DIRÍGETE HACIA LO PROFUNDO: COMPRENSIÓN DEL PROCESO ...
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DIRÍGETE HACIA LO PROFUNDO: COMPRENSIÓN DEL PROCESO MÍSTICO
SEGÚN LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESA DE JESÚS A PARTIR DE LA
LECTURA DE Lc 5,1-11
JAIRO GÓMEZ DÍAZ O.C.D.
Trabajo de grado para optar por el título de Maestría en Teología
Director:
Dr. Jorge Antonio Zurek Lequerica O.C.D.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ
2014
Nota de aceptación
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Presidente del Jurado
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Jurado
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Jurado
Bogotá, Octubre 7 de 2014
A mi madre Paulina y a mis
hermanos en el Carmelo Descalzo en
el V Centenario del Nacimiento de
Santa Teresa de Jesús.
AGRADECIMIENTOS
Al finalizar este trabajo agradezco a Dios por la oportunidad de vivir y de profundizar en su
misterio en el interior del corazón humano, a mi comunidad de Carmelitas Descalzos
quienes con su apoyo, paciencia y comprensión me han ayudado para llevar a buen fin este
proyecto. De manera especial agradezco a mi director el P. Jorge Antonio Zurek y a mis
hermanos del Centro Internacional Teresiano Sanjuanista CITeS de Ávila, en España por
toda la colaboración y disponibilidad para el estudio de santa Teresa.
5
CONTENIDO
pág.
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 9
1. ANÁLISIS NARRATIVO DE Lc 5,1-11 ................................................................... 19
1.1 EL ANÁLISIS NARRATIVO: DEL POR QUÉ AL CÓMO DEL RELATO
BÍBLICO .............................................................................................................................. 19
1.2 HERRAMIENTAS DEL ANÁLISIS NARRATIVO ................................................. 23
1.2.1 La Intriga................................................................................................................... 23
1.2.2 Los Personajes. ......................................................................................................... 24
1.2.3 La Focalización. ........................................................................................................ 24
1.2.4 La Temporalidad. ...................................................................................................... 25
1.2.5 El Marco. .................................................................................................................. 25
1.2.6 El Narrador. .............................................................................................................. 26
1.3 APLICACIÓN DEL ANÁLISIS NARRATIVO A Lc 5,1-11.................................... 27
1.3.1 Límites del Texto: Jesús se encuentra con Simón en un contexto de milagro.......... 27
1.3.2 Texto en griego. ........................................................................................................ 29
1.3.3 Cuadros del relato. .................................................................................................... 30
1.3.4 Intriga o Trama: Del milagro al conocimiento de sí. ................................................ 32
1.3.5 Un narrador sin intervención explícita...................................................................... 39
1.3.6 Personajes. ................................................................................................................ 41
1.3.7 El marco del relato: La barca de Simón. ................................................................... 47
1.4 UNA INTERPRETACIÓN ESPIRITUAL ................................................................. 50
2. EL PROCESO MÍSTICO EN LAS MORADAS DE SANTA TERESA ................. 55
2.1 UN ITINERARIO ESPIRITUAL EN PROCESO ...................................................... 57
2.2 LA INICIATIVA PARTE DE DIOS .......................................................................... 58
2.3 MÉTODO EXPERIENCIAL PARA LLEGAR A LO PROFUNDO ......................... 61
6
2.4 EL CONOCIMIENTO DE SÍ EN EL RECONOCIMIENTO DE DIOS. COMIENZO
DE LA FASE ASCÉTICA ................................................................................................... 63
2.5 PARA MANTENERSE DENTRO DEL CASTILLO HAY QUE LUCHAR............ 67
2.6 LA DECISIÓN FIRME DE SEGUIR A JESUCRISTO. EL VALOR DE LA
PRUEBA .............................................................................................................................. 70
2.7 COMIENZOS DE LA EXPERIENCIA MÍSTICA .................................................... 73
2.8 EL SÍMBOLO NUPCIAL Y LA VIDA MÍSTICA .................................................... 77
2.9 LA NOCHE OSCURA TERESIANA ........................................................................ 81
2.10 VIDA NUEVA EN PLENITUD: VIDA CRISTIANA – VIDA TRINITARIA......... 87
3. EL PROCESO MÍSTICO COMO BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE VIDA ....... 93
3.1 RELACIONES ENTRE EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN DE SIMÓN
PEDRO Y EL DE TERESA DE JESÚS .............................................................................. 96
3.1.1 La iniciativa divina. Un llamado a ser feliz. ............................................................. 96
3.1.2 Respuesta del hombre: Crecimiento en la vida espiritual. ........................................ 98
3.1.3 Plenitud de la vida espiritual: final del proceso espiritual. ..................................... 104
3.2 UN PROCESO PARA ENCONTRARLE SENTIDO A LA VIDA ......................... 106
3.2.1 Modos para encontrar el sentido de la vida. ........................................................... 110
3.2.2 La mística para encontrar el sentido a la vida en la realidad de hoy. ..................... 114
3.2.3 “Vivenciación” de la fe en los pobres para encontrar el sentido de la vida. ........... 117
4. CONCLUSIONES ..................................................................................................... 122
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................. 126
7
RESUMEN
Encontrarle sentido a la vida y ser feliz es la gran pregunta del hombre en la actualidad.
Pregunta que surge de manera espontánea y que refleja, por una parte los grandes logros de
la sociedad y, por otra, las insatisfacciones de muchas personas de hoy. La propuesta
cristiana busca la construcción del reino de Dios, partiendo del mismo hombre para que sea
feliz, pues sin el hombre no hay reino de Dios. Se trata de integrar la trascendencia divina
con la autonomía humana para encontrar el camino que conduce a la felicidad. Por tanto, la
presente investigación pretende relacionar el texto evangélico de Lc 5,1-11 con la propuesta
espiritual de santa Teresa en el libro de Las Moradas para ayudar a encontrar sentido a la
vida del hombre hoy.
Al estudiar la propuesta del evangelista san Lucas se observa que uno de los problemas
para descubrir el sentido de los relatos bíblicos son las traducciones. Al confrontar
diferentes traducciones de Lc 5, 1-11, se pueden constatar imprecisiones que no permiten
encontrar el sentido del texto. La expresión “Boga mar adentro” es quizás la expresión más
común como se ha traducido Lc 5,4 pero esta versión genera una pérdida de sentido al
acontecimiento que ocurre en la barca de Simón. Una expresión literal para traducir y
comprender mejor el texto evangélico sería “dirígete hacia lo profundo” que marca el
comienzo del proceso de transformación de Simón Pedro. En esta expresión se puede
observar la relación con el proceso místico que plantea Santa Teresa de Jesús en el libro de
Las Moradas donde el itinerario o camino hacia lo profundo del ser, permite un
descubrimiento de Dios que habita en el corazón del hombre, el reconocimiento de las
limitaciones de la persona y de su condición de pecador. La investigación plantea el
problema en los siguientes términos: ¿Cuál es la relación entre el proceso místico de la
espiritualidad de Santa Teresa de Jesús en el libro de Las Moradas y el de Lc 5,1-11 para
ayudar a los hombres de hoy a encontrar sentido a su vida?
Esta investigación pretende avanzar en el estudio de la relación de los escritos teresianos
con los textos bíblicos, concretamente del libro de Las Moradas con el Evangelio según san
8
Lucas. Para ello, se seguirá el método hermenéutico propuesto por Paul Ricoeur. El
Análisis narrativo de Lc 5,1-11 hará referencia a la parte explicativa de la hermenéutica de
Ricoeur y la comprensión inicial será el sentido literal del texto y una posterior
comprensión a nivel espiritual completarían el arco hermenéutico que propone Ricoeur en
el proceso interpretativo. A partir de la interpretación se buscará la relación con el proceso
místico que propone la espiritualidad carmelitana según santa Teresa en Las Moradas.
9
INTRODUCCIÓN
La pregunta esencial del hombre es cómo vivir la vida, encontrándole sentido para alcanzar
la felicidad. La pregunta por el sin sentido o por el sentido de la vida surge de manera
espontánea de acuerdo con las concepciones que se tengan del mismo hombre, de las
imágenes de Dios, de lo sagrado o lo divino, de cómo se entienda el origen y la estructura
del mundo y de la vida. El carácter relacional del sujeto y su capacidad de trascender lo
inmediato y plantearse proyectos de sentido, abre espacios al ansia de inmortalidad.1 Se
debe ser consciente del carácter contingente y limitado de la existencia y, por eso, el
hombre tiene que enfrentarse a su misma vida y darle un sentido.
Es en la búsqueda de “lo trascendental”, en lo cual se puede encontrar el sentido a la vida,
entendiendo lo trascendental como lo entiende Rahner, como una estructura a priori, no
adquirida por el hombre, sino dada de antemano, que es condición de posibilidad de su
saber y de su actuar, por tanto, también del ser del hombre.2 El actuar real del ser Dios en el
hombre es su estructura o existencial trascendental, o como lo llamaría Rahner: su
condición fundamental.3 A partir de esa condición fundamental o estructura trascendental a
priori, el hombre debe encontrar el sentido de su vida, en un dirigirse hacia lo profundo del
ser para encontrarse consigo mismo y con Dios, y ayudar a que muchos otros también lo
descubran. En esa búsqueda de sentido aparece la mística cristiana como una propuesta que
da sentido a la vida y, dentro de ésta, se encuentra la mística teresiana.
El término “místico” viene de “misterio”, y se refiere a la experiencia espiritual como una
relación de la persona con Dios mediante el conocimiento intuitivo y el amor.4 Se habla de
proceso porque el itinerario que se recorre va desde el llamamiento personal que hace Dios
1 Juan Antonio Estrada Díaz, El sentido y el sinsentido de la vida: Preguntas a la filosofía y a la religión
(Madrid: Trotta, 2010), 17. 2 Karl Rahner, Curso Fundamental sobre la fe: Introducción al concepto de cristianismo (Barcelona: Herder,
1998), 37-41. 3 Ibíd., 38.
4 Juan de Dios Martín Velasco, El Fenómeno Místico (Madrid: Trotta, 2009), 19-23.
10
al hombre para vivir en comunión con Él, hasta el encuentro del discípulo con Jesucristo
resucitado que lo introduce en el misterio de la vivencia intratrinitaria. Se trata de un
proceso de encuentro entre personas, muy similar al encuentro que tenemos con amigos y
personas allegadas, que puede ir de menos a más. Dicho encuentro se realiza por medio de
Jesucristo, modelo de hombre y camino seguro para el descubrimiento de Dios.
Al final del proceso místico, se experimentan cambios radicales en la persona: se pierde el
miedo a morir, se recibe el gran don de la paz como fruto del encuentro con Jesús
Resucitado, se reproduce este acontecimiento de la resurrección de tal manera que la
persona se lanza a la misión, a la cooperación con Cristo para llegar a los otros. Además, la
persona experimenta el gran cambio de pasar del egoísmo a la donación de sí; vive en el
silencio del servicio de una vida entregada a favor del prójimo en la presencia de Dios que
le hace feliz.
En esa búsqueda de la felicidad, Cristo Jesús invita a que le sigan para alcanzar la plenitud
en Él. En el texto de san Lucas 5,1-11, que hace referencia al llamado de los primeros
discípulos, permite ver cómo se realiza el proceso de seguimiento a Jesús en un contexto de
predicación de la “Palabra de Dios”. Jesús, luego de predicar a la gente que se agolpaba
para escucharlo, ve a unos pescadores que han terminado su faena sin buenos resultados,
pues no habían pescado nada. Posteriormente da una orden a Simón, quien le obedece y
dirige su barca al lugar donde las aguas son más profundas. Allí acontece el milagro de la
pesca abundante. En la confianza que Simón pone en la “Palabra de Jesús”, se da el milagro
y él reconoce en Jesús la divinidad y se reconoce a sí mismo como pecador. Termina el
texto diciendo que Simón y sus socios dejándolo todo lo siguieron.
En las diferentes traducciones de Lc 5,1-11 se puede constatar que en la mayoría de los
casos se observan imprecisiones o traducciones que no permiten encontrar el sentido del
texto. Para poner un ejemplo, el versículo 4 del texto en mención, originalmente en griego,
dice: evpana,gage eivj to. ba,qoj kai. cala,sate ta. di,ktua umw/n eivj a;gran, que haciendo
una traducción muy literal sería “dirígete hacia lo profundo y echad abajo las redes de
11
vosotros para una captura”. La expresión “Boga mar adentro” es quizás la más común de
las traducciones pero produce una pérdida de sentido al acontecimiento que ocurre en la
barca de Simón, pues es allí donde se inicia el proceso de transformación, en el cual éste
toma conciencia de la presencia de la divinidad en la persona de Jesús y, a la vez, se
reconoce como pecador.
En la expresión literal “dirígete hacia lo profundo”, se puede observar la relación con el
proceso místico que plantea Santa Teresa de Jesús en el libro de Las Moradas donde el
itinerario o camino hacia lo profundo del ser, permite el descubrimiento de Dios que habita
en el corazón del hombre y el reconocimiento de las limitaciones de la persona y de su
condición de pecador.
De acuerdo con el planteamiento de Santa Teresa de Jesús, se observa en el texto de san
Lucas una similitud con el proceso místico que llega a su culmen en el “matrimonio
espiritual” con Dios.5 Es en esa similitud donde se propone hacer una lectura de Lc 5,1-11
para hacer una verificación de la tradición del Carmelo de Teresa de Jesús y poder así
ayudar a que los hombres y mujeres de hoy den una respuesta personal al llamado que les
hace Dios sin olvidar la necesidad inherente del ser humano de vivir en comunidad.
Ante la acentuación intensa de los valores subjetivos e individuales en el mundo
globalizado de hoy, se hace necesario proponer maneras nuevas para desarrollar valores
que tengan una dimensión espiritual. Se abordará una de esas propuestas a partir del texto
bíblico y de los escritos de Santa Teresa de Jesús de tal manera que promueva en el lector el
deseo de emprender el itinerario hacia lo profundo del ser, en el centro y mitad, en dónde
pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el alma (1 Moradas 1,3). Se propone el libro
de Las Moradas de Santa Teresa por la importancia que los escritos de la santa abulense
tienen en la teología mística cristiana y por ser este escrito su obra cumbre a tal punto de
convertirla en la primera mujer santa en la Iglesia con el título de Doctora.
5 Santa Teresa utiliza la expresión “matrimonio espiritual” en las séptimas moradas para referirse al grado
más alto de la unión de la persona con Dios , en donde la persona queda inserta en los misterios cristológico y
trinitario y se lanza al servicio al prójimo (7M 2)
12
Con todo lo anterior, la presente investigación pretende relacionar el texto evangélico de Lc
5,1-11 con la propuesta espiritual de santa Teresa en el libro de Las Moradas para ayudar a
encontrar sentido a la vida del hombre hoy. Además, se pretende avanzar en el estudio de la
relación de los escritos teresianos con los textos bíblicos, concretamente del libro de Las
Moradas con el Evangelio según san Lucas. Para ello, se seguirá el método hermenéutico
propuesto por Paul Ricoeur. El Análisis narrativo de Lc 5,1-11 hará referencia a la parte
explicativa de la hermenéutica de Ricoeur, y la comprensión inicial será el sentido literal
del texto y una posterior comprensión a nivel místico completarían el arco hermenéutico
que propone Ricoeur en el proceso interpretativo. A partir de esta interpretación, se buscará
la relación con el proceso místico que propone la espiritualidad carmelitana según santa
Teresa en Las Moradas.
El problema se plantea con la siguiente pregunta: ¿Cuál es la relación entre el proceso
místico de la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús en el libro de Las Moradas y el de Lc
5,1-11 para ayudar a los hombres de hoy a encontrar sentido a su vida?
En las investigaciones que hasta ahora se tienen, no se observa una profundización de la
relación de los escritos teresianos con el Evangelio según san Lucas. Por eso el presente
trabajo busca la relación posible entre el proceso místico teresiano y el que vive Simón
Pedro en Lc 5,1-11. Para el estudio bíblico se tendrán en cuenta las obras clásicas de los
grandes conocedores del evangelista Lucas: Joseph A. Fitzmyer y Francois Bovon.6
Además, en lo referente al análisis narrativo se encuentra J.N. Aletti con su libro El arte de
contar a Jesucristo. Lectura narrativa del Evangelio de Lucas y D. Marguerat y Y.
Bourquin con el libro Cómo leer los relatos bíblicos. Iniciación al análisis narrativo,
quienes contribuyen a la interpretación del evangelio según el análisis narrativo y tener una
idea de conjunto del proceso que quiere mostrar san Lucas.7 Junto a los anteriores se tiene
6 Francis Bovon, El Evangelio según san Lucas. Vol I-II (Salamanca: Ediciones Sígueme, 2002); Joseph A.
Fitzmyer, El Evangelio según san Lucas. Vol I-II (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1987). 7 Jean-Noël Aletti, El Arte de contar a Jesucristo: Lectura Narrativa del Evangelio de Lucas (Salamanca:
Sígueme, 1992); Daniel Marguerat y Yvan Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos: Iniciación al Análisis
Narrativo (Santander: Sal Terrae, 2000).
13
en cuenta a los autores claves de la hermenéutica contemporánea como Ricoeur y Gadamer,
entre otros, para la aplicación del método hermenéutico en la presente investigación.8
Grandes teresianistas como Tomás Álvarez, Secundino Castro, Jesús Castellanos,
Maximiliano Erraiz, Francisco Javier Sancho Fermín, entre otros, han ayudado a la
comprensión de los escritos teresianos, especialmente en el libro de Las Moradas.9 Al
revisar la bibliografía sobre la doctrina teresiana, se encuentran muchas referencias sobre el
libro de Las Moradas y sus relaciones con la Biblia, pero muy pocas investigaciones sobre
las posibles relaciones con textos evangélicos, concretamente con el evangelio según san
Lucas. Prueba de ello es la Bibliografía sistemática de Santa Teresa de Jesús recopilada por
Manuel Diego Sánchez en las que no hay evidencias de trabajos de investigación sobre el
evangelista san Lucas y santa Teresa.10
Existen investigaciones sobre la relación con la
Palabra de Dios en general, con el Cantar de los Cantares, los Salmos, san Pablo y san Juan,
pero no con san Lucas.
Uno de los autores que más ha avanzado en esta investigación sobre la relación de la obra
teresiana y la Biblia es Secundino Castro Sánchez, quien en su última obra El Fulgor de la
Palabra: Nueva comprensión de Teresa de Jesus, llega a la conclusión que la Biblia no
justifica la mística teresiana, ni la juzga ni la discierne, sino que es su manantial, es su
esencia.11
A juicio de Castro, el texto teresiano está sumergido en la Biblia, ya sea por
referencias explícitas, implícitas, paralelismos, figuras, estructuras, personajes. Es aquí
donde esta investigación quiere seguir ahondando en la relación íntima entre el Evangelio
de san Lucas y su experiencia mística plasmada en su obra cumbre: Las Moradas, tal como
8 Paul Ricoeur, Teoría de la Interpretación: Discurso y excedente de sentido (México: Siglo XXI, 2006);
Hans George Gadamer, El Giro Hermenéutico (Madrid: Cátedra, 2001). 9 Entre los textos más importantes de los teresianistas tenemos: Tomás Álvarez, Director, Diccionario de
santa Teresa (Burgos: Editorial Monte Carmelo, 2006); Idem, Comentarios a “Vida”, “Camino” y
“Moradas” de Santa Teresa: Para la reflexión y oración personal y de grupo (Burgos: Monte Carmelo,
2005); Secundino Castro Sánchez, El camino de lo inefable (Madrid: Editorial de Espiritualidad, 2012); Idem,
El Fulgor de la Palabra: Nueva comprensión de Teresa de Jesús (Madrid: Editorial de Espiritualidad, 2012);
Francisco Javier Sancho Fermín, Coordinador, La meditación teresiana (Ávila: Centro Internacional
Teresiano-Sanjuanista (CITeS), 2012). 10
Manuel Diego Sánchez, Bibliografía Sistemática de Santa Teresa de Jesús (Madrid: Editorial de
Espiritualidad, 2008), 355-362. 11
Secundino Castro, El Fulgor de la Palabra, 13.
14
ella misma escribe: “!Oh Jesús, y quién supiera las muchas cosas de la Escritura que debe
haber para dar a entender esta paz del alma!”12
Frente a la investigación sobre el fenómeno místico, una contribución grande al tema es la
propuesta por Juan de Dios Martín Velasco en sus libros El Fenómeno místico y La
experiencia cristiana de Dios, quien ha avanzado mucho en la profundización del
fenómeno al estudiar a los místicos carmelitanos.13
Ahora bien, para continuar con la
investigación se pretende seguir ahondando en el fenómeno y su relación como el texto
bíblico para ayudar a que los hombres de hoy encuentren sentido a su vida a partir de la
experiencia de encuentro íntimo con Dios.
La investigación se traza como objetivo general el establecer la relación entre el proceso
místico que emerge del texto de Lc 5,1-11 y el que establece Santa Teresa de Jesús en su
obra Las Moradas para ayudar a los hombres y mujeres de hoy a redescubrir el sentido de
sus vidas. Para lograr este cometido, primero se busca descubrir el sentido del texto de Lc
5,1-11 por medio del análisis narrativo teniendo en cuenta el acercamiento histórico-crítico
para así identificar el proceso místico y luego estudiar el proceso místico como
seguimiento a Jesús según Las Moradas de Santa Teresa.
Después de estudiar los dos procesos, tanto el bíblico según san Lucas como el que propone
santa Teresa, se busca hacer una apropiación de la relación entre Lc 5,1-11 y el proceso
místico en la espiritualidad carmelitana para ayudar en el redescubrimiento del sentido de la
vida de las personas.
Método de la Investigación
El Análisis Narrativo se pregunta ¿cómo el autor comunica su mensaje al lector?, ¿con qué
estrategia organiza el autor el desciframiento del sentido del texto por parte del lector? Su
12
Santa Teresa de Jesús, Las Moradas, 7M 3,13. 13
Juan de Dios Martín Velasco, El Fenómeno Místico: Estudio comparado (Madrid: Trotta S.A., 2009); La
experiencia cristiana de Dios (Madrid: Trotta S.A., 2007).
15
prioridad se orienta hacia el lector sin descuidar al autor ni mucho menos al mensaje,
considerando el efecto que el relato tiene sobre el lector y el modo en que el texto le hace
cooperar en el desciframiento del sentido.14
Dice Ricoeur15
que el lector se encuentra
ausente en la escritura del texto, y el escritor se encuentra ausente en la lectura. El texto
produce una doble ocultación del lector y del escritor, es decir, se sustituye la relación
dialógica que vincula de forma personal y presencial al escritor con el lector por medio del
texto.
Uno de los objetivos principales del análisis narrativo es estudiar la “estrategia narrativa”,
es decir, las modalidades concretas que el narrador establece en el relato para comunicarse
con el destinatario y presentarle su mundo de valores y sus convicciones. Además, el
análisis del relato permite descubrir cuánto del sentido de un texto se construye con el
mismo acto de leer, pues el lector no es un receptor pasivo, sino que es llevado por el
narrador a entrar en un proceso dinámico, activo, de producción de sentido a partir de
elementos y signos dispuestos a lo largo de la narración, generando un diálogo entre el
lector y el texto.16
En el llamado que Jesús hace a Simón Pedro en Lucas 5,1-11, el lector logra percibir en el
relato la genialidad del que escribe de tal manera que logra captar su atención y lo hace
parte del mismo relato. Por lo anterior, teniendo en cuenta el espectro de muchos métodos
científicos con los que se cuenta en la actualidad para el estudio bíblico, se propone el
Análisis Narrativo bíblico que “estudia el modo como se cuenta una historia para implicar
al lector en el mundo del relato y en su sistema de valores… Subraya que el texto funciona
como un “espejo”, en sentido de presentar una cierta imagen del mundo –“el mundo del
relato” –, que ejerce su influjo sobre los modos de ver del lector y lo lleva a adoptar ciertos
valores más bien que otros”.17
14
Daniel Marguerat e Yvan Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos: Iniciación al Análisis Narrativo
(Santander: Sal Terrae, 2000), 16-17. 15
Paul Ricoeur, Historia y Narratividad (Barcelona: Paidós, 1999), 61. 16
Jean Louis Ska, Jean Pierre Sonnet, y André Wénin, Análisis Narrativo de relatos del Antiguo Testamento,
Cuadernos Bíblicos 107 (Navarra: Verbo Divino, 2001), 7-8. 17
Pontificia Comisión Bíblica, Interpretación de la Biblia en la Iglesia, 45.
16
La Pontificia Comisión Bíblica ha tomado conciencia de la importancia del Análisis
Narrativo para la exégesis bíblica y plantea que su gran contribución es la facilitación del
paso del sentido del texto en su contexto histórico (método histórico-crítico), al alcance del
texto para el lector de hoy. No basta con conocer el sentido del texto en su contexto
histórico, sino que es necesario comprender el sentido del texto para el lector de hoy de tal
manera que se involucre en el mismo relato y pueda tomar partido.
En la Patrística y el Medioevo, luego de descubrir el sentido literal del texto bíblico, se
trataba de encontrar el sentido espiritual al texto y se llevaba a cabo en tres direcciones
según el siguiente orden: alegoría, tropología y anagogía. El sentido literal enseña lo que ha
sucedido; el sentido alegórico, lo que hay que creer; el sentido tropológico o moral, lo que
hay que hacer; el sentido anagógico como aquello hacia lo que hay que tender y consiste en
interpretar los textos como símbolos de la vida futura.18
En esta investigación, luego del
análisis del texto, se buscará la interpretación espiritual en sentido anagógico con el fin de
descubrir el proceso de conversión que experimenta Simón Pedro y relacionarlo con el
proceso místico que plantea Santa Teresa de Ávila.
Al pasar del sentido literal al sentido espiritual-místico del texto bíblico se busca encontrar
la relación con el proceso de interiorización en el que la persona va siendo conducida por
Dios desde la primera morada hasta el centro y mitad de todas éstas adonde pasan las cosas
de mucho secreto entre Dios y el alma. Para lograr este cometido, se utilizará el método
hermenéutico que propone Paul Ricoeur, en el que la interpretación es el proceso que
engloba la explicación y la comprensión, es decir, como la dialéctica entre el explicar y el
comprender, entendidas como fases de un solo proceso que va de la comprensión a la
explicación y luego de la explicación a una nueva comprensión.
En la primera etapa del proceso, la comprensión será una ingenua captación del sentido del
texto en su totalidad; en la segunda etapa, la comprensión será un modo complejo de
18
Jean-Noël Aletti, Maurice Gilbert, Jean-Louis Ska, y Sylvie De Vulpillieres, Vocabulario razonado de la
exégesis bíblica: Los términos, las aproximaciones, los autores (Navarra: Verbo Divino, 2007), 123-128.
17
comprensión apoyada por procedimientos explicativos. Entonces, la explicación aparecerá
como la mediación entre dos estadios de la comprensión, como algo metodológico que
desarrolla analíticamente la comprensión.19
La comprensión es el momento no
metodológico que precede, acompaña, clausura y envuelve a la explicación. Al final del
proceso, la comprensión satisface el concepto de apropiación, entendiendo este último
como la actualización del sentido cuando éste va dirigido a alguien, haciendo propio lo que
se lee de tal manera que lleve al lector a un cambio, a una transformación de vida. Por
tanto, “como apropiación, la interpretación se vuelve un acontecimiento”.20
Con lo anterior, se puede decir que el Análisis narrativo de Lc 5,1-11 sería la parte
explicativa de la hermenéutica de Ricoeur y que la comprensión inicial del sentido literal
del texto y una posterior comprensión a nivel espiritual completarían el arco hermenéutico
que propone Ricoeur en el proceso interpretativo. A partir de la interpretación se buscará la
relación con el proceso místico que propone la espiritualidad carmelitana.
Es claro que el Análisis Narrativo es una manera de leer el relato bíblico y, por tanto, no
debe prescindir de lo hasta ahora logrado por los métodos diacrónicos, sencillamente deben
ir de la mano para poder decir hoy algo nuevo sobre el texto y así iluminar el mundo de
hoy, de acuerdo con el mensaje de la Revelación.
Los escritos de santa Teresa de Jesús se constituyen en pieza clave para comprender el
proceso de interiorización de la experiencia de Dios, en especial el libro de Las Moradas
que se propone tratar cosas de oración, que en el lenguaje de la santa española equivale a la
mutua comunicación entre Dios y el hombre en una relación de amistad. El diálogo que se
va generando en esa relación de amistad es el que va produciendo la transformación en la
persona, porque en él aprendemos, haciéndolos nuevos, los valores, las ideas y las virtudes
de Cristo.
19
Paul Ricoeur, Teoría de la Interpretación: Discurso y excedente de sentido (México: Siglo Veintiuno,
2001), 83-106. 20
Ibíd., 103.
18
La transformación personal en el amor que se genera en el proceso místico tiene
repercusiones en la comunidad en donde se desenvuelva quien esté viviendo dicha
experiencia y por eso profundizar en el proceso místico y su relación con el texto bíblico de
san Lucas permitirá a los hombres de hoy un redescubrimiento del sentido de sus vidas y un
enriquecimiento del sentido común que vincula a la comunidad.
19
1. ANÁLISIS NARRATIVO DE Lc 5,1-11
Este primer capítulo aborda el análisis narrativo de Lc 5,1-11 que es el texto bíblico
fundamental para este trabajo en el que se busca identificar el proceso de transformación
que vive Simón Pedro. Inicialmente se tiene en cuenta el origen y las operaciones del
análisis narrativo bíblico, de tal manera que se conozcan sus fundamentos para su posterior
aplicación en el texto en mención.
Muchos de los conceptos básicos del análisis narrativo se remontan a Aristóteles y su
tratado de la Poética,21
considerado como el primero que estudia la narratividad. Para él lo
específico del género narrativo es la mímesis de acciones y, secundariamente, la mímesis
de hombres actuantes, presentadas bajo el nodo narrativo. Entendiendo la mímesis como la
imitación de la naturaleza como fin esencial del arte y por “narratividad” el conjunto de
características que hacen de un texto un relato y que lo hacen distinto de un discurso.
Entonces, el análisis narrativo es el método de lectura que explora y analiza cómo se
concreta la narratividad en el texto.
1.1 EL ANÁLISIS NARRATIVO: DEL POR QUÉ AL CÓMO DEL RELATO
BÍBLICO
Para comprender mejor lo que pretende el análisis narrativo es necesario estudiar cómo se
presenta toda comunicación verbal según el esquema del lingüista Roman Jakobson.22
La
comunicación verbal consiste en el mensaje que un emisor envía a un destinatario; el
mensaje incluye dos aspectos: el contexto y el código, entendiendo el contexto como el
mundo de representación al cual remite y su estudio consiste en analizar la función
referencial del mensaje, es decir, estudiar a qué realidad se refiere. El código hace
referencia a la función metalingüística del mensaje, es decir, se hace necesario identificar el 21 Aristóteles, Poética (Madrid: Gredos, 1974). 22
Daniel Marguerat y Yvan Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos: Iniciación al Análisis Narrativo
(Santander: Sal Terrae, 2000), 13.
20
código común al emisor y al destinatario. Aplicando esto a la lectura de un texto, se puede
decir que el autor transmite al lector su obra literaria que, por una parte, remite al mundo
representado, es decir, transmite una información (un mundo representado); y por otra
parte, articula y entreteje signos verbales, en otras palabras, un lenguaje.
Posteriormente Robert M. Fowler propuso una nueva formulación del esquema de
Jakobson resaltando que la comunicación textual articulaba necesariamente dos ejes, un eje
vertical o eje mimético, llamado también de la representación, que encierra la
representación del mundo que la obra literaria ofrece a partir del código lingüístico usado.23
El otro eje, el horizontal, es el eje retórico o de la comunicación, y que define la relación
que se entabla entre el autor y el lector por medio de la obra literaria.
A partir de este esquema básico de la comunicación textual, los estudios bíblicos permiten
diferenciar tres tipos de lecturas bíblicas: el análisis histórico crítico, el estructural y el
narrativo. El método Histórico-Crítico tiene por objetivo reconstruir la realidad a la que
remite el relato y la intención del autor que lo escribió, en otras palabras se trata de
reconstruir históricamente el contexto al que remite el texto, se sitúa dentro de la dimensión
de la representación. El Análisis Estructural o Semiótico se interesa por el texto entendido
como un sistema de señales del que hay que descifrar su organización, también se sitúa en
el eje de la representación, pero se centra en el lenguaje como tal y el mundo que explora es
el mundo del texto. El Análisis Narrativo se sitúa sobre el eje de la comunicación (emisor-
mensaje-receptor) y su objeto de estudio es la estructuración que permite al mensaje
producir un efecto en el receptor y que ha sido propiciado por el emisor, su pregunta
principal es: ¿qué efecto produce el texto en el receptor?
La exégesis histórico-crítica ha sido la más utilizada y la principal desde el siglo XVIII a
partir de la concepción romántica de la literatura con Schleiermacher y Dilthey, quienes por
medio del axioma: “sólo la génesis de los textos da acceso a la intención de sus autores”,
imitan a las ciencias naturales explicando los fenómenos estableciendo sus causas. La
23
Marguerat y Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos, 14.
21
pregunta fundamental es ¿por qué el texto está concebido así? y junto a ésta aparecen otros
interrogantes como ¿qué autor escribió el texto así?, ¿a qué destinatarios históricos está
dirigido el texto?, ¿en qué medio social de producción surgió el texto? En general, el
análisis histórico crítico se interesa por el acontecimiento histórico que refiere el texto y por
las condiciones en las cuales se escribió. Su objetivo se centra en reconstruir la realidad a la
que remite el relato y a la intención del autor que lo escribió.
