Dios Papá

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Mi Padre Dios El Encuentro con mi verdadero Papá LA TERAPIA DE DIOS PAPA Publicado por la Asociación Cruzada Estudiantil y profesional de Colombia (Centro Colombiano de Teoterapia Integral). Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio, sin previa autorización escrita del autor. A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960 Sociedades Bíblicas Unidas Dedicado a mi querida mamá Miche, la bendita mujer que Dios escogió para llevarme en su vientre, por quien pude encontrarme con mi verdadero PADRE.!! 9

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Mi Padre Dios El Encuentro con mi verdadero Papá

LA TERAPIA DE DIOS PAPAPublicado por la Asociación Cruzada Estudiantily profesional de Colombia (Centro Colombiano deTeoterapia Integral).Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio,sin previa autorización escrita del autor.

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina-Valera, revisión de 1960Sociedades Bíblicas Unidas

Dedicado a mi querida mamá Miche, la bendita mujer que Dios escogió para llevarme en su vientre, por quien pude encontrarme con mi verdadero PADRE.!!

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CONTENIDO

Prólogo 5

1. El encuentro con mi Verdadero Papá 7

2. De milagro en milagro se abre la existencia 15

3. El Espíritu del Padre 25

4. Creando lazos con Papá Dios 41

5. Quintando barreras... 57

6. Visualizándonos como Hijos de Dios 75

7. Aprendiendo a confiar en el Amado 91

8. !! Vuelve ...hijo mío !! 111

9. Hijo Vs. Esclavo 127

10. Jesucristo : Modelo de Hijo 135

11. Llamados a ser padres 151

12. La paternidad y la restauración personal 163

“Testimonios”

PRÓLOGO

Publicar éste libro, es tener la oportunidad de compartir con ustedes una de las verdades Teoterápicas más significativas que Dios me ha revelado a lo largo de mis casi 40 años de vida cristiana: “DIOS ES MI PADRE”. Entender la profundidad de esta afirmación, ha transformado radicalmente mi vida como hijo, siervo de Dios y padre en la fe de una gran familia cristiana como es la Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia, (Centro Internacional de Teoterapia Integral); y me ha llevado a disfrutar plenamente como hijo verdadero, amado, aceptado y coheredero del Reino de los Cielos.

Usted puede saber mucho de la grandeza, del poder, de la misericordia, de la omnisciencia, de la soberanía o de cualquier otro atributo de Dios; pero si no conoce a Dios como Papá, está perdiendo la oportunidad de experimentar la mejor parte de la vida cristiana; pues conocerlo así, le da la posibilidad de acercarse sin temor a Su Presencia, sentarse en su regazo, recostarse en su pecho y allí entre sus brazos paternales, recibir la sanidad en la heridas, la libertad sobre toda cadena que le ate y la capacidad de aprovechar al máximo toda la riqueza de la vida abundante que le ha sido entregada a los hijos de Dios.

Este maravilloso descubrimiento revelacional, le conducirá a que a través del amor restaurador del Padre, pueda obtener salud integral en todas sus áreas, y desarrollar por el Espíritu Santo la suficiente libertad de dirigirse a El diciéndole: “Abba Padre” (Papito-Dios).

Mi deseo es que usted al encontrar su verdadera identidad como hijo de Dios, pueda llegar a disfrutar tanto de esa paternidad, de manera que como el más libre y realizado de

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sus hijos, se convierta en un verdadero agente de cambio en un mundo que está en crisis, en el mejor embajador del Reino de los Cielos y en el más feliz y fiel de sus siervos.

NESTOR CHAMORRO PESANTES.-.“Aunque mi Padre y mi madre

me dejaran, con todo,Papá-Dios, me recogerá”

Salmo 27:10

Capítulo 1

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CAPITULO 1

EL ENCUENTRO CON MI VERDADEROPAPA

- ¡Te amo Papá!

- ¡Perdóname Papá!

- ¡ La Bendición Papá!

Estas expresiones tan comunes y cotidianas de un hijo hacia su padre, eran absolutamente desconocidas e impronunciables para mí; pues cuando digo que la Teoterapia de Dios Papá fue una de las revelaciones más trascendentales que el Señor me ha regalado, es porque El tuvo que revolucionar mi ser interior, mi vivencia personal, llegar con su amorosa presencia hasta las más profundas heridas de mi alma, para que yo tuviera la capacidad de entender que El era Mi Padre.

No fue nada fácil asimilar que Dios es un Padre que me ama, que me acepta como soy, que siempre estará conmigo, cuando ni siquiera pude conocer al hombre que me engendró, por lo que fácilmente podía deducir que ni me había aceptado, ni me amaba y menos, que se ocuparía de mi.

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Fui un hijo del amor de una pareja de jóvenes inexpertos, quienes no me esperaban en ese momento. Mi madre, al enterarse de su embarazo, acordó con mis abuelos maternos entregarme a ellos para que me dieran la paternidad legal; en cuanto ella definía su futuro y se casaba con otro hombre mucho mayor que ella, que no era mi padre. Así transcurrió mi infancia, adolescencia y juventud, viviendo con mis “padres abuelos” en medio de todas las comodidades económicas, estudiando en los mejores establecimientos educativos y disfrutando del calor de un hermoso hogar donde mis tíos eran mis “hermanos” y mi padre era también mi abuelo. Este gran hombre firme y responsable, siempre me estimulaba a ser el mejor y superarme. ¡¡Qué mas podía pedir a la vida... lo tenía todo!! Y por eso me encargué de que poco a poco fuera desapareciendo de mi mente y mi corazón todo rastro de la mujer que me había traído al mundo. No quería saber que ella existía, ni me interesaba conocer cómo estaba, así que decidí ignorar esta verdad por mucho tiempo.

Cuando me hice profesional, me instalé en la ciudad de Cali, donde me vinculé a los centros de educación superior del Valle del Cauca como profesor de Bioquímica, con marcadas convicciones marxistas y revolucionarias. Allí conocí a “la profesora Lolita”, joven profesional de la que enamoré y posteriormente la hice mi esposa. Lo que no imaginábamos, era que pronto tendríamos un encuentro con Jesucristo y nuestras vidas, objetivos y planes, cambiarían radicalmente. Dejamos a un lado nuestros proyectos personales y nos dedicamos a compartir de Cristo a los estudiantes universitarios. Sentimos desde entonces una profunda pasión por la Gran Comisión y una gran responsabilidad de dar a conocer el mensaje de Salvación. Poco a poco se fueron uniendo a nosotros gran cantidad de estudiantes universitarios, luego sus familiares, luego sus conocidos de otras ciudades y pronto éramos una gran familia llamada

Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia (Centro Colombiano de Teoterapia Integral), que en la actualidad cuenta con sedes en la mayoría de las ciudades de Colombia, en casi todos los países del continente Americano y de otras partes del mundo, y soñamos con llegar hasta lo último de la Tierra.

En el año de 1982, comencé a recibir fuertes impresiones del Espíritu Santo sobre la Teoterapia de Dios Papá, y me dediqué a desarrollar y predicar estudios bíblicos relacionados con este tema. Estando en esto, experimente que el Señor me decía: “¿Cómo puedes estar hablando esto, si ni siquiera sabes amar a tu madre? ”. – Sentí como un balde de agua fría que recorría todo mi ser, comprendí que tenía una situación pendiente por resolver.

Como no era nada fácil para mí, comencé a orar, pues no sabía cómo iba a acercarme a esa mujer que era una total desconocida para mí, por quien no experimentaba ningún afecto, ni interés; aunque en mi interior me hacía muchas preguntas sobre ella: -¿Cómo pudo abandonarme siendo mi madre? - ¿Será que nunca le importé?, -¿Qué pensará ella de mí?. Pero por encima de toda prevención, obedeciendo la voz de Dios, invité a tres discípulos en el servicio ministerial, para que me acompañaran como testigos del encuentro y emprendí el viaje a la pequeña población del Ecuador donde mi madre se encontraba viviendo. Llegué a aquella casa y cuando vi salir a mi progenitora que me miraba con los ojos llenos de ternura y de alegría, pude experimentar que Dios ya había hecho la obra sanadora en mi corazón. Ya no quería reprocharle nada, ni hacerle reclamos ni preguntas; solo quería abrazarla y besarla y sentirme rodeado de sus brazos maternales.

Ella como queriendo compensar tantos años de separación se acercó a mí y me estrechó entre sus cálidos brazos y comenzó a mirarme como un niño pequeño. Fueron momentos que quedaron grabados en mi alma de una

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manera tan sublime, que hoy constituyen la concepción misma de la visión que tengo de Dios como Papá.

No sé que escena presenciaron los que me acompañaban, porque yo perdí la noción del tiempo y el espacio. Solo quería estar con mi madre y disfrutar de ella. Fue entonces cuando comencé a pedirle perdón por mi indiferencia y deshonra en todos esos años; mientras ella quería comunicarme cuanto dolor había cargado durante todo ese tiempo por haberme abandonado. Llorábamos los dos, y esas lágrimas eran como el ungüento que Dios usaba para sanar nuestras heridas. De rodillas le pedí su bendición sobre mi vida y ella me bendijo como hijo suyo y como siervo de Dios.

En otra visita que le hice a mi madre, me quedé a dormir en su casa(algo que jamás pensé que haría), le conté todo lo que había sido mi vida y lo que ahora era. Le compartí del Señor y oramos juntos.

Desde ese día, todos los que me conocen, saben que soy un hombre diferente. Un brillo nuevo apareció en mis ojos, una completa seguridad de que nada ni nadie me puede hacer daño porque mi Papá Dios cuida de mí, además, me invadió una rara sensación de realización total y libertad para amar a los que me rodean, expresarles afecto y perdonarlos.

A partir de entonces, mi madre y yo tenemos la más hermosa de las relaciones filiales; y mi Papá - Dios y yo la más estrecha, íntima y comprendida relación sobrenatural de Papá e hijo. Si algo tengo claro es quién es mi Papá y qué quiere El de mí. Ahora vivo para El, quiero agradarle, me hace feliz lo que a El le hace feliz y le sirvo por amor.

Es posible que para algunos de los que leen este libro sea muy normal y sencillo acercarse en este momento a su padre o madre, abrazarle y decirle que le ama, pedirle perdón o pedirle la bendición; porque han tenido una buena relación con ellos durante su vida. Pero también sé que para muchos otros es un reto bastante difícil de asumir y humanamente se sienten incapaces de acercarse a ellos, porque hay demasiadas barreras que lo impiden. Pero quiero decirle que cuando tenemos a Cristo en nuestra vida, estamos capacitados para lograr todo lo que nos propongamos. Es hora de hacerlo, pues de lo contrario nuestra visión de Dios Papá estará bloqueada hasta que podamos restaurar la relación con nuestros padres terrenales. Cuando esto sucede, se abre para nosotros el mismo cielo y podemos ver cara a cara a Papá Dios, sentirle tan cerca, tan protector, tan PAPA... en toda la plenitud de la palabra!!.

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?.”

Mateo 7:11

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“Ahora, así dice Papá DiosCreador tuyo...y Formador tuyo.No temas porque yo te redimí,te puse nombre, mío eres tú”

Isaías 43:1

Capítulo 2

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CAPITULO 2

DE MILAGRO EN MILAGRO SE ABRE LA EXISTENCIA

La Teoterapia de Dios Papá es una necesidad, sin excepción, en la vida de todos los hombres. Cuanto más elevado sea el concepto que una persona tenga de Papá Dios, más disfrutará de los beneficios teoterápicos que está relación conlleva. Decir Papá Dios, no es un concepto teológico, ni una verdad puntual o casual; Papá Dios es una nueva forma de vivir que involucra toda nuestra existencia, dándonos acceso permanente a las ilimitadas fuentes del Reino de los Cielos.

PAPÁ DIOS ES EL MILAGRO DE AMOR QUE NOS FORMÓ

“Porque tú formaste mis entrañas.... Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas”

Salmo 139:13a, 16

El primer encuentro que tuvimos con nuestro Padre - Dios, fue en el momento de nuestra creación. El se tomó el trabajo de planear cada uno de los detalles inherentes a nuestra existencia. La Biblia afirma que Dios inicialmente escribió en su libro lo que quería formar en cada uno de nosotros. No somos producto de la improvisación ni de un “descuido” de nuestros padres; ni tampoco fuimos diseñados en serie. Cada una de nuestras células son absolutamente exclusivas y en el vientre de nuestra madre, donde ni siquiera ella podía vernos, comenzó a hacerse realidad ese cuidadoso y exclusivo diseño que había sido trazado para nosotros. Allí, tuvimos nuestro primer cara a cara con Dios. Nos miramos, y El nos transmitió todo su amor, nos comunicó que éramos suyos, nos apartó.

“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo...y Formador tuyo. No temas porque yo te redimí, te puse nombre, MIO ERES TU”.

Isaías 43:1

“Acuérdate de estas cosas...yo te formé... NO ME OLVIDES”.Isaías 44:21

Expresiones como éstas, son el llamado que el Señor hace a aquellas personas que ignoran el especial cuidado que El ha tenido con sus vidas, y todavía expresan afirmaciones como:

¡Dios no me escucha!.

¡Que le puede importar mi vida a Dios!

¡Dios está demasiado ocupado para acordarse de mí!

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Dios, nuestro Papá, nos conoce mejor que nadie y desea cultivar con nosotros, que somos sus hijos, esa comunión que hubo en el vientre de nuestra madre donde “nuestro embrión vieron Sus Ojos”.

PAPA DIOS ES EL MILAGRO DE AMOR QUE LLAMA A NUESTRA PUERTA

“He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él y él conmigo”.

(Apocalipsis 3:20)

Nuestra relación con Papá continúa con un llamado de parte suya. El Padre, quien es nuestro, y tanto nos ama, respeta nuestra voluntad, pues aunque nos creó a su imagen, nos hizo libres, nos respeta hasta lo sumo; y es por esto que llama desde afuera. Nos ha visto caminar tropezando por el camino; ha visto nuestras heridas abiertas y sangrado; conoce nuestra confusión y aturdimiento; ha mirado como recurrimos a remedios eventuales y poco eficaces, sabe de cada uno de nuestros vacíos que nada ni nadie puede llenar,...y entonces, no soportando nuestra desesperanza, llama a gran voz. Su corazón se conmueve cuando ve a sus “criaturas”, a las que hizo con sus manos e infundió su aliento, gemir y lamentarse de su existencia. La libertad es un don inapreciable, y en libertad nos creó el Padre; es por ello que nos llama insistentemente, llama al mundo, llama a quien quiera escuchar; su voz se escucha en el eco del tiempo; sus manos se encuentran extendidas entregando a todos los hombres la oferta de amor más incondicional que pueda existir.

SI ALGUNO OYE MI VOZ...Y ABRE LA PUERTA, ENTRARE...

El Señor nunca ha dejado de amarnos; jamás se desanima ante nuestra dureza e indiferencia; hace caso omiso de nuestra sordera, y nos insiste:... “SI ALGUNO OYE MI VOZ Y ABRE LA PUERTA...” El quiere entrar para reconstruir desde adentro nuestra vida. Cuando aceptamos la invitación de dejarlo entrar a nuestra vida, su Espíritu viene a morar en comunión con nuestro espíritu, entonces empieza un permanente fluir de salud total y nos convertimos en agentes de salud (nos volvemos instrumentos para llevar sanidad a otros).

Cuando miramos a Dios únicamente como el Señor y Rey de nuestras vidas, con toda su autoridad, dominio y señorío, es posible que nos sintamos honrados de estar sentados a su mesa, pero al mismo tiempo prevenidos y cautelosos; pues seguramente el ambiente estará rodeado de reglas, de conveniencias y limitaciones. Pero qué diferente es cuando ese Rey es también mi Padre y me dice : “Yo quiero estar en medio de ti, poderoso, te salvaré; me gozaré sobre ti con alegría, callaré de amor por ti, me regocijaré sobre ti...”

Recibirle y creer en Su Nombre son aspectos claves para disfrutar de su incomparable paternidad, es la antesala del más maravilloso regalo del cielo al que un hombre puede aspirar. La “Potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Potestad es autoridad, dominio, poder. Esa potestad es reversible hacia nosotros mismos, pues va dirigida hacia “ser hechos”, “ser conformados” hijos de Dios. Se necesita de un milagro, para que nuestra naturaleza pecaminosa, asimile la pura y limpia naturaleza del Padre. El engaño del mundo, del demonio y la carne ha llenado nuestro ser de caos interior y oscuridad. Cuando Dios Padre viene a nuestra vida, nos halla en el mismo estado en que se encontraba la tierra antes de la creación, ...”desordenada y vacía”. El poder del Espíritu, obra de la misma manera que

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en el principio: ordenando nuestra vida, llenando nuestros vacíos e iluminando todo nuestro ser. Ser conformados como hijos de Dios, es colocar nuestra vida en esa nueva posición y realidad.

EL MILAGRO DE CONTENER UN TESORO: SU ESPÍRITU

“No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora con nosotros”. (I Corintios 3:16)

La definición de “templo” tiene dos aspectos que son importantes tener en cuenta: Es un edificio destinado para un culto público; y es un sitio real o imaginario en donde se rinde honor a la justicia, al saber, al amor, a Dios,...etc. Para todo hijo de Dios es imperativo tomar consciencia de quién es; pues en la medida en que lo haga, su influencia en el mundo será mayor. Nuestro Papá Dios, anhela que cada uno de sus hijos sea testimonio vivo al mundo, de su incondicional amor que opera sanidad y total libertad. ¡Eso se nos tiene que notar...!

La salud total de nuestra vida es un don de Dios; y experimentarla, es el resultado de permanecer en comunión con El. Es precisamente, en esa relación de intimidad, donde podemos conocer la magnitud de su amor; amor que vence toda resistencia de nuestro ser a someterse a sus planes y propósitos. Muchas veces, al enfrentarnos con la revelación y los Principios de Dios, produce conflictos en nuestra alma, pues hemos estado muchos años gobernados y esclavizados por nuestros esquemas mentales, habituados a la crisis emocional y aferrados a “muletas” de las que nos volvimos dependientes enfermizos; lo que nos impide disfrutar la nueva vida que nos ofrece Dios Papá.

Hemos estado acostumbrados a la incredulidad y la dureza; hemos fallado muchas veces, y nos han fallado; la verdad no es el común denominador del mundo que nos rodea; y el

amor aparece envuelto en la superficialidad, el interés y la mentira. El amor que conocemos, antes de edificar, destruye; agranda las heridas, deja marcas de dolor y decepción. Es por esto, que cuando llega el ofrecimiento del gran e incondicional amor de Dios, nos turbamos y muy prevenidos pensamos, ¿que es esto? ¿Cómo puede ser que alguien me ame de esta manera?...muchos podrían decir: ¡Yo mismo no he logrado amarme! ¡No puedo creer que Dios me pueda amar de una manera tan especial! Vienen a nuestra mente los recuerdos del amor humano, y duelen las heridas, las luchas por el paso del amor y ...desconfiamos; entonces empieza dentro de nuestro ser una lucha interna, muchas veces resistiendo los brazos tiernos de papá Dios, aún sabiendo que desesperadamente los necesitamos.

Los encuentros con el dolor y la necesidad nos llevan a dudar que sea verdad tan grande regalo. Es demasiado maravilloso, es demasiado hermoso, es Su Amor un “paquete ostentoso” para el hombre acostumbrado a recibir las migajas que el mundo le da. Mas su amor permanece.....lucha por abrirse camino, nos sigue amando a pesar de nuestro rechazo; es como el agua viva que sigue fluyendo, a pesar de la esterilidad del terreno. ###Bendito amor de Dios que jamás cesa, que nunca se da por vencido y que nos repite sin cansancio: “NO TEMAS PORQUE YO TE REDIMI, TE PUSE NOMBRE, MIO ERES TU” (Isaías 43:1).

El sobrenatural, inmutable y eterno amor de Dios es lo único con peso suficiente para el desarrollo de la confianza y la fe. La plenitud de vida empieza en los amorosos brazos de Papá Dios.... Es posible que no nos acostumbremos fácilmente a su amor, pero en la medida en la que nos vamos conociendo, y nuestra mente se abre a la revelación; somos seducidos cada día, hasta que nos habituamos a oír su voz, que como un silbo apacible nos dice: “...No temas, entiendo tu debilidad, ...a mis ojos fuiste tú, de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé”.

