Descripción en Periodismo

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Taller de Producción Gráfica I –Apunte de cátedra La descripción Juan Mascioli El periodismo gráfico ha sufrido distintas modificaciones con el correr de los tiempos. Cambios en los formatos redaccionales, en las funciones de los textos, en el diseño han surgido como forma de replanteos que apuntan a la subsistencia de un tipo de periodismo en plena competencia con otros medios (la radio, la televisión, internet). La inclusión de formatos más interpretativos o explicativos que superen la forma “inmediata” de informar de otros medios y el rediseño de tapas y páginas interiores con mayor preponderancia de elementos gráficos (gráficos y fotos más grandes, por citar algunos recursos), son algunos ejemplos de los cambios que han mantenido el periodismo gráfico con el correr del tiempo. Obviamente que estas modificaciones que se mencionan no son las únicas como tampoco lo son los motivos que las han provocado. En este marco, la inclusión de elementos descriptivos dentro de los formatos informativos aparece como un intento de superación de un periodismo rígido, en donde la objetividad, la impersonalización y “la-mirada-desde- afuera”, eran las principales características. Hoy la utilización de la descripción en los textos informativos apunta, en cierto sentido, a superar las carencias del periodismo gráfico con respecto a otros medios, como por ejemplo la televisión. Es que precisamente, y más allá de la utilización de fotografías, la descripción también es la encargada de mostrar las imágenes en la prensa escrita. “Describir es conseguir que se vea algo –un objeto material o un proceso espiritual-: ES PINTAR”, dice Gonzalo Martín Vivaldi en su “Curso de Redacción, teoría y práctica de la composición y el estilo”.

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Taller de Producción Gráfica I –Apunte de cátedraLa descripción

Juan Mascioli

El periodismo gráfico ha sufrido distintas modificaciones con el correr de los tiempos. Cambios en los formatos redaccionales, en las funciones de los textos, en el diseño han surgido como forma de replanteos que apuntan a la subsistencia de un tipo de periodismo en plena competencia con otros medios (la radio, la televisión, internet).

La inclusión de formatos más interpretativos o explicativos que superen la forma “inmediata” de informar de otros medios y el rediseño de tapas y páginas interiores con mayor preponderancia de elementos gráficos (gráficos y fotos más grandes, por citar algunos recursos), son algunos ejemplos de los cambios que han mantenido el periodismo gráfico con el correr del tiempo. Obviamente que estas modificaciones que se mencionan no son las únicas como tampoco lo son los motivos que las han provocado.

En este marco, la inclusión de elementos descriptivos dentro de los formatos informativos aparece como un intento de superación de un periodismo rígido, en donde la objetividad, la impersonalización y “la-mirada-desde-afuera”, eran las principales características.

Hoy la utilización de la descripción en los textos informativos apunta, en cierto sentido, a superar las carencias del periodismo gráfico con respecto a otros medios, como por ejemplo la televisión. Es que precisamente, y más allá de la utilización de fotografías, la descripción también es la encargada de mostrar las imágenes en la prensa escrita.

“Describir es conseguir que se vea algo –un objeto material o un proceso espiritual-: ES PINTAR”, dice Gonzalo Martín Vivaldi en su “Curso de Redacción, teoría y práctica de la composición y el estilo”.

La presentación en palabras de imágenes es una de las funciones de la descripción. La contextualización de notas informativas (color), su fusión con elementos narrativos para dinamizar y hacer avanzar el relato, son otras de las funciones que persigue la inclusión de descripciones en textos periodísticos.

Según Manuel Jesús Orbegoso en “Periodismo, texto de Teoría y Práctica”, “hay que entender que la descripción debe crear la ilusión en el lector de ‘ver’, de estar viendo lo que se representa con meras palabras”.

María Luisa Gallegos Pérez en su texto “Las formas del discurso y los géneros periodísticos”, explica que “DESCRIPCIÓN es la forma del discurso que señala las características de un objeto. Una verdadera descripción permite imaginar lo referido, con palabras que presentan a detalle objetos o acontecimientos (personas, animales, cosas o situaciones) y que explica sus diversas partes, cualidades y circunstancias”.

Existen dos tipos de descripción según la función que se persiga: informativa (algunos autores la denominan objetiva) y literaria (o subjetiva). Una descripción

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periodística, tenderá a ser más informativa sin por eso dejar de buscar armonizar los elementos descriptivos con elementos estéticos. Esto no significa emitir opinión sobre el tema descripto.

