estudioshistoricos.inah.gob.mx · Created Date: 1/27/2012 1:53:37 PM
De las biografias - estudioshistoricos.inah.gob.mx · mo Johann Gustav Droysen encontró difícil...
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De las biografiasArnaldo Momigliano
Fragmenta del prólogo "El estado IU'Qbiguode la biografía", para el libro Génesis y delGrro110 de la biografía en Grecia de Arnaldo Momigliano (FCE, 1986).
euando yo era joven, los estudiosos escribían historia y los caballeros escn'bíanbiografías. Pero, ¿eran caballeros? Losestudiosos empezaban a preguntárselo;ellos tenían cada vez más sospechas de'sus vecinos los biógrafos.
Estos, por su parte, ya no conservabansu lugar. Pretendían estar dotados de intuiciones especiales acerca de los motivoshumanos; pretendían, incluso, ser losverdaderos historiadores. La antigua yhonorable distinción entre historia y biografía -que Polibio (10.24) había proclamado, Plutarco (Alejandro, 1.2) reconocido y Edward Meyer apenas reconfirmóen 1902- aparentemente había sido negada por el turbulento clan internacionaldel cual eran lps más destacados exponentes Emil Ludwig, André Maurois yLytton Strachey. Fuerzas oscuras se asomaban tras ellos. ¿Qué no sospechóVirginia Woolf que la naturaleza humanahabía cambiado, más o menos, en diciembre de 1910? Los estudiosos no se habíandado cuenta del cambio, pero los biógrafos se habían apoderado de él. A la interpretación de la historia en términos defuerzas productivas y ambiente cultural,Freud y Jung oponían los motivos subconscientes del sexo y de la muerte y losarquetipos ancestrales. Los alumnos deStefan George despreciaron el· progresoy las masas, v al rato comprendieron guela biografía, más que la poesía, era el medio natural de. expresión para sus creencias. En 1920 Friedrich Gundolf escribióla vida del mismo George, "derGesamtmensch" ("el hombre total"), un verdadero carácter antiguo junto con Goeth~
y Napoleón, completamente distinto deMomsen y Willamowitz, "eingefle~hte
modeme Protestanten", "modernos pro·testantes inveterados",
A decir verdad, la distinción helenística entre historia y biografía generalmenteha sido mucho menos aceptada que loque el ejemplo de Edward Meyer pareceindicar. La afirmación brusca de Meyer,"aber eine eigentlich historische Tiitigkeit ist sie (Biographie) nicht" ("la biografía no es una verdadera labor histórica")!, fue una excepción, incluso para supropia época. En los principales tratadossobre el método histórico que se han escrito desde el siglo XVI, se consideranormalmente a la biografía como una delas formas legítimas del escrito histórico.Daré solamente un~ejemplo para cada siglo.
Jean Bodin, en su Methodus ad raeilem historiarum eognitionem (1566) distinguió entre la historia de un hombre yla de una nación entera; sus argumentospartían tanto de Plutarco como de Livio.Un siglo más tarde, Agostino Mascardi,en Dell'arte historica (1636), incluyó"Vite" entre' las diversas divisiones de lahistoria, siendo las demás "Effemeridi"," Annali", "Cronaché", "Commentari".En el siglo XVIII el abate de Mably aceptó a Plutarco como el "historien desmoeurs" modelo.2
En estos tres siglos la distinción helenística entre historia y biografía habíasido reemplazada por un reconocimientobastante aceptado de la biografía comoun tipo de historia. Sin duda que en elsiglo XIX pareció que ésta era una: solución demasiado simple. Cuando la historia universal era interpretada como eldesarrollo de las ideas o de formas deproducción, ¿qué podía importar el relato de la vida de un individuo? Incluso unhistoriador sensible y experimentado como Johann Gustav Droysen encontródifícil rescatar la biografía. En un notable párrafo de sus disertaciones acerca deHistorik. él hacía una distinción entrelos hombres sobre los que uno puede escribir una biografía, y los hombres sobrelos que eso no es posible. Sería loco, sostenía él, tratar de escrj.bir la biografía deCésar o de Federico el Grande: ellos pertenecen a la historia. Pero Alcibiades, Cé·sar Borgia, Mirabeau, "das. sind durch
und durch biographische Figuren" t"sonde principio a fin figuras biográficas").3
En otras palabras, el aventurero, el fracasado, la figura marginal eran los tema&de la biografía. J. Burkhardt habría estado en desacuerdo: el descubrimiento dela biografía yde la autobiografía era para él una parte esencial del descubrimiento del hombre en el Renacimiento italiano. Pero la desconfianza en los biógrafos,como se expresa en el Lehrbuch der historischen Methode del profesor Bemheim, era más típica de la opinión enboga.