La semiótica (análisis estructural) y el análisis narrativo como partes de la nueva crítica
literaria, rompen con este tipo de interrogantes y centran su interés en el polo del lector,
liberando al texto de su dependencia del autor, de la historia o del modelo social que lo
produjo. La pregunta por el ¿por qué? pasa a la pregunta por el ¿cómo?: ¿cómo tiene
sentido la narración?, ¿cómo y mediante qué etapas se construye? En otras palabras, el
texto adquiere una autonomía respecto del medio social histórico que la produjo, es decir,
no se tiene necesidad de conocer al Evangelista Lucas o a la comunidad que produjo el
Evangelio para poder leer y comprender el texto.
G. Genette, siguiendo a Platón, habla de dos tipos de relatos: uno es el relato de hechos
(diégesis), el otro es el relato de palabras (mímesis), ambos integrados dentro del modo
narrativo, entendido este último como los procedimientos típicos para dar nueva
información al relato. Según los expertos en crítica literaria es muy difícil dar una
definición adecuada sobre el texto narrativo debido a la mezcla de géneros; quizás quienes
han realizado un papel más importante en lo referente al relato son las disciplinas de la
Poética y la Retórica, gracias a Aristóteles. Es en su obra donde se encuentra una teoría
muy completa sobre el relato en la que se resalta su vinculación con el arte literario,
entendiendo éste último como realidad de ficción cuyo objeto es la mímesis de acciones y
de hombres actuantes. Además, proceden de Aristóteles los componentes de la estructura
narrativa: el narrador, la historia, el tiempo, los actantes24
o personajes, el tiempo, el
espacio y el discurso.
24
Paul Ricoeur entiende por actante el papel que corresponde a una serie de acciones que, en sí mismas, se
encuentran formalizadas. Los actantes son definidos por los predicados de la acción, es decir, el actante es
22
El Análisis Narrativo se pregunta ¿cómo el autor comunica su mensaje al lector?, ¿con qué
estrategia organiza el autor el desciframiento del sentido del texto por parte del lector? Es
importante resaltar que el Análisis Narrativo no descuida al autor ni al mensaje, pero su
prioridad se orienta hacia el lector, considerando el efecto que el relato tiene sobre el lector
y el modo en que el texto les hace cooperar en el desciframiento del sentido.25
El relato es
recibido como un objeto textual que comunica al autor con el lector. Es mediante el texto
que el autor quiere actuar sobre el lector, por tanto, el interés del Análisis Narrativo se
centra en determinar la estrategia narrativa desplegada en el relato, con el fin de actuar en el
lector.
Las narraciones pueden llegar al destinatario de maneras diferentes: por medio de un texto,
de forma oral o actualmente a través de la televisión, la radio, el cine, el teatro, una pintura
u obra de arte. Pero, lo importante es que se realiza por medio de un proceso de
comunicación en el que intervienen un emisor, un relato transmitido y un receptor o
destinatario.26
Con todo lo anterior, se busca una complementariedad entre los diferentes métodos
diacrónicos y sincrónicos para el estudio de la biblia, ya que ninguno de ellos “está en
condiciones de corresponder a toda la riqueza de los textos bíblicos”.27
Entendiendo por
diacrónicos a aquellos métodos que están atentos a la evolución histórica de los textos o de
las tradiciones a través del tiempo; y por sincrónicos a aquellos que estudian el texto en sí
mismo sin una conexión a estadios previos que lo condicionan. En esa complementariedad
el Análisis narrativo, como método sincrónico, contribuye en la facilitación del paso del
sentido del texto en su contexto histórico (método histórico-crítico) al alcance del texto
para el lector de hoy, de manera que su carácter sincrónico exija complementarse con
estudios diacrónicos.
aquel que…, a quien…, que…, con quien…, se desarrolla la acción. Para profundizar en el tema ver Ricoeur,
Historia y Narratividad, 72. 25
Marguerat y Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos, 16-17. 26 Idid., 13-14. 27
Pontificia Comisión Bíblica, Interpretación de la Biblia en la Iglesia (Bogotá: Publicaciones Claretianas,
2005), 41.
23
1.2 HERRAMIENTAS DEL ANÁLISIS NARRATIVO
La narratología actual se construye sobre la distinción entre lo que se cuenta y la manera de
contarlo, es decir, entre el “qué” del relato que se llama historia contada o significado y el
“cómo” del relato o enunciación o significante. El Análisis Narrativo busca sondear el texto
para identificar cómo el narrador ha hecho uso de los medios u herramientas para la
construcción del relato, entendiendo por relato “el discurso que enuncia hechos articulados
entre sí por sucesión en el tiempo (orden cronológico) y por vínculo de causalidad (orden
de configuración) como producto de la actividad narrativa”.28
Quien escribe el relato,
dispone de unos medios para la construcción de la obra. Esas herramientas o elementos con
los que cuenta el narrador son: la intriga, los personajes, la focalización, la temporalidad, el
marco y el punto de vista del narrador. Aunque el objetivo de este trabajo no es profundizar
en estos elementos, se hace necesario distinguirlos para identificarlos en el texto bíblico
objeto de este estudio.29
1.2.1 La Intriga.
Es el movimiento integrador del relato que une entre sí a diferentes acciones y hace de ellas
una historia continua. En otras palabras, es la colocación sistemática de los elementos que
constituyen la historia narrada. En términos bíblicos, el análisis narrativo distingue entre
una intriga episódica, limitada al microrelato como son las parábolas o los relatos de
milagros, controversias, etc., y la intriga unificadora, que hace referencia al relato portador.
La narratología tiene varios modelos que estructuran la intriga de acuerdo a los momentos
del relato. Estos modelos pueden ser quinario o ternario, el quinario presenta cinco
momentos: situación inicial, nudo, acción transformadora, desenlace y situación final. El
terciario, como su nombre lo indica presenta tres momentos principales: complicación,
transformación y resolución. Lo esencial es que todo relato da cuenta de una
28
Marguerat y Bourquin, Como leer los relatos bíblicos, 39. 29 Existen muchos textos de narratología bíblica que ayudan a profundizar en estas herramientas con las que
cuenta el narrador para la construcción de su relato. Se recomienda ver los textos de Daniel Marguerat y otros
autores: Cómo leer los relatos bíblicos y En torno a los relatos bíblicos.
24
transformación, una adquisición o una pérdida. Contar esta transformación es lo que
legitima el hecho de narrar.
1.2.2 Los Personajes.
Si la trama o intriga es el esqueleto, los personajes son el ropaje del relato. Lo importante es
examinar cómo el narrador construye sus personajes. Pueden ser llanos si el narrador los
forma con un solo rasgo o redondos a partir de varios rasgos. También, es importante
descubrir de dónde viene la información de los personajes, si procede del narrador, de otro
personaje o del mismo personaje que se cuenta. Según los conocedores de la Biblia, una de
las principales características de los relatos bíblicos es la acción por encima de la
descripción (de personajes, paisajes o cosas). La mayoría de los autores bíblicos prefieren
la acción y sus componentes: discusiones, decisiones, acciones y diálogos, a las
descripciones. En muchos pasajes de la Escritura, los personajes pasan a un segundo plano
y por lo general están al servicio de la acción. Esto no quiere decir, que los personajes de
los relatos bíblicos no tengan importancia, sino que la prioridad es la acción.
En la mayoría de los casos el narrador muestra cómo actúa el personaje y deja al lector la
tarea de construir el retrato psicológico del personaje. De la misma manera que con los
personajes, el decorado y/o el escenario están al servicio de la acción.
1.2.3 La Focalización.
Por medio de este concepto en narratología se pretende dar respuesta a la pregunta ¿quién
ve en el relato? Se entiende por focalización interna cuando el narrador asocia al lector con
la interioridad de un personaje. Se habla de focalización externa cuando cualquier
espectador de la escena constata lo mismo que los personajes. La focalización cero
corresponde a aquella información que emana de un narrador omnisciente, de aquel que
conoce toda la información que transgrede el marco temporal del relato.
25
1.2.4 La Temporalidad.
El relato refiere una sucesión de acciones ligadas entre sí en el tiempo. El relato es el
resultado de un juego entre dos tiempos. El primero es el tiempo de la historia narrada o
tiempo narrado, fijado por el calendario y que el lector puede reconstruir según las
indicaciones del narrador, en otras palabras, corresponde a la duración de los
acontecimientos relatados. El segundo es el tiempo del relato o tiempo en que se narra, que
es el tiempo que el relato emplea en narrar las cosas. En general estos dos tiempos no
coinciden, entonces la narrativa juega con estos tiempos y puede intervenir sobre dos
registros: el orden de la sucesión de las acciones y la velocidad del relato.
Respecto del orden en la narración, se pueden presentar varias figuras de estilo como la
“analepsis”, que en términos anglosajones se conoce como “flashback”, y que consiste en
trasladar momentáneamente la acción a un momento del pasado, para luego volver al punto
temporal actual de la historia narrada. Se puede presentar también una “prolepsis”, que
hace referencia a un salto narrativo hacia adelante, en el cual el receptor obtiene algún
adelanto de lo que va a suceder posteriormente con la trama. Se puede percibir que la
administración del tiempo contribuye a la significación con vistas a ofrecer sentido al
presente por el hecho de utilizar una intriga pasada o una intriga futura.
Con relación a la velocidad, se puede narrar un incidente de pocos minutos en varias
páginas o resumir en una frase lo adquirido en mucho tiempo. El interés concedido por el
narrador a algunos periodos se concreta en la importancia de las secuencias que les dedica
y comprime otras en breves noticias.
1.2.5 El Marco.
Corresponde al conjunto de datos que constituyen las circunstancias de la historia contada.
La acción de los personajes del relato se desenvuelve dentro de un marco determinado: en
un tiempo, un lugar y un entorno social. El marco puede tener un valor fáctico y/o un valor
26
simbólico. Hay que estar atentos a la manera como el narrador entiende el simbolismo que
utiliza para que el lector pueda comprender el relato. En general los elementos del marco
corresponden a los adverbios de la estructura literaria; revelan cuándo, dónde y cómo se
produce la acción.
1.2.6 El Narrador.
Hay que tener en cuenta que, en especial, el narrador bíblico no es neutral, por tanto, hay
que buscar qué sistema de valores subyace a la narración y en dónde se percibe la teología
que el narrador maneja, pues en últimas la estrategia narrativa está al servicio de la teología
que quiere mostrar. Para que el narrador conduzca al lector por el sistema de valores que él
quiere o por una simpatía o antipatía hacia cierto personaje, cuenta con dos medios: un
comentario explícito y/o un comentario implícito que pueden ser, de acuerdo a los
procedimientos retóricos, el simbolismo, la ironía o el malentendido.
También se habla de “instancia narrativa”30
para denominar la posición que se da al
narrador en relación con el texto y que puede variar de acuerdo a una taxonomía que va
desde la presencia total como en un relato autobiográfico hasta la desaparición total como
en un relato descriptivo. La medida para calificar la instancia narrativa es la relación del
narrador con la historia contada o “diégesis”, que es el universo espacio temporal
desplegado por el relato. Esta relación se puede establecer desde dos puntos de vista
distintos: el narrador puede situarse en el exterior o en el interior de la historia contada, si
está fuera se habla de instancia “extradiegética”, es el caso del evangelista Marcos quien en
su relato no sale nunca a escena; si está en el interior de la historia contada se llama
“intradiegético”, tal como Jesús cuando habla por medio de parábolas, aparece como
narrador narrado, es decir, como un narrador en segundo grado. La otra distinción hace
referencia a la intromisión del narrador en el plano del relato; esta intromisión puede
revestir dos formas: en un primer caso relata acontecimientos en los cuales no interviene ni
30
Para una mayor comprensión de la instancia narrativa y algunos ejemplos se recomienda revisar el texto de
Marguerat y Bourquin, Cómo leer los relatos bíblicos, 46-50.
27
aparece, se le llama “heterodiegético”, como ejemplo se tiene a san Lucas que irrumpe en
su relato en Lc 1,1-4, sin aparecer en el resto del Evangelio; en un segundo caso, el
narrador se hace presente en la historia que cuenta y se llama “homodiegético”, tal como el
autor de los Hechos de los Apóstoles en las cuatro secciones conocidas como “sección-
nosotros” (Cf. Hch 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-28,16). En resumen, ambas
distinciones aunque se puedan combinar, se sitúan en dos registros diferentes: la primera
oposición hace referencia a una cuestión de plano, el narrador está dentro o fuera de la
historia contada; la segunda oposición hace referencia a la posición del narrador con la
historia que él cuenta, es decir, está presente o ausente en su discurso narrativo.
1.3 APLICACIÓN DEL ANÁLISIS NARRATIVO A Lc 5,1-11
Luego de exponer los fundamentos del análisis narrativo, se procede a aplicarlos en el texto
de estudio para poder revisar el proceso de transformación que ocurre en Simón Pedro y en
cualquier discípulo del Señor y posteriormente su posible relación con el proceso que
propone Santa Teresa en el libro de Las Moradas. Para el análisis se tiene en cuenta en
primera instancia los límites del relato para luego presentar el texto en griego según el
Nuevo Testamento Interlineal de Francisco Lacueva y posteriormente la aplicación de las
diferentes herramientas del análisis narrativo.
1.3.1 Límites del Texto: Jesús se encuentra con Simón en un contexto de milagro.
En el proceso de producción de sentido de un texto, la limitación del mismo tiene gran
importancia, ya que ofrece al lector algunos acercamientos al mismo texto y excluye otros.
Se deben tener en cuenta criterios tales como el tiempo, el lugar, los personajes y el tema.
Para hacer un buen límite del texto es necesario que confluyan dos o más criterios. En este
caso, no es difícil establecer los límites del relato que se encuentran en Lc 5,1-11, ya que es
claro el uso de palabras típicas del evangelista san Lucas cuando quiere indicar un cambio
de escenario, de personajes, de tema y de tiempo. Esas expresiones típicas son: VEge,neto de.
(sucedió que) y Kai. evge,neto (y sucedió), expresiones que se encuentran en 5,1 y en 5,12
28
con las cuales el narrador quiere señalar una división del texto.31
Con base en lo anterior se
aplican los criterios de lugar, personajes y tema.
1.3.1.1 Criterio de lugar. Lo que marca el inicio del relato es el cambio en el espacio, pues
deja el anterior espacio en que se viene desarrollando la narración, un lugar solitario (4,42)
y las sinagogas de Judea (4,44), y se ubica en la orilla del lago de Genesaret (5,1). El
indicador del límite final se encuentra en 5,12, ya que muestra otro cambio de escenario, se
presenta a Jesús en una ciudad, una ciudad sin nombre que tiene como personajes del relato
a Jesús y a un hombre cubierto de Lepra.
1.3.1.2 Criterio de personajes. Jesús sigue siendo el personaje principal de este relato que
viene desde las unidades anteriores (Cf. 4,14. 35), pero sus acompañantes ahora varían: la
gente que se agolpaba a la orilla del lago para escucharle (5,1), Simón y la tripulación de
su barco (5,5) y sus compañeros de la otra barca (5,7) han reemplazado a la gente que le
buscaba y trataba de retenerle en aquel lugar solitario (4,42). Al límite final aparece Jesús
en continuidad en el texto, pero ahora con un personaje nuevo: un hombre cubierto de lepra
(5,12).
1.3.1.3 Criterio de tema. La Palabra es el hilo temático que recorre los versículos desde
4,42 hasta 5,15. El capítulo 4 habla en varios momentos de la palabra de Jesús
(4,22.32.36.43-44), la gente lo espera para escucharle por la autoridad y poder de su
palabra, pero lo que confiere fuerza a su palabra es la Palabra de Dios y esto se expresa
muy claramente en 5,1. El tema de la Palabra de Dios predicada por Jesús y su eficacia (Lc
5,5-6) domina los versículos del texto en estudio. Además, el uso de la expresión VEge,neto
de. en 5,1 propia de la redacción lucana ayuda al lector para hacer una división del texto,
expresión que volvemos a encontrar en 5,12 como Kai. evge,neto confirman que el límite
final de esta perícopa se encuentra en 5,11.
31 El griego de la época en que fue escrito el Evangelio según Lucas utilizaba muy pocos signos de
puntuación, por eso, las expresiones Kai. evge,neto y VEge,neto de. señalan una división del texto y ayudan al
lector a cortar el texto. Ver Francois Bovon, El Evangelio según san Lucas, Lucas 1-9, Vol. I (Salamanca:
Sígueme, 1995), 328.
29
1.3.2 Texto en griego.
Para el análisis del texto se tendrá en cuenta esta versión del texto griego y su traducción al
castellano propuesta para comprender el sentido del texto antes de cualquier interpretación.
1 VEge,neto de. evn tw/| to.n o;clon evpikei/sqai auvtw/| kai. avkou,ein to.n lo,gon Sucedió que al agolparse la multitud sobre él y escuchar la palabra tou/ qeou/ kai. auvto.j h=n e`stw.j para. th.n li,mnhn Gennhsare,t de Dios, y él estaba de pie junto al lago de Genesaret, 2 kai. ei=den du,o ploi/a e`stw/ta para. th.n li,mnhn\ oi` de. a`liei/j avpV auvtw/n Y vio dos barcas que estaban junto al lago; mas los pescadores de ellas avpoba,ntej e;plunon ta. di,ktuaÅ marchados, lavaban las redes. 3 evmba.j de. eivj e]n tw/n ploi,wn( o] h=n Si,mwnoj( hvrw,thsen auvto.n avpo. th/j gh/j Y entrando en una de las barcas, que era de Simón, pidió le de la tierra evpanagagei/n ovli,gon( kaqi,saj de. evk tou/ ploi,ou evdi,dasken tou.j o;cloujÅ apartarse un poco, y sentado desde la barca enseñaba a las multitudes. 4 wj de. evpau,sato lalw/n( ei=pen pro.j to.n Si,mwna( VEpana,gage eivj to. ba,qoj kai. Y cuando cesó de hablar, dijo a - Simón: Dirígete hacia lo profundo, y cala,sate ta. di,ktua umw/n eivj a;granÅ echad abajo las redes de vosotros para una captura. 5 kai. avpokriqei.j Si,mwn ei=pen( VEpista,ta( diV o[lhj nukto.j kopia,santej Y respondiendo Simón dijo: Jefe, durante toda (la) noche después de bregar ouvde.n evla,bomen\ evpi. de. tw/| r`h,mati, sou cala,sw ta. di,ktuaÅ nada pescamos; mas a palabra de ti echaré abajo las redes. 6 kai. tou/to poih,santej sune,kleisan plh/qoj ivcqu,wn polu,( dierrh,sseto de. ta. Y esto cuando hicieron, encerraron una cantidad de peces grande; y se rompían las di,ktua auvtw/nÅ redes de ellos. 7 kai. kate,neusan toi/j meto,coij evn tw/| e`te,rw| ploi,w| tou/ evlqo,ntaj E hicieron señas a los compañeros en la otra barca para que, viniendo sullabe,sqai auvtoi/j\ kai. h=lqon kai. e;plhsan avmfo,tera ta. ploi/a w[ste ayudaran les; y vinieron y llenaron ambas - barcas, hasta el punto de que buqi,zesqai auvta,Å se hundían ellas. 8 ivdw.n de. Si,mwn Pe,troj prose,pesen toi/j go,nasin VIhsou/ le,gwn( :Exelqe avpV Y al ver(lo) Simón Pedro, cayó junto a las rodillas de Jesús diciendo: ¡Apártate de evmou/( o[ti avnh.r a`martwlo,j eivmi( ku,rieÅ mí, pues varón pecador soy, Señor! 9 Qa,mboj ga.r perie,scen auvto.n kai. pa,ntaj tou.j su.n auvtw/|( evpi. th/| Porque (el) asombro se apoderó de él y de todos los (que) con él (estaban), por la a;gra| tw/n ivcqu,wn h-| sune,labon\ captura de los peces que recogieron, 10 omoi,wj de. kai. VIa,kwbon kai. VIwa,nnhn ui`ou.j Zebedai,ou( oi] h=san koinwnoi. E igualmente también de Jacobo y de Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios tw/| Si,mwniÅ kai. ei=pen pro.j to.n Si,mwna o VIhsou/j( Mh. fobou/\ avpo. tou/ nu/n - de Simón. Y dijo a - Simón - Jesús: No sigas temiendo; desde - ahora avnqrw,pouj e;sh| zwgrw/nÅ a hombres estarás pescando vivos. 11 kai. katagago,ntej ta. ploi/a evpi. th.n gh/n avfe,ntej pa,nta hvkolou,qhsan auvtw/|Å Y después de arrimar las barcas a la tierra, dejando todo siguieron le.
30
1.3.3 Cuadros del relato.
Según el Análisis Narrativo, los cuadros son las unidades inferiores de un micro-relato que
ayudan a identificar cuál es su estructura. Para poder determinar cuáles son los cuadros de
este relato hay que tener en cuenta los cambios de personajes, de lugar, de tiempo y/o los
puntos de vista del narrador. Con base en lo anterior, se proponen los siguientes cuadros
que conforman el relato:
1.3.3.1 Primer Cuadro. Lc 5,1: “Sucedió que al agolparse la multitud sobre él y escuchar
la palabra de Dios, y él estaba de pie junto al lago de Genesaret”. Aunque el texto no dice
expresamente que es Jesús, para identificarlo el lector tiene que remitirse al versículo 35
del capítulo 4, en donde el narrador habla de la forma como Jesús conminó a un espíritu
inmundo. También aparece la multitud que se agolpaba para escuchar la Palabra de Dios
mostrando un cambio de personajes y de espacio respecto a la perícopa anterior.
1.3.3.2 Segundo Cuadro. Lc 5,2: “Y vio dos barcas que estaban junto al lago; mas los
pescadores de ellas se habían bajado y lavaban las redes”. Este cuadro muestra el
movimiento que realiza Jesús: vio las dos barcas. Inmediatamente el narrador introduce en
escena unos nuevos personajes: los pescadores que están lavando las redes. Hasta ahora el
escenario es el mismo, la orilla del lago y las dos barcas que se encuentran allí.
1.3.3.3 Tercer Cuadro. Lc 5,3: “Y entrando en una de las barcas, que era de Simón, le
pidió apartarse un poco de la tierra, y sentado desde la barca enseñaba a las multitudes”.
Aquí se puede ver cómo Jesús sube a la barca del pescador Simón y empieza un diálogo
con él. Luego de subir a la barca, Jesús en posición propia de un maestro comienza a
enseñar. Ahora el escenario es la barca de Simón alejada un poco de la orilla del lago.
1.3.3.4 Cuarto Cuadro. Lc 5,4-5: “Y cuando cesó de hablar, dijo a Simón: Dirígete hacia
lo profundo, y echad abajo las redes de vosotros para una captura. Y respondiendo Simón
dijo: Jefe, durante toda (la) noche después de bregar nada pescamos; mas a la palabra tuya
31
echaré abajo las redes”. En este cuadro, Jesús después de enseñar desde la barca a la gente
que estaba a la orilla del lago, de forma imperativa dice a Simón: “dirígete”; pero,
posteriormente usando el plural les pide que echen las redes. Aunque el único pescador que
aparece en esta escena es Simón, se supone que tiene que haber otra persona para ayudar en
la pesca, pero el texto en ningún momento expresa quién es ese otro pescador. Luego
Simón accede a la indicación de Jesús. Seguramente Simón no está solo, tiene un
compañero de pesca por el uso del plural “echad”. En este cuadro se aprecia la relación
entre la orden de Jesús y la respuesta confiada de Simón a la palabra pronunciada por Jesús.
1.3.3.5 Quinto Cuadro. Lc 5,6: “Y esto cuando hicieron, encerraron una cantidad de peces
grande; y se rompían las redes de ellos”. En este cuadro se ve la consecuencia de la
confianza de Simón a la palabra pronunciada por Jesús, a tal punto que las redes se
rompían.
1.3.3.6 Sexto Cuadro. Lc 5,7: “E hicieron señas a los compañeros en la otra barca para
que, viniendo les ayudaran; y vinieron y llenaron ambas barcas, hasta el punto de que se
hundían ellas”. Ante la magnitud de la pesca, Simón y su compañero o sus compañeros
llaman a los otros pescadores de la otra barca para que ayuden a recoger los pescados. Los
nuevos pescadores anónimos aceptan el llamado de ayuda de sus compañeros y llenan de
pescados las dos barcas. Se observa la relación entre el llamado por señas a los pescadores
de la otra barca y la respuesta que dieron de venir a ayudar.
1.3.3.7 Séptimo Cuadro. Lc 5,8-10: “Y al ver (lo) Simón Pedro, cayó junto a las rodillas
de Jesús diciendo: ¡Apártate de mí, pues soy varón pecador, Señor! Porque (el) asombro se
apoderó de él y de todos los (que) con él (estaban), por la captura de los peces que
recogieron, e igualmente también de Jacobo y de Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de
Simón. Y dijo Jesús a Simón: No sigas temiendo; desde ahora a hombres estarás pescando
vivos”. Este cuadro refleja la actitud de Simón frente al acontecimiento milagroso de la
pesca; el asombro no sólo se apoderó de Simón sino también de sus compañeros de pesca.
32
Aparece por primera vez en el evangelio el nombre de dos de esos pescadores: Santiago
(Jacobo) y Juan. Jesús aparece de nuevo en escena dando a Simón su misión.
1.3.3.8 Octavo cuadro. Lc 5,11: “Y después de arrimar las barcas a la tierra, dejando todo
le siguieron”. Terminado el diálogo entre Jesús y Simón, el narrador cuenta la acción
después de la pesca: llevaron las barcas a tierra y ante lo prodigioso de la pesca, estos
pescadores deciden seguir a Jesús dejándolo todo.
1.3.4 Intriga o Trama: Del milagro al conocimiento de sí.
Todo relato se define por la presencia de dos situaciones: una inicial y una final, entre ellas
se establece una relación de transformación que hace pasar al sujeto principal del relato de
un estado a otro. El paso de un estado a otro debe ser provocado (nudo) y aplicado
(desenlace). De esta manera, se habla de las cinco etapas que conforman la trama
normalmente: Situación inicial, nudo, acción transformadora, desenlace y situación final.
Se aplicarán estos pasos a la perícopa de Lc 5,1–11. Es importante resaltar que al hacer la
segmentación o etapas que conforman la trama, la cuestión de la segmentación está
subordinada a toda la unidad del Evangelio de Lucas, y que esta perícopa funciona como un
microtexto dentro del Evangelio.32
1.3.4.1 Prólogo redaccional. Lc 5,1: “Sucedió que al agolparse la multitud sobre él y
escuchar la palabra de Dios, y él estaba de pie junto al lago de Genesaret”. El prólogo
redaccional permite abrir una nueva unidad y conectarla con la unidad anterior, esto es lo
que se encuentra en el comienzo de esta perícopa que permite abrir una nueva unidad, pero
que conecta con el tema anterior sobre la predicación de Jesús.
Lucas en este prólogo (5,1) pone las claves de lectura del relato de 5,1-11: la escucha de la
palabra de Dios pronunciada por Jesús. Este es el contexto propuesto por el narrador para
32
Jacques Geninasca, “Pescar/Predicar. Relato y metáfora. Lucas 5,1-11”, en: Signos y Parábolas. Semiótica
y texto evangélico, Grupo de Entrevernes (Madrid: Cristiandad, 1979).
33
leer lo que sigue a continuación en el relato, si la gente se agolpa para escuchar la palabra
de Dios, todos los demás personajes que aparecen en el relato deben analizarse de acuerdo
al contexto de la escucha de la palabra de Dios, una escucha que genera un actuar en la
persona, un cambio de vida, una transformación interior.
Aunque el narrador no dice explícitamente que es Jesús quien se encuentra a la orilla del
lago, se puede conocer que se refiera Él por la referencia directa que aparece en 4,35 y que
desde allí lo presenta como el personaje principal de este relato. El narrador ofrece la
noticia del éxito, por así llamarlo, de la eficacia de su palabra, pues la gente se agolpaba a
su alrededor para escuchar la palabra de Dios. No cabe duda que este marco narrativo del
episodio principal está inspirado en Mc 4,1-2, que allí aparece como la introducción al
discurso de las parábolas, pero que en Lucas se asocia éste episodio con la llamada a
Simón.
1.3.4.2 Situación inicial. Lc 5,2-3: “Y vio dos barcas que estaban junto al lago; mas los
pescadores de ellas se habían bajado y lavaban las redes. Y entrando en una de las barcas,
que era de Simón, le pidió apartarse un poco de la tierra, y sentado desde la barca enseñaba
a las multitudes”. En la situación inicial se ubican los elementos de información necesarios
para el desarrollo de la trama, en muchas ocasiones se precisa el quién, el qué y a veces el
cómo.
De repente, Jesús fija su mirada en dos barcas a la orilla del lago. Los pescadores han
terminado su faena, pues ya se encuentran lavando las redes, Jesús aprovecha que la barca
está sin sus tripulantes y se sube a ella para enseñar a las multitudes desde el lago. El hecho
que Jesús esté sentado para enseñar puede verse desde dos puntos de vista, uno teológico,
pues es la posición del predicador judío; el otro punto es narrativo, pues se trata de estar en
la barca durante cierto tiempo.33
Aquí el narrador presenta al dueño de la barca: Simón,
además se supone que para trabajar en la pesca debe estar acompañado de algún otro
pescador, pero hasta este momento del relato no se sabe quién es.
33
Bovon, El Evangelio según San Lucas, I, 331.
34
1.3.4.3 Nudo. Lc 5,4: “Y cuando cesó de hablar, dijo a Simón: Dirígete hacia lo profundo,
y echad abajo las redes de vosotros para una captura”. Después que Jesús termina su
enseñanza, manda a Simón que se dirija hacia lo profundo. Es de notar el uso del verbo en
imperativo singular “dirígete”, luego aparece el verbo “echad” que se encuentra en segunda
persona del plural, lo que confirma que debía haber otra persona en la barca para que
ayudara a Simón en la pesca y en el arrastre de las redes. Este versículo muestra el nudo de
la narración, pues los pescadores ya habían terminado su faena sin ningún éxito y ante el
imperativo de Jesús a Simón “dirígete” y la posterior acción que les manda “echad”, la
narración llega a su punto máximo de tensión. Se trata de la frustración de los pescadores
debido a que la noche anterior su trabajo no ha tenido buenos resultados. Aunque el texto
no dice exactamente que la pesca sin resultados se realizó la noche anterior, es necesario
profundizar en el oficio de los pescadores. Bovon34
es claro en afirmar que la pesca no se
realiza durante el día, mucho menos al medio día cuando la luz y el ruido del día hacen que
los peces se dirijan hacia lo profundidad del agua, además el cansancio de los pescadores
por todo el gran trabajo sin buenos resultados hace más difícil aceptar la orden impartida
por Jesús. Es por eso que los pescadores salen en la noche a pescar o en la madrugada antes
que los rayos de luz iluminen el agua para evitar que los peces se alejen y no queden
atrapados en las redes. Por lo anterior se considera esta parte como el nudo del relato, pues
Jesús está dando una orden a un pescador experimentado en su oficio y Simón sabe muy
bien que no se pesca de día. Se trata de la experiencia de Simón y sus compañeros
pescadores en su oficio contra la orden pronunciada por Jesús.
1.3.4.4 Acción Transformadora. Lc 5,5-6: “Y respondiendo Simón dijo: Jefe, durante
toda (la) noche después de bregar nada pescamos; mas a la palabra tuya echaré abajo las
redes. Y esto cuando hicieron, encerraron una cantidad de peces grande; y se rompían las
redes de ellos”. Por primera vez en el relato lucano aparece la palabra VEpista,ta (vocativo
de evpista,thj) exclusiva de Lucas y que en la literatura griega tiene connotaciones más
amplias como: comandante, jefe, administrador, supervisor. Esta palabra ha sido traducida
al castellano como “Maestro”, así aparece en la versión de la Biblia de Jerusalén, pero su
34
Ibíd., 332-333.
35
sentido en esta perícopa debe ser el “Comandante” o “Jefe” ya que Simón reconoce en
Jesús una autoridad mayor que la suya a pesar de ser el dueño de la barca.
En la acción transformadora se resaltan dos momentos importantes: un primer momento es
la respuesta en tono de réplica de Simón a Jesús, una réplica con total razón, pues Simón es
un pescador experimentado que conoce muy bien su oficio, sabe que no se pesca de día,
sino de noche y en la anterior noche no habían atrapado nada. Un segundo momento es el
introducido por la conjunción griega de., que se traduce en el castellano “pero, mas a”. Es
una conjunción adversativa con que a un concepto se contrapone otro diverso al anterior.
En ese sentido, frente a la experiencia de Simón en su oficio de pescador, se contrapone la
palabra de Jesús. A partir de este momento se indica el cambio de Simón, el proceso
interior de transformación. Él responde a la palabra de Jesús a pesar de los resultados
negativos de la noche anterior: evpi. de. tw/| r`h,mati, sou cala,sw ta. di,ktua (pero, sobre tu
palabra, echaré abajo las redes). Esta acción es la que va a transformar el nudo de la
narración. Ante la palabra pronunciada por Jesús, Simón ejecuta la acción por la confianza
en la palabra de un hombre que anteriormente había curado a su suegra en su propia casa
(Cf. 4,38-39). Simón comienza a poner toda su confianza en Jesús el Jefe, el Comandante,
coloca toda su vida sobre la Palabra del Comandante. El cambio de Simón indica el cambio
que también se espera en el lector. Poner toda la confianza en la palabra de Jesús es una
actitud propia de todo discípulo del Señor para iniciar un proceso de transformación
interior.
