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Ería, 76 (2008), págs. 267-278 ¿Debemos desechar los modelos territoriales de innovación? Una respuesta desde la Geografía Económica española E STE trabajo discute algunas de las críticas dirigidas contra los Modelos Territoriales de Innovación (MTI) a la luz de los resultados obtenidos por el Progra- ma de Investigación sobre Medios Innovadores en Es- paña (PIMIE) desarrollado entre 1998 y 2006. El texto se divide en tres apartados. El primero sistematiza las críti- cas recibidas por los MTI. El segundo expone el desarro- llo, objetivos y contenidos del PIMIE. El último elabora su contribución al debate internacional, defendiendo la tesis de que los MTI no deben ser rechazados por econo- micistas ni sustituidos por la reciente propuesta de una «región social» basada en el «desarrollo territorial inte- grado» (DTI), sino que una práctica investigadora cuida- dosa puede ensanchar sus bases conceptuales para in- corporar nuevas facetas de la innovación. I BREVE HISTORIA DE LOS MODELOS TERRITORIALES DE INNOVACIÓN Moulaert y Sekia (2003, pág. 291) han acuñado el término «modelos territoriales de innovación» para de- signar todas las explicaciones de la innovación a escala regional donde «el dinamismo institucional local desem- peña un papel significativo». Desde los distritos indus- triales italianos a las regiones inteligentes, estos autores identifican un conjunto de modelos que, a su juicio, adolecen de un «enfoque tecnocrático de la innovación» y una «vinculación ideológica con la lógica de desarro- llo propia del capitalismo de mercado». Hillier, Mou- laert y Nussbaumer (2004) y Moulaert y Nussbaumer (2005) apuestan por una nueva concepción de la innova- ción cuyo objetivo sociopolítico sería la consecución del «desarrollo territorial integrado», que encontraría en la llamada «región social» su manifestación geográfica más acabada. Esta crítica radical de los MTI, uno de los buques insignia de la Geografía Económica posterior a 1980, representa un salto cualitativo en la evolución de esta línea de investigación, en cuya constitución pueden diferenciarse dos etapas principales. En primer término se han desarrollado las contribu- ciones teóricas. El redescubrimiento de los distritos in- dustriales en la Tercera Italia por parte de la escuela de Florencia a finales de los años 1970 dio lugar en Europa a una fecunda corriente de estudios de caso que apunta- rían hacia el advenimiento del régimen postfordista de acumulación flexible anunciado por Piore y Sabel (1990). En Estados Unidos, la escuela californiana de los nuevos espacios industriales (Scott, Storper) destacaba la contribución de la concentración espacial de las empre- sas a la reestructuración industrial impuesta por la crisis del fordismo, puesto que la proximidad facilita las tran- sacciones mercantiles y las interacciones entre personas y entre organizaciones, necesarias para la circulación del conocimiento tácito imprescindible para la innovación. La vinculación teórica entre innovación y distritos industriales es muy temprana. La primera sería un im- perativo ineludible para asegurar la continuidad de los segundos en un contexto de aparición de nuevos com- petidores con menores costes productivos. El GREMI (Groupe de Recherche Européen sur les Milieux Inno- vateurs) ha enfocado sus sucesivas rondas de investiga- ción (CREVOISIER, 2004) hacia el estudio de las conexio- nes formales e informales entre las empresas y otros agentes locales y regionales. Según este grupo, la for- mación de redes de cooperación basadas en la confianza

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Ería, 76 (2008), págs. 267-278

¿Debemos desechar los modelos territoriales de innovación?Una respuesta desde la Geografía Económica española

E STE trabajo discute algunas de las críticas dirigidascontra los Modelos Territoriales de Innovación

(MTI) a la luz de los resultados obtenidos por el Progra-ma de Investigación sobre Medios Innovadores en Es-paña (PIMIE) desarrollado entre 1998 y 2006. El texto sedivide en tres apartados. El primero sistematiza las críti-cas recibidas por los MTI. El segundo expone el desarro-llo, objetivos y contenidos del PIMIE. El último elaborasu contribución al debate internacional, defendiendo latesis de que los MTI no deben ser rechazados por econo-micistas ni sustituidos por la reciente propuesta de una«región social» basada en el «desarrollo territorial inte-grado» (DTI), sino que una práctica investigadora cuida-dosa puede ensanchar sus bases conceptuales para in-corporar nuevas facetas de la innovación.

IBREVE HISTORIA DE LOS MODELOS

TERRITORIALES DE INNOVACIÓN

Moulaert y Sekia (2003, pág. 291) han acuñado eltérmino «modelos territoriales de innovación» para de-signar todas las explicaciones de la innovación a escalaregional donde «el dinamismo institucional local desem-peña un papel significativo». Desde los distritos indus-triales italianos a las regiones inteligentes, estos autoresidentifican un conjunto de modelos que, a su juicio,adolecen de un «enfoque tecnocrático de la innovación»y una «vinculación ideológica con la lógica de desarro-llo propia del capitalismo de mercado». Hillier, Mou-laert y Nussbaumer (2004) y Moulaert y Nussbaumer(2005) apuestan por una nueva concepción de la innova-ción cuyo objetivo sociopolítico sería la consecución del

«desarrollo territorial integrado», que encontraría en lallamada «región social» su manifestación geográficamás acabada. Esta crítica radical de los MTI, uno de losbuques insignia de la Geografía Económica posterior a1980, representa un salto cualitativo en la evolución deesta línea de investigación, en cuya constitución puedendiferenciarse dos etapas principales.

En primer término se han desarrollado las contribu-ciones teóricas. El redescubrimiento de los distritos in-dustriales en la Tercera Italia por parte de la escuela deFlorencia a finales de los años 1970 dio lugar en Europaa una fecunda corriente de estudios de caso que apunta-rían hacia el advenimiento del régimen postfordista deacumulación flexible anunciado por Piore y Sabel(1990). En Estados Unidos, la escuela californiana de losnuevos espacios industriales (Scott, Storper) destacaba lacontribución de la concentración espacial de las empre-sas a la reestructuración industrial impuesta por la crisisdel fordismo, puesto que la proximidad facilita las tran-sacciones mercantiles y las interacciones entre personasy entre organizaciones, necesarias para la circulación delconocimiento tácito imprescindible para la innovación.

