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El intervencionismo foráneo en elIstmo de Panamá. (18504857) (1)

Desde los primeros años de ia~ aW oro; en panaaxd sest scáAZrvn e+afiert- .̀

La Ciudad de Panamá en 1857

POR:

DR. CELESTINO ANDRÉS ARAÚZ

DRA. PATRICIA PIZZURNO

1. Primeros enfrentamien-tos y controversiasentre norteamericanosy panameños.A. ANTECEDENTES DEL`INCIDENTE DE LA TAjADA DE SANDÍA11

Profundas consecuencias en diversosórdenes trajo consigo la "fiebre del ora"en el Istmo de Panamá, algunas de lascuales ya mencionamos en el fascículoanterior y que ahora veremos con másdetalles . En efecto, el constante e incon-trolado paso de los estadounidenses enbusca de fortuna, algunos de ellos típicosrepresentantes del "Destino Manifiesto",con pistola al cinto y actitud arrogantehacia los nativos del país, dio como re-sultado frecuentes enfrentamientos, in-cluso años antes del conocido "incidentede la Tajada de Sandía" del 15 de abril de1856. Así se evidencia a través de diver-sos testimonios de la época.

A finales de diciembre de 1849, es de-cir, cuando apenas comenzaba el masivocruce de inmigrantes por nuestro territoriorumbo a Californía, el Cónsul británico enla ciudad de Panamá William Perry le ín-

formaba a Lord Pal-merston que los esta-dounidenses se en-contraban detenidosen Panamá por la fal-ta de medios detransporte para llegarhasta San Franciscoy que eran "en gene-ral bien portados, pe-ro siento observarque crece un malsentimiento entreellos y . la poblaciónnegra del Istmo. Doso tres reyertas han te-nido lugar y las pis-tolas y los cuchilloshan sido utilizados yhasta ahora sin resul-tados serios, pero te-mo que si una muerteocurriera en cual-quiera de los bandos, podría conducir aconsecuencias fatales."

Según la viajera inglesa Lady Emmeli-ne Stuart Wortley, que cruzó por el Istmoentre 1848-50, las riñas entre los viajerosnorteamericanos con los istmeños ocurríana menudo, porque los primeros estaban"armados hasta los dientes con cuchillosde monte , y revólveres", en tanto que losnativos siempre tenían a mano "los mache-tes más formidables y jamás imaginadostan largos como la mano de un hombre,

con los cuales cortansus alimentos o a susenemigos en peda-zos" . Indicó que an-tes de su regreso aPanamá desde el Pe-rú, `hubo una batallaentre los emigrantescalifornianos y lospanameños . Des-pués de un rato, losnativos que son au-daces hasta el últimogrado cuando se leprovoca, muy pocoles importó los re-vólveres que eranpara ellos como ci-garritos . Esperabansu oportunidad, co-sían valiente y rápi-damente hacia susoponentes (todos es-

tos con armas de fuego en sus manos) y lesenterraban en el pecho sus largos mache-tes . Me contaron que murieron cuatro nor-teamericanos y otros estaban gravementeheridos . Esto es un hecho triste, pero creoque los norteamericanos dijeron que enprimera instancia fue culpa de sus paisa-nos . Odian a los indios y para ellos, todapersona de color es `nigger"'. La viajerainglesa también afirmó que el dueño de unhotel estadounidense le preguntó si habíavisto el cadáver de un norteamericano flo-

tando en el Chagres, el cual fue "apuñala-do en una riña con los nativos, quienes serehusaron a enterrarlo o permitir que lo en-te~ donde tuvo lugar el combate y lohabía atado a una balsa liviana y echadocuesta abajo . "