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“El Espíritu mismo da testimonioa nuestro espíritu, de que somos

hijos de Dios.Y si hijos, también

herederos...”

Romanos 8:16-17a

Capítulo 3

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CAPITULO 3

EL ESPIRITU DEL PADRE

“Cuando en oscura noche mi vida se internaba;Cuando no había caminos, ni se trazaban surcos;Cuando el cansancio de la vida me agobiaba....

Llegaste tú, Oh Padre, y en luz maravillosaY en torrentes de amor

regaste mi desierto, mi tierra desolada.

Me abrazas con ternuraY me dices: Hijo Mío!

Mi corazón palpita al toque de tu mano;Mi espíritu se estremece, empieza a derretirse el frío.

Has cambiado mi lamento en gozo,Mi quebranto en alborada,

Me ungiste y valoraste, mi vida es restaurada.Te entrego sin reservas

esta existencia mía;mi deleite es conocerte, y amarte sin medida”

Anónimo.-

Si queremos conocer a Dios -Papá, experimentar su amor y su ternura, y trasmitirla a los que nos rodean, nadie mejor

para enseñarnos que el Espíritu Santo, pues la Biblia dice en Romanos 8:16 que “El Espíritu, da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Una vez conocemos a Dios como Papá, podremos conocer mucho mejor al Señor Jesucristo y vemos claramente al Espíritu Santo, como ese don maravilloso que nos ha sido dado por el Padre.

“... No os dejare huérfanos; vendré a vosotros... más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi Nombre, El os enseñara todas las cosas, y os recordará todo lo que os he dicho..” (Juan 14:18,26)

Ninguna situación ejerce tanta influencia negativa sobre nuestra vida como el sentimiento de soledad y de orfandad. En todo tiempo necesitamos sentir que pertenecemos a alguien, ¡necesitamos un Padre!

El Espíritu Santo es nuestro Consolador, cuando nos encontramos en crisis, cuando todo falla, es el Espíritu Santo

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quien efectúa el tratamiento que nos devuelve la confianza; nos da luz para percibir las verdades extraordinarias y sobrenaturales de Su Palabra, verdades que nos consuelan y que de no ser por su acción, no podríamos entender, pues nuestras facultades mentales son finitas y limitadas. La experiencia de disfrutar de su permanente compañía y fortaleza, depende únicamente de quien esté en el control de nuestra vida. Necesitamos escoger momento a momento entre el gobierno del “yo” y el gobierno del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo es una persona con intelecto, emociones y voluntad, piensa, siente y actúa de modo que podemos relacionarnos con El en toda su maravillosa dimensión de vida; mucha veces la palabra Espíritu tiende a confundir nuestra percepción de El, no es “algo”, ni “una fuerza”, ni “un aliento”, si entendemos que es una persona, nos relacionamos con El en un trato de “Tu y Yo”.

El Espíritu Santo, aparece en la Biblia, bajo diferentes nombres y símbolos que nos ayudan a comprender su personalidad y su papel en nuestras vidas, dando respuesta a cada una de nuestras necesidades.

EL ESPÍRITU SANTO, ES EL ESPÍRITU DE DIOS PADRE

El Espíritu de Dios, aparece desde los primeros versículos del libro de Génesis, en el origen del universo, trayendo luz donde había tinieblas, creando orden donde había caos y confusión. Su presencia paternal nos infunde seguridad y sentido de pertenencia. Nos da la certeza de que independiente de la crisis interior que podamos estar viviendo, El tiene potestad para crear de la nada, ordenar el caos, generar vida y llenar de esperanza nuestro ser.

EL ESPÌRITU DEL PADRE ES EL ESPÍRITU DE CRISTO

Con el nombre de Espíritu del Hijo nos lleva a una sublime identificación y contacto familiar cercano con Jesucristo. Papá Dios, presenta a Jesús como hermano mayor, cuyo Espíritu en primer lugar, nos enseña impartiendo instrucción y motivándonos a poner nuestra confianza y seguridad en el conocimiento y no en las emociones. En segundo lugar, nos educa, pues desarrolla las facultades del carácter de “hijos de Dios” que nos permitirán una actuación decorosa en su Reino. Nos provee de las herramientas necesarias para una identificación total con El y nos desarrolla para llevarnos a la estatura de Cristo.

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES EL CONSOLADOR

La vida con sus múltiples desafíos y problemas, algunas veces nos golpea; relaciones interpersonales en conflicto, inestabilidad emocional, dudas, temores, etc... ¿Qué significa el término “Consolador”? Literariamente significa “uno al lado del otro para ayudar”. Consuelo es alivio, es el refrigerio que nos ofrece una mano amiga, es la palabra nacida del corazón de otro, para levantar nuestro ánimo caído.

Papá Dios conoce nuestra fragilidad y la dureza del medio que nos rodea, conoce nuestra condición, se acuerda que somos polvo. El Consolador surge de la preocupación amorosa de un Padre por sus hijos, nunca nos deja solos, nos libera del temor y el desánimo, puesto que su incondicional ayuda es permanente para nosotros.

El Consolador siempre está en nuestras vidas recordándonos que no solo será nuestra defensa y alto refugio, sino que también puede y quiere convertir en bendición cualquier situación de conflicto por la que atravesemos. (Romanos 8:28).

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES EL ESPÍRITU SANTO

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Por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, es que tenemos naturaleza divina. ¡Sí!, con todo, y lo que increíble que parezca. El debilita la vieja naturaleza, oponiéndose a cualquier tendencia nociva de nuestra antigua vida. Todas las viejas costumbres, son totalmente transformadas sin que muchas veces ni siquiera lo notemos, por la operación de santidad aplicada por el Espíritu Santo.

Cuando hablo de Santidad, me estoy refiriendo a lo que dice la palabra de Dios, que somos “apartados”, “consagrados”, “especiales” para ser usados por Dios, no en un punto estático. Ser Santo es estar en un continuo movimiento hacia el encuentro de mi verdadera identidad en Cristo.

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES EL ESPÍRITU DE LA PROMESA

Una promesa puede tener valor dependiendo de quién es el que promete. Quien hace una promesa adquiere un compromiso, pone en juego su honor y responsabilidad. Nuestro Papá Dios se compromete con sus hijos, le vemos a través de la historia seriamente involucrado en llevar a feliz término los compromisos que adquiere con sus hijos. La más hermosa promesa hecha a sus hijos es su mismo Espíritu. El Espíritu Santo es el más grande regalo de amor que recibe un hijo de Dios de manos de su Padre (Lucas 11:13).

El Espíritu de la promesa nos recuerda permanentemente que nuestro Padre, tomó la decisión irrevocable de amarnos y entregarnos como herencia el Reino de los Cielos, y nada ni nadie, puede cambiar esa magnífica verdad.

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES EL ESPÍRITU DE VERDAD

En un mundo donde en la búsqueda de la verdad se nos ofrecen tantos caminos y alternativas, hace eco a través de la eternidad, la voz amorosa de Jesús que nos dice : “Yo soy el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre, sino por mi” (Juan 14:6).

Cada hombre que ha aceptado a Jesucristo en su corazón es poseedor de la verdad dentro de sí mismo y en la medida en que crezca en el conocimiento de El, tendrá la sabiduría para mirar la vida y correr la carrera que tiene por delante. Es el Espíritu de Verdad quien nos permite entrar en el terreno de la revelación y nos capacita para descubrir permanentemente los tesoros espirituales. El Espíritu de Verdad nos previene contra el error, pues nos da discernimiento para entender y juzgar lo que entra por los sentidos y pasa por el filtro de los principios divinos (Juan 16:13).

Teniendo en cuenta que todo lo que no es verdad, nos causa conflicto, nos lleva a introducirnos en la fantasía y distorsiona nuestra realidad; tenemos que agradecer a Dios este magnífico regalo que nos hace, al colocar en nuestras vidas su Espíritu de Verdad, quien nos capacita para acabar con todo tipo de esclavitud, pues Su Palabra dice: ”Y conoceréis la verdad, la verdad os hará libres” (Juan 8:32).

EL ESPIRITU DEL PADRE ES ESPIRITU DE GRACIA

El Espíritu de Gracia manifiesta el amor incondicional, actúa en el proceso de la salvación y sigue ejerciendo su función al permitirnos disfrutar de esa salvación conseguida por medio de Jesucristo (Hebreos 10:29).

Nuestro “yo” natural tiende al orgullo y a buscar reconocimiento. Siempre querrá tener una reconocida participación en los acontecimientos milagrosos que ocurren en y a través de nosotros. Como bien sabemos, cuando

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nuestro “ego” está controlando en nuestra vida, se genera conflicto y dificultades. Amorosamente Papá Dios subyuga nuestra torpeza con Su Gracia. No lo hace bruscamente, solo nos cubre con su Espíritu de Gracia trayéndonos salud integral. La sangre de Jesucristo es la máxima expresión de gracia; ésta gracia nos permite identificarnos plenamente con lo que el Apóstol Pablo expresa: “No vivo yo, más vive Cristo en mi” (Gálatas 2:20). Aceptar su Espíritu de Gracia quiere decir: “Tu amor me convenció Papá, reconozco mi debilidad ante tu poder, tu sabiduría frente a mi torpeza, tu gran misericordia ante mi debilidad...”.

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES ESPÍRITU DE VIDA

La vida siempre fluye, nunca se estanca. Dentro de cada hijo de Dios, hay una gran fuerza que le conduce a germinar y fructificar. El Espíritu de vida es contrario al conformismo, al estancamiento, nos coloca por encima del entendimiento, de la lógica y de las propias emociones. El Espíritu de Vida llena el vacío espiritual con el cual nacimos, disipa las tinieblas y pone orden.

EL ESPÍRITU DEL PADRE ES ESPÍRITU DE ADOPCIÓN

En medio de los miles de millones de habitantes en el mundo, Papá-Dios decide derramar su Gracia sobre mí y me adopta como hijo suyo con todas las características, privilegios y derechos que posee un hijo legítimo. Pienso particularmente que adoptar a alguien, implica realizar la más grande proyección de uno mismo en una persona que es completamente ajena e implica el desprendimiento de sí mismo. Papá Dios se desprendió a sí mismo cuando nos adoptó, sabía de antemano la ardua tarea que emprendía con este acto, hasta que cada hijo adoptado llegará a sentirse parte de la familia a la que había sido integrado y reflejara las características suyas.

Imaginemos por un momento la escena ocurrida a nivel espiritual con nuestra vida. Trasladémonos al momento en que fuimos encontrados por nuestro Papá Dios...

¿Cómo nos halló? gimiendo por dentro, presos de la confusión, tremendamente atados con cadenas de inferioridad e inseguridad; afectados no solo por nuestro propio pecado, sino por el efecto del pecado de otros sobre nuestra vida; con un gran sentimiento de soledad y desamparo, buscando un punto seguro en que apoyarnos, hasta que El llegó a nuestra vida. Nuestra suciedad ante su limpieza, sus ojos limpios y amantes ante nuestra mirada escurridiza, su voz segura y clara ante nuestra cobardía, mas, era tanta nuestra necesidad, tanto el dolor acumulado que cerramos los ojos y nos entregamos en sus brazos. Torrentes de palabras de consuelo empezaron a salir de El tratando de aplacar los acelerados latidos de nuestro corazón... –“Hijito mío, no temas, te perdiste por un momento, pero te hallé, ahora estás en mis brazos”.

El Espíritu de Adopción me permitirá entonces exclamar: ¡¡###ABBA PADRE...PAPITO!! sublime y maravillosa expresión que pronunciamos con facilidad cuando abrimos nuestro corazón a su amor y misericordia. ¡Que feliz se siente el Padre cuando ve que aceptamos y disfrutamos su paternidad, cuando tomamos posesión de nuestra herencia, experimentamos que no fue en vano su sacrificio!.

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Mi Padre Dios El Encuentro con mi verdadero Papá

CONOCER A DIOS PAPA ES TENER UNA NUEVA IMAGEN DE NOSOTROS MISMOS

Cuando recibimos a Jesucristo, venimos a ser objeto del amor del Padre. Cuando nos mira, mira a su Hijo en cada uno de nosotros, mira su misma naturaleza. ¿Cómo nos miramos a nosotros mismos?. En el transcurrir de nuestra vida hemos cometido innumerables pecados, faltas contra su amor, vivíamos alejados de su luz, la imagen de nosotros mismos se deterioró, y esa imagen deteriorada está lejos de la visión de Dios respecto de cada uno de nosotros. La más grande necesidad dentro del proceso de restauración de nuestra imagen es tener un “modelo”, un “espejo” sobre el cual mirarnos, no puede darse una salud creciente a no ser que le permitamos al Espíritu Santo, formar en cada uno de nosotros la imagen de Nuestro Señor Jesucristo.

¿Quién soy? es una pregunta que debe ser respondida con urgencia, la aplicación individual de la obra de Cristo depende de ello. Cada uno de nosotros hemos fabricado una imagen de nosotros mismos y de los demás, buena o mala. La imagen adecuada, que trae salud integral, es la que está en armonía con el diseño de Dios Padre.

Es necesario que seamos sinceros cuando tengamos que enfrentar esa pregunta. ¿Quiénes somos realmente? Hasta hoy seguramente usted ha estado influenciado por los conceptos de su antigua manera de vivir; quizás defendiéndose de las circunstancias, haya hecho de su “yo”, un ídolo, pero cuando ha tenido que enfrentarse a circunstancias mas allá de sus fuerzas y posibilidades se ha derrumbado y se ha hecho daño.

Jesucristo no solo nos enfrenta con el amor de Padre sino con nuestra naturaleza caída. Su sacrificio en la cruz quitó

nuestra culpa y miseria, su sangre preciosa ha sanado nuestras heridas, trayéndonos una vida de total libertad. Todo hijo de Dios debe identificarse con Cristo Jesús, si desea entender Quien es en su verdadera realidad y dimensión. No importa cuan manchados estemos por el pecado o hasta que estado de profundo dolor hayamos llegado, lo más importante es entender por medio de nuestra identidad con Cristo que somos elevados al más alto rango que un ser humano pueda aspirar: ser Hijo de Dios.

¿Quién soy? ¿Quién es mi padre? ¿Cuál es mi ancestro y mi linaje? Mirando a Jesús encontramos la respuesta.

Fuimos rescatados de nuestra vana manera de ser y vivir, hemos venido a ser parte del reino de los escogidos, no importa nuestro pasado, no importa los traumas adquiridos. Necesitamos despertarnos, aceptar y asimilar personalmente que la imagen de Cristo Jesús está siendo formada cada día en nosotros (Efesios 4:13).

¿Quién soy? Lo que es verdad para Jesucristo es verdad para mí. Jesucristo triunfó sobre la muerte, levantó el pendón de la libertad, no hubo para El imposibles, no hubo para El temor, jamás padeció ansiedad, ni depresión, vivió consciente de que era Hijo de Dios, el Camino, la Verdad y la Vida. Nunca se alejó de su misión, como Hijo honró siempre al Padre. Solo en la medida en que miremos a Cristo y su obra culminada, cambia nuestra imagen deteriorada conforme al diseñado y plan de Dios: plan único, específico y maravilloso para cada uno de nosotros.

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“Papá Dios está en medio de ti,poderoso, El salvará;

se gozará sobre ti con alegríacallará de amor, se regocijará

sobre ti con cánticos”.

Sofonías 3:17

Capítulo 4

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CAPITULO 4

CREANDO LAZOS CON PAPÁ DIOS

¿Le cuesta creer y experimentar el amor de Dios?

Posiblemente por alguna circunstancia difícil por la que hemos atravesado, o por las veces que los afectos humanos nos han fallado, nos queda muy difícil creer y confiar en el amor de Papá Dios, mientras El dedica toda su bendita Palabra a tratar de convencernos de las evidencias de su profundo amor por nosotros. Veamos algunos pasajes relevantes que hacen referencia a Su Amor:

“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en El cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Juan 3:16)

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros- ¿Cómo no nos dará también con El todas las cosas? (Romanos 8:32)

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús”.

(Romanos 8:38-39)

Una dramática historia me ayudó a comprender la magnitud del amor de Dios para nuestra vida:

Un hombre que trabaja en una estación ambulante de la empresa de ferrocarriles de su país, se encontraba como de costumbre dentro de su pequeña caseta, en medio de uno de los trayectos por donde el tren pasaba. Su labor consistía en estar pendiente del paso del tren por aquél lugar y una vez éste se aproximara, debía mover una palanca que hacía bajar las alas de un puente colocado sobre un abismo para que el ferro pudiera pasar sin inconveniente. Después de que hubiera pasado, volvía a mover la palanca para que el puente se volviera a levantar.

Ese día había llevado a su hijito de cinco años para que le acompañara. El pequeño se encontraba jugando en los alrededores de la caseta donde se encontraba su padre, cuando se escuchó el ruido de tren que se aproximaba; el hombre comenzó a mover la palanca, de pronto escuchó el llanto y el grito de su pequeño hijo. Al observar por la ventana, vio que la pierna de su hijito se había atascado entre las rieles de la carrilera. La angustia se apoderó de él. Quería salir corriendo para ayudar a su hijito, pero no podía moverse de allí; tenía el tiempo justo para continuar moviendo la palanca y que las alas del puente se acomodaran y permitieran el paso del tren. Oía los gritos de su hijito que lo llamaba suplicándole auxilio, pero también sabía que en ese tren venían trescientas personas que tenían plena confianza en que él cumpliera su labor ¡¡Dios mío, qué hacer!!

- ¿Qué hubiera hecho usted en ese momento?

- ¿Hubiera salvado la vida de su hijo? pues al fin y al cabo, a las demás personas no las conocía?.

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- Pero, ¿Podría vivir con la conciencia tranquila sabiendo que trescientas personas perecieron y de usted dependía su salvación?.

¡¡Muchos, preferimos optar por pedirle a Dios que nunca tengamos que pasar por una situación así!!

Lo cierto es que éste hombre, en medio de su terrible incertidumbre, comenzó a pensar que él había sido puesto allí para cumplir con esta sencilla pero fundamental labor; le había sido otorgado un voto de confianza para que él respondiera por esas vidas. Y mientras sentía que el alma se le partía de dolor comenzó a mover la palanca. El puente se puso en su lugar, el tren comenzó a transitar y cuando pasaban frente a la caseta donde él se encontraba con su rostro bañado en lágrimas, los pasajeros, ignorando totalmente lo que le estaba pasando, asomaban sus rostros sonrientes a través de las ventanillas y le saludaban con sus manos. ¡Quien podría imaginar que él había entregado la vida de su hijo por la de ellos!.

Para Dios no fue nada sencillo dar la vida de su amado Hijo, por usted y por mi. Realmente solo el infinito amor suyo le condujo a hacerlo. Pero debe ser muy triste para El, ver como con tanta indiferencia, los hombres pasan por la vida, ajenos a su gran expresión de amor, por eso, nunca será tarde para crear lazos con Papá Dios!.

Crear lazos con El eterno, es una trascendental prolongación de vida, es el objetivo de Papá Dios cuando nos llama tan insistentemente; cuando su amor tiende ese singular puente llamado Jesucristo, está creando lazos. Cuando el Padre elige, se inicia una relación eterna que definitivamente nos conducirá a una unidad indivisible e indestructible con el Dios eterno (Romanos 8:38-39).

Cuando elige, nos dice: “Eres Especial”. Dos seres se convierten en especiales el uno para el otro, cuando se

eligen. Hay una definición de amistad que me ha llamado siempre la atención y dice: “Amigo es un hermano que se elige”. En la elección está la especialidad; antes de la elección éramos hombres semejantes a muchos; pero El nos elige, haciéndonos hijos, y ahora cada elegido es único en el corazón del Padre. El entregó su propia vida, nos ha protegido y consolado, ha escuchado nuestro dolor y nuestra queja, sus lazos se tendieron sobre nuestras vidas, y sus cuerdas de amor nos envolvieron.