La vinculación teórica entre innovación y distritosindustriales es muy temprana. La primera sería un im-perativo ineludible para asegurar la continuidad de lossegundos en un contexto de aparición de nuevos com-petidores con menores costes productivos. El GREMI

(Groupe de Recherche Européen sur les Milieux Inno-vateurs) ha enfocado sus sucesivas rondas de investiga-ción (CREVOISIER, 2004) hacia el estudio de las conexio-nes formales e informales entre las empresas y otrosagentes locales y regionales. Según este grupo, la for-mación de redes de cooperación basadas en la confianza

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es la clave de los procesos de aprendizaje colectivo queexplican el éxito innovador de ciertos espacios indus-triales muy semejantes a los distritos italianos en cuantoa tamaño de las empresas, especialización productiva onivel tecnológico. Esta explicación relacional tambiénha sido aplicada en entornos productivos de alta tecno-logía, como el Silicon Valley, la Carretera 128 de Bos-ton, las ciudades de Oxford y Cambridge o el MotorSport Valley británico.

La acumulación de evidencias sobre la naturaleza in-teractiva de la innovación sustenta también la teoría delos sistemas nacionales y regionales de innovación, queinsiste en la cooperación y la coordinación entre agentespúblicos y privados para promover la creación, difusióne implementación productiva de conocimientos, sobretodo técnicos. De ahí el término «economía asociativa»(COOKE y MORGAN, 1998) utilizado para calificar estenuevo formato de coordinación económica que explica-ría la capacidad innovadora de ciertas regiones, inclusode las especializadas en sectores maduros integrados porpequeñas empresas y sujetos a una intensa competenciainternacional. El grupo francés Dynamiques de Proximi-té (TORRE y GILLY, 2000; PECQUEUR y ZIMMERMANN

eds., 2004) viene insistiendo también en la importanciade la proximidad (física, cultural y funcional) para inter-pretar la producción y distribución del conocimiento.

Por último, la «región que aprende» (FLORIDA, 1995;MORGAN, 1997) se concibe a la vez como expresióngeográfica de la economía del conocimiento y como sín-tesis de las demás categorías de MTI, redefinidas en tor-no a la cuestión crucial de la innovación, entendida co-mo un proceso incremental, de acuerdo con la difusiónde los enfoques evolucionistas en Geografía Económica(BOGGS y RANTISI, 2003). El término de MTI que propo-ne Moulaert para toda esta familia de conceptos se justi-fica precisamente por la preponderancia de la innova-ción en su formulación.

En segundo lugar, se asiste desde 1980 a la difusióngeográfica y académica de los MTI y a la consiguientenecesidad de establecer cierto orden conceptual. Eldesarrollo teórico ha venido acompañado de una ingen-te labor de análisis empírico en países desarrollados yemergentes. La aplicación de modelos de creciente com-plejidad en contextos muy diferentes en los planos cul-tural, social, político, económico y geográfico ha dadolugar a un panorama confuso donde los MTI sonamoldados a las singularidades locales, cercenando lasposibilidades de generalización de los resultados. La na-turaleza de las relaciones entre las empresas (interde-pendencia o mera aglomeración), su tamaño (grande o

pequeño), su organización (integración o desintegraciónvertical), el papel de las firmas no locales (sustancial ocomplementario), la especialización productiva (indus-trias de alto o bajo contenido tecnológico), el grado deinserción en la economía global y la magnitud y va-riedad de las innovaciones (incrementales o radicales)constituyen puntos fundamentales de divergencia entrelos estudios de caso.

Cuando los mismos términos adquieren significadosdiferentes, urge una labor taxonómica que evite su ba-nalización definitiva. Para los distritos industriales eu-ropeos, Garofoli (1994) distingue las áreas de especia-lización productiva, los sistemas productivos locales ylas áreas-sistema, que presentan el mayor grado de co-hesión interna. El PIMIE ha aplicado esta tipología por-que proporciona un esquema sencillo para establecer re-laciones entre la coordinación económica y el perfilinnovador de los territorios. Asheim (2000) cita aquí aBrusco y sus distritos industriales tipo Mark I y Mark II:el segundo se distingue del primero por la notable con-tribución pública a la formación de un tejido institucio-nal de apoyo a la innovación. El mismo Asheim (citadoen AMIN, 2000) ha mejorado esta propuesta con una ti-pología cuádruple de distritos industriales cuya capaci-dad de innovación técnica se clasifica en baja, media,buena y alta en función de los recursos internos disponi-bles en las empresas locales y de la existencia o no deun entorno institucional propicio a la cooperación.

En un artículo muy citado, Markusen (1996) ha cri-ticado el uso restrictivo del término «distrito industrial»que lo identifica con los ejemplos marshallianos. A sujuicio, deberían incluirse otros tres tipos de espacios in-dustriales: las plataformas de filiales de empresas trans-nacionales, los distritos eje-radio (una factoría centralcon sus proveedores) y los derivados de grandes equi-pamientos públicos. Como la tipología de Brusco, éstade Markusen fue ampliada por Park (1996) hasta un to-tal de nueve posibilidades. Sin embargo, Amin (2000)ha rechazado esta extensión porque en algunos de los ti-pos definidos por Markusen y Park no están presenteslas relaciones locales de interdependencia entre las em-presas que caracterizan a los auténticos distritos. Lacontribución de estos autores es paradójica porqueejemplifica la tendencia hacia la vacuidad de los térmi-nos, a la vez que define algunos tipos de espacios indus-triales que pueden encontrarse en distintas partes delmundo, subraya las diferencias entre los distritos mar-shallianos y otras aglomeraciones industriales y perfilaalgunas posibles trayectorias de evolución desde unostipos a otros.

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Este esfuerzo de ordenación desemboca en la actualetapa de crítica. Los primeros textos (BUNNELL y COE,2001; MACKINNON, CUMBERS y CHAPMAN, 2002) prac-tican una crítica «incremental» que acepta las basesconceptuales de los MTI y propone mejoras funcionales(cómo se construye la innovación territorial), metodoló-gicas (cómo estudiarla) y políticas (cómo emplear esteconocimiento teórico y empírico). Pero Moulaert enca-beza una corriente de crítica «radical» que reformulapor completo el concepto de innovación territorial. Sinembargo, esta crítica radical no es totalmente nueva, si-no que se apoya en aportaciones «incrementalistas», porlo que se ha preferido resumir de forma conjunta lasprincipales líneas argumentales de esta tercera etapa.

