De regreso a clases

Cuando inició el año pensé que mis vacaciones serían iguales a las anteriores. Sin embargo, me sucedieron muchas cosas interesantes que paso a relatarles:Un día papá regresó a casa luego del trabajo y me propuso hacer un corto viaje a la ciudad de Ica. Acepté de inmediato, pues me gusta mucho viajar. Alisté mi mochila (pues era un viaje corto) y partimos un fin de semana muy temprano. Por el camino, decidimos ingresar a un distrito de la ciudad de Chincha llamado El Carmen. Las personas son muy amigables y están ávidas de recibir a los turistas. Paseamos por la plaza e inmediatamente nos rodearon muchos pequeños, quienes nos ofrecieron bailar el famoso “zapateo”. Me quedé impresionado por la destreza con que lo hacen y sobre todo por su carisma, hasta me invitaron a bailar con ellos! Terminado el baile disfrutamos de un delicioso almuerzo preparado con manos que saben perfectamente lo que hacen.Por la tarde, partimos con mucha pena (por tener que dejar a los pequeños de los que me hice amigo), a la no menos cálida ciudad de Ica. Entrar a la ciudad me llenó de emoción, sobre todo cuando nos instalamos en un precioso hotel rodeado de dunas, en La Angostura, ubicado en la entrada de la ciudad. Disfrutar del aire puro, rodeado de vegetación y una refrescante piscina, fue exactamente lo que necesitaba para contrarrestar el intenso calor de la ciudad. Al día siguiente muy temprano, visitamos la laguna de Huacachina. Fue impresionante ver como en medio del desierto, rodeada de dunas, se encuentra una maravillosa laguna. En ese momento comprendí porque la llaman el “Oasis de América”. El sandboard, deporte de aventura que ahí se practica, es realmente increíble. Hubo muchísimas personas amantes de este deporte que no dudaron en subir una y otra vez a la duna más alta para lanzarse desde ahí con su tabla y sentir la adrenalina. Nos informaron que se necesita una tabla especial y que es recomendable el extremo noroeste de menor pendiente, para las personas que por primera vez se animan a participar de esta aventura. Mi papá y yo nos animamos a subir en uno de los carros tubulares que realiza una recorrido por las dunas cercanas a la laguna. Me encantó la experiencia! Por la tarde, tomamos el bus a la ciudad de Nazca. Menuda sorpresa me llevé cuando mi papá me invitó a abordar una avioneta: ¡Haríamos una visita a las famosas Líneas de Nazca! Tomando todas las precauciones, nos instalamos en la avioneta, desde la cual pudimos apreciar los 350 km2 de maravillosos y misteriosos trazos. Es difícil expresar la emoción que sentí al visitar esta maravilla, ahora entiendo porque María Reiche decidió dejar a su familia y quedarse a vivir en esta ciudad para explorar y dar a conocer al mundo lo que hoy sabemos sobre estas maravillas hechas hace cientos de años.Sin duda, los días que pasé visitando la ciudad de Ica fueron emocionantes y jamás los olvidaré. Ahora que estoy de regreso a clases, solo puedo decirles ¡qué hermoso es nuestro país!

Mateo