Don Rubén de América - Máximo Gris · narraban cuentos y leyendas escalofriantes de ánimas, ......
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Apéndice Previo
L A V I D A
… Como hombre, he vivido en lo cotidiano; como poeta,
no he claudicado nunca, pues siempre he tendido a la
eternidad.
Rubén Darío
UBICACION DE LA VIDA FISICA DE DARÍO :
Está colocada en una época con textura de mosaico, por la diversidad de
acontecimientos y el variado colorido e importancia de los episodios.
Solamente a partir de esta localización es posible iniciar el conocimiento de
Darío, porque su vida y su obra son pródigas en asociaciones necesarias y
ricas en sugerencias que lo conectan drásticamente con su tiempo, con los
hombres de su tiempo y con los hechos de su tiempo. En los días que
mediaron entre el nacimiento y la muerte de Rubén Darío, ocurrieron los
siguientes hechos destacados : 1870, muere Alejandro Dumas ; en el mismo
año, muere Dickens . 1872, mueren Benito Juárez y Samuel Morse, inventor
éste último del telégrafo. 1873: Muere Manzoni y nace Enrico Caruso .
1874, nacen los Machado de España. 1875, mueren Bizet, H.C. Anderson y
Gabriel García Moreno. En el 76 muere Jorge Sand . En el 77 nace Trotzky .
En el 79 nace Einstein. En 1880 hace erupción el Cotopaxi, muere Flaubert y
nace MacArthur. 1881: mueren Carlyle y Dostoiewsky, nace Papini, y se da
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comienzo al Canal de Panamá. En el mismo año muere Benjamin Disraeli, y
nace Pablo Picasso. En 1882 fallece Longfellow . 1883 : mueren Ricardo
Wagner y Carlos Marx, y nace Benito Mussolini . En 1885 muere el ídolo
supremo de Darío: Victor Hugo, el Papa Sumo de las letras francesas. En el
año siguiente nace Jacinto Benavente y se inventa el linotipo. En el 87 se
construye la Torre Eiffel para la Exposición Industrial de Paris. 1889, nace
Adolfo Hitler. En 1890 nacen Gabriela Mistral y Dwight D. Eisenhower, y
muere Vincent Van Gogh. En el 92 muere Tennyson, un año después de
Alarcón...
En el mismo 92 nace el Generalísimo Francisco Franco. En 1893, muere
Zorrilla...
1894, nacen Nikita S. Kruchev y Winston S. Churchill. En el 95 se proyecta
la primera película cinematográfica de los hermanos Lumière. Y muere
heroicamente José Martí en Dos Ríos. En 1896 se suicida en Bogotá José
Asunción Silva. En el 900, último del siglo, muere en París Oscar Wilde. Al año
siguiente muere Giuseppe Verdi . En 1902, Cuba se libera de España y cae en
poder de Estados Unidos mediante la Enmienda Platt. Continuando su
consigna imperialista, Estados Unidos provoca en el año siguiente -1903- la
secesión de Panamá. En 1905 muere Julio Verne. En 1909 es descubierto el
Polo Norte. En 1910 muere Tolstoi. En 1911 es descubierto el Polo Sur, y se
suceden las hazañas revolucionarias del legendario guerrillero Pancho Villa en
México. En el 12 muere Rafael Pombo y naufraga el “Titanic”. En el 13
comienza la Segunda Guerra de los Balkanes, y toma la alternativa Juan
“Terremoto” Belmonte. En el 14 es asesinado Rafael Uribe Uribe. En el mismo
año se inicia la Primera Guerra Mundial, durante cuyo más doloroso y cruento
período terminó la vida de Darío. Todos estos hechos coexistieron con él,
fueron conocidos por él, e indudablemente tuvieron incidencia en su
pensamiento y en su sensación del mundo. Darío fue lo que tenía que ser un
hombre de su sensibilidad y cerebración, colocado en un mundo como éste
que lo asedió por todas partes mientras buscaba la luz y huía del dolor,
sorprendido por la angustia y enjaulado en su hiperemotividad. Este encuadre
nos puede servir para encontrar que Darío no está lejos de nosotros, como
para notar que está ligado a una generación específica, totalmente distinta de
la que vino a continuación y que se prolonga hasta nuestro tiempo.
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Metapa es una aldea nicaragüense, llamada antes Chocoyos, y sita en el
departamento de Nueva Segovia. Allí nació Rubén Darío para agregar una cifra
a los mil quinientos habitadores de entonces. Fue bautizado en la Catedral de
León. Ese comienzo de la residencia en la tierra ocurrió el 18 de enero de 1867.
Qué raro astro señaló su natividad? Ninguno. Ni señas que lo precedieran ni
catástrofes que marcaran su advenimiento. Habían muerto hacía poco, o
morirían días después. Musset, Heine, Lamartine y Vigny. Nacieron con él
Unamuno, Amado Nervo, Maeterlinck, Silva, Rudyard Kipling. Y en el mismo
año, Madame Curie, Pietro Mascagni . . . y Julio Flórez, a tiempo que la
revolución mexicana fusilaba en Querétaro al frondoso Maximiliano de
Austria.
Félix Rubén fue hijo de Manuel García y Rosa Sarmiento. Había sido el de sus
padres un matrimonio de conveniencias, o de interés como dicen nuestras
gentes, y naturalmente fue efímero y amargo. Ocho meses después de
casarse, los padres de Rubén se separaron por lo que hoy se denomina
“incompatibilidad de caracteres”, y que por entonces era simple aburrimiento
de la vida común. Posteriormente Rubén recordó con dolor el haber visto a su
madre solamente tres veces en su vida. Prácticamente abandonado por sus
padres, se crió en la casa de su tío el Coronel Ramírez, quien lo prohijó y cuidó
tan paternalmente que Darío correspondió a ese afecto firmando durante
algún tiempo Félix Rubén Ramírez. Doña Bernarda Sarmiento, la esposa del
Coronel, quiso tanto a Rubencito que al morir lo señaló heredero de su amplia
y vetusta casona. Allí mismo, su tía Rita moldeó la religiosidad de Rubén con
las características oscilantes entre la superstición y la beatería propias de la
venerable señora, lacrimosa devota de los jesuitas. Ese espíritu religioso
definido en tan burdos matices acompañó todo la vida al poeta. La casona era
habitada por numerosas personas, pues allí mismo habían organizado con los
dineros de papá Manuel y tía Rita un almacén de telas que era administrado
por todos. Darío conoció a su papá por mucho tiempo como “tío”, y así llamó
a Don Manuel; no sentía mucho cariño por él, y se correspondían en el
tratamiento huraño. La familia toda era ampliamente conocida, y la venta de
tejidos nacionales e implementos de artesanía casera era relativamente activa.
La familia y el almacén de “los Daríos”, se decía. Rubén refiere que el apodo
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familiar, que él tomó después como apellido, tenía origen en un tatarabuelo
bullicioso y pendenciero, popular en toda la comarca: el Darío Mallorca.
“La casa era primitiva, pobre, sin ladrillos, en pleno campo”, recordaba Darío
con un poco de exceso sollozante. Allí tuvo una infancia sin juguetes, que
compensó con su radiosa imaginación y sus construcciones mentales,
agilizando, puliendo, agudizando y transformando su pródiga y prodigiosa
fantasía. Sus soliloquios, sus conversaciones interiores, sus diálogos con las
criatura inertes, su contacto fantástico con las cosas que él animaba para que
le sirvieran de interlocutores, de compañía, de amistad, desataron el misterio
que siempre le atrajo hasta transformarse en miedo, en “fobia”. El terror al
misterio, el terror a la fuerza. Serapia y el Indio Goyo, sirvientes de la casa, le
narraban cuentos y leyendas escalofriantes de ánimas, de condenados, de
duendes, de maleficios; toda esa literatura oral enfermiza y alucinante que
tantas raíces prende en la infancia, se sembró en el alma de Rubén Darío, con
un simultáneo escalofrío de miedo y de placer, de inquietud y de satisfacción.
A los tres años sabía ya leer. A los cuentos oídos se juntaron las primeras
lecturas, en la cercanía de dos sirvientes –madre e hijo- que le acompañaban.
Es posible que de esa constante compañía hayan resultado para el niño
consecuencias desagradables o repugnancias subconscientes, pues los dos
sirvientes eran entonces viejos. Por entonces ocurrió un episodio que Darío
jamás olvidó. Impresionó grande y hondamente su niñez una riña a machete
entre dos boyeros frente a la casa de sus tíos; una mano cercenada cayó junto
a él, y le hicieron llorar los chorros de sangre que brotó el muñón. Como
hemos dicho, su contacto con los jesuitas fue estrecho desde su niñez, dada la
vecindad del templo de San Francisco regentado por ellos; con ellos comenzó
sus estudios, ingresó a los noviciados laicos juveniles de la Compañía y más de
una vez lució las cintas y medallas que les ceñían como distintivos. En los
anaqueles de su casa y en las bibliotecas de los jesuitas encuentra sus primeras
lecturas: Cervantes, Moratín, Cicerón, Madame Stael, algo de los clásicos
españoles del Siglo de Oro … Ingresa luego al Instituto Occidente, en León, de
cuyo profesor de literatura guarda perenne recuerdo: lo era un emigrado
polaco llamado José Leonhard. Es atraído por un tipo de literaturas definidas
e íntegras en su estructura, como son las variantes árabes y hebreas de la
cultura oriental: Las Mil y Una Noches, y la Biblia, serán para toda la vida que
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sigue sus almohadas intelectuales. El deslumbramiento de la forma, la
seducción de los arabescos verbales como camino hacia la profundidad de los
conceptos. Con el tiempo estará casi identificado con esta espiral. . . Se dice
que no tenía especial facilidad para el aprendizaje de idiomas; apenas sí se
defendía con el latín, el francés, el inglés y el italiano. En cuanto al suyo
propio, se lo fabricaba a su gusto, impotente a lo largo de su vida para
comprender - o para someterse a – la Gramática. A éste tiempo corresponden
sus primeros amores, con escenario en los parques provincianos, a la salida
de la misa los domingos, y en las noches durante la retreta. Ama entonces a
su prima Inés, rubia y frágil. Publica sus primeros versos en EL ENSAYO y EL
TERMOMETRO, dos pequeños periódicos donde firmaba sus producciones con
los seudónimos Bernardo I.U. y Bruno Erdia. Andaba por sus trece años.
Escribía rosarios de versos para las procesiones de Semana Santa, y epitafios
-por encargo- para repartir en los velorios, como era tradición y costumbre en
su pueblo. Era un niño prodigioso, y él lo “confiesa” en su autobiografía.
Jaramillo Meza refiere que fue Antonio Zambrano, renombrado orador
centroamericano, uno de los primeros que intuyeron el genio lírico de Darío;
él lo estimuló reiteradamente en los preámbulos de su prestigio.
El comienzo cierto de su bibliografía está aún discutido. Francisco Contreras
afirma que Darío publicó en 1885 su primer libro, titulado PRIMERAS NOTAS,
EPISTOLAS Y POEMAS. Sin embargo, la “Revista Científica”, dirigida en Santo
Domingo por Guillermo de la Fuente y José Joaquín Pérez, reseña
elogiosamente una producción anterior publicada en un folleto de dieciséis
páginas, y augura maravillas para el nuevo poeta. Data la mención de 1884,
y se hace relación a ella para discutir la consagración de Rubén Darío que los
dominicanos aseguran haber sido privilegio suyo, con esta anticipación de
cuatro años a las CARTAS AMERICANAS de Valera en LOS LUNES DEL
IMPARCIAL -1888. Contra ésta y varias otras afirmaciones de Contreras debe
decirse que, a pesar de ser uno de los fundamentos de toda biografía dariana
que se escriba, ha sido razonadamente desmentido en más de un episodio por
Tulio M. Cestero, amigo también del Maestro.
Su juventud, después de interrumpidos sus estudios, es de bohemia y
desarreglos de todo tipo; inicia sus errancias geográficas que se prolongarán
hasta la muerte, con una avidez permanente de aires distintos. Mozalbete
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todavía, sin que le pintara el bozo, se enamoró de Hortensia Buislay, acróbata
estadounidense de un circo ambulante. Quiso encadenarse a ella y seguirla
hasta el fin del mundo, con ese obvio y fácil entusiasmo de los amores
juveniles, y para cumplir su deseo solicitó con ahinco se le recibiera como
payaso. Un muchacho tímido, por más loco que fuera, no servía para eso, y
Darío fue rechazado. Se puso a enseñar gramática, -él que no la conocía! ,
como apunta graciosamente Sáinz. Hace periodismo de oposición y escribe
violentos panfletos que le encargan y le sugieren para LA VERDAD. Ya es
conocido nacionalmente. Los congresistas liberales, entusiasmados o atónitos
con los alcances del joven Darío, del “poeta-niño”, redactan un proyecto de
Ley para becarlo en Europa. El presidente debía sancionarla, y era lo único que
faltaba, pero Rubén le arruina las buenas intenciones leyendo en su presencia
unos versos irreligiosos, anarquistas, y sobre todo …. malísimos! Lo nombran
Oficial en la Biblioteca Nacional, y allí tiene ocasión de complementar y hacer
densa su cultura literaria. Lee. Lee mucho. Berceo, Juan Ruiz de Hita,
Santillana, Góngora. Y todo lo que encuentra de mitología y de leyendas
clásicas. Loco de un amor pasajero, anuncia a los cuatro vientos que se casa.
Un grupo de amigos impide la tragedia embarcándolo en el puerto de Corinto
hacia la vecina república del Salvador. Fue pensionado allí por el Presidente
Rafael Zaldívar. Ama a Refugio. Vuelve a Nicaragua. Se emplea en la
Secretaría del Presidente, General Joaquín Zabala. Ama a la desconocida
“garza morena” de sus cuentos. Va a Chile; entra a la redacción de EL
MERCURIO en Valparaíso y LA EPOCA en Santiago. Es nombrado corresponsal
de LA NACION de Buenos Aires. En este país, uno de sus grandes amigos,
permanente acicate de sus inquietudes y solución de sus apremios, fue don
Pedro Balmaceda, por el que siempre alentó invulnerable gratitud. Dirige en
Guatemala EL CORREO DE LA TARDE. En El Salvador dirige LA UNION, órgano
político de la unidad centroamericana, una de las causas preferidas de Darío.
Muy propio de Darío fue el querer casarse inmediatamente con cada novia
que tenía, creyéndola la suprema elegida. La primera fue Rafaela Contreras,
llamada por algunos biógrafos Rafaela Tigreros. Era hija del periodista
salvadoreño Alvaro Contreras, en cuya casa asistía Rubén a las frecuentes
tertulias. Ella escribía para él delicados poemitas que firmaba con el
seudónimo de Stella. El 22 de junio de 1890 fue la boda en San Salvador, y se
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instalaron en San José de Costa Rica, en el número 265 de la Calle del Paso de
la Vaca. Allí nació su hijo Rubén Darío Contreras, a quien el poeta solo
conocería veinte años después, y allí murió su mujer en ausencia suya. Hay
quienes aseguran que con la muerte de Rafaela, el corazón de Rubén Darío
quedó en adelante estéril para el amor . . . Había sido enviado a Madrid por el
gobernador nicaragüense, como Delegado Oficial a la celebración del Cuarto
Centenario del Descubrimiento de América. Aprovechó la estada para conocer
y relacionarse con Menéndez y Pelayo, Cánovas del Castillo, Castelar, Núñez
de Arce, Juan Valera, Emilio Pardo Bazán y Campoamor. De regreso, se
detiene en Cartagena de Indias, atendido por Rafael Núñez, y éste le ofrece el
Consulado General de Colombia en Buenos Aires. Es entonces cuando ocurre
el deceso de Rafaela, y Darío se da al alcohol como escape de su desespero.
Regresa unos días a su tierra; allí, sin concluir todavía el luto de su mujer,
ocurre su segundo matrimonio con maniobras que él no perdonará jamás.
Aprovechándose de una borrachera suya, con cura escondido y demás
elementos de una perfecta “mise en escéne” montada por un hermano de la
novia, lo casaron en Rosario Murillo; fue ésta una unión tachada por todos de
desamor, fruto como era de intrigas familiares. Rosario había sido su amiga
de infancia; Darío le inspiraba gran pasión y ella a él un delicado afecto. Pero
la torpeza del sainete envenenó íntegramente cualquier sentimiento. La
tragedia, que pudo fácilmente arruinar dos vidas, no estuvo en el qué sino en
el cómo; en el modo de realizar el deseo, dejando de lado los protocolos de la
ética más elemental. Tres días después, Darío la abandonó partiendo con
rumbo a París. Ella lo perseguiría inútilmente por toda Europa, perdonará
todos sus desdenes y sarcasmos, y siéndole fiel siempre tomará a su cuidado
la edificación de un pequeño patrimonio que pondrá a su servicio cuantas
veces sea necesario. En París dilapidaba sus energías y su poco dinero en
permanente bohemia y dispersión. Por entonces nació el lema que sería divisa
de su blasón mundano: “Yo no ahorro ni en seda, ni en champaña, ni en
flores!”. Hace camaradería con Enrique Gómez Carrillo, el mosquetero
americano que escandalizó a París con sus duelos y gozó famas de futuro
cinismo narcisista. Pero ni entonces ni después hubo entre ellos un afecto
sincero, una amistad recíprocamente disfrutada y convivida. Gómez Carrillo
siempre se refirió a Rubén con marcado acento despectivo. Era frecuente oírlo
exclamar: “Cuando Rubén Darío tenía talento . . . “ . En esta primera visita
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tiene oportunidad de conocer a Jean Moreas y a Paul Verlaine. A Moreas lo
unirá una admiración intelectual sin compromiso, y tendrá tiempo de
frecuentarlo después. A Verlaine, al “pauvre Lelian “, lo encuentra y
compadece, borracho, hundido en las tinieblas sonoras del pernod parisino y
ya nunca tendrá oportunidad de verlo más. El dinero se acaba, el ajenjo dulce
de París lo exalta y lo deprime. Darío se fuga con deseos intensos de vivir. Qué
remedio queda? Recuerda la oferta del prócer y poeta colombiano, y se va a
servir al Consulado colombiano en Buenos Aires:
Cuando llega al sur del continente ya es ampliamente conocido, y se recuerdan
con cariño y admiración sus labores y éxitos de unos años antes, cuando
escribía en Valparaíso y Santiago. De esa época eran las RIMAS y los ABROJOS,
publicados junta y separadamente en 1887: la novela EMELINA, escrita a dúo
con Eduardo Poirier en 1888, y la edición en el mismo año de AZUL, recibido
con honores por Valera. Los bonaerenses lo reconocen, lo reencuentran, y son
pródigos en su cuota de idolatría. Es protegido generosamente por el ilustre
Bartolomé Mitre -político y letrado, traductor de Alighieri -; ingresa a la
redacción de LA NACION; en LA MONTAÑA trabaja al lado de Leopoldo “Polo”
-Lugones. Y con José Ingenieros, a cuya amistad apelará más tarde invocando
su ayuda y colaboración para sus recomendados, cuando Ingenieros escala la
posición de Director de la Penitenciaría Nacional. Publica en el 96 LOS RAROS
y PROSAS PROFANAS. En 1898, LA NACION lo manda a Madrid, como
corresponsal en Europa. Hace amistad –cordial con unos, prevenida y recelosa
con otros - y alterna con don Miguel de Unamuno, Ramiro de Maeztu, Jacinto
Benavente, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, los hermanos Machado, Pio
Baroja, Francisco Villaespesa. Escribe y publica un par de obras, ESPAÑA
CONTEMPORANEA y TIERRAS SOLARES.
P A R I S, C O R A Z O N D E L M U N D O,
Dijo Darío aún sin conocerla. En su primer viaje
tampoco tuvo oportunidad de captar sus infinitos matices, la riqueza
cromática de su vida ni los encantos y horrores, tan relievados o protuberantes
los unos como los otros. Pero París tuvo un lujoso sitio en la parábola vital de
Darío; se compenetró tanto con su ambiente, con la vida ruidosa del bulevar,
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con los cafetines bohemios y los barrios cosmopolitas, con su clima de juerga,
de arte, de hedonismo, de sensualidad, de vida emocional . . . que muchos
afirmaron y continúan diciéndolo : Darío, “el afrancesado”. Pero más tarde
diremos algo sobre esto. Darío va a París, veníamos a decirlo. Su empleo con
LA NACION contribuye a sufragar los gastos: escribía cuatro crónicas al mes, a
ciento ochenta francos cada una, los cuales le eran puestos en París
cumplidamente contra entrega. Darío vive en Montmartre, el corazón y el
estómago del arte francés de la época, marcado por el signo del ajenjo, la vida
galante, el vicio, la aventura, los cabarets, las grisetas de faca en la liga, los
apaches y gigolós, el can-can de Offenbach y los turistas ingleses. Los circos
y los parques, el exotismo, y los maravillosos carteles japonistas del enano
genial del Moulin Rouge, Henri de Toulouse-Lautrec. Tiempo, en fin, en que
se acuñó la imagen, el clisé más pintoresco de la Ciudad Luz, cuando París fue
más París . . . Darío anda por los bulevares de brazo con la neurosis mística de
Juan Crisóstomo Ruíz, que se ha bautizado Amado Nervo. Con un pintor loco
y genial, cuyos cuadros estremecen e inspiran a Darío; Henri de Groux se llama.
En los cafés caros se encuentra con el antes respetado señor Wilde, recién
salido de prisión y doblegado como un viejo por la marca infame del penado
033 que aún lleva en el alma de esteta supremo. De pasada por alguna plaza
histórica, le muestran un mozalbete colombiano y poeta, que se ha
comprometido el día antes a traducir a Wilde: Guillermo Valencia. La alegría,
el bullicio, el afán, la dinámica babel del poliglotismo turístico, el
rastacuerismo yanqui, la cursilería de los ricachos americanos, invaden París
con motivo de la Exposición Industrial. Van a admirar la torre de acero que
une con el cielo la ribera del Sena. Ese espectáculo multicolor, polifónico,
pancromático, excita o impresiona al poeta. La exalta, lo deprime, lo agota y
lo vitaliza, lo arrastra y lo seduce. Lo hace vivir intensamente. Desde luego la
vida vivida deja poco tiempo para hacer obra. Apenas sí escribe algunas
crónicas, para cumplir sus compromisos, Viaja a Italia, la tradicional patria del
arte. Italia apolínea en contraposición a París dionisíaco. Conoce a León XIII,
sabio y prudente, y a Gabriel D´Annunzio, vanidoso y aventurero. Vuelve a
París y encuentra la amistad honda, ancha y máscula de José María Vargas Vila,
tallado en heroicos moldes de raigambre similar a la suya. En 1904, su patria
corrobora su estado nombrándolo Consul General de Nicaragua en París. La
dotación económica es escasa y tardía, y Rubén produce un epistolario
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lacrimoso pidiendo aumentos para mantener el decoro de la representación
diplomática . Es obvio, sinembargo, que los gastos del Consul no eran medidos
y suficientes, sino pródigos y generosos, en días en que Nicaragua
empobrecida por las revoluciones semanales y con la garra imperialista de los
Estados Unidos sobre su cabeza, no podía sufragar lujos ni preocuparse
demasiado en los prolijos detalles a que Darío aludía como “decoroso
funcionamiento de la Legación “. A esa pobre condición sentimental y
deprimente de “diplomático pobre “ de que se lamentaba Darío, se unía el
mal concepto de los parisinos sobre los diplomáticos letrados que ponían
pluma en cuartillas periodísticas. Con esas dificultades, y a pesar de ellas
forzado por las necesidades estomacales y estéticas, Darío continuaba siendo
corresponsal de LA NACION de Buenos Aires. En 1905 publica los CANTOS DE
VIDA Y ESPERANZA, y viaja buscando vida, aire de vida, y encontrando apenas
temas para sus crónicas y sus apuntes. En 1906 es nombrado por Nicaragua
Delegado al Congreso Panamericano de Río de Janeiro. De regreso continúa
su vida parisina y sus errancias ashavéricas: Inglaterra, Alemania, Austria,
Asturias, Galicia. En Hamburgo, es huésped de Fabio Fiallo, su amigo íntimo,
Cónsul de la República Dominicana (1866) y muerto en la Habana en 1942.
Darío dedicó a Fiallo su obra LETRAS, y Fiallo a Darío sus CANCIONES DE LA
TARDE ( Santo Domingo 1829) : “A Rubén Darío, mi siempre noble y grande
amigo, a través de la vida y después de la muerte” . . . En 1907 lo visita en
París el literato -dominicano también- Tulio M. Cestero, posteriormente
biógrafo suyo. Darío le solicitó un prólogo para una reedición que preparaba.
Cestero, nada adulón y hombre honesto intelectualmente, ofreció escribir “la
verdad”, lo que realmente opinaba de la obra. Después de meditarlo unos
días, Darío lo llamó aparte y le dijo sin explicaciones: “Es mejor que no lo
escribas! “. Darío vivía entonces su apoteosis. El mundo lo conocía, lo
admiraba. Muchos se proclamaban sus discípulos, otros tantos lo discutían y
combatían su obra. No pocos lo idolatraban, como antes a Hugo en Francia…
E S T A M P A D E L H O M B R E
Una cauda larga, densa y vistosa, ha seguido a las PRIMERA NOTAS, y a las
POESIAS Y ARTICULOS EN PROSA que el joven Darío dio al público de Managua,
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allá en las vecindades de su pubertad. Ya casi ha olvidado él mismo esos viejos
originales manuscritos hallados recientemente, que fechó en León a 10 de
julio de 1881. Se ha superado el autor elemental de las RIMAS Y ABROJOS
publicados en Chile. Ahora disfruta el prestigio sonoro del autor de AZUL. Se
menciona poco en Europa su explosión de gratitud reunida en a A. DE GILBERT
(El Salvador), pero se entroniza y comenta al creador de LOS RAROS -París-,
PROSAS PROFANAS –París, ESPAÑA CONTEMPORANEA -París,
PEREGRINACIONES -París - TIERRAS SOLARES , CANTOS DE VIDA Y
ESPERANZA . . . Dentro de poco vendrán otros títulos que complementan
levemente su gloria, ya cimentada y fuerte. EL CANTO ERRANTE, OPINIONES,
PARISINAS, EL HOMBRE DE ORO . . . . Darío disfruta regaladamente de su
aureola, experimentando su riqueza interior en el desconcierto de las
estrecheces cotidianas.
Darío era pálido, color de barro tostado como las cerámicas yucatecas de la
región donde nació este dios maya; con estómago de párroco -“abdomen
abacial “ dice finamente Bazil!, ojos mongólicos pequeños y, diríase, hundidos
en su enorme cabeza de mestizo: nariz ancha y feísima, labios delgados, muy
dóciles a la rubefacción en el gesto de la lujuria fáunica cuando el inferior se
dejaba caer lascivo, admirado, agresor. El gesto temperado, nada brusco y
más bien lento, con algo de abstracción, de solemnidad gatuna como los
movimientos fluviales de un bonzo. Darío artista se resintió de su
conformación indial, antieuropea, nada blanca y bien poco aristocrática; para
compensarlo, para reaccionar contra esta minusvalía consciente, actuó una
transferencia creando el mito de la belleza de sus manos en aquel verso donde
se retrata complacido, como “un indio chorotega con manos de marqués”, y
en otro lugar “ un indio mangradano con manos de marqués”. Pero hay un
apunte de don Juan Bautista Jaramillo Meza, leve duda contra la leyenda;
pero duda . “. . . yo me fijé en ese detalle, dice Jaramillo Meza. Probablemente
las tendría así en su juventud, no ya en su madurez”. Las características
fisiognómicas de Darío no eran las típicas, las usuales en los poetas y artistas
coetáneos, y tampoco lo eran sus galanuras exteriores. No lucía ni la melena
leonina de los parnasianos, ni la languidez tisioide de los últimos románticos
necrófilos con gardenia en el ojal y caspa en la solapa. Era rollizo, un poco
fofo o flojo, como con un esqueleto metido en una piel demasiado grande y
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no suficientemente rellenada con grasa. De una coloración variable con las
luces del día entre el pálido mayor y el caliente cobreado de llama, una escala
cromática de re a sol, dijérase. La ancha nariz era fogosa y ágil como la de un
caballo de carreras. Los ojos permanecían medio cerrados, pero también
tenían un brillo que no decreció nunca, hasta su muerte. La voz sorda, difícil y
despaciosa, de aquella que es frecuente en las personas robustas cuyas
cuerdas parecen vibrar a nivel del estómago y ascender desde él los períodos.
Darío fue hombre tímido en materia de dinamismo mediato; pero
profundamente audaz y temerario, agresivo hasta el cinismo casi, cuando se
colocaba detrás de su pluma invulnerable, plena de convicción y de vida. Era
reservado en general, pero se entregaba fácilmente a sus amigos preferidos y
aparecía expansivo y cordial, indulgente, comprensivo y generoso.
Rubén Darío vivía en París con Francisca, la buena Francisca del poema aquél
. . . “Francisca Sánchez, acompáñame”. Nada inteligente, nada cultivada, ni
graciosa, ni bonita, era vitalmente doméstica, era el ama de casa. Fue
compañera inseparable del poeta, y aunque Darío no la amó es posible que
haya sido lo única mujer que tuvo significación vital para su espíritu, como
guía y despensera del único hogar que él pudo conocer. Gustavo Adolfo Otero,
en LA PRENSA – Lima – en 1945, sacó a la luz la aparencial anécdota según la
cual Darío, cuando en Madrid era huésped del Ministro de Bolivia, raptó a
Paquita, una de las camareras de su esposa. Se añade que probablemente
fuera esta Paquita la Francisca Sánchez amante de Darío. Los amigos que lo
visitaban le daban ese nombre, y Amado Nervo, uno de los más asiduos, la
bautizó “princesa Paca”. Ella, en su Diario, dice que conoció al poeta mientras
servía en un mesón u hospedería matritense de la Calle de Alcalá. Francisca
era avulense; muerto Darío, ella se casó con un cuñado viudo. Posteriormente
se convirtió en editora de las obras de Rubén, en unión y beneficio con su hijo
Rubén Darío Sánchez. Este, a quién Darío amó entrañablemente – lo apodaba
cariñosamente Güicho- falleció en México el 22 de julio de 1948.
Darío, como fruto quizá de las estrecheces de su infancia, tuvo un apego
ordinario a la vida burguesa con todos sus convencionalismos y torpezas.
Después de su fallido divorcio aspiró a una “vida normal”, y para “reconstruir
su vida”, para “empezar de nuevo”, intentó adquirir la ciudadanía argentina.
