diarios de guerra

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Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría ISSN: 0211-5735 [email protected] Asociación Española de Neuropsiquiatría España Jalón, M. Reseña de "Diario de Hiroshima de un médico japonés (6 de agosto-30 de septiembre de 1945)" de Michihiko HACHIYA Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXVII, núm. 100, 2007, pp. 527-528 Asociación Española de Neuropsiquiatría Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019653029 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista de la Asociación Española de

Neuropsiquiatría

ISSN: 0211-5735

[email protected]

Asociación Española de Neuropsiquiatría

España

Jalón, M.

Reseña de "Diario de Hiroshima de un médico japonés (6 de agosto-30 de septiembre de 1945)" de

Michihiko HACHIYA

Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, vol. XXVII, núm. 100, 2007, pp. 527-528

Asociación Española de Neuropsiquiatría

Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019653029

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ingesta de psicofármacos. Y su uso indiscri-minado va acompañado de un mensaje queforcluye al sujeto, que lo desresponsabiliza.Se ha pasado de la responsabilidad subjeti-va a la culpabilidad del neurotrasmisor.

De manera que para la psiquiatría actualla locura es fruto de una enfermedad bioló-gica que nada tiene que ver con la subjeti-vidad. Pero la locura, la psicosis es unaestructura subjetiva como se pone de mani-fiesto cuando se escucha sin prisa.

La subjetividad es excluida del campode lo psíquico, y por ello, el sujeto sólo en-cuentra su entidad como co-extensiva deuna organicidad que sólo le da como esta-tuto el de ser consumidos fundamentalmen-te de medicamentos pero también de cuida-dos, ya no es paciente, es usuario.

Pero el psicoanálisis no está llamado acombatir el poder médico, sino que tiene unsaber que alivia a los humanos de lo real desus síntomas, y su deber es transmitirlo.Los psicoanalistas pueden ayudar a impe-dir, junto con otros, que en nombre de cual-quier universal se olvide la particularidadde cada uno, y deben saber transmitir elinterés que tiene para todos esa particulari-dad, sea de sujeto neurótico o psicótico.

Como puede verse en estos párrafos decada artículo, por sí solos mantienen el pulsoy despiertan sugerencias e interrogantes. Seentiende, pues, que esta revista no dispongade un apartado sobre Debates, ya que todaella está dedicada a abrir el diálogo, la refle-xión, las aportaciones y nuevos puntos devista. De manera que reflexionar sobre psi-coanálisis y actualidad como reza el subtítu-lo de la Revista, permite contemplar laactualidad como un artificio, fruto de losamos que monopolizan la información.

Seguro que en la revista SILENOS hayesperanza como declara Manuel Rebollo enel Editorial porque hay wishful thinking, el

deseo del deseo, hará que no muera la espe-ranza del cambio. Sin duda, psicoanalistas,psicólogos o psiquiatras encontrarán enesta nueva revista un contrapunto y unarefrescante alternativa. Y la pregunta conti-núa en el aire ¿ha dejado de ser la psiquia-tría y por extensión la asistencia en SaludMental, un instrumento de control social?

Fernando Mansilla Izquierdo

Vladimir JANKÉLÉVITCH, La muerte, Valen-cia, Pre-Textos, 2002, 444 pp., trad. ypról. de Manuel Arranz.

La muerte, afirma Jankélévitch (1903-1985), es nuestra condición vital, «es elmedio de vivir y el impedimento de vivir».Sin embargo, la muerte carece de profundi-dad para él, no es un abismo sino una com-pañía inevitable y muy cerca de la normali-dad. Quizá por ello su ejercicio en estelibro gigantesco, de 1966, resulta ser envol-vente y casi atmosférico: Jankélévitch usaun lenguaje coloquial pero injerta ciertosvocablos técnicos y muy matizados; cadapoco, salta de la literatura a la filosofía, yretorna desde la reflexión hasta el ejemploconcreto; va de los antiguos a los modernoscon sus citas continuas, a la vez que cons-truye párrafos torrenciales que las corrobo-ran, matizan o complementan.

Es La muerte un hermoso texto por sucapacidad para arrojarse a las aguas delpensamiento creador, por volcar ahí todoslos argumentos de su moraliay por desple-gar su poderoso flujo verbal, muy legiblegracias al traductor. Su inspiración arrancade una larga enseñanza oral así como de lasexperiencias continuas como moralista ygran lector que fue. Sus referencias lejanasson tanto Platón o los estoicos (Epicteto y

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Marco Aurelio), como Plotino y los padresde la Iglesia. Pero la modernidad está muypresente: aparecen Gracián y Pascal, queresuenan en el siglo barroco; Schelling,Kierkegaard y Schopenhauer, que marcancierto pensamiento del siglo XIX; y, ya ensu centuria, Unamuno y Bergson se perso-nan con sus juicios. Por otra parte,Jankélévitch apela a la literatura, sobretodo a autores como Tolstoi, Andreiev oBunin, pues sus padres siempre hablaronruso en casa. Todo ello, sin guardar unorden temporal básico.

