DLSTlNO - Arxiu de Revistes Catalanes Antigues

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DLSTlNO SEMANARIO DE K K. T. y de las i . O. N. S., editado por la Delegación de Prensa y Propaganda de la Terri- torial de Cataluña. NUM. 81.-25 CTS. 18 de septiembre de 1938. MI Año Triunfal. Cuandi-, i.n mayo do 1937, st- planteó de veras la cutíslión comunista en el «seno del V. P., se ori- KÍnó, como el mundo pudo comprobar, una ver- dadera batalla campal, en la que Intervinieron todos los grupos por su cuemta. La consecuencia aquello se desprendía del verdadero alcance de la contienda; no sulamente estábamos nosotros abiertamente, vitalmente MI contra de la URSS como fenómeno o idea política, sino también los grupos que con ella nos habían combalido. Toda España, en suma, estaba, a sangre y fuego, con- tri, una idea bolchevique. Toda España menos el Gobierno de la República democrática. Ahora bien; este último puntal, esencralmenite antipopular, de la soberanía de~la URSS en España, ¿era puntal do una idea guberna- mental o política comunisita, o mejor de la idea imperial rusa ? I -a contestación nos la da el mismo hecho, y loe acontecimientos polí- ticos de zona roja que le han sucedido. Cuando Stalin se apoyó en un Gobierno en el que los comunistas tenían una intervención minúscula, es evidente que se servía de él, más que como una embajada del comunismo como forma de gobierno, o para convertir a los españo- les en hombres de la III Internacional, o para implantar a la postre, una dictadura personal comunista en ^España ; para hacer de él. en la médula del Mediterráneo, un polvorín antifascista, antilatino y anticatólico, contumaz ante el imperio renaciente de estos valores. Todos sabemos que Azaña, Prieto, Companys, se dicen —supo- niendo que hayan tenido algún carácter— anticomunistas. Y que si han sido precisamente ellos y lo que representaban, los baluartes de la idea imperial rusa, no lo han sido por convicción, sino por ruin- dad; a cambio de los millones que importan el material de guerra, los hombres de mando, los víveres y el apoyo moral con que Stalin ha abastecido la República española. De esta idea, errónea y capciosa, de los móviles de la guerra es- pañola, parten todos los equívocos. Y si en determinados tempera- mentos, y en las naciones democráticas, puede ser explicable su acep- tación y divulgación, en nuestro campo es un insulto grave al orgu- llo nacional. Que nadie español ose razonar de aquella manera. Porque, además del error evidente, nos veríamos envueltos en un complicado tejido de tipo antiespañol en el que el comunismo está al servicio de un imperialismo lejano y el anticomunismo encubriría a otros, no menos extranjeros. Ojo, con todo este complicado origen de equívocos, que serían fa- tales para la Patria española. Nuestro anticomunismo es resulta- do de una condición nacional irreductible. Sépase, por todos, que en nosotros, éste no se produjo específlvamente y por sí; sino que es consecuencia de nuestra cualidad misma de españoles. Y que el ob- jetivo de nuestra cruzada es la españolidad. Nos basta con ésta para eer, irreductiblemente, -anti» todo lo restante. e a edu ca DEL FUERO DEL TRABAJO 4 TANQUE HUSO INUTILIZADO POR NUESTROS ANTITANQUES ÍMÁ EN PAO. 3 EU REPORTAGE "TANQUES V ANTITANQUES», POR HERMINIO G. CORADA |rt KfROÍOS que e¡ /.rimero de "1^ nuestros 'feos' de esta setiuimi sea de pura mfonnación, información y acuse de recibo. £1 (íeiit i.ilísimo ha tenido a bien trasladar a nuestras rmi- nos, hace pocos dios, una suma, pro- ducto de un Jotwlii'o, para que ía des Uñáramos al cimi|)Ii>iiienlo de la ges- tión encomendada por él de ileüoh'er espirituahnenle a España a la región catalana, mordida- aún, en parte, por la hidra marxista y separatista. La noticia, pues, no tiene quizás, en si, otro alcance que el del esitmído que para aquella gestión significa por núes tra parte este nuevo depósito de la confujuzíj de su excelencia, estímulo que queremos se lomuiiicjue, y que no ihiiliimos se loniiinicarii, ii nuestros lectores y <i/ilici<íos. IV vaya, con esta nota, una nueva afirmación de nuestro empeño en el cumplimiento del servi- cio que nos ha sido encomendado. Cínicamente, Indalecio Prieto, en su discurso pronunciado con motivo del cincuentenario del partido socialista, decía: "Yo exalto la figura de los clérigos humildes de los valles y de las mon- tañas de Guipúzcoa, Alava y Viz caya..." ¿Es que eran distintos de los hu- mildes clérigos de los pueblos de Ma- drid, de Murcia, de Alicante, de toda Cataluña, cuyos asesinatos se elevan a más del setenta y cinco por ciento, y en algunos puntos, como en Lérida, hasta el noventa y cinco por ciento, entre los cuales está su obispo martiri- zado? Luego, ya en el terreno internacio- nal, con tonta picardía, finge oue pata lea, y de vez en cuando se traiciona: "Y conste —dice— que nosotros no hemos pedido nada a nadie, y conste también, que nadie nos ha regalado nada. Nosotros lo pagamos con oro." Efectivamente, con el oro robado del Banco de España. Pero no ha sido con esto solo, lia sido también despo- jando al tesoro artístico de la Patria, que, convenientemente embalado, ha formado el cordón ignominioso que, día a día, cruza la frontera, para ir a engrosar las colecciones de otros paí- ses. Se queja, asimismo, de que a "un Gobierno republicano sin tendencia extremista se le negaran las armas...". Ni el Gobierno dejó de ser extremista —fué asesino, además— ni se le nega- ron 'as armas, como dice candorosa ECOS mente Prieto. Lo que sucedía y suce- de es que como tal Gobierno no tiene crédito, ni entre sus propios correli- gionarios, se le exigía pagar al conta do, y cuando flaquea el oro, flaquea lo demás. Aún hay más incongruencias en el discurso del personaje marxista. Re- firiéndose al Madrid rojo, se lamenta: "Y mujeres y niños se mordían las manos para aguantar el hambre." Es exacto, y se las sigue mordiendo; porque para sostener una guerra, que saben perdida, les privan hasta de lo más elemental para la vida, mientras sus dirigentes viven en la abundancia. Por último —y terminaremos esta glosa—, hay un párrafo, o un estribi- llo, verdaderamente gracioso. Dice así: "Si nos dominarán... no nos domi narán; si nos dominaran... no nos do- minaran. Si nos dominaran, no nos dominarán!!!..." Es ya la sensación del fracaso irre- mediable lo que hace balbucear a Prieto —él, tan seguro de sí mismo—, desflorando su optimismo como una Margarita Gautier... Un ejemplo más de la monstruosi- dad del engaño que el Gobierno rojo, sosteniendo su actitud de pretendida legalidad constitucional y democrática, mantiene ante el mundo. Es reciente el asalto a la Legación de Noruega en Madrid, a pesar de las promesas formales que después de las repetidas violaciones a fas Embajadas alemana y finlandesa por los socorri- dos "incontrolados", prodigó con tan- ta vehemencia el "gobierno". En la Legación noruega fueron de- tenidos 92 refugiados, que fueron tras- ladados a la checa de San Lorenzo, íin esfuerzo se puede predecir la suerte que habrán corrido, aún a pe- sar de la protesta inmediata —inútil y tardía, indudablemente— del Gobier- no de Noruega. Asimismo, acabamos de leer la in- vitación que el cónsul de la Gran Bre- taña en Madrid dirige a los subditos ingleses que viven todavía en la ciu- dad, aconsejándoles salir de ella cuanto antes. Invoca las dificultades en que se encuentra para asegurarles los artículos de primera necesidad. No existe motivo alguno que, en los últi- mos meses, haya hecho variar, empeo- rándolo, el sistema por el que Ingla- terra se sirve para hacer llegar víveres a sus súbditos residentes en Madrid. Ln deducción que de estos dos he- chos se saca es inmediata. Y el conse- jo del cónsul británico, prudente. El hecho, divulgado por nuestras emisoras y nuestra Prensa, de los 210.113 prisioneros que se llevan he- chos a los rojos, sin contar los evadi- dos a nuestras filas, no les ha sentado muy bien a los dirigentes de Barce- lona. Al no poder refutar la verdad, in- tentan echarlo a broma, y aunque, por supuesto, sigue la procesión por den' tro, ironizan todo lo burdamente de que ellos son capaces, diciendo que to- dos los ciudadanos de la España Na- cional somos prisioneros de Franco. Pero cuando a tal broma van unidos el cinismo y la crimin.nlidad de las mil checas repartidas por toda la zona roja, donde son proverbiales las ma- tanzas en masa, los asesinatos más crueles y las prisiones con tormentos, exportados todos de los métodos y las penitenciarías rusas, indigna su sola lectura, como una canalladi más que añadir a la lista, tan Isrga, de sus vi- lezas. Para eso únicamente puede servir esa falsa carcajada con que han que- rido desvirtuar la verdad de nuestro aserto y que ha resonado en el vacío de sus mentiras, dentro y fuera de Es- paña, como un ruido metálico de ul tratumba, en anticipación de su total fracaso. "La Vanguardia" del día 8 inserta una relación de sanciones impuestas pqr el Tribunal de Responsabilidades. Vagamente, sin más detalle, dice que las sentencias se refieren a condenados por delitos re/dcioiuulos con di rebe- lión. El total de las indemnizaciones a que se condena a una treintena de per- sonas asciende a 62.086.000 pesetas. La relación enumera, además, una lista de fincas y casas, de las que el Estado se incauta firme y defmitiiw mente. Pretende Negrin garantizar en su séptimo punto "la propiedad legal y legítimamente adquirida", para luego, con cualquier excusa, quedarse con ello "firme y definitivamente"

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DLSTlNO SEMANARIO DE K K. T. y de las i . O. N. S., editado por la Delegación de Prensa y Propaganda de la Terri­

torial de Cataluña. NUM. 81.-25 CTS.

18 de septiembre de 1938.

MI Año Triunfal.

Cuandi-, i.n mayo do 1937, st- planteó de veras la cutíslión comunista en el «seno del V. P., se ori-KÍnó, como el mundo pudo comprobar, una ver­dadera batalla campal, en la que Intervinieron todos los grupos por su cuemta. La consecuencia d« aquello se desprendía del verdadero alcance de la contienda; no sulamente estábamos nosotros abiertamente, vitalmente MI contra de la URSS como fenómeno o idea política, sino también los grupos que con ella nos habían combalido. Toda España, en suma, estaba, a sangre y fuego, con­tri, una idea bolchevique. Toda España menos

el Gobierno de la República democrática. Ahora bien; este último puntal, esencralmenite antipopular, de la

soberanía de~la URSS en España, ¿era puntal do una idea guberna­mental o política comunisita, o mejor de la idea imperial rusa ? I -a contestación nos la da el mismo hecho, y loe acontecimientos polí­ticos de zona roja que le han sucedido. Cuando Stalin se apoyó en un Gobierno en el que los comunistas tenían una intervención minúscula, es evidente que se servía de él, más que como una embajada del comunismo como forma de gobierno, o para convertir a los españo­les en hombres de la I I I Internacional, o para implantar a la postre, una dictadura personal comunista en ^España ; para hacer de él. en la médula del Mediterráneo, un polvorín antifascista, antilatino y anticatólico, contumaz ante el imperio renaciente de estos valores.

Todos sabemos que Azaña, Prieto, Companys, se dicen —supo­niendo que hayan tenido algún carácter— anticomunistas. Y que si han sido precisamente ellos y lo que representaban, los baluartes de la idea imperial rusa, no lo han sido por convicción, sino por ruin­dad; a cambio de los millones que importan el material de guerra, los hombres de mando, los víveres y el apoyo moral con que Stalin ha abastecido la República española.

De esta idea, errónea y capciosa, de los móviles de la guerra es­pañola, parten todos los equívocos. Y si en determinados tempera­mentos, y en las naciones democráticas, puede ser explicable su acep­tación y divulgación, en nuestro campo es un insulto grave al orgu­llo nacional. Que nadie español ose razonar de aquella manera. Porque, además del error evidente, nos veríamos envueltos en un complicado tejido de tipo antiespañol en el que el comunismo está al servicio de un imperialismo lejano y el anticomunismo encubriría a otros, no menos extranjeros.

Ojo, con todo este complicado origen de equívocos, que serían fa­tales para la Patria española. Nuestro anticomunismo es resulta­do de una condición nacional irreductible. Sépase, por todos, que en nosotros, éste no se produjo específlvamente y por s í ; sino que es consecuencia de nuestra cualidad misma de españoles. Y que el ob­jetivo de nuestra cruzada es la españolidad. Nos basta con ésta para eer, irreductiblemente, -anti» todo lo restante.

e a edu ca

DEL FUERO DEL TRABAJO

4 TANQUE HUSO INUTILIZADO POR N U E S T R O S A N T I T A N Q U E S

ÍMÁ EN PAO. 3 EU R E P O R T A G E "TANQUES V ANTITANQUES», POR H E R M I N I O G. CORADA

|rt KfROÍOS que e¡ /.rimero de "1̂ nuestros 'feos' de esta setiuimi sea de pura mfonnación, información y acuse de recibo. £1 (íeiit i.ilísimo ha tenido a bien trasladar a nuestras rmi-nos, hace pocos dios, una suma, pro­ducto de un Jotwlii'o, para que ía des Uñáramos al cimi|)Ii>iiienlo de la ges­tión encomendada por él de ileüoh'er espirituahnenle a España a la región catalana, mordida- aún, en parte, por la hidra marxista y separatista.

La noticia, pues, no tiene quizás, en si, otro alcance que el del esitmído que para aquella gestión significa por núes tra parte este nuevo depósito de la confujuzíj de su excelencia, estímulo que queremos se lomuiiicjue, y que no ihiiliimos se loniiinicarii, ii nuestros lectores y <i/ilici<íos. IV vaya, con esta nota, una nueva afirmación de nuestro empeño en el cumplimiento del servi­cio que nos ha sido encomendado.

