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Discurso de orden para el ingreso a la
Academia de la Historia del Estado Miranda.
Santuario de Betania 16 de mayo del 2009.
La Historia Local y su importancia en la vida de
los pueblos
Municipio Rafael Urdaneta del Estado Miranda.
Profesor Manuel Vicente Monasterios G.
.
Acto de incorporación a la Academia
Santuario de Betania Municipio Rafael Urdaneta
del Estado Miranda. 16 de mayo del 2009
Ciudadana Presidenta y demás miembros de la
Academia
de la Historia del Estado Miranda.
Ciudadanos y ciudadanas invitadas especiales.
Señoras y Señores
Introducción:
Permítanme ustedes, honorables miembros de la
Academia de la Historia del Estado Miranda,
pronunciar el Nombre Dios Todopoderoso, para
agradecer que en el Santuario de su Santa Madre,
representada por la devoción a Virgen de Betania, “La
Reconciliadora de los Pueblos”, pronuncie este
Discurso de incorporación a la Academia, en un lugar
tan especial y significativo para nosotros los creyentes.
Este lugar bendito, este pedacito de Venezuela donde
se ha manifestado la Santísima Virgen para señalarnos
el camino de amor, de unión, de paz y la necesaria
reconciliación, en la hora menguada de las divisiones y
banderías, donde el odio en todas sus formas, pretende
erigirse en el motor de quehacer cotidiano.
Dios en su infinita bondad me ha permitido la
inmerecida gracia de incorporarme como miembro
correspondiente por el Municipio Rafael Urdaneta, en
este lugar de peregrinaje, donde se recibe el bálsamo y
la curación a los males físicos y espirituales, punto de
partida de una nueva esperanza para la humanidad,
desde donde se irradia al mundo la buena nueva de
una sociedad diferente, de la “ciudad de oro” y el fin
de la era del odio y de la autodestrucción del homo
sapiens.
Gracias debo dar a la benevolencia de los distinguidos
Académicos y especiales a su Director el Dr. Fermín
Luque Olivo, quien vio en mi valía para ser portador
de tan alta responsabilidad. Agradecer al Académico
Presbítero Otti Ossa Aristizabal, al servir de
anfitrión, con la gentileza de buen antioqueño, de paisa
venezolano para recibirnos con la mayor amabilidad
en este Santuario donde ejerce su ministerio sacerdotal
como Capellán, Quiero también agradecer a mi esposa
Nubia Cardona, compañera de avatares en en la ruta
de la vida. A mis hijos Natalia y Andrés Mauricio,
prolongación de la existencia y razón de ser de
nuestras vidas, a mis nietas: Diana Victoria e Isabella y
a mi nieto Andrés Eduardo, por ser todos ellos acicate
y fundamento de la angustia en la búsqueda de una
Venezuela posible, donde tengan la oportunidad que yo
tuve de crecer y progresar en libertad, a mi nuera
Nataly, a todos mis familiares, a los amigos que me
acompañan con su presencia, a los compañeros de
Tucuy, proyecto histórico cultural, hecho desde el Tuy
para un mundo globalizado. También debo recordar y
agradecer los que no están, porque partieron adelante,
pero dejaron profunda huella en nuestra existencia A
todos gracias, solo puedo decir como el salmista:”
Señor, no tengo el corazón soberbio, ni la mirada
altiva; no he emprendido un camino de grandeza que
sobrepase mi cabeza. No. Yo mantengo a mi alma en
paz y en silencio. Mi alma está en mí como un niño en
los brazos de su madre,” (Salmo 130).
Primara Parte:
Me resultó muy difícil escoger un tema sobre la
historia Cúa, para escribir las páginas de mi discurso
de incorporación a esta respetable Academia de la
Historia del Estado Miranda. Empecé relatando la
gesta heroica de la resistencia de nuestros ancestros
caribes conocidos como Los Quiriquires ,su origen, su
forma de vida, su rebeldía pero necesitaba también
hablar del negro que trajeron obligado del África, sus
sufrimientos, sus alzamientos, pero no podía dejar de
contar como el cacao americano enriqueció a los
criollos, descendientes de los primeros conquistadores
y como el primer poblamiento se hizo por iniciativa de
hacendados y cosecheros dentro de los límites una ha
cienda llamada Marín y que la ubicación actual de la
población de Cúa fue producto de una orden, bajo
pena de excomunión, emanada del Obispo .Madroñero.
