Delta en revuelta. Piratería y guerrilla contra las multinacionales del petróleo

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    A Guido Ceragioli (1968-2008)...por la insurreccin

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    Ttulo original: Delta in rivolta.Pirateria e guerrigliacontro le multinazionali del petrolio in Nigeria.Suggerimenti da una insurrezione asimmetrica.Centro di documentazione Porfido, mayo de 2009.

    Texto y redaccin a cargo de Daniele Pepino([email protected])

    Bardo Ediciones. Primera edicin en castellano:mayo de 2012

    bardoediciones.net | [email protected]

    Se permite y se alienta la reproduccin total o parcialdel contenido de este libro.

    Este libro es gratis para presos, presas y bibliotecas

    sociales. Tambin se puede descargar en PDF desde lapgina de la editorial.

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    DELTA EN REVUELTAPiratera y guerrilla contra

    las multinacionales del petrleo

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    NDICE

    Prefacio.................................................................................................7

    Mapas.................................................................................................11

    Glosario..............................................................................................13

    Introduccin.......................................................................................17

    Captulo 1: Cinco siglos de saqueo......................................................21

    Captulo 2: El Delta del Nger, un oasis en colapso.............................33

    Captulo 3: Un conflicto sin tregua......................................................45Captulo 4: Al abordaje... desde los bajos fondos del imperio.............71

    Captulo 5: Una insurreccin asimtrica..........................................89

    Anexo 1: Algunos comunicados del MEND....................................107

    Anexo 2: Entre los guerrilleros del MEND......................................121Anexo 3: Intereses espaoles en Nigeria............................................127

    Cronologa........................................................................................133

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    PREFACIO

    El Delta del Nger no slo est sobre un mar de petrleo sino que tam-bin su superficie est cubierta de ste. Se calcula que cada ao unas35.000 toneladas de crudo se derraman sobre las tierras y aguas de lazona, lo que equivale en cantidad, para hacernos una idea, a un derramecomo el del Prestige en las costas gallegas cada 20 meses. Dichos de-rrames son producto de las prdidas y la falta de mantenimiento de los

    oleoductos, es decir, producto de esta dominacin tecnfila y capitalistaque desde hace ya mucho tiempo extendi sus tentculos sobre el mundoentero. Las aguas de los ros y canales, y las tierras del Delta estn literal-mente empapadas por estos vertidos, haciendo extremamente difcil lasubsistencia de las ms de 31 millones de personas que viven en la zona.

    Este libro cuenta parte de la historia de los pueblos que all sobre-viven, que desde hace ms de medio siglo sufren las consecuencias dela extraccin de petrleo y gas, principalmente por parte de Shell, pero

    tambin otal, Eni, Agip, Chevron, Sun Oil, Exxon Mobil, BP, BritishGas, Repsol y Gas Natural Fenosa. Una extraccin que no solamente esbrutal por s misma como cualquier actividad que tiene que ver conla supervivencia y la propagacin del Sistema sino que, dentro delamplio abanico de brutalidades capitalistas alrededor del planeta, resultaestar entre las ms agresivas.

    Sin embargo, la contaminacin no es slo de las aguas y las tierras,ya que con el petrleo sale tambin gas. Parte de ese gas, el que no es

    posible o rentable envasar (porque el crudo genera muchsimo ms di-nero), es quemado al salir de las bocas de unas gigantes chimeneas quecmo no iba a ser as? incluso carecen de los filtros obligatorios.Segn estudios, el CO2que genera la extraccin de petrleo en Nigeriaes equivalente a la cantidad generada por el conjunto del resto de loscampos petroleros de todo el mundo.

    La atmsfera est envenenada, colmada de vapores de hidrocarburos, me-tano, xidos de carbono y cenizas expulsadas por esas chimeneas que desdehace 33 aos queman gases veinticuatro horas al da [...]

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    afirmaba el escritor Ken Saro-Wiwa en 1995, poco antes de ser ahor-cado por el Gobierno nigeriano, luego de largos aos de luchas junto asu pueblo contra la contaminacin y la represin inferidas a los Ogoni,subvencionadas por Shell.

    * * *

    La informacin que llega desde este remoto lugar, del cual tanto Europacomo el Estado espaol dependen energticamente, suele estar cargadade tintes racistas y secuelas del colonialismo y su literatura. El lenguajeutilizado tanto por periodistas como por izquierdistas y humanitaris-tas, cuando nos hablan de los acontecimientos de all, suele estar lleno

    de justificaciones de lo colonial, tanto del pasado como del presente, ob-viamente en perfecta sintona con los polticos profesionales, empresa-rios y dems defensores de los intereses occidentales. Estas justificacio-nes son consecuencia de los estereotipos que Occidente ha hbilmenteconstruido a lo largo de los aos, desde la poca de la trata esclavista, enparticular, hasta la actual era del expolio y el empobrecimiento, del apoyoa las dictaduras y la complicidad en las masacres. En el caso especficode los africanos,

    se construye y difunde una imagen negativa para facilitar la dominacincolonial, una construccin en la que participan las ciencias sociales [...].1

    Fue principalmente por este motivo que decidimos traducir el libroDelta in rivolta, editado en Italia en 2009, en el cual se relata lo quesucede en la regin del Delta del Nger: una situacin muy especficapero que resulta ser perfectamente extrapolable a la mayor parte de losdems contextos africanos. Es, sobre todo, una historia de lucha y resis-tencia que creemos aporta mucho en cuanto a nuestra visin y nuestrosconocimientos de lo que all sucede, proporcionando un ejemplo ms decmo golpear donde duele. Sin embargo, queda claro que las nuestrasno pueden y no van a ser aspiraciones ambientalistas ni mucho menosanhelos por la expansin de la democracia o una reparticin ms equi-tativa de las ganancias del businessdel petrleo, como tambin quedaclaro que los guerrilleros del Delta del Nger no han inventado nada quesea totalmente nuevo sino que simplemente han puesto bien en prctica

    1. Antoni Castel,Malas noticias de frica, Edicions Bellaterra, Barcelona, 2007.

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    lo que ha funcionado desde siempre y por doquier aqu mismo tam-bin! contra el Poder: ataques por parte de muchos pequeos gru-pos autnomos contra las lneas de abastecimiento en vez de un ejrcitocentralizado y jerarquizado que intenta asaltar el cuartel general de los

    dominadores. En fin, la destruccin del Sistema no se construye sobrevisiones simplistas, idealizadoras y acrticas de lo que sucede en regio-nes lejanas o sobre aquella conmocin que solamente sirve para mante-ner nuestra pasividad, pero s se construye sobre reflexiones estratgicassolidaridad. No hay cosa que el Poder tema ms que una infinidad demordiscos y golpes al mismo tiempo, como bien saben el Gobierno ni-geriano y las compaas petroleras presentes en el Delta del Nger.

    * * *En cuanto a la estructura y contenidos de la presente edicin en len-gua castellana, hemos mantenido la estructura del texto italiano, aunqueaadiendo un glosario de siglas y un anexo sobre intereses espaoles enNigeria (y quitando el anexo sobre intereses italianos). Adems, hemosactualizado la cronologa hasta el final del ao 2010; una cronologa queobviamente no podr nunca ser considerada exhaustiva, ya que las fuen-

    tes son pocas y parciales, pero que de todas formas nos parece importan-te como herramienta, para poder comprender mejor la enorme extensindel conflicto y la tenacidad de los rebeldes del Delta del Nger.

    Respecto a este ltimo punto, por un lado cabe sealar que actualmen-te, con la propagacin de enfrentamientos entre musulmanes y cristianosen varias partes del pas, la situacin en Nigeria se est complicando.O segn el punto de vista simplificando, ya que los conflictos reli-giosos y tnicos siguen sirviendo al Poder como disfraces para negar la

    existencia de la eterna guerra entre opresores y oprimidos; es decir, paraconfundir y paralizar las actuales y potenciales resistencias a su domina-cin, a travs de la anulacin de cualquier conciencia respecto a una gue-rra que ya se ha convertido en una autntica guerra civil global. Por otrolado, merece la pena mencionar adems que en un segundo momento,precisamente a raz de una visin del conjunto de dicha guerra civil glo-bal, tendra sentido incluso ampliar una cronologa de este tipo paraabarcar lo sucedido en Italia durante los ltimos aos. La combinacin

    entre la sensibilidad de unas cuantas personas y la informacin sobre lasbrutalidades perpetradas por empresas como Eni lejos de las fronteras

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    italianas, hizo que desde el ao 2009 la solidaridad con los pueblos delDelta del Nger se manifestase tanto a travs de numerosos encuentros,charlas, concentraciones y protestas, como directamente a travs de ata-ques contra Eni. Durante los primeros meses de 2011 en solidaridad

    tambin con los revoltosos del norte de frica se lleg a una enrgicaagudizacin de los ataques y de las presiones contra esta empresa: entodo el territorio del Estado italiano, hasta en zonas algo remotas, hubouna multiplicacin de incendios, sabotajes y simples interrupciones dela vida econmica cotidiana de Eni, alcanzando tal extensin y calibreque se ocuparon del asunto incluso los servicios secretos. El 6 de abrilde 2011, fruto tambin de la presin ejercitada por los dirigentes de Eni,se desat una operacin represiva en toda Italia que se centr en los

    compaeros del local anarquista Fuoriluogo de Bolonia, acusados (entreotras cosas) de haber organizado ataques contra Eni, IBM y una sede delpartido Lega Nord. Pero las acciones contra Eni siguieron.

    Los actos engendran actos y la solidaridad engendra solidaridad. Larepresin contra pueblos e individuos debe seguir siendo siempre un est-mulo para la expansin y la radicalizacin de la lucha. Adems, respecto ala cuestin energtica en el Estado espaol, quizs con elfrackingprontoni siquiera har falta ir lejos fsicamente o mediante la imaginacin

    para saborear lo que comporta la destruccin cotidiana vivida por unagran parte de la poblacin mundial mientras se garantiza la tranquilidaddel bienestar occidental.

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    MAPAS

    La regin del Delta del Nger incluye nueve estados (Abia, Imo, Edo, Delta, Rivers, Bayelsa, CrossRiver, Akwa Ibom y Ondo), decenas de grupos tnicos, y se extiende sobre ms de 100.000 kilmetroscuadrados (el 10 por ciento del territorio de Nigeria). Los ms afectados por la extraccin petrolera ypor los conflictos son los estados de Bayelsa, Rivers y Delta, con sus respectivas capitales: Yenagoa, PortHarcourt y Warri.

