EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PARA EL DESARROLLO RURAL · 2019-01-20 · A partir de la clarificación de...

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EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PARA EL DESARROLLO RURAL ALBERTO MELO (*) RESUMEN. A partir de la clarificación de conceptos («rural», «áreas rurales», «pai- saje humanizado»), se analizan las condiciones que pueden asegurar el desarrollo de las zonas rurales y que, desde el punto de vista de la educación., exigen la formación de actitudes individuales y colectivas emprendedoras, hecho que supone un grado importante de participación y dinamización. Para ello es relevante la consideración del papel educativo de las «agencias interme- dias» que permiten crear una «cultura de desarrollo» apta para conseguir una «volun- tad colectiva de cambio» desde la que podrán elaborarse Planes de Desarrollo Inte- grado. Las estrategias de intervención educativa, capacidades, competencias, animación, investigación, innovación, educación y formación para el mundo rural, procesos, métodos, contenidos, instituciones, son cuestiones que se tienen en cuenta desde la perspectiva de calidad para el desarrollo del medio rural. ¿QUÉ ES «LO RURAL»? ¿QUÉ SON ZONAS RURALES? Clarificar el término «rural» es tarea pre- via en el contexto del presente artículo. ¿Puede aplicarse el apelativo «rural» a la totalidad del espacio «no urbano» que cu- bre nuestro planeta? .Pueden definirse como «rurales» las montañas del Himalaya, las espesuras tro- picales de la Amazonia o el desierto del Sáhara? Es evidente que «el campo» es un componente esencial en cualquier área ru- ral. Pero las personas también. Hay que tener en cuenta la población autóctona e incluso —por cierto, la característica más fundamental— la relación que se ha ido es- tableciendo, a lo largo de los siglos, entre los pobladores locales y la tierra, entre la cultura y la naturaleza. En suma: el paisaje humanizado. Este concepto de «paisaje humaniza- do» permite, por tanto, excluir de la gama de las «áreas rurales» extensos territorios donde no exista una presencia humana permanente o no se haya operado una «aculturización» de la naturaleza local. Con todo, a mi modo de ver, debemos ir más allá en la búsqueda de una definición preci- sa de las fronteras de estas zonas que se re- velan, aún hoy, específicamente rurales. Es (*) Ministerio de Educación (Portugal). Revista de Educación, núm. 322 (2000), pp. 89-100 89 Fecha de entrada: 3-5-2000 Fecha de aceptación: 16-5-2000

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EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PARA EL DESARROLLO RURAL

ALBERTO MELO (*)

RESUMEN. A partir de la clarificación de conceptos («rural», «áreas rurales», «pai-saje humanizado»), se analizan las condiciones que pueden asegurar el desarrollo delas zonas rurales y que, desde el punto de vista de la educación., exigen la formaciónde actitudes individuales y colectivas emprendedoras, hecho que supone un gradoimportante de participación y dinamización.Para ello es relevante la consideración del papel educativo de las «agencias interme-dias» que permiten crear una «cultura de desarrollo» apta para conseguir una «volun-tad colectiva de cambio» desde la que podrán elaborarse Planes de Desarrollo Inte-grado.Las estrategias de intervención educativa, capacidades, competencias, animación,investigación, innovación, educación y formación para el mundo rural, procesos,métodos, contenidos, instituciones, son cuestiones que se tienen en cuenta desde laperspectiva de calidad para el desarrollo del medio rural.

¿QUÉ ES «LO RURAL»? ¿QUÉ SONZONAS RURALES?

Clarificar el término «rural» es tarea pre-via en el contexto del presente artículo.¿Puede aplicarse el apelativo «rural» a latotalidad del espacio «no urbano» que cu-bre nuestro planeta?

.Pueden definirse como «rurales» lasmontañas del Himalaya, las espesuras tro-picales de la Amazonia o el desierto delSáhara?

Es evidente que «el campo» es uncomponente esencial en cualquier área ru-ral. Pero las personas también. Hay quetener en cuenta la población autóctona e

incluso —por cierto, la característica másfundamental— la relación que se ha ido es-tableciendo, a lo largo de los siglos, entrelos pobladores locales y la tierra, entre lacultura y la naturaleza. En suma: el paisajehumanizado.

Este concepto de «paisaje humaniza-do» permite, por tanto, excluir de la gamade las «áreas rurales» extensos territoriosdonde no exista una presencia humanapermanente o no se haya operado una«aculturización» de la naturaleza local. Contodo, a mi modo de ver, debemos ir másallá en la búsqueda de una definición preci-sa de las fronteras de estas zonas que se re-velan, aún hoy, específicamente rurales. Es

(*) Ministerio de Educación (Portugal).

