Dos caras de la misma moneda, SIONISMO Y ANTISEMITISMO

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ColectivoHombreNuevo $15.- Reeditado por Dos caras de la misma moneda SIONISMO Y ANTISEMITISMO Publicado por Ahmad Sobeh, representante de la OLP en México, junio de 1983

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Publicado por Ahmad Sobeh, representante de la OLP en México, junio de 1983

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Reeditado por

Dos caras de la misma moneda SIONISMO Y ANTISEMITISMO

Publicado por Ahmad Sobeh, representante de la OLP en México, junio de 1983

ÍNDICE:

Presentación de ColectivoHombreNuevo...................................................................................................3

Dos caras de la misma moneda: SIONISMO Y ANTISEMITISMO - Ahmad Sobeh........................... 4Introducción....................................................................................................................................................4I) Las comunidades judias en la historia........................................................................................................6II) El antisemitismo...................................................................................................................................... 16III) El proyecto colonial-imperialista en Medio Oriente...............................................................................21IV) El sionismo............................................................................................................................................25V) El colonialismo ingles inventa “un hogar judio”....................................................................................37VI) Sionismo y antisemitismo......................................................................................................................40VII) Los judíos como víctimas.................................................................................................................... 47Anexos..........................................................................................................................................................49

Carta nacional palestina (1968).................................................................................................................59

Mapa histórico territorio Palestino...........................................................................................................62

PRESENTACIÓN “SIONISMO Y ANTISEMITISMO: DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA”

Ante el interés que despierta el conflicto de Medio Oriente, en particular el problema Palestino, noticia per-manente en los medios, como la confusión que genera el mismo en la medida que está cubierto de una suerte de fetiche que empaña el fondo de la cuestión: una verdadera lucha nacional de liberación, creemos que este trabajo puede ayudar a despejar determinados interrogantes, categorías y conceptos que el rigor científico-social requiere para llegar a la verdad. Es el motivo que nos mueve a presentar este folleto sobre Palestina “Sionismo y Antisemitismo: dos caras de la misma moneda”, realizado por el Dr. Ahmad Sobeh, representante de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en México, editado en junio de 1983. Asimismo incluimos mapas descriptivos para visualizar el recorrido, a través de los años, de la persistente colonización -ocupación- por parte de Israel del territorio palestino, y algunos documentos significativos para una mejor comprensión del proceso de lucha de su pueblo en el duro camino hacia su autodeterminación na-cional, por un estado Palestino independiente y democrático.Queremos aquí resaltar que el análisis de Ahmad Sobeh contiene cantidad de referencias perfectamente docu-mentadas que se pueden consultar. También que los nexos internos entre el desarrollo económico social y las consecuencias políticas de la cues-tión Palestina se apoyan en un análisis basado en categorías sociológicas e históricas en virtud de demostrar que la epopeya palestina es producto de conflictos de clases, de determinadas circunstancias en que los seres humanos muestran lo que son, no por lo que dicen ser, sino por lo que hacen; y ese hacer está asimismo con-dicionado por el desarrollo de las fuerzas productivas, el modo de producir y las relaciones sociales que se establecen en cada etapa histórica de la humanidad. Por último una reflexión respecto al llamado que desde el fondo de la historia reclama el retorno del pueblo judío o israelita a la Tierra Prometida. Hacen ya más de dos mil setecientos años que las numerosas comunidades tribales de pastores, mercaderes y tropas poblaron esta zona en medio de continuas conquistas y emigraciones, característica principal de la época de las sociedades tribales.

Llama la atención que recién en la etapa del capitalismo en su fase imperialista se haya escuchado ese grito bí-blico, y, más sorprendente aún que fueran los señores del imperio británico, prominentes ministros de guerra, lores y banqueros quienes, con oídos bien afinados, prestaran atención a los ecos de aquellos gritos remotos, tomaran la propuesta y la llevaran -trágicamente- a la práctica. Esperamos aportar a este debate de rigurosa actualidad, sabiendo que la gigantesca propaganda pro israelí de occidente y sus voceros es tan grande como grande es la falsificación de los hechos. Pero estamos convencidos que es allí, justamente, donde reside su profunda debilidad.

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Las nuevas sociedades en el siglo actual se han formado pasando por tres grandes movimientos de cambio sociológico: a) Emigración de zonas pobres a zonas ricas, b) Emigración de las zonas rurales a las urbanas, c) La conversión de profesiones manuales y primitivas a las más desarrolladas.

El proyecto colonial sionista en Palestina, se hizo al revés. Traslada a judíos de zonas ricas a zonas subdesarrolladas, los traslada de ciudades al campo agrícola de Palestina, y pretende convertir al elemento judío en agricultor, renunciando a sus tareas y profesiones ancestrales, producto de experiencias específicas.

El sionismo, por tanto, es un movimiento antihistórico.

Este movimiento político formó un Estado “religioso” manipulando un credo sagrado y monoteísta. Cuando la humanidad había comenzado a superar la intransigencia religiosa de épocas pasadas, surgió el sionismo para revivir la edad media al impregnarlo todo con tintes aparentemente religiosos. La humanidad disfruta hoy de sociedades tolerantes, mientras este movimiento insiste en planteamientos intransigentes, primitivos y arcaicos en la recta final del siglo XX.

Israel es la consagración ideológica del sionismo. El “Estado de los judíos” discrimina flagrantemente entre los judíos de procedencia occidental y los orientales; donde éstos son casi el 70 por ciento del total, mientras sus universitarios apenas alcanzan el 6 por ciento de los universitarios israelíes. Los occidentales ash-kenazis monopolizan el aparato estatal y viven en las costas, mientras los orientales sefarditas son relegados a los trabajos duros y poco remunerados y viven en las fronteras. El sionismo es un movimiento discriminativo y fue condenado como tal por la Asamblea General de la ONU (Resolución 3379 del 10 de Noviembre de 1975).

El sionismo hecho Estado, desde su creación a costa del pueblo palestino, hace 35 años, no ha hecho sino ampliar continuamente sus elásticas fronteras a costa de los demás. La OHB registra centenares de Resoluciones condenatorias a la actitud agresiva israelí. Desde la ocupación israelí de Cisjordania, incluyen Jerusalén, Gaza y el Golán, hace 16 años, viene cambiando por la fuerza el status de estos

territorios reprimiendo y expulsando a sus habitantes. El sionismo es un movimiento expansivo y agresivo.El sionismo hecho Estado, mantiene las mejores relaciones con el régimen de Apartheid en Sudáfrica; así como con todos los regímenes fascistas y dictatoriales. Este Estado arma y apoya los regímenes represores de países centroamericanos en contra del las aspiraciones populares en la libertad y la autodeterminación del los pueblos.

El sionismo es un movimiento reaccionario.

El sionismo hecho Estado vive gracias al total apoyo de los Estados Unidos en todos los campos. Dos terceras partes del presupuesto israelí procede de ayuda norteamericana. ¿A cambio de qué? y ¿Cómo en plena crisis económica mundial, se ayuda tanto? Israel es un instrumento en manos de los Estados Unidos, en una zona rica y estratégica. Israel se convirtió en un ejército, tiene un Estado; es una máquina de guerra al servicio del imperialismo. El sionismo es un movimiento ligado orgánicamente al imperialismo.

Uno de los mayores peligros del sionismo recae, sin embargo, sobre los mismos judíos. A los que viven en Israel se les somete a un permanente estado de tensión e inseguridad, consecuencia del papel asignado a Israel como gendarme imperialista en Oriente Medio. Los judíos no israelíes son acuciados y presionados para obligarlos a emigrar. En sus países se les pretende imponer un mecanismo de doble lealtad, haciéndoles creer que son judíos, sionistas, israelíes y ciudadanos de sus respectivos países, al mismo tiempo; lo que les crea una confusión permanente que les empuja a cierto aislamiento, y lo que es aprovechado por el sionismo para pretender que no es posible su asimilación e integración social.

Cualquiera que se atreva a criticar el sionismo y sus métodos, es acusado, por poderosos aparatos de comunicación al servicio sionista, de antisemita. Este chantaje, es justo reconocerlo, surtía efecto entre historiadores, intelectuales, periodistas, etc. A cualquier crítico se le recordaba siempre el horrible holocausto. Hasta tal punto, que pocos estudiosos se fijaban en que el nazismo de Hitler y el sionismo convergían en sus intereses. El primero pretendía eliminar al judío por nefastos criterios raciales y económicos; mientras el sionismo pretendía llevar a los judíos a Palestina. Durante la peor y más

Dos caras de la misma moneda: SIONISMO Y ANTISEMITISMOINTRODUCCIÓN

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aguda persecución nazi en contra de los judíos, las oficinas sionistas en Alemania, Austria, Hungría, etc. trabajaban a pleno ritmo.

La Oficina de la OLP en México al publicar este trabajo, pretende plantear científica y responsablemente un tema prohibido, con el ánimo de colaborar en la aclaración histórica, indispensable para descifrar aspectos fundamentales del conflicto.

Exponemos este trabajo, con rigor y objetividad, dispuestos a sostener con razón científica todas y cada una de las afirmaciones invertidas en el mismo.

Pero también se pretende transmitir un mensaje fraternal a los judíos para que reflexionen sobre lo que el sionismo les ha ofrecido hasta ahora: guerras, muertes, inseguridad e intentos permanentes de desarraigarlos.

Este trabajo rinde también homenaje a todos los judíos demócratas y anti-sionistas dentro y fuera de Israel, e insistimos en que la religión judía y lo que conlleva de patrimonio histórico y cultural, está a salvo de las horrendas prácticas sionistas.Advertimos, por último, sobre el peligro sionista, no sólo en contra de palestinos, árabes o judíos, sino en contra de la humanidad. Porque los planteamientos y actitudes sionistas son desestabilizadoras y agresivas y hacen peligrar la paz, fomentan el odio y la violencia.

Dr. Ahmad Sobeh. Representante de la O.L.P. en México.

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Dada su ubicación geográfica, el territorio palestino constituye un lugar estratégico. Siendo el punto de unión de tres continentes (Asia, Africa y Europa), Palestina ha sufrido las más diversas invasiones a lo largo de su historia.

Hacia el neolítico, diversos grupos semitas, provenientes de la Península Arábiga, emigraron hacia la Creciente Fértil1, en busca de agua y tierras favorables para el pastoreo. De estas tribus destacan los asirios, que se establecieron en el norte de Irak; los babilonios, que habitaron el centro y sur de Irak, los Amoreos, que habitaron Jordania; los fenicios que se aposentaron en Líbano, y los Cananeos que se establecieron en Palestina.

A partir de la llegada de los cananeos el Territorio Palestino fue conocido y así lo confirman todos los estudios científicos históricos de la zona, como, “la tierra de- Canaán”.

Ahora bien, por las condiciones geográficas de Palestina los cananeos empezaron a desarrollar, el comercio. En efecto, estando ubicado este territorio precisamente en medio de los más grandes centros de civilización de la época, Palestina era atravesada por rutas comerciales muy importantes; dominaba el tráfico entre Egipto, por un lado, y Siria y Mesopotamia por el otro, lo mismo que el comercio fenicio con Arabia.2 Esta situación permitió que el comercio se convirtiera en una actividad fundamental en la economía de los cananeos.

De esta forma vemos que aún antes de que los israelitas vinieran a Canaán el comercio se hallaba altamente desarrollado en este país. En las cartas de Tell el Amama (del siglo XV a.c.), se mencionan caravanas que atraviesan el país bajo protección armada.3

El desarrollo de la cultura cananea fue rápida. La construcción de grandes centros urbanos, como las ciudades de Jericó y Jerusalén,4 muestran el alto grado de avance a que llegaron los cananeos.

1 La Creciente Fértil o Media Luna Fértil era una zona de ricas tierras que nacía en el Delta de los Ríos Tigris y Eufrates, en lo que hoy es Irak, y una parte de Siria y que se extendía hacia el sur por la franja costera del mediterráneo en lo que es hoy Líbano y Palestina.2 Kautsky, Kart “Orígenes y Fundamentos del Cristianismo”, edlt. Dióge-nes, México D. F., 1978, 2a. edición, p. 172.3 Ibíd, p. 175.4 La ciudad de Jerusalén fue fundada originalmente por los cananeos. El propio nombre proviene de la conjunción de dos palabras cananeas “Yoro”, que significa “ciudad” y “Sallm” que era el nombre del Dios de la Paz de los cananeos.

Esta situación de auge continúa hasta el siglo XII a.c., cuando tribus hebreas, keniías y celebitas,5 empezaron a penetrar a la tierra de Canaán. Las tribus hebreas vinieron como pastores nómadas, en conflictos constantes con los pueblos de Palestina, los cananitas, a los que conquistaron ciudad tras ciudad, sometiéndolos cada vez más a su dominio.6 Como es sabido los hebreos sometieron totalmente a los cananeos, pero no así a los filisteos que habitaban la franja costera de Palestina.

Esta invasión y conquista del territorio palestino muy pronto empezó a modificar la forma de vida de los hebreos. Grandes capas de la sociedad hebrea empezaron a dedicarse a la agricultura. Otras capas se dedicaron al comercio. Esta última actividad se representaba más beneficiosa y productiva, dadas las condiciones geográficas de Palestina, con lo que muy pronto se convirtió en un factor determinante en la economía de la sociedad.

En esta época se ve a muchos hebreos practicando el comercio lo mismo que en Egipto, en Mesopotamia y en Arabia. Posteriormente llega a su climax con el Reino de Salomón. Más tarde la sociedad hebrea, y con ello las comunidades que se hallaron sometidas a su control, (hacia el año 922 a.c.) se divide y se forman los Reinos de Israel, en el Norte, y el de Judá en el sur.

Estos dos reinos logran subsistir durante algún tiempo hasta que en el año 721 a.c., el Rey Asirio Sargón II, arrasó la capital del Reino de Israel, haciéndolo desaparecer políticamente. Miles de israelitas fueron llevados a Siria cosa que en aquellos tiempos solían hacer los vencedores.7

A este respecto cabe señalar que la inmensa mayoría de los israelitas que fueron llevados a Asiria, pertenecían a las clases políticas y económicamente más poderosas, ya que estas podrán organizar rebeliones que constituyeran un constante peligro al Imperio Asirio. Esto significaba que la mayoría de los deportados pertenecían a la casta de los comerciantes y los terratenientes. Sin duda, al grueso de la población campesina se le permitió quedarse en Palestina, pues habría sido insensato despoblar al país completamente,

5 Alem, Jean-Pierre, “Judíos y Arabes, 3000, años de historia”. Edicio-nes Península, Barcelona, España, 1970, la. edición, p. 19.6 Kautsky, op. cít. p. 1727 Ivanov, Yuri, “Ojo con el Sionismo” Edit. Progreso, Moscú, URSS, 1971, pp. 12 y 13.

I - LAS COMUNIDADES JUDIAS EN LA HISTORIA

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dejarlo sin agricultores, porque entonces no habrían podido pagar los impuestos8 en especie que exigía el Imperio Asirio.

Más tarde, hacia el año 586 a.c., el Reino de Judá sufre la misma suerte que el de Israel y es conquistado por los babilonios, con Nabucodònosor9 a la cabeza. Las consecuencias son similares: miles de habitantes de Judá fueron deportados y llevados cautivos a Babilonia.10 Este episodio es conocido por la historia como la primera diàspora11 judía.

Ya en Babilonia, se observa que entre los judíos había, artesanos, labradores y comerciantes grandes y pequeños.12 La capa más influyente desde el punto de vista económico en las comunidades judías de Babilonia la constituían los comerciantes y los usureros. Incluso, textos cuneiformes descubiertos recientemente atestiguan que los judíos llevados a Babilonia participaban activamente en la vida comercial. Se dedicaban al préstamo de dinero a réditos cosa muy extendida en Babilonia, y eran también grandes mercaderes.13

De todo esto podemos concluir, que el exilio judío en Babilonia desmembró y dividió tajantemente a la sociedad que vivía en Palestina (en esta se deben incluir tanto a las comunidades judías como a los cananeos y otras comunidades que se encontraban sojuzgadas por los primeros) al separar, por una parte, a las clases dominantes, (comerciantes., usureros, terratenientes, etc.) y, por la otra, a las masas trabajadoras (fundamentalmente pequeños agricultores, pastores y esclavos). Sin embargo, esta separación forzosa sentó las bases reales para el surgimiento de una casta social que ante las nuevas condiciones retomó la actitud comercial como parte fundamental de su subsistencia. En efecto, habiendo vivido durante generaciones en Palestina, estas comunidades habían desarrollado grandes cualidades y aptitudes para el comercio y que, al irse desmembradas y deportadas, les permitieron subsistir en un medio, que bien es cierto les era hostil, necesitaba de esa actividad.

De esta forma vemos, que elementos judíos se convierten en piezas importantes del comercio babilónico, lo que les permite acrecentar sus capitales y desarrollar las técnicas comerciales. Sin duda esto, irremediablemente, habría de permitir su 8 Kautsky, op. cit. p. 203.9 Alem, op. cit. p. 22.10 Ibídem. 11 “Diáspora”, palabra griega que significa dispersión.12 Ivanov, op. cit. p. 13.13 Ibídem.

fortalecimiento como grupo económico y por ende como casta social.

Ahora bien ¿A nivel ideológico qué repercusión tiene este desmembramiento de la sociedad que vivía en Palestina?

Para poder contestar lo anterior es necesario señalar, en una primera instancia, que la actividad comercial desarrollada por las comunidades que vivían en Palestina había permitido impulsar el desarrollo matemático y, simultaneamente, el pensamiento abstracto.14 En efecto, a diferencia de las actividades productivas (como las que desarrolla el campesino, el artesano o el artista que observan una actividad específica y por ende un sentido por lo concreto);15 el comercio desarrolla (a través de sus condiciones específicas), como di uso de las matemáticas, el sentido extrarregional de sus intereses y su no especificidad a largas rutinas laborales, el poder de la abstracción.16 Con ello se sentaban las bases para el desarrollo de una concepción religiosa e ideológica avanzada que se expresaba claramente en la idea monoteísta.

De esta forma, cuando las clases dominantes de la sociedad Palestina son desgajadas (por así decirlo), y llevadas a Babilonia, la actividad comercial17 (como sustento económico) y la religión (como elemento ideológico) se convierten en los más activos agentes de diferenciación y aglutinamiento de los deportados. En efecto, habiendo desarrollado ampliamente en Palestina la actividad comercial y la religión, en el exilio babilónico estos elementos jugaron un papel muy importante ya que, por una parte el comercio fue diferenciando paulatinamente a los deportados de las demás actividades económicas dominantes y, por la otra, la religión se convirtió en vínculo ideológico estable que subsistió después del exilio y que de hecho los diferenciaba de la religión dominante, con lo que su papel de aglutinador se acentuó.

Lo anterior de ninguna manera implica que todos y cada uno de los deportados observaran este proceso y acabaran por diferenciarse de la población babilónica. Sin duda hubo sectores de estas clases deportadas que terminaron por asimilarse y fundirse dentro de la población dominante. Un ejemplo de esto lo constituyen los terratenientes judíos que, al perder totalmente su base de explotación (tierra y mano de 14 Kautsky, op. cit. p. 184.15 Ibídem, p. 185.16 A mayor abundamiento sobre estas facultades mentales generadas por las actividades económicas, véase a Kautsky, op. cit. p. 182 y siguientes, quien le dedica todo un inciso.17 Sobre la actividad comercial en Babilonia, vid. Kautsky, op. cit. p. 207.

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obra), se convirtieron en los elementos más fáciles de ser absorbidos por la población babilónica. Por el contrario, el exilio babilónico generó condiciones muy propicias para el desarrollo de la actividad comercial, al estar en una gran sociedad productora de mercancías, con lo que el sector comercial y algunos de los sectores accesorios de estas clases deportadas, no sólo tuvieron oportunidad de subsistir sino de consolidarse y desarrollarse, en una sociedad que si bien era precapitalista necesitaba de la actividad comercial.

Ahora bien entendiendo que los deportados constituían fundamentalmente las clases dominantes en Palestina, era lógico suponer que mantuvieron durante algunas generaciones sus sentimientos de vinculación territorial y con su sostén de clase, o sea, con sus masas explotadas. No olvidemos que fue en el territorio de Palestina donde, a través de la conquista, muchos sectores de esta clase dominante nacieron se consolidaron y se desarrollaron como tales.

Sin embargo, no teniendo ninguna posibilidad real de regresar a Palestina, (el territorio donde ejercieron su explotación), la religión18 se convirtió en el vehículo de sus reminiscencias territoriales. Además, en razón de un claro recuerdo de posición de clase dominante y frente a las desventajas políticas en que vivían los deportados, la religión adquirió un gran contenido de exaltación de superioridad y recelo a las demás comunidades.De esta forma se aprecia que, a partir del destierro babilónico, el comercio se convirtió en el sostén económico fundamental de las comunidades judías y la religión en su único elemento aglutinador: aquí se encerraban las aspiraciones, las costumbres y los lazos culturales de una clase dominante que había dejado de existir como tal.

Más tarde surgió el imperio Persa quien con el Rey Ciro a su cabeza, conquistó Babilonia,19 hacia el año 539 a.c. Por cuestiones de táctica militar, el emperador persa propuso a los hebreos que le ayudasen en su invasión y conquista a Canaán y, a cambio les prometió la reconstrucción del templo en Jerusalén. Un año después, en 538, los persas ocuparon Canaán y Ciro ordenó el regreso de los judíos deportados. Sin embargo, la masa principal de los judíos se quedó en Babilonia.20 Los únicos que regresaron a Palestina pertenecían a las capas más pobres y a los esclavos

18 Sobre el papel que jugó la religión entre los judíos deportados, vid. Kautsky, op. cit. p. 207 y siguientes.19 Alem, op. cit. p. 20.20 Ivanov, op. cit. p. 14. / 21 21bis: Ibídem.

judíos.Ahora bien, ¿a qué se debía esta negativa de la inmensa mayoría de los judíos para regresar a Palestina?. Sin duda, se debía a factores económicos: “difícilmente podía esperarse que los judíos ya ricos abandonaran la fértil Babilonia para regresar a los desnudos cerros de Judea”.21 bis

En efecto, a la comunidad judía no le interesaba regresar a Palestina, ya que la mayoría de ellos no tenían otro medio de vida que el comercio, que había sido su ocupación en Babilonia.21 Además, hay que recordar que, con la conquista Persa sobre Babilonia, el tráfico regional había abandonado las rutas de Canaán, con lo que el comercio de la Palestina decayó rápidamente. De esta forma, la tierra de Canaán dejó de interesarle al grueso de las comunidades judías en Babilonia, o sea a los que conformaban a la casta comerciante y sólo les interesó a aquellas capas de judíos que no ejercitaban el comercio y que en su mayoría eran pobres, mendigos y esclavos. Para estos últimos, residuos de aquella clase dominante desmembrada, regresar a Palestina significa la oportunidad de volver al status anterior y recobran los privilegios perdidos.

De esta forma vemos que la comunidad judía en Babilonia vuelve a sufrir una especie de selección o depuración: las capas desposeídas, los judíos que no habían logrado entrar al estrato social de los comerciantes y que no habían sido absorbidos por la población dominante babilónica, regresan a Palestina. Por su parte, el grueso de la comunidad judía en Babilonia, la casta de los comerciantes, no sólo se negó a regresar a la tierra de Canaán, sino que logró penetrar en la economía del imperio Persa, como proveedor de mercancías del ejército conquistador. Así, durante este período, se observa a los mercaderes judíos siguiendo al ejército Persa, se asentaban en las tiendas conquistadas y aseguraban a las tropas soldados buhoneros.22

Sin duda, todo esto permitió que este sector judío consolidara su rol económico comercial y, al mismo tiempo, que expandiera su presencia por todas las regiones que iba sometiendo el Imperio Persa. En adelante los comerciantes judíos ya no limitaron su actividad a Babilonia, sino que ampliaron su comercio por todos los confines del imperio Persa, logrando con ello una gran influencia ya que, si bien la actividad comercial no era la base fundamental de la economía del imperio, ésta era necesaria.

21 Kautsky, op. cit. p. 219.22 Ivanov, op. cit. p. 15.

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Esta situación continuó hasta que, en el año 333 a.c., las huestes de Alejandro de Macedonia vencieron a los Persas y ocuparon sus antiguas colonias. A la muerte de Alejandro Magno, el General Ptolomeo Lago23 sometió a Egipto, penetró en Siria y Judea y tomó Jerusalén.

Durante este período de ocupación helénica, los judíos observaron una posición especial y privilegiada en diversos lugares del nuevo imperio; a partir del enorme despliegue de su actividad comercial. Los judíos supieron hacerse reconocer privilegios especiales. Constituían una comunidad aparte, que se administraba así misma y hallábase sustraída a la jurisdicción de los tribunales griegos. Los judíos obtuvieron en la capital Siria, Antioquía, cierta autonomía y una posición privilegiada; así también en Cirene24.

Posteriormente, hacia el año 64 a.c, las legiones romanas al mando del General Pompeyo25 ocuparon Palestina y casi todo el Oriente cercano. Un año más tarde en el 63 a.c., cayó Jerusalén y Judea es proclamada provincia romana por Pompeyo26, reconociendo la autonomía para los judíos bajo la dirección del Rey Idumeo Herodes.

Durante este período de dominación romana grandes masas de judíos continuaron desarrollando diferentes actividades comerciales, lo que les permitió gozar de una condición privilegiada en el imperio Romano27.

Los judíos son los proveedores de mercancías para la clase dominante romana, lo que les permite obtener una protección política y libre tránsito por todo el imperio. Su rol económico en la sociedad romana se ha acrecentando poco a poco, hasta obtener grandes privilegios. Su papel en Alejandría era tan importante que un judío Teberius Julios Alexander, fue nombrado gobernador Romano de la ciudad28. El centro de la vida judía empieza a desplazarse a Europa.

Ahora bien, paralelamente a este gran desarrollo de la casta comercial judía, seguían subsistiendo masas judías que se dedicaban fundamentalmente a la agricultura, a la artesanía o eran esclavos. En relación a estas masas judías desposeídas, debe decirse que

23 Dubnow, Simón, “Manual de la historia judía”, edit. s. sigal, 7ma edición, Buenos Aires, Argentina, 1970, p. 197. 24 León, Abraham, “Concepción materialista de la cuestión judía”, Juan Pablos editor, México, D.F., 1976 pp. 44 y 45.25 Dubnow, op. cit. p. 24. 26 Ibídem, p. 245.27 León, op. cit. p. 54.28 Ibídem, p. 55.

la inmensa mayoría, con el transcurso del tiempo, se convertiría en uno de los elementos detractores del sistema vigente y serán unos de los más grandes aportadores de elementos humanos a las filas del naciente cristianismo, con lo que desaparecerán como tales al ser absorbidos por esta religión. Así, desde el siglo II, época de la gran expansión cristiana no se oye hablar más de la comunidad judía en Alejandría. Probablemente la mayor parte de los judíos Alejandrinos ingresaron al regazo de la Iglesia29 cristiana.

A la caída del Imperio Romano los judíos emigraron por todo lo que había sido tal imperio, reafirmándose gradualmente como una clase comerciante a través de un proceso de selección que eliminaban a los judíos de condición modesta;30 los cuales fueron perdiendo toda identidad judía, hasta adquirir la identidad de los pueblos donde residían.

Con el advenimiento y desarrollo de las relaciones feudales de producción, se acelera extraordinariamente el papel económico de los judíos ya que, durante siglos, serán casi los únicos intermediarios comerciales entre oriente y occidente.31

En efecto, teniendo el feudalismo como base fundamental la economía natural, que supone la producción de bienes para el uso y el autoconsumo del feudo; la circulación de mercancías o la circulación de capital dinerario, vive solamente en sus poros.32 Y es precisamente en estos poros de las sociedades feudales donde viven los judíos, practicando el comercio y cumpliendo una función económica accesoria para este modo de producción, pero que al mismo tiempo le es necesaria; con lo que su rol económico se acentúa. En síntesis, los judíos cumplían un papel que correspondía a una necesidad económica urgente de este nuevo modo de producción: La profesión comercial.33

Con esto, los judíos, en este período, quedan prácticamente como abastecedores titulados de la realeza34 y aún del clero, ya que las clases dominantes eran las únicas que tenían la capacidad económica necesaria para intervenir en actos comerciales.

29 Ibídem, p. 60.30 Alem, op. cit. p. 25.31 León, op. cit. p. 63. 32 Bauer, Otto, “La cuestión de las nacionalidades y la socialdemocra-cia”, edit. Siglo XXI editores, México, D. F. 1979, la edición en español, p. 358.33 León, op. cit. p. 66.34 Weinstock, Nathan, “El sionismo contra Israel”, Gosman editor, Bue-nos Aires, Argentina, 1969, p. 23.

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Esta situación, necesariamente provocó que el centro de la vida judía desplazara cada vez más a España y Francia;35 o sea, que se concentrara fundamentalmente en la Europa Occidental. Así vemos que los judíos habla persa, romano, árabe, las lenguas: franca, española y eslava. Viajan de Occidente a Oriente y de Oriente a Occidente, ya por tierra, ya por mar. Lleva de Occidente eunucos, esclavos, muchachos, sedas, pieles y espadas, se encaminan hacia el Sind, India y China. A su regreso, se cargan de almizcla áloe, alcanfor, canela y otros productos de las regiones orientales.36

La vinculación de los judíos con las clases dominantes feudales les proporcionan grandes dividendos. Ellos proveen de objetos de lujo a una adinerada, que les protege.37 Resulta pues, que las capas dominantes feudales otorgan una especie de condescendencia por utilidad económica a los judíos,38 al margen de la estructura religiosa dominante.

Esta situación privilegiada de los judíos se prolongará (en términos generales), aproximadamente al siglo XI, ya que posteriormente, en las entrañas mismas del modo de producción feudal, la actividad comercial entró en un nuevo auge y empezaron a formarse grandes capas de comerciantes no judíos.

Recapitulando un poco hasta aquí podemos decir lo siguiente:Por las condiciones objetivas de Palestina se forma entre las comunidades judías un estrato social que tiene como actividad económica preponderante al comercio. Con el exilio babilónico, este estrato comerciante no sólo encuentra mejores condiciones para su desarrollo, sino que, a partir de una especie de selección natural, se perfila como el único sector viable de las clases dominantes deportadas; con lo que su rol económico se consolida.

