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215 Dictados: Uso de «b»/«v» Llevaba ya varios años en El Dragón, pensando algunas veces en abandonar aquella vida. La tripulación cambiaba constantemente; nosotros los vascos, en un período largo seguimos siendo los mismos, hasta que en uno de los viajes se fue Ugarte, el piloto, y lo sustituyó otro, con el mismo nombre y apellido. En barcos como aquél no había que fiarse de los nombres ni pedir los papeles a nadie. Cada cual se llamaba como le parecía; yo mismo cambié de nombre; no quería que, si me llegaban a ahor- car, el apellido de mi padre saliera a la vergüenza pública. Entró el nuevo Tristán en Batavia, adonde habíamos ido a desembarcar unos negros. No era el nuevo piloto un canalla, como el anterior, insolente y envidioso; parecía, sí, un poco sombrío y tris- te. Había navegado en barcos de buenas compañías; pero se le había muerto la mujer, según di- jo, y estaba desesperado, deseando vivir a la ventura para olvidar sus tristezas. El nuevo Tristán calculaba los errores de la estima de las observaciones del sextante, tomaba la altura del sol, y en unas tablas hacía sus comprobaciones para encontrar la altura y la latitud. Zaldumbide, que conocía bien a la gente, le trataba con gran consideración, y el piloto y el capitán se reemplazaban en las guardias, como iguales. Pío Baroja, Las inquietudes de Shanti Andía. Yo había alquilado, el verano pasado, una casita de campo a orillas del Sena, a varias leguas de París, e iba a dormir allí todas las noches. Al cabo de unos días, trabé conocimiento con uno de mis vecinos, un hombre de treinta o cuarenta años, que era el tipo más curioso que nunca ha- bía visto. Era un viejo remero, pero un remero empedernido, siempre en el agua. Debía de haber nacido en un bote, y seguramente morirá en la remadura final. Una tarde que paseábamos a orillas del Sena, le pedí que me contara algunas anécdotas de su vi- da náutica. De inmediato mi buen hombre se animó, se transfiguró, se volvió elocuente, casi poe- ta. Albergaba en el pecho una gran pasión, una pasión devoradora, irresistible: el río. ¡Ah!, me dijo, ¡cuántos recuerdos conservo de este río que ve usted deslizarse ahí, cerca de no- sotros! Ustedes, los habitantes de las calles, no saben lo que es el río. Guy de Maupassant, Sobre el agua. A veces, de las ventanas vuelan aviones vacíos y a través de las puertas se muere el viento, y las bicicletas te llevan veloces contra las nubes porque hasta el abrigo sobra en invierno. Cuando te inventas la lluvia y el barco se aleja, la comadreja se vuelve nutria. Y desde el alba has- ta el ombligo se dibujan tus vuelos de verano. Porque pedaleas en la palabra y te peleas con su viejo vacío, porque de los papiros nace el Nilo y las pirámides fueron de arena. Debes lavar tus vie- jos verbos antes de verlos desbocados, debes librar tus batallas antes de que te libere la muerte. Vine a decirte que me iba, de vuelta al valle, donde crece la hierba, frente a la cabaña en el bos- que. Brillas y te levantas, con el balón entre las manos, y en tu boca viven sus lágrimas furtivas. Olvidas los besos, las verrugas y el sabor del sable en la arena. El gran vidrio te espera. Enrique Lobo Dictados 1 2 3 © grupo edebé

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Dictados organizados por aspectos ortográficos conflictivos

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Dictados: Uso de «b»/«v» 1

Llevaba ya varios años en El Dragón, pensando algunas veces en abandonar aquella vida.La tripulación cambiaba constantemente; nosotros los vascos, en un período largo seguimos

siendo los mismos, hasta que en uno de los viajes se fue Ugarte, el piloto, y lo sustituyó otro, conel mismo nombre y apellido.En barcos como aquél no había que fiarse de los nombres ni pedir los papeles a nadie. Cada cualse llamaba como le parecía; yo mismo cambié de nombre; no quería que, si me llegaban a ahor-car, el apellido de mi padre saliera a la vergüenza pública.Entró el nuevo Tristán en Batavia, adonde habíamos ido a desembarcar unos negros. No era elnuevo piloto un canalla, como el anterior, insolente y envidioso; parecía, sí, un poco sombrío y tris-te. Había navegado en barcos de buenas compañías; pero se le había muerto la mujer, según di-jo, y estaba desesperado, deseando vivir a la ventura para olvidar sus tristezas.El nuevo Tristán calculaba los errores de la estima de las observaciones del sextante, tomaba laaltura del sol, y en unas tablas hacía sus comprobaciones para encontrar la altura y la latitud.Zaldumbide, que conocía bien a la gente, le trataba con gran consideración, y el piloto y el capitánse reemplazaban en las guardias, como iguales.

Pío Baroja, Las inquietudes de Shanti Andía.

Yo había alquilado, el verano pasado, una casita de campo a orillas del Sena, a varias leguasde París, e iba a dormir allí todas las noches. Al cabo de unos días, trabé conocimiento con uno

de mis vecinos, un hombre de treinta o cuarenta años, que era el tipo más curioso que nunca ha-bía visto. Era un viejo remero, pero un remero empedernido, siempre en el agua. Debía de habernacido en un bote, y seguramente morirá en la remadura final.Una tarde que paseábamos a orillas del Sena, le pedí que me contara algunas anécdotas de su vi-da náutica. De inmediato mi buen hombre se animó, se transfiguró, se volvió elocuente, casi poe-ta. Albergaba en el pecho una gran pasión, una pasión devoradora, irresistible: el río.¡Ah!, me dijo, ¡cuántos recuerdos conservo de este río que ve usted deslizarse ahí, cerca de no-sotros! Ustedes, los habitantes de las calles, no saben lo que es el río.

Guy de Maupassant, Sobre el agua.

A veces, de las ventanas vuelan aviones vacíos y a través de las puertas se muere el viento, ylas bicicletas te llevan veloces contra las nubes porque hasta el abrigo sobra en invierno.

Cuando te inventas la lluvia y el barco se aleja, la comadreja se vuelve nutria. Y desde el alba has-ta el ombligo se dibujan tus vuelos de verano. Porque pedaleas en la palabra y te peleas con suviejo vacío, porque de los papiros nace el Nilo y las pirámides fueron de arena. Debes lavar tus vie-jos verbos antes de verlos desbocados, debes librar tus batallas antes de que te libere la muerte.Vine a decirte que me iba, de vuelta al valle, donde crece la hierba, frente a la cabaña en el bos-que. Brillas y te levantas, con el balón entre las manos, y en tu boca viven sus lágrimas furtivas.Olvidas los besos, las verrugas y el sabor del sable en la arena. El gran vidrio te espera.

