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CRITICÓN, 97-98,2006, pp. 107-122. De las amistades humanas a los saberes amistosos del libro (Guzmán de Alfarache, Segunda parte, II, 1) Philippe Rabaté EHEH, Casa de Velázquez Para Maryse y María. Escribe Mateo Alemán al principio del libro II de la Segunda parte del Guzmán de Alfarache: [...] con razón el buen libro es buen amigo, y digo que ninguno mejor, pues del podemos desfrutar lo útil y necesario, sin vergüenza de la vanidad, que hoy se pratica, de no querer saber por no preguntar, sin temor que preguntado revelará mis ignorancias, y con satisfación que sin adular dará su parecer. Esta ventaja hacen por excelencia los libros a los amigos, que los amigos no siempre se atreven a decir lo que sienten y saben, por temor de interese o de privanza —como diremos presto y breve—, y en los libros está el consejo desnudo de todo género de vicio 1 . Este elogio del libro cierra con mucha perspicacia dos páginas complejas y algo desengañadas sobre la escasez de las amistades humanas. El texto que acabamos de citar podría leerse, en este sentido, como una sustitución clara y definitiva de la esfera humana por la del libro, y dicha conclusión no carecería de fundamento: el libro, por sus intenciones y la forma de educación que instaura con su lector, sintetiza las principales cualidades de las amistades humanas, o sea sinceridad recíproca, intercambio de consejos —juego del «preguntar» y de las respuestas que elevan el libro al nivel de oráculo— y univocidad del sentido —«desnudo de todo género de vicio». Sin embargo, 1 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583.

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CRITICÓN, 9 7 - 9 8 , 2 0 0 6 , pp. 107-122 .

De las amistades humanas a los saberes amistosos del libro

(Guzmán de Alfarache, Segunda parte, II, 1)

Phi l ippe R a b a t é

E H E H , Casa de Velázquez

Para Maryse y María.

Escribe Mateo Alemán al principio del libro II de la Segunda parte del Guzmán de

Alfarache:

[...] con razón el buen libro es buen amigo, y digo que ninguno mejor, pues del podemos desfrutar lo útil y necesario, sin vergüenza de la vanidad, que hoy se pratica, de no querer saber por no preguntar, sin temor que preguntado revelará mis ignorancias, y con satisfación que sin adular dará su parecer. Esta ventaja hacen por excelencia los libros a los amigos, que los amigos no siempre se atreven a decir lo que sienten y saben, por temor de interese o de privanza —como diremos presto y breve—, y en los libros está el consejo desnudo de todo género de vicio1.

Este elogio del libro cierra con mucha perspicacia dos páginas complejas y algo

desengañadas sobre la escasez de las amistades humanas. El texto que acabamos de citar

podría leerse, en este sentido, c o m o una sustitución c lara y definitiva de la esfera

humana por la del libro, y dicha conclusión no carecería de fundamento: el libro, por

sus intenciones y la forma de educación que instaura con su lector, sintetiza las

principales cualidades de las amistades humanas, o sea sinceridad recíproca, intercambio

de consejos —juego del «preguntar» y de las respuestas que elevan el libro al nivel de

oráculo— y univocidad del sentido —«desnudo de todo género de vicio». Sin embargo,

1 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583.

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conviene detenerse algún tiempo sobre tal afirmación esgrimida dentro de una estrategia

retórica extremadamente sutil.

Cualquier lector del Guzmán de Alfarache puede afirmar, sin equivocarse, que las

páginas dedicadas a un esbozo de las funciones y misiones del libro son muy escasas.

Desde luego, Guzmán justifica de vez en cuando su proyecto y no deja de recordar a su

lector su meta — « f a b r i c a r un hombre p e r f e c t o » — y el valor céntr ico de las

«ocasiones» 2 , o mejor dicho, de las digresiones. Pero, en estas primeras páginas del

«libro segundo» de la Segunda parte, no se trata de legitimar una vez más al escritor-

galeote y su papel de atalaya del género humano: lo que Alemán define con convicción

es sencillamente una serie de rasgos del libro ideal y utópico. Si se ha estudiado muy a

menudo la teoría de la novela en Cervantes 3 , las interrogaciones de esta índole sobre el

relato de Alemán han suscitado muy pocas vocaciones, como si se le negara al autor del

Guzmán la capacidad de emitir juicios válidos sobre las letras. N o obstante, la obra

contiene, si cabe citar un solo ejemplo, un escrutinio muy ingenioso y feroz de las

bibliotecas femeninas de finales del siglo xv i 4 . Por eso, nos proponemos reconstituir un

fragmento de esta teoría del libro en el t exto de M a t e o Alemán, teoría que puede

constituir una aportación mucho más experimental y compleja de lo pensado en la

formación de la novela moderna.

Tal proyecto conlleva dos peligros opuestos: se puede perder con mucha facilidad el

sentido global del texto al querer dar cuenta de una sola página; por o tra parte , el

recurso a conceptos puede generalizar una declaración precisa y tender a sistematizar sus

implicaciones. Para evitar ambos escollos, hemos empezado haciendo un análisis literal

del t exto c i tado para situarlo después dentro de una red de correspondencias en el

Guzmán. Hemos procurado así poner a prueba este autorretrato del libro y estudiar la

relación que media entre esta declaración programática y nuestra experiencia de lector

del Guzmán de Alfarache.

S U T I L E Z A S R E T Ó R I C A S

El principio del «capítulo primero» del libro II de la segunda parte ofrece al lector

una estructura dinámica que intenta identificar de tres maneras sucesivas la naturaleza

de la amistad; cada identificación parece ser definitiva: se expresa mediante superlativos

y parece cerrar —en realidad falazmente— el discurso.

