EL ALCÁZAR DE TOLEDO, DE FORTALEZA A MUSEO

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José Luis Isabel Sánchez Editorial LEDORIA J M R EL ALCÁZAR DE TOLEDO: de fortaleza a museo

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Si hay un edificio emblemático que represente a Toledo ese es, sin duda, el Alcázar. Elevado en la parte más alta de la ciudad, todas las etapas de la historia han dejado una huella en esta fortaleza. Desde la etapa prerromana hasta su uso actual, en el que comparten el edificio el Museo del Ejército y la Biblioteca regional de Castilla-La Mancha, este libro es un recorrido ameno por sus distintos usos y los distintos poderes (real, militar, civil y religioso) que lo han utilizado. No se puede escribir la historia de Toledo sin contar con este edificio que, además, define la silueta característica de la Ciudad Imperial

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1·El Alcázar de Toledo: de fortaleza a museo

José Luis Isabel Sánchez

Editorial LEDORIAJ M R

EL ALCÁZAR

DE TOLEDO:

de fortaleza a museo

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·2 José Luis Isabel Sánchez

TOLEDO EN TU MANO

Colección dedicada a don Julio Porres Martín-Cleto

* Director de la editorial Ledoria: Jesús Muñoz Romero

* Director de Toledo en tu mano: Santiago Sastre

* Ilustrador y fotógrafo de la colección: Ángel Villamor y Julián Calles

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El militar y geógrafo Alfonso Rey Pastor, director por enton-ces del Observatorio Sismológico definía en los años veintedel pasado siglo el peñón sobre el que se asienta Toledo comoun cerro en forma de trapecio isósceles con bases de 700 y1.600 metros, surcado por una serie de pequeñas colinas (do-ce son las más destacadas), de las cuales la más elevada es

aquélla sobre la que seasienta el Alcázar, con 548metros de altura (108 porencima del nivel del río).

La altura dominante de lamencionada colina, así comosu proximidad al único vadodel Tajo en las proximidadesdel peñón (situado en las in-mediaciones de la Huerta delRey), que permitía su pro-tección contra un posible in-vasor que tratase de pene-trar en la ciudad o su segurautilización en caso de tenerque abandonarla, le otorga-

ría una gran importancia en la organización defensiva dada ala población por sus sucesivos habitantes, que harían de estaelevación su último bastión. Esta zona y sus alrededores fue

I.- LA FORTALEZA

Topografía del peñón (Planos deToledo)

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ya habitada por poblados carpetanos, que también ocuparonel cercano cerro del Bu, de características muy similares a lasde la mencionada colina.

Para facilitar la resistencia desde esta colina y las adyacen-tes, no cabe duda de que los primitivos pobladores la amura-llarían y que mejorarían esta fortificación con el paso deltiempo. Prueba de su importancia a lo largo de los siglos sonlos numerosos restos arqueológicos hallados con motivo delas excavaciones realizadas para la construcción del nuevoedificio destinado a oficinas, servicios y almacenes del Museodel Ejército.

Al entrar los romanos en la Península en el año 218 a.C yllegar a Toledo, la definieron como una pequeña ciudad bienamurallada. En sus inmediaciones se libraron diversas batallas,destinadas a hacerse con el dominio de los vados que permitíanatravesar el Tajo, cayendo el peñón en manos de los invasoresen el año 192 a.C., tras verse obligados a ponerle cerco.

Es lógico que a partir del dominio romano la ciudad dispusie-se de una guarnición militar destinada a su protección y a ladefensa del vado, y que fuesen mejoradas las fortificacionesque ya poseía y acomodadas a la nueva disposición urbanaque tomaría la ciudad, con el fin de prepararla para respondera futuras agresiones de los pobladores autóctonos.