Revista de Educación, núm. 322 (2000), pp. 89-100

89Fecha de entrada: 3-5-2000

Fecha de aceptación: 16-5-2000

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un hecho que, debido al proceso de acele-rada concentración industrial a escalamundial del capital y del trabajo, el modelourbano-industrial de organización social sevuelve dominante. En compensación, vas-tas porciones de tierra cultivable fueron in-dustrializadas o urbanizadas, y en algunoscasos sin haber siquiera abandonado laagricultura como la principal actividadeconómica local.

En los países industrializados, lamayor parte del suelo agrícola fue ocu-pado, efectivamente, por el modelo do-minante de producción y de organiza-ción social, dando lugar a «fábricasenormes a cielo abierto», dedicadas a laproducción agrícola intensiva y especia-lizadas normalmente en monocultivosde capital intensivo y de elevados consu-mos energéticos.

Estas «fábricas agrícolas» ocupan, porregla general, un pequeño número de tra-bajadores cualificados (asalariados o pro-pietarios) que residen en villas vecinas ydesde ahí se desplazan hasta el lugar detrabajo.

Esta situación presenta algún contras-te con aquella a la que yo llamaría una«zona rural específica». En ésta, la tierrano es más que un mero «lugar fabril» y ellorepresenta mucho más que la simple ideade «materia prima» en el proceso produc-tivo. En las zonas rurales tradicionales, latierra fue ocupada, arada, amoldada, dis-tribuida, etc., con el fin de poder dar res-puesta adecuada a una vasta gama de ne-cesidades humanas, lo que trasciende conmucho el simple dominio económico. Latierra, con sus características específica-mente multiculturales, con sus edificios ysu fauna autóctonos, existe en este casopara fortalecer la base existencial de la fa-milia que en ella reside:

• Es la parte integrante de la imagenque la familia tiene de sí misma yde su identidad histórica y social.

• Es también una fuente de bienestarmaterial (o incluso de empobreci-miento, como sucede con frecuen-cia).

• Es una «póliza de seguro» contra elhambre y la miseria.

En este contexto, la lógica que semueve detrás de las decisiones del día a díasobre la utilización de la tierra, ni siempreserá la más racional, en términos econó-micos, ni exclusivamente traducible entérminos monetarios.

Naturalmente, en la medida en que elmodelo dominante de acumulación de ca-pital y de concentración de recursos crecíay aceleraba sus ritmos en las décadas másrecientes, muchas de estas zonas rurales ymuchas de estas sociedades rurales ibansiendo engullidas por el progreso. A partirde ahí, el impacto resultante repercutió endos direcciones opuestas, en consonanciacon las distancias relativas de las zonas ru-rales en relación con los principales polosy ejes de crecimiento económico. O fue-ron «reajustadas» e integradas en el siste-ma dominante, o dejadas al margen demanera gradual y vaciadas de sus princi-pales recursos y capacidades humanas. Enuna palabra: asimilación o extinción.

La existencia y el futuro de zonas ru-rales genuinas (precisamente aquellas quefueron olvidadas y dejadas de lado, «en losextramuros» de los circuitos de crecimien-to) representan hoy una cuestión crucialpara nuestras sociedades y para la UniónEuropea. Estas «islas de irracionalidad»que consiguieron sobrevivir al holocaustorural provocado por la agricultura indus-trial de alta productividad (y altos costos),se enfrentan hoy al riesgo de extincióncon todos los graves efectos de orden per-sonal, social, económico, cultural e ideo-lógico que de ello pueden resultar. Al mis-mo tiempo, además, se encuentran en unaposición de desafío (incluso de posibili-dad), como bastiones de resistencia contrala tendencia común de masificación, de

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normalización y de unidimensionalidad;y también como laboratorios virtuales deexperiencias alternativas, de naturaleza so-cial y económica, capaces de asociar todaslas dimensiones humanas y sociales deldesarrollo.

No obstante, las zonas rurales de hoyno muestran, por regla general, las capaci-dades necesarias para la supervivencia, ymenos aún para el desarrollo:

• Son remotas, periféricas.• Las poblaciones, en general, están

muy dispersas.• Se ven debilitadas por pérdidas de-

mográficas agudas y la agriculturatradicional que aún se mantienehace ya mucho tiempo que dejó deser la base principal de subsistenciade las poblaciones locales.

Bajas inversiones de capital, métodosde producción de trabajo intensivo, divi-sión incipiente del trabajo, falta de espe-cialización, presiones sociales excesiva-mente igualitaristas, ausencia de espírituempresarial, cierto autoaislamiento, etc.,todos estos factores convergen en una si-tuación de colapso económico y social enel mundo de hoy.

