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George l. García De la fenomenología a la Histórica (pasando por la hermenéutica): Sobre la teoría del tiempo histórico de Reinhart Koselleck. No todos existen en el mismo ahora. Están sólo exteriormente, porque se les puede ver hoy día. Pero no por eso viven simultáneamente con los otros. Ernst Bloch La posibilidad de acceder a la historia se funda en la posibilidad según la cual un presente sabe en cada caso ser futuro. Este es el principio de toda hermenéutica. Martin Heidegger Abstract. This is a paper about Reinhart Koselleck's theory of historical time, its phi- losophical background (Husserl, Heidegger, Gadamer), and presents some critical remarks from contemporary Marxism. Keywords: Hermeneutics, temporality, Reinhart Koselleck, history. Resumen. Este artículo aborda la teoría del tiempo histórico de Reinhart Koselleck; sus antecedentes filosóficos (Husserl, Heidegger y Gadamer); y plantea algunas observaciones críti- cas desde el marxismo contemporáneo. Palabras clave: Hermenéutica, temporali- dad, Reinhart Koselleck, historia. Uno de los más notables desarrollos que ha legado Reinhart Koselleck para la reflexión sobre la historia es el relativo al tiempo histórico. Este autor retorna la concepción de que la his- toria contiene diversas temporalidades simultá- neas, tematizándola a fondo y planteando nuevas posibilidades para la investigación histórica en la línea de la tradición de la hermenéutica derivada de la fenomenología. A continuación repasare- mos los aspectos centrales de la teoría del tiempo histórico de Koselleck y algunos de sus antece- dentes e interlocutores más importantes de la tradición fenomenológico-hermenéutica, y en la última parte plantearemos algunas consideracio- nes críticas desde el marxismo contemporáneo. 1. Tiempos diferenciales La filosofía alemana de inicios del siglo XX estuvo predominantemente definida por el con- flicto entre el trascendentalismo kantiano -que a partir del auge de las filosofías de la vida se mezcla con elementos del pensamiento nietzs- cheanol- y la dialéctica hegeliana. Precisamente, de esta divergencia entre Kant y Hegel se des- prenden las dos principales teorías contemporá- neas de la historia, las cuales, como ha planteado Callinicos (1995: 95-140), se sintetizan en los nombres de Max Weber y Karl Marx. En el contexto de esta polémica, el neokan- tismo -un kantismo fuertemente orientado hacia la epistemología, y con matices positivistas- se impuso como tendencia predominante en la filo- sofía académica alemana desde mediados del siglo XIX y hasta la década de 1910, cuando empiezan Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLV (115/116),93-105, Mayo-Diciembre 2007

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George l. García

De la fenomenología a la Histórica(pasando por la hermenéutica):

Sobre la teoría del tiempo histórico de ReinhartKoselleck.

No todos existen en el mismo ahora.Están sólo exteriormente, porque se lespuede ver hoy día. Pero no por esoviven simultáneamente con los otros.Ernst Bloch

La posibilidad de acceder a la historia se fundaen la posibilidad según la cual un presente sabeen cada caso ser futuro. Este es el principiode toda hermenéutica.Martin Heidegger

Abstract. This is a paper about ReinhartKoselleck's theory of historical time, its phi-losophical background (Husserl, Heidegger,Gadamer), and presents some critical remarksfrom contemporary Marxism.

Keywords: Hermeneutics, temporality,Reinhart Koselleck, history.

Resumen. Este artículo aborda la teoríadel tiempo histórico de Reinhart Koselleck; susantecedentes filosóficos (Husserl, Heidegger yGadamer); y plantea algunas observaciones críti-cas desde el marxismo contemporáneo.

Palabras clave: Hermenéutica, temporali-dad, Reinhart Koselleck, historia.

Uno de los más notables desarrollos queha legado Reinhart Koselleck para la reflexión

sobre la historia es el relativo al tiempo histórico.Este autor retorna la concepción de que la his-toria contiene diversas temporalidades simultá-neas, tematizándola a fondo y planteando nuevasposibilidades para la investigación histórica en lalínea de la tradición de la hermenéutica derivadade la fenomenología. A continuación repasare-mos los aspectos centrales de la teoría del tiempohistórico de Koselleck y algunos de sus antece-dentes e interlocutores más importantes de latradición fenomenológico-hermenéutica, y en laúltima parte plantearemos algunas consideracio-nes críticas desde el marxismo contemporáneo.

1. Tiempos diferenciales

La filosofía alemana de inicios del siglo XXestuvo predominantemente definida por el con-flicto entre el trascendentalismo kantiano -quea partir del auge de las filosofías de la vida semezcla con elementos del pensamiento nietzs-cheanol- y la dialéctica hegeliana. Precisamente,de esta divergencia entre Kant y Hegel se des-prenden las dos principales teorías contemporá-neas de la historia, las cuales, como ha planteadoCallinicos (1995: 95-140), se sintetizan en losnombres de Max Weber y Karl Marx.

En el contexto de esta polémica, el neokan-tismo -un kantismo fuertemente orientado haciala epistemología, y con matices positivistas- seimpuso como tendencia predominante en la filo-sofía académica alemana desde mediados del sigloXIX y hasta la década de 1910, cuando empiezan

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a aparecer nuevas orientaciones que rompen conla rigidez de las ortodoxias de escuelas comola de Marburgo o la de Heidelberg (Goldmann,1975; Villegas, 1998). Ya en los albores delnaciente siglo se derivaron de ese neokantismoimperante, por una parte, la naciente sociologíade autores como Simmel y Weber, fuertementeinteresados en los factores subjetivos y culturalesdetrás de la acción social más que por la objetivi-dad de la propia acción (al modo de Durkheim),y por otra parte, la fenomenología de Husserl,que reformuló los problemas de la trascendenta-lidad en términos de una situacionalidad culturalconcreta.

La incipiente sociología alemana compartíacon la fenomenología el punto de partida de ladistinción entre ciencias naturales y cienciasdel espíritu, distinción que asume la concepciónkantiana de la irreductibilidad y oposición entreel determinismo propio de la naturaleza y lalibertad constituyente de lo humano. Como coro-lario epistemológico, las ciencias de la naturalezaexplican su objeto, mientras que las del espírituintentan comprender el suyo, la acción humana.La convergencia entre estas dos derivaciones delneokantismo -sociología comprensiva y feno-menología- fue mostrada muy tempranamentepor Alfred Schütz, al incorporar el problema delsentido y del Lebenswelt (Husserl, 1976) en lateoría weberiana de la acción social. De hecho,el individualismo metodológico que compartenWeber y Husserl es una variante de la investiga-ción trascendental iniciada con Kant2; del mismomodo, la epojé fenomenológica es correlativa alproblema weberiano de la neutralidad axiológica(Wertfreiheit), derivado de la separación entrerazón pura y razón práctica.

