discurso y legitimación del paraimilitarismo en Colombia

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    Resumen

    Este trabajo estudia la dimensin ideolgica del paramilitarismo, elemento

    descuidado que puede explicar por qu las organizaciones paramilitares se

    articulan con sectores de la sociedad y de la clase poltica nacional en lo que

    se ha denominado la parapoltica. Ms all de los intereses instrumentales

    de los polticos por hacerse a un cargo de eleccin popular con ayuda de losparamilitares, all subyacen unos acuerdos ideolgicos mnimos que pueden

    rastrearse en el discurso de los paramilitares y en su intencin de articular

    ciertos sectores a su lucha, as como en la recepcin de ese discurso en los

    sectores interpelados. La parapoltica es parte de la materializacin de un

    proyecto poltico hegemnico que articula sectores locales y regionales, legales

    e ilegales. Las alianzas entre polticos y paramilitares no obedecen slo a un

    inters instrumental, all subyace un proyecto poltico compartido que se torna

    hegemnico y por ello consigue amplios mrgenes de legitimacin.

    Palabras clave: paramilitarismo, parapoltica, discurso, legitimacin,hegemona.

    Abstract

    This paper studies the ideological dimension of the paramilitarism, neglected

    element that may explain why the paramilitary organizations are linked to sectors

    of society and the political class in what has been called the para-politics.

    Beyond the instrumental interests of politicians to take a position of popular

    election with help from the paramilitaries, there lie some minimum ideological

    agreements that can be traced in the discourse of the paramilitaries and their

    intention of articulating certain sectors to their struggle, and on receipt of thatspeech in challenged sectors. The para-politics is part of the realization of a

    hegemonic political project that articulates local and regional sectors, legal and

    illegal. The alliances between politicians and paramilitaries do not obey only an

    instrumental interest, there lies a shared political project that becomes dominant

    and thus get broad margins of legitimacy.

    Keywords: paramilitarism, para-politics, discourse, legitimation, hegemony.

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    oui

    Las explicaciones de lo que se ha denominado la parapoltica ado-lecen de dos limitaciones. Por una parte, el fenmeno ha sido explicadodesde una perspectiva instrumental: un intercambio, calculado al nivel delos medios y los nes, por paramilitares y polticos. Mientras los parami-

    litares necesitaban entrar en la poltica para incrementar su capacidad denegociar con el Estado, los polticos recurrieron a ellos para conseguirvotos (Valencia, 2007, 13-14). Ello ejemplica la interaccin entreorganizaciones armadas ilegales y actores legales para establecer mayoraselectorales (Romero, 2007, 455). Esta explicacin descuida aspectos quepermitiran comprender mejor esa articulacin entre buena parte de laclase poltica y los paramilitares. Estos usaron la violencia para eliminarla competencia electoral o amedrentar la poblacin y arreglaron fraudes,pero cabe preguntarse: tenan una base electoral o un electorado?, si

    lo tenan, qu lo aglutin? En otros trminos, la parapoltica es unacuestin instrumental motivada por intereses de enriquecimiento, poder yvotos, o se inscribe en un proyecto poltico ms amplio? Si se explica slopor su dimensin instrumental por qu la clase poltica no cedi con lamisma facilidad a alianzas con las guerrillas, que tambin podran ofrecergarantas para cooptar puestos de votacin?

    Por otra parte, las explicaciones han aceptado como premisa unasegmentacin campo/ciudad, donde la ciudad se enlaza con proyectosmodernos y democrticos, mientras el campo se vincula con el dominio

    autoritario de actores armados ilegales (Duncan, 2006a, 112). Esta esuna de las explicaciones ms aceptadas segn la cual, en su fase nal,el paramilitarismo devino en la formacin de Estados autnomos deseores de la guerra en las regiones, al margen de las institucionesy leyes del Estado nacin (ibid, 15-16). Esta perspectiva descuida elhecho de que esos autoritarismos subnacionales fueron funcionalesen el empoderamiento de lites polticas regionales en las institucionesdemocrticas del Estado central. Es cierto que en algn momento lapolarizacin entre lites regionales y nacionales engendra en parte el

    paramilitarismo (Romero, 2003, 18), pero esa distincin pierde utilidadpara la explicacin en el momento en que parte de esas lites regionales sevuelven hegemnicas en el nivel nacional. No se puede plantear una claradivisin entre lo local y regional como autoritario y lo nacional o centralcomo democrtico, ambos estn inmersos en el mismo proceso.

    Este trabajo estudia la dimensin ideolgica del paramilitarismo,elemento descuidado que puede explicar por qu las organizacionesparamilitares se articulan con sectores de la sociedad y de la clase polticanacional. Ms all de los intereses instrumentales de los polticos por

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    hacerse a un cargo de eleccin popular con ayuda de los paramilitares,all subyacen unos acuerdos ideolgicos mnimos que pueden rastrearseen el discurso de los paramilitares y en su intencin de articular ciertossectores a su lucha, as como en la recepcin de ese discurso en lossectores interpelados. La parapoltica es parte de la materializacin de

    un proyecto poltico hegemnico que articula sectores locales y regionales,legales e ilegales. Las alianzas entre polticos y paramilitares no obedecenslo a un inters instrumental, all subyace un proyecto poltico compar-tido que se torna hegemnico y por ello consigue amplios mrgenes delegitimacin.

    el oo: l ac, u o?

    Algunos anlisis tienden a mostrar a las Autodefensas Unidas deColombia (AUC) como una organizacin cticia, inuidos por el juego de

    intereses y las pugnas entre facciones que salieron a la luz pblica durantelas negociaciones con el gobierno Uribe. Segn Garzn las autodefensas,no obstante se presenten como un actor unicado, en realidad son larepresentacin de una serie de dinmicas regionales y locales que preten-den alcanzar una cobertura nacional (Garzn, 2005, 47). Seguramentelas AUC nunca fueron lo que pretendan ser, una organizacin autnomay centralizada similar a las organizaciones guerrilleras; sin embargo, huboun momento en que lograron proyectar esa imagen y, sobre todo, en queesa representacin tuvo acogida en ciertos sectores de la sociedad colom-

    biana. Para estudiar cmo se produce este proceso, en el que las AUCconsiguen proyectarse y legitimarse como un actor unicado, es necesariodistinguir al menos dos perodos en su desarrollo como organizacin.

    El primer perodo va desde la formacin de las AUC en abril de 1997hasta la eleccin de Uribe en agosto de 2002, y envuelve un procesode centralizacin caracterizado por el crecimiento y expansin delparamilitarismo1. A nes de 1994 tiene lugar la Primera Cumbre Nacionaldel Movimiento de Autodefensas en Cimitarra, bajo orientacin de FidelCastao. Esta reunin agrup varios comandantes de grupos regionales

    con el n de construir un movimiento unicado, una coordinadora nacio-nal de autodefensas. El surgimiento de las Autodefensas Campesinas deCrdoba y Urab (ACCU) da origen a una dinmica de centralizacin queluego deviene en la denicin de un proyecto de cobertura nacional con

    1. Durante el gobierno de Pastrana, los paramilitares crecieron como nunca

    antes, en una dinmica que los llev, segn datos del Ministerio de Defensa, de

    tener 3.800 integrantes en 1997 a 8.150 en el 2000. Ministerio de Defensa Nacional

    (2000, 10).

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    la formacin de las AUC en 1997. Entonces, los principales objetivos deCarlos Castao eran lograr presencia nacional, espacio poltico y mandounicado central (Otero, 2008, 185).

    El grado de organizacin permite a los jefes paramilitares alcanzarcierta autonoma respecto a las organizaciones narcotracantes tras el

    desmantelamiento del Cartel de Medelln y la muerte de Pablo Escobaren 1993. Las AUC, desde junio de 1997, implementaron una estrategiapara obtener reconocimiento poltico y proyectarse como tercer actor delconicto armado. En enero y febrero de 1999 lanzaron una iniciativa quebuscaba el reconocimiento por parte del gobierno Pastrana (1998-2002)para sentarse a negociar junto con la guerrilla. Castao escribi una cartaal entonces presidente. Al tiempo se intensicaron las masacres comoreprimenda por el inicio de los dilogos de paz con las FARC2.

    Los paramilitares se convirtieron en un serio obstculo para la poltica

    de paz del gobierno tanto con las FARC como con el ELN. Las FARCcongelaron los dilogos en enero de 19993 y en noviembre de 2000 leexigieron al gobierno la desarticulacin de las AUC e impidieron que seles diera estatus poltico. Los paramilitares recurrieron al secuestro decongresistas de varios partidos, casi siempre provenientes de sus zonas deinuencia, desde octubre de 2000, para evitar que la propuesta de canjepermanente de prisioneros de guerra de las FARC tuviera desarrollolegislativo4.