El alcoholismo lo asediaba como un mastín, agudizando primero su manía
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paranoica y casi desintegrando después su personalidad. Se sentía feliz en el
lujo de los salones barrocos, brillantes, decadentes, en medio de las mujeres
hermosas y de los hombres ilustres, sobre todo si eran ricos; y si lo eran,
aunque no fueran ilustres. Presumía de la amistad de Rodríguez Larreta, el
millonario autor de la GLORIA DE DON RAMIRO, con quien frecuentaba los
restaurantes aristocráticos y exclusivos de la Plaza Vendome. Presumía de
catador, y algo conocía de vinos y bebidas; prefería el whisky, y, faltando, se
emborrachaba con pernod, un aguardiente dulce muy popular en París. Toda
la vida conserva, cada vez en forma más aguda, su dos fobias primitivas: el
miedo supersticioso y el terror a la fuerza bruta. Cuenta Tulio M. Cestero que
a él le tocó mediar en uno de los frecuentísimos líos domésticos entre Darío y
Francisca. Trató de convencer a cada uno de las virtudes y bondades del otro.
Al referirse a Francisca, el poeta le replicó: “Es muy buena, sí . Pero tiene un
gesto , un gesto . . . Porque en otra vida ella fue bruja y yo inquisidor y la
quemé”. Otro episodio de violencia que –como el de los boyeros- no olvidó
jamás, fue éste. Cuando rehusó apoyar a Rufino Blanco-Fomabona en un
reclamo de orden económico contra el MAGAZINE MUNDIAL, Blanco dio un
furibundo puñetazo a la pared. Años más tarde, al saber que Blanco vendría a
su despacho, memoraba el golpe: “Nos matará a todos! Ahí pegó . . ahí pegó
. . .
Darío era un epicúreo, bien que no en un sentido demasiado filosófico. Tema
favorito del cual hablaba con delectación, era la cocina, las comidas que
encontraba bajo distintos meridianos en sus andanzas y exploraciones, y muy
especialmente la cocina de su tierra nicaragüense; a sus amigos parisinos les
describía ponderadamente el mondongo centroamericano. En ocasiones se
dejaba llevar de sus entusiasmos gastronómicos y sus proclividades etílicas, y
eran de ver los aprietos que le sitiaban para cumplir sus numerosos
compromisos diplomáticos, culturales y periodísticos. Varias de las crónicas
darianas para LA NACION fueron escritas por sus amigos para evitarle
problemas económicos. Algunas se sabe que lo fueron por Eduardo Poirier,
según testimonio suyo. Otra, de PEREGRINACIONES, la relativa a la visita a
Nápoles, lo fue por Amado Nervo, como lo confesó Darío a Cesteros.
También amaba el té, entre las bebidas, un poco por pose a imitación de los
turistas elegantes provenientes de Londres. Frente a una tetera humeante o
15
un vaso de Whisky, dictaba sus versos: jamás los escribía personalmente,
salvo los autógrafos de álbum. En ocasiones, con un poco de alcohol en las
venas, declamaba hermosamente sus poemas; pero por lo común era un mal
declamador, carecía de expresividad en los ademanes y su voz no se prestaba
a las exigencias musicales de sus poemas sinfónicos. Sus amigos inquirían la
razón de que el autor de una poemática en cierta forma revolucionaria y
beligerante fuera tan apacible y retraído, cuando todos lo imaginaban juvenil,
heroico y desgarrado, tal un Byron que se embarca arrastrado por su
idealismo. . tal un Vigny que escribe sobre el fondo humoso de las trincheras
. . . tal un cantor civil cualquiera –desde Tirteo hasta Caro. Martí o Mármol -
que acompaña con sus cantos la vida fogosa de los pueblos, se angustia con
sus dolores y se identifica con sus esperanzas. El Maestro se limita a
responder: “Yo nunca hubiere podido dejar tras de mí un hacinamiento de
cadáveres para llevarle flores ni laureles a una mujer . . . “ Esto pinta la
diferencia entre romanticismo y modernismo. El Darío modernista no era
hombre de acción en el sentido romántico. Su vida no fue de poeta ni fue
poética. Si se permite la temeridad, la vida de Darío fue prosaica: prosa, pura
prosa. No tuvo rasgos ni riesgos heroicos, ni excentricidades geniales. Darío
sólo fue poeta escribiendo.
Algunos de sus conceptos eran ordinarios, torpes, antipoéticos. El punto de
vista que tuvo del amor era inmoral. No fue un “enamorado” en el sentido
romántico sino a la manera hedonista. No amaba, deseaba. No amó; fue
simplemente sensual, lascivo. Su concepto de la amistad llegó a ser rastrero
en ocasiones. “Un día me dijo –cuenta Bazil- que la amistad que no se traduce
en dinero, era una “babosada” . . . Se enorgullecía de la compañía de los
millonarios. En Cuba, por el crimen de haber agotado el dinero, abandonó al
pintor Ramos Martínez sin un centavo, después de haber compartido las
habitaciones. Los elogios, en los que era no ya generoso sino botarata, pródigo
y despilfarrador, le eran muy productivos pecuniariamente, y había semanas
en que las remesas por giro le ocupaban todo el tiempo en cobrarlas. Gómez
Carrillo hizo correr el chisme, verosímil por supuesto, de que se escondía de
los amigos cuando tenía dinero, para beber solo. Darío, sosteniendo su pose
de aristócrata, fingía ser incapaz de los menores menesteres, y para ello
necesitaba siempre a su lado un Secretario que era valet, intermediario,
16
recepcionista, informador, escribiente, cobrador, ama de llaves, en fin, un
verdadero factótum. Ese cargo lo ocupaban admiradores, aspirantes a poetas
o pobres diablos sin empleo. Una obra no escrita todavía deberá encontrar el
más denso venero de la picaresca en esta variada fauna que pasó por la
Secretaría del poeta Darío. Algunos hasta se robaban los dineros de Darío; sin
embargo esa cuenta a su cargo se aumenta desmesuradamente si se tiene en
cuenta que el Maestro era muy desordenado en los manejos de su inconstante
hacienda; gastaba mucho creyéndose millonario. Y siempre que le era posible
eludía los pagos. Darío no cargaba dinero, ni pagaba las cuentas, cedía ese
honor a sus amigos y anfitriones. En ocasiones se le despertaba el ingenio pro-
económico y pulía una bella misiva a un mecenas, que infaliblemente le era
revertida con un pesado giro o una remesa de monedas. Más de una vez
acudió a este expediente. A todas éstas, la alcoholización continuaba. La mitad
de sus grandes obras fue escrita con ajenjo en vez de tinta. El mismo afirmaba,
por ejemplo, que EL CANTO ERRANTE Y PROSAS PROFANAS eran hijas del
alcohol, mientras que AZUL y CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA olían muy poco
a él.
Habilísimo en el manejo del idioma, guardaba poco recato y ningún protocolo
con los idiomistas, filólogos, teoristas y gramáticos. Jamás tuvo estimación por
las Academias, y de la española – con todo su respeto por don Marcelino
Menéndez y Pelayo- dijo que era la “casa de las momias”. Hablaba sin rubor
de sus libros como de obras importantes, destacadas, y fácilmente les hallaba
todas las calidades. Sus autoelogios fueron especialmente patéticos,
exuberantes, retóricos, unos años después cuando publicó su CANTO A LA
ARGENTINA, con el cual creyó alcanzar el culmen de su perfección expresiva
polifónica y wagneriana. Costumbre peculiar suya era adquirir, en todo lugar
donde residía, un ejemplar de la Biblia, exigiendo eso sí que tuviera los textos
en latín y castellano; le encantaba hacer las citas en latín, aunque era poco
versado en él. No fumó jamás, y él mismo explicó esta costumbre en una de
sus CABEZAS, cuando se refiere el reportaje con el académico socialista Jacinto
Octavio Picón.
Con todo esto, positivo y negativo, cabe formularse la pregunta: Fue Rubén
Darío un hombre satisfecho? El mira con lástima los laureles póstumos de
17
Villiers de L´Isle Adam, lo que nos hace suponer que se sintió más afortunado
que él, al menos como artista . . .
L O S U L T I M O S A Ñ O S D E D A R I O,
continuaron bajo parecidos signos. No en vano había nacido bajo los augurios
horoscopales de Capricornio, el chivo astral, la lujuria, la expansión
hedonística del zodíaco. Para los que creen en la astrología, no resulta gratuito
ni inexplicable el ardor dionisíaco, el furor fáunico, que encarnó Darío; de él y
de esas influencias astronómicas derivaba esa angustiosa situación existencial
que embriaga y consume, esa visión de un mundo en agonía que es preciso
gozar, exprimir hasta sus íntimos jugos antes de que fenezca. Darío quiso
pulsarlo bajo todas las técnicas. Desde su regreso del Brasil, agregó al alcohol
un consocio funesto: las drogas, en especial el opio, Los paraísos artificiales
de Baudelaire y De Quincey . Los cielos bastardos. Las fugas fantásticas… Viaja
luego a Mallorca. Después edita EL CANTO ERRANTE. Con Vargas Villa hace
parte de la Comisión nicaragüense que estudia el conflicto de límites con
Honduras, sometido al arbitraje del Rey de España. Regresa a Nicaragua y en
todos los pueblos menudean los homenajes al héroe artístico que ha llevado
por el mundo el honor y el nombre de la patria. Darío trata de divorciarse de
su segunda mujer Rosario Murillo. Los amigos del poeta movidos en su favor
agilizan los trámites y llegan hasta redactar una ley -la famosa “Ley Darío”-
para facilitárselo. Pero las maniobras fracasan, nada se consigue al fin . A modo
de consolación oficial, el gobierno lo nombra Ministro Plenipotenciario de
Nicaragua en Madrid. Allí ecribe en 1909 su ALFONSO XIII. Vive deslumbrado
con la vistosidad de los uniformes, y fascinado entre el suyo propio de Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante su Católica Majestad Don
Alfonso XIII, Rey de España y de Jerusalén. No es reacio a lucirlo ante los
fotógrafos. Tuvo una corta tregua a sus dificultades económicas mientras vivió
esa vida oficial y artificiosa. El posterior incumplimiento en el pago de los
sueldos y pensiones le proporcionó un cúmulo de amarguras, con
innombrables estrecheces exageradas por él, en medio de compromisos
impostergables “para sostener el decoro”. Pasa entonces a París. En 1910 era
secretario suyo el poeta dominicano Ricardo Pérez Alfonseca, que por
18
entonces estudiaba allí abogacía, y por el que tenía Darío especial estima. Allí
le llegó el nombramiento como Ministro Plenipotenciario de Nicaragua ante
las fiestas de aniversario de la Independencia Mexicana. En el mes de
septiembre se embarcó para México; al atracar en Veracruz se encontró con
una dolorosa contrariedad: el nuevo gobierno nicaragüense, recién instalado
por una revolución, desconocía su nombramiento, y consecuentemente lo
desautorizaba como Enviado oficial a las fiestas centenarias. Invitado por
Salvador Díaz Mirón, se dirigió a Jalapa. Allí se enteró de que los estudiantes
habían tomado su nombre como bandera antiyanquista, y con el estímulo de
sus versos apedreaban la Embajada de Estados Unidos. Darío tuvo miedo de
ir a la capital. El embajador norteamericano preguntó insidiosamente si el
gobierno mexicano haría a Darío el honor de recibirlo como Embajador
nicaragüense. Sinembargo algún tiempo después el Presidente Porfirio Díaz
ordenó a su Ministro de Instrucción Pública Justo Sierra nombrarlo Inspector
de Bellas Artes, con 150 dólares de sueldo. Darío contra la opinión de todos
sus amigos, aceptó: a los dos meses lo dejaron cesante. Sin ir a la capital, se
largó para la Habana.
En La Habana es protegido y acompañado en sus accesos de pesimismo por
Osvaldo Bazil, jefe de la Legación de la República Dominicana. Bazil fue por
mucho tiempo su compañero de bohemia, especialmente en los días de París.
(Obsérvese que gran parte de sus coetáneos artistas y letrados estaban ligados
a la diplomacia. La ubicación de los artistas en el servicio exterior era, por
entonces, un clima, más que una moda simplemente). Bazil fue un amigo
entrañable que admiró idolátricamente a Darío; en su homenaje escribió
varios poemas, entre ellos LOS CISNES DE DARIO y el CANTO A RUBEN DARIO.
Bazil fue su compañero de todo momento. El poeta, hospedado en el Hotel
Sevilla se entregó al licor, con resultados desastrosos; una noche llegó
Osvaldo apenas a tiempo para disuadirlo de lanzarse del balcón a la calle,
preso de una depresión alcohólica. Una noche de farra solitaria, Darío se metió
en una logia etílico-religiosa de negros habaneros; cuenta que lo trataron
amablemente, y hasta lo nombraron “negro honorario”. En la Habana recibió
la visita de su prima Julia, casada con un yanqui; ella había sido su aurora
sensual.
19
Como este Bazil fueron muchos los amigos dominicanos que Darío tuvo, y que
le acompañaron con fervor en sus más duros momentos, y con mayor razón
en los instantes de gloria. Fiallo y Cestero, entre otros. A pesar de todos ellos,
jamás pudo conocer esa tierra, de la que había escrito:
. . . Yo te adivino, yo te distingo
Lo que algún día me puedas ser.
Santo Domingo, Santo Domingo,
Que yo algún día te pueda ver!
Influyó sin embargo notablemente en el movimiento modernista dominicano,
con modulaciones orquestales y variaciones métricas notorias en casi todos
los componentes más aprestigiados: José Joaquín Pérez, Pedro Henríquez
Ureña, Rafael Damirón, Valentín Giró, Tulio Manuel Cestero, Bartolomé
Olegario Pérez, Victor Garrido, los Deligne, Arturo B. Pellerano Castro,
Armando Alvarez, Porfirio Herrera, Primitivo Herrera, Humberto Ducoudray,
Gladio Hidalgo, Manuel Cabral . . . Fiallo, sin embargo, siendo el más amigo
de Darío, fue el menos sujeto a su influencia.
En medio de las mayores necesidades, acosado por la flaca economía, Darío
regresa a Europa. La urgencia de las circunstancias lo obliga a convenir un
empleo como director de una empresa periodística, el MAGAZINE MUNDIAL,
donde es explotado cínicamente por los hermanos Guido, financistas del
Uruguay desarrollando el programa de propaganda de la revista, viene a la
Argentina y dicta una serie de conferencias sobre diversos temas. Es la última
visita que hace a ese país que tanto amó, hasta el punto de haber pedido a su
amigo Bazil que hiciera cumplir su deseo de ser enterrado en Buenos Aires.
Regresa a París cansado. La enfermedad y la fatiga se presentan a bailar en
derredor de su gloria los rondeles e la muerte.
En 1913 la MAGAZINE MUNDIAL dirigida por Darío, abre un concurso para
poemas en español. Los juzgadores eran Darío, Amado Nervo, Gómez Carrillo,
Ricardo León y Ernesto Martinenche -de la Sorbona-, y señalaron para el
galardón el poema LA EPOPEYA DEL CONDOR, del colombiano Aurelio
Martínez Mutis, desalentado -como Rubén- por la indiferencia de los
ambientes y el abandono de los gobiernos. El tema tratado por Martínez Mutis
20
debió agradar muy especialmente a Darío por cuanto la EPOPEYA DEL CONDOR
es un canto paralelo a su ODA, aunque mucho más extenso y dinámico, con
el mismo telón de fondo: la oprobiosa coyunda del gran garrote rooseveltiano
sobre la América Hispanoindia.
Darío se ha tornado neurasténico, irritable, y fastidioso. Trata de calmarse
con la migración permanente, y se dirige a Mallorca. Encuentra unos días de
tranquilidad y reposo en la delicada familia y compañía de don Juan de Sureda
y doña Pilar Muntaner, quienes lo rodean de ternura y aliento bajo los aires
sanos de Mallorca. Se hospedan en el castillo del Rey Jaime el Asmático, en
Valldemosa. Es allí donde trata de reconstruir una imagen limpia de su vida,
idealizándola, novelándola bajo el nombre de ORO DE MALLORCA. Si el aire es
saludable, si el ámbito es paradisíaco sin exceso, el Maestro añora a ratos sus
desvíos etílicos con desesperación patética; una mañana, en ausencia de
whisky, se bebe nueve botellas de vino . . . Osvaldo Bazil no se aparta de su
lado. Cuando logra reanimarlo dos días después, lo viste de cartujo para
apaciguar sus nervios alborotados por la dipsomanía. El tratamiento fue eficaz.
Darío se hace fotografiar con el atavío monacal. Escribe el poema LA CARTUJA,
y se confiesa con un cura alemán convertido del protestantismo y veterano de
guerras anteriores en los campos de Chile.
Cuando tiene fe en su mejoría se va a Barcelona. Allí conoció a su hijo
primogénito Rubén Darío Contreras – o Trigueros- , posteriormente médico en
Suramérica. Hace amistad con Rusiñol y D´ors. Pero lo acosan la miseria de
un lado y los horrores de la guerra, del otro. Al empezar la Primera Guerra
Mundial, se desarrolló en Rubén un terror morboso al hambre. Invadido por
una especie de locura mística, quiso convertirse en el sacerdote de la paz, y se
lanzó a pronunciar conferencias antibélicas comenzando su cruzada en Nueva
York. Era tiempo ya de que cambiara de mapas, pues estaba endeudado hasta
la nuez. Alcanzó a dictar dos conferencias, pues lo coge una pulmonía que lo
lleva a la cama. Un despiadado compatriota – Alejandro Bermúdez- se porta
infelizmente con el desventurado poeta, y lo pasea por las costas yanquis
exhibiéndolo como a un animal exótico. Se alza después el dinero, y abandona
a Darío sin dejarle un céntimo ni una brizna de salud. . .
La historia de Alejandro es curiosa, como lo hemos afirmado de los secretarios
todos de Rubén Darío. El antecesor no lo era menos, seguramente: Julio
21
Sedano, que se decía hijo natural del Emperador Maximiliano de México, y
hacia 1916 fue fusilado en París por espionaje. Bermúdez había echado sobre
él el cargo de que se robaba los dineros del Maestro; intrigó hasta lograr que
Darío despidiera a Sedano y lo remplazara con él. Después, ya se ve a lo que
llegó.
Darío se sobrepone heroicamente a la penosa situación, y logra llegar a La
Habana. Auxiliado por LA NACION se embarca para Guatemala. Va grave. Es
ya un moribundo. El Presidente Estrada Cabrera le cede su hacienda para que
descanse y ordena “a quien pueda interesarle” atenderlo a cuenta suya. Pero,
a pesar de estar agonizando casi, Darío era muy visitado y la champaña corría
en riadas. Estrada se asustó con la cuenta y envió a Rosario – la mujer del
poeta- , aconsejándole que lo cuidara y lo condujera a Nicaragua. Moribundo
sale para su patria. Hasta Nueva York lo ha acompañado Francisca; ahora está
en los brazos de Rosario, y ella lo conduce hasta la vetusta casa de León.
L A M U E R T E D E D A R I O
Estaba a su lado el padre de Margarita Debayle, a la que Darío había dedicado
su poema UN CUENTO. El doctor Luis H. Debayle había sido compañero de
escuela del poeta, y ahora le realizaba una penosa operación de hígado con la
esperanza de salvarlo para unos días. Todo parecía tardío. El organismo
mostraba poca resistencia, la maquinaria vital estaba gastada; ninguna
arandela mohosa, pero todas romas por el exceso en todos los trajines. El 2
de febrero, Debayle le hace dos punciones sin lograr extraer pus del hígado.
Darío se desmaya . . . Duerme, ronca sordamente, gime, hierve su cara y se
apagan sus ojos. Hace testamento a favor de su segundo hijo Rubén Darío
Sánchez, su amado Güicho, alcohólico como él, a quien le deja todo lo que
queda: una casa apenas enhiesta en León, y la grandeza de una obra literaria
importante, genial, de un alto valor económico y de un inestimable precio en
moneda de gloria y de universal admiración. Más tarde el hijo mayor –Rubén
Darío Contreras – se negó a reconocer ese testamento y el documento anexo
donde el primero era legitimado. Pero no pleiteará ante los tribunales por
espíritu de caballero y respeto a la memoria de su padre . . .
22
Recibe después Darío los auxilios de la religión - él nunca había sido
irreligioso!- de manos del Padre Félix Pereira, y se entrega a una larga agonía
desde las 7 hasta las diez y cuarto de la noche del seis. Unas horas antes soñó
que le serruchaban el cráneo y le sacaban el cerebro -como en el poema de
Flórez-. Lo refirió a Santiago Argüello que lo acompaña a la cabecera, y éste lo
tranquilizó diciéndole que pronto estarían de nuevo en París. Darío exclamó
horrorizado: “Eso no, jamás! Prefiero morir . . . “, y fueron éstas sus últimas.
Tenía cuarenta y nueve años, aunque aparentaba mucho más. Y se dio a la
muerte en la noche del seis de febrero de 1916 : asesinado por una vieja atrofia
cirrótica del hígado. En el mismo año muere el polaco Sienkiewicz, y tres años
después se van Renoir y Nervo. El mundo estaba en lo álgido de una guerra
fratricida y antihumana; el dolor de la solidaridad humana y el alcohol, camino
de fuga de la miseria cotidiana, mataron al poeta. Ni siquiera murió de vida.
Darío murió de incomodidad y de estrechez en un mundo que no pudo
cambiar, ni fundir en sus moldes.
Aquella misma noche los médicos Debayle y Lara efectuaron la autopsia a las
dos de la mañana. Conservaron el corazón; las vísceras las enterraron en el
cementerio de Guadalupe, al lado de su madre adoptiva. Al día siguiente los
mismos galenos le extrajeron el cerebro. Debayle había convenido con la viuda
de Darío –Rosario Murillo- que el cerebro se lo confiaría a título de reliquia y
joya. Pero temiendo que no le cumplieran la promesa, una vez lo atuvo en sus
manos escapó con él. El hermano de Rosario dio noticia a la guardia que
custodiaba la casa, y Debayle fue detenido. El cerebro del maestro fue a parar
al estrado de un Comisario de Policía. Posteriormente, el Gobierno dictaminó
a favor de la viuda, y ella entregó el cerebro de Rubén a unos médicos de
Granada, la ciudad rival de León. A Debayle le quedó el corazón del poeta. Ese
cerebro maravilloso donde tuvo asiento la fantasía más deslumbrante, ese
cerebro de paciencias prometeicas y rebeldías gigantescas, fue sometido al
examen de la ciencia. El doctor Juan José Martínez le halló un peso de 1850
gramos, excesivo si se compara con la normal de 1385 grs. fijado por Sappey.
La República Argentina ofreció una suma fabulosa por él.
El gobierno de la patria nicaragüense ordenó duelo general, decretó para el
extinto honores militares a mérito de Ministro de Guerra y Marina, y sufragó
los funerales solemnes. Veintiún cañonazos derrotaron el aire en el Fuerte
23
Militar de Acosasco, todas las campanas del país enlutaron el silencio, y el
día fue de riguroso duelo en Centroamérica. La Jerarquía Eclesiástica ordenó
los ritos del ceremonial “de príncipe”. La viuda recibió mil quinientos
telegramas de condolencia sincera, traídos por los treinta y dos vientos del
mundo. El 8 de febrero a las once y media fue llevado el cadáver a la
Municipalidad para el primer homenaje fúnebre. Al día siguiente pasó a la
Universidad, al Jardín de Minerva: allí fue vestido de túnica blanca, coronado
de laureles, y velado por los estudiantes y los edecanes militares permaneció
durante cuatro días en los que hubo veladas de poesía y profusión de
discursos. El 13 por la tarde fue conducido de la Cámara Ardiente a la Catedral
de León, en medio de un séquito digno de ser descrito por su propia pluma:
Se habla de un grupo de matronas nicaragüenses ataviadas a la usanza griega,
que plañían los lamentos clásicos al paso del Maestro inmortal. Un coro de
canéforas derramó rosas bajo su féretro y soltó palomas albeares sobre el paso
de su cuerpo embalsamado y dispuesto. Los elogios fúnebres se prodigaron
ante su tumba, iniciados por el Obispo de León, doctor Simeón Pereira y
Castellón, y seguidos por Santiago Argüello y Juan Ramón Avilés. A las nueve
y media de la noche el cadáver bajó a su fosa, a la derecha del templo. Bajo
la estatua de San Pablo, el apóstol de los gentiles: entre los cuales a veces se
sintió par su amor a la verdad y su sentido de la dignidad humana contra todos
los fanatismos y rigideces formalistas.
El 19 de febrero de 1916, apareció la noticia de la muerte del Maestro en el
LISTIN DIARIO de Santo Domingo. Decía: “El egregio poeta y literato Rubén
Darío, según carta traída por el “Santiago de Cuba”, acaba de fallecer en su
país natal. Es ésta una pérdida verdaderamente irreparable para las letras
castellanas, que pierden con la muerte del distinguido cantor una de sus más
altas cumbres”.
O O O
25
I - E X A M E N D E L A O B R A
Las obras completas de Rubén Darío fueron publicadas por su hijo Rubén Darío
Sánchez, y comprenden los siguientes títulos discriminados por volúmenes :
I- ALFONSO XII (prosa y verso), II- AZUL (prosa y verso), III- LA CARAVANA
PASA (prosa), IV- EL MUNDO DE LOS SUEÑOS (prosa), V- EL CANTO
ERRANTE (verso), VI- PEREGRINACIONES (prosa), VII- CUENTOS Y CRONICAS
(prosa), VIII- SOL DEL DOMINGO (prosa y verso), IX- ESPAÑA
CONTEMPORANEA (prosa), X- ORO DE MALLORCA (prosa), XI- LA VIDA
DE RUBEN DARIO ESCRITA POR EL MISMO (prosa), XII- RIMAS Y ABROJOS
(verso), XIII- TODO AL VUELO (prosa y verso), XIV- VIAJE A NICARAGUA E
HISTORIA DE MI LIBRO (prosa), XV- EPISTOLAS Y POEMAS (prosa), XVI-
PROSA DISPERSA (prosa), XVII- RAMILLETE DE REFLEXION (prosa), XVIII-
PROSAS PROFANAS (verso), XIX- TIERRAS SOLARES (prosa), XX- CANTO A
LA ARGENTINA (verso), XXII- PARISIANA (prosa), XXIII- LOS RAROS (prosa),
XXIV- CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA (verso), XXV- LETRAS (prosa), XXVI-
OPINIONES (prosa y verso), XXVII- POEMA DE OTOÑO Y OTROS POEMAS
(verso), XXVIII- PROSAS POLITICAS (prosa), XXIX- CABEZAS (prosa), XXX-
SOBRE LA PAZ Y LA GUERRA (prosa), XXXI- LA MUERTE DE RUBEN Y LOS
JUICIOS CRITICOS DE LOS MEJORES POETAS (prosa y verso). Es obvio que este
último es un apéndice a sus obras. Este orden de edición no corresponde
precisamente al orden de creación de la obra dariana.
La obra de Rubén Darío ha sido además compilada e investigada prolijamente
por numerosos tratadistas. Mencionamos a Regino Boti en Cuba, Saavedra
Molina, Armando Donoso y Silva Castro en Chile; Alberto Ghiraldo en la
Argentina; Andrés González-Blanco en España; Teodoro Picado en Costa Rica;
Zúñiga Pallais en Nicaragua. Y más recientemente hay estudios importantes,
entre los cuáles descuella indudablemente el de Arturo Torres Rioseco,
especialista de la Literatura Hispanoamericana. Los bocetos que trazamos a
continuación no se ocupan detalladamente de la totalidad de la obra
rubendariana por varias razones de validez para nuestro concepto: la
extensión, la vastedad de la obra; la – relativamente- poca importancia de
26
algunas partes de ella para la finalidad de nuestra demostración; y la
profundidad y maestría con que alguna porción de la obra ha sido ya
examinada.
Inútil es prevenir que en la apreciación de la obra daríana, en las opiniones y
conceptos que se van a expresar, incide nuestro personal gusto, y que es éste
un mosaico de sugerencias y en ningún caso un intento polémico o una
dilucidación personalista.
Con estas necias salvedades, entramos al examen de la obra de Rubén Darío,
que hemos dividido en varios compartimientos comunicantes: Poesía, Crítica-
Crónica-Novela, Cuentística, y Epistolario. De algunas obras específicas
apenas se hace mención. En otras se explana y se insiste.
L A P O E S I A D E D A R I O
“Rubén Darío es el poeta más musical y el trovador más
poético de cuantos han cantado en lengua castellana”.
Ramón Pérez de Ayala.
Darío escribió muchos versos, y empezó a crearlos desde niño. Prescindimos
sin embargo de su creación propiamente infantil, y empezamos con sus
poemas de adolescencia y juventud. EL LIBRO es uno de esos primeros
poemas, ya susceptible de ser destacado. Fabricado en décimas donde relata
con descripciones vivas y movimiento ágil el desarrollo del pensamiento
humano signado par acontecimientos históricos. Desenvuelve hábilmente el
periplo y peregrinaje del libro, y condena acerbamente a los enemigos del
pensamiento libre, para lo que dirige sus baterías contra el Syllabus y las
decretales vaticanas; de paso saetea la iglesia cristiana, afirmando la
desnaturalización de los principios dados por Cristo:
. . . yo contemplo
27
Que es hoy, nada más, tu templo
Un gran taller de indulgencias “.
Se fija aquí mismo sus derrotero para la obra lírica: la descripción del Bien y
del Progreso liberal –como emoción-, y de la Naturaleza -como paisaje sólido
iluminado par la presencia de Dios. Este punto confirmará su vitalicia
cosmolatría o panteísmo franciscano : “la llama eterna que brota
Dios en la Naturaleza “.
Una serie de nombres que Darío cita en sus poemas, de autores y personajes
de todas partes, hace suponer una ilustración importante, aunque en buena
parte realizada en obras que no alcanzaron fama hasta nosotros: Cormenin,
Girardin, Aimé-Martin, Michel, Laurent, Pelletán . . . A ratos asalta la
impresión con audacia que hacen sonreír :
“ya estamos aburridos
De mirar tanta flor y tanta nube . . . “
En el mismo poema (ECCE HOMO) se queja con premoniciones del cercano
Vallejo que se aproxima :
“Oh Dios: Eterno Dios siempre soñado,
Siempre soñado, que jamás te vimos!
No te duele el estado
Fatal en que vivimos?”
Casi, casi como lo dirá el peruano unos lustros después, con un
desgarramiento mucho más patético y vertebral :
“Dios mío, si tú hubieras sido hombre
Hoy supieras ser dios.
Pero tú, que estuviste siempre bien,
No sabes nada de tu creación . . .
Y el hombre sí te sufre: El dios es él!”