Según el apóstol Pedro fuimos: “elegidos según presciencia de Dios Padre, en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo” (I Pedro 1:2)

ELEGIDOS SEGÚN PREVIO CONOCIMIENTO DE PAPA DIOS

La paternidad de Dios es entrega absoluta de sí mismo. Este amor incluye, aprobación y reconocimiento. La Trinidad entera: Padre, Hijo y Espíritu Santo, está involucrada en amar y cuidar a cada uno de los que abren la puerta a su amor: Papá Dios con su amor, el Hijo, Jesucristo, justificándome por la fe, y el Espíritu Santo gimiendo dentro de mi y enseñándome a decir: Abba Padre!, recordándome que fui elegido por Papá.

Cuando no entendemos la medida en que somos amados y reconocidos por Papá-Dios; luchamos incesantemente por el reconocimiento y aprobación de los hombres, ignorando que la aprobación y el reconocimiento ya nos fueron otorgados desde la eternidad. Esta aprobación y reconocimiento desarrollan seguridad y confianza, ingredientes vitales de la salud y del éxito. No somos producto del azar, ni de la casualidad, somos el resultado de un plan previamente establecido. A la luz de esto, nuestros padres humanos son portadores de la bendición de mi porción terrenal, pero si hablamos en el lenguaje crudo, tendríamos que decir que en

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realidad son un “accidente”, Dios los eligió para que nos dieran la vida.

ELEGIDOS EN SANTIFICACIÓN DEL ESPIRITU

Fuimos elegidos: “En santificación del Espíritu”. Desde el mismo momento de nuestra incursión en el mundo, empezamos a contaminarnos y a sufrir las consecuencias del pecado, desde luego todos los efectos nocivos de este vienen a influir en nuestra vida. Existe un momento en que tenemos que reconocer, que el mundo no nos llena, que tampoco nos ha llenado la versión humana del amor; y nuestro ser, diseñado para lo eterno, encuentra su reposo en el conocimiento del permanente amor del Padre. Elegidos en santificación del Espíritu, es una maravillosa verdad que impide nuestro conformismo ante la maldad y el pecado, verdad maravillosa que nos hace sentir desasosiego, hasta encontrar nuestro reposo en El.

ELEGIDOS PARA OBEDECER

En la obediencia hallamos el propósito de la elección, pues es la obediencia el factor clave para una vida de bendición, y para disfrutar en esta vida de las riquezas y dones del Padre. Elegidos para obediencia equivale a decir: Elegidos para la felicidad permanente. Cuando miramos la obediencia enmarcada en el amor de Papá Dios, cuando la miramos como el sendero que nos conducirá hacia el éxito, hacia el disfrutar la plenitud del cielo durante nuestro peregrinar en el mundo, entonces se hará fácil, y nos deleitaremos respondiendo voluntariamente a su amor.

Fuimos elegidos por Papá Dios para obedecer, y para actuar armónicamente dentro de su plan, para ejecutar lo bueno0, en contraposición al caos y la maldad. La anarquía ya ha hecho demasiado daño, y el hombre vive las consecuencias, hasta que no se someta definitivamente al plan de Dios. La

palabra obediencia para el Elegido, no figura como un simple principio, sino como una herramienta para provocar el diálogo: oigo su voz, y voy y hago conforme El me dice, y luego regreso a informarle el resultado de mi gestión. Podríamos decir que simplemente es un pretexto para estar con el Padre, disfrutar de El, y recibir mayor bendición.

ELEGIDO PARA SER ROCIADO CON LA SANGRE DEL AMADO HIJO: JESUCRISTO

..Después del trabajo, cuando el polvo y el sudor se han adherido al cuerpo, ninguna cosa produce más descanso que una buena ducha, ¿verdad?. Necesitamos que el agua corra por nuestro cansado cuerpo; yo cierro mis ojos y la dejo caer disfrutándola, escucho su sonido y me deleito; la ducha vigoriza y nos inyecta gran energía; los músculos se tonifican y un nuevo vigor renace...ELEGIDOS PARA SER ROCIADOS CON LA SANGRE DE JESUCRISTO!.

El orden es importante, el elegido que obedece es bañado con la sangre. ¿Que significa su preciosa sangre?. Amor derramado, amor que trae descanso y vigoriza, amor que limpia el sucio polvo que se ha pegado en el correr apresurado de la desobediencia. Su sangre, que refresca, descansa, vigoriza, y limpia, permanentemente provee singular descanso al alma y al espíritu.

“Creando lazos con Papá Dios” 1 Pedro 2:2

ERES ESPECIAL: EL DIOS ALTÍSIMO SE HA HECHO RESPONSABLE DE TU VIDA

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Dios dice en su Palabra acerca de nuestras vidas lo siguiente: “Yo seré para ella,...muro de fuego en derredor de ella... Porque el que os toca, toca a la niña de su ojo”

(Zacarías 2:5, 8b)

En pasajes como éste, nuestro Papá Dios nos dice cómo nos cuida permanentemente, por lo que nada ni nadie podrá dañarnos, a tal punto que todas nuestras batallas, son las de Dios; nuestras cargas son llevadas por El. Cada vez que algo o alguien quiera obstaculizar nuestro paso hacia la vida de victoria que El nos ha preparado, tendrá que vérselas con nuestro Dios ¿ No le parece maravilloso?

El tiempo y la vida que el Padre ha invertido en nosotros, hace que seamos tan importantes. Su responsabilidad para con nosotros se extiende más allá de los límites de nuestra comprensión.Veamos algunas de las verdades que deben cobrar un valor revelacional para los que somos hijos de Dios:

1. NUESTRA IDENTIDAD Y CARACTERÍSTICAS PARTICULARES JAMÁS FUERON FRUTO DE LA CASUALIDAD

En la vida de todo hijo se suceden, en interminable cadena, hechos que le dicen a grandes voces. ¡ERES ESPECIAL!. Papá Dios tiene un plan especial para cada uno, y por este motivo nos formó con características propias y singulares que nos ayudarán a cumplir eficazmente nuestro rol en la vida (Salmo 139:13-16).

Debemos aprender a vernos como El nos ve, de esta manera se desempolvan nuestros dones y talentos y cada día creceremos en el proceso de ser hechos a la estatura y plenitud de Cristo.

2.HUELLA, UNA MARCA DE BENDICIÓN

En el alma de todo hijo de Dios ha sido colocada una marca de Bendición. Todas las características humanas que posee, fueron diseñadas por el Padre, para que viva una vida de excelencia, hay además un palpitante sello de libertad que se rebelará contra toda forma de esclavitud. Un verdadero hijo no permanecerá esclavo del “yo”; volará alto, como las águilas, al encuentro del supremo llamado del Padre.

Todo hijo de Dios se inclinará naturalmente a la libertad y la obediencia, libertad entendida como la capacidad para elegir lo mejor, para ser feliz en obediencia a los principios de salud dados por el Padre.

3.SOPORTARA VER LA ESCLAVITUD EN OTROS

“...Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”(Juan 8:32)

El hijo que ha conocido la verdad y la libertad, no soportará el yugo ni las cadenas. Tendrá un amor compasivo y misericordioso hacia quienes gimen en esclavitud, y tomará acción efectiva como verdadero Agente de Cambio. Es por este motivo que todo hijo recibe un llamado de parte del Padre, al que puede responder con empeño y sinceridad, está llamado a ser portador de la libertad que le ha sido dada y que es bendición en su vida. Libres para amar y ser amados; para amar, sin manipular, para amar sin esperar recibir; libres para perdonar y ser perdonados, libres del espectro de la culpa, libres para discernir y rechazar todo lo que nos hace daño.

4. LA VIDA DEL HIJO SE CARACTERIZA SIEMPRE POR EL “ MILAGRO ”

Un milagro es la acción sobrenatural de Dios en favor de una persona, un milagro es la consecuencia de la confianza y seguridad del hijo hacia Su Padre. Es el milagro, lo que

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caracteriza el caminar diario del hijo, se acostumbra a palpar en la experiencia diaria al Dios Todopoderoso, sobrenatural y amante que es su Padre. El día cuando despierta e irrumpe en medio de la tinieblas, es un milagro; la flor que se abre hacia el cielo es un milagro....

5.VICTORIA

“He aquí mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento, he puesto sobre él mi Espíritu.....”

(Isaías 42:1)

Toda batalla está ganada, pues la guerra finalmente fue vencida por el Padre de la Gloria; al final de todo éste proceso triunfará la verdad y el bien. Estamos en el equipo de los victoriosos, de los que alzaremos el pendón de la libertad y la victoria en Cristo. Por esto podemos cantar en medio de la tormenta.

“Cuando Israel era muchacho,yo lo amé, ...Cuanto más

yo lo llamaba,tanto más se alejaba de mi...

y no conoció que yo le cuidaba...”

Oseas 11:1-3

Capítulo 5

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CAPITULO 5

QUITANDO LAS BARRERAS...

Es posible que cada verdad hablada por Dios hasta el momento, a través de estas páginas, haya producido en su vida un gran anhelo de poder tener una relación muy cercana y libre con Dios como Papá; poderlo conocer revelacionalmente muy cerca, muy interesado en cada área de su vida y experimentar su protección, cuidado, provisión y amor. Sin embargo, a pesar de así desearlo, siente que no puede hacerlo, porque hay barreras y muros que se levantan en su mente y corazón, y le quitan el derecho a disfrutar de su posición de hijo de Dios. Muchas de ellas, se han formado por la influencia que ejerce la relación que hemos tenido con nuestro padre terrenal. Para derrumbar estas barreras, necesitamos dar un giro de 180 grados, y volver al punto inicial; lo que implica romper esquemas mentales y comenzar de nuevo.

Dado que la Teoterapia de Dios Papá es un tratamiento que conlleva salud total, no podemos caer en la trampa de llevarlo a un nivel puramente espiritual; la aplicación de ésta Teoterapia, al alma y al cuerpo, comienza cuando enfrentamos las dos imágenes paternas que están influyendo en nuestra vida. Somos hoy, un resultado del ayer; somos una resultante de experiencias acumuladas en el correr de los años. Humanamente tenemos la tendencia de asimilar los nuevos conceptos, ideas y experiencias pasándolas por el filtro de los conceptos, ideas y experiencias del pasado; éstos oponen resistencia al paso de lo nuevo, cuando son diferentes a los esquemas establecidos; es decir, cuando lo nuevo no se ajusta a sus medidas.

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LA PATERNIDAD DE DIOS Y LA DE LOS HOMBRES

Cuando Dios creó al hombre le dio la oportunidad de ser padre, como una de sus funciones (Génesis 1:27-28). A causa del pecado, el hombre perdió el patrón (modelo) perfecto de lo que es un padre. En la Biblia encontramos que la paternidad va ligada con la herencia espiritual, esto implica que los padres sean conscientes o no, afectan y marcan la vida espiritual de sus hijos, pues desde la más tierna edad asociamos la imagen de Dios con la imagen que tenemos de nuestros padres.

Es necesario comprender que si bien es cierto que asociamos a Dios con la imagen paterna que hayamos tenido, Jesús estableció claramente la diferencia entre los padres físicos y el Padre Celestial. (Lucas 11:11-13).

Tenemos la tendencia inconsciente a comparar la imagen de nuestros padres humanos con la Paternidad de Dios. Veamos algunas de las realidades que hemos podido vivir con nuestros padres terrenales:

Padre ausente : El hijo crece con un vacío que siempre tratará de llenar. La falta de la figura paterna puede traer serías heridas y faltantes afectivos, emocionales y aún de identidad sexual. Hay resentimiento.

Padre exigente: Los padres exigentes levantan hijos inseguros y tímidos, que se vuelven perfeccionistas tratando de lograr aceptación.

Padre castigador : Los castigos fuertes dejan cicatrices en el alma que difícilmente se borran. Los hijos crecen con un callado resentimiento que se prolongará por muchos años, y que muchas veces se proyecta cuando éstos asumen su papel de padres.

Padre Ocupado : Los hijos interpretan la ocupación de sus padres como desinterés y desamor, crecen con un sentimiento de menosprecio y les cuesta aprender a valorarse y sentirse importantes.

Padre Incumplido : Por su inmadurez emocional, muchos padres se apresuran a prometer a sus hijos, cosas que nunca les cumplen y ellos crecen con el sabor de la decepción y el desengaño.

Padre Débil : En algunos casos los roles se invierten y ante el carácter débil del varón, la esposa asume la autoridad. Esta situación en la que prima la figura materna, trae confusión y decepción a los hijos de ambos sexos.

Todas estas situaciones nos condicionan negativamente. Estas barreras emocionales y raíces de amargura que se acumulan en nuestra alma, obran como cadenas de incredulidad, que nos aprisionan paralizando nuestra capacidad para recibir y dar amor; además nos llenamos de temores e inseguridades, que nos empujan a aferrarnos a muchos “ídolos” y falsas creencias, que no pueden de ninguna manera satisfacer nuestra necesidad de amor y aceptación total.

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Tenemos un concepto de “papá” ya formado mentalmente, y cuando oímos hablar de Papá-Dios, inmediatamente lo asociamos en forma inconsciente con este concepto que traemos. Si hemos tenido un padre dominante y hostil, asimilaremos inmediatamente el concepto de Papá-Dios bajo este patrón, lo que se verá reflejado en nuestra relación con él. Al orar, por ejemplo, le veremos distante, ocupado, inalcanzable, exageradamente estricto o listo para infringir castigo. Las representaciones artísticas que se hacen de Dios Padre, son una proyección de lo que existe en el interior del hombre....“Un venerable anciano, rodeado de nubes y seres angelicales, con la esfera terrestre en una mano y una gran vara en la otra.... ¡tan distante, tan inalcanzable!, sin contacto con nuestra vida particular. Es una imagen decepcionante, por lo lejana, y deja una sensación de soledad en el alma.

Fuimos diseñados para ser amados inmensamente; nuestra necesidad de amor es tan grande que sólo el ilimitado e incondicional amor de Dios puede suplirla. Es por tal motivo que ninguna relación humana de amor, por grande que sea, dejará satisfecha el alma del hombre. Solamente el inconmensurable amor de Papá Dios dará satisfacción al alma. (Jeremías 31:25)

La ausencia del amor que necesitamos, nuestra insuficiencia para brindarlo, nos convierte en “enfermos” y “paralíticos emocionales”, en medio de un mundo igualmente incapacitado para amar. Los sentimientos que se generan producto del vacío y la insatisfacción son variados: resentimientos, odios, reclamos, y entonces,.... ¡levantamos el dedo acusador hacia nuestro padre!.

Al escuchar la expresión “Papá Dios”, se levanta el mismo dedo acusador, el mismo callado dolor, el mismo sentimiento de frustración; sin embargo la misma callada tolerancia... pues al fin y al cabo, es mi “padre”!. Pero no podemos pensar así, no es definitivamente la escena que su

amor nos plantea, no es en definitiva, ni su plan, ni la manera en que El desea relacionarse con nosotros sus hijos. Su amor es diferente, su amor libera, su amor nos conduce a un verdadero conocimiento de la vida, y del universo creado para el disfrute del hombre. Es por ello, que nuestra salud, la salud que se opera sobre la base de su amor paternal, se origina en nuestra “cuna espiritual”, pues es allí en donde sus fuertes brazos colocarán el cimiento de la Seguridad que necesitamos para triunfar.

Hay una llave con dos características fundamentales que nos introducen a la salud total; éstas son: AMOR Y PERDÓN; única razón de la incursión de Jesucristo en nuestro mundo. Hemos de mostrarnos misericordiosos en respuesta a la misericordia que nos fue otorgada; perdón significa que cambiamos la acusación a nuestros padres terrenales por honra. Podemos verlos como el ser (o los seres) que Dios usó para que yo, su hijo, viniera al mundo y conociera la plenitud del amor eterno.

¿Cómo acusar a nuestros padres si ellos también fueron heridos? ¿Cómo no amar a quienes a pesar de su incapacidad quisieron lo mejor para nosotros? ¿Cómo no dar honra a aquellos que bien o mal, me entregaron lo mejor de sí?. Sus padres, también necesitan encontrar el Amor de Papá-Dios a través suyo. También hemos de pedir perdón, pues tampoco dimos en el blanco como hijos, tenemos un corazón desagradecido, no los hemos honrado, solo ha existido acusación inmisericorde...

Cuando esta gran barrera sea quitada, cuando el viejo archivo haya sido destruido y el historial de pecado sea roto, empezará la “Teoterapia de Dios Papá” a ejercer su influencia benéfica sobre nuestra vida. Empezará el libre fluir de la salud sobre nuestro ser total... podremos orar con libertad y nuestra voz se dejará oír en el cielo: ¡¡¡ABBA PADRE!!! (PAPITO), y será una sincera expresión de

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nuestra más hermosa realidad. “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo” (Mateo 18:18).

De esta manera una visión nueva del pasado, una nueva imagen, un nuevo futuro de esperanza llega a nuestra vida, a través de la preciosa paternidad de Dios.

TRES INSTANCIAS EN LA TEOTERAPIA DE DIOS PAPA

Usted puede estar viviendo cualquiera de estas tres situaciones con sus padres terrenales, las cuales obviamente se verán reflejadas en su relación con Dios:

No Honrar: Indiferencia, no darles el lugar que les corresponde, esto es invalidar la palabra de Dios y alejar la bendición. (Marcos 7:9-13)

Deshonrar: Manifestarles abiertamente odio, resentimiento, y mantener un estilo de vida y de conducta que les avergüenza. La Biblia dice que ésta actitud acarrea maldición. (Proverbios 20:20)

Honrar: Es sentirse orgulloso de ellos. Es Amarlos, obedecerlos, respetarlos, servirles. Al que honra a su padre y madre, todo le sale bien y vivirá por largos años. (Efesios 6:2-3).

Esta última definición, describe la actitud que Dios espera que cada uno tengamos hacia nuestros padres. Esta clase de relación no es posible, si no la tenemos de antemano con Dios; lo más cómodo para nosotros cuando nos acercamos a Dios, es tratarle como “Jehová - el Altísimo”, pues es seguir la corriente de nuestra antigua manera de vivir, y responde a nuestra naturaleza pecaminosa; el “esclavo” solo podrá entender la palabra “AMO”, - “SEÑOR”, bajo las características de una mente no renovada. Sin embargo, cuando volvemos nuestros ojos a Papá-Dios, leemos en su

palabra... “DAD A JEHOVÁ LA HONRA DEBIDA A SU NOMBRE”, queriendo significar con ello, que El desea ser honrado como corresponde a su título y posición, este título y posición podríamos definirlo básicamente en dos palabras. DIOS - PADRE; que al conjugarse en la experiencia individual se convierte en PAPA-DIOS.

Ahora bien, lo que sucede horizontalmente con mi padre o madre en la tierra, altera y afecta mi relación personal con el Padre-Eterno. La comunión (intimidad) con el Padre significa asociación cercana, contacto familiar, establecimiento de lazos profundos. El resultado de la intimidad con el Padre, es una profunda sanidad en la relación con el papá-autoridad en el hogar. El negarse a sacar a la luz los temores y frustraciones del alma respecto de la relación paternal, produce corazones adoloridos, e impide el paso de la salud. La intimidad con el Padre le da razón a nuestro vivir; la oración deja de ser un monólogo y se convierte en un diálogo profundo. Esto activará constantemente el amor. La verdad es que necesitamos un corazón nuevo respecto de nosotros mismos; esto sucederá, cuando nuestro corazón esté saturado del amor del Padre. El amor debe ser el fundamento de nuestras relaciones humanas, empezando por una sanidad interior profunda en la raíz misma de nuestra existencia. Son muchas las personas que diariamente luchan por encontrar paz; pero la paz ya está dada. El Padre ha dado a sus hijos ésta herencia. Se entra en la posesión de la paz, cuando enfrentamos nuestra realidad dolorosa y buscamos la sanidad que necesitamos.

... HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE...

Nuestro honrar a padre y madre comienza cuando reconocemos, que independientemente de sus errores, ellos fueron instrumentos escogidos de Dios para guiarnos en el comienzo de la vida. Nuestros padres deben ser honrados, honrando en ellos nuestra elección hecha por Dios;

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aceptando que estamos de acuerdo con su gran sabiduría al confiarnos a su cuidado.