A) Todos los MTI atribuyen a la capacidad socioins-titucional endógena de las regiones una función centralen la explicación de la innovación. Pero este consensobásico no justifica la proliferación de modelos poco di-ferenciados entre sí y que, además, tienden a identificarla parte con el todo, las actividades innovadoras con elconjunto de la economía regional, dando lugar a un«nuevo regionalismo» (LOVERING, 1999) que imaginalas regiones como entidades espaciales coherentes queactúan de forma reflexiva para responder a la competen-cia exterior. Los sistemas regionales de innovación, queson a la vez una modalidad de coordinación económica«desde abajo» y un sistema de apoyo a las empresas«desde arriba», encarnan bien este tipo de generaliza-ción. Bathelt y Glückler (2003) rechazan esta antropo-morfización de las unidades espaciales y sostienen quela Geografía Económica debe concentrarse en el estudioespacial de la acción económica (agentes, intereses, es-trategias, redes) y no de categorías espaciales indepen-dientes (como las regiones) que no existen al margen delas estructuras y de los contextos donde operan losagentes económicos.

B) El análisis empírico se ha concentrado en lainnovación dentro de una escala geográfica, ya seainternacional (papel de las empresas transnacionales),nacional (sistemas ciencia-tecnología-industria) o re-gional/local (donde se aplican los MTI). La escala sub-nacional ha sido sobrevalorada en detrimento de suintegración en redes superiores. La innovación es unproceso interactivo donde se aplican simultáneamenterecursos procedentes de ámbitos geográficos que vandesde lo local hasta lo global (BUNNELL y COE, 2001).Tanto la proximidad física como las relaciones supralo-cales contribuyen al éxito de los proyectos de innova-ción porque la región no es un área geográfica autocon-tenida, sino una red de lugares y flujos abierta a las

influencias externas (THRIFT y OLDS, 1996). Frente alénfasis en la contribución de los agentes colectivos, espreciso re-colocar a la empresa y los individuos en elmapa de agentes innovadores, porque son los verdade-ros usuarios del conocimiento y quienes lo desplazan através de las escalas geográficas. Empresas y expertostransforman el conocimiento tácito local en conoci-miento corporativo codificado. Naturalmente, las trans-nacionales están en la mejor posición para beneficiarsede este proceso, pero las empresas pequeñas tambiénpueden aprender de expertos extranjeros o de otras em-presas innovadoras.

C) Distintos autores coinciden en reclamar más estu-dios empíricos, comparativos y evolutivos para una me-jor comprensión de los procesos de innovación. Faltanevidencias sobre la conexión entre proximidad física,capacidades locales y redes supralocales en la produc-ción y distribución de conocimiento. Se necesitan tam-bién comparaciones precisas para identificar mejor losfactores que justifican el éxito o el fracaso del esfuerzoinnovador emprendido en tantos lugares. Y los estudiosevolutivos deberían explicar la desigual capacidad inno-vadora de las regiones para responder a los retos cam-biantes de la coyuntura económica internacional.

D) La inhibición política de los MTI es objeto de se-veras críticas. Moulaert y Sekia (2003) ven en los MTI

un mero discurso político diseñado para amoldar la or-ganización interna (orgware) de las regiones a las exi-gencias del capitalismo global. Correspondería a lasagencias de desarrollo regional la ejecución de este pro-yecto que pone las instituciones regionales al serviciodel crecimiento económico. La endogeneidad del edifi-cio organizativo local quedaría restringida a su adecua-ción desde dentro a estos dos objetivos exógenos:

«A pesar de su devoción por la dinámica institucional, [losMTI] defienden una ontología económica basada en el mercadoy una visión tecnológica del desarrollo» (MOULAERT y NUSSBAU-MER, 2005, pág. 48).

Su concepción de la innovación está sesgada hacia lavertiente económica y técnica, privando a la cultura y elaprendizaje de cualquier significado ajeno a su contribu-ción al éxito económico.

Moulaert y su grupo sostienen que estos MTI neoli-berales deberían ser sustituidos por una concepciónmultidimensional de la innovación territorial orientada ala mejora de las condiciones de vida de las personas enla escala local. La nueva «región social» sería la alterna-tiva conceptual a los MTI y el lugar donde se materializael DTI. La innovación tecnoeconómica, lejos de ser un

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objetivo en sí misma, formaría parte de una «ontologíacomunitaria» más amplia. Las instituciones locales y losservicios públicos ya no estarían al servicio de los fineseconómicos, sino que incorporarían propósitos sociales,culturales y ambientales acordes con una lógica inclu-siva que concede prioridad a los intereses comunes y sepropone solventar las necesidades individuales y co-lectivas no satisfechas por el mercado. La innovaciónsocial sustituye, pues, a la innovación económica comoproceso principal de satisfacción de las necesidades hu-manas, que incluyen la producción y el consumo, perotambién la solidaridad, la creatividad, la comunicación ola participación política. Esta innovación social debeaprovechar el capital productivo o empresarial, perotambién otras formas de capital (ecológico, humano ysocial-institucional). Desde un enfoque territorial deldesarrollo, el capital empresarial debería ponerse al ser-vicio del bienestar colectivo, devolviendo al vocabularioclásico de los MTI (aprendizaje, redes, cultura, gober-nanza) su auténtico sentido comunitario, tejiendo lazosde coordinación efectiva con los otros tipos de capital ypropiciando la imprescindible integración de la comuni-dad local en escalas geográficas superiores.

En definitiva, la crítica a los MTI centra su atenciónen cuatro cuestiones principales: (i) hace falta mayorclaridad conceptual, asumiendo que las regiones no sonentidades homogéneas y la investigación geográfica de-be dirigirse hacia la acción en el territorio, no hacia elterritorio en acción; (ii) la innovación tienen lugar a lavez en y entre diferentes escalas geográficas interdepen-dientes; (iii) debe avanzarse en el estudio empírico de lainnovación y (iv) la ontología comunitaria debería dis-tinguir a los territorios auténticamente innovadores. Pro-bablemente, estos temas serán objeto de debate durantelos próximos años y el PIMIE está en condiciones de con-tribuir a esta controversia.