28
-César Vallejo-
El spleen nos invade, nos sofoca . . .” dice Darío en sus catorce o quince años,
careciendo todavía hasta de una elemental intuición de la vida. En ESPIRITU –
poema regular en extensión-, aparece la voz “hornilla” nueve veces; de ellas,
seis por lo menos rimando en consonancia. Unos pensarán que es insistencia
fonética para crear una asociación del espíritu; otros dirán que es un fastidio
preconcebido para captar la atención. Si lo primero, la figura es ordinaria e
inteligente; pero esta tendencia no es rara en sus años, en los inicios de su
rebeldía, porque los posteriores modernistas trataron muchas veces la
realidad en su forma más prosaica, sobre todo la realidad social, y por
entonces ya tenía Darío sus asomos temperamentales buscando arraigo en
una visión personalísima. Aún tomando en cuenta su edad no ha de
presumirse ignorancia –era un joven de muchas lecturas- y debe imputarse a
tiranía métrica el incorrecto cambio de personas en la última décima de uno
de sus poemas:
“. . Y tú , Jerez, duérme en tanto,
en la tumba que os contiene”,
recargándole sí el precio de cierta ordinariez tonante que no pasa
desapercibida en el ambiente digno del poemita de loor. Los versos de
juventud están inflamados de un liberalismo incipiente y más que todo
emotivo; hay un poco de anticlericalismo, y la expresión trata sin embargo de
ser profundamente religiosa en ejercicio de un panteísmo de especies
franciscanas: reconoce la presencia de Dios en todas las cosas del ancho
mundo y con preferencia en las pequeñas y humildes, pero prescindiendo de
los sacerdotes intermediarios en la gustación -“ inmediata”- de Dios y de los
misterios místicos. Esta época abarca hasta sus dieciocho años y está marcada
por su admiración hacia el hombre, hacia el progreso intelectual y hacia las
fuerzas naturales. Ha entrado ya al ejercicio sacerdotal del Arte y ciñe las tiaras
de hierofante de Hugo, su dios de toda la vida. Acaso sus votos solemnes estén
en el poema VICTOR HUGO Y LA TUMBA, desorbitada alegoría de la
inmortalidad del poeta que tanto amó Darío; la imaginación se remonta a
paroxismos sin ejemplo, y el forzado proceso de los sextetos alejandrinos no
es capaz de mermar la grandeza de los diálogos cósmicos.
29
El material utilizado no es aún arcilla definida. La temática gira alrededor del
pensamiento, la naturaleza, el hombre, las imprecaciones a Dios, las
descripciones de la selva y el mar. A veces aparece optimista la afirmación de
Dios y del progreso espiritual, el rechazo del materialismo y del utilitarismo
industriales. El examen de valores cuya jerarquía empieza a ordenar:
generosidad, elegancia, valor civil, sensibilidad, idealidad, fantasía. Otras,
brotes de antipapismo, racionalismo, radicalismo exaltado hasta la
irreverencia: veánse QUIEN VENCERA, A LA RAZON, SONETO CIVICO, EL
JESUITA, sin calidad notoria y sin vigor autónomo todavía, pero útiles para el
conocimiento de su ánimo. Su espíritu liberal encuentra una causa bella en la
cual matricular su entusiasmo y que será ideal relievado con los años y la
madurez intelectual: la unidad centroamericana, la reunión de esas patrias
comunes disgregadas artificialmente por fronteras intrascendentes. Canta los
héroes y las ideas conectadas con ella: ora los desoídos esfuerzos de Máximo
Jerez, en cuya alabaza tiene el desacierto de comenzar con el húmedo protesto
de humildad:
(Imposible es que te cante,
Que en la tumba de un gigante
No ha de cantar un pigmeo!” ),
bien en ese otro poema de evidente intención contra los Estados Unidos –
UNION CENTROAMERICANA-, discurso político de proclamación, tono oratorio
sin mesuras, con fábulas alusivas que esculpen las sombras, el viento y la luz.
La fábula política será a partir de entonces una de sus preferencias y arma que
esgrimirá con no poca habilidad: LA OBRA DEL OLEAJE, EL ORGANILLO, etc.
Aquí loa el liberalismo, entendido como democracia anticlerical y
librepensadora; allá hace un canto heroico, vibrante y sonoro que bautiza
HIMNO DE GUERRA; en un lado elogia LA CARIDAD con la funcional alegoría
de la perla y las descripciones del mar y la selva, y en otro se ocupa de
enumerar y reseñar héroes y problemas, episodios políticos como la ocupación
de Alsacia y Lorena, los sucesos desventurados de Polonia, la guerra de Cuba,
etc. –AL ATENEO DE LEON-. Hay también un modestísimo canto AL OBRERO,
que podría ser titubeo tímido de la poesía social que empezará tras la primera
guerra. Se ocupa y utiliza el folclore en un poema donde narra la leyenda
30
popular nicaragüense de la CEGUA o ceguanaba, narración supersticiosa de
toda similitud con la “barbacoa” de nuestros campos. Hay una bonita
condenación de la calumnia en la alegoría del diamante y el fango –LA
CALUMNIA- ; pero especial mención ha de hacerse de la PROFECIA DE
HORACIO, que es el preludio de los dramáticos recursos a que apelará después
sin muchos rubores. Es un ingenioso sablazo por veinte duros, inferido al
Doctor Jerónimo Ramírez comparable en el humor y buena factura a los del
colombiano Joaquín Pablo Posada, aunque con más suspenso y más agudo
final. Han señalado los tratadistas especializados los años 1881-1885 como
límites de esta creación.
Se observan en ella con igual intensidad los resabios de los autores de la época
y las novedades impositivas de su rebeldía personal; aún más, los atisbos que
tutelarán sus posteriores innovaciones. Darío no es tímido – estando aún en
sus comienzos- para la adopción de sus MODISMOS PERSONALES. Crea y usa,
por ejemplo : murmurío, siquier, demagogía, atambor, endiosea, giganteas.
Los CULTISMOS los prodiga en cascada, en sus diferentes especies:
CULTISMOS DE LENGUAJE: setentrión, capuz, blondo, do, pardiez, carbunclos,
linfas, noto, térreo, ondinas, aura, plectro, aquilón, domeña, clámides,
carcoma, lupercales, flébil, flamígero. CULTISIMOS MITOLOGICOS: náyades,
Faviono, Eolo, Siva, Filomela, Venus, Diana, sátiros, ninfas, Júpiter, Olimpo,
Hidra, Baco, Apolo, Erato, Jano, Thalía, etc. Abundan las ALUSIONES
HISTORICAS (Cabañas, Morazán, Galileo, Colón, Huss, Torquemada,
Veintemilla, Laplace, Gutemberg, Mirabeau ), LITERARIAS (Mefistófeles,
Mácbeth, Comte, Littré, Sócrates, Voltaire, Dante, Sófocles, Esquilo, San Juan,
Cervantes), y GEOGRAFICAS (Sahara, Vaticano, Vesubio, Tabor, Carrara, Hule,
Irazú, Momotombo, Mombacho, Estambul, Subtiava, Jericó . . . ). La expresión
está atraída y edificada por el exotismo, primer intento de universalizarse, y
que será tacha superflua con que medrarán algunas críticas adversas; desde
ya aparecen en su obra datileros, oasis, mármol de Carrera, y no pocos
TECNICISMOS con los que vuelca su preceptiva hacia un más completo uso de
los recursos idiomáticos (ázoe, carbono, fósforo, monomaníaco, escorbuto,
propedéutico, terapéutico). Tras varios arcaísmos (encendellos, etc.) y una
que otra cacofonía (arpa eolia), principios de su terquedad antiacadémica, y
como reacción muy típica un cúmulo de voces ordinarias, mal vistas antes en
31
los predios de la poesía: basura, pellejo, intestino (sustantivo), cebolla,
botado, viruela, corsé, gordo, costal, chilla, roncha, tercios (en el sentido de
montones), etc. Es escaso sin embargo, todavía, en los extranjerismos que
agrandarán su lengua con la invasión del futuro cosmopolitismo trashumante.
Los ABROJOS fueron escritos en Santiago, y publicados por Pedro Balmaceda,
grande amigo del poeta. Darío hizo una biografía de su editor, bajo el título
de A. DE GILBERT, seudónimo que utilizaba. Muchos de estos poemas son
curioso testimonio de una época tenida por retablo de bohemia, de un tiempo
pintoresco en que aún se decía en las farras báquicas, “Que improvise el
poeta!”, y el melenudo se alzaba para decir en estrofas plañideras el fracaso
del amor, la pobreza metálica, la rijosa complacencia del tirano combatido, o
las añagazas de la vida apabullante. Otros tienen franca forma de copla, y
llegaron a popularizarse como aproximaciones al refranero; como aquel que
dice:
“Dar posada al peregrino?
A uno di posada ayer,
Y hoy prosiguió su camino
Llevándose a mi mujer”.
Los poemas breves de esta colección son producto de las superficiales
amarguras juveniles, y por lo mismo tienen menos profundidad que, por
ejemplo, las “humoradas” de Campoamor, en cuyo clima se formó Darío. Esos
ABROJOS son especie de ese vasto género de lamentaciones arraigadas en la
dinámica ironía vital que bajo distintos meridianos y tiempos ha inspirado los
mejores momentos de los llamados poetas malditos; tienen inclusive una real
identidad conceptual con las “Gotas amargas” de Silva, o las “Gotas de ajenjo”
de Julio Flórez, si bien están construidos en distinta armazón y en mejor
síntesis. Está en ellos muy disminuida la ración de cultismo que tanto bulto
hace en las obras de Darío sobre todo en las de prosa. El lenguaje usado es
sencillo y modesto, sin que por ello carezca de nobleza y variedad. Aún
pesando en su favor éstas condiciones, los poemas de ABROJOS no son
populares, no son muy difundidos, no son requeridos por el público en general,
porque tienen menor atracción, son menos pegajosos que otros de la misma
32
clase, como los de Bécquer, Campoamor, Silva o Flórez, que antes
mencionábamos.
Generalmente se conocen los ABROJOS unidos a las RIMAS. Fueron ambos
publicados en Chile, y los críticos les atribuyen la condición de preludio a su
sinfonía lírica. Las RIMAS fueron premiadas en Concurso poético de 1887 en
Valparaíso. En abstracto, es decir, atendido el ambiente de los versos, pueden
hallarse recordaciones becquerianas; no debe decirse lo mismo respecto de
la forma concreta, pues el lenguaje de Darío es menos expresivo que el de
Gustavo Adolfo, aunque la estructura fónica y métrica que utiliza tiene
parecidas características. Esta circunstancia modal no puede tomarse como
imitación, pues estas medidas y combinaciones no fueron creación de
Bécquer, sino moda literaria de su época, y muchos contemporáneos suyos las
utilizaron, evidentemente con menos éxito. Ha sido muy difundida la tesis
crítica de que Darío imitó a Bécquer y a Campoamor. Pero no se ha hecho la
distinción necesaria de que esa orientación solo puede predicarse con acierto
respecto de la guía abstracta que yo formulo con el nombre de “clima” o
“ambiente”. A Campoamor lo sigue en cuanto utiliza las punzadas de una
ironía triste y hondamente humana, pero sus esquemas poéticos son bien
distintos. Hay en las RIMAS estrofas de una delicadeza sorpresiva, ausente en
el español, no importando que sean camino hacia una ironía final sí muy propia
de aquél:
Que no hay alma? Insensatos!
Yo la he visto: es de luz . . .
(Se asoma a tus pupilas
Cuando me miras tú)”.
La ubicación cronológica de las RIMAS y los ABROJOS es importante. A los doce
años Darío ya escribe versos curiosos pero ordinarios, sin que esto suponga
menosprecio de su precocidad. En sus quince años hace periodismo político y
crónicas sentimentales. A los dieciocho tiene prestigio de poeta civil y es autor
de ditirambos políticos y otras adulaciones en verso. Pero a los veinte años
inicia su carrera auténtica con los ABROJOS Y LAS RIMAS, en los cuales las
33
influencias no perjudican la notoria construcción personal y peculiar de su
genio.
Viene después EL SALMO DE LA PLUMA. Dedicada a España, ordenada por el
alefato y construida en combinación de alejandrinos y hexasílabos agudos;
tiene por tema el elogio de la pluma como instrumento del pensamiento y del
arte. Parece que se desconocen el principio y el final, pues en la versión
publicada solo aparece lo que va de la letra vau a la phe, es decir, diez de las
que debieron ser veintidós estancias. Se desenvuelve como un discurso lleno
de sonoridades que es expresión retórica de idealismo profundo. En el mismo
tomo se publicaron otros poemas diversos que mencionan de paso enseguida.
LA VIRTUD -1883-, poemita correctamente escrito, apenas para ser recitado
por niñas en primeras comuniones, carece de especial mérito y es atribuible a
encargo. ALEGORIA, dedicado a don Rafael Zaldívar, con una musicalidad
como aquella que fue cara a Espronceda, a base de copiosas esdrújulas u
agudas; identifica la nación con una barca y las tempestades políticas con las
marinas. Está fechada en San Salvador. LIEDER, brevísimo madrigal
atmosférico. HASTA DONDE? Seis cuartetos de lamentaciones lamentables
en rima facilista. APOSTROFE A MEXICO, dos décimas loatorias no muy
empinadas. MENSAJERO SUBLIME, poema escolar a Colón. TRES HORAS EN
EL CIELO, relato en versos duros de un acto final en la Normal de Señoritas. El
gracejo que era posible no es el fuerte del Darío joven de este poemilla. UN
PLEITO, graciosa fábula de sentido importante, pero falta síntesis en ella para
ser perfecta; lo que Darío narra en más de veinte cuartetas, lo hubiera dicho
Pombo en cinco, o Samaniego en dos. A FRANCISCO ANTONIO GAVIDIA,
saludo y elogio a un poeta de 19 años y a sus versos, con tan exorbitante
entusiasmo que lo compara a los Tirsos y Moretos; es una solapa en renglones
cortos, que ni el respeto al Maestro nos haría llamar versos:
“Un acontecimiento literario
Es la publicación que admiro ahora.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Yo aseguro que en todo Centroamérica
El tomo de los versos de Gavidia
34
Es lo primero que hemos visto en libros
De esas materias . .
. . . . . . . . . .
Estilo origina; tienen sus visos
De clásico maestro, y pinceladas
De un arrebatador naturalismo.
. . . . . . . . . . etc.
La INTRODUCCION A “LA AURORA” DE JOAQUIN MENDEZ, es un tráiler o
avance de octosílabos del rosado idilio de Méndez. EN EL ALBUM DEL
DISTINGUIDO ACTOR LOPEZ OCHOA, composicioncilla de álbum, como su
nombre lo dice. EN EL ALBUM DE ADRIANA, lo mismo. HUYO EL DIA, paráfrasis
del poema de Longfellow, traslada fielmente la delicadeza interior. LA
ETERNIDAD, paráfrasis de Byron, menos conseguida que la anterior. EL
BANQUILLO, imitación de Víctor Hugo, hermoso diálogo entre el leñador y el
árbol, similar a los “Buscadores de Orquídeas” que Julio Flórez escribió
después, culmina con un golpe inesperado que le imprime dramatismo,
cuando el árbol se niega a dar materia prima a los patíbulos; es expresión
típica del espíritu liberal victorhuguiano de Rubén. EPISTOLA A UN LABRIEGO,
poema cuidadosamente labrado en tercetos endecasílabos hace el modelo de
las composiciones bucólicas fabricadas por hombres de ciudad, en lo cual se
diferencia de otras obras que desarrollan una temática campestre utilizando
el giro general del campo y con una vivencia contagiosa del mismo, como
puede decirse por ejemplo de la “Memoria sobre el cultivo del maíz” de
Gregorio Gutiérrez González, o de cierta poesía de Bayona Posada en
Colombia, de Gabriel y Galán en España, o de Miró Denis en Panamá. EL ALA
DEL CUERVO, romance de molde clásico y sobre la clásica línea de una
narración novelesca que culmina dolorosamente. LA REVOLUCION FRANCESA,
tetralogía de sonetos alejandrinos con cuatro cromos templados de fiebre
artística susceptible al encanto de las sedas aristocráticas, pero también de
espíritu liberal que rechaza los tronos. Esta aberrada simultaneidad se dio
insistentemente en Darío, y fue propia de su genio la posibilidad de absorber
ambas directrices. LOS CUATRO DIAS DE ELCIIS : es la traducción parcial de LA
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LEYENDA DE LOS SIGLOS de Víctor Hugo, fue completada en diferentes metros
por Andrés González-Blanco en 1924, añadiéndole algunas consideraciones
explicativas entre las cuales afirma como influencias notorias en las obras
darianas las de Zorrilla, Núñez de Arce, Campoamor, Bartrina, y Bécquer.
LOS CUATRO DIAS DE ELCIIS es un formidable panfleto escrito con ímpetu
oratorio, abundoso en acerbidad y en irónicos apuntes, donde se combate e
infama para la eternidad la cobardía de la guerra moderna, y la religión
artificiosa y formalista, superficial y golosa, a los curas negociantes de la
Redención, al Papa –“el gran mendigo que reparte indulgencias”-, y a Roma
entera, llamada por el poeta la “constante prostituta “.
“A Z U L” : 1888 . Obra señalada como clarín inicial del Modernismo.
Hemos seleccionado para concepto solamente algunos poemas, ya que la obra
y su influjo y valor verdaderos han sido materia de densos estudios. En todas
las antologías toman como premisa el poema PRIMAVERAL, romance de corte
clásico pero renovado con una rara dosis de alegría; el romance rubendariano
es el paso obligado entre el clásico y el moderno o garcialorquiano; fija el
punto donde a la forma ágil se junta el nervio de la alegría, el color, el
movimiento, que después se verán plenos en García Lorca. ESTIVAL : en un
idilio salvaje Darío incorpora la fauna africana –tigres, hipopótamos,
elefantes- al arsenal de la poesía modernista, que tendrá como característica
muy suya el exotismo de los motivos y de los materiales de fábrica, hasta
llegarse a los camellos del colombiano Valencia, que no pudo verlos ni en los
zoológicos. Suelen preferir también (no compartimos sus razones) los
antologistas, otros poemas que para nosotros carecen de ” valor sintomático
“, tales como AUTUMNAL, INVERNAL, PENSAMIENTOS DE OTOÑO
(recreaciones de Armand Silvestre), A UN POETA (aquél que tiene un
hemistiquio brillante: “Nada más que un titán que llora”, trasladado de Díaz
Mirón), ANAGKE, dolida fabulilla de la paloma y el gavilán, y los MEDALLONES,
etopeyas y retratos de L´Isle, Mendes, Whitman, Palma, Díaz Mirón, etc.
“ C A N T O E P I C O A L A S G L O R I A S D E C H I L E “ es un
poema de la misma época, que parece escrito por un nativo de la nación
meridional. Darío muestra con placer visible sus amplios – y no densos!-
36
conocimientos universales en los más distintos y distantes territorios de la
historia; aquí habla de los héroes y acontecimientos chilenos como si de largo
tiempo hubiera convivido con sus mitos y leyendas, en forma bien diferente
por cierto de cómo ocurre con los “ poetas documentados”, con quienes
cualquier alusión concreta y hechos y personas aparece forzada y estrecha.
“ P R O S A S P R O F A N A S” 1896 : ERA UN AIRE SUAVE es uno de los
poemas donde mayormente se marca la peculiaridad del modernismo
rubendariano, la música de la frase, el ambiente rosado y lujoso, la delicadeza
del episodio – que hoy llaman “anécdota”-, y que no es más que la cautivación
de un momento ficticio con aproximaciones a la realidad. El endecasílabo
rubendariano tiene aquí su más limpia sonoridad, exento como está de esos
golpes de fuerza que lo hacían a veces duro al oído. DIVAGACIONES : sigue los
moldes de los anteriores, pero su calado popular es menor por lo difuso de la
anécdota, reducida a las enumeraciones del amor exótico. SONATINA : Uno
de los más conocidos y gustados, tiene un ritmo encantado de sueño juvenil y
discurre dentro de un perfecto pentagrama donde la música de las palabras
finamente escogidas se corresponde con el motivo romántico y el iluminado
cromatismo; el poema está para ser ilustrado por Rubens, o si se quiere es la
relación vívida de un cuadro que pudo pintar el maestro flamenco. BLASON :
apoteosis del cisne, fabricada con sílabas de seda. EL FAISAN : en
endecasílabos rimados en tríos; el endecasílabo es demasiado corto para esa
consonancia, y el efecto sonoro pierde vitalidad. Siendo la poesía dariana
esencialmente auditiva casi toda, no conviene a ella este sonsonete insistente.
Afortunadamente no es frecuente, y solo reaparece por allá en SANTA ELENA
DE MONTENEGRO. MARGARITA : poema muy popular, escrito en Buenos
Aires a una muchacha de regular conducta, apenas incidentalmente soneto,
pues en abstracto nadie diría que lo es por el ambiente que lo especifica. MIA
: sonetillo, con la entraña sutil que después usaría maravillosamente Juan
Ramón Jiménez. COLOQUIO DE LOS CENTAUROS : poema culto, y por ello
librado de popularidad. Darío, formado en los clásicos, acoge el mito para –
bajo sus lienzos- colocar sus ideas y sensaciones de la vida y la muerte,
arguyendo y doctrinando por la voz de Quirón y con sensibilidad de artista,
pero también de hombre profundamente humano y solidario con el barro, y
no por eso menos atento a las estrellas. El alejandrino pareado, escogido con
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acierto para el poema, da a los diálogos una solemnidad de música gregoriana.
El diálogo, de altura filosófica, ocupa el poema donde parece ausente o al
menos muy lejano el paisaje, el telón de fondo, de cuyos detalles prescinde
Darío por esta vez. Recuérdese que es muy frecuente en él la creación del
paisaje-espectáculo, y en sus pinturas se deleita muchas veces con mengua
del tema. PORTICO (para el libro EN TROPEL de Salvador Rueda) 1892: es un
mosaico de impresiones ópticas plenas de un colorido pagano, pulido en un
verso no frecuente, el endecasílabo acentuado inicialmente en el tercer golpe
fónico, en forma que el canto adquiere una rara marcialidad viril. LA PAGINA
BLANCA, bajo el signo de la muerte, elegante, brillante si se quiere, pero de
apenas cortas sugerencias. SINFONIA EN GRIS MAYOR : estampa tropical y
porteña, creadora del molde que difundirá unos decenios después Héctor
Pedro Blomberg; en lugar del nostalgioso alejandrino que hubiera sido casi
obvio, Darío utiliza el dodecasílabo en aire de saudade, pero menos oscuro
que las catorce sílabas y más propicio por ello a la luz abierta de las bahías.
EPITALAMIO BARBARO : Brevísima insinuación cósmica, dedicada a Lugones,
que será mejor aprovechada por Julio Flórez con parecido anécdota en su
IDILIO ETERNO. RESPONSO A VERLAINE : Es uno de los poemas que solamente
pudo escribir Rubén Darío; allí su orquestación cósmica, su alma de elegancias
gálicas, su corazón visceral, panteísta, franciscano, su “pathos”, su
sensualidad pagana y pánica. Si como partitura se asimilan, solo hay un
pentagrama parecido en Malherbe, por allá en una de sus paráfrasis a los
salmos davídicos, talvez el CXL de ellos. Léanse sin prisa, saboreando las
estrofas que se deslíen delicada y sonoramente:
“Que púberes canéforas te ofrenden el acanto .
Que sobre tu sepulcro no se derrame llano
Sino rocío, vino, miel :
Que el pámpano allí brote, las flores de Citeres,
Y que se escuchen vagos suspiros de mujeres
Bajo un simbólico laurel!”
Nótese el perfecto discurrir paralelo de los conceptos y las impresiones
desarrolladas por las pausas vocálicas, y la división natural en períodos a que
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se presta la maestral combinación de los alejandrinos con los octasílabos
agudos.
“Que si un pastor su pífano, bajo el frescor del haya,
En amorosos días, como en Virgilio, ensaya,
Tu nombre ponga en la canción ;
Y que la virgen náyade, cuando ese nombre escuche,
Con ansias y temores entre las linfas luche
Llena de miedo y de pasión . . . “
CANTO DE LA SANGRE : proyecto de poema sobre un tema no
suficientemente aprovechado aquí. EL REINO INTERIOR -A Eugenio de Castro-
Alegoría del alma contradictoria de la plenitud vital, equilibrada entre las
tentaciones contrapuestas de la Virtud y el Vicio; no tiene este poema
posibilidad de ir al gusto popular, por la poca presencia del “sentido” y el
esfuerzo que exige una gustación adecuada. Pudo, sin embargo, quedar mejor
en prosa. DEZIRES : creaciones de un molde que usará después León de Geiff
para su poemática insular. Pedro Henríquez Ureña nos afirma que Darío
encontró los moldes de sus “dezires, layes y canciones” a la manera de Johan
de Duenyas, Johan de Torres y otros hombres y lugares, en el CANCIONERO
INEDITO DEL SIGLO XV, que compiló Pérez Gómez Nieve, y fue publicado en
Madrid en 1884. QUE EL AMOR NO ADMITE CUERDAS REFLEXIONES :
reminiscencia clásica de forma y elementos conceptuales. Quevedo, Fray Luis,
Santa Teresa. LA ESPIGA : soneto eucarístico, correcto y frío. LA FUENTE :
soneto admonitorio para los jóvenes hecho sobre la línea que luego templará
de acero Pedro Benjamín Palacios –Almafuerte- (Nótese que, en cuanto es
posible, prefiero señalar la descendencia americana de Rubén Darío, los que
nacieron y nacen de él, más bien que los afluentes que en él derramaron su
vertiente lírica). PALABRAS DE LA SATIRESA : soneto en el que Darío condensa
su credo poético hacia una síntesis de lo dionisíaco y lo apolíneo. La Satiresa
le enseña,
“Sabe que está el secreto de todo ritmo y pauta
En unir carne y alma a la esfera que gira,
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Y amando a Pan y Apolo en la lira y la flauta
Ser en la flauta Pan, como Apolo en la lira “.
A LOS POETAS RISUEÑOS : expresión de su raíz latina, desdeñosa de la
barbarie y oscuridad de las artes extrañas; no tiene, empero, una calidad
especial. YO PERSIGO UNA FORMA : soneto de ritmo alterado, dice las
búsquedas de su “ars poétique” personal, y envuelta en ella, la de una forma
cósmica para su alma estrecha en el mundo.
“C A N T O S D E V I D A Y E S P E R A N Z A” 1905 : YO SOY
AQUEL . . . Uno de los más bellos cantos de la lírica española con el ánimo
romántico y egocentrista de encontrar tema en las vetas íntimas, y con la
estructura musical que aprovecha al máximo la sonoridad de las palabras, la
elegancia de las construcciones y el adecuado corte de los conceptos para
dejar una atmósfera de asociaciones que complementan lo dicho. Mérito, a
más de éstos, es el constituír una radiografía honesta, sin elocuencias inútiles
ni excesos para favorecerse. Darío conoce y explica su precisa localización
artística:
“. . . muy siglo dieciocho, y muy antiguo
y muy moderno; audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infinita “.
Pródigo en andanzas y dado a los tráfagos cainíticos, conserva esa ancestral
vena religiosa hondamente arraigada y no enajenable a las exteriorizaciones
fáciles; ella le hace pensar que en ese cúmulo de azares y aventuras, “ si no
cayó fue porque Dios es bueno “. Retrata su alma con una precisión que
envidiaría el más incisivo de sus críticos y comentadores:
“. . .un alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva.
Y tímida ante el mundo …”
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Alma sin embargo, saturada por una sensualidad agreste y cálida, una
sensualidad cosmólatra. La sensualidad del artista es solamente una
modalidad; de ahí que su carne esté toda llena de alma, de ahí que esté el
artista más allá del bien y del mal, como quería Nietzsche. La sensualidad
rubendariana trae a la existencialidad del artista el apego a una esperanza, la
afiliación a un deseo que más tarde invocará Barba Jacob, en su búsqueda de
“una sensualidad de nuevo giro”. Este canto de Darío es un anticipo de otro
que de él derivará Porfirio, aquél que dice probablemente, si lo recuerdo, “la
voz del viento en la arcada/ tiene la clave de mí mismo. / Soy una fuerza
exacerbada/ y soy un clamor de abismo “ . . Un concepto que merecería
ampliarse con profundidad es el de que Barba fue con De Greiff el último
modernista rubendariano. Acaso también ese furor dionisíaco que en Barba-
Jacob primó sobre lo meramente apolíneo tenga igualmente arraigo y ejemplo
en la sensualidad pánica de Darío :
“. .con aire tal y con ardor tan vivo
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo
y dos cuernos de sátiro en la frente “.
Él mismo se halla esa honestidad biográfica que nosotros apuntamos a su
poema, espontaneidad enfermiza si se quiere, y que él encuentra como
elemento de su “sensual hiperestesia humana “, cuando se mira y conoce
“. .todo ansia, todo ardor, sensación pura
y vigor natural; y sin falsía,
y sin comedia y sin literatura . . .
Si hay un alma sincera ésa es la mía “.
Darío concibe el Arte como un sacerdocio purísimo, como una misión divina
entre los hombres, y en tal fuero empeña su mira permanente en las alturas,
sin dejar nunca que la prosa cotidiana contagie la idealidad y lejanía de sus
ansiedades. Y dado a esta quimera del arte puro quiso hacer la poesía con su
vida antes y primero que con su pluma.
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“Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora.”
Repite también aquí su credo estético, la hipostasia de la materia y la forma,
del cuerpo y el alma, de la sensación y la idea, de Pan y Apolo : la síntesis
multifónica de la flauta y la lira!, y arrasa, para terminar de un golpe, el
pesimismo ínsito en la carne, con un desdén arrogante hacia el momento
mustio y pasajero, hacia la transitoriedad de todo vencida por la consciencia
cósmica del poeta:
“La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén la caravana pasa! “
SALUTACION DEL OPTIMISTA: Con un ritmo de arcaísta erudito –intentos de
ambientar el hexámetro!- similar al de EN ALTA MAR de José Eusebio Caro -
tan dura, tan pesada y tan elogiada por la crítica!!-; en aquél como en éste la
música se apoya en el bordón superficial y un tanto áspero y desagradable de
los esdrújulos y las cesuras broncas. Hay una canción de Barba de intención
semejante; pero mientras Darío canta el resurgimiento colectivo, casi la
revolución o la desvelación étnica, Barba reduce su entusiasmo al
renacimiento y a la rebelión íntimos, y recoge el sentido a los personales
linderos de la pasión y la emoción suyas y propias. CYRANO EN ESPAÑA :
celebración anecdótica de la hermandad hispano-gala, con pareados sonoros
y sin segunda intención, pero llenos de colorido y armonía. TORRES DE DIOS,
POETAS: Hay una nota mínima pero que es ocasión a veces. La prevención
general contra o hacia los versos y los fabricantes de ellos, o contra la poesía y
los poetas, es un clima perenne y bien difuso; pero a veces se agudiza. Y
entonces los poetas se lamentan de ello. Ovidio decía en su tiempo : “Infeliz
de mí que los hago; los versos gozan hoy de tan precaria estima : “ Y en cada
42
lustro un poeta lo repitió, hasta Göethe, Rilke y los nuestros -Juan Lozano
también- Darío no faltó a la línea :
“Esperad todavía!
El bestial elemento se solaza
En el odio a la sacra poesía
Y se arroja baldón de raza a raza.
