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Efectos de un programa de actividad física basado en los avances tecnológicos: los entornos virtuales motrices como promotores de salud
María José Gomis Gomis
1
DEPARTAMENTO DE DIDÁCTICA GENERAL Y
DIDÁCTICAS ESPECÍFICAS
FACULTAD DE EDUCACIÓN
EFECTOS DE UN PROGRAMA DE ACTIVIDAD
FÍSICA BASADO EN LOS AVANCES TECNOLÓGICOS:
LOS ENTORNOS VIRTUALES MOTRICES COMO
PROMOTORES DE SALUD
María José Gomis Gomis
Tesis presentada para aspirar al grado de
DOCTORA POR LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE
Programa de Doctorado en Investigación Educativa
Dirigida por:
José Antonio Pérez Turpin
2
3
ÍNDICE
Índice de tablas………………………………………………………………………….5
Índice de figuras……………………………………………………………………...….7
Resumen………………………………………………………………………………....9
Abstract………………………………………………………………………………....11
1. Marco teórico………………………………………………………………………...13
1.1. Sedentarismo y sobrepeso………………………………………………….14
1.2. Actividad física…………………………………………………………….21
1.3 Nutrición……………………………………………………………………26
1.4. Factores psicológicos…………………………………………………...….29
1.5. Entornos virtuales motrices………………………………………………..32
2. Justificación y objetivos……………………………………………………………..35
2.1. Objetivo general…………………………………………………………....35
2.2. Objetivos específicos……………………………………………………....35
3. Metodología………………………………………………………………………….37
3.1. Muestra…………………………………………………………………....37
3.2. Diseño…………………………………………………………………..….38
3.3. Instrumentos………………………………………………………………..38
3.3.1. Medidas antropométricas………………………………………...39
3.3.2. Tiempo de uso de pantalla…………………………………….…40
3.3.3. Tipo de desplazamiento al colegio…………………………...…..41
3.3.4. Adherencia a la dieta mediterránea………………………………41
4
3.3.5. Imagen corporal………………………………………………….42
3.3.6. Material del programa de entrenamiento………………………...43
3.4. Procedimiento………………………………………………...……………44
3.5. Análisis estadístico………………………………………………………...46
4. Resultados…………………………………………………………………………....47
5. Discusión…………………………………………………………….………………73
5.1. Mejora de la salud y calidad de vida……………………………………….73
5.2. Valoración antropométrica………………………………………….……..75
5.3. Análisis del tiempo de uso de pantalla……………………………………..78
5.4. Efecto del tipo de desplazamiento al colegio……………………...……….80
5.5. Los factores psicológicos a través de la imagen corporal………….………82
5.6. Análisis nutricional………………………………………………………...84
5.7. Aplicación del programa de intervención………………………………….88
6. Conclusiones………………………………………………………………………....91
7. Limitaciones y propuestas de mejora………………………………………………..95
8. Líneas de futuro……………………………………………………………………...97
9. Implicaciones educativas…………………………………………………….………99
10. Referencias……………………………………………………………….…….....101
ANEXOS………………………………………………………………………...……119
ANEXO I. Cuestionario…………………………………………………….…119
ANEXO II. Siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983)…………....121
ANEXO III. Consentimiento informado……………………………….……..123
5
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla 1. Estadísticos Pre-test………………………………………………………...…48
Tabla 2. Estadísticos Post-test………………………………………………………….48
Tabla 3. Comparación de medias según el grupo en Pre-test y Post-test……………....48
Tabla 4. Frecuencias Pre-test………………………………………………………..….51
Tabla 5. Frecuencias Post-test………………………………………………………….51
Tabla 6. Frecuencias según el género…………………………………………..………57
Tabla 7. Comparación de la media de las variables por género………………………..59
Tabla 8. Frecuencias Pre-test por género de la variable Tiempo de uso de pantalla.......64
Tabla 9. Frecuencias Post-test por género de la variable Tiempo de uso de pantalla….64
Tabla 10. Frecuencias Pre-test según el género de la variable Tipo de desplazamiento al
colegio……………………………………………………………………….…………66
Tabla 11. Frecuencias Post-test según el género de la variable Tipo de desplazamiento al
colegio………………………………………………………………………………….66
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ÍNDICE DE FIGURAS
Figura 1. Representación de las medias del IMC…………………………...………….49
Figura 2. Representación de las medias del Perímetro de la cintura…………………...49
Figura 3. Representación de las medias de la Adherencia a la Dieta Mediterránea……50
Figura 4. Representación de las medias de la Imagen Corporal………………………..50
Figura 5. Porcentaje de desplazamiento activo al colegio……………………………...52
Figura 6. Porcentaje de desplazamiento pasivo al colegio……………………………..52
Figura 7. Distribución de frecuencias del IMC………………………………………...53
Figura 8. Distribución de frecuencias del Perímetro de la cintura……………………..54
Figura 9. Distribución de frecuencias de la Adherencia a la dieta mediterránea……....55
Figura 10. Distribución de frecuencias de la Imagen corporal……………………...….56
Figura 11. Distribución del género en la muestra de estudio…………………………..57
Figura 12. Distribución del género en el Grupo Control……………………………….58
Figura 13. Distribución del género en el Grupo Experimental………………………....58
Figura 14. Representación de las medias del IMC género femenino…………………..60
Figura 15. Representación de las medias del IMC género masculino…………….……60
Figura 16. Representación de medias del Perímetro de la cintura género femenino…...61
Figura 17. Representación de medias del perímetro de la cintura género masculino…..61
Figura 18. Representación de las medias de la Adherencia a la dieta mediterránea género
femenino………………………………………………………………………………..62
Figura 19. Representación de las medias de la Adherencia a la dieta mediterránea género
masculino……………………………………………………………………………….62
Figura 20. Representación de las medias de la Imagen corporal género femenino…….63
8
Figura 21. Representación de las medias de la Imagen corporal género masculino……..63
Figura 22. Porcentaje del Tiempo de uso de pantalla género femenino…………….….65
Figura 23. Porcentaje del Tiempo de uso de pantalla género masculino…………...….65
Figura 24. Porcentaje del tipo de desplazamiento al colegio género femenino………..67
Figura 25. Porcentaje del tipo de desplazamiento al colegio género masculino…….…67
Figura 26. Diagrama radial comparativo de variables para el Grupo Control………....68
Figura 27. Diagrama radial comparativo de variables para el Grupo Experimental…...68
Figura 28. Composición de la dieta según macronutrientes subgrupo IMC por debajo de
la media………………………………………………………………………………....69
Figura 29. Composición de la dieta según macronutrientes……………………..……..70
Figura 30. Distribución de la ingesta de fibra según grupos de alimentos…………..…70
Figura 31. Índice de Alimentación Saludable en el grupo experimental según
R24...……………………………………………………………………………………72
9
RESUMEN
La finalidad de este trabajo es analizar la mejora en la salud y calidad de vida de los
niños/as y jóvenes detectados con sedentarismo y/o sobrepeso, mediante la aplicación de
un programa de entrenamiento basado en los entornos virtuales motrices. En el estudio
participaron un total de 359 niños y niñas de entre 3 y 12 años pertenecientes a cuatro
centros escolares, de los que se seleccionaron 20 niños de entre 5 y 12 años, para formar
dos grupos de 10 niños/as cada uno. El grupo experimental llevó a cabo el programa de
entrenamiento, junto a pautas nutricionales, mientras que el grupo control no tuvo
ninguna intervención. Las variables analizadas fueron el IMC y perímetro de la cintura,
mediante mediciones antropométricas, el tiempo de uso de pantalla, el tipo de
desplazamiento al colegio y el nivel de adherencia a la dieta mediterránea, medidos
mediante cuestionario, y la imagen corporal, evaluado a través de las siluetas. Para
complementar la investigación, se efectuaron valoraciones nutricionales iniciales y
finales al grupo experimental. Se analizaron los estadísticos descriptivos para todas las
variables, calculando para las variables cuantitativas la media, mediana y desviación
típica; porcentajes y frecuencias para las variables cualitativas. Los resultados obtenidos
pueden indicar que un programa de intervención motriz basado en los entornos virtuales
motrices contribuye a promover la salud de los escolares con rasgos de sedentarismo y/o
sobrepeso.
10
11
ABSTRACT
The purpose of this study is to analyze the improvement in health and quality of
life of children and young people detected with sedentary lifestyle and / or overweight,
through the application of a training program based on exer-games. The study involved a
total of 359 children between 3 and 12 years old from four schools, of which 20 children
between 5 and 12 years old were selected, to form two groups of 10 children each. The
experimental group carried out the training program, with nutritional guidelines, while
the control group did not have any intervention. The analyzed variables were the BMI
and waist circumference, with anthropometric measurements, screen time, commuting to
school and the level of adherence to the Mediterranean diet, measured by a questionnaire,
and the corporal image, evaluated with silhouettes. To complement the research, initial
and final nutritional assessments were made to the experimental group. Descriptive
statistics were analyzed for all variables, calculating the mean, median and standard
deviation for quantitative variables; percentages and frequencies for qualitative variables.
The results obtained may indicate that a motor intervention program based on exer-games
contributes to promoting the health of schoolchildren with features of sedentary lifestyle
and / or overweight.
12
13
1. MARCO TEÓRICO
Desde el principio de la humanidad, con la ganadería y la agricultura, más tarde
también a partir de la Revolución Industrial, fue aumentando de forma determinante la
población humana y las especies animales a su servicio, contribuyendo a la extinción de
otras especies sin utilidad humana y a la creciente acumulación de residuos y desechos a
nivel mundial (Bar-On et al., 2018). En este sentido, la contaminación provocada por la
población humana en aumento está empeorando cada vez más el calentamiento global del
planeta, con futuros efectos retroactivos en el aumento de la temperatura y ascenso del
nivel del mar; son necesarias medidas de urgencia para cambiar los comportamientos,
transformar los valores sociales, generalizar nuevos usos energéticos y tecnológicos, a
través de acuerdos entre los gobiernos (Steffen et al., 2018). La acumulación de los
residuos humanos está alcanzando tal magnitud que se ha formado la denominada isla de
plástico en el océano Pacífico en creciente aumento, entre California y Hawai, ejemplo
del incremento incontrolado de la contaminación plástica en los mares (Lebreton et al.,
2018).
El calentamiento global está provocando en los mares la muerte de los corales,
afectando al 29% de los 3863 arrecifes de coral más importantes, lo que influye de forma
notable en los ciclones y otras catástrofes naturales (Hughes et al., 2018), catástrofes que
conllevan además enormes impactos económicos, de infraestructura, de servicios de
medicina y de salud; con difícil cuantificación de las muertes provocadas (Kishore et al,
2018).
Respecto al riesgo de mortalidad, así como de enfermedad cardiovascular y
diabetes, la actividad física está relacionada con su reducción; la duración y frecuencia
de la actividad física puede tener asimismo efecto en la mejora de la salud mental
(Chekroud et al., 2018). Como apoyo a la actividad física, la elección de una dieta
saludable es aconsejable; es en este sentido que Seidelmann et al. (2018) consideran la
importancia de los hidratos de carbono en la dieta, dado que una menor ingesta de éstos
tiene efectos en el organismo; si los hidratos de carbono se sustituyen por grasas y
proteínas de origen animal, existe relación con una mayor mortalidad; si se sustituyen por
proteinas y grasas vegetales, el riesgo de mortalidad es menor. Siguiendo en la misma
línea de análisis, el alcohol está asociado con el riesgo de muerte y discapacidad; aunque
en dosis moderadas se ha considerado que puede proteger de determinadas enfermedades,
14
en el estudio llevado a cabo por Griswold et al. (2018), con datos procedentes de 1990 a
2016 en 195 países, el alcohol está relacionado con el riesgo de muerte, discapacidad y
cáncer, siendo aconsejable el nivel cero de consumo. En cuanto al tratamiento del cáncer,
en la actualidad, Johnson et al. (2018) han llevado a cabo una investigación para
comprobar el efecto de las terapias alternativas, concluyendo que dichas terapias tienen
un mayor riesgo de cáncer, además aumentado al rechazar las terapias de tratamiento
convencional. Asimismo, debemos considerar según Vosoughi et al. (2018) que las
noticias falsas y las mentiras sobre ciencia, desastres naturales, terrorismo y finanzas se
propagan más rápidamente que las noticias verdaderas, lo que puede llegar a influir en la
salud de las personas y a nivel social, político y económico.
A partir de esta revisión del presente de la situación de la humanidad,
consideramos centrar nuestra atención en la importancia de la inactividad física de las
sociedades desarrolladas actuales, que constituye un serio problema debido a sus
repercusiones negativas (enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo II, etc.)
sobre el bienestar y la salud pública (Sallis & Owen, 1999; Hernández et al., 2003). El
sedentarismo preocupa especialmente en los sectores más jóvenes de la población, pues
niños/as y adolescentes se encuentran en una etapa fundamental para la adquisición de
hábitos de vida saludables y activos, del mismo modo que pueden ser los protagonistas
de un cambio futuro hacia una sociedad más activa. Por este motivo, responsables y
expertos de distintos países en materia de salud consideran un objetivo prioritario de salud
pública la promoción de la actividad física en los jóvenes (Welk et al., 2006).
La motivación de este estudio se basa en la preocupante situación del estado de
sedentarismo y sobrepeso en los niños/as y jóvenes españoles, unido al enorme tiempo de
utilización de ordenadores, teléfonos móviles y videojuegos, tal como alerta el informe
sobre actividad física en niños y en jóvenes de España (2016) publicado por la Alianza
Global sobre Actividad Saludable en niños.
1.1. Sedentarismo y sobrepeso
Tres son las principales referencias internacionales que debemos considerar a la
hora de abordar e identificar el problema del sedentarismo y el sobrepeso, en concreto en
los niños/as y jóvenes (López-Sánchez et al., 2019). En primer lugar, la Organización
15
Mundial de la Salud (OMS), la International Obesity TaskForce (IOTF) y además la Child
Growth Foundation (CGF).
El sedentarismo se puede definir como quellos comportamientos que conllevan
un gasto energético menor o igual a 1.5 METS, siendo un MET la energía consumida en
estado de reposo; los comportamientos sedentarios se caracterizan por permanecer
mayoritariamente en posiciónd de sentado o acostado (The Sedentary Behaviour and
Obesity Expert Working Group, 2010; Sedentary Behaviour Research Network, 2012;
cit. in Solomon-Moore et al., 2017)
Para la definición del sobrepeso y la obesidad, la OMS (World Health
Organization, 2019) lo relaciona con una acumulación anormal o excesiva de grasa que
trae aparejados problemas asociados a la salud. Se utiliza el índice de masa corporal
(IMC) para su medición, apoyado en la población infantil para su mejor interpretación
mediante el establecimiento de unos patrones de crecimiento a través de percentiles
respecto a la edad y el género.
Sánchez-López et al. (2017; cit. in Sánchez-López, 2017) consideran que el IMC
es la medida más útil para medir el sobrepeso y la obesidad. En un estudio llevado a cabo
por Niederer et al. (2012), comprobaron cómo los niños/as con sobrepeso tenían peores
resultados en condición aeróbica, agilidad y equilibrio dinámico, relacionado con la
medida de su IMC. El IMC infantil fue asimismo utilizado por Börnhorst et al. (2016)
para relacionarlo con el riesgo metabólico, concluyendo que el IMC sobre todo hasta los
6 años está significativamente relacionado con el riesgo metabólico. Alonso et al. (2014)
corroboraron usando el IMC la relación entre composición corporal, nivel de sobrepeso
y obesidad, así como de actividad física y frecuencia de consumo de alimentos. Cattelino
et al. (2015), por su parte, utilizaron el IMC para indicar cómo los niños con sobrepeso
pueden subestimar su peso, importante para desarrollar las intervenciones para la mejora
de la calidad de vida y salud; intervenciones que pueden llevarse a cabo desde el entorno
escolar, promoviendo mejores hábitos en nutrición y actividad física como impulsar áreas
de juego, promover actividades durante los descansos o impartir las asignaturas al aire
libre e incluso fuera del centro escolar (Wijnhoven et al. 2014).
El IMC se utiliza, por tanto, como indicador del nivel de sobrepeso y obesidad,
también resulta aconsejable medir la distribución del tejido graso en la región abdominal
16
al estar relacionado con el riesgo de enfermedad cardiovascular, la diabetes y algunos
tipos de cáncer (Curilem-Gatica et al., 2016). En este sentido, la circunferencia o
perímetro de la cintura se puede usar como indicador del sobrepeso y obesidad, en
concreto como medidor del exceso de grasa abdominal (Bacopoulou et al., 2015;
Curilem-Gatica et al., 2016; Dobashi et al., 2017). El estudio IDEFICS (2014) determinó
valores de referencia y de corte para la circunferencia de la cintura (Nagy et al., 2014; cit.
in Aristizabal et a., 2015).
Según datos de la OMS (World Health Organization, 2019), los niños con
obesidad o sobrepeso de entre 5 años o menos han aumentado a nivel mundial de 32
millones en 1990 a 41 en 2016, lo que podría provocar si sigue esta tendencia que en 2025
haya unos 70 millones de niños obesos o con sobrepeso en el planeta. El número de
niños/as y jóvenes obesos en el mundo, de entre 5 y 19 años, en 2016 se estima en 124
millones, cifra que ha aumentado de forma alarmante respecto a 1975, con un número de
niños/as obesos de 11 millones, según un estudio realizado por NCD Risk Factor
Collaboration (2017) y publicado en la revista The Lancet; datos preocupantes que si no
se toman medidas adecuadas puede conllevar a que en 2022 el nivel de obesidad infantil
a nivel mundial supere a la gran problemática de peso moderado y grave. De acuerdo con
este estudio, en las islas del Pacífico encontramos la mayor prevalencia mundial de
obesidad en niños/as de 5 a 9 años, siendo el porcentaje más alto de un 36.1% en Narau.
Respecto a los países europeos, Grecia e Italia se consideran los dos países con mayor
nivel de obesidad, respecto al listado mundial, con un porcentaje cercano al 18% de
obesidad infantil en ambos casos; España ocupa la posición 52, presentando una cifra de
14.9%. Por otra parte, Suecia, Estonia y Bélgica con un porcentaje que no supera el 9%
son los países con menor índice de obesidad infantil europeo. Es por tanto que se
considera que en los países de niveles altos de ingresos parece que se estanca la tendencia
creciente del IMC, aumentando en determinadas partes de Asia, manteniéndose el
sobrepeso y la obesidad infantil en un nivel alto en los países del sur de Europa ((López-
Sánchez et al., 2019; Ahrens et al., 2014; Varela-Moreiras et al., 2013, Wijnhoven et al.,
2014).
La OMS promovió la iniciativa COSI (Childhood Obesity Surveillance Initiative)
a través de la Oficina Regional para Europa, con la finalidad de unificar los criterios
nacionales a nivel europeo a la hora de clasificar el sobrepeso y la obesidad. España se
17
une a esta iniciativa mediante la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria
y Nutrición (AECOSAN), con el Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación,
Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad, conocido como el estudio Aladino
(AECOSAN, 2016). La iniciativa COSI permite comparaciones entre los países
miembros, midiendo peso y altura de los niños/as para poder llevar a cabo protocolos de
intervención (Wijnhoven et al., 2014).
Gracias al estudio Aladino 2015, siguiendo los criterios de la OMS, sabemos que
la prevalencia de sobrepeso es del 23.2% (22.4% en iños y 23.9% en niñas) y la
prevalencia de obesidad de 18.1% (20.4% en niños y 15.8% en niñas), en niños/as de 6 a
9 años de todas las Comunidades Autónomas y ciudades autonómicas españolas, edades
en las que es posible intervenir para la prevención de la obesidad y el sobrepeso.
En la Encuesta Nacional de Salud de España (ENSE, 2017) realizada por el
Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social (MSCBS) en 2017, el sobrepeso
infantil y juvenil ha alcanzado una cifra cercana al 17% en niños de entre 2 y 17 años,
mientras que el nivel de obesidad se sitúa sobre el 9%; en concreto, entre los 2 y 4 años,
el 10% de los niños/as presentan sobrepeso y casi el 17% obesidad.
El sobrepeso y la obesidad han aumentado de forma alarmante desde 1990, por lo
que es necesario la prevención desde la infancia (Onis et al., 2010). Los niños/as con
sobrepeso u obesos suelen llegar a ser obesos en la edad adulta, por lo que conviene
prevenir la obesidad y el sobrepeso en estas edades y evitar de este modo las
enfermedades asociadas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares (World
Health Organization, 2019; Dobashi.et al., 2017). La relación del sobrepeso y obesidad
con las enfermedades cardiovasculares es estudiada por numerosos autores, como es el
caso de Ortega et al. (2016) o Bellisimo & Akhavan (2015) que nos indican cómo el nivel
de exceso de peso contribuye de forma directa y proporcional a la enfermedad
cardiovascular, también se incluye como consecuencia la mortalidad prematura en
adultos (De Ruiter et al., 2017; Fan et al., 2013; Eckel et al., 2016; Umer et al., 2017;
Zapico et al., 2010), coincidiendo con Onis et al. (2010) y Abdullah et al (2011) que nos
indican cómo a mayor número de años con obesidad se tiene mayor riesgo de mortalidad,
y cómo existen factores de riesgo en adultos de desarrollar enfermedades
cardiovasculares con su origen en la infancia, como es la presión arterial alta, el perfil de
lípidos deficiente, tolerancia a la glucosa alterada o el síndrome metabólico, factores
18
todos ellos que se aumentan con exceso de peso infantil. De todas formas, no queda claro
si la obesidad infantil influye de forma negativa en los factores de riesgo de enfermedad
cardiovascular en adultos o si dicho riesgo viene determinado porque los niños/as obesos
siguen siendo obesos en al edad adulta aumentando indirectamente dicho riesgo
(Freedman et al., 2004; Nadeau et al., 2011; cit. in Umer et al, 2017).