Ejemplo de descripción informativa

Ejemplo de descripción literaria

Ejemplo de descripción periodística de ambiente (acompañada por narración)

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes, gualdas... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

-Tien'asero...

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Platero y yo (Juan Ramón Jiménez)

El milagro de la nieve en la ciudad volvió bellas a las montañas de escombros que se amontonan bajo la autopista en Constitución. A un alma emocionada le traía recuerdos de la cordillera de Los Andes. Hizo sonar los celulares y llenar con aullidos y saludos de alegría casillas de mensajes hasta saturarlas. Disparó mensajes sugestivos —"si te cae un copo de nieve en los labios, me lo como", dijo una mujer que observaba a su chico a través del display de una cámara, y se lo comió—. Y a las 8 de la noche, cuando empezó a nevar de verdad, impulsó a los automovilistas que circulaban por la avenida Corrientes a tocar las bocinas y a dar vueltas

Si pasamos del átomo más ligero al más pesado, tenemos que imaginar un núcleo denso y compacto, que pesa 238 veces más que el núcleo de hidrógeno. Alrededor de este diminuto núcleo central se encuentran 98 electrones, dispuestos en capas bien ordenadas. Pero un 99.95% de la masa del átomo se aloja en el pequeño núcleo.

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Gonzalo Martin Vivaldi (op.cit) explica que “para conseguir que alguien vea lo que estamos describiendo, es preciso que, con anterioridad, nosotros lo hayamos visto bien. Dicho de otro modo: la observación es la condición previa de la descripción” y agrega “observar es algo más que mirar. Observar es mirar fijándose en lo que se ve; es concentrar la atención”. La observación, por supuesto, conlleva todo lo que una persona puede captar: colores, formas, tamaños, grosores, texturas, temperaturas, contexturas, pesos, olores, sabores, etc.

La descripción puede clasificarse en TOPOGRAFIA (Descripción de un lugar; indica el orden espacial de los elementos; la extensión, localización y aspecto general); PROSOPOGRAFIA (es la descripción física de una persona: su cara, su cuerpo, su vestimenta); OBJETO (cuenta el material, la forma, el color, el tamaño, la función que cumple, la manera en la que se usa un objeto); ETOPEYA (descripción del carácter de una persona: sus aptitudes y actitudes

En este aspecto, Vivaldi aconseja sobre las distintas maneras de describir algo y los aspectos a tener en cuenta para una observación:

“I. Descripción de un objeto.- Para describir bien un objeto cualquiera no basta con la observación, digamos, sensible. Lo importante es averiguar la finalidad de dicho objeto. Conviene, pues, responder a las siguientes preguntas: ¿Para qué sirve?¿Es bueno o malo?. Descríbanse, por consiguiente, las partes esenciales del objeto con criterio finalista.

II. Descripción de un animal.- También aquí conviene tener en cuenta el criterio finalista; pero sin perder de vista el aspecto dinámico: diversas partes del cuerpo, modo de vivir, etc. según nuestro especial ‘punto de vista’, destacaremos este movimiento o aquel modo de vivir del animal.

III. Descripción de una persona. (...) No basta el retrato puramente físico. Los rasgos de una persona, sus vestidos y su modo de moverse, deben ser significativos, es decir, expresión del carácter o temperamento de dicha persona”.

A partir de la observación, es necesario ordenar los elementos. Analizar y valorar cómo y qué es lo que se quiere describir de lo observado. Es decir que se traza

alrededor del Obelisco. Festejando la nieve, la emoción pura.Hay que decir la verdad: hasta que los cristales no comenzaron a cubrir los techos de los autos, a alfombrar los canteros, había amargos que, con tecnicismo inútil, ponían pelos en el huevo, o agua en los copos. No es nieve, es aguanieve, decían. Por eso la hora que el Polo Sur se derramó en pedacitos blancos sobre la ciudad tuvo su celebración gloriosa, con sonrisas y lágrimas, y hasta alguna bandera argentina agitada por quienes recordaban que era el Día de la Independencia.

Clarín – 10 de julio de 2007 – La ciudad estalló feliz con el increíble show de la nieve

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un plan de redacción, donde se ordenan los elementos principales y los secundarios. Se busca una idea central a partir de la cual la descripción comienza.