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Dictados: Uso de «b»/«v»

Hubo un cambio en la actitud de Alberto aquel invierno. Sus padres no entendían que hubieradejado de interesarle el baloncesto. Abandonó el equipo al que había pertenecido los últimos

cinco años. El brote de rebeldía que apareció de repente era atribuido a su edad. Una mañana de-jó un sobre encima de su escritorio con una nota breve en la que decía: «Volveré mañana. Me voycon Pedro y sus padres a una cumbre en la que aseguran que están las montañas más blancas.No os preocupéis». Su padre le dijo a su madre que tal vez le serviría para recobrar la calma y dar-se cuenta de lo que realmente le gustaba y quería hacer. Y así fue. Pasaron los meses y, en abril,Alberto regresó al equipo de baloncesto de la escuela. Recobró las ganas de estar con sus anti-guos compañeros. A sus padres les pareció una decisión brillante porque veían que su hijo reto-maba el camino y las amistades que meses atrás había abandonado.

El caballero anduvo mucho rato perdido buscando el camino correcto. Su caballo galopaba abuen ritmo, pero empezaba a dar síntomas de cansancio después de más de diez horas de via-

je. Hicieron una parada junto al río donde esperaban recobrar las fuerzas perdidas. Resultaba serun lugar perfecto. Lo único que deseaba era dormir y relajarse. Pero le preocupaba no encontrar rá-pidamente el camino correcto. Debía llegar al palacio y entregarle al rey las noticias que le habíandado. Al parecer, un vasallo deseaba matar al monarca y había preparado una conspiración paraacabar con él. A la mañana siguiente, se montó en su caballo rumbo a palacio. Horas después lle-garon. Cuando el rey se enteró de la trama mandó que detuvieran a los conspiradores.

—Espero recibir noticias tuyas este verano —le dijo Alba a su amiga Carmen al finalizar las clases.

Iban a estar alejadas durante unos meses y serviría para hacer más fuerte su amistad y estre-char los lazos. Las dos se prometieron que se escribirían correos electrónicos casi a diario paramantenerse al día de todo. Cada una se iba a un lugar distinto. Alba acudía a un campamento quele serviría para vivir una experiencia única: nueva gente de su edad con la que se lo pasaría engrande. Carmen se iba con sus abuelos al pueblo donde tenía numerosos amigos y también iba adisfrutar mucho. A lo largo del verano, Alba tuvo talleres de idiomas, de natación y de cocina.Aunque la mayoría del tiempo jugaba con sus compañeros y se lo pasaba en grande.

El submarino había atracado en el puerto. A la gente le provocó gran curiosidad y se acercabahasta allí para comprobar cómo era. Acudían las familias enteras e inclusos los abuelos con sus

nietos y bisnietos. No era nuevo, sino de principios del siglo pasado. Mantenía una gran actividady surcaba los mares de medio mundo. Los responsables explicaron a los visitantes que el últimoaño había estado navegando por aguas del Pacífico. Los visitantes lo observaban con mucho cui-dado, atendiendo a las explicaciones minuciosas que daba el capitán. El submarino estuvo un parde días allí. Causó mucha expectación entre los vecinos, que no dudaban en fotografiarse junto aél. Incluso algunos curiosos lo filmaban con sus videocámaras.

Mi abuelo lava la ropa con mucho cuidado. Siempre separa la ropa de color de la que es blan-ca. Asegura que así queda todo mucho más limpio y evita, de este modo, que se estropeen los

tejidos. Dice que hay que mirar la etiqueta de las prendas porque son letreros indicativos que ex-plican la clase de ropa que es y cómo se debe lavar.

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Dictados: Uso de «b»/«v» 1

No acabo de entender cómo el hombre puede viajar en una nave especial. Si les hubieran ex-plicado a nuestros antepasados que en el siglo XX se iba a poder viajar en un cohete fuera de

la Tierra se habrían quedado muy sorprendidos. Pero al fin y al cabo la conquista del espacio esla gran apuesta de la sociedad moderna. En 1969 el hombre llegó por primera vez a la Luna conéxito. Las televisiones de todo el mundo ofrecieron en directo ese acontecimiento, que marcó unhito en la historia. Aunque previamente los astronautas y los responsables tuvieron que sortear mu-chas adversidades para que todo saliera bien.

El atleta quedó octavo en la prueba final de los Juegos Olímpicos, aunque había trabajado du-ro para conseguir una buena posición. Estaba muy decepcionado por el resultado final. Se

quejó de que el viento que soplaba se había convertido en un factor adverso para él. Era la cuar-ta vez que participaba en esta competición y en las anteriores siempre había quedado entre lostres primeros.

Se subió al tranvía para dirigirse al bar donde había quedado con el hombre de la gabardinaazul. Apenas habían cruzado cuatro palabras por teléfono, pero lo que le tenía que decir era

fundamental para resolver con éxito el caso que tenía entre manos. El extraño hombre le había ad-vertido de la necesidad de que fuera puntual. No quería que la gente le viera durante mucho tiem-po en un lugar público.Llegó a la cafetería. A lo lejos vio a un hombre de edad avanzada. Le sorprendió el brillo de unode sus dientes. Cuando se acercó a la mesa le observó con detenimiento: llevaba gafas, pelo ca-noso y unos guantes muy nuevos. No tuvo tiempo para más. El anciano sacó de su bolsillo un pa-pel, se lo dio y se fue. No le pudo preguntar nada. Ni siquiera pudo reaccionar. Pero lo que habíaescrito en aquel trozo de papel se convirtió en una pista fundamental para su caso.

Vanesa es una chica vegetariana. No lo ha sido siempre. Antes también era carnívora, y le en-cantaba comerse un buen trozo de carne. Pero hace dos meses empezó a cogerle cariño a los

animales y cada vez que veía carne en su plato se acordaba de ellos. Se sentía cautiva de suspensamientos. Ella asegura que sigue teniendo una dieta muy variada y equilibrada. Come todo ti-po de verduras, pasta y le encanta hacerse platos hervidos. Afirma que esta decisión no le ha cam-biado tanto la vida, aunque muchos de sus amigos no la acaban de entender y le insisten en queabandone su empeño de no comer carne.

La envidia es uno de los peores males que puede tener una persona. Muchas veces llega porla ambición de conseguir algo a toda costa. Por encima, incluso, de los compañeros. Por este

motivo es fundamental combatir cualquier sentimiento negativo hacia los demás. No basta con quenos envolvamos por fuera de buenas palabras, sino que además debemos convencernos de quelo que le sucede a las personas de nuestro entorno también es bueno para nosotros.