“Al que maldice a su padre o a su madre, se le apagará su lámpara en oscuridad tenebrosa” (Proverbios 20:20)

Absolutamente todo lo que ha sucedido en nuestras vidas, ha sido conocido por Dios y ninguna circunstancia se ha salido de sus manos. En el libro de Oseas 11:1-4, encontramos al mismo Dios hablando de su gran amor hacia sus hijos y la indiferencia o abierto desprecio a su plan:

“ Cuando Israel era muchacho, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí; a los baales sacrificaban y a los ídolos ofrecían sahumerios.

Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor, y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida.”

Egipto significa en nuestra vida, todo aquello que se relaciona con la vieja manera de ser y actuar, con los viejos parámetros; el viejo concepto de las personas y su influencia negativa. Egipto y el peregrinar de los Israelitas por el desierto, lo podemos comparar con nuestra vida pasada.

EGIPTO TIERRA DE ESCLAVITUD

Durante 400 años los Israelitas estuvieron sujetos a duro yugo; aprendieron a relacionarse con el “Señor, el Amo”;

recibían en pago de su trabajo, sólo lo necesario para subsistir, sin ninguna retribución que les hiciera verse a sí mismos como personas llamadas a vivir con dignidad. El azote, el látigo sobre la espalda, y el duro trato, acostumbraron sus mentes a la oscuridad y la pesadumbre. La concepción de “padre”, en Egipto, tiene mucha relación con la idea de “amo”. A pesar de estar en Egipto, Papá Dios nos miraba como sus hijos; en la mente del Padre, jamás estuvo la idea de esclavitud, ni el sufrimiento que ser esclavo conlleva. Nos amó, a pesar de estar en Egipto; nos amó a pesar de nuestra sordera a su llamado; nos enseñó a andar, aún sin que nosotros mismos conociéramos que sus amorosos brazos nos cuidaban.

El yugo es una pieza de madera que se coloca en la cabeza de los bueyes o mulas para tener pleno control de ellos; alzar el yugo de sobre la cerviz es proveer el recurso amoroso para liberarse de la tiranía o de una dependencia molesta. Papá-Dios desea levantar el yugo que nos ha atado al dolor y a las heridas, desea renovar nuestros esquemas mentales y darnos libertad.

Nuestra “relación con el padre terrenal” es muy importante, si deseamos tener la experiencia liberadora de la Teoterapia de “Dios-Papá”. Hemos acumulado a través de los años, una relación caracterizada por la ira, la frustración, la amargura, el resentimiento, y como consecuencia, hallamos dentro de nosotros mismos gran inseguridad respecto de Dios. La falta de amor es una influencia destructiva; podemos asesinar el espíritu de una persona, al privarla de amor; los padres que crecieron carentes de amor en la niñez, repiten el proceso inconscientemente con sus hijos.

Estar en Cristo significa que podemos restaurar una relación de amor cálido y afectuoso con nuestros padres; esto nos hará hombres y mujeres más seguros.

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La exhortación de amarnos unos a otros en la Biblia es un fundamento básico. Cuando Papá-Dios llena con abundancia nuestra necesidad de amor, nos capacita para que seamos canales de ese amor hacia quienes nos rodean. La más grande prueba de que tenemos a Cristo, es expresar un amor sanador hacia los demás. I Juan 3:14....”El que no ama a su hermano, permanece en muerte...” Para establecer una relación correcta con nuestros padres, debemos abandonar el derecho de juzgarlos, de acusarlos; y comenzar a honrarlos con nuestras actitudes, palabras, y conductas.

...“TODO LO QUE ATEIS..., TODO LO QUE DESATÉIS”

Nuestra alma (mente, emociones y voluntad), no se verá libre de heridas, en tanto que desatemos con perdón liberador nuestra relación paternal. Al hablar de nuestra relación Papá-Dios, necesariamente hemos de converger con nuestra relación papá-hijo (mamá - hijo) de la tierra; relación ésta que marcará en forma definitiva nuestras experiencias de salud integral.

La imagen positiva o negativa que tengamos de nuestros padres, además de las marcas producidas por esa relación, distorsionan y nos impiden ver al Padre Celestial con sus verdaderas características. Si hemos tenido padres déspotas, pensaremos en un Dios déspota; si hemos tenido padres pusilánimes, se nos dificultará confiar en Dios.

Cuando la luz de Dios viene a nuestra mente y empezamos en obediencia a amar a nuestros padres terrenales, independientemente de..., se abre ante nuestros ojos un nuevo horizonte. Cuando dejamos el juicio y la condena, y decidimos perdonarlos, cambia nuestro corazón, y se produce sanidad, por encima de cualquier diferencia generacional. El primer mandamiento que conlleva una promesa de parte de Dios es éste: ...”Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con

promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:3

Dado que la paternidad tiene una influencia tan fundamental en el comienzo de la vida, se hace urgente recibir sanidad de toda herida recibida en los primeros años; de lo contrario, quedarán “piedras sueltas” en la construcción de nuestra estructura espiritual y comenzará poco a poco a desmoronarse.

El nacimiento espiritual, al igual que el nacimiento físico, tiene que operarse dramáticamente, podríamos afirmar que reúne las mismas características: Tiene lugar en el tiempo, se opera un cambio radical, pues se está dando a luz un nuevo ser; hay en la nueva persona signos vitales que nos indican el estado saludable, o no en que se encuentra. Comienza a formar parte de una familia espiritual, tendrá identificación y desempeñará una función dentro de esa familia. Cada uno de nosotros debe a nivel espiritual pasar por cada una de estás experiencias que nos llevan a una vida espiritual victoriosa.

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“Yo Publicaré el decreto;Papá Dios me ha dicho:

Mi hijo eres tú,yo te engendré hoy.

Pídeme y te daré por herencialas naciones, y como posesión tuya los confines de la Tierra”

Salmo 2:7-8

Capítulo 6

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CAPITULO 6

VIZUALIZANDONOS COMO HIJOS DE DIOS!!

La imaginación es una herramienta que da al alma el poder y la capacidad de crear ilimitadamente todo tipo de situaciones. Una imaginación mal canalizada, puede destruir la vida de una persona. Su influencia es tal, que ella debe entrar en sociedad con el Espíritu Santo, y colocarse al servicio de la nueva vida, de manera que se vuelva una “facilitadora” para hacer realidad los maravillosos planes que Dios tienen para nuestra vida. El Espíritu Santo santifica la imaginación, activándola. El control de la imaginación por el Espíritu Santo debe permitir la formación de “Visiones”, cuadros mentales que reemplazarán los esquemas dañinos y dolorosos que enmarcan nuestra antigua manera de vivir y de pensar. Las nuevas imágenes deben llenar la conciencia, y cuando esto sucede se producen magníficos resultados, al visualizar cada una de las promesas que Papá Dios nos escribe en su Palabra, de una manera cotidiana.

La vida cristiana saludable comienza cuando nos vizualizamos AMADOS, ACEPTADOS Y PERDONADOS, como consecuencia de entender que Dios es primeramente nuestro Padre y que como resultado de este hecho tiene preparados los caminos más altos y las más gratas experiencias para mi vida. Existe una gran diferencia entre la vida cristiana de uno que ve a Dios como su Padre, y uno que ve a Dios como su amo o su Señor; el primero se relacionará como hijo; el segundo como esclavo.

Cuando nuestro conocimiento de Dios y su Palabra se unen inseparablemente en nuestra imaginación, es cuando nace

nuestro mayor poder creativo. El Espíritu Santo debe invadir nuestro espíritu y nuestra mente, creando visiones que marquen las pautas de la salud total. Las visiones, deben ser el puente entre las verdades de Dios y nuestra realidad diaria. Las visiones que tengamos, dan forma a nuestros planes, los hacen posibles, alcanzables y verdaderos, antes de que salgan a la luz. Lo que visualicemos en el presente influirá en gran manera en nuestra vida futura. Los esquemas mentales y todo pensamiento nocivo que esté arraigado en nuestro interior, afectan negativamente la imaginación controlada por el Espíritu Santo impidiéndonos introducirnos en la revelación; nos adormece, nos hace permanecer en los conflictos y nos hace esperar muy poco o nada de Dios.

Los esquemas mentales, en lugar de visiones, dan lugar a la fantasía, llenando nuestra mente de imágenes mentirosas del mundo y las circunstancia que quisiéramos vivir, sacándonos de la realidad y llevándonos a que cada día nos fastidie el despertar a la verdad que nos rodea. Por el contrario, la imaginación controlada por el Espíritu Santo dará a luz los sueños y visiones, produciendo cuadros mentales de revelación, que nos conducirán a las cumbres de victoria que Papá Dios ha preparado para cada uno.

En el libro del Génesis, Capítulo 1, se relata que en el principio...“La tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo...dijo Dios, Sea la luz Y fue la luz”. De igual manera sucede, cuando los conceptos, la ideas y la memoria giran desordenadamente sin control, en medio de las tinieblas, hasta que llega la voz imperativa del Creador: ¡Hágase la luz!, y la luz de Dios inmediatamente invade nuestra imaginación y ella nos hace visible toda la riqueza de su herencia. La mente controlada por el Espíritu Santo se llena de imaginación creativa; mientras que la mente controlada por el Ego, produce fantasías dañinas.

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Hemos heredero de nuestros antepasados, no sólo el color de los ojos y del cabello, recibimos también una herencia espiritual y sicológica. Así como podemos heredar una fortuna, también heredamos “Cuentas por pagar” que impiden nuestro crecimiento y madurez. Estos impedimentos se heredan a través de enseñanzas conscientes o inconscientes que determinan en nuestra vida maneras de reaccionar y pautas de conducta.

Respecto de nuestra experiencia con Papá Dios, debemos recurrir a las visiones y los sueños, en nuestra mente controlada por el Espíritu de Dios. Poblar la mente con imágenes nuevas del Espíritu, es sumamente importante y esto sólo puede ser posible, con el poder creativo de la imaginación en un nivel puramente espiritual. En una persona que de niño fue despojado del amoroso cuidado del padre existe el fantasma de la inseguridad, raíz de numerosos conflictos en su edad adulta; su vida se halla vacía de amor y se siente desprotegido. ¿Qué hacer? ¿Qué hace el Espíritu Santo cuando viene a morar en nuestro espíritu? Activa la imaginación para que miremos ahora con Su Luz, cómo los fuertes brazos de Papá Dios rodearon nuestro ser cuando éramos niños, nos enseñó a caminar mientras crecíamos y sana nuestra inseguridad de hoy. Es esta una realidad espiritual, un suceso ocurrido en el tiempo de Dios, llamado eternidad, pero que debe ser puesto en el tiempo y realidad presentes, haciendo uso de la “visualización”.

Existe una gran influencia de la mente en nuestra vida, que nos hace llegar a ser lo que visualizamos sobre nosotros mismos. Somos quienes decidimos ser, respecto al alcance de nuestras posibilidades en la vida. El hombre en su mente, tiende a traer sobre sí el fruto de sus pensamientos e imaginación.

Hay tres palabras de profundo significado, que deben ser desarrolladas en toda su plenitud con la ayuda del Espíritu, debemos fijar nuestra atención en tres palabras:

“MI PADRE DIOS”

Solo se podrá tener una adecuada imagen de sí mismo y un desarrollo equilibrado de nuestro ser, como individuo y como parte de una sociedad, cuando podamos vivenciar de manera revelacional que “Dios es mi Padre”. Y para entenderlo, es necesaria una reorganización completa de los pensamientos, ideas e imágenes que tenemos respecto a este concepto.

William James, célebre filósofo y sicólogo americano dice: “El mayor descubrimiento de mi generación es que los seres humanos pueden modificar su vida mediante el cambio de las actitudes de su mente”. Imaginar el futuro con una meta definida no es ilusorio; una persona con la imaginación controlada por el Espíritu, planea y organiza su vida sobre metas claras y se proyecta en un vuelo de águila Imperial, que le lleve a la alturas. La imaginación controlada por el Espíritu, nos llevará mucho más allá de lo que calculamos y pensamos. A continuación, les mencionaré algunos aspectos que debemos cuidar para lograrlo:

1. CULTIVAR LA ORACIÓN

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Al orar, viene la luz de Dios a nuestra mente, generando poder creativo. La oración es vital en el proceso de imaginar y convertir en vivencia las verdades divinas. Con ella transformamos nuestros pensamientos de la derrota, en realidades de triunfo.

2. VOLUNTAD VIGORIZADA POR EL ESPIRITU SANTO

El Espíritu Santo es esencialmente Creador y Ejecutor. Cuando el Espíritu Santo logra colocar una imagen en nuestra mente, ha logrado el 90% de su trabajo, el 10% restante es mover la voluntad que El mismo dinamiza, haciendo de esa imagen una maravillosa experiencia. El Espíritu Santo siempre tendrá en la imaginación, el vehículo con el cual conecta la mente de Dios con nuestra mente. Vigorizar por el Espíritu las imágenes de Dios, dependerá del empeño de nuestra voluntad; todos podemos convertirnos en visionarios del Espíritu como resultado de las imágenes puestas por Dios; entonces nuestra vida adoptará un nuevo significado, y veremos elevarse nuestro entusiasmo.

3. ACTUAR PARA VIVIR ESA REALIDAD ESPIRITUAL

No podemos pensar en ser personas victoriosas, solo con estar llenos de buenas intenciones. Es necesario que una vez Dios coloque sus pensamientos en nuestra mente y fortalezca nuestra voluntad, nos levantamos para ejecutar esos planes, teniendo en nuestra mente, la plena certeza de que Dios está respaldándonos (Josué 1:8-9).

Cuando hayamos efectuado estos tres pasos, veremos la victoria a pesar de los momentos duros y difíciles. Las visiones puestas por el Espíritu Santo en la mente, darán vigor a la voluntad, impulsándonos siempre a nuevos desafíos. Las visiones deben ser alimentadas y fortalecidas a través del estudio consciente de la Palabra de Dios.

Lo que visualicemos consecuentemente con la voluntad de Dios para nuestras vidas, es un manantial inagotable; en la medida en que sigamos empeñados en desarrollar este proceso, fluirá como agua que nutre y refresca nuestra vida.

Inicialmente el Espíritu Santo despierta nuestra imaginación diciéndonos:

“Mi hijo eres tú !Pídeme y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra!” (Salmo 2:7-8).

Emprendamos nuestro caminar cristiano dando vigor a esta imagen espiritual, visualizándonos a nosotros mismos como HIJOS DEL REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Si creemos en esta realidad, sustentamos sobre esta base el edificio espiritual que veremos construir día a día dentro de nosotros mismos. Entre más centremos nuestra vida sobre esta gran afirmación, se desarrollará una enorme confianza en la bondad y poder de Nuestro Padre.

EL ESPIRITU SANTO NUESTRO GUIA EN EL CAMINO AL PADRE

Nada hay que conmueva tan profundamente nuestro corazón como la revelación de la Paternidad y Amor de Dios. Su amor, en sus múltiples facetas, nos comunica nuestro nuevo linaje, nos inspira a vivir a la “Altura de un Hijo de Rey”, elevándonos a una condición sobrenatural”.

Papá Dios, de común acuerdo con Su Hijo, coloca a nuestra disposición a través del Espíritu Santo todo su poder, amor y capacidad para desarrollar dominio propio (2 Timoteo 1:7). El Espíritu Santo nos fue enviado, fruto del amor entre el Padre y el Hijo, dándonos con El, la posibilidad de una Vida Abundante en todo sentido.

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El Espíritu Santo es quien se encarga de producir un cambio interno, formando el Carácter de Cristo en cada uno de nosotros. No solo mora en nosotros, sino que nos fortalece y da fruto, llevándonos a la calidad de vida que todo Hijo de Dios debe vivir.

Por Su Presencia, nuestra vida es iluminada, aprendemos a verlo todo con sus ojos, lo que hace que cambie la apreciación de nuestros valores, aprendemos a amar y desear la excelencia, lo que nos conduce a disfrutar la experiencia de ser Bienaventurados (tres veces felices).

Desde el nacimiento hasta el momento en que el Espíritu Santo viene a morar en nuestra vida, la mente se ha acostumbrado a una imagen ordinaria y común respecto de nosotros mismos. En la mayoría de los casos, se hace incomprensibles para la mente, las grandes implicaciones que ser HIJO DE DIOS representa. Es necesario renovar el pensamiento con la revelación sobrenatural, que lo llena de conceptos nuevos y maravillosos; de esta manera asimilamos la imagen que Dios tiene respecto de cada uno de nosotros.

La mayor parte de los cristianos conoce muy poco acerca del Espíritu Santo, pero es de vital importancia reconocer el papel que lleva a cabo en nuestra vida. Para experimentar a Dios como Padre, debemos rendir todas las áreas fundamentales de nuestro ser.

Por la acción del Espíritu, la Palabra de Dios es grabada en nuestro corazón, llevándonos a entender que : El Espíritu Santo es Inspirador y Autor de la Palabra. Es maestro que comunica a mi espíritu. Mora dentro de cada hijo de Dios.

Antes que un niño pueda fijar la vista o distinguir sonidos, está en condiciones de recibir amor; cuando lo recibe, su sentido de la autoestima y auto confianza se enriquece; los

niños que carecen de este amor, crecen con marcas de inseguridad, inferioridad, etc., dando origen a otros muchos conflictos. El Amor paternal es básicamente el que marca las pautas de seguridad y confianza, que caracterizan una personalidad equilibrada. La imagen del padre terrenal, proyecta la imagen de Dios, no es difícil hacer la comparación espiritual cuando la personalidad y comportamiento del padre en gran medida han afectado la imagen particular que tenemos de Dios. El niño que asocia positivamente estas dos experiencias, logrará fácilmente encaminarse por la ruta de la obediencia a los principios de Dios. El Espíritu Santo trae sanidad a las heridas causadas por la falta de amor y seguridad, y nos lleva a experimentar a Dios como Papá.

Cuando hay problemas para asimilar la paternidad de Dios, por dificultades con nuestro padre terrenal, el Espíritu Santo se encarga de realizar el proceso de sanidad. El revela a mi espíritu que soy HIJO DE DIOS, dándome características de realeza, me identifica con el Padre y enseña a mi espíritu Santo a clamar: ABBA PADRE!!! Por la unción del Espíritu Santo, se libera en nosotros el amor y la obediencia del hijo; la misma apasionada obediencia que vemos en el Primogénito. (Romanos 8:15)

En la medida en que desarrollemos y nos apropiemos de esta gran verdad: ¡¡SOY HIJO, SU SIMIENTE ESTA EN MI, SOY UN UNGIDO!!, se transforma nuestra personalidad, dando paso a la salud integral.El Espíritu Santo es la persona más obediente y agradecida con el Padre; El quiere enseñarnos a volver nuestros ojos a Papá Dios, pues su gran objetivo es glorificar al Padre y que en nuestra vida sea real su propósito de que experimentemos “la vida en abundancia”.

Nuestra vida tiene que convertirse a Dios; el profeta Joel del Antiguo Testamento nos dice ...“Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos, y convertíos a vuestro Dios,

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porque misericordioso es, y clemente” (Joel 2:12-13). Convertirse, es dar un giro hacia el origen de nuestra existencia dentro del plan de Dios. La conversión no tiene que ver con los sentimientos; muchas veces confundimos la conversión con dolor en las emociones; más no es así. La conversión debe hacerse en el centro mismo de la voluntad cuando ésta es despertada por el Espíritu Santo y actúa sobre las verdades consignadas en la Palabra de Dios. Nuestra mayor necesidad es la experiencia individual de ver su gloria, el fruto de volvernos a El es RESTITUCION -ALABANZA Y CONOCIMIENTO DEL ALTÍSIMO. Restitución total de mis derechos como hijo, restitución por revelación de quién es mi Padre y quién es mi Dios!!

