Dolor de madre · dica. Eso fue a fines de 2003. Estaban en la Casa Rosada, adonde habían sido...

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22 | SEGURIDAD | Martes 11 de novieMbre de 2014 Perdieron a sus hijos; se juntaron para buscar justicia Dolor de madre Texto Gabriel Di Nicola | Fotos Hernán Zenteno L es ocurrió ya infinidad de veces: el teléfono suena y, cuando atienden, quien ha- bla al otro lado de la línea no quiere denunciar un hecho ni llama para pedir ayuda; simplemen- te quiere que lo escuchen. Intenta desahogarse. Necesita llorar, soltar la angustia. Y ahí, para escuchar, siempre es- tán estas mismas mujeres: un gru- po de siete madres que perdieron en forma violenta a sus hijos y que luchan, muchas veces en silencio y sin protagonismo, para hacer el bien por los demás. Para lograr justicia. Silvia Irigaray, Viviam Perrone, Marta Canillas, Isabel Yaconis, El- vira Torres, Elsa Gómez y Nora Igle- sias son las siete integrantes de la Asociación Madres del Dolor, una ONG que desde hace casi 11 años le pone el cuerpo a la lucha contra la inseguridad vial, los delitos sexuales y las muertes violentas. Al intentar recordar cómo se for- mó Madres del Dolor, la memoria las lleva a Núñez, once años atrás, cuan- do sin conocerse se cruzaron en las marchas que organizaba Yaconis para pedir justicia para su hija Lu- cila, una estudiante de 16 años que el 21 de abril de 2013 fue agredida sexualmente y asesinada junto a las vías del ferrocarril Mitre, en Núñez. Un crimen que hoy sigue impune. Entre las personas que se acerca- ban a esas marchas había familia- res de víctimas de hechos violentos que les pedían que hicieran algo por ellos, también. Así comenzaron a juntarse. Ése fue el inicio... “Somos un grupo de madres que nos conocimos por situaciones di- fíciles de la vida”, explica a modo de presentación y con una sonrisa Canillas, de 64 años. El 12 de julio de 2002, su hijo Juan Manuel, de 23 años, fue asesinado por una banda de secuestradores. Lo mataron de un tiro en la espalda a pesar de que la familia había pagado el rescate. Fue el presidente Néstor Kirchner quien les recomendó que armaran una ONG para tener personería jurí- dica. Eso fue a fines de 2003. Estaban en la Casa Rosada, adonde habían sido convocadas para una reunión después de que se supiera que esta- ban preparando un petitorio o una carta por la crisis de la seguridad. La asociación, al principio, no te- nía un lugar fijo de reunión. Se junta- ban en sus casas o en los trabajos de sus esposos. Después alquilaron una oficina cerca del Congreso. Durante un tiempo, como no tenían sillas, se sentaban en la alfombra. La fueron equipando de a poco. El año pasado se mudaron a Vi- cente López, a una casa que la mu- nicipalidad local les entregó en co- modato por cuatro años. Había sido una promesa del anterior intenden- te, Enrique “Japonés” García, que terminó cumpliendo el actual, Jor- ge Macri, quien les dejó el inmueble como si fuera a estrenar: pintado y con instalaciones nuevas. Cuando LA NACION llegó a la sede de la asociación, en Fray Justo Sar- miento al 300, Perrone y Canillas estaban en plena tarea. Contaban las firmas que llevan juntadas en la campaña que ahora les quita el sueño: evitar que pierda estado par- lamentario el proyecto para que el abandono de persona y el consumo de estupefacientes sean agravantes en los casos de inseguridad vial. El día de la entrevista con LA NACION ya tenían más de 76.000 adhesiones. “La asociación me dio un motivo para vivir. Me hizo sentir viva des- pués de la muerte de mi hijo. Puedo seguir sin odio y sin sed de venganza. Me siento una