Ahora bien ¿en términos generales cuál es el papel de los judíos en sociedades esclavistas como el Imperio Romano? En primer término cabe destacarse que los judíos practican la actividad comercial que, a pesar de no constituir la base fundamental de este modo de producción, era necesaria. Las clases dominantes de estas sociedades esclavistas no practicaban el comercio como una actividad de subsistencia (viendo incluso al comercio como una actividad vergonzante para los patricios y que de hecho fue prohibida para esta clase),

35 León, op. cit. p. 63.36 Ibídem.37 Weinstock, p. 27.38 Ibídem.

pero tal práctica les era necesaria como fórmula para obtener mercancías de lejanas tierras que satisficieran sus lujos y excesos. Esta situación generó que los judíos fueran protegidos por las clases dominantes pero, al mismo tiempo, estas clases dominantes no permitían que los judíos ingresaran a su seno. De hecho los judíos eran grandes proveedores de artículos de lujo para las clases dominantes, que les protegían, pero al mismo tiempo eran rechazados por estas ya que su actividad no era “normal” dentro de las relaciones de producción imperantes. De esta forma se puede decir que los judíos (en términos generales), no pertenecían concretamente ni a las clases dominantes esclavistas ni a las clases dominadas. Su rol económico, portador del capital dinerario en una sociedad precapitalista, les permitió conformarse en un estrato social específico, colocado al margen de las clases típicas de este modo de producción esclavista.

Durante el feudalismo, el rol económico de los judíos se intensifica, por virtud de la economía natural, al tiempo que se fortalecen como un estrato que se sigue manteniendo al margen de las clases sociales del modo de Producción imperante. Ahora el judío es el proveedor de los señores feudales, de la realeza y del clero, pero no pertenece ni a las clases dominantes ni a las dominadas.

Ahora bien, lo anterior no significa que durante estos períodos algunos judíos vayan penetrando a las clases dominantes o hayan ingresado a las capas dominadas. Antes al contrario. Sin duda muchos judíos llegaron a convertirse en patricios, en señores feudales o, incluso, en esclavos o siervos. Sin embargo, estos fenómenos, que se sucedieron en formas aisladas, correspondían a un claro proceso de selección natural ya que al perder estos judíos su rol económico e integrarse a alguna de las clases “normales”, de determinada sociedad, perdían su especificidad y necesariamente adoptaban las costumbres, normas y religiones de la clase a la que ingresaban. El judío que se convertía en esclavista romano o en señor feudal, necesariamente aceptaba y adoptaba el papel económico y los rasgos superestructurales de estas clases dominantes, ya que de otra forma su pertenencia y aceptación en la misma hubiera sido materialmente imposible. Así cuando el judío ingresa a las clases típicas de estos modos de producción generalmente dejaba de ser judío, al ser absorbido por estas. De lo anterior, podemos concluir que el fenómeno de estratificación social de los judíos iba aparejado de un proceso de selección.

Así mismo, esta estratificación, obviamente, dio como

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resultado que se desarrollará toda una serie de factores superestructurales que permitían la cohesión de esta casta y. en donde se expresaba, de alguna forma, el contenido de su rol económico, o sea, la esencia del capital dinerario, de la circulación de mercancías, amalgamado con las viejas aspiraciones de aquella clase social dominante de los judíos deportados a Babilonia y con la Religión.

De esta forma podemos concluir que la situación de los judíos en la primera mitad de la edad media es favorable, en extremo.39

Sin embargo, todo habría de cambiar para las castas comerciales judías con la intensificación de la actividad comercial dentro del modo de producción feudal y, más tarde, con la aparición del desarrollo de las nuevas relaciones de producción capitalistas.Como se sabe, el aumento constante, de las importaciones de mercancías de oriente y occidente, provocó el nacimiento de un gran interés por producir mercancías tendientes al intercambio en esas regiones. Empezaban a darse las primeras manifestaciones de producción con fines de cambio, en contraposición con la producción de valores de uso, dominante en el régimen feudal. Se trataba, sin duda, de una de las primeras manifestaciones del capitalismo en la Edad Media, o al menos en su forma puramente comercial.40

Esta nueva modalidad de producción surge primeramente en algunos incipientes centros urbanos de Europa Occidental; principalmente en algunas municipalidades de Italia y en las ciudades de los países bajos,41 debido a que en esos lugares convergían diversas condiciones naturales favorables para la fabricación o extracción de ciertas mercancías particularmente estimadas en el extranjero,42 con lo que en estos lugares se dieron las condiciones necesarias para el rápido desarrollo de un comercio en ascenso, cada vez más generalizado y por ende importante.

Esto necesariamente permitió la rápida constitución de una poderosa compañía de comerciantes nativos,43 en esos lugares.Así, por ejemplo, observamos que en la ciudad Italiana de Florencia, hacia los siglos XII y XIII, los oficios se dividieron en tres categorías: las artes mayores, las artes medias y las artes menores. Las primeras 39 León, op. cit. p. 66.40 Sée, Henry, “Orígenes del Capitalismo Moderno, edit. Fondo de Cul-tura Económica, México, D.F., 1969, 2da edición, p. 14.41 Ibídem.42 León, op. cit. p. 70.43 Ibídem.

se componían principalmente de mercaderes: Los vendedores y rematadores de géneros de ultramonte, los fabricantes de género, los mercaderes de novedad y sederías, el gran comercio florentino, que sirvió de intermediario entre Occidente y el Oriente, adquirió pronto un carácter capitalista, los maestros de oficios realizaban el comercio al por mayor; tenían tiendas en levante y frecuentaban las ferias europeas, particularmente las de Bric flandes y de lnglaterra.44 En los países bajos se observa el nacimiento de ciudades comerciales como una especie de depósitos comerciales, los poríus o poortus, como Brujas, Lieja, Gante, Bruselas, Douai, Ypres.45 En estos lugares ya se podía encontrar, hacia el siglo XII, una clase de mercaderes que no estaban especializados; vendían mercancías de todas clases. La ciudad no era para ellos sino una base de operaciones; van de país en país y transportan su mercancía de una plaza a otra. Como las rutas eran poco seguras, se agrupan en corporaciones (guildas) y Ligas (hanse), comprando y vendiendo en común, dividiéndose los beneficios a prorratas según su aportación de fondos.46 También ya se empezaban a observar más incipientes industrias, como la fabricación de géneros y del latón que trabajaban para la venta en mercados lejanos. En estos oficios los artesanos viven bajo el dominio del negociante exportador, del fabricante de paños, que suele comprar él mismo la lana, la hace trabajar, se encarga siempre del acabado y vende luego el paño fabricado.47

Ahora bien, al irse generalizando en grandes sectores de la población autóctona o indígena la actividad económica del comercio, éstos entran en una fuerte competencia con los ancestrales mercaderes judíos, para obtener nuevas y mejores posiciones.

Así vemos que la nueva clase comercial nativa se enfrenta violentamente con los judíos, detentores de una posición económica caduca, heredada de un período histórico anterior.48 De este choque de intereses se observa que el comerciante judío importador de especias de Europa y exportador de esclavos, es reemplazado por respetables comerciantes cristianos49.

La creciente contradicción entre el comercio cristiano y judío se reduce a la oposición de dos regímenes: el de la economía mercantil y el de la economía natural.44 Sée, op. cit. p. 15.45 Ibídem, p. 17.46 Ibídem.47 Ibídem.48 León, op. cit. p. 72.49 Ibídem.

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Con el desarrollo de la economía mercantil en Europa, el crecimiento de las ciudades y de la industria corporativa; los judíos son desalojados progresivamente de las posiciones económicas que ocupaban. Desde esta época, la situación de los judíos en las ciudades de Europa Occidental queda definitivamente comprometida.50

Es pues, el desarrollo económico de occidente el que destruye la función comercial de los judíos, que se basaba en el atraso de la producción.51

Ahora bien, ¿a qué se debió que los judíos fueron desplazados de la actividad comercial?, fundamentalmente se debió al hecho de que mientras el comercio de las clases nativas se vinculó fuertemente a la producción, el comercio judío estaba, en su generalidad, totalmente desvinculado de ella. En efecto, por necesidades objetivas de producción, los comerciantes nativos: vincularon rápidamente a la incipiente industria, lo que permitió el proceso de reinversión, de capitalización y desarrollo de los medios de producción. En otras palabras, el capital comercial no judío se fue vinculando a la producción y empezó a convertirse en capital industrial. Por su parte, los comerciantes judíos seguían manteniendo su función económica al margen de las bases del nuevo modo de producción, como característica propia del comercio pre capitalista, lo que impidió que sus capitales comerciales, en términos generales, no evolucionaron hacia el capital industrial, que sentaría las bases para el desarrollo de las nuevas relaciones de producción capitalistas. Es cierto, la actividad económica de los judíos representaba la circulación del capital dinero en sociedades precapitalistas, pero precisamente ese carácter pre-capitalista es lo que limita su ingreso (siempre en términos generales), a las pujantes nuevas relaciones de producción y permite que los judíos sean desplazados paulatinamente de tal actividad.

De esta forma vemos que este desplazamiento se observó primeramente en las ciudades, ahí donde las condiciones objetivas habían permitido el desarrollo acelerado del comercio y por ende la formación de grandes capas: comerciantes no judíos.

El desplazamiento de los judíos de sus posiciones comerciales de las ciudades los obliga a buscar nuevos horizontes; que son encontrados fundamentalmente en los dominios señoriales, en los feudos, ahí donde los 50 Ibídem.51 Ibídem.

cambios económicos de las ciudades no han llegado y aún florece el feudalismo. No obstante, el judío desplazado ya no ejercitará su ancestral actividad comercial ya no será en esos feudos el introductor de mercancías; ahora, el desplazado capital comercial judío servirá fundamentalmente para la práctica de la usura.

Realmente el desplazamiento de los judíos del comercio los llevó a concentrarse en una profesión que ya practicaban con anterioridad,52 pero accesoriamente: la usura.

El judío ya no proporciona al señor las mercancías orientales, pero durante cierto tiempo es todavía él quien adelanta el dinero para sus gastos, en el período precedente el judío era sinónimo de mercader, ahora, empieza a identificarse cada vez más como usurero.53

En Europa Occidental y parcialmente Europa Central, los siglos XII y XIV constituyen la época del desarrollo de la usura judía.54

A principio de este período de usura se observa que, sobre todo, era con las clases superiores con las que los judíos tenían negocios.55

Los judíos, aunque desplazados del comercio, siguen manteniendo una situación importante, ya que se convierten en un elemento de riqueza para la nobleza, puesto que no sólo le proveen de capital para satisfacer sus enormes gastos de guerra y lujo, sino que además, les reportan grandes ingresos al pagar cuando menos el 10%56 de cada operación, como impuesto. Con esto, obtienen gran protección de la nobleza.57

Durante un período más o menos largo, el esplendor de la actividad usuraria judía se mantendrá.

No obstante, hay que observar que la nobleza y la realeza necesitaban cada vez más de crédito de los judíos para solventar sus necesidades; con lo que poco a poco fue experimentando un gran endeudamiento que muy difícilmente podía pagar.

Este endeudamiento dio como resultado el fenómeno de las “expulsiones”. En efecto, estando los nobles totalmente endeudados con el capital usurario judío y no teniendo ninguna posibilidad de pagarlas, 52 Ibídem, p. 73.53 Ibídem.54 Ibídem.55 Weinstock, op. cit. p. 28.56 León, op. cit. p. 87.57 Ibídem, p. 86.

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empezaron a expulsar a los judíos de sus feudos, (en tanto que ellos detentaban el poder político) para librarse de esas deudas y, al mismo tiempo, para quedarse con sus riquezas y bienes, por medio de la “confiscación”. Todo esto, representaba un mecanismo económico con el cual el noble se sacudía de sus deudas y además se aseguraba un notable ingreso con los grandes capitales confiscados58 a los judíos.

Sin embargo, el elemento más importante que viene a minar las bases económicas de la función usuraria judía, de esta época en Europa Occidental y Central, fue sin duda el naciente capital bancario, que aparece también desde la edad media, como sucedáneo del capital comercial.59 Cuando grandes capas no judías empiezan a utilizar su capital comercial como capital bancario, la nobleza comienza a desinteresarse por el préstamo usurario judío.

Con esto, los judíos vuelven a ser desplazados de su función económica (la usura), y empiezan a perder su posición privilegiada frente a las clases dominantes.

Esta nueva situación obliga al judío a concentrar su actividad usuraria sobre las masas populares. El judío se empieza a convertir en el pequeño usurero que presta sobre prendas de poco valor a los pobres de las ciudades y del campo. ¿Y qué puede hacer con las prendas no desempeñadas? Hay que venderlas. El judío se transforma en buhonero, en ropavejero. Su antiguo esplendor ha terminado por completo.60 Así, empiezan a proliferar los pequeños usureros judíos prestamistas sobre alhajas y prendas o traficantes; explotando primordialmente a las masas populares.61

Este nuevo acomodo que sufren los judíos propicia con el tiempo una lógica hostilidad hacia ellos por parte de las masas populares, ya que estas llegaban hasta empeñar sus instrumentos de trabajo que a menudo les eran indispensables para asegurar su vida. Es fácil comprender cuanto odio experimentaría el hombre del pueblo hacia el judío, en quien veía la causa directa de su ruina, sin percatarse de que el emperador, el príncipe o el rico burgués se enriquecían gracias a la usura judía.62 Muchas de las veces, esta hostilidad tomó las formas de explosiones violentas o de masacres, seguidas habitualmente de la destrucción de recibos de crédito.63

58 En relación a estos mecanismos de expulsiones y confiscaciones de capitales en esta época, vid León, op. cit. p. 78 y siguientes.59 Sée, op. cit. p. 2260 León, op. cit. p. 85.61 Weinstock, op. cit. p. 29.62 León, op. cit. p. 98.63 Weinstock, op. cit. p. 29.

Es en esta época cuando los barrios de judíos, en Europa Occidental, que correspondían a una agrupación voluntaria por razones de seguridad, se transforman en los ghettos;64 los cuales pueden definirse como zonas de residencia donde los judíos fueron obligados a vivir, pagando excesivos impuestos.

La función económica de los judíos poco a poco se convirtió en una función totalmente innecesaria y por ende pierden la protección que las clases dominantes les habían brindado durante siglos. De esta forma se les empieza a expulsar de todos los países occidentales65 ya que, además de que eran innecesarios, su expulsión solía ser muy provechosa para la realeza y la nobleza: se les expulsa de Inglaterra, Francia España y Portugal; en Alemania se observa que también empiezan a emigrar grandes contingentes dé judíos debido a las persecuciones y masacres seguidas contra ellos.66 En Italia llega a observarse también este fenómeno aunque a menor escala.

De esta forma, los judíos se vieron obligados a emigrar, buscando lugares con una economía que les permitiera ejercer su ancestral actividad. El grueso de estas emigraciones buscó lugares donde la economía se encontrara muy atrasada y que les permitiera obtener el lugar privilegiado perdido en casi todos los países de Europa Occidental.

Así por ejemplo, hacia el siglo XV y sobre todo el siguiente, los judíos expulsados de la península Ibérica y oprimidos en otras partes de Europa, emigran hacia el imperio Otomano y a Europa del este, especialmente Lituania y Polonia. En esos lugares, los judíos vuelven a encontrar la economía feudal que les permite ejercitar el papel de irremplazables intermediarios comerciales, así como la protección señorial.67

La emigración de grandes grupos de judíos a Europa Oriental evidencia claramente el carácter económico de tales emigraciones y pone de manifiesto el desarrollo desigual capitalista entre Europa Occidental y Oriental.

Y es precisamente en esta época cuando las comunidades judías vuelven a observar una especie de proceso de selección que les divide.

Como hemos visto grandes capas de judíos emigran hacia Europa Oriental y otras zonas, buscando 64 Ibídem.65 León, op. cit. p. 84.66 Sobre las expulsiones de judíos en estos países, vid Dubnow, op. cit. p. 442 y siguientes.67 Weinstock, op. cit. p. 30.

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una economía atrasada para recuperar su posición privilegiada de casta o estrato social, a partir de su función económica ancestral.

A su vez, otra parte de las capas judías, quizá la minoría de ellas, permanece en Europa Occidental a partir de su penetración en las nuevas condiciones económicas de producción. En efecto, si bien es cierto que el grueso de las comunidades judías fue desplazada de su función económica específica, ciertos sectores judíos de diversos países de la Europa Occidental se amoldaron a las nuevas condiciones económicas y penetran en ellas. Grandes capitales comerciales judíos son incorporados a la naciente industria y, en muchos casos, al naciente capital bancario, integrándose rápidamente a las nuevas condiciones de producción.

Ahora bien, con el advenimiento de las nuevas relaciones de producción capitalista, en Europa Occidental, estos grupos judíos son incorporados plenamente al proceso de producción.Esta nueva situación dio como resultado que estos grupos de judíos observaran un proceso de integración: por una parte, por primera vez en muchos siglos, grandes sectores de judíos dejaron de practicar una actividad económica “accesoria”, y se incorporaron a las condiciones de producción dominantes y, por la otra, estos mismos sectores judíos dejaron de ser simples “servidores” de las clases dominantes, para fundirse en ellas.

Sin duda, todo este proceso de destrucción de la función específica económica de las comunidades judías sólo pudo desarrollarse en la época del capitalismo, al generalizar en estas sociedades la circulación de mercancías y la circulación del capital dinerario.

Todas estas nuevas condiciones capitalistas sentaban las bases objetivas para hacer desaparecer totalmente la función económica de las comunidades judías (en esta época sólo nos referimos a Europa Occidental) por ende para hacer desaparecer su “especificidad” social; la cual, le había permitido, en términos generales, conservarse como tal a lo largo de la historia y, a contrio sensu, le había impedido integrarse “normalmente” en las diversas sociedades.

El propio Marx se refiere a este fenómeno cuando escribe,68 en relación a la emancipación de los judíos:

68 Marx, Carlos, “Sobre la cuestión judía”, del libro, “La Sagrada Fami-lia”, edit. Grijalvo, 2da edición, México, D. F., 1967, p. 40.

“El judío se ha emancipado a la manera judaica, no sólo al apropiarse del poder del dinero, sino por cuanto que el dinero se ha convertido, a través de él y sin él, en una potencia universal, y el espíritu práctico de los judíos en el espíritu práctico de los pueblos cristianos. Los judíos se han emancipado en la medida en que los cristianos se han hecho judíos”.

No cabe la menor duda que Marx se refería a la situación de los judíos de la Europa Occidental capitalista, en tanto que los valores económicos y superestructurales sustentados por judíos a lo largo de siglos y a partir de su rol económico comercial, se habían generalizado en estas sociedades y habían sido “abrazados y aceptados” por las comunidades no judías de esta región del mundo.

Así pues, el capitalismo se presentó para las comunidades judías como el más grande destructor de su función económica ancestral, pero al mismo tiempo creó las condiciones para que los judíos se emanciparán de esa posición de exclusividad y se integraran “normalmente” a la generalidad de la sociedad.

Esta emancipación judía se ve expresada, en este período (en Europa Occidental), por el enorme impulso que adquiere el fenómeno de la asimilación, que, en términos generales, implica la integración progresiva de los judíos a las condiciones de vida de las sociedades donde viven.

Así vemos que durante esta fase ascendente del capitalismo, las conversiones se multiplican y los matrimonios mixtos cada vez son más numerosos. Los judíos se integran en la clase capitalista y en las profesiones liberales.69

Este proceso adquiere uno de sus puntos culminantes con la emancipación jurídica y política que enarbola la Revolución Francesa y que derriba las barreras entre judíos y no judíos.Ahora bien, por lo que toca a las grandes capas de judíos que emigraron a Europa Oriental, podemos decir que la situación de estos judíos llega a ser muy privilegiada, con el tiempo, en tanto que en esta región Europea, el feudalismo continuaba en pleno apogeo.

Durante los siglos XVI y XVII, la situación del judío-comerciante de Europa del este, se fortalece grandemente. No obstante, la situación del feudalismo lituano era aún mejor que la de los judíos polacos.

69 Weinstock, op. cit. p. 30.

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Los judíos gozaban allí de idénticos derechos que la población libre. Estaban en sus manos el gran comercio, la banca, las aduanas, etc.70

Por su parte el judío de Polonia, aunque no con la misma situación del lituano, gozaba de una condición muy buena. Las condiciones generales políticas y económicas de Polonia llevaron a los judíos a vivir en ella como un estado dentro del estado, con sus instituciones religiosas, administrativas y judiciales particulares. Los judíos constituyen allí una clase particular, que goza de una autonomía interna especial.71

No obstante, hacia el siglo XVII y XVIII la condición del judaísmo empezó a cambiar, cuando por los embates del capitalismo naciente, la situación general de Polonia entra en graves y sucesivas crisis. La aparición de una burguesía autóctona propicia el desplazamiento del judío del comercio y la usura. Las constantes crisis económicas que vive. Europa Oriental, en especial Polonia, desembocan regularmente en sublevaciones populares en contra de los judíos. Las masacres contra los judíos proliferan en esta época.

El judío vuelve a enfrentarse al mismo dilema: o emigra, buscando una economía donde pueda seguirse desarrollando, o se amolda y se integra a la producción capitalista. El dilema se vuelve a resumir entre su función económica precapitalista o economía capitalista.

Así, grandes contingentes de judíos empiezan a emigrar durante el siglo XIX y principios del actual.72 Sin embargo, muchos judíos de la Europa Oriental no emigran. Muchos de ellos lograron penetrar en la economía capitalista y con el tiempo se convirtieron en burgueses, otros se irán proletarizando poco a poco.

Dos procesos caracterizan el desarrollo judío a través del último siglo: El proceso de emigración y el proceso de diferenciación social. La decadencia del sistema feudal y de la propiedad servil y el crecimiento del capitalismo, han creado nuevas fuentes de subsistencia; pero destruyeron gran medida, las posiciones de intermediarios de las que vivían la mayor parte de los judíos.73 Con el tiempo, las olas migratorias de los judíos, provocaron el resurgimiento de “la cuestión judía” en Europa Occidental.70 León, op. cit. p. 11071 Ibídem, p. 112.72 Sobre la emigración de judíos de Europa Oriental, vid la tabla migra-toria de Ruppin, apud Weinstock, op. cit. p. 36.73 Weinstock, op. cit. p. 31.

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Durante muchas décadas el movimiento sionista ha manejado, con fines propagandísticos, diversos mitos gestados alrededor del antisemitismo. Sus planteamientos hablan de un “antisemitismo eterno”, de “odio visceral hacia la condición judía”, de “la enfermedad del antisemitismo” etc. Sin embargo, tales planteamientos sionistas sólo han contribuido a reforzar los mitos y no resisten el más mínimo análisis científico.

Sobre el antisemitismo es necesario puntualizar algunos aspectos:

En primer lugar debe decirse que el término “antisemitismo” es relativamente nuevo y ha sido utilizado para designar todos los actos hostiles que se realizan en contra de las comunidades judías, por aquello de que los judíos provienen del gran tronco étnico-cultural semita. No obstante, tal uso es incorrecto si se toma en consideración de que todos los árabes también provienen del mismo tronco semita. En este sentido, el término “antisemita” también debería extenderse a cualquier acto que atente contra las comunidades árabes.

Ahora bien, fuera de estas consideraciones de tipo semántico debe señalarse que, en base al estudio precedente del desarrollo económico-social de las comunidades judías, el antisemitismo constituye un fenómeno gestado en la fase ascendente del capitalismo y que encuentra su máxima expresión en la época de crisis de este modo de producción.

Antes del advenimiento del capitalismo, es materialmente imposible hablar de antisemitismo generalizado de las sociedades ya que las premisas objetivas que generaron este fenómeno no se habían dado.

En efecto, durante la primera época del desarrollo de las comunidades judías (o sea la de su estancia en Palestina) estas sufrieron, como antes los cananeos, la opresión de distintas invasiones. Sin embargo, estos actos no sólo fueron hechos en contra de los judíos, ni se generaron por su propia condición de judíos, sino que se suscriben a la misma forma de desarrollo y expansión de los distintos imperios de la época y que, en última instancia, se dirigían contra los más diversos pueblos. Así vemos que las invasiones asirias, babilónicas, persas y romanas a Palestina formaban parte de una clara política expansionista

de tales imperios, dirigida contra muchos territorios y pueblos y no únicamente contra las comunidades judías.

Los historiadores sionistas han rescatado episodios de diversos aplastamientos de rebeliones judías, que en muchas ocasiones terminaron en masacres, haciéndolas pasar por actos antisemitas. No obstante, tales sublevaciones y masacres no sólo se realizaron en contra de los judíos, ya que la historia registra otros actos del mismo tipo realizados en contra de otros pueblos que estaban sometidos por el mismo conquistador (como los aplastamientos de galos, germanos, cartagineses, etc.; cometidos por los romanos).

Por lo que toca al extenso período precapitalista en el que las comunidades judías afianzaron su rol económico comercial, es menester recordar que en ella, los judíos obtuvieron una posición privilegiada garantizada por la protección de las clases dominantes de las sociedades donde vivían. En este período no se llega a observar casi ninguna hostilidad hacia las comunidades judías. El único elemento que se llega apreciar en este período, en casos muy aislados, es un cierto recelo hacia algunos judíos, que se genera a partir de su fundación económica comercial que no era propia ni común en esas sociedades. A pesar de esto último, podemos concluir que en este período no hay, en términos generales, ninguna hostilidad hacia los judíos y, por el contrario, mantiene grandes privilegios, lo que les permite llegar a una época de esplendor.

Sin embargo en la época de ascensión del capitalismo, la situación del judío cambia totalmente y se sienten las premisas reales para el surgimiento del antisemitismo.

En efecto, como se sabe, en las entrañas mismas de la sociedad feudal decadente, empezaron a formarse las primeras naciones. Como antecedente de lo anterior encontramos que la monarquía pasó a ser un elemento progresivo, pues luchaba contra la dispersión feudal reuniendo a los principados rebeldes bajo un solo poder1 y sentando las bases para el nacimiento de los estados nacionales.

De esta forma vemos que las naciones económica

1 Kaltajchian, S., “El Leninismo sobre las Naciones y las Nuevas Co-munidades Humanas Internacionales”, edit. Progreso, Moscú, URSS, 1977, p. 60.

II. EL ANTISEMITISMO

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y políticamente centralizadas surgieron con las relaciones capitalistas, pero antes de que se afirmara el capitalismo. Su consolidación definitiva tiene lugar con el triunfo de este sistema.2

Así pues, la nación nace como un fenómeno histórico social, como un producto inevitable y una forma inevitable de la época burguesa del desarrollo de la sociedad.3

En efecto, dada las nuevas necesidades que presentaba el capitalismo ascendente, la burguesía naciente empezó a luchar contra el fraccionamiento feudal a fin de crear las condiciones de un mercado interno, extenso y único, donde desarrollarse como clase, donde ejercer su poder y donde poder explotar a las masas “libres” de la sociedad. A la burguesía le convenía asegurar el libre desplazamiento de todos los ciudadanos del país, que hubiera una sola legislación comercial-industrial y, en definitiva, que hubieran las posibilidades de explotar sin cortapisas y en masa la mano de obra nacional.4En esto estaba precisamente el interés nacional de la burguesía. En él se funda su patriotismo y toda su ideología nacionalista.5

De esta forma, la burguesía se convierte en el defensor más enconado de los estados nacionales, que, a nivel superestructural, se expresa a través del nacionalismo.

Ahora bien, en relación a las comunidades judías, podemos decir que durante la fase de ascensión del capitalismo, las capas de los comerciantes autóctonos, entran en una contradicción con los comerciantes judíos, al disputarles los mercados. El comerciante indígena intenta introducir todas sus mercancías al mercado, el comerciante judío defiende su monopolio comercial y su posición privilegiada, heredada de las épocas precapitalistas. Como hemos visto, el comerciante autóctono gana la batalla de la concurrencia económica por los mercados, en virtud de las deficiencias que traía consigo el carácter precapitalista del comercio judío.

Posteriormente, cuando el judío se ve desplazado del comercio empieza a ejercitar la usura, la hostilidad hacia los judíos adquiere otra dimensión: ahora la nobleza, al verse ahogados por sus deudas y algunas veces hasta viendo embargados sus propios bienes, se lanzan contra los judíos.2 Ibídem, pp. 60 y 61.3 Lenin, V.I., “Carlos Marx”, obras escogidas. Editorial Progreso, Mos-cú, URSS, 1961, tomo I, p. 47.4 Kaltajchian, op. cit. p. 61.5 Ibídem.

En 1189, los judíos son masacrados en Londres, Lincon y Staffor. Un año después, la nobleza, dirigida por un tal Mallebisse, destruye el Saccarium Judaeorum de York. Las letras de cambio fueron quemadas solemnemente, sitiados en el castillo, se suicidan.6 En 1262 y 1264, estallan nuevos motines contra los judíos7 en Inglaterra.

En Francia también la nobleza se fue en contra de los judíos, arrestos en masas, procesos rituales, expulsiones, todo era buen pretexto para formidables extorciones de dinero. Los reyes de Francia expulsaron y acogieron varias ocasiones a los judíos para apoderarse de sus bienes.8 Toda esta hostilidad por razones económicas, era revestida, por el disfraz ideológico de persecuciones religiosas.9

Más tarde, con la consolidación del capitalismo y el desarrollo de sus contradicciones sobre todo expresadas en las crisis cíclicas, la situación del judío se agudiza.

Habiendo sido totalmente desplazado de su función económica ancestral, el judío, en este período, se ve inmerso en un fulminante proceso de asimilación que lo va subsumiendo en las distintas clases sociales imperantes. Así vemos que primero en Europa Occidental y mas tarde en Europa Oriental algunos sectores de las comunidades judías se integran a la burguesía; otros proletarizan totalmente y otros más, casi la mayoría, se dedican a las actividades y profesiones “libres” propias de las clases medias.