CRISTO EL MODELO IDEAL DE HIJO

El ser humano, siempre busca modelos para imitar, ejemplos de inteligencia o valor; diariamente son colocados como vitrina hacia el éxito, personalidades con apariencias deslumbrantes. El problema en todo modelo humano radica en el éxito parcial; ningún ser humano sin Cristo puede demostrar que alcanzó el éxito integral; sólo hubo uno que rompió la barreras del tiempo y del espacio..., Dios hecho hombre, Jesucristo puede ofrecerse como ejemplo.

En la Teoterapia de Dios Papá, resulta muy importante comprender que Jesucristo es el espejo en el cual debemos mirarnos; es la única comparación que trae salud, pues en El encontramos la integración armónica de las tres dimensiones de la personalidad (espíritu, alma y cuerpo), que le llevaron a una vida victoriosa, siendo portador de salud y solución integral a la humanidad.

En el capítulo 10, hablaremos más profundamente de esta total identificación que debemos tener con Jesucristo, ya que él propósito y anhelo de Papá Dios, es tener hijos formados a la estatura de su Hijo, con quienes compartir su Gloria y Dominio. Haciendo uso de la imaginación,

conducida por el Espíritu Santo, visualice por un momento toda las maravillosas implicaciones y beneficios a los que tiene derecho como hijo de Dios, y se dará cuenta que hay tanto por disfrutar, a la espera de que creamos y tomemos posesión de nuestro título de : HIJOS DE DIOS!!

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“Echando toda vuestraansiedad sobre Papá Dios,porque El tiene cuidado de

vosotros”

I Pedro 5:7

Capítulo 7

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CAPITULO 7

APRENDIENDO A CONFIAR EN EL AMADO

¿Qué espera un Padre amoroso de su hijo?, simplemente su confianza. No hay cosa más amarga que la desconfianza de parte del ser amado. La incredulidad es característica del egocéntrico, quien no puede mirar sino a través del lente de su egoísmo, limitaciones e impotencia. El Espíritu Santo nos habilita para mirar más lejos; sólo entonces podemos movernos en la misma dirección en que se movió Abraham, el Padre de la Fe, a quien tomaremos como ejemplo de plena confianza en Dios.

ABRAHAM: ESCOGIDO PARA SER DE LINAJE

“...Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: en ti serán benditas todas la naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”... (Gálatas 3:6-8)

Abraham fue llamado “el amigo de Dios”, porque depositó su confianza en El, se apoyó, puso vida y en futuro en la manos del Amoroso Padre. La fe es la llave que abre las puertas al Reino de los Cielos, haciéndolo accesible a los hombres. La confianza tiene como fundamento el amor, es respuesta al amor en su forma más perfecta, pues el amor nos desarma, implica una entrega total, nos coloca a merced del otro. Por eso no se puede hablar de amor, sin hablar de entrega, el Padre envió a Jesucristo, sabía que tendría que sufrir

terriblemente, pero el hombre no conoció el significado puro del amor hasta que no miró la cruz.

La fe es característica de la persona que tiene “linaje”; sólo cree quien se libera del “yo” finito y limitado para trascender en un plano superior de vida. No se cree en lo que puede verse, se cree lo que reside en la imaginación controlada por el Espíritu Santo. El linaje está adherido a la paternidad de Dios, a su realeza, es una forma de comportamiento, es una manera de ver las cosas, de relacionarnos con otros y con el ambiente, es necesario ser conscientes de su Presencia en nuestra vida, si queremos vivir dignamente como Hijos de Rey, en medio de una total esclavitud y miseria. Es muy fácil ser rey cuando el ambiente es propicio a la realeza; pero cuando un rey se ve rodeado de situaciones difíciles y circunstancias críticas, es cuando el linaje se debe colocar el vestido de la fe.

Abraham fue un hijo que creyó las cosas más imposibles; un hijo que aparece en el mosaico de los grandes hombres de la historia, por permitir que su linaje brillara en medio de innumerables pruebas. Su vida dio testimonio de la fidelidad y misericordia de Dios.

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El método que Dios utiliza para traer restauración total a nuestras vidas, es incomprensible para las mentes que no han sido tocadas por el Espíritu Santo; la mente finita y limitada jamás desarrollará fe, pues está contaminada por la lógica y la razón. El método de Dios no tiene fórmulas establecidas y no puede ser digerido a través de los sentidos. Su método es el Amor, y éste solo puede desarrollarse en el “caldo de cultivo”, llamado fe. La desconfianza debilita el amor, lo imposibilita para que ejerza una acción efectiva. Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia; su fe satisfizo las demandas divinas y agradó al corazón de Dios Padre.

Papá Dios prometió a Abraham una descendencia tan numerosa como las estrellas, fue un verdadero patriarca, un príncipe sobre la tierra, se distinguió siempre por su integridad, generosidad y hospitalidad; fue notable por su fe sencilla, obedeció sin vacilar, no cedió jamás ante la prueba. Es muy importante anotar aquí, que es la fe, la que nos une a Abraham y hace que cada una de las promesas hechas a él por Dios Padre, sean también nuestras. Cuando hablamos de Abraham como nuestro padre en la fe, nos incluimos en la familia de los “hijos de fe”: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29).

Cuando hablamos de Abraham, es conveniente observar que nos introducimos lentamente en una nueva etapa; hemos llegado hasta aquí siguiendo el desarrollo de un hijo de Dios desde su nacimiento hasta alcanzar la madurez, pues cuando un hijo hace de la fe un modo de vida, se dice que ha abandonado su infancia espiritual; la fe da paso a la “paternidad espiritual”, que no es otra cosa que la prolongación natural de la vida que recibimos de quienes llegan a ser “hijos espirituales”.

Dios Papá nos da en Abraham las características humanas de la familia espiritual de la que hemos venido a hacer

parte; y quiere a través de Abraham, abrir nuestros ojos a un estilo peculiar de vida : LA VIDA DE FE.

La fe nos sirve de vehículo para introducirnos en un reino, en un linaje: “Sabed por tanto que los que son de fe, estos son hijos de Abraham”. Lo cierto en la vida de Abraham, es cierto en cada uno de nosotros respecto de su relación con el Padre. Las bendiciones de la relación de Abraham con el Padre deben así mismo hacerse presentes en nuestra vida: Papá-Dios promete a Abraham hacer de él una nación grande, promete bendecirlo como resultado de su fe, y de poner totalmente su confianza en El.

Es importante cuando decimos. “Linaje de Abraham sois”, recordar un poco las características humanas de Abraham y el desarrollo de su fe:

Abraham provenía de Ur de los caldeos; su padre se llamó Taré. Los padres de Abraham no adoraron al Dios verdadero, sino a dioses paganos. El Espíritu de Dios hizo a Abraham un llamado: Debía abandonar su tierra y su parentela (cosa que iba en contra de la tradición de sus padres) hacia una tierra que Dios le mostraría. Abraham, en respuesta, abandonó su tradición, su cultura y su familia, rumbo a un destino desconocido.

Es Dios quien toma la iniciativa con Abraham, prometiéndole hacer de él una nación grande. Abraham sería el padre de los creyentes, y aún más a través de las bendiciones dadas a Abraham, serían benditas las naciones de la Tierra. Posteriormente vemos que la promesa dada por Dios a Abraham culminaría en un descendiente: Cristo, a través del cual todas las bendiciones llegarían a su cabal cumplimiento. Si pudiéramos establecer una constante en la vida de Abraham diríamos que la fe es esa constante; siempre tuvo puesta su confianza en la paternidad y su gran dádiva de amor.

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Con respecto del significado de fe, podríamos anotar que la fe tiene el sentido de ”algo muy fuerte, cierto y seguro” como los brazos de un padre meciendo a un niño, o los pilares de un edificio. Es ser asegurado, afirmado y establecido. Para un “ hijo de Abraham”, fe es lo contrario de inseguridad y temor, basado en la confianza de que el Padre es fuente de toda autoridad para su vida. La vida de fe es propiedad de una casta, la casta de los hijos de Dios, que han trascendido a una forma sobrenatural de vida. En Abraham podemos hallar que la fe es el distintivo particular y especial de todo hijo de Dios.

Si nos metemos en el contexto Bíblico, podemos ver la experiencia de Abraham, cuando dejándose afectar por su cultura y el ambiente, falló a la voluntad que Dios, Su Padre, le había dado a conocer. Dios le promete un hijo a través de su esposa estéril, y esa promesa tarda en cumplirse, entonces Abraham se deja seducir de la incredulidad, y decide tener un hijo a través de Agar su esclava. Dio una solución humana al problema, era una solución pronta, pero no era una respuesta de fe.

Su propósito era ayudar a Dios, pero lo que logró fue traer infelicidad sobre su familia. La actitud de Dios Padre sin embargo, fue muy especial. No frustró el propósito que tenía para con él, sino que se lo reitera. El Padre jamás se da por vencido con él, renueva la promesa, cambia el nombre de Abram por Abraham (Padre de multitudes), dándole un nueva imagen de sí mismo, lo seduce con ternura y le insta a que siga instrucciones para que pueda disfrutar plenamente de la herencia paterna. Por eso nueve años después de la promesa y cuando ya Abraham, tenía un hijo con su sierva, Dios se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mi y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera” (Génesis 17:1-2).

Además, Papá Dios delega a Abraham una responsabilidad paternal, le dice que como padre debe instruir a sus hijos en la obediencia al Padre Eterno, ejercitándose junto con su familia en la obediencia a Su voluntad, enseñándole así, que solo puede ejercer sabiamente la autoridad, quien aprende a sujetarse a ella. Por eso, cuando Dios estaba planeando la destrucción de Sodoma y Gomorra, decide dárselo a conocer a Abraham, de manera que le sirva de enseñanza para sus hijos: “...¿ encubriré yo a mi hijo lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte y que en él serán benditas todas la naciones de la tierra?...Porque yo se que mandará a sus hijos y su casa después de él, que guarden mi camino haciendo justicia y juicio?...” (Génesis 18:17-19).

CARACTERÍSTICAS DE LA FE EN UN HIJO DE DIOS

Al referirse a Abraham, el Apóstol Pablo en su carta a los Romanos, escribe lo siguiente:

“Sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros,... El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido...” (Romanos 4:16-21)

En este pasaje encontramos, la descripción de las características de la fe de uno de los hombres, que tal vez, disfrutó con más claridad y convicción su posición de hijo de Dios, a tal punto que ha recibido a lo largo de la historia el título del “Padre de La Fe”. Veamos algunos aspectos que vale la pena resaltar en la fe de este gran hombre:

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1. NACE DE UN LLAMADO, DE UNA ELECCIÓN

Es Dios quien toma la iniciativa para elegirlo, y es que todo llamado conlleva en sí mismo una bendición, una gracia divina. A través de las bendiciones dadas a Abraham, serían benditas todas las naciones de la tierra.

Como nos habla el pasaje de Romanos, nosotros somos hijos, descendientes de Abraham, porque hemos creído en su misma promesa; lo que implica que también formamos parte de los llamados y elegidos por Dios. ¡Que privilegio!.

2. SE APOYA EN LAS PALABRAS Y PROMESAS DEL PADRE

El verdadero hijo confía en las Palabras de su Padre. El verdadero hijo renuncia a las expectativas y recompensas que le ofrece el mundo y se concentra solo en la voz de Su Papá, porque está convencido que El no le fallará y todas las demás voces pierden valor para El. El amoroso padre, vez tras vez le hace oír su apoyo: “...Yo soy tu escudo y tu galardón será sobremanera grande” (Génesis 15:1). El verdadero hijo confía en que los brazos de Su Padre son fuertes para sostenerlo, su corazón es afirmado, asegurado y establecido, huye de la lógica de los razonamientos y confía en la suprema autoridad de Su Padre.

3. CREE EN ESPERANZA CONTRA ESPERANZA

La esperanza es la virtud que nos permite ver posible lo que deseamos y anhelamos. La esperanza está íntimamente ligada con el deseo, implica que lo esperado, puede tardar mucho en ocurrir o no ocurrir nunca. El que cree en esperanza contra esperanza, se sobrepone a su razón, a las

circunstancias adversas, al paso del tiempo, etc., y desecha la lógica; arde el deseo de recibir lo que anhela. Tener esperanza contra esperanza es luchar contra nuestro “yo interior“, que se debilita ante la aparente derrota y da lugar al Espíritu de Dios que trae confianza y reaviva la promesa cada día.

4. NO SE DEBILITA

El débil cede fácilmente ante la adversidad o situaciones contrarias, le falta el vigor y pierde fuerzas. Cuando somos débiles, disminuye nuestra capacidad de acción. La fe de un hijo, en lugar de debilitarse, se fortalece cuando ve los tropiezos en el camino, sabe que son oportunidades, puertas que se abrirán ante el toque del Espíritu Santo. El que se siente hijo, confía plenamente en que Su Padre, irá delante de él, abriendo puertas y quintado cerrojos hasta llevarle a ver cumplidas todas sus promesas. (Isaías 45:2-3)

5. NO DUDA, SE FORTALECE

La duda es un escepticismo voluntario, es incertidumbre e indecisión. La Palabra de Dios es para el que se siente hijo, columna firme sobre la cual puede asirse con la seguridad de que no será defraudado y su confianza dará frutos agradables de justicia. La fe se fortalece en un proceso, no se es fuerte en la fe, cuando no ha habido luchas con las cuales enfrentarse; no es un impulso continuo y suave hacia arriba, es un proceso crítico, pero progresivo, rodeado de contrariedades que llevan al crecimiento y a la madurez.

6. HONRA A DIOS CON SU FE

Los elegidos, los que saben que son hijos, terminarán gozándose sobremanera cuando al final de la lucha aparece la victoria, pero también cuando se encuentra en medio de

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una aparente derrota. En la mente de un visionario hombre de fe, aparece la gloria de Dios, como motor que impulsa a nueva fuerza, a nueva lucha gozosa. Como consecuencia de la confianza absoluta en Su Padre, viene la bendición total, como la seguridad que tenía Abraham, quien respecto a Dios estaba“Plenamente convencido de que era también poderoso para hacer lo que había prometido” (Romanos 4:2).

La bendición total es el resultado honroso del que practica una vida de fe, una gran experiencia de bienestar viene a la vida y por ende, nos volvemos fructíferos y productivos. Los caminos se abren y se desenvuelven favorablemente los asuntos. “De modo que los que son de fe, son bendecidos con el creyente Abraham”. (Gálatas 3:9)

El que no se siente hijo verdadero, seguramente comenzará a murmurar sus quejas y reniegos, en medio del camino, cuando encuentre adversidad. Se llenará de reclamos hacia Dios, exigiéndole bendiciones. El que vivencia la paternidad, sabe que Papá Dios le lleva de la mano, le sustenta y no le dejará extraviarse del camino, sino que le conducirá al cumplimiento de la promesa.

7. NO ES UNA PERSONA CORRIENTE.... POSEE REALEZA

Indudablemente la mayoría de los seres humanos dudan de sus capacidades y talentos, en detrimento de una saludable imagen y valía; a muchos hemos oído decir... “soy una persona común y corriente, soy una persona normal, no tengo nada de especial”, dando motivo a una verdadera auto-limitación; negándose la oportunidad de grandes realizaciones. El desprecio por nosotros mismos, aunque se convierte cada día en un sentir más común, está lejos del plan del Padre para sus hijos. El quiere subir la norma de nuestras limitaciones, colocándonos en otro nivel; nos lleva

por el camino de creer en nosotros mismos, mirando nuestras posibilidades y no nuestras limitaciones.

Papá Dios nos entrega una nueva tarjeta de identidad, en el momento mismo en que nos hace partícipes de su naturaleza sobrenatural; en esta credencial graba indeleblemente las características de personalidad y carácter, acordes con su Divinidad. En su palabra y la persona del Hijo Unigénito encontramos la verdad revelada sobre los rasgos que el Hijo de Rey debe cultivar.

Ante nuestras debilidades e impotencia para enfrentarnos con la vida, no podremos lograr ninguna cosa, si primero no hallamos una sana imagen de nosotros mismos en Cristo Jesús. Sencillamente, un hijo de Dios no es débil, ni le faltan fuerzas; pero puede vivir en la miseria y la mediocridad si no se aferra a su “realeza”. La autolimitación, el autodesprecio vienen como consecuencia de un inadecuado conocimiento del padre, de quiénes somos para El, y de la relación inquebrantable que nos une. El Padre Eterno nos ha dado su Espíritu quien viene a morar como un poderoso gigante dentro de cada uno de nosotros.

Dios Papá tiene un plan para la vida de los elegidos, que no está subyugado a nuestras capacidades, talentos o limitaciones; un plan que se genera en El, para El, y a través

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de El. Las cosas buenas están reservadas para aquellos que, desechando la inferioridad e inseguridad se dedican diligentemente a dejar que el “Poderoso Gigante” se exprese y actúe a través de ellos.

La elección de Dios y su increíble favor para cada uno de sus hijos, nos concede el valor para enfrentarnos con los conflictos. Dentro de cada hijo, el Espíritu desarrolla poder y fe, dos armas de victoria para lograr todo aquello que se propone dentro del Plan que Dios tiene para su vida. Creer en Dios conlleva a creer en mí mismo; cuando acepto mi personalidad en el Señor, acepto consecuentemente que soy un ser poderosamente dotado. Tenemos una fuerza básica operando continuamente en cada uno de nosotros y consiste en nuestra naturaleza divina, lo que significa que nuestro destino es reinar.

De todas las palabras comunes y destructivas que se encuentran circulando en el ambiente, hay dos que son alarmantes: “IMPOSIBLE” y “NO PUEDO”. Estas dos influencias negativas deben ser erradicadas completamente de la vida de un hijo. ¿Qué hay imposible para su Padre Todopoderoso?, cuando entendemos nuestra posición, se abren toda las puertas, es sorprendente cómo cambia nuestra visión, cuando disfrutamos del amor sanador de Dios.

Una conciencia permanente de nuestro linaje, herencia y real dignidad nos permitirá salir airosos de cualquier situación. Los reyes pierden su trono y por ende su señorío cuando traspasando su linaje, sus acciones no se ajustan a los principios que deben regir su vida. La realeza reposa en el carácter del individuo que ocupa esa posición genuinamente; no importarán las derrotas puntuales; su linaje y su herencia jamás serán quitados; su poder no dependerá de sus posesiones, mas sí, de su posición.

El verdadero hijo de Dios se convierte en “rey” consecuencia de aceptar la paternidad divina. La vida puede llevarnos a situaciones realmente duras, capaces de destrozarnos; las circunstancias hostiles, la incomprensión y otros muchos adversarios continuamente batallarán, haciendo difícil la existencia; la fórmula para salir airosos es elevarnos por encima de las circunstancias, ejerciendo dominio. El dominar sobre las circunstancias es propio de quienes tienen linaje. Nada puede vencernos si utilizamos esa cualidad inherente a la naturaleza divina que ahora poseemos; esa naturaleza se resiste a la derrota... Esa es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe... La fe es la arma más poderosa del hijo de Rey; fe en la soberanía y poder del Padre que también son suyos en virtud de su filiación con El. Enfrentarse de esa manera a la vida exige disciplina y valor, una lucha continua a lo largo de la 1vida, pues aún no hemos sido perfeccionados en el conocimiento de Papá Dios; pero, en la medida en que paso a paso avanzamos en intimidad y comunión, nuestra vida es transformada, y un día nos sorprenderemos ganando continuamente las batallas del diario acontecer.

La capacidad de enfrentarnos con la adversidad, el fracaso, los conflictos y limitaciones será una demostración para nosotros mismos de la medida de conciencia que tenemos de nuestra identidad como hijos de Rey. El hijo de Rey puede caer en el camino, experimentando confusión y miedo; bastará una mirada al Padre, bastará recurrir a su amoroso corazón, y en El hallará nueva fuerzas y renovadas esperanzas en el camino del éxito destinado para El. La actitud con la que nos enfrentamos a la vida, determinará derrotas o victorias; cuando los Israelitas fueron enviados a reconocer la tierra de Canaán, que habían de conquistar, no fueron precisamente con la mentalidad de vencedores hijos de Rey, sus palabras estuvieron saturadas de derrota “También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de gigantes, y éramos nosotros a nuestro parecer, como langostas y así les parecíamos a ellos” (Números

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13:33). Ninguna cosa más reveladora de la influencia que ejerce sobre los demás el concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestro parecer afecta el parecer de otros.