El uso del verbo en singular que denota la acción de Simón “echaré” particulariza su
actividad. La gran cantidad de peces deja ver lo extraordinario del suceso, que tiene dos
funciones: además de manifestar el poder de Jesús, prepara la promesa o la misión que el
Señor va a hacer inmediatamente a Simón Pedro. El prodigio que realiza Jesús es fruto de
la docilidad y confianza de Simón a la palabra de Jesús, pero es claro el uso del plural tanto
en el participio poih,santej (haciéndolo) y en el indicativo sune,kleisan (encerraron o
pescaron) confirmando la presencia en la barca de otro compañero anónimo.
36
1.3.4.5 Desenlace. Lc 5,7-10: “E hicieron señas a los compañeros en la otra barca para que,
viniendo les ayudaran; y vinieron y llenaron ambas barcas, hasta el punto de que se hundían
ellas. Y al ver (lo) Simón Pedro, cayó junto a las rodillas de Jesús diciendo: ¡Apártate de
mí, pues soy varón pecador, Señor! Porque (el) asombro se apoderó de él y de todos los
(que) con él (estaban), por la captura de los peces que recogieron, e igualmente también de
Jacobo y de Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Y dijo Jesús a Simón: No
sigas temiendo; desde ahora a hombres estarás pescando vivos”. Debido a la cantidad de
peces, Simón y su compañero se ven obligados a hacer señas a los pescadores de la otra
barca. Aquí es importante tener en cuenta que el verbo indicativo aoristo activo kate,neusan
“hicieron señas” aparece conjugado en tercera persona del plural confirmando la presencia
de otro pescador en la barca de Simón; además, quienes conocen de pesca saben que no se
puede hacer ruido pues los peces se alejarían, por eso Lucas usa el “hacer señas” para evitar
que los peces se alejen. El término meto,coij con el cual se hace referencia a los pescadores
de la otra barca es un término técnico que podría traducirse como “socios”, más adelante en
el versículo 10 se usará un término más genérico, koinwnoi, “compañeros” para referirse a
los mismos.
Después de la ayuda de los socios y de llenar las barcas hasta el punto que se hundían,
Simón se reconoce pecador y cae a las rodillas de Jesús. Según la crítica textual,35
algunos
códices cambian el término go,nasin “a la rodillas” por posi.n “a los pies” intentando
normalizar esa extraña posición física. Aquí lo importante es la transformación que sufre
Simón al reconocer la magnitud del suceso y lo que puede pasar al colocarse sobre la
Palabra del Comandante. Se trata de una actitud de adoración a lo divino, un reconocer en
Jesús la divinidad y un reconocimiento de su situación de pecador, un conocimiento de sí a
partir del encuentro con Jesús. En fin, es una gracia de revelación y su posterior promesa o
misión. En esto consiste la transformación que el Señor obra en Simón y que el narrador
espera que suceda en el lector.
35
Joseph Fitzmyer, El Evangelio según san Lucas, II (Madrid: Cristiandad, 1987), 493-494.
37
El evangelista Lucas presenta a Simón en una actitud de asombro al igual que sus
acompañantes y que sus compañeros Jacobo (Santiago) y Juan, hijos de Zebedeo, que salen
del anonimato del relato. Ante el asombro de los pescadores Jesús responde Mh. fobou / “no
sigas temiendo”, o simplemente “no temas” dirigido a Simón tratando de tranquilizarlo
ante la escena de revelación de la que es testigo.
Después, Jesús asocia a su misión a Simón diciéndole que a partir de ese momento será
pescador de hombres. El verbo que se utiliza en el texto griego es zwgrw/n en participio. Se
trata de un verbo compuesto por “vivo” y “coger, cazar” de donde proviene pescar por
extensión;36
de esta forma, la traducción literal sería “cogerás vivos a hombres” que deja
traslucir el significado salvífico, aunque en castellano puede que no tenga sentido, pero si
se mira en sentido metafórico, lo que hace el pescador con el pez no es precisamente
salvarlo sino sacarlo de su hábitat natural hasta que muere para luego ser consumido por el
hombre. Lo que Lucas quiere mostrar es que Simón será de ahora en adelante pescador de
hombres vivos, es decir, coger hombres para Jesús, para que vivan en Él, para que sean
transformados en Él.
La misión dada a Simón en segunda persona del singular, prefigura el papel de jefe y
responsable del grupo de discípulos que poco a poco, a medida que se avanza en el
Evangelio según san Lucas, irá cobrando relieve, pues el primer llamado, también será el
primer testigo de la resurrección de Jesús (Cf. Lc 24,34; Hch 2, 14-40).
1.3.4.6 Situación final. Lc 5,11: “Y después de arrimar las barcas a la tierra, dejando todo
le siguieron”. En la situación inicial, luego del marco narrativo del pasaje, se observa que
los pescadores habían terminado su trabajo sin ningún resultado y se encontraban lavando
las redes fuera de la barca. En la situación final se observa que el verbo katagago,ntej
(arrimaron, llevaron, sacaron) es propio de Lucas y sólo aparece en este versículo del
Evangelio, aunque su uso en el libro de los Hechos es más frecuente. Los pescadores luego
del suceso milagroso, sacaron las barcas a tierra y dejándolo todo siguen a Jesús. El verbo
36
Ibíd., 496.
38
avkolouqe,w aparece por primera vez en la narración de Lucas y a partir de aquí se aplicará a
la condición de discípulo de Cristo que denota la actitud interna de adhesión y dedicación a
Jesús y a la causa que él proclama.37
Según Bovon, el verbo avkolouqe,w (seguir, acompañar)
tenía en el mundo griego un significado figurado, moral o religioso, se seguía un modelo o
un ejemplo, incluso a una divinidad; en el Nuevo Testamento sólo se sigue a Jesús, “seguir
a Jesús es cuestión de inteligencia, de voluntad, de sentimiento y sobre todo de vida
cotidiana y concreta”.38
Con base en el esquema quinario se puede decir que esta trama es de revelación, pues
Simón conoce algo sobre Jesús, en medio de una trama de acción o de resolución a partir de
un suceso milagroso, la pesca en condiciones no acostumbradas por la confianza de Simón
en la Palabra de Jesús. Aunque no aparecen los verbos propios de conocimiento, típicos de
la trama de revelación, si aparecen los verbos ver (5,2) y asombrar (5,9) que muestran la
transformación acontecida en Simón Pedro y sus socios a partir del encuentro con Jesús.
Además, Simón llama a Jesús “Señor” (5,8), expresión propia en una experiencia de
revelación, pues “nadie puede decir: “¡Jesús es Señor!” sino movido por el Espíritu Santo”
(1Cor 12,3). En la acción transformadora se observa el cambio en el plano de la acción,
pues de una noche sin frutos (no pesca) se opera una transformación en la acción (pesca).
En Lucas la pesca milagrosa tiene una perspectiva vocacional: la de Simón Pedro, perícopa
que hace parte de todo “un relato que mira a un reconocimiento de Jesús enteramente
determinado por una revelación progresiva de ese mismo Jesús”.39
El cambio que se obra en Simón se debe a la confianza en la Palabra del Comandante. A
partir de ese momento aparece la trama de revelación, pues Simón conoce algo sobre sí
mismo y sobre Jesús, algo que lo hace reconocer su pecado y reconocer a Jesús como el
Señor. Esta experiencia constituye el fundamento de la promesa o misión que Jesús le hace
a Simón de pescar vivos a hombres. La promesa es hecha sólo a Simón, en segunda persona
del singular, constituyéndose así en la figura dominante en la proclamación de la causa de 37
Ibíd., 497. 38
Bovon, El Evangelio según San Lucas, I, 367. 39
Jean-Noël Alleti, El arte de contar a Jesucristo, 55.
39
Jesús como conductor de la comunidad. Los pescadores que acompañan a Simón toman la
firme decisión de dejarlo todo y seguir a Jesús debido a la pesca milagrosa consecuencia de
la confianza de Simón a la Palabra de Jesús; sin que Jesús les haya dado una vocación
específica deciden seguirlo simplemente por el milagro que ha obrado y por la llamada que
hace a Simón sin tener en cuenta su manera antigua de comportarse.
1.3.5 Un narrador sin intervención explícita.
El narrador se ingenia en el relato la manera para guiar al lector proporcionándole toda
clase de aclaraciones para comprender el texto. Este tipo de ayudas a la comprensión del
texto pueden ser comentarios explícitos o implícitos que el narrador hace en el relato.
El narrador inicia el relato en 5,1 en pasado: “y sucedió que”; relata de manera externa sin
inmiscuirse en la historia que cuenta (extradiegético), además indica que la gente busca a
Jesús, se agolpa sobre él para escuchar la palabra de Dios, pero no narra qué sucede con
ellos, no sabemos si el número de personas aumenta o si se da una transformación en ellos.
Además, ofrece una indicación geográfica: el lago de Genesaret, y una indicación de la
posición corporal de Jesús: de pie. El narrador continúa su relato contando lo que vio Jesús
y a quiénes vio. Después realiza su primer comentario: “Los pescadores habían bajado de
ellas y estaban lavando las redes” (Lc 5,2). De manera indirecta el narrador cuenta al lector
que si los pescadores están lavando las redes, es porque terminaron su trabajo de pesca y
que es de día, pues la pesca se realiza de noche.
Posteriormente narra las diferentes acciones de Jesús: subió a la barca, rogó a Simón,
sentándose, enseñaba (5,3). En este versículo el narrador tiene un conocimiento sobre el
personaje Simón y que transmite al lector: es el dueño de la barca.
En los versículos 4 y 5 el narrador pone su voz en los personajes y se inicia un diálogo
entre Jesús y Simón. En boca de Simón se conoce a Jesús como Jefe, Comandante
40
(VEpista,ta). La réplica que Simón le hace a Jesús, se entiende ahora por el comentario que
el narrador hizo en 5,2 al contar que los pescadores estaban lavando las redes.
En 5,6 el narrador vuelve a tomar la voz en el relato y describe lo que hicieron los
pescadores y la consecuencia de su acción. De nuevo hace otro comentario: “Y esto cuando
hicieron, encerraron una cantidad de peces grandes; y se rompían las redes de ellos”. Por
medio de este comentario implícito, el narrador da entender lo maravilloso de la pesca a tal
punto que las redes se rompían.
En 5,7 el narrador con su voz continúa el relato: “E hicieron señas a los compañeros en la
otra barca para que, viniendo les ayudaran; y vinieron y llenaron ambas barcas, hasta el
punto de que se hundían ellas”. En 5,8 continúa el narrador describiendo la actitud de
Simón frente a la pesca milagrosa y luego pone su voz en voz de Simón Pedro, que se
reconoce pecador y reconoce a Jesús como Señor. En el versículo 9 y 10 el narrador realiza
otro comentario: “pues el asombro se apoderó de él y de todos los que con él estaban, por la
captura de los peces que pescaron. E igualmente de Santiago (Jacobo) y de Juan, hijos de
Zebedeo, que eran socios de Simón”. En este comentario el narrador muestra la actitud de
asombro de los pescadores ante el suceso de la pesca milagrosa y la transformación obrada
en Simón por poner todo sobre la Palabra de Jesús.
El narrador introduce el nombre de dos de los socios de Simón: Santiago (Jacobo) y Juan
hijos de Zebedeo. Y pone en boca de Jesús palabras dirigidas a Simón para tranquilizarlo
ante el asombro y le da su misión. Para finalizar, el narrador en 5,11 en tercera persona del
plural cuenta que los pescadores llevan las barcas a la orilla y deciden seguir a Jesús
dejándolo todo.
Entonces, se puede decir que lo que se conoce acerca de Jesús no sale por boca del
narrador, sino por boca de los mismos personajes del relato, en este caso por boca de Simón
que lo reconoce como Comandante, Jefe (5,5) y como Señor (5,8). Los diferentes
comentarios del narrador en 5,2.6.9 son indicaciones que hace para guiar al lector en la
41
comprensión del texto. El lector debe estar atento a esas indicaciones para comprender que
el acontecimiento de la pesca milagrosa se realizó durante el día en condiciones no
acostumbradas, que la pesca fue de tal magnitud que las redes se rompían en contraste con
el fracaso de la noche anterior y que los pescadores quedaron asombrados por la confianza
puesta en la Palabra de Jesús.
Es un narrador que no interviene explícitamente en el proceso de verificación del
reconocimiento de la persona de Jesús. En este pasaje el narrador respecto del plano de
intervención es extradiegético, es decir, fuera de la historia contada (narrador primario)
pero interviene a veces para hacer algunas indicaciones. Respecto de la relación del
narrador con la historia contada es un narrador homodiegético, es decir, el narrador está
presente en la historia que cuenta.40
1.3.6 Personajes.
En el Análisis Narrativo el narrador puede presentar un personaje diciendo lo que el
personaje es (telling) o mostrando lo que el personaje hace (showing). Esos conceptos son
usados por los narratólogos, pero su origen se remonta a Platón que diferenciaba de manera
clara diégesis de mímesis. Se entiende por diégesis la manera en que un autor cuenta una
escena a su manera, y por mímesis se entiende la forma como el autor cuenta una escena
ofreciendo una transcripción directa de los hechos o las palabras.41
Si se traen los conceptos
anteriores a un lenguaje más actual, se puede decir que la diégesis equivale al relato o modo
narrativo y la mímesis al diálogo o modo dramático. Esos conceptos son los que se tienen
en cuenta para el análisis de personajes, pues los personajes son determinantes para entrar
al lector en el mundo de la narración.
40
Marguerat y Bourquin. Cómo leer los relatos bíblicos, 47-48. 41
Ibíd., 114.
42
A pesar de que son varios los personajes del relato en estudio, se centra la atención sólo en
dos de ellos, en Jesús y en Simón quienes son los que se encuentran directamente
relacionados con el proceso de transformación.
1.3.6.1 Jesús: la Palabra que enseña, que obra y transforma. No hay duda que el
personaje principal de este relato es Jesús. En este episodio Lucas muestra a Jesús en dos
aspectos que antes ya había mostrado: la enseñanza (4,14-30) y sus obras (4,31-44). El
personaje principal del relato es Jesús, el narrador lo presenta de dos maneras: la primera
hace referencia al mostrar (showing). Lucas muestra a Jesús después que presenta a la
multitud que se agolpa para escuchar la palabra de Dios, lo muestra no de manera directa
nombrándolo sino usando kai. auvto.j (y él) que es una manera típica de Lucas para expresar
veneración por Jesús.42
Lo muestra en posición de pie junto al lago de Genesaret
predicando la palabra de Dios (5,1), el narrador no dice expresamente que Jesús está
predicando, sino que la gente se agolpa sobre Él para escuchar la palabra de Dios, luego
esto es indicativo que Jesús está predicando. Aquí es importante resaltar que Jesús es el
hombre que predica la Palabra de Dios, es el hombre de la Palabra y esta es la principal
caracterización de Jesús.
También el narrador muestra a Jesús como alguien muy observador, pues, en medio de la
multitud, vio dos barcas junto al lago y a sus pescadores fuera de ellas lavando las redes
(5,2). Inmediatamente lo muestra entrando en la barca de Simón y le pide que aparte de la
tierra la barca (5,3a). Ya en la barca alejada de tierra, el narrador muestra a Jesús sentado en
la barca enseñando a las multitudes que estaban en tierra a la orilla del lago (5,3b). El
narrador también muestra las acciones milagrosas de Jesús, en este caso se muestra la pesca
realizada en condiciones adversas después de dar la orden a Simón y a sus compañeros de
echar las redes (5,6). En resumen, el narrador muestra a Jesús asediado por la multitud,
predicando la palabra de Dios, puesto en pie a la orilla del lago de Genesaret, observando
en medio del gentío dos barcas en tierra y sus pescadores lavando las redes, dando orden a
Simón, enseñando desde la barca de Simón, en posición sentado, a las multitudes que
42 Bovon, El Evangelio según San Lucas, I, 330.
43
estaban en tierra a la orilla del lago y como aquel que obra milagros a partir de la palabra
que pronuncia.
La segunda forma como el narrador presenta a Jesús es por medio del decir (telling). Aquí
es claro que el narrador pone en boca de Jesús varias palabras dirigidas a Simón y a sus
compañeros de trabajo: “Dirígete hacia lo profundo y echad las redes para pescar” (5,4), y
después del suceso de la pesca milagrosa dice a Simón: “No sigas temiendo, desde ahora
pescarás vivos a hombres” (5,10). En las dos frases que el narrador pone en boca de Jesús,
se observa a un Jesús que imparte órdenes y que ofrece calma e imparte una promesa o
misión a Simón. La expresión “No temas” (Mh. fobou/) confirma el carácter revelatorio del
milagro y del encuentro de Jesús con Simón, pues la expresión se encuentra en singular
dirigida sólo a Simón. No temas es una expresión que se utiliza en contexto de epifanía o
manifestación tal como el mismo Lucas lo expresa en 1,13; 1,30; 5,26; 8,50; 12,32; 21,26.
Después del “No temas”, Jesús expresa a Simón una misión: “desde ahora pescarás vivos a
hombres”, dándole un carácter de inmediatez al llamado que le hace a Simón.
El narrador pone en boca de otros personajes aspectos qua ayudan a conocer a Jesús. En 5,5
Simón trata a Jesús como el Jefe, el Comandante (VEpista,ta) y en 5,8 lo reconoce como
Señor (ku,rie). Simón se dirige a Jesús usando la expresión vocativa VEpista,ta, palabra
exclusiva de Lucas y que en todo su relato es puesto casi exclusivamente en boca de los
discípulos para dirigirse a Jesús (5,4; 8,24; 8,45; 9,33; 9,49) y a partir de ésta se crea una
relación especial entre Jesús y sus discípulos, pero en 17,13 aparece en boca de los diez
leprosos. En sentido estricto se refiere a las personas que manejan y conocen muy bien un
oficio o un arte específicos; en el uso que Lucas hace del término se resalta la posición de
Jesús como autoridad con relación a un grupo determinado,43
una autoridad especial para
hablar de Dios y de su plan salvífico. Jesús es el Jefe o Comandante por excelencia, es
quien a través de su palabra enseña a las multitudes y a partir de esta perícopa enseña y
transforma a sus seguidores: Simón, Santiago, Juan y otros.
43 Hernando Barrios T. El Seguimiento del Señor (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2007), 150-151.
44
El narrador pone en boca de Simón otra forma de llamar a Jesús: “Señor”. Aquí Lucas
introduce por primera vez en su narración este término propio de la comunidad primitiva
para referirse a Cristo resucitado; según Fitzmyer,44
el término ku,rie aparece al final de la
frase del texto en griego en una posición sin ningún énfasis, entendida más bien como una
fórmula de cortesía, pero, el hecho que después de un suceso milagroso una persona
desconocida como Simón reconozca a Jesús como Señor da muestras que su encuentro con
Él ha sido un encuentro de revelación donde se reconoce la divinidad de Jesús.
El personaje Jesús en Lc 5,1-11 puede generar en el lector varias reacciones, una de ellas es
la confianza en su Palabra. Simón pone por encima de su experiencia como pescador la
palabra pronunciada por Jesús. Esta es una reacción que el narrador espera que se produzca
en todo lector: confianza en la palabra de Jesús a pesar de las seguridades hasta ahora
adquiridas por cada lector, se trata de una confianza limitada que poco a poco va creciendo
a medida que se avanza en el proceso de conocimiento de la persona de Jesús. Otra
reacción es el asombro que el narrador muestra en Simón y en sus socios como se observa
en Lc 5,9-10a frente al acontecimiento de la pesca milagrosa, reacción que también espera
el narrador en el lector. Se presenta entonces, una dinámica creciente entre la confianza y el
asombro en la medida en que el lector va teniendo un mayor conocimiento de Jesús. Se
puede generar una simpatía muy grande por Jesús, pues el hecho que el narrador en 5,11
diga que: “dejándolo todo le siguieron”, es porque sucedió algo en ellos que puede
acontecer de la misma manera en el lector para dejarlo todo y seguirle.
1.3.6.2 El pescador que deja su experiencia sobre la Palabra de Jesús. Hay tipos de
personajes que por lo general son construidos con ayuda de varios rasgos y pueden asumir
frecuentemente un papel de protagonista en el relato. El personaje Simón reúne esas
características en el relato de Lc 5,1-11: pescador que ha terminado su labor y se encuentra
lavando las redes, dueño de una de las barcas y tiene socios de trabajo y entabla un diálogo
con Jesús. Pero, no se puede considerarlo como el protagonista, pues el personaje principal
del Evangelio es Jesús. En este caso Simón sería el antagonista.
44
Fitzmyer, El Evangelio según San Lucas, II, 494.
45
El narrador muestra a Simón como un pescador que se encuentra en tierra lavando las redes
después de su faena de pesca (Cf. 5,2). También es presentado como propietario de una de
las barcas que están a la orilla del lago (5,3), ya en 4,38 se muestra al personaje Simón
como dueño de una casa ubicada en Cafarnaún (Cf. 4,31) y con una suegra enferma, pero
no se muestra nada acerca del encuentro entre Jesús y Simón. En 5,3 se muestra a Simón en
contacto directo con Jesús, tal vez Simón ya conocía algo sobre Jesús por el acontecimiento
de la sanación de su suegra en su casa y que sirve de ambientación para la perícopa de Lc
5,1-11.
También es mostrado como alguien que confía en la palabra del Comandante en contraste
con la seguridad que su oficio de pescador le brindaba (5,5) y como aquel que se reconoce
necesitado de ayuda, pues ante la gran cantidad de peces atrapados hace señas a sus socios
de la otra barca para que le ayuden. La expresión “hacer señas” (kate,neusan) confirma el
conocimiento que tenía Lucas al narrar sobre la pesca y que muestra como acción de Simón
y su socio, pues de otra forma si hacían algún ruido para llamar a los socios de la otra
barca, los peces se escaparían de la red y todo el trabajo se arruinaría. También, el hecho de
pedir ayuda confirma lo grandioso del prodigio y el poder de la palabra de Jesús.
Otra característica de Simón que el narrador muestra ante el suceso milagroso es la manera
como cae junto a las rodillas de Jesús en 5,8. Esta posición es muestra de adoración ante lo
divino tal como lo proponen los mandatos del Antiguo Testamento (Cf. 1Cro 16,29; Ex
20,4-5), pues Simón reconoce que Jesús es Dios. A la vez, sucedió algo en Simón Pedro
que le hace reconocerse pecador y por eso le dice a Jesús “apártate de mí”. Es un
acontecimiento epifánico o de manifestación en el cual Simón conoce de manera directa a
la persona de Jesús a tal punto que llega a llamarlo Señor y experimenta el poder de su
palabra, a la vez, se le revela su estado de pecado. Unido a lo anterior, el narrador muestra
el asombro de Simón ante la magnitud de la pesca y ante la persona de Jesús. Después de
esto, sin hacer alusión directa a Simón, el narrador en 5,11 muestra que: “llevaron a tierra
las barcas y, dejándolo todo, le siguieron”. El narrador no dice explícitamente que Simón y
46
sus compañeros dejan todo y le siguen, pero lo más probable es que se trate de Simón y sus
compañeros que son los personajes que aparecen en esta perícopa.
La forma como Lucas llama a Simón varía. En el versículo 3 aparece el nombre Simón,
pero luego en el 8 aparece Simón Pedro. Según Fitzmyer,45
algunos códices omiten el
nombre Pedro que aparece en el versículo 8 tal vez con la intención de armonizar el texto
con el v. 3 y con el v. 5, pero el uso del nombre compuesto es un reflejo de la tradición
Lucana. El nombre griego Simón se usaba como abreviatura de Symeón (traducción del
hebreo Simeon); en 6,14 se hace explícito el cambio de nombre de Simón a Pedro, pero el
uso de Simón Pedro en la obra lucana sólo aparece en 5,8 y el uso de la expresión “Simón,
llamado Pedro” aparece en 6,14; Hch 10,5.18.32; 11,13.
Por medio del “telling”, el narrador hace decir a Simón dos frases: “Comandante, hemos
estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las
redes” (5,5) y “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador “(5,8). En la primera frase
Simón responde de manera interpelante, pues sabe que la pesca se hace de noche cuando
los peces se encuentran en lo hondo del lago y no durante el día como se supone es el
tiempo de este relato. Además, no se vuelve a pescar después de una ardua tarea durante
toda la noche sin conseguir ningún resultado y cuando los pescadores ya se encuentran
fatigados de su labor. Sin embargo, Simón confía en la palabra del Comandante y se dirige
hacia lo hondo y echa junto a su socio de trabajo (por el uso en plural del verbo echar) las
redes. En la segunda frase Simón dice a Jesús que se aleje de él, esto no quiere decir que se
salga de la barca, sino algo así como “no te juntes conmigo”, pues yo soy un pecador y tú
perteneces a un ámbito sobrenatural.
En resumen, el narrador por medio del “telling” presenta a Simón como alguien que
interpela a Jesús, pero termina confiando en su Palabra. Esta es la principal dirección que el
narrador plantea para que el lector comprenda el texto y se identifique con el personaje
45
Fitzmyer, El Evangelio según san Lucas ,463-465, 493.
47
Simón: de la interpelación al Comandante a la confianza en su palabra. Además, Simón se
reconoce pecador ante la revelación de Jesús y le reconoce como su Comandante y Señor.
La reacción que el personaje Simón puede generar en el lector es de simpatía por todo lo
que hace, pues es mostrado como un hombre trabajador, inteligente por la interpelación que
hace a Jesús, confiado en la palabra del Comandante y radical en sus decisiones, pues es
capaz de dejarlo todo: su casa, su familia, su barca, su trabajo por iniciar una vida nueva
con Jesús. También, genera empatía, pues muchos lectores pueden identificarse con él por
su reconocimiento como pecador ante la experiencia con Jesús, por la interpelación que
hace al Comandante y la confianza puesta en la palabra de Jesús.
1.3.7 El marco del relato: La barca de Simón.
Los personajes del relato se desenvuelven dentro de un marco determinado compuesto por
un tiempo, un lugar y un entorno social que pueden estar agrupados al comienzo del relato
o diseminados en el mismo. En esta perícopa el marco constituye un papel importante
dentro del relato, pues el narrador pone a sus personajes moviéndose en diferentes espacios
geográficos. Aunque los componentes del marco dentro del análisis narrativo son
básicamente los tres elementos anteriormente nombrados, para este trabajo se centrará la
atención en el marco geográfico que es el importante en este caso, pues en la perícopa es
muy marcado el cambio de lugares en lo referente a la predicación, enseñanza y eficacia de
la Palabra que transforma el corazón del hombre.
1.3.7.1 Lugares de predicación, enseñanza, escucha y confianza de la Palabra. El relato
comienza contando que la multitud se agolpa para escuchar la palabra de Dios pronunciada
por Jesús. Él se encuentra de pie a orilla del lago Genesaret. Aquí tenemos la primera
indicación geográfica: el lago de Genesaret. El distrito de Genesaret se encuentra ubicado al
oeste del lago que lleva su mismo nombre, es una región fértil y de gran población, situado
48
a pocos kilómetros al sur de Cafarnaún.46
Jesús enseña la palabra de Dios en la orilla del
lago, en tierra, pero debido a la cantidad de gente que se agolpa para escucharle, el narrador
crea la necesidad de encontrar un nuevo lugar para que toda la gente alcance el objetivo de
escuchar a Jesús. Es por esa razón que el narrador lo ubica subiéndose en la barca de Simón
que se encontraba en la orilla del lago y le pide que se aleje de la tierra para seguir
enseñando a las multitudes. Jesús ya no se encuentra de pie, sino que ahora se sienta como
todo un maestro y desde la barca de Simón predica la palabra de Dios para llenar las
expectativas de la multitud. La novedad que el narrador presenta en estos primeros
versículos es que la palabra de Dios no sólo se predica en la sinagoga (Cf. 4,16-20. 44),
sino también se predica en la orilla del lago y desde la barca de un pescador. Además, se
muestra la efectividad de la palabra en lo profundo del lago; aquí lo que importa es que
haya gente que quiera escucharla y confiar en ella, sin tener en cuenta si ese lugar es la
orilla de un lago, una barca lo más alejada de la orilla del lago o una sinagoga.
El lago (li,mnhn) en Lucas aparece más con un carácter de magnitud teológica que con el de
magnitud geográfica, sencillamente para Lucas el lago es el lugar de las epifanías que
hacen patente el poder de Jesús.47
Lucas es claro en usar la palabra li,mnhn (lago) y no la
palabra qa,lassa (mar), pues él conoce muy bien el sentido simbólico del mar en el Antiguo
Testamento; según lo presenta Grabner-Haider48
en su Vocabulario Práctico de la Biblia, el
mar es el conjunto y síntesis de las fuerzas demoníacas que Dios sometió al principio del
tiempo y a las que vencerá y aniquilará definitivamente al final del tiempo (Cf. Is 51,10;
Job 26,12). También posee el sentido de ser imagen de los enemigos del pueblo y de los
poderes que amenazan la vida de Israel o de una persona concreta (Cf. Is 17,12ss), pero en
Lucas el lago puede significar el mundo, es decir, todo espacio para la predicación de la
palabra de Dios y poder “atrapar” hombres para que vivan en Cristo.
Otro espacio o lugar que presenta esta perícopa es la barca de Simón, el narrador es
explícito al decir que, de las dos barcas que se encuentran a la orilla del lago, Jesús se sube 46 Fitzmyer, El Evangelio según San Lucas, 489-490. 47
Hans Conzelmann, El Centro del Tiempo. La teología de Lucas (Madrid: Fax, 1974), 69. 48
Anton Grabner-Haider, Vocabulario Práctico de la Biblia (Barcelona: Herder, 1975), 954.
49
en la barca de Simón a enseñar la palabra de Dios. Este espacio tiene unas repercusiones
eclesiológicas muy grandes, pues Jesús no se sube a cualquier barca sino a la barca de
Simón a quien más adelante llamará Pedro (Cf. Lc 6,14), mantendrá una relación especial
al igual que con Santiago y Juan (Cf. Lc 9,28) y será quien negará al Maestro (Cf. Lc
22,33-34; 54-60).
Jesús sube a la barca para permanecer un cierto tiempo, pues además de enseñar, pide a
Simón que se dirija hacia lo profundo del lago, hacia lo más alejado de la orilla, y es en esa
ubicación del lago donde realiza el milagro de la pesca en situaciones adversas. ¿Qué
significación podrá tener la expresión VEpana,gage eivj to. ba,qoj “dirígete hacia lo
profundo”? La orden que da Jesús es exclusiva a Simón por el uso del singular en la
conjugación del verbo “dirigir”, pero como ya se ha expresado anteriormente, Simón no se
encontraba solo, por el uso del plural en el siguiente verbo “echad”.
En un sentido literal y buscando una interpretación espiritual, la expresión “Dirígete hacia
lo profundo”, que tradicionalmente se ha traducido como “boga mar adentro”, significa el
entrar en la intimidad con Jesús para poder reconocerle, pues sólo hasta que los pescadores
llevan la barca hacia lo profundo del lago y hacen lo que Jesús les manda: “echar las redes”,
se produce el milagro y se ve comprueba la eficacia de su palabra por la confianza en ella.
Ir hacia lo profundo significa ir hacia la intimidad con Jesús, adentrarse en las
profundidades del ser, tener la confianza en Él, pues es allí donde se le puede conocer y el
hombre puede conocerse a sí mismo. Es allí donde Él muestra su poder y donde, al igual
que a Simón, ofrece la misión para cada persona, haciéndele partícipe de ella. En la
intimidad, alejados de la orilla, lejos de cualquier manera de escaparse en la superficialidad,
es donde Simón se reconoce pecador y es capaz de reconocer a Jesús como el “Señor”
(ku,rie). También allí, Simón pide ayuda a sus compañeros de la otra barca para hacerlos
partícipes de la revelación que ha tenido sobre Jesús y en especial del poder de su Palabra
por la transformación que ha experimentado en su ser.
50
Al final de la perícopa, los pescadores después de la pesca milagrosa no se quedan en la
barca ubicada en lo más alejado de la orilla, sino que vuelven a tierra, para dejarlo todo y
seguir a Jesús. Volver a tierra luego de un encuentro revelatorio de Jesús significa para los
pescadores un cambio de actividad y de su manera de ser. Ellos que estaban acostumbrados
a vivir en la barca sobre la superficie del lago para realizar a diario la faena de la pesca,
ahora emprenden una nueva actividad, una nueva manera de ser, dejándolo todo para seguir
a Jesús y capturar hombres para que vivan en el Señor.
1.4 UNA INTERPRETACIÓN ESPIRITUAL
Luego del análisis narrativo de Lc 5,1-11, que hace referencia a la parte explicativa de la
hermenéutica de Ricoeur, y de la comprensión inicial en el sentido literal del texto, se
propone una posterior comprensión a nivel espiritual que completará el arco hermenéutico
que propone Ricoeur en el proceso interpretativo. A partir de esa interpretación se buscará
la relación con el proceso místico que propone la espiritualidad carmelitana según santa
Teresa en Las Moradas.
En el contexto de la predicación de Jesús, se presenta el llamado y vocación de los primeros
discípulos de Jesús. En la orilla del lago de Genesaret, Jesús predica la palabra de Dios y ve
a lo lejos a unos pescadores que han terminado su faena, pues están lavando las redes. Jesús
ve a los lejos a Simón, le habla e inicia un proceso de comunicación con él. En concreto,
Jesús se sube a la barca de Simón a quien luego le entregará las llaves de su reino (Cf. Mt
16,19), predica la palabra de Dios a la gente agolpada en la orilla del lago y con voz
imperiosa le dice a Simón “Dirígete hacia lo profundo”.
Ir de la orilla hacia lo profundo, de la superficie de la tierra a la profundidad de las aguas,
de la superficialidad de las máscaras construidas por el mismo hombre a la interioridad del
ser en donde se encuentra en la intimidad consigo mismo para descubrirse habitado por
Dios, representa el proceso de toma de conciencia de la condición de finitud de la persona,
51
de su situación de pecado y del reconocimiento de Jesús como Dios: “apártate de mí, pues
varón pecador soy, Señor” (Lc 5,8).
