El actor y la construcción del sujeto observado
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Transcript of El actor y la construcción del sujeto observado
Universidad Finis Terrae
Facultad de Comunicación y Humanidades
Escuela de Teatro
Percepción Dramática
Profesora Carolina Araya
Ayudante Maura Aranda
“El actor y la construcción del sujeto observado”
La observación se desarrolla en un curso de coctelería, durante una
observación en particular están preparando diversos tragos, cada uno de los
alumnos prepara el trago de diferente manera, por lo que los actores que observan
esto tienen que fijarse en cada detalle particular de cómo lo preparan, ¿por qué
esto es importante? Porque al momento de situarse en escena, el actor tiene que
llevar a acción lo observado, entonces si el grupo realiza la misma acción,
demuestran que su observación queda en la superficialidad, por ende el trabajo
previo limita al actor en escena.
Por ende al momento de observar, el estudio actoral tiene que entender que
como preparan el trago, que en sí se ve como una acción simple, en realidad tiene
de trasfondo una historia que hace que el sujeto observado este ahí, preparando
el trago de la manera particular, es decir, el sujeto tiene una historia,
circunstancias, que lo hacen ser como es.
De este modo hay circunstancias que envuelven el cómo el sujeto acciona
de determinada forma, y por ende en el teatro todo personaje, cuenta con
antecedentes personales, es decir, su historia (pasado, un presente y un futuro)
que es lo que forma el ser y su actuar, por lo tanto, es esta información la que
ayuda a comprender cómo reaccionaría un personaje en ciertas situaciones y bajo
un contexto determinado y que obligan al observador, en el caso de la observación
de la coctelería, a tener que conocer el mundo detrás del sujeto, para generar la
construcción.
Se puede entender que las circunstancias son todos los antecedentes
biográficos que tiene el personaje, y a la vez es el contexto en el que convive y se
desarrolla el sujeto observado. Saber esta información es importante, puesto que
el actor al entrar a escena tiene que tener una necesidad clara, y un conocimiento
de su personaje, ya que en la observación trae de la realidad a la ficción al
observado, y por lo tanto tiene que traer a escena una vida, y si desconoce sus
circunstancias, esa preparación de ese trago quedaría como una acción vacía.
A continuación se plantean argumentos que explican la importancia de
trabajar sobre las circunstancias dadas.
En primer lugar, se habla del concepto de las circunstancias dadas, esto se
refiere a todos los factores que construyen la vida del ser observado, como por
ejemplo, sus hechos, acontecimientos, época, el tiempo y lugar donde habita la
acción, las condiciones vida, etc. Estos son los detalles que permiten generar la
tridimensionalidad del personaje.
Con esto, la acción que es esencial para realizar el trabajo en escena, puesto
que el personaje, al entrar a escena debe tener un objetivo claro, saber para qué
está ahí y a dónde quiere llegar, entonces es esencial que éste sepa que
circunstancias lo rodean y lo conforman, puesto que generan características
psíquicas e internas que debe manejar el personaje y así, su accionar se sustenta.
Stanislavski habla de las circunstancias dadas y de las acciones internas y
externas como elementos fundamentales, y que ellos deben trabajar en común
acuerdo con otras importantes herramientas con las que se debe contar, como por
ejemplo cualidades, dones especiales, imaginación, atención, sentido de la
verdad, objetivos, antecedentes escénicos, etc.
El artista verdadero no debe copiar las manifestaciones externas de las
pasiones o los rasgos externos. Ni interpretar mecánicamente, de acuerdo
con un ritual, sino actuar de una manera real, humana. No se trata de
reproducir las pasiones y los tipos, sino vivir unos y otros. (Stanilavsky, 2003)
Con acciones mecánicas, Stanislavski se refiere, a todas esas acciones que
no poseen un fin determinado, que están ahí por azar y no por un objetivo
específico, entonces, este trabajo se vuelve mecanizado y al ser mecanizado, el
actor queda en la superficialidad del sujeto observado. En el estudio actoral es
esencial que las necesidades surjan desde una mirada interna primero, buscando
estar en el adentro y afuera, en un continuo trabajo interno y a la vez ser capaz de
entregar y de ser permeable a los estímulos internos y externos.