La bombilla de la escalera se fundió. Los vecinos llamaron al presidente para que la cambiarapor otra nueva, pero no le encontraron en su domicilio. Su hijo les dijo que se lo habían lleva-

do en una ambulancia. Les explicó que se había sentido mareado durante toda la tarde y había es-tado vomitando. Al parecer se había quedado más blanco que la pared de la casa. Les dijo que leiban a tener en observación durante unas horas hasta que los médicos tuvieran en sus manos eldiagnóstico definitivo. Era un hombre con problemas digestivos al que su organismo le jugaba ma-las pasadas en ocasiones.

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Dictados: Uso de «c»/«z»

Nunca sabré cuánto tiempo permanecí en aquel lugar y qué hice al quedarme sola... Sólo séque, al despertarme del trance en que me hallaba sumida, percibí el olor a tierra mojada en el

rostro... Estaba boca abajo en la tierra, una tierra húmeda, bañada por mis propias lágrimas.Cuando levanté la cabeza, vi que la noche se había cerrado sobre mí. Apenas tuve ánimos paraincorporarme y lanzar una última mirada hacia aquella laguna embrujada... Después me volví, y di-rigí mis pasos hacia la mansión. Cuando llegué al embarcadero pude comprobar que la barca ha-bía desaparecido, lo que me hizo reflexionar una vez más sobre los poderes ocultos de la niña. Lapequeña Flora tuvo aquella noche la feliz ocurrencia —si es que se puede hablar de felicidad enaquella ocasión— de pedir que trasladaran su cama a la habitación de la señora Grose. De formaque a mi regreso a la mansión tuve la suerte de no encontrarme con ninguna de las dos. A quiensí pude ver fue al pequeño Miles. Recuerdo que fui primero a mi habitación y comprobé la salidade Flora. Después me dirigí a la habitación donde daba mis clases, y allí, junto al fuego, se me sir-vió una taza de té, como tenía por costumbre todas las noches. A eso de las ocho entró en la ha-bitación el pequeño Miles y se sentó a mi lado. Recuerdo que no nos dirigimos la palabra y que,sin embargo, aquella noche estuvimos muy juntos. Él sabía muy bien que, a partir de aquel mo-mento, era completamente libre de hacer lo que quisiera, que mi responsabilidad había concluido:era hombre libre. Por eso le agradecí tanto que aquella noche, la última que pasamos juntos, es-tuviera conmigo, me brindara su silenciosa compañía.

Henry James, Otra vuelta de tuerca.

Hablaba en danés con un hombre de gran estatura, vigoroso y bien plantado. Ese buen mozodebía de tener una fuerza poco común. Sus ojos, abiertos en un rostro grande y bastante in-

genuo, me parecieron inteligentes. Eran de un azul soñador. Largos cabellos, que muy bien hu-bieran pasado por rojos incluso en Inglaterra, caían por sus atléticas espaldas. Aquel indígena te-nía los movimientos ágiles y suaves, pero movía poco los brazos, como hombre que ignorase odesdeñase el lenguaje de los gestos. Todo en él revelaba un temperamento de una calma perfec-ta, no indolente, pero tranquilo. Se percibía que no pedía nada a nadie, que trabajaba según suconveniencia y que en este mundo nada podía impresionar ni turbar su filosofía.Sorprendí los matices de ese carácter por la manera como el islandés escuchaba la verborrea apa-sionada de su interlocutor. Permanecía con los brazos cruzados, inmóvil en medio de los gestosmultiplicados de mi tío; para negar, su cabeza giraba de izquierda a derecha; se inclinaba para afir-mar, y tan levemente, que sus largos cabellos apenas se movían. Era la economía del movimien-to llevada a la avaricia.Desde luego, al ver a aquel hombre, yo jamás hubiera adivinado su profesión de cazador; con to-da seguridad no debía asustar a la caza, pero ¿cómo se las arreglaba para lograrla?

Julio Verne, Viaje al centro de la Tierra.

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Dictados: Uso de «c»/«z» 1

María le tiró el zapato a su hermano porque no lo encontraba y quería vestirse rápido para ir-se de casa. Había quedado con sus amigos para intercambiarse cromos. Antes se preparó un

bocadillo de queso y se lo comió a toda prisa. Era un chico muy impaciente y le gustaba hacerlotodo al instante. Estaba en el primer curso de secundaria y las cosas no le iban muy bien porqueno era un alumno con mucha constancia a la hora de estudiar. Sus padres le habían avisado deque se atuviera a las consecuencias si no se aplicaba más. Recordaba que cuando estuvo en quin-to de primaria le castigaron sin paga porque suspendió matemáticas, aunque al final de curso lasrecuperó. Fue una gran conquista para él.

Colón descubrió América en 1492. Gracias a ese descubrimiento trajimos alimentos tan buenoscomo el chocolate y los cacahuetes, cuyo nombre tiene origen azteca. A partir de ese momen-

to los pueblos americanos y europeos comerciaron e intercambiaron sus productos. La coopera-ción entre ambos aportó fructíferos resultados. Los hallazgos hechizaron a aquellos hombres.

La abuela cocinaba un riquísimo guiso al que había tirado un kilo de arroz y un poquito de es-pecias, guisantes y un quintal de pollo. Mientras, su nieta Matilde dibujaba cuadrados y

después los coloreaba. También rellenaba los huecos en blanco que quedaban en los márgenesde la hoja. Su nieto Alberto había bajado al quiosco a comprar un fascículo de coches, barcos ymotocicletas. Le gustaba porque estaba explicado de una manera muy accesible para él.

Cecilia no supo medir las consecuencias de sus actos. Durante su visita al oculista le tiró el ce-nicero al doctor, en un ataque repentino de esquizofrenia. Después le explicó a su madre que

la causa de todo se debía al pánico que le daba ver a gente con bata blanca. Una vez se tranqui-lizó, llegó a un pacto para que esa actitud no volviera a repetirse en el futuro. Cecilia era una críade apenas seis años, con una gran inteligencia, a la que no le costaba realizar los ejercicios quele mandaban en la escuela.

Querida amiga:Te escribo estas líneas sencillamente para comunicarte que he decidido ser actriz. Todo lo que

he hecho hasta ahora me resulta un tostón. Mi futuro no está en la arquitectura, sino en el espec-táculo, en el celuloide. Tengo la sensación de haber vivido en un pozo sin salida y muy agobiada,como si un cinturón me apretara continuamente. Pero por fin veo la salida. Es como si alguien mehubiera lanzado un caña y me hubiera liberado del ancla que me tenía atascada en esta situación.Para empezar, me he apuntado a una academia en la que recibiré las instrucciones y leccionesque necesito para triunfar. Aunque puedas pensar que esto es una quimera, es decir, un sueño,estoy convencida de que voy a conseguir mi objetivo. El secreto está en el esfuerzo y la dedica-ción. Adquiriré una gran experiencia y sé que llegaré lejos.

