Descubrimiento de un rostro Santa Clara de Asis

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1 DESCUBRIMIENTO DE UN ROSTRO Comienza por encontrarte con los textos de la Palabra de Dios: Isaías 52, 13 53,1-10 Juan 19, 32-37 1. Cuando la plegaria brota de un rostro contemplado y amado. Clara, al mirar el proceder de Francisco, sabe que su deseo de vivir “de otro modo” es imposible callar; hay una necesidad de darle sentido a su deseo de amar. Y se pone en búsqueda como lo hizo Francisco. ¿Qué hace Francisco con Clara? La ubica debajo adelante de los ojos de aquel Cristo olvidado, abandonado que un día él descubrió en las ruinas de san Damián. Ojos que te sondean el corazón con una inmensa bondad desarmada. Su rostro es todo él una llamada silenciosa. Francisco tendrá presente la oración que le nació contemplando este rostro: Oh alto y glorioso Dios ilumina las tinieblas de nuestro corazón… La mirada de fe y la orientación del corazón se hacen plegaria. Clara contemplará este rostro, no como un símbolo de un fracaso a llorar. Es el rostro humano del “Dios Altísimo y glorioso…” y vivo. Clara, como Francisco, verificará que Dios es rostro: que Dios ha tomado nuestros ojos para mirar a nuestra tierra, que Dios ha tomado nuestra boca para decir palabras humanas. Además, el silencio de este hombre Crucificado se torna Palabra se torna Llamada. “…Por eso el mismo espejo, colocado en el árbol de la cruz, se dirigía a los transeúntes para que se pararan a meditar: “¡Oh todos ustedes que pasan por el camino, miren y vean si hay dolor semejante a mi dolor!” (Lam 1,12)…”(IVCTACL. ) Dios dice todo cuando se calla para morir. Dios es Amor Crucificado. Y como a Francisco, este rostro Bien-Amado obsesionará su memoria y su corazón. El cristianismo será un rostro reconocido y adorado. Las dos etapas extremos de la encarnación de Cristo: nacimiento y muerte ocuparán siempre su oración. Pasará horas contemplando la humildad del Dios Niño de Belén, y el Amor del Dios Condenado, Despreciado, flagelado- Crucificado. “…Y por amor del santísimo y amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales y reclinado en el pesebre, y de su santísima Madre, ruego y exhorto a mis hermanas que se vistan siempre de vestiduras viles…” (RCL II, 6) Y al tocar la atención a Cristo Crucificado tocamos el corazón de la espiritualidad de Clara.- “…la amaestró a tener siempre en la memoria la Pasión del Señor”. (LCl 30) “Trata de meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de aquella madre al pie de la cruz.” (5Cta 12) Y esto se traducía en gestos: Dijo igualmente la testigo que, habiendo oído cantar una vez la dicha santa madre madonna Clara, después de Pascua: «Vi el agua que salía del templo por el lado derecho», recibió de ello tal alegría y lo guardó en su mente de tal manera, que

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Clara, al mirar el proceder de Francisco, sabe que su deseo de vivir “de otro modo” es imposible callar; hay una necesidad de darle sentido a su deseo de amar. Y se pone en búsqueda como lo hizo Francisco. “…Y por amor del santísimo y amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales y reclinado en el pesebre, y de su santísima Madre, ruego y exhorto a mis hermanas que se vistan siempre de vestiduras viles…” (RCL II, 6) DESCUBRIMIENTO DE UN ROSTRO 1

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DESCUBRIMIENTO DE UN ROSTRO

Comienza por encontrarte con

los textos de la Palabra de Dios: Isaías 52, 13 – 53,1-10

Juan 19, 32-37

1. Cuando la plegaria brota de un rostro contemplado y amado.

Clara, al mirar el proceder de Francisco, sabe que su deseo de vivir “de otro modo” es

imposible callar; hay una necesidad de darle sentido a su deseo de amar. Y se pone en búsqueda

como lo hizo Francisco.

¿Qué hace Francisco con Clara? La ubica debajo – adelante de los ojos de aquel Cristo

olvidado, abandonado que un día él descubrió en las ruinas de san Damián.

Ojos que te sondean el corazón con una inmensa bondad desarmada. Su rostro es todo él una

llamada silenciosa.

Francisco tendrá presente la oración que le nació contemplando este rostro: Oh alto y

glorioso Dios ilumina las tinieblas de nuestro corazón…

La mirada de fe y la orientación del corazón se hacen plegaria.

Clara contemplará este rostro, no como un símbolo de un fracaso a llorar. Es el rostro

humano del “Dios Altísimo y glorioso…” y vivo.