A partir de un apólogo preliminar dedicado al filósofo Foción —pobre en dinero,

rico en amigos—, Alemán desarrolla el viejo tópico de la amistad ciceroniana por medio

de una metáfora alquímica:

Hanse de avenir los dos como cada uno consigo mismo, por ser otro yo mi amigo. Y de la manera que suele suceder a el azogue con el oro, que se le mete por las entrañas, haciéndose de ambos una misma pasta, sin poderlos dividir otra cosa que el puro fuego donde queda el

2 Estas dos expresiones proceden de Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 557. 3 Desde el ensayo pionero de Riley, 1966, hasta las tentativas de Martínez Bonati, 1995, los trabajos

sobre la teoría literaria cervantina se han multiplicado durante los últimos cuarenta años; en cambio, la casi ausencia de trabajos sobre a la misma problemática sobre la obra de Alemán es absolutamente espantosa; sin embargo, cabe reconocer la importancia decisiva de un trabajo de Michel Cavillac (Cavillac, 2000).

4 Alemán, Guzmán de Alfarache, pp. 786-788.

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azogue, consumido, tal el verdadero amigo, hecho ya otro él, nada pueda ser parte para que aquella unión se deshaga, sino con solo el fuego de la muerte sola5.

Cicerón había establecido un paralelo entre las bestiae y el hombre: ambas categorías

de criaturas buscan un ser de su propia especie e intentan unirse con él «de tal manera

que casi hace uno de los dos (ut efficiat paene unutn ex duobus)»6. Esta visión, heredada

de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, se juntaba con la concepción estoica de la

«mezcla tota l» , en la que se unían distintos elementos. En el texto de M a t e o Alemán,

esta concepción muy antigua de la amistad como identidad perfecta, como simbiosis de

los cuerpos y de las almas pronto se revela imposible o propia de la fábula: «Son

contados, por escrito están y los más en fábulas, los que se dice haberlo s ido» 7 . Además,

la comparación con una fusión alquímica ha de relacionarse con otra imagen esotérica,

la evocación muy famosa de los «consejos» que contiene la obra en el prólogo de la

primera parte dirigida «al discreto lector»:

[...] recibe los [consejos] que te doy y el ánimo con que te los ofrezco: no los eches como barreduras al muladar del olvido. Mira que podrá ser escobilla de precio. Recoge, junta esa tierra, métela en el crisol de la consideración, dale fuego de espíritu, y te aseguro hallarás algún oro que te enriquezca8.

En ambos casos, existe un fenómeno de transformación a la vez secreto y voluntario, lo que sitúa el libro y la relación amistosa dentro de una metamorfosis del hombre —lector o amigo— que participa de cada operación. Sin embargo, ¿en qué consiste el fracaso de esta primera modalidad amistosa?

La respuesta implícita de Alemán es difícil de identificar con certidumbre. Al parecer, desde el momento en que cada ser se expresa, existe una distancia entre la intención y la palabra, la verdad y su formulación fiel: en esto, Alemán ve el límite más evidente de las amistades humanas y el origen de la pérdida de las dos virtudes de las auténticas relaciones, «satisfación y confianza», por culpa de los «vicios» que reinan en el mundo humano y que el moralista-atalaya Guzmán no deja de censurar con amargura y acierto.

En realidad, esta primera definición la socava también la propia lógica del discurso. Es que el fracaso de la búsqueda de amistades humanas, convertidas en un ideal mítico e inalcanzable, venía preparándose re tór icamente en los párrafos precedentes . L a comparación entre «los amigos» y «los libros» induce una desaparición ineludible del primer elemento en provecho del segundo. En cierto modo, el lector no consigue pensar la amistad sin recurrir al paradigma del l ibro, ya que éste viene a compensar las deficiencias y las imperfecciones de lo h u m a n o , y se lleva la ventaja sobre los intercambios personales por crear una comunicación tan intensa c o m o transparente. Volveremos más adelante sobre este estatuto bastante paradójico del libro que parece cobrar validez al implicar el abandono de la esfera de la oralidad y, por consiguiente, del engaño.

5 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 582. 6 Cicerón, Laelius de amicitia, p. 96. La traducción es nuestra. 7 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583. 8 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 94.

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Después de este triunfo del l ibro-amigo, Alemán ofrece una tercera y última

definición que no va a ser genérica como lo habían sido las dos primeras (el hombre, el

l ibro), sino «elemental» 9 . En efecto, «el [amigo] más liberal, verdadero y cierto de

t o d o s » 1 0 es la tierra. El superlativo que precede a esta revelación genera un efecto de

suspensión del discurso muy fuerte, y el resultado no puede ser sino provocador: en

términos antropomórficos, por decirlo así, se suele asociar a la tierra con unas imágenes

maternas, que Alemán recoge y utiliza como justificación de la dimensión amistosa de

este elemento. Es obvio que esta tercera y última definición del auténtico amigo es el

resultado logrado de un brillante efecto de enumeración. Alemán dedica así varias líneas

a la evocación de los rasgos amistosos de la tierra, acabando por una imagen materna:

«entonces nos ampara , recogiéndonos dentro de su propio vientre, donde nos guarda en

fiel depósito, para volvernos a dar en vida nueva y e terna» 1 1 .

Parece evidente que el último término elegido por Alemán se integra en un

movimiento de sobrepuja ingeniosa. Eso no debe ocultar el carácter absolutamente

decisivo de los dos primeros momentos de esta definición. Al proponer el libro c o m o

figura de sustitución del amigo humano por el amigo libro, al subrayar la opacidad del

régimen de las intenciones y de la expresión humana, Alemán y, quizás, el propio

Guzmán, ensalzan una concepción del libro que bien podría ser un autorretrato del

Guzmán de Alfarache. La última definición, más retórica, no logra borrar el fuerte

efecto producido sobre el lector. Si defendemos con tanta convicción la idea de un libro

autónomo apto a dar una imagen de sí mismo, es por los numerosos ecos que estas

páginas encuentran a lo largo de la obra: enuncian a las claras el fracaso de las

amistades humanas, y el triunfo de la creación libresca como fuente de amistad duradera

y provechosa.

F R A C A S O D E L A S A M I S T A D E S H U M A N A S

C o n el examen de esta triple definición, ya hemos planteado el m a r c o de nuestra

indagación: ¿puede aplicarse a la totalidad del Guzmán de Alfarache este movimiento de

abandono de la esfera humana para privilegiar la potencia del libro? Al leer de nuevo el

conjunto del texto de Alemán, dicha interrogación revela ser menos ingenua de lo que

podía parecer.

