi pesado abrigo de
donde lo había dejado, sobre la silla.
—¿El Naturi de un solo ojo de Machu Picchu? —Inquirió Stefan—. ¿El que
quiere tu cabeza? ¿Alguna vez él está feliz?
Presioné mis labios en una firme línea mientras me dirigía hacia la habitación
así podía sacar un par de medias y botas antes de irnos. Rowe sólo estaba feliz
si yo estaba herida y sangrando. Rowe sólo sería feliz cuando yo estuviera
muerta.
Me detuve cerca del centro de la habitación, cada músculo en mi cuerpo se
congeló mientras extendí mis poderes más allá de las cercanías de la habitación
del hotel. Algo poderoso estaba viniendo.
—¡Danaus! ¡La espada! —Ordené. Estaba completamente desarmada, pero el
cazador me lanzó un cuchillo a través de la habitación. Lo atrapé con mi mano
derecha y lo giré hacia la gran y creciente fuente de energía. Valerio y Stefan no
me preguntaron pero podía sentir sus propios poderes llenando el aire.
Para nuestra sorpresa, Macaire apareció en la habitación, allí de pie de manera
que la punta de mi cuchillo estaba a sólo centímetros de su corazón. Él le dio
una mirada a la espada y me levantó una ceja. —Lo tomaré como que las cosas
no están saliendo bien.
Dudé en guardar la espada, pero finalmente me forcé a mí misma a bajarla a mi
lado. —Nunca he sido una de las que esperan visitantes no esperados.
—Vine a ofrecer mi ayuda ya que soy el que te dirigió a Budapest.
—Aunque innecesaria, tu presencia es más que agradecida —mentí entre
dientes—. Lo tomaré como que todo salió bien en España.
—Todo está tranquilo en el anterior dominio de Sadira. Algunos de sus pobres
chicos todavía residen en su viejo castillo. De otra manera, el tratado con los
Naturi hubiera sido removido del área.
Hizo el comentario sobre el domino actual de Sadira y sus pobres chicos como
si yo debiera sentir algún tipo de remordimiento sobre su muerte en Machu
Picchu. El único arrepentimiento que sentía era que yo no hubiera sido quien
había matado a mi creadora. La vieja bruja chupasangre tuvo lo que se merecía,
y ahora era hora de que sus preciados chicos aprendieran a pararse en sus dos
pies.
Mientras tanto, en verdad dudaba que Macaire hubiera logrado tanto en el
frente de los Naturi. Danaus había estado allí semanas antes y había limpiado la
región. No me podía imaginar que hubiera mucho para que Macaire hiciera.
Además, el Anciano estaba más que interesado en verme muerta de una
manera u otra.
—Tuvimos nuestro primer encuentro con los Naturi anoche —dije—. Rowe está
en la ciudad y parece ansioso de tener sus manos sobre mí de nuevo para
entregarme a Aurora —suprimí un bombardeo de pensamientos horribles sobre
Macaire. Al Nightwalker le gustaba pasar por las mentes de otros, y no tenía
deseo de tenerlo escuchando mis pensamientos sobre él—. Estoy segura que
tendremos éxito en eliminarlo por lo menos cuando removamos la amenaza de
los Naturi de la región.
—¿En serio? Estoy sorprendido, considerando que les ha estado dando
problemas por tanto tiempo. ¿Por qué piensan que pueden hacerlo esta vez? —
preguntó Macaire con una sonrisa malvada.
—Él no tiene el mismo tipo de apoyo de su gente que que tenía en el pasado. Es
un marginado; un traidor. No estarán dispuestos a ayudarlo, haciendo a los
Naturi un objetivo más fácil para golpear.
—¿Lo van a cazar está noche?
Sacudí mi cabeza. —No ésta noche.
—Hemos sido invitados a una reunión privada —dijo Valerio voluntariamente.
Giré el cuchillo de Danaus sobre mi mano, mirando la espada de plata reflejar la
luz. —Parece que Budapest es de lejos más interesante de lo que habíamos
pensado inicialmente. Todos vinimos a la ciudad asumiendo que estaríamos
lidiando con Naturi, pero me temo que ha habido más de un quiebre en el
sistema de reglas y los tenemos que arreglar.
—¿Qué sucede? —exigió Macaire.
—Eso es exactamente lo que estamos tratando de averiguar. Los Ancianos están
muertos. Ninguno de los Nightwalker más jóvenes había ido antes al
Aquelarre. Y esta Odelia, a la cual conocí anoche, reclamando que no hay
guardián en Budapest. Es caótico, y no puede ser permitido que continúe.
—¿En serio? No tenía idea que la situación era tan terrible.
—Estoy sorprendida. Pensé que lo sabías. Asumo que esa es la razón por la me
escogiste para venir a Budapest, para limpiar este desorden.
—Mi preocupación eran los Naturi, eso es todo.
—Dijiste que estabas familiarizada con Budapest, ¿no? —Interrumpió Danaus,
donde Stefan y Valerio no eran lo suficientemente valientes para meterse—.
Deberías acompañarnos esta noche a donde Veyron. Tal vez vosotros dos
podríais darnos algo de información sobre lo que ha pasado en esta pobre
ciudad.
Macaire se puso rígido al ser dirigido directamente por Danaus, pero fue
forzado a asentir ante la invitación. —He escuchado de este tal Veyron y estaré
feliz de acompañarlos.
Me reí entre dientes mientras le daba la espalda a Macaire y caminaba hacia
Danaus para devolverle su espada. —Dos Ancianos adornando la puerta de un
simple Nightwalker. ¡Qué extraño honor!
Estoy seguro que así es exactamente como Veyron lo verá, dijo Valerio
sarcásticamente en mi mente. Todavía era lo suficientemente prudente para no
cruzarse directamente con Macaire. Había matado recientemente a la compañía
del Anciano, haciéndolo un polvorín andante. La cosa más pequeña lo podía
hacer enojar, y nadie estaba particularmente feliz de descubrir que estaba en la
ciudad.
—Puedes conseguir la ubicación de Stefan o Valerio —dije sobre mi hombro
mientras caminaba a la habitación con Danaus siguiéndome—. Los veremos
allá en aproximadamente treinta minutos. —Mis últimas palabras fueron
puntuadas por Danaus al cerrar la puerta detrás de nosotros. Dejemos que se
las arreglen solos. No quería que Macaire viajara con Danaus y conmigo. En
primer lugar, él no debería estar aquí. En segundo lugar, no me gustaba. Estaba
empezando a sentirme incluso más atrapada, rodeada por Nick, Rowe, y ahora
Macaire. Se me estaban acabando las opciones rápidamente al igual que las
personas para ayudarme.
Nick había tenido razón. El tiempo se estaba acabando para mí.
Capitulo 12
Traducido por Rihano
Corregido por Lorena
o había duda que Danaus todavía estaba enfadado conmigo desde la
noche anterior. El cazador se negó a mirarme mientras nos metíamos en
el taxi. Miró por la ventana a la ciudad sumergida en la noche, mientra s
yo le dije al taxista a dónde íbamos. Esto en cuanto a tratar de hacer que esta
frágil relación funcionara. Éramos dos personas dañadas, deformadas por
muchos años en esta tierra y demasiados encuentros violentos con distintas
razas. No hemos podido confiar en los demás y no podíamos pedir ayuda.
Valerio habría dicho que estábamos condenados desde el principio, pero me
negué a creerlo. Yo había manejado relaciones complicadas con los
Nightwalkers, licántropos y humanos en mi larga existencia. ¿Por qué no puedo
hacer que funcione con un cazador de vampiros medio bori?
Miré a través del taxi a Danaus, tomando nota de la forma en que la luz se
deslizaba a través de sus fuertes rasgos a medida que rodábamos por la
ajetreada calle. Su cabello oscuro rozó sus hombros, casi oscureciendo la vista
de sus ojos azules. Me tragué un suspiro y volví la mirada a mi ventana. Yo
sabía lo que quería. Una promesa de que nunca iba a controlar sus poderes otra
vez. Solo que no podía hacer eso con Nick haciendo de mi vida un verdadero
infierno cada noche.
—¿Era necesario asustar a la mujer? —Me gruñó finalmente después estuvimos
en el coche durante varios minutos.
—Esta vez, sí, realmente lo fue. —Fue una lucha para mantener el sarcasmo
lejos de mi voz—. Ella va a llevar de regreso a Veyron las historias de mí y de
mis compañeros. Él tiene que saber que la Fire Starter está aquí y que atravesará
con fuego su dominio si es necesario
—¿Quieres decir que tu sombría reputación no fue suficiente para convencer a
Veyron? ¿Que necesitas asustar a alguna pobre y desamparada humana,
también?
N
Contuve mi comentario siguiente y miré por la ventana. Realmente dudaba que
hubiera una verdadera razón para sentir piedad por la pobre muchacha. Parecía
que estaba bien cuidada, por la calidad de su ropa y el costoso collar que
rodeaba su cuello. La mujer era obviamente la mascota de Veyron, lo que
significaba que estaba acostumbrada a tratar con los Nightwalkers. Y
representaba algo de valor para Veyron ya que se había tomado el trabajo de
organizar un par de guardaespaldas para ella.
—No necesitas preocuparte por la chica. No tengo ninguna duda de que ella
puede cuidarse por sí misma.
Danaus abrió la boca para hacer un comentario, pero yo no lo oí. Una gran
concentración de energía mágica se acumuló en el aire justo por encima del taxi
mientras esperábamos en un semáforo en rojo. No había tiempo para buscar
quién era o cuál fue la razón por la bola de magia. No se sentía bien, y yo había
sobrevivido a incontables siglos, escuchando a mis instintos. Agarrando una
parte del abrigo de piel de Danaus, lo tiré hacia adelante, mientras yo me
agaché tanto como pude en el asiento trasero del pequeño taxi.
—¡Al suelo! —grité justo antes de una gran explosión resonara a través del aire,
haciendo que mis tímpanos repicaran en mi cabeza. Algo grande se estrelló
contra el lado del taxi, volviendo el mundo al revés. Estaba lanzada hacia un
lado del taxi con Danaus aterrizando encima de mí. Su codo se estrelló en mi
mandíbula, mientras que la parte de atrás de mi cabeza golpeó una
combinación de vidrio y pavimento mientras dábamos vuelta. Todo el mundo
cambió desde la oscuridad a un destello de luz blanca mientras el taxi rodaba
sobre su parte superior y era aplastado bajo el peso de Danaus. El ruido del
metal raspando a lo largo de la calle fue horrible, obstruyendo todos mis otros
sentidos además de la horrible sensación de dolor.
Danaus, finalmente, pasó por encima de mí. Alrededor de nosotros podía
escuchar el arrastrar de los pies y los gritos de voces aterrorizadas de la gente
que llenaba esta concurrida sección de la ciudad de Budapest. Me dolía el
cuerpo y mis pensamientos se sentían confusos, como si estuvieran cubiertos de
algodón. Había un lugar cálido y húmedo en mi sien donde había sido cortado
mi cuero cabelludo y tenía la inquietante sospecha de que me había roto el
cráneo cuando nos volteamos.
Una parte de mí sólo quería quedarme allí, pero no podía. Una criatura estaba
acechando en algún lugar fuera del coche, desesperado por mi atención. Yo no
iba a defraudarlo.
¿Estás bien? Le pregunté a Danaus, utilizando nuestro camino privado. Había
comenzado a colocar un hechizo de ocultamiento sobre mí misma en contra de
los espectadores humanos para poder escaparme del coche.
He estado mejor. El conductor está muerto.
Sí, bueno, podríamos haber sido nosotros fácilmente. Quédate aquí y hazte el muerto.
Voy a echar un vistazo alrededor.
Puedo ayudar.
Mantén un ojo en la gente, si puedes. No estoy segura de qué nos golpeó o si se ha ido.
Deslizándome por debajo de Danaus sobre un lecho de cristales rotos, me
arrastré a través de la ventana trasera, que había sido aplastada. No fue fácil
moverme a través de las personas que se reunieron alrededor del coche
volcado, tratando de conseguir una mirada a Danaus. Estaba oculta, pero no
estaba segura de cuánto tiempo más sería capaz de mantenerlo. Mi cabeza me
dolía y el mundo se balanceaba a mí alrededor, manteniéndome fuera de
balance.
Fuera de la multitud, examiné los pensamientos de la gente, revisando sus
recuerdos. Estaban llenos de confusión y miedo, ya que nadie podía recordar lo
que había golpeado el costado del coche. Sólo que algo lo golpeó con fuerza
suficiente para darle la vuelta y enviarlo arrastrándose a través de la calle. En
los más ansiosos de los reunidos, inserté el recuerdo de un coche estrellándose
contra el lado del taxi antes de sacarnos del camino. No era una bonita imagen,
pero era más tranquilizadora que el vacío enorme que llenaba sus mentes
ahora.
Recorrí la zona buscando a nuestro atacante, pero nadie se destacó inicialmente.
Había una fuerte sensación de magia y poder en la noche, pero no podía decir si
era residuo del hechizo que había sido lanzado o si el atacante estaba todavía en
la zona. De lo único que estaba segura era que nuestro atacante había sido un
brujo o una bruja. La magia en el aire no se sentía como un Nightwalker, y los
licántropos no usaban magia. Incluso un Naturi se habría sentido diferente.
Un nudo se retorció en mi estómago mientras cambiaba mi enfoque para buscar
específicamente a Nick. Me preguntaba si me había atacado, simplemente
porque no estaba avanzando lo suficientemente rápido, pero no pude sentirlo.
Por supuesto, eso no significaba que el hijo de puta no se escondiera en algún
lugar cercano, para ver el espectáculo.
El engrosamiento de la energía en el aire fue mi única advertencia antes de que
me estrellara contra la pared de un edificio con una fuerza aplastante. Mi agarre
sobre el hechizo de ocultamiento vaciló una sola vez, pero me las arreglé para
mantener el control así que nadie me vio volando por el aire. Tres costillas
rotas, perforando una vez los órganos vitales que ahora sólo parecían ser fuente
de dolor para mí. Aplastada contra la pared, miré alrededor de la zona para
fijarme en una figura esbozada por la luz de la luna mientras la persona estaba
en la esquina de un edificio.
Con una sonrisa, convoqué a mis poderes mientras una cuarta costilla
amenazaba con romperse bajo la presión que me clavaba contra la pared. El
fuego estalló alrededor de la figura que estaba echando los hechizos, pero con la
misma rapidez lo extinguió con un movimiento de la mano. Por eso no buscaba
pelea con los brujos. Encontrabas a uno con suficiente habilidad, y mi capacidad
de manipular el fuego ya no me daba una ventaja. Sin embargo, la distracción
fue suficiente para liberarme de su dominio mágico.
Deslizándome por el costado del edificio, me sentí aliviada al ver a Danaus
arrastrándose fuera el coche. Consideré hacerme con sus poderes, pero aplasté
el pensamiento con la misma rapidez. El cazador ya estaba enojado conmigo.
No hay razón para hacer el asunto peor, aunque sabía que llegaría el tiempo.
Danaus, la azotea de enfrente, le dirigí mientras trataba de ponerme de pie.
Lo tengo. Sentí el cálido roce de sus poderes mientras él reunió la energía a su
alrededor justo antes de enviarla a través de la calle a nuestro atacante. La
figura se sacudió bruscamente y corrió desde el extremo del edificio, saliendo
de nuestra línea de visión. Danaus dejó caer la mano y murmuró una suave
maldición. No podía hervir la sangre del atacante si no podía verlo. El usuario
mágico se había escapado, pero al menos los dos estábamos aún con vida.
Con demasiada frecuencia los Nightwalkers eran vistos como los más
peligrosos de las criaturas sobrenaturales debido a nuestra necesidad de sangre
para sobrevivir. Sin embargo, los brujos y las brujas eran con frecuencia más
brutales que los demás simplemente porque habían muy pocos de nosotros lo
suficientemente fuertes para enfrentarse a ellos. Lo único que teníamos a
nuestro favor era que los brujos y las brujas con frecuencia no sentían la
necesidad de atacar a las otras razas. Como los Nightwalkers, se contentaban
con pelear entre sí.
Con unos pocos y sólidos empujones mentales y un poco de distracción,
finalmente logré sacar a Danaus de la multitud reunida en torno a él y el coche.
Se tambaleó hacia donde yo estaba apoyada contra la pared, un ceño fruncido
creaba líneas de expresión en su frente.
—¿Brujo? —preguntó.
—O bruja. Al parecer, tenemos un admirador en la ciudad, además de Rowe.
Me quejé en voz baja, todavía tratando de evitar la atención de la multitud que
estaba siendo dispersada ahora por la recién llegada policía y la ambulancia.
Dirigí mis ojos contra las luces en sus coches, que bañaban la zona en tonos
brillantes de rojo y azul.
—¿Brujo de la Tierra o bruja?
Negué con la cabeza y al instante me arrepentí, ya que sentía como si mi
cerebro se hubiera derramado alrededor de mi cráneo. —No —le contesté con
un suave gruñido—. La magia se sentía como magia de la sangre. Nítido, limpia
y familiar. Este era un usuario de sangre mágica que estaba buscándonos
específicamente a nosotros.
—Tal vez a ti —contrarrestó Danaus rápidamente—. No tengo ningún enemigo
en esta parte del mundo.
Un pequeño resoplido se me escapó cuando levanté la vista a mi compañero.
—Mis enemigos son tus enemigos ahora, amigo.
El ceño fruncido de Danaus se suavizó, mientras él ponía su mano debajo de mi
barbilla e inclinaba mi cabeza para que él pudiera tener una mejor visión de mi
cara y la sangre que estaba manchando ahora mi mejilla y la mandíbula.
—Debiste haberme dejado en Savannah —dijo.
—¿Y perderte toda la diversión? Nunca me lo perdonarías —bromeé,
finalmente teniendo éxito en borrar lo último de su ceño fruncido—. ¿Qué, tan
mal se ve?
—Eres un desastre —dijo, dejando caer la mano a su costado.
—Tú no —me quejé—. Por supuesto, eres el que aterrizó sobre mí. —Mirando
alrededor de la zona, mis ojos finalmente se posicionaron en un elegante hotel
justo en la cuadra. Era un lugar seguro para limpiarme antes de seguir con lo de
Veyron. Sabía que no podía aparecerme en su puerta viéndome como si acabara
de sobrevivir a un accidente de coche. Con un movimiento suave de la cabeza,
le hice señas a Danaus para que me siguiera por la calle.
—¿Alguna idea de quién es nuestro nuevo amigo? —preguntó después de que
nos alejamos varios pies de distancia de la multitud de personas. Su ritmo era
más lento de lo habitual, pero creo que estaba más preocupado por mí y la
cojera que había desarrollado. Las costillas rotas que había sostenido, desde el
segundo ataque, mezcladas con los dolores y lastimaduras del accidente de
coche me estaban retrasando. Mi cuerpo estaba sanando, pero también
comenzaba a exigir que me detuviera y me alimentara. Desafortunadamente,
esa no era una opción con Danaus colgando de mis faldones. Por supuesto, si
Veyron era la mitad de anfitrión de lo que yo esperaba que fuera, no me
sorprendería que ofreciera aperitivos.
—No tengo idea —murmuré—. La única persona que conozco que podría haber
lanzado un hechizo como ese es Ryan, y ese no era Ryan.
—No, no era Ryan —acordó Danaus. Sólo había conseguido un breve vistazo de
la persona en la azotea, pero fue suficiente para saber que no era el hombre
desgarbado, de pelo blanco que estaba en Themis. Habíamos tenido un
enfrentamiento con el poderoso brujo, pero estaba aliviada al ver que no había
hecho su aparición en Budapest con el único propósito de hacer nuestras vidas
más difíciles. Sin duda, estaba guardando eso para una ocasión más especial.
Haciendo una mueca en contra de la luz brillante que llenaba el vestíbulo del
hotel, me detuve en el centro de la sala, mirando a Danaus, quien me estaba
mirando como si pareciera que estaba a punto de caerme—. Ni una palabra de
esto se menciona en lo de Veyron, —declaré—. Él no puede saber que estamos
teniendo problemas en su ciudad. Quiero a Valerio o a Stefan buscando entre
los brujos y brujas en primer lugar.
—¿Si él es tan poderoso como todo el mundo parece pensar que es, no sabría
quienes son los brujos más poderosos?
—Si es inteligente, lo hará. Solo que no quiero que sepa que no es el único
tratando de matarme.
—¿Veyron está tratando de matarte?
—Por supuesto. ¿Por qué si no Macaire nos habría enviado aquí? Macaire me
necesita muerta, y por alguna razón está seguro de que Veyron tiene un límite.
Si Veyron sabe que un brujo o una bruja están detrás de mí también, él puede
tratar de golpear mientras yo estoy en medio de una pelea con el otro bastardo.
—¿No parece un encuentro con Veyron y Macaire juntos poco prudente si
ambos te quieren muerta?
—Es posible, pero tú estás cuidando mi espalda. Estaré bien.
—Ve a limpiarte en el baño y te encontraré aquí —dijo Danaus, dirigiéndome
hacia el baño, cerca de la parte posterior del vestíbulo. No tenía sentido en
continuar la conversación. Estaba decidida a descubrir exactamente lo que
Veyron y Macaire estaban haciendo en Budapest.
Con un suspiro, me encaminé hacia el cuarto de baño, quitándome el abrigo
mientras caminaba. Estaba salpicado con mi sangre, pero hasta donde podía
decir, nada de mi sangre había llegado a mi suéter. Yo necesitaría quemar el
abrigo antes de presentarme ante Veyron, pero por otro lado él no sería capaz
de decir que Danaus y yo habíamos estado en un momento en una refriega.
No podía empezar a adivinar por qué el usuario de magia nos había atacado. El
único que podría estar incluso un poco enfadado conmigo era Ryan, y yo no
creí que sería su estilo enviar a otra persona detrás de mí, cuando sería más a su
favor que me manipulara para regresar a su lado. Yo era mucho más valiosa
para él viva que muerta, sobre todo si estaba buscando conseguir un punto de
apoyo de control sobre el Aquelarre.
Este usuario de magia estaba también sorprendiéndome en un mal momento.
No era suficiente que yo tuviera que preocuparme por lo que Rowe estaba
haciendo, sino que tenía que tratar de adivinar por qué Macaire me había
enviado a Budapest, en primer lugar. Claro, era para morir, pero ¿por qué aquí?
¿Qué ventaja podría tener Veyron en realidad sobre mí y Danaus?
Por supuesto, potencialmente había una razón aún más oscura de por qué
Macaire me envió a Budapest, pero era un pensamiento demasiado horrible
para contemplar. Y además, no había absolutamente nada que yo pudiera hacer
para detenerlo.
Capitulo 13
Traducido por Virtxu y Masi
Corregido por Marina012
a casa de Veyron era, naturalmente, algo enorme con viejas ventanas de
cristal biselado y una fachada de piedra gris. El patio estaba iluminado con
una serie de farolas antiguas y un par de apliques eléctricos de hierro
forjado junto a la puerta en la parte frontal de la casa. Altos árboles con ramas
retorcidas como los dedos huesudos de los muertos se acercaban desde el patio,
proyectando grandes sombras sobre la zona. Las ramas desnudas tabaleaban
juntas en el viento, mientras la nieve se arremolinaba en torno a nuestros pies.
Mientras salíamos de nuestro segundo taxi, tanto Valerio, Stefan, y Macaire
aparecieron justo detrás de nosotros, envueltos en sus abrigos, mientras yo
permanecía sólo con mi suéter y pantalones de vestir.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? —preguntó Stefan con el ceño fruncido.
—¿Y qué le pasó a tu abrigo? —agregó Valerio.
—Nos encontramos con algunos problemas inesperados. Se los diré más tarde
—gruñí mientras caminaba hasta la puerta principal. No quería que Macaire
supiera sobre nuestro pequeño encontronazo con el brujo si podía evitarlo.
Antes de que nadie pudiera tocar el timbre, la puerta fue abierta por un ser
humano de aspecto rígido con un traje de color negro.
No preguntó quiénes éramos, sino que sin decir palabra nos señaló para que
entráramos en la casa. Hice todo lo que pude para mantener mi rostro
perfectamente blanco mientras íbamos a través de una opulenta habitación
decorada tras otra hacia la parte posterior de la casa. Yo tenía una casa bonita y
cómoda en Savannah, pero esta casa goteaba dinero y el clásico encanto del
Viejo Mundo. No había muebles en todo el lugar el cual tenía más que un par
de siglos de antigüedad y todo estaba en perfectas condiciones. Candelabros de
plata y oro, brillaban a la luz de las velas a lo largo de las habitaciones, mientras
que los fuegos parpadeaban y bailaban en cada chimenea que pasamos.
L
Sin embargo, a pesar de la opulencia, no vimos a nadie mientras el ser nos
guiaba. No había sonidos en la casa, menos el eco de nuestros pasos a través de
los pisos de mármol y de madera y el crepitar del fuego en las chimeneas.
Recorrí la casa para encontrar que había una pequeña colección de
Nightwalkers en la dirección en que nos dirigíamos, mientras que casi dos
docenas de personas estaban escondidas en la casa. Estaba dispuesta a apostar
que los humanos representan una colección de servidores y de mascotas de
Veyron. Interiormente me encogí, temiendo cómo Danaus iba a reaccionar en
caso de que nos encontráramos con los humanos.
Cuando entramos en lo que parecía ser una sala de jardín con grandes
ventanales que reflejaban la luz de la lámpara, un Nightwalker con el pelo de
color cobrizo se puso en pie. Se puso una mano en la cintura y se inclinó hacia
mí y Macaire mientras sonreía ampliamente hacia nosotros.
—La grandiosa Fire Starter, Mira —anunció con un espeso acento húngaro. Me
di cuenta de que no hablaba ni húngaro, ni italiano, sino Inglés. Era una postura
neutral para él. Se inclinó hacia mí, pero él no estaba usando italiano y
simplemente se refirió a mí como la Fire Starter.
—Gracias, Veyron, por darme la bienvenida a mí y a mis compañeros en tu casa
—le dije. Pasando por mi lado, saludó a Danaus y a los otros—. Este es mi
consorte, Danaus, y estos son Valerio y Stefan. Y estoy seguro de que ya estás
familiarizado con el Anciano del Aquelarre, Macaire.
—Bienvenido, señor —dijo Veyron, inclinándose por segunda vez—. No nos
hemos reunido oficialmente ya que mis comparecencias ante el Aquelarre
siempre han sido muy breves.
—En verdad —dije—. Supuse que se conocían ya que Macaire dijo que le habías
contactado directamente por el problema de los Naturi en Budapest.
—He escuchado de varios emisarios de la ciudad, a través de mis mascotas, que
había problemas en Budapest —dijo Macaire—. Esta es la primera oportunidad
que he tenido de encontrarme oficialmente con Veyron —añadió, por lo que me
dieron ganas de estrangularle. No tenía duda de que esos dos se conocían y se
conocían bien. Estas eran un montón de mentiras en un esfuerzo por hacerme
bajar la guardia.
—No importa —dije con un gesto impertinente de mis hombros, mientras
forzaba una sonrisa en mis labios—. Lo importante es que estamos aquí ahora
para ayudar a esta pobre ciudad.
—Y es un honor contar con dos Ancianos y sus compañeros en mi humilde
hogar. Por favor, que todo el mundo entre y descanse. Permítanme pedir
algunos refrescos para nosotros —dijo Veyron, cuando regresaba a su asiento.
Yo personalmente podría haber amordazado las tontas bromas y trámites, pero
sabía que esto era lo que se esperaba. Por supuesto, la gran ironía era que yo
estaba sentada con el vampiro que probablemente había sido contratado para
matarme junto con el hombre que lo había contratado, y se esperaba que j ugase
limpio porque era lo que se esperaba de nosotros. No podía acusarles de no
jugar bajo las reglas.
Cuando Veyron se sentó, me di cuenta de que Sofia había salido de la sombra y
tomó un asiento en un pequeño taburete acolchado junto a su silla. Yo reclamé
el asiento frente a Veyron, con mis ojos a la deriva hacia la mujer. Mientras
tanto, Macaire, Valerio y Stefan se sentaron cerca de mí, mientras que Danaus se
quedó de pie justo detrás de mi hombro, con los brazos cruzados sobre el pecho
mientras miraba a Veyron. Me conté a mi misma mi suerte de que él estuviera
siguiéndole el juego a este poderoso Nightwalker.
Veyron pasó la mano por la cabeza de Sofia, como si acariciara a un perro
obediente.
—Y esta es mi pequeña perla, Sofia.
—Sí, nos hemos encontrado. —Forcé una sonrisa en mis labios mientras llevaba
mi mirada hasta Veyron—. Es muy bonita.
—Gracias —dijo Veyron, positivamente radiante como si fuera un orgulloso
propietario.
Tuvimos sólo un momento antes de que ocho personas caminaran en fila en la
sala y se pusieran a mi lado y al de Veyron. Había cuatro hombres y cuatro
mujeres, todos parecían tener la edad de treinta años. Había rubias, morenas e
incluso una pelirroja, con diferentes tipos de cuerpo, de apariencias y por lo que
pude decir, diferentes tipos de sangre, todo por un paladar de alta exigencia.
—Por favor —dijo Veyron, señalando hacia las ocho entradas dispuestas
delante de mí.
Dejé que mis ojos barrieran sobre ellos como si estuviera sopesando la elección.
Sin embargo, en verdad yo estaba haciendo tiempo. Estaba tratando de pensar
alguna manera de escapar de esto, pero supe que no podría cuando Macaire se
levantó y eligió a un hombre joven de aspecto saludable con el pelo rubio.
Voy a comer. Es una buena etiqueta, advertí a Danaus, tratando de mantener la
conversación entre los dos.
Lo supuse, respondió. La ira salió de él en ondas, rozando mi costado mientras
me puse lánguidamente en pie.
Nadie va a salir herido, seguí, tratando de asegurarme de que no iba a hacer algo
que nos llevara a problemas más profundos de los que ya estábamos.
¿Están aquí por voluntad propia?
No sé, pero sé que no recordaran nada de lo que sucederá aquí esta noche.
Con eso, Danaus se quedó en completo silencio, bloqueándome tanto como
podía con sus pensamientos. Pasé por el lado de un hombre alto con el pelo
castaño oscuro y los ojos marrones. Puse mi mano izquierda sobre su pecho y
sonreí mientras su corazón recogió su paso firme en mi tacto. Me sumergí en su
mente para encontrar que su nombre era Frank y que él era un estudiante
universitario que estudiaba física. Y si bien no debería haber sido necesario
comprobarlo, encontré que era completamente humano. Con un sólo empujón
de mis palabras lo puse en un estado de trance. Ya no era consciente de la
habitación o de sus ocupantes. Por un breve momento en el tiempo sólo existía
entre él y yo y el placer que le prometí darle. Una sonrisa torcida levantó sus
labios cuando me miró.
Justo antes de levantar mi boca al cuello de Frank, miré por encima del hombro
a Danaus para encontrar al cazador mirándonos. Su cuerpo estaba tieso y sus
manos estaban cerradas en puños. Le sonreí luego volví la cara al cuello de
Frank, enterrando mis colmillos profundamente en la vena. Su cuerpo se
sacudió una vez antes de que él dejara escapar un suspiro de placer.
Mi mente profundizó, enviándole ondas de placer exquisito, perdiéndolo en
una felicidad que aturdía su mente. Al mismo tiempo, yo misma casi me perdí
en esa misma onda. Había pasado demasiado tiempo desde mi última comida,
demasiadas noches largas y frías luchando y casi muriendo. Necesitaba esto
más de lo que estaba dispuesta admitir.
La sangre y el abrazo del joven se llevaron el frío y el miedo. Me envolvieron en
un mundo seguro que no incluía a los Naturi ni al bori. Lo único que podría
haber hecho esto mejor era un conjunto diferente de fuertes brazos.
Sintiéndome mejor, además de un poco malvada, llegué a la mente de Danaus,
enviándole la misma calidez y placer que yo estaba disfrutando. Era un versión
débil, filtrada de lo había encontrado en la Primera Comunión hace apenas una
semana, pero fue suficiente para ganar un gruñido bajo que sin duda llamó la
atención de mis otros compañeros.
Ya basta, Mira, Danaus rompió en silencio.
Déjalo. Lo estás disfrutando y lo sabes.
No quiero hacerlo. La sorprendente admisión me bastó para cerrar la conexión
entre nosotros. Terminé mi comida en un par de minutos después. Al cerrar la
herida del joven, pensé en agarrar otro, pero no necesitaba atiborrarme. Tendría
la oportunidad de alimentarme de nuevo más tarde.
Después de guiar a Frank a una silla cerca de la puerta de entrada a la sala,
volví a mi asiento, apenas resistiendo las ganas de correr mi lengua por los
dientes. —Gracias. Eso fue un aperitivo muy bienvenido —dije con una
inclinación de la cabeza a mi anfitrión.
—¿Está segura que no quiere más? Si no son de su gusto, puedo convocar a
otros para usted. ¿Mayores quizás? ¿O más jóvenes? —Ofreció Veyron como
cualquier anfitrión atento. Deseché sus comentarios y dirigí mi atención a
Valerio y Stefan.
Los Nightwalkers en silencio elegían entre el resto de seres humanos que
llenaban la sala, con el mismo cuidado que yo había demostrado, para mi gran
alivio. Valerio vacilaba a veces entre poner a su comida en un trance y dejarlos
conscientes para poder disfrutar del temor que bombeaba por sus venas.
Dejándolos conscientes sólo traería la ira de Danaus, y todos lo sabían.
Simplemente estuve agradecida de que ni Valerio ni Stefan aprovecharan para
empezar una pelea con el cazador.
Por desgracia, Macaire se estaba aprovechando de la situación para tratar de
provocar al cazador. Él no sólo se alimentó de tres personas, sino que se
aseguró de que fueran plenamente conscientes durante todo el asunto por lo
que su terror se pudo sentir y oír en la habitación. Cuando con el primer
hombre no obtuvo una respuesta de Danaus, Macaire cambió a un par de
mujeres delgadas, débiles, que eran mucho más vocales en su miedo. El
Anciano las drenó hasta una pulgada antes de la muerte, y cayeron al suelo con
un ruido horrible. Tenían que ser llevadas a por algunos de los otros sirvientes
de Veyron.
A lo largo de todo, Danaus ni siquiera se inmutó. Yo sabía que el cazador había
visto cosas mucho peores en sus días de batalla y por medio de su existencia
excesivamente larga, pero Macaire sólo tuvo éxito en probarle a Danaus que él
había tenido razón todo el tiempo. Los vampiros eran simplemente monstruos
chupadores de sangre a los cuales nos les importaba la raza humana más allá de
para ser una fuente de alimento. Macaire demostró que éramos seres sin alma
que no valía la pena salvar. En ese destello de un instante, no culpé a Danaus de
todas las muertes de Nightwalkers que había causado. Si alguno de ellos era
como Macaire, se merecían lo que recibieron.
Cuando el trío de Nightwalkers regresaron a sus asientos y los humanos
salieron de la sala, los ojos de Veyron derivaron a Danaus y una sonrisa cruzó
su rostro lentamente.
—Soy reacio a pedir favores —comenzó, con su mirada fija en el cazador—.
Pero me pregunto si me permitiría probarle. Nunca he oído hablar de que la
famosa Fire Starter tuviera una mascota. Me interesa saber lo que le hace tan
especial.
—¡No! —Espeté, poniéndome en pie—. Nadie lo toca. Danaus no es una
mascota. Como he dicho antes, es mi consorte. —A nuestro alrededor, las velas
parpadearon y quemaron más fuerte y más alto en sus mechas ya que
inconscientemente se aprovecharon de los poderes que habían sido una parte
de mí desde mi nacimiento. Algo importante para mí estaba siendo amenazado,
y yo iba a defenderlo con todo lo que tuviera. Veyron no tocaría a Danaus.
Stefan y Valerio también se pusieron de pie como si me protegieran, mientras
que Danaus se quedó de pie, inmóvil como una estatua a mi lado. Macaire
repantigado en su sillón, miró el proceso con una sonrisa en sus delgados
labios.
Veyron era sabio y se quedó sentado, ofreciendo sus dos manos abiertas hacia
mí, mientras inmediatamente se retractó de su petición. —No me refería nada
malo con mi solicitud —dio marcha atrás—. Nunca quise ofenderla a usted o a
su consorte.
Asentí con la cabeza rígida, regresando a mi silla, seguida por Valerio y Stefan.
—Danaus no va a ser tocado por ninguna otra criatura. —Dejé que la amenaza
tácita colgara pesadamente en el aire. Si yo nunca me había alimentado del
cazador, menos permitiría que otro Nightwalker lo tocara. No quería que fuera
contaminado de tal manera. No era como cualquier otro ser humano que había
conocido, y no era sólo que él fuera parte bori. Él era diferente, y quería
preservar y proteger su diferencia del resto de mi especie.
—Perdóname. Entiendo la importancia que tiene para usted. En verdad, yo no
creo que jamás pudiera permitir que nadie tocara a mi querida Sofia —dijo
Veyron mientras él una vez más, acariciaba la parte posterior de su cabeza. Casi
esperaba que ella empezara a jadear o ronronear mientras volvía sus ojos azules
hacia él y una delicada sonrisa levantaba las esquinas de su boca en forma de
arco.
—Tal vez le gustaría que yo le consiguiera algo para comer o beber —sugirió
Sofia, en una voz suave, casi hipnótica.
—Sí, por supuesto. ¡Qué descortés por mi parte! No estoy acostumbrado a
entretener a los humanos —dijo Veyron con una sonrisa.
Sofia se puso en pie como si se sostuviera del aire y empezó a deslizarse fuera
de la habitación cuando Danaus impresionó a todo el mundo hablando
finalmente. —Puedo acompañarla —se ofreció.
—No hay necesidad de que se moleste. —Sofia sonrió dulcemente hacia él,
mientras yo luchaba contra la tentación de morder mi labio inferior ante el
pensamiento de molestarle. No esperaba esto de Danaus. Había pensado que le
gustaría permanecer cerca mientras estábamos en conversaciones con Veyron,
pero ahora parecía ansioso de escapar con Sofia. No estaba segura de lo que
estaba haciendo, pero una parte de mí sabía que no me gustaría.
—No me importa —dijo Danaus—. Me daría la oportunidad de ver más de esta
exquisita casa.
—Sí, llévalo contigo, Sofia —dijo Veyron con un gesto de su mano—. Dale algo
de comer y muéstrale mi casa mientras yo hablo con los Ancianos. —Me mordí
la lengua y forcé una sonrisa en mis labios mientras me relajaba en la silla frente
a mi demasiado noble acogida. Él pensó que le estaba haciendo a Danaus algún
gran favor, pero yo sabía que el cazador tenía algún plan retorcido bajo la
manga.
Mantente alejado de las travesuras y ten cuidado con los otros Nightwalkers en la casa,
le advertí cuando salía de la habitación con Sofia.
Tan pronto como se cerró la puerta, volví mi atención de nuevo a Veyron.
Estaba más que lista para ponerme a trabajar y completar esta pequeña danza
que había empezado. —Me sorprende que Odelia no esté aquí con nosotros.
—No sabía que usted esperaba que viniera —respondió Veyron.
—Ella parece tener cierto poder dentro de la ciudad. Y tú también. —Tenía
curiosidad por si había alguna animosidad persistente entre los dos que yo
pudiera aprovechar. Podría ser útil más adelante—. Debo admitir que estoy un
poco confundida cuando se trata de entender quién es el poseedor de Budapest.
Es desconocido por mí misma y por los otros Ancianos del Aquelarre quien es
el que hace las normas en esta ciudad.
Veyron colocó su tobillo derecho sobre su rodilla izquierda, mientras se sentaba
en su silla con una sonrisa. —No hay ningún guardián de Budapest. No hay
necesidad.
—¿Quién mantiene la paz? —preguntó Valerio.
—No hay necesidad de que nadie imponga la paz en la ciudad —respondió
Veyron—. No hay luchas por el poder, nada de peleas por el territorio, aquí.
Todos los Nightwalkers aquí son algo más jóvenes y están contentos de seguir
su propio camino.
—No todo es paz y amor en esta ciudad —declaró Stefan, con voz ominosa,
haciendo que los ojos de todo el mundo se arrastraran hacia él. El Nightwalker
estaba sentado rígidamente, en su silla con sus manos agarrando los brazos. Fue
uno de los raros momentos en que le había visto expresar algún tipo de
emoción, y era obvio para todos que él estaba más que un poco enojado.
—¿Qué ha pasado? —La sonrisa de Veyron perdió parte de su intensidad
anterior, enfrentándose ahora con la abierta hostilidad de un Nightwalker que
era mucho mayor que él. Debería este ejecutor sublevarse a golpes, ya que no
había ninguna promesa de que el Anciano se adelantara para parar a Stefan.
Levantando su barbilla, Stefan aflojó su mandíbula lo suficiente como para que
pudiera hablar. —Hace un mes mandé a mi ayudante aquí para recoger un
paquete para mí. Ella llegó en un jet privado. Llegó a la ciudad y se alojó en un
hotel, pero eso fue lo último que oí de ella. El paquete no fue recogido y no he
vuelto a saber nada de mi asistente.
—Si necesitas ayuda para adquirir tu paquete, estoy seguro de que puedo
ayudarte. Estoy familiarizado con muchos de los comerciantes de la ciudad —
dijo Veyron, con un gesto indiferente de su mano.
El brazo de la silla donde Stefan estaba sentado crujió, cuando el agarre del
Nightwalker se tensó. —Yo no estoy interesado en el paquete. —La voz de
Stefan, de nuevo, se redujo a un tono mortalmente suave—. Quiero saber dónde
está mi asistente. Ella tiene que volver a mí.
Veyron sacudió tristemente su cabeza, lo que hizo que quisiera arrancarle la
cabeza. —Me temo que esta es la primera vez que he oído hablar de la cuestión.
Haré lo que pueda para ayudarte a encontrarla.
—Creo que será de mejor interés para ti el que me ayudes, porque planeo
desmantelar esta ciudad hasta encontrarla —replicó Stefan.
—¿Cómo se llama? —preguntó Macaire cortésmente.
—Michelle —dijo Stefan, su voz perdiendo parte de su punto mordaz—. Ella
mide un poco más de metro cincuenta, con cabello castaño que le llega hasta la
cintura. Sus ojos son marrones y tiene un conjunto de pecas dispersas por su
nariz.
—¿Qué edad tiene? —preguntó Valerio.
—Tiene 221 años —dijo Stefan, sorprendiéndome. Yo no había esperado que su
asistente fuera una Nightwalker.
Pero entonces, por la descripción detallada que dio y su negativa a enfrentar el
hecho de que lo más probable fuera que estaba muerta, yo estaba dispuesta a
apostar que Michelle era más que un asistente para él. No había esperado que
Stefan sintiera cualquier tipo de emoción por otra persona a parte de él. Por otro
lado, tenía sentido. Nada obligaría a Stefan a que voluntariamente viniera en
una misión conmigo, si no fuera muy importante para él. Y por su tono de voz,
Michelle era muy importante para él. Por un breve instante me pregunté si era
Michelle lo que había traído realmente a Stefan a Budapest y no un elaborado
complot tramado entre él y Macaire.
Fruncí el ceño, pensando en la posibilidad. Era muy probable que Michelle no
estuviera ya viva, si había desaparecido hacía más de un mes. Los Nightwalkers
no desaparecían porque sí. Siempre existía la posibilidad de que se hubiera
escapado de Stefan y estuviera escondida en algún lugar del Este, donde las
cosas eran un poco más salvajes y menos vigiladas de cerca por el Aquelarre y
sus guardianes. En el Este, era más fácil entrar y perderse entre los
Nightwalkers, creando una nueva identidad para sí mismo.
Sin embargo, era reacia a aceptar esta teoría. Stefan parecía realmente
preocupado por Michelle, y asumía que él sabría si había posibilidad de que
ella se hubiera escapado. Por supuesto, el amor puede cegarnos por completo,
en ocasiones.
—Si ella estaba en la ciudad hace un mes deberías considerar el ponerte en
contacto con Ferko —sugirió Veyron, rascándose la barbilla con la mano
derecha—. Él es el alfa de la manada local. A veces, los licántropos pueden ser
un poco peligrosos cuando está cerca la luna llena. Odio pensarlo, pero hay una
pequeña posibilidad de que ella pudiera haber caído con una multitud
peligrosa, mientras estaba en la ciudad.
—¿Eso es un problema en Budapest? —pregunté, levantando una ceja hacia
él—. ¿Los locales acosados y posiblemente asesinados por los licántropos?
—No realmente. —El Nightwalker se encogió de hombros, mirando a todo el
mundo como si nada de esta conversación realmente le importara, y en verdad
no debería ni considerarse a sí mismo como guardián de Budapest—. De hecho,
el tiempo de la luna llena para los Cambiaformas es siempre un momento
peligroso del mes. A veces algunas personas desaparecen. Estoy seguro de que
ocurre en todas partes.
—Actualmente, no es así. —Mi voz se volvió más fría, perdiendo la suavidad
agradable y la cordial invitación—. El alfa de la manada de mi propio dominio
mantiene un estricto control sobre su gente. Los humanos y los Nightwalkers
no desaparecen en mi dominio. —Sentándome de nuevo, coloqué mi dedo
sobre mis labios, en actitud de pensar—. Macaire, por favor, corríjame si me
equivoco, siendo como soy nueva en el puesto de Anciano —empecé a decir,
haciendo una pausa para sonreírle.
—Por supuesto —respondió, con una sonrisa forzada en sus labios—. ¿Qué te
pasa por la mente?
—No creo que el Aquelarre esté satisfecho con este sistema actual.
—¿Qué quieres decir? —dijo Macaire, sentándose un poco más recto en su silla,
mientras se deslizaba hacia el borde de su asiento.
—Como miembro del Aquelarre, tengo que admitir que no estoy a gusto con la
desaparición periódica de seres humanos y de Nightwalkers en la ciudad —
dije, dejando caer mi mano de nuevo en mi regazo—. Y si yo no me siento
cómoda, el resto del Aquelarre no podría sentirse cómodo con ello, tampoco.
—Macaire nunca ha expresado ninguna preocupación por la situación de la
ciudad —admitió Veyron sin pensar, mientras empezaba a retorcerse en su
propia silla.
—Corrígeme si me equivoco, viejo amigo, pero no creo que seas plenamente
consciente de la situación, teniendo en cuenta que pasas la mayor parte de tu
tiempo en Italia —dije—. Hablando de eso —agregué, volviendo mi atención
hacia Veyron—, ¿por qué los inexpertos de Budapest no hacer su aparición ante
el Aquelarre, como es tradición?
—Fue mi impresión que ya no estábamos siguiendo la antigua tradición.
Lancé un pequeño resoplido y sacudió la cabeza, mientras miraba hacia
Macaire. —¿Podrías alguna vez dejar de vernos como una tradición a prueba de
tiempo, mientras los novatos irrumpen en Venecia? ¡Es totalmente absurdo!
—Es la única manera de enseñarles donde se encuentra el verdadero poder de
nuestro pueblo —dijo Macaire, con los dientes apretados.
—Respeto —dijo Valerio—. Los jóvenes Nightwalkers aquí, no tienen respeto
por el Aquelarre, los Ancianos, o incluso cuando ven una antigua tradición —
añadió mientras recogía un pedazo de pelusa de sus pantalones oscuros. Él no
pudo resistirse a poner otro clavo en el ataúd de Veyron. No tenía duda de que
él sabía a dónde iba con esto y ahora simplemente me incitaba a ello.
Lancé un profundo suspiro y miré mis manos cruzadas en el regazo. —Esto no
puede continuar.
—¡No puede ser! —dijo Veyron, casi saltando de su silla.
—Pero lo es. Los Cambiaformas están matando a los Nightwalkers y a los seres
humanos, poniendo en peligro el secreto. Los Nightwalkers no están
apareciendo ante el Aquelarre, que es el único lugar donde pueden aprender
correctamente lo que significa ser un Nightwalker y entender su lugar en el
mundo. Esto es inaceptable, y sé que hablo por el resto del Aquelarre cuando
digo que esto no puede continuar.
—¿Qué piensas hacer? —exigió saber Macaire en una voz lenta e incluso
tranquila.
—La única cosa que puedo hacer —dije, antes de inhalar una respiración
profunda y cansada—. Asumiré el cargo de guardián de Budapest.
—¡Pero no puedes! —gritó Veyron, saltando de su silla.
—¿Por qué no? —pregunté, una esquina de mi boca se elevó en una sonrisa
mientras me acomodaba en mi propia silla.
Veyron se retorció en silencio durante varios segundos antes de que finalmente
encontrara su voz y una excusa viable para su objeción.
—Ya es el guardián de una ciudad en el Nuevo Mundo. ¿Cómo se las va a
arreglar para estar en dos lugares al mismo tiempo?
—Me gustaría pasar un largo período de tiempo aquí, me quedaré aquí hasta
que sienta que la ciudad está en el camino correcto antes de regresar a
Savannah —afirmé—. Y en verdad, ahora que soy un Anciano en el Aquelarre,
es probablemente mejor que me quede en Europa, así puedo echar una mano a
Venecia. De hecho, puedo entregar Savannah a mi asistente. Seguro que hace
un trabajo adecuado en el manejo de la ciudad.
Veyron se dejó caer en su silla, apretó sus manos en puños en las rodillas.
Estaba atrapado, yo hice todo lo que pude para tragarme una risa. Si él no
quería que demandara la posición de guardián de la ciudad, tendría que dar un
paso adelante y reclamar lo mismo. Por supuesto, teniendo en cuenta el mal
trabajo que estaba haciendo, había una buena probabilidad de que se lo robaran
a él de todos modos.
—¿Tiene alguna objeción? —Le pregunté tan dulcemente, mostrándole mis
colmillos mientras sonreía. Miré a Macaire, que sólo pudo asentir con rigidez
mientras se recostaba en su silla.
—No, por supuesto que no —dijo, un poco demasiado rápido para ser
considerado creíble—. Su presencia sería una adición bienvenida a la ciudad.
—Sí, esto te ayudará a mantenerte a la mano para cuando se te necesite en el
Aquelarre —dijo Macaire—. Estábamos discutiendo recientemente que puede
ser el momento para que tú tomes un dominio dentro de Europa —añadió,
haciendo que sonara como que todo tenía su sello de aprobación, cuando tenía
pocas dudas de que él me quería en alguna parte cerca de Budapest.
—Excelente. Entonces demando el cargo de guardián de Budapest. Vigila
porque la palabra se extienda a todos los Nightwalkers de mi nuevo dominio —
declaré.
—¿Hay algo más que desee? —dijo Veyron entre dientes mientras inclinaba la
cabeza hacia mí.
Eché un vistazo a mis compañeros, y Valerio negó con la cabeza, mirando
completamente divertido por todo el proceso. Stefan, por su parte, continuó
mirando a Veyron, mientras sostenía al Nightwalker responsable de la
desaparición de su asistente. —Sí, corre la voz de que estamos buscando a una
Nightwalker llamada Michelle. Exijo que se la encuentre, o por lo menos
descubrir qué pasó con ella. Vamos a hablar con Ferko y su manada mañana
por la noche.
—Mañana por la noche es luna llena —me recordó Veyron.
Le sonreí de nuevo y me incliné hacia adelante un poco. —No puedo pensar en
un mejor momento. Me gusta crear impacto en las personas que conozco.
Veyron se empujó hacia atrás, con las manos aferradas a los brazos de su
cómoda silla, casi el reflejo de la misma postura que Stefan. Ni él ni Stefan
estaban especialmente felices, pero al menos sólo uno de ellos quería mi cabeza
en este momento. Stefan se limitaba a esperar hasta un momento más oportuno,
cuando más se fuera a beneficiar.
—Puesto que usted es ahora la encargada de Budapest, estoy asumiendo que va
a cuidar de nuestra infestación actual de Naturi —dijo Veyron en voz baja.
—Ya he empezado. Danaus y yo cazamos a cinco Naturi anoche en el Parque
Szobor —le informé, teniendo exquisito placer en ver su ceño profundizarse.
Por desgracia, mi alegría fue de corta duración ya que continué hablando—. Sin
embargo, descubrimos que hay un Naturi extremadamente peligroso en la
región. Su nombre es Rowe y es algo como un fanático en la raza Naturi. Ahora
que él sabe que estoy aquí, podría aumentar su masacre de Nightwalkers y
seres humanos mientras él me persigue.
Una sonrisa cruzó la cara torcida de Veyron. —¿Así que su presencia aquí en
realidad ha hecho más peligroso esto para los Nightwalkers?
—Esto va a la par cuando se trata de Mira —dijo Valerio, ganándose una
mirada oscura de mi parte—. Los Naturi tienden a acudir a su lugar de huida.
Eso sucede cuando usted es el enemigo número uno entre toda su raza.
Forcé una sonrisa en mis labios cuando volví la mirada hacia Veyron y me
encogí de hombros. —Eso pasa cuando eres conocido por sacrificar a
innumerables de sus filas durante largos siglos. Su supervivencia depende de
mi muerte.
—¿Será capaz de deshacerse de ellos?
—Sería bueno, teniendo en cuenta que este Naturi en particular le dio este tipo
de problemas, tanto en Creta como en Perú —agregó Macaire, con lo que me
gustó poder tirarle algo a la cabeza.
—Yo me encargaré de Rowe. El Naturi de un sólo ojo no dejará Budapest con
vida.
—¿De un sólo ojo? —Preguntó Veyron.
—Lleva un parche en el ojo. La cara llena de cicatrices. Cabello negro, piel
morena. Realmente no se parece mucho a un Naturi desde hace tiempo, pero él
todavía piensa como uno.
—Así que, mientras está en la ciudad, ¿va a controlar a los licántropos,
perseguir a los Naturi, y enseñar a los Nightwalkers a actuar de forma
adecuada? —Dijo Veyron con una mueca.
—Bueno, pensaba empezar por ahí. Esas no son las únicas cosas en mi lista de
tareas pendientes —dije, mi sonrisa nunca vaciló—. Pero si voy a hacer algo, no
puedo permanecer aquí. Tengo que salir a la calle.
Al levantarme de la silla, mentalmente me acerqué a Danaus y le dije que nos
íbamos.
Veyron acompañó a mi grupo a la puerta principal, donde Danaus y Sofia
estaban esperando por nosotros.
Volviéndome hacia Veyron, asentí con la cabeza y le sonreí. —Gracias por toda
vuestra ayuda. Creo que usted estará satisfecho con la forma en que Budapest
mejorará mientras yo estoy aquí.
—Sí —dijo con un ligero silbido mientras sostenía la puerta abierta para
nosotros. Salí de la casa, con Danaus pisándome los talones. Macaire, Valerio, y
Stefan estaban justo detrás de nosotros. No hubo duda de la risa suave de
Valerio cuando Veyron cerró la puerta.
—Sólo tú tendrías el valor para entrar en un dominio y robárselo directamente
al hombre —dijo Valerio mientras pasaba el brazo alrededor de mi espalda y
apoyaba su mano en mi cadera.
—Él tuvo un amplia oportunidad de decir algo, y no lo hizo —respondí con una
sonrisa maligna mientras nos alejábamos de la casa, hacia la poco iluminada
calle—. Si yo estuviera fuera de lugar, estoy totalmente seguro de que Macaire
me hubiera llamado la atención —le dije, señalando hacia el Anciano con una
mano.
—Tienes razón. Budapest no es como yo la recuerdo, y estoy seguro de que
puedes traerla de vuelta a su glorioso antiguo ser —dijo Macaire con una ligera
inclinación de su cabeza—. Ahora, si me disculpas. —Sin una palabra más, el
Anciano desapareció por completo de la vista sin dar una palabra de la razón.
Stefan comenzó a hablar, pero yo levanté la mano y escaneé la región. Quería
estar segura de que Macaire había desaparecido por completo antes de que
nadie dijera nada de lo que después podríamos lamentar. Ahora había un par
de oídos por los que teníamos que preocuparnos. Cuando estuve segura de que
no estaba en ninguna parte de la zona, dejé caer mi mano y asentí con la cabeza
para que continuara.
—Sin embargo, ¿dominar en dos continentes? ¿No acababas de decir que no
ibas a demandar Budapest como nuevo dominio? —preguntó Stefan,
pinchándome simplemente porque podía.
Me metí una mano por el pelo, empujándola lejos de mi cara cuando el viento
aumentó. —Esto es sólo un arreglo temporal. Voy a renunciar a uno de mis
dominios una vez que todo se resuelva de nuevo y el Aquelarre esté feliz.