Durante la sobreproducción agrícolaendémica en los países industrializados,¿qué razón podría haber para apoyar unaagricultura no rentable tal como aquellaque aún persiste en las zonas rurales? Y, noobstante, la agricultura tradicional, inclu-so sin llegar a ser suficiente, es aún absolu-tamente imprescindible para la preserva-ción del tejido social, de la identidadcultural, del equilibrio ecológico y de labelleza natural de las zonas rurales basadasen la pequeña explotación familiar autóc-tona. ¿Acaso existe un guión único y ex-clusivo para nuestro futuro que marqueuna producción en crecimiento continuoen las zonas integradas en el modelo urba-no-industrial, mientras se desertifican losvastos territorios restantes?

¿La economía contemporánea debepues afrontar y resolver el siguiente proble-ma: cómo compaginar la creciente riquezaproducida en los complejos urbano-indus-triales (que comporta la acumulación a losstocks existentes) con la riqueza que se pier-de con poblaciones que emigran y camposque se abandonan?

Recuérdese además que las áreas rura-les desempeñan, al menos, dos grandes ta-reas para beneficio de la sociedad en gene-ral: producción de alimentos y creación ymantenimiento de paisajes. De cara a laactual búsqueda de un ambiente más salu-dable (y más estético) y de un paisaje deelevada calidad, debería ser posible incluirlos costos sociales y ecológicos en los pre-cios de los productos agrícolas de masas,con el fin de apoyar el futuro de las zonasrurales de Europa.

Cualquiera que sea la política globaladoptada, las áreas rurales siempre ten-drán que saber impulsar proyectos dedesarrollo autocentrado, que funden co-munidades creativas, diversificadas, equi-libradas y viables, capaces de ganarse elderecho a ser apoyadas por la sociedad engeneral y que garanticen así que el bino-mio negativo «paternalismo-mentalidadde subvencionados» no se convierta en elelemento dominante. El futuro del mun-do rural depende pues, por un lado, de uncompromiso general por parte de la socie-dad global para preservar lo que queda deél hoy en día, dando un valor real a la cali-dad de su ambiente y al de sus productos ydiscriminando positivamente a su favor;por otro lado, con lo expuesto, dependede su propia capacidad para consolidarse,para organizarse y para luchar por la su-pervivencia y por la mejora de las condi-ciones, basándose en los recursos propios,tanto humanos como naturales. Este re-quisito, especialmente en comunidadeslocales donde los fuertes flujos migrato-rios las «desangraron» de sus elementosmás activos y emprendedores, implica en

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general una intervención de apoyo queproceda del exterior.

CONDICIONES DE TIPO SOFTWAREPARA EL DESARROLLO

Para poder asegurar el desarrollo de las zo-nas rurales en proceso de estancamiento,es preciso crear en su seno una fuerte diná-mica, capaz de fomentar una actitud co-lectiva e individual emprendedora y, almismo tiempo, de provocar, generar y di-versificar las actitudes en las organizacio-nes y en las tecnologías.

Este movimiento de dinamización exi-ge, por cierto, una fuerte participación lo-cal, y también un cambio radical en lasmentalidades. Exige también el surgimien-to de un proceso, apoyado localmente, ca-paz de movilizar a las poblaciones ruraleshacia proyectos de naturaleza social, cultu-ral y económica. Y será la naturaleza especí-fica de esos proyectos la que, a su vez, de-terminará la estructura, los contenidos ymétodos de los programas educativos y deformación que se implementan.

En efecto, sólo será posible hablar de unproceso de desarrollo si la dinámica genera-da puede crear o reforzar varios proyectoslocales, relativamente independientes unosde otros, pero todos ellos asociados en elmismo proceso de dinámica social y cultu-ral. Untcamente este tipo de movimiento—al multiplicar contactos creativos, al hacercircular información más rápidamente, alorganizar debates y profundizar en los co-nocimientos, al acometer iniciativas y reve-lar la necesidad de crear estructuras y de ad-quirirse nuevos saberes— puede transformargradualmente un proyecto de desarrollo lo-cal en un proceso colectivamente asumido yautosuficiente:

• Animación.• Proyectos localizados y de pequeña

escala (empresarios y emprendedo-res individuales y en grupo).

• Programas y estructuras de educa-ción y de formación.

• Investigación aplicada y comparti-da.

• Organización y movilización loca-les, capaces de llevar a cabo un Pro-yecto de Desarrollo Local emergen-te, ampliamente apoyado (empresacolectiva).

He aquí un itinerario (en el que las di-versas fases se procesan paralelamente yno en progresión lineal) que, apoyadoadecuadamente con recursos humanos ymateriales externos, puede llevar a las zo-nas rurales, hoy en declive, hacia el cami-no del desarrollo positivo, genuino y au-tosuficiente.