Si los historiadores estuviesen tan inseguros acerca de lo que se debe dejar a losbiógrafos, no se podrían quejar de quelos biógrafos reclamaran más y más historia. Los biógrafos fueron respaldados
por Burckhardt, por Nietzsche, porFreud, por Stefan George; ellos argumentaban que estaban apoyados por Atenasy Roma, y por lo menos tenían a Bloomsbury tras ellos. A Berirand Russell se leoyó reír mientras leía Eminent Victorians en la cárcel de Su Majestad, dondefue confinado por ser un escritor pacifista en 1918. Mussolini se las arregló paratener a Emil Ludwig como su Eckermann. La anterior hagiografía escrita porsU amante Margherita Sarfatti ya no erasuficiente para él. Cuando Giovanni Papini se convirtió, anunció su conversión almundo con una vida de Cristo escritaal estilo de Emil Ludwig. Ciertos profe.sores alemanes protestaron colectivamente en emotivas páginas de la HistorischeZeitschrift contra lo que llamaron "His-
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tortsche Belletristik". Un pariente deTheodor Mommsen escribió un discursocontra Emil Ludwig. Robin Collingwood,que era muy sensible a cualquier cosaque Bloomsbury pensara y dijera, reaccionó reiterando la condena de Edward Meyer contra toda biografía: "No puedehaber historia de otra cosa que no sea elpensamiento. Así, una biografía, porejemplo, por mucha historia que contenga,. se construye sobre principios que nosólo son no-históricos, sino antihistóriCOS".4 Benedectto Croce con más calmarecordaba a sus lectores que "escritorescomo Ludwig son los Guido da Veronade la historiografía",s siendo este Guidoda Verona un novelista menor, mediosentimental, medio pornográfico, de losaños veinte. Pero la suposición teórica deCroce era menos clara que lo que suponíasu broma. Aunque él mismo era un perspicaz escritor de biografías, había avanzado muchas ideas destinadas a hacertemblar cualquier fe en las posibilidadesde la biografía. En crítica literaria --dantestimonio de ello sus libros sobre Dantey Shakespeare- había hecho una claradistinción entre 10l) datos biográficos y lapersonalidad artística de un escritor: losprimeros carecían de importancia para lasegunda. En historia general había subrayado que eran los sucesos, no las intenciones, lo que contaba. Más radicalmente,había negado que existieran individuos:lo que existe, de acuerdo con él, es elEspíritu Universal. Si Croce hubiera sidoconsecuente, le habría negado a la biografía cualquier derecho a existir, comolo había hecho Collingwood.
Sucetle que yo pertenezco a una familia que se dedicó al género biográfico enla primera parte de este siglo. El grado deexperiencia y de responsabilidad eruditade estas biografías era alto. Los numerosos ensayos biográficos de Felice Momigliano sobre figuras del Risorgimientoitaliano nunca llegaron a ser biografíasplenas, pero por lo menos uno de ellos,la comparación psicológica entre Mazzini y Cataneo, fue un trabajo precursorcuando apareció en 1901. Feliée Momigliano fue incidentalmente también un
biógrafo de Tolstoi y ejerclo una influencia intelectual importante sobre su amigoLuigi Pirandello. La monografía de Attilio Momigliano sobre Manzoni, que apareció en dos partes, en 1915 y en 1919,se ha convertido, por supuesto, en unclásico de la crítica literaria italiana. Ellibrito sobre Crispi de otro miembro dela familia, A.C. Jemolo, reveló una sensibilidad poco común para las complejidades psicológicas y para las decisionesmorales. En una época tan temprana como 1922, el uso de tales métodos psicológicos en el estudio de uno de lospolíticos italianos más controvertidosfue arrojado y perturbador.
Felice Momigliano murió en 1924, demasiado pronto para ser afectado por lanueva situación. Attilio Momigliano yArturo Carla Jemolo dejaron de escribirobras biográficas. Lo que era una importante crisis internacional de la escriturade la historia se convirtió en una crisisdoméstica dentro de mi círculo familiar.Eucardio Momigliano, un abogado cuyaexitosa carrera política había sido interrumpida por el fascismo, publicó librosque parecían estar peligrosamente inspirados por Maurois y Ludwig. Sus obrashan sido traducidas a cinco o seis idiomasy todavía ahora se reimprimen despuésde cuarenta años: han probado, ciertamente, su derecho a existir. Pero para laépoca parecían en extremo desconcertantes; casi una traición a los patronesfamiliares.
Esto quizá puede explicar mi propiaactitud hacia la obra biográfica en losprimeros años. Aunque sumamente interesado en el estudio de la personalidad,me urgía evitar el mero detalle biográficoen mis monografías de juventud sobreClaudia y Filipo de Macedonia. Entoncesme interesaban los problemas po)íticosy culturales, no los individuales. Enaquellos remotos días también estudié afondo la biografía en la Antigüedad. Yaen 1928 había estudiado al ímico biógrafo sobreviviente del periodo helenístico,Sátiro, y reseñé las Epochs of Greeh andRoman Biography, de D.R. Stuart. Unpoco después escribí los artículos sobre
Plutarco y Suetonio para la EnciclopediaItaliana. Pero pronto me desvié de la biografía antigua. Debo reconocer en retrospectiva que durante treinta y cinco años,si no es que más, pareció que yo tratabade evitar muy deliberadamente enmarañarme en los muchos y serios problemasque rodean la biografía de la Antigüedad.