La decisión está en nuestras manos, el éxito o la derrota dependerán de la asimilación de nuestra identidad con Papá Dios; y el linaje y la actitud frente a las demandas de la vida, tendrán que expresarse de manera inherente y armónica con nuestra naturaleza divina.

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“Vuelve ahora en amistadcon Papá Dios, y tendrás paz;

y por ello te vendrá bien...Si te volvieres a Papá Dios,

serás edificado;alejarás de tu tienda la

aflicción...”

Job 22:21,23

Capítulo 8

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CAPITULO 8

¡¡VUELVE... HIJO MÍO!!Lucas 15:11- 24

“Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió sus bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bines, viviendo perdidamente”.

Lucas 15:11-13 (Versión Reina Valera)

No hay nada más triste para un hijo de Dios, que vivir una relación exclusivamente “interesada” con su Papá-Dios. Aquél hijo al que solo le interesa “el favor” que Dios pueda hacerle. Aquellos hijos actúan igual que los que formaban parte de esas grandes multitudes que seguían a Jesús, una vez obtenían el milagro, se volvían a su casa, sin interesarles nada más del Dador.

La conocida Parábola del Hijo Pródigo, nos describe a un hijo al que el único lazo que le unía con su papá, era la herencia que éste le iba a entregar. Una vez la recibió, entonces se fue de su casa sin importarle nada la suerte que corriera su padre.

Hay muchos hijos de Dios, que habiendo recibido la parte de la herencia que El tiene para ellos (vida, salud, talentos, dones, trabajo, bienes), deciden tomar su propio camino, para hacer de su vida, lo que a ellos les parece.

Hace poco escuchaba a un cristiano en crisis que decía:- “quiero alejarme por un tiempo de la vida cristiana, estoy

cansado de tantos compromisos, delegaciones y de tener a mis líderes espirituales detrás mío, cuidándome todo el tiempo. No quiero que nadie me controle, quiero manejar mi vida a mi manera” - Al oírle, pensé que posiblemente así debió razonar el hijo pródigo, y diría: - "Quiero irme de la casa, estoy cansado de escuchar a mi papá diciéndome lo que debo de hacer, voy a pedirle mi dinero y me voy a vivir la vida a mi estilo”. -y creyendo que tomaba la decisión más sabia y madura de su vida, tiró por la borda, toda la seguridad, protección, amor, estabilidad y provisión que le brindaba su casa paterna y se fue.

¿Las consecuencias?.... Veamos:

“Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle...” (Lucas 15:14).

Todo el fruto del Espíritu Santo, el amor, el gozo, la paz, la paciencia etc., son provisiones que deben ser tomadas permanente y directamente de la fuente paterna; es como el maná que Dios enviaba diariamente a su pueblo. Cuando el hijo de Dios da la vuelta y se marcha, encuentra que en el mundo hay escasez y la gente vive con “gran hambre”. En el mundo nunca encontraremos el amor incondicional que sobra en la casa de Papá-Dios; porque el amor del mundo es limitado, condicionado, interesado o simplemente es una “mentira”. En el mundo, no hallaremos la misericordia, ni el perdón que Papá-Dios siempre nos da. El mundo es implacable, no perdona, cobra con intereses todas y cada una de nuestras caídas y errores; y por eso cuando decidimos levantar “toldo aparte” de Papá-Dios, comienza a faltarnos, la escasez nos persigue; pareciera que nos introducimos en un desierto.

“ Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las

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algarrobas que comían, pero nadie le daba”. (Lucas 15:15-16).

Cuando miro esta porción de la parábola, me cuesta mucho creer que el que tuvo que vivir estas difíciles circunstancias, sea el mismo hijo que se acercara a exigir a su padre la parte de sus bienes; aquél que no quería estar bajo la dirección de su papá, el que quería vivir a su manera, el que iba a ser libre...!! Y ¿Cómo terminó?- siendo un hombre totalmente afectado en su autoestima y con mentalidad de mendigo. De estar acostumbrado a tener lo excelente, a estar sentado en la mesa disfrutando de la provisión de su padre, ahora se resignaba con la comida de los cerdos. ¡Y lo peor...! Ni siquiera esa podía tener!. No quiso servir a su padre por amor y terminó siendo un esclavo del mundo por necesidad.

Los atractivos que el mundo nos ofrece, son como “espejismos”, tras los cuales corren muchos hijos de Dios, renunciando a esa vida de hijo de Rey que El nos ofrece, y se encuentra con un mundo, que una vez le seduce, le arrastra a un desierto de arenas movedizas, donde se hunde hasta el final.

El Señor Jesús pagó un alto precio para poder brindarnos una vida abundante (Juan 10:10b). Costo mucho el que hoy podamos ser herederos del Reino de los Cielos; y sin embargo, son tantos los hijos de Dios que ajenos a los planes de su Papá, desechan ese ofrecimiento de amor y están viviendo tanta escasez, tanta pobreza integral, tanta soledad. Y lo peor de todo es que como ya no somos del mundo, éste nos cierra todas las puertas, de tal manera, que hasta lo de los “cerdos”, se vuelve “inalcanzable” para el hijo pródigo.

Es posible que en este momento, usted esté así. Tal vez nadie lo sabe, ni lo note, porque se ha acostumbrado a usar

máscaras para aparentar, con las que trata de mostrar a los demás que todo anda bien. Pero usted sabe que hace mucho rato está comiendo “alimento para cerdos”, o ni siquiera eso. Quizá se muere de hambre espiritual. Quizá su vida se encuentre esclavizada a una circunstancia, a una persona, y a un pensamiento, y... todo comenzó cuando partió de la casa de Papá Dios y le dejó.

En el libro de Jeremías, capítulo 2, versículos 13 y 17, Dios Papá, con dolor expresa cuán grande error fue haberlo dejado a El, diciendo:

“Porque dos males ha hecho mi pueblo, : me dejaron a mi, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas rotas que no retienen agua. ¿Porqué ha venido a ser presa?, No te acarreó esto el haber dejado a tu Dios,

cuando te conducía por el camino.”

Sin embargo, de la manera más amorosa y paternal, Dios nos motiva a que nos volvamos a El; tal vez porque es precisamente a El, a quien más le duele ver la condición de “indigencia espiritual” en que se encuentran muchos de sus hijos. En Jeremías 3:4 y 4:1 nos dice :

“A lo menos desde ahora; no me llamarás a mí, Padre mío, guiador de mi juventud?.. Si te volvieres...vuélvete a mí..!”

Llegó la hora de volver a Papá Dios. No tema, no razone, El le está esperando. Y eso fue precisamente lo que hizo el hijo pródigo. Veamos:

“Y volviendo en sí, dijo ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre, tienen abundancia de pan, y yo aquí

perezco de hambre!. Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

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Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como uno de tus jornaleros. Y levantándose vino a su

padre.(Lucas 15:17-19)

Esa decisión de volver a Papá Dios implica una conversión, un giro de 180 grados en la dirección de nuestro camino. No es solo un anhelo, un querer, sino una acción radical de levantarse, rompiendo todo yugo que nos esclaviza, violentando nuestra voluntad y disponiéndonos a llegar a Su Presencia. Ya no con reclamos, ni con exigencias de “dame”. Ahora como un verdadero hijo, que entiende que Su Papá tienen siempre lo mejor para El, se acerca a decirle: “Padre, hazme como tu quieres que yo sea”.

Cuando con esa actitud de verdadero hijo, nos volvemos a El, no importa en que condición regresemos, siempre sucede lo siguiente:

...Y cuando estaba aún lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se hecho sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra tì, y ya no soy dignado de ser llamado tu hijo. Pero el padre, dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidle, y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo, muerto era, y ha revivido, se había perdido y es hallado.Y comenzaron a regocijarse”.

(Lucas 15:20-24)

Cuando vemos a Dios como Padre, su misericordia se hace más evidente. Si en este momento, trajéramos a nuestra mente todos los momentos en que hemos disfrutado de su maravillosa misericordia, seguramente solo querríamos arrodillarnos para agradecerle por tanto amor no merecido.

De la boca de Papá Dios nunca saldrá juicio ni condena; no hay reproches, solo hay lenguaje de perdón y de bendición. Y cuando nos volvemos a El, independiente de la condición como lleguemos, El comienza un maravilloso proceso de restauración, que incluye varios aspectos:

** Reafirma su Amor hacia nosotros.

Nos abraza recordándonos que con amor eterno nos ha amado y por lo tanto ha prolongado su misericordia sobre nuestras vidas. Quitando de nuestro interior todo falso temor y engaño que nos haga creer que El está enojado y ha dejado de amarnos. Dándonos la seguridad de que no hay mejor lugar que la casa paterna.

** Cambia nuestras vestiduras.

Cuánto linaje se pierde cuando nos alejamos de Papá-Dios. Nuestros pensamientos, sentimientos, comportamientos,

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vuelven a contaminarse tanto con los hábitos del mundo, tanto, que siendo príncipes, regresamos a sus brazos como “mendigos, sucios y harapientos”. Entonces Papá- Dios limpia nuestra vida con la preciosa Sangre de su Hijo Jesucristo, y coloca sus vestiduras reales que nos recuerdan que somos escogidos; como nos lo dice Su Palabra en Colosenses 3:12.

“Vestíos como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de

humildad, de mansedumbre, de paciencia”

** Coloca el anillo de la familia en nuestra mano.

En la cultura hebrea, el anillo tenía un gran significado. No solo evidenciaba la relación de compromiso que existía entre dos personas, sino que también poseía el sello con el cual se podían efectuar todo tipo de transacción comercial con el respaldo de los bienes de la familia.

¿Se puede imaginar lo que esto significa?: El Padre, coloca nuevamente a disposición del hijo despilfarrador e irresponsable, la administración de todos sus bienes. ¡Que locura...! Pero así actúa Papá Dios, y la explicación a esta forma de actuar está en ese infinito e incondicional amor que tiene por nosotros; ese amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta...

** Pone calzado en nuestros pies.

El Papá, ya no quiere que las piedras del camino le sigan lastimando; pues el anhelo de todo padre es que los pies de su hijo no resbalen, ni tropiecen y sobre todo...no tuerzan su paso.

** Mata el mejor becerro y hace fiesta.

Cuando leo esta parte de la parábola, recuerdo cuando David decía : “Como de meollo y de grosura será saciada mi alma” (Salmo 63:5a); refiriéndose a que en la presencia de Papá-Dios, el encontraba el mejor alimento para satisfacer su necesidad.

Como Padre bueno, Dios siempre nos ofrece lo mejor; y no hay nada que le regocije más y sea motivo de fiesta en el cielo que el arrepentimiento y conversión de sus hijos. El mismo lo dice en su Palabra, en el versículo 7 de Lucas 15:

“ Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve

justos que no necesitan arrepentimiento”

¿Descubre en este momento, que hace rato se apartó de la casa de Papá Dios? - ¿Experimenta que anhela y debe volver?. - ¿Porqué seguir en medio del desierto, pereciendo de hambre, cuando en la casa de Papá Dios hay sobreabundante provisión para su vida?

Si se desea volver a Dios, hay tres pasos que es necesario seguir:

1. NECESITAMOS DAR UN GIRO DE 180°

“Por eso pues, ahora , dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón”

(Joel 2:12)

Convertirnos a Dios, significa volver al punto inicial. Regresar al punto de partida, a la casa paterna. Al llegar allí según Joel 2:26 al 28, experimentamos lo siguiente:

* “Comeréis hasta saciaros”: Abundante provisión.

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* “Alabaréis el nombre de vuestro Dios”: Libertad, comunión y gozo en la relación con Papá-Dios.

* “ Nunca jamás será mi pueblo avergonzado”: El cuidará de nosotros y nos brindará respaldo y victoria permanente.

* “Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro” : Desarrollaremos fidelidad hacia nuestro Papá-Dios. “Mirarte solo a ti Papá, escucharte solo a ti, obedecerte solo a ti...”

* “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne”: Entonces Disfrutaremos del Fruto del Espíritu del Padre y no solo veremos, sino que seremos hacedores de maravillas, señales y prodigios.

2. NECESITAMOS VOLVER AL PRIMER AMOR

“ Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

Recuerda, por tanto de dónde has caído, y arrepiéntete,

y haz las primeras obras”.(Apocalipsis 2: 4-5)

* Implica recordar de dónde hemos caído. ¿Recuerda de dónde le sacó el Señor? Personalmente, he visto muchos milagros a lo largo de mi andar con Papá-Dios, pero ninguno tan grande como el de haberme sacado de las tinieblas a Su luz admirable.

* Implica escoger una nueva manera de vivir. Ya no puedo seguir diciéndole “dame”; ahora me acerco como verdadero hijo para decirle “hazme”.

* Implica escoger una nueva manera de actuar. Ya no poniendo los ojos en las circunstancias, queriendo seguirle solo si éstas son favorables. Ahora, puestos los ojos en El, creyendo en El y creyéndole a El.

3. NECESITAMOS ENTREGARLE NUESTRO CORAZON

“Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”

Proverbios 23:26

* Implica una entrega total, renunciando a todo esquema mental que nos impida darle el control de nuestra vida a Papá-Dios.

Por Fe, nos proyectamos como hijos de El, y decidimos glorificar al Padre con nuestro testimonio de vida. - “Papá quiero que te sientas orgulloso de mí”.

Conociendo ahora lo que debemos hacer, solo nos queda volver. Vuelva ahora... Papá Dios le está esperando..!! El mira cada mañana el camino por donde un día usted partió. El espera que usted le hable como lo hacía en su primer amor, cuando se deleitaba en su presencia. Deje por un momento a un lado este libro, arrodíllese allí donde está y dígale ABBA PADRE (Papito-Dios)!!

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“Así que ya no eres esclavosino hijo; y si hijo,

también heredero de Diospor medio de Cristo”

Gálatas 4:7

Capítulo 9

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CAPITULO 9

HIJO vs ESCLAVOLucas 15: 25-32

“Y su hermano mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las

danzas, y llamando a uno de sus criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle

recibido bueno y sano.Entonces se enojó, y no quería entra. Salió por tanto

su padre y le rogaba que entrase.Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tanto años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha

consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.

El entonces le dijo: Hijo, tu siempre estas conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era

muerto y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.

(Lucas 15:25-32 Versión Reina Valera)

Lo que trataremos a continuación es para aquellos hijos de Dios que le dicen a El: “¡¡Yo siempre he estado contigo... en todo te he obedecido... siempre te he servido...Y NO ME HAS DADO...!!”

Este es el caso contrario al del hijo pródigo; muchos podrían decir que hace referencia al “hijo bueno”, al “hijo modelo”; pero no es así. Esta es la situación en la que muchos hijos de Dios pierden el examen. Siempre están allí, viven una vida cristiana “constante” y “entregada”. Son aquellos que vemos llegar puntuales a las reuniones, cumplen sus responsabilidades ministeriales, obedecen los principios,... pero no son felices. Son los cristianos que expresan ...yo no tomo, yo no fumo, no miento, no critico...pero tampoco tengo gozo, ni paz, ni prosperidad, ni nada!

Actúan como si le estuvieran haciendo un favor a Dios al estar junto a El y no como el hijo que sirve al Padre por amor. Están a su lado por “alternativa” y no porque se sientan “elegidos”, hijos de Papá. Por esto, no experimentan realización, sino frustración interior. Hasta llegan a pensar que serían más felices y habrían llegado más lejos, si no le hubiera conocido a El; pero temen dejarle porque creen que entonces, no serán bendecidos. ¡Que triste es ser un hijo por compromiso, terminar pensando como un esclavo en medio de la libertad y viviendo la limitación en medio de la abundancia!.

Una de las más significativas enseñanzas que he adquirido respecto a la Paternidad de Dios, es que El no tiene hijos a los que ame más, sino hijos que se acercan más; hijos que viven con intensidad ese amor paternal y por lo tanto son con El desprevenidos, libres de prejuicios, inoportunos, como verdaderos niños. Y ante esas actitudes de “verdaderos hijos”, Dios se vuelve ilimitado para con nosotros, “calla de amor”, se goza con nosotros.

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Pero que triste es que Dios tenga que decirle a hijos suyos que llevan cinco, diez, quince, veinte y más años de caminar junto a El: “hijo, todas mis cosas son tuyas”. ¡Después de tanto caminar con mi PAPÁ de la mano, haber vivido como arrimado! ¡Ya no más.!, llegó la hora de disfrutar la paternidad de Dios a plenitud. Una paternidad que nos hace revelacional el concepto de que al ser sus hijos somos también herederos, y por ello podemos disfrutar plenamente de Papá-Dios y de sus posesiones (El Reino de los Cielos), sin límite. En el Salmo 2, encontramos la publicación del decreto celestial que hace oficial esta maravillosa verdad:

“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho:Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy.

Pídeme, y te daré por herencia las naciones,Y como posesión tuya los confines de la tierra”

Esta afirmación que salió de la boca de Papá Dios, debe ser la verdad que gobierne su vida a partir de este momento. Usted es el hijo del Rey de Reyes y Señor de Señores; por lo tanto ese linaje real debe caracterizar todas las áreas de su vida. Usted es un Príncipe, una Princesa, suyo es Su perdón, Su poder, Su vida abundante, el fruto de Su Espíritu, la plenitud de Su victoria. Y todo eso, no debe desaprovecharse más.

Para ilustrarle un poco más, la abismal diferencia que existe entre el hijo que se siente “esclavo” y el hijo que se siente y vive como “heredero”, veamos algunas características que encontramos en el capítulo 2 de la Epístola a los Filipenses:

Versículo 3 al 7 :

presentar resultados.

El heredero, no compite, busca ayudar a otros. No es mezquino. Sabe que todo lo de su Padre es de él. Como se siente dueño, no se aferra a nada. Se despoja como lo hizo Jesús.

Versículo 8 al 12 :

El esclavo trabaja por presión y sólo cuando es visto y supervisado. De no ser así, evade y se burla de la autoridad.

El heredero, sirve y agrada a su Padre por amor. El libre obedece y su obediencia es genuina.

Versículo 14 y 15 :

El esclavo, no representa a nadie. No le preocupa estar sucio o mal vestido porque cree que no afecta ni compromete la imagen de nadie.

El heredero, se preocupa por vivir como lo que es, pues con su vida quiere honrar el nombre de Su Papá.

Versículo 21:

El esclavo piensa sólo en sus intereses, no en los de su amo, porque se siente explotado.

El heredero piensa en los intereses de Su Papá y su familia. Se siente motivado por los asuntos y negocios de su Padre como el ejemplo de Jesús cuando niño. (Lucas 2:49).

Filipenses 4: 4 al 7

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El esclavo cobra por sus servicios. Desconfía, es prevenido, busca la oportunidad para escapar. Vive con ansiedad, piensa con malicia

El Heredero, no le cobra a Su Padre, no exige respuestas, ni le pone condiciones. Sabe que la voluntad de Papá es darle lo mejor y abundantemente, entonces confía y espera en El.

Le invito a que en este momento, en oración, se acerque a la presencia de Dios y allí en sus amorosos brazos paternales, elimine toda barrera y cadena que se haya formado entre Dios como Papá y usted durante este tiempo. Declárese libre, abrácele, reitérele que le ama, que usted decide servirle por amor y disfrútele a plenitud como el más libre y agradecido de sus hijos. Una nueva y maravillosa relación con El puede comenzar en este momento y su andar con El, puede adquirir dimensiones maravillosas, pues El le ama tanto, que ha colocado a su completa disposición toda la plenitud del Reino de los Cielos.

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“Y vino una voz de los cielosque decía:

Tú eres mi Hijo amado;en ti tengo complacencia”

Marcos 1:11

Capítulo 10

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CAPITULO 10

JESUCRISTO : MODELO DE HIJO

EL ESPÍRITU DEL HIJO

En Jesús encuentro vida.Cuando veo plasmarse antes mis ojos

Su imagen primorosa y delicada.Se yergue en mi ser, e irrumpecual brote tierno, cual capullo

en mitad de mi alborada.

