Editorial no. 2

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Somos ladrones, falsificadores, cada uno de nosotros. Todos, incluyéndote a ti querido lector, hemos sido víctimas del robo al igual que partícipes en él. El acto de tomar posesión de algo que no nos pertenece y volverlo propio ha caracterizado al ser humano desde que empezó a pintar animales en cuevas en la era Paleolítica. Aquellos hombres decidieron comenzar a pintar lo que veían en el mundo, pero no había un concepto de arte aún, no existía esa dualidad de la realidad y la representación, por lo cual, pintar ante sus ojos, era un acto mágico, de creación, era tomar aquello del mundo y recrearlo en estas paredes, como si realmente estuvieran cazando. Esto se puede ver en el comentario del indio Sioux rojo que entrevista el antropólogo Lucien Lévy-Bruhl acerca de un investigador haciendo bosquejos, el indio rojo dice, “Yo sé que este hombre ha puesto muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estuve ahí cuando lo hizo, y desde entonces ya no tenemos bisontes.” 2 Somos ladrones de nuestra propia realidad, falsificadores. Simplemente veamos la forma en la que el ser humano observa el mundo material: el cerebro recibe señales de luz que el ojo captura y las reorganiza a partir de la experiencia y memoria previa creando una imagen que le hace sentido a aquel individuo. Esto no es una observación objetiva. La volvemos una experiencia falsa, en el sentido que tomamos aquello que está afuera de nosotros y al capturarlo y apoderarnos de él lo volvemos propio, lo moldeamos a que represente aquello que podamos comprender. Como bien lo explica Beau Lotto 3 , un experto en la percepción y el sistema visual del cerebro- el ser humano ha evolucionado a partir de lo que se le ha presentado como útil y se ha definido por sus interacciones ecológicas con el mundo y no por las propiedades esenciales del cerebro. Aceptemos entonces, somos, tanto ladrones por nuestra forma psicológica de interactuar con el mundo, como falsificadores de la realidad desde un nivel biológico, estructural. Consecuentemente y entendiendo al ser humano desde este punto de vista, podemos decir que, al ser ladrones y falsificadores, hemos tratado de proteger lo “nuestro” lo “poseído” de los demás. Nuestra identidad está demasiado relacionada con lo que poseemos; y el robo de una posesión es la apropiación que se vuelve parte de nuestra identidad, misma que construimos a través de nuestras vidas. Por eso el arte es tan preciado como posesión, ya que va más allá, extiende nuestra identidad y la eleva a realidades alternas, imaginarias, transcendentales. El arte es una expresión humana de un carácter muy especial ya que está hecho para el otro. Es un objeto no sólo robado, pues tiene Por: Tatiana Ortiz-Rubio Arte, Robo y Falsificación “Todo, todo es robo, todo es incesante y rigurosamente competencia en la Naturaleza; el deseo de llevarse con uno mismo la sustancia del otro es la primera – la más legítima – pasión que la naturaleza ha criado dentro de nosotros y, sin duda alguna, la más agradable.” - Marquis de Sade KALEIDOSCOPIO - Editorial ARTE, ROBO Y FALSIFICACIÓN

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Somos ladrones, falsificadores, cada uno de nosotros. Todos, incluyéndote a ti querido lector, hemos sido víctimas del robo al igual que partícipes en él. El acto de tomar posesión de algo que no nos pertenece y volverlo propio ha caracterizado al ser humano desde que empezó a pintar animales en cuevas en la era Paleolítica. Aquellos hombres decidieron comenzar a pintar lo que veían en el mundo, pero no había un concepto de arte aún, no existía esa dualidad de la realidad y la representación, por lo cual, pintar ante sus ojos, era un acto mágico, de creación, era tomar aquello del mundo y recrearlo en estas paredes, como si realmente estuvieran cazando.Esto se puede ver en el comentario del indio Sioux rojo que entrevista el antropólogo Lucien Lévy-Bruhl acerca de un investigador haciendo bosquejos, el indio rojo dice, “Yo sé que este hombre ha puesto muchos de nuestros bisontes en su libro. Yo estuve ahí cuando lo hizo, y desde entonces ya no tenemos bisontes.”2 Somos ladrones de nuestra propia realidad, falsificadores. Simplemente

veamos la forma en la que el ser humano observa el mundo material: el cerebro recibe señales de luz que el ojo captura y las reorganiza a partir de la experiencia y memoria previa creando una imagen que le hace sentido a aquel individuo. Esto no es una observación objetiva. La volvemos una experiencia falsa, en el sentido que tomamos aquello que está afuera de nosotros y al capturarlo y apoderarnos de él lo volvemos propio, lo moldeamos a que represente aquello que podamos comprender. Como bien lo explica Beau Lotto3, un experto en la percepción y el sistema visual del cerebro- el ser humano ha evolucionado a partir de lo que se le ha presentado como útil y se ha definido por sus interacciones ecológicas con el mundo y no por las propiedades esenciales del cerebro. Aceptemos entonces, somos, tanto ladrones por nuestra forma psicológica de interactuar con el mundo, como