Si ahora, en mi vejez, regreso a la bio- .grafía antigua, no es tanto por arrepentimiento sino porque me doy cuenta deque la que era en mi juventud la rama másdifícil de la historia, es actualmente lamás fácil. La biografía nunca ha sido tanpopular, tan respetada, tan sin controversia entre los estudiosos como ahora. Incluso los días florecientes del siglo XVIII,cuando Plutarco era el maestro indiscuti-
do, no son nada en comparación con lapresente popularidad de la biografía entre los historiadores en general y entrelos historiadores de la Antigüedad enparticular. Esta unanimidad se extiendehasta los historiadores marxistas. ¿Quiénhabría esperado ver a Plutarco como tema predilecto del fiel historiador marxista-leninista? Sin embargo, S. S. Averincevy otros eruditos soviéticos han estado escribiendo, en los últimos años, no sólode modo competente sino. con entusiasmo, acerca de Plutarco en las VestnikDrejneu /storii y en todas partes.
Hay diversas razones para la nueva popularidad de la biografía. Esta se debe,en parte, a la diversificación de la biografía moderna en v.arias clases, lasque
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satisfacen diferentes necesi<lades. El historiador tradicional de la cultura todavíapuede recibir infinito placer con la lectura de las obras maestras> del viejo tipo,'como la monumental biografía de Burckqardt escrita pot Wemer Kaegi. El psicoanalista tiene, por supuesto, su Erickson,y el ex marxista puede volverse hacia lateoría. si no es que a la práctica, de RoyPascal. La biografía por docenas -lo quenosotros, los historiadores de la Antigüedad, llamamos prosopografía, y loshistoriadores modernos, al menos enInglaterra. llaman "onomatización" de lahistoria-Ie da material nuevo a los historiadores> sociales. Lo que es quizá másimportante es el hecho negativo de quela auténtica historia social se está volviendo más y más intratable debido a suscada vez mayores refinamientos y complicaciones. Cualquiera que siga con~tención las actividades de la 8ixiemeSection de l'Ecole des Hautes .l!itudes sepregunta si un análisis tan microscópicode los progresos humanes se puede proseguir indefinidamente. ¿Podrán loshistoriadores ser capaces siempre de enumerar las facetas innumerables de la vida?En esta situación de incertidumbre, porlo menos parece que un biógrafo representa algo circunscrito; cualquiera que seala objeción que los historiadores de laAntigüedad podamos tener contra elacercamiento prosopográfico a la política romana, ésta al menos proporcionadatos sólidos: las carreras y las relacionesfamiliares son hechos. La biografía haadquiriqp un papel ambiguo en la investigación histórica: puede ser un instrumento de investigación social o pu~e'ser unescape de la investigación s()CÍ.al.
No es probable que en el presente alguien .ponga en duda que la biografía esuna.clase de historia. Nosotros podemosmuy bien regresar a los inventores de labiografía, los antiguos griegos. para preguntar por qué ellós nunca reconocieronqúe la biografía es historia. También podemos hacer algunas otras preguntas quebrotan directamente de la nueva situaciónde la biografía en.la historiografía'contemporánea. Podemos preguntar cuál era
la posición de la autobiografía en relacióncon la biografía en el mundo antiguo: lamisma pregunta está en pie para la historiografía del siglo XX. Podemos preguntar qué parte de la filosofía~proporcÍQnó
las formas de la biografía antigua: la misma pregunta, por supuesto. se da para labiografía modema. como William Diltheyexplicó por primera vez.
La nueva posición privilegiada de labiografía en los estudios históricos contemporáneos es en sí misma una paradojaque proltoca interrogantes y dudaS.
Notas
I Kleine Schriften (1910).p. 66.2 De la maniere el 'écrire l'hilltoire (ed. 1784J,
p.1U. - -.3 Hjstori1c (ed. 1937), p. 292.4 The Idea o( Hiatory, p. 304. (Cfr. la ed.
española, La idea de la hiatorilJ, FCE, México,1952, p. 346.)
·5 StorilJ della storiogro(itJ italiana nel secoXIX, 2a ed., p. 282.
El coronel RedlStefan Zweig
Tomado" de El mundo de ayer de StefanSweig,l'orrú&, "sepan cuantos..." 418.
Según demuestra la experiencia. es milv~s más fácil reconstruir los hechos deuna época que su atmósfera espiritual.Esta no se refleja en los grandes acontecimientos, sino más bien en pequeños episodios personales, como los que aquíquie:w interpolar. Hablando sinceramente, no creía yo entonces en la guerra.Pero dos veces soñé con ella despierto,por así decirlo, y quedé con el a1J:na espan1;ada. Ocurrió por primera vez conocasiób del ('caso Redl" que, como todos los episodios de fondo de la historia,esp~ "conocido.
Personalmente, sólo co~cí muy depaso a aquel coronel Redl, protagonistade uno de los más complicaaos dramas deespionaje. Vivíaa. la distancia de unamanzana de mi domicilio, en el mismo