    Los paramilitares fueron la principal traba en el proceso con el

    ELN, que se inici como desarrollo del Acuerdo de Puerta del Cielo ytena como objetivo realizar la Convencin Nacional, propuesta desde1996. Despus de un ao y medio de conversaciones, en mayo de 2000,Pastrana accedi a la pretensin del ELN de despejar dos municipios enel sur de Bolvar, Cantagallo y San Pablo, y uno en Antioquia, Yond,para crear una zona de encuentro y realizar la Convencin Nacional5.Los paramilitares, que haban logrado despojar al ELN de algunasde estas zonas, recurrieron a las masacres6 y a la intimidacin de sushabitantes, forzndolos a movilizarse con el n de impedir el despeje y la

    2. Ojo por ojo. A punta de masacres los grupos paramilitares aspiran a obtener el

    reconocimiento poltico del gobierno, en Semana No 872, enero 18-25 de 1999.

    3. Paras bajo fuego, en Semana, n 873, enero 25-febrero 1 de 1999.

    4. El pulso, en Semana, n 965, octubre 30-noviembre 6 de 2000, y Mensaje

    equivocado, en Semana, n 966, noviembre 6-13 de 2000.

    5. Segunda pista en Semana, n 939, mayo 1-8 de 2000.

    6. La caldera del diablo, en Semana, No 941, mayo 15-22 de 2000, y La piedra

    en el camino, en Semana, n 952, julio 31-agosto 7 de 2000.

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    Convencin7, situacin que se prolong por ms de un ao8. As lograronlegitimarse entre los sectores opuestos a las negociaciones que percibanlos despejes como una muestra de debilidad del gobierno frente a lasguerrillas.

    El rasgo ms sobresaliente y descuidado de este primer perodo es la

    produccin, por parte de las AUC, de un discurso en el que se abrogan larepresentacin de las clases medias y los sectores olvidados por el Estadoy se presentan como un tercer actor del conicto armado9. Como semuestra ms adelante, dicho discurso consigui el respaldo de ampliossectores, particularmente en las ciudades.

    El segundo perodo est marcado por disputas entre facciones delas AUC pero, simultneamente, el gobierno Uribe las reconoce comoactor poltico. En el interior de la organizacin se origina una crisis,producto de la insercin de intereses del narcotrco, que se expresa en

    la renuncia de Carlos Castao a la jefatura nica en mayo de 200110. Elintento de integrar una organizacin nacional se frustr por el ingresode narcotracantes que se constituyeron en una fraccin hegemnica.Desde el 2001 se puede rastrear la venta de frentes o franquicias de las

    7. Las otras marchas, en Semana, n 941, mayo 15-22 de 2000, y La resistencia,

    en Semana, n 977, enero 22-29 de 2001.

    8. El grado de oposicin a las negociaciones regionales con el ELN fue de

    tal magnitud que se ha estudiado como el intento de construir un proyecto

    contrainsurgente comparable al de Puerto Boyac veinte aos antes. GutirrezLemus (2004, 34-50).

    9. En la declaracin nal de la Cumbre de Cimitarra en 1994 armaron: El

    gobierno no nos puede dejar al margen de las negociaciones ofrecidas a la guerrilla,

    porque as como la guerrilla pblicamente ha reconocido que somos parte activa

    del conicto armado que vive el pas, el gobierno tambin debe considerar que

    somos parte fundamental en cualquier acuerdo para solucionar el problema

    de la violencia poltica en Colombia. Adems, porque sera injusto que no se

    reconociera el esfuerzo y sacricio a aquellos que con su pundonor de lucha han

    tratado de llevar la paz a las regiones donde sus pobladores la han reclamado. Laotra coordinadora. Bajo liderazgo de Fidel Castao, una treintena de grupos de

    autodefensa en todo el pas se unen en un solo ejrcito regular. Anuncian guerra a

    muerte con la guerrilla y exigen dilogo poltico, en Semana, n 669, febrero 28 de

    1995.

    10. El 30 de mayo de 2001 Castao present su renuncia a la jefatura nica de

    las AUC. Los que siguen en la la, en El Tiempo, viernes 1 de junio de 2001, pp.

    1-3 y Qu pasa con los paras?, pp. 1-2. Ver tambin Castao se reinventa, en

    Semana, n 1056, julio 29-agosto 5 de 2002.

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    AUC a narcotracantes que, tras la desarticulacin de los grandes carteles,encontraron refugio en el campo, vinculndose con estructuras paramili-tares ya consolidadas y tornndose dominantes en ellas (Duncan, 2006b,42-57). Las autodefensas recibiran el gobierno Uribe con una fracturainterna, producto de la disputa en relacin con el narcotrco11, que

    llev a la renuncia denitiva de Castao y tiempo despus a su misteriosadesaparicin12. En forma paralela a las negociaciones con el gobierno sedesataron guerras entre facciones, en las que los que negociaban con elgobierno pretendan desarticular a los que, segn ellos, estaban ligados alnarcotrco, mientras los que no negociaban armaban que los primeroseran narcotracantes que buscaban legalizarse13.

    11. Como lo maniesta Castao el 20 de julio de 2002: Fueron infructuosos los

    esfuerzos realizados al lado de otros comandantes honestos para salvar el nombre

    y la existencia de las AUC, que fue creacin nuestra. Pero no fue posible, nos

    encontramos con una serie de grupos atomizados y altamente penetrados por el

    narcotrco, que en muchos casos pasaron de la confederacin a la anarqua o

    perdieron su identidad y sus principios. Castao crea movimiento, en El Tiempo,

    20 de julio de 2002, p 1-17. Ver los comunicados de Carlos Castao rechazando

    la nanciacin con recursos del narcotrco y la respuesta de algunos de sus

    copartidarios reproducidos en Corporacin Observatorio para la Paz (sf, 358-357).

    12. Ver Pacto de sangre, en Semana, n 1147, abril 23-mayo 4 de 2004. Castao

    desapareci a nes de abril de 2004. Daz antes el juez Baltasar Garzn haba

    ordenado su captura por apoyar organizaciones narcotracantes. En junio de 2006otro paramilitar, Jess Ignacio Roldn alias Monoleche, gui al Cuerpo Tcnico

    de Investigaciones (CTI) de la Fiscala hasta una fosa donde presuntamente se

    encontraban los restos de Castao y arm que haba sido asesinado por orden de

    Vicente Castao, para evitar su entrega a Estados Unidos y una posible delacin

    de los dems jefes. La Fiscala, en cabeza del scal general de la Nacin, arm

    que los restos eran de Carlos Castao. Sin embargo, en abril de 2007, la Corte

    Suprema de Justicia inform que las pruebas realizadas por la Fiscala no eran

    concluyentes y en consecuencia conden, como reo ausente, a Carlos Castao Gil a

    20 aos de prisin por la masacre de 49 campesinos en el Municipio de Mapiripn,Meta, en 1997 (Comisin Colombiana de Juristas, 2008, 40). Ver tambin La

    familia que nunca muere, en Semana, n 1304, abril 30 de 2007.

    13. Entran en confrontacin las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC)

    y el Bloque Centauros de las AUC que operan en la regin de los llanos, por una

    parte, y el Bloque Cacique Nutibara de Don Berna y el Bloque Metro al mando

    de Rodrigo Franco o Doblecero, por otra. Los enfrentamientos culminan con

    la desaparicin del Bloque Metro y el posterior asesinato de su comandante

    Rodrigo Franc quien con anterioridad haba acusado a Don Berna de su posible

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    En suma, el paramilitarismo de las AUC, que haba intentadoproyectarse como un tercer actor del conicto armado con un proyectode Estado y sociedad, se desliza hacia estructuras criminales justo en elmomento en que consigue legitimarse como tal y negociar con el Estado.Cuando las AUC empiezan a disgregarse porque el poder y los intereses

    del narcotrco se tornan hegemnicos en su interior, ya han alcanzadotal legitimacin que permite a sus lderes proyectarse como un actorpoltico con reconocimiento del gobierno. Es ese proceso de legitimacinanterior, mediante la produccin de un discurso poltico, lo que se hacenecesario estudiar.

    el iuo l ac

    Existi un proyecto poltico paramilitar? Responder este cuestiona-miento hasta hace poco equivala a legitimar el paramilitarismo o darle un

    estatus de actor poltico a algo que, en apariencia, no era ms que unaextensin del aparato represivo del Estado. Por eso no se ha producido unaaproximacin sistemtica a este problema en la literatura especializada. Eltrabajo pionero de Medina (1990, 195-219) sobre el caso de Puerto Boyacexploraba algunos componentes ideolgicos del fenmeno: su orientacinanticomunista articulada a elementos como el desarrollo local y regional,la defensa de la propiedad privada y la reivindicacin del derecho a lalegtima defensa. Tales elementos articulaban sectores diversos, desdeconnotados juristas que actuaban como idelogos de la legtima defensa

    hasta asociaciones como Tradicin Familia y Propiedad (ibid, 197). Msrecientemente, Pizarro caracteriz su discurso poltico como un populis-mo autoritario de extrema derecha. Populismo, segn el autor, porque lasAUC planteaban que sus objetivos no se distinguan de los de la guerrilla,excepto por la perspectiva poltica, y extremista por sus modalidades deaccin (Pizarro, 2004, p. 124).