A partir de lo anterior y aunado al hecho de la consolidación de los estados nacionales y el auge que cobra el nacionalismo (en tanto expresión ideológica de las necesidades de la gran burguesía y del gran capital), los sectores más retardatorios y reaccionarios de la pequeña burguesía autóctona entra en una grave contradicción con sectores judíos.

En una primera etapa del capitalismo, había sido la pujante gran burguesía la que se enfrentó a las comunidades judías por el control de los mercados y de la actividad prestamista. Ahora, habiendo consolidado el gran capital al mercado interno único, es la pequeña burguesía la que se enfrenta a los judíos por el control del pequeño comercio (y en algunos

6 León, op. cit. p. 79.7 Ibídem.8 Ibídem, p. 80.9 En relación a estas persecuciones “religiosas” en Francia, véase a Dubnow, op. cit. p. 428 y siguientes. Aunque el autor no analiza el aspecto económico de estas persecuciones, muestra sus aspectos ideológico-religioso.

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casos del mediano) de las profesiones “libres”, donde un gran número de judíos se había concentrado.

Este enfrentamiento de la pequeña burguesía autóctona con los judíos se ve acrecentado con las crisis cíclicas propias del capitalismo, ya que era precisamente la pequeña burguesía la que más constantemente se veía totalmente arruinada al no poder competir con el gran capital.

Ahora bien, estos enfrentamientos no podrían revestir otra forma que de un nacionalismo exacerbado o chovinismo.

En efecto, con la consolidación de los estados nacionales el nacionalismo burgués observa un marcado desarrollo. Las clases dominantes, concretamente la gran burguesía, empiezan a hipertrofiar de modo artificial y consciente lo particularmente nacional “suyo”, y oponerlo a la originalidad de otras naciones o comunidades.10 El reconocimiento de que las peculiaridades de la fisonomía espiritual o cualidades físicas de “su” nación son “las mejores” y testimonian la “superioridad indiscutible” se convertía a menudo (y se convierte) en función de hábiles manipuladores de la conciencia social.11 Este nacionalismo tenía por objeto (y tiene), reforzar la unidad de los estados nacionales bajo un mercado y poder único burgués y justificar la política capitalista de opresión y explotación de otros pueblos o comunidades.

Pero, son los sectores medios, particularmente la pequeña burguesía, los que se someten a menudo y fácilmente a la acción de la embriaguez nacionalista, sirven de conductores y constituyen el terreno social del nacionalismo de la burguesía gobernante.12 El afán de la pequeña burguesía de mantener su posición social y el deseo de prevenir la amenaza de la proletarización provocan no sólo las tendencias nacionalistas pequeño burguesas de derecho sino también diversas manifestaciones radicales del nacionalismo pequeño burgués.13

Y es precisamente en la pequeña burguesía donde el antisemitismo, como una variante del nacionalismo encuentra su base social. En un primer período la naciente gran burguesía adopta al antisemitismo, como fórmula y sustento ideológico, para desplazar a los judíos del mercado y de sus posiciones privilegiadas.

10 Chertijin, V. y otros, “América Latina: Nacionalismo, Democracia y Revolución”, edit. Progreso, Moscú URSS, 1978, p. 71.11 Ibídem, pp. 71 y 72.12 Ibídem, p. 117.13 Ibídem, p. 118.

Pero, más tarde, es la pequeña burguesía la que se enfila contra los judíos a través del antisemitismo. Reproduciendo los intereses de clase de la gran burguesía y defendiendo los propios, la pequeña burguesía se ve seriamente dañada durante las crisis cíclicas capitalistas (como ya hemos visto) y se lanza contra los judíos al identificarlos como competidores de sus actividades medias.

En una forma genérica, el antisemitismo sintetizó a su vez a dos variantes del nacionalismo: El chovinismo que en forma exacerbada exalta las particularidades históricas-socioculturales nacionales, y el racismo, que contrapone a los pueblos según los rasgos físico-biológicos y sicológicos.14

Sin embargo, debe decirse que esta modalidad del nacionalismo, o sea el antisemitismo, adquirió ciertas formas específicas en determinados países; como con ciertos casos, en la América Latina colonial, donde el antisemitismo adquirió, en algunos momentos, la forma de un nacionalismo religioso, que contraponía la religión cristiana dominante a la religión judaica, con claros fines económicos, y políticos. Un claro ejemplo del antisemitismo que amalgama el chovinismo y al racismo, lo constituye la política nacional-socialista (nazi) practicada en contra de los judíos en la Alemania de Hitler.

Lo anterior nos permite concluir que el antisemitismo puede adquirir distintas formas y que éstas están determinadas por las peculiaridades históricas por el grado de desarrollo de las relaciones de producción capitalista (y por ende por el desarrollo del nacionalismo) y por el grado de penetración económica que hayan tenido las comunidades judías en cada país.

Ahora bien, a partir de esta amalgama de formas de nacionalismo, el anti-semitismo genera toda una basura ideológica que da como resultado la creación de un sin número de mitos.

En una primera instancia y a partir de la encarnizada concurrencia económica, la burguesía autóctona antisemita empieza a contraponer la antigua función económica judía (precapitalista) con la pujante economía capitalista. Se destierra la función económica del judío y se intenta actualizar: Se revive la idea del judío rico, privilegiado, poderoso y se revive la imagen del judío usurero y explotador. Se acusa a los judíos de tener el “capital parasitario” (en

14 Ibídem, p. 116.

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última instancia precapitalista), en contraposición con el “capital productivo nacional”. Se les tilda de ser unos adoradores del dinero, especuladores, que alteran el orden económico y por ende son culpables directos de la ruina de los “buenos comerciantes”.

Paralelamente a esto, el pequeño burgués empieza a anteponer al judío, en forma exacerbada sus particularidades nacionales, intentando crear, donde no existe, su contrario. Se crea el mito del pueblo judío, de la nación judía, agregándole el carácter de “mala”, para oponerlo a la nación a la que pertenece el pequeño burgués que, en última instancia es la “buena”. Con esto, el judío es tildado de extranjero, aunque hubiese vivido ahí por generaciones; es acusado de no tener las mismas costumbres (obviamente las dominantes) y por ende le es extraño a la ciudadanía común.

Así mismo y a partir del mito del “pueblo judío”, se ubica a los judíos con un origen diferente al de la población dominante y por ende se les presenta como portadores de una raza distinta a la dominante en los pueblos donde viven. El mito de que todos los judíos provienen de una misma raza, originada en Palestina, se generaliza y es utilizado para contraponerlo al origen racial de las poblaciones dominantes (esto, claro está, no contempla los miles de casos de conversiones de gentiles al judaísmo y viceversa). Con ello el antisemitismo adquiere un rabioso “racismo” contra todos los judíos, acusándolos de formar una raza inferior que es portadora de elementos degradantes para las demás razas.

En algunos países, el aspecto religioso es utilizado en extremo por los antisemitas. Se acusa a los judíos de ser el pueblo deicida, el pueblo renegado y se contrapone a la religión judaica, la religión dominante (la cristiana, la protestante, la ortodoxa, etc.) Según estas tesis, el judío es errante, y lo seguirá siendo hasta el fin de los tiempos, por matar al hijo de Dios y por ende deben pagar su gran pecado. Al no creer en el Dios de la religión dominante la convivencia con los judíos es imposible y por lo tanto deben emigrar o ser destruidos.

Con esta basura ideológica se sembraba el terreno para las más brutales persecuciones y matanzas de judíos.

Sin embargo, la pequeña burguesía, que expresaba los intereses del gran capital, no actuaría sola. Los ideólogos del antisemitismo, como el periodista Marr, el pastor de la corte imperial Stoker, el historiador

Treitschke y el filósofo Duhring,15 entre otros, (en diferentes épocas) desarrollan una gran propaganda para influir en vastos sectores de las masas pobres o populares. Hacen recordar la imagen del usurero, de aquel ser que en una época, por cierto muy corta, expoliaba a las masas pobres (sobre todo campesinas). La pequeña burguesía “actualizaba” una situación del pasado, de la que sólo existían vestigios. El pasado y el presente se mezclaban en cada momento. Con ello, las masas, aprisionadas en la miseria más negra, enfilan su descontento y odio contra los judíos; sobre todo en las épocas de las crisis del capitalismo. La pequeña burguesía logra transmutar el anticapitalismo de las masas en antisemitismo.16

Sin duda el más beneficiado de todo esto era la gran burguesía, con lo que alienta y apoya totalmente al antisemitismo. El pequeño burgués obtenía la eliminación de un competidor del mercado interno y, el gran capital, lograba obscurecer la conciencia proletaria de las masas.

Históricamente, el éxito del racismo radica en que el capitalismo ha conseguido canalizar la consciencia anticapitalista de las masas en dirección de una forma anterior al capitalismo, de la que sólo existen vestigios. Estos vestigios son sin embargo, suficientemente considerables aún como para proporcionar contra apariencia de la realidad al mito.17

Así, la pequeña burguesía logra desarrollar el antisemitismo, arrastrando a él parte de las masas proletarias y campesinas y causando una gran confusión en sus filas. Esta confusión fue denunciada por Babel en su célebre humorada: “el antisemitismo es el socialismo de los imbéciles”.

Las olas antisemitas se desarrollan en Europa Oriental (con la consolidación del capitalismo) y más tarde en Europa Occidental. Estas olas llegan a convertirse en progroms.18 En abril y mayo de 1881, bandas de ucranianos y obreros venidos de Rusia Grande (“Katzapi”) cometieron una serie de progroms en Elisavetgrand, Kiew, Odesa y otras ciudades. El número general de los progroms de aquellos años ascendió a 150.19 En Alemania se constituyó “la liga antisemita”. En Austria se constituyó, el partido 15 Dubnow, op. cit., pp. 593.16 Weinstock, op. cit., p. 39.17 León, op. cit., p. 145.18 Progroms: violentos movimientos antijudíos, auspiciados por la burguesía dominante, dirigidas por la pequeña burguesía y donde participan algunos sectores muy atrasados del proletariado y del cam-pesinado; que generalmente culminaban con la masacre del judío y la apropiación o destrucción de sus bienes.19 Dubnow, op. cit., pp. 58 y 59.

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antisemita social-cristiano.20 En Francia, el asunto Dreyfus21 reflejó claramente el movimiento antisemita francés.Sobre el antisemitismo, Lenin escribió “que es especialmente necesaria la unidad total entre el proletariado judío y no judío para poder luchar con éxito contra el antisemitismo, esa abominable incitación que practican el gobierno y las clases explotadoras para exacerbar las particularidades raciales y la hostilidad nacional”.22

Incluso, en el fragor de la guerra civil, el 25 de julio de 1918, cuando la contrarrevolución hacía todo por avivar el antisemitismo y en las regiones ocupadas se cometían progromes sangrientos, el Consejo de Comisarios del Pueblo (el gobierno) a iniciativa de Lenin aprobó el Decreto que puso fuera de ley al antisemitismo, declarándolo “desastroso por la causa de la revolución obrero-campesina”.23

Más tarde, durante el apogeo del imperialismo y de la crisis general del capitalismo mundial el antisemitismo adquirirá una de sus expresiones más violentas y sanguinarias con el Fascismo Alemán.

De esta forma podemos concluir que el antisemitismo, es un producto del nacionalismo burgués, que apoyado por el nacionalismo pequeño burgués, es utilizado para contraponer a un determinado pueblo contra los judíos y desviar el descontento de las masas y la lucha de clases en el seno de tales naciones. En última instancia, el antisemitismo ha presentado (y en la mayoría de veces sigue representando) los intereses más reaccionarios del gran capital y de la pequeña burguesía.

20 León, op. cit., p. 149.21 Sobre el caso Deyfrus, vease Dubnow, op. cit., pp. 594 y 195.22 Lenin, V. I., “Proyectos de resolución para el II Congreso del POS-DR”, obras completas, Akal editor, Madrid España, 1976, tomo VI, p. 505.23 Didani, Lionel, “V.I. Lenin acerca del Antisemitismo y el Sionismo”, Socialismo, Teoría y Práctica, Agencia de Prensa Nóvosti, Moscú, URSS, 1982 No. 11, p. 58.

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Como hemos visto anteriormente, en la encrucijada entre Oriente y Occidente, Palestina ha sido desde los albores de la historia un objetivo estratégico de sucesivos imperios. El pueblo palestino, cuyos orígenes se remontan a 3500 años antes de Cristo, ha conocido a lo largo de su historia milenaria múltiples invasiones extranjeras y diversas formas de ocupación. Emplazado su territorio estratégicamente como un puente natural entre África, Asia y Europa, las grandes migraciones cruzaron por sus tierras una y otra vez.1

Sin embargo, todas las fuentes históricas coinciden en la identificación del elemento indígena primitivo, constituido por filisteos y cananeos, que se asentó en las llanuras y la costa meridional del país hace por lo menos cuarenta siglos, habitándolo permanente e ininterrumpidamente hasta nuestros días.

Existe coincidencia, también, en la descripción de las ciudades palestinas de Jericó y Jerusalén, como dos de los asentamientos humanos más antiguos de la humanidad -caracterizados por una cultura propia- en el país al que la Biblia se refiere como “la tierra de Canaán” (Números 34:1; 35:10).

Así, el historiador Máxime Rodinson afirma que la población árabe palestina no sólo constituye el primer elemento nativo del país, sino el que se destaca por retener su identidad aún cuando incorpora sedimentos de muy variado origen, con anterioridad al hecho fundamental que es la eclosión del Islam en el siglo VII.2

“Los árabes palestinos de hoy son, en consecuencia, descendientes tanto de los filisteos, cananeos y otras tribus primitivas (gabaonitas).”3

A su vez, la ciudad de Jerusalén, sin ninguna duda, es el símbolo perenne en la historia del país. No hubo imperio que no deseara su conquista, ni cultura que no hallara albergue entre sus muros: David le impone su reinado (1050-586 AE); babilonios y persas la ocupan sucesivamente; Alejandro el Magno la somete al imperio griego (332-166 AE); durante un siglo es gobernada por macabeos; los romanos se establecen en ella ¡677 años! (desde el 63 AE al 614) la pierden frente a los persas durante 14 años, y la 1 Ignacio González Janzen, La Revolución Palestina, Editorial Extempo-ráneos, 1977, p. 10.2 Maxime Rodinson, Israel and the Arabs, Penguin Books, 1968.3 Moshe Menuhin, The Decadence of Judaism in our time, Exposición Press, 1965, p. 18.

reconquistan para el imperio bizantino (628-637); los árabes musulmanes la conquistan en el año 637 y con ello Jerusalén adquiere su condición de ciudad tres veces santa, centro religioso de los grandes credos monoteístas.

En 1072 los turcos musulmanes ocupan Jerusalén, que 20 años más tarde es reconquistada por los árabes y en 1099 vuelve a ser ocupada por cristianos: los cruzados. Casi un siglo después, el líder árabe Saladino -que ya ha logrado la unidad del mundo islámico imponiéndose en Egipto (1171) y Siria (1174)-, libera la ciudad en 1187. Y salvo un breve lapso de diez años, cedida por un tratado a los europeos, la ciudad permanece en manos árabes hasta 1517 en que cae en poder del imperio otomano.

Por obvio, resulta casi innecesario referirse al valioso legado cultural que constituyen los aportes de pueblos tan diversos a la sociedad nativa palestina. Aportes que se expresan en el plano del pensamiento y la filosofía, las artes y las ciencias, la política y el comercio. Aportes que contribuyen al desarrollo de una identidad palestina que valora e integra la experiencia de Oriente y Occidente, y en ello alcanza justificado renombre.

Palestina, empero, no deja nunca de ser ambicionada por las fuerzas que desean imponer su dominación en Medio Oriente. Los árabes son derrotados en España por los europeos (Granada, 1492) pero el mundo musulmán consolida una nueva realidad con la expansión otomana sobre la mayor parte de las costas del Mediterráneo a principios del siglo XVI.

Una férrea competencia enfrenta a Europa con el imperio otomano, e incluso el descubrimiento de América y las expediciones portuguesas a las costas de África Occidental son producto de la búsqueda de nuevos “caminos a las indias”, alternativos a las rutas tradicionales de Medio Oriente, bajo el control –entonces- de los ejércitos de Estambul.

En 1571 la escuadra española, comandada por Juan de Austria, logra derrotar en Lepanto a la flota turca y con ello frena la expansión otomana hacia Occidente, pero no afecta su dominio territorial al sur y al este del Mediterráneo. Durante 300 años, el imperio otomano retiene las grandes áreas conquistadas en 1517. Sólo después de la Revolución Francesa (1789) Napoleón Bonaparte pondrá en marcha a sus ejércitos en campaña hacia Egipto, con la intención de revivir

III.- EL PROYECTO COLONIAL-IMPERIALISTA EN MEDIO ORIENTE

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los reinos de los cruzados.

Es con Napoleón, a fines del siglo XVIII, cuando encontramos una primera referencia a la creación de un “estado judío en Palestina”. El general francés, que todavía no es emperador, busca el apoyo económico de la judería gala para financiar sus planes: la conquista de Medio Oriente. Supone, también, que un número importante de franceses judíos podría establecerse en Palestina y constituir una base europea en la región, para garantizar los intereses de Francia en una zona que considera estratégica.

Las negociaciones de Napoleón con los franceses judíos no prosperan, y el proyecto se esfuma con la derrota gala ante las murallas de Acre en Palestina. Sin embargo, vale la pena destacar que Napoleón, después que intentó involucrar a los judíos en su campaña a Egipto, en 1806 adoptó medidas de control contra la judería que, aunque no serían tan drásticas como las de San Luis rey de Francia, dejaban al descubierto que en todo momento trató de utilizarlos para sus fines -una empresa colonial-, a pesar del discurso orientado a conmover su sensibilidad con el proyecto de un “estado judío en Palestina”.

Al concluir la campaña militar napoleónica en Egipto, Francia inicia una nueva fase de su penetración en el país: diplomáticos y “asesores” europeos se establecen en El Cairo, incorporándose a la corte del nuevo Pashá, Moha-med Alí. Los franceses se proponen “reorganizar” el Estado egipcio, creando las bases de su sometimiento económico.

Por su parte, Inglaterra comienza a principios del siglo XIX a disputar la hegemonía francesa en Egipto. Los agentes de Londres y París luchan silenciosamente, tratando de adquirir cada vez mayor poder en las estructuras del gobierno local. En la pugna colonialista, los ingleses se apoyan en el imperio turco, promoviendo rivalidades entre egipcios y otomanos de las que sacan partido en sus relaciones con Francia.En 1830 Francia invade Argelia e inicia un período de acelerada expansión colonial, que en los años siguientes llevará sus ejércitos a lugares tan distantes como China, Madagascar y Vietnam. Los franceses se apoderan de África meridional y comienzan a discutir un gran proyecto estratégico: la construcción de un canal en Egipto que una el Mediterráneo con el Mar Rojo y abra una vía navegable hacia el Océano Indico. La India, China y todo el resto de Asia son el botín que propone semejante empresa imperialista.

Inglaterra no cede en su empeño de desplazar a Francia en Medio Oriente y fija su vista al Este del Nilo: en 1842 establece un consulado en Jerusalén y se proclama “protectora” de los rusos judíos residentes en Palestina, integrantes de un pequeño grupo de emigrados de la Rusia zarista.

En esa misma época, el canciller británico Lord Pallmerston (que más tarde sería primer ministro) ordena a su embajador en Turquía consultar al gobierno otomano sobre la posibilidad de crear un “estado judío” en Palestina para neutralizar la “eventual expansión egipcia.”4

“En estos días se deja sentir entre los judíos de Europa una idea nacionalista, cuya particularidad es la necesidad de volver a Palestina y crear un estado; si esta petición se formula ante el sultán otomano, obteniendo su consentimiento y protección, ese estado formaría una barrera ante el proyecto expansionista del gobierno de Egipto”, afirma Pallmerston en una carta a su representante en Turquía.5

Al referirse al asunto, el diario londinense “Times” comentaría: “La propuesta de crear un estado para el pueblo judío en la tierra de sus antepasados, bajo la protección de Inglaterra, no puede ser hoy en día un tema de pronóstico, sino un tema de reflexión oficial muy seria”. Había, en ese entonces en Palestina, aproximadamente diez mil judíos.6

El proyecto británico, sin embargo, no prosperó. El movimiento sionista no existía, y la idea fue rechazada por los propios europeos judíos, que se mostraron sorprendidos por una iniciativa que pretendía desarraigarlos de los países en que vivían, para llevarlos a un país distante y con características que consideraban “incivilizadas”, y bajo el dominio del imperio otomano.

Para los ingleses judíos, la propuesta de la Cancillería británica recordaba aquella iniciativa semejante que Napoleón Bonaparte había planteado a la comunidad judía francesa 40 años antes, con la evidente intención de utilizarlos para sus fines coloniales.

El tema, de todas maneras, vuelve a discutirse en Londres en la época del primer ministro Benjamín Disraelí (brillante escritor de origen judío, que presidió el Partido Conservador inglés y obtuvo el

4 Dictionnaire Diplomatique, p. 294 citado por Henry Cattan, Palestina, los árabes e Israel, Siglo XXI, 1971, pág. 18.5 Abu-mazen, El Sionismo, Principio y Fin, O.L.P., 1976.6 Abu-mazen, El Sionismo, Principio y Fin, O.L.P., 1976.

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título de Lord Beaconsfield por sus servicios a la corona británica).

Disraeli diseñó un plan que tenía por objeto crear una agencia para la adquisición de tierras en Palestina, con autorización del imperio turco, y promover la emigración de judíos de diversos países para que se establecieran “en la tierra de sus antepasados”.

El plan de Disraeli proponía que los judíos que emigraran a Palestina establecieran una administración “autónoma”, que no pusiera en discusión la soberanía otomana en la región, y así lo planteó el canciller inglés Lord Salsbury a las autoridades turcas. Pero, aún así, Turquía rechazó el plan, por considerar que provocaría desestabilización en las formas de gobierno aplicadas por el imperio.

Es preciso recordar que “los turcos eran una minoría racial en su gran imperio y no intentaron hacer una colonización general de las provincias conquistadas. El imperio no fue concebido sobre una estrecha base nacional turca, sino que era un imperio comprensivo, como el abasida o el romano. Fuere cual fuere la raza o lugar de nacimiento de un hombre, era elegible para el servicio en el gobierno y podía llegar a los puestos más altos, mientras que el grueso de los funcionarios importantes eran turcos, los sirios y palestinos obtuvieron un número apreciable de cargos importantes, gracias a la innata agudeza de su intelecto”. Además, el Islam actuaba como factor de unidad, aún sobre la especificidad nacional.7

Sobre el particular, Georg Hegel destaca que los pueblos conquistados por el Islam, “al convertirse adquirían igual derecho que los demás musulmanes”, con lo que surgía una relación armoniosa de igualdad de derechos entre comunidades y naciones de muy distinto origen, de las fronteras de Francia al Tibet.8

Por otro lado, el imperio otomano adjudicaba a Jerusalén toda su importancia, y mientras Palestina estaba dividida en tres unidades administrativas (mutassarifiyehs) la Ciudad Santa no dependía del gobierno provincial, y en cambio tenía un estatus especial que la vinculaba directamente con el gobierno central en Constantinopla.

Entre tanto, la bancarrota financiera del Estado egipcio se agudiza, y los préstamos y compromisos adquiridos

7 George E. Kirk, A Short History of the Middle East, Methuen, Londres, 1948 ps. 59-60.8 Georg W. F. Hegel, Lecciones Sobre la Filosofía de la Historia Revista de Occidente, Madrid, 1974, p. 595.

para participar en la construcción del Canal de Suez (así como el monocultivo del algodón impuesto por el colonialismo europeo) hacen sucumbir al rey Ismail ante Inglaterra: el gobierno inglés adquiere en cuatro millones de libras esterlinas, las acciones egipcias de la Compañía del Canal, y desplaza a Francia finalmente de su posición dominante.

Cuando los primeros barcos cruzan por el Canal de Suez en 1869, Egipto es en la práctica una colonia británica, y después de la violenta represión de una insurrección nacionalista encabezada por Alimed Arabi (que reclama la restauración de la soberanía nacional y la expulsión de los extranjeros) Lord Cromer gobierna el país mediante la fiscalización del presupuesto nacional.

Disraelí muere en 1881, pero sus planes para Palestina no son abandonados por la Cancillería inglesa. En 1885, cuando se reúnen en Berlín los representantes de doce países europeos, los Estados Unidos y el imperio otomano, para “institucionalizar” las fronteras del mundo colonizado, los delegados británicos insisten en el proyecto de crear un enclave judío en Palestina.

En Londres, Watson reemplaza a Disraelí en el empeño de promover la creación de ése enclave, pero aún encuentra poco apoyo entre los ingleses judíos y en muchos casos abierta oposición. Para unos y otros, en todo caso, estaba claro que el gobierno británico los incluía en sus planes imperialistas, aún cuando pretendiera “noble piedad” hacia los judíos de todo el mundo. El propio Aba Eban reconocería muchos años más tarde: “No cabe duda de que los motivos que empujaron a Disraelí, fueron servir a los intereses de Inglaterra y nunca a los de los judíos”.

Constituido un comité colonial especial, para analizar los intereses británicos en Medio Oriente, ese comité emitiría un documento -conocido como el Informe Campbell-Berneman-, que en forma explícita recomendó al gobierno hacer todo lo posible para neutralizar la voluntad de liberación de los pueblos del área, mediante la aplicación de medidas que impidieran la actividad política y el desarrollo social y cultural: “Es preciso y de interés común de los estados europeos, hacer todo lo posible para que los pueblos de esa zona permanezcan en el subdesarrollo, el retraso y la ignorancia”, recomienda el Informe, que podemos calificar como siniestro testimonio del proyecto colonial-imperialista. 9

El mismo Informe propone dividir y aislar los pueblos sometidos entre sí, para impedir que se generen 9 Abu-mazen, El Sionismo, Principio y Fin, O.L.P., 1976.

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corrientes de solidaridad y se establezcan alianzas contra las potencias coloniales. Recomienda separar en forma muy especial África del mundo árabe, y para ello sostiene la necesidad de crear en Palestina un asentamiento europeo que sirva como fuerza de contención.

Al describir el enclave propuesto para Palestina, el documento afirma que debe utilizarse inmigración europea, para garantizar que sea tan leal al Occidente, como hostil a sus vecinos en la región. La importancia estratégica de Palestina en Medio Oriente, justifica los esfuerzos que requiere este proyecto, concluye ese texto que -casi un siglo después- nos ofrece una dramática analogía con los hechos que se sucedieron.

Las bases para el proyecto colonial-imperialista del siglo XX en Palestina estaban definidas. Inglaterra sólo modificaría un elemento a la luz de la experiencia: cedería el rol oficial de promotor, para presentarse como generoso y comprensivo aliado de un “movimiento judío independiente.” Es la época en que comienza a circular un pequeño libro -”El Estado Judío”-, y su autor, Theodor Herzl, se dedica activamente a la organización del Primer Congreso Sionista, que se efectuaría en Basilea, Suiza, en 1897, con una consigna precisa: “El sionismo lucha con vistas a crear un hogar judío en Palestina”.

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a). Los precursores del sionismo.

Se puede considerar como uno de los precursores del sionismo a Mordechef Emanuel Noali (1784-1885). Inglés, judío Mordechef, realizó una gran labor en pro de la emigración judía a Palestina buscando la colonización con la fundación de ciudades judías. Viajó varias veces a Egipto para conversar con Mohamed Alí, Jefe Político de Egipto,1 que entonces controlaba Palestina, hasta lograr un convenio que autorizaba la emigración judía a Palestina. El convenio nunca se llevó a la práctica ya que posteriormente Palestina volvió a pasar al control Otomano.

Otro precursor, y para muchos el primer teórico del sionismo, fue Moisés Hess (1822-1875). En uno de sus primeros escritos, Hess defendía la tesis de que la emancipación de los judíos requería de su asimilación.2

Más tarde, en 1862, Hess publica su libro “Roma y Jerusalén”; obra en la que se manifiesta un total giro del autor ya que se declara sionista. En este opúsculo, Hess enuncia que los judíos deben de concentrarse en Palestina y además, inspirado en un folleto aparecido en 1860 y redactado por el Secretario Particular de Napoleón III, Emest Leharanne,3 plantea la posibilidad de una alianza de los judíos con él imperialismo francés en el Medio Oriente. Esta posible alianza se vuelve a manifestar en su obra “Proyecto de colonización de Tierra Santa (1867)”.4

En una carta dirigida a Dunner, el gran rabino de Amsterdan, Hess explica que algunos personajes financieros ligados a la colonización argelina, le han dejado entender que estarían dispuestos a considerar muy favorablemente la fundación de colonias judías en Palestina y en las regiones vecinas, particularmente próximas del Canal de Suez.5

Sin embargo, el libro de Hess, lanzado en plena fiebre de emancipación, en el momento en que los judíos acababan de obtener en Alemania la igualdad teórica de derechos, no encontró más que escepticismo e incomprensión.6 No obstante, de este primer bosquejo se puede concluir que desde sus inicios, el proyecto 1 Libermann, Jacobo, “El Nacimiento del Estado de Israel”, Tesis Profe-sional, 1979, Biblioteca de la E.N.E.P., Unidad Acatián, U.N.A.M., Vid. p. 94 y 95.2 Weinstock, op. cit. p. 68.3 Ibídem, p. 69.4 Ibídem.5 Ibídem, p. 69 y 70.6 Ibídem, p. 71.

sionista es concebido como una parte integrante de la expansión colonial europea.7

Hacia el año de 1881, se propaga como reguero de pólvora una ola de progroms en Rusia. En algunos meses, 160 ciudades y aldeas son escenario de fuertes agitaciones antisemitas. En ese contexto, en 1882, en Odesa, León Pinsker escribe su obra “Autoemancipación” en donde expone que la única solución para el problema es la reagrupación de los judíos en un “territorio nacional”; un asilo judío duradero. 8En su obra. Pinsker hace una verdadera reprimenda a los judíos por su falta de “sentimientos nacionales”, y argumenta que el problema judío se resolverá cuando tengan un territorio propio, y que tal territorio no necesariamente tiene que ser la Tierra Santa o Palestina: “El objetivo de nuestros esfuerzos no debe ser ahora la Tierra Santa, sino la Tierra Propia”.9

Ayudados por los acontecimientos antisemitas y con el folleto de Pinsker, algunos grupos hebraizantes como “Lilienblum” y los círculos de Hoveve-Sión (Los Amantes de Sión), de pronto encuentran súbitamente una audiencia. Así, jóvenes estudiantes forman la Asociación Bilou (Acrónico del versículo “casa de Jacob, levantémonos y marchémonos”) y se embarcan para Jafa (1882).10Muy pronto, el movimiento de los Amantes de Sión se extiende y se ramifica.

