Desafío metodológico de la investigación en psicología clínica

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sastre Cifuentes, Asceneth Mara

    El desafo metodolgico de la investigacin en Psicologa Clnica: saber interrogarse

    Aletheia, Nm. 20, julio-diciembre, 2004, pp. 65-76

    Universidade Luterana do Brasil

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Aletheia

    ISSN (Versin impresa): 1413 0394

    [email protected]

    Universidade Luterana do Brasil

    Brasil

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    ______Asceneth Mara Sastre Cifuentes. Psicloga d e la U niversidad de los Andes, Mag ster en Psicologa Clnica yde Familia d e la U niversidad Santo Tom s, psicoterapeuta, docente universitaria U niversida d Santo Tom s.Bogot, Colombia: calle 102 N. 31-05 Bogot. Tel 6915833 - cel 3153412976.

    Endereo para correspondncia:Asceneth Mara Sastre Cifuentes- e-ma il: assesastre@ya hoo.com

    ______As entrevistas for am realizad as po r Lirene Finkler.

    Asceneth Mara Sastre Cifuentes

    El desafo metodolgico

    de la investigacinen Psicologa Clnica:saber interrogarse

    O desafio metodolgico da investigao em psicologia

    clnica: saber interrogar-se

    Resumen

    El presente artculo ofrece una reflexin en torno al modo en que actualmente setoma n las decisiones de d iseo d e la investiga cin en la psicologa clnica, p ara lo cual laautora se apoya en: (1) un reconocimiento de la naturaleza compleja del fenmeno de lo clnico ; (2) los planteam ientos de J ess Ib ez (1992) respecto a la perspectiva adop-tadaal situar la com prensin d e lo clnico as como respecto a los nivelesdesde los cualesel investiga dor toma las decisiones de d iseo; y (3) en los planteam ientos de H aberm as(1962) acerca del intersq ue orienta la investiga cin. D escribe cmo la ma yor par te de lostrabajos actuales de investigacin asumen lo clnico desde una perspectiva distr ibutiva,responden a un inters tcnico y a decisiones de diseo desde los niveles tecnolgico, delcmo, y metodolgico, del por qu, pero pocas veces desde el nivel del quin demanda, quypara qu. Seala tambin cmo las instancias de validacin del conocimiento parecen

    Artigos

    de atualizao

    Aletheia Canoas n.20 jul./dez. 2004 p. 65-76

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    perpetuar estas formas de interrogacin. Concluye que el sentido emancipatorio de laPsicologa Clnica y la natura leza compleja de lo clnico dem an da n un replanteam ien-to de los mtodos de investigacin, para lo cual urge adoptar nuevas y ms ampliasformas de interrogacin que permitan ensanchar las fronteras de la investigacin haciaestudios ms contextuales y conocimientos ms pertinentes, formas de interrogacinque trasciendan lo meramente tcnico o metodolgico, a la concepcin misma de lo

    clnico y a la forma en q ue el investiga dor se asume como observad or. Ello implica unareflexin epistemolgica que an suele desconocerse.

    Palabras clave: psicologa clnica, mtod os de investiga cin, diseo.

    Resumo

    O presente artig o apresenta uma reflexo sobre o mod o que na a tualida de se fazemas decises de delineamento da pesquisa na psicologia clnica, para o qual a autora seapia em: (1) um reconhecimento da complexa natureza do fenmeno do clnico; (2)os pressupostos d e J ess Ib ez (1992) sobre a perspectiva adotadaao colocar a compreen-

    so d o clnico, assim sobre os nveisdesde os que o pesquisad or faz a to ma da de d ecisesde planejamento de pesquisa; y (3) nos pressupostos de Habermas (1962) sobre o inte-resse que orienta a p esquisa. Descreve como na atualid ad e as pesquisas clnicas assumem o clnico desde uma perspectiva distr ibutiva, respond endo a interesses tcnicosy a d ecisesde planejam ento d esde o s nveis tecnolgicosd o comoe metodolgicodo por quee para que.Conclui que o sentido emancipatrio da Psicologia Clnica e a complexa natureza doclnico precisam propor novos modos e forma s de perguntar-se permitindo assim a largaras fronteiras da pesquisa para estudos mais contextuais implicando isto uma reflexoepistemolg ica q ue aind a, m uitas vezes, no se leva em conta .

    Palavras-chave:psicologia clnica, m tod os de investiga o, d elineam ento.

    Introduccin

    Tra diciona lment e el debate sobre losmtodos se ha plantead o en torno al puntoen q ue la investiga cin en p sicologa clni-ca d ebera situarse en el continuo cuantita -tivo/cualitat ivo. Este debate, a mi juicio nopermite centrarse en las preguntas funda-

    mentales que debe h acerse el investigad ory que tienen que ver con el sentido de loclnico.

    Quizs sea la confusin entre terapiay psicologa clnica lo q ue ha llevad o a q uela investigacin se limite a los efectos dediversas tcnicas teraputicas. Pero lo cl-nico tiene que ver ta mbin con la comp ren-sin de los problemas psicolgicos, su ori-gen y ma ntenimiento, su diag nstico y pro-

    nstico, la forma en que familia, escuela yotra s organ izaciones huma nas participan enla d efinicin y resolucin de los problemas,ta les como las entid ad es prestadora s de ser-

    vicios de salud mental, los estudios epide-miolgicos, los programas de formacin yla d efinicin d e las polticas de salud, q ue asu vez ponen lmites a las prcticas psico-terap uticas. El investiga dor en p sicologaclnica tendra que ser capaz de registrardesde la na rra tiva d e los pa rticipa ntes en lapsicotera pia y su experiencia subjetiva, ha s-

    ta los datos de los estudios epidemiolgi-cos que fund amenta rn las polticas de sa-lud menta l. Es claro pues cmo, en la dis-cusin cualita tivo/cuantita tivo, no es posi-ble obviar la complejidad de lo clnico.

