Dinámicas Creyentes y Transformaciones Culturales III

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20/03/14 10:23 Revista Vida Pastoral - SAN PABLO Página 1 de 5 http://www.san-pablo.com.ar/vidapastoral/includes/articulos/imprimir.php?id=251 Revista Vida Pastoral - Año XLVII - Nº 264 - MARZO / ABRIL 2007 Análisis pastoral Marcelo González Dinámicas creyentes y transformaciones culturales contemporáneas (III): trascendencias horizontales y espiritualidades ateas Ahondando en los contextos pastorales en los que discurre la acción pastoral de la Iglesia, luego de haber analizado en las notas anteriores el pensamiento de Michel de Certau, el autor nos propone ahora hacer otro tanto con los filósofos Luc Ferry y André Comte-Sponville. Introducción Las dinámicas creyentes en el marco de la las transformaciones culturales contemporáneas no pueden ser buscadas solamente en los ámbitos tenidos como "religiosos". Importantes, novedosos y tal vez crecientes movimientos de "creencia" se están verificando en campos a los que tradicionalmente se llamó "laicos"; claramente emparentados con las críticas modernas a la religión y con diversas formas de ateísmo. La aparición de títulos tales como espiritualidad sin Dios o trascendencia inmanente, la reivindicación dentro de los marcos del humanismo laico de temáticas tales como sentido, sagrado, sacrificio y más allá, son algunos de los emergentes de este proceso. Para adentrarnos en este "mundo" reflexivo presento las contribuciones de dos filósofos franceses contemporáneos: Luc Ferry (El hombre-Dios o el sentido de la vida, Barcelona, 1997) y André Comte-Sponville (El alma del ateísmo. Introducción a una espiritualidad sin Dios, Barcelona, 2006). Cuestionando equivalencias Luc Ferry comienza su reflexión cuestionando un conjunto de equivalencias, de ecuaciones de ideas a las que se considera obvias y no necesitadas de ulterior discusión: a) El sentido, lo sagrado, la trascendencia, el sacrificio, la espiritualidad sólo son concebibles en el marco de una tradición religiosa que cree en un Dios "más allá" de todo, de un principio/final "verticalmente" distinto de todo el resto de la realidad. b) La ruptura con la creencia en un Dios trascendente, la negación a adherir a una revelación divina que viene desde el exterior del ser humano, no pueden sino desembocar en la omnipotencia del yo, el individualismo narcisista y la inmersión sin residuos en un materialismo antropocentrista. c) Toda afirmación de trascendencia, sentido y espiritualidad son contrarias a la modernidad y representan una reintroducción de lo religioso y lo teológico; lo que constituye un retroceso a un tiempo precientífico o premoderno. El filósofo francés, al cuestionar estas equivalencias, muestra quiénes son los interlocutores con los que su propuesta polemiza. Por un lado, las religiones, particularmente el cristianismo. Por el otro, el ateísmo materialista antihumanista. De lo que se trata es de rechazar la necesidad de tales secuencias y la existencia de una opción de hierro entre las dos alternativas: "Durante milenios, el sentido de lo sagrado inspiró todas las esferas de la cultura humana, del arte a la política, de la mitología a la ética. Ilusión tal vez, pero grandiosa. ¿Pueden nuestras reglas morales sin trascendencia compensar esta retirada de lo divino?... ¿No tenemos otra opción que la elección entre las religiones constituidas y las psicoterapias? ¿O hay también el coraje, para quien rechace ambas? Las primeras quieren ofrecernos sus servicios y reaparecen, como de contrabando, con ocasión de cualquier duelo. Las segundas nos venden sus buenos oficios y nos enseñan a actuar como es debido, en seis fases y

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    Revista Vida Pastoral - Ao XLVII - N 264 - MARZO / ABRIL 2007

    Anlisis pastoral

    MarceloGonzlez

    Dinmicas creyentes y transformaciones culturalescontemporneas (III): trascendencias horizontales

    y espiritualidades ateasAhondando en los contextos pastorales en los que discurre la accin pastoral de la Iglesia, luego de haberanalizado en las notas anteriores el pensamiento de Michel de Certau, el autor nos propone ahora hacerotro tanto con los filsofos Luc Ferry y Andr Comte-Sponville.

