Diferencia Entre Conciencia e Inteligencia
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Fuente:https://qbitacora.wordpress.com/2010/07/05/inteligencia-y-consciencia/
Inteligencia y conscienciaLunes, 5 julio 2010 por qbit
Voy a tratar aquí los difíciles asuntos de la inteligencia, la consciencia, y la relación entre
ambas.
Inteligencia.
La inteligencia es una facultad mental que le da al individuo o a la especie animal que la
tiene (como los humanos) la capacidad de entender el mundo de una manera más
perfecta, de enfrentar sus problemas de una manera más eficaz, desarrollando soluciones
distintas y originales y de hacer planes a largo plazo, ya sea para prevenir futuros
problemas o para alcanzar los objetivos propuestos.
La inmensa mayoría de animales no tienen casi inteligencia y por eso carecen de estas
virtudes. Su respuesta a los problemas es siempre la misma, basada en sus cualidades
físicas e instintos. Pero algunos animales sí tienen algo de inteligencia, o mucha. Así, la
inteligencia no es una cualidad “cuantizada” (discreta, digital, del tipo de tener o no
tener), sino continua, en la que unos animales tienen mucha, otros menos, otros menos
aún, etc. Y sospecho que lo mismo sucede con la consciencia.
En realidad, lo que se entiende por inteligencia es un conjunto de cualidades mentales
relacionadas pero distintas entre sí, algunas de las cuales se usan para cosas no
intelectuales. Es decir, la inteligencia no es una única cosa, sino el resultado de la
ponderación de varias cualidades. Y más todavía, la mente no está dividida entre
inteligencia y no inteligencia (emociones, etc.), sino que está todo integrado. Somos los
humanos los que hemos inventado el concepto de inteligencia para simplificar la realidad.
Y no es una mala simplificación. En las ciencias se usan muchas simplificaciones que son
útiles y productivas para entender mejor la realidad. Por ejemplo, los gases ideales o el
movimiento armónico simple en Física, o la competencia perfecta en Economía. Pero hay
que ser conscientes de que se tratan de simplificaciones para acercarse a la realidad, y
que no es la realidad exacta, por lo que dichas simplificaciones tienen sus limitaciones e
implican un conocimiento imperfecto de la realidad. Sin embargo, aún tratándose de una
simplificación y de una aproximación a la realidad, en la práctica sin ser demasiado
exigentes se puede usar el concepto de inteligencia como si fuera un ente concreto real, y
se han desarrollado pruebas para medirla, por medio de lo que se llama el“cociente de
inteligencia” (IQ), que demuestra que esa cualidad se puede medir, aún siendo una
aproximación a la realidad de lo que es la inteligencia en realidad.
Algunas de esas cualidades que juntas forman la inteligencia son:
Memoria: La memoria es necesaria para la inteligencia. La gente que es muy inteligente tiene también mucha memoria y una gran cantidad de información en la mente que aprovecha para relacionar ideas y para fabricar nuevas ideas. Sin memoria no hay inteligencia. Pero no toda la gente con mucha memoria es inteligente, y yo conozco gente así, de los dos tipos. Ni tampoco la memoria es una cualidad exclusivamente relacionada con la inteligencia, pues la memoria también está relacionada con cualidades psicológicas no intelectuales, como las emociones, con reconocer a amigos y familiares, o incluso con simples automatismos corporales.
Lógica: Esta es una cualidad puramente intelectual. Imaginación espacial: Es una cualidad útil para la vida cotidiana, como orientarse en
la ciudad o el campo, relacionada con la memoria, pero también con la inteligencia, con el diseño y la construcción de objetos.
