Del Abismo
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AL BORDE DEL ABISMO
(Una reminiscencia lovecraftiana)
Cuenta la leyenda,
Que Sheolgeenna
–Que significa en idioma enoquiano
La Noche del Tiempo-
Era un espacio abierto,
Exterior y anterior al tiempo,
Habitado,
Hará unos cientos de miles de millones de años,
Por dos temibles y poderosísimas
Legiones guerreras,
De las que jamás el Universo conocido
Tuvo noticia alguna.
Cuenta la historia,
Que estas dos legiones alienígenas,
Profundamente emparentadas
Con esos seres pretéritos
Más conocidos en los textos enoquianos
Como los Antiguos,
Se debatían,
En una cruenta y feroz batalla,
Por la suerte del sombrío y posiblemente ya extinto
Planeta Yuggoth,
Una gigantesca masa amorfa
De dimensiones y condiciones atmosféricas
Sumamente espantosas:
Según refieren los registros enoquianos,
La ausencia de satélites y de astros cercanos
Hacía de éste un lugar particularmente lúgubre y frío,
Razón por la cual entre los seres
De ese pasado
Inmensamente remoto y olvidado,
A Yuggoth se le conocía con el nombre de
El Planeta Oscuro.
Figura en los registros de los antiguos, que Yuggoth
Era una extensa región árida
Habitada por una horrible y no menos extraña especie viviente,
Cuyas características fisiológicas
Se encuentran visiblemente emparentadas con la actual familia de los artrópodos.
Pero a diferencia de los inofensivos seres que habitan nuestro mundo,
Los gusanos de Yuggoth
Se caracterizaban por su fabulosa longevidad,
Esa sorprendente y extraordinaria capacidad de prolongarse indefinidamente en el tiempo
Y en las más rudas y cruentas condiciones de su entorno natural.
Esta característica era la causa de que los Antiguos
Se enfrentaran por el dominio de Yuggoth.
Unos y otros creían que en la sangre de estos monstruos radicaba el misterio del tiempo y
sobrevivían historias inverosímiles de seres que habían llegado a conquistar este misterio
devorando sus carnes e ingiriendo su sangre.
Según la leyenda, los Antiguos eran una raza alienígena particularmente horrenda y de
dimensiones descomunales –no hay razones para dudar de ello, puesto que se alimentaban
de planetas enteros-, biológicamente predispuesta a la destrucción y la guerra. También se
dice que los Antiguos se dividían en dos grandes familias o semirazas, cada una con sus
respectivas características plenamente desarrolladas y dotes particulares; que habitaban en
el planeta Meshuggah, o Planeta Rojo, una inmensa mole de roca dura y metal fundido y al
que los Antiguos se adhirieron ferozmente, huyendo de la destrucción natural que arrasó
con su planeta de origen, y que rápidamente poblaron, acechando y exterminando a cuanta
criatura contrariara sus planes de conquista y expansión. Habiendo cada una de estas hordas
poblado los hemisferios opuestos de Meshuggah y exterminado las criaturas inferiores que
encontraron a su paso, con el tiempo fueron encarnizándose las batallas, puesto que cada
una se creía con más derechos sobre la otra, en materia de ocupación y dominio; pero no
fue sino hasta el hallazgo de los gusanos de Yuggoth y sus fantásticas y prodigiosas
virtudes, que se entabló la guerra definitiva entre los Antiguos, la más cruenta y
encarnizada confrontación bélica por el destino de Yuggoth. Dominados por el odio y la
avaricia, los jefes e ambos bandos idearon un sinfín de estrategias que buscaban refrenar los
avances del enemigo. Sin embargo, fueron los Gav-gghon quienes habían resuelto un plan
mucho más complejo y sofisticado.