Pero no estaría completo mi discurso si no mostraba
las diferentes hipótesis sobre la fundación, la que del
indio Cue y fray Manuel de Alesón y la hipótesis más
reciente que reivindica a la India Apacuana.
Pero sentía la inquietud de no mencionar de los tres
hijos de Cúa que por sus méritos reposan en el Panteón
Nacional, el General José María Carreño, compañero
fiel de nuestro Libertador, el General del pueblo
Soberano Ezequiel Zamora y el eximio pintor
Cristóbal Rojas. Pero hablar de Cúa sin contar su edad
de oro donde se conoció como la Perla del Tuy y del
terremoto de 1878, que la destruyó completamente y la
famosa leyenda de la maldición del padre Céspedes, no
es hablar de Cúa. Era también importante destacar
que le tenacidad de una comunidad, lo cual permitió
como el ave fénix renacer de sus cenizas y empezar de
nuevo la parábola del crecimiento y sus diversos
períodos desde cacao fundacional, pasando por el café,
la caña de azúcar, la ganadería, la industrialización,
hasta llegar al presente agónico donde no sabemos
realmente lo que somos, si un dormitorio o un deposito
de los problemas capitalinos.
Y esa angustia de ver un presente absurdo y obligados
por nuestra vocación de recoger y divulgar el pasado
para poder comprender la desazón que vivimos,
solicito de ustedes la benevolencia de poder
pronunciar la parte medular de mi discurso, sobre las
meditaciones que vienen a mi mente, relativas nuestra
realidad y mi deseo compartirla con todos ustedes
para ver si entre todos alcanzamos el rumbo que
merecemos.
Segunda Parte:
Me incorporo como miembro correspondiente de la
honorable Academia de la Historia del Estado
Miranda por el Municipio Rafael Urdaneta. Cúa, este
rinconcito del mundo, tierra de mis ancestros por
varias generaciones. Este micro-mundo, objeto de
nuestras querencias, de nuestras raíces, savia que
alimenta lo que hemos sido, lo que somos y lo que
seremos. Tal vez para muchas personas resulte
absurdo y hasta tonto darle tanta importancia a la
circunstancia de haber nacido, o haber crecido y
constituido familia en un pueblo que no acaba de
definir su tránsito de la ruralidad a la vida citadina,
con la calidad de vida que ese paso significa. Es cierto
que lo cotidiano, el quehacer del día a día no tiene la
dimensión del concepto de la historia que hemos
aprendido en las aulas y los libros, donde parece que
sólo es historia las acciones guerreras y las luchas del
campo militar. Narradas siempre en tono hiperbólico.
Es cierto que hemos dado héroes, pero nos olvidamos
por ejemplo del aporte a la Independencia cultural de
América de un Sabio como Don Andrés Bello, que el
fundador y re fundador desde la primera república
hasta la última que inventen no es otro que Juan
Germán Roscio, que un jurista de la Independencia
como Francisco Javier Yánez, ya sabía y predicaba en
1810, lo que es la Libertad de Conciencia, la
Democracia plural en una sociedad civilizada donde se
respeta el Estado Derecho. Que el Dr. Cecilio Acosta
quien prefirió vivir y morir en la más absoluta pobreza
económica que arrodillarse y alabar la egolatría del
megalómano de Guzmán Blanco. Poco sabemos de la
verticalidad moral de un Fermín Toro, quien no aceptó
mancillar su condición de parlamentario, para
transmutarse en levanta manos del General José Tadeo
Monagas. Nos olvidamos de la gente “de a pie” que
soportaron los rigores de la lucha fratricida de la
Independencia y la Federación y siguieron trabajando
estoicamente, produciendo el pan y cubriendo las
necesidades de la población, en todos los rincones de
Venezuela.
Es justo que la historia baje del pedestal heroico y se
coloque en la propia vida, en el repertorio infinito de
las formas como ha transcurrido la vida en comunidad.
La cercanía con lo cotidiano para contar, más con
amor, que con la fría disección documental.
Cuando los pueblos despierten y tomen conciencia que
la historia no es simplemente la sucesión cronológica de
diversos gobiernos, o el alzamiento de un caudillo del
siglo XIX , o una materia pesada del bachillerato, sino
que la historia es la acumulación de hechos y el cuento
de cómo fueron esos hechos y se entienda que lo más
importante es lo que está ocurriendo, en el aquí y
ahora, porque somos los protagonistas de esa historia y
el futuro depende de lo que hagamos hoy. Cuando un
pueblo aprende su historia, empieza a reconocerse y
valorar su patrimonio moral, no hay fuerza que le
pueda manipular.