IIEL PROGRAMA DE INVESTIGACIÓN SOBRE

MEDIOS INNOVADORES EN ESPAÑA:DESARROLLO, OBJETIVOS Y CONTENIDOS

La investigación geográfica española sobre los MTI

comienza a finales de los años 1990, tras una década de-dicada al examen de la industrialización rural. Los tra-bajos de Climent (1997) y Sánchez (1999) sintetizan losresultados principales de esta etapa previa que sirvió amuchos geógrafos españoles para familiarizarse con lasindustrias y territorios que se convertirían en centro pre-

ferente de su atención desde 1995. Los encuentros delactual Grupo de Geografía Económica de la AGE sirvie-ron como marco institucional para el intercambio de re-sultados sobre este tema. De hecho, el PIMIE fue pro-puesto por Ricardo Méndez durante las VI Jornadas deGeografía Industrial (Granada, 1997) y evolucionó hastaadquirir una estructura formalizada donde los equiposparticipantes han trabajado las cuestiones teóricas, me-todológicas, empíricas y aplicadas de forma coordinada.

1. PERÍODO 1998-2000

La fase inicial se concentró en la discusión sobre laaplicación del concepto original de medio innovador alos distritos industriales españoles, el desarrollo de unametodología investigadora común y la elaboración deresultados comparables, publicados en un primer volu-men colectivo (ALONSO y MÉNDEZ coords., 2000) resul-tado de dos seminarios celebrados en Salamanca.

2. PERÍODO 2001-2003

El éxito de esta experiencia condujo al proyecto«Cambios tecnológicos y organizativos en los sistemasproductivos locales de España: análisis regional compa-rativo de los procesos de innovación en el territorio»,coordinado por la Universidad de Salamanca. Con elconcepto de medio innovador como núcleo, se planteóla necesidad de enriquecer su formulación inicial, cen-trada en la actividad económica, con la incorporación deun enfoque territorial atento a las implicaciones socialesy ambientales de la innovación industrial. El capítulo in-troductorio del nuevo volumen colectivo (ALONSO, APA-RICIO y SÁNCHEZ eds., 2004) refleja esta evolución teóri-ca que se plasma en el contenido de los estudios decaso, con temas como los impactos ambientales, losmercados locales de trabajo o la relación entre planea-miento urbano y reestructuración productiva.

3. PERÍODO 2004-2006

Este incipiente giro territorial se convirtió en objeti-vo principal del siguiente proyecto de investigación,«Desarrollo territorial, redes institucionales y procesosde innovación socioeconómica», coordinado desde laUniversidad de Valencia. Cohesión social, sostenibili-dad ambiental y gobierno del territorio se suman a la in-novación económica como nuevos temas de trabajo. Losdistritos industriales proporcionan la mayor parte del so-

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porte empírico, si bien algunos equipos optaron por laevaluación del DTI en ciudades medias que han mostra-do un particular dinamismo en los últimos años. El co-rrespondiente volumen colectivo de síntesis se encuen-tra en preparación en el momento de escribir estas líneas(SALOM y ALBERTOS, en prensa)1.

La figura 1 muestra los cincuenta y un distritos in-dustriales analizados entre 1998 y 2006. Puede apreciar-se su amplia distribución regional, que introduce unanotable diversidad institucional como condicionante dela trayectoria innovadora. Para evitar contrastes excesi-vos que dificulten la comparación, sólo se han incluidodistritos ubicados en espacios rurales o ciudades meno-res de 60.000 habitantes. La literatura especializada in-

siste en que los mejores ejemplos de distritos industria-les se encuentran en áreas como las aquí elegidas. Con-forme a la tipología de Garofoli (1994), abundan lasáreas de especialización productiva, donde empresas deun mismo sector industrial utilizan los recursos localespara elaborar productos muy similares, con débiles rela-ciones horizontales. Son también frecuentes los sistemasproductivos locales, con mayor división del trabajo en-tre las empresas y, por tanto, un grado superior de inte-gración industrial. Menor es el número de áreas-sistema,caracterizadas por fuertes vínculos interempresarialesque llegarían hasta la presencia de fabricantes de equi-pos especializados para la industria local.

Según la concepción moderna de la innovación comoproceso colectivo e interactivo, cabe esperar que la es-pecialización de las empresas en fases específicas de unproceso industrial más amplio genere intercambios mer-cantiles cliente-proveedor a escala del distrito, a la vezque facilita el establecimiento de relaciones extra-mer-cado que propician el intercambio de conocimiento y la

FIG. 1. Distritos industrialesestudiados en el PIMIE (1998-2006). 1. Interior de Galicia: con-fección. 2. Alto Deva: electrodo-mésticos, máquina herramienta,componentes automoción. 3. Haro:vinos. 4. Arnedo: calzado. 5 y 6.Nájera y Ezcaray: muebles de ma-dera. 7. Baños de Río Tobía: trans-formados cárnicos. 8. Rioja Baja:conservas vegetales. 9. Ejea de losCaballeros: conservas vegetales.10. Tarazona: textil. 11. Calatayud:conservas vegetales. 12. Illueca-Brea: calzado. 13. Cariñena: vinos.14. Monzón: química. 15. Fraga:conservas vegetales. 16. Caspe:textil y confección. 17. Alcañiz: al-farería y piedra natural. 18. Al-barracín: madera. 19: Berguedá:textil, alimentación, muebles demadera, metalurgia. 20: La Plana:revestimientos cerámicos. 21:Huerta de Valencia: mueble, meta-lurgia. 22: Alcoy: textil. 23. Ibi: ju-guetes. 24. Valle del Vinalopó:

calzado. 25. El Ejido: horticultura temprana. 26. Mancha Real: muebles de madera. 27. Lucena: muebles de madera, frío industrial. 28. Estepa:dulces. 29. Ubrique: marroquinería. 30: Lepe: horticultura temprana. 31. Valverde del Camino: calzado. 32: Almansa: calzado. 33. Sonseca: con-fección, dulces, mueble de madera. 34. La Sagra: mueble de madera. 35. Fuensalida: calzado. 36. Montes de Toledo: mueble de madera. 37. Pina-res de Soria: mueble de madera. 38. Béjar: tejidos de lana. 39. Guijuelo: derivados del cerdo ibérico. 40: Pinares de Segovia y Valladolid: muebley carpintería de madera. 41. Bierzo. 42. Tierra de León. 43. Valles de Benavente. 44. Toro. 45. Tierra del Vino. 46. Arribes del Duero. 47. Rueda.48. Cigales. 49. Ribera del Arlanza. 50. Ribera del Duero: vinos. 51. Montsiá-Baix Maestrat: madera y mueble.