Es en la profundidad, lejos de la orilla, en donde se obra el milagro. Allí donde no hay
posibilidad de escape, sin nada que esconder, con la confianza puesta en Jesús, Simón
comprueba la eficacia y el poder de Su palabra, a tal punto de dejarlo todo para seguirle.
Seguir a Jesús no implica únicamente un camino físico, sino seguir sus enseñanzas, de
manera que se crea una relación íntima con él, quien espera una respuesta de parte del
hombre. Simón comprueba que obedecer y confiar en la palabra pronunciada por Jesús
produce unos resultados milagrosos a pesar de todos los esfuerzos realizados la noche
anterior y de las condiciones adversas para realizar la pesca durante el día.
Dirígete hacia lo profundo (VEpana,gage eivj to. ba,qoj) es la orden que Jesús sigue
pronunciando al hombre de hoy.49
Es un entrar en intimidad con Jesús para que Él
manifieste el poder de su palabra en un contexto de revelación de su persona y de
conocimiento propio de quien es llamado a seguirle.
Remar hacia donde las aguas son más profundas, alejadas de la orilla, implica todo el
esfuerzo de la persona para conocerse y descubrir al Dios que la habita. Jesús se sigue
subiendo a la barca de cada hombre de hoy, Él acompaña todo esfuerzo, todo trabajo
interior, pero se necesita confianza y abandono en Su palabra para que se obre el milagro de
la gran pesca. La obediencia y confianza de Simón a la palabra de Jesús hacen que Jesús
recompense su orden: “echen las redes”. A partir del suceso milagroso, Simón hace
partícipe a sus socios de tan maravilloso acontecimiento, haciendo señas para pedir ayuda y
recoger los peces atrapados en las redes. Ese “hacer señas” para pedir ayuda es indicativo
de que la experiencia de encuentro con Jesucristo no se queda sólo en un nivel personal,
sino que debe comunicarse, debe hacerse pública para que otros tengan la misma
49
Para san Juan de la Cruz, cuando se refiere a “las profundas cavernas del sentido” en el poema Llama de
Amor Viva, “lo profundo” significa la capacidad de las potencias del alma: memoria, entendimiento, voluntad.
Y lo que puede caber en ellas es Dios, que es profundo e infinito. Ver San Juan de la Cruz, Obras Completas.
Llama de Amor Viva B (Madrid: Editorial de Espiritualidad, 1993), 832-833.
52
experiencia y juntos construir la comunidad de seguidores de Jesús. La confianza a la
palabra de Jesús lleva a construir la comunidad a partir de la revelación que el mismo Dios
hace a cada uno de sus llamados, para compartir la misma experiencia. Los compañeros
(koinwnoi.) de pesca, que antes se reunían en torno a su oficio de pescar, ahora dejan todo
para seguir a Jesús, y el punto de encuentro ya no es su oficio, sino la persona de Jesús.
Al mejor ejemplo de Moisés (Cf. Ex. 33,20), Simón cae ante la presencia de lo divino
reconociendo su estado de pecado y el asombro se apodera de él al igual que de todos sus
compañeros de trabajo. Es una situación de vida o muerte: porque nadie puede ver a Dios y
seguir con vida. El encuentro con Dios, produce una revelación del pecado en el hombre y
un reconocimiento de la persona de Jesús como el Señor. Genera un asombro tal que deja
inmóvil a la persona, por eso, Jesús dice a Simón, y en él a cualquier lector de hoy: “No
temas” (Mh. fobou/. Cf. Lc 5,10). Jesús ofrece calma en los momentos de asombro cuando
el hombre se encuentra cara a cara con la divinidad. Dios deja que el hombre decida qué
camino optar: la vida ofrecida por medio de Jesucristo o la muerte propia del pecado; el
hombre tiene la libertad de escoger el seguimiento a Jesús o sencillamente ir en camino
contrario al de Jesús.
Además de darle tranquilidad a Simón, Jesús le ofrece una misión: “desde ahora pescarás
vivos a hombres” (5,10). En la metáfora de la pesca es claro que se pesca al pez para que
muera. La misión de Simón es pescar hombres para darles vida en Jesucristo, no para que
mueran como el pez luego de ser atrapado, sino para que tengan vida nueva en Él. Lo que
un pescador hace con el pez no es un acto salvífico, por eso la misión que Jesús le
encomienda a Simón es la de continuar con su obra de salvación: pescar vivos a hombres
para que tengan vida en Él. La promesa es hecha sólo a Simón, ésta no excluye a los otros
pescadores, ellos escuchan de boca de Jesús sus planes con Simón y por eso también lo
dejan todo y quieren participar de la aventura de pescar vivos a hombres.
Simón recibe una fuerza tal que es capaz de dejarlo todo y seguirle, se forma una relación
viva entre Jesús y quien le escucha, una relación que lleva a un cambio de vida. Simón
53
Pedro después de experimentar el poder de la palabra de Jesús emprende una vida nueva
dejando todo lo que tenía: casa, suegra, familia, barca, oficio, socios (Cf. Lc 4,38;
5,2.3.7.10). Se trata de un desarraigo total, incluso de dar la vida por seguir al Señor.
Dejar el oficio que se desempeñaba como medio de sustento representa una aproximación a
la vida itinerante, incluso llegar a la mendicidad. Desatender a la esposa y a los hijos
significaba devolverlos a la casa paterna, y se entendía esto como un acto indigno y
humillante para la familia de la mujer. Dejar a los hermanos y hermanas de sangre significa
renunciar a la familia de donde se procede, en donde se obtiene protección. Dejar todo
incluye también dejar a los padres que representan el sagrado orden patriarcal defendido en
el Antiguo Testamento. Dejar los hijos significaba dejar por un lado la mayor alegría del
hombre oriental, consistía en dejar por un lado su orgullo, su seguridad en el presente y su
pensión en la vejez. Dejarlo todo incluía dejar también la tierra, no disfrutar de la herencia
prometida en el Antiguo Testamento y de las bendiciones de Dios.50
La radicalidad en el seguimiento a Jesús tiene su origen en el mismo seguimiento entendido
como acogida de su forma de vida, en la identificación plena con la persona de Jesús, con
su modo de vivir y desde luego con su destino.51
Jesús relativiza todas las cosas de este
mundo: familia, padres, hijos, profesión, oficios, tierras, porque la experiencia con Él es
completamente nueva, un manera diferente de vivir. El Reino de Dios atrae por completo al
discípulo en donde la confianza plena en Dios es su nueva seguridad.
El hombre de hoy está necesitado de encuentros con la divinidad, llamado a descubrir el
sentido de su vida y su misión en este mundo, poniendo su seguridad sólo en Dios. Lo
acontecido a Simón Pedro sigue sucediendo hoy a muchas personas que aceptan la
invitación de Jesús a “dirigirse hacia lo profundo” de sí mismos poniendo toda la confianza
50 Hernán Cardona R., “El discipulado de Jesús en la comunidad universitaria”. Theologica Xaveriana 156
(2005), 556-557. 51
Hernando Barrios T., “Los seguidores y seguidoras del Maestro de Nazaret: Un problema de identidad”.
Cuestiones Teológicas 81 (2007), 100.
54
en su Palabra para poder dejarlo todo e ir tras las huella del Señor. Con estos elementos
obtenidos a partir del análisis narrativo de Lc 5,1-11 y de su interpretación en sentido
espiritual como un dirigirse hacia la profundidad del hombre mismo, la siguiente parte del
trabajo, buscará revisar el proceso de transformación personal que plantea Santa Teresa en
su obra cumbre Las Moradas para, posteriormente, establecer las posibles relaciones
existentes entre el proceso de transformación que ocurre en Simón Pedro y el que presenta
Santa Teresa de Jesús.
55
2. EL PROCESO MÍSTICO EN LAS MORADAS DE SANTA TERESA
Después de analizar el evangelio de Lc 5,1-11, este capítulo pretende estudiar el proceso
espiritual que plantea Santa Teresa en su obra cumbre Las Moradas52
, enfatizando el
proceso de transformación que experimenta la persona que se dirige al interior de su ser,
como respuesta a la iniciativa divina. Para dicho estudio, se tiene en cuenta que el libro de
Las Moradas no es una unidad cerrada en sí misma, sino que está abierto a los anteriores
escritos Vida y Camino de Perfección, y que para comprenderlo mejor hay que contar con
ellos porque se interrelacionan entre sí.53
Además, siguiendo el pensamiento a Antonio Mas Arrondo54
, se tendrá en cuenta que en
los cuatro capítulos de las Séptimas Moradas aparecen los criterios de interpretación de
toda la obra teresiana: la relación con Dios, la relación con Jesucristo, las diferentes formas
de oración, la transformación de la persona y la finalidad o las acciones a seguir por parte
del seguidor de Cristo. De estos cinco criterios de interpretación, se hará énfasis en el
proceso de transformación de la persona para encontrar las posibles relaciones con el texto
de Lucas 5,1-11.
En el proceso místico55
según el cristianismo, los actores principales son dos: Dios y el
hombre, entre quienes se establece un encuentro. Este encuentro es posible gracias a la
52 Para citar la obra de Santa Teresa se seguirán las siglas de las “Obras Completas” de la Editorial de
Espiritualidad editadas en el 2000, dirigida por Alberto Barrientos. El libro de Las Moradas se designa con la
“M”, si se cita un número antes de la sigla “M” se hace referencia a una de las siete Moradas, un número
después de la sigla “M” indica el capítulo, luego una coma (,) y después otro número que designa un numeral
de dicho capítulo, p.e. (1M 1,7) hace referencia a la primera Morada, capítulo 1, numeral 7. El libro de La
Vida se cita con “V”, el Camino de Perfección códice de Valladolid como “CV”, el libro de Fundaciones
como “F”, las Cuentas de Conciencia como “CC”, las Meditaciones sobre el Cantar de los Cantares como
“MC” y las Poesías como “P”. Ver: Santa Teresa de Jesús, Obras Completas (Madrid: EDE, 2000). 53 Antonio Mas Arrondo, “El itinerario espiritual en el Castillo Interior”, en Las Moradas del castillo Interior
de santa Teresa de Jesús: Actas del IV Congreso Internacional Teresiano en preparación del V Centenario de
su nacimiento (1515-2015), ed. Francisco Javier Sancho Fermín y Rómulo Cuartas Londoño (Burgos: Monte
Carmelo-CITeS, 2014), 228 54
Ibíd., 224-225. 55
Se entiende por “místico” el conjunto de experiencias interiores, inmediatas y que producen gozo, de la
unión del fondo del sujeto con Dios. Es decir, una conciencia directa de la presencia de Dios en lo más
56
persona de Jesucristo, por quien los hombres tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y
se hacen partícipes de la naturaleza divina. Por la revelación de Jesucristo, Dios habla a los
hombres como amigo y mora en ellos para invitarlos a su comunicación y recibirlos en su
compañía.56
Ante la iniciativa de Dios, el hombre debe acoger esa comunicación para dar
sentido a su vida.
Martin Velasco afirma que la persona puede acoger esta iniciativa de Dios con una triple
respuesta que genera tres formas de existencia. A juicio de Martin Velasco, en una primera
respuesta, el hombre puede ignorar las insinuaciones que le hace Dios y caer en la
indiferencia. La segunda respuesta posible es el rechazo puro y simple, respuesta que se
considera actitud de increencia en el sentido fuerte, que conduce a una desesperación
radical ante la vida. Una tercera respuesta es la aceptación de esa “Presencia” que se ofrece,
que en el cristianismo se conoce como actitud teologal y que en su comienzo se puede
sintetizar como actitud de fe.57
Esta acogida por parte del hombre es la que hace posible
que surja la experiencia mística, tal como lo expresa Martín Velasco: “esto significa no sólo
que es indispensable que exista la fe para que pueda existir un camino místico, sino que la
mística se realizará siempre en el interior de la fe”.58
Por eso, la mística constituye una
forma peculiar y privilegiada de la experiencia que comporta toda realización viva,
efectiva, de la dimensión teologal , es decir, de la fe-esperanza-caridad y adquiere todo el
carácter de actualidad para dar respuesta al sin sentido de vida que caracteriza a los
hombres de hoy.59
Según Gabriel Castro, santa Teresa se ha explorado a sí misma para descubrir esa
“Presencia” que la habita y, dejándose guiar por el Cristo que le habla desde dentro, hace
una distinción entre alma y potencias, entendimiento y fantasía. De acuerdo a Castro,
Teresa habla según la concepción que se tiene sobre el hombre en el Medioevo y para ella,
profundo de la persona que transforma su vida por el amor. Para un mayor desarrollo del significado del
término “mística”, ver: Juan Martín Velasco, El Fenómeno Místico (Madrid: Trotta, 2009), 17-24. 56 Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum: Sobre la Divina Revelación, 1,2. 57
Juan de Dios Martín Velasco, El Fenómeno Místico: Estudio comparado (Madrid: Trotta, 2009), 272-273. 58
Ibid., 275. 59
Ibid., 281.
57
“el hombre es el campo de observación de la obra de Dios en el mundo”.60
Ella escucha y
obedece la voz de Cristo que la invita a realizar el viaje al interior de sí misma hacia el
centro del alma, de la misma manera que Simón escucha y obedece a Jesús, quien le habla
en la orilla del lago de Genesaret: “dirígete hacia lo profundo” (Lc 5,4).
Santa Teresa utiliza diferentes términos para referirse a la anatomía del alma, para testificar
su experiencia y expresar una idea del hombre. Términos tales como carne y espíritu,
cuerpo y alma, exterior e interior, centro y periferia, superficie y hondón, entre otros, son
“como pares que le sirven de polos sobre los que hace girar y crecer su “sistema” de
observaciones que atribuye a una u otra esfera de lo humano”.61
Con estas mismas
categorías se abordará el proceso de interiorización según santa Teresa para llegar a lo
profundo del ser, identificándolo con el proceso que va desde la orilla del lago a lo
profundo de las aguas en el relato del Lago de Genesaret en Lc 5,1-11.
2.1 UN ITINERARIO ESPIRITUAL EN PROCESO
Se llama itinerario a la dirección y descripción de un camino, al recorrido que se hace desde
un lugar o espacio determinado hacia otro, en nuestro caso desde la superficialidad a la
profundidad del ser humano para encontrarse consigo mismo y con Dios. Se habla de
proceso porque el itinerario que se recorre va desde el llamamiento personal que hace Dios
al hombre para vivir en comunión con Él hasta el encuentro del discípulo con Jesucristo
resucitado que lo introduce en el misterio de la vivencia intratrinitaria. Se trata de un
proceso de encuentro entre personas, muy similar al encuentro que tenemos con amigos y
personas allegadas, que puede ir de menos a más, siempre hacia adelante, “hacia lo
profundo” y que Teresa de Ávila plantea en siete etapas o Moradas. Dicho encuentro se
realiza por medio de Jesucristo, modelo de hombre y camino seguro para el descubrimiento
de Dios.
60
Gabriel Castro, “Hombre”, en Diccionario de Santa Teresa, dir. Tomás Álvarez (Burgos: Monte Carmelo,
2006), 330. 61
Ibid., 329.
58
Las Moradas de santa Teresa son un itinerario de crecimiento en el amor que se basa en el
conocimiento mutuo a partir de los misterios de la vida de Cristo en dos grandes etapas.
Una primera etapa se caracteriza por la comunicación de Jesucristo al ser humano para que
él comience la vida espiritual en la cotidianidad (tres primeras Moradas). La persona recibe
el llamado divino a introducirse en sí mismo, luego es invitado a conocer a Jesús por medio
de la oración vocal, la meditación y el recogimiento de las potencias que va generando un
crecimiento en las virtudes y un ir dejando la condición de hombre viejo debido al pecado.
La otra etapa, de las cuartas a las séptimas Moradas, mucho más profunda y de mayor
intensidad, nace de las tres primeras Moradas y crece en el amor dado por Cristo a la
persona hasta llegar a la madurez del amor en la vivencia de la Trinidad. Ese amor poco a
poco se va encendiendo por una llamada interna, el silbo del Pastor del que habla santa
Teresa en las cuartas Moradas62
, que recoge las potencias y va conduciendo a la persona a
la unión con Dios. Aquí ya la llamada de Dios puede ocurrir no sólo estando en oración,
sino también en las diversas situaciones de la vida, y va dirigida a la voluntad de la persona
en donde nace el amor como respuesta a esa llamada divina.63
Este dirigirse a la unión con Dios, oración propia de las tres últimas Moradas, es un proceso
de humanización, pues la persona poco a poco va cayendo en la cuenta de la grandeza del
hombre por la manera como Dios lo ha creado a su imagen y semejanza y por su
“Presencia” interior. Se trata de una toma de conciencia de cómo Dios une al hombre
consigo para crecer en el amor de manera que sus acciones reflejen el mismo amor de Dios.
2.2 LA INICIATIVA PARTE DE DIOS
Según el texto bíblico de san Lucas estudiado en el capítulo anterior, la iniciativa la tiene
Jesús. Mientras Jesús enseñaba a la gente en la orilla del lago, ve a unos pescadores que han
terminado su tarea, pues están lavando las redes, y luego entabla relación con Simón Pedro.
Al igual que Simón, Santa Teresa descubre que Dios toma la iniciativa, que desde su
62
4M 3,2. 63
Mas Arrondo, El itinerario espiritual en el Castillo Interior, 237.
59
interior la llama y que por eso no se le conoce sino que se le reconoce, pues Él ha creado al
hombre a su imagen y semejanza (1M 1,1) y siempre ha estado ahí y ni siquiera el mismo
pecado podrá quitar en el hombre esa realidad de la presencia de Dios en su interior: “Es de
considerar aquí que la fuente y aquel sol resplandeciente que está en el centro del alma no
pierde su resplandor y hermosura, que siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su
hermosura”.64
Se trata de la “Presencia divina” que llama desde el interior, pues el hombre
tiene la capacidad de recibir el llamado de Dios y de responder a su llamado, dado que está
hecho a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,26). Este presupuesto es lo “que hace posible
tanto la búsqueda como el encuentro y es además una primera formulación de lo que será el
resultado”, es decir, este presupuesto es anterior a la experiencia de Dios y sólo desde esta
experiencia la persona percibe a Dios en todas las cosas.65
Como lo expresa Martín Velazco66
, el descubrimiento por parte del hombre de este
presupuesto genera una repercusión inmediata en la conciencia de sí y en la de su mundo,
de su gran dignidad pues se experimenta habitado por Dios, y que Teresa sabe que la
persona no alcanza a entender y abarcar la totalidad de su gran dignidad humana: “No hallo
yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y
verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a
comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos
crió a su imagen y semejanza”.67
Con este presupuesto ontológico con el que Teresa comienza su proceso de dirigirse hacia
la profundidad de sí misma “adonde pasan las cosas de mucho secreto entre Dios y el
alma”,68
es necesario resaltar que:
Hemos de ver cómo podemos entrar […] porque, si este castillo es el ánima, claro
está que no hay para qué entrar, pues se es él mismo; como parecería desatino decir
a uno que entrase a una pieza estando ya dentro. Mas habéis de entender que va
mucho de estar a estar: que hay muchas almas que se están en la ronda del castillo, 64
1M 2,3. 65
Juan de Dios Martín Velasco, La experiencia cristiana de Dios (Madrid: Trotta, 2007), 126. 66
Ibid., 127. 67
1M 1,1. 68
1M 3,1.
60
que es adonde están los que le guardan y que no se les da nada de entrar dentro, ni
saben qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está dentro, ni aún que piezas
tiene.69
Teresa compara al hombre con un castillo, y el proceso que plantea en el libro de Las
Moradas hace referencia a cómo poder entrar con cierta seguridad hasta lo más profundo
del castillo, en analogía con la confianza de Simón Pedro a la Palabra de Jesús: “dirígete
hacia lo profundo” (Lc 5,4). Todas esas experiencias que narra Teresa de Jesús “son
manifestaciones de un hecho originario que constituye el principio y fundamento sobre el
que descansa toda posible experiencia de Dios: su presencia constitutiva en el fondo de la
realidad y su presencia originante en el centro de la persona”,70
es decir, algo trascendental
como lo entiende Rahner, una estructura a priori, no adquirida por el hombre, sino dada de
antemano, que es condición de posibilidad de su saber y de su actuar, por tanto, también del
ser del hombre.71
Para que el hombre pueda introducirse en este viaje hacia su interior se necesitan otros
presupuestos o disposiciones existenciales sin los que la Presencia de Dios en su interior no
llegaría a reconocerse.72
Mientras Simón Pedro navega en su barca confiado en la palabra
pronunciada por Jesús, Teresa comienza este adentrarse en el castillo interior por medio de
la oración y la consideración (1M 1,7). Los teresianistas proponen que, de acuerdo a la
imagen teológica del hombre en santa Teresa, se han de conocer las disposiciones
existenciales previas para llegar a explorar la antropología mística. Se trata de un proceso
de humanización en el que se puede, siguiendo las categorías teresianas, hablar de una fase
ascética,73
que se convierte en una propuesta ética, pedagógica y estética y que comprende,
entre otros: el conocimiento propio, el desasimiento, la oración vocal y mental, el
69
1M 1,5 70
Juan Martín Velasco, La experiencia cristiana de Dios, 25. 71
Karl Rahner, Curso Fundamental sobre la fe: Introducción al concepto de cristianismo (Barcelona: Herder,
1998), 37-41. 72
Juan Martín Velasco, La experiencia cristiana de Dios, 128. 73
Se entiende por “ascética” el conjunto de esfuerzos humanos para cooperar con Dios en la consecución del
ideal cristiano. La ascesis teresiana va en la línea de la vivencia comunitaria, que es más exigente que unas
penitencias corporales. Ver: CV 4,7; 27,6; Tomás Álvarez, Diccionario de Santa Teresa (Burgos: Monte
Carmelo, 2006), 57-60.
61
recogimiento, la quietud, una determinada determinación, los sacramentos y los
discernimientos. Luego viene la fase mística como tal, en la que se analiza la realización
del hombre en comunión con Dios donde aparecen los gustos, los sentidos espirituales, las
visiones, las hablas, los vuelos de espíritu, las heridas y virtudes infusas, la noche, etc.,
hasta llegar al abismo, al hondón del alma, al centro, a las entrañas del alma, a los tuétanos,
a la cámara real, al aposento de cielo empíreo que tenemos en lo interior de nuestras almas
(6M 4,8), al tabernáculo de Dios (7M 3,13) a donde el mismo Dios quiere conducir al
hombre.74
2.3 MÉTODO EXPERIENCIAL PARA LLEGAR A LO PROFUNDO
El hombre, según santa Teresa, al tomar conciencia de su gran dignidad y de reconocerse
habitado por Dios, no puede desconocer la Doctrina y la Tradición de la Iglesia frente a su
realidad, ni desconocer los libros como ayudas para el gran descubrimiento de la Presencia
divina. Pero este no es el camino que propone la santa abulense, ella propone un camino
experiencial, siguiendo a sus maestros espirituales.75
No se trata de algo aprehendido por
medio de conceptos o doctrinas sino algo experiencial que se expresa por narraciones
utilizando metáforas y símbolos como “el castillo” que representa al hombre y “el
matrimonio espiritual” para explicar la unión profunda con el Dios uno y Trino que la lleva
a servirle en los otros.
Estas experiencias se contraponen al conocimiento teórico, de conceptos, de cosas
abstractas. Santa Teresa tiene muy claro que en sus escritos narra sus propias experiencias y
las de otros cercanos a ella: “No diré cosa que en mí o por verla en otras, no la tenga por
74
Tomás Álvarez, Diccionario de santa Teresa, 330. 75
Ya Francisco de Osuna en su libro Tercer Abecedario Espiritual expresa este pensamiento que debió marcar
una fuerte influencia en santa Teresa pues ella hace referencia a este libro en su autobiografía (V4,7): “El
maestro de esta sabiduría del corazón, que por sola devoción se alcanza, es sola la experiencia, según aquello
de San Bernardo: ¿Para qué estas secretas palabras manifestamos en público? ¿Por qué las inefables aficiones
nos trabajamos declarar con palabras comunes? Los no experimentados no entienden las tales cosas si no las
leen más expresamente en el libro de la experiencia, a las cuales esta unción enseña; porque de otra manera la
letra exterior no aprovecha cosa alguna al que las lee; muy poco sabrosa es la lección de la letra exterior si no
tomare del corazón la glosa y el sentido interior.” Tercer Abecedario Espiritual, (Madrid: BAC, 1972), tr. V,
cap. 3, 223.
62
experiencia”,76
y en las primeras Moradas dice: “y aun plega al Señor que atine a decir
algo, porque es bien dificultoso lo que querría daros a entender, si no hay experiencia…”77
Es a partir de la experiencia de Dios que se puede llegar a su descubrimiento en el
planteamiento teresiano. Esta experiencia tiene a Dios por meta porque ocurre en el centro
del alma gracias al mismo Dios que actúa sobre ella.78
Por eso, para que el encuentro del
hombre con Dios sea posible, la persona debe ir de la superficialidad a la profundidad de sí
misma.
Hablar de experiencia supone hablar de contacto con la realidad concreta, no de
conocimiento teórico ni abstracto. Siguiendo a Martín Velasco, hablar de experiencia de
Dios implica dos momentos fundamentales unidos entre sí: el primero es la actitud de
reconocimiento de la Presencia divina o Presencia originante en el interior del hombre
mismo, que en la fenomenología de la religión se llama actitud religiosa fundamental y que
en el cristianismo toma forma de “fe-esperanza-caridad”. El segundo momento es la
“vivenciación” de ese reconocimiento de la Presencia originante en las facultades de la
persona y en las situaciones de la vida, es decir, se trata de la encarnación del
reconocimiento de la Presencia divina en la cotidianidad del hombre. 79
Además, es importante tener en cuenta que la experiencia de Dios sucede en el orden de la
fe, como lo expresa la misma santa Teresa: “Yo sé que quien esto no creyere no lo verá por
experiencia”.80
Procede de la iniciativa divina, tiene carácter de respuesta por parte del
hombre ante esa iniciativa y ocurre en lo más profundo de la persona gracias al mismo
obrar de Dios en ella que la lleva a su encuentro, por eso, es la totalidad de la persona la
que se siente involucrada en la experiencia de Dios.
El objetivo de llegar al conocimiento de Dios por medio experiencial lleva a un
conocimiento de sí mismo y viceversa, pensamiento que Teresa expresa en muchas de sus 76
Santa Teresa, Camino de Perfección, Códice de Valladilid, Prólogo 3. 77
1M 1,9. 78
Juan Martín Velasco, La experiencia cristiana de Dios, 130-131. 79
Ibid., 35. 80
1M 1,4.
63
obras y concretamente en el libro de Las Moradas dice: “que, cierto, veo secretos en
nosotros mismos que me traen espantada muchas veces; y, ¡cuántos más debe haber! [...]
pues en nosotros mismos están grandes secretos que no entendemos”.81
Este conocimiento
personal, estos secretos en nosotros mismos, son los que ahora se intentará explicar
siguiendo la doctrina teresiana en Las Moradas.
2.4 EL CONOCIMIENTO DE SÍ EN EL RECONOCIMIENTO DE DIOS.
COMIENZO DE LA FASE ASCÉTICA
Una vez que la persona toma conciencia de su dignidad, debe comenzar a quitar todo
aquello que impide el caer en la cuenta de sentirse habitada por Dios. Se trata de una toma
de conciencia de su realidad de pecado: “así el alma que, por su culpa se aparta de esta
fuente (Dios) y se planta en otra de muy negrísima agua y de muy mal olor, todo lo que
corre de ella es la misma desventura y suciedad”.82
Santa Teresa compara al hombre con un
árbol que puede estar plantado en diversas orillas: a la orilla de la fuente cristalina que es
Dios donde produce buenos frutos, para expresar la realidad de la gracia divina en el
hombre; y a la orilla del agua sucia, negra y maloliente, para expresar la realidad de pecado
en el hombre que decide plantarse en la orilla de esa fuente sucia.
Esa realidad de pecado hace que los sentidos y las potencias de la persona, estén
perturbados de manera que se dificulta el caer en la cuenta de esta misma realidad.83
Entonces es necesario comenzar el proceso de conocimiento de sí. Se trata de un doble 81
4M 2,5. 82
1M 2,2. 83
En 1M 2,4 santa Teresa compara a los sentidos humanos con la gente que vive en los aposentos del castillo
y compara a las potencias humanas con los alcaides o mayordomos o maestresalas que gobiernan al mismo
hombre. Los sentidos: el tacto, la vista, el olfato, el oído y el gusto, ponen a la persona en contacto con la vida
exterior. Los sentidos tienen sus correspondientes sentidos interiores que son necesarios para la vida
espiritual, en especial, la vista, el oído y el tacto. Las potencias: memoria, entendimiento y voluntad, ayudan
en todo el proceso espiritual. Junto a estas potencias, santa Teresa distingue la imaginación del entendimiento;
con el entendimiento la persona discurre, elucubra y medita, mientras que con la imaginación sueña, mantiene
viva la esperanza y sigue una vida autónoma que a veces distrae en la oración, por eso santa Teresa
recomienda no seguirla mientras se medita (V 17,6-7). Con la memoria recuerda y archiva experiencias
anteriores; y con la voluntad decide y opta por el amor. Se podría decir que de las tres la más importante es la
voluntad, por eso santa Teresa expresará en las cuartas Moradas que en el proceso espiritual “no está la cosa
en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced” (4M 4,7).
64
objeto en el conocimiento que propone santa Teresa: el de sí mismo y el de Dios.84
En la
medida en que el hombre se acerca a Dios, va reconociendo su realidad de pecado y la
Presencia divina en su interior.
En este proceso de introducirse en sí mismo para conocerse, los sentidos ayudan a la
persona en la relación con el mundo exterior y por medio de las potencias vamos
relacionándonos con Dios en la oración, ya sea esta mental o vocal. Por medio de la
consideración se busca ocupar el entendimiento o la toma de conciencia de qué es lo que se
dice, a quién se lo dice y quién lo dice (1M 1,7) para que poco a poco la voluntad se rinda a
la voluntad divina.
Santa Teresa plantea comenzar el proceso espiritual por el propio conocimiento y cómo
mirando al Señor podemos conocernos a nosotros mismos:
Y así torno a decir que es muy bueno y muy rebueno tratar de entrar primero en el
aposento adonde se trata de esto, que volar a los demás, porque este es el camino;
[…] Y - a mi parecer - jamás nos acabamos de conocer, si no procuramos conocer a
Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra bajeza y, mirando su limpieza,
veremos nuestra suciedad; considerando su humildad, veremos cuán lejos estamos
de ser humildes.85
En ese ir conociendo la realidad de pecado y de miseria en el hombre, aparece el gran
riesgo de quedarse únicamente mirando esta realidad (1M 2,10) y por eso santa Teresa
recomienda que en el proceso del conocimiento propio se debe ir siempre buscando a Dios:
“Así el alma en el propio conocimiento; créame y vuele algunas veces a considerar la
grandeza y majestad de su Dios: aquí hallará su bajeza mejor que en sí misma y más libre
de las sabandijas adonde entran en las primeras piezas, que es el propio conocimiento, que
(aunque, como digo, es harta misericordia de Dios que se ejercite en esto) tanto es lo de
más como lo de menos, suelen decir”.86
Se hace entonces necesario mantener la mirada en
el centro del castillo, donde se encuentra el Rey (1M 2,8), pues para los principiantes en
84
Francisco Javier Sancho Fermín, “El conocimiento del sí en la meditación teresiana”, en La Meditación
Teresiana, ed. Francisco Javier Sancho Fermín (Ávila: CITeS, 2012), 61. 85
1M 2,9. 86
1M 2,8
65
este caminar importa mucho saber cuál es la meta: “la perfección verdadera es amor de
Dios y del prójimo” (1M 2,17). Este mantener la mirada en el centro del castillo permite al
principiante no desviarse del objetivo del proceso espiritual que es el amor a Dios y a los
otros.
Volviendo al texto evangélico de Lucas en el capítulo 5, luego que Simón obedece la
palabra de Jesús, se produce el milagro de la pesca cuando las condiciones no son las
adecuadas para que se produzca. Allí donde las aguas del lago son más profundas, donde se
está lejos de la superficie de la tierra, es donde Simón se encuentra con Jesús, se reconoce
pecador y reconoce en Jesús la divinidad y cae postrado a sus pies (Lc 5, 8). De la misma
manera, santa Teresa en el libro de Vida expresa que: “Mucho contenta a Dios ver un alma
que con humildad pone por tercero a su Hijo, y le ama tanto, que, aun queriendo su
Majestad subirle a muy gran contemplación, como tengo dicho, se conoce por indigno,
diciendo con san Pedro: Apartaos de mí Señor, que soy un hombre pecador”.87
Se trata de
un descubrir la condición de finitud, de criatura, para ir ganando en humildad88
reconociendo al Creador y toda su obra buena a través de las acciones humanas.
Santa Teresa de Jesús recomienda entrar en el interior del castillo, en la profundidad del
ser, para descubrirse a sí mismo con toda su realidad de pecado y descubrir en Jesús la
divinidad. Por lo tanto, el camino para que el hombre salga de su problema radical, de la
raíz de su pecado, es el dejarse encontrar por Dios. El encuentro con Dios y la experiencia
de Dios generan una profundización en el conocimiento de sí mismo. Es aquí donde
adquiere sentido la expresión que ella escucha un día en oración: “Búscate en Mí”89
y que
87
V 22,11. 88
Santa Teresa definirá más adelante “la humildad” como andar en verdad (6M 10,7). Esta virtud es
importante porque en la medida en que Dios se va revelando al hombre como la Suma Verdad, va dándonos el
conocer la verdad creatural que somos. 89
Palabras que escucha la santa estando en oración y que cuenta a su hermano Lorenzo de Cepeda pidiéndole
ayuda para entender su significado. Luego consultó con sus amigos cercanos. Al no obtener respuesta de parte
de ellos, el obispo de Ávila, don Álvaro de Mendoza, convoca a un certamen literario o “vejámenes” para
responder al significado de dichas palabras. Al finalizar todo esto, la santa se defiende maravillosamente
contestando a los amigos que trataron de dar respuesta: Francisco de Salcedo, Julián de Ávila, Juan de la Cruz
y Lorenzo de Cepeda, y termina dando unas recomendaciones a don Álvaro de Mendoza. Ver: Santa Teresa.