    La discusin revisti relevancia en las negociaciones con el gobiernoUribe, por la intencin de los jefes paramilitares y de sectores de la clasepoltica, empezando por el gobierno, de reconocer formalmente estatus

    poltico a las organizaciones paramilitares. Mientras para autores como

    asesinato y a quien adems calicaba de cabeza del narcotrco en las AUC. Ver:

    Rendicin masiva en guerra para en El Tiempo, 18 agosto de 2003, p 1-2. Don

    Berna, el exterminador de las Auc en El Tiempo, domingo 28 septiembre de 2003,

    pp 1 y 1-2. Rodrigo Franco o Doblecero, jefe del Bloque Metro reconoci que la

    estructura militar que lideraba dej de existir despus de los combates contra AUC

    en octubre. Dnde est Doblecero? en El Tiempo, 3 de enero de 2004, p 1-4.

    Don Berna dio orden de matarlo, en Semana, n 1.148, mayo 3 al 10 de 2004.

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    Ramrez Tobn (2005, 145) las AUC tenan un proyecto poltico, una vi-sin crtica y reformista del Estado sintetizada en los 11 puntos de 1999;para otros, como Rangel (2005, 12), aunque tenan una retrica polticano tenan un proyecto poltico propio y se unicaban slo por impedir elxito del proyecto poltico-militar insurgente. Gutirrez y Barn (2006,306) iban ms lejos al armar que si bien el paramilitarismo no puedeser reducido a una pura bsqueda de rentas [] el proceso de negociacincon el gobierno mostr que no tienen un discurso para el pas, sinobsicamente para s mismos. Sin embargo, como se ha visto, una cosa esel discurso de los paramilitares durante las negociaciones, una vez que lasAUC han pasado por un proceso de disgregacin, y otra el que se produceen el perodo anterior, luego de su unicacin en 1997, que se plantecomo el proyecto poltico de un tercer actor del conicto armado.

    Cubides (1998, 85), al examinar algunos de los documentos de esta

    poca, resalt varios aspectos de la dimensin ideolgica del paramilitaris-mo. Primero, tenan una ideologa con pie de imprenta [] pero no unaideologa real, dado que sus comunicados y su organismo de coordinacinnacional eran articiales. Adems, sus documentos eran obra de asesores,militares o abogados. Segundo, se empeaban en defenderse y autojusti-carse: se trata de una ideologa a posteriori de los hechos, formulada parajusticarlos tras haberlos producido. Esto en contraste con las guerrillasde izquierda para cuyo surgimiento existe un transfondo ideolgico (ibid,88).

    Este tipo de enfoques no son muy tiles para examinar el impacto deldiscurso, su capacidad para legitimar y conseguir apoyo. Para los nesdel discurso de las autodefensas, tratar de legitimarse e interpelar ciertossectores, no reviste mayor inters el que una ideologa sea verdadera ofalsa, o si quienes la enuncian son consecuentes con ello. Tampoco esmuy til para el anlisis saber que el discurso es obra de asesores y node los propios paramilitares. Ms que establecer si los enunciados sonverdaderos o falsos, un anlisis del discurso debe ocuparse al menos dedos aspectos si aspira a dar cuenta de su funcionalidad poltica. Primero,

    de su capacidad preformativa (Foucault, 1992), de la forma como susenunciados dan forma a su identidad en tanto les permiten denirse ydenir la realidad. Segundo, de su capacidad para legitimar e interpelar yarticular otros actores, de hacerlos parte de su causa o su proyecto.

    El primer aspecto ha sido abordado ampliamente. Estrada analiza unade las primeras entrevistas televisadas de Carlos Castao, de marzo de2000, con herramientas de losofa del lenguaje (Estrada Gallego, 2001,39-57). En su perspectiva, la retrica empleada en la guerra hace parte dela dinmica de la confrontacin y el campo de la comunicacin es anlogo

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    al militar. Los paramilitares son los actores que mejor lo han comprendidoy por ello utilizan estratagemas lingsticas para velar la crueldad desus acciones. La metfora de la guerra como juego, por ejemplo, ocultalo criminal y resguarda responsabilidades, la comparacin acta comojusticacin de determinadas acciones empleadas por la guerrilla. Lo

    relevante del anlisis es que la retrica paramilitar, particularmente lasmetforas estructurales, conforma paulatinamente una ideologa quejustica las acciones de guerra que resultan injusticables si no se acude aestas guras (ibid, 49).

    En una perspectiva similar, Bolvar (2005, 50-88) presenta losdiscursos que las AUC producen sobre s mismas. Indaga sobre lasemociones a las que apelan, cmo se presentan a si mismos y evalan suscomportamientos, qu roles se atribuyen en el orden social y cmo produ-cen diferencias en su interior. Caracteriza a las AUC como una formacin

    elitista porque recoge los esfuerzos de defensa de grupos regionales conestatus y estabilidad social, lo cual se corrobora con la observacin de larecurrente apelacin al yo de los lderes, su insistencia en que vivan enla normalidad, que la guerra es temporal en sus vidas y que eran y sonparte de la sociedad. Se presentan como hroes, vctimas y benefactores,y resaltan su misin como el principal criterio de legitimacin, se declarangente de bien e invocan el derecho a la legtima defensa como portavo-ces de las regiones para que vuelvan a ser parte del Estado (ibid, 67).

    Estas aproximaciones dan cuenta de las estrategias retricas que los

    paramilitares emplean para denirse y legitimarse, pero se muestranlimitadas para estudiar la forma como el planteamiento de un proyectopoltico consigue esa legitimidad en ciertos sectores de la sociedad. Seagotan en las funciones que puede tener la retrica para legitimar susacciones y denirse a s mismos, pero descuidan la capacidad que puedetener su discurso, por vago, incoherente o falaz que sea, para conseguirapoyo a su causa. Es posible analizar este aspecto del discurso paramilitaracudiendo a algunas herramientas del marco conceptual para el anlisisdel discurso planteado por Laclau y Mouffe (1987).

    A diferencia de los enfoques usados para analizar el discurso de losparamilitares, Laclau y Mouffe no aceptan la distincin que comnmentese hace entre discurso y prctica, o entre prcticas discursivas y prcticasextradiscursivas; ambas estn incluidas en su concepto de discurso. Noreducen el discurso al habla o la escritura sino que, por el contrario,erigen estos como componentes internos de las totalidades discursivas14.

    14. El trmino discurso lo usamos para subrayar el hecho de que toda

    conguracin social es una conguracin signicativa. Si pateo un objeto esfrico

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    A diferencia de las anteriores perspectivas, orientadas preponderante-mente al estudio de la representacin que los paramilitares construyen des mismos, ello permite captar los efectos preformativos del discurso enel campo poltico y cmo opera la interpelacin a otros actores y sectores.Ms que un anlisis del discurso poltico, se trata de un anlisis poltico

    del discurso15.Simplicando sus consecuencias sobre la denicin de identidades

    polticas, este enfoque puede sintetizarse en el siguiente postulado: Eldiscurso poltico intenta crear formas especcas de unidad entre interesesdistintos relacionndolos con un proyecto comn y estableciendo unafrontera que dena las fuerzas a las que hay que oponerse: el enemigo(Mouffe, 1999, 77). As pues, existen dos conceptos clave, que a la vez sonprcticas discursivas, para realizar un anlisis poltico del discurso de losparamilitares: articulacin y antagonismo.

    La articulacin es la prctica que establece relaciones entre signi-cantes no en virtud de la coherencia lgica sino por lazos connotativoso evocativos (Laclau, 1978, 1). Por ejemplo, el discurso de lvaro Uribearticula dos elementos o signicantes que de otra manera no tendran porqu estar relacionados: seguridad y democracia. Lo que permite estasarticulaciones entre elementos distintos ms que su signicado es el hechode que se pueda construir un enemigo comn, es decir, que el discursocree una frontera o un antagonismo que los constituye como una totalidaden cuanto los hace equivalentes en relacin con ese enemigo (Laclau y

    Mouffe, 1987, 165). En el ejemplo de Uribe, los signicantes de seguridad ydemocracia se construyen como equivalentes frente a su enemigo comn: elterrorismo. Es esta frontera lo que permite delimitar un discurso poltico.

    Este enfoque permite analizar cmo el discurso de los paramilitaresinterpela otros actores buscando legitimidad y apoyo a su proyecto pol-tico. Desde esta perspectiva, un anlisis del discurso de los paramilitaresdebe tomar en cuenta, adems de la manera como se representan a smismos, la forma como intentan articular actores y elementos, y comodenen sus enemigos o los lmites que los distinguen de ellos.

    en la calle o si pateo una pelota en un partido de ftbol, el hecho fsico es el mismo,

    pero susignicado es diferente. El objeto es una pelota de ftbol slo en la medida

    en que l establece un sistema de relaciones con otros objetos, y estas relaciones

    no estn dadas por la mera referencia material de los objetos sino que son, por el

    contrario, socialmente construidas. Este conjunto sistemtico de relaciones es lo

    que llamamos discurso Laclau y Mouffe (1993, 114-115).

    15. Para una reconstruccin de este enfoque de anlisis del discurso ver Torng

    (1993, 31-53) y Howarth (1995, 125-142).

