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TECNOLOGIA DEL AGUA AGUA Y CULTURAS 2 271 / ABRIL / 2006 A A l-Andalus se formó gracias a una sociedad musulmana integrada en la civilización y en el mundo del Islam clásico. Los 50.000 árabes y más del doble de be- reberes que entraron en la Península Ibérica hasta el siglo XI fueron sufi- cientes, desde sus posiciones de do- minio, para impulsar un nuevo or- den social, cultural y religioso, al que se iban adhiriendo cada vez más conversos, mozárabes o muladíes hispanos en un proceso que culminó en el siglo X. En estos años de dominio islámi- co, fueron muchas las innovaciones que esta cultura introdujo y perfec- cionó en los territorios de al-Anda- lus, entre ellas varias técnicas y co- nocimientos hidráulicos heredados tanto de los romanos como de las culturas orientales más tradiciona- les. No obstante, tanto las tecnolo- gías, como el uso o la gestión del re- curso agua, siempre han estado marcadas, incluso por aquel enton- ces, por las pautas propias de la cul- tura islámica. El agua en el Islam Efectivamente, la gestión y dis- tribución del agua en al-Andalus no era ajena al hecho de su pertenencia al conjunto de Dar al-Islam. Esto quiere decir que normas islámicas, aparte de costumbres locales, afec- taban a la manera de organizar el que sin duda era el bien más precia- do de la naturaleza para los musul- manes. En el Corán puede obser- varse que es el principio más im- portante del Universo. Así, el trono de Dios está en el agua en el mo- mento de la Creación: “Él es quien ha creado los cielos y la tierra en seis días, teniendo su Trono en el agua” [Corán, XI, 7]. Los seres vi- vos nacen de ella, de donde se infie- re que es anterior a lo creado y ori- gen de la vida: “¿Es que no han vis- to los infieles que los cielos y la tie- rra formaban un todo homogéneo y los separamos? ¿Y sacamos del agua a todo ser viviente? ¿Y no cre- erán?” [Corán, XXI, 30]. Es también un elemento en el que se expresa la omnipotencia di- vina, ya que Dios puede dar agua y hacer de la tierra un oasis, un ver- gel, o puede quitarla convirtiéndola en un desierto: “Él es quien envía los vientos como nuncios que pre- ceden su misericordia. Hacemos bajar del cielo agua pura, para vivi- ficar con ella un país muerto y dar de beber, entre lo que hemos creado a la multitud de rebaños y seres hu- manos. La hemos distribuido entre ellos para que se dejen amonestar” [Corán, XXV, 48-49]. Además, el agua goza de un va- lor presente en el imaginario de los musulmanes, pues forma parte fun- damental del Paraíso. En él circulan ríos de leche, agua, vino y miel, que riegan todo tipo de frutales: “Ima- gen del Jardín prometido a quienes temen a Dios habrá en él arroyos de La importancia del agua en las civilizaciones antiguas: al-Andalus La importancia del agua en las civilizaciones antiguas: al-Andalus El agua en al-Andalus: teoría y aplicación según la cultura islámica Buena parte de la historia de la Península Ibérica está protagonizada por los más de 300 años de presencia musulmana. Conocido genéricamente como al-Anda- lus, el territorio ocupado bajo poder musulmán duran- te la Edad Media se convirtió poco a poco en un reino propio (aunque posteriormente en varios), indepen- diente del poder administrativo y la influencia política de Oriente, aunque la misma unidad espiritual y mo- ral, y con una sólida identidad geográfica, religiosa y cultural. Esta realidad histórica ha llegado hasta nues- tros días, destacando entre otros aspectos la influencia del idioma árabe, la herencia administrativa, un rico patrimonio artístico, usos de la vida cotidiana y, en el campo que nos interesa, una mejora en las tecnologí- as, gestión y distribución del agua, sobre todo en tér- minos de regadío. El agua en al-Andalus: teoría y aplicación según la cultura islámica Por: Carmen Trillo San José, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Granada Buena parte de la historia de la Península Ibérica está protagonizada por los más de 300 años de presencia musulmana. Conocido genéricamente como al-Anda- lus, el territorio ocupado bajo poder musulmán duran- te la Edad Media se convirtió poco a poco en un reino propio (aunque posteriormente en varios), indepen- diente del poder administrativo y la influencia política de Oriente, aunque la misma unidad espiritual y mo- ral, y con una sólida identidad geográfica, religiosa y cultural. Esta realidad histórica ha llegado hasta nues- tros días, destacando entre otros aspectos la influencia del idioma árabe, la herencia administrativa, un rico patrimonio artístico, usos de la vida cotidiana y, en el campo que nos interesa, una mejora en las tecnologí- as, gestión y distribución del agua, sobre todo en tér- minos de regadío. La Alhambra, símbolo del esplendor de Granada durante la época de al-Andalus. Foto: Miguel Rodríguez Moreno.

