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Documento de Trabajo N˚ 13 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile Junio 2010 Efectos de la Segregación Residencial en el desarrollo del Capital Social Estudio de casos en campamentos del Gran Santiago Autor: Leila Juzam Antropología Universidad de Chile Edición: Isabel Contrucci Coordinadora de Investigaciones CIS Un Techo para Chile

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Documento de Trabajo N˚ 13Centro de Investigación Social Un Techo para ChileJunio 2010

Efectos de la Segregación Residencial en el desarrollo del Capital SocialEstudio de casos en campamentos del Gran Santiago

Autor: Leila JuzamAntropología Universidad de Chile

Edición:Isabel ContrucciCoordinadora de Investigaciones CISUn Techo para Chile

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La presente publicación forma parte de la serie de Do-cumentos de Trabajo del Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de sus autores.

Documento de Trabajo Nº13Efectos de la Segregación Residencial en el desarrollo del Capital SocialEstudio de casos en campamentos del Gran Santiago

Directora CIS:Javiera Pizarro

Autor:Leila Juzam

Edición:Isabel Contrucci

Diseño:Vinka Bravo

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El presente Documento de Trabajo pretende deter-minar la incidencia de la segregación residencial en el desarrollo del capital social en lugares urbanos particulares como son los campamentos. De esta manera, se buscó investigar cuál es la importancia de la influencia del espacio y el entorno en las re-laciones que establecen las personas, sus oportuni-dades y accesos a beneficios, así como también a la capacidad de organización y movilización de recur-sos. Esto, centrado específicamente en la realidad de los campamentos que han estado, en gran medida, ausentes de los estudios que abordan la problemá-tica de los cambios en los patrones de segregación urbana en la ciudad de Santiago.

Palabras claves: segregación residencial, capital social, campamentos, pobreza, desigualdad.

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Introducción En nuestro país existen asentamientos urbanos irregulares -a los que llamamos campamentos1-, en donde habitan de manera precaria familias en situación de pobreza y vulne-rabilidad. Los campamentos se presentan como espacios urbanos particulares, segregados y excluidos del resto de la ciudad. Esta situación evidencia una dramática realidad de miles de familias que se ven excluidas de oportunida-des que les impiden una integración social, económica y política.

En este contexto, se vuelve relevante investigar la inci-dencia de la segregación residencial en el desarrollo del capital social en los campamentos. El problema se aborda desde la premisa, por un lado, que existen distintos tipos de capital social, y por otro, que el entorno físico y social de un grupo afecta al desarrollo de éste. Se plantea enton-ces, que en distintos escenarios nos podríamos encontrar con diferentes tipos de este activo.

1 Según Un Techo para Chile (UTPCH), un campamento es un asentamiento de 8 o más familias que no cuentan con acceso a uno de los servicios básicos (alcantarillado, agua potable y energía eléctrica), y en una situación de irregularidad en la tenencia del terreno (CIS, 2007).

El presente Documento de Trabajo se organiza en cuatro apartados. En el primero se entregan los antecedentes de la investigación, el marco conceptual que la articula y los objetivos que han la han guiado. En el segundo apartado se aborda la metodología que se utilizó para luego –en el tercer apartado- presentar los resultados y un análisis comparado de los casos de estudio. Por último, aborda-mos ciertas consideraciones que surgieron desde las con-clusiones de la investigación.

Antecedentes y conceptos teóricosActualmente en nuestro país hay 2.564.032 de personas en situación de pobreza y extrema pobreza, las que co-rresponden a un 15,1% de la población nacional (CASEN 2009). Estas personas, representan a quienes no se han po-dido insertar en las cifras exitosas del desarrollo del país. Gran parte de ellos habitan en los espacios de la ciudad que llamamos “campamentos” .

Tradicionalmente los asentamientos irregulares han sido el receptáculo de los grupos más desposeídos; en ellos está concentrada la extrema pobreza del país (Mardones, 2006). Tener acceso a una vivienda, a un techo, es una ne-

cesidad básica del hombre. Como señala Arriagada (2003): “desde el punto de vista de las personas, el acceso a una vivienda adecuada constituye un derecho y una necesidad básica que sería satisfecha con el acceso de las familias a unidades físicas de alojamiento con determinada calidad de atributos de materialidad, dotación de servicios, dispo-nibilidad de espacio e inserción en el entorno” (2003: 9). Se considera por un lado un derecho así como una garantía social que debería ser cumplida. Por otra parte la Decla-ración Universal de los Derechos Humanos señala que, incorporado a los derechos a la salud y bienestar tanto in-dividual como familiar, cada hombre tiene derecho a una vivienda.

Por otra parte, reconocemos que la vivienda tiene un valor más allá de su materialidad. Como señala Schütz (1996), la vivienda es el lugar donde el individuo y la familia se desenvuelven y viven de manera íntima, como también es a partir de este espacio que la familia se distingue simbó-licamente como comunidad. Desde este sitio se interac-túa en la vecindad y en el barrio; espacios que la vivienda conforma y que constituye la familia, como señala el autor.

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El campamento en Chile es una constante, presentándose como una estrategia de asentamiento bastante antigua y que responde principalmente a la búsqueda de oportuni-dades y servicios que ofrece la ciudad2. Como señala Sa-batini (2004), pensando en que ésta fuera una “geografía de oportunidades” (Rosenbaum, 1995). Las zonas a habi-tar son elegidas a partir de su localización; a partir de las posibilidades laborales o de ingresos que contengan, del acceso a los servicios de salud, la educación, el transpor-te público y la cultura (Sabatini y Brain, 2006); y en donde el valor del suelo sea muy bajo. Así, desde estos autores podemos entender al campamento como una demanda explícita, una lucha por la ciudad, que tiene un fin que va más allá de la vivienda definitiva: la inclusión social. Los campamentos en Chile subsisten desde hace décadas, te-niendo incluso ejemplos de asentamientos precarios que permanecen actualmente, originados antes de los ‘60 (CIS, 2007) .

2 La infraestructura técnica (agua potable, desagüe, recolección de basura, electricidad, transporte público) que ofrece la ciudad y sus barrios céntricos, es completa, como señala Schütz (1996), así como su infraestructura social (instituciones educacionales, instituciones públicas, servicios de salud, etc.)