. . . . . . . . . . . . . . .
Poned ante ese mal y ese recelo
Una soberbia insinuación de brisa
Y una tranquilidad de mar y cielo . . . “
CANTO DE ESPERANZA : Bella invocación de la paz de Cristo sobre la guerra
desencadenada en el Oriente; da la medida, como tantos otros , de la
sensibilidad del artista, que lo hace sufrir solidariamente con sus hermanos de
cualquier color y distancia.
“La tierra está preñada de dolor tan profundo
Que el soñador, imperial meditabundo,
Sufre con las angustias del corazón del mundo”.
Hay una continuación conceptual de esta oración en el poema HELIOS, con un
sentido más pagano pero igualmente religioso, más sonoro pero casi tan
profundo como el anterior. MARCHA TRIUNFAL: Probablemente es el más
popular de los poemas de Darío, de exitosa declamación por su timbre
metálico, su brillante colorido, su riqueza cromática; por lo llamativo de la
anécdota, la cual encuentra su blanco en la curiosidad de los niños, la
admiración de las mujeres y la nostalgia de los viejos. Contribuye a su calidad
la onomatopeya de su ritmo y la virilidad de sus imágenes. LOS CISNES :
Expresa la angustia de los poetas -hombres sensorios- ante la guerra cultural
de las influencias y la guerra histórica de las invasiones.
“Seremos entregados a los bárbaros fieros?
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Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros?
Callaremos ahora para llorar después? “
A estas inquisiciones el poeta responde con un vivo deseo de regresar a los
huertos interiores, a la Síbaris íntima, vista la imposibilidad de retornar al
paladín romántico y a la beligerancia activa :
“A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos”.
(La segunda estancia del poema fue escrita “en la muerte de Rafael Núñez).
NOCTURNO : Poema de dolor contagioso, y muy preferido por ello de todos
los públicos. Puede decirse que sus frases son el anticipo de LO FATAL, uno de
los mejores poemas filosófico-sentimentales de la antología castellana. Darío
dice en el NOCTURNO,
“Quiero expresar mi angustia en versos que abolida
dirán mi juventud . . .”
Como más tarde diría nuestro Barba, hendido par iguales infiernos :
“Quiero expresar mi desazón suprema
Y perpetuarla en la virtud del canto! “
En este NOCTURNO, el nicaragüense reconstruye su interior tragedia, en ese
doloroso momento de todos los genios cuando todo parece signado por el
anatema de la frustración; los sueños parecen fallidos, los proyectos se tornan
quimera y las miserias del cuerpo doblegan la voluntad y humillan el deseo.
“. . . y la desfloración amarga de mi vida
por un vasto dolor y cuidados pequeños.
. . . . . . . . . . . . . .
Y el viaje a un vago Oriente por entrevistos barcos,
y el grano de oraciones que floreció en blasfemia,
44
y los azoramientos del cisne entre los charcos
y el falso azul nocturno de inquerida bohemia.
. . . . . . . . . . . . . . . .
Lejano calvicordio que en silencio y olvido
no diste nunca al sueño la sublime sonata . . .
. . . . . . . . . . . . . . . .
Y al horror de sentirse pasajero, el horror
de ir a tientas, en intermitentes espantos,
hacia lo inevitable desconocido y la
pesadilla brutal de este dormir de llantos
de la cual no hay más que Ella que nos despertará! “
CANCION DE OTOÑO EN PRIMAVERA : Dedicada a Martínez Sierra; es de los
poemas más valiosos de Darío, probablemente su creación o producción más
plena, más honda; hay en ella un acorde y un acuerdo perfectos entre la
filosofía del tema y la música del desarrollo; es un cuadro de colores desvaídos
pero majestuosos y solemnes, con la solemnidad de lo sagrado – de una
lectura bíblica, de un motete fúnebre al órgano -, con un telón de fondo lleno
de lejanías y de perspectivas ya gastadas por los pasos humanos, y parece
escucharse dicho por una voz envejecida en una celda jesuítica de penitencias
y delante de un coro de flautas y obóes que enlutan el aire.
“Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver! “
Empieza y alarga el recuento de las jornadas y extravíos; examina el archivo
de las sensaciones y recomienza la dibujación de los sentimientos. Halla la
intensidad de los momentos, y se duele con hondura y desgarros de la
fugacidad de los instantes.
“Y de nuestra carne ligera
45
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también “.
Los ensueños desengañados acuden y atormentan :
“En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
Ya no hay princesa qué cantar!
Cotéjese esa sensación dura, cruel, desencantada; compárense esos dos
versos que acaban la estrofilla, con éstos de Barba –Jacob:
“El tiempo es corto y el vigor escaso.
Y la amada ideal no vino nunca . . . “
Pero viene el milagro. El hitón de luz divina clavado en su corazón que anima
su genio. Terco, tozudo, soberbio, el poeta endereza hasta los astros la frente
con un burilado grito de entusiasmo y de vida:
“Mas a pesar del tiempo terco
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris me acerco
a los rosales del jardín . . .
. . . . . . . . . . . . . . . .
Y a veces lloro sin querer…
Mas es mía el Alba de oro!
TREBOL : De Góngora a Velásquez, de Velásquez a Góngora, y camafeo
dariano en loor de ambos; con originalidad llamó Darío trébol a este trío de
sonetos, que llaman otros tríptico, tríada, trisagio o trilogía, Están cincelados
con facilidad y calidades benvenutinas, con ese lenguaje fino y aristocrático de
las mitologías, los cultismos y los artificios de su fastuosa joyería lírica.
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FILOSOFIA : octava alejandrina que es síntesis expresiva del modernismo
rubendariano, dado a poetizar las cosas simples consideradas prosaicas:
Saluda al sol, araña, no seas rencorosa.
Da tus gracias a Dios, oh sapo, pues que eres.
Con hallazgos metafóricos que impresionan por su aparente ordinariez y su
paradojal hondura, y su delicadeza :
El peludo cangrejo atiene espinas de rosa
y los moluscos reminiscencias de mujeres.
LIDO : El mito de Leda fue utilizado repetidamente por Darío, de un lado con
figuración plástica, una de las más bellas de la mitología helena; de otro, por
asociación obvia con el cisne que adoptó como emblema de su rebelión
literaria y poética. No es extraño que la insistencia en el cisne -como símbolo
fálico - dé forma a su sensualidad específicamente masculina, que es visible
tanto en su vida pública como en sus aventuras íntimas. Es éste un signo muy
determinante porque la personalidad del poeta, de todo poeta, se identifica y
se conforma en general alrededor de una sensibilidad femenina. Sin que esto
indique afeminamiento o aberración alguna, aunque con frecuencia conduzca
a ellos. Gregorio Marañón ha demostrado que la sensibilidad y el buen gusto,
la delicadeza, la finura, la expresividad de lo íntimo, condiciones vitales del
artista, son cualidades femeninas. En Darío ocurrió cosa distinta. Su
sensualidad, su sensibilidad, su sentimentalidad, fueron definidamente
masculinas, según parece deducirse del apunte precitado. Con igual
frecuencia que el cisne lédico, Darío utiliza otro significativo mito de
simbología fálica: la flauta de Pan. Obsérvese además, para añadir a la
semiología básica, que sus ídolos literarios o históricos descuellan por su
vitalidad viril; por su vitalidad salvaje y bronca, rebelde y autónoma no pocas
veces. Job, Prometeo, Victor Hugo, Caupolicán, El Cid, Cyrano, Colón,
Tutecotzimí … Compárese además su personalidad artística y humana con las
de Ibson y Wagner, que como él, hicieron del cisne su individual blasón y
enseña. CARNE, CELESTE CARNE DE LA MUJER, ARCILLA . . . : derivación de
Hugo, sensual canción del amor cósmico, contenido y simbolizado en el amor
humano.
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“Gloria, Oh Potente a quien las sombras temen!
Que las más blancas tórtolas te inmolen!
Pues por ti la floresta está en el polen
y el pensamiento en el sagrado semen!”
NOCTURNO, a Mariano de Cavia : un segundo preludio de LO FATAL, con el
mismo acento dolido y lacerado del primer NOCTURNO. En su forma se
insinúan las enunciaciones barrocas que después veremos en Barba-Jacob, y
más adelante aún harán la modalidad propia de Saint-John Perse en Europa, y
de Walt Whitman y Jorge Zalamea en América. El orden lógico es -para
explicarme - Whitman, Darío, Perse, Zalamea. Obsérvese :
De Darío : Los que auscultasteis el corazón de la noche.
Los que por el insomnio tenaz habéis oído
el cerrar de una puerta, el resonar de un coche
lejano, un eco vago, un ligero ruido . . .
De Barba: Los que no habéis tenido en el corazón el túmulo
de un Dios,
ni en las manos la sangre de un homicidio.
Los que decís: Está amaneciendo,
y no lloráis el misterio del lirio del alba.
Los que no habéis logrado siquiera ser mendigos . . .
De Zalamea : Que vengan también los tiñosos,
Los caratosos,
Los tuberculosos,
Y toda la horda innumerable de los
consuntos . . .
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Prescindo de citar a Perse por carecer de material suyo en la memoria. Hay
estrofas de este NOCTURNO dariano que son muy favorecidas en el recuerdo
de los públicos por la adhesividad del metro y la claridad de la imagen, casi
dadora de sensaciones táctiles:
“Como en un vaso vierto en ello mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón triste de fiestas.
Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,
la pérdida del reino que estaba para mí,
el pensar que un instante puede no haber nacido,
y el sueño que es mi vida desde que yo nací . . . “
PROGRAMA MATINAL : boceto -en contenido y forma – de lo que después
será el poema otoñal, “Tú que estás la barba en la mano . .”. Es, inclusive
posible que haya sido escrita antes de la Canción de otoño en primavera.
También aparecen en este tomo poemas muy difundidos y comentados
ampliamente por los especialistas del modernismo dariano : PROPOSITO
PRIMAVERAL, LETANIA DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE, ALLA LEJOS, y LO
FATAL.
“O D A A MITRE “ 1986 : Darío tuvo un especial cariño por la Argentina
y por sus gentes, entre las cuales vivió mucho tiempo. LA NACION, diario
bonaerense, dio generosa acogida al poeta y lo tuvo como oficial suyo durante
diecinueve años; con los sueldos de las crónicas y apuntes dedicados a este
periódico recorrió Darío Europa. En esta ODA A MITRE campea el mismo
entusiasmo por la tierra del Plata y por sus gentes que después haría la
inspiración de su CANTO A LA ARGENTINA; es, sin embargo inferior,
tonalmente, la ODA al CANTO. Otros poemas que aparecen acompañando a
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la ODA, son los siguientes: FRANCE-AMERIQUE - en francés - : Invocación de
las glorias de Francia, madre de la Libertad, y rogación porque sus manes
históricos aireen nuestro suelo americano siempre propicio a los avatares de
la guerra. Darío escribe versos en francés sin dejarles perder sus
características personales, ni el brillo de la forma, ni la recursiva del acopio
erudito, ni la liberalidad del ritmo, ni la música de los períodos. Como casi
todos los poemas de Darío, éste es un poema para oír, porque la mitad de su
mérito está en la cadencia fónica, en las sugerencias auditivas. GESTA DEL
COSO : drama de segundos sentidos para la filosofía política, fábula política
para el pueblo, conformada por el diálogo entre un toro y un buey en el caso
de un tauródromo, en endecasílabos sin rima y con un lenguaje pleno de
energía. Dice la nobleza de la ira, la rebelión y la muerte, en un desdén
supremo por la impotencia y el yugo bovino. TUTECOTZIMI : poema épico
para ambientar un episodio de la historia azteca, escrito con tonos heroicos de
trompeta en sextetos alejandrinos, y con un montón de palabras aborígenes
como conviene al desarrollo , (cenzontle, tolteca, Moctezuma, puma, quetzal,
Netzahualcoyotl, Cuaucmichín, aguacate, teotl, teocalí, huiscoyol,huepil,
pipil, Tamagastad, Quetzalcoatl, Hurakán, náhuatl, Ahuitzol, etc.) Hay en este
poema aciertos de creación como éstos, que nos parecen ejemplares:
“Como una gran serpiente camina el río hidrópico.
. . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . .
Junto al verdoso charco, sobre las piedras toscas,
rubí, cristal, zafiro, las susurrantes moscas,
del vaho de la tierra pasan cribando el tul ;
o intacta, con su veste de terciopelo rico,
está como extasiada la mariposa azul.
. . .. . . . .. . . . . . . . . . .
Eran de oro macizo su silla y su consejo . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Sus voces redobladas se elevan al espacio
50
como voz de montaña y tos de tempestad.
. . . . . . .. . . . . . . . . . . . .
El rey murió : la muerte es reina de los reyes.
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
“E L C A N T O E R R A N T E “ 1907 :
EL CANTOR VA POR TODO EL MUNDO:
En pareados
lleno de exotismo y con el desagradable sonido –como parche y mácula- de
algunos anglicismos (steamer, sleeping-car). A COLON : Lamentación
desesperada, llanto sobre el destino de América desangrada por las
permanentes revoluciones mezquinas, ofendida por las tiranías sin receso y
humillada por las constantes invasiones a su cultura y a su historia :
“Desgraciado Almirante! Tu pobre América,
Tu india virgen y hermosa de sangre cálida,
La perla de tus sueños, es una histérica
De convulsivos nervios y frente pálida.
Un desastroso espíritu posee tu tierra :
Donde la tribu india blandió sus mazas,
Hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra,
Se hieren y destrozan las mismas razas.
Las imágenes son elegantes pero clarísimas :
“Desdeñando a los reyes nos dimos leyes
Al son de los cañones y los clarines,
Y hoy al favor siniestro de negros reyes
Fraternizan los Judas con los Caínes.
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. . . . . . . . . . . . . . . . . .
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
Y las tierras del chibcha, Cuzco y Palenque,
Han visto engalanadas a las panteras.
Obsérvese la noble utilización de la alegoría histórica, harto diferente del
paupérrimo uso a que la somete el ultramodernismo nadaísta. Contra el
desasosiego del presente ajado, el poeta se refugia en la leyenda pretérita,
siguiendo una trayectoria de fuego:
“Ellos eran soberbios, leales y francos,
Ceñidas las cabezas de raras plumas:
Ojalá hubieran sido los hombres blancos
Como los Atahualpas y Moctezumas! “
MOMOTOMBO : Canto telúrico de resonancias épicas con musicalidad muy
peculiar y rara, pues tiene un ritmo autónomo formado por acordes
dependientes de hemistiquios y cesuras muy variables, lo que le da un aire de
espontaneidad y limpidez a su fondo retórico y solemne de sinfonía
wagneriana. SALUTACION AL AGUILA : -Río de Janeiro 1906- poema de
musicación ronca y barítona, de sentido oscuro. Es una loa al águila yanqui y
una salutación a la influencia estadounidense, agradeciéndole el que nos haga
constantes, nos dé carácter y nos ayude a despojarnos de la retórica latina.
Parecería un paradojal reblandecimiento de su yancofobia, si no fuera por una
incidental y muy velada advertencia: Si ellos tienen su águila, nosotros
tenemos el cóndor. Debería ser un poema de segundos sentidos -y puede
serlo!- pero es para nosotros un jeroglífico hasta cuando logremos
circunstanciarlo mejor. A FRANCIA: sonoroso soneto motivado en la agresión
alemana. Darío se duele de la explicable hegemonía de la fuerza sobre la
belleza : Qué pueden las Gracias -dice- si Herakles agita su crin? Los VERSOS
DE OTOÑO, en cuartetos simbolistas, empiezan con aquel repetido piropo
delicadísimo:
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“Cuando mi pensamiento va hacia ti, se perfuma”.
LA CANCION DE LOS PINOS : verdadera autobiografía del inconsciente, Darío
vierte en ella una especie de admiración narcisista y especular, tomando como
signo de su yo el pino, con sus calidades de cosmopolitismo, versatilidad,
dureza, resistencia al ambiente, avidez de altura y ansia de eternidad, que
tan caras le fueron; aunque no pueda decirse que las haya podido adherir a
su personalidad en la medida en que lo deseó. También en este poema figura
la multicitada fórmula de su sentimentalidad :
“Románticos somos . . .Quién que es, no es romántico?
Aquel que no siente ni amor ni dolor,
Aquel que no sepa de beso y de cántico,
Que se ahorque de un pino : será lo mejor . . .”
LA HEMBRA DEL PAVO REAL : canción pictórica y musical descrita con una
sensualidad irreal, como un clásico cromo de deseo pagano. El símbolo es
saboreado con delectación muy estética. PRELUDIO – en ALMA AMERICA de
Chocano- : elegantes conceptos introductorios en los cuales hace resaltar las
propiedades de la obra del peruano,
“Talvez es desigual . . . (El Pegaso da saltos!)
Talvez es tempestuoso . . . (Los Andes son tan altos . . .)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Es hecho para dar a la virtud del viento
La expresión del terrible clarín del pensamiento.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
NOCTURNO : reflexión íntima con aspiración frustrada de poesía filosófica.
CASO : Epigrama sentimental de sentido obvio; en las obras de éste género
(fábula, epigrama, madrigal) Darío no puede lograr nunca la síntesis, la
brevedad y la sutileza que hicieron encantadores los ejemplos de los grandes
maestros. EPISTOLA A LA SEÑORA DE LEOPOLDO LUGONES : Extensa Carta
en siete estancias de alejandrinos pareados y ritmo ortodoxo; es, sinembargo,
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la más espiritual de sus misivas si se compara con su prosaico epistolario en
prosa: la hipocondríaca insistencia infaltable en la narración de sus
enfermedades, dolencias, depresiones, neurastenia y necesidades
económicas. Y tiene sobre las otras la ventaja del esmero formal, frecuentes
toques de ingenio, rasgos de lirismo, bellas descripciones de paisajes y
sensaciones, y los acostumbrados complementos eruditos y cultistas. BALADA
EN HONOR DE LAS MUSAS DE CARNE Y HUESO : -A Martínez Sierra –
Testimonios inútiles y de vanos mitos. Puede decirse que resume la filosofía
erótica de Darío; el envío dice:
“Gregorio : Nada al cantor determina
Como el gentil estímulo del beso.
Gloria al sabor de la boca divina :
La mejor musa es la de carne y hueso!”
AGENCIA : Desolada expresión irónica de su pesimismo en plena crisis y
explosión.
“P O E M A D E O T O ÑO Y O T R O S P O E M A S” 1907 :
Señala, a nuestro sentir, el culmen o cima cenital de la creación dariana. EL
POEMA DE OTOÑO (“Tú que estás, la barba en la mano . . .”) filosofa con un
ritual de sal amarga y de sabiduría densa, ambientado por la combinación
monocorde y monótona de eneasílabos y pentasílabos graves unos y otros.
(En algún lugar hemos afirmado que el eneasílabo es el metro que mejor se
presta para la descripción del dolor moral. En esa medida fue escrita, por
ejemplo, la BALADA DE LA CARCEL DE READING, de Oscar Wilde). El
pensamiento pesimista y drástico del Eclesiastés se acerca, pero es vencido y
abrumado por un viril amor a la vida, por un sentido dionisíaco de la tragedia
vital según las sensaciones heroicas y hedonistas de Epicuro, contagiado en
ocasiones de una elementalidad traslúcida o de una lírica ingenuidad pueril
según la cual el poeta –maduro, abatido y desengañado- mira el mundo por
las pupilas de un niño, plenas de ensueño y esperanza.
“Gozad de la carne, ese bien
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Que hoy nos hechiza,
Y después se tornará en
Polvo y ceniza.
Gozad del sol, de la pagana
Luz de su fuego;
Gozad del sol, porque mañana
Estaréis ciegos.
Gozad de la dulce armonía
Que a Apolo invoca;
Gozad del canto, porque un día
No tendréis boca.
Gozad de la tierra que un
Un bien incierto enseña;
Gozad, porque no estáis aún
Bajo la tierra.
Se observan reminiscencias del luctuoso Manrique:
Si lo terreno acaba, en suma,
Cielo e infierno,
Y nuestras vidas son la espuma
De un mar eterno . . .
Esta estrofa cambia las redomas para exprimir iguales pensamientos a los de
aquel, cuando decía :
55
“. . . nuestras vidas son los ríos
Que van a dar a la mar,
Que es el morir! “
Se oye invocar las mismas preferencias de Kayyam, a quien cita al lado de
Anacreonte, hermanándolos en la levedad admirable de sus sensualidades:
“Y, no obstante, la vida es bella
Por poseer
La perla, la rosa, la estrella,
Y la mujer.
Extrae, en suma, la temática del poema de sus experiencias y apetencias
existenciales y artísticas – de hombre y de poeta- donde se aduna el largo
trajinar por los paisajes y emociones con la tenaz admiración por la densidad
filosófica y el vigor humano de obras como la Biblia y las escritas por los
mitógrafos y poetas de Oriente exótico y de Hélades y Romas fecundas:
Salomón, Kayyam, Anacreonte, Hesíodo . . . CANCION OTOÑAL: ritmo
nostálgico sobremarcado por la música dolorosa de esdrújulos y agudos en a
larga, que finge notas de corno y arpegios lentos de obóe. Darío parece
retratarse en la plenitud de su frustración, en aquel que pinta –como antes
Göethe- :
“. . . era un rey de Cólquida,
O quizá de Thulé,
Un rey de ensueños líricos
Que sonrió una vez.
De su sonrisa hermética
Jamás se supo bien
Si fue doliente y pálida
O si fue de placer . . . “
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A MARGARITA DEBAYLE : es el hermoso cuento de la niña que tomó una
estrella de los jardines del Señor. Tiene ese encanto de los relatos del abuelo
y cumple para Darío el cometido de satisfacción a un temperamento paternal
que su hiperestesia le hizo ocultar siempre en sus últimos años. GAITA
GALAICA : conformación en uno de los sonetos más novedosos y perfectos de
la lírica castellana, del hermoso pensamiento salomónico sobre la intención
del tiempo humano, extenso para todas las sensaciones y amplio para todas
las experiencias. EL CLAVICORDIO DE LA ABUELA : Podría ser la canción del
optimismo, bajo el bello molde plástico que encarna la lozana juventud de la
marquesita Rosalinda, desenvolviendo su vida como la partitura sobre el
clavicordio que la encadena a un futuro penoso y hastiante, pero visto en el
deseo como un miraje de maravilla y ventura. LA CARTUJA : Si en “Palabras
de la Satiresa”, “Yo soy aquel . . .” y otros, se halla su credo artístico, LA
CARTUJA es su profesión ética, la expresión de sus altos deseos religiosos de
elevación y de piedad, combatidos cotidianamente por la fiebre de todos los
caminos que erizan de una vitalidad distinta los siete demonios de su ánimo
entregado a la vida:
“Ah! Fuera yo de esos que Dios quería
Y que Dios quiere cuando así le place,
Dichosos ante el temeroso día
De losa fría y Requiescat in pace!
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Sentir la unción de la divina mano,
Ver florecer de eterna luz mi anhelo,
Y oír como un Pitágoras cristiano
La música teológica del cielo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Darme unas manos de disciplinante
Que me dejen el lomo ensangrentado,
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Y nó estas manos lúbricas de amante
Que acarician las pomas del pecado . . .
Este poema es fruto de sus arrepentimientos postreros en Mallorca, donde
alternó entre Satanás y Cristo, vestido de cartujo y libando vino días seguidos.
Fue en los mismos días del poema VALLDEMOSA. LOS MOTIVOS DEL LOBO:
Severa visión de la comedia humana, exprimida por el poeta en el cerebro de
un irracional; las reflexiones halladas, sugeridas -y reprimidas en ocasiones
para proyectarlas con mayor fuerza - dan idea de los desencantos de Darío,
golpeado por la incomprensión, aburrida su soberbia de artista por la
ordinariez de las relaciones, de los convencionalismos y de los artificios
sociales. Es uno de sus poemas más bellos y reconocidos, sin bien no es de los
que más fielmente retratan y definen su peculiaridad creadora, pues la
descripción - de remembranzas huguistas – tira más al romanticismo
precedente que al modernismo que hizo surgir Rubén Darío. LA ROSA NIÑA :
Villancico urdido sobre el nervio de una imaginativa leyenda en que Darío hace
gala de una fantasía propicia a los coloridos ensueños de la infancia; esta
canción puede hermanarse con el cuento A MARGARITA DEBAYLE, y ambos
hacen pensar en la niñez amarga que Darío rememora, embellecida por la
luminosidad de su genio. LA CANCION DE LOS OSOS : sobre la procedencia
caricaturesca del oso amaestrado –Atta Troll- de los poemas de Heine, Rubén
explora un ritmo polifónico y pintoresco donde la nostalgia de los recuerdos
imaginarios se mezcla a la ironía de las observaciones y experiencias.
Termina el tomo – POEMA DEL OTOÑO Y OTROS POEMAS – con las BOLERAS,
coplas cultas llenas de gracejo.
“C A N T O A L A A R G E N T I N A” 1910 : Darío tuvo la convicción
final de haber hecho en ésta su obra maestra. Hay en ella momentos
sonoros de un ritmo indescriptible técnicamente, y antes desconocido en la
“música “ lírica española :
“Oid el grito . . .
Que arde en las poliglotas muchedumbres;
Sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar,
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Sobre la blanca sierra,
Sobre la extensa tierra,
Sobre la vasta mar. “
Oda heroica, plena de entusiasmo cívico, que Darío aprovecha para proyectar
sus afectos más caros y vivos : su amor a la libertad, su admiración por el
progreso útil y democrático, su fraternidad humana sin fronteras artificiales,
su inmenso cariño por la América española, su rechazo a la guerra injusta, y su
amor por la paz. Bellamente lo significa en palabras como estas :
“Guerra, pues, tan solo a la guerra!
Paz, para que el pensamiento
Domine el globo, y vaya luégo
Cual bíblico carro de fuego
De firmamento en firmamento.
Paz para los creadores,
Descubridores, inventores,
Rebuscadores de verdad;
Paz a los poetas de Dios,
Paz a los activos y a los
Hombres de buena voluntad! . . . “
Persuade con frecuentes alusiones históricas no solo de Argentina y América
sino del mundo todo y de sus mitologías leyendarias, con la precisión y
oportunidad que permiten hallarlas sin el lastre de la erudición pedante, como
sí ocurre en otros poemas de más breve envergadura. EL CANTO es el elogio
de la patria argentina, -que él sintió tan suya como América toda- con sus
mujeres, sus guerreros, sus estudiantes, sus juventudes, sus artistas, sus
costumbres, sus mitos, sus ambiciones y sus intereses de avances sociales. El
mosaico de alusiones históricas está complementado por otros tantos y más
de condición geográfica y mítica. Pegaso, Persépolis, Tiro, Babilonia,
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Bizancio, Atenas, Roma, Ciro, Alejandro, Augusto, Pan, Baco, Copán,
Palenque, Tiahuanaco, Triptolemo, Ceres, Mavorte, Ofir, Cartago, Palas,
Buchardo, Saint-Tropez, etc. Y la copia o acopio de pecadillos de aquellos que
se entretienen catalogando los académicos -neologismos, barbarismos, etc.-
no es menos abigarrada: tiarada, thanks-giving, yon kipour, hervorosa,
excelsior, steamers, avernal, velivolante, gímnicos, etc., pero este material
tiene en Darío el especial empuje de ser utilizado con acierto genial,
inyectándole vigor a la expresión y dándole aire nuevo a la música. Uno de los
tópicos o lugares dinámicos a que se refiere con gusto en el canto es la
intención vehemente de mostrar la Argentina como el refugio seguro de los
emigrantes, de los trashumantes, de los expatriados del mundo. Usó en el
canto gran variedad de medidas para la instrumentación de los períodos, pero
su mayor insistencia es el eneasílabo, cuyo ritmo maleable y dócil le deja la
mayor libertad para maniobras sutiles y arriesgadas que harían incurrir a otro
en la pérdida del compás, pero cuyas dificultades supera él con maestría de
experto y recursos de erudito.
Con el CANTO A LA ARGENTINA se cierra el ciclo de la producción poética de
Darío en tono mayor. Algunos poemas posteriores aparecen en las diversas
reseñas, de menor jerarquía en su obra, aunque revisten algún interés
biográfico. En el TRIPTICO DE NICARAGUA hay evocaciones de juventud y de
infancia aromadas de saudade. LOS OLIVOS son una nota de catálogo para
unos cuadros pintados por una amiga y protectora. A RUBENCITO : soneto a
su hijo, pleno de buena voluntad pero sin especial interés para el arte. A
FRANCISCA : poema de gratitud a la mujer que con mejores cariños y más
amorosa comprensión lo acompañó sirviéndole fielmente hasta cuando él se
ausentaba arrastrado por sus aficiones errantes. No es relievable ni
significativo, si se prescinde de este sentido anecdótico. Hay sin embargo otro
con cinco apartes líricos, llenos de frescura sentimental y romántica en amor
y loanza de esa mujer que tanto lo amó y a la que tantos sufrimientos causó
él con su desapego y desdenes. Es de ver y de hacer notar la glacial frialdad
con que Darío la rehusa a veces, como en la tercera estancia, donde lo
recomienda:
“Sé conmigo
Un amigo,
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Sé lo que debes ser,
Lo que Dios te propuso :
La ternura y el huso, . . . .
Aunque también sea preciso mirar la ternura con que en ocasiones la invoca.
LA GRAN COSMOPOLIS : meditaciones de la madrugada, visión crítica de la
tecnocracia norteamericana, sus ciudades y sus puntos de vista. A UN POETA
: consejo y admonición en un soneto durísimo al oído, con apariencias de
“tour-de-force” y nada de espontaneidad. PARA MI HIJO RUBEN DARIO
SANCHEZ : Como de todos los similares, de estos poemas puede decirse que
en ellos se esconde el artista, y se muestra o se deja vislumbrar patético el
padre, el preceptor, el consejero, preocupado por la sabiduría y la prudencia,
y poco cuidado de los detalles de la forma o la finura de la expresión.
PREGRINACIONES : boceto -en apariencia suspendido sobre las preferencias y
experiencias artísticas, religiosas, vitales, del autor. Apenas alcanza a
enunciar sus apetencias e identificaciones con Job, San Pablo, San Roque,
Nietzsche, Heine, Valle-Inclán. SALMO : poema penitencial urgido por sus
artificiales remordimientos de hipocondríaco. PAX : 1915- llamado por
algunos “el último de sus grandes poemas”, sin acierto según creemos. Es un
poema de la paz leído entre los horrores de la guerra. (Atrás hemos hablado
de la monomanía antibélica con que finalizó su vida). No tiene la sonoridad
épica de otros escritos en la plenitud lírica, pero éste -creado un año antes de
morir- aún se nota inflamado por la elocuencia heroica que le fue propia. El
último poema de Darío fue MIS OJOS ESPANTOS HAN VISTO, tres cuartetos
sobre el estribillo crístico que bien pudo preferir como epitafio : “ Triste está
mi alma hasta la muerte” . . .