Al decir de lady Emmeline Stuart, había"muchas cosas interesantes sobre el carác-ter de estos indios". En su opinión, eran`holgazanes, perezosos y descuidados",pero parecían ser "muy hospitalarios, lle-nos de sensibilidad, franqueza, generosi-dad y gratitud hacia aquellos que los tratancon amabilidad y consideración. Son ale-gres y pacíficos, pero el mas bravo de losbravos cuando se les sube la sangre . Pare-ce que tienen los elementos de un carácterconecto y noble". En este sentido, es pre-ciso recordar los puntos de vista del médi-co norteamericano J. H. Gibbon, quienatravesó el Istmo de Panamá años atrás,específicamente entre 1835 a 1836, y se-ñaló que "la gente parecía complacida porcualquier pequeña atención que recibierade un forastero. Ofrecerles un cigarro opedirles fuego era suficiente presentación.En todas partes se nos recibía con sencillezy amabilidad. Al pueblo del Istmo, en logeneral, se le describe como bondadoso ybien dispuesto. Su actitud y su conductapara con nosotros era ciertamente esa, uni-da, eso sí, a cierta apatía e indiferencia".Y más adelante acotó : "Se nos aseguróque el dinero puede ser transportado conseguridad a través del Istmo, sin más pro-

General Tomás Herrera

Historia de las Relaciones entre Panamá y los Estados UnidosN° 9 Diciembre de 1997

Editado por , el Departamento de Suplementos de (ff-Y Spttnamá ZCMC1 tta.DIRECCION: Celestino Andrés Araúz y Patricia PizzumoPORTADA: La Puerta de Tierra tal como existía en 1850

La desembocadura del Chagres a mediados del Siglo XIX

Playa Norteoriental de la Ciudad de Panamá en 1859, según C. Parsons

tección que la del arriero que lo lleva, yque no se ha conocido ningún caso de asal-to a los viajeros " . Muy distintos serían losagitados años de la "fiebre del oro", cuan-do como veremos, se desarrolló un bando-lerismo desenfrenado, particularmente enla zona de tránsito.

Otro de los tantos choques que se susci-taron entre los extranjeros con los natura-les de Panamá, durante los años inicialesdel "gold rush", tuvo lugar el 19 de mayode 1850. En esa fecha, un muchacho nati-vo que vendía el periódico The PanamaEcho fue sindicado de hurtarse unos qui-nientos a seiscientos pesos pertenecientesal editor de este diario, un norteamericanode apellido Need. Este, en vez de llevar alsupuesto delincuente a las autoridades lo-cales, decidió tomarse la justicia por susmanos encerrándolo en un aposento de laimprenta y aplicándole castigo . Ante losrumores de que la intención era matar alacusado, familiares y amigos de éste deci-dieron rescatarlo arrojando piedras al edi-ficio. Según el Cónsul británico WilliamPerry, elle originó "un conflicto muy serioentre los americanos y los nativos en elcual uno de los primeros fue muerto deuna puñalada" . Con todo, la enardecidamuchedumbre de naturales del país logróponer en libertad al presunto delincuente aquien, según el periódico El Panameño,"lo condujeron vitoréandolo por las calleshasta el extremo de la ciudad . Allí trata-ron otra vez algunos americanos de apode-rarse del muchacho y el pueblo lo resis-tía" . Ante la gravedad de la situación, elcónsul de los Estados Unidos Amos Cor-wine, el gobernador Manuel María Díaz yotras autoridades locales trataron de cal-mar los ánimos exaltados, lo cual final-mente consiguieron y se colocaron patru-llas de soldados para evitar otros desórde-nes . El trágico resultado, según el periodocitado, fue de "dos o tres muertos y cuatroo cinco heridos y contusos" .

En opinión del Cónsul William Peny,los sangrientos sucesos del 19 de mayo de1850 dejaron como resultado "los resco-llos en llamas latentes para la enemistad yel odio de la población negra hacia los nor-teamericanos, lo que no puede dudarse por

el momento". Más aún, Perry advirtió:"Verdaderamente es de temerse que talesresentimientos sean ya hacia todos losblancos, americanos o no, particularmenteaquellos quienes ellos suponen que sonamigos de los emigrantes" . Como datocurioso, conviene señalar que Perry situóestos acontecimientos el sábado, 10 demayo, e indicó que el domingo 19 "algu-nos otros pequeños disturbios tuvieron lu-gar pero desde entonces la ciudad ha esta-do relativamente tranquila".