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AAl-Andalus se formó graciasa una sociedad musulmanaintegrada en la civilización

y en el mundo del Islam clásico. Los50.000 árabes y más del doble de be-reberes que entraron en la PenínsulaIbérica hasta el siglo XI fueron sufi-cientes, desde sus posiciones de do-minio, para impulsar un nuevo or-den social, cultural y religioso, alque se iban adhiriendo cada vez másconversos, mozárabes o muladíeshispanos en un proceso que culminóen el siglo X.

En estos años de dominio islámi-co, fueron muchas las innovacionesque esta cultura introdujo y perfec-cionó en los territorios de al-Anda-lus, entre ellas varias técnicas y co-nocimientos hidráulicos heredadostanto de los romanos como de lasculturas orientales más tradiciona-les. No obstante, tanto las tecnolo-gías, como el uso o la gestión del re-curso agua, siempre han estadomarcadas, incluso por aquel enton-

ces, por las pautas propias de la cul-tura islámica.

El agua en el IslamEfectivamente, la gestión y dis-

tribución del agua en al-Andalus noera ajena al hecho de su pertenenciaal conjunto de Dar al-Islam. Estoquiere decir que normas islámicas,aparte de costumbres locales, afec-taban a la manera de organizar elque sin duda era el bien más precia-do de la naturaleza para los musul-manes. En el Corán puede obser-varse que es el principio más im-portante del Universo. Así, el tronode Dios está en el agua en el mo-mento de la Creación: “Él es quienha creado los cielos y la tierra enseis días, teniendo su Trono en elagua” [Corán, XI, 7]. Los seres vi-vos nacen de ella, de donde se infie-re que es anterior a lo creado y ori-gen de la vida: “¿Es que no han vis-to los infieles que los cielos y la tie-rra formaban un todo homogéneo y

los separamos? ¿Y sacamos delagua a todo ser viviente? ¿Y no cre-erán?” [Corán, XXI, 30].

Es también un elemento en elque se expresa la omnipotencia di-vina, ya que Dios puede dar agua yhacer de la tierra un oasis, un ver-gel, o puede quitarla convirtiéndolaen un desierto: “Él es quien envíalos vientos como nuncios que pre-ceden su misericordia. Hacemosbajar del cielo agua pura, para vivi-ficar con ella un país muerto y darde beber, entre lo que hemos creadoa la multitud de rebaños y seres hu-manos. La hemos distribuido entreellos para que se dejen amonestar”[Corán, XXV, 48-49].

Además, el agua goza de un va-lor presente en el imaginario de losmusulmanes, pues forma parte fun-damental del Paraíso. En él circulanríos de leche, agua, vino y miel, queriegan todo tipo de frutales: “Ima-gen del Jardín prometido a quienestemen a Dios habrá en él arroyos de

La importancia del agua en las civilizaciones antiguas: al-AndalusLa importancia del agua en las civilizaciones antiguas: al-Andalus

El agua en al-Andalus: teoría y aplicación según la cultura islámica

Buena parte de la historia de la Península Ibérica está

protagonizada por los más de 300 años de presencia

musulmana. Conocido genéricamente como al-Anda-

lus, el territorio ocupado bajo poder musulmán duran-

te la Edad Media se convirtió poco a poco en un reino

propio (aunque posteriormente en varios), indepen-

diente del poder administrativo y la influencia política

de Oriente, aunque la misma unidad espiritual y mo-

ral, y con una sólida identidad geográfica, religiosa y

cultural. Esta realidad histórica ha llegado hasta nues-

tros días, destacando entre otros aspectos la influencia

del idioma árabe, la herencia administrativa, un rico

patrimonio artístico, usos de la vida cotidiana y, en el

campo que nos interesa, una mejora en las tecnologí-

as, gestión y distribución del agua, sobre todo en tér-

minos de regadío.

El agua en al-Andalus: teoría y aplicación según la cultura islámicaPor: Carmen Trillo San José, profesora de Historia Medieval de la Universidad de Granada

Buena parte de la historia de la Península Ibérica está

protagonizada por los más de 300 años de presencia

musulmana. Conocido genéricamente como al-Anda-

lus, el territorio ocupado bajo poder musulmán duran-

te la Edad Media se convirtió poco a poco en un reino

propio (aunque posteriormente en varios), indepen-

diente del poder administrativo y la influencia política

de Oriente, aunque la misma unidad espiritual y mo-

ral, y con una sólida identidad geográfica, religiosa y

cultural. Esta realidad histórica ha llegado hasta nues-

tros días, destacando entre otros aspectos la influencia

del idioma árabe, la herencia administrativa, un rico

patrimonio artístico, usos de la vida cotidiana y, en el

campo que nos interesa, una mejora en las tecnologí-

as, gestión y distribución del agua, sobre todo en tér-

minos de regadío.

La Alhambra, símbolo del esplendor de Granada durante la época de al-Andalus. Foto: Miguel Rodríguez Moreno.

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leche de gusto inalterable, arroyosde vino, delicia de los bebedores,arroyos de depurada miel. Tendránen él toda clase de frutas, y perdónde su Señor. ¿Serán como quienesestén en el fuego por toda la eterni-dad, a los que se dará de beber unagua muy caliente que les roerá lasentrañas?” [Corán, XLVII, 15].