El transcurso de la fenomenología a la her-menéutica está marcado por el paso de una fun-damentación que va del predominio de las con-sideraciones sobre la subjetividad al de la inter-subjetividad. La producción filosófica de Husserlrealizó este tránsito, mientras que Heidegger yGadamer partieron ya de la hermenéutica parapensar el problema del tiempo histórico. Sinembargo, ambos permanecieron en el plano de laintersubjetividad, sin ocuparse con profundidadde los problemas del tiempo de aquellos procesossociales que van más allá de lo simbólico; no

teorizaron sobre el tiempo transsubjetivo, estoes, el tiempo de la historia. En este aspecto es enel que Koselleck, desde su trabajo de teórico ehistoriador social, desarrolló sus más importantesaportes.

Como oportunamente ha señalado Elías Palti(2001: 11-19), Koselleck se ciñe a la epistemolo-gía heredada del ambiente alemán de inicios delsiglo XX a través de Weber y Simmel, mezcla deperspectivismo nietzscheano y trascendentalismokantiano. Más particularmente, Koselleck remitela formulación de su Histórica, esto es, su teoríade las condiciones de posibilidad de la historia,a los desarrollos de Heidegger sobre la histori-cidad. Según Heidegger en Ser y tiempo (349),"la historicidad del Dasein es el fundamento dela posibilidad del comprender histórico [... ], yéste, por su parte, lleva en sí la posibilidad dedesarrollar en forma expresa la historia comociencia'". Koselleck parte de este planteamientopara establecer su Histórica; sin embargo, preten-de ir más allá que el autor de Ser y tiempo, puespara Koselleck los tiempos de la historia -queestán constituidos por relaciones sociales- no sederivan directamente de las modalidades existen-ciales propias del Dasein (2002a: 72-73).

La analítica heideggeriana del Dasein, el serhumano en circunstancia, diferenciaba tres tiposde tiempo: la temporeidad, la historicidad y laintratemporeidad (cfr. Heidegger, 1998: 348-350),los cuales se refieren a niveles decrecientes depropiedad (Eigentlichkeityr, La historicidad seenfoca en lo sido del Dasein; no es tan originariacomo el ser de la anticipación que se orienta haciasu término final, la muerte, pero se ocupa del tér-mino inicial, el nacimiento. La historia, como tal,no se refiere a lo pasado, sino al problema de losorígenes del Dasein (cfr. Heidegger, 1998: 395);éste es lo primariamente histórico, mientras quelo secundariamente histórico se refiere a lo quecomparece en el mundo.

La diferenciación de Koselleck entreHistórica e historia retorna la distinción heide-ggeriana entre el ser y el ente, lo ontológico y loóntico. La historia (Historie) empírica se ocupade las historias particulares, mientras que laHistórica es la doctrina trascendental que tratasobre las condiciones de posibilidad de todahistoria. Los procesos a los cuales se refiere la

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Histórica provocan textos debido a su carácterproblemático: son "conflictos insolubles, frac-turas, discontinuidades, modos elementales decomportamiento que se pueden bloquear, y nom-brarlos (benennen) lingüísticamente representaya una forma de racionalización, precisamentecuando los estados de cosas enunciados o aludi-dos o incluso los evocados lingüísticamente sondel todo irracionales" (Koselleck, 2002a: 92).

Las historias son, pues, intentos por simbo-lizar procesos traumáticos; suponen el paso deuna experiencia colectiva de lo sublime hacia suverbalización, la cual produce las fuentes sobrelas que el historiador elabora sus interpretaciones.La Histórica se ocupa, pues, tanto de los nexosentre acontecimientos como de su representación(Koselleck, 2002a: 70); la Histórica está necesa-riamente ligada a la hermenéutica, con la cualmantiene una tensión. A partir de ellas asume elgiro lingüístico, ligándolo con el problema de laacción social; sin embargo, la historia no se agotaen el lenguaje.

Según Koselleck (2002a: 87), la Histórica noes una derivación o una disciplina ancilar de lahermenéutica, ya que, mientras que ésta suponela lingüisticidad, las categorías de la Históricaaluden a estructuras pre- y extralingüísticas;intentan pensar lo nouménico supuesto por lashistorias empíricas, las cuales ya están media-tizadas por el lenguaje. La hermenéutica, segúnKoselleck, reacciona frente a acontecimientosteóricamente predeterminados por la Histórica;la historia no puede reducirse a la historiografía,como plantean algunas corrientes textualistas.La Histórica implica una concepción del tiem-po que no se identifica del todo con el tiempode la hermenéutica. El autor de Futuro pasadoproblematiza las relaciones entre el tiempo en lahistoria, y el tiempo en la comprensión de esahistoria (2004: 222).

Es necesario distinguir entre el tiempo dela Histórica y el tiempo de la hermenéutica dela historia para posteriormente teorizar sobreellas conjuntamente. En cuanto al tiempo de laHistórica, Koselleck utiliza una metáfora geoló-gica: para él, todo corte sincrónico nos muestradistintos estratos, cada uno de los cuales se hamodificado y diferenciado según su propia velo-cidad y ritmo (2001: 35). Cada momento histórico

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es una articulación de procesos que se desarrollancon ritmos distintos entre sí, de modo que en esemomento conviven diversos tiempos: Koselleckhabla, por tanto de una contemporaneidad de loque no es contemporáneo (Gleichzeitigkeit derUngleichreitigené, En un espíritu nietzschea-no-weberiano, para Koselleck esta articulacióndepende de la perspectiva desde la cual el histo-riador la construya.

