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puramente descriptiva de los procesos de interacción social. A nuestro juicio, las basesfundamentales se hallan en Max Weber y el esfuerzo más consistente en la teoría de laacción de Talcott Parsons."

Como el entramado entre la teoría del Texto y la Teoría del Contexto, o de laAcción;' sólo puede deshacerse al precio de una pureza metodológica y de un grado deabstracción excesivamente rigurosos, conviene advertir que, tratándose de un libropráctico, prescindiremos de ese nivel de exigencia aunque no sin antes dejar constanciade nuestra conciencia del problema. El objeto de la actividad periodística, el contenidodel texto informativo, no es meramente formal y, por tanto, nuestras referencias no selimitarán a exponer aspectos estructurales o formales de la organización del texto y delestilo. El contenido mismo de la noticia nos afecta como sujeto de voluntad subjetiva.Que en algunos casos queden al descubierto preferencias o se exprese inconscientemen-te la subjetividad, aunque haya tratado de evitarla, podrá ser razonable pero no dejaráde ser incómodo.

2. Interés público e interés del público

Volviendo al propósito inicial de delimitar los componentes para ofrecer unconcepto regulado de «noticia», y teniendo en cuenta las precauciones y acotacionesmetodológicas expuestas, podemos preguntamos qué criterios se pueden aislar paraexpresar esos as ectos genéricos relativamente uniformes en que se sintetizan las diver-sas expectativas de los individuos para que colectivamente se sientan atraídos pordeterminados tipos de acontecimientos o noticias y se desentiendan de otros que tam-bién se producen pero no reclaman colectivamente su atención. Más claramente pode-mos expresar esta idea de otro modo: a qué tipo de incitaciones responden los perio-distas para detectar que un acontecimiento merece ser considerado como noticia. Aunreconociendo que los gustos varían en el espacio y en el tiempo, hay que aceptar quesi los periodistas tienden a coincidir en la selección, jerarquización y ordenación de losdatos informativos es porque aplican reglas comparativas y expositivas de valor gene-ral, y porque pueden aplicarlas mejor o peor -es decir, pueden equivocarse o acertara la hora de aplicar reglas intuitivamente captadas pero no conscientemente expresa-das-o Empezaremos, pues, por los lcrÍterios de máxima geñe@lizaci6ñJlos cuales seaplican a la consideración de los hechos como noticias. Por ser los más generales, sontambién los más débiles y de menor contenido.

El criterio más generalizable como elemento de la noticia es el interés comúnpor un hecho. La explicitación de los contenidos semánticos potenciales de la palabra«noticia» sirve de orientación como primera regla de uso controlado de su contenido.Sin embargo, las referencias del DRAE son bastante ambiguas. Preferibles las deMaría Moliner, aunque hay que matizar que el sentido más corriente en la actualidadde la palabra «noticia» es, posiblemente por influencia del periodismo, el de «noticiaperiodística», de cuya noción nos ocupamos. Moliner distingue entre el «hecho» obje-to de «noticia» y el «contenido del hecho». Esta distinción es importante pero explíci-tamente la tenemos resuelta al oponer «noticia» como acontecimiento producido a«texto informativo».