mujer feliz. Lo más importante para mi vida es hacer el bien para los demás”, dice Perrone a LA NACION. Ella es profesora de literatura en idioma inglés y tiene 53 años. Su lu- cha lleva más de 12 años. El 8 de ma- yo de 2002 murió su hijo Kevin Seda- no, de 14 años. Había sido arrollado una semana antes, en Libertador y Corrientes, Olivos, por un automovi- lista que no se detuvo a socorrerlo. Eduardo Sukiassian, el conductor del vehículo, fue condenado en 2007 a la pena de tres años de prisión efec- tiva, pero después recibió el benefi- cio del arresto domiciliario. “La unión de las madres es una de las mejores cosas que me pasa- ron desde que fusilaron a mi hijo. Encontré el camino para hacer algo por los demás. Es un camino difícil, pero agradezco poder compartirlo”, explica Irigaray, de 59 años. Su hijo Maximiliano Tasca, de 25 años y flamante licenciado en Rela- ciones Internacionales, fue asesi- nado el 29 de diciembre de 2001, en un maxiquiosco de una estación de servicio de Floresta. No fue la úni- ca víctima de ese hecho en aquellas horas trágicas para el país: también mataron a Adrián Matassa y a Cris- tian Gómez, de 23 y 25 años, respec- tivamente. Por el triple crimen, en marzo de 2003 fue condenado a la pena de reclusión perpetua el poli- cía Juan de Dios Velaztiqui. Irigaray es hoy la presidenta de Madres del Dolor, cargo que antes ocupaba Perrone. Ella, abuela de Tomás Maximiliano, está conven- cida de que siempre hay que luchar: “Hasta el final hay que luchar, y eso es lo que hacemos las Madres del Do- lor. Si una cae, entre todas la levan- tamos. No queremos dar lástima, no hay que gritar ni llorar, la mejor forma de lucha es respirar hondo, poner primera y arrancar”. En estos 11 años el camino que re- corrieron las Madres del Dolor fue azaroso. Por momentos tuvieron muchos obstáculos, pero lograron sortearlos y celebrar grandes logros, como el registro de ADN de personas condenadas por delitos sexuales y las campañas de concientización sobre la problemática de la seguridad vial. “Por más” Pero, como siempre, van por más. Por ejemplo, ahora intentan conse- guir que una persona condenada por un delito sexual ingrese en el registro de ADN desde la sentencia en primera instancia de un tribunal, no como hasta ahora, que eso suce- de cuando la pena queda firme. Canillas hace trabajo social desde mucho antes de que la inseguridad le arrebatara a su hijo Juan Manuel. Cuando era adolescente iba a leerles a pacientes en hospitales. Después, antes del regreso de la democracia, colaboró con el sacerdote Pablo Tis- sera, reconocido por su solidaridad con la gente más humilde. También es vicepresidenta de Missing Chil- dren. “Me siento feliz. Siento que puedo ayudar al otro”, dice, siempre con una sonrisa angelical. Se podría decir que cada una de las integrantes de las Madres del Do- lor tiene una especialidad dentro de la asociación. Perrone se encarga de los casos de inseguridad vial; Yaco- nis, de los delitos sexuales; Gómez e Irigaray son las que intentan estar presentes en los juicios para acom- pañar a los familiares de las vícti- mas, y Canillas se enfoca en los casos de secuestros extorsivos. El miércoles pasado tuvieron un gran logro. Desde octubre de 2014 luchaban para que el polémico juez Luchadoras sin descanso. Isabel Yaconis, Elvira Torres, Elsa Gómez, Marta Canillas, Nora Iglesias, Viviam Perrone y Silvia Irigaray trabajan cada día para buscar justicia y mejorar la sociedad; se juntaron hace más de 11 años y desde entonces son la voz y el rostro visible de tantos otros padres y madres que perdieron a sus hijos en muertes que podrían haberse evitado