Al igual que Braudel (1980: 60-106),Koselleck diferencia tres tipos fundamentales enel tiempo histórico, siguiendo la tríada ontológicatradicional, planteada por Kant (cfr, 1985: 140-150) en términos trascendentales a partir de lacategoría de la cantidad. Así, a diferencia de lamás empírica caracterización de Braudel -lo quellevó ajustas críticas por parte de Althusser (1981:106-107)-, Koselleck piensa los tipos de tempora-lidad en términos de lo singular, lo particular y logeneral, tres modos analítico-trascendentalmentedistintos de comprender el tiempo.El tiempo delacontecimiento y la corta duración es abordadopor el discípulo de Gadamer como tiempo de losingular, lo irrepetible, la unicidad. Este tiempopuede ser interpretado como lineal, puesto quela simple enumeración de acontecimientos indicauna direccionalidad"; por ello mismo, este tipode tiempo permite pensar el progreso: "el progre-so es pensable y posible porque el tiempo, en lamedida en que discurre como sucesión de acon-tecimientos únicos, también libera innovacio-nes que pueden interpretarse progresivamente"(Koselleck: 2001: 37).

Koselleck teoriza la categoría braudeliana decoyuntura como lo particular, esto es, como eltiempo de los ciclos; es el tiempo de las estructu-ras de repetición. Las estructuras de recurrenciapermiten que surjan los eventos únicos, aunqueson estos los que, a su vez, pueden generarcambios en esas estructuras. En este sentido,Koselleck, como Heidegger, le presta particularatención al problema de la sucesión entre gene-raciones; de hecho, la presenta como una de lascondiciones fundamentales de posibilidad de laHistórica (Koselleck, 2002a: 81-83).

Finalmente, la larga duración se presentasegún Koselleck como el tiempo de lo que cambiamás lentamente que lo que pueden experimentarvarias generaciones; a este tipo de tiempo lo

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denomina trascendente, en tanto que rebasa loslímites de la experiencia. Koselleck ilustra estatemporalidad mediante el caso de "las verdadesreligiosas o metafísicas", concepciones humanasdel mundo que cambian con ritmos que abarcansiglos enteros (2001: 41); Braudel, además deafirmar que las coacciones espirituales son "pri-siones de larga duración", ejemplificaba la largaduración en términos de geografía y de economía(1980: 71-72)1.

La verdad perogrullesca de que el historia-dor tiene que ocuparse del tiempo se convierteentonces en un complejo problema metodológico:la labor del historiador consiste, en parte, en dife-renciar los distintos ritmos sociales presentes ensu período de estudio. La ventaja de esta teoríade los estratos del tiempo es, según Koselleck, lade visibil izar la diferencialidad del tiempo -y, portanto, su complejidad-; además, esta concepciónpermite evadir la alternativa ficticia entre cursostemporales lineales o cíclicos (cfr. Koselleck,2001: 42).

Luego, existen múltiples tiempos históricosempíricos, que pueden ser analizados desde losanteriores tipos de tiempo''. El tiempo históricoestá directamente relacionado con actores socia-les y políticos, sus instituciones y organizaciones,los cuales tienen, cada uno, modos inherentesde actuación y ritmos temporales propios. Eneste sentido, se hace necesario recurrir al tiempolineal -el imperante en las ciencias naturales-, através de la cronología, como criterio indispen-sable para pensar la compleja articulación de lostiempos sociales (Koselleck, 2002b: 100-114).

La Histórica de Koselleck plantea cincopares antitéticos como categorías trascendentales-precursar la muerte / poder matar, amigo /enemigo, interior / exterior, padre / hijo, y amo /esclavo (Koselleck, 2002a)- que posibilitarían larealización de la historia en cada tiempo históri-co. Tales categorías, según este historiador, "sonidóneas para ilustrar las estructuras de la finitudque, por excluirse mutuamente, evocan tensio-nes temporales necesarias entre las unidades deacción y dentro de éstas" (Koselleck, 2002a: 85).Según este historiador conceptual, estos parescontienen las condiciones de posibilidad de todahistoria; una historia empírica solamente realizaalgunas de sus posibilidades trascendentales. En

sus propias palabras, "este excedente de posibi-lidades debe ser consumido para poder realizar'algo en el tiempo'. Por tanto, son necesariasdeterminaciones antitéticas que expresen aquellafinitud temporal en cuyo horizonte surgen tensio-nes, conflictos, fracturas, inconsistencias que, ensu calidad de situaciones, siempre son insolubles,pero en cuya solución diacrónica deben partici-par y activarse todas las unidades de acción, seapara continuar viviendo, sea para irse a pique"(Koselleck, 2002a: 85).

Estas categorías constituyen, pues, el marcode referencia trascendental para los actores socia-les; apuntan hacia una narratividad que se encon-traría en el sentido de la acción social, inclusoantes que los investigadores que elaboran his-torias los encuentren. Como indican Villacañasy Oncina (2002a: 42-45), en el fondo de estaconcepción koselleckiana de la Histórica seencuentra una teoría no explicitada de la acciónsocial. En tanto que los seres humanos le asignanun sentido a sus acciones, la investigación socialdebe referirse al por qué de esas acciones; peroese por qué supone el conocimiento de las pro-blemáticas históricas concretas que condicionanla acción. El problema de la acción social, entanto que remite a la comprensión, reintrodu-ce a las ciencias humanas en la hermenéutica.y precisamente, la concepción hermenéutico-fenomenológica del tiempo, en tanto que piensaal sujeto -en tanto conciencia (Husserl) o Dasein(Heidegger)- como agente activo en la produc-ción de sentido, posibilita la introducción porparte de Koselleck de sus categorías de espaciode experiencia y horizonte de expectativa, comoelementos fundamentales de su teoría del tiempohistórico.

2. El tiempo histórico:entre hermenéutica e Histórica

Para Heidegger, la comprensión es un pro-blema de la temporeidad, y como tal no es unasunto meramente fáctico -lo histórico en unsentido secundario-, sino ontológico; la historici-dad propiamente dicha sería, en esa medida, unconstituyente del Dasein, y no un accidente óntico.

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Para Heidegger, la hermenéutica empieza porcuestionar la propia mirada; no se trata de dejarde lado los prejuicios, sino de tematizarlos. Talcomo afirma Gadamer (2005: 324-325), para sumaestro, "comprender [... ] es la forma originariade realización del estar ahí, del ser-en-el-mundo".De este modo, comprensión e historicidad, comomodos originarios de producción de sentidodel Dasein, serán aspectos fundamentales de laontología heideggeriana que retornará Kosellecka través de la fundamentación de la hermenéuticarealizada por Hans-Georg Gadamer.