El exceso de peso en la infancia tiene consecuencias a lo largo de la vida; en la
actualidad los factores ambientales tienen mayor influencia que los factores genéticos en
el aumento del sobrepeso y la obesidad infantil en niños/as y jóvenes en España (Zapico
et al., 2010). Incluso podemos hablar de porcentajes en los que el sobrepeso y la obesidad
pueden contribuir a desarrollar parte de las enfermedades crónicas que venimos tratando;
en concreto, se considera que a nivel europeo el sobrepeso y la obesidad está en relación
con el 80% de los casos de obesidad tipo II en la edad adulta, el 35% de la cardiopatía
isquémica y el 55% de hipertensión arterial (European Environment and Health
Information System, 2007; cit. in Manonelles-Marqueta et al., 2008).
El comportamiento sedentario, el tipo de alimentación con bajo consumo de frutas
y verduras, un bajo nivel de actividad física son los principales factores asociados que
conlleva el sobrepeso y la obesidad (Santaliestra-Pasías et al., 2015). Como causas
fundamentales del sobrepeso y la obesidad, encontramos el cambio en la alimentación
mundial hacia alimentos compuestos en su mayoría de grasas y azúcares, con gran aporte
de calorías y con una mínima aportación de vitaminas, minerales y micronutrientes
saludables; así como la escasa actividad física y el sedentarismo asociado a la recreación
que caracteriza las sociedades actuales, junto al cambio en el tipo de transporte (Sánchez-
López et al., 2017; cit. in Sánchez-López, 2017; World Health Organization, 2019;
Aguilar-Cordero et al., 2014; Ferrari et al., 2012). Destacamos igualmente el creciente
tiempo de uso de pantalla a través de la televisión, videojuegos, tablets… junto con la
disminución de horas de sueño asociado a estos hábitos, acrecentado en las familias con
bajos niveles de ingresos económicos y bajo nivel educativo (AECOSAN, 2016; Varela-
Moreiras et al., 2013; Ahrens et al., 2014). The International Obesity TaskForce (IOTF,
2019), asocia además a la obesidad problemas musculoesqueléticos, problemas de piel e
infertilidad, dificultades respiratorias, mayor riesgo de muerte prematura y determinados
tipos de cáncer; además de hipertensión y colesterol. Asimismo, identifica la importancia
de las consecuencias psicológicas en las personas obesas, como la baja autoestima,
19
ansiedad y depresión. Destacamos en este sentido la influencia del sobrepeso y la
obesidad sobre la imagen corporal y la socialización (Varela-Moreiras et al., 2013), se
recalca también el costo que supone la obesidad para los sistemas nacionales de salud. En
este sentido, en las sociedades avanzadas actuales, el estilo de vida influye en gran medida
sobre el estado de salud, lo que puede condicionar cambios en la expresión genética,
inflamación, estrés oxidativo y disfunción metabólica. El estilo de vida puede condicionar
la enfermedad coronaria, los accidentes vasculares cerebrales, hipertensión, obesidad,
diabetes, osteoporosis, entre otros (Mora-Ripoll, 2012; Varela-Moreiras et al., 2013). Por
tanto, el sobrepeso y la obesidad infantil provocan problemas a corto y largo plazo
(Kramer et al.,2013), a nivel físico, psicosocial y socioeconómico (Olds et al., 2011).
El estilo de vida sedentario infantil, es decir, estar sentado o acostado como
postura predominante, es preocupante sobre todo en el sur de Europa, donde los niños/as
han dejado de jugar en las calles o de desplazarse a pie o en bicicleta al colegio, dada la
potencial inseguridad que conlleva, junto a un incremento de las actividades que suponen
un bajo nivel de energía con las consolas, videojuegos, Internet, etc. Por tanto, el
comportamiento sedentario lo encontramos en el entorno escolar, en el transporte y en el
tiempo libre. El sedentarismo está relacionado con una peor condición cardiorrespiratoria
(Varela-Moreiras et al., 2013).
El problema para la salud pública que supone el sobrepeso y la obesidad infantil
en Europa está siendo considerada una epidemia (Van Stralen et al., 2012; Wang &
Lobstein, 2006; cit. in De Ruiter et al., 2017; Manonelles-Marqueta et al., 2008), también
a nivel mundial (Aristizabal et al., 2015; Ferrari et al., 2012) es importante dar prioridad
a la prevención en las primeras edades de la vida del exceso de peso, evitando los
problemas asociados a corto y largo plazo (De Ruiter et al., 2017; Dobashi et al., 2017).
La prevención y tratamiento infantil del exceso de peso tiene una posición importante en
evitar la morbilidad y mortalidad en los adultos, prevención que debe conllevar un cambio
y mejora en el estilo de vida infantil (Martínez-Álvarez et al., 2013).
En la sociedad actual, en la que los niños/as son denominados “nativos digitales”,
han nacido inmersos en un mundo dominado por la pantalla, ya sea la pantalla del
ordenador, móvil, tablet o televisión; es ese uso de la pantalla, medido a través del tiempo
de uso de pantalla lo que cada vez mayor número de investigadores diagnostican como
factor relacionado con el sobrepeso y la obesidad, causante de problemas de salud
20
asociados, cuanto mayores sean los niveles de tiempo de pantalla, tal como nos indican
Stiglic & Viner (2019). Este estudio de reciente publicación evidencia además la relación
entre el tiempo de uso de pantalla y una mayor ingesta de alimentos poco saludables y,
por tanto, una peor calidad de vida; además de peor autoestima, peor salud psicosocial,
síndrome metabólico y peor condición respiratoria. En este sentido, Klesges et al. (1993)
ya confirmó que la tasa metabólica (gasto energético en reposo) se reduce con el tiempo
de televisión, afectando por tanto al sobrepeso y obesidad; Domingues-Monatari et al.
(2017) nos recuerdan que el tiempo de pantalla en la actualidad se ha ampliado a
numerosos instrumentos digitales a los que cada vez acceden con mayor facilidad niños/as
más pequeños, aunque la televisión siga siendo la pantalla predominante en la infancia
(Domingues-Monatari et al., 2017; Reid-Chassiakos et al., 2016). La asociación entre
obesidad y riesgo cardiovascular respecto al tiempo de uso de pantalla, se da desde la
primera infancia (Bel-Serrat et al., cit. in Reid-Chassiakos et al., 2016), ya en la edad
preescolar lleva a aumentos en el IMC con futuras repercusiones (Cox et al., cit. in Reid-
Chassiakos et al., 2016). LeBlanc et al. (2012) realizó un estudio en niños preescolares
entre 0 y 4 años, concluyendo de la misma manera una relación directa entre los
comportamientos sedentarios delante del televisor y mayor adiposidad y baja salud
psicosocial. En 1970, a los cuatro años empezaban los niños/as a ver la televisión; en la
actualidad, los niños/as comienzan a usar los instrumentos digitales a los 4 meses de edad
(Reid-Chassiakos et al., 2016).
Dada la importancia del tiempo de uso de pantalla, es necesaria una acción política
para limitar la exposición de los niños/as, por lo que ya existen organismos expertos que
han realizado una serie de recomendaciones para limitar el tiempo de pantalla. La
Academia Americana de Pediatría en 2016 indicó la importancia de limitar el tiempo de
pantalla a una hora diaria en niños de 2 a 5 años, siendo necesario una limitación por parte
de los padres y madres para niños a partir de los 6 años, también la Canadian Pediatric
Society en 2017 prescribió medidas similares (Reid et al., 2016, cit. in Stiglic & Viner,
2019). Estar delante del televisor más de dos horas al día se asoció con una peor
composición corporal, medida a través del IMC, y menor autoestima en el estudio
realizado por Tremblay et al. (2011) con niños/as y jóvenes entre 5 y 17 años; sabiendo,
por el contrario, que es necesario un uso moderado de los medios digitales como
herramienta social, de aprendizaje y de conocimiento (Przybylski et al., 2017, cit. in
Stiglic & Viner, 2019; Reid-Chassiakos et al., 2016). Las consecuencias de los medios
21
digitales son multifactoriales y están en función del tipo de medio, el uso, la cantidad de
uso y las características de cada niño/a; aún así, los padres y madres deben asumir su
papel regulador en el uso de las herramientas tecnológicas por parte de sus hijos/as, para
ayudarles a realizar también otro tipo de actividades (Reid-Chassiakos et al., 2016). La
relación entre el comportamiento sedentario infantil y los indicadores de salud biomédica
dependen del tipo de comportamiento sedentario (televisión, ordenador, juegos, etc.) y su
tiempo de duración (Van Ekris et al., 2016; Carson et al., 2016).
El tiempo de uso de pantalla también se asocia con unos patrones nutricionales
inadecuados en niños y adolescentes, tanto en medios publicitarios como al usar
tecnología carente de publicidad. El hecho de estar frente a una pantalla conlleva mayor
distracción, interrupción de la regulación fisiológica de los alimentos y aumento de la
ingesta de comida (Marsh et al., 2013).
Tal como nos indican Straker et al. (2018), los profesionales de la medicina,
pediatras, educadores y otros profesionales deben asesorar a las familias en el uso más
apropiado de los dispositivos digitales. Sugieren cinco pautas para asesorar a las familias
en el uso infantil de la tecnología: evidencia acerca de la importancia del uso tecnológico
en el contexto, modelo paternal del uso de los medios digitales para los niños/as, discernir
el tipo, contenido y tiempo adecuado en el uso de tecnología digital y, por último, que el
uso de la tecnología digital en los niños/as esté separado de los momentos de ocio, es
decir, que los niños/as usen esa tecnología cuando implique actividad física o promueva
el aprendizaje y el conocimiento. Son los cambios en las preferencias hacia las actividades
de ocio sedentarias lo que está provocando una disminución de la actividad física (Varela-
Moreiras et al., 2013).
1.2. Actividad física
Las conductas sedentarias en general y en la infancia en particular provocan un
mayor riesgo cardiovascular, así como problemas fisiológicos y psicológicos; existe una
relación directa entre aumento del comportamiento sedentario y aumento de los
problemas de salud asociados. Dicho de otra manera, toda reducción de las conductas
sedentarias trae consigo mejoras en los niveles de salud. Es necesario aumentar el nivel
de actividad física y disminuir las actividades sedentarias (Tremblay et al., 2011), la
actividad física contribuye a la disminución del sobrepeso y la obesidad (Aguilar-
22
Cordero, 2014). La energía que se consume durante la actividad física es la que más
influencia tiene en el gasto energético total, que está en función de la intensidad y
duración de la actividad física o la composición corporal (Varela-Moreiras et al., 2013;
World Health Organization,, 2019).
Los programas escolares que promueven un estilo de vida saludable en niños/as y
jóvenes pueden ayudar en la mejora de la salud infantil y juvenil (Wu et al., 2017). Estos
programas deben estar centrados en la mejora de la capacidad cardiorrespiratoria, también
la aptitud muscular, velocidad y agilidad, puesto que numerosos estudios en niños/as han
demostrado que la capacidad respiratoria y la condición física muscular están
relacionados con las enfermedades cardiovasculares, las mejoras a nivel muscular y de
velocidad y agilidad influyen en la salud del esqueleto, la condición física muscular y la
capacidad respiratoria mejoran la fatiga y calidad de vida en niños/as con cáncer o que lo
han padecido y, además, la capacidad respiratoria influye positivamente en el estado de
ánimo y la autoestima (Ortega et al., 2008). Truelove et al. (2018) analizaron el nivel de
actividad física de niños entre 2 y 5 años al aire libre en el centro escolar, concluyendo
que muchos niños en la actualidad participan sobre todo en actividades sedentarias. En la
edad adulta, se puede traducir en un bajo nivel de actividad física al mantenerse la mayor
parte del tiempo sentados en el trabajo o en el tiempo de ocio (Aadahl et al., 2013).
Según González-Gross (2013), es necesario una colaboración conjunta entre
científicos del ámbito de la actividad física y el deporte, profesores de educación física y
otros profesionales para frenar la epidemia de la obesidad infantil de forma satisfactoria,
considerando cómo el nivel de actividad física y sedentarismo varía a lo largo de la vida
(Ortega et al., 2013). Los programas de prevención y tratamiento del sobrepeso y
obesidad deben empezar en la edad preescolar (Hardy et al., 2012) y deben ir
acompañados de adaptaciones de infraestructura en el hogar, la escuela y el vecindario
para promover la actividad física (Millstein et al., 2011), adaptados a cada entorno escolar
y no generales (Iannotti et al., 2009), insistiendo en la conveniencia de realizar un
seguimiento a largo plazo sobre la eficacia de dichos programas (Silva et al., 2014). En
las escuelas, se hace necesario el apoyo de profesionales de salud pública, psicólogos y
especialistas para que los programas de lucha contra el sobrepeso sean efectivos y se
sostengan a largo plazo (Howard-Drake & Halliday, 2015; cit. in Cuervo et al., 2018).
Asimismo, estudios como el llevado a cabo por Standage et al. (2012) indican que la
23
promoción de la autonomía en el ejercicio por parte de los profesores de educación física
hacia sus alumnos puede conllevar la motivación autónoma hacia el ejercicio. Igualmente
importante es la insistencia por parte de los especialistas hacia los niños/as y familias en
que los programas de actividad física no sólo disminuyen el exceso de peso sino que
también provocan otros numerosos beneficios para la salud (Swift et al., 2014).
Numerosos científicos y estudios han demostrado la importancia de la actividad
física para la prevención de la obesidad y el sobrepeso, en sus diversas formas que van
desde la práctica de deportes, hasta la actividad física espontánea o los denominados
desplazamientos activos; pues, con independencia de la predisposición genética de cada
persona, la actividad física reduce el porcentaje de grasa corporal y el riesgo de diabetes,
enfermedades cardiovasculares o determinados tipos de cáncer. Un estilo de vida
físicamente activo produce beneficios para la salud al disminuir el riesgo de enfermedades
cardiovasculares, prevención de la presión arterial alta, mejor perfil de lípidos en sangre
al reducir los triglicéridos y aumentar el colesterol HDL, previene la diabetes tipo 2,
menor probabilidad de ciertos tipos de cáncer, prevención y tratamiento del sobrepeso y
la obesidad, mantenimiento de la fuerza y resistencia muscular, etc. (Varela-Moreiras et
al., 2013), así como los beneficios sobre el síndrome metabólico (World Health
Organization,, 2019) y la mejora de la función cognitiva en niños/as (Donnelly et al.,
2016). El sedentarismo tiene un efecto directo sobre el aumento de peso (Prentice-Dunn,
2012), que está creciendo en los denominados países desarrollados (Hallal et al, 2012).
Cuanto mejor es la aptitud cardiorrespiratoria y la composición corporal en la infancia,
mejor es la condición cardiovascular a lo largo de la vida (Ruiz et al, 2009); a mayor nivel
de actividad física, mayor beneficio para la salud, aunque sólo la práctica moderada de
actividad física ya conlleva beneficios en los niños/as como la disminución del exceso de
peso (Janssen & Leblanc, 2010; González-Gross, 2013; García et al., 2014).
El desplazamiento activo al colegio se considera una forma importante de
actividad física para los niños/as (Lubans et al. 2011; Chillón et al., 2014), investigaciones
como la llevada a cabo por Faulkner et al. (2009) demuestran que los niños/as que se
trasladan al colegio andando, en bicicleta o en monopatín suelen ser más activos
físicamente en general que los niños/as con un desplazamiento pasivo al colegio. Los
niños/as que se desplazan de forma activa al colegio suelen tener un IMC más bajo y si
perdura este comportamiento durante dos años es posible un cambio en el IMC o en el
24
sobrepeso (Rosenberg et al., 2006). Por tanto, se debe promover el desplazamiento activo
al colegio como medida para incrementar el nivel de actividad física infantil, asociado
también a un aumento de la condición cardiovascular (Larouche et al., 2014) y
cardiorrespiratoria (Lubans et al., 2011).
El desplazamiento activo al centro escolar, sobre todo en bicicleta, ha sido
estudiado por Østergaard et al. (2013), demostrando una mejor resistencia muscular en la
espalda que previene el dolor de espalda, una mejor fuerza muscular dinámica relacionada
con una mayor densidad mineral ósea, mejor capacidad cardiorrespiratoria y mejor
composición corporal; por lo que el desplazamiento activo puede prevenir el exceso de
peso. Villa-González et al. (2015), en un estudio con niños/as españoles, constataron
cómo el desplazamiento activo al colegio está relacionado con niveles de capacidad
muscular mayores en la parte inferior del cuerpo y mejor velocidad. Sandercock &
Ogunleye (2012) evaluaron a niños/as con un tiempo de uso de pantalla elevado que se
desplazaban de forma pasiva al colegio, constatando que ambas condiciones conllevan
una mala capacidad cardiorrespiratoria.
En las últimas décadas, han disminuido los desplazamientos activos al colegio en
variedad de países (Black et al., 2001; Buliung et al., 2009; McDonald, 2007; Van Der
Ploeg et al., 2008; cit. in Chillon et al., 2014). Según Villa-González et al. (2015), los
programas para promover los desplazamientos activos al colegio deben enfocarse hacia
los niños/as y hacia sus progenitores, además es necesario considerar el transporte activo
hacia otros lugares del contexto del niño/a (Lubans et al., 2011). Es importante también
conocer las distancias hasta las cuales los niños/as se desplazan activamente al colegio,
para poder desarrollar los programas de promoción (Chillón et al., 2014; Lubans et al.,
2011; Wen et al., 2008), así como considerar la asociación directa entre el tipo de
transporte que los progenitores usan para trasladarse al trabajo y el tipo de desplazamiento
de los niños/as al colegio, la actitud de los padres hacia el desplazamiento activo y la
cantidad de automóviles en la familia (Wen et al., 2008).
Según Andersen et al. (2006), la práctica de actividad física en niños/as es
determinante para mantener la salud, en concreto para la lucha contra la enfermedad
cardiovascular. En niños/as de entre 6 y 9 años se recomienda una actividad física de
moderada a vigorosa entre 60 y 85 minutos al día, de los que al menos 20 minutos deben
ser de actividad vigorosa. Manonelles-Marqueta et al. (2008) también indica la
25
importancia de que niños/as y jóvenes realicen al menos 60 minutos de actividad física
de moderada a vigorosa prácticamente todos los días, acumulados a lo largo del día;
incluso destaca los efectos saludables que puede conllevar un actividad física diaria de 30
minutos, de baja a moderada intensidad. Janssen et al. (2010) recomiendan en niños/as y
jóvenes de 5 a 17 años un promedio de al menos 60 minutos al día e incluso varias horas
al día de actividad física por lo menos moderada, pues los beneficios para la salud se
empiezan a conseguir mediante un promedio de 30 minutos al día. Cuando sea posible,
se deben introducir las actividades más vigorosas, incluido el fortalecimiento de músculos
y huesos por lo menos tres días a la semana; la mayor parte de la actividad física debe
estar compuesta por actividades aeróbicas. En un estudio con niños/as españoles llevado
a cabo por Laguna et al. (2013), se le presta especial importancia a la actividad física
vigorosa como prevención de la obesidad en niños/as de 8 a 10 años, cantidad que debe
ser especificada en las recomendaciones de salud pública.
Davis et al. (2012) aplicaron un programa de entrenamiento aeróbico durante 13
semanas de 20 a 40 minutos al día, sin intervención en la dieta, en niños/as sedentarios
con sobrepeso u obesos, un 28% de los cuales tenía prediabetes. Los resultados mostraron
mejoras en la adiposidad general y visceral, en la disminución del peso, así como en la
resistencia a la insulina. Nemet et al. (2011) llevaron a cabo una intervención de actividad
física y nutrición durante un año escolar en niños/as preescolares, tras la cual disminuyó
el número de niños/as con sobrepeso y su estado físico, mejorando también las
preferencias de nutrición y actividad física. Aguilar-Cordero et al. (2014), en su objetivo
de analizar los principales estudios sobre actividad física para reducir el sobrepeso y la
obesidad, constatan que el mejor programa de actividad física es el que combina
actividades aeróbicas y anaeróbicas, con mejores resultados sobre la reducción del
sobrepeso y obesidad si va acompañado de pautas nutricionales; un programa sólo basado
en la dieta también tiene efectos menores que la suma de dieta y actividad física. Además,
más efectividad en la reducción del peso si las familias se involucran en los programas.
Solís et al. (2015) al evaluar un programa de intervención basado en la nutrición y la
actividad física, constató pequeñas mejoras en el IMC y la calidad de la dieta. Zapico et
al. (2010) también coincide en afirmar la necesidad de medidas conjuntas sobre dieta y
actividad física para contrarrestar el aumento del sobrepeso.
26
Para niños/as con sobrepeso y obesidad, tras una revisión sistemática, en la
bibliografía se coincide en afirmar que se obtienen resultados positivos a partir de las dos
semanas, considerando como mínimo 180 minutos a la semana de actividad física, con 3
sesiones de 60 minutos cada una con una intensidad moderada de actividad. Los ejercicios
de fuerza pueden conllevar mejoras en la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico, el
IMC, la masa libre de grasa y disminuir el colesterol LDL, disminuir el perímetro de la
cintura, bajar la presión arterial y aumentar la fuerza muscular; los ejercicios aeróbicos
además mejoran la composición corporal al disminuir el peso y la masa grasa y, los
ejercicios anaeróbicos mejoran la potencia y aumentan la masa muscular (Aguilar-
Cordero, 2014).