Así pues, la condición que regula socialmente que determinados hechos sean

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considerados por los periodistas como noticias periodísticas es que reclamen el interéscomún o que susciten la curiosidad colectiva tanto como para que la tarea de informarsobre ellas pueda ser económicamente recompensada. El interés es un valor psicológi-co, subjetivo, pero las motivaciones pueden ser compartidas. ¿Qué tipo de hechossuelen interesar a todos o a muchos en un grado u otro? Cabe suponer que laspersonas son más interesadas por los hechos que directamente les conciernen que poraquellos que les afecta de manera lejana o indirecta. En todos los manuales de perio-dismo se indica la regla de la «proximidad». No conviene discutirla aunque sí matizar-la. Hay muchas especies de «proximidad» y grados de proximidad diferente. Cuandola organización social se basa en la división del trabajo, en la producción industrial yen la especialización cognoscitiva, esas divisiones descubren elementos de aglutinaciónde intereses más poderosos a veces que la proximidad espacial o geográfica. De aquíque surjan publicaciones especializadas que atienden a las expectativas informativas delos diversos grupos clasificados por principios muy heterogéneos, como aficiones,gustos, sentimientos, afinidades culturales, intereses gremiales o profesionales. Noobstante, cuando se habla de noticias periodísticas diarias y de información de actuali-dad se alude a intereses muy generalizados, a veces internacionalmente compartidos.La regla de la «proximidad» es entonces válida como criterio de clasificación del tipode difusión de la publicación y de interés del destinatario. La distinción entre mediosinformativos locales, regionales, nacionales e internacionales distingue los medios in-formativos por aplicación de esa regla.

Pero en un plano más abstracto y prescindiendo de la proximidad, los ingredien-tes principales que se combinan para constituir las noticias y que explican que algunosacontecimientos susciten una curiosidad internacional, sin fronteras, son el interéspúblico y el interés psicológico." El primer ingrediente procede de la objetivación de lascircunstancias en que se desenvuelve la interacción humana política y socialmente.Trataremos de expresar algo más claramente esta idea.

Que el hombre viva en sociedad y, concretamente, dentro de organizacionespolíticas cooperativas o rivales significa que, independientemente de los intereses sub-jetivos o personales, de las apreciaciones, sentimientos o curiosidad que cada unotenga, ocurre que determinadas decisiones (en principio, todas aquellas que integran laactividad que reconocemos como política interpretada ampliamente, aunque tambiénalgunas otras) y hechos le afectan en el sentido de que modificarán o pueden contribuira modificar la convivencia y la vida, a alterar hábitos de conducta o a confirmar oviolentar ideas, creencias o actitudes. Esto significa que, aunque haya personas que,por las razones que sean, se desentiendan de esas circunstancias el hecho es queinfluyen en su vida en aspectos nada triviales. Todas esas actividades son, objetivamen-te hablando, interesantes, aunque subjetivamente muchas personas no se interesen porellas. A ese tipo de interés, que procede de la objetivación de las relaciones políticas yde la interacción social, lo llamamos interés público. El interés público emana de lacondición política de la persona en cuanto forma parte de una comunidad en que losintereses individuales han de adaptarse, en una u otra medida, a un interés común. Lasdecisiones políticas comprometen la vida personal independientemente de que las per-sonas se interesen o no por ellas. Pero, en las democracias formales, no sólo sepresume ese interés sino que además la convivencia se organiza a partir del supuesto de

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que ese interés existe en grado tal que la voluntad política es expresión de la voluntad.f{Xja} maYOl-j¡¡¡¡-ja y coiacieaue. No¡jcja" de iaserés preoommantemcnte público SCI/W

aquellas en las que el ingrediente del interés público prevalece sobre cualquier otro."Este interés público por que se difundan acontecimientos de determinada espe-

cie es distinto del interés del público por acontecimientos que genéricamente conmue-ven a la mayoría de las personas por motivos principalmente psicológicos. Cabe conje-turar que la psicología de la subjetividad humana es afín, y que las personas sientencuriosidad e interés por determinada especie de acontecimientos por motivos no «pú-blicos» sino más bien «humanos». Noticias de interés humano es un modo habitual deexpresarse en la profesión periodística para distinguirlas de las noticias políticas. Entodo caso, nuestra psicología se inquieta, estremece, conmueve o alegra al conocercierto tipo de sucesos, dramáticos, peculiares, sociales o sorprendentes, por mucho quelos gustos y aficiones de unos y otros sean muy diversos. La curiosidad por la vida depersonajes famosos, el interés por lofacontecimientos deportivos y, muy especialmen-te, las catástrofes, son sucesos cuya condición informativa se basa en que la reacciónpsicológica de las personas y la curiosidad por determinados acontecimientos es bastan-te uniforme.