    Introduccin

    Las dinmicas creyentes en el marco de la las transformaciones culturales contemporneas no pueden serbuscadas solamente en los mbitos tenidos como "religiosos". Importantes, novedosos y tal vez crecientesmovimientos de "creencia" se estn verificando en campos a los que tradicionalmente se llam "laicos";claramente emparentados con las crticas modernas a la religin y con diversas formas de atesmo. Laaparicin de ttulos tales como espiritualidad sin Dios o trascendencia inmanente, la reivindicacin dentrode los marcos del humanismo laico de temticas tales como sentido, sagrado, sacrificio y ms all, sonalgunos de los emergentes de este proceso. Para adentrarnos en este "mundo" reflexivo presento lascontribuciones de dos filsofos franceses contemporneos: Luc Ferry (El hombre-Dios o el sentido de lavida, Barcelona, 1997) y Andr Comte-Sponville (El alma del atesmo. Introduccin a una espiritualidadsin Dios, Barcelona, 2006).

    Cuestionando equivalencias

    Luc Ferry comienza su reflexin cuestionando un conjunto de equivalencias, de ecuaciones de ideas a lasque se considera obvias y no necesitadas de ulterior discusin:

    a) El sentido, lo sagrado, la trascendencia, el sacrificio, la espiritualidad slo son concebibles en elmarco de una tradicin religiosa que cree en un Dios "ms all" de todo, de un principio/final"verticalmente" distinto de todo el resto de la realidad.

    b) La ruptura con la creencia en un Dios trascendente, la negacin a adherir a una revelacin divinaque viene desde el exterior del ser humano, no pueden sino desembocar en la omnipotencia del yo,el individualismo narcisista y la inmersin sin residuos en un materialismo antropocentrista.

    c) Toda afirmacin de trascendencia, sentido y espiritualidad son contrarias a la modernidad yrepresentan una reintroduccin de lo religioso y lo teolgico; lo que constituye un retroceso a untiempo precientfico o premoderno.

    El filsofo francs, al cuestionar estas equivalencias, muestra quines son los interlocutores con los que supropuesta polemiza. Por un lado, las religiones, particularmente el cristianismo. Por el otro, el atesmomaterialista antihumanista. De lo que se trata es de rechazar la necesidad de tales secuencias y la existenciade una opcin de hierro entre las dos alternativas:

    "Durante milenios, el sentido de lo sagrado inspir todas las esferas de la cultura humana, del arte a lapoltica, de la mitologa a la tica. Ilusin tal vez, pero grandiosa. Pueden nuestras reglas morales sintrascendencia compensar esta retirada de lo divino?... No tenemos otra opcin que la eleccin entre lasreligiones constituidas y las psicoterapias? O hay tambin el coraje, para quien rechace ambas? Lasprimeras quieren ofrecernos sus servicios y reaparecen, como de contrabando, con ocasin de cualquierduelo. Las segundas nos venden sus buenos oficios y nos ensean a actuar como es debido, en seis fases y

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    con ayuda de psicotrpicos" (L. Ferry, El hombre-Dios o el sentido de la vida, Barcelona, 1997, pp. 17-18).

    El camino ser, por el contrario, asumir las razones y lgicas de cada una de estas propuestas de sentido sinque esto signifique aceptar su marco general de interpretacin.

    Proponiendo

    Humanismo trascendental es el nombre que Ferry elige para su propuesta, a la que inscribe en la estela deRousseau, Kant, Husserl y Levinas. Veamos algunos de sus componentes centrales:

    Bases

    Los principios modernos de autonoma, libertad y conciencia enraizados en la centralidad del ser humanorepresentan un avance irreversible en la aventura antropolgica. Un doble rechazo est aqu implicado. Elprimero tiene que ver con la autoridad exterior, con lo impuesto:

    "La idea de que deberan aceptar una opinin por ser de la autoridad, cualquiera que sea, repugna de formatan esencial a los modernos que stos quedan definidos como tales gracias a dicho rechazo. Ciertamente,puede darse el caso de que otorguemos nuestra confianza a una persona o a una institucin, pero este gestomismo ha dejado de tener su sentido tradicional: si acepto acatar el juicio de otro, es en principio porquetengo buenas razones para hacerlo, y no porque esta autoridad se me imponga desde afuera sinreconocimiento previo que emane de mi convencimiento ntimo y, a ser posible meditado... Es en estanueva concepcin de una legitimidad que arraigara en la conciencia de cada uno y no en la tradicinheredada o la fascinacin carismtica, es donde pretende basarse el universo democrtico, tanto en el planopoltico como en el intelectual y cientfico" (Ferry, El hombre-Dios, pp. 38-39).

