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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
De la tribulación al triunfo, 3ª Parte Escritura: Santiago 1:5-12
Código: 59-6
John MacArthur
Abramos nuestras Biblias en el primer capítulo de Santiago, conforme estudiamos juntos la
Palabra de Dios en los versículos 2 al 12. Mientras que se está preparando para el estudio de
la Palabra de Dios, permítame recordarle que es una ocurrencia común en la vida,
ciertamente lo es en mi vida, y no tengo duda que también es el caso en su vida como
cristiano, conocer a personas que pensaban que eran cristianos.
Creo que bastante frecuente, personas que creían que eran salvas, que creían que conocían
a Dios y después, vino una dificultad severa a su vida que exhibió la realidad de que no
conocían a Dios en absoluto. Cuando probaron ser incapaces de enfrentar esa prueba severa,
su fe fue revelada. Fue descubierto que era una fe muerta, no una fe viva. Una fe no
salvadora. No pudieron aferrarse a los recursos provistos en aquellos que realmente creen en
Dios. Y dejan lo que parecía ser quizás, una fe genuina. El tipo de pruebas que vienen a la
vida todo el tiempo tienen la intención de hacer esto. En cierta manera, motivar a la gente, a
sacarlos de su seguridad, a despertarlos al hecho de que confían en Dios o no confían en el
resto de las circunstancias humanas. Las pruebas cumplen un propósito muy útil al afirmarnos
o la legitimidad o la ilegitimidad de nuestra fe.
Y eso es exactamente lo que Santiago tiene en mente en esta sección de apertura de esta
epístola maravillosa. Él está preocupado a lo largo de la epístola entera con el tema de la fe
viva. Él está preocupado con el tema y el asunto de la salvación genuina. Y como hemos
señalado, la epístola entera es una serie de pruebas que tiene la intención de revelar la
legitimidad de la fe de alguien. La epístola entera es una serie de pruebas de la fe viva.
La primera es la prueba de las pruebas severas. Cuando las pruebas vienen a nuestra vida,
revelan si esa fe es real o no lo es. Si se mantiene en pie o no. Nos aferramos a Dios y
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dependemos de Sus recursos o no lo hacemos. Y eso es algo que necesitamos saber. Todos
nosotros necesitamos entender la fortaleza o la legitimidad de nuestra propia fe. No sólo
necesitamos reconocerla en nuestras propias vidas, sino también en las vidas de otras
personas.
Ahora, en cierta manera, esto, para traerlo a una ilustración bíblicamente, permítame hacerle
un par de preguntas. ¿Cómo juzga usted la vida espiritual de una persona quien, uno,
habiendo oído de manera dispuesta el Evangelio, con oídos abiertos, con disposición, en
segundo lugar, recibió personalmente la palabra sin resistencia, en tercer lugar, respondió con
gozo y, en cuarto lugar, creyó? Alguien quien oyó el Evangelio con disposición, recibió
personalmente la Palabra, respondió con gozo y creyó.
Ahora, ¿acaso eso caracteriza la salvación genuina? ¿Identifica eso a un cristiano verdadero?
¿Es esa la característica de la fe salvadora genuina? Bueno, descubrámoslo al ver un capítulo
en Lucas, capítulo 8. En Lucas, capítulo 8, versículo 13. Y aquí hay un versículo que explica
una parte de la parábola de las tierras. Tiene que ver con la tierra superficial que tenía piedra
debajo de la tierra. Y dice: “los de sobre la piedra son los que, habiendo oído, reciben la
Palabra,” la reciben personalmente, la palabra acerca de Cristo, la salvación. “Reciben la
Palabra con gozo, pero estos no tienen raíces, creen por algún tiempo y en el tiempo de la
prueba,” ¿qué?, “Se apartan.”
Ahora, notará aquí que tenemos a aquellos que oyeron el Evangelio, recibieron
personalmente la Palabra, respondieron con gozo y se apartaron. Entonces, todo eso en sí
mismo es algo que queda corto de la fe salvadora.
Pero quizás nunca pudo haber sido manifestado como algo menos que fe salvadora si no
hubiera sido por las pruebas. Si no hubiera sido por un tiempo de prueba. Un tiempo de
prueba. Esa pequeña frase “un tiempo de prueba” es una frase muy interesante. Es una parte
crucial del diseño de Dios para la gente. De tal manera que la realidad de su fe, lo que
realmente es, puede ser manifestado.
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La palabra tiempo aquí no es chronos, lo cual significa tiempo cronológico como en este
momento son las 6.35 o algo así. No es tiempo cronológico en el sentido de calendarios y
relojes. Es kairos, he una palabra diferente. Eso significa un tiempo destinado, un tiempo de
oportunidad. Una circunstancia, una temporada en particular.
Y entonces, de lo que aquí está hablando no es un tiempo en el reloj, sino un tiempo en el
destino. Un tiempo en la vida de uno. Vendrá un tiempo de prueba. Y en este caso, fueron
aquellos que se apartaron. No significa que le pertenecieron a Dios en un momento. El verbo,
literalmente significa, aphistemi, significa estar distante de o aparte de. En el tiempo de la
prueba, se apartaron de Dios. Se mantuvieron lejos de Dios. Nunca Le pertenecieron a Él y la
prueba lo manifestó.
De nuevo, regresamos a 1 Juan 2:19: “si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con
nosotros. Pero salieron de nosotros para que se manifestase que nunca fueron de nosotros.”
Estas son personas que en el tiempo de la prueba se quedan solas. Se mantienen alejadas de
Dios. Realmente, no conocen a Dios en absoluto. O, como la semilla en Lucas 8, podrían
encontrar un poco de tierra en la parte de arriba y sólo es lo suficiente como para que la
planta se mantenga en pie, pero nunca echa raíces.
Entonces, la idea aquí no es que es arrancada. Esa no es la idea. Nunca hubo una raíz. La
planta simplemente estuvo de pie por sí misma en la tierra, por así decirlo. Y la unión con la
tierra sólo fue una unión aparente, nunca una relación verdadera. Nunca el tipo de unión que
podía arraigar a la planta profundamente y causar que creciera y diera fruto.
Pero la realidad de ese tipo inadecuado de fe no fue manifestada sino hasta la prueba. Por
cierto, el término aquí, en Lucas 8:13, es el mismo término peirasmos. El tiempo de la prueba
del que Santiago habla. Ahora, regresemos a Santiago y veamos cómo es que Santiago nos
enseña acerca de este mismo tema.
Las pruebas no pueden destruir la fe. Quiero que sepa esto. Quiero seguir enfatizando eso.
Las pruebas no destruyen la fe, únicamente la ponen a prueba. Y la fe que permanece en pie
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ante la prueba muestra que es genuina y la fe que fracasa en la prueba manifiesta que es
falsa. Las pruebas no pueden destruir la fe. Sólo pueden probarla.