El hacer bien el presente depende mucho de conocer
el pasado para no repetir los errores. La historia es la
maestra de la vida y podemos afirmar no hay presente,
ni futuro sin conocimiento del pasado. Eso es lo que
nos distingue de los animales, solo el ser humano hace
historia.
En el siglo de la globalización parece un anacronismo
provinciano ocuparse de la historia local, todo
contrario, es desde cada lugar del planeta, conectado a
la gran red de redes, es donde tiene que renacer el
sentido de la conciencia nacional lo cual no es otra cosa
que la conciencia histórica, el sello distintivo de la
identidad, la cultura de la pertenencia, el amor por lo
propio. Ese renacer cultural desde la patria chica, de
eso que algunos historiadores contemporáneos llaman
LA MATRIA, identificada con la madre, para
diferenciarla de la Patria, pero sobre todo para
apartarla del ignaro patrioterismo, falsificador de la
historia. Donde se confunde olímpicamente al general
Matías Salazar, con el general Antonio Paredes porque
ambos fueron fusilados, para complacer el ego de dos
dictadores. O se confunde al General Gómez con el
General Castro, porque ambos venían de los Andes. O
al 19 de abril con el 5 de Julio. Se encumbra a Boves y
se degrada al General Páez, de la manera más
irresponsable se le atribuyen a nuestro Libertador
Simón Bolívar frases y pensamientos que jamás ha
dicho. Se nos presenta al Precursor Generalísimo
Francisco de Miranda como un radical jacobino
cuando todos sabemos que su pensamiento se identifica
con los llamados Girondinos. Partidos de la Revolución
Francesa. Ese aventurerismo audaz de torcer la
historia no es simplemente producto de la ignorancia,
eso tiene una razón, cambiar los referentes y los
arquetipos sociales para entronizar otros. Si la historia
nos llega falsificada, con un marcado sesgo, deja de ser
historia y no le sirve a la sociedad para entender el
presente y construir el futuro. Sirve de soporte a la
anarquía y la tiranía.
Ese es el gran desafío del historiador, del investigador,
del amante o aficionado a la historia. Buscar la verdad
en un cúmulo de disparates que se repiten y repiten y
buscar los medios para que el lector, el estudiante o el
ciudadano pueda comparar con libertad las diferentes
versiones y asumir la que crea más convincente
Debemos aprender a usar la red universal, sacarle el
mayor provecho llegando al mayor número de
personas para fortalecer nuestras raíces, para no ser
devorados por el falso progreso o los espejismos
manipuladores. Si no somos capaces de buscar el
equilibrio entre la tecnología de la instantaneidad de la
llamada “Aldea Global” y la fuerza telúrica de
nuestro pasado, terminaremos por fortalecer el
desarraigo, el desapego y la desvalorización de lo
nuestro, sin tener los instrumentos selectivos para
penetrar en la madeja de información que nos ofrecen
libremente a través de Internet, el medio más poderoso
a través del cual el 95% de los estudiantes realizan sus
investigaciones bibliográficas de tipo histórico.
Ese menosprecio por lo propio que hoy se ha
acentuado, es producto del desconocimiento, de no
saber qué hicieron nuestros antepasados, no conocer la
biografía a quienes se destacaron en los campos del
quehacer ciudadano, quienes con iniciativa y trabajo
honrado han creado riquezas, es producto la
ignorancia de la herencia cultural que nos legaron los
mayores. Esas tinieblas en el conocimiento histórico,
explica, en parte, el poco interés que tenemos para la
conservación del patrimonio Histórico, no solamente
público, sino incluso familiar, cuantas veces las viejas
fotos, van directamente al basurero, borrando la
memoria de la familia y con más razón la memoria
colectiva. Un objeto antiguo, un cuadro, un libro, un
documento, en definitiva, un referente cultural termina
en el relleno sanitario de la Bonanza. La destrucción
documental en registros, alcaldías y parroquias, la
demolición de reliquias arquitectónicas, representativa
de distintos períodos, especialmente las viejas casonas
de las haciendas cacaoteras del Tuy, son hoy, con pocas
excepciones escombros sin dolientes.
Es un deber sembrar conciencia en las nuevas
generaciones de nuestros valores. Estamos recibiendo
un impacto contundente en la desaparición de nuestra
memoria colectiva, si agregamos al panorama de la
indiferencia y la falta de conocimiento, la incursión
irresponsable de los “historicidas” mencionados
anteriormente el panorama es muy grave. Pues poco se
sabe de historia y lo que se sabe, en muchos casos, tiene
sesgos alejados de la verdad.