—¿Renunciaras a Savannah? —preguntó Valerio.
El sonido de las palabras pronunciadas hizo caer mi estómago. En ese instante
supe que no podía renunciar a mi amada Savannah. Era el único lugar desde
que me convertí en Nightwalker que yo sentía que podía llamar a casa. No me
importaba nada sobre‖ Budapest…‖ sólo‖ había‖ reclamando‖ ser‖ guardi{n‖ aquí‖
como una manera de tomar el control de la situación y, finalmente, obligar a
Veyron a actuar.
Por desgracia, me encontré frente a los enemigos en cuatro frentes. Los Naturi
estaban constantemente en mi espalda, mientras que los Nightwalkers, brujos y
licántropos estaban delante de mí. Sólo rezaba para que los compañeros que
había traído conmigo se quedaran a mi lado a través de la próxima masacre,
sobre todo ahora que Macaire había decidido rondar por la ciudad. Y sabía que
sería una masacre.
—¿Nos vamos? —preguntó Valerio con la mano apretada en mi cintura.
—¡No, espera! Danaus y yo podemos coger un taxi. —Traté de sacar la mano
fuera de mi lado, pero él no se movió.
—No, eso tomará mucho tiempo —dijo Valerio—. Es hora de conseguir algún
lugar seguro antes de Veyron decida que no va a esperar a que mejores la
ciudad.
Abrí la boca para discutir, pero las palabras nunca salieron de mi garganta.
Valerio convocó sus poderes y desaparecimos del patio delantero de Veyron y
al instante volvimos a aparecer de nuevo en mi habitación de hotel. Salí fuera
de su alcance al segundo en que sentí mis pies en tierra firme de nuevo, y aspiré
una bocanada de aire antes de gritar llamando a Danaus cuando el cazador y
Stefan aparecieron a mi lado un segundo después. El aire se me escapó
rápidamente. No confiaba en Stefan para que trajera a Danaus aquí. No me
fiaba de Stefan tanto como para arrojarle a él, pero ahora de mala gana estaba
dispuesta a darle el beneficio de la duda, teniendo en cuenta la pérdida de su
asistente.
—Dejarnos —dijo Danaus en voz baja—. Mira y yo tenemos algo que discutir.
Valerio y Stefan no lo dudaron. Valerio desapareció al instante, y Stefan se fue
directamente detrás de él con una risita suave.
Miré el cazador y fruncí el ceño. Esto no iba a ser agradable. Todo lo que había
aprendido durante su tiempo con Sofia estaba a punto de volver a morderme en
el culo. Sabía que nunca debería haberle dejado sólo con la pequeña y linda
mascota de Veyron.
Capitulo 14
Traducido por eli25
Corregido por Marina012
anaus se quitó su abrigo y lo lanzó sobre uno de los respaldos de las
sillas cuando paseó por la habitación. Yo me situé en un asiento libre y
crucé mi pierna izquierda sobre mi rodilla derecha, intentando armarme
contra lo que el cazador lanzaría a mi cadera. Mi estómago y mi mandíbula se
apretaron cuando le observé empujar una mano a través de su pelo oscuro,
apartándolo de su cara.
—Quiero que liberemos a Sofia —anunció él. Esto iba definitivamente a ponerse
feo.
—¿Por qué?
Danaus paró de pasear y me clavó con una oscura mirada. —¿Por qué? —
Repitió cuando su mano derecha se cerró en un puño—. Es una prisionera. Ese
vampiro la está manteniendo en contra de su voluntad.
—No estoy segura de creer eso. —Me encogí de hombros cuando me relajé en
mi silla—. E incluso si lo es, estoy de acuerdo en apostar que ella se metió solita
en ese caos en primer lugar. No es nuestro trabajo sacarla de su actual aprieto.
—¿Así que estás diciendo que no?
Tomé una profunda respiración y la liberé lentamente, cuando me recordé que
Danaus no estaba acostumbrado a mi mundo. Había limitaciones como lo que
podía hacer sin causar una tormenta de problemas con los cuales no estaba de
acuerdo en tratar en este momento. Ya había tenido suficiente en mi plato.
—Ella es una mascota, Danaus.
—Averigüé mucho por mí mismo —dijo bruscamente, pero le ignoré y
continué.
—Ella es una mascota, y la mayoría de las veces que un humano tiene esa
posición logra ser consentido porque ella o él está enamorada del Nightwalker.
D
Está siendo tratada bien, estoy segura. He visto a mascotas maltratadas, y ella
no ha sufrido abusados. De hecho, juzgando por la ropa y la joyería que ella
llevaba, parecía como si él la tratara bastante bien.
—¡No sabes eso!
Finalmente fruncí el ceño mientras descruzaba mis piernas y me deslizaba al
borde mi silla. Danaus puso sus manos en el respaldo del sofá que nos separaba
y se inclinó hacia delante para que pudiera mirarme directamente a los ojos.
—Ella es una prisionera —gruñó él—. Él restringe sus movimientos. Se
alimenta de ella. La comparte con sus amigos. Ella sólo es un objeto para él.
—Suena como una mascota para mí. Nada demasiado sorprendente en nada de
ese tratamiento. —Paré, buscando algún camino en el cual él pudiera aceptar la
disposición de Sofia—. Mira, Danaus. Ella se metió solita en esta situación. Ella
sólo va a tener que tratar con ello. Si tiene suerte, él se cansará de ella.
Demonios, es como si fuéramos a tener que matar a Veyron eventualmente, así
que ella será libre después de todo. No podemos entrar y decirle que la libere.
—¿Por qué no podemos liberarla nosotros ahora?
Sacudí mi cabeza y bajé la mirada a mis manos cerradas en mi cadera. —Eso no
se puede hacer.
—¿Qué demonios significa eso?
—Ella es la mascota de Veyron. —Me puse de pie, lo cual también causó que
Danaus se enderezara en toda su longitud—. No robas la mascota de otra
criatura a menos que quieras comenzar una guerra. Yo no la quiero. No quiero
pasar el resto de mi existencia protegiéndola. Es bastante malo que reclame
Budapest como mi segundo dominio. No necesito robar la mascota de otro
Nightwalker cuando él la tiene bajo su protección. Mi reputación no puede
afrontar ninguna oscuridad.
—Seguramente no tuviste problema en robar a Tristan de Sadira cuando
estaban en Venecia —acusó Danaus.
—¡La corte del Aquelarre iba a matarle, y Sadira no iba hacer nada para
detenerlo! No tuve elección. No podía quedarme de brazos cruzados y dejar
que ocurriera. Le prometí que le ayudaría a librarse de ella —discutí, finalmente
levantando mi voz.
—¿Y Nicolai? ¿Qué excusa tienes? No puedes decirme que no tomaste un riesgo
mayor por enfrentarte a Jabari y al Aquelarre completo por quitar al hombre
lobo de sus manos. Sabías que ibas a pasar el resto de su existencia
protegiéndole de Jabari.
—¡Maldita sea, Danaus! Estabas allí. Iba a entregar a Nicolai a los Naturi. Hubo
una oportunidad para que él pudiera haber sido el siguiente sacrificio que
rompería el sello. No podíamos tomar ese riesgo. Nicolai tenía que ser sacado
del Aquelarre. No había elección.
—Conveniente —se burló el cazador—. Has tenido una excusa para ambos.
—¿Sofia está en peligro? ¡No!
—No lo sabes.
—A Veyron le gusta su pequeña mascota. Ella no estará en peligro mientras le
obedezca. Él la protegerá y ella lo sabe. Sofia no está en ningún peligro por
parte del Aquelarre o los Naturi. Demonios, probablemente sea la criatura más
protegida en todo Budapest.
—Pero no es libre.
—Eso no es asunto nuestro.
—Ella es humana y quiere su libertad. Eso lo hace asunto mío —dijo Danaus. Él
me miró durante varios segundos como si esperase a que estuviera de acuerdo
con él, pero no dije ni una palabra—. La ayudaré. —Se giró y comenzó a
caminar fuera de la habitación del hotel.
Con un gruñido, puse un pie en el cojín del sofá y me apoyé en el respaldo. En
un par de rápidos pasos estuve delante de él antes de que pudiera alcanzar la
puerta. Situé mi mano en su pecho, deteniéndole.
—No vas a ninguna parte —ordené—. Intenta liberarla y comenzarás una
guerra. Aún necesitamos librarnos de los Naturi y descubrir por qué era tan
importante para Macaire que viniéramos aquí. Liberar a Sofia no es parte de ese
trato.
Estando de pie tan cerca de Danaus, algo me llamó la atención. Tomé una
respiración en un exasperado suspiro cuando noté un nuevo olor en el aire.
Estaba en todas partes a nuestro alrededor, llenando el diminuto vestíbulo que
guiaba al resto de la habitación de hotel como si hubiera otra persona de pie
directamente entre nosotros. Solté la respiración y tomé una segunda,
comprobando para asegurarme que no había perdido la cabeza.
Podía oler a Sofia. O podía oler su perfume. Estaba en todas partes. Lentamente
levanté mi mano del pecho de Danaus y olfateé mi mano antes de apartarla otra
vez. El olor era incluso más fuerte. Venía de Danaus.
—¿Qué has hecho? —pregunté. El horror llenó mi voz cuando presioné mi
espalda contra la puerta.
—¿De qué estás hablando? Estás cambiando de tema...
—¿Qué has estado haciendo? Puedo olerla. Está en todas partes. —De repente
me aparté de la puerta y me incliné sobre Danaus para que mi nariz estuviera
justo a pulgadas de su pecho. El olor del perfume de Sofia me golpeó a través
de la cara, enviándome tambaleando lejos del cazador una vez más—. ¡Está
totalmente sobre ti!
—Mira, estás siendo ridícula.
—¿Yo? Vienes a mí apestando a esa otra mujer, demandando que te ayude a
liberarla. ¿Qué estoy pensando? Durante un momento pensé que tus intereses
caían en mí, pero aparentemente alguna patética humana ha llamado tu
atención. ¿Qué es, Danaus? ¿Es porque ella es una indefensa damisela en
peligro o sólo porque es humana?
—No ha pasado nada. Cuando le dije que la ayudaría a escapar de Veyron, ella
se lanzó sobre mí. Me dio un abrazo y un beso en la mejilla. Nada más.
Un bajo gruñido se me escapó cuando agarré la parte delantera de su camisa y
le golpeé en una de las paredes—. ¡Le permitiste que te tocara! ¡Eres mío! ¿No
comprendes eso? Te hice mi consorte ante el Aquelarre y toda la nación
Nightwalker, y has elegido a una humana sobre mí.
—¡No te pertenezco! ¡No soy tu mascota! —Rugió Danaus, intentando alejarme
de él, pero yo no estaba moviéndome.
—No, no una mascota. Te he dado una gran posición. Eres mi igual ante el
Aquelarre. Mi amado y protegido consorte. —Le liberé entonces, dándole un
pequeño empujón cuando retrocedí hacia la puerta y me apoyé contra esta—. Y
vienes a mí oliendo a ella.
—Ella es una humana indefensa en una mala situación. Necesitamos ayudarla
—replicó Danaus, evitando el tema que parecía como si él ya hubiera
encontrado mi reemplazo. Mi estómago se tensó y apreté mis dientes. No
necesitaba esto ahora. Estaba más preocupada por la amenaza de los Naturi en
Budapest, matar a Rowe, y evitar ser asesinada en el proceso.
Lanzando ambas manos en mi pelo, giré mi espalda hacia él y miré a la puerta
que guiaba al pasillo del hotel. Necesitaba más tiempo para mirar este asunto
con los Naturi e intentar averiguar por qué un usuario mágico estaba
intentando matarme. También, estaba segura de que Stefan preferiría si
hacíamos algo sobre su asistente perdido antes de que removiera más
problemas.
—Necesitamos esperar, Danaus —dije, forzando las palabras a salir en calma,
incluso el tono cuando me giré para enfrentarle. Estaba intentando ser
razonable. Estaba intentando darle el beneficio de la duda y ayudarle después
de todas las veces que él me había ayudado. Aún el olor de Sofia se sentía casi
como una barrera física entre Danaus y yo.
—¿Y si ella no tiene tiempo para que esperemos? —demandó él.
Tiré mis manos de vuelta a mis costados con un golpe pesado. —¿Veyron ha
hecho algo para hacerla pensar que planea matarla en algún momento pronto?
Quiero decir, ese sería el por qué intentaría salvarla, porque Veyron planea
matarla, ¿y no porque ella está aburrida o algo?
—Ella quiere ser libre —dijo firmemente Danaus.
—Sí, bueno, no tenemos todo —murmuré, aunque estaba segura que él me oyó.
Me sentía atrapada. No me importaba ni Sofia ni sus problemas. Tenía bastante
con los míos, y no estaba de acuerdo en arriesgar mi cuello con cada pobre alma
que se cruzara en mi camino. Estaría muerta en cuestión de noches si intentaba
proteger el mundo. Pero entonces otra vez, eso era lo que estaba intentando
hacer cada vez que me encargaba de los Naturi.
Tomando una profunda respiración, cerré mis ojos e intenté encontrar un centro
de calma en todo el enfado y frustración zumbando dentro de mí. —Dame unas
noches. Déjame intentar encargarme de Veyron, Rowe, y unos pocos problemas
más en la ciudad antes de que intente averiguar qué hacer con Sofia. Quizás
sólo liquidemos a Veyron y eso es lo que importa.
—¿Actualmente funcionará o ella sólo será tragada por otro Nightwalker una
vez que él no esté? —demandó Danaus.
—¿Qué? ¡Sólo dilo finalmente! ¿Qué quieres de mí? —demandé, perdiendo el
agarre en mi temperamento otra vez.
—¡Quiero que venga a Savannah con nosotros! —gritó él de vuelta.
—¡No! ¡Absolutamente no! —Sabía que si veía a Sofia justo ahora, la cogería del
pelo y la sacaría los ojos de su cráneo. Había girado mi espalda a Danaus sólo
durante un corto tiempo y la pequeña tramposa decidió cazar algo que sólo
había empezado a considerar que era mío—. ¡Ella no vendrá a Savannah!
—Estás celosa —acusó Danaus.
—Tienes malditamente razón, estoy celosa. No hay ni una maldita manera de
que ella entre en mi dominio contigo —dije bruscamente—. Si estás tan
desesperado por liberarla, bien. Antes de que dejemos Budapest, liquidaremos
a Veyron, y ella será libre. Pero de ahí, ella estará sola. No voy a ser su
protectora personal. Si voy a tomar esa regla, entonces ella será mi mascota y la
mantendré con una correa tan tensa que echará de menos las noches con
Veyron.
—No puedo soportar esto más tiempo. No está funcionando —dijo Danaus,
levantando sus manos al aire cuando se alejó de mí.
Se sintió como si un tornillo de repente estuviera apretando mi corazón,
amenazando con romperlo. Estaba perdiendo a Danaus antes de lo que incluso
tuve una oportunidad realmente de disfrutar su compañía. Pero entonces, no
tenía duda de que todos habrían dicho que nuestra relación no tuvo una
oración para que funcionara. Quería intentarlo.
—No nos das una oportunidad —susurré—. Podría estar celosa de Sofia, pero
lo haces sonar como si tuviera toda la razón para estarlo. No puedes dejar el
hecho de que podrías estar atraído por una Nightwalker, una mala. Así que
cuando una bonita humana se ha cruzado en tu camino y te guiña un ojo, saltas
a ella como un perro sobre un hueso.
—No nos hagas esto. Es para liberar a una humana indefensa de un poderoso
Nightwalker. Es para proteger a los humanos de los de tu clase. Eso es lo que
hago —dijo Danaus, girando para mirarme—. Voy a liberarla.
—Entonces tienes que elegir entre Sofia y yo —repliqué, poniendo mis manos
en mis caderas—. En el único momento en el que serás capaz de liberarla con
éxito es durante el día, cuando Veyron y todos los otros Nightwalkers están
durmiendo. Eso me dejará desprotegida, y hay una buena oportunidad de que
Veyron vaya a enviar a alguien para matarme por la mañana ahora que he
reclamado Budapest. Sálvala y me matarás.
—No puedo dejarla.
—No está en peligro.
—No lo sabes —gruñó Danaus.
—No, no lo sé, pero sé que estoy en más peligro que ella en este momento.
¿Realmente vas a elegirla sobre mí?
—Mi trabajo es proteger humanos, no vampiros —replicó Danaus. Él agarró su
abrigo de donde estaba tirado en la silla y se lo puso. Apenas tuve la
oportunidad de apartarme del camino antes de que él abriera la puerta y saliera
al vestíbulo, cerrándola de golpe detrás de él. Aún faltaban varias horas para el
amanecer, el tiempo completo para que él planeara un ataque en la casa de
Veyron y robara a Sofia. Iba a comenzar una guerra que no estaba de acuerdo
en luchar. Por supuesto, estaba asumido y sobreviviría a eso mucho tiempo.
Mi estómago se giró en un nudo tenso y descendí lentamente sobre mis rodillas
delante de la puerta que guiaba fuera de la habitación del hotel. Él me había
dejado. Danaus, la única criatura de la que había sido capaz de depender para
protegerme durante los últimos meses, me había dejado para proteger a alguien
más. Las lágrimas inundaron mis ojos, pero apreté los dientes y succioné una
afilada respiración mientras apartaba las lágrimas, negándome a dejarlas caer.
No lloraría por Danaus.
Si Danaus no iba ayudarme, entonces tenía que encontrar una manera para
ayudarme a mí misma. No iba a rizarme y a morir sólo porque no podía confiar
ya en el cazador para proteger mi espalda cuando era más vulnerable. Cerrando
mis ojos, alcancé con la mente, busqué a la única persona en el área que sentí
preferencia para verme levantarme a la siguiente noche. Valerio
instantáneamente reaccionó a mi toque mental. Podía sentir su inmediata
preocupación y desasosiego. Las palabras no eran necesarias. Él sabía que algo
estaba mal. Pero entonces, sobre todo lo demás, Valerio me conocía mejor.
Quizás incluso mejor que Jabari.
Ni siquiera tuve una oportunidad para ponerme de pie antes de que él
apareciera en la suite del hotel, aún arropado en su espeso abrigo y bufanda.
Me miró durante sólo un segundo antes de escanear el resto de la suite con sus
ojos y sus poderes para determinar que estábamos realmente solos.
—¿Te molesto en mitad de algo? —pregunté cuando me levanté del suelo con
una mano. Estaba demasiado cansada para incluso usar mis poderes para
ponerme de pie. Valerio levantó y cogió mi mano libre, ayudándome.
—Nadie es más importante para mí que tú —dijo suavemente, causando que
una esquina de mi boca se levantara a la bonita mentira—. ¿Dónde está el
cazador de vampiros?
Miré a su pecho, evitando su pregunta con una mía. —¿Puedo quedarme
contigo? Asumo que estás revoloteando una y otra vez desde Viena cada noche.
—Por supuesto que puedes pasar tu día conmigo. —Valerio alcanzó y suavizó
algo de pelo apartándolo del lado de mi cara. Él dejó su mano debajo de mi
barbilla y me forzó a mirarle—. ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está Danaus?
Me alejé de Valerio y forcé a mis hombros a enderezarse cuando tomé un par de
pasos hacia una de las sillas en el área comedor. —Se fue. —Esas dos palabras
sonaban indiferentes, pero algo dentro de mí se fracturó, dejando filos
hincándose en mi alma.
—¿Por qué?
—Quiere liberar a Sofia.
Los pasos de Valerio fueron apagados en la espesa alfombra cuando se
aproximó a mí. Él puso una mano contra su baja espalda mientras se ponía a mi
lado. —Y tú le dijiste que no. —Permanecí en silencio, mirando ciegamente a la
pared opuesta a mí—. Hiciste lo correcto. Sofia es sólo una mascota, y no
puedes interferir donde no te beneficiaría.
—Él está convencido de que ella quiere ser libre y está determinado a ayudarla.
—Él deslizó sus dedos por mi columna en una caricia tranquilizadora—. Ella
hizo su elección. Si quiere ser libre tan desesperadamente, nunca debió estar de
acuerdo en dar su vida a Veyron.
—Danaus no lo ve de esa manera. Ella es humana y quiere salir. Él tiene que
protegerla de nosotros.
Valerio me agarró gentilmente de los hombros para que él pudiera girarme para
enfrentarle. —Mira, querida. —Intenté alejarme de su agarre, pero él se negó a
liberarme—. Es un cazador. Es humano. No uno de los nuestros. Él no
comprende nuestro mundo, no puede. Un hombre ciego podría haber visto que
estaba ocurriendo entre ustedes dos, y odio decirte que no funcionaría.
Sabía que quería lo imposible, y no necesitaba oír cuan equivocada había estado
de la voz de Valerio. Era como girar el cuchillo en mi corazón un poco más para
que finalmente aprendiera la lección de no preocuparme por nadie. Otros en mi
vida habían muerto por su asociación conmigo. Danaus, por otro lado, había
elegido alejarse de mí. Durante un momento no pude decidir que era peor.
—Se fue. Creo que fue a liberar a Sofia durante el día —susurré, descansando
mi frente contra el hombro de Valerio.
—Entonces me quedo contigo. Trataremos con las consecuencias mañana por la
tarde —dijo. No necesitaba decirle que Danaus había elegido proteger a la
humana sobre mí, o que Veyron indudablemente enviaría a un hombre para
matarme durante el día. No necesitaba decir esas palabras actualmente. Valerio
lo sabía y estaba de acuerdo en cuidarme.
—No se lo digas a Stefan —dije, agarrando un brazo alrededor de su cintura.
—No lo haré. —Él rozó gentilmente un beso en mi sien—. Pero tienes que
recordar que todos hemos tenido problemas con un humano alguna vez
durante nuestras largas vidas. Estoy seguro que Stefan ha tenido su parte justa
de problemas.
—Sí, pero si los otros averiguan que hubo un... fallo entre Danaus y yo, ellos
podrían tomar eso como una señal para comenzar a cazarle.
Valerio se apartó para que pudiera mirarme a la cara. —¿Aún le estás
protegiendo?
Me apoyé hacia atrás, alejándome de Valerio. Asentí. Había metido a Danaus en
esas aguas profundas, y no iba a dejarle a los tiburones. Podríamos no ver el ojo
por ojo de la misma manera, pero eso no significaba que estuviera de acuerdo
en darle la espalda. No podía. Aún le necesitaba.
Capitulo 15
Traducido por Virtxu
Corregido por Marina012
uando desaparecimos de mi habitación del hotel, yo naturalmente,
supuse que iba a ver las habitaciones ricamente decoradas de la casa de
Valerio en Viena cuando reapareciéramos. En su lugar me encontré
envuelta en los brazos de Valerio fuera de la estación de trenes de Nyugati en
Pest. Empujándome contra él, me aparté de su abrazo mientras escaneaba la
región. Podía sentir los poderes de Valerio cubriéndonos, para que nadie nos
viera apareciendo de repente en esta parte de la ciudad más allá del puñado de
Nightwalkers que podía sentir en el área inmediata.
Empujé un pesado mechón de cabello de mi cara y caminé lejos de mi
compañero. —¿Qué estamos haciendo aquí? Pensé que íbamos a volver a tu
dominio.
—La noche es aún tan joven, Mira. —Valerio se acercó a mí otra vez, pero
esquivé su alcance, mientras me alejaba de los ruidos de la estación de tren. A
pesar de las horas de la noche, una multitud de personas permanecían en la
zona, junto con una mezcla de Nightwalkers. Mis tacones crujían en la arena
sucia de la calle y me encontré apretando mis brazos sobre mi pecho cuando el
viento aumentó.
—¿Qué tienes en mente?
—Acabas de convertirte en el guardián de Budapest —dijo, abriendo los brazos
de par en par—. ¿No crees que debemos celebrarlo? ¿Tal vez un poco de tiempo
con tu gente?
—Corta algunas cabezas alrededor e infunde algo de miedo —sugirió Stefan
mientras salía de las sombras de los alrededores, uniéndose a nosotros.
Fruncí el ceño y sacudí la cabeza mientras un sentimiento de inquietud se
hundió en la boca de mi estómago. Había perdido a Danaus, y ahora Valerio y
Stefan me estaban introduciendo más profundo en sus propios planes. No me
C
gustaba en absoluto. —¿Cuánto tiempo han estado planeando esta pequeña
fiesta para mí? —pregunté, forzando una sonrisa en mis labios.
—Desde que anunciaste que eras el nuevo guardián —dijo Stefan, haciendo
juego a mi sonrisa.
—Es la tradición, Mira —intervino Valerio rápidamente—. Siempre que hay un
cambio en el liderazgo, es habitual que el nuevo líder salga y sea visto entre su
gente.
Valerio y Stefan estaban realmente diciendo que era costumbre que el nuevo
poseedor de un dominio saliera y sacrificara a unos pocos Nightwalkers como
una forma oficial de dar inicio a su‖reinado…‖lav{ndolo‖con‖sangre.
Ellos no estaban mintiendo, no importaba lo mucho que deseara en este
momento que lo estuvieran. Yo había comenzado mi propio reinado en
Savannah, en una marea de sangre. Mientras que nuestros números habían sido
pequeños en ese momento, más de la mitad de los Nightwalkers en Savannah y
las regiones circundantes murieron cuando yo me declaré nuevo guardián de la
zona.
Desafortunadamente, después del baño de sangre de la noche anterior y de mi
lucha con Danaus, me encontré deseando no lavar el mundo con la sangre de
los que me rodean. Quería caer en un tranquilo rincón oscuro y dejar que el
mundo se olvidara de mí. Quería escapar de la vista de los Naturi, y Nick, y del
Aquelarre. Pero allí de pie en el frío con Valerio y Stefan, sabía que no iba a
conseguir eso. Yo era una Nightwalker de gran alcance, un Anciano del
Aquelarre que había reclamado una de las ciudades más antiguas de Europa
Central como su dominio.
Se esperaba de mí que hiciera una aparición y derramara un poco de sangre.
Me tragué un profundo suspiro mientras enderezaba los hombros y dirigía mi
atención a Valerio, que me había estado mirando demasiado cerca. Después de
mi pelea con Danaus, sabía que me sentía más que un poco débil y vulnerable.
Él estaba tratando de‖animarme‖de‖la‖única‖manera‖que‖sabía…‖con‖la‖violencia‖
y el caos.
—Entonces, ¿qué lugar han elegido para que haga mi aparición? Preferiría tener
un gran impacto en la población Nightwalker, ya que hemos hecho un trato con
los cambiadores esta mañana —anuncié, tratando de mantener mi voz suave y
hasta un poco aburrida.
La sonrisa de Valerio se ensanchó. Podía ver a través de mí, pero al menos él
sabía que yo estaba dispuesta a participar en su pequeño juego. —Vas a amar
este lugar. Por lo que soy capaz de decir, es popular entre los turistas y los
lugareños. Está abierto hasta tarde y atrae a una multitud enorme de
chupasangres. Es el lugar perfecto para nosotros. Se llama Bahnhof y está justo
detrás de la estación de tren.
Me encogí de hombros, metí las manos en los bolsillos de mis pantalones y
seguí a Stefan y a Valerio por la calle. Cuidadosamente tejimos nuestro paso
entre la multitud y utilizamos un poco de manipulación mental para pasar por
la puerta principal por delante de la fila de personas esperando para entrar en
el bar. Me detuve en la entrada, aliviando algo de la tensión de los hombros
ante la música golpeando. Desde el suelo hasta el techo el lugar estaba decorado
con objetos antiguos del ferrocarril, parecía adecuado ya que el lugar estaba
junto a la estación de tren de Nuygati.
Lentamente nos presionamos entre la multitud de seres humanos, haciendo un
barrido de las dos pistas de baile por separado, así como de los diferentes
nichos secretos del modelo de vagones de ferrocarril. Podía sentir los ojos de
cada Nightwalker en nosotros a medida que caminábamos por el lugar. Se
quedaron en silencio observándonos por el momento. Por lo que sabían,
estábamos pasando a su dominio privado. Por supuesto, podrían también haber
oído hablar de la masacre de anoche en el balneario Széchenyi. De cualquier
manera, nos daban un poco de espacio, por ahora, pero era sólo una cuestión de
tiempo. Estaba esperando a ver quién parpadeaba primero. Teniendo en cuenta
que el solitario asistente de Stefan no había escapado de la ciudad, estaba
dispuesta a apostar que los Nightwalkers de Bahnhof iban a presionarnos a
nosotros primero. Sólo tenía que darles una razón adecuada.
No me tomó mucho tiempo para encontrarlo. Hacia la parte posterior del tren-
club de baile había un coche privado lleno de Nightwalkers y mascotas
humanas que se aferraban a ellos como fragmentos de joyería carnosa. Este era
el exclusivo coche del club. Era el así-llamado mejor asiento de la casa. Y,
naturalmente, siendo la nueva guardiana de Budapest, este tenía que ser mi
asiento.
Me paré en la puerta y sonreí en silencio, con los brazos colgando a los lados.
Todos ellos me miraron con diferentes grados de aversión y desinterés. Una
mujer sentada a lo más lejos de la entrada en una zona aislada frunció el ceño
ante mí mientras ella envolvía su brazo alrededor de los hombros de un hombre
delgado y enfermizo con el pelo blanco por el viento.
—Esta es una fiesta privada. Sería mejor si te fueras —advirtió, inclinándose
sobre la mesa.
Teniendo en cuenta que cerca de veinte personas estaban en la pequeña área, la
mesa estaba sorprendentemente llena de pocas bebidas. Había más
Nightwalkers que seres humanos en esta apretada sección, y nadie se
preocupaba de mantener las apariencias de que no eran más que los clientes
promedio del club. Este comportamiento simplemente no lo iba a permitir.
—Sí —dije en un susurro bajo mientras mi sonrisa se ensanchaba—. Esta es una
fiesta privada y hemos cogido este conjunto de asientos.
Una ronda baja de risa retumbó en el vagón, mientras se movían nerviosamente
en sus sillas. Sonreí, riendo también. Yo era mayor que todos ellos. Esto no iba a
ser una competición. Esto iba a ser una masacre.
Que nadie se escape fuera de la planta principal. No quiero causar pánico entre los seres
humanos, dirigí a Valerio y Stefan.
Estás decidida a drenar toda la diversión de este, ¿no? Gimió Valerio.
Voy a dejar los humanos a tí y a Stefan. Sólo quiero a los Nightwalkers.
—¿Y de dónde sacas la idea de que nos vamos a mover por ti? —Exigió la
mujer—. No perteneces a este lugar. Debes dejar la ciudad e ir de nuevo a tu
propia casa. —Esta vez no sentí ese empujón mental tan sutil cuando intentaba
mentalmente dirigirme para que le hiciera caso. Carecía de diplomacia,
fortaleza e incluso astucia. Fue algo tan burdo e insultante que ella siquiera lo
intentó en alguien de mi edad y experiencia.
Ni siquiera le di la oportunidad de moverse. En un instante llegué a través de la
mesa, la agarré por el cuello y la arrastré a través de la mesa. Las bebidas
volaron en todas direcciones, pero el sonido de cristales rotos apenas se pudo
oír por encima del rugido de la música procedente del otro extremo del club.
Empujándola contra la mesa con una mano, levanté la otra por encima de mi
cabeza y la bañé en parpadeantes llamas azules por lo que obtuve ahora la
atención de todos.
—Escúchame, pedazo inútil de carnada, soy Mira. Soy la Fire Starter, un
Anciano del Aquelarre, y el guardián de Budapest. ¿Sabes en lo que te acabas
de convertir? —Gruñí, acercándome de manera que todo lo que ella pudiera ver
fueran los ojos lila brillantes y los largos colmillos blancos. La mujer negó con la
cabeza mientras sostenía la mano alrededor del cuello con sus dos manos
temblorosas—. En mi juguete personal para el resto de la noche. Si eres
afortunada, podrás probarme exactamente por qué tu creador no te mató al
segundo de renacer, porque ahora mismo pareces ser demasiado poco útil para
mí.
Dos seres humanos estúpidamente trataron de atacarme al mismo tiempo con la
esperanza de liberar a su preciada compañera. Lanzando a la mujer
Nightwalker de vuelta a donde había estado sentada antes, no dudé en
romperles a ambos el cuello en un abrir y cerrar de ojos y envolver en fuego a
otro Nightwalker muy cerca de mí.
El caos estalló en la pequeña cabina al ver el fuego. Dejé de pensar y sólo
reaccioné a las manos que llegaban hacia mí y a los cuchillos que aparecían de
repente, brillando en la luz del fuego. Después de noches de huida y lucha
contra Naturi, bori, y Nightwalkers, dejé de pensar y dejé que mis emociones se
liberaran. Miembros fueron arrancados y rotos. Los gritos fueron apagados
rápidamente, perdidos en el estruendo de la música que retumbaba por todo el
club. Valerio y Stefan aparecieron a mi lado, salpicados de sangre y sonr iendo
como demonios por la propagación de carne delante de ellos. En cuestión de
segundos había veinte personas muertas, tanto Nightwalkers como seres
humanos.
Ni siquiera había pensado en ello.
Lentamente sobre la mesa, me acerqué al desastre y reclamé el asiento en la
parte posterior del nicho, empujando los órganos fuera de mi camino. Con un
movimiento de mi mano, un par de bolas de fuego aparecieron en el aire y se
cernieron por encima de la mesa, barriendo la cabina empapada de sangre bajo
una luz aterradora. Miré a mi alrededor al lío que había hecho y quise estar
enferma. No había perdido el control en años. No había matado a un ser
humano en siglos. Desde mis días con Valerio y Jabari, cuando yo era joven e
irresponsable, había causado muerte y destrucción. Y sin embargo, a pesar de
mi resistencia y viciosa habilidad, seguían llegando a mí. No habían tratado de
correr por miedo o rogar por sus vidas. Simplemente les ataqué, y les maté
porque... porque matar es lo único que era bueno. Su muerte significaba tomar
mi vida de nuevo.
Estaba cansada de ser perseguida por Rowe, Nick, Macaire y otros demasiados
para contarlos. Si los mataba, entonces habría unas cuantas personas menos en
el mundo que quisieran matarme.
Después de mirar fijamente a la cabeza cortada de uno de los Nightwalkers que
habían estado en la cabina, parpadeé un par de veces y miré hacia arriba para
encontrar a Stefan y a Valerio sentados a uno y otro lado mío, mientras que
otros Nightwalkers llenaban la apertura al pequeño nicho privado. El horror se
extendió por sus hermosos rasgos y ampliaba sus luminosos ojos. Podía oír
"Fire Starter", susurrando entre ellos, tanto en húngaro como en un áspero
inglés.
A ninguno de ellos le importaba que yo fuera un miembro del Aquelarre. No
les importaba que el ser un Anciano me hiciera una criatura que exigía el
respeto instantáneo en el mundo de los Nightwalkers. Sólo les importaba que
yo era la Fire Starter, y conmigo venía la inmediata amenaza de una muerte
dolorosa y brutal. De los veinte, sólo una persona dentro de la cabina había
muerto por el fuego. El resto de ellos habían sido destrozados por mis propias
manos. Estaba cubierta de su sangre la cual se impregnaba en mi ropa y me
goteaba de la barbilla.
No importa lo que hiciera o cuando me fuera, yo siempre sería la Fire Starter
por encima de todo.
Levantando la barbilla un poco, sonreí a los Nightwalkers que me estaban
mirando con cautela. —Soy Mira y soy el nuevo guardián de Budapest. Voy a
estar en la ciudad por unos días, junto con mis compañeros. Espero que nos
hagan sentir bienvenidos.
La respuesta del grupo fue un silencio abrumador, pero podía sentir un
zumbido en el aire ya que muchos de ellos hablaban entre sí telepáticamente.
Seguí sonriéndoles, sumergiéndome en el miedo y el terror como una droga.
—Y si se preguntan si ya he visitado a Odelia y a Veyron. Ambos son
conscientes de mi nueva posición dentro de la ciudad —añadí, simplemente
girando el cuchillo un poco más.
Algunos de los Nightwalkers más antiguos que habían existido el tiempo
suficiente para ver potencialmente un cambio de régimen dentro de una región
se quedaron el tiempo suficiente para darme la bienvenida a la hermosa ciudad
de Budapest y ofrecer sus servicios. Sin embargo, la silenciosa mayoría se filtró
de nuevo en la multitud de seres humanos. De hecho, la mayoría de los
Nightwalkers habían dejado Bahnhof a los veinte minutos de descubrirse la
masacre. Yo era demasiado peligrosa para permanecer cerca. No se sabía si yo
iba a decidir atacar a más Nightwalkers. Por ahora el baño de sangre en
Széchenyi era bien conocido entre los Nightwalkers de Budapest, y ahora era el
baño de sangre en Bahnhof. La muerte me seguía donde quiera que fuera, y
nadie estaba dispuesto a estar en mi camino.
Miré a través de la mesa para encontrar tanto a Valerio como a Stefan
descansando contra los cojines manchados de sangre, pareciendo a gusto con el
mundo. No tenían nada de qué preocuparse. Los dos eran mis protectores y los
instrumentos de mi destrucción. Ellos eran inmunes a mis ataques de ira,
necesidad de caos, y deseo de temor entre los que me rodeaban. Sabía que este
tipo de comportamiento era el que se esperaba cuando tomé mi lugar en la
ciudad y como miembro del Aquelarre. El único problema era que estaba
empezando a hacerme mal, incluso a medida que me fui sintiendo mejor con la
destrucción. Estaba empezando a creer que yo era la hija del caos.
Capitulo 16
Traducción SOS masi
Correg ido por Angeles Rangel
la noche siguiente, la habitación del hotel parecía como si una bomba
hubiera estallado. Las paredes estaban salpicadas de agujeros de bala y
los muebles habían sido destrozados. El vidrio de los marcos de fotos
estaba esparcido en pedazos por el suelo, así que la alfombra ahora brillaba con
la luz que entraba por la ventana. Liberando a Valerio, di un par de pasos
cautelosos hacia el interior del cuarto, mi boca se abrió por completo, cuando
observé con mis ojos todo el caos. Danaus estaba sentado en el suelo, con la
espalda apoyada contra la puerta que conducía a mi dormitorio. Su ropa estaba
desgarrada y ensangrentada. Un cuchillo estaba sujeto holgadamente en una
mano y una pistola descansaba en el suelo, junto a la otra mano. Él me miró,
con la confusión llenando su cara.
―¿Cómo diablos has llegado hasta aquí? ―preguntó, impulsándose lentamente
sobre sus pies.
―Me quedé con Valerio durante el día. Él acaba de traerme de vuelta.
Él señaló a la puerta del dormitorio con el cuchillo. ―¿Quieres decir que nunca
estuviste allí?
―No ―sacudí la cabeza, mis cejas juntas se fruncieron por encima de mi nariz
ante‖su‖tono―.‖¿No me buscaste en el interior? ¿Nunca lo comprobaste?
―¡No!
―¡Me dejaste! ―grité, negándome a sentirme culpable de que él hubiera
defendido lo que‖equivalía‖a‖un‖cuarto‖vacío―. Ya te dije que los hombres de
Veyron me atacaron durante el día. ¿Pensaste que iba a quedarme aquí sin
protección y vulnerable durante las horas del día mientras tú ibas tras Sofia?
―Yo‖no‖fui‖tras‖ella‖―admitió, bajando la voz a un nivel normal, de nuevo.
―Pero te fuiste.
A
Danaus entrecerró sus ojos mirando mi rostro, mientras su ceño se volvía más
oscuro. ―Y pensaste que elegiría su vida sobre la tuya
―Sí. ―No había nada más que pudiera decir. Él se fue. Dejó la habitación del
hotel y supuse que iba a ir tras Sofia. ¿Dónde más podría haber ido después de
nuestra discusión?―. Al salir de la habitación supuse que ibas a ir tras ella.
Hubiera estado sola durante‖ el‖ día,‖ muy‖ vulnerable‖ para… para esto ―dije,
extendiendo mis manos para abarcar la habitación destruida.
―Fui al bar del hotel para tomar una copa ―espetó Danaus―. ¿Cómo pudiste
pensar que yo, honestamente, te dejaría sola? Me quedé a tu lado en Inglaterra
cuando el Naturi te atacó. Yo estaba contigo en Venecia y Perú. ¿Por qué te
dejaría ahora?
Porque pensé que te preocupabas más por Sofia que lo que te preocupabas por mí.
Yo me salvé de tener que responder en voz alta por la repentina aparición de
Stefan en el centro de la habitación. Sus cejas estaban alzadas y sus labios
temblaban como si estuviera intentado, sin éxito, evitar una sonrisa.
―¿Tuviste un poco de problemas durante el día? ―Quise golpearle. Ahora no
era el mejor momento para bromear. No cuando nuestros temperamentos, el
mío y el de Danaus, ya estaban apunto de estallar en un corto circuito.
―¿Quién vino aquí? ―preguntó Valerio, en un silencio creciente, mientras
Danaus y yo nos fulminábamos con la mirada, el uno al otro. No me sentía
culpable por marcharme. Él me había dejado, sin ningún indicio de que
planeara regresar a la habitación antes del amanecer, y yo no iba a darme la
vuelta y morir por esperarle sentada.
―Lic{ntropos‖―respondió Danaus lentamente, por último dirigió su mirada de
mí a Valerio, que estaba justo detrás de mi hombro derecho. La cara de Stefan
estaba libre de la sonrisa que había torcido sus labios. Los licántropos
albergaban, en la actualidad, la culpa por la desaparición de la asistente de
Stefan, y ellos estaban ya en la parte superior de mi lista de cosas de las que
cuidarme. Si ellos hubieran atacado a Danaus con la intención de matarme,
entonces la manada local no tenía ninguna oportunidad de sobrevivir a la
noche.
―¿Estás seguro? ―preguntó Valerio.
―Él conoce un licántropo cuando lo ve ―le respondí, mientras atravesaba la
habitación, hacia las ventanas que daban a la ciudad. Levantando los ojos hacia
el cielo negro, fruncí el ceño ante la luna llena que brillaba sobre mí, con su luz
plateada brillante. Los Cambiaformas estarían esta noche en su fuerza máxima.
Era conveniente.
―Más rápidos que los humanos normales ―dijo Danaus―. Más fuertes.
Llevaban con ellos un sentido intenso de poder, que no podían faltar. El aire
olía como un bosque después de la lluvia. No había duda de que todos ellos
eran licántropos. Había tres de ellos. Sin embargo, una se quedó en la puerta
durante la lucha. Podría haber sido un brujo.
―¿Brujo? ―Me di la vuelta para mirar a Danaus de nuevo, bloqueando parte
de la luz que entraba en el cuarto a través de la ventana. Mi sombra negra se
confundía con la oscuridad de la habitación, creando un ambiente sombrío.
―Brujo ―repitió―. Él no lanzó ningún hechizo, pero había algo en la forma en
que se levantó y como se sostuvo sobre si mismo. Como si viera por encima de
todo.
―Suena‖como‖un‖Nightwalker para mí. ―Crucé los brazos sobre mi estómago,
mientras apoyaba mi hombro contra el marco de la ventana.
Danaus levantó la vista y me mostró una sonrisa sombría. ―Conozco a un
vampiro cuando lo veo.
―Sí, supongo que sí. Brujo, entonces ―coincidí.
―Eso‖es… inesperado ―agregó Valerio.
Stefan sacudió la cabeza, frunciendo el ceño. ―Los hombres lobo no forman
partidas de caza con nadie más. Cazan en formación cerrada y sólo entre los de
su propia clase.
Me quedé mirando el suelo que brillaba con el vidrio esparcido sobre la gruesa
alfombra. La aparición del brujo me hizo pensar que tal vez había sido enviado
para asegurarse de que el trabajo se hiciera correctamente. Estaba empezando a
creer que tal vez Ferko no había sido el único que los enviaba. Siempre había
creído que Veyron enviaría a alguien para matarme, pero había pensado en
seres humanos… no licántropos o brujos. Encontré esta circunstancia aún más
inquietante.
―Estoy asumiendo que no hubo muertos, teniendo en cuenta que no hay
cuerpos ―continué, empujando mis pensamientos a la parte trasera de mi
mente, para enfrentarme a ellos después. Nuestra principal preocupación en
este momento eran los Cambiaformas. Podría preocuparme de sus alianzas más
tarde, cuando tuviera una oportunidad de contrastar la información de Ferko.
―Nadie murió ―dijo Danaus―, aunque tengo dudas de que uno de ellos
sobreviviera en las próximas horas, teniendo en cuenta que lo apuñalé cerca del
corazón. Estaba sangrando mucho.
―¿El brujo te atacó?
―No- ―Por último, metió el cuchillo en la vaina de su cintura y luego devolvió
el arma a la funda de la parte baja de su espalda―. Él nunca se movió de la
puerta cerrada.
―Su trabajo era hacer que entraran y salieran del hotel pasando desapercibidos
―comentó Valerio―. Eliminando cualquier ruido que se elevara de la sala,
mientras ellos se ocupaban de su pequeña tarea. Cuando se corra la voz que no
te mataron, es probable que vuelvan a intentarlo. No puedes quedarte aquí.
―No me voy a ir de la ciudad otra vez, hasta que este asunto termine ―le
dije―. Este es mi dominio, después de todo.
―¡Eso es ridículo! ―explotó Stefan.
―Después de que nos ocupemos de los licántropos y de Ferko esta noche, nadie
más será reacio a acercarse a mí, sin importar quién está dando las órdenes.
Me separé de la pared y me dirigí al otro lado de la habitación, hacia Valerio y
la puerta. Un gesto alzó las esquinas de mi boca, mientras mis ojos se perdieron
en el relleno que sobresalía de los cojines del sofá y en la sangre que había
empapado la alfombra. Era un cuarto muy pequeño y agradable, y era una pena
que fuera destruido por los Cambiaformas. De hecho, me sorprendió aún más
descubrir que Danaus había regresado a la habitación, que me había protegido
sin alguna vez mirar si me encontraba indefensa.
―¿Nos vamos? ―preguntó Stefan, señalando hacia la puerta. Danaus recogió
su abrigo del suelo, mientras que Stefan pasaba a mi alrededor.
―Danaus, puedes permanecer aquí ―dije―. Descansa un poco. Ya has tenido
un día largo. ―Prefería mantenerlo conmigo, pero si había sido atrapado en
una pelea con tres licántropos más temprano en el día y fue incapaz de dormir,
no iba a tener sus plenas habilidades para luchar. Después nos enfrentaríamos a
una manada completa de los licántropos durante la luna llena. Esta era la cosa
más peligrosa que había hecho. No sería capaz de cuidar su espalda.
―Voy ―gruñó, metiendo un brazo en la manga de su abrigo, antes de
ponérselo por completo―. Puedo identificar a los que trataron de matarte. ―Él
no iba a molestarse en cambiarse de ropa. Yo, en cambio, había adquirido ropa
nueva y un abrigo, mientras estaba en Vienna, le daba las gracias a Valerio.
―Están todos en su forma de lobo ―le recordé―. Por ahora se habrán reunido
en el bosque y habrán cambiado. Vamos a tener que cazarlos uno por uno en el
bosque.
―Sí, pero volverán a cambiar de nuevo cuando estén muertos o inconscientes
―respondió Danaus.
La sonrisa volvió a los labios de Stefan. ―Atraparemos a los que trataron de
atacar a Mira. Les atraparemos a todos. ―Era la horrible verdad y tenía la
esperanza de que no tendría que revelar al cazador. Los licántropos habían
tratado de atacar, no sólo al Guardián de un dominio, sino también a un
miembro del Aquelarre. Teníamos que acabar con el mayor número posible de
ellos, para dejárselo claro, y que nadie más en la región pensara en rebelarse
contra mi autoridad.
―¿Cuántos de ellos hay? ―preguntó Danaus, aparentemente impasible ante
nuestra intención.
―No lo sé.
Valerio pasó su peso de un pie al otro, con una expresión sombría. ―A juzgar
por las otras manadas de otras grandes ciudades europeas, debe haber por lo
menos una docena de ellos, pero es poco probable que haya dos docenas.
Mi expresión igualó a la suya, cuando miré a mi viejo amigo. Valerio no era del
tipo que se ensuciaba las manos. En las pocas peleas en las que le había visto
involucrado, había sido positivamente perverso. Pero entonces, la lucha había
sido uno contra uno, con otro Nightwalker. No sabía si tenía alguna experiencia
en la lucha contra una manada de licántropos. Por desgracia, yo sí lo sabía. No
iba a ser muy agradable.
―Entonces necesitarás mi ayuda ―dijo Danaus, dirigiéndose hacia la puerta.
Cuando Valerio y Stefan comenzaron a salir de la habitación, yo agarré la
manga de Danaus, deteniéndolo.
Gracias por protegerme, dije silenciosamente, para que los demás no pudieran
invadir este momento privado.
No protegí nada, respondió, la ira seguía impregnando cada una de esas
palabras.
Tú me protegiste. Pocos lo han hecho, insistí, sujetándole aún, cuando trató de dar
un paso lejos de mí.
Valerio...
Valerio me dio un lugar para dormir. No hizo nada más. Tú luchaste por mí.
Prometí protegerte. Sus palabras suavizaron mi cerebro, como algo que se parecía
a la caricia de un amante, mientras su rabia se disipaba. Te protegeré de los otros.
Lo prometí.
―Guarden el deseo sexual para otro momento ―dijo Stefan desde la puerta,
rompiendo nuestro breve momento.
Danaus y yo aún teníamos un largo camino que recorrer, pero al menos sabía
que no me había abandonado por una humana.
El abismo negro y gigante que aún nos separaba, necesitaba ser cerrado, y yo
tenía mis dudas sobre si eso era posible. Pero estaba dispuesta a intentarlo. Él
no me había dejado por una humana. Era un comienzo.
Pero ahora, tenía que dejar los pensamientos, de mi relación tormentosa y frág il
con el cazador, a un lado. Tenía que perseguir a algunos licántropos, y estaba
segura de que Danaus iba a estar a mi lado, y prefería mantenerlos ocultos de
él. No quería que descubriera que yo estaba luchando por ocultar la sonrisa de
entusiasmo que tiraba de las esquinas de mi boca. No quería que él supiera que
estaba ansiosa por estar en el bosque, persiguiéndolos, escuchando sus gritos de
dolor. Habían atacado a Danaus, y habían tratado de matarme. Estaba
dispuesta a hacer que lo pagaran.
Capitulo 17
Traducido por Virtxu y Dham-Love Corregido por Angeles Rangel
os bosques eran espesos. Un silencio opresivo pesaba sobre nosotros a
medida que caminábamos a través del manto de nieve. El crujido de
nuestros pasos resonaba en la noche fría y cristalina. Agachándome bajo
las ramas bajas, me sentí agradecida de que Valerio hubiera adquirido un par
de pantalones de cuero negro, botas gruesas y un cuello de tortuga negro para
mí. Mi abrigo nuevo, largo y negro flotaba detrás de mí mientras caminaba.
No había duda de que los licántropos se reunían más adelante, y no nos habían
notado a medida que caminábamos por la nieve. Según mis cuentas, nos
enfrentábamos con dieciséis licántropos de diferentes edades y fuerza. Había
uno en particular que era bastante fuerte, el cual sólo podía adivinar que era
Ferko, el alfa de la manada de Budapest. Sonreí, haciendo que mis colmillos
rozaran mi labio inferior. Ferko y yo necesitábamos tener una buena charla
acerca de quién era verdaderamente el poder gobernante en Buda pest.
Después de caminar más de una milla en el frío, llegamos a un claro en medio
del bosque.
Algunos de los Cambiaformas ya habían cambiado en forma de lobo. Su espeso
pelaje les protegía del viento que comenzaba a levantarse, tirando los copos de
nieve de los árboles encima de nosotros y girando a través del aire. Un gruñido
bajo retumbó a través del círculo, pero no se escuchó ningún otro ruido. Frente
a mí había un hombre con el pelo largo, hirsuto y ojos castaños que parecían ser
su propio vacío de oscuridad. Se puso de pie con el torso desnudo en la nieve,
la camisa y el pelo caían descuidadamente detrás de él.
—Ferko, supongo.
—Fire Starter. —Su voz retumbó en su pecho como un trueno.
L
—Creo que tenemos algo que discutir. —¿Y qué sería eso? ¿Su nueva posición
como guardián Nightwalker de Budapest? —dijo en tono de burla lo cual me
dejó apretando los dientes, pero mi sonrisa nunca vaciló.
—Estoy más preocupada por los licántropos que enviaste a matarme durante el
día —le respondí casualmente, como si no estuviéramos hablando de la
tentativa de asesinato contra mi vida.
Se encogió de hombros, con las manos abiertas y vacías hacia mí. —No sé de lo
que me estás hablando.
—No pensé que lo hicieras, pero si eres tan amable de darme el nombre del
brujo que acompañaba a tus hombres, yo podría dejar que alguna de tu gente
cojeara lejos esta noche en el bosque. —Brillaba una misteriosa luz lavanda en
mis ojos, coincidiendo con el aumento de brillo procedente de Valerio y Stefan.
Estábamos al borde de la batalla, y no había manera de evitarlo. Simplemente le
estaba dando a Ferko la oportunidad de salvar las vidas de algunos de los de su
pueblo. Un buen líder habría tenido en cuenta mi oferta. Ferko no lo hizo.
—Una vez más, no sé de lo que me estás hablando. —Si él no hubiera seguido
sonriéndome, habría considerado que él podría haber estado diciendo la
verdad. Por desgracia, no importaba. Su gente tenía que morir por el ataque que
se inició contra Danaus.
—¿Danaus? —Pregunté, volviendo la cabeza hacia el cazador.
—El rubio de allí. —Danaus dirigió la mirada al Cambiador que estaba cerca del
borde del claro con un lobo gris a ambos lados de él. Uno de los lobos aplanó
sus orejas contra la cabeza y me gruñó, devolviendo la sonrisa a mis labios.
Podríamos estar viendo a dos de los culpables de la batalla del día—. No veo
los otros dos. Es posible que ya hayan cambiado.
—Mata al rubio y al que ya ha cambiado en forma de lobo —anuncié, centrando
los ojos en Ferko. Sólo él tenía el poder para detener la masacre de su pueblo.
Por supuesto, él pensó que su gente realmente tendría una ventaja en esta
batalla, ya que nos superaban en número. Esto no era una casualidad. Tenía dos
antiguos conmigo. Ellos eran mayores, más rápidos y más fuertes que todos los
licántropos combinados. Yo era la Fire Starter. Y Danaus, bueno, él era un
monstruo de pesadillas que dejaba un grito atorado en tu garganta mientras
despertabas con un sobresalto.
—No creo que usted quiera hacer esto —dijo Ferko con una sonrisa satisfecha.
—No, no lo entiendes. He estado esperando esto. —Bajé la voz un poco,
dirigiendo mi atención a mis compañeros—. Dejen vivo a Ferko. Hay
información que necesito. Maten a todos los demás.
—Eres un ángel —ronroneó Valerio mientras se quitaba su gruesa capa.
Doblándola cuidadosamente, la colocó sobre una rama de un árbol cercano para
que no se ensuciara. Miré a mi izquierda para encontrar a Stefan haciendo lo
mismo. Reprimí una risa salvaje ante su delicada sensibilidad y prioridades
antes de un baño de sangre.
Stefan y Valerio dieron un paso adelante hacia los Cambiaformas, y de
inmediato se dispersan en la oscuridad. Tanto los hombres como las mujeres
que estaban en forma humana fueron quitándose la ropa mientras corrían por el
bosque, entonces sería más fácil para ellos cambiar a forma de lobo. Ferko me
guiñó el ojo una vez antes de que él también lanzarse hacia el muro negro de la
oscuridad que envolvía el bosque que nos rodeaba.
—¡Que se diviertan! —Me reí justo antes de Stefan y Valerio se precipitaran tras
ellos. Fue sólo unos segundos después que oí el primer gemido herido
levantándose en la noche. Un joven Nightwalker estaba a la par con un hombre
lobo con bastante experiencia, pero un viejo y experimentado Nightwalker tenía
ventaja en una lucha contra un Cambiaformas.
Éramos más fuertes, más rápidos, y por lo general más brutales. Sin embargo,
un licántropo no estaba exento de su propia ventaja, ya que tendían a cazar en
manadas. Era raro que tres poderosos Nightwalkers entraran en el bosque y los
cazaran. Por supuesto, en caso de que algún licántropo se nos escapara esta
noche, todavía había una posibilidad de que pudiera darnos caza durante el día
y eliminarnos como venganza. Así era como este juego funcionaba.
Miré por encima del hombro a Danaus, que tenía un cuchillo en la mano
derecha. Él me estaba esperando para moverse. —¿Vas a estar bien por tu
cuenta?