Si aceptamos que la amistad y el libro tienen un destino común — c o m o sugerían las

dos comparaciones alquímicas anteriormente c i tadas—, aparece con evidencia que la

escritura de su vida implica para Guzmán una crít ica continua de las amistades

humanas; el hondísimo desengaño frente al otro es una de los motivos más coherentes

de la novela y casi uno de sus postulados más decisivos. Nos limitaremos aquí al estudio

de tres causas de este fracaso de las amistades humanas: una causa poética, una causa

social y una causa intrínseca, o sea que atañe a la misma idea de la amistad.

El hecho es a la vez muy conocido y muy olvidado: a lo largo de su vida, Guzmán no

tiene ninguna relación de amistad duradera que se acerque a la definida en el texto que

9 Empleo este adjetivo en el mismo sentido que José María Mico en un artículo muy sugestivo sobre Góngora: «Góngora, poeta elemental» (Mico, 2001, pp. 133-144).

1 0 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583. 1 1 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 584.

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acabamos de estudiar. La profunda originalidad del texto de Alemán y, sin duda, uno de los motivos de su éxito inmediato reside en lo que Francisco Rico califica del modo siguiente:

[...] Mateo Alemán atiende muy en primer término a novelar la conciencia —pasada y presente— del proteico Alfarache, complaciéndose en el minucioso análisis de la subjetividad12.

Cualquier objeto de inverosimilitud —o sea que implique una intervención exterior y amenazadora frente al «punto de vista» del escritor-galeote—, cualquier personaje que pueda poner en peligro dicho dispositivo desaparecen del relato. Resulta muy acertada la aserción de Francisco Rico sobre la ausencia de personajes de segundo plano: «Retrato cabal, pues, el de Guzmán. Pero ¿a costa de las figuras secundarias? Sin duda que sí» 1 3. Este rasgo del Guzmán de Alfarache parece más marcado y profundo que en el Lazarillo de Tormes, obra en la que se destacaban unas figuras —desde luego típicas— bien definidas y presentes. En el relato de Alemán, la estética ya ha evolucionado de manera decisiva: salvo el principio y el final del texto, los personajes secundarios no logran alcanzar el verdadero estatuto de amigo o de personaje presente.

Durante su estancia italiana, Guzmán conoce a Aguilera y a Sayavedra, figura diegética creada para contestar ingeniosamente a la Segunda parte apócrifa de Juan Martí o Mateo Lujan de Sayavedra. Muy lejos de una situación de igualdad, se instaura una jerarquía entre los tres «tracistas»: Guzmán, por su ingenio y su inventividad, domina a sus dos compañeros y tiene, por lo tanto, el estatuto de jefe: «Hecho estaba un Argos en mi negocio y otro Ulises para el suyo, trazando cómo, si me había dicho verdad, poder ayudarlos a lo seguro de todos [...]» 1 4. A esta dominación ingeniosa se añade la desaparición de los otros dos personajes, como si ninguno fuera necesario en la vida del protagonista. La autosuficiencia de Guzmán tiene su correlato en la poética del relato y en la ausencia de amistades humanas. Sin embargo, ¿no nos apresuramos demasiado en excluir toda forma de amistad? ¿No manifiestan los amos de Guzmán cierta forma de amistad al educarle?

Entre los elementos típicos del relato picaresco, el amo desempeña un papel de primer plano: procura educar, a menudo con violencia simbólica o física, a su discípulo e inculcarle algunas reglas de supervivencia. Podemos considerar que la educación de Guzmán se acaba, más o menos, con su despedida de la casa del embajador de Francia a finales del «Libro primero» de la Segunda parte, o, en otros términos, justo antes de las páginas que hemos tomado como punto de partida. ¿Se puede hablar, en esta fase de formación del picaro, de amistades logradas, bien establecidas y mutuas?

Si nos fijamos en los principales amos de Guzmán —el cocinero, el Capitán, el Cardenal, el Embajador— no encontramos en ningún caso unos vínculos de amistad

1 2 Rico, 1989, p. 85. 1 3 Rico, 1989, p. 89. Añade Francisco Rico: «Con muy contadas excepciones, los deuteragonistas

aparecen dibujados de un solo trazo, restringidos a una escueta encarnación del vicio que se pretende fustigar o de la virtud propuesta como meta (la segunda alternativa, reservada a los eclesiásticos). Frente a la rica individualidad de Guzmán, resultan ser one-dimensional men».

1 4 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 651.

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real; lo impide una causa social: la relación jerárquica que procede de las diferencias de

estado o condición. En cada relación, Guzmán sirve, está de pie, utiliza su cuerpo de

modo distinto al de sus amos. Al Capitán le sirve «tracis ta» , o sea c o m o inventor de

trazas para remediar su pobreza momentánea; en cuanto Guzmán resulta ser peligroso o

pasa unos límites, el a m o lo despide en seguida, c o m o hace el Capitán a su llegada a

Italia: «Mancebico , ya estáis en Italia; vuestro servicio me puede ser de p o c o fruto y

vuestras ocasiones traerme mucho daño. Veis aquí para ayuda del camino; partios luego

donde quisierdes» 1 5 . L o mismo acontece con el Cardenal 1 6 y, por acuerdo mutuo, con el

Embajador 1 7 . En estos dos últimos casos, se establecen unos lazos que se acercan más a

una relación de paternidad que de amistad como lo subraya Michel Cavillac:

Il est exact que le Cardinal et l'Ambassadeur, enclos dans le même cadre spatial, doivent être vus l'un par rapport à l'autre, car tous deux incarnent des substituts du «père». Tout comme Sa Seigneurie, le diplomate chérit spécialement Guzmanillo qui souligne que les autres serviteurs «eran tenidos por criados, y yo en lugar de hijo »18.

Paternidad, pues, que excluye la amistad, si creemos las frases que sobre la relación

padre-hijo escribe Montaigne en el famoso ensayo «De l'amitié» (I, 2 8 ) :

Des enfans aux peres, c'est plutost respect [sobreentendido: que amistad]. L'amitié se nourrit de communication qui ne peut se trouver entre eux, pour la trop grande disparité, et offenceroit à l'adventure les devoirs de nature. Car ny toutes les secrettes pensées des peres ne se peuvent communiquer aux enfans pour n'y engendrer une messeante privauté 1 9, ny les advertissements et corrections, qui est un des premiers offices d'amitié, ne se pourroyent exercer des enfants aux peres 2 0.