Otro precursor del sionismo es Ajad Haam.11 Haam, que es el primer judío sionista que habla de una cultura nacional judío y fundó la revista “Hashilóaj”, consideraba que antes de pensar en el sionismo como un movimiento político, era necesario “revivir el sentimiento nacional judío” a través de una profunda labor intelectual. Para Haam el hebreo se convierte en un elemento principalísimo de unión del pueblo judío y se dedica a su renovación y modernización.12

b). Theodor Herzl y el sionismo.

Theodór Herzl, quien es considerado el padre del sionismo, nació en 1860 en Budapest. En 1878, se

7 Ibídem, p. 69.8 Pinsker, Leon, “Autoemancipación”, de la Recopilación hecha por Sergio Nudelstejer en el libro “Theodor Hezrl”, Edit. Hezrl, Federación Sionista de México, México D.F., 1961, p. 159. Pinsker constantemente menciona en su obra “El Asilo Judío”. “El Asilo Duradero”, etc. cfr.9 Ibídem, p. 154.10 Weinstock, op. cit. p. 71.11 Vid Dubnow, op. cit. p. 604.12 Libermann, op. cit. p. 97.

IV - EL SIONISMO

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traslada a Viena y estudia jurisprudencia. Desde muy joven Herzl, cuya familia pertenecía a la burguesía vienesa y había cursado sus estudios secundarios en una escuela cristiana, era un ferviente defensor de la idea de que el problema judío quedaría resuelto por la asimilación. Incluso consideró como una de las soluciones posibles un bautismo general de los judíos.13 Hacia 1894, Herzl escribió la siguiente crítica a los “soñadores de Sión”:14 “el buen judío Daniel quiere encontrar su patria perdida y reunir de nuevo a sus hermanos dispersos (. . .). Pero precisamente tal judío debe saber que apenas rendirá servicio a los suyos reuniéndolos en su patria histórica (. ..) y si verdaderamente los judíos retornasen, se apercibirían enseguida que no tienen gran cosa para poner en común. Están enraizados desde largos siglos en patrias nuevas, desnacionalizados, diferenciados, y lo poco de semejanza que aún les distingue produce la opresión que en todas partes han sufrido”. Este párrafo muestra claramente el grado de asimilación que vivía el propio Herzl y que lo hacía defenderlo.

Sin embargo, posteriormente Herzl habría de sufrir un giro de 180 grados. Súbitamente, se vuelve un ferviente sionista. Según sus biógrafos, esto se debió a la impresión que le causó el caso Dreyfuss, el cual él siguió de cerca como periodista. Así, en 1896, publica un panfleto titulado “Der Judenstaat”15 (El Estado de los judíos).

Las tesis que plantea Herzl en este libro, se pueden resumir en lo siguiente:

En primer lugar plantea que las causas del antisemitismo no pueden ser eliminadas: que “en las poblaciones aumenta el antisemitismo de día en día, de hora en hora, y tiene que seguir aumentando porque las causas siguen existiendo y no pueden ser eliminadas”.16 Con ello Herzl supone al antisemitismo como algo perpetuo e indestructible.

En segundo término, y a partir de la anterior premisa, concluye que, la única solución al problema judío es la reorganización de los judíos en un centro autónomo, el Estado de los judíos.17

En tercer lugar, Herzl implícitamente reconoce que la concentración de los judíos puede ser en cualquier otro lugar que no sea Palestina, pero opina que dos países tienen que ser tomados en cuenta: Palestina y 13 Alemm, op. cit. p. 67.14 WEinstock, op. cit. p. 71 y 72.15 Ibídem, p. 73.16 Hezrl, Theodor, “El Estado Judío, Edit. La Semana Publishing Co. Ltd, Jerusalén, Israel, 1976, Primera Edición, p. 52.17 Weinstock, op. cit. p. 72.

Argentina.

Sobre la Argentina18 escribe: “la Argentina es por naturaleza uno de los países más ricos de la tierra, de inmensa superficie, población escasa y clima templado. La República de Argentina tendría el mayor interés en cedernos una porción de tierra.”

En relación a Palestina19 escribió: “Palestina es nuestra invariable patria histórica. El sólo oiría es para nuestro pueblo un llamamiento poderosamente conmovedor. Si su Majestad el Sultán nos diera Palestina, nos comprometeríamos a sanear las finanzas de Turquía”.

En cuarto lugar, Herzl concibe su plan del establecimiento del Estado judío bajo las bases del colonialismo. Para tal efecto diseña el esqueleto teórico de la “Jewish Company”20 que corresponde al modelo de las compañías inglesas de colonización.

Por último, Herzl sienta las bases para suscribir al movimiento sionista dentro de los intereses de las potencias europeas coloniales. Al referirse a Palestina, Herzl escribió:21 “Para Europa formaríamos allí (en Palestina) parte integrante del baluarte contra Asia: constituiríamos allí la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie”.

Después de que se publicó este libro, las reacciones fueron diversas: por una parte los judíos capitalistas de Europa Occidental ven con buenos ojos este proyecto, en tanto que esto les da la oportunidad de desembarazarse de la creciente llegada: de judíos que provocaba olas antisemitas y, en última instancia, comprometía su situación. Por otro lado, algunos sionistas, una fracción de la corriente idealista de los Hoveve-Sión, rechaza embarcarse en esta aventura de tipo político. Otros partidarios de la vuelta a Sión denuncian el materialismo vulgar de este frío razonador, que sustituye la noción de un centro espiritual por la de una “compañía colonizadora”.22

Sin embargo, la etapa decisiva del sionismo fue en 1897. En efecto, el 29 de agosto de ese año se celebró en Basilea, Suiza, el primer Congreso Sionista Mundial.

Al congreso llegaron 204 delegados de diversos

18 Hezrl, op. cit. p. 58.19 Ibídem, p. 59.20 Vid, Hezrl, op. cit. p. 54 y subsiguientes.21 Ibídem, p. 59.22 Weinstock, op. cit. p. 73.

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países del mundo. Según, la definición adoptada por la Asamblea, el objetivo sionista es “asegurar al pueblo judío un hogar en Palestina, garantizado por el Derecho Internacional”.23

Las medidas que toma la Asamblea para llegar a este fin, son las siguientes:“I- La potenciación sistemática de la colonización de Palestina mediante el establecimiento de agricultores, artesanos y obreros judíos.II.- La organización y federación de todo el judaísmo, a través de sociedades locales y federaciones generales, en la medida permitida por las leyes de los países donde se funden.- La reafirmación del sentimiento nacional judío y de la conciencia nacional del pueblo judío.- Gestiones preparatorias a fin de obtener de los gobiernos el consentimiento necesario para alcanzar el objetivo del sionismo24

Después del congreso, Herzl buscó afanosamente el apoyo de las potencias para obtener un territorio donde poder realizar el “hogar nacional”. Se entrevistó con el Kaiser; con el Sultán Abdul Hamid II (Palestina formaba parte del Imperio Otomano en esa época); con Von Plehve, Ministro Zarista del Interior y gran organizador de progroms; con Witte, otro Ministro del Zar y antisemita encarnizado; con el Papa, con Víctor Manuel y con Chamberlain, Secretario Británico encargado de las Colonias.25 Sin embargo, poco se logró.

No obstante, el 28 de marzo de 1899, comienzan a circular listas de suscripciones para construir una Banca Colonial Judía (Jewish Colonial Trust Judische Colonial-Bank). Se esperaba que este instrumento financiero del movimiento sionista dispusiera de un capital de 2,000,000 de libras,26 Hacia 1902, sólo el 10% del supuesto capital estaba suscrito.

A pesar de que aún no lograban concretar un compromiso con las potencias, los sionistas no perdieron el tiempo, y en 1901, se constituyó el Fondo Nacional Judío,27 el cual tenía por objetivo central la compra de tierras y crear las condiciones necesarias para la colonización; estas tierras pasarían a formar parte de una “propiedad inalienable del pueblo judío”.

En 1902, el Gobierno de Gran Bretaña, por conducto 23 Alem, op. cit. p. 69.24 Weinstock, op. cit. p. 74.25 Ibídem.26 Ibídem, p. 75.27 Ibídem.

de su Ministro Chamberlain, se muestra dispuesto a apoyar los planes sionistas y para tal efecto ofrece como opciones dos concesiones territoriales: una en Chipre y otra en El Sinaí, alrededor de El Arish. La solución chipriota fue rechazada por el congreso sionista, pero la oferta de El Arish le sedujo: no era Palestina, pero al menos era la puerta de Palestina. Una comisión de investigación fue enviada a ese territorio, pero el asunto debió ser abandonado a consecuencia de la oposición del gobierno egipcio.28

Más, el antisemitismo, que paradójicamente se convertía en uno de sus más fieles aliados, entra en escena: en 1903, se desencadena el progrom de Kichinev,29 en Rusia, que bajo la mirada complaciente de Von Plehve, Ministro zarista con quien Herzl se había entrevistado con anterioridad, sobrepaso en atrocidades a los anteriores y se suceden masacres y persecuciones contra los judíos. Ante esto, el gobierno de Gran Bretaña, nuevamente por conducto del Ministro Chamberlain, que estaba ya ganado para la causa sionista, hizo otra oferta a Herzl. Le propuso el establecimiento de un hogar judío en una parte de Uganda, (entonces unida a Kenia). Herzl aceptó estudiar el ofrecimiento de este rico territorio y propuso, en el sexto Congreso Sionista, en 1903, enviar allí una comisión de investigación.30

En 1904, muere Tbeodor Herzl. A su muerte, el movimiento sionista sufre serias divisiones.

En efecto, ya desde que Herzl había presentado la propuesta de Uganda en el sexto congreso, los delegados rusos se opusieron a él y se gestó dentro del movimiento sionista una gran división. Por una parte había un grupo que propugnaba porque Palestina fuera el territorio elegido. Por otro lado se formó un grupo que fue conocido como los “territorialistas”, dirigidos por el eminente escritor anglo-judío Israel Zangwill31 y que posteriormente formarían la “Organización Territorial Judía” (Jewish Territorial Organization) que sostenía que debía fundarse “una zona de colonización judía autónoma en un lugar que no fuera Eretz Israel, ya que sus perspectivas parecían remotísimas”.32 Esta Organización Territorial Judía, en los años siguientes examinó posibilidades de establecer judíos en Surinam, Cirenaica, Irak, Angola, Canadá, Honduras, Australia, México y Siberia,

28 Alem, op. cit. p. 70.29 Weinstock, op. cit. p. 76.30 Alem, op. cit. p. 70.31 Dubnow, op. cit. p. 606.32 Comay, Maichael, “El Sionismo e Israel, Edit. Keterpress, Jerusalén, 1977, p. 12.

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pero nada concreto resultó de ellas.33 En 1918 esta organización fue disuelta.

Sin embargo, mientras esto sucedía, en Europa los sionistas no perdieron el tiempo y empezaron a formar las estructuras de la colonización en Palestina. La compra y colonización de tierras en Palestina no se detenía. En 1908, se crea la Palestino Land Development Company, como un organismo filial al Fondo Nacional Judío.34

c). La esencia del sionismo.

Como hemos visto en el punto número tres de este trabajo la gran burguesía imperialista europea tenía viejos planes para penetrar en la zona del Oriente Medio, entonces controlado en gran parte por el Imperio Otomano; y crear en Palestina un Estado “colchón”, que garantizara un corredor libre para sus rutas comerciales a la India y Asia. Con la construcción del Canal de Suez, este interés se acrecentará enormemente.

A partir de la segunda mitad del Siglo XIX, la gran burguesía europea vuelve a retomar estos proyectos. Estando en plena decadencia el Imperio Otomano y observando el resurgimiento del problema judío por toda Europa, la gran burguesía ve en estas comunidades el agente más viable para su empresa colonial.Para el gran burgués no judío, que era tan antisemita como su pequeña burguesía, utilizar a las comunidades judías significaba, por una parte, realizar un acariaciado proyecto colonial que protegiera sus intereses económicos y, por la otra, deshacerse de todos los judíos que vivían en su territorio ya que muchos de ellos (los burgueses judíos) se presentaban como sus competidores.La gran burguesía judía también obtendría grandes beneficios. A partir de las enormes olas migratorias de judíos que se suscitaron en este período por toda Europa, la cuestión judía había cobrado gran auge, con lo que la gran burguesía judía veía con temor el surgimiento del antisemitismo, ya que este fenómeno ponía en peligro su posición privilegiada. Para el gran burgués judío, alejar a los judíos (medios y proletarios) significaba no sólo frenar al antisemitismo, sino que era una cuestión de supervivencia como parte de la clase dominante. Ahora bien, la burguesía judía también tenía, obviamente sus intereses mezclados con la burguesía no judía, con lo que el proyecto de utilizar a estas comunidades en una empresa colonial, resultaba óptimo a sus propios intereses. Crear un estado judío, 33 Ibídem.34 Weinstock, op. cit. p. 77.

significaba para la gran burguesía judía europea (y obviamente para la no judía) tener un nuevo territorio que no sólo garantizaría sus intereses económicos en la zona donde se estableciera, sino un nuevo estado donde exportar sus capitales, constituirse ahí también en clase dominante explotando la mano de obra judía mundial y convertir a ese país en un nuevo mercado para sus productos. Tal era el interés de la burguesía judía por apoyar el proyecto de utilización de tales comunidades en la empresa colonial.

A pesar de estos claros intereses económicos, objetivamente existía un gran obstáculo: la falta de interés de las propias comunidades judías.

En efecto, como hemos visto, con el desarrollo y consolidación de las relaciones de producción capitalistas y de los estados nacionales, económica-política y jurídicamente se habían dado las condiciones para la abolición de la función económica específica de las comunidades judías y, por ende, para su integración en las diversas clases de las sociedades donde vivían. La revolución francesa fue un claro ejemplo de la emancipación política de los judíos.

De esta forma, las comunidades judías, sobre todo las de Europa Occidental, se encontraban inmersas en un gran proceso de asimilación o integración que se expresaba en la proliferación de actividades económicas y profesionales “gentiles” entre ellos que desembocaban en la conversión religiosa (miles de judíos adoptaban la religión dominante), en el enorme aumento y acentuación de los matrimonios “mixtos” y en la aceptación de las costumbres y tradiciones dominantes de las sociedades donde vivían. En esta época los planteamientos teóricos-ideológicos que defendían y apoyaban la asimilación de los judíos cobran su mayor auge. La misma religión judaica, en la mayoría de sus corrientes, expresaba sus tendencias asimilacionistas e integracionistas, que eran fundamentadas en la misma Biblia y en aspectos filosóficos.

Así pues, ¿Cómo iba a lograr, la gran burguesía judía y no judía europea (o sea el imperialismo), que las masas judías aceptaran sus proyectos coloniales, si no había condiciones objetivas?

La respuesta fue clara: crear artificialmente esas condiciones.

Frente a la alternativa histórica de “¿asimilación

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o aislamiento?”35 la gran burguesía imperialista apoyó a la segunda en tanto que la primera impedía la concreción de sus proyectos coloniales. Para este afecto recurrió al antisemitismo. En efecto, el único factor que había logrado frenar, de alguna forma y en ciertos lugares, el proceso de asimilación, era el antisemitismo, ya que propiciaba el reagrupamiento de los judíos, por razones obvias de autodefensa. Pero además, el antisemitismo creaba las condiciones objetivas para que las masas judías se plantearan la necesidad de huir de las persecuciones y emigrar a otro lugar.

Asimismo, el antisemitismo otorgaba otros elementos, sobre todo superestructurales, que posibilitaban el proyecto imperialista de desplazar a los judíos a otro territorio que fuera estratégico a sus intereses. Estos elementos eran, sin duda, los mitos creados alrededor de los judíos; que serían utilizados como premisas ideológicas del sionismo.

Sin embargo, era necesario que las masas judías se identificaran con los intereses de la gran burguesía. Para este fin la gran burguesía utiliza las raciones y ambiciones económicas de algunos sectores de la pequeña burguesía judía hasta lograr transmutar sus intereses propios, por los intereses del gran capital. De entre la pequeña burguesía judía, la gran burguesía saca a sus mejores cuadros sionistas: surgen los Pinsker, los Hess, los Ham, los Hezrl y otros más.

De esta forma los teóricos del sionismo recogen del antisemitismo sus mitos, con la sola variante de invertir los valores, y las elevan a incuestionables.

Uno de los mitos que recogió el sionismo es el relativo a la vigencia del antisemitismo. Los sionistas tomaron para sí el mito de que “el antisemitismo es eterno”.

León Pinsker,36 escribió: “la judeofobia es una psicosis. Como tai, es hereditaria y, en vista de que es una enfermedad que se trasmite por herencia desde hace dos mil años, es completamente incurable”. Con esto Pinsker supone que inevitablemente el antisemitismo existirá por todos los tiempos.

Con la aceptación del mito de que el antisemitismo es eterno, los sionistas tácitamente “aceptan” que los judíos no pueden coexistir pacíficamente con los demás pueblos y que nunca podrán vivir juntos, ya que inevitablemente, tarde o temprano, habrá de 35 Lenin, V.I., “El lugar del BUND dentro del partido”, O.C., Tomo VII, p. 110.36 Pinsker, op. cit. p. 173.

resurgir el antisemitismo. En última instancia, los sionistas “aceptan” que, al no poder coexistir los judíos con los demás pueblos, el judío es y ha sido un elemento “extraño” que provoca la alteración del “orden social”; presentando como única solución que todos los judíos emigren de sus países y se concentren en un sólo territorio.

Estos argumentos caen por su propio peso. El avance de las Ciencias Sociales ha demostrado categóricamente que el fenómeno del antisemitismo no es eterno y éste se desarrolló en la época del capitalismo. Asimismo, ha sido mil veces demostrado que el judío no es el culpable de los males sociales y mucho menos que sea el que provoque las crisis capitalistas. El judío es un ser humano, como cualquier otro, que practica la religión judaica y que tiene el derecho de vivir, dignamente en cualquier país. En los distintos países en que viven los judíos, se han incorporado a las diferentes clases sociales: muchos se han proletarizado, dando grandes hombres al movimiento obrero y revolucionario mundial; otros se incorporaron a las actividades medias, dando muchos pensadores; y otros se fusionaron a la gran burguesía imperialista como los Rothschild. La historia moderna ha demostrado que los judíos son otras de las tantas víctimas que ha cobrado el capitalismo y que sin duda sus problemas no serían resueltos con el aislamiento; como lo quieren los antisemitas.

Otro mito antisemita que recogen los sionistas es el de la raza judía. A partir de ciertas particularidades de las comunidades judías, los antisemitas habían sostenido que los judíos formaban una sola raza. Los sionistas retoman tales particularidades y las elevan a una categoría biológica que sirve para contraponerla a las particularidades raciales de otros pueblos. Sin duda, este argumento sionista resulta, utilizando palabras del propio Lenin, “totalmente insostenible desde el punto de vista científico”37 ya que (agrega en un pie de página), “las investigaciones científicas modernas, que destacan en primer plano las características de la historia del judaísmo, no sólo rechazan las peculiaridades nacionales, sino incluso las peculiaridades raciales de los judíos...”38 Resulta innecesario entrar al estudio científico para demostrar la inconsistencia de este planteamiento. Los hechos actuales son del todo contundentes.

Basta echar un vistazo a las comunidades judías del mundo. ¿Qué unidad racial pueden tener los judíos ashquenazis con los judíos Sefaraditas? (en donde 37 Lenin, V.I., “El lugar del BUND…”, op. cit., p. 109.38 Ibídem, vid pie de página.

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unos son braquicéfalos y otros dolicocéfalos39). ¿Qué unidad racial puede tener un judío de cualquier parte del mundo árabe con un judío europeo o de Estados Unidos? ¿Qué vinculación racial puede tener un judío negro de Etiopía con Ariel Sharon, con Beguín, con Golda Mayer o con Henry Kissinger?. A la luz de esta teoría racial ¿Cómo se explican los miles de casos individuales y colectivos de conversión al judaísmo? ¿Acaso el pueblo Khazar (de mas de un millón de personas), que se convirtió al judaísmo por necesidades de guerra, adquirió la raza judía por este hecho? (estudios recientes han demostrado que muchos de los judíos de Polonia, Alemania o Rusia descienden de los Khazares40). Quizá la única constante en todos estos casos sea únicamente la religión judaica.

En un libro intitulado “Mexican Jewry in the Land of the Aztecs41(Judería Mexicana en la tierra de los Aztecas) se lee que existen indígenas mexicanos o mestizos que practican la religión judaica y observan todos sus días santos como el Sabbath, Rosh Hashannah, Yom Kippur, etc. ¿Qué vinculación racial pueden tener los indígenas mexicanos judíos con el inglés judío?. La lógica supone que ninguna.

La historia contemporánea ha obligado a la humanidad a estar alerta y a desconfiar de todas las teorías o doctrinas que intentan enaltecer a una raza y oponerla a otras.

Recordemos lo que el propio Hitler escribió en su opúsculo Mein Kampf: “Una causa, entre otras, presenta una importancia fundamental: la del mantenimiento de la raza en el organismo social. Es únicamente en la sangre que reside la fuerza o la debilidad del hombre”.42 Los judíos que lograron sobrevivir de la Alemania nazi y los verdaderos judíos del mundo, no olvidan los resultados que puede dar la mistificación de la raza.

Hablar, en estos tiempos de “pureza racial” o de “superioridad de raza”, es francamente insostenible y claramente peligroso.

Pero sin lugar a dudas, el elemento más importante que recogen los sionistas en el mito de “la nación judía”.

Como hemos visto, el antisemitismo, que es un 39 Alem, op. cit., p. 35.40 Vid Alem, op. cit. p. 27 y siguientes (sobre las conversiones).41 T. Lerner, Ira, “Mexican Jewry In The Hond of the Aztecs”, Saul Lokier Editor, México, D.F., 1973, Chapter V, p. 123 y siguientes.42 Bourderon, Roger, “El Fascismo”, edit. Nuestro Tiempo, México, D.F., 1981, 1ª edición en español, p. 61.

nacionalismo exacerbado con elementos racistas, había logrado conformar el mito de la nación judía, con el fin de contraponerla a la nación en que vivían lo mismos antisemitas.

Conforme fue tomando fuerza el antisemitismo, esta idea de la nación judía se fue generalizando entre la población gentil. Sin embargo los propios judíos no la entendían, no la aceptan y la rechazan. El judío sentía el carácter nacional francés, italiano, inglés, alemán, polaco, ruso, etc. Muchos judíos no sólo se sentían nacionales de esos países en abstracto, sino que habían participado activamente en la consolidación y desarrollo de esos Estados (incluso en la misma guerra). Esta situación era totalmente normal si se toma en cuenta el gran proceso de asimilación que vivían las comunidades judías.

Los mismos precursores del sionismo “denuncian” este hecho. León Pinsker escribió: “Y sois despreciables, porque carecéis de verdadero amor propio, de conciencia nacional propia.

¡Sentimiento nacional! ¡De dónde conseguirlo?

He aquí la gran desdicha de nuestra raza que no constituimos una nación sino que somos simplemente judíos”.43

Pero Pinsker, al mismo tiempo que ponía de manifiesto la no existencia de la nación judía y por ende de un sentido nacional judío, expresaba Otro fenómeno: el proceso de adopción sionista del mito “nacional judío” engendrado por los antisemitas.

En efecto, a la par que denuncia esta carencia, exalta a los judíos sobre la necesidad de tener una conciencia nacional. El propio título de su obra, “Autoemancipación” contiene esa exaltación del sentimiento nacional y en cada página se vuelve a repetir constantemente, arengando a las comunidades judías a tener tal sentimiento como una forma de solución a sus problemas.

El propio Ajad Haam, escribió acerca de la obra de Pinsker: “. . .ve ante todo, no la liberación de las persecuciones de que nos hacen objeto los demás, sino el restablecimiento del honor nacional y el renacimiento del sentido de la propia dignidad de nosotros”.44 Haam intenta enaltecer ampliamente el orgullo judío.45

43 Pinsker, op. cit. 144.44 Nudelstejer, op. cit. p. 127.45 Ibídem, p. 127 y subsiguientes cfr.

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Ahora bien, desde el punto de vista científico era, y sigue siendo, materialmente imposible hablar de una “nación judía”. Los estudios más avanzados sobre este tema han llegado a concluir que la “nación es una comunidad histórica humana que se forma al establecerse la comunidad de vínculos económicos, de territorio, de lengua literaria y de ciertas particularidades de cultura y de carácter.”46

En el caso de los judíos las características o elementos constitutivos de la nación no se actualizaban (ni se actualizan): no vivían en un sólo territorio que les permitiera conformar los vínculos económicos entre cada comunidad y concurrir en un mercado único; propio este fenómeno de la fase capitalista. En efecto, como hemos visto, la nación como fenómeno histórico se formó durante la ascensión del capitalismo (en las entrañas del feudalismo) y se consolidó cuando ese modo de producción se volvió dominante. Esto se debía a las necesidades económicas de la propia burguesía que luchaba contra el fraccionamiento feudal, para la formación de un mercado único nacional. De esta forma, la comunidad de territorio, que desde la descomposición de las comunidades gentilicio-tribales se había convertido en un elemento determinante en las sociedades precapitalistas47 (esclavista y feudal), pasa a transformarse en una condición necesaria del surgimiento y existencia de la nación y, por tanto, uno de sus rasgos;48 ya que sin este elemento es prácticamente imposible desarrollar los vínculos económicos, de las distintas clases de una misma sociedad. Así pues toda nación requiere de un espacio o territorio para su desarrollo. En el caso de las comunidades judías, este presupuesto (que quizá hace más de dos mil años se dio cuando ocuparon Canaán o Palestina) en la actualidad no existe: las comunidades judías vivían en las más diferentes regiones tanto de Europa como de otros continentes (como América y Asia), con lo que al verse dispersas por diversos territorios es materialmente imposible el establecimiento de vínculos económicos entre ellas.

Asimismo las comunidades judías han carecido de una lengua literaria o común. Como se sabe, después de que los judíos se conformaron en una casta o estrato social con una función económica (el comercio) y se diseminaron por toda Europa, el idioma hebreo se convirtió en una lengua muerta y sólo unas cuantas palabras, de claro carácter religioso, subsistieron. Las comunidades judías fueron adoptando otras 46 Kaltajchian, op. cit. p. 73.47 Sobre la desintegración de las comunidades gentilicio-tribales y la comunidad de territorios en las nuevas sociedades, vid Kaltajchian, op. cit. p. 24 y siguientes.48 Ibídem, p. 66.

lenguas, como el arameo, el griego, el latín, etc., de acuerdo a las necesidades que se iban presentando en cada lugar, como un medio lógico para incorporarse a los mercados. Más tarde las comunidades judías observaron una gran división en cuanto a las lenguas: los judíos sefaraditas (aunque no todos), hablaban el ladino (una especie de español antiguo) y los judíos ashquenazis hablaban el idish (que al parecer es una modalidad o variante del alemán). A esta gran división hay que agregarle una tercera, que en la actualidad es la más extendida, y que son las comunidades judías que hablan únicamente la lengua de los países donde viven. De esta forma se observa que las comunidades judías no tienen una lengua común o literaria (ésto, como es obvio pensar, se debe fundamentalmente a la falta de unidad territorial y por ende a la dispersión y desvinculación económica).

Por último, tampoco puede decirse que estas comunidades mantengan ciertas particularidades de cultura y de carácter. En efecto, resulta ocioso suponer que las comunidades judías de Etiopía, por ejemplo, mantengan particularidades de cultura o de carácter análogas o similares con las comunidades de Europa.

Es claro que, frente a otras comunidades, los judíos mantenían costumbres o caracteres diferentes a las dominantes, pero suponer de ésto que todas las comunidades judías del mundo tengan similitud de cultura y de carácter; resulta un absurdo. Las particularidades de las comunidades judías se deben fundamentalmente a las condiciones geográficas y procesos históricos, económicos y sociales de cada país y, sobre todo, al grado y participación de los judíos en esas sociedades. De lo anterior se concluye que resulta imposible hablar de características culturales y de carácter judaicas únicas, ante la diversidad de comunidades judías en el mundo. Quizá, los únicos rasgos comunes de los judíos sean los de orden religioso, so pena de equivocarse ante la diversidad de interpretaciones y corrientes que existen al interior de la propia religión judaica.De esta forma podemos decir que la idea de una nación judía no es más que una de las tontas “fábulas sionistas.”49

Refiriéndose a la histórica disputa del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) y la Unión General Obrera Hebrea de Lituania, Polonia y Rusia (BUND), Lenin denunció el contenido de la idea de una nación judía, al escribir: “. . .Esta idea sionista es

49 Lenin, V.I., “¿Necesita el proletariado judío un partido político inde-pendiente?”, O.C., T.V., p. 358.

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totalmente falsa y de esencia reaccionaria”.50 Citando un trabajo de Karl Kautsky, continúo diciendo “los judíos han dejado de ser una nación, la cual no puede concebirse sin determinado territorio”, agregando que para dar una definición científica del concepto de nacionalidad, Kautsky “establece dos criterios fundamentales: la lengua y el territorio”.51 Sobre el problema de la nacionalidad judía, más adelante cita Lenin un pasaje de un artículo de Alfred Naquct (quien polemiza con el famoso sionista Drumont) y en donde se concluye “. . .los judíos no poseen ya un territorio ni un idioma comunes”.52

Al hablar de la condición de los judíos (en este mismo trabajo) Lenin cita a Renán, en un pie de página, con la siguiente tesis: “los rasgos específicos de los judíos y de su género de vida son en mucha mayor medida el resultado de sus necesidades sociales (nécessités sociales), que han influido sobre ellos a través de los siglos, que de un fenómeno racial (phénomené de race)”.53 Insiste en que es “totalmente insostenible desde el punto de vista científico, la idea de una nación judía que aparte es, por su significado político, una idea reaccionaria”. Al abordar concretamente el debate con los bundistas (que se expresaba entre la autonomía o la federación de esta organización con el POSDR). Lenin concluye: “calificar a su lucha en favor de la idea sionista de la nación judía, del principio federativo de organización del partido significa degradar la lucha del plano de las ideas y los principios al de los recelos y las incitaciones, atizar los prejuicios que se han desarrollado históricamente en vez de plantearse la consigna de luchar contra este aislamiento, fruto de las condiciones históricas (y reforzado por la dispersión), lo elevaron a la categoría de principio, aferrándose para ello al sofisma de la contradicción intrínseca de la autonomía y de la idea sionista de la nación judía.. Estamos convencidos que los mejores representantes de las ideas socialdemócratas entre el proletariado judío obligaran al Bund, más tarde o más temprano, a volver del camino del aislamiento al de la fusión”.54

De esta forma Lenin, uno de los más grandes pensadores revolucionarios del Siglo XX, evidenció el verdadero carácter del mito sionista de la “nación judía”.