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    Mapa del mundo llamado Proyeccin de Peters, que muestra una relacin ms acertada deltamao de frica con respecto al resto de los continentes.

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    GLOSARIO

    AFRICOMUnited States Africa Command(Mando frica de Estados Unidos)

    COMACoalition for Militant Action

    (Coalicin para la Accin Militante)EUCOMUnited States European Command(Mando Europeo de Estados Unidos)

    GNLGas Natural Licuado

    INCIjaw National Congress(Congreso Nacional Ijaw)

    IYCIjaw Youth Council(Consejo Juvenil Ijaw)

    IYLFIjaw Youth Leadership Forum(Foro de la Direccin Juvenil Ijaw)

    JRCJoint Revolutionary Council(Consejo Revolucionario Conjunto)

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    JFJoint ask Force(Destacamento Especial Conjunto)

    MENDMovement for the Emancipation of the Niger Delta(Movimiento para la Emancipacin del Delta del Nger)

    MONDPMovement of the Niger Delta People(Movimiento del Pueblo del Delta del Nger)

    MOSOPMovement for the Survival of the Ogoni People(Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni)

    NAOCNigerian Agip Oil Company(Compaa de Petrleo Agip de Nigeria)

    NDPFNiger Delta Patriotic Force(Fuerza Patritica del Delta del Nger)

    NDPVFNiger Delta Peoples Volunteer Force(Fuerza Voluntaria del Pueblo del Delta del Nger)

    NDSFNiger Delta Strike Force(Fuerza de Asalto del Delta del Nger)

    NDVNiger Delta Vigilantes(Vigilantes del Delta del Nger)

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    NDVSNiger Delta Volunteer Service(Servicio Voluntario del Delta del Nger)

    NLNGNigeria Liquefied Natural Gas(Gas Natural Licuado de Nigeria)

    NNOCNational Nigerian Oil Company(Compaa Nigeriana Nacional de Petrleo)

    NNPCNigerian National Petroleum Corporation(Corporacin Nacional de Petrleo de Nigeria)

    NYCOPNational Youth Council of Ogoni People(Consejo Juvenil Nacional del Pueblo Ogoni)

    OPEPOrganizacin de Pases Exportadores de Petrleo

    PDPPeoples Democratic Party(Partido Democrtico Popular)

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    INTRODUCCIN

    En Nigeria, todas las esperanzas en la democracia y en el bienestar suscita-das por la independencia y el descubrimiento de petrleo, naufragaron enlos pantanos del Delta del ro Nger, hundidas por la explotacin salvaje demultinacionales como Shell, Agip y Chevron, y por la corrupcin de los go-biernos locales. A la sombra de un cielo contaminado y de un mar sin peces,un joven del lugar afirma,

    la gente ha empez a pensar: enemos que armarnos si no queremos mo-rir. La violencia engendra violencia. Y cuando una persona pierde la espe-ranza, se siente destrozada y acaba diciendo: O combato o ms vale morir.

    As, sobre rpidas lanchas, con pasamontaas, fusiles automticos y ka-lashnikov, los rebeldes del Delta pasaron al contraataque, saboteando a laindustria del petrleo. Son la voz armada de una poblacin entera, agotadapor decenios de saqueo de recursos2y por la represin militar que intentatruncar sus protestas con todos los medios disponibles. Luchan por el fin dela contaminacin de sus tierras, para la indemnizacin por los daos sufridos

    y para la restitucin del control de los recursos a las comunidades locales.Este libro es un homenaje a su batalla.

    * * *

    La idea para este estudio surgi hace un par de aos, despus de algunosataques llevados a cabo por los guerrilleros del MEND (sigla en inglsque significa: Movimiento para la Emancipacin del Delta del Nger)

    2. El trmino recursos, generalmente utilizado para referirse a las fuentes de energafsil, pero tambin al agua, los alimentos, las tierras cultivables, etctera, contiene de pors un doble filo. Pensemos que aquello as definido, en el caso de este libro el petrleo,para gran parte de los habitantes de las regiones donde se encuentra este recurso esconcebido ms como una fuente de males que de beneficios. Es importante darnos cuen-

    ta de que este trmino, utilizado muchas veces a lo largo del libro, es uno de esos tantosvocablos que el capitalismo ha instaurado en nuestro cotidiano. [N. del .]

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    en contra de intereses italianos, ataques que encontraron un eco en Italiaen los medios de informacin. En un principio la intencin era hacer unbreve folleto informativo sobre el Delta del Nger, con el doble objetivode denunciar la poltica neocolonialista de Eni-Agip y de expresar soli-

    daridad con quienes, del otro lado del ecuador, todava tienen la osadade resistir con armas en mano. Con el paso del tiempo, profundizandola investigacin, y a pesar de la dificultad de obtener informacin, senos revel una situacin extremadamente interesante, que nos empuja hacer un verdadero libro, ms amplio y ms articulado, sobre unosacontecimientos desde muchos puntos de vista paradigmticos yricos en sugerencias que van ms all del especfico territorio nigeriano.

    Entonces, si las dimensiones de esta publicacin han superado aquellas

    de unfolleto de batalla, su sentido bsico sigue siendo el mismo: algo quequiere provocar a las personas tumbadas en la mentira (Georges Henein).Una pedrada en contra de nuestros privilegios, fundados precisamente so-bre las matanzas y los sufrimientos de quienes, en otros lugares, pagan consu sangre nuestro bienestar, pero no han dejado de combatir. De hecho,mientras la guerra por el oro negro se enardece, el petrleo del Delta ali-menta nuestros coches, nos acompaa cada da en la indiferencia; el gas delDelta, a travs de las plantas regasificadoras, encender nuestros hornillos

    y calentar nuestras casas; y mientras tanto, el Gobierno italiano continaabasteciendo al ejrcito nigeriano, contribuyendo a la represin de los in-surrectos. Cunto ms podemos fingir no estar implicados en esta guerra?

    Este texto es una invitacin a tomar conciencia sobre un conflicto delcual, nos guste o no, ya somos parte. Es una invitacin a posicionarse. Atraer la guerra a casa, aqu, donde est el corazn palpitante de las polticasneocolonialistas. Porque la poca de las guerrillas anticolonialistas no haterminado, sino que se ha desvanecido nuestra disposicin de reconocerlas.

    [...] Los que gobiernan Nigeria hicieron que se creara y fortaleciera unode los movimientos revolucionarios ms potentes y activos del mundo.La falta de trabajo y de oportunidades, el consiguiente alto ndice depobreza, sumado a la decadencia socio-econmica y a la degradacinambiental, se han combinado con la brutalidad y la falsedad del Gobiernonigeriano, favoreciendo a un aumento sin precedentes del nmero de

    jvenes, hombres y mujeres, que tienen como nica finalidad echar una

    mano fuerte a una revolucin en contra de la arrogancia extrema delengaoso Estado nigeriano.

    Cynthia White, portavoz del Joint Revolutionary Council (JRC).

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    La insurreccin del Delta nos habla, nos pide cuentas por nuestro si-lencio y por nuestra complicidad. Los ultimtum se sintieron hace tiem-po, uno detrs de otro, sin que nosotros dejramos de fingir no orlos.

    Los guerreros del Delta tienen el orgullo, la dignidad, la desespera-

    cin y el coraje. A nosotros nos quedan slo los privilegios y las coarta-das. Ellos han empezado. Qu queremos hacer nosotros?

    * * *

    El libro est dividido de esta manera:1. El primer captulo, como una especie de introduccin histrica,intenta encuadrar inevitablemente de manera muy genrica la re-

    gin del Delta del Nger en su contexto histrico-geogrfico, llamandola atencin sobre aquellos elementos del pasado (pre-colonial, colonialy post-independencia) que todava inciden en los sufrimientos de hoy.2. En El Delta del Nger, un oasis en colapso, nos hemos centrado sobrelas consecuencias ecolgicas de la economa del petrleo, utilizandotambin testimonios directos de los habitantes, desde los cuales emer-ge claramente que el desastre ambiental y la descomposicin social sonsimplemente las dos caras del mismo Progreso.

    3. El tercer captulo traza las batallas de los pueblos del Delta durante losltimos decenios: un conflicto sin tregua, siempre en vilo entre la con-frontacin fratricida de los grupos tnicos y tribales, y sus convergenciasen un frente comn de lucha; un conflicto que une protestas pacficas

    y acciones armadas, sabotajes y ocupaciones de instalaciones, siemprefrente a una feroz represin y al silencio cmplice de la comunidad in-ternacional.4.Al abordaje... desde los bajos fondos del imperio, despus de hablar bre-

    vemente acerca de la importancia del petrleo del Delta sobre el tablerointernacional, examina el combate actual en la regin paralelamentea loque, siglos atrs, tom el nombre de piratera y de guerra de corso,indagando sobre la base social de ilegalidad, desesperacin y conflictivi-dad difusa en la cual se mueven las bandas rebeldes.5. El captulo Una insurreccin asimtricaest dedicado a la particularforma organizativa del MEND y a las caractersticas del movimientoinsurreccional. Los numerosos anlisis que expertos de antiterrorismo

    han elaborado sobre esta guerra de baja intensidad concuerdan en, porlo menos, dos aspectos de novedad y de peligrosidad: en primer lugar, no

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    tenemos delante de nosotros a una clsica milicia nacionalista o inde-pendentista, jerrquica y estructurada, sino a un movimiento fluido, opensource, que demuestra en segundo lugar como en un sistema cada

    vez ms interconectado, hasta una fuerza local limitada, que golpea en

    los puntos exactos, puede pesar y llegar a ser una amenaza para el sistemaeconmico a nivel global.Se profundiza an ms sobre el movimiento de guerrilla en losAnexos,

    donde, despus de una coleccin de comunicados del MEND, hay un re-lato en primera persona de un periodista italiano husped de losfreedom

    fighters y un breve apunte sobre intereses espaoles en la regin, quecontribuirn a proveer ms elementos de comprensin y reflexin.