Consecuentemente, según Gadamer el postu-lado fundamental de la hermenéutica es el de lahistoricidad de la mirada: no se conoce el mundotal cual es, sino que en ese proceso el sujetosiempre parte de sus apercepciones lingüísticas,las cuales son esencias a priori, fundamental-mente determinadas por lo que Husserl llamó elLebenswelt de la conciencia, y Heidegger planteóa través de los temas del prejuicio y la tradición.En ambos casos, la percepción es fruto de la pro-ducción colectiva de sentido (cfr. Husserl, 1962,1976). Y si lo más aparentemente inmediato, lapercepción, es en realidad una producción histó-rica, con mayor razón habrá que desconfiar de losconceptos abstractos y de las propias categoríasanalíticas.

La hermenéutica, como señala Gadamer, eshija de la conciencia histórica que desemboca enel historicismo. La conciencia histórica relativizatoda opinión y explicita el carácter particular detoda visión de mundo; tener sentido históricoimplica por tanto, según este autor, "vencer deuna manera consecuente esta ingenuidad naturalque nos haría juzgar el pasado según los pará-metros considerados evidentes en nuestra vidacotidiana, en la perspectiva de nuestros valoresy de nuestras verdades adquiridas" (Gadamer,2000: 42-43). Gadamer tiene claro que el sen-tido histórico y la conciencia histórica que loposibilitan son características muy propias de laépoca moderna, y como tales prefiguran la posi-bilidad de la hermenéutica en su sentido actual.Consecuentemente, la interpretación sería lareflexión que, frente a la tradición, juzga el fenó-meno del pasado a partir de su contexto? paraextraer de allí el significado y el valor relativo deese fenómeno (Gadamer, 2000: 43).

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La interpretación supone que aquello que nosha dejado la historia siempre está mediatizado porideologías, de modo que hay que ir más allá delsentido inmediato para poder descubrir el signi-ficado oculto (cfr. Gadamer, 2000: 44); Gadamer,empero, no desarrolla este tema, relegándolo ala generalidad de la disputa entre tradiciones. Elpropio historiador carga sus prejuicios particula-res; una de las dificultades para la comprensiónradica en que, como planteaba Heidegger, el serhumano sólo puede pensar la historia porque élmismo es histórico (Gadamer, 2000: 76), lo cualimplica, entre otras cosas, que comprender lahistoria es una operación en la cual el historiadortrata de distanciarse de sus propios prejuiciospara entender los prejuicios de los seres huma-nos del contexto que está estudiando. Según esteautor, "la posición entre extrañeza y familiaridadque ocupa para nosotros la tradición es el puntomedio entre la objetividad de la distancia históri-ca y la pertenencia a una tradición. Y este puntomedio es el verdadero topos de la hermenéutica"(2005: 365).

La hermenéutica replantea el problema deltiempo precisamente en relación con el tema dela objetividad de la distancia histórica. El tiempono solamente separa al historiador respecto delpasado, sino que "es en realidad el suelo queacompaña el futuro y donde el presente hundesus raíces [... ] No es una distancia que haya quefranquear, sino una continuidad viva de elemen-tos que se acumulan para llegar a ser una tradi-ción que, ella misma, es la luz donde todo lo quenos es transmitido hace su aparición" (Gadamer,2000: 1l0). El tiempo es, luego, fundamento deuna posibilidad positiva y productiva de com-prensión. El tiempo ayuda a aclarar las ideas:la distancia temporal ayuda al historiador a dis-tinguir los prejuicios que oscurecen de los queaclaran, los prejuicios falsos de los verdaderos.Esta última es la tarea crítica de la hermenéutica,y para ello debe recurrir a una concepción deltiempo que sea capaz de reconocer la unidad deltiempo de la comprensión: "comprender -nosdice Gadamer (2000: 115-116)- es operar unamedición entre el presente y el pasado, es desa-rrollar en sí misma toda una serie continua deperspectivas por las cuales el pasado se presentay se dirige a nosotros".

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Koselleck asume estos planteamientos res-pecto a la hermenéutica gadameriana, pero lesasigna alcances más allá de lo meramente lin-güístico. Comprender una acción social implicacomprender la temporalidad desde la cual fuerealizada; por ello, las categorías de espacio deexperiencia y horizonte de expectativa, defi-nitorias de la experiencia histórica del tiempo,nos sitúan en un terreno entre la hermenéuticay la Histórica. Ciertamente, no se agotan en ellenguaje, sino que se proyectan como objetiva-ciones a través de las acciones de los sujetos; lasconcepciones de tiempo tienen consecuencias quevan más allá del lenguaje. Ambas son categoríasformales del conocimiento histórico, y su impor-tancia radica, según Koselleck, en que tematizanel tiempo histórico entrecruzando el pasado y elfuturo; remiten a la temporalidad del ser humanoy, metahistóricamente -respecto a la Histórica- ala temporalidad de la historia (cfr. 2004: 258).

Antes que Heidegger, la fenomenología deHusserl había sentado las bases para estas catego-rías de Koselleck. El tiempo fenomenológico es,en la línea de Leibniz, relacional, pues "no designasólo algo universalmente inherente a cada viven-cia aislada, sino una forma necesaria de uniónde unas vivencias con otras" (Husserl, 1962:193), y esa forma es unificada por la conciencia.Esta relación entre las vivencias es siempre unaconstrucción hecha desde el presente; el ahoratiene necesariamente un horizonte del antes y unhorizonte del después, los cuales no se refieren aun tiempo vacío, formal, sino que tienen conteni-dos dados por el ahora de la conciencia (Husserl,1962: 194-195). Es de notar que la intuición deexpectativa es tan originaria como la intuición delpasado (Husserl, 2002a: 78); más aún, "la intui-ción de la expectativa es intuición del recuerdoinvertida, ya que en el recuerdo las intencioneshacia el ahora no 'ante'ceden al suceso, sino quelo suceden" (Husserl, 2002a: 77).

Koselleck historiza las relaciones entre losdos horizontes husserlianos, planteando que laintuición de expectativa no es, sobre todo a partirde la modernidad, mera inversión de la intui-ción del pasado. El espacio de experiencia esun pasado presente, cuyos acontecimientos hansido incorporados y pueden ser recordados: "enla experiencia se fusionan tanto la elaboración

racional como los modos inconscientes del com-portamiento que no deben, o no debieran ya, estarpresentes en la consciencia" (Koselleck, 2004:259). Por su parte, el horizonte de expectativa esfuturo hecho presente, "apunta al todavía-no, a lono experimentado, a lo que sólo se puede descubrir.Esperanza y temor, deseo y voluntad, la inquietudpero también el análisis racional, la visión recepti-va o la curiosidad forman parte de la expectativa yla constituyen" (Koselleck, 2004: 259).