No existe acuerdo sobre la cantidad idónea de actividad física a la semana para
reducir el exceso de peso, sí encontramos recomendaciones de los organismos más
importantes. Los Centers for Disease Control and Prevention y el American College of
Sport Medicine coinciden en la importancia de un mínimo de 30 minutos a intensidad
moderada durante la mayoría de los días de la semana (unos 150 minutos a la semana),
un mínimo de 60 minutos al día de ejercicio la mayoría de los días de la semana
recomienda el Institute of Medicine (Jakicic et al.; 2003, Pate et al., 1995; Institute of
Medicine, 2012; cit. in Aguilar-Cordero, 2014)
Sánchez-López et al. (2017; cit. in Sánchez-López) han estudiado los efectos de
un programa de intervención en niños/as con sobrepeso y obesidad de 8 a 12 años basado
en el juego (juegos populares, deportes alternativos y actividades deportiva variadas),
junto a recomendaciones nutricionales para los niños/as y los progenitores; en
comparación con niños/as que sólo recibieron las pautas nutricionales. Tras los nueve
meses de intervención, con cuatro sesiones a la semana de 90 minutos cada una, con dos
sesiones nutricionales al mes, los niños/as que participaron en los juegos y que siguieron
las recomendaciones de la dieta, redujeron su IMC y su grasa corporal; mientras que el
resto aumentó su peso.
1.3. Nutrición
La actividad física y la dieta constituyen factores de riesgo relevantes para evitar
la muerte prematura, en relación con el mayor consumo de alimentos de alta densidad
energética (grasa y azúcares añadidos), con grasa saturada, grasa hidrogenada, menor
27
consumo de carbohidratos complejos y fibra y menor consumo de frutas y verduras;
además del aumento en el tamaño de las porciones en niños/as y jóvenes, acompañado de
un bajo nivel de actividad física (Martínez-Álvarez, 2013).
La diferencia que existe entre la ingesta de energía y el gasto energético es uno de
los principales motores del sobrepeso infantil en la actualidad (Branca et al., 2014; cit. in
Wijnhoven et al., 2014; Bellissimo, 2015), esta diferencia se encuentra relacionada con
numerosos factores del contexto de cada niño/a, entre ellos es el centro escolar el que más
herramientas puede usar para promover un estilo de vida saludable en los niños/as, al
realizar programas de educación nutricional o disponer de dietas equilibradas en los
comedores escolares (Branca et al., 2014; Williams et al., 2014; Kirk et al. 2010; Gorman
et al., 2007; Kumanyita et al., 2002; cit. in Wijnhoven et al., 2014). Wijnhoven et al.
(2014), tras su estudio entre los países de la Unión Europea, evidencian que son
necesarios programas nutricionales escolares además adaptados a cada entorno escolar,
no sirven tanto los programas generales aplicados de igual forma en cada comunidad
educativa, coincidiendo con las conclusiones de Albashtawy et al. (2015) tras su estudio
sobre el consumo de desayuno en niños/as y con Asfour et al. (2015) que también
indicaron la importancia de que los programas nutricionales incluyan la seguridad
alimentaria entre sus contenidos; Dykstra et al (2016) también estudiaron el consumo de
desayuno en niños/as en relación al grado de seguridad alimentaria. Dichos programas
nutricionales deben enfocarse a niños/as, a las familias y a los cuidadores, además de la
posibilidad de utilizar herramientas tecnológicas en este sentido (Mitchell et al., 2013).
Asimismo, debemos tener presente la influencia en el estilo de vida por parte de los
compañeros/as y amigos/as (Salvy et al., 2012) y el distinto patrón alimentario (horario
de comidas, formas de almacenar y preparar los alimentos, etc.) según el nivel de
escolaridad y educativo de las familias (Flores et al., 1973; cit. in Salvador et al., 2010).
Entre la población española se observa en la actualidad un consumo elevado de
carnes grasas y azúcares simples, un consumo minoritario de granos, verduras, hortalizas
y legumbres (Varela-Moreiras et al., 2013). El crecimiento de los niños/as, la masa
muscular y la función cognitiva se ve aumentada con un mayor consumo de alimentos de
origen animal, se hace necesario una ingesta mayor de frutas y verduras (Allen et al.,
2012).
28
Desde los años 60 hasta la actualidad, se ha producido un cambio en los patrones
de alimentación de la población española, así como de los países mediterráneos, pues se
están alejando de la denominada dieta mediterránea, al contrario de los países del norte
de Europa que cada vez en mayor medida adoptan un estilo de vida acorde con el
denominada estilo de vida mediterráneo (Varela-Moreiras et al. 2013). Incluso se
observan diferencias geográficas dentro del territorio español, con mejores resultados en
las comunidades del noroeste y centrales (Serra-Majem et al., 2004; cit. in Zapico et al.,
2010).
El estilo de vida mediterráneo se considera el mejor patrón para la prevención y
el tratamiento del sedentarismo, sobrepeso y obesidad (Varela-Moreiras el al., 2013;
Zapico et al. 2010); considerándolo en sus tres pilares: dieta, actividad física y
socialización; a través de su cultura gastronómica priorizando los alimentos frescos y de
temporada, el aspecto social de las comidas, la actividad física regular y el descanso. Todo
ello conforma un estilo de vida que previene además las enfermedades crónicas
(enfermedades cardiovasculares, diabetes o síndrome metabólico), la depresión o algunos
tipos de cáncer; asociado a una mejor calidad de vida y longevidad; unido a que la dieta
mediterránea permite ahorrar costes sanitarios y medioambientales a nivel estatal. Por
tanto, deben implantarse programas de salud pública que promuevan la adherencia al
estilo de vida mediterráneo (Varela-Moreiras et al., 2013), sin olvidar que la dieta
mediterránea fue considerada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por al UNESCO
(2010) como nos recuerda Bach-Faig et al., (2011). Los países con un patrón alimentario
según la dieta mediterránea sufren menores niveles de mortalidad (Serra-Majem et al.,
2003; cit. in Zapico et al. (2010) y, además, el aumento de las personas con sobrepeso
provoca mayores gastos sanitarios (Zapico et al., 2010).
El índice de calidad de dieta mediterránea o índice KIDMED es utilizado en
investigaciones para corroborar el patrón nutricional mediterráneo en niños/as y jóvenes,
utilizado por Serra-Majem et al. (2004) para indicar que dicho patrón está sufriendo
cambios en los últimos años. Solís et al. (2015) en su evaluación de un programa de
intervención basado en la nutrición y la actividad física, utilizando como variables el IMC
y el perímetro de la cintura, también consideraron los hábitos en la dieta medido a través
del índice KIDMED y la actividad física. Zapico et al. (2010) también utilizaron el índice
29
KIDMED, el IMC y perímetro de la cintura, entre otros parámetros, para relacionar la
adecuación a la dieta mediterránea con la composición corporal de los jóvenes.
Actualmente, se establecen dos dimensiones en la conducta alimentaria, la
fisiológica y la biológica, por un lado, y la educativa, social y psicológica, por otro lado;
importante esta última en la actual sociedad de la abundancia para tratar la obesidad y el
sobrepeso infantil (López-Espinoza, 2007; cit. in Salvador et al., 2010). Desde la
dimensión psicológica, el sobrepeso y la obesidad infantil está relacionado con una
alimentación inadecuada y una variación en la imagen corporal, siendo además la
motivación un factor determinante en el cambio de la alimentación y el estilo de vida
(Amigo et al., 2005; Ballester y Guirado, 2003; Espina et al., 2001; Sepúlveda et al., 2001;
cit. in Salvador, 2010). En este sentido, Salvador et al. (2010) estudiaron la relación entre
el peso de los jóvenes con la satisfacción o insatisfacción con su imagen corporal y la
autoestima.
1.4. Factores psicológicos
El sobrepeso y la obesidad infantil pueden ocasionar cambios conductuales como
la disminución de la autoestima, además de los problemas en el organismo como las
enfermedades cardiovasculares y los trastornos locomotores (Martínez-Álvarez, 2013).
Los niños/as con sobrepeso suelen subestimar su peso, teniendo una percepción corporal
distorsionada (Cattelino et al., 2015).
La imagen corporal está constituida por el constructo biológico, el psicológico y
el social (Schwartz & Brownell, 2004; cit. in Sánchez-Miguel, 2018). El ocio destinado
a actividades físicas y deportivas se relaciona positivamente con la satisfacción con la
imagen corporal, en mayor medida que el ocio cultural; el ocio electrónico conlleva los
peores resultados en satisfacción vital (Fraguela et al., 2016), siendo la imagen corporal
la visión que cada persona tiene sobre su cuerpo y las partes del mismo, siendo
determinante en el estado de salud de la infancia y la adolescencia (Sánchez-Castillo,
2019). La imagen corporal se considera el factor que más influye en la autoestima, una
autoestima que en los niños/as y jóvenes se hace vulnerable debido a los cambios
corporales y la necesidad de sentirse aceptados/as (Moreno et al., 2008; cit. in Sánchez-
Castillo, 2019); la imagen corporal tiene una relación directa con la percepción del estado
de salud (Urrutia et al., 2010; cit. in Sánchez-Castillo, 2019), además se ha estudiado
30
cómo la autopercepción de sobrepeso u obesidad puede determinar un cambio en los
estilos de vida al aumentar la motivación (Maximova et al., 2008). La imagen corporal se
encuentra muy determinada por el peso (Schwartz & Brownell, 2004; cit. in Sánchez-
Miguel, 2018).
La práctica de actividad física y deportiva en jóvenes se relaciona de forma
positiva con el autoconcepto físico y autoconcepto general, potenciado con una mayor
frecuencia de práctica, mayor duración de las sesiones y años de práctica, así como con
la mayor satisfacción y gusto por la actividad, pudiendo provocar un menor autoconcepto
físico si se deja de practicar actividad física (Contreras et al., 2010). La relación entre
práctica y autoconcepto físico es bidireccional (Balaguer y García-Merita, 1994; Goñi et
al., 2004; cit. in Contreras et al., 2010). La apariencia física influye y condiciona la
formación del autoconcepto de los jóvenes, incluso la baja percepción del aspecto físico
puede conducir a la motivación para la práctica de actividad física (Harter, 1990; Pastor
et al., 2002; cit. in Contreras et al. 2010). El autoconcepto físico, influido de forma
positiva por la actividad física (Crocker et al., 2000; cit. in Moreno et al., 2007) y
modelado por los contextos sociales de cada niño/a, contribuye positivamente a mantener
la intención de ser físicamente activo, lo que puede ser potenciando por los profesores de
Educación Física a la hora de mejorar la percepción de las capacidades físicas básicas, la
imagen corporal y la autoestima (Moreno et al., 2007). Diversos autores comparten la
relación entre autoconcepto y la práctica de la actividad física (Goñi et al., 2010; Murgui
et al., 2012; cit. in Ortega et al., 2016; Moreno et al., 2008); la familia ejerce un peso muy
importante en la formación del autoconcepto en los primeros años de la niñez y juventud
(Moreno, 2010; cit. in Ortega et al., 2016). Slutszky et al. (2009) nos indica como la
cantidad de tiempo dedicado a los deportes de equipo, no tanto a los deportes individuales,
conlleva un mayor autoconcepto físico y mayor autoestima. Importante el autoconcepto
dentro del bienestar de los niños/as y jóvenes (Molero et al., 2013; cit. in López-Sánchez,
2019), así como la relación con su conducta, puesto que una percepción positiva sobre
ellos/as mismos influye en la forma de percibir la realidad (Bufford, 1986; cit. in Sánchez-
Castillo, 2019)
Autoconcepto y autoestima se han utilizado frecuentemente como sinónimos, pero
el término autoconcepto se refiere al conjunto de etiquetas que cada persona tiene de sí
misma según características físicas, emocionales o de comportamiento; la autoestima no
31
es descriptiva sino cualitativa al estar relacionado con la percepción de una persona y su
autoevaluación. A partir de la década de los años sesenta, el autoconcepto se considera
de forma multidimensional, abarcando la dimensión familiar, social, emocional, física y
académica (Shavelson et al., 1976; cit. in Guillen & Gómez, 2010), englobando el
autoconcepto global todas sus dimensiones, tal como nos indicaron Marsh & Roche
(1996; cit. in Guillen & Gómez, 2010). El autoconcepto y la autoestima en la niñez y
adolescencia es de suma importancia, puesto que a partir de estas etapas se mantiene
prácticamente estable (Harter, 1999; Slutzky & Simpkins, 2009; cit. in Guillen & Gómez,
2010). Diversos autores coinciden en afirmar que existen consecuencias positivas del
ejercicio físico-deportivo a nivel físico, fisiológico y psicológico (Alfermann & Stoll,
2000; Fox, 2000b; cit. in Moreno, 2008), con efectos en el autoconcepto físico y la
autoestima, relacionado positivamente con la duración (Leith, 1994; cit. in Moreno, 2008)
y la frecuencia de la práctica de actividad física (Bruya, 1977; McGowan et al., 1974; cit.
in Moreno 2008).
En la actualidad se pueden usar variedad de instrumentos para la medición de la
imagen corporal (Cuervo et al., 2018). Diversos estudios se centran en estudiar y
relacionar la imagen corporal en niños/as y jóvenes con su nivel de sobrepeso y obesidad,
utilizando las siluetas de imagen corporal en relación con el IMC, considerando las
siluetas una forma adecuada para medir el nivel de exceso de peso (Pedro et al., 2016;
Coelho et al., 2013; cit. in Sánchez-Castillo, 2019). En este sentido, Salaberria et al.
(2007) consideran que las escalas de siluetas constituyen la mejor manera de medición
global de la imagen corporal (Cuervo et al., 2018). En concreto, las siluetas de Stunkard,
Sorensen y Schlusinger (1983) fueron utilizadas por Sánchez-Castillo et al. (2019) con
este fin, así como por López-Sánchez et al. (2017) que insisten en la importancia de llevar
a cabo programas de actividad física que mejoren tanto la imagen corporal como los
niveles excesivos de peso, en consonancia con los instrumentos y las conclusiones del
estudio realizado por Sánchez-Miguel et al. (2018). Scagliusi et al. (2006) utilizaron las
siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983) adaptados a su objeto de estudio,
siluetas validadas y con confiabilidad (Carraça et al., 2012; cit. in Sánchez-Miguel, 2018).
Desde los cinco años se puede tener una insatisfacción y una percepción incorrecta de la
imagen corporal (Jiménez-Flores et al., 2017; cit. in Cuervo et al., 2018). Los programas
de intervención contra el sobrepeso y la obesidad en niños/as y jóvenes, así como la
32
mejora de la imagen corporal pueden venir de la mano del uso de videojuegos activos en
el aula (Chacón et al., 2016; cit. in Cuervo et al., 2018).
1.5. Entornos virtuales motrices
Una de las razones para la realización de este estudio es la necesidad de buscar
alternativas que permitan hacer accesibles las estrategias eficaces para fomentar la
participación voluntaria en actividades físicas regulares (Baranowski et al., 2008). La
elección de la actividad está muy relacionada con el nivel de disfrute que aporta
(Mellecker & McManus, 2008; Epstein et al., 2007), de hecho, la razón que con mayor
frecuencia justifica la participación en actividades físicas por parte de los niños/as es el
alcance de su carácter “divertido” (Borra et al., 1995). Del mismo modo, esta motivación
es la que conduce su interés hacia actividades sedentarias, como los videojuegos. Un niño
de entre 8 y 10 años dedica aproximadamente 65 minutos diarios a jugar con videojuegos
(Roberts & Barnard, 2005). Como resulta evidente, este tipo de actividades, son muy
valoradas por los niños/as y, generalmente, se ofrece gran resistencia ante cualquier
intento de restricción (Faith et al., 2001).
En una sociedad inmersa en las tecnologías y con elevados índices de
sedentarismo, los videojuegos activos o juegos virtuales motrices representan un nuevo
fenómeno social que puede comportar beneficios para la salud pública. Trabajos de
revisión recientes sobre el papel que pueden desempeñar los videojuegos en la promoción
de conductas saludables (Baranowski et al., 2008) o las posibilidades que ofrecen las
nuevas tecnologías para hacer frente a la obesidad infantil (Hillier, 2008), ya hacen
referencia al potencial de los videojuegos activos como herramienta de promoción de la
actividad física. Sin embargo, en tanto que los videojuegos activos implican la práctica
de actividades físicas de distinto tipo e intensidad, sin que medie la supervisión de
profesionales cualificados, también pueden comportar riesgos para la salud, como son
algunos tipos de lesiones derivados de la práctica desmedida en estos juegos (Boehm &
Pugh, 2009; Bonis, 2007; Nett et al., 2008).
Es evidente que los juegos virtuales motrices suponen una nueva forma de
entender la relación entre los videojuegos y la salud de la población joven. Considerando
que la realidad virtual puede considerarse una herramienta de apoyo para la educación en
la escuela (Inoue et al., 2005), los videojuegos activos superan la principal crítica que se
33
realizaba a los videojuegos convencionales, en cuanto que representaban conductas de
ocio sedentario. Sabemos que los videojuegos activos implican mayor Gasto Energético
(GE), Frecuencia Cardiaca (FC) y Consumo Máximo de Oxígeno (VO2máx.) que los
videojuegos convencionales u otras conductas sedentarias como ver la televisión
(Lanningham-Foster et al., 2009; Graves et al., 2007; Graves et al., 2008; Maddison et
al., 2007; Mellecker y McManus, 2008). Este resultado, además de obedecer al sentido
común, sugiere que este tipo de videojuegos representa una nueva alternativa de práctica
física que puede contribuir a paliar el sedentarismo y los índices de sobrepeso y obesidad
de la población joven. Esto resulta especialmente interesante cuando diversas
investigaciones con niños/as y adolescentes alertan de que el uso de videojuegos
convencionales está relacionado con un mayor riesgo de sobrepeso (Collins et al., 2007;
Vandewater et al., 2004; Vicente-Rodríguez et al., 2008).
Existen videojuegos activos que requieren mayor actividad física que otros. Los
simuladores de boxeo son los que requieren una actividad física de mayor intensidad e
implican mayor gasto energético, seguidos de los de baile o los que simulan deportes
como el tenis o béisbol, mientras que los simuladores de bolos o juegos como Groove
resultan ser los más livianos (Lanningham-Foster et al., 2009; Graves et al., 2007; Graves
et al., 2008; Maddison et al., 2007). Podemos decir que aquellos juegos virtuales en los
que se movilizan más partes del cuerpo y se exige la reacción ante estímulos del juego de
una manera más continuada implican índices más elevados de gasto energético,
frecuencia cardíaca o consumo máximo de oxígeno que los que sólo movilizan las
articulaciones de los brazos (Lanningham-Foster et al., 2009; Graves et al., 2008). Estos
videojuegos activos son los que, si se practicaran regularmente, podrían cubrir las
recomendaciones mínimas de actividad física diaria que proponen algunas asociaciones
médicas (Armstrong & Welsman, 2006; Tan et al., 2002; Unnithan et al., 2006). Estudios
actuales investigan la utilidad de los videojuegos activos en el aprendizaje deportivo,
como en la mejora de elementos técnicos, aprendizaje de movimientos, contribuir a
eliminar las influencias psicoemocionales, etc. (Badea-Miss & Bica, 2013). El impacto
del ejercicio en entornos virtuales ya fue analizado en la rehabilitación cognitiva de
personas con traumas derivados de daño cerebral (Grealy et al., 1999), concluyendo que
puede aportar ganancias a nivel cognitivo.
34
Con un enfoque adecuado, la percepción del disfrute no desciende aun cuando el
nivel de exigencia física aumenta como consecuencia de la inclusión de videojuegos
activos (Berkovsky et al., 2010). La realidad virtual puede promover que niños/as con
sobrepeso u obesidad puedan divertirse realizando ejercicio (Baños et al., 2016), resultan
divertidos los juegos virtuales motrices pero también es cierto que necesitan una constante
innovación para que los jugadores sigan estando motivados en el juego (Bronner et al.,
2016).
Como se ha podido constatar, la fuente documental no es demasiado extensa,
precisamente porque la comercialización a gran escala y generalización del uso de los
videojuegos activos constituye un fenómeno relativamente reciente y, por lo tanto, la
investigación en este ámbito se encuentra en una fase temprana.
Los videojuegos activos pueden tener un amplio potencial para aumentar la
actividad física y mejorar la composición corporal en niños/as, sin embargo, se necesitaría
de ensayos más grandes y en intervenciones metodológicamente más sólidas para
proporcionar respuestas definitivas acerca de si esta tecnología es efectiva en la
promoción a largo plazo para la actividad física en los niños/as (Foley & Maddison,
2010). Además, los efectos de este tipo de intervenciones sobre los patrones de actividad
física y el modo en que pueden influir en su aprendizaje y desarrollo son limitadas para
sacar conclusiones concluyentes (Biddiss & Irwin, 2010), aunque estudios como el de
Pasco (2013) nos indican que bajo determinadas condiciones y con alumnos específicos,
la realidad virtual puede ser usada como herramienta para mejorar el aprendizaje en
educación física.
El objetivo del presente trabajo es por tanto valorar el efecto de los juegos virtuales
motrices en la adquisición y desarrollo de las habilidades motrices básicas, en aspectos
fisiológicos, metabólicos y psicológicos de niños/as en edad escolar.
El estudio nos va a servir, partiendo de la necesidad de realizar un análisis sobre
el uso de los avances tecnológicos en la población escolar, para poder establecer con
precisión la carga interna de actividad física de estos nuevos entornos virtuales en los
escolares españoles, y poder predecir el grado de desarrollo de la motricidad de los
jóvenes participantes en estos entornos virtuales en un futuro próximo de una forma real.
35
2. JUSTIFICACIÓN Y OBJETIVOS
Por lo expuesto, el problema de investigación que se nos plantea es el siguiente:
¿Es posible analizar y valorar a 359 niños/as, y detectar 20 participantes con
signos de sedentarismo y/o sobrepeso, para realizar una intervención en 10 de ellos/as,
desde los avances de la tecnología, comparándolos con los otros 10 que no utilicen dicho
método, proporcionando una mejora en los niveles de salud y calidad de vida gracias a
los entornos virtuales motrices?