    Adems hay una Cronologade los ltimos aos de lucha, con la cual

    hemos intentado dar una idea de la intensidad del conflicto que agitalos pantanos del Golfo de Guinea. Elegimos empezar desde finales delao 2005, el momento en el cual las detenciones y la criminalizacin delmovimiento Ijaw provocan un endurecimiento del enfrentamiento y unaconvergencia entre los grupos de la guerrilla, alejando cualquier perspec-tiva de una solucin pacfica. Son noticias fragmentarias que, sin duda,no consiguen dar una visin completa de los acontecimientos, y eso por

    varios motivos: por un lado, la batalla es tan intensa y heterognea que

    no consiente una panormica exhaustiva; por el otro, desgraciadamen-te, nos hemos servido principalmente de fuentes mediticas oficiales,cruzando los datos con las pocas fuentes directas que hemos conseguidolocalizar. Por eso, si el cuadro general tendra que ser fidedigno, algunosdetalles y matices seguramente se habrn escapado a ojos tan lejanos.

    Por lo tanto, si esta cronologa y el mismo libro sufren, inevitablemen-te, del silencio y del aislamiento que circunda a la rebelin del Delta, almismo tiempo representan un primer intento de romperlo.

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    1. CINCO SIGLOS DE SAQUEO

    Adems de ser el mayor exportador de petrleo del continente africa-

    no, Nigeria con sus 160 millones de habitantes es tambin el pasms poblado. Ejemplo clsico de construccin artificial, resultado de laspolticas coloniales, Nigeria es un coloso con ms de 250 grupos tnico-lingsticos, dividido an ms entre cristianismo, islam y varios cultostradicionales. Una superficie de alrededor de 925.000 kilmetros cua-drados, casi el doble del Estado espaol, se extiende desde los desiertosdel Shel en el norte, pasando por mesetas, bosques y sabanas, hasta lascostas del sur que se asoman en las aguas del Golfo de Guinea. Aqu est

    la regin donde el ro Nger desemboca en el ocano Atlntico, forman-do un delta enredado de canales, ms all de cuyas orillas pantanosas seextiende una de las selvas tropicales ms grandes del planeta. Es el Del-ta del Nger, un inmenso bosque de mangles literalmente suspendidosobre un mar de petrleo: su riqueza y, sobre todo, su maldicin.

    Nigeria tena todas las prerrogativas para hacerse protagonista de unacontecimiento ejemplar: una pobre nacin africana que vive el mila-gro de una riqueza inesperada y desmesurada... el oro negro. En 1956,

    cuando se descubrieron enormes yacimientos de petrleo debajo de lospantanos del Delta del Nger, prosperaban sueos e ilusiones sobre elporvenir con la misma fuerza que los primeros chorros de crudo. El mer-cado mundial se agitaba por el petrleo del Delta, denominado BonnyLight, apreciado por su bajo nivel de azufre y por ser de fcil refinacinpara la obtencin de gasolina y gasleo. A mitad de los aos setentaNigeria ya formaba parte de la OPEP (Organizacin de Pases Expor-tadores de Petrleo) y las cajas del Estado rebosaban de petrodlares.

    odo pareca posible.Sin embargo, todo iba hacia la ruina.

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    De la economa esclavista a la civilizacin industrial

    En el periodo pre-colonial, en la regin del sudeste, y en particular entrelos Igbo y las otras etnias del Delta como los Ijaw y los Uruhobo, pre-

    dominaba una forma horizontal de organizar la sociedad en la cual lospueblos y las ciudades se gobernaban de manera asamblearia. El poderera el resultado de un equilibrio entre diferentes componentes de lascomunidades, como las asambleas ciudadanas, las sociedades secretas,los consejos de mujeres, los grados de ancianidad. Los principios de baseeran el debate y el consenso, y no la autoridad: Igbo enwegh Eze,por ejemplo, es un dicho popular que recuerda que los Igbo no tienenrey. Esta estructura no-jerrquica era muy diferente tanto respecto a

    los cercanos Yoruba, centralizadores y fundadores de imperios, como alas poblaciones del norte, hacia el Shel, donde se difundi el islam.Es sobre diferencias de este tipo que se injertaron aquellos conflictosintertnicos y religiosos que despedazaron y todava despedazan alpas. Sin embargo, al igual que en el resto de frica, no se puede ignorarque casi siempre detrs de estos enfrentamientos tribales internos hayunos intereses muy diferentes econmicos, polticos, estratgicosque tienen sede en la parte opuesta del hemisferio: la nuestra.

    * * *

    La regin del sudeste que se asoma al Golfo de Guinea tuvo an msque otras, y a pesar suyo, una historia profundamente marcada por elcontacto con los pases europeos, cuyos intereses respecto a frica oc-cidental han sido siempre, tanto hoy como entonces, de tipo depredador.

    Los primeros en desembarcar fueron los portugueses, a finales del

    siglo XV, atrados por el oro. Poco despus, con el descubrimiento deAmrica, empez el comercio de esclavos. Compaas de mercaderes,respaldadas por las marinas militares, transformaron rpidamente lacosta de Guinea en la costa de los esclavos, inaugurando aquel holo-causto de vidas humanas que consinti el nacimiento de la modernidadcapitalista. Entre los aos 1500 y 1860, 12 millones de africanos fueroncapturados, esclavizados y transportados a las plantaciones de las Am-ricas. Otros 38 millones murieron en las fases de captura o durante el

    transporte. La trata atlntica fue el origen de la economa europea: untringulo infernal que una al Golfo de Guinea, desde el cual se extraa

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    la mano de obra, con las plantaciones de las Amricas, los lugares deproduccin de la mercanca, y con las ciudades de la costa de Europa, ellugar del consumo, del provecho y del control. A finales del siglo XVII,el Delta del ro Nger se haba vuelto un centro neurlgico para la eco-

    noma mundial, suministrando el carburante (humano) para la acumu-lacin del capital sobre la cual prosperaron las metrpolis occidentales.Precisamente como hoy. Hay que decir que tambin en aquel entonceslas poblaciones del Delta, particularmente los Ijaw, opusieron una va-liente resistencia, al punto de que los mercaderes europeos de esclavosraramente osaban pisar sus territorios: los esclavos provenan de los pue-blos del norte y se trasportaban en canoas por los canales del ro Nger,pero lo que estaba en las orillas, ms all de los mangles, era demasiado

    oscuro y peligroso.* * *

    Durante el siglo XIX, con el fin de la esclavitud y las nuevas exigen-cias ligadas a la revolucin industrial, la atencin de Gran Bretaahacia Nigeria se centr en el aceite de palma. Importado en el pas y enlos centros industriales de Europa, el aceite de Lagos conquist una

    importancia fundamental como grasa y lubrificante para los engranajesde las mquinas a vapor. El libre comercio fue impuesto al ritmo deverdaderas campaas militares para la ocupacin del territorio, con ladestruccin de ciudades y matanzas de civiles3. Al final del siglo XIX,ms de la mitad del aceite de palma africano sala desde el puerto deBonny. Inglaterra tena el monopolio absoluto sobre el aceite y el nuevoaparato industrial europeo viajaba de lleno devorando decenas de milesde toneladas cada ao. As, la gran obra [...] de los pioneros de la civili-

    zacin en los lugares ms oscuros de la tierra4

    represent la ruina de laeconoma local, puso de rodillas a los pequeos productores y despedazel tejido social, inaugurando un juego perverso de alianzas y rivalidades.

    Mientras la economa esclavista se limitaba a construir bases co-merciales en la costa, la civilizacin industrial precisaba un tipo de pe-netracin mucho ms capilar y mucho ms impactante. La explotacin

    3. Brass, la capital Ijaw, fue destruida y dos mil habitantes, principalmente mujeres ynios, fueron asesinados por la gloriosa Armada Real britnica: simplemente para des-

    hacerse de la competencia local.4. Discurso del Primer Ministro en la Cmara de los Lores, en 1899.

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    de los recursos agrcolas y mineros trajo consigo el trastorno de todo elterritorio, deforestado, fragmentado y cubierto de carreteras, ciudades,ferrocarriles, puertos... y como las resistencias indgenas no tardaronnada en manifestarse de cuarteles, prisiones y tribunales.

    * * *

    Fue as que en 1914 naci Nigeria, cuando los tres protectorados in-gleses hasta entonces administrados autnomamente el de la costa delNger, el de Lagos y el del norte fueron unificados como Colonia dela Corona Britnica. Es durante esta fase que se consolid un mto-do de gobierno grvido de consecuencias nefastas: el comando colonial

    administraba los territorios delegando a los jefes de clanes locales, com-prados, de confianza y bien seleccionados, los cuales obtenan su poderdesde arriba y ya no desde el mandato de la comunidad, como ha sidosiempre, rompiendo as una tradicin secular. No slo eso: favoreciendoa una comunidad o a un grupo tnico, con perjuicio de otra comunidadu otro grupo, fomentaban voluntariamente resentimientos y conflictossobre los cuales la explotacin de los recursos prosperaba, gracias al c-lebre mecanismo divide et impera. Por lo tanto, fue sobre la ola de las

    necesidades econmicas y militares del Gobierno colonial britnico quese fueron formando aquellas infraestructuras estatales, como tambinaquellas contradicciones, todava presentes en la base del Estado federalnigeriano.

    Petrleo e independencia

    La importancia del petrleo creci enormemente durante la primeramitad del siglo XX, sealada por los estruendos de las explosiones queacompaaban a las exploraciones petroleras. La necesidad de aprovisio-nar a las fuerzas armadas, en un momento de movilizacin continua enEuropa, hizo del petrleo adems un recurso estratgico decisivo (la es-casez de carburante fue, por ejemplo, una de las causas determinantes dela derrota del ejrcito alemn en la Segunda Guerra Mundial). Al mismotiempo, lo limitado de las fuentes y la inestabilidad del mercado interna-

    cional empujaron a Gobiernos y compaas hacia la bsqueda continuade nuevos abastecimientos estables. La joint venture anglo-holandesa

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    Shell-BP tamiz Nigeria a lo largo y a lo ancho, en particular el Delta,buscando yacimientos nuevos; el Gobierno colonial suministr a la em-presa adems del apoyo legal, de infraestructura y militar todas lasconcesiones de tierras y el monopolio absoluto sobre el crudo nigeriano;

    en nombre del libre mercado, of course.* * *

    Cuando Nigeria alcanz la independencia, en 1960, los productos agr-colas (como el aceite de palma, las semillas de cacao, la madera, etctera)eran casi la totalidad de las exportaciones del pas. Hoy, estos productos

    ya no tienen ningn peso comercial: el petrleo constituye el 95 por

    ciento de los ingresos de las exportaciones, y el 80 por ciento del total.La autosuficiencia alimenticia ha desaparecido y el pas importa msalimentos de los que produce. Y mientras el crudo chorrea como un ro,la gasolina escasea porque las pocas refineras que hay estn casi siemprefuera de servicio. As, paradojas del Capital, el principal productor depetrleo del continente africano est obligado a importar gran parte delcarburante que consume, y a menudo las gasolineras se quedan cerradaspor falta de suministros.