Para Koselleck es básico establecer que pasa-do y futuro no llegan a coincidir nunca, pues no sepuede deducir totalmente una expectativa a partirde una experiencia pasada; existe un hiato entreambas. Existe una radical diferencia ontológicaentre ambas. Por eso dice el autor de Futuro pasa-do que experiencia y expectativa no son merosantónimos, sino modos de ser desiguales, de cuyatensión se puede inferir el tiempo histórico (2004:261); éste no es una determinación vacía de conte-nido, sino una magnitud que va cambiando con lahistoria (Koselleck, 2004: 259).

Gadamer, como veíamos antes, había indi-cado que la hermenéutica que él propone es hijade la conciencia histórica aparecida en el sigloXVIII. Concordantemente, el principal aportehistoriográfico de Koselleck, su teoría sobre elcambio cultural entre mediados de los siglosXVIII y XIX en Europa -período que denominatiempo de umbral (Sattelzeit)-, muestra precisa-mente cómo durante esta época ocurren profun-das transformaciones en el lenguaje, producidaspor una nueva concepción de la temporalidad,propia de la modernidad. La época moderna secaracteriza por ampliar la brecha entre el espaciode experiencia y el horizonte de expectativas(Koselleck, 2004: 26-42,222-254).

Koselleck enfatiza que el tiempo históricono es una realidad puramente psíquica; la expe-riencia del pasado contiene siempre condicionesobjetivas que se mantienen aún cuando seanreelaboradas (cfr. 2004: 263). Por otra parte,el tiempo histórico es una precondición de laacción social, de modo que a través de ésta losactores sociales se objetivan, produciendo suhistoria (Geschichte) más allá de las intencioneso previsiones de los actores individuales. Lasrelaciones históricas entre espacio de experien-cia y horizonte de expectativa son constructos

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intersubjetivos determinados por la experienciatemporal. La experiencia es una elaboración deacontecimientos pasados, una saturación de reali-dad (en sentido de aquello que ya ha sido), aunquepor definición, esta realidad del espacio de expe-riencia es la de la interpretación que de la memo-na se hace en el presente; como dice Koselleck(2004: 262), "las experiencias ya hechas puedenmodificarse con el tiempo [... ] Adicionalmente,nuevas esperanzas o desengaños, o nuevas expec-tativas, las alteran retrospectivamente".

Esta sería la estructura temporal de la expe-riencia; en cuanto a la estructura de la expectati-va, Koselleck plantea que depende siempre de laexistencia de experiencia previa. A su vez, la rup-tura en el horizonte de expectativa -la irrupciónde la sorpresa- genera una nueva experiencia queenriquece el repertorio de futuros posibles'": estecambio en el horizonte de expectativas, a su vez,reordena la relación entre ambas dimensiones deltiempo histórico; éste es dinamizado por la ten-sión entre ellas (2004: 262).

Como puede observarse, a partir de estasconsideraciones el presente adquiere el lugarfundamental respecto al tiempo histórico. Esen el presente donde se configuran una y otravez la experiencia y la expectativa; de allí quecomprender un momento histórico implicaríacomprender un presente pasado, determinar eltiempo histórico que la motivó, más allá de sumera cronología!'. Implicaría, pues, reconstruirel presente que condicionó al actor social -launidad de acción, como lo llama Koselleck-para hacer efectiva esa acción social en parti-cular entre todos los futuros posibles que esepresente específico le ofrecía.

Todo presente es, luego, una articulaciónparticular de las temporalidades de los diversosestratos; cada estrato tiene su propio ritmo, asícomo su propio espacio de experiencia y horizon-te de expectativas. Esta capacidad del ser humanode actuar dentro de las diversas temporalidadese incidir sobre ellas supone que él pueda com-prender esas temporalidades: "para poder vivir,el hombre, orientado a la comprensión, no puedemenos que transformar la experiencia de la histo-ria en algo con sentido (in Sinn) o, por así decir-lo, asimilada hermenéuticamente" (Koselleck,2002a: 69).

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El ser humano le da necesariamente un senti-do a su acción sobre el mundo, y ese sentido estácondicionado por la temporalidad de su presente;el ser humano es ante todo un productor de senti-do en medio de una realidad en constante cambio.Por tanto, como el río de Heráclito, el presentenunca es el mismo, pues ni el ser humano ni suentorno son enteramente los mismos a lo largodel tiempo. Sin embargo, ni siquiera el pasado semantiene igual a sí mismo; Koselleck adopta laidea de San Agustín (1998: 312) -retornada porHussed- de que en el alma "habría que decir conmás propiedad que hay tres tiempos: un presentede las cosas pasadas, un presente de las cosaspresentes y un presente de las cosas futuras".

Las categorías de espacio de experienciay horizonte de expectativa ayudan a aclarar elproblema del tiempo histórico, al permitir pen-sar el tiempo de los eventos y procesos pasados,pero a la vez por permitir la problematización delpropio tiempo del historiador. Estas categoríaspermiten avanzar tanto en el análisis de aquelloque se ha de comprender como en el autoanálisisde quien emprende el proceso de comprensión.En tal medida, estas categorías se enmarcan entrela Histórica y la hermenéutica de la historia: sonpara Koselleck dimensiones centrales de la histo-ricidad (en el sentido heideggeriano), y por tantocondiciones necesarias de la precomprensión,mientras que las relaciones particulares entreellas serían condicionantes de historias fácticas.

Por ello, a pesar de la distinción del profesorde Bielefeld entre categorías formales y conceptoshistóricos, la diferencia entre ambos no es para éldefinitiva; un concepto económico, político o socialpuede pasar a convertirse con el tiempo en unacategoría formal (Koselleck, 2004: 257)12. Este esun aspecto importante en su teoría, pues indica elcarácter nominalista de su análisis; la comprensiónsiempre es histórica, como lo son las categorías quela posibilitan. En este sentido, remite la validez de laHistórica de nuevo hacia la hermenéutica.