Sin embargo, actualmente, la realidad de los campamen-tos dista mucho de las décadas pasadas, toda vez que las soluciones habitacionales han sido masivas desde los ‘80 (Rodríguez y Sugranyes, 2005). Los campamentos han dis-minuido su cantidad y tamaño de manera considerable y se presentan en la actualidad más bien como una estra-tegia -más individual que colectiva-, y una vía de tránsito para llegar a la vivienda definitiva.Según el Catastro realizado por el CIS, el año 2007 se cons-tató la existencia de 533 campamentos en nuestro país, de los cuales la mayor cantidad – 122 - se ubicaron en la Región Metropolitana concentrando a 5599 familias, en lo que significa un 22,9% del total.

La demanda por la ciudad

En gran medida, la precariedad habitacional se relaciona de forma estrecha con la problemática de la segregación residencial, puesto que la calidad de vida de los habitantes no sólo depende de su vivienda, sino que también de su localización. El problema de la vivienda y la demanda por ella ha ido cambiando. Como nos dicen Sabatini y Brain (2008) la lucha por la vivienda ha cambiado y se ha torna-

do en una lucha por la ciudad; es el derecho a la ciudad y a su uso -valor de uso-, del que ya nos hablaba Lefebvre (1978) en la década de los setenta. Según estos autores, no basta con una “casa propia”, sino que tiene que estar in-serta en áreas bien equipadas de la ciudad; los habitantes deben tener acceso a ella y a sus servicios, infraestructuras y oportunidades.

Debido a esto, habría una tendencia estructural de los grupos vulnerables por acercarse a lugares que les brin-den mejores oportunidades laborales y sociales. La dispu-ta entonces, es propiciada tanto por la vivienda como por su localización (Sabatini y Brain, 2006), y en la estructura de redes y lazos sociales de apoyo que tiene cada familia.

Por otra parte, Santiago es una ciudad que nace segrega-da, estableciendo límites entre la ciudad propiamente tal, ordenada y planificada, y “lo otro”, el resto que no se pue-de incorporar y que ha sido constantemente ubicado en la periferia (Sepúlveda, 1997).

Por otro lado, y de forma paradójica, se ha observado que la liberalización del mercado de los suelos y el desarrollo

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del sector inmobiliario privado trajo consigo una prolifera-ción de barrios cerrados en la periferia popular -Peñalolén, Pudahuel y Huechuraba son ejemplo de ello-, disminu-yendo la distancia física entre grupos socioeconómicos distintos. Es lo que algunos señalan como la reducción de la escala de la segregación residencial (Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001), en ciertos sectores. Vemos entonces que, por un lado, hay áreas de la cuidad donde se está viviendo un proceso que lleva a una mayor heterogeneidad dentro del espacio residencial, provocando que grupos sociales dis-tintos vivan con una mayor cercanía física; mientras que, por otro, hay gran parte de la población que se encuen-tra segregada o relegada a las afueras de la ciudad, o en enclaves dentro de ella, en donde el acceso a servicios, a oportunidades laborales y educacionales se ve mermado por el aislamiento y la exclusión, y en donde el panorama que se observa es la homogeneidad social.

Segregación residencial Al hablar de segregación urbana estamos frente a un con-cepto que se estructura en base a dos dimensiones; una dimensión objetiva de la segregación residencial, que nos habla de concentración y homogeneidad social, y una di-

mensión subjetiva (Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001), o sim-bólica como le llama Saraví (2008), que es la percepción que se tiene del entorno y de las personas que lo habitan en base a la segregación objetiva. Esta construcción social de sentidos (Saraví, 2008), posibilita la estigmatización (Wacquant, 2001) y la asociación de distintos espacios con sentimientos de discriminación y marginalidad.

En escenarios de homogeneidad social se potencian cier-tos problemas sociales; la drogadicción, la delincuencia, -entre otros-, que generan un clima de temor y desconfian-za (Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001). Estamos en presencia de una “erosión de la calidad de las relaciones sociales en las ciudades” (Kaztman, 2008; en Sabatini y Brain, 2008: 11), que se basan en la inseguridad. Actualmente nos en-contramos con un escenario de desconfianzas, que dificul-tan la organización en pos de un bien común; las formas tradicionales de cohesión social3 se han perdido. Como señala la CEPAL (2007b), la falta de confianza social y de sentido de solidaridad desincentivan la acción colectiva y 3 La cohesión social, entendida desde la CEPAL (2007b), se refiere tanto a la eficacia de los mecanismos instituidos de inclusión social como a los comportamientos y valoraciones de los sujetos que forman parte de la sociedad, es decir, la plena pertenencia social de los individuos.

la participación ciudadana. Presenciamos un contexto en el cual se expresan claras dificultades para el desarrollo de la participación comunitaria, social y política.

En relación a este último punto, Mardones (2007) plantea que el papel del capital social en los campamentos sería preponderante. Estos espacios urbanos presentarían en su mayoría una participación significativa en organizaciones comunitarias, lo que podría explicar que estas instancias para un campamento son muy importantes, debido a que de alguna manera suplen o amortiguan las condiciones de “vulnerabilidad”. Esto a partir de que las organizaciones vecinales o barriales se abocan a conseguir beneficios que ayudan a mejorar la calidad de vida de las familias de los campamentos. Un ejemplo de esto lo presenta el Catastro Nacional de Campamentos realizado por el CIS, de UTPCH el año 2007 en donde se destaca el hecho de que mien-tras más organizaciones tenga un campamento a más servicios tendrá acceso, -ya sean servicios básicos como recreacionales-, así como también se demuestra que en los campamentos donde se encuentra trabajando una en-tidad organizadora en pos de una solución habitacional el promedio de organizaciones es mucho mayor que los que

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no presentan relación con estas instituciones (CIS 2007)

Capital Social Por capital social, entendemos la capacidad de un indivi-duo o grupo social de movilizar recursos y promover el ac-ceso a oportunidades y recursos, a partir del tipo e intensi-dad de sus relaciones sociales. Esta definición pone énfasis en el plano conductual, teniendo en cuenta de todas for-mas la constante interacción que se mantiene las normas, valores y creencias. Durston (2003), al igual que la mayoría de los autores que han desarrollado este concepto, hace referencia a tres precursores o recursos asociativos que es-tán ligados al surgimiento del capital social: la confianza, la cooperación y la reciprocidad.