    Nigeria ha sido devastada por aquello que le haba dado esperanza: laeconoma del petrleo. Como seala un reciente informe de la ONU, lacalidad de la vida en Nigeria es la ms baja comparndola con la de todoslos dems grandes productores de petrleo, desde Libia hasta Indonesia.El rdito anual per capita 1.400 dlares es inferior al de un pascomo Senegal, el cual exporta casi exclusivamente pescado y cacahue-tes. Considerando que Nigeria est entre los primeros siete productoresmundiales, el petrleo tendra que constituir la principal fuente de ri-

    queza para la poblacin nigeriana (alrededor de un sexto de la poblacintotal africana). Sin embargo, despus de medio siglo de explotacin deloro negro, la situacin social, econmica y ambiental est en ruinas.

    * * *

    Los nicos que se han beneficiado de la extraccin en los pozos que seencuentran tanto en tierra firme como offshoreson, por un lado, las grandes

    multinacionales de hidrocarburos empezando por el coloso Shell, quecontrola aproximadamente la mitad del total de crudo, continuando por

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    otal, Mobil, Elf, exaco, Chevron y Agip entre otras y, por el otro,la camarilla de los gobernantes ultracorruptos pertenecientes ms quenada a la lite de la etnia Hausa-Fulani, la que ya en el perodo colonialhaba suministrado el apoyo para el gobierno indirecto del territorio, la

    indirect rulebritnica. Desde las primeras fases de la industria petrolerase cre una perversa convergencia de intereses entre las empresas petro-leras principalmente Shell y el crculo del Gobierno en funciones,para el cual los ingresos del petrleo representaban la nica fuente finan-ciera para quedarse en el poder. Este mecanismo se perpetuar durantelos decenios que siguen, con la consecuencia de que Shell ser el nico

    verdadero poder estable de la regin gracias a los incentivos y las con-cesiones del Gobierno de turno en una serie de golpes de Estado y

    regmenes militares.Quienes no ganan absolutamente nada de los yacimientos petrolerosson los que pertenecen a las ms de 250 etnias diferentes que compo-nen la poblacin nigeriana y, particularmente, los pueblos que viven enlas zonas de extraccin del petrleo, en el rea del delta del ro Nger.Esta zona vive una especie de colonialismo interno, con perjuicio de lasas llamadas minoras tnicas las cuales, extremadamente fragmentadas,estn obligadas a sufrir todos los daos de las actividades de extraccin,

    sin poder gozar siquiera indirectamente de las riquezas extradas de susterritorios desde finales de los aos cincuenta.

    Un pas desgarrado

    Cuando en 1956 Shell empez las perforaciones en el estado de Bayelsa,en territorio Ijaw, Nigeria era todava una colonia britnica. De esta mane-

    ra, cuando lleg la independencia en 1960, la industria petrolera ya estabaen marcha y marc profundamente junto a la herencia colonial laestructura estatal de la Nigeria neo-independiente, dividida en tres estados

    y desequilibrada hacia las lites del norte. Este mecanismo de colonizacininterna se ha mantenido perjudicando, entre otros, a los pueblos delDelta a travs de todas las reorganizaciones polticas y administrativas delos siguientes decenios, dominadas por los Gobiernos militares, hasta hoy.

    La historia de Nigeria es una historia de conflictos religiosos, tnicos,

    polticos, tribales, de masacres impronunciables como la guerra de Biafra,de golpes de Estado uno detrs de otro y dictaduras militares. odos estos

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    acontecimientos, mirando bien las cosas, tienen sus races en el pecadooriginal del colonialismo y de sus mtodos de gobierno y explotacin delos recursos que han desgarrado y, al mismo tiempo, mantenido artificial-mente unida a la sociedad.

    Los choques religiosos principales han sido entre las poblaciones musul-manas del norte, los Hausa-Fulani, y las poblaciones cristiano-animistas delsur, los Yoruba y los Igbo. En 1987, por ejemplo, las tensiones se incendiarona consecuencia de la peticin hecha por los estados norteos de imponer laley islmica en todo el pas, a pesar de que los musulmanes fuesen menosdel 50 por ciento de la poblacin. El ao siguiente, el Gobierno sancion laintroduccin de la sharasolamente para los estados del norte.

    La historia reciente del pas nos habla de choques religiosos ms espo-

    rdicos, aunque en algunos casos muy sangrientos. Es el caso de la ciudadde Kaduna, donde en el mes de febrero del ao 2000 hubo una verdaderamatanza en la cual perdieron la vida alrededor de 300 personas en loschoques entre musulmanes y cristianos; la misma ciudad fue escenario dems choques, estallidos a causa de la presencia all del concurso MissMundo en noviembre de 2002, provocando destruccin y la muertepara ms de un centenar de personas. Otro ejemplo ms reciente son loscombates en la ciudad de Jos (capital del estado central de Plateau) donde,

    a consecuencia de las elecciones locales de noviembre de 2008, se enfren-taron grupos tnico-religiosos cristianos y musulmanes que apoya-ban a los partidos rivales, provocando de tal manera una matanza con msde 400 muertos.

    A las motivaciones religiosas se solapan aquellas polticas y econmi-cas, ms relacionadas con el reparto de los beneficios y en la gestin delpoder, por parte de la etnia predominante Hausa-Fulani, del norte delpas, vivero de la mayor parte de la clase dirigente en las numerosas dic-

    taduras militares. A ellos se han contrapuesto, con grados diferentes departicipacin dentro del poder, los otros grupos tnicos que reivindicanun mayor peso poltico los Yoruba en el suroeste, los Igbo en el sureste

    y las varias comunidades del Delta en el sur originando una conflic-tividad perenne. La segunda mitad de los aos sesenta vio los sueos deuna democracia en fase de nacimiento quebrarse precisamente encimade una serie de luchas intestinas, matanzas y un golpe de Estado queinstaur el primero de una larga serie de regmenes militares.

    * * *

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    Es durante este periodo que empieza, sobre el litoral atlntico, la batallacon la cual el MEND y las otras siglas de las guerrillas del pueblo Ijawla etnia mayoritaria de la zona se ponen en continuidad histrica eideal. En efecto, el primer movimiento de autodeterminacin del Delta

    se remonta al mes de febrero de 1966, cuando Isaac Boro uno delos primeros lderes Ijaw, originario de los alrededores del primer pozode Oloibori form, con 150 libras y una bandera roja, una milicia: elNiger Delta Volunteer Service (NDVS). Si no nos damos prisa, vamosa ser condenados a una continua esclavitud deca Boro. Su proyectoera preparar una factura para presentar a las empresas petroleras pararecompensar a los nativos de las prdidas causadas por las destruccionesdel campo y de los bosques a causa del avance de la industrializacin de

    la regin; quera pedir a las empresas que rindiesen cuentas por suscontinuas atrocidades contra nuestra gente, por su reticencia perversaa mejorar las condiciones de vida de las personas. La insurreccin cul-min con la declaracin de independencia de las tierras Ijaw, en aquelentonces parte de la Regin oriental de Nigeria, y la proclamacin dela Repblica del Delta del Nger. La primera accin que hubo despusde la declaracin de independencia fue la anulacin de los contratospetroleros: odas las empresas petroleras estn obligadas a terminar

    las exploraciones y a renovar los convenios con la nueva Repblica. Elno respetar tales rdenes llevar al desplazamiento de las exploracionesy a la prdida del derecho de renovacin de los convenios. Frente a talofensa, la reaccin de las autoridades centrales no se hizo esperar: des-pus de slo 12 das de vida, la recin creada Repblica fue invadida porlas tropas del ejrcito federal, que llegaron en embarcaciones de Shell,inaugurando una prctica que se har tristemente conocida y habitual enlas represiones de los aos futuros. La regin fue militarizada, obligando

    a Boro a rendirse y poniendo fin a esta primera tentativa de autogobier-no y de oposicin al poder aplastante de la industria del crudo.

    La guerra de Biafra

    Pero eso no fue suficiente para garantizar la estabilidad de los nego-cios, todo lo contrario. En 1966, las poblaciones Igbo, en el sureste del

    pas, intentaron hacer un golpe de Estado para librarse del control de losHausa-Fulani; seis meses ms tarde, un contra-golpe instal al general

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    Gowon, y los ataques contra los Igbo por parte de las poblaciones delnorte fueron sin precedentes, provocando ms de 50.000 muertos. Elgobernador de la Regin oriental, que comprenda el Delta con la ma-

    yor parte de las reservas de petrleo, no acept la autoridad de Gowon

    y en mayo de 1967 proclam el nacimiento de la Repblica Indepen-diente de Biafra. Esta declaracin de independencia detrs de la cualse encontraba principalmente el inters por las entradas derivadas deloro negro desencaden la reaccin del Gobierno que, bajo las ordenesdel general Gowon, declar la guerra contra el nuevo Estado de Biafra,empezando una de las ms sangrientas guerras civiles de la historia quedurar tres aos y causar ms de dos millones de muertos. Como re-cuerdan dos conocidos activistas Ijaw:

    no fue una guerra para preservar la unidad y la integridad del pas, sinouna jugada desesperada para reconquistar los yacimientos petroleros delDelta del Nger que haban pasado a estar bajo el control de Biafra.

    En el fondo, las no muy secretas rivalidades entre Francia e Italia porun lado (y los intereses de sus empresas nacionales), que apoyaban a Bia-fra, y Gran Bretaa por el otro, que apoyaba a Nigeria. Como escribi,sin pelos en la lengua, el Primer Ministro ingls en 1969:

    Es de importancia nacional proteger la actividad de Shell-BP en Nige-ria, porque tiene un papel fundamental con respecto a nuestra economa

    y nuestra balanza de pagos. Pido por consiguiente que se haga todo loposible para resolver esta emergencia y para ayudar a Shell-BP y a lasautoridades federales nigerianas a proteger nuestro petrleo.

    Y se hizo todo lo posible: fue una masacre sin limitaciones de ningn

    tipo, con bombardeos areos, matanzas de civiles indefensos liquidadospor las bombas y el hambre, el empleo de mercenarios por parte de laspotencias extranjeras, que acab en 1970 con la capitulacin de Biafra ysu re-anexin a los estados federales. Y dos millones de muertos.