El primer deber del investigador histórico es la
búsqueda de la verdad, así esa verdad nos duela, para
extraer la lección y no repetir los errores; esa es la
razón que justifica la existencia de Instituciones como
Academia de la Historia del Estado Miranda. No es
que la historia sea un conocimiento hermético donde
solo pueden acceder grupos elitescos, no. es todo lo
contrario, debe ser abierta, plural, con representación
de las distintas perspectivas metodológicas, donde se
expongan puntos de vista diversos. La historia como un
hecho humano no puede ser única y mucho menos
tener la connotación de oficial. Esa búsqueda de la
verdad y su preservación es la justificación de la
existencia en cada municipio de la figura de un
Cronista de la Ciudad, libre de presiones políticas, con
carácter vitalicio a menos que en justo juicio se pruebe
una falta muy grave que comprometa su ética. Un
cronista no puede estar sometido a la inmediatez y a los
criterios ideológicos, su obligación va mucho más allá
de los gobiernos municipales, estos pasan y el Cronista
de la Ciudad debe seguir su labor de investigación, de
recopilación para salvaguardar nuestra historia local y
sobre todo difundirla por los diversos medios a su
alcance, para que se preserve, se conozca y se aprecie.
Para abordar con eficiencia la revalorización del
patrimonio histórico y cultural de nuestro pueblo, es
necesario tomar la ruta del acontecer local y regional
para que nos lleve a lo nacional. Se plantea hoy una
amplia revalorización de la investigación y divulgación
de la llamada micro-historia para generar un renacer
cultural de la memoria y la pertenencia. Si no
alcanzamos este objetivo como sociedad organizada,
estamos condenados en el Tuy a ser para siempre, una
mal llamada ciudad dormitorio, esto tiene validez para
todos los pueblos y ciudades que viene devorando el
monstruo de la macrocefalia urbana, en que se ha
convertido Caracas, por falta de visión de futuro y de
planificación . Las ciudades y pueblos de la Región
tuyera se han convertido en una especie de
campamento provisional, un “amontonamiento” de
gente y automóviles, sin paradigmas, sin elementos
referenciales de pertenencia y de sano orgullo. La
vorágine de la violencia absurda que hoy nos azota,
terminaría de devastar en físico y moral a estos
hermosos valles, agregando la inconsciencia ecológica,
de la destrucción de los pocos bosques que quedan, de
las fuentes de agua, la destrucción del medio ambiente
reflejado en la lamentable transformación de
carreteras, calles, plazas y lugares públicos en
vertederos de botellas, latas, plástico y basura de todo
tipo. Esta es una cruel realidad, pero también es
historia y crónica de lo que no queremos ser. Todos
estamos obligados a cambiarla por la historia buena,
donde la noticia interesante no sea el número de
muertos producto de la violencia. Hay que cambiar la
crónica roja de última página, el vocerío de la muerte,
por la crónica de la vida, de la esperanza, de la lucha
de una comunidad por mejorar, con honradez, donde
predomine la cultura ciudadana del respeto y del
cariño por lo nuestro.
Esta tarea no es nueva, solo que hoy la realidad es más
dramática y la transformación más urgente, el tiempo
se nos agota. No somos los primeros y esperamos no ser
los últimos empeñados en ver el pasado con agudeza
para poder mirar el futuro como esperanza; debemos
recordar específicamente en Cúa a nuestro pintor
Cristóbal Rojas, quien es el primer cronista gráfico de
nuestro pueblo al legarnos dos obras pictóricas:
“Ruinas del templo de Cúa” y “Calles de Cúa”,
descripción de lo poco que quedó de la floreciente
ciudad de Cúa, después del terremoto del 12 abril de
1878. Recordemos a Don Ramón Armando Rodríguez,
escritor, poeta, traductor y uno de los primeros
estudiosos de nuestra historia local, con publicaciones
periodísticas y especialmente en su magna obra
“Diccionario Histórico, Geográfico y Biográfico de
Venezuela” Obra que debe ser digitalizada y publicada
para conocimiento de toda la comunidad. Es digno
recordar a un cueño compositor musical, director
orquestal, poeta y cronista Don Alejandro Díaz