Aquella primavera se había prohibido la caza de ciervos y de otros animales porque una en-fermedad había aniquilado a casi todas las especies, como los avestruces y los zorros. Se des-

conocía el origen. La cuestión fundamental para los expertos se basaba en encontrar el antídotoque frenara aquella desgracia. Afortunadamente, los ríos no se vieron afectados y se podía seguirpescando peces. Era un caso muy peculiar que interesó a científicos internacionales. D

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Dictados: Uso de «c»/«z»

La adicción al tabaco es algo enfermizo que provoca miles de muertos en España, además deotras enfermedades como el cáncer. Por muchas campañas que hacen quienes gobiernan, no

cesan los consumidores. Pero no aterrorizan lo suficiente. Y año tras año vuelve a protagonizar elranking de muertes. La advertencia es clara y hay que tener en cuenta la veracidad de los datos.

La casa tenía unos azulejos muy bonitos del color del azúcar. Las paredes estaban adornadascon cuadros de muchos animales del zoológico y fotografías de Zaragoza. Los inquilinos cuan-

tificaban en quince millones el valor de la decoración. Lo que más habían cuidado era el olor de laflor de azahar, aunque en ocasiones también se respiraba a albahaca.

La abuela rezaba en la iglesia y pedía paz en el mundo ante la incapacidad de los gobernantes porllegar a acuerdos. No era casual su rezo porque ella era muy creyente. Acudía al templo un par de

veces por semana. Había comprado recientemente un nuevo cáliz de oro con unos pequeños graba-dos antiquísimos para las celebraciones religiosas. En el pueblo era conocida por sus buenas accio-nes, que adquirían sonoridad entre sus vecinos. «Eres un ladronzuelo. Devuelve lo que te has lleva-do», le dijo en una ocasión a un muchacho al que pilló robando en una tienda. La vejez le permitía decir lo que pensaba con claridad y sin una pizca de vergüenza. Seguía teniendo una mente con unagran lucidez. Era una aficionada a la lectura de libros de escritores españoles como Cervantes.

Los alumnos de quinto acudieron al zoológico a ver de cerca las muchas especies que allí había.Debían dibujar con sus lápices de colores en sus libretas su animal preferido y anotar sus carac-

terísticas. Los que más se repitieron entre los mozuelos fueron el cisne, el avestruz y los peces delacuario. Aunque uno de ellos se decantó por un zorro, que vio en una de las cuevas. Era grande ymuy audaz y estaba mordiendo las ramas de un árbol en medio de un tremendo barrizal. El animaldio un mordisco y un cabezazo a otro zorro que provocó que los jóvenes se asustaran. Se quedaronimpresionados por la fuerza del mamífero y por su fuerte carácter. A algunos las pulsaciones del corazón se les aceleraron de repente. Temían que pudiera atacarles a ellos. El monitor del zoo lestranquilizó asegurándoles que había unas buenas medidas de seguridad en todo el recinto.

El incendio que se declaró en la primera planta del edificio quemó todo lo que encontró a su paso.Los vecinos tuvieron que ser evacuados con gran celeridad por los bomberos. Les rescataron des-

de la azotea porque la escalera estaba repleta de humo. Estaban aterrorizados porque vieron cómotodas sus pertenencias quedaban reducidas a cenizas. La mayoría de ellos estaban destrozados.Recibían consuelo de algunos expertos que se acercaron para apoyarles. Algunos tuvieron un ataquede nervios. Las primeras pesquisas hacían pensar a la policía que todo se había originado por un ci-garrillo mal apagado. Juan Pérez, el inquilino del cuarto, no lo había apagado bien en el cenicero. Yaen otra ocasión había provocado un accidente similar que, sin embargo, sólo afectó a su propio hogar.

Los dos jóvenes llevaban de noviazgo muchos años. Habían decidido casarse ese mismo año.No seguirían viviendo de alquiler. Habían empezado con la mudanza aquella misma semana.

Él era pintor y empezó a llevar los pinceles y las acuarelas para que estuvieran a buen recaudo.Las cajas se empezaban a amontonar en el recibidor y en los cuartos. Debía de haber ya unas cua-renta cajas. Y todavía faltaba que el camión hiciera el traslado de los muebles.

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Dictados: Uso de «ll»/«y» 1

Yo también era un niño cuando vi aquella película, dijo Antonio Ventura. Mucho más pequeñoque el de la película. Los pies me colgaban de la butaca. Lo recuerdo todo como si fuese hoy.

Era la tarde de un domingo de febrero, uno de esos días agripados, de luz doliente, que empalmanuna noche con la otra. El mar rompía en el espigón queriéndose salir, con la furia de una bestia enlas tablas del cercado. Yo llevaba un abriguito de cheviot de bolsillos muy profundos y, camino delcine, no sacaba las manos, muy apretadas las monedas de real, por miedo a que me las llevaseel viento del nordeste como si fuesen dos petirrojos.Y allí estábamos todos, dijo Antonio Ventura, sumergidos en la oscuridad del cine Rex, encogidosen las butacas, con las llamas de la pantalla lamiéndonos la cara. El pescador Manuel tocaba unazanfona y le cantaba al niño rico con un cariño que nos daba envidia.

¡Ay, mi pescadito, deja de llorar!¡Ay, mi pescadito, no llores ya más!

Y entonces fue cuando Charo A'Rubia lloró.Era el suyo al principio un llorar manso que se confundía con el gemido melancólico de la zanfona.Me di cuenta porque ella estaba muy cerca, justo a mi lado, dijo Antonio Ventura. Cogió un pañue-lo blanco y trató de contenerse tapándose los ojos. Pero el llanto iba a más hasta que sus sollozosdesbordados ocuparon todo el cine como si saliesen de la propia pantalla. Las cabezas giraron pe-ro después volvieron a su sitio. Los mayores se llevaron el índice a los labios para acallar las pre-guntas inquietas de los niños. Lloraba Charo A'Rubia y hasta pareció que Spencer Tracy dejaba la zanfona para mirar con melancólica lástima hacia el patio de butacas. Me estremezco al recordaraquel llanto, el mar de lágrimas cayendo sin consuelo, salpicando mi abriguito de cheviot.

Manuel Rivas, «Charo A'Rubia», Ella, maldita alma.