De donde surge la siguiente hipótesis:
Un programa de intervención motriz basado en los avances tecnológicos
contribuye a promover la salud de los escolares con rasgos de sedentarismo y/o sobrepeso.
Con lo que planteamos los objetivos, general y específicos.
2.1. Objetivo general
Investigar el uso de los avances tecnológicos, para comprobar la mejora en la salud
y calidad de vida en los escolares españoles detectados con sedentarismo y/o sobrepeso,
mediante la aplicación de un programa de entrenamiento personalizado, basado en los
entornos virtuales motrices.
2.2. Objetivos específicos
1. Mejorar la salud de los escolares detectados que son tratados con entornos virtuales
motrices.
2. Valorar los cambios antropométricos producidos en los niños/as.
3. Analizar la importancia que adquiere el tipo de desplazamiento al colegio de los
niños/as en relación al nivel de sedentarismo y sobrepeso.
4. Examinar la influencia del tiempo de uso de pantalla como condicionante del
sedentarismo y sobrepeso.
36
5. Evaluar el efecto de las pautas nutricionales en los comportamientos sedentarios y el
exceso de peso.
6. Detectar factores psicológicos relacionados con la inactividad física.
7. Proporcionar información relevante sobre las posibilidades de valoración del
sedentarismo y sobrepeso.
37
3. METODOLOGÍA
3.1 Muestra
El tamaño muestral de referencia para el estudio está constituido por una muestra
inicial voluntaria de un total de 359 niños y niñas (192 niños y 167 niñas) de edades
comprendidas entre los 3 y 12 años, 13 niños y 14 niñas de Educación Infantil y 179 niños
y 153 niñas de Educación Primaria, pertenecientes a cuatro colegios de la provincia de
Alicante, tres de ellos públicos ubicados en el término municipal de Elche y uno de ellos
concertado en la ciudad de Elda. En cuanto al contexto socioeconómico y cultural,
debemos indicar que los tres centros públicos de Elche pertenecen a la zona rural de este
municipio, con las características sociales y familiares propias de dicho entorno; mientras
que el centro concertado de Elda consta de alumnado en su mayoría urbano.
De los 359 niños y niñas que componen inicialmente la muestra, para nuestra
investigación hemos seleccionado finalmente un total de 20 niños y niñas (10 niños y 10
niñas) con edades comprendidas entre 5 y 12 años, en base a los siguientes criterios de
inclusión para los seleccionados. En primer lugar, tener un nivel de IMC igual o por
encima del nivel catalogado por la OMS (World Health Organization, 2019) como
sobrepeso y, además, tener la aprobación por parte de sus familias de querer formar parte
de la investigación. En su defecto, tener uno de los mayores niveles de IMC de la muestra
inicial y/o signos de sedentarismo, además del consentimiento de la familia para participar
en la investigación. En tercer lugar, que el centro escolar considere adecuada la selección
de cada niño/a, según su situación familiar, escolar, social, cultural y psicológica.
Previamente al inicio del estudio, se informó a la dirección del centro sobre los
objetivos y tipo de tareas a desarrollar durante el transcurso de la investigación,
obteniéndose la autorización correspondiente para que ésta pudiera llevarse a cabo, tras
aprobación por parte del profesorado de cada centro en Claustro y de las familias a través
de su aprobación en el Consejo Escolar. Asimismo, se obtuvo por escrito el
consentimiento informado de todos los padres, madres o tutores de los niños/as incluidos
en el estudio, que también colaboraron en el estudio.
38
3.2. Diseño
En función de la naturaleza de los objetivos que se pretenden conseguir, en la
presente investigación se ha adoptado un diseño cuasi-experimental, en el que la elección
de los sujetos se ha realizado obedeciendo a unos criterios planteados, realizándose
medidas anteriores y posteriores a la intervención, en dos grupos, el grupo A experimental
y el grupo B control.
El grupo experimental estuvo compuesto por un total de 10 niños/as (4 niñas y 6
niños) diagnosticados en la evaluación inicial con síntomas de sedentarismo, sobrepeso
y/o conveniencia según su situación familiar, escolar, social, cultural y psicológica
informada por parte del centro escolar. El grupo experimental se sometió a un programa
de actividad física a través de los avances tecnológicos, usando para ello entornos
virtuales motrices. El grupo experimental se dividió en dos subgrupos de 5 niños/as cada
uno, realizando cada subgrupo un total de 3 sesiones de duración de 60 minutos cada una,
estableciendo una sesión por semana, en un total de tres semanas de intervención. El
grupo experimental, durante las tres semanas de intervención, también fue sometido a un
programa de nutrición basado en valoraciones iniciales y finales, además de una sesión
individual con cada niños y niña junto a sus familias, en la que se les ofrecieron pautas y
consejos nutricionales.
Por su parte, el grupo control compuesto por 10 niños/as (6 niñas y 4 niños)
diagnosticados en la evaluación inicial con síntomas de sedentarismo y sobrepeso, no
participó en ninguna de las actividades programadas y sólo se les recogió las medidas
iniciales y finales.
3.3. Instrumentos
La metodología llevada a cabo en el presente estudio combina, como veremos a
continuación, técnicas cuantitativas y técnicas de índole cualitativo. Entre las técnicas
cuantitativas, incluimos las mediciones antropométricas (IMC y perímetro de la cintura).
En cuanto a las técnicas cualitativas, se ha utilizado un cuestionario compuesto por 10
ítems nutricionales, 1 ítem relativo al tiempo de uso de pantalla y un último ítem sobre el
tipo de desplazamiento al colegio, con un total de 10 ítems que fue contestado
39
directamente por cada niño/a; también hemos incluido en la investigación la evaluación
de la imagen corporal a través de siluetas.
En concreto, solamente en el grupo experimental, a nivel nutricional, además se
han utilizado como herramientas cuantitativas las relativas a la composición corporal
mediante biompedancia portátil (TANITA BC-601) y antropometría infantil (mediciones
del resto de perímetros corporales, pliegues cutáneos y diámetros óseos de brazos y
piernas); realizándose las pruebas al inicio y al final del estudio. Con el objetivo de
estudiar los hábitos de alimentación, además se utilizaron dos técnicas cualitativas como
son el cuestionario de frecuencia de consumo (CFC) corto autoadministrado a los
padres/madres, validado para la población española (Trinidad et al., 2008) y el
recordatorio 24 horas (R24), utilizado por Serra-Majem et al. (2004), entre otros autores,
mediante entrevista personal en presencia de los padres/tutores de cada niño/a. El R24 se
realizó antes y después del estudio, el CFC sólo se utilizó para la valoración inicial, puesto
que no tiene capacidad de valorar la evolución en un programa de duración de tres
semanas.
Por tanto, en el presente estudio se analizaron seis variables como indicadoras del
nivel de sedentarismo y/o sobrepeso para toda la muestra. Las medidas antropométricas,
en concreto, en primer lugar, el IMC, para el cálculo del cual se midió el peso y la altura;
y, en segundo lugar, el perímetro de la cintura. En tercer lugar, el tiempo de uso de
pantalla, el tipo de desplazamiento al colegio como cuarta variable de estudio, el nivel de
adherencia a la dieta mediterránea en quinto lugar y, finalmente, la imagen corporal como
última variable de estudio. Analizamos a continuación cada una de las variables y los
instrumentos utilizados para su medición.
3.3.1. Medidas antropométricas
Mediante la medición del peso y altura de cada niño/a, se ha calculado el Índice
de Masa Corporal (IMC), cociente que resulta de dividir el peso expresado en kilos por
la altura al cuadrado expresada en metros (Kg/m2). Asimismo, también se ha medido el
perímetro de la cintura como índice antropométrico.
Siguiendo los criterios de medición proporcionados por el proyecto ALPHA (Ruiz
et al., 2011), la medición del peso se realizó descalzos, de pie en una báscula modelo
40
Taurus. Para la medición de la altura se utilizó una cinta métrica y los niños/as se
colocaron descalzos, de pie y en contacto con la pared en talones, glúteos y espalda. Para
realizar la medición del perímetro de la cintura, cada niño/a de pie, con el abdomen en
posición relajada y los brazos colocados en el pecho; mediante una cinta métrica se les
rodeó la cintura, entre el nivel más estrecho (10º costilla) y la cresta ilíaca, tras una
espiración normal, se rodeó la cintura, bajando en ese momento los brazos. Hemos
seguido las indicaciones del proyecto ALPHA (Ruiz et al., 2011) para la elección del IMC
y el perímetro de la cintura como indicadores de la composición corporal en niños/as a
partir de los seis años, nos hemos basado en la batería PREFIT de test de campo (Ortega
et al., 2015) para la evaluación en preescolares, es decir, en niños y niñas menores de seis
años (de tres a cinco años), que es la continuación del proyecto ALPHA.
Considerando el IMC como indicador de sobrepeso u obesidad, según la OMS
(World Health Organization,, 2019), para los adultos el sobrepeso se corresponde con un
IMC igual o mayor que 25; considerando obesidad un IMC igual o mayor que 30. Para
los niños/as, además del IMC debemos tener en cuenta la edad y el género a la hora de
establecer los niveles de obesidad o sobrepeso. Hasta los cinco años, el peso para la
estatura que se aleja de la mediana de los patrones de crecimiento infantil establecidos
por la OMS por arriba en más de dos desviaciones típicas se considera sobrepeso; la
obesidad obedece a más de tres desviaciones típicas. Desde los cinco a los diecinueve
años, se considera sobrepeso al IMC para la edad que se aleja de la mediana establecida
por los patrones de crecimiento infantil de la OMS por arriba en más de una desviación
típica; la obesidad se corresponde a más de dos desviaciones típicas. Tal como nos indica
Varela-Moreiras et al. (2013), considerando las curvas de IMC según la edad y género, la
obesidad se corresponde con un percentil igual o mayor a 95, el sobrepeso con un
percentil igual o superior a 85 hasta por debajo de 95.
3.3.2. Tiempo de uso de pantalla
La variable tiempo de uso de pantalla se ha utilizado como un indicador de
sedentarismo en los niños/as y, por consiguiente, como posible factor que contribuye al
nivel de sobrepeso. Se considera que existe una relación entre las horas de tiempo de
pantalla con una peor calidad de vida y mayores probabilidades de sobrepeso, con una
exposición mayor o igual a 2 horas de tiempo de pantalla al día (Stiglic & Viner, 2019).
Siguiendo a Stiglic & Viner (2019), en el presente estudio, el tiempo de uso de pantalla
41
se refirió al tiempo dedicado al uso del ordenador, móvil, tablet o televisión, en un ítem
del cuestionario suministrado a los niños/as, distinguiendo entre 1 hora, 2 horas, 3 horas
o 4 horas, asignando a la respuesta de 4 horas como un nivel 0 por considerarse excesivo,
y el resto con un nivel 1 por resultar menos dañino para la salud infantil.
3.3.3. Tipo de desplazamiento al colegio
Siguiendo a Rodríguez-Rodríguez et al. (2017), para evaluar el tipo de
desplazamiento que cada niño/a realiza hasta el colegio, se distinguieron dos categorías
pertenecientes a un ítem del cuestionario utilizado en la investigación, suministrado a los
niños/as. En primer lugar, el desplazamiento activo (andar o ir en bicicleta) y el
desplazamiento pasivo (coche, motocicleta o autobús). Diversas investigaciones indican
que los niños/as que se desplazan de forma activa al colegio, suelen tener un
comportamiento más activo físicamente, puesto que además son viajes de ida y vuelta
realizados regularmente, por lo que ya por sí mismos constituyen una fuente diaria de
actividad física (Faulkner et al., 2009).
3.3.4. Adherencia a la dieta mediterránea
El test KIDMED de adherencia a la dieta mediterránea es un instrumento utilizado
en diversas investigaciones como indicador del nivel de sobrepeso, en ocasiones
analizado en su relación con la composición corporal y el nivel de actividad física
(Alonso, 2014), validado (Serra-Majem et al., 2004; cit. in Zapico et al., 2010).
El test KIDMED está compuesto por 16 cuestiones cuya puntuación total puede
dar lugar a dieta óptima (puntuación mayor o igual a 8), necesidad de mejora (de 4 a 7) o
de muy baja calidad (Serra-Majem et al., 2007; cit. in Solís, 2015). En nuestro caso,
utilizamos el test KIDMED adaptado a Educación Infantil y primeros cursos de
Educación Primaria, con dibujos para representar las posibles respuestas en 10 ítems.
Cada ítem se calificó con un 1, si la respuesta atendía a una alimentación saludable, o 0,
cuando la respuesta correspondía a una alimentación no saludable, sumando la totalidad
de las puntuaciones y obteniendo un índice. A mayor índice, mayor adherencia a la dieta
mediterránea.
Además, para los 10 niños/as del grupo experimental que llevaron a cabo el
programa de entrenamiento basado en los entornos virtuales motrices, como hemos
42
indicado anteriormente, siguieron un programa nutricional compuesto por mediciones
extra antes y después de la intervención, junto a pautas sobre alimentación saludable. El
CFC utilizado consta de 17 items donde se engloban todos los grupos de alimentos, el
cual se entregó con instrucciones y tamaño de las raciones, que se realizó solamente antes
del programa de entrenamiento. Por su parte, el R24 es una herramienta muy fiable a la
hora de analizar el consumo de los individuos, pudiendo calcular, además de energia y
macronutrientes, la ingesta de otros nutrientes mas especificos. Se realizaron dos R24,
uno al inicio y otro al final, directamente a los niños con la presencia de los padres.
Para el desarollo de la sesión de consejos nutricionales con las familias, se utilizó
el plato equilibrado de Hardvard con las instrucciones de uso, la rueda de la alimentación
saludable mediterránea con explicación, una tabla con la frecuencia de consumo
recomendada de los diferentes grupos de alimentos y un ejemplo de reparto semanal.
3.3.5. Imagen corporal
Las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983) constituyen un
instrumento de evaluación de la imagen corporal, compuesto por nueve siluetas desde la
más delgada a la más obesa, en la que los niños/as deben elegir la imagen que creen se
corresponde con su cuerpo y la imagen que les gustaría tener (Stunkard et al., 1983; cit.
in Sánchez-Miguel, 2018). En nuestro caso, los niños/as redondearon la silueta con la que
se sentían más identificados y se les pidió además que se dibujaran en una décima silueta.
Por lo tanto, 10 figuras constituyeron la base de evaluación del instrumento. Para cada
colegio, se eligieron como referencias el IMC más bajo de la muestra y el IMC más alto
para conformar un segmento, dividiendo en 10 porciones o tramos dicho segmento y
asignando a cada tramo un valor mínimo y máximo de IMC; de tal forma que dada la
figura elegida redondeada y considerando el IMC asignado a ese tramo, se restaba 0.10
cada tramo hasta llegar al tramo correspondiente a su IMC real. Los niños/as tenían un 1
punto en las siluetas siempre que el valor de su IMC real estuviera dentro del tramo
correspondiente a dicho IMC. Otras formas de medición de las siluetas de Stunkard,
Sorensen y Schlusinger (1983) las podemos encontrar en las investigaciones llevadas a
cabo por Maximova et al. (2008) o Sánchez-Miguel et al. (2018).
43
3.3.6. Material del programa de entrenamiento
Para llevar a cabo el programa de entrenamiento, pudimos contar con el material
básico de gimnasio propio de cada centro escolar (colchonetas, conos, bancos suecos,
globos, sillas y aros). Además, utilizamos el siguiente material tecnológico:
- Dinamómetro interactivo Maxforce
- Tablet Samsung Galaxy TAB A 10.1” 32 GB T580
- Pulsera de actividad Samsung Gear Fit 2 Pro Negro
- Videoconsola Xbox 360
- Videojuego de acción Kinect Adventures, con el sensor Kinect para Xbox 360
- Pizarra digital y ordenador proporcionado por cada centro escolar
El dinamómetro interactivo Maxforce se considera un instrumento científico
motivador para la medición de la fuerza y el entrenamiento de variedad de grupos
musculares, dado su apoyo audiovisual en formato tablet o móvil en el que los niños/as
visualizan juegos interactivos en los que participan con su dinamómetro, trabajando la
fuerza en tren superior e inferior, en variedad de ejercicios; dinamómetro cuya validez y
confiabilidad han sido avaladas por Pérez-Turpin et al. (2019).
Mediante la pulsera de actividad, podemos registrar la frecuencia cardiaca y las
zonas cardiacas y obtener estadísticas de las sesiones realizadas, de cara a desarrollar de
una forma más adecuada las sesiones de entrenamiento y como elemento motivador para
los niños/as.
La videoconsola Xbox 360 con el videojuego de acción Kinect Adventures se
utilizó como herramienta en el entrenamiento de los niños/as, pudiéndose usar como
instrumento más motivador que el ejercicio tradicional, tal como muestra el estudio de
este exergame realizado por McDonough et al. (2018) e incluso tener aplicación en el
entrenamiento para la rehabilitación de determinadas patologías (Arman et al., 2019).
44
3.4. Procedimiento
En primer lugar, se contactó con la Dirección de los centros escolares que, tras ser
informados del proyecto de investigación y considerando nuestra propuesta, realizamos
dos reuniones con los directores de los centros y los profesionales de Educación Física
para explicar con detalle el desarrollo y metas del proyecto. Nuestra propuesta fue además
aprobada por el resto de profesores/as de cada centro escolar en convocatoria de Claustro
y también aprobada en el Consejo Escolar de cada centro por parte de los representantes
de padres y madres. Una vez confirmada la colaboración, se les mandó a todos los padres
y madres informe escrito explicativo del proyecto de investigación con sus fases,
objetivos, tiempos y demás elementos a considerar, pidiéndoles la autorización para cada
niño o niña para formar parte del estudio.
La toma de datos en la fase inicial se realizó en las instalaciones de la Universidad
de Alicante, en concreto en la pista cubierta, donde se les invitó un día a cada colegio a
realizar una excursión en la que disfrutaron de un circuito de estaciones con actividades
relacionadas con los JJ.OO (previo aviso, consentimiento y previsión de seguridad por
parte de la Universidad de Alicante), además de la mediciones antropométricas y el
cuestionario sobre hábitos alimenticios, tiempo de uso de pantalla y tipo de
desplazamiento al colegio, así como las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger
(1983). Para realizar el circuito, en el que las mediciones antropométricas constituían una
de las estaciones y otra estación el cuestionario junto con las siluetas, los niños y niñas
fueron divididos en pequeños grupos que rotaron de estación a estación.
Para los cuestionarios, los niños y niñas de Educación Infantil recibieron la ayuda
de profesionales, así como el resto de niños/as si lo necesitaban, explicándoles
previamente cómo debían responderlo. Durante la duración del cuestionario, se intentó
que las respuestas fueran personales, sin que influyeran los compañeros/as.
Esta evaluación inicial se realizó por la mañana, en horario de 10.00 a 12.00 h.
Tras la evaluación inicial, se les entregó un informe a las familias sobre los resultados de
su hijo o hija en las diferentes mediciones.
45
De los 259 niños y niñas que componían el tamaño muestral de referencia, se
seleccionaron 20 niños y niñas, 10 niños/as para el Grupo Experimental y otros 10 para
el Grupo Control.
La fase de intervención para el Grupo Experimental se realizó durante 3 semanas,
entre los meses de mayo y junio de 2018, que consistió en la aplicación de un programa
de entrenamiento usando los entornos virtuales motrices junto a pautas nutricionales, así
como a las mediciones específicas del programa de nutrición. Las mediciones del
programa de nutrición fueron realizadas la semana previa y la semana posterior respecto
a la duración del programa de entrenamiento, realizándose en una sesión en cada colegio
por la mañana y con las familias para indicar las pautas nutricionales.
La fase experimental se realizó dividiendo en dos grupos de 5 niños/as cada uno,
realizando cada subgrupo un total de 3 sesiones de duración de 60 minutos cada una, una
sesión a la semana durante las 3 semanas de duración, en horario de tarde tras acabar la
jornada escolar.
Para establecer el programa de entrenamiento se siguió a Sánchez-López et al.
(2017; cit. in Sánchez-López, 2017), en cuyo estudio cada sesión, en la que el juego tiene
un papel primordial, estuvo constituida por un calentamiento inicial, la actividad principal
y una vuelta a la calma para finalizar, importancia del juego activo también destacado por
el informe Riesgo cardiovascular desde la infancia (Sociedad Española de Cardiología,
2019), que debería ocupar más de dos horas al día al aire libre. Por consiguiente, en el
presente estudio, para el grupo experimental, cada sesión empezaba con un calentamiento
de unos 10 minutos con esfuerzo aeróbico de baja intensidad y basado en juegos populares
o bailes conocidos por los niños/as, adaptados para motivar e introducir a los niños/as en
la fase principal de la sesión. A continuación, en la sesión principal se realizó un circuito,
habilitado con el material básico del centro (colchonetas, conos, etc.) en el que cada niño/a
se trasladaba de una estación a otra. En la primera estación, los niños/niñas se desplazaban
y realizaban las acciones según el juego virtual motriz Kinetic Adventures en la Xbox
360, visualizado en la pizarra digital del colegio. En la segunda estación, realizaban
ejercicios de fuerza del tren superior con el dinamómetro interactivo Maxforce y el
soporte visual de la tablet. La tercera estación estuvo constituida por ejercicios de
autocarga, en la cuarta estación los niños/as bailaban y, en la quinta estación, se
realizaban ejercicios de fuerza del tren inferior mediante Maxforce y la tablet. Las
46
sesiones previamente programadas se adaptaron a las peculiaridades y necesidades de los
niños y niñas en cada sesión, variando en el transcurso del programa para amenizar y
motivar. Además, de forma aleatoria los niños y niñas fueron usando la pulsera de
actividad. Finalmente, acabamos la sesión de entrenamiento volviendo a la calma
realizando estiramientos. Tal como podemos observar, el programa de entrenamiento que
conllevó un tratamiento personalizado a cada niño/a, combina actividades aeróbicas y
anaeróbicas, junto con ejercicios de fuerza, acompañado de pautas nutricionales, con una
duración superior a dos semanas, siguiendo a Aguilar-Cordero et al. (2014);
consideramos la importancia de que los niños/as con sobrepeso sigan un programa de
entrenamiento individualizado, tal como nos indica Manonelles-Marqueta et al. (2008).