Ahora, la semana pasada le mostré que las pruebas tienen muchos propósitos. ¿Se acuerda
de lo que dijimos? Dios envía pruebas para humillarnos. Él envía pruebas para alejarnos del
mundo. Él envía pruebas para llamarnos a concentrarnos en cosas eternas. Él envía pruebas
para revelarnos lo que realmente amamos. Él envía pruebas para enseñarnos el valor del
favor y la bendición de Dios. Él envía pruebas para capacitarnos para ayudar a otros en sus
pruebas. Él envía pruebas para desarrollar en nosotros una mayor fortaleza, una mayor
utilidad y una que no mencioné, algunas veces Él envía pruebas para disciplinarnos por
nuestro pecado y empujarnos hacia la perfección.
Pero Santiago está preocupado, primordialmente, con una razón por la que Dios envía
pruebas; y esa es para probar la legitimidad de nuestra fe. Como lo expresé la semana
pasada, para medir la fortaleza de nuestra fe. Ahora, lo que hemos estado diciendo a lo largo
de esto es que en medio de una prueba la fe verdadera va a perseverar. La fe verdadera
perseverará, la fe verdadera se aferrará y avanzará. Perseverará hasta el final. Soportará
cualquier prueba.
Y la pregunta que Santiago realmente nos trae es cómo hacer eso. ¿Cómo es que la fe
verdadera puede perseverar ante cualquier prueba? ¿Cómo es que la fe verdadera va a sufrir
cualquier pérdida y aun así aferrarse a su fe en Dios? ¿Qué es lo que le da la capacidad de
perseverar y no apartarse?
Bueno, hay varios ingredientes que hemos estado estudiando. En primer lugar, Santiago dice,
una actitud gozosa. La fe verdadera poseee una actitud gozosa en medio de la prueba más
severa. Versículo 2: “Hermanos míos, tened por sumo gozo,” o gozo total o mero gozo, gozo
puro, “cuando os halléis en diversas pruebas.” La primera actitud que es característica es
gozo en medio de la prueba. Siempre hay una ventana en algún punto en una prueba para
que un creyente verdadero encuentre una fuente de gozo.
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Podría ser que sabemos que Dios está en control, y sabemos eso. Podría ser que la
esperanza del cielo, como lo vimos con el padre en esta mañana, quien sabía que sus hijas
estaban en la presencia de Cristo. Pero para el creyente verdadero habrá una actitud gozosa
y necesitamos cultivar eso en nuestra propia vida espiritual debido a todo lo que las pruebas
llevan a cabo. Y debido a todo lo que las pruebas no pueden llevar a cabo. Debido a que nos
acercan al Señor, nos fortalecen, nos hacen más útiles. Todo lo positivo. Y debido al hecho de
que nunca pueden destruir la fe verdadera. Nunca pueden afectar el plan de Dios. Nunca
pueden alterar Su diseño externo. Podemos encontrar gozo en medio de cualquier prueba.
Entonces, una actitud gozosa.
En segundo lugar, hay otro ingrediente, que va de la mano con la capacidad de perseverar; y
vimos eso hace dos semanas atrás, de hecho. Y esa es una mente que entiende. Observe el
versículo 3: “sabiendo esto, que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
Ahora, usted tiene que entrar a las pruebas con conocimiento. Usted necesita saber que las
pruebas producen paciencia o perseverancia. Ese es un poder para permanecer, un poder
perseverante. Si usted no tiene ninguna prueba, usted no va hacer fortalecido para
perseverar. Entonces, una actitud gozosa y una mente que entiende.
Y, en tercer lugar, señalamos una voluntad sumisa. En el versículo 4, él dice en el imperativo
“mas tenga la paciencia su obra perfecta para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte
cosa alguna.” En otras palabras, que la prueba venga y que traiga la perseverancia. Y que la
perseverancia traiga perfección. Señalamos que perfección aquí significa madurez espiritual.
Madurez espiritual, deje que haga lo que Dios quiere hacer. Deje que lo humille a usted. Deje
que lo aleje del mundo. Deje llamarlo a usted a la esperanza eterna. De que revele lo que
usted realmente ama. Deje que le enseñe a valorar la bendición de Dios. Deje que lo capacite
para ayudar a otros. Deje que desarrolle fortaleza en usted para que usted pueda ser utilizado
en modos más grandes en el futuro. Deje que lo discipline, si eso significa su purificación.
En otras palabras, deje que haga lo que Dios quiere que haga. No pelee contra ella. Entonces,
la actitud correcta al entrar en una prueba: una actitud gozosa, la mente correcta es una
mente que entiende el propósito de Dios y una voluntad sumisa que acepta de manera pronta
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y dispuesta, sabiendo que mediante las pruebas llegamos a ser como Cristo. Ese es el
camino a la madurez.
Ahora, siguiendo estas primeras tres, quiero compartir en esta noche con usted las últimas
dos actitudes que son necesarias en la vida de uno que persevera. En cuarto lugar, un
corazón que cree. Un corazón que cree. Y para esto, vamos a ver los versículos 5 al 8. Un
corazón que cree, ahora permítame detenerme por tan sólo un momento antes de que
veamos el texto, y en cierta manera, preparar la escena, si es posible.
Digamos que usted está atravesando una prueba y usted realmente está haciendo su mejor
esfuerzo por mantener una actitud gozosa, una mente que entiende y una voluntad sumisa.
Pero usted está teniendo dificultad realmente en entender lo que está pasando. Quizás usted
está puede estarse diciendo a sí mismo ‘quiero tener una actitud correcta, quiero tener una
actitud de entendimiento correcto y quiero tener una voluntad sumisa, pero carezco de la
sabiduría y el poder para permanecer gozoso y perseverar y madurar en medio de esto. Estoy
luchando por mantener mi corazón enfocado, concentrado en la causa por la que debo estar
gozoso. Estoy luchando por entender esto y estoy luchando por ser permisivo. Necesito algo
de ayuda. ¿Qué hago?” Bueno, lo que usted necesita realmente es una cosa: sabiduría.
Necesita sabiduría para la prueba. Necesita entenderla. Necesita entendimiento práctico
necesario para enfrentar los problemas de la vida. Usted no va a poder mantener una actitud
gozosa y una mente que entiende y una voluntad sumisa a menos de que Dios le dé a usted
más que tan sólo sus facultades humanas para trabajar con ello.
Y entonces, aquí es donde usted llega al versículo 5: “y si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría.” La sabiduría siempre es algo de mucho valor, pero especialmente cuando usted
está enfrentando atravesando una prueba. Querer saber cómo estar gozoso, querer estar
dispuesto a perseverar en la prueba para cumplir los propósitos santos de Dios, demanda
sabiduría. Y usted no va a encontrar todas las respuestas en su propio razonamiento humano.