La relación de Guzmanillo con sus amos se confunde con esta relación de paternidad, modelo que domina y estructura el vínculo muy fuerte entre Guzmán y el Embajador 2 1 .

Ahora bien: si estas dos causas —poética y social— pueden explicar la ausencia de verdaderas amistades del protagonista y, por consiguiente, de auténticos personajes secundarios con los cuales podría Guzmán compart ir su experiencia vital, no nos parecen decisivas. Al leer atentamente la obra, nos damos cuenta de que la misma idea de amistad es la que tiende a aniquilar la alteridad para facilitar un trabajo de

1 5 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 349. 1 6 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 433: «Pesólo tanto de mi mala inclinación, viendo cuan

disolutamente sin temor ni vergüenza procedía, que mandó me hiciesen un vestido y con él me echasen de casa en la forma que había mandado antes».

1 7 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 569. 1 8 Cavillac, 1983, p. 439. 1 9 Tenemos que acordarnos, al respecto, del término de privanza también utilizado por Alemán en el

texto que hemos citado al principio; en muchas ocasiones, las coincidencias lexicales entre los dos proyectos resultan sugestivas.

^Montaigne, Les Essais, livre I, pp. 184-185. Lo subrayado es mío. 2 1 Además convendría repetir que, según parece, no puede haber relación de amistad sin igualdad

material y en término de riquezas, como si se tratara de una condición primordial en el universo «burgués» —en el sentido definido por Michel Cavillac— del Guzmán de Alfarache. Dedica éste los capítulos III y IV de su tesis a esta cuestión (Cavillac, 1983, pp. 143-249).

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asimilación total de los demás personajes al protagonista, «individuo paradigmático»

según la atinada fórmula de Maurice Molho 2 2 . Ésta es la tercera causa del fracaso de las

amistades humanas en el Guzmán de Alfarache; es la más recóndita y eficaz de todas: se

concentra en un juego muy sutil sobre la idea de identidad y de doble.

Alemán es quizás el mayor exponente, con Montaigne , de una concepción de la

amistad que ya ha perdido su vigencia. El traductor y poeta Yves Bonnefoy habla muy a

menudo, a propósito de Shakespeare y más precisamente de Hamlet, del mantenimiento

de estructuras medievales —la venganza del asesinato del padre también l lamado

Hamlet , la idea sacra de sucesión dinástica— que ya no tienen sentido dentro de la

evolución de los primeros años del siglo x v n . Y , mutatis mutandis, es lo que pasa,

análogamente , en el Guzmán, obra , recordémoslo , estrictamente contemporánea de

Hamlet23. Sigue existiendo en efecto, en el t exto de Alemán, la idea ya arcaica de la

amistad c o m o identidad y fusión de dos seres en una sola entidad, idea cuya validez se

ve definitivamente eliminada por la pintura de las relaciones existentes entre Guzmán y

Sayavedra y, al final del relato, entre el protagonista y Soto.

Sayavedra aparece al lector del Guzmán de Alfarache c o m o el personaje más cercano

al protagonista. Cuando entra al servicio de Guzmán, le relata su vida valiéndose de la

misma fórmula que ya había utilizado dos veces el propio galeote: «hacer alarde público

de mi v ida» 2 4 . Pero, por otra parte, se sabe la increíble destreza de M a t e o Alemán para

desacreditar irónicamente al autor apócrifo de la Segunda parte publicada en 1 6 0 2 2 5 . A

los dos nombres del desgraciado autor — J u a n Mart í , el verdadero, y M a t e o Lujan de

Sayavedra, el seudónimo literario— corresponden dos personajes: Alemán ataca sobre

todo a M a r t í 2 6 y neutraliza la modalidad propiamente diegética, o sea Sayavedra,

demostrando que no puede ser nada más que una copia muy pálida e inconsistente de

Guzmán 2 7 . L a escena final, la de la desaparición tragicómica de Sayavedra, sanciona

esta falta de sustancia:

— ¡ Y o soy la sombra de Guzmán de Alfarache! ¡Su sombra soy, que voy por el mundo!

2 2 Molho, 1977, p. 114. 2 3 En los años 1599-1600, Shakespeare escribió tres obras: la primera, As you like it, precede a dos

tragedias que son auténticos monumentos de reflexión sobre la paternidad, la amistad, el amor y la política: Julius Cesar y Hamlet.

2 4 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 631. La fórmula fue utilizada por Guzmán al principio de su recorrido: «Hice allí de nuevo alarde de mi vida y discursos della» (p. 147). Y la volvió a gastar al principio del libro primero de la Segunda parte: «Digo —si quieres oírlo— que aquesta confesión general que hago, este alarde público que de mis cosas te represento, no es para que me imites a mí [...]» (p. 484).

2 5 Mateo Lujan de Sayavedra, Segunda parte de la vida de Guzmán de Alfarache. Florencio Sevilla Arroyo volvió a publicar hace poco esta obra en su edición de La novela picaresca española (pp. 139-219).

2 6 El pasaje es muy conocido: «Mi hermano, como buen latino y gentil estudiante, anduvo por los aires derivando el [nombre] suyo. Llamábase Juan Martí. Hizo del Juan, Lujan, y del Martí, Mateo; y volviéndolo por pasiva, llamóse Mateo Lujan» (Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 632).

2 7 Paso por alto los demás aspectos de la «venganza literaria» de Alemán recién estudiados por Benito Brancaforte: «En cualquier análisis de las estructuras narrativas de la Segunda Parte del Guzmán del autor sevillano hay que destacar la presencia de la obra de Lujan, ya que casi las dos terceras partes de su novela se estructuran alrededor del apócrifo. El texto de Lujan es subvertido y usado por el continuador verdadero para conseguir una doble venganza: personal y artística» (Brancaforte, 2002, p. 223).