    Por lo anterior, el presente ensayo plan-tea el deba te desde los dilemas actuales dela psicologa clnica y su relacin con laspreguntas que fundamentan las decisionesde diseo q ue ha ce el investiga dor -clnico,

    do nd e la definicin cuantita tivo/cualitati-vo resulta ser estrictamente tecnolgica.Estas preguntas pueden deducirse a partirde la revisin d e los report es de investiga ci-

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    n publicados en losjour nal s especializa-dos, nacionales e internacionales, en losltimos aos.

    Da da la naturaleza compleja d e lo cl-nico, la investiga cin se enfrenta a ctualmen-te a dilemas como los siguientes:

    Cmo a rticular el saber producido enla ltima dcada con la prctica clnica?Cmo atender a la demand a, por parte deentidades gubernamentales, de estudiossobre terap ias con eficacia empricamen tecomprobada? Cmo responder a la de-manda de certificacin de los programasdoctorales, acadmicos y profesionales contrabajos de investigacin d e calida d? Cmoofrecer tra tam ientos psicolgicos en el ma r-

    co de los lmites, en costo y duracin, im-puestos por las entidades prestadoras deservicios de salud? Cmo hacer de cadaproceso de tera pia un escenar io de prod uc-cin d e conocimiento? Qu p rocedimien-tos teraputicos permiten aliviar el sufri-miento humano en las condiciones delmundo actual? Cmo responder desde lainvestiga cin a los problemas de salud men-tal de la poblacin? Cmo articular losprocesos de investigacin, intervencin yformacin? Cmo implementar nuevasmetod ologas que respond an a la necesidadde desarrollar investiga ciones contextualesy comp rehensivas, dad a la na turaleza com-pleja del fenm eno clnico?

    Por supuesto, se sale d e las posibilida-des y pretensiones de este ensayo resolverestos dilemas. Por el contrario, se trata deplan tearle al psiclogo clnico una m anerade interrogarse cuando se trata de tomar

    decisiones de diseo que comprom eten cri-terios de pert inencia d isciplinar, relevan ciasocial, valor terico-prctico, responsabili-da d y conciencia tica, de man era q ue asu-ma los dilemas a q ue lo enfrenta el campo.

    La In vitacin es a interroga rse no soloen el nivel tecnolgico, sino tambin en elmetodolgico y epistemolgico, donde la pre-gunta acerca delintersde la investigacinresulta particularmente importante. Para

    ello se plan tearn a lgunos mod elos concep-tuales que orienten el deba te. Finalment e,desde un recorrido por algunas de las pu-

    blicaciones Cientficas en Psicologa Clni-ca, el ensayo ofrece un p unto d e vista per-sonal acerca d e la relacin entre los resulta-dos d e la investiga cin, y las preguntas di-lemas y retos que se le plantean al investi-ga dor, pretend iendo d ejar clara la imbrica-

    cin necesaria entre las dimensiones tica,metodolgica, epistemolgica, prctica yterica que confluyen en la creacin deluniverso de la investigacin en PsicologaClnica.

    Del debate sobre la dimensin cuantitativo/

    cualitativo, al debate sobre los niveles de

    interrogacin:

    Qu mtodos de investigacin pue-

    de a dop tar la psicologa clnica actual? Estaes la pregun ta q ue abre el deba te entre losmtodos de investigacin derivados delparad igma t rad icional (la investigacin cl-sica , funda mentad a en enfoq ues positivis-tas y neopositivistas) y los mtodos de in-vestigacin surgidos de enfoques herme-nut icos, fenomenolg icos, crtico-socialesy construccionistas.

    El debate metodolgico a este nivel,podra entenderse desde la oposicin en-tre elemento s de d os concepciones una d eellas siempre actual, pero q ue ve que algu-nas de sus caractersticas son puestas enduda; la otra an no instalada, pero queintroduce algunas caractersticas en sus es-tud ios actua les (Pourto is, y Desmet, 1992,pg. 107) y puede resumirse en preguntas -dilema, con cuya respuesta se comprome-ten los mtod os, la m ayor a d e las veces sinconciencia de hacerlo: Sujeto aislado o

    sujeto en interaccin? Objetividad o sub-jetivida d? Neutralidad o par ticipa cin d elobservador? Rasgos normativos o rasgosparticulares? Handicapo d iferencia? Co-herencia o significancia? Tiempo objetivoo tiempo subjetivo? Causalidad lineal omulticausalidad?

    Aunque ha sido comn plantear eldebate desde esta perspectiva, esta distin-cin no parece proporcionar el punto de

    partida relevante p ara comprender el pro-blema sobre la d ecisin d e los mtodos deinvestigacin.

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    Este ensayo sostiene, como D elgad o yGutirrez (1995), que conviene ms situarel debate en el marco de un continuo, d es-de el nfasis en la tcnica y la ausencia dereflexin metodolgica y epistemolgica,ha sta el nfasis en sta ltima. La propues-

    ta de Ibez (1992) de comprender losmtodos de investigacin en trminos detres perspectivas - distributiva, estructuraly d ialctica - permite el reconocimiento, porparte de los investigadores, de su posicincomo observad ores, de las implicaciones desta en sus decisiones de diseo y de lasconsecuencias prcticas, ticas y polticasde su observacin.