—He sobrevivido muchos siglos sin tu vigilancia. Creo que puedo manejar esta
pequeña escaramuza.
Mi risa resonó en la noche mientras corría a través del claro e instantáneamente
entré en la oscuridad del bosque. Esquivé las ramas bajas de los árboles y me
trasladé casi silenciosamente por el suelo cubierto de nieve. Mis poderes
vinieron a mí como un radar, revelando la ubicación de los hombres lobo.
Cuatro de ellos estaban por delante de mí en distintos puntos, esperando a que
yo pasara a ciegas para que todos pudieran saltar sobre mí.
Eché mano al cuchillo que estaba en mi pierna derecha, me lancé a mi izquierda
y salté sobre el lomo de un lobo que no esperaba que le atacara desde ese
ángulo. Sacudió su cabeza, apretando sus dientes sobre mi antebrazo izquierdo
mientras enterraba mi espada en su caja torácica. El lobo aulló de dolor,
liberándome. La sangre brotaba de mi brazo, pero la ignoré mientras lo cogía
por el cuello y tiraba de él hacia mí mientras caía de nuevo en la nieve. Sacando
el cuchillo de sus costillas, lo hundí en el estómago de la criatura y lo retorcí,
causando otro grito, que resonó en la noche. Una burbuja de risa se levantó en
mi pecho y parte de la tensión del principio de la noche se alivió de mis
hombros. Estaba en mi elemento natural y era genial.
Mi única advertencia fue el gruñido de un lobo el segundo justo antes de que
me atacara. Un conjunto de afilados colmillos fueron a mi garganta,
provocando que un chorro de sangre rociara sobre la nieve blanca. Solté el lobo
medio muerto que había estado sosteniendo, empujando su cuerpo sin vida
lejos mí mientras liberaba el cuchillo. Con un gruñido de dolor, volví la hoja
hacia el lobo, pero fallé cuando este saltó lejos de mí antes de que pudiera
incrustarla en su piel. Un tercer lobo lanzó su pesado cuerpo sobre mí, con el
objetivo de aterrizar en mi pecho. Le di con mi pie en su parte más vulnerable,
golpeándolo lejos de mí.
Retrocediendo sobre mis pies, guardé el cuchillo mientras acechaba al lobo que
me había mordido en la garganta.
La sangre goteaba de sus mandíbulas, mientras me gruñía, con el pelaje en
punta mientras me acercaba.
Con un ladrido saltó, con la boca abierta ante la esperanza de arrancarme un
trozo. Cogí la parte superior e inferior de las mandíbulas y se las separé
bruscamente, rompiendo su mandíbula inferior y el cuello, al mismo tiempo. Ni
siquiera tuvo tiempo para dejar salir un gemido de dolor antes de morir.
Dejé caer el cadáver en el suelo y sonreí mientras me daba la vuelta hacia el
lobo que había tratado de saltar sobre mí. Con bastantes colmillos manchados
de sangre, el lobo me gruñó mientras retrocedía varios pasos. Sus grandes ojos
amarillos reflejaban la luz de la luna. La criatura se agachó durante un segundo
como si tuviera previsto dar un salto hacia mí, y luego se precipitó en el bosque
como un borrón marrón en la oscuridad. Me reí y le di caza, feliz de pasar la
noche corriendo a través de la espesura del bosque en pos de mi presa.
Esquivando las ramas bajas y saltando por encima de árboles caídos, me
encontré con que mi cuerpo zumbaba con la energía y la emoción contenida.
Esta era la emoción de la caza, y era lo más cercano que nunca llegaría a
sentirme viva una vez más.
El lobo se zambullía, saltaba y corría a través de los bosques, pasando entre los
árboles como si fuera el viento. Le seguí de cerca pisándole los talones, sin
capturarle mientras iba con cautela por el terreno resbaladizo cubierto de nieve.
No tenía necesidad de cogerlo. Él se cansaría antes que yo.
Algo pesado cayó sobre mi espalda al pasar debajo de una pequeña abertura.
No había estado explorando el área en busca licántropos y otra de mis presas
había logrado atraerme en una trampa sencilla. Con un giro de mi brazo,
bloqueé a la criatura en mi espalda antes de que pudiera hacer cualquier tipo de
daño significativo. Acostada en mi estómago, levanté la mano hacia el lobo que
estaba a punto de saltar sobre mí otra vez. Las llamas inmediatamente
engulleron a mi presa, quemándole brillantemente en la noche. La criatura se
sacudió lejos de mí, rodando en la nieve, mientras trataba de apagar las llamas.
Sus gritos de repente se convirtieron en gritos de mujer cuando ella cambió de
nuevo a su forma humana, el dolor le hacía imposible seguir siendo un lobo. Y
entonces estuvo muerta antes que yo.
Recorrí la zona, sólo para descubrir que el lobo que había estado persiguiendo
se había escapado, lo más probable es que se hubiera asustando ante la vista de
las llamas. Esto podía ser poco más que un juego mortal entre los Nightwalkers
y licántropos, pero yo jugaba para ganar.
Tres de ellos estaban muertos, dejando trece a mis otros tres compañeros
mientras me dirigí de nuevo al claro principal, donde los habíamos encontrado
inicialmente. Con un poco de suerte, tendríamos echa la mayor parte de esta
limpieza en cuestión de minutos antes de que finalmente pudiéramos dirigir
nuestra atención de nuevo a Ferko. Por desgracia, no estaba tan sola como en
un principio pensé.
—¡Bravo, Fire Starter! Muestra a esos animales quien es el que manda —gritó
una voz burlona por debajo de los árboles, acompañado de palmas.
Apreté los dientes y tomé un par de pasos hacia atrás, palmeando el cuchillo en
la mano derecha una vez más. Conocía esa voz. Siempre conocería esa voz.
Rowe me había encontrado una vez más, y parecía como si estuviera listo para
jugar.
—¡Rowe! —Le contesté en el mismo tono burlón mientras miraba los árboles
ante mi—. Ha pasado tanto tiempo desde nuestra última reunión. Baja y
juguemos.
—Con mucho gusto —gruñó. El viento sopló entre los árboles haciendo que sus
ramas se balancearan y se estrellaran unas contra otras. Miré hacia arriba a
tiempo para verlo deslizarse hacia abajo, hacia mí desde un árbol cercano, con
sus alas de cuero negro abiertas de par en par a sus espaldas. Me lancé a un
lado de su intermitente espada plateada, deslizándome varios metros en la
nieve antes de ponerme de nuevo en pie.
El Naturi me sonrió, torciendo su espada corta para que brillara bajo la luz de la
luna. Mantuve mi distancia de la criatura de un solo ojo, ya que yo sólo tenía un
cuchillo conmigo. No había estado planeando luchar contra el Naturi esta
noche, sólo con la manda local de hombres lobo. Y eso era más práctico que una
lucha contra un Naturi.
Rowe se abalanzó sobre mí primero, blandiendo una cuchillada, con la
esperanza de abrirme una vena o dos. Lo esquivé tratando de mantenerme en
pie mientras me movía por el bosque de nieve resbaladiza.
¡Mira! Los Naturi están aquí. Gritó Danaus a lo largo de nuestro enlace privado a
través de mi cerebro mientras Rowe se abalanzaba hacia mi otra vez. Estuve a
punto de perder mi cabeza mientras deslizaba mi culo en la nieve. No había
encubierto la presencia del cazador, y tuve la sensación de que Rowe estaba
sólo siguiéndole con la expectativa de que yo sería la sombra de Danaus.
Ya me di cuenta, gruñí en respuesta. Bloqueé la hoja de Rowe con la mía, y
rápidamente la empujé, mientras la deslizaba hacia el mango, amenazando con
quitar la mano del puño. ¡Ven aquí antes de que más cambiadores me encuentren!
Recostada en la nieve, agarré un puñado de nieve y la arrojé hacia el Naturi,
esperando cegarle temporalmente. Rowe dio un paso hacia atrás para evitar el
rocío blanco, dándome la oportunidad de ponerme en pie otra vez. Di marcha
atrás, deseando poder dividir mi atención lo suficiente como para explorar el
área en busca de licántropos.‖ Era‖ lo‖ último‖ que‖ necesitaba…‖ ser atacada por
detrás por un Cambiaformas enfadado. Desafortunadamente, estaba demasiado
cerca de Rowe y no podía permitirme el lujo de dividir mi atención.
—Y yo que pensé que querías que viviera para que pudiera comparecer ante tu
preciosa esposa–reina. —Me lancé detrás de un árbol particularmente grueso
mientras él dirigía su espada hacia mí. Un pesado golpe se hizo eco a través del
bosque cuando el metal se enterró en la corteza en el último segundo. Me lancé
hacia delante mientras él trataba de hacer palanca para soltarse.
Rowe se deslizó fuera de mi alcance y sacó un cuchillo de su cinturón cuando
abandonó su espada.
—Oh, sí —dijo sin aliento—. Pero eso no quiere decir que no te pueda desgastar
un poco, derramar un poco de sangre antes de entregarte a Aurora. Estoy
seguro de que no le importará si llegas menos perfecta.
—Estoy segura de que no le importará en absoluto —respondí, balanceando mi
espada hacia él por lo que fue arrinconado contra un árbol—. Ella nunca me ha
podido controlar cuando estaba en mi mejor momento.
—¡Tú nunca has visto Aurora en su máximo esplendor! ¡Ella te aplastará!
—Sí, sí. He escuchado eso antes y aquí sigo en pie.
En respuesta, un bajo alarido llenó el aire, sólo para ser contestado por otros
dos que estaban inquietamente cerca de mi posición actual. Los hombres lobo se
estaban acercando a mí y a mi combatiente. No estaba segura si se molestarían
en atacar a Rowe también, pero no pude mantener mis esperanzas. Además,
Danaus se suponía que debería estar acercándose. Él iba incluso con las
probabilidades.
Asustada de que encontraría pronto un licántropo en mi espalda, agité mi mano
libre a un lado. Una baja pared de llamas surgió de la tierra congelada y nos
rodeó en un destello. Danaus estaría atrapado en el exterior, pero esperaba que
los cambiadores estuvieran atrapados afuera mientras me encargaba de Rowe.
—No te preocupes —ronroneó Rowe—. No voy a ir a ninguna parte.
—No estoy preocupada por ti. Estoy asegurándome de que esto se queda en
una fiesta privada.
Rowe se abalanzó sobre mí de nuevo con el cuchillo, con la esperanza de
alcanzarme para poder enterrarlo en lo más profundo de mi estómago. Cogí su
mano mientras trataba de apuñalarlo. Por desgracia, el Naturi capturó mi
muñeca, de esa manera ambos nos bloqueamos en un mortal punto muerto. Mis
brazos temblaban por el esfuerzo y apreté los dientes. Estábam os bastante
emparejados en fuerza, pero la tierra debajo de nuestros pies estaba mojada y
congelada, por lo que nuestra base era inestable. Un paso en falso y alguien
podría deslizarse fácilmente.
—Vamos, Mira —gruñó Rowe entre dientes—. Regresa a Aurora conmigo. Me
comprometo a hacer lo que pueda para conseguirte una muerte rápida.
—La única manera en que estoy dispuesta a morir es con el corazón de Aurora
en la mano.
Apreté mis manos en su muñeca, con la esperanza de romperle el hueso, pero
no quiso disminuir su agarre.
—Voy a matarla. Algún día, finalmente la mataré.
—¡Nunca!
Un repentino trueno resonó por el bosque y el viento aumentó. Copos de nieve
cayeron desde el cielo, oscureciendo el bosque por lo que quedamos atrapados
en un helado remolino blanco. Apenas podía ver las llamas bailando
salvajemente tan sólo a unos metros de distancia. Las oía crepitar mientras
comían a través de cualquier arbusto cercano, pero su luz estaba opacada por la
súbita tormenta de nieve.
Un rayo se estrelló en el suelo a unos metros detrás de mí, seguido por el
sonido ominoso del agrietamiento de la madera. Un árbol había sido golpeado
y se estaba rompiendo. Luché contra la tentación de mirar por encima de mi
hombro para ver si el árbol estaba a punto de estrellarse sobre mis hombros,
reconciliándome con el pensamiento de que si el árbol caía golpearía a Rowe
también.
Un segundo trueno retumbó y estuvo acompañado por un par de filosos
colmillos incrustándose en el músculo de mi pantorrilla izquierda. Un lobo
había saltado fácilmente sobre las llamas y ahora estaba mordiendo mi pierna
como si fuera un juguete para masticar. Grité pero no solté al Naturi. Mis
manos estaban atrapadas y no había manera en que pudiera librarme del
licántropo sin que quitara mi concentración.
—¡Danaus! —Grité, sin importar que alguien pensará en mi debilidad.
Necesitaba ayuda. Estaba rodeada y ampliamente superada en número.
— ¡Voy! —Él estaba cerca, tal vez a unas cuantas docenas de metros, pero ahora
también podía escuchar el gruñido de los otros licántropos. Estaban
bloqueando su camino, manteniéndolo lejos para evitar que me salvara ya que
estaba atrapada entre un Cambiaformas y un Naturi con un serio problema de
actitud.
—No luce nada bien para ti. —Se burló Rowe mientras giraba su muñeca. Me
estaba debilitando bajo el dolor que el licántropo estaba generando en mis
músculos vitales.
—Mátalos, Mira —dijo una voz familiar en un tono musical—. Usa el bori y
mátalos a todos.
Rowe se calmó de repente ante la mención del bori. Levantó su cabeza
alrededor así que vio a su enemigo mortal sobre su hombro. Los Nightwalkers
eran siempre algo divertido para destruir, pero los bori eran un asunto
completamente diferente.
No dude. No podía perder esta oportunidad. Alcancé los poderes que
pululaban alrededor de Danaus. Con sólo el más elemental de los codazos,
active la energía que parecía estar dormida alrededor de su alma. Algo dentro
de mí gritó de dolor, bloqueando el esfuerzo de Rowe y el dolor en mi pierna
causado por el licántropo. Las llamas que nos rodeaban inmediatamente se
extinguieron y mi agarre en los poderes de Danaus se hizo más fuerte. Si no lo
hacía, temía que él convirtiera una mala situación en algo peor. Estaba
bloqueada en una batalla de fuerza con Rowe, y no podía ir al rescate de
Danaus si el monstruo decidía golpear. Danaus me odiaría, pero al final me
imaginé que probablemente estaba salvando su vida.
Los lobos aullaban con dolor mientras se retorcían en el suelo. Rowe dejó de
pelar conmigo, mirando al licántropo detrás de mí. Se tiró al suelo, lloriqueando
de dolor. El Naturi me soltó y sacudió su brazo libre fuera de mi agarre
mientras se alejaba. Sus ojos bien abiertos saltaban hacia los lobos que nos
rodeaban. Mientras la muerte se apoderaba de ellos, cambiaban a la forma
humana a tiempo para que su carne se rompiera. Sangre hirviendo salía
vomitando, silbando mientras tocaba la nieve.
Cuando el último licántropo tomo su último respiro, liberé a Danaus de mi
poder. El cazador cayó sobre sus rodillas, con su respiración forzada y
elaborada. Usar ese poder era agotador y un gran esfuerzo para su cuerpo
después de toda la pelea que había tenido. Mis propias extremidades estaban
temblando del dolor y fatiga, pero todavía tenía que lidiar con Rowe. Había
sido tentador tratar de hervir su sangre también, pero era una lucha más para
concentrarme en su energía como en la de los licántropos.
Y la verdad, no quería matarlo de todas maneras. Rowe y yo teníamos una
historia. Había estado allí en Machu Picchu cuando yo fui capturada por
primera vez. Él me conoció cuando yo había sido humana. Si iba a matar a
Rowe, lo haría con mis propias manos. Era algo que los dos nos merecíamos.
No una muerte con estos poderes aparentemente divinos que nos habían
mantenido atados y sintiéndonos de alguna manera irresponsables.
—Perdiste tu oportunidad —dijo Rowe mientras luchaba para mantener su
aliento.
Sacudí mi cabeza mientras cambiaba mi postura para quitar un poco de peso de
mi pierna izquierda. Sangre se deslizaba sobre mi bota y el dolor se difundía
por toda mi pierna. —Nunca.
Rowe me sonrió. Se tambaleó hacia mí con su cuchillo apuntando a mi pecho.
Levante mi propia arma mientras incómodamente retrocedía un paso. Estaba
inestable en mi pie, favoreciendo todavía a mi pierna izquierda. La espada falló
a mi garganta por unos cuantos centímetros cuando se giró y lanzó el cuchillo
por el aire. El cuchillo cortó el aire con una velocidad impresionante hasta que
finalmente se enterró en Danaus. Grité mientras veía a Danaus colapsar hacia
atrás en la nieve ensangrentada justo a unos cuantas docenas de metros.
Al mismo tiempo., Rowe corrió por un pequeño claro y a lzó sus alas negras.
Ellas inmediatamente atraparon el creciente viento y lo llevaron a las
inmediaciones. Con un gruñido lleno de dolor, cojeé hacia el pequeño claro
donde Danaus estaba empujándose lentamente sobre su codo derecho. El
mango del cuchillo sobresalía justo debajo de su clavícula. No se había
enterrado profundo, ya que el cuchillo había sido atrapado por varias capas de
ropa y un pesado abrigo de cuero. Arrodillándome al lado del cazador,
presioné una mano contra su herida y saqué el cuchillo en su hombro. Danaus
gruño una vez pero no dijo nada después de varios segundos.
—Pudiste haber preguntado —dijo en una voz baja después de un prolongado
silencio.
Fruncí el ceño, mordiéndome el labio inferior. La esencia de su sangre llenaba el
aire de la noche, despertando el monstruo que había en mi propio pecho,
permitiéndole exigir una comida fresca. Podía sentir su cálida sangre contra la
palma de mi mano, e hice todo lo que pude para resistir la urgencia de lamerme
mis dedos. No me alimentaría de Danaus, ni siquiera directamente. Quería que
permaneciera sin ser tocado por mi clase. Él estaba por encima de ellos. Estaba
por encima de todo.
—No podría correr ese riesgo —le dije cuando finalmente pude concentrarme
en nuestra conversación. El dolor empezó a incrementarse por la necesidad de
alimentarme. Mi cuerpo estaba reparando el mordisco irregular que me habían
dado en mi pierna—. Había muchos de ellos y yo estaba atrapada con Rowe.
Necesitaba a los licántropos muertos.
—¿Entonces me usaste?
—Dirigiéndote…
—¡Controlándome! —corrigió Danaus.
—Ya podrías ver todos los licántropos rodeándonos. No estaba segura que esos
fueran todos, y no podía arriesgarme buscándolos.
—¿Y Rowe? ¿Por qué lo perdonaste?
—Lo necesitamos vivo. —Levanté mis manos de sus hombros e
inmediatamente las froté en la nieve, limpiando la sangre así no estaría tentada
a probarla. Había sucumbido a suficientes tentaciones esta noche—. Él nos va a
ayudar a acercarnos a los Naturi que están en la región. Y si es necesario, me
puede acercar a Aurora.
—¡Cómo su prisionera!
—Posiblemente, pero es mejor que nada. La reina necesita ser destruida, no
sabemos cómo encontrarla. Incluso exiliada, pero dudo que Rowe pueda
encontrar a su esposa reina en su sueño.
—Eso es loco —dijo Danaus, levantándose lentamente. En lugar de levantarme
con él, me giré y me senté en la nieve sangrienta y con fango. Mi pierna
palpitaba pero estaba casi sanada. Los únicos licántropos en el bosque estaban a
una buena distancia, pero no estaban solos. Podía sentir su energía permanente
en el aire, llenando la noche como una pesada y perfumada niebla. Sólo Danaus
estaba felizmente poco consciente de eso, y yo quería mantenerlo de esa
manera.
—De vuelta al claro donde nos conocimos por primera vez —dije—. Stefan y
Valerio deberían estar trayendo a Ferko aquí.
—¿Qué hay sobre ti?
—Estaré justo detrás de ti. Sólo necesito descansar y limpiar este desorden.
—¿Agarrar un pedazo? —dijo Danaus en una voz desagradable.
—No de los muertos. Además, arruinamos su sangre para alguien más.
Quemaré los cuerpos y luego iré detrás de ti.
Danaus empezó a caminar de vuelta en la dirección por donde había venido y
se detuvo después de unos cuantos metros. —¿Y Rowe?
—No regresará esta noche. Lo seguiremos pronto, lo prometo.
—Necesito alguien que se encargue de él. Es demasiado peligroso para seguir
vivo —dijo Danaus mientras retomaba su caminata por el bosque, la oscuridad
inmediatamente se lo tragó hasta que no fue nada más sino una voz incorpórea.
—Lo sé —susurré. Rowe era demasiado peligroso para estar vivo. Debí haber
deseado usarlo, pero eso no iba a funcionar. Su única meta era desempeñar su
camino hacia el favor y el agrado de Aurora, y su única manera para
conseguirlo era a través de mí. No podía correr el riesgo.
Desafortunadamente tenía mayores preocupaciones esperándome en la
oscuridad. Estaba en el último plazo para aprender a controlar los poderes de
Danaus, y estaba mejorando en eso. Todavía podía sentir al cazador luchando
conmigo, pero en cada situación él decidía no alejarse. Habíamos estado
desesperados, rodeados. No había habido elección si teníamos alguna
esperanza de sobrevivir para ver la siguiente noche.
Flexioné la rodilla derecha frente a mí, descansé mi codo derecho en ella y
enrosqué mis dedos por mí cabello desaliñado. —¿Qué demonios quieres
saber? Hice lo que me pediste. Usé sus poderes en lugar de los míos.
—Y estoy muy orgulloso de ti —dijo Nick, de repente apareciendo ante mí en
forma de mi padre. La nieve crujía bajo sus pies mientras se aproximaba con
paso lento y firme. Era como si tuviera todo el tiempo del mundo. Estábamos en
un bosque oscuro y lleno de nieve, rodeados de Nightwalkers y licántropos.
Ahora no era el momento para tener una pequeña reunión familiar, pero
entonces mi vida no le importaba.
—¿Qué quieres?
—Sólo decirte que estás cerca. Sólo necesitas intentarlo un poco más —dijo
Nick.
—¿Intentarlo más? —Con mi mano derecha, traté de levantarme, pero con una
ligera onda de la mano de Nick me tumbó de nuevo sobre mi trasero. Me senté,
enterrando mis puños en la nieve, apenas suprimiendo la urgencia de lanzarle
una bola de fuego. Estaba superando el hecho que lucía exactamente como mi
padre. Había pequeñas diferencias que mi cerebro estaba empezando a ver. Él
no caminaba igual. Su paso era demasiado confiado y relajado, como si fuera
señor y maestro de todo lo que veía. Hubo un giro en sus delgados labios que lo
hacían ver como si estuviera a punto de dar una gran sonrisa hacia mí. Y sus
ojos. No eran los cafés suaves y amorosos que yo recordaba. Los ojos de Nick
tenían el mismo tono púrpura que los míos. Tal vez éramos padre e hija, pero
eso no me iba a detener de intentar freír su trasero en la primera oportunidad
que tuviera.
—Estás luchando por mantener tu control sobre el supuesto bori —dijo él—. Sí
él realmente luchara contigo, perderías tu agarre en sus poderes. Eso no te va a
hacer nada bien. ¿Y qué pasa si él viene e intenta controlarte? ¿Sabes siquiera
como luchar?
—Él no estaba tratando de controlarme. Estábamos llegando a un acuerdo, el
cual estoy rompiendo continuamente sólo para mantenerte feliz —dije.
—Querida, no estás tratando de hacerme feliz. Estas tratando de salvar tu
propia piel.
—Lo que sea. En este punto es la misma cosa.
—Cierto —Nick se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de
sus pantalones—. Pero no estoy totalmente feliz. Consigue el control total del
cazador y luego necesitaras ir tras el Nightwalker.
—¿Jabari? —pregunté, con mi voz quebrándose.
—Él es el único que queda que puede controlarte. Ese sin sentido necesita ser
detenido ahora antes de que uno de ellos descubra de lo que en verdad eres
capaz —ordenó Nick, su expresión volviéndose perversa por primera vez—. No
te tendré corriendo por ahí tan campante cuando deberías estar a mi entera
disposición.
—Como un perro obediente —gruñí mientras luchaba por ponerme de pie.
Viajando con mi mente, aproveché toda la sangre mágica que podía sentir
revoloteando en el aire de los Nightwalkers y licántropos cercanos. Busqué más
lejos por las almas de los humanos que estaban durmiendo en las villas
cercanas. Me estiré por cada criatura con alma y aproveché su energía.
Sosteniendo las manos a mis lados, convoqué dos bolas de fuego que lancé con
toda la fuerza que podía manejar. Se las arrojé a Nick, deseando que no sólo
golpearan su cuerpo sino que se pegaran como savia a una hoja. Encerré a la
criatura en llamas que crecieron al punto de que pasaban por la cima de los
árboles y enviaban una lluvia de nieve derretida. Apretando mis ojos, concentré
la energía en quemar a través de la carne y consumir el hueso. Apunté por lo
que podía sentir era el alma de la criatura, tratando de usar la energía de las
almas de otros para destruir la de él.
Mantuve la energía concentrada en él hasta que mi cuerpo tembló de cansancio
y empecé a desmayarme. Muy de mala gana, lo liberé, esperando encontrarlo
reducido apenas a cenizas. No quería sentirlo en el área. Quería borrarlo de la
existencia. Pero él era un Dios y yo no era lo suficientemente fuerte.
Un esqueleto blanco estaba parado frente a mí con su mórbida sonrisa perversa
burlándose de mí. Pareció estremecerse una vez, y en cuestión de segundos,
músculos, órganos, tejidos y piel crecieron otra vez sobre él. La ropa vino
después, así que en menos de un minuto estaba parado frente a mí exactamente
como había estado antes de mi explosión. Detrás de él la tierra estaba quemada
con árboles reducidos a finos maderos negros.
—Ahora es mi turno —dijo Nick, y mi estómago se sacudió del miedo. Como el
conductor de una orquesta, mi padre levantó sus dos manos. A la misma vez, se
sintió como si mi alma hubiera sido levantada de mi cuerpo. Traté de abrir mi
boca para gritar del terror, pero no tenía boca para gritar mientras mi cuerpo
caía flácido y muerto en el suelo. El mundo giraba a mí alrededor,
convirtiéndose en pura energía. Si Nick hubiera liberado el agarre en mi alma,
sabía que hubiera flotado, sin encontrar el camino de vuelta a mi cuerpo.
¿Podría esto ser la muerte? ¿O algo peor? Atrapada por siempre entre este
mundo y el siguiente, una parte de nada.
—No soy el bori o el Naturi que pueden ser destruidos tan fácilmente por tus
escasas habilidades —se burló Nick—. Soy un dios y no me puedes lastimar. Te
ha sido dado el inmenso regalo de mi paciencia limitada. No lo desperdicies.
Sentí más cuando Nick bajó sus manos de nuevo, poniendo mi alma en su
cuerpo otra vez. Me giré en el suelo en posición fetal como si hubiera apretado
el agarre de mi alma. —Que suertuda soy —murmuré, mirando hacia la nieve.
Nick estuvo sobre mí en un parpadeo. Arrodillado frente a mí, agarrando mi
rostro firmemente con una mano así sus uñas se enterrarían en mis mejillas.
Podía sentir la sangre goteando por mi rostro y bajando por mi estómago y
piernas. Levantó mi rostro para mirarlo directamente a los ojos. Había dos
vacíos masivos allí, casi envolviendo y ocupando todos mis pensamientos y
emociones. Ahogué un grito y traté de alejarme de él. Su poder me rodeaba y
me consumía hasta que sentí que estaba perdiendo mi agarre de mi propia
alma. Él era todo, estaba en todas partes.
—No tienes idea de la suerte que has tenido —él dijo—. Mi paciencia es poca.
Controla a Danaus y Jabari: esta es la última amenaza.
Pestañeé una vez, tratando de asentir, pero ya se había ido. Dejé mis ojos viajar
suavemente sobre el bosque oscuro. No había sonido detrás del crujir de las
ramas tiradas sin vida por el viento. A mi alrededor había cuerpos muertos de
licántropos. Yo había matado usando a Danaus. Su sangre se había enfriado y
estaba la ligera esencia de carne quemada colgando por aire. Todavía tenía que
eliminar los cuerpos y quemar la nieve alrededor empapada de sangre. No
tenía ganas de moverme. Nick estaba mirando cada movimiento mio, y la vida
de Danaus estaba en juego. Si lo iba a mantener vivo, tendría hacerlo mi
mascota.
Capitulo 18
Traducido por Rihano y floch i
Correg ido por Angeles Rangel
erko se veía como la mierda. Había sido golpeado, apuñalado y arrastrado
a través del bosque por Valerio y Stefan. Cuando regresé de nuevo al claro,
los dos vampiros estaban flanqueando al licántropo mientras estaba
arrodillado en el centro con sus manos colgando inertes a sus costados. Un
profundo corte rasgaba su ceja, goteando sangre sobre su ojo derecho. Mientras
tanto, su ojo izquierdo estaba cerrado completamente e hinchado,
manteniéndolo ciego a su entorno. No que eso importara. Sus otros sentidos
aún eran agudos y él supo el instante en que yo llegué cuando inhaló
profundamente mi aroma.
—¿Algún problema?—preguntó Valerio.
—Nada importante —dije encogiéndome de hombros, empujando al fondo de
mi mente los pensamientos acerca de Rowe y Nick. Se suponía que esta era una
cacería de hombres lobo, y aquellos dos habían decidido participar en la
diversión sin ser invitados. Parada con mis piernas extendidas delante del
licántropo, coloqué mis manos en mis caderas y luché contra la urgencia de
patearlo debajo de su barbilla. Apenas, me controlé.
—¿Cuántos dejaron?—pregunté, mirando a Stefan.
—Tres, quizás cuatro. ¿Quieres que les demos caza?—sonriéndome con
escalofriante entusiasmo.
Stefan amaba derramar sangre, pero así lo hacían la mayoría de los
Nightwalkers.
Hice un movimiento con la mano, desechando la pregunta. —No importa —
murmuré, regresando mi atención a Ferko—. ¿Oyes eso? Comenzaste con
dieciséis Cambiaformas y ahora solo queda un puñado de los que dejaste, en
todo Budapest. Esto podía haber sido resuelto discretamente. Las vidas podrían
haber sido salvadas, pero escogiste ir por este camino.
F
—No tienes ningún asunto que atender en Budapest —dijo Ferko en una voz
áspera y rasposa.
—Los Naturi están aquí. Eso lo hace de mi interés. Pero tenemos un tema más
importante. —Miré hacia Stefan, quien apretó su agarre sobre el cuello de
Ferko. El hombre lobo se sacudió, retorciéndose ante el agarre del
Nightwalker—. Parece que la asistente de Stefan ha desaparecido en Budapest.
—¿Y qué infiernos tengo que ver si alguien ha desaparecido?—gruñó el hombre
lobo—. ¿Qué demonios tiene eso que ver conmigo?
—Mucho. Veyron nos señaló en tu dirección.
—Bastardo —murmuró Ferko en voz baja.
Stefan le dio una fuerte sacudida a su prisionero, asegurándose de tener su
completa atención. —Su nombre es Michelle. Es una Nightwalker de cabello y
ojos marrones. Su cabello le llega más abajo de la cintura. Es delicada. La
recordarías si la viste.
Ferko rió. —¿Crees que voy a recordarme de alguna chica al azar?
Stefan cerró su puño en la parte de atrás del cráneo de Ferko, impactándolo de
lleno en su cara. El hombre lobo sacudió su cabeza, con un gemido bajo,
mientras forcejeaba para colocarse de nuevo en posición sentado.
—¡La recordarías! —Gritó Stefan, perdiendo lo último de su control sobre su
compostura—. Ella es una Nightwalker. ¡La recordarías!
—¿Cuándo vino a la ciudad?—preguntó, tomando el interrogatorio finalmente
con seriedad.
—¡Hace semanas!
Entonces caminé hacia Ferko, estampando mi rodilla en su mandíbula,
enviándolo al suelo mientras caminaba rodeándolo para detenerme junto a
Stefan. Valerio se alejó, dirigiéndose hacia Danaus, manteniéndose cerca en caso
de que Ferko hiciera algo verdaderamente estúpido como atacarme. Apoyé mi
mano en el hombro de Stefan, pero él se alejó de mi toque mientras un gruñido
bajo retumbaba en su garganta. No estaba de humor para aceptar ningún
consuelo de mi parte, lo cual quería decir que no le iba a gustar la otra parte de
mi tan llamado brillante plan.
La encontraremos, traté de calmarlo discretamente.
Quieres decir, que encontraremos su cadáver, me soltó en respuesta.
Solté un suspiro y no lo negué. En este punto seríamos afortunados si, después
de todo, encontrábamos su cuerpo. Ella había estado perdida por un buen
tiempo, y Budapest no era la ciudad más amigable que alguna vez había
visitado. Mi creciente preocupación era que no fuéramos capaces de encontrar
al verdadero culpable dando vueltas en esta casa de la risa de los horrores.
Primero encontramos a la sensual Odelia, y luego al hambriento de poder de
Veyron. No ayudaba a mi mente que tuviéramos a Macaire acechando,
entusiasmado en ofrecer una mano para ayudar. Y ahora el desafortunado
Ferko, quien no solo estaba haciendo el trabajo sucio para Veyron, sino
llevándose toda la culpa. Este no podía ser el acuerdo original que el licántropo
firmó, y teníamos que encontrar la forma de usar eso en nuestro beneficio.
Necesitamos dejarlo vivo, le dije a Stefan desganadamente.
El Nightwalker saltó hacia mí, clavando su oscura mirada en mi cara. ¿Estás
loca? Él puede haberla matado. Si no él, alguno de los suyos.
Probablemente sea así, pero lo necesitamos para conseguir acercarnos a Veyron. Es la
única manera de atrapar a todos en esta retorcida dinámica de poder. Hay un brujo ahí
afuera que está trabajando con los licántropos, también. Los quiero a todos.
Así será, me gruñó mientras se alejaba sigilosamente unas pocas yardas. Pero al
llegar el momento lo mataré antes de que dejemos Budapest.
De acuerdo.
Me regresé hasta pararme frente a Ferko, quien me gruñó como un perro
herido. —¿Es este el acuerdo que tenías en mente cuando fuiste con Veyron?
¿Sacrificar a tu gente? ¿Conseguir que te mataran para que así él pudiera ser el
vampiro grande y malo de Budapest? ¿Te quería en su ejército para que
pudieras hacer todo su trabajo sucio?
—Tú no sabes nada —dijo Ferko tercamente.
—¿De verdad? Entonces ilumíname. —Deslicé mis manos hacia los bolsillos
traseros de mis pantalones mientras venía a pararme delante del
Cambiaformas—. Parece que estás llegando al final de este trato injusto. Vas a
morir mientras él se aleja sin preocuparse.
—¿Qué quieres de mi? ¿Nombres? ¿Fechas? ¿La revelación completa de todo?
No soy un soplón.
Suspiré, con mis hombros hundidos bajo el peso de demasiadas noches largas
sin ninguna respuesta verdadera. Mirando hacia Stefan, encontré al
Nightwalker volviéndose más impaciente a cada segundo. Pensé que estaría
más cerca de darse cuenta de que él no iba a tener a su Michelle de regreso,
pero al menos necesitaba al culpable detrás de su desaparición y muerte.
—¿No te ha traicionado ya? Él señaló a los licántropos por la desaparición de
Michelle. Los licántropos atacaron hoy a Danaus, tratando de matarme. ¿En
verdad crees que escaparás sin castigo de tales actos?
—Se puede tener esperanza —dijo, mirándome con una sonrisa ladeada.
—No me estás ayudando. Mátalo —dije, aburrida. Me giré sobre mis talones
para mirar a Danaus, quien estaba observándome con ojos oscuros. El cazador
no hizo ningún movimiento para detenerme o a Stefan. Valerio se apoyó contra
un árbol cercano, sacando tierra y sangre seca de debajo de sus uñas.
—¡No! ¡Espera!—gritó repentinamente Ferko—. Odelia me envió detrás de la
mujer.
Me regresé para encararlo, levantando una mano para detener a Stefan, quien
estaba agarrando al hombre con ambas manos alrededor de su cuello. Si Ferko
hubiera dudado más tiempo, el Nightwalker hubiera roto su cuello antes de que
pudiéramos conseguir esta interesante y sorprendente pieza de información.
Odelia se había marcado como otro de los lacayos de Veyron. Ella no tenía
particularmente ninguna otra reputación especial dentro de la comunidad de
los Nightwalkers que la de ser un poco vieja. El verdadero poder, en mi mente,
siempre había estado ligado a Veyron. Él era el más viejo, el más fuerte, y el
más poderoso en la región.
—¿Odelia? ¿No Veyron?—pregunté.
—A Odelia le gusta el hecho de ser la más hermosa de todos en la ciudad. No le
gusta tener competencia —dijo rápidamente Ferko—. La puta asesinó a dos de
mis propias mujeres a causa de su apariencia. Cuando esta morena se presentó
inesperadamente en la ciudad, a Odelia no le importó que ella solo estuviera de
paso. La quería muerta.
—Así que pidió que tu gente se encargara de ella —dijo Stefan.
—¿Pidió?—bufó Ferko—. Lo haces sonar como si tuvimos alternativa. Entre
Veyron y Odelia, no tenemos muchas alternativas si queremos seguir
desplazándonos por la ciudad.
—Tú rastreaste a Michelle y la mataste —terminé, mi garganta apretada
alrededor de las palabras. La Nightwalker no había hecho nada más que venir a
la ciudad para recoger un paquete para Stefan. Había sido eliminada porque
simplemente era demasiado hermosa para vivir donde Odelia estaba
concentrada.
—¿Dónde está ella?—exigió Stefan con una voz temblorosa.
—Muerta.
Stefan pateó al licántropo en la espalda, lanzándolo al piso de nuevo.
—¡Entiendo eso! ¿Dónde está su cuerpo?
—Quemado —admitió Ferko, regresando lentamente a una posición sentada—.
Es la única manera de estar seguro de que uno de su clase no volverá a
levantarse de nuevo. Sus cenizas fueron esparcidas alrededor de estos bosques.
Stefan me miró, negando con su cabeza. Podía ver el dolor en sus ojos. No
podía quedarse aquí y no matar a Ferko. Y yo no podía culparlo. Si hubiera
estado en su lugar, ya habría arrancado el corazón del hombre lobo de su
pecho. Por supuesto, no creía que el lobo mereciera tal cosa como una muerte
rápida. Se merecía sufrir por la muerte de Michelle, y si tuviera algo que decir al
respecto, él lo haría antes de que abandonáramos Budapest.
Sólo dame un poco más de tiempo, le rogué a Stefan.
Siempre y cuando me lo dejes antes de que dejemos Budapest.
Puedes tener a Odelia también si quieres.
Rechaza un asiento en el Aquelarre y yo podría no tener que matarte por mi mismo, dijo
Stefan, haciendo que una esquina de mi boca se crispara con una risa morbosa.
De acuerdo.
Las cejas de Stefan se levantaron de golpe mientras me miraba, sorprendido por
mi promesa. El Nightwalker no dijo nada más después de eso, no queriendo
echar a perder su repentina buena suerte. Él simplemente desapareció en la
oscuridad, dejándonos manejar al asesino de Michelle.
—Dinos acerca del brujo que estaba con tus parientes durante el día y
consideraré perdonar tu vida —le dije.
Ferko volteó su cara hacia mí, frunciendo el ceño. Dudé de si él pudiera verme,
en realidad, a través de su borrosa visión, pero podía decir que estaba
considerando mi oferta. Se había dado cuenta que su vida estaba pendiendo de
un delgado hilo. —¿Brujo?
—Oh, no comiences a jugar al tonto conmigo de nuevo —jadeé—. Estábamos
haciendo tantos progresos.
Ferko agitó su cabeza, volteando su cara hacia el suelo de nuevo. Sus hombros
estaban caídos y su respiración era difícil. Su cuerpo estaba teniendo problemas
para sanar todas las heridas que le habíamos infringido a pesar de la luna llena.
En verdad, si no hubiera habido luna llena, dudaba seriamente que le hubiera
sido posible sobrevivir. A Valerio y Stefan les gustaba jugar rudo.
Me alejé de Ferko, caminando hacia Danaus. Valerio levantó al mirada de sus
uñas y se alejó del árbol con un tirón de mi cabeza. Él se dirigió hacia nuestro
prisionero y tomó la posición de Stefan detrás de Ferko. Si bien a Valerio podría
no gustarle tener sus manos sucias, él aún era muy bueno en esto. Si yo diera la
más ligera indicación de que quería muerto a Ferko, Valerio no solo cumpliría
felizmente mi deseo, sino que también se aseguraría de que fuera una muerte
particularmente lenta y dolorosa.
—He estado por aquí un tiempo, Ferko —comencé de nuevo, tratando un
enfoque diferente—. He sabido que Nightwalkers y licántropos trabajan juntos
en raras ocasiones. Y he sabido que los Nightwalkers raramente trabajan con
brujos y brujas. Pero esta es la primera vez. Los brujos generalmente no se
llevan bien con los Cambiaformas. Ellos te ven solo como un montón de basura,
animales incivilizados que no pueden controlar sus instintos básicos. ¿Por qué
un brujo querría posiblemente trabajar con los de tu especie?
—Quizás te ve como un ser menos deseable para tener alrededor que a una
manada de animales —se burló Ferko.
—Quizás —admití—. He enojado a mi buena parte de brujos, pero tengo que
decir que no ha sido en esta parte del mundo en un largo tiempo. No sé quién
encontraría mi presencia indeseable.
—Nadie quiere que seas el guardián aquí —dijo Ferko—. No perteneces a este
lugar.
—Y créeme, que yo tampoco lo quiero, pero alguien tiene que refrenar el caos
en esta área antes de que se riegue a través del resto de Europa. No todos los
Nightwalker van a ser tan tolerantes como yo.
—¿Tolerante? ¡Has destruido a mi manada! —gruñó, mostrándome sus
colmillos. El poder llenó el aire por lo que el aroma de los bosques se volvió aún
más pesado. Valerio se inclinó hacia delante y sujetó al hombre lobo detrás de la
oreja. El licántropo se derrumbó en un montón flácido a mis pies, inconsciente.
—¡Valerio!—grité, moviendo mis manos en un gesto de frustración. No estaba
ni siquiera cerca de estar haciéndole un interrogatorio a nuestro prisionero.
Necesitaba saber más acerca del brujo que aparentemente estaba trabajando con
los licántropos, y por extensión, con los Nightwalkers. Este tipo de colaboración
no era algo que me tranquilizaba. Cierto, alguna vez en mi propio dominio mi
gente había tratado con los licántropos, y yo tuve una diversidad de asociados
entre los que estaban brujas y hechiceros. Pero este acuerdo en Budapest era
marcadamente diferente y completamente perturbador. Los brujos y licántropos
estaban actuando como fuerza bruta para los Nightwalkers durante el día,
extendiendo ese poder de la especie más de lo que debería.
—Lo siento —dijo él mansamente, mostrándome una tenue sonrisa—. A veces
no conozco mi propia fuerza.
—¿Aún está vivo?
—Si —dijo Valerio, sonando tan apagado, que yo diría que tenía poco control—.
Sólo está inconsciente. Asumo que quieres despertarlo en vez de matarlo. ¿O
debería pedirle a Stefan que vuelva? Estoy seguro que estaría contento de
acabar con este saco de pulgas.
—Déjalo vivir. Se lo prometí a Stefan para más tarde. Ahora mismo, lo
necesitamos consciente para poder sacarle más información. Necesito saber
quién es este brujo.
Valerio suspiró mientras pasaba encima de la forma inconsciente de Ferko y
empezaba a caminar hacia donde había dejado su abrigo doblado sobre una
rama de árbol. —No lo necesitamos para eso.
—Por supuesto que sí —espeté, siguiéndolo —. Los licántropos que atacaron a
Danaus durante el día estaban acompañados por un brujo.
—La noche que nos reunimos con Veyron, Mira y yo fuimos atacados por un
usuario mágico —intervino Danaus—. Apostaría que es el mismo. Una ciudad
generalmente no tiene muchos usuarios mágicos en la mano.
Valerio se dio la vuelta y arqueó una ceja hacia nosotros mientras se ponía el
abrigo. —De acuerdo. Los brujos no son muy buenos en compartir. Sin
embargo, en esta ciudad, podría estar renuente a hacer tal suposición. Pareciera
que todo el mundo estuviera trabajando unido aquí.
—Muy cierto. Nightwalkers dirigiendo licántropos. Brujos protegiendo
licántropos.
—Me sorprende que todavía no hayan hecho un trato con los Naturi —agregó
Danaus, ganándose una mirada sombría de mi parte. No necesitábamos discut ir
los posibles tratos con los Naturi. Ya habíamos ido por ese camino y el
resultado nunca fue bonito. La última vez que semejante cosa fue dicha, terminé
en el Aquelarre.
—A los Naturi no le gusta hacer tratos —dije—. Además, Rowe está corriendo
alrededor de la ciudad con su propia banda de seguidores. Su único punto en la
agenda es conseguir poner sus manos encima de mí, para poder entregarme a
Aurora. Él no va a estar haciendo tratos con nadie. Al menos, eso espero.
—Poco probable —estuvo de acuerdo Valerio.
—Gracias —mascullé, pero volví mi atención al problema que teníamos a mano.
Con la punta de mi bota negra raspada, giré a Ferko que estaba tendido
torpemente sobre su espalda con un brazo atrapado debajo de su cuerpo. Su
boca estaba floja en tanto la sangre brotaba de la esquina y goteaba sobre la
nieve derretida—. ¿Qué hay del brujo?
—Es probable que se trate de Clarion —indicó Valerio.
—¿Clarion? Me temo que nunca he escuchado de él.
—Me ha dado un pequeño problema en Vienna. Es un poderoso brujo que tiene
su sede en Budapest, pero va a los alrededores de algunas de las otra grandes
ciudades que rodean Budapest, buscando‖ expandir‖ el‖ alcance‖ de‖ su… —dijo
Valerio, luchando por encontrar la palabra correcta.
Los brujos y las brujas no eran conocidos por tener un dominio. Tendían a
asentarse en un lugar central por un tiempo, y operaban exclusivamente en esa
región hasta que morían, se aburrían o eran sacados por alguien más poderoso.
No tenían seguidores o subordinados como los Nightwalkers o los licántropos.
Y no trataban de expandir el alcance de su territorio de origen. Esto no sonaba
bien en absoluto, y explicaba claramente por qué Valerio estaba interesado en
este pequeño viaje a Budapest. Era una oportunidad para agarrar a su molesto
vecino, posiblemente espantándolo a una nueva locación si él simplemente no
lo mataba.
—¿Entonces crees que Clarion es quien está trabajando con los Nightwalkers y
los licántropos? —preguntó Danaus.
Valerio hizo un encogimiento de hombros evasivo. —Posiblemente. ¿Le echaste
un buen vistazo?
—No, no en absoluto. Diría un contorno vago en la oscuridad —Danaus empujó
sus manos dentro de los bolsillos de su largo abrigo de cuero mientras le fruncía
el ceño al vampiro—. En la habitación del hotel, estaba demasiado preocupado
manteniendo a los licántropos lejos de donde pensé que estaba Mira. Sólo pude
sentir su poder en el aire, marcándolo como un brujo.
—En dirección a la casa de Veyron, sólo obtuve un vislumbre de la figura en la
azotea. Sin detalles —admití con no poca frustración—. Pero, ¿cuáles son las
probabilidades de que haya más de un brujo poderoso en la región?
—Bastante buena, por desgracia —declaró Valerio, sacándome un gruñido.
Sentí como si hubiera dado un paso dentro de arenas movedizas. Con cada
movimiento, conseguía ser aspirada más abajo en la locura espesándose que
impregnaba cada pulgada del lado oscuro y oculto de Budapest. Estaba
empezando seriamente a‖extrañar‖mi‖casa‖de‖Savannah…‖ lejos de Veyron, sus
lacayos, y los esquemas de Macaire, los cuales aún tenía que averiguar.
—¿Cómo es posible? —demandó Danaus—. Nunca pensé que los brujos y
brujas jugaran juntos. Demasiado territoriales. Incluso más que los licántropos y
los Nightwalkers.
—Es verdad, pero este parece haber encontrado a alguien con quien llevarse
bien. Me he encontrado con Clarion sólo unas cuantas veces durante los últimos
años, pero he escuchado que él no trabaja solo. Hay otro usuario mágico con
quien se asocial aquí en Budapest. Desafortunadamente, todavía no sé si es un
brujo o una bruja. No puedo medir la fuerza de la criatura, pero puedo suponer
que él o ella es, al menos, tan poderoso como Clarion o él no se molestaría con
esta criatura.
—Quieres decir, que él lo habría matado o presionado a que él o ella saliera de
la región ya —dije.
—Correcto.
—Entonces, ¿cuál es nuestro siguiente paso? ¿Vamos tras Veyron? —preguntó
Danaus—. No hace falta ser un genio para deducir que él envió una escuadra
de asalto tras de ti —agregó, trayendo un fruncimiento a mis labios—. Estabas
esperando que enviara personas tras de tí.
—Sí, pero el problema es que estaba esperando que enviara personas con
grandes armas y estacas de madera, no una manada de hombres lobo con un
brujo como apoyo. Esto hace que la situación entera se complique mas, Sr. No
Hace Falta Ser un Genio —dije, sin importarme cuan perra estaba empezando a
sonar. Estábamos consiguiendo frustrarnos más que un poco por Veyron y sus
subordinados, y no estábamos acercándonos a la preocupación de la infestación
Naturi de lo que originalmente nos preocupábamos. Podría haber dejado a
Rowe deslizarse entre mis dedos esta noche, pero no iba a terminar con la
atención Naturi. No estaba yendo un paso delante de Aurora nuevamente a
menos que yo tuviera una ventaja que finalmente la bajara como reina Naturi.
Mientras tanto, necesitaba vigilar a Rowe para que él no estuviera
constantemente en mi espalda con un cuchillo.
—Primero necesitamos entender la estructura de poder de Budapest. —Valerio
envolvió ingeniosamente su pañuelo rojo alrededor de su cuello, mostrando la
misma habilidad que cuando ató una corbata hace unos cuantos siglos justo
antes de asistir a varios bailes y veladas que llenaron nuestras noches juntos en
Europa—. Si no tenemos cuidado, podríamos matar a un simple peón, lo que
dejaría la mayor parte de la estructura de poder intacta y a nosotros vulnerables
a represalias.
—Estoy de acuerdo. Necesitamos asegurarnos de quitarlos a todos antes de
dejar Budapest —dije, sonriendo ante su atención con su pañuelo. Valerio se
encogió de hombros, impasible ante mis burlas.
Danaus nos frunció el ceño a ambos, determinado a no distraerse. —¿Podría ser
eso lo que Macaire planeó todo el tiempo? ¿Por qué está aquí? Si destruimos a
los participes reinantes del poder en Budapest, será lo bastante vulnerable para
que él se instale y se haga cargo.
—Dudo que fuera su plan ya que prefiere quedarse cerca de Venecia —contesté.
Valerio metió las manos en sus bolsillos y sacó un par de guantes flexibles de
cuero, los que procedió a ponerse —. Además, Mira ha echado a perder ese plan
al reclamar Budapest como propio. Ella podría no quererlo verdaderamente,
pero es el guardián de este lugar ahora. Como guardián, es su responsabilidad
limpiar a la antigua gestión.
—Que tú apruebas —despreció Danaus—. Estando Budapest tan cercano a
Viena y estás seguro que Mira no se inmiscuirá en tu territorio.
—Lo haces sonar como si fuera terrible que apruebe la nueva adquisición de
Mira. Por supuesto, me gusta tenerla a mano una vez mas. —Valerio se detuvo
y entrecerró sus oscuros ojos en el cazador mientras una sonrisa malvada se
extendía en sus labios llenos—. Mira y yo tenemos una larga historia. Sería
agradable tenerla cerca otra vez.
Danaus dio un paso hacia delante, su mano bajando hasta su cintura donde
sabía que él mantenía un surtido de cuchillos. Valerio estaba burlándose de él,
viendo hasta dónde podía empujar a Danaus. No tuve duda que también estaba
probando cuán lejos había ido mi relación con Danaus. El Antiguo Nightwalker
sonrió al cazador, sus colmillos asomándose por debajo de su labio superior. No
tenía tiempo para estos juegos de puños y encabrones territoriales.
Necesitábamos encontrar a Clarion.
—¡Basta! —grité, colocando una mano sobre el pecho de ambos—. Necesito
encontrar a Clarion. ¿Tienen alguna sugerencia útil?
Valerio puso su mano sobre la mía, acariciando mis dedos en un intento de
molestar a Danaus sólo un poco más. Estaba a punto de impactar mi puño
contra su mandíbula. En vez de eso, lo empujé. Valerio simplemente se quedó
ahí, sonriéndome—. Una café llamado Gerbeaud Cukrászda —dijo—. Ha
estado por años en sus alrededores y está localizado en Central Pest entre el
Puente Chain y el Puente Elizabeth. Cualquier taxista debería localizarlo sin
problemas.‖Puedo‖ir…
—No —dije cortantemente, causando que su sonrisa se ampliara. Estaba
empezando a pensar que él y Danaus habían pasado más que suficiente tiempo
juntos. Yo sabía que ya había pasado bastante tiempo con Valerio. Este era un
caso demasiado bueno—. Hay Naturi viviendo en una de las islas en el
Danubio. La última vez que vi, había tres islas en la región. Quiero que vayas a
revisarlas.
—Este es mi castigo. ¿Enfrentarme a los Naturi solo? —demandó
incrédulamente.
—¿Sería yo tan fría?
—Sí.
Le sonreí a mi amigo por primera vez, sacudiendo la cabeza. —No estoy
pidiendo que caces a los Naturi. Simplemente, quiero que los localices para mí.
Encontrar qué isla han reclamado como propia. Será fácil para cuatro de
nosotros cazarlos si estamos seguros de su ubicación definitiva. No te
involucres si puedes evitarlo. Encuéntranos más tarde esta noche en la
habitación de mi Hotel.
—¿No estarás planeando cambiar de cuarto del hotel? ¿O piensas quedarte
conmigo en Vienna?
—Me estoy quedando en el Gellért —dije—. No voy a dejar Budapest otra vez
hasta que este lío haya sido limpiado.
—No es seguro.
—Danaus estará ahí. Estaré a salvo.
—Como quieras —dijo Valerio con un encogimiento despreocupado de sus
anchos hombros. Se apartó sólo un paso de Danaus y de mí antes de
desaparecer de la vista. Yo esperaba con interés el día de poder alcanzar esa
habilidad. Sería mucho más fácil que tratar de agarrar un automóvil o un avión
o cualquier otro vehículo para ir del punto A al punto B.
Mis ojos se desviaron hacia la cara de Danaus y me estremecí interiormente. El
cazador no estaba feliz conmigo, y era más probable que fuera por culpa de
Valerio. Por supuesto, Danaus también podía estar molesto por mi elección
para controlar el uso mis propios poderes. Mi excusa había sido
extraordinariamente delgada y débil. Ni siquiera pensé que realmente lo
creyera, pero entonces me desesperé y no estábamos exactamente en el mejor
lugar para discutirlo. Para mi júbilo, todavía no lo estábamos. La noche se
estaba desvaneciendo y todavía teníamos que localizar a Clarion.
—Lo sé —suspire—. Es un completo dolor en el trasero.
—Me recuerda a alguien que conozco.
—Sí, bueno, podría ser una lista muy larga. Tendrás que reducirla para mí.
Nos miramos mutuamente antes de, finalmente, girar en direcciones opuestas.
Inspeccioné a Ferko para encontrar que ya había sido movido de donde
descansaba. No esperaba de él que estuviera inconsciente durante tanto tiempo.
Eventualmente, se levantaría por si solo e iría corriendo a quejarse con Veyron
por la masacre de su gente. Si Ferko estaba de suerte, nuestra destrucción de la
manada local podría tener éxito en sacar del camino a uno cuantos
Nightwalkers. Tuve una sensación de hundimiento que esta ciudad entera
necesitara ser despejada. Veyron y su pandilla tuvieron una influencia negativa
sobre todos ahí, como una enfermedad comiéndose el tejido cerebral.
—¿Cómo va a hacer Valerio para rastrear a los Naturi si no puede sentirlos? —
preguntó Danaus, sorprendiéndome con su preocupación.