Sus miembros y su talle no son para callar,me podéis creer, era gran yegua caballar;quien con ella luchase mal se habría de hallar,si ella no quiere, nunca la podrán derribar.[…]Tenía la cabeza mucho grande y sin guisacabellos cortos, negros, como corneja lisa,ojos hundidos, rojos; ve poco y mal divisa;mayor es que de osa su huella, cuando pisa.

Las orejas, mayores que las de añal borrico,el su pescuezo, negro, ancho, velludo, chico;las narices, muy gordas, largas, de zarapito,¡sorbería bien pronto un caudal de hombre rico! […]Más en verdad, yo no pude ver hasta la rodilla, los huesos mucho grandes, zanca no chiquitilla;de cabrillas del fuego una gran manadilla,sus tobillos mayores que de una añal novilla. […]

Arcipreste de Hita, Libro de buen amor.

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Dictados: Uso de «h»

La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros. Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las orejas ardiéndole y el

pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del mundo y sin darse cuenta de que tenía ham-bre o se estaba quedando helado...Quien nunca haya leído en secreto a la luz de una linterna, bajo la manta, porque Papá o Mamá oalguna otra persona solícita le ha apagado la luz, con el argumento bien intencionado de que tie-ne que dormir, porque mañana hay que levantarse tempranito...Quien nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas, porque una historia ma-ravillosa acababa y había que decir adiós a personajes con los que había corrido tantas aventu-ras, a los que quería y admiraba, por los que había temido y rezado, y sin cuya compañía le pare-cería vacía y sin sentido...Quien no conozca todo eso por propia experiencia, no podrá comprender probablemente lo queBastián hizo entonces.Miró fijamente el título del libro y sintió frío y calor a un tiempo. Eso era, exactamente, lo que ha-bía soñado tan a menudo, y lo que, desde que se había entregado a su pasión venía deseando:¡Una historia que no acabase nunca! ¡El libro de todos los libros!¡Tenía que conseguirlo, costase lo que costase! ¿Costase lo que costase? ¡Eso era muy fácil dedecir! [...]Y, sin embargo, Bastián sabía que no podía marcharse sin el libro. Ahora se daba cuenta de queprecisamente por aquel libro había entrado allí, de que el libro lo había llamado de una forma mis-teriosa porque quería ser suyo, porque, en realidad, ¡le había pertenecido siempre!Bastián escuchó atentamente el murmullo que lo mismo que antes venía del despacho.Antes de darse cuenta de lo que hacía, se había metido muy deprisa el libro bajo el abrigo y lo su-jetaba contra el cuerpo con ambos brazos.

Michael Ende, La historia interminable.

Pronto hube recorrido esas vías sombrías y tristes; de vez en cuando entreveía un trozo decésped descolorido, como un viejo tapiz de lana desgastado por el uso, o bien una apariencia

de huerto, cuyas escasas legumbres, patatas, coles y lechugas hubieran cabido con holgura enuna mesa liliputiense; algunos alhelíes enfermizos intentaban también tomar un poco el sol. [...]En tres horas había visitado no sólo la ciudad sino también sus alrededores. El aspecto generalera particularmente triste. Ni árboles, ni vegetación, por así decirlo. Por todas partes las aristas vi-vas de las rocas volcánicas. Las cabañas de los islandeses están hechas de tierra y turba, y sus muros están inclinados hacia dentro. Parecen tejados colocados en el suelo. Únicamente estos tejados son praderas relativamente fecundas. Gracias al calor de la vivienda, la hierba crece concierta perfección y la cortan cuidadosamente en la época de la siega, si no, los animales domésti-cos irían a pastar sobre las casas reverdecidas. Durante mi excursión me encontré con pocos habitantes. Al regresar a la calle comercial, vi a la mayor parte de la población ocupada en secar,salar y cargar bacalaos, principal artículo de exportación. Los hombres parecían robustos pero pe-sados, una especie de alemanes rubios de mirada pensativa, que se sienten un poco al margende la humanidad, ¡pobres exiliados relegados a esta tierra de hielo, de los cuales la naturaleza hu-biera debido hacer esquimales puesto que los condenaba a vivir en el límite en el círculo polar!Intenté en vano sorprender una sonrisa en su rostro. A veces reían por una especie de contraccióninvoluntaria de los músculos, pero no sonreían jamás.

Julio Verne, Viaje al centro de la Tierra.

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Dictados: Uso de «h» 1

El humor de aquel granjero cambió cuando vio aparecer al humilde campesino que le debía elalquiler de sus tierras. Le humilló hasta el infinito. Y aunque le pidió un poco de humanidad por-

que había habido sequía aquel invierno y no había ganado mucho dinero, el dueño no tuvo compa-sión. Le obligó a entregarle el dinero que le debía. La humillación fue tan grande que todo el pueblose enteró en apenas cinco minutos de lo sucedido entre los dos hombres.

Mis padres siempre nos dicen a mí y a mi hermano que tomemos mucha leche porque va bienpara los huesos. A mí no me gusta mucho, pero intento desayunar todas las mañanas un vaso

con magdalenas. En el colegio nos han explicado que debemos tener una dieta equilibrada parael buen funcionamiento del organismo. Por ejemplo, nos han enseñado que una vez a la semanadebemos comer lentejas porque tienen mucho hierro, muy necesario para el cuerpo humano.Aunque yo le he dicho a la profesora que una de las cosas que más me gusta es beber un refres-co con hielo, especialmente en verano.

Los textos literarios se dividen en prosa y verso. Sabemos que estamos ante un poema por-que se compone de versos y normalmente tienen una rima. Cada verso tiene un número limi-

tado de sílabas, como los hexasílabos o los heptasílabos. Es decir, los de seis y siete sílabas. A lolargo de los siglos ha habido muchos escritores que se han convertido en auténticos maestros dela poesía, como Garcilaso de la Vega y Rafael Alberti.

Rosa, la tía de Dani, cocinó en el horno un postre especial, elaborado a base de higos, harina,chocolate y manzanas. Era un día especial porque habían ascendido a su tío Héctor en el tra-

bajo y lo querían celebrar. Sin embargo, todo se convirtió en un desastre. Empezó a salir humo dela cocina y se dieron cuenta de que se había quemado. Se habían echado a perder varias horasde trabajo. En el intento de salvar aquella delicia, Rosa se cortó y empezó a sangrar. La tuvieronque llevar al hospital, donde le dijeron que había sufrido un pequeño corte que le había provoca-do una leve hemorragia. Cuando abandonamos el hospital, nos fuimos a un restaurante para olvi-dar aquel horrible suceso. Acabamos pidiendo un postre de hojaldre.