66
genera la hermosa poesía: Alma, buscarte has en Mí, y a Mí, buscarme has en ti,90
en dónde
cuenta la experiencia de encuentro de Dios con ella y de ella con Dios.
Ese buscarse del hombre en Dios es ante todo una actitud del orante al ponerse en diálogo
amoroso con el Señor, como se trata con cualquier persona. Desde el inicio, el orante debe
saber hacia dónde se dirige y aprender que el conocimiento de sí ayuda a cimentarse en la
virtud de la humildad. Por eso en la primera Morada, Teresa dice que “mientras estamos en
esta tierra, no hay cosa que más nos importe que la humildad”,91
y es consciente del daño
que hace no entender bien esto de la humildad y propio conocimiento (1M 2,13). Además,
este conocimiento de sí iluminado por Dios, trae como ganancia que “nuestro
entendimiento y voluntad se hace más noble y más aparejado para todo bien tratando a
vueltas de sí con Dios”.92
Tomás Álvarez se refiere al tema diciendo que: “el conocimiento de sí mismo que Teresa
propone es una acto religioso de oración, capaz de abarcar con una sola mirada al propio
castillo y al Dios que lo habita y dignifica”.93
En ese acto religioso se debe tener en cuenta
que el hombre debe tomar conciencia de con quién es que habla (conocimiento de Dios),
qué es lo que pide (conciencia de lo que está diciendo o hablando con Dios) y quién es
quien pide (conocimiento de sí mismo).94
Estos elementos no pueden faltar en la oración,
pues por medio de esta toma de conciencia la persona no se abstrae de su realidad
particular, sino que la asume y la lleva a una plenitud en Dios.
Es importante anotar que el conocimiento de sí presenta diversos alcances en la obra
teresiana, ya que en este conocimiento, que en muchos momentos aparece como un conocer
“la propia miseria”, se puede producir una visión negativa del hombre. Por tanto, es
“Vejamen”, en Obras Completas, 1192-1194. Madrid: EDE, 2000. Para una mejor comprensión del proceso
del “Vejamen”, ver: Ángel Custodio Vega, La poesía de santa Teresa (Madrid: BAC, 1972), 88-97. 90
Poesía 4. 91
1M 2,9. 92
1M 2,10. 93
Tomás Álvarez, Comentarios a “Vida”, “Camino” y “Moradas” de santa Teresa. Para la reflexión y
oración personal y de grupo, (Burgos: Monte Carmelo, 2005), 565. 94
1M 1,7.
67
necesario verlo en todo su conjunto, pues cuando santa Teresa habla del conocimiento de
sí:
…está pensando en aquella verdad teologal que da sentido y razón del ser y del
existir del hombre: su auténtica naturaleza, que solo se explica en su origen: Dios.
Los otros elementos que configuran la personalidad no son más que consecuencia
de ello […] El conocimiento de sí crea en la persona una dinámica de conversión,
de apertura y reconocimiento frente a la propia verdad que define al hombre, y por
eso encierra en sí un profundo carácter de realismo ascético.95
Este conocimiento es un ir profundizando en esa verdad teologal para que la persona vaya
descubriendo cada vez más ese “sol resplandeciente que está en el centro del alma […], que
siempre está dentro de ella, y cosa no puede quitar su hermosura”.96
Al mismo tiempo, este
conocimiento genera un reconocimiento de las propias faltas y un conocer hasta dónde
llegan nuestras fuerzas para crecer como seres humanos; propiciando un cambio, una
conversión que exige una respuesta y un compromiso por parte del hombre, de ahí su
carácter ascético.
En esta primera etapa del proceso espiritual, la persona ha decidido entrar en sí misma por
medio de la oración, reconoce que Dios toma la iniciativa en la comunicación con el
hombre y que ha sido creada a su imagen y semejanza. Además, cae en la cuenta de su
realidad de pecado y finitud, y comienza el conocimiento de sí aceptando su pasado, con la
mirada puesta en Dios para alcanzar la perfección en el amor. Este conocimiento de sí lleva
a una aceptación de la propia verdad que es el cimiento de la virtud de la humildad para que
la persona pueda entenderse a sí misma y sea libre en Dios (cf. Jn 8,32).
2.5 PARA MANTENERSE DENTRO DEL CASTILLO HAY QUE LUCHAR
Una vez se ha entrado en el castillo por medio de la oración y la consideración, santa
Teresa recomienda no quedarse en las primeras moradas, sino avanzar en el proceso
espiritual alejándose de las ocasiones peligrosas que pueden sacar a la persona de dicho
95
Francisco Javier Sancho Fermín, La Meditación teresiana, 76-78. 96
1M 2,3.
68
proceso y que impiden escuchar el llamado que hace el Señor. Este llamado, el Señor lo
realiza por medio de personas buenas que están más cerca de Él, de homilías, de lecturas,
especialmente de la Palabra de Dios o incluso a través de enfermedades y dificultades.97
Aunque el hombre aún no tenga una determinación firme de seguir al Señor, y aunque en
muchos momentos no pueda responder al llamado de Dios, debe perseverar en el encuentro
con Él. Esta virtud de la perseverancia se convierte en lo más necesario de esta etapa
“porque con ella jamás se deja de ganar mucho”.98
Por eso, para mantenerse dentro de este proceso dinámico y llegar al centro donde habita el
gran Rey, es necesario estar en pie de lucha como los soldados de Gedeón,99
tal como lo
expresa santa Teresa:
Siempre esté con aviso de no se dejar vencer; porque si el demonio le ve con una
gran determinación de que antes perderá la vida y el descanso y todo lo que le
ofrece que tornar a la pieza primera, muy más presto le dejará. Sea varón y no de los
que se echaban a beber de bruces, cuando iban a la batalla, no me acuerdo con
quién, sino que se determine que va a pelear con todos los demonios y que no hay
mejores armas que las de la cruz.100
Se necesita una gran determinación, y armarse con la mejor arma que es la cruz y no volver
atrás. Se trata de un combate contra las fuerzas que el pecado ha dejado en el interior del
hombre, huellas y cadenas que atan a la persona y no le permiten conocer en realidad quién
es. Es un combate con tres fuertes de batalla101
de acuerdo a la imagen que se tenía del
hombre en el siglo XVI: el interior, las potencias del alma – memoria, entendimiento y
voluntad - que parece hacen la guerra;102
el exterior, pues gracias al pecado el hombre ha
perdido libertad y dominio de sí, y su centro ha estado fuera de sí; el trascendente, se
97
2M 1,2-3. 98
2M 1,3. 99
El libro de los Jueces en el capítulo 7 narra la historia de la batalla de Gedeón contra Madián y la manera
como Dios escogió a sus soldados. Yahvé redujo el número de hombres de combate para subrayar que la
victoria sobre el enemigo la da Dios y no el número de soldados del ejército. Yahvé no quiere que el pueblo
se enorgullezca creyendo que ellos mismos son los que ganan la batalla, por eso va seleccionando su ejército
hasta quedar sólo con 300 hombres para ganar la pelea. Esos 300 hombres fueron los que lamieron el agua
con la boca y no se arrodillaron para beberla. Santa Teresa utiliza este ejemplo para señalar que los valientes
que perseveren y obedezcan a Dios seguirán adelante en el proceso. 100
2M 1,6. 101
Álvarez, Comentarios, 575. 102
2M 1,9.
69
refiere Teresa a los “demonios” como fuerza misteriosa del mal que desborda a la
persona103
tal como san Pablo refiere a fuerzas misteriosas que desbordan al hombre.104
Ante tal dimensión del combate, la persona podría desanimarse y tal vez sus fuerzas tiendan
a agotarse. Santa Teresa propone tres grandes principios de cómo vivir la vida espiritual
que se ha planteado anteriormente como combate y que desarrolla ampliamente en su obra
Camino de Perfección: practicar el amor de unos con otros, desasimiento de todo lo criado
para ganar en libertad de espíritu y la verdadera humildad que es la principal y las abraza a
todas.105
Ella entiende el amor al prójimo como fundamento de las relaciones
interpersonales; el desasimiento como una manera de ver el mundo y la sociedad sin
apegos, en completa libertad; la humildad como aquella virtud que permite al hombre
valorarse, aceptarse y conocer su verdad.
Para alcanzar y crecer en estas virtudes, entendidas como la transformación progresiva de la
persona,106
santa Teresa da la gran recomendación de mirar a Jesucristo, el Hijo de Dios por
quien el hombre tiene acceso al Padre (Jn 14, 6), el modelo a imitar para alcanzarlas y
poder hacer las obras que Dios quiere y gozar de su gloria.107
Además, sabiendo que este no
es un camino fácil, recomienda que acuda a la ayuda de personas que estén más sumergidas
en el proceso espiritual (2M 1,10), pues el hombre es un ser relacional y necesita de la
ayuda de los otros y de la confianza en la gracia divina:
Por vuestra misericordia no consintáis que esta alma sea engañada para dejar lo
comenzado. Dadle luz para que vea cómo está en esto todo su bien, y para que se
aparte de malas compañías; que grandísima cosa es tratar con los que tratan de esto;
allegarse no sólo a los que viere en estos aposentos que él está, sino a los que
entendiere que han entrado a los de más cerca; porque le será gran ayuda, y tanto los
puede conversar, que le metan consigo.108
103
2M 1,3. 104
Ef 6,11. 105
CV 4,4. 106
Mas Arrondo, Acercar el cielo, 81. 107
2M 1,11. 108
2M 1,6.
70
A santa Teresa le interesa que el principiante en el proceso espiritual esté advertido y que
no se haga la idea de una vida fácil dentro del castillo, pues se lucha para recuperar el
equilibrio interior que se ha perdido por el pecado, se lucha por la paz y por la perfección
en el amor (2M 1,9). Y plantea el gran objetivo del proceso espiritual, de todo aquel que
comienza oración:
Toda la pretensión de quien comienza oración (y no se os olvide esto, que importa
mucho) ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias pueda
a hacer su voluntad conformar con la de Dios; y -como diré después- estad muy
cierta que en esto consiste toda la mayor perfección que se puede alcanzar en el
camino espiritual: quien más perfectamente tuviere esto, más recibirá del Señor y
más adelante está en este camino.109
Toda la lucha en el proceso, y concretamente en esta etapa, tiene como objetivo final que la
voluntad humana se una a la voluntad de Dios. Por eso la persona tiene que hacer el trabajo
en su interior de ir muriendo a sus caprichos y disponerse a amar. Quien ha comenzado este
caminar hacia lo profundo de sí mismo debe ser consciente de las dificultades y mantenerse
firme en la oración, en el conocimiento de sí, perseverar en la fe, aceptar la ayuda de otras
personas que se encuentran más avanzadas en el proceso espiritual para que, poco a poco,
sea capaz de establecer relaciones interpersonales en el amor de Dios, sin apegos ni
egoísmos, en la verdad y en la libertad.
2.6 LA DECISIÓN FIRME DE SEGUIR A JESUCRISTO. EL VALOR DE LA
PRUEBA
En este caminar ascético, de vigilancia y de esfuerzo, las personas a quienes el Señor les ha
dado la gracia de pasar de las segundas moradas y llegar a las terceras moradas, se
caracterizan por tener un deseo de no ofender a Dios, de evitar los pecados por pequeños
que sean, de hacer penitencias y aprovechar muy bien el tiempo, de orar meditando en los
misterios de Jesucristo, de ejercitarse en la caridad con los otros, de corregir sus defectos y
de buscar crecer en las virtudes (3M 1,5). A pesar de la determinación de seguir a
Jesucristo, la persona experimenta fuertes dudas y sequedad en la oración.
109
2M 1,8.
71
Para hablar de esta etapa del proceso, Teresa utiliza dos figuras bíblicas que muestran lo
que sucede a quienes llegan hasta esta etapa. Por un lado, hace referencia al Salmo 112
(111), 1: “bienaventurado el varón que teme al Señor”, pues los que por la misericordia del
Señor y con la perseverancia han vencido los combates anteriores, son bienaventurados si
no vuelven atrás porque llevan un camino seguro de salvación.110
Ella usa los mismos
rasgos fundamentales con los que el salmista perfila el rostro de ese varón justo: la
bienaventuranza (Salmo 112,1) y la seguridad en el Señor (Salmo 112,8). Para ella, quien
entra en estas moradas tiene seguridad si deposita toda su confianza única y exclusivamente
en el Señor y no en sus propias capacidades, pues el “temor de Dios” que hace
bienaventurado al hombre no es un miedo a Dios, sino por el contrario “un respeto y una
conciencia amorosa del papel de Dios” en la vida del hombre que le genera seguridad.111
Por otro lado, hace referencia al “joven rico” del Evangelio112
a quien el Señor le pide que
venda todo para seguirle. Teresa ve a este joven como modelo de la persona que en esta
etapa del proceso tiene que ejercitarse en la difícil tarea de la generosidad con Dios y con
los hermanos, pues este joven ha hecho todo lo que manda la ley de Moisés, pero no es
capaz de hacer lo que le manda Jesús: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y
dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego sígueme” (Mt 19,21). No ser
capaz de hacer lo que Jesús propone para seguirle decididamente, produce tristeza en el
corazón del hombre. Esta tristeza, a su vez, produce sequedad en la vida espiritual.113
Para salir de estas tristezas y sequedades en la oración por la falta de generosidad con Dios
y con los hermanos, Santa Teresa recomienda tomar conciencia de los avances y retrocesos
en el proceso y ejercitarse en el amor para ser perfectos y rendir la voluntad a la de Dios:
110
3M 1,1. 111
Álvarez, Comentarios, 583. 112
3M 1,6. Ver: Mt 19, 16-22. 113
Por “sequedad” santa Teresa entiende el estado de ánimo en que la persona experimenta su pobreza
espiritual y que dificulta la relación con Dios, especialmente en la oración, porque hay impotencia mental y
afectiva para la meditación. Para un mejor desarrollo del tema ver: Tomás Álvarez, Diccionario de Santa
Teresa (Burgos: Monte Carmelo, 2006), 545-548.
72
“Y este amor, hijas, no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras;
y no penséis que ha menester nuestras obras, sino la determinación de nuestra voluntad”.114
Y suplica al Señor que la pruebe: “¡Pruébanos, tú, Señor, que sabes las verdades para que
nos conozcamos!”.115
Entonces, ¿Qué sentido tiene la petición que Teresa hace al Señor acerca de la prueba? Un
primer sentido hace referencia a la necesidad de los esfuerzos humanos y a la vez de lo
insuficientes que son en el proceso espiritual,116
de ahí la imperiosa necesidad del hombre
de abrirse a la gracia divina. Un segundo sentido hace referencia a la introducción en otra
dinámica, se trata del caminar a prisa para ver al Señor (3M 2,8), de dejarse introducir por
el mismo Dios a la vida de la gracia sin olvidarse del conocimiento de sí y de la virtud de la
humildad, entendida como conocimiento y aceptación de la realidad personal y del
reconocimiento, confianza y gratitud a Dios por todos sus regalos.
En esta etapa, Teresa ofrece varios consejos para resistir a la prueba y salir victoriosos con
la ayuda de Dios. Un primer consejo es la humildad, virtud principal en todo este proceso:
“que el caminar que digo es con una grande humildad”,117
y la presenta como “el ungüento
de nuestras heridas; porque si la hay de veras, aunque tarde algún tiempo, vendrá el
cirujano, que es Dios, a sanarnos”.118
Otro consejo es la obediencia para trabajar
directamente en la voluntad y evitar el aislamiento y la autosuficiencia: “y aunque no sean
religiosos, seria gran cosa -como lo hacen muchas personas- tener a quien acudir para no
hacer en nada su voluntad, que es lo ordinario en que nos dañamos”.119
Por último, habla
del ejercicio en las virtudes para rendir la voluntad humana a la divina y que nazca el amor:
“Y creedme que no está el negocio en tener hábito de religión o no, sino en procurar
ejercitar las virtudes y rendir nuestra voluntad a la de Dios en todo, y que el concierto de
114
3M 1,7. 115
3M 1,9. 116
En 3M 2,2 Teresa muestra cómo en muchos casos quiere Dios que las personas en este caminar
experimenten su miseria para que crezcan en humildad. 117
3M 2,8. 118
3M 2,6. La humildad es ungüento porque es una espera confiada en la salvación de Dios. 119
3M 2,12.
73
nuestra vida sea lo que Su Majestad ordenare de ella, y no queramos nosotras que se haga
nuestra voluntad, sino la suya”.120
Estos consejos, humildad, obediencia y crecimiento en las virtudes, para resistir la prueba y
abrirse a la gracia de Dios son fundamentales para alcanzar la perfección que consiste en
amar y obrar con justicia y verdad (3M 2,10). Apertura total a la gracia divina es la actitud
básica que se debe tener para poder avanzar en la vida espiritual, dejar los miedos y
apresurar el caminar para ver a Dios.
2.7 COMIENZOS DE LA EXPERIENCIA MÍSTICA
En Las Moradas y en toda la propuesta teresiana, la oración es la clave para ir avanzando
en todo el proceso de interiorización. Es necesario aclarar que en la oración no se trata de la
aplicación de una simple práctica sino de una dimensión de la vida, que no sólo incluye el
quehacer cotidiano, sino también la relación íntima con Dios en un trato de amistad.121
En
el libro de Las Moradas, la fase ascética va terminando en las terceras moradas y las
quintas son el comienzo de los estados místicos. Entonces, ¿qué sucede en las cuartas
moradas?
Al iniciar esta etapa del proceso, Santa Teresa recuerda a sus monjas, y hoy a sus lectores,
la manera como se ha llegado hasta aquí por medio de la oración, del conocimiento de sí, la
meditación, la superación de las pruebas y algunas sequedades en la oración y ofrece
recomendaciones de seguir adentrándose, de seguir configurándose con Cristo.122
Y
continúa con la gran “regla de oro” de su proceso: “Sólo quiero que estéis advertidas que,
para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa
en pensar mucho, sino en amar mucho”.123
Teresa va introduciendo el gran cambio: del
pensar al amar, de la relación con el Cristo ya no únicamente en la oración, sino también en
120
3M 2,6. 121
V 8,5. 122
4M 1,6. 123
4M 1,7.
74
lo cotidiano, en el diario vivir. Un amor que se va manifestando en cosas concretas como la
determinada determinación de desear contentar a Dios, no ofenderle, darle la honra y gloria
a Cristo y el aumento de la Iglesia.
Simón Pedro en Lc 5 1-11, después de terminar su trabajo, de estar con sus socios lavando
las redes, escucha el llamado del Buen Jesús para ir hacia lo profundo, y, por la confianza a
su Palabra, se produce el milagro de la pesca en pleno día, una pesca de tan grandes
cantidades, que la barca amenazaba con hundirse. De la misma manera Teresa cuenta cómo
el gran Rey, el Buen Pastor con su silbo tan suave, hace que las potencias del hombre
conozcan su voz y que no anden tan perdidas sino que tornen a su morada y se dejen
introducir en el interior del castillo como cuando un erizo o tortuga al ser tocados se retiran
hacia sí.124
Lo que está sucediendo en realidad en esta primera experiencia mística es que el
Señor obra tres cosas diferentes en la persona: la oración de recogimiento sobrenatural en la
cual la persona no pierde ningún sentido ni potencia y se emplea toda en tratar con Dios a
solas (4M 3,7; CC 54,3); la oración de quietud o “gustos” que produce en la persona
quietud, paz interior y lo único que quiere es amar (4M 2,4; CC 54,4); y la oración de
“sueño de las potencias” en donde las potencias de la persona ni están absortas ni tan
suspendidas, sólo la voluntad está unida a Dios y se ocupa toda en Dios, las otras dos
potencias, memoria y entendimiento, están libres para las obras de Dios (CC 54,5).
La voz, el silbo del Buen Pastor, que antes llamaba al hombre, ahora lo arrastra hacia la
fuente de agua viva que brota de dentro. Para referirse al proceso que se presenta en las
cuartas Moradas, Teresa lo hace por medio de la comparación de las dos aguas, como dos
pilas que se llenan de agua de diferentes maneras: la primera manera que representa lo que
hasta ahora se lleva del proceso por medio de la meditación ocupando el entendimiento,
como cuando viene el agua de más lejos por muchos arcaduces y artificios. En la otra
manera viene el agua de su mismo nacimiento, que es Dios, produciendo paz, quietud y
suavidad en el interior y esta agua se va revirtiendo por todas las moradas y potencias hasta
124
4M 3,2-3
75
llegar al cuerpo, es decir, que viene de Dios y acaba en nosotros.125
Se pasa de “los
contentos”, que se adquieren “con nuestra meditación y peticiones a nuestro Señor”126
y
“comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios”,127
a “los gustos” como primeras
experiencias místicas “que comienzan de Dios y siéntelos el natural y goza tanto de
ellos”.128
La persona experimenta el gran cambio que se obra en ella, se pasa del esfuerzo humano
por descubrir la “Presencia” divina al abandono y gozo en esa “Presencia”. En definitiva, es
una gracia divina especial que la persona acoge para abandonarse completamente en Dios.
Se podría resumir este paso en la expresión que santa Teresa entiende del Señor: "No
trabajes tú de tenerme a Mí encerrado en ti, sino de encerrarte tú en Mí".129
Los autores
clásicos en la tradición espiritual llaman a este giro o paso “conversión” que da lugar a una
orientación nueva de la búsqueda de Dios y que trae como consecuencia una nueva forma
de realización del hombre, que se consuma en la unión con Dios.130
Santa Teresa lo
describe con gran variedad de elementos tales como la pobreza o desasimiento de lo
exterior en el capítulo 2 del Camino de Perfección y menosprecio de las cosas del
mundo,131
hasta llegar al desasimiento de sí que trata en el capítulo 10 del Camino de
Perfección: “que no basta desasirse de lo dicho si no nos desasimos de nosotras mismas”.
Este desasimiento es un morir a uno mismo para hacer en todo lo que Dios quiere.
En fin, en este proceso de búsqueda de Dios iniciado en la conversión se distinguen dos
rasgos fundamentales. El primero hace referencia a la forma como el sujeto se sabe buscado
por Dios más que buscarlo, se trata del esfuerzo humano para disponerse al encuentro con
Dios que en términos teresianos se llama “desasimiento” acompañado de humildad. El
segundo rasgo, hace referencia a la salida de sí, al descentramiento del sujeto, que en
125
4M 2,2-4. 126
4M 1,4. 127
4M 1,5. 128
Ibíd., Santa Teresa llama “gustos” lo que antes, en el libro de Vida ha llamado “oración de quietud”. 129
CC 15, escrita en Medina del Campo el 30 de junio de 1571. 130
Martín Velasco, La experiencia cristiana, 135. 131
CV 21,10.
76
lenguaje teresiano aparece como entrega total de sí mismo, de entrega total de la voluntad
humana a la de Dios en una confianza incondicional: “dejarse el alma en las manos de
Dios, haga lo que quisiere de ella, con el mayor descuido de su provecho que pudiere y
mayor resignación a la voluntad de Dios”.132
Se trata de un abandono de la persona en las
manos de Dios, permitiendo que en todo se haga lo que Él quiera.
Esta salida de sí trae consigo una nueva forma de ser y de hacer las cosas y se manifiesta en
el psiquismo del hombre e incluso en su nivel corporal con fenómenos tales como los
arrobamientos, los éxtasis, los raptos, las visiones, entre muchos otros, como señales de la
trascendencia de lo que se le da al hombre en ese encuentro.133
Es decir, el ser del hombre
se va transformando por el encuentro con Dios, abierto a la hondura de Dios, hasta
participar de su mismo misterio. Entonces, se entiende la mística “como una participación
en Jesucristo, hasta llegar a la transformación en Él”,134
como una forma de realización de
la experiencia de la fe.
En resumen, la experiencia de Dios, que hasta ahora tenía a Dios como objeto y que desde
su inicio había experimentado que la iniciativa era de Él; en esta etapa del proceso, percibe
que Dios no es objeto de sus potencias, ni de sus sentidos, ni mucho menos de sus actos,
sino que es la raíz misma de su ser, el manantial del que proceden todas las demás fuentes
de su existencia. En este estado del proceso, la experiencia de Dios no consiste en una
acción humana sobre Dios, sino en la progresiva comunicación de la “Presencia” de Dios al
hombre, que le dilata el corazón a la medida de Dios y le descubre profundidades
inimaginables.
Es importante ver cómo en este estadio del proceso, Teresa identifica directamente a Dios
con la persona de Jesucristo visto como el gran Rey y como el Buen Pastor, que sale del
interior de la persona misma en búsqueda de la oveja perdida, entendiendo aquí los sentidos
y potencias del hombre que se encuentran dispersos en el exterior. Luego, la santa compara
132
4M 3,6. 133
Martín Velasco, La experiencia cristiana, 139. 134 Castro Sánchez, El fulgor de la Palabra, 265.
77
a Dios con la fuente que brota de dentro de la persona para dejar al alma en un dilatamiento
o ensanchamiento.135
Esta fuente interior afecta directamente a la voluntad humana y la
persona experimenta un gusto especial por las cosas del espíritu, una gran confianza en
Dios y mayor libertad para servir mejor al Rey, tiene más viva la fe, gran voluntad de hacer
algo por Dios y se afianza en la humildad: “Como va más conociendo su grandeza, tiénese
ya por más miserable”.136
Entonces, el ingreso en las cuartas moradas es obra de la
gratuidad amorosa de Dios y no del cambio de conducta ética del hombre. La persona
comienza a amar de forma completamente nueva, fruto de experimentarse amada por Dios.
Santa Teresa expresa todo esto con varias imágenes que pasando por el recogimiento y la
quietud o “gustos”, apunta y culmina en la unión con Dios representada por el matrimonio
espiritual.
2.8 EL SÍMBOLO NUPCIAL Y LA VIDA MÍSTICA
Teresa comienza a hablar de “unión de los dos”, de unión del alma con Cristo; el proceso
va avanzando y ya no sólo Dios se hace presente en el entendimiento (recogimiento), ni
únicamente en la voluntad (quietud), sino también en la imaginación y llega a todas las
facultades del hombre “como quien de todo punto ha muerto al mundo para vivir más en
Dios”.137
Además, describe la “unión” como una mirada de Dios sobre la persona, mirada
fija, penetrante, que el hombre no podrá olvidar: “fija Dios a sí mismo en lo interior de
aquel alma”.138
Esta mirada produce en la persona una certeza tal que, así pase mucho
tiempo sin que se vuelva a repetir esta gracia, nunca podrá olvidar que estuvo en Dios.
Hace tres grandes comparaciones para hablar de la “unión” y del lugar donde acontece que
es en lo más profundo del ser humano a donde “su Majestad nos ha de meter y entrar él en
el centro de nuestra alma”139
: la bodega del vino donde el Rey lleva a la esposa en el Cantar
de los Cantares para saciarla de amor (2,4; 3,2); el Cenáculo donde Jesús Resucitado se 135
4M 1,5. 136
4M 3,9. 137
5M 1,4. 138
5M 1,9. 139
5M 1,12.
78
presentó a sus discípulos y les dijo “la paz sea con vosotros” (Jn 20, 19) y el sepulcro donde
salió sin levantar la piedra.
Además, de los anteriores símbolos, Teresa introduce el símbolo del gusano de seda que se
transforma en “mariposica” para expresar la transformación que sufre el hombre. El
proceso que se representa por este símbolo del gusano hace referencia a tres momentos:140
el nacimiento del gusano a partir de una simiente bajo el influjo del calor; el crecimiento
del gusano que va tejiendo su propia casa y por último la muerte del gusano para dar paso a
la mariposa blanca. Santa Teresa expresa concretamente que la casa donde se labra todo
esto es Cristo,141
de manera tal que Cristo se convierte en la morada del hombre en la
medida en que el mismo hombre se va despojando de su propio egoísmo y poniendo su
voluntad en las manos de Dios.142
Es un proceso de humanización, donde el hombre se va
haciendo cada vez más hombre en la medida en que se va configurando con Cristo Jesús,
teniendo sus mismos sentimientos, actitudes y maneras de obrar, sirviendo en todo a Dios.
En este estado del proceso, Teresa advierte que por muy alto que se encuentre, se corre el
gran riesgo de perderse en el apostolado y de poner en peligro la vida en Cristo. Presenta el
ejemplo bíblico de Judas el discípulo (Jn 13, 21-30) y de Saúl el rey de Israel (1S 15, 10-
11), quienes por su misma culpa se desviaron del camino de Dios. Para evitar perderse, el
mejor remedio es “la obediencia, y no torcer de la ley de Dios”,143
de la misma manera
como Simón Pedro obedeció la palabra de Jesús y lanzó de nuevo las redes para pescar sin
hacer alarde de sus conocimientos de pescador experimentado sino poniendo su confianza
únicamente en Jesús (Lc 5, 5).
Por eso, es necesario que el hombre colabore con la gracia que recibe en “la unión”. Esa
gracia especial que recibe la persona de parte de Dios por medio de la unión con Él es la
unión de voluntades y se resume en el precepto del amor, amor a Dios y amor al prójimo
140
5M 2,2-8. 141
5M 2,4. 142
5M 2,5. 143
5M 3,2.
79
(1Jn 4, 7-21). Se trata de la actuación del amor fundamentado en el amor de Dios, es el
amor a Dios expresado concretamente en el amor a los hermanos; ésta es la verdadera
unión144
y que tiene un sentido muy práctico en las cosas de la vida comunitaria:
Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor; y que si ves a una enferma a quien
puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadeces de
ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y, si fuere menester, lo ayunes porque ella
lo coma; no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello. Ésta es
la verdadera unión con su voluntad…145
Decir que amamos a Dios es algo difícil de comprobar, pero amar al hermano se convierte
en la prueba concreta de que nuestro amor a Dios va en aumento. Por eso, después de su
magistral enseñanza sobre la verdadera unión con Dios que se manifiesta en el amor a los
otros, Teresa introduce la imagen bíblica del matrimonio: “Ya tendréis oído muchas veces
que se desposa Dios con las almas espirituales”.146
Esta imagen, tal vez deteriorada para
muchos en estos tiempos por lo desvalorizado en que se encuentra el sacramento del
matrimonio, sigue tan vigente y casi que irremplazable, pues según los textos bíblicos del
Cantar de los Cantares y del profeta Oseas que presentan la relación de Dios con su pueblo
por medio de la relación esponsal, sigue siendo el instrumento mejor posible para mostrar
la relación que Dios establece con el hombre por medio de Jesucristo, encarnado y
resucitado y que lleva al hombre a la experiencia del Dios Uno y Trino.147
Aunque en las quintas Moradas todavía no se ha producido el desposorio, ni mucho menos
el matrimonio entre Dios y el hombre, sí se produce el enamoramiento que Teresa lo
expresa por medio del “vengan a vistas”.148
En esta etapa del proceso adquiere una
144
5M 3,7-9. 145
5M 3,11. 146
5M 4,3. 147
Secundino Castro Sánchez, El fulgor de la Palabra, 278. Además, se puede ver lo que escribe la santa en
7M 2,1-3 sobre el paso del desposorio al matrimonio espiritual. 148
5M 4,4. “Venir a vistas” era un rito prenupcial en el Siglo de Oro español, anterior al desposorio, en que
los novios se conocían e intercambiaban regalos. Aparecen otros elementos del proceso nupcial tales como
“el concierto”, “el dar y tomar” los dones, el “enamoramiento”, el “dar las manos” y posteriormente el
“desposorio” y el “matrimonio”. En sentido alegórico, a juicio de Teresa, el “concierto” corresponde a las
gracias precedentes a las cuartas moradas; “las vistas” son las luces breves que da el Señor al entendimiento y
a la voluntad, para iniciar a la persona en un conocimiento más profundo de Dios y despertarle un amor
nuevo; el “enamoramiento” trae una permanente herida de amor (6M 1,1); el “darse las manos” refiere a un
compromiso de vigilancia y protección del Esposo (6M 4,16); por último aparece “el desposorio” el cual trata
80
importancia muy grande el mirar, tal como Jesús miró a Simón Pedro en la orilla del lago
de Genesaret (Lc 5, 2). Este mirar del Esposo deja al alma más digna para “que se vengan a
dar las manos, como dicen, porque queda el alma tan enamorada, que hace de su parte lo
que puede para que no se desconcierte este divino desposorio”.149
Ya la persona está muy
bien informada sobre lo bien que le conviene seguir en este caminar y tiene un
conocimiento sobre el Esposo que le ha de tomar como esposa y queda determinada a hacer
en todo la voluntad de Dios, de la misma forma como Cristo, en la oración del huerto de los
Olivos, rindió su voluntad a la del Padre (Mc 14,36).