Este estado de cosas tampoco escapó alas observaciones de los propios istmeños.A principios de julio de 1850, Tomás He=rrera afamó: "Chagres, Gorgona, Crucesy Panamá progresan extraordinariamentey sólo se sufren las molestias que de vezen cuando ocurren entre los norteamerica-nos y los hijos del país . En el primero y enel último punto han salido victoriosos loshijos del país en las últimas riñas que hantenido. Parece que los naturales han reco-nocido ya la necesidad de obrar con ener-gía. Esto es bueno, pero temo que si elGobernador y demás autoridades no pro-ceden con celo y energía, se forme una cu-yos resultados pueden ser de funestas con-secuencias", como efectivamente sucedióaproximadamente seis años después.

B. BANDOLERISMO EN COLÓN

Y EN LA ZONA DE TRANSITO

Por otra parte, en la zona de tránsito, so-bre todo en la ciudad de Panamá y en Co-lón o Aspinwall, puerto fundado por laCompañía del Ferrocarril Transístmico,los actos delictivos estuvieron a la ordendel día. Como las autoridades de la Nue-va Granada se mostraron impotentes paraimpedir o reprimir el bandolerismo, parti-cularmente en Colón, los comerciantes ex-tranjeros decidieron tomarse la justicia porsí mismos.

De este modo, a finales de marzo de1854, según informaba el periódico El Pa-nameño, se estableció una asociación denorteamericanos que formaron jurados pa-ra conocer de los delitos que se cometían"e imponer inmediatamente castigo a losreos, incluso la pena de muerte". Es más,encabezados por los ciudadanos estadou-

nidenses Ariano, Franklin y Howler, se to-maron la cárcel de Colón, porque se sospe-chaba que allí se guardaban los efectos ro-bados . Aunque el Juez del Circuito convi-no con esta medida de fuerza, su autoridadfue totalmente desconocida en un improvi-sado meeting. Los norteamericanos invo-caron el gobierno propio y exigieron quese les entregaran los presos . De acuerdocon la visión de El Panameño : "A méritode esta furia y de estos desmanes, la pobla-ción se alarmó y la multitud, junto con lasautoridades, acudió al punto de los escán-dalos . Así se pudo contener el desorden".Es más, se indicó que "un gran número degranadinos que veía con aflicción la auto-ridad pública, se armó y dio un testimonioplausible e inequívoco, de que ardía enellos el fuego del nacionalismo . Cien car-tageneros, con machete en mano, hananunciado en esta ocasión, lo que sucede-rá con más de 1000 de esos granadinos tra-bajadores del ferrocarril el día que se pre-tenda despojarnos de una vez de Colón" .

Aunque en esa ocasión las autoridadesde la Nueva Granada en Colón recibieronel apoyo de los cónsules de esta ciudad yde Panamá y del superintendente de laCompañía del Ferrocarril George Totten,los mismos no tardaron en sumarse a loscomerciantes estadounidenses desconten-tos . El 20 de marzo de 1854, estos últi-mos, tras deliberar largamente en un mee-ting, aprobaron una resolución indicandoque, como las autoridades de Colón habíandeclarado públicamente que les faltabanlos medios para proteger las vidas y pro-piedades de los residentes en el lugar y an-te los "repetidos actos de depredación yotros crímenes" que eran perpetrados im-punemente, resolvieron y se comprometie-ron "a resistir toda futura depredación y aproveer a nuestra seguridad por medio deuna organización propia, sin recurrir a di-chas autoridades, convencidos como lo es-tamos de que tal recurso ha sido y es ente-ramente inútil" . Resolvieron, asimismo,constituir una "comisión de vigilancia"con el propósito de "aprehender, juzgar ycastigar a los criminales con todo el rigornecesario" . Por último, asumieron el com-promiso dé ápoyáse reciprocámente con

sus vidas y propiedades, "y con todos losesfuerzos de que fuesen capaces comohombres contra cualquiera resistencia quese intente hacer a nuestra autoridad, mien-tras subsista esta organización " .