3. Algunas observaciones críticas

Mientras que para la fenomenología la unifi-cación de la temporalidad era una función de la

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conciencia trascendental, para la hermenéuticatal operación era un producto enmarcado por loslímites (fluctuantes) de la LebensweLt culturalintersubjetiva. La Histórica de Koselleck, por suparte, supone que la dinámica de las temporali-dades sólo es aprehensible de un modo parcial através de las elaboraciones de los historiadores,para quienes las temporalidades de los actoressociales sólo se miden entre sí (Koselleck, 2004:95), sin otro criterio más allá de esas temporali-dades. La unificación de éstas es un acto pura-mente intelectual, cuya objetividad es un asuntometodológico, y la cual se rige por categoríasque dan cuenta, ante todo, de la narratividad delas historias.

La aproximación koselleckiana, enmarcadaen la teoría weberiana de la historia (Callinicos,1995: 100)13, se caracteriza por su enfoque plu-ralista, esto es, por no asignar una primacía deun factor social por encima de los demás -adiferencia del enfoque marxista, que se refierea una totalidad predominantemente estructuradaa partir de la distribución de los lugares de laproducción social-, sino a asignarle a lo econó-mico una igual importancia que factores como elmilitar-político y el ideológico-cultural.

De allí que una historia total, al modo tantode las propuestas marxistas como de las deri-vadas de la escuela de los AnnaLes, le parezca aKoselleck un intento fútil. En línea con el escepti-cismo epistemológico weberiano, según este autorcualquier explicación histórica que busque inte-grar todas las historias parciales es simplementeuna perspectiva más entre otras posibles (2002b:117-118)14.Concordantemente, para Koselleck laperiodización es un mero asunto de perspecti-va, y una explicación historiográfica no es másque una hipótesis cuyos alcances dependerán delas categorías utilizadas por el investigador: laepistemología de este historiador se ubica en elámbito de los tipos ideales.

En este aspecto se hacen evidentes las discre-pancias entre la teoría de Koselleck y las plantea-das por los autores marxistas que han desarrolladoel tema de la diferencialidad del tiempo histórico.Efectivamente, teóricos como Bloch, Benjamin,Althusser, Lefebvre y Jameson -cuyos aportesrespecto a la teoría de la historia y del tiempo hansido invisibilizados en las últimas décadas- han

elaborado planteamientos sobre la temporalidaddiferencial sin renunciar a una perspectiva tota-lizante de la historia, y precisamente merced aesta categoría han planteado periodizaciones quedan cuenta de la dinámica histórica a partir dela tensión entre parte y totalidad, un principio-dialéctico, dicho sea de paso- asumido por elcírcuLo hermenéutica del método de Gadamer.Para el marxismo la periodización es una opera-ción historizadora básica que ha de explicar lasmutaciones de la totalidad socio-histórica (lo cualno excluye periodizaciones específicas para otrosfenómenos en su seno)

Así, se vuelve clara la diferencia entre ambasposiciones: mientras que el criterio de histori-cidad del tiempo reside para los marxistas enla articulación de los ritmos de las instancias ypraxis de los sujetos con otras temporalidadesen el seno de una formación económico-socialconcreta, para Koselleck las temporalidadescoexisten sin referencia a un orden social que lassupedite a una lógica hegemónica determinable,como lo es, para el marxismo, la instancia econó-mica en el capitalismo. Por ello, la crítica de lospoderes, central en las hermenéuticas marxistas-pues la historia es lucha de clases-, no apare-ce en la teorización de Koselleck, en lo cual esconsecuente con Gadamer (2005: 344-353), quienreiteradamente buscó rehabilitar los conceptos detradición y de autoridad, resaltando sus aspectoslegítimos frente a las críticas que la Ilustraciónejerció sobre ellos'".

El rechazo de Koselleck a la categoría detotalidad, por otra parte, lo lleva a plantear elcambio histórico como producto de la acción deseres humanos que rompen con las estructurase instituciones en las que ejercen su acción. Lanegatividad, que aparece en el historiador alemándel lado del sujeto frente a las formas sociales quelo aprisionan'", es para los marxistas el elementoconstituyente de todo sistema social, y de la propiahistoria como tal. En el caso de Koselleck, comoobservamos anteriormente, el surgimiento de lashistorias está motivado por la (siempre incomple-ta) verbalización de un conflicto sublime, peroeste conflicto no tiene un carácter sistémico; sediluye entre las perspectivas posibles dentro dela sociedad que las padece'", Corolario político:al no visibilizar los elementos de la contradicción

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DE LA FENOMENOLOGÍA A LA HISTÓRICA ...

sistémica, resulta evidente que desde la teoría deKoselleck no puede existir un sujeto histórico quesurja desde ese conflicto y lo resuelva.

Irónicamente, la llamada globalización es lamuestra más evidente del movimiento de totali-zación de las sociedades actuales. Ciertamente,el capitalismo contemporáneo genera, en undoble movimiento, universalización y fragmen-tación, universalismo y particularismos; por ello,poner la atención sólo sobre la fragmentación ylo particular, dejando de lado las tendencias quelas producen, mientras a la vez intentan inte-grarlas, limita las posibilidades para una visióncrítica de la historia. Como plantea Eagleton(1997: 30-31), "no buscar la totalidad es el códigopara no atender al capitalismo [... ] No hay razónpara suponer que las totalidades sean siemprehomogéneas [... ] La idea de que la totalidad seaabsolutamente algo mental es una notable doc-trina idealista".

Asumir o no la categoría de totalidad tienetambién implicaciones epistemológicas. El nomi-nalismo koselleckiano (weberiano) supone que loReal histórico extralingüístico es difuso e incom-prensible: una cosa en sí de la cual el historiadorsólo puede aventurar hipótesis fragmentarias.Por ello, las temporalidades sociales sólo puedenaparecer dispersas, y su sentido será construido,desde una perspectiva parcial por el historiador.Por supuesto, es imposible que una narración his-toriográfica agote todos los sentidos posibles enlos procesos históricos objetivos; sin embargo, latotalizacián apunta hacia la búsqueda de criteriosdesde los cuales integrar las pequeñas historias+en el marco más amplio de inteligibilidad de lasestructuras de producción social, que no se limi-tan a la producción económica, pero que tienenen ésta su condición última de posibilidad (cfr.Lefebvre, 1997).