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Con que me hacía reír y le temí muchas veces. Mas, aunque algo decía, ya lo vían estar loco y lo dejaban para tal. Pero no las llevaba comigo todas, porque iba repitiendo mi vida, lo que della yo le había contado, componiendo de allí mil romerías2 8.

L a relación de Guzmán con su propia vida y la de Alemán con la originalidad de su

texto se revelan tan fuertes y exclusivas que no puede haber lugar para una amistad con

Sayavedra. Este último no puede ser otra cosa que un doble alterado, una encarnación

ya sin sustancia de la antigua amistad tal y c o m o la había definido Cicerón. ¿Existe

entonces alguna expresión de una concepción renovada de la amistad semejante a la que

magnifica Michel de Montaigne en el ensayo «De l'amitié»?

Por muy sorprendente que parezca , creemos que hay en el t ex to un intento de

elaboración de una verdadera relación de amistad humana cuando se pone de relieve el

caso Soto durante toda la parte final de la novela. Guzmán, de hecho, identifica en Soto

a un doble que quisiera benéfico pero que va a resultar sumamente maléfico:

[...] pero [estaba yo] muy consolado que también a mi camarada Soto lo condenaron a lo mismo y salimos en una misma colada. Y , si como estuvimos en la prisión juntos y en un calabozo y pasamos la misma carrera, quisiera que nos conserváramos, a él y a mí nos hubiera ido mejor, mas, como verás adelante, salióme zaino 2 9.

N o lo puede decir Guzmán con más sinceridad: Soto es su última esperanza de «remedio», esperanza fundamentada en una semejanza total entre los dos destinos —las dos « c a r r e r a s » — y en una posibilidad de fusión alquímica entre ambas voluntades de supervivencia. Pero muy pronto , c o m o es sabido, Guzmán perderá sus esperanzas camino de la galera y, más precisamente, durante el episodio de la venta. Comenta el galeote, no sin cierta tristeza:

Diome pena tenerlo tan cerca de mí, por la enemistad pasada; que nunca más pudimos digerirnos el uno a el otro. Él a lo menos, que tenía corazón crudo. Porque yo jamás le negué amistad ni le había de faltar en lo que me hubiera menester30.

L a voluntad mostrada por Guzmán de trabar amistad con Soto resulta extraña: ¿por

qué manifestar tanto interés por otro hombre, de manera tan tardía en su vida? Este

hecho, c o m o otros muchos del Guzmán, no deja de ser enigmático: varias veces Guzmán

intenta acercarse a Soto en la galera, sin el menor éxito: «Mas érame de mucho gusto

tener a la m a n o algunas cosas con que poder hacer amistades a forzados amigos. Y

aunque quisiera hacérselas también a Soto, mi camarada, nunca dio lugar por donde yo

pudiera entrarle. Deseábale todo bien y hacíame cuanto mal podía [ . . . ]» 3 1 . La delación

de Guzmán podría ser interpretada, entre otras muchas posibilidades, c o m o el resultado

de una amistad frustrada y, al mismo tiempo, c o m o la conciencia de una imposible

correspondencia entre ambas voluntades, ya que la amistad no nace de la atracción por

lo mismo sino de la conciencia aguda de una alteridad radical. Soto encarna a este ser

2 8 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 711 . 2 9 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 872. 3 0 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 881 . Lo subrayado es mío. 3 1 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 894 . Lo subrayado es mío.

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diferente, tan c e r c a n o a Guzmán por su experiencia vital, y tan lejano por sus

intenciones y actitudes incomprensibles para el protagonista.

La vida de Guzmán parece confirmar de manera unívoca el juicio del principio del

«Libro segundo»: « N o hay Pílades, Asmundos ni Orestes. Y a fenecieron y casi sus

memorias» 3 2 . Esta declaración se confunde casi con una af irmación de Aristóteles

recordada por Montaigne: «[ . . . ] le mot qu'Aristote avoit tres-familier: "Oh mes amis, il

n'y a nul a m y " » 3 3 . El texto del Guzmán de Alfarache se construye en torno a este

fracaso de las amistades humanas, fracaso que abre paso al desarrollo de una misión

amistosa del libro.

S E M B L A N Z A S D E L L I B R O A M I S T O S O

El Guzmán de Alfarache es ante todo un texto moral , o sea que pretende presentar a

su lector lo que Baltasar Gracián llama, en el prólogo «A quien leyere» del Criticón, una

«filosofía cortesana, el curso de tu vida en un discurso» 3 4 . El interés del jesuíta por el

libro de M a t e o Alemán es conoc ido y el intento de definición de la Atalaya en el

«Tratado de la agudeza compuesta» es un ejercicio de crítica literaria de muy alto nivel.

Según el autor de la Agudeza, Alemán escribió una epopeya «de sujeto humilde» 3 5 . Por

epopeya, Gracián entiende una

composición sublime por la mayor parte, que en los hechos, sucesos, y aventuras de un supuesto [...] va ideando los de todos los mortales. Forja un espejo común y fabrica una testa de desengaños3 6.

Gracián tiende a promover una lectura alegórica de la vida de Guzmán de Alfarache, que cita por su subtítulo: Atalaya de la vida humana, alegórica en su invención y en sus metas universales. Conviene por supuesto diferenciarse de esta lectura muy « b a r r o c a » , por decirlo rápidamente, del texto de Alemán y quitarse estos anteojos alegóricos para reconocer, sin embargo, la profunda intuición de Gracián: el Guzmán de Alfarache tiene una validez universal, pretende establecer con el género humano una relación amistosa, apoyada en las dos cualidades de que carecen los hombres: «satisfación y conf ianza» 3 7 . Examinemos , pues, el Guzmán c o m o libro amistoso y fuente de «consejo desnudo de todo género de v ic io» 3 8 , antes de interesarnos por la estrategia que implica y por el papel del lector implícito en la obra.