Milano, quien escribió un hermoso y muy completo
libro sobre Cúa, todavía inédito. Lo tuve en mis manos,
pues me lo confió, para que realizara correcciones de
estilo, tal vez fue mi contacto con ese libro, la más
profunda motivación para que me dedicara con pasión
a la investigación de nuestra historia local. Estamos en
deuda con Don Alejandro y también con su hermano
Don Lope Díaz Milano y con muchos coterráneos. En
los años 50 llegó a la población de Cúa el dedicó a
investigar la historia de los 5 templos que ha tenido
Cúa en su larga historia, nos dejó una documentación
muy bien sustentada. Es justo reconocer la inmensa
labor desplegada por el cronista oficial de Cúa: Don
Adolfo Angulo Pérez, quien en más de 40 años de labor
a publicado cientos de artículos en la prensa local,
regional y nacional, destacando nuestra historia local,
sus personajes y tradiciones ha publicado libros
diversos y con el apoyo de la Fundación Doña María
Teresa Manzo de Angelino a publicado varios folletos
de gran valor histórico. No podemos dejar de
mencionar al “Cronista de la cueñidad” Rafael
“Morocho” Fuentes, por la difusión a través del
periódico “El Moro de La Costa” de sus “Pedacitos
Históricos de Cúa”, digitalizado y publicado en la
página Tucuy.com. Es justicia reconocer el aporte al
rescate de nuestra historia documental que realizó el
padre Germán Español Moreno, gracias a la
publicación anual de tres ejemplares de la Revista
histórica Tesón, 1980-1983 las cuales tuve el honor de
coordinar y me sirvieron para hacer un curso intensivo
de nuestra historia. Es deber recordar a Nelson
Mijares, quien en su empeño amoroso por lo nuestro,
se dedicó a investigar la historia de la querida Banda
El Rosario de Cúa, fundada en 1914 por el padre
Yumar y su cuñado el padre de Evencio Castellanos y
Gonzalo Castellanos. Mijares publicó un libro muy
importante, el cual estamos comprometidos a
digitalizar y publicar en la página Tucuy.com. Rogelio
Bianco Díaz, una de las inteligencias más destacadas
que ha dado Cúa en el siglo XX, tiene cuatro o cinco
tomos de investigaciones y crónicas sobre nuestro
pueblo, pero lamentablemente no ha encontrado los
patrocinantes para su publicación. Don Jesús Reverón
Blanco, escribió un hermoso libro sobre la historia de
la Urbanización José de San Martín, conocida como
Nueva Cúa, el cual publicó, gracias a la colaboración
del Instituto de la Cultura del Estado Miranda Hoy
tiene un libro inédito sobre la historia de Cúa, donde
hay aportes muy importantes de su investigación
documental y bibliográfica, pero sigue esperando un
editor. El periodista cueño Lic. Néstor Chávez ha
publicado unas cuantas biografías de personajes
representativos de la cueñidad. Es de mencionar a las
fuentes orales de las historias, anécdotas y
acontecimientos de vida de Cúa entre quienes se
destaca Orlando Duc, por la precisión de sus datos y la
memoria cronológica, para lo cual utiliza un método
nemotécnico muy útil en estos menesteres. La señora
Elia Díaz de León, la señora Maritza Morante de
Marín, Jesús Pérez Uzcanga fuentes inagotables de la
memoria histórica de Cúa y el recientemente fallecido
Don Juan Rafael Díaz quien me contaba cómo era la
vida del cueño a comienzos del siglo XX.
Hoy rindo un sincero homenaje a quienes sin ser
historiadores profesionales abordaron nuestra
realidad, con gran creatividad y se atrevieron, sin
saberlo, a generar una micro-historia que tiene las
claves esenciales de autenticidad testimonial,
documental e incluso ficcional para dar contenido al
desafío que mencionábamos al comienzo de este
discurso, tal vez existan fabulas confundidas con
hechos que realmente ocurrieron, tal vez no hayamos
llegado sino a la superficie y falte mucho por
investigar.
Gracias a todos ellos tenemos memoria colectiva, solo
nos hace falta que mucha gente, en especial a la
juventud se le despierte el gusanito y se incorporen a
búsqueda de ese pasado. Conocer nuestra historia local
es conocernos a nosotros mismos como una gran
familia y sin ese bagaje, sin esa herencia cultural, es
imposible que lleguemos a buen puerto.
Nuevamente muchas gracias y muy buenas tardes.