Los niños/as contaron en cada sesión con 4 entrenadores/as, llevándose a cabo las
sesiones de la fase de intervención en cada centro escolar, en un aula acondicionada para
el programa. El programa de nutrición y las valoraciones nutricionales fueron realizadas
por una nutricionista con experiencia, antropometrista ISAK I.
Terminado el programa, se realizó una sesión en cada centro para evaluar y medir
de nuevo las mismas variables que en la valoración inicial, en cada centro educativo y en
horario de mañana, además de poder realizar unas sesiones de mini vóley con
jugadores/as profesionales de la Universidad de Alicante. A las familias se les entregó un
nuevo informe sobre el resultado en los parámetros analizados.
3.5. Análisis estadístico
Para el análisis de los datos se utilizó el programa Statistical Package for Social
Sciencies (SPSS) v. 25.0 para Windows, se realizó inicialmente una prueba de normalidad
y homogeneidad de la varianza, aplicando la t de Student para muestras independientes,
sin diferencias estadísticamente significativas en los datos de la muestra. El nivel de
significación se determinó como p≤0.05 para valores significativos.
Se analizaron los estadísticos descriptivos para todas las variables, calculando
para las variables cuantitativas la media, mediana y desviación típica; porcentajes y
frecuencias para las variables cualitativas. Se utilizó el programa de análisis de dietas
DIAL para analizar los resultados obtenidos en el R24 para el grupo experimental.
47
4. RESULTADOS
En este apartado se muestran los resultados obtenidos en la presente investigación,
con la representación gráfica de los datos más relevantes. En primer lugar, se analizan los
principales estadísticos descriptivos de las variables de estudio, en concreto, los referidos
a las variables antropométricas IMC y perímetro de la cintura, la adherencia a la dieta
mediterránea como factor relacionado con la ingesta nutricional y la imagen corporal en
cuanto a la percepción de salud. En segundo lugar, se estiman las frecuencias y
porcentajes de las variables categóricas referidas al tiempo de uso de pantalla y el tipo de
desplazamiento al colegio. En tercer lugar, se ha establecido la distribución de frecuencias
de las variables y, a continuación, en cuarto lugar, los resultados y relaciones por género.
Para finalizar, se representa gráficamente mediante diagramas radiales la relación entre
las seis variables de estudio, variables asociadas al sedentarismo y sobrepeso, afines a un
estilo de vida saludable.
El estudio descriptivo comienza con la Tabla 1 y la Tabla 2. En la Tabla 1 podemos
observar los estadísticos referidos al pre-test, tanto en el grupo control como en el grupo
experimental; en la Tabla 2, aparecen los estadísticos para el post-test; en ambos casos,
se ha tratado de establecer la media, mediana y desviación típica para cada variable,
además de incluir los datos referidos al peso y la altura.
En cuanto a la desviación típica en el grupo experimental, para cada variable se
observa una disminución a partir de los resultados del pre-test y el post-test, lo que parece
indicar unos resultados más homogéneos en cuanto a la media en este grupo tras la fase
de intervención, sobre todo en la adherencia a la dieta mediterránea y la imagen corporal.
Por lo que respecta al grupo control, se observan descensos menos pronunciados en la
desviación típica de las variables, salvo para el caso del perímetro de la cintura.
La mediana para el caso del IMC en el grupo control permanece igual en el post-
test, mientras que en el grupo experimental disminuye. La mediana del perímetro de la
cintura para el grupo experimental desciende tras la intervención pasando del valor 80.5
a 78.5, al contrario de lo que ocurre en el grupo control, con un ascenso de 74.2 a 78. En
cuanto a la adherencia a la dieta mediterránea, en el grupo experimental se mantiene en
la puntuación más alta, es decir, 10; en el grupo control disminuye de 9.5 a 9. Por último,
48
la mediana de la imagen corporal se mantiene igual en el grupo control, aumentando en
el grupo experimental hasta su valor 1 que es el máximo.
Tabla 1. Estadísticos Pre-test
Peso Altura IMC Per. Cint. Ad. dieta M. Imagen corp.
Grupo Control, n=10
Media 41.992 1.3772 21.705 76.14 8.9 0.52
Mediana 44.45 1.4 22.35 74.2 9.5 0.5
Desviación típica 9.28409 0.125036 1.5205 8.58943 1.37 0.09189
Grupo Experimental, n=10
Media 50,75 1.43 24.789 75.9 9.4 0.84
Mediana 50,8 1.445 26.1 80.5 10 0.85
Desviación típica 12.09208 0.120185 4.74577 14.33295 1.265 0.14298
Tabla 2. Estadísticos Post-test
Peso Altura IMC Per. Cint. Ad. dieta M. Imagen corp.
Grupo Control, n=10
Media 44.79 1.393 22.72 76.3 9 0.53
Mediana 46.45 1.435 22.35 78 9 0.5
Desviación típica 10.10186 0.128845 1.49874 7.14998 1.054 0.06749
Grupo Experimental, n=10
Media 50.26 1.43 24.215 74 9.8 0.99
Mediana 51.15 1.445 25.215 78.5 10 1
Desviación típica 11.94824 0.120185 4.5391 13.74369 0.442 0.03162
La representación gráfica de la relación de medias entre el pre-test y post-test para
ambos grupos, se realiza a partir de la Tabla 3, con la comparación de medias para cada
una de las variables numéricas del estudio.
Tabla 3. Comparación de medias según el grupo en Pre-test y Post-test
Pre-test Post-test
Grupo Control, n=10
Peso 41.992 44.79
Altura 1.3772 1.393
IMC 21.705 22.72
Perímetro de la Cintura 76.14 76.3
Adherencia Dieta Mediterránea 8.9 9
Imagen Corporal 0.52 0.53
Grupo Experimental, n=10
Peso 50.75 50.26
Altura 1.43 1.43
IMC 24.789 24.215
Perímetro de la Cintura 75.9 74
Adherencia Dieta Mediterránea 9.4 9.8
Imagen corporal 0.84 0.99
En la Figura 1, observamos cómo la media del IMC en el grupo experimental
disminuye de 24.789 a 24.215 tras la fase de intervención, mientras que la media del IMC
para el grupo experimental sufre un aumento, de un 21.705 a un 22.72.
49
Figura 1. Representación de las medias del IMC
La misma tendencia sigue el perímetro de la cintura, cuya media aumenta para el
grupo control, de 76.14 a 76.3, siendo menor en el post-test para el grupo experimental,
pasando de una media inicial de 75.9 a una final de 74 (Figura 2).
Figura 2. Representación de las medias del Perímetro de la cintura
En cuanto a los valores medios de la adherencia a la dieta mediterránea,
representados gráficamente en la Figura 3, mejora en ambos grupos en el post-test; sin
21.7
05
22.7
20
24.7
89
24.2
15
I M C
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
76.1
4
76.3
75.9
74
P E R Í M E T R O C I N T U R A
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
50
embargo, en el grupo experimental se produce un mayor aumento, de 9.4 a 9.8, que en el
grupo control en el cual sólo mejora de 8.9 a 9.
Figura 3. Representación de las medias de la Adherencia a la Dieta Mediterránea
Por último, en la imagen corporal, los valores medios ascienden en el grupo
experimental de 0.84 a 0.99; mientras que en el grupo control mejoran sólo ligeramente,
de 0.52 a 0.53.
Figura 4. Representación de las medias de la Imagen Corporal
8.9
9
9.4
9.8
A D H E R E N C I A D I E T A M E D I T E R R Á N E A
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
0.52
0.53
0.84
0.99
I M A G E N C O R P O R A L
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
51
En las siguientes tablas, se muestran las frecuencias y porcentajes relativos al
tiempo de uso de pantalla y al tipo de desplazamiento al colegio, para el pre-test (Tabla
4) y el post-test (Tabla 5). En lo que respecta al tiempo de uso de pantalla, en el grupo
experimental permanece igual tanto en el pre-test como en el post-test, en su valor
máximo y más adecuado, puesto que el 100% de los niños/as que formaron parte de la
intervención siguen exponiéndose a las pantallas tecnológicas un máximo de 3 horas
diarias. En el grupo control, por el contrario, se produce un empeoramiento, dado que en
el pre-test el 100% de los niños/as usaban las nuevas tecnologías un tiempo de hasta 3
horas; en el post-test uno de los niños/as ha aumentado su tiempo de uso de pantalla a
más de 3 horas, lo que se corresponde con el 10% de este grupo control.
Tabla 4. Frecuencias Pre-test
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Tiempo uso pantalla
Hasta 3 horas 10 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Tipo desplaz. colegio
Pasivo 10 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Grupo Experimental, n=10
Tiempo uso pantalla
Hasta 3 horas 10 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Tipo desplaz. colegio
Pasivo 3 30 30 30
Activo 7 70 70 100
Tabla 5. Frecuencias Post-test
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Tiempo uso pantalla
Hasta 3 horas 9 90 90 90
Más de 3 horas 1 10 10 100
Tipo desplaz. colegio
Pasivo 10 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Grupo Experimental, n=10
Tiempo uso pantalla
Hasta 3 horas 10 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Tipo desplaz. colegio
Pasivo 1 10 10 10
Activo 9 90 90 100
Un análisis más exhaustivo del tipo de desplazamiento al colegio, lo podemos
realizar fijándonos en los siguientes gráficos que representan el porcentaje de
desplazamiento activo al colegio (Figura 5) y el porcentaje de desplazamiento pasivo
(Figura 6). Resulta alarmante verificar que en el grupo control, el desplazamiento activo
representa el valor 0 para todos los niños/as, por lo tanto, el 100% se desplaza de forma
52
pasiva al colegio tanto en el pre-test como en el post-test. El grupo experimental, por el
contrario, aumenta en cuanto al desplazamiento activo, pasando de un 70% en el pre-test
a un 90% en el post-test; por lo que desciende el desplazamiento pasivo de un 30% a un
10% final.
Figura 5. Porcentaje de desplazamiento activo al colegio
Figura 6. Porcentaje de desplazamiento pasivo al colegio
0 0
70
90
D E S P L A Z A M I E N T O A C T I V O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post10
0
100
30
10
D E S P L A Z A M I E N T O P A S I V O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
53
La Figura 7, compuesta por cuatro gráficos, muestra la distribución de las
frecuencias para el IMC. En el primer gráfico aparece la distribución de las frecuencias
del IMC para el grupo control en el pre-test, en el segundo gráfico para el grupo
experimental también en el pre-test; el tercer y cuarto gráficos corresponden al grupo
control en post-test y al grupo experimental en post-test, respectivamente. Destacamos
para el grupo experimental en post-test cómo el IMC se concentra sobre todo en valores
muy cercanos a la media, al igual que en el caso del grupo control. En ambos casos, la
mayor parte de los datos se encuentran por encima del valor medio.
Figura 7. Distribución de frecuencias del IMC
54
En cuanto a la distribución de frecuencias del perímetro de la cintura, apreciamos
en los gráficos de la Figura 8 una frecuencia alta en el pre-test para el grupo control
concentrada entre los valores 70 y 75, siendo la media algo superior, del 76.14. En el post-
test, el mayor porcentaje de los niños/as del grupo control se colocan sobre el valor 80,
siendo la media del 76.3. Por lo que se refiere al grupo experimental, la mayor frecuencia
ronda el valor 80 tanto en el pre-test como en el post-test, valores mayores a la media
respectiva, de 75.9 y de 74.
Figura 8. Distribución de frecuencias del Perímetro de la cintura
55
Al analizar la distribución de frecuencias de la adherencia a la dieta mediterránea
en la Figura 9, observamos una mayor frecuencia en todos los casos del valor 10, con una
distribución sesgada a la izquierda sobre todo en el grupo experimental.
Figura 9. Distribución de frecuencias de la Adherencia a la dieta mediterránea
56
También sesgada a la izquierda en la mayoría de los casos se encuentra la
distribución de frecuencias de la imagen corporal, sobre todo en el grupo experimental en
los resultados del post-test. Las mayores frecuencias en el grupo control se encuentran
sobre el valor medio en el grupo control; por encima del valor medio en el grupo
experimental.
Figura 10. Distribución de frecuencias de la Imagen corporal
57
Llevamos a cabo a continuación el estudio de las variables por género. En la
Figura 11 podemos observar cómo la muestra está compuesta en un 50% por niños y en
un 50% por niñas.
Figura 11. Distribución del género en la muestra de estudio
En la Tabla 6, con el soporte de las representaciones gráficas posteriores
analizamos la frecuencia del género femenino y el género masculino, para el grupo
control (Figura 12) y para el grupo experimental (Figura 13).
Tabla 6. Frecuencias según el género
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Femenino 6 60 60 60
Masculino 4 40 40 100
Grupo Experimental, n=10
Femenino 4 40 40 40
Masculino 6 60 60 100
En el grupo control, un 60% se corresponde con el género femenino, mientras
que un 40% con el masculino, lo que equivale a 6 niñas y 4 niños respectivamente, en
total 10.
En el grupo experimental, ocurre lo contrario, el 40% pertenece al género
masculino y el 60% al masculino, es decir, 4 niños y 6 niñas respectivamente, de un
total de 10.
50%50%
Género muestra
Femenino Masculino
58
Figura 12. Distribución del género en el Grupo Control
Figura 13. Distribución del género en el Grupo Experimental
A partir de los datos de la Tabla 7, establecemos la comparación de los valores
medios en pre-test y en post-test de las variables de estudio por género, además de incluir
los datos referentes al peso y la altura. En el pre-test, en el grupo control, la media del
IMC es mayor en los niños que en las niñas, al contrario de lo que ocurre en el grupo
experimental. En cuanto al perímetro de la cintura, en el grupo control son los niños los
60%
40%
Género Grupo Control
Femenino Masculino
40%
60%
Género Grupo Experimental
Femenino Masculino
59
que tienen un valor más alto, al revés ocurre en el grupo experimental en el que las niñas
presentan un perímetro de la cintura mayor que los niños. Existe mayor adherencia a la
dieta mediterránea para los niños en el grupo control, mientras que en el grupo
experimental de nuevo las niñas obtienen un valor medio mayor que los niños.
El valor medio de la imagen corporal en ambos grupos es mayor para los niños
que para las niñas en el pre-test. Sin embargo, en el post-test, para el grupo experimental,
las niñas obtienen un valor medio de 1, el valor máximo, y la media de los niños también
aumenta con un valor muy cercano al 1; en el grupo control se produce una ligera mejora
en las niñas mientras que los niños mantienen el mismo valor inicial.
En el post-test, para el grupo control, todos los valores medios de las variables
obtienen un valor mayor para los niños que para las niñas; en el grupo experimental ocurre
lo contrario al ser los valores medios en niñas mayores en todas las variables.
Tabla 7. Comparación de la media de las variables por género
Grupo Control Grupo Experimental
Femenino Masculino Femenino Masculino
Pre-test
Peso 39.3033 46.025 57.5750 46.20
Altura 1.33867 1.435 1.4675 1.405
IMC 21.4717 22.055 26.625 23.565
Perímetro Cintura 74.9667 77.9 77.75 74.6667
Adh. Dieta Med. 8.33 9.75 9.75 9.17
Imagen corporal 0.4833 0.575 0.775 0.8833
Post-test
Peso 41.6833 49.45 57.3 45.5667
Altura 1.35167 1.455 1.4675 1.405
IMC 22.4 23.2 25.95 23.0583
Perímetro Cintura 74.3333 79.25 75.75 72.8333
Adh. Dieta Med. 8.67 9.5 9.75 9.83
Imagen Corporal 0.5 0.575 1 0.9833
La representación gráfica de los valores medios del IMC por género nos permite
observar el aumento que experimenta en las niñas pertenecientes al grupo control,
mientras que en el caso del grupo experimental se produce un descenso del IMC de las
niñas tras el programa de intervención (Figura 14).
60
Figura 14. Representación de las medias del IMC género femenino
En la Figura 15, al igual que para el caso de las niñas, se muestra cómo la media
del IMC masculino aumenta en el grupo control, descendiendo en el grupo experimental.
Figura 15. Representación de las medias del IMC género masculino
Las medias para el perímetro de la cintura en el género femenino descienden para
ambos grupos, más acusada la disminución en el grupo experimental (Figura 16).
21.4
717
22.4
26.6
25
25.9
5
I M C F E M E N I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
22.0
55
23.2
23.5
65
23.0
583
I M C M A S C U L I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
61
Figura 16. Representación de las medias del Perímetro de la cintura género femenino
En el caso de los niños, la media del perímetro de la cintura en el grupo control
aumenta, pasando de 77.79 a 79.25 en el post-test; en el grupo experimental disminuye,
tal como viene representado en la Figura 17.
Figura 17. Representación de las medias del perímetro de la cintura género masculino
En la Figura 18 se puede apreciar el ligero ascenso que experimenta la media de
la variable adhesión a la dieta mediterránea en las niñas en el grupo control; mientras que
74.9
667
74.3
333
77.7
5
75.7
5
P E R Í M E T R O C I N T U R A F E M E N I N O
GC Pre GC Post GE Pre GC Post2
77.
9
79.2
5
74.6
667
72.8
333
P E R Í M E T R O C I N T U R A M A S C U L I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
62
en el grupo experimental dicho valor permanece igual en el pre-test y en el post-test, con
un valor cercano al máximo de 10.
Figura 18. Representación de las medias de la Adherencia a la dieta mediterránea género femenino
El gráfico de la Figura 19 permite corroborar el descenso del valor medio de la
variable adherencia a la dieta mediterránea por parte de los niños del grupo control,
mientras que aumenta para el grupo experimental tras el programa de intervención.
Figura 19. Representación de las medias de la Adherencia a la dieta mediterránea género masculino
8.33
8.67
9.75
9.75
A D H E R E N C I A D I E T A M E D I T E R R Á N E A F E M E N I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
9.7
5
9.5
9.17
9.83
A D H E R E N C I A D I E T A M E D I T E R R Á N E A M A S C U L I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
63
Tanto los valores medios de la imagen corporal de las niñas para el grupo control
como para el grupo experimental aumentan en el post-test respecto al pre-test, siendo
menores en el grupo control, 0.4833 y 0.5 respectivamente, que en el grupo experimental
cuya media asciende de 0.775 al máximo de 1 en el post-test (Figura 20).
Figura 20. Representación de las medias de la Imagen corporal género femenino
El valor medio de la imagen corporal para los niños se mantiene igual en el grupo
control con un valor de 0.575, mientras que en el grupo experimental asciende hasta un
valor muy cercano al máximo de 1 (Figura 21).
Figura 21. Representación de las medias de la Imagen corporal género masculino
0.48
33
0.5
0.77
5
1
I M A G E N C O R P O R A L F E M E N I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post0.
575
0.57
5
0.88
33 0.98
33
I M A G E N C O R P O R A L M A S C U L I N O
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
64
En la Tabla 8 se comparan las frecuencias en pre-test de la variable tiempo de uso
de pantalla por género tanto para el grupo control como para el grupo experimental, en la
Tabla 9 las frecuencias son el resultado del post-test.
Tabla 8. Frecuencias Pre-test por género de la variable Tiempo de uso de pantalla
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Femenino
Hasta 3 horas 6 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Masculino
Hasta 3 horas 6 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Grupo Experimental, n=10
Femenino
Hasta 3 horas 4 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Masculino
Hasta 3 horas 6 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Tabla 9. Frecuencias Post-test por género de la variable Tiempo de uso de pantalla
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Femenino
Hasta 3 horas 6 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Masculino
Hasta 3 horas 3 75 75 75
Más de 3 horas 1 25 25 100
Grupo Experimental, n=10
Femenino
Hasta 3 horas 4 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 00 0
Masculino
Hasta 3 horas 6 100 100 100
Más de 3 horas 0 0 0 0
Con ayuda de la Figura 22 y la Figura 23, observamos cómo tanto para el género
femenino como para el masculino, el porcentaje del tiempo de pantalla de hasta 3 horas
es del 100% en el pre-test para el grupo control y para el grupo experimental; sin embargo,
en el grupo control se produce un empeoramiento en el post-test al tener un 25% de los
niños que llegan a ocupar más de 3 horas diarias delante de los instrumentos tecnológicos.
65
Figura 22. Porcentaje del Tiempo de uso de pantalla género femenino
Figura 23. Porcentaje del Tiempo de uso de pantalla género masculino
La Tabla 10 y la Tabla 11 incluyen las frecuencias relativas al tipo de
desplazamiento al colegio por género y según el grupo, en pre-test y en pos-test
respectivamente.