Sonreí a mi compañero mientras caminábamos volviendo a través de los
bosques hacia el coche que habíamos robado poco después de la puesta del sol.
—Es un chico listo. Lo averiguará. Un lugar donde los hermanos han sido
asesinados de forma alarmante, una zona muy arbolada, o simplemente un
lugar donde los humanos tengan miedo de rondar. Eso es suficiente para
descubrir a los Naturi.
—¿Usan a los humanos como guía?
—Seguro, tienen un natural sexto sentido ante el peligro.
—Entonces, ¿por qué acuden a los vampiros?
—Nunca dije que fueran muy buenos escuchándolos. Además, no estamos
tratando de matarlos, sólo alimentarnos de ellos. Los Naturi son los que en
realidad los quieren muertos.
—Lindo razonamiento —dijo Danaus mientras caminaba del lado del conductor
y abría la puerta.
—Sí, eso creo.
Danaus se detuvo, quedándose al lado del auto con la puerta abierta. Me miró
sobre el techo del pequeño del pequeño auto. —¿Estamos cazando a un brujo?
—Sólo vamos a tener una agradable charla en un café —lo corregí con una débil
sonrisa. Estaba empezando a pensar que a Valerio le había tocado la tarea más
fácil. Por un breve momento, pensé en localizar a Stefan y pedirle que viniera.
Sin embargo, aparté la idea mientras subía al auto robado. Stefan necesitaba
algo de tiempo para calmarse y recuperar el control de su temperamento. Tan
sorprendente como lo era para mí, había perdido a alguien importante para él
simplemente porque ella era hermosa. Michelle se merecía algo mejor que eso, y
Stefan estaba determinado a dárselo. Tendría que matar a Odelia y a Ferko para
conseguir su venganza. Desafortunadamente, para ayudarlo a tener éxito,
primero necesitaba lidiar con un brujo que estaba decidido a verme muerta.
Capitulo 19
Traducido por aLeBeNa y Virtxu
Correg ido por Virtxu
erbeaud Cukrászda era impresionante. Me había acostumbrado a los
cafés cargados, pequeños y oscuros con la gente encorvada sobre
ordenadores portátiles o escondiéndose detrás de un periódico. Pero
Gerbeaud Cukrászda vera un viejo tradicional húngaro con sus enormes
ventanas en arco dando a la ciudad. Los candelabros dorados de oro y cristal
colgaban de los techos abovedados, dándole a la habitación un cálido
resplandor. A lo largo de las paredes había ricos aparadores de madera que
tenían delicadas piezas de porcelana antigua con patrones ligeramente
descoloridos, desgastadas por el gran paso del tiempo.
El café estaba atestado, con la gente relajada en pequeñas mesas redondas,
cargadas de café espumoso y pasteles, lo que me dejó brevemente anhelando
mis días ser humano, cuando deseaba cosas como el azúcar, la leche, nata bien
caliente. En caso de que las cafeterías en Estados Unidos fueran las casas del
pecado cafeína, Gerbeaud Cukrászda era un palacio dedicado al antiguo arte
del café y a la decadencia.
Danaus y yo llegamos viéndonos como si acabáramos de sobrevivir a una lucha
por nuestras vidas. Nuestra ropa estaba desgarrada, sucia y manchada de
sangre. Pasé mi mano por mi pelo, intentando en vano, alisarlo y darle cierta
apariencia ordenada.
Danaus me sonrió, señalando un espejo cercano. —Te ves vibrante —dijo en
voz baja, lo que también me hizo sonreír. Estaba siendo demasiado amable. Los
dos parecíamos un lío y no teníamos nada que ver con el entorno tan civilizado,
pero no había nada que pudiera hacer al respecto. La noche aún era joven, y
cuanto más tiempo nos quedáramos en Budapest sin tener cuidado de este
absurdo, más peligro.
G
Era tentador cubrirnos en un espejismo de luz para que la gente no se diera
cuenta de nuestra apariencia desaliñada, pero decidí que no valía la pena gastar
energía. En lugar de eso volví mi atención a explorar el hermoso restaurante en
busca del que lo más probable llegara a ser Clarion.
No fue difícil de detectar. En el otro extremo de la habitación había un hombre
sentado en una mesa a solas con un libro encuadernado de cuero en una mano.
Llevaba un traje de moda con un lazo azul oscuro y gris. Tenía pocas dudas de
que esta persona fuera Clarion. Sin embargo, lo que había visto preocupante era
que no era el único usuario de la magia en la habitación. De hecho, en un rápido
análisis de la cafetería pude ver por lo menos a otros siete usuarios de la magia
en diferentes sitios en la sala, aunque ninguno era ni de lejos tan fuerte. Al
parecer, Danaus y yo habíamos llegado al abrevadero favorito de brujos y
brujas. Fabuloso. Simplemente fabuloso.
Sabía que este encuentro público sería una mezcla de hablar, coacción, y
grandilocuencia, pero no esperaba que esta reunión fuera a ser tan numerosa. Si
había aprendido algo en mis seis siglos, era que no debía ir buscando peleas con
poderosos brujos y brujas, y nunca en su propio territorio.
Mantén la calma y tus armas guardadas, le advertí a Danaus cuando empecé a
caminar a través del café hacia Clarion.
Puedo manejarlo, ¿puedes tú?, me desafió.
Lo iba a intentar, pero tenía mis dudas. Ferko, Rowe, y Nick había logrado entre
todos hacer desaparecer mi paciencia por esa noche. Sospechaba que Clarion
iba a ser feliz de hacer lo mismo una vez que me sentara con él. Él tenía todas
las razones para sospechar que tenía la ventaja en nuestro pequeño juego del
gato y el ratón. Danaus y yo éramos los forasteros, mientras que él era parte de
algo mucho más grande, que estaba tratando de matarme a mí y a mis
compañeros.
Cuando llegamos a una docena de pies de la mesa, Clarion cerró su libro y lo
puso sobre la mesa volteando hacia nosotros. Se levantó de su silla sin
problemas, pasando sus manos sobre su chaqueta, como para quitar cualquier
arruga inexistente. Él sonrió benignamente hacia nosotros, mientras sus ojos
brillaban de color marrón oscuro con una sonrisa maligna oculta, como si éste
tuviese algún placer secreto que aún no conocíamos.
—¿Clarion? —le pregunté a medida que me acercaba.
—Ustedes deben ser Mira y Danaus —dijo en un fuerte acento Inglés—.
Perdónenme, pero me di cuenta de su entrada. O más bien, los sentí. Yo,
naturalmente, asumí que me estaban buscando. —Hizo un gesto para que
pudiéramos sentarnos en los dos asientos vacíos en su mesa mientras él volvió a
su asiento.
—¿Suele recibir a los visitantes que lo buscan de esta manera? —le pregunté
amablemente mientras tomaba asiento frente a él. Era una lucha ignorar las
manchas de hierba en mi camisa y las manchas en mis pantalones cerca de mi
muslo mientras estaba sentada al otro lado de Clarion con su traje limpio y
maneras precisas.
Tomó la cuchara en su plato, Clarion agitó su café un par de veces antes de
tomar un sorbo. —¿Con frecuencia? No, pero soy consciente de mi posición en
la comunidad, y sería más probable que me buscaran en este lugar, por ese
motivo.
Me tragué mi siguiente pregunta cuando un camarero se acercó y tomó la orden
de Danaus mientras yo lo rechazaba. Rowe y Nick ya me habían presionado a
mi punto de ruptura, y no estaba de humor para pretender ser humano esta
noche.
—Y también deduje que sería normal que me buscaran después de su reciente
victoria en Budapest —continuó Clarion—. Felicitaciones.
—Así que lo has oído —le dije, sentándome en la silla.
—Budapest puede ser una gran ciudad, pero la comunidad sobrenatural sigue
siendo relativamente pequeña. Las noticias viajan rápido —dijo con otra sonrisa
de suficiencia.
—Me encuentro reacio a aceptar que la comunidad sobrenatural sea realmente
tan pequeña. Aunque es un poco más pequeña ahora —intervino Danaus en
voz baja trayendo una sonrisa a mis labios.
—Desde que llegué a Budapest —dije—, me he dado cuenta que hay una gran
reunión de Nightwalkers aquí, la manada de Budapest era relativamente
grande, y además aquí hay al menos media docena de usuarios de la magia. No
es una mala actuación en una ciudad de cualquier tamaño.
—Perdóname, pero ¿qué quieres decir con que la manada de Budapest era
relativamente grande? —preguntó Clarion, con la mano tomando su taza de
café.
—Mis compañeros y yo estamos en la ciudad por varias razones —le dije,
quitando un poco de suciedad de la pierna de mi pantalón—. Una de ellas está
relacionada con la desaparición de un Nightwalker. Después de algunas
averiguaciones, descubrimos que los miembros de la manada local lo mataron.
La venganza fue impuesta esta noche y la manada de Budapest ha sido casi
exterminada.
—¿Exterminada?
—La manada ha sido sacrificada, reducida, desaparecida, destruida —informó
Danaus.
—¿Y consideras que esta acción era necesaria? —preguntó Clarion, frunciendo
el ceño mientras se sentaba en su silla.
Negué con la cabeza, lo que pronunció el ceño en mi boca. —Por desgracia, sí.
El alfa de la manada, Ferko se negó a cooperar con nosotros, así que tuvimos
que perseguir a cualquier persona que pudiera haber estado involucrada en el
asesinato del pobre Nightwalker. Debíamos estar seguros de que su muerte era
vengada. Seguramente lo entiendes.
—Naturalmente —respondió Clarion—. ¿Y has terminado tu investigación
sobre las cuestiones relativas a Budapest?
—No del todo. Danaus y yo hemos llegado a Gerbeaud para hablar contigo en
relación con algunas pequeñas cosas de menor importancia.
Danaus puso su taza de café de nuevo en su plato y volvió su atención a los
brujos. —Siendo como son, evidentemente, sintonizados con los sucesos
sobrenaturales de Budapest, usted debería ser capaz de darnos alguna
información valiosa, lo que contribuirá a acortar nuestra estancia en la ciudad.
Cuanto antes podamos solucionar las cuestiones aquí, más pronto podemos
salir.
—¿Tienen prisa por irse? Es una lástima que no estén disfrutando de su estancia
en nuestra hermosa ciudad.
—Mi tiempo en Budapest ha sido divertido —le dije—, pero mi presencia es
necesaria en Venecia con el Aquelarre. Una vez que mis deberes para con el
Aquelarre se hayan completado, Danaus y yo esperamos volver a Buda pest
para una estancia larga.
Con esas palabras, la sonrisa de Clarion se oscureció un poco, pero él la atrapó
antes, asintiendo con la cabeza hacia mí. —Excelente. Estoy seguro de que su
presencia aquí tendrá una influencia positiva en nuestra pequeña comunidad.
Tendemos a ser un grupo muy unido.
—Me he dado cuenta —murmuré.
—¿En qué puedo ayudarles?
—Los Naturi —dijo Danaus.
Por un momento Clarion parecía genuinamente confundido, pero no me lo
tragué. —Le pido perdón pero no entiendo —dijo, sentado recto en la silla.
—Los Naturi. Al parecer han infestado la ciudad. Están persiguiendo
Nightwalkers y seres humanos dentro de la ciudad —le aclaré, pero el brujo
siguió moviendo la cabeza hacia mí.
—Esta es la primera vez que he oído hablar de esto.
—Eso es una vergüenza —suspiré—. Ellos son un grupo peligroso que tienen la
esperanza de acabar con toda la humanidad y Nightwalkers en un esfuerzo por
proteger la Tierra. En Budapest, parece que los Naturi locales se han unido en
torno a un Naturi despiadado llamado Rowe. Tiene el pelo oscuro y cicatrices, y
lleva un parche en el ojo. Definitivamente lo reconocería si se encuentra con él.
—Sé que recordaría ver a alguien con esa descripción, pero tengo que admitir
que no lo he hecho —declaró Clarion.
No le creo, dijo Danaus en silencio para mí.
Ni yo. Los seres humanos o Nightwalkers muertos serían algo muy malo para él.
—¿En‖serio?‖Hmm…‖que‖extraño,‖porque‖Veyron‖me‖aseguró‖que‖usted‖sabría‖
dónde encontrar a los Naturi. Ellos fueron la razón inicial de nuestra aparición
en Budapest.
—¿Veyron les dirigió a mí? —dijo un poco tieso cuando el último atisbo de
diversión fue limpiado de la cara.
—Conoce a Veyron, ¿verdad?
—Por supuesto. Él es una figura un tanto de gran alcance entre los
Nightwalkers. Es natural que sea consciente de él. Sin embargo, nuestras
reuniones han sido muy limitadas. No me puedo imaginar por qué él podría
pensar que sé dónde encontrar a ese Naturi Rowe del que hablan.
—Probablemente creía que se daría cuenta de los Naturi simplemente para su
propia seguridad —le dije con un gesto de mi mano. Dejé que mi mirada se
alejara del brujo a un carro cargado de confecciones de chocolate que olía
celestial. Por un instante me pregunté si Nick estaba causando más problemas
para mí. Yo no había deseado alimentarme en siglos, pero entonces no había
estado aún ante tal increíbles placeres antes de ahora. Además, yo estaba
contenta de dejar a Clarion un poco colgado.
—¿Que tienen que ver los Naturi con mi seguridad? —exigió el brujo, por
último arrastrando mis ojos de nuevo a su rostro.
Bajé mi voz en un susurro y me apoyé un poco en la mesa. —Bueno, a pesar de
que usted es un brujo, para los Naturi, ante todo es un ser humano. Y en
segundo lugar, los Naturi tienen una historial de señalar a los brujos de sangre
para su ejecución.
—¿Cómo lo supiste? —preguntó, sorprendido.
—¿Qué usted es un brujo de sangre? —Terminé con una sonrisa—. Puedo
probarlo en su poder. Es muy fácil de detectar. Tiene que recordar que he
estado alrededor de la cuadra desde hace mucho tiempo. He tenido mucho
tiempo para aprender algunos trucos.
—¿Y piensa que los Naturi me señalarán? —Exigió Clarion, empezando a sonar
preocupado por primera vez.
—Es posible. —Me encogí de hombros y volví mi atención a Danaus—. ¿Cómo
está el café?
—Maravilloso —dijo, rellenando la taza con la pequeña tetera de cerámica que
había sido traída a la mesa—. Vamos a tener que volver después de que todo
haya sido resuelto.
—Acerca de los Naturi —espetó Clarion, llamando mi atención de nuevo a él.
—Sí, es muy posible que pudieran venir tras de ti. A juzgar por la energía que
emanas, no me sorprendería que te señalaran. Representas no sólo un jugador
poderoso dentro de la ciudad, sino también podrías ser un protector de los
seres humanos. Eres un badén en el camino a la dominación de Budapest. Ellos
te ven como alguien del cual tendrían que deshacerse.
—¿Y qué hay de ti? —Dijo Clarion bruscamente, deseoso de volver a centrar la
atención en mí.
Di una pequeña risa mientras me relajaba en mi silla. —Oh, Rowe tiene planes
especiales con respecto a mi exterminio. Ha estado tratando de matarme por
años. Estoy segura que va a moverse alrededor con el tiempo, pero ahora
mismo ha fijado su mira en Budapest.
Clarion tamborileó con los dedos sobre la mesa, haciendo sonar su cuchara en la
taza y en el plato de porcelana. Su ceño se frunció mientras reflexionaba sobre
la selección de información que yo había depositado con cuidado en su regazo.
Algo de eso era cierto, pero en su mayor parte era pura invención. Estaba
tratando de empujarlo a tomar una decisión precipitada, o por lo menos, a
hacerle frente Veyron. Cualquiera de ellos me beneficiaría.
—Me temo que no sé nada acerca de los Naturi —anunció Clarion después de
casi un minuto de silencio—. Sin embargo, teniendo en cuenta que son criaturas
basadas en la naturaleza y que están tratando de apoderarse de Budapest, diría
que el mejor lugar para buscarles sería la Isla Margarita, a la cual se puede
llegar utilizando el Puente Margit. Es un parque con un hermoso jardín.
Recientemente, ha habido una ola de desapariciones en la isla, pero no le había
dado mucha importancia. Cada ciudad tiene su asesinato ocasional y su cuerpo
flotante.
—Por supuesto —le dije un poco sarcástica—. Gracias por la sugerencia.
Danaus y buscaremos en ella esta noche. Con suerte, podremos librar a la
ciudad de su problema con los Naturi.
—Eso sería un gran alivio para todos, estoy seguro —dijo Clarion, apretando
los dientes un poco—. Ahora, si usted me lo permite. Se hace tarde y hay
algunos pequeños artículos que tengo que ver.
—En realidad hay otra cuestión en la que debe ser capaz de ayudar —le dije,
poniendo mi mano sobre la suya en la mesa, en un esfuerzo para no saltar sobre
sus pies—. Tiene que ver con un brujo en Budapest que parece estar
provocando algunos problemas.
—Eso... parece... poco probable —tartamudeó Clarion un poco, como si
estuviera luchando por encontrar las palabras adecuadas.
—Lo sé, pero es verdad. Pensé que yo podría contactar con usted primero ya
que es uno de los hechiceros más poderosos de la región. Pensé que podría ser
capaz de apuntar en la dirección correcta —le dije.
Una sonrisa condescendiente se levantó de las comisuras de la boca de Clarion,
sentado en su silla, deslizó su mano de mi tacto. —¿Buscas que te tienda la
mano por encima de uno de mi propia especie? —Preguntó, inclinando la
cabeza.
—Estás actuando repentinamente, como si hubiera alguna verdadera lealtad
entre los brujos y brujas —me burlé—. Vamos. He viajado por el mundo, y en
todas partes me han visitado, brujos y brujas que han adoptado un tipo de
cada-uno-su-propia-mentalidad. ¿Va a arriesgar el cuello por otra persona
cuando usted no ha hecho nada malo?
—Tal vez las cosas son diferentes en Budapest que en el resto del mundo —
sugirió, pero de nuevo no me lo creí. Las cosas eran muy diferentes en Budapest
del resto del mundo, pero estaba dispuesta a apostar que los brujos / brujas de
la comunidad no lo eran.
—Bueno, pensé que podría ayudarme. Si no, estoy más que contenta de
contactar con Ryan en Londres —dije. Dejando caer el nombre del brujo muy
poderoso y peligroso que era el jefe de Themis, lo cual causó que Danaus
hiciera sonar suavemente la taza y el plato juntos—. Ha estado más que feliz de
ayudarme en el pasado, y estoy segura de que va a ser capaz de descubrir a los
culpables en un corto plazo.
¡Mira! Dijo Danaus en tono de advertencia en mi cabeza.
No hay manera de que haya escuchado acerca de nuestra pelea, le respondí
rápidamente. Ryan no va a anunciar que no me tiene de su lado, y por todo lo que
sabe, yo no me he vuelto contra él todavía. Él sigue siendo el que tiene la sangre tan
especial que no puedo resistir. Sólo estoy tratando de poner nervioso a Clarion para que
cometa un error.
Hemos de dejar a Ryan fuera de esto. No necesitamos más problemas.
—¿Ryan? ¿De Themis? —preguntó Clarion.
—Sí. Él nos ayudó en el pasado con los Naturi y no tengo ninguna duda de que
él estaría feliz de ayudarme con mi pequeño problema en Budapest. Él tiende a
conocer a la mayor parte de los brujos poderosos de la región.
—¿Qué clase de problema con los brujos pareces tener?
—Del tipo de asesinato —le dije, perdiendo toda la ligereza de mi voz.
—Oh. Eso es un problema —dijo Clarion, todo su cuerpo pareció ponerse
rígido.
—Sí —susurré, inclinándose un poco más cerca de él—. Recientemente, cuando
Danaus y yo nos dirigíamos a visitar a Veyron, un brujo nos atacó en una calle
muy transitada. Él no sólo amenazó nuestra vida, sino que amenazó con
exponer nuestro mundo secreto. No es exactamente algo que sea aceptable en
nuestra pequeña comunidad sobrenatural.
—No, no lo es.
—Y luego otra vez hoy, mi habitación de hotel fue atacada por tres licántropos
y un brujo. Danaus no obtuvo una visión clara del brujo, pero él está seguro que
sería capaz de identificarlo en las condiciones adecuadas. Naturalmente, un
atentado contra mi vida tiene que ser tratado.
—Ese es un problema —declaró Clarion nuevamente, frotándose la barbilla con
la mano derecha. Él no parecía tan preocupado como debería haber estado.
Sabía que estaba sentado frente a mi presunto asesino, y estaba seguro de que
Clarion sabía que yo lo sospechaba. Mi objetivo era conseguir que él fuera de
nuevo a Veyron en busca de ayuda. O por lo menos, que utilizara su magia para
sacar a su compañero de las sombras. Necesitaba una imagen clara de la
estructura de poder en Budapest antes de que tratara de desmantelarla.
—Así que ya ve, si no me puede ayudar, no tengo más remedio que meter a
Ryan en la materia. Como un poderoso jugador en la comunidad de los brujos,
estoy segura de que querrá verlo personalmente para que nuestra naturaleza
sobrenatural no sea expuesta por un brujo.
—Muy comprensible. Yo no puedo ayudarte, pero te pido que me des un día
para estudiar el asunto. Todo esto es nuevo para mí, y me gustaría ser de ayuda
—ofreció Clarion, tomando mi mano entre las suyas. La energía se cerró a mi
alrededor y golpeó mi carne como si estuviera intentando entrar en mi cuerpo.
Su ansiedad crecía por lo que era difícil para él mantener su estricto control
sobre sus poderes. El aire que nos rodeaba pareció ir con una corriente eléctrica
aparente—. Estoy seguro de que Ryan estará deseoso de ayudar, pero con los
Naturi sueltos, no tengo ninguna duda de que él estará muy ocupado.
Permítame que les ayude.
—Por supuesto —dije con una amplia sonrisa que expuso las puntas de mis
colmillos—. Lo agradeceríamos. Esta ciudad se está volviendo demasiado
peligrosa entre los Naturi, los brutales licántropos, y ahora un pícaro brujo.
Parece que me convertí en guardián de la ciudad justo a tiempo.
—Sí, parece que sí —convino Clarion, liberando mi mano. Miró el reloj de oro
en su muñeca, pero yo dudaba que él realmente mirara la hora—. Si me
disculpa.
—Lo entiendo —dije con un gesto casual de la mano como si yo fuera él que lo
despedía—. Puede ir a encargarse de su negocio. Creo que Danaus y yo vamos
a quedarnos aquí un rato más para que pueda participar en un poco de café y
uno de estos pequeños postres sorprendentes.
—Maravilloso —dijo Clarion ausente—. Os buscaré pronto con nueva
información. —Él se puso de pie, giró sobre sus talones y se fue rápidamente de
Gerbeaud Cukrászda sin mirar atrás.
Me senté en mi silla y miré a través de la gran sala a donde lo había visto la
última vez. Él estaba traqueteando, y no estaba segura de qué le había
molestado más: la amenaza de los Naturi a propósito de cazarle o la idea de
Ryan entrando en la región para darle caza por tratar de matarme. De cualquier
manera, la soga del verdugo estaba colgando sobre su cabeza.
Con un suave suspiro, hice señas para que el camarero trajera a Danaus más
café mientras me volvía a mirar a mi defensor privado. Tenía el ceño fruncido
hacia mí, poco satisfecho con mi tratamiento de la conversación.
Por desgracia, no podía expresar su opinión aquí. Había unos pocos brujos y
brujas más en la sala que vigilaban sus palabras. Por supuesto, yo había tratado
de usar ese acuerdo a mi favor cuando coloqué a Clarion en la posición de tener
que empezar a dar nombres, traicionando a sus compañeros brujos. Si él no
atendía los asuntos con gran rapidez, iba a convertirse en un paria en la
comunidad sobrenatural.
Él va a venir en pos de ti otra vez, señaló Danaus sin necesidad.
Sin lugar a dudas.
¿Vas a volver a Viena durante el día?
Sólo si te niegas a protegerme.
No estoy seguro de que efectivamente pueda protegerte contra un brujo, admitió.
Puse mi mano sobre la suya y la apreté.
—¿Te gustaría tener algo dulce? —Le pregunté ya que todo el mundo estaba
escuchando nuestra conversación vocal. Si uno de nosotros no decía algo en voz
alta en breve, parecería sospechoso.
—No, estoy bien. Prefiero ocuparme de Isla Margarita para que podamos
volver al hotel —dijo Danaus, luchando para evitar apretar los dientes mientras
me miraba. No estaba feliz. Estaba preocupado por mi seguridad, ahora que
habíamos acorralado con éxito a un brujo peligroso en una esquina.
—Termina tu café y luego nos vamos. La noche aún es joven —le dije, forzando
una sonrisa en mis labios.
Seguí la conversación original. Él no vendrá a por mí mañana. Puede querer tener
unas palabras con Veyron primero.
Él querrá ocuparse de ti antes de que tengas la oportunidad de contactar con Ryan.
Nadie quiere a Ryan involucrado, contrarrestó Danaus.
Esa fue la evaluación más precisa que alguna vez escuché. Ryan me había
puesto en problemas una vez, con la creencia de que en realidad podría
ayudarme y mantener mi situación bajo control. Yo había estado muy mal y casi
me cuesta la vida y la de Tristan. Ryan era demasiado peligroso, sobre todo
cuando afirmaba estar ayudando. Danaus y yo estábamos mucho mejor si el
brujo se mantenía permanentemente fuera de nuestras vidas, pero no pensaba
incluso que eso fuera posible. Iba a volver a perseguirnos con el tiempo.
Pero por ahora, teníamos mayores problemas a los que hacer frente en forma de
Rowe y sus compatriotas exiliados.
Era el momento de limpiar la casa.
Capitulo 20
Traducido por kuami SOS
Correg ido por Virtxu
l viento invernal azotó el Puente Margit, haciendo cabrillas1 en las aguas
del Danubio. La nieve se arremolinaba en el aire en un baile espeluznante
a través de los ejes de la luz arrojada por las farolas de hierro.
Danaus y yo cogimos un taxi desde Gerbeaud Cukrászda al Puente Margit que
llevaba de Pest a Buda, conectando las dos partes de la ciudad con la isla en el
medio del río. La Isla Margarita estaba muy poco iluminada, y los árboles
desnudos se levantaban de ella como manos de esqueletos arañando el cielo
nocturno. Una luna llena entraba y salía de detrás de las espesas nubes que
amenazaban con derribar el manto de fresca nieve.
―No‖deberíamos‖de‖ haber‖ venido‖ directamente‖aquí‖―murmuró‖ Danaus.‖El‖
cazador estaba a mi lado en la entrada del puente que llevaba a la isla. Tenía
una pistola en el puño, mientras que la otra mano agarraba la barandilla de
metal—. Necesitamos armas.
―¿Qué es‖lo‖que‖traes‖contigo?‖―Le‖pregunté,‖mirando‖sin‖vacilar‖el‖jardín‖que‖
se extendía ante mí. A lo lejos podía elegir entre los senderos para caminar
alrededor del borde de la isla, y las antiguas ruinas monásticas que se
levantaban desde el interior como tumores cancerosos.
―Dos‖armas‖de‖fuego.‖Un‖cargador‖de‖repuesto‖para‖cada‖una.‖Y‖unos‖cuantos‖
cuchillos.
Tiré‖mi‖cabeza‖a‖un‖lado‖para‖poder‖mirarle.‖―¿Y‖eso‖no‖es‖ suficiente‖para‖que‖
manejemos esto?
―Preferiría‖tener‖en‖mi‖espada,‖m{s‖municiones,‖y‖a‖ti también armada con dos
pistolas ―chasqueó‖Danaus‖hacia‖mí.‖Estaba‖en‖ lo‖cierto.‖Sólo‖tenía‖un par de
1 Cabrillas: son olas pequeñas blancas y espumosas que se forman en el mar/rio cuando empieza a agitarse.
E
cuchillos. Cuando llegara el momento de enfrentar a los Naturi, preferiría tener
un arma en mi mano independientemente de lo malo que fuera mi objetivo.
―Vamos‖a‖manejar‖ esto‖―refunfuñé,‖pero‖todavía‖no‖podía‖forzarme‖a dar un
paso adelante hacia la isla. Al llegar al puente, Danaus había confirmado que en
la Isla Margarita era donde estaba acampado el grueso de la horda Naturi.
Necesitábamos conseguir sacarlos de Budapest si nosotros queríamos tener
éxito en la misión para la que nos habían enviado a esta ciudad en el primer
lugar. Más importante aún, necesitaba deshacerme‖ finalmente‖ de‖ Rowe―.‖
¿Cu{ntos‖hay?‖―Le‖pregunté‖finalmente,‖cuando‖fue‖obvio‖que‖no‖estaba lista
para seguir. Gracias a Nick, podía sentir la peculiar magia Naturi, pero era
simplemente una nube grande de energía centrada en la isla. No tenía la
habilidad de Danaus que era capaz de seleccionarlo de forma individual.
―No‖querrías‖saberlo.
Suspiré, con la cabeza caída hacia delante. Ya había oído esas mismas palabras
antes, cuando nos enfrentamos con los conflictos casi insuperables en
Inglaterra. Cornered y Themis fueron atacados por los Naturis y tenían la
intención de destruirnos tanto Jabari y como a mí. Ahora yo estaba caminando
de buen grado hacia el nido de los Naturis, con las esperanzas de destruirlos
finalmente. Por alguna razón, dudaba que ellos sintieran la misma indecisión
que yo estaba sintiendo en ese momento.
―¿Qué‖pasa‖con‖Valerio?‖Podríamos‖utilizar‖su ayuda‖―me‖recordó‖Danaus.
Asentí con la cabeza, aliviada por la idea de tener a alguien allí para ayudarnos.
Cerré los ojos y envolví ambas manos alrededor de la barandilla y me centré en
localizar a mi viejo amigo. Pero algo estaba mal. Yo había conocido Valerio
durante siglos. Podría haberle localizado a cualquier distancia en cualquier
momento, siempre y cuando fuera de noche dónde los dos estuviésemos
ubicados. Ahora, sin embargo, la sensación de él era muy débil. Era como si...
estuviese muriendo.
Podía sentirlo en la isla, pero su energía era muy débil.
―Algo‖ va‖mal.‖―Abrí la boca, mientras empezaba a caminar tambaleándome
hacia‖adelante―.‖Los‖Naturi‖lo‖tienen.
Danaus agarró mi codo, deteniéndome de correr de cabeza en la oscuridad.
―Est{n‖ esperando‖ para‖ que‖ vayas‖ a‖ su‖ rescate.‖ Que‖ vaya‖ corriendo‖ allí‖ y‖
reducirte en segundos.
―Le‖est{n‖matando‖―exclamé,‖sacudiendo‖mi‖brazo‖fuera‖de‖su‖alcance.
―¡Por‖ lo‖menos‖ convoca‖a‖Stefan!‖―me‖ordenó‖Danaus‖antes‖de‖que‖pudiera‖
dar un paso más cerca de la isla—. Allí hay más de veinte Naturi, con ese
número incluyendo potencialmente a Rowe. Hemos ido contra él unas cuantas
veces hasta ahora y no hemos tenido mucha suerte matándole. Con tantos
Naturi, no va a ser más fácil llegar hasta él.
Apretando los dientes, me obligué a detenerme y a centrarme en el Anciano
Nightwalker. Danaus estaba en lo cierto. Necesitaríamos la ayuda de Stefan si
queríamos tener alguna esperanza de recuperar a Valerio. No necesité ninguna
palabra. Sólo un ligero roce de mi presencia contra los restos rotos de su alma
trajo a Stefan a nuestro lado, con una expresión agria. Él todavía estaba
disgustado por la muerte de su ayudante, y yo hubiera preferido dejarlo solo
con su pena, pero sabía que no podía liberar a Valerio sin su ayuda.
―¿Los‖Naturi?‖―preguntó.
―¿Cómo‖ lo‖ sabes?‖―dije‖ sarc{sticamente,‖ pero el acoso verbal de Stefan no
trajo una sonrisa a mi cara.
―Nosotros‖ matamos a los licántropos, no siento a cualquier Nightwalker o
brujo, y este jardín estéril sería un refugio para los Naturi sólo si están
decididos a permanecer cerca de la ciudad y causar‖daño‖―dijo,‖ remarcando‖
cada punto con sus largos dedos.
―Ellos‖tienen‖a‖Valerio‖―anunció‖Danaus,‖causando‖que‖la‖expresión‖de‖Stefan‖
creciera aún más oscura. Mientras yo dudaba de que sintiera una preocupación
real por él, sospechaba que estaba más molesto por el hecho de que los Naturi
se atrevieran a poner una mano en un viejo vampiro como Valerio. En su
opinión, ellos estaban por encima de cosas como el secuestro y la tortura.
―Yo‖ le‖envié‖a‖vigilar la isla en la que se‖estaban‖escondiendo‖―dije, y luego
sacudí‖la‖cabeza―.‖Se‖suponía‖que‖no‖iba‖a‖participar.‖Sólo‖ tenía que echar una
mirada alrededor. Sólo puedo suponer que se las arreglaron para acercarse
sigilosamente a él.
Stefan dio un paso a mí alrededor y caminó por el puente de la Isla Margarita.
―Entonces‖nosotros‖debemos‖entrar‖allí‖y‖matarlos.
Danaus y yo le seguimos de cerca, con las armas desenfundadas. Cuando
caminamos, hasta situarnos en el extremo sur de la isla, saqué una de mis
cuchillas‖de‖repuesto‖y‖la‖ofrecí‖a‖Stefan.‖―Toma. Yo tengo como extra un poco
del poder del fuego.
―Mala,‖ Mira.‖ Mala ―dijo‖ Stefan‖ pero‖ él‖ tomó‖ el‖ cuchillo‖ de‖ mí‖ de‖ todos‖
modos. Con su capacidad de aparecer y desaparecer, pensé en enviarle por más
armas, pero decidí no hacerlo. No podíamos perder más tiempo.
―Hay‖tres‖caminos.‖Danaus,‖toma‖el‖de‖la‖izquierda.‖Yo‖tomaré‖el‖del‖centro‖en‖
medio‖de‖ la‖isla,‖mientras‖tú‖tomas‖el‖derecho‖―dije,‖con‖una‖inclinación‖hacia‖
Stefan—. Mata cualquiera que no esté de nuestra parte.
―El‖ que‖ llegue‖ al‖ otro‖ extremo‖ de‖ la‖ isla en‖ primer‖ lugar,‖ ¿gana?‖―Desafió‖
Stefan con una sonrisa maligna.
―Yo‖ estaba‖ pensando‖ en el primero con el número más alto de cuerpos
―respondió‖Danaus.
Yo gruñí, apretando mi asimiento alrededor de la cuchilla en mi mano derecha.
―¿Qué‖hay‖de‖que‖el primero que recupere de forma segura a Valerio, gana?
Stefan‖rodó‖sus‖ojos‖hacia‖mí.‖―No‖es muy buen objetivo.
―Mata‖a‖los‖Naturi‖y‖libera‖a‖Valerio.‖El‖ganador‖consigue a Ferko‖―sonreí‖con‖
desprecio, volviendo a poner la luz finalmente en los ojos de Stefan. Ahora él
estaba interesado en jugar este juego. El Antiguo Nightwalker flotaba sobre el
suelo, su largo abrigo revoloteando a su alrededor como un par de alas. Él me
dio un pequeño saludo y luego se precipitó en la oscuridad para localizar
algunos Naturis.
―Nos‖ vemos‖ en‖ la‖ línea‖de‖meta‖―dijo‖ Danaus,‖y‖ continuación,‖ comenzó‖ el‖
camino a mi izquierda, dejándome sola en la noche con los Naturi
esperándome.
Respiré hondo y lo expulsé lentamente, enviando de una niebla blanca delante
de mí. El aire era muy frío, endureciendo los músculos y haciendo que mi
cuerpo se resintiese al movimiento, pero no importaba. Pronto, no sentiría el
frío o escucharía el chapoteo de las olas que se estrellaban contra el lado de la
isla. Ni siquiera me daría cuenta de la luz dorada procedente de Buda y Pest a
cada lado de mí. No, sólo sentiría a los Naturi y mi lucha por la supervivencia.
Sólo habría Rowe.
Con un cuchillo en una mano, empecé a andar por el camino, sin molestarse en
tratar de ocultar mis pasos. Stefan se movía silenciosamente a través del viento,
y Danaus era un fantasma en el suelo. Dejé que los Naturi me oyeran llegar
para que mis compañeros tuvieran una buena oportunidad de acercarse
sigilosamente a sus enemigos.
El primer ataque de los Naturi fue a mi izquierda, rebanando su hoja
descendente en un esfuerzo por quitarme la cabeza como una guillotina. Me
detuve en seco, resbalando un poco en la acera congelada con mis botas. No me
molesté en levantar la cuchilla para cortar en el cuello expuesto. Convocando
mis poderes, recubrí al Naturi con fuego, quemándolo casi al instante,
reduciéndolo a cenizas. Él corrió ante mí hacia un banco de nieve cercano, pero
no fue suficiente para apagar las llamas. Lanzando una amplia luz brillante,
arremetió contra las sombras a lo largo de toda la isla arbolada, revelando a mis
enemigos escondidos de mí alrededor en los rincones más oscuros. Ellos
anduvieron tambaleándose adelante mientras intentaban atacarme a la vez.
Apagué el fuego del Naturi que había atacado y creé un muro de fuego a mí
alrededor. El Naturi aún estaba respirando, pero no estaría en condiciones de
atacarme a corto plazo si se las arreglaba para sobrevivir las próximas horas.
Sobre la cabeza, el oscuro cielo revuelto de nubes y el viento se derramaban
alrededor de la pequeña isla en un torrente, como si se tratara de un río
embravecido corriendo a través de un estrecho cañón. Las llamas bailaron y se
diluyeron en algunas partes, dejando que los Naturi salieran furtivamente. No
importaba. Ondeé mi mano y los siguientes atacantes que se acercaron ardieron
en llamas.
En sólo cuestión de minutos, había despachado a cinco Naturi pero había un
precio. Rodeada de los cadáveres quemados de los Naturi, me arrodillé sobre
una rodilla y me quedé mirando mi mano temblorosa. Estaba agotada y medio
congelada por el uso de gran parte de mi energía. La manipulación de fuego era
algo natural para mí, pero había un coste cada vez lo usaba. Agotaba la energía
de mi cuerpo, dejándome hambrienta de sangre y de algo más. Por desgracia,
eso no lo podía encontrar aquí en esta horrible franja de tierra. Sólo había
árboles vacíos y los Naturi esperando para arrancarme la cabeza.
Con un gruñido cansado, me impulsé fuera de la tierra y continué mi viaje
hacia la isla. La tormenta que se estaba gestando ganó fuerza con cada segundo
que pasaba, hasta que un rayo cruzó el cielo, formando un arco de una enorme
nube a otra. Un nudo se apretó en mi estómago y luché para mantener mis ojos
en el camino delante de mí. Rowe y sus compañeros miembros de clan del
viento estaban avivando una tormenta que, o nos freiría con un relámpago o
ahogaría la isla con las olas que ahora se arrastraban por los lados. En un
pequeño descanso en los árboles, pude ver las olas cernirse sobre una acera
lejana, echando chorros de agua helada en el aire. El cazador pronto tendría que
trasladarse al interior si no quería mojarse con el Danubio. Eso me pareció. Por
lo poco que podía sentir de Valerio, parecía estar en el centro de la isla, cerca de
lo que podía ser una torre con un depósito gigante de agua. Era una
construcción sorprendentemente extraña en medio de lo que parecía ser un
enorme jardín, pero no me lo cuestioné. Necesitaba para llegar hasta él.
Recogiendo una espada corta tirada de uno de los Naturi muertos, comencé a
trotar lentamente hacia el centro de la isla. Tuve la tentación de ponerme en
contacto con Danaus y ver si me podía dar una estimación de cuántos Naturi
quedaban y la ubicación de donde estaban agrupados. Sin embargo, mantuve
mis poderes para mí misma y seguí a ciegas. No quise arriesgarme a que si
Danaus estaba en el medio de una pelea mi distracción le pudiera resultar una
lesión. El cazador tendía mi corazón en sus manos.
Ellos están en la torre, anunció Stefan, sin preocuparse obviamente si yo estaba en
el medio de una pelea.
¿Ves a Valerio? Aumenté mi ritmo en una carrera, renuente a ir demasiado
rápido por miedo a que pudiera dirigirme directamente y caer en una trampa.
La torre del agua estaba cerca y empecé a ver el contorno de un edificio bajo a
través de las ramas vacías.
Valerio está allí. Atado al escenario.
¿El escenario?
Voy a retirarme hasta que llegues. Atacaré desde el este. No me chamusques.
Una débil sonrisa cruzó por mi boca cuando mis pisadas se suavizaron para que
no pudieran ser oídas a través del viento.
A regañadientes, me puse en contacto con Danaus y brevemente le transmití la
información que Stefan me había proporcionado.
Danaus no contestó, pero todavía podía sentirlo. Él parecía preocupado, pero
por el momento permanecía ileso.
Mis pasos vacilaron cuando encontré la enorme torre de agua, justo al lado de
un teatro al aire libre con el nombre "Szabadteri Szinpad" escrita en la parte
superior. Seis Naturi más me esperaban armados. Levanté la mano para
conjurar una nueva oleada de llamas para quemar a mis oponentes cuando un
Naturi creó un muro de fuego antes de que pudiera lanzarla. Una cadena de
maldiciones bajas se me escapó mientras apretaba mi agarre en las cuchillas de
mi espada y daba un paso hacia adelante. No había una manera fácil esta vez.
El clan de la luz Naturi iba a impedirme quemar a cualquier otro Naturi.
Tendría que luchar con cada uno de ellos.
―Mata‖ a‖ los‖ clanes‖ de‖ luz‖ mientras‖ me‖ ocupo‖ de‖ los‖ dem{s‖ ―dijo‖ Stefan‖
mientras caminaba junto a mí y se ocupaba de los dos primeros Naturi. Asentí
con la cabeza y me precipité hacia adelante. Stefan era fuerte y tenía la
habilidad suficiente para manejar cualquier cosa que el viento o el clan animal
Naturi le lanzara de momento. Él no tenía ninguna defensa contra uno del clan
de la luz que le lanzara bolas de fuego.
Con una par de cuchilladas rápidas y estocadas despaché a los dos Naturi que
protegían al miembro de la luz. Me sorprendí al encontrar de su lado a Rowe,
teniendo en cuenta que Aurora era del clan de luz también. Supongo que no
había tal cosa como la lealtad entre los diferentes clanes. El Naturi del clan de la
luz retrocedió un par de pasos hasta que su espalda estuvo presionada contra la
pared de piedra. Con un gesto amplio de su mano, las brillantes llamas de color
naranja y amarillo surgieron entre nosotros.
Una mueca lobuna se extendió por mi cara cuando caminé a través de las
llamas,‖convirtiéndolas‖de‖naranja‖a‖un‖ silencioso‖y‖constante‖color‖azul.‖―Vas‖
a tener que hacer algo mejor que eso.
―Hecho‖―se‖burló‖ella,‖levantando‖su‖barbilla‖hacía‖mí.
Mi única advertencia fue el bello de mis brazos se puso de punta. Me lancé
hacia adelante, hundiendo la espada en el estómago de la Naturi hasta que la
punta se enterró en la pared. Ella soltó un gruñido de sorpresa, pero yo apenas
lo oí por encima del golpe de la iluminación en el suelo donde había estado de
pie sólo un segundo antes. Rowe o cualquier otro Naturi del clan del viento
estaba cerca, preparado para hacer de mi noche un infierno de pesadilla.
Empujándome fuera de la pared, retiré poco a poco la espada de la Naturi, pero
clavé un segundo cuchillo más pequeño a través de su corazón, asegurándome
que estaba muerta antes de que le diera la espalda. Los Naturi eran unos
sanadores resistentes y sumamente rápidos. Sin embargo, ellos no podían
recuperarse de un corazón partido.
―¡Rowe!‖ ―grité,‖ mirando‖ al‖ cielo‖ en‖ busca‖ de‖ una‖ visión‖ del‖ Naturi‖ que‖
parecía acosarme en cada momento.
―¡En‖el‖interior,‖amiga‖mía! ¡En el interior!
―¡Bastardo!‖ ―gruñí,‖ volviéndome‖ a‖ buscar‖ a‖ Stefan.‖ Él‖ estaba‖ separ{ndose‖
finalmente de su oponente. Se puso lo suficientemente cerca de un eje de la luz
de la lámpara para revelar que él estaba completamente cubierto de sangre. Los
pantalones vaqueros y el suéter que llevaba en el bosque la noche anterior
estaban empapados de la sangre de ambos Naturi y licántropos. Que goteaba
desde la barbilla, donde le había salpicado en la cara y se vertía en capas finas
en sus propias manos. Una parte de mí anheló pasar la lengua a lo largo de su
barbilla, lamiendo este tipo de residuo, pero lo pensé mejor. No pensé que
Stefan se opondría a ello, la tentación se vio empañada por el hecho de que la
sangre Naturi era venenosa para los Nightwalkers. De lo contrario, habría sido
feliz de enterrar mis colmillos en los tortuosos monstruos.
El eco de pasos detuvo mi primer comentario a Stefan. Me sacudí alrededor con
fuerza y con la espada desenvainada, pero al instante se relajé cuando vi a
Danaus apareciendo a través de los árboles. Disminuyó la velocidad para mirar
por encima de los cuerpos esparcidos por la zona. Con un movimiento de mi
mano, todos ellos explotaron en llamas, quemando los restos para que no
hubiera nada dejado atrás para que los humanos encontraran. Sólo podría
esperar que mis compañeros se hubieran tomando el tiempo suficiente para
disponer de sus presas en el Danubio. De lo contrario tendríamos un molesto lío
para limpiar antes de que finalmente pudiera dejar la isla esta noche.
―¿Cu{ntos‖quedan? —Le pregunté cuando Danaus finalmente llegó a mi lado.
Ni siquiera me tomé la molestia de explorar la región. Ahora no era el momento
de perfeccionar esa habilidad. Teníamos que llegar a Valerio.
―Sólo‖cinco‖m{s‖―dijo‖tras‖una‖breve‖pausa para tomar aliento.
Miré por última vez al cielo, encogiéndome interiormente hacia el interior
mientras esperaba que los cielos me golpearan una‖vez‖m{s.‖―Y‖uno‖de‖ellos‖es‖
Rowe.
―¿Es‖realmente‖un‖problema‖matarlo?‖―preguntó‖Stefan,‖y‖me dejó deseando
poder enterrar mi espada en su estómago. No tenía ni idea de qué clase de
problema era el Naturi tuerto.
―Tú‖entras‖desde‖el‖techo. Danaus y yo entraremos a desde el frente por tierra.
Nosotros nos encargamos del Naturi. Tú tienes que sacar de allí a Valerio. No sé
cómo lo están reteniendo, pero podría estar demasiado débil como para
desaparecer‖y‖reaparecer‖en‖Viena.‖Llévalo‖a‖un‖lugar‖seguro‖―dirigí‖yo.
―Como‖ quieras,‖ Sra.‖ Aquelarre ―dijo‖ sarc{sticamente‖ con‖ una‖ elaborada‖
reverencia antes de salir volando como Superman.
―¿Él‖ha‖sido‖siempre‖un‖idiota?‖―inquirió‖Danaus.
Estaba a punto de contestar cuando otro relámpago atravesó el cielo,
chisporroteando directamente hacia Stefan. La criatura de la noche al instante
desapareció en el aire libre, pero reapareció en el suelo a unos metros de
distancia. Me lancé hacia él, resbalando en mis rodillas cuando le localicé.
―¿Te‖golpeó?‖¿Est{s‖bien?‖―pregunté,‖ayud{ndole‖a‖sentarse‖lentamente.
―Estoy‖bien.‖No‖me‖golpeó‖―dijo,‖aunque‖su‖voz‖sonaba‖temblorosa‖y‖rota.‖Es‖
posible que no se hubiera visto afectado, pero estuvo cerca.
―Es‖mejor‖que‖entres‖caminando‖con‖nosotros‖―le‖dije‖cuando‖se‖recobró‖y‖ se‖
puso en pies despacio.
―Caminando‖hacia‖una‖trampa‖―se‖quejó,‖pero‖él‖caminó‖a‖mi‖lado‖cuando‖yo‖
me acerqué a la entrada al teatro.
No había ninguna duda de que era una trampa diseñada por Rowe, pero
nuestras posibilidades eran bastante buenas. Por supuesto, yo tenía la
esperanza de salir con todos mis compañeros vivos y de una sola pieza. A Rowe
no le importaba si nosotros matábamos a los cuatro Naturi que todavía estaban
a su lado.
―Llega‖ hasta‖ Valerio‖ ―le‖ dije‖ a‖ Stefan―.‖ Nosotros‖ te‖ proporcionaremos‖
cobertura y distracción.
Me abrí camino en el teatro al aire libre con sus masivos asientos. No había
notado a los cuatro Naturi que estaban en el escenario junto a Valerio, el cual
estaba colgado en una cruz de madera maciza con una estaca sobresaliendo de
su pecho. Ellos no la habían clavado en su corazón, porque todavía podía
sentirlo, pero estaba lo suficientemente cerca, estaba chorreando sangre y a
punto de morir.
―¡No!‖ ―grité‖ sin‖ pensarlo. Corrí hasta el escenario, dejando a Danaus y a
Stefan luchando por mantener mi ritmo. Los relámpagos bajaban de las nubes,
cayendo de golpe en los asientos haciendo que explotaran en una lluvia de
chispas y residuos.
―¡Mira!‖―exclamó‖Danaus‖detr{s de mí, pero yo le ignoré. No les permitiría
que estos cabrones amantes de la naturaleza destruyeran a Valerio, la única
criatura que nunca hizo que dudara de mi misma. Valerio podría tener la
intención de utilizarme para su provecho, pero también creía que él me amaba
y confiaba en mí a su propia manera. No permitiría que los Naturi le mataran.
Más relámpagos cayeron entre los escalones del escenario y yo, haciendo que
me detuviera. Los Naturi del escenario saltaron al instante rodeándome,
mientras que Rowe apareció finalmente, colocando una mano en la estaca sobre
en el pecho de Valerio.
―¡Ríndete!‖ ―gritó‖ con‖ voz‖ risueña―.‖ Ríndete‖ y‖ consideraré‖ no‖ clavarle‖ la‖
estaca en lo más profundo de su pecho. Entrégate y ellos no le matarán ahora.
―No‖vas‖a‖ganar‖―gruñí,‖mirando‖a‖Rowe‖mientras un Naturi presionaba con
la punta de su espada corta en mi garganta. La cuchilla punzó mi carne,
enviando‖de‖ un‖ hilo‖ de‖ sangre‖bajo‖mi‖ cuello―.‖Nosotros‖hemos‖ destruido‖a‖
muchos de vosotros esta noche. No vas a salir de aquí vivo.
―Creo‖que‖es‖al‖revés.‖Es‖a‖tus‖amigos‖a quién no vamos a dejar vivos. Tú, en
cambio, vienes conmigo ante Aurora.
A pesar de las espadas clavadas ahora en mi cuello, estómago, y pecho, me reí.
Mi cabeza cayó hacia atrás y una risa profunda y oscura se levantó de mi
garganta.‖―¿Todavía‖ crees‖ eso?‖―Eché‖ una‖mirada‖alrededor‖ del‖Naturi‖que
est{‖ de‖ pie‖ directamente‖ delante‖ de‖mí―.‖ ¿Él‖ te‖ prometió‖ la‖ absolución‖ si‖ le‖
ayudabas‖ a‖ entregarme‖ a‖ tu‖ reina?‖―Les‖ pregunté―.‖ ¿De‖ verdad‖ creen‖ que‖
Aurora les perdonará como yo?
La confianza y determinación en los rostros de mis captores vacilaron muy
levemente, sus ojos como dardos fueron de mí a su compañero más cercano.
Todos se estaban preguntando lo mismo; ¿Merecía ser digna de tan alto precio a
Aurora? Claro, yo era la Fire Starter, pero para ellos sólo era todavía un
vampiro inútil, sucio. Ellos empezaron a dudar de las promesas de Rowe, y eso
me dio una apertura.
―¡Consigue‖ a‖ Valerio!‖―me‖ dirigí‖ a‖ Stefan.‖ El‖ Nightwalker‖ desapareció‖ y‖ al‖
instante reapareció detrás de Valerio.
Por el rabillo del ojo vi que una mano estaba en el hombro de Valerio cuando
Rowe levantó la mano para golpear la estaca más profunda en el pecho de
Valerio. Todo sucedió en una fracción de segundo. Ni siquiera hubo tiempo
suficiente para que yo gritara. Valerio y Stefan desaparecieron de la vista
cuando la mano de Rowe pasó a través del espacio vacío y se estrelló contra la
cruz de madera.
―¡Bruja!‖ ―gruñó‖ Rowe,‖ volviéndose‖ con‖ los‖ ojos‖ entrecerrados‖ hacia‖ mi‖
cara―.‖Sólo‖m{tenla.‖Aurora‖ser{‖muy‖feliz‖con‖su‖cuerpo‖muerto.
Con Valerio a salvo, no dudé en aprovechar mis poderes. Me las arreglé para
esquivar una espada en la garganta, pero no tuve la suficiente suerte para
esquivar la que se sumergió en el estómago. Gemí cuando puse a los Naturi que
me rodeaban en el fuego. Por desgracia, Rowe se mantuvo a mí la espalda, por
lo que no pude bañarlo con el parpadeo de las llamas también. No podía sentir
al Naturi, y tenía que verle físicamente para prenderle fuego.
―¡Hiérvelo,‖Danaus!‖―grité,‖manteniendo‖mí‖enfoque‖en‖el Naturi que luchaba
con las llamas y todavía estaba acuchillándome.
―No‖puedo‖―dijo‖él‖suavemente.
―¿Qué?
―Tienes‖razón.‖―Rowe‖reía‖locamente.‖Me‖volví‖hacia‖ él‖que‖estaba‖de‖pie‖ en‖
el borde del escenario‖ con‖ una‖mano‖extendiéndose‖hacia‖ el‖ cielo―.‖Él‖podría‖
ser capaz de hervir mi sangre y matarme, pero te garantizo que voy a ser capaz
de bajar un par de relámpagos antes de irme, y todos estarán dirigidos hacia ti.
―¡M{talo,‖ Danaus!‖ ―grité.‖ El‖ último‖ de los Naturi que me rodeaba había
muerto finalmente, y yo todavía me retorcía alrededor con una espada en mi
estómago, preparada para lanzar una bola de fuego a Rowe cuando descubrí
que él ya había echado a volar hacia el cielo con un par de enormes alas de color
negro. Tiré la bola de fuego contra él, pero se las arregló para esquivarla
fácilmente por los vientos fuertes que azotaban a través del parque. En
respuesta, un relámpago chisporroteó en el aire. Me tiré hacia atrás, sólo para
golpear la espalda con la pared del teatro cerca de los escalones. Yo estaba
atrapada. El mundo estalló en brillante luz blanca y por un momento
comprendí lo que sentía al ser quemado. Sentí un relámpago a unos metros,
pero fue suficiente para chamuscarme.
Cuando mi visión, finalmente se aclaró lo suficiente para que pudiera ver de
nuevo, Rowe había desaparecido. Danaus estaba de pie delante de mí, con una
mano apretada en mi estómago mientras que la otra libre tiraba la espada de mi
cuerpo. Apreté los dientes contra el dolor agudo cuando la hoja cortó a través
del músculo y tejido. Un nudo se formó en mi garganta y me tragué un
frustrado sollozo. Rowe aún estaba vivo.
―Eres‖una‖ idiota‖―se‖quejó‖Danaus.‖Manteniendo‖ la‖mano‖apretada‖ sobre‖ la‖
herida en un esfuerzo por disminuir el sangrado.
Apoyé‖ la‖ cabeza‖ contra‖ la‖ pared‖ detr{s‖ de‖mí‖ y‖ cerré‖ los‖ ojos.‖―Sólo‖ quiero‖
verlo‖muerto‖―le‖susurré.
―Pronto‖―prometió‖Danaus.
Pero no lo suficientemente pronto.