1 A estos volúmenes colectivos de alcance nacional se suman un amplionúmero de artículos en revistas y varias monografías de síntesis regional (Anda-lucía, La Rioja, la Comunidad Valenciana, ambas Castillas), que conforman unareseñable acumulación de conocimiento. Lamento no poder incluir las referen-cias en la bibliografía por falta de espacio.

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constitución de redes de innovación. Las áreas-sistema ylos sistemas productivos locales serían, a priori, espacioscon mayor potencial innovador, mientras que las áreasde especialización productiva deben recurrir en mayormedida a los recursos internos de las empresas o a laformación voluntaria de (o participación en) estructurascolectivas de cooperación. En todo caso, según el mode-lo teórico, es la relación entre empresas y entre éstas yuna serie de agentes colectivos (públicos y privados) laque crea las condiciones (de ahí términos como «medio»o «entorno») propicias para acometer proyectos innova-dores cuyos beneficios no se limitan a una única compa-ñía, sino que revierten en favor del conjunto de la indus-tria y, por extensión, del territorio que la hace posible.

La muestra elegida también es arquetípica en cuantoa la especialización productiva, con predominio abru-mador de industrias de bajo contenido tecnológico, in-tensivas en trabajo o en el procesamiento de recursosnaturales. Sólo los casos de La Plana castellonense y elvalle alto del río Deva (Mondragón) se distinguen porsu mayor complejidad tecnológica, por el tamaño de lasempresas y por el papel de las economías de escala en laorganización de la producción. En consecuencia, predo-minan las empresas de pequeño tamaño (por debajo delos 50 y a menudo de los 10 trabajadores), aunque elmonto de las ventas de las más innovadoras o prestigio-sas pueda alcanzar cifras significativas.

Estas ciudades y comarcas están fuertemente espe-cializadas en la industria principal, fenómeno que enmuchos casos se ha reforzado durante los últimos años yque sería más evidente en caso de contabilizar tambiénlos efectos inducidos por el dinamismo manufactureroen la agricultura, la construcción o los servicios perso-nales y productivos, o sea, si se midiera el impacto de lainnovación de forma más comprensiva. Ningún distritoha abandonado su especialización original, aunque enalgunos casos se registran inversiones en nuevas ramascomplementarias. La fuerza de la tradición, entendidacomo identificación de la sociedad local con la vida in-dustrial y como acumulación de conocimiento tácito,puede aducirse como argumento explicativo de esta ten-dencia, pero hace falta una reflexión más elaborada,porque la mera recreación de la tradición puede condu-cir a una situación de bloqueo por inadaptación al cam-bio estructural. La innovación se abre paso como fórmu-la imprescindible para que estas industrias maduras yestos territorios no metropolitanos puedan competir enunos mercados mundiales transformados por la irrup-ción de los nuevos productores de bajo coste. Es ya unlugar común subrayar que la innovación en los distritos

es más bien incremental, adaptativa, imitativa, basadaen la experiencia, en el conocimiento tácito y en redeslocales tejidas con la confianza. Según Morgan (1997),la innovación en regiones periféricas significa, simple-mente, trabajar con lo que hay, con los recursos asequi-bles en y desde el territorio concreto. Pero este tipo deinnovación, menos espectacular que la derivada de laI+D formal, de las industrias de alta tecnología y de lasgrandes empresas metropolitanas, no debe menospre-ciarse porque muchos de los distritos estudiados han si-do capaces de sostener su crecimiento y prosperidad apesar de la desaparición de los factores que explicaronsu origen y consolidación industrial. En definitiva, el PI-MIE pretende averiguar si una amplia muestra de distri-tos industriales se han comportado como medios inno-vadores, cómo y por qué ha sucedido esto y cuáles sonlas implicaciones territoriales de este proceso.

A tal efecto, la experiencia adquirida durante los es-tudios previos sobre la industrialización rural agilizó laselección de los casos de estudio, entresacados de aque-llos que mejor parecían ajustarse a los modelos teóricos:los aspectos cualitativos (organización de la produccióny la innovación) han primado sobre los cuantitativos(número de empresas o de trabajadores). La práctica in-vestigadora se asemeja a la propuesta de Yeung (2003)sobre la necesidad de adoptar una metodología proce-sual en Geografía Económica que proporcione datos vá-lidos, contrastados y contextualizados a partir de la apli-cación de tres técnicas principales: recopilación de datoscuantitativos y cualitativos, trabajo de campo y carto-grafía de redes.

a) Ha sido posible reunir evidencias sobre la especia-lización y el dinamismo industrial de los espacios anali-zados. Pero resulta complicado construir series compa-rativas extensas debido a la creciente desigualdad de laproducción estadística (ALONSO, APARICIO y SÁNCHEZ,2001), tanto a escala regional (depende del interés de losgobiernos autonómicos) como sectorial (hay más infor-mación sobre unas industrias que sobre otras). Tambiénse han remitido cuestionarios postales a las empresas yotros agentes socioeconómicos. Por último, se han man-tenido entrevistas semiestructuradas con empresas, ex-pertos, sindicatos, centros tecnológicos, agencias de de-sarrollo, asociaciones empresariales, autoridades…tanto a escala local como regional e incluso nacional.

b) El trabajo de campo es una herramienta tradicio-nal del trabajo geográfico que ha recuperado su signifi-cado merced al enfoque territorial del PIMIE y la necesi-dad de documentar aspectos sociales, ambientales ointangibles (imagen del territorio, relaciones extramer-

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cantiles) ajenos a las fuentes al uso. Esta tarea ha enri-quecido el contenido de los trabajos publicados.

c) Se han cartografiado las redes de innovación apartir del análisis del papel, contribución y escala de ac-tuación de los miembros que las integran, a fin de ilus-trar las vías de generación o adopción de innovacionesen cada distrito.