Restos del acueductoromano

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Aunque no se dispone de datos que lo confirmen, es muyposible que sobre la colina alcacereña se levantase algún edi-ficio relevante relacionado con la defensa del importantenudo de comunicaciones nacido como consecuencia de la cons-trucción del puente de Alcántara.Se desconoce si hubo o no mura-lla que rodease la colina, pueshasta ahora no se han halladorestos de la misma, así comotampoco de la que pudieran ha-ber levantado o mejorado sus si-guientes pobladores: los visigo-dos. El resto más antiguo de losdescubiertos durante la mencio-nada excavación arqueológica esuna cisterna de los siglos I-II d.C.

En las proximidades de estacolina se encuentran algunos delos escasos restos que se conservan de construcciones roma-nas: el puente de Alcántara, el acueducto, que permitía latraída de aguas a Toledo desde el término de Mazarambroz y,

aunque rodeada porla leyenda, la iglesiao colegiata con lacripta en la que fueencerrada santa Le-ocadia, Patrona deToledo. En esta mis-ma zona, y comoprueba de la impor-tancia de la misma,es donde Juanelo Tu-

Plano de El Greco16. Colegiata de Santa Leocadia)

Croquis de la cuevasegún Amador de los Ríos

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rriano construiría sus artificios para elevar el agua desde elcauce del Tajo hasta la explanada norte del Alcázar.

La cripta de santa Leocadia

No hay duda de la existencia de santa Leocadia, virgeny mártir toledana que en el siglo III d.C. sufrió la perse-cución de Diocleciano, y de quien Parro en su obra Toledoen la mano, escrita en 1857, dice:

Dicho está que Santa Leocadia fue natural de Toledo.Educada en el cristianismo, sufrió el martirio por soste-ner su fe, y después de ser cruelmente azotada y ence-rrada en una muy estrecha prisión, de orden del Presi-dente Publio Daciano, que sirvió a los EmperadoresDiocleciano y Maximiano en la cruel persecución queiniciaron contra la Iglesia. La cárcel donde la Santa fueencerrada y atormentada, en la cual murió a fuerzade malos tratos, estaba situada donde hemos conocidola iglesia de los extinguidos Capuchinos, que antes fueColegiata de Santa Leocadia del Alcázar, y es actualmen-te patio de un cuartel para la tropa que forma escoltadel Colegio Militar de Infantería.

Es tradición que en la estrecha y lóbrega cárcel enla que fue encarcelada, día y noche trazaba sobre unade sus paredes el signo de la Cruz, hasta dejarlo marca-do en la dura piedra.

Sobre esta cripta se construyó a mediados del sigloXIII una colegiata en honor de la Santa, ya citada en1266 y a la que Alfonso X mandó trasladar los restos deWamba, procedentes de una iglesia de Pampliega (Bur-gos), y los de Recesvinto, que se encontraban en Gérti-cos (Valladolid), siendo colocados en la cripta en unos

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nichos excavados en la roca a ambos lados del altar de-dicado a la Santa.

En 1575 Felipe II, acompañado de su esposa Ana deAustria, hizo abrir en su presencia estos nichos, y seencontraron ambos cadáveres bien conservados, el deWamba envuelto en un paño de seda encarnada y amor-tajado con la capilleja y escapulario monacal.

En 1626 el Ayuntamiento adquirió los terrenos próxi-mos a la cripta para hacer de ellos una plazuela quepermitiese a los vehículos acceder a la puerta traserade Alcázar.

Al llegar la invasión francesa sufrió las consecuenciasdel incendio que asoló el Alcázar en 1810 y fueronprofanados por los franceses los restos de ambos reyesvisigodos. La desamortización en 1822 del mencionadoconvento de Capuchinos, que utilizaba la iglesia parasu culto, trajo consigo el abandono de la conocida comoColegiata del Alcázar.