Una vez elaborado mentalmente este plan se comienza a armar la descripción buscando una forma de expresar lo visto que dé al que lo lea una idea o imagen representativa de lo descrito. Esto conlleva a la selección de expresiones lingüísticas que, con la mayor precisión y belleza, transmita lo observado.

Según Orbegoso, “el periodista debe acometer su trabajo escribiendo creativamente, no amontonando con frialdad su serie de datos objetivos, sino dinamizándolos de tal forma que el lector sienta, de alguna manera, estar en el lugar, intente creer que está viendo al personaje, se considere un testigo más del acontecimiento y de su entorno. Si para la descripción precisa recurrir a un lenguaje literario sin complicaciones retóricas, debe hacerlo; es parte de la práctica periodística moderna”.

Alexis Márquez Rodríguez en su libro la Comunicación Impresa señala que “la descripción debe ser sumamente dinámica (...) No se trata de una simple enumeración de datos, como si se tratase de un catálogo. En el caso de una persona, el mero enunciado de sus características podrá ser un buen prontuario policial o de identificación, o una excelente ficha antropométrica pero no será una descripción. Esta requiere dinamismo, plasticidad, colorido. En ella debe haber vida. Mas, la vida de la descripción no ha de ser la vida de los descrito. El objeto que describimos puede ser inanimado, sin embargo, aun en este caso la descripción puede y debe poseer vivacidad”.

¿Cómo lograr esto?

En primer lugar, la descripción periodística debe usar un lenguaje directo. Al contrario de la descripción puramente literaria que utiliza una multiplicidad de recursos del lenguaje, la precisión –tal como se la definió en los textos narrativos-informativos puros- debe ser una de las características esenciales. Esto no significa parquedad de recursos. Como dice Alexis Márquez en la comunicación impresa “hay que cuidarse por igual del rigor racionalista y del desbordamiento imaginativo”.

El inicio de la descripción debe ser sumamente contundente. Al igual que en cualquier narración donde las primeras 5 ó 6 palabras dan el sentido (el “gancho”), en la descripción ocurre lo mismo. Se debe ser contundente al iniciar su redacción. Hay que tener en cuenta que esas primeras palabras, serán las ventanas por donde se introduzca al texto.

Se prefiere el texto corto, preciso que no posea una construcción complicada. Debe tenerse en cuenta que lo que se pretende es que el lector “vea” lo que se le cuenta por lo que una frase muy larga, ambigua, imprecisa y que presente múltiples complicaciones para su lectura, no ayuda al objetivo. Los parámetros de la brevedad, claridad y concisión que se explicaban para la nota informativa, se repiten en el esquema descriptivo.

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Algunos ejemplos de descripción

Lo primero que llama la atención de William Jefferson Clinton es su estatura: un metro con ochenta y siete centímetros. Lo segundo es un poder de seducción que infunde desde el primer saludo una confianza de viejo conocido. Lo tercero es el fulgor de su inteligencia, que permite hablarle de cualquier asunto, por espinoso que sea, siempre que se le sepa plantear. Sin embargo, alguien que no le quiere me previno: "Lo peligroso de esas virtudes es que Clinton las usa para que crean que nada le interesa tanto como lo que uno le dice".     Lo conocí en una cena que el escritor William Styron ofreció en su casa veraniega de Marta's Vineyard en agosto de 1995. Clinton había dicho en la primera campaña presidencial que su libro favorito era Cien años de soledad. Yo dije y se publicó en su momento que aquella frase me parecía una simple carnada para el electorado latino. Él no lo pasó por alto: lo primero que me dijo después de saludarme en Marta's Vineyard fue que su declaración había sido sincera.     Carlos Fuentes y yo tenemos razones para pensar que aquella noche vivimos un buen capítulo de nuestras memorias. Clinton nos desarmó desde el principio con el interés, el respeto y el sentido del humor con que trató cada una de nuestras palabras como si fueran oro en polvo. Su talante correspondía a su aspecto. Tenía el cabello cortado como un cepillo, la piel curtida y la salud casi insolente de un marinero en tierra, y llevaba una sudadera pueril con un crucigrama estampado en el pecho. Era, a sus cuarenta y nueve años, un sobreviviente glorioso de la generación del 68, que había fumado marihuana, cantaba de memoria a los Beatles y protestaba en las calles contra la guerra de Vietnam.     La cena empezó a las ocho y terminó a la media noche, con unos catorce invitados a la mesa, pero la conversación se redujo poco a poco a una suerte de torneo literario entre el presidente y los tres escritores. El primer tema fue la inminente reunión de la Cumbre de las Américas. Clinton quería que fuera en Miami, como lo fue en realidad. Carlos Fuentes pensaba que Nueva Orleans o Los Angeles tenían más créditos históricos, y él y yo los defendimos a fondo, hasta que se vio claro que el presidente no cambiaría de idea porque contaba con Miami para la reelección.