Con esta infraestructura teórica y documental ha si-do posible articular una secuencia lógica de temas ycuestiones que van desde la empresa hasta el territorio2.En primer término, se ha recopilado información sobrelas innovaciones introducidas en los productos elabora-dos, en los procesos técnicos utilizados, en los mercadosdonde se venden estos artículos y en la organización in-terna de las empresas fabricantes. Estas innovacionesson el resultado de la movilización colectiva de los cua-tro tipos de capital que mencionan Lundvall y Maskell(2000) o Moulaert y Nussbaumer (2005): natural-ecoló-gico, humano-intelectual, social-institucional o produc-tivo-empresarial. Cada distrito elabora una combinaciónpropia de recursos para desarrollar los procesos de inno-vación, pero los cuatro son necesarios, por lo que tam-bién se ha identificado su contribución particular en losdistintos casos de estudio. Además, hay que tener encuenta que los recursos, por sí mismos, son inertes y re-quieren agentes que los pongan en valor, construyendoun capital territorial sinergético, es decir, que va másallá de la mera adición de los cuatro tipos citados y quepuede definirse como el conjunto de capacidades conque cuenta una localidad o región para satisfacer las ne-cesidades económicas y sociales, tanto particulares co-mo colectivas.

En consecuencia, el PIMIE ha identificado los agentesimpulsores del proceso innovador para establecer lasconexiones recíprocas y multiescalares que dan lugar alas redes de innovación por donde circula el conoci-miento y se propicia el aprendizaje colectivo. De cara ala implementación de innovaciones, el pequeño tamañode las empresas las hace especialmente dependientes delos agentes colectivos que acumulan y distribuyen el co-nocimiento tácito y codificado disperso en multitud deorganismos, instituciones y lugares. Estos agentes y re-des de innovación prestan servicios a empresas con pro-blemas similares, habilitando canales de cooperación

formal e informal, a la vez que generan su propio cono-cimiento interno que incrementa la reflexividad en el se-no del distrito.

El concepto de «densidad institucional» (AMIN yTHRIFT, 1999) se ha utilizado con profusión para subra-yar la contribución de este entramado organizativo aléxito innovador de los distritos. Como principales inte-grantes del mismo se encuentran las Administracionescomunitaria y nacional, las universidades y centros edu-cativos y de formación profesional, las autoridades loca-les y regionales (incluyendo las agencias de desarrollo),los centros e institutos tecnológicos, las asociacionesempresariales (sean de base sectorial o territorial), lossindicatos y las asociaciones profesionales de técnicosespecializados. Combinando la escala geográfica de ac-tuación preferente de cada agente con su aportación es-pecífica al proceso innovador, ha sido posible identificarla madurez institucional de los distritos y su grado de in-serción en escalas supralocales que puedan proporcionarrecursos adicionales para el esfuerzo innovador local. Sepueden establecer tres tipos de situaciones: distritos ba-sados en relaciones interempresariales de mercado (sub-contratación, por ejemplo) y con débil presencia deagentes colectivos; distritos dinámicos donde las empre-sas han impulsado desde abajo la constitución de orga-nismos de apoyo a la innovación, posteriormente refor-zados desde la administración regional; y distritos cuyasestructuras de apoyo han sido diseñadas desde la admi-nistración autonómica a imagen y semejanza del éxitode otros territorios más avanzados.

El PIMIE ha dedicado sus esfuerzos más recientes acomprobar, de forma sistemática y precisa, el grado deadecuación de estos distritos industriales al modelo teó-rico del DTI (ALBERTOS y otros, 2004). Se trata de unconcepto de naturaleza multidisciplinar, elaborado conaportaciones de la Economía (competitividad), la Socio-logía (bienestar social), la Ecología (sostenibilidad am-biental), la Antropología Social (identidad cultural), laCiencia Política (gobernación participativa) y la Geo-grafía (ordenación del territorio). Desde esta perspecti-va, los territorios con éxito económico no son, necesa-riamente, territorios completamente innovadores, comosugiere la noción de región social. La innovación econó-mica y la social deben combinarse para conseguir efec-tos materiales e inmateriales positivos: crecimiento de-mográfico y económico, competitividad internacional,más empleos, mejores infraestructuras… entre los pri-meros; cohesión social, preservación ambiental, iniciati-vas compartidas, planeamiento participativo, desarrolloauto-centrado… entre los segundos.

2 Los capítulos de conclusiones de Alonso y Méndez coords. (2000) yAlonso, Aparicio y Sánchez eds. (2004) exponen con mayor detalle los resulta-dos globales que se mencionan a continuación. También puede consultarse Sán-chez (2005, 2006).

274 E R Í A

El PIMIE ha constatado que bastantes de los «distritosindustriales» analizados se comportan como «medios in-novadores» y ahora se pregunta si son, además, «territo-rios innovadores» capaces de articular un modelo inte-grado de desarrollo. Se dispone de datos sobre lastendencias demográficas de estos distritos, las condicio-nes laborales, los conflictos en el uso del suelo por laimplantación de nuevas industrias y los efectos ambien-tales consiguientes, la aparición de nuevas actividadeseconómicas ligadas al dinamismo de la industria princi-pal e incluso sobre la paulatina construcción de unaimagen de calidad territorial asociada al prestigio de losproductos y a las condiciones naturales y sociales de al-gunos de estos distritos, cuestión importante de cara a laatracción de inversiones o a la promoción turística. Losresultados de conjunto se publicarán en breve plazo, pe-ro se puede apuntar hacia un balance bastante equilibra-do entre las dimensiones económica, social, ambiental ypolítica en la mayor parte de los territorios analizados, atenor de los resultados para una muestra de casi treintavariables calculadas para diferentes casos de estudio.Ello significa que los distritos industriales parecen capa-ces de generar un modelo territorial no excesivamentealejado de las aspiraciones contempladas en el conceptode la región social propugnado por Moulaert.

IIILA CONTRIBUCIÓN ESPAÑOLA AL DEBATESOBRE LOS MODELOS TERRITORIALES DE

INNOVACIÓN

Para discutir esta cuestión, hay que valorar previa-mente el desarrollo del PIMIE a la luz de los cuatro pun-tos de debate identificados por la literatura crítica: ¿haincurrido el PIMIE en los defectos del nuevo regionalis-mo, la fetichización de lo local, la insuficiente valida-ción empírica y el reduccionismo economicista?