La familia Hernández viajó a Andalucía a pasar las vacaciones del verano de 2006 en su ve-hículo. Después de cinco horas de viaje y a mitad de camino, decidieron hospedarse en un ho-

tel a pasar la noche. Las habitaciones eran muy lujosas y amplias. El cuarto de baño estaba equi-pado con los últimos avances e incluso se podían relajar en el hidromasaje que había. Todo iba demaravilla cuando, de repente, uno de los niños gritó. Su cama estaba repleta de hormigas.Llamaron al dueño y le exigieron la hoja de reclamaciones. Hicieron rápidamente las maletas yabandonaron aquel lugar. No podían creerse lo que les había sucedido. Se sentían humillados yheridos por aquella falta de higiene.

Los representantes del pueblo, los diputados, se reúnen cada semana en el hemiciclo. Allí ha-blan, debaten y discuten sobre las cuestiones que afectan directamente a los ciudadanos. Cada

cuatro años son elegidos y renovados por los ciudadanos mayores de dieciocho años. Mucha gen-te huye de esa votación, no acude y se abstiene. Se quejan de que no les resuelven sus proble-mas, por eso prefieren salir a la calle protestar y en ocasiones convocan huelgas. Creen que asíhacen más presión y consiguen que les hagan caso antes.

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Cristian había preparado huevos rotos con jamón para la cena. Era muy importante para él por-que había citado en su casa a viejos amigos de la escuela, a los que no veía desde hacía mu-

cho tiempo. La cena fue bien y se alargó más de lo que pensaban. Todos hablaron de las viejasbatallas de colegio y recordaron lo bien que se lo habían pasado en la secundaria. ¡Ay, qué tiem-pos más bonitos! —exclamó con cierta melancolía en un momento de la noche. Cada uno habíaemprendido caminos distintos y apenas mantenían el contacto, aunque se felicitaron y se dieron laenhorabuena por poder verse cada cierto tiempo.

—¡Ah, qué horror! —gritó María en mitad del cine. Aquella película de terror le estaba resultandohorrible. No comprendía cómo a su novio le podía gustar tanto. Aguantó como pudo la sesión sin

hacer mucho caso y tapándose continuamente los ojos. —¡Hala! —susurraba él, porque no acababade comprender que no encontrara deleite con aquellas películas. A la salida se fueron a un bar, don-de se tomaron un batido de zanahoria. Hablaron y discutieron sobre lo que habían visto y decidieronque en el futuro llegarían a un consenso en la elección de las películas antes de ir a ver otra.

La nevada que cayó ayer permitió que los niños hicieran un muñeco de nieve. La plaza era unhervidero de pequeños que se tiraban bolas de nieve los unos a los otros. Era una hermosa

postal navideña. Los copos de nieve habían cubierto por completo la hierba del campo. Un vecinoincluso tiró varios cohetes porque hacía más de dos décadas que la nieve no cuajaba en aquel pe-queño pueblo. Pero no todo fue alegría. Dos montañeros se quedaron atrapados en un hueco en-tre dos grandes piedras al intentar huir de alud que se les echó encima. Los dos esperaban queno se hubieran borrado las huellas de su recorrido para que les pudieran rescatar cuanto antes.Afortunadamente tenían unas cuantas provisiones: huevos, agua y cacahuetes, que les iban a per-mitir pasar mejor la noche. Uno de ellos se había caído y temía que se hubiera roto un hueso delpie. Además, le estaba saliendo un pequeño hematoma en el brazo que le dolía cada vez más.

—¡Hola! —dijo Pedro al entrar en la tienda. —¿Eh? —contestó el dependiente, que estaba dis-traído hojeando las revistas de actualidad. En cuanto se dio cuenta de su pasividad, se reincorpo-

ró rápidamente y atendió al caballero. Sólo había ido a comprar un poco de harina porque quería cocinar para los niños huérfanos del orfanato de la esquina, a los que visitaba cada cierto tiempo. Eldueño de la tienda aprovechó el momento para entregarle unos adhesivos en los que se pedía que no cerraran la fábrica del pueblo. Y le anunció que estaban preparando protestas y una huelga general.

La sequía de los últimos años ha hecho descender el nivel de los pantanos en España. En laúltima semana sólo han caído tres hectómetros cúbicos de agua, muy lejos de la media habi-

tual. Las autoridades hacen un llamamiento para que ahorremos agua: cerrar el grifo mientras noslavamos los dientes y ducharnos en lugar de bañarnos son algunas medidas a nuestro alcance. Siconseguimos no malgastar agua, se podrán regar los huertos de miles de campesinos que culti-van alimentos necesarios para nosotros.

El hidroavión tuvo que llamar a la base de control para anunciar que iba a efectuar un aterrizaje deemergencia porque el motor se había averiado. —¡Ay! —exclamó preocupado cuando se dio cuen-

ta de que no todo funcionaba como debía. En el aeropuerto, se pusieron en marcha las medidas deemergencia para dar socorro al piloto. En control le recomendaron que mantuviera cerrado herméti-camente el aparato para que el cambio de presión no provocara un trágico desenlace. Era difícil man-tener la calma porque cada vez la angustia ahondaba más en su estado de ánimo. Estaba horroriza-do. Por los auriculares le recordaban que era humano sentir miedo, pero le insistían en que intentaramantener la calma para no perder el control. Finalmente aterrizó en un prado lleno de hierba. Los equi-pos de rescate llegaron rápidamente al lugar y apagaron el fuego que se había declarado al lado del

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ala.Como nunca había visto un fantasma, se llevó un susto espantoso: echó precipitadamente un

segundo vistazo a aquel horrendo espectro, y se lanzó a correr pasillo abajo, tropezando al pisar loslargos pliegues de la sábana, y dejando caer la daga oxidada en las botas del diplomático, donde ala mañana siguiente la encontró el mayordomo. Ya en la soledad de su habitación, se dejó caer enun pequeño jergón y escondió la cara bajo las mantas. Al poco rato, sin embargo, volvió a aflorar elviejo coraje de los Canterville, y decidió ir a hablar con el otro fantasma tan pronto como amane-ciera. Así, justo cuando el alba teñía de plata las colinas, regresó al lugar donde se había topadocon el espeluznante fantasma, con la idea de que, al fin y al cabo, dos fantasmas son mejor que unoy que, con ayuda de un nuevo compañero, bien podría sin riesgo habérselas con los gemelos. Pero,al llegar, se encontró una espantosa visión. Estaba claro que algo le había ocurrido al espectro, por-que la luz se había apagado en las cuencas de sus ojos, la brillante cimitarra se le había caído delas manos y se apoyaba ahora contra la pared en una postura forzada e incómoda. Se apresuró acogerlo entre los brazos y, para horror suyo, la cabeza se desprendió y rodó por el suelo, el cuerpoquedó medio caído, y él se encontró sujetando una cortina de fustán blanco, y a sus pies una es-coba, un cuchillo de cocina, y un nabo hueco.