La sabiduría para Santiago y para cualquier lector judío y cualquier judío en ese entonces era
el entendimiento necesario para vivir la vida para la gloria de Dios. La sabiduría era operar en
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obediencia a la voluntad y la Palabra de Dios. Comenzaba con temer a Dios y después,
pasaba a obedecer a Dios. Y cuando atravesamos una prueba y pasamos una prueba,
necesitamos sabiduría. Cualquier creyente se va a sentir débil, va a sentir la necesidad de
fortaleza y recursos. Va a buscar algo a qué aferrarse en medio de la prueba. ¿Y a dónde va?
Él va a Dios y le pide sabiduría. Esa es la promesa. “Si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría,” ¿qué?, “Pídala a Dios.” Pídala a Dios.
La búsqueda de sabiduría es la búsqueda suprema del hombre. Para aquellos de nosotros
que conocemos y amamos al Señor, Él provee esa sabiduría. Pienso en Proverbios 3:5-7:
“Fíate de Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia.” ¡Qué gran
afirmación! Cuando usted está enfrentando una prueba, cuando usted está atravesando por
una dificultad, usted no debe apoyarse en su propio entendimiento. Confíe en Jehová con
todo su corazón. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus veredas. No seas
sabio en tu propia opinión. No dependas de ti para las respuestas. Pídele a Dios sabiduría
divina.
Entonces, aquí podríamos decir con seguridad que las pruebas le ayudan a usted a mejorar
su vida de oración, ¿verdad? Lo llevan a sus rodillas. Lo hacen clamar a Dios por lo que usted
no tiene y desea de manera desesperada. Desesperada.
Entonces, cuando usted atraviesa las pruebas de la vida, sea lo que sea, la intención de Dios
es que usted reconozca el estado de bancarrota de la razón humana y la respuesta es que
usted pueda obtener de otras personas. Y pienso en Job, quien trató de obtener las
respuestas de todo el mundo, de toda persona que lo rodeaba. Y todo el mundo le dio la
respuesta equivocada. Y la respuesta correcta siempre está disponible en la mano de Dios; si
la buscamos de Él, recibiremos eso.
Acompáñeme por un momento a Job 28. Una de mis porciones favoritas de la Escritura.
Éste es un pasaje tremendo. En la primera parte del capítulo, habla de estar en una búsqueda
minera para encontrar metal preciado y cómo los hombres hacen esfuerzos increíbles para
encontrar riquezas. Lo sacan de la tierra, y entran a las profundidades de la tierra y atraviesan
por todo tipo de cosas para encontrar riquezas.
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Pero en el versículo 12 dice: “Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la
inteligencia? No conoce su valor el hombre, ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo
dice: No está en mí; y el mar dijo: Ni conmigo. No se dará por oro, ni su precio será a peso de
plata. No puede ser apreciada con oro de Ofir, ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no
se le igualará, ni el diamante, ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de
coral ni de perlas; La sabiduría es mejor que las piedras preciosas. No se igualará con ella
topacio de Etiopía; no se podrá apreciar con oro fino. ¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría?
¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo viviente, Y
a toda ave del cielo es oculta.”
La verdadera sabiduría, la sabiduría sobrenatural necesaria para entender las nuevas de la
vida no está disponible en el mundo que nos rodea. “El Abadón y la muerte dijeron: Su fama
hemos oído con nuestros oídos.” La destrucción y la muerte han oído de ella. Saben cómo
encontrarla. No la encuentran. Y luego, versículo 23: “Dios entiende el camino de ella, y
conoce su lugar.” Entonces, si usted quiere sabiduría, ¿dónde va usted? Usted va a Dios. Y
no quiero ser simplista, sólo quiero enfatizar lo que la Biblia está diciendo.
Ahora puede regresar a Santiago 1. Quiero que entienda que lo que las Escrituras están
diciendo es tan simple como esto, amados. Cuando usted enfrenta una prueba, el lugar
adonde usted debe acudir a Dios. Esto es más importante que acudir a sus amigos para
encontrar respuestas y meterse en la misma situación en la que Job se metió. Eso es mucho
más importante que buscar una cita en algún tipo de clínica de consejería antes de que usted
haya hecho algo para considerar y consultar la mente de Dios.
Yo creo que la promesa de Dios en este versículo es una de las promesas más grandes en
toda las Escrituras, si no es que la promesa más importante para un creyente que vive en este
mundo. Y esta es que, si necesita sabiduría, Dios se la da. Digo, ¿qué más hay fuera de esto?
¿Qué más podríamos querer que el entendimiento divino para entender y responder
apropiadamente a toda prueba de la vida? Dios da sabiduría.
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Ahora, ¿de qué tipo de sabiduría estamos hablando? No estamos hablando acerca de
especulación filosófica. Estamos hablando acerca de hacer lo correcto. Estamos hablando
acerca de entender lo que está sucediendo con la mente de Dios. Estamos hablando de lo
que Santiago explica con más detalle en el capítulo 3, versículo 17. La sabiduría que es de lo
alto es primeramente pura, después, pacífica. Esto es conducta correcta en todos los asuntos
de la vida. De eso estamos hablando. Y este es el tipo de sabiduría que viene de Dios. Y en
algún punto, usted sabe, necesitamos regresar a esto.
Cuando los cristianos enfrentan problemas en la actualidad, la primera respuesta es
normalmente acudir a alguna otra fuente humana. Pero aquí dice que, ‘si alguno de nosotros
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios’. Pídala a Dios. ¿Qué es lo que usted está
pidiendo? Usted está pidiendo un entendimiento que le permitirá estar gozoso y ser sumiso.
Usted está preguntando qué es lo que debe hacer que es correcto. Y sería mi gran oración
que en medio de todos los problemas que la gente parece tener, que aprendan que el
problema tiene la intención de llevarlos no a los hombres, sino a Dios. A encontrar en Él la
única fuente de sabiduría verdadera, el camino de una respuesta correcta.
Ahora, observe de nuevo el versículo 5: “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala
a Dios.” Pídala a Dios. Ese es un imperativo. Eso no es optativo. Eso es un mandato. Ese es
un mandamiento. Eso es tanto un mandato a orar, como lo es orar sin cesar. Eso es tanto un
mandato a la oración como lo hemos estado aprendiendo en 1 Timoteo 2, acerca de los
hombres levantando manos santas en oración. Ese es un mandato a que oremos.
Las pruebas tienen la intención de llevarnos a depender de Dios. De Él. Para hacernos
reconocer que no tenemos recursos humanos, nos quedamos únicamente con un medio
invisible de apoyo. El creyente verdadero, entonces, en la prueba, va a saber que necesita
sabiduría y va a clamar a Dios. Él casi no puede ser restringido de clamar a Dios. Pero
necesitamos hacer eso mucho más.