Existen distintos tipos del capital social. Por un lado, nos encontramos con los planteamientos de Atria (2003), quien postula la existencia de distintas variantes del ca-pital social a partir del cruce de dos dimensiones de este activo; el empoderamiento (capacidad específica de movi-lización de determinados recursos por parte de un grupo) y la asociatividad (la disponibilidad de redes de relaciones sociales).

Tabla 1PRINCIPALES EJES DEL CAPITAL SOCIAL

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Fuente: Atria 2003

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Woolcock (1998) y Durston (2003) también han desarrolla-do distintos tipos de capital social basándose en el tipo de los lazos sociales -verticales u horizontales- a partir de la proximidad entre los involucrados y en la complejidad de la red relaciones sociales. Nos encontramos entonces, con:

(1). Capital social individual basado en relaciones diádicas, (2). Capital social comunitario que radica en el sistema so-ciocultural propio de cada comunidad,

A su vez, tanto en el nivel individual como en el comunita-rio, podemos encontrar tres diferentes tipos de lazos:

(1). Capital social de unión que se presenta en las redes de relaciones sociales al interior de un grupo, (2). Capital social de puente que se basa en redes de rela-ciones entre personas o comunidades similares que pre-sentan una distancia geográfica y un (3). Capital social de escalera, que se presentan a partir de redes de relaciones externas basadas en conexiones con personas o instituciones relacionadas al poder.

Al sostener que existen distintos tipos de capital social y relacionarlo a distintos grados de segregación residencial podemos aproximarnos a qué tipo de capital social es el que disminuiría en contextos de segregación. Pensando en un escenario tal, el contacto entre distintos grupos so-ciales en el espacio público se hace cada vez más improba-ble. Es de esta manera que las redes de relaciones sociales de los pobres se ve disminuida. Se dificulta el vínculo con redes verticales de escalera por ejemplo, o tal vez de puen-te, que permitirían ampliar el horizonte de oportunidades y el alcanzar metas más altas (Katzman, 1999).Cuando no existe el vínculo con personas que tienen un portafolio de activos más rico, se pierde la oportunidad de tener un nexo para el acceso a contactos y recursos de in-formación de calidad como por ejemplo puestos de traba-jo o de obtención de servicios. Y por otro lado, se pierde la posibilidad de que niños y jóvenes accedan a ejemplos de personas (modelos de rol) que alcanzaron metas de bien-estar que la sociedad propone.

Sin embargo, en relación al aislamiento de los grupos po-bres respecto a otros estratos de la sociedad, hay posturas que plantean, sin embargo, que el hecho de situarse en

un contexto socialmente heterogéneo no conduce nece-sariamente al establecimiento de relaciones relevantes en-tre grupos sociales distintos. Más allá del encuentro casual en el espacio público, que puede ocurrir, Saraví (2008) le otorga mayor importancia a la calidad y densidad de los encuentros y relaciones, es por esto, que señala que el ni-vel de aislamiento espacial no necesariamente se condice con el nivel de aislamiento social.

Problema de investigaciónLa condición de segregación residencial se manifiesta y asocia a fenómenos de exclusión, de falta de empleo, ser-vicios urbanos de calidad y de dificultad de acceso a éstos (Sabatini, 2002). Esta situación que experimenta un por-centaje importante de nuestra población, estaría promo-viendo la desintegración social en la ciudad y una subcul-tura de la desesperanza (Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001). Según estos autores, si anteriormente la segregación o la aglomeración significó un promotor de la organización, de la capacidad de gestión y negociación frente al Estado para tener acceso a mejores posibilidades de inserción so-cial y económica en la ciudad, actualmente, la segregación se asocia con el aumento y el incremento de los problemas

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urbanos como son la deserción escolar, la inactividad juve-nil y el embarazo adolescente.

Por otra parte, la dimensión subjetiva o simbólica de la segregación condiciona el encuentro con el otro; la pobla-ción se repliega a sus hogares, dejando de lado la posibi-lidad de ocupar el espacio público, entendido desde los planteamientos de Low (2005), como cualquier espacio abierto en el cual se reúne un número de personas. “En el ámbito de la vida cotidiana, el estigma refuerza la segmen-tación, la desconfianza generalizada, el temor social y la pérdida de espacios públicos” (Segovia, 2005)

En este sentido nos encontramos con una desarticulación del espacio común. Este proceso iría en desmedro del en-cuentro, lo que corroería las actitudes de confianza, las redes de apoyo, cooperación y reciprocidad -que, a partir de una relación circular, se presentan tanto como los pre-cursores del capital social como también una expresión de éste.

Es así, como al no haber encuentro ni interacción en el es-pacio público, el capital social comunitario se ve disminui-

Objetivos específicos(1). Indagar en el desarrollo de prácticas relacionadas a las redes de relaciones sociales, a partir de la identificación de recursos asociativos (relaciones de confianza, reciprocidad y cooperación)(2). Describir los distintos tipos de lazos sociales que se es-tablecen dentro de los campamentos.(3). Definir los tipos de participación que presentan los campamentos.(4). Identificar y caracterizar los tipos de capital social pre-sentes en cada campamento.(5). Describir cómo se expresa la dimensión subjetiva de la segregación residencial en los distintos contextos de se-gregación objetiva.

Metodología

La investigación es de carácter exploratorio-descriptivo y se enfoca desde una perspectiva cualitativa. Las técnicas de recolección de información que se utilizaron fueron el rapport, la observación no participante y la entrevista en profundidad.

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do (Katzman, 2001), por tanto, el acceso a la organización y así a soluciones en conjunto se ve mermado. Las cifras demuestran que la falta de capital social es un grave pro-blema dentro de los grupos vulnerables, puesto que los asentamientos precarios en los que hay presencia de or-ganizaciones, tienen acceso a más servicios que los que presentan menos o no presentan (CIS, 2007).