LOS CARIBES:
Los estudios recientes de nuestros grupos étnicos, habitantes del territorio
que hoy conocemos como Venezuela, antes del contacto europeo, nos
presenta un modelo dicotómico entre los aborígenes de occidente, los
llamados arahuacos y los indígenas pobladores del Centro y el Oriente
conocidos con el nombre genérico de Caribes. Arahuacos en cuanto a su
organización social eran sociedades cacicales, jerarquizadas y con
desarrollos de asentamientos demográficos estables. Los llamados caribes
eran grupos tribales, igualitarios, tienen jefes, pero sin poder coercitivo. Un
igual inter-pares. Las circunstancias, generalmente de carácter guerrero,
bien de conquistan, de expansión o mantenimiento les obligaba a responder
a un modelo centralizado, de manera ocasional, pero habitualmente eran
descentralizados. Cada aldea tenía su propia autonomía. Casi siempre
ubicadas en zonas geográficas continuas, utilizando los ríos, como el Tuy,
para la comunicación inter-aldeas, de manera rápida y eficiente, en razón
de su dominio de la navegación. Una vez superada la causa que obligaba a
la centralización, cada aldea volvía a su sistema autónomo habitual. (2)
La denominación de etnia Caribes a los diferentes grupos que habitaban
desde la península de Paria hasta el lago de Tacarigua, se fundamenta en
estudios etnolingüísticas, la antropóloga Key Tabla (1885), ubica el origen
de este grupo étnico en las actuales Guayanas y propone un modelo
expansión Proto.Caribe 3000 años antes de Cristo. Ya par el año 400 antes
de Cristo se evidencia su expansión, sobretodo del grupo de navegantes que
siguieron el curso del Orinoco y sus afluentes para extenderse por el
territorio oriental de la actual Venezuela, las islas de la costa. Trinidad,
Tobago, las Antillas Menores y Mayores. También mantienen una ruta
permanente desde el actual Lago de Valencia, rio Guárico, Apure, Orinoco
y remontando hasta la meseta de la actual Bogotá, donde comerciaban con
productos del mar Caribe y piezas de oro.(3) Incluso llegaron hasta el sur
del lago de Coquivacoa,, hoy Maracaibo, en una especie de tenaza de
avanzada durante muchos siglos Se puede evidenciar que los asentamientos
caribes no eran de población demográficamente estables, sino pueblos de
paso, bases más bien de tipo estratégico, para el logro de sus objetivos de
dominación y expansión hacia el occidente. Así lo recoge Fray Antonio
Caulin
. Por esta razón al conquistador español se le hizo muy difícil, primero
entender la estructura de la vida Caribe, la cual no respondía a su esquema
mental del medioevo europeo, donde las jerarquías constituían el
fundamento de la organización social. En 1590 Diego de Henares expresó:
“ha visto a los indios naturales de esta Provincia de Caracas, han sido los
más belicosos, que testigo ha vista en estas Indias”. También lo deja
asentado Don Pedro García de Ávila, vecino y conquistador, quien declara
“que testigo, sabe y vido que los indios naturales de esta provincia de
Caracas han sido muy belicosos, tanto cuanto indios han podido ser”
Citados por el Dr. Horacio Biord en su libro “Niebla en las Sierras”,
publicado por la Academia de la Historia de Venezuela en el año 2005. En
Segundo lugar el dominio de los distintos grupos caribes por parte del
conquistador español, en especial Los Quiriquires, pobladores de estos
valles tuyeros, se hizo casi imposible, por la forma aparentemente
anárquica de su organización social. Los encomenderos encargados de
someterlos y ponerlos al servicio de la corona fracasaron, como también le
ocurrió a los misioneros, quienes se vieron obligados para el re-
poblamiento de la Misión de Charallave a traer de las riveras del apure a
Indios Taparitas, Amaibos y Gúires, según investigaciones del Dr. Fermín
Luque, publicadas en su libro “La Tierra de los Charavares” del año 1993.
Poco tiempo duraba la Paz impuesta por la fuerza entre Caribes y
españoles, si no se rebelaban, huían a las altas montañas o a las selvas del
sur. Por sus viejos caminos de agua. A finales del siglo XVIII la “cuestión
Caribe” todavía era un problema para la corona española. Sobre todo en la
provincia de Barcelona, con los ascendientes de los actuales Kariñas.
Después de la Independencia durante el siglo XIX, presentaban, las tribus
caribes, resistencia armada a los aventureros del caucho, del balatá y del
oro en las selvas de Guayana. En el siglo XX, la lucha contra la invasión de
los garimpeiros brasileros en la Orinoquía y la de los indios motilones al
sur del lago de Maracaibo, en las fronteras con Colombia, descendientes de
Los Quiriquires, no permitían la construcción de carreteras. Para no
mencionar la resistencia de los grupos de Los Pemones en el Estado
Bolívar, en su reciente lucha, incluso con la pérdida de vidas para los
indígenas, tratando de impedir la construcción y el paso de las monstruosas
torres del tendido eléctrico de Guri a Brasil el cual partió en dos la Gran
Sabana, (la madre tierra).