O O O
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L A P R O S A : C R I T I C A
Y C R O N I C A E N R U B E N D A R I O
La prosa de Darío constituye su labor más extensa, desarrollada en numerosos
artículos periodísticos con los que conformó varios tomos para la edición.
Incluye asimismo su epistolario y algunos conatos de novela, lo mismo que su
importante contribución a la cuentística, aporte éste que ha sido
minusvaluado hasta ahora.
Darío dedica el volumen de sus OPINIONES -1906 París- al Doctor Fernando
Sánchez. A nuestro juicio, ha de incluirse este conjunto de apuntes dentro de
la crítica dariana, a pesar de que en algunos de ellos se ocupa más de la
descripción periodística. EL EJEMPLO DE ZOLA, es una hermosa página
apologética donde dice su admiración por la personalidad del Maestro, si bien
no comparte sus líneas y técnicas artísticas en su totalidad indiscriminada.
Hace en GORKI un estudio comprensivo del alma rusa y del ánimo humano -
elemental y traslúcido en su dura coraza- del autor eslavo consagrado aquí
como profeta del obrerismo. EL POETA LEON XIII, es una oración fúnebre y
lírica relativa a una faz desconocida usualmente del culto pontífice católico y
fascista que agonizó dictando versos clásicos. LIBROS VIEJOS A ORILLAS DEL
SENA, narra las caminatas llenas de reminiscencias y cuadros y cuadros de los
personajes tradicionales de París, los vendedores de libros. Refiere
filosóficamente de su propio orgullo herido al encontrar alguna de sus obras,
con dedicatoria y todo, entre los folletos de treinta céntimos. UN CISMA EN
FRANCIA considera con benevolencia el espíritu de religión, y particularmente
la crisis del espíritu cristiano entre los católicos de Francia, azotados por Bloy
y endulzados y reblandecidos por las frases de Huysmans, Bourget y Copee.
LAS TINIEBLAS ENEMIGAS : relaciona aquí y examina la vida fantasmagórica y
enloquecida de Mauricio Rollinat, el poeta maldito que inundó la poesía
francesa de necrofilia, licantropías, espectros, delirios, alucinaciones,
hipomanías . . . absorbido a la postre por las lianas de su artificiosa locura.
JEAN MOREAS : relato de su amistad con el poeta, inervada en su afección
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por la helenísitica tan fervorosamente revitalizada por este escritor francés de
sangre y vocación griegas. A PROPOSITO DE MADAME DE NOAILLES Darío
hace ágil examen de las posibilidades femeninas en el arte. Detesta y rechaza
los viragos y marimachos, las feministas delirantes; pero expresa su aprecio y
admiración por aquellas que, según sus palabras, son igualmente diestras para
escribir en un bonito lenguaje y cocer buenas sopas. NIÑAS PRODIGIOS es
conceptualmente similar a la anterior, referido aquí el sentido general a la
precocidad mental, mirada con mucha prevención y en veces con desdeñosa
ironía : “. .Hay que recordar –escribe- que los niños prodigios, con muy raros
excepciones- mantienen las promesas de su infancia. Los demasiado amados
de los dioses mueren brutos”. En ROSTAND O LA FELICIDAD, Darío proclama
la legitimidad de la vida cómoda y aún regalada para los artistas, única especie
de hombres que puede disfrutar plenamente los encantos del lujo. LA PRENSA
FRANCESA : catálogo de los diarios y revistas francesas y parisinas. LA
EVOLUCION DEL RASTACUERISMO muestra su aguda percepción del
amaneramiento y costumbres ridículas, del nuevorriquismo llevado por los
yanquis a París (y a todos los lugares adonde van!). En el apunte titulado EL
ESCULTOR ARGENTINO IRURITA, donde destaca el destino promisorio del arte
y la escultura en la Argentina, Darío recomienda con visión: “No se proteja lo
mediocre importado, pudiendo tener lo sublime nacional”. REMY DE
GOURMONT : Pintura de este espíritu de selección, benedictino de la cultura y
aristócrata del arte, acerbo enemigo del socialismo delirante de los radicales
de la época y de todo lo que oliese a populismo y vulgaridad y ordinariez. Darío
lo tiene y admira por verdadero maestro suyo y de la ilustración de su tiempo.
En HENRI DE GROUX hace el elogio y etopeya de su amigo, el celebrado y en
veces preterido autor el “Cristo de los ultrajes”, buscador preludial de las
fantasías oníricas que hicieron la expresión de los Boscos, los Goyas y los Dalís.
Cuando estudia Darío LO QUE QUEDA DE HEREDIA, hace una página severa y
elocuente en la que labora juicioso sobre los méritos reales de la obra del
poeta antillano que iluminó las letras francesas. EN NUEVOS POETAS DE
ESPAÑA habla de los pasos iniciales y prometedores de Antonio y Manuel
Machado, de Ramón Pérez de Ayala, de Antonio de Zayas, de Francisco
Villaespesa y de Andrés González-Blanco. EN ASTURIAS : cinco agradables
estancias en prosa limpia sobre su permanencia y paso por los rincones
asturianos: pinta su escepticismo hacia la religión popular pródiga depositaria
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de innumerables reliquias, dudosas unas y sospechosas otras; pergeña los
anchos paisajes de la pesca en el Cantábrico con episodios ricos en
inspiraciones para su sensibilidad; refiere el culto y milagros de San Telmo, el
patrono de los lugareños, y termina sus impresiones con la narración de un
eclipse que despierta en él patéticas relaciones sobre el espíritu de los pueblos
y el origen de las religiones. Menos interesantes y logrados son los conceptos
acerca de CLESINGER Y SU OBRA y MISS ISADORA DUNCAN, la bailarina de
los pies desnudos.
En PAGINAS DE ARTE reúne escritos anteriores, elaborados en más cuidada
forma, no exenta de brotes líricos y con tramos de auténtica prosa poética. Sin
embargo, hemos de encuadrarla también entre lo que hemos dado en llamar
la obra crítica de Darío. A medida que vamos enumerando los capítulos o
apartes habrá de observarse que constituyen examen de obras pictóricas o
literarias. Empieza el tomo con una descripción retórica de un cuadro de
Ranvier : LA INFANCIA DE BACO. En EL TESORO DE BELLAS ARTES MODERNAS
hace propaganda y explicación de una lujosa edición de litografías.
INFLUENCIA DEL SENTIDO DE LA BELLEZA : examen crítico y ampliación de los
conceptos de Richard Le Gallienne sobre los valores y criterios estéticos del
decadentismo. VIDA ANTIGUA POMPEYANA : evocación romántica alrededor
de los trabajos de divulgación arqueológica realizados por Rudolff Kanzler en
los escenarios auténticos de la prehistoria latina. ALFREDO RAMOS MARTINEZ
: elogioso apunte del autor y la obra presentada en los salones de arte
parisienses por este artista mexicano. Figura asimismo en el aparte titulado
PARISIANA. Hay una secuencia terminal del mismo en UN PEREGRINO DEL
ARTE. NUÑEZ DE ARCE es una emocionada relación de su entrevista con el
cordial y alto maestro, “cantor de la Duda” como se le ha llamado.. EN LA
BASILICA DE SAN PEDRO : narración de exaltadas imaginaciones donde Darío
pone a su admirado Castelar a predicar en la Basílica vaticana. En la DAMA DE
LAS CAMELIAS hace una presentación periodística de la anécdota de Dumas
y la Duplessis, con motivo de la función exhibida en Santiago por Sarah
Bernardt. Darío comenta para la misma temporada teatral el representativo
drama huguiano HERNANI. Hace un elogio lírico de la poetisa Dolores
Montenegro, por entonces tenida en el sitial de Safo centroamericana (CARTA
A EMILIA); Y en JULIAN DEL CASAL hace recuento de su amistad entrañable
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con el poeta cubano. En esta memoria, dirigida a Enrique Hernández Miyares,
trae a cuento interesantes datos no suficientemente conocidos sobre la
personalidad y altura de Del Casal, olvidado por las antologías e historias del
continente, a pesar de haber merecido elogiosas consagraciones de hombres
tan enterados y magistrales como Menéndez y Pelayo, Verlaine, Huysmans,
Gustave Moreau y Ernesto Hello. JOSE JOAQUIN PALMA : párrafos
ilustrativos sobre la gracia y delicadeza del “trovador galante “, eximio
cincelador de madrigales y epigramas. CAKE WALK : el baile de moda invade
el mundo como nueva andanada del ululante rastacuerismo estadounidense;
Darío despliega todo su gracejo en una severa ironía contra la que él bautiza
“patria del Cocktail”. LA ESFINGE : comentario crítico y comparado de la
obra de Octavio Feuillet, y en particular de “la esfinge “, incluída en la
temporada de Sarah Bernardt para el Teatro Santiago. NUESTRA SEÑORA DE
LA SONRISA Y DE LA DANZA es el cromo poético de Cleo de Mérode, y figura
bajo el dintel de FRINÉ, como aparte del libro segundo de PARISIANA.
DETAILLE Y NEUVILLE : comentario sobre los pintores de batallas. En
EXPOSICION COLOMBINA se refiere a los buenos oficios del gobierno
costarricense en el deseo de presentar en España y los Estados Unidos un
elocuente muestrario de la cultura prehistórica. Darío hace buscadas
disquisiciones en torno a las riquezas arqueológicas de América e insinúa sus
inquietudes hacia un paralelo entre las antiguas civilizaciones caldeas y los
establecimientos precolombinos de América. Algún curioso observador tuvo
la ocurrencia de contabilizar en este tomo que tuve a mi alcance todas las
veces que Darío utilizó la palabra “plausible” : realmente, la insistencia con
que se la encuentra da idea de una generosidad compulsiva frente a todo
objeto, fenómeno o persona que sometía a su consideración.
Pero en este campo de las consideraciones analíticas sus dos obras más
importantes son LOS RAROS y CABEZAS. LOS RAROS da impresión de
organizar un mosaico con hombres “raros “, con los extraños que llamaron las
antologías de la poesía maldita, aquellos hombres de vida bizarra que podrían
colocarse sobre iconos de una basílica heterodoxa del arte y de la vida social o
ética. Fue su primera obra importante en prosa, y la más cuidada en lo
referente al personal estilo. Se ha creído en una hipostasia del espíritu
europeo en la personalidad y carácter de Darío, con base en esa careta en que
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él mismo insistió sin convencerse nunca plenamente. Lo cierto es que toda la
vida fue un bravío indio americano a a pesar de sus trajes parisinos y su
cosmopolitismo aventurero donde la fortuna le dio ocasiones de departir e
intimar con personajes de todas la raleas -apaches y condesas, rotos y
diplomáticos, financistas y agitadores. En verdad, la asimilación de esos
ambientes no se obró nunca en Darío, ya él mismo lo supo. Su alma americana
estaba demasiado anclada en su cuerpo para ser moldeada por los
convencionalismos en que se inmiscuía y que apenas sí le rozaban la dura
caparazón viril de que lo invistió la vida macerante. En LOS RAROS, Darío
escoge imágenes especulares de sí mismo, preferencias inconscientes,
admiraciones extrañas, reflejos todos de su personalidad, pero reflejos
parciales. En EDGAR ALLAN POE, Darío alude con perspicacia a la asimilación
ambiental realizada “a contrario” por Poe, “un portentosa imaginación nacida
en un país de cálculo” ; continúa el breve ensayo casi ceñido a la biografía
publicada por Ingram. LECONTE DE L´ISLE : Elogio lírico en el momento de su
muerte, complementado con la traducción de las memorias de Catulo Mendés
sobre los inicios del movimiento parnasiano en las tertulias con el Maestro.
PAUL VERLAINE : en la muerte del “pauvre Lelian “, Darío reseña condolido
la trashumancia terrena del sátiro místico a quien siempre reconoció como
maestro y por el cual tuvo humana estima y admiración artística. Darío lo
conoció y fue presentado por Gómez Carrillo. EL CONDE MATIAS AUGUSTO
DE VILLIERS DE L´ISLE ADAM : noticia emocionada de la vida y obra del poeta
maldito, escrita con motivo de su deceso ocurrido el 20 de agosto de 1889; la
tristeza natural de las reminiscencias viene templada por la relación de los
avisos pintorescos y de raro ingenio que Villiers dio a su vida. LEON BLOY :
uno de las más bellas páginas sobre el alma isaítica del inmenso “gladiador
de Dios “. A la vista del silencio a que lo condenaron la crítica y el periodismo
en general, lo mismo que el vasto público francés de su tiempo, Darío narra y
examina con emoción y agudeza las obras iniciales de Bloy, definiendo y
defendiendo su celo, diríase que contagiado de su espíritu ardiente: “ El
fanatismo, en cualquier terreno, es el color, es la vida . .” termina por asegurar
Darío. JEAN RICHEPIN : aquí aparece el “Píndaro atorrante “ con todo su
diabolismo pintoresco y con su abierta sensualidad blasfema, despertando en
Rubén las contradictorias sensaciones de admiración y vergüenza. JEAN
MOREAS : visión crítica de la persona y obras del recreador del grecolatinismo
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galo; la admiración no es gratuita ni incondicional, y los conceptos tienen
solidez y objetividad. Como crítica es una de las páginas más equilibradas de
Darío, siempre desorbitado en la admiración de todo lo que tuvo cerca.
“RACHILDE “ : Comentarios a la controvertida escritora que publicó con este
seudónimo varios libros escatológicos - si nó francamente pornográficos -
plenos de audacia, con los que escandalizó los días del decadentismo.
GEORGE D´ESPARBES : visión exaltada de la obra épica que el autor dedica a
narrar la gloriosa anécdota del Corso y la Francia Legendaria. AUGUSTO DE
ARMAS : habla de la poesía de este cubano matriculado en las letras
francesas. LAURENT TAILHADE : del poeta francés, lleno de raros matices, y
afirmado como iniciador del simbolismo. FRA DOMENICO CAVALCA : Las
narraciones , de una puerilidad imaginativa superior, de Fra Doménico Cavalca
encantaron a Darío; de sus relatos hagiográficos tomó más de una leyenda; él
mismo lo menciona como fuente del relato de los hipocentauros, narrado aquí
con afán de verosimilitud y grácil ficción. EDUARD DUBUS : estudio más o
menos prolijo del cual se desprende que Dubus fue hijo de múltiples
influencias, a lo peor demasiado visibles o notorias. El objetivo tomado no es
importante, pero el apunte crítico también es de los ejemplares en la obra
dariana. THEODORE HANNON : referencias sugestivas de la rara historia
poética de este curioso representante del decadentismo, hoy ya casi olvidado.
EL CONDE DE LAUTREAMONT : vida patética, y típica de la decadencia
parisina. PAUL ADAM : retrato de la interesante persona y concepto del sólido
conjunto de su poesía. MAX NORDAU : Darío comenta con un poco de ironía
y escándalo las curiosas teorías lombrosianas de Nordau, según las cuales todo
el arte se explica por la locura y la degeneración, por el vicio y los morbos o
patías individuales y sociales; según él, sus contemporáneos de las letras
francesas tenían las condiciones precisas para llenar un manicomio, desde el
Ibsen “imbécil “ hasta el Verlaine “Idiota”. ENRIQUE IBSEN : Darío escribe
con placer sobre la persona y la realización del escandinavo, en cuya vida
encuentra no pocos puntos de similitud con la suya propia y con su propio
espíritu. JOSE MARTI : A la noticia de su muerte, Darío escribe y llora al poeta
inmenso de la Cuba sojuzgada, al pensador, al filósofo, al intelectual . . . pero
desdeña explícitamente al político y al guerrero , que se fue a los campos de
batalla a respaldar con balas sus ideas. Darío, es de recordarse, si bien fue
luchador patriótico y tuvo el alto empeño de la unidad centroamericana, jamás
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intentó corroborar la cómoda esgrima de la pluma con más varoniles acciones,
ni en la guerra ni en la política. EUGENIO DE CASTRO : En esta conferencia,
pronunciada en Buenos Aires, hay afirmaciones de un exclusivismo
repugnante, que dan idea de un Rubén Darío partidario de lo que él bautiza
como una “literatura para literatos “. Hay que notar que, en principio las
innovaciones solo son captadas favorablemente por sectores reducidos y
selectos de público, pues las masas son eminentemente conservadoras. Así
ocurrió, inclusive, con el modernismo rubendariano. De otro modo, no se
explica uno cómo diga eso un poeta que ya para entonces y mucho más
después, ha logrado tan amplia popularidad y tan permanente admiración en
todos los niveles, exceptuado actualmente -y precisamente!- ese pequeño
sector omnipotente de los “literatos” . . .
Esta serie de conceptos críticos, a veces sí desviados hacia la simple
descripción, pero llenos de observaciones certeras y de sugestiones agudas en
un estilo agradable, continúa con sus CABEZAS. Las CABEZAS las inicia el
HOMENAJE A MENENDEZ Y PELAYO -27 de diciembre 1899 : Hace, pues, la
información periodística con detallada reseña e los dos temas de ensayos
filológicos, historiográficos y arqueológicos, reunidos por diversos autores
como honor a los veinte años de cátedra de don Marcelino. JACINTO
BENAVENTE : cromo breve y sugerente. JOSE ENRIQUE RODO : Darío inicia la
larga jaculatoria que todavía se repite : “En la América nuestra no hemos
tenido casi pensadores . . . todo ha sido fecundidad verbal, más o menos feliz
; declamación sibilina, pastiche oratoria, expansión, panfleto. Con dificultad
se encontrará en toda la historia de nuestro desarrollo intelectual este
producto de otras civilizaciones: el ensayista “. Concluye encontrando el
dechado y tipo en Rodó, pero no es muy acertado al fijarlo paralelamente a
Emerson. Hay mucha distancia entre un especulador intelectual del desarrollo
social y un retórico del pragmatismo, así disfrace éste bajo la ideal apariencia
de una yunta de estrellas. GRAÇA ARANHA : apunte amistoso de un autor
célebre, hoy olvidado. FRANCISCO GARCIA CALDERON : Concepto admirado
en la dedicación al estudio, en el “alejamiento del bulevar” , conductas
adoptadas en París por el eminente peruano que Darío solo encuentra
comparable a Rodó y a nuestro Sanín Cano. AMADO NERVO : Se habla de la
amistad larga y admirable de los dos poetas, identificados asimismo por la
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carrera en que se escamparon : la diplomacia. ENRIQUE RODRIGUEZ LARRETA
: Comenta con favorable excesos “ LA GLORIA DE DON RAMIRO” que, por
entonces, cree Darío, es como la “MARIA” de Isaacs, la única representación
digna de la novela hispanoamericana. LEOPOLDO LUGONES: Darío lo
considera la más descollante personalidad poética hispanoamericana.
ENRIQUE GOMEZ CARRILLO : párrafo alegre y desmesurado sobre su
camarada –que no amigo! - el primer duelista guatemalteco-parisiense,
caballero de la Legión de Honor, prologado par Moreas y excomulgado por un
obispo colombiano. MANUEL UGARTE : Darío es siempre el amigo de los que
manifiestan su patriotismo continental como anglofobia : Vargas Villa, Martí,
Ugarte y él mismo hablan con reiterado calor cada que pueden, del peligro de
la yanquización de América. Sinembargo Darío sufrió un reblandecimiento en
cuanto dice relación a esta alta causa, pues a pesar de su sonora yancofobia,
tentados estamos a decir retórica y oportunista, tuvo la pesimista creencia de
que ese era el destino fatal de nuestro continente. SU MAJESTAD EL REY DON
ALFONSO XIII : Darío rechaza el anarquismo ante este admirable rey caballero,
y repite aquí largos párrafos de su ESPAÑA CONTEMPORANEA . EL GENERAL
DON RAFAEL REYES : recuento de la cordial acogida en Europa a nuestro
General, derrocado después de sus importantes atisbos políticos y sus heroicas
exploraciones geográficas. Darío tuvo ocasión de conocerlo, y le admiró
vivamente el porte hidalgo y la densa cultura del dictador. ANTONIO
CANOVAS DEL CASTILLO : “medalla ocasional “ con los relieves domésticos
del gran Ministro, el primer estadista de su tiempo. EMILIO CASTELAR :
hermosa página, llena de elocuencia y emoción, “cabeza “ funeral del gran
repúblico español. Hace también la reseña de una entrevista con Castelar
enfermo - EN CASA DE CASTELAR -; el ilustre orador habla de su antigua
admiración y su actual desengaño de los yanquis. Con visible satisfacción
americana, Darío recopia sus palabras textuales : “Washington, el primero en
la guerra, el primero en la paz, y el primero en el corazón de sus
conciudadanos, sería el primero en avergonzarse de ellos al verlos convertidos
en heraldos de la violencia y ministros de la arbitrariedad “. Hay en el mismo
volumen un recuento oficioso de las relaciones sociales de la LEGISLACION
ARGENTINA, y otros retratos o “cabezas” de menor interés : Zorrilla de San
Martín, Santiago Rusiñol, Federico Gamboa, Ricardo Rojas, Angel Zárraga,
Alberto del Solar, Jacinto Octavio Picón, Fray Crescente Errázuris, Eugenio
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Garzón, José Pedro Ramírez . . . La “cabeza “ correspondiente a Santiago
Argüello, fue escrita por Osvaldo Bazil.
La crónica propiamente dicha, la inicia Darío con un libro juvenil - CRONICA
LITERARIA – donde reúne escritos logrados entre los 18 y los 25. Está dividido
en cuatro series. Primera serie (retratos -). RICARDO PALMA: breve y ágil,
lleno de vivacidad pero poco profundizador, pues no debe esperarse más para
la longitud de una crónica periodística. VALERO PUJOL : apunte sentimental
y generoso. RAFAEL CAMPO : Óbito periodístico escrito con elegancia. Como
toda su prosa, ésta le da oportunidad para juiciosas ilustraciones históricas.
NAJARRO : Uno de los óbitos más hermosos, sinceros y sentidos. El personaje
se prestaba, y Darío lo hizo maravillosamente. Es un ejemplo de apunte
sencillo y sin embargo bellamente descriptivo y comunicativo del dolor cívico
provocado por la muerte de un hombre querido y benemérito por su sentido
de humanidad. DON PEDRO : cuidadosa nota funeral a la muerte del
Emperador demócrata del Brasil, Don Pedro de Saxo-Coburgo Gotha y
Braganza, sabio, filósofo, literato, políglota, y admirablemente humano y
liberal. NARCISO TONDEREAU –prólogo a su libro ASONANTES : Es
característica la generosidad, amplitud y bohemia de Darío. No ocurrió en él,
como es frecuente en los poetas, que su personalidad fuera ensombrecida por
la envidia. Por el contrario, sin embargo, fue exagerado en las alabanzas y en
el reconocimiento de los méritos ajenos. Muchas de sus crónicas, retratos y
apuntes, están llenos de elogios y consagraciones a poetas y autores que no
sobrepasaron su tiempo, o lo hicieron con una aureola opaca. Este es un
comentario crítico sobre el exclérigo poeta. Darío se muestra sagaz
observador de los fenómenos culturales, pero sus conceptos adolecen de
visión unilateral a pesar de su universalismo informado. PIRIER y PROAÑO
son los apuntes terminales de la primera serie. La segunda es la relativa a la
Polémica. A JUAN DE VIÑAS : Artículo donde afirma con vasta ilustración la
viabilidad de la construcción “derramar simpatía “ que le era criticada por
Enrique Guzmán, el mito idiomático nicaragüense de la época. Darío revira
con una saeta intemporal, válida siempre para los fatuos culturales de la fría
corrección gramatical : “. . .escribe bien la lengua de la gramática porque
conoce mucho la gramática de la lengua . . Mas ha pasado el tiempo del
Magister dixit “. ROJO Y NEGRO es un nuevo virote sobre Enrique Guzmán,
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bajo las apariencias de un examen de la cultura centroamericana, escrito con
dureza de panfleto. VIAJE A TARASCON, otro más de los mismos. Darío se
deleita ácidamente soplando varapalos en las espaldas de Guzmán, y
subsidiariamente en las de todos los engañados de su tierra, nueva Tarascón
donde confunden todo con la prodigalidad de las hipérboles : “una cocina es
un laboratorio, un bailarín es un profesor, un saltimbanqui es un gimnasta,
un boticario es un químico, un peluquero es un artista, un albañil es un
arquitecto, un jockey es un sportsman, un escarabajo es un coleóptero “,
como tan irónicamente cita el Maestro, En LA MERCURIAL DE MONTALVO dice
su admiración por el nieto de Rabelais y de Arquíloco. PRO DOMO MEA :
Defensa de la contrarréplica que suscitó el apunte anterior. Darío confirma su
sentido de la religión y su respeto por las jerarquías, pero les exige altura, seso
y dignidad. “La sabiduría de la Iglesia no la niega nadie; Papas sabios, jesuitas
ilustres, frailes salvadores de los clásicos, religiosos eminentes, gloriosos
encapuchados, célebres sotanas; todo eso señor! Pero también cardenales
infames y curas brutos!, dice Rubén aquí. La serie tercera la bautiza
FOTOGRAFIAS INSTANTANEAS : Son breves presentaciones periodísticas. La
cuarta serie, de los temas varios, trae : LA PRENSA Y LA LIBERTAD : Denso
ensayo acerca de la corrupción del periodismo por la moda, y la consiguiente
proscripción del diarismo aristocrático que sirvieron Darío y sus antecesores.
APUNTACIONES Y PARRAFOS : Comentario sobre la teoría expuesta por un
irlandés en el sentido de que la Marsellesa no es más que una paráfrasis o
parodia de un salmo hebreo escrito par Racine para su “Atalía”. Hay otro muy
breve sobre la supresión del corsé. ESTE ERA UN REY DE BOHEMIA :
Recuerdos de la bohemia guatemalteca de las glorias de la antigua -ingeniosa,
picaresca y trágica!-; Rubén desdeña los vicios de la nueva bohemia,
alcohólica, mugrosa e inartística. CEREBRO Y CARNE : la importancia de los
deportes en el desarrollo del cuerpo. Termina con DONDE SE DA EL SOL,
reseña de un sanatorio, y UN LIBRO PARA LA AMISTAD, prólogo laudatorio.
En el tomo de CUENTOS Y CRONICAS, aparecen algunas relaciones de interés
para la observación. BAJO LAS LUCES DEL SOL NACIENTE, con la
protuberante influencia de las japonerías estilo Gautier, Lotti, o Goncourt,
que hacían furor en París y en Francia. Empieza con chilindrinas y fruslerías
descriptivas. Acaba haciendo una sarcástica relación de la corrupción y poder
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de la cultura oriental por obra de la llamada “civilización de Occidente “,
representada por los colonialismos anglofrancés y alemán. Tiene sentido
didáctico periodístico a pesar de que se deja notar el móvil de escribir esta
pieza para dar salida a un copioso rimero de vocablos e informaciones recién
adquiridas. Las traigo a título de caso: biombo, cerezos, crisantemos, Liliput,
quimonos, Hokusai, budas, daimios, netskes, Confucio, bonzos, saké,
samisén, sayonaras, samurayes, sintoístas, Mikado, tibores, Ta-Kanu Musibi,
Kanmi Musuti, Yzamagui, Izanami, Satzuna, sinto, Kodjiki, Majoana,
Tsubura, Kará, Mottoonori, Hirata, Hayashi, shrapnels, jiu-jitsu, Krupp, Oku,
Kuareko, Togo, Sada Yacco, kakemonos, Outamaros . . . De ahí, a escribir
directamente en las claves japonesas, no le faltó sino conocer el lenguaje!!
MI DOMINGO DE RAMOS : Es una reflexión del tema, cargada de añoranzas de
infancia, con descripciones líricas de los actos del día y los colores del ámbito;
hay una mención en esta crónica, de su destino a la gloria y de su vocación
poética, que es frecuente hallar en su obra. En HOMBRES Y PAJAROS escribe
con lujoso, pero sereno y sencillo lenguaje, los contrastes emocionales del
alma parisina, terminando con una romántica admonición en pro de los cisnes
y los ruiseñores, y en contra de los hombres dados solo al incremento de la
riqueza, a quienes llama despectivamente nietzschistas. PRIMAVERA
APOLINEA es un discurso emotivo donde Darío retrata en el protagonista su
opinión de sí mismo, o mejor aún, la imagen que desea hacerse. Vocación
profundamente humana, dada a la rebeldía a favor de las causas combatidas
por el orgullo; Satán, Caín y Judas son su héroes; se siente predestinado,
ama la grandilocuencia, se identifica con el proletariado, se siente profeta
bíblico. En las misma narración está el final histórico, que probablemente no
coincidió ni con el deseo ni con el proyecto : El poeta se hace víctima de la
sensatez, pierde la fé en las revoluciones, desconfía de los postulados de la
democracia, y se da a vivir una falsa comodidad burguesa, sin herir ni ser
herido, vegetando en su prestigio. Hay más de una coincidencia con la vida
real. VISIONES PASADAS, son cortos apuntes relativos a personas, lugares y
paisajes, todos con una enfoque subjetivo que le permite proyectar su ternura
y atraer la emoción hacia lugares y almas que él quiere compartir. En una
glosa dedicada “a una bogotana” hace entendidas alusiones al Tequendama,
a Bolívar, a otros varios episodios legendarios o históricos de Colombia. LOS
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MISERABLES : Narra y estudia en un esquema sólido, con lenguaje accesible,
matizado de vulgarismos (a la bartola, comido de caranchos, etc.) y con acopio
de testimonios y pruebas, las penalidades de la vida de los apaches parisinos,
los vagos norteamericanos y los atorrantes argentinos; examina con criterio
sentimental pero serio y sin falso dramatismo los problemas del maquinismo
y su secuela, el desempleo. No falta en el escrito la reiterada inervación en
elementos eruditos, como las citas y referencias a los mendigos míticos del
ciclo homérico y a los tipos literarios hallados en Hugo, Villon y demás. Hay
también una alusión al coupletista Aristide Bruant, cantor de los miserables y
de la miseria de los bohemios franceses, inmortalizados en los carteles de
Toulouse-Lautrec. En PARIS NOCTURNO, Darío retrata la ciudad frívola,
escenario para turistas gastadores, “deleite y armonía, delito y crimen”. En
LOS POEMAS DEL ARTE da expresión a su panteísmo sensual, menos
franciscano que epicúreo, inducida del examen estético del clásico cuadro de
Boecklin, “La Isla de los Muertos “; no podían faltar las figuras caras a su
prurito cultista: Elena, Yolanda, Psiquis, Hipsipila, Mausolo, Hécuba, Loreley,
Amatunte, son personajes y lugares que desfilan por las cuatro o cinco páginas
de esta brevísima crónica, con su usual corte y séquito de tritones, medusas,
ninfas, ondinas, náyades, sirenas y demás criaturas del arsenal etéreo. En
CURIOSIDADES LITERARIAS hace conocer un raro cuento o relato de
composición forzada utilizando solamente la vocal A. Se llama la narración
“Amar hasta fracasar “, y Darío afirma que su desconocido autor puede
fácilmente ser un colombiano, pero no lo menciona.