Cínicamente, Indalecio Prieto, en su discurso pronunciado con motivo del cincuentenario del partido socialista, decía:

"Yo exalto la figura de los clérigos humildes de los valles y de las mon­tañas de Guipúzcoa, Alava y Viz caya..."

¿Es que eran distintos de los hu­mildes clérigos de los pueblos de Ma­drid, de Murcia, de Alicante, de toda Cataluña, cuyos asesinatos se elevan a más del setenta y cinco por ciento, y en algunos puntos, como en Lérida, hasta el noventa y cinco por ciento, entre los cuales está su obispo martiri­zado?

Luego, ya en el terreno internacio­nal, con tonta picardía, finge oue pata lea, y de vez en cuando se traiciona:

"Y conste —dice— que nosotros no hemos pedido nada a nadie, y conste también, que nadie nos ha regalado nada. Nosotros lo pagamos con oro."

Efectivamente, con el oro robado del Banco de España. Pero no ha sido con esto solo, lia sido también despo­jando al tesoro artístico de la Patria, que, convenientemente embalado, ha formado el cordón ignominioso que, día a día, cruza la frontera, para ir a engrosar las colecciones de otros paí­ses.

Se queja, asimismo, de que a "un Gobierno republicano sin tendencia extremista se le negaran las armas...". Ni el Gobierno dejó de ser extremista —fué asesino, además— ni se le nega­ron 'as armas, como dice candorosa

ECOS mente Prieto. Lo que sucedía y suce­de es que como tal Gobierno no tiene crédito, ni entre sus propios correli­gionarios, se le exigía pagar al conta do, y cuando flaquea el oro, flaquea lo demás.

Aún hay más incongruencias en el discurso del personaje marxista. Re­firiéndose al Madrid rojo, se lamenta:

"Y mujeres y niños se mordían las manos para aguantar el hambre."

Es exacto, y se las sigue mordiendo; porque para sostener una guerra, que saben perdida, les privan hasta de lo más elemental para la vida, mientras sus dirigentes viven en la abundancia.

Por último —y terminaremos esta glosa—, hay un párrafo, o un estribi­llo, verdaderamente gracioso. Dice así:

"Si nos dominarán... no nos domi narán; si nos dominaran... no nos do­minaran. Si nos dominaran, no nos dominarán!!!..."

Es ya la sensación del fracaso irre­mediable lo que hace balbucear a Prieto —él, tan seguro de sí mismo—, desflorando su optimismo como una Margarita Gautier...

Un ejemplo más de la monstruosi­dad del engaño que el Gobierno rojo, sosteniendo su actitud de pretendida legalidad constitucional y democrática, mantiene ante el mundo.

Es reciente el asalto a la Legación de Noruega en Madrid, a pesar de las promesas formales que después de las repetidas violaciones a fas Embajadas alemana y finlandesa por los socorri­dos "incontrolados", prodigó con tan­ta vehemencia el "gobierno".

En la Legación noruega fueron de­tenidos 92 refugiados, que fueron tras­ladados a la checa de San Lorenzo, í in esfuerzo se puede predecir la suerte que habrán corrido, aún a pe­sar de la protesta inmediata —inútil y tardía, indudablemente— del Gobier­no de Noruega.

Asimismo, acabamos de leer la in­vitación que el cónsul de la Gran Bre­taña en Madrid dirige a los subditos ingleses que viven todavía en la ciu­dad, aconsejándoles s a l i r de ella cuanto antes. Invoca las dificultades en que se encuentra para asegurarles los artículos de primera necesidad. No existe motivo alguno que, en los últi­mos meses, haya hecho variar, empeo­

rándolo, el sistema por el que Ingla­terra se sirve para hacer llegar víveres a sus súbditos residentes en Madrid.

Ln deducción que de estos dos he­chos se saca es inmediata. Y el conse­jo del cónsul británico, prudente.

El hecho, divulgado por nuestras emisoras y nuestra Prensa, de los 210.113 prisioneros que se llevan he­chos a los rojos, sin contar los evadi­dos a nuestras filas, no les ha sentado muy bien a los dirigentes de Barce­lona.

Al no poder refutar la verdad, in­tentan echarlo a broma, y aunque, por supuesto, sigue la procesión por den' tro, ironizan todo lo burdamente de que ellos son capaces, diciendo que to­dos los ciudadanos de la España Na­cional somos prisioneros de Franco.

Pero cuando a tal broma van unidos el cinismo y la crimin.nlidad de las mil checas repartidas por toda la zona roja, donde son proverbiales las ma­tanzas en masa, los asesinatos más crueles y las prisiones con tormentos, exportados todos de los métodos y las penitenciarías rusas, indigna su sola lectura, como una canalladi más que añadir a la lista, tan Isrga, de sus vi­lezas.

Para eso únicamente puede servir esa falsa carcajada con que han que­rido desvirtuar la verdad de nuestro aserto y que ha resonado en el vacío de sus mentiras, dentro y fuera de Es­paña, como un ruido metálico de ul tratumba, en anticipación de su total fracaso.

"La Vanguardia" del día 8 inserta una relación de sanciones impuestas pqr el Tribunal de Responsabilidades. Vagamente, sin más detalle, dice que las sentencias se refieren a condenados por delitos re/dcioiuulos con di rebe­lión.

El total de las indemnizaciones a que se condena a una treintena de per­sonas asciende a 62.086.000 pesetas.

La relación enumera, además, una lista de fincas y casas, de las que el Estado se incauta firme y defmitiiw mente.

Pretende Negrin garantizar en su séptimo punto "la propiedad legal y legítimamente adquirida", para luego, con cualquier excusa, quedarse con ello "firme y definitivamente"

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Comeatarío

Federico es una especie de super­hombre. Siempre estuvo convencido de su capacidad de realizar cosas gran­des. Sabía que si era modesta la posi­ción que había alcanzado antes del Movimiento, era por no habérsele pre­sentado todavía la ocasión. Esa ocasión ansiada de poner lo de abajo arriba de una manera elegante. La coyuntura reveladora, que ilumina los espíritus selectos y los saca de las tinieblas, como el tabernero extrae una botella del mejor vino añejo que estaba olvi­dada en el rincón más oscuro y polvo­riento de su bodega.

Federico sabía lo que valía. ¡Ya lo creo que lo sabía! Sufría por no haber podido demostrarlo aún. Estaba con­vencido de que llegaría alguna vez el día fatídico en que le fuera dable de­mostrar sus dote*.

Ese día llegó con el Alzamiento Na­cional. Federico no se había significa­do políticamente, y no poseía otros bienes que no fuesen su privilegiada inteligencia. Por ello, los rojos no le persiguieron, le dejaron en paz. Era un hombre indiferente para ellos. Y «in embargo... sin embargo, pensó que valía más huir de la zona roja. Nunca se sabe; a lo mejor, llevado por su ge­nio, podría hacer un día manifestacio-iic- que le fueran perjudiciales. Valía más precaverse. Federico se marchó al extranjero. Estuvo en Francia unos meses, saboreando la vida sosegada y pacífica de ese país tan civilizado. La comparaba sin cesar con las emocio­nes agobiadoras de la zona roja... Nunca le había interesado la política. No obstante, la lectura de la Prensa le indicó, tras unos meses, que los jefes facciosos de la España Nacional perse­guían fines distintos de los que pre­tendían los rojos. Fué su inteligencia, claro está, la que le sugirió esta de­ducción, porque la Prensa no dice nunca las cosas claras. Comprendió, en suma, que convenía no prolongar su estancia en Francia. Además, se le es­taba agotando el dinero... Entonces Federico se sintió fuerte y noblemen­te decidió arriesgar su vida. Vino a la España Nacional.

Se alistó en Falange, desde luego, había que demostrar el patriotismo que hervía dentro de sus venas. Su omformé era de aspecto pobre e inclu­so un poco sucio a veces. No importa. ¿Acaso no iban así los demás? Le ocu­paron en unas oficinas del Partido, donde necesitaban sus habilidades de mecanógrafo. Y en esas oficinas fué subiendo. Había llegado la coyuntura que ansiara tanto. Supo demostrar sus cualidades preclaras de político; desde luego, no fué al frente: su vida estaba reservada para un destino más ele­vado...

Federico lleva ahora un uniforme tan sencillo como el que vestía a raíz de alistarse en Falange. Su modestia le impide lucir prendas lujosas. Su va­lia la demuestra con sus acciones, con sus palabras. Sobre todo con sus pala­bras, porque Federico tiene una gran facilidad de palabra; está destinado a ser un orador, un gran orador, cuando se presente la coyuntura favorable. Pero ahora sigue así, siendo grande modestamente, elegantemente, persua­dido de que la Patria aguarda de él cosas grandes.

cNIo conocéis a Federico? IClarol, como son tantos los Federicos que pa­san por la caDe...

J. G

Una sorprendente "Fies!a de la Raza" curiüso i'I cambio tle Iónica,

que- 'tlHMtreieiidtr Tt1 ivrit-ntt^omsig-na, ha comenzado a ubservara: en la prensa roja, asi cuino en las emi­soras y ilemás medios d*- difusión de aquella aún 'rredeula España.

Todos rt-cordamos como la pre­stirte tragedia fué provocada por po­deres ocullos —libsta cierto punto solamente - que se movían bajo el signo intemacionalista. Eran los momentos f n que en toda la exten-

Í P sión de la piel del loro, era un cri­men vitorear a la patria —un «v'va

8 Kspafla» era lu cárcel segura, o quizás algo peor—. Recordemos aquellas manifestaciones aparatosas que se pro­

ducían al menor pretexto, y recorrían las avenidas de las capi­tales españolas.

Marchaban juntos miles de hombres, miles de mujeres y miles de niños, formados casi inilitannenle, con sus cartelones de pro­cedencia, cantando himnos, esos himnos absurdos, de importa­ción rusa. E n todos los movimientos, de la enorme serpiente hu­mana, en sus paradas y arranques se veía la táctica rusa para ir.a-nifestaciones populares. Porque esta especialidad existe, como existe la de quemar iglesias y monumentos: la de difusión tk la pornografía, tóxico ef icacís imo; la de los saqueos.

Estas manifestaciones eran internacionalistas. El espíritu que informa H la España roja lo es también. \A> ha sido siempre. ¡>as banderas que agitaban los manifestantes madrileños eran rojas con la hoz y el martillo. De vez en cuando, como perdido en aquel Océano «le odiosas amapolas, flotaban algunas banderas lepubli-canas. Pero estaban en aquella manifestación como huéspedes de poca cuantía. Las canciones eran pseudcKjoviéticas o soviéticas auténticas. ¡Aquella «Internacional» que durante años y años, h'-mos tenido que tragar los españoles! Siempre iba su ejecución acompañada de gol|)es, pedreas y tiros. [ Aquel inefable himno de ••pioneros.' tan digno de ser explotado como magnífica vena có­mica por Muñoz Seca, si lodos aquellos aldabonazos en la puer­ta do la Patria, no hubiesen sido precursores del momento que vivimos!

Todo era internacional: el vocabulario, los procedimientos, los ápodos y hasta las vestimentas, copial>an a la estepa rusa. Cual­quier facineroso do Val lecas, modelaba su gorra al estilo «Acora­zado Potemkin».

Estallada la guerra, Esiwña fué la tierra de promisión de le­fia la golfería internacional. Aquí vino lo peor de cada casa. Había

bolín, había sangre, había seguridad de escapar a la acción de la " justicia del'pals de procedérfeia. Y aquí áe volcaron, miles y mite» de rusos, franceses, checos, polacos, mejicanos, ingleses. Natural­mente vinieron los judíos, pues siguiendo su costumbre, no po­dían fallar, como siempre ha ocurrido en la Historia, en las gran­des carnicerías mundiales. E n honor a la verdad, hagamos cons­tar que estos dignos semitas, no venían como soldados: venían como «especialistas». Traían su técnica de saqueos sabios, 'le tor­turas refinadas. I..i España roja se entrefró a los extranjeros. Para ellos fueron los vinos, los habanos, la? joyas, las obras de arte y sobre todo los mandos. iEl mando, placer supremo. Clavaron sus botas sobre el cuerpo de lEspaña para vengar con sadismo atroz, los contratiempos sufridos en sus vidas. Se adueñaron del espí­ritu —siempre látigo en mano —. Co;i un profundo desprecio ha­cia su país de adopción, que tan servilmente se les entregaba.

Pero ya en los momentos en que vivirnos, parece que esta en­trega de la España roja al internacianalismo ruso, no es bastante para curar al enfermo. Hay que hacer ver a las democracias mun­diales, a veces recelosas aunque parezca mentira, que la guerra que mantienen es santa, es de independencia. Que son ellos, los rojos, los que defienden la integridad nacional. ¡Ellos, que han corrido de puerta en puerta, ofreciendo Menorca, ofreciendo el Marruecos español, ofreciendo Almadén? Y con sus caracterís­ticas frescura y falta de memoria, han cambiado de consigna." Y a no se habla de milicias populares, de Rusia, de «pioneros», de re­volución mundial. Ahora se habla de Patria, de la gloriosa infan­tería española, del ejército invasor, de independencia española. Casi, casi llegarán a cambiar el saltarín Himno de Riego por la Marcha de Cádiz.

Pero, para colmo, nos llega la traca final. Señores: en Har-celona se hacen en estos momentos preparativos para celebrar el 12 de octubre, para la Fiesta de la Raza. —¿Hemos oído bien? —Sí, señores. Para la Fiesta de la raza. Pero esto traspasa los lí­mites del humorismo para convertirse en sacrilegio. Que no otra cosa hacen esta gavilla de malhechores, tralando de erigirse en representantes de la raza española.

Pero recapacitándolo bien, puede que estemos equivocados, y mientras no se nos demuestre lo contrario, preferimos creer que se trata de la raza rusa, o mejor aún de la raza nueva, que se esán rápidamente formando en la zona roja, y cuyos ingrediente» son, los innómcrables «sin patria» allí reunidos con su coeficiente importante de aportación judía.

Porque de la raza española, ni pensarlo. Dos nombres que n<> pueden ir juntos son ; Isabel la Católica y Azaña.