falsificadores de la realidad desde un nivel biológico, estructural. Consecuentemente y entendiendo al ser humano desde este punto de vista, podemos decir que, al ser ladrones y falsificadores, hemos tratado de proteger lo “nuestro” lo “poseído” de los demás. Nuestra identidad está demasiado relacionada con lo que poseemos; y el robo de una posesión es la apropiación que se vuelve parte de nuestra identidad, misma que construimos a través de nuestras vidas. Por eso el arte es tan preciado como posesión, ya que va más allá, extiende nuestra identidad y la eleva a realidades a l t e r n a s , i m a g i n a r i a s , transcendentales. El arte es una expresión humana de un carácter muy especial ya que está hecho para el otro. Es un objeto no sólo robado, pues tiene

Por: Tatiana Ortiz-Rubio

Arte, Robo y Falsificación“Todo, todo es robo, todo es incesante y

rigurosamente competencia en la Naturaleza; el deseo de llevarse con uno mismo la sustancia del

otro es la primera – la más legítima – pasión que la naturaleza ha criado dentro de nosotros y, sin duda

alguna, la más agradable.”

- Marquis de Sade

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una cualidad extra que lo lleva a tener la intención de compartir la obra, ya sea con una o mil personas. El arte es un diálogo, una charla abierta a quien esté parado enfrente, sin importar si uno se siente dueño legal o no.  Si profundizamos en lo que es la obra de arte a través del punto de vista del artista, vemos que el acto de la creación ha sido comprendido como uno de los pocos momentos de autenticidad humana, ya que cuando la pintura se asienta en la tela, el objeto reproducido recibe un universo de significados nuevos, gracias a una nueva luz que da el artista. Sin embargo, hay que reconocer que la existencia de la obra culmina en la falsificación de aquella otra mirada, la del espectador o del contexto en el que se mira. Pero, ¿Qué sucede cuando el mismo proceso de creación es falsificado, cuando un individuo toma una obra y la recrea? ¿Qué sucede durante ese momento de creación? ¿Será que al falsificarlo se le está haciendo un robo de identidad a aquel objeto original? Esto nos puede llevar a entender que hoy en día, en el ámbito académico, pueda repetirse como mantra: “ninguna imagen es auténtica, todo es un robo, una copia”. Esta proclamación  ha propuesto un

movimiento de la innovación, en donde ésta es valorada simplemente por eso, por ser nueva. El arte comienza a perderse en esta competencia por ser original, pero, en todo caso ¿algo lo es?Regresemos a Beau Lotto y su investigación sobre la visión humana. Si todo lo que vemos es manipulado automáticamente por nuestro cerebro para crear información razonable y lógica, entonces nada externo es recibido de una forma pura u objetiva a nuestro cerebro. El falsificar lo tenemos en las células.

E x t r a ñ a m e n t e n u e s t r a autenticidad como individuos cae en nuestra capacidad de falsificación de la realidad que nos rodea, pero una falsificación inédita e insustituible, plenamente individual. Lo increíble de los grandes artistas y pensantes de la historia es que han logrado trascender el robo al

reciclar aquellas imágenes falsificadas de la realidad material de una forma verdaderamente auténtica e innovadora. Y es aquí en donde está el valor de aquellas creaciones artísticas porque solo en ese acto creativo el ser humano recupera su autenticidad, solo en la expresión del individuo encontramos la posibilidad de una nueva visión de aquellas imágenes recicladas. Como decía Oscar Wilde, “Engañar al otro. Eso es lo que el mundo llama romance.”

 Este es el tema elegido para este número de Kaleidoscopio. Aquí es donde uno comienza a profundizar sobre la complejidad del “Arte, Robo y Falsificación”. Surgen de este cuestionamiento una serie de propuestas que tratan de llegar a una comprensión de cómo se relaciona el arte con la posesión, el arte con la identidad, el arte con la interpretación, el arte y la falsedad. ¿La verdad?

1 Hausser, Arnold. The Social History of Art: from prehistoric times to the middle ages. Vol. 1. Routledge Publishers. 1999.

2 Beau Lotto: Optical illusions show how we see. TED. http://www.ted.com/talks/beau_lotto_optical_illusions_show_how_we_see.html

El artista que entiende esto ya lleva una ventaja pues se da cuenta que lo único que queda es su interpretación,

su propia experiencia creativa, su propia

falsificación de la realidad.

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