Pensando en los efectos que diversos autores atañen a la segregación residencial, se plantea la posibilidad de que ésta tuviera consecuencias distintas en cuanto a capital social, en campamentos que se encuentran en zonas más homogéneas que otros ubicados en sectores más hetero-géneos, socioeconómicamente hablando.

Objetivo generalAnalizar comparativamente el capital social de dos cam-pamentos con distintos niveles de segregación residencial objetiva (alto y bajo) e identificar en qué medida sus di-ferencias pueden relacionarse con los distintos grados de segregación (objetiva y simbólica) que presentan.

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A partir de estos datos, el campamento que presentó ma-yor grado de homogeneidad en relación a su entorno fue “El Guerrillero” de Huechuraba, mientras que el campa-mento que se encontraban en un área significativamente más heterogénea fue “Quebrada de Macul” de La Florida.

Tabla 2. Criterios de selección de casos de estudio

Los casos de estudio son los campamentos “Quebrada de Macul” de La Florida, y “El Guerrillero” de Huechuraba. La selección de los campamentos se realizó a partir de los datos del Censo 2002 sobre el nivel socioeconómico de los hogares, proporcionados por el Proyecto PBCT Anillos de Investigación en Ciencias Sociales “Barrios en crisis y barrios exitosos producidos por la política de vivienda so-cial” 4.

Se utilizó el índice de Massey, calculando el número y porcentaje de distritos ghetto por comuna. Si el distrito presentaba un porcentaje igual o mayor a 41% de baja es-colaridad (personas con enseñanza básica incompleta) se consideró como distrito ghetto. Posteriormente se selec-cionaron las comunas que tuvieran un mayor porcentaje de distritos ghetto, las que presentarían una segregación residencial alta. Luego, se hizo una comparación entre el porcentaje de los grupos socioeconómicos presentes en la manzana que ocupa el campamento, y en el distrito censal donde éste se encuentra.

4 Investigación desarrollada por el Instituto de Estudios Urbanos y el Instituto de Sociología de la Universidad Católica de Chile.

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Fuente: elaboración propia a partir de los datos otorgados por el Proyecto PBCT Anillos de Investigación en Ciencias Sociales “Barrios en crisis y barrios exitosos producidos por la Política de Vivienda Social”.

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tes sociales pues se entiende que su discurso podría estar tendenciado, ya sea políticamente en tanto una postura ideológica, como respecto a su rol y gestión dentro del campamento.

Principales Resultados

Contexto socioespacial de los campamentosEn cuanto al contexto socioespacial de los campamentos veremos en las fotografías que se observan diferencias im-portantes en relación a la cercanía entre distintos estratos sociales, instituciones y la infraestructura vial a la que tie-nen acceso ambos campamentos (Imágenes 1 y 2).

Quebrada de Macul se ubica específicamente tres cuadras al Sur de Av. Departamental y a una al poniente de Av. To-balaba, ubicándose dentro de la Villa La Higuera, particu-larmente en terrenos donde existían casas pertenecientes a la villa que fueron destruidas por el aluvión que afectó a este sector el año 1993.

Como se observa en la Tabla 2, “El Guerrillero” presenta un 80,8% de pobreza, mientras que el distrito censal un 77%, por lo tanto se estima que los porcentajes de pobre-za entre el distrito censal y el campamento son significati-vamente similares. Por su parte “Quebrada de Macul”, en La Florida, presenta un 93,3% de pobreza, dentro de un distrito censal que alcanza un 56,8%5. La diferencia entre hogares ABC1 entre el distrito y el campamento es de un 9,8%; sin embargo, la diferencia más significativa se apre-cia en los grupos medios (C2 y C3) en donde “Quebrada de Macul” contiene un 7% y el distrito un 33,2%.

El universo de estudio son los residentes jefes de hogar tanto hombres como mujeres que habiten desde hace más de un año en los campamentos Quebrada de Macul, ubicado en la comuna de La Florida, y El Guerrillero en la comuna de Huechuraba. Se entrevistó a 16 hombres y mujeres jefes de hogar residentes en estos campamentos. Se determinó entrevistar una menor cantidad de dirigen-5 Los datos se obtienen a partir del Censo 2002 sobre el nivel socioeconómico de los hogares, y fueron proporcionados por el Proyecto PBCT Anillos de Investigación en Ciencias Sociales “Barrios en crisis y barrios exitosos producidos por la política de vivienda social”. Ver el capítulo de Metodología, selección de unidad de estudio.

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Imagen 1Contexto socio-espacial de Quebrada de MaculFuente: Google Earth

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Dentro de la villa, hacia el límite Norte de ésta, se encuentra en Av. Departamental el Colegio Latinoamericano -cuyo “publico objetivo” son los niños y jóvenes provenientes de los condominios que se encuentran en el sector6 . Estos barrios cerrados se encuentran al otro lado de la avenida, en terrenos que pertenecen a la comuna de Peñalolén. Hacia el límite Sur, colindando con el campamento nos en-contramos con el Zanjón de la Aguada y por el otro lado un parque perteneciente a la Población Santa Teresa. Cru-zando el Canal las Perdices y la Av. Tobalaba se encuentra la población Nuevo Amanecer, antiguamente Nueva La Habana, que nace a partir de una gran toma conducida por el Movimiento de Izquiera Revolucionario el año 1970.

En el campamento habitan 42 familias en viviendas de au-toconstrucción y algunas mediaguas, que se encuentran en la manzana ubicada específicamente entre los pasajes Las Moráceas, El Zanjón de la Aguada, la Quebrada y Los Nogales, de la ya mencionada Villa La Higuera.

6 Según los antecedentes que presenta el Ministerio de Edu-cación a partir de los datos entregados por el SIMCE, los alumnos de este establecimiento pertenecen al grupo socioeconómico Alto. http://www.simce.cl/index.php?id=228&iRBD=25366&iVRBD=9&iNivel=0&iAnio

En relación al aspecto laboral, la mayoría de los jefes de hogar trabaja en el rubro de la construcción, mientras que otros trabajan en la recolección y comercio de cachureos y cartones en la feria; labor en la que participan algunas mujeres también.