Al final del versículo 16 de Santiago 5, “la oración eficaz del justo puede mucho”. Y después,
la ilustración de Elías, quien era un hombre con pasiones semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no lloviera; y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y
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oró otra vez y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto. Dios responde a la oración. Dios
responde.
Regrese al versículo 5 nuevamente del capítulo 1. Y lo que vemos es que, “si alguno de
vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios.” Es un mandato a que oremos. Deje que los
problemas lo lleven a Dios, lo acerquen a Dios. Deje que los problemas lo lleven a oración. Y
quiero decirle esto: si usted está atravesando un problema profundo en su vida y no ha
enriquecido su vida de oración, no lo ha llevado al Trono de la gracia, entonces, quizás los
problemas van a continuar hasta que usted finalmente despierte y comience a hacer esto.
La fuente de la sabiduría está ahí si acudimos a ella. ¿Y qué vamos a encontrar cuando
lleguemos? Observe el versículo 5: “pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente.” El
cual da a todos abundantemente. Tenemos un Dios generoso y de gracia que desea derramar
en nosotros esas cosas que deseamos.
Y Proverbios 6, ahí el escritor dice: “sin inclinares tu oído a la sabiduría y aplicares tu corazón
al entendimiento,” ¿cómo voy a obtener esto? Sí, “si clamares a la inteligencia y levantares tu
voz a la inteligencia, si como a la plata la buscares y la escudriñares como a tesoros,
entonces entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová
da la sabiduría. Y de Su boca viene el entendimiento y la inteligencia.” Dios la tiene disponible
y Dios quiere darla al corazón que busca. Pero hay un sentido en el que Él la retiene hasta
que usted viene y pide por ella, demostrando su amor, su confianza y su dependencia de Él.
En Jeremías 29:11: “porque yo sé los pensamientos que tengo para vosotros, dice Jehová.
Pensamientos de paz y no de mal para darte un fin esperado.” En otras palabras, para darte
aquello que es benéfico. Entonces, “clamarás a Mí e irás y orarás a Mí y te oiré y me hallarás
y me encontrarás cuando me busques con todo tu corazón. Y seré hallado por vosotros, dijo
Jehová.”
Ahora, la palabra abundante es una palabra maravillosa, haplōs, significa incondicionalmente.
Significa sin negociar, significa libre y generosamente. Nos recuerda a Mateo 7. Y usted
conoce muy bien, yo lo sé, Mateo 7, particularmente los versículos 7 al 11, todos los hemos
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reclamado en una u otra ocasión. “Pedid y se os dará, buscad y hallareis, llamad y se os
abrirá, porque todo aquel que pide recibe y el que busca halla y el que llama se le abrirá. ¿Y
qué hombre hay entre vosotros que si tu hijo le pide pan le dará una piedra? ¿O si le pide un
pescado le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dádivas a
vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que
le piden?” La promesa está ahí.
Cuando usted enfrenta problemas, cuando usted enfrenta dificultad, cuando usted enfrenta
una prueba, acuda a Dios en oración. Él no negocia, Él no pone condiciones. Él da a todos
abundante y generosamente, la sabiduría que usted necesita para entender y responder
apropiadamente a esa prueba.
Él también añade, versículo 5, “y sin reproche”. Ahora, esta es una palabra antigua y lo que
básicamente significa es que Él no retiene nada. Él le da generosamente, sin reservas. Es una
forma negativa de la afirmación previa. Más adelante, él dice en el capítulo 1, versículo 17,
que Él es el que da toda buena dádiva y todo don perfecto y en Él no hay mudanza ni sombra
de variación. Él da, y da y da. Ésa es Su naturaleza, como un Dios dador. Él da sinceramente,
da sin titubeo, Él da sin reservas mentales. Él no da rehusándose o enojado, eso es lo que
significa. Él no está diciendo “bueno, no debo estar haciendo esto, pero hombre, voy a
hacerlo, espero que lo valores.” Él no está jugando juegos con tu indignidad. Él no está
recordándole a usted cuán inmerecido usted es. Él es bueno y Él es dador. Él es dadivoso y
Él continúa dando. Él no retiene nada. Si a usted de falta sabiduría, a usted se le manda que
pida a Dios, quien les da a todos los hombres abundantemente y liberalmente. Él no retiene
nada. Y cuando usted pide, al final del versículo 5, “y le será dada,” dice.
Ninguna sabiduría, amados, y esta es una promesa, ninguna sabiduría necesaria para la
perseverancia del creyente en medio de una prueba jamás es retenida de ese creyente que
pide. ¿No es ésta una promesa maravillosa? Espero que entienda eso. Ninguna sabiduría que
necesite un creyente para perseverar en medio de una prueba, jamás es retenida de un
creyente que pide.
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Algunas veces, no pedimos, hacemos todo menos pedirle a Dios. Algunas veces, deberíamos
ser encontrados de rodillas, clamando de nuestros corazones a que Dios nos dé Su dirección.
Me encanta lo que dice en el Salmo 81:10, quizás recuerda esto: “Yo soy Jehová tu Dios,
quien te sacó de la tierra de Egipto…” Aquí viene… “abre tu boca y Yo la llenaré.” ¿No es esa
una promesa maravillosa? Dios quiere proveer todo recurso necesario para un creyente en
medio de la prueba.
Ahora, lo que eso significa, como he estado diciendo, es que perseveramos mediante la
oración. Perseveramos mediante la oración dependiente, arrojándonos sobre Dios. En Marcos
14:38 dice: “velad y orad para que no entréis en tentación.” Peirasmos. Velar y orar para que
usted no caiga en peirasmos y después, una vez que esté en ella, si usted cae en una prueba,
se asegura de que nunca se convierta en una tentación al arrojarse en dependencia de Dios.
Perseveramos mediante la oración. Si le pedimos a Dios.
Pero note, si es tan amable, en el versículo 6, que hay una condición para este tipo de
petición. Pero pida con fe. En otras palabras, creyendo. Oración que cree. Confianza genuina.
Ahora, habiendo descripto al Padre dispuesto, Santiago ahora se vuelve al hijo que espera. Si
hay una falta de sabiduría no es la culpa de Dios. Si usted no entiende su prueba, si usted
está desmoronándose y usted no entiende por qué murió su esposa o por qué murió su
marido o alguien se enfermó. O si usted no sabe por qué ha sido azotado por un problema
económico, un problema financiero, o un problema de casa, o un problema de auto, o un
problema de trabajo. O ansiedad en su corazón. Si usted está enfrentando pruebas y no
puede entender por qué, entonces, la razón simple, inicialmente es que usted no le ha pedido
a Dios que le dé sabiduría. Usted no lo ha buscado con todo su corazón.