1. EL PIMIE ANTE EL NUEVO REGIONALISMO

El PIMIE ha trabajado siempre en la escala de los dis-tritos industriales, no en la escala regional como tal. Lacrítica al nuevo regionalismo adopta una visión de la re-gión como entidad político-administrativa sujeta a la ju-risdicción de una autoridad que diseña ex ante el sistemaregional de innovación. El PIMIE se decanta por un enfo-que desde abajo que parte del distrito, detecta los agen-tes locales y cartografía sus relaciones, para explicar lamayor o menor capacidad innovadora en función de las

características de la red resultante. Los distritos no setratan, pues, como cajas negras, sino que se identificanlos protagonistas del cambio y los mecanismos de su di-fusión, así como los obstáculos que entorpecen la inno-vación. Ciertamente el PIMIE se ocupa poco de los aspec-tos macroeconómicos, como critica Lovering (1999) alos MTI, pero no toma la parte (los sectores de alto con-tenido tecnológico, muy concentrados en los espaciosurbanos) por el todo (la economía regional en su con-junto), como suele suceder en los enfoques de la regióninteligente y los sistemas regionales de innovación, sinoque el proceso de selección de los casos ha conducido alestudio de sectores industriales de amplia difusión geo-gráfica y sólido arraigo en la estructura productiva desus respectivas regiones y también del conjunto del país.

Pero la cartografía de relaciones proporciona eviden-cias sobre la integración de los distritos en un ámbitosuperior de interacciones cuya máxima intensidad se al-canza en la Comunidad Autónoma. Las autoridades re-gionales están asumiendo gran protagonismo en el apo-yo a los distritos de mayor magnitud y dinamismo,generando incipientes sistemas sectoriales y sub-regio-nales de innovación, imprescindibles para una compren-sión cabal de su transformación reciente. La importanciaque el PIMIE reconoce al marco regional deriva de laconstatación empírica de su significado en la formaciónde redes de innovación. Las críticas anglosajonas se an-tojan un tanto contextuales, sesgadas por el limitado al-cance de la devolution emprendida en el Reino Unido,muy inferior en competencias y financiación a las res-ponsabilidades de las CC.AA. españolas, sustanciales enla práctica totalidad de las materias que afectan a la in-novación territorial. Cierta dosis de regionalismo resultanecesaria para comprender el fenómeno innovador vivi-do en estos distritos industriales porque algunas Admi-nistraciones regionales, en coordinación con los agentesprivados locales, están construyendo mecanismos de go-bernación conjunta en ciertas ramas manufactureras. Setrata de una verdadera acción colectiva en el territorio,resultante de la coalición de instancias que buscan obje-tivos compatibles mediante recursos ubicados en lugarespróximos y distantes.

2. EL PIMIE ANTE LA FETICHIZACIÓN DE LO LOCAL

Junto a estos vínculos entre innovación local y con-texto regional, el enfoque multiescalar se ha concretadoen aportaciones sobre la forma en que la internacionali-zación impulsa la innovación. Se ha constatado la im-

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plantación de nuevas tecnologías de proceso, desarrolla-das en terceros países, gracias a la intermediación de loscentros tecnológicos regionales. La creciente orientaciónexportadora obliga a las empresas a adecuar su produc-ción a las preferencias de los clientes extranjeros o aasumir las inversiones necesarias para cumplir las exi-gencias de la normativa sanitaria o de las certificacionesmedioambientales y de calidad requeridas por importa-dores de otros países. Las empresas foráneas instaladasen estos distritos suelen aplicar sus propias modalidadesde gestión, introduciendo cambios en los mercados detrabajo o en las relaciones entre clientes y proveedoreslocales, por lo general en el sentido de sustituir los vín-culos informales por otros de carácter contractual. En elsentido contrario, Mondragón Corporación Cooperativase esfuerza en exportar su modelo participativo, arraiga-do en la cultura local, a la vez que capitaliza el conoci-miento adquirido en los mercados extranjeros para re-forzar su competitividad empresarial y sus proyectos defomento de la cohesión social en el valle del Deva. Algu-nas firmas jugueteras, zapateras y de la confección estánexternalizando labores intensivas en trabajo hacia paísescon bajos costes laborales mientras las funciones basa-das en el conocimiento permanecen en el distrito origi-nal. Y se ha documentado de forma fehaciente el papelde los técnicos y expertos como portadores de conoci-miento: diseñadores de ropa, tejidos, zapatos y azulejos,enólogos afamados, empresarios comprometidos… man-tienen a los distritos industriales en contacto con las ten-dencias recientes de los mercados o apoyan iniciativasempresariales y formativas en su ciudad natal. En suma,los recursos, las redes y las explicaciones supra-localesno están ausentes en la lógica argumental del PIMIE.

3. EL PIMIE ANTE EL RETO DE LA VALIDACIÓN

EMPÍRICA

Nueve años de investigación empírica han permitidoacumular una ingente cantidad de datos cuantitativos ycualitativos. Los textos del PIMIE, sobre todo las mono-grafías de alcance regional, revelan un minucioso traba-jo de documentación estadística, centenares de cuestio-narios a empresas procesados o tiempo dedicado aentrevistar a los protagonistas del esfuerzo innovador.Ello entronca con la mejor tradición geográfica españolay, desde luego, es plenamente homologable con el sus-tento empírico de los trabajos del GREMI. La naturalezacoordinada del PIMIE ha sido fundamental para afinar to-do este proceso, pero es obligado reconocer que aún de-be avanzarse en la comparabilidad de los resultados por-

que los equipos locales son de tamaños dispares (y di-fieren en su capacidad de recogida de datos), por lamencionada desigualdad en la oferta estadística de cadasector y cada región, y porque las particularidades decada distrito obligan a dedicar muchos recursos a lacomprensión de lo local.

La dimensión evolutiva no ha formado parte del nú-cleo de preocupaciones del PIMIE, que ha estudiado so-bre todo las innovaciones posteriores a 1990. Ello se de-be, en parte, a la escasez de estadística seriada, a lainadecuación de la disponible para el estudio territorialde la innovación y a la necesidad de emplear técnicascualitativas, más apropiadas para sistematizar el presen-te que para documentar el pasado sin sesgos difíciles ocostosos de detectar. No obstante, algunos equipos (Ali-cante, Sevilla, Salamanca) comienzan a incorporar estaperspectiva porque han trabajado sobre los mismos dis-tritos durante todo el PIMIE y se plantean en la actuali-dad la conveniencia de reconstruir en el tiempo su pro-ceso de reestructuración industrial.