Fragmento del artìculo La fatiga del metal Gabriel García Márquez. Enero de 1999

Emilio es Emilio Suárez Trashorras, un individuo pálido, inteligente, hiperactivo y adicto a hablar por teléfono. Le conocen en Avilés como "el minero" porque trabajó como ayudante en la mina Conchita a primeros del año 2000. De allí salió con una baja de 800 euros por padecer un mal muy cercano a la esquizofrenia. Una minusvalía que no le impide llevar una vida frenética y no del todo confesable. Antonio Toro, portero de discoteca y uno de sus amigos de correrías, dice de él que vuelve loco a todo el mundo.-Se sienta al lado de una piedra, y la piedra sale corriendo.Suárez Trashorras no responde precisamente al perfil de pensionista tipo. Dispone de cuatro coches, una moto y un quark, y está a punto de casarse con la chica con la que vive desde hace meses, Carmen Toro, hermana de su colega Antonio. Todo el mundo de la noche sabe en Avilés que su principal negocio es el tráfico de hachís. Lo que no saben todos es que, al mismo tiempo, actúa de confidente de un inspector de Estupefacientes, Manuel García, un policía grueso, sonrosado y calvo de coronilla, que responde al apodo de Manolón. Trashorras y Manolón se llevan bien, muy bien. A Antonio Toro, esa amistad le escama, pero tiene que reconocer que, gracias a los contactos de ese madero, su hermana Carmen acaba de conseguir un trabajo de guarda de seguridad en Hipercor

La dinamita. Diario El País

Madrid 8 de julio de 2007

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En el suelo de arena de un cobertizo mugriento de una finca de Morata de Tajuña, tapado con unas baldosas a su vez cubiertas de maleza y paja, hay un agujero donde cabría un niño agachado. Las paredes han sido recubiertas hace poco de poliespam, un material impermeable.Allí, en ese agujero inencontrable de esa finca destartalada convertida de pronto en base de operaciones y cuartel general de la banda, Jamal Ahmidan, El Chino, esconde la dinamita que acaba de traer de Asturias.La finca está a algo más de 30 kilómetros de Madrid y a tiro de piedra del parque de atracciones de la Warner. La vivienda principal es pequeña. Bajo el porche, unas sillas blancas de plástico. El terreno está salpicado de arbolitos recién plantados y de restos de maquinaria de campo abandonada al tuntún. Bajo un cobertizo con el techo de uralita está el agujero de la dinamita. Dentro de la casa hay literas, un frigorífico, una estufa de leña, otra de butano y un generador eléctrico. Desentona un aparatoso instrumento de gimnasio, uno de esos potros de tortura para desarrollar los pectorales. (El atentado. El País, Madrid, 8 de julio de 2007)