EL PAPEL EDUCATIVO DE LASAGENCIAS INTERMEDIAS

¿Cómo crear una «cultura de desarrollo»en zonas tan profundamente afectadaspor el aislamiento, la dependencia, la emi-gración, el envejecimiento, el conservadu-rismo y el desaliento?

En la gran mayoría de estas áreas,cualquier movimiento social para el cam-bio tendrá que ser introducido por fuerzasexternas. Existe, en general, una potencialocal —tanto humana como natural— parael desarrollo. Aún así, dada la ruptura deltejido rural que se dio en decenios recien-tes, el desarrollo endógeno (perdónese laparadoja) exige un «empujón» decisivoprocedente del exterior.

De hecho es esencial la participaciónde todos los implicados en el proceso dedesarrollo. Mas tal participación habrá deser introducida a través de un procesoeducativo, lento pero intenso.

Cualquier población rural, hoy endía, para poder participar plenamente enel proceso de su propio desarrollo, habráde superar antes de nada sus propios senti-mientos de desesperación y de impotencia

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e, incluso, complejos de inferioridad rela-tivos a su cultura tradicional.

Por eso, el trabajo de animación cul-tural y social es tan esencial cuando se pre-tende lanzar y apoyar un proceso de d-esa-rrollo rural:

• Elevando la autoestima colectiva.• Comprobando la capacidad local

para traducir ideas en proyectos.• Trabajando en equipo.• Relacionando objetivos con me-

dios.

Por ejemplo, una de las conclusionesmás importantes de los trabajos de inves-tigación realizados recientemente en zo-nas rurales de Bélgica e Irlanda, es el quelas áreas locales que sacan más provechode los incentivos económicos, tales comoel Programa ILE (Iniciativas Locales deEmpleo), son precisamente las que tienenuna experiencia más larga de animaciónsocial y cultural llevada a cabo por agenteslocales profesionales o personas cualifica-das y dispuestas.

El trabajo cultural (por ejemplo, lainstalación de un Museo Comunitario) yel trabajo social (por ejemplo, la creaciónde un Centro de Animación Infantil),acometidos bajo una forma participativa,son de hecho procedimientos muy váli-dos, en relación con el desarrollo local delas zonas rurales en riesgo de extinción. Elvalor económico de estas actividades deanimación debería, por consiguiente, sermejor comprendido y, siempre que fueraposible, avalado, para que puedan ser con-sideradas e integradas en las estrategias dedesarrollo a elaborar e implementar en laszonas rurales.

El agente (o agencia) catalizador deeste proceso será, generalmente, externo ala zona. Es pues, tarea de esa agencia inter-media la búsqueda de una coherencia gra-dual, y una cohesión de los diferentes pro-yectos. ¿De qué forma?:

• Provocando debates amplios y ex-tendiendo información.

• Concibiendo y generando progra-mas de educación y de formaciónpara los participantes en todas lasiniciativas.

• Promoviendo articulaciones entrelas actividades en curso.

• Y cuando se juzgue oportuno, apo-yando la creación de estructuras lo-cales participativas capaces de con-solidar el Proyecto de DesarrolloLocal.

Sólo cuando una parte significativa dela población local haya llegado al umbralde la «voluntad colectiva de cambio», seráposible pasar a la elaboración e implemen-tación de un Proyecto de Desarrollo Inte-grado. La dinámica local para el cambio,como iniciativa colectiva, resultará de lacapacidad de un grupo local influyente ca-paz de pensar y actuar dentro del marcode un proyecto común: sobrevivir y mejo-rar las condiciones locales de vida.

La perspectiva a largo plazo de unproyecto de desarrollo -local integrado—una etapa que se podrá alcanzar a travésde un trabajo permanente de animación yde lanzamiento y apoyo de iniciativasconcretas a pequeña escala— es la baseideal para ampliar y profundizar el nivelde participación de las poblaciones impli-cadas: a través de debates, exposiciones,reuniones informativas y tomas de deci-sión, etc. El proceso de interacción deberáprocurar una situación en la que el pro-yecto acaba por pertenecer a la poblaciónlocal, y el equipo externo de intervenciónno será más que otro participante, aunqueimportante. De este modo, en lugar deque la agencia sea la iniciadora de un pro-yecto para más adelante obtener la partici-pación de las poblaciones locales, la finali-dad de la intervención deberá ser la deldesarrollo conjunto y desde el principio,de agentes externos, técnicos y consulto-res, y de las poblaciones interesadas. La

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adopción de esta metodología implica au-tomáticamente que los universitarios, yotros especialistas implicados, habrán dedesempeñar durante largos períodos detiempo, el más variado abanico de posibi-lidades, muchas de las cuales no han de es-tar necesariamente ligadas, al menos deforma directa, con la enseñanza o la inves-tigación. Pero es una metodología de in-tervención socioeducativa de esta natura-leza la que podrá llevar a las áreas rurales aasumir activamente un Proyecto de Desa-rrollo Local.