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    Estos aspectos del discurso paramilitar tienen una presentacinarquetpica que se construye en sus documentos ociales y que luegose reitera en las intervenciones pblicas de sus lderes. La importancia deestos documentos, ms que en el hecho de que hayan tenido el respaldoo la lealtad de todas las facciones paramilitares, lo cual por lo general

    fue la excepcin, o en su nivel de coherencia interna y con la prcticaparamilitar, radica en que en los momentos en que se produjeron atrajeronla atencin de la opinin pblica y se constituyeron en su carta depresentacin. Los principales documentos de la poca en que las AUCpretendieron articular un discurso y una plataforma poltica, y en losque se reiteran cada uno de sus postulados, estuvieron por largo tiempodisponibles en sus pginas de Internet y son los siguientes:

    * La Constitucin de las AUC, documento suscrito por las organiza-ciones que formaron la organizacin nacional el 18 abril de 1997 (citado

    como Constitucin AUC).* El documento enviado por Carlos Castao el 13 de abril de 1998

    al Comit Internacional de la Cruz Roja, a la Comisin de ConciliacinNacional y a la revista Cambio 16, tambin conocido como los 11puntos16.

    * El Estatuto de Constitucin y Rgimen Disciplinario, productode la Segunda Conferencia Nacional de las AUC realizada entre el 16 y el18 de mayo de 1998, en el que adoptan el rgimen interno de las ACCU,fechado a su vez en 1996 (citado como Estatuto AUC)17.

    * El documento Origen, evolucin y proyeccin de las AutodefensasUnidas de Colombia, fechado el 12 de julio de 1999 (citado como OrigenAUC).

    * El documento en el que Carlos Castao aparece como autor, ElTercer Actor18.

    Este ltimo constituye un verdadero maniesto, obviamente productode asesores, en el que se hace un despliegue de erudicin sobre la historiade la violencia colombiana. Entre otras cosas, las AUC le achacan laresponsabilidad del conicto armado al Estado, por no atacar sus causas

    objetivas, y a la insurgencia por devenir organizaciones criminales quepersiguen recursos del narcotrco; proponen un tipo de Estado acorde conlos procesos de globalizacin y por tanto distinto del Estado interventorde la insurgencia; todo lo cual se orienta a garantizar el equilibrio social,nocin que pone en evidencia una concepcin organicista de la sociedad.

    16. Reproducido en Corporacin Observatorio para la Paz (2002, 327-341).

    17. Reproducido en Autodefensas Campesinas de Crdoba y Urab (1997, 9-26).

    18. Reproducido en Castao Gil (1999).

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    En los 11 puntos de 1999 proponen un acuerdo regional para huma-nizar el conicto acogindose al protocolo II de los Convenios de Ginebray enumeran once campos de reforma: reforma poltica democrtica, nuevomodelo econmico con intervencionismo moderado, la reorganizacin dela fuerza pblica, la reforma agraria, reformar el ordenamiento territorial,

    la reforma urbana, medio ambiente y desarrollo sostenible, hidrocarburosy poltica petrolera.

    Auto-representacionesLa representacin que las AUC construyen de s mismas est orientada

    a desligarse de la percepcin del paramilitarismo como una extensin delaparato represivo del Estado, armar su independencia y un pretendidoorigen en la sociedad civil. Por eso apelan al derecho a la legtimadefensa, se presentan como un movimiento civil y pretenden distinguir-

    se del fenmeno del paramilitarismo tal como se conoci en otros pasesde Amrica Latina. Se autodenen como:

    Un movimiento poltico-militar de carcter antisubversivo enejercicio del uso del derecho a la legtima defensa, que reclama trans-formaciones del Estado, pero no atenta contra l. (Constitucin AUC).

    Las Autodefensas Campesinas de Crdoba y Urab constituyen enel campo militar una organizacin nacional antisubversiva en armas, yen el campo poltico un movimiento de resistencia civil que representay deende derechos e intereses nacionales desatendidos por el Estado

    y gravemente vulnerado (sic) y amenazados por la violencia guerrilla(sic) (Estatuto AUC).

    Es evidente que las Autodefensas Unidas de Colombia no guardansimilitud alguna con organizaciones verdaderamente paramilitaresque han existido en Latinoamrica. Es inocultable, ante los ojos de loscolombianos, que las Autodefensas Unidas de Colombia constituyenuna organizacin nacional de resistencia civil en armas, surgida comoconsecuencia de las contradicciones de carcter poltico, social ycultural que han caracterizado el proceso histrico del pueblo colom-

    biano (Origen AUC).

    Lo que hace posible o justica denirse de esta forma es, en primerlugar, el alegato del abandono por el Estado del monopolio de la fuerza, loque los lleva a abrogarse legtimamente el derecho a la defensa:

    El mandato constitucional de defensa, proteccin y seguridadciudadana no garantizado tutelado por el Estado, ilegitima el ejerciciodel monopolio de las armas delegado por el pueblo a ste. La sociedadreasume esta facultad (Estatuto AUC).

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    En segundo lugar, a diferencia de Bolvar (2005), quien en suinvestigacin encuentra que los lderes paramilitares justican su ingresoa la guerra por agresiones individuales de las que son vctimas ms quepor una justicacin colectiva o un examen del contexto del conictoarmado, en sus documentos las AUC realizan un diagnstico del conicto.

    Su perspectiva acepta la tesis de que el conicto armado tiene origen encausas objetivas, su proyecto poltico se orienta a remover esas causasante la incapacidad del Estado:

    El fortalecimiento del escenario social y poltico del movimientode Autodefensas Campesinas de Crdoba y Urab, ACCU, comovanguardia de la organizacin militar gener la progresiva construccinde un proyecto poltico alternativo portador de una agenda depropuestas encaminadas hacia un modelo de sociedad y de Estado, atravs del cual la transformacin de las estructuras polticas, econmi-

    cas y sociales abriera espacios hacia la remocin de las causas objetivasque le dieron origen y pervivencia al fenmeno del conicto armadointerno. Resulta incuestionable que, mientras subsistan elementosde terrible insatisfaccin popular, los actores armados dispondrn depretextos o motivos para persistir o agravar cada vez ms la confronta-cin (Tercer Actor).

    Las articulaciones

    El discurso de las AUC apela a signicantes y valores con los cualestrata de interpelar sectores de la sociedad que, desde sus particularescircunstancias, pueden compartirlos. Entre ellos se encuentran la leg-tima defensa, el equilibrio social, la seguridad, el orden y la propiedadprivada. Las AUC se abrogan la salvaguarda de estos valores ante laincapacidad del Estado, y justican el uso de la violencia porque en superspectiva son derechos inalienables:

    La legtima defensa personal o colectiva es una institucin dederechos natural vigente, imprescriptible y anterior al derecho positivo

    (Estatuto AUC).La propiedad privada es el fundamento esencial del sistema econ-

    mico vigente. Su defensa y proteccin entraa deberes y derechos parael Estado y para los asociados (Estatuto AUC).

    Actualmente somos un Movimiento Nacional, poltico-militar, decarcter antisubversivo que propende por el Estado de Derecho y lalibertad econmica en un equilibrio social (Origen AUC).

    [] diferentes sectores de la sociedad nos han otorgado legtimarepresentacin para que rescatemos del Estado incompetente, la

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    delegacin, hecha a ste, del ejercicio del derecho de defensa y paraque exijamos, a ese mismo Estado, el cumplimiento de sus obligacionesconstitucionales (Origen AUC).

    En el momento en que se produce el discurso de las AUC su preten-

    sin es interpelar a las clase media de las ciudades, sectores alejados de labarbarie propia de los lugares donde los paramilitares ejercen al mximola violencia pero que, como se muestra ms adelante, empiezan a sentirseamenazados e inseguros por el conicto armado y, particularmente, porel avance de la guerrilla de las FARC en el campo poltico y militar. Deesta manera puede entenderse por qu las AUC tambin se abrogan larepresentacin de la clase media:

    El Estado colombiano y sus Fuerzas Armadas ofrecan seguridady proteccin prioritaria a la oligarqua, dejando abandonada a su suerte

    a la clase media de nuestro pas, a la cual slo le qued la opcin dedefenderse con sus propios recursos. En tales circunstancias nacen lasAutodefensas colombianas (Origen AUC).

    Los antagonismosLas fronteras del discurso poltico de las AUC se construyen contra el

    discurso de la insurgencia, planteando un proyecto poltico opuesto. Enprimer lugar, se hace una construccin del enemigo argumentando que

    si antes la guerrilla haba abanderado causas justas, hubo un momento enque desvi su rumbo para devenir en criminalidad en busca de recursosdel narcotrco.

    En la segunda mitad de la dcada de los 70, la situacin parala gran mayora de los colombianos se hizo insostenible frente a laarremetida violenta e indiscriminada de unos grupos guerrillerosque, aunque diez aos atrs haban surgido como verdaderosrevolucionarios proclamando y reivindicando la defensa de justascausas populares, se fueron degradando, y avanzaron hacia el lumpen,

    mezclndose con la sucia actividad del narcotrco y haciendo delsecuestro extorsivo su fuente de nanciacin (Origen AUC).