de Ejecución Penal Axel López fuera sometido a juicio político. Las ma- dres lo consiguieron... Así lo definió el plenario del Conse- jo de la Magistratura, que decidió que López no sea suspendido en su cargo mientras se sustancian los actos pre- liminares del proceso, que tiene un plazo máximo de seis meses. Uno de los casos por el que López está acusado es el de Juan Ernesto Ca- beza, condenado a 24 años de prisión por cuatro violaciones; el magistra- do le concedió la libertad condicio- nal y dos semanas después de salir, mientras trabajaba como remisero, intentó violar y asesinó a Tatiana Ko- lodziey, de 33 años, en Chaco. “No nos gusta nada cuando nos cruzamos con jueces que hacen mal su trabajo. Desde octubre de 2012 es- tamos muy preocupadas por el juez López. El Consejo de la Magistratu- ra nos dio la razón y sostuvo que el juez López se equivocó. Lo más im- portante de esta decisión es que los consejeros nos escucharon”, expli- có a LA NACION Irigaray, pocas horas después de la decisión del Consejo de la Magistratura. El teléfono de la Asociación Ma- dres del Dolor no deja de sonar. En promedio las llaman diez personas por día. A la mañana, la encargada de atender es una voluntaria. A la tarde puede ser cualquiera de estas siete madres. “Nos sorprende mucho la gente que llama simplemente para agra- decer. Hay personas que sólo llaman para que las escuchemos”, cuenta Canillas. A veces sienten que no dan abasto. A la sede de la fundación llegan fami- liares de víctimas de hechos de vio- lencia que no tienen a quién acudir. Son estas madres quienes los orien- tan y tratan de ayudarlos. La madre de Kevin no puede olvidarse de una mujer que llamaba seguido y que lo único que hacía era llorar: “Me sen- sibilizaba mucho esa persona. Creo que sentía que nosotras podíamos llegar a entenderla porque pasamos por lo mismo que ella”. Así son: sensibles y solidarias a la hora de dar apoyo a los que sufren el dolor de la pérdida, pero fuertes y persistentes cuando llega el momen- to de luchar para conseguir leyes ca- paces de prevenir esas situaciones que, como las que ellas y tantos otros vivieron en carne propia, sólo cau- san devastación y tragedia.ß Lograron transformar el dolor más grande que puede tener una madre en fuerza para luchar contra la impunidad y para ayudar a otras personas que sufrieron lo mismo que ellas A fondo Los motores de la lucha Las víctimas que impulsaron a las Madres del Dolor marceLa igLesias 6 añoS Murió el 5 de febrero de 1996, cuando una escultura de hierro que pesaba 270 kilos cayó sobre ella en el Paseo de la Infanta. Su madre es Nora LuciLa yaconis 16 añoS El 21 de abril de 2003 fue atacada sexualmente y asesinada en las vías del ferrocarril Mitre, en Núñez. El caso sigue impune. Su madre es Isabel Kevin sedano 14 añoS Fue arrollado por un automovilista en la Avenida del Libertador, en Olivos, el 8 de mayo de 2002. Murió una semana después. Su madre es Viviam Perrone Juan manueL caniLLas 23 añoS El 12 de julio de 2002, fue ejecutado por los secuestradores que lo tenían cautivo, aunque su familia pagó el rescate. Su madre es Marta maximiLiano Tasca 25 añoS Fue una de las víctimas del llamado triple crimen de Floresta, ocurrido el 29 de diciembre de 2001. Su madre es Silvia Irigaray, presidenta de la ONG crisTian gómez 25 añoS Fue otra de las víctimas del triple crimen de Floresta, por el que fue condenado el ex policía Juan de Dios Velaztiqui. Su madre es Elvira Torres danieL sosa 33 añoS Fue asesinado el 2 de febrero de 2001 en Aldo Bonzi, La Matanza. Por el hecho fue condenado el ex policía Ramón Olivera. Su madre es Elsa Gómez