En este contexto, la investigación par-ticipada significa un proceso cultural y so-cial conjunto, capaz de plantear perma-nentemente cuestiones derivadas del nivellocal de las necesidades. Estas cuestionesdeberán ser tratadas conjuntamente porparticipantes locales y por agentes exter-nos de cambio, de tal manera que la «bús-queda en común de respuestas» determineel contenido fundamental de los progra-mas de educación y de formación organi-zados para la zona como forma esencial deapoyo a cada uno de los proyectos localesen curso. Paralelamente con algunas sesio-nes formales de aprendizaje, estos proyec-tos conjuntos de investigación aplicada,que transforman a formadores y formadosen una «comunidad de investigación parala innovación en el medio rural», son unadimensión esencial en el proceso de desa-rrollo. Por otro lado, la investigacióncomo componente de este tipo de trabajose torna en actividad permanente, pues elencontrar una respuesta y el consecuentelanzamiento de una nueva iniciativa (quees la aplicación de la respuesta encontradapara las realidades locales) abrirán de in-mediato un nuevo campo de cuestiones yde búsquedas.

Y aquí una nota al margen, para sub-rayar que la asociación de saberes locales yde saberes exteriores, con vista a la elabo-ración de proyectos de apoyo que revitali-za las zonas rurales en declive, no es enmodo alguno un diálogo consensual...

Estamos seguros de que el desarrollo auto-suficiente de las zonas rurales, hoy enriesgo, deberá ser llevado a cabo por losque en ellas viven (los que han nacido allío las personas que un día determinaron vi-vir en el medio rural), y por tanto las op-ciones de desarrollo para estas zonas nodeberán nunca poner en discusión elmantenimiento de las poblaciones locales(como es el caso, en general, de ciertosparques naturales, reservas de caza, cam-pos de lolf, etc.). No obstante, como elequilibrio ecológico de estas zonas es cier-tamente el elemento más singular que hayque tomar en consideración, deberíamospreservarlo a toda costa, y ni los propiosresidentes podrán permitirse abordar pro-yectos que, a largo plazo, acaben destru-yendo la especificidad, la singularidad y elalto valor de su medio natural y cultural.

ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓNEDUCATIVA EN EL MEDIO RURAL

Cualquier modelo alternativo de desarro-llo para zonas rurales en declive debe ba-sarse en las culturas locales. Es un hechoque gran número de zonas periféricas po-seen aún un alto grado de identidad cultu-ral, incluso no completamente descaracte-rizadas por la masificación.

Estudios y monografías que adoptanmétodos de la Antropología Cultural soninstrumentos importantes para el trabajode intervención social en estas zonas. Laeducación y la formación, para ser parte in-tegrante del proceso de cambio, deberándesarrollarse según métodos que sepan in-tegrar la animación y la investigación parti-cipada. Un estudio pormenorizado de lacultura local o de la historia local, realizadoconjuntamente por residentes y por espe-cialistas —en los que se incluyan, además,momentos de presentación y debate públi-cos— es, efectivamente, un instrumento de-terminante para movilizar y motivar po-blaciones locales. Elevará la autoestima

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colectiva en relación al territorio, a la histo-ria y al patrimonio cultural. Al mismotiempo, esta iniciativa permitirá que las di-versas expresiones de la cultura local se ma-nifiesten de forma más objetiva, y se exte-rioricen como objeto de estudio. De estemodo, la propia cultura local se convierteen el blanco del análisis crítico por parte delos participantes. Es más, una crítica positi-va de la cultura local puede abrir las puertasa la clarificación de un futuro viable, en elque se identifiquen y conserven las mejorescaracterísticas de la tradición, pero inte-grando de manera creativa otras contribu-ciones modernas llegadas del exterior.

El punto de partida será siempre dife-rente de una zona con respecto de otra,pero el trabajo de animación es siempreinsustituible. En tanto en cuanto mantie-ne actividades de animación para la po-blación local en su conjunto, la agencia deintervención debe identificar los proyec-tos más viables localmente (en términosdel nivel de motivación que suscitará enlos participantes y de la durabilidad pro-bable), para elaborar a continuación, contodos los implicados, el plan adecuado deeducación y formación.

• -Cómo convertir una buena ideaen un proyecto viable?

• ¿Cuáles son los obstáculos, cuáleslos recursos, qué contexto global?

• ¿Cómo compatibilizar fines y me-dios?

• ¿Qué es lo que hay aprovechablelocalmente y qué lo que ha de sertraído de fuera?