Intuición: Es una cualidad psicológica y emocional pero que tiene también una relación con la parte intelectual de la mente. Einstein era famoso por aplicar la intuición. Yo también me considero intuitivo. Edgar Allan Poe, al comienzo de una de sus narraciones cortas, explica genialmente lo que es la intuición y su relación con el subconsciente, y de cómo este soluciona problemas inabordables por la consciencia, enviando a la consciencia la solución del problema en forma de intuición cuando lo ha resuelto, poniendo el ejemplo de un experto en pintura distinguiendo un cuadro falso de uno auténtico, labor que Poe consideraba inconsciente. De hecho, hoy en día se sabe que el subconsciente maneja muchísima más información que la consciencia. Y mucha gente no tiene esa intuición que le avisa de los peligros, de los problemas, que le anticipa la solución a los problemas o el camino a investigar. Son auténticos ceporros.
Lenguaje: La expresividad lingüística, sea oral o escrita, es una cualidad relacionada con las relaciones personales, y también con la expresión de las emociones. Probablemente ese fue el origen del lenguaje. Pero también está muy relacionada con la expresión de las ideas. Expresar correctamente las ideas requiere un esfuerzo intelectual. Y a su vez, el lenguaje ayuda a pensar. Yo suelo decir mucho que para manipular la mente se empieza manipulando el lenguaje. Lingüistas como Tolkien o Chomsky han sido conscientes de la interrelación entre lenguaje y pensamiento, y por lo tanto, inteligencia.
Estrategia: Está relacionada con cualidades psicológicas no intelectuales, como la agresividad, y se optimiza cuando van juntas en actividades como la guerra o el ajedrez.
El sexo masculino destaca más en unas cualidades (como la estrategia o la imaginación
espacial) y el femenino en otras (como el lenguaje), según se deduce de la experiencia y
de los experimentos científicos, (en la población media, claro, no en genios que destacan
en todo o casi todo), lo que demuestra una vez más, la especialización de funciones de
cada sexo.
Consciencia.
La inteligencia es, evidentemente, una fortaleza mental. Es una herramienta para facilitar
la supervivencia del individuo, pero no la única. Otras importantes herramientas al
servicio de la supervivencia que se me ocurre ahora mismo mencionar son:
La fuerza de voluntad. El valor.
La inteligencia y en general, la racionalidad, como las demás herramientas mentales,
están supeditadas en el animal humano a la irracionalidad, a las emociones. Quien no se lo
crea que observe los anuncios de la televisión: Van dirigidos a estimular las emociones y
no la intelectualidad, a generar el deseo de compra. Si existe el deseo, la emoción, lo
irracional, entonces la mente pondrá en marcha sus herramientas (inteligencia, voluntad,
etc.), para satisfacer el deseo.
Hace falta mucha, pero que mucha inteligencia para que esta pueda sobreponerse a la
irracionalidad. Y sospecho que no basta, que hace falta algo más. Quizá una íntima
sensación de que algo se opone a uno mismo, de que algo es potencialmente un peligro
para que se active la inteligencia. Por ejemplo, la propaganda que se inserta en obras de
entretenimiento, como el cine, no es descubierta por la mayoría de la gente no sólo por la
falta de inteligencia del público, que también, sino porque las obras de entretenimiento le
aportan al espectador diversión y emociones con lo que la capacidad de crítica y la
inteligencia del espectador no se activan para reconocer y criticar esa propaganda.
El caso es que con mucha frecuencia gente inteligente se comporta de una manera
estúpida contraria a sus intereses, y la explicación es esta que menciono, que aunque
tienen la fortaleza de su inteligencia, tienen otras debilidades que la vencen, y así su
comportamiento es estúpido. O que su inteligencia carece de algunos componentes
importantes, como la intuición, que les capa sus capacidades.
Así, la inteligencia no es lo mismo que la consciencia. La consciencia está a un nivel
superior a la inteligencia.
El lenguaje contiene mucha sabiduría tradicional, y este caso es un ejemplo de ello. En
español tenemos una palabra para referirnos a esta gente: Gilipollas. La palabra
“gilipollas” no hace referencia a la falta de inteligencia. Para eso hay otras palabras: tonto,
idiota, estúpido. Gilipollas va más en la línea de gente que potencialmente podría
comportarse de una manera más inteligente y no lo hace, gente que se sabe son
inteligentes en unas situaciones pero que en otras se comportan como si fueran idiotas.