En esta etapa del proceso la persona ha “visto” el amor de Dios, no sabe de dónde ha
podido merecer tanto bien, desea alabar en todo momento a Dios, no le importa hacer
cualquier trabajo con tal de agradarle, es deseosa de seguir haciendo grandes penitencias
como en las anteriores etapas, gusta de la soledad para estar con Dios, continúa en el
servicio al Señor y a los demás, profundiza en el conocimiento de sí misma y experimenta
un aspecto fundamental en la vida del cristiano: rendir la voluntad a la de Dios tal como
Jesús se abandonó en las manos del Padre. La voluntad de Dios, según santa Teresa, es un
morir a sí mismo para nacer al amor: “amor de Su Majestad y del prójimo, es en lo que
hemos de trabajar. Guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así estaremos
unidos con Él”.150
Con la oración de unión, la persona se encierra en Cristo para morir a sí
misma y nacer para Dios, como el gusano se encierra en el capullo para ser transformado en
mariposa. Esta transformación en “mariposa” se comprueba en la medida en que hemos
muerto al amor propio, a nuestra voluntad, hemos renunciado a las cosas de la tierra y nos
damos por completo al servicio los demás. Son momentos de una unión con Dios
esporádica pero vivida intensamente (5M 2,10), pues la unión estable y duradera hace parte
de las sextas y séptimas moradas como se expresa a continuación.
en sextas moradas y “el “matrimonio” en las séptimas. Para una mayor información ver la nota de página 5
en: Santa Teresa, Obras completas (Madrid: EDE, 2000), 878. 149
Ibíd. 150
5M 3,7.
81
2.9 LA NOCHE OSCURA TERESIANA
Después que la persona ha quedado herida de amor por Jesús, procura estar más tiempo a
solas con Él, pues ha quedado tan esculpido en su interior aquel mirar de Dios que toma la
determinación de no buscar otro Esposo; mas el Esposo quiere que lo desee más y que le
cueste algo, en especial que pase por fuertes trabajos interiores y exteriores antes de llegar
al matrimonio espiritual.151
Este padecer y el experimentar la supuesta lejanía de Dios,
entre otros fenómenos más, es lo que los expertos han denominado “La noche oscura”
siguiendo la expresión de san Juan de la Cruz, que es un elemento constituyente de la
existencia espiritual y que se refleja en estados de conciencia de la persona en que se
desestabilizan los parámetros de fe que se tienen hasta ahora como verdades seguras y
claras.152
Se siente como una ausencia de Dios, aunque en realidad, es una presencia
amorosa y cualificada que la persona no logra percibir por el exceso de luz o de intensidad
de luz.
En la obra de Las Moradas, santa Teresa describe este proceso en el libro de las sextas
Moradas, consideradas como un periodo de gran iluminación, con experiencias de
profundas satisfacciones y gustos, enmarcadas entre “la noche oscura”. Aunque santa
Teresa no llama esta experiencia como “noche”, la descripción que hace, tanto en el
capítulo primero como en el once de las Sextas Moradas, presenta las características
propias de la noche pasiva del espíritu de san Juan de la Cruz.153
La noche descrita en el
capítulo primero tiene dos aspectos importantes: uno se refiere a los sufrimientos que llegan
a la persona por parte de los hombres, en especial de los confesores quienes ponen en duda
151
6M 1,1. 152
Secundino Castro Sánchez, El camino de lo inefable (Madrid: EDE, 2012), 131. 153
Según san Juan de la Cruz en su libro “Noche Oscura”, la noche es necesaria para disponer a la persona a
la unión con Dios, y dice: “esta noche, que decimos ser la contemplación, dos maneras de tinieblas causa en
los espirituales o purgaciones, según las dos partes del hombre, conviene a saber, sensitiva y espiritual. Y así,
la una noche o purgación será sensitiva, con que se purga el alma según el sentido, acomodándolo al espíritu;
y la otra es noche o purgación espiritual, con que se purga y desnuda el alma según el espíritu, acomodándole
y disponiéndole para la unión de amor con Dios”. San Juan de la Cruz, “Noche Oscura” en San Juan de la
Cruz, Obras Completas (Madrid: EDE, 1993), 467.
82
esta experiencia del amor de Dios154
y el otro aspecto se refiere a las enfermedades y
padecimientos.155
Además, se experimentan profundas dudas acerca de la veracidad de lo
que hasta ahora se ha vivido con Jesucristo. Se trata de la gran prueba de fe que se
manifiesta en el recuerdo sofocante de los pecados de la vida pasada (6M 1,8); sequedades
que quitan todo recuerdo de Dios (6M 1,8) y la oscuridad en la mente y confusión en la fe
que le parece que no tiene amor de Dios ni que le tuvo jamás (6M 1,9).156
La noche que se presenta en el capítulo once se caracteriza por el ansia que el hombre tiene
de Dios, quien se experimenta como muy lejano del alma: “como va conociendo más y más
las grandezas de su Dios y se ve estar tan ausente y apartada de gozarle, crece mucho más
el deseo; porque también crece el amar mientras más se le descubre lo que merece ser
amado este gran Dios y Señor; y viene en estos años creciendo poco a poco este deseo de
manera que la llega a tan gran pena”.157
Esta pena es tan fuerte y se produce en lo más
hondo e íntimo de la persona como un rayo que pulveriza toda noticia sobre Dios:
…como si viniese una saeta de fuego. No digo que es saeta, mas cualquier cosa que
sea, se ve claro que no podía proceder de nuestro natural. Tampoco es golpe, aunque
digo golpe; mas agudamente hiere. Y no es adonde se sienten acá las penas, a mi
parecer, sino en lo muy hondo e íntimo del alma, adonde este rayo, que de presto
pasa, todo cuanto halla de esta tierra de nuestro natural y lo deja hecho polvos, que
por el tiempo que dura es imposible tener memoria de cosa de nuestro Señor;
porque en un punto ata las potencias de manera que no quedan con ninguna libertad
para cosa, sino para las que le han de hacer acrecentar este dolor.158
Ante esta realidad de la noche en que se atan las potencias y se aumenta el dolor por no
estar con Dios, surge la pregunta por el para qué de ella, y la respuesta la ofrece la misma
Teresa al expresar en 6M 11,6 que, aunque cueste mucho, es una purificación que posibilita
la entrada a las séptimas moradas, para aquilatar los ojos del alma y entrar en la luz del
amanecer, tal como en el libro de Vida lo había dicho: “que en esta pena se purifica el alma, 154
6M 1,3-5. La falta de experiencia y de letras de los confesores (6M 1,8) ponen en duda la experiencia del
amor de Dios en santa Teresa. También sus amigos se apartan de ella y hablan de la manera como se ha
perdido aquella alma y de cómo esas son cosas de “demonio” o de “melancolía”, entendida esta última como
depresión. 155 6M 1,6-7. 156
Tomás Álvarez, Comentarios, 658-659. 157
6M 11,1. 158
6M 11,2.
83
y se labra o purifica como el oro en el crisol, para poder mejor poner los esmaltes de sus
dones, y que se purga allí lo que había de estar en purgatorio”.159
Se trata de una
purificación para que la persona esté toda dispuesta a la unión con Dios.
Al ir avanzando en el proceso, el hombre experimenta que la noche no es el objetivo de
este ir hacia lo profundo, que debe existir una salida. Santa Teresa dice que en esta
tempestad no hay ningún remedio, sino aguardar la misericordia de Dios,160
que a deshora
con una simple palabra o alguna ocasión quita toda esta tempestad y llena al alma de sol y
de mucho más consuelo. Y más adelante da la recomendación, no para que se quite, sino
para que se pueda sufrir esta noche: “El mejor remedio (no digo para que se quite, que yo
no le hallo, sino para que se pueda sufrir) es entender en obras de caridad y exteriores, y
esperar en la misericordia de Dios que nunca falta a los que en Él esperan…”161
Es el
momento en que el hombre comienza a salir de sí mismo para actuar en el amor de Dios y
realizar las obras de amor que él quiere.
En la vivencia de la noche oscura, descrita en los capítulos uno y once de las sextas
moradas, la persona comienza a experimentar una serie de llamadas de Jesús en su interior,
de tal manera que le hace desear con “unos impulsos tan delicados y sutiles que proceden
de lo muy interior del alma”.162
Aunque estas gracias místicas no son necesarias para llegar
al matrimonio espiritual, son gracias que Dios va regalando para ir enamorando cada vez
más al alma como enamora el Esposo a la esposa del Cantar de los Cantares. Esas gracias
son las que santa Teresa irá describiendo en los diferentes capítulos de las sextas moradas.
La primera gracia acontece como un “cometa o relámpago-trueno” por medio del cual Dios
hiere sabrosa y dulcemente a la persona aumentando sus deseos de amar (6M 2,2). La
segunda gracia es una “inflamación deleitosa” como un olor tan grande que se comunica
por todos los sentidos para dar a entender a la persona que Dios está con ella (6M 2,8).
Otras gracias son “las hablas” (6M 3,1) de Dios a la persona, estas casi nunca se oyen con
159
V 20,16. 160
6M 1,10. 161
6M 1,13. 162
6M 2,1.
84
los oídos corporales, muchas veces vienen de lo muy interior del alma y alcanzan su punto
máximo cuando vienen acompañadas de una “visión intelectual”, gracia especial que se
describirá más adelante.
Una gracia muy importante en el proceso místico que plantea santa Teresa es “el
arrobamiento”, en que entiende ella sucede el “desposorio espiritual”, por medio del cual da
Dios gran luz al alma, se experimenta perdonada de sus culpas y, además, un conocimiento
profundo de Dios a pesar que las potencias se encuentran absortas y sus sentidos perdidos:
…parece que su Majestad […], ya movido de piedad de haberla visto padecer tanto
tiempo por su deseo, que abrasada toda ella como un ave fénix, queda renovada y
piadosamente se puede creer perdonadas sus culpas […], y así limpia, la junta
consigo, sin entender aun aquí nadie sino ellos dos, ni aun la misma alma entiende
de manera que lo pueda después decir, aunque no está sin sentido interior […] Lo
que yo entiendo en este caso es que el alma nunca estuvo tan despierta para las
cosas de Dios ni con tan gran luz y conocimiento de su Majestad…163
Continúa la santa hablando de otras gracias como el “vuelo del espíritu” que es como un
arrobamiento vivido en mayor intensidad en el que parece es arrebatado el espíritu con una
velocidad que produce temor por su novedad y se muestra el gran poder de Dios (6M 5,1-
4). De este “vuelo” la persona queda con un conocimiento de la grandeza de Dios, crece en
el conocimiento de sí, gana en humildad y tiene en muy poco las cosas de la tierra (6M
5,10). Otra gracia que da el Señor son “unos júbilos y oración extraña” (6M 6,10) como ella
misma llama a esta oración para alabar al Señor y gozar de este gran gozo sin entender qué
es lo que goza y cómo lo goza. Es una unión muy grande de las potencias y los sentidos
pero el Señor los deja con cierta libertad para que gocen de este gran júbilo. Se trata de un
gozo tan excesivo en el alma que la persona quiere contarlo a los otros para que le ayuden a
alabar a Dios.
De un momento a otro, Teresa en el capítulo séptimo de las Sextas Moradas, plantea la
importancia de la meditación en los misterios de la sacratísima Humanidad de Jesucristo,
tal como lo había hecho en el capítulo 22 del libro de Vida. Para llegar a la más alta
163
6M 4,3-4.
85
contemplación, el hombre no se puede olvidar de meditar en la Humanidad de Cristo, pues
Él es el camino, la luz y el acceso para llegar al Padre tal como lo presenta el evangelista
san Juan. Por eso, es necesario meditar en los misterios de su Humanidad, pues Él es la
misma fuente de la mística y la persona no puede olvidar el camino hasta ahora recorrido en
las anteriores etapas del proceso en las que por medio del entendimiento ha meditado en los
misterios de Cristo:
es muy continuo no se apartar de andar con Cristo nuestro Señor por una manera
admirable, adonde divino y humano junto es siempre su compañía. Así que, cuando
no hay encendido el fuego que queda dicho en la voluntad, ni se siente la presencia
de Dios, es menester que la busquemos; que esto quiere su Majestad, como lo hacía
la esposa en los Cantares (3,3), y que preguntemos a las criaturas quién las hizo…164
Lo anterior lleva a la conclusión de que la mística tiene y debe tener la referencia
cristológica, pues es Jesucristo el único capaz de obrar un cambio especial en la persona por
haberse hecho hombre para enseñar al hombre su dimensión de infinito, de divinidad.
Teresa está completamente segura que en esta etapa del proceso, Cristo se hace experiencia
y no se puede separar divino y humano, ni de lo humano quitar lo corpóreo, lo histórico y
lo terreno de Jesucristo.165
Santa Teresa continuará en los capítulos 8 al 10 de las Sextas Moradas hablando de la
comunión que Dios realiza con el hombre por medio de “visiones imaginarias e
intelectuales” de Cristo. Ella entiende por “visión intelectual” aquella gracia en la que
“estando el alma descuidada de que se le ha de hacer esta merced ni haber jamás pensado
merecerla, que siente cabe sí a Jesucristo nuestro Señor, aunque no le ve, ni con los ojos del
cuerpo ni del alma”.166
Es una certeza de la presencia de Cristo en la vida de la persona, que
siente que le mira y le habla todo el tiempo. Respecto de la “visión imaginaria”, dice que se
presenta en el sentido interior de la vista, como una luz infusa en la que Cristo le muestra:
claramente su sacratísima Humanidad de la manera que quiere, o como andaba en el
mundo, o después de resucitado; y aunque es con tanta presteza que lo podríamos
comparar a la de un relámpago, queda tan esculpido en la imaginación esta imagen
164
6M 7,9. 165
Álvarez, Comentarios, 729. 166
6M 8,2.
86
gloriosísima, que tengo por imposible quitarse de ella hasta que la vea adonde para
sin fin la pueda gozar.167
Entonces, se puede decir que por medio de “las visiones intelectuales” la persona
experimenta cómo Cristo la acompaña e invade aunque no lo contemple en imágenes; y en
“las visiones imaginarias” se percibe a Cristo como imagen de forma tan depurada que
siempre se le percibe en su carne glorificada (V 29,4). En este mismo campo de las
“visiones”, el Señor regala a la persona una visión intelectual en la que revela
conocimientos secretos “adonde se le descubre cómo en Dios se ven todas las cosas y las
tiene todas en sí mismo”;168
esta gracia hace que la persona se libere de la mentira y que
viva en la verdad divina y que sea más humilde, pues “Dios es suma Verdad y la humildad
es andar en verdad”.169
La humildad en esta etapa del camino espiritual implica el culmen
del conocimiento de sí que puede alcanzar el hombre, quien toma conciencia cada vez más
de su condición creatural, atribuyendo y dando la gloria a Dios por las obras que realiza.170
Termina las sextas moradas con el capítulo once, hablando nuevamente de la noche. El
alma gime y anda llorando porque las mercedes que le ha regalado el Señor le dejan una
mayor herida de amor, además lo experimenta como ausente y crece el deseo por Él.
Afirma la santa que esta pena dura poco, habla de tres o cuatro horas, porque si no sería
insufrible por el alma (6M 11,8). Se trata de la purificación para que pueda entrar en las
séptimas moradas así como los que han de entrar en el cielo se purifican en el purgatorio
(6M 11,6). Dios es el único que puede quitar esta pena y dar ánimos a la persona por medio
de algún arrobamiento o alguna visión (6M 11,9) para que pueda vivir en Su voluntad.
Este ánimo y consuelo de parte de Dios a la persona, se puede comparar con la experiencia
de Simón Pedro ante el milagro de la pesca. Dice el texto que el temor se había apoderado
de él y de quienes lo acompañaban (Lc 5, 9), este temor se acabará por la palabra de Jesús
“no temas” como la única solución posible ante el asombro producido por la cantidad de
167
6M 9,3. 168
6M 10, 2. 169
6M 10,7. 170
6M 10,6.
87
peces atrapados en la red. Santa Teresa experimenta el efecto de estas mismas palabras “no
temas”, cuando se encontraba con gran fatiga y tiene luego una visión, donde el Señor le
dice: “No hayas miedo, hija, que yo soy y no te desampararé; no temas”.171
Estas palabras de ánimo de Jesús para quitar el miedo y regalar paz hacen que la persona,
tal como le sucedió a Simón Pedro y a santa Teresa, siga adelante en el proceso espiritual
de configuración o identificación con Cristo. Las gracias recibidas en el desposorio han
hecho que el amor por Dios y por los demás siga creciendo, se aumenta la pena por la
herida de la ausencia de Dios y por el recuerdo de sus pecados a tal punto “que se muere
por morir” para estar definitivamente con Él (6M 11,9). La persona se ha determinado a
padecer por Dios (6M 2,6), el conocimiento de sí misma y de Dios también van en
aumento, las virtudes se han ido desarrollando a tal punto que ha entregado su voluntad a la
de Dios muriendo a sus intereses particulares, la humildad ha llegado a su punto máximo
expresada como conocimiento de la verdad de Dios en sí misma y de todas las cosas en
Dios. En fin, la persona se ha comprometido en desposorio espiritual con Cristo y Cristo
con ella; falta ahora la consumación del amor en el matrimonio.
2.10 VIDA NUEVA EN PLENITUD: VIDA CRISTIANA – VIDA TRINITARIA
Esta última etapa del proceso deja a la persona abierta al misterio del Dios uno y Trino y a
la gracia especial que Cristo regala a la “Esposa” de introducirla en el seno de la divinidad.
Antes de la consumación del matrimonio, Cristo introduce al alma en su morada y por
visión intelectual, se le muestra la Santísima Trinidad y entiende con verdad que las tres
divinas personas son una sustancia, un poder, un saber y un solo Dios, corroborándose el
texto del evangelio según san Juan: “mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y
haremos en él nuestra morada” (Jn 14,23).172
171
V 25,18 172
7M 1,6.
88
También recuerda santa Teresa al lector de su obra la antropología que ha manejado,
diciendo que el hombre está dotado de grandes capacidades, en especial la capacidad de
entender la comunicación que Dios ha establecido con él, tal como lo planteó al inicio del
proceso en las primeras moradas.173
Es el momento del hombre completamente
transformado en Cristo, de la santidad cristiana.174
Teresa expresa cuatro aspectos de esta
santidad cristiana en los correspondientes cuatro capítulos de las séptimas moradas:
primero, la santidad es un hecho trinitario que sucede en el interior del cristiano y le
transforma la vida; segundo, se observa que dicha santidad deriva de Cristo y alcanza su
plenitud en la relación del hombre con Cristo y de Cristo con el hombre expresado como
“matrimonio espiritual”; tercero, hace referencia a la dimensión antropológica expresada
como madurez del hombre nuevo en Cristo en donde alcanza su plenitud y encuentra
sentido a su vida; y por último, la santidad del cristiano desborda los propios límites de la
persona y se convierte en gracia para los que le rodean, para la comunidad humana, es
decir, se trata de la dimensión apostólica-eclesial del hombre nuevo en Cristo que pone sus
dones al servicio de los demás.
Ahora, no se trata de detenerse en la fenomenología del matrimonio espiritual que presenta
magistralmente Teresa en 7M 2, sino de ver los efectos de dicho matrimonio. El tercer
capítulo de las séptimas moradas testifica el cambio profundo que ha sufrido la persona
como consecuencia del matrimonio con Cristo, este cambio se manifiesta inicialmente en el
aspecto psicológico: “un olvido de sí, que verdaderamente parece ya no es”,175
entendiendo
este olvido de sí, no como un vivir y ser desmemoriado, sino como una total liberación del
egoísmo y del egocentrismo para ocuparse por completo de Cristo y de sus cosas, así como
el mismo Cristo le dijo a Teresa acabando de comulgar: “ya era tiempo de que sus cosas
tomase ella por suyas y él tendría cuidado de las suyas”.176
173
7M 1,1. 174
Álvarez, Comentarios, 767. 175
7M 3,1. 176
7M 2,1.
89
Otra manifestación del cambio en la persona en las séptimas moradas es un deseo muy
grande de padecer por Dios y que se haga completamente Su voluntad en ella, de manera
que, aún en las persecuciones experimentan paz y gozo interior (7M 3,4-5). También se
manifiesta la transformación de la persona en “el deseo que tienen de servirle y de que por
ellas sea alabado y de aprovechar a algún alma, si pudiesen…”177
Es un deseo de servir a
Dios sin importar los trabajos y contratiempos que se presenten en ese servicio, a tal punto
que las ganas de morirse para estar con Dios que tenía en la anterior etapa, se han acabado
y ahora lo único que desea es vivir mucho tiempo para servir a Dios. Otro efecto es el
“desasimiento grande de todo y deseo de estar siempre o solas u ocupadas en cosa que sea
provecho de algún alma”.178
El desasimiento de todo conduce a la persona a vivir en total
libertad, sin apegos ni dependencias humanas, y el estar a solas es para poder alabarle y en
todo momento hacer memoria de las grandezas de Dios.
Siguiendo el pensamiento de Tomás Álvarez,179
la persona en el matrimonio espiritual ha
sido transformada de una manera radical y novedosa, pues se le ha cambiado la manera de
ser, de desear, de gozar y de enfrentarse con las realidades cotidianas. En las relaciones con
los otros, ya no existen enemigos, ni odios, sino que el amor es la característica principal de
sus relaciones expresado en el servicio a los demás. En su relación con Dios, se manifiesta
un deseo de servirle y de que todos lo alaben, rindiendo por completo su voluntad a la de
Dios, con un fuego interior que arde desde el centro del alma y despierta las potencias,
procurando en todo la gloria de Dios. Mientras que las potencias de la persona en las etapas
anteriores se encontraban absortas, ahora en el matrimonio permanecen muy despiertas para
que la persona vea y entienda algo de la gracia que Dios le concede (7M 1,6).
Teresa utiliza muchas figuras bíblicas para expresar lo inefable de su experiencia:180
el beso
de amor que pedía la esposa al Esposo (Cant 1,1); el agua que la cierva herida necesitaba
para saciar su sed (Salmo 41, 2-3); el deleite que experimenta en el Tabernáculo de Dios
177
7M 3,6. 178
7M 3,8. 179
Álvarez, Comentarios, 789-790. 180
7M 3,13.
90
(Ap 21,3; 7, 15-17; Ez 37, 27-28), y la paloma que encuentra tierra firme llevando el ramo
de olivo como símbolo de que el diluvio ha acabado (Gn 8, 8-9). Finaliza con la imagen de
Jesús que da paz en medio de la tempestad (Mc 6, 45-52), como resultado de Su
resurrección: “la paz sea con vosotros” (Lc 24, 36).181
Por eso en las séptima moradas da la gran recomendación: “poned los ojos en el
Crucificado y haráseos todo poco”,182
como la única y verdadera fuente de paz, para que el
hombre pueda configurarse totalmente con Él y en todo momento tener fortaleza en llevar
la cruz de cada día, pueda prestar un servicio sin condiciones a los demás y pueda encontrar
sentido a su vida en la medida en que se configure con Cristo y se entregue a los hermanos:
“de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras”.183
Santa Teresa comprende que del matrimonio espiritual surgen las obras de amor que brotan
de la intimidad con Dios. El encuentro con el Resucitado produce en la persona un volcarse
a la acción, pues luego de que se convierte en “esposa de Cristo” hay un intercambio de
“cosas” tal como el mismo Señor le dice a Teresa “que mirase por sus cosas, que El miraría
por las suyas”,184
se entiende que el Esposo se encargará de todas las actividades y
necesidades de la esposa, así como ella se preocupará sólo de los asuntos de Él. Este
preocuparse de las cosas del Esposo es lo que la persona en esta última etapa del proceso
espiritual tendrá que hacer de ahora en adelante, se trata de la donación de sí misma al
Amado y de cumplir con la misión que le encomienda el Señor:
Bien será, hermanas, deciros qué es el fin para que hace el Señor tantas mercedes en
este mundo. Aunque en los efectos de ellas lo habréis entendido, si advertisteis en
ello, os lo quiero tornar a decir aquí, porque no piense alguna que es para sólo
regalar estas almas, que sería grande yerro; porque no nos puede Su Majestad hacer
mayor, que es darnos vida que sea imitando a la que vivió su Hijo tan amado; y así
181
En 7M 2,3 santa Teresa expresa la gracia de la Paz a quienes Cristo les regala el matrimonio espiritual:
“mas lo que pasa en la unión del matrimonio espiritual es muy diferente: aparécese el Señor en este centro del
alma sin visión imaginaria, sino intelectual, aunque más delicada que las dichas, como se apareció a los
apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo: Pax vobis…” 182
7M 4,8. 183
7M 4,6. 184
7M 3,2.
91
tengo yo por cierto que son estas mercedes para fortalecer nuestra flaqueza -como
aquí he dicho alguna vez- para poderle imitar en el mucho padecer.185
Las gracias recibidas en el matrimonio llevan a que la persona pueda imitar a Cristo en la
cruz y que nazcan las obras que el Señor quiera para beneficio de los demás. Así como en
el texto bíblico de san Lucas que se ha estudiado, luego del encuentro íntimo con Jesús y
del proceso de transformación que experimenta Simón, Jesús le da una misión: “Desde
ahora serás pescador de hombres para que vivan”. Con esa misión, Simón y sus socios de
trabajo, ahora transformados en criaturas nuevas, llevan sus barcas a la orilla del lago y
dejándolo todo le siguieron para cumplir con dicha misión. De la misma manera, en el
matrimonio espiritual, santa Teresa entiende que el ocuparse de las cosas del Señor es hacer
todo lo que Él quiere, es un lanzarse a las obras de amor y cumplir con la misión
encomendada de servir a los otros configurándose con Cristo, quien se constituye en el
fundamento del ser y el existir del hombre. Permaneciendo unida con el sacrificio de Cristo
en la Cruz, la persona encontrará sentido a su vida en la medida que se configure con Cristo
muerto y resucitado, la verdadera fuente del amor, pues sus méritos son los que dan valor a
las acciones humanas (7M 4, 15-16).
En esta epata final del proceso de transformación de la persona según el libro de Las
Moradas, la oración se hace habitual a tal punto que no se puede vivir sin ella. La relación
de amistad con Jesucristo poco a poco se fortalece a tal punto que se establece una relación
de tanta intimidad que la persona experimenta que Cristo vive en ella (Ga 2,20). Esta
experiencia de intimidad brota de lo más profundo del ser del hombre: “pasa esta secreta
unión en el centro muy interior del alma, que debe ser adonde está el mismo Dios y, a mi
parecer, no ha menester puerta por donde entre…”186
Y este vivir de Dios en la esposa la
lleva a ser otro Cristo, viviendo de la misma manera como él vivió. Experiencia íntima con
Dios que debe ser comunicada a los demás para que vivan la gracia de encontrar el
verdadero sentido de sus vidas.
185
7M 4,4. 186
7M 2,3.
92
Al iniciar este capítulo se proponía revisar el proceso espiritual que plantea santa Teresa en
el libro de Las Moradas para descubrir los efectos o la transformación de la persona en
dicho proceso. Al finalizar este estudio, quien decidió aceptar la invitación de Dios para
comenzar esta aventura de adentrarse en las profundidades de sí mismo, constata los
cambios que el encuentro con Dios produce en su interior. Estos cambios se muestran en el
crecimiento en el amor fruto de rendir la voluntad humana a la divina. Dios lleva a la
persona a un cambio desde el egoísmo e individualismo a la donación de sí misma por
amor. El hombre durante el proceso de interiorización se dispone para que Dios obre ese
cambio por medio del conocimiento de sí, del conocimiento de la Humanidad de Jesucristo
por medio de la oración y de su posterior imitación para crecer en las virtudes: humildad,
desasimiento y amor. La humildad entendida como un caminar en verdad, el desasimiento
entendido como el desprendimiento de todo lo creado para vivir en libertad y el amor a los
otros como una entrega total de la persona los demás. Esta disposición para que Dios la
transforme y la lleve al matrimonio espiritual de las séptimas moradas produce unos
cambios en la persona que la llevan a olvidarse de sí misma para servir en todo a Dios,
genera un deseo de padecer por Cristo para que se cumpla en todo su voluntad, experimenta
paz y gozo incluso en las persecuciones y un deseo de vivir para ayudar a que otras
personas vivan esta misma experiencia.
Respecto de la oración, en el inicio del proceso se decía que ésta era el acceso al interior de
la persona y se entendía como una relación de amistad con Cristo. Poco a poco, esta
relación fue creciendo en la medida que se fue profundizando en el conocimiento y la
escucha de Dios a tal punto que, en las séptimas moradas, la persona experimenta que la
oración es algo habitual y que Dios le habita en lo más profundo de su ser; advierte que la
oración no le deja ensimismada sino que le impulsa para suplir las necesidades de los
demás de forma que en las séptimas moradas el trabajo y la oración-contemplación van
juntos, sin olvidar la invitación de Dios a vivir en comunidad.
93
3. EL PROCESO MÍSTICO COMO BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE VIDA
Después de analizar el texto de Lc 5,1-11 y de estudiar el proceso espiritual que propone
santa Teresa en el libro de Las Moradas, este capítulo final busca establecer las relaciones
entre el proceso de transformación que experimenta Simón Pedro y el propuesto por Teresa
de Jesús para ayudar a las personas de hoy a encontrar sentido a la vida.
Para establecer las posibles relaciones entre los dos procesos, es necesario hablar primero
sobre el proceso espiritual y místico. A juicio de Martín Velasco, el proceso místico
tradicionalmente se ha entendido como parte del proceso espiritual que experimenta la
persona en respuesta a la iniciativa de Dios, en este proceso interviene la totalidad de la
persona y se presenta en tres grandes etapas que hacen referencia a la preparación o
purificación de la persona para que se disponga a la unión con Dios, la entrada propiamente
dicha en la experiencia mística y por último la culminación del proceso en las formas de
experiencia, contemplación, iluminación o éxtasis del místico.187
Desde antiguo, en las primeras catequesis cristianas aparece el tema de “los dos caminos”
con base en el sermón de la montaña del evangelista san Mateo. La Didajé plantea el
itinerario como dos caminos: el de la vida y el de la muerte. Para Clemente de Alejandría
(Siglo III), la vida espiritual tiende hacia la perfección cristiana que consiste en la gnosis o
perfecto conocimiento de Dios que abarca los principales aspectos de la vida cristiana. Para
san Agustín (Siglos IV-V), el progreso en la vida espiritual es proporcional al progreso en
la caridad que puede ser incipiente, progresiva, grande y perfecta.188
Santo Tomás presenta una trípode de la vida espiritual como: incipientes, proficientes y
perfectos. Según Pseudo-Dionisio (siglo V-VI) hay tres momentos de la espiritualidad
187
Juan Martín Velasco, El Fenómeno Místico (Madrid: Trotta, 2009), 302-303. 188
S. de Fiori y T. Goffi, Nuevo diccionario de Espiritualidad (Madrid: San Pablo, 2012), 1008-1010.
94
cristiana que corresponden a la preparación o purificación, la iluminación y la unión.189
Sin
embargo, Martín Velasco siguiendo el pensamiento de san Juan de la Cruz (Siglo XVI)
plantea que la etapa de la purificación no es sólo una etapa o fase del proceso místico, sino
que es una dimensión constitutiva del mismo en cuanto que el entendimiento humano tiene
que superar su forma ordinaria de pensar; la voluntad humana tiene que superar su manera
ordinaria de desear; y la persona toda, su forma ordinaria de ser, para poder unirse con
Dios.190
Martin Velasco plantea una mirada de conjunto del proceso, en la cual el ser
humano opera de una manera distinta a la ordinaria para unirse con Dios; como un proceso
global que abarca la totalidad de la existencia humana y que es dinámico por cuanto se
avanza para alcanzar la perfección en medio de adelantos y retrocesos por las
contradicciones y crisis existenciales. Para santa Teresa de Liseux (Siglo XIX), el itinerario
espiritual es un “caminito” de apertura y confianza en el Dios misericordioso del
Evangelio.191
Por tanto, se entiende que este proceso se ve como un camino de seguimiento
a Cristo durante toda la vida del hombre, que, según algunos autores, puede ser distinguido
en tres etapas.
Según Charles André Bernard,192
la mayoría de autores cristianos están de acuerdo en
aceptar una división en tres partes del proceso espiritual: comienzo, recorrido y final. Lo
importante es entender que este proceso espiritual es integral, dinámico y evolutivo de
acuerdo a la historia y sicología de la persona. Teniendo presente la manera sistemática
como los expertos en el tema presentan el itinerario espiritual, lo que se pretende en este
capítulo es mostrar las características de este proceso a partir de las experiencias de
transformación de Simón Pedro y de Teresa de Jesús enmarcadas en las tres grandes etapas
del proceso espiritual para ayudar a las personas de hoy a encontrar sentido a sus vidas.
189
Martín Velasco, El Fenómeno Místico, 303. 190
Ibíd., 306-307. 191
S. de Fiori y T. Goffi, Nuevo diccionario de Espiritualidad, 1011. 192
Charles André Bernard, Teología Espiritual (Salamanca: Sígueme, 2007), 543. Junto a la explicación de
Bernard, se recomienda el artículo sobre el “Itinerario espiritual” de S. de Fiores en el que se hace el recorrido
de los itinerarios espirituales en la historia de la Iglesia. Ver: S. de Fiori y T. Goffi, Nuevo diccionario de
Espiritualidad (Madrid: San Pablo, 2012), 999-1020.
95
La palabra “sentido” es una palabra-símbolo de gran densidad significativa que se utiliza en
varios contextos, principalmente en tres contextos que nos interesan.193
El primero de ellos
se usa para referirnos a la orientación en una realidad de movimiento como el sentido de
una corriente de agua o de las agujas del reloj; un segundo contexto se refiere a los
acontecimientos de la vida del hombre como duración, con un inicio y un final que contiene
una parte interior que remite a la pregunta por su significado y que “tiene su fundamento en
el conjunto de rasgos que le distinguen de los objetos y del resto de las especies animales.
Estos aspectos hacen que la vida no se agote en su realidad mundana, natural, física y
biológica”,194
es decir, hay algo en lo más íntimo de la persona que la lleva a preguntarse
por el ¿para qué de su vida? Un tercer contexto se refiere al “valor de la vida” que hace que
se aumente lo estimable, lo apreciable y en definitiva lo bueno, entonces “sentido” se
entiende como apreciación mayor de alguien o de algo, en este caso una apreciación mayor
de la vida.