    * * *

    Fue precisamente durante la guerra civil de Biafra que el Gobierno fe-

    deral del general Gowon reform la ley sobre los hidrocarburos, sus-trayendo el control de los yacimientos a los estados federados (creados

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    con la reforma de 1967), para abocarlo al Gobierno central. Hasta aquelmomento, el 50 por ciento de las entradas petroleras iban a los estadosdonde estaban situados los pozos. En 1978, una nueva medida legisla-tiva excluy an ms a las poblaciones locales de la disponibilidad de

    los yacimientos, colocndoles bajo la proteccin del Gobierno federal.En 1983, cuando los militares despus de un breve parntesis civilvolvieron a tomar las riendas del Gobierno, las comunidades del Deltareciban apenas el 1,5 por ciento de las entradas petroleras. Las empresastrataban directamente con el Gobierno federal, donde no haba ningnrepresentante de los Ijaw, de los Ogoni y de los dems pueblos del Delta.

    Este drenaje de los recursos desde el sur petrolero hacia la capital,conjuntamente con la destruccin del entorno, iba creando poco a poco

    las bases para aquel resentimiento que hoy incendia las calles y los ca-nales de Ijawland y sus alrededores. Luego, durante los aos ochenta ynoventa, el impacto de la crisis econmica y de las reformas estructuralesllevaron a la emigracin de vuelta de miles de Ijaw, desde las periferiasurbanas hacia los pueblos de origen, y a la frustracin poltica se agre-g el malestar econmico: treinta aos de colonizacin petrolera habancontaminado y destrozado los campos, los acuferos y los canales de loscuales depende la economa de los asentamientos del Delta. La vuelta al

    Gobierno civil a finales de los aos noventa, despus de la dictadura deSani Abacha, no haba llevado a ninguna mejora efectiva a pesar de lasdeclaraciones de principios del presidente Obasanjo sino, al contrario,a un recrudecimiento a gran escala del conflicto social.

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    [...] Damos una nueva advertencia a las empresas petroleras. Hemossufrido bastante tiempo bajo varios Gobiernos conniventes con lasmultinacionales. Ahora no lo vamos a soportar ms. anto Shell comoel Gobierno nigeriano nos han enviado dinero para corrompernos. Noqueremos vuestro ensangrentado dinero. Nos queris comprar con

    vuestro dinero?! Nuestra intencin es destruir completamente la ca-pacidad del Gobierno de exportar petrleo y sabremos hacerlo. iene

    que quedar claro que el Gobierno nigeriano no es capaz de proteger nia vuestros empleados, ni a vuestras actividades.Dejad nuestra tierra mientras podis, sino aqu encontraris la

    muerte. Personas inocentes de nuestra poblacin civil son detenidasy perseguidas cada da. Nuestros pueblos han sido atacados por lastropas gubernamentales. Pero la victoria va a estar de nuestro lado. Elpueblo tiene que saber que est soplando un viento de cambio. rae-r alivio a las poblaciones oprimidas del Delta del Nger, al mismotiempo que traer dolor, sufrimiento y prdidas inconmensurables a

    las empresas petroleras y a aquella camarilla de ladrones que se llamaGobierno de Nigeria.

    Comunicado del MEND, 16 de enero de 2006

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    2. EL DELTA DEL NGER, UN OASIS EN COLAPSO

    El rea del Delta, donde segn estimaciones viven entre 20 y 30 millonesde personas est habitada por ms de veinte grupos tnicos, entre ellos losIjaw (los ms numerosos), los Igbo, los Itsekiri, los Ogoni, los Isoko y losUruhobo. Las actividades bsicas son desde siempre la pesca y la agricul-tura, que han mantenido durante siglos un buen equilibrio con un medioambiente extremadamente delicado, constituido por una maraa de ros

    con fuerte salinidad, debido a la cercana con el litoral, donde se desarro-llan las inmensas selvas de mangles (aqu se concentran 7.000 de los 9.000kilmetros cuadrados de las selvas de mangles que hay en todo el planeta).

    El desastre ecolgico

    El frgil ecosistema del delta del ro Nger ha sido destruido por la acti-

    vidad extractiva, una contaminacin feroz provocada por centenares deprdidas de crudo de los pozos y conductos completamente oxidadosy desgastados (y que se encuentran en la superficie, ya que el entierrode las tuberas de los oleoductos es considerado demasiado caro por lascompaas petroleras), y por el gas, producto secundario de la extraccindel petrleo, que se quema a cielo abierto, iluminando siniestramente lanoche mientras se liberan humos asfixiantes.

    odo esto ha provocado el exterminio de las especies de peces de la

    zona, la aniquilacin de la fauna y la contaminacin del suelo cultivable,destruyendo por completo el sistema productivo, base de la superviven-cia de estos pueblos, los cuales no ven devuelto lo que se les ha quitadode mala manera ni en forma de compensacin ni como ventajas indirec-tas: en las aldeas del Delta no hay luz elctrica aunque desde aqu se pro-duzca energa para todo el planeta, las vas de comunicacin con el restodel pas son casi inexistentes, no hay suficientes infraestructuras socialescomo escuelas u hospitales, la falta de agua potable es la causa de una de-

    sastrosa propagacin de gastroenteritis. Irona del destino, o mejor dicho,de la Economa, ah donde se encuentra uno de los tanques mundiales

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    de crudo demasiado a menudo hay escasez de carburante (tanto en elDelta como en el resto de Nigeria, pero tambin en muchos otros pasesproductores de petrleo).

    * * *Las autoridades nigerianas nunca han ejercitado algn tipo de control enlas modalidades de extraccin del petrleo y en sus consecuencias am-bientales; hasta 1988 no exista ni siquiera una agencia gubernamentalpara la proteccin del medio ambiente. Hasta ahora la nica presin gu-bernamental ejercida sobre las compaas adems intilmente est

    Nos han robado la noche!El fenmeno delgas flaring

    Elgas flaringel gas natural que sale como consecuencia de la extrac-cin de crudo y que en Nigeria se quema a cielo abierto es uno de los

    ejemplos de la maldicin que el descubrimiento del petrleo ha repre-sentado para el Delta y sus pueblos. Denunciado durante las ltimas d-cadas por las poblaciones locales y grupos ecologistas, ya que es causa decontaminacin y estragos ambientales, el gas flaring lo practican desdehace cuarenta aos y sin descanso todas las compaas occidentales queoperan en el territorio del Delta.

    Durante el proceso de extraccin, el crudo a menudo sale de la tierrajunto al gas; el gas en las profundidades se disuelve en el petrleo, pero

    cuando se bombea a la superficie vuelve a su estado primitivo. En Euro-pa, el 99 por ciento del gas que se emite con la extraccin del petrleo esutilizado o inyectado nuevamente bajo tierra. Pero en el Delta del Ngerno se han construido las infraestructuras necesarias para recuperar el gas

    y utilizarlo para uso domstico e industrial, como ocurre aqu, porque elcoste sera demasiado elevado y la compensacin econmica insuficien-te: en Nigeria no hay mercado interior de gas, as que a las empresas lesconviene concentrarse en las lucrativas exportaciones de crudo hacia los

    pases occidentales o en los yacimientos que producen exclusivamen-te gas (como la instalacin de Bonny Island, gestionada tambin porAgip, donde el gas es licuado para ser transportado fuera de frica, en

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    relacionada con el fenmeno del gas flaring. Centenares de antorchashan quemado durante dcadas, liberando gases de efecto invernadero

    y causando lluvia cida. Las comunidades deploran la corrosin de lostejados de las casas, daos en las cosechas y enfermedades respiratorias.

    Despus de haber hecho una primera convocatoria para que las socie-dades petrolferas eliminasen el flaringpara el ao 1984, el Gobiernonigeriano sigue posponiendo el plazo. A las compaas, de hecho, no pa-recen interesarle mucho esas disposiciones; recientemente Shell anuncino haber podido respetar el lmite fijado para finales de 2008. Mientrastanto, como dice incluso un informe anual de la ONU, el nivel de de-gradacin y el ritmo en que sucede, estn empujando al Delta hacia eldesastre ecolgico.

    parte tambin a Italia, destinado a las regasificadoras). Quien pierde,de todas formas, es siempre la poblacin local, ya que adems de ladilapidacin de un recurso precioso, los daos ambientales derivadosson incalculables.

    Deslumbrantes llamas de decenas de metros constelan los pantanosde mangles y las ensenadas del Delta, ruidosas explosiones se suceden

    da y noche, a menudo muy cerca de las aldeas (las columnas de fuegoson tan imponentes que se pueden distinguir netamente desde las gra-baciones satelitales). Segn afirma un vecino:

    es algo que sucede veinticuatro horas al da desde hace aos. Provocaexplosiones, ruido constante y un fuerte calor. Muchas personas no hantenido nunca paz, ni una noche sin ser alumbradada por estos fuegos.

    Con las antorchas a cielo abierto se dispersan en el aire toxinas contami-nantes, como benceno y partculas, que entre las poblaciones locales hanprovocado el aumento de forma exponencial de tumores y enfermedadesrespiratorias como la bronquitis y el asma. La agricultura est afectada,las cosechas reducidas hasta el agotamiento, y la lluvia cida completa laobra, corroe las casas y cubre las paredes externas con una capa negra.Elgas flaring, adems, contribuye de manera cuantiosa a la liberacin degases de efecto invernadero, responsables de la alteracin climtica del

    planeta. Se ha calculado que slo en el Delta del Nger se producen 70millones de toneladas de CO2al ao, segn el Banco Mundial muchoms de lo que producen juntas todas las dems fuentes de contamina-cin del frica subsahariana.

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    En los pantanos de la descomposicin social

    La expropiacin de tierras ha llegado a dimensiones insostenibles: ade-ms en cada pozo se precintan reas de aproximadamente dos hectreas

    para impedir el acceso a los habitantes del lugar (y los pozos en esta zonason centenares); otras expropiaciones se realizan para dejar paso a losoleoductos, con la consiguiente contaminacin en caso de escapes y ac-cidentes, ambos muy frecuentes. El llamado desarrollo coincidi con elprogreso de la miseria y el subdesarrollo (adems de la contaminacin)que ha degradado a las poblaciones del Delta, pasando de ser produc-tores para el extranjero de bienes agrcolas de consumo (principalmenteaceite de palma) a ser exportadores de la propia mano de obra hacia

    las megalpolis nigerianas, africanas u occidentales (con la bienvenidaque todos conocemos). La industria del petrleo, altamente automati-zada y con necesidad de personal especializado, es, de hecho, absoluta-mente incapaz de absorber este exceso de fuerza de trabajo, excepto paraalgunos trabajos muy duros. Los tcnicos, directivos, administrativos ylos trabajadores especializados son en su mayora extranjeros: as en lasciudades como en la proximidad de los pozos se han desarrollado colo-nias de estos privilegiados, dotadas de electricidad, agua potable, redes

    de calles privadas, escuelas, centros mdicos, clubs, todo esto protegidopor guardias de seguridad y por la polica federal. Estos guetos para ricosque relucen por aqu y por all, son como un insulto a la miseria quelos rodea, un desafo lanzado a una poblacin desesperada, desarraiga-da, despojada. Un desafo que, como veremos, muchos han empezado aafrontar.