I OSE MARIA U RANGA

Antes del Movimiento, la propagan­da escrita de la U. R. S. S. no era, en comparación con el gran aluvión que de ella ha visto luz después de aquel acontecimiento, de ninguna considera­ción. En realidad, la propaganda es­tricta del movimiento comunista ocu­paba un promedio mediano de la pro paganda de tipo desmoralizador. A pesar de ello, estaban a su servicio grandes editoriales, como la "Cénit", y otras que alternaban la publicación de obras de divulgación comunista con las de tipo apolítico, científico y literario. ¿Es que nadie osaba presen­tarse a título de propagandista litera­rio exclusivo de la U. R. S. S., o era la propia U. R. S. S. la que prefería esta máscara? No puede precisarse, aunque es lógico suponer lo segundo.

Las obras de propaganda de la U. R. S. S., pues, aparecían hábilmen­te distribuidas en mil y una coleccio­nes. Caso típico, por ejemplo, el de la Editorial Catalana "Proa", la cual, en su colección "Atot vent", nutrida por obras de la literatura catalana moder­na, y por los clásicos ingleses y fran­ceses, y la moderna literatura alema­na, dejaba un hueco considerable para la novela soviética, a la que prestaba singular atención. No será en balde precisar que dicha colección era diri­gida por Puig y Ferrater, amigo de la ü. R. S. S., diputado de la Esquerra Catalana, íntimo amigo de Andrés Nin, que fué el iniciador de esta gran campaña de admiración por los medio­cres escritores de la Rusia de hoy y el traductor de la mayor parte de sus obras.

Tenemos a la vista una lista de obras soviéticas editadas en zona roja. Esta lista de obras da una idea de cómo ha arreciado la propaganda di­vulgadora de! comunismo después de la revolución. De tal manera, que al lado de esta propaganda comunista no puede colocarse a ninguna de las de los restantes grupos del Frente Popu­lar El Partido Socialista Unificado de

tido Comunista o de las Editoriales. Responden a la misma criminal inten ción, y son versiones ,bien poco aco­pladas a la latitud mediterránea, del comunismo de la III Internacional al alcance de los niños.

Cataluña (P. S. U. C.) y el Partido Comunista español han librado una batalla intensísima de propaganda, y la han ganado, en zona roja. Aparte de la propaganda en libros y folletos lan­zada directamente por estas organiza­ciones, y la lanzada por el propio Go­bierno, Rusia ha colocado, sin duda anexas a las salas de la Embajada, editoriales de tal alcance, que ellas so­las han sido suficientes para inundar España entera de propaganda de la U. R. S. S. La de mayor alcance en tre ellas es la Editorial "Enropa-Amé-rica".

Por la lista citada, puede uno for­marse idea de las proporciones de esta entidad editorial soviética en España-No se crea, sin embargo, que la lista es la de todas las publicaciones emanadas de la citada editorial. Ella es, sola­mente, de las obras que el Ejército de recuperación español ha hallado y des­truido al ocupar territorio rojo. El es­fuerzo de esta editorial es uno de los mayores que se hayan realizado nun­ca en el ramo. El tipo, tono, presen­tación de las obras cuyo título hemos apuntado, es pcrfeclafiicnte ruso. Acompañan también ilustraciones de las portadas, copiadas fotográficamen te. Un sesenta o setenta por ciento de los textos de los libros o folletos son de escritores rusos, y todos sobre las consignas soviéticas o los personajes de la revolución rusa.

La propaganda que de estas obras ha sido hecha es también considera­ble. Uno de los folletos recogidos es de André Marty, líder del Partido Co­munista en Francia. La propaganda de este folleto reza así "Un folleto de gran actualidad. — "EN ESPAÑA, DONDE SE JUEGA EL DESTINO DE EUROPA", por André Marty, lí­der del Partido Comunista de Francia,

orgmtizttdor de las Bri(j<idii.< Inlenui tiotitilcs y gran amigo de España.'

Tenemos a la vista la obra de Hans li'eimer, por ejemplo, titulada "En el campo de asesinos de Dachan", y como subtítulo: "Cuatro semanas en poder de los bandidos pardos". "El autor de esta obra —dice de ella la propia Editorial "Europa-América"—, diputado comunista «ilcmtúi, íjuc imi-rió íjíoriosíimentc en el frente de Ma­drid, luchando Contra los fascistas, describe en ella los horrorosos tor­mentos y los repugnantes crímenes del fascismo en Alemania."

Estas obras son, pues, instrumentos delatores en sí de la intromisión rusa eh zona roja. Pero, al mismo tiempo, verdaderas enciclopedias de la táctica rusa de supresión de fronteras, cuya táctica, por lo visto, sólo disimuhm en la S. de N., pero no, por lo menos, en sus propias publicaciones de propa­ganda.

Uno de los aspectos más repulsivos de este tipo de intromisión descarada es la que se hace en la conciencia in­fantil por medio de las publicaciones para niños. Tales, la colección "Es­trella", de cuentos infantiles, donde se adulteran las viejas y eternas historias maravillosas de Grimm y de Ander-sen, al servicio de la Revolución del Proletariado mundial.

"Caperucita roja", por ejemplo, es "Caperucita Roja", así, en mayúscula, en la sediciones de cuentos de la "Es­trella". Son verdaderamente mons­truosos los temas tratados y divulga­dos en esta colección,- la ilustración de la misma está hecha o por dibujantes que han copiado el estilo soviético de dibujar, o sacadas y reproducidas de las mismas obras en su edición origi­nal en ruso.

Existen, o existían asimismo, publi­caciones semanales infantiles del Par-

El punto séptimo de los trece famo­sos de Negrín, dice que el Estado ga rantizará la propiedad legal y legiil mámente adquirida, y que cuidará del desarrollo de la pequeña propiedad privada. - ; •

Sin embargo, como sucede siempre con todo cuanto ofrecen a los infeli-i ees, tantas veces engañad"/, ni es cier­to tal respeto, ni se incrementa otra cosa en la retaguardia roja que el robo y el pillaje.

Tan es así lo que decimos, que "La Publicitat" se ha decidido a abordar' el tema.

"La difusión de este séptimo punto —dice— es muy necesaria. Y todavía lo son más los medios que den reali­dad a esta declaración, que no debe condicionarse a la victoria, sino que ha de llevarse a cabo sobre la marcha, en todo lo compatible, con la guerra A este respecto, bueno será que el Go­bierno de la Ceneraüdad tome las de­cisiones oportunas.

"Es una labor urgente —sigue el ór­gano barcelonés— para nuestra causa de cara al extranjero... No deben des­cuidarse estas medidas, porque su re­traso puede mantener el recelo en una zona bien respetable de la opinión pública y aparentar una realidad in existente."

Inexistente, no, sino muy existente. La propiedad privada en la zona roja es una utopía. Y por más que se em­peñen en disimular "de cara al ex-' tranjero" y de esa "respetable opinión que ya recela", es lo mismo.

Esto se sabe en todas partes, a pe­sar de los que aparentan ignorarlo; pero si aún faltaba su testimonio, ha venido a decirlo de un modo rotundo "La Publicitat", aunque, al final, para disimular, eche sus gotita': de mentira y de legalidad

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Tanques y antiíanques en la guerra por Herminio G. Corada

Cuando en el mes de jaLo del año 1936 el puebld español, alzán­dose, empuñó las, armas en pura y le­gitima defensa contra un Gobierno que poco a poco había minado su grandeza histórica y su tradición, su­miéndola en un letargo que parecía degenerar en muerte definitiva; nada hubo capaz de detener el triunfa! avance de nuestras tropas. No impor­ta que la Escuadra se dedique al ase­sinato a mansalva de todos sus man­dos; no importa que un Gobierno dé­bil, impotente y que patrocina el cri­men y el asesinato en masa, arme a una multitud loca y desbocada, com­puesta en su inmensa mayoría de todo lo más selecto de las cárceles y presi­dios, que hace correr por toda España torrentes de sangre de honrados ciu­dadanos; nada de esto importa ni es capaz de detener la marcha iniciada en Africa por unos soldados que, después de cruzar el Estrecho, burlando la vi­gilancia de la piratería, iniciaban la reconquista del suelo patrio con la ocupación de Badajoz, y son esos mis­mos los que avanzan sin cesar por Navalmoral de la Mata, escribiendo páginas de gloria con áureos caracte­res por Calzaza, Torralba de Oropesa, Oropesa, Maqueda, Toledo, etc., etc.

La guerra, hasta aquí, no reviste apenas modalidad alguna que la dis­tinga de las guerras de los siglos XVITl y XIX, como no sea el empleo de ar­mas automáticas en mayor escala y unos cuantos aviones Breguer, mucho más a propósito para un museo de an­tigüedades que para bombardear posi­ciones y batir concentraciones enemi­gas.

APARECEN LOS PRIMEROS TANQUES

Pero he aquí que a principios de septiembre de 1936 hacen su apari­ción delante de nuestras líneas unos monstruos de acero provistos de un cañón y una o dos ametralladoras (se­gún el modelo) montados sobre dos

parte por no estar dotados sino de ana o dos ametralladoras, que ningún daño podían hacer a los tanques enemigos, mientras éstos podían dejar fuera de combate a los nuestros con un solo proyectil perforante que se les podía lanzar con toda eficacia desde una dis­tancia de 5.000 metros.

COMO SE CAZARON LOS PRI­MEROS TANQUES

Si es cierto que el soldado español está caracterizado por un valor y be-roísmo que rayan no pocas veces en verdadera temeridad, no es menos cierto que es también característico de él no pararse ante nada ni por nada, recurriendo a veces a medios inverosí­miles, y verdaderamente quijotescos, pero no por eso fahos de eficacia. Y esto mismo fué lo que hizo que nque lias grandes masas de acero no consi­guieran impedir él que nos acercara mus hasta el mismo Madrid, clavando en su corazón ese puñal formado por la línea Barrio-Lucero, Ciudad Uni versitaria-Cuesta de las Perdices. Una botella de gasolina y una bomba de mano lanzadas por unos soldados va­lientes, y muchas veces temerarios, eran suficientes para que aquellas má­quinas infernales quedaran envueltas •en llamas y abandonadas á merced de nuestras tropas.

El procedimiento, aunque no anti­cuado, puesto que nunca fué ntilizada hasta ahora, no puede ser más des­provisto de técnica, ni menos en con­sonancia con las exigencias de una guerra moderna, en que los elementos y medios de enviar la muerte a gran des distancias se suceden sin cesar.

Convencidos los -tanques enemigos •de su superioridad sobre cualquiera de los elementos de guerra hasta entonces usados, avanzaban decididos sobre nuestras fuerzas, rebasando la línea al­gunas veces, ametrallando y cañonean­do sin cesar y volviendo tranquilamen­te a sus posiciones, ya que los fusiles >• ametralladoras nada podían hacer

contra aquéllos monstruos, defendidos

U N £ A N O N A N T I T A N Q U E TRAfi UNOS A I I B U S T O S

grandes orugas, que avanzan decididos hasta nuestras posiciones, arrancando las alambradas y arrollando las débiles fortificaciones de que se puede dispo­ner en unas columnas que avanzan constantemente, sin que las posiciones

.conquistadas lleguen a constituir, sal­vo en raras excepciones, frentes esta­bilizados. A partir de esta fedia iba a tomar una nueva modalidad con el empleo de tanques y carros de asalto,-y como a la aparición por sorpresa de tfn nuevo elemento de combate es siempre consiguiente reacción en el contrario, en mayor o menor escala, máxima tratándose de elementos de guerra .tan perfeccionados como los tanques que nos ocupan, no podía me­nos de ocwrir esto mismo en nuestro Ejército, que vió no sólo cómo estos tanques, por su gran tamaño, consti­tuían un parapeto de acero ambulante para la infantería enemiga en los fre­cuentes contraataques para intentar re­cuperar las posiciones perdidas, sino que con su cañón, dotado de gran pre­cisión y velocidad de tiro, aumentaba considerablemente el número de bajas en nuestras fuerzas, a la vez que consti­tuían una barrera difícil de franquear, ya que la actuación de nuestros oru­gas quedaba neutralizada fn gran

por fuertes chapas de acero. Mas no tardaron nuestros soldados en darse cuenta de dos circunstancias especiales que concurren en dichos tanques y que engendraron la idea del primer siste ma antitanque:

Primera.—Que el cañón del tanque, de gran campo visual lateral, ya-que la torreta sobre la que va montado puede girar una vuelta completa, no disponía para la puntería en altura de gran movimiento, mediando entre el tanque y la línea más cercana que por él podía ser batida una zona que pu­diéramos llamar de seguridad, variable según las condiciones del terreno, pero nunca inferior a 15 o 20 metros en profundidad.

Segunda.—La velocidad inicial del proyectil, que tratándose de pequeñas distancias hace que el tiro sea escesi-vamente rasante, e impotente, por tan­to para batir cualquier depresión del terreno, por pequeña que sea. Si a es­tas circunstancias añadimos la de que el enemigo no disponía de una Infan feria lo suficiente disciplinada y ague­rrida para avanzar parapetada detrás de los tanques, no sólo para dar el asalto, sino también para protegerles de posibles eventualidades, habremos encontrado ur. medio de sistema anti­

tanque, arriesgado y temerario si se quiere, pero que en algunas ocasiones surtió efectos maravillosos.

Se proveyó, dentro de cada unidad, a un cierto número de individuos de una o dos botellas de gasolina y algu­nas bombas de mano. Estos individuos debían ser recogidos de entre los más valientes y serenos.

Cuando los tanques se disponían a avanzar, se desplazaban dichos indivi­duos por distintos sitios del frente, utilizando para esconderse y desenfi­larse las depresiones del terreno y los embudos formados por las bombas de Artillería. Si los tanques avanzaban por carreteras o caminos, nada más conveniente que utilizar las cunetas, arroyos, alcantarillas, etc., etc.; si, por el contrario, avanzaban a campo tra-v iesa, había que utilizar los embudos formados por las bombas de aviación y artillería o las paredes y lindes de las fincas. En ambos casos esperaban estos antitanquistas a que los carros se acercaran a una distancia no superior a ocho o diez metros, en cuyo momen­to salían con toda rapidez por los costados del tanque para no caer den­tro del campo visual del anteojo del mismo, lanzando con fuerza sobre él la botella de gasolina, e inmediatamen­te detrás la bomba de mano, para que aquella se inflamase.