    En segundo lugar, en el discurso de los paramilitares su ejercicio dela violencia se justica por el derecho inalienable a la legtima defensa,frente al carcter terrorista y delincuencial de la guerrilla:

    La nuestra es una organizacin pluriclasista y tolerante. Jamshemos sido una organizacin terrorista o delincuencial como la guerrilla.Inevitablemente nos vemos obligados a infringir la ley, pues la jurispru-

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    dencia colombiana penaliza el uso del derecho inalienable a la legtimadefensa, cuando el Estado es incapaz de proveerla (Origen AUC).

    Las AUC no slo maniestan tener un proyecto de Estado, sino queeste proyecto es opuesto al de la insurgencia. Esa tal vez es la principal

    diferencia, un proyecto de Estado mnimo acoplado a lo que consideranson necesidades creadas por el proceso globalizador:

    Armamos que el conicto socio-poltico plantea, entre los actoresirregulares, la disyuntiva de dos concepciones de Estado, dentro delas cuales estn en juego los conceptos de tradicin, democracia,propiedad, igualdad, libertad, unidad nacional, proteccionismo,privatizacin, nacionalizacin y justicia como pilares fundamentalesdel pensamiento poltico, econmico y social sobre el cual se construyeun nuevo modelo de Estado y sociedad (Tercer Actor).

    Si las guerrillas actan polticamente con el propsito de sustituiro destruir parcial o totalmente el Estado, las autodefensas, poropuestas consideraciones polticas, rechazan la imposicin violentade este proyecto, levantando las armas contra el enemigo y supliendolos vacos e inconsistencias del Estado en su deber constitucional desalvaguardar el orden, el bienestar y la seguridad ciudadana vulnera-dos por la guerrilla (Corporacin Observatorio para la Paz, 2002, 329).

    A esta altura, la concepcin estatista defendida por las guerrillasde las Farc y el Eln, dirigida a la construccin de un Estado monopo-

    lista, nacionalizador, autrquico, burocrtico, centralizador, auoritario(sic) y elefantisico representa la adopcin de un modelo regresivo quehizo crisis con la estrepitosa cada del Socialismo, cuyo fracaso no fueel producto de una guerra de agresin, sino la inexorable consecuenciade su impotencia, inecacia e incompetencia para resolver los pro-blemas vitales de una sociedad vctima de imposicin violenta de esesistema (Tercer Actor).

    Dejamos claro que no transigiremos jams con dictaduras milita-res de izquierda o de derecha, ni defenderemos un Estado fuertemente

    intervencionista en las relaciones sociales y econmicas. Propugnamospor un capitalismo con rostro humano que respete y garantice lalibertad de mercados, la libre iniciativa empresarial y el derecho a lapropiedad privada sobre los medios de produccin (Tercer Actor).

    El nimo de presentarse como actores autnomos en relacin con elEstado los lleva a armar que como combaten a la guerrilla militarmente,combaten polticamente al Estado. Sostienen que, lejos de defender elstatus quo, tienen una propuesta reformista del Estado. As, tambin

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    establecen una frontera discursiva con el Estado, al que aseguran enfren-tar poltica y estratgicamente. Todo ello los habilita para demandar sureconocimiento como actores legtimos del conicto:

    En Colombia, la acentuada militarizacin de la v ida polticaocasionada por el rompimiento institucional de los lazos de regulacin

    social, devino un proceso de invasin, deslegitimacin o sustitucinde las funciones del Estado en el campo del monopolio de la justicia,del monopolio de las armas y del ejercicio de autoridad. Estos vacosdel Estado, asociados a situaciones inveteradas de injusticia social, decorrupcin institucional, de impunidad, de erosin de solidaridadesnacionales, entre otros, propiciaron la irrupcin de proyectos poltico-militares alternativos, orientados hacia la adopcin de un nuevomodelo de Estado afn con la solucin a las problemticas del pas.Desde esta perspectiva resulta absolutamente equivocado armar

    que el proyecto poltico-militar de Autodefensas Unidas de Colombia,AUC, se desarrolla dentro de una lgica de defensa al actualmodelo de Estado, cuando precisamente las falencias, fallas y vacosimputables a este modelo, originaron la eclosin del movimiento deautodefensas en el marco de la actual confrontacin armada (TercerActor).

    Enfrentamos poltica y militarmente a la subversin armada, yenfrentamos poltica y estratgicamente al Estado, reclamando elcumplimiento de su deber constitucional de garantizar la vida, honra

    y bienes de los colombianos, lo cual estamos haciendo nosotros, encontraste con la incapacidad estatal (Origen AUC).

    giii

    El discurso de los paramilitares, como se ha venido armando, buscajusticar sus acciones y articular ciertos sectores a su causa con el n deconseguir legitimidad. En tal sentido, es un discurso orientado a pblicosespeccos, aquellos que pueden tener acceso a su informacin y, sobre

    todo, a aquellos que no son testigos directos de su ejercicio de la violencia.En consecuencia, es necesario distinguir en el anlisis cmo se produce lalegitimacin en los lugares donde imponen su dominio por la fuerza, de lalegitimacin en las ciudades y en lugares donde no hacen presencia o noejercen violencia desproporcionada y donde su discurso est mediado poruna estrategia de comunicacin poltica.

    En lo local y lo regionalA travs de la literatura especializada pueden identicarse tres

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    mecanismos mediante los cuales los paramilitares consiguen legitimidaden sus lugares de dominio local y regional:

    En primer lugar, el discurso de los paramilitares articula los interesesde sectores de las lites locales: ganaderos, comerciantes, sectores de lasFuerzas Armadas, clase poltica. Como bien lo ha demostrado Romero

    (2003, 120) para los casos de Crdoba y Urab, en estas regiones lasACCU forjaron una comunidad imaginada en competencia con laslealtades al Estado central y al proyecto poltico de la insurgencia. Lapreocupacin de los paramilitares por la seguridad no slo articulsectores de lite regional sino tambin de las Fuerzas Armadas, imbuidaspor una concepcin de seguridad propia de la guerra fra segn la cuallos enemigos de mis enemigos son mis amigos (ibid, 107). Al mismotiempo, el derecho a la legtima defensa articul al sector ganadero,fuertemente golpeado por la insurgencia (ibid, 123).Los ganaderos en

    Crdoba justicaron las autodefensas como una reaccin natural ante laausencia del Estado (Cepeda y Rojas, 2008, 69). El derecho a la legtimadefensa que abanderan funcion como una articulador porque posibilitla construccin de la insurgencia, pero tambin de todo aqul que seresistiera a su dominio, como enemigo. As, gran parte de la poblacincivil hizo parte del sector de parasubversivos, como se denominaron lasvctimas de la violencia paramilitar, supuestos auxiliadores o simpatizantesde la guerrilla. La inseguridad que los amenazaba pronto dej de ser laque producan las guerrillas para centrarse en la que representaban los

    campesinos despojados de su tierra.En segundo lugar, si el discurso articula las lites locales, el proyecto

    paramilitar se impuso a los dems sectores de la poblacin bien por la vade la violencia o bien por la del dominio clientelista o del gamonalismoarmado (Gonzlez, Bolvar y Vzquez, 2002, 59). Los paramilitaresinstrumentalizaron el aparato de Estado en las regiones, lo cual les per-miti ejercer este tipo de dominio, al monopolizar el acceso a los serviciospblicos. Las poblaciones tuvieron como nica eleccin someterse a sudominio o verse desplazados (Duncan, 2006a, 111).

    Finalmente, los paramilitares consiguen un fuerte apoyo social, encontraste con la guerrilla, porque arman apoyar el progreso regional(Gutirrez y Barn, 2006, 296). En algunas regiones se presentan comoun proyecto de integracin de las poblaciones olvidadas por el Estado ala dinmica nacional, a diferencia de la marginalidad de las zonas dondedomina la insurgencia. All se constituyen en oferentes de bienestar y pro-greso, capitalizando el deseo de inclusin (Torres, 2004, 51), aunque seacon posterioridad al destierro de los pobladores originales de las regiones,percibidos por ellos como ayudantes o simpatizantes de la insurgencia.

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    Como muestran Cepeda y Rojas (2008, 46), todos estos mecanismosse vericaron principalmente donde las AUC lograron conseguir un granrespaldo entre las lites, desde donde se expandieron a otras regiones:el departamento de Crdoba. Las articulaciones del paramilitarismo yla lite regional empezaron a forjarse en los ochenta. En 1987, ante la

    polmica por un informe periodstico sobre el crecimiento de gruposparamilitares, el entonces ministro de justicia, Jos Manuel Arias, ligadoal sector ganadero, justic la existencia de las autodefensas en virtud delestatus de legalidad que por entonces tenan y del derecho a la legtimadefensa. En enero de 1997, el respaldo de los ganaderos a las ACCU semanifest en una carta que 75 de ellos enviaron al ministro de Defensa amanera de protesta por la persecucin de Carlos Castao y el ofrecimientode $500.000.000 de recompensa a quien suministrara informacin sobrel. En el documento resaltaban su sentimiento de inseguridad: Castao

    nos quit el miedo y nos ense a pelear contra nuestro enemigo19. Enmayo de 2001, el entonces scal general, Alfonso Gmez Mndez, ordenallanamientos en Crdoba que empezaron por la Fundacin para la Pazde Crdoba, la Federacin de Ganaderos y una residencia de familiares deSalvatore Mancuso. Polticos y lderes gremiales departamentales organi-zaron una manifestacin contra la estigmatizacin del pueblo cordobscomo un pueblo auspiciador de paras. Entre las marchas, encabezadas,de acuerdo con la revista Semana, por comerciantes, ganaderos, trans-portadores, concejales, profesores y hasta nios estudiantes, sobresali

    una pancarta que deca:Gracias AUC! Por ti los cordobeses nos movilizamos con tranqui-

    lidad por nuestro departamento ya que si por el gobierno fuera a estosdelincuentes guerrilleros y polticos corruptos se les estara entregandonuestra dignidad y peor an nuestra patria20.