Pero Jankélévitch –autor de libros comoLa paradoja de la moral, El perdón, Elmal, La ironía, Lo puro y lo impuro– nosólo recrea muy diversas voces y reflexio-nes, sino que nos ofrece otros registros.Así, en esta obra casi atemporal, surge unnombre clave de la medicina desde 1800,Bichat; y tal referencia le remite a la apari-ción del par muerte-vida en la cultura delsiglo XIX: es un saludo a sus padres,ambos médicos formados en Montpellier,Anna Ryss y Samuel Jankélévitch, y algomás. Su padre había querido escribir sobrela muerte a partir de su experiencia clínicay de sus copiosas lecturas. Pues él, que nosólo tradujo a Hegel, Schelling, Croce oBerdiaev, sino también una docena deobras de Freud, gran amigo suyo. YVladimir Jankélévitch utiliza inclusomuchas de sus notas para su libro.

Además nunca olvidó, como vemosfinalmente en La muerte, los campos deexterminio, campos que pese a todo nopudieron extirpar un universo de palabras yde formas de introspección que nos consti-tuye. De hecho, La muerte fue un volumeniniciado durante la Resistencia. Y es más,en su polémico librito Lo imprescriptible,que apareció póstumamente, planteará sincontemplaciones todo lo que nunca puede

cancelarse: ese genocidio que ha marcadopsicológica y culturalmente la década finaldel siglo XX o muchas discusiones de hoyen día.

M. Jalón

Michihiko HACHIYA , Diario de Hiroshimade un médico japonés (6 de agosto-30 deseptiembre de 1945), Madrid, Turner,2005, 238 pp.

Como trasfondo de las experiencias dedesvalimiento psicológico y de radicalextrañeza padecidos por miles de personasen las últimas décadas –nuevas deportacio-nes, muros, exclusión de la ciudadanía;huidas forzadas e imposibles; bombardeosy mentiras planificados; reciclaje del colo-nialismo o del racismo; exaltación de lascreencias occidentales– no deja de situarsela destrucción extrema de ciudades iner-mes, ese acoso aterrorizador que, haciamediados del siglo XX, se inició en laEspaña de la Guerra Civil, por el fascismo,y que tuvo su cumbre en el Japón, comoherida abierta al concluirse la segundaGran Guerra.

El testimonio de Hachiya –director delHospital de Comunicaciones de Hiroshimaen 1945– es un documento excepcional deeste último cataclismo. Pues él pudo oír laexplosión atómica (y afortunadamente noverla, pues se hubiera quedado ciego), unestallido intenso que afectó letalmente acien mil personas, al inicio, y emocional-mente a muchísimas más: «Las sombrasdel jardín se desvanecieron, el panoramapoco antes luminoso y soleado era ahoraoscuro, brumoso… Vi confusas siluetashumanas, algunas parecían ánimas en pena,otras se movían con aire dolorido, con los

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brazos extendidos muy separados del cuer-po, como espantapájaros… Había algocomún a toda la gente con la que me crucé,el más absoluto silencio».

En una ex-ciudad devastada, quemada,carbonizada industrialmente, fantasmagóri-ca, los pocos vivos requieren ayuda en esehospital no derribado. Hachiya, al tiempoque va recuperándose de sus heridas, haceposible que su ex-dispensario pueda ser unmínimo punto de apoyo para ellos. Su pro-fesión de médico y de reorganizador desdela nada de la salud pública se centra en lasquemaduras, en las hemorragias internasque desembocan en diarreas, en raras erup-ciones y caídas de pelo, en la agranulocito-sis, que provoca amigdalitis gangrenosa; esdecir, en el acabamiento humano de tantosciudadanos. Pero, además de dormir y con-versar o tranquilizar, este hombre pundono-roso y representante del decoro, la decenciaentre los humanos –como tantas obras lite-rarias japonesas, las antiguas o las de lossiglos XIX y XX– escribe cada día un textoconciso y nada histérico, denso, humilde,casi tranquilo, y sobre todo profundo.

Dos meses de anotaciones de estemédico japonés suponen finalmente unode los libros más importantes sobre la vidaordinaria en el siglo XX. Para todos.Porque, paradójicamente, como dice, ensu prólogo de 1971, Elias Canetti (publi-cado luego en La consciencia de las pala-bras), «nunca he llegado a conocer tanto aun japonés como en este Diario». Lo cualsignifica acercarse paso a paso a un otrocasi destruido pero que rebulle dignamen-te, visita a los demás, se mueve con lenti-tud, hace cábalas sobre el origen de sumal, sobre las futuras amenazas; un otroque se vuelve del todo cercano, es decirentero, despojado del despotismo de lahistoria o del poder autoritario de su país,

así como de todo color local, esto es, delas distorsiones más obvias de nuestrocada vez más inoportuno «Oriente».

M. Jalón

Ernesto FERIA JALDÓN, Baudelaire. Sucorazón al desnudo. Seguido deComen-tarios a los Pequeños Poemas en Prosa,Madrid, Huerga y Fierro, 2000, 270 pp.