CIRCUNSTANCIAS QUE DEBEN TENERSE EN CUENTA PARA IN­

UTILIZAR UN TANQUE

Si es cierto que este original método antitanque dió en repetidas ocasiones resultados satisfactorios, no es menos cierto que en el ochenta por ciento de los casos no surtió efectos, caminando la casi totalidad de los individuos-anti­tanques a una muerte cierta, debido a dos causas principales:

Primera —Falta de serenidad sufi­ciente para acercarse al carro lo debi­do; y

Secunda.—Un casi total desconoci­miento de las partes débiles del tan­que por donde con más facilidad podía ser inutilizado.

No basta con lanzar la botella de gasolina y la bomba de mano sobre el tanque, sino que es necesario saber tirarla con eficacia. Para ello hay que estar dotado de una serenidad y san­are fría suficientes, que le impidan lanzarlas mientras el tanque no se en­cuentre a una distancia tal que ofrez­ca probabilidades de ser alcanzado en las partes que se desea; lanzar una bo­tella de una distanda superior a diez metros es perder el" tiempo y exponer­se inútilmente.

Dos son las partes del tanque más débiles, y, por tanto, más fáciles de atacar por este sistema antitanque: los discos de caucho de que se compone el tren de marcha que rueda sobre la oruga y la superficie ligeramente incli­nada situada en la parte trasera del tanque inmediatamente detrás de la to rreta giratoria.

El tren de mareba, por el gran nú­mero de discos de caucho de que se compone (doce en cada costado), ofrece la ventaja de que, al quemarse éstos, hay probabilidad de oue el fue­go se propague al interior del tanque, o, cuando esto no ocurriera, el hecho de que los discos se quemen es sufi­ciente para que e! tanque quede fuera de combate. La parte trasera de la plataforma del tanque está constitui­da por una rejilla, por la que el motor recibt refrigeración; luego el hecho de lanzarle aquí la gasolina equivale a que ésta penetre inflamada en el mo­tor, en el que el fuego puede propa­garse rápidamente, por encontrarse en su parte derecha los depósitos de ga solina, y detrás de él todo el del aceite.

Puede ocurrir que la torreta, du­rante la preparación artillera, haya gi­rado un cuadrante, viéndose el cañón en sentido perpendicular al costado del tanque; en este caso, para distinguir la parte trasera de la delantera del tan­que, se tendrá en cuenta que ésta es algo más alta que aquella, debido a que ha de ir salvando los obstáculos, para lo cual forma un saliente en for­ma de morro o espolón.

Nada prueba contra lo dicho el he­cho de que sean varios los tanques ques quemados en los distintos frentes de combate por medio de este siste­

ma, principalmente en los alrededores de Madrid. Esto es una consecuencia de la poca disciplina y arrojo de sus tripulantes, ya que tan pronto como ven el fuego cerca del carro le aban­donan junto a nuestras líneas, sin dar­se cuenta de que salir de aquel recin to blindado y huir a campo traviesa equivale a morir a los pocos metros, segados por el fuego de ametrallado­ras y fusilería.

Como es natural, este sistema anti tanque era aceptable en un principio, cuando carecíamos de otros más ade­cuados y eficaces, y por otra parte el enemigo disponía de un número esca­so de carros, que le obligaba a em­plearlos separadamente para protec ción de carreteras, caminos, puentes y sitios de paso obligado o probable para columnas enemigas. Mas cuando fueron utilizados en masa (nunca in­

ferior a cinco), estos resultados dismi nuyeron, aumentando, en cambio, con­siderablemente el número de bajas en tre los que a quemarles se lanzaban, ya que el antitanque no podía lanzar la botella más que sobre uno, quedan­do dentro del campo visual de los que avanzaban detrás o a los costados del primero, quienes les ametrallaban a placer, teniendo la seguridad de que sus balas no podían perforar al tanque atacado. Llegado que hayamos a este extremo, lanzarse al encuentro dd tanque es lanzarse a la muerte, sin provecho ninguno consiguiente, y el sistema de la botella de gasolina y la bomba de mano será únicamente acep table en un plan defensivo, en que se lanzan desplegados en línea al asalto y se les puede esperar metidos en la trin­chera hasta que se pongan a nuestro alcance.

La crítica falseada IL OS que, descendientes espirituales de Milá y Fontanals, han de­

dicado su vida al estudio de las letras catalanas medievales, in­fluidos fuertemente por las corrientes ideológicas del regiona­lismo y del separatismo, han trazado —lo mismo, que en la his­

toria de Gataluflii - una visión general de aquel movimiento literario que abarca unos cinco siglos, arreglada a las necesidades de aquellas corrientes políticas. Tanto la historia política como la antigua historia literaria de Cataluña han sido desfiguradas por estudiosos partidistas a fin de poder sacar de ellas consecuencias de carácter nacional-ca­talanista.

E n vano Metiendez y iPelayo nos legó una magnífica pauta para el estudio de las letras catalanas 'metílévales perfectamente encua­drado en la historia de la literatura general de España y en vana tamhién han surgido en todo tiempo quienes, en Cataluña, han in­tentado dar una visión más desapasionada y real de dicho estudio.

Se ha querido considerar a la literatura catalana como un todo continuo y uniforme desde los balbuceos de las Omilías de Orgañá, hasta los más jóvenes poetas surrealistas. Y las filigranas hechas pa­ra justificar el lapso que va desde mediados del siglo X V I hasta me­diados del X I X , han sido prodigiosas. Este es el colapso de una lite­ratura romániea, que desaparece como por encanto, oscurecida por el resplandor encegador de la época de oro de las letras castellanas, y reaparece de una manera artificial y puramente erudita como con­secuencia de un romanticismo empapado de veneración a la caba­llerosidad, usos y costumbres de la Edad Media. A aquellos román­ticos del X I X les llevó a escribir en catalán este mismo entusiasmo por los tiempos medios. Leyeron a Wolter Scott y admiraron a los caballeros cruzados ingleses; entonces quisieron buscar, en aquella misma época pretérita, caballeros de su propia tierra y se encon­traron con guerreros y poetas que hablaban y escribían en catalán. Por eso la imitaron lejos —en absoluto— de toda intención política o ignorantes de las consecuencias que su acto de romanticismo trae­ría consigo. Y la prueba de ello es que m á s de uno de los precursoree de la «Renaixenca», al ver, tiempo después, el cáriz que tomaba su iniciativa, se dolieron de ella y sus nombres constan en el catálogo de «arrepentidos del movimiento iniciador».

Y es que lo falso y artificial de la moderna literatura en catalán fué querer darle un sentido de continuidad con el medioevo de que careció siempre.

L a literatura catalana medieval cumpl ió su destino y desapare­ció. Dejó una valiosa herencia que recogió la literatura general es­pañola en lengua castellana, y no los románticos de! X I X .

Y fué precisamente lo prematuro con que Cataluña acogió el hu­manismo trescentista italiano, la causa de que se acelerara y deci­diera la clausura de las letras catalanas. (Aspecto puramente litera­rio; dejando apante el histórico, tan trascendental.)

E l humanismo trescentista catalán trajo consigo, fatalmente, la idea imperial a Cataluña. Culminó esta, idea en la figura de Alfonso V el Magnánimo, cuyo círculo literario ya fué bil ingüe, llegando este bi l ingüismo a individuos concretos (Torroella, por ejemplo). E l ideal imperial, que los intelectuales catalanes del X I V y X V adquirieron de Italia, no llevaba trazas de verse realizado en el reino de Aragón y sí en el de Castilla.

Por otra parte este mismo humanismo catalán fué el puente por donde esta corriente pasó de Italia a Castilla. Y basta para conven­cer de ello —si no sobrara la afirmación de Menéndez y Pelayo de­ducida de otras comprobaciones— el hecho de que más de quince traduciones catalanas de clásicos griegos y latinos hechas en los si­glos X I V y X V fueron vertidas al castellano directamente del cata­lán (por ejemplo el Tito Livio de López de Ayala). L a corte de Alfon­so el Magnánimo también ños dice algo en este sentido.

En cuanto a la poesía, ésta fué en catalán cultivada con asidui­dad desde los primeros trabadores catalanes. Eri el X V , ya particu­larizada y casi desprendida de provenzalismo, dió sus más altos poetas, entre ellos Aurias March. Y recordad ahora lo que este poeta influyó en los castellanos del X V I , como Garcilaso, Hurtado rl^ Mendoza, Gutierre de Cetina, Herrera, Fray Luis de León, etc., as­pecto sólo constatado por un historiador de la literatura castellana, que es el Dr. Manuel de Montoliu.

¿Qué significa todo esto? Que no fué estéril la muerte de la lite­ratura catalana medieval de los albores del Renacimiento clásico. Que lo que do ella quedó con vida fué recoeido por los escritores castellanoe.

Hay, pues, que tener mucha cuenta de no olvidar todo eso al his­toriar, no sólo la literatura catalana, sino también la castellana, pues los antecesores de los escritores de nuestra Edad de Oro no hay que buscarlos únicamente en las cortes castellanas, si no también en la de la casa real de Harcelona.

E L CONDE D E C A S A - D A V A L O S

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Una semana de guerra

E n las márgenes riel Ebro se ha seguido esta st -mana inflingienrio al enemigo uno rie los m á s fuer­tes castigos de toria la campaña. Lucha sorda y cruenta que se traduce en partes poco espectacula­res, pero de cuya eficacia no es posible dudar. Ki enemigo, aferrado en un empeño suicida en sus úl­timas posiciones de la curva del Rbro, ve rieshechas e inutilizadas sus mejores unidades de combate. Paciente labor de aniquilamiento rie torio un ejér­cito que se funrie bajo el plomo rie las armas nacio­nales, minando cada día más su capacidad de re-sisíencia.

Los rojos han arriesgado demasiado en esta ba­talla del Ebro para no ser, a estas alturas, fácilmen­te ol>servables las posibles consecuencias de su loca aventura. Los millares rie bajas y prisioneros que han 4enirio estas últimas semanas, y la pérdida y desgaste rie material bélico, abren un espacioso bo­que te a la eficencia rie sus uniriaries de combate, boquete que, fatalmente, habría rie ser utilizario pol­la alta estrategia riel manrio nacional.

E n el inventario riel material de guerra extran­jero cogido e inutilizado a los rojos riesrie que em­pezó la lucha hasta meriiarios rie agosto, ocupa una parte preponrierante el material ruso y francés. Co­piamos a continuación estas rios elocuentes estadís­ticas.

M A T E I U A I , HUSO

Aviones Tanques Morteros y lanzaminas Fusiles ametralladores Proyectiles y granadas . Cañones Ametralladoras Fusiles Cartuchos

809 84

275 5Gi

91.000 71

577 35.917

60.425.000

M A T E R I A L FRANCIvS

Aviones Tanques MoKeros Fusiles ametralladores l'royectües y granadas Cañones Ametrallarluras Fusiles

138 24 89

«66 22.400

85 112

29.370 Cartuchos 24.800.0OO

Estas " stadísticas de material ruso y francés co­gido al enemigo muestra hasta qué punto ha sirio formiriable la ayuda que, en todo momento, han prestado a los rojos las llamadas naciones democrá­ticas, violando la no-intervención incluso en sus menores aspectos. 1.a gran batalla actualmente en curso en el sector riel Ebro nos ofrece nuevas y con­tundentes pruebas rie la preponderancia de elemen­tos extranjeros en las filas rojas. Mrigadas interna­cionales deshechas hoy e infatigablemente renova­das. Jefes y oficiales, franceses y rusos en su ma­yoría, claramente localizados entre los mandos ene­migos. Y sin contar el acostumbrado derroche rie aviones, tanques y material, que en un día no le­jano han de duplicar las estariísticas m á s arriba transcritas.

Contra las falseriaries rie la propaganda roja, con­tra la sudas y cínica afirmación rie una lucha por la independencia de España, hablan suficientemente claro esos miles y miles de aventureros rie todas las nacionalidades que intentan vanamente oponerse o nuestro paso. He ahí la triste, la trágica verdad, pa­ra deducir la clave de la resistencia roja. A su lado, torios esos muchachos de 15 y 17 años, enfilados pol­las ametralladoras rusas se nos aparecen m á s y más como verdaderos forzados.

Hefiriénriose a la intervención rie las brigarias in­ternacionales en la batalla riel Ebro, «Le Journal» escribía hace poco un interesante artículo riel cual traducimos el siguiente párrafo :

"Entre 300 prisioneros capturados ayer, se veri­ficó que la mitad estaba compuesta de extranjeros. Cada uno de ellos es portador de riocumentos y de cartas de identidari con los rúa le s se les pretende hacer pasar por españoles, descubriéndose la ver­dad al interrogarles. A pesar de los «Pérez», los Gutiérrez», los «Moreno» y otros «fulanos» ; a pe­sar de la exhibición rie una serie de documentos apa­rentemente en regla, atestiguando que habmn na­cido en Madrid, en Albacete, o en Ciudad Real, esos detenidos no saben expresarse en castellano, o lo hacen tan mal que carecen de intérpretes para lle­gar a comprender su nueva y falsa nacionalidad. Uno de ellos había nacido en París de padres bre­tones ; otro era natural de Varsovia. de padres po­lacos, y asi sucesivamente.

•Durante las crudas realidades rie la guerra se compremie con meririiana claridad, cuánta razón tenía el General Franco al redactar su nota rie con­testación a Inglaterra. Los voluntarios extranjeros que se encuentran en la España Nacional, llevan sus uniformes y se reúnen a la luz del día en sus bases, siendo fácilmente reconocibles por cualquier comi­sión internacional; en cambio, del otro lado, los garibaldinos. los rusos, los checos y los franceses se encuentran cuidadosamente camuflados entre las unidades marxistas españolas.»