    Ibez (1992) reconoce tres niveles a

    tener en cuenta en el proceso del diseo:en el nivel ms abarcador, el investigadorrespond e a un requerimiento explcito den-tro del cual debe d escifrar la dema nda im-plcita, esto es, la pregunta sobre quind e-ma nd a la investigacin, qudemanda y paraqulo hace (el inters, en trminos de H a-berm as, 1968). Este proceso valorat ivo (po-cas veces reconocido y conscientementedesarrollado) est en la base de todas lasdecisiones de orden m etodo lgico y tecno-lgico, y engloba las posibilidad es de con-ciencia epistemolgica y tica del proceso.Por eso Ibez lo denomina nivel episte-molgico . La seleccin d e los mtod os (queresponde al por qu) y de las tcnicas (queresponde a l cmo), pued e ha cerse d esde uncontexto teoremtico (con una sola pers-pectiva y una sola tcnica) o d esde un con-texto problemtico (en que se articulan

    diferentes perspectivas y tcnicas), y pue-de ser excluyente o inclusiva. Tod a investi-gacin implica reflexiones y decisiones apa rtir d e estos tres niveles y es en la form ade hacerlo que el debate acerca d e los m-todos cobra forma. Desde las tres diferen-

    tes perspectivas - d istribut iva, estructur al ydialctica - los investigadores puntan dema nera diferente los niveles epistemolg i-co, metod olgico y tecnolgico, relacin d ela q ue se ofrece una sntesis en el cuad ro 1.

    El planteamiento de H abermas, en sulibro Conocimiento e I nters(1968) puede sertambin orientad or al interrogar se frente alas decisiones metodolgicas. H abermas d is-tingue tres tipos de inters del conocimien-

    to: tcnico, prctico y de emancipacin.El inters tcnico se basa en una racio-nalidad instrumental: proporciona conoci-mientos sobre la na turaleza externa con lafinalida d de d ominarla; es caracterstico d elenfoque positivista, en q ue el sujeto se con-sidera como objeto de dominio y manipu-lacin. El inters prcticose fund a sobre unaracionalidad comunicacional, que implicala comprensin y la intersubjetividad: seexamina el sujeto en cuanto sujeto con susdem anda s, fines, lenguaje y cultura p ropi-os. Se desar rolla med iante una a proximaci-n hermenutica basada en el enraizami-ento cultural y la part icularida d; el nfa sises comprensivo. El inters de emancipacindel conocimiento constituye una relacinde autoreflexividad, en una comunicacinsin dom inio que conduce a la a utonoma.

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    PERSPECTIVADISTRIBUTIVA

    (Desarrollo de las Ciencias

    Naturales: realidad no hablante)

    IN VITRO: distinciones trazadaspor el investigador

    PERSPECTIVAESTRUCTURAL(Desarrollo de las Ciencias

    Humanas: realidad hablante

    que se silencia)

    PERSPECTIVA DIALCTICA(Desarrollo de las Ciencias

    Sociales: realidad hablante cuya

    habla se potencia)

    IN VIVO: el investigadorrecolecta distinciones trazadas

    naturalmente por los sujetos

    La informacinque circula

    Inyectada: produce slo las

    informaciones previstas

    Parcialmente producida Producida: produce informaciones

    no previstas. Integra el azar

    La construccindel diseo

    Cerrado, a priori.

    Control y reduccin del azar

    Flexible Abierto a la informacin:

    modificable, coextensivo al

    proceso de la investigacin

    El sujeto Evacuado: poca integracin delsujeto al proceso

    Transitoriamente integrado,

    en el nivel de contenido

    Totalmente Integrado en los

    niveles relacional y de contenido

    La relacin Sujeto-

    Objeto

    Separados

    Asimetra

    En interaccin Inseparables

    Enseabilidad Enseable, prescriptivo(como la tcnica)

    No enseable: experiencial

    (como el arte)

    Posicin delObservador

    Observador est por fuera del

    sistema y no reconoce esta

    posicin.

    El observador est fuera del

    sistema, reconoce que lo

    est y que hay otros

    observadores con diferentes

    perspectivas

    Explcito

    El observador se reconoce como

    dentro del sistema.

    Explicitacin delpoder de lapuntuacin

    El poder est implcito

    (absoluto)

    Poder parcialmente

    explicitado

    (relativo)

    Poder explcito

    (reflexivo)

    Las estrategias en

    Psicologa Clnica

    La encuesta

    Diseos cuantitativos.

    La investigacin

    etnogrfica y Documental :Grupos de discusin,

    Entrevista abierta

    Anlisis de Textos

    Investigacin-intervencin

    Investigacin social de segundoorden.

    Cmo asumir los dilemas y cmo

    interrogarse?

    Esta tarea requiere desprenderse de la

    forma habitual y particular d e mirar el pro-blema d e la eleccin d el mtodo. Requiere enprimer lugar reconocer cul es la posicin d eobservador, por la q ue inevitablemente siem-pre opta un investigador, y su trascendenciaen tod as las decisiones de d iseo, en las afir-maciones generadas acerca del conocimien-to en el campo, de las implicaciones prcti-cas de tales afirmaciones, y de las consecuen-cias ticas y polticas de las mismas.

    Teniendo clarid ad en su postura comoobservadores los investigad ores podr n to-mar decisiones de todo orden con conci-encia d e quindemanda, qudemanda, para

    Cuadro 1.El d iseo d esde t res perspectivas metod olgicas en investiga cin social (Elabora do a part ir de lapropuesta de Ibez, 1992)

    qudemanda, y optarn en consecuenciapor los mtodos y tcnicas que respondanal quy al cmode la investigacin. Desdeeste marco reflexivo, seran m s flexibles alescoger sus tcnicas, combinar y generarnuevos mtod os par a favorecer concepcio-nes menos dogmticas y rgidas en la pro-duccin d e conocimiento y la meto do loga,sin perder de vista que los mtodo s debenestar al servicio del conocimiento.