Y si usted ha pedido y aun así no sabe, entonces no ha pedido con fe verdadera. Quizás,
usted ha orado de manera no sincera, quizás poco como en el capítulo 4 de Santiago, en
donde usted ora para consumir las cosas en sus propios deseos. Usted realmente no está
pidiendo con una fe honesta, creyendo con todo su corazón que Dios puede y responderá.
Quizás, usted está orando de la manera opuesta en la que los hombres deben orar según 1
Timoteo 2:8, que deben orar levantando manos santas sin ira ni contienda, sin dudar. Y usted
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está dudando si Dios puede ayudar o no. Usted está en contienda o quizás la palabra también
podría significar diakrinomai, tiene la idea de titubear.
Pero pida con fe, no dudando nada. La palabra dudando significa dudar o disputar o debatir.
Hay algunas personas que simplemente dudan que Dios puede darles una respuesta. Hay
otras personas que simplemente quieren discutir con Dios, cuestionándole por qué hizo lo que
hizo. Y entonces, sus oraciones no son nada más que una pelea. Pero usted no debe dudar
de la provisión disponible de Dios. Usted no debe dudar del poder disponible de Dios y usted
no debe dudar del propósito y la voluntad de Dios. Usted no debe debatir si Dios hizo lo que
debería haber hecho o no, si algo en su vida no está bien, no hay causa de debate o disputa
con Dios diciéndole a Dios que debió haberlo hecho a su manera.
La fe que no vacila simplemente cree que Dios es soberano, cree que Dios es amoroso y cree
que Dios proveerá todo lo que se necesita para entender la prueba y acude a Dios en oración.
Amados, no es un patrón típico que atravesamos una prueba y en lugar de ir al Señor y
colocar a Sus pies sin duda alguna, sabiendo que lo puede resolver, que Él nos puede dar
sabiduría sin debate o disputa con lo que Él ha hecho, simplemente lo dejamos ahí y le
rogamos continuamente por sabiduría. Eso es lo que debemos hacer, pero tristemente es lo
que rara vez hacemos.
En Mateo 21, simplemente para llevarlos a un par de versículos que creo que son importantes
en relación a esto, Jesús respondió y les dijo: “de cierto os digo que, si tenéis fe y no dudáis,
no solo haréis esto que se le ha hecho a la higuera, sino también si le dijerais a este monte
quítate y arrójate al mar, será hecho. Y todo lo que pidáis en oración creyendo lo recibiréis.”
Ahí Jesús esencialmente dice lo mismo, la fe mueve los músculos de la omnipotencia.
Ahora, ese no es un cheque en blanco. Usted no recibirá lo que pida para consumirlo en sus
deseos pecaminosos. Usted no va a recibir lo que usted pida a menos de que esté en la
voluntad de Dios. Usted no va a recibir lo que pida a menos de que traiga gloria a Dios el
Padre, como dice Juan 14:13 y14. El discípulo que ora, no obstante, usando el poder de la fe,
verá a Dios operando de manera dramática y repentina como Jesús. Y él va a mover montes.
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Y, por cierto, eso es una metáfora para algo difícil, fue usado por nuestro Señor, una figura de
dicción, no refiriéndose a un monte literal.
Y una fe como una semilla de mostaza, comienza pequeña y llega a crecer. Una semilla de
mostaza era la semilla más pequeña que se convertía en este árbol grande. Y lo que él estaba
diciendo ahí es esto: si usted tiene una fe que comienza pequeña, pero persevera y crece,
usted verá grandes movimientos de Dios en respuesta a su oración. Una confianza
persistente que está creciendo alineada con la voluntad de Dios es potente y trae la sabiduría
necesaria para toda prueba. ¡Qué promesa! Sea cual fuere la prueba, usted debe tener un
corazón que cree, creyendo que Dios permitió esto para Su propósito. Y está bien. Creyendo
que Él le va a dar la sabiduría para soportarla, para perseverar y para ser mejor de lo que
jamás usted podría haber sido si no hubiera perseverado en esta prueba.
Pero observe lo opuesto en el versículo 7, o de regreso al versículo 6, casi nos saltamos ese.
Versículo 6: “porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el
viento y echada de una parte a otra.” La persona que duda, que va a Dios y que realmente no
cree que Dios puede proveer la sabiduría y que vacila es como el mar que está inquieto y se
mueve de un lado para el otro, con su marea interminable que nunca puede estar estable. Es
como que el que es aventado de aquí para allá y llevado por el viento. Es como aquellos que
estuvieron en el día de Josué, ¿se acuerdan, cuando iban de una a otra opinión. Es como
aquellos de los días de Elías, quienes no podían decidir si Jehová era Dios o Baal era dios.
Como aquellos del día de Pablo que estaban sacrificándole a los demonios y después, iban a
la mesa del Señor. Esas personas quieren a Dios, pero quieren algo más y vacilan de un lado
al otro. Van de un lado a otro. Esas personas tibias a quienes el Señor vomitará de Su boca
porque no son ni calientes ni frías.
La persona que duda, que no va a Dios y se aferra con confianza es como el mar en el
versículo 7 y dice: “no piense pues quien tal haga que recibirá cosa alguna del Señor.” No hay
sentido, debo decir, en una persona así que espera que va a recibir algo del Señor. El que
duda de Dios, el que debate con Dios, el que es inestable en su confianza y no está
comprometido de manera sólida con el Señor, no va a recibir nada.
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Esa persona, ese hombre, caracteriza a un incrédulo, como dice en una versión. También
podría caracterizar a un cristiano débil que duda, que está actuando como un incrédulo. Y es
realmente triste ver esto. Una persona que viene a la Iglesia y es un cristiano farsante no es
real. Entra en una prueba y comienzan a dudar, disputan con Dios y se enojan con Dios y se
van. Pero con mucha frecuencia, en muchas maneras, es igualmente trágico un cristiano que
un cristiano débil. Enfrentan una prueba severa y en lugar de tener una actitud gozosa, una
mente que entiende, una voluntad sumisa y un corazón que cree, vacilan y van de un lado
para el otro. Y en cierta manera, son un manojo de nervios, controlados por sus emociones y
no pueden confiar en Dios. Y no parecen poder orar y pedirle sabiduría a Dios. Literalmente,
no están dispuestos a disfrutar de los recursos que Dios ha provisto en su cuenta espiritual. Y
no reciben nada.
Entonces, pueden seguir y seguir en la miseria de esa prueba, nunca conociendo la
resolución que está disponible de manera inmediata para ellos mediante la oración que confía
de manera persistente en Dios.
El versículo 8 lo resume. “El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.”
Un hombre de doble ánimo, una mujer u hombre pecaminosos. De hecho, en Santiago 4:8,
“limpiad vuestras manos, pecadores y purificad vuestros corazones vosotros los de doble
ánimo.” Una persona de doble ánimo es realmente un hipócrita. La persona que dice “Oh,
creo en Dios,” pero cuando viene la prueba no saben qué hacer. Quizás, quieren confiar en
Dios, pero no confían en Dios y vacilan, como dice aquí. Y en ese caso, no va a recibir nada.