LA CARAVANA PASA es uno de los libros de prosa definitivos en Rubén
Darío. Alberto Ghiraldo afirma en su prólogo que a través de Darío vino la
poesía francesa a dar nervio al arte joven de España. Pero Darío no solo inundó
a España con su verbo gálico, sino que también llevó sus atavíos de estirpe
chorotega para matizar de cierta energía salvaje y primitiva, de cierta mística
guerrera y renoval, los aires hispánicos de la literatura. De las fuerzas que
equilibra el arte rubendariano es bien visible que el fuego y la vitalidad fueron
aporte de América, y los encantos de una tradición apolillada, aristocrática y
envejecida de historia, fueron la cuota de Francia, de Europa y de París. En el
libro primero de LA CARAVANA PASA son tema las cancionistas callejeras y
las errancias por los cabaretes parisinos cargados de superficialidad y
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cursilería, pero cobijados por la leyenda; comenta una exposición de flores y
de perros, y con motivo de la última hace reflexiones lastimadas sobre el
conflicto de las clases, como una sátira artística y mordaz de las
supercivilizaciones europeas y estadounidenses. Narra en otro lugar las
barbaries de la colonización francesa de Madagascar, con francas alusiones a
los oprobios del colonialismo en Cuba, en el Transvaal, en la China. Con la
Señora Muerte al fondo, dice los irreverentes episodios de la medicina
parisiense y el culto erótico de los cadáveres. Hay un cuadro de la prostitución
en todos sus niveles, con sus encantos y sus miserias, con sus dobles fondos y
sus múltiples caras; lo acompaña con frases llenas de idealismo y lo describe
con rasgos de un humorismo en veces cruel. El abigarrado mosaico francés en
las carreras de caballos, le da oportunidad de insistir en su emoción social: “.
. . no se fijan que las carreras sin el pan no contentan a los proletarios; y lo
que se está preparando en lo nebuloso del porvenir, por obra del fermento
popular y de la miseria negra que contrasta con la insolencia de la riqueza
exhibicionista, no es la caída de un misterio más o menos Waldeck, o de una
república más o menos radical o clerical; es algo que soñó demasiado
hermoso Hugo y que previó demasiado rojo Heine . . “, dice. Darío hace una
consideración de los deportes modernos y los compara con los clásicos de la
era helena; los primeros días del automóvil dan lugar a pensamientos sobre la
parte inestética del maquinismo contemporáneo, y la crónica toda está llena
de modismos, giros y neologismos que hacen irrisión o se ponen de ruana la
gramática y el lenguaje académico. Una de las mayores contribuciones a la
renovación cultural ha sido esa irreverencia de Darío para con el purismo
academista, pues ella le permitió utilizar y convertir en materia apta un vasto
caudal de palabras ricas en contenido, que después de su ejemplo vitalizaron
la sangre del idioma envejecido por las momias blasonadas en los oscuros
antros de los Museos de la Lengua. Termina el primer libro con una entrevista
teosófica y swedemborguiana con tema en la muerte y en los milagros de
Lourdes, combatidos por Zola y mirados por Darío con un cierto escepticismo.
Se miran en el SEGUNDO LIBRO, Londres y los londinenses, Inglaterra y los
ingleses, contrapuestos unos y otros a los estadounidenses, rastacueros y
ordinariotes, puestos todos aquí a la vista de un latino que los mira sin
asombro, pero sin desmesurada admiración. Visitando un museo chino,
localizado paradójicamente en el barrio londinense de Jack el Destripador, a la
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vista de los preciosos y exóticos objetos exhibidos, el poeta lamenta y condena
los desafueros colonialistas de la civilización occidental, empeñada en
“despertar a cañonazos” una cultura muy más milenaria y humanizada que
ella. Darío, turista vitalicio, llega después a Dunquerque, y mira
inteligentemente la cita del Presidente Loubet con el Zar Nicolás, como un
doloroso presentimiento bélico. Tiene ocasión de observar la utilería y el
montaje del espectáculo, y se burla de los poemas laudatorios que por
encargo escriben Heredia y Rostand para celebrar la venida de los zares. Hay
duras palabras contra el espíritu bélico que se divisa en todo el mundo de su
tiempo, y contra el colonialismo guerrero-mercantil de los norteamericanos
que acaban de ver el asesinato de su presidente bajo el ímpetu de un
anarquista. Da a veces los conceptos de un demócrata sobre las desventuras
de la monarquía y la aristocracia. Es curioso y admirable el tino y el irónico
gracejo de Darío cuando fisga las interioridades de la oligarquía perfumada,
cuando se burla de las intimidades reales y los brocados ducales, él que tanto
precio les ha puesto como elementos poéticos. En la poesía de Darío hay un
reino de fantasía donde solo ocurren amoríos de princesas, liviandades
heráldicas y bailetes de marquesas y abates madrigalizadores; y sin embargo,
su prosa está llena de espíritu liberal, antimonarquista, siempre inclinada a un
violento, a un fogoso periodismo humanista, demagógico y democrático,
donde campea el rechazo de los reyes y la burla mordaz a los poderosos. A
estas siguen los cuadros de Bélgica, de Bruselas en particular, con la mención
de los autores, Verhaeren, Maeterlinck, Rodenbach, Huysmans, Lemonnier,
Felicien Rops, -y la descripción de lugares visitados. Darío, turista culto y
aislado, turista automático, se queja del turismo masivo, de lo que él llama
con desprecio “tourisme con cornacq”. Enseguida vuelve sobre las noblezas,
la vieja nobleza de la sangre y las cruzadas, y la nueva nobleza de las
chequeras, los yates y el petróleo; el ridículo adefesio de las “condesas”
estadounidenses cuyo blasón comprado no borra su certificado de nacimiento
en Pocópolis o en Oil City, como dice burlonamente Darío. La noche buena
lo coge en Dieppe, escribe acerca de los placeres cromáticos de la pesca, la
playa, y el pintoresco desfile de navidad. En el LIBRO TERCERO comenta sin
especiales galas uno de Henri D´Almeras sobre la iniciación de los grades
hombres de la época, y cuenta sus impresiones de los artistas
hispanoamericanos residenciados en París. Afirma que París no los reconoce,
75
que ni siquiera los conoce. Los citan por temporadas en los periódicos, casi
como materia de folclore. París aparece en ese cuadro como una ciudad
impersonal, despersonalizada, indiferente. Llega Biosterne Biornson, y París
apenas lo nota pasajeramente. Darío menciona los últimos penosos años de
Montalvo; con una discreta sorna llama a Rufino J. Cuervo “prodigioso
trabajador de infinitas pequeñeces trascendentalmente lexicográficas “.
Amado Nervo le parece “un buen muchacho “, pero le augura la gloria sin
reticencias. Admira y elogia el genio másculo de José María Varga Vila y el
diletantismo elegante de Rufino Blanco-Fombona. Con ellos, examina otros
nombres como los de Manuel Ugarte, Angel Estrada, Soto-Calvo, Franz
Tamayo, César Dominici, César Zumeta, Miguel Pardo, Blest Gana, García
Mansilla, y algunos más que entretenían sus ocios de diplomáticos escribiendo
novelas o bruñendo madrigales . En su glosa a la posesión de un académico
dice su menosprecio por las academias y por sus envarados miembros, y de
paso saetea delicadamente el preciosismo purista de Heredia. “Si hay algún
poeta que esté en su puesto en tan misteriosa y dilatada tarea -el diccionario
de la Academia-, es M. de Heredia, que tardó los años que se sabe en dar a la
luz famosos sonetos “, dice aquí. Pasa luego su admiración por las caras
humana y artística de Heine, solidaridad con su suerte de profeta exilado y de
Job impaciente, muerto lejos de una patria ingrata, pero no por ello menos
amada y sentida. Después de narrar la muerte de un compatriota y émulo de
Santos Dumont, presenciada por Darío en París, empieza el LIBRO CUARTO
con la posición de la juventud frente a los ideales del laicismo, y del
militarismo; los estudiantes hispanoamericanos en París son presentados
como juventud seria y consciente de su responsabilidad. Hablando de la
americanización del mundo demuestra la invasión yanqui a todas las esferas y
planos de la universal actividad. Han empezado las discusiones en torno al
canal interoceánico, y el Maestro naturalmente se muestra partidario de que
sea construido en su tierra nicaragüense, conocedor como es de los estragos
y fracasos con que se arruinó la compañía francesa en Panamá : Darío visitó
los lugares del proyecto, y vió el largo cementerio de hombres y máquinas.
El aparte IV dice de la religiosidad, el sentimiento religioso de la vida, en el
arte y en la política de una Francia laicista e irreligiosa. “Suelo penetrar en los
templos - Saint Severin, Notre Dame, Saint Eustachio, lejos de la devoción
elegante y ostentosa- , y allí veo, siempre, muchas buenas almas francesas,
76
con humildad, en silencio, haciendo una cosa muy sencilla e inmensa, que se
creería que ya no se hace, y menos en París: orando “. En el penúltimo, se
muestra escéptico sobre el papel de la influencia alemana en nuestra cultura
hispanoamericana; rechaza el momento krausista de España, y confirma a
Francia como madre suprema de nuestra cultura. Termina el libro con
importantes conceptos de fondo –nada líricos ni fantásticos- sobre el peligro
del imperialismo yanqui, llamando con estas mismas palabras por él. Hace
explicito su patriótico interés en que las naciones hispanoamericanas
abandonen sus rencillas internas y minúsculas, y se den a un progreso
intensivo para constituir un bloque formidable que sofrene los sueños
hegemónicos de los Estados Unidos. Estos deseos fundamentales, que no
tuvieron nunca transigencia posible en el espíritu de Darío, hacen de él un
verdadero líder del panamericanismo bolivariano.
IMPRESIONES Y SENSACIONES reúne algunas crónicas sobre temas
diversos, cuyo examen permite encontrar de un lado una observación
dispersa, llamada por la vida cotidiana hacia escorzos que no capta la vista
rutinaria; de otro, la insistencia, casi obsesiva en determinados motivos, que
sirve de fácil índice para el reconocimiento de su personalidad preocupada
hacia diversos aspectos de la actividad social y artística. En “psicologías
carnavalesca “ pinta el carnaval bonaerense del 93, con sus desquites
democráticos donde el perdulario funge de rey y el hambreado de Falstaff
obeso y jocundo, ribeteado todo por las alharacas de la prostitución moral y
estética que todo mimo de esta clase conlleva, y que provoca en Darío oscuras
reflexiones en un estilo luminoso, sonoro y de exquisita elegancia.
“Thanatopia” -1893- es un cuento macabro a la manera de Poe”. “Vacher, o
el loco de amor” : Bella palabra le sugiere a Rubén el sonado caso del sádico
asesino y violador de pastoras, que conmovió a París en el 93. Para Darío es el
dantesco cuadro del abandono social mostrado juntamente con las ansias
sensuales, la sed del amor, en un ser imposible, incapaz de saciarse, y
sometido a los crueles infiernos del deseo. Es uno de los escritos dramáticos
y más humanos del Maestro. “La labor de Vitterio Pica “ está formada de
comentarios acerca de la obra de divulgación realizada por Pica. Darío
participa de su admiración por Aubrey Bearcaley, considerado por ellos como
uno de los meritorios grabadores aguafuertistas de la época. Lo mismo ocurre
77
frente al bávaro J. Sattler y el flamenco J. Ensor, ilustrador éste último de las
obras de Marinetti; o ante la pintura alienada y enloquecedora de Eduardo
Münch. París 1907. En “Las transformaciones de Mimí Pinson “ hay palabras
relativas a la vida de las modistas y obreritas parisienses en un mundo de
prostitución y de múltiples vicios que minan la sociedad burguesa en
decadencia. Con motivo de la visita de Víctor Manuel III Rey de Italia a M.
Loubet, Darío celebra la cordial amistad francoitálica en “El hijo del re
galantuomo” . Mas adelante hay remembranzas del Quartier Latin y de sus
asiduos conocidos por Darío : Verlaine, Moreas, etc. En “El fracaso
d´annunziano “ comenta el ruidoso y fallido estreno del “Martirio de San
Sebastián”, presentado pomposamente por el excéntrico D´Annunzio, en una
pose que escandalizó a Darío por su petulancia y su ansiedad de fastidiar. En
la “Eironeia” hace meditaciones de corte byroniano acerca de la ironía como
hilo maestro de la existencia. Hay un cuadro de los hospicios y la infancia
desvalida y abandonada, que titula magistralmente aludiendo al tenorio, “La
herencia de Don Juan “. Los últimos párrafos son de menor interés. HISTORIA
DE UN SOBRETODO, EL ULTIMO PROLOGO, SANTIAGO I DEL SAHARA. En los
fragmentos finales figuran pensamientos relativos al periodismo, a la vida, al
amor . . . Entre éstos, algunos dan idea de una sutil penetración , como aquel
que afirma : “La mujer más tonta sabe siempre amar, y el hombre más
espiritual será a veces un pobre amante “. Está también el párrafo inicial del
artículo “En la tierra del Quetzal”, que dejó inconcluso al morir.
Significativamente termina en una palabra incompleta: “Para mí la tierra
Guatemal . . . “.
PARISIANA es otro libro clave en la prosa dariana del tipo de la crónica o el
relato de episodios acompañados de un intento de interpretación. Lo
componen tres subdivisiones relativas a apuntaciones diversas, aunque el
único criterio de separación es el referente al tiempo; los temas están
mezclados y distribuidos sin especial concierto. En el capítulo PASCUA hace
una inteligente exposición de las formas en que la modernidad desnaturaliza
el alma de los niños por medio de los juguetes científicos y bélicos. Analiza
pedagógicamente con visible certeza el problema, y recomienda el retorno a
los hermosos cuentos de Perrault y a las fábulas de Rafael Pombo, los cantos
de Mambrú y los cuadernos de colorido e imaginación. Obsérvese la
78
frecuencia con que Darío reacciona contra su infancia pobre y llena de
penalidades, predicando para otros los sueños y el encanto de que él careció.
En PARIS Y EL REY EDUARDO, reseña periodística pero de un periodismo
artístico dotado de conveniente erudición, rico en asociaciones y deducciones,
no al bastardo periodismo moderno, apenas burda redacción de informes -
describe la visita del príncipe inglés. En el subconsciente del artista había una
cierta admiración por la balumba y el ornato de las púrpuras aristocráticas, y
él mismo se sentía identificado con los personajes titulados de sus poemas;
pero -hombre culto, espíritu moderno localizado plenamente en su tiempo-
Darío desdeñaba la parte falsa, lo carnavalesco de las realezas y los blasones.
Entre sus apuntes más prolijamente diseñados están los relativos a los
monarcas reinantes en sus visitas a París o en sus ajetreos cortesanos. Darío
tenía la compulsión bivalente de disectarlos y exponerlos al más insistente
examen para fundar y consolidar una de las dos apetencias contrarias y
contradictorias que dieron a su vida estructura de dilema: la admiración
apolínea por la belleza de las apariencias, o la solidaridad dionisíaca con la
vibración del hombre, síntesis de cielo y limo. Lo primero, inspiraba sus
cuidados cromos de marquesitas; en los alambiques de lo segundo, destilaba
sus agrios poemas democráticos y demagógicos, donde su sangre se exaltaba
en el favor de los humildes y los oprimidos. La “BRIMADE “, es una denuncia y
rechazo de los castigos acostumbrados con los novatos o primerizos
(“primíparos” se llaman en nuestras universidades), especialmente en las
milicias. Darío compara estas bromas, pesadas y aún criminales, con los
manejos de la Inquisición. IDILIO EN FALSO: De los amores del príncipe
heredero de la corona germana con una muchacha yanqui. EL CETRO DEL
“CHIFFON” es una deliciosa sátira de la moda y la guerra de las modistas
estadounidenses y parisinas, las unas con el modernismo chillón y cursi, las
otras con la tradición elegante y aristocrática. COSAS DE SHAKESPEARE llama
la patética relación y comento de la revolución serbia y el macabro asesinato
del príncipe por los conjurados. En DIVAGACIONES SOBRE EL CRIMEN, Darío
rechaza de plano la posibilidad del “crimen bello” y repudia por tal a De
Quincey; pero acepta la probabilidad del “crimen cómico”. Se nota en la
sutileza de las observaciones que deduce y de los análisis que acendra una
parecida disposición de espíritu a la que tuvo Wilde frente a los problemas de
la moralidad e inmoralidad o amoralidad en el arte y en los artistas. Las
79
conclusiones son distintas en la apariencia, pero la virilidad del método con
total prescindencia y metafisismos y moldes míticos, es idéntica en ambos.
Sin embargo, Darío no comulgó con las ideas de Wilde, si bien eso no excluye
la admiración que sintió por él y uno que otro toque de estilística waildeana
tal vez ambientalmente asimilada, que se observa sobre todo en la cuentística
. Darío no intimó con Wilde, pero ambos respiraron el mismo aire más de una
vez. El libro segundo de PARISIANA empieza con una eremítica crónica que
cuenta las desventuras y miserias de la mendicidad y la prostitución infantiles
ejercida por desalmados empresarios tratantes de niños, italianos
generalmente. Este cuadro de los BAMBINI DEL SUFRIMIENTO es seguida de
una descripción del ballet grecogalo de Cleo de Mérode -FRINE-, la princesa
de las heteras parisienses. Narra en CHEZ HUGO su visita a la casa del gran
Maestro, convertida en museo; se admira mucho de la facilidad pictórica que
muestran los diseños del Gran Padre, y desenvuelve complacido sus palabras
sobre Hugo pintor, cara en que casi se le desconoce. En LAS MIL Y UNA
NOCHES, corregida por él LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE, hace presentación
exultante de la versión cumplida por J. C. Mardrus. El análisis ético con que la
complementa inteligentemente dice claramente su repulsión y asco del
tartufismo existente y general en las culturas y civilizaciones cristianas, a las
que alude con una ironía evidentemente heredada o raptada de las
enseñanzas de Anatole France, maestro a quien siempre admiró en todas sus
facetas, excepto en su socialismo radical y delirante. Esta posición tan definida
contra las hipocresías éticas es la que nos permitió en parrafada anterior
encuadrarlo en la línea de la amoralidad estética wildeana, aunque
explícitamente en varias oportunidades Darío rechaza o desdeña los
personajes del genio inglés. Es indudable, sin embargo, que el papel artístico
que Rubén desempeñó para la literatura española, es -guardadas las
proporciones y distancias- el mismo que Wilde cumplió, más o menos en la
misma época, en el arte de su idioma .
Con motivo del examen de las reacciones populares de toda Europa frente a
los desafueros del zarismo, de los zares, y de Nicolás particularmente, Darío
pronostica -PARIS Y EL ZAR- y calcula con antelación profética la revolución
rusa y lamenta la probable entronización del socialismo oclocrático con el
desprecio que siempre le inspiró esa especie de populismo gritón que por
80
entonces era característica de los anarquizados movimientos de izquierda.
Mírese este párrafo para hacer ejemplo : “El populo azotado, ametrallado,
burlado, se arrodillará delante de los iconos de San Tolstoy y San Gorki,
aullando “Viva la social! “ . . . El libro tercero lo empieza con un cuadro realista,
casi estadístico, EN EL “PAIS LATINO”, visión desencantada del Barrio Latino,
en otro tiempo teatro de la bohemia, convertido por la invasión del
rastacuerismo yanqui en un emporio mercantil de dogaresas venales y
seudocartistas banales. Enseguida hace una descripción sarcástica y una
crítica labrada con sesudo humorismo -EL HIPOGRIFO - del progreso
simbolizado en las máquinas de gasolina, del ideal reducido a las carreras de
autos, del heroísmo prosaico de los choferes del día. Incluye después una
página de crítica – IMPRESIONES DE SALON -, donde urde un penetrante
mosaico de sensaciones cultas frente a los cuadros expuestos, suscritos por
nombres representativos del tiempo pero para nosotros vencidos casi todos
por él mismo: Rafaelli, Collet, Simón, Blanche, Boldini, De la Gándara,
Anglada, Bernard, Agache, . . . De los que sobrevivieron hasta nosotros
menciona a Whistler y a Sargent, aunque con menos hipérbole. El juicio crítico
de Darío se desbanda hacia la retórica y el lirismo; es impreciso, mas no carece
de cuidado gusto. Pero esa maravillosa intuición de que hizo derroche en otros
campos más propios, no le fue muy propicia frente a los pintores y artistas de
su edad: en unos le falló desorbitándose por virtud de la amistad -ocurre
frente a Rusiñol – y en otros se le escurrió oscuramente bajo la presión del
espíritu prevenido contra todo esnobismo aparencial o verdadero. Cuando se
refiere a los escultores su penetración es más roma aún, y no vacila en
desdeñar a coro con los pontífices de entonces obras tan sólidas e
imperecederas como “El Pensador “ de Rodin, que él halla imposible de
comparar siquiera con “Il Pensieroso “ de Miguel Angel. Su mayor sentimiento
es, como siempre, la pobreza y casi ninguna la importancia que reviste la
representación del mundo americano -especialmente el hispánico - en los
salones franceses y europeos; en éstos que reseña aquí, solo hay unos pocos
expositores nuestros, y ellos no son de los más significativos en cuanto a
creación dice. DUELOS CINICOS : sublevada su “porción anarquista”, como
él dice, comenta con acidez e ironía amargada el contraste tan parisiense de
un lujoso y cursi cementerio de perros frente a las millonadas de hombres y
mujeres que perecen de física hambre. La última crónica es LA RAZA DE
81
CHAM. Las reflexiones de un brasileño sobre el peligro de la proliferación de
los negros, provoca en Darío pensamientos paralelos, antisemitas; también
él cree en la inferioridad de esas razas y hace un boceto verosímil del negro -
acostumbrado a la coyunda, y vanidoso y cruel – cuando alborean para él las
apariencias de la libertad y de la igualdad políticas.
En el volumen denominado PEREGRINACIONES -1901 -, compuesto asimismo
de crónicas, figuran algunas refundiciones de relatos ya publicados antes, y
esbozos de otros mejor desarrollados después. De las más cuidadosamente
logradas, probablemente la más bella, es la que habla de la vida miserable y la
muerte de Wilde en París. En 1904 reúne y edita otro volumen de crónicas de
viajes, dedicado a Felipe López -TIERRAS SOLARES -, con las hermosas
impresiones de un turista inteligente, sensorial y esteta, de las ciudades y la
vida de las ciudades españolas e italianas. Barcelona, Málaga, Córdoba,
Sevilla, Granada, Florencia, Venecia . . . Allí están a luz plena , gustadas como
aristocrático almíbar. El deslumbramiento es contagioso por la riqueza de las
sugerencias, tan notable que permite visualizar el recorrido.
El pensamiento político de Rubén Darío se expresó sin disimulos en toda su
obra -poesía, crónica, cuento, periodismo -, pero para abundar en detalles
que permitan un conocimiento severo y profundo del Maestro, se recogieron
algunos artículos periodísticos bajo el título específico de CRONICAS
POLITICAS. En 1924 lo editó en Madrid Alberto Ghiraldo, prologado por él
mismo en torno a la afirmación de que Darío, a juzgar por sus poemas de
adolescencia, y sus febriles, encendidas páginas políticas como las de éste
volumen, pudo ser el gran poeta civil de Hispanoamérica, pero se malogró.
Entre los publicados hay varios relativos a su vitalicio ideal de la UNIDAD
CENTROAMERICANA, y otros más de sus primeros tiempos, sobre temas que
le eran sugeridos al joven Darío y que él desarrollaba con la candela
emocionada de su liberalismo romántico : En EL CANAL DE NICARAGUA se
refiere a las negociaciones de los estadounidenses interesados en explotar esa
zona. La posición de Darío aparece en ocasiones como oportunista. Frente a
esta posibilidad de gran interés económico para su país, el poeta dice palabras
admiradas de los rubios norteños, que contrastan con su resentido trato en
otros lugares y párrafos. La HISTORIA NEGRA : LOS EZETA 1890, es un
panfleto enconado donde relata las infamias del derrocamiento del Gobierno
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de Menéndez en El Salvador, por su hijo adoptivo Carlos Ezeta. Cuando
ocurrió, estaba Darío allí, protegido por el mismo General. Tras la muerte de
éste, el triunfadorr ofreció iguales garantías y colaboraciones a Darío, pero él
fingiéndose enfermo se fue del país. Más tarde, continúa el panfleto en otro
tomo de Crónicas, narrando los crímenes y traiciones de los hermanos Ezeta,
cabeza de la tiranía bicéfala que asesinó a Menéndez . En dos crónicas -LA
OPINION EUROPEA : IGNORANCIA Y MALICIA, y UNA OPINION DEL BOSTON
HERALD - amonesta a los periodistas extranjeros, superficiales y desleales,
por aquello que hoy llamamos la “mala prensa”, los conceptos nocivos y
errados que de nosotros y de nuestros países se difunden por Europa, y en
general, por fuera de nuestras naciones. El periódico bostoniano mereció la
airada protesta de Darío, cuando tuvo el descaro de sugerir que México
arrastrara sus mojones hasta Panamá para reducir las permanentes
disensiones de los pueblos centroamericanos. DE WASHINGTON A BUENOS
AIRES POR TIERRA, informa del proyecto de ferrocarril a lo largo de América,
y expone la conclusión optimista de que a principios del siglo será una realidad.
(El siglo se está acabando, y el proyecto se ha desviado hacia la Carretera
Panamericana, todavía apenas un rosario de trochas). En DE LA INFLUENCIA
ALEMANA EN LA AMERICA LATINA considera que la poquísima que nos ha
llegado lo ha hecho a través de Francia, como en el conocimiento de Nietzsche.
Una de las crónicas más emotivas es la titulada POR QUE? . iracunda oración
retórica de revolución proletaria. “Yo quisiera una tempestad de sangre; yo
quisiera que sonara ya la hora de la rehabilitación de la justicia social. No se
llama democracia a esa quisicosa política que cantan los poetas y alaban los
oradores? Pues maldita sea esa democracia! . . . La comuna, la Internacional,
el nihilismo, eso es poco : falta la enorme y verdadera coalición! Todas las
tiranías se vendrán al suelo: la tiranía política, la tiranía económica, la tiranía
religiosa; porque el cura es también aliado de los verdugos del pueblo. El canta
su Tedeum y reza su Paternoster más por el millonario que por el desgraciado.
. . el cielo verá con temerosa alegría, entre el estruendo de la catástrofe
redentora, el castigo de los altivos malhechores, la venganza suprema y
terrible de la miseria borracha. – Pero quién eres tú? Por qué gritas así? -- Yo
me llamo Juan Lanas y no tengo un centavo . . . “ Así remata Darío su
formidable explosión de rebeldía juvenil y de protesta social. En la LOCURA
DE LA GUERRA dice, escéptico, su desconfianza de los motivos igualitarios,
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pues la vida es una lucha y el número es ya principio de jerarquía; se mofa, de
pasada, del vistosismo militar de los desfiles pródigos en elegancia y temple y
solemnidades desmedidas por contraste con la cobardía de los combates
reales. BRONCE AL SOLDADO JUAN es una celebración y loa de la memoria de
Juan Santamaría, el Ricaurte de Costa Rica, que voló heroicamente un fortín
en la lucha contra Walker y los bucaneros yanquis.
En el mismo tomo hay algunos relatos de políticos de la época -EL DOCTOR
CASTRO, REINA BARRIOS, BALMACEDA , EL PRESIDENTE SUICIDA, BAÑADOS
ESPINOSA, EL ASUNTO BURRUNDIA, LOS PRESIDENTES EN EL DESTIERRO
(ROSAS), LOS YERNOS EN POLITICA - y dos o tres breves asomos de
interpretación sociológica : LA COMEDIA DE LAS URNAS, Y EL ULTIMO
SUPLICIO OFENDE A LA NATURALEZA , LA OBRA DEL POPULACHO, LA MUJER
AMERICANA. En este último habla de los beneficios que puede traer el trabajo
a la mujer, como medio de cooperar con su hogar y liberarse de las garras de
la prostitución.
Con respecto a la NOVELA hay que decir que Darío la intentó varias veces, sin
visible éxito, pero sin la deseable insistencia que crea el estilo. Tres son los
títulos que en este campo mencionan de él. Hacia 1887 escribe EMELINA,, en
la compañía de Eduardo Poirier, en solo diez días y con destino a un concurso
que se celebraba. Tiene el curioso valor del documento, pero naturalmente
está llena de impropiedades y torpezas. Es posible que ellos mismos no la
hayan leído la segunda vez. Darío se dió después a escribir una novela con la
armazón arqueológica que se estaba acostumbrando en la época . La llamó
EL HOMBRE DE ORO, y afirmarse puede su similitud con QUO VADIS; hasta
se dice que Darío suspendió la suya por resentimiento con el éxito
“inmerecido” de Sienkiewicz. Rubén dejó solamente cuatro capítulos; de
diálogos ágiles, lenguaje solemne y descripciones nobles; pinturas muy
logradas de San Pablo y Jesús, probablemente un poco wildeanas. Da idea de
una densa información sobre las costumbres antiguas del Imperio Romano, si
bien los editores lo favorecieron con no pocas correcciones.
Pero lo que iba a ser “su novela” también se quedó sin terminar. Se llama
ORO DE MALLORCA y parece que solo muy recientemente fue publicada.
Contreras dice que narraba la intensa vida interior de un músico -Benjamín
Itaspes – refugiado de los tráfagos y angustias del mundo en las Islas Baleares.