Como bien indicó El Panameño, a lavista del documento aludido y ante los gra-ves sucesos ocurridos, ahora se atentabacontra el poder judicial y ya antes se habíahecho lo mismo en detrimento de los po-deres legislativo y ejecutivo de la provin-cia . Más tarde, podría descorrerse el veloy convertir a Colón en "un país americano,o cual otro Tejas" . El periódico recomen-daba, en consecuencia, que el gobiernogranadino estableciera una guarnición enaquel puerto con 30 a 40 soldados y guar-dias nacionales, la formación de un peque-ño cuerpo de gendarmes, la construcciónde una cárcel segura y, mientras tanto, elarriendo de un edificio "en que estén lospresos realmente presos, pues que ahorano lo están". Finalizaba exhortando paraque : "sea granadina la ciudad de Colón entoda la regla, seálo en verdad; esto es loque importa para que no se justifique máslas vías de hecho . Entretanto, no se deabrigo a odios entre americanos y granadi-nos, pues que justamente son dos razas lla-madas a la mayor unión, por esa simpatíaque une a los que son gobernados por unasmismas doctrinas . . ." .

Pese a estos clamores de El Panameño,las autoridades de la Nueva Granada, alparecer, no adoptaron medidas enérgicasen Colón para poner orden en el caos rei-nante . Así las cosas, el 22 de junio de1854, Sam Hirsch, cónsul interino de Esta-dos Unidos en aquella ciudad, le llamó laatención al gobernador de la Provincia dePanamá José María Urrutia Añino, indi-cándole que : "Hace un tiempo considera-ble que la más grande y más espantosa in-seguridad de vidas y propiedades existe enesta comunidad . Depredaciones contraunas u otras se han cometido con comple-ta impunidad, en todos los casos en que lainfluencia o la fuerza física superior hapermitido al malvado escapar o desafiar elcastigo corporal que, en algunos casos, hasido aplicado a delincuentes condenadospor un número de extranjeros residentes en

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Accidente en el camino a través del Istmo de Panamá durante la fiebre del oro

Cruce a través del Istmo de Panamá a mediados del Siglo XIX

esta ciudad que, según he sido informado,se han organizado en una junta de vigilan-cia, para protegerse a sí mismos, y a otros,contra las depredaciones de los ladrones yasesinos."

A continuación, Hirsch afamó que laaplicación ineficaz de las leyes granadinaspor parte de las autoridades en Colón,compelió a los estadounidenses residentesallí a formar el "Comité de Vigilancia" yque era lamentable que se hubiese tomadoesta decisión "en el centro de un cuerpopolítico bien organizado y arreglado". Esmás, corría el rumor de que las autoridadesen el puerto del Atlántico pensaban renun-ciar a sus cargos . Como los ciudadanosnorteamericanos invocaban su protección,Hirsch le advirtió a Urrutia Añino queadoptara "inmediatamente, las medidasmás eficaces, para establecer el orden y laseguridad de las vidas y propiedades en es-ta ciudad, pues yo sentiría mucho si las cir-cunstancias me obligan a ello, tener quebuscar para mis conciudadanos estableci-dos en este lugar, la justicia y protecciónde mi propio gobierno, el cual, en tal even-to, sin duda obrará de conformidad con lasgarantías de seguridad y protección conce-didas a los ciudadanos de los E. U. resi-dentes en países extranjeros".