Las plantas que aparecen en al-Yanna, según el Corán, son reflejode las conocidas en los oasis -“ha-brá frutas, palmeras y granados”[Corán, LV, 68]-, pero en descrip-ciones posteriores la vegetación sehace más promiscua y fantástica.Observemos la visión que tiene delParaíso el granadino ‘Abd al-MalikIbn Habib (m. 852), médico y alfa-quí consejero de ‘Abd al-RahmanII: “Tubà es un árbol del paraíso; siel raudo jinete marchase a su som-bra [durante] cien años, no [logra-ría] surcarla ni [alcanzaría] a salirde la misma; si se pusiese a rodearsu base no llegaría a las ramas hastaque le saliesen algunas canas”.

El Paraíso está presente tambiénen el espacio agrario, tanto dentrocomo fuera de la madina. Así, en elinterior de las ciudades encontra-mos huertas y jardines, mientrasque el área periurbana está rodeadapor las almunias o casas de recreocon tierra asociada. También en lasalquerías la parte esencial del áreaagrícola es la irrigada, recibiendoésta los mismos cuidados (riego,abono, cultivos asociados, etc.) queun jardín y ofreciendo así una ima-gen siempre verde y en continuaproducción.

Es en las almunias donde se per-cibe mejor esta semejanza con al-Yanna. Las descripciones más deta-lladas proceden de las residenciasreales, aunque también de las quepertenecían a las élites urbanas.Así, sabemos, por ejemplo, que laciudad de Granada estaba rodeadade estas casas con jardín, llamadascármenes, del árabe karm, viña,pues incluían parcialmente este tipode plantíos. Las descripciones quehacen Ibn al-Jatib e Ibn Luyun (am-bos en el siglo XIV) de ellas, el pri-

mero desde una perspectiva poéticay el segundo normativa, permitentener una idea de cómo eran. Se tra-taba de viviendas que ejercían lafunción de segundas residencias,habitadas temporalmente. En el ca-so de Granada se ocupaban sobretodo en relación a la vendimia. Dis-ponían de una extensión de tierrasque, en el ejemplo nazarí, era muylimitada. Así, el 90% de los cárme-nes de Aynadamar, un paraje al nor-te de madina Garnata, era inferior a2/3 de hectáreas y el 48% estaba pordebajo de 1/3. A menudo este espa-cio estaba cercado, a veces por se-tos. La dedicación agrícola más fre-cuente parecen haber sido plantíos,tanto de secano (viñas) como dife-rentes tipos de frutales. Si seguimosla descripción de Ibn Luyun, dispo-nían de un espacio de recreo ajardi-

nado en el centro de la finca, prote-gido por un pabellón, rodeado deplantas trepadoras, y a veces coro-nado con cúpula. Éste estaba gene-ralmente recorrido por acequiasque contribuían, además de su fun-ción primordial de regar, a refrescarel ambiente y crear una atmósferarelajante con sonidos y olores pro-pios. Una alberca era asimismo elelemento imprescindible que per-mitía todo esto, a menudo situadaen la parte más alta de la hacienda,para que el agua se deslizase porgravedad, era aconsejable rodearlade árboles de hoja perenne paraguardar su frescura y no ensuciarlacon hojas.

Normas hídricasLas normas que regían en el

mundo musulmán la propiedad y

Carmen Trillo San José es profesora titulardel Área de Historia Medieval de la Univer-sidad de Granada. Se ha formado como in-vestigadora postdoctoral en las Universida-des de Ginebra y Lyon. Su tesis doctoralabordaba el tema de la Alpujarra en su trán-sito del dominio islámico al cristiano: La Al-pujarra antes y después de la conquista cas-tellana (Granada, 1994).La doctora Trillo ha colaborado en diversosproyectos europeos, como Tempus (Sratov,Agers, Poitier, Granada,1994-95), el pro-grama Unimed Campus, Histoire comparéedes Sociétés Méditerranéennes (1993-1995), The transformation of the RomanWorld (1994-1997) o la acción Estudios so-bre la Montaña Mediterránea, llevado a ca-bo entre el Centro de Investigaciones Etnoló-gicas Angel Ganivet y el Institut de Recher-ches e d'Études sur le Monde Arabe et Mu-sulman (IREMAM, Aix-en-Provence) los años2000-2001. Además ha participado en proyectos nacionales de I+D, entre los cuales destacan: Losasentamientos medievales en la frontera entre el reino de Granada y Castilla (siglos XIII-XV), nº PB95-1151, entre 1997 y 1999, La ciudad y su territorio en época nazarí,BHA2003-00743, o Relaciones entre el Mediterráneo cristiano y el Norte de África enépoca medieval y moderna, BHA 2002-5195-E. Así mismo, ha impartido seminarios envarias universidades europeas como Bolonia, con los títulos Societá, organizzazione fon-diaria e insediamenti nell'Andalusia del Medievo y Donna, famiglia e parentela in areaiberica nel Medievo, o Toulouse, con L’eau, la terre et les hommes dans al-Andalus. En la actualidad trabaja sobre diversos aspectos de las estructuras sociales y económicasde al-Andalus en su fase más tardía, nazarí, y sus transformaciones en época castellana.Entre sus obras destacan: Agua y paisaje en Granada. Una herencia de al-Andalus(2003); Una sociedad en el Mediterráneo Medieval. El mundo agrícola nazarí (2003);Agua, tierra y hombres en al-Andalus (2004) y Mujeres, familia y linaje en la Edad Media(2004).