4. EL PIMIE ANTE EL REDUCCIONISMO ECONOMICISTA

A mi juicio, la tradición regional francesa conservauna influencia nada desdeñable entre los geógrafos es-pañoles nacidos antes de 1960. Ello explicaría la sensi-bilidad que el PIMIE ha mostrado, desde sus inicios, porlos efectos de la innovación industrial en el desarrollolocal, asunto que se ha convertido en su preocupaciónprincipal desde 2004 bajo la etiqueta del DTI. Sus funda-mentos son semejantes a los de la región social de Mou-laert, ya que ambos se sustentan en la misma tipologíacuatripartita del capital y colocan al territorio en el cen-tro del análisis. Es cierto que la crítica radical a la visiónmercantilista de la innovación y su propuesta de una on-tología comunitaria como guía de la evaluación geográ-fica y de la acción de los poderes públicos van más lejosque el PIMIE. Pero merece la pena subrayar que gruposde investigación de distintas comunidades geográficas(y, en el caso anglosajón, desconocedoras de la produc-ción científica escrita en otras lenguas) hayan alcan-zado, simultáneamente, conclusiones teóricas muypróximas que se traducen, además, en una práctica in-vestigadora incipiente pero prometedora.

Quizá el apego del PIMIE a los distritos industrialescomo campo de pruebas para el estudio de la innova-ción haya facilitado esta evolución conceptual. Los dis-tritos son la auténtica piedra angular de los MTI y suversión más territorializada (en el sentido de fundir eco-

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nomía y sociedad en un contexto geográfico específico).El tránsito desde el estudio de la innovación económicahacia un marco interpretativo como el DTI resulta viablesi se combinan criterios geográficos de análisis territo-rial con un objeto de estudio donde los límites entreeconomía, sociedad, comunidad, política y medio sonfrancamente difíciles de trazar. De hecho, los distrettua-listi italianos investigan ahora las vías de consolidacióninstitucional de aquellas prácticas sociales que facilitanla reproducción simultánea de los factores de competiti-vidad, de las condiciones sociales y de los recursos na-turales (BECCATINI, 2002), una línea de reflexión pocodistante de la crítica radical a los MTI. Estos argumentossugieren que la investigación sobre los distritos indus-triales abre una puerta a la paulatina internalización, almenos parcial, del enfoque del DTI y de la región socialen la literatura «oficial» sobre los MTI durante los pró-ximos años. La descalificación global de los MTI debe-ría pues reemplazarse por una visión más matizada quereconozca la capacidad explicativa y las virtudes opera-tivas de los conceptos sustentados en una base empíricasólida que facilita su delimitación en el territorio con-creto y real y la puesta en práctica de medidas específi-cas de intervención.

Se impone ya responder a las preguntas que abreneste artículo y este tercer apartado. Los distritos indus-triales españoles no son mundialmente famosos por susextraordinarios productos, aunque albergan empresas dereconocido prestigio internacional. El PIMIE no ha en-contrado ningún nuevo Prato, Arco Jurásico o SiliconValley, aunque algunos lugares han desarrollado nota-bles habilidades para la fabricación de artículos de cre-ciente aceptación en los mercados mundiales. En cuantoa la contribución del PIMIE al conocimiento internacio-nal sobre los MTI, la identificación de algunos mediosinnovadores entre una extensa muestra de distritos in-dustriales podría interpretarse como una simple adiciónde base nacional a un corpus de resultados generales yaconocidos, lo que la filosofía realista del conocimientodenomina «investigación extensiva», destinada a com-probar la validez de los modelos teóricos.

Pero un examen detenido del PIMIE revela tres con-tribuciones conceptuales nada desdeñables. Primera, co-rresponde al marco regional un lugar de privilegio en el

análisis geográfico de la innovación, porque las regio-nes van construyendo no sólo desde arriba, sino tambiéndesde abajo, redes institucionales de fomento de la in-novación que les confieren una reflexividad crecientepara gestionar la incertidumbre característica de la erade la globalización y de la sobreabundancia de informa-ción. Segunda, y complementaria de la anterior, el PIMIE

demuestra que estas redes de innovación son multiesca-lares en su misma constitución, aunque los recursos queproporcionan sean finalmente aplicados en el ámbito lo-cal (el lugar, la empresa, el individuo) con propósitosinnovadores cuya validez se contrasta, sin embargo ycada vez más, en los mercados exteriores. Tercero, el«giro territorial» en el estudio de la innovación no esprivativo de una única comunidad académica, sino com-partido por profesionales que trabajan en otros mundosde producción geográfica cuya labor investigadora cues-tiona la llamada radical a la sustitución de los MTI porla región social.

El PIMIE resiste bastante bien las críticas incrementa-listas, formuladas desde el desconocimiento de la pro-ducción científica no anglosajona sobre los MTI. Y sutrayectoria permite pensar que la investigación sobre losMTI puede asumir una parte de las críticas radicales.Los MTI han sido elaborados por la Economía Regionaly la Geografía Económica y su enriquecimiento conaportaciones teóricas y metodológicas de otras cienciassociales parece una vía más prometedora que su simplepreterición, ya que el DTI y la región social no puedenconstituirse, ni en la teoría ni en la práctica, al margende la vida económica. Los MTI, al reconocer las basesinstitucionales de la economía, representan una oportu-nidad inédita para poner en marcha políticas territorialestendentes a reforzar la vertiente social y ambiental de undesarrollo comunitario que siempre seguirá anclado enla producción, la circulación y el consumo de bienes yservicios. En todo este apasionante debate, el paso ade-lante del PIMIE consiste, en definitiva, en proponer unarespuesta negativa a la pregunta que encabeza este tra-bajo y apostar por la aplicación efectiva de las enseñan-zas teóricas y empíricas acumuladas gracias a una pa-ciente labor de investigación geográfica.– JOSÉ LUISSÁNCHEZ HERNÁNDEZ (Departamento de Geogra-fía. Universidad de Salamanca)

Este artículo se encuadra en los proyectos de investigación Desarrollo te-rritorial y procesos de innovación socioeconómica en las comarcas vinícolasde Castilla y León (BSO-2003-07603-C08-05) y La contribución del sector vi-

tivinícola al desarrollo rural en Castilla y León (SA103/04). Una versión pre-via fue presentada en el Inaugural Nordic Geographers Meeting (Lund, mayode 2005).

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Recibido: 5 de julio de 2005Aceptado: 15 de noviembre de 2007