ESPAU M a o m i Por la Patria el Pan y la Jusíicia

E L FONDO BKNRIFICO S O C I A L D E L M I N I S T E R I O D E L I N T E R I O R

A pesar riel bienestar económico que se ilisfruta en nuestra reta-¡juarriia, es natural que la guerra haya proriucirio en muchos bóga­les una disminución rie ingresos, bien por la destrucción de las fuentes de riqueza, como lia pasado en mayor o menos proporción en toda la zona lil>eraria rie la tiranía roja, bien por la falta del ca­beza de familia. IE1 Estado Nacionalsinriicalista, tenía que atender y ha atendido a la necesidad de proteger a estos hogares aún en el caso rie tratarse «le familias cuyo jefe murió luchanrio contra el Mo­vimiento Nacional,-y una rie las maneras de hacerlo ha sido con la organización rie comedoi-es riel tipo «Auxilio Social», que se sostie­nen económicamente gracias al Fonrio Benófico-Social riel Ministerio del Interior.

E l número de estos comedores ha crecido continuamente, a cau­sa de las necesiriaries rie las zonas que sin interrupción ha irio libe­rando nuestro Ejército, y también por el esmero con que se ha pro-r curado llenar cada día nuis cumpnriainente, en toria la letaguardia nacional, los deseos del Caudillo de que no haya «ni un hogar sin luinbwj, ni un español sin pan».

E l mes de marzo de 1937 el Fondo Benéfico Social subvencionaba un total de 20.000 plazas diarias, y «jn el mes rie diciembre su núme­ro ascendía a 130.000. I^as provincias que contaban con mayor nú­mero de comedores, en aquella fecha, eran las de Asturias, Vizcaya, Guipúzcoa, Málaga y Santander. Sólo en Asturias se i-epartieron en dicho mes 20.000 mil raciones al día.

L a may-or parte de los comedores existentes pertenecen a «Auxi­lio Social de F . E . T . y de las J . Ü. N. S.» y su mantenimiento riesrie I de marzo a final de año requirió la suma de 14 millones rie pesetas, de las cuales cerca rie 7 millones procedían rie donativos (cuestación callejera y «Ficha Azul»).

E S T A D I S T I C A S S A N I T A R I A S D E L I A. T .

iEl Dr. V. Vallejo de S imón ha publicado en la Revista de Sa­nidad e Higiene Pública un interesante trabajo resumiendo y oo- • mentando las estariísticas de natalidad, y Je morbilidad y morta­lidad por enfermedades infecciosas en la zona libéra la durante el I A ñ o Triunfal.

E l primer dato que se apivjcia en estas estadísticas es la" ausencia de loria clase de epidemias, pues solamente se han recrudecido al­gunos focos endemo-epidémicos como tifoideas, coqueluche, y pa­rálisis infantiles, y aún en menor número y gravedad que en años anteriores. Este hecho es el resultado lógico de la excelente organi­zación sanitaria en la zona nacional, y demuestra «pie los mandos sanitarios no han perdido nunca el control de la población civil y militar.

Las estadísticas publicadas por el Dr. Vallejo de Simón nos pro­porcionan, además , otro riaito m á s satisfactorio aún, como es l a im­portante disminución observada on el número de defunciones por tifoidea, que fué aproximadamente de 4 por cada 100.000 habitan­tes, mientras que hasta el año 1936 nunca había bajado de I I -

I>a intensa campaña de vacunación llevada a cabo en todo el te­rritorio nacional, conjuntamente por las autoridaries civiles y mili­tares, ha dado como se ve, un resultado magnífico, y se ha consegui­do desterrar los focos endémicos carácteristicos en múlt iples loca­lidades de segundo y tercer orden. Se ha presentado algún pequeño foco epidémico en provincias limítrofes con los frentes de batalla debido al continuo trasiego de fugitivos de la zona roja, ya que muchos de ellos venían en período de incubación de dicha enfer­medad.

L a mortalidad debida a otras enfermedades infecciosas como el sarampión, escarlatina y difteria, acusa también una disminución notable, en alguna hasta del 50 por 100.

Una semana de íarea Nacional

Por indicación del Ministro del Interior, la Comi­sión española compuesta por Jefes de Falange Espa­ñola Tradicionalista, combatientes, altos funciona­rios y oficiales del Ejército que asistió al Congreso anual nacional-socialista de Nuremberg, vestirá en esos actos, a excepción de los oficiales, el uniforme de Falange con camisa azul y boina roja.

E l Boletín del Estado dispuso sea convocado uñ cursillo para la formación de trescientos alféreces provisionales de Infantería. E l curso, cuya dura­ción será de dos meses a partir del día 20, tendrá lugar en la Academia Tauima.

E n la Alta Comisaria rie Marruecos, en Tetuán, se reunieron las autoridades de Ceuta, Tetuán y Tánger, para tratar del proyecto de construcción de una nueva catedral en Tánger, y que se edifica por deseo expreso del Caudillo.

•El arquitecto Sr. Ochoa Benjumea explicó el ca­rácter de la obra. Será construida estilo Renaci­miento y la cúpula copiada de la de San Pedro de Roma.

Se ha recibirio informe del Servicio de Recupe­ración artística de sus trabajos en Lérida. Han sido recuperadas unas 10 bibliotecas, con un total de medio millón de volúmenes de gran riqueza docu­mental, entre ellos los archivos de las catedrales de Rotlas y Lérida.

Durante su estancia en Burgos, Lady Chamber-lain, viuda rie Sir Austín Ghaünberlain, acompaña­da de su hijo, visitó los cuarteles donde se aloja la Guardia Mora del Generalísimo, que realizó en ho­nor de los visitantes, magníficos ejercicios ecuestres. Más tarde, fueron obsequiados con un té a la usan­za mora. Continuaron su.viaje a Avila.

Kl «BoleAín Oficial» del Estado publica una or­den circular de la Jefatura del Servicio Nacional de Primera enseñanza en la que se encarece la ne­cesidad de mantener en la Escuela de la Nueva F.spaña el espíritu religioso y patriótico que consti­tuye la esencia del Movimiento.

En el santuario de Covadonga, con motivo riel primer aniversario de su liberación por el Ejército Nacional, se celebraron diversos actos a los que asistieron el General Valdés Cabanillas, en repre­sentación del Gobierno, el Nuncio de Su Santidad, monseñor Cicognani, Autoridades y Jerarquías de Falange Española Tradicionalista.

—o— ' v / . í r ' *

Los |)eregrinos franceses que han readizado el viaje por la España Nacional, han regresado a Fran­cia. Hé aquí un fragmento de las declaraciones que alguno ri^ ellos hizo a una agencia informativa antes rie dar por concluírio su viaje:

«Ahora nos dirigimos a Pamplona para regresar a Francia. Nos proponemos firmemente, en primer lugar, hacer una gran propaganda de esta España magnifica que nos está dando lecciones y volver pronto a España en mayor número con objeto de establecer los lazos de hermandad que debe haber entre las dos naciones católicas. E n Francia se pre­paró esta peregrinación y pan^ elld encontramos toda clase de facilidades. E l cardenal Verdier nos d ió su bendición en una carta expresiva y en cuan­to al Gobierno, es de justicia consignar que nos con­cedió inmediatamente autorización para el viaje. Y por últ imo, vaya nuestra sincera gratitud al capitán Bolín, jefe de la expedición, quien interpretando los deseos del ministro del Interior, ha hecho que nuestro viaje se desarolle en un ambiente agrada­ble y fraternal.» .

—o

E l Ministerio de Organización y Acción Sindical, ha publicado una Orden sobre concesión de reno­vaciones de tarjetas de identidad profesional de trabajadores extranjeros y estadística migratoria por la frontera y puertos. Se dispone que todos los extranjeros al llegar a nuestro suelo entregarán a la Inspección de Inmigración una declaración jura­da, en la que determinen la finalidad del viaje, tiempo de duración y lugares que van a recorrer. E l modelo de declaración será faccilitado por los Consulados españoles . Las Compañías de transpor­tes marítimos, aéreos o por carretera estarán obliga­dos a facilitar a la Inspección de Inmigración rela­ciones nominales do extranjeros. Se determina, después, en la Orden la forma cómo habrá de rea­lizarse la concesión de tarjetas para trabajo en E s -oaña. No se otorgará esta tarjeta para ejercer en Sociedades mineras los cargos de presidente del Consejo de Administración, administrador, delega­do gerente, director o ingeniero.

C.- '" 'ñ ,; — o — .

E l Ministro de Educación Nacional ha invalida­do, por orden 10 fiel corriente, los exámenes habi­dos en los centros docentes de zona roja: los alum­nos deberán revalidar dichos exámenes ante perso­nal docente de la España verdadera.

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A G R I C U L T U R A - I N D U S T R I A

Cambia la conomúi rico no es deshechahU'

¿Dónde está la crisis? E N un discurso ya famoso de 1932, pronunciado con motivo de la

celebración del primer decenio de la Marcha sobre Roma, Mus-solinl se preguntaba; la crisis que atraviesa hoy el mundo ¿ei> una crisis en el sistema o es más bien una crisis del sistema?

O «ea ¿es una de las crisis cíclicas del capitalismo o es una crisis de deecomposición ?

L a pregunta es de enorme importancia. Si lo primero, la solución es automática; el sistema capitalista tiene sus resortes que resuelven el problema sin dificultad. Sin intervención de nadie, los intereses mismos —unos comprimidos y frenados, otros fomentados— resta­blecen el equilibrio. E l Estado además, puede tomar medidas que complementen la acción de esos intereses dirigiéndoles apenas, en­caminándoles o favoreciendo su juego para acelerar el proceso de nivelación. Es lo que ha venido ocurriendo durante toda la etapa ca­pitalista.

Pero si la crisis es del sistema, la cosa es bastante más seria. E l automatismo de la solución desaparece. E l famoso libre juego de los initereses individuales que mecánicamente debe restablecer, en pla­zo corto y sin graves trastornos el equilibrio, no funciona. La crisis se prolonga y se agrava. iEl sistema quiebra con todas sus infinita» consecuencias. No bastan ya, ni la acción individual ni las interven­ciones parciales y limitadas del Estado para resolver, la crisis. E l re­medio debe ser más hondo.

lEn el primer caso queda justificada la |)ermanencia de los regí­menes más o menos liberales en economía, más ó menos respetuosos de la iniciativa y de los intereses individuales; en el segundo se im­pone una reforma esencial del sistema.

'Este es el problema de nuestra época. Y ee el problema, sobre-lodo porque la reforma del sistema económico tiene repercusiom-s profundas en el plano político y en el plano social; es decir la trans­formación de la economía comnorla n.-c^síinament" una modifica­ción paralela- de la organización, de las funciones, de las atribucio­nes del Estado.

y cambia A Estadu. E l materialismo histó-n b'cqnr'. Su finar consiste en considerar el

interés económico como único motor humano, cuando esos motores son muchos: las ideas, los sentimiento?, las pasiones. El asceta que se retira al desierto, el cartujo que se recluye entre cuatro paredes desnudas o el falangista qne se juega la vida por las calles de Ma­drid, no se mueven por intereses materiales. Algo más alto y más puro les lleva al sacrificio; algo independiente del dinero y del bien­estar f ís ico; del vientre en una palabra. Pero el simple interés econó­mico pesa también, que no sólo de ideales vive el hombre. Toda la gran política internacional está hoy fundada, sobretodo, en ese interés. I^as justificaciones y las teorías vienen después.

E l Estado liberal tal como ha ido evolucionando y como ha lle­gado hasta nosotros, es fruto también de la economía liberal. E l li­beralismo filosófico y político, derivados del protestantismo, son an­teriores al liberalismo económico, son sus padres. Pero el hijo en su desarrollo ha acabado influyendo sobre sus padres. E l hecho ocurre también en el terreno familiar. Los intereses económicos del capi­talismo han contribuido poderosamente a darle una fisionomía al Estado liberal.

Si la crisis, pues, es del sistema, eJ sistema, queramos o no, debe modificarse. Y si el sistema se modifica, se modifica el Estado. Y su­poniendo que así no fuese, es un hecho patente que las modificaciones del sistema que hoy son indispensables ante la crisis honda, persis­tente y perturbadora de los mismos valores morales más sagrados, no puede realizarse con el Estado actual. O el Estado se transforma para poder realizar la reforma económica o ésta transforma al Estado ¿Qué camino es mejor?

Err un régimen liberal la evolución está, ciertamente, lloha de peligros. La falta de sentido moral, la cínica crueldad dt nuestra época demasiado intelectualizada, producirían una evolu­ción desordenada, castiza, preñada de conflictos. Desembocaríamos sí, en un nuevo equilibrio —o un capitalismo exasperado y esclavis­ta, o en un socialismo también exasperado— ambos injustos y a cos­ta, además, de terribles sacrificios. L a disyuntiva es esa.

L a crisis del sistema puede resolverse sola, en esto no hay iludas. Pero después de dolores y de luchas que fatalmente nos conducirian o a la exacerbación total del capitalismo »> a la implantación del so­cialismo; dos formas opuestas de egoísmos de clase igualmente te­mibles.

Esto es lo que hay que evitar y -para evitarlo no hay más camino que reformar los sistemas de producción y de distribución de la ri­queza introduciendo en la economía un nuevo criterio: el de la uti­lidad social junto al del beneficio particular.

Pero esto no puede ser ni automático m mecánico. Requiere una dirección conociente del fin que persigue.

S A M U E L CONGOST

La provincia de Valencia

£í nombre buce pensar en fru las y flores, y no. es ninguna exageración el nombre «fite se le da, del 'jaMin de Europa'. Va­lencia es, sin comparación, la re­gión más fértil de España, donde no queda una pulgada de tierra sin cultivar y donde la aplicación del riego artificial —muy genera­lizada— hace posibles tres cosc-chas al año.

Los huertanos iwlericMiios se han dedicado principalmente al cultivo de f r u t a s, legumbres arroz y vino. Se ha dedicado poca «ileiición ii los cereales co­rrientes, y la ganadería es insigni ficante en comparación con el mimero de habitantes. En esta provincia, que mide 10.977 kiló­metros c u a d r a d o s y t i e n e I . 042.000 habitantes -93 por kilómetro—, de los que la capital de Valencia, en época iiormaf, tiene • 320.000, no se produce más de 4 5.000 toneladas de trigo. 12.000 de cebada y 20.000 de maíz. En cambio, la cosecha de arroz alcanza en la provincia la enorme cifra de i96.ooo tonda-das. De deeite se produce para el consumo local unas 10.000 to­neladas. La coseclw de vino de la provincia supone unos 963.000 hectolitros. Sin embargo, la espe cialidad de Valencia es el cultivo de la ¡ruta, y en primer término <fe sns afamadisimas naranias, cuyo valor anual se calcula en 114 millones. Los aprovechamien­tos totales del agro de la provin­cia sobrepasan de 11 •> imllones de pesetas.