Nadie p o d r á dudar de la profunda unidad del t e x t o de Alemán; desde la «Declaración para el entendimiento de este libro» hasta la aclaración importantísima sobre la naturaleza de la Atalaya al principio de la Segunda parte, el autor no deja de reaf irmar el valor educativo de su obra . Le reprocha ante todo a su mediocre

3 2 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 584. 3 3 Montaigne, Les Essais, livre I, p. 190. Frase citada y estudiada en detalle por Jacques Derrida (véase

Derrida, 1994, principalmente pp. 17-66). 34 Gracián, El Criticón, p. 62. 3 5 Gracián, Agudeza y arte de ingenio, tomo II, p. 199. ^Gracián, Agudeza..., t. II, p. 199. 3 7 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583. -^Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583.

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cont inuador , J u a n M a r t í , el ser un lector malísimo y por tanto culpable de haber

desvirtuado el proyecto de la Primera parte, o sea de haber cortado «el hilo de lo que

con su vida en esta historia se pretende, que sólo es descubrir — c o m o a ta laya— toda

suerte de vicios y hacer atriaca de venenos varios un hombre perfeto [ . . . ] » 3 9 . La crítica y

sátira del vetus homo, y, de modo paralelo, el elogio del saber, del lenguaje y de las

facultades del hombre son, en efecto, unas de las constantes de la obra de Alemán, más

allá de la sola Atalaya. La Ortografía castellana «est ainsi, escribe Michel Cavillac, un

appel á l'avénement de YHomme Nouveau, une exhortation á "investigar cosas nuevas,

curiosas i de importancia

El postulado ético de esta empresa descansa a la vez sobre una profunda igualdad de

todos los seres ante la vida y sobre el papel de primer plano otorgado a la experiencia.

Así se pueden entender con bastante facilidad las numerosas afirmaciones que sellan una

igualdad entre Guzmán y su lector: «hermano mío» 4 1 , «Que hombre mortal eres c o m o

yo y por ventura no más fuerte ni de mayor m a ñ a » 4 2 , «Hermano, vuelve sobre ti [ . . . ] » 4 3

o «amigo m í o » 4 4 . Cualquier lector puede vivir lo que Guzmán ha vivido hasta el

momento posterior a la conversión. Esta conversión es, como estudió Michel Cavi l lac 4 5 ,

en parte poética, es decir que el libro es expiatorio de por sí: transmite la experiencia

mundana de un hombre «castigado de miserias». El lector, c o m o la voz poética en el

famoso texto de Lucrecio, puede considerar desde la otra ribera —la de la lectura, en

este c a s o — las «miserias» de Guzmán 4 6 . El «pacto de f iccionalidad» 4 7 queda expresado

así por Alemán en otra página esencial de su teoría del libro:

Digo —si quieres oírlo— que aquesta confesión general que hago, este alarde público que de mis cosas te represento, no es para que me imites a mí; antes para que, sabidas, corrijas las tuyas en ti. Si me ves caído por mal reglado, haz de manera que aborrezcas lo que me derribó, no pongas el pie donde me viste resbalar y sírvate de aviso el trompezón que di 4 8.

Y a estamos ante un libro que es realmente un buen amigo , es decir un libro

desprovisto del «temor de interese o privanza» c o m o anunciaba el elogio que hemos

citado al principio de este trabajo. Este papel amistoso se define c o m o una delegación

del sufrimiento del lector —Guzmán sufre por la totalidad del género humano— y c o m o

la voluntad de formar a «un hombre perfecto», preocupación que se integra en la

tradición de San Pablo y también de San Juan Bautista 4 9 . Dicho afán amistoso acarrea

una consecuencia esencial para la concepción del libro: éste se convierte en el

3 9 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 467. * Cavillac, 1980, p. 389. La Ortografía castellana fue publicada en México en 1609, poco después de la

llegada de Mateo Alemán al Nuevo Mundo. 4 1 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 437. 4 2 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 484. 4 3 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 387. ^Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 677. 4 5 Véase Cavillac, 1993, y más precisamente las pp. 189-201 sobre la «conversión poétique». 4 6 Lucrecio, De natura rerum, II, w. 1-4. 4 ? Cavillac, 2000, p. 390. 4 8 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 484. 4 9 Cavillac, 2003.

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DE LAS A M I S T A D E S H U M A N A S A L O S S A B E R E S A M I S T O S O S 1 1 7

receptáculo de una experiencia total que reúne la trilogía enunciada por el alférez Luis

de Valdés: « [ . . . ] en general, es una escuela de fina política, ética y euconómica» 5 0 . El

Guzmán de Alfarache debe así ser pensado como un libro que abarca una gran variedad

de temas, de invenciones e incluso de formas estéticas y esta voluntad es por imitación

de la variedad de lo humano y de la experiencia vital 5 1. A partir de este nuevo dominio

conquistado por el relato de ficción, ¿qué estrategia desarrolla el libro y cuáles pueden

ser sus metas?

C o m o hemos visto al empezar este trabajo, la amistad libresca sustituye a la amistad

humana e intenta finalmente restablecer la comunicación humana gracias a la presencia

en el texto de un lector implícito. Entendemos por este término un lector inmanente al

t exto , distinto del lector externo o, mejor dicho, histórico. Darío Villanueva lo llama

«narratario» y lo define como el «destinatario interno del relato más comprometido con

la propia organización estructural de la novela [ . . . J » 5 2 . De hecho, el término «lector

implícito» nos parece adecuado para designar este «verdadero centro de la o b r a » , según

el juicio de Barry Ife acerca del lector en el Guzmán de Alfarache®. Esbocemos algunos

rasgos de este lector implícito antes de formular brevemente unas hipótesis en torno a

los saberes y poderes amistosos del libro.

Guzmán se dirige con mucha frecuencia a un tú bastante enigmático ya que no se

puede establecer de modo definitivo el referente humano de este pronombre personal.

Los tuteos de los que hablamos no son, por supuesto, las numerosas interpelaciones de

índole satírica que censuran tal o cual sector de la sociedad: el procedimiento está muy

difundido en la literatura áurea y conoce una de sus encarnaciones más logradas con

Los Sueños de Francisco de Quevedo. En cambio, aparecen c o m o más propios del texto

de Alemán los numerosos indicios de una interlocución establecida con cada miembro

del género humano: «También quiero que entiendas» 5 4 o «¿Quieres verlo ver? Direte las

estaciones que se te ofrecen por a n d a r » 5 5 . Se establece una forma de continuidad entre

la experiencia del protagonista y el lector, pero esta identificación no puede realizarse

sin alguna distancia que Barry Ife formuló así: «Mientras que Guzmán usa el "yo" para

rellenar la brecha que hay entre él y el lector, usa el "tú" para asegurarse de que la

brecha sigue abier ta» 5 6 . ¿Cuáles son las ventajas de tal procedimiento?