A pesar de no existir objetivamente la nación y

la nacionalidad judía, los sionistas continuaron 50 Lenin, V.I., “El lugar del BUND…”, op. cit. p. 108.51 Ibídem52 Ibídem, p. 109.53 Ibídem, vid pie de página cfr.54 Ibídem, p. 109 y 110.

preparando el camino para la creación artificial de sus características; revestida por el más burdo y reaccionario nacionalismo burgués. Las bases políticas y prácticas para esta creación artificial, quedaron claramente delineadas en las resoluciones adoptadas en el primer Congreso Mundial Sionista (que se citan con anterioridad) y que fue auspiciado y promovido por la gran burguesía judía y apoyada por los imperialistas.

En base al programa los sionistas rescataron la historia judía y ensalzaron los ancestrales actos heroicos judíos considerando el pasado histórico a la luz del presente,55 deformando con ello la realidad. Se promovió el establecimiento de centros de investigación del judaísmo y de escuelas (desde guarderías hasta profesionales) donde se fomentaba (y se fomenta) la exaltación de la historia y los valores judíos. En cada país donde había una comunidad india, ahí llegaban los sionistas y con grandes capitales (obviamente proporcionados por la burguesía judía) se instalaban tales centros.

Empiezan a vincular falazmente su pasado a su realidad presente: fuente de todas las desdichas del pueblo judío reside en la pérdida de su patria histórica y su dispersión en todos los países”.56 Con esto, el sionista refuerza la idea de volver a concentrarse en un solo territorio. Además convierte “el regreso a la patria”, como algo que ha existido a lo largo de toda su historia (otro mito), intentando ocultar que “durante el tiempo que el judaísmo quedó incorporado al sistema feudal, el sueño de Sión no fue precisamente más que un sueño y no se correspondía a ningún interés real”.57 Los sionistas constantemente proclaman que “todos los judíos a lo largo de dos mil años, han querido regresar a su patria histórica”. Como prueba de ello, dicen, esta la famosa frase de “nos vemos el año que entra en Jerusaléh”. Nada tan respetable como esta expresión religiosa. Sin embargo hay que preguntar ¿Acaso durante dos mil años los judíos no pudieron ir a Palestina, teniendo en cuenta que en este tiempo llegaron a poseer gran poder e influencia? Si como dicen los sionistas, Palestina estaba desolada y deshabitada ¿Por qué no fue posible que los judíos se establecieran en Palestina? ¿Por qué es precisamente en la época del capitalismo (concretamente en el imperialismo) cuando surge el sionismo? Con dos mil años de retraso se concretiza el sueño sionista? En un panfleto sionista se lee “la tardía aparición del sionismo se debe, antes que nada, a la ilusión de los 55 Leon, op. cit. p. 151.56 Ibídem.57 Weinstock, op. cit. p. 78.

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judíos de poder incorporarse a la nueva sociedad que surgía en Europa como consecuencia de la Revolución Francesa. El despertar fue amargo y debieron buscar una solución nacional propia.”58

Las verdaderas respuestas a estas preguntas, sin duda, no están en las tesis sionistas. Están en la misma realidad actual: el 15 de mayo de 1948 se creó “Israel, el Estado de los judíos”: Han pasado 34 años y sólo viven en ese territorio 3 de los 16 millones de judíos que existen en el mundo ¿Dónde está el ancestral sueño de volver a Sión, de volver a su “patria histórica”? Sobran los comentarios.

Además de lo anterior, los sionistas intentaron rescatar el pasado “cultural judío” elevándolo a un sitial de “producto nacional judío” y considerándolo como un elemento diferenciador de las comunidades judías frente a las demás comunidades. Uno de los grandes precursores del sionismo, Ajad Haam que proclamaba la resurrección de la “cultura nacional judía”, contribuyó enormemente en esta tarea sionista (en la literatura), al igual que Jaime Najmad Bialik. “En ambos el pasado y el presente del pueblo judío se fusionaron en una unidad armónica, pues encarna una concepción nacional del mundo por su modo de pensar y sentir”. Así describió la aportación de estos sionistas, el historiador Dubnov.59 Aquí cabe señalarse que todo este rescate apuntaba a enaltecer las particularidades de algunas comunidades judías (sobre todo las europeas), haciéndolas pasar como únicas y válidas para todos los judíos; jugando un destacado papel en el chovinismo y racismo que contiene el sionismo. Por lo demás, los sionistas, obviamente, nunca explicaron a cual “cultura judía se debía rescatar: a la de la casta comercial, la de los usureros, la de los rabinos, la de la gran burguesía judía, la de las clases medias judías o la de los obreros judíos. Sin duda, el contenido y la forma de la cultura para los estratos y, hoy clases sociales judías, no es el mismo60 aunque los sionistas, según se deduce, quieran amalgamarlos y aún revolverlos.

Pero quizá, lo más espectacular (y desconocido) de toda esta creación artificial sionista, sea el idioma hebreo. Como dijimos las comunidades judías del mundo hablan los más diversos idiomas. Era, pues, necesario formar artificialmente uno de los elementos 58 Roffe, Pasaj, “¿Qué es el sionismo?”, de la publicación “criterios” (material básico de información), Departamento de Organización e Información, Organización Sionista Mundial, Jerusalén, Octubre 1975, (folleto nº 6), p. 7.59 Dubnov, op. cit. p. 607.60 Sobre estas diferencias de la cultura en las clases sociales (concre-tamente en las comunidades judías), vid Lenin, “Notas críticas sobre el problema nacional”, O.C., T. XX, p. 351 y siguientes.

más importantes de las nacionalidades (obsérvese que no se dice nación ni nacionalismo, en tanto que los tres son conceptos diferentes) para poder vincular, bajo un idioma común a todas las comunidades judías.

De esta forma fue que, de acuerdo con las resoluciones del Congreso Sionista Mundial, en 1905, Ben Yehuda, “inventó” el actual idioma hebreo y publicó sus bases en 1911 que nada tiene que ver con el hebreo antiguo; que era de origen semítico al igual que el idioma de los cananeos.

Con esto, los sionistas creaban artificialmente a uno de los elementos más importantes del estado judío en proyecto. Con el fomento y la proliferación de la literatura en hebreo y la formación de escuelas en todo el mundo que enseñaban en hebreo, los sionistas han intentado incrementar los “lazos nacionales del judío”.

Todo este proyecto sionista artificial, muestra claramente sus debilidades en “Israel”, al observarse una gigantesca mezcla de nacionalidades: hay polacos, argentinos, rusos, ingleses, norteamericanos, mexicanos, etc., que siguen conservando sus costumbres, hábitos y folclore del país de donde provienen. La diversidad étnica y morfológica es tal que el propio “Israel” constituye la mejor prueba de la inexistencia de la “raza judía”.Por lo demás, la religión, podríamos decir el único vínculo real de los judíos, juega para el sionismo (y hoy para “Israel”) el rol más activo de aglutinamiento. Esto se expresa en todos los niveles: en el ideológico, histórico, estatal y aún en el político.

En la declaración sionista del 14 de mayo de 1948, leída por Ben Curión, se dice: “El estado de Israel se basará en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel”.61

Son ampliamente conocidas las justificaciones de los sionistas de que Palestina es la “patria histórica de los judíos” pues, según esto. Dios prometió a los profetas dar en propiedad estas tierras a toda su descendencia. Recientemente, el fundador del movimiento religioso “Mayoría Moral” (norteamericano), el reverendo Jerry Falwell (quien es amigo personal de Beguin) declaró que “Beguin comparte la promesa bíblica de la tierra prometida” y que “el Primer Ministro, que cree en la infalibilidad (verdad literal) del Viejo Testamento”, le dijo que “el primer libro de la Biblia predice que Israel con el tiempo tendrá fronteras en los ríos Eufrates 61 Ministerio de Relaciones Exteriores, “Hechos de Israel”, Japheth Press Ltd, Tel Aviv, 1974, p. 41.

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y Nílo y que incluirá en su territorio porciones de Irak, Siria, Turquía, Arabia Saudita, Egipto, Sudán, Líbano, Jordania y Kuwait”. Falwell expresó además que Dios contempla a las naciones de acuerdo con las relaciones que éstas mantengan con “Israel”. “Dios se relaciona con las naciones de acuerdo a como las naciones se relacionen con Israel. . . creo que Dios bendice a Estados Unidos, y ha bendecido a Estados Unidos, porque nosotros hemos bendecido a Abraham y a los judíos”.62

En la propia vida de “Israel” se observa como los sionistas y sus aliados intentan amalgamar la religión a todas esferas del Estado, para justificar la agresión, la expansión, las anexiones (como Jerusalén y El Golán), los asentamientos, e incluso las masacres y genocidios. Sobre ésto último resaltan las declaraciones del Rabino Israel Hess, quien en un periódico estudiantil de la Universidad de Bar-Lian, escribió’. “Es una obligación santa matar y exterminar a los jóvenes y los niños, aún de pecho, en caso de guerra entre judíos y amalekitas. . .¿Quiénes son los amalekitas? son todos los que están en guerra contra los judíos. Un día llegarán en que todos seremos llamados a llevar a cabo una santa obligación de guerra de exterminio contra los amalekitas”.63

Así pues, la religión judaica es utilizada por los sionistas para justificar sus intereses más ruines y reaccionarios. No olvidemos que el “carnicero de Sabrá y Chatila”, Ariel Sharon, es ampliamente respaldado por los grupos religiosos más extremistas del sionismo.

De esta forma el sionismo empezó a arrastrar tras de sí a amplios sectores de las masas judías. Sin embargo, ¿Cómo lograr que las masas proletarias judías (sobre todo las de Europa Oriental) que estaban comprometidas con el ‘ideal del socialismo, se volcaran al sionismo? Para este objetivo, los sionistas empezaron a incorporar a sus planteamientos, elementos socializantes. Formulan la teoría de que el sionismo es “un movimiento de liberación nacional” ( ¡!) y forman la estructura del gran escaparate del kibutz. Intentando conciliar los planteamientos artificiales del “nacionalismo judío (sionista) con el marxismo, sus teóricos (dentro de los que destaca Ber-Borojov y los “socialistas-sionistas”) empezaron a confundir a los obreros judíos, logrando que muchos de ellos, a partir de tales planteamientos nacionalistas, se apartaran de sus partidos y aceptaran las tesis sionistas. Como 62 Periódico “El Día”, de fecha 6 de febrero de 1983, sección internacio-nal.63 Publicación “Solidarité Palestin, nº 14, 1982, 14 Rue de Mantevil, 75015, París, Francia, del artículo de Amnon Rubinstein “Cómo se prepara la opinión pública israelí”, (en francés).

hemos visto, uno de los casos más conocidos es la disputa del POSDR con el BUND (que aunque no era un partido sionista, estaba muy influenciado por sus planteamientos).

A partir de toda esta gran mezcla de planteamientos, resulta la idea de los sionistas acerca del estado en proyecto:En una primera instancia se aprecia la vocación imperialista del “Estado de Israel”. Desde los precursores del sionismo esta idea ya se planteaba. Herzl la vuelve a ratificar: “Para Europa formaríamos allí (en Palestina) parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie”.64

Otro líder sionista, Zeeb Jabotinsky (quien era un gran amigo y admirador de Mussolini y más tarde maestro y guía político de Menahen Beguín) escribió en su folleto “Sionismo de Estado”: “No necesito ocuparme de la verdad trillada de la importancia de Palestina desde el punto de vista de los intereses imperialistas británicos; tan sólo debo agregar que su validez depende de una condición fundamental, a saber: que Palestina deje de ser un país árabe. Pero una Palestina predominantemente judía, una Palestina como un Estado Judío, rodeado por todas partes por países árabes, tenderá siempre, en interés de su propia preservación, a apoyarse en un poderoso imperio, no árabe y no mahometano. Esto es una base casi providencial para una alianza permanente entre lnglaterra y una Palestina judía, pero nada más que judía”.65

Por su parte Haim Weizmann, en nombre de la Agencia Judía, declaró: “El Peñón de Gibraltar sobre el que se levanta mi política sionista es la absoluta cooperación con Gran Bretaña”. ¡Exactamente! ¡El Estado de Israel concebido como un Peñón de Gibraltar incrustado en el mundo árabe!66

De esta manera, tanto los precursores del sionismo como los fundadores del estado veían en “Israel” una verdadera vocación imperialista que resguardaría sus intereses en la zona.

En este sentido resultan paradójicos los planteamientos sionistas acerca de esta vocación, con los planteamientos fascistas:Para los fascistas italianos “Italia es así el bastión de la civilización latina en el Mediterráneo”.67

64 Hezrl, op. cit. p. 59.65 Leon, op. cit. p. 15.66 Ibídem, p. 16.67 Bourderon, op. cit. p. 16.

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Por su parte, los falangistas españoles “proclaman que España buscará de nuevo su gloria y su riqueza en los mares y la designan como jefe espiritual del mundo hispánico”.68

Para los fascistas alemanes, “esta vocación proviene de la necesidad de reunir a la comunidad alemana, que reposa en lazos de sangre, en una gran Alemania”.69

En segundo término y por lo que respecta a las teorías de la nación y del estado, también resultan sintomáticas las tesis de los fascistas con las de los sionistas. Señalemos algunos ejemplos:Para los falangistas españoles (según J.A. Primo de Rivera) “todas las aspiraciones del nuevo estado podrán resumirse en una sola palabra: Unidad. La patria es una unidad histórica, en la que estamos todos fundidos. En homenaje a esta unidad las clases y los individuos deben plegarse a la ley común. El estado debe ser el instrumento al servicio de esta unidad, en la que deberá creer. Todo lo que se opone a unidad tan profundamente íntima deberá ser rechazado, incluso si una mayoría lo proclama”.70

Para Mussolini el papel del estado es el de la “garantía de la seguridad interior y exterior, pero también el guardián y el trasmisor del espíritu del pueblo, tal como este se ha elaborado, en el curso de los siglos, en la lengua, las costumbres y la fé.71 El fascismo es totalitario y el estado fascista, síntesis y unidad de todos los valores, interpreta, desarrolla y domina toda la vida del pueblo”.72

En Hitler, el enfoque racista da toda su fuerza a la función unificadora del estado: “el que habla de una misión dada al pueblo alemán sobre esta tierra, debe saber que ella consiste únicamente en formar un estado que considere como su fin supremo conservar y defender los más nobles elementos de nuestro pueblo, permanecidos inalterables, y que son también los de la humanidad entera.. .frente a la consigna ridícula que le daba por papel (al estado) el de velar por la calma y el buen orden. . .la tarea que consiste en conservar y defender una especie humana superior, con la que la bondad del todopoderoso ha gratificado a esta tierra, aparece como una misión noble.. .el Reich, en tanto que estado, debe comprender a todos los alemanes y darse como tarea, no solamente reunir y conservar las reservas preciosas que este pueblo posee en elementos primitivos de su raza, sino hacerlas llegar lenta y 68 Ibídem.69 Ibídem, p. 17.70 Ibídem, p. 68 y 69.71 Ibídem, p. 70.72 Ibídem, p. 67.

seguramente a una situación predominante”.73

David Ben Gurión, uno de los fundadores del “Estado de Israel” y connotado sionista, dijo: “El renacimiento del pueblo de Israel no consiste meramente en el establecimiento de los instrumentos estatales de la nación hebrea, sino que encarna la forma más plena y más elevada de la revelación de su espíritu eterno y el cumplimiento de su misión histórica de redimir a la humanidad”.74

Esta analogía no debe causar asombro. Como se sabe, el fascismo es una de las formas que adquiere el nacionalismo exacerbado. En su forma concreta del fascismo alemán, este adquirió el sentido de un chovinismo amalgamado con un racismo dirigido contra todas las comunidades no “arias” que, contra los judíos adquirió la forma de un rabioso antisemitismo. En el caso del sionismo el contenido resulta ser el mismo: es una forma de nacionalismo artificial que al nutrirse de los mitos antisemitas (otra forma de nacionalismo exacerbado), adquiere también las características de un chovinismo amalgamado con racismo.

De todo lo expuesto podemos concluir que, por una parte, el sionismo no difiere en su contenido (basado en mitos) con el fascismo, con lo que su identidad con él resulta obvia y patente. La historia actual ratifica día a día esta identidad, cuando observamos el tipo de relaciones que mantiene la entidad sionista con regímenes como el de Sudáfrica, de Zaire, de Chile, de Guatemala, de El Salvador, de Honduras, etc.

Por otra parte se concluye que el sionismo no es, ni nunca ha sido, un “movimiento de liberación nacional”; por su alto contenido de mitos, esencia reaccionaria y vocación pro-imperialista.

Por último, resulta imperativo señalar cual es el verdadero motor del sionismo. Partiendo de la premisa de que el sionismo recogió e hizo suyos a casi todos los mitos antisemitas, con la sola variante de invertirlos, podemos decir que: el sionismo es un subproducto del antisemitismo. De aquí que exista un coincidencia e identidad de intereses. No es difícil advertir que sionismo y antisemitismo son conceptos y acciones que convergen: en la medida que crezca y se desarrolle el antisemitismo en cualquier lugar, en esa medida las tesis sionistas se “confirman” y se desarrollan. El desarrollo del sionismo es pues, directamente proporcional al desarrollo del antisemitismo.

73 Ibídem, p. 68.74 Roffe, op. cit. p. 2.

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El propio Theodor Herzl observa este fenómeno:“Creo que no tendremos que esforzarnos mucho en dar impulso al movimiento (sionista). Los antisemitas lo hacen por nosotros. Basta que continúen sus actividades como hasta ahora para que el deseo de emigrar nazca en los judíos que todavía no lo tienen y se intensifiquen en aquellos en que ya existe”.75

Walter Laqueur, conocido sionista, escribió:“Hasta la Declaración Balfour, la función principal del sionismo fue psicológico-cultural; mantenía la fe de sus creyentes, pero no tenía importancia política. Después de la Primera Guerra Mundial, la corriente hacia el sionismo fue reforzada por el crecimiento del antisemitismo que culminó con el surgimiento del nazismo. Sin este aumento en la tensión y persecución antijudía, quizá el sionismo seguiría siendo una secta pequeña filosófico-literaria de reformistas idealistas. Se convirtió en una fuerza política como resultado de la presión exterior. . .en un mundo sin antisemitismo, el sionismo no habría florecido”.76

El antisemitismo, es pues, el verdadero motor del sionismo. Es por ello que, paradójicamente, los antisemitas se hayan convertido en los mejores aliados de los sionistas para obtener sus objetivos colonial-imperialistas de ocupar Palestina: los primeros quieren arrojar y echar a los judíos a donde fuere, los sionistas quieren que los judíos se salgan de sus países y se vayan a vivir a Palestina. En este planteamiento radica la tragedia de los palestinos y la trampa sionista para los judíos. ¿A quién le interesa que surja el antisemitismo?.

De todo ésto se infiere que el sionismo es una ideología gestada en el seno de la gran burguesía colonial-imperialista, que adquiere la forma de un subproducto del antisemitismo, en tanto que convalida sus tesis chovinistas exacerbadas amalgamadas con racismo y las eleva a premisas incuestionables; y que, utilizando a algunos sectores de la pequeña burguesía, intenta trasmutar los intereses de las masas judías por los propios intereses coloniales-imperialistas.

Es por ello que el sionismo no implica una vinculación a los intereses de las comunidades judías, sino más bien, implica una vinculación a los intereses imperialistas. El propio Winston Churchil77 (quien no era judío), así lo reconoció cuando el 2 de noviembre de 1917 (el mismo día de la Declaración Balfour), dijo: “Yo soy 75 Hezrl, op. cit. p. 106.76 Laqueur, Walter, “Historia del Sionismo”, Instituto Cultural Mexicano Israelí, A.C., México, 1982, p. 445.77 Mazen, Abu, “Sionismo; principio y fin”, Centro de Estudios Palesti-nos, Damasco, Siria, 1978, p. 55.

sionista porque ésto corresponde a los intereses de Gran Bretaña”. 58 años después, el 10 de noviembre de 1975, cuando la Asamblea General de la ONU adoptó la Resolución 3,379 que equiparó al sionismo con una forma de racismo, Arthur Goldberg representante norteamericano ante ese organismo; declaró; “Yo llamo a todos los políticos estadounidenses no judíos a declararse sionistas porque la resolución afecta gravemente a los intereses vitales de Estados Unidos de Norteamérica”. Esta declaración fue publicada en el periódico israelí “Maariv” el 23 de noviembre de 1975.78

78 Ibídem.

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La declaración de Balfour

El siglo XIX fue escenario de sucesivas maniobras de la diplomacia británica, dirigidas a consolidar su influencia en Medio Oriente y lograr que Palestina fuera una de las bases estratégicas del colonialismo inglés en la región. El 2 de noviembre de 1917, a solicitud del canciller Artur James Balfour, el gabinete británico emitió una declaración que sería fundamental para el futuro de Palestina, e institucionalizó los acuerdos anglo-sionistas para la creación de un asentamiento colonial en el país; su texto es el siguiente:

Amigo Lord Rothschield:

Tengo un gran placer en transmitirle de parte del Gobierno de S.M. la siguiente, declaración de simpatía que ha sido sometida al Consejo y ha merecido su aprobación, referente a las aspiraciones sionistas de los judíos.

El Gobierno de S.M. ve de un modo favorable el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío en Palestina, y hará todos los esfuerzos para facilitar el cumplimiento de ese proyecto, deguro de que tal concesión no podrá traer perjuicio alguno a los derechos civiles y religiosos de los pueblos no-judíos residentes en Palestina, como tampoco perjudicara los derechos y la situación política de que disfrutan los judíos en todos los países.

Le quedaré muy agradecido si se sirve transmitir esta declaración, para conocimiento de la Federación Sionista.

Con el mayor afecto... Firma: Artur James Balfour.

Con ese mensaje, conocido desde entonces como Declaración Balfour, el colonialismo inglés concluyó su discusión de planes para la dominación de Palestina, y decide formalmente que su estrategia radique en el asentamiento de un enclave sionista.

Ya hemos analizado, en este mismo ensayo, la proyección de los intereses coloniales ingleses en Medio Oriente y Palestina, así como la intensa actividad del sionismo íntimamente vinculado al proyecto imperialista británico. La Declaración Balfour es un hito en ese marco, pero involucra -por primera vez- a los Estado Unidos.

Los artífices del documento son en orden de

importancia: el canciller Balfour, y el también ministro inglés Herberg Samuel (militante sionista que poco después sería el primer Alto Comisionado Británico en Palestina); el dirigente sionista Chaim Weizmann (nacido en Polonia en 1874 y radicado en Manchester, Inglaterra, en 1904) y el coronel norteamericano Mandel House, consejero del presidente Wilson de los Estados Unidos.

En el momento en que Inglaterra firma la Declaración Balfour no poseía soberanía, dominio u otro título en Palestina que le capacitara para reconocer cualquier derecho a favor del sionismo1. Pero es obvio reconocer que muy poco podía importarle al colonialismo inglés la ilegalidad de sus actos: Balfour, Samuel y el primer ministro Lloyd George, el 2 de noviembre adelantan un hecho político a los sucesos militares que tienen lugar en Medio Oriente y Palestina; el 10 de diciembre -cinco semanas más tarde- las fuerzas británicas, comandadas por el general Allenby, toman la ciudad de Jeru-salén.

Durante muchos años, con justa razón, se ha considerado a la Declaración Balfour como “pieza clave” de un conflicto que altera el destino de Palestina. Esto es exacto; sin embargo, resulta necesario precisar -insistir- en que el documento no expresa una “generosa e inocente” muestra de solidaridad inglesa con el sionismo, sino la decisión británica de utilizar al sionismo para sus fines.

Weizmann, el representante del sionismo en las negociaciones con el gobierno inglés, diría al referirse al documento enviado a Lord Rothschield: “Nosotros los judíos hemos obtenido la Declaración Balfour en condiciones absolutamente imprevistas... dicho de otro modo, somos los máximos beneficiados de un botín de guerra. La Declaración Balfour de 1917, no descansaba en ningún fundamento. Cada día, y cada hora, durante los últimos diez años, me decía -al leer los diarios- que el gobierno británico podría citarme para plantearme esta pregunta: ¿Qué es, pues, esta Organización Sionista?... ¿Dónde están, pues, vuestros partidarios sionistas? Se habría entonces sabido que los judíos se nos oponían. Y habríamos estado solos, en una pequeña isla, no siendo más que un puñado de judíos con nuestro pasado de extranjeros”.

Esta confesión de Weizmann reconoce claramente “la grata sorpresa” del movimiento sionista -que él mismo

1 Henry Cattan, Palestina, Los Arabes e Israel, Siglo XIX, p. 25.

V.- EL COLONIALISMO INGLES INVENTA “UN HOGAR JUDIO”

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define como no representativo de los judíos-, ante la decisión inglesa de convertirle en su instrumento colonial en Palestina.

Pero, sobre el particular, resulta todavía más esclarecedor un memorándum del propio Balfour, fechado en agosto de 1919, en el cual recomienda actuar con absoluto cinismo: “En Palestina –dice- ni siquiera nos proponemos pasar por la formalidad de consultar los deseos de los actuales habitantes del país. Las cuatro grandes potencias están comprometidas con el sionismo. Y el sionismo, malo o bueno, correcto o incorrecto, está fincado en antiquísimas tradiciones; en necesidades actuales y en esperanzas futuras de mucho mayor importancia que los deseos y preocupaciones de los 700 mil árabes que ahora habitan esa antigua tierra”2

Weizmann y Balfour habían hablado infinidad de veces sobre la “posibilidad remota” de concertar un “plan de doble propósito” que satisficiera los intereses anglo-sionistas. Se conocían muy bien y habían establecido una estrecha relación muchos años antes, en la ciudad y puerto fluvial de Manches (Lancashire, al Oeste de Inglaterra) en cuya universidad Weizmann era maestro de Química, y de la cual Balfour sería representante en la Cámara de Comunes, antes de llegar a los puestos claves del gobierno inglés.

Balfour era un hombre de enorme prestigio, y antes de ser canciller fue jefe del gobierno conservador (1902-1906). En sus memorias, el hombre de Manchester tan próximo en la geografía a la experiencia colonial inglesa en Irlanda, recrea “la solución” del asentamiento sionista en Palestina, al estilo de la colonización británica en Belfast. Un año antes de su mensaje a Rothschíld, en 1916, confronta la insurrección irlandesa: la aplasta a cañonazos. Es su “estilo”.El proyecto colonial no escatima discursos y compromisos, que no pasan de ser una farsa. Allenby derrota a los ejércitos turcos, y al hecho militar se sucede la traición política: los ingleses no respetan ninguno de los compromisos adquiridos con la nación árabe: sobre todo el de respetar el derecho a la autodeterminación y la independencia de los pueblos de la región, lograda la victoria sobre el imperio otomano.

Letra muerta son las cartas, mensajes y promesas de Inglaterra y sus dos “Aliados” a los dirigentes árabes, que influyeron en forma determinante en las 2 Documents on British Foreign Policy 1919-1939, primera serie, vol. IV, HMSO, Londres.

insurrecciones populares que socavaron el poderío militar turco. La correspondencia de Henry McMahon (1915-16); el “Mensaje Hogarth” de enero de 1918; la “Misión de T.E. Lawrence” en 1919; todas reiterando que “Inglaterra garantiza que el futuro de los países árabes será determinando por la voluntad de sus habitantes”.

Entre tanto, el gobierno de los Estados Unidos, “Aliado dilecto” de Inglaterra, se involucra paso a paso en la conspiración anglo-sionista. La Casa Blanca mantiene su neutralidad en la Primera Guerra Mundial hasta 1917. Pero una vez que toma partido junto a Gran Bretaña y Francia contra Alemania y Turquía, los dirigentes norteamericanos se alinean en la competencia imperial; la experiencia expansionista (México, Puerto Rico, Filipinas. Nicaragua, Cuba y Panamá) inaugura nuevas ambiciones.

Balfour consulta al presidente Wilson en torno al caso de Palestina y le pide su respaldo para otorgarle más fuerza a la Declaración del 2 de noviembre. A su vez, Weizmann tiene en A. Brandies (presidente del movimiento sionista en los Estados Unidos) un poderoso aliado en Washington. Balfour “propone”, Brandéis presiona: Wilson apoya. El único extranjero en la reunión del gabinete inglés del 2 de noviembre de 1917, en la que se acuerda la Declaración Balfour, es el coronel Mandel House, enviado especial de Wilson Weizmann informa en sus memorias: “al concluir la reunión del gabinete, el primero en salir fue Mandel House, se me acercó y me dijo: Dr. Weizmann, el recién nacido es un varón”. Las reticencias de Wilson se habían esfumado.

En aquella reunión de gabinete una sola voz se alzó contra el plan anglo-sionista: el ministro Edwin Montagú, secretario de Estado británico para los Asuntos de la India (1912-1917) miembro de una de las familias judías más antiguas de Inglaterra, arraigada en Londres desde el siglo XI. “Pretender que un judío inglés y un judío marroquí pertenecen a una misma nación -dijo-, equivale a sostener que un inglés cristiano y un francés cristiano forman una misma nación”.