El perfil: Carmen Trillo San José

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gestión del agua seguían un criterioislámico pero también respetabanlas costumbres locales. En los si-glos VIII y IX es cuando el derechoaparece codificado en sus líneasprincipales, así como las diferentesescuelas coránicas. En al-Andalus,como en el resto del Occidente islá-

mico, va a ser el rito malikí el prin-cipalmente aplicado en la interpre-tación de la ley.

Estas reglas seguían varias pau-tas, de las cuales las más importan-tes parecen haber sido dos: el cau-dal y el trabajo realizado para lacaptación o conducción del agua.

De esta forma, en los grandes ríos elagua pertenece a todos, mientrasque en los pequeños hay limitacio-nes. Si no necesitan construcciónde presa para elevar el caudal tienenprioridad en su utilización los ribe-reños, aunque un tercero puedeusarlo sin perjudicar a aquéllos. En

Barrio del Albayzín en Granada. En todo el territorio andalusí el agua fue de vital importancia para la vida urbana y rural. Foto: Miguel Rodríguez Moreno.

Patio de la mezquita mayor del Albayzín de Granada, construida al final de la época nazarí y hoy iglesia de San Salvador (izquierda), y aljibe y alminar de la antigua mezquita de al-Murabitin (los morabitos), del siglo XI y actualmente campanario de la Iglesia de San José (derecha). El agua era el bien más preciado de la naturaleza por los musulmanes, que regían su gestión según las normas islámicas. Fotos: Miguel Rodríguez Moreno.

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los que precisan azud para su apro-vechamiento tiene preferencia elasentamiento más antiguo sobre elmás moderno; pero si ambos soncoetáneos, riega antes el situadomás cerca del nacimiento del río.

En los sistemas hidráulicos quenecesitan la realización de obraspara la captación del agua, comoqanat/s, pozos, minas, y ciertasfuentes, puede haber propiedadparticular. Esta se encuentra, noobstante, limitada por la obligaciónde cumplir con el derecho de safa ode dar de beber a hombres y anima-les que lo necesiten. Igualmente, lasobrante debería ser entregada paralos regantes que la precisaran, noexistiendo un acuerdo entre las dis-tintas escuelas coránicas sobre si,en este caso, es aceptable la venta.

Aplicación del agua en el campo

Desde el punto de vista de laaplicación de los sistemas hidráuli-cos dos cosas son especialmentedestacables. La primera es la im-portancia del agua en la vida urbanay rural andalusí. La segunda es quela forma de gestionarla seguía en lapráctica lo mismo que hemos vistoen la teoría, unas pautas propias dela cultura en la que se insertaba, esdecir, islámicas.

Los romanos habían sido gran-des ingenieros hidráulicos pero

aplicaron la tecnología principal-mente a las ciudades, que eran elcentro de toda la estructura política,social y económica del mundo anti-guo. La agricultura, en cambio, noprecisaba irrigación, a excepciónde ciertas zonas áridas o semiári-das, como Mauritania y Numidia.La razón es que las especies culti-vadas pertenecían al ecosistemamediterráneo o se encontraban inte-gradas en él desde tiempos remo-tos. Así, el olivo, la vid, y ciertos ti-pos de cereal, estaban adaptados alos ciclos de pluviosidad del climamediterráneo. Pero la llegada de losárabes supuso la introducción deplantas que procedían de áreas tro-picales y subtropicales, acostum-bradas a crecer bajo el calor y la hu-medad. Para su aclimatación a lascondiciones de un verano muy cáli-do y seco, como el de la Península,fue precisa la irrigación. La genera-lización del regadío significó uncambio en el paisaje, pues se con-virtió en la parte fundamental delespacio agrícola, e incluso, en cier-tos lugares en la única cultivada. Elriego sirvió no sólo para el desarro-llo de las plantas orientales sino quetambién se aplicó a los cultivos tra-dicionales, asegurando y mejoran-do así su rendimiento.

Cuando se trataba de distribuir elagua entre varias alquerías parecenhaberse seguido las normas genera-

les ya señaladas, es decir, preferen-cia del asentamiento más antiguo y,en segundo lugar, del más elevadoen el curso del río. En el interior decada población el agua era conside-rada un bien proindiviso de la co-munidad. Una fatua (sentencia) delsiglo XIV indica que todos los veci-nos tenían derecho a decidir sobresu gestión, incluso las mujeres y losdiscapacitados, o sus representan-tes legales en estos casos. Su pro-piedad estaba separada de la tierra ypodía enajenarse independiente-mente de ésta. Está documentadatanto la venta, como el alquiler y lafundación de habices de turnos deriego en época nazarí.