El infunde en mi ser nueva esperanza.Es refugio, solaz, preciosa calma.

Es mi amigo, hermano y compañero,quien sustenta mi vida y la restaura.

Cuando vengo a sus pies necesitado,cuando por el arduo camino, sediento y agitado

su sangre me baña y quita el polvo, beber puedo su energizante agua.

Es Jesús, el modelo incomparable.El ejemplo divino de verdadera vida.

Acércate a su cruz y experimentacomo el duro madero se convierte

en el más tierno amor...Su don de salud, inapreciable.

Deja que la sangre que brota de su heridacaiga sobre ti, y se convierta en rosas,

rosa púrpura, su vida derramadaSagrada ofrenda, dádiva pura

que operará en tu ser salud del alma.

Anónimo

Es común encontrar en las familias que un hijo se convierta en modelo de sus hermanos, por que su comportamiento es el deseado por el padre y por lo tanto anhela que los demás hijos lo imiten.

En la vida cristiana, también tenemos un Hermano Mayor que está sentado a la diestra de nuestro Padre, quien anhela fervientemente que lleguemos a desarrollar las características de su personalidad en nuestra vida, como lo dice su palabra en Romanos 8:29.

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito

entre muchos hermanos”

Jesucristo, nuestro Hermano Mayor, ha pasado por todas las pruebas humanas y por lo tanto entiende nuestra debilidad y se ofrece a ayudarnos para que podamos salir victoriosos de ellas (Hebreos 4:14-16). Como Hijo Amado en el cual Papá Dios tiene total complacencia, se ofrece como “abogado” para ayudarnos a recibir el perdón y levantarnos si hemos caído.

Papá Dios realmente desea que nosotros imitemos a nuestro Hermano Mayor, quien es Modelo de Hijo, no tanto porque haga una comparación parcializada de su perfección al lado de nuestra debilidad, sino porque sabe que por su Espíritu ya estamos en capacidad de seguir su ejemplo, anhela fervientemente que disfrutemos toda la herencia gloriosa que Jesús recibió.

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Miremos a continuación, algunas características que podemos encontrar en Jesús como Modelo de Hijo, y que son dignas de imitar. Por favor, no vaya a pensar: - “...Pero es que era Jesús, por eso podía actuar así,... pero a mí me pueda muy difícil hacerlo”-. Quiero recordarle que fue Jesús mismo quien nos desafió a hacer obras mayores que las que El hizo y está pendiente de ayudarnos:

“De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún

mayores hará, porque yo voy al Padre (San Juan 14:12)

LA OBEDIENCIA, PRIMERA CARACTERÍSTICA VITAL

Vamos a tratar este punto a la luz del pasaje encontrado en Juan, 17 versículos del 1 al 10, que nos relata uno de los más especiales diálogos que Jesús tuvo con su Padre:

“Estas cosas habló Jesús y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu

Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que de

vida eterna a todos los que le diste. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero,

y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me

diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tu al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes

que el mundo fuese.He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han

guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti;

porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos

las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tu me enviaste.

Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.”

“Y LEVANTANDO LOS OJOS AL CIELO...”

Levantar los ojos al cielo y orar, es un acto que Jesús realizó en varias oportunidades, y que muestra la total intimidad que El vivía con su Padre, pues estaba convencido que aunque El estuviera aquí en la tierra, Dios Padre no le desamparaba ni un sólo momento. Sólo bastaba levantar sus ojos para encontrarse con la mirada amorosa y protectora de su Padre, que le recordaba que los dos eran uno sólo. (Juan 10:30).

Jesús sabía que muchos padecimientos hallaría en el camino de la cruz, pero siempre estaba seguro de contar con el respaldo y ayuda de su Padre, de quien recibía instrucciones que El seguía con total exactitud, lo que le daba la confianza de que sus planes sobrenaturales llegarían a feliz término.

Cuando en el camino de la vida vemos que se avecina una tormenta; cuando el cielo se pone gris anunciando truenos y relámpagos y nuestro corazón se atemoriza, ¿a quién recurrir? - David decía - “Alzaré mis ojos a las alturas...pues mi socorro viene de Papá que hizo los cielos y la tierra..” (Salmo 121:1-2).

Cuan oportuno es recordar el poderío y grandeza de nuestro Padre; pues hasta para Jesucristo, siendo “Dios encarnado”, era fundamental implorarle que le respaldara: “Glorifícame, para que también tu hijo te glorifique”. ¿Qué actitud tomamos frente a las situaciones de necesidad y aflicción? ¿levantamos nuestra mirada al Padre o tenemos un total olvido de El? Nada contrista más el corazón de Papá Dios que olvidarnos de Su misericordia, y voluntariamente vivamos en orfandad, dando la espalda a su paternidad.

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“COMO LE HAS DADO POTESTAD...PARA QUE DE VIDA”

La autoridad que el Padre concede a sus hijos está relacionada básicamente con la vida. La vida espiritual se genera en el conocimiento de Papá Dios, pues El se convierte para nosotros en “generador”, que nos permite desarrollarnos y fructificar.

Podemos andar en “muerte”, estando vivos, cuando perdemos la conciencia de quién es el que nos nutre y nos sustenta cada día. Es por la oración, por la intimidad que tenemos con el Padre, que la vida emerge desde nuestro interior; sin la intimidad con el Padre desaparecerá la Unción, que capacita y da poder al hijo de Dios.

“YO TE HE GLORIFICADO EN LA TIERRA; HE ACABADO LA OBRA QUE ME DISTE QUE HICIESE”.

El hijo obediente, voluntaria y gratamente se rinde a la voluntad del Padre, le ha glorificado de la única manera posible: viendo su obra en la tierra virtualmente consumada. La obediencia genera una comunión directa y espiritual con el Padre. La obediencia permite vivir al Hijo en la presencia inmediata del Padre, cuando la obediencia y el acato a la autoridad se conjugan, puede exclamar: “He cumplido la tarea, he aquí espero un nuevo encargo, una nueva meta; porque deseo regresar prontamente a tu lado”. Cuando Jesús habla de esta manera, está dando a conocer el estado de su relación con el Padre: Un solo pensar, un solo sentir, un solo actuar.

El verdadero hijo sabe honrar al Padre, le glorifica en todo lo que hace. Sólo podemos honrar cuando hay reconocimiento y agradecimiento. La obediencia que honra es similar al amor que se fundamenta en acciones consecuentes con lo que expresa.

La intimidad produce obediencia, la oración en sí misma es la más hermosa excusa para disfrutarle, hablándole de lo que a El le gusta: Contándole acerca de nuestra labor, expresándole nuestros más íntimos pensamientos y deseos. La oración de nuestro Hermano Mayor, Jesucristo, nos da la más nítida imagen de lo que debe contener un verdadero diálogo con Papá-Dios. La oración es el ingrediente cálido, es el lenguaje tierno, es la expresión de nuestra intimidad.

“HE MANIFESTADO TU NOMBRE A LOS HOMBRES QUE DEL MUNDO ME DISTE”

El Hijo, ahora es Padre. Sus palabras están saturadas de amorosa preocupación por los hijos, “Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos la recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tu me enviaste”. (Juan 17:8)

El verdadero hijo debe aprender el lenguaje paternal. Qué difícil se hace amar cuando no se ha experimentado el amor; pero qué tierna y dulce es la experiencia de dar de lo mucho que se ha recibido. El mundo está muriendo por falta de interés del hombre por el hombre; la humanidad padece porque cada día son más escasas las personas que sienten el dolor de otros y se interesan genuinamente. Es por eso que quien se convierte en hijo de Dios, debe hacer honor a su Padre y honor a su hermano mayor Jesucristo comprometiéndose con el mundo y con la humanidad.

Las notas del Himno Nacional Colombiano rezan en uno de sus partes: “La humanidad entera, que entre cadenas gime, comprende las palabras del que murió en la cruz...” ...Comprenderán, verdaderamente, cuando muchos hijos de Dios, llamados a identificarse con la paternidad de Dios, actúen en consecuencia con la vocación a la que fueron llamados; de otra manera no habrá compresión ni entendimiento y el sacrificio de Jesucristo en la cruz será

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para muchos “un drama más “, en la multitud de dramas que nos ofrece como espectáculo el mundo.

No se puede ejercer un verdadero discipulado sin esa permanente relación; sólo el Padre conoce los secretos del corazón humano; sólo él conoce el eficaz y particular tratamiento que se debe aplicar en cada vida. Sabremos con certeza que nuestros hijos espirituales están siendo edificados sobre bases sólidas, cuando aprendemos a colocarlos en Su presencia. Tampoco habrá compromiso sin intimidad con Papá-Dios, pues nuestra relación con El se convertirá en una camisa de fuerza que nos haga actuar por temor, o por necesidad de ser bendecidos; y esto sería realmente muy triste para un hijo que es heredero y libre.

“TODAS MIS COSAS SON TUYAS...Y TUS COSAS MÍAS”

Lo que pertenece al Padre, pertenece también al hijo; no hay posesiones ni interés separados; todas las cosas son comunes a ambos. Hay una unión inseparable, los sentimientos del hijo están en completa armonía con los sentimientos e intereses del Padre; esta unidad necesariamente nos enlaza con un amor eterno y trae confianza y obediencia.

El ejemplo que nos ofrece el Hijo, su sencillez, su profundo y sin igual amor hacia el Padre, son la base de toda vida que pretenda ser productiva y saludable; la salud siempre empezará en el área espiritual y es allí en donde se genera la vida.

LA LLENURA PERMANENTE DEL ESPIRÍTU: SEGUNDA CARACTERÍSTICA VITAL (Juan 14:1-18,26)

En el capítulo 14 del Evangelio de San Juan, vemos el hermoso retrato de Jesús, mostrándose como “camino” hacia el Padre; también vemos la impotencia de su discípulo

Felipe para entender la paternidad espiritual. Es por la llenura permanente del Espíritu Santo que la Presencia de Papá Dios es una experiencia diaria. Cuando venimos a Cristo, el Espíritu viene a habitar en la vida de cada hijo; todos los hijos somos habitados por su Espíritu, pero, no todos los hijos permanentemente tienen la experiencia de ser llenos y controlados por El. El pecado interrumpe la comunión con el Padre, ciega el entendimiento y cesa la vida de revelación.

“¡¡###SEÑOR MUÉSTRANOS AL PADRE...!!

¡Que incomprensible debió ser para Felipe hasta ese momento la paternidad de Dios¡, pues aún no había venido el Espíritu a morar dentro de él. Su entendimiento necesitaba ser renovado; su corazón necesitaba ser cambiado. Sin embargo, Jesús tratando de traer revelación a su entendimiento cegado, tiernamente le responde...

“TANTO TIEMPO QUE ESTOY CON VOSOTROS Y NO ME HAS CONOCIDO, FELIPE?

Este discípulo aún no experimentaba el ser hijo, era necesario que se abrieran sus ojos espirituales; era necesaria la operación del Espíritu dentro de él, sanando su alma, pues un alma preocupada y en pecado, no podía ver al Padre, ni aún a través del espejo que le ofrecía Jesús. “¿Cómo, pues, dices tu muéstranos al Padre?..” Por qué pides lo que ya has recibido?.. En mí miras la más maravillosa revelación del Padre.

“¿CREÉIS EN DIOS? CREED TAMBIEN EN MI! CREEDME!!!”

Con el amor y la sinceridad más profunda, en repetidas ocasiones, Jesús se mostró como espejo del Padre, asegurándonos su profunda identificación con El.

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Insistentemente les recalcó para que entendieran el amor con que eran amados por El; pues el entendimiento de esta verdad fundamental era la base para su transformación.

La verdad conmovedora del amor, es la verdad más difícil de aceptar, pues muchas veces es incomprensible para el ser humano, ser amado por Dios de una manera tan gratuita e incondicional. Existe una gran diferencia entre ser amados con el amor de Dios y las experiencias que hemos tenido con el amor humano; y mientras que no nos apropiemos del amor de Dios, no podemos decir que hay salud total.

El Señor Jesús, comprendiendo esta gran necesidad de amor que había en Felipe y sus demás discípulos les dice...

“NO OS DEJARE HUÉRFANOS”

Sólo se puede hablar de legítima orfandad, cuando se refiere a la pérdida del Padre; y Jesucristo con un corazón de padre les animó: “No los dejaré solos, vendré nuevamente a través de mi Espíritu, estaré entonces más cercano de sus mentes y corazones; el sentimiento de soledad tan temido, y el sentimiento de orfandad, desaparecerán”.

La intimidad con el Padre depende de la calidad de vida espiritual que llevemos. Se puede ser hijo de Dios, pero estar viniendo la vida del hijo pródigo de la Parábola (terminó comiendo porquerías), o ser el hijo que continuamente disfrute de su “linaje y realeza”. Depende de cada uno de nosotros.

Es hora de que responda esta pregunta: ¿Quién está hoy en el control de su vida? Sólo puede haber dos respuestas a este interrogantes: EL YO, O CRISTO. El “yo” siempre lleva a una vida de esclavitud. Cristo, el Hijo de Dios, nos llevará a disfrutar de permanente libertad, provisión y victoria.

El que viva revelacionalmente como hijo de Dios, crecerá en el conocimiento del Padre y desarrollará sus sentidos espirituales disfrutando de excelente comunión; además podrá hacer uso de la herencia incorruptible e ilimitada que les es entregada.

La paternidad de Dios es una experiencia vital que debe ser revelada por el Espíritu, por esto los sentidos humanos no pueden entrar allí. Nuestra naturaleza humana no nos prepara para ser partícipes del reino del Padre; pero por el Espíritu disfrutamos de ese reino aquí y ahora; es éste un acontecimiento maravilloso que está fuera del poder del hombre, y es obra sólo de ¡¡un Dios Todo poderoso que tiene corazón de Padre!!

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“.... Porque te he puesto por padre

de muchedumbre de gentes.y te multiplicaré en gran

manera,y haré naciones de ti,y reyes saldrán de ti”

Génesis 17:5b-6

Capítulo 11

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CAPITULO 11

LLAMADOS A SER PADRES

Con un trozo de madera, aquel niño construyó para sí un hermoso barco; con delicado esfuerzo se propuso que fuera lo suficientemente ligero como para que pudiera flotar en el lago, colocó con delicado arte, banderitas en su torre y le adornó lo mejor que pudo. Pronto llegó el día en que debía llevarle al lago a pasar la prueba: las condiciones del clima eran buenas, soplaba una grata brisa, lo colocó sobre el agua y con los ojos llenos de complacencia le vio deslizarse por la corriente. Muchas veces durante la tarde le hizo hacer el mismo trayecto, hasta que vino una genial idea: Debía dejarlo ir más lejos, quería tener el pacer de verle deslizarse sin dificultad por la corriente durante más tiempo. Era imprescindible buscar un riachuelo, todo lo quería preparar cuidadosamente...era su viaje estrella, la prueba final. Se inició el viaje con la mirada expectante del chiquillo, todo iba bien, mas de repente una corriente inesperada hizo su aparición y lo impulsó tan rápido y aprisa, que en segundos la pequeña embarcación desapreció de su mirada y aunque corrió en un esfuerzo desesperado por alcanzarlo, no logró encontrarlo. Muy triste, regresó a su casa, en donde después de este suceso siguieron días de tristeza y pesar en el corazón del “pequeño artesano”.

Paseando un día por las calles de su pueblo, divisó el barquito en la vitrina de un almacén. Las banderas de la embarcación se alzaban aún en la torre principal. Su corazón dio un salto, e impulsivamente entró al establecimiento, se abalanzó sobre el propietario y señalando su barco dijo: - ¡Ese barco es mío! -. Aquél hombre explicó al niño que lo había obtenido comprándolo a un muchacho de la calle, por una suma considerable de

dinero, por lo tanto si lo quería tener, debía pagar el precio de venta. El niño fue a su casa y afanado, destapó la caja de ahorros y con otro dinero que consiguió de su padre, completó la cifra y corrió a comprar su “creación”. Entró al almacén y emocionado colocó el dinero sobre el mostrador...Su corazón latía rápidamente cuando el vendedor levanta sus manos para coger el barco... ¡¡hasta que lo tuvo en sus manos!! y ...¡¡Qué momento maravilloso!! - Lo apretó contra su pecho al mismo tiempo que exclamaba: AHORA, ERES MIO DOS VECES: MIO PORQUE TE HICE Y MIO PORQUE TE COMPRE.!!

Es ésta una de las más tiernas historias que he escuchado acerca de lo que puede sentir Papá-Dios por cada uno de nosotros. En un momento de sincera ternura, El nos dice a través del profeta: “Ahora, así dice Jehová Creador tuyo, Oh Jacob y formador tuyo, Oh Israel : No temas, porque yo te redimí, te puse nombre, mío eres tú. (Isaías 43:1)

Es muy saludable para cada uno de nosotros escuchar esa voz que nos dice: “mío eres tu; soy tu creador, soy tu formador”, y que estas palabras se hagan carne de nuestra carne y empiecen a ser una experiencia vital en cada uno. La verdad revelacional de ser “hijos de Dios” no sólo trae salud integral a nuestras vidas, sino que nos capacita y prepara en toda las áreas. Podemos afirmar persona que ha seguido el curso natural en el proceso de sanidad, se vuelve un multiplicador de esta maravillosa experiencia y está llamado también a ser “padre” y comunicar la paternidad de Dios.

LLAMADOS A SER PADRES DE MULTITUDES

La palabra de Dios afirma que todas las bendiciones que el Señor le dio a Abraham, se hacen extensivas a todos los que por creer en Cristo, se convierten en hijos de Dios. Básicamente la bendición que recibió Abraham, trae

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implícito el concepto de “Ser Padre”. El gran propósito de Dios era hacer de Abraham “Padre de Multitudes”, el título por el cual sería conocido a lo largo de todos los tiempos.

Papá Dios quiere que cada uno de sus hijos, que han experimentado su misericordia y amor, aprendan consecuentemente a dar lo mejor de aquello que han recibido. La salud no es estática, es dinámica y se fortalece en el principio de “dar de lo recibido”, pues la vida tiende siempre a crecer y desarrollarse. Aquel que está lleno de amor paternal de Dios, necesariamente querrá ser padre y tendrá mucho para dar. Actúa de acuerdo al nuevo carácter en la nueva vida, se convierte en “padre”. Resumiendo: El verdadero hijo es naturalmente “padre”, con todas las características substanciales de paternidad, amor, autoridad, consejo y dirección que ha recibido de su Papá-Dios.

Cuando en el proceso hacia la madurez en la relación con Papá-Dios, se han aprendido sencillos procedimientos que operan salud; el amor fluye libremente a través de nuestras vidas. Como ya no nos sentimos esclavos, empezamos a desarrollar misericordia, sacando a otros de la esclavitud, volviéndonos, aún sin proponernos, “padres espirituales” de muchos.

Fruto de experimentar la paternidad de Dios, brindamos a nuestros hijos espirituales toda la ternura y la seguridad que necesitan para crecer y madurar espiritualmente hasta “ser” y “hacer” lo que Dios Padre ha diseñado para ellos. Madurez significa también responsabilidad, que se hace evidente cuando me dispongo para que a través de mí Papá-Dios, cuide, prolongue y lleve a feliz culminación en la vida de otros, la obra redentora comenzada en el calvario.

Un padre espiritual, es aquél que se coloca como ejemplo y lleva a sus hijos a recorrer el camino que él ya conoce - “hijo, yo ya atravesé el Mar rojo, ahora vengo por ti...; ya pasé el Río Jordán, ahora vengo por ti; ya estuve en el Monte

de la Transfiguración....”. Cuando un hijo de Dios se convierte en padre, crecerá en el conocimiento del amor con que fue amado, aumentando al mismo tiempo la calidad de amor que otorga. Quien se convierte en padre espiritual, pasa a un plano superior de relación con el Padre Celestial. Se hace necesario recalcar que nunca se convertirá en verdadero padre, quien no pasó por la experiencia de ser hijo espiritual.