100
0
100
0
100
0
100
0
20
40
60
80
100
120
Hasta 3 horas Más de 3 horas
TIEMPO USO PANTALLA FEMENINO
GC Pre GC Post GC Pre2 GE Post
100
0
100
0
75
25
100
00
20
40
60
80
100
120
Hasta 3 horas Más de 3 horas
TIEMPO USO PANTALLA MASCULINO
GC Pre GC Post GC Pre2 GE Post
66
Tabla 10. Frecuencias Pre-test según el género de la variable Tipo de desplazamiento al colegio
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Femenino
Pasivo 6 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Masculino
Pasivo 6 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Grupo Experimental, n=10
Femenino
Pasivo 1 25 25 25
Activo 3 75 75 100
Masculino
Pasivo 2 33.3 33.3 33.3
Activo 4 66.7 66.7 100
Tabla 11. Frecuencias Post-test según el género de la variable Tipo de desplazamiento al colegio
Frecuencia Porcentaje Porcentaje válido Porcentaje acumulado
Grupo Control, n=10
Femenino
Pasivo 6 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Masculino
Pasivo 4 100 100 100
Activo 0 0 0 0
Grupo Experimental, n=10
Femenino
Pasivo 1 25 25 25
Activo 3 75 75 100
Masculino
Pasivo 0 0 0 0
Activo 6 100 100 100
Observando los gráficos de la Figura 24 y 25, muy relevante resulta el porcentaje
del 100% de los niños y las niñas que en el grupo control representan el porcentaje de
desplazamiento pasivo al colegio, tanto en el pre-test como en el post-test. En el grupo
experimental, el porcentaje de niñas con desplazamiento activo y pasivo al colegio, 75%
y 25% respectivamente, se mantiene igual tras la intervención. Importante resulta la
mejora en los niños en el grupo experimental, de los cuales un 33.3% se desplazaba al
colegio de forma pasiva antes de la intervención y un 0% tras la intervención.
67
Figura 24. Porcentaje del tipo de desplazamiento al colegio género femenino
Figura 25. Porcentaje del tipo de desplazamiento al colegio género masculino
A continuación, se representan gráficamente mediante diagramas radiales la
relación entre las seis variables de estudio, representadas mediante la media para las
variables numéricas y la moda o puntuación con más frecuencia para las dos variables
categóricas del tiempo de uso de pantalla y el tipo de desplazamiento al colegio. En la
Figura 26 se representan los datos para el grupo control, en el pre-test y en el pre-test; en
100
0
100
0
25
75
25
75
0
20
40
60
80
100
120
Pasivo Activo
TIPO DESPLAZAMIENTO AL COLEGIO FEMENINO
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
100
0
100
0
33.3
67.3
0
100
0
20
40
60
80
100
120
Pasivo Activo
TIPO DESPLAZAMIENTO AL COLEGIO MASCULINO
GC Pre GC Post GE Pre GE Post
68
la Figura 27 los datos para el grupo experimental, también antes y después de la
intervención. Podemos observar pequeñas variaciones en ambos grupos dada la escala de
medida utilizada en el diagrama.
Figura 26. Diagrama radial comparativo de variables para el Grupo Control
Figura 27. Diagrama radial comparativo de variables para el Grupo Experimental
Para finalizar, a continuación, destacamos los principales resultados derivados del
programa nutricional efectuado solamente al grupo experimental, compuesto por un
análisis antropométrico junto a una serie de consejos y pautas nutricionales.
0
20
40
60
80IMC
Perímetro Cintura
Ad. Dieta M.
Imagen Corporal
Tiempo uso pantalla
Tipo desplazamientocolegio
Grupo Control
GC Pre GC Post
0
20
40
60
80IMC
Perímetro Cintura
Ad. Dieta M.
Imagen Corporal
Tiempo uso pantalla
Tipo desplazamientocolegio
Grupo Experimental
GE Pre GE Post
69
Para llevar a cabo el análisis nutricional, el grupo experimental se dividió en dos
subgrupos en función del IMC, el primer grupo con los niños/as con un IMC por encima
de la media, lo que equivale al 90% del grupo, y el segundo grupo con un IMC por debajo
de la media, en el que se incluyen el 10% de los niños/as. A partir de la antropometría
realizada en pre-test, se observa que el grupo con un IMC por encima de la media,
presenta un porcentaje medio de masa grasa del 36.3 ± 6.8% y un 40.4 ± 2.4% en cuanto
a la masa muscular; el grupo con el IMC por debajo de la media presenta un porcentaje
de grasa del 10% y una masa muscular del 42.8%. En el post-test, el 100% de los niños/as
del grupo experimental reducen entre un 1% y un 4% el porcentaje de grasa total, en el
30% desciende ligeramente la masa muscular (0.5-1%).
Por lo que se refiere al cuestionario de frecuencia de consumo (CFC), en el
subgrupo con el IMC por debajo de la media, su consumo medio es de 1366 kcal, en el
que las proteínas representan un 12.5%, los hidratos de carbono un 36.6% y las grasas un
49.6%, tal como aparece en la Figura 28.
Figura 28. Composición de la dieta según macronutrientes subgrupo IMC por debajo de la media
El consumo medio del subgrupo con IMC superior a la media se sitúa en 1951 ±
366 kcal, siendo un 15.6 ± 3 % de proteínas, un 47 ± 7.1 % de grasas y un 38.8 ± 7.9 %
de hidratos de carbono, tal como observamos en la Figura 29.
Composición de la dieta Macronutrientes
Proteínas Hidratos de carbono Grasas
70
Figura 29. Composición de la dieta según macronutrientes
En el grupo experimental, el consumo medio de fibra es de 14 ± 3.7 g/dia.
Observamos en la Figura 30 la distribución de la fibra en el grupo, con un 28% procedente
de cereales como el arroz, pasta y pan; un 27% de legumbres; las frutas con un 16% y las
verduras también con un 16%; los alimentos procesados (dulces y salados) con un 12% y
tan sólo un 1% en cuanto a los frutos secos.
Figura 30. Distribución de la ingesta de fibra según grupos de alimentos
Composición de la dietaMacronutrientes
Proteínas Hidratos de carbono Grasas
Ingesta de fibraSegún grupo de alimentos
Derivados de cereales - dulces Derivados de cereales - salados Verduras
Frutas y derivados Cereales, pasta, pan y patatas Legumbres
Frutos secos
71
El consumo medio de azúcar libre alcanza los 59 ± 23 g al dia, siendo las
principales fuentes de azúcar en la alimentación del grupo experimental los dulces
(chocolates, pasteles, golosinas y helados) con un 26%, los productos lácteos (yogures,
flanes y natillas) con un 24%; representando entre ambos grupos más de la mitad del
azúcar consumido por los niños/as. Los productos de desayuno en un 18%, como los
cereales, galletas, bizcochos, ensaimadas, etc.; los productos derivados de la fruta en un
15%, sobre todo zumos y frutas en almíbar y, por último, los refrescos representan el
12%.
Por lo que ser refiere a los resultados obtenidos del R24, que permite un análisis
más exhaustivo de la calidad de la dieta del grupo y su evolución tras la fase de
intervención, en cuanto al reparto de macronutrientes, el aporte de proteinas aumenta en
un 2% respecto a los datos suministrados por el CFC, descendiendo el aporte de las grasas,
siendo la media de 17 ± 3.7% de proteinas y de 44.7 ± 2.4 % de grasas. El aporte de
hidratos de carbono coincide con los resultados del CFC, representando solamente un
38.3 ± 5% de las calorias totales, la fibra se sitúa en el 17.9 ± 7,5 g/dia. En cuanto a la
calidad de las grasas, el consumo medio diario de grasa saturadas es de 13.3±2.3%, las
grasas poli y mono insaturadas representan un 21 ± 2.9% y 5.9 ± 1.1% respectivamente
de las calorias totales de la dieta, siendo también elevada la cantidad de grasas
monoinsaturadas.
Con el R24 también podemos analizar el consumo de otros nutrientes relacionados
con el exceso de peso, como son la ingesta de colesterol y sodio. El consumo de colesterol
en el grupo experimental es de 310.6 ± 147.9 mg/dia, el consumo medio de sodio es de
2835 ± 1181 mg/dia.
En la Figura 31 se representa el Índice de Alimentación Saludable con los datos
del R24 en el grupo experimental, en el que sólo el 20% de los niños/as tiene una
alimentación muy buena y un 10% buena. El 30% de los niños/as sigue una alimentación
inadecuada y el 40% solamente aceptable; por consiguiente, un 70% de los niños/as no
siguen una alimentación saludable.
72
Figura 31. Índice de Alimentación Saludable en el grupo experimental según R24
Comparando los resultados del R24 en pre-test y post-test, observamos que la
distribución de macronutrientes y la ingesta de fibra no ha sufrido variaciones.; aunque
se ha producido una disminución de la ingesta calórica de 630 kcal, llegando a 1714 ±
247 kcal/dia. La ingesta de sodio y colesterol diario también se ha reducido en el post-
test, con un 1762 ± 599 mg para los valores medios del sodio y un 258 ± 88 mg los de
colesterol. La ingesta de grasas saturadas también ha descendido en un 1.6%, con una
menor ingesta de alimentos procesados, ricos en calorías, colesterol, sal y grasas
saturadas, acorde con la disminución calórica.
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
Índice de Alimentación Saludable
Inadecuada Aceptable Buena Muy buena
73
5. DISCUSIÓN
5.1. Mejora de la salud y la calidad de vida
En los países en vías de desarrollo, el problema fundamental de su población es la
escasez de alimentos y los problemas nutricionales que lleva asociado; en los países
desarrollados, la abundancia de alimentos está provocando en la población problemas de
salud por el exceso de peso, estando los niños/as en edad infantil y juvenil en situación
de riesgo y necesidad de prevención, siendo el momento adecuado para inculcar hábitos
físicos y nutricionales (Manonelles-Marqueta et al., 2008), insistiendo en la importancia
de la prevención (Maximova et al., 2008). Ante esta situación, el objetivo primordial del
presente estudio es contribuir a mejorar la salud y calidad de vida de los escolares, en
concreto, en niños y niñas que presentan una situación de sobrepeso y/o rasgos de
sedentarismo; mediante un programa de entrenamiento personalizado y pautas
nutricionales, usando como base los entornos virtuales en su vertiente motriz, de tal forma
que los avances tecnológicos puedan servir para la lucha contra el sedentarismo y
sobrepeso, en lugar de seguir siendo causa de los mismos. Para ello, a lo largo del presente
estudio, tras un exhaustivo análisis preliminar de las investigaciones anteriores en este
campo, se ha pretendido examinar la influencia de los factores más determinantes en
relación al sedentarismo y sobrepeso infantil; considerando la actividad física como el
posible motor ante el cambio en los hábitos diarios que nos lleve hacia una población
infantil menos sedentaria. En este sentido, Manonelles-Marqueta et al. (2008), nos indica
los importantes efectos beneficiosos de la actividad física en los niños/as y jóvenes;
efectos sobre la disminución del peso, más aún si se sigue una alimentación adecuada, tal
como hemos intentado a lo largo de la fase de intervención del presente estudio; efectos
sobre el aparato locomotor al permitir un adecuado crecimiento corporal, aspecto que no
hemos podido valorar en nuestra investigación debido a la duración de 3 semanas de
nuestro programa; efectos cardiovasculares, metabólicos, mejora respiratoria y menor
riesgo en determinados cánceres, no medidos en el presente estudio; por último, efectos
psicológicos valorados a través de la satisfacción con la imagen corporal.
El informe Riesgo cardiovascular desde la infancia (Sociedad Española de
Cardiología, 2019), indica entre los factores de riesgo cardiovascular evitables la
obesidad y la inactividad física. Para reducir el peso en los niños/as con sobrepeso,
recomienda rebajar la ingesta de calorías, que la comida no sea un premio por parte de
74
los progenitores, evitar el consumo de productos azucarados como bebidas y bollería
industrial, realizar más actividad física y permanecer menos tiempo sedentario frente al
televisión o con los videojuegos. Tal como nos indica el informe, la actividad física
regular controla el peso, contribuye al adecuado desarrollo de los huesos, mejora a nivel
psicológico y disminuye la presión arterial; también insistiendo en los 60 minutos mínimo
al día de actividad física necesarios, de intensidad moderada a vigorosa para los niños/as
mayores de cinco años. La OMS (World Health Organization,, 2019), en este sentido, nos
recuerda que el principal condicionante del exceso de peso infantil es la mayor cantidad
de calorías ingeridas en relación al gasto calórico, junto a una inactividad física creciente
en las sociedades actuales; aspectos ambos tenidos en cuenta en nuestra investigación.
A partir de los resultados de nuestro estudio, no hemos llegado a establecer
recomendaciones o guía de buenos hábitos saludables, tal como Manonelles-Marqueta et
al. (2008) nos proponen al insistir en que se debe proporcionar a la sociedad habilidades
en cuanto a la actividad física, alimentación y salud; así como a los profesionales de la
salud para la detección y prevención del exceso de peso. En este sentido, la OMS (World
Health Organization,, 2019) indica una serie de recomendaciones generales sobre el
consumo de frutas y verduras, legumbres, cereales y frutos secos, evitar el consumo de
grasas saturadas y azúcares, realizar una actividad física de 60 minutos mínimo al día;
considera que la prevención es la mejor aliada contra el exceso de peso infantil, puesto
que hasta el momento los esfuerzos se destinan sobre todo a la curación, tal como ha sido
el objetivo de nuestro estudio al centrarse solamente en niños/as ya con signos de
sedentarismo y/o sobrepeso. Según el estudio realizado por NCD Risk Factor
Collaboration (2017), el problema del exceso de peso en los niños/as a nivel mundial,
conlleva complicaciones de salud durante el resto de la vida; necesita de medidas
nacionales e internacionales para su tratamiento desde políticas integrales. La OMS
(World Health Organization,, 2019) en la misma línea, recomienda políticas sociales,
ambientales y sociales de apoyo, así como de la industria alimentaria mejorando la
composición más saludable de los alimentos procesados, para conseguir cambiar los
hábitos diarios de la población de cara a la luchar contra el sedentarismo y el exceso de
peso.
En los resultados de nuestro estudio, tras el análisis estadístico, no se han
encontrado diferencias estadísticamente significativas en las variables de estudio, cabe
75
suponer que un programa de entrenamiento similar llevado a cabo en una muestra con
mayor número de niños/as y de mayor duración pudiera conducir a diferencias
significativas. Por el contrario, Solís et al. (2015) implementó un programa de
entrenamiento contra el sobrepeso en 282 niños/as de dos colegios españoles, durante dos
cursos escolares, considerando el IMC, el perímetro abdominal y los hábitos alimentarios
a través del test KIDMED. El grupo experimental disminuyó su IMC, mejoró su adhesión
a la dieta mediterránea y aumentó el porcentaje de alumnos/as con una dieta saludable;
sin obtener tampoco diferencias estadísticamente significativas entre los grupos
experimental y control.
El tamaño muestral de referencia para el estudio está constituido por una muestra
inicial voluntaria de un total de 359 niños y niñas de edades comprendidas entre los 3 y
12 años, 20 niños/as seleccionados componen nuestra muestra final para la elaboración
de la presente investigación, compuesta en un 50% por niños y en un 50% por niñas. En
el grupo control, un 60% se corresponde con el género femenino, mientras que un 40%
con el masculino, lo que equivale a 6 niñas y 4 niños respectivamente, en total 10. En el
grupo experimental, ocurre lo contrario, el 40% pertenece al género masculino y el 60%
al masculino, es decir, 4 niños y 6 niñas respectivamente, de un total de 10.
5.2. Valoración antropométrica
Basándonos en las indicaciones de la OMS (World Health Organization,, 2019),
hemos utilizado el IMC como medida del sobrepeso; tal como nos indica Varela-Moreiras
et al. (2013), considerando las curvas de IMC según la edad y género, la obesidad se
corresponde con un percentil igual o mayor a 95, el sobrepeso con un percentil igual o
superior a 85 hasta por debajo de 95. Según Serra-Majem et al. (2003, cit. in Manonelles-
Marqueta et al., 2008), a pesar de que existen diversas herramientas para medir el exceso
de peso infantil (como los pliegues cutáneos, la resonancia magnética, etc.), es el IMC el
más utilizado. De todas formas, mediante el IMC no es posible saber si el exceso de peso
se refiere a aumentos de masa grasa o masa libre de grasa (Freedman et al., 2009; Garemo
et al., 206; cit. in Aristizabal et al., 2015), pudiendo tener mayor precisión el grosor del
pliegue cutáneo respecto a la grasa corporal que el IMC (Watts et al., 2005; Acosta et al.,
cit. in Aristizabal et al., 2015); sin embargo, es la grasa intraabdominal la más relacionada
con el riesgo de enfermedades cardiovasculares, el grosor del pliegue cutáneo se
76
encuentra más relacionado con la grasa subcutánea (Powell et al., 2007; The National
Academic Press, 2001; cit. in Aristizabal et al., 2015).
El IMC no aporta información sobre la masa grasa o masa libre de grasa (Wells et
al, 2012; Nagy et al., 2014; Ahrens, 2014). En este sentido, el índice de masa grasa se
puede utilizar como índice de composición corporal, expresado en las mismas unidades
que el IMC, calculado al dividir la masa grasa corporal por la altura en metros al cuadrado;
el IMC, por su parte, utiliza el peso y la altura, es decir, medidas más sencillas de obtener,
además el IMC utilizado a nivel mundial permite realizar comparaciones a nivel
internacional (Aristizabal et al., 2015). Nagy et al. (2014) en su estudio sobre una muestra
de 745 niños pertenecientes a ocho países, pretendieron establecer patrones de referencia
para otras mediciones de la composición corporal diferentes al IMC, como la
circunferencia de la cintura, aunque también consideran la sencillez en la obtención del
IMC como indicador de sobrepeso y obesidad.
Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores sobre el IMC, en cuanto a los
resultados en el IMC obtenidos en nuestra muestra, tras la fase de intervención, hemos
comprobado como la media del IMC desciende en el grupo experimental, mientras que
en el grupo control aumenta, tanto en lo que se refiere a los niños como a las niñas. Este
hecho podría ser indicativo de un descenso en sobrepeso de los niños/as gracias al
programa de intervención realizado; siempre considerando las limitaciones para el IMC
analizadas, puesto que se podría haber utilizado otros instrumentos como el índice de
masa grasa para corroborar y complementar los resultados, aunque, por otra parte, el uso
del IMC puede permitirnos establecer relaciones con variedad de estudios a nivel nacional
e internacional (Curilem-Gatica, 2016). En este sentido, interesante el estudio realizado
por Maximova et al. (2008) en 3665 niños/as y adolescentes, en el cual relacionaron su
IMC, con el de sus progenitores y compañeros/as, para establecer la influencia del entorno
social en el exceso de peso y su percepción. Alonso et al. (2014), en su estudio
longitudinal que abarca seis años, corroboró usando el IMC la relación entre composición
corporal, nivel de sobrepeso y obesidad, así como de actividad física y frecuencia de
consumo de alimentos. Un estudio llevado a cabo por Tomiyama et al. (2016), nos indica
la importancia de no depender únicamente del IMC a la hora de catalogar a las personas
como individuos no saludables a nivel cardiometabólico, identificados a través de este
índice como obesos o con sobrepeso. En este sentido, la catalogación del sobrepeso por
77
parte de la OMS se basa en datos de hace décadas, por parte de algunos autores se sugiere
la idoneidad de su revisión (World Health Organization, 2016; cit. in Afzal et al., 2016).
Según un estudio llevado a cabo por el National Institute for Health Research (NIHR,
2019), la esperanza de vida se ve relacionada positivamente con el ritmo al andar, no tanto
con el IMC.
El estudio realizado por NCD Risk Factor Collaboration (2017) en casi todos los
países del mundo, concluyó que el IMC medio a nivel mundial ha aumentado en niños y
adolescentes desde 1975 a 2016. Consideran el IMC como indicador del sobrepeso y
obesidad según las indicadiones del OMS, sin embargo, aclaran que los patrones de
definición del sobrepeso y la obesidad difieren según el organismo de referencia.
Por otro lado, López-Sánchez et al., (2019), a partir de una muestra de 512 niñas
y 488 niños, con el objetivo de analizar el sobrepeso y la obesidad a nivel infantil y juvenil
en los países del sur de Europa, demostró la idoneidad de evaluar el sobrepeso y la
obesidad mediante el porcentaje de masa grasa, además del IMC; aconsejando también
especificar el organismo de referencia porque los resultados pueden diferir.
Puesto que la circunferencia o perímetro de la cintura se puede usar como
indicador del sobrepeso y obesidad, en concreto como medidor del exceso de grasa
abdominal (Bacopoulou et al., 2015; Curilem-Gatica et al., 2016, Dobashi et al., 2017);
en nuestro estudio, además del IMC como indicador antropométrico, se ha utilizado el
perímetro de la cintura. A partir de los resultados del estudio, podemos determinar que la
media aumenta para el grupo control tras la fase de intervención, disminuyendo para el
grupo experimental; lo que podría ser indicativo de un descenso en el exceso de peso en
los niños/as que han seguido el programa de intervención. Aristizabal et al. (2015), en su
estudio con 232 niños/as, utilizaron, entre otros medidores antropométricos, el IMC y el
perímetro de la cintura en relación al riesgo cardiometabólico; sin embargo, consideran
como mejor indicador el reciente índice cintura/estatura, con pocas referencias todavía en
niños/as muy pequeños. Curilem-Gatica et al. (2016) también nos habla de la idoneidad
de este nuevo índice, ya comprobada su relación con el riesgo de enfermedades
cardiovasculares a nivel infantil y juvenil; además, no existe unanimidad en la medición
del perímetro de la cintura, lo que puede dificultar el cotejo con otros estudios. En nuestro
caso, hemos seguido las indicaciones del proyecto ALPHA (Ruiz et al., 2011) para su
78
elección como indicador antropométrico y en cuanto a su forma de medición con los
niños/as.
5.3. Análisis del tiempo de uso de pantalla
Para la realización de la presente investigación, la variable tiempo de uso de
pantalla se ha considerado con valor 1 si se usaban las pantallas tecnológicas un máximo
de 3 horas diarias, el valor 0 si se superaban las 3 horas. En el grupo experimental, tanto
en el pre-test como en el post-test, el 100% de los niños y niñas se exponen a las pantallas
un máximo de 3 horas diarias. En el grupo control, en el pre-test el 100% de los niños/as
cumplían el máximo de hasta 3 horas, pero tras el programa de intervención, uno de los
niños, el 10% del grupo control, aumenta su tiempo de uso de pantalla a más de 3 horas.