En las propuestas de autores como Jameson(1989) y Zizek (2003) lo Real extra-lingüísticoes, efectivamente, un límite último, traumático,frente al cual las ideologías ofrecen fantasíasque, constituyendo al sujeto, intentan cohesionaruna sociedad que como tal es imposible, puessu fundamento último es siempre su fracturade clases. Desde este planteamiento, pensar latotalidad es pensar desde lo escindido; el objetoes más rico que lo que pueden aprehender de él

101

las conceptualizaciones'? (Adorno, 2005: 138-139), pero la concepción de que en la historiase puede aprehender, aunque necesariamentede modo impreciso, una estructura que articule(en tensión) los diversos fenómenos sociales, esun principio que permite al marxismo esbozarestrategias para conocer y transformar el capi-talismo.

La teoría de Koselleck sobre el tiempode umbral (Sattelzeit), ilustra este aspecto. Suimprescindible análisis sobre las profundas trans-formaciones en el lenguaje entre mediados de lossiglos XVIII y XIX, desde las cuales se puedeobservar la nueva concepción de la temporalidadpropia de la modernidad, es planteado como unaporte parcial a la historia europea. De hecho,Koselleck liga estos cambios en el lenguaje conla esfera socio-política, pero no lo plantea comoun eje estructurador de los procesos sociales de laépoca; no aparecen allí, por ejemplo, los procesoseconómicos. En este sentido, resaltan las similitu-des con la teoría weberiana de la racionalización,en la que, a pesar de que Weber plantea la ten-dencia al predominio de la racionalidad formalen las culturas de las sociedades modernas, nola presenta como una explicación general de esassociedades; la plantea como una construcciónheurística para dar cuenta de un fragmento de ladinámica social de la modernidad (cfr. Ruano dela Fuente, 1996: 42-53).

Ambos casos han sido interpretados poralgunos en sentido de que el ámbito de la cul-tura impone su lógica sobre las demás facetasde la vida social, con lo cual Weber y Koselleckencontrarían en los valores o el lenguaje los cri-terios que rigen las épocas históricas sobre lascuales trabajan. Ambos, empero, rechazaron unatotalidad simplificada de tal modo -deudatariadel modelo de causalidad expresiva criticadopor Althusser (con Balibar, 1981: 103-107)20-,y reiteradamente definieron sus teorías comohipótesis parciales probables, claramente nocomo descripciones de la totalidad social; enambos existe un rechazo pleno a la categoría detotalidad.

De allí que, a pesar de haber resaltado ladensidad ontológica del objeto de la Histórica, ysu consecuente no reductibilidad a la hermenéu-tica, Koselleck plantee sus categorías de espacio

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de experiencia y horizonte de expectativas enla zona fronteriza entre la hermenéutica y laHistórica. Koselleck corrige a Gadamer, al inten-tar formular una teoría de la historia que evade elrelativismo de la comprensión, pero su epistemo-logía se niega a buscar estructuras cognosciblesen lo Real: se trata de una teoría de la historiaque, al igual que la hermenéutica gadameriana(Bilen, 2000), peligra constantemente de caer enel relativismo de un historicismo hueco, segúnel que las sociedades se desarrollan de un modomeramente contingente" .

Koselleck intentó salir del atolladero delsubjetivismo de la tradición neokantiana apelan-do a la trascendentalidad de su Histórica. Conello logró fijar un objeto de estudio más allá dela mera acción social; sin embargo, sus basesmetodológicas, al no querer totalizar ligando rea-lidad y teoría, dejan en solitario al investigadorfrente a la historia, para él un imposible objetode conocimiento. Quedó anclado en una visiónen la que sujeto y objeto son realidades radical-mente separadas entre sí, al faltarle la mediaciónentre individuos o grupos sociales empíricos ytotalidad social, mediación que en el marxismoes ejercida por las clases sociales.

La diferencialidad de las temporalidadesplanteada por Koselleck, que tiene el mérito dellamar la atención sobre el papel de la acciónsocial en los procesos históricos y de indicar laarticulación entre lo subjetivo y lo transsubjetivo,pierde alcances críticos al renunciar a mostrar lastensiones entre las temporalidades. Ernst Bloch,por ejemplo, utilizó en 1932 su conceptualizaciónsobre la no-contemporaneidad de lo contem-poráneo para analizar el ascenso del nacional-socialismo, indicando las contradicciones entredistintas temporalidades. Allí planteaba que laconfiguración del capitalismo que subordina a lastemporalidades en su seno es el Ahora que les dasu sentido social, y que la elaboración a partir dela categoría de totalidad es la condición para pen-sar lo social críticamente (Bloch, 1977: 36-38).

No huelga, en todo caso, recordar que ladiferencialidad del tiempo es parte de la heren-cia teórica del propio Marx, aunque él mismono haya explicitado metodológicamente esteaspecto-t. La dialéctica de fuerzas de produc-ción y medios de producción, o la del desarrollo

desigual y combinado, de larga tradición en losanálisis marxistas, son sólo dos de los casos enlos que se muestra claramente esta concepción-constituyente en la dialéctica- de la diferencia-lidad del tiempo.

La dialéctica está más capacitada que laHistórica koselleckiana -demasiado ligada aúna una hermenéutica de raíces neokantianas- paraaprehender las relaciones diferenciales de lastemporalidades sociales (y sus contradicciones),ya que no parte de la problemática de la confron-tación individuo-sociedad -en la cual tiene subase la reflexión heideggeriana sobre la auten-ticidad-, sino de la conflictividad de lo socialcomo tal, a partir de la cual los sujetos encuen-tran sus lugares sociales y se constituyen en y/ocontra éstos. Por otro lado, la determinación delas prácticas sociales por la experiencia temporalencubre el carácter de la praxis como productorade temporalidad es , con lo cual la concepciónkoselleckiana delega la causalidad histórica en unaspecto cultural, recayendo eventualmente en unahistoria idealista.

A pesar de sus valiosos desarrollos para pen-sar la temporalidad, como las categorías de espa-cio de experiencia y horizonte de expectativas-las cuales pueden incorporarse en una herme-néutica marxista de la praxis, al modo de los plan-teamientos de Bloch o de Hinkelammert (1982)sobre la temporalidad-, el individualismo en elque tiene sus bases la tradición teórico-filosóficade Koselleck, limita a su Histórica al escepticismorespecto a la historia como articulación de proce-sos colectivos. Cobra entonces especial vigenciael planteamiento de Kosík (1976: 56): "sin la com-prensión de que la realidad es totalidad concretaque se convierte en estructura significativa paracada hecho o conjunto de hechos, el conocimientode la realidad concreta no pasa de ser algo místico,o la incognoscible cosa en sí".