    La emergencia d e nuevas metodolog -as y de nuevas forma s de interroga cin fren-te a lo clnico ha ra posible el an lisis de lasinter relaciones entre los ind ividuos, el exa-

    men de las subjetivida des del observad or yel observado y sus imbricaciones, la inves-tigacin de los sentidos y los significados,

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    el estudio d e lo part icular y lo diferente, dela irregularida d y lo heterogneo; d imensi-ones que permiten tener en cuenta la d in-mica de los acontecimientos, la historia d elos individuos y de los grupos y la comple-jidad de los fenmenos, de los cambios y

    de la s perman encias, tod as ellas caracters-ticas del objeto d e estud io de la psicologaclnica: el sufrimiento humano y las posi-bilida des para comprend erlo y aliviarlo.

    Examinar lo particular y analizar losubjetivo y complejo del comportamientohumano, no significa que el conocimientoy el proceso cientfico deje de ser ra ciona l yordenado y excluya de su metodologa elrigor cientfico, q ue protege a l investigad ordel conocimiento ingenuo (Pourtois, y D es-

    met, 1992). La propuesta es evitar caer enlas tramp as del rigorismo tecnolgico y delreduccionismo drstico que quitan el sen-tido al fenmeno estudiado y niegan sunaturaleza compleja. Este punto se harevidente m s ad elante cuand o se aborde ladiscusin desde la produccin publicadapor la s revistas cient ficas.

    En la decisin sobre los mtodos y di-seo investiga tivo los psiclogos clnicos ten-dr an q ue considerar la reflexin acerca del

    inters, el reconocimiento de la posicin delobservador, y no perder de vista el sentido yrazn de ser de la psicologa clnica, q ue soneminentemente emancipatorios.

    Lo que dejan ver los reportes de in-vestiga cin, sobre las formas de interroga -cin que prevalecen en la investigacin enPsicologa Clnica.

    El examen de los artculos cientficosgenera dos por la investiga cin en Psicolo-

    ga C lnica -Journalsang loamericanos y la-tinoamericanos- infortunadamente permi-te comprobar que la mayora de ellos cor-respond e al n ivel de inters tecnolgico, d eraciona lidad instrumen tal, en el sentido d eque consider an al sujeto como o bjeto, a l serevacuado del estudio, a la manera propiade la p erspectiva distributiva, estudios queno logran responder a un inters prcticoni eman cipat orio del conocimiento: la pro-duccin investiga tiva pa rece pues, caracte-rizarse por la oferta de muchas respuestaspobres y pocas buenas respuestas. Los re-portes de estudios orientad os por pers-

    pectivas estructurales o dialcticas son laexcepcin. Ello tenga quizs que ver con lanaturaleza de sus preguntas.

    La literatura muestra una explosin dereportes de investigacin enfocad os en estu-dios sobre la eficiencia y la eficacia de las dife-rentes formas de psicoterapia. Prevalece elnfasis en la desaparicin de los sntomascomo nico indicador de efectividad, a tra-vs de diseos que privilegian una participa-cin reducida de los sujetos, vinculndolosescasamente en el completamiento de cues-tionarios, escalas, inventarios o pruebas es-tandarizadas. Segn Macran y otros (1999),esta tendencia parece apoyarse en la idea dela incompetencia de los sujetos para evaluarun proceso teraputico, derivada de un pa-

    rad igma q ue prevalece, denominado por Sha-piro (1989) la metfora de la d roga : lo queIbez (2002) describe como diseos distri-butivos en que el sujeto es evacuado.

    Muchos reportes de investigacin termi-nan por concluir en la necesidad de redisearlos mtodos y las tcnicas que permitan su-perar los problemas de validez interna y ex-terna de sus estudios: ello ha llevado a proli-ferar mod elos de a nlisis, desarrollar concep-tos y medidas y sofisticar procedimientos es-

    tad sticos (el meta-anlisis, la prueba de equi-valencia para valorar la significancia clnica,compa raciones norma tivas, ndices de confi-abilidad del cambio etc.). Aunq ue la literatu-ra d e investigacin en psicologa clnica abun-da en descripciones de procedimientos esta-dsticos, no logra identificar el poder de laintervencin. Los repor tes suelen concluircon una reflexin d e cmo la ciencia p roce-de usando los mtodos analticos disponi-bles, pero no ha logrado identificar los me-

    canismos de a ccin del cambio teraputico,frente a lo cual la pregunta sobre quinescambian , cmo y por qu cambian, sigue sinrespuesta. (Follette, W y Glenn, R., 2001, Beul-ter L. y Moleiro, C. 2001, Morgan , 1998). Almenos las discusiones de los reportes hacenevidente la toma de conciencia respecto alvaco metodolgico frente a las preguntas queimportan.