Por otra parte la población, al igual que en El Guerrillero, y en la mayoría de los campamentos del país, es princi-palmente joven, siendo la edad promedio de los jefes de hogar los 31 años. El nivel educacional es bajo, la mayoría de los jefes de hogar no terminaron sus estudios escolares. En relación a los servicios, el campamento está habilitado con agua potable y luz. Además de estos servicios básicos el campamento cuenta con una sede comunitaria y una biblioteca , tiene acceso a una cancha de fútbol y a una iglesia que se encuentra apostada a un costado del con-junto de viviendas.Quebrada de Macul presenta altos índices de pobreza: los estratos D y E tienen una representación del 93,3% del to-tal de familias del campamento. Pero, por otro, el entorno del campamento presenta un porcentaje de pobreza mu-cho menor el distrito censal donde se ubica Quebrada de Macul presenta un 56,8% de pobreza . Sabemos que hay

una preponderancia de familias en situación de pobreza; sin embargo hay un tercio de la población (33,2% hoga-res que se ubican entre C3 y C2) que se encuentra en los estratos medios y casi un 10% (9,8% ABC1) en el estrato alto; esto nos demuestra que estamos en presencia de un escenario más diverso y heterogéneo.

Imagen 2.Contexto socio-espacial de El GuerrilleroFuente: Google Earth

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El campamento El Guerrillero se encuentra en la comuna de Huechuraba dentro de la población la Pincoya. Esta po-blación es fruto de una toma realizada en el lugar el año 1969, y se presenta como una de las más peligrosas de Santiago7 - principalmente debido al tráfico y consumo de drogas y a la violencia-. En esta población se encuen-tran además los campamentos “Esperanza y Fe” y “Jorge Inostroza”.

La accesibilidad a este sector de la comuna se da a par-tir del vía principal, la Av. Recoleta que va desde el centro de Santiago hasta el final de la Pincoya. Esta avenida in-tersecta con la autopista Vespucio Norte, que conecta a la comuna con el polo nororiente de la capital, y donde se encuentra la estación terminal Vespucio Norte de la línea 2 del Metro de Santiago.

Dentro de esta avenida, que funciona como eje estructu-rante, se encuentra la municipalidad de Huechuraba, así como también una comisaría, cuartel de bomberos, diver-sos centros de salud y centros educacionales.

7 Según Informe de Carabineros del año 2002, disponible en Libertad y Desarrollo (2004)

El Guerrillero se formó el año 2004, cuando las familias que conformaban un campamento anterior (Poema 20), cons-truido a principios de los 90 en el lugar, fueron erradicadas y trasladadas a la Villa Nuevo Amanecer; un conjunto de vi-viendas sociales dentro de la misma población. En el lugar quedaron algunos sitios con casas que fueron cedidas por los antiguos habitantes a sus familiares, hijos, hermanos, y otros que se tomaron los sitios que quedaron y construye-ron sus casas.

Actualmente el campamento está conformado por 24 familias que viven en casas de construcción precaria que cuentan con agua y luz. Estas viviendas se encuentran al final de seis pasajes (El Pincoy, Anillos, Poema 20, El Guerri-llero, Canción de Gesta y Piedras de Chile; y colindan con un cerro, conformando una especie de “cordón”. Por cada pasaje hay entre dos y cuatro viviendas.

La Pincoya es una población tradicionalmente pobre. Los datos muestran que los estratos D y E presentan un 77% de del total de hogares. Por su parte el campamento pre-senta un 80,8% de pobreza . Esto nos da pie para señalar que el área donde se sitúa el campamento es socioeconó-

micamente homogénea. Además de los altos índices de pobreza del campamento se presenta una alta informali-dad en los trabajos que realizan los jefes de hogar, relacio-nados principalmente al área de la construcción (39,3%) y al comercio (33,1%)8. La mayoría de las mujeres son due-ñas de casa que o trabajan algunos días haciendo pololos de vez en cuando. Por otra parte la población es princi-palmente joven, el 46,28% son niños y jóvenes, siendo la edad promedio de los jefes de hogar los 37 años – la edad promedio de los jefes de hogar de campamentos a nivel nacional son 38 años (CIS, 2007). El nivel educacional es bajo, la mayoría de los jefes de hogar, el 71,4%, no termi-naron sus estudios escolares.

Organización comunitaria Quebrada de Macul está organizado a partir de una di-rectiva dirigida por una presidenta, un vicepresidente y un tesorero. Esta organización se rige por un estatuto y su función es principalmente ser un agente para conseguir la vivienda definitiva.

8 Los porcentajes fueron recabados a partir de un informe real-izado por el Área de Habilitación social de UTPCH

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Después de pasar a constituir la directiva se formó el co-mité de vivienda “Unión, Fuerza y Paz” que opera en con-junto con las directivas de los otros campamentos de la comuna y los comités de allegados. El trabajo en conjunto con UTPCH se realiza a partir de las mesas de trabajo, re-uniones entre la comunidad, en general representada por los dirigentes, y las comisiones de salud, de educación, de ahorro y la comisión jurídica. Estas comisiones se constitu-yen a partir de los pobladores del campamento y coordi-nadores de UTPCH.

El campamento El Guerrillero, a diferencia de Quebrada de Macul, no presenta una institución ancla, como una directiva en la que la comunidad participe, y entorno a la cual se organice. Sí existe una presidenta que se muestra como un líder empoderado y de carácter autoritario. Al no haber directiva dentro del campamento tampoco existen las instancias de trabajo en función de este espacio como unidad territorial y social. La organización que sí ejerce un papel importante en la comunidad es el comité de vi-vienda, “Nuestra Casa, Nuestro Sueño”, del cual es parte el campamento y cuya presidenta es también la del campa-mento, por lo que hay una cercanía con su líder. El trabajo

de la presidenta por lo tanto está directamente ligado al desarrollo del proyecto de vivienda y no centrado en las problemáticas y demandas internas del campamento.