Al responder a la dura nota de Hirsch, elgobernador de la Provincia de Panamá,afirmó que los desórdenes en Colón obe-decían, sin duda alguna, a una sola causa,a saber: la falta de rentas para pagar a losempleados judiciales, de policía y otros.Ello se agravaba por el hecho de que laProvincia de Panamá era pobre y carecíade producción interna para afrontar losgastos públicos. De allí que era de justiciaque los extranjeros pagaran los impuestosestablecidos, a lo cual se negaban . Enconsecuencia, la gobernación no sabía quémedidas podía emplear para poner términoa la anarquía reinante en Colón, si no po-día ofrecer la competente remuneración alos empleados allí establecidos . De conse-guirse esto último, en opinión de UrrutiaAñino, todos los males que en Colón sesentían, desaparecerían porque habría bue-nas autoridades "y con ellos el orden y ga-rantías" .

Y en cuanto a la advertencia de Hirschde que se buscaría ¡ajusticia y proteccióndel gobierno de Estados Unidos para susconciudadanos en Colón, Urrutia Añinoexpresó que la alusión a semejante medidaenvolvía "una especie de amenaza, quehabría valido más formular netamente yque pondré en conocimiento del gobiernosupremo, bien seguro como estoy, de queen todo caso dictará las providencias exi-gidas por el honor de un pueblo, que aun-que débil, estima y sabe sostener su digni-dad". Finalmente, Urrutia Añino le indicóa Hirsch que deseando agotar todas losmedios que pudiesen conducir a un resul-tado pacífico y satisfactorio en el estado decosas en Colón, pensaba convocar extraor-dinariamente a la legislatura provincial pa-ra que adoptara las medidas que a su juiciofuesen oportunas.

Si las afirmaciones de Sam Hirsch en-trañaban la prepotencia del Destino Mani-fiesto en nuestro país, no menos grave pa-ra la soberanía de la Nueva Granada en Pa-namá, específicamente en Colón, fueronlas propuestas que el 28 de junio de 1854elevó el superintendente de la Compañaíadel Ferrocarril, George M. Totten, al pro-pio gobernador Urrutia Añino . En efecto,aquel le informaba que, de conformidadcon la conversación sostenida reciente-mente con éste último, había celebrado va-rias conferencias con los principales resi-dentes en Colón y como resultado de lasmismas se resolvió, en primer lugar, que sise permitía a los ciudadanos extranjerosformar parte del gobierno municipal deColón, junto con los granadinos, contribui-rían "suficientemente para gastos de estegobierno" y además se someterían a unacontribución para el tesoso provincial quealcanzara la cifra de 4000 á 6000 pesosmensuales . Convinieron, igualmente, enque el Jefe político, el Juez y el Colectorfuesen ciudadanos de la Nueva Granada,pero los otros empleados podrán ser grana-dinos o extranjeros, según fuesen elegidos.Proponían, asimismo, que entre todos losresidentes se elegiera un Cabildo, com-puesto por once miembros, "sin atender ala nacionalidad", el cual designaría laspersonas que considerara más a propósito

"para los destinos de Jefe Político, Juez yColector," cuyo nombramiento estaca su-jeto a la aprobación y confirmación delGobernador.