Entonces la pregunta por el sentido de la vida es esencial en el hombre, tiene que ver con lo
dinámico, con los hechos significativos que tienen un comienzo y un fin, que son
apreciables, valiosos y que generan felicidad e identidad personal. El hombre de hoy quiere
vivir la vida pero no sabe cómo vivirla de forma que valga la pena, de ahí la necesidad de
mirar hacia dentro de nosotros mismos para descubrirnos y descubrir al Dios que nos
habita. La propuesta cristiana busca la construcción del reino de Dios, partiendo del mismo
hombre para que sea feliz, pues sin el hombre no hay reino de Dios. Se trata de integrar la
trascendencia divina con la autonomía humana para encontrar el camino que conduce a la
felicidad y, por tanto, encontrarle sentido a la vida. Además de encontrarle sentido a la
vida, hay otra utilidad que deriva de la anterior y tiene que ver con la facilitación para los
acompañantes espirituales en el momento de dirigir a las personas que caminan al
perfeccionamiento del seguimiento de Cristo. Por eso la importancia de conocer el
itinerario espiritual para ayudar a las personas que viven este proceso.
193
Juan Martín Velasco, “La experiencia de la “noche oscura”, crisis radical y oculta fuente de sentido”, en:
Sentido de la vida ante la crisis, dir: María Isabel Rodríguez (Burgos: Monte Carmelo-CITeS, 2012), 119-
169. 194
Ibíd., 122.
96
Este capítulo final abordará en una primera parte los elementos comunes del proceso de
transformación de Simón Pedro y Teresa de Jesús para caracterizar el proceso espiritual-
místico: iniciativa divina, respuesta del hombre-transformación personal, plenitud de la
vida espiritual. Por último, se verá la utilidad de todo el proceso espiritual para dar sentido
a la vida de las personas hoy.
3.1 RELACIONES ENTRE EL PROCESO DE TRANSFORMACIÓN DE
SIMÓN PEDRO Y EL DE TERESA DE JESÚS
Una de las características propias del encuentro con Dios es la transformación que
experimenta la persona. Después de estudiar los dos procesos de transformación que
experimentaron Simón Pedro y Teresa de Jesús, se entrará a ver las principales
características de los cambios que ocurren en ellos para establecer sus posibles relaciones y
determinar el proceso espiritual-místico.
3.1.1 La iniciativa divina. Un llamado a ser feliz.
La espiritualidad cristiana tiene como fundamento la fe en el acontecimiento histórico de la
salvación, Dios es conocido por el hombre en la medida en que el mismo Dios se revela
como el Dios que salva en la historia. La salvación adquiere su punto máximo en la persona
de Cristo Jesús, por eso, la vida espiritual cristiana no se puede separar del acontecimiento
salvífico en Cristo Jesús y ésta aparece como la respuesta del hombre a esa iniciativa
divina. Se trata entonces de un dinamismo dialógico entre Dios y el hombre.195
Por una parte, este dinamismo dialógico es el que se observa en el texto de Lc 5,1-11 en el
cual Jesús ve a unos pescadores que habían terminado su faena y toma la iniciativa de
entablar un diálogo con uno de ellos, Simón Pedro. A partir de esa iniciativa de Jesús se
produce todo el proceso de transformación en Pedro, quien responde confiado a la palabra
de Jesús a tal punto que al final de la perícopa es capaz de dejarlo todo para seguirle.
195 Charles André Bernard, Teología espiritual, 37.
97
Por otra parte, Santa Teresa al inicio de su obra cumbre Las Moradas, plantea que Dios se
comunica al hombre (1M 1,3) y éste tiene la capacidad de responder a la comunicación
divina. Dios le habla desde lo más profundo de su ser y se le comunica a la totalidad de la
persona (1M 2,8). La santa plantea la respuesta a la iniciativa divina a partir de la oración
entendida como un dinamismo dialógico, pues ella define la oración como un trato de
amistad con Dios que nos ama (V 8,15). En ese dinamismo dialógico, Dios establece una
relación personal con el hombre y esta relación se va desarrollando durante el proceso
espiritual. Esta iniciativa divina para comunicarse al hombre es el primer punto en común
entre los procesos de transformación de Simón Pedro y Teresa de Jesús.
En este proceso, Dios va comunicando personalmente su voluntad al hombre, esta voluntad
es la vocación a la santidad, entendida como un rendir la voluntad humana a la divina. Por
eso, santa Teresa va a insistir en toda su obra que el objetivo de todo aquel que comienza
oración “ha de ser trabajar y determinarse y disponerse con cuantas diligencias pueda a
hacer su voluntad conformar con la de Dios…” (2M 1,8). La persona responde a la
comunicación de Dios tomando la firme decisión por Él y disponiéndose por completo para
la obra de Dios. El cumplimiento de la voluntad de Dios conduce a la persona a la
perfección, a la plenitud y a la felicidad (cf. Mt 5,38-48), de tal manera que la voluntad
divina no es otra cosa sino el amor, amor a Dios y al prójimo (5M 3,7).
La iniciativa divina tradicionalmente en el cristianismo se ha llamado “gracia” (Cf. Ef 2, 4-
8) e indica todo lo que se refiere a la alianza y a la nueva comunicación de la vida divina en
el hombre. La gracia produce un doble efecto en la persona: por un lado, perdona el pecado
del hombre y por otro; introduce al hombre a una vida nueva en Cristo que genera a su vez
una transformación interior y lo introduce en una relación interpersonal con Dios. Esa
gracia que transforma a la persona infunde un dinamismo nuevo y se manifiesta por medio
de unos principios más inmediatos: la fe, la esperanza y la caridad, mediante los cuales la
98
persona es capaz de responder a la iniciativa divina y participar de la vida divina en
conocimiento, confianza y amor.196
3.1.2 Respuesta del hombre: Crecimiento en la vida espiritual.
Como respuesta a la iniciativa divina la persona emprende un camino de seguimiento de
Cristo poniendo todo su esfuerzo y colaboración para conformarse a la voluntad divina y lo
hace cifrado en las dos etapas primeras del proceso espiritual: inicio y camino de
crecimiento.
En el texto bíblico en estudio, Simón Pedro hace una objeción al mandato de Jesús de
dirigirse hacia lo profundo y lanzar las redes para pescar. Simón, de profesión pescador, era
el dueño de la barca en la que se subió Jesús para enseñar la palabra de Dios, él conocía
muy bien su oficio y por eso le dice a Jesús que han bregado toda la noche y no han
conseguido nada; sin embargo, confía en la palabra de Jesús y se dirige a lo profundo de las
aguas y lanzan las redes, Simón Pedro somete sus conocimientos de pescador
experimentado a la palabra de Jesús. Esta confianza en la palabra de Jesús es lo que hizo
posible la pesca en condiciones adversas. De igual manera, Santa Teresa desde el inicio de
Las Moradas recomienda mantener la mirada fija en Jesucristo que habla a la persona desde
dentro de sí para disponerla al amor (1M 2,11). Es la confianza en la persona de Jesús la
mejor respuesta del hombre a la iniciativa divina de comunicarse y es el segundo rasgo
común entre los dos procesos de transformación estudiados.
La confianza en Cristo Jesús como acogida de parte del hombre a la comunicación divina
es el momento de la “conversión” y se presenta ante todo como dar el paso a la “fe”.197
En
palabras del Papa Francisco en la Encíclica Lumen Fidei, la fe “es la respuesta a una
196
Bernard, Teología espiritual, 167-170. El objetivo aquí no es revisar lo que tradicionalmente en la teología
se ha llamado “gracia”, por eso, para profundizar en el tema, se recomienda ver: Charles André Bernard,
Teología Espiritual (Salamanca: Sígueme, 2007), 167-197. 197
Ibíd., 469.
99
Palabra que interpela personalmente, a un Tú que nos llama por nuestro nombre”,198
y está
ligada a una escucha. Se trata de la respuesta a la escucha de la comunicación inicial
dirigida por Dios al hombre. La fe como respuesta a la interpelación de Dios es una toma de
conciencia de su “Presencia” en el hombre y es la raíz de la vida espiritual, pues sin ella no
podemos agradar a Dios (Cf. Heb 11,6). Santa Teresa va a expresar en las primeras
Moradas la necesidad de la fe para que se puedan ver las grandes obras de Dios (1M 1,4) y
la disponibilidad de parte de la persona para permitirle a Dios que nos revele quiénes somos
ya que nuestra belleza y gran dignidad se la debemos a Cristo nuestro salvador, mediante el
cual, Dios estableció una alianza definitiva con el hombre.
Esa toma de conciencia por parte del hombre es causada por Dios mismo, quien ha hecho al
hombre a imagen y semejanza suya, pues la fe no nace del esfuerzo humano, sino que es un
don de Dios. Sin embargo, Él espera la colaboración del hombre, pues lo ha elevado a la
dignidad de persona libre. Entonces en el proceso espiritual, la persona experimenta que de
acuerdo a sus decisiones puede progresar o retroceder en todo el proceso en la medida en
que libremente se decide a colaborar con la iniciativa divina para vivir en el amor y ser
imagen de Dios. El apóstol Pablo en la carta a los Gálatas sintetiza esta idea:
Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; pero no toméis de esa
libertad para la carne; antes al contrario, servíos unos a otros por amor. Pues toda la
ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo.199
Esta libertad a la que el hombre ha sido llamado por Dios lo lleva a optar por el mismo
Dios, por el amor a Dios y al prójimo para alcanzar la verdadera perfección. Tanto en
Simón Pedro, como en santa Teresa la respuesta libre y confiada a la iniciativa de Dios para
servir a los otros en el amor requiere de un gran esfuerzo. Simón tiene que dejar a un lado
sus conocimientos como pescador y confiar en la palabra de Jesús para remar hacia donde
las aguas son más profundas y lanzar sus redes. En este mismo orden de ideas, Teresa de
Jesús habla al comienzo del proceso de la necesidad de esforzarnos y de perseverar para
entrar en nosotros mismos por medio de la oración para conocernos y entendernos, y crecer 198
Francisco, Lumen Fidei (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 2013), numeral 8. 199
Gal 5,13-14.
100
en humildad y libertad (1M 2,8). El entrar en nosotros mismos requiere de un gran esfuerzo
para poder avanzar en el proceso, pues el diálogo entre Dios y el hombre no se reduce a una
pura realidad interior, por tanto, la persona tiene que buscar en el ambiente que le rodea
aquello que le ayuda a fortalecer el encuentro con Dios.200
Este esfuerzo como parte de la
respuesta a la iniciativa divina suscita deseos y determinaciones en la persona. Se trata de
desear la vida eterna y determinarse por reino de los cielos, por tanto, este desear suscita la
virtud teologal de la esperanza a partir de la fe, pues “la fe es el fundamento de lo que se
espera” (Heb 11,1).
Entonces, si por medio de la fe como respuesta primera a la iniciativa divina conocemos el
acontecimiento histórico de salvación de Dios en Cristo Jesús y la participación del hombre
en la vida divina, por medio de la esperanza, la persona toma conciencia de su situación de
debilidad que la lleva a hacer mal uso de su libertad y a no corresponder a la voluntad
salvífica de Dios. La esperanza apoyada en la gracia divina se propone superar todas las
dificultades de la vida.201
El mismo san Pablo en su Carta a los Romanos nos habla del
surgimiento de la virtud teologal de la esperanza a partir de la superación de las pruebas
con la ayuda de Dios:
…nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la
paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza
no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado.202
Se observa que en la perícopa de Lucas en estudio, el remar o dirigirse hacia lo profundo de
las aguas y el lanzar las redes hacen referencia al gran esfuerzo que tienen que hacer los
pescadores para lograr su cometido de una pesca fructífera poniendo su confianza en la
palabra de Jesús. En el libro de Las Moradas este esfuerzo se refiere a toda la etapa
ascética, es decir, las tres primeras moradas, en la que la persona tiene que disponer de
todos los medios a su alcance para profundizar en el conocimiento de sí mismo y de Dios,
200
Bernard, Teología Espiritual, 362. 201
Ibíd., 181-182. 202
Rom 5, 3-5.
101
ya que todo movimiento espiritual supone un conocimiento en el que la fe es la raíz y la
condición de la vida espiritual.203
Para Bernard,204
la gracia de Dios en el hombre ejerce una primera función de iluminación
para conducirlo hacia el verdadero conocimiento en el que se consideran principalmente los
misterios de la fe y se manifiesta como conocimiento interior. Simón Pedro tiene la gracia
de conocer su pecado y de reconocer a Jesús como Dios por el hecho de caer postrado a sus
pies. Santa Teresa en las primeras moradas (1M 2,8) cuenta de la importancia y la
necesidad del conocimiento propio iluminado por el conocimiento de Cristo para avanzar
en el proceso. Este conocimiento de sí y de Dios es la tercera característica común de los
procesos espirituales de Simón Pedro y Teresa de Jesús.
Junto al conocimiento de sí y de Dios en el que la persona reconoce su pecado y, a la vez,
sus talentos gracias a la “Presencia” de Dios en su interior, santa Teresa insiste en la
necesidad de perseverar para mantenerse en el interior del castillo. El perseverar se entiende
como un gran esfuerzo para mantenerse en el proceso espiritual. Por eso, en el capítulo
anterior en donde se estudió la propuesta de Santa Teresa, se hablaba de la necesidad de
perseverar en la oración, en la lucha contra el pecado y en el desarrollo de las virtudes,
entendidas estas últimas como una progresiva transformación de la persona, para avanzar
hacia lo profundo de sí mismo. Este esfuerzo por seguir adelante, por remar hacia lo
profundo en perseverancia es la cuarta característica común de los procesos de
transformación estudiados.
Santa Teresa insiste en que una de las virtudes en las que más hay que esforzarse es la
humildad, que consiste en vivir en la verdad de Dios y de sí mismo. Junto a la humildad
aparecen otras virtudes importantes en el proceso espiritual, tales como el desasimiento de
todo lo creado que desemboca en la libertad y el amor por los otros. Además, para santa
Teresa, el hombre en su respuesta a la iniciativa divina debe poner toda su seguridad, no en
203
Bernard, Teología Espiritual, 172. 204
Ibíd., 587.
102
lo grande de su esfuerzo sino en la confianza en Dios, tal como ella misma lo escribe en el
comienzo de las terceras moradas al referirse al hombre justo que teme al Señor y que ha
puesto su seguridad únicamente en Él (Salmo 112,8).205
En la respuesta del hombre a la iniciativa divina, la persona se da cuenta del fracaso del
esfuerzo humano para seguir adelante. Por tanto, es necesario mantenerse en la fe y poner
toda la confianza en Jesús para superar las dificultades de la vida espiritual y colaborar con
la gracia de Dios que actúa en el hombre, manteniendo viva la esperanza en la vida eterna.
Después, poco a poco, el Señor introduce a la persona en su intimidad y le revela gracias
especiales para que se fortalezca en el conocimiento de Dios. En el texto de san Lucas,
Simón al encontrarse con Jesús tuvo la revelación de descubrir que Jesús es el Señor por el
milagro de la pesca en condiciones adversas. Esta revelación de que Jesús es el Señor ha
producido un conocimiento profundo en Simón sobre quién es Él. En el proceso propuesto
por santa Teresa, las gracias especiales que ella habla a partir de las cuartas y quintas
moradas van produciendo un conocimiento cada vez más profundo de la persona de Cristo
Jesús con el fin de introducirla en el misterio de la Trinidad, es decir, en la participación en
el amor del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo.
Esta gracia especial es a la que santa Teresa se refiere cuando dice que el Señor la introduce
en la bodega del vino, como el Esposo a la esposa del Cantar de los Cantares, para encender
en ella la caridad (5M 2,12). La caridad es el principio inmediato de la unión del hombre
con Dios y tiene la preeminencia en la transformación espiritual y se manifiesta en la
universalidad con que dicha virtud impregna todas las actividades espirituales. La
consecuencia de esta primacía de la caridad es el principio de toda la moral cristiana, pues
sin ella “las diversas virtudes son incapaces de conducir a la persona a su fin último, que es
la participación en la vida divina y eterna, pues tal participación exige la conformidad de
nuestra voluntad con la santa voluntad de Dios”.206
Esta caridad que Dios infunde en el
205
3M 1,1-2. 206
Bernard, Teología Espiritual, 186.
103
corazón del hombre es la quinta característica común de los dos procesos espirituales en
estudio.
La caridad que Dios infunde en la persona se manifiesta en las obras: “vosotros sois mis
amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,14), de tal manera que todos los actos
virtuosos pueden ejercerse bajo este influjo de la caridad. Entonces, en el encuentro directo
con Jesús, Simón Pedro recibe la fuerza (por la gracia de la caridad) para dejarlo todo y
seguirle. Esa relación profunda entre Jesús y la persona que escucha su palabra y responde
por medio de la fe genera un cambio de vida en el amor. Simón, luego que experimentó el
poder de la palabra de Jesús por la comprobación de la pesca milagrosa, se reconoce
pecador y reconoce la divinidad en Jesús y se deja transformar por el mismo Señor a tal
punto que emprende una vida nueva dejando todo lo que tenía: casa, suegra, familia, barca,
oficio y socios (Lc 4,38; 5,2.3.7.10). A este “dejarlo todo” Santa Teresa lo llama
“desasimiento” entendido como un desprendimiento de todas las cosas creadas por Dios
para quedarse únicamente con Dios mismo e incluso que sin este desasimiento no hay amor
y humildad.207
Este desasimiento o “dejarlo todo” es la sexta característica común a la
transformación que experimentan Teresa de Jesús y Simón Pedro.
En esta fase del proceso, que incluyen las dos etapas iniciales del proceso espiritual: inicio
y recorrido, se pueden identificar las principales disposiciones de la persona tales como el
arrepentimiento de los pecados cometidos que lleva a un conocimiento de sí mismo, el
reconocimiento de Jesús como Dios, el reconocimiento de la fragilidad humana e
insuficiencia en el orden espiritual para poder avanzar, la necesidad de la ayuda de Dios y
la perseverancia en el proceso. Además, se inicia el crecimiento de las virtudes,
especialmente de la humildad, el desasimiento y el amor.
207
4M 2,10; Camino de Perfección, códice del Escorial 24,2.
104
3.1.3 Plenitud de la vida espiritual: final del proceso espiritual.
Después de que la persona recibe la gracia de la caridad y su fe y esperanza se han
fortalecido, en esta última etapa del proceso se tienen las condiciones estables para un
progreso continuo en la vida espiritual, es decir, de una vida espiritual madura.
En Lc 5,1-11 ante el suceso de la pesca milagrosa, Simón hace partícipe del milagro a sus
compañeros de pesca que se encontraban en la orilla. Simón, haciendo señas a sus
compañeros para que le ayudaran a recoger la multitud de peces atrapados en la red, les
participa de la experiencia del encuentro con Jesús. “Hacer señas” para pedir ayuda es
indicativo de que la experiencia del encuentro con Jesús pasa de un nivel personal a un
nivel comunitario, pues esta experiencia debe comunicarse a los demás. De esta manera, el
encuentro con Jesús y la confianza del hombre en Él llevan a la formación de la comunidad.
Aunque san Lucas no habla explícitamente de la formación de la comunidad, sí habla de la
radicalidad de los pescadores para dejarlo todo y seguir a Jesús (Lc 5,11). Los compañeros
que antes se reunían en torno a la red para ejercer su oficio, ahora lo dejan todo para
seguirle y reunirse en torno a Jesús.
Para santa Teresa el encuentro con Jesús la ha llevado a responder por medio de la oración
cuya finalidad es el nacimiento de obras en favor de los otros (5M 3,11; 7M 4,6). En el
comienzo del proceso ella va a insistir en la importancia de la caridad de unos con otros
para vivir en comunidad (1M 2,17), por eso las obras que quiere el Señor a favor de los
hermanos tienen de fondo el sentido comunitario y llevan a la formación y al
fortalecimiento de la vida comunitaria. Entonces, la formación de la comunidad es la
séptima característica común de los dos procesos espirituales.
Junto a la formación de la comunidad, en esta etapa de plenitud en la vida espiritual,
aparecen las palabras de Jesús a Simón “no temas” que dan una parte de tranquilidad ante el
asombro que se apoderó de él y de sus compañeros por la pesca milagrosa. Después, el
mismo Jesús le da a Simón la misión de pescar a hombres para vivan (Lc 5,10), es decir,
105
Jesús hace partícipe a Simón de su misión salvífica. Aunque Simón es el primero en recibir
la llamada de Jesús para seguirle, la narración es clara en contar que él no se encuentra
solo, que tiene unos socios que lo acompañan en su oficio y que también dejan todo para
seguir a Jesús. Además, la misión que le da el Señor a Simón es hecha sólo a él (Lc 5,10)
por el uso de la segunda persona del singular prefigurando el papel de jefe y de responsable
del grupo de discípulos de Jesús (Lc 6,14) y será el primero de los discípulos testigo de la
resurrección de Jesús (Lc 24,34; Hch 2, 14-40). Pero el hecho de que esta misión fuera
dirigida únicamente a Simón, no excluye a sus compañeros socios que muy seguramente
escucharon los planes de Jesús para con Simón y que también desean participar de dicha
misión.
En santa Teresa, luego de todo el encuentro con Jesús y del proceso de transformación
hasta llegar al matrimonio espiritual en las séptimas moradas, ella recibe del Señor la
misión para que se encargue de sus cosas así como Él se encargará de las de ella (7M 2,1).
Hay que entender el ocuparse de las cosas del Señor como un participar de la misión
salvífica de Cristo, misión que encomienda a Teresa de Jesús en la experiencia del
matrimonio espiritual donde ocurre la secreta unión con Dios en el centro del alma.
Entonces, la misión es la octava característica de los dos procesos espirituales estudiados en
la que Dios hace partícipe a la persona de su misión salvífica para que le sirva en el amor,
en la vida de fe y de esperanza. Esta participación de la persona en la misión salvífica de
Cristo, la lleva a una configuración con Él. De tal manera que la vida en plenitud del
hombre ha de ser un amor crucificado a ejemplo de Cristo Jesús, pues el progreso en la vida
espiritual conduce a una configuración plena con Cristo. Santa Teresa considera que el quid
de ser espiritual consiste en configurarse con Cristo:
Hacerse esclavos de Dios, a quien, señalados con su hierro que es el de la cruz,
porque ya ellos le han dado su libertad, los pueda vender por esclavos de todo el
mundo, como El lo fue; que no les hace ningún agravio ni pequeña merced. Y si a
esto no se determinan, no hayan miedo que aprovechen mucho, porque todo este
edificio -como he dicho- es su cimiento humildad; y si no hay ésta muy de veras,
aun por vuestro bien no querrá el Señor subirle muy alto, porque no dé todo en el suelo. Así que, hermanas, para que lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de
106
todas y esclava suya, mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir;
pues lo que hiciereis en este caso, hacéis más por vos que por ellas, poniendo
piedras tan firmes, que no se os caiga el castillo.208
Ser espiritual es configurarse plenamente con Cristo sirviendo en el amor a los hermanos de
tal forma que, como san Pablo, digamos que “con Cristo estoy crucificado; y ya no vivo yo,
sino que Cristo vive en mí” (Gal 2,21-20). A juicio de Charles Bernard, la configuración de
la persona con Cristo la lleva a participar de la vida de comunión de la Trinidad. Es el
momento de traducir en la vida espiritual la participación en la vida trinitaria, que es
comunión de Personas divinas y que se manifiesta en el sujeto humano no sólo en una
actividad de caridad, sino también en la vida de fe y de esperanza, de tal manera que
nuestra vida “se va convirtiendo en acogida, en entrega, en oblación, en pura gratuidad”.209
Es el momento en que la persona, completamente transformada por el amor de Dios, vive
sólo para Él, sirviéndole y amándole en las demás personas. Se vive en función del Dios
comunidad y ya todo se observa bajo la mirada divina.
3.2 UN PROCESO PARA ENCONTRARLE SENTIDO A LA VIDA
Se puede decir que de las anteriores características de los procesos de transformación que
experimentaron Simón Pedro y Teresa de Jesús: iniciativa divina, respuesta del hombre a
Dios en confianza, conocimiento de sí y de Dios, perseverancia, caridad, desasimiento,
formación de la comunidad y compromiso de la persona en la misión, se observa lo
primordial de la espiritualidad cristiana.
La existencia de estos aspectos característicos constata que las virtudes teologales fe,
esperanza y caridad, conforman las actitudes globales en el proceso espiritual-místico. Cabe
recordar que las virtudes teologales están fundamentadas en la participación del hombre en
la vida divina y que estas unifican la vida teologal.210
Es decir, la gracia de Dios, que es el
comienzo de la vida espiritual y es el principio básico de la vida espiritual, produce las
208
7M 2,8. 209
Bernard, Teología Espiritual, 471. 210
Bernard, Teología Espiritual, 192.
107
virtudes teologales en un dinamismo interior en la persona, y el ejercicio de estas virtudes
forma la estructura de la vida espiritual en cuanto se asumen personalmente. De ahí que se
hable de la respuesta del hombre a la iniciativa divina en fe, esperanza y caridad.
De acuerdo a la propuesta de Bernard,211
por medio de la fe, la persona responde a la
iniciativa divina y alcanza un conocimiento de Dios, pues “por la fe, sabemos que el
universo fue formado por la palabra de Dios, lo visible, de lo invisible” (Heb 11,3), de tal
manera que el entendimiento humano no se debe detener únicamente en la realidad tangible
y visible como si fuese lo único real, sino que debe ir más allá hasta discernir lo invisible.
Entonces por la fe se purifican los razonamientos y conceptos formados por el
entendimiento para que el conocer a Dios se realice según el conocer propio de la fe.
Acogiendo el pensamiento de Bernard, “todas las expresiones particulares resultan
inadecuadas: los conceptos, los símbolos, las imágenes. El espíritu humano niega
continuamente la validez de sus propios instrumentos de conocimiento”,212
y al hacer esto
se vuelve más hacia Dios. En este volverse hacia Dios podemos incluir dentro de la virtud
teologal de la fe dos de las características que se encontraron en el estudio del proceso:
respuesta del hombre a la iniciativa divina en confianza, conocimiento de sí y de Dios. En
los procesos de transformación que sufren Teresa de Jesús y Simón Pedro, este
conocimiento se refleja en el conocimiento de sí al experimentarse pecador y al reconocer a
Jesús como Dios. Por eso la insistencia de santa Teresa de mantener los ojos fijos en Cristo
Jesús (7M 4,8), pues él inicia y consuma la fe (Heb 12,2) por medio de la cual la persona
adquiere el conocimiento espiritual.
En santa Teresa de Jesús el conocimiento espiritual tiene su origen en la “contemplación”,
de ahí que muchos caracterizan la experiencia espiritual-mística comprendida bajo la forma
de contemplación como:
acto único, simple, del espíritu en el que coinciden la conciencia, la noticia y el
amor, infundido por el “objeto” mismo de la contemplación, por Dios, en el alma, y,
por tanto, pasivo, que tiene lugar en la noche, es decir, en la oscuridad de los
211
Ibíd., 192-193. 212
Ibíd., 193-194.
108
sentidos y de la inteligencia discursiva; que se desarrolla, pues, en el interior de la
fe, y que libera en el sujeto un dinamismo espiritual nuevo.213
Se observa cómo este conocimiento de Dios que produce Dios mismo en lo más íntimo del
ser humano e implica la totalidad de la persona, tiene efectos transformantes por el amor,
pues se conoce en la medida en que se ama y se ama en la medida en que se conoce, sin
saber cómo se conoce.
Después de observar la relación de la fe con las características encontradas en los procesos
espirituales estudiados, veamos ahora lo que sucede con la segunda virtud teologal. Por
medio de la esperanza se purifica la memoria, la persona se aparta del recuerdo de sus
méritos personales y de lo construido en su pasado para apoyarse únicamente en la ayuda
de Dios.214
En palabras teresianas, el hombre debe perseverar en este proceso dinámico de
la oración y poner toda su seguridad en el Señor: “por eso digo, hijas, que la
bienaventuranza que hemos de pedir es estarse una ya en seguridad con los
bienaventurados” (3M 1,2). Al apartarse de los recuerdos del pasado, la virtud de la
esperanza purifica la memoria humana para poner exclusivamente su confianza en la ayuda
de Dios ante la constatación del fracaso del esfuerzo humano. Con esta virtud de la
esperanza se relacionan las características de la perseverancia en el proceso para vencer las
dificultades de cada día, y del desasimiento para seguir a Cristo Jesús. Esta última
característica desemboca en la libertad de espíritu entendida como la opción para lograr el
cumplimiento de la voluntad de Dios y como la adhesión a Dios mismo en el que pone su
propio fin y su descanso.215
213
Martín Velasco, El fenómeno místico, 364. 214
Bernard, Teología Espiritual, 194. 215
Ibíd., 598. Este superar las dificultades de la vida que aparecen en muchos momentos como purificación
es posible gracias a la virtud de la esperanza, por medio de la cual se superan las pruebas con la ayuda divina
y por tener a Dios como objeto de todo los deseos que hace que la persona no se apegue a nada y se quede
únicamente buscando a Dios. Esta búsqueda de Dios implica una gran disposición y apertura a Dios actuando
en la historia. Esta disposición y apertura supone una gran libertad en la vida para abrirse a las novedades en
la historia discerniéndolas para descubrir allí la voluntad de Dios. Según Bernard, la manera para llegar a la
perfecta libertad puede ser por medio de dos caminos: uno en la línea de la libertad apostólica (san Ignacio de
Loyola), otro en la línea de la contemplación (santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz). En el primer
camino se busca tomar la decisión de seguir a Dios con una vida ordenada a la alabanza y al servicio de Dios,
tomando siempre la opción por Dios, que implica la voluntad humana para cumplir el plan salvífico de Dios.
109
En nuestro estudio, optamos por la manera como santa Teresa plantea alcanzar la verdadera
libertad de espíritu a partir del desasimiento como una purificación que obra Dios en la
persona para liberarla de todo apego. En el libro de Las Moradas, santa Teresa expresa que
esta purificación es necesaria para entrar en la unión de las séptimas moradas y esto tiene
unos efectos claves para la persona que desembocan en la libertad:
Queda con muy mayor desprecio del mundo que antes, porque ve que cosa de él no
le valió en aquel tormento, y muy más desasida de las criaturas, porque ya ve que
sólo el Criador es el que puede consolar y hartar su alma; y con mayor temor y
cuidado de no ofenderle, porque ve que tan bien puede atormentar como consolar.216
Santa Teresa es consciente que por la purificación que Dios obra en la persona (la noche
oscura de los sentidos y del espíritu tanto activa como pasiva), se llega a la libertad de los
hijos de Dios como un desasimiento de todo lo criado para vivir en paz, en la confianza en
Él y en el cumplimiento de la voluntad divina, sin excluirse de la sociedad o del mundo
donde se desenvuelve.
Por último, por medio de la caridad, la persona goza de Dios y participa de la vida en el
amor del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo: “Aquí se le comunican todas tres personas,
y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice el Evangelio que dijo el Señor:
que vendría él y el Padre y el Espíritu Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus
mandamientos (Jn 14,23)”.217
El amor a Dios se manifiesta en el amor al prójimo (1Jn 4,11-
20), pues en cada ser humano contemplamos y amamos la imagen de Dios que le habita.
En últimas se trata de la transformación en el amor obrada por Dios en la persona. Esta
transformación personal se debe manifestar en el comportamiento cotidiano, manifestación
cada vez mayor en la relación interpersonal con Cristo que la lleva a la relación con las tres
divinas Personas y por tanto a la vida de comunión con los otros y con toda la creación.
Entonces, esta virtud teologal de la caridad abarca las características de conformación de la
El otro camino, la vía contemplativa lleva a la libertad por adhesión, es decir, la voluntad del hombre se
adhiere al bien poseído en el que pone todo su fin. En esta vía se habla de la purificación pasiva de los
sentidos y del espíritu como una liberación, para que viviendo de fe la persona se libere de los apetitos
sensibles y sus aficiones ya que la contemplación es infundida directamente por Dios. 216
6M 11,10. 217
7M 1,6.
110
comunidad y de compromiso en la misión de Cristo, pues la caridad divina es la fuente del
amor al prójimo cuyo objetivo es el amor a Dios en el prójimo en toda su realidad concreta,
de forma que en cada ser humano la persona transformada contemple y ame la imagen de
Dios. La formación de la comunidad y la misión de la persona son expresiones del amor a
Dios que se concretizan en el otro, de manera que el prójimo tiene que ser amado por Dios,
es decir, por causa de Dios. El prójimo ya no es amado por la solidaridad natural que une a
los seres humanos, sino en función de Dios.218
3.2.1 Modos para encontrar el sentido de la vida.
Como se ha estudiado, todo este proceso lleva al encuentro con Dios y con los demás en el
amor. Pero, ¿cómo ayudar a las personas de hoy para encontrar el sentido a sus vidas en un
mundo globalizado y de tanta violencia? Para Karl Rahner la pregunta por el sentido (como
sentido absoluto) debe ser entendida como una pregunta sobre Dios, de forma que la
pregunta por el sentido y la pregunta por Dios son idénticas.219
Junto a la pregunta por Dios, aparece la pregunta por la religión. Juan Martín Velasco se ha
dedicado a estudiar el fenómeno de las religiones y llega a la conclusión de que “la raíz de
la proximidad de la religión al problema del sentido de vida está sin duda en ese elemento
central en todas la religiones que conocemos como salvación”.220
Según Martín Velasco,
existen unos elementos comunes en las diferentes religiones que definen la estructura de la
salvación y que podría resumirse en: la eliminación de una situación de mal radical; el paso
a una situación nueva de renovación plena, radical y definitiva de la persona; y la
intervención de un poder superior al hombre, que hace posible ese paso y que permite que
la salvación aparezca siempre como un don.221
Hay que tener en cuenta que la presencia de
Dios como salvación que se ofrece al hombre no actúa acorralándolo en la finitud,
limitando sus posibilidades y anulando su valor, por el contrario, la creación y la revelación
218
Bernard, Teología Espiritual, 609. 219
Martín Velasco, La experiencia de la “noche oscura”, 130. 220
Ibíd., 131. 221
Ibíd., 132.