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Es una radiografía íntima de Rubén Darío, y su temor a la muerte no lo dejó
terminarla: No supo que desenlace hallar a la trama. Hay a su nombre varios
volúmenes de literatura en prosa de distintos géneros, que parecen menos
definitivos de su prestigio y de menor importancia para su conocimiento
íntimo. En 1889 publica A.DE GILBERT, biografía talvez deshilvanada ,
episódica, de Pedro Balmaceda, editor de los ABROJOS. De una desmesurada
benevolencia nacida de la amistad cordial, que hace que Darío acuñe para su
héroe la corona del genio artístico. Balmaceda apenas sí tuvo importancia
como escritor regional. En 1901 publica ESPAÑA CONTEMPORANEA, diario
cronicado de opiniones, fotografías, sensaciones. Desfilan hombres, grupos,
ciudades, vistos todos con agudeza y descritos en un lenguaje suave, menos
hierático que el de LOS RAROS. A ratos intenta “hacer crítica”, pero el temple
suyo es flojo sobremanera para esa exigente disciplina, porque se deja llevar
por las indigestas impresiones circunstanciales. En 1909 es el VIAJE A
NICARAGUA, regreso a la patria después de quince años de lejanía. Un rosario
de recuerdos emocionados pero sencillamente narrados, sin las amañadas
sutilezas con que buscó la forma que arde en otros libros. Memora e insiste
en sus campañas por la unidad centroamericana y lamenta el intervencionismo
estadounidense en su patria. Anexo éste sale la HISTORIA DE MI LIBRO, que
algunos pluralizan “historia de mis libros “. Darío infirma en él la tesis de que
Silva fuera precursor de su modernismo, y confiesa más bien haber imitado
en ocasiones a Salvador Díaz Mirón. EL DIARIO fechado en 1910, abarca
solamente unos días, y es copia de telegramas y reseñas de viajes. En 1912,
para los fines el año, cuando andaba por Buenos Aires haciendo la propaganda
a la MAGAZINE MUNDIAL, escribe en un mes su AUTOBIOGRAFIA, donde tiene
más interés para él la anécdota superficial que el agustiniano examen de
conciencia. En el mismo año había publicado otros dos libros, TODO AL VUELO
y SEMBLANZAS. En el primero hay esbozos circunstanciales con esporádicos
arranques líricos verbosos. Cromos, paisajes, escorzos, de lugares, de
costumbres, de personas. En una de las crónicas -EL FIN DEL MUNDO -
reproduce con notorio respeto supersticioso las trajinadas profecías de San
Malaquías. La religiosidad mística y esotérica repercute desde las cavernas
subconscientes de la remota niñez . . . En SEMBLANZAS reúne algunos retratos
de autores españoles, americanos y extranjeros. Hay algunas valiosas y
perspicaces, pero todas son inferiores a las “cabezas”, más mesuradas, y a
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LOS RAROS, más pulidos y tallados. Sus especulaciones literarias sobre los
sueños, la locura, la telepatía, la telequinesia, la levitación, el espiritismo, el
ocultismo y los demás fenómenos parapsicológicos a que era muy dado Darío
y que están dispersos en toda su obra, fueron reunidos en un tomo especial,
EL MUNDO DE LOS SUEÑOS, que solo se publicó en 1922. Allí comenta
numerosos libros relacionados o conectados con ese tema.
SOL DEL DOMINGO, fechado en 1915, y publicado en 1917 en Madrid, es la
última página del Maestro. Se publica generalmente con una selección de
poemas postreros e inéditos, y se repiten algunos de los libros anteriores.
L A C U E N T I S T I C A D E R U B E N D A R I O
Los cuentos de Darío no son muy
conocidos, no son muy difundidos, no son muy gustados. Dos son las razones
que tenemos, la primacía “demagógica “ de sus poemas, y la difícil inteligencia
de sus cuentos, por obra de la erudición agobiante de las referencias. El afán
erudito visible en Darío se manifiesta en la necesidad de que el lector haga
densas asociaciones a las citas que el autor trae. Así por ejemplo, cuando
Darío habla de San Dionisio en un cuento, es preciso entender que es el santo
patrono de Francia; si trae a Crookes, supone gratuitamente que el lector
conoce sus teorías y desarrollos físicos; y esta suposición que se hace Darío al
escribir es altamente injusta, porque tiene raíz en una cultura arbitraria, muy
superior a la básica y corriente, lo cual impide una mejor comprensión y
gustación de sus lecturas en prosa. EL CASO DE LA SEÑORITA AMELIA, uno
de sus primeros cuentos, está lleno de alusiones cultas: la culebra simbólica,
Hermes, Cábala, teosofía, plano astral, Apolonio el Thianense; de personajes
exóticos, como el judío Lowensteinger; y de locuciones extranjeras: happy
new year, ignoramus et ignorabimus, grupa, gibba, linge, sharira, kama,
buddhi . . . El desenlace es realmente inesperado y tiene relación con las
disquisiciones filosóficas del protagonista alrededor del Tiempo. Es irreal e
ilógico, pero consecuente con el desarrollo. Sin embargo no es susceptible de
captación ni de aceptación o gusto popular. Un cuento que haya qué leer con
86
un diccionario enciclopédico al lado, no puede tener mucho público. El
desarrollo del CUENTO DE PASCUA es el de un sueño o pesadilla con temas
históricos, causado –según uno de los protagonistas - por el dormir después
de comer. Es un cuento curioso y erudito (Aldo Manucio, Lichtenberg, Abdul
Hamid), pero no agradable, sorprendente, estimulante u original. LA
EXTRAÑA MUERTE DE FRAY PEDRO gira alrededor de los procesos técnicos de
la fotografía y la radiografía, y conduce a la muerte del protagonista ávido de
ciencia, que se atreve a conseguir una radiografía de una hostia consagrada.
Es un cuento para ilustrar primeras comuniones; tiene un sostenido suspenso,
pero la conclusión es casi defraudadora del interés. No faltan las alusiones
enciclopédicas, Sohwartz, Röentgen, Crookes, luz catódica, Kodak, etc. Ni
las locuciones extranjeras. Los demás cuentos hemos de mencionarlos muy
esquemáticamente, y solo como referencia. EL DIOS BUENO : bonito y
patético. CUENTO DE NAVIDAD : relato, no cuento, de corte oriental. LAS
TRES REINAS MAGAS: relato lírico, reproducción espectacular que cambia de
sexo la Epifanía. BETUN Y SANGRE : novelilla con visible influencia huguiana;
este Periquín de Darío, si no es el mismo Gavroche de “Los Miserables”, es su
hermano mellizo. LA “MATRUSHKA” : EL Nicolaín de este “cuento ruso”
también es pariente de Gavroche. LAS PERDIDAS DE JUAN BUENO : cuento
de fino humor, como fábula religiosa, al modo de “En la diestra de Dios Padre
“ de Carrasquilla. ENRIQUETA es un poema elegíaco en la muerte de una niña.
ROSA ENFERMA, poema lírico en prosa. LA ADMIRABLE OCURRENCIA DE
FARRALS : apenas esquema de cuento, con un humor francamente gris . . .
FEBEA : fábula en prosa. LAS SIETE BASTARDAS DE APOLO: Originalísima
fábula-cuento, breve, brevísima, ejemplar y con el hallazgo de un recurso
técnico genial. Léase. EL SATIRO Y EL CENTAURO : relato lírico-filosófico con
la misma contraposición básica –paganismo frente a cristianismo – de su
Coloquio de los Centauros. LA SERPIENTE DE ORO : relato lírico de la muerte
de Salomé, acuñado bellamente con las orfebrerías y pulimentos Wilde.
JERIFALTES DE ISRAEL: es una anécdota antisemita. EL ARBOL DEL REY DAVID
: relato bíblico en el idioma bíblico. EL SALOMON NEGRO : bello relato-fábula
con nervio en la negatividad vitalista nietzscheana, intuida temerosamente
por Darío . SOR FILOMENA: relato -no cuento- de la conversión de una
acróbata circense en monja. PIERROT - LUZ DE LUNA- Relato en prosa lírica.
LA RESURRECCION DE LA ROSA : cuentecillo breve, técnicamente perfecto y
87
de evidente intención wildeana. EL LINCHAMIENTO DE PUCK : cuento-fábula,
diríamos “tipo Walt Disney” y antiyanqui. PALIMSESTO : breve relato
cuasievangélico. ESTE ES EL CUENTO DE LA SONRISA DE LA PRINCESA
DIAMANTINA : cuento de la princesa que desdeñó a los caballeros guerreros
por el caballero poeta. EL NACIMIENTO DE LA COL : relato breve a la manera
y estilo delicadamente humorístico de Ricardo Palma. LAS RAZONES DE
ASHAVERO : Hermoso cuento -probablemente el mejor para mi gusto-, con
una delicada, pero no por ello menos aguda, sátira a las formas y teoría
políticas. En él dialogan intemporalmente con el poeta los astros, los animales
y las flores. RESPECTO A HORACIO : relato de imitación clásica. CUENTO DE
NOCHEBUENA : bonito relato religioso y edificante. LA PESADILLA DE
HONORIO : interpretación onírica de la gula. LA MISS : cuento satírico del
pudor convencional típico de la variedad puritana yanqui. VERONICA es una
variación de LA EXTRAÑA MUERTE DE FRAY PEDRO. VOZ DE LEJOS : relato
de especie bíblica, visiblemente hecho en los moldes de Vargas Vila, uniendo
fantásticos episodios apócrifos e imaginarios con los personajes del evangelio
y de la tradición religiosa. UN CUENTO PARA JEANNETTE : wildeano, pulido y
sentimental. LA LEYENDA DE SAN MARTIN : relato religioso. LA FIESTA DE
ROMA: de este relato arqueológico se dice por algunos que hacía parte de la
novela EL HOMBRE DE ORO.
Algunos consideran que EL VELO DE LA REINA MAB es el mejor cuento de
Darío. Es una fantasía estética acerca del sentido místico del Arte. Pero el
relato no puede decirse que sea técnicamente un cuento. Es sí un bello
apólogo, donde casi se insinúa la moraleja. LA MUERTE DEL EMPERADOR DE
LA CHINA, corregida LA MUERTE DE LA EMPERATRIZ DE LA CHINA, es un
cuento de estética de chinerías y arte. Relato vivo, pero formalmente muestra
los efectos desvanecidos por un desarrollo demasiado obvio. EL SATIRO
SORDO : bonita narración de fábula mitológica, deslustrada por un final
perezoso. EL FARDO : relato prolijo de una tragedia, episodio del tipo
costumbrista más bien que cuento . LA NINFA : cuento bien labrado, con el
infaltable recurso de las alucinaciones mitológicas. EL REY BURGUES : cuento
deprimido de las angustias del arte ante el proteccionismo ignorante, el
mecenazgo cursi. LA CANCION DEL ORO : Este cuento es un poema, un
doloroso poema donde se reúne, por virtud de la ironía dramática, la intensa
88
sensación social de Darío hacia la riqueza del mundo. Puede considerarse, bien
entendido, como una deprecación anarquista y socializante, como un poema
social, anticipo de la reciente poemática nerudiana, preludio de Alberti,
Miguel Hernández, Huidobro, Guillén… Obsérvese de paso, lo que vale como
síntoma de la obsesión ideativa -hoy explicada por la siquiatría- todo ese
ORO utilizado en los titulares de su obra. Darío, siempre escaso de dinero,
viviendo casi todos sus días la estrechez más depresiva, actúa una
transferencia de su angustia económica a la riqueza crisoahedónica de sus
títulos: LA CANCION DEL ORO, EL HOMBRE DE ORO, ORO DE MALLORCA, LA
SERPIENTE DE ORO, . . . . . . EL PALACIO DEL SOL : es el cuento de las niñas
cloróticas, con encantados ribetes de fantasía. EL RUBI : cuento de gnomos,
cincelado y adornado con elegante lenguaje, e inyectado de no poca emoción.
EL PAJARO AZUL : anécdota de la enamorada bohemia parisiense. PALOMAS
BLANCAS Y GARZAS MORENAS : relato emotivo del hallazgo del amor sensual.
Todos, en mayor o menor grado, tienen reminiscencias de su formación
francesa, y sin embargo múltiple, pues a más de Baudelaire viven con igual
efectismo e intensidad en sus cuentos la influencia del estadounidense Pöe,
del irlandés Wilde y el germano Hoffmann.
E P I S T O L A R I O
Sin duda, posible, en los ajetreos epistolares de Rubén Darío, revisten más
calidad y mayor interés las cartas que recibió de los hombres ilustres de su
tiempo, que las que él escribió. En el ARCHIVO DE RUBEN DARIO ha reunido
Alberto Ghiraldo toda esa vasta, inteligente y curiosa correspondencia que
Darío recibió de todas partes, y en especial de sus amistades en Europa y
América. Pero nos referiremos aquí solamente a Darío, a su pluma, a sus
cartas. CARTAS A DON MIGUEL DE UNAMUNO: Unamuno y Darío expresan -
sobre todo el primero – su pesimismo por la cultura americana, y formulan
sus dudas sobre su existencia; Darío insiste, sin embargo, en que las unidades
laborantes merecen respeto por su consagración, no discutida ni siquiera en
Europa. Don Miguel desdeña el estilo de Gómez Carrillo, y Darío le recomienda
con entusiasmo a Rodó. El agrio filósofo de Salamanca repele el parisismo
89
dariano y refunfuña provocándolo a mirar a la España que el americano
considera como fortín desguarnecido y atalaya vacía, si se piensa que para
entonces las únicas voces que atravesaban fecundamente el Atlántico e
iluminaban la mente ávida de los criollos, eran las de Unamuno y Rusiñol.
Darío era un hombre cumplido en su correspondencia, y las fechas de ella dan
idea de un excelente servicio de correos, pues las misivas de Unamuno y Darío,
por ejemplo, se cruzaban con intervalos de dos o tres días solamente para
entrega en París o Madrid y Salamanca. Otras cartas hablan de las disciplinas
universitarias en las que estaba todo el interés de Unamuno; Darío desea
visitarlo en Salamanca. Ambos participan y digieren epistolarmente la
veleidosa amistad de De Maeztu. Darío exhorta al Maestro en favor de
América y difunde su pensamiento a través de LA NACION, donde le invita a
colaborar y le gana espléndidas retribuciones que Unamuno reconoce no
recibir en otras prensas de más talante. Muestra éste admiración por el
afanado tránsito lírico de Nervo, y le dibuja a Darío sus esquemas de una
universalidad integral, le envía muestras de artículos y bocetos de poemas.
Darío, a su vez, le manda libros y folletos ilustrativos de la realidad americana,
periódicos, notas, recortes de magazines. Unamuno proyecta viajar al norte
de Europa. Darío le menciona levemente sus andanzas. Las cartas se eclipsan
por temporadas. A la altura del 1907, es decir casi después de ocho años de
estar en correspondencia, parece que su entendimiento no era tan íntimo
como fuera de querer, pues Darío lamenta veladamente que el Maestro haya
sido siempre parco y recortado frente a sus méritos y desvelos por y para la
cultura americana : “ . . . yo quisiera también de su parte algunas palabras de
benevolencia para mis esfuerzos de cultura . . . Sea, pues, justo y bueno . . .
“, así le dice Darío, ya en el usufructo de un prestigio limpio y alto con
valederos títulos. La correspondencia entre Unamuno y Darío se dispersa
entre 1899 y 1909. CARTAS A JOSE SANTOS ZELAYA : Darío tuvo siempre
especiales gratitudes con el presidente de su país, que tanto se preocupó por
ayudarlo económicamente incluyéndolo, cuando se podía, en la burocracia
trashumante. Las cartas refieren los incidentes de la diplomacia, dan cuenta
de las frivolidades de la corte española: Darío describe prolijamente las
angustias del reducido presupuesto, se queja de los retardos en el pago, recibe
y traslada recomendaciones para los consulados (en las que Vargas Vila es
frecuente intermediario), refiere los chismes y comentarios que la prensa
90
europea difunde a favor o en contra de su gobierno, invoca la protección
presidencial para su pariente Ricardo Trigueros – o Contreras? -, preso en
Guatemala por orden de Estrada Cabrera, vitalicio enemigo de Nicaragua y de
Zelaya. Con insistencia de hipomaníaco hace largos rosarios de lamentaciones
sobre sus dolencias reumáticas y del hígado; y ambos, alternativamente,
examinan y condenan las iniquidades de los yanquis, las descaradas
intromisiones de Roosevelt y de Taft en la política americana, sus agresiones a
Nicaragua, sus componendas con Estrada Cabrera, la escandalosa invasión a
México, etc. Indudablemente son más cálidas y humanas las cartas de Zelaya,
escritas en un lenguaje noble pero familiar y expresivo, en tanto que las de
Darío aparecen esquemáticas, repetidoras, impersonales, oficinescas.
CARTAS A JULIO PIQUET : entre los principio de 1913 y los finales del 14 Darío
se queja a Piquet de sus enfermedades : nervios, riñones, estómago,
intestinos; a esas desventuras se une la impresión del engaño sufrido de los
editores del MAGAZINE MUNDIAL; de unos y otros se cura Darío –pagano o
supersticioso!- con agua llovida y confianza en la Providencia Divina.
Frecuente es encontrar en sus cartas el clisé “Dios sobre todo! “ Lamenta la
ausencia de Francisca, y planea reunirse con ella. La redacción insinúa una
profunda confianza y un hondo afecto entre él y su corresponsal. CARTAS A
ALBERTO GHIRALDO : Siempre le unió una amistad fraternal con Ghiraldo; a
él se lamenta de sus achaques nerviosos, nefríticos y gástricos o económicos
y artísticos; a él le pide ayuda y atención, consejo y compañía, a lo largo de
sus viajes, de su labor creadora, de sus enfermedades y tristezas . . . CARTA A
TULIO M. CESTERO : Hay unos 16 mensajes entre 1897 y 1913. Le pregunta
por Jorge Holguín, delegado de Colombia a la segunda Conferencia de La Haya,
y amigo suyo un poco tibio y escéptico. Habla de sus artículos periodísticos;
envía saludos a Pérez Triana, raja de los amores de Gómez Carrillo con la
poetisa Annie Pierret, de su vida conyugal con Francisca, de sus enfermedades
y contratiempos. . . . . Inclusive hacia 1906 las cartas se ponen a tono con la
época, y son escritas en máquina. CARTAS A FABIO FIALLO : hay catorce
mensajes entre 1908 y 1911 sobre temas variados y cordiales. Lo que escriben
y hacen los americanos en París. Gómez Carrillo. Los libros que ambos -Darío
y Fiallo - preparan. De las penurias económicas. De Chocano, amigo de los
dos. De un artículo en el que Darío pide a Roosevelt, visitante en París, justicia
y respeto para Nicaragua. De Lugones -“Polo”- . Comentan los sucesos
91
políticos, el atentado de Santo Domingo 1911, episodio casero y de vecindad,
de ahijados y compadres, etc. CARTAS A ADOLFO DIAZ : En ellas no hay nada
extraordinario ni en la anécdota ni en el estilo. Le habla -el síntoma de
siempre - de la incomprensión de sus prójimos : “. . . por un lado, están los
que no perdonan mi nombre, y por otro los que no me perdonan mi puesto”.
De la publicación de sus obras. De las obras que recibe y agradece. Sus cartas
a Díaz -pelele sostenido por los yanquis de la United Fruit Company en la
presidencia de Nicaragua - son respetuosos pero no adulantes; son nobles,
pero jamás entreguistas. OTRAS : Se conservan también misivas a diversos
destinatarios -Rodó, Martínez Sierra, Alberto Insúa, Conde de las Navas,
Eugenio Garzón, Américo Lugo, Federico Velásquez, Emilio Tejera Bonetti,
Juan B. Delgado, Antonio de Zayas, Bernardo Reyes, Santiago Argüello,
Hernán Prowe, Jean Richepin, Joaquín Macías, Luis Bello – con temas muy
poco variados. Solicita colaboración para la MAGAZINE MUNDIAL, hace
encargos de orden doméstico, pide recomendaciones literarias (de Remy de
Gourmont, Saint Pol-Roux, Eugenio de Castro, Valle Inclán), etc. Varios
apartes aislados revisten, empero, importancia para cuando se considera la
personalidad de Darío. Primero, el hecho frecuente de que el poeta perdía los
libros que le daban a leer, podría ser visto por un sicólogo como acto fallido
que envuelve la segunda intención de no leerlos. Puede presumirse que Darío
no se interesaba mayormente en su fuero interno por sus contemporáneos,
que tanto lo estimaban, y que a él acudían en busca de examen y consejo para
sus conatos y proyectos literarios y líricos. En sus cartas no es rara esa palabra:
He perdido su apreciable libro. . . Me han robado el apreciable tomo que tan
gentilmente me dedica, etc. Donde da idea de más recíproca confianza es con
respecto de Santiago Argüello; reconoce talentos especiales en él , y se vierte
todo para confesarle que no es tan elevado como se lo cree. “Es un general
error, que conviene no contradecir mucho el creer que yo ando por las nubes.
Homo sum. Y, además, si te fijas bien, un poco burgués . . .”: Así se retrata
Darío, y corrobora su imagen física con la idea de un sentido económico y
moderado que le fue infundido por sus estrecheces vitalicias, con lo cual se
sembró de prevenciones y de preocupaciones, hasta el punto de cobrar
religiosamente -hebreamente diríamos!- sus colaboraciones. Al inefable Juan
Ramón, que le solicitaba colaboración para una revista que costeaba con unos
amigos jóvenes todos, le escribe una larga homilía económica preguntándole
92
si cree que él escribe por gusto. A Luis Bello le recuerda una cuenta no
cancelada por su revista LOS LUNES, y a otros varios les señala las tarifas que
exige y los créditos que tiene por cubrir. En general, el epistolario de Rubén
Darío no es extraordinario. Si se nos permite, es inclusive ordinaria; y no puede
por él tenerse impresión de su genialidad y valores humanos. Hay un talento
espontáneo que se derrama involuntariamente en todo lo que el privilegiado
hace o provoca : No era éste el talento de Rubén Darío. Debe presumirse que
sus grandiosas obras fueron más bien labradas con pena, con dedicación y con
esfuerzo, que productos de una catarata de genio en permanente eyección. Y
entre sus obras ejemplares no deben mencionarse jamás sus cartas, por lo
menos las conocidas hasta este punto . . .
C O D A S, C O L O F O N E S Y R E M A T E S
Las ideas políticas y las influencias estéticas concurrentes en Darío fueron
bien determinadas. Indudablemente, de los personajes históricos que más
apasionan la juventud de Darío, Galileo ocupó el primer lugar. La personalidad
del florentino tenía para destacarse entre sus afectos como símbolo supremo
del poder del pensamiento humano como origen de la libertad y como fuente
de progreso, no tan solo espiritual sino aún más, técnico y político. Galileo es
el pensamiento vivo, el espíritu consciente, la idea ligada a la materia; Galileo
es la verdad libre, el dogma natural que solo se ampara en la estadística de los
hechos inmemoriales y no apela a las leyes impositivas ni a la inquisición de las
conciencias. Galileo, redescubierto hace poco por el mundo moderno -
Bertold Brecht! – es uno de los más cimeros fetiches de la simbología humana,
y hay qué ver una especial agudeza afectiva en la admiración que le profesó
siempre al poeta. Otro de los héroes juveniles de Darío, cuya bandera
conservó en el alma, fue Morazán, el hombre liberal de temple heroico, hijo
de Honduras, pero el verdadero creador de la patria centroamericana
unificada; cerradamente anticlerical y patriota. Posteriormente fue derrotado,
y en un nuevo intento de recobrar el poder, vencido y fusilado.
93
El patriotismo dariano, apenas encubierto con los encajes del cosmopolitismo,
revistió oportuna y correctamente para su tiempo y para el nuestro la forma
externa del antiyanquismo. Los sentimientos antiestadounidenses de Darío no
fueron nunca otra cosa que un síntoma agudo de la sensación masiva de su
pueblo, sojuzgado sistemáticamente por el imperialismo gringo de esa época.
Nunca como entonces pudo ser el poeta la voz viril de la dignidad humana de
su pueblo. Cuando Darío nació no se había perdido de la memoria el ataque
continuado de los filibusteros de Walker y los atropellos del vendido Castellón.
El pirata mismo se constituyó presidente de Nicaragua hasta ser expulsado
por los costarricenses. Solamente diez años antes del nacimiento de Darío, el
pirata Walker había intentado la última invasión, que fué heroicamente
rechazada por los soldados de la Unión. El decurso de los años siguientes fue
casi todo –salvo cortos períodos- de total ocupación por los marines
norteamericanos para proteger las invasiones de la United Fruit Company.
En cuanto a sus concepciones estéticas, que hemos ido examinando al pasar
por su obra, solo nos resta agregar que las más protuberantes influencias
vienen de obras como las de Richepin, Rodembach, Chénier, Catulo Méndez,
Teófilo y Judith Gautier, Pierre Lotti y los hermanos Goncourt. Su amor a la
perfección formal arranca desde su infancia casi, prendida de Quevedo y
Garcilaso, de los cuales tomó la imagen heráldica del cisne, a la que dio orgullo
de águila y música de ruiseñor, para no quedarse en la gelidez parnasiana.
Tampoco puede omitirse la influencia de Boccacio, cuyo DECAMERON
repasaba con frecuencia.
Hemos dicho que Darío renovó el lenguaje poético, y lo hizo arrastrado por
una rebeldía irresponsable. Rubén nunca dominó la gramática castellana, y en
él son harto frecuentes las construcciones “incorrectas”, bautizadas así por las
academias y los académicos, que él menospreciaba ostentosamente. Por
ejemplo, en sus prosas abundan los “hasta que” y los “fue entonces que”, y a
más de las fórmulas galicadas, otras fallidas por todas las razones de la
gramática. Pero, nos preguntamos, qué es la corrección? No podemos menos
que sugerir la convicción de que la corrección es la imitación de los grandes,
antes que la sujeción al capricho de los mediocres. A más de ello, la crítica
moderna encuentra sus preferencias en las grandes obras llenas de
incorrecciones, frente al frío academismo, correcto, gramatical y frío, de las
94
obras sin valor que se escriben al pie de los textos, manuales, diccionarios y
guías…
O O O
II T E O R I A D E L M O D E R N I S M O
Arturo Torres-Rioseco coloca el modernismo ente 1888 y 1914. La fecha
inicial corresponde a la publicación de AZUL; la fecha final da el inicio de la
guerra y con ésta la postergación de los valores espirituales. El ambiente
literario hace converger dos líneas muy definidas; de un lado, el afán de
cultura, expresado en forma efervescente por la América Hispana; de otro, el
disgusto con las formas, los motivos y los moldes del romanticismo español,
encarnado hasta su última hora por Zorrilla. Fastidiados del costumbrismo
sensiblero, los escritores y artistas vuelven el oído a Francia, donde por
entonces hacía ferias el esteticismo, “l´art pour l´art”, a pesar de los esfuerzos
de Víctor Hugo por hacer y difundir su liberal “arte por el hombre”.
El período álgido del movimiento modernista es localizado por otros
tratadistas entre la aparición de AZUL -1888- y la muerte de Herrera y Reissig
-1910-; esto daría pié para afirmar que el padre del movimiento sobrevivió a
95
él, pues Darío duró hasta 1916. Dos notas se afirman como características:
el cosmopolitismo, el espíritu gitano y errabundo de sus dilectos, y el
eclecticismo de las influencias aceptadas, retenidas y utilizadas. Imperó en
ellos la preferencia por lo sorpresivo y sorprendente, como carriles para
encauzar certeramente hacia el sentimiento la pureza expresiva. Al
romanticismo precedente, definido por Hugo como “ el liberalismo en el arte”,
los modernistas aportaron un elemento no ya mítico y estético, sino
plenamente dinámico : el entusiasmo, la ingenuidad ante el mundo, que los
románticos miraban gastado y envejecido; los modernistas, por el contrario,
volvieron a descubrirlo con las mismas irisadas tintas que debieron verle los
primeros hombres en el Edén del Génesis, en la mañana de la creación. Los
románticos descubrieron el dolor y las demás sensaciones primarias; pero los
modernistas hallaron el valor del sentido, la música de los vocablos, las
tonalidades del arco iris; reunieron la magia con la realidad y encontraron el
hombre, que unos años después vendría a ser el motivo primordial de la poesía
social, del arte social, de Orozco, Siquieros, Neruda, Icaza, Azuela, y tantos
más. Probablemente, el aporte que hace el modernismo rubendariano al arte
en general, no se reduce -como se ha pretendido - al externo oropel que
imprime a la versística el uso variotonal de técnicas sinfónicas (contraste,
reiteración, similicadencias, énfasis, orquestaciones wagnerianas . . ), sino un
distinto modo de ver la luz y de aspirarla por las fosas nasales. El rubendarismo
ha trazado un camino especial, no solo a la poesía sino a la literatura y al arte
entero en sus distintas faces. Ha sacado la belleza de los cenáculos forrados
en raso; ha entregado al arte sedas impalpables para vestirle el ralo manto de
escenario con que tratan de populizar los genios de pacotilla: Darío destruyó
las torres de marfil y se entregó virilmente a la vida. Hé ahí la poesía y la prosa
de su vida feliz y desgraciadamente humana. Amasó su poema con materias
selectas, pero nunca hasta el punto de perder su contacto con la tierra, con el
cotidiano barro de los problemas vitales. Hizo un puente auténtico entre el
mito y la verdad, entre el cielo y la tierra, porque su poesía dijo la dimensión
del hombre sin excederse en los halagos de la fantasía ni descuidarse hasta la
lepra de lo ordinario, en un límite difícil y preciso que hiciera humana la poesía
sin robarle su veste de alimento mágico y divino. La fórmula voluntaria -mas
no siempre consciente - de su obra fue la integración y entificación autónoma
de verbos y corrientes tan impares como el seudoclasicismo frio y aristocrático
96
de Moreas, la agilidad sugerente del parnasianismo -frío en el fondo, con
frialdad de muertos-, y la retórica exaltada del romanticismo huguiano.
Talvez el principal teorizador del movimiento parnasiano fue Leconte de L´Isle
(1818-1894), reencarnación de Chénier y dado a sus mismos gustos plásticos.
El parnasianismo fue en él una rechazo de las confidencias líricas, un desdén
por el arte de personas y de sensaciones que hoy pudiéramos llamar
peyorativamente fisiológicas -la tristeza, la alegría individual, el amor, etc.-
La belleza no puede extraerse con pureza sino de la irrealidad, del sueño -
porvenir!- o del recuerdo –pasado!, la belleza es antibiológica, no solo irreal
sino antirreal, la belleza debe ser mentira, y tanto pierde cuanto se acerca a
verdad, a realidad, o a ejercicio orgánico, fisiológico. Acaso ésta identidad que
él vivió haya sido la causa de su pesimismo. La belleza solo puede estar en lo
no-cierto, no-verdadero, no real : pero estamos rodeados de realidad,
estamos apabullados por la verdad, por las verdades. La belleza es así un
imposible . . .
Discípulo de Leconte fue Heredia, otro mago de la poesía impersonal específica
del parnasianismo. Heredia escribió mucho menos que su maestro, y limitó
sus TROFEOS a ciento veinte sonetos, con la certeza -indiscutible para
nosotros- de encontrar en la forma soneto el mismo molde para la belleza
plástica incontaminada de emociones y de sentimientos anímicos. En su día,
el enemigo combatido era el romanticismo, y para ello era imperativo el ser
objetivos y salir de sí mismos. Ahora, entre nosotros, la forma soneto
despierta sospechas y prevenciones, por un claro fenómeno de retorno al
romanticismo entre la literatura joven. Las formas proclamadas como
ultramodernistas, postmodernistas, neomodernistas, vanguardistas,
nadaístas y demás, repudian hoy el soneto y a los sonetistas, creyendo
encontrar en él un símbolo de romanticismo. En ello hay una equivocación
culposa. El soneto es una conquista de la objetividad parnasiana; fueron los
románticos los que cultivaron el poema longilíneo, extenso y retórico, la
forma que hay esgrimen nuestros “vanguardistas”, sin darse cuenta de que
están de retorno en el romanticismo victorhugesco de hace siglo y tercio.