En el mes de febrero de 1845 la Comisión de Monu-mentos de Toledo dedicó su atención a la búsqueda delos restos de Wamba y Recesvinto, para lo cual se diri-gieron a la citada colegiata y, tras dejar expedita la

escalera de acceso ala cripta y derribaruna pared que im-pedía el paso a ella,accedieron los visi-tantes a ambos se-pulcros, de los quese extrajeron loshuesos que se con-servaban, que fue-ron llevados al des-pacho del jefe polí-Urna con los restos de Wamba y Recesvinto

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tico de Toledo para posteriormente ser trasladados enprocesión a la Catedral, en cuya Sacristía hoy se encuen-tran en el interior de cada uno de los compartimentosde una urna de madera y cinc, forrada de terciopelocarmesí, galoneada de oro y con cerraduras doradas.

La cripta siguió deteriorándose con el paso del tiem-po, sufriendo especialmente por el incendio del Alcázaren 1887. Se encontraba en 1900 rellena de escombros,por lo que se hizo un llamamiento al Ingeniero restau-rador don Fernando García-Miranda para que fuesedescubierta y puesta en condiciones. Pero ya nada sepudo hacer por ella y con el paso del tiempo llegaría aperderse por completo, desapareciendo para siempreal ser urbanizada la zona al término de la Guerra Civil.

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No existen datos sobre el Alcázar de la época visigoda, nide otras construcciones que pudiesen estar relacionadas conél, pero parece lógico pensar que escogerían esta colina comopunto fuerte y que continuarían manteniendo y mejorando laobra de fortificación iniciada en la ciudad por los romanos.Al seguir Toledo creciendo, se haría preciso ampliar el recintoamurallado, partiendo de las primitivas murallas romanas.

Al producirse la invasión musulmana, sus ejércitos se di-rigieron rápidamente a Toledo, capital del imperio visigodo,en la que entraron el 11 de noviembre del 711 sin encontrarresistencia alguna y hallando una ciudad amurallada que ocu-paba la parte superior del cerro o colina, y un complejo resi-dencial palaciego edificado por los visigodos en la laderaque descendía hacia el puente de Alcántara.

Tras el nombramiento de un gobernador o valí para dirigirla ciudad, es de suponer que éste dejase de residir en la zonapalaciega y pasase a hacerlo en la colina del futuro Alcázar,desde la que se podía ejercer un mejor control de la poblaciónrecién conquistada, en la que era lógico no se confiase. La

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palabra alcázar es de origenárabe, designándose con ellaa un fuerte construido sobreun lugar dominante, que cons-tituía el último punto fuertede la defensa de una pobla-ción.

Poco a poco la colina se iríaconvirtiendo en el centro deci-sorio de la ciudad y desde ella,como lugar privilegiado, secontemplarían las acciones deguerra en que se vería mezcla-da Toledo a lo largo de los si-glos por conservar su indepen-dencia del poder cordobés. Es-ta inestable situación aconse-jaría reforzar la colina y levan-tar en ella una fortaleza quesirviese de residencia al go-bernador y a la guarnición mili-tar, de la que se tienen noticiascuando tras la rebelión de To-ledo en el año 797 fue ocupadapor fuerzas mandadas por elgobernador de Huesca, quienpropondría su construcción, le-vantándose poco después unaciudadela de muros de tapial,rodeada de un foso, que pasa-ría a la historia porque a él searrojaron los cuerpos de desta-cados toledanos mandados de-capitar por el futuro Abd-al-

El al-Hizam según J. Porres(Planos de Toledo)

Arco califal

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Rahmán II en la llamada «Jornada del Foso». A raíz de otrarebelión que tuvo lugar en 829, la fortaleza levantada añosantes sería derribada, pero en 837 se inició su reconstrucción.

Continuarían las rebeliones de la población de Tulaytuladurante los años siguientes, y desde las alturas de la fortalezase podría contemplar la destrucción del puente de Alcántaraen 858, cuando el emir Muhammad I acudió a sofocar unanueva rebelión, y el asedio al que en 930 sometió Abd-al-Rahmán III a la insumisa ciudad, mantenido durante dos años.Al término del mismo, una vez conseguida la rendición, elemir inició la construcción del al-Hizam o Alficén, espaciofortificado en la cima de la colina, rodeado por una murallaque permitía la defensa de cualquier peligro que viniese tantodel exterior como del interior de la ciudad, así como el controldel acceso por el puente de Alcántara. La construcción prin-cipal, o alcázar, sería el antecedente de la actual fortaleza,en la que se conserva como único gran resto de aquella épocaun arco datado en el primer tercio del siglo X.