Los Gav-gghon perfeccionaron una elaborada y arriesgada estrategia que consistía en
precipitar al enemigo, en una rápida y envolvente emboscada, a una inhóspita región al sur
de Sheolgeenna, a unos cuantos de millares de kilómetros de Meshuggah, conocida como N
´Guy, y en la que anidaba una criatura monstruosa, conocida como Gorgoroth, o el
Devorador de Planetas. Se cree que este abismo tenía la forma de una inmensa bola de
fuego, roca y metal fundido, cercado por un torbellino con forma de espiral o vórtice,
envolvente y nebuloso, y que era tan potente y sumamente devastador el poder absorbente
de ese colosal abismo, que había sido capaz de arrasar con planetas enteros. Y, por
supuesto, no faltaba el rumor de que había sido esa criatura abominable y ese abismo
espantoso los que se habían tragado el planeta de origen de los Antiguos.
Dispuestos a lo largo y ancho de la Galaxia, entre las estrellas y el abismo que se abría y
parecía tragarse la oscuridad circundante en una suerte de llama y fuego escarlata, los
Ommog y los Gav-gghon se enfilaban en dos grandes columnas, abarrotados con todo tipo
de armaduras, símbolos, banderas y demás artilugios acordes con la ocasión. Cthuggua, que
dirigía las tropas de los Ommog y quien se había hecho con la fama del más sanguinario y
cruel de los Antiguos, contemplaba el horrible e imponente aspecto de Nyogtha,
predispuesto como él a dirigir sus tropas y guerrear ferozmente para hacerse con la victoria.
Al otro lado de la galaxia, a unos cuantos años luz de distancia, los ojos de Nyogtha se
concentraban fijamente en los de Cthuggua, hurgando y aguardando el momento propicio
para lanzarles la bomba que habría de exterminar a los Ommog. La idea era arrojarles
explosivo desde arriba y obligarlos a descender –la llama duraría unos segundos en
explosionar, lo cual les daría suficiente tiempo para replegarse- y el resto era cuestión de
aguardar a que el inmenso y nefasto abismo de N´Guy los absorbiera, en un caos de fuego y
metal fundido, o que, quizá, el terrible y descomunal Gorgoroth surgiera de su madriguera
y los embistiera, inexorablemente.
Cuenta la historia, que del mismo modo como los Ommog no habían previsto la
posibilidad de un ataque de parte de los Gav-gghon con un arma secreta, éstos tampoco
contaban con que el terrible Gorgoroth saliera de su escondrijo antes de tiempo y los
devorara también a ellos. Y fue así como antes de que se diera inicio con la feroz y tan
anhelada batalla, que Ommog y Gav-gghon se vieron sorpresivamente impelidos entre las
fauces de Gorgoroth, que con un descomunal y estruendoso chillido, como el retumbar de
mil cataratas, lo fue devorando todo a su paso. Los líderes de ambos bandos consiguieron
huir; pero no por mucho tiempo, puesto que Gorgoroth, que podía moverse tanto o más
rápido que los Antiguos, los arremetió, reduciéndolos al punto.
Lo cierto es que antes de que Gorgoroth los devorara por completo, se convino que lo
mejor era hacer estallar la bomba. Pero lo que los Gav-gghon y su líder Nyogtha tampoco
previeron fue la tremenda capacidad de alcance de aquel artefacto explosivo, que arrasó
tajantemente con la gran mayoría de los combatientes que habían sobrevivido a la brutal e
implacable embestida de Gorgoroth. Se dice que la explosión tuvo tal alcance, que Ommog
y Gav-gghon colisionaron en un millar de partículas que fueron a dar al fondo de ese
abominable y espantoso abismo. Los sobrevivientes que escaparon de las fauces de
Gorgoroth aunaron fuerzas y los enfrentaron juntos, pero cuando Ommog y Gav-gghon
habían conseguido finalmente reducirlo, perecieron absorbidos por la terrible ráfaga de la
explosión que, paradójicamente, habían ellos mismos propiciado.
Y fue así como de los corpúsculos fragmentados de los Antiguos brotaron los cimientos de
esas dos grandes razas que habrían de dominar el vasto Universo, y de las que nosotros,
Omegas, tenemos escasamente algunos indicios, por manuscritos y uno que otro texto
enoquiano conservado como éste, en secreto. La otra es la humanidad; infinitamente
distante en el tiempo y el espacio. Acaso, tanto o más inteligente que la nuestra.