En segundo lugar, el conflicto es otro punto importante de destacar dentro de
la construcción del personaje en cuestión, la acción debe estar en base a una
dinámica, es decir, desenvolverse en un argumento que el actor logre sustentar a
lo largo de la puesta en escena, de ahí que estas acciones se desenvuelven por el
discurso que tiene el ser humano que determina su moralidad y sus acciones.
Patrice Pavis, menciona en su Diccionario del teatro, algunos aspectos
acerca del discurso y de la dramaturgia: “La acción no necesariamente se expresa
y manifiesta en el nivel de la intriga; a veces es perceptible sólo en la
transformación de los protagonistas. En el teatro, más que en la realidad cotidiana,
hablar siempre es actuar. El discurso es una forma de hacer. En virtud de una
convención implícita, el discurso teatral es siempre una forma de actuar, y los
discursos en el teatro debe ser como las acciones de aquellos que los expresan;
pues allí, hablar es actuar.”
Por lo tanto, como se habló anteriormente el estudio actoral, busca la
necesidad de que el actor cuando este escena, exprese en escena el discurso que
tiene el sujeto observado, y a discurso no se refiere a expresar un pensamiento
explícito en escena, si no que a través de una concordancia entre las acciones, el
actor exprese la manera de ser y pensar del sujeto. Por ende, el estudio debe ser
minucioso, puesto que en el ejemplo de la preparación del trago el sujeto puede
estar expresando un mundo interno complejo, que si el actor lo toma solo como
una preparación de un trago, ocurre una banalización de la observación y una
actuación superficial en escena.
En tercer lugar, Francisco Varela, neurobiólogo, desarrolla el concepto del
fenómeno y la observación de este, desarrollando la metáfora de la ida al pozo, la
cual consiste que cada vez que se va al pozo el sujeto se nutre de nuevas cosas,
y esto mismo es lo que debería suceder al momento de la observación, y que se
relaciona con los conceptos de acción y de circunstancias, puesto que el actor
está en la necesidad de ir constantemente al pozo va nutrirse de nuevos
elementos que enriquezcan su construcción
A continuación se resumen los argumentos que fueron presentados
anteriormente
1. La importancia en el accionar no tiene que ver como se mueve, sino porque
se mueve, o sea, la existencia de la necesidad que el actor debe conseguir,
para no volver la actuación en el algo mecánico.
2. El discurso que existe en una obra, los actores lo deben presentar a través
de su accionar, esa es la forma por la que expresan el pensamiento del
sujeto y el que ellos mismos tienen que presentar, de ahí la importancia del
estudio minucioso que tiene que realizar el actor.
3. .Varela y la ida al pozo, la labor que todo actor cuando observa tiene que
realizar.
Por lo tanto, el trabajo del actor es arduo, ya que la construcción de un
personaje observado requiere un arduo estudio actoral, puesto que se trata de
llevar a escena una vida de un ser humano real, y que tiene que lograr presentar
discurso verdadero consigo mismo y con los demás. Por lo tanto si un actor
trabaja desde la generalidad de su personaje sin un conocimiento de este, jamás
podrá el espectador empatizar de manera sincera con él, puesto que en ella nunca
se encontrará satisfacción ni menos un propósito con el cual se pueda profundizar,
Por lo que es primordial hablar y actuar desde la verdad, y para obtener esa
verdad en escena, el actor debe presentar el mundo del personaje en escena, a
través de sus acciones.
Gisselle Ramírez
Javiera Molina
Bibliografía
Humanista. (2010) Francisco Varela (neurobiólogo) – La belleza del pensar- 2001.
[video] recuperado de URL https://www.youtube.com/watch?v=3-VydyPdhhg)
Pavis P. (1984 ). Diccionario del Teatro. Barcelona: Paidos Iberica.
Stanislavsky K. (2003). El último Stanislavsky: análisis activo de la obra y el papel.
Barcelona: Alba Editorial