La organización del agua de quedisponía cada alquería parece habersido competencia de la propia co-munidad de vecinos. Normalmenteésta se realizaba de forma oral, bajola supervisión del consejo de ancia-nos, vigente en la zona levantinahasta fechas tardías. Esto significaque la distribución del agua podíacambiar de un año a otro de acuerdocon las necesidades de las tierras yde la aljama. Así, por ejemplo, unafatwà menciona como inhabitual elhecho de que en el área periurbanade Granada no se regase todo elárea agrícola sino que se dejara sinagua las zonas en barbecho.

La gestión del agua a nivel localera muy sensible a los cambios so-

El agua en el mundo andalusí y todo el Islam estaba íntimamente relacionada con la religión. Por un lado, los jardines, como este Patio de la Alberca de la Alhambra(izquierda), se equiparaban con el Paraíso eterno; por el otro, los baños (derecha) se consideraban espacios de purificación del alma, además de para aseo del cuerpo. Fotos: Patronato Provincial de Turismo de Granada.

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ciales. En fechas actuales está re-gistrado el reparto gentilicio de losturnos en comunidades con fami-lias extensas que disponían de tie-rras juntas o próximas entre sí. Así,puede verse en las montañas delAtlas y en lugares tan alejados deellas como Battir, en Palestina. Estaasignación de la vez de riego a losgrupos familiares se mantenía in-cluso cuando las parcelas -por com-praventas, dotes o herencias- esta-ban separadas entre sí.

Cuando la dispersión era dema-siado grande los turnos se entrega-ban a cada parcela por orden decontinuidad física en el espacio,normalmente de arriba abajo. Esteriego topográfico correspondía auna sociedad unida más por lazosvecinales que de sangre. Finalmen-te, el agua también podían ser obje-to de alquiler, de unas alquerías aotras, o de venta entre particulares.

Las consecuencias de la aplica-ción de la irrigación en las zonas ru-rales eran importantes a nivel so-cioeconómico. Por un lado, la pro-ductividad de las parcelas era mu-cho más elevada que en el secano y,por tanto, facilitaba el desarrollo dela micropropiedad. Ésta se encuen-

tra bien documentada en los últi-mos años del reino nazarí. Parcela-ción extrema, propiedad muy frac-cionada y policultivo son algunasde las principales características delregadío. Por otro lado, el rey erauna gran propietario, tanto rural co-mo urbano. Había adquirido estosbienes a través de la vivificación detierras muertas y, en ocasiones, ena-jenaba parte de ellas en beneficio delos agentes estatales como pago asus servicios.

Sistemas hidráulicosurbanos

Como es conocido la crisis delmundo romano significó un proce-so de ruralización y abandono de laciudad de gran alcance en el occi-dente altomedieval. La llegada delos árabes va a suponer una reacti-vación de la vida urbana y la funda-ción de ciudades nuevas. En mu-chos casos sabemos que los sumi-nistros hidráulicos de la Antigüe-dad estaban destruidos y fue nece-sario realizar nuevos sistemas deabastecimiento.

Así, tanto los aljibes públicos,como las mezquitas, los baños y lasactividades económicas desarrolla-

das en ellas (tenerías, alfarerías,etc.) requerían un abastecimientode agua. Las casas de las ciudadesandalusíes solían disponer tanto desistemas de dotación de agua comode evacuación. Mientras que elagua de lluvia podía verterse en lacalle, no ocurría lo mismo con lasresiduales y menos aún las fecales.Las primeras podían evacuarse des-de el patio de las viviendas por ca-nalizaciones subterráneas o super-ficiales, mientras que las últimas,originadas en las letrinas, teníanuna conducción independiente.Ambas iban finalmente hasta pozosnegros situados en el borde de la ca-lle, aunque en ciudades más avan-zadas se disponía de un sistema decanales subterráneos que conducíael agua sucia al exterior del núcleourbano.

El caudal de las acequias en elinterior de una ciudad andalusí de-bía ajustarse a múltiples usos y ne-cesidades. Su regulación podía co-rrer a cargo de gremios especializa-dos, encargados de mantener enbuen estado el suministro hidráuli-co. La organización de la acequiadentro de la madina seguía espa-cialmente la estructura urbana mar-

La llegada de los árabes y sus tecnologías de irrigación supuso un cambio en el paisaje agrícola de la Península Ibérica. El riego no sólo sirvió para el desarrollo de plantas orientales, también para mejorar el rendimiento de los cultivos autóctonos y tradicionales en una herencia que ha llegado hasta nuestros días. Las terrazasde cultivo permitían una adaptación de las parcelas agrícolas al relieve de montaña y favorecían el riego por gravedad. La micropropiedad, la fragmentación extrema y el policultivo eran frecuentes en el regadío andalusí. Fotos: Miguel Rodríguez Moreno (izquierda) y Patronato Provincial de Turismo de Granada.

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cada por las mezquitas y barrios,dotando a estos elementos de un al-jibe. Igualmente, el ritmo de los tur-nos de uso del agua seguía el de lasoraciones islámicas, integrándoseasí la actividad diaria de los ciuda-danos en la cultura musulmana.

