Desarrollar la practica reflexiva

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DESARROLLAR LA PRACTICA REFLEXIVA La calidad de la formación inicial de los maestros, señala Perrenoud, se perfila primero en su concepción. Una formación orientada hacia la profesionalización y la práctica reflexiva debería constituirse en el eje para formar maestros capaces de reflexionar y transformar su propia práctica educativa. En otras palabras, maestros que aprenden con la experiencia, que reflexionen sobre lo que quieren hacer, sobre lo que realmente han hecho y sobre las consecuencias de sus hechuras. Para lograr este propósito, no hace falta agregar más asignaturas o contenidos a los programas de estudios; se requiere espacios y tiempos para la reflexión, pues sólo es posible formar maestros reflexivos a través de una práctica reflexiva. El desarrollo de una estructura de racionalidad que sirva de plataforma para la formación de un practicante reflexivo, tanto en la formación inicial como en la formación continua, es el propósito de este libro escrito por Perrenoud en idioma francés y posteriormente traducido al castellano. En este último idioma, el libro ha sido editado en tres oportunidades. La última ha sido publicado por Colofón en abril del 2007, en México Distrito Federal. Perrenoud es doctor en sociología y antropología. Trabaja como profesor en la Universidad de Ginebra. Ha desarrollado investigaciones sobre las desigualdades y el fracaso escolar. Se ha interesado también por el estudio sistemático sobre la diferenciación de la enseñanza, el currículo, las prácticas pedagógicas, el trabajo escolar, la formación de los enseñantes y la innovación educativa. Se trata de un eximio especialista en educación, profusamente leído. Ha producido numerosos libros. Además de la obra objeto de esta reseña, han sido traducidos al castellano los libros: “La construcción del éxito y el fracaso escolar” (editorial Morata) y “Diez nuevas competencias para enseñar” (editorial Grâo). El libro consta de una amplia introducción y diez capítulos, en los que el autor explicita la racionalidad de sus argumentos sobre el significado de practicante reflexivo, su importancia, los obstáculos y las consecuencias que este significado puede tener en la formación de los enseñantes. Concluye advirtiendo sobre el estancamiento de la profesionalización de los maestros debido, principalmente, a dos causas: la primera, alude a la falta, en el bagaje cultural de los maestros, de conocimientos en ciencias y en ciencias humanas. La segunda se refiere a la ausencia de una postura y práctica reflexivas en el núcleo de la identidad de los profesores y de su formación. En el capítulo primero, a partir de los trabajos de Schön, Perrenoud desarrolla algunos conceptos básicos relacionados con la postura reflexiva. Explica las diferencias y el modo de funcionamiento de la reflexión en plena acción y la reflexión sobre la acción. La primera supone la puesta en escena de una competencia de alto nivel; la segunda alude a un recurso del que se vale el maestro para autoformarse y desarrollar sus competencias y conocimientos profesionales. En el capítulo segundo, el autor argumenta a favor de la práctica reflexiva como método y como objeto de formación inicial de los maestros.

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DESARROLLAR LA PRACTICA REFLEXIVA

La calidad de la formación inicial de los maestros, señala Perrenoud, se perfila primero en su concepción. Una formación orientada hacia la profesionalización y la práctica reflexiva debería constituirse en el eje para formar maestros capaces de reflexionar y transformar su propia práctica educativa. En otras palabras, maestros que aprenden con la experiencia, que reflexionen sobre lo que quieren hacer, sobre lo que realmente han hecho y sobre las consecuencias de sus hechuras. Para lograr este propósito, no hace falta agregar más asignaturas o contenidos a los programas de estudios; se requiere espacios y tiempos para la reflexión, pues sólo es posible formar maestros reflexivos a través de una práctica reflexiva.

El desarrollo de una estructura de racionalidad que sirva de plataforma para la formación de un practicante reflexivo, tanto en la formación inicial como en la formación continua, es el propósito de este libro escrito por Perrenoud en idioma francés y posteriormente traducido al castellano. En este último idioma, el libro ha sido editado en tres oportunidades. La última ha sido publicado por Colofón en abril del 2007, en México Distrito Federal.

Perrenoud es doctor en sociología y antropología. Trabaja como profesor en la Universidad de Ginebra. Ha desarrollado investigaciones sobre las desigualdades y el fracaso escolar. Se ha interesado también por el estudio sistemático sobre la diferenciación de la enseñanza, el currículo, las prácticas pedagógicas, el trabajo escolar, la formación de los enseñantes y la innovación educativa. Se trata de un eximio especialista en educación, profusamente leído. Ha producido numerosos libros. Además de la obra objeto de esta reseña, han sido traducidos al castellano los libros: “La construcción del éxito y el fracaso escolar” (editorial Morata) y “Diez nuevas competencias para enseñar” (editorial Grâo).