Estos dos ingredientes de las noticias permiten distinguir dos especies muydiferentes de periodismo. Según los criterios que se apliquen o se tengan principalmen-te en cuenta para seleccionar o evaluar la información atiendan más a uno u otroaspecto se puede hablar de un periodismo de calidad o de un periodismo de sensación.Habitualmente la expresión «periodismo de calidad» se usa también para señalar otrosmatices, pero el punto de vista aquí adoptado permite objetivar bastante el uso de esaexpresión. Otro tanto, pensamos, cabe decir de la expresión «periodismo de sensación»cuyo grado más exagerado es el periodismo «sensacionalista» o escandaloso.

La distinción es útil a muchos efectos. El interés público es independiente,aunque pueda ser concurrente, de la sensación psicológica. La comprensión de susaspectos está regulada en gran parte por el principio de división social del trabajo puesrefleja aspectos sustanciales de la organización social y exige el esfuerzo intelectual decomprender principios, procesos y reglas de distribución del trabajo social." El interéshumano psicológicamente generalizado es excitado más por sensaciones que por con-ceptos; es, por ello, más espontáneo, emotivo y ligero; no se requiere esfuerzo intelec-tual para satisfacerlo. La comprensión de las noticias de «interés público» admitegrados diversos, depende en gran parte de la capacidad de contextualizar la informa-ción por parte del destinatario, es decir, se comprende interpretando sus consecuencias,lo cual depende del grado de preparación de la persona y de su capacidad paracomprenderse a sí misma como miembro de una comunidad en la que puede participaren un grado u otro pero en la que se presume siempre un grado de participación. Esasnoticias le conciernen objetivamente, es decir, incluso aunque subjetivamente no seinterese por ellas. La comprensión de las noticias de interés humano admite pocagraduación, no dependen de la capacidad de contextualizar y no requieren esfuerzointerpretativo. En general, las personas no son concernidas por esa especie de noticias,por ello no se presume un interés objetivable sino meramente subjetivo hacia esaespecie de información.

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La modificación de un plan fiscal, la alteración del presupuesto, la votación deuna ley en Cortes, la decisión de aumentar la contribución urbana, las normas deprevisión sanitaria conciernen a todas las personas en su condición de ciudadanos,incluso aunque no tengan interés subjetivo alguno por esos acontecimientos. Se trata,en general, de asuntos que tienen que ver con la organización política de la comunidadconsiderada como un sistema de reglamentación de la vida en común. La informaciónde esta especie ayuda al individuo a orientarse socialmente, puede suministrar datoscuyo conocimiento sitúe a unas personas en situaciones ventajosas con relación aquienes no los poseen. Éste es el sentido de la máxima de Spengler «saber es poder», yque actualmente se expresa así: «la información es poden>."

3. El espacio de lo público

Es un valor entendido, sobre cuyos detalles no es preciso entrar ahora, que esasacciones, decisiones y sucesos que afectan a las personas en su condición de miembrosde una comunidad política, pueden beneficiar a unos y perjudicar a otros. Los intere-ses en comunidad pueden ser comunes o fragmentarios pero, frecuentemente, son másfragmentarios que comunes, y sólo la coacción política convierte en común la voluntadno deseada o no libremente compartida. En la medida en que la vida personal yfamiliar queda condicionada y sometida a un espacio previo de vida políticamenteimpuesta como constricción común a la que se reconoce como el espacio «público» dela vida en común, el esfuerzo por desinteresarse de esos aspectos o la indiferencia haciaellos será ficticio y aparente porque no dejarán de condicionar a quien se desinteresepor ellos. Por eso, tal desinterés puede brotar o de la misma falta de información, esdecir, de la incapacidad para comprender hasta qué punto esas decisiones y hechoscondicionan las propias, de la apatía o renuncia, por considerarse impotente paramodificarlos, o de la indiferencia de quien se considera seguro o invulnerable. Elúltimo caso es verdaderamente excepcional, así que los motivos principales de indife-rencia son los dos primeros.