    Hay un gran cuerpo de literatura pro-ducida, pero as mismo, grandes limitacio-nes en trminos de su valor p rctico y teri-co. Los reportes de investigacin en psicote-rapia resultan de estudios rigurosos, tipo la-

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    boratorio, que trabajan con muestras estre-chamente definidas de pacientes con diag-nsticos homogneos o sujetos voluntariosque no representan a la poblacin usuaria d elos servicios de salud mental; los datos sonen su ma yora d escriptivos, los instrumentosignoran los problemas principales de los cli-entes individuales. Los estudios se realizanen ambientes de investigacin altamente es-tructurad os que tienen poca o ninguna rele-vancia en la prctica clnica diaria y sealanexcesiva confianza en los mtodos empricos.De otra pa rte las categoras del DSM-IV em-pleadas como criterios para la investigacinde los tratamientos, no caracterizan a los con-sultantes que se ven en la prctica clnica.(Gonzales y cols, 2002; Indick, 2002; Ken-

    da ll y H udson, 2001; Niederehe, 2000).Reiteradamente la literatura de investi-gacin seala lo complejo de implementar laevidencia cientfica en la pr ctica. Los mto-dos de investigacin escogidos desembocanen m anuales prescriptivos que no se a justana las necesidad es del campo, por la cantida dde protocolos, procedimientos y demandasdifciles de reproducir. (Reporte del NIMH,Bethesda, 1998, Kendall y H udson, 2001).

    La historia de la investigacin en los re-

    sultados de la psicoterapia ha contribuido aque los clnicos desconfen de tratamientosderivados empricamente. As pues, muchospsiclogos clnicos sienten antipat a hacia lainvestigacin de resultados, lo cual tiene suorigen en los mtodos prevalecientes de in-vestigacin en psicoterapia. (Gonzales y otros,2002). Mientras los sistemas de salud, los pro-blemas huma nos, los procesos de terapia sonde naturaleza fluida y cambiante, complejosy difciles de categorizar y medir objetivamen-

    te, los estud ios sobre estos procesos los defi-nen d e manera esttica, d esde una perspec-tiva a naltica y ajustad a a poblaciones restrin-gidas. Por otra parte, el impacto de las influ-encias contextuales de mltiples niveles so-bre los actores, se desconsidera.

    Es interesan te sealar cmo la preocu-pacin frente a este estad o de cosas, empie-za a extenderse entre los investigadores. Losexpertos de Beth esda (Street, L. Niederehe,G . y Lebowitz , 2000), reunid os en 1998 porconvocatoria d el NIMH (Nacional In stituteof Mental Health de Estados Unidos) estu-vieron de a cuerdo en la necesidad de reunir

    ms informacin a cerca d e la natura leza d elos contextos en q ue ocurren los tra tam ien-tos psicoteraputicos; en la necesidad de usardiseos que permitan la evaluacin integra-da tanto del proceso d el tratamiento ind ivi-dua l como de los resultados de los sistemasde servicio; la exigencia d e explorar diseoshbridos que tenga n en cuenta las preferen-cias de los consultantes; q ue combinen tc-nicas diferentes a las experimentales; q ue in-terroguen las apreciaciones de los consul-tan tes sobre los tra tam ientos que reciben,los procesos de insercin, permanencia yaba nd ono d e los tra tam ientos, sus actitudes,conocimientos y creencias en relacin conla decisin de iniciar, continuar o terminarla terapia, los resultados y satisfaccin con

    el proceso, q ue son los focos de la investiga-cin pertinente.Parece ha ber acuerdo entre estos inves-

    tigadores en q ue se requiere una investiga ci-n q ue d part icipacin a los sujetos y tengams en cuenta la subjetividad y mltiplesperspectivas; q ue supere los mod elos tradi-cionales basad os en la autoridad del terapeu-ta (Macran y otros, 1999); que se d en elseno d e una colaboracin creciente entre lasdiferentes disciplinas; q ue permita el desar-

    rollo de nuevos mtodos de investigacin.Se ha ce necesaria la voluntad de los investi-ga dores para hacerse nuevas y m s origina -les preguntas, teniendo presente la necesi-da d de ad optar perspectivas metodolgicasm s contextua les y hacer una investiga cinma s sensitiva hacia la ecologa d el cuidado yhacia asuntos culturales (Street, L.; Niede-rehe, G. y Lebowitz, 2000).

    Cmo nos estamos interrogando?

    Lo primero a destacar es que, desafor-tunadamente, aunque en Amrica Latinaexistan grupos de investiga cin (vinculadosprincipalmente a universidades) que estnhaciendo la transicin hacia perspectivas msestructurales y dialcticas de investigacinen Psicologa Clnica, sus productos investi-ga tivos figuran escasamente en los AbstractsyJour nals destacados internacionalmente.En el mbito de la terapia fam iliar part icu-

    larmen te, estos grupos de investigacin hanempezado a estudiar eventos y dinmicas delproceso teraputico a tra vs de mtod os in-

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    novadores, como la investigacin interven-cin, sustenta dos en la ciberntica d e segun-do orden y el construccionismo social.

    Sin embargo parece prevalecer la in-vestigacin en Psicologa Clnica con pers-pectiva d istributiva e intereses tecnolgicos,

    lo que ha consumido tiempo, esfuerzo,equipos human os y dinero, inda gan do, es-cribiendo y re-escribiendo asuntos pocopertinentes, con escaso significado ni im-pacto alguno en la comprensin de la na -turaleza de procesos de cambio; solo demanera infrecuente los artculos cientficoshablan directamente a las realidades de laprctica (Gonzles, J . , Ringeisen, H yCh ambers, D. 2002, pg. 208).

    La preocupacin por la objetividad y

    la m edicin, evidente en las publicacionescientficas, ha hecho que los mtodos ex-cluyan radicalmente las dimensiones noobjetivas de los fenmenos propios del cam-po de investigacin, que paradjicamenteson parte esencial del mismo. Desde unaperspectiva ecolgica, este proceder propiode la investigacin norteamericana, enfo-cada en la evaluacin de la efectividad te-raputica (los resultados), se enmarca enpolticas na ciona les de salud y prod uccincientfica que exigen evidencias de la efec-tividad de los tratamientos, como pa rte delproceso de toma de decisiones en torno afinanciacin y ap oyo a p royectos.