De hecho, van a ser inconstantes en todos sus caminos.
Doble ánimo es dipsuchos, el “di” al principio es dos y la palabra suchos es la palabra para
alma. Dos almas, dos mentes. Un alma dividida entre Dios y el mundo. Confiando y no
confiando. Creyendo y no creyendo. Uno amigo del Señor y uno amigo del mundo. Y usted
recordará lo que dice Santiago 4:4: “la amistad con el mundo es enemistad con Dios.” Amar al
mundo y tratar de amar a Dios al mismo tiempo. Y Juan dice que es imposible hacer eso.
John Bunyan en el clásico El Progreso del Peregrino lo llamaba el ‘Señor que veía a ambos
lados’.
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El Salmo 12:2 habla de un corazón doble, el cual Jehová juzgará. Deuteronomio 6:5 habla de
un corazón concentrado en una cosa cuando dice ‘amarás a Jehová tu Dios con todo tu
corazón, alma, mente y fuerzas’. Esta es la persona indecisa. Y creo de manera más
característica es el incrédulo. Pero es triste decirlo: que a veces los cristianos no creen, no se
aferran a la soberanía de Dios. Confían en Dios, no hacen a un lado sus dudas, no aceptan la
sabiduría que Dios, de manera dispuesta y liberalmente les provee cuando piden. Una
persona así, de dos almas, el Señor que ve a ambos lados es inestable en toda área de la
vida. No alguna, sino todas. Él no puede enfrentar las pruebas de la vida porque no tiene
suficiente fe en Dios. Él no tiene suficiente fe en Dios para ir y buscar la sabiduría que
necesita de manera desesperada.
Y esta persona que duda es condenada en esta epístola. Él no tiene confianza verdadera, no
hay lealtad verdadera. Su vida entera es de vacilación. Es inestable. Es usada en 1 Corintios
14:33. Dios no es autor de confusión, él está confundido. Está en caos. Creo que también es
usada en Santiago 3, es traducida en el versículo 8, no refrenada. No refrenada.
Una persona que no es constante. Que vacila. Entonces, los versículos 5 al 8 son muy
simples, permítame resumirlos. Cuando usted entra a una prueba, la manera en la que usted
persevera en esa prueba es recibir de Dios sabiduría divina. Ir a Dios y tener la confianza que
Él da de manera libre, nunca debate, nunca discute, nunca contiende nada, sino que da
exactamente lo que usted necesita para perseverar en esa prueba.
Pero la condición es que su fe sea real. Que sea una fe que no es como el mar que está
turbado. Porque si usted tiene una fe que vacila, que confía y no confía, que cree y que no
cree, usted se encuentra en el medio y usted no recibirá nada. De hecho, un doble ánimo así
lo va a hacer inestable en toda área de la vida. La verdadera estabilidad en la vida viene para
aquellos que confían en Dios en el medio de la prueba. Cualquier prueba. Entonces, un
corazón que cree de manera genuina es esencial para perseverar.
Y después, finalmente, un espíritu humilde. Un espíritu humilde. Esta explicación es muy, muy
rica. Versículo 9: “el hermano que es de humilde condición.” Deténgase ahí por un momento.
Éste es otro mandato. Un regocijo obligatorio. El hermano que es de humilde condición, ¿qué
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quiere decir esto? El hombre pobre. El que está privado económicamente, el cristiano pobre,
que está abajo en la escala económica. El hombre que no tiene mucho. Y usted sabe que
estos creyentes que estaban dispersos, a quienes Santiago escribió, a las 12 tribus que
estaban en dispersión, dice el versículo 1, eran víctimas de persecución. Eran víctimas de la
privación, del racismo, de la hostilidad. La pobreza entre aquellos que estaban dispersos era
algo común. Muchos de ellos eran muy pobres. Tenía muy poco.
Y la palabra aquí que se traduce de humilde condición es utilizada en la Septuaginta, la cual
es el Antiguo Testamento en griego para traducir la palabra pobre, topeinos, pobre. Que las
personas pobres se regocijen. ¿Qué significa eso? Esa palabra es una palabra muy rica.
Significa jactarse de un privilegio o posición. Que se jacten, que se gloríen, que los pobres se
jacten. Aquí está el gozo del orgullo legítimo. Quizás no tenga nada en el mundo de qué
regocijarse. Quizás no tenga nada en el mundo que posea, pero regocíjese, gloríese. Es
privilegio. ¿Y qué privilegio es? Porque es ¿qué? Exaltado. Él es exaltado. ¿De qué manera?
Espiritualmente. Él puede ser la escoria del mundo, la suciedad del mundo, pero él puede
regocijarse porque su posición delante de Dios es de exaltación.
Entonces, él dice: “si no tienen nada en esta vida, si ha sido privado de tal manera que
puedes encontrarte a ti mismo en el nivel más bajo, tienes de que gloriarte porque
espiritualmente eres exaltado.” Él puede tener hambre, pero tiene el Pan de vida. Él puede
tener sed, pero tiene el Agua de vida. Él puede ser pobre, pero tiene riquezas eternas. Él
puede ser rechazado por los hombres, pero ha sido recibido por Dios. Él puede no tener hogar
aquí, pero tiene un hogar glorioso en la vida venidera. Entonces, él dice: ustedes pobres,
regocíjense porque han recibido atención divina. Y porque sus pruebas están haciéndolos
perfectos y eso es para exaltarlos en la dimensión espiritual. Cuando Dios quita, Él quita para
hacerlos espiritualmente maduros. Cuando Él los hace espiritualmente maduros, eso es una
exaltación.
Entonces, la persona que es privada puede aceptar su privación, aceptar sus pruebas, debido
a la esperanza de que Dios lo está exaltando mediante esas pruebas en la dimensión
espiritual y en últimas, llevándolo a la gloria futura. En últimas, llevándolo a un punto en el que
él recibirá toda la herencia prometida a los santos que aman a Dios. Algún día, recibirá una
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herencia que hará que él se regocije con un gozo inefable lleno de gloria. Entonces, podemos
regocijarnos en cualquier prueba. Podemos regocijarnos en cualquier privación. Porque Dios
nos ha escogido para una posición exaltada en su Reino y Pablo dijo que los sufrimientos de
este mundo no son dignos de compararse con el gozo que será nuestro en ese día.
Romanos 8:17 en adelante habla de eso. Las verdaderas riquezas son nuestras. Entonces, la
pobreza es una prueba corta. No dura mucho. Y aquellos de nosotros que perseveramos en
ese tipo de pruebas, de las cuales la pobreza podría ser una, podemos ver hacia adelante, a
un tiempo glorioso de exaltación.