Al negar la posibilidad de aprehender latotalidad social concreta, el planteamiento deKoselleck prácticamente desemboca en la ele-vación de las sociedades capitalistas al rango decosa en sí, aquello de lo cual poco podemos decircon certeza. Así, la temporalidad diferencial deeste autor termina por invisibilizar -innecesaria-mente- la posibilidad de una crítica radical delmundo contemporáneo.

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Notas

Sobre esta particular recepción de Nietzsche porsus contemporáneos, cfr. Vattimo, 2001: 189-197.

2 Contrario al erróneo lugar común de que la feno-menología es una variante del solipsismo, desdesus inicios esta perspectiva filosófica mostró lasinsuficiencias de limitar el análisis a las condicio-nes de la subjetividad trascendental, postulandola necesidad de cimentar la reflexión filosóficasobre la intersubjetividad trascendental. De hecho,la más completa demostración fenomenológicadel carácter fundante de la intersubjetividad seencuentra en la quinta Meditación cartesiana deHusserl; allí el lenguaje de primera persona queposibilita la explicación de Husserl manifiestaclaramente una construcción argumentativa queparte del ego. El individualismo metodológicoimperante en la fenomenología de la cual provie-ne la hermenéutica de Gadamer (cfr. 2005: 331-338) se evidencia claramente por su insistenciaen el papel de la empatía en la comprensión de laacción del otro.

3 Ver también Heidegger, 2003: 58, citado en elsegundo epígrafe de este trabajo.

4 Sobre el primer y tercer tipo de temporalidad, cfr.Heidegger, 1998: 351-387 y 417-451.

5 Usando una metáfora espacial, podríamos aseme-jar la idea koselleckiana de la contemporaneidadde lo no contemporáneo con la imagen de unaciudad: cada edificio tiene una historia propia,una funcionalidad definida dentro de un territoriomás o menos amplio (podríamos decir, un camposemántico), y un simple paseo por esa ciudadnos habla de una historia plural, de un desarrollocomplejo tras la apariencia de simultaneidad.

6 Hayden White ha mostrado cómo incluso un sim-ple listado de sucesos aislados contiene implícita-mente una filosofía de la historia. (White, 1992:17-39.)

7 En este aspecto es pertinente traer a colaciónlas investigaciones de antropólogos como Lévi-Strauss o Dumézil, las cuales muestran estruc-turas profundas que circulan inconscientementea través del lenguaje a lo largo de muchos siglos.Precisamente en relación con las ideas religiosasy metafísicas, decía Nietzsche que la idea de Diosera un problema de gramática: de la estructurasujeto-predicado se desprende la categoría decausalidad, y a partir de esta se llega a la ideade una causa última, acto puro, motor inmóvil.(Dumézil, 1977; Lévi-Strauss, 1970; Nietzsche,1983.)

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8 A pesar de que Koselleck ubica a Herder comouno de los primeros exponentes de esta idea dife-rencial del tiempo, ya Aristóteles había planteadoen sus Categorías una consideración afín respec-to al tiempo: en este texto el estagirita planteabaque cada ente tiene su propio tiempo. Es de notarque esta concepción no es la que aparece en otrostextos suyos como la Física, donde el tiempose define por su relación con el movimiento.(Aristóteles, 1976, 1985.)

9 Contexto es, precisamente, un concepto propiodel historicismo. (Burke, 2002.)

10 En este aspecto, Koselleck sigue los principiosbásicos de la fenomenología de Husserl: paraéste, el tema del conocimiento cotidiano impli-ca asimilar lo extraño, convertirlo en un objetodentro de un repertorio de esencias (García,2005).

11 Esta sería una condición necesaria para pensarhistóricamente, esto es, en palabras de Gadamer,tener conciencia histórica. "Entendemos por con-ciencia histórica el privilegio del hombre moder-no de tener plenamente conciencia de la historici-dad de todo presente y de la relatividad de todaslas opiniones" (Gadamer, 2000: 41).

12 La historicidad de las antítesis, que constituyenlos factores para el cambio en cada tiempo histó-rico, acerca mucho a KoseIleck respecto a Hegel,posiblemente más de lo que el principal impulsorde la historia conceptual supuso.

13 Otro interlocutor importante de KoseIleck es,como argumenta Palti, Georg Simmel, cuya cate-goría de forma correspondería con el conceptodel historiador germano. Palti incluye sin reservasa Koselleck en la tradición de la filosofía neokan-tiana de la historia. (Palti, 2001: 17,22-23.)

14 Contra la historia total, Weber argumentaríaque "dada la infinitud de la realidad, y que sólopodemos conocerla fragmentariamente, nuncadispondremos de todos los datos o posibilidadespor las que discurren los acontecimientos socia-les". Michel, 1984: 93.

15 Como apunta Romero (cfr. 2005: 90-95) siguien-do una inspiración benjaminiana, Gadamer noacierta a ver que la tradición encubre las posibili-dades de transmisión que la han hecho posible: lamemoria de las clases subalternas es mucho másfrágil que la de las dominantes, las cuales cuentancon mayores opciones para difundir su visión. Lacategoría gadameriana de tradición es, por tanto,radicalmente acrítica.

16 La referencia aquí es, por supuesto, Simmel(cfr. 1988), con su contraposición entre cultura

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17 La discusión sobre modernidades alternativas,abierta en parte por la historia conceptual deKoselleck, surge desde este rechazo a la categoríade totalidad. Más allá de algunos aportes intere-santes sobre procesos puntuales, esta perspectivainvisibiliza que la modernidad ha sido un proce-so totalizante, singular, tal como lo argumentaJameson (cfr. 2005).

18 Para una crítica de las tendencias que privilegianlo fragmentario en el análisis social, (Grüner,2004.)

19 En este aspecto específico hay concordancia entreel marxismo adorniano y la historia conceptual deKoselleck.

20 La complejización marxiana de la categoría detotalidad ha sido explicada por Althusser, yformulada en términos dialécticos por Jameson(1989: 20-47).

21 Para una crítica al nominalismo weberiano,(Adorno, 2005: 158-160.)

22 Cfr. Michel, 1984: 98-105; Catanzaro, 2003.

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