    * * *

    Port Harcourt es la capital del estado de Rivers, el centro neurlgicode la industria de los hidrocarburos. Es el eje de la explotacin de un

    yacimiento inmenso, ms grande que los de Estados Unidos y Mxicojuntos. Port Harcourt, en los sueos de muchos, tena que haber brilladopero, en lugar de eso, est pudrindose.

    Proliferan las chabolas, kilmetros de barro, chapa y basura, modernoslazaretos para las personas rechazadas quienesya no sirven, ni siquiera

    para ser explotados, cmulos de residuos humanos que hay que admi-nistrar. En el cielo flota un humo denso e irrespirable. A las puertas de la

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    capital empieza a desenredarse un laberinto de ros, arroyos y oleoductosa cielo abierto que cruzan una de las zonas hmedas y pantanosas msgrandes del mundo. Es un escenario infernal. Los pueblos son montonesde chabolas de barro y casuchas oxidadas aferradas a las orillas de los

    ros. No hay luz elctrica ni agua potable, no hay escuelas ni hospitales.En las calles polvorosas vagan los nios desnutridos y semidesnudos ylos mayores sin trabajo. Las redes para pescar yacen secas y las lanchas,cavadas en los troncos, abandonadas en la orilla.

    Ya no conseguimos pescar nada, no somos capaces de mantener anuestras familias. No es justo dice Harry, treinta aos, padre de dosnios. Su canoa, con la cual pescaba mariscos y anchoas, est parada.l, al igual que sus colegas, ya no sabe qu hacer. Viven en una casa

    prefabricada de hormign en el pueblo de Finima, en el cabo occidentalde Bonny Island, a una veintena de kilmetros de la costa, donde ahorahay una planta de licuado de gas natural. Esta comunidad de pescado-res viva en la otra orilla de una pequea ensenada donde hoy en daemergen tanques, grandes como catedrales, para el almacenamiento delcarburante y donde la inmensa estructura de la planta de licuado de gassobresale por encima del bosque. La planta fue instalada a principios delos aos noventa, y en pocos aos el equilibrio econmico de la comuni-

    dad se ha arruinado.Las casas del nuevo pueblo estn amontonadas unas encima de otras,las ventanas dan a las paredes desnudas, en un ambiente claustrofbico.El bosque, donde se encuentra la instalacin, nos protega del viento delevante dice David, ahora la lluvia y el viento destruyen nuestrostechos de paja cada tres meses. Otro pescador cuenta cmo las instala-ciones, junto al aumento del trfico naval, ha cambiado el movimientode las olas, causando la erosin de la costa y obligando a los peces a mo-

    verse a aguas ms profundas. Para llegar hasta ah tendramos que tenerun motor de 55 caballos, que nadie aqu puede permitirse. Obligadosa abandonar la pesca, los jvenes del pueblo esperaron encontrartrabajo en la industria petrolera, pero tambin esto pronto se harevelado una falsa ilusin. El trabajo se lo quedan los que vienende fuera entendiendo los pertenecientes a la lite econmica y polti-ca del pas, nosotros tenemos varios diplomados, pero todos estn sintrabajo. Isaac, director de la asociacin Social Action Nigeria, est con-

    vencido que es justamente el ro de petrodlares lo que ha determinadola irrelevancia de las poblaciones del Delta:

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    Con todo el dinero que proviene del petrleo, el Estado no necesita losimpuestos de los ciudadanos. En vez que constituir un recurso para elpas, la gente empieza a ser un impedimento. El Gobierno no tiene nin-gn incentivo para construir escuelas u hospitales. Sin petrleo, Nigeriaera un sitio increblemente mejor.

    Estbamos seguros que la llegada del oro negro sera una bendiciny que viviramos bien, como lo hace la gente en otras partes del mundo.Por el contrario no tenemos nada. Siento que me han tomado el pelodice Patrick, agricultor en el pueblo de Oloama. iene casi que gritarpara que se le escuche ya que un rugido continuo sale de la torre quequema el gas, a dos pasos de su campo de mandioca; aqu se le llama elruido negro.

    Maldito petrleo!

    A 80 kilmetros al oeste de Port Harcourt se encuentra la aldea de Oloi-biri, donde en los ltimos treinta aos la poblacin ha descendido de10.000 a 1.000 habitantes. Aqu Osobere, miembro de una tribu Ijaw,gestiona una pequea tienda que expone algunos pltanos y boniatos.

    Y tambin l dice: Si nunca hubiramos visto el petrleo estaramosmejor.

    Pero fue justo aqu donde empez, hace ms de 50 aos, la maldicindel petrleo. Las sociedades petroleras, en cuya cabeza se encontrabancinco multinacionales (Royal Dutch Shell, otal, Agip, Exxon Mobil yChevron), han transformado un rea inaccesible y aislada en algo pare-cido a una reserva industrial. No cabe duda que la realizacin de talesinfraestructuras, en un bosque ecuatorial invadido por agua, mangles,

    infestada de insectos, calor y humedad, ha sido un innegable xito tec-nolgico. Uno de estos milagros de la tcnica subyugada al Capital queconlleva, como daos colaterales, a la derrota de la vida y la destruccinde la autonoma.

    Mientras tanto siguen surgiendo nuevas instalaciones, muchas de ellasen mar abierto donde las infraestructuras, aunque ms caras que las detierra firme, estn menos expuestas a sabotajes y atracos. El nuevo y msimponente proyecto petrolero del Delta se est desarrollando a lo largo

    del ro Nun, un afluente del Nger. Se llama Proyecto Integrado Petrleo

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    y Gas Gbaran, est gestionado por Shell y con el comienzo de la produc-cin tendr 15 nuevos campos de extraccin de petrleo y gas, ms de300 kilmetros de conductos y una gran instalacin de almacenamientode gas. Las obras ya han empezado: nuevas carreteras estn desgarrando

    el bosque y montones de tuberas negras estn a punto de ser enterradas.Y, para proteger esta maravilla, el ejrcito nigeriano: soldados escondi-dos detrs de sacos de arena, con ametralladoras calibre 60 apuntandohacia la carretera, vigilan los lugares donde se levantar la instalacin deextraccin del gas. El rea afectada abarca unas noventa aldeas; pareceque algunas ONG se estn preocupando por el asunto, intentando con-

    vencer a Shell para que asuma algunas responsabilidades ticas y sociales[sic]. En enero de 2007, otros intentaron tambin presionar a Shell con

    mtodos un poco ms contundentes: un grupo armado asalt las obras,a cargo de Daewoo, a tiros de fusil, lanzagranadas y cargas de dinamita,llevndose despus, adems de las armas y municiones confiscadas a lossoldados huidos, a nueve tcnicos surcoreanos, entre ellos el director ge-neral de Daewoo.

    * * *

    Isaac se acuerda muy bien de la primera vez que vio pescado congelado.Fue a finales de los aos setenta y tena cinco aos. Un vendedor am-bulante provoc una conmocin en su ciudad, Akinima, cuando se pre-sent con una caja de lo que llamaba pez hielo. Nunca haba llegadopescado de fuera dice Isaac, quien se ha mudado a Port Harcourt notenamos ni idea de que significaba pescado congelado. Haba un rumorque deca que se almacenaba en la morgue.

    El pescado congelado fue la seal premonitora de los cambios que

    iban a trastornar la comunidad.Cuando era un nio, con slo pasearme por el ro o por el pantano conuna pequea red y una caa de pescar volva a casa con pescado suficien-te como para dar de comer a toda la familia y a menudo quedaba algopara vender, y los beneficios nos permitan ir a la escuela

    cuenta Isaac. Pero esta riqueza no sobrevivi a la llegada del desarrollo.Las fugas de los oleoductos y pozos, junto con la construccin de carre-

    teras y canales, han desestabilizado el ecosistema de los pantanos.

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    Los desastres ambientales actan en silencio; los efectos se manifiestanaos despus. Hoy no hay ni una persona en mi comunidad a la quese pueda definir como pescador. Dependemos totalmente del pescadocongelado

    contina Isaac. Adems, en los puestos del mercado, una loncha de cor-vina o caballa casi siempre de importacin se vende ms o menos aun dlar, un gasto que la mayora de los habitantes no puede permitirse.