Las sociedades de «democracia formal» se organizan de acuerdo con la presun-ción de que todo ciudadano por el mero hecho de serlo, a través de su decisiónelectoral y de otros mecanismos, pueden influir directa o indirectamente en el espaciode lo «público». A partir de este nivel de integración en lo «público» pueden distinguir-se grados diversos de interés, participación, indiferencia o rechazo. No es nuestropropósito especificar más este asunto, en sí mismo complejo; nos es suficiente conconsignarlo." Basta indicar que la información sobre acciones, decisiones y hechos quese producen en relación con o a causa de esa regulación imperativa de la sociedad, ocon objeto de modificarla o influir en ella, es útil a quienes tratan de situarse ventajo-samente o tratan simplemente de eludir consecuencias negativas de esas decisiones. Lainformación de interés público no es, pues, inocente." Puede decirse, incluso, quehasta cierto grado es necesaria para no quedar en situación de desventaja frente al quela posee. Por esta razón, la información de actualidad de interés público se considera,en las sociedades democráticas, de naturaleza pública. Esto significa lo siguiente:puesto que objetivamente concierne a todos deben arbitrarse los medios para quepueda ser conocida por todos los que subjetivamente se interesen en conocerla. Dicho

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de otra manera, la «libertad de información» no es un «derecho» que una Constitu-ción democrática pueda «reconocer» (como expresa el artículo 20 de la Española), sinoun prius normativo de la constitución democrática de la sociedad política: todo ciuda-dano puede informar de lo que quiera bajo la única condición de que sea «veraz». Nisiquiera puede reconocerse como límite del derecho a transmitir, difundir y recibirinformación de interés público, la intimidad o el honor personal pues, por definición,el aspecto privado de lo público es también público y no privado si, efectivamente,tiene trascendencia pública. No se trata, además, solamente de un derecho de lapersona sino, como acaba de justificarse, de un prius normativo de la organizaciónpolítica, o sea, de una presuposición sobre la ética de su funcionamiento. Por tanto, alderecho a difundir y recibir información corresponde por parte de quienes tienenresponsabilidad sobre el contenido de lo «público», la obligación de facilitar la infor-mación de interés público. Se trata de una regla de juego presupuesta en la mismaforma de organización social y que se presupone en las nociones descriptivas quecomúnmente se utilizan. Cierto es que la distancia entre la prescripción presupuesta(deber ser) yel hecho (ser) puede ser, y de hecho suele ser, muy variable.

Sin embargo, esas presunciones no son aplicables a la información de «interéshumano». En este ámbito o espacio informativo, la intimidad y el honor personal hande considerarse efectivos límites del derecho a difundir y recibir la información, alcual, por otra parte, no corresponde obligación ninguna de informar. Para este tipo deinformación o de noticias no cabe presumir que exista una regla previa de organizaciónsocial implícita o presupuesta. Ciertamente, el entrelazamiento de lo «público» y lo«social» (entendido lo «social» como el producto de la interacción privada), es tanpoderoso en las sociedades modernas, y el ánimo invasor de lo «público», tan abusivoy dominante, que, a la hora de la verdad, resulta difícil separar ambos ingredientes dela información. Por otro lado, lo que denominamos «sensación» puede derivarse opotenciarse mediante los recursos estilísticos y la organización textual, de manera quecualquier noticia puede tratarse de manera informativa, es decir, enfocando el texto asuministrar la máxima información, o de manera «sensacional», es decir, enfocando eltexto a suscitar sentimientos o sensaciones en el destinatario. Y hasta cierto punto esimportante admitir que el periodismo de «sensación» puede ser imprescindible parauna sociedad tan estratificada como la actual en la que no todos los ciudadanos poseenlos mismos recursos y capacidad interpretativa, la misma habilidad expresiva y lingüís-tica." Para comprender en todas sus implicaciones la decisión política de subir los tiposde interés se requiere un conocimiento que no se puede presuponer, pero ese conoci-miento comprensivo puede ser sustituido por una «sensación» si alguien es capaz desuscitarIa. Sin duda, que de este modo se afronta el riesgo de la exageración, lahipérbole, la demagogia y la simplificación. Son los riesgos propios de una sociedadcuya condición elemental, la libertad, no prescribe que haya de ser utilizada moralmen-te de acuerdo con convicciones éticas personales. La libertad ha de serio también paraexagerar, ridiculizar, ironizar y criticar. Sólo en el, ámbito de lo privado cabe regularlos excesos. No así en el ámbito de lo público,' pues, en ese caso, quienes carecen desuficiente desarrollo o preparación cultural quedarían en inferioridad de condiciones.De otro modo pueden ser pasto de la demagogia, ciertamente. No importa mucho si setrata de la demagogia de todos.