    El cristianismo, tal como buscan defenderlo las iglesias apelando al conjunto revelacin-dogma-verdadabsoluta, no est a la altura del desafo y busca retrotraer la cuestin a una situacin premoderna. Elsegundo rechazo dice relacin con la pretensin del atesmo materialista de reducir al ser humano a suscomponentes materiales, a sus determinaciones biolgicas, psicolgicas, sociales y contextuales. No seacierta afirmar algo de lo que pueda decirse que es especficamente humano, nada que haga viable unaautntica libertad, una posibilidad de ir ms all de las constricciones de una situacin que se impone deforma determinista. Tampoco aqu el "salto" moderno queda asumido.

    Humanismo trascendental

    El humanismo propuesto por Ferry se caracteriza, precisamente, por una defensa cerrada de latrascendencia:

    "La modernidad no es el rechazo de la trascendencia, sino el reajuste de esta ltima a las condiciones de suacuerdo con el principio de rechazo al argumento de autoridad: la preocupacin por la Alteridad, que tanfuertemente se afirma en la filosofa contempornea, tiende as a adoptar la forma de una religin delOtro. Esta sacralizacin de lo humano como tal supone el paso de lo que se podra llamar unatrascendencia vertical (la de las entidades exteriores y superiores a los individuos, situadas por as decirantes de ellos) a una trascendencia horizontal (la de los hombres respecto a m)" (Ferry, El hombre-Dios,p. 101).

    La trascendencia cambia su anclaje pero no desaparece. No es algo anterior al ser humano sino que radicaen su corazn; no quebranta su inminencia ni su independencia. La autonoma antropolgica, lejos deimplicar la burda autosuficiencia de un supuesto yo absoluto, implica y reclama la alteridad, laheteronoma, el vnculo y la exterioridad. Se trata de una trascendencia horizontal, inmanente.

    El cristianismo, en este caso, es criticado por su autoritarismo teolgico. El ser humano es pensado,concebido y legitimado en su dignidad exclusivamente a partir de Dios. ste es siempre primero y aquelsegundo, posterior. La moral se legitima en la divinidad, sus mandamientos y sus normas; es teolgico-tica. Pero esto es lo que, precisamente, Ferry concibe como superado. La primaca del ser humano seafirma en todos los campos culturales y ha llegado para quedarse:

    "Los procesos del laicismo paralelos a los del individualismo, obstaculizan del todo el retorno de losdogmas y de los argumentos de autoridad. Con el derrumbamiento del marxismo ha quedado invalidada

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    toda visin teolgica de la poltica. No estamos en un trance, en un repliegue provisional a la esferaprivada, destinado a ser pronto sustituido por la emergencia de un nuevo gran proyecto escatolgico o deotro tipo. Al contrario, es evidente que la crisis es estructural, historial, ligada a la erosin que el universolaico y democrtico inflige, sin excepcin, a todas las formas de religiosidad tradicionales" (Ferry, Elhombre-Dios, pp. 22-23).

    Se trata de una revolucin religiosa:

    "Aunque sin desaparecer, el contenido de la teologa cristiana ya no viene antes de la tica, para fundarla enverdad, sino despus de ella, para darle un sentido. El hombre ya no recurre a Dios para comprender quetiene que respetar al otro, tratarlo como fin y no slo como medio" (Ferry, El hombre-Dios, p. 50).

    El rechazo de la trascendencia vertical no implica sin embargo, que haya que abandonar toda nocin de"ms all" tico, de deber o de ideal. Como si lo nico posible fuera de un anclaje religioso fuera elaislamiento egosta:

    "La voluntad de realizar una perfecta inmanencia del s mismo es un fracaso. Por una razn de fondo... : laexigencia de autonoma, tan preciada en el humanismo moderno, no suprime la nocin de sacrificio ni la detrascendencia. Simplemente... implica una humanizacin de la trascendencia y, por ende, no la erradicacinsino ms bien un desplazamiento de las figuras tradicionales de lo sagrado. El amor, antes reservado a ladivinidad (o a las entidades superiores a los hombres, tales como la Patria o la Revolucin) se hahumanizado, lo mismo que las ideologas sacrificiales, y por los mismos motivos. Sin desaparecer, se hantrasformado y sobre todo han cambiado de objeto" (Ferry, El hombre-Dios, pp. 104-105).

    La era del hombre-Dios

    Luc Ferry propone una interpretacin original de las transformaciones modernas a la que denomina,jugando con una terminologa cristolgica, advenimiento de la era del hombre-Dios. Se trata de laconvergencia de dos dinmicas:

    "Por una parte, el desencantamiento del mundo o, mejor dicho, el vasto movimiento de humanizacin de lodivino desde el siglo XVIII caracteriza el auge del laicismo en Europa. En nombre del rechazo de losargumentos de autoridad y de la libertad de conciencia, el contenido de la Revelacin no ha dejado dehumanizarse en el transcurso de los dos ltimos siglos... Pero paralelamente, tambin asistimos a una lentae inexorable divinizacin de lo humano unida a este nacimiento del amor moderno cuya especificidad noshan enseado recientemente los historiadores de las mentalidades. Las problemticas ticas mscontemporneas lo atestiguan: de la biotica a lo humanitario, es el hombre como tal quien aparece hoycomo sagrado" (Ferry, El hombre-Dios, pp. 50-51).

    a) La humanizacin de lo divino:

    Este primer movimiento nacido hace tres siglos se caracteriza por un desplazamiento clave en la fuente dela legitimidad y en los mbitos de arraigo. El derecho, la moral y la cultura pasan a bascular en torno al serhumano y no en torno a Dios. La trascendencia horizontal se impone y los vnculos de primaca de lareligin por sobre la tica y la poltica se invierten. Pero este proceso se extiende hasta alcanzar a lascreencias mismas de muchos de quienes siguen sosteniendo convicciones religiosas:

    "La mayor parte de los catlicos se han vuelto, en el sentido volteriano del trmino, destas. Conservanciertamente, el sentimiento de una trascendencia, pero abandonan cada vez ms los dogmas tradicionalesen provecho de una conversin a la ideologa de los derechos humanos. An se declaran catlicos, perosometen los mandamientos del Papa al tamiz humanista del anlisis crtico y ya apenas creen en lainmortalidad del alma, en la virginidad de facto de Mara, o incluso en la existencia del diablo." (Ferry, Elhombre-Dios, 52-53).

    Este proceso emergi de forma privilegiada en dos debates ocurridos recientemente en el mundo catlico, alos que Ferry considera merecedores de la atencin meditada por parte de quienes quieran comprender lapoca que vivimos. El primero, en torno a la encclica de Juan Pablo II Veritatis Splendor (compatibilidadentre el humanismo y la verdad moral revelada) y el segundo en relacin con las propuestas deinterpretacin de los relatos evanglicos a cargo del telogo alemn Eugene Drewermann (se trata deverdades histricas reveladas que alumbran a los seres humanos desde afuera o de discursos simblicos

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    mitopoticos que actan desde lo ntimo de las personas?). Lo que aqu emerge, en el enfoque del filsofofrancs, son las tensiones entre libertad de conciencia y revelacin, entre libertad de pensar y exigencia dela verdad, entre autonoma de la conciencia y heteronoma de la ley de Dios, entre la reivindicacin de loabsoluto de la verdad y adaptacin a las circunstancias y utilidades, el tomar al mundo actual como patrno el intentar transformarlo, entre la exterioridad de los hechos religiosos y su interiorizacin en laexistencia humana.

    Las posturas de Ferry ante cada uno de estos debates son bien distintas. Respecto de las posturas papales enla Veritatis Splendor sostiene que, si bien sus respuestas "forman un conjunto coherente. Con ciertasreservas, no carecen de elegancia, ni de rigor y, desde un punto de vista tradicional, parecen bastantejustificadas" (Ferry, El hombre-Dios, p. 60), sin embargo, subestiman la intensidad y legitimidad de lasecularizacin a la que buscan confrontar. En estas coordenadas epocales basta con recordar la tradicin?Esta respuesta est a la altura del desafo del humanismo moderno? La negativa a estos interrogantesobedece a lo que Ferry llama una debilidad en las posiciones magisteriales:

    "Se presiente que no bastar para encausar el ro por el que navega a contracorriente. Cuando el cristianode hoy, an con la mejor voluntad, procura dar contenido concreto a esta verdad moral revelada que ha delimitar su libertad... le remiten al Catecismo de la Iglesia Catlica. Ahora bien, esta obra es a veces tanadversa respecto de los principios del humanismo laico, y de la enseanza de los propios Evangelios, queuno empieza a dudar que la teonoma participada pueda dejar sitio a la libertad de conciencia. LeyendoVeritaris Splendor, se poda esperar que la revelacin viniera, no a reprimir la conciencia sino a iluminarlay liberarla. Ms cmo conseguir tan loable objetivo si el concepto de verdad, una vez precisado inconcreto, se muestra hostil a la idea misma de conciencia?" (Ferry, El hombre-Dios, p. 60).

    De all que, en el preciso momento en que la iglesia busca restablecer la primaca de la verdad sobre lalibertad, se encuentra con la crtica de los propios catlicos. Muchos de los creyentes no slo no retornan almarco teolgico-tico pretendido sino que se acercan siempre ms a la base comn de los derechoshumanos a los que su fe agrega motivaciones religiosas.

    Lo que el filsofo francs ve en el debate en torno a Drewermann es precisamente, una confirmacin de ladinmica de humanizacin de lo divino. El telogo alemn busc estrechar al mximo la "exterioridad" delmensaje cristiano respecto de la existencia humana. La accin de los smbolos religiosos se produce en elfondo del corazn humano donde el cristianismo conecta ntimamente con las experiencias vitales. Elpsicoanlisis (jungiano) y la religin pueden, finalmente, pasar de enemigos a aliados. Por eso, Ferry puedesostener que:

    "A travs de esta humanizacin de lo divino, buscada sin cesar por Drewermann, es una de las exigenciasms fundamentales del universo laico la que se ve, si no satisfecha, al menos tomada en cuenta: la de unaespiritualidad compatible con la libertad de conciencia y la autonoma que el rechazo de los argumentos deautoridad nos invita a concebir. La religin entra as en la rbita de una de las visiones morales que rigen eluniverso contemporneo: la tica de la autenticidad y del cuidado de s que sacraliza al hombre hasta elpunto de que llega a intimar a lo divino a que deje de aparecer bajo la forma de la heteronoma, asimiladade ahora en adelante al dogmatismo. Ya no hay que buscar lo divino en un trmino grandioso, radicalmentesituado fuera de la humanidad, sino en el amor que est en el corazn de cada uno de nosotros: Solo elamor, escribe Drewermann, cree en la inmortalidad. No podemos aprender esto ms que al lado de unapersona que nos ama y a la que amamos. No se puede acceder al cielo ms que siendo dos..." (Ferry, Elhombre-Dios, p. 72).

    b) La divinizacin de lo humano:

    La tradicional interpretacin de que, luego de la retirada de las morales religiosas y de la purificacin de loque de ellas quedaba en las ticas revolucionarias y republicanas se habra entrado en la poca del"posdeber", es recusada por Ferry. El desplazamiento de la fundamentacin de la tica desde la religin alcivismo laico no termin ni con el esfuerzo, ni con el sacrificio, ni con la entrega en beneficio de un bienpara todos. La tica anclada en la trascendencia horizontal no es sinnimo de nivelar para abajo, de limitartoda inquietud tica al bienestar propio y el cuidado de los ms cercanos. Ms an, estamos en el momentoen el que lo humano llega a plena conciencia:

    "El largo proceso por el cual lo divino se va retirando de nuestro universo social y poltico est unido a unadivinizacin del hombre que nos lleva hacia nuevas formas de espiritualidad... El lento proceso de

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    desencantamiento del mundo por el cual se opera la humanizacin de lo divino resulta as compensado porun movimiento paralelo de divinizacin de lo humano. Esto hace extremadamente problemtico eldiagnstico segn el cual asistiramos simplemente a la erosin de la trascendencia bajo todas sus formas,vencidas por los efectos de una dinmica implacable: la del individualismo democrtico. Todo indica, porel contrario, que se reconstituyen trascendencias, primero en la esfera de los sentimientos individuales,pero tambin, sin duda, ms all de ella, a travs de la toma en consideracin de la humanidad en suconjunto" (Ferry, El hombre-Dios, pp. 104, 130).

    El sacrificio, la espiritualidad, la responsabilidad, el humanitarismo de respiro universal, el voluntariado, eldon de s, el cuidado, se renuevan y se expanden en el nuevo marco de la era del hombre-Dios:

    "Vivimos no tanto el fin de los valores sacrificiales como, en sentido propio, su humanizacin: el paso deuna pensamiento religioso del sacrificio a la idea de que slo puede ser exigido por y para el hombremismo... Pues donde hay sacrificio encontramos tambin la idea de valores superiores... Cambia la relacindel hombre con lo sagrado, sin implicar su completa desaparicin, ni siquiera en el orden colectivo. Lanueva trascendencia infunde tanto respecto como la antigua, aunque lo hace de distintos modos: siguesiento una llamada a un orden de significacin que, por tener sus races en el ser humano, no deja dereferirse a una exterioridad radical. Situado antao en una antes de la tica, a la que pretenda fundar enparte, lo sagrado bascula hacia un despus de ella. Es en este paso de un antes a un despus, de loteolgico-tico a lo tico-religioso, donde an yace el secreto de las morales venideras" (Ferry, El hombre-Dios, pp. 103-104).

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