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22 | SEGURIDAD | Martes 11 de novieMbre de 2014

Perdieron a sus hijos; se juntaron para buscar justiciaDolor de madreTexto Gabriel Di Nicola | Fotos Hernán Zenteno

L es ocurrió ya infinidad de veces: el teléfono suena y, cuando atienden, quien ha-bla al otro lado de la línea

no quiere denunciar un hecho ni llama para pedir ayuda; simplemen-te quiere que lo escuchen. Intenta desahogarse. Necesita llorar, soltar la angustia.

Y ahí, para escuchar, siempre es-tán estas mismas mujeres: un gru-po de siete madres que perdieron en forma violenta a sus hijos y que luchan, muchas veces en silencio y sin protagonismo, para hacer el bien por los demás. Para lograr justicia.

Silvia Irigaray, Viviam Perrone, Marta Canillas, Isabel Yaconis, El-vira Torres, Elsa Gómez y Nora Igle-sias son las siete integrantes de la Asociación Madres del Dolor, una ONG que desde hace casi 11 años le pone el cuerpo a la lucha contra la inseguridad vial, los delitos sexuales y las muertes violentas.

Al intentar recordar cómo se for-mó Madres del Dolor, la memoria las lleva a Núñez, once años atrás, cuan-do sin conocerse se cruzaron en las marchas que organizaba Yaconis para pedir justicia para su hija Lu-cila, una estudiante de 16 años que el 21 de abril de 2013 fue agredida sexualmente y asesinada junto a las vías del ferrocarril Mitre, en Núñez. Un crimen que hoy sigue impune.

Entre las personas que se acerca-ban a esas marchas había familia-res de víctimas de hechos violentos que les pedían que hicieran algo por ellos, también. Así comenzaron a juntarse. Ése fue el inicio...

“Somos un grupo de madres que nos conocimos por situaciones di-fíciles de la vida”, explica a modo de presentación y con una sonrisa Canillas, de 64 años. El 12 de julio de 2002, su hijo Juan Manuel, de 23 años, fue asesinado por una banda de secuestradores. Lo mataron de un tiro en la espalda a pesar de que la familia había pagado el rescate.

Fue el presidente Néstor Kirchner quien les recomendó que armaran una ONG para tener personería jurí-dica. Eso fue a fines de 2003. Estaban en la Casa Rosada, adonde habían sido convocadas para una reunión después de que se supiera que esta-ban preparando un petitorio o una carta por la crisis de la seguridad.

La asociación, al principio, no te-nía un lugar fijo de reunión. Se junta-ban en sus casas o en los trabajos de

sus esposos. Después alquilaron una oficina cerca del Congreso. Durante un tiempo, como no tenían sillas, se sentaban en la alfombra. La fueron equipando de a poco.

El año pasado se mudaron a Vi-cente López, a una casa que la mu-nicipalidad local les entregó en co-modato por cuatro años. Había sido una promesa del anterior intenden-te, Enrique “Japonés” García, que terminó cumpliendo el actual, Jor-ge Macri, quien les dejó el inmueble como si fuera a estrenar: pintado y con instalaciones nuevas.

Cuando LA NACION llegó a la sede de la asociación, en Fray Justo Sar-miento al 300, Perrone y Canillas estaban en plena tarea. Contaban las firmas que llevan juntadas en la campaña que ahora les quita el sueño: evitar que pierda estado par-lamentario el proyecto para que el abandono de persona y el consumo de estupefacientes sean agravantes en los casos de inseguridad vial. El día de la entrevista con LA NACION ya tenían más de 76.000 adhesiones.

“La asociación me dio un motivo para vivir. Me hizo sentir viva des-pués de la muerte de mi hijo. Puedo seguir sin odio y sin sed de venganza. Me siento una mujer feliz. Lo más importante para mi vida es hacer el bien para los demás”, dice Perrone a LA NACION.