El puerto de Valencia tenia en 1934 un tráficó de mercuncúis de i.oii.ooo íoneWíis. de las cua­les 531.000 de importación y 4 so.000 de exportación, a las que hay que añadir 13 5.000 toneladas por el puerto de Cjandia. La ex­portación al extranjero de la pro­vincia supone nnos 95 millones ile pesetas oro, o sen el 15,44 por ciento del total de la exportación esfxiñolii. De ln exportación de 1934. 596.000 toneladas eran pro­ductos de la agriciillnni. entre los entiles (os mtís imporlanles eran: 367.Q00 toneladas de naranjas,

I I . 000 toneladas de m e l o n e s , 46.000-de arroz, su.500 de cebo­llas, 23.000 de patatas tempranas y 3S0.000 beclólilros de vino.

El bienestar general que ha creado el florecimiento de la agri­cultura ha contribuido a bacer de Ul provincia de Talencia un im­portante factor industria/, sobre lodo en la industria mueblera, y en la química y tffítil, más en la construcción de barcos. Ademas, desde los puertos valen danos se explotan grandes pes­querías.

E/ brillante resurgimien­to de la industria en la provincia de Vizcaja

laooi

4000

3 2 CEMEHTO

PAPEL

La constante progresión en el desenvolvimiento industrial de Viz­caya, a partir de la liberación de esta provincia, no sólo se ha pa­tentizado en las actividades mineras y siderúrgicas. Todas las indus-Irias hasta las menos relacionadas con las necesidades guerreras, han reemprendido el trabajo con un magnífico ímpetu. No todas, como es natural, han llegado a equiparar sus producciones anteriores a la1 guerra, y la razón fundamental de este hecho es la falta de mano de obra. Vamos a citar a continuación algunos de los alentadores dalos facilitados por la Cámara de Comercio de Bilbao.

En el gráfico que acompaña a estas lineas se han representado las producciones mensuales desde julio de 1937 a junio de 1938 de papel v ile cemento. E l gráfico está construido con escala logarítmica y es

..más elocuente que nuestras palabras. Kn lo referente a la industria del papel, se ha debido efectuar un

esfuerzo constante para poder conseguir estos brillantes resultados, ya que es una de las industrias españolas que más necesita de ma­terias |>nmas extranjeras. Actualmente se aprovechan al máx imum las materias primas nacionales, y se ha logrado que sólo la mitad de las pastas consumidas procedan de importación.

l̂ a producción de cementos casi llegó en el primer trimestre a igualar la del año 1935.

Oéfnenlo producido (media mensual) :

Primer semestre de 1937 2.425 toneladas Segundo semestre de 1937 3.975 » Primer semestre de 1938 8.188

Año 1935 8.635 'El consumo principal de cemenlo ha sido para las obras públicas

en construcción o de reparación en la provincia, l̂ as construcciones urbanas y la reconstrucción de pueblos destruidos sólo se habían ini­ciado en este período.

A continuación vamos a dar los datos referentes a otras indus­trias.

AbÓnOS [mediá mensual) :

Primer semestre de 1937 no hubo producción-Segundo semestre de 1937 529 toneladaá Primer semestre de 1938 1.095 »

Jabón {media mensual) :

Primer semestre de 1937 149 •• Segundo semestre de 1937 289 » Primer semestre'de 1938 1.121

Año 1935 1.220

Tejas y ladrillos [media mensual) :

Primer semestre de 1937 . Segundo semestre de 1937

833.U()0 500.000

Primer semestre de 1938 1.000.000

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ZAFARRANCHO DE COMBATE

La intensa actividad de los agentes secretos del Konrintem en Francia, ha redoblado en estas últimas semanas. En Moscú se han dado cuenta que la caída, más o menos próxima', pero fatal, de sus posiciones en el Medite­rráneo, pone en peligro inmediato los flanes concebidos para la sovietiza-ción de Europa, base —en el futuro-para su propia estabilidad política.

Tan apurada encuéntrase su situa­ción actual, que no le queda ya otro recurso, ni otra esperanza, que el es­tallido posible de una conflagración genera] europea análoga a la pasada. Era éste un punto ya estudiado desde hace tiempo, el cual reservábase como elemento de fuerza para caso de ab­soluta necesidad; y que los técnicos de . la perturbación mundial han recibido ahora la consigna de activar por todos los medios. La guerra europea es con­siderada en d programa marxista como la última etapa para llevar a la práctica la revolución proletaria en Ocddente. Se hubiera ya llegado a día si no fuera por la descomposición política interna de la U. R. S. S. y por d pdigro de una contrarrevolu­ción comunista en el ejército rojo, bien patente última y actualmente con la depuración feroz de los puestos de mando civiles y militares ordenada por Stalin.

La colonia bolchevique dd Medite­rráneo entrará pronto en su tercer in­vierno. Un invierno que, sólo al apro­ximarse, hace temblar a verdugos y a cautivos. Por más mordazas y terror que imperen, la resistencia humarw tiene un límite en lo moral y en lo fí­sico. Esto lo teme el zar rojo y lo hue­le, allá y aquí, todo d mundo.

El momento actual, de extrema ti­rantez en los problemas políticos de Europa, da aliento a aquellas esperan-aas en un conflicto armado general, que anexionándose la guerra interna 3e España, podría salvar la apuradísi­ma postura marxista, o bien los pres­tigios, disimulando la derrota en b confusión de un torbellino bélico en el cual fuera englutido el mapa de Eu­ropa.

Nunca hubo una marejada tal en los bastidores obscuros de los servicios secretos moscovitas. Sus filas, engrosa­das cada día con los elementos que van llegando de España, sacudidas por las notidas alarmantes que van tra­yendo aquéllos, espoleados por la reacción, cada día más latente, dd pueblo sensato de Francia, presto a la resistencia contra la colonización de las Internacionales marxistas, están en pleno zafarrancho de actividades se­cretas en pos de provocar la chispa in­cendiaria que ha de promover el si-n:estro salvador. Pero un siniestro en casa :|;na, bien entendido... Esta es la consigna: Guerra... pero en Occi dente, en la que Rusia haría de ener­vo. Guerra'en el sudo de Francia, un país ya maduro a toda subversión por algunos años de trabajo a fondo... Discreto, hábil, en sus primeros tiem­pos. Tenaz, coactivo, luego . Voraz, arrollador, ahora...

PLAN SECRETO

Tocando la cuestión española, la opinión francesa se hallaba en un prin­cipio dividida: unos hablaban de liber­tad, de democracia, de antifasdsmo, por aquella sentimentalidad fácil y simple que es hija, muchas veces, de la incomprensión o de la ignorancia; otro: de orden, de autoridad, de anti-marxismo...

Llegó un momento en que los de la democracia diéronse cuenta que ha­blando en favor del régimen de la Es­paña de Levante renegaban de sus prindpios, que la palabra libertad era escarnecida y que su antifascismo —nombre que, su entender, era paten­te de aversión al despotismo— pasaba por derecho propio, por convicción, por principio básico, por la más de-mental lógica, al otro lado del parape-

lEn A miiLral Hit la Lora III fe» . to. Todo quedaba mancillado. La libre opinión cambiaba de sendero.

No quedaba más que la canalla. Los vividores dd extremismo, la carne de motín, masa subproletaria, y los agitadores a sueldo que se hicieran portavoz de la democracia roja.

Enderezar una corriente de opinión libremente formada era tarea ardua. La propaganda a grandes gastos, los trece puntos y las demás excentricida­des de la acción exterior no interesa­ban más que al "caso de histerismo Duquesa Atholl", o a algún Mayor Attlee en busca de distracción. Conve­nía recuperar la opinión medra, que hallábase convertida, si no a la tesis dd adversario, a la indiferenda, al esceptidsmo, a la posición neutra del desilusionado.

De todo tiempo no hubo en Frui­da más que un factor capaz de unir al pueblo, las opiniones y lis dases: la defensa del territorio nacional, con­juntamente con el horror a la guerra. Lo primero es patrimonio de esta vir­tud que veinte años de intoxicación marxista no han conseguido desarrai­gar aún del corazón de los franceses el patriotismo. Lo segundo es la con­secuencia lógica del millón y medio de hijos del país caídos en la Gran Gue­rra.

Y contra este blanco sensible se lan­zó el dardo. Mientras los partes y la Prensa del Comité del Gobierno de Barcelona cambiaba d nombre de "re beldes" por el de "tropas extranjeras", el de "movimiento faccioso" por "in vasión extranjera....", apareda en to­dos los sitios, desde los Ministerios basta los Sindicatos, las peñas de café y los talleres, un "bulo" nuevo, apo yado por una orquestación de Prensa formidable.

LA TERCERA FRONTERA

Alemania habia tomado posesión de los Pirineos... He aquí aJgo que basta para hacer reflexionar a un descen­diente de Juana de Arco.

Y se dió marcha a la maquinación infame. Un día fué el famoso supues­to desembarco de una división alema na en el Rif español. Otro era la co­lonia española de Río de Oro que se

ducción, en cartel de tres metros de alto por dos de ancho, de unas pala­bras del general Kindelán sobre las posibilidades de la aviación moderna en general. Apreciaciones que, repro­ducidas parcialmente en caracteres enormes, daban motivo a un cartela zo que interrumpía la circulación en las aceras y cortaba la respiración al transeúnte:

"Redudr a cenizas Burdeos, Bayo­na, Tolosa y Marsella... He aquí lo que podríamos hacer en la primera semana de una guerra."

A continuación se lanzó otro que decía textualmente:

"La frontera es violada. Los Piri­neos bajo la amenaza de los cañones alemanes."

Otros carteles se dedican a repro­ducir textos cazado^ al "uelo de al­gún periodiqutllo español sin respon­sabilidad, no dejando pasar ninguna ocasión para dar a la publicidad ca­llejera cualquier frase disonante y des­graciada dirigida contra Franda o, me­jor dicho, contra su política; frase que, por otro lado, se procura agravar en todos sentidos reproduciéndola incom­pleta.

Una mañana apareció por las esqui­nas un mapa de Francia editado por una Comisión de "oficiales de reserva republicanos", algo suspectos ellos, impreso a todo lujo, sin reparar en tintas, en donde aparecían los aviones de España, con cruces-gamadas, sobre las principales capitales, con los itine­rarios, las distancias en kilómetros des­de sus bases, etc., etc. Cartel que d Prefecto dió orden de cubrir, aunque un poco tarde, con los anuncios oficia­les de la emisión de bonos de la defen­sa nacional.

Algunos días después se ponía en curso la grosera maniobra dd bom­bardeo de la región de Aix-les-Ther-mes... y la célebre nota a Londres y i París con la amenaza de represalias aéreas sobre las bases militares en el extranjero, nota que recibió la repulsa merecida de los dos Gobiernos "son­dados" ...

Todo ello es claro. Despertar en el público francés su punto sano: el pa­triotismo, para explotarlo a su guisa.

noticia falsa, acabó por enrarecerse el ambiente, pese a las inteligencias que te esfuerzan en adararlo constante­mente.

En realidad, el Ministerio de Esta­do francés en particular y los poderes públicos en general, se hallan "copa dos", o, para emplear el término es­pecifico usado en estos menesteres,'di­remos noyautés, por una vasta intriga internacional masónicomarxista que, de hecho, preside la política exterior de Francia, impidiendo, de un lado, el reanudamiento de las relaciones diplo­máticas noromales con Italia, el envío de un embajador a nuestra España, y, de otro, disponiendo la ayuda oficiosa al Comité rojo de Barcelona.

Es por esto que el conflicto entre Checoeslovaquia y Alemania presta

JOUHAUX

actualmente materia al vasto complot contra la paz. Los servicios dd espio-ii. J. ' bülchevik se esfuerzan por todos los medios a su alcance en presentar la ruptura como inevitable y a obtener este resultado en la realidad. En Lon­dres, Praga y en París los grupos de la III Internacional trabajan para en-

les cedía. Después fueron las mil y una falsas noticias sobre la ocupación de puntos estratégicos en la ruta dd imperio colonial de Francia. Un día salieron los diarios con la sensadonal notida de la ocupación de las Colum bretes (!) por los italianos. La base italiana de Mallorca está de "bulo" permanente, a pesar de los desmenti­dos cotidianos.

Ultimamente, h' campaña ha sido —y es— llevada a un ritmo de vorá gine. Rarísima es la semana que el Co­mité tal o cual no edite un cartel detn nante por su texto, por su color y por el tamaño de su formato y de sus ca­racteres remachando en el cráneo dd ciudadano lo de la tercera frontera..

Un día fué lo de la torcida repro

a su servicio; para llevarlo por desvío al ambiente favorable a una interven­ción oficial en favor del Gobierno marxista del Levante español. Cosa que es probable ocasionaría otras com plicadones y seguramente un conflicto armado entre los Estados de Europa.

Esto para la calle. En las altas es­feras hay otras maneras de influenciar la atmósfera. Hay también sus com­plicidades que cocinan, amañan y pre­sentan lo de la calle servido con guan­te blanco y gran sigHo dentro de un dossier, rodeado de la intriga... con más o menos éxito.

En las altas esferas pasa lo que en la acera de la vía pública, en donde, como no pasa un día oue no se cultive el equívoco y no se eche al viento una

torpecer la labor y la solución de con­ciliación que el árbitro inglés persigue hasta agotar todas las posibilidades.

La campaña iniciada por importan

tes sectores de la opinión y dd Ljerci to en pro del establecimiento de reía dones diplomáticas con d Generalí simo Franco se ha contrarrestado in­mediatamente con una avalancha fe­roz de falsas notidas y falsas pruebas en altas esferas, referente a lo de "la tercera frontera". Pero esta vez diri­gida por manos hábiles en los basti­dores mismos del "deuxíéme bureau" del servicio secreto francés.