Sobre las acequias y su importancia

Para comprender el funciona-miento de una acequia dentro deuna ciudad andalusí tomaremos co-mo ejemplo madina Garnata, con-vertida en capital de la taifa gober-nada por los ziríes desde los prime-ros años del siglo XI. Quizás el he-cho de que la red de aljibes urbanosse haya mantenido en funciona-miento en el Albayzín, seguramen-te su barrio más antiguo, hasta laactualidad nos ha permitido cono-cer con detalle cómo era la organi-zación del agua en una ciudad anda-lusí. Aquélla tiene a la vez funcio-nes de suministro urbano, defensi-vas y simbólicas.

El traslado de la capital de la ku-ra desde madina Ilbia (a 11 kilóme-tros al oeste de Granada) madinaGarnata ocurrió con los beréberesSinhya, bajo el rey Zawi (1012-1019). El motivo parece haber sidola falta de protección de la primeray la seguridad que ofrecía el cerrodonde estaba la segunda. Pero Gra-nada no era todavía una ciudad, si-

no un lugar fortificado (hisn oma‘qil). Fueron precisamente losziríes quienes la configuraron comouna auténtica madina al dotarla dealcazaba, mezquita mayor y mura-llas. Por supuesto el traslado de lapoblación tuvo que ir acompañadode un suministro hidráulico perma-nente. Este fue proporcionado porla acequia de Aynadamar, que naceen la fuente homónima a unos 10kilómetros de Granada, de una re-surgencia de la Sierra de la Alfa-guara, y es conducida, en direcciónsur hacia la capital granadina. Con-cretamente se dirige, después dedar agua a la alquería de Víznar y avarios pagos, hacia el barrio de laAlcazaba (siglo XI), y posterior-mente al arrabal del Albayzín (sigloXIV), que es el que da nombre a to-da la colina.

La dotación de agua a la ciudadaparece unida a la dinastía zirí, co-mo lo demuestra el hecho de que unturno de la acequia estaba destinadoa las huertas de la Alcazaba Qadi-ma, la sede de los emires sinhayíes.Además dicho canal parece habertenido como primer objetivo llenarel aljibe situado en este palacio, cu-yo nombre es especialmente revela-dor, ya que se llama aljibe del Rey ytambién al-Qadim, el viejo. Esto,junto con el hecho de que su capaci-dad, con 300 m3, supera casi en eldoble la de cualquier otra cisterna

en la ciudad (el de la mezquita ma-yor tiene 153 m3), nos hace pensarque estamos ante el núcleo originaly central del sistema hidráulico ur-bano de Granada. Desde aquí, di-versos ramales llevaban el aguahasta otros aljibes diseminados porla colina del Albayzín. ¿Quería sig-nificar esto que era el rey zirí quiendaba el agua a la ciudad?

El agua y su funcióndefensiva

Finalmente, la relación entre es-tos emires y el sistema hidráulicode Aynadamar se comprueba tam-bién en otro dato. El motivo delcambio de la capitalidad de la kurade madina Ilbira a madina Garnatafue lo desprotegido del lugar queubicaba la primera y lo inaccesibledel cerro en donde se asentaba la se-gunda. Cuando llegaron los berébe-res sinhaya, Granada era un lugarhabitado con un castillo o hisn, sinser todavía una ciudad. Inmediata-mente se aplicaron a hacer de ellauna madina, dotándola de los edifi-cios fundamentales (alcazaba, mez-quitas, baños, etc.) y, en particular,construyendo una muralla. Precisa-mente un turno de la acequia de Ay-nadamar está dedicado a su mante-nimiento.

¿Cómo podía destinarse el aguaa una función defensiva? Probable-mente, en sus comienzos, estuvieraprohibido regar durante ese tiempoy el agua se utilizara para hacer eladobe que formaba el tapial de lacerca. Otra posibilidad posterior esque, una vez construida la muralla,se cobrara a los regantes que usaranel agua en ese periodo de tiempo yse asignara el dinero obtenido a lasreparaciones necesarias. De todoello, según podemos ver, podemosdeducir que el agua en la ciudad an-dalusí tenía también un cometidodefensivo.

La edificación y reparación demurallas era un tema conflictivo enal-Andalus, ya que no se podían su-bir los impuestos de forma arbitra-ria para financiarlas, pues, en prin-cipio, éstos debían responder a

Acequia del Generalife. Estos canales, además de contribuir al regadío de los campos y huertas, formabanparte fundamental del sistema hidráulico de las ciudades andalusíes y sus jardines. Incluso tuvieron, en algunos casos, funciones defensivas. Foto: Miguel Rodríguez Moreno.