Prudhonne, maestro, si los hubo, de la literatura parnasiana, tuvo para la
objetividad plástica las mejores armas en sus densos y prolijos estadios
científicos que le permitieron la exagerada precisión, la casi deshumanizada
97
claridad y el rigor técnico de sus poemas filosóficos. Entre nosotros, ésta
poemática filosófica se recuerda haberla visto con Núñez, y se tiene la
impresión de que lo poco que él tuvo de filósofo fue siempre más que lo que
tuvo de poeta. Si la filosofía busca la verdad, y la poesía la belleza, no hay
antinomia más evidente. De ahí que la poesía deba ser antifilosófica, y la
filosofía haya de ser prosaica . . .
Esa era, pues, la situación ambiente en que nació el modernismo
rubendariano. Se señala como precursores, a pesar de la opinión de Darío en
contrario, a José Asunción Silva primeramente, y con él a Manuel Gutiérrez
Nájera, Salvador Díaz Mirón y Julián del Casal. Pero Martí fue el creador de
la teoría del modernismo, y Darío que siempre lo admiró, siguió sus
planteamientos. La renovación métrica es fruto de ello; y en cuanto a la prosa,
es casi idéntica en sus moldes y lineamientos o direcciones. Con el movimiento
modernista rubendariano empieza en América y en el mundo la motivación
artística en el hombre político, en el hombre social, vivo, real, concreto,
sometido a problemas y obligado a soluciones; este movimiento es el que
encuentra el valor del patriotismo como razón auténticamente poética,
originando desde lejos la contemporánea y reciente poesía social, y el arte
social en sentido general. Este afán humano de ambientarse en el barro, de
captar el tiempo real y la vida concreta, es bien manifiesto en obras como LOS
RAROS, PEREGRINACIONES, LA CARAVANA PASA, TIERRAS SOLARES, EL
CANTO ERRANTE, EL POEMA DEL OTOÑO o el CANTO A LA ARGENTINA,
escritos entre 1886 y 1914. En ellos vibran el interés y la solidaridad con el
hombre que se agita en los laberintos de un momento social incómodo y
antihumano; desfilan por éstas páginas las ironías incisivas de episodios
comunes y ocurrencias fehacientes, donde el arte del Maestro se hace ver más
en el contagioso sentimiento de humanidad que en las formas y artificios que
tan bien caracterizaron la transición entre el parnasianismo y el modernismo
preciosita de los precursores.
El modernismo había sido comenzado por Casal, Martí y Gutiérrez Nájera. A
partir de 1895, con la muerte de ellos, queda Darío como profeta y pontífice
único. El Maestro viene de leer indiscriminadamente un cúmulo de obras en
su infancia y juventud, cuyos hilos han de seguirse para encontrar su
personalidad literaria. La Bruyere, Swinburne, De Maistre, Pérez Galdós, Bloy,
98
Hugo, Guyau, Dante Gabriel Rossetti, Zola, Remy de Gourmont, Keats, Ibsen,
Martí, Leconte de L´Isle, Benavente, Verlaine, Barbey D´Aurevilly, Ernesto
Hello, Anatole France, Mallarmé, Gautier, Huysmans, Maeterlinck, Poe . . .
Ellos y sus frases me mezclan y recombinan en su cabeza, sin temor de aflorar
visiblemente en ocasiones, pero contribuyendo a una creación personalísima,
digerida y propia de Rubén Darío . Es con ese acopio de sabiduría y de belleza
con lo que Darío construye su edificio. Comparado con los modernistas
anteriores y posteriores, Darío los supera a todos en la riqueza verbal; pero es
más artificioso o menos sincero que Silva, y menos fértil o pródigo que Amado
Nervo.
Entre los cofrades del modernismo rubendariano se suele incluir a Leopoldo
Díaz, Eugenio Díaz Romero, Diego Fernández Espiro, Carlos Ortiz y Leopoldo
Lugones -argentinos-, María Eugenia Vaz Ferreira y Julio Herrera y Reissig -
uruguayos-, José Santos Chocano y José María Esguerra –peruanos-,
Guillermo Valencia, Baldomero Sanín Cano y José Asunción Silva -
colombianos-, y Amado Nervo, Luis G. Urbina y Enrique González Martínez –
mexicanos. Hay quiénes añaden con explicaciones válidas, a Ricardo Jaimes
Freyre.
A veces también traen entre ellos, erradamente a mi juicio, algunos prosistas
de menor mérito. La prosa no fue un objetivo auténtico en la tendencia
modernista; fue solo un accidente, y siempre se vistió con los encajes de la
lírica y con el exotismo y el vagabundaje visual y sensorial de la estética. La
prosa trazada por los modernistas no es en ningún momento correspondiente
con el concepto de prosa.
O O O
99
III D A R I O V I V O
El poeta no es, no puede ser extraño a las tristezas del hombre, hermano suyo
. Se duele de las injusticias cometidas contra los buenos y los débiles porque
el poeta es -por naturaleza, por definición y por alma- el gran fiscal del mundo
y de la sociedad. Anatematiza a los infames así como poderosos, profetiza el
advenimiento de un mundo de luz, de pan libre, de justicia rescatada, de
belleza conquistada. O clama venganza y equidad al cielo, a los dioses, a la
naturaleza, a la historia. Darío vivió su vida dentro de este concepto dinámico
del poeta, realizado el deseo que en frase elegantísima sintetizó el ruso
Chernichevsky :” La misión del arte es enjuiciar la vida! “. Pero lo hizo con esa
altura y esa irresponsabilidad sublime de los profetas, que se saben por encima
de los comunes raseros y limitaciones. Darío vive y crece, trabaja, crea,
desdeñando el concepto que muchas veces le fue adverso. “He comprendido
la inanidad de la crítica. Un diplomado os alaba, por lo menos alabable que
tenéis -dice-, y otro os censura en mal latín o en esperanto . . . “ Los enemigos
y contradictores del nicaragüense no alcanzaron la vida que él. Eso deroga sus
animadversiones y confirma la gloria del Maestro.
Es posible que tomando la convicción honesta de sus comentadores y críticos,
hallemos que sus recursos manifestados en mil formas distintas se redujeron
a “expresividad, orgullo tradicional y garbo retórico”. Hasta AZUL, habrá qué
decirlo aún en adelante, imitó a los poetas españoles de la segunda mitad del
siglo XIX -Zorrilla, Campoamor, Bécquer, Núñez de Arce, Bartrina . . . -.
Después se exalta ya su españolismo autónomo. En cuanto a su poesía, es
insuperable el acierto definitorio de Vargas Vila cuando dice que Darío no fue
poeta lírico, sino poeta sinfónico. Con ello se da a entender el carácter y
fundamento de la poesía dariana.
Ese hombre genial poseyó un corazón que pareció darse a todos, y sin
embargo, fueron bien pocos sus amigos verdaderos. Pedro Balmaceda, Remy
de Gourmont, Guido Spano, Polo Lugones, Poirier, Bazil . . . Los odios no
cupieron en él; pero Darío tuvo dos repugnancias que cultivó con esmero,
hacia hombres que ni siquiera conocía por otra cosa que sus obras: Enrique
100
Sienkiewicz y Benjamín Franklin. Acaso haya sido el comercialismo y el
sentido práctico lo que en ellos condenaba . . . por no condenarlos en sí mismo.
Darío tuvo una cultura desarreglada. Sus conocimientos de la mitología
grecorromana no fueron profundos ni amplios; lo dice la insistencia en unos
pocos mitos, probablemente en los más conocidos. De otro lado, su formación
filosófica tuvo las normales deficiencias y lagunas producto de la indisciplina.
Ante todo, su metafísica fue obra de pura reflexión sobre las bases insólitas
de un picoteo esporádico y sin organización en los conceptos que a mano tuvo.
En cuanto a la extensión, el poeta no tuvo realmente una cultura importante;
la movilidad de su vida, desde las necesidades de la infancia hasta las
desazones melancólicas de la madurez, apenas le permitió hacerse a una vasta
ilustración, a una información pródiga en detalles intrascendentes y en
lucubraciones superficiales, con las cuales y a pesar de las cuales construyó su
genialidad una obra perdurable e indestructible.
La verdadera imagen de Darío debe tener en proporciones variables los
elementos que se diluyeron y combinaron para estructurar su personalidad, y
que pocos han salvado de las dudas. Permanente sensación de ser
incomprendido, realismo, optimismo, sensualidad, fe y espíritu romántico.
El artista aspira y espera que su obra sea conocida y estudiada. Pero si bien,
Darío creyó en su gloria, buscó ante todo su éxito. No se contentó con
descansar confiado en la historia; hizo lo posible por vivir a expensas de su
obra, y si no lo consiguió no se debió a generosidad suya sino a contrarios
hados. Como hombre de genio, pero nada alunado o nefelibata -él decía!-
comprendió que el corazón está al extremo de un camino que pasa por el
estómago, según las palabras de los filósofos chinos y los dietistas de todas
partes. Pero ello tiene un fondo de ironía en sus expresiones, aún en contra
de sí mismo. Y es que Darío es capaz de caricaturizarse, porque sabe cuánto
vale y cuánto puede. El sentido del humor lo liberó de ser malvado, y lo
mantuvo ligado a las proporciones. Darío, el caballero de la pluma dorada, el
idealizador de la mujer, el perfumador del ambiente, está sólidamente
afirmado en el mundo, y sabe que las cosas hay que tocarlas, hay que vivirlas,
hay que padecerlas, para que puedan dar materia al arte permanente e
intemporal. Además, Darío es optimista. A pesar de los desengaños sufridos,
de las esperanzas mutiladas, de los sueños incendiados. Canta al futuro sobre
101
las cenizas desiertas. Invita al ejercicio de la vida, con un furor báquico,
dionisíaco, pánico.
Como si todo -Pan!- fuera vida, y no hubiera más vida que éste todo: Pan!
Hay que extraerle todo el jugo a la naranja del tránsito. Por eso no fue nunca
el cantor del suicidio, de la muerte, del mal del siglo, de la melancolía.
Comprendió que la poesía debe ser una total invitación a la vida, o una
perentoria cita con la muerte; y se burló de los muchos que “viven” a costa
de sus invocaciones necrófilas, todos esos especialistas del luto que asesinan
la alegría con sus lamentos, y no son otra cosa que felices usufructuarios del
cementerio. Su sensualidad recorre las cuerdas del roce erótico, carnal,
humano, con una plena defección de los misticismos falaces conque el amor
se reviste. Somos hombres estremecidos por la pasión, por todas las pasiones;
y en esto hay un infinito dolor y un inmenso placer, una condena y una
redención. El artista, con más razones y en mejor condición, es la antena que
capta, mide, y reproduce las vibraciones de la naturaleza, del sexo, de la
vida. Tanto más cuanto el sexo es el principio de la conciencia en la materia,
y por ello el fundamento y fuente de toda creación.
He leído en alguien la curiosa afirmación de que Rubén Darío fue el primer
escritor de tangos, con su famosa SONATINA, fechada por cierto en Buenos
Aires. En cierto sentido, muy limitado sí, ese y otros poemas tienen la
sensualidad elemental y cotidiana de los tangos. Pero esa literatura es
excesivamente vulgar por naturaleza, y demasiado simple en su fondo
sicológico. Si bien esta última condición puede hallarse a veces en Darío, no
ocurre lo mismo con la primera, pues el poeta cuidó siempre de la
organización y la altura formal; aunque creemos que ello no fue siempre
ejercicio intencional sino fácil práctica mecánica de quien dominaba los
metros, lo mismo por la vasta ilustración que por la larguísima práctica. Darío,
ha de saberse, escribió más de ochocientas composiciones contando
solamente las poéticas. . . Sin embargo, también él en su vida y en su obra fue
un exponente del romanticismo peculiar del americano, que halla expresión
en la música popular. Una de las frases que más se trae es aquél verso suyo:
Quién que es, no es romántico? Y Darío lo fue sin dudas ni remordimientos.
En defensa de esa sensación romántica que permanece, hemos de recordar las
afirmaciones de Mme. Stäel. Decía que el romanticismo es la única forma
102
artística capaz de perfectibilidad, arraigada como está en el propio suelo, y
susceptible de renovarse y vivificarse con las diversas influencias religiosas,
míticas e históricas; su cuna, continúa ella, es remota pero no envejece,
antigua pero no vieja o, si se quiere, lejana pero no anticuada: ancienne mais
non antique, con sus propias palabras . . .
Una dirección interesantísima, y aún no suficientemente analizada en lo que
puede dar, es la de las motivaciones, razones y factores de la obra genial de
Rubén Darío. Ahondando en su vida íntima y pública puede hallarse lugar a
prodigiosas asociaciones que nos llevan a descubrimientos importantes. No
sé de que se haya hecho un examen prolijo e inteligente sobre la parte
prosaica, vulgar y dolorosa de Darío, agobiado por las enfermedades, con
permanente inestabilidad económica, motejado y befado por buena parte de
la intelectualidad de su tiempo, desdeñado por los cómodos burgueses que le
tocó soportar a su lado, inicuamente engañado por sus editores, y en todas
partes sacudido por el dolor humano de sentirse fraterno y solidario de las
cosas humildes de la tierra. Es corriente mirar en Darío por su lado de cantor
de los valores burgueses. La imagen diaria que se tiene del poeta es la derivada
de los cisnes unánimes, de las princesas pálidas, de las fuentes de mármol,
de las rosas desmayadas en los jarrones de jade de un palacio encantado. Pero
se le conoce poco, o nada -talvez deliberadamente- , en su aspecto popular,
nacionalista, herético, indigenista, latinoamericanista y rebelde. De todos
los creadores, de todos los forjadores de arte, es el poeta el que una mayor
libertad exige y merece. El poeta debe hallar en todo materia apta de
sublimizar, sin que por la diversidad o dispersión desmerezca o amengüe la
calidad, el valor o la presencia. Así, se explica que Darío cantara hoy la risa de
la divina Eulalia, y mañana la altivez heroica del Caupolicán indomado. A la
luz de un crepúsculo pudo cantar los recuerdos del amor incendiado o el
perfume de un cáliz adolescente. Pero también vibró en su lira multifónica la
angustia nacional de su pueblo, el orgullo español y latino, la fiebre
continental contra los bárbaros del Norte, contra los invasores del mundo. El
se duele con voz sincera por su sangre, por su patria y por su idioma:
“Se necesitaría, Roosevelt, ser por Dios mismo,
El riflero terrible y el fuerte Cazador,
103
Para poder tenernos en vuestras férreas garras . “
Para localizar a un artista es preciso estudiar el arte de su época, y aún el
inmediatamente anterior, y no solo en tal sino en todas las manifestaciones,
pues todas son conexas. La poesía de Rubén Darío no es hija de la poesía de
su tiempo, pero si es hermana directa de la pintura de sus coetáneos y de la
música que él conoció en los ambientes donde estuvo. La visión de la vida, la
filosofía de Darío fue asimilada de un ámbito donde flotaban las concepciones
hegelianas interpretadas por sus seguidores (Feuerbach, Marx,
Schopenhauer) y combatidas por Comte, Kierkegaard y Nietzsche. Había
intentos de metafísica para espiritualizar la materia filosófica, como los de
Maine de Biran. Se teorizaba su estética ecléctica en las obras de Cousin; y los
Bonald y De Maistre arraigaban sus ideas en el tradicionalismo étnico. Littré,
Stuart Mill y Ribot eran estudiados e interpretados. Aparecían las obras
revolucionarias de Darwin y las falseadas interpretaciones de Spencer sobre el
carácter orgánico de la vida social. La voluntad humana se mitizaba en los
ensayos de Hartmann y era descubierta la conciencia moral por el sicologismo
experimental de Wundt. Brentano construía su escuela de filósofos con un
cuerpo de discípulos que son contemporáneos nuestros. Darío estuvo
colocado en el vértice de una remolino donde giraban las tendencias iniciales
que aún en nuestro tiempo continúan en desarrollo: pragmatismo,
fenomenología, neokantismo, vitalismo nietzschiano y filosofía existencial.
Estaban con él en el mundo Iván Pavlov estudiando los reflejos condicionados,
y Emilio Durkheim haciendo sociología geográfica. Bergson creando su
filosofía poética. Keyserling haciendo memorias de filósofo trashumante.
Benedetto Croce renovando en su arte el hegelianismo. Y Hüsserl tratando
de integrar la lógica y la ética. Max Scheller organizaba su ética de los valores
alrededor del apriorismo emocional. Unamuno lucubraba sobre el
sentimiento trágico de la vida en el alma latina. . . Darío tuvo qué escoger en
ellos y en el ambiente que creaban en la cultura del mundo, sus esquemas
ideológicos. Arturo Torres-Rioseco nos habla de varios poemas de Rubén
Darío, originados en cuadros célebres. Watteau, Boucher, Dubucourt, y los
pintores franceses del siglo XVIII. Los poemas darianos son transcripciones del
lienzo y del pentagrama. De ahí que haya qué estudiarlo en paralelo con los
músicos y los pintores, más bien que con los poetas de su tiempo y anteriores
104
a él. Su obra lírica, épica, sinfónica en fin, tiene raíces en Rubens, Botticelli,
Puvis de Chavanne, Zurbarán, Velásquez, El Greco, Goya, Poussin, Piranesi,
Doré (cuyos grabados llenaron la proyección de sus infantiles imaginaciones!),
Callot, Durero, Falguiéro, Kate Greenaway y el Tiziano. En cuanto a los
músicos, indudable y certeramente Lully, Rameau y el divino Wagner.
En muy reciente artículo periodístico, Germán Arciniegas hablaba de Chocano,
y le llamaba “el poeta de América”, en oposición y desdén a Darío, “el
afrancesado”. Con ello no hacía sino continuar la larga cadena de desvaríos
descentrados que inició don Juan Valera, al descubrir -sin acierto a nuestro
juicio- el espíritu galo en la obra de Rubén Darío. Antes de terminar el siglo,
cuando corrió por las Antillas el rumor apócrifo de la muerte del Maestro, en
uno de los óbitos publicados en la prensa, afirmaba muy orondo don J.
Contreras Ramos: “. . .nacido en América, en estas tierras criollas tan dignas
de ser amadas, fue traidor a la patria, intelectualmente hablando . . . Darío ha
muerto joven, era un niño coloso, pero no amaba su tierra . . . Criollo de
nacimiento, francés de corazón, duerme en paz . .” Pero éste concepto es tan
irreal como lo era entonces la muerte de Darío. Si no más acertado, por lo
menos aproximado a la verdad era el concepto de don Pedro Henríquez Ureña,
autor de un importante estudio donde sostenía frente a Diez Canedo, que
Darío era un poeta más de España que de América. Rodó afirmaba en todo
caso que Darío no era un poeta de América.
Pero, es tiempo de afirmarlo, Rubén Darío no solo fue un poeta americano
sino que es el POETA DE AMERICA. Con Darío entra la alegría a la poesía
americana, que antes era una variación de los escorzos de la Danza de la
Muerte, superficial, destemporalizada, incongruente, mistificadora. No
podemos estar de acuerdo con el ilustre tratadista Torres-Rioseco en creer que
el modernismo rubendariano sea llanamente el efecto causado por el
parnasianismo-simbolismo. Las influencias son innegables y sería necio
desconocerlas. Pero hay varios elementos vitales del modernismo que no
fueron tomados de las corrientes francesas. Diríamos, contra eso, que
caracteriza al modernismo un barroquismo temperado, notorio en la
adoración de la frase audible. De ahí que la literatura toda del modernismo no
solo se presta sino que exige la lectura en voz alta y la declamación, cosa ésta
que no puede sostenerse de la poesía simbolista por ejemplo, cuyas
105
sugerencias y sutilezas convidan más bien a la relectura callada y a la reflexión;
no son obra contagiosa sino contemplativa.
Pero no solo por la contaminación telúrica es Darío el poeta de América.
También lo es por su convivencia consciente con el momento histórico
nuestro, de su tierra y de todo el continente latinoamericano. Una de sus
preocupaciones permanentes y de vital intensidad de todo momento, fué la
de una América unida y fuerte, herencia atávica del sueño que desveló a
Bolívar con proyecciones eternas. Secuela d ese amor volcánico a su patria
grande fue su ira orgánica, ira visceral, ínsita en él hasta la muerte, contra la
bárbara civilización de acero de los estadounidenses, ocupada por entonces -
y siempre para nuestra desventura! - en las diversas formas de la piratería
continental imperialista. A Darío le tocó casi atalayar desde su odio vital la
desmembración de México, el robo de Panamá, la invasión a Puerto Rico, la
ocupación de Cuba, la usurpación de Haití, y el secuestro violento de
Nicaragua. Y Darío conmovido por la tragedia insistente, reptante a lo largo y
ancho de la Gran América, se pregunta en ademán de resistencia sorprendida:
“Seremos entregados a los bárbaros fieros?
Tontos millones de hombres hablaremos inglés? . . .
Desde todos los puntos de su intinerario viajero vivió la doliente suerte de
Cuba, de Centroamérica, de América toda, bajo el tenebroso “big stick” del
señor Roosevelt. En la ODA epónima proclama como testimonio y segura
videncia :
“Eres los Estados Unidos,
Eres el futuro invasor!
Y previene con patriotismo inaudito :
Más la América nuestra, que tenía poetas
Desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl,
Que ha guardado las huellas de los pies del gran Baco,
Que el alfabeto pánico en un tiempo aprendió;
Que consultó los astros, que conoció la Atlántida
106
Cuyo nombre nos llega resonando en Platón,
Que desde los remotos momentos de su vida
Vive de luz, de fuego, de perfume, de amor,
La América del grande Moctezuma, del Inca,
La América fragante de Cristóbal Colón,
La América católica, la América española,
La América en que dijo el noble Guatemoc :
“Yo no estoy en un lecho de rosas”; esa América
Que tiembla de huracanes y que vive de amor,
HOMBRES DE OJOS SAJONES Y ALMA BARBARA, VIVE!
Y SUEÑA. Y AMA, Y VIBRA; Y ES LA HIJA DEL SOL.
TENED CUIDADO : VIVE LA AMERICA ESPAÑOLA.
HAY MIL CACHORROS SUELTOS DEL LEON ESPAÑOL!
Que Darío es el Maestro de América, lo confirma además su caudalosa
descendencia que incluye los valores líricos españoles al lado de los más
descollantes en la poesía hispanoamericana. Juan Ramón Jiménez, Antonio y
Manuel Machado, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Ramón MARÍA del Valle-
Inclán, Ramón Pérez de Ayala, Julio Herrera y Reissig, José Santos Chocano,
Guillermo Valencia, Gabriela Mistral, Enrique González Martínez, Luis Palés
Matos, Nicolás Guillén, Delmira Agustini, Pablo Neruda, Francisco Luis
Bernárdez, Alfonsina Storni, Rafael Maya, Eduardo Carranza. De corazón y de
espíritu, todos son sus hijos. De ahí que podamos terminar nuestro recorrido
por su obra, con las certera palabras que Max Henríquez Ureña dijo en honor
suyo:
. . . tú, que has lanzado un vibrante apóstrofe a Roosevelt, en nombre de la
América española; tú que has dicho las bellezas del Momotombo en estancias
majestuosas; tú , que has cantado la memoria de Mitre; tú, que has levantado
un himno en loor de la nación argentina, tienes sobrado caudal de poesía
americana para que podamos llamarte nuestro Rubén . . . “
107
Y en el centenario de su nacimiento, repitamos ante la tumba que guarda sus
dolores más no su sideral sinfonía dispersa par América, estas palabras que
Antonio Machado escribió para consagrar el silencio hierático de su orquesta
pagana :
“Nadie ésta lira taña si no es el mismo Apolo,
Nadie esta flauta suene si no es el mismo Pan! “
O O O
108
B I B L I O G R A F I A
OBRAS COMPLETAS de Rubén Darío Editora AGUILAR
RUBEN DARIO: SUS MEJORES POEMAS Selección de Eduardo Barrios y
Roberto Meza Fuentes. Santiago de Chile 1929
LITERATURA AMERICANA Dr. Arturo Torres-Rioseco México D.F. 1959
CONCIENCIA DE HISPANOAMERICA DE RUBEN DARIO Manuel Antonio
Arango-LETRAS NACIONALES No. 6 Bogotá 1966
RUBEN DARIO Y OTROS POETAS Juan Bautista Jaramillo Meza
EL MODERNISMO ES UNA ADAPTACION Y UNA IMITACIÓN
(Apartes de un ensayo presentado al
Seminario de Literatura
Hispanoamericana en el Instituto Caro
Y Cuervo, Bogotá 1965; publicado en
SIGLO 20, Manizales 1966). Jaime
Berrío Toro
RUBEN DARIO Y SUS AMIGOS DOMINICANOS Emilio Rodríguez Demorizi
Bogotá 1948
QUISQUEYA: ANTOLOGIA DE POETAS DOMINICANOS Francisco E.
Townsend Bogotá 1964
CARTAS AMERICANAS Juan Valera (obras completas Col.
AGUILERA)
RECUERDOS DE RUBEN DARIO Max Henríquez Ureña
La Habana 1942
RUBEN DARIO Ozvaldo Basil La Habana 1932
109
RUBEN DARIO, EL HOMBRE Y EL POETA Tulio M. Cestero La Habana 1916
RUBEN DARIO Pedro Henríquez Ureña París 1910
DARIO, O LA CAPACIDAD DE SORPRESA Héctor Incháustegui Cabal 1946
Ciudad Trujillo
RUBEN DARIO José María Vargas Vila Madrid 1918
RUBEN DARIO, SU VIDA Y SU OBRA Francisco Contreras Santiago de Chile
1937
EL ARCHIVO DE RUBEN DARIO Alberto Ghiraldo
RUBEN DARIO Y SU CREACION POETICA Arturo Marasso Buenos Aires
RUBEN DARIO, UN BARDO REY Arturo Capdevila Buenos Aires 1946
VIDA Y POESIA DE RUBEN DARIO Arturo Torres-Rioseco Buenos Aires
1944
DE LA METRICA EN RUBEN DARIO Juan Francisco Sánchez Santo Domingo
1946
ENSAYO BIOGRAFICO Y BIBLIOGRAFICO DE RUBEN DARIO Federico Carlos
Sáinz de Robles
HABLA UN CONFIDENTE DE RUBEN DARIO. Entrevista de Felix Raffán Gómez.
EMBAJADOR CESTERO Y LA CULTURA AMERICANA EL NUEVO TIEMPO.
Bogotá 1º. De Julio de 1944
EL ALMA CANDOROSA DE RUBEN DARIO Fabio Fiallo
MIS RECUERDOS DE RUBEN DARIO Ricardo Pérez Alfonseca
RUBEN DARIO, LA VIDA Y LA OBRA Guillermo Díaz-Plaja 1930 Barcelona
HISTORIA CRITICA DEL MODERNISMO EN LA LITERATURA H. Silva Uzcátegui
ANTOLOGIA POETICA DE RUBEN DARIO Introducción, Selección,
glosario y Notas de Arturo Torres-Rioseco
SUS MEJORES CUENTOS- RUBEN DARIO Selección de Luis Fernández Ardavín
110
INTERPRETACION DE RUBEN DARIO Jorge Carrera Andrade Managua 1964
O O O
C R O N O L O G I A D E P R I M E R A S E D I C I O N E S
De las obras de Rubén Darío, según la Bibliografía de Sáinz de
Robles.-
I - . . . ABROJOS 1887
II- . . . RIMAS 1887
III- . . . EMELINA 1887
IV- . . . PRIMERAS NOTAS 1888
V- . . . AZUL 1888
VI- . . . A. DE GILBERT 1889-1890
VII- . . . LOS RAROS 1896
VIII- . . . PROSAS PROFANAS 1896
IX - . . . ESPAÑA CONTEMPORANEA 1901
X- . . . PEREGRINACIONES 1901
XI- . . . LA CARAVANA PASA 1902
XII- . . . TIERRAS SOLARES 1904
XIII- . . . CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA 1905
XIV- . . . ODA A MITRE 1906
XV- . . . OPINIONES 1906
111
XVI- . . . PARISIANA 1907
XVII- . . . EL CANTO ERRANTE 1907
XVIII- . . . VIAJE A NICARAGUA 1909
XIX- . . . POEMA DEL OTOÑO 1910
XX- . . . LETRAS 1911
XXI- . . . TODO AL VUELO 1912
XXII- . . . CANTO A LA ARGENTINA 1914
XXIII- . . . AUTOBIOGRAFIA 1915
XXIV- . . . CABEZAS 1916
XXV- . . . SOL DEL DOMINGO 1917
XVI- . . . RAMILLETE DE REFLEXIONES 1917
XX II- . . . PROSA POLITICA 1918
XVIII- . . . CUENTOS Y CRONICAS 1918
XXIX - . . . PROSA DISPERSA 1919
XXX - . . . LIRA POSTUMA 1919
XXXI- . . . RUBEN DARIO EN COSTA RICA 1919-1920
XXXII- . . . EPISTOLARIO 1920
XXXIII- . . . EL ARBOL DEL REY DAVID 1921
XXXIV- . . . HIPSIPILAS 1922
XXV- . . . LA JUVENTUD DE RUBEN DARIO 1923
XXXVI- . . . BALADAS Y CANCIONES 1923
XXXVII- . . . PRIMEROS CUENTOS 1924
XXXVIII- . . . PAGINAS DE ARTE 1924
XXXIX- . . . EL SALMO DE LA PLUMA 1924
112
XL- . . . HERMAS VIALES 1924
XLI - . . . REVELACIONES INTIMAS 1925
XLII - . . . POEMAS EN PROSA 1925
XLIII- . . . CRONICAS LITERARIAS 1925
XLIV- . . . CRONICAS POLITICAS 1925
XLV- . . . IMPRESIONES Y SENSACIONES 1925
XLVI- . . . EPISTOLARIO II 1926
XLVII - . . . CANTO EPICO A LA GLORIA DE CHILE 1927
XLVIII- . . . SEMBLANZAS 1927
XLIX- . . . OBRAS DE JUVENTUD 1927
L- . . . OBRAS DESCONOCIDAS 1934
LI- . . . EL HOMBRE DE ORO Y LA ISLA DE ORO 1937
LIII- . . . POESIAS Y PROSAS RARAS 1938
LIII- . . . ESCRITOS INEDITOS 1938
LIV - . . . EL ARCHIVO DE RUBEN DARIO 1940
LV- . . . RUBEN DARIO CRIOLLO 1945
O O O
113
--- I N D I C E ---
Pág.
Ubicación de la vida física de Darío . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 2
París, corazón del mundo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
Estampa del hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 11
Los últimos años de Darío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 17
La muerte de Darío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . 21
I - EXAMEN DE LA OBRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ……... . . . .25
114
La poesía de Darío . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
La prosa: Crítica y crónica . . . . . . . . . . . . . . . . ……. . 61
La cuentística de Rubén Darío . . . . . . . . . . . . . . . . .. . 85
Epistolario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . …... 88
Codas, colofones y remates . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..92
II - TEORIA DEL MODERNISMO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94
III - DARIO VIVO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
Cronología de primeras ediciones . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
F I N
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Bogotá