Actualmente confecciónase, en per­fecto estilo diplomático alemán, por mano experta en falsificaciones de este género, un dossier que, conteniendo un supuesto plan de ataque por la frontera nadonal española, ha de si­mular intendones agresivas contra Franda en la eventualidad de una rup­tura de negociaciones a raíz del plei to checoeslovaco y de un conflicto ar­mado entre los Estados interesados. -

La maniobra es burda, pero corrien­te, y no desprovista de probabilidades de enrarecer un poco más la atmósfe­ra. Cuando "cuajó" lo del desembar­co de la división alemana en el Rif, puede "cuajar" también ésta.

Si el conflicto checo tiene una solu­ción pacifica, pese a todas las conspi­raciones, no quedará más que manio­brar la plataforma política francesa para llevar al Gobierno, cueste lo que cueste, los intervencionistas Blum, Boncour, Cot y congéneres para li ayuda ofidal, franca, declarada, a la zona roja.

A tal fin se han planeado una serie de buegas importantes que, escalona­damente, van a realizarse en los albo­res del próximo otoño. Voces autori­zadas de la Conferencia General del Trabajo lo anunciaron ya. El par­tido comunista llama al proletariado a la acción, motivándose en la defensa de la ley de las cuarenta horas de tra­bajo, que d Gobierno intenta revisar.

Ya los dockers del puerto de Mar­sella abrieron el periodo de perturba­ción derogando de autoridad los re­glamentos en vigenda para el trabajo extraordinario de noche, domingos y días de fiesta...; pero los barcos espa­ñoles de avituallamiento son excluidos del contingente afectado por la huel­ga y cargados, normalmente, de no­che, domingo, fiestas; y cuando con­viene bajo el grito y consigna de-. Oui>rez ía frontiérel

LA EXPLICACION DE UNA CRI SIS ROJA

Para que una próxima intervención pudiera ser intentada con apariendas de cierta dignidad, la masonería tomó­se la iniciativa de reajustar el llamado Gobierno de Barcelona a base de una mayoría de republicanos, entre los en cargados de mantener la fachada de mocrática al conglomerado anárquico-marxista de Levante. Irujo y Ayguadé habian de provocar una crisis total con su dimisión —los motivos abundan­do— crisis que sería aprovechada por Azaña para componer un Gobierno de fuerte mayoría supuesta republicana. "La Vanguardia" habló de Martínez Barrio, Companys, Prieto, Largo, et cétera. Las lumbreras. Pero el Ko mintern, que no tolera otras inidati vas que las suyas en cuestiones de Es­paña, juzgó que ello implicaría, frente a las masas de Francia, una pérdida de prestigio para el partido comunista, y decidióse a barrar la ruta al movi­miento...

Martínez Barrio vino a París, llama­do por las altas jerarquías masónicas, una semana antes de la crisis. Se pun tualizó la cosa entre la gente de la sec­ta. Pero mientras "el grado 33" an­daluz estaba formando Ministerio aquí, en Barcelona los emisarios de la III Internacional tomaban acuerdos completamente opuestos y ordenaban a Negrín de sustituir los ministros fu­turos dimisionaros por gente adicta a sus órdenes. En resumen: No llegaron a marcharse...

Porque los echaron. JOSE ESTEBAN V1LARO.

París, 10 septiembre.

No extrañará a nuestros lectores que, esta semana, para nuestra página dedicada al exterior, haya habido excoso de ori­ginal. También, en relación con las restantes semanas, ha habido en la política europea exceso de acontecimientos. Por esto, en de­trimento de otras secciones de nuestro semanario, nos hemos visto precisados a dedicar a las oosas del mundo dos páginas de este número.

Nuestros corresponsales en París y Ginebra nos han remi­tido los originales que nutren estas dos páginas. Hemos querido incluir totalmente, a pesar de su extensión, el artículo de José Esteban Vilaró, fechado en París , delación de los acontecimientos actuales de Francia, por considerarlo de gran interés.

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b í\ndt

4 ^

A ^

He aquí la diferencia entre un par­tido político y un movimiento espiri-tual como es la Falange. Los partidos se apoyan en las cosas exteriores y sólo viven para el éxito exterior. Los movimientos espirituales viven para su mundo interior ante todo y logran la victoria por expansión de esta fuerza interna lograda en constante ejeréi-cio. La Falange sirve a España, pero no es un clima para todos. Meterse en la Falange cuando se cumple bien el iuramento, es mitad como meterse fraile, mitad como hacerse soldado. Son estúpidos los que nos suponen el grosero propósito de defender eso que llaman "la absorción del individuo por el Estado".

La plenitud del individuo, del ln>m bre, del ciudadano, nos es necesaria. No concebimos el servicio sino como obra maestra de la libertad. Invocamos la perfección interior del individuo como piedra angular de la perfección interior de la Falange, de la futura perfección de España. Un hombre, se­ñor de sí mismo, que sabe imperar so­bre sí mismo, es un hombre que sabe mandar y obedecer. Asi queremos a los nuestros. De esa individual pleni­tud se sale rectamente a la obediencia y a la armonía. Es menester que todos obedezcan a una y que todos estén unidos. No olvidéis que se jura la

hermandad y que este juramento es el más hermoso de cumplir. En el com­pañero de Falange ved siempre a U" hermano, sea quien sea, y si sentís por él antipatía, o veis defectos, torpeza o limitación, la hermandad que le déis será una dádiva mucho más hermosa, y al ensanchar vuestra alma con ella, ensancharéis la Falange. Es seguro que en la Falange nos queremos los unos a los otros más que en cualquier otra unión de gentes españolas. Muchas co­sas nos han unido. Nos ha tocado compartir juntos las cosas que más unen a los hombres: persecuciones, cárceles, hostilidades, a diestro y s! niestro, traiciones, pobreza, alegría, juventud, tragedias. Hemos enterrado a nuestros muertos y hemos hecho ho­nor a su memoria como era debido. 1 odas estas cosas van haciendo de nosotros una familia estrechamente unida, una comunión, ana hermandad, no retórica y ostentosa, sino viril, si­lenciosa, profunda, verdadera. Espon­táneamente, en la Falange casi todos —por no decir todos— se hablan de »u. Se habla de tu a los jefes, y eso no turba el respeto, porque el tu quie­re decir aquello en que todos somos iguales v hermanos, y el respeto quie re decir aquello en que hemos de guardar una obediencia y una Jerar­quía Nadie ha dicho nunca ni nadie ha ordenado nunca que en la Falange se hablen de tu unos a otros. Es una costumbre que ha salido del corazón,

9/. erman dad una santa costumbre, un signo autén­tico y entrañable de hermandad. De­béis trabajar en esta hermandad con todas las fuerzas del alma, porque con la obediencia ésta es una de las fuer­zas mayores de la Falange. Por la her­mandad seréis a la voz de mando como las flechas en el puño del valiente. Es­tad unidos en todo y por todo, ante todo y contra todo. No traicionéis nunca esta hermandad. Es un pecado que os deshonrará y entristecerá toda la vida. Sentios sobre todo hermanos de aquellos que murieron por la Fa­lange y en ella dieron por España su sangre generosa. No desertéis nunca su ejemplo ni su compañía. Recordad les con amor y miradles como los me­jores de nuestra gran familia. Ellos,

sobre todo, nos unen, y la hermandad que ellos mantienen más allá de esta vida es el ejemplo en ello de lo que la nuestra debe ser en la tierra, sobre tierra de España, bajo el ancho cielo. Ellos están arriba, arriba, en lo alto, con su gran hermandad, y ellos han sido los primeros entre los nuestros que han puesto arriba, de verdad, el nombre de España. Sobre la miseria del presente vamos hoy a levantar por ellos el corazón y vamos a gritar to­dos ¡untos, con la hermandad que ellos quieren que tengamos entre nos otros.

i Arriba España!

(Publicado en el periódico "Arri­ba", de Madrid.)

Ordenes circulares de la Secretaría General

GIROULAR NUMERO 37

L a dcfNiración de¡ Movimiento ha de ser primordial preocu­pación de lo* Jefes Provinciales, quienes por la Circular núme­ro 35 son los responsables de isa grave misión, tan importante para el prestigio y la potencia de Falange líspañola Tradiciona-lista y de las J . 0. N. S.

Ixis Jefes Provinciales, por lanío, deben aprovechar la oca­sión de la entrega de los carnet definitivos y la previa revisión de las solicitudes para poner en la práotica lo que ya se les ha ordenado en el párnifo 12 de dicha circular, leniendo en cuenta que, según lo señalado en el párrafo 10 de la misma, las propues­tas de separación del Movimiento con miras a la depuración se basan en razones de conveniencia y decoro políticos, y por tanto no necesitan apoyarse en motivos concretos de faltas realizadas contra nuestra disciplina, como suceden en los casos de propues­tas para sanciones disciplinarias.

También deben recordar las normas establecidas en el aparta­do b) del párrafo 3; «No interesa al Partido la recluta democrá­tica de masas, sino la selección en ella de los hombres con espí­ritu Nacionalsindicalista».

Y esta depuración tan importante entre los meros afiliados es de máxima trascendencia en las Jefaturas locales, cargos que han de ser revisados por los Jefes Provinciales con toda diligencia, escrúpulo y rigor.

Espero que de acuerdo con estas instrucciones esa Jefatura en­víe pronto a esta Secretaría General las listas (con los requisi­tos señalados en el apartado c) del párrafo 12 de la Circular n. 35) de aquellos afiliados que juzgue políticamente indeseables.

Así como la relación de los cambios efectuados a las Jefaturas Locales de su Provincia.

P W Dios, por España y su Revolución Nacionalsindicalista. Ilnrgos, a (i fie septiembre de 1938. IH Año Triunfal.

E l Secretario General, R. FERNANDEZ CUESTA

A fin de prevenir una falsa interpretación en el uso de los dis­tintivos de mando y jerarquía que se reglamentaban en la página número 180 del número 15 del "Boletín del Movimiento», a pro­puesta del General Jefe Director de la Milicia de Falange Españo­la Tradicionalista y de las J , O. N. S.,

DISPONCO :

Queda prohibido a todo afiliado el uso de ios distintivos de Manilo dé la Milicia que se detallan en el número 15 del «Boletín del Movimiento», los cuáles sólo pueden ser usados por aquellas Jerarquías de la misma que en la actualidad desempeñen los mandos correspondientes a tales distintivos.

Por Dios, por España v por su Revolución Nacionalsindicalisla. Buriros, a (5 de septiembre de 1938. III Año Triunfal.

E l Secretario General, R. FERNANDEZ CUESTA

La primera luz borraba ya algunas estrellas. La noche había sido clara y agradablemente fresca. El Tercio lie vaha ya tres horas andando, subiendo una altísima montaña. Los requetés arrastraban los pies ruidosamente, se tambaleaban, tropezaban; alguno caía en la cuneta y reposaba unos según dos... Las mochilas nos abrumaban las espaldas, la manta arrollada nos opri­mía el pecho, las cartucheras llenas se nos hendían en los flancos, la cinta del macuto se clavaba en la clavícu­la, el fusil pasaba de un hombro a otro, cogido por el cañón, y acababa a la bandolera. Las caras sucias de polvo, que el sudor convenia en ba­rro. Las cantimploras, vacías, pues no encontrábamos fuente ni riachuelo al­guno.

Nadie cantaba ya. Veníamos de vencer,- habíamos ganado la batalla, pero el recuerdo de los caídos unas horas antes habían enmudecido nues­tras canciones. Mentalmente, cada uno para si, pasaba revista de los cámara dar muertos. ¿Jaime? ¡Tanto como habíamos reído h a c i é n d o l e rabiar cuando nos recitaba sus versos, cuan do nos hablaba de las protedas de San Vicente Ferrer o cuando perdía el paso haciendo instrucción! ¡Qué muerte

más hermosa! Murió arrancando pi­quetes de a l a m b r a d a s ; ya habia arrancado tres ,a doce metros de la trinchera roja; se volvía y nos son­reía: "—¿Veis? i No cuesta nada!" —nos decía. Más de tres ametrallado-

CMMET DE

FRENTE ras nos lo acribillaron casi a boca de

jarro; pero gracias a él pudimos pa­

sar y conquistar la posición... ¿Y Ma

nolo? Era el que gritaba más, el que

daba más vivas; se acercó demasiado

a los rojos; una bala le explotó en la

boca y todavía pudo gritar: "¡Viva

Cristo-Rey!". Allí mismo, en el mismo

instante, murieron los dos insepara­

bles amigos; el Padre, un marista que

luchaba con nosotros, y Carlos. Siem­

pre iban juntos y juntos murieron: el

uno en la carretera, el otro en la po

sición de encima. ¿Y Juan, el sargento?

Su mujer había pasado la frontera po­

cos días antes. Sin duda presintió su

muerte, pues fué a abrazarla sin tener

permiso para marcharse, y no era chi­

co que faltara a la disciplina. ¿Y Ra­

món, el periodista? B mismo día que

cayó encontramos un periódico satíri­

co rojo que se burlaba de él con saña,

mejor dicho, eon envidia. El sonrió al

saberlo, también sonreía cuando una

bala le partió el corazón. ¿Y aquél?...

¿Y aquél?... ¿Y aquél?... Parecía im­

posible que faltaran tantos...

En aquel momento la luz del alba

era ya tenue y estábamos en la parte

superior de una carretera serpentean

te. El Tercio subia penosamente y

daba dolor al corazón verlo tan corto

Tres semanas antes habíamos llegado a

aquel sector y necesitábamos un tren

larguísimo para ir todos, estrechos

pero cantando y riendo.

Seguí andando. La mochila era má-.

abrumadora, la manta me oprimía más

el pecho, las cartucheras me hendían

dolorosamente ,1a cinta del macuto me

desgarraba el hombro desnudo; no go­

bernaba a los pies, que caían pesada

mente..,

Delante mío, un requeté dijo a

otro:

—iYa no puedo más! Entre el can­

sancio y la pena estoy a punto de

caer. ¿Para qué todo eso?