Montagú defendió la posición de importantes dirigentes judíos que se oponían al proyecto colonial Entre ellos el gran rabino de Inglaterra, Hermann Adier; el presidente del Consejo de los judíos de Gran liretaña, David Alexandre, y el presidente de la Asociación Judeo-Inglesa, Claude Montefiore.3 La judería inglesa 3 X. Malison, Las Pretenciones Jurídicas Sionistas a la Luz del Derecho Internacional, Revista Jurídica Georges Washington (USA) T. 2 Nº 8

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rechazaba el plan sionista, pero el canciller Balfour concedía “representatividad” al húngaro Herzl, el ucraniano Ascher Grinsberg, el polaco Weizmann y, por supuesto, al banquero Rothschild.4

En cuanto a los Rothschild, la familia “más rica del mundo” (según Weizmann) ni siquiera todos ellos estaban de acuerdo con los sionistas. Durante la Primera Guerra Mundial, murió justamente en el frente inglés en Palestina, el hijo de Leopold Rothschild, y sus padres condenaron todo intento sionista de utilizar el hecho en su propaganda, asegurando que el joven “ha muerto por su patria: Inglaterra, y no por la patria judía en Palestina”.

Todo el debate que se consumó entre octubre y noviembre de 1917, fue, sin embargo, una gran farsa: entre abril y mayo de 1916, Inglaterra y Francia ya habían firmado los acuerdos Sykes-Picot, mediante los cuales se adjudicaban zonas de “influencia” en Medio Oriente para cuando concluyera la guerra. El compromiso reservaba el Líbano y Siria para Francia, e Inglaterra se reservaba el resto de la región: Egipto. Irak, Jordania (TransJordania) y Palestina; este mandato “fue refrendado por la Sociedad de las Naciones en julio de 1922”.5

“La ocupación de Palestina tenía para Gran Bretaña una importancia vital, en razón de la posición estratégica de ese país, que permitía a dicha potencia colonial de primer plano asegurar vías de comunicación marítima con la India -perla de la Corona británica- y las demás colonias de Asia y África. Esta ocupación le permitía, por otra parte, ejercer su autoridad sobre gran parte del litoral mediterráneo que representaba una decisiva carta de triunfo para el abastecimiento de la marina inglesa en petróleo iraquí”6 precisan los escritores sionistas L. Cheinis y K. Ivanov.Los poderosos intereses petroleros del presente, ya rondaban entonces en la región. Los empresarios Kessler y Rothschild capitaneaban el consorcio Shell, mientras el gobierno inglés creaba la British Petroleum Company y “adquiría derechos” de explotación por 60 años en Irán en 1901. En Irak, empresarios ingleses y norteamericanos comienzan la prospección de pozos en la rica región petrolera de Korkuk.

Concluida la guerra en 1918, Inglaterra y Francia aplican los acuerdos Sykes-Picot y se reparten la región. Poco después, en la Conferencia de Paz (Junio de 1964) p. 988.4 Claude G. Montefiore, The National Review, Dic. 1936, p. 731.5 Ignacio González Janzen, La Revolución Palestina, Extemporáneos, p. 75.6 L. Cheinis y K. Ivanov, El Estado de Israel, p. 25.

de Paris (1919), los vencedores institucionalizan el reparto y ratifican la Declaración Balfour. Los pueblos árabes, “botín de guerra” según la definición de Weizmann, ni siquiera son consultados sobre su futuro. En cambio, en la Conferencia participa la Organización Sionista. Los sionistas obtuvieron casi todo lo que deseaban, pero no hay ningún documento que se refiera a alguna consulta con los árabes, cuyos intereses vitales estaban en juego7

7 Lord Sydenham of Combe, The Tragedy of Palestine, The XIX Century and After, Londres 1930, p. 603.

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Desde sus orígenes, el movimiento sionista promovido por Herzl (a instancias del imperialismo británico) reconoce en forma explícita que la asimilación de los judíos en sus países natales constituye un escollo para los planes de colonizar Palestina. Todo lo que favorece la integración social, cultural y económica de los judíos en Europa es contrario al sionismo, mientras que todo aquello que impide o limita la integración le beneficia.

Herzl se refiere al problema de la asimilación insistentemente en su ensayo El Estado Judío; afirma: “Aquellos judíos que tienen un cierto nivel cultural, riquezas y elevada mentalidad, se integraron en las sociedades en que viven y se olvidaron de su nacionalismo. Nosotros los judíos somos capaces de integrarnos en las sociedades donde vivimos, si permanecemos en ellas largo tiempo, y esta situación va en contra de los intereses del sionismo”.

Sin embargo, el problema que observa el sionismo no se reduce a la asimilación de los judíos ricos y cultos, sino a la posibilidad de que amplios sectores de judíos paupérrimos (sobre todo en Alemania, el imperio Austro-húngaro y la Rusia zarista) asuman una identidad de clase y se vinculen a los movimientos revolucionarios, que en la Europa de fines del siglo XIX rechazan el nacionalismo de las monarquías hegemónicas y proponen la unidad de los desposeídos y explotados.

Los teóricos sionistas ven, con preocupación, la integración del judío burgués y el riesgo de que los judíos pobres se incorporen a los movimientos obreros, en la medida de que en ambos casos se reduce el potencial humano que requiere su proyecto colonial.

Recordemos que muchos de los escritos de Herzl son contemporáneos de los de Carlos Marx, y es obvio que los principios que sustentan son absolutamente antagónicos. Marx, con otros judíos de su época, rechaza la segregación que proponen los sionistas, y en cambio señala la necesidad de que los judíos se involucren en la lucha de clases en su condición de explotados.

En su discurso ante el Primer Congreso Sionista (1 897) Herzl es muy claro al referirse a la relación entre sionismo y antisemitismo: “Al realizar cualquier convenio –dice- entre nosotros y las autoridades

políticas de los demás países, y cuando el proyecto de inmigración (a Palestina) se ponga en marcha en forma regular, esa migración continuará de acuerdo al deseo de esos países de deshacerse de los judíos. Pero ¿cómo podría detenerse la corriente de inmigración? Esto tendría lugar en el momento en que se muera o se derrumbe el antisemitismo; así entendemos nosotros los sionistas el problema judío, y ese es nuestro objetivo y nuestra estrategia para resolverlo”.

“Estoy seguro -escribe Herzl- de que en el futuro tendré muchos opositores judíos, acusándome de que estoy ayudando a los que apoyan el antisemitismo, al decir que somos un pueblo único, impidiendo al mismo tiempo la adhesión de las comunidades judías a las sociedades en que viven, lo que para nuestro movimiento constituye un peligro, a pesar de que en estos momentos es un hecho consumado”.

Los sionistas recurren al antisemitismo sin ocultarlo, e incluso reconocen la posibilidad de provocarlo allí donde no exista. “No va a costar mucho esfuerzo al movimiento sionista provocar esta clase de reacciones antisemitas, porque existen muchos que están dispuestos a realizarlas”, dice el propio Herzl en sus memorias.No resulta sorprendente, entonces, que exista plena coincidencia entre las propuestas de Herzl y el denominado “proyecto Campbell-Baverman” (elaborado por los estrategas de la expansión colonial europea) que califica como “fundamental” -para los intereses de las potencias occidentales- la creación de un enclave sionista en Medio Oriente, para lo cual resulta necesario promover la emigración judía “por todos los medios”.Herzl sostenía, también, que una forma “rápida y efectiva” de lograr la emigración de los judíos que no simpatizaban con el sionismo (sobre todo la comunidad judía de Francia) era la difusión de ideas que “alimentaran” el antisemitismo. Así, por ejemplo, al insistir en su concepto de una “nación judía” o el pretendido “carácter independiente” de los judíos, ofrecía a los antisemitas un nuevo motivo de reproches y acusaciones, y al mismo tiempo lo utilizaba para descalificar la oposición de los judíos asimilados a las sociedades en que vivían.

Al promover la segregación, el sionismo tenía la certeza de que cuanto más “indeseables” se sintieran los judíos, y cuanto mayor presión ejerciera el antisemitismo, más fácil resultaría garantizar la

VI – SIONISMO Y ANTISEMITISMO

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empresa colonial.

A pesar de esta política sionista, que incluye negociaciones con el régimen Zarista ruso para lograr la expulsión de judíos que serían llevados a Palestina, los seguidores de Herzl no lograron mayores éxitos durante los primeros 20 años de actividad, entre el Congreso de Basilea y la ocupación militar británica en 1918. La mayor parte de los judíos que emigraban de Rusia y Europa Central viajaban a los Estados Unidos o la Argentina; mientras crecían rápidamente las comunidades judías de Nueva York o Buenos Aires, un porcentaje muy pequeño - aproximadamente diez mil familias europeas judías- responde al llamado sionista y emigra a Palestina.

La situación comienza a cambiar, sin embargo, cuando Inglaterra le impone su “Mandato” a Palestina: de 1918 a 1922, en apenas cuatro años, el gobierno inglés lleva más de 30 mil nuevos inmigrantes sionistas al país que ahora “administra”. Se cumple así el anuncio de Herzl: “Los comités judíos en aquel país (Palestina) estarán seguros y trabajarán junto con las autoridades existentes, bajo la vigilancia de las fuerzas europeas, y estableceremos allí un muro para proteger a Europa de Asia, formando una barrera de protección de la civilización europea ante las amenazas de la barbarie asiática. Por eso es necesaria la comunicación permanente entre nuestro estado y Europa para poder asegurar nuestra existencia”.

Así la inmigración sionista se incrementa durante los años veinte, a la sombra y amparo de Inglaterra, y mientras en Europa y los Estados Unidos la conmoción política, social y económica (la postguerra, los procesos revolucionarios y contrarrevolucionarios, la gran depresión, etc.) son utilizados para canalizar hacia Palestina a miles de familias judías que deambulan sin rumbo fijo.

Pero falta, aún, el capítulo más dramático de la migración judía promovida por el sionismo: una ola de antisemitismo en Alemania que será utilizada -sin escrúpulos- como “argumento final” capaz de confirmar las teorías de Herzl. El nazismo propone lo que denomina una “solución final” al problema de los judíos, mediante su expulsión de Europa (y al iniciarse la Segunda Guerra su aniquilamiento), y los sionistas negocian con los nazis acuerdos para cooperar en esta emigración masiva. Los términos son simples: permitan que nos llevemos los judíos que quieran ir a Palestina, y con el resto hagan lo que quieran, plantea el sionismo.

COOPERACION ENTRE SIONISMO Y NAZISMO

Derrotada Alemania en 1918, el espíritu de revancha se encarna en un fuerte movimiento chauvinista que adopta, como uno de sus principios fundamentales, la definición del pueblo germano como “raza superior”. En 1933 los nazis conquistan el poder, con premisas como la guerra contra el bolchevismo, la destrucción de “la plutocracia anglosajona” y la “purificación” racial de Europa: anuncian la reconstrucción del imperio de Carlo Magno en un nuevo Reich alemán que durará mil años.

El racismo nazi se declara fervientemente antisemita, y pretende que los judíos son responsables de “todos los males” que aquejan a Alemania y Europa. Sostiene que los judíos son “una raza inferior”. Profetas del odio como Alfred Rosemberg -discípulo de antisemitas como Arthur de Gobineau, Houston Stewart Chamberlain o Fyodor Vinverg-, elevan al paroxismo la hostilidad contra los judíos y otras minorías “no germanas”, en un marco de represión y fanatismo que apunta por igual a comunistas y católicos antinazis.

El antisemitismo nazi es, a pesar de todo, el milagroso fenómeno que soñaba Herzl: una persecución contra los judíos, capaz de poner fin a las tentaciones de asimilación. Los sionistas comparten con los nazis un punto importante: ambos quieren sacar a los judíos de Europa; en torno a ese punto establecen una relación formal.

En 1933, las relaciones entre el sionismo y el nazismo adquieren formas concretas: un destacado oficial de las SS, el barón Leopoldo Von Maldestain, es comisionado por el Tercer Reich para trabajar en coordinación con el dirigente de la Unión Sionista de Alemania, Kurt Tochler. Al respecto, el historiador judío Jacobo Boez precisa que los acuerdos Meldestain-Tochler se basan en un común denominador elemental: “Los dos quieren vaciar Alemania del elemento judío”.

Maldestain y Tochler realizan un viaje juntos a Palestina para estudiar la situación, y sobre todo identificar las necesidades que tendrán los alemanes sionistas que emigren de inmediato. Después de su visita a Palestina, Maldestain publica una serie de notas sobre el viaje en el periódico nazi Derlngrif,a fines de 1934, en las que elogia el proyecto sionista y recomienda la inmediata emigración de los judíos a Medio Oriente.

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La prensa nazi y la prensa sionista compiten, en esa época, en la tarea de promover la emigración: el semanario sionista Yiudsha Reudshauv -que inicialmente publicaba diez mil ejemplares- eleva rápidamente su tirada a cuarenta mil. Por su parte, Der Ingrif festeja el viaje de Maldestain a Palestina, con la emisión de una medalla con la cruz gamada de un lado, y la estrella de David del otro.

Debido al incremento de las actividades de Maldestain y Tochler, Hitler ordena la creación de una Sección de Asuntos Judíos de la SS, a cargo del primero y con un destacado oficial nazi como su lugarteniente: Adolfo Eichman.

La escritora judía Lucy David Wevitz, en su libro La Guerra Contra los Judíos, asegura que Von Maldestain designa a Eichman a fines de 1934, y que entre sus colaboradores figuran Diter Viltchini y Teodoro Daniker, famosos por su hostilidad contra los judíos, así como por su apoyo al proyecto de emigración sionista.

De 1935 a 1938 la Sección de Asuntos Judíos de la SS y la Unión Sionista Alemana, cooperan en la propaganda favorable a la emigración, y en actividades mucho más comprometidas como el establecimiento de centros de reclutamiento, campos de adiestramiento militar y capacitación técnica y agrícola así como recaudación de fondos para financiar el viaje de los emigrantes.Sin embargo, el gobierno alemán estima que el número de judíos reclutado por el movimiento sionista es muy bajo, y que no resuelve sus intenciones de erradicarlos del país. A fines de los años treinta se agudiza la campaña antisemita.

Los escritores sionistas John y David Kimhi, en su libro El Camino Secreto, afirman que en 1938 Hitler recibe un informe de Maldestain que indica que la mayoría de los alemanes judíos no quieren emigrar, y que grupos judíos antisionistas sabotean la actividad de Tochler. Poco después, Maldestain renuncia al cargo y es reemplazado por Eichman.

Hasta ese momento, Eichman era responsable del trabajo conjunto entre la administración nazi y los dirigentes sionistas de Austria, representados por Moshe Baar Yalet. John y David Kimhi identifican a Eichman como el oficial nazi más entusiasta del proyecto sionista, y aseguran que promovió numerosos centros de capacitación para los reclutas del movimiento. Eichman, relatan, no sólo suministró maquinaria agrícola y armas para los emigrantes, sino

que en una oportunidad desalojó a las monjas de un convento para convertir el edificio en una pequeña escuela militar sionista.

El 17 de julio de 1941 -ya en plena guerra- Hitler designa ministro del Reich para los Territorios Orientales Ocupados, nada menos que a Alfred Rosemberg (máximo teórico antisemita) con lo que se agrava la persecución contra los judíos. No obstante, el escritor Robert Pois comenta que Rosemberg excluía del aniquilamiento a los judíos sionistas amparados por los acuerdos entre sus jefes y los funcionarios nazis.

Mientras se producía el holocausto -el genocidio de miles de judíos en los campos de concentración-, el movimiento sionista mantenía sus relaciones oficiales con el nazismo, y cumplía rigurosa y silenciosamente sus acuerdos, en lo que constituye una aberrante complicidad con crímenes de guerra.

Para los nazis, el movimiento sionista resultaba doblemente útil: no sólo promovía la emigración, sino que compartía las posiciones anticomunistas del Reich y combatía a los comunistas de origen judío. Ya desde 1928 la organización sionista Brith Haolim había prohibido a sus miembros colaborar con los partidos de izquierda, y la misma actitud mantenían los grupos de pioneros Chaluz, Kadimah, Hashomer Hazair y Agudath Israel.

Los nazis podían concentrar su preocupación en la eliminación de los grupos judíos comunistas, como el promovido por el escritor judío antisionista Otto Heller, o perseguir a luchadores antinazis como Alfred Kantorowicz, sin distraer su tiempo en los colaboradores sionistas.

Las memorias de Eichman constituyen un valioso testimonio sobre esta relación tan especial entre sionismo y nazismo. Es evidente que no debe olvidarse que se trata del testimonio de un criminal de guerra, responsable de la muerte de miles de seres humanos, pero su detenida lectura ofrece una información esclarecedora.

Eichman1 afirma que hasta la declaración de guerra entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, cuando ya los ejércitos del Tercer Reich ocupaban la mayor parte de Europa Occidental y Central, no se aplicaron medidas de eliminación física de los judíos, y en cambio se invirtieron grandes esfuerzos para inducir su emigración. Con ese fin, se establecieron 1 Adolf Eichman, “Yo, Adolf Eichman”, Editorial Planeta, España, 1980.

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comisiones nazis-sionistas en las principales capitales de Europa, y la colaboración entre ambas partes fue muy estrecha.

Los principales dirigentes sionistas que colaboraron con Eichman, según él mismo los identifica, fueron: en Viena (Austria) Richard Lówenherz y el Dr. Rottenberg; en Berlín, el Dr. Eppstein; en Praga (Checoslovaquia) los doctores Edelstein y Weimann; en Varsovia (Polonia) los rabinos Baeck y Murmelstein; en Grecia el rabino Koretz; en París la Union Genérale Israelite de France, y en Budapest (Hungría) uno de los más destacados promotores del sionismo en Europa, Rudolf Kastner.

Los principales jerarcas nazis, como Göring, Himmler y Heydrich, discutieron intensamente la posibilidad de crear un “Estado Judío” -a imagen y semejanza del propuesto por Herzl- en la isla de Madagascar, en el Océano Indico. Empero, el desarrollo de los acontecimientos, así como la enorme empresa que requería llevar a millones de judíos a Madagascar, les hizo renunciar a ese proyecto. Confirmaron, entonces, el proyecto sionista original de emigración a Palestina.

Eichman asegura que sus jefes le presionaban permanentemente para que acelerara la emigración sionista. Y por su parte, dice que llegó a compenetrarse tanto de la labor sionista que “de acuerdo con mi disposición como nacionalista, llegué a subrayar repetidas veces delante de mis compañeros y de judíos importantes que, de haber sido yo judío, hubiese sido el más entusiasta de los sionistas”.

“Yo luché con todas mis fuerzas y también lado a lado con los jefes judíos -escribe Eichman- para poder llevar a cabo todas esas ideas. Debido a ello, mi relación con los judíos fue cada vez más nebulosa; nos compenetrábamos de tal forma en nuestros trabajos, en sí paralelos, que al final uno no sabía si decir: ¿es ése un judío o un jefe de las SS?”

Así mismo, Eichamn informa que viajó a Palestina junto con oficiales de la organización militar sionista Haganah, que pertenecía “a aquellos círculos que nos interesaban muchísimo y con los que teníamos un estrecho contacto”.

Otro dato interesante que aporta Eichman, es el del respaldo de los dirigentes sionistas a la política nazi de concentrar a los judíos en ghettos, porque ello los desarraigaba del medio no judío, ponía fin a su

asimilación, y según ellos, “los iniciaba en una vida comunitaria adecuada a los ideales sionistas”.

Por momentos, la lectura del libro de Eichman da la impresión de estar en presencia del descargo insidioso de sus crímenes. Sin embargo, la siniestra relación entre los dirigentes nazis y sionistas no está en duda: los propios sionistas la reconocen, y el ejemplo más notorio es el de Rudolf Kastner, uno de los fundadores del Partido Laborista Israelí.

Rudolf Kastner, dirigente sionista húngaro, trabajó codo a codo con Eichman en torno a un acuerdo mediante el cual los nazis le permitían que los sionistas emigraran a Palestina, a cambio de que él facilitara la deportación sin resistencia del resto de los judíos a los campos de exterminio. Kastner salvaba a sus partidarios, y mandaba al resto de los judíos al matadero. La alevosa complicidad de Kastner con los nazis le costaría, años más tarde, caer en manos de quienes quisieron vengar a sus víctimas en Israel.

“Kastner me dijo -escribe Eichman-, sin rodeos, que él no tenía ni el mas mínimo interés en el judaísmo asimilista. Le agradaba discutir siempre la parte biológica del problema y me exigía que le entregase un material humano biológicamente muy valioso, es decir, apto para la procreación y capacitado para el trabajo. Me declaraba, lisa y llanamente, que tenía poquísimo interés en las personas mayores de edad. El sólo quería judíos jóvenes.”

“Los esfuerzos que efectuaba el doctor Kastner sólo conocían un único objetivo: liberar las partes más valiosas de los judíos de Hungría y hacer posible su emigración a Palestina”.

El dirigente sionista húngaro “era un intelectual frío e impertinente, capaz de sacrificar sin sentir el menor escrúpulo, a miles o centenares de miles de personas de su misma sangre con el único fin de conseguir su objetivo político, y ¡su objetivo político sólo era el de Erez Israel!”

Eichman, que califica a los dirigentes sionistas con los que mantuvo tan estrechas relaciones como sus “Compañeros judíos”, afirma que “el doctor Kastner hablaba un lenguaje muy parecido al mío, como también lo había hablado anteriormente el doctor Löwenherz (en Viena) con el que había conversado ampliamente respecto a los objetivos sionistas”.

Los sionistas, al igual que los nazis, se identificaban

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con la “fidelidad a la sangre” sostiene Eichman. “Para los judíos sionistas se trataba de un sentimiento idealista idéntico al que sentíamos nosotros en las SS”, por lo que concluye que de ser judío el habría sido sionista, y que los dirigentes sionistas, de haber sido alemanes no judíos, habrían sido fanáticos nazis. El basamento ideológico era el mismo.

Eichman se refiere, también, a que Kastner no actuaba por su cuenta y riesgo, sino que tenía el respaldo de los máximos dirigentes del sionismo: “Todo lo que Kastner y yo acordábamos era autorizado luego por sus superiores judíos. Y si él cambiaba, hasta cierto punto, los judíos viejos contra los judíos jóvenes, no era una decisión personal sino con la correspondiente autorización”. Prueba de ello es que siempre contó con financiamiento para ejecutar ese acuerdo con los nazis:

El oficial de la SS Adolfo Eichman, sostiene que Kastner cumplía instrucciones directas del máximo dirigente sionista, Chaim Weizmann, más tarde primer presidente de Israel. Destaca, también, que en Israel el doctor Kastner fue diputado del Partido Laborista, al que pertenecían los principales sionistas de su época, Ben Gurion y Golda Meir.

Por último, Eichman indica que comprende que “en Erez Israel” el doctor Kastner haya sido recibido con honores, como también comprende que un grupo judío con distintos principios lo acribillara a tiros, y finalmente una multitud le rindiera honras fúnebres.

La historia de las relaciones nazi-sionistas permaneció, durante algunos años, en secreto. Para los sionistas, resultaba muy importante poder ocultarla. El escándalo en torno a Kastner en Israel y su violenta muerte, quebró el secreto. Poco después, muchos otros detalles, surgieron a la luz cuando uno de los principales colaboradores de Kastner en Hungría, Joel Brand, abandonó Israel por temor a que lo mataran, y escribió un libro en el que denuncia todas las complicidades sionistas en la relación con los nazis. Brand reivindica a Kastner como un sionista “disciplinado” y asegura que es injusto ha cerle alguna imputación a “título personal”.Por otro lado, es bien conocido qué ocurrió con Eichman: el gobierno israelí dispuso que sus agentes secretos lo buscaran por todas partes, con la intención de eliminarlo y acabar con el principal testigo de las relaciones nazi-sionistas. Eichman fue descubierto en Argentina, en donde vivía oculto bajo un nombre falso, y fue secuestrado de ese país (sin respetar

ninguna vía judicial de extradición) conducido a Israel, presentado a un tribunal que no le permitió defenderse públicamente, condenado a muerte y ejecutado.

Pero, a diferencia de Kastner, el nazi Eichman dejó en manos de un editor el manuscrito de sus memorias, que hoy constituyen uno de los testimonios conocidos sobre los macabros acuerdos entre el sionismo y el nazismo.

ANTISEMITISMO PAGADO

Otro capítulo especial sobre el antisemitismo promovido por los sionistas, es el que se refiere a los acuerdos entre sus dirigentes y los gobernantes de países en los cuales las comunidades judías resistían el proyecto de emigrar a Palestina. Es el caso particular pero no excluyente , de regímenes árabes reaccionarios, sometidos al colonialismo británico.

Las comunidades judías asimiladas durante miles de años a sociedades árabes, no mostraron interés en los planes de Herzl, por considerarlos expresión política del imperialismo europeo, y observar que su pretexto -”escapar del antisemitismo”- a ellas no podía motivarlas; es un hecho histórico que los judíos han vivido en armonía con musulmanes y creyentes de otras confesiones, durante siglos, en el mundo árabe.

Resulta absurdo hablar de antisemitismo en una región en la cual, tanto la mayoría musulmán, como las minorías judías, cristianas o de otros cultos, tienen un mismo origen semita. Así mismo, el Islam -religión a la que adhieren la inmensa mayoría de los semitas- destaca explícitamente sus vínculos con el judaísmo y el cristianismo, y para constatarlo basta leer El Corán.

“Y, tras los otros profetas, enviamos a Jesús, hijo de María, confirmando la Biblia que le precedió, y le concedimos el Evangelio que encierra dirección y luz, que corrobora a la Biblia” EL CORAN (V, 46).

Ante la oposición de los judíos de los países árabes, el movimiento sionista decidió recurrir a los oficios del colonialismo inglés para que, como mediador, convenciera a gobernantes reaccionarios que sería “buen negocio” empujar a los judíos hacia Palestina.Una comisión sionista, encabezada por el exministro de seguridad israelí Shlomo Hilil, entabló negociaciones con el primer ministro de Irak a principios de los años 50, Nur Al Said, para desarraigar a los judíos de Irak

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y llevarlos a Palestina. La diplomacia británica actuó como gestora.

Los escritores judíos Yufal Ilistor y Elyaho Salipiter, al referirse al acuerdo entre Shlomo Hilil y Nur Al Said afirman: “Durante 30 años de Mandato inglés, los judíos de Irak rechazaron emigrar a Palestina, y lo hicieron 120 mil de ellos sólo después de que Nur Al Said modificó las leyes (en 1950) empujándolos fuera del país y quitándoles la nacionalidad iraquí. Un año después Nur Al Said expidió otra ley mediante la cual se expropiaban los bienes de los judíos que emigraban2. El entonces canciller iraquí, Saleh Jaber, ultimó los detalles de esta iniciativa con los diplomáticos ingleses en Bagdad.

Casi resulta innecesario señalar que estos acuerdos fueron secretos, y que tanto los sionistas, sus aliados ingleses y los funcionarios del régimen de Irak que se enriquecieron con el “negocio”, trataron de mantenerlos muy ocultos de los propios judíos en ese país. La intención era evidente: hacer creer a los judíos que debían emigrar por “su propio bien”, ante la supuesta amenaza de una “campaña antisemita”. Y esa “campaña” inventada por el sionismo, incluyó atentados contra los judíos para que pareciera cierta.

Ben Gurión envió a Irak un grupo de agentes sionistas -expertos en explosivos-, a las órdenes de Mordajay Ben Frat, a dinamitar los locales judíos de Bagdad, como ya lo había hecho en Alejandría (Egipto). Y esta operación criminal, poco después, contribuyó al objetivo que se propusieron los sionistas en las negociaciones con Nur Al Said.

El periodista iraquí-judío Isaac Barmuseh, que emigró a “Israel” después de los sucesos de Bagdad, señala en uno de sus libros: “Tanto el gobierno reaccionario de Nur Al Said en Irak, como el colonialismo británico y las bandas terroristas secretas del sionismo son los responsables fundamentales de arrancarnos de nuestra patria iraquí; nunca fuimos perseguidos en Irak, pero con la conspiración tripartita cambiaron las cosas. No fuimos perseguidos por vincularnos con Israel, sino que nos vinculamos con Israel por ser víctimas de la conspiración tripartita”3.Otro acuerdo similar al de Irak, es el que firmaron los representantes del movimiento sionista con el Imán Ahmad Hamit Aldín de Yemen, por el cual se efectuó la emigración forzada de los yemenitas judíos hacía Palestina ocupada. Sin embargo, en el caso de Yemen todavía fue más brutal el procedimiento, ya 2 Yufal llistory Élyaho Saiipiter, “¿Quién gobierna en Israel?”.3 Isaac Barmuseh, “La Salida de Irak”.

que el sionismo virtualmente “compró” a los judíos en lote, sin siquiera preguntarles si querían o no querían emigrar. Sólo unos pocos pudieron evitar esta imposición, y para ello se convirtieron al Islam.

El mismo método trataron de aplicar los sionistas a los rumanos judíos, pero sin éxito. Y un caso más reciente es el de los rusos judíos emigrados a Austria, a los que se intenta presionar no sólo con iniciativas de antisemitismo pagado, sino directamente con actos de terrorismo, como los efectuados; en Alejandría y Bagdad.

TERRORISMO SIONISTA

Entre los métodos sionistas utilizados para presionar la emigración judía a Palestina corresponde, también, referirse al terrorismo realizado contra las comunidades judías por agentes israelíes. Como es lógico, por tratarse de operaciones secretas, muchas de ellas permanecen ocultas bajo el signo “antisemita” que se les pretendió adjudicar; pero otras, en cambio, por diversos motivos han sido descubiertas y son una prueba irrefutable del engaño practicado por los sionistas contra muchos judíos.