Es obvio que, aparte del aspecto retórico y patético estudiado por Edmond C r o s 5 7 ,

tal procedimiento permite una potencialidad fundamental de la amistad según Alemán:

el preguntar. Si nos acordamos con precisión de nuestra cita inicial, vemos que el autor

del Guzmán describe allí «la vanidad [...] de no querer saber por no preguntar»; el

libro, en cambio, ofrece el rostro sereno e incorrupto del amigo que «dice [...] la verdad

5 0 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 473. Como señala Francisco Rico, una fórmula muy cercana se encuentra en otro texto de Mateo Alemán; escribe en efecto en el «Prólogo» a los Proverbios morales de Alonso de Barros, «que en ellos se hallará "la quinta esencia de la ética, política y económica"» (citado por Francisco Rico en la nota 9, p. 473).

5 1 Véase Cavillac, 2000, p. 402. 5 2 Villanueva, 1992, p. 137. 5 3 Ife, 1992, p. 100. ^Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 141. 5 5 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 613. «Ife, 1992, p. 100. 5 7 Cros, 1967, pp. 391-419.

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c lara y sin r e b o z o » 5 8 . Y es el caso que el t ex to nos brinda varios momentos de

interrogación precisa del lector implícito, como este breve diálogo digno del Coloquio de

los perros:

«¿Guzmán, amigo, esto por ventura corre por tu cuenta ni nada dello?» «No, por cierto.» «¿Piensas que tú sólo eres el primero que lo siente o que serás el último en decirlo? Di lo que te importa y hace a tu propósito [...]. Vuélvenos a contar tu cuento.» 5 9

Sin embargo, Guzmán debe muy a menudo suscitar las preguntas: «¿Por qué no dices

lo que sabes desto? »(0 o «Si los preguntásedes» 6 1 . Las preguntas del lector implícito

son más escasas que la serie de interrogaciones de Guzmán: se acercan a la forma

dialogal de la mayéutica. El libro interroga así a su lector, lo cuestiona amistosamente

sobre su destino, su ser, sus creencias, le brinda la experiencia vital de un hombre

a c h a c a d o p o r las miserias y arrepent ido . N o s e n c o n t r a m o s frente a un c a s o

aparentemente opuesto al de Étienne de la Boétie: Monta igne intenta en efecto

responder, durante la segunda parte de su vida, a la frase angustiada pronunciada por su

amigo: «Mon frère! M o n frère! M e refusez-vous doncques une p lace?» 6 2 . Su «trabajo de

la amistad», según la expresión de Gérard Defaux, va a consistir en dar a La Boétie su

« lugar» a distintos niveles del proyec to de los Ensayos has ta una f o r m a de

transfiguración idealizada del amigo precozmente desaparecido 6 3 . En cierto m o d o , la

empresa de Alemán no es muy distinta en su propósito, ya que tiende a convertir al

lector histórico, virtual, anónimo y venidero en una figura integrada amistosamente al

texto. ¿Cuáles pueden ser las metas de esta acción amistosa?

La Atalaya intenta hacer de cada uno de sus lectores, mediante la intercesión del

lector implícito, un «ata laya» , o sea, en primer lugar, un ser capaz de dominar sus

sentidos y de reapropiarse su cuerpo y sus potencias. N o deben sorprender, en este

sentido, las numerosas ocurrencias de verbos de percepción o de reflexión: «pensar» (p.

2 6 4 ) , «entender» (p. 2 6 5 ) , «preguntar» (p. 7 8 2 ) , «conocer» (p. 2 6 1 ) , «saber» (p. 2 4 9 ) ,

«considerar» (p. 1 9 0 - 1 9 1 ) , «ver» (p. 2 6 5 ) , «oír» (p. 2 6 9 ) , «usar» (p. 2 6 5 ) , «hacer» (p.

2 6 9 ) , «decir» (p. 6 2 0 ) , por sólo dar algunos ejemplos. El texto amigo se inscribe en un

movimiento de reconquista del propio ser y de la propia identidad de uno: ésta es su

5 8 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 583. 5 9 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 818. 6 0 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 677. El procedimiento se repite durante toda la página 677: «Di

también —pues no lo dijiste— [...] Di sin rebozo [...] ». 61 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 782. 6 2 Michel de Montaigne, «Fragment d'une lettre que Monsieur le Conseiller de Montaigne escrit à

Monseigneur de Montaigne son père, concernant quelques particularitez qu'il remarqua en la maladie et mort de feu Monsieur de la Boétie» (Montaigne, Œuvres Complètes, p. 1359). He aqui el pasaje largamente estudiado por Gérard Defaux: «Mesmes que luy ayant bien doucement remonstré, qu'il se laissoit emporter au mal, & que ces mots n'étaient pas d'homme bien rassis, il ne se rendit point au premier coup, 8c redoubla encores plus fort: "Mon frère, mon frère, me refusez-vous doncques une place?" Jusques à ce qu'il me contraignit de le convaincre par raison, & de luy dire, que puis qu'il respiroit & parloit, &C qu'il avoit corps, il avoit par conséquent son lieu. " Voire, voire, me respondit-il lors, j'en ay, mais ce n'est pas celuy qu'il me faut: & puis quand tout est dit, je n'ay plus d'estre [...]"» (Œuvres complètes, pp. 1359-1360).

6 3 Este tema apasionante forma la trama de un libro de Gérard Defaux (véase Defaux, 2001).

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forma de complicidad con el lector y su desquite frente a la decepción de las amistades

humanas. El camino de perfección del lector pasa por el respeto de cierto socratismo

fundamental de Guzmán: « L o mismo digo a todos: que cada uno se conozca a sí mesmo

f . . . ]» 6 4 . N o se trata sino de provocar un movimiento heurístico en el lector para

asegurar su «sa lvac ión» 6 5 y convertirle en «hombre perfecto», calificativo que se aplica,

según nuestra hipótesis, también al lector. Esta dimensión utópica sería el objetivo

último de la intensa « labor persuasiva del n a r r a d o r » y la cumbre de su «retórica

emocional» 6 6 .