Capitulo 21
Traducido por eli25
Correg ido por Virtxu
anaus estaba de pie cerca delante de mí, con su respiración pesada por
la pelea. Su cálida energía bailaba a nuestro alrededor, golpeando de
vuelta al frío viento, el cual parecía estar aumentando más rápido ahora
que Rowe había dejado el área inmediatamente. Yo estaba de pie aún, luchando
con el aumento de las emociones que amenazaban con inundarme. La duda me
comía. Nunca debería haber enviado a Valerio solo para investigar el problema
de los Naturi. Asumí que con su habilidad para desaparecer y reaparecer, sería
capaz de escapar fácilmente de cualquier situación. No había considerado que
él sería más vulnerable a un ataque repentino ya que no podía sentir a su
enemigo. Por supuesto, había pensado que era imposible aparecerse de repente
a Valerio. Él era viejo y poderoso. Nadie podía sorprenderle.
—No es culpa tuya —dijo Danaus cuando permanecí en silencio demasiado
tiempo.
Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza. —No debería haberle enviado solo. Debería
haber ordenado a Stefan que fuera con él.
—Posiblemente, pero habría una oportunidad de que ambos pudieran haber
sido atrapados —reconoció Danaus—. No es como si la mente de Stefan
estuviera completamente enfocada en los Naturi. Ambos habrían sido
vulnerables.
—Eso no importa demasiado —murmuré, levantando ambas manos a través de
mi pelo para apartarlo de mi cara. Gruñí cuando el movimiento estiró y empujó
la herida remendada aún en mi estómago. Levanté la mirada hacia el cielo una
vez más, evaluando la noche—. Lo primero que haremos será irnos de aquí
mañana por la noche.
La mano de Danaus se alejó de mi estómago cuando retrocedió un paso de mí.
—¿De qué estás hablando?
D
—Vamos a volver a Venecia mañana. Si tenemos suerte, podemos dirigirnos de
vuelta a Savannah en menos de tres de noches. La cuestión aquí está resuelta.
No voy a jugar más a los juegos de Macaire.
—No podemos irnos. —Danaus caminó delante de mí cuando cambié para
comenzar a caminar el paseo por el que había venido unos pocos minutos
antes—. ¿Qué pasa con Sofia?
Mi cara se giró por la confusión y la frustración. —Hemos sido enviados aquí
para ocuparnos de los Naturi en Budapest. A menos que estés sintiendo algo de
lo que no soy consciente, solo deberíamos dejar a Rowe. Ese Naturi no tiene
ataduras en Budapest. Demonios, no estaría sorprendida si él nos siguiera de
vuelta a Venecia. Yo soy su objetivo, no la dominación del mundo por los
Naturi.
—¿Y que pasa con Sofia? Dijiste...
—¡Al diablo con Sofia! —Dije bruscamente, finalmente perdiendo mi agarre en
mi temperamento—. Ella consiguió meterse solita en ese caos. Déjala salirse por
ella misma. ¡No es mi trabajo salvar a cada patética criatura que se cruza en mi
camino!
—¡Dijiste que la ayudarías!
—Honestamente pensé que lo haríamos. Pensé que al final tendríamos que
matar a Veyron antes de volver finalmente a Budapest. Estaba equivocada. No
necesitábamos matarle. ¿Por qué preocuparme por cómo estará dirigida
Budapest? Lo humanos no han sido expuestos a nuestro mundo, no importa lo
que Veyron haga con los otros Nightwalkers y los brujos y los licántropos. Eso
son asuntos suyos.
—¡Ellos intentaron matarte! ¿Vas a dejar pasar eso? —Pinchó Danaus,
ganándose una oscura sonrisa de mi parte. Di un paso acercándome más a él,
poniendo mi mano en su pecho. Debajo de mis dedos podía sentir su corazón
latiendo como un tambor tribal, animándome.
—Ahora solo estás intentando incitarme —ronroneé—. ¿No es suficiente que
arriesgue mi cuello por el Aquelarre destrozando a los Naturi en Budapest?
Quieres que vaya a cazar Nightwalkers, brujos, y cualquier otra criatura que se
cruce en mi camino. Cualquier cosa con tal de que el resultado sea liberar a
Sofia.
—Sí —admitió él. Apreté mis dientes e intenté empujarle para pasar, pero el
cazador agarró mi brazo, manteniéndome en el lugar—. No te vas alejar de mí.
—Esta conversación ha terminado.
—No. Tenemos que hacer algo con Sofia. Está atrapada. Es una pobre humana
que ha quedado atrapada por un vampiro extremadamente poderoso. ¿Eso no
significa algo para ti?
—Realmente no —dije con un encogimiento de hombros.
—¡Maldición, Mira! No podemos dejarla. Ella no tiene ninguna oportunidad
para escapar por sí misma. ¿Por qué no podemos ayudarla? Te saliste de tu
camino para salvar tanto a Tristan como a Nicolai.
—¡Piensa en ello, Danaus! —Le grité de vuelta, tirando mi brazo libre de su
agarre—. ¿Realmente arriesgué tanto cuando salí a su rescate? En ambos casos,
el Aquelarre necesitaba mantenerme viva. Estaba en serio peligro de conseguir
que mi culo fuera entregado a Jabari o a Macaire, pero no iban a matarme.
Veyron no me necesita viva. Él ya ha probado eso. Los licántropos y los brujos
han intentado matarme en un periodo de solo un par de noches. No necesito ir
a buscar problemas. Tengo suficientes.
—¿No vas a ayudarme? —Preguntó.
—¡Maldición! —Gruñí, cerrando mis manos en puños mientras luchaba la
urgencia de encender un fuego—. Déjala ir, Danaus. No merece ser salvada.
—¿Cómo puedes decir eso?
—¡Porque ella pidió lo que consiguió! Ella quería ser el juguete de Veyron. ¿Por
qué debería arriesgar mi cuello para salvarla porque de repente no le guste lo
que consiguió? ¿Y si la liberamos y ella se engancha a otro Nightwalker en seis
meses? ¿La liberarás después cuando ella se canse?
—¡Ella es una humana atrapada! No se merece ser mantenida prisionera por...
por...
—¿Por qué? ¿Un monstruo? —Dije.
—Sí —siseó él.
—Así que has tomado una decisión. —Crucé mis brazos sobre mi pecho,
protegiéndome de las palabras que sabía que iban a ser las siguientes—. La
estás eligiendo a ella porque es una humana, a pesar de lo que hemos pasado.
—¿Qué? ¿Por qué tiene que ver esto con nosotros?
—Porque si fuera algún tipo atrapado con Odelia, no te importaría. Pero Sofia
es una joven atractiva, una mujer indefensa que desesperadamente necesita tu
ayuda y no puedes esperar a jugar las reglas del caballero blanco. Es porque no
puedes tolerar la idea de estar atraído por un Nightwalker y ser lo suficiente
humano.
—¡Eso... eso es ridículo!
—¡No lo es! Estar conmigo te aterra porque sabes profundamente que eres más
como yo de lo que te interesa admitir.
Danaus sacudió su cabeza hacia mí, retrocediendo un paso. —No discutiré esto
ahora. Quiero tu ayuda para liberar a Sofia.
—También quieres que la lleve de vuelta a Savannah con nosotros y servir
como protector personal—grité—. No puedo hacerlo.
—¿Por qué? No tuviste problema haciéndote responsable de Tristan y Nicolai.
—¡Porque no arriesgaré mi vida para proteger a otra mujer por la que estás
atraído cuando soy la única que se preocupa por ti! —Grité, sacudiendo mis
manos hacia él—. Tengo suficiente. Si quieres liberar a Sofia, lucha con Veyron
por ella. Yo me voy a Venecia mañana por la noche.
Girándome sobre mis talones, vivamente caminé hacia el puente, dejando a
Danaus detrás. Un bulto creció en mi garganta y se sintió como si un agujero
hubiera sido desgarrado en mi pecho más grande que la herida que se estaba
curando en mi estómago. Quería a Danaus para mí misma, pero sabía en lo
hondo que yo no era lo que él quería, y eso iba a destrozarme por dentro.
Toscamente limpié las lágrimas que se habían reunido en las esquinas de mis
ojos, crucé el puente de vuelta a Buda, donde engancharía a los dos primeros
jóvenes dispuestos que se cruzaran en mi camino y me alimentaría
profundamente. No estaba de humor para cazar, pero necesitaba reemplazar la
sangre que había perdido, particularmente antes de volver a Venecia. No sabía
cuál era el gran programa de Macaire, y por el momento no me importaba.
Había sido enviada a Budapest para solucionar el problema de los Naturi, y eso
era todo. Los Naturi se habían ido, así que era la hora de que volviera a casa.
En el hotel, saqué la señal de No Molestar y me arrastré a través de la
habitación hacia la gran ventana que miraba a la ciudad. Eran justo un par de
horas antes del amanecer, y estaba atrapada en Budapest por la noche. Valerio
necesitaría a alguien a su lado su lado al menos una noche para servir como
protección y ayudarle a cazar. No tenía suficiente vía libre a Viena para mí por
la mañana. Y esta vez tenía la oscura sospecha de que Danaus no volvería al
hotel. Le había dado su elección, Sofia o yo, y él iba a elegir a una humana.
Apoyando mi cabeza contra el cristal, cerré mis ojos e intenté organizar mis
pensamientos. Danaus estaba determinado a liberar a Sofia, más probablemente
dejándome tratar con Veyron ya que el cazador necesitaría enfocarse en llevar a
una pequeña mascota a un lugar seguro lejos de Budapest. Después de mi
última pelea con Rowe, había estado esperando evitar otro encuentro con
Veyron y sus vasallos.
La cosa entera me dejaba rascando mi cabeza. La estructura de poder aquí era
diferente a cualquiera que había visto en cualquier otro dominio. Los
Nightwalkers no jugaban bien con otras criaturas poderosas. Eso no estaba en
nuestra naturaleza. Para empeorar las cosas, no había una sola criatura
poderosa en Budapest, sino cuatro.
Como el Aquelarre. Maldición, lancé el escritorio contra la pared más lejana e
ignoré algunos escombros de la lucha anterior. La habitación aún estaba
destrozada, y me estremecí al pensar en lo que Danaus tuvo que hacer o decir
para mantener las cosas tranquilas con el encargado del hotel. No era la primera
vez que había destrozado la habitación de un hotel por mi presencia diurna, y el
incidente normalmente era suavizado con copiosos montones de dinero.
Agarrando un trozo de papel negro, escribí el nombre de Veyron y lo rodeé. A
su lado, escribí los nombres de Ferko y Clarion y los rodeé individualmente.
Reluctantemente, puse el nombre de Odelia también. Mi experiencia con ella no
había sido impresionante, pero de acuerdo con Ferko, ella era la que ordenó
actualmente la muerte de Michelle, haciéndola un jugador poderoso por su
propio bien.
Mordí mi labio superior cuando miré los cuatro nombres, y un nudo giró en mi
intestino. Parecía que ellos habían formado su propio Aquelarre aquí en
Budapest, creando una fuerza poderosa para competir a cualquiera.
Pero el hecho de que había cuatro miembros dominantes en Budapest
significaba que siempre había un potencial para un punto muerto, a diferencia
del Aquelarre, el cual tenía cinco miembros. Se sentía como si alguien se
hubiera perdido. Podía ser solo un licántropo alfa de la manada, por lo que la
oportunidad de otro licántropo fuera diferente. Particularmente desde que
habíamos masacrado a la mayoría de ellos ya no había otro la mitad de fuerte
que Ferko. Otro brujo era una posibilidad clara. Valerio había indicado que
Clarion solía trabajar con alguien más, y ese otro brujo podía estar sirviendo por
detrás a los otros miembros de la dominante fiesta de Veyron. Si tenía que
tomar a Veyron para proteger a Danaus y a su novia, entonces tendría que
destruir a todos los miembros de este grupo para sobrevivir. No me gustaba la
oportunidad de ir cabeza-a-cabeza contra no solo uno sino dos brujos.
—Si hubieras usado solo la mitad de tu poder, podrías haber matado a ese
irritante Naturi con el pequeño problema.
Mi cuerpo entero se encogió por la voz. No necesitaba levantar la mirada. Podía
sentir el poder de Nick lentamente llenando la habitación como si estuviera
sacando todo el aire y dejándolo espeso y viciado. Si aún hubiera respirado, me
podría haber sofocado en ese diminuto recinto. Incliné mi cabeza a un lado y
cerré mis ojos como si le pudiera alejar, pero sabía que no funcionaría de esa
manera. Nick no iba a irse hasta que él finalmente tuviera éxito en empujarme
en la dirección que él pensaba que debería tomar. Por el momento, no me
importaba lo que él quería.
—He estado usando a Danaus —dije en voz baja y dura, retándole a discutir
conmigo.
Él se rió. —No lo has hecho durante mucho tiempo, querida mía.
Golpeé mi puño contra la superficie del escritorio y me giré alrededor para
finalmente enfrentarle. —¡Lo he hecho! Solo déjame sola.
Nick se apoyó contra la pared más lejana, pareciendo a mi último recuerdo de
mi padre, con su simple conjunto y sombrero caído para protegerle c ontra el
violento sol de verano. La sonrisa estaba mal. No había calidez ni compasión,
solo un júbilo malvado y malicioso.
—No puedo, mi querida hija. Nos necesitamos mutuamente.
—No te necesito.
Nick caminó hacia delante y situó una mano en mi hombro para evitar que me
levantara cuando intentaba dejar mi silla. —Sin mí, nunca alcanzarás todo tu
potencial.
—No necesito ningún poder más aparte de los que tengo —dije bruscamente.
Nick apretó mi hombro lo bastante fuerte para hacerme encoger e intentar
retroceder de su toque, pero él se negó a liberarme. —Y necesito que me ayudes
una vez más para alcanzar mi potencial. Quiero alcanzar las estrellas otra vez,
escapar de este débil estado.
Finalmente me aparté de su toque, pero él me tenía clavada así que no podía
dejar la silla. —No me importa lo que quieras.
—Lo harás si quieres vivir —dijo él, una sonrisa creció a través de su
horriblemente maravillosa cara—.‖“i no vas a ayudarme, te dejaré embarazada
para que críes a un niño que pueda hacerlo, o te mataré e iré a por la ayuda de
otro niño.
—No controlaré a Danaus otra vez —dije tozudamente, retándole a
contradecirme. Cuando él continuó solo mirándome, finalmente añadí—,
además, ya le he perdido. Él no me hablará, no me mirará. Vamos por caminos
separados.
—Sí —siseó él—. Lo veo. No es un buen movimiento. Deberías darle lo que
quiere para que tengas su potencial a tu disposición. —Nick paseó alejándose
de mí. Algo de la tensión se drenó de mis hombros cuando le observé pensando
profundamente. Después de un momento él encogió sus hombros y se giró de
vuelta hacia mí—. No importa. Aún tienes a Jabari. Una vez vuelvas a Venecia,
concentrarás tu atención en él.
—¿Jabari? ¿Estás loco? Me aplastará como a un insecto si consigue el más ligero
olorcillo de que no puede controlarme más, dejándole además descubrir que
puedo controlarle.
—¿Estás diciendo que no quieres controlarle? —Preguntó él, arqueando una
ceja hacia mí. No podía ni siquiera recordar ver esa particular expresión en la
cara de mi padre antes.
—Por supuesto que adoraría controlarle. Él me ha usado durante un siglo.
Adoraría tener la oportunidad de forzarle a tomar su propia medicina. No soy
lo suficientemente fuerte. Jabari me matará solo por intentarlo.
—Entonces te sugiero que lo hagas bien la primera vez —dijo Nick, y entonces
desapareció, claramente indicando que no me ofrecería ayuda para lo que fuera
si fallaba tomando a Jabari bajo control cuando lo intentara.
—¡Nick! —Grité, pero no obtuve respuesta. Pero entonces, las cosas iban por su
camino. Estaba sola para limpiar el caos en el que me encontraba. Nick me
había ayudado para enajenar a Danaus, y ahora tenía la cabeza en la boca del
león que era Jabari.
Exhausta, me alejé del escritorio y paseé por la habitación, donde me dejé caer
en el borde de la cama y me quité mis sucias botas. Con mis piernas aún
inclinadas a un lado, me tumbé contra el espeso edredón y cerré mis ojos. Deseé
que el mundo se desvaneciera, y que nunca hubiéramos ido a Budapest.
Capitulo 22
Traducido por Virtxu
Correg ido por esmeralda38
ofia se sentaba en la pequeña mesa en un rincón junto a Danaus
compartiendo una bandeja de comida traída por el servicio de habitaciones.
La vi cortando delicadamente trozos de su pollo, deseando poder meter el
tenedor en la garganta. Danaus había arriesgado mucho de nuestras vidas por
esta mujer, y por desgracia, estaba empezando a ver por qué. En la débil sala
con poca luz, ella parecía casi luminosa. Sus facciones eran delicadas y
perfectamente formadas, desde sus inocentes ojos grandes pasando por la nariz
chata hasta la pequeña boca de capullo. Era como si fuera un frágil adorno, de
vidrio soplado descansando entre los escombros de la habitación del hotel.
No hacía falta ser un genio para ver por qué Danaus la había elegido. Era más
que el hecho de que ella fuera un ser humano indefenso atado a un vampiro
despiadado. Sé que ella representaba el epítome de la hermosa doncella en
peligro. Danaus había pasado toda una vida en busca de buenas obras, con la
esperanza de ganar su alma del bori. Había estado esperando toda su vida para
esta situación. Ahora todo lo que tenía que hacer era derrotar al malvado
vampiro y el acto heroico estaría completo. Entonces él y Sofia podrían cabalgar
juntos hacia la puesta de sol.
Si hubiera sido posible para mí en ese momento exacto, hubiera vomitado con
el pensamiento. Danaus no tenía nada que hacer con una mujer como esa,
aunque su risa sonaba como pequeñas campanas de júbilo y sus ojos brillaban
cuando ella lo miraba. Danaus y yo nos ajustábamos mejor. Oscuros, violentos y
sarcásticos, podríamos enfrentarnos a lo que el mundo nos echara y aun así
volver a por más. Nos pertenecíamos. Pero ahora todo lo que él podía ver era
un par de grandes ojos azules mirándolo.
Poniendo mis manos en puños a mis costados, busqué por un plano y razonable
tono.
—¿Veyron sabe que tú la cogiste? —Exigí como forma de saludo.
—Salí justo antes del amanecer —dijo Sofia—. Veyron no sabía a dónde iba.
S
Ella se limpió las manos en la servilleta antes de colocarla en el plato. Se puso
de pie y me hizo una profunda reverencia.
Mientras tanto, Danaus se recostó en su silla y cruzó los brazos sobre el pecho
mientras me miraba con aire de suficiencia.
—No hubo pelea. Nadie murió. Sofia ha estado a salvo escondida aquí todo el
día y nadie ha venido a recuperarla.
—Ella no está escondida —espeté—. Ella es la mascota de Veyron. En el
momento en que él desee saber su ubicación, lo hará. Y luego vendrá a buscarla
él mismo o enviará a algunos de sus lacayos a por ella. El hecho de que te fuera
fácil obtenerla no significa que vaya a ser tan fácil quedarse con ella.
Un torrente de lágrimas brotó de Sofia, mientras se derrumbaba en su silla.
—Oh, ella tiene razón. Es sólo cuestión de tiempo antes de que Veyron venga
tras de mí. He puesto sus vidas en un horrible peligro.
Me encogí de hombros mientras metía mis manos en los bolsillos traseros de
mis pantalones de cuero. —Entonces regresa. Si no quieres que nuestras vidas
corran un riesgo egoísta, entonces, vuelve con él.
—No puedo —jadeó ella, levantando la cara de donde la había enterrado entre
sus manos—. Él va a matarme. Sé que lo hará. Veyron me va a matar.
—Lo dudo.
—Mira, tú no sabes eso —gruñó Danaus hacia mí.
—No, pero tengo dudas de que realmente Veyron la vaya a matar. Su único
miedo es que él la vaya a castigar de alguna manera, y ella no quiere hacerle
frente.
Danaus se puso en pie, mientras colocaba una mano protectora sobre el hombro
de Sofia. —Lo único a lo que tiene miedo es a toda una vida siendo un esclavo
de ese monstruo. Ella quiere que su libertad.
—Entonces, no debería haber elegido convertirse en la mascota de Veyron en
primer lugar.
—Por favor, Mira. Necesito vuestra ayuda —dijo Sofia—. Cometí un error. No
me di cuenta de donde me estaba metiendo cuando hice el trato con Veyron. En
ese momento, él era tan poderoso y fascinante. Yo no estaba pensando con
claridad.
Rodé los ojos y caminé lejos de la mujer. —¿Y ahora estás pensando con
claridad? Quieres salir de su negocio y estás esperando que nosotros te
protejamos cuando llegue el momento de pagar el pato.
—Por favor, no tengo otro lugar adonde ir. Nadie me va a ayudar. Estoy sola, y
tú y Danaus son los únicos lo suficientemente fuertes como para enfrentar a
Veyron. Además, él dice que tú eres el guardián del dominio ahora. ¿No puedes
simplemente liberarme?
—Puedo ordenarle que te deje, pero si él quiere ser capaz de mostrar su rostro
en esta ciudad otra vez, él me retará a mí por ti. Y la verdad sea dicha, yo no te
quiero. Tengo bastantes problemas en mis manos ya. No necesito agregar más.
—Pero no voy a ser una carga para ti. Dejaré Budapest. Voy a ir a algún lugar
lejos de aquí, como París o Londres o incluso Nueva York. Nunca volveré a esta
ciudad de nuevo —prometió.
Me volví sobre mis talones y sacudí la cabeza. —¿De verdad crees que va a
funcionar de esa manera? Una vez que Veyron se entere que estás fuera de mi
cuidado y supervisión directa, irá detrás de ti otra vez. Y entonces él va a
matarte para demostrar que no fui capaz de proteger algo que se suponía que
era mío.
—Pero yo no quiero ser tu mascota —dijo Sofia en un susurro sin aliento.
—Y yo tampoco te quiero a ti, pero fuiste a otro Nightwalker en busca de
ayuda. Eso significa que tengo que robarte de Veyron para protegerte.
—Pero me escapé. Tú no me robaste.
—Mantenerte con vida, mantenerte a salvo, eso significa robarte.
—Podríamos matar a Veyron y entonces no tendrías que preocuparte por
protegerla —sugirió Danaus.
Sofia se volvió en su asiento y puso una mano sobre la mano de Danaus.
—¿Lo harías? Él no me trató tan mal. No creo que se merezca morir, porque yo
haya cometido un error.
—No veo ninguna razón para matar a Veyron —dije—. Cuando mate a los
Naturi, estaré preparada para dejar Budapest y no mirar atrás. El Aquelarre es
una cuestión más urgente para nosotros.
—Entonces envíala a Savannah —sugirió Danaus.
—¡No!
—Mira…
—Por supuesto que no. Si se monta en mi avión, irá a Venecia, y ahí es donde se
va a quedar.
—Oh, por favor, no —declaró ella. Ante la sugerencia, la mujer se puso
considerablemente más pálida mientras apretaba las dos manos en su regazo.
—Ella no iba a sobrevivir en Venecia con los otros —dijo Danaus—, sobre todo
porque sé que tú no tienes intención de permanecer allí.
—No voy a llevarla a Savannah y ella no puede permanecer en Budapest. Eso
sólo deja Venecia —argumenté, luchando por mantener la sonrisa en mis labios.
Había algo muy atractivo sobre el envío de la indefensa Sofia a Venecia. En el
fondo, sabía que no podía y no debería dejarla en Venecia. Había momentos en
los que podía ser realmente de corazón frío, pero mi naturaleza viciosa tenía
limitaciones. Ella no iba a sobrevivir a su primera noche en Venecia y todos lo
sabíamos.
Por desgracia, me quedé atrapada tratando de conseguir algún lugar para
enviarla donde estaría fuera de mi cabeza, y preferiblemente fuera de la de
Danaus. Además, el lugar tenía que estar a salvo de un posible ataque de
Veyron ya que había decidido dejar al Nightwalker vivo. Por el momento no
me importaba un modo u otro. Sólo quería llegar a casa otra vez, y ahora que
los Naturi estaban muertos, no tenía ninguna razón para permanecer en
Budapest para dar a Macaire la oportunidad de matarme.
—¿Por qué no la enviamos a Themis? —sugerí.
Danaus se apartó de la mesa y se puso de pie, pareciendo poco contento con mi
idea. —¿Quieres ponerla en manos de Ryan?
—Ella es un ser humano que sabe acerca de nuestro mundo. Puedo borrar su
memoria y liberarla, pero eso no va a mantenerla a salvo de Veyron y de
cualquier otra persona que pueda saber sobre ella. Ryan puede vigilarla,
mientras da a los investigadores algunos pequeños datos interesantes sobre mi
mundo. Es una idea brillante.
—Es una idea terrible.
—No tuviste ningún problema en poner a Lily en sus manos —le acusé,
odiando decir incluso el nombre de la niña en voz alta.
No tenía necesidad de implicarla en esta conversación, pero no tenía ningún
sentido para mí que Danaus estuviera dispuesto a enviar algo querido y valioso
para nosotros a Ryan, pero no a esta criatura.
—Lily iba allí bajo la protección de tu nombre. Sé que no harás lo mismo con
Sofia. Ryan no me debe ningún favor y no estoy tratando de cultivar mi
amistad. Sofia no tendría la misma seguridad que Lily hubiera tenido.
—No importa ya. Si no quiere quedarse en Budapest, que se vaya a Themis y
estará fuera de mi cabeza en la medida que a mí respecta —dije, alzando mis
brazos en el aire—. En verdad no me importa que ella no vaya a volver a
Savannah, que es donde me dirijo después de que esta tontería del Aquelarre
haya terminado.
Ladeé la cabeza hacia un lado y estiré mis facultades cuando sentí un cambio en
el aire. Danaus se quedó al instante en silencio cuando levanté la mano. Alguien
venía, y prefería que no nos cogieran en medio de esta conversación en
particular. Sofia miró de mí a Danaus, con su expresión tensándose cada vez
más.
Un par de segundos más tarde ambos Stefan y Macaire aparecieron en la
habitación del hotel. Una parte de mí esperaba secretamente que el Anciano del
Aquelarre hubiera regresado a Venecia, donde debía estar, pero al parecer se
quedó en Budapest para asegurarse de que toda la trampa que había puesto
fuera correctamente tendida entre Danaus y yo.
Un gesto tiró en las esquinas de mis labios por la dolorosa ausencia de Valerio.
El Nightwalker había sido mi bolsillo personal de alegría maliciosa cuando él
estaba cerca, y ahora me quedé sola con dos Nightwalkers que querían verme
muerta y un cazador que estaba tratando de matarme.
—¿Cómo está? —pregunté, contenta de ignorar a Macaire, por el momento.
—Él va a vivir —dijo Stefan mientras se desabotonaba el abrigo de invierno
para revelar un hermoso traje oscuro—. Él se alimentó en gran medida anoche y
vigilé que se alimentara de nuevo tan pronto como me levanté. Sólo necesita
una noche de descanso y comida antes de que él viaje de nuevo.
—Eso es una vergüenza para Valerio —murmuró Macaire, frotando una mano
enguantada en contra de su barbilla.
—Valerio va a estar bien —dije con firmeza, luchando para no apretar los
dientes cada vez que hablaba con el Anciano—. Lo importante es que hemos
librado a la ciudad de los Naturi. Tengo que hacer todavía unas cuantas
llamadas telefónicas para conseguir algunos acuerdos, pero Danaus y yo
regresaremos esta noche a Venecia. Estoy segura de que los dos caballeros
puede administrarse por su cuenta. De hecho, no hay nada que me mantenga
aquí ahora.
—¿Nos vamos de Budapest? —preguntó Stefan en primer lugar, con su boca
abierta en shock.
Asentí con la cabeza hacia él, pero volví la mirada directamente sobre Macaire,
que lucía menos satisfecho por mi anuncio. —Si no recuerdo mal, la única razón
de nuestra visita a Budapest, en primer lugar fue la infestación de Naturi, la
cual ya ha sido limpiada. No hay ninguna razón para que me quede en esta
ciudad por más tiempo. Volveremos a reunirnos en Venecia, y luego Danaus y
yo volveremos a Savannah.
¿Así que, me vas a permitir volver a Savannah, pero no a Sofia? Susurró Danaus en
mi mente, haciendo que deseara poder tirarle algo a la cabeza. Sin embargo, con
toda honestidad, no estaba segura de cual de nosotros dos estaba actuando más
infantil en ese momento. Tenía una sensación de malestar de que era yo. Sofia
quería su libertad, y Danaus estaba decidido a dársela. Como su amiga y
compañera, debería estar dispuesta a apoyarlo a pesar de que iba en contra de
mis formas como Nighwalker.
No era que yo no estuviera dispuesta a asumir la protección de otra criatura, ya
que me sentía segura de que Veyron no viajaría a mi dominio en Savannah para
buscarla. Era más la preocupación de que fuera a proteger a una criatura que
parecía destinada a convertirse en la amante de Danaus algún día. No pensaba
que pudiera ser tan fuerte y no permitirme que los celos me hicieran aplastar a
Sofia.
—¿Qué pasa con Ferko y Odelia? ¿Qué pasa con mi Michelle? —Exigió Stefan,
dando un par de pasos hacia mí.
Le sonreí ampliamente, poniendo ambas manos sobre sus hombros rígidos.
—Como guardián de Budapest, tienes mi permiso para realizar un seguimiento
de los dos y eliminarlos de la forma que mejor te parezca, siempre y cuando no
ponga en peligro nuestro secreto.
—Eres muy amable —respondió él, apartándose de mi tacto.
—Puedo entender su deseo de volver al Aquelarre y de nuevo a casa, pero no
puede salir de este dominio en el orden caótico que es ahora —intervino
Macaire rápidamente antes de que pudiera darle la espalda a los dos—. Tiene
que establecer su posición de poder dentro de la ciudad.
—Lo hice. Hubo una lección de idiomas en el balneario Széchenyi —dije, pero
Stefan se apresuró a hablar.
—Eso fue en el nombre del Aquelarre y para establecerte a ti misma como un
Anciano respetable.
Me obligué a ampliar mi sonrisa a Stefan mientras apretaba los dientes. No
necesitaba su ayuda. —También hubo la masacre en Bahnhof justo la otra
noche. Creo que fue en el nombre de establecer mi posición como guardián, si
no me equivoco.
—Sí, me enteré de Bahnhof y eso fue un comienzo muy agradable —reconoció
Macaire.
—Limpiando el lugar —dijo Stefan con orgullo, en referencia a los
Nightwalkers que rápidamente abandonaron el club en vez de quedarse en
nuestra presencia por más tiempo de lo absolutamente necesario.
Macaire exhaló un profundo suspiro y puso sus manos en los bolsillos de su
gran abrigo.
—Desafortunadamente, tengo la sensación de que los susurros de ese evento
tienen que seguir haciendo sus rondas entre los nuestros en esta gran ciudad
antes de que pueda abandonarla cómodamente, aunque sea por un corto
período de tiempo. Usted necesita hacer una muestra más grande de su poder,
Mira. Tome el consejo de alguien que ha estado alrededor un poco más que
usted. Cuando se hizo cargo de Savannah, había unos pocos Nightwalkers
presentes. Budapest es considerablemente más grande y más viejo. Usted
tendrá una muestra más grande si logra un impacto en la gente de aquí.
—¿Tiene algo en mente? —Le pregunté, sabiendo que él lo tenía.
—El Baile del Solsticio —dijo Sofia en tono jadeante. Me volví a mirar hacia ella,
pero había vuelto sus amplios ojos hacia los otros ancianos—. Esta noche es el
Baile del Solsticio de Odelia. Todo el mundo estará allí.
—Exactamente —dijo Macaire con una sonrisa, y luego dirigió su atención hacia
mí—. ¿Recolectando a otro? Ella no parece ser muy de tu tipo.
—Sí, bueno, estoy abierta a nuevas experiencias —le dije con una fea sonrisa
antes de volver mi atención a Sofia.
—¿Qué puedes decirme acerca de la fiesta de esta noche de Odelia? ¿Alguna
vez has estado?
—He estado un par de veces. Hasta donde yo sé, cada Nightwalker en la ciudad
hace una aparición en ese baile con sus mascotas. Es un asunto muy formal con
elegantes vestidos de gala y trajes hermosos. Veyron siempre lo llamó el único
asunto civilizado del año porque no había lucha y no estaban presentes los
hombres lobo.
—¿Qué pasa con los brujos y brujas? —preguntó Danaus, antes que yo pudiera.
—No por lo que yo sé. Sólo los vampiros y sus mascotas, que son siempre seres
humanos —dijo con una bonita sonrisa hacia él.
—Entonces creo que vamos a un baile esta noche, señores. Es una pena que
Valerio no pueda estar, porque esto es exactamente el tipo de cosas que animan
su espíritu. ¿Dónde se realiza?
—No estoy exactamente segura —dijo Sofia—, pero siempre ha estado en un
castillo privado en el Distrito del Castillo.
—Estoy seguro que podremos encontrarlo sin muchos problemas —
interrumpió Stefan, arqueando una ceja—. Sólo hay que centrarse en la gran
concentración de Nightwalkers en el centro de la ciudad.
—Entonces, debemos seguir adelante —le dije—. Cuanto más pronto este lío sea
atendido, más pronto podremos volver a Venecia. Danaus, quédate y protege a
Sofia mientras yo estoy fuera esta noche. Macaire, Stefan, y yo al parecer
tenemos un baile formal al que asistir.
—¿Es eso lo que vas a llevar? —preguntó Stefan, mirándome de arriba a abajo.
Estaba de vuelta en mis pantalones de cuero y en la parte superior tenía un
halter de cuero con su variada selección de cuchillos alternados a través de mi
cuerpo.
Mi sonrisa se ensanchó, permitiéndole que diera a mis colmillos un vistazo.
Envolví un brazo sobre sus hombros, lo que le obligó a colocar un brazo
alrededor de mi espalda por lo que su mano se posó en mi cadera. —Mi vestido
de fiesta está en la tintorería. Estoy segura de que lo van a entender. Además,
esto ayuda a la impresión que quiero dejar tras de mí.
Una sonrisa renuente se formó en una de las esquinas de su boca. —La sangre,
el miedo y la violencia despiadada —dijo Stefan.
—Como Macaire dijo, es todo acerca de dejar una buena impresión, y no tengo
duda, que esta es la que quiero dejar atrás en Budapest, si he de ser al mismo
tiempo su guardián y un Anciano del Aquelarre. Vamos a bailar —le dije,
sonriendo a mi compañero de violencia. A pesar de que todavía me quería
muerta, Stefan y yo estábamos empezando a llevarnos muy bien. Ya que él
siempre amaba un baño de sangre y terror en sus víctimas. Algo en lo que yo
estaba empezando a ser buena cada vez más.
No importaba. Era el momento de irrumpir en la fiesta de Odelia, y por una
vez, no podía esperar, aunque tuviera que ir junto a Macaire.
Capitulo 23
Traducido por Strella
Correg ido por esmeralda38
l Baile del Solsticio de Odelia, era un asunto extravagante. Pero teniendo
en cuenta lo poco que conocía de ella, esperaba otra cosa. Ella era una
Nightwalker relativamente joven a la que le gustaba aparentar ser mucho
mayor de lo que era, deleitándose con el llamado "los viejos buenos tiempos,"
cuando ella nunca vivió en ellos, en primer lugar. Este Baile del Solsticio era
sólo una excusa más para presidir de los Nightwalker más jóvenes y
pavonearse como si fuera algo
realmente impresionante para la vista. El único problema era, que los tres
Nightwalker donde quiera que fueran, eran demasiado impresionantes a la
vista, y a ella no le gustaba compartir el centro de atención.
Por desgracia, o Sofia se había metido con la lista de invitados u Odelia había
hecho algunas modificaciones de última hora debido a mi comportamiento
reciente en Budapest. Yo esperaba una espléndida fiesta de alrededor de cien
Nightwalkers, una mitad de humanos y la otra mitad de humanos mascota.
Cuando llegamos a la reunión, descubrimos que el número de muertos era
mucho mayor al de doscientos, y los Nightwalker representaban menos de la
cuarta parte de eso. Para evitar cualquier tipo de escena, en particular una
escena de violencia y sangre, Odelia los había rodeado con seres humanos. No
podríamos acabar tantos recuerdos y controlar tantas mentes a la vez. Esta
multitud era demasiado grande, y Odelia sabía que ella estaba a salvo mientras
permaneciera en el interior. Fue un desarrollo decepcionante, pero no iba a
dejar que mi noche se echara a perder.
Macaire y yo dimos un paseo por el gran salón de baile perdidos en las
decoraciones de plata y oro.
Un gigante árbol de Navidad se levantaba en el rincón más alejado, brillando
con luces blancas que se reflejaban en los ornamentos rojos. A lo largo de la
pared, se habían situado mesas enormes y estaban cargadas de platos gourmet
y artísticamente diseñadas con unas esculturas de hielo. En el balcón con vistas
al segundo piso, una banda tocaba música para los bailarines en el centro del
salón de baile.
E
De pie en ese salón de baile, vi el silbido y el flujo de los vestidos del baile
elegante con las mujeres dando vueltas por la pista. Había risas y una
conversación suave en el aire. Deseaba tener a Valerio a mi lado.
La escena delante de mí era como un recuerdo nítido de un tiempo de no hace
tanto. Hace siglos, él y yo habíamos asistido a un baile similar, donde
bailábamos y reíamos antes de atraer a nuestra presa fuera a un oscuro rincón
aislado para alimentarse. Había sido un tiempo tan aparentemente inocente y la
luz en mi vida, que estaba ahora tan lejos de mi alcance.
Stefan se inclinó, rozando su pecho contra mi hombro para que pudiera
susurrar en mi oído.
—Creo que puede haber un problema con tu traje. — No tenía necesidad de
mirar por encima para saber que Macaire estaba sonriendo. Ambos
Nightwalkers estaban al menos con un agradable traje por debajo de sus
pesados abrigos, mientras yo estaba cubierta en cuero y acero.
No es exactamente lo que yo hubiera preferido para un Baile de invierno, pero
entonces no había pensado que iba a necesitar un lujoso vestido mientras me
ocupaba de librar a Budapest de los Naturi.
Me encogí de hombros y entré en el salón de baile con el resto de los invitados.
—El punto, creo, era causar una escena —le contesté en voz baja—. Creo que
esto va a ayudar.
Mi apariencia sin duda atrajo la atención de los asistentes a la fiesta, ya que
rápidamente pusieron un poco de espacio entre ellos y yo, mientras susurraban
en voz baja entre sí. Yo estaba orgullosa del hecho de que no me ruborizaba, y
aún más impresionada de que Macaire se quedara de pie a mi lado, mientras
que Stefan estaba derecho y alto detrás de nosotros tanto como un adecuado
sirviente.
Teniendo en cuenta mi vestimenta agresiva, esperaba que ellos dos se
distanciaron de mi a la primera oportunidad. Esto me preocupó. ¿Por qué
Macaire jugaba ahora?
Odelia y Veyron se tomaron sólo un momento para observar el malestar de la
gente dirigiendo su cabeza a nuestra dirección. Su corte estaba en una de las
tres mesas en el otro extremo de la habitación en una plataforma elevada.
Odelia llevaba un vestido negra elaborado con plata brillante mientras que
Veyron llevaba un esmoquin tradicional. Cuando se acercaron, ambos
inclinaron respetuosamente su cabeza. Fue lo suficiente como para mostrar
respeto sin llamar demasiado la atención de los humanos. Por desgracia, eso no
fue una tarea especialmente fácil, ya que casi todos los seres humanos y los
Nightwalkers en el salón de baile estaban mirándome.
—Bienvenidos, grandiosos Ancianos del Aquelarre Macaire y Mira. Bienvenido,
Stefan. Por favor, disfrutar nuestra pequeña reunión de vacaciones —dijo
Odelia, extendiendo sus brazos invitándonos a entrar.
—Gracias por permitirnos irrumpir —le contesté—. Nos acabamos de enterar
de la fiesta y pensamos en dejarnos caer un rato. — Resistí la tentación de poner
mi mano sobre el puño de uno de los cuchillos apegado a mi cadera.
—Eres muy bienvenida aquí —dijo Veyron, aunque se negó a mirarme
directamente a mí. Me preguntaba si podría tener algo que ver con su mascota
perdida. Sin duda tenía que haber unos pocos Nightwalker presentes que
habían notado su ausencia.
—En verdad, nosotros no habíamos esperado que se quedaran en la ciudad
tanto tiempo. De lo contrario, les hubiera hablado del Baile. Eso le hubiera
dado más tiempo para encontrar un vestido apropiado para el Baile —agregó
Odelia, acariciando con la mano una tira del lujoso terciopelo negro de su
vestido.
Hice una onda con la mano y me forcé a dejar salir una risa ligera. —Sí, parece
como si yo estuviera un poco mal vestida para la aventura.
—En verdad, parece que debe ser parte de la diversión, siendo un invitado,
pero no importa. ¡Eres más que bienvenida aquí!
—¡Esa es una idea brillante!
—¿Qué idea? —exigió Odelia con voz áspera, evidentemente aterrorizada por
algo que yo pudiera concebir tan brillante.
—¡Entretenimiento! Me daría una oportunidad de devolverles algo a los
Nightwalkers y a los demás por su cálida bienvenida a la ciudad tanto como un
Anciano como por ser su Guardián. Me gustaría ofrecer algo de
entretenimiento.
—Oh, por favor, Mira. No es necesario que te molestes —dijo Veyron
finalmente poniéndose un poco nervioso—. Esta noche es para tu disfrute y
relajación. Ya has hecho lo suficiente. Ya hemos oído hablar de la eliminación
de todos los Naturi de la ciudad. Has asumido el cargo de Guardián para
nuestra protección. No podemos pedir más de ti.
—¡Pero insisto! Será divertido.
—Por favor, déjela —intervino Macaire, sorprendiéndome—. Mira, tiene un
don especial para entretener a los de su alrededor. Ella tiene un toque como...
—Gracias, Macaire. Ahora, por favor, regresen a sus asientos en el otro extremo
del salón de baile y permítanme entretenerlos.
Con sonrisas ansiosas pegadas en sus caras, Veyron y Odelia llevaron a Macaire
y a Stefan al centro de la pista de baile, conmigo a su lado. Me detuve en el
centro y envié un leve empujón mental a todos, lo que indicaba que tenían que
retroceder a un segundo plano dejando la pista de baile totalmente abierta. Al
mismo tiempo, mentalmente me dirigí a la orquesta en el balcón para cambiar a
una selección de piezas de ballet: Cascanueces de Tchaikovski. Pensé que haría
que el rendimiento del conjunto pareciera más festivo, ya que estaban
limitados a lo que podían hacer en ese momento. Una vez Odelia y los otros
estaban sentados en las mesas de la cabeza, hice una profunda reverencia a
ellos y luego a mi izquierda y derecha, inclinándome a la multitud. Cuando me
puse de pie de nuevo, palmeó un par de cuchillos en mi cintura
y rápidamente comencé a hacer malabares. Yo no era particularmente una
buena malabarista, pero fue un truco que me entretuvo por un par de largos
años por curiosidad normal y aburrimiento. Las láminas de plata brillaron en el
abrir y cerrar de la luz a medida que subían más y más alto. Cuando estuvieron
a más de cinco pies en el aire, añadí una tercera hoja y la empujé aún más alto.
El público a mi alrededor explotó en aplausos pero yo todavía ni había
comenzado.
Cuando un cuchillo llegó a más de tres metros en el aire, se vio envuelto en una
bola de llamas. En cuestión segundos estaba haciendo malabares con tres
cuchillos de fuego a una multitud asombrada de seres humanos y un grupo un
poco aterrorizado de Nightwalkers. Para los humanos, se trataba de un poco de
magia falsa para su entretenimiento que podría fácilmente explicarse con la
lógica y la ciencia. Para los Nightwalkers, yo era una amenaza andante.
Cuando la música alcanzó su crescendo final, caí de rodillas, cogí un cuchillo en
la mano izquierda y otro en mi derecha. Luego incliné la cabeza hacia atrás y
cogí el tercer cuchillo en llamas con los dientes. Al segundo que la hoja entró en
mi boca, las llamas se extinguieron. Empujando los dos cuchillos con las manos
de nuevo a las vainas a mi lado, me saqué la otra hoja de mi boca. Con una
amplia sonrisa, llené mis mejillas y pretenda expulsar un gran aliento de aire
que se convirtió en una bola de fuego que salió de mis labios.
Durante la exuberante ronda de aplausos, pude escuchar gritos de verdadero
terror de los Nightwalkers en la multitud.
Confiada en que tenía toda la atención de todos, me mudé a algunos trucos más
impresionantes. Cuando mis hojas regresaron a mis vainas, levanté mis
manos sobre mi cabeza y con un chasquido de los dedos cuatro esferas de fuego
milagrosamente aparecieron flotando en el aire. Hice una onda con
mis manos y las pequeñas bolas de fuego bailaron sobre mi cabeza al ritmo de
la música.
¿Quieres pasar un buen rato? Le pregunté en silencio Stefan.
Estoy disfrutando viéndote hacer el ridículo. No necesito nada más.
Échame una mano, por favor. Arrastra a Odelia aquí para mí.
¿Qué la arrastre?
Imagínate levantándola a la mitad del suelo como un ángel de plata cayendo en el
infierno. Stefan no dijo nada, pero yo podía sentir su sonrisa interior ante mi
descripción.
A medida que la música cambió, bajé mi mano derecha y la dirigí hacia Odelia,
que por arte de magia se levantó de su silla y salió flotando hacia el centro de la
planta, gracias a un poco de ayuda de Stefan. El shock inicialmente
llenó su cara, pero ella rápidamente se cubrió con una mirada de serenidad,
como un ángel flotando en cielo. Cuando sus pies tocaron el suelo delante de
mí, usé mi mano izquierda para dirigir las bolas de fuego en su dirección
haciendo círculos a su alrededor. Con una risa y aplaudiendo, me acerqué y un
anillo a su alrededor se hizo mayor para que se sintiera obligada a cruzar los
brazos sobre el pecho. Una frágil sonrisa se levantó sus labios, pero había miedo
genuino en sus ojos.
Estábamos rodeados por completo de seres humanos, y sabía que sería
imposible para mí borrar por completo todos sus recuerdos, si me decidía a
quemarla directamente allí. Por supuesto, la verdadera cuestión era si me
importaba si este encuentro con los seres humanos terminaba como una quema
viva. Nadie me conocía. Podría fácilmente desaparecer de la vista y volver a mi
querida Savannah sin pensar en que nadie se fuera a preocupar de mi.
Los Nightwalkers no dirían ninguna palabra de mi identidad y lo más probable
sería admitir no haberme visto en lo absoluto. Yo era una amenaza mayor para
ellos que cualquier cosa que los humanos pudieran desenterrar.
Cambié mi mirada de Odelia a Macaire, que estaba recostado en su silla, viendo
el rendimiento con lo que parecía ser sólo una atención parcial. Yo arqueé una
ceja ante él, y en cambio él se encogió de hombros, como diciendo que era mi
decisión.
Stefan, por su parte, estaba sentado en el borde de la silla, mirando las
llamas del borde acercándose más y más al verdugo de Michelle. Incliné la
cabeza hacia él, y me dio sólo el más mínimo movimiento. Con una amplia
sonrisa, me dirigí hacia Odelia. Con un chasquido de los dedos, las bolas de
fuego se detuvieron dando vueltas y volviendo a mí.
Ellos se establecieron en mi delgada figura y rodaron por encima de mí, como
un roce de afecto de un gato contra mis piernas. —Parece que te han dado un
respiro. Fuiste prometida a otra persona —susurré, guiñándole un ojo.
Di volteretas hacia atrás con saltos mortales para poner un poco de distancia
entre Odelia y yo.
Me detuve en el centro del salón de baile y al instante me vi envuelta en llamas
como si fueran una segunda piel. Hice una profunda reverencia a la multitud, y
cuando me levanté de nuevo, las llamas habían desaparecido por completo.
Levanté las manos en señal de triunfo cuando la sala estalló en aplausos. Por el
momento, mi extraño traje había sido olvidado y la gente se quedó pensando en
mis increíbles habilidades pirotécnicas. Los Nightwalkers estaban
aterrorizados, pero dado el hecho de que Odelia había sobrevivido al
encuentro, ahora estaban dispuestos a darme el beneficio de la duda. Se iban a
comportar conmigo esta noche. Por ahora.
Seguí a Odelia hasta el estrado donde estaban tres mesas y opté por la silla
vacía al lado de Macaire, encontrándonos en el centro de la plataforma. Stefan
estaba a mi derecha, mientras que Veyron y Odelia se sentaron en una
mesa aparte, como un par de buenos asistentes de un humilde tribunal. Por
encima de nosotros la orquesta tocó una melodía fresca, y los asistentes a la
fiesta volvieron a bailar y a mezclarse entre sí, sin que sus ojos vinieran en
nuestra dirección.
—Felicidades, querida —dijo Macaire mientras inspeccionaba la pista de baile—
. Has logrado entretener a todos los humanos aquí y eso es una gran hazaña, al
igual que una excelente amenaza.
—Gracias —Le respondí con una ligera inclinación de cabeza hacia él. Me senté
en mi silla y pasé la pierna izquierda por encima de la derecha, tratando en
vano de relajarme estando sentada al lado del enemigo. No estaba preocupada
por un ataque. Estábamos bajo el escrutinio de muchos seres humanos, y
Macaire no era de atacar directamente. Siempre había una posibilidad de que
las cosas salieran mal y terminaran afectándole a él. Yo, en cambio, no tenía
problemas con un enfoque más directo.
—Tengo que felicitarlo —Le dije aventurándome por un camino muy espinoso.
Tenía un poco de curiosidad y esperaba golpear y ver sangre.
—¿Por qué?
—Por lo que ha logrado aquí. Parece que ha conseguido crear su propio
pequeño aquelarre utilizando no sólo un par de Nightwalkers, si no un brujo y
un licántropo también. Como pueblo, no somos conocidos por llevarnos bien
con los demás.
—Me temo que no sé de lo que estás hablando —dijo Macaire suavemente.
Una sonrisa levantó mis labios mientras miraba por encima del hombro hacia
él.
—Por favor. No estás tratando con una idiota, y lo sabes. Me enviaste aquí para
demostrar lo que has logrado. Los Naturi no eran un problema hasta que
llegué. Debo admitir que es bastante sorprendente. La cooperación de los
Nightwalkers, cambiadores, y los usuarios de la magia es poco común. Sólo
puedo suponer que te has establecido como la figura de señor. Aunque un poco
traidor, sin duda es interesante tu poder. Es una pena que
todos los puestos se hayan cubierto.
Macaire se movió ligeramente en su silla para inclinarse hacia adelante, lo que
le permitía tener una mejor vista de mi cara mientras miraba a la multitud.
—¿Estás diciendo que estarías interesadas en esta estructura?
—La adición de Clarion hace de esta una estructura muy potente, pero
lamentablemente débil cuando se tiene en cuenta a Ferko. Sé que muchos
licántropos podrían destrozarle. Sin embargo, creo que es necesario que ante la
debilidad haya que hacer un esfuerzo para dar la espalda a tu propio pueblo
por el bien de la potencia de la estructura.
Macaire no dijo nada, sin admitir ni negar mi acusación, sentado en su silla de
nuevo. Él miró de frente, tamborileando con los dedos sobre la mesa delante de
él al compás de la música.
—Debo admitir que a la única que no puedo entender es a Sofia —Le dije, como
si hablara en voz alta con mí misma.
—Ella es muy bonita como mascota —murmuró Macaire.
—Muy bonita.
—Me di cuenta de que estaba con su cazador esta tarde y no al lado de Veyron.
¿Has tomado otra nueva mascota? Esto se está volviendo bastante como una
tendencia.
—Oh, ella no es mía. Ella convenció a Danaus, de que quería su libertad por lo
que la ayudó a escapar.
—¿Vas a llevarla de vuelta a tu dominio?
—Definitivamente no, —dije con una onda ausente de mi mano—. No estoy
interesada en ella. Estoy pensando en limpiar su memoria y dejarla caer en
alguna parte remota, en un país de Naturi tal vez, como América del Sur.
Macaire se quedó en silencio otra vez, pero me di cuenta de que había dejado de
tamborilear en la mesa y su mano se había convertido en un puño. Apreté los
labios firmemente juntos para mantener la sonrisa que estaba por salir. Estaba
empezando a preguntarme si Sofia en realidad pertenecía a Veyron, ya que
había demostrado poca preocupación por su ausencia.
—Simplemente no puedo entender por qué iba a correr ese riesgo, —dije en voz
baja—. Ella debe tener un poderoso aliado o dos en su rincón.
Macaire permaneció en silencio, mirando al frente. Ya no estaba dispuesto a ser
arrastrado a una conversación donde él sabía que yo estaba decidida a
acorralarlo. No sabía si Sofia pertenecía directamente a él o si ella simplemente
recibía órdenes de él. Lo único que sabía era que tenía que alejarla de Danaus
tan pronto fuera posible.
Miré a Stefan, que parecía estar más que un poco aburrido. Había otra pregunta
flotando en el aire. Cuando llegara el momento, ¿dónde se encontraría su
lealtad? No cabe duda de que iba a hacer lo necesario para obtener una
silla en el Aquelarre. Además, estaba segura de que tanto Macaire como yo le
habíamos prometido negociar una silla para él. Por desgracia, sabía que iba a
haber un momento donde Stefan tendría que hacer una elección entre a quién
iba a apoyar al final. A pesar de que teníamos un odio común hacia los Naturi,
también estaba el cazador de Nightwalker a mi lado lo cual lo veía como un
signo de menos.
Stefan me sorprendió mirándolo. Levantó una ceja inquisitiva, pero yo
simplemente le sonreí y él se encogió de hombros. Yo sólo podía esperar que mi
promesa de entregar personalmente a Ferko y a Odelia fuera también una
adquisición de puntos con el Nightwalker. Yo estaba ansiosa por salir de esta
ciudad y volver a casa, pero estaría dispuesta a permanecer otra noche
ayudándole a cazar a algunos más, eso significaría conseguir que él me ayudara
cuando intentara derrocar a Macaire.
A mi lado, Macaire se puso en pie cuando la música cambió.
Se volvió hacia mí y me ofreció su mano. —Hace años que no disfrutó de un
vals. ¿Te unirás a mí?
Odié el hecho de haber dudado. Sabía que estaba a salvo aquí en el Baile y que
estaba protegida por la multitud de seres humanos, pero todavía no confiaba en
él. Él sabía que estaba a punto de finalmente deshacerse de mí. Con el
estómago revuelto, puse mi mano en la suya y me levanté con gracia. Sin
palabras salimos al centro de la pista de baile y dimos vueltas sobre la zona en
un vals elegante que fue el eco de largos días pasados. Al igual que Macaire,
hacía siglos que no bailaba así, un vals.
Una leve sonrisa se levantó en mis labios contra mi voluntad cuando la
memoria de mi último vals hiló a través de mi cerebro.
—¿Qué recuerdo feliz te ha alcanzado? —preguntó Macaire.
—Mi último vals —Le contesté—. Con Valerio, en medio de un callejón sucio,
salpicado de sangre en Múnich también hace muchos años. Habíamos pasado
una noche agradable y empezó a tararear un vals.
—Es una vergüenza lo que sucedió con Valerio. Ese Naturi en particular, Rowe,
se están convirtiendo en una buena molestia —dijo Macaire, chasqueando la
lengua.
El Naturi eran mucho más que una molestia, pero Macaire no era el que estaba
siendo cazado por un fanático y su reina. Los Naturi eran un peligro para
nuestra raza a lo largo de toda la raza humana. Para hacer empeorar las cosas,
corrían el riesgo de exponer nuestro secreto cuando las batallas se hicieran aun
más grandes en las grandes ciudades. Es era demasiado pronto para el Gran
Despertar. Los seres humanos simplemente no estaban dispuestos a saber de
nosotros y menos a que esto le explotara en la cara.
Negué con la cabeza, odiando entrar en este argumento, en la pista de baile.
—Tenemos que desarrollar un plan para perseguir a Aurora. Una vez que ella
sea finalmente destruida, podremos manejarlos. Los Naturi pueden ser
contenidos cayendo en el olvido de la tranquilidad del bosque. Vivieron
durante siglos de esa manera cuando los expulsaron de las ciudades. Estoy
segura de que pueden hacerlo otra vez.
—¿Estás sugiriendo la coexistencia?
—No me importaría si lentamente recortáramos su número en los próximos
años, pero si no tenemos cuidado, desataremos el riesgo de una guerra total,
que con el tiempo nos expondría a los seres humanos.