Nos hemos referido ya, a la idea de Herzl de que “el antisemitismo es un buen aliado del sionismo”. Hemos apuntado, a su vez, distintas formas de cooperación entre el antisemitismo y el sionismo, y la falta absoluta de escrúpulos de los sionistas, a la hora de decidir por el conjunto de los judíos, e incluso determinar su vida o su muerte, en función de los intereses del movimiento sionista: Esta es la estructura ideológica en la que se apoya la eventual “justificación” sionista de su terrorismo antijudío.

Para los agentes sionistas -digámoslo una vez más- cualquier iniciativa que contribuya a lograr la emigración de judíos a Israel, es válida. ¡Con más razón -según ellos- si esos judíos son reacios a emigrar!

El 11 de julio de 1952, el exprimer ministro israelí Ben Gurión declaraba al periódico sionista norteamericano Kamafr (editado en Idish en Nueva York): “A mi no me avergüenza reconocer que si hubiera tenido, no sólo la voluntad, sino también la fuerza suficiente para elegir un grupo de jóvenes fuertes, inteligentes, amables y fieles al sionismo, y que tuvieran la voluntad de ayudar a obligar a los judíos a poblar la tierra de Israel, los mandaría a todos los países en donde hay judíos rebeldes a las ideas sionistas, y la misión de

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esos jóvenes sería la de llevar a cabo una campaña antisemita, después de esconder su identidad como judíos. Así, se podría asegurar la emigración masiva de judíos hacia Israel, y su acción sería más efectiva que todas las misiones que mandemos a los distintos países del mundo para convencer a los judíos que emigren a Israel”.

No es necesario hacer un análisis muy profundo del texto, para detectar el mensaje de Ben Gurión a los jóvenes sionistas: si son fieles al sionismo, oculten su identidad judía y efectúen una campaña antisemita, que sería mejor contribución a nuestros objetivos.

Para Ben Gurión, ese mensaje no era una “idea vaga” sino algo muy concreto: lograr nuevos actos antisemitas, similares a los que él mismo ordenó en Irak para promover la emigración de los iraquíes judíos hacia Palestina. Al respecto, resulta importante la denuncia que hizo en mayo de 1966 la revista israelí Haulam Zeh, que atribuyó a Ben Gurión haber organizado los atentados terroristas que en 1950-51 hicieron creer a los iraquíes judíos que comenzara una campaña antisemita y debían emigrar a Israel a la brevedad posible.

Por su parte, el jefe del grupo terrorista que efectuó los atentados en Bagdad. Mordajay Ben Frat -más tarde presidente del Congreso Judío de África del Norte-, confirmó la denuncia de la revista Haulam Zeh.

Ben Gurión, partidario del terrorismo sionista-antisemita, logró nuevos voluntarios: en 1953, el coronel israelí Benyamin Gibli, director del AMAN (Servicio Secreto del Ejército Israelí), con el visto bueno del ministro israelí de Defensa, Pinhas Lavón, organizó una serie de atentados terroristas en Egipto, que actuaron como detonantes del temor entre los judíos de Alejandría e impulsaron a muchos de ellos a emigrar a Palestina.

La “conspiración Lavón” quedó al descubierto gracias a la efectiva acción de los servicios de inteligencia egipcios: ocho agentes israelíes fueron capturados; dos de ellos, Shmuel Azar y el doctor Moshe Marzuk, concluyeron sus andanzas en la horca; los otros seis recibieron condenas de siete años a prisión perpetua. Uno de ellos, el ciudadano alemán Max Bennett, se suicidó en la cárcel.

Sobre el particular, el escritor sionista Eliezer Strauch, uno de los más notables apologetas del espionaje israelí, reconoce que la operación terrorista concluyó

en una “catástrofe”, y que “por razones de seguridad la censura militar prohibió a la prensa (israelí) que publicara la noticia de aquellos acontecimientos”4 En todo caso, la censura a la que se refiere Strauch resulta o más coherente como una medida para ocultar el procedimiento a los judíos, que a los egipcios que ya lo sabían, o a la opinión internacional que se enteró por la información egipcia.

Más reciente, en cambio, es otro caso similar, denunciado por la prensa italiana en agosto de 1975. Se trata de la muerte de un terrorista, al que le estallaron los explosivos que colocaba en un local de judíos emigrados de la Unión Soviética. En un primer momento, los investigadores supusieron que el terrorista muerto sería militante de algún grupo fascista y antisemita; pero se equivocaron: la identificación del cadáver permitió saber que se trataba de un militante sionista, de esos “jóvenes fuertes, inteligentes, amables y fieles al sionismo” que describiera Ben Gurión.

¿Los motivos del frustrado atentado?. . En el local judío se reunían emigrados de la Unión Soviética, que no se proponían emprender el camino a “Israel”, y muy por el contrario gestionaban visas para los Estados Unidos.

4 Eliezer Strauch, Servicio Secreto de Israel, Editorial Diana, México.

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Casi todas las evaluaciones negativas del movimiento sionista se realizaron en función de la destrucción y la muerte que este movimiento sembró y siembra en el campo de Palestina; pero los efectos que el sionismo deja en el campo judío no sólo no son estudiados, sino que hasta hace poco, muy contados historiadores se atrevían a tocar este tema por temor a ser acusados de antisemitas.

Sin embargo, se leían frases como estas en algunos trabajos: “El sionismo engañaba a los judíos para lle-varlos a Palestina”. Pero si el Estado judío era bene-ficioso para los judíos, no era necesario el engaño. Si era engañoso y oscuro el plan sionista, entonces este plan no llevaba beneficios a las mayorías judías.

No era frecuente escuchar la siguiente pregunta: ¿be-neficiaba a los judíos la creación de un Estado judío? Para contestar a tan importante interrogante, es nece-sario analizar la trayectoria histórica del sionismo y su plan colonial.

Las comunidades judías en Europa Occidental y Esta-dos Unidos, que son casi ocho millones, nunca fueron fuente principal de emigración hacia Israel, es más, casi medio millón de israelíes emigraron hacia estos países en los 35 años transcurridos desde la creación de Israel; a pesar de los obstáculos oficiales para este tipo de emigración “inversa”. También se sabe que estas comunidades están en mejor grado de conoci-miento y cultura, y por lo tanto están en mejor grado de condiciones de valorar las verdaderas intenciones del plan de fundar un Estado judío. La postura al res-pecto de estas comunidades, no hay que buscarla en discursos ni en pronunciamientos públicos, sino en sus actitudes. El sionismo no es ideología teórica, sino es una actitud práctica, que exige a sus afiliados no solo adherirse a sus ideas, sino fundamentalmente hacer las maletas y emigrar a Palestina. Por lo tanto, el éxito o el fracaso del movimiento sio-nista se evalúan con la emigración hacia Palestina, o la ausencia, o la drástica disminución de la misma. El notorio aumento de israelíes que prefieren salir a vivir en otros países por encima de cualquier otra con-sideración, demuestra un claro rechazo a la idea del Estado judío.

La población israelí se divide desde el punto de vista de su procedencia en: 1- de países árabes y de países islámicos, como Turquía e Irán. Estos, constituyen las dos terceras partes del total. 2- de países socialis-tas como la URSS, Polonia y Rumania. Constituyen

poco menos de un tercio. Los primeros, al registrar una alta tasa de crecimiento aumentan más que los que citamos en segundo lugar.

Los judíos procedentes de Europa Occidental y Estados Unidos, forman menos del 2% del total de la población israelí. Y ¿cómo se explica este fenó-meno? Teniendo en cuenta que las actividades sionis-tas en los países árabes eran prohibidas, y en los eu-ropeos o en Estados Unidos, no solo eran permitidas sino alentadas y organizadas desde el poder.

Donde había y hay actividades sionistas casi no hay emigración y viceversa. Era lógico que los proceden-tes de Inglaterra fueran centenares de miles de judíos. De este país solo hay cientos en Israel, por el con-trario, son más de 35.000 los israelíes que emigraron hacia ese país en los últimos años. El movimiento sio-nista se muestra orgulloso de tener casi un millón de afiliados a la Unión Sionista de los Estados Unidos del total de 6,5 millones de judíos en ese país. Sin embargo, los que emigraron, solo son unos pocos mi-les que no se comparan con más de 300.000 israelíes que ya viven en Estados Unidos. Este fenómeno llevó a un dirigente sionista a dar la siguiente definición del sionismo: “Es un judío que paga dinero a otro judío para que éste convenza a un tercer judío a emigrar”.

Esta crucial contradicción en el sionismo no se refle-ja en el proyecto colonial de crear un Estado judío, puesto que tenía siempre una “reserva” en las comu-nidades judías de los países árabes y del este europeo; pero casi se agotó esta reserva y vuelve el sionismo a encontrarse ante sus propios y graves contrasentidos. La única “materia prima” que les queda para prose-guir con sus planes, la constituyen los judíos de los países occidentales.

La no emigración de las comunidades judías de Euro-pa Occidental y Estados Unidos, no solo reflejan un rechazo práctico al Estado judío, sino, que empieza a figurarse como problema mayor y más grave. Este elemento judío occidental y no israelí, ya es ejem-plo y tentación para el ciudadano israelí.

El ciudadano israelí está obligado siempre a hacer comparaciones para justificarse. Siempre pedía a los demás judíos hacer lo que él, es decir, venir a con-solidar el Estado judío. La comparación le era muy ventajosa respecto a los judíos de los países árabes que hace tres décadas estaban al igual que los demás

VII - LOS JUDÍOS COMO VÍCTIMAS

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árabes inmersos en situación colonial; pero el israelí se muestra verdaderamente impotente al compararse con un francés judío, un inglés judío o un estadouni-dense judío. El de Estados Unidos tiene una renta per cápita once veces superior al de él en Israel. En Fran-cia e Inglaterra casi ocho veces más. Además de un desarrollo superior, cultura y seguridad.

Por otro lado, en el sionismo no se estipula la creación de una “Nación israelí” sino de una “Nación judía”, por lo que la conexión y comparación entre los 3,5 millones de israelíes es inevitable con los casi 13 mi-llones de judíos no israelíes.Si el sionismo llegara a aceptar que su proyecto ya es acabado con el Israel actual, con sus habitantes de hoy, esto supondría liberar a los 13 millones de judíos de los “compromisos” que les quiere imponer el sio-nismo por ser judíos. Esto sería el fin del sionismo. Obviamente este movimiento no piensa todavía en el suicidio; puesto que pretende expandirse a costa de más territorios árabes y palestinos, y para ello requie-re de más emigrantes.

Israel no puede ser sino sionista y el sionismo no pue-de tener razón de ser sin la emigración judía hacia Israel.

Por todo lo anterior el sionismo se enfrenta hoy a su más impensado contrincante: las comunidades ju-días en Occidente; sus patrocinadores, los que han venido “pagando” pero sin intenciones de “hacer las maletas”. Este inevitable enfrentamiento tiene tres posibles salidas: A) que el número de emigrantes de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, etc. aumente repentinamente 50 ó 100.000 personas anuales para satisfacer las “necesidades humanas” de Israel; para su expansión y sus asentamientos. B) que Israel y el movimiento sionista declaren públicamente el fin del “proyecto” y que ya no quieran a más judíos. Esto conllevaría a admitir la asimilación de los judíos en sus respectivas sociedades.Esto significaría que las grandes potencias coloniales e imperialistas junto con los sionistas, pudieran for-mar por fin un estado para los judíos de: Marruecos, Irak, Turquía, Polonia y Rumania.Si las comunidades judías de occidente “se abstie-nen” de ejercer sus “derechos históricos”, por qué los ideólogos sionistas de estas mismas comunidades se fuerzan tanto en sus intentos de demostrar la “ve-racidad” de estos derechos ¿Acaso todo el sacrificio sionista fue para el bienestar de los “pobres” judíos orientales? ¿Si los judíos de Occidente no ven agradable la vida

en la “tierra prometida” por qué han de verla agrada-ble los pobres orientales?

C) como es prácticamente imposible convencer a los franceses, ingleses, etc. judíos a emigrar; y como es también impensable para los sionistas romper “lazos” entre los judíos e Israel; entonces el enfrentamiento seguirá cada día con más vehemencia.

El sionismo tuvo hasta ahora 35 años para conven-cer de que Israel es la respuesta para todos los judíos. Salta a la vista que su capacidad de convencimiento deja mucho que desear. Desde los tiempos de Herzl a finales del siglo pasado, el sionismo plantea: el judío está inseguro, en todas partes, excepto en el Estado judío. Parece ser que los judíos de Francia, Inglaterra, Estados Unidos o México no piensan igual. ¿Cómo hacerlos cambiar de idea?

Está claro que hasta ahora se sienten seguros en estos países y no se sienten en la necesidad de emigrar a lo inseguro para demostrar que son judíos.

Al agudizarse el enfrentamiento de ellos con el sio-nismo empiezan a aparecer las primeras bombas en sinagogas, escuelas judías, cruces gamadas en comer-cios judíos, en países occidentales. Brotes de antise-mitismo y neonazismo ¿Acaso esto pretende demos-trar que los judíos no son seguros en estos países?

Acusar a los palestinos de estos condenables actos de-muestra que el sionismo sigue con su nefasto proyec-to de intentar llevarse a los judíos para sus proyectos de expansión al servicio del Imperialismo, mediante el engaño reiterado. Cuando el judío se sienta insegu-ro y emigre va a fortalecer a Israel. ¿Beneficia esto a los palestinos?

¿Acaso no es más útil para el pueblo palestino que no emigre nadie a Israel? Para que esto suceda, ¿acaso no es indispensable que los judíos en Occidente sigan seguros y vivan bien en sus propias sociedades?

El sionismo siempre ha utilizado a los judíos como carne de cañón sin importarle sus sentimientos, arrai-go o religión. Este movimiento no tiene escrúpulos para atentar contra los judíos para obligarlos a emi-grar.

Así, el judío es víctima propicia de estos diabólicos planes sionistas, pero ellos mismo con sus nobles sen-timientos, su sagrada religión y su creciente concien-cia política pueden llevar al proyecto sionista definiti-vamente a su tumba.

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ANEXOS

A continuación se hace una selección de algunos materiales que fueron traducidos del libro de Curt Grossman “El Sionista y el no Sionista Bajo el Régimen Nazi”, del Anuario de Herzl, Volumen Nº IV, Editorial Rafael Batalle, páginas 338 y siguientes.Tales materiales hablan por sí solos y forman un sólido testimonio de la colaboración y ayuda entre los sionistas y el régimen nazi-fascista alemán. Así mismo, estos materiales muestran como para el movimiento sionista y para los nazis, el enemigo común era aquel judío que rechazaba las ideas de la emigración y que legítimamente quería permanecer en su patria. Los privilegios que los nazis dieron a todo el movimiento sionista encarnan la fatídica unidad de intereses que compartían: Desarraigar a todo alemán judío, polaco, húngaro, etc., de esos países, y obligarlo a emigrar, so pena de ser asesinado. Todo aquel que hable del holocausto, no debe olvidar este nefasto episodio de la historia del sionismo.

PRIMER DOCUMENTO Munich, 20 de marzo de 1935.Ministerio de Estado de Asuntos Interiores.Jefe de la Policía Política de Bavaria.8-No.10511/34/I.1/8A todas las Delegaciones de Policía.Ayuntamientos Rurales.(Copia para los Delegados Especiales). Delegados de las Ciudades.(Para presentarlo a los Gobiernos Locales con una Copia a los Representantes Especiales de la OSAF*)*OSAF: Overshteir Safohrir.Referencia: Permiso para las Actividades de las Organizaciones Judías.

Queda anulada la prohibición de las actividades de las organizaciones judías dictada por la Policía Política de Bavaria de fecha 19 de agosto de 1933, para permitir nuevamente esas actividades bajo ciertas con-diciones. Este permiso incluye las actividades del Comité del Reich de los soldados judíos (nombre en alemán: Raichspond Judegin Frontsoldtein) , y la Organización de la Juventud Judía, patrocinadora de los grupos de Juventud Judía, bajo la legitimidad del Comité del Barrio de Bavaria, del Comité del Reich, de los Comités de la Juventud Judía… Esas condiciones que van a ser publicadas para un determinado tiempo y que toman en cuenta las circunstancias locales para el permiso de esas actividades son las siguientes: 1) El Comité no deberá tener ningún contenido político. Por ello, los dirigentes son los primeros respon-sables de hacer desaparecer las actividades políticas de cada comité. En caso de que se viole esta disposición será necesario desarticular a tales comités. 2) Todos los miembros de los comités deben ser sólo judíos…3) El Presidente de cada comité será quien determine a los miembros efectivos y no efectivos y tiene la obligación de informarlo a las Sección Policíaca dando los nombres y apellidos, fecha y lugar de nacimiento, y las irecciones de los familiares de cada miembro. Así mismo debe esperar la decisión y consentimiento de la sección Policíaca. Debe mandar la lista de los nombres de los miembros activos y no activos, complementada con los datos familiares arriba mencionados.4) Es necesario informar a la Policía la dimisión de los miembros de los comités.5) El Comité Ejecutivo debe seguir los informes de la Policía referentes a los alejamientos de los miem-bros…6) Las órdenes de la Policía deben ser cumplidas especialmente respecto al curso del trabajo, sin condi-ciones… A pesar de todo esto, no debe haber ninguna oposición a la creación de los Comités Judíos para las actividades deportivas sin la afiliación interna a cualquier Partido Judío, y sobre todo en cada centro debe ha-ber un solo comité. Cada comité que se forme debe observar las condiciones antes mencionadas, y se prohíbe la reconstrucción de los comités judíos disueltos por las diferencias interiores de entre los mismos judíos.

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Debe mandar una copia de los nombres de todos los miembros de las organizaciones reconstruidas, con un informe personal, resumido de cada miembro, y debe mandar informes completos de la participación y con-ducta de los mismos.

Tendrán conocimiento de estos informes, a través de esta oficina, los siguientes: El Jefe de la Representación de la Juventud del Reich Alemán del Estado de Bavaria, el Representante de los Jefes Deportivos del Reich del Gobierno de Bavaria, la Oficina del Comité del estado de Bavaria, particularmente al Reich para las orga-nizaciones de la Juventud Judía, el Presidente del Comité del Estado de Bavaria y el Comité Político del Reich de los soldados judíos (Comité Americano – Alemán Leal al Nazismo). Firma: HEYDRICH

SEGUNDO DOCUMENTO Munich, 28 de enero de 1935

DE LA POLICIA POLITICA DE BAVARIA A: TODAS LAS DELEGACIONES DE POLICIA; COMISARIAS DE LA POLICIA ESTATAL; OFICINAS DEL GOBIERNO LOCAL; DELEGACIONES DE CIUDADES; PARA SER ENTREGADA AL GOBIERNO ESTATAL.RESPECTO A: LAS ORGANIZACIONES DE LA JUVENTUD JUDÍA ANTECEDENTE DE ARCHIVO: RESOLUCIÓN TOMADA EL 19 DE DICIEMBRE DE 34-B No. 36420/34A1B.

Apoyar el renacimiento de las organizaciones de la juventud judía, que hasta hoy han estado inacti-vas, que capacitan y entrenan a los judíos en las profesiones rurales e industriales antes de su emigración a Palestina; es un interés nacional y social vital para el estado, ya que este entrenamiento resulta una condición necesaria para anular las leyes contenidas en la resolución tomada el 19 de diciembre 34-B, No. 36420/34 A 81… Los miembros de las organizaciones sionistas y sus actividades dirigidas a la emigración hacia Pales-tina, no deben ser tratados con la misma energía y dureza que se aplica a los miembros de las organizaciones alemanas judías asimiladas que no quieren emigrar, dependiendo la anulación antes mencionada, de que cada oficina se cerciore de que el entrenamiento tiene como objetivo final tal emigración.

Firma: E. A. KLEIN

TERCER DOCUMENTO Munich, 20 de febrero de 1935.DE LA POLICIA POLITICA DE BAVARIAB No.: 17186/35, I – 1B- A TODAS LAS DELEGACIONES DE POLICIA ARCHIVO: SOBRE LOS ENCUENTROS DE LAS ORGANIZACIONES JUDÍAS

Recientemente han aumentado las conferencias y reuniones de las Organizaciones Judías que abogan porque los judíos continúen establecidos en Alemania… siendo que esas reuniones y actividades están siendo reanimadas y su control ordinario es muy difícil; se ordena la prohibición de esta clase de reuniones mientras las organizaciones judías continúen llamando a que los judíos se queden en Alemania.

Firma: I. A. BRUNNER

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CUARTO DOCUMENTO Munich, 5 de abril de 1935. SECRETO

DE LA POLICIA SECRETA DE BAVARIAB No: 17861/35, 1618ARCHIVO: ENCUENTROS DE LAS ORGANIZACIONES JUDÍAS REFERENTE: A LA LEY B No. 17186/35 I-18 DE FECHA 20 DE ABRIL DE 1935.

Anexando la ley arriba citada, hago notar que es indeseable que se conozcan las causas de las prohi-biciones por parte de las organizaciones judías. Y en caso contrario que se aplique el documento que prohíbe los encuentros y reuniones de las organizaciones alemanas judías, como si fuera ley local y se den las justifi-caciones necesarias de tal prohibición. Firma: I. A. KLEIN

QUINTO DOCUMENTO Munich, 13 de abril de 1935.DE LA POLICIA POLITICA DE BAVARIA B No. : 17929/35 I 1BARCHIVO: SOBRE EL UNIFORME DE LOS GRUPOS DE LA JUVENTUD SIONISTA.

La Organización Sionista, recibió, de una forma especial, y que pude ser anulable, una autorización que permite a miembros pertenecientes a la “Juventud Nacionalista de Hertzelia” y “Brith Hashomrim”, de llevar su uniforme dentro de sus casas. Esta autorización se dio en una forma especial y exclusiva, al margen de la ley de fecha 19 de diciem-bre de 1934, B No.:364220/34 I. 1B, que prohíbe a los miembros de las organizaciones de la juventud judía de llevar cualquier uniforme; porque el grupo de la organización sionista demostró que es la única organización que intenta por todos los medios a su alcance, legales o ilegales, llevar a sus miembros a Palestina y también se ha esforzado mucho por llevar a cabo el Programa de Emigración, y por lo tanto sus objetivos se entrelazan a los objetivos del gobierno del Reich de sacar a los judíos de Alemania. El decreto de autorización debe alentar a los miembros de las organizaciones sionistas y a vincularse a los grupos de estas juventudes sionistas que a su vez les alentaron a emigrar a Palestina. Para evitar la excitación de la población, está prohibido la publicación de este decreto ley y sólo se aplicará dentro de las casas, con la condición de que no se permite llevar estos uniformes fuera de ellas o en las reuniones o concentraciones y se prohíbe llevarlo debajo de la ropa civil siendo el deber de toda delegación policíaca local reunir todos los uniformes necesarios referentes a esta prohibición, según su experiencia en este campo, y andarlos antes del 15 de agosto de 1935. Firma: BRUNNER

SEXTO DOCUMENTO Munich, 21 de Junio de 1935. De la Policía Política de Bavaria. B. Nº 18742/2/35 I. 1 B. Recientemente se ha observado un gran aumento de las actividades de las Organizaciones alemanas de los judíos asimilados. Esto se debe a que se entusiasmaron por la promulgación de la ley del servicio militar, ya que ven en él una nueva oportunidad para formar parte, una vez mas, de la nación alemana.

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Esta clase de actividades judías nunca mas serán permitidas en el futuro; observándose que las condiciones locales fueron las que provocaron esas actividades, y se deja abierta la prohibición de esos encuentros de las organizaciones judías tal como se señaló en el Párrafo 1 de las ordenes del Presidente del Reich para la protección del pueblo y el Estado alemán, de fecha 28 de febrero de 1933, contenido en el Decreto Ley de la Policía Política de Bavaria, de fecha 20 de febrero de 1935, Nº 17186/35 I. 1 B. Esto se sigue aplicando prin-cipalmente a las reuniones de las organizaciones alemanas judías y se excluye de esta prohibición general lo siguiente: 1) Encuentros y concentraciones culturales de las organizaciones locales, mientras que estas organizacio-nes pertenezcan a los comités del Reich, incluyéndose en esto a las asociaciones culturales alemanas-judías que también pertenezcan a dichos comités. 2) Encuentros de los miembros de las organizaciones con fines deportivos, siempre y cuando no exista una prohibición expresa.3) Encuentros y concentraciones de las organizaciones sionistas, si esas reuniones especiales no son utilizadas de una forma cubierta o descubierta, para incitar a los judíos a quedarse en Alemania y, en caso contrario, deben ser desarticulados.

Firma: I. F. STIP.

SÉPTIMO DOCUMENTO Munich, 21 de Junio de 1935.DE LA POLICIA POLITICA DE BAVARIA B Nº 18834/35 I. 1 B.

El martes 28 de mayo de 1935, hubo un encuentro nocturno en la sinagoga para ayudar a los alemanes judíos, que fue organizada por el Comité Judío en Spir y el Doctor Feliz Himann, (nacido el 15 de septiembre de 1896 en Raidburg) que forma parte del Comité Central Judio para la ayuda y la reconstrucción de Berlin, fue el ponente encuentro y su intervención no coincidió con las ordenes de la policía respecto a las reuniones (Ver la carta de la policía política de Bavaria del 20 de febrero de 1935 Nº 17186/35 I. 1 B. referente a la propaganda que llama a los judíos a quedarse en Alemania); por lo que no se permitirá esta clase de reuniones y conferen-cias ni se primitirá al Dr. Félix Himann intervenir en ninguna otra concentración.

Firma: I. A. BECK.

OCTAVO DOCUMENTO Munich, 9 de agosto de 1935.

De la Policía Política de Bavaria. B. Nº 19052/35 I. 1 B. Referencia: El Aumento del Ingreso Monetario de los Sionistas.

Las organizaciones sionistas empezaron a colectar dinero entre sus miembros y simpatizantes a fin de incitar la emigración, la compra de tierras a las nuevas colonias en Palestina. Esta colecta no es un asunto en el que deba intervenir el gobierno o si deba asignarse o comisionarse a alguien en especial; porque fue organizado dentro de un grupo determinado de judíos y en forma cerrada. Al mismo tiempo no debe haber protestas por parte de la policía en contra de estas actividades, ya que este dinero sirve para consolidar la resolución científica del problema judío. Actualmente la Organización Sionista, que aumenta sus actividades en el campo de entrenamiento y emigra-ción, está pidiendo un permiso para organizar la operación de colecta económica, justificando que ese dinero será únicamente utilizado para el entrenamiento y propaganda de la emigración hacia Palestina. Es necesario el permiso de reunión de dinero a favor de las organizaciones sionistas, debiéndose informar a las oficinas de la policía y debiéndose hacer en forma secreta. Esta clase de trabajo no necesita ningún permiso especial.

Firma: I. A. KLEIN.

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NOVENO DOCUMENTO

Munich, 30 de octubre de 1935.De la Policía Política de Bavaria.B. Nº 19106/1/35 I. 1 B. Referencia: Prohibición de los Discursos.

Quedan inmediatamente anuladas las providencias contenidas en el Decreto de fecha 17 de julio de 1935, y que prohíben las actividades, discursos y manifiestos del doctor judío George Lowinsky. Todo lo anterior es en virtud de que el Dr. Lowinsky, como orador, ha venido defendiendo la idea sionista y dió seguridades de que en lo futuro se encargará de alentar la emigración judía hacia Palestina, sin ninguna traba.

Firma: I. A. KLEIN. DECIMO DOCUMENTO Munich, 3 de diciembre de 1935. De la Policía Política de Bavaria.B. Nº 60455/I. B. 1.Referencia: Los Discursos Prohibidos.

Queda terminantemente prohibido hasta nueva orden que aparezca en público y participe en las fiestas judías cerradas el Dr. Hans Wenberg, escritor del articulo “Shild” del Comité del Reich de los luchadores judíos de Berlín, que vive en la calle de Mitz Nº 1; por el siguiente motivo: El Dr. Wenberg habló últimamente en distintas reuniones o encuentros del Comité del Reich de los luchadores judíos, a favor de la no emigración de los judíos de Alemania, y este proceder puede obstaculizar las leyes del gobierno del Reich en grado sumo.

Firma: I. FI. STEVR. ÚLTIMO DOCUMENTO

ISRAEL: UN ESTADO RACISTA Por Israel Shahak

(El presente artículo fue publicado en versión resumida en el número del 5 de noviembre de 1975 de Pi Ha’aton, semanario estudiantil de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ninguno de los personajes prosio-nistas de la Universidad respondió a Shahak. Shahak es profesor de Química en la Universidad Hebrea y

presidente de la Liga Israelí Proderechos Humanos y Civiles. Nació en Varsovia y sobrevivió en los campos de concentración nazis).

Es mi opinión de que Israel es un Estado racista en el pleno significado de la palabra. En ese Estado, las per-sonas de origen no-judío, legal y constantemente son víctimas de discriminación en los renglones más impor-tantes de la vida. Esta discriminación racista tiene sus orígenes en el sionismo mismo y, en lo fundamental, se lleva a cabo en íntima colaboración con las instituciones del movimiento sionista. Como prueba, citaré todas aquellas leyes implementadas por el gobierno y que son comúnmente conocidas. Puesto que este estudio está enfocado a describir el carácter institucional del racismo israelí, no trataré casos individuales del comportamiento racista. Tampoco trataré los argumentos explícitos e implícitos que de vez en cuando se lanzan para “justificar” este racismo.

I. El derecho a vivir o abrir un negocio donde se quiera.

La mayor parte de la tierra en Israel pertenece a, o está administrada por, el Fondo Nacional Judío (FNJ). El

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FNJ es parte de la estructura sionista y funciona abiertamente con base en prácticas racistas. Se prohíbe a los no judíos vivir, abrir un negocio o aun buscar empleo en sus tierras. ¡La única razón para este estado de cosas es que esa gente no es judía! A diferencia de la práctica discriminatoria contra los judíos, que es ilegal en la mayoría de los países, las prácticas del FNJ no solamente son legales, sino que reciben el pleno apoyo de todas las instituciones gubernamentales.