Aún en pleno siglo XXI, en nombre de intereses geopolíticos se violentan
los derechos de nuestros aborígenes, tal cual lo hicieron un Garcí González
de Silva, o un Diego de Lozada, hoy esos derechos están consagrados
Constitucionalmente, de las misma forma que las leyes de Indias también le
daban al indígena una categoría diferente al negro esclavo, una prohibición
expresa de aplicarles la esclavitud, pero los conquistadores jamás la
respetaron. Tal vez de allí nos venga esa inveterada costumbre de hacer
leyes muy bonitas para violentarlas. Todavía perduran los resabios del
neocolonialismo, hay un florido discurso favorable a los llamados “Etnias
originarias”, pero en lo fáctico, en los hechos se continúa utilizando la
fuerza, para despojarle de sus tierras donde hay un verdadero Dorado.
La región Centro-Norte-Costera, podemos subdividirla en dos, desde las
costas del actual Puerto Cabello (Borburata) hasta el Cabo Codera
(Miranda) y desde Cabo Codera hasta la península de Paria. Este era el
territorio caribe para el momento del contacto europeo. Después del
poblamiento del valle del Guaire, los españoles empezaron a llamarle con
el nombre de Caracas, así empezaron a nombrar los españoles a las tribus
del centro. En la Relación del Gobernador Pimentel a su majestad el Rey en
el año de 1578,la fuente directa de carácter histórico más antigua donde se
nombran por primera vez los distintos grupos indígenas y su ubicación en
la provincia, mencionando los nombres de “Toromaymas, Aruacos,
Teques, Guiqueríes, Quiriquires, Meregotos, Mariches, Taramas, Guarenas,
Charagotos,Esmeregotos, Bauriacotos”
Con relación a los Quiriquires, nos indica que habitaban el valle del Río
conocido como Tuy, región a la que Juan Rodríguez Suárez en el año de
1574 había nombrado como Salamanca. Estos grupos conocidos como
Quiriquires, se encontraban en el valle hasta las estribaciones montañosas
que separan del llano, compartiendo la zona con Mariches y Tumuzos
mediante linderos naturales como la desembocadura del Guaire en el Tuy y
el valle del cuira , lo que hoy se denomina Araguita, en la zona de
Barlovento.
El mismo informe del Gobernador Pimentel explica detalladamente la vida
en los primeros años de la fundación de Caracas e indica que el nombre
que daban los españoles para diferenciar los grupos de indios ocupantes de
la zona respondía a una asociación con montes, yerbas, animales, ya
conocidos y relacionados por el europeo. Por ejemplo el nombre de
Quiriquires, indica según el informe del Gobernador Pimentel, a una
asociación con el pájaro linazero de los campos de Castilla, por lo
abundante y la inmensa algarabía que hacían esas aves. Hay múltiples
versiones del origen del nombre de esta tribu,- lo único verdaderamente
probado es que esos nombres los colocaban la mayoría de las veces los
españoles a su conveniencia para diferenciarlos y ubicarlos
geográficamente El Cronista Don José Oviedo y Baños, aunque sus
investigaciones corresponden a fuentes secundarias, también documenta la
existencia de grupos denominados: Caracas, Mariches, Meregotos,
Arvacos, Charagotos, Tarmas, Guarenas, Tomuzas y Quiriquires. Todos
estos grupos hablaban la lengua “Caraca” según señalaba en su informe al
Rey el Gobernador Pimentel, investigaciones de reciente data indican que
estas tribus hablan un dialecto caribe denominado tamanaku , con variantes
en acento y vocabulario del Kumana. Lingüistas como Swadesh (1959) nos
señala en sus estudios que las lenguas habladas por indígenas llamados
Karibes , desde el período pre-hispánico, hasta hoy tienen una
diferenciación de 14 lenguas estudiadas y clasificadas, con una divergencia
máxima de un 34 % entre los Yupkas o motilones que habitan en la sierra
de Perijá y los Panares del Sur de Venezuela
La lengua Caribe, según estos mismos estudios, que se hablaba en la costa
oriental y el centro norte de la actual Venezuela, deriva directamente del
Kumana, la cual sería la lengua base de todas denominaciones como
Lengua Caraca, Tamanaku, Teque, Guarena estas desaparecieron con la
extinción de los grupos éticos y también con la asimilación de la cultura del
conquistador. En la actualidad la lengua existente entre los grupos caribes
que quedan, la más afín al Kumana es el Ye kuana o Mayongong. Grupo
aborigen refugiado en las profundidades de las selvas de Guayana y tal vez
una de la menos adaptada a la vida del criollo.