Clara, como Francisco, verificará que Dios es rostro: que Dios ha tomado nuestros ojos para

mirar a nuestra tierra, que Dios ha tomado nuestra boca para decir palabras humanas. Además, el

silencio de este hombre Crucificado se torna Palabra – se torna Llamada.

“…Por eso el mismo espejo, colocado en el árbol de la cruz, se dirigía a los transeúntes

para que se pararan a meditar: “¡Oh todos ustedes que pasan por el camino, miren y vean si hay

dolor semejante a mi dolor!” (Lam 1,12)…”(IVCTACL. )

Dios dice todo cuando se calla para morir.

Dios es Amor Crucificado. Y como a Francisco, este rostro Bien-Amado obsesionará su

memoria y su corazón.

El cristianismo será un rostro reconocido y adorado. Las dos etapas extremos de la

encarnación de Cristo: nacimiento y muerte ocuparán siempre su oración.

Pasará horas contemplando la humildad del Dios – Niño – de Belén, y el Amor del Dios –

Condenado, Despreciado, flagelado- Crucificado.

“…Y por amor del santísimo y amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales y reclinado

en el pesebre, y de su santísima Madre, ruego y exhorto a mis hermanas que se vistan siempre de

vestiduras viles…” (RCL II, 6)

Y al tocar la atención a Cristo Crucificado –tocamos el corazón de la espiritualidad de

Clara.- “…la amaestró a tener siempre en la memoria la Pasión del Señor”. (LCl 30) “Trata de

meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de aquella madre al pie de la cruz.”

(5Cta 12)

Y esto se traducía en gestos:

“Dijo igualmente la testigo que, habiendo oído cantar

una vez la dicha santa madre madonna Clara, después de Pascua: «Vi el agua que salía del templo

por el lado derecho», recibió de ello tal alegría y lo guardó en su mente de tal manera, que

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siempre, después de comer y luego de completas, hacía que las rociasen con agua bendita a ella y a

las hermanas, y les decía: «Hermanas e hijas mías, siempre debéis recordar y tener en la memoria

aquella bendita agua que salió del costado derecho de nuestro Señor Jesucristo pendiente de la

cruz». (Pro XIV, 8)

Es del todo necesario adentrarse y perseverar largamente en la pasión. Es la escuela del

amor, de la desapropiación, de la santa humildad, de la intercesión, de la reconciliación. Orar

mientras la vida se va asimilando a su pascua, adorar el misterio y entrar en él. “…en el libro del

crucificado pasaron de muerte a vida”. Tener en el pensamiento y celebrar en la vida. Perseverar en

esta escuela de la pasión, pasando de la compasión a la imitación y luego a la identificación de

sentimientos con el Señor.

Ver a las personas desde este misterio ilumina lo ojos. Despierta una actitud de compasión,

perdón, humildad. Mueve a la conversión y a la intercesión…

Y será no sólo mirar, su deseo mayor se centrará en “tocar” con la mano el dolor del

Crucificado; de ahí la costumbre de rezar, además del Oficio de la Pasión de Francisco, la oración

de las Cinco Llagas.

Clara sigue a este Señor, empecinado en amar lo débil, y esta es la opción del Crucificado.

Como a Francisco, no les fascina el sufrimiento, sino el amor.

En lo más oscuro de la pasión se descubre la luz fascinante de un amor hasta el extremo.

En este acontecimiento – palabra contempla el increíble Amor de Dios y la miseria del

hombre capaz de rechazar la luz, pero también su propia grandeza, porque ha sido salvado a tamaño

precio.

Es un rostro humillado en que triunfa la vida. Nunca ha disociado Cruz y Gloria – Muerte

y Vida - Jesús es Salvador y Señor.

Pasión y Resurrección son las dos caras de su contemplación.

Su oración – su mirada es el amor dado y vencedor.

“…mira diariamente ese espejo,

y observa constantemente en él tu rostro…” (IVCL 15)

Ninguno de los dos dejó un método sistemático de oración- ambos formaron en la escuela

de la mirada que ama y que ora.

Mirada centrada en los actos salvadores de Cristo.

“La memoria la reproduce continuamente a aquel a quien el amor había grabado

profundamente en su corazón.”

Compasión y gozo surgen de su oración. ¿Quién puede ponerse cada día a los pies de todos

si no ha mirado largamente el amor hasta el extremo del salvador? ¿Quién puede ponerse con

autenticidad evangélica a los pies de todos si el Espíritu no ha iluminado su corazón?

La contemplación del evangelio del Hijo de Dios ha de dominar y penetrar poco a poco toda

la vida. Por eso no se puede dejar de “mirar, considerar y contemplar”.