    En diciembre de 2006, cuando los ojos de la opinin pblica estabanpuestos sobre los mecanismos legales de justicia y reparacin, en Caucasia,Antioquia, cien personas asistieron al encuentro por la verdad, convo-

    cado por gremios ganaderos del Bajo Cauca y San Jorge, all justicaronpblicamente el paramilitarismo (Cepeda y Rojas, 2008, 139).

    En lo nacionalEl contexto en el que las AUC consiguen legitimarse como actor

    poltico entre sectores de las principales ciudades est marcado por la

    19. El Tiempo, 18 de enero de 1997, citado en Romero (2003, 152).

    20. El 8000 de los paras, en Semana, n 997, junio 11-18 de 2001.

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    deslegitimacin del rgimen poltico, debido al escndalo del Proceso8.000 en el gobierno de Ernesto Samper (1994-1998), por la nanciacinde su campaa presidencial con recursos del narcotrco. Esto generuna grave crisis poltica interna, la fragmentacin de las lites polticas y ladeslegitimacin del gobierno a nivel internacional, que provoc presiones

    principalmente de Estados Unidos. Todo ello tuvo efectos en el fortaleci-miento poltico de los actores armados ilegales, guerrillas y paramilitares.

    Adems, la segunda mitad del gobierno Samper estuvo caracterizadapor el escalamiento de la confrontacin por parte de las FARC, a tal puntoque a posteriori se ha dicho que se trat de una especie de trnsito de laguerra de guerrillas a la de movimientos21. Las FARC organizaron grandesdespliegues produciendo certeros golpes a las Fuerzas Armadas22. SegnPastrana, a su llegada a la presidencia en agosto de 1998, los altos mandosdel ejrcito le informaron que estaban perdiendo la guerra (Pastrana,

    2005, 227).Esta dinmica impact profundamente los habitantes de las ciudades,

    en los que se registr un cambio de percepcin en relacin con el conictoarmado, del que hasta entonces se haban percibido ajenos23. Ciertossectores de las ciudades empezaron a percibir que el Estado se habadebilitado y que la insurgencia poda ganar la confrontacin. As mismo,ese cambio puede rastrearse en la apreciacin negativa que gener la zona

    21. Ver Pcaut (2003, 40) y Pizarro (2004, 96).

    22. Entre los golpes destacados se cuentan los ataques a la base de Las Delicias enagosto de 1996, al cerro de Patascoy en diciembre de 1997 y a las bases de la Uribe

    y Miraores en agosto de 1998, entre otros. En los primeros meses del gobierno

    Pastrana las guerrillas pusieron en marcha una gran ofensiva militar que se

    evidenci en la toma de Mit por parte de las FARC y en el recrudecimiento de los

    ataques a la infraestructura petrolera por parte del ELN cuya expresin ms fuerte

    fue el atentado al oleoducto de Machuca (Antioquia). Leal Buitrago (2002, 151-152).

    23. Vlez Ramrez sugera este anlisis en 2000: los cambios que en los dos

    ltimos aos se han producido en las dinmicas blicas objetivas muy signicativos

    por cierto, no pueden oscurecer las mutaciones que se han venido presentando enlas percepciones urbanas del fenmeno. Si en los aos anteriores haba percibido el

    conicto armado como una forma ms de violencia, desde hace apenas un ao la

    ciudad, al recibir en sus primeras calles de entrada los coletazos del fenmeno, ha

    empezado a pensar, sentir y percibir que exista la guerra, que durante ms de 30

    aos haba sido una tozuda y persistente realidad en los campos del pas. Entonces,

    sobre todo las clases medias urbanas, que de manera tan signicativa haban

    contribuido a la eleccin nal de Pastrana, se volvieron contra el presidente. Vlez

    Ramrez (2000, 12).

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    desmilitarizada del Cagun, ampliamente promovida por los medios decomunicacin como una entrega del pas a las FARC24. Los sentimientosde miedo e inseguridad en las ciudades fueron coronados por lo quepareca ser el trnsito de la guerra a las ciudades, anunciado por las FARCtras la ruptura del proceso de negociaciones, el 20 de febrero de 2002.

    Ello empez a vericarse con acciones como el secuestro de los diputadosde la Asamblea del Valle, el 11 de abril de 200225, y ms adelante, con elatentado al club El Nogal de Bogot, en febrero de 2003, entre otras.

    En ese contexto oreci el discurso de los paramilitares que, comose ha visto, haca nfasis en la necesidad de seguridad, en la salvaguardadel derecho a la propiedad y la legtima defensa, para articular estossectores que adems estaban descontentos con las polticas de paz de laadministracin Pastrana. Como advierte Valencia (2007, 23), al miedo ala guerrilla se adicionaba la desconanza en las instituciones y el gobierno

    para derrotar la insurgencia. Ello contribuy a la miticacin de Castao ydel paramilitarismo, al punto que el rtulo de contrainsurgente lo tapabatodo: narcotrco, masacres y fosas comunes.

    Por otro lado, al mismo tiempo el gobierno y la sociedad civil acep-taron, aunque fuera tcitamente, la legitimidad que se abrogaban en sudiscurso las AUC como tercer actor del conicto. Samper, en la imple-mentacin de su poltica de paz integral y dilogo til decidi, el 23 dejunio de 1997, conformar una Comisin Exploratoria de Paz para denirtrminos y condiciones en que podan darse dilogos con las organizacio-

    nes insurgentes y recomendar el tratamiento para conseguir ese objetivocon los grupos de autodefensa. Los resultados de la Comisin fueronpresentados el 9 de septiembre y en ellos se parta de que el conictoarmado tena un carcter poltico y no haba instrumento distinto parasuperarlo que el dilogo. Conclua explcitamente que deban tenerse encuenta los grupos de autodefensa en las frmulas que surjan para superarel conicto pero en escenarios diferentes a los de la insurgencia ComisinExploratoria de Paz (1997, 22). Esa declaracin, adems de dar la razna las AUC cuando se presentaban como tercer actor, rompa con la ambi-

    gedad que hasta entonces haba caracterizado los gobiernos que habanoscilado entre tratar los paramilitares como delincuentes o desconocer el

    24. Cabe recordar que, durante las negociaciones de paz, el tema del despeje y de

    su manejo por parte de las FARC, ante la ausencia de acuerdos claros para ello, se

    convirti muy pronto en el punto de discordia del proceso.

    25. Terror en las ciudades. La anunciada guerra urbana de las FARC arranc.

    Villavicencio, Bogot y Cali son los primeros blancos de sus cruentas acciones

    Hasta dnde pueden llegar?, en Semana, n 1041, abril 15 de 2002.

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    problema como una cuestin de ejercicio de justicia privada (Garca-Pea, 2005, 58-76). Implcitamente, la declaracin reconoca un estatuspoltico a las AUC. Los presidentes de la Cmara de Representantes y elSenado de la Repblica se reunieron con Castao ese mismo ao.

    El 26 de julio de 1998 se rm el Acuerdo del Nudo de Paramillo

    entre miembros del Consejo Nacional de Paz, representantes de lasociedad civil y la comandancia de las AUC. Los paramilitares, encabeza de Carlos Castao, se comprometieron a excluir la poblacin civildel conicto armado26, pero a los pocos das l mismo anunci que suobjetivo era acabar con el ELN y que no cumplira el acuerdo27. Empero,el Acuerdo contribuy enormemente a cohesionarlos, incluso en mayormedida que las Cumbres del Movimiento de Autodefensa (Cubides, 2005,76). Adems, signic un reconocimiento implcito del estatus polticoa los paramilitares (Leal Buitrago, 1999, 147), por parte de la sociedad

    civil.Este proceso de legitimacin fue coronado por la aparicin de Castao

    en un famoso programa de televisin, el 1 de marzo de 2000. El jefede las AUC apareci por primera vez en una entrevista en horario AAApara declararse defensor de la clase media. Ello empez a disminuir suimpopularidad28. De acuerdo con Valencia, el jefe paramilitar pas poruna preparacin de ms de un ao para salir en televisin. Ello explica porqu el discurso de Castao era, ms que uido, torrencial [] se tratabade un gran proyecto contrainsurgente (Valencia, 2007, 23). Adems de

    la legitimidad que este hecho les abon a las AUC, les dej una importanteenseanza que en adelante les sera muy til: aprendieron a instrumentali-zar los medios de comunicacin29.

    Hgo

    26. Los pies en la tierra. El acuerdo con los paramilitares se convierte en la

    primera gran piedra en el camino hacia un proceso de paz, en Semana, n 848,

    agosto de 1998.