Oscar Wilde, El fantasma de Canterville.

Cada vez que crujía una ramita, o croaba una rana, o vibraban los vidrios de la cocina que es-taba al fondo de la huerta, el viejecito saltaba con agilidad de su asiento improvisado, que era unapiedra chata, y espiaba ansiosamente entre el follaje. Pero el niño aún no aparecía. A través de lasventanas del comedor, abiertas a la pérgola, veía en cambio las luces movedizas que se desliza-ban de un lado a otro, con las cortinas, lentamente. Había sido corto de vista desde joven, de mo-do que eran inútiles sus esfuerzos por comprobar si ya cenaban o si aquellas sombras inquietasprovenían de los árboles más altos.Regresó a su asiento y esperó. La noche pasada había llovido y la tierra y las flores despedían unagradable olor a humedad. Pero los insectos pululaban, y los manoteos desesperados de donEulogio en torno del rostro no conseguían evitarlos [...]. El entusiasmo y la excitación que mantu-vieron su cuerpo dispuesto y febril durante el día habían decaído y sentía ahora cansancio del vas-to jardín y lo atormentaba la imagen, persistente, humillante, de alguien, quizá la cocinera o el ma-yordomo, que de pronto lo sorprendía en su escondrijo. «¿Qué hace usted en la huerta a estas ho-ras, don Eulogio?». Y vendrían su hijo y su hija política, convencidos de que estaba loco.

Mario Vargas Llosa, «El abuelo», Los jefes-Los cachorros.

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El abrigo que trajo la invitada se lo había tejido en un almacén de Gijón especializado en hacertrajes de lentejuelas. Era una prenda que abrigaba mucho, acorde con las bajas temperaturas

que se vivían durante aquellos días en el gélido país. También llevaba guantes escogidos especial-mente para la gala. Pero lo que más llamó la atención entre los elegantes invitados fue el jersey, conunos dibujos muy extraños en las mangas. El reloj también era llamativo.

Lucía debe escoger carrera este curso. La gente le dice que estudie psicología o geología.Aunque lo que a ella le gusta es la ornitología, es decir, la parte de la zoología que estudia las

aves. Ha descubierto que un grupo de estos animales está en peligro de extinción y sueña con pro-tegerlas de las peligrosas garras del ser humano. En general sabe poco de estos animales. El añopasado hojeó un libro en el que se explicaba que la vida de los loros es más corta en lugares salva-jes.

Había comprado berenjenas y guisantes para el guiso que iba a preparar. El verdulero le sugirióy aconsejó algunos de los mejores alimentos. Quería hacer una comida ligera, porque después seiba de viaje y no quería tener una digestión pesada. Era un importante ejecutivo con una vida muyajetreada. Su agenda le hacía presagiar que iba a tener que gestionar una infinidad de asuntos.

David pidió hospedaje en aquel hostal alejado del pueblo. Su origen era genovés, pero sus pro-genitores le trajeron de pequeño a Gerona. Le dijo al conserje que le entregara la llave de la habi-tación más lujosa. De equipaje sólo llevaba una bolsa. Le enseñaron varias y escogió la más gran-de. Pagó al momento con una tarjeta de crédito. Una vez instalado, escribió un mensaje urgente ylo envió por Internet. David era un testigo protegido en el juicio que se seguía en la Audiencia. Eljuez había ordenado que le alejaran de la ciudad y que no viera ni a sus amigos. Era una exigen-cia necesaria para que no le pasara nada.

Mi hijo es muy ingenioso y tiene unas ocurrencias geniales. Su imaginación supera generalmen-te a la de los niños de su edad; aunque a veces le animamos a que se relaje. Sus profesores aseguran que los ejercicios de lógica siempre los ejecuta rápidamente y sin dudar. En el equipo delcolegio marca goles que dejan fuera de juego a todo el equipo contrario. Si todo sigue así, de mayorserá un jugador de la liga de fútbol. Se convertirá en un gran fichaje. Quizá sea un niño prodigio queconseguirá llegar muy lejos en un breve espacio de tiempo. Y no son cosas de mi imaginación.

El gato se había colado en el garaje por un agujero y se había instalado allí por trigésima vez. Sóloquería un refugio donde alojarse y resguardarse del frío. El dueño le daba agua con la manguera. Y ledejaba alimentos en un pequeño refugio, cerca de un hormiguero. Cojeaba de una pata. El hombre sela curó, aunque el animal se quejaba de dolor. Se la tapó con gasas y un vendaje apropiado.

El concejal aconsejó a los consejeros que acudieran a visitar su pueblo. Les ofreció incluso cobi-jo gratuito. Les envió un reportaje en el que se mostraban las hermosuras del lugar, como las calle-juelas. La agricultura era la principal fuente de ingresos de los hogareños y también la extracción degranito. Era todo un personaje. Luchaba hasta que conseguía sus objetivos. Contagiaba a todos desu optimismo. Contaba que de joven había sido legionario y que aquella disciplina le marcó para te-ner claro cómo conseguir buenos resultados de su gestión.

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Condujo durante muchas horas. Las agujas del reloj marcaban las tres. Había ingerido una bebida energética para despejarse. Había estado escuchando en la radio un programa que le

había provocado carcajadas, aunque sin dejar de fijarse en las señales de la carretera. Iba a fes-tejar su aniversario de bodas con su mujer. Le iba regalar un colgante antiguo que había escogidoespecialmente para la ocasión. Empezaba a llover. Parecía que la meteorología no iba a acompa-ñarles. Se sentía un privilegiado por estar todavía junto a su esposa después de tantos años.

Al coche del gendarme se le habían averiado las bujías. Suerte que cerca había un granjeroque le dejó llamar a una grúa para que lo recogiera y lo arreglara rápidamente. Mientras espe-

raba, vio algunas jirafas, a muchachos cabalgando por el prado y una gigante golondrina a la quefotografió. La espera se hacía larga, así que sacó el ajedrez. El granjero acabó ofreciéndole hos-pedaje en vista de que no venían a por él.

El avión tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia. Juan, Julia y Genovés se cogieron de lasmanos. El capitán aconsejó a los pasajeros a través de la megafonía que guardaran silencio,

se abrocharan el cinturón de seguridad y siguieran las indicaciones. Se pusieron las mascarillas deoxígeno para salvaguardar sus vidas. Había un monje y un extranjero que llevaban un crucifijo.Rogaban para que todo saliera bien. Al final, sólo se declaró un pequeño fuego. Dirigieron a la gen-te a un hospital, donde se aseguraron de que todos estaban bien.