• ¿Qué niveles relativos de depen-dencia y de autonomía son exigi-bles para las nuevas iniciativas?

• ¿Qué capacidades y competenciasson precisas?

Y existen aún cuestiones importantesde otra naturaleza:

• ¿Quién está dispuesto a asumirriesgos?

• ¿Cuáles son los riesgos probables?• ¿Cómo se trabaja en grupo?• Etc.

En la medida que se van definiendolos programas de educación y de forma-ción para cada proyecto local selecciona-do, serán llevados a la zona varios agentesdel exterior (técnicos, especialistas, profe-sores, etc.) sobre la base de las «recomen-daciones» de los servicios que habrán sidopreviamente especificados en conjuntopor la agencia de intervención y por losparticipantes. Esos agentes externos de-ben ser informados previamente sobre lasrealidades locales y las necesidades de losproyectos y de los respectivos participan-tes y, sobre todo, lo que se espera de su im-plicación como especialistas o personalcualificado. Este principio debe prevale-cer siempre, bien los formadores/consul-tores sean requeridos individualmente,bien sean instituciones bajo convenio: espreciso que sean las instancias localesquienes conduzcan el proceso.

El simple hecho de organizar momen-tos de confrontación positiva entre los re-presentantes de la comunidad local y loselementos de la sociedad masificada, entrela cultura tradicional y la modernidad, de-berá abrir camino para nuevas interrogan-tes de nivel cada más elevado y abierto.Estas cuestiones serán otras tantas pistaspara la investigación aplicada (por ejem-plo: podemos destacar la innovación querepresentó la instalación de colectores opaneles solares, de fácil montaje y bajocosto, como resultado de una petición co-lectiva hecha por pequeños agricultoresaustríacos asociados).

• Animación.• Investigación.• Innovación.• Educación/Formación.

Éstos son pues, los componentes desoftware necesarios para cualquier estrategia

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global de desarrollo local en el medio ruralen crisis.

EDUCACIÓN Y FORMACIÓN PARA ELMUNDO RURAL: PROCESOS,METODOLOGIAS, CONTENIDOS,INSTITUCIONES

Dado que la finalidad última de cualquierintervención en el medio rural debe sersiempre la de desactivar la capacidad desustentarse a sí mismo, únicamente en de-terminados momentos ha de adoptarseineludiblemente un abordaje de naturale-za socioeducativa. Las contribuciones detipo hardware son, sin duda, esenciales,pero deben ser traídas a la zona en funciónde los requisitos específicos de cata etapadel proceso, obedeciendo al ritmo im-puesto por la dinámica local. Por tanto,hay que enfatizar en el propio proceso, loque llevará automáticamente al programade desarrollo una dimensión educativa in-trínseca. Un proceso de tal forma que en-care siempre la movilización de las pobla-ciones locales hacia la comprensión de supasado y de su presente, y hacia la pers-pectiva de una gradual concreción de unfuturo viable y deseado. La prueba de quese adoptó un proceso de intervención co-rrecto será la eventual emergencia de unProyecto de Desarrollo Local, como resul-tado de una síntesis creadora en la que searticularán: todos los proyectos indivi-duales, el trabajo de animación, los pro-gramas de educación y de formación, losesfuerzos de tipo organizativo, las activi-dades de investigación aplicada, etc. Elproceso es, de este modo, la organizaciónde todo el trabajo realizado por la pobla-ción local (con la agencia mediadora) a finde crear y viabilizar iniciativas localespara, a continuación, integrarlas en unconjunto coherente de medidas, activida-des y estructuras, es decir, en el Proyectode Desarrollo Local. En el terreno delo deal, todos los programas de educación

y de formación no serán más que un com-ponente, aunque esencial, de esteProyecto.

Una dimensión básica en todo esteproceso es la capacidad emprendedora,bien bajo la forma de voluntad y capaci-dad colectivas para pensar y actuar entérminos de «proyecto», bien de compe-tencias y actitudes individuales impres-cindibles de los agentes locales de cambio.Y ello es algo que puede ser promovido yreforzado a través .de actividades de ani-mación y de organización, pero que puede—y debe— ser también objeto de programasespecíficos de educación y de formación.Esto puede llevarse adelante por medio desesiones informales organizadas para lapoblación local (sobre tomas de decisión,sobre la planificación de actividades dia-rias, sobre la programación de proyectosmás complejos, etc.). Y puede tambiénpromoverse la capacidad emprendedorapor medio de sesiones estructuradas, quetengan como destinatarios portadores deproyectos locales autarcas, miembros deasociaciones, cooperativas, empresas, etc.,o ganadores de concursos de ideas, porejemplo. Los centros de enseñanza en laregión deben también organizar cursos yactividades que susciten o refuercen la ca-pacidad emprendedora en los niños, enlos jóvenes, en los adultos.