    27. Habla Castao, en Semana No 850, agosto 17 de 1998.28. La para-poltica, en Semana, n 934, marzo 27 a abril 3 de 2000.

    29. A partir de este hecho Castao comenz a utilizar a la prensa para lanzar una

    ofensiva de relaciones pblicas. El hasta ahora inaccesible lder de las autodefensas

    gan visibilidad pblica en los medios nacionales e internacionales con una

    facilidad desconcertante Garzn (2005, 79). de todos los actores armados, los

    aramilitares parecen ser, por su trayectoria, quienes mejor han comprendido las

    posibilidades de la guerra psicolgica, los ms mediticos, para decirlo de manera

    sumaria Cubides (2005, 67).

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    El que la articulacin de los paramilitares y los polticos no provenanicamente de sus mutuos intereses instrumentales, sino tambin de suintencin de imprimir un sentido determinado al rumbo del Estado y lasociedad colombianos, puede verse en el pacto secreto que sell su alian-za. En Santa Fe de Ralito, el 23 de julio de 2001, se reunieron 32 lderes

    polticos y sociales 11 congresistas, 2 gobernadores, 3 alcaldes, concejalesy funcionarios pblicos con tres jefes paramilitares Mancuso, DonBerna y Jorge 40 y rmaron un acuerdo que se propuso refundar lapatria. La parte sustancial del texto rearma aspectos del discurso delas AUC, como la abrogacin de las tareas del Estado y la defensa de lapropiedad privada, entre otros:

    Conciudadanos, como enuncia nuestro prembulo, el pueblo deColombia, invocando la proteccin de Dios, y con el n de fortalecerla unidad de la Nacin y asegurar a sus integrantes, la vida, la convi-

    vencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad yla paz (1), hoy nos conere la irrenunciable tarea de refundar nuestrapatria, de rmar un nuevo contrato social.

    Todos los aqu presentes hoy asumiremos el compromiso degarantizar los nes del Estado: defender la independencia nacional,mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacca y lavigencia de un orden justo (2).

    Construir esta Nueva Colombia en un espacio donde todapersona tiene derecho a la propiedad (3) y tiene deberes respecto a la

    comunidad puesto que solo ella puede desarrollar libre y plenamentesu responsabilidad (4) es nuestro desafo30.

    Este fue el pacto que dio origen a lo que casi seis aos ms tardese denominara la parapoltica. El escndalo y los procesos judicialesafectaron a buena parte de los miembros del legislativo que resultaronelectos con votaciones atpicas en las regiones de dominio de los para-militares en las elecciones de 2002 y200631, los cuales tuvieron enormeincidencia en la toma de decisiones en temas referidos, principal pero no

    exclusivamente, al proceso de negociacin entre organizaciones paramili-tares y gobierno (Meja Quintana y Henao Castro, 2008, 135). El que estefenmeno pueda ser analizado como una articulacin hegemnica estplenamente demostrado adems en el enorme poder que la alianza entre

    30. Pacto con el Diablo, en Semana, n 1290, enero 22 de 2007.

    31. En marzo de 2002, Mancuso anunci lo que vendra luego al asegurar que

    tenan el control del Congreso en un 35%. La para-poltica, en Semana, n 1.111,

    agosto 18-25 de 2003; El Tiempo, marzo 17 de 2002, p. 14A. Ver Valencia (2007).

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    paramilitares y polticos report a sus protagonistas en las regiones32. Deah resulta la hiptesis segn la cual la parapoltica se explica por eldominio autoritario que rige en el nivel regional, mientras en el centro delpas se ubicaran instituciones democrticas. Sin embargo, dado el enormepoder de la alianza para inuir en el Estado central, ambos procesos

    estn imbricados al punto de cuestionar el carcter democrtico de estasinstituciones.

    En las elecciones presidenciales de 2002 se presentaron denunciassegn las cuales los paramilitares estaban apoyando la candidatura delvaro Uribe. El candidato liberal, Horacio Serpa, manifest que sucampaa estaba vetada en algunas zonas de Santander: los paramilitaresestn haciendo proselitismo armado a favor de lvaro Uribe33. Por suparte, el aspirante conservador, Juan Camilo Restrepo, denunci que enCrdoba haba candidatos al Congreso de origen paramilitar y que a los

    dems candidatos se les impeda el acceso a la zona y la distribucin depropaganda poltica (Cepeda y Rojas, 2008, 88). Segn Romero (2003,76), en la campaa presidencial de 2002 las anidades polticas entrealgunos de los apoyos regionales que ayudaron a elegir como presidente alcandidato lvaro Uribe y los grupos paramilitares y de autodefensa fueronclaras en algunas regiones de Antioquia, Santander, Csar, Crdoba,Bolvar y otros departamentos.

    Los sectores regionales anes al paramilitarismo tenan grandesincentivos para apoyar la candidatura de Uribe. El discurso del candidato

    en campaa articulaba una de sus preocupaciones centrales que los haballevado convenir con el paramilitarismo: la seguridad. A ello se aunabael descontento de las lites regionales con el proceso de paz de Pastrana,Uribe encabez una campaa electoral donde el tema de la seguridadfue la prioridad, unicando diferentes reacciones regionales a las nego-ciaciones de paz con las FARC efectuadas por la administracin Pastrana(ibid, 266). Adems, la campaa de Uribe usufructu el mismo miedo delos pobladores de las ciudades a la guerrilla, justo en el momento en quefracasaba la iniciativa de paz de Pastrana. Uribe centr su campaa en

    la crtica al errado manejo que el gobierno le haba dado al problema delconicto armado.La eleccin de lvaro Uribe Vlez como presidente, con 5.862.655

    votos en la primera vuelta, fue una respuesta al fracaso de la polticade Andrs Pastrana de negociar con los grupos alzados en armas,especialmente con las FARC. Esta victoria de Uribe fue, en parte, la

    32. Para un panorama general ver Romero (2007).

    33. El Tiempo, abril 6 de 2002, pp. 1-3 y 1-9. Citado en Romero (2003, 76).

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    expresin del alto grado de desesperanza y de miedo de la poblacincivil (Guedn y Ramrez, 2004, 34).

    El nuevo gobierno tambin prometi llevar el Estado all donde habaestado ausente, haciendo presencia con las Fuerzas Armadas, para disua-

    dir militarmente a la guerrilla (Presidencia de la Repblica de Colombia,2003a); su concepcin del Estado como Estado comunitario, implicabaen varios sentidos un abandono del intervencionismo (Presidencia de laRepblica de Colombia, 2003b); y en su discurso las guerrillas tambinse construyeron como terroristas y delincuentes, de tal forma que noentraba en contradiccin con las lneas generales de lo que los parami-litares haban planteado como su proyecto poltico. En n, el gobiernoreconoci el estatus poltico que tanto haban reclamado los paramilitares.Aunque para iniciar las negociaciones tuvo que modicar el marco legal,

    aprobando la Ley782 de 2002, que le confera facultades para hacernegociaciones de paz con grupos sin estatus poltico, en la prctica lo quehubo fue un reconocimiento de los paramilitares como un actor poltico.El mismo da en que el presidente se posesion, radic en el Congresoun proyecto orientado a conceder un indulto a los paramilitares yrepresentacin parlamentaria directa, entre otros (Cepeda y Rojas, 2008,100). Aunque esta ltima propuesta, con la cual las autodefensas podranconvertirse en un movimiento poltico legal, no prosper, no fue objetadapor el gobierno34.

    Los jefes paramilitares, por su parte, en los momentos lgidos en losque se dena su estatus, nuevamente acudieron a sus argumentos segnlos cuales su delito haba sido sustituir al Estado. En abril de 2005, en uncomunicado rmado al parecer por Ernesto Bez, Julin Bolvar y RamnIsaza armaron:

    [] las AUC hemos incurrido, por largos aos, en el delito de sedi-cin, con el propsito deliberado de sustituir al Estado en las regionesdonde las guerrillas haban logrado quebrar la legitimidad institucio-nal, asumiendo, por derecho de conquista, las funciones propias de la

    34. Por lo menos as se entendi durante las audiencias pblicas cuando el alto

    comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, manifest: Nosotros tenemos

    todo nuestro propsito en lograr la desmovilizacin de los grupos de autodefensa

    y brindar seguridad en las zonas donde se produzcan estas desmovilizaciones. Si

    una vez desmovilizados los miembros de grupos de autodefensa o guerrilleros, ya

    en uso pleno de sus derechos ciudadanos, quieren adelantar proyectos polticos, el

    gobierno no tiene ninguna objecin. No objetaran un partido de paras, en El

    Tiempo, 16 enero de 2004, p 1-3.