Convertido Toledo en taifa, al-Mamún hizo construir uncomplejo palatino en la zona noroeste del Alficén, también

conocido como palacios oalcázar de Galiana, que fueunido al alcázar medianteuna coracha que protegía eltránsito entre ambos, cuyosdos muros se pueden con-templar hoy en día, sobre-saliendo a ambos lados dela puerta principal de en-trada al Museo del Ejército,tras los trabajos arqueoló-gicos realizados reciente-mente bajo la explanadanorte del Alcázar. A esta co-

Restos de la coracha sobresaliendo de lafachada principal del Museo del Ejército

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racha se debía referir Pedro de Alcocer en su Hystoria y des-cripción de la Imperial Ciudad de Toledo, cuando al tratarde la ayuda que Esteban Illán prestó a Alfonso VIII para apo-derarse de la ciudad, narra cómo los partidarios del Rey seapoderaron del alcázar que dicen de Galiana y desde allífueron por el muro que hemos dicho que iba de un alcázaral otro. No hay que confundir estos palacios de Galiana conotros de igual nombre, situados en la Huerta del Rey, que to-davía perviven, en los que Alfonso VI encontró refugio huyendode su hermano Sancho II.

En 1085 se produjo la rendición de Toledo a las tropas deAlfonso VI. Las Crónicas de los Reyes de Castilla recogen(con cierta exageración) que en aquellos tiempos era consi-derada la más fuerte ciudad del mundo en su asentamiento,por ser tan grande, y que, tras su ocupación, el Rey mandóhacer un Alcázar, el cual es hoy allí, y un muro desde el Al-cázar hasta el monasterio de San Pablo. A falta de otros da-tos más precisos, ésta parece ser la primera noticia sobre laconstrucción del alcázar cristiano. También Pedro de Alcocerhace referencia a la fortaleza en su mencionada obra, al narrarque entre las condiciones impuestas para la rendición de To-ledo estaban que a Alfonso VI le fuesen entregadas las puertas,y puentes, y alcázar de la ciudad.

Más creíble es una cita posterior, recogida en los Analestoledanos, al referirse a unos desórdenes que tuvieron lugaren la ciudad en el mes de mayo de 1116, durante los cuales elalcalde fue detenido y posiblemente muerto en el Alcázar(Prisieron Alvacil Abzeit Abenharet y penáronlo en Alcázar),aunque queda la duda de si se está refiriendo al mandadoconstruir por Alfonso VI o a los palacios situados en sus proximi-dades en el interior del Alficén, y a los que a veces se les da-ba este mismo nombre, como hace Pedro de Alcocer al des-cribir que tras la entrada de Alfonso VI en la ciudad aposentóseen el Alcázar que decían de Galiana, que estaba situado en

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el mismo lugar, donde ahora está el monasterio de Santa Fey el hospital del Cardenal. Más adelante, Alcocer da cuentade que el Rey hizo hacer el Alcázar, que hoy es en esta ciu-dad, aunque algunos dicen, que no le acabó él, sino el reydon Fernando el Santo, y otros que el rey don Alonso su hi-jo: aunque otros dicen que al tiempo que el rey ganó estaciudad, ya estaban hechos ambos alcázares, sino que el quehoy lo es, era de tierra, y que él le hizo hacer de piedra,como hoy está: mas por cualquier de los dichos reyes, queel dicho alcázar haya sido acabado, se tiene por cierto quefue comenzado por el dicho rey don Alonso: y que él hizohacer el muro que hoy va del uno al otro. Esta confusión semantendría hasta principios del siglo XIII, en el que ya sola-mente se conservaba el situado en la cima de la colina, confines exclusivamente militares.