Las distintas expresiones de capital social presentes en los campamentosTeniendo presente los precursores del capital social, los tipos de lazos con los cuales cuentan los pobladores y el campamento como comunidad, y los tipos de participa-ción que se dan en estos lugares, nos basaremos en los planteamientos de Durston (2003) para identificar los dis-tintas variantes de capital social que surgen en los cam-pamentos desde la complejidad de la red de relaciones. Es decir, se evaluará el capital social de los campamentos tanto a nivel individual como colectivo, cruzándolos con los distintos tipos de relaciones que establecen (los indi-viduos y la comunidad), en cuanto a la proximidad de los involucrados en la relación (Woolcock, 1998).

En este contexto, se pudo constatar que el capital social individual de unión, se presenta con gran fuerza en am-bos campamentos. Las relaciones diádicas de unión en ambos lados están directamente relacionadas con el pa-

rentesco; es a estas relaciones cercanas y horizontales ba-sadas en las experiencias de confianza, a las que se recurre en primera instancia cuando se necesita apoyo (y son la principal fuente de datos laborales). En relación a los lazos vecinales la diferencia entre los dos campamentos es que en El Guerrillero éstas traspasan las barreras del territorio del campamento y se involucran con el entorno cercano, es decir, con los vecinos de La Pincoya. Por otro lado, en Quebrada de Macul está presente de manera patente el discurso de la aversión hacia el contacto con los vecinos. Sin embargo existen actitudes de confianza entre “los más cercanos”.

En relación al capital social individual de puente, pode-mos señalar que los pobladores de ambos campamentos en general no tienen acceso de manera significativa a este activo. Las relaciones que se establecen a nivel individual a partir de los comités de vivienda no son fuertes, la par-ticipación en esta organización es pasiva, por lo que no hay un involucramiento mayor. Quienes sí tienen acceso a este activo en gran medida son las dirigentas, siendo la representante de Quebrada de Macul quien presenta una mayor diversidad de lazos.

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El capital social individual de escalera está directamente relacionado con los lazos que existen entre los pobladores y UTPCH y la municipalidad, y que se basan en la confianza y las expectativas de reciprocidad y cooperación, en don-de el grado de control es mayor por parte de estas institu-ciones ya que se presentan como un actor con alto poder (Durston, 2003), estableciendo una relación clientelar. Es-tos lazos además les permiten el acceso a una gran can-tidad de redes, tanto verticales como horizontales, trans-formándose así en un activo de gran importancia para los miembros de ambos campamentos.

En particular las dirigentas de Quebrada de Macul y la de El Guerrillero se benefician en mayor medida de la relación que establecen con UTPCH y la municipalidad respectiva-mente, puesto que mantienen con los representantes al-tos grados de confianza.

Tabla 3. Tipos de capital social a Nivel Individual

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Elaboración propia.

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Si hablamos de capital social comunitario de unión pode-mos decir que ambos campamentos se estructuran a par-tir de las relaciones de parentesco. Sin embargo, hay una diferencia muy grande en el grado de complejidad que es-tablecen ambas comunidades. Quebrada de Macul se pre-senta muy organizado, a partir de una directiva que pone en práctica la normativa, y donde las tareas están divididas entre comisiones. El Guerrillero por su parte, sólo está di-rigido por una presidenta de carácter autoritario que es-tablece, guía y ordena, de manera arbitraria en ocasiones, las estructuras normadoras, gestionarias y sancionadoras de la comunidad (Durston, 2003). Esto podría estar relacio-nado al carácter fragmentado del campamento, en donde no existe un espacio común de interacción. Por lo tanto, como plantea Espinoza (1993) este campamento podría estar estructurado a partir de grupos de familias que se articulan en cada pasaje. Al no haber directiva dentro del campamento tampoco existen las instancias de trabajo en función de este espacio como unidad territorial y social.

En ambos lugares el componente aglutinador es principal-mente la casa propia, lo que coincide con los planteamien-tos que afirman que el campamento es una estrategia

para llegar a la vivienda definitiva (Brain, Prieto, Sabatini y Celhay, 2009). Es en instancias relacionadas a este pro-yecto donde se generan vínculos entre la comunidad, así como también en las prácticas de apoyo mutuo en situa-ciones inesperadas. Sin embargo, las características de la participación en ambos campamentos son, por un lado, alta en tanto que congregan a la comunidad en las instan-cias atingentes, pero es también de carácter pasivo, pues-to que el compromiso con las actividades de cooperación es bastante bajo. Por otro lado, la relación entre los vecinos en los dos escenarios es fluida en tanto no se invada el me-tro cuadrado. Es decir, que ambos campamentos funcio-nan a partir de la interacción (a través de lazos débiles) en-tre grupos conformados por lazos fuertes (Espinoza, 1993).

El capital social comunitario de puente le ha traído gran-des beneficios a ambos campamentos a partir de las alian-zas que han establecido con otras comunidades en pos de los proyectos de vivienda. Sin embargo, este tipo de capi-tal se da en mayor medida en Quebrada de Macul, ya que mantiene lazos con un sinnúmero de entidades similares, incluso con presencia a nivel nacional. Por el contrario, El Guerrillero mantiene sólo relación con una entidad a nivel

comunal, lo que reduce la posibilidad de interacción con otras redes.

Por último, el capital social comunitario de escalera es uno de los recursos más importantes que cada uno de los asen-tamientos irregulares contiene. Sin la relación con UTPCH es probable que éstos aún no iniciaran su proceso de sali-da del campamento.

Los lazos que han establecido con esta institución y con la municipalidad, en el caso de El Guerrillero, han sido la fuente de organización y participación. Particularmente Quebrada de Macul presenta una diver-sidad mayor de relaciones con instituciones formales que han surgido desde el contacto con UTPCH. En este sentido, debemos señalar que esta institución es un factor deter-minante que hay que considerar a la hora de evaluar la ca-pacidad de movilizar recursos en los campamentos.