Bueno, también se usa como insulto genérico, como tantas otras palabras, pero no es ese
el significado original y genuino ni el que estoy tratando aquí.
Un ejemplo claro de esto, y el primer ejemplo en el que fui consciente de ello, fue a los 13
ó 14 años de edad, cuando la gente de mi edad empezó a fumar. Yo no fumaba ni fumo, y
me llamó la atención que gente inteligente cayera en el vicio, pues no hace falta ser muy
inteligente para darse cuenta de que echar humo por la boca no debe ser sano y por lo
tanto, no se debe hacer. A esa edad yo no había desarrollado mis posteriores reflexiones
sobre el borreguismo de la gente, lo cual hice mucho después, lo cual no evitaba que
sufriera y reconociera la presión del grupo, la presión que el conjunto de borregos ejerce
sobre quien no lo es. En este caso, sobre quien no fuma. Así, recibí indirectas y
menosprecios de gente porque no fumaba, porque al no fumar no mantenía ese “vínculo
de identidad” con ellos, y más aún, les debía recordar por contraste conmigo que su
comportamiento era estúpido, y eso les hacía sentirse mal. Necesitaban que todos
hicieran lo mismo para olvidar que su comportamiento era estúpido. Alguno de ellos era
inteligente para otras cosas (los otros no, eran idiotas perdidos), pero el deseo de estar
integrado en el grupo y no aislado había hecho que esos pocos también cayeran en el vicio
de fumar.
También en la universidad encontré gente más inteligente que fumaba. Sin duda, habían
caído en el vicio por ese motivo u otro similar. También observé que en ese ambiente de
gente inteligente había menos gente que fumaba que en otros de gente menos
inteligente, de lo que se deducía que hay una correlación entre inteligencia y no fumar,
entre inteligencia y comportamiento inteligente en general. Pero seguía habiendo gente
que fumaba, porque la inteligencia no es en todos los individuos una fortaleza mental
suficiente que les impida caer en un comportamiento estúpido.
Otro ejemplo claro de esto es lo que sucede en política. Dice un dicho que lo más
importante en política es reconocer quién es el enemigo, lo cual incluye el saber porqué lo
es. Mucha gente se comporta de manera estúpida en este asunto y cierran los ojos ante
las evidencias, las pruebas, las “olvidan” con mucha facilidad porque no les interesa
pensar distinto de lo aceptado por el rebaño.
Otra cita que muestra la relación de superioridad de la consciencia sobre la inteligencia es
esta de David Lane:
“Los hombres perspicaces han observado desde siempre que aquellos que han adquirido la
aprobación del Sistema a través de la llamada “educación superior” parecen
particularmente obtusos en aceptar las circunstancias mostradas por el sentido común, y
que estos individuos “cultos” son normalmente los últimos en salirse de un sistema
tiránico, destructivo y corrupto. Esto es así, parcialmente porque se han prostituido a sí
mismos por lucro personal, pero también, porque la educación superior es más
adecuadamente llamada “contaminación cerebral avanzada”. El propósito de la educación
superior es crear gestores para el imperio de los amos”.
David Lane no usa la expresión “hombres conscientes”, sino “perspicaces”, que viene a ser
lo mismo.
No es sólo que la inteligencia sea insuficiente contra la genialidad, sino que además, no
está a la altura de la consciencia. Para alcanzar ese nivel superior, hay que querer, hay que
querer librarse de ataduras mentales, de borreguismos, de no traicionar a la propia mente
por intereses tales como el querer ser aceptado por el grupo social, o no salirse del
rebaño. Querer tomarse la pastilla azul y no la roja en Mátrix. En definitiva, querer, tener
la fuerza de voluntad, esa otra herramienta mental tan importante o más que la
inteligencia.
Y de todo esto se deduce también que una buena educación de los hijos ha de ser aquella
que procure que los hijos no tengan debilidades mentales (tampoco físicas, claro), que les
haga tener capacidad de crítica, curiosidad, fuerza de voluntad, etc. Ser más conscientes y
querer serlo. Es decir, tener personalidad. Una difícil tarea.