Ella es profesora de literatura en idioma inglés y tiene 53 años. Su lu-cha lleva más de 12 años. El 8 de ma-yo de 2002 murió su hijo Kevin Seda-no, de 14 años. Había sido arrollado una semana antes, en Libertador y Corrientes, Olivos, por un automovi-lista que no se detuvo a socorrerlo.

Eduardo Sukiassian, el conductor del vehículo, fue condenado en 2007 a la pena de tres años de prisión efec-tiva, pero después recibió el benefi-cio del arresto domiciliario.

“La unión de las madres es una de las mejores cosas que me pasa-ron desde que fusilaron a mi hijo. Encontré el camino para hacer algo por los demás. Es un camino difícil, pero agradezco poder compartirlo”, explica Irigaray, de 59 años.

Su hijo Maximiliano Tasca, de 25 años y flamante licenciado en Rela-ciones Internacionales, fue asesi-nado el 29 de diciembre de 2001, en un maxiquiosco de una estación de servicio de Floresta. No fue la úni-ca víctima de ese hecho en aquellas horas trágicas para el país: también

mataron a Adrián Matassa y a Cris-tian Gómez, de 23 y 25 años, respec-tivamente. Por el triple crimen, en marzo de 2003 fue condenado a la pena de reclusión perpetua el poli-cía Juan de Dios Velaztiqui.

Irigaray es hoy la presidenta de Madres del Dolor, cargo que antes ocupaba Perrone. Ella, abuela de Tomás Maximiliano, está conven-cida de que siempre hay que luchar: “Hasta el final hay que luchar, y eso es lo que hacemos las Madres del Do-lor. Si una cae, entre todas la levan-tamos. No queremos dar lástima, no hay que gritar ni llorar, la mejor forma de lucha es respirar hondo, poner primera y arrancar”.

En estos 11 años el camino que re-corrieron las Madres del Dolor fue azaroso. Por momentos tuvieron muchos obstáculos, pero lograron sortearlos y celebrar grandes logros, como el registro de ADN de personas condenadas por delitos sexuales y las campañas de concientización sobre la problemática de la seguridad vial.

“Por más”Pero, como siempre, van por más.

Por ejemplo, ahora intentan conse-guir que una persona condenada por un delito sexual ingrese en el registro de ADN desde la sentencia en primera instancia de un tribunal, no como hasta ahora, que eso suce-de cuando la pena queda firme.

Canillas hace trabajo social desde mucho antes de que la inseguridad le arrebatara a su hijo Juan Manuel. Cuando era adolescente iba a leerles a pacientes en hospitales. Después, antes del regreso de la democracia, colaboró con el sacerdote Pablo Tis-sera, reconocido por su solidaridad con la gente más humilde. También es vicepresidenta de Missing Chil-dren. “Me siento feliz. Siento que puedo ayudar al otro”, dice, siempre con una sonrisa angelical.

Se podría decir que cada una de las integrantes de las Madres del Do-lor tiene una especialidad dentro de la asociación. Perrone se encarga de los casos de inseguridad vial; Yaco-nis, de los delitos sexuales; Gómez e Irigaray son las que intentan estar presentes en los juicios para acom-pañar a los familiares de las vícti-mas, y Canillas se enfoca en los casos de secuestros extorsivos.

El miércoles pasado tuvieron un gran logro. Desde octubre de 2014 luchaban para que el polémico juez

Luchadoras sin descanso. Isabel Yaconis, Elvira Torres, Elsa Gómez, Marta Canillas, Nora Iglesias, Viviam Perrone y Silvia Irigaray trabajan cada día para buscar justicia y mejorar la sociedad; se juntaron hace más de 11 años y desde entonces son la voz y el rostro visible de tantos otros padres y madres que perdieron a sus hijos en muertes que podrían haberse evitado

de Ejecución Penal Axel López fuera sometido a juicio político. Las ma-dres lo consiguieron...