    Pero esto podra tambin demostrarque la discusin sobre el deba te metod ol-gico est an por llevarse a las esferas delas revistas que validan socio-cientfica yculturalmente la investigacin e interven-cin psicolgica. Es interesante observar

    como se plantea la necesidad de estas dis-cusiones, pero efectivam ente n o se realizan.Tal vez los cuerpos editor iales de las revis-tas deba n replantear el tipo d e artculos re-cibidos para publicacin. La tradicin ci-entfico-experimental - de nivel distributi-vo - es todava un fuerte parmetro por elcual se evalan y publican los artculos ci-entficos que producen conocimiento. Sinembargo, estamos lejos de cualificar mu-chas de las publicaciones que realizan las

    revistas ms reconocida s mund ialmente.Esta discusin sobre la cantidad de a rt-

    culos publicad os vs. la calidad de los mismos,

    est vigente principalmente cuando muchosprogramas de doctorado son evaluados porel nmero de produccin realizada por cad atraba jador, sin tener claramente criterios paraevaluar la calidad de los mismos.

    Es interesante hacer un sealamiento

    sobre la brecha existente entre la prctica cl-nica y la investigacin en el rea. La metfo-ra de la droga persiste en la investigacin,mientra s que en la p rctica los clnicos reco-nocen a la terapia no como un medicamen-to sino como un encuentro interpersonalorientado a la construccin de las condicio-nes del cambio. El sujeto y el sustrato de lapsicoterapia son ideas, pensamientos, sen-timientos, na rra tivas y, a diferencia de las ci-encias fsicas o de la n atura leza, en el mun-

    do social el significado de la realidad es cons-truido por los participantes.

    Los mto dos d e investiga cin privile-giad os, parecen d esart icularse de la p rcti-ca clnica y los entes que la regulan. Estosson escenarios de los que se espera inter-preten y apliquen los resultados. Ni la in-vestiga cin par te d e lo pertinente y signifi-cativo para los participa ntes en el procesodel cam bio, ni estos usan los productos dela investigacin por no aportar a la com-prensin y tran sforma cin d e su q uehacer.No es posible la interpretacin de las evi-dencias por fuera d e la realidad de la pr c-tica y de la complejidad de lo clnico; ellosepar a el objeto d e interpretacin d el con-texto q ue le confiere sentido. Por lo an teri-or podra afirmarse que es necesario quelas decisiones de diseo tra sciend an el cmoy consideren elpor qu, elpar a quin y eldesde dnde. Por lo anterior debe conside-

    rar se la a lternat iva de investiga ciones con-textuales si se quiere responder a la pregun-ta sobre la necesida d, na turaleza, d irecciny condiciones del cambio.

    Cmo entonces interrogarse acerc a de los

    mtodos?

    El devenir de la investigacin parecehaber conferido al mtodo una suerte de vidapropia e ind epend iente del observad or. Perolos mtodos no son realidades por fuera de

    este; son construcciones sociales, produc-tos culturales, formas y procedimientos di-seados por el ser humano para lograr un

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    propsito; entraa n la d elimitacin q ue haceel investigador (su puntuacin, como diraBateson) de lo que debe estudia rse, por q u,para q u, cmo, con qu, con quienes y conqu proyeccin-, todo lo cual evidencia lasubjetividad inherente a l mtod o- .

    Los mtod os de investigacin son con-secuencia de la forma de ver y entender lanatura leza d e la realida d, el conocimiento yel cambio. Las orientaciones en psicologaclnica conceptualizan, desde la perspectivadel observador, el objeto del trabajo clnicocomo un cambio de primer o de segundoorden, y ello tiene implicaciones en sus m-todos de investigacin frente a los objetivosque estos persiguen. Los mtodos privilegi-ados por cada perspectiva son coherentes

    con su concepcin de la realidad , el conoci-miento y los procesos de cambio.

    El anterior estado de cosas deja clarala necesidad de nuevas miradas que rom-pan el patrn de m s de lo mismo en q ueparece estar atrapada la investigacin em-prica en Psicologa Clnica. Al no poderresponder las preguntas fundamentales,vuelven sobre las tcnicas, procedimientosy an lisis estad sticos que se ha cen cad a vezms sofisticados, dejando en segundo pla-no la mirada sobre el problema, sobre losindividuos y las organizaciones humanasque part icipan en l, espa cio en el cual des-cansa la posibilida d d e lograr comp rensio-nes. El mtodo no confa en los sujetos ypor eso no los inter roga . Es como si el m-todo se hubiese hecho sujeto (el observa-dor en la relacin sujeto-objeto), y el sujetoobjeto. Sin embargo d etrs de los mtod osy diseos hay otros sujetos tomando deci-

    siones: los investigadores. Pero si el sujetono es confiable en la investigacin, cmoun sujeto-investigador podra tomar deci-siones de cara a una buena investiga cin?

    Esta para doja, que man tiene atra pad ala investigacin en una perspectiva distri-butiva, a l no ser reconocida ni incorpora daen el campo visual de los investigadores,est lejos de resolverse en mto do s que, envez de negarla , la reconozcan e incorporencomo inevitable.