Históricamente, estas prácticas han dado como resultado el establecimiento de pueblos como Carmiel y Arad. Esos y otros pueblos similares están –como se dice- “limpios de árabes” (es decir, palestinos), o tal vez sea mejor decir “limpios de goyim” (no judíos). En otros lugares, como Alto Nazaret, un barrio está reservado para los habitantes árabes (palestinos). Aquí (en Alto Nazaret) cualquier intento por parte de un árabe (palestino) de comprar o alquilar el departamento de un judío encuentra la oposición rigurosa y descarada de todas las autoridades gubernamentales (ministro de Vivienda, autoridades municipales, etcétera).

Además, existe la oposición ilegal de los habitantes judíos, que es también alentada por la policía. Debo recor-darles que tal oposición no opera si la compra o alquiler del departamento es para un judío. Según este estado racista de cosas, esto quiere decir que la persona debe comprobar que su madre, abuela, bisabuela y tatarabuela han sido judías. En tal caso, la transacción económica se considera “cahser” (limpia) y no provoca ninguna oposición ni de los habitantes ni del gobierno. Solamente en casos donde la madre del cliente potencial no es judía tenemos un escándalo.

Sobre este asunto de la vivienda, tenemos otro buen ejemplo en el caso del señor Muhammad Ma’araf, un ciudadano israelí del poblado de Deir el-Assad que deseaba abrir una fabrica en Carmiel y a quien negaron el permiso en forma oficial bajo el argumento de que Carmiel “está prohibido” para los no judíos. Ma’araf finalmente se vio obligado a construir su fábrica fuera de las fronteras “puras” de Carmiel.

Quisiera enfatizar de nuevo sobre el carácter racista de estas restricciones que son puestas en vigor en la mayor parte de Israel, pero no se aplican a judíos. Los judíos pueden vivir, abrir un negocio donde quieran. Yo puedo vivir en cualquier lugar, abrir un negocio en cualquier parte –en el entendido de que he comprado el lugar a su anterior dueño- debido a que mi madre era judía. Un ciudadano israelí cuya madre no sea judía no podría hacer todo esto. El encuentra la discriminación y opresión todos los días de su vida.

Quiero tratar este asunto con mas detalle para mostrar que:

1º.- No tiene nada que ver con lo que llamamos “seguridad”.

Estas restricciones racistas se aplican a todos los no judíos. También se aplican contra aquellos que han reali-zado su servicio militar o, si son de edad avanzada, cuyos hijos y parientes han estado en el ejército en algún momento dado. Inclusive, algunos de los soldados no judíos que han tenido record militar distinguido y han sido heridos en plena batalla.

El señor Ma’araf es druzo. Como los judíos, todos los integrantes de su familia son obligados a prestar servicio en las fuerzas armadas israelíes. Sin embargo, puesto que el no es judío, ¡no tiene derecho a vivir en Carmiel! Un ladrón, ratero o asesino judío, al terminar su sentencia, tiene derecho a vivir en Carmiel. Pero un goyim (no judío), sea druzo, circasiano o beduino, digamos incluso que ha estado en el ejercito, ha sido herido y ahora se encuentra inválido, no tiene derecho de vivir allá. Desgraciadamente para él, por casualidad nació de una madre de tipo “inoportuno”.

2º.- No tiene nada que ver con diferenciaciones que hemos hecho entre “izquierdistas” o “derechistas”, “palomas” o “halcones” dentro del movimiento sionista.

Al contrario. El bloque político más racista en Israel lo constituyen precisamente los “socialistas” sionistas y los nacionalistas religiosos. Esta santa alianza entre los dos se basa en este terreno común. Por ejemplo, cuando la “colonización” de Sebastia, fue llevada a cabo una manifestación por los derechistas, militantes de

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Moked (bloque electoral sionista que incluye al grupo llamado “Nueva Izquierda”, Siah) y una escisión pro-sionista del Partido Comunista Israelí.

La “colonización” derechista referida fue una manifestación destinada a presionar al régimen para que permi-tiera la colonización judía irrestricta en la margen occidental. Organizaciones parecidas realizaron una mani-festación frente a la granja que pertenece al general Arik Sharon. ¡Protestaban contra el hecho de que Sharon empleara a árabes (palestinos) en su finca!

Soy un oponente firme de las políticas y acciones del general Sharon. Sin embargo, en este caso, considero al escritor Amos Oz –un hombre que se ha distinguido por aprovechar estas protestas- como un racista aun más peligroso. Sharon tiene todo derecho a emplear obreros agrícolas, independientemente de su raza, creencia o nacionalidad.

3º.- En este renglón, los peores racistas en Israel son los miembros del Kibbutz, entre quienes los mas nefastos son –precisamente debido a su hipocresía- aquellos que pertenecen a los kibbutzim de “Hasho-mer Hazair”.

(Hashomer Hazair –Joven Guardia- es la organización juvenil del Partido Obrero Unificado –Mapam- que se reivindica socialista y que pertenece al bloque político “Alineamiento” junto con el Partido Laborista).

Un ciudadano israelí que no es judío no puede ser aceptado como miembro de ningún Kibbutz –aun en casos donde la hija de un miembro del Kibbutz se enamora de uno de sus obreros agrícolas no judíos.

4º.- Cualquier discriminación de este tipo, si fuera dirigida contra los judíos en otros países, encontraría –y con razón- gritos de “antisemitismo”.

Pero, ¿cuál es la diferencia? ¿cuál es la diferencia entre la lucha continúa para abrir clubes sociales o barrios en Estados Unidos que se niegan a aceptar a judíos con la misma lucha en Israel contra el impedimento a los no judíos de entrar enteramente en las ciudades con el propósito de vivir o simplemente de querer abrir un negocio en ellas?.

La diferencia es que los sionistas aquí en Israel y los antisemitas allá en Estados Unidos en realidad están lu-chando del mismo lado de las barricadas. El estado sionista de Israel hace exactamente lo que los antisemitas intentan hacer –normalmente sin éxito- en otros países.

Ahora describiré brevemente algunas de las otras formas de discriminación racista.

II. “Rescate de la Tierra” (o “Redención”)

“Redención de la tierra” es un concepto con el que se está educando a todos los estudiantes judíos desde el jardín de niños. ¿Qué significa? Según la enseñanza del ministerio de Educación israelí, este término quiere decir que la tierra ha sido “rescatada” y transferida a manos judías. Las tierras que no han sido “salvadas” pertenecen a personas cuyas madres no eran judías. Estas tierras todavía no han sido “rescatadas”.

Enviados del FNJ, quienes gozan del riguroso apoyo del gobierno israelí y sobre todo de su aparato de segu-ridad, son constantemente empleados en “rescatar” tierra, tanto en Israel como en los territorios ocupados. En este proceso ellos transforman dichas tierras en nuevas áreas para la exclusión racista.

El mejor y más reciente ejemplo es el de Rafah (lugar que separa la Franja de Gaza de la Península del Sinaí). Aquí no pienso tratar el problema sobre si la compensación es “justa” o “injusta” para los árabes (palestinos) expulsados de ese lugar. Tampoco quiero discutir el problema de “obra de mano judía” versus “obra de mano árabe”. Dejo este debate a los hipócritas de Mapam y Moked.

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Solamente deseo formular esta simple pregunta humana: la gente que vivía en ese lugar hasta hace algunos años, ¿tiene derecho a vivir en el nuevo poblado racista de Yamit? Un ciudadano israelí de origen árabe (pa-lestino) ¿tiene derecho a establecerse en Yamit? La respuesta israelí oficial y descarada es ¡No!.

Solamente los judíos gozan del derecho a vivir alla o en algunos de los asentamientos cercanos. La razón para tal estado de cosas no me interesa. Tal vez los zares de Rusia tuvieron una buena razón cuando prohibieron a los judíos, solamente por ser judíos, vivir fuera del lugar de Pale (Pale fue la parte de Rusia Occidental, Bie-lorrusia, Lituania, Moldavia y Ucrania donde las leyes zaristas obligaron a los judíos a vivir). ¡Pero eso era racismo!

La “redención” de Rafah y todos los ejemplos de “redención” de la tierra constituyen una forma de racismo idéntica a la practicada bajo los zares.

Quisiera enfatizar que este racismo exclusionista no tiene límites para los sionistas. Su objetivo es “rescatar” toda la tierra en Israel y, por lo tanto, la expulsión de los no judíos de todas las tierras así “rescatadas”.

En este aspecto, el sionismo es peor que el régimen del “apartheid” en Sudáfrica. Allá, el régimen ha “dividi-do” al país en dos. Los blancos no pueden comprar tierra en un área “negra” (los Bantustans) y, de acuerdo con esto, los negros tienen prohibido comprar tierra en un lugar “blanco”. Pero el sionismo quiere “rescatar” tanta tierra como pueda en Israel sin limitaciones. Aspira convertir toda la tierra en un territorio tipo “apartheid” donde personas nacidas de madres no judías no tienen derecho de residencia.

Yo no veo ninguna diferencia entre lugares racialmente exclusionistas que se crearon por medio de confisca-ción o por compra directa.

El hecho más contundente es que existen. Otra vez, los sionistas “moderados” son los peores cuando se hacen estas distinciones.

En su History of Zionism, Walter Lacquer, él mismo un sionista, tiene razón cuando escribe que:

“A. D. Gordon (uno de los fundadores del “socialismo” sionista) se oponía por principio al uso de la violencia y justificaba la autodefensa solamente en circunstancias extremas. Pero él y sus camaradas querían que cada árbol y cada matorral en la patria judía fueran sembrados por los pioneros”.

En otras palabras, quería un “apartheid” total, la expulsión total de los no judíos de la “patria judía”. La única diferencia es que él quería lograr su objetivo sin derramar sangre. Yo, por el contrario, mientras no me opongo por principio a la violencia, si por principio me opongo al “apartheid”. No me importa qué medios se emplean para llevarlo a cabo.

III. El derecho a Trabajar.

Voy a utilizar dos citas para ilustrar la situación. En el número del 3 de junio de 1975 de Ma’ariv apareció el siguiente artículo racista bajo el titulo “Las autoridades de asentamientos israelíes están tomando medidas contra el alquiler de tierras a árabes (palestinos)”:

“El Ministerio de Agricultura y el Departamento de Asentamientos de la Agencia Judía recientemente han iniciado una vigorosa campaña para erradicar la plaga de alquiler de tierras y huertos a campesinos árabes (es decir, palestinos) y beduinos en Galilea Occidental.

El director de la Agencia Judía para la región de Galilea, el señor Aharon Nahmani, ha dicho que su oficina envió circulares a todos los colonos de los asentamientos sobre el asunto. Estas cartas circulares informan que rentar las tierras nacionales para el cultivo por parte de los trabajadores agrícolas árabes (palestinos) o el al-quiler de huertos a los mismos con el fin de cosechar y vender productos agrícolas, contradice la ley, los regla-

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Sionismo y antisemitismo, dos caras de la misma moneda

mentos de las autoridades de asentamientos y la naturaleza misma de los movimientos de colonización. “La administración del área de Galilea está pidiendo a los colonos de los asentamientos que se abstengan de esta práctica y enfatiza que el año pasado el departamento inició procesos legales contra los violadores”. Presten atención, por favor. Debido a que soy judío, me permiten rentar tierras para cosechar y vender los productos agrícolas. ¡Pero un árabe, solamente por ser árabe, tiene prohibido hacerlo! El ministerio de Agricultura israelí, junto con las autoridades sionistas de los asentamientos buscan y casti-gan severamente a los colonos de los asentamientos judíos que cometen la grave ofensa de establecer con los árabes transacciones que son perfectamente legales cuando son llevadas a cabo entre judío y judío. Inclusive, algunos ya han sido llevados a juicio.

Sin embargo, puesto que en este país los asentamientos (sionistas) son considerados como sagrados, precisa-mente por su carácter racista; un privilegio especial fue otorgado a aquellos violadores que “violaron la ley”, algo que no pasó con Yehoushua Peretz, (un dirigente sindical en Ashdod y un marroquí judío quien tuvo pro-blemas con las autoridades como resultado de una huelga no autorizada de los obreros portuarios). En vez de ser llevados a la justicia por el horrible crimen de no ser racistas, ellos pudieron salvarse dando donativos a un fondo misterioso. El número del 2 de junio de 1975 de Al Hamishmar informó sobre el acuer-do: “El ministro de Agricultura informa que un sinnúmero de asentamientos agrícolas han sido “descubiertos” violando la ley por haber alquilado sus tierras para cultivar y cosechar productos agrícolas. Puesto que los asentamientos cometieron la ofensa solo esta primera vez, no fueron multados, sino que se vieron obligados a hacer donativos monetarios a un fondo especial que se establecerá en el futuro. Los fines de este fondo espe-cial todavía no han sido determinados”.

En total, estos “donativos” llegaron a la suma de IS75,000 (alrededor de 14,000,000 m.n.). El artículo informó a continuación que “si en algún asentamiento se descubre que se alquilan tierras otra vez, toda forma de apoyo estatal será suspendida. Este asentamiento no recibirá dotaciones de agua, ni será elegible para préstamos de crédito y para desarrollo”.

¡Estos son los extremos a que está dispuesto a llegar el ministro de Agricultura israelí para poder asegurar la preservación del racismo! Sin embargo, no fue por nada que se inició una lucha racista destinada a impedir a los palestinos en Israel el derecho a ganarse la vida. Como el señor Uzan, ministro de Agricultura, explicó en una declaración recién emitida, hay buenas razones por todo esto. “La dominación de la agricultura judía por obreros árabes”, declaro, “es un cáncer en nuestro cuerpo”. Hay que decir que no podemos culpar al señor Uzan por no practicar lo que dice. ¡El ministro, efectivamente, trata a esa gente como si fuera un cáncer! ¿Se puede imaginar una peor forma de racismo? ¿Imagínese un ministro francés comparando a los comercian-tes textiles judíos en Francia con “un cáncer” y luego “tratándolos” según este criterio?

IV. El derecho de Igualdad

El derecho a tener una política gubernamental que trate a cada ciudadano según un criterio no racista. El Ministerio de Vivienda Israelí consiste de dos secciones. Una sección, la más grande, implementa una po-lítica racista que busca favorecer solamente a los judíos. Vimos un ejemplo de esto en Rafah. La otra sección es una mitad que tiene el nombre digno de “Departamento para la Vivienda de Minorías”. Trata solamente a los no judíos.

El “modus operandi” de este departamento es ilustrativo. Por ejemplo, aquí en Jerusalén, mientras el Minis-terio de Vivienda construye edificios para judíos exclusivamente dentro de la ciudad, el “Departamento de Vivienda de Minorías” hace exactamente lo contrario, traslada a los musulmanes fuera de Jerusalén.

Tenemos una situación parecida en Galilea. Los términos “poblar Galilea” y “judaizar Galilea” son idénticos. No están invitando a la población de Israel a vivir en Galilea. Un árabe del “pequeño triangulo” (un lugar de alta concentración palestina dentro del Estado de Israel) ni será invitado ni le será permitido participar en este plan racista. El Estado de Israel racista no tiene una política humana de vivienda, tal como existe en diversas

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formas en la URSS, los EE.UU o Gran Bretaña.

Israel ni siquiera intenta preocuparse por la vivienda para seres humanos simplemente con base en que son se-res humanos. No se preocupa de la necesidad de dar vivienda a una familia pobre, o para una que tiene muchos niños, debido a que la necesidad para una vivienda digna es una necesidad humana.

¡No! Gracias a sus objetivos sionistas –ejemplificado en la “judaización de Galilea”- Israel simultáneamente lleva a cabo dos políticas contradictorias. Una tiene el propósito de dar una atención máxima para los judíos, la otra una discriminación y opresión máximas para los no judíos. El problema de salud se trata de la misma manera. Cuando se decidió honrar a Abdul Zu’abi, un militante de Mapam, él fue designado viceministro de salud para “asuntos minoritarios”. Por razones de índole racista la salud humana no se reconoce como tal en Israel. Al contrario, tiene un estándar para la salud de los judíos y otro, menos riguroso, para los no judíos.

Es por esto que el señor Hussein Qassaem Mustafa, “fideicomisario” de la tribu Mikhman el –Khujirat (los beduinos de Galilea quienes tienen que entrar en el ejercito) se quejo de que su tribu no tiene “ningún derecho” a obtener inmunizaciones bajo el auspicio del ministerio de Salud. Pero cuando un departamento especial para “la salud de las minorías” se permite existir, tal situación tiene que presentarse.

La vivienda y la salud pública no son, por supuesto, los únicos ejemplos. La separación racista entre “judíos” y “no judíos” existe en la mayor parte de los aspectos de la vida. Estoy totalmente dispuesto a citar otros ejem-plos si otras oportunidades se presentan. Mientras tanto, quiero terminar con dos conclusiones principales.

Primero, no me interesa debatir justificaciones para estas políticas racistas. Como hemos señalado anterior-mente, el hecho más importante a destacar es que existen. Por lo tanto, el primer paso consiste en admitir la verdad: el Estado de Israel es un Estado racista y esta es una consecuencia necesaria del carácter racista del mismo movimiento sionista.

Hechos son hechos. Una vez que los reconocemos, luego, si queremos, podemos discutir porqué tal racismo está “prohibido” cuando es dirigido contra judíos, pero inmediatamente se convierte en cosa aceptable cuando es implementado contra no judíos.

Segundo, estoy perfectamente consciente de que el Estado de Israel no es el único Estado racista. También estoy consciente de que el movimiento sionista no es el único movimiento racista.

Sin embargo, la justicia comienza en casa. El deber principal de todos los ciudadanos israelíes, y también de todos los judíos en la diáspora (fuera de Israel) que se consideran “partidarios de Israel”, es luchar contra el ra-cismo y discriminación establecidos en Israel por el sionismo y dirigidos contra todos los no judíos. Tal lucha por necesidad se inicia explicando el carácter racista, tanto del sionismo, como del Estado de Israel. Una lu-cha que condena este racismo ni es anti-judía ni antisemita. Cuando condenas similares fueron formuladas contra las prácticas racistas de la Rusia Zarista, no fueron acompañadas con un odio hacia los rusos.

Solamente un Estado que niegue toda forma de racismo dentro de su propias fronteras –comenzando con las que el Estado mismo pone en vigor- puede aspirar a formular una política que logre una paz duradera.

Esta paz solamente puede concebirse como una paz en la cual un pueblo no sufre discriminación con base en su origen nacional, en renglones tales como la vivienda, el derecho a trabajar o en cualquier otra área. Cual-quier gobierno que surja tendrá que tratar a todo el mundo con la dignidad que merecen los seres humanos.

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Resoluciones del Consejo Nacional de Palestina 1-17 Julio, 1968

Artículo 1: Palestina es la patria del pueblo Árabe Palestino; constituye una parte indivisible de la tierra Árabe, y el pueblo Palestino es una parte integral de la nación Árabe.

Artículo 2: Palestina, con las fronteras establecidas durante el Mandato Británico, es un territorio unido indivisible.

Artículo 3: El pueblo Árabe Palestino posee el dere-cho legal a su tierra y tiene el derecho a determinar su destino tras lograr la liberación de su país de acuerdo con sus deseos, debe poder tomar sus propias decisio-nes a su voluntad.

Artículo 4: La identidad Palestina es una caracterís-tica inherente, genuina y esencial; es transmitida de padres a hijos. La ocupación Sionista y la dispersión del pueblo Árabe Palestino, a través de los desastres que les han sucedido, no significan la pérdida de la identidad Palestina ni de su afiliación a la Comunidad Palestina, ni tampoco su negación.

Artículo 5: Los Palestinos son los nacionales Ára-bes que, hasta 1947 residieron en Palestina y que, sin tener en cuenta que habían sido desahuciados, per-manecieron allí. Cualquier persona nacida después de esa fecha, de padres Palestinos – dentro o fuera de Palestina – también se considera Palestina.

Artículo 6: Los judíos que residían de forma habitual en Palestina hasta el comienzo de la invasión Sionista serán considerados Palestinos.

Artículo 7: Es indiscutible la existencia de una co-munidad Palestina conectada de forma material, espi-ritual e histórica a Palestina. Cada individuo Palestino tiene el deber nacional de llevar a cabo una revolución de índole Árabe. Todos los medios de información y educación deben adoptar un cariz espiritual y material que dé a conocer a los Palestinos su nación de la for-ma más intensa posible. Deben estar preparados para la lucha armada y listos para sacrificar sus posesiones así como su propia vida con el fin de recuperar su pa-tria y llevarla a la liberación.

Artículo 8: La parte de la historia, en la que el pueblo Palestino está viviendo, es una parte de lucha nacio-nal (watani) por la liberación de Palestina. De modo

que los conflictos entre las fuerzas nacionales Pales-tinas son secundarios, y deberían darse por finaliza-dos por el bien del conflicto básico existente entre las fuerzas del Sionismo y el imperialismo por un lado, y el pueblo Árabe Palestino por el otro. Partiendo de este hecho, el colectivo Palestino, tanto si reside en la patria nacional como si se encuentra en situación de diáspora (mahajir), - tanto sus organizaciones como cada individuo – constituye un frente nacional que trabaja por la recuperación de Palestina y su libera-ción mediante la lucha armada.

Artículo 9: La lucha armada es la única forma de li-berar Palestina. Esta es la estrategia global y no se limita a una fase táctica. El pueblo Árabe Palestino reafirma su absoluta determinación y firme resolución a continuar la lucha armada y a trabajar en una revo-lución armada popular por la liberación de su país y retorno a él. También reafirma su derecho a vivir de forma natural en Palestina y a ejercer su derecho a la propia determinación y soberanía en Palestina.

Artículo 10: Las acciones comando constituyen el núcleo de la guerra de liberación popular Palestina. Lo cual requiere una intensificación absoluta, y una movilización de todos los esfuerzos populares y do-centes palestinos y su organización y participación en la revolución armada Palestina. Así mismo requiere la unidad en la lucha nacional (watani) entre las di-ferentes agrupaciones del pueblo Palestino, y entre el pueblo Palestino y las masas Árabes, con el fin de asegurar la continuidad de la revolución, su intensifi-cación y su victoria.

Artículo 11: Los Palestinos tendrán 3 lemas: unidad nacional (wataniyya), movilización nacional (qawmi-yya) y liberación.

Artículo 12: El pueblo Palestino cree en la unidad Árabe. Para contribuir a la participación hacia el logro de ese objetivo, no obstante deben, en el estado actual de su lucha, salvaguardar su identidad Palestina y de-sarrollar la conciencia de esa identidad, y oponerse a cualquier plan que pueda disolverla o perjudicarla.

Artículo 13: La unidad Árabe y la liberación de Pa-lestina conforman dos objetivos complementarios, el logro de cualquiera de ellos haría más fácil conseguir el segundo objetivo. Por consiguiente, la unidad Ára-be lideraría la liberación de Palestina, la liberación de Palestina lideraría la unidad Árabe; y el trabajo por la realización de un objetivo procede paralelamente con

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CARTA NACIONAL PALESTINA (1968)

Carta Nacional Palestina

el trabajo por la realización del segundo.

Artículo 14: El destino de la nación Árabe, y es más, de su propia existencia, depende del destino de la cau-sa Palestina. De esta interdependencia surge la bús-queda y el esfuerzo por la liberación de Palestina por parte de las naciones Árabes. El pueblo Palestino jue-ga un rol vanguardista en la realización de esta meta sagrada (qawmi).

Artículo 15: La liberación de Palestina, desde el punto de vista árabe, es un deber nacional (qawmi) y pretende repeler la agresión Sionista e imperialista contra la patria árabe, y tiene como finalidad la eli-minación del Sionismo en Palestina. Toda la respon-sabilidad en este aspecto recae en la nación Árabe – pueblos y gobiernos – con el pueblo Árabe Palestino en vanguardia. Como corresponde, la nación Árabe debe movilizar todas capacidades militares, humanas, morales y espirituales para participar de forma activa con el pueblo Palestino en la liberación de Palestina. Debe, especialmente en la fase de la revolución arma-da Palestina, ofrecer y proporcionar al pueblo Palesti-no toda la ayuda posible, a modo de apoyo material y humano, y hacer posible que tenga la oportunidad de continuar llevando a cabo su rol de líder en la revolu-ción armada, hasta la liberación de su patria.

Artículo 16: La liberación de Palestina, desde un punto de vista espiritual, proporcionará la Tierra Pro-metida en una atmósfera de seguridad y tranquilidad, la cual además permitirá salvaguardar los santuarios religiosos del país y garantizará la libertad de culto y de visita a todos, sin discriminación por raza, color, idioma o religión. Por lo tanto, el pueblo Palestino es-pera recibir el apoyo de todos los grupos espirituales del mundo.

Artículo 17: La liberación de Palestina, desde un punto de vista humano, devolverá al individuo Pa-lestino su dignidad, orgullo y libertad. Por lo tanto, el pueblo Árabe Palestino espera recibir el apoyo de todos aquellos que creen en la dignidad humana y su libertad en el mundo.

Artículo 18: La liberación de Palestina, desde un punto de vista internacional, es una acción defensiva, requerida por la necesidad de una defensa propia. Por ello, el pueblo Palestino deseoso de estar en amistad con todos los demás pueblos, pide el apoyo de los amantes de la libertad, los amantes de la paz, y los es-tados amantes de la paz con el fin de restaurar sus de-rechos legítimos en Palestina, para restablecer la paz

y seguridad en la nación y para permitir a su pueblo ejercer la soberanía nacional y la libertad.

Artículo 19: Tanto la división de Palestina en 1947 como el establecimiento del estado de Israel son ab-solutamente ilegales, sin tener en cuenta el paso del tiempo, ya que eran contrarias a la voluntad del pue-blo Palestino y a su derecho natural en su patria, y resultan inconsistentes con los principios expresados en la Carta de las Naciones Unidas, especialmente al derecho de autodeterminación.

Artículo 20: La Declaración Balfour, el Mandato por Palestina y todo lo que se ha basado en ello, se consi-dera nulo e inválido. Las reclamaciones con vínculos históricos y religiosos de los Judíos en Palestina son incompatibles con los hecho históricos y la verdadera concepción de lo que constituye la condición de Es-tado. El Judaísmo, como religión, no representa una nacionalidad independiente. Ni tampoco los Judíos constituyen una nación individual con identidad pro-pia; son ciudadanos de los estados a los que pertene-cen.

Artículo 21: El pueblo Árabe Palestino, expresándo-se mediante la revolución armada Palestina, rechaza todas las soluciones que no constituyan la absoluta liberación de Palestina y rechaza todas las propuestas cuyo propósito sea la liquidación del problema Pales-tino, o su internacionalización.

Artículo 22: El Sionismo es un movimiento político asociado directamente con el imperialismo interna-cional y contrario a todas las acciones de liberación y movimiento progresivo en el mundo. Es racista y fanático por naturaleza, agresivo, expansionista, co-lonialista en su finalidad y fascista en su metodología. Israel es el instrumento del movimiento Sionista, así como su base geográfica para el mundo imperialista emplazada de forma estratégica en el centro de la tie-rra Árabe para combatir las esperanzas de liberación, unidad y progreso de la nación Árabe. Israel es una fuente constante de amenaza contra la paz en Orien-te Medio. El pueblo Palestino pide apoyo a todas las fueras progresistas y pacíficas y anima a esas fuer-zas, independientemente de su afiliación o creencias, a ofrecer al pueblo Palestino toda la ayuda y apoyo en su justa lucha por la liberación de su patria.

Artículo 23: La petición de seguridad y paz, así como de derechos y justicia, requiere que todos los estados consideren el Sionismo un movimiento ilegítimo, para prohibir su existencia, y agrupar sus operacio-

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nes, con el fin de que se preserve una buena relación de amistad entre los pueblos, y salvaguardar la lealtad de los ciudadanos a su patria respectiva.

Artículo 24: El pueblo Palestino cree en los princi-pios de justicia, libertad, soberanía, autodetermina-ción, dignidad humana, y en el derecho de todos los pueblos a ejercerlas.

Artículo 25: Para la realización de las metas de esta Carta y sus principios, la Organización de Liberación Palestina desempeñará su rol en la liberación de Pa-lestina de acuerdo con la Constitución de esta Orga-nización.

Artículo 26: La Organización de Liberación Pales-tina, representante de las fuerzas revolucionarias Pa-lestinas, es responsable del movimiento del pueblo Árabe Palestino en su lucha armada – para recupe-rar su tierra natal, liberarla y volver a ella y ejercer los derechos de autodeterminación en ella – en los campos militares, políticos y financieros y en todo lo que pueda se requerido por la causa Palestina a nivel inter-árabe e internacional.

Artículo 27: La Organización de Liberación Palesti-na debe cooperar con todos los Estados Árabes, con cada uno de acuerdo con su potencial; y adoptará una política neutral entre ellos en vista de las necesida-des de la guerra de liberación; y sobre esta base, no interferirá en los asuntos internos de ningún estado Árabe.

Artículo 28: El pueblo Árabe Palestino reafirma la autenticidad e independencia de su revolución nacio-nal (wataniyya) y rechaza todo tipo de intervención, administración y subordinación.

Artículo 29: El pueblo Palestino posee el derecho legal fundamental y genuino a la liberación y recu-peración de su tierra natal. El pueblo Palestino deter-mina su actitud hacia todos los estados y fuerzas en base a la postura que adoptan respecto a la revolución Palestina para hacer realidad los objetivos del pueblo Palestino.

Artículo 30: Los luchadores y portadores de armas en la guerra de liberación son el núcleo del ejército popular, el cual conformará una fuerza protectora por la victoria del pueblo Árabe Palestino. Artículo 31: La Organización debe poseer una ban-dera, un juramento de fidelidad y un himno. Todo ello

debe ser decidido de acuerdo con una regulación es-pecial.

Artículo 32: Las regulaciones, que deberán se reco-nocidas como la Constitución de la Organización de Liberación Palestina, deben anexarse a esta Carta. Deberán establecer el modo en que se constituirá la Organización y sus órganos e instituciones; las res-pectivas competencias de cada una de ellas; y los re-quisitos de sus obligaciones en la Carta.

Artículo 33: No se procederá a la corrección de esta Carta a menos que se realice una votación con un resultado mayoritario de dos tercios del total de los miembros del Congreso Nacional de la Organización de Liberación Palestina llevada a cabo en una sesión especial celebrada con ese fin.

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Anexo: Mapa

Referencias:Territorio Palestino Ocupación Israelí

MAPA HISTÓRICO TERRITORIO PALESTINO