La dimensión fundamental que estáen la base de la metodología adoptadapara intervenir en el medio rural en decli-ve es la de la participación. Desde ahí, losprincipales ejes del proceso arriba men-cionados (animación-investigación/in-novación-educación y formación), debe-rán convertirse en:

• Animación participada.• Investigación participada.• Educación y formación participadas.• Etc.

También aquí tendrá una importan-cia fundamental el trabajo de animación,

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el cual permitirá realizar este salto cualita-tivo.

El trabajo de animación, que debe rea-liwrse antes, durante y después del de edu-cación/formación, está hoy reconocido demanera general y fue asumido explícita-mente por las agencias mediadoras queoperan en el mundo rural. Es lo que se lla-ma en Francia el «pilotaje pedagógico», ex-presión dada a conocer por la ADEFPAT.Reconociéndose la animación como unafuerza motriz real dentro del proceso de de-sarrollo rural, hay que considerar la educa-ción y la formación —por muy fundamen-tales que sean— como «respuestas técnicas»que necesitan un ajuste permanente antelas necesidades locales, tanto las inmediatascomo las de larlo plazo. Siendo así, serásiempre necesario un período preliminarde investigación que permita la adecuaciónde las contribuciones educativas y de for-mación a las realidades específicas y a losproyectos en curso o previstos para la zonarural en cuestión.

En cuanto a la educación puede serrelevante, de cara a la finalidad última delproceso —el emerger de un Proyecto deDesarrollo Local—; la formación deberáser estructurada en consonancia a las ne-cesidades de cada proyecto particular. Elritmo de vida de cada uno de los proyectos(ya sean de naturaleza cultural, social oeconómica), las necesidades expresadaspor los participantes, las sugerencias he-chas por el equipo de intervención-ani-mación, todo ello son factores que debendesempeñar un papel determinante a lahora de elaborar tiempos y contenidos desesiones de formación o perfiles ideales deformadores. Los proyectos concretos—que servirán de base a los programas deformación— no deben ser aparentes, puesno servirían si no contemplaran iniciati-vas reales concebidas para dar respuesta alas necesidades personales y sociales de lazona rural. En el caso de proyectos que ge-neran beneficios o que crean empleo,debe preverse un período de forma-

ción-producción, simultáneamente conuna duración suficiente para ayudar a losparticipantes a constituir una empresaviable. También se debe adoptar en estepunto una pedagogía activa (aprender ha-ciendo): los participantes, o personas enproceso de formación, al aprender a crearuna nueva empresa deben asumir un fuer-te compromiso común desde el principio:a través de la gestión de un fondo finan-ciero común, tomando decisiones sobrestocks, productos, ventas, etc.

Para las zonas rurales con una necesi-dad vital de innovación, la educación y laformación deben asociarse a la investiga-ción. Y, en lo que respecta a la investiga-ción, pueden encontrarse dos facetas pa-ralelas en el proceso de desarrollo. Laprimera es resultado inmediato de las ini-ciativas en curso: investigación aplicada,que busca las respuestas científicas y técni-cas más adecuadas a las cuestiones perma-nentemente suscitadas como efecto direc-to del trabajo de animación. La segunda estambién de gran importancia: pretendeconvertir a la agencia mediadora en unamayor conocedora de la zona rural, de laspoblaciones, etc., y consiguientemente,mejor equipada para apoyar el nacimientodel Proyecto de Desarrollo Local.

La metodología aquí esbozada seopone claramente a una definición decontenidos de educación o de formaciónantes del lanzamiento de proyectos loca-les concretos y también rechaza interven-ciones por parte de personas e institucio-nes completamente ajenas al proceso dedesarrollo.

La definición de contenidos y la pla-nificación de programas de educación yde formación son actividades que debenconvertirse en parte integrante del proce-so global, debiendo ser consideradas, portanto, como el objeto de un proyecto es-pecífico de investigación-acción a llevar acabo por la agencia mediadora, de formaparticipada, durante las fases iniciales delproceso de intervención.