Este libro contiene un ensayo psicopato-gráfico de la personalidad creativa que fueCharles Baudelaire. Ahondar con la herra-mienta analítica, en el espacio subjetivo deun autor como Baudelaire, ahora sabemosque solo puede hacerse desde las resonan-cias que el poeta ha podido suscitar en elautor de este ensayo. Estas resonancias per-sonales vivamente sentidas, se completanen un ámbito conceptual que aspira adesentrañar y hacer comprensible la vida-obra del poeta desde su posicionamientosubjetivo ante sí mismo, ante su tiempo yaquellos personajes de su vida y de su«novela familiar» que dejaron su improntaen una sensibilidad extremada como la deBaudelaire.

Enmarcado conceptualmente en el pen-samiento de Freud y Lacan, este ensayo seinserta en esta tradición de búsqueda demodelos provisionales que den cuenta de lasubjetividad humana, de la conducta delhombre concreto. Esta aspiración, que elautor piensa legítima desde una ciencia dela subjetividad, ha sido objeto de su refle-xión en otros ensayos, más concretamenteen el recientemente publicado El Deseo y laLibertad. Notas para una ontología científi-ca (Sevilla, Alfar, 2004) así como en Críticade la Razón tecnológica (Huelva, Dipu-tación Provincial de Huelva, 1994). A mi

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juicio se muestra muy consciente del terre-no conjetural en el que ha de moverse, y quealgunos consideran fuera del alcance de lasciencias empíricas. Pero la cautela no debeimpedir los legítimos intentos de colonizarel espacio subjetivo alcanzando proposicio-nes significativas sobre la conducta de losseres humanos y sus determinantes.

Asistimos, por tanto, en el desarrollo deeste ensayo al entrelazamiento y conexiónde un conjunto de aspectos que procedentesde la vida y de la obra de Baudelaire sonunificados en torno a nociones complejasde fundamento psicoanalítico. Esta tareaaspira a dar sentido a lo que se sabe quecontiene las marcas de lo inefable, en unoscasos y de la incompletud en los más. Estaconciencia de los límites no impide que semantenga en el conjunto de la obra la aspi-ración a la descripción de una topografíasubjetiva donde lo escrito, lo dicho y lasactitudes de Baudelaire, se abran a unacomprensión más amplia desde la singula-ridad, en este caso, de susfantasmas.Ernesto Feria Jaldón trata de acercarnos eneste ensayo a la idea de que el camino de lainvestigación psicoanalítica se constituyeen insustituible si queremos alcanzar unamás extensa comprensión de la personali-dad compleja que exhibió Baudelaire.Libro crítico con planteamientos fenome-nológico-existenciales –de los que el autormismo se nutrió ex-tensamente en su tra-yectoria intelectual– y especialmente críti-co con Sartre, trata de seguir las huellas deuna vida y de una obra en su mutua deter-minación, introduciendo modos de enten-der que encuentran sus lógicas fuera de unaintuición crítica inmediata. Se hace portanto obligado el pasaje por los instrumen-tos conceptuales que aquí se ponen a prue-ba y que han de demostrar su eficacia inter-pretativa.

Baudelaire es aquí visto frente a susdeterminantes e imposibilidades subjetivas,–neuróticas en su caso– las mismas, quesegún el autor, le permitieron abrirse a unnuevo espacio de elaboración poética y lellevaron a culminar un destino singular deinquebrantable profundidad artística yhumana. Se trata en este ensayo de desve-lar las claves de este pathos baudeleriano,convocando los puntos de máxima tensiónartística y vital de un poeta que merecepara el autor el calificativo de «esencial».Una esencialidad que no se entiende desdeuna concepción metafísico-idealista sinocomo aquella que coloca la función delartista en el centro de su comunidad huma-na de referencia y que abre con su arte elcampo de la representación y con ello daposibilidad a esa comunidad en cuanto escapaz de nombrar y aquilatar las nuevasrespuestas a las preguntas fundamentalesque gravitan sobre el espíritu humano.Como se verá, para el autor, Baudelaire seencuentra abierto precisamente a esa tareapor cuanto está enfrentado a sí mismo yabismado hacia su suceso interior –una delas múltiples dimensiones/direcciones delnarcisismo– que remite a una nostalgia pri-mordial que para el autor imposibilita elacceso de Baudelaire a una proyección netay sin obstáculos de su Deseo. Deseo que seprecipita entonces así hacia la muerte, quese repliega sobre si mismo a la búsqueda desu propia aniquilación, hacia su propia des-trucción. Como refiere el autor: «Solo lequeda un recurso –pero sin justificación, esdecir, con plena autenticidad– el de expo-ner a la luz brillante de su poesía la proble-mática de su ambivalencia afectiva encarne viva y las sombras siniestras de superversidad». Una perversidad que, desdeun oscuro lugar de la conciencia, le atenazademoníacamente y le lleva al desprecio, al

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