Edad de Cobre y Edad de los Metales

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Edad de los metales

Su fecha de aparición, duración y contexto varía dependiendo de la región estudiada.

El periodo de la evolución tecnológica de la humanidad caracterizado por el desarrollo de la

metalurgia; comienza antes del V milenio a. C. y acabaría en cada lugar con la entrada en la

historia, para buena parte de Europa en el I milenio a.C.

El hombre necesitó de elementos fuertes y resistentes que le permitieran una mejor confección de

sus utensilios y armas; ello lo encontró al emplear los metales desde, aproximadamente, el año 4000

a.C.. Este nuevo momento en el discurrir de la humanidad toma, por ello, el nombre de edad de los

metales que se divide en: Edad de Cobre, Edad de Bronce y Edad de Hierro.

Edad de cobre o Calcolítico (4000 -3000 a.C)

La más antigua de la Edad de los Metales, primer metal trabajado. Los instrumentos de sílex ven la

llegada de un competidor importante: el cobre. La concurrencia de esta nueva materia prima hará

que la talla del sílex experimente un gran desarrollo y perfección, de forma que cuchillos y puntas

de flecha rivalizan en su acabado con las que ahora se fabrican en metal.

Características:

-Invención de la metalurgia: El cobre, junto con el oro y la plata, es de los primeros metales

utilizados en la Prehistoria.

-Desarrollo de la agricultura: arado, regadío, estiércol y nuevos cultivos (olivo, vid...)

-Desarrollo de la ganadería, domesticación del asno y el buey, obtención de leche, lana, queso y

yogurt.

-Desarrollo de la minería

El descubrimiento del cobre se realizó o en Egipto o en la altiplanicie del Kurdistán. Fue desde este

último lugar, desde donde se inició su difusión por todo el mundo. Hacia el año 4000 a. C. ya se

conoce el cobre en Egipto; hacia el 3500 a.C. aparece en Mesopotamia, Irán y la India; hacia el

3000 a.C. en el mar Egeo y China; y entre el 2500 y el 2000 a.C. en Europa.

El cobre es un metal blando y de pocas aplicaciones, que en principio no competía con la piedra.

Además, las demandas eran muchas y las zonas mineras pocas, lo que le hacía un metal muy caro.

El hombre prehistórico aprendió a usar el cobre el cual era fácil de obtener debido a sus presencia

en la superficie terrestre mezclado con otros minerales (el hombre aprende el proceso de la

metalurgia, a través de la experimentación o de la casualidad, caída de cobre al fuego). Así

construyo vasijas y arma cuyo uso combinaron con la piedra pulimentada.

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Cerámica

Al final del Eneolítico se produce en gran parte de Europa la difusión de un mismo tipo cerámico, el

Vaso Campaniforme, presente en los poblados y, sobre todo, en los enterramientos. El nombre de

campaniforme se debe al perfil en forma de campana o tulipa del vaso más representativo del

conjunto. Las cerámicas eran de pastas depuradas y buena cocción, con las superficies decoradas

con la impresión de un peine o mediante líneas incidas, formando bandas horizontales, triángulos y

reticulados. Las cazuelas, cuencos y vasos globulares completan el repertorio de sus formas. Su

gran difusión, y la asociación del Vaso Campaniforme a la generalización del metal en los ajuares

funerarios, se interpretaba anteriormente como prueba de la existencia de un pueblo prospecto y

metalúrgico, de excelentes ceramistas y fundidores, que recorrería Europa en la segunda mitad del

III milenio a. C.

Por otra parte, esta abundancia de puntas de flecha en los poblados y entre los ajuares funerarios

traduce la importancia del arco como verdadero armamento y por lo mismo, la probable frecuencia

de los enfrentamientos y luchas entre grupos. Se trata de punzones, puntas, hachas y algún

fragmento de escoria, siempre de cobre, con mínimas cantidades de otros elementos como el

arsénico que corresponden a impurezas propias del mineral utilizado para la fundición y no a

ningún tipo de aleación.

Arquitectura

Los dólmenes de Antequera: Constituyen uno de los conjuntos arqueológicos de época

prehistórica de mayor interés entre los de la provincia de Málaga. La etapa cronológica de estos

monumentos funerarios se ha datado entre 2500 y 1800 años a.C. dentro del periodo calcolítico o

edad del Cobre. El conjunto dolménico está formado por tres sepulcros: los dólmenes de Menga,

Viera y El Romeral.

Dolmen de Menga: Es un sepulcro megalítico del tipo de galería donde se diferencia una zona de

acceso formada por tres grandes losas y una zona sepulcral que constituye la cámara, formada por

siete grandes losas a cada lado y otra más que cierra el espacio. En el centro hay tres pilares de

sección cuadrada. La cubierta está compuesta por cinco enormes cobijas cubiertas a su vez con un

túmulo de tierra y piedras con un diámetro de 50m aunque en su origen fuera mayor. El dolmen

aparece cubierto por un túmulo de arcilla. La piedra utilizada en su construcción procede del cerro

de la Cruz, a 1 km de distancia del lugar.

El Dolmen de Viera: Presenta una galería cubierta compuesta por un largo corredor de acceso en el

que se dispone una puerta horadada, la cual da paso a la cámara de sección cuadrada mediante un

vano perforado en el monolito. Esta cámara, a su vez, es cubierta por una enorme losa. El conjunto

funerario presenta concordancias con el Dolmen de Menga, especialmente por ser construido por el

mismo tiempo y con parecidas técnicas, aunque de menores dimensiones y distinta disposición, lo

que nos indica la rica diversidad constructiva que movió a unas poblaciones donde el culto a la

muerte llegó a adquirir una importancia decisiva.

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Dolmen de El Romeral: Se halla alejado de los dólmenes de Menga y Viera. Cronológicamente es

construido en fecha posterior, alrededor del 1900-1800 a.C. dentro del período del Calcolítico

Medio o Final. Se presenta como un gran tholos de largo corredor arquitrabado y cubierto con

piedras planas, en cuyo extremo una estructura arquitrabada da entrada a la cámara central, de

planta circular y resuelta mediante el empleo de un muro de pequeño aparejo y una falsa bóveda por

aproximación de hiladas, que culmina en un monolito plano. De esta primera cámara surge otro

corredor que accede a una segunda cámara. Su destino sería el de servir de depósito de ofrendas a

los muertos, tal y como comprobamos con la gran losa existente a modo de altar.