En 1139, al regresar Alfonso VII a Toledo tras la toma delcastillo de Oreja, o Aurelia, en la Chronica Adefonsi Impera-toris se dice que el Rey fue recibido en el Alcázar, y en éstey en los palacios reales permaneció algunos días. A este hechocorresponde una leyenda según la cual encontrándose el Mo-narca en Oreja y desprotegida Toledo, se aproximó a la ciudadun ejército enemigo que iba en ayuda de los asediados. DoñaBerenguela, esposa del Rey, vio desde el Alcázar cómo seacercaban y les envió un embajador que les transmitió unmensaje de la Reina en el que decía: ¿No veis que es menguade caballeros y capitanes generosos guerrear contra unamujer cuando tan cerca os espera el Emperador? Si queréispelear id a Aurelia, y allí es donde debéis acreditar que soisvalientes y hombres de honor. Ante estas palabras, cuentanlas crónicas que los musulmanes se retiraron sin atacar la ciu-dad.

Durante los siglos XII y XIII los sucesivos monarcas irían en-grandeciendo el Alcázar para residir en él. Según la leyenda,sus estancias serían testigos de los amores de Alfonso VIII con

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la hermosa judía Raquel, que encontró la muerte a manos delos toledanos. Tanto Fernando III «el Santo» como su sucesor,Alfonso X «el Sabio», lo ensancharon y embellecieron, siendoel último de ellos quien mandó construir cuatro esbeltos to-rreones, entonces coronados por terrazas almenadas, y la fa-chada oriental, la que da frente al castillo de San Servando yla más antigua de las cuatro, que lógicamente sufriría algunasmodificaciones con el paso del tiempo y cuya diferencia conlas restantes se advierte claramente por su aspecto medieval,más de castillo que de palacio.

Poco a poco fueron desapa-reciendo los palacios de laépoca taifa que compartíancon el alcázar los terrenos dela alcazaba. Antes del naci-miento del Rey Sabio comenza-ría su donación a diferentes ór-denes religiosas, que levanta-ron en aquellos terrenos susconventos. En el siglo XII unaparte fue cedida al conventode San Pedro de Dueñas, otrapasó a manos de los francisca-nos y, más tarde, de éstos a laConcepción Francisca, y el res-to se destinó a Casa de la Mo-neda hasta la época de los ReyesCatólicos, quienes cederían en 1504 estos terrenos al cardenalMendoza para levantar en ellos el Hospital de Niños Expósitos ode Santa Cruz. Mientras tanto, la fortaleza iría creciendo enamplitud y comodidad, con el fin de destinarla a residenciareal.

El Alcázar sería durante el reinado de Alfonso XI un primitivocentro de instrucción, pues en él se formaban los componentes

El puente de Alcántaray al fondo la Concepción Francisca

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de la llamada Compañía de losCien Donceles, sobre los que elhistoriador Pedro de Salazar es-cribía lo siguiente en su Origende las dignidades:

Donceles han dicho algunosque son Pages, y no están en locierto, porque sin duda son gen-te de guerra aunque criada enpalacio, esto se muestra claroen la Crónica del Rey, capítulodoscientos y ochenta y tres,donde tratando de Alfonso Her-nández Alcayde los Donceles, enel cerco de las Algeziras, dizede esta manera: «Este Alcaydey estos Donzeles omes que sehabían creado desde muy pe-queños en la cámara del Rey y

en la su merced, y eran omes bien acostumbrados, e habíanbuenos corazones, e servían al Rey de buen talante en loque les él mandaba, e estos fueron comenzar la pelea conlos Moros, e eran fasta ciento de a caballo, que andaban ala guerra».

Pedro I vivió sus amores con María de Padilla en las regiasestancias del Alcázar, donde mantuvo encerrada en una celdaa su legítima esposa, Blanca de Borbón, en cuya defensa in-tervinieron los nobles toledanos en el mes de octubre de1355. Una recreación de esta celda se ofrecía a los visitantesen los sótanos del Alcázar antes del traslado del Museo delEjército.