111
de Dios son las modalidades del ser de Dios, como ser que se comunica, dando al hombre y
a toda la creación la posibilidad de ser con toda la riqueza que implica que el hombre sea a
su imagen y semejanza.222
A juicio de Juan Antonio Estrada, en el cristianismo la resurrección de la persona apunta a
la totalidad de la persona que ha llevado un proceso histórico generador de identidad, de
significado y de espiritualización, por eso, la vida del hombre se realiza en la dinámica de
la vida como don gratuito de Dios y como una tarea personal constitutiva que transforma al
que la protagoniza y que revierte a Dios mismo, como comienzo y fin de la vida. De ahí
que la pregunta por el sentido de la vida remita a Dios.223
Con lo anterior se ha intentado resolver la pregunta del sentido de vida para quienes creen
en Dios, pero, ¿qué le dice todo esto a una persona de hoy que en la dinámica cultural
cientificista ha dejado en un segundo plano las necesidades espirituales que no pueden
responder sobre la base de los bienes materiales propias del cientificismo y del mundo
consumista?224
¿Qué pasa con los que no creen en Dios o en la religión para sentirse
salvados? Para quienes no creen en Dios, encontrarán el sentido a sus vidas en la medida en
que estén abiertos a la trascendencia del Bien, de la Verdad, de la Belleza, en el respeto y el
reconocimiento del otro.225
Además, las situaciones adversas como las catástrofes naturales, las guerras, los accidentes
de todo tipo, las muchas formas de sufrimiento, son las ocasiones más frecuentes para
poner en cuestión el sentido de la vida. Frente al sufrimiento dice Viktor Frankl que cuando
la persona se enfrenta con un destino ineliduble, inapelabe e irrevocable, la vida le ofrece la
oportunidad de realizar el valor supremo: aceptar el sufrimiento; pero el valor no reside en
el sufrimiento en sí mismo, sino en la actitud frente al sufrimiento, en la actitud para
222
Ibíd., 132-134. 223
Juan Antonio Estrada, El sentido y el sinsentido de la vida: Preguntas a la Filosofía y a la Religión
(Madrid: Trotta, 2010), 18-19. 224
Ibíd., 21. 225
Martín Velasco, La experiencia de la “noche oscura”, 134-136.
112
soportar ese sufrimiento.226
Entonces, “el sufrimiento deja de ser sufrimiento, en cierto
modo, en cuanto encuentra un sentido, como suele ser el sacrificio”,227
es decir, el
sufrimiento encuentra su sentido en el sacrificio, sin que el sufrimiento sea un absoluto
necesario para encontrarle un sentido a la vida. La asunción del sufrimiento como sacrificio
por amor es el primer modo para encontrar sentido a la vida, con la salvedad que para que
el sufrimiento se viva con sentido ha de ser un sufrimiento inevitable, absolutamente
necesario.
Para Frankl, el sentido de la vida puede cambiar continuamente pero no cesa nunca de
existir. Junto al sufrimiento aparecen otros dos modos de descubrir o realizar el sentido de
la vida: realizando una acción responsable y/o acogiendo las donaciones de la existencia.228
Respecto del segundo modo para descubrir el sentido de la vida, se busca afianzar la
responsabilidad del hombre para que se fuerce a elegir por qué, de qué o ante quién se
siente responsable, con el fin de interpretar su existencia como una responsabilidad ante la
sociedad o ante su propia conciencia. Al hablar del hombre como un ser responsable y
capaz de descubrir el sentido de su existencia, se hace énfasis en que el sentido de la vida
ha de buscarse en el mundo y no encerrado en sí mismo como una autorrealización, de ahí
que “ser hombre implica dirigirse hacia algo o alguien distinto de uno mismo, bien sea
realizar un valor, alcanzar un sentido o encontrar a otro ser humano […] Cuanto más se
olvida uno de sí mismo, más humano se vuelve y más perfecciona sus capacidades”.229
El otro modo para descubrir el sentido de la vida se realiza por la aceptación de un regalo
de la existencia, como por ejemplo cuando se experimenta una conmoción interior ante una
obra de arte o el esplendor de la naturaleza o ante la cercanía de otro ser humano. En este
modo, sólo el amor es el único camino, pues “por el acto espiritual del amor se es capaz de
226
Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido (Barcelona: Herder, 2004), 134. 227
Ibíd., 135. 228
Ibíd., 133. 229
Ibíd.
113
contemplar los rasgos y trazos esenciales de la persona amada; hasta contemplar también lo
que aún es potencialidad, lo que aún está por desvelarse y por mostrarse”.230
Estos tres modos para encontrar el sentido de la vida propuesto por Frankl en su escrito
clásico El hombre en busca de sentido, también aparecen en el proceso místico teresiano,
en donde la persona mística no es insensible al sufrimiento ni a las necesidades del otro,231
sino que se libera del miedo para actuar de manera serena y efectiva frente a los sinsentidos
de la vida asumiendo el sufrimiento como un sacrificio hecho en amor, como un padecer
que no inquieta (7M 3,4). Además, santa Teresa da importancia a la acción responsable
cuando dice a sus monjas que lo que quiere Dios son obras en favor de los hermanos, en
especial de los enfermos o más necesitados (5M 3,11), y que para esto es la oración: para
que nazcan siempre buenas obras, que según Teresa usualmente son a favor del bienestar
del otro (7M 4,6). También se encuentra en la propuesta teresiana el agradecer los regalos
de la existencia. Para santa Teresa la gratitud es condición psicológica y ética en su proceso
espiritual, es un ingrediente ineludible en sus relaciones sociales, y su permanente y
profundo motivo de gratitud es Dios mismo por todos los regalos que le ha concedido: la
vida, la vocación, las gracias especiales (6M 8,5).232
Por lo anterior, se constata que la propuesta de santa Teresa adquiere todo su valor en la
actualidad para que las personas de hoy encuentren sentido a la vida en medio de
situaciones de injusticias y dolor profundo producidas por la misma violencia del hombre.
Entonces, se debe entender la mística como una forma peculiar de realización de la
experiencia de fe, es decir, como la respuesta personal del sujeto a la presencia del
Misterio,233
que la mantiene con los ojos abiertos frente a las necesidades de los demás,
porque no se puede separar la mística de la ética.
230
Ibíd., 134. 231
Para mayor información al respecto ver detalles sobre el tema en las p. 77 y 90. 232
Tomás Álvarez, Diccionario de Santa Teresa, 25-26. 233
Martín Velasco, El fenómeno místico, 319.
114
Según Martín Velasco, esta realización de la experiencia de fe, que no es otra cosa sino el
resumen de la vida teologal, no consiste en la simple experiencia de fe ni se reduce
exclusivamente a ella, sino que tiene su centro en la conversión de la persona, en Dios
mismo, y requiere de actos de atención, de toma de conciencia, de cultivo y de
familiarización con la “presencia” originante que habita, impulsa y atrae a la misma
persona y toda su existencia para que acepte y reconozca esa “presencia” como el centro de
su vida, y opte por el amor del cual se generan los verdaderos valores que dan sentido a la
vida y que llevan a la persona a ver el rostro de Dios en los demás.234
Es por eso, que las
ocho características encontradas en los procesos de transformación de Simón Pedro y de
Teresa de Jesús, tienen su relación con las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, de
manera que la vida teologal del hombre da sentido a su existencia en la medida en que se
asumen personalmente dichas virtudes infundidas por Dios en el corazón del hombre.
3.2.2 La mística para encontrar el sentido a la vida en la realidad de hoy.
Son muchas las expresiones con las que el proceso espiritual-místico se ha manifestado en
la historia.235
A juicio de Martín Velasco, estas expresiones del fenómeno místico son las
que muestran hoy el significado de la experiencia del encuentro con Dios para que las
personas puedan descubrir el sentido de sus vidas. En la propuesta teresiana, “la unión con
Dios” es el término utilizado para expresar el grado más alto de la experiencia mística, que
se inscribe en un proceso progresivo que va desde la unión ya siempre hecha de la
“presencia” originante, pasando por la respuesta del hombre en fe a la iniciativa divina y
que se inicia como tal en la contemplación como don de Dios y que poco a poco se va
desarrollando en el desposorio espiritual y se perfecciona en el matrimonio en el que la
234
Ibíd., 456. 235
Según Martín Velasco, es admirable que muchas personas de diversas lenguas, religiones, culturas y
épocas históricas muy distintas entre sí, coincidan en los símbolos o imágenes para expresar el fenómeno
místico que acontece en ellas como un “rasgo permanente y universal de la condición humana”.235
Esos
símbolos toman como significantes elementos naturales: agua, fuego, viento; experiencias humanas
enraizadas en la corporalidad como alto, bajo, centro y mitad, lo profundo; experiencias de relación como:
amor, amistad, encuentro. Sobre estos significantes se van organizando sistemas de expresión que, ayudados
por un contexto religioso, arrojan como resultado el recurrir a expresiones como: unión con Dios o con el
Todo, contemplación o visión de Dios o del Invisible, éxtasis, obediencia, entrega incondicional, desposorio y
matrimonio espiritual, transformación, entre muchos otros. [Ibíd., 358]
115
unión se torna transformante y la voluntad humana se rinde por completo a la divina.
Transformación que lleva a la persona a vivir en plena libertad, sirviendo y amando a los
otros en las realidades en que la persona transformada se desenvuelve.
Para Raimon Panikkar,236
la experiencia mística tiene una directa relación con la totalidad
de la condición humana; esta experiencia nos libera de cualquier miedo y también libera
nuestros actos de toda inhibición por temor al fracaso. Por eso, en los verdaderos místicos,
la acción y la contemplación no se excluyen, se complementan y se implican mutuamente,
pues no hay verdadera acción sin contemplación, ni auténtica contemplación sin acción o,
como diría santa Teresa, en el matrimonio espiritual “andan juntas Marta y María” (7M
4,12) haciendo referencia al texto de san Lucas 10,38-42. De ahí que el místico está
encarnado en este mundo y tan enraizado en él porque no divide la Vida en dos, no separa
la realidad en la que está circunscrito de su experiencia de contemplación.
Según Panikkar, “la experiencia mística es la experiencia integral de la realidad”, ya sea
que esta realidad se identifique con Dios, entonces la experiencia será experiencia de Dios;
si esa realidad es trinitaria, será la experiencia de la Trinidad, si esa realidad se le ve como
vacía, será vacuidad, en fin, en cualquier caso, es la experiencia del “Todo”, erradicando la
idea de que la mística es la experiencia de las alturas alejada de la realidad en la que el
hombre está circunscrito, alejada de los dolores y sufrimientos del mundo.237
La mística
experimenta la realidad de la condición humana en su totalidad sin perder la paz y la
serenidad y elimina el miedo a participar en el esfuerzo humano en pro de la justicia. De
manera que la mística, según Panikkar, “no es ni una especialidad ni un privilegio de unos
cuantos; pertenece a la misma naturaleza del hombre. Por tanto, la mística nos invita a
participar conscientemente; estos es, humanamente, en la aventura de la realidad”.238
La
236
Raimon Panikkar, De la Mística. Experiencia plena de la Vida (Barcelona: Herder, 2007), 208. 237
Lo que se quiere rescatar aquí es que la mística no es alienante sino que remite a la realidad. Cabe decir
que Panikkar considera que todos los hombres tienen creencias y que dentro de esas creencias existe un
ámbito de creencias sobre lo último. Para Panikkar, las creencias sobre lo último, independientemente de que
sean formuladas en lenguaje secular o de confesión religiosa, son de naturaleza religiosa: “la visión mística
incluye tanto al Otro (alter) como a mí Mismo, tanto a la Humanidad y a la Tierra como a lo Divino” [Ibíd.,
193]. 238
Ibíd., 196-197.
116
mística para Panikkar, además de ser integral como una experiencia humana que acoge a
Dios, lleva al hombre a actuar en la realidad en la que está inmerso en pro de la justicia.
Para Jon Sobrino, “la espiritualidad es más bien el espíritu con que se afronta lo real, la
historia en que vivimos con toda su complejidad”.239
Captar la verdad de la realidad y
responder a esa realidad es un acto del espíritu. Entonces, cuando no se aprisiona la verdad
de la realidad con la injusticia, de ella misma surge un “sí” incondicional a la vida. La
realidad se convierte en una manera para encontrar el sentido a la vida en las personas de
hoy en la medida en que se acepte esa realidad y se responda a sus exigencias. La realidad
misma es la gran pregunta, la invitación y la exigencia a la misericordia, entendida esta
última como “una re-acción ante el sufrimiento ajeno que se ha interiorizado, que se ha
hecho una misma cosa con uno mismo, para salvar”.240
Entonces, la misericordia es el
modo correcto de responder a la realidad y es también el modo último y decisivo, tal como
se expresa en la parábola del juicio final (Mt 25,31-46). La misericordia debe ser ejercitada
de diversas maneras, pero en últimas se ejercita por el sufrimiento ajeno entrañado,
interiorizado. Y como ya se dijo anteriormente, de acuerdo a Victor Frankl, el sufrimiento
es un modo de encontrar sentido a la vida en la medida en que se asume como sacrificio,
que en palabras de Sobrino sería misericordia.
Para Sobrino,241
respondiendo con misericordia a la realidad, se es honesto con la realidad
misma. Esta honradez con lo real se transforma en fidelidad a lo real en la medida en que la
persona se mantenga en esa honradez a lo real, pues la misma realidad, a pesar de su
historia de fracasos, plantea siempre de nuevo la esperanza de plenitud. Entonces la
fidelidad a lo real es esperanza posibilitada por la misma realidad. Se trata de una esperanza
activa, que no sólo es expectante, sino que ayuda a que la realidad llegue a ser lo que quiere
ser, y esto es el amor. La esperanza es alimentada por la realidad y el amor es facilitado por
la realidad, esto quiere decir, que la realidad además genera posibilidades, que la realidad
239
Jon Sobrino, Ignacio Ellacuría. Mysterium liberationis II. Conceptos fundamentales de la Teología de la
Liberación (Madrid: Trotta, 1990), 453. 240
Ibíd., 454. 241
Ibíd., 457.
117
es también evangelio, buena noticia. En la realidad, a pesar de que encontramos pecado,
hay una bondad acumulada, hay una gracia original y originante que se convierte en
estructura graciosa de la realidad. Aceptar esta gracia que proviene de la realidad es
también un acto del espíritu, una experiencia mística, por medio de la cual se puede
encontrar sentido a la vida.
3.2.3 “Vivenciación” de la fe en los pobres para encontrar el sentido de la vida.
A juicio de Martín Velasco, en el cristianismo se entiende esta participación en la realidad
como la “vivenciación” personal de la fe, eso sí, una fe que no cae en la rutina, ni mucho
menos en una simple herencia cultural o pertenencia a una institución o como una
afirmación ideológica de un catálogo de verdades. La vivenciación de la fe se refiere a la
opción por Dios como centro de toda la realidad y de la propia vida, y que nos orienta hacia
los otros como imagen y destino del amor de Dios. 242
Esta vivenciación de la fe que se concreta en el ver a Dios en el otro, Gustavo Gutiérrez la
explica a partir del libro de Job.243
Gutiérrez dice que el discurso sobre Dios supone la
práctica, el silencio de la contemplación y el compromiso. Para profundizar en esto centra
la atención en el libro de Job para llegar al reconocimiento del amor gratuito de Dios. En el
proceso de reconocimiento del amor gratuito de Dios, en el libro de Job se distinguen varios
discursos teológicos para dar cuenta de la fe en Dios: el lenguaje profético y el
contemplativo. Surge la pregunta: ¿cómo hablar de Dios a partir de la pobreza y del
sufrimiento del inocente? Van apareciendo varias respuestas, por un lado, aparece la
“Doctrina de la Retribución”, en la que el justo es recompensado con el bienestar y la salud
y el pecador castigado con la pobreza y la enfermedad. Por otro lado, aparece la convicción
de la inocencia de Job, y en Job la inocencia del pueblo que sufre. Job no habla mal de
Dios, simplemente cuestiona los fundamentos de la teología dominante de su época.
242
Martín Velasco, El fenómeno místico, 456-457. 243
Gustavo Gutiérrez, El Dios de la Vida (Salamanca: Sígueme, 1992), 265-292.
118
Según Gutiérrez, la desgracia de Job lo lleva a reflexionar sobre la desgracia del inocente,
del que sufre injustamente. Ya no es una cuestión de honestidad individual, sino que se
trata de una manera de comportarse con el pobre, que es el predilecto del Señor. Por tanto,
liberar al pobre es establecer la justicia (Job 29,12-17). Dios tiene muchas maneras de
hablar al hombre, de darse a conocer, entre ellas se puede contar el sufrimiento, como un
llamado a la solidaridad con quienes padecen injusticia, pues Dios es aquel que “hace
justicia al pobre” (Job 36,6). La perspectiva ética de las necesidades del prójimo, en
especial de los pobres, le hizo a Job abandonar una moral de premios y castigos.244
Continúa Gutiérrez diciendo que ésta no será la única manera para hablar de Dios. Job
busca un mediador ante Dios para comprobar su inocencia, ese mediador ante Dios es Dios
mismo (Job 16,18-22). Job busca desde su experiencia comprender la acción de Dios. En
medio de su confusión, de su pobreza y sufrimiento, a pesar de sentirse perseguido y herido
por “la mano de Dios”, proclama un acto de fe: “Yo sé que está vivo mi Vengador (Go’el)
y que al final se alzará sobre el polvo…ya sin carne veré a Dios; yo mismo lo veré, no
como extraño, mis ojos lo verán” (Job 19,25-27). Después de la aceptación de su
adversidad, espera en Dios y se rinde ante su presencia y su amor gratuito. A partir de esta
experiencia de abandono total a Dios, Job entiende que el amor gratuito de Dios es el
cimiento del mundo. Salir de su propio mundo e ingresar en el de los pobres implica ya
tomar el camino de la gratuidad y no sólo el de la preocupación por la justicia. Por tanto, el
lenguaje profético y el contemplativo son requeridos, se enlazan y se van haciendo uno
sólo. No se trata de negar el sufrimiento, sino de abrirse a la aflicción de los otros,
comprometiéndose para eliminarlo. La búsqueda de la justicia y el derecho hay que
enmarcarla dentro del amor gratuito de Dios. Sólo desde la perspectiva de la gratuidad es
posible comprender la opción preferencial por el pobre.245
244
Ibíd., 272-278. 245
Ibíd., 279-292.
119
Entonces el mundo del pobre se constituye en el lugar por antonomasia, el lugar
privilegiado del encuentro con Dios (Cf. Mt 25).246
El reconocimiento de Dios en los otros,
especialmente en los pobres, como destino del amor de Dios que infunde en el corazón de
la persona lleva a participar de su Bondad y de su Justicia, de ahí que el místico de hoy está
llamado a buscar siempre el reino de Dios, de forma que haga suyos los mismos
sentimientos de Jesucristo como un ejercicio, como una vivenciación de la fe de tal manera
que Él es el que da sentido a su vida.
Con todo lo anterior es importante tener en cuenta que en la vida cristiana no se pueden
obviar las dos dimensiones: contemplativa y activa, pues, por la contemplación, estamos
orientados a la unión con Dios como fin de la vida, y, por la acción, como una forma de
vida en el amor, nos preparamos para la contemplación. Santa Teresa de Jesús ha hecho
todo el recorrido y nos ha dejado el gran legado de entender que la mística no es ajena de la
realidad, que nos encontramos con Dios mismo en lo más profundo de nosotros mismos, en
el centro y mitad, pero este centro no es un lugar específico, es una metáfora para mostrar
lo mejor de nosotros mismos, nuestro proyecto global de vida para alcanzar la felicidad.
Pero, también nos ha mostrado que la realidad en la que nos encontramos inmersos nos
lleva a descubrir a Dios en el rostro de los otros, especialmente de los que sufren, pues el
fin es encontrar a Dios en todas las cosas.
Los místicos son aquellos que descubren al Dios que los habita, gracias a esa misma
“presencia” que los lleva a responder en fe con una confianza tal que aún en la más oscura
de las noches, mantienen viva la esperanza y se lanzan a los demás para ejercer la caridad al
mejor ejemplo de Jesucristo comunicando siempre vida. El místico también se deja
interpelar por la realidad, y en ella, en especial en el mundo de los pobres, encuentra esa
presencia de Dios que lo lleva a contemplarlo en sus rostros. Estas características del
místico deben ser un aliciente para que las personas de hoy encuentren un sentido a sus
vidas, aún en el mismo sufrimiento que puede transformarse en sentido de vida como
sacrificio, como oblación para vivir a plenitud la Vida.
246
Jon Sobrino, Misterium Liberationis II, 475.
120
A manera de resumen, este capítulo comenzó haciendo un breve recorrido histórico por los
distintos procesos espirituales planteados en el cristianismo, para luego establecer las
características o rasgos comunes de los procesos de transformación que experimentó Simón
Pedro en Lc 5,1-11 y el que está plasmado en la obra Las Moradas de santa Teresa de
Jesús. Se encontraron ocho rasgos comunes que nos ayudan a caracterizar el proceso
espiritual-místico para ayudar a descubrir el sentido de la vida a las personas de hoy:
iniciativa de Dios de comunicarse al hombre, confianza en la Persona de Jesús como
respuesta del hombre a esa iniciativa de Dios, conocimiento de sí y de Dios, esfuerzo por
seguir adelante en el proceso (perseverancia), caridad que Dios infunde en el corazón del
hombre, desasimiento o “dejarlo todo”, formación de la comunidad y participación en la
misión de Cristo.
Luego que se establecieron las características comunes de los dos procesos, se relacionan
estas mismas con las tres virtudes teologales que Dios infunde en el corazón de la persona:
fe, esperanza y caridad. La gracia de Dios, que es el comienzo de la vida espiritual y es el
principio básico de la vida espiritual, produce en el interior de la persona las virtudes
teologales, y la puesta en práctica de estas virtudes forma la estructura de la vida espiritual
en cuanto se asumen personalmente. Este asumir personalmente las virtudes teologales en
la vida es lo que permite que la persona poco a poco se vaya configurando con Cristo y le
encuentre el sentido a su vida. Así, por la fe, la persona responde a la iniciativa divina y
alcanza un conocimiento de Dios. A esta primera virtud teologal, se asocian las
características encontradas en los dos procesos estudiados: confianza en la Persona de Jesús
como respuesta del hombre a esa iniciativa de Dios, conocimiento de sí y de Dios. Con la
virtud de la esperanza, entendida como la toma de conciencia de la debilidad humana en la
que la persona se propone superar todas las dificultades de la vida con la mirada puesta en
el Reino de Dios, se relacionan las características de la perseverancia en el proceso y el
desasimiento para seguir a Cristo Jesús. Con la caridad, virtud por medio de la cual la
persona goza de Dios y participa de la vida en el amor del Padre y del Hijo en el Espíritu
121
Santo, se asocian las características de formación de la comunidad y participación en la
misión salvífica de Cristo.
Posteriormente, se procedió a establecer el sentido de la vida a partir del proceso espiritual-
místico. Para aquellos que profesan fe en Dios o en una religión para conseguir la
salvación, la pregunta por el sentido de la vida remite al mismo Dios. Para las personas que
no creen en Dios, encontrarán el sentido a sus vidas en la medida en que estén abiertos a la
trascendencia del Bien, de la Verdad, de la Belleza, en el respeto y el reconocimiento del
otro. De acuerdo con Victor Frankl, se plantearon tres principales modos de descubrir o
realizar el sentido de la vida: el sufrimiento, realizar una acción responsable y acoger las
donaciones de la existencia. Estos tres modos se encuentran presentes en el proceso místico
de santa Teresa con lo cual se constató la actualidad de la propuesta teresiana para que las
personas de hoy encuentren sentido a la vida aún en medio de situaciones de injusticias y de
dolor profundo.
Por último, se constató que la mística se da de manera encarnada. El reconocimiento de
Dios en los otros, especialmente en los pobres y enfermos, como destino del amor de Dios
lleva a la persona a participar de su Bondad y de su Justicia. Por eso, el místico de hoy está
llamado a buscar siempre el reino de Dios, de forma que haga suyos los mismos
sentimientos de Jesucristo como una vivenciación de la fe en Él. Además, comprobamos
que, en la vida cristiana, hay que tener siempre presente las dos dimensiones que nos
propone la mística teresiana: la contemplación y la acción. Por la contemplación, estamos
orientados a la unión con Dios como fin de la vida, y por la acción, entendida como una
forma de vida en el amor, nos preparamos para la contemplación. La contemplación y la
acción no se excluyen; más bien, se complementan y se implican mutuamente, pues no hay
verdadera contemplación sin acción, ni auténtica acción sin contemplación.
122
4. CONCLUSIONES
En el texto bíblico de Lc 5,1-11 se observa el proceso de transformación que vive Simón
Pedro, el cual es comparable con el proceso propuesto por santa Teresa. El punto inicial de
comparación es el versículo 5,4 que tradicionalmente se ha traducido como “Boga mar
adentro”,247
y que en este estudio se propone traducir como “dirígete hacia lo profundo”,
orden de Jesús a Simón Pedro por medio de la cual se da inicio al proceso de encuentro con
Él. Estudiar esta frase en el original griego y su comprensión en sentido espiritual, lleva al
teólogo a tomar conciencia de la necesidad de conocer los textos bíblicos para descubrir su
sentido original y poder hacer las interpretaciones pertinentes en la actualidad. Existen
muchos inconvenientes con las traducciones al castellano que nos han llegado de los textos
bíblicos, de ahí la importancia de la formación y el estudio adecuado en la teología de hoy
para ayudar a la solución de los problemas a partir de la Revelación y, de manera especial,
a que podemos descubrir el sentido a nuestras vidas. El Análisis Narrativo centra su
atención en el lector considerando el efecto que le produce el texto y la forma como él se
involucra en el descubrir el sentido del texto. El Análisis Narrativo y los otros métodos de
exégesis bíblica se convierten en herramientas muy actuales y necesarias para ayudar a
descubrir el sentido de los textos para su posterior interpretación y correcta aplicación
pastoral.
El objetivo general que se propuso en esta investigación, tiene su cumplimiento en las
relaciones encontradas entre los procesos de transformación que experimentaron Simón
Pedro en el evangelio según san Lucas y santa Teresa en el libro de Las Moradas, son a
saber: iniciativa de Dios para comunicarse al hombre, confianza en la Persona de Jesús
como respuesta del hombre a esa iniciativa de Dios, conocimiento de sí y de Dios, esfuerzo
por seguir adelante en el proceso (perseverancia), caridad que Dios infunde en el corazón
del hombre, desasimiento o “dejarlo todo”, formación de la comunidad y participación en la
misión de Cristo. Estos rasgos comunes llevan a la constatación de la importancia de mirar
247
Lc 5,4, Biblia de Jerusalén (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998).
123
la propuesta de santa Teresa y de los místicos carmelitanos para ayudar a las personas de
hoy a encontrar el sentido a sus vidas, en la medida en que se asumen personalmente dichas
características para llegar a la configuración con Cristo. Esta relación del proceso teresiano
con el proceso de Simón según el evangelista san Lucas muestra cómo para santa Teresa la
Biblia es el manantial de donde brota toda su espiritualidad. Los fundamentos para la vida
del cristiano de hoy siguen siendo conocer a Dios a través de la Escritura, de la meditación
en su Palabra y de la oración.
Pero no sólo el encuentro íntimo y personal con Dios genera sentido de vida. En el
desarrollo del trabajo, se encontró cómo todo lo que plantea Víctor Frankl está presente en
la propuesta teresiana. Se descubrieron tres principales modos de realizar el sentido de la
vida: el sufrimiento, realizar una acción responsable y acoger las donaciones de la
existencia. Estos tres modos para encontrar el sentido a la vida se encuentran presente en la
propuesta teresiana: la persona mística no es insensible al sufrimiento ni a las necesidades
del otro, asume el sufrimiento como un sacrificio hecho en amor, como un padecer que no
inquieta (7M 3,4). Para santa Teresa, la acción responsable se refleja en las obras que Dios
quiere en favor de los hermanos, en especial de los enfermos o más necesitados (5M 3,11;
7M 4,6). El agradecer los regalos de la existencia, se presenta en santa Teresa como la
gratitud a Dios por todos los regalos que le ha concedido: la vida, la vocación, las gracias
especiales (6M 8,5).
Ayudar a descubrir el sentido de vida a partir del proceso espiritual-místico ha sido una
tarea interesante en un momento de la historia en que la persona, tal vez por el mundo
cientificista y consumista, ha olvidado su dimensión espiritual. El estudio del proceso
espiritual, concretamente el propuesto por santa Teresa, tiene su actualidad en la medida en
que la persona descubre la importancia de la oración en todo el proceso de interiorización y
la necesidad de ser responsable para encontrarle sentido a su vida. El proceso místico
teresiano ha ayudado a un mejor desarrollo de la teología de hoy, pues la contemplación y
la acción van de la mano: no se puede entender la oración sin su correspondiente
proyección en el servicio hacia los otros, ni mucho menos la acción como un simple
124
asistencialismo a los demás, sino como una acción que brota del querer divino y que
promueve al hombre en su integralidad. Contemplación y acción no se excluyen, se
complementan, se involucran. Con palabras de Raimon Panikkar podemos expresar este
dinamismo entre acción y contemplación: “el místico ni se lanza al activismo ni se
desespera, pero ni se tapa los oídos ni deja inertes sus manos […] la experiencia mística es
tanto cognoscitiva como amorosa, y por lo tanto es pasiva cuanto activa, tanto centrípeta o
camino de interioridad, como centrífuga o dinamismo hacia la exterioridad”.248
Lo anterior
lleva a que tomemos en cuenta a los místicos para que se encuentre el punto de equilibrio
entre la oración y la praxis, entre la teología sistemática y la teología de la acción, de forma
que se superen los dualismos fe y vida, oración y acción, así como en la teología
Latinoamericana se ha descubierto la contemplación, en la línea de los místicos, para
orientar evangélicamente la acción al servicio concreto y eficaz del prójimo.249
El encuentro con la realidad en que la persona está circunscrita es otra fuente para encontrar
sentido a su vida. En el encuentro con la realidad, a pesar de que encontramos situaciones
de pecado, encontramos una bondad acumulada, una gracia que se convierte en estructura
graciosa de la realidad. La aceptación de esta gracia es también un acto del espíritu, una
experiencia mística, por medio de la cual se puede encontrar el sentido a la vida.
En ese encuentro con la realidad surge el tomar conciencia de la necesidad del otro,
elemento muy importante en el proceso místico teresiano. Salir de sí mismo, del propio
mundo e ingresar en el de los necesitados, en el mundo de los pobres, implica tomar el
camino de la preocupación por la justicia. Pero, éste camino no es el único, se necesita
también el camino de la gratuidad, el que brota de la contemplación del Misterio, pues, ante
la necesidad del otro y la impotencia en muchos momentos frente a esa necesidad, la
persona necesita abandonarse y reconocer el amor gratuito de Dios que hace brillar el sol
para todos y que quiere que actuemos con justicia para suplir la necesidad del otro. Por eso,
248
Panikkar, De la mística, 192. 249
Camilo Maccise, “Liberación”, en: Nuevo Diccionario de Espiritualidad, dir. S. de Fiores; T. Goffi; A.
Guerra (Madrid: San Pablo, 2012), 1106.
125
tenemos que ver a los místicos que nos enseñan a contemplar y a actuar, a vivir en la
gratuidad del amor de Dios y en la práctica de la justicia.
A partir del entender la mística y su relación con la realidad en la que el hombre está
circunscrito, surgen líneas de profundización en la investigación, pues esta inmersión del
hombre en la realidad cotidiana a través de la mística lleva a que ésta sea el punto de
encuentro con las otras religiones y abre la puerta para un diálogo interreligioso que debe
tender a la comunión en la contemplación del Misterio para superar el dogmatismo que
lleva a un desprecio de los otros. Porque, la religión que pone su centro en la institución, los
ritos, los dogmas, tiende a marginar a quienes viven en una institución distinta o practican
otros ritos o tienen otros dogmas. Por el contrario, quienes centran su atención en la
experiencia del Misterio, como santa Teresa que centra su mirada en la persona de Cristo
Jesús, buscan superar el absolutismo y el indiferentismo para centrarse en el corazón de la
persona.250
Este es uno de los puntos más importantes al que está llamada la mística, pues
en el mundo globalizado, en donde se cuestiona a las instituciones, la experiencia mística,
como experiencia de fe en lo más profundo del ser del hombre, hace que las religiones
tengan su punto de encuentro.
El místico de hoy está llamado a vivir en la fe, en muchos momentos, en la noche más
oscura de su fe para abandonarse por completo en las manos del Padre al mejor ejemplo de
Jesús (Lc 23,46); a ejemplo de Simón Pedro que, luego de bregar toda la noche sin pescar
nada, decide confiar plenamente en la palabra de Jesús para obtener la mejor de las pescas
de su vida; a ejemplo de Teresa de Jesús que, siendo mujer del siglo XVI sin ninguna
posibilidad de surgir, se abandona en Dios a tal punto que se hace toda de Dios para hacer
por entero Su voluntad: “Vuestra soy, para vos nací: ¿qué mandáis hacer de mí?”…
250
Martin Velasco, El Fenómeno Místico, 472.
126
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