Para resumirlo, dice esto: no busquen encontrar su gozo en sus circunstancias mundanas y
no quedarán decepcionados si no tienen nada. Encuentre su gozo en su exaltación espiritual.
En que Dios le está salvando y le está moviendo hacia la semejanza a Cristo y algún día, le va
a colocar en Su presencia.
Y, por otro lado, observe el versículo 10: “pero el que es rico, en su humillación.” Esto es,
regocíjese, el mismo verso verbo debe aplicarse, exáltese, gloríese en que está siendo
humillado. El hermano rico aquí, estamos hablando del cristiano rico, es el que parece que
todo está su favor. Y entonces, muchas pruebas de la vida se relacionan con la pobreza, pero
la persona rica que parece tenerlo todo en su lugar, que se regocije, no es su riqueza, sino en
que está siendo humillado. Está siendo bajado, porque cuando una persona rica enfrenta una
prueba, comienza a darse cuenta de manera realista de que todo lo que posee no puede
comprar las cosas reales de la vida. El cristiano rico debe regocijarse, porque cuando él
enfrenta pruebas, él tiene que enfrentar la bancarrota de las riquezas mundanas y depender
de las dádivas y de la gracia de Dios.
Entonces, la persona humilde, se regocija en la provisión de Dios y la persona rica se regocija
en la provisión de Dios de la misma manera. La persona que no tienen nada se regocija en lo
que Dios provee. La persona que tiene todo y reconoce que no puede comprar lo que
necesita, también se regocija en lo que Dios ha provisto. El cristiano pobre puede también
como comentario al margen, regocijarse porque está asociado con los ricos y el cristiano rico
puede regocijarse en el privilegio abnegado de ser identificado con Cristo y con creyentes
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pobres. ¿Por qué? Porque todos somos humillados al mismo nivel en una prueba y todos
tenemos que depender de Dios, ¿verdad? Ése es el punto. El dinero no saca a la gente de
sus problemas. Sus pruebas verdaderas. Oh, podría resolver tu problema económico, pero
vas a encontrar muchos otros problemas que no van a poder ser resueltos con dinero.
Entonces, el punto aquí es que sea pobre o rico, las cosas pruebas vienen a la vida para
humillarnos y la verdadera humildad, sea que posee mucho o poco de los bienes de este
mundo, la verdadera humildad, dice: “mis recursos están en Dios.”
El gran comentarista luterano Lensky, creo que tiene un párrafo interesante. Él dice, y cito: “la
fe en Cristo levanta al hermano humilde más allá de sus pruebas, a la gran altura de una
posición en el Reino de Cristo, mientras que, como hijo de Dios, él es rico y se puede regocijar
y gloriarse. La fe en Cristo hace algo igualmente de bendito para el hermano rico. Lo llena del
Espíritu de Cristo, el Espíritu de humildad y la verdadera humildad cristiana. Conforme el
hermano pobre se olvida de toda su pobreza terrenal, así el hermano rico se olvida de toda su
riqueza terrenal; y los dos son iguales, están al mismo nivel por la fe en Cristo.” Fin de la cita.
Eso es correcto. Y yo creo que esa igualdad es ilustrada mediante las pruebas. Cuando usted
pierde a una hija o pierde a un hijo o pierde a una esposa o pierde a un marido, no importa
cuánto dinero usted tenga, nada de eso va a hacer que usted pueda comprar algo para salir
de esa prueba. Nada de eso. Ahí está el ecualizador. Las pruebas nos llevan al mismo nivel
de dependencia de Dios y de esta manera, nos llevan humildemente al mismo nivel el uno con
el otro.
Entonces, no nos preocupamos con las cosas terrenales y en la Iglesia no exaltamos a
aquellos que tienen mucho en contraste con aquellos que tienen poco, porque todas nuestras
posesiones terrenales son inadecuadas para comprar lo que necesitamos espiritualmente.
Ahora, Santiago parece tener una preocupación en particular en confrontar a la gente rica. Él
lo hace en el capítulo 1 y continúa haciéndolo a lo largo de la epístola, como lo veremos. Pero
él dice, regrese al versículo 10, que el rico debe estar feliz porque es humillado. Porque
cuando él es humillado, como puede ver, se da cuenta de que las riquezas verdaderas no son
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de este mundo, no están aquí. “Porque cuando sale el sol con calor abrasador la hierba se
seca.” Una persona rica en general, no está hablando en particular de un cristiano rico, sino
de los hombres ricos en general, van a secarse, así como la flor del pasto.
En Israel, hay tres flores muy comunes. La anémona, el ciclamen y el lirio. Y pueden florecer y
usted puede ver la belleza de sus colores en febrero. Y son quemados y terminan secándose
en mayo. Francamente, no es diferente de los montes de la parte sur de California, en donde
florecen y usted sale de la ciudad por una semana y regresa, y otra vez en un desierto. Eso es
lo que él está viendo aquí. Hay un verdadero espíritu de humildad que dice: “no voy a confiar
en estas cosas que pasan tan rápido, que se queman tan rápido”. Y el poeta, en Santiago,
expande su ilustración aún más en el versículo 11: “porque cuando sale el sol con calor
abrasador, la hierba se seca. Su flor se cae y perece su hermosa apariencia. Así también se
marchitará el rico en todas sus empresas.”
La forma del lenguaje griego aquí expresa lo que normalmente ocurre. El pensamiento es
tomado de Isaías 40, versículos 6 al 8. Es tomado de Isaías, el profeta. Él dice: “el sol
abrasador,” o literalmente el calor abrasador, se podría referir al viento conocido como el
siroco que llega y literalmente aplasta a todas las flores en su camino, ese viento ardiente. Así
será en el futuro el destino de los hombres ricos. El calor abrasador y el viento de la furia de la
muerte, el juicio de Dios va a quemar todo de tal manera que el hombre rico debe regocijarse
en sus problemas porque sus problemas lo divorciaron de la dependencia de sus recursos. Y
todos sus recursos van a perecer de cualquier manera. Y puede regocijarse. Y cuando todo se
haya quemado, él va a tener las riquezas verdaderas. Así como el hombre pobre.
Entonces, ¿que es necesario? ¿Qué tipo de actitud debemos tener para enfrentar las
pruebas? Una actitud gozosa, una mente que entiende, una voluntad sumisa, un corazón que
cree y un espíritu humilde que no confía en nuestras posesiones, sino en la provisión de Dios.
Ahora, en conclusión, regresemos a donde comenzamos. La primera prueba de la fe viva es
la prueba de las pruebas. O aflicciones. La perseverancia en las pruebas caracteriza a los
creyentes genuinos. Caracteriza a los creyentes genuinos. Y usted necesita verlas en su
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propia vida y en las vidas de otros para terminar y discernir quién es real. Es tan, tan
importante.