De todas las obras realizadas con el fin de que la fortalezase hiciese más confortable y se adaptase a las necesidadesde cada momento, la más destacable sería la del edificio

El Hospital de Santa Cruz(Colección Luis Alba)

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construido entre los siglos XIV y XV, reinando la dinastíaTrastámara, del que se ha descubierto recientemente un es-pigón que da idea de la importancia que tendría, hasta serdestruido para edificar el Alcázar de Carlos V.

Reinando Juan II, Toledo se levantó en armas contra el con-destable don Álvaro de Luna en 1449 debido a un aumento delas contribuciones destinadas a mantener la guerra contra losreyes de Aragón y Navarra. Al frente de la misma se puso el al-caide del Alcázar, Pedro Sarmiento, entregando la fortalezaal príncipe Enrique, hijo del Monarca, cuya autoridad no re-conocía. Sucedió a Sarmiento el condestable don Álvaro deLuna, quien hacia 1451 mandó labrar un salón en el piso prin-cipal. También se sublevó Toledo años después contra EnriqueIV el Impotente, poniéndose a favor del Infante don Alfonso. To-das estas luchas tenían como telón de fondo el Alcázar, cuya po-sesión aseguraba el dominio de la ciudad.

Desde que Toledo se mostró partidaria de doña Isabel, a laque siempre mostraría su lealtad, la Reina frecuentó el Alcázar,

Restos del palacio de los Trastámara bajo la fachada norte

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en cuyo piso bajo del torreón S.O., a nivel del patio y encimadel de Juan II, hizo construir un rico salón. A los Reyes Católicosse atribuye la construcción de la fachada de poniente (la queda a la actual cuesta de Carlos V), aunque teniendo en cuentala similitud de sus ventanas con las de la fachada norte oprincipal, también podría ser obra de Carlos I o de Felipe II.Como complemento a estas obras, en septiembre de 1502 lareina Isabel dio normas para hacer una plaza ante el Alcázar.

Toledo fue siempre fiel a los Reyes Católicos, pero no así aCarlos I, contra quien se levantaron los comuneros en defensade los fueros y libertades, obligando al alcaide del Alcázar a ren-dirlo. Derrotados los rebeldes en Villalar y ajusticiados, doña Maríade Pacheco, viuda de Padilla, se hizo fuerte en el Alcázar. Lastropas reales cercaron Toledo, acampando en las inmediacionesdel convento de la Sisla, hasta que, tomada la ciudad, días des-

pués tuvo que huircon su hijo a Portugal.

En 1525 Carlos Iconvocó Cortes enToledo y se alojó enel Alcázar, poco des-pués de recibir la no-ticia de la derrota deFrancisco I en Pavía,disponiendo se depo-sitasen en este pala-cio la espada y elguantelete del rey delos franceses.

Era en aquellos tiempos el Alcázar un palacio-fortaleza for-mado por múltiples y diversas edificaciones realizadas sinorden alguno. A la vista del grabado de la obra Civitates or-bis terrarum, el autor de la Historia del Alcázar de Toledodescribía cómo era éste antes de su restauración:

Rendición de Francisco I en Pavía (José MaríaAlarcón Cárceles. 1879. Museo del Ejército)

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Tomada desde el SE. de la ciudad, en él se ven con to-da claridad las fachadas de Oriente y Mediodía y el torreónen que se unen, el cual se eleva notablemente sobreellas. También se divisan con bastante precisión los torreo-nes NE. y SO., mucho menos elevados que los anteriores,pues sobresalen apenas de los muros de las anteriores.

La del Mediodía es un sencillo muro aspillerado y co-ronado también de un adarve. Flanqueándola, en su centrohay una torre cuadrangular de menor base y mayor alturaque las torres de sus ángulos.