Además de los empleados municipales,en el documento que venimos citando, seproponía "establecer un cuerpo eficaz depolicía compuesto de diez individuos y unJefe" , bajo las órdenes del Gobernador y elCabildo para cuyo mantenimiento debíandestinarse seis mil pesos anuales. Asimis-mo, los residentes en Colón estableceríanuna cárcel y un carcelero a sus expensas.Proponían también que se asignara a losempleados públicos sueldos adecuados pa-ra que pudiesen "vivir con dignidad yatender estrictamente a sus deberes" . Esmás, cuando los sueldos excedieran a losque señala la ley, ello se consideraría co-mo "una donación de los habitantes ". Fi-naliaente, Toten observaba que : "El obje-to de esto es poder obtener para los desti-nos personas respetables, y de moralidadconocida, y conseguir que haya estricta ri-gidez en el desempeño y contabilidad detodos los ramos del gobierno" . En defini-tiva, al decir de Totten, correspondía alGobernador Urrutia Añino decidir si podíaaceptarse este tipo de administración gu-bernativa y en caso de que así fuese, debíadesignar alguna persona autorizada paraque se trasladara a Colón "a presenciar,aprobar y confirmar el gobierno que se or-ganice" . Totten finalizaba señalándole alGobernador de Panamá que como Colónestaba en un estado de anarquía, pese a losesfuerzos del Comité de Vigilancia, "eraconveniente que lo que resolviera sobreeste asunto fuese lo más pronto posible".Urrutia Añino, en su respuesta a Totten, leexplicó que sus opiniones privadas estaban"casi del todo conformes" con las medidaspropuestas y deseaba que tales reformas seefectuaran dándole a los extranjeros resi-dentes en el Istmo "una racional interven-ción en los negocios públicos que les ata-ñen". Pero desafortunadamente, él no po-día plantear por sí solo aquellas reformasque en su mayor parte estaban reservadasa la legislatura provincial e incluso en al-gún punto al Congreso de la República.No obstante, le aclaró a Totten que en lo

referente al gobierno municipal de Colón,el mismo podía adoptarse por la legislatu-ra de la provincia reformándola . Es más,tanto para proponer como para adoptarotras medidas urgentes que exigía la situa-ción de la provincia bajo su administra-ción, pensaba convocar la legislatura pro-vincial a sesiones extraordinarias.

Mas el grado de impotencia por partede la máxima autoridad granadina en Pa-namá, no sólo se reflejó en los puntos devista antes citados, sino en las siguientespalabras : "Entre tanto, y para restablecerallí (en Colón) las autoridades y el ordenlegal, espero que usted (Totten) ejerza suinfluencia a fin de que se contribuya porlos residentes con las sumas necesarias,distribuyéndolas del modo más conve-niente de acuerdo con dichas autorida-des".

Con razón, por estas fechas, un viajeroanónimo de Saint Thomas le dijo a un re-sidente en Valparaíso, entre otras cosas,las siguientes opiniones que reprodujo elperíodico El Panameño tomándolas deEl Mercurio de Chile : "Hemos visto úl-timamente que el puerto de Colón ha si-do también bautizado por los norteameri-canos con el nombre de Aspinwall, y es-te predominará siempre porque sus inte-reses y su fuerza predominan de antema-no." Y más adelante acotaba : "La auto-ridad y el ejército que conserva la NuevaGranada para custodia de su soberanía,no solamente es débil, sino también ridí-cula . La autoridad no se ejerce ni se co-noce ; la fuerza armada son 25 negros maluniformados y descalzos que jamás ser-virán a otros amos que a los blancos y ru-bios americanos que derraman entre susmanos el oro y en sus fauces el aguar-diente . -

Como vimos en el fascículo 8, no sólose adoptaron enérgicas disposiciones enColón, sino que para reprimir a los mal-hechores los agentes de la Compañía delFerrocarril y el gobierno de Panamá, decomún acuerdo, contrataron los serviciosdel tejano Ran Runnels, quien junto conCarlos Zachrison y Gabriel Neira, realizóuna efectiva labor de limpieza aplicandola ley marcial a los bandoleros que ope-

Estación del Ferrocarril en 1855

Uno de los muchos accidentes, en la travesía de la Versta de Cruces a Panamáraban en la ruta transístmica y sus alrede-dores.

Mas también los extranjeros, que eranlos principales beneficados de las activi-dades de tránsito, actuaron en otras oca-siones desconociendo o violando abierta-mente las leyes colombianas en el Istmode Panamá. Como vimos en el fascículo8, en el río Chagres, junto al fuerte deSan Lorenzo, se fundó un nuevo pobla-do, exclusivamente compuesto por ciu-dadanos estadounidenses, conocido co-mo American Town o "La Fumia", don-de sólo regía la legislación norteamerica-na y ondeaba la bandera de las barras ylas estrellas.