—Sí, es demasiado pronto para eso —acordó Macaire, sorprendentemente. Pero
entonces, su vida era muy cómoda ahora sin que los humanos conocieran su
existencia. ¿Por qué mover el bote? Sólo es necesario deshacerse de Jabari y de
mi. Luego, con un poco de suerte, su propio Aquelarre podía entrar y hacerse
cargo después de matar a nuestro señor constantemente ausente y con
demasiada calma a Elizabeth.
—Me gustaría ver al Aquelarre haciendo planes para la caza y la destrucción de
Aurora, —le dije—. Su muerte debe desalentar al resto de los Naturi y hacerlos
regresar a las sombras.
—¿Qué pasa con Rowe? Parece bastante potente y decidido a tener tu cabeza a
cualquier precio —sugirió Macaire.
—Él será, naturalmente, eliminado con Aurora. No creo que los Naturi se
unirían en torno a él, teniendo en cuenta que ha estado exiliado, pero prefiero
no correr el riesgo.
—Creo que definitivamente debe abrir sus pensamientos ante el Aquelarre
cuando regresemos —dijo Macaire.
Yo quería reírme. Habiendo sobrevivido a mi tiempo en Budapest, había
desarrollado ahora un nuevo papel para mí en su vida. No tenía duda de que
en su mente me había convertido en la que cazaría a Aurora y la mataría. Sin
embargo, entonces yo siempre había sabido que sería mi trabajo a l final.
Había llegado el momento más cercano y en verdad quería ser yo quien la
matara. A medida que la música terminó, Macaire y yo nos hicimos una
reverencia el uno al otro y luego regresamos en silencio a las plataformas.
Nos quedamos en el baile hasta un par de horas antes del amanecer. A medida
que salimos del salón de baile, Macaire desapareció de la vista, debió de ir a
cualquier lugar para su descanso durante el día. Stefan me ofreció su mano con
una sonrisa antes de que desapareciéramos y reapareciéramos en la habitación
del hotel.
El Nightwalker me dio un rápido movimiento y luego desapareció de nuevo,
rumbo a su propia guarida secreta durante el día. Fruncí el ceño. La
habitación del hotel estaba completamente vacía. Desafortunadamente, la
habitación estaba todavía en tal desorden que yo no podía decir si había habido
una lucha. Cerré los ojos y busqué a Danaus.
¿Dónde estás? Pregunté cuando por fin le alcancé.
Dejando a Sofia, respondió de inmediato, haciendo que me relajara. Nosotros
estamos en un hotel cercano al aeropuerto fuera de la ciudad. Ella se subirá a un avión
hacia Londres, justo después del amanecer.
¿La vas a enviar a Themis?
Sólo a Londres. Si desea buscar a los investigadores de Themis, es su decisión. No
quiero que ella se una a nosotros por encontrarse con Ryan.
Hubiera preferido limpiar su memoria antes de que ella llegara a Londres, pero no hubo
tiempo para que hiciera eso, recorriera toda la ciudad y volviera antes de la salida del sol.
Sería tentar mucho a la suerte y ya hay muchos en esta ciudad que me quieren muerta.
¿Tuviste algún problema con los hombres de Veyron? Le pregunté.
Ninguno. Debería estar de regreso al hotel para la salida del sol. Quiero verla con
seguridad en el avión.
Corté la conexión entre nosotros antes de decir algo sarcástico. Arrastrando los
pies en el dormitorio, me quité mis botas y puse todos mis cuchillos al lado de
la cama. Cerré los ojos, obligándome a hacer caso omiso de la creciente
ansiedad dentro de mi pecho. ¿Volvería Danaus a mi lado antes de la salida del
sol?
Sabía que siempre podía contactarme con Stefan y pedirle que me llevara a
donde esta Valerio, pero me golpeó la urgencia. El cazador había prometido
protegerme Yo mantendría esa promesa dejando que el sueño finalmente me
llevara.
Capitulo 24
Traducido por Virtxu
Correg ido por esmeralda38
is costillas latían como si algunas de ellas estuvieran rotas. Me quedé
con los ojos cerrados, buscando mentalmente el dolor. No tenía
ningún sentido. Mis costillas no habían sido heridas en el Baile del
Solsticio y sin embargo me di cuenta de que al menos dos estaban en proceso de
reparación.
—¡Infiernos! —gritó una voz airada—. El sol se puso hace más de una hora.
Quiero salir de aquí.
Me puse en posición vertical y al instante me arrepentí por el dolor que
atravesó mi cuerpo debido a las costillas fracturadas. Mi cabeza chocó contra un
muro de hormigón frío mientras trataba de agacharme, creando un nuevo dolor
que sucedió a la dispersión de mis pensamientos ya rotos. Parpadeé y miré
alrededor de la habitación pequeña y oscura. En lugar de paredes color pastel y
cortinas pesadas, había claras paredes de cemento y una puerta de acero con
una pequeña ventana en la parte superior. Estaba en algún tipo de calabozo.
Parado en la esquina con los ojos entrecerrados hacia mi cuerpo tendido estaba
Rowe. Clavé los talones en el piso de cemento y me empujé por lo que casi me
deslicé por la pared en mi desesperación por poner cierta distancia entre mi
persona y el letal Naturi. Cundió el pánico en mi cuerpo mientras un frío sudor
estallaba en mi espalda. Había estado atrapada con mi enemigo mientras
dormía. Yo había estado completamente vulnerable, y sin embargo, Rowe no
me había matado, por alguna extraña razón.
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde estoy? —Exigí, cuando finalmente
encontré mi voz. Yo no podía entenderlo. Lo último que recordaba era
quedarme dormida en la cama en mi habitación de hotel. ¿Me había alguien
agarrado cuando estaba inconsciente? ¿Alguien me cogió y me trajo aquí a esta
prisión de cemento?
M
—Estás aquí para que te mate —se burló Rowe.
—¿Qué es aquí? ¿Dónde estamos? ¿Quién me trajo aquí? —Disparé hacia él, con
mi cerebro funcionando a un ritmo lento, porque simplemente no podía aceptar
la idea de que alguien había llegado a mí cuando yo estaba en mi estado más
débil. ¿Por qué no había estado Danaus ahí para protegerme? ¿Por qué no...
Debido a que había estado ocupado protegiendo a Sofia, pensé
estrepitosamente. Algo dentro de mí se rompió. Me deslicé hacia abajo por la
pared para sentarme sobre los talones, con la cabeza colgando hacia abajo de
manera que Rowe no pudiera ver las lágrimas en mis ojos.
Danaus me había abandonado por un ser humano, y había sido capturada como
resultado. O peor aún, Danaus había sido asesinado mientras protegía a Sofia.
Una parte de mí no quería tratar de llegar a descubrir si él todavía estaba allí.
No podía decidir qué era peor: su muerte o su traición.
—¿Aún conmigo, chispilla? —se burló Rowe, chasqueando los dedos un par de
veces.
Levanté la cabeza y miré al Naturi, luchando contra el impulso de prenderle
fuego. Él estaba atascado aquí conmigo y tuvo una gran oportunidad de
matarme, pero no lo había hecho. También era el único que podría saber dónde
estábamos o quién nos había traído, aunque tenía un par de conjeturas. —Aún
aquí, maldito. Pero, ¿dónde es aquí?
Se recostó contra la pared, descansando un poco su postura, lo cual fue una
sorpresa. Yo tenía la mano superior. Podía prenderlo fuego en un abrir y cerrar
de ojos. Su don le permitía hacer descender un rayo a su voluntad, pero no
había ventanas al exterior, por lo que no había forma de que pudiera hacer
descender al trueno, por así decirlo. Yo sólo podía adivinar que estaba
confiando en mi sentido del juego limpio, ya que, obviamente, no me había
golpeado cuando tuvo una gran oportunidad. —Pensé que lo reconocerías. El
lugar pertenece a uno de tu especie.
—Vas a tener que ser más preciso que eso. A diferencia de los Naturi, hay pocos
Nightwalkers en la zona, por lo que he visto —repliqué, haciendo que sus
rasgos se torcieran.
—El Nightwalker que manda en este territorio. Lo llaman Veyron, creo. Por lo
que he visto, estamos en su casa, encerrados en su calabozo —explicó con los
dientes apretados.
Yo suspiré mientras inclinaba mis rodillas delante de mí. Claro, yo podría ir
hacia Rowe ahora y destruirlo. Era más que un poco tentador, pero eso no me
ayudaría en nada. Necesitaba salir de allí, y tenía la sensación de que iba a
necesitar su ayuda.
—Puedo hacer una predicción de cómo llegué a estar aquí —le dije, corriendo
una mano por el pelo para sacarlo de mis ojos. Fruncí el ceño cuando me
encontré con un grupo de sangre seca en mi cuero cabelludo, con lo que saqué
una sonrisa en los labios de Rowe—. ¿Me tuviste que golpear y todo mientras
dormía?
Rowe se encogió de hombros, sin dejar de sonreír. —Tuve que hacerlo
convincente.
—Claro.
—Sólo me detuve porque era demasiado fácil.
—Y tú me necesitas viva para que entregarme a Aurora —le recordé.
—Sí —murmuró, apartando la mirada de mí. Creo que estaba empezando a
dudar de que su plan para volver a congraciarse con Aurora a través de mi
fuera a funcionar.
—¿Cómo llegaste aquí? —repetí.
Rowe suspiró y negó con la cabeza. Por un segundo pensé que no iba a
decírmelo, pero finalmente habló en voz baja. —Sabía en qué hotel se
hospedaban y planifiqué agarrarte por mí mismo cuando el sol finalmente
saliera. Por desgracia, no era el único con ese plan. Un grupo de seis se
presentaron: seres humanos, licántropos, y una bruja. Te agarraron antes de que
yo pudiera hacerlo. Uno de los licántropos me vio, y la bruja me agarró con un
hechizo antes de que pudiera escapar. Después me encontré encerrado contigo,
no es que vea exactamente esto como algo malo.
—¿Qué pasó con Danaus? —exigí, empujando las palabras más allá del nudo en
mi garganta.
—Le dispararon.
Empujándome con la pared, recorrí la habitación en una falta de definición,
tomando al Naturi por el cuello de la camisa y golpeándolo contra la pared
opuesta. —¿Qué quiere decir le dispararon? ¿Está muerto? ¿Le mataron? ¿Estaba
defendiéndome?
La sonrisa en el rostro de Rowe creció a medida que me vio retorcerme a su
merced. Yo estaba atrapada. Las paredes de la celda se sentían como si se
acercaran hacia mí y el suelo se desmoronaba bajo mis pies. Tenía que salir de
allí y encontrar a Danaus. Apartando a Rowe de la pared un poco, le golpeé la
espalda con ella de nuevo con más fuerza, provocando que la sonrisa se
deslizara ligeramente. —Dime lo que sabes.
—¿O qué? ¿Me vas a matar? No obtendrás ninguna información de esa manera
—se burló.
Estreché los ojos hacia él y me incliné para que la punta de mi nariz estuviera
casi tocando la suya. —Puedo torturarte lentamente. He recibido muy buenos
resultados de esto a lo largo de los siglos. Confía en mí, responderás gritando
antes de que yo haya terminado.
Rowe se me quedó mirando durante mucho tiempo, con los dientes apretados.
—Él nunca entró en el hotel. Le dispararon mientras te cogían. Ni siquiera
puede saber que ellos te tienen. No sé si él todavía está vivo.
Solté a Rowe y me dirigí de nuevo hacia el otro lado de la celda. Él aprovechó la
oportunidad para poner su pie en mi culo y empujarme lejos. Me tropecé en la
pared del fondo, sujetándome antes de que mi cara se estrellara contra ella.
Volteando a mi alrededor, gruñí al Naturi, luchando contra la tentación de
arremeter contra él.
—¡No me toques otra vez! —Gruñó él.
Me reí de él mientras me enderezaba en una posición de pie. —Pensé que te
gustaría. Tú eres el que me dio un beso hace tantos años.
La ira se deslizó de su rostro y sonrió también. Cuando fui secuestrada por los
Naturi hacía siglos, Rowe había tratado de hacerme traicionar a los de mi clase
convenciéndome que era un pobre humano a punto de ser ejecutado por los
Naturi. Él me dio un beso como un último esfuerzo para romperme. Casi
funciona. Incluso ahora mis labios quemaban por el desagradable recuerdo.
—Eso fue una circunstancia especial —dijo en voz baja, divertido.
Inclinando mis hombros contra la esquina opuesta, tomé una respirac ión
profunda y lentamente la solté. —Tenemos que encontrar una salida.
—Brillante comprensión de lo que es obvio que tenemos que hacer —dijo Rowe
sarcásticamente.
No hice caso de su comentario. Si lo hacía, me vería obligada a romper su
petulante cara. —¿Alguna sugerencia?
—Se le dijo que sería puesto en libertad sano y salvo si simplemente te mataba
por nosotros —anunció una voz dulce desde el otro lado de la puerta. Crucé la
pequeña celda y miré por la ventana a la puerta para encontrar a Sofia de pie en
el otro lado en un vestido de gasa de color rosa que flotaban a su alrededor
como una voluta de fino humo.
—Sácame de aquí, Sofia —mandé, envolviendo mis puños alrededor de las
barras en la ventana.
—No lo creo —dijo con una pequeña sacudida de la cabeza—. Eres demasiado
peligrosa como para quedarte dando vueltas. Ya has sacrificado a la manada de
hombre lobo. ¿Quién es el próximo en tu lista?
—Lo serás tú si no me das la llave y me sacas de aquí —espeté, haciendo sonar
la puerta un poco en su marco. El metal gimió y chilló, pero por lo demás no se
movió.
—No, a Veyron y a los demás seguramente no les gustaría eso.
—Libérame y te protegeré. Te devolveré con Danaus. Te puedo ayudar —le
ofrecí.
La risa salió de ella como el tintineo de las campanas. Envolvió sus brazos
alrededor de su estómago y dio un paso hacia atrás para recuperar el equilibrio
mientras se reía de mí. —¿Liberarme? ¿Quién crees que llevó a la gente de
Veyron hacia ti?
Mis manos se soltaron de donde estaban cogidas de las barras y se deslizaron
hacia abajo a mi lado mientras mi boca se abría. —Nos engañaste.
Convenciendo a Danaus que eras una indefensa humana desesperada por su
ayuda. Sabías que él iría a por ti —murmuré.
—Y tú eres una vieja Nightwalker atrapada en su antigua forma. No te
inmiscuyes en los asuntos de otros Nightwalkers, sobre todo cuando se trata de
sus mascotas humanas.
—Trataste de separarnos a Danaus y a mí —le dije, aún aturdida por su plan.
—Por supuesto. —Sofia dio un paso más cerca de la puerta—. Pensamos que si
no podíamos matarte, el cazador podría fácilmente hacerlo ya que él fue capaz
de llegar tan cerca de ti. Cuando vimos que no, pensamos que tal vez los Naturi
podrían. Por desgracia, están demostrando ser inútiles. Supongo que tendremos
que encontrar algo más.
—Perra —espeté con los dientes apretados. Centrándome en ella, envié mis
poderes fuera de mi cuerpo y la envolví en llamas. Quería verla retorciéndose
de dolor mientras el fuego devoraba cada centímetro de su carne.
Ella había engañado Danaus, nos había separado, y ahora estaba tratando de
matarme.
Pero las llamas nunca la tocaron. Sofia dijo una sola palabra, inaudible y las
llamas se arremolinaron a su alrededor como un manto líquido de fuego. Las
llamas bailaron y crepitaron con energía, pero nunca la tocaron.
Ella me miró con ojos brillantes. Maldita sea, era una bruja. Todo había sido una
actuación, un elaborado engaño.
—Lo siento Fire Starter. No me puedes matar, pero no te preocupes, voy a
asegurarme de que Danaus sepa la verdad el momento antes de morir —dijo, a
continuación se paseó de nuevo por el pasillo oscuro, y me dejó a solas con
Rowe.
—¡Vuelve aquí, Sofia! —grité, apretando la cara contra los barrotes—. ¡Vuelve
aquí para que pueda matarte!
—Oh, sí. Eso va a convencerla —dijo Rowe con sarcasmo a mi lado.
—¡Cállate, maldito! —le espeté, empujándome lejos de la puerta de la celda, la
cual sólo era de unos pocos pies de ancho—. Tengo que concentrarme. Tenemos
que hacer un plan.
—¿Un plan para salir de aquí?
—Y matar a todos los que nos pusieron aquí.
—Estoy dentro —dijo Rowe, sorprendiéndome.
Le miré, frunciendo las cejas por encima de mi nariz. —¿Una tregua temporal?
—Extremadamente temporal. Sólo hasta que salga de esta casa.
Asentí con la cabeza, y volví a mi esquina del calabozo. Bajé los párpados por lo
que aún podría ver parcialmente a Rowe, pero fui capaz de concentrarme en lo
que estaba pasando fuera de la célula. Podía sentir a Sofia y a una dispersión de
otros seres humanos, pero ella parecía ser el único usuario de magia en la casa.
No podía sentir a Clarion. Ferko también estaba en la casa, pero no había
Nightwalkers alrededor. La hora era todavía relativamente temprana. Sólo
podía suponer que todos estaban de caza, no esperando que sobreviviera
realmente al día encerrada con Rowe. Y en verdad, no podía culparlos. La única
razón que podía adivinar para que yo estuviera todavía con vida fue porque
Rowe pensó que tendría un uso para mí, como una entidad viva para
intercambiar.
Tomé otra respiración profunda y me acerqué nerviosamente con mis poderes.
Rowe había dicho que Danaus había recibido un disparo, y Sofia parecía pensar
que él todavía estaba vivo, pero yo estaba temerosa de salir de dudas. Mis
poderes se deslizaron lentamente a través de Budapest, abanicando en todas las
direcciones. Yo podría haber llegado directamente allí, pero tenía miedo que no
estuviera.
¡Mira! La voz de Danaus sonó verdadera y clara en mi cabeza.
Ahogué un medio sollozo ante el tacto de sus poderes. Estaba vivo y se sentía
fuerte. ¡Danaus! Estás vivo. Rowe me dijo que fuiste disparado.
Lo fui. ¿Dónde estás? ¿Está Rowe contigo?
Ferko y algunos otros me agarraron. Creo que estoy donde Veyron. Agarraron a Rowe,
también. ¿Te encuentras bien?
Bien. ¿Rowe está ahí? ¿Está contigo? Preguntó.
Sí, los dos estamos encerrados juntos en lo que parece ser el sótano. Vamos a tratar de
escaparnos. ¿Dónde estás tú?
Cerca del hotel. Voy a tomar un taxi y llegar donde Veyron. Espera y déjame llegar
primero, antes del escape.
No, quédate dónde estás. Voy a mandar a Stefan a buscarte. Vamos a necesitar su
ayuda. Hice una pausa y tomé un profundo respiro. Sofia es una bruja.
Mira…
No, escúchame. Todo fue un complot para separarnos. Ella es una bruja.
Mira, no puedes…
No puedo explicártelo ahora. Sólo confía en mí.
Envíame a Stefan, dijo Danaus. Él no parecía feliz, pero al menos estaba
dispuesto a venir a sacarme de mi prisión.
Miré a Rowe para encontrarlo mirándome expectante. —Las tropas están casi
reunidas —dije, y luego dirigí mi atención a Stefan. Fue un poco más flexible
que Danaus. Él no se preocupó por Sofia, sólo por dónde estaba yo y cómo iba a
liberarme. Aunque él prefería venir directamente a mí, finalmente accedió a
buscar a Danaus antes de aparecer en casa de Veyron.
—La ayuda está en camino —le dije, finalmente, volviendo toda mi atención de
nuevo al Naturi mirándome.
—Eso espero. ¿Nos van a sacar de aquí?
Me acerqué a la puerta de acero macizo y fruncí el ceño. —Ellos van a actuar
como soporte. Tenía la esperanza de que pudiéramos salir de aquí por nuestra
propia cuenta.
—¿Y luego qué? —preguntó, sin moverse de donde estaba contra la pared—. Tú
has convocado a tus pequeños soldados, pero no hay otros Naturi en Budapest
para que me ayuden. ¿Hasta dónde llega esta tregua? ¿Hasta la puerta de la
celda? ¿A la puerta de entrada?
Me aferré a las pequeñas barras en las ventanas y miré hacia el suelo de
hormigón. —Debería matarte ahora por lo que hiciste con Valerio —murmuré,
pero luego negué con la cabeza—. Pero podrías haberme matado mientras
dormía y no lo hiciste. Con eso ganas un boleto de salida de esta casa. Sin
embargo, si me golpeas a mí o a alguno de los míos una vez que estemos fuera
de la casa, no dudaré en matarte. La tregua se extenderá el tiempo que tú te
comportes. Eso va por mí y los míos.
—De acuerdo.
Volví mi atención a la puerta delante de mí y a la cadena de problemas que aún
tenía que enfrentar. No estaba dispuesta a contemplar el hecho de que acababa
de llegar a un acuerdo con el peor de mis enemigos. Estaba enfrentando una
noche de pesadilla cuando podía estar en casa segura, lejos del Naturi y del
Aquelarre.
Capitulo 25
Traducido por Dham-Love y Virtxu
Correg ido por Lorena
owe presionó su mano y mejilla contra la fría puerta de acero, buscando
por cualquier clase de hechizo que pudiera estar impidiendo que se
abriera. No sólo era el Naturi mejor versado en la magia basada en la
naturaleza, sino que en sus años de luchar para encontrar una manera de liberar
a su gente, también se había convertido en un experto en magia de sangre, la
cosa que le causó el exilio. Su mano se deslizó a través del metal en una suave
caricia, mientras yo retrocedía de la entrada, esperando a ver si algo se retorcía.
Mis habilidades no se centraban en conjuros mágicos ni en otros cuantos
abracadabras. El Naturi empujó la puerta y sacudió las manos.
—No hay ningún hechizo bloqueando muestro camino —anunció él—. De
hecho, por lo que puedo decir, no hay ningún hechizo en esta zona del sótano.
Aparentemente, nadie pensó que sobreviviríamos para intentar una huida.
—Por lo menos, ellos no pensaron que tendrías la fuerza para escapar después
de que me mataras mientras dormía —agregué—. Deberíamos movernos. Mis
compañeros deberían estar llegando dentro de poco y necesitaran nuestra
ayuda.
Envolví mis manos alrededor de la esquina de la ventana en la puerta, mientras
abrazaba mi pierna izquierda contra la pared de piedra. Rowe hizo lo mismo en
el lado opuesto de la puerta y ambos tiramos. Solos, éramos más fuertes que los
humanos normales, pero ninguno de los dos era capaz de soltar la puerta de
acero que estaba firmemente soldada en la pared de piedra. Sin embargo,
trabajando juntos, la puerta se dobló como un pedazo de queso caliente. Un
fuerte chirrido metálico se hizo eco a través del sótano de piedra, anunciando
R
nuestro escape. Teníamos que movernos antes de que alguien llegara a
investigar.
Escalando por la entrada, alcancé mi otro lado para descubrir que mi cuchillo
no estaba. Había olvidado que me había despojado de todas mis armas
mientras colapsaba en la cama. Estaba completamente desarmada. Miré a
Rowe, quien simplemente sacudió su cabeza hacia mí. Aparentemente, sus
captores no se habían tomado el tiempo de desarmarlo.
No importaba. Destrozaría a Sofia con mis propias manos si se tratara de eso.
Ella me causaba los suficientes problemas en una vida y ahora era momento de
tomar su vida.
Nos apresuramos por el corredor a la entrada del sótano, sin hacer ruido
excepto por el ocasional roce de nuestras ropas. Escalé las primeras escaleras e
incliné mi cabeza hacia la trampa, para entérame que en realidad estábamos en
un sub-sótano debajo del sótano real. En las losas de piedra había un número de
ataúdes de madera y metal donde Veyron y sus compañeros obviamente
dormían durante la luz del día. Una rápida contada revelaría más de una
docena de ataúdes. Aparentemente, estaban suscritos a algunas de las antiguas
costumbres a pesar de que hablaban de escapar de los viejos preceptos que
circulaban sobre nuestro mundo. No había visto un grupo de ataúdes así
excepto en los salones de debajo del sótano donde el grupo se reunía entonces.
—¿Podemos quemarlos? —preguntó Rowe mientras sus ojos me escaneaban,
buscando por algún defecto o algo que le dijeran que tal vez estaban ocupados.
—¿Por qué molestarnos? Vamos a matarlos a todos eventualmente —dije
encogiéndome de hombros. El Naturi me sonrió inesperadamente. Por
supuesto, estaría complacido con cualquier plan que contribuyera con la muerte
de mi especie.
—Creo que estás empezando a pensar como yo —susurró Rowe mientras se
dirigía hacia la única puerta en el gran y oscuro sótano.
—Difícil. Sólo que no me agrada tratar amablemente a las criaturas que tratan
de matarme —Repliqué, siguiéndolo de cerca.
—Todavía estoy aquí.
—No me quieres muerta. De otra manera, hubieras completado la tarea hace
siglos —dije con aire de suficiencia, ganándome un gruñido bajo como
respuesta. Lo ignoré, aunque sentí la presencia de Stefan y Danaus bien cerca.
Habían llegado a donde Veyron y estaban buscando una entrada a la casa.
Esperé completamente que Sofia los invitara a entrar. Ella necesitaba procurar
que el resto de mi equipo estuviera dispuesto correctamente, lo que concordaría
con el último plan de Macaire. Él nos quería a Danaus y a mí muertos.
Desafortunadamente, Stefan estaba simplemente en el lugar equivocado en el
momento equivocado, atrapado en el fuego cruzado.
—Vamos. Ya están aquí —dije, dándole un pequeño empujón en la mitad de su
espalda para hacer que se moviera por las escaleras y hacia la puerta, la cual se
abrió en el corredor principal. Miré por una pequeña grieta que Rowe había
abierto. La luz era casi enceguecedora después de caminar por la oscuridad en
la que nos despertamos esta noche. No podía ver a nadie, pero podía escuchar
la suave y desesperada voz de Sofia mientras coordinaba con Danaus y Stefan
para ayudar a escapar a los cautivos de Veyron. Ella alegaba que los hombres
de Veyron la habían agarrado durante el día y habían amenazado con matarla.
Estaba planeando algo, asegurándose que Danaus y Stefan estuvieran
enredados de tal manera que sus muertes fueran inminentes.
El sonido de los pasos aproximándose causó que Rowe retrocediera y sin
sonido alguno cerrara la puerta del sótano. Lancé mis sentidos para encontrar a
seis Nightwalkers y tres licántropos aproximándose a mis compañeros. Sofia
era simplemente la carnada en esta trampa.
—Necesitamos llegar allí —susurré, tratando de acercarme a Rowe así podría
escapar de la oscura prisión.
—¿Desarmados? Seríamos sacrificados en minutos —él dijo—. Tus amigos
seguramente están armados. Dejémoslos que reduzcan el número un poco antes
y ahí sí saltamos a la lucha.
—¡Cobarde! ¿Seguramente no te asustan un puñado de débiles Nightwalkers y
unos cuantos licántropos? —aguijoneé.
—¡No! Estoy más preocupado porque el Nightwalker con el que hice un trato
me apuñale por la espala porque es conveniente. Preferiría reducir el número
de algo más manejable antes de ir y saltar en eso.
Poniendo mi mano en el cerrojo de la puerta sobre la suya, di un paso en la
escalera, amontonándolo.
—Quédate, si quieres. Yo voy. Pero ten presente esto, te podrías estar
perdiendo tu única oportunidad de golpear a tus secuestradores.
Un gruñido bajo me siguió mientras salía del sótano e iba por el corredor. En la
luz, finalmente pude ver que estaba sucia y salpicada con mi propia sangre. No
había tenido la oportunidad de limpiarme de las nuevas heridas que Rowe me
había hecho mientras dormía. Mi palma picaba por golpearlo, pero eso no haría
ningún bien ahora. Teníamos que encargarnos de Ferko y Sofia antes que
dejáramos la casa. Nos tendríamos que encargar de Veyron y los otros en otra
oportunidad, me estaba sintiendo débil y necesitábamos tiempo para hacer un
plan.
Rowe y yo pasamos por el mismo salón grande donde nos habíamos reunido
con Veyron la primera vez. El salón del jardín estaba iluminado, como tratando
de alejar los espíritus diabólicos que acechaban en las oscuras y ensombrecidas
esquinas.
La pared de las ventanas era negra, reflejando los muebles y los ocupantes de la
habitación. Sofia se aferraba al brazo de Danaus, hablando con él. El cazador
puso una mano sobre la de ella, reconfortándola. Casi incendio toda la casa.
Stefan estaba de pie a un lado, pareciendo completamente aburrido.
Los Nightwalkers y los licántropos os están rodeando, le advertí a Stefan. No había
nada de charla con Danaus, sus ojos estaban sólo en Sofia.
Los noté, él respondió suavemente.
Entonces haz algo útil. Averigua donde están Veyron y Odelia. Ella no confesará la
ubicación de Clarion.
—Si vamos a ayudarte —dijo Stefan a Sofia, ni siquiera tratando de sonar
interesado—. Necesitamos atacar mientras Veyron no está. ¿Sabes a dónde ha
ido?
—Lejos, de cacería —dijo ella en una voz apresurada—. Pero debería estar de
vuelta en una hora. Por favor, debemos apurarnos antes de que él regrese.
—Tienes razón. Debemos apurarnos —dije mientras caminaba silenciosamente
en la habitación. Rowe estaba parado detrás de mí, capturando la oscura mirada
de Danaus.
—¡Oh por Dios! ¡Ella escapó! —lloriqueó Sofia, tensionado su agarre en el brazo
de Danaus—. Ella vino aquí anoche fuera de su mente. Estaba tratando de
matarme, diciendo unas cosas sin sentido acerca de cosas malignas sobre
destruirla. Veyron la encerró con la esperanza que un buen día de descanso
sanaría su mente. Por favor. ¡Debes protegerme!
Danaus simplemente me miró, su rostro era como una máscara ilegible. No
podía decir lo que estaba pensando, y estaba demasiado asustada para tocar sus
pensamientos. No quería saber si creía a Sofia. Al final no importaba. Danaus y
yo ya habíamos terminado, y yo iba a matar a Sofia.
Mientras di un paso hacia Sofia, los Nightwalkers y los licántropos que habían
estado esperando pacientemente en las alas esperando su orden entraron a la
habitación. Ferko siseó suavemente hacia Stefan mientras él miraba al
licántropo.
—Déjale ese a Stefan —dije mientras ponía una mano sobre el hombro de Rowe.
Él miro a Ferko por un par de segundos, frunciendo el ceño, antes de que
finalmente asintiera en señal de acuerdo de que Stefan cogería al alfa. Rowe
podría arreglárselas con los Nightwalkers.
Enojada y frustrada, no estaba de humor para prolongar una batalla. Sacudí mi
mano, intentando incendiarlos a todos, pero las llamas a penas se movieron en
el aire y puse una bola de fuego sobre la cabeza de Sofia antes de que se
extinguieran.
—Bruja —gruñí.
—No ganaras esta, Fire Starter —dijo ella mientras se alejaba unos pasos de
Danaus—. Estáis superados por número y desarmados. Veyron los quiere
muertos y eso es lo que le voy a entregar.
Los Nightwalkers y los licántropos saltaron al unísono. Rowe se lanzó sobre un
Nightwalker con una agilidad a la velocidad de la luz, mientras Stefan buscaba
arrinconar a Ferko, apartando un licántropo en menos de un pestañeo mientras
se movía para proteger a su alfa. Tres Nightwalker llegaron a mí pero de
repente cayeron sobre sus rodillas, arañándose la carne. Un calor familiar llenó
el aire, acariciando mis mejillas desnudas y pasando por mi cuello. Me giré para
encontrar a Danaus de pie con una mano extendida hacia los Nightwalkers,
matándolos con su don especial.
—Toma —dijo, lanzándome un cuchillo de su cinturón con su mano libre.
Con una amplia sonrisa me lancé sobre los Nightwalkers que quedaban.
Cortando los tendones y los músculos, partiendo huesos y lacerando órganos
vitales, dejé a los Nightwalkers chillando de dolor mientras caían sobre una
piscina de su propia sangre. Habían escogido su camino, estando con Veyron, y
por extensión con Macaire. Ya había tenido suficiente de estos juegos antiguos.
Lavada en su sangre, prometí que terminaría esta lucha por el poder con
Macaire de una vez por todas. Estaba cansada de esquivar las sombras y huir de
ellas cada vez que percibía una amenaza, fuera real o no. Quería mi vida de
vuelta, y sabía que empezaría de nuevo cuando finalmente hubiera matado a
Macaire.
Poniendo una mano en el pecho de cada Nightwalker, los cubrí en llamas,
terminado su sufrimiento mientras los quemaba de adentro hacia afuera. Estaba
demasiado cerca y demasiado concentrada en Sofia para ser capaz de
detenerme esta vez. Ellos gritaron por un momento, y luego estuvieron callados
para siempre.
Deslizándome fácilmente sobre mis talones en el piso cubierto de sangre, me
giré para enfrentar a Sofia, quien me estaba mirando con sus ojos entrecerrados.
Su rostro estaba contorsionado con rabia, pero de repente se limpió de todo y se
giró hacia Danaus.
—¡Por favor Danaus! ¡Ella se ha vuelto loca! Tienes que protegerme. Los
Nightwalker me quieren muerta. Sólo soy una patética humana para ellos con
la que pueden jugar —ella lloró, agarrando su brazo de nuevo.
—Suéltalo. —La amenacé, poniéndome en una posición de defensa. Me tomó
todas mis fuerzas no cubrirla en fuego—. Él ya no te cree. Él sabe que eres una
bruja. Sabe que trataste de usarnos y engañarnos.
—¡Es una mentira! ¡Ella está loca! —gritó Sofia, gruñendo aún más
desenfrenada. Era una actriz soberbia, pero mi paciencia se estaba agotando y
no estaba de humor para juegos.
—¿Quién detuvo mi ataque de fuego?
—¿Cómo se supone que yo lo sepa?
—Dime cuales fueron las exigencias de Macaire. ¿Qué quería él de Veyron y
Odelia? —Le ordené.
—¿Macaire? No sé quién es Macaire —ella prosiguió. Se alejaba un paso de
Danaus por cada paso que daba hacia ella.
—Estoy bastante segura de que si lo sabes. No tengo ninguna duda de que
Macaire dirigió toda esta farsa. Ya has confesado que tu meta es meterte entre
Danaus y yo. Separarnos y forzarnos a pelear, a matarnos el uno al otro. ¿Pero
quién mejor para matarme que mi más grande aliado? Definitivamente es un
plan hecho por Macaire.
—Por favor, Mira, nunca quise hacerte daño. —Sofia extendió sus manos
temblorosas hacia mí, pero no había un poco de maldad en sus ojos. Estaba
planeando algo—. Veyron es el que te encerró. Fui a Danaus porque pensé que
él podía liberarme del control de Veyron. Nunca quise interponerme entre
ustedes.
—No te creo y Danaus tampoco. Me encerraste con Rowe esperando que él
hiciera el trabajo sucio por vosotros. Macaire iría entonces al resto del mundo
declarando que un Naturi me mató.
Sofia miró hacia Danaus, pero me rehusé de alejar mi mirada de su rostro. La
bruja puso sus manos a sus lados y luego me frunció el ceño.
—Mucho bien no nos hizo —confesó ella finalmente—. El Naturi ahora está
luchando contigo cuando debió haber pasado el día destrozando tus entrañas
con sus propias manos.
Mi paciencia finalmente se acabó. Llamas se levantaron alrededor de Sofia,
quemando toda la alfombra, las cortinas y los muebles. Ella evitó que el fuego la
consumiera pero permanecía atrapada en un apretado círculo. Pasé por las
llamas con mi espada en la mano. Sobre el crujido de las llamas escuché que
alguien gritaba mi nombre, pero no miré. No podía perder la oportunidad.
Sofia era una bruja y estaba segura que todavía tenía un truco o dos bajo su
manga.
Mientras entraba al círculo de fuego con ella, ella desapareció de mi vista.
Inmediatamente extinguí las llamas y escaneé la habitación. Había sentido el
brote de poder cuando ella había desaparecido. No tenía suficiente poder para
ir lejos. No era una bruja tan fuerte como había pensado, sólo era más que un
poco sorprendente. Pero entonces, Macaire no hubiera podido ser capaz de
controlar a una bruja poderosa tan fácilmente. Sin embargo, ella era mía por lo
que nos había hecho a Danaus y a mí.
—¿A dónde fue? —grité, mis ojos saltando de un lugar quemado y
ensangrentado al otro.
—La sentí afuera —replicó Stefan después de un segundo.
Miré afuera, con mis medias llenas de sangre deslizándose por el piso de
madera. Grava y nieve golpearon mis pies mientras pisaba el césped. Con un
movimiento de mi mano las llantas del carro de Sofia estaban explotando
mientras el caucho se derretía bajo las llantas y de repente se quemaban.
Un trueno retumbó en la distancia, pero el sonido se estaba aproximado. Rowe
estaba afuera y finalmente listo para usar sus poderes. El viento se
arremolinaba a nuestro alrededor, lanzando copos de nieve y una que otra hoja
muerta. No necesitaba mirar hacia arriba para ver las nubes negras empezando
a amontonarse sobre el cielo. Rowe quería a Sofia muerta tanto como yo. Ella
era la responsable de su aprisionamiento.
—¡Ella es mía! —grité, señalando a Rowe
—¡Macaire! —gritó Sofia con terror, pero ya era demasiado tarde. Me lancé a
través del patio en una mancha de color y la agarré por el cuello. La arrojé lejos
del coche y la seguí, pasando muy cerca del rayo que vino rayando del cielo
para destruir el coche. Ella cayó en un montículo de nieve expulsando una gran
bocanada de aire de los pulmones. Caí encima de ella y le hundí mis colmillos
en el cuello antes de que pudiera hacer ruido, antes de que pudiera siquiera
levantar un puño para alejarme.
A medida que drenaba su sangre, me empujé al fondo de su mente. Me sintió
en sus pensamientos y trató de gritar, pero sólo le salió un gorgoteo bajo. Una
vez allí, le mostré los horrores que había presenciado en los últimos años. La
mostré la tortura que aún la esperaba cuando terminara finalmente de
alimentarme de ella.
Su corazón latía tan fuerte en su pecho que estuve segura de que pronto iba a
explotar, el bombeo de su sangre caliente entraba mucho más rápido en mi
cuerpo frío.
Cuando había bebido todo lo que pude, levanté mi boca de su garganta, pero no
quité mi presencia de su mente. Ella calló en la inconsciencia, sin ver el mundo
a su alrededor, sino el mundo horrible de terror sombrío y dolor que había
configurado para ella. Después de sólo un par de segundos más, su corazón dio
finalmente un salto y lanzó un suspiro tembloroso. Ella murió en las apretadas
garras del miedo, convencida de que una larga existencia de dolor la esperaba.
Limpiando mi boca con el dorso de mi mano, me puse en pie y me alejé de su
cadáver. Su sangre todavía salía desde el cuello, manchando de rojo la blanca
nieve. Me sentía rejuvenecida y disgustada al mismo tiempo. Había pasado un
largo tiempo desde que había matado a alguien de esa manera. Encerrado en el
miedo, haciendo parecer sus últimos minutos un lío destrozado de caos y dolor.
Siempre me dejaba preguntándome si el alma escapaba alguna vez de los tristes
horrores cuando la muerte llegaba finalmente o si los mismos temores los
seguían por el resto de la eternidad. No me gustaba eso. Matar a alguien es una
cuestión de sangre, violencia, y es de esperar una muerte rápida. Esta era una
lenta tortura que dañaba la mente y el alma.
Yo había matado a Sofia con ese odio y dolor. Odiaba lo que había hecho, pero
al mismo tiempo, no podía salvar ningún sentimiento de pesar. A pesar de mi
disgusto por el hecho, todavía la odiaba con cada fibra de mí ser. Ella me había
robado a Danaus.
—Mira —dijo Stefan, llevando mi mirada hacia donde se encontraba con una
cuchilla apuntando a Rowe. El Naturi me miró, bajando las manos, pero
dejándolas abiertas, mostrando que no tenía ningún arma. Por ahora estaba
cumpliendo con nuestro acuerdo. Él había golpeado sólo a Sofia y a los
Nightwalkers y licántropos que nos habían atacado.
Rowe no había hecho ningún movimiento en contra de mí y los míos.
—Que se vaya —le dije en voz baja y cansada.
—¿Estás loca?
—Estoy empezando a pensar que sí —murmuré. Había escuchado eso
suficientes veces de Sofia. Estaba empezando a cuestionar mi cordura.
—¡Mira, él es el que ha estado detrás de ti todos estos meses! Ha estado
tratando de capturarte. Él te va a matar. No vamos a tener otra oportunidad
como ésta —sostuvo Stefan, dando un paso más cerca del Naturi. Rowe no se
movió. Él sólo me miró con sus ojos entrecerrados parpadeando en la luz
proveniente de la casa.
—¡Ya lo sé! —le grité—. ¿De verdad crees que no sé exactamente quién es y lo
que él quiere hacerme? ¡Dije, que le dejaras ir!
Stefan miró al Naturi un segundo antes de que finalmente enderezara su
postura y pusiera el cuchillo que llevaba de nuevo en una funda bajo la manga
a lo largo de su muñeca. Se acercó hacia mí, poniéndose entre yo y el naturi
como si estuviera decidido todavía a protegerme.
Rowe arqueó una ceja ante mí mientras la esquina de su boca se alargaba en
una sonrisa. —Estoy... sorprendido.
—Sólo tienes que irte ahora, antes de que cambie de opinión —gruñí.
Rowe se encorvó mientras un par de enormes alas negras brotaban de su
espalda. Las extendió en toda su longitud, atrapando el viento que seguía
serpenteando por la ciudad. Mientras se levantaba del suelo, di un paso hacia
él.
—¡Encuentra a Cynnia! —le grité.
El Naturi flotaba en el aire como una piñata esperando a que yo le golpeara.
Rowe ladeó la cabeza hacia un lado ante el pensamiento. —¿Crees que
matándola ganaré de nuevo el favor de Aurora?
—No, pero creo que vas a encontrar una casa con Cynnia que nunca
encontrarás con Aurora. Vive tu vida, Rowe, mientras que puedas, en lugar de
perseguir a la muerte.
—Lo mismo te digo, Mira —murmuró antes de subir hacia el cielo nocturno.
Miré detrás de él durante varios segundos hasta que desapareció por completo
de mi vista. Sabía que iba a salir de Budapest. Todos los otros Naturi aquí
habían muerto, y él sabía que no debía permanecer allí por mucho tiempo. No
estaba segura de que realmente buscara a Cynnia la renegada herma na de
Aurora, pero para él eso sería un paso en la dirección correcta. Tuve la
sensación de que Cynnia le aceptaría, con cicatrices y todo, algo que Aurora
nunca pudo hacer, no importa lo que él consiguiera para ella.
Cerré los ojos y hundí mi cara en el pecho de Stefan. El Nightwalker envolvió
sus brazos alrededor de mí, bloqueando algo del viento frío que azotaba mi
carne expuesta. Yo había matado a Sofia, y pronto tendría que enfrentarme a
Danaus, pero no estaba lista. Todavía no. No esta noche.
—Llévame de regreso al hotel —dije en voz baja, apenas encontrando las
palabras más allá del nudo en la garganta. Tenía que alejarme de este lugar. Me
había despertado para encontrarme encerrada con mi enemigo mortal, un peón
en un juego elaborado a su vez en mi contra por el que él se vería obligado a
matarme. Había tenido todo lo que podía dar por una noche. Necesitaba un
lugar seguro donde el mundo no pudiera tocarme.
Capitulo 26
Traducido por aLebEna
Correg ido por Lorena
stuve en la ducha casi una hora. Quitándome la sangre y suciedad, pero
tenía la sensación de que la muerte y tortura seguían en mi mente. No
podía escapar de esto, no podía alejarlo, no importaba cuánto tiempo me
quedara en la ducha. Lavé mi cabello dos veces y lavé mi cuerpo
minuciosamente hasta que mi carne se tornó rojiza, pero seguía el recuerdo y el
dolor.
Cuando el agua comenzó a enfriarse, la cerré y me sequé con una toalla tanto
como pude. Tapándome con una túnica, caminé de nuevo a la habitación
mientras frotaba mi cabello con una toalla limpia. Me detuve justo en el umbral,
deteniendo mis manos al instante. Danaus estaba en el cuarto conmigo. La
puerta se cerró de golpe y ahora podía sentirlo moviéndose en la habitación.
Mi primera reacción fue convocar a Stefan conmigo. Me podía llevar con él y así
no tendría que enfrentar a Danaus y sus palabras mordaces sobre el asesinato
de Sofia. Pero no podía seguir escapando de Danaus. Solo esperaba tener el
tiempo suficiente para no ser testigo ante el poder que tenían sus palabras en mi
corazón.
Cerrando las cortinas, encendí algunas velas alrededor del cuarto con un
movimiento de mi mano, dejando la habitación con un suave resplandor.
Comencé a caminar hacia el armario cuando la puerta del dormitorio se abrió y
se cerró de golpe.
—Solo dame un minuto para vestirme —dije en voz baja.
E
—Me dejaste —respondió. Su voz era áspera y desigual, como si hubiera sido
arrastrado por el hormigón.
Un suspiro se me escapó antes de que pudiera detenerlo.
—No estoy lista para esto ahora, Danaus.
No tuve tiempo de reaccionar. Me agarró del brazo y me hizo dar la vuelta. Sus
labios encontraron los míos en un beso violento mientras mi cabeza golpeaba
contra la pared. Sus manos ahuecaron mis mejillas y me besó otra vez hasta que
su respiración se volvió entrecortada en mi cara. Mis ojos se cerraron y lo besé
de vuelta, sin cuestionarme si esto era una ilusión de mi mente fracturada o si
era verdad. No me importaba. Daría la bienvenida a la muerte así, siempre y
cuando no dejara de besarme.
Mi mano viajó a su pecho y pude sentir su hermoso corazón palpitando bajo
mis dedos. Sabía el ritmo como si fuera el de mi propio corazón. Su olor nadaba
a mí alrededor, ese olor distintivo como de un mar lejano y la suave caricia del
sol veraniego. Quería ahogarme en su propio olor hasta limpiar el mío. Quería
ser una parte de él por un rato, solo lo suficiente para que el mundo se deslizara
de nosotros y no percibirlo.
Danaus profundizó el beso, saboreándome. Mis manos se deslizaron por sus
brazos y lo besé de vuelta con la misma pasión, barriéndome en todo lo que
había soñado en mis noches solitarias. Pero de repente se detuvo. Había
pichado su lengua con uno de mis colmillos, no teníamos la suficiente práctica
besándonos para que no derramáramos un poco de sangre.
—Lo siento —dije, odiando arruinar ese estado de ánimo. No quería que
terminara, no quería que se alejara todavía—. Seré más cuidadosa.
Una débil sonrisa cruzó por sus labios cuando sus ojos bailaron por mi cara,
como tratando de absorberme con la mirada
—Creo que mi deseo es el culpable —murmuró antes de inclinarse y besarme
de nuevo. Intenté llevarlo justo a donde lo habíamos dejado, pero me volvió a
alejar. Sus grandes manos tomaron mis mejillas y bajaron a mi cuello—. Pensé
que te había perdido —susurró con una voz vacilante—. Vine directo al hotel
cuando ellos se fueron. Me dispararon. Me desmayé y perdí mucha sangre. No
volví a la consciencia hasta que viniste a mí. Tuve pesadillas. Pensé que te
habías ido. Pensé que habías muerto para siempre. Pensé que te había perdido.
—Estoy aquí —le respondí con voz temblorosa, apoyando mi frente contra la
suya—. Pensé que también te había perdido. Sofia... yo... —tartamudeé. No
quería decir las palabras en voz alta.
—Sabía que estabas diciendo la verdad. Fue descuidada esta noche, sin
molestarse en ocultar sus poderes. Me usó —dijo Danaus, y supe que yo había
sido perdonada. Todo había sido perdonado esta noche. Mañana volvería a
haber palabras, y más argumentos esperando en el horizonte, pero no esta
noche.
—Bésame de nuevo. Quiero olvidar —susurré, cepillando mis labios con los
suyos. Danaus volvió a inclinarse, presionándome contra la pared. Él exhaló y
yo inspiré, metiendo un poquito de su alma en mi cuerpo cuando me besaba.
Mis manos vagaban por su fuerte pecho hasta que finalmente encontré el borde
su camisa. Un gemido se me escapó cuando por fin toque su carne ¿Cuánto
tiempo había soñado con la cálida sensación de su piel satinada? Quería pasar
mis labios por cada centímetro de su piel, pero por ahora mi boca estaba
atrapada en la suya.
—Mira —gruñó cuando mis manos se deslizaron bajo la camisa, explorando su
estómago y un poco más arriba.
—Te necesito Danaus —dije cuando sus labios se deslizaron por mi cuello. El
borde de sus dientes raspó mi piel, enviando un esca lofrío por mi espina dorsal
y prendiendo un fuego dentro de mí que sabía que nunca podría apagar—. Por
favor di que sí. Di que también me necesitas.
Agarró mis muñecas y las llevó encima de mi cabeza, donde las mantuvo con
una gran mano. Metió la otra mano entre nosotros y desató mi túnica,
abriéndola para que pudiera ver mi pálida piel desnuda sobre la seda negra.
—Eres suficiente para dejar sin aliento y romper a cualquier hombre —dijo en
voz baja.
Sonreí cuando levanté mi pierna derecha sobre su pierna izquierda, tirándolo
hacia mí.
—No te quiero roto —le susurré a mi vez—. Es más divertido cuando todavía
luchas. —Pasé la punta de mi lengua por su mandíbula y cuello mientras lo
sentía ponerse duro pero sin alejarme. Presionando un beso en su cuello, lo
acaricié una vez, riendo entre dientes—. Te prometo, que no importa lo que
pase, nunca te morderé.
—Gracias —susurró antes de tomar mi boca en otro beso rudo. Su mano libre se
deslizó desde mi cintura hasta la cumbre de mi pecho, dejándome
retorciéndome bajo su tacto mientras luchaba por acercarme a él. Su mano era
fuerte y firme, acariciando y tirando de mi pezón hasta que finalmente logró
que gimiera arqueando mi cuerpo contra el suyo.
—Libera mis manos —le ordené, pero él solo se rió mientras sus labios iban a la
deriva de mi boca hacia mi cuello. Su cálido aliento pasó a lo largo de mi
clavícula, encendiendo fuego por todo mi cuerpo antes de que tomara mi pecho
en su boca. Me sacudí y gemí, mi cabello cayendo de nuevo hacia atrás, a la
pared. Tocó el hueso de mi cadera antes de tomar mi trasero, presionándome
firmemente contra él. Podía sentir a su cuerpo rígido bajo mí, y el pensamiento
me sacó otro gemido.
—¡Libérame Danaus! ¡Necesito tocarte! —Me atraganté cuando cambió de mi
seno izquierdo al derecho.
—¿No estás disfrutando esto? —preguntó, enviando su cálido aliento a mi
húmedo pezón—. La verdad suena como si estuvieras disfrutando.
—¡Demonios Danaus! Me estas matando. Quiero tocarte —dije entre dientes,
luchando por aferrarme a un pensamiento mientras era arrastrada por el placer
que manaba por todo mi cuerpo. Era injusto. Estaba allí completamente
desnuda y temblando de placer, mientras él seguía completamente vestido y
completamente al mando. Cerré los ojos, me arqueé de nuevo contra él,
presionándome tan cerca como podía—. He soñado con tocarte por tanto
tiempo…‖ —dije, bajando mi voz como si fuera una mano acariciando su
mejilla—. Necesito tocarte.
Un gemido se le escapó cuando soltó mis manos. Sus labios aplastaron los míos
mientras una mano apretaba mi trasero y la otra tomaba mi seno. Le devolví el
beso mientras pasaba mis manos por su torso para empujar el abrigo y las
armas por sus hombros. Mis labios nunca dejaron los suyos y le quité su camisa
por la parte delantera, lo que me daba total acceso a su pecho. Mis dedos se
deslizaron hacia abajo como si lo estuviera leyendo. Podía sentir sus músculos
flexionarse y su piel lisa. Mis dedos tropezaron algunas veces con cicatrices de
heridas demasiado profundas para que Danaus siendo medio bori pudiera
sanarlas completamente. Mientras su piel era suave y sin edad, podía sentir los
siglos de vida fluyendo a través de él. Sus poderes pasaron sobre mí y me
atrajeron, uniéndonos para que nuestra fuerza fuera una sola en la habitación.
Alejé mis manos de su cuerpo con gran renuencia para poder separarnos de la
pared y empujarnos a la cama. Tropezamos ciegamente hacia la cama, lo
empujé hacia abajo y continúe desnudándolo. Enterrando su mano en mi pelo,
me empujó encima de él. Sus besos eran más calientes ahora y su cuerpo se
sentía como si estuviera ardiendo junto al mío. Me tumbé sobre él,
presionándome contra él para poder sentirlo por completo.
Mis colmillos dolían para poder entrar en su cuello. Algo dentro de mí ansiaba
su sangre como los humanos ansiaban el aire. El sentimiento se arrastró dentro
de mí, quemando mi alma. Apreté mis dientes y centré a mis manos para
deslizarse sobre su cuerpo, aprendiendo cada curva y hueco. El ansia por fin
cedió, pero la necesitad de tenerlo se intensificó.
—Por favor Danaus, te necesito —jadeé, tirándolo encima de mí. Se dio la
vuelta, posicionándose entre mis muslos. Enterré los dos puños en su cabello y
tire de él para besarlo cuando me agarró de la cadera y se introdujo en mí. Mi
espalda se arqueó de la cama y gemí.
Danaus maldijo en voz baja mientras comenzó a moverse lentamente dentro de
mí. Bajé mis manos a las sabanas y rasgué mis uñas a lo largo de la tela,
rompiéndola. Me moví a tiempo con él, siguiendo cada oleada de placer
mientras se impulsaba en mí.
Sonriéndole mientras su largo cabello negro rodeaba su cara, lo envolví con mis
piernas y lo empujé sobre su espalda mientras permanecía dentro de mí. A
horcajadas sobre él, lo monté lentamente, pasando mis dedos a lo largo de su
caja torácica y encima de sus pezones.
—Supongo que quieres estar arriba —murmuró con la voz ronca, enviándome
un escalofrío por la espalda. Quería tomar esto lentamente. Había esperado
demasiado para poder ser capaz de tocarlo, para poder ver su cara envuelta en
paz y placer. Quería saborear este momento cuando el mundo no se estrellaba
rodeándonos.
Pero la montura suave no podía durar. Sentía al orgasmo creciendo dentro de
mí, edificando cada musculo, apretándolos y ya no podía formar un
pensamiento coherente más allá de la sensación de él entrando y saliendo de mi
cuerpo. La necesidad estaba así con Danaus. Él me medio agarró de las caderas,
forzándome a ir mas rápido mientras se empujaba más profundamente. Puse
mis manos en ambos lados de su cabeza y arqueé mi espalda con la primera
oleada que me atravesaba, sacando un grito de mi garganta con la forma de su
nombre. Lo monté en un olvido sin sentido, donde él me acompañó segundos
después. Sentí su punta caliente dentro de mi cuando su propio orgasmo
reclamó su cuerpo. Sus brazos de apretaron en mi cintura y dejó escapar un
gemido que parecía haber sido arrancado de su alma.
Me desplomé sobre él, sin ser capaz de sostenerme. Mi cuerpo estaba cubierto
de su sudor y yo subía y bajaba con cada pesada respiración que daba. Me
sentía en paz. No había Naturis, ni Aquelarre, ni Ancianos esperándonos a la
vuelta de la esquina. El mundo no se iría al infierno en un segundo. No éramos
enemigos jurados para luchar hasta que uno o ambos muriéramos. Solo éramos
dos personas disfrutando de la otra.
Después de varios minutos me apoyé en un codo y miré hacia Danaus. Sus ojos
estaban cerrados y su respiración se había igualado al ritmo. Le aparté algo de
su cabello de los ojos y los alejé de su sudorosa frente.
—¿Te sientes mejor? —pregunté, incapaz de mantener el ronroneo contento de
mi voz
—Es un buen comienzo —dijo con una sonrisa.
Pero para mi sorpresa, la sonrisa desapareció casi tan rápido como se formó y
leves surcos se formaron en su lisa frente. Su mirada de paz y alegría se
derrumbó ante mis ojos y no podía entender por qué. De mala gana, entré en su
mente. Solo quería ver a donde iban sus pensamientos. ¿La preocupación de los
Naturi y Veyron regresaba tan pronto?