El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman «allá». A más de cien kilómetros al este de la frontera de Colorado, el campo, con sus nítidos cielos azules y su aire puro como el del desierto, tiene una atmósfera que se parece más al Lejano Oeste que al Medio Oeste. El acento local tiene un aroma de praderas, un dejo nasal de peón, y los hombres, muchos de ellos, llevan pantalones ajustados, sombreros de ala ancha y botas de tacones altos y punta afilada. La tierra es llana y las vistas enormemente grandes; caballos, rebaños de ganado, racimos de blancos silos que se alzan con tanta gracia como templos griegos son visibles mucho antes de que el viajero llegue hasta ellos.Holcomb también es visible desde lejos. No es que haya mucho que ver allí... es simplemente un conjunto de edificios sin objeto, divididos en el centro por las vías del ferrocarril de Santa Fe, una aldea azarosa limitada al sur por un trozo del río Arkansas, al norte por la carretera número 50 y al este y al oeste por praderas y campos de trigo. Después de las lluvias, o cuando se derrite la nieve, las calles sin nombre, sin árboles, sin pavimento, pasan del exceso de polvo al exceso de lodo. En un extremo del pueblo se levanta una antigua estructura de estuco en cuyo techo hay un cartel luminoso —BAILE—, pero ya nadie baila y hace varios años que el cartel no se enciende. Cerca, hay otro edificio con un cartel irrelevante, dorado, colocado sobre una ventana sucia: BANCO DE HOLCOMB. El banco quebró en 1933 y sus antiguas oficinas han sido transformadas en apartamentos. Es una de las dos «casas de apartamentos» del pueblo; la segunda es una mansión decadente, conocida como «el colegio» porque buena parte de los profesores del liceo local viven allí. Pero la mayor parte de las casas de Holcomb son de una sola planta, con una galería en el frente.

Cerca de la estación del ferrocarril, una mujer delgada que lleva una chaqueta de cuero, pantalones vaqueros y botas, preside una destartalada sucursal de correos. La estación misma, pintada de amarillo desconchado, es igualmente melancólica: El Jefe, El Superjefe y El Capitán pasan por allí todos los días, pero estos famosos expresos nunca se detienen. Ningún tren de pasajeros lo hace... sólo algún tren de mercancías. Arriba, en la carretera, hay dos gasolineras, una de las cuales es, además, una poco surtida tienda de comestibles, mientras la otra funciona también como café... el Café Hartman donde la señora Hartman, la propietaria, sirve bocadillos, café, bebidas sin alcohol y cerveza de baja graduación (Holcomb, como el resto de Texas, es «seco»).Y, en realidad, eso es todo. A menos que se considere, como es debido, el Colegio Holcomb, un edificio de buen aspecto que revela un detalle que la apariencia de la comunidad, por otro lado, esconde: que los padres que envían a sus hijos a esta moderna y eficaz escuela (abarca desde jardinería hasta ingreso a la universidad y una flota de autobuses

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traslada a los estudiantes —unos trescientos sesenta— a distancias de hasta veinticinco kilómetros) son, en general, gente próspera. Rancheros en su mayoría, proceden de orígenes muy diferentes: alemanes, irlandeses, noruegos, mexicanos, japoneses. Crían vacas y ovejas, plantan trigo, sorgo, pienso y remolacha. La labranza es siempre un trabajo arriesgado pero al oeste de Kansas los labradores se consideran «jugadores natos», ya que cuentan con lluvias muy escasas (el promedio anual es de treinta centímetros) y terribles problemas de riego. Sin embargo, los últimos siete años no han incluido sequías. Los labradores del condado de Finney, del que forma parte Holcomb, han logrado buenas ganancias; el dinero no ha surgido sólo de sus granjas sino de la explotación del abundante gas natural, y la prosperidad se refleja en el nuevo colegio, en los confortables interiores de las granjas, en los elevados silos llenos de grano.

Hasta una mañana de mediados de noviembre de 1959, pocos americanos —en realidad pocos habitantes de Kansas— habían oído hablar de Holcomb. Como la corriente del río, como los conductores que pasaban por la carretera, como los trenes amarillos que bajaban por los raíles de Santa Fe, el drama, los acontecimientos excepcionales nunca se habían detenido allí. Los habitantes del pueblo —doscientos setenta— estaban satisfechos de que así fuera, contentos de existir de forma ordinaria... trabajar, cazar, ver la televisión, ir a los actos de la escuela, a los ensayos del coro y a las reuniones del club 4-H. Pero entonces, en las primeras horas de esa mañana de noviembre, un domingo por la mañana, algunos sonidos sorprendentes interfirieron con los ruidos

nocturnos normales de Holcomb... con la activa histeria de los coyotes, el chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento, los quejidos lejanos del silbido de las locomotoras. En ese momento, ni un alma los oyó en el pueblo dormido... cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas. Pero después, la gente del pueblo, hasta entonces suficientemente confiada como para no echar llave por la noche, descubrió que su imaginación los recreaba una y otra vez... esas sombrías explosiones que encendieron hogueras de desconfianza, a cuyo resplandor muchos viejos vecinos se miraron extrañamente, como si no se conocieran.

A Sangre FríaTruman Capote

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