Como bien lo denunció Justo Arose-mena, a principios de 1851, AmericanTown o la Furnia era, en efecto: ". . .unapoblación independiente de las autorida-des de Chagres y, por consiguiente, de laNueva Granada; una ciudad hanseática nimás ni menos que Hamburgo y Lubeck,donde se administra justicia por su pro-pia cuenta y riesgo sin contar con nues-tros jueces ni con nuestros códigos, ydonde hay autoridades americanas delorden municipal" . Y se preguntaba elilustre jurisconsulto, acto seguido: "¿Porqué las mismas causas no habrían de pro-ducir los mismos efectos en Panamá? Laindependencia de la Furnia ha provenidode que sus habitantes no encontrabanprotección ni seguridad de parte de lasautoridadesque tampoco la tenían para símismas; y en uso del derecho de la pro-pia conservación han cometido un aten-tado, que tiene por excusa las premiosascircunstancias que lo han hecho na-cer.. ".

Arosemena preveía que si continuabael desgobierno en panamá, la falta de po-licía, de fuerzas armadas y de adminis-tración de justicia, podrían darse gravesalteraciones del orden público por parte"de una turba inconsiderada o falta depaciencia" y cuyas consecuencias seríanpeligrosas para la integridad de la NuevaGranada. Urgía a las autoridades de Bo-gotá para que establecieran un verdaderogobierno, a fin de "evitar catástrofes acuya vista la posición del verdadero pa-

triota sería en extremo delicada ."

C. RESISTENCIA DE LOS ExTRANJE-ROS AL PAGO DE RNPUESTOS Y LA OPINIÓNDE JUSTO AROSEMENA.

Desde inicios de la 'fiebre del oro', laprensa foránea encabezada por el PzauamaStar, The Daily Panama Star y el He-rald, entre otros periódicos, llevó a cabouna abierta cámpaña contra las disposicio-nes administrativas de las autoridades dela Nueva Granada. Incluso, se hicieroneco de las protestas de los comerciantesextranjeros, particularmente estadounides-nes, británicos y franceses, que se opusie-ron al pago de los impuestos de pasajeros,de toneladas a los buques que anclaban enlos puertos de Panamá y Colón y sobre lasencomiendas postales que cruzaban por elIstmo.

A mediados de noviembre de 1850, araíz de la prohibición establecida por laCámara de la Provincia para que los bu-ques de pasajeros no recalaran en Tabogaantes que en el puerto de Panamá, elperió-dico Panama Star le recomendó a los ciu-dadanos estadounidenses residentes aquíque solicitaran a su gobierno la permanen-cia de buques de guerra en el litoral del Ist-mo para evitar las medidas adoptadas porel gobierno de la NuevaGranada . Este pe-riódico inclusive criticó la promulgaciónde un decreto que prohibía el estableci-miento de hospitales a menos de dos mi-llas de la ciudad de Panamá, aunque enverdad la restricción era para que no se eri-gieran en el centro de la misma.

Dentro de este contexto, son muy ilus-trativas las palabras de Justo Arosemena,quien al salirle al paso a la actitud del Pa-nama Star sostuvo : "lo que vemos en to-das estas publicaciones es la convicción deque el Istmo es una tierra de conquista.Los americanos miran al país como suyoel día que lo deseen y esperan desearlocuando se penetren de que es la mejor víaentre los dos océanos . Todos los pueblosconquistadores fueron injustos, y estamosseguros de que de nada nos servirán todaslas liberalidades que con ellos 9samos, pa-ra el efecto de ser justos y benévolosConcluía advirtiendo tilos isttheños: "Ser

o no ser es la cuestión: ser o no ser comopueblo independiente, con sus leyes y suscostumbres propias; ser o no ser los due-ños de esta posición de terreno que nues-tros padres nos legaron ; ser o no ser loshumildes siervos de otras razas orgullosasque jamás nos concedieron el título depueblos civilizados".