    * * *

    En la tierra, mientras tanto, las prdidas de crudo que contaminan lasaguas freticas y afectan a los terrenos agrcolas se repiten continuamen-te. Las fugas documentadas por el Gobierno nigeriano entre 1976 y 2001son unas 6.817 lo cual significa prcticamente una cada da durante25 aos aunque los analistas sospechan que el nmero real es 10 vecesms elevado. Sin inters alguno por el destino del lugar, las instalacionesen mal estado y la escasa manutencin son el origen de muchas prdidas,pero los responsables de las sociedades prefieren atribuir la responsabili-dad a los robos, atentados, sabotajes, e incluso a acciones intencionadasde dao por parte de miembros hostiles de las comunidades, para obte-ner dinero de las indemnizaciones. De hecho, muchas veces las mafiaslocales pactan con las empresas unas indemnizaciones que sirven paraenriquecer a algunos jefes de clanes locales e intentar as contentar a lagente del lugar, aunque de estas migajas no les llegar nada. Casi siemprelos pozos y los conductos pierden durante das, a veces meses, antes deque alguien de la empresa responsable decida intervenir; los habitantesse juntan y hacen lo que pueden para evitar que el crudo llegue a losriachuelos del agua que beben o a los terrenos que cultivan. Para ellos

    no queda ms que el envenenamiento y la frustracin, adems de ex-plosiones accidentales que peridicamente matan a centenares de ellos.Los medios de comunicacin, al mismo tiempo que callan la situacinde degradacin medioambiental y la miseria de la poblacin se escan-dalizan porque a menudo detrs de los accidentes hay prdidas provo-cadas intencionadamente con el fin de robar combustible. Mantienenel mismo silencio sobre el hecho que en Nigeria, nacin fundada sobreel petrleo, falta el combustible y que para obtener un poco de gasolina

    hay que hacer cola y esperar varios das antes de poder aprovisionarse

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    (quien tiene dinero, obviamente). En esta situacin la perforacin de unatubera llega a ser un hecho que, por loco que parezca, resulta normal. Yes por eso que es normal que el Gobierno rechace ayudar a las familiasinvolucradas en los desastres ya que los habitantes de la comunidad son

    culpables de robo.* * *

    Entre febrero y junio de 2005 tuvo lugar en Abuya la Asamblea NacionalConstituyente (denominada tambin Confab), una conferencia pro-movida por el Gobierno nigeriano, donde participaban delegaciones detodos los estados, incluidos los del Delta. Fue un intento de recuperar

    la imagen de la democracia nigeriana, su unidad y solidez, buscando in-volucrar en la operacin a las minoras locales y recomponer los conflic-tos actuales. Es intil decir que el intento fracas despus de meses deconfrontaciones, choques y esperanzas perdidas, sobre todo para quienescrean que la regin del Delta podra obtener algo del Gobierno, en tr-minos de mayor control sobre los recursos. De hecho fue lo que entor-peci la conferencia desde el primer momento. El petrleo representa el91,5 por ciento de las entradas del Gobierno federal, y de stas slo el 13

    por ciento tendra que ser redistribuido, en teora, entre los estados delDelta, de cuyo suelo se extrae. La demanda de la delegacin Sur-sur, quereagrupaba a los gobernadores de los estados del Delta, era aumentar elporcentaje a un 50 por ciento. Despus de breves negociaciones fue evi-dente la imposibilidad de llegar a un acuerdo, as que la delegacin aban-don la conferencia y la Confab se desconvoc. sta ha sido la ensima yms reciente decepcin para quienes, en el Delta, tenan la esperanza deuna solucin institucional del conflicto.

    La palabra dej lugar a las armas.Por otra parte, la desconfianza hacia los polticos incluidos loslocales es tan grande que pocos creen que un simple aumento delos ingresos, si en algn momento se llegara a obtener, cambiaraalgo para la gente del lugar. Algunos tienen muchas expectativas ypiensan que la Confab puede resolver todos los problemas que nosafligen, yo no pienso as, dice Patrick Naagbanton, un activista porla proteccin del medio ambiente y de los derechos humanos, y sigue:

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    Est bien tener mayor control de los recursos y participar en mayor me-dida en la riqueza que producen, pero no si es bajo el mismo sistemagubernamental. Porque entonces no hay esperanzas. La gente no vernunca el dinero que le pertenece.

    En una regin pervertida por una economa de renta, donde es nor-mal que los gobernadores se porten como unos padrinos de la mafia quese reparten el pastel nacional (y que parece que haya hecho evaporar50 mil millones de petrodlares de los 350 obtenidos desde la fecha de laindependencia). Slo para hacerse una idea, en 2005, gracias al aumentodel precio del crudo, el estado de Bayelsa (donde el 70 por ciento de lagente vive con menos de un dlar al da) obtuvo un balance rcord de 470millones de euros, frente a los 252 millones del ao 2003. De stos, siete

    millones han sido destinados a la decoracin y la renovacin de dos resi-dencias oficiales, mientras que el Comit para el Desarraigo de la Pobrezacuya actividad nadie conoce muy bien recibi 19.330 euros!

    * * *

    Una pregunta retrica serpentea en todas las comunidades y ciudadesdel Delta del Nger: dnde acaba el dinero del petrleo? A lo largo de

    estos aos, a pesar del cambio de Gobierno y la transicin desde la dicta-dura militar a la democracia, no ha cambiado nada el mecanismo de sa-queo institucionalizado de las riquezas nacionales. Las responsabilidadesestn distribuidas, con grados y matices diferentes, entre las compaaspetroleras y las lites que se reparten el poder, desde el Gobierno centralal local. En 1971, de hecho, el Gobierno nacionaliz la industria delpetrleo. Con la creacin de unajoint venture, el Estado, bajo el nombreNigerian National Petroleum Corporation (NNPC), posee entre el 55

    y el 60 por ciento de las operaciones petroleras de la multinacionalesen tierra firme. Las enormes entradas que derivan de este acuerdo hancrecido desde los 250 millones de dlares anuales iniciales, hasta los msde 60.000 millones registrados en 2005.

    Pero los petrodlares se evaporan, y a la gran mayora de los habitan-tes slo les queda la basura y menos de un dlar al da para sobrevivir.

    Y ver fluir hacia lo lejos este impresionante ro de dinero, sin que quedenada para ellos, est provocando un sentimiento de frustracin a punto

    de transformarse en una autntica insurreccin general.

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    La profunda hipocresa y la barbarie propias de la civilizacinburguesa se presentan desnudas ante nuestros ojos cuando, en lu-gar de observar esa civilizacin en su casa, donde adopta formas

    honorables, la contemplamos en las colonias, donde se nos ofrecesin ningn embozo.

    Karl Marx

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    3. UN CONFLICTO SIN TREGUA

    Cmo reaccionaramos si en Europa un millar de personas fuesenasesinadas por las fuerzas del orden por manifestarse pacficamente

    en contra de una planta petrolera que ha contaminado el agua a talpunto que se ha vuelto no potable e inutilizable para la agricultura?Esto es lo que sucede desde hace dcadas en el Delta del Nger, sin

    que la comunidad internacional se d cuenta.

    Sabemos que una picadura en la nariz nos duele ms que un te-rremoto que mata a mucha gente a kilmetros de distancia. Estoyconvencido de que la tutela del medio ambiente en Ogoniland tengaque interesarme ms a mi que a Shell International, desde sus lujo-

    sas oficinas a orillas del mesis en Londres. No puedo aceptar susapariencias de respetabilidad, porque todo aquel lujo en Londres esuna condena a muerte para los nios y para mi gente en Ogoniland

    escriba Ken Saro-Wiwa, lder Ogoni, en 1995, poco antes de serahorcado.

    Hoy, si es que esto es posible, la situacin del Delta es todava peory la indiferencia que lo rodea an ms aterradora.

    Nigeria es el sptimo productor mundial de petrleo. Su impor-tancia estratgica, ms en relacin con la inestabilidad del rea me-dioriental, impone una censura total, que solamente los secuestros deextranjeros a manos de los insurgentes a veces consiguen romper. Enlas prximas lneas intentaremos trazar algunas etapas de la lucha dela gente del Delta en contra del neocolonialismo de las multinacio-nales. Es un ejemplo de coraje y dignidad que hace ms miserablenuestro silencio y an ms despreciables los privilegios sobre los cua-

    les este silencio se funda.

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    Las primeras acciones de protesta

    Durante los aos setenta, el retculo de la industria petrolera empezaba ainvadir el laberntico Delta. Las tuberas a cielo abierto de los oleoductos

    cortaron los terrenos, las mega instalaciones de bombas desgarraron losbosques y las reas agrcolas, las llamas de las antorchas de gas hicieronel aire irrespirable y la noche espectral, las construcciones de acero de lospozos de extraccin transformaron el paisaje de palmeras y mangles enun infierno industrial. Las revueltas y las protestas que ya en aquel en-tonces empezaban a hacerse or, por ejemplo en las comunidades Uzere,fueron provocadas por la expropiacin de la casi totalidad de los terrenoscultivables, de los cuales Shell se haba adueado para instalar los pozos

    petroleros y efectuar ulteriores prospecciones. A lo largo del tiempo, enfases alternas y en reas diferentes, se han multiplicado los casos de sabo-taje, las protestas pacficas, los ataques armados y las invasiones a las pro-piedades de las compaas. En principio, por lo que sabemos, han sidoms que nada las iniciativas pacficas las que han dictaron los ritmos delas protestas: peticiones, marchas, ocupaciones y bloqueos; pero es conel paso del tiempo y con el recrudecimientode la represin que a stasse unirn mtodos ms directos de ataque, daos, sabotajes, atentados,

    hasta llegar a la actual situacin de verdadera guerrilla difusa.* * *

    Aunque las noticias son escasas, se puede deducir que ya los aos se-tenta fueron caracterizados por una resistencia obstinada, teniendo encuenta que el Gobierno nigeriano lleg a promulgar, en 1975, el llamadodecreto antisabotaje con el cual eran castigados, hasta con la pena de

    muerte, todos los actos que buscaran obstaculizar la extraccin y la dis-tribucin de productos petroleros. Quien toca el petrleo muere era elmensaje; evidentemente no ha sido un disuasivo muy efectivo.

    En julio de 1981, ms de 10.000 habitantes de Rukpokwu, en el reade Port Harcourt, bloquearon el accesoa cincuenta pozos petroleros dela instalacin de Shell en Agbada. Al mismo tiempo, ms al norte, los

    vecinos de tres aldeas Egbema ocuparon la segunda instalacin petrole-ra ms importante de Agip, expulsando a los trabajadores y parando la

    produccin durante tres das. Los Egbema protestaban en contra de lafalta de contrataciones de originarios del lugar, la falta de electricidad y

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    suministro de agua en los pueblos, y porque fuese garantizada la esco-larizacin de los nios. El directivo de Agip contest con la eleganciaque los caracteriza: llamando a los guardias. Y la revuelta fue reprimidaa manos de la polica antidisturbios.

    Los vecinos de Iko, una pequea isla de pescadores en Adoniland,organizaron en 1987 una marcha pacfica frente a las instalaciones deShell, a la que pedan desde haca aos una indemnizacin y la resti-tucin de nuestro derecho al agua y a un entorno limpio. Las unidadesespeciales de la polica llegaron a bordo de las lanchas de Shell y ataca-ron la aldea, asesinando a dos personas y destruyendo decenas de casas.Esta matanza en fro de dos civiles por parte de los militares, equipadosdirectamente por la compaa extranjera que venan a defender, desen-

    caden una ola de indignacin, ya que era una clarsima demostracinde cuales eran las verdaderas relaciones de fuerza en la regin, adems deser una clara amenaza de muerte contra cualquiera que osara protestarpara defender su propia tierra; en efecto sern miles, en los aos sucesi-

    vos, quienes combatirn y morirn por ella.En 1990, en Umuechem, una comunidad de la zona de los Igbo ve-

    jadapor las continuas confiscaciones de tierras por parte de Shell orga-niz una manifestacin en protesta. Las unidades especiales cometieron

    una masacre: ochenta personas fueronasesinadas, centenares de casasdestruidas, todos los animales asesinados... Shell, obviamente, tom dis-tancia frente a esos excesos, y fue lo que la exoner de la investigacinposterior y lo que no le impidi en el futuro, cada vez que volviese apresentarse un problema de orden pblico, seguir apoyando y utilizandoal ejrcito nigeriano para impedir la interrupcin de la produccin depetrleo. Algunos aos despus, en un juicio, Shell admitir haber pa-gado, apoyado y comprado armas para dotar a la polica nigeriana de las

    herramientas necesarias para la defensa de sus instalaciones; una prcticaque hoy en da contina ininterrumpidamente, tanto por parte de Shellcomo de todas las dems compaas que trabajan en la regin.