El libro consta de una amplia introducción y diez capítulos, en los que el autor explicita la racionalidad de sus argumentos sobre el significado de practicante reflexivo, su importancia, los obstáculos y las consecuencias que este significado puede tener en la formación de los enseñantes. Concluye advirtiendo sobre el estancamiento de la profesionalización de los maestros debido, principalmente, a dos causas: la primera, alude a la falta, en el bagaje cultural de los maestros, de conocimientos en ciencias y en ciencias humanas. La segunda se refiere a la ausencia de una postura y práctica reflexivas en el núcleo de la identidad de los profesores y de su formación.

En el capítulo primero, a partir de los trabajos de Schön, Perrenoud desarrolla algunos conceptos básicos relacionados con la postura reflexiva. Explica las diferencias y el modo de funcionamiento de la reflexión en plena acción y la reflexión sobre la acción. La primera supone la puesta en escena de una competencia de alto nivel; la segunda alude a un recurso del que se vale el maestro para autoformarse y desarrollar sus competencias y conocimientos profesionales. En el capítulo segundo, el autor argumenta a favor de la práctica reflexiva como método y como objeto de formación inicial de los maestros.

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En el capítulo tercero se discute la dicotomía teoría-práctica que promueve una separación del trabajo, según la cual, unos profesores deberían trasmitir saberes académicos y otros deberían dedicarse a trasmitir los saberes prácticos. El autor postula la articulación de estos saberes y su integración en competencias posibles de movilizar con buen criterio en la acción, gracias a un habitus profesional. En el cuarto capítulo analiza la idea de investigación en educación como estrategia de formación en la práctica reflexiva. El autor reflexiona sobre el papel de las ciencias de la educación y sugiere la necesidad de abandonar cuatro ilusiones (ilusión cientificista, disciplinar, objetivista, y metodológica) para construir una formación universitaria y profesional coherente con el paradigma reflexivo.

En el capítulo quinto, el autor sugiere un camino posible de transitar en la formación para una práctica reflexiva. Un procedimiento clínico global que afecte a todo el programa de formación contribuirá al desarrollo de una actitud y de una identidad reflexivos. En este procedimiento, la práctica es a la vez un trabajo de construcción de conceptos y saberes teóricos nuevos a partir de situaciones específicas y un trabajo de integración y de movilización de los recursos adquiridos. En el capítulo sexto el autor defiende la idea de analizar colectivamente la práctica educativa como iniciación a la práctica reflexiva. El análisis de la práctica como método de formación, parte de la práctica, propone un retorno reflexivo, un esfuerzo de descentralización y de explicitación.

El capítulo séptimo enfatiza la necesidad de trabajar explícita y directamente sobre el habitus profesional y principalmente sobre sus manifestaciones menos conscientes. En pocas palabras, trabajar sobre la propia práctica supone reflexionar sobre lo que sustenta esta práctica. En el capitulo octavo el autor propone un inventario de diez desafíos para los formadores de maestros. Si bien este inventario no es exhaustivo, da cuenta de una imagen del oficio del formador de maestros que puede contribuir a su propia profesionalización, como a facilitar la profesionalización del oficio de profesor y el desarrollo de una postura reflexiva.

El noveno capítulo presenta una mirada global de la problemática discutida en los capítulos precedentes. Relaciona la postura reflexiva con la posición de los profesores en la sociedad. El autor se pregunta si las transformaciones de la sociedad provocan automáticamente la evolución de la escuela y de la formación de su profesionales. En el capítulo décimo, a modo de conclusión, Perrenoud intenta conectar el paradigma reflexivo, la razón pedagógica y el análisis del trabajo. Enfatiza la relación entre la práctica reflexiva y la profesionalización.

Sin duda, este libro entraña una contribución excepcional a la formación inicial y continua de los maestros. Debe ser lectura obligatoria de todo formador de maestros y de aquellos que toman las decisiones relacionadas con la formación inicial y continua de los maestros en nuestro país. Lamentablemente, en este último aspecto, la estrechez de las políticas educativas marginan de estos programas de capacitación (enfatizan el desarrollo de saberes disciplinares que no se relacionan precisamente con el desarrollo de competencias para el mejor desempeño profesional) a los maestros que se resisten a someterse a un nuevo

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régimen laboral expresada en la ley 29062, que modifica la ley del profesorado en lo referido a la carrera pública magisterial. En el ámbito de la formación inicial, el panorama es igualmente desalentador, esta tendencia podría revertirse si la formación de los futuros maestros, como se esbozó en el párrafo inicial, enfatiza la profesionalización y la práctica reflexiva como sus ejes nodales. Es fundamental, como señala Perrenoud, que la frágil voluntad de introducir cambios no se restrinja a discursos de buena fe, que casi siempre quedan anclados en el inmovilismo.