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Conviene precisar que no hemos clasificado las noticias en dos clases, sino quehemos distinguido dos tipos ideales de noticias. Ni siquiera podría decirse que hayauna noticia que represente puramente el tipo distinguido, pues, como hemos sugerido,el mismo uso del lenguaje combina ambos ingredientes. Un accidente grave puedesuscitar el interés humano por las consecuencias de la tragedia, pero puede tambiénplantear interrogantes sobre la aplicación de normas de seguridad, sobre el estado delas vías de comunicación o sobre la calidad de la inspección administrativa; un asesina-to brutal puede ofuscar la curiosidad de la mayoría pero también puede motivar lainquietud por la eficacia de la política de orden público. El éxito o el fracaso de losdeportistas en una olimpiada puede agradar o desilusionar a la opinión, pero tambiénpuede utilizarse como argumento o crítica de la política deportiva. Todos estos aspec-tos están relacionados con la elaboración de la información por parte de los periodistasy dependen del enfoque del proceso mental del informador. Puesto que toda noticiap~tenece a un contexto, La actitud contextual del informador es decisiva para laorientación del contenido informativo. Esa actitud se manifiesta en la selección depa abra~~ el estilo adoptado y en la ~rdenación textual de la información. Si combi-namos los criterios de «proximidad», a los que antes hemos hecho referencia, con loscriterios sobre el modo de ocuparse de las noticias según la publicación insista más enlos aspectos orientados hacia el interés público o los orientados hacia el interés psico-lógico de los públicos, podemos tener una caracterización suficientemente precisa de lanoción de «periódicos de calidad» (también denominados más recientemente «de refe-rencia dominante») y periódicos «sensacionalistas», bien entendido que se trata deextremos de una escala más o menos graduable. Ciertamente el concepto de «periódicode referencia dominante» se fija en un rasgo que se puede describir y que podemosconcretar como el de que un periódico o un medio informativo sirva, de hecho, defuente de información para cualquier otro medio informativo. Se trata de periódicosde prestigio o, como también se les denomina, «prensa de elite»." Aunque los rasgosde proximidad y de atención al interés público pueden tener un contenido normativo,el hecho es que los llamados periódicos de calidad coinciden en serio también dedifusión internacional y en ocuparse de las noticias de interés público, así como refor-zar pautas estilísticas muy rígidas encaminadas principalmente al ocultamiento de laexpresividad del redactor.

Notas

1. Las fuentes que sirven de base al programa de integrar en una teoría común lasdenominadas ciencias del espíritu son diversas. Se pueden distinguir entre las que adoptan unainspiración sociológica, las que siguen una inspiración psicológica o las que parten de unaorientación lingüística. No obstJ.nte su disparidad, estas tendencias no son, a nuestro juicio,incompatibles. Abordamos este asunto en profundidad, dentro de nuestras limitaciones, en Laconstrucción del texto (Núñez Ladevéze, 1991). El sociólogo Niklas Luhmann ha objetado esteplanteamiento pero en términos que no modifican el propósito sino el enfoque metodológico(Luhmann, 1984). Aceptamos como válida la hipótesis que sirve de punto de partida a Searle deque «una teoría del lenguaje forma parte de una teoría de la acción» (Searle, 1980, p. 26).

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