¿Cómo vamos a hacer que esto funcione?
Las palabras de Danaus hicieron eco a través de mi cerebro, agrediendo a mi
corazón. Podía sentir la duda colgando en esas palabras y me sentí paralizada.
Estaba perdiéndolo antes de que hubiera tenido una oportunidad.
Dando una respiración profunda, forcé una sonrisa en mi cara antes de darle un
beso en la sien.
—No pienses mucho en ello. Solo es sexo —me forcé a decir mientras salía de él.
Tome con fuerza la túnica de donde la había dejado caer en el suelo, y me la
puse mientras iba a la sala de estar de la suite.
Con mucho cuidado formé un muro de piedra alrededor de mi corazón, pero se
sentía como si desmoronara antes de tener oportunidad de secarme. Quería a
Danaus. No solo en la cama, si no en mi vida. Lo quería como un compañero,
como un amante, y como mi amigo. Pero podía sentir la duda creciendo en su
interior. Yo era una Nightwalker y él era un cazador de Nightwalkers. Había
pasado siglos cazando a los de mi especie. Eso no iba a ser superado con una
noche en la cama.
A lo mejor estaba en lo cierto ¿Como íbamos a hacer esto?
Me acerqué a la mesa y apoyé mis manos contra la parte superior, fijando la
mirada en el trozo de papel donde había escrito los nombres de los líderes de
Budapest. Tomando mi pluma, dibuje una X sobre el nombre de Ferko. Uno
menos, de los cuatro.
Por el rabillo de mi ojo, vi a Danaus caminando dentro de la habitación todavía
desnudo y obviamente ajeno a los muebles rotos y vidrios que cubrían el suelo.
—¿Por qué te fuiste? —preguntó cuando llegó, poniéndose detrás de mí—.
Todavía no terminé contigo.
—Pensé en darte la oportunidad de recuperarte —dije, sin moverme de donde
estaba apoyada contra el escritorio.
Danaus se agachó y levantó el borde de la túnica para que mi trasero quedara
expuesto. Comencé a levantarme cuando él puso una mano firme contra mi
espalda, manteniéndome inclinada. Su otra mano pasó por mis muslos antes de
llegar entre mis piernas. El inserto dos dedos dentro de mí, sacando un gemido
de mi garganta y cerrando mis ojos.
—¿Por qué te fuiste de mi? —preguntó mientras sacaba y metía sus dedos.
—No lo hice —dije con voz ronca. Mi garganta ya no funcionaba y estaba
arrastrando las palabras—. Pensé que necesitabas descansar.
—Estás equivocada y estás mintiendo —dijo. Quitó los dedos e inmediatamente
introdujo su duro pene dentro de mí. Lo introdujo lentamente—. Tan mojada —
susurró—. Solo para mí. Tan fuerte y tan húmeda, solo para mí.
Sus palabras enviaron un escalofrío por todo mi cuerpo como si pudiera sentir
su placer. Creció más y más mientras se movía dentro de mí. Desde esta
posición, era más profundo que antes, me estaba volviendo loca con sus
movimientos lentos cuando yo lo quería más fuerte y rápido.
—Nunca ha sido solo sexo entre nosotros, Mira. Y nunca podrá ser así —
susurro con voz áspera. Él se inclinó y dio un suave beso en mi hombro que casi
me hizo llorar—. ¿Se siente esto como solo sexo para ti? ¿Crees que es incluso
posible entre nosotros?
—No —gemí mientras trataba de acelerar el ritmo, pero él todavía me sostenía.
Se movía con un ritmo lento, conduciéndome hasta la locura que me llevaba
hasta el borde de un orgasmo, pero sin poder alcanzarlo.
—¿Entonces por qué lo dijiste?
—Porque tienes dudas. No crees que podamos funcionar. Escuché tus
pensamientos —admití. Traté de llegar a él con mis piernas para tocarlo, para
por fin presionar mi cuerpo sobre el borde que se tambaleaba, pero Danaus me
agarró las manos y las mantuvo en el escritorio y se inclinó hacia delante.
—Tengo dudas, pero aun así estoy dispuesto a intentarlo. Es lo mejor que
puedo ofrecerte —dijo, mientras su voz se volvía más profunda y ronca—. ¿Lo
intentarías? Te necesito, Mira. Inténtalo por mí.
—Lo intentaré —susurré. Me incliné y le besé en el brazo, amando la sensación
que me envolvió mientras él se introducía en lo más profundo de mí.
—Gracias —dijo. Se agachó entre mis piernas, presionando sus dedos en mi
clítoris. Mi cuerpo se sacudió y creció con tensión cuando llegué al borde. Cogió
el ritmo, poniendo su cuerpo sobre el mío, sacándome un gemido mientras
entraba en el orgasmo.
Y entonces mi mundo explotó. Mi cuerpo se tensó y rompió, y todo explotó
cuando una oleada tras oleada de placer martillaba por todo mi cuerpo,
dejándome débil, pusilánime y temblorosa. Danaus agarró con fuerza mis
caderas mientras continuaba empujando dentro de mí hasta que su cuerpo llegó
duro al orgasmo y se extendió por él.
Jadeante y cubierto de sudor, se inclinó sobre mí y mordió mi hombro. —Eres
mía, vampiro, de aquí hasta el final. Eres mía.
Me reí de él. Me sentía mareada y más que mareada. Había pasado demasiado
tiempo desde que había sido tocada, desde que había sentido esos cálidos
sentimientos de pasión y preocupación. Había pasado demasiado desde que
ninguno de los dos éramos felices.
—Entonces llévame a la cama, cazador —le ordené con voz cansada pero
contenta—. Devuélveme a la cama para que puedas estar seguro de que soy
toda tuya.
Capitulo 27
Traducido por Rihano
Correg ido por Lorena
or desgracia, cualquier tiempo adicional de calidad se vio interrumpido
por la aparición de Stefan en la suite del hotel. Él fue lo suficientemente
considerado para aparecer en la sala de estar en lugar de en la habitación
donde Danaus y yo estábamos desparramados desnudos a través de la cama.
Danaus rozó sus labios en mi sien y dejó escapar un profundo suspiro.
—¿Puedo estacarlo? —Preguntó, pasando los dedos arriba y abajo de mi
espalda en una lenta caricia.
Me acurruqué más cerca mientras sonreía. —No, no puedes.
—¿Puedes al menos deshacerte de él?
Apoyada en mi codo, le miré. —Me temo que no. Tenemos que hacer planes de
cómo vamos a deshacernos de Veyron y sus compañeros.
—Volver al trabajo —se quejó él, sentado en la cama.
P
—Volver al trabajo.
Después de sacar algo de ropa, salí para mantener Stefan ocupado hasta que
Danaus pudiera unirse a nosotros. El Nightwalker también fue lo
suficientemente considerado para no hacer ningún comentario sobre mi aspecto
obviamente desaliñado. No había duda en cuanto a lo que estábamos haciendo.
Colocando una silla volcada de nuevo sobre sus cuatro patas, me senté en el
suave cojín.
—¿Cómo está Valerio?
—Mejor. Él debe llegar en breve.
Como si fuera convocado por nuestras palabras, Valerio apareció cerca de la
entrada a la sala. Él miró a su alrededor, arqueando una ceja ante el caos.
—Veo que el servicio de limpieza no ha terminado todavía. Por supuesto, si te
sientes cómoda con este arreglo, ¿quién soy yo para juzgar? —Dijo suavemente.
Salté de mi silla y corrí hacia él. El Nightwalker dio un ligero gruñido cuando
envolví mis brazos alrededor de él, pero me devolvió el abrazo. El verlo
colgado en la cruz con una estaca en el pecho me había aterrorizado. Sabía que
había estado cerca de perderlo.
—Me alegro de verte aún vivo, viejo —le dije, rozando con un beso su barbilla.
—Estoy contento de estar aún vivo —dijo con una sonrisa. Sus mejillas estaban
todavía un poco más pálidas que de costumbre y no se veía tan fuerte sobre sus
pies como debería. Él no estaba con todas sus fuerzas todavía, pero volver a
Budapest era un comienzo. Mientras me apartaba de él, me di cuenta de que la
sonrisa de sus labios se desvanecía—. Sin embargo, me decepciona saber que
tuviste la oportunidad de matar a mi captor y lo dejaste ir. Tengo curiosidad de
saber por qué.
Sus palabras fueron engañosamente tranquilas y neutrales, pero yo podía sentir
la frustración hirviendo dentro de él.
—A mí también me gustaría saber por qué no mataste a Rowe —dijo Danaus.
Me di la vuelta para encontrarlo de pie en la puerta del dormitorio con los
brazos cruzados sobre el pecho. Por lo menos se veía como siempre, con sus
ropas oscuras y botas resistentes. Yo, en cambio, estaba saltando alrededor de la
sala descalza, tratando de evitar fragmentos de vidrios rotos, pedazos de
madera, y casquillos de bala.
—Ha estado cazándote por meses, Mira. Y va a seguir haciéndolo. ¿Por qué
correr tal riesgo dejándolo con vida?
—No podía matarlo a conciencia.
—¿No pudiste matar a conciencia a la criatura que iba a terminar con mi
existencia? —repitió Valerio, con el humor y el sarcasmo llenando su voz.
—Lo siento, pero no. Rowe estuvo atrapado en una pequeña celda conmigo
durante todo el día. Tuvo más que una suficiente oportunidad para matarme
mientras yo estaba inconsciente y vulnerable, pero no lo hizo. No sé por qué no
me mató, y en verdad, no lo quiero saber. Lo único que importa es q ue no lo
hizo. En devolución por ese acto de clemencia, accedí a que nadie lo atacara
siempre y cuando no me atacara a mí o a cualquier persona dentro de mi grupo,
mientras tratábamos de escapar de la casa de Veyron. Mantuvo su parte del
acuerdo, así que yo mantuve la mía.
—¿Por lo tanto, ahora no vas a matarlo?
Una risa profunda se me escapó mientras regresaba de nuevo a mi silla y me
dejaba caer. —Por supuesto que voy a matarlo. Si lo veo en el campo de batalla
de nuevo, estoy segura que ninguno de nosotros dudará en atacar, pero prometí
que en ese breve período de tiempo en donde Veyron no lo atacaría. Era lo justo
por hacer.
—¿Lo justo? ¡Él trató de matarme! —dijo Valerio.
—Y él tuvo bastante oportunidad de matar a un vampiro dormido que era su
enemigo desde hace siglos, pero no lo hizo. Todavía hay tiempo, Valerio.
Vamos a matarlo pronto. Por favor, di que entiendes por qué lo hice.
—Lo entiendo. Lo que no entiendo es donde conseguiste este extraño sentido de
la justicia y el juego limpio. Tu conciencia va a hacer que te maten —advirtió,
frunciendo el ceño hacia mí.
—Posiblemente, pero no esta noche.
—No, Veyron no va a matarte esta noche. O más bien, esta mañana —dijo
Stefan sombrío.
—Si no pasa nada con Valerio, preferiría retirarme a Viena durante las horas del
día y reagruparnos aquí en la tarde para nuestro ataque final sobre Veyron.
—¿Crees que Veyron enviará a otra partida de ataque a la luz del día? —
preguntó Danaus.
—En realidad no, pero no puedo juzgar el potencial apego de Macaire a Sofia,
—dije con un encogimiento de hombros—. Si a él le gustaba ella, puede obligar
a Veyron a enviar gente detrás de mí.
Valerio finalmente entró en la habitación por completo y se sentó en el sofá
después de apartar algunos de los escombros. —Por lo tanto, nos dices que has
conseguido descifrar todo este lío. No creo que Macaire nos enviara aquí
simplemente para deshacernos de los Naturi.
—Lo que hay que tener en cuenta —dije—, es que no me ha enviado sólo a mí
Budapest. Él sabía que traería a Danaus conmigo. Valerio y tú son
prescindibles.
Stefan hizo una mueca. —Muy bien planteado.
No hice caso de su comentario y continúe. —Hay una estructura de poder aquí
diferente de cualquiera de los otros dominios, y Macaire estaba contando con
que sería lo bastante fuerte como para matarnos a Danaus y a mí.
Levantándome de la silla, me acerqué al escritorio y cogí el pedazo de papel en
el que había estado garabateando. Mientras volvía a mi silla, se lo entregué a
Valerio, quien lo miró.
—No entiendo —dijo, pasándole el documento a Stefan.
—Macaire construyó un sistema de gobierno aquí similar al Aquelarre,
compartiendo con cinco gobernantes —le expliqué—. Mi conjetura es que no
solo llamó a Veyron y a Odelia, sino que también llegó a un acuerdo con Ferko
y el brujo Clarion. Manejaron la ciudad con mano firme, matando a cualquier
criatura que pudiera haber sido vista como una amenaza a su control.
Miré a Stefan y fruncí el ceño. —Odelia puede haber dado la excusa de la
belleza de Michelle, pero si ellos sabían que te pertenecía, podrían haber temido
que fuera un explorador tuyo, en busca de nuevos territorios. Ella pudo haber
sido asesinada simplemente como una advertencia contra el mal pensamiento
de entrar en sus dominios.
Stefan apretó el papel en su puño y lo miró. —Por lo tanto, Veyron, Odelia,
Ferko, y Clarion todos conspiraron juntos para ser los guardianes de Budapest,
y Macaire lo sabía.
—Macaire no sólo lo sabía, él lo arregló —le dije—. No estamos hablando de los
guardianes. Estaba creando un Aquelarre de reemplazo. Tuvo el papel de Señor
aquí en Budapest y tiene previsto extender su poder una vez que su pequeño
grupo nos destruya a Danaus y a mí.
—E…‖Eso‖es‖traición‖a‖la‖patria‖—tartamudeó Stefan—. Nuestro Señor nunca lo
permitiría.
—Creo que la esperanza era que él nunca sería capaz de resistir un asalto de los
cinco, en particular con el brujo a mano. El primer objetivo de Macaire era
conseguir deshacerse de mí.
Valerio se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en las rodillas. —Lo curioso
es que esto debería haber funcionado. Si todos ellos hubieran actuado en
concierto, nunca habríamos sido capaces de protegerte de manera adecuada,
sobre todo, no con Clarion como respaldo. Deberías estar muerta y no lo estás.
—Qué amable de tu parte —dije con una sonrisa—. Tienes razón, sin embargo.
En un mundo perfecto, debería haber funcionado, salvo que los Nightwalkers
no trabajan bien con las demás criaturas.
—¿El acuerdo entre los distintos miembros se cayó a pedazos? —preguntó
Danaus desde el otro lado de la habitación.
—O nunca funcionó realmente en primer lugar porque nunca fue sometido en
verdad a una buena prueba —le contesté.
—Dejaron que Ferko asumiera la culpa por lo de Michelle desde el principio,
sabiendo que devolveríamos el golpe aniquilando a su manada completa junto
con él, liberando a los demás de su acuerdo. Podrían haber llegado cabalgando
en su rescate en cualquier momento, sobre todo más temprano esta noche en la
casa de Veyron, pero no lo hicieron. Alguien le quería fuera del camino. Él fue
sacrificado.
—¿Y Sofia? —preguntó Danaus.
Fruncí el ceño, todavía odiaba oír que su nombre pasara por sus labios. —Sólo
uno de los peones de Macaire. —Me volví a mirar a Stefan y Valerio, limpiando
mi cara de cualquier expresión—. Su trabajo era separarnos a Danaus y mí
usando su debilidad por los humanos. Su esperanza era que nos matáramos el
uno al otro así ellos no tendrían que hacer el trabajo por sí mismos. Si Danaus
no me mataba primero, era un hecho que yo iba a matar a Sofia por su
intromisión, aun si nunca descubría que realmente era una bruja disfrazada.
—¡Qué dulce! Un crimen pasional —se burló Stefan.
Me mordí la lengua. Stefan había cometido su propio crimen pasional cuando
destrozó a Ferko en pedazos por la muerte de Michelle, y no tenía ninguna
duda de que planeaba hacer lo mismo con Odelia cuando se cruzara en su
camino de nuevo.
—Por lo tanto, nos quedamos con un trío íntimo de conspiradores en tu contra
—dijo Valerio, sentándose de nuevo en el sofá con un profundo suspiro.
—Oh, no. Se trata de un cuarteto, y tengo toda la intención de limpiar la casa.
No toleraré ser cazada. Esta conspiración no era sólo por nuestra muerte, sino la
tuya también. No me siento exactamente tan indulgente como tú cuando se
trata del asesinato planificado de aquellos que considero son mis amigos.
El escepticismo llenó la expresión de Stefan, y en verdad no podía culparlo.
Nunca nos habíamos visto frente a frente en nada y yo no tenía ninguna duda
de que tomaría la primera oportunidad que se le presentara para matarme por
mi puesto en el aquelarre. Pero por la misma razón, me había protegido y
defendido en más de una ocasión desde Perú. Él estaba demostrando ser más
útil de lo que yo había previsto inicialmente, aunque todavía no confiaba en él.
Stefan necesitaba un asiento en el Aquelarre si alguna vez iba a estar satisfecho.
—Mira, no puedes querer decir... —comenzó Valerio, pero su voz se perdió.
Incluso mientras nos sentábamos en Budapest, a una gran distancia de Venecia,
aún no se sentía seguro para decir las palabras en voz alta.
—Lo hago y lo haré. Es la única razón por la que Jabari me permitió unirme al
Aquelarre en primer lugar. Es hora de que cumpla con mi propósito para poder
seguir adelante con mi vida —me quejé, mirando el brillante suelo cubierto de
vidrio delante de mí.
—Si cumples tu propósito, entonces, ¿qué razón tendrá Jabari para mantenerte
a su lado? —preguntó Danaus en voz baja desde el otro lado de la habitación.
—Ninguna —le susurré, y luego sacudí la cabeza—. Lidiaré con ese problema
cuando llegue el momento. —Aunque tenía la sensación de que tendría que
vérmelas con esto antes si Nick tenía algo que decir en el asunto. Mi tiempo se
estaba acabando. Pronto tendría que tratar con dos Aquelarre de Ancianos, no
sólo uno.
—¿Qué pasa con los Naturi? —Preguntó Stefan, haciendo que mi mirada
regresara a su cara. El Nightwalker se apoyó contra la pared con las manos
metidas en los bolsillos, viéndose muy contento con mis planes. Si me hacía
cargo de Macaire directamente, había una excelente oportunidad de que un
puesto quedara vacante en el Aquelarre. Honestamente a él no le importaba si
era el mío o el de Macaire. Era una situación de ganar o ganar para él.
—Ellos solo eran una cortina de humo —dijo Valerio, sus labios en gesto
retorcido al pronunciar las palabras. Había sido casi asesinado por algo que no
era importante en el gran esquema de las cosas.
—Sí, fue o bien cuestión de suerte o coincidencia que sucediera que Rowe
estaba en Budapest al mismo tiempo. —Me encogí de hombros—. Yo no había
visto ninguna señal del hijo de puta desde Perú.
—O hay una posibilidad de que Macaire se encuentre todavía en contacto con
los Naturi —dijo Danaus—, trazando nuevas conspiraciones que significarían
tu eventual muerte.
—¿Macaire está conspirando con los Naturi? —Valerio casi saltó del sofá.
Interiormente me encogí, deseando poder lanzarle algo a Danaus. Realmente no
estaba de humor para entrar en esta discusión con Stefan y Valerio. Ninguno
sabía que los miembros del Aquelarre habían conspirado con los Naturi a la vez
para lograr el final de Nuestro Señor.
—Lo hizo una sola vez —murmuré—. No sabemos si todavía lo está haciendo.
Pensé que había matado a su contacto, y me resulta difícil creer que Rowe
cooperaría con cualquier Nightwalker.
—Él lo haría si esto significa poner las manos en ti —respondió Danaus,
enviando un escalofrío por mi espalda.
—No importa. Planeo limpiar este desastre.
—¿Esta noche? —preguntó Valerio.
—No. Te necesito en la punta de la formación de combate. Voy a necesitar la
ayuda de todos para derrotar no sólo a Veyron sino a Odelia y a Clarion
también. Estaremos limpiando Budapest antes de regresar a Venecia.
—¿Alguna vez regresarás? —preguntó Stefan—. Eres la guardiana, después de
todo.
—Guardiana —me quejé—. Nunca quise serlo de esta ciudad.
—No es una ciudad tan mala. Una vez que la limpies de chusma, por supuesto
—agregó Danaus, sorprendiéndome.
Apoyé mi cabeza en la mano con el codo descansando en el brazo de la silla.
—Sólo quiero ir a casa en este momento. Regresaré a Budapest con el tiempo.
No es como si estuviéramos dejando atrás a cualquiera de los jugadores
poderosos. Los Cambiaformas están muertos, y no hay Nightwalkers antiguos
aquí.
—Ese es el problema, Mira —habló Stefan—. Estás dejando tras de ti un vacío
de poder. Cualquiera será capaz de moverse en este ámbito y tomar el relevo.
—¿Qué? ¿Lo quieres? ¡Tómalo! —Dejé caer mi mano y miré a Valerio—. O tú.
Está más cerca a tu dominio. Tómalo.
—No tengo un dominio —dijo Valerio con aire de suficiencia.
Estampé mi puño contra el brazo de la silla, ocasionando que la madera
crujiera.
—¡Entonces levántate hombre y reclama uno finalmente!
Valerio sólo me sonrió, disfrutando de mi evidente frustración. Yo no quería
Budapest. Era una ciudad hermosa y no tenía ninguna duda de que en verdad
podría disfrutar de ella una vez que Veyron y los otros fueran eliminados. Sin
embargo, mi mente tenía la tendencia de regresar a mi dulce Savannah. Había
dejado sin vigilancia a Tristan y a muchos otros. Necesitaba regresar allí antes
de que algo terrible sucediera.
—Si nada se va a hacer esta noche —dijo Valerio, levantándose lentamente—,
entonces deberíamos regresar a Viena, donde es más seguro.
—Necesitamos estar más fuertes si los vamos a desafiar —agregué,
levantándome también.
—¿Veyron te preocupa? —preguntó Danaus.
Negué con la cabeza mientras cuidadosamente recorría mi camino hacia el
dormitorio. —Clarion. Nunca sabes de lo que los brujos son capaces hasta que
ya te han lanzado el hechizo.
Danaus y yo empacamos rápidamente nuestras bolsas. Entonces, Stefan puso
un brazo sobre mis hombros, mientras que Valerio puso su mano en el brazo de
Danaus. En un abrir y cerrar de ojos fuimos trasladados a través de enormes y
desiertas millas a los apartamentos privados de Valerio en el centro de Viena.
Stefan me soltó una vez que estuvo seguro de que estaba firme en mis pies.
Entró en la sala de estar y se relajó en una tumbona. Valerio y Danaus
aparecieron a mi lado un segundo después. El cazador frunció el ceño y agitó la
cabeza como si la despejara de las telarañas, mientras Valerio se acercó y cogió
mi bolsa para así personalmente poder acompañarme al cuarto que yo usaría
para cambiarme. Estaría durmiendo en una cámara más segura y privada con él
y Stefan cuando el sol finalmente comenzara a subir en el cielo.
—Parece que tú y Danaus han reconciliado sus diferencias —murmuró Valerio
cuando estábamos solos en la otra habitación. Colocó mi bolso sobre la cama y
se apoyó en uno de los postes de madera con los brazos cruzados sobre el
pecho.
—Estamos tratando de hacer que funcione —admití, aunque me mostraba
reacia a hablar de ello. Valerio y yo tuvimos un pasado juntos que se extendía
por varios siglos. Yo había tomado diferentes amantes durante los momentos en
que estuvimos separados, y él no se había interesado por esto. ¿Por qué había
tomado un repentino interés ahora?—. ¿Cuál es tu preocupación?
Valerio me sonrió y extendió una mano. La tomé, permitiéndole elevarla a sus
labios y rozar un beso en los nudillos. —Tú eres mi preocupación. Siempre eres
mi preocupación.
—Tú también estás lleno de mierda. ¿Cuál es tu repentino interés? —Le solté.
Tiré de mi mano, pero él se negó a liberarla.
—Un poderoso cazador de Nightwalker evidentemente ha ganado el corazón
de uno de los Nightwalkers más poderoso del mundo. Sin duda, eso debería
levantar una preocupación o dos entre las masas.
—¿No deberías también considerar que uno de los Nightwalkers más
poderosos del mundo tiene potencialmente ganado el corazón de un poderoso
cazador de Nightwalker? ¿Eso no nos beneficiaría? —repliqué.
—¿Lo tienes, ahora?
—Si no ahora, entonces pronto, creo —dije con una pequeña sonrisa—. Él ha
dejado de cazarnos de forma aleatoria. Dirigir la ejecución no es imposible para
él. Estaría protegiendo a los seres humanos, y protegiendo mis intereses
también.
Valerio se rió de mí mientras se inclinaba y presionaba un beso en mi mejilla.
—Lo haces sonar como si lo planeaste.
—Hmmm... ¿No sería eso maravilloso? —ronroneé, y luego me puse seria—.
Tengo planes para Danaus, pero no tienen nada que ver con el Aquelarre o los
Naturi o nada de este mundo.
—¿Y qué planes serían esos?
—Volver a casa, a Savannah, y dejar que el mundo se olvide de nosotros.
—Ahh…‖Mi‖amor,‖no‖creo‖que‖eso‖sea‖posible‖alguna‖vez.
—Probablemente tienes razón, pero tenemos que intentarlo. Aunque sea sólo
por un rato.
Un golpe en la puerta nos separó. Me volví para encontrar a Danaus de pie en
la sala con su bolsa al hombro y su abrigo doblado sobre el otro brazo. —¿Es
esto una fiesta privada?
—No, estábamos discutiendo los planes para después de que terminemos con
Budapest y Venecia —le contesté, forzando una sonrisa en mis labios.
—Savannah —dijo con un suspiro. Casa, oí el susurró a través de su cerebro.
Luego volvió su atención hacia Valerio—. ¿Clarion sabe donde resides en
Viena?
—No, no lo creo, —respondió Valerio—. Nadie me ha visto ir y venir de esta
residencia en particular. Las pocas veces que vi a Clarion, en Viena, fue en
algunos lugares muy públicos. No debería molestarnos aquí.
—¿Pueden Veyron u Odelia rastrearme como lo pueden hacer los Naturi? —
preguntó él, volviendo su atención hacia mí.
—No. Ellos nos encontraron en el hotel porque no mantuve en secreto donde
estábamos alojados. No tratamos de ocultar nuestros movimientos dentro de la
ciudad. Fuimos seguidos fácilmente, no tengo ninguna duda. P ueden adivinar
que hemos dejado la ciudad con Valerio y Stefan, pero son más propensos a
creer que nos hemos retirado a Venecia en lugar de Viena.
—Puede que no sea seguro para mí que me quede aquí contigo durante el día.
—Danaus frunció el ceño hacia mí, apretando con una mano la correa de su
bolso—. Podría ir a alojarme en un hotel cercano así no tienes que preocuparte
por que Clarion consiga acercarse durante el día.
Me acerqué y puse la mano en su mejilla. Podría pasar toda la vida tocándolo.
—Si conozco a Valerio, no estaremos exactamente aquí durante el día. Él tiene
alguna guarida secreta escondida para que nosotros durmamos, la cual será
segura. Tendrás el manejo de la casa hasta el atardecer.
—¿Estarás a salvo?
—Completamente.
Podía sentir la tensión atenuarse de sus hombros. Los Naturi fueron capaces de
llegar a mí en el pasado porque habían sido competentes en rastrearlo,
siguiéndolo hasta que él se reunió conmigo, finalmente. Era un truco que estaba
segura que Rowe tendría a mano más de una vez durante nuestra asociación.
—Bueno, si todo eso es para la noche, tengo que ir a alimentarme —dijo Valerio
en una voz más fuerte de lo necesario para recordarnos que no estábamos solos.
Volteé mis ojos, pero aún estaba sonriendo cuando me volví para mirar a mi
viejo amigo.
—Aliméntate bien, pero definitivamente regresa antes de la salida del sol.
Tenemos que planificar el ataque de mañana.
—Mmmm…‖Suena‖divertido.‖—Luego desapareció por completo.
Sí, había llegado el momento para nosotros de estar finalmente a la ofensiva.
Estuve corriendo y persiguiendo mi cola. Los Naturi estaban fuera del camino.
Los licántropos estaban muertos. Era el momento de limpiar el resto de la casa,
y Veyron estaba al principio de mi lista de Budapest. Tenía pocas dudas de que
Macaire se había retirado a Venecia tras la muerte de Ferko y Odelia. Trataría
con el Anciano en Venecia.
Capitulo 28
Traducido por Virtxu
Correg ido por Marina012
l silencio era asfixiante. Me quedé mirando la solitaria calle intercalada
con árboles nudosos y retorcidos por un tiempo. Sin la presencia de los
Naturi, el viento había desaparecido, dejando las ramas del árbol quietas,
como centinelas silenciosos en la oscuridad. Un polvo fresco de nieve cubría la
tierra, luchando por brillar bajo la tenue luz que brotaba de la luna, y que se
asomaba desde detrás de las grandes nubes.
La tierra estaba conteniendo el aliento, esperando el resultado de otra batalla.
Pero también lo estaba yo. Cada vez que entraba en una pelea, sopesaba las
fortalezas y debilidades de mis adversarios. Sopesaba las fortalezas y
debilidades de mis aliados. Jugaba con las probabilidades en mi cabeza, y con
demasiada frecuencia me acercaba demasiado. Esto se estaba haciendo viejo.
Entre mi especie, ser la Fire Starter significaba algo. Con un pensamiento y un
movimiento casual de la mano, podría acabar con un ejército de Nightwalkers.
Cuando me enfrentaba a los Naturi, ellos necesitaban sólo un miembro del clan
de la luz para hacer frente a mi habilidad única. Un Bori sencillamente tenía que
ampliar sus poderes y yo estaba bajo su control inmediato. Y un brujo... un
brujo podría contrarrestar mis poderes con un rápido hechizo, y me dejaba
siendo nada más que otra sanguijuela con un problema de actitud. En esta
lucha, Valerio y Stefan tenían la verdadera ventaja, con su capacidad de
aparecer y desaparecer a su voluntad. Claro que el poder hacía mella en su
E
fuerza, pero la batalla no iba a durar más de unos minutos antes de que un lado
estuviera diezmado.
A pesar de mi lugar en el Aquelarre, tenía sentido que yo me pusiera como
cebo. Ya que era el último objetivo de Veyron y los otros, a petición de Macaire.
También era la más joven y más débil de nuestro cuarteto.
Danaus no estuvo muy emocionado con la decisión, pero no dijo nada cuando
Stefan me llevó al final de la calle Veyron y me dejó ahí. Podía sentir a Danaus
como un fantasma en mis pensamientos, junto con Valerio. Ambos hombres
estaban esperando la primera señal de mi parte para que aparecieran.
Mis pasos hicieron eco en el concreto, el sonido rebotaba en la parte delantera
de los hogares y volaba hacia la nada. Resistí el impulso nervioso, de
comprobar todas mis armas, una vez más. Yo estaba bien armada con una
espada corta en la espalda y un surtido de cuchillos alrededor de mi cuerpo.
Para consternación de Danaus, no traía un arma de fuego conmigo. Las armas
de fuego no eran eficaces contra los Nightwalkers, y no pensaba que Clarion me
permitiera atraparlo con la guardia baja con una ráfaga de balas.
En verdad, no estaba segura de cómo íbamos a matar a Clarion. Podríamos
tratar de detenerlo si él decidía huir, pero no estaba segura de si Valerio y
Stefan podrían seguirle si lo hacía. No estaba segura de lo que el brujo era
capaz, pero tenía la sensación de que podría arrojar algo de ese escudo que
tenían la mayoría de los hechizos básicos para bloquear nuestras armas y
ataques. Mi única esperanza era que él no supiera cómo controlar el fuego, pero
yo no contaba mucho con ello. Si Clarion quería a sobrevivir a esta terrible
experiencia, se habría tomado el tiempo para aprender a manipular el fuego.
Me detuve en el borde del jardín de Veyron y envié mis poderes saliendo de mi
cuerpo para que barrieran la antigua estructura. Una sola vela ardía en la
ventana del frente, mientras que el resto de la enorme casa estaba a oscuras. En
el interior, sentí cerca de una docena de Nightwalkers y un puñado de seres
humanos. Estos seres humanos estarían fuertemente armados con armas de
fuego que podrían volarnos el cerebro. Esa era la única manera de matar a un
Nightwalker‖ con‖ una‖ pistola…‖ destruir‖ el‖ cerebro‖ o‖ el‖ corazón‖ tan‖
completamente que no pudiera volver a regenerarse. Yo tendría que ocuparme
de estos seres humanos antes de Danaus y los otros pusieran un pie en el
edificio.
En medio de ellos había un único usuario de magia poderosa. Sería Clarion, que
nos estaba esperando. Podía sentido sobre el viejo Veyron y su compañera
Odelia. Clarion era el verdadero peligro aquí, no los Nightwalkers o los
humanos con sus armas. Por desgracia, no tenía ni idea de cómo derrotarlo.
Levanté mis dos manos a los costados. Invocando a mi poder, dirigiéndolo a la
casa, tratando de volver el edificio en llamas. Hubiera sido fácil si pudiera
quemar toda la estructura y a todo el mundo dentro de una sola vez. Todo se
haría en un movimiento rápido y fácil, y no tendría que preocuparme de poner
mis compañeros en peligro. Pero nunca nada es fácil.
La energía eléctrica llenó el aire alrededor de la casa, chirriando como un rayo
en busca de un poste de metal. La energía apagó mis propios poderes, que se
me movían quemando de la casa al suelo. No me sorprendió. Era un simple
hechizo, que yo había conocido y utilizado durante siglos en Perú para
protegernos de los Naturi mientras dormíamos a los pies de las ruinas de
Machu Picchu. Sabía que Clarion no iba a ponérmelo fácil, pero por lo menos
tenía que intentarlo.
Dejando caer las manos de nuevo a mi lado, pude sentir a Valerio riendo entre
dientes en la parte trasera de mi cerebro mientras caminaba hacia la casa. Él
podía leer mis pensamientos, y me oyó cuando maldije al brujo para hacer esto
más difícil de lo que realmente tenía que ser. Sin embargo, los fragmentos de la
risa crecieron rápidamente cuando me acerqué a la puerta y la abrí fácilmente.
La oscuridad me esperaba al cruzar el umbral. Las hojas y la nieve se habían
fundido en la puerta abierta, como si la casa hubiera sido abandonada desde
hacía años en lugar de sólo unas pocas horas. De pie en el pasillo, hice un
ondulamiento con la mano derecha, enviando fuera mi poder, en busca de
velas, pero ninguna luz saltó a la vida. Con un silbido bajo, convoqué a mi
poder, esta vez intentando que una pequeña bola de fuego se situara justo en
frente de mí. Nada pasó de nuevo. Clarion no sólo había lanzado un hechizo de
protección en la propia casa, sino que había encontrado la manera de sofocar
todos los fuegos. Mi habilidad era inútil, siempre y cuando el brujo viviera.
Dejé caer la mano de nuevo a mi lado, apretando los dientes y seguí caminando
por la casa, revisando cuarto tras cuarto. El mobiliario era nulo y los valiosos
adornos y pinturas habían desaparecido ahora. La casa había sido saqueada a la
espera de mi llegada. Mi conjetura era que Veyron esperaba sobrevivir a esta
lucha, pero no creía que su residencia sobreviviera. E staba planeando su futuro,
pero no lo había hecho bien. Si él fuera realmente inteligente, correría y no
mostraría su rostro en Europa de nuevo.
Cuando me volví por una esquina para ir a través de lo que parecía ser el
comedor, las armas de fuego estallaron. Corriendo por el duro suelo de madera,
me caí de rodillas cuando me di la vuelta, resbalando por el suelo mientras
sacaba un par de cuchillos de mi costado. A pesar de la pesada oscuridad de la
sala, capté a mis dos atacantes y lancé mis cuchillos hacia ellos. Uno gritó
cuando el cuchillo se le enterró hasta la empuñadura en el brazo, mientras que
el otro hombre simplemente gorjeó cuando la hoja se le clavó en la garganta.
Cayó hacia atrás, ahogándose en su propia sangre, mientras que el otro hombre
se tambaleaba hacia atrás. Apretó el brazo herido contra su estómago mientras
trataba de disparar torpemente el arma con la mano izquierda. Apretó varios
disparos con el arma automática, enviando dos balas hacia mí antes de que
finalmente lo alcanzara y le quebrara el cuello.
¿Te encuentras bien? Me preguntó Danaus inmediatamente cuando el dolor
atravesó mi cuerpo.
Bien, gruñí de vuelta. Mi hombro y la pierna quemaban pero podía sentir los
agujeros ya cerrándose. No estaba perdiendo mucha sangre, y el dolor era sólo
una distracción menor. Me agaché, saqué los cuchillos de mis dos víctimas y los
limpié en su ropa antes de devolverlos a sus vainas.
La casa estaba tan silenciosa como un mausoleo, ahora que los disparos habían
cesado. Me quedé completamente inmóvil, tratando de escuchar algo. Por
encima de mí, oí a la vez un muy débil el crujido de tablas bajo el peso de
pesadas botas. Allí estaba la respiración profunda y ocasionalmente el leve
sonido de los rápidos latidos cardiacos golpeando, con anticipación. Envié mis
poderes fuera de mi cuerpo otra vez. Los seres humanos se encontraban en los
pisos superiores, mientras que los Nightwalkers se encontraban en el sótano.
Clarion estaba completamente desaparecido. Sólo podía adivinar que él se
estaba encubriendo a sí mismo, pero no tenía dudas de que me estaba
esperando en el sótano con Veyron.
Si iba directamente detrás de mi presa, iba a tener una horda de seres humanos
con armas automáticas a mi espalda. Por lo que tenía que limpiar primero la
planta superior antes de ir tras Veyron y los otros. Por supuesto, no confiaba en
esta disposición en absoluto. Sabía que Veyron, Odelia, y Clarion no les
importaba sacrificar unos pocos seres humanos si eso significaba mi
destrucción.
Transmití mi plan a Valerio y Danaus, y a ninguno de los dos hombres le
gustaba. Exigieron que les permitiera ayudarme, pero yo les dije que se
mantuvieran atrás. Si yo pudiera coger a cada ser humano sin arriesgar más
vidas de lo necesario, entonces ya les diría que procedieran de esa manera. Ellos
ya se arriesgarían bastante cuando fueran en contra de Clarion.
Resérvame a Odelia para mí, exigió Stefan, sorprendiéndome. No había sentido su
presencia en mi mente, pero claro no le había estado buscando. Stefan aborrecía
mi toque, y no tenía ninguna duda de que él pensaba que estaba rebajándose
para ponerse en contacto conmigo de esa forma, pero en este momento eso era
un mal necesario.
Veré lo que puedo hacer.
Agarra un arma de fuego, Mira, me ordenó Danaus cuando empecé a pasar por
los cuerpos.
Me tragué mi argumento y cogí una fea arma negra. No sabía cómo cargar a
este monstruo y sólo pude esperar que no tuviera puesta el seguro que
necesitaba quitar antes de disparar. Sólo quería ser capaz de apretar el gatillo y
enviar una lluvia de balas a mis enemigos, pero no iba a confiar en ella. No me
gustaban las armas. Demasiado poco fiables y demasiado ruidosas. Los
cuchillos eran mucho más personales.
De regreso al frente de la casa, me detuve al pie de la escalera. El segundo piso
estaba abierto y daba al vestíbulo principal. Me sentía demasiado expuesta de
pie allí, y sabía que iba a ser clavada contra la pared cuando subiera al segundo
piso. Mirando a mí alrededor, vi una araña adornada directamente sobre mi
cabeza.
Con una sonrisa, salté hacia arriba en el aire y cogí una sección inferior de la
lámpara. Hubo un leve quejido, pero la araña resistió. Me moví de ida y vuelta
un par de veces como un artista de circo en el trapecio antes de lanzarme. Mi
pie izquierdo resbaló en el borde de la segunda planta, pero mi pie derecho se
posó en el suelo, lo que me permitió agarrar la barandilla.
Mientras me subía encima de la barandilla, los disparos rompieron el silencio y
la oscuridad. Agachada sobre una rodilla, giré de izquierda a derecha,
disparando de vuelta a los hombres adiestrados para matarme. Las balas
picaron las paredes y la madera de la barandilla a mí alrededor. Me golpearon
un par de veces más, antes de que me las arreglara para matar a los tres
hombres que me rodeaban con el arma automática.
Sentada en el suelo, agarré la pistola contra el pecho a la espera de que mi
cuerpo sanara. Tuve la tentación de alimentarme de alguno de mis oponentes
que se estaban muriendo, pero decidí no hacerlo. No había nada peor que ser
interrumpida en medio de una comida. Miré hacia abajo a la pistola en mi mano
y fruncí el ceño.
Te dije…
Cállate, Danaus. No tenía ninguna duda de que el cazador había estado
esperando meses para pronunciar esas palabras, y esta vez tenía razón. En un
tiroteo con los seres humanos, las armas eran eficaces contra las armas. Bueno,
al menos eran eficaces cuando no podía prenderlos en fuego.
¿Nos necesitas? Preguntó Valerio. Yo no estaba acostumbrada a tener a tanta
gente corriendo de cualquier manera en mi cerebro. Estuve tentada a levantar
un poco las barreras y bloquearlos a todos para poder concentrarme, pero
decidí no hacerlo. Podrían ser necesarios en un instante, y era más fácil
contactar con ellos si ya estaban esperando en las alas de mi mente.
Todavía no. Tengo la sensación de que sólo hay dos personas más en la casa. Permitirme
matarlas y luego podrán venir, dije, obligándome a calmarme y relajarme. La
primera etapa estaba casi completa.
Me levanté del suelo con la facilidad que sólo un vampiro podría mostrar,
caminando en silencio por el pasillo a mi derecha. Me alivié al pasar una puerta
abierta tras otra, escudriñando en la inmensa oscuridad para ver el contorno
vago de una cama grande y lo que probablemente fueron las oficinas. Nada se
movía.
Al final del pasillo había un par de puertas dobles, una de ellas rota y un poco
abierta. Podía sentir a los dos seres humanos amontonados en el rincón más
alejado de lo que parecía ser una gran sala. Con la pistola metida en mi hombro,
abrí la puerta, su crujido hizo eco por toda la casa. Antes de que yo diera mi
primer paso en la sala, treinta balazos sonaron al unísono. Mierda.
¡Vengan aquí ahora mismo! Grité a mis compañeros mientras salía de la sala e iba
a una habitación vacía. Las balas atravesaron las puertas dobles y golpearon a
través de los paneles de yeso y madera. Un trío de balas pasó a través de mi
carne en varios lugares, dejando una sensación de ardor detrás. Apreté los
dientes y tiré de mí misma en una posición sentada cuando Stefan, Valerio, y
Danaus aparecieron a mi lado. Danaus se arrodilló a mi lado, inspeccionando la
última herida en el brazo. El sangrado fue más lento, ayudado por su presión
constante.
—Hay unos cuantos más de los que inicialmente podía sentir —le dije entre
dientes.
—¿Cuántos son unos cuantos más? —preguntó Valerio.
Me puse en pie con la ayuda de Danaus. —Una treintena. Debe ser un maldito
salón de baile para poder acoger a todos. —Después de entregar el arma
automática a Danaus, me saqué un par de balas. Me sentí más a gusto con los
cuchillos de plata en mis manos, como si hubiera recuperado una parte de mí.
—¡Mátenla! —gritó una voz femenina desde la otra habitación.
—Ah, y al parecer, ha enviado a Odelia por delante para hacerme frente —dije
con una sonrisa mientras miraba a Stefan—. Por favor, no la mates
inmediatamente. Me gustaría tratar de conseguir sacarle un poco de
información.
—No puedo prometer nada —respondió Stefan con un giro de cabeza a mí.
Le sonreí con dulzura, tratando de meterme debajo de su piel. —Por favor.
Ni él ni Valerio dijeron nada ya que volvieron a desaparecer. Ellos atacarían la
sala después, pero primero tendríamos que conseguir su atención.
—¿Nos vamos para servir de cebo vivo? —pregunté, volviéndome a Danaus.
—Pones mucha fe en tus amigos —dijo.
Mi sonrisa se fue, pero levanté la barbilla y me encontré con su mirada.
—Sí, lo hago. —Valerio y Stefan habían tenido la amplia oportunidad de
matarnos fácilmente tanto a Danaus como a mí. Íbamos a caminar delante de
este pelotón de fusilamiento, dependiendo de ellos para atacar desde atrás y
salvar nuestras vidas. Un momento de vacilación y Macaire conseguiría su
deseo. Danaus y yo seríamos hechos pedazos por el aluvión de balas, lo que
facilitaría a Odelia subir y reclamar nuestros corazones. En ese momento, estaba
poniendo mucha fe y confianza en Stefan. Eso era más que un poco
desconcertante.
Tomando una respiración profunda, dejé salir el aire de mis pulmones cuando
di un paso hacia pasillo y abrí las puertas de una patada. Danaus estaba a mi
lado y vació la última de las balas del arma automática mientras los seres
humanos a los que nos enfrentábamos nos apuntaban. Con los músculos
apretados, recorrí la habitación buscando un blanco fácil contando los
milisegundos hasta que Valerio y Stefan volvieron a aparecer. Se sintió como
una eternidad.
Los gritos se hicieron eco desde la parte posterior de la sala, seguidos por el
crujido de huesos rotos y el ruido sordo de un cuerpo sin vida golpeando el
duro suelo de madera. Vinieron. Las balas volaban todavía en mi dirección,
pero la concentración no era tan grande como deberían haber sido. Danaus
estaba parcialmente escondido detrás de la puerta y acribillaba a los atacantes
con su pistola, mientras yo me lanzaba por la habitación, matando a quien se
pusiera a tiro.
Plateados flashes rojos brillaban ante la pálida luz de la luna que entraban a
través de las ventanas que ocupaban las tres grandes paredes de la sala. Los
hombres cayeron de rodillas, degollados, con los intestinos derramados de sus
estómagos. Las balas se me clavaban por todos lados, pero las heridas eran en
gran parte superficiales. Me estaba moviendo demasiado rápido para que ellos
consiguieran un tiro claro, y eso los había atrapado en la habitación. Rodeados
por todos lados, no sabían dónde ir y no había lugar para la misericordia.
Toda la batalla había terminado en menos de tres minutos, pero la devastación
fue masiva. Los cuerpos eran arrojados y apilados alrededor de la gran
habitación vacía, mientras que la sangre se estancaba en las grietas de los pisos
de madera y las alfombras empapadas. Cuando el silencio llenó la habitación de
nuevo, me volví a encontrar Stefan inclinado sobre Odelia, con sus colmillos
expuestos y goteando sangre. Él no la había matado, sin embargo, a petición
mía, pero no sería capaz de aguantar mucho más tiempo.
Odelia era un caos sangriento. Su rostro tenía una serie de tres largos arañazos
en la parte delantera, y la forma en que su brazo izquierdo colgaba a su lado me
hizo pensar que su hombro se había dislocado. Su pelo oscuro era un lío
enmarañado de sangre y nudos de su lucha con Stefan. Largos tajos
estropeaban su ropa, revelando más heridas. Se sentaba con su espalda apoyada
en una esquina, mostrando sus colmillos mientras trataba de protegerse de
Stefan, pero ella no estaba ganando la batalla.
—Mi querida Odelia —ronroneé mientras me acercaba a su lado. Lentamente
puse una mano sobre el hombro de Stefan y la apreté. El Nightwalker respiró
lentamente por la nariz mientras se enderezaba y alejaba sus colmillos. Él estaba
de vuelta al control de sus emociones de nuevo—. Parece que Veyron y Clarion
la han abandonado a su suerte. Sacrificada como el pobre Ferko y Sofía. ¿Sabía
usted que era tan prescindible?
—¡No lo soy! ¡Veyron vendrá a por mí! ¡Sólo espera! —exclamó aún mientras se
apretaba más en la esquina.
Me reí, dando vueltas a una espada con la mano. —Oh, me temo que es
demasiado tarde para eso. Estoy buscando un poco de información antes de que
la maten.
—¿Y por qué te diría algo? —Se le quebró la voz mientras hablaba. Creo que
estaba empezando a darse cuenta de que Veyron no iba a llegar a caballo a su
rescate. De lo contrario, lo habría hecho ya. Él no la habría dejado en contra de
la Fire Starter y dos Ancianos sólo con un grupo de seres humanos y armas de
fuego.
Me encogí de hombros, mientras pateaba fuera un miembro amputado situado
cerca de mi pie. —Esto determinará tu muerte. Coopera y morirás rápidamente
y sin dolor. No lo haces, y... bueno, podemos ser creativos. —Stefan me miró
pero no dijo nada. Esto no había sido parte de nuestro acuerdo, y yo no contaba
con él cumpliendo con mis deseos justo en este momento.
—¿Se encontró Macaire con Veyron? —exigí.
—Macaire llegó a Budapest hace meses —dijo, con los ojos como dardos lejos de
mí.
—¿Qué quería?
—¿Cómo voy a saberlo? No soy el guardián de Budapest —respondió ella con
sarcasmo.
Suspiré dramáticamente. —Stefan.
Stefan se adelantó para agarrarla y ella gritó: —¡Él te quería muerta! ¡Te quería
muerta!
—¿Alguna cosa más?
—A ti y al humano. Él los quería muertos, no importaba lo que hiciera falta.
Teníamos que hacer lo que fuera para matarlos a los dos. No importaba que
quedáramos atrapados en medio del fuego cruzado —admitió entre sollozos
rotos. Se cubrió la cara con su mano derecha mientras las lágrimas caían por su
cara manchada de sangre.
—¿Y Michelle?
—¿Qu-Quién? —preguntó.
—Michelle. El vampiro que mataste —le facilité. El filo regresó a mi voz y
estaba a punto de entregarla a Stefan cuando por fin habló.
—Ella no pertenecía aquí. Ella no tenía nada que hacer en Budapest.
—¿Nada que hacer?
—Ella no era bienvenida aquí, ya tenemos suficientes Nightwalkers femeninos
en Budapest. No había espacio para más.
—¿Así que la mataste? ¿Cuántos otros han sido asesinados por esa razón?
—Decenas —dijo, mirándome con una expresión confusa.
Sacudí la cabeza mientras me apartaba de ella con disgusto. Yo había oído
hablar de la caza y el juego con novatos, pero incluso esta práctica parecía estar
en vías de desaparición. Sin embargo, nunca había oído hablar de Nightwalkers
muriendo porque simplemente no había espacio en la ciudad para otra atractiva
Nightwalker. Ferko estaba en lo cierto. Odelia había estado celosa y ordenó la
muerte de Michelle porque ella se sentía amenazada por la competencia
potencial.
Yo sólo tuve que hacer un movimiento con mi mano y Stefan estaba sobre
Odelia en un instante mientras caminaba hacia las puertas dobles. Sus
espeluznantes gritos resonaron en la sala vibrando a través de mi cerebro y
sacudieron mis dientes. El desgarro de la carne y la ruptura de los huesos fue
repugnante, pero en realidad apenas me di cuenta. Esos sonidos habían sido
ruidos de fondo de mi infancia Nightwalker. Ellos no podrían conmoverme
ahora.
Danaus frunció el ceño mientras me miraba, manteniendo a propósito la mirada
fuera de Stefan y su obra. —¿No sería más doloroso estacarla bajo el sol? —
preguntó él.
—Ella estará durmiendo tan pronto como salga el sol. Nunca sentirá nada. Tu
idea es una muerte lenta, pero también muy misericordiosa. Stefan es rápido y
desordenado, pero ella morirá en el dolor, que es lo que él quiere.
Después de un par de segundos Stefan se acercó, goteando la sangre de Odelia,
con una extraña sonrisa en su rostro. Él podría haber perdido a una asistente
que era importante para él, pero había destruido personalmente a sus dos
asesinos con sus propias manos. No podía pedir más justicia. Y en ambos casos,
Ferko y Odelia habían sido mi regalo. Stefan ahora estaría más dispuesto a
luchar a mi lado por el resto de la noche. Al menos, esperaba que funcionara de
esa manera.
—¿Veyron y el brujo? —preguntó él, agradándome. Al parecer, tenía un gusto
por la sangre esta noche y estaba dispuesto a conseguir su relleno.
—Ellos están esperando en el sótano —le dije con el ceño fruncido—. La entrada
es una única puerta que permanece en un conjunto de escaleras de madera. Si
nos dirigimos hacia abajo en línea recta, podremos fácilmente matar a todos.
Déjame ir primero y reconocer el terreno para que puedan aparecer en medio
de ellos.
—Como lo hicimos aquí —dijo Valerio, y yo asentí.
—Estás haciendo muy bien tu papel como cebo —bromeó Stefan.
Lo estaba haciendo bastante bien como cebo, pero no lo estaba disfrutando. De
hecho, estaba francamente aterrada por la idea de ir hacia abajo a un sótano
lleno de Nightwalkers y un brujo, sin mis poderes. Si mis compañeros dudaban,
estaba muerta. Deteniendo mi malestar, Danaus puso una mano en mi hombro
y la apretó. Por lo menos, él no me dejaría morir sin luchar. Yo sólo esperaba
que los demás sintieran lo mismo.
Capitulo 29
Traducido por eli25
Correg ido por Marina012
l aire del sótano subía por las escaleras, oliendo a polvo y humedad. Una
pesada energía golpeaba y crujía tanto de Clarion como de Veyron
cuando me preparaba para entrar en el lugar que ellos habían decidido
como estrado final. Resistí la urgencia de mirar sobre mi hombro hacia Danaus
y los otros cuando descendí las escaleras de madera hacia el sótano. Los tacones
de mis botas hacían ruido en los escalones, sonando como el tambor de una
marcha funeraria.
Fruncí el ceño cuando giré la esquina y encontré que el sótano que antes estaba
lleno de cojines ahora estaban apartados contra las paredes, dejando el suelo
abierto para la lucha que nos esperaba. Aproximadamente una docena de
Nightwalkers estaban desplegados ante mí sujetando todo tipo de armas, listos
para atacarme a la primera indicación de Veyron, quien estaba de pie detrás del
grupo. Tendría que hacer mi camino a través de todos los Nightwalkers para
llegar a él. Para poner las cosas peores, él estaba de pie con su espalda contra la
pared, haciendo imposible para sus acompañantes ponerse detrás de él para
una rápida matanza. Esta no iba a ser una lucha rápida y fácil.
Y eso ni siquiera sin preocuparse por el problema que Clarion presentaba. Sumí
mi cerebro cuando lentamente descendí los escalones en las efectivas maneras
para retirar al brujo sin el uso de mis poderes. El único As que potencialmente
tenía en mi manga era Danaus, asumiendo que el brujo no fuera consciente del
talento inusual del cazador.
A un pie de las escaleras encontré a Clarion de pie a la vuelta de la sala cerca de
Veyron. Él apoyaba un hombro contra la pared en su pulcro traje y corbata,
E
pareciendo como si sólo hubiera venido para una reunión de negocios. En su
mano derecha sujetaba un reloj de bolsillo de oro, el cual miró antes de mirarme
a mí con una mirada interrogativa. Podía adivinar lo que se estaba
preguntando. ¿Cómo iba a manejar esta situación y sobrevivir?
Y entonces eso me golpeó, trayendo una gran sonrisa a mi cara cuando mi
mirada cambió hacia Veyron, quien se retorcía ligeramente. No necesitaba
encargarme de ambos. Sólo uno de ellos era realmente mi enemigo. El otro aún
podía ser mi aliado... si le podía entregar lo que él quería.
Caminando sobre el suelo de hormigón del sótano, me limpié el polvo de mis
manos y me paré a unos pocos pasos del Nightwalker más cercano, sonriendo.
—Ferko y los licántropos están muertos. Sofia está muerta. Los humanos están
muertos. Odelia está muerta —enumeré mientras arrastraba mi mirada sobre
cada uno de los Nightwalkers que estaban de pie listos para atacarme—.
¿Realmente se van a unir a ellos?
—¡No puedes detenernos sola! —rió Veyron desde su posición segura de detrás
de la sala—. No tienes la habilidad para controlar el fuego ahora. No eres nada.
Te machacaremos.
—En otras palabras —dije sarcásticamente, girando mi mirada hacia los
Nightwalker ante mí—, él les permitirá morir intentando matarme para que él
no tenga que mancharse sus manos o poner en peligro su vida. Les permitirá
morir por él.