    Ogoniland: resistencia y masacres

    Fue en 1993 cuando las excavadoras llegaron a la zona de Bomu, en

    Ogoniland, para expropiar ms tierras y construir el ensimo oleoducto.Los campesinos haban decidido oponerse, resistiendo pacficamente.

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    Una campesina que se encontraba agachada recogiendo lo que quedabade su ltima cosecha fue fusilada por los soldados a sueldo de Willbros,una sociedad subcontratada por Shell. Miles de Ogoni salieron a loscampos y a las carreteras para defender sus tierras y, a esta altura, sus

    propias vidas. La represin fue brutal, con represalias en los pueblos,torturas y violencia de todo tipo. Dos mil personas fueron asesinadas,30.000 quedaron sin casa. La situacin haba llegado a un punto sin

    vuelta atrs, un intento de genocidio.El pueblo Ogoni es una minora de 500.000 personas, en un pas de

    ms de 130 millones, que vive en el estado de Rivers, al este de su capi-tal, Port Harcourt, donde en 1958 fue descubierto el primer yacimiento.Desde entonces, durante todos los aos de la descolonizacin, este

    pueblo vio a su tierra pudrirse bajo la industria del petrleo, extrado porShell en coparticipacin con NNOC (National Nigerian Oil Company),y por Elf y Agip. Los oleoductos, construidos sobre la superficie en unrea densamente poblada, cruzan terrenos que tiempo atrs estaban cul-tivados, obligando a muchas personas a dejar sus propias aldeas. A ladevastacin ambiental se aade el coste social de unos pueblos donde eldesempleo gira en torno al 70 por ciento, sin hospitales ni acueductos nielectricidad, pero con unas plantas desde las cuales Shell saca centenares

    de miles de millones de libras.Estas condiciones, comunes adems a muchas poblaciones delDelta, han activado un movimiento de resistencia polticamente ma-duro y potencialmente muy peligroso para los intereses occidentalesen Nigeria. En contra de ste, adems de la represin militar directatambin en este caso con helicpteros y armamento antidisturbiosmoderno donados por Shell, se recurri a impulsar un conflicto in-tertnico, armando y pagando a miembros de aldeas o etnias vecinas, con

    el objetivo de efectuar asaltos y agresiones contra los Ogoni en lucha.El Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni (en ingls,MOSOP) asumi un rol de gua en esta lucha, hacindose portavozde las instancias de la gente: la autodeterminacin, la reapropriacinde los recursos por parte de los pueblos originarios, el fin del desastreecolgico y la desmilitarizacin de la regin. En 1990 fue presenta-da una Constitucin Ogoni en la cual se revindicaba el derecho adecidir sobre la propia tierra y defender el medio ambiente de la con-

    taminacin y la degradacin. Entre los lderes del MOSOP se dis-tingui el personaje de Ken Saro-Wiwa, conocido escritor, activista

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    y defensor de la no-violencia activa. El clima se haca incandescente:movilizaciones de decenas de miles de personas, una fuerte partici-pacin popular, en la cual siempre ser central el rol de las mujeres,

    y tambin algunos ecos internacionales obligaran a Shell, en 1993, a

    dejar Ogoniland.* * *

    La lucha Ogoni se iba convirtiendo en un banco de pruebas, desper-tando el inters de todas las dems etnias y comunidades del Delta que

    vivan la misma degradacin y que estaban a la expectativa de cual serala reaccin del nuevo poder respecto a sus peticiones. Una victoria de

    ellos habra constituido inequvocamente el pasaje para una generali-zacin de la lucha. Era un desafo inaceptable, tanto para el Gobiernonigeriano como para las multinacionales occidentales. Ken Saro-Wiwafue detenido y torturado muchas veces hasta que, en 1995, fue acusadode homicidio junto a otros ocho activistas. Para montar la acusacin,el Gobierno utiliz el pretexto del asesinato de cuatro notables Ogonisucedido dentro de un conflicto interno del movimiento, en el cual laparte juvenil (el Consejo Juvenil Nacional del Pueblo Ogoni, NYCOP

    en ingls) estaba radicalizndose, cuestionando la eleccin no-violenta.Despus de un juicio-farsa que dur unos pocos meses, Saro-Wiwa y losdems fueron condenados a muerte.

    Seor presidente, todos nosotros estamos frente a la Historia escribadesde la crcel Ken Saro-Wiwa. Yo soy un hombre de paz y de ideas.Siento turbacin por la vergonzosa pobreza de mi pueblo que vive enuna tierra muy generosa en recursos, siento rabia por la devastacin deesta tierra, siento prisa por obtener que mi pueblo reconquiste su dere-

    cho a la vida y a vivir decentemente. As he dedicado todos mis recursosmateriales e intelectuales por una causa en la cual creo totalmente, sobrela cual no puedo ser silenciado. No tengo dudas sobre el hecho de que,en el fondo, mi causa vencer y no importa cuantos juicios, cuantas difi-cultades podamos encontrar en nuestro camino yo y los que, al igual que

    yo, creen en esta causa. Ni la crcel ni la muerte van a poder obstaculizarnuestra victoria final.

    El 10 de noviembre de 1995 fueron ahorcados. Ogoniland fue in-vadido, las aldeas quemadas y hubo una matanza de la poblacin; los

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    soldados patrullaron da y noche, se erigieron barreras para obstaculizarel libre movimiento de quien no se haba escapado hacia los campos derefugiados de los estados cercanos. Frente a estos hechos se despert, porun breve tiempo, algn tipo de inters de la comunidad internacional

    que intervino mediante algunas sanciones contra Nigeria y con la sus-pensin del Commonwealth; la ONU dio un reconocimiento al personajede Ken Saro-Wiwa, inscribindolo en el Global 500 Roll of Honour 5:

    por haber utilizado solamente la resistencia pacfica en contra del rgi-men que quit a los Ogoni el derecho a la autodeterminacin.

    El rol de evidente complicidad que Shell tuvo en toda la historia pro-voc tambin una extendida campaa internacional de boicot de susproductos, laudable pero tarda respuesta a los continuos llamamientosque provenan desde el Delta:

    Otra vez, desde mi celda ruego a la comunidad internacional de loshombres y mujeres de buen sentido, para que hagan presin al Gobiernonigeriano con el fin de que Shell pare esta matanza, este genocidio

    era la ltima apelacin desesperada de Saro-Wiwa, pocos das antes

    de su ejecucin.

    La rabia se extiende, la lucha se alarga

    Despus del ahorcamiento de Saro-Wiwa no acabaron las luchas ni delos Ogoni ni de los dems grupos, y tampoco se acab la represin: en1997, dos aos despus de la ejecucin, el Consejo Mundial de las Igle-

    sias (en ingls, WCC) denunciaba en un informe:

    5. Hipcrita premio del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA(o UNEP en ingls), creado en 1987 para reconocer los logros ambientales de indivi-duos y organizaciones alrededor del mundo. Siempre que estos logros sean estrileso que las personas ya no puedan hacer nada, como en el caso de Ken Saro-Wiwa, quefue galardonado una vez muerto. Adems, cundo preocup a las Naciones Unidas el

    derecho a la autodeterminacin de un pueblo? Solamente cuando pudiese ser til a losintereses occidentales. [N. del .]

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    Aqu hay un estado de asedio. Intimidaciones, violaciones, detenciones,torturas, asesinatos y saqueos son perpetrados por los soldados cada da.

    Lo que se agot fue la esperanza en una evolucin pacfica y demo-

    crtica de la crisis del Delta.Nigeria cometi su error ms grande al quitarle la vida a Ken Saro-Wiwa.No ser perdonado. Cuando el Estado nigeriano reaccion de forma tanexcesiva, la gente empez a pensar: enemos que armarnos si no que-remos morir. La violencia engendra violencia. Y cuando una personapierde la esperanza, se siente destrozada y acaba diciendo: O combatoo ms vale morir.

    Estas palabras son de un chico de Port Harcourt, investigador de laUniversidad, aunque matizan un sentir evidentemente muy difundido.Y entonces, durante la segunda mitad de los aos noventa, mientras

    que en Ogoniland persista la militarizacin del territorio y Shell in-tentaba, de vez en cuando, volver a pisar las tierras que se haba vistoobligada a abandonar, empez a concretizarse lo que sera la pesadilladel Gobierno y de las multinacionales. El coraje de un pueblo tan pe-queo como los Ogoni, haba abierto los ojos a muchos otros que se

    encontraban en las mismas condiciones; la indignacin por el cinismode las empresas occidentales y la brutalidad de la reaccin del Estado seencargaron del resto.

    * * *

    Durante muchos aos Chevron ha destruido nuestras tierras, nuestrosbosques, nuestras aguas, declaraba Bola Oynbo, un activista de una co-

    munidad Ilaje, exasperada al igual que los Ogoni por la invasin de laindustria petrolera, en este caso estadounidense.

    odo estaba muerto: los manglares, el bosque tropical, los peces, el agua,la vida salvaje. odo asesinado por Chevron.

    En mayo de 1998, ms de 100 jvenes provenientes de 42 diferentes al-deas del Ilajeland se fueron con sus lanchas a una plataforma de Chevron

    a llevar sus proprias reivindicaciones: Ya basta de devastar nuestro am-biente. Despus de cuatro das de ocupacin de la plataforma, cuatro

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    helicpteros guiados por pilotos extranjeros de Chevron y repletos de

    soldados de las fuerzas especiales nigerianas bajaron en picada comoguilas hacia los pollitos, narra el mismo Oynbo, presente en los hechos.

    No nos esperbamos lo que sucedi despu