Precisa señalar, que una vez suprimidaslas aduanas, los diezmos, el monopolio delaguardiente y del tabaco, en la Provinciade Panamá se hizo necesario reemplazarestos ingresos al fisco por otros impuestoso contribuciones que, al decir de JustoArosemena, parecieron odiosos "a los ojosde los nacionales y extranjeros". De estemodo, a principios de febrero de 1854, enel periódico The Daily Panama Star sedio a conocer que en un meeting o reuniónde los residentes extranjeros en Colón, es-tos decidieron oponerse a algunos acuer-dos del Cabildo sobre los gastos localesestablecidos el 11 de enero del año men-cionado. De este modo, resolvieron porunanimidad propuestas tales como : que seconsideraban arrendatarios de la Compa-ñía del Ferrocarril ; una comisión de cincomiembros prepararía y sometería al agentede dicha emperra, para que lo enviara asus directores, un memorial en que se ma-nifestaran las vejaciones que sufrían comoarrendatarios suyos y afirmaron que resis-tían el pago de las contribuciones estable-cidas por el Cabildo hasta que mediante unconvenio entre el gobierno de las NuevaGranada y la Compañía del Ferrocarril, sereconociera el derecho de imponerles im-puestos como arrendatarios de la expresa-da empresa.

Poco después, el 19 de febrero de 1854,en el Panama Star, bajo el título de "Másviolencias en Taboga", se indicaba que losempleados del gobierno granadino y elmismo alcalde de la isla cometían abusoscontra los extranjeros . La más reciente deestas arbitrariedades, al decir del periódicoen mención, se había perpetrado con el bu-que inglés Colombine detenido por fun-cionarios del lugar como fianza o garantíadel impuesto de cuatro pesos de contribu-ción por cada, lanchada, de lastre puesto abordo que el capitán de dicho buque no pa-

gó, porque tenía una licencia expedida porel gobernador de Panamá que le permitíazarpar sin cumplir con aquel requisito.

A raíz del incidente con el Colombine,el Panama Star se preguntaba si había real-mente un gobierno en Panamá y en su opi-nión, los puestos públicos en el Istmo loocupaban `ira partida de bribones e igno-rantes que si conocen lo que es justo, pre-ferían hacer lo que es malo" . En conse-cuencia, el periódico afirmó que "no le fal-taba razón a los habitantes respetables delIstmo para celebrar un meeting, a fin desuplicar al Presidente de la Nueva Repú-blica de Baja Califomia, Mr. (William)Walker, se sirviese mandar una parte desus filibusteros a tomar posesión de estepaís, ahorcando a la mitad de los emplea-dos que pudiesen capturar, y mandando laotra mitad al presidio". Con razón, JustoArosemena pudo decir que, según lo ex-puesto por el Panama Star, si no se adop-taban medidas recias y prontas, en el Istmode Panamá se tendría la repetición de lahistoria de Tejas.

Contra la ordenanza provincial del 13de noviembre de 1853, reaccionaron enColón los comerciantes extranjeros enca-bezados por el cónsul estadounidense GeoW. Fletcher, quien se opuso a retener losdocumentos de los buques norteamerica-nos que no pagaban la contribución co-rrespondiente, requisito indispensable pa-ro obtener la certificación que le permitíazarpar de aquel puerto. Así se lo comuni-có al Gobernador de la Provincia de Pana-má, José Mana Urrutia Añino. Éste le ad-virtió a Fletcher que debía respetar la le-gislación granadina, porque de lo contra-rio, desconocía la facultad que tenía la na-ción para dictar las reglas convenientes so-bre la entrada y salida de los buques y lapolicía de los puertos en el Istmo de Pana-má.

Como el Gobernador Urrutia Añino semantuvo firme en su posición, a comien-zos de marzo de 1854, George N. Hollins,Comandante de la Marina de los EstadosUnidos, le envió una carta en términos ta-jantes . En efecto, le señaló que a su llega-da a Colón encontró a los ciudadanos esta-dounidenses "en una considerable excita-