2. EL DON DE “VER”.

Clara no aprende a meditar ideas piadosas, sino mirando el rostro de Cristo que dice hasta

qué extremo puede Dios amar.

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Nada de consideraciones intelectuales –especulaciones- sino una atención sostenida del

corazón -que no significa separación del conocimiento el amor-.

Clara, como Francisco nos hablan de la originalidad de la contemplación cristiana.

Contemplación: de la filosofía griega –entro en la vocación cristiana.

Pero con una sola condición: el objeto de la contemplación no es una idea abstracta sino un

Viviente. (Jn 1. 14 y 18)

Místico (de origen griego) verbo myo- cerrar: cerrar la boca y no revelar secretos (Grecia

antigua) / Más tarde significará “cerrar los ojos” para descubrir una realidad más profunda que

los ojos del cuerpo no pueden ver -Teología mística- Pseudo-Dionisio-.

El cristiano- animado por el Espíritu –abre los ojos al misterio de Dios -todo creyente que

acoge y entra en esta revelación es un “místico”-.

Dios tiene la iniciativa y es Él quien actúa- No aniquila la individualidad-

La Contemplación –es una de las vías privilegiadas para el acercamiento interior de Dios. Se

torna contemplativo el que aprende a ver la realidad global, total, con los ojos del Espíritu.

Ejemplo de ello: según los místicos de Oriente lo han evocado a este encuentro al hecho de

la Transfiguración: No es Jesús quien habría cambiado –sino la mirada de los discípulos-

¿Cuántos no reconocieron su dignidad oculta en la humanidad?

Los Padres concluyen que sólo el Espíritu, acogido en el silencio de la oración, puede

transformar nuestra mirada para enseñarnos a discernir la presencia invisible de Dios en lo

humano. Para aprender a Ver a Jesús.

ORAR, no será otra cosa que “subir el monte” para educar la MIRADA; que transfigura las

realidades humanas.

Subida ruda que exige constancia – desprendimiento (la contemplación cristiana no es el

éxtasis – esto es un accidente-).

Clara, como Francisco, miro su vida, las hermanas, la creación, la historia con los ojos de

Jesús. Aquí la contemplación.

Manera nueva de mirar el mundo – no fuga de él. (Muy orientales es el ver / diferente el

mundo occidental que busca comprender a Dios).

Mirar con los ojos del corazón – de ahí la mirada a los Iconos: brechas luminosas sobre lo

invisible.

El mirar es ya plegaria. Disciernen lo divino en lo humano. Los rostros se tornan Iconos.

Todos los sentidos puestos al servicio de esta mirada: orar con sus ojos – sus oídos – su

nariz – su corazón – su inteligencia – con su gusto.

“Contempla, además, sus inexpresables delicias, sus riquezas y honores perpetuos; y,

suspirando de amor, y forzada por la violencia del anhelo de tu corazón, exclama en alta voz:

"¡Atráeme! ¡Correremos detrás de ti al olor de tus perfumes (Ct 1,3), oh Esposo celestial!”

(IV CTACL 28-30)

Aprendió en la “escuela de la mirada” a ver al Dios hecho niño en Belén, los gestos de

ternura de Jesús, el pan del banquete, el lavatorio de los pies, la Cruz del Calvario…….

Así, todo lo humano: un nacimiento, una comida, un encuentro, un pobre, un

enfermo, un anciano (Cfr. Mt 18,10), un fracaso, un sufrimiento, la muerte………………

Todo se convierte en lugar donde Dios se revela.

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Evangelio: Mt 6, 22ss. De ahí que nadie puede destruir completamente en sí el rostro de su

alma, donde se mira Dios – será Espíritu adormilado, pero presente.

Para Clara DESIERTO Y POBRE ESTÁN UNIDOS: Siempre se encuentra a Dios –

estigmatizado y agotado-.

Cuando Clara habla de su vida de intimidad con Cristo (que es muy poco) no puede

ocultar el Amor que la posee toda entera.

Su plegaria es siempre una cita de amor con Aquel a quien ama con todo su corazón de

mujer; de ahí que ora con todos los sentimientos humanos: admira, se maravilla, se deja seducir,

se compadece, llora, alaba, da gracias, tiene sed… etc.