Así lo definió el plenario del Conse-jo de la Magistratura, que decidió que López no sea suspendido en su cargo mientras se sustancian los actos pre-liminares del proceso, que tiene un plazo máximo de seis meses.

Uno de los casos por el que López está acusado es el de Juan Ernesto Ca-beza, condenado a 24 años de prisión por cuatro violaciones; el magistra-do le concedió la libertad condicio-nal y dos semanas después de salir, mientras trabajaba como remisero, intentó violar y asesinó a Tatiana Ko-lodziey, de 33 años, en Chaco.

“No nos gusta nada cuando nos cruzamos con jueces que hacen mal su trabajo. Desde octubre de 2012 es-tamos muy preocupadas por el juez López. El Consejo de la Magistratu-ra nos dio la razón y sostuvo que el juez López se equivocó. Lo más im-portante de esta decisión es que los consejeros nos escucharon”, expli-có a LA NACION Irigaray, pocas horas después de la decisión del Consejo de la Magistratura.

El teléfono de la Asociación Ma-dres del Dolor no deja de sonar. En promedio las llaman diez personas por día. A la mañana, la encargada de atender es una voluntaria. A la tarde puede ser cualquiera de estas siete madres.

“Nos sorprende mucho la gente que llama simplemente para agra-decer. Hay personas que sólo llaman para que las escuchemos”, cuenta Canillas.

A veces sienten que no dan abasto. A la sede de la fundación llegan fami-liares de víctimas de hechos de vio-lencia que no tienen a quién acudir. Son estas madres quienes los orien-tan y tratan de ayudarlos. La madre de Kevin no puede olvidarse de una mujer que llamaba seguido y que lo único que hacía era llorar: “Me sen-sibilizaba mucho esa persona. Creo que sentía que nosotras podíamos llegar a entenderla porque pasamos por lo mismo que ella”.

Así son: sensibles y solidarias a la hora de dar apoyo a los que sufren el dolor de la pérdida, pero fuertes y persistentes cuando llega el momen-to de luchar para conseguir leyes ca-paces de prevenir esas situaciones que, como las que ellas y tantos otros vivieron en carne propia, sólo cau-san devastación y tragedia.ß

Lograron transformar el dolor más grande que puede tener una madre en fuerza para luchar contra la impunidad y para ayudar a otras personas que sufrieron lo mismo que ellas

A fondo

Los motores de la luchaLas víctimas que impulsaron a las Madres del Dolor

marceLa igLesias6 añoS

Murió el 5 de febrero de 1996, cuando una escultura de hierro que pesaba 270 kilos cayó sobre ella en el Paseo de la Infanta. Su madre es Nora

LuciLa yaconis16 añoS

El 21 de abril de 2003 fue atacada sexualmente y asesinada en las vías del ferrocarril Mitre, en Núñez. El caso sigue impune. Su madre es Isabel

Kevin sedano14 añoS

Fue arrollado por un automovilista en la Avenida del Libertador, en Olivos, el 8 de mayo de 2002. Murió una semana después. Su madre es Viviam Perrone

Juan manueL caniLLas23 añoS

El 12 de julio de 2002, fue ejecutado por los secuestradores que lo tenían cautivo, aunque su familia pagó el rescate. Su madre es Marta

maximiLiano Tasca25 añoS

Fue una de las víctimas del llamado triple crimen de Floresta, ocurrido el 29 de diciembre de 2001. Su madre es Silvia Irigaray, presidenta de la ONG

crisTian gómez25 añoS

Fue otra de las víctimas del triple crimen de Floresta, por el que fue condenado el ex policía Juan de Dios Velaztiqui. Su madre es Elvira Torres

danieL sosa33 añoS

Fue asesinado el 2 de febrero de 2001 en Aldo Bonzi, La Matanza. Por el hecho fue condenado el ex policía Ramón Olivera. Su madre es Elsa Gómez