Sobre el cuerpo general del edificio se destaca el to-rreón del ángulo NO., una torre de igual forma y dimen-siones de la situada en la fachada del Mediodía y que, di-vidiéndolo en dos mitades, flanquea indudablemente elmuro de la occidental, y por último, cubierta por una cú-pula de forma piramidal, otra torre, también cuadran-gular y de mayor base y altura que todas las demás torresy torreones, se eleva, al parecer, en el centro de la facha-da Norte.

Toledo hacia 1542 (grabado de Braun y Hogembergpara la obra Civitates orbis terrarum)

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·18 José Luis Isabel Sánchez

1 La fortaleza p. 112 El palacio imperial p. 273 Presidio y cuartel p. 394 La Casa de Caridad p. 455 El Alcázar, centro de formación militar p. 516 La cuarta destrucción del Alcázar p. 85* Bibliografía p. 99

ÍNDICE

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NORMAS DE PUBLICACIÓN EN LACOLECCIÓN TOLEDO EN TU MANO

1.- Los originales que se presenten deben ser rigurosa-mente inéditos. Versarán sobre aspectos relacionados con laciudad de Toledo, preferentemente edificios y personas. Que-darán excluidos los trabajos que se ocupen de temas excesi-vamente generales y aquellos que traten cuestiones que serefieran a la provincia de Toledo.

2.- La extensión debe estar comprendida entre los 35 y50 folios aproximadamente.

3.- Los textos deben ser escritos con la intención deestar destinados, por decirlo con el título de un conocido poe-ma de Blas de Otero, a la inmensa mayoría. Dado el carácterdivulgativo de la colección los trabajos no tendrán notas ni apie de página ni al final. Las referencias, por tanto, debenser incorporadas al texto. En la parte final se incluirá una bi-bliografía.

4.- Todos los trabajos irán acompañados de ilustracionesque ejemplifiquen y ayuden a comprender el texto.

5.- En el libro se incorporará una breve referencia bio-bibliográfica del autor.

6.- Los autores que presenten sus trabajos deberánsometerse a las normas de estilo y a las sugerencias que, convistas a facilitar la comprensión y también la publicación,propongan tanto el editor como el director de la colección.

7.- Además de su aparición en papel se hará una versiónelectrónica del libro, con vistas a que los internautas puedandescargarse la publicación. La versión digital del libro podrádiferir de la edición en papel. No sólo se pueden incorporarmás elementos que potencien la imagen del libro (una

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·20 José Luis Isabel Sánchez

entrevista o presentación del autor y también más ilustra-ciones) sino que también se podrá alterar el orden y la es-tructura del libro, pero sólo con el fin de facilitar su divulga-ción por este medio.

8.- El editor y el director se reservan el derecho dedecidir la inclusión de los trabajos en la colección, así comoel orden de publicación de los mismos.

9.-Se realizará un contrato de edición entre el autor yla editorial y se establecerán también las condiciones parapercibir una compensación económica en concepto de dere-chos de autor.

10.- El objetivo prioritario es poner la ciudad de Toledoy los toledanos en manos de los lectores, de ahí el título de lacolección, que realiza un guiño al célebre cronista e historiadorSixto Ramón Parro. No se trata de estudios sesudos dirigidosa la Academia. Resulta prioritario el carácter divulgativo delos trabajos. Esto no desmerece la calidad de estos estudios,pues, parafraseando a Ortega y Gasset, la claridad debe serla cortesía no sólo de los filósofos, sino de cualquier investi-gador. Todo lo que se estudia y se conoce puede ser expuestocon claridad para disfrute de los lectores.

PRIMEROS TÍTULOS DE LA COLECCIÓN1 El Alcázar de Toledo: de fortaleza a museo

(José Luis Isabel Sánchez)2 El vuelo de Ángel Palomino. Una aproximación a suvida y a su obra literaria

(Santiago Sastre y Rafael González Casero)3 El puente de San Martín

(Bienvenido Maquedano)4 La iglesia de Santas Justa y Rufina

(Mario Arellano y Margarita Castro Arellano)

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Dulcedo quedam mentis advenit