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unos cánones coránicos. Había dosformas efectivas de construirlasque, en última instancia, están rela-cionadas también con el agua. Pri-mero, por medio de la fundación deun habiz, que podía ser un turno deriego de una acequia, cobrado a losregantes, como en el caso de Ayna-damar. Y segundo, que la propiapoblación se implicara en la obra dela cerca. Sabemos por Ibn ‘Idari (si-glos XIII-XIV) y por ciertas fatwà/srecogidas por al-Wansarisi (m.1505) que este tipo de trabajos (mu-rallas, acequias, etc.) eran realiza-dos colectivamente por turnos. Es-tos turnos se asignaban los vecinosde cada mezquita. A su vez cadamezquita estaba vinculada a un alji-be que suministraba agua al barrio.

En efecto, la manera en que sedistribuía el agua en el interior de laciudad, al menos en madina Garna-ta, era conduciéndola a los aljibesdispersos por ella. Un análisis deéstos realizado en Granada muestraque una proporción no desdeñable(quizás en torno al 50%) estaba si-tuada junto a una mezquita. Su fun-ción, dado a veces su gran capaci-dad, no parece haber sido única-mente para las abluciones sino para

las necesidades de la vida diaria. Deesta forma, mezquitas, barrios y al-jibes, formaban una unidad social yespacial en la ciudad andalusí.

Los aljibes aseguraban el sumi-nistro hidráulico y se llenaban porlas noches. Durante la tarde la ace-quia de Aynadamar regaba el cam-po y por las mañanas conducía elagua a los jardines y huertas urba-nos. La mañana del viernes, mien-tras los musulmanes estaban en ora-ción principal, en las mezquitas al-jamas, también se dedicaba al lle-nado de las cisternas. Sólo en in-vierno, cuando el agua era sobrante,los musulmanes de Granada se per-mitían dirigirla hasta el interior desus casas, almacenándolas en tina-jas y albercas, para hacer más có-modo el uso doméstico, sin necesi-dad de salir a la calle.

El estudio de varias acequias na-zaríes muestra que la aplicación delos turnos de riego se realizaba enverano, cuando era precisa una re-glamentación más estricta debido asu escasez. Se eligió para ello la fe-cha de San Juan, una festividad pa-gana, cristiana y también aceptadapor los musulmanes, que marcabael solsticio de verano. Está docu-

mentada su celebración en la Cór-doba emiral y califal con carrerasde caballos, hogueras, comidas es-peciales, decoración de las casas yel arreglo de las mujeres.

Los turnos podían ser volumétri-cos o temporales, o incluso unamezcla de ambos. En estos últimoscasos seguían el ritmo horario delas oraciones islámicas. La llamadadel almuédano al rezo, gritandodesde el alminar de las mezquitas,servía para jalonar el día en distin-tos segmentos de tiempo, que serví-an de referencia a los turnos de rie-go. De esta forma, como vemos, lagestión del agua se integra perfecta-mente dentro de la cultura islámica.

Tecnología del aguaLa tecnología hidráulica va a

transmitirse de Oriente a Occidentedentro de una corriente cuyos ele-mentos provenían de China, India yPersia, y que cristaliza finalmenteen Medio Oriente. Para el historia-dor Joseph Needham este procesoserá evolutivo y lento, mientras queen opinión del arabista Juan Vernetes más bien rápido y tiene su mo-mento crucial en el Imperio islámi-co del siglo X. Como es sabido, los

La reactivación de la vida urbana por parte de los árabes supuso la necesidad de realizar nuevos sistemas de abastecimiento, con predominio de las acequias, tal ycomo se aprecia en las imágenes. A la izquierda, el río Darro a su paso por Granada, de donde salían las acequias principales que daban vida a madina Garnata.A la derecha, la acequia de Aynadamar por el barrio granadino del Albayzín. Fotos: Patronato Provincial de Turismo de Granada (izquierda) y Miguel Rodríguez Moreno (derecha).

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romanos habían heredado sus cono-cimientos hidráulicos de sus con-tactos con el ámbito griego, con laescuela de Alejandría y con el Pró-ximo Oriente. Pero la crisis del Es-tado romano significó también eldeclive de todos aquellos aspectosque dependían de él, como la ciu-dad, el comercio de largo alcance y,por supuesto, los suministros hi-dráulicos. Las fuentes árabes dejantestimonio de que los sistemas deabastecimiento de aguas estabandeteriorados y en desuso a su llega-da. En general, el resurgir urbanoen al-Andalus supuso, como prime-ra medida, asegurar la provisión deagua imprescindible para casas, ba-ños, mezquitas, alfarerías, tenerías,huertos, jardines, etc. El hecho deque la economía agrícola se basarafundamentalmente en la agriculturairrigada implicaba también el desa-rrollo de unas técnicas adecuadas.La tecnología hidráulica andalusíse caracteriza tanto por una falta demonumentalidad respecto a la ro-mana como por la combinaciónnueva y expansión de antiguas téc-nicas conocidas.