“…Clara, indigna sierva de Cristo e inútil servidora de sus siervas que moran en el

monasterio de San Damián de Asís, le desea salud, y que, con las otras santísimas vírgenes,

cante el cántico nuevo ante el trono de Dios y del Cordero, y siga al Cordero dondequiera que

vaya (Ap 14,3-4; Mt 12,50)…” (IVCtaCl 2-3)

“…Dichosa realmente tú, pues se te concede participar de este connubio, y adherirte con

todas las fuerzas del corazón a Aquel cuya hermosura admiran sin cesar todos los bienaventurados

ejércitos celestiales; cuyo amor aficiona, cuya contemplación nutre; cuya benignidad llena; cuya

suavidad colma; su recuerdo ilumina suavemente; a su perfume revivirán los muertos; su vista

gloriosa hará felices a todos los ciudadanos de la Jerusalén celestial, porque El es esplendor de la

gloria eterna, reflejo de la luz perpetua y espejo sin mancha (Heb 1,3; Sab 7,26)…” (IVCtaCl 9-14

/ texto inspirado en el Cantar de los Cantares)

La plegaria es realidad cargada de amor – mirada maravillosa-. La belleza de Cristo la

deslumbra. Su amor la hace dichosa y fuerte. Su bondad la colma; su recuerdo la ilumina.

Su contemplación suprime las distancias – Para vivir el hoy de Dios.

Se torna contemporánea de Jesús – cuyas palabras oye – cuyos gestos ve. Son Testigos.

Su vida de oración es búsqueda constante. Y la medida del Amor estará signada por la

medida de la Pobreza.

“Deja de lado absolutamente todo lo que en este mundo engañoso e inestable tiene

atrapados a sus ciegos amadores, y ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor…”

(3CtaCla 15)

Es el mismo registro de Francisco, “nada de vosotros retengáis para vosotros mismos para

que enteros os reciba el que todo entero se os entrega.” (CtaO 29)

El Amor que tengo por el “bien” que más deseo (apego – no desprendimiento) es el amor

que le resto a la completes del amor que me debe consumir de cara a Dios.

Y aún su plegaria se sabe no propietaria. La oración no es posible sino por Jesús, con

Jesús, en Jesús. Toda oración es asumida por Él. Creer en Cristo Vivo es creer en Cristo Orante.

3. Por la Contemplación a la Transformación.

La contemplación no es mirada pasiva y exterior. Es mirada que crea por impregnación.

Clara expresa como el hombre se transforma, poco a poco, a imagen de Aquel al que

contempla con amor. Para traducir esto utiliza el símbolo del espejo.

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Espejo: símbolo antiguo –chinos- : símbolo de pureza – de verdad – de sabiduría – de

conocimiento. Reflejo de la inteligencia celeste. Símbolo solar y lunar. Talismán: instrumento de

adivinación. “Imagen del alma y reflejo de Dios” (250 obras – siglo XIII – que llevan esta palabra

como título).

“Fija tu mente en el espejo de la eternidad, fija tu alma en el esplendor de la gloria (Heb

1,3), fija tu corazón en la figura de la divina sustancia (2Cor 3,18), y transfórmate toda entera, por

la contemplación, en imagen de su divinidad.” (3CtaCla 12-13)

Contemplar a Cristo y dejarse transformar por él. Contemplando el rostro de Cristo

encarnado y transfigurado, Clara descubre el Icono acabado de la gloria de Dios y descubre el

porvenir del hombre acabado, liberado, humanizado y divinizado.

Dios ha tomado rostro de hombre a fin de que el hombre descubra en él su rostro de

eternidad.

Jesús es el espejo en que Dios se revela y se mira. Jesús es también el espejo en que el

hombre se revela a sí mismo.

Cuánto más contempla el creyente a Cristo, tanto más descubre su verdadera Identidad.

Cuánto más se deja transformar – más llega a ser él mismo. Cuánto más contemplo a Cristo

– espejo – persona, tanto más descubro mi propia imagen tal cual Dios la concibió con amor (el

pecado quebró este espejo – desfiguró el reflejo de Dios)

De ahí que la contemplación para Clara es una acción permanente de transformación; porque

nada es más gratuito y más operante que el Amor. Allí, en la contemplación vuelvo a encontrar la

unidad de la imagen.

Aquí radica la fecundidad de la Oración – percibir poco a poco el propio rostro es el

espejo de Cristo Contemplado. El Creyente se convierte en lo que contempla.

Clara es espejo de Cristo porque ha sabido fijar, posar, reposar su mente, alma y corazón en

el rostro de Dios.

He aquí el apostolado de las Señoras Pobres: ser espejos, testigos de un rostro. (1Jn 1,14).

“Contempla y transfórmate”, la contemplación es para Clara descentramiento, salida de sí –

para acoger al que se revela y al que le revela su rostro.

Hay que fijar aquí todo nuestro ser. “Fija tu mente… fija tu alma… fija tu corazón…” –

“Mírate en él”, “escucha - responde”, “contempla – grita”… “Sumérgete”.Atención de todas

nuestras facultades.