A partir de lo dicho anteriormente, y desde los plantea-mientos de Atria (2003), podemos señalar que los campa-mentos presentan distintos tipos de capital social a partir de lazos con diferentes redes sociales y las características

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de su liderazgo. Pues bien, contemplando el capital so-cial a nivel colectivo (comunitario) podemos señalar que Quebrada de Macul presenta un capital social ampliado, en tanto que la capacidad de movilización de los recursos es hacia fuera de la comunidad y hay un predominio de redes sociales externas, es decir horizontales de puente y verticales. Por su parte, El Guerrillero presenta un capital social en desarrollo, puesto que, por un lado, la capacidad de movilización es hacia fuera del grupo (hay un liderazgo para el grupo y hacia fuera) y por otro lado hay un predo-minio de redes sociales internas, es decir que las relacio-nes horizontales de puente y verticales son reducidas en relación a lo que se observa en el otro campamento.

Por otro lado, es importante destacar el gran contraste que hay entre ambos campamentos en relación al capital so-cial comunitario de unión que poseen. El Guerrillero hace uso de este activo de manera considerablemente menor que Quebrada de Macul, en tanto que el primero no se en-cuentra estructurado a partir de una institución organiza-dora y se constituye desde las relaciones entre grupos fa-miliares que se conforman espacialmente (en los pasajes) y que confluyen y participan en conjunto en determinadas

ocasiones (comité de vivienda, la colecta).

Tabla 4. Tipos de capital social a Nivel Comunitario

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Elaboración propia.

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La dimensión simbólica de la segregación residencial

En este apartado se analiza cómo es la construcción social que han hecho los pobladores de los campamentos sobre el espacio que habitan y su entorno, y por otro lado cuál es la percepción que tienen sobre la visión de “los otros” (agentes externos al campamento) acerca de su lugar de residencia.

Al comparar los campamentos nos encontramos con dos escenarios muy distintos. Por un lado tenemos Quebrada de Macul, un campamento que se encuentra en un sector objetivamente poco segregado9 pero que presenta una construcción social de un nosotros muy marginado.

La percepción que tienen los pobladores del entorno en el cual se encuentra el asentamiento irregular es bastante negativa; se le atañen un conjunto de características –in-seguridad, drogadicción, delincuencia, violencia, falta de lugares de esparcimiento- que les provoca un desagrado por el lugar.

9 Tomando como parámetro el distrito censal. Ver más en el Marco metodológico.

Tabla 5. Dimensión simbólica de la segregación residencial

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Elaboración propia.

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Así también se sienten discriminados por los vecinos del sector; con quienes viven en los condominios, a cinco cua-dras, no tienen absolutamente ninguna relación; las posi-bilidades de encuentro en el espacio público son reduci-das, además de estar separados por la Av. Departamental, una reja los divide e impide el paso hacia los barrios ce-rrados. Por otro lado, sienten una discriminación por parte de quienes viven en la villa donde se ubica Quebrada de Macul. Los pobladores señalan que el campamento es en-casillado como un lugar peligroso e indeseable, sin hacer distinciones entre individualidades.

Estas características que adjudican al lugar, además de la estigmatización (generada por los vecinos del entorno cer-cano; la villa), llevan a un distanciamiento y diferenciación entre los vecinos del campamento a partir del discurso; se expresa una inseguridad y desconfianza hacia el resto de los individuos, pero sin embargo, los mecanismos de co-operación y reciprocidad funcionan, y se confía en que la comunidad los reproduzca. Siguiendo a Wacquant (2001), esto lo podríamos entender como una forma de desmar-carse desvalorizando al barrio y a los vecinos. El Guerrillero por su parte, objetivamente segregado, se

presenta desde sus habitantes como un lugar de tránsito inserto en una entidad mayor que es La Pincoya. Se tiene conciencia de las características negativas de la población, como la drogadicción y la delincuencia. Sin embargo, exis-te un sentido de pertenencia con el lugar10, una historia y lazos familiares -“raíces”- que les permiten dar una va-loración positiva a su entorno. Esto es lo que podríamos llamar lugar antropológico (Augé, 2004), puesto que pre-senta las tres características que el autor les atribuye; es identificatorio, la mayoría de quienes habitan actualmente en el campamento nació en La Pincoya; es relacional pues se genera un sentido compartido; e histórico porque las relaciones que se inscriben en el lugar se inscriben tam-bién en el tiempo.

Sin embargo, en ambos campamentos sí se aprecia dis-cursivamente una discriminación desde la sociedad hacia este espacio residencial históricamente híper degradado. Más allá de dónde se sitúe, es el hecho de vivir en un cam-pamento lo que trae aparejado un estigma; estigma que

10 Sentido de pertenencia entendido como un componente subjetivo compuesto por percepciones, valoraciones y dis-posiciones de quienes integran la sociedad, que se puede dar a escala micro (CEPAL, 2007b).

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se relaciona a problemas sociales como la drogadicción y la delincuencia, y también directamente a la suciedad –aspecto considerablemente significativo pues aparece en cada una de las entrevistas-, del cual se pretenden desligar constantemente. Esto produce una sensación de discriminación que los lleva en innumerables ocasiones a mentir sobre el lugar en el que habitan.

De tal manera, vemos que al contrario de lo que plantean Sabatini, Cáceres y Cerda (2001) la percepción subjetiva de la segregación no es un fiel reflejo de la segregación obje-tiva. En el primer caso expuesto nos encontramos con un escenario más bien heterogéneo, en términos socioeco-nómicos, lo que podría traer como consecuencia una in-tegración funcional e incluso simbólica (Sabatini, Salcedo, 2007) entre los distintos actores que ocupan un espacio común, sin embargo, nos encontramos con un asilamien-to social que no se condice con el aislamiento espacial (Saraví, 2008). Así, el campamento Quebrada de Macul se presenta como un espacio altamente estigmatizado y dis-criminado sobre todo por su entorno próximo.

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Por otro lado, El Guerrillero es un campamento muy se-gregado. Sin embargo, la percepción subjetiva de esta condición no se ve expresada en sus discursos de manera negativa, tal vez por el sentido de pertenencia que se tiene con el lugar. De tal manera, se privilegia los lazos familia-res, históricos e identitarios por sobre el acceso a servicios y oportunidades.

Conclusiones

La presente investigación ha intentado establecer la re-lación existente entre el contexto socio espacial de una comunidad y las prácticas sociales que en éstas se desa-rrollan, particularmente las que se derivan de las actitudes de confianza y los comportamientos de cooperación y re-ciprocidad.