LA CONQUISTA:
La llegada del europeo significó el choque de dos cosmogonías totalmente
diferentes, era lógico que se generaran conflictos, Los blancos con su
concepción de mercantilismo medieval, donde los metales, especialmente
el oro y la plata eran la forma rápida de conseguir las anheladas riquezas. Y
el indígena que no tenía desarrollado el concepto de propiedad privada.
Para ellos los bienes materiales eran de todos los integrantes de la tribu, se
usaban de acuerdo con las necesidades. Pero rápidamente aprendieron del
blanco el valor de las mercancías y los instrumentos de cambio como el
oro, la plata las perlas. Ellos le daban más importancia a las plumas de aves
exóticas, a los caracoles, a la sal, el oro era para rituales. La aventura del
conquistador fue militar, mercantil y religiosa. Primero se intenta el
dominio por la vía de la bondad del fraile y el convencimiento de tipo
religioso, pero al mismo tiempo el conquistador se necesitaba mano de obra
para la explotación de minas de aluvión, para extraer los placeres de perlas
de Cubagua. El aborigen termina esclavizado por el conquistador.
En los Valles del Tuy, se encuentran unas pequeñas minas en la región de
Tácata, por esa razón encontramos allí los primeros asentamientos de
población, para la explotación de oro y el dominio de las tribus de la zona.
Hacia las montañas de Guatopo, se inicia la explotación de las minas de los
ríos Apa y Arenillas cerca de los morros de Apa y Carapa de corta
duración, en sus cercanías se funda en 1578, por iniciativa de Sebastián
Díaz de Alfaro la primera población en territorio Quiriquires y la denomina
San Juan de la Paz, a orillas del Tuy cuatro leguas de la desembocadura del
Guaire en el Tuy, según lo recoge Don José Oviedo y Baños. Esta
población dura muy poco y Don Sebastián Díaz de Alfaro funda la ciudad
de San Sebastián, del otro lado de las montañas del sur del Tuy, primero las
cercanías de Orituco, luego buscando el rumbo noroeste y nuevo camino a
Caracas por los montes de Guiripa y Tácata. En las cercanías del Rio
Caracamacate.
El primer camino del llano que existió fue pasando por el valle de
Salamanca, hoy valles del Tuy, territorio Quiriquire, según documento de
actas del Cabildo de Caracas de fecha primero de octubre de 1593, en
donde Alonso García de Pineda, escribano público de la ciudad, solicita
una merced de hato en los llanos de Salamanca, de esta banda del río Tuy.
“por bajo del camino que ba a la ciudad de San Sebastián de los reyes, a
mano izquierda, donde tenía una estancia poblada e indios de su
encomienda. El Cabildo le concede el asiento de hato con cuatro fanegadas
de tierra para cas y corrales. (Castillo Lara, Lucas Guillermo. Materiales
para la Historia Provincial de Aragua, A.N.H. 1977) Su ubicación actual
sería pasando las Sabanas de Ocumare atravesando las montañas que
dividen las aguas entre el rio Tuy y el Guárico.
Las primera encomiendas de los valles del Tuy se otorgan a Francisco
Infante y a Garcí González de Silva, desde Tácata, hasta el lindero con la
llamada nación Tumozos, en los montes de Guatopo
Don José Oviedo y Baños. Autor de la conocida obra “Historia de la
Conquista y Población de la Provincia de Venezuela” nacido en Bogotá en
1671, Alcalde Caracas en los años de 1699-1710-1722. Regidor perpetuo
de Caracas en 1703, historiador y sobrino del Obispo de Caracas Don
Diego de Baños y Sotomayor. Esta obra fue publicada en Madrid la
primera parte en 1723, abarcando desde el descubrimiento hasta el año de
1600. La segunda parte está en duda si publicó, pues según relataba
historias de los habitantes principales de la ciudad que no interesaban que
se divulgaran, muchas son la hipótesis y los supuestos. Sin embargo su
obra, a pesar de ser fuente secundaria es la más utilizada por los
historiadores para argumentar sus hipótesis sobre este período de la historia
de nuestra Venezuela.