Y el otro respondió:

—Todavía hacemos poco, amigo. Si te cansa una marcha que sólo dura una noche, piensa en aquellos sóida dos, españoles como tú y como yo, que conquistaron México. Ellos tam­bién sufrían por un Imperio, para dar más pedazos de tierra a España. Y aquellos que en Italia llevó Gonzalo de Córdoba, que llevaban el emblema de las flechas, como nosotros, y tam bién eran tercios. Y los que Luis de Requesens acaudillaba en Flandes, que llevaban en sus banderas estas mis mas aspas que llevamos nosotros. Y los que en Orán, llevados por Cisne ros, sufrían sed y calor como nos otros. Si nos vieran cansados por lo que llevamos hecho, tan poco al lado de lo que hicieron ellos, nos dirían que no somos sus descendientes, pues ellos llevaban España a tierras extra­ñas y nosotros llevamos España a Es paña misma.

Calló; seguimos andando, y el ere púsculo de la mañana dejó ver una ca­rretera cubierta de boinas rojas, como si fuera un jardín, y nos abrió un in menso panorama de tierra, que se do minaba desde aquella montaña. En tierra roja, trozos de España sin re­conquistar..., y pasó el cansancio, y como un solo hombre cantamos todos:

En España, en España, i qué hermoso amanecer!

C.-D

Imprenta F. E. T.- Burgos

Page 8: DLSTlNO - Arxiu de Revistes Catalanes Antigues

£n nosotros más fuer­

za aún (fue el es|>íri(M de

combate tiene el espíritu

de amor.

Sánchez Mazas.

Dei l ino A y u n o g i n e b r i n o

Nuestro sitio está al

aire libre, bajo la noche

clara, arma ai brazo, y

en lo alto de las estrellas

José Antonio.

K L Consejo de la Sociedad de Na­ciones se ha reunido en un am­

biente particularmente triste. Como para preparar esa 102 sesión coincidió la vigilia con ese indefinible "Jeune Genevois", el Ayuno Ginebrino, que se celebra una vez al año, y que ni es ayuno ni es nada. Cierra el comer­cio, la gente se encierra más bien en sus casas, nadie sabe con qué objeto, y por la noche dos docenas de calvi­nistas convencidos se reúnen en el templo para escuchar la voz del pas­tor. Y, por si esto fuese poco gris, en este, año las compuertas del cielo se abrieron y tuvimos agua y frío duran­te todo el día.

No consiguieron despejar la tristeza los personajes sin interés que iban lle­gando. Las primeras reuniones del Consejo se han celebrado en ausencia de los principales delegados de todos los grandes países, y aun es dudoso que la mayoría lleguen en los días que faltan. Desde luego, los rojos no fal­tarán. Litviñov en persona maniobra­rá en Ginebra como en su propia casa, y Barcelona envía nada menos que al ministro de Estado y a los embajado­res en París y Londres, amén de laca­yos como Nicoláu d'Olwer y otros, que harán todos los papeles que sean del caso con tal de sacar en el Hotel Bellevue, de cara al lago, el vientre de mal año. Al parecer, incluso los pa­

niaguados lo pasan mal en Barcelona. La Presidencia del Consejo le ha to­

cado esta vez al representante de Nue­va Zelanda, Mr. Jordán. La gente ha­bla de él como de "avis rara" en el Palacio de la Paz. Pues es hombre sin malicia, que llega con el corazón en la mano, muy fuerte sobre todo en la cría de ganado lanar, pero con una dosis formidable de sentido común y una honradez a toda prueba.

El año pasado intervino, casi sin pensarlo, en el problema de España. Empecemos por decir que no es "fran­quista", ni le apasiona para nada la guerra española. Mas, al escuchar los demagogos discursos de Alvarez del Vayo, no pudo aguantarse, y, pidiendo la palabra, vino a decir lo siguiente: "Ese señor nos trae una serie de acu­saciones contra unos enemigos suyos que no están aquí representados. La Sociedad de las Naciones, por otro lado, no ha reunido datos ningunos ,-no sabe nada de ese asunto. No hay nadie en Europa más ignorante en la cuestión española que este Consejo. O se llama a la parte ausente, o se ordena un estudio serio de la cuestión..., o no tenemos por qué ocupamos de ella.

Estas ingenuas palabras levantaron una tempestad de risas entre delegados y periodistas que no conciben que la Sociedad de las Naciones enfoque un problema por el camino derecho, sino

B E R C H T E S G A D E N

C H A M B E K L A I N

Las úHimas tareas Ue confección de este n ú m e r o nos sorprenden en el momento en tpie, si bien no ha sido cerrado el parén tes i s abierto en la cues-

<_pT t,ur(,P'>ai se ha producido, en cambio, la c r i -y sis que l levará a su conclusión. Hubo un d ía —el

miércoles , 14 en que Europa ha atravesado el momento más grave que haya sucedido al verano de 1914. Y ha habido un d ía —el jueves, 15— en que un hombre, Chamberlain, representante del Imperio Krilánico, y sirviendo, sin duda, los inte-• eses de éste, supo, no obstante, apreciar no sólo la gravedad del momento, sino el verdadero sen­

t i r de su época, poniéndose al frente de un plebiscito tác i to en que todos los corazones decentes de Europa se hallaban identificados.

El momento ha sido intenso. Y Chamberlain ha sabido darle un epilogo creemos que así será, pues no hacemos m á s que inter­pretar lo que todavía ha de acontecer— digno de su intensidad. En e!.momento en que escribimos estas l íneas tiene lugar la inesperada entrevista en Berclistcsgaden. No podemos, pues, comentar de ella más que su enorme trascendencia. Creemos que nadie podrá poner en duda que se trata de una entrevista de un alcance his tór ico de­finitivo, qu i zá s , para lodo este siglo europeo, que e m p e z ó con tales desastres y al cual cabía achacar tanto desequilibrio y desor ientac ión .

Chamberlain no ha ido, en modo alguno, a pactar con Hítler. La trascendencia his tór ica del acontecimiento no es, precisamente, la de un pacto. La posición personal y la polí t ica de los dos estadistas, tampoco. Las p e n ú l t i m a s palabras de Adolfo Hítler en Nuremberg, fueron : «se deberá estudiar la Historia desde un punto mucho m á s e levado». Y , en otro apartado: «El Todopoderoso no - reó a estos m i ­llones de hombres para que sean abandonados a su suer te». En su carta a Lord Runciman, Mussolini toma, para sí, y ante la Histo­ria y la posteridad, idént ica postura; habla de las «fronteras de l imi ­tadas por el Todopuderoso». ¿Cuámto tiempo, cuán to s decenios ha­cía que este fenguaje nó h a b í a sido puesto en vigor?

En realidad, pues, el precipitado viaje de Chamberlain al h@giU' de Adolfo Hítler. r incón de Bavk'ra casi escondido a la mirada de los hombres, y en la que la presencia de Dios se hace perenne por las verii ' . ' iües de las crestas vigilantes, nada tiene de c o m ú n , tam­poco en su fondo, con el dr una visita de diplomacia polí t ica. Segura­mente se hallan allí, hoy, representados, todos los corazones euro-peos que no desoyen el mandato Todopoderoso: aquellos gritos y aquellos pasquines grabados bruscamente en los viejos muros de . 'París: « ¡ A t r á s los c a ñ o n e s ! » , y las miradas de las madres angus­tiadas de toda la juventud decente del mundo...

Chamberlain, muy distante, sin duda, de elucubraciones senti-iiieutales, ha sabido sin embargo, descubrir que, aun cons ide rándo el mundo fr íamente , existen unas cuantas verdades: la existencia de una sangre terrible que no puede ser vencida sin ser desatada hasta la u l t ima de sus generación- s. Entre la voz de esta sangre, clamando en el ceintro de Europa por la l iberación de unos millones de. hombres que sienten en común con su pueblo, y el espectáculo de la misma tiilendo de nuevo a Europa, el estadista inglés eligió que el mandato de Dios fuese cumplido.

Contra, o a favor de los intereses de Inglaterra, ¿ q u é más da?... Pero fué así , porque es un gran estadista, digno de departir un diá­logo con el Fuhrer del pueblo germano, en un hogar donde cuajan la nieve y la flor, donde no es raro que los pueblos de Dios espfren la respuesta anhelada...

GIN

7

HAILE SELASIE, MIEMBRO DES­TACADO DE LA S. DE N.

siguiendo todas las sinuosidades posi­bles. Pero, en el fondo, todos recono­cieron que el ganadero de Nueva Ze­landa tenia perfecta razón.

Es tanta la angustia que en todas las capitales se siente por el problema checoeslovaco, que, de buena gana, dejarían todas de enviar sus represen­tantes a Ginebra. Pero, no pueden ré-mecliario. La Sociedad de las Nacio­nes, aunque muy maltrecha, existe to­davía, y hay que cumplir sus estatutos.

En la práctica, el Consejo y la

Asamblea parecen reunirse para poner de manifiesto su impotencia. Ninguno de los grandes problemas que actual­mente están planteados en el mundo podrá ser resuelto en Ginebra, ni plan­teado siquféra en toda su desnudez. Por lo que se refiere a China, sus de­legados están resultando molestos a fuerza de exigir que se aplique el Pac­to, cuando las naciones no quisieran sino escurrir el bulto. Lo de Checoes­lovaquia no puede tratarse aquí, por­que, en realidad, hasta este momento no se ha producido agresión de ningu­na clase, ni se ha planteado problema alguno que entre dentro de los artícu­los de la Liga. ¿Es que Alemania ha agredido a Checoeslovaquia? i No! ¿Es que ha dicho que iba a atacarla? ¡Tampoco! No hay más que miedo, un miedo cerbal, y en Pacto el miedo no tiene cabida. Del asunto de España, ni hablar. El empeño de los rojos en sep­tiembre de 1937 dió por resultado que les echasen del seno del Consejo. Des­de entonces andan más remisos, y el trabajo de tanto "personaje como ha llegado de Barcelona será más bien de zapa v de zancadilla. Asi, han resuci­to pedir a la Asamblea que alimente a 4.500.000 niños que dicen tener casi muriendo de hambre. La Asamblea nn les dirá lo que nosotros pensamos: que con lo que gastan en un día los dele­gados y secretarios que han acudido a Ginebra, podrían dar pan a varios centenares de niños. Esto no se lo di­rán; pero probablemente van a decir­les, aunque con mucho disiiDulo, que en Canadá sobra trigo y en Argentina la .carne, y que si hay buques para ha­

cer contrabando de guerra, debe ha­berlos también para transportar víve­res. Dirán los rojos que no tienen di­nero para pagarlos,- pero, ¿es que la Sociedad de las Naciones va a sufra­garles la guerra a los rojos?

No falta, en los inicios de estas se­siones ginebrinas, una nota tragicómi­ca. El secretario general de la Socie­dad de Naciones ha recibido de "Su majestad Hailé Selasié I, emperador de Etiopía" uno nata donde, entre otras cosas, se dice que el "Gobierno etió­pico "no envía representantes a la Asamblea, ya que en la orden del día de la misma no está contenida ningu­na cuestión que se refiera directamen­te a Etiopía. Y luego: "Ante el males­tar actual de Europa, Etiopía, a pesar de sus sufrimientos, cree deber suyo no crear nuevas dificultades ni dar la sensación de que quiere complicar ta situación internacional..."

Es una esperanza para Azaña y Né-grfrt; i Quién sabe si en septiembre del año próximo, desde el refugio que ya desde ahora deben tener elegido, po­drán darse el pisto de decir "que ¿1 Gobierno leal de España, en bien de lá paz del mundo, se abstiene de desen­cadenar una guerra europea". Al fin y al cabo, sobre esta base hubo quien pidió para el prisionero de Montse­rrat el premio Nobel de la Paz.en vis­ta de que, después del bombardeo de

Almería, no declaró la guerra a Ale­mania.

ORIOL MONTALT.

Ginebra, 11 septiembre.

HIllER im UPIZ

En estos días en que la cuestión de los sudetes alemanes ha entrado en su fase decisiva, imposible de soslayar por más -tiempo, la guerra se ha dado como inevitable. Ciertas disposiciones de carácter militar contribuían en ha­cer más difícil la situación, y, en cier­to modo, el discurso de Nuremberg era esperado como el clarinazo que había de lanzar unos pueblos contra

" otros. A la luz de las actuales circunstan­

cias, las palabras de Hitler cobran, pues, un relieve histórico extraordina­rio. Es, ante todo, el discurso de un gran patriota que ha sabido hacer re­surgir milagrosamente a su pueblo por la fuerza del trabajo y del orden y que no teme enfrentarse con los he­chos, por más crudos que éstos parez­can. El lenguaje de Hitler no es un lenguaje agresivo, retador. Se expresa precisamente en los términos exactos de un hombre que se siente apoyado por todo su pueblo. "En realidad —dirá el Führer— sólo existen ac­tualmente dos grandes potencias con un Gobierno apoyado por el noventa y nueve por ciento de sus ciudada­nos. "

La voz de Hitler, si no abandona los caminos de la persuasión, la acom­paña siempre de la fuerza que repre­sente; esta misma fuerza, que las de­mocracias pretenden presentar bai' una forma agresiva y que, en realidad el gran estadista alemán, olvidando todo pensamiento de revancha, la transforma en el primer instrumento de paz. "Procedemos así —afirma-porqué fué nuestra voluntad el termi­nar, para siempre el eterno conflicto con Franda."

Pero lo que el dócil y débil régi­

men weimariano de ayer aceptó, difí­cilmente podía aprobarlo la gran Ale­mania de hoy.

Las naciones democráticas que no supieron en su tiempo solucionar airo­samente el problema, difícilmente pue­den ahora negar a los sudetes alema­nes el derecho de autodeterminación

, que se halla en la base misma de sus tratados. Cualquier otra salida dilato­ria no haría sino hacer surgir nuevas dificultades, prestando ayuda a los

sombríos designios de las bayonetas soviéticas que, escudándose en Praga, mueven los sutiles hilos de la guerra y la paz. Los hombres de París y Lon­dres no pueden olvidar esos intereses alemanes oprimidos, ni desatender la justa razón de A l e m a n i a cuando expresa por boca de su jefe que está dispuesta a velar por ellos, "cuesie lo que cueste".

V. V. MATAS