A partir de lo expuesto, podemos señalar que los cam-pamentos que se encuentran en escenarios distintos -en relación a la segregación espacial- efectivamente pre-sentan diferencias en cuanto a capital social. Para el caso estudiado, y considerando la dimensión espacial de la segregación, podríamos decir que sí hay una relación en-

tre segregación objetiva y desarrollo del capital social. El campamento que se encuentra en un entorno más hete-rogéneo presenta un capital social ampliado, en tanto que posee un liderazgo hacia fuera del grupo y un predominio de redes sociales externas, en comparación al campamen-to que se encuentra altamente segregado y que presenta un capital social en desarrollo, pues tiene también un lide-razgo hacia fuera del grupo, pero con preponderancia de redes sociales internas (Atria, 2003).

Estos planteamientos estarían confirmando la hipótesis de que el espacio y el entorno influirían en cómo se manifies-ta este activo. Sin embargo, no es posible atribuir directa-mente esta situación al área de la ciudad donde se ubican los campamentos. El capital social ampliado que presenta Quebrada de Macul se diferencia principalmente del que contiene El Guerrillero a partir de los lazos externos que posee este lugar con otros organismos. Pero, estas relacio-nes no se han establecido desde el entorno heterogéneo en el que se sitúa el campamento, sino que han sido de-rivadas directamente de la relación que se mantiene con UTPCH.

En este sentido, podemos discutir con quienes plantean que un barrio más heterogéneo socialmente va a promo-ver la interacción o encuentro entre miembros de distintos grupos sociales, lo que otorgaría la posibilidad de estable-cer vínculos que provean de oportunidades y modelos de rol (Katzman, 2006), e incluso una integración funcional (Sabatini, Salcedo, 2007).

Sin embargo, en este escenario el encuentro con el otro no ocurre, sino que, por el contrario, el entorno ha construido un otro del que hay que distanciarse socio-espacialmente.

Con el fin de esclarecer la manera de poder entender las diferencias en cuanto a las formas de capital social que predominan en ambos campamentos, nos preguntamos lo siguiente: ¿Cuáles serían los factores que podrían es-tar influyendo en el desarrollo de este activo?, ¿Por qué El Guerrillero presenta un capital social comunitario de unión considerablemente más débil que Quebrada de Ma-cul?, ¿Por qué mantiene una menor cantidad de relaciones con redes externas?

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Se vislumbran tres vías de explicación de esta situación. Primero, planteamos la posibilidad de que la relación que tiene la municipalidad de Huechuraba con el campamento podría estar mediando en el desarrollo de un capital social ampliado, en tanto que estaría interfiriendo en la concre-ción y establecimiento de lazos tanto horizontales como verticales con otras instituciones y entidades externas.

Por lo tanto esta relación se presenta con un carácter clien-telar de dependencia desde la comunidad hacia el muni-cipio. Por su parte, la relación que se establece con UTPCH (particularmente en Quebrada de Macul) también podría ser catalogada de clientelar, representando una reciproci-dad asimétrica, y caracterizada por cierta dependencia, sin embargo, esta institución permite ampliar la red de rela-ciones con las que se comunica el campamento, actuando como mediador y puente entre distintas instituciones.

Por otro lado, se sostiene que la participación pasiva de la población y las características del líder -las líderes en este caso- de los distintos campamentos, podrían ser factores preponderantes a la hora de la organización de la comuni-dad y de establecer relaciones de reciprocidad y coopera-

ción con otras entidades externas. La participación pasiva presente en ambos lados se expresa de manera patente en la responsabilidad que se le otorga a las dirigentas. Esto posibilita que la organización y las relaciones que esta-blezca la comunidad estén mediadas, en último término, por las capacidades individuales de los líderes y dirigentes de la comunidad.

En tercer lugar, la estructura espacial del campamento po-dría influir en la manera en que la comunidad se constitu-ye en virtud de las mayores posibilidades de encuentro e interacción de los miembros de la comunidad. Particular-mente, el caso de El Guerrillero, al contrario de Quebrada de Macul, nos muestra un espacio compuesto por grupos de familias que se constituyen en un lugar particular –el pasaje-, y que interactúan entre sí en determinadas oca-siones. La conformación espacial disgregada y fragmenta-da, en ese sentido, podría explicar el hecho de que no exis-ta una institución formal que lo organice dadas las escasas posibilidades físicas de encuentro en el lugar.

Pues bien, concluimos que las diferencias, en cuanto a ca-pital social de dos comunidades distintas, pueden ser el reflejo de la conjugación de múltiples variables. Vemos, por un lado, que la segregación residencial, en este caso, no ha contribuido a socavar el desarrollo del capital social, más bien, estas disimilitudes podrían relacionarse a otros factores.

Finalmente, y ya entrando en el ámbito de las políticas públicas, se plantea la necesidad de constituir sectores socialmente heterogéneos, puesto que, las posibilidades de acceso a beneficios y oportunidades que el entramado urbano otorga, en sectores con una diversidad socioeco-nómica patente, es mayor. Esta idea es planteada ya por Lefebvre (1978) en relación al derecho a la ciudad, así como posteriormente Rosenbaum (1995) y Sabatini y Bra-in (2008) nos hablan de la geografía de oportunidades que el entramado urbano debe proveer. Por lo tanto, se hace un llamado a reevaluar las políticas de radicación y erradi-cación que se han llevado a cabo en sectores socialmente homogéneos.

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Sin embargo, desde la segregación urbana, que ha sido estudiada tradicionalmente desde una lógica netamente espacial –la segregación objetiva-, no se puede dar cuen-ta de un aspecto que se considera relevante en cuanto a la convivencia entre diferentes grupos sociales en un es-pacio; el encuentro entre los distintos actores. Pero más allá del encuentro casual en el espacio público, la atención debe situarse en la calidad de las relaciones sociales (Sara-ví, 2008). De esta manera, la preocupación por el problema de la segregación urbana a la hora de establecer un con-junto habitacional debe estar puesta tanto en las variables espaciales que conforman el territorio como en la dimen-sión simbólica y subjetiva que contienen el lugar, más aún, si los habitantes provienen de “campamentos”, puesto que muchas veces el estigma permanece.

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