Tras estos resultados, podríamos indicar que los niños/as que han llevado a cabo el
programa de intervención aún usando los avances tecnológicos de forma motriz, no han
aumentado su exposición a las pantallas tecnológicas, lo que resulta un signo que no
contribuye al sedentarismo; por el contrario, el grupo control empeora posiblemente al no
seguir un programa contra el sedentarismo y sobrepeso, contra la inactividad física. Estos
resultados se producen acorde con la disminución del IMC del grupo experimental y el
aumento en el grupo control, resultados respaldados por estudios como el de Van Ekris
et al. (2016; cit. in Stiglic & Viner, 2016) que constataron una relación fuerte entre el
tiempo de pantalla y el IMC, con incidencia evidente en el sobrepeso y obesidad a lo largo
del tiempo, aunque no aumentaba directamente con cada aumento de hora de tiempo de
pantalla.
Respecto al umbral de las 3 horas de tiempo de uso de pantalla de nuestro análisis,
la Asociación Española de Pediatría (AEP, 2019), considera que los niños/as menores de
2 años no deben exponerse a las pantallas tecnológicas, de 2 a 4 años como máximo 1
hora, de los 5 a los 17 años como máximo 2 horas al día. De la misma manera, el informe
Riesgo cardiovascular desde la infancia (Sociedad Española de Cardiología, 2019),
incluye como causa de sedentarismo el tiempo de uso de pantalla, considerando
inadecuado la exposición de los niños/as a móviles y tablets en menores de 2 años, nunca
dos horas antes de dormir. Manonelles-Marqueta et al. (2008) incluye además la
necesidad de que los padres y madres limiten el tiempo de pantalla a menos de 2 horas
diarias a los niños/as dando alternativas de actividades y juegos motrices. Stiglic & Viner
(2019) consideran que un tiempo de pantalla de dos horas o superior al día disminuye la
79
calidad de vida y la salud de los niños/as. Reid-Chassiakos et al. (2016) corrobora la
relación entre usar las pantallas 2 o más horas y los problemas de sobrepeso; además,
como nos indica Wen et al. (2014; cit. in Reid-Chassiakos et al., 2016), para niños
menores de un año, el IMC aumenta por cada hora a la semana de exposición a las
pantallas tecnológicas.
El tiempo de uso de pantalla a partir del cual se considera causante del sobrepeso
ha ido aumentando a lo largo de los años. En un estudio efectuado en 1996 en niños/as de
5 a 10 años, se constató que los jóvenes con más de 5 horas al día delante del televisor
tenían mayores posibilidades de sobrepeso que los que se exponían un máximo de 2 horas
(Gortmaker et al., 1996; cit. in Reid-Chassiakos et al., 2016). Un estudio más actual
realizado entre niños de 4 a 13 años indica que permanecer delante del televisor más de
1.5 horas al día ya es relevante para la obesidad (De Jong et al., 2013; cit. in Reid-
Chassiakos et al., 2016), mientras que una investigación con una muestra cercana a los
300000 niños/as y jóvenes concluyó que un uso de pantallas entre 1 y 3 horas puede
aumentar la obesidad de un 10% a un 27% (Braithwaite et al., 2013; cit. in Reid-
Chassiakos et al., 2016). Tras los estudios más actuales, Reid-Chassiakos et al. (2016)
abre la posibilidad de que el umbral de tiempo de uso de pantalla debería ubicarse entre
1 y 1.5 horas al día para evitar el exceso de peso infantil y juvenil, más restrictivo que las
2 horas al día actualmente propuestas, como es el caso de la Academia Americana de
Pediatría; lo que supone un umbral mucho más restrictivo que el de las 3 horas usado en
nuestra investigación. El informe Riesgo cardiovascular desde la infancia (Sociedad
Española de Cardiología, 2019) indica que entre el 21% y el 40% de los niños/as
españoles pasa menos de 1 hora al día frente a las pantallas tecnológicas.
Por el contrario, existen autores que no atribuyen tanta importancia del tiempo de
pantalla en cuanto a su relación causante del sobrepeso y la obesidad, es el caso del
estudio llevado a cabo por Mitchell et al. (2013; cit. in Reid-Chassiakos et al., 2016) que
identificó relación significativa entre el tiempo de pantalla de televisión y la obesidad
solamente para los niños/as que ya tenían un IMC muy elevado. Sisson et al. (2010; cit.
in Reid-Chassiakos et al., 2016) determinó que era la unión entre inactividad física y
muchas horas de pantalla lo que provocaba exceso de peso, no sólo el tiempo de pantalla.
Siguiendo en esta línea, Stiglic & Viner (2019) nos recuerda que existen autores
defensores del tiempo de uso de pantalla, los cuales destacan la importancia de
80
determinados contenidos digitales, interesantes para el desarrollo de los niños/as; las
pantallas digitales promueven la salud física, social y cognitiva, menospreciando los
efectos perjudiciales.
En la actualidad, Reid-Chassikos et al. (2016) nos indica la importancia de
aplicaciones actuales para móvil o tablet, también otros dispositivos tecnológicos, que
contribuyen a la actividad motriz, como aquellos que contabilizan los pasos, el ritmo de
carrera, el tiempo y la distancia, etc., reforzando por tanto los comportamientos activos.
Markowitz et al. (2018), han demostrado el uso de la realidad virtual como promotor del
aprendizaje en niños/as y jóvenes, en concreto aplicado al conocimiento del cambio
climático; mejorando la actitud social y ambiental tras la inmersión en los océanos a
través de la realidad virtual, aumentando su conocimiento y curiosidad. La realidad virtual
se puede usar también para mejorar aspectos psicológicos y sociales, incluso usarse sin
su vertiente motriz para facilitar el aprendizaje (Ver Dede, 2009; Merchant et al., 2014;
cit. in Markowitz et al., 2018).
Sandercock et al. (2012) estudió en los niños/as la relación del tiempo de uso de
pantalla y nuestra siguiente variable de estudio, el desplazamiento pasivo al colegio, en
su aptitud cardiorrespiratoria; concluyendo que la combinación de altos niveles de
pantalla y desplazamientos pasivos al colegio parece asociarse a una menor aptitud
cardiorrespiratoria infantil.
5.4. Efecto del tipo de desplazamiento al colegio
En el presente estudio, tras el análisis de los resultados, observamos que en el
grupo control el 100% de los niños y niñas se desplaza al colegio de forma pasiva, con el
valor 0 asignado, tanto en el pre-test como en el pre-test, sin ninguna mejora. En el grupo
experimental, se produce un aumento del desplazamiento activo, pasando de un 70% en
el pre-test a un 90% tras el programa de intervención, mejora asociada al género
masculino. Este incremento en el desplazamiento activo al colegio tras la fase de
intervención podría ser consecuencia de la aplicación del programa que pretende
potenciar la actividad física y disminuir el nivel de exceso de peso de los escolares del
estudio. Rodríguez-Rodríguez et al. (2017) estudiaron el tipo de desplazamiento al centro
escolar tras analizar a 453 niños/as y jóvenes de entre 10 y 18 años, constatando que los
desplazamientos activos pueden constituir una forma diaria de incrementar los niveles de
81
actividad física. En dicho estudio, se clasificó el tipo de desplazamiento al colegio en dos
tipos, viaje activo (caminar o bicicleta) y viaje no activo (automóvil, motocicleta y/o
autobús); señalando además una diferencia dentro del denominado viaje no activo, pues
consideran que el transporte público como el autobús es una forma semi activa al implicar
mayor actividad física que el transporte privado, aspecto que no hemos considerado en la
presente investigación. Asimismo, constataron la importancia de la distancia desde el
hogar hasta el centro escolar, coincidiendo mayoritariamente los desplazamientos activos
con hogares más próximos al colegio y viceversa.
Carver et al. (2014), por su parte, en una muestra de 1121 niños/as de 9 a 10 años,
indagaron más en el tipo de desplazamiento, al estudiar la influencia ambiental, social y
física para que los niños/as se puedan desplazar al colegio de forma activa,
independientemente de sus progenitores; considerando importante que a los padres y
madres se les ayude a enseñar a sus hijos/as en la autonomía necesaria para desplazarse
de forma autónoma y activa, además de que desde las administraciones públicas se
promueva una arquitectura que promocione el desplazamiento activo, como puede ser
construir las escuelas en zonas residenciales o cercanas a éstas, tal como nos indican
Babey et al. (2009) en su estudio. En este estudio, se consideraron dos categorías en la
variable tipo de desplazamiento al colegio; en primer lugar, con el valor 0 para los
niños/as que andaban o iban en bicicleta con un adulto, o un vehículo a motor, en segundo
lugar, con valor 1 cuando caminaban o iban en bicicleta sin un adulto.
Scheepers et al. (2013) realizaron un estudio de los hábitos de transporte de los
miembros de las familias y las características del vecindario como elementos influyentes
en el tipo de desplazamiento activo o pasivo; aunque, por otro lado, Babey et al. (2009)
consideran que posiblemente el nivel económico de las familias y la distancia explique
en mayor medida el tipo de desplazamiento que los hábitos de transporte familiar. Chillón
et al. (2014), siguiendo en la misma línea, tiene en cuenta la variedad de aspectos que
pueden condicionar el tipo de desplazamiento de los niños/as al colegio; en concreto, la
demografía y el entorno físico, pero especialmente las barreras percibidas por los
progenitores en cuanto a la seguridad (Babey et al., 2009) y el clima, factor con resultados
más significativos en el estudio. En la presente investigación, no se han considerado
directamente los factores que pueden determinar el tipo de desplazamiento al centro
escolar, solamente el tipo de desplazamiento activo o pasivo.
82
En nuestro estudio de tres semanas de duración, se ha producido un incremento
en el desplazamiento activo del grupo experimental junto a un descenso en su IMC,
acorde con los resultados obtenidos por Rosenberg et al. (2006), quienes afirman que los
niños/as que se desplazan de forma activa al colegio suelen tener un IMC más bajo y si
perdura este comportamiento durante dos años es posible un cambio en el IMC o en el
sobrepeso (Rosenberg et al., 2006). El desplazamiento activo al colegio promueve el nivel
de actividad física, asociado también a un aumento de la condición cardiovascular
(Larouche et al., 2014) y cardiorrespiratoria (Lubans et al., 2011). El tiempo necesario de
actividad física diaria de 60 minutos se puede cumplir a lo largo de todo el día, con la
suma de cada una de las actividades realizadas, entre las que se puede incluir andar o ir
en bicicleta al colegio (Manonelles-Marqueta et al., 2008).
5.5. Los factores psicológicos a través de la imagen corporal
Para la obtención de datos en la muestra referentes a la percepción de la imagen
corporal de cada niño/a, a partir de los resultados obtenidos mediante las siluetas de
Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983), observamos que tras la fase de intervención se
produce en el grupo experimental un ascenso del índice utilizado, es decir, se perciben
los niños/as de una forma más cercana a su verdadero IMC. En el grupo control también
aumenta pero muy poco. A nivel de género, para las niñas aumenta la media del índice
de imagen corporal en ambos grupos, aunque en el grupo experimental el ascenso es
mayor; para el género masculino, en el grupo control se mantiene igual y en el grupo
experimental aumenta. Tal como nos indica Cattelino et al. (2015), los niños/as con
sobrepeso suelen tener una percepción distorsionada de su cuerpo, subestimando su peso.
Maximova et al. (2008) dio un paso más al estudiar la influencia que el IMC de los
progenitores y compañeros/as puede tener en la autopercepción del tamaño corporal; dado
que si las personas que forman parte del contexto del niño/a presentan sobrepeso u
obesidad, el niño/a puede desarrollar una percepción incorrecta del tamaño corporal
saludable.
Aunque para la medición de la imagen corporal existen otros instrumentos
(Cuervo et al., 2018), las siluetas de imagen corporal en relación con el IMC se consideran
una forma adecuada para medir el nivel de exceso de peso (Pedro et al., 2016; Coelho et
al., 2013; cit. in Sánchez-Castillo, 2019), diversas investigaciones actuales han utilizado
las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983) con este fin (Sánchez-Castillo et
83
al., 2019; López-Sánchez et al., 2017; Scagliusi et al., 2006). En concreto, Sánchez-
Miguel et al. (2018) para evaluar la satisfacción con la imagen corporal en niños/as,
utilizó las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983), en las que en primer lugar
elegían la imagen que reflejaba su cuerpo, en segundo lugar elegían cuál era la imagen
ideal de su cuerpo, en tercer lugar se calculó la satisfacción del tamaño corporal como la
resta entre el tamaño corporal percibido y el tamaño corporal ideal, de tal forma que se
usaron cuatro variables: demasiado pequeño (cuando la diferencia entre tamaño percibido
e ideal es menor que 1), satisfecho (cuando ambos tamaños coinciden), un poco
demasiado grande (cuando la diferencia es igual a 1) y demasiado grande (cuando la
diferencia entre ambas percepciones del tamaño es mayor a uno), para lo que se siguieron
las consideraciones de Lynch et al. (2009; cit. in Sánchez-Miguel, 2018). Sánchez-
Castillo et al. (2019), a partir de una muestra de 395 niños/as de 8 a 15 años, interpretó
las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983) de la misma manera,
considerando que a partir de los datos de las siluetas, se consiguen tres valores: la imagen
actual, la imagen deseado y la diferencia entre ambas. Cuando la diferencia es igual a 0,
el niño/a siente satisfacción con su imagen corporal, un valor positivo indica que el niño/a
prefiere tener un cuerpo más grande, un valor negativo nos dice que se desea ser más
delgado/a.
En el presente estudio, se ha utilizado una forma diferente de evaluación, en la
que cada niño/a elige la silueta según su imagen percibida y dibujan una décima silueta
de su cuerpo, teniendo un total de 10 figuras. El IMC más bajo de la muestra de cada
colegio y el IMC más alto sirvieron para formar un segmento que se dividió en 10 tramos,
cada subsegmento contó con un valor de IMC mínimo y otro máximo; para que una vez
elegida la figura y considerando el IMC asignado a dicho tramo, se restaba 0.10 a cada
tramo hasta llegar al tramo correspondiente a su IMC real. Los niños/as que consiguieron
1 punto en esta prueba fue porque su IMC real estaba situado dentro del tramo de su figura
elegida. Tal como nos indica Sánchez-Castillo (2019), las siluetas de Stunkard, Sorensen
y Schlusinger (1983) han sido relacionadas con el IMC. Cattelino et al. (2015) añade que
los niños/as con sobrepeso suelen subestimar su peso en mayor medida que los niños/as
que presentan obesidad.
Maximova et al. (2008), por su parte, utilizó las siluetas de Stunkard, Sorensen y
Schlusinger (1983), asignando puntuaciones Z a cada figura para el peso percibido (3, 2,
84
1, 0, 1, 2, 3), de tal forma que las tres siluetas centrales se corresponden con un peso
normal (1, 0, 1), el resto de siluetas se corresponden con 2 y 3 desviaciones estándar por
encima, representan el sobrespeso, y por debajo de la media, es decir, se corresponden
con el bajo peso. Los valores de IMC se pasaron a valores Z y se calcularon a partir de la
media de la muestra considerando edad y género; de tal forma que se consideró la
diferencia entre la puntuación Z percibida y el valor Z del IMC. Si dicha diferencia es
positiva, sobreestimación; si la diferencia es negativa, subestimación.
López-Sánchez et al. (2017), por su parte, a partir de una muestra de 1082 niños/as
y adolescentes de entre 3 y 18 años y utilizando las siluetas de Stunkard, Sorensen y
Schlusinger (1983), constataron que la insatisfacción corporal a nivel psicológico en
relación con el exceso de peso fue más relevantes medido en términos porcentuales que
a nivel fisiológico, relación que no hemos evaluado directamente en la presente
investigación; concluyendo que sería más adecuado medir el IMC objetivamente según
la OMS o la IOTF. Maximova et al. (2015; cit. in Sánchez-Miguel et al., 2018) concluye
en su investigación que la discrepancia entre el tamaño corporal real y el percibido puede
influir a nivel psicológico en los niños/as.
Por otro lado, el uso de las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983),
también ha recibido críticas, por el reducido número de cifras, porque el rango de cifras
se selecciona por los sujetos o porque se usan pruebas estadísticas paramétricas siendo
los datos ordinales (Gardner et al., 1998; Gardner et al., 1999; cit. in Scagliusi et al.,
2006). De todas formas, a pesar de estas limitaciones, según Stunkard (2000; cit. in
Scagliusi et al., 2006), se trata de una escala validada con mayores correlaciones entre la
percepción del tamaño corporal y el IMC que otras escalas más recientes, como las
siluetas de Gardner, Stark, Jackson y Friedman (1999). Cuervo et al. (2018) han analizado
diferentes instrumentos que evalúan la imagen corporal, considerando que la utilización
de una técnica u otra depende del aspecto a medir, a nivel perceptivo o a nivel cognitivo.
5.6. Análisis nutricional
Como resultado de los valores medios en la adherencia a la dieta mediterránea,
recogidos a partir de la adaptación del original test KIDMED, tras la fase de intervención
tanto el grupo control como el grupo experimental presentan una mejora, aunque el
ascenso ha sido mayor en el grupo experimental. Por género, los valores medios en las
85
niñas aumenta en el grupo control, con valores bajos en relación al grupo experimental
que se mantiene igual tras la fase de intervención con valores muy altos cercanos a 10.
En cuanto a los niños, desciende en el grupo control tras la fase de intervención y aumenta
en el grupo experimental. Resultados que no concuerdan directamente con los datos del
IMC de nuestra muestra de forma directa y unidireccional, pero sí presenta mejores
resultados en el grupo experimental tras el programa que en el grupo control. En este
sentido, Alonso et al. (2014) en su investigación midió cada mes el IMC de los sujetos de
su muestra y el test KIDMED, concluyendo que no existe correlación entre los datos del
test y el IMC. Zapico et al. (2010), por su parte, en su estudio con 406 niños y 408 niñas,
midió la adherencia a la dieta mediterránea mediante el test KIDMED, junto con
mediciones antropométricas, entre éstas, el perímetro de la cintura y el IMC, como en
nuestra investigación, concluyendo que los resultados nutricionales a nivel nacional han
empeorado desde hace una década, siendo muy importante la detección precoz del
sobrepeso. El cuestionario KIDMED administrado consta de 16 ítems, los ítems negativos
respecto a la dieta mediterránea se valoran con -1 y con +1 los ítems relacionados
positivamente con los hábitos nutricionales mediterráneos; el valor obtenido se puede
diferenciar en tres tramos: dieta mediterránea óptima (con un valor igual o mayor a 8),
dieta a mejorar (si se encuentra entre 4 y 7) o dieta muy poco saludable (menor de 3). En
nuestra investigación, el test KIDMED se adaptó a 10 ítems con imágenes para la etapa
infantil y primeros cursos de primaria, valorándose cada ítem con el valor 1, si concuerda
con los hábitos nutricionales de la dieta mediterránea, o valor 0, si no es saludable.
Serra-Majem (2004) utilizó el test KIDMED en su muestra de 3850 niños/as y
jóvenes de 2 a 24 años para estudiar el comportamiento alimentario, considerando
aspectos que pueden influir en la dieta de las familias, como el nivel de ingresos. En
nuestro estudio, no hemos tenido en cuenta la medición de factores que pueden determinar
los resultados del test KIDMED del contexto de cada niño/a.
Por lo que se refiere al programa nutricional llevado a cabo solamente por el grupo
experimental, compuesto por mediciones de la composición corporal mediante
biompedancia portátil y antropometría infantil (mediciones del resto de perímetros
corporales, pliegues cutáneos y diámetros óseos de brazos y piernas); realizándose las
pruebas al inicio y al final del estudio. Además, con tal de estudiar los hábitos en la
alimentación de los niños/as del grupo experimental se utilizó el CFC, en pre-test, y el
86
R24, en post-test. Serra-Majem (2004) en su estudio utilizó el test KIDMED y el R24,
además de un cuestionario para obtener datos socioeconómicos, demográficos y de estilo
de vida; aspectos estos últimos no evaluados en la presente investigación.
En el post-test, el 100% de los niños/as del grupo experimental reducen entre un
1% y un 4% el porcentaje de grasa total, en el 30% desciende ligeramente la masa
muscular (0.5-1%). Por tanto, a partir de estos resultados, parece ser que la combinación
del entrenamiento y las pautas alimenticias pueden modificar en tres semanas la
composición corporal de los niños/as.
El subgrupo con un IMC por debajo de la media presenta un consumo bajo de
hidratos de carbono, que debe establecerse entre un 55% y un 60% (Gidding et al., 2005;
Stang & Story, 2005; cit. in Manonelles-Marqueta, 2008) y su consumo energético
coincide con el estudio ANIBES para la población española (Ruiz et al., 2016). En el
subgrupo con un IMC por encima de la media, los resultados de la ingesta de hidratos de
carbono y de grasas se sitúan muy por encima de las recomendaciones que en cuanto a
las grasas deben permanecer entre el 30% y el 35% de la energía total de la dieta (Gidding
et al., 2005; Stang & Story, 2005; cit. in Manonelles-Marqueta, 2008), las proteinas se
encuentran al límite de las recomendaciones que deben rondar entre el 12% y el 15%
(Gong & Heard, 1994; cit. in Manonelles-Marqueta, 2008).
Las grasas trans deben suponer un máximo el 2% de los ácidos grasos, grasas
presentes en aperitivos salados, alimentos procesados y bollería industrial; grasas cada
vez más presentes que resultan más económicas de usar en la industria alimentaria
(Manonelles-Marqueta, 2018).
El consumo medio de fibra es similar al estudio ANIBES (Ruiz et al., 2016), muy
inferior a las recomendaciones de 14 g de fibra/1000 kcal (Kathleen-Mahan et al., 2012).