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    naturaleza del Estado. Tan de la esencia poltica es, que la guerrilla learrebate pedazos de soberana al poder estatal, como poltico es quelas Autodefensas desconozcan abiertamente la legitimidad de estepoder estatal, con el propsito de recuperar de manos de las guerrillasel control y gobierno de los territorios conscados al Estado, a n de

    ejercer actos de dominio propio de ese Estado despojado. 35

    As, desde la perspectiva de los paramilitares, lo que se produjo fueuna especie de relevo en su lucha. El discurso del nuevo gobierno noera contrario a las lneas generales de su ideologa. An ms, el gobiernoplanteaba fortalecer el Estado para brindar seguridad donde no lo habahecho, de tal forma que ellos ya no se vean obligados a suplantarlo oreemplazarlo ilegalmente en sus funciones. Como asever SalvatoreMancuso:

    Por primera vez un gobierno busca fortalecer la democraciay fortalecer las instituciones del Estado. Nosotros siempre hemosreclamado al Estado su presencia, su responsabilidad. Empuamosun fusil porque no ha existido responsabilidad de ellos. Nos tocsustituirlo, reemplazarlo en las diferentes regiones donde hemos tenidoun control territorial y actuando como autoridades de facto.36

    Este discurso fue central en las intervenciones de los paramilitares ensu visita al Congreso, el mircoles 28 de julio de 2004. Las reacciones de

    sus espectadores muestran su capacidad para articular la clase poltica. Lavistita fue gestionada por la presidenta de la Cmara de Representantesy parlamentaria por Crdoba, Zulema Jattin, y apoyada por las entoncesrepresentantes Eleonora Pineda y Roco Arias. El gobierno facilit lasalida de los jefes paramilitares de la zona de ubicacin en Santa Fe deRalito y se encarg de brindarles seguridad en su desplazamiento37. En elCongreso se escucharon los discursos de los jefes paramilitares Salvatore

    35. Auc insisten en que les otorguen estatus poltico enNuevo Siglo, 22 de abril

    de 2005, p 7.36. Habla Mancuso, en Semana No 1110 Agosto 11 al 18 de 2003. La explicacin

    del fenmeno paramilitar en el argumento de Mancuso coincide con la del

    gobierno. Para el presidente Uribe el paramilitarismo surgi como una respuesta

    a un avance guerrillero contra la poblacin que no tena confrontacin de parte del

    Estado. Ni juicio ni limon, en Semana n 1292, febrero 5 de 2007, p. 38.

    37. Una polmica visita. La presentacin de los jefes de las AUC esta semana

    en el Congreso ha despertado la crtica de quienes creen que es una concesin

    innecesaria y apresurada, en Semana, n 1.100, julio 26 a agosto 2 de 2004.

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    oportunidad sostuvo, haciendo eco del discurso de la legtima defensa:Hay que entender mi posicin ideolgica de rechazar la insurgenciaarmada haciendo uso de iguales mecanismos que los del agresor []. Laconsecuencia obligada es el fenmeno legtimo de la autodefensa41.

    Sin embargo, ms all de la articulacin de buena parte de la clase

    poltica, lo que conrma el carcter hegemnico de este discurso es sufuerza articulatoria para legitimar y forjar una especie de nuevo sentidocomn sobre el fenmeno del paramilitarismo en la sociedad colombiana.Para gran parte de los colombianos, el paramilitarismo se justica por ar-gumentos como la legtima defensa o la necesidad de seguridad. La Granencuesta sobre parapoltica de la revista Semana42, evidenci que tres decada cinco ciudadanos colombianos, an conociendo los crmenes atrocesen que incurrieron los paramilitares, considera justicable que ante laausencia del Estado, los ganaderos y terratenientes se hayan defendido por

    s mismos, incluso con las armas. Eso explica por qu el paramilitarismono es percibido como uno de los problemas ms graves del pas y por qula parapoltica no produjo un escndalo siquiera similar al Proceso 8.000.

    El 28 de mayo de 2007 el Movimiento de Presos Polticos y Desmo-vilizados de las Autodefensas Campesinasexpidi un comunicado deagradecimiento al pueblo colombiano por el respaldo manifestado en laencuesta. Entonces su lucha se orient a disputar la construccin de lamemoria sobre el fenmeno:

    [] los resultados de la encuesta revelan la reaccin efusiva del

    pueblo colombiano, que guarda buena memoria y estima en su justovalor nuestro papel, tanto en la guerra, como en los procesos dedesarme y desmovilizacin, cuya magnitud y trascendencia no tienes(sic) antecedentes en los fastos de la historia.

    colui

    La parapoltica no envuelve slo un intercambio instrumental entre losjefes paramilitares y buena parte de la clase poltica colombiana, tambin

    se explica por la intencin de estos actores de implementar un proyectopoltico, es decir, por un acuerdo ideolgico mnimo. Ello explica en parte

    41. De Ralito al Congreso, en Semana, n 1291, enero 29 de 2007.

    42. Gran encuesta sobre la para-poltica, en Semana, No 1.305, mayo 7-14

    de 2007. La encuesta fue realizada por Napolen Franco en cuatro ciudades

    principales del pas Bogot, Medelln, Cali y Barranquilla y tres capitales de la

    Costa perjudicadas por el fenmeno de la parapoltica Santa Marta, Valledupar y

    Sincelejo.

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    por qu la clase poltica no estableci alianzas similares con las guerrillas.Este proyecto se deline en el lapso entre la formacin de las AUC en1997 y las elecciones de 2002. En este perodo las AUC, independiente-mente de si realmente lograron constituirse en una organizacin unicaday autnoma del Estado, consiguieron proyectarse ante la sociedad

    colombiana como un tercer actor del conicto armado y legitimarse con loque denominaron un proyecto alternativo de Estado.

    El anlisis de sus documentos ociales evidencia que existi undiscurso reiterado por parte de los jefes de las AUC orientado a legitimar-se y articular otros actores a su causa. La auto-representacin de las AUCse diriga a desligarse del Estado y presentarse como producto del estadode indefensin de la sociedad civil, reivindicando el derecho a la legitimadefensa como movimiento de resistencia civil en armas ante la incapa-cidad del Estado para proveer seguridad. Los signicantes articuladores

    en el discurso de las AUC son la legtima defensa, el equilibrio social, laseguridad, el orden y la propiedad privada. Con ellos buscan interpelar alas clases medias de las ciudades, de las que se declaran representantes,las cuales se encuentran en una coyuntura en la que se percibenamenazadas por la ofensiva militar de las guerrillas y, ms adelante, porsus avances en el campo poltico durante las negociaciones de paz conPastrana. Finalmente, los lmites del discurso de las AUC estn dados pordos antagonismos: con la guerrilla y su proyecto poltico y con el Estado.Su discurso construye las guerrillas como terroristas y criminales cuyo

    n es perseguir los recursos del narcotrco. La violencia paramilitar, encontraste con la que ejercen las guerrillas, la justican por el derecho a lalegtima defensa. Al mismo tiempo maniestan combatir polticamente alEstado, reclamando hacer presencia donde est ausente y declaran tenerun proyecto de Estado contrario al Estado intervencionista de la guerrilla,un Estado mnimo acorde con las exigencias de la globalizacin.

    La legitimacin paramilitar se produce en sus regiones de dominio portres vas: su discurso poltico articula sectores de las lites; la imposicinviolenta o el recurso al gamonalismo armado garantizan una legitimi-

    dad (entre comillas) en las otras capas de la poblacin; nalmente, enaquellas regiones donde destierran los pobladores originales, se presentancomo una va de integracin al Estado y de desarrollo local. En los espa-cios donde el paramilitarismo no opera o no ejerce violencia desmedida,principalmente las ciudades, su legitimacin se explica por la crisis delegitimidad que agobia al gobierno en el momento en que las AUC logranproyectarse como tercer actor y por la ofensiva militar de la guerrilla, enparticular de las FARC, pues ambos procesos generan miedo en sectoresaltos y medios de las ciudades en los que hace mella el discurso de las

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    AUC. Esa legitimacin se corrobora con el trato que el gobierno y lasociedad civil empiezan a darle a las AUC y por el golpe de opinin queimplica la aparicin de Castao en la televisin nacional.

    El grado de legitimidad alcanzado permite a las AUC tranzar consectores de la clase poltica, pactando un futuro proceso de negociacin y

    la refundacin de la patria. Estos actores consiguen, por la va electoralo la combinacin de todas las formas de lucha43, gran presencia en ellegislativo, inuyendo en las principales decisiones que se toman en estainstancia, principal pero no exclusivamente, los referidos al proceso denegociacin entre gobierno y organizaciones paramilitares. Pero msall de la articulacin de la clase poltica lo sorprendente es la capacidaddel discurso paramilitar para legitimarse en la sociedad colombianacreando un nuevo sentido comn y una nueva memoria que justica estefenmeno apelando a la legtima defensa y la necesidad de seguridad,

    entre otros.Ocialmente, el captulo del paramilitarismo en Colombia se cerr en

    mayo de 2008 con la extradicin de sus principales cabecillas a EstadosUnidos. Sin embargo, el paramilitarismo no slo estuvo constituido por unaparato militar sino tambin constituy un proyecto poltico que consiguilegitimarse en la sociedad y articular amplios sectores de la clase polticapara tornarse hegemnico. Por eso, superar este fenmeno y garantizarque no se repita no slo requiere altas dosis de memoria sobre las vctimasde los crmenes atroces que cometieron, tambin requiere hacer memoria

    sobre los actores, intereses y contenidos que encarnaron este proyecto.Slo eso permitir conseguir justicia y reparacin.

    biliogf

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