El pingüino es un animal que está en las partes más gélidas de la tierra. Sus plumas son rígidasy ejercitan las aletas para nadar. Tienen un pico largo, y algunos lo tienen bastante puntiagudo.

Se deslizan por la nieve como si fuera un tobogán. Los dedos delanteros son largos, gruesos y es-tán unidos por una membrana interdigital. No todos los pingüinos son iguales, en la actualidad hayentre 16 y 18 especies distintas.

Mi amigo busca trabajo de cajero en el supermercado. Aunque no es un oficio de mucho prestigio,le permitirá ganarse la vida y conseguir ahorrar dinero. Para él eso ya es un privilegio. Lógicamente,

preferiría ser gerente o ejecutivo, pero se conforma con ese empleo. Si lo consigue, sus planes habránencajado perfectamente. Y generará unas buenas expectativas entre los suyos tras la mala gestión dela empresa que le arruinó.

El jilguero estaba encerrado en una jaula desde donde veía un jarrón y un geranio. Sus ojos pedían volar y alejarse de aquellos barrotes. Soñaba con llegar a Ginebra y reencontrase con

su primo que estaba en un geriátrico. Sus dueños le garantizaron que le dejarían libre en unos dí-as. A partir de ese momento mostró signos de júbilo. Se daba cuenta de que todo aquello era yapasajero.

En la cocina el fogón ardía. Las lentejas estaban cociéndose y los guisantes listos para ser laguarnición. La familia había instalado el gas y el gasto energético había generado un aumento

en la factura. La madre les pidió a todos que agilizaran el encendido y apagado de la cocina.

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Úrsula lloró de consternación. Aquel dinero formaba parte de un cofre de monedas de oro quesu padre había acumulado en toda una vida de privaciones, y que ella había enterrado debajo

de la cama en espera de una buena ocasión para invertirlas. José Arcadio Buendía no trató siquie-ra de consolarla, entregado por entero a sus experimentos tácticos con la abnegación de un cientí-fico y aún a riesgo de su propia vida. Tratando de demostrar los efectos de la lupa en la tropa enemiga, se expuso él mismo a la concentración de los rayos solares y sufrió quemaduras que seconvirtieron en úlceras y tardaron mucho tiempo en sanar. Ante las protestas de su mujer, alarma-da por tan peligrosa inventiva, estuvo a punto de incendiar la casa. Pasaba largas horas en su cuar-to, haciendo cálculos sobre las posibilidades estratégicas de su arma novedosa, hasta que logrócomponer un manual de una asombrosa claridad didáctica y un poder de convicción irresistible. Loenvió a las autoridades acompañado de numerosos testimonios sobre sus experiencias y de variospliegos de dibujos explicativos, al cuidado de un mensajero que atravesó la sierra, se extravió enpantanos desmesurados, remontó ríos tormentosos y estuvo a punto de perecer bajo el azote de lasfieras, la desesperación y la peste.

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

Ahora una mujer sola dobló la esquina. Rápidamente, el vampiro se ocultó tras una columnade anuncios. Taconeando, la mujer se aproximaba con la noche; una mujer alta y fornida. Una

extraña sensación en el estómago le recordó al vampiro que aún tenía que comer algo. Mientrasmasticaba una rebanada de pan reflexionó intensamente. Permaneció de pie y aspiró el aire, exa-minante e indeciso. La mujer se acercaba. El vampiro se dejó deslizar por la columna y, de pron-to, apareció frente a la mujer. Arrojó la rebanada al suelo, se limpió los labios con el dorso de lamano izquierda y mostró sus colmillos abriendo extrañamente la boca debajo del haz de luz hexa-gonal de una farola. No podía hacerlo, cerró la boca, se apartó de la luz. La mujer pasó de largoantes de que sus colmillos desaparecieran detrás de sus labios cerrados. Era excesivo, pero tam-poco le gustaban los tomates. La mujer dobló otra esquina y desapareció. El pequeño vampiro con-vino que a él le había tocado un papel exótico en la vida y en la muerte. La sangre no le parecíaestupenda, pero reconocía que una exigua rebanada de pan no era suficiente para un vampiro de-cente. Además se reconocía con tristeza un extranjero en su especie.

Angela Sommer-Bodenburg, El pequeño vampiro se cambia de casa

(adaptación).

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Apenas se enteró el Rey de tan inicua trama, cuando estrechó con lágrimas de gozo a los ni-ños en sus brazos; mandó venir albañiles, que abrieron el hueco en el que por tantos años ha-

bía estado emparedada la buena Reina, y del cual salió la pobrecita tan blanca, que parecía unaReina de mármol; pero apenas vio a sus hijos, cuando brotó en sus mejillas la sangre de su cora-zón y se puso más hermosa que nunca lo había estado. El Rey la abrazó y la sentó en el trono, ya su lado los Príncipes, sus hijos. Mandó venir al buen pescador, al que hizo jefe del Ministerio dela Pesca; a la fiel y bondadosa ama se la jubiló, se la sentó en un sillón de muelles, con un rosa-rio en una mano y un abanico en la otra, y se la nombró «Duquesa de la Huelga». Repartiéronsemuchas gracias y dones, y yo fui y vine y no me dieron nada.

Fernán Caballero, Cuentos, adivinanzas y refranes populares.

La novela comienza en una estación de ferrocarril, resopla una locomotora, un vaivén de pis-tones cubre la apertura del capítulo, una nube de humo esconde parte del primer párrafo. Entre

el olor a estación pasa una ráfaga de olor a cantina de la estación. Hay alguien que está mirandoa través de los vidrios empañados, abre la puerta encristalada del bar, todo es neblinoso, inclusodentro, como visto por ojos de miope, o bien por ojos irritados por granitos de carbón. Son las pá-ginas del libro las que están empañadas como los cristales del viejo tren, sobre las frases se posala nube de humo. Es una noche lluviosa; el hombre entra en el bar; se desabrocha la gabardinahúmeda; una nube de vapor lo envuelve; un silbido parte a lo largo de los rieles brillantes de lluviahasta perderse de vista.Un silbido como de locomotora y un chorro de vapor se alzan de la máquina del café que el viejobarman pone a presión como si lanzase una señal, o al menos eso parece por la sucesión de lasfrases del segundo párrafo, donde los jugadores de las mesas cierran el abanico de las cartas con-tra el pecho y se vuelven hacia el recién llegado con una triple torsión de cuello, de los hombros yde las sillas, mientras los clientes de la barra levantan las tacitas y soplan en la superficie del cafécon labios y ojos entornados, o sorben la espuma de las jarras de cerveza con atención exagerada,para que no se derrame. El gato arquea el lomo; la cajera cierra la caja registradora, que hace tilín.

Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero.

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