    La trampa d e la objetividad ha a tra-pad o a la m ayor parte d e la investigacin enpsicologa clnica, especialmente inglesa y

    norteamericana. Los estudios controlados,aleatorizados y ms cuidadosamente ejecu-tados, estn gobernados por decisiones hu-manas: las decisiones de diseo de los in-vestiga do res. La escogencia de variables,criterios de exclusin, p rctica estand ariza-

    da , grupos control y perodos observaciona -les son resultado d e una decisin d e diseoque d elimita los datos posibles, q ue a su vezafectar n los resultados del estudio, eso quellamamos las evidencias. As, las evidenciasson tambin producto de la subjetividadinherente a las decisiones de diseo, peromientra s esta situacin no sea objeto d e re-flexin ni se cuestione la premisa funda men-tal de los mtodos empricos, seguir sien-do un p unto ciego que perpetuar el impas-

    semetodolgico para una gra n parte d e losinvestigadores en el campo.

    Resolver este impasse metodolgico, ami juicio, solo es posible con un cambioparadigmtico, con la adopcin de unaperspectiva de segundo orden que haga latra nsicin d e los sistemas observados, a lossistema s observantes, do nd e el investiga dorse incorpora en lo observado. Este fue elsalto para digm tico del grupo de Miln q ueimpuls el desarrollo de la investigacin-intervencin, metodologa que les permi-ti considerar no solo contextos psicote-raputicos sino contextos de asistencia so-cial, rehabilitacin, y organizaciones insti-tucionales (Polo, M, 1997).

    A manera de conclusin

    El debate sobre los mtodos de inves-

    tigacin en Psicologa Clnica toca dimen-siones de orden disciplinar, epistemolgi-co, tico y profesiona l pues el asunto d e losmtod os no se desliga d el cmulo de d eci-siones humana s frente a la genera cin y usodel conocimiento.

    El diseo es mucho ms que una decisi-n tecnolgica: implica no slo la decisin decmose hace, sino de por quse hace (meto-dolgica), para quse hace (epistemolgica)y, q uizs lo ms importan te, para quinse hace(tica). Desafortunad amente los textos desti-nad os a la formacin en investigacin gene-ralmente slo abordan los aspectos tecnol-

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    gicos del diseo, perpetuando en las genera-ciones de jvenes investigad ores, concepcionesreduccionistas acerca del conocimiento y su pro-ceso d e construccin.

    El investigad or en terapia d ebe emergerdel mismo sistema consultante y reconocer laalianza terap utica tambin como una a lianzainvestigadora. En ella el clnico-investigadorasumira un a p ostura reflexiva a l considera r-se a s mismo d entro d el proceso; tom ara encuenta los efectos imprevistos pues no est enposicin de ejercer el control; pondr a en dis-cusin sus propias prem isas, creencias y accio-nes, como elementos que participan d e aq ue-llo q ue observa, y reconocera ta mbin la d i-mensin de su propio cambio como par te delos cambios que produce el proceso (no solo

    en el consultante). As pues, el compromisodebe tra scender en mucho la mera aplicacinlineal de las instrucciones y lineamientos pro-puestos en los manuales de terap ia prod uctode la investigacin de laborator io.

    Desde el nivel epistemolgico el investi-gador puede reconocer adems que la pr cticay la investigacin clnica son parte de una eco-loga huma na en la que participan los usuariosde los servicios, los terapeutas, consultores yequipos de terap ia, los sistemas de referencia,

    las organizaciones e instituciones prestadorasde servicios de salud, y las entidades guberna-mentales encargadas de d isear las polticas desalud menta l, con d iversos intereses, demandasy perspectivas de observacin. La investigaci-n, por supuesto, tiene q ue reconocer estos di-ferentes niveles y su interdependencia para plan-tear diseos coherentes con su complejidad.

    Por otra parte, el Psiclogo Clnico nopuede ser ajeno a la transformacin que en laactualidad viven las ciencias humanas y la psi-

    cologa en particular, las cuales viraron hacia lalingstica y la interpretacin, como respuestacrtica a l dualismo y empirismo dominantes. Elviraje lingstico se refiere a que observamoshaciendo distinciones en el lengua je. Lo cualquiere decir que adems de observarnos, nosprod ucimos en la observacin, en el lengua jeque coordinamos (para seguir el lenguaje deMaturana, 1996) en el consenso de lo que sig-nificamos y ms profunda mente en el sentidodel significad o. As pues, nuestras observacio-

    nes tienen que apuntar a los significados queconstruimos en las interacciones, y q ue se cons-truyen a varios niveles en torno a la terapia y la

    salud mental. Los mtodos ms recientes deinvestigacin en psicologa clnica se relacionancon estos virajes parad igmticos que en la ac-tualidad apuntan a explicar la representacin yparticipacin en el mundo en virtud del len-guaje, ms que d e realidad es empricas.

    El vira je lingstico se origina en la p re-misa de que el lenguaje no constituye un es-pejo distorsionado d e la natura leza, sino q ueno es posible concebir problema a lguno porfuera d el lengua je. As podemos entend er quees a tra vs del consenso lingstico que los di-versos grupos cientfico profesionales crean nosolamente los problemas de investiga cin-in-tervencin-psicoterapia, sino las formas deinvestigar sobre ellos. Los lmites, entonces,entre la investiga cin y la intervencin, se ha -

    cen cada vez ms sutiles perm itiendo d esde laparticularidad de una persona comprender lasrelaciones que se dan en una cultura y unamicrocultura especficas, ya que en el lengua-je de cada participante de una conversacinest reflejad a la cultura d e un grupo social.

    Igualmente el psiclogo clnico-investiga-dor tiene la responsabilidad de reconocer ladimensin poltica implcita en el paradigmaque lo sustenta y hacer explcita la forma enque desde l legitima el empoderamiento o

    desempoderamiento de sus consultantes (y des mismo!) y reconocer que como investigadorse empod era pa ra d ecidir los lmites de la rea-lidad a d esentraar y los medios para hacerlo.