Algunas de las más significati-vas fueron los qanat/s, cuyo origense sitúa en el siglo VIII a. C., en elreino de Urartu. Se trata de un pozomadre a partir del cual se excavauna galería subterránea en ligera

pendiente para que el agua puedasalir al exterior. Una serie de pozosintermedios permiten tanto la reali-zación de la obra como su posteriorlimpieza. Desde aquí los persas laadoptaron en la meseta iraní y la in-trodujeron después en Omán y enlos oasis de Egipto. Los romanosdesarrollaron los qanat/s en el Pró-ximo Oriente hasta Túnez, perofueron los árabes quienes los trans-mitieron a España y Marruecos. Al-gunos ejemplos notables de qanat/sen al-Andalus los encontramos enMallorca, Madrid y la Alhambra.

El cigüeñal, también llamado sa-duf, es otro de los métodos más an-tiguos de obtención de agua que seutilizaba en al-Andalus. Es una pér-tiga con un balancero provista de uncontrapeso. Era conocida en Meso-potamia en el III milenio a. C. y deaquí se transmitió a Egipto en el IImilenio. Se seguía usando todavíaen la actualidad en la Alpujarra pa-ra regar pequeñas parcelas.

La elevación del agua se hacía aveces por medio de norias que podí-an ser de dos tipos: la rueda verticalmovida por corriente hidráulica, ola combinación de ésta con otra ho-rizontal accionada por tracción ani-mal. Aunque las primeras suelenllamarse aceñas y las segundas no-rias, a veces reciben indistintamen-te ambos nombres. La rueda verti-

cal es también conocida como per-sa. Aparece en el tratado de Vitru-bio, quien le reconoce un origen an-terior. Su difusión en España ha si-do atribuida a los árabes de Siria,donde también formaba parte delpaisaje. Lo cierto es que en la Pe-nínsula Ibérica se extendió sobretodo al sur de los ríos Ebro y Duero.Entre las aceñas más notables de al-Andalus destacamos la de Toledo,movida por un acueducto sobre elTajo, y la Nora de Murcia, acciona-da por la acequia de Aljufia. Las no-rias de sangre también las encontra-mos, tanto en los tratados agronó-micos andalusíes (Abu-l-Jayr, Ibnal-‘Awwam), como en los jardinesreales de ‘Abd al-Rahman III y al-Mu’tamid de Sevilla, así como en lamezquita de Córdoba en tiempos deal-Hakam II.

El molino hidráulico aparecetambién en Vitrubio y fue amplia-mente difundido en la PenínsulaIbérica, tanto por los romanos co-mo luego por los árabes.

Una de las formas de obtenciónde agua de un curso fluvial más uti-lizadas fue el azud o presa de deri-vación. Servía para elevar el caudalde un río y desviarla hacia un canalo acequia. Las presas constituyenuna de las técnicas más antiguas deretención del agua. Las encontra-mos en el IV milenio en Jawa y tam-

Entre las diferentes tecnologías hídricas árabes que todavía se conservan en España, caracterizadas por una falta de monumentalidad respecto a la romana, figuranestas norias de sangre y pozos en Castellón, que se destinaron a la elevación del agua.

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bién en el III milenio en Mari. Otrasdatadas antes de nuestra era estabanen Egipto (2600 y 2800 a. C.), Gre-cia (1260 a. C. y siglo III a. C.), Tur-quía (siglo VIII a. C.), Israel (siglosVIII a. C. y I a. C.) y Yemen (I a. C.).Los romanos fueron grandes cons-tructores de presas, cuyos notablesejemplos quedan en las de Mérida(Proserpina y Cornalvo), así comolas de Almonacid de Cuba (Zarago-za) y Alcantarilla (Toledo). En al-Andalus los azudes eran habitualesen cualquier parte de los campos deriego. También podían utilizarse enzonas de secano para concentrar ydesviar las aguas de los torrentes ha-cia los cultivos.

Otras técnicas hidráulicas usa-das en el regadío han sido los zafa-riches o zahariches, del árabe sah-riy. Son albercas con entrada y sa-lida de aguas, realizadas en mate-riales diversos (mortero, tierra ylajas, etc.) que podemos hallar enla documentación castellana pos-terior a la conquista del reino deGranada, dispersas por las zonasrurales más recónditas. A partir deellas una red de acequias se encar-gaba de distribuirla por los cam-pos, siguiendo una normativa muyestricta conocida y aplicada por

los vecinos de las diversas alque-rías beneficiarias.

Asimismo cuando se secaba elcauce de los ríos se excavaba paraobtener el agua que circulaba por lacapa freática. Estas galerías recibí-an el nombre de cimbras y podemosencontrarlas en el río Andarax, enRágol (Almería). Estas técnicas sehan mantenido hasta la actualidad,sin embargo no siempre es posibleaplicarles una cronología exacta,pues no aparecen en las fuentes es-critas. Por lo tanto, ausencia de mo-numentalidad, diversidad, gran di-fusión y dificultad de datación ca-racterizan la tecnología hidráulicaen al-Andalus.

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Las técnicas hídricas en al-Andalus permitieron renovar los antiguos sistemas de suministro romanos, en declive tras la crisis y desaparición del Imperio. Las fuentesárabes, como estas en la Alhambra, son testimonio del resurgir de una nueva cultura del agua. Fotos: Patronato Provincial de Turismo de Granada (izquierda) y Miguel Rodríguez Moreno (derecha).

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