—¿Quién no quiere el honor de ser capaz de reclamar que él mató a la infame
Fire Starter? —preguntó Veyron suavemente.
—Si eso es un honor semejante, ¿por qué no vienes aquí y lo intentas tú mismo?
—rebatí, sonriéndole para mostrar mis colmillos. Veyron estaba tranquilo y yo
reí en silencio—. Eso pensaba. —Caminé a mi izquierda, dejando una apertura
hacia las escaleras mientras situaba mi espalda en la pared—. Esta es una lucha
entre Veyron y yo. No es con ustedes. Tomen lo que queda de sus vidas y
salgan de aquí mientras aún puedan.
Hubo un suave susurro entre los Nightwalkers cuando ellos miraron alrededor,
sorprendidos por esta inesperada oferta. Esta no era una oportunidad que
recibieran bajo muchas circunstancias. Pero entonces, yo no era como la
mayoría de los Nightwalkers. Yo era peor.
—¡No puedes hacer eso! —gritó Veyron.
—Por supuesto que puedo. Soy la guardiana de este dominio. Soy un Anciano
en el Aquelarre. Puedo ofrecerles sus vidas si eso deseo —dije con una risa—.
Pero si se van a ir, váyanse ahora.
Hubo un suave arrastre de pies entre los Nightwalkers cuando un montón de
ellos se dirigió hacia las escaleras, precavidos al moverse a mi alrededor. Ellos
obviamente eran desconfiados, y tenían todo el derecho a serlo. Ellos habían
intentado estar contra mí, traicionar a su guardián. No podía permitirles vivir
para que ellos me traicionaran otra vez un tiempo después.
Maten a los que suban las escaleras en silencio, dije a mis acompañantes
esperándome en el piso de arriba.
Mientras tanto, otros permanecieron para atacar. Las cuchillas cortaban a través
del aire y los puños venían estrellándose por abajo, apuntando a partes
sensibles. Iba a vivir mi ráfaga de acción. Con ellos luchando tan fuerte, opté
por mis cuchillos pequeños, permitiéndome acercarme y ser personal con cada
uno de mis oponentes. Deliberé una ronda de cortes y apuñaladas que dejaron a
tres de mis atacantes girando en el suelo, agarrando enormes heridas que
llevarían varios minutos cerrar. Apuñalé a un oponente en el estómago,
liberando mi cuchilla y golpeando mi puño en su pecho. Agarré su corazón y lo
saqué libre antes de que él pudiera caer. Mirando su negro corazón en mi mano,
siguieron dos atacantes que ya había alcanzado de vuelta inmediatamente.
—He sobrevivido seis siglos, luchando tanto con Naturi como con Bori. He
masacrado Nightwalkers, Cambiaformas, y brujos con mis manos desnudas.
¿Crees que en todo ese tiempo no he aprendido a matar sin mis poderes? —
gruñí.
—¡Mátenla! —gritó Veyron, ganando una profunda risa de mí, la cual
simplemente bailó alrededor de la oscura sala, dejándoles saltar en las sombras.
—Salgan de aquí —ordené. Esos que tenían el poder de levantarse sobre sus
propias piernas salieron disparados escaleras arriba, donde se encontrarían con
una muerte silenciosa por mis queridos compañeros.
Tiré el corazón y lamí algo de la sangre que estaba goteando de mis dedos
cuando giré mi atención hacia Veyron y Clarion. Sonreí e incliné mi cabeza a un
lado cuando les miré, intentando decidir como continuaría. Había una buena
oportunidad de que Clarion me machacara con un simple hechizo. Además, no
estaba segura de poder manipular el talento de Danaus sin él de pie en la sala
conmigo.
Podría necesitar usar tus poderes, advertí a Danaus. Esperaba evitarlo pero podría no
ser capaz.
¿Me necesitas allí?
Quédate dónde estás. Todos ustedes. Quiero presentar la imagen de ocuparme de
Veyron sola.
—Clarion, apreciaría si liberarás mis poderes ahora —anuncié pacientemente.
El brujo arqueó una ceja hacia mí y se tensó donde él estaba de pie. —¿Y por
qué haría eso?
—Porque puedo torturar más efectivamente a Veyron de esa manera.
—¿Qué te detendría de intentar usar tus poderes sobre mí?
Descendí mis pegajosas manos a mis lados y estreché mi mirada sobre él. —Mis
asuntos no son contigo, ¿verdad? Ya has estado maniobrando todo para que
esta ciudad sea limpiada de toda la muchedumbre.
Clarion dio un ligero encogimiento de un hombro y sonreí. Levantando mi
mano derecha, golpeé mis dedos y una pequeña lágrima de fuego apareció.
Suprimí una señal de alivio. No estaba acostumbrada a no tener este talento en
mis dedos. Aunque la magia de Clarion no había destrozado mi habilidad de
manipular el fuego, él había suprimido exitosamente la creación del fuego en la
casa o alrededor de ella. Pero ahora lo tenía de vuelta.
—¡Clarion! ¡Teníamos un trato! —gritó Veyron. El Nightwalker giró para
embestir al brujo, pero con una onda de mi mano una pared de fuego formó un
semicírculo alrededor de él, manteniéndolo clavado contra la pared. Veyron
presionó su espalda contra la pared mientras de quedaba de pie de puntillas en
un esfuerzo de alejarse tanto como fuera posible de las llamas—. ¡Mira!
Puedes venir ahora. Sólo sigue mi liderazgo. Aún estoy excavando para algo de
información, dirigida a los otros. Sus pasos sonaron bajando las escaleras. No miré
sobre mi hombro, pero pude sentir a Danaus delante, su poder corría delante de
él y bajaba hacia el oscuro sótano. Con un pensamiento, una bola de fuego
apareció cerca del pie de las escaleras, ofreciendo un globo de luz contra la
espesa oscuridad que apenas había penetrado por el débil par de desnudas
bombillas que colgaban sobre la cabeza.
—Ahora que la pandilla está toda aquí, tengamos una pequeña charla, Veyron
—dije, asegurando de que Clarion comprendiera que no le estaba incluyendo en
estos repugnantes asuntos. Tenía otros, mejores, planes para él—. Quiero saber
por qué Macaire vino a ti.
—¿Por... Por qué Macaire vino a mí? Él no tiene ningún asunto aquí —
tartamudeó el Nightwalker.
—Por favor, Veyron, estoy intentando hacer esto fácil para ti. No me hagas
hacerte gritar.
—Sólo mátalo Mira —se quejó Stefan—. Estoy listo para dejar este lugar.
—Pronto. Nos iremos pronto —prometí. Levanté mi mano izquierda en un
lento arco, y como resultado el fuego saltó de la pared rodeando a Veyron hacia
su brazo derecho. El Nightwalker gritó y aplastó su brazo contra la pared,
intentando apagar el fuego. Conté hasta siete y entonces extinguí las llamas
sobre él. —Puedo hacer esto toda la noche, y luego seguir la siguiente tarde y
comenzar todo otra vez. Puedo quemarte hasta que no haya nada excepto una
masa temblorosa de crudo tejido y dolor. Dime por qué Macaire vino a ti.
—Él nos quería para matarte ti y a esa cosa —gritó, señalando a Danaus con su
mano izquierda—. Él sabía que nuestros números eran fuertes aquí. Sofia le
habló de Clarion y fue seguro que nosotros podíamos usarle. Macaire también
pensó que Sofia podría separarlos a los dos, así que nos dijo que los
separáramos y los matáramos.
Giré mi mirada hacia Clarion y sonreí. —El Anciano puso su dinero en Sofia
para separarnos —reflexioné, y el brujo sonrió con suficiencia devolviéndome la
sonrisa. Él había estado evitando las sombras, esperando su momento.
—Fue una apuesta interesante —admitió él.
Mirando de vuelta hacia Veyron, causé que el fuego se moviera unas pulgadas
más cerca, encogiendo el semicírculo. —¿Te has comunicado con Macaire
recientemente?
—¡No!
—¿Cuándo hablaste con el Anciano por última vez? —inquirió Valerio.
—La noche del baile.
—¿Te dio algunas instrucciones con respecto a alguien más que podría
acompañarme? —pregunté.
—Matarles. Matar a todos los que te eran leales —dijo Veyron.
Sonreí. Macaire había sellado su propio destino por aliarse contra Valerio y
Stefan. El Anciano podría haber contactado con Veyron otra vez después de que
ellos anunciaran que me estarían acompañando. Él podía haber cambiado las
órdenes para que estuvieran entrenados, pero no lo había hecho. Macaire quería
a todos los que estaban asociados conmigo muertos.
—¡Por-por favor, Mira! —suplicó Veyron—. Haré todo lo que digas. ¡Cualquier
cosa que quieras! Por favor, yo sólo estaba siguiendo órdenes. Macaire nos
habría destruido a todos si no hubiera aceptado sus demandas. —Clarion le
envió una mirada de disgusto cuando él volvió a apoyarse contra la pared
mientras empujaba sus manos profundamente en los bolsillos de sus
pantalones.
—Suficiente —suspiré. Con un pensamiento, las llamas se cerraron a su
alrededor, completamente sepultándole. Veyron se apartó de la pared y vino
corriendo ciegamente en mi dirección, sus gritos altos rebotaban en todas las
paredes de la pequeña sala. Puse mi espada corta sobre mi hombro y le apuñalé
directamente en su pecho, arponeando su corazón y deteniéndole en su camino.
Él golpeó casi por un minuto entero antes de finalmente estar completamente
quieto. La muerte le había finalmente reclamado. Sentí el frío toque de su alma
cuando voló pasándome en el invernal abrazo de la noche.
Extinguiendo las llamas, descendí sobre el crujiente cuerpo negro de Veyron
hacia el suelo. Con mi pie apunté contra su pecho, retiré mi espada y la situé de
vuelta en la funda de mi espalda.
Cuando levanté la mirada, Clarion me estaba considerando con una calculadora
mirada, la cual encontré con una ligera inclinación de mi cabeza. Teníamos que
llegar a un entendimiento si todos íbamos a dejar ese sótano vivos.
—Así que, ¿dónde nos deja esta pequeña aventura? —inquirió él.
—En pasos débiles, podría decir —aventuré—. ¿Crees que nos es posible
encontrar un acuerdo razonable esta tarde que nos haga a todos felices?
Clarion frunció el ceño por primera vez y cada músculo en mi cuerpo pareció
tensarse con la anticipación de su ataque. —Encuentro eso difícil de creer.
—Sólo podría matarte ahora y terminar con todo —amenacé.
—Sabes que no puedes usar el fuego contra mí.
—Tengo otros trucos —estreché mis ojos con la concentración, alcanzando y
agarrando los poderes de Danaus. Con un ligero tirón, los dirigí hacia Clarion.
De vuelta en mi mente oí a Danaus gruñirme, pero él no luchó, lo cual era
tranquilizador. La cara del brujo se arrugó cuando levantó ambas manos para
ver la piel ondulando.
—¡Mira! —dijo bruscamente, y liberé los poderes de Danaus. Podía intentar
matar a Clarion de esa manera, pero dudaba a que sobreviviera al hechizo que
él me lanzaría antes de su muerte. No estaba de acuerdo en arriesgarle cuando
aún tenía un uso para él. Por ahora, sólo le quería para asustarme.
—No me limito al fuego.
—Ya veo —replicó Clarion en voz baja—. ¿Qué es lo que te gustaría discutir?
—Budapest y su futuro.
Él frotó sus manos juntas, pareciendo intentar masajear lejos el inesperado calor
que descansaba justo debajo de su piel. —Interesante tema.
—Macaire no se acercó a ti. Él se acercó y ordenó a los Nightwalkers que me
cazaran a mí y a mi gente —pronuncié, dejando una amplia apertura para que
él fácilmente se excusara por la locura—. A todo esto, viste mi llegada como una
oportunidad. Nunca quisiste a todos esos Nightwalkers o licántropos en tu
ciudad. No me sorprendería si odiaras compartir la ciudad con Sofia.
—Interesantes pensamientos. ¿Por qué dirías semejante cosa? —preguntó él,
rascando su barbilla.
—He conocido a una gran parte de brujos y brujas en mi vida. Seguro, podrías
tener tu pequeño Aquelarre donde podréis lanzar hechizos todos juntos, pero
realmente los poderosos no juegan bien con otros. No te gusta compartir un
territorio con otros lanzadores de hechizos poderosos. Demonios, no te gusta
compartir tu territorio con otras criaturas si puedes evitarlo.
—Astuta.
—Aprendo las lecciones de la manera difícil —admití con una sacudida de mi
cabeza.
—Así que yo tomo la ventaja de la situación —dijo Clarion—. Me aseguré de
que tú tuvieras un objetivo fácil para los licántropos y Nightwalkers.
—Incluso Sofia. Indudablemente ella en secreto pidió tu ayuda cuando la maté.
Tú podrías haber venido fácilmente para rescatarla pero la abandonaste.
Clarion se encogió ampliamente, estrechando los hombros. —Ella eligió seguir
con el ridículo plan de Macaire. ¿Quién soy yo para negarle su destino? Pero
¿dónde nos deja eso?
—En un interesante punto muerto, al que tengo miedo. Podríamos intentar
matarnos mutuamente ahora, y estoy segura que al menos una persona va a
gatear completamente alejándose de esta batalla, pero eso nos dejaría la
pregunta sobre el futuro de Budapest.
Clarion se alejó de la pared y dio un paso hacia mí. —¿Qué quieres hacer con
Budapest?
—Sólo paz y tranquilidad.
—¿Renuncias a tu reclamo como guardián? —demandó él en un apuro.
Di un paso hacia delante y descansé una bota en el pecho de Veyron. —No
puedo hacer eso. Dejar la ciudad abierta a cualquier Nightwalker hambriento
de poder para trasladarse y causar el caos. No puedo permitir que eso ocurra.
De todas formas, he notado que mi solo nombre tiene el poder de mantener el
orden.
—Sí, he oído semejantes cosas.
—Estoy pensando en ser más una terrateniente ausente. Mantendré mi casa
principal en el Nuevo Mundo, mientras mantengo una casa de vacaciones aquí
en Budapest. Todo lo que pido es que mantengas el orden aquí entre los
lanzadores de hechizos. Mantener la paz y la tranquilidad.
—¿Una alianza?
—¡No! —dije bruscamente, y luego reí—. He visto como operas en las alianzas.
Estaba pensando en un mutuo conocimiento con metas similares. Tú sigues tu
camino y yo el mío. Ambos sólo protegemos el secreto de nuestro mundo de los
humanos, y por lo demás sin asociación.
—Suena demasiado bueno para ser cierto —dijo Clarion con una sacudida
desconfiada de su cabeza.
—Sólo porque estoy interesada en una encrucijada. Normalmente, iría detrás de
cualquiera que intentara matarme o conspirar la muerte de mis acompañantes.
De todas formas, tú no eres el gran pescado en el estanque, y yo estoy detrás de
él.
—¿Macaire? —adivinó Clarion.
—Macaire.
—¿Y una vez hayas matado al Nightwalker, vendrás a por mí?
—No. Estaríamos limpiando la pizarra limpia. Tú simplemente irás a robar este
territorio, y yo encontraré la forma. Estoy de acuerdo en dejarte tener una parte
de los lanzadores de hechizos tanto como me permitas manejar a los
Nightwalkers.
—¿Amigos? —Una esquina de su boca se levantó en una extraña sonrisa.
—No lo suficiente. Sólo no enemigos. Intenta matarme otra vez y te haré sufrir
—avisé cuando extendí mi mano hacia él. Estaba tomando una oportunidad, y
podía oír tanto a Valerio como a Stefan maldiciéndome de vuelta en mi cabeza.
Clarion podía matarme en el parpadeo de un ojo de esta manera, pero confiaba
en que él no lo haría. Él simplemente quería este territorio para él mismo sin las
políticas, demandas o interferencias de ninguna de las otras razas.
—No enemigos —repitió Clarion cuando él lentamente tomó mi mano. Las
sacudimos dos veces y entonces rápidamente las liberamos, tanto como ambos
estábamos inseguros de esta tentativa tregua.
—Ahora, como un pequeño aviso de un no enemigo a otro, me permitiría.
Necesito quemar este lugar para destruir las pruebas de la diversión de esta
noche —dije con una sonrisa.
Clarion me devolvió mi sonrisa. —La próxima vez que estés en la ciudad, para
por Gerbeaud Cukrszda y charlaremos con un café. Puedes decirme como
hiciste tu nuevo pequeño truco.
—Cierto —dije sarcásticamente justo antes de que él desapareciera.
—¿Estás loca? —demandó Stefan al segundo de que él se fuera.
—Mayoritariamente sin duda.
—¿Cómo sabes que él no irá detrás de ti otra vez? —preguntó Danaus.
—Porque él antes nunca vino detrás de mí realmente. Él no te atacó en el hotel
con los licántropos, ¿verdad?
—No —dijo Danaus con una sacudida de su cabeza.
—Y él podía definitivamente habernos matado en el taxi, pero no lo hizo. Fue
una mera advertencia. Él podía habernos matado fácilmente esta noche, pero
ese no es su juego. Él simplemente quiere Budapest para sí mismo, y ahora él lo
tiene.
—Así que, él es el guardián de Budapest ahora —se rió Valerio.
—Es una manera de hablar. —Me giré y comencé a subir con dificultad las
escaleras con Danaus y los otros siguiéndome desde cerca—. No quiero
Budapest, pero necesito asegurarme de que no resbale en el caos. Clarion
mantendrá las cosas tranquilas aquí y mi sanguinaria reputación de alguna
forma ayudará a eso.
Paré en el pasillo para encontrar los cuerpos de los Nightwalkers que intentaron
escapar esparcidos por todo el lugar. Las cabezas habían sido cortadas y los
corazones sacados de los pechos. Todos ellos habían muerto tan rápida y
tranquilamente como era posible. Estaba orgullosa del trabajo que mis
acompañantes habían hecho, incluso si era horripilante de contemplar.
—Además, lo que le dije era cierto. No quiero morir innecesariamente por
intentar matarle, cuando mi verdadero objetivo está justo más allá de mis
dedos.
Nos dirigimos en silencio fuera de la casa y entramos en el jardín delantero, el
cual aún estaba cubierto de nieve. Succioné una profunda y limpia respiración.
Podía oler la fresca nieve y las agujas de pino sobre el espeso olor de la muerte
y sangre. Levanté ambas manos sobre mi cabeza y las llamas inmediatamente
envolvieron la casa desde arriba abajo. Eché toda mi energía en las llamas,
derritiendo el cristal e incinerando la madera. Los cuerpos eran reducidos a
cenizas y los hacía irreconocibles. No sería capaz de borrar las pruebas de los
disparos, pero esperaba que la policía atribuyera el caos a un golpe de la mafia.
Aun así, una pelea entre Nightwalkers no iba a ser su primera teoría.
Cuando el sonido de las sirenas finalmente sonó a través del silencio de la
noche, descendí mis manos de vuelta a mis costados, dejando que el fuego
ardiera por sí mismo. Me apoyé hacia atrás en Danaus, quien rodeó un brazo de
ayuda en mi cintura.
—Mira, necesitas reconsiderar tu plan de matar a Macaire —dijo Stefan en voz
baja, sorprendiéndome—. Él es un Anciano poderoso. No tienes ninguna
oportunidad. Ni siquiera puedes teletransportarte.
—Encontraré una manera de matarle.
—Stefan tiene razón. —Estuvo de acuerdo Valerio—. No puedes hacer esto. Él
no te dará la oportunidad de usar tu talento.
Apreté mis dientes y miré hacia el suelo. Mis botas habían dejado huellas rojas
en la nieve de toda la sangre por la que me había metido. —Si no lo hago, él va
a seguir viniendo con conspiraciones para matarme y a todos los que están
asociados conmigo. Esta vez hemos tenido suerte. Pero la siguiente, quizás no.
No permitiré que nadie muera porque Macaire tiene que quitarme de en medio.
—¿Y si ganas, que pasará con Jabari? —preguntó Danaus—. Él ya no tendrá un
uso para ti.
—Lo sé. —Pero ahora mismo Macaire estaba en la cima de mi lista.
Capitulo 30
Traducido por flochi y Virtxu
Correg ido por Virtxu
enecia nunca me había parecido tan buena. Representaba la última
parada de un tedioso viaje; la última cosa que me mantenía alejada de mi
adorada Savannah. Necesitaba ir a casa. Mi repentina partida de la
ciudad sureña había dejado muchas cosas colgando en el aire. Tristan me
necesitaba. Su psiquis maltratada estaba siendo comida por tener algo que ver
con la muerte de Lily. El caos creado por la presencia del bori dejó a los
Nightwalkers inestables, y Knox había sido obligado a manejar las cosas en mi
ausencia. Necesitaba volver a casa para poder calmar todo. Necesitaba estar ahí
por Tristan.
Pero por ahora estaba atascada en Venecia mientras esperaba por los miembros
del Aquelarre para volver a convocarlos. Envié a Valerio delante para que se
asegurara que estaba todo bien en la corte y ver cuáles eran los chismes
recientes. Danaus y yo vagamos por la Isla Guidecca mientras esperábamos su
regreso. Las aceras estaban cubiertas por una reciente lluvia y el agua en los
canales estaba alta, derramándose por los costados y pasando la barandilla.
Nubes de tormenta se agitaban en el cielo con la promesa de otra tormenta que
dejaría a muchas de las plazas bajas bajo el agua por la mañana. Las luces de las
farolas parecían haberse atenuado, apenas superando la noche, y una opresiva
sensación colgaba del aire.
—Algo malo está esperando al doblar la esquina —dije, resbalando
inconscientemente al italiano. Este lugar, con los siglos de recuerdos
sangrientos y violentos destellos, me empujaban a la seguridad de los viejos
hábitos.
—Es solo el clima —contestó Danaus también en italiano.
Deteniéndome cerca del borde de la isla, miré a través de la laguna hacia la Isla
San Clemente, el lugar de descanso del Aquelarre. Mi estómago se retorció en
nudos y la ansiedad empujó mi mano hacia mi cabello, apartándolo de donde
V
había tocado mi rostro. No podía seguir esperando aquí. Necesitaba llegar a esa
isla para descubrir lo que estaba pasando. Necesitaba envolver mis manos
alrededor del cuello de Macaire para poder arrancarle su cabeza.
Todo estará bien, susurró Danaus en mi cerebro. Descansó sus manos sobre mis
hombros e intentó masajear la tensión, pero la rigidez no se iba a ir a ninguna
parte hasta que escuchara a Valerio.
Para mi alivio, el Anciano apareció al lado nuestro unos cuantos minutos más
tarde, pero por su expresión, supe que no me gustaría escuchar lo que iba a
decir. —El Aquelarre se ha reunido en la sala. Saben que estás en la ciudad y
están esperando escuchar tu reporte —dijo.
Con un dudoso asentimiento, expulsé una profunda respiración, tratando de
obligarme a calmarme. Todavía tenía que lidiar con Macaire, y esa no sería una
batalla fácil.
—Entonces vamos a ponernos en marcha —dije, empezando a caminar hacia un
bote que yo había decidido utilizar para cruzar la laguna.
—Hay más, Mira —dijo Valerio, deteniéndome en mi camino. Me estremecí,
esperando las noticias, pero nada pudo haberme preparado para esto—. Tristan
está aquí.
Me di la vuelta y lo atrapé con una mirada oscura que podría haber traspasado
directamente a través de él. —¿De qué estás hablando? No puede estar aquí. Lo
dejé en Savannah.
—Macaire lo tiene.
Mi estómago se convulsionó como si le hubieran dado un puñetazo y sentí mis
rodillas volverse débiles, amenazando con enviarme al suelo.
—¿Hace cuanto? —susurré con una voz quebrada.
—Mira,‖no‖puedes‖culparlo.‖Él…
—¿Hace cuanto, maldición? ¿Hace cuanto? —grité, mi voz haciendo eco por la
vasta nada de la noche. No me importaba quien escuchara o lo que pensaran.
Macaire tenía a Tristan nuevamente, y no había estado ahí para detenerlo. No
había estado para salvarlo de la corte.
—Suena como si él hubiera estado aquí desde nuestra primera noche en
Budapest. Ha estado aquí varias noches ante la clemencia de Macaire.
Clemencia. Macaire no sabía el significado de esa palabra. No tenía duda de
que Macaire había tomado ventaja del estado debilitado y frágil de Tristan
siguiendo a la muerte de Lily a la tortura del Nightwalker. Estaba temiendo ver
lo que encontraría cuando finalmente llegara al Aquelarre. Apreté los dientes y
los puños con fuerza mientras me tragaba el grito de frustración y enojo. Tristan
nunca había venido a mí en busca de ayuda. Nunca había sentido que estaba en
ningún tipo de peligro. Debería haber sabido que Macaire atacaría a alguien de
mi casa mientras yo estaba fuera. Debería haberlo sabido y hecho algo.
Parpadeando para contener las lágrimas de enfado, me embarqué en el bote y
puse en marcha el motor. Sólo tenía una vaga idea de Valerio subiendo al barco,
mientras que Danaus nos desataba y saltaba al interior también. Conduje a
través de las olas espumosas al instante, cortando a través del agua con la
determinación de un solo pensamiento. Macaire me las pagaría. Pagaría con su
vida por casi matarme, también a Danaus, Stefan, y Valerio. Pagaría por las
horas de tortura que indudablemente le impartió a Tristan debido a mí.
Cruzamos la laguna en cuestión de minutos e hicimos un círculo en la parte
posterior de la isla para atracar en el pequeño embarcadero de piedra que daba
a la Sala Principal. Me detuve el tiempo suficiente para apagar el motor antes de
saltar del barco. Caminando por la ruta de acceso, el cristal de una farola
cercana estalló en llamas. Mi energía se rompió y corrió alrededor de mí cuando
ya no intenté controlar a mi temperamento. Vertiéndose en las otras energías
que podía sentir en el aire de los Nightwalkers cercanos. No tuve necesidad de
acceder a cualquiera de ellos. Por primera vez en mi existencia me sentí como si
estuviera en plena sintonía con mis habilidades.
Dos surcos estrechos de llamas iluminaban los lados del camino, parpadearon
de repente, mientras nos encaminamos hacia la Sala Principal. Caminé entre las
líneas de fuego, abriendo y cerrando los puños. Le iba a matar. No sabía cómo,
pero antes de que esta noche terminara, sabía que estaría sosteniendo su
corazón en mi mano.
—Mira, no puedes simplemente atacarlo —dijo Valerio, siguiéndome de cerca—
. Te arrancará la cabeza. Es más fuerte y mayor que tú por siglos. Tienes que ser
cuidadosa con respecto a esto.
—Estamos más allá del cuidado.
—Estoy aquí para ti —ofreció Danaus, pero yo simplemente quise reír.
—No tienes nada que ver con esto. Manejaré a Macaire sola.
—Mira —empezó Danaus, sonando inseguro por primera vez, y después su voz
se afirmó otra vez—, ... mis habilidades están a tu disposición.
Eso era algo tranquilizador. Me hubiera aprovechado sus poderes tanto si él
quería como si no, pero era bueno saber que al menos ahora que estaba
dispuesto a ayudarme en esta batalla, aunque fuera de lejos.
Mientras subía las escaleras de piedra a la Sala Principal, Danaus y Valerio
dieron un paso por delante de mí y tiraron de la madera maciza abriendo las
puertas de hierro. Pasé a través del vestíbulo, haciendo que las velas brillaran
con la vida al pasar. El segundo conjunto de puertas se abrieron por su propia
cuenta mientras llegábamos a ellas.
En el estrado, Jabari, Elizabeth, y Macaire estaban sentados en sus sillas,
pareciendo tranquilos y majestuosos como siempre. Mientras tanto, yo era el
viento y parecía como si me hubiera arrastrado desde los abismos del infierno
para hacerlos frente con toda mi furia. Ellos eran los del Viejo Mundo, con sus
viejas tradiciones y viejos esquemas. Me sentí como si fuera una mera fuerza de
la naturaleza, dispuesta a dejar caer mi terror en todos ellos. Pero por ahora
todas mis energías se centraron en una cara petulante. Él no creía que me fuera
a atrever a enfrentarme a él directamente debido a su edad y competencias.
Estuve más que feliz de demostrarle que estaba equivocado.
—¿Dónde está? —Gruñí mientras marchaba a través de la gran sala. Arriba, las
velas en el candelabro de cristal y oro cobraron vida. La luz se reflejaba en el
negro suelo de mármol debajo de mis pies y enviaba sombras corriendo hacia
todos los rincones de la habitación. A mi alrededor, pude sentir más de dos
docenas de Nightwalkers reunidos a lo largo de las paredes, observando mi
larga marcha en el cuarto, pero no los miré. Mi mirada nunca vacilante se
estrechó en Macaire.
—¿A quién te estás refiriendo, querida? —Inquirió él.
Subí la escalera y agarré la parte delantera de su chaqueta. Comencé a alzarlo
de la silla, con la esperanza de echarlo al suelo, pero el bastardo desapareció de
entre mis manos. Al instante volvió a aparecer detrás de mí, enderezando su
chaqueta.
—Sabes a quien quiero —Gruñí, volviendo a bajar las escaleras—. ¿Dónde está
Tristan?
—Oh, ese joven —contestó Macaire, con su sonrisa regresando. Agitó su mano
y un par de Nightwalkers se deslizaron por una puerta al lado de la sala. Estaba
tentada a seguirlos, pero me obligué a permanecer de pie en el pasillo. No iba a
dejar Macaire fuera de mi vista ni por un segundo si podía evitarlo.
—Ya sabes, teniendo en cuenta tus luchas con Nightwalkers, brujos, y Naturi,
me preocupé de que no fueras a salir con vida, así que pensé que sería mejor
que fuera a buscar al chico. Sadira había estado tan preocupado por él. Estaba
segura de que él no sería capaz de sobrevivir por su cuenta.
Mientras hablaba, el fuego de las velas creció. Llovió cera, creando un sonido
repugnante al golpear el suelo de mármol. Las banderas que colgaban del techo
estallaron en llamas y los Nightwalker gritaron de terror, alejándose
frenéticamente del fuego.
¡Cierra las puertas! Nadie va a salir, le dije a Valerio, a sabiendas de que él podía
utilizar sus poderes para mantener las puertas cerradas. No sabía quién era el
responsable de la tortura de Tristan más allá de Macaire, pero quería estar
segura de que todo el mundo fuera testigo de esta lucha. Quería estar segura de
que todo el mundo entendiera que yo era una fuerza que no iba a ser pisoteada.
La puerta lateral se abrió de nuevo y dos Nightwalkers arrastraron a un
cojeante Tristan entre ellos. Su cabello castaño estaba enredado y anudado y sus
ropas estaban hechas un lio. Le observé mientras corría a su lado. No pude
encontrar ninguna lesión física más allá de un puñado de rasguños. Por
supuesto, no es el daño físico el que me había interesado. Los dos Nightwalkers
lo dejaron cerca del centro de la habitación y se retiraron de nuevo a un lado,
poniendo la mayor distancia entre ellos y yo como les fue posible.
Poniéndome de rodillas ante Tristan, le ayudé a incorporarse, rodeando su cara
con mis dos manos temblorosas. —Tristán, mírame —le dije, empujando las
palabras más allá del nudo en la garganta. Su mirada siguió bailando por la
habitación como si estuviera luchando por el proceso que le rodeaba—. Por
favor, Tristan, necesito que me mires.
Después de un par de segundos finalmente me miró, pero su mirada estaba
vacía y perdida, como si no pudiera realmente verme. Líneas de dolor y horror
estaban grabadas profundamente en su rostro, provocándole cicatrices e incluso
parecer más viejo. Mi guapo, joven Tristan parecía como si estuviera atrapado
en una pesadilla perpetua de la que no había escapatoria.
—Tristan, soy Mira —dije, forzando a que mi voz se mantuviera firme—. Por
favor, mírame y dime que me reconoces. Háblame, Tristan. Voy a llevarte a
casa.
—¡No! —gritó, sacudiéndose lejos de mi alcance. Se arrastró por el suelo unos
metros antes de acurrucarse en posición fetal en el centro de la pista. Oí reírse a
alguien, e inmediatamente él estalló en llamas. Sus gritos de dolor se
desvanecieron en el fondo mientras me arrastraba hacia Tristan y tiraba de él en
mis manos lo mejor que pude. Mi corazón se rompió en mil pedazos irregulares
al sostener a mi herido Tristan.
—¿Por qué no quieres ir a casa?
—Ella está allí. Está esperándome. Va a matarme —dijo con voz temblorosa.
—¿Quién?
—La Fire Starter —susurró—. Ella va a matarme.
—No voy a matarte, Tristan. Quiero que vuelvas a casa conmigo. Te mantendré
a salvo. Macaire no volverá a tocarte.
Tristan sacudió violentamente su cabeza de lado a lado. —No, Macaire me
protegerá. La Fire Starter va a matarme.
—No, Tristan. No voy a herirte —dije, forzándome a tragarme las lágrimas que
amenazaban con salir. No le estaba alcanzando. Él no me veía. Se había perdido
en su miedo a la Fire Starter, con la mente bloqueada en el mundo horrible que
Macario había creado para él.
—La Fire Starter me va a matar. La Fire Starter. Maté a su hija. Asesiné a la
pequeña Lily —murmuró mientras las lágrimas caían por su pálido rostro.
—No, Tristan. No fue tu culpa —argumenté mientras las lágrimas empezaron a
resbalar por mi cara—. La muerte de Lily no fue culpa tuya. Lo sabes. Yo nunca
te haría daño. —Con mucho cuidado le moví por lo que ahora estaba sentado
en el suelo de nuevo con su rostro en mis manos. Traté de que me mirara
directamente a la cara, pero era como si yo no estuviera realmente allí. Pero en
verdad, era él el que no estaba allí. No estaba realmente en la Sala Principal.
Estaba encerrado en una pesadilla sin fin que rodeaba a la muerte de Lily.
Cerré los ojos y me sumergí en la mente de Tristan. Sus pensamientos eran un
remolino de caos de recuerdos fragmentados. Nada fluía en un orden natural.
La única constante era la visión de la muerte de Lily corriendo una y otra vez en
su mente como un disco rayado. No pude encontrar la astilla de la mente
consciente de Tristan. Su sentido de identidad había sido completamente
destruido, y lo único que quedaba era un caparazón de miedo y dolor.
Salí de su mente y apreté mis brazos alrededor de él en un abrazo fuerte. Le
había fallado. Le había prometido que le protegería y le mantendría a salvo de
Nightwalkers como Macaire. —Lo siento mucho —exclamé, ahogando las
palabras a medida que se estrellaban en el silencio de la sala—. Lo siento tanto.
No había manera de salvarlo. No quedaba nada de Tristan para salvar. Estaba
atrapado por el resto de su existencia en un mundo de dolor y horror. Él creía
que la única persona que lo defendía lo iba a matar. Él creía que Macaire le iba a
proteger, cuando el anciano sólo iba a aumentar su terror a cada paso. Yo no
podía salvarlo.
Enjuagándome las lágrimas con la palma de mi mano, alejé a Tristan de donde
él estaba acurrucado en mi contra. Le obligué a mirarme a la cara otra vez y le
di una fuerte sacudida por la frustración. —¡Tristan, mírame! —ordené con voz
áspera—. Soy Mira. Mírame. Soy Mira y quiero llevarte a casa.
Tristan se limitó a sacudir la cabeza, mirando a cualquier lugar, menos a mí
mientras él gemía suavemente por el dolor. Un destello de reconocimiento
podría haberme parado. Sólo un destello del antiguo Trista n que me hubiera
indicado que podría haber sido capaz de traerle de vuelta de nuevo. Pero no
quedaba nada.
Poniéndome en pie otra vez, me volví a Macaire sacando los cuchillos de mi
lado. Con una velocidad sorprendente se los lancé, esperando que al menos uno
diera en el blanco antes de que el hijo de puta desaparecido. Sólo tenía que
anotar un golpe de menor importancia. Algo que le frenara un poco para que yo
pudiera tener una pequeña ventaja.
—¡No! —gritó Tristan para mi sorpresa. Vi como los cuchillos se detuvieron a
unas cuantas pulgadas de distancia de Macaire, de pie delante de su silla. Las
cuchillas se cernieron en el aire, reflejando la luz de las velas.
Me di la vuelta para encontrar a Tristan de rodillas en el suelo con una mano
extendida hacia Macaire. Sostenía con la mano los cuchillos en el aire, con el
rostro contraído por el miedo. —No puedes hacerle daño. ¡Él es mi única
protección contra la Fire Starter!
—Él está tratando de destruirte —grité con frustración mientras cogía varios
cuchillos. Se los arrojé Macaire, pero llegaron a la misma barrera invisible. Me
sorprendió que Tristan pudiera sostenerlos a todos, teniendo en cuenta lo débil
y frágil que estaba, pero yo podía sentir el miedo que salía de él en repugnantes
ondas. Esto fue suficiente para darle fuerzas para seguir adelante.
—Él es mi Salvador —dijo Tristan. Él ondeó su mano una vez y me giré hacia
Macaire a tiempo para ver los cuchillos disparados a través de la sala hacia mí.
Corriendo unos cuantos pasos, me tiré hacia adelante y rodé en una posición de
rodillas. Tres de los cuchillos repiquetearon contra el suelo mientras el cuart o se
incrustaba en mi espalda.
La risa de Macaire hizo eco en la sala, empujándome más allá de cualquier
pensamiento racional. No solo había torturado a Tristan, quebrando la mente
de la pobre criatura, si no que lo había vuelto en mi contra. Todavía arrodillada
sobre el suelo, me giré y levanté mi brazo derecho, enviando tres bolas de fuego
hacia el Anciano.
Nuevamente, un desesperado y aterrorizado grito de Tristan desgarró el aire.
Apartándose del suelo, corrió a través de la sala y lanzó su cuerpo en frente de
las bolas de fuego en un esfuerzo por proteger a Macaire. No tuve suficiente
tiempo para detenerlo. Las llamas lo golpearon rápidamente en el pecho,
envolviéndolo por un segundo completo antes de que pudiera extinguirlas. Se
desplomó al suelo, moviéndose y retorciéndose de dolor mientras toda su carne
expuesta era quemada por las llamas.
Saqué el cuchillo de mi espalda mientras me elevaba sobre mis pies y me
acercaba a donde Tristan estaba recostado en el suelo. Sus amplios ojos miraron
el techo mientras las lágrimas descendían por sus mejillas quemadas. Él no me
miraba más. No reconoció el amor que sentía por él. Sólo había el dolor y horror
que Macaire había fabricado en su mente. Tristan estaba encerrado en ese
mundo ahora.
Lo único que podía darle era su liberación del dolor. Podía darle paz.
Apretando mis dientes, ubiqué mi mano izquierda sobre su hombro derecho y
sumergí mi puño derecho en su pecho. Saqué su corazón tan rápidamente como
me fue posible para no causarle más dolor del que ya sufría. Se desplomó
contra mí mientras acunaba su corazón contra mi pecho. Su sangre fría corrió
bajando por mi brazo y goteando desde el borde de mi codo sobre el duro suelo
de mármol. Bajé la cabeza y froté mis labios contra su suave pelo mientras
lágrimas frescas llovían por mis mejillas. Había perdido a mi querido y dulce
Tristan, y Macaire me había forzado a matarlo en un esfuerzo por evitarle más
dolor. Había perdido a mi dulce Tristan y era mi culpa porque no había estado
ahí para protegerlo.
Danaus se acercó y se arrodilló junto a nosotros. Gentilmente apoyó a Tristan en
el suelo, enderezando sus piernas y doblando sus brazos sobre su pecho. Solté
su corazón bajo sus manos dobladas. Me sequé las lágrimas, manchando con su
sangre mis mejillas. Estaba lista ahora para matar a Macaire. Estaba preparada
para matarlos a todos.
Capitulo 31
Traducido por Virtxu
Correg ido por Angeles Rangel
acaire me sonrió. Me levanté del suelo como si una fuerza invisible
me empujara y se interpusiera entre él y el cuerpo de Tristan. La sala
estaba completamente en silencio excepto por el crepitar del fuego y
el ruido constante de los latidos del corazón de Danaus. Mi temperamento
había llegado al punto álgido de ebullición. Yo simplemente lo quería muerto.
No me importaba cómo.
El anciano dio un paso hacia mí y yo alcé mi brazo derecho. Las llamas
estallaron en el suelo a su alrededor. Pero antes de que pudieran cogerlo, el
Nightwalker desapareció de la vista. Yo silbé, girando alrededor para encontrar
donde había reaparecido. Recogí las energías que me rodeaban, sacándolas
hacia fuera. Él se cernía en las afueras de la sala, tan cerca que podía verle, pero
con la seguridad de estar fuera de mi alcance.
Mi cabeza se giró hacia Jabari, que estaba descansando en su silla. Me hizo un
gesto con la mano izquierda como si estuviera diciendo que iba más allá de su
capacidad el ayudarme. Cómo si pudiera ser posible. Si el viejo no me iba a
ayudar a eliminar a nuestro enemigo común, entonces yo iba a usar sus poderes
para atrapar al Anciano. Podía sentir los poderes de Jabari encrespándose
alrededor de la sala, mezclándose con los de Danaus y los míos. Sabía que
podía envolver mi mano a su alrededor de la misma manera que podría utilizar
los de Danaus. No tenía duda de que el Anciano iba a negarse a ser controlado
por una criatura patética como yo, pero yo no iba a darle ninguna opción.
Jabari me había metido en este lío, él me había hecho enemigo de Macaire.
Agitando la mano por el aire con un movimiento de fuerte, extinguí las llamas y
me quedé completamente inmóvil, esperando. Macaire reapareció en el estrado,
de pie con un pie en el escalón más bajo, su cuerpo estaba parcialmente vuelto
M
hacia mí como si estuviera haciendo una pausa en medio de la escalada de
nuevo hasta su silla. —¿Me culpas de la muerte de Tristan?
—Destruiste su mente —gruñí.
—Voy a admitir que no había mucho allí para destruir cuando lo encontré.
Parece que había tenido un encuentro con un bori —dijo Macaire mientras él
volvía a su asiento. Se produjo un audible suspiro que corrió por la habitación
cuando hizo esa declaración. No me encogí lejos ante la nueva censura que
venía de Jabari y Elizabeth.
—Hemos tenido algunos problemas. El bori fue enjaulado de nuevo —dije
rápidamente—. ¿Te preocupaste tú de los Naturi a los que fuiste asignado?
La sonrisa de Macaire se desvaneció y su rostro se contrajo en una extrema
expresión de disgusto. —Los Naturi fueron exterminados. ¿Cómo te fue a ti?
—Los Naturi murieron, pero parece que algo me estaba esperando. ¿Tuviste
una conversación con Veyron antes de mi llegada? ¿Le ordenaste deshacerse de
mí y de mis compañeros?
—¿Por qué iba a hacer tal cosa? —preguntó Macaire suavemente, pero había un
destello de advertencia en sus ojos.
—Porque eres un maldito hijo de puta que no piensa en nadie más que en sí
mismo. Pero tengo que darte las gracias. Necesitaba un territorio europeo, y
ahora soy el guardián de Budapest y de Savannah.
Mi única advertencia fue un gruñido bajo del Nightwalker cuando se lanzó de
la silla y cruzó la gran distancia que nos separaba. Yo no lo dudé. Envolví los
poderes de Jabari a mi alrededor y los instintos me ayudaron a desaparecer de
ese punto medio segundo antes de Macaire llegara. Estuve rondando durante
un latido del corazón en una arremolinante oscuridad, viendo a Macaire
buscándome desesperadamente en el lugar.
Volví a aparecer junto a él y cerré el puño en su mandíbula antes de que él se
diera cuenta aún de que estaba de pie ahí. El Nightwalker fue lanzado por la
habitación, deslizándose varios metros sobre el suelo de mármol antes de llegar
a una parada justo enfrente de un grupo de Nightwalkers que me miraban en
un total estado de shock. Era bien sabido que yo no tenía la capacidad de
aparecer y desaparecer a voluntad, y sin embargo teniéndola, esto me hacía
diez veces más peligrosa de lo que ya era.
El temor llenó la cara de Macaire por sólo un momento antes de que fuera
reemplazado por la ira. Él me había subestimado, y esto era sólo el comienzo.
Yo necesitaba que él me temiera. Con los poderes de Jabari firmemente en mis
manos, agarré a Macaire telepáticamente por las piernas y lo arrojé por la
habitación, golpeándolo contra la pared del fondo con la fuerza suficiente para
romper las piedras. Casualmente crucé la distancia entre nosotros antes de
agarrarle una vez más con la magia y lanzarle alrededor de la habitación.
—¡No puedes hacer esto! —Gritó con un ligero vacile en su voz. Estaba en lo
cierto. Yo no podría hacer esto, no sin Jabari en la mano.
Ten cuidado, flor del desierto, me advirtió Jabari poniéndose en pie.
Con sus poderes aún en la palma de mi mano, golpeé a Jabari de vuelta en su
silla. Estaba siendo imprudente, pero no me importaba. Matar a Macaire era lo
único que importaba ahora. Ya me enfrentaría a Jabari después.
Siéntate y disfruta del espectáculo.
Macaire se puso de nuevo en pie y se lanzó hacia mí de nuevo. Por desgracia,
cuando traté de usar los poderes de Jabari para desaparecer, Jabari me puso
resistencia. Tuve el control de sus poderes de nuevo, pero fue demasiado tarde.
Macaire me golpeó con sus dos puños en el pecho, rompiendo mi caja torácica y
casi aplastando mi corazón. Fui tirada hacia atrás varios metros. Cuando toqué
el suelo, un estrecho círculo de llamas surgieron alrededor de mí,
protegiéndome de un segundo ataque mientras me ponía en pie.
Parada en medio del círculo, miré a mi alrededor para descubrir que Macaire
estaba una vez más desaparecido. Pero podía sentir su energía cerca. Mientras
agarraba los poderes de Jabari de nuevo, las llamas que me rodeaban
desaparecieron. Luché por devolverlas durante casi un segundo antes de que
finalmente las llamas regresaran. Al parecer, si estaba usando algún otro poder,
no podía aprovechar mi propia capacidad de manipular el fuego. Hubiera
apreciado si Nick me hubiera advertido antes de tal cosa.
Con los poderes de Jabari en la mano, agarré la energía de Macaire y le obligué
a volver a aparecer en la sala justo delante de mí. Se tambaleó un paso hacia
atrás como si quisiera recuperar el equilibrio, con una expresión de asombro y
horror en su rostro. Nadie había alguna vez traído a un Nightwalker de vuelta
una vez que este había desaparecido.
Mientras estaba todavía aturdido, liberé la energía de Jabari y recurrí a las
competencias de Danaus. El cazador dio un ligero gruñido cuando le obligué a
hervir lentamente la sangre de Macaire dentro de su piel. El Nightwalker se
alejó varios metros de mí como si la distancia ayudara mientras se rascaba la
piel de la parte superior de su mano izquierda.
La sangre brotó, saltando y silbando mientras derretía todo lo que tocaba.
—¿Temiste que yo te quemara? —Grité a través de la habitación en una voz que
se hizo eco hasta las vigas del techo—. Tengo más trucos en la manga de lo que
nunca supiste. Nunca debiste haber tocado lo que me pertenecía. Nunca debiste
haber amenazado a mis amigos.
—¡Eres un monstruo! —gruñó Macaire—. No tienes derecho a vivir entre los
Nightwalkers. No tienes derecho a estar en el Aquelarre. —Siguió alejándose de
mí mientras levantaba su mano derecha por el creciente calor que le subía hasta
el cuello. Su piel era cada vez más una sombra roja oscura como si estuviera
siendo cocinado de adentro hacia afuera.
Con una sonrisa, relajé los poderes de Danaus y liberé el control de Macaire.
Los hombros del Anciano se desplomaron. En ese instante le golpeé de nuevo.
Cogiéndole de las solapas de su abrigo, le golpeé en el suelo y me senté a
horcajadas él. Mientras lo hacía, reclamé el control sobre los poderes de Jabari
de nuevo. Telepáticamente, cubrí a Macaire en el suelo, bloqueando su
capacidad para desaparecer de mi alcance.
Frustrado y temeroso, el Nightwalker me gruñó, sacando sus colmillos en
alerta. No me importaba. Todo mi cuerpo estaba temblando con la energía que
fluía por mí y mis alrededores. Me sentía como si estuviera a punto de
romperme en mil pedazos, pero no podía parar. Nada me detendría.
Una parte de mí deseaba quemarle. Quería acabar con él con un río de llamas
que se alzaran casi hasta el techo de la sala, pero no podía arriesgarme a que se
me escapara cuando soltara los poderes de Jabari. En lugar de eso me contenté
con matarle a la manera antigua.
—¡No! —gritó Macaire cuando levanté mi puño derecho. Trató de cogerlo con
la mano izquierda herida que todavía estaba chorreando sangre que
chisporroteaba, pero estaba demasiado débil por mi ataque anterior. Mi puño le
perforó el pecho y fue directo a su corazón. Su sangre estaba justo por debajo
del punto de ebullición, quemando mi carne.
Grité de dolor y triunfo cuando envolví los dedos alrededor de su marchito
corazón y poco a poco lo saqué de su pecho. Macaire inmediatamente quedó
inerte mientras su alma abandonaba su cuerpo, liberándose de una larga vida
encerrado en ese frágil marco. No era suficiente. Dejé caer el corazón a mi lado
y agarré la cabeza por debajo de su barbilla y se la arranqué de su cuello con un
repugnante chasquido de huesos y el desgarro de la carne.
De pie con las piernas tambaleantes, me levanté con la cabeza de Macaire, sobre
el cadáver sin vida. Toda la energía que había sentido se deslizó de mi cuerpo y
el flujo a mi alrededor se reanudó como si fuera nada más que una gran roca en
un arroyo. Sonriendo, me acerqué a la silla de Macaire en el estrado.
Conectando el talón de la bota en el borde de la silla, lo volqué sobre su parte
posterior, enviándola al suelo con un fuerte golpe que resonó a través de la
silenciosa sala.
—Parece que tenemos otro asiento libre —anuncié. Me di la vuelta para hacer
frente a la multitud de Nightwalkers que me estaba mirando muy de cerca—.
¿No tenemos ningún interesado?
Siguió un silencio de varios segundos antes de que Stefan finalmente diera un
paso adelante.‖Una‖parte‖de‖mí‖ se‖relajó…‖ya que había estado preocupada de
que Valerio pudiera pedir el lugar libre, cuando ya se lo había prometido a
Stefan. No quería a Valerio en el Aquelarre. Tenía otros, mejores usos para él.
Stefan y yo podíamos no ver las cosas de la misma forma la mayor parte de las
veces, pero nos poníamos de acuerdo en una cosa que era importante: los
Naturi. Yo sabía que él no iba a hacer alianzas secretas con los Naturi, poniendo
en peligro el futuro de nuestra especie o la vida de Nuestro señor.
—Reclamo el puesto vacante en el Aquelarre —proclamó Stefan en voz alta y
fuerte.
Casi me reí en mi deleite. La sangre de Macaire no se había puesto aún fría y ya
se le había sustituido.
—Reconozco tu reclamo en el Aquelarre —le contesté—. ¿Alguien quiere
contrarrestar su reclamo?
El silencio reinó de nuevo. El rápido reclamo de Stefan en el Aquelarre y mi
apoyo obvio les dejó a todos temerosos de moverse, y sin de dudar del reclamo
del Nightwalker a la silla libre. Después de ver mi brutal masacre de Macaire,
nadie estaba dispuesto a cuestionar a Stefan, lo cual me gustó porque ponía a
Stefan en deuda conmigo. Me vendría bien un favor suyo en una tarde lluviosa.
—Aparentemente no —me eché a reír. Con un rápido barrido, me alejé la silla,
en dirección a Stefan. El rostro del antiguo era inexpresivo cuando se volvió
directo a la silla. Hizo una pausa, mirando por encima a los Nightwalkers que
se reunían como si estuviera sondeando a su nuevo reino antes de finalmente
tomar asiento.
Me volví también, pero hacia el Aquelarre, paseando la mirada de la expresión
de horror de Elizabeth, a la expresión de Stefan de satisfacción reservada, a la
rabia tranquila de Jabari. Él y yo debíamos tener unas palabras, pero por ahora
eso podía esperar. Había conseguido su deseo, y su enemigo había sido
finalmente vencido por su Pequeña Protegida.
Cuando tomé mi primer paso hacia mi asiento, una baja risa llenó la sala. Hice
una pausa y miré a mi alrededor, tratando de determinar dónde venía cuando
finalmente me di cuenta de que venía de la silla de Nuestro Señor. Todo el
mundo miró hacia arriba y un escalofrío atravesó la sala cuando vieron que la
silla estaba vacía.
Pero no era verdad. Podía sentir la energía de Nick llenando esa silla. Podía
fácilmente imaginarle descansando en la silla con una pierna echada sobre el
brazo, mirando a todo el mundo como si fuera el dueño del lugar. No era
Nuestro Señor. No sabía quién era Nuestro Señor, y no estaba esperando ese
encuentro, pero sabía que no era Nick. Él había estado alrededor en mi batalla
con Macaire, susurrando secretos oscuros en la parte trasera de mi cerebro.
Nick me movía, disparando la ira que parecía arder sin cesar dentro de mí, más
allá de toda razón.
Yo no había tenido éxito sólo cumpliendo los deseos de Jabari esa noche, sino
que también había logrado lo que Nick quería. Había aprendido a controlar los
poderes de ambos, de Jabari y Danaus. El único problema era que yo sabía que
Jabari podría pelear conmigo, detenerme si quería hacerlo en el momento en
que él no estuviera de acuerdo con mis deseos. Tenía la sensación de que
Danaus podría hacer lo mismo.
La risa se detuvo tan repentinamente como comenzó, y todo el mundo se quedó
rascándose la cabeza, como es natural suponiendo que Nuestro Señor había
hecho una visita poco común. La energía de Nick desapareció de la habitación,
que estaba llena ahora con el fuerte olor de la sangre. Él parecía contento en
dejarme sola por un tiempo. Había logrado su gran tarea, pero sabía que más
tarde volvería en busca de algo más. Tendría que encontrar una manera de
escapar de él.
Pero no ahora.
Mis piernas temblaban de cansancio mientras arrastraba los pies hasta mi
asiento en el estrado. Mi cuerpo se llenó de repente con un centenar de
molestias y dolores que no había visto antes, y mi pecho sintió como si un gran
peso se apoyara en mi corazón. Mientras volvía a mi asiento, mi mirada se posó
sobre el cuerpo inerte de Tristan y mi corazón se rompió por segunda vez.
Había destruido al hombre que lo había torturado, pero no había podido
salvarlo. Y eso es todo lo que quería para Tristan. Yo sólo quería salvarlo del
mundo.
Mi mano derecha temblaba cuando descansó sobre el brazo de la silla, enviando
una cascada de gotas de sangre fresca al suelo. Me dejé caer y apoyé la cabeza
en la mano izquierda mientras colocaba el codo en el brazo de la silla. Mis ojos
no se apartaron de Tristan hasta que sentí unos dedos entrelazándose alrededor
de los míos. Miré a mi derecha confusa para encontrar la mano de Danaus
envuelta alrededor de la mía. Mirándole a la cara, vi un par de hermosos ojos
azules acariciando mi rostro. Él estaba allí para mí, de pie entre yo y el resto de
la nación Nightwalker. Él estaba allí vigilando por mí.
En ese momento, supe que Danaus era mi último refugio, mi único puerto de
paz y seguridad. Él era mi felicidad. Y la única cosa de pie entre mí y el olvido
completo.
Fin
Sobre la autora
ocelynn Drake. La mayor de tres hijos, Jocelynn creció y reside actualmente en la región de
Cincinnati, Ohio. Empezó a escribir a los 12 años, pasando todo un verano reescribiendo la historia de Robin Hood en los maltratados restos de un portátil. Mientras que la vida le trajo una gran cantidad de cambios y sorpresas, el amor hacia la lectura y
una buena historia ha sido constante. Ávida lectora y una escritora prolífica, pasa la mayor parte de sus horas de vigilia detrás de su equipo componiendo personajes oscuros y el resto de su tiempo soñando con ellos. Cuando no está escribiendo, la puedes encontrar
sepultada en un buen libro, vagando a través de los
bosques con su cámara acunada protectoramente
contra su cuerpo, viajando hacia interesantes locaciones,
o relajándose con su familia, quienes también viven en
Cincinnati.
J
Traducido, Corregido y Diseñado en:
Purple Rose
http://purplerose1.activoforo.com/