    Cua ndo da mos voz a nuestros consultan-tes, cuand o los escuchamos activamente pode-mos comprender con ellos formas ms eficacesy eficientes de generar conocimiento. Cuand otenemos frente a nosotros personas expertasen vivir cierto tipo de relaciones, de crear cier-to tipo de realidades, que a la luz de los para-

    digmas tradicionales son denominados comoalejados de la norma , e inmediatamente clasifi-cados, nosologizados, explicados en libros guadel profesional, encontramos en nuestros in-terlocutores una ruta de tratamiento a seguir.Podemos observar esto en el trozo de una car tade una madre al equipo teraputico de sus hi-jas anorxicas los mtodos utilizados parahacer que nuestras hijas comieran m ejor, ha nsido por lo general equivocados Y muchasveces han empeorado las cosas Creo que una

    actitud ms flexible habra sido ms til en eltrabajo con nuestra familia A menudo he-mos sentido que los mdicos slo oan lo que

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    queran or y descartaba n el resto sin comenta-rios (Anderson, 1999). La posibilidad deda rnos cuenta d e un evento como este, reflejala necesidad del cambio tico-epistemolgico,terico y de intervencin, en una palabra elcambio parad igmtico.

    El Psiclogo clnico-investigador debedesarrollar su capa cida d de a uto-referencia,que lo habilita para reconocer su responsabi-lida d en lo q ue ve, preg unta, describe, escu-cha, reg istra, evala p ertinente, sano o d es-viad o, y en los mtod os que utiliza par a h a-cerlo, pues todo ello es resultado de su ma-nera de trazar distinciones (Bateson, 1972).Asumir la responsabilida d por lo que ve y darcuenta d e los lmites de su mira da , slo pue-de lograrlo abandonando su perspectiva de

    primer orden para adop tar una de segundoorden, es decir, incluirse a s mismo en la ob-servacin, de man era q ue pueda ap reciar lasrelaciones que construye con lo que observa.

    El Psiclogo clnico-investigador ampli-ar a sus posibilida des de visin, comp rensiny accin, si tal como lo recomienda H umber-to Maturan a (1996) ad optar a una postura d eobjeti vidad entre parntesis, en virtud d e que lasrespuestas que brind a a la pregun ta sobre larealidad , resultan d e sus propias operaciones

    de distincin.U n cambio para digm tico puede alentara los investigadores en la exploracin de al-ternativas metodolgicas y a sumergirse enellas con un sentimiento de confianza renova-da. No una confianza estadsticamente cons-truida , sino epistemolg ica y conceptualmen-te funda menta da . Las tcnicas cualitativas deinvestigacin, fundamentadas en otras premi-sas (constructivistas y hermen uticas) sobre larealidad y el conocimiento, coherentes con

    perspectivas estructurales y d ialcticas (Ibez,1992), son valiosas y poten tes alternativas fren-te a la necesidad de comprensin q ue deman-da la complejidad del campo. Estas alterna ti-vas empiezan a ser desarrolladas por ms gru-pos de investigacin en Amrica Latina teni-endo en cuenta q ue las tcnicas derivad as delos enfoq ues emprico-analticos no ha n podi-do da r respuestas satisfactorias a la comuni-dad profesional y cientfica. As pues, una mudaen el pensamiento cientfico de quienes desar-

    rollan la investigacin en el camp o, perm iti-ra reconceptualizar los criterios de validez yconfiabilida d estad stica, en criterios de credi-

    bilidad, y transferibilidad que permitan pro-gresar en los procesos de conocimiento, connuevos criterios de rigor.

    La investigacin de segundo ord en per-mite responder a necesidad es de investigaci-n expuestas una y otra vez por investiga do-res, posibilita incorporar en el diseo a los di-ferentes niveles y actores del sistema de salud:consultan tes, terapeutas, equipos de profesio-na les, familias, entidades y orga nizaciones re-misoras (colegios, juzgad os), instituciones pres-tad ora s de servicios en salud mental, instanci-as guberna menta les, con pa rticipacin multi-disciplinaria.

    Si los investigad ores reflexionan acerca desu comprensin de los elementos del procesode cambio con una perspectiva ecolgica, pue-

    den a portar conocimiento al campo de la psi-cologa clnica, con sentido de pertinencia parasus poblaciones y culturas de referencia.

    Es necesario desarrollar en la investiga-cin, por una parte, una visin organsmica,holstica, ecolgica, contextua l y compleja delos problemas que abord a -investiga y resuel-ve- la psicologa clnica; y, por otra parte, unaforma de interrog arse frente a ellos desde lostres niveles, epistemolg ico, en pr imer luga r,metodolgico y tecnolgico, de cara a tomar

    decisiones sobre mtodos que estn a l servi-cio del conocimiento y la solucin de losproblemas humanos propios del rea. Paraello, los clnicos deben ser el punto de ori-gen y retorno del conocimiento, en un pro-ceso recursivo constante, en el espacio delsistema construido alrededor del problemahuman o que lo origina.

    La invitacin es da r vida a una pr cti-ca clnica-investiga tiva nutrid a de concep-

    tos con clarid ad epistemolgica, flexibilidadmetodolgica, amplitud conceptual, crea-tividad e innovacin, humildad, responsa-bilidad , autoreferencia y traba jo en red: con-sidero que estos son conceptos claves paradescifrar el desafo metod olgico que plan-tea la investigacin en Psicologa C lnica.

    Referencias

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    terapia. B uenos Aires: Amorror tu.1999

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    Recebido em 11/2004Aceito em 11/2004