Para acabar este recorrido, convendría ante todo subrayar la fuerza humanística de

las dos páginas que hemos comentado al principio de nuestro trabajo. Muy lejos de estar

aisladas, se incluyen en una verdadera serie de correspondencias, de las que hemos

señalado algunas ocurrencias, y se integran en un verdadero sueño humanístico: si la

realidad —intradiegética, desde luego— decepciona, si las amistades humanas no logran

dar cuerpo a una comunicación privilegiada e intensa, el libro, por medio de sus armas

—condensar los retos morales, favorecer una integración ya problematizada del lector,

extender una idea del «ata layismo» 6 7 —, se inserta en un verdadero sueño humanístico

de Alemán. La realización de esta intención no puede ser unívoca: desde luego, Alemán

desea resucitar el fervor humanístico por la experiencia vital, el descubrimiento por el

hombre de sus propias posibilidades. El mundo casi parece ajustarse a la medida del

hombre, pero sería contar sin el contexto intelectual, económico y político de los años

1 5 9 9 - 1 6 0 5 : el tipo de libro-amigo que Alemán define no puede ser otra cosa que una

utopía abortada . Permanecen en el t exto varios elementos de esta conciencia casi

esquizofrénica de pertenecer a una generación de humanistas hundidos en un mundo ya

limitado por la fuerza de un desengaño o, más sencillamente, por una crisis de confianza

en sus propios poderes y objetivos.

Así nuestro retrato metonímico —una parte por la totalidad del texto , dos páginas en

lugar de casi novecientas— es en parte verdadero, en parte falso y engañoso. Nos ofrece

una perspectiva de lectura del Guzmán en lo que se refiere a su retórica didáctica; pero,

al mismo tiempo, pretende ocultar el carácter sumamente espeso, complejo, plurívoco

del lenguaje y del libro. Si el «consejo» ya no consigue estar «desnudo de todo género de

vicio», ¿qué podríamos decir de la «conseja» y de las relaciones entre «consejo» y

«conseja»? Humanista en sus propósitos, el Guzmán de Alfarache tiene que enfrentarse

con toda la complejidad de un lenguaje renovado y con las nuevas conquistas de la

ficción en prosa. ¿ N o declara el propio Alemán: « M u c h o te digo que deseo decirte, y

mucho dejé de escribir, que te e s c r i b o » ? 6 8 El propio texto revela y disimula al mismo

tiempo.

^Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 295. 6 5 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 387. 6 6 Cavillac, 2001, pp. 325 y 326. 6 7 El término «atalayismo» proviene de un comentario de Jean Vilar sobre un texto de José de Sigüenza

(Vilar, 1976, pp. 43-44). Michel Cavillac desarrolla el aspecto utópico de este atalayismo en otro trabajo (Cavillac, 1990).

6 8 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 94.

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M á s aún, sin embargo , que los límites históricos o poéticos que a c a b a m o s de

recordar, nos parece que es el mismo valor de la palabra y de los «consejos» de Guzmán

el que resulta problemático: « Y a dirás que te predico y que ¿cuál es el necio que se cura

con médico enfermo?» 6 9 . Aquí tenemos el rasgo último y la frontera casi infranqueable

de nuestra investigación: el carácter sumamente ambiguo de Guzmán, a la vez hombre

de bien y hombre de mal. Tal estatuto, nada inconsciente, del protagonista es muy

moderno y le permite entrar con nosotros en una auténtica comunicación amistosa así

pintada por Georges Bataille en La littérature et le mal:

La littérature est l'essentiel, ou n'est rien. Le Mal —une forme aiguë du Mal— dont elle est l'expression, a pour nous, je crois, la valeur souveraine. Mais cette conception ne commande pas l'absence de morale, elle exige une «hypermorale».

La littérature est communication. La communication commande la loyauté: la morale rigoureuse est donnée dans cette vue à partir de complicités dans la connaissance du Mal, qui fondent la communication intense.

La littérature n'est pas innocente, et, coupable, elle devait à la fin s'avouer telle7 0.

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6 9 Alemán, Guzmán de Alfarache, p. 484. 7 0 Bataille, La littérature et le mal, pp. 9-10.

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Resumen. A partir de un fragmento del Guzmán de Alfarache (Segunda parte, II, 1), este trabajo procura describir la búsqueda del amigo verdadero en el relato de Mateo Alemán. En la perspectiva abierta por estas páginas, la obra nos ofrece un movimiento global que sugiere el abandono de las amistades humanas, fuente de muchas decepciones, en beneficio del libro como suma amistosa de saberes. Esta visión, probablemente heredada del humanismo, se traduce textualmente por la creación de un lector implícito capaz de perfeccionarse mientras lee la «confesión general» del galeote.

Résumé. À partir d'un fragment du Guzmán de Alfarache (Segunda parte, II, 1 ), ce travail tente de retracer la quête de l'ami véritable dans le récit de Mateo Alemán. Dans la perspective ouverte par ces pages, l'œuvre nous offre un mouvement global qui suggère l'abandon des amitiés humaines, sources de nombreuses déceptions, au profit du livre comme somme amicale de savoirs. Cette vision, héritée probablement de l'humanisme, se traduit textuellement par la création d'un lecteur implicite capable de se perfectionner à la lecture de la «confesión general» du galérien.

Summary. Based on an extract from the Guzmán de Alfarache (Segunda parte, II, 1), this work aims at tracing the quest for the true friend in Mateo Aleman's story. In accordance with this extract, the whole novel follows a global movement which suggests the giving up of human friendships, which are seen as sources of many disappointments, in favour of the book, viewed as a congenial sum of knowledge. This vision, probably a

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humanist legacy, finds its textual expression with the creation of an implicit reader, capable of improving himself by reading the galley-slave's «confesión general».

Palabras clave. ALEMÁN, Mateo. Guzmán de Alfarache. Amistad. Lector implícito.