Y conforme enfrentamos estas pruebas, el Señor nos está despojando de nuestras
dependencias mundanas y acercándonos a sí mismo, mostrándonos cómo es en realidad de
nuestra fe y perfeccionándonos a la semejanza a Cristo. ¡Qué pensamiento tan glorioso! Los
marineros solían decir: “los vientos cruzados son los más seguros para entrar al muelle.”
¿Alguna vez ha navegado? ¿Ha tratado alguna vez de entrar a un muelle con un viento en la
parte de adelante del gran barco? Muy difícil. ¿Alguna vez ha tratado de entrar a un muelle
con un viendo por la parte de atrás y se ha encontrado a varios metros adentro de la playa?
Los marineros tienen razón. Los vientos cruzados con los más seguros para entrar al muelle.
George Whitfield dijo, y cito: “todas las pruebas tienen dos propósitos: que podamos estar
mejor familiarizados con nuestros corazones impíos y que podamos estar mejor familiarizados
con nuestro Salvador amado.” Fin de la cita. Tiene razón, y para eso son. El cardenal
Richelieu murió en el año 1642 y él dijo esto en una ocasión, y cito: “una persona virtuosa y
con buena disposición es como el buen metal, entre más se le expone al fuego, más es
refinado. Entre más adversidad encuentra, más es probado. La adversidad puede tratar de
tocarlo y detenerlo, pero no puede dejar sobre él alguna huella falsa.” Fin de la cita. Es
verdad.
Estaba leyendo, como me gusta hacer con frecuencia, a algunos escritores de la antigüedad
en esta semana y encontré un pensamiento hermoso de Joseph Church remontándose al
siglo 17. Él dijo lo siguiente: “los sufrimientos no son más que pequeñas astillas de la Cruz de
Cristo”. Los sufrimientos no son más que pequeñas así de la cruz de Cristo. Él, quien sufrió
tanto por nosotros y nosotros tenemos el privilegio de sufrir de una manera pequeña a favor
de Él.
Quiero cerrar con un poema simplemente para dejar el pensamiento en su mente que viene
de Ella Wheeler Wilcox escrito alrededor del año 1880. Ella dice esto: “no dudaré, a pesar de
que todos los barcos en el mar lleguen la casa con mástiles y velas rotas. Yo creeré en la
mano que nunca falla. De lo que aparentemente es malo para mí; y aunque yo pueda llorar
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porque esas velas están golpeadas, aun así, lloraré mientras que mis mejores esperanzas son
despedazadas, yo confiaré en Ti. Yo no dudaré, aunque todas mis oraciones regresen sin ser
respondidas de la esfera que todavía es blanca de arriba. Yo creeré que es un amor sabio,
que me ha rehusado esas cosas que yo anhelo. Y aunque en ocasiones, yo no puedo dejar de
llorar, aun así, el ardor puro de mi creencia fija arderá sin ser disminuida. No dudaré, aunque
las tristezas caigan como la lluvia y los problemas me rodeen como abejas en un panal. Yo
creeré en las alturas para las cuales yo lucho y de que son únicamente alcanzadas mediante
la angustia y el dolor. Y aunque yo gima y tiemble con mis cruces, aun así, ve en medio de
mis pérdidas más severas la ganancia mayor.”
“Sin duda alguna, estaré bien anclada en la fe como un barco fuerte, conforme mi alma
enfrenta todo viento que es fuerte, es valentía de la no dejaré de tener. Aunque el mar
desconocido de la muerte me enfrente, o quizás lloraré cuando el cuerpo parta del espíritu, yo
no dudo. Así me oirán los mundos que escuchan con mi último suspiro.” Fin de la cita. Así es
como debemos enfrentar la vida. Y así es como debemos enfrentar la muerte. Sin titubear. En
todo sentido, y Dios provee eso para nosotros conforme perseveramos como Santiago nos ha
enseñado. Inclinémonos en oración.
Escuche con atención, Thomas Watson dijo en una ocasión: “sea cual sea el problema que en
esta vida enfrenta el hijo de Dios, es todo el infierno que jamás enfrentará.” Eso es verdad.
Sea cual sea la dificultad que enfrentamos en esta vida, es todo el infierno que jamás
conoceremos porque se nos ha prometido el cielo eterno. Entonces, podemos perseverar
como aquellos cuya fe es real.
Un antiguo escritor puritano expresó una actitud en el medio de todas las pruebas que es tan
deseable para el hijo de Dios. Permítame compartirla con usted conforme piensa en esto. Él
escribió lo siguiente, y cito: “Aquí está la diferencia clara entre los piadosos y los impíos. Viene
en el sufrimiento de las pruebas. Los impíos, entre más coloca el Señor Su mano sobre ellos,
más murmuran y se revelan en contra de Dios. Los fieles, cuando se sienten abrumados con
el pecado, turbados con los conflictos de Satanás, cuando sienten el enojo de Dios ofendido
con ellos, huyen a los brazos de la misericordia de Dios y se aferran a la mano de Dios, quien
está abofeteándolos, y la besan.” Fin de la cita.
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Padre, sabemos que hay ocasiones cuando Tu mano nos abofetea. Y si realmente
entendemos lo que Tú estás haciendo, besaríamos esa mano. No dudamos, no disputamos.
No debatimos. Anhelamos, oh Señor, aceptar las pruebas que producen semejanza a Cristo,
que revelan la naturaleza de nuestra fe como algo genuino o falso. Las pruebas que nos
humillan, que nos alejan del mundo, que nos llaman a la esperanza eterna, que nos muestran
lo que realmente amamos. Que nos enseñan a valorar Tu bendición. Que nos enseñan a
cómo ayudar a otros. Que desarrollan en nosotros una mayor utilidad, que nos disciplinan
para ser más puros. Señor, Te damos gracias por pruebas así. Y queremos tenerlas por sumo
gozo. Y queremos entender y queremos someternos. Y queremos creer en oración para
encontrar sabiduría. Y queremos humillarnos para aprender la lección de dependencia de Ti,
no de los recursos humanos.
Entonces, lleva a cabo Tu propósito bueno y santo a través de todas las pruebas de la vida. Y
descansamos en esta oración, en la confianza de que no hay ninguna prueba que hayamos
enfrentado que no podamos enfrentar.
Pero Tú eres fiel y nunca nos dejarás ser probados más de lo que podamos resistir, sino que
juntamente con la prueba, siempre darás la salida para que podamos soportar. Y de esta
manera, probaremos ser Tus hijos. Entonces, lleva a cabo Tu obra en nuestros corazones.
Confórtanos en nuestra prueba. Enséñanos la oración y la dependencia humilde, para que, a
partir de estas cosas, podamos llegar a ser todo lo que Tú quieres que seamos. Por causa del
Salvador, amén.
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