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Incluso si el problema de fondo de laszonas rurales en declive fuera el mismo entodas partes (cómo sobrevivir y desarro-llarse, integrando mercados más amplios yconservando/revalorizando los recursoendógenos), las posibles opciones localesson tan variadas que todos los dominiosdel conocimiento y de los saberes científi-cos y tecnológicos podrían ser moviliza-dos. Por consiguiente, una estrategia deeducación/formación en dos vías será lamás adecuada para estas zonas: un troncocomún de temas metodológicos básicos,tales como estudios locales, mejora de re-cursos, trabajo de animación, empresascolectivas, metodología de proyectos, etc.;y también aportaciones especializadas,muy diversas y por parte de especialistas einstituciones seleccionadas, que deberánreforzarlos «a la carta» en consonancia conlas opciones decididas en el lugar por losindividuos o grupos (Turismo y Hostele-ría, Agricultura, Silvicultura, Artes y Ofi-cios, Telecomunicaciones y otras NuevasTecnologías, Tecnología Propia, Bio-Inge-niería, Arquitectura Paisajística, etc.).Este segundo vector deberá además in-cluir módulos sobre gestión PYMES,Contabilidad, Fiscal idad, Creación deEmpresas, etc. Sesiones de formación mo-dulares deberán alternarse y verse acom-pañadas de las iniciativas en curso (tantoeconómicas como de otro tipo) y por con-sultorías periódicas.

La selección, el calendario y la mejorcombinación posible de las diversas apor-taciones de la educación y la formación(que podrán adoptar las más diversas for-mas, tales como, módulos educativos, ma-teriales de enseñanza a distancia, consul-torías, visitas de asistencia técnica,seminarios, exposiciones, etc.) debe serdeterminados conjuntamente por la agen-cia mediadora responsable del trabajo deanimación y por los participantes locales,en función de las necesidades específicasdel proceso.

Para el trabajo educativo en general,deben organizarse de forma extensiva cur-sos específicos relacionados con el presen-te y el futuro de las zonas rurales y destina-dos a todas las franjas de edad. Para esecaso las escuelas locales, y hasta los jardi-nes de infancia, deben ser movilizados.Los programas escolares formales debe-rían incluir temas y actividades de rele-vancia inmediata para el proceso de desa-rrollo local. Y lo mismo podríamos deciren cuanto a las actividades extracurricula-res. En lo relativo a las zonas rurales en cri-sis, en las que un factor estratégico sinduda es el «espíritu de iniciativa», la edu-cación formal debería adoptar programasespecíficos, basados en acontecimientosocasionales y en proyectos a largo plazo,con el fin de apoyar la revitalización deltejido social local y de promover en los jó-venes y en los niños el hábito de pensar yactuar en términos de proyectos planifica-dos. Escuelas-hacienda, Escuelas-empre-sa, y muchas otras modalidades de centroseducativos, técnicos y generales, basadosen proyectos, son soluciones ya experi-mentadas y testadas en algunas regiones(por ejemplo, los «Community Colleges»en Estados Unidos, los «Lycées Agricoles»franceses, las «Escuelas Granja» de Espa-ña, etc.).

Dado el extenso abanico de temas re-levantes para el desarrollo local y el eleva-do nivel técnico de muchos de ellos, ytambién las innumerables pistas existentespara la investigación aplicada, el estableci-miento de acciones de cooperación regu-lar entre zonas rurales y escuelas técnicas,politécnicos o universidades, es del mayorinterés para ambas partes.

El papel de las instituciones post-se-cundarias y de enseñanza superior —en es-trecha colaboración con la agencia media-dora y las estructuras formales— será el decubrir campos como la formación de for-madores, la organización directa de algu-nos módulos de educación/formación, lacreación y funcionamiento de bancos de

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datos, la realización de paquetes de ense-ñanza a distancia, etc.

Más allá de estas contribuciones, unamedida de gran potencial es la creación deuna unidad de investigación-acción, dedi-cada a las zonas rurales en crisis, en centrosde enseñanza superior localizados en regio-nes en las que subsisten tales situaciones.Las zonas rurales deberán incluso comple-tar estas articulaciones con el sistema for-mal de enseñanza a través de acuerdos decooperación con otras instituciones cultu-rales y de educación/formación, tales comoasociaciones o servicios de educación deadultos, asociaciones profesionales, centrosde formación profesional, escuelas de artesy oficios, asociaciones culturales, organiza-ciones ecologistas, etcétera.

Y ya un punto final para subrayar elhecho de que cada una de las zonas rura-les hoy en riesgo de extinción no repre-

sentan más que una minúscula parcela detierra y de población, dentro del contex-to nacional e incluso regional. En térmi-nos de rendimiento, de poder de presiónpolítica, etc., no tiene significado si lasconsideramos individualmente. Por tan-to, es vital para estas zonas la creación deredes nacionales y transnacionales. Y unode los resultados importantes de una redinternacional de esa naturaleza podría serla creación de un Instituto Europeo parael Desarrollo de las Zonas Rurales enRiesgo capaz de realizar trabajos de in-vestigación de interés para estas áreas, degenerar documentación y manuales parael desarrollo local, de dispensar forma-ción de nivel superior a los agentes de apie y a los investigadores, de organizar vi-sitas de estudio e intercambio, etc.

(Traducción: Rogelio Ordóñez Blanco)

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