En los niños y niñas del grupo experimental también se constata a partir de los resultados
que consumen en exceso alimentos procesados, pero deberían aumentar el consumo de
otros nutrientes que les permitiera aumenta su ingesta de fibra, como los cereales
integrales, legumbres, frutas, verduras y frutos secos. El consumo de azúcar en el grupo
experimental es muy alto, muy por encima de los valores en la población española del
estudio ANIBES (Ruiz et al., 2017) y de las cantidades recomendadas por la OMS de 25
g azúcar libre/día (World Health Organization,, 2019). La inadecuada relación de
87
macronutrientes en los niños y niñas del grupo experimental puede estar relacionada con
los niveles de exceso de peso que presenta el grupo.
En el presente estudio, se ha constatado que el consumo de colesterol y de sodio
superan los máximos permitidos, de 300 mg y 200 mg al día respectivamente según la
OMS (World Health Organization,, 2019).
En el post-test, se ha observado que la distribución de los macronutrientes no ha
variado, tampoco el consumo de fibra, dado que los hábitos alimentarios no son fáciles
de cambiar cuando se basan en alimentos ricos en grasa, azúcares y poco aporte de fibra;
acorde con Manonelles-Marqueta et al. (2008), los patrones alimentarios son el resultado
de la cultura, tradición y geografía. Por otro lado, nos recuerda Varela-Moreira et al.
(2013) que en la actualidad existen limitaciones familiares y laborales que no permiten
dedicar el tiempo adecuado a la compra, preparación y consumo de los alimentos que
favorece la ingesta de productos más económicos y preparados; importante en este sentido
las medidas por parte de las administraciones para mejorar esta situación (NCD Risk
Factor Collaboration (2017); Varela-Moreira et al., 2013). La disminución de la ingesta
calórica en el grupo experimental podría deberse a un descenso ligero en el consumo de
alimentos procesados.
Por tanto, con el análisis de los resultados nutricionales, a partir del programa de
entrenamiento combinado con las pautas de alimentación saludable, podemos constatar
una disminución del IMC con la reducción de la masa grasa, descendiendo también el
consumo de alimentos procesados con elevado nivel de colesterol, sal y grasas saturadas;
lo que conlleva mejoras en la salud de los niños/as.
Tal como nos indica Manonelles-Marqueta et al. (2008), debemos considerar la
falta de información por parte de padres y madres sobre las bases de una dieta saludable,
así como para no contribuir al exceso de peso de sus hijos/as, ni premiarlos con
determinados alimentos como golosinas, ni permitir que se expongan a las pantallas
tecnológicas durante mucho tiempo pues además de la inactividad lleva aparejado el
consumo de alimentos calóricos (patatas fritas, palomitas, chucherías, etc.), ni consumir
con frecuencia platos precocinados, ni con excesivo nivel de grasa (macronutriente que
mejor el sabor de los alimentos); razones por las cuales en el presente estudio se consideró
88
necesario incluir un programa nutricional basado en consejos sobre alimentación
saludable.
5.7. Aplicación del programa de intervención
En la presente investigación se ha llevado a cabo un programa de entrenamiento
personalizado de tres semanas de duración, con una sesión de 60 minutos a la semana,
basado en los avances tecnológicos motrices, junto a pautas nutricionales a los niños/as y
sus familias, para favorecer con ello la actividad física, el descenso del sobrepeso y la
mejora de la salud y calidad de vida de los niños/as. En este sentido, López-Sánchez et
al. (2019) nos indica la idoneidad de los programas que combinan actividad física y dieta,
para disminuir la masa magra y el IMC, y considerar la importancia de los aspectos
psicológicos, así como el papel de la familia. Por otro lado, Davis et al. (2012)
consiguieron mejorar la condición física de los niños/as de su muestra tras 13 semanas de
entrenamiento aeróbico, de 20 a 40 minutos al día, sin apoyo nutricional.
Tal como nos indica Manonelles-Marqueta et al. (2008), se trata de que los
niños/as alcancen la recomendación de 60 minutos de actividad física diaria de moderada
a vigorosa, que puede repartirse a lo largo del día en sesiones de entrenamiento y mediante
la realización de otras actividades cotidianas como subir escaleras, ir andando al colegio,
jugar activamente en el recreo del colegio o las clases de Educación Física; con un total
de 120 minutos mínimos a la semana de actividad física (mejor de 155 a 180 minutos)
para poder reducir significativamente la grasa corporal. Resulta, por tanto, necesario
considerar este hecho como soporte a nuestra sesión semanal del programa de
entrenamiento realizado, durante 3 semanas; programa de entrenamiento que combinó
actividades aeróbicas y anaeróbicas, junto con ejercicios de fuerza, acompañado de pautas
nutricionales, con una duración superior a dos semanas, siguiendo a Aguilar-Cordero et
al. (2014). Se ha llevado a cabo un programa de entrenamiento personalizado para cada
niño/a, dada la importancia de la individualización de los programas de actividad física
para los niños/as con sobrepeso, acorde con Manonelles-Marqueta et al. (2008).
Aunque no existe acuerdo sobre la cantidad idónea de actividad física a la semana
para reducir el exceso de peso, los Centers for Disease Control and Prevention y el
American College of Sport Medicine recomiendan un mínimo de 30 minutos a intensidad
moderada durante la mayoría de los días de la semana (unos 150 minutos a la semana), el
89
Institute of Medicine establece el mínimo en 60 minutos al día de ejercicio la mayoría de
los días de la semana recomienda el Institute of Medicine (Jakicic et al.; 2003, Pate et al.,
1995; Institute of Medicine, 2012; cit. in Aguilar-Cordero, 2014). Desde el Proyecto para
una Educación Física de calidad en España (Aznar et al., 2017) se pretende mejorar la
Educación Física en los centros educativos justificando el necesario aumento de las horas
de la asignatura, entre otras medidas.
Como nos indica Chacón et al. (2016; cit. in Cuervo et al., 2018), los programas
de entrenamiento contra el sobrepeso en niños/as pueden desarrollarse con videojuegos
activos. Mediante los videojuegos activos, con una práctica regular, se pueden llegar a
cubrir las recomendaciones mínimas de actividad física diaria que proponen determinados
organismos médicos (Armstrong & Welsman, 2006; Tan et al., 2002; Unnithan et al.,
2006). Arman et al. (2019), realizaron una investigación en la que compararon los
resultados entre un grupo de niños/as que llevó a cabo un entrenamiento con videojuegos
activos (Xbox 360 Kinect) con otro grupo que se entrenó con material convencional,
ambos grupos de niños/as con artritis idiopática juvenil, con una duración del programa
de 8 semanas, con 3 sesiones a la semana. Aunque dicho estudio duró más que la presente
investigación, los resultados en las variables de condición física estudiadas fueron
superiores para el grupo que entrenó con videojuegos activos, por lo que dicho
entrenamiento resulta ser factible. Por otra parte, McDonough et al. (2018) evaluó los
efectos del exergaming en el entrenamiento mediante Xbox 360 Kinect Reflex Ridge y
Xectic Kinect Just Dance, concluyendo que no igualan la intensidad de la cinta de correr
caminando rápidamente, pero sí aumenta la diversión en la actividad motriz. Bronner et
al. (2016) también coincide en afirmar que los juegos virtuales motrices resultan
divertidos, aunque necesitan de constante innovación para que los jugadores/as sigan
motivados en el juego. En cuanto al dinamómetro interactivo Maxforce, resulta una
herramienta motivacional adecuada para el entrenamiento de la fuerza isométrica; siendo
este tipo de fuerza beneficiosa a nivel óseo (Heinonen et al., 2013; Yousefi et al., 2012;
cit. in Pérez-Turpin, 2019), para disminuir el riesgo cardiovascular (Carlson et al., 2014,
Grøntved et al., 2015; Kamiya et al., 2015; cit. in Pérez-Turpin et al., 2019) y para la
mejora de la calidad de vida (Pérez-Turpin et al., 2019)
Con tal de inculcar comportamientos en los niños/as que se alejen de la
inactividad, previniendo el sedentarismo, se requiere además que los padres y madres
90
sean un modelo de prevención de la obesidad, con hábitos saludables y practicantes de
actividad física junto a sus hijos/as; además de medidas administrativas y sanitarias
(Manonelles-Marqueta et al., 2008).
Solís et al. (2015) implementó un programa de entrenamiento contra el sobrepeso
en 282 niños/as de dos colegios españoles, durante dos cursos escolares, considerando el
IMC, el perímetro abdominal y los hábitos alimentarios a través del test KIDMED. El
grupo experimental disminuyó su IMC, mejoró su adhesión a la dieta mediterránea y
aumentó el porcentaje de alumnos/as con una dieta saludable; sin diferencias
estadísticamente significativas entre los grupos experimental y control.
91
6. CONCLUSIONES
La lucha contra el sedentarismo y el sobrepeso infantil ha sido la motivación
inicial de la presente investigación, la necesidad de protección de la población infantil,
inmersa en un estilo de vida que contribuye cada vez más a acelerar la tendencia actual
hacia la inactividad en las primeras edades, con posibles repercusiones negativas a lo
largo de toda la vida.
Mediante la presente investigación se ha pretendido evaluar el uso de los entornos
virtuales motrices como promotores de la salud y calidad de vida de los escolares con
signos de sedentarismo y/o sobrepeso, a través de la medición de seis factores
relacionados con el sedentarismo y/o el sobrepeso, rescatados de los principales estudios
sobre inactividad y exceso de peso en la infancia, en los que su medición y evaluación no
se ha producido hasta el momento de forma conjunta. Se ha propuesto valorar los cambios
antropométricos, evaluar la adherencia a la dieta mediterránea y la calidad de la dieta,
detectar factores psicológicos relacionados con la inactividad física a través de la imagen
corporal, analizar el peso del tipo de desplazamiento al colegio en el nivel de sedentarismo
y sobrepeso, examinar la influencia del tiempo de uso de las pantallas tecnológicas y, en
definitiva, proporcionar información relevante sobre las posibilidades de valoración del
sedentarismo y el sobrepeso infantil. La elección de las seis variables de estudio ha
constituido una forma de unificar los criterios, consideraciones y las variables utilizadas
en los principales estudios que tienen como finalidad principal la prevención, el
tratamiento y/o la mejora de los niveles de sedentarismo y/o sobrepeso en los niños/as;
en general encontramos estudios que consideran una, dos o como máximo tres de las seis
variables del presente estudio, centrándose en la influencia y efectos solamente de esos
factores. En el presente estudio, se ha intentado determinar la influencia y la relación de
las seis variables con el sedentarismo y el sobrepeso, para a partir de dicho análisis, poder
señalar un posible camino hacia la detección, mejora y prevención de la inactividad
infantil. Con todo ello, se han utilizado los avances tecnológicos como base del programa
de entrenamiento, usando además varios instrumentos tecnológicos con la finalidad de
proporcionar un entrenamiento lo más completo posible, como una forma de transformar
el efecto perjudicial que la tecnología ha supuesto para la inactividad infantil,
herramientas digitales que puedan motivar y potenciar su entretenimiento activo,
92
reafirmando que la población infantil actual ha nacido en un mundo digital, con un acceso
a la tecnología desde sus primeros días.
El análisis antropométrico llevado a cabo a través de la medición y el análisis de
las variaciones producidas en el IMC y el perímetro de la cintura tras la fase de
intervención, parece indicar mejoras en dichos parámetros en el grupo experimental. La
evaluación de la calidad de la dieta mediterránea, junto al efecto de las pautas
nutricionales, puede reflejar también mejores resultados para el grupo experimental. La
medición del tiempo de uso de pantalla con un umbral elevado no ha supuesto al parecer
cambios negativos en el grupo experimental, al contrario de lo ocurrido en el otro grupo.
El tipo de desplazamiento al colegio activo, con una relación a priori inversa respecto al
nivel de sedentarismo y sobrepeso, ha supuesto según los datos un aumento en el grupo
experimental; por contra, el desplazamiento pasivo en el total de los miembros del grupo
control se ha mantenido durante el período de la intervención. La percepción de la imagen
corporal, a raíz del análisis de los resultados obtenidos, parece indicar un acercamiento
en mayor medida hacia la imagen corporal real en el grupo experimental. A pesar de que
tras el tratamiento estadístico no se han encontrado diferencias estadísticamente
significativas en las variables de estudio, los resultados en la variación de los seis factores
analizados parecen seguir la línea esperada y similar a la mayoría de los principales
estudios, en relación con el sedentarismo y el sobrepeso. Por consiguiente, los resultados
pueden indicar que es posible llevar a cabo un programa de entrenamiento personalizado
a través de los avances tecnológicos, basado en los entornos virtuales motrices,
desarrollado sobre todo a través del juego, combinando actividades aeróbicas y
anaeróbicas, junto con ejercicios de fuerza, con el soporte de pautas nutricionales para los
niños/as y sus familias, con una duración de 3 semanas, con una sesión a la semana, y
poder obtener mejoras en los principales parámetros relacionados con el sedentarismo y
el sobrepeso infantil, de cara a abrir un nuevo camino hacia la mejora en la salud y la
calidad de vida de los niños/as.
El desarrollo de la presente investigación ha intentado dar luz a un nuevo método
integrador de los principales factores relacionados con el sedentarismo y sobrepeso
infantil, agrupados en seis variables, de cara a la posible detección, prevención,
evaluación y tratamiento del sedentarismo y el sobrepeso en la infancia, utilizando los
93
entornos virtuales motrices como instrumentos de reciente actualidad para que puedan
convertirse en promotores de la actividad física en los niños/as.
94
95
7. LIMITACIONES Y PROPUESTAS DE MEJORA
En el presente estudio nos hemos servido del IMC y el perímetro de la cintura
como indicadores antropométricos de toda la muestra, a pesar de sus limitaciones; habría
sido posible un análisis antropométrico más completo usando además el índice de masa
grasa y el denominado índice cintura/estatura.
El umbral utilizado para la categorización del tiempo de uso de pantalla en cuanto
a las 3 horas, dista por encima de las principales recomendaciones de asociaciones y
organismos nacionales e internacionales que suelen indicar como máximo 2 horas de
exposición; cabría esperar resultados más exhaustivos usando el umbral de las 2 horas,
cada vez más restrictivo. Asimismo, un análisis más pormenorizado se habría podido
llevar a cabo al considerar el contenido visualizado por los niños/as, acorde con los
autores que defienden la idoneidad de determinados programas y herramientas digitales
como promotores del desarrollo infantil.
El tipo de desplazamiento al colegio se ha clasificado en activo (ir andando o en
bicicleta) y pasivo (vehículo a motor), también podríamos haber utilizado una tercera
categoría distinguiendo entre el desplazamiento pasivo (vehículo privado) y el
desplazamiento semi activo, es decir, el propio de los autobuses o resto de vehículos
públicos que implican cierta dosis de actividad física. Mayor información se hubiera
conseguido analizando el tipo de contexto rural o urbano y su relación con la prevalencia
de un tipo de desplazamiento u otro, así como considerar la distancia del hogar al colegio
y su influencia en la elección de la forma de desplazamiento; la influencia de la
infraestructura, características del entorno, influencia de la familia y sobre todo el hecho
de ir acompañados/as al colegio o de forma autónoma resultan factores interesantes que
no se han podido tener en cuenta en la presente investigación.
Para la medición de la imagen corporal, una extracción de resultados más
estandarizada de las siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983) habría permitido
mayores comparaciones con los resultados de otros estudios; la utilización además de
otros instrumentos para la imagen corporal u otros factores psicológicos habría permitido
obtener mayor información sobre la muestra.
96
Las valoraciones nutricionales solamente efectuadas al grupo experimental
relativas a la composición corporal y antropometría infantil, complementarias a los
resultados de IMC y perímetro de la cintura, podrían haberse extendido a toda la muestra
para un análisis más completo. El test KIDMED para evaluar la adherencia a la dieta
mediterránea se utilizó en una forma adaptada con imágenes y un valor numérico, no
como variable categórica diferenciando entre dieta óptima, dieta a mejorar o dieta poco
saludable; medición esta última generalizada.
La OMS (World Health Organization,, 2019) en su objetivo de paliar el
sedentarismo y el sobrepeso infantil, persigue una estrategia mundial a nivel alimentario,
de actividad física y salud. En nuestro estudio, también en base a los principales autores
y organismos internacionales, se ha llevado a cabo un programa de intervención en los
niños/as basado en el entrenamiento, junto a pautas nutricionales, lo que en principio
puede dificultar saber con exactitud en qué medida las mejoras producidas en los
parámetros medidos pueden ser causa en mayor parte debida al entrenamiento o al cambio
en los hábitos de alimentación. En este sentido, podemos corroborar del análisis de los
resultados que en las 3 semanas de duración del programa, se han producido ligeras
variaciones en los hábitos alimenticios, sí se han conseguido mejoras en las seis variables
estudiadas. Mayor número de integrantes en la muestra, más sesiones de entrenamiento a
la semana y mayor duración total del programa serían adecuados para corroborar y
avanzar en los resultados obtenidos, pudiendo medir los posibles efectos en la salud ósea,
cardiovascular, respiratoria, etc.; así como evaluar la posible relación entre las variables
de estudio.
97
8. LÍNEAS DE FUTURO
La presente investigación pretende ser partícipe del inicio en el uso de las nuevas
tecnologías y entornos virtuales motrices como promotores de salud en la infancia,
contribuyendo a ampliar su estudio en futuras investigaciones, pudiendo llegar a
generalizar su uso en centros escolares y deportivos, para contribuir a un cambio real en
los hábitos de actividad física y salud de la población infantil; integrando el estudio de
los principales factores relacionados con el exceso de peso en los niños/as y jóvenes. En
definitiva, una nueva metodología de estudio que esperamos pueda abrir un camino hacia
la elaboración de una guía de buenas prácticas en el uso de los avances tecnológicos, así
como la creación de una aplicación informática o App de detección de sobrepeso y
sedentarismo.
98
99
9. IMPLICACIONES EDUCATIVAS
Nuestro estudio de investigación puede significar una aportación a los contenidos
relacionados con la psicología y el desarrollo motriz en niños/as y jóvenes en las
facultades de Educación, para los futuros docentes en Educación Infantil, Educación
Primaria y Educación Física; así como servir de contribución para una mejora en los
centros escolares y profesorado, también para los profesionales en general relacionados
con el ámbito de la medicina, salud y entrenamiento. En definitiva, las conclusiones de la
presente investigación esperamos contribuyan a enriquecer las posibilidades de
prevención, detección y tratamiento del sedentarismo y sobrepeso en las primeras edades,
potenciando el nivel de actividad física de nuestros niños/as y jóvenes.
100
101
10. REFERENCIAS
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ANEXOS
ANEXO I. Cuestionario
ENCUESTA SOBRE LA ALIMENTACIÓN Y ACTIVIDAD FÍSICA
Rodea la respuesta correcta
NOMBRE Y APELLIDOS: EDAD/CURSO:
1. Eres un niño o una niña:
Niño Niña
2. ¿Qué has desayunado?
Leche Galletas Cacao en polvo
Bollos Cereales Fruta
Zumo Yogur Nada Otros
3. ¿Has almorzado algo hoy en el recreo?
Sí No
4. Rodea los alimentos y bebidas que tomas en el recreo:
Galletas Bollos
Cereales Fruta
Bocadillo Sandwich
Zumo Yogur
120
121
ANEXO II. Siluetas de Stunkard, Sorensen y Schlusinger (1983)
Nom
bre
y a
pell
ido
s:
E
dad
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IFIC
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O
123456789
122
123
ANEXO III. Consentimiento informado
Estimados padres y madres del colegio______________________________: Formamos parte del grupo de investigación en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, de la Facultad de Educación de la Universidad de Alicante. El proyecto que hacemos, con la colaboración de los maestros/as, busca la promoción del ejercicio físico entre la población escolar. Queremos dar respuestas a los problemas de sobrepeso y sedentarismo en niños/as y jóvenes en la sociedad actual. Durante el curso escolar 2017/18, tendrá lugar el proyecto en los centros educativos, entre unos 500 alumnos/as. Se seleccionarán 20 alumnos/as detectados con sobrepeso y/o sedentarismo, para llevar a cabo un programa de entrenamiento utilizando las nuevas tecnologías en 10 de ellos/as, con entrenadores personales en las instalaciones del colegio. Se pretende que los resultados extraídos por este proyecto formen parte de una guía de buenas prácticas y den lugar al desarrollo de una aplicación para móviles y tablets. En primer lugar, los alumnos/as del colegio podrán realizar una excursión a la Universidad de Alicante para realizar unas actividades olímpicas deportivas y lúdicas dirigidas por monitores, además de unas valoraciones físicas para conocer su peso, altura y perímetro de la cintura, contestando a un cuestionario de hábitos nutricionales y de estilo de vida. Se les entregará un informe personalizado de salud y actividad física de su hijo/a. A finales de curso, se realizarán unas jornadas de mini-voley en el colegio, junto con una nueva valoración de todos los niños/as en el mismo colegio. Se les entregará de nuevo un informe personalizado a las familias.
Las valoraciones se realizarán en fechas que se especificará según la disponibilidad del centro y de las instalaciones. Para que su hijo/a pueda participar en esta actividad es imprescindible que nos remita, previamente firmada, la autorización adjunta.
Atentamente,
José Antonio Pérez Turpin Director del Grupo de Investigación en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Universidad de Alicante
===============================================================
D./Dña _________________________________________________con DNI_________________ padre/ madre/ tutor legal (táchese lo que no proceda) del alumno/a __________________________________________________________________del grupo___________ autorizo a éste/a realizar las dos jornadas deportivas en la Universidad de Alicante y las jornadas de mini-voley en la propia escuela, junto con las dos valoraciones, que tendrán lugar durante el curso 2017/18, cuya fecha y horario se especificará según la disponibilidad del centro y de las instalaciones. Teléfono del padre/ madre o tutor: _________________ Email del padre/ madre o tutor: ______________________ Firma:
_______________, a ____ de ________________ de 2017