Cada uno de nosotros necesita recibir instrucción consejo y dirección de otro ser humano, a quien le es otorgada de parte de Dios responsabilidad y autoridad sobre nuestra vida, mientras que somos preparados para que el proceso se repita, a través de cada uno. Jesucristo es el modelo por excelencia, de lo que significa ser padre espiritual, pues lo fue para cada uno de sus discípulos, cuando les enseño lo correspondiente al Reino de los Cielos; fue Padre, cuando les entregó su vida y se dedicó por completo no solo a sus discípulos, sino que aún intercedió por los que habrían de creer por el testimonio de ellos. (Juan 10:30)

Ante la magnitud de esta empresa, cualquiera de nosotros hubiera escogido un método diferente, pero su método fue convertirse en “Padre de los doce discípulos”, para que a su vez se hicieran padres de otros. La labor ha sido lenta pero efectiva. El mensaje de Altísimo a través de Jesucristo es hoy el único mensaje con peso suficiente para comunicar al amoroso Plan Paternal de Dios al mundo; la labor continúa persona a persona, y la clave de su eficacia sigue siendo la misma: Muchos hijos que se conviertan en “padres” al madurar y prologuen su vida en otros. De la misma manera que fuimos instruidos, hemos de instruir, guiar, aconsejar sin descanso; esto implica entrega, sacrificio, lágrimas y hasta la misma muerte; sin embargo, no hay realización personal más plena que la de la entrega de uno mismo. “Vivo, en la medida en que mi vida afecte positivamente la vida de otros”. Convertirse en padre

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espiritual es vivir plenamente, es crecer y multiplicarse, es cumplir mi función y misión eternas.

PABLO: MODELO DE PADRE ESPIRITUAL

El Apóstol Pablo, quien recibió la misión por parte de Dios, de evangelizar a todo el pueblo gentil (no judío) de su época, es uno de los hombres que más claramente nos muestra el perfil de lo que es ser un “padre espiritual”. A pesar de haber sido un hombre implacable y rudo antes de conocer el amor de Dios, se convierte en un excelente comunicador de la Paternidad de Dios a sus hijos espirituales. Miremos en las Sagradas Escrituras, la forma como se refiere a Timoteo y a Tito, dos de sus más cercanos discípulos.

VERDADERO HIJO EN LA FE Y Timoteo1:2

AMADO HIJO 2 Timoteo 1:2

VERDADERO HIJO EN LA COMUN FE Tito 1:4

“Verdadero hijo en la fe”. (I Timoteo 1:2) “Amado hijo” (II Timoteo 1:2) “Verdadero hijo en la común fe (Tito 1:4)

Estas expresiones, nos llevan a comprobar el estrecho sentimiento de paternidad que Pablo experimentaba por sus discípulos. Además, examinemos con qué sabia claridad, él manejaba cada asunto con ellos, discerniendo de una manera extraordinaria la pastoral en sus vidas:

1. RESPECTO A LA ESTRATEGIA A SEGUIR PABLO RUEGA

“ Como te rogué que te quedases en Efeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que

nos enseñen diferente doctrina”(I Timoteo 1:3)

Pablo hace alarde de un entendimiento claro del valor del libre albedrío; ama entrañablemente a Timoteo, no lo presiona con su amor, ruega a su hijo un favor especial, apela al corazón y motiva a Timoteo que proceda de acuerdo a la estrategia. Entiende que nada funcionará sin un plan preestablecido y sin un objetivo determinado. En el caso de su hijo Timoteo, “Ruega su colaboración en el ejercicio del plan dado por Dios”. Este ruego no afecta ni lesiona su autoridad sobre Timoteo; por el contrario, el ruego del padre es un “Acto de confianza” dirigido a un “hijo Colaborador”; es una voz suave, en lugar de una orden autoritaria.

2. RESPECTO A LA PERSONA, PABLO ACONSEJA

“Por lo cual te aconsejo, que avives el fuego del don que hay en ti por la imposición de manos”

(2Timoteo 1:6).

Aquí Pablo desea que la fe de su hijo sea puesta en el ejercicio activo, sea desarrollada con los dones del Espíritu Santo, que le capacitarán para una vida más plena. Aquel que ha experimentado el amor del Padre y se siente padre, quiere lo mejor para sus hijos. El factor determinante en la formación de un hijo es ayudarle para que aprenda a obedecer, y a su vez transfiera a otros la vida que ha recibido.

Un padre espiritual debe dar consejo, estrechando los lazos de compañerismo, estimulando al desarrollo del carácter, ayudando al hijo a que detecte aspectos de su vida a los cuales debe hacer frente para alcanzar madurez. El consejo incluye estímulo y motivación lo que exigirá que el padre espiritual esté comprometido con la fe del hijo.

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3. RESPECTO A LA SANA DOCTRINA, PABLO MANDA

“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad

así como yo te mandé”(Tito 1:5)

El verdadero padre debe hacer uso de la autoridad mandando respecto de la sana aplicación de los principios, enseñando al hijo a someterse a la voluntad de Dios y ejecutarla desarrollando la obediencia como una actitud. Es celoso y radical en lo que es inmodificable: La Sana Doctrina, y así se lo hace saber a su discípulo-hijo. Esto genera en el hijo espiritual, seguridad y sentido de pertenencia a la familia de Dios.

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“Grandes cosas ha hechopapá Dios con nosotros,

estaremos alegres”

Salmo 126:3

Capítulo 12

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Mi Padre Dios

LA PATERNALIDAD Y LA RESTAURACION ESPIRITUAL

- Testimonios -

Durante todo el tiempo que la terapia de Dios Papá ha sido comunicada por el Espíritu Santo a miles y miles de vidas en los diferentes Centros de Teoterapia Integral, han sucedido maravillosas sanidades y milagros en las vidas de personas, que han tenido un encuentro con “Su Verdadero Padre”, lo que ha generado restauración en las relaciones entre padres e hijos y gran cantidad de hogares totalmente transformados.

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Mi Padre Dios

He aquí, una pequeña muestra de cinco de las vidas que hoy pueden contar su experiencia de sanidad y libertad. El lugar para el sexto testimonio, está en blanco. Está apartado para que escriba su propia experiencia, y Dios está deseoso de escucharle hablar y verle escribir que para usted, El es “Su Verdadero Papá”.

Testimonio # 1

Nací en un hogar conformado por mis padres y 8 hijas (todas mujeres), lo que constituyó para mi papá una gran frustración que nunca disimuló. Yo fui la quinta que llegó a la familia y mi madre me contaba que cuando mi padre se enteró que era “otra niña”, expresó toda clase de vituperios y manifestaciones de rechazo. Así comenzó mi vida, en un ambiente muy triste, ausente de amor. Cuando cumplí tres años de edad, mi papá no resistió más y se fue de la casa, abandonándonos completamente. Mi madre, en medio de su desesperación por el futuro de las hijas decidió repartirnos a todas las hijas mayores con diferentes familiares, que se pudieran ocupar de nuestra crianza. A mí me tocó irme a vivir con una tía, la cual era muy estricta y perfeccionista. Mi infancia transcurrió en medio de gritos, prohibiciones, severos castigos y profundos miedos. Crecí en medio de mucha soledad interior y con gran resentimiento hacia mis padres, pues les culpaba de la amarga vida que tenía que pasar allí, lejos de ellos.

A los 20 años, alguien se acercó a hablarme del amor de Dios y me propuso recibir a Cristo como mi Señor y Salvador. Yo acepté. Dios comenzó en un lento y hermoso proceso enmarcado por el amor, a sanar tantas heridas de mi alma y conflictos de mi personalidad; sin embargo en mi vida continuaba intacto el resentimiento hacia mis padres. Hasta que un día, asistí a un campamento donde recibí la Teoterapia de Dios Papá, pude experimentar un profundo amor y perdón hacia mi madre. Deseaba tanto abrazarla, decirle que la amaba y pedirle perdón por mi hostilidad hacia ella. Sin embargo, salí de allí y no pude hacerlo. Pasaron tres años más, viviendo una lucha interior por querer acercarme a ella y no poder hacerlo, pero poco a poco, Dios sanaba recuerdos, derrumbaba barreras, hasta que un día, poco antes de comenzar mi vida como misionera, fui a su casa y pude estrecharla entre mis brazos, hablarle de mi profundo amor hacia ella. Eso fue realmente maravilloso para las dos. Hoy, tenemos una relación de madre e hija, que tratamos de aprovechar al máximo.

En cuanto a mi padre, Dios ha sanado totalmente todo resentimiento y amargura hacia él, a tal punto que he hecho todo tipo de intentos por saber donde ese encuentra, pero aún no lo he localizado. Solo sé, que mi corazón está listo para ese momento que Dios ha preparado para que nos encontremos y yo pueda expresarle mi cariño, mi honra de hija y mi perdón. Estoy segura, que cuando nos encontremos, el se sentirá muy orgulloso de su hija, la quinta de las ocho mujeres que tuvo.

Testimonio # 2

Mi madre tenía 16 años cuando quedó en embarazo y mi padre, a los tres meses de su embarazo la abandonó. En medio de la crisis que eso le ocasionó, mi abuela materna le brindó su apoyo, aunque en medio de

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permanentes reproches, por la vergüenza y deshonra que había traído a la familia.

Cuando nací, mi abuela se dedicó a mí por completo, convirtiéndome en su hijito menor. Eso ocasionó serios problemas con mi madre, quien se sentía desplazada en su autoridad sobre mí, a tal punto que ella decidió irse de la casa conmigo, a vivir a una pequeña habitación. Sin embargo, a pesar de esto mi abuela siguió influyendo sobre mi vida y sobreprotegiéndome de tal forma, que despertaba grandes celos entre sus hijos (mis tíos).

Mi crisis interior, se afianzó más cuando fui creciendo y quise saber quien era mi papá. Mi mamá, por su resentimiento hacia él, solo me decía: “usted salió igual de feo a su papá”, generándome, sin saberlo, un gran sentimiento de rechazo y falta de aceptación.

Cuando comencé a estudiar, encontré en el estudio el mejor escape a mi realidad y me refugié en él, de tal manera que a los 9 años había terminado mi educación primaria y a los 15 años la secundaria. A los 20 años me gradué como arquitecto, con honores, y fui considerado el mejor estudiante de la facultad. Muchos me envidiarían por esto, pero la verdad es que a pesar de eso, interiormente me ahogaba, en medio de la inseguridad, la amargura y el resentimiento, que se reflejaba en una creciente hostilidad hacia los demás, deseos de quitarme la vida y una mente llena de fantasías que me hacían mucho daño.

A los 23 años, cuando mi vida tocaba fondo, tuve un encuentro personal con Dios de una manera maravillosa. A partir de ese momento, a través de la Teoterapia de Dios Papá comenzó la restauración de mi vida, por primera vez supe lo que es ser un hijo y sobre todo, sentirme un hijo amado incondicionalmente y útil para mi Papá Dios.

Respondiendo a ese amor, comencé a servirle al Señor sintiéndome muy realizado y feliz, pero queriendo ignorar totalmente mi pasado. Fue entonces, como en diciembre de 1994, Dios me confrontó con mis heridas del pasado y me llevó a perdonar de corazón a ese padre que nunca había conocido, y me dediqué a buscarlo. Al final de ese mes hablé con él por teléfono. Escucharlo por primera vez produjo en mi, una sensación sublime. Le dije que quería conocerlo y presentarle a la persona que se había ocupado de mí (me refería a mi Dios), y nos pusimos una cita. El encuentro fue quebrantador, desempolvamos tantos valores, se desataron tantos nudos entre los dos, y comenzamos una hermosa relación de padre-hijo; puede experimentar desde entonces total libertad.

Testimonio # 3

Mi padre murió cuando yo era muy pequeño, y aunque crecí rodeado del afecto de mi madre, siempre experimenté el vacío y la soledad de su ausencia. Cuando llegué a mi juventud, tuve la oportunidad de recibir al Señor Jesucristo en mi corazón y empecé a experimentar el gozo, la paz y la restauración que El comienza a hacer en nuestras vidas. Sin embargo en mi interior seguía experimentando una nostalgia y gran tristeza por la ausencia de mi padre; a tal punto, que sin darme cuenta, muchas de mis oraciones terminaban en un interminable reclamo a Dios: “...Porqué te llevaste a mi padre?.... Porqué no pude como los demás niños, escuchar que un día mi padre regresando del trabajo, golpeaba la puerta y yo le abría, le recibía y le abrazaba?... ¿Por qué me negaste esta oportunidad?”. No se

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cuantas veces le hice ese reclamo a Dios, creí que nunca lo escuchaba o no le interesaba mucho mi sentimiento. Pero un día en medio de mi repetida oración de queja y lamento, escuché tan claramente la voz de Dios en mi interior que me decía: “...Hijo mío, he aquí yo estoy a la puerta y llamó, si tu oyes mi voz y abres la puerta, entraré...”.

Sentí que todo mi ser se paralizaba, de vergüenza y dolor. Dios había sido mi Papá durante todos esos años, y no se cuantas veces habría golpeado la puerta de mi alma y de mi entendimiento para que yo le dejar entrar con su amor sanador, restaurador, ...y nunca había querido escuchar su voz. A partir de ese día experimenté revelacionalmente la realidad de la paternidad de Dios en mi... A partir de ese día dejé de ser un huérfano, para pasar a disfrutar de una maravillosa familia en donde tengo un Papá que cuida de mí permanentemente y muchos hermanos con los cuales compartir ese amor.

Testimonio # 4

Nací en una familia conformada por mis padres y cinco hijos, dentro de los cuales yo era la tercera. Cuando tenía cinco años fui dejada a cargo de mis padrinos, porque mi madre se fue de la casa con otro hombre y mi padre no podía ocuparse de mí. Ellos me ofrecieron las mejores condiciones de vida.

Supuestamente, mi estadía iba a ser temporal, mientras mi padre organizaba su vida. Pasaron algunos meses y me enteré que mi madre había regresado a casa al lado de mi padre, pues éste le había perdonado porque la amaba mucho. Lo tremendo es que ellos se fueron con sus cuatro hijos, dejándome, sin saber nada de ellos.

A mis escasos cinco años, no comprendía lo que pasaba, pero siempre guardaba la esperanza que algún día ellos vendrían por mi y volvería a estar con ellos.

En mi nuevo hogar, me dieron todo lo que necesitaba, pero aún así yo fui creciendo con resentimientos, pensando que nadie me amaba, ya que a pesar de que allí tenía de todo, me sentía intrusa y me faltaba lo más importante: el amor de mi verdadera familia.

A los ocho años de edad, una sobrina de mi madrina me compartió de Jesucristo y le recibí en mi corazón y despertó en mi un profundo amor por el Señor y sus enseñanzas, pero casi no podía asistir a las reuniones porque mis padrinos no asistían.

Pasaron los años y crecí siendo una jovencita llena de temores, insegura y muy malgeniada, pues me escudaba en mi hostilidad para evitar que me lastimaran. En mi adolescencia me vi afectada por un permanente insomnio, dolores de cabeza y serios problemas en mi sistema nervioso. Recuerdo, como en las noches en vela, me atormentaban las campanadas del reloj de mi casa, hora tras hora, sin poderme dormir, me hacían sentir como si fuera enloquecer, mientras por mi mente pasaban, los más horribles pensamientos.

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A los veinte años, conocí de la Asociación Cruzada Estudiantil y Profesional de Colombia (Centro -colombiano de Teoterapia Integral), en donde tuve el mas maravillo reencuentro de amor con Dios, el cual fue definitivo para mi vida. No se imaginan lo significativo que fue para mi, descubrir y creer revelacionalmente que alguien me amaba de verdad, al principio lo disfrutaba como “Mi Amigo Dios”. Cuando recibí la Teoterapia de Papá Dios, aprendí a verlo y disfrutarlo como el Papá que siempre me había cuidado a lo largo de mi vida; además, entendí que debía perdonar a mis padres, mis resentimientos desaparecieron y comencé a desarrollar un especial amor por ellos.

A los 25 años, contraje matrimonio con un maravilloso hombre cristiano que asistía al mismo ministerio, y a través de él, Dios me comunicó todo su amor y especial cuidado al haber creado a alguien para amarme y cuidarme de una manera tan especial.

Un mes antes de cumplir mis 26 años recibí una llamada telefónica en la cual me informaban que mi familia me estaba buscando a través de anuncios radiales que habían colocado mis hermanos mayores. Llena de emoción y expectativa por lo que sucedía me comuniqué con ellos telefónicamente a la cuidad donde habitaban. Lloramos mucho y ellos me contaron sobre la difícil situación económica que habían tenido a lo largo de estos años y que mi padre se había suicidado hacia doce años desesperado por todos sus problemas.

Con mi esposo fuimos a visitarlos, conocí a mi madre, puede abrazarla mientras ella lloraba pidiéndome perdón por haberme abandonado y tuvimos hermosos tiempos de oración, que fueron de gran restauración. Al conocer la difícil vida que habían tenido, comprendí que el amor de Dios por mí era tan grande, que aún me había sacado del seno de mi familia para ofrecerme lo mejor.

Hoy, puedo decir desde lo profundo de mi corazón que soy una mujer tan feliz, tan rodeada de amor, tan libre de conflictos y traumas, que me motiva a querer vivir cada día con más intensidad la comunión con mi Papá Dios.

Testimonio # 5

Soy el noveno de diez hermanos, crecí en un ambiente difícil en medio del alcoholismo de mi padre rodeado de una cancha de tejo y billar que funcionaba dentro de mi propio hogar, donde se veía de todo.

A causa de la irresponsabilidad y los maltratos de mi padre, mi madre se encontraba muy resentida hacia él; y como yo era su hijo preferido, ella encontraba en mí, la forma de desahogar su amargura, propinándome permanentemente toda clase de humillaciones, golpes e insultos.

Mi resentimiento creció tanto, que para mí el Día de la Madre, se convirtió en una fecha común y corriente a la que respondía con total indiferencia.

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Llegué a la adolescencia teniendo tanta ausencia de amor y cariño que se despertó un gran odio hacia mi madre.

Cambiamos de vivienda, y desde entonces mi madre se desentendió completamente de sus hijos, preparaba los alimentos solo para ella y actuaba como si nosotros no existiéramos. Entonces comencé a trabajar para responder por la casa y por mis hermanos. La situación era muy difícil y mi madre por fastidiarnos, gastaba para ella lo que más podía del mercado, generando pleitos entre toda la familia, pero particularmente conmigo. La crisis aumentó cuando un día me quiso pegar y reaccioné pegándole con una correa. Ella, muy airada, me denunció, la Policía vino a detenerme y estuve en prisión por varios días.

Para aumentar mi rencor, uno de mis hermanos murió y en medio del dolor, mi madre me gritaba, cuanto deseaba que hubiera sido yo y no él, quien hubiese muerto.

Decidí irme a vivir a otra ciudad, llevando una vida disipada, y reflejando todo el odio que sentía hacia mi madre, en el maltrato que daba a las mujeres con quienes establecía algún tipo de relación.

Cuando recibí a Cristo como mi Señor y Salvador, el Espíritu Santo comenzó a transformar mi corazón, a tal punto que comencé a hacerle llamadas y enviarle tarjetas a mi madre, pero era imposible para mí, decirle “mamá”.

Con la Teoterapia de Dios Papá, el Señor hizo una verdadera cirugía en mi interior, cuando un en tiempo de oración, escuchaba su voz que me decía: ¿Me amas? - Sí, Señor - le respondí. Y me dijo, entonces ama a tu madre, porque la odias. Fue una verdadera lucha en medio de la oración, hasta que en mi mente, pude visualizarme abrazándola. Luego la llamé, le pedí perdón le expresé la gran necesidad que tenía de escucharla decir: -eres mi hijo -. Ya a su lado, de rodillas recibí esa bendición y a partir de allí se generó en mí la seguridad de haberme matriculado en la escuela del éxito.

Posteriormente, he podido abrazarla, besarla y vivir con ella las experiencias que de niño no tuve. Hoy, vivo muy agradecido con Dios por mis padres, los disfruto a plenitud y soy uno de los hijos más consentidos. A raíz de esta hermosa restauración, toda mi familia se vinculó a la Asociación C.E.P.C., hoy estoy recibiendo toda las bendiciones de los